La Estrategia Ateisante de Antonio Gramsci - Alfredo Sáenz, S. J.
La Estrategia Ateisante de Antonio Gramsci - Alfredo Sáenz, S. J.
La Estrategia Ateisante de Antonio Gramsci - Alfredo Sáenz, S. J.
LIBERTAD Y LIBERACION
EN LA VIRGEN MARIA
Alberto Catureili
LA ESTRATEGIA ATEISTA
DE'ANTONIO GRAMSCI
Alfredo Sanz
LA NEUROSIS O EL DOLOR DESPERDICIADO
Federico Mifcwra Seefoer
RAMIRO DE MAE2TU
Patricio H. Randle
EL DRAMA D i LA MORAL
Migue! Angel Fuentes
CRiSI-S ESCOLAR Y CRISIS CULTURAL
ARGENTINA
Gustavo Lpez Espinosa
LA EDUCACION ATEA EN LA U. P,. S. S.
Mario Luis Dsssotte
SATURNINO SEGUROLA Y LEZJCA
Jos Mes
EL IV CONGRESO CATOLICO ARGENTINO
DE FILOSOFIA SOBRE ATEISMO
INDICE
P. A lfredo S e n z
i f V -- l , h. (V* -C - . ~
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Schelling, y la Revolucin Francesa, destacando que esos dos
pueblos, el alemn y el francs, por opuestos que sean entre s,
o precisamente por ser opuestos, fueron los que marcaron decisi
vamente la mentalidad moderna. Alemania puso el pensamiento
filosfico, Francia la realidad poltica. A estas dos fuentes aade
Gramsci la economa liberal inglesa. Resumiendo, entonces, la
filosofa de la praxis, que es la filosofa definitiva, la filosofa
del hombre moderno y de la modernidad, ha nacido de la cultura
representada por la filosofa idealista alemana, la economa cl
sica inglesa y la literatura y la prctica poltica francesa. No que
Gramsci afirme que cada uno de estos tres movimientos haya
contribuido a elaborar respectivamente la filosofa, la economa
y la poltica del marxismo, sino que ste logr asimilar sistem
ticamente los tres movimientos, a saber, la entera cultura de la
primera mitad del siglo xix, a tal punto que en la sntesis nueva,
cualquiera sea el momento en el cual se la considere, momento
terico, econmico o poltico, se encuentra como momento pre
paratorio cada uno de aquellos tres movimientos. El gran pro
yecto del liberalismo est pues en el origen del marxismo, si bien
en l desaparece. Gramsci lo seala con claridad: Las afirmaciones
del liberalismo son ideas-lmite que, una vez reconocidas como
racionalmente necesarias, se han convertido en ideas-fuerza, se
ha realizado en el Estado burgus, han servido para suscitar la
anttesis de ese Estado en el proletariado y luego se han desgas
tado. Universales para la burguesa, no lo son suficientemente
para el proletariado. Para la burguesa eran ideas-lmite, para el
proletariado son ideas-mpimo. Y, en efecto, el entero programa
liberal se ha convertido en el programa mnimo del Partido
Socialista 2.
2. La inmanencia absoluta
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como lo entienden los marxistas ingenuos, idolatrando la materia
cuantitativa y fsico-qumica, sino en un sentido ms cultural,
a saber, como proclamacin de antiespiritualismo. Materialista es
para Gramsci aquel que ha resuelto encontrar en esta tierra y no
en otro lugar el sentido ltimo de su existencia. Refirindose a
esto nos ha dejado una definicin tajante del marxismo, el cual
no es otra cosa, dice, que un historicismo absoluto, la munda-
nizacin y terrestridad absoluta del pensamiento, un humanismo
absoluto, en la historia 3. La insistencia en el calificativo assoluto
no es fortuita sino conscientemente pretendida. Historicismo ab
soluto quiere decir que no es lcito admitir nada extra o supra-
histrica, nada eterno. Mundanizacin y terrestridad absolutas
significa que todo es aquende, y que cualquier afirmacin de
otro mundo o de alguna nueva tierra implica una evasin
flagrante, y hasta peligrosa, ya que impide empearse en lo
nico que es real. Humanismo absoluto significa que hay que
desdear cualquier concepcin que no sea antropocntrica, que no
considere lo humano como supremo y terminal.
La frmula tan vigorosa de Gramsci podra resumirse en
un inmanentismo absoluto , el total rechazo de la trascendencia.
Los trminos de historicismo, humanismo e inmanentismo abso
lutos son as reductibles a una definida posicin antitrascendente.
