El Libro Negro - Giovanni Papini PDF
El Libro Negro - Giovanni Papini PDF
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Biografa
Giovanni Papini, escritor italiano, nacido en Florencia un 9 de enero de 1881. Sus
padres, muy cultos, lo estimularon a escribir ya desde nio. A los 12 aos escribi
algunos cuentos como El amigo del estudiante y El len y el nio. A los 14 aos cre
dos revistas manuscritas: Sapiencia y La Revista.
A los 19 aos ense italiano en un Instituto Ingls y asisti, como oyente, a las
Facultades de Letras y Medicina,
mostrando su afn de conocer de todo.
A los 20 aos ocup la ctedra de filosofa
moderna en la Universidad de Florencia.
En 1902 es nombrado bibliotecario en
Florencia, lo que le dar oportunidad para
seguir leyendo con la misma avidez de
antes y mayores facilidades. Publica
diversos artculos sobre filosofa y
literatura.
En 1903 funda la revista Leonardo, revista
de ciencia, arte, literatura y que tuvo un
gran xito; alcanz a durar hasta 1906.
Con 23 aos participa en un Congreso de
Filosofa en Ginebra y despus en el
Congreso de Psicologa celebrado en
Roma.
Papini tiene ahora 24 aos y publica El
crepsculo de los filsofos, una obra muy
polmica, pues atacaba a Nietzsche. En esta obra Papini muestra ya muchas dudas
religiosas. Se casa con una mujer catlica, se confiesa y hace la primera comunin.
Publica dos nuevas revistas La Voz y El Alma.
Conoce en 1911 a Marinetti y entre los dos inician una crtica futurista a Italia, que
no deba, segn ellos, ser conocida slo por sus museos, deba estar a la altura de
A los 72 aos ya ciego, dicta a su nieta Anna El Diablo, ltimo libro. A los 75 aos
escribe el ensayo La felicidad del infeliz, donde defiende, como mxima felicidad, la
oracin. Muere el 8 de julio de 1956.
Sus letras marcaron toda una poca y tuvieron honda influencia en la literatura
italiana, as como le allegaron al autor el reconocimiento internacional. Polemista
apasionado, Papini dej en su autobiografa, Un hombre acabado, una melancola en
pginas que para muchos representa su obra maestra.
En palabras de Jorge Luis Borges, "Si alguien en este siglo es equiparable al egipcio
Proteo, ese alguien es Giovanni Papini, que alguna vez firmara Gian Falco,
historiador de la literatura y poeta, pragmatista y romntico, ateo y despus
telogo".
El propio Borges dice que "hay estilos que no permiten al autor hablar en voz baja.
Papini, en la polmica, sola ser sonoro y enftico".
En estos cuentos apenas se escucha la voz del autor son narraciones en murmullos.
El lector de estas pginas recorrer los laberintos compartidos y enigmticos de la
intimidad humana. Los personajes parecen fantasmas desconocidos; figuras que
slo aparecen en las pginas de un libro y, al mismo tiempo, delatan rostros que
vemos todos los das en los espejos. Papini narra con una sencillez y claridad cuya
lectura no slo entretiene sino tambin provoca.
Que un hombre sea preso de l mismo, que los hombres se puedan apropiar de los
dems, que las almas sean una mercanca cotizada y que nuestros propios retratos
sean caras cambiantes; nos provoca una reflexin personal ms all de los prrafos.
Papini tambin provoca al escritor que todos deberamos llevar dentro; parecera
entonces fcil emular sus fbulas, continuar sus cuentos y seguir su ejemplo de
letras, pero esta provocacin es engaosa, pues pocos han logrado narraciones de
tal perfeccin como la alcanzada por Papini en estos breves cuentos. Quiz la
provocacin ms evidente de estas pginas sea la inevitable invitacin a proseguir
la lectura, pues como todos los grandes escritores, Papini es un autor que no slo
debe leerse, sino que se deja releer fcilmente y se es el mejor homenaje que le
podemos rendir.
Advertencia
Hace un ao me lleg para antes de Navidad una carta firmada por Gog. Proceda
de un puerto de Escocia y deca as:
Querido amigo:
El que le escribe no es un fantasma, sino aquel extrao nmada enfermo de
los nervios, siempre enfermo y siempre nmada, a quien conoci usted hace
ya veinte aos en una casa de salud escondida entre los rboles.
Hace muchos aos le en la edicin norteamericana la seleccin que usted
hiciera de las cartas por m remitidas. Juzgo que la seleccin fue bastante
buena, y he de confesar que en esas viejas pginas volv a hallar
gustosamente una lejana imagen de m mismo, as como tambin el recuerdo
vivo de algunos seres humanos a los que conociera en tiempos pasados. Su
libro hizo que me dedicara otra vez a escribir el diario, labor abandonada por
las recadas en mi malestar habitual.
Continu recorriendo la tierra sin meta ni objetivo, tal como antes lo haca,
tomado nota, sin mayor orden, de lo que vea y oa en mis caprichosas y
desvariadas peregrinaciones.
Le ruego me haga saber si le agradar leer esta segunda parte de mi diario.
Tambin de ella podr hacer el uso que le agrade, traduciendo y publicando lo
que juzgue mejor.
Escriba o telegrafe a la direccin abajo indicada. Sinceramente, de Ud. Atto.
y S. S.
Gog.
II
Le puse ese ttulo, elegido exclusivamente por m, porque las hojas del nuevo diario
corresponden casi todas a una de las edades ms negras de la historia humana o
sea a los aos de la ltima guerra y del perodo posblico. Har notar que prescind
de algunos fragmentos que me parecieron demasiado escandalosos y dolorosos.
Hay en la naturaleza de mster Gog, junto a una morbosa avidez intelectual, un no
s qu de sdico, y de esta su crueldad, aunque ms no sea terica y platnica,
quedan trazas incluso en las pginas por m traducidas.
Procediendo igual que en el pasado, Gog se ha acercado a los hombres ms
clebres y representativos de nuestro tiempo y las conversaciones mantenidas son
casi siempre sorprendentes y reveladoras. En este volumen podrn conocer los
lectores, por ejemplo, el pensamiento de Molotov y de Hitler, de Voronov y de
Ernest O. Lawrence, de Pablo Picasso y de Salvador Dal, de Marconi y de Valery, de
Aldous Huxley y de Lin Yutang.
La mayor novedad de esta segunda parte del diario es, si no me equivoco, el
descubrimiento de muchas obras de escritores famosos, hasta ahora desconocidas.
Gog ha tenido siempre el placer, ms an, la mana de coleccionar. Nos dice que
compr en Inglaterra una coleccin de autgrafos de Lord Everett, coleccin que
slo contena trozos y esbozos de obras inditas, y por su parte, el mismo Gog se
ha esforzado por enriquecer esa preciosa coleccin con otras adquisiciones. As,
pues, los lectores hallarn aqu, por vez primera, noticias referentes a obras,
ignoradas por completo hasta el presente, de Cervantes y de Goethe, de William
Blake y de Robert Browning, de Stendhal y de Vctor Hugo, de Kierkegaard y de
Miguel de Unamuno, de Leopardi y de Walt Whitman. Estas solas e inauditas
revelaciones bastaran para que EL LIBRO NEGRO fuera uno de los acontecimientos
literarios ms singulares de estos tiempos.
Adems, e igual que en tiempos pasados, Gog ha encontrado en su camino seres
humanos paradojales y lunticos, preconizadores de nuevas ciencias y nuevas
teoras, a cerebrales maniticos y locos sueltos, a cnicos delincuentes y visionarios.
En su conjunto esos seres ofrecen un retrato fantstico y pavoroso, satrico y
caricaturesco, pero ms que nada, me parece, un retrato sintomtico y proftico de
una poca enferma y desesperada ms que nunca. Esto que parece diversin, para
los espritus ms vigilantes puede ser un saludable adoctrinamiento.
Esta seleccin hecha en la nueva cosecha de las experiencias de Gog, me parece
mucho ms sabrosa e importante que la realizada veinte aos ha. Me agradara que
esta misma opinin fuera compartida, una vez llegados a la ltima pgina, por todos
los lectores de EL LIBRO NEGRO.