Ac es donde habr que poner la quintaesencia del marxismo, ms
que en el materialismo histrico. O, si se quiere, entender dicho
materialismo en el sentido de antiespiritualismo, de atesmo an
tirreligioso. *
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vano se pretender instaurar el marxismo en la sociedad occi
dental, si previamente no se cambia el sentido comn (as
denomina Gramsci al modo comn de pensar) del pueblo sencillo.
Como dicho sentido comn ha sido creado por la sociedad civil,
por los grupos hegemnicos, la Iglesia, la enseanza, las publica
ciones, etc., es decir, por los que piensan, por los intelectuales,
ser preciso llevar a cabo una revolucin cultural, con la ayuda
de los nuevos intelectuales, los marxistas, que valindose de todos
los medios aptos para influir ideolgicamente, en especial los
medios de comunicacin social, vayan cambiando el modo de
pensar de la gente. Cuando se haya logrado esto, habr llegado
el momento de ocupar el poder poltico, lo cual no ser sino
recoger una fruta madura. Tomar el poder poltico sin haber
previamente cambiado la mentalidad de las masas sera altamente
peligroso porque en cualquier momento podr aparecer un dic
tador , al modo de Csar, Napolen o Mussolini, dice, que vuelva
las cosas a su situacin anterior 4*.
Abundemos un tanto en este tema capital de su pensamiento.
Considera Gramsci que la fuente principal del sentido comn
no es otra que la religin, y en el caso de Occidente, el catolicismo.
A qu se deber semejante logro?, se pregunta Gramsci. Ante
todo al hecho de que la Iglesia a lo largo de los siglos ha mantenido
la propia fe de un modo fijo, repitiendo incansablemente la misma
doctrina, las mismas razones de su apologtica, luchando en todo
instante con argumentos similares y conservando una jerarqua
de intelectuales que dan a la fe al menos la apariencia de la
dignidad del pensamiento 3. Otra de las causas a que Gramsci
atribuye el influjo del crisitanismo es que, a diferencia de las
filosofas modernas,* que no lograron prender en las masas,
supo unir en una misma confesin a los intelectuales y al pueblo
fiel. La fuerza de las religiones, y especialmente de la Iglesia
catlica escribe , ha consistido y consiste en el hecho de que
siente enrgicamente la necesidad de la unin doctrinal de toda
la masa religiosa, y se esfuerza porque los estratos intelectual-
mente superiores no se separen de los inferiores. La Iglesia ro
mana ha sido siempre la ms tenaz en esa lucha por impedir
que se formen oficialmente dos religiones, la de los "intelectuales
y la de las almas sencillas . . . Una de las mayores debilidades
de las filosofas inmanentistas en general consiste precisamente
en no haber sabido crear una unidad ideolgica entre lo bajo y lo
alto, entre los sencillos y los intelectuales 6. Para Gramsci
es sta una de las claves de la supervivencia y del poder hegem-
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nico del catolicismo: aun cuando la Iglesia contenga en su seno
una lite culta y una masa primitiva, se ha negado siempre a
separarlas, cuidando de que los elementos fundamentales la doc
trina y la moral sean los mismos para todos.
El mtodo de la Iglesia es para Gramsci altamente alecciona
dor: si lo que se pretende es la transformacin socialista de la
sociedad, resulta inobviable la iniciativa de los intelectuales. As
como Gramsci nunca acept que las meras transformaciones eco
nmicas fueran suficientes para operar de por s un cambio
social, de manera semejante se opuso a la creencia de que seran
las masas populares las que se rebelaran casi instintivamente
contra la cosmovisin tradicional. Gramsci desconfiaba de la
espontaneidad de las masas . Las ideas y las opiniones no
nacen espontneamente en el cerebro de cada individuo: han
tenido un centro de formacin, de irradiacin, de difusin, de
persuasin, un grupo de hombres o incluso una individualidad
singular que las ha elaborado y las ha presentado en la forma
poltica de actualidad 7. Ser, pues, preciso conquistar el mundo
de las ideas para que stas lleguen a ser las ideas del mundo.
Cmo encarar esta ofensiva cultural? Cmo lograr esta im
pregnacin de las nuevas ideas en las masas, semejante a la que
realiz la Iglesia en las pocas de Cristiandad? Antes de ocupar
la Casa de Gobierno ser menester una poltica de agresin
molecular.. Entre el Palacio de Invierno y las masas, hay un
cmulo de trincheras, una serie de casamatas revistas, colegios,
radios, organizaciones de influjo ideolgico de las que habr
que irse apoderando. En vez del asalto el asedio. Una tarea de
semejante envergadura exige una estrategia sin tiempo, que
incluye un doble momento: el momento del desmontaje, de la
destruccin de la vieja cosmovisin, y el momento del montaje,
de la instauracin de la cosmovisin inmanentista del marxismo.