Giovanni Papini.
Florencia, 5 de noviembre de 1951.
Seccin 1
Conversacin 1
VISITA A ERNEST O. LAWRENCE
(O ACERCA DE LA BOMBA ATMICA)
por los automviles, a las vctimas de choques y siniestros ferroviarios, a los que
arden en los aeroplanos incendiados, a los que se ahogan en los ros o en los
naufragios martimos, a los obreros que son triturados por las mquinas, a los
mineros que se asfixian sepultados en las minas, a los que son ahorcados o
fusilados por sus delitos, a los que son alcanzados por los tiros de la polica en los
movimientos o motines y a los que son barridos por las ametralladoras, a los que
mueren carbonizados en los incendios y explosiones, a los que fallecen de golpe en
los certmenes de box o en las carreras de automviles, a los fulminados por la
corriente elctrica y a los alcanzados por los txicos en los experimentos cientficos.
Y tenga en cuenta que dejo a un lado a las vctimas de los terremotos, de las
erupciones volcnicas, de los rayos, de los deslizamientos de tierra y de los aludes.
Cuente tan slo los seres humanos que mueren por causas estrictamente humanas,
y ver que cada ao y en todo el mundo alcanzan a varios millones, que son
muchsimos ms que los muertos por la condenada bomba atmica. Pero, como
esos pobres cadveres se hallan diseminados en todos los pases, y son segados por
muerte no natural y violenta en distintos das y meses, entonces, nicamente los
estudiosos de la estadstica llegan a tener conocimiento de los pavorosos totales;
por eso es que el hombre comn se conmueve y excita ante el episodio de
Hiroshima, y no piensa en esas otras calamidades, mucho mayores, que acontecen
todos los das y en toda la superficie de la tierra. La compasin no alcanza a ser
homeoptica, sino que es suscitada nicamente por el exterminio simultneo y en
masa.
Y, sin embargo, tambin en las innumerables atroces muertes de cada, da hay
siempre responsables: fabricantes, tcnicos, conductores, criminales, perezosos,
descuidados, ignorantes, etc. Por lo tanto, por qu nicamente yo habra de sentir
remordimiento, yo que trabaj antes que nada para acrecentar los conocimientos
del universo que posee el hombre, yo, que nicamente por obligaciones de
ciudadano colabor en la construccin de un arma que deba vindicar y proteger a
mi patria?
La conversacin ya haba durado demasiado tiempo, y el profesor Lawrence me
despidi con breves palabras.
Conversacin 2
UNA FIESTA PAVOROSA
Miami, 3 de mayo
Mi ex socio Samuel Puppenheim, que continu en los negocios hasta hace poco
tiempo, me invit a una fiesta por l ideada para inaugurar su grandiosa y suntuosa
villa de Florida.
Cen con l y con su esposa; me caus la impresin de que estaba gozosamente
nervioso. Me dijo repetidas veces
Vers algo que jams se ha visto; abre bien los ojos y aguza bien los odos a fin
de no perder nada de este espectculo nico.
Comenzaron a llegar los invitados; eran pocos, pero hombres que, sumados en
conjunto, representaban varios miles de millones de dlares.
Samuel nos condujo al teatro de la villa: un vastsimo anfiteatro con gradas de
mrmol y almohadones de terciopelo, rodeado enteramente por espesas hileras de
conferas oscuras. La fiesta comenzara con un ballet que tena este curioso nombre:
Trada, terceto, terno.
Sobre un palco situado en medio del anfiteatro, y que de golpe fue inundado con
rayos de luz solar, aparecieron tres figuras multicolores, inmviles, enigmticas.
La primera tena el rostro dorado, la cabellera verde y una mrbida capa de color
trtola. El rostro de la segunda era de color plateado, la cabellera azul y la capa
verde cobre. La tercera tena un rostro blanqusimo, como yeso, el cabello de color
rojo fuego y la capa con los colores del pavo real. No se les vean ni los brazos ni los
pies, porque las tres figuras estaban envueltas en amplias tnicas que llegaban
hasta el suelo. Ni siquiera se poda saber si eran hombres o mujeres aquellos
espectros coloreados agigantados por la clida luz de los proyectores.
Se oyeron los primeros compases de una msica tejida con disonancias quejosas, y
las tres comenzaron a moverse, a inclinarse, a girar sobre s mismas, a perseguirse
y agruparse; ya se ubicaban triangularmente, ya retrocediendo con lentitud, el
busto echado hacia atrs. Se oy un fragoroso golpe seco, causado por un
instrumento irreconocible pero diablico, y los tres espectros cayeron juntamente,
Conversacin 3
EL TRIBUNAL ELECTRNICO
Pittsburg, 6 de octubre.
La primera audiencia del novsimo tribunal comenz hoy por la maana, a las nueve
horas. El primer imputado fue un joven obrero de la industria siderrgica, acusado
de haber asesinado a una jovencita que se le resista. El acusado narr a su modo el
hecho, y otro tanto hicieron los testigos. Luego, el tcnico oprimi un botn para
preguntar a la mquina cules eran los artculos del cdigo que deban aplicarse en
el caso. En un cuadrante iluminado aparecieron inmediatamente los nmeros
pedidos. El mismo cerebro, debidamente manejado por su secretario humano,
concedi las atenuantes genricas, y pocos segundos despus, en otro cuadrante,
apareci la sentencia: veintitrs aos de trabajos forzados para el joven asesino. Un
distribuidor automtico vomit un cartoncito en el que estaba repetida la sentencia,
el inspector de polica recogi este cartoncito y condujo fuera al condenado.
Apareci luego una mujer, quien de acuerdo con la acusacin haba falsificado la
firma de su patrn para apoderarse de algn millar de dlares. Este segundo
proceso se despach an con ms facilidad y rapidez: se encendieron algunos ojos
amarillos y verdes en la frente del cerebro jurisconsulto, y al cabo de un minuto y
medio apareci la sentencia: dos aos y medio de crcel.
El tercer proceso fue ms importante y dur algo ms. Se trataba de un espa
reincidente, que vendi a una potencia extranjera documentos secretos referentes a
la seguridad de nuestro pas. El interrogatorio, hecho por la mquina mediante
seales acsticas y luminosas, dur por espacio de varios minutos. El acusado
solicit ser defendido, y el cerebro mecnico, despus de reconocer el buen derecho
de la demanda, mediante un disco parlante enumer las razones que podan
alegarse para atenuar la vergonzosa culpa. Se sigui una breve pausa y en seguida
otro disco respondi punto por punto, en forma concisa y casi geomtrica, a
aquellas tentativas de disculpa.
El asistente consult a diversas secciones de la mquina, y las respuestas,
expresadas inmediata y ordenadamente mediante signos brillantes, fueron
desfavorables al acusado.
Finalmente, despus de algunos segundos de silencio opresivo, se ilumin el
cuadrante ms elevado de toda la mquina: apareci, primeramente, el lgubre
diseo de una calavera, y luego, un poco ms abajo, las dos terribles palabras:
silla elctrica.
Conversacin 4
EL POEMA DEL HOMBRE
(DE WALT WHITMAN)
Me llegu hasta esta Universidad para consultar a un clebre estudioso del poeta
Walt Whitman. Entre los manuscritos inditos que hay en mi coleccin figura el
primer esbozo de un desconocido poema del famoso autor de Hojas de Hierba.
El sinfnico vate de Manhattan, hoy en da algo relegado a la sombra, pero que
segn mi juicio contina siendo la voz ms potente e inspirada de la Amrica del
Norte, como l mismo lo deca, era "el poeta de lo universal". Y un da pens en
traducir en un grandioso canto la historia universal de los hombres, la dolorosa,
ardua, vergonzosa y gloriosa aventura del gnero humano, desde los moradores de
las cavernas a los redentores de continentes "Poseemos, escribe Walt Whitman en
una anotacin, el poema de Aquiles y de Ulises, de Eneas y de Csar, de Tristn y
de Orlando, de Sigfrido y del Cid, pero hasta ahora ninguno ha cantado el poema
del Hombre, del hombre en todas las tierras y de todas las pocas, del que venci
en milenios de gestas, a sus grandes guerras, desde la guerra contra la naturaleza
hasta la guerra contra s mismo. Cantar la epopeya que no es de un solo hroe ni
de un solo pueblo, sino la de todas las naciones y de todos los hombres. Quiero ser
el primero en cantar el canto de los hijos de Adn, quiero ser el Homero de la
especie humana toda.