Se trata de una lucha principalmente en el campo de las ideas, un
combate intelectual, una lucha entr dos cosmovisiones.
Gramsci, notable observador de la historia, seala cmo toda
revolucin ha sido precedida por un intenso trabajo de crtica,
de penetracin cultural, de impregnacin de ideas. E invoca el
ltimo gran ejemplo histrico, el de la Revolucin Francesa, des
tacando cmo el anterior perodo cultural, llamado de la Ilustra
cin, no es reductible a un revoloteo de inteligencias acadmicas,
que discurran de todo y de todos, en torno a su nueva Biblia,
la Enciclopedia. Fue una verdadera revolucin ideolgica, que se
extendi por toda Europa, creando una conciencia comn. El
ejrcito de Napolen encontr el camino allanado por un ejrcito
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invisible de libros y de opsculos que lo haba precedido8. Imi
tando la estrategia de la Revolucin Francesa, la nueva ideologa
tendr primero que desmontar la hegemona de la clase dirigente,
desprestigindola, minando el bloque histrico que ha creado,
suscitando en cuanto sea posible la traicin de sus intelectuales. Y
algo ms: lograr que quienes se opongan a la nueva cosmovisin,
quienen denuncian su estrategia, sean reducidos al silencio, se
vean burlados, marginados. Como bien dice Del Noce, la as
llamada evolucin democrtica del comunismo consiste en el paso
del terror fsico a la marginacin moral 9.
4. La estrategia antirreligiosa
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Tambin en el mbito de la lucha antirreligiosa opina Grams-
ci que se requerir el doble momento del desmontaje y del mon
taje. En este sentido, puso grandes esperanzas en la desintegracin
espontnea de la Iglesia, siguiendo con especial atencin sus cri
sis internas. As se interes por la burocratizaein de los ecle
sisticos, algo que a su juicio deba ser aprovechado por el
P a rtido12. Pero lo que ms lo impresion fue el fenmeno del
modernismo, hereja o conjunto de herejas que naci y se
propag en los primeros decenios del presente siglo. Su sagacidad
supo reconocer en dicha corriente un grave peligro de desviacin
para la Iglesia. Ante todo advirti cmo el modernismo poda em
palmar perfectamente con la visin inmanentista del marxismo.
Por otra parte, la aparicin de un cristianismo de sedicente lite,
de intelectuales de gabinete, con los que el pueblo cristiano jams
se identificara, a la larga tendra la virtud de resquebrajar el
bloque institucional de la religin. La Iglesia consideraba igual
mente fieles al telogo ms ilustrado y a la humilde mujer
analfabeta; el modernismo, en su intento por racionalizar la fe,
acabara por crear una escisin entre el clero y las bases, dejando
a stas mucho ms permeables para ser adoctrinadas por otros
intelectuales, los marxistas13.
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ehedumbre misma, se convierte en emanacin de la muchedum
bre. .. El catolicismo comienza de esta forma a competir con el
socialismo, se dirige a las masas, como el socialismo, y ser
vencido por el socialismo, ser definitivamente expulsado de la
historia por el socialismo. . . El catolicismo democrtico hace
lo que el socialismo no podra hacer: amalgama, ordena, vivifica
y se su icida... Y querrn actuar por s mismos y desarrollarn
ellos mismos sus propias fuerzas y no querrn ya intermediarios,
no desearn ya pastores con autoridad, sino que aprendern a
moverse por propio impulso. Se convertirn en hombres, en el
sentido moderno de la palabra, hombres que extraen de la propia
conciencia los principios de su accin, hombres que rompen los
dolos, que decapitan a Dios 15.
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un secularismo e inmanentismo totales. Las combinaciones cris-
tiano-marxistas , las asociaciones de cristianos para el socia
lismo , algunas corrientes de los telogos de la liberacin , etc.,
que vendran despus en una palabra, el entero proceso de
autodemolicin de la Iglesia, que denunciara Pablo VI, encuen
tran una esplndido retrato en los anlisis de Gramsci. Los cl
rigos marxistas son precisamente intelectuales traidores que
se convierten a la modernidad, acercndose a los nuevos diri
gentes que van adquiriendo creciente hegemona sobre la cultura.
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SSg;
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