"Los historiadores, escribe Walt Whitman en otra anotacin, incluso los ms grandes
historiadores, narran los acontecimientos de los seres humanos, as como un buen
periodista describe los delitos perpetrados en la noche y las ceremonias realizadas
durante el da. Son escritores diligentes, tranquilos, plcidos, fros; no olvidan ni un
nombre ni un episodio, pero olvidan lo que es ms importante: las profundas
pasiones y las terribles locuras de los prncipes y de la plebe, aquellas locuras que
son el drama y la unidad de las historias particulares y separadas. La historia
universal no es una coleccin de crnicas y de panoramas, es una tragedia humana
y divina que se desarrolla en millares de actos, una tragedia tumultuosa y sublime
con sus protagonistas y sus antagonistas, con sus apoteosis y sus catstrofes; un
gigantesco poema pico en perodos de llanto y de tripudio que ha tenido un
prlogo, pero todava no ha alcanzado su eplogo."
Este manuscrito propiedad ma tiene por ttulo El Poema del Hombre, y juzgando
por el rpido sumario que tengo ante mis ojos, hubiera sido la obra ms amplia y
ambiciosa de Walt Whitman.
En su Prlogo en el Cielo, que tan slo por el ttulo recuerda al Fausto de Goethe, el
poeta habra querido cantar el nacimiento y la juventud de la tierra desde que se
separ del sol, astillas separadas de fuego rutilante y errante, hasta que a travs de
transmutaciones y revoluciones se cubri con vapores y barro, con ocanos
ilimitados e islas inmensas. Aquel llameante fragmento de la estrella madre lleg a
ser, como lo vemos hoy en da, la habitacin y el reino del hombre.
La verdadera historia del planeta comienza con la aparicin del hombre. Los
primeros seres humanos viven en cavernas como los animales, se cubren con pieles
de animales, se alimentan con carne de animales, se muerden y despedazan entre
s como animales, se unen libremente como animales, pero poco a poco se elevan
del medio animal, se iluminan con la inteligencia, transforman la piedra en arma, el
arma en arns, la caverna en casa y en templo, convierten el abrazo ciego en amor,
el brujo se hace sacerdote, el sacerdote se convierte en monarca, los cazadores se
transforman en pastores, stos en agricultores, las primitivas hordas salvajes se
reducen a tribus ordenadas, las tribus llegan a ser los pueblos y naciones.
El hombre llega a ser dueo del fuego, del buey, inventa la rueda y el arado,
aprende a sembrar, a pintar, ennoblece los gritos guturales convirtindolos en
lenguaje articulado; los smbolos diseados llegan a ser escritura inteligible.
Pero el hombre debe combatir, combatir siempre, combatir eternamente. Su guerra
primera se libra contra el hambre, contra las bestias, contra la naturaleza misteriosa
y amenazadora, contra las tribus rivales, contra los que abusan del poder para
aprovecharse de l y oprimirlo. El hombre siempre ser guerrero, combatiente,
hroe: deber combatir contra los hielos y las heladas, contra las marismas y las
corrientes, contra la oscuridad y el terror nocturnos, contra la selva venenosa y la
furia de los mares; finalmente combatir contra sus reyes e incluso contra sus
dioses.
Los hombres trazan con caminos los desiertos y las selvas, vencen y pasan las
montaas, se enseorean del viento y con los remos golpean las olas para navegar
velozmente sobre los ros y los mares, alzan pilastras de material y columnas de
mrmol, construyen las casas de Dios y las moradas de los monarcas, modelan en
piedra las imgenes de los muertos y de los nmenes, construyen las metrpolis.
Pero, la guerra entre el hombre y el mundo, entre el hombre y el hombre, jams se
interrumpe, nunca cesa. Las ciudades coligadas o conquistadas se dilatan
transformndose en reinos e imperios, los imperios luchan entre s para lograr el
dominio sobre las ciudades, y los reinos crecen, florecen, triunfan, decaen, se
derrumban. Se levantan otros imperios que a su vez se pudren y se arruinan.
El Occidente se encrespa con el Oriente, ste se lanza contra el primero, Asia contra
Europa, Europa contra frica, continente contra continente, raza contra raza,
religiones contra religiones.
Las migraciones de los nmadas provocan nuevas guerras, las invasiones de los
brbaros obligan a nuevas luchas, los pueblos vrgenes e incultos que se asoman
por vez primera al teatro de la historia se abren camino mediante guerras. Menfis y
Tebas quedan destruidas, Babilonia y Perspolis son incendiadas, Atenas y Roma se
ven asediadas y saqueadas; desde el Norte y el Este acuden ros humanos de
caballeros velludos, hambrientos de trigo, de lujo y de sol, salvan los confines,
cruzan los mares, someten y despojan a los antiguos seores ahora reblandecidos.
Mientras tanto, los emperadores hacen asesinar y son asesinados, los nuevos reyes
ordenan carniceras y a su turno concluyen siendo sacrificados.
Y a pesar de todo, a pesar de esa sangre y ese odio, de esa ferocidad y esas
traiciones, los hombres sobreviven y se renuevan. Se levantan nuevas metrpolis
en el lugar de las que cayeron o fueron destruidas, se hallan y reaparecen las obras
maestras que yacan sepultadas, los poetas cantan las gestas de los dioses
victoriosos y de los hroes vencidos, los filsofos procuran hallar la esencia del
mundo y la del alma paseando a lo largo de las orillas del Iliso o en los prticos de
Atenas, coros de vrgenes y de ancianos cantan en teatros abiertos, bajo el cielo
mediterrneo, lamentando la inexorabilidad del Hado, se alzan anfiteatros, curias y
baslicas semejantes a moradas para cclopes. Sobre los milagros esparcidos ac y
all se levanta ya el canto armonioso de los rapsodas, ya el resonar de las
trompetas, ya el alarido de empenachados depredadores.
Pero... un da, en el establo oscuro de un escondido pueblecillo, en medio de un
pueblo despreciado y esclavizado, nace un nuevo Dios que con su sangre rescata al
mundo, que con su palabra renueva al mundo, que con su muerte abre el horizonte
hacia una nueva vida.
Desgraciadamente, el manuscrito de Walt Whitman se detiene aqu, sin tener en
cuenta que mi descarnado resumen le ha hecho perder lo mejor de su luminosidad.
Quedan todava algunos otros fragmentos, pero tan desligados y tan lacnicos que
no es posible reconstruir el conjunto del poema que habra sido la obra maestra de
un titn, y tal cual lo tengo es tan slo la sombra de un sueo demasiado grande.
Habr alguna vez en la tierra un poeta tan inspirado y heroico, capaz de retomar y
llevar a trmino la "sinfona inconclusa" de Walt Whitman?
Conversacin 5
VISITA A WRIGHT
(O ACERCA DE LA ARQUITECTURA DEL FUTURO)
Vine a esta spera y fra regin slo para conocer personalmente al viejo arquitecto
Frank Lloyd Wright. Los yanquis, compatriotas suyos y mos, lo admiran poco y lo
quieren todava menos, quiz porque tiene el valor, inconcebible en esta nacin, de
declararse enemigo de las grandes metrpolis y de los rascacielos. Y es
precisamente a esa clase de hombres, de los que combaten a la imbecilidad
universal, a los que yo procuro conocer, de modo que he realizado un largo e
incmodo viaje para encontrar a Wright.
Apenas supo que lo buscaba me invit a tomar el t en su escuela. Estaba solo. Es
un anciano alto, andar por los ochenta aos, de aspecto sano, hombre resuelto,
muy serio, de ojos vivaces en los que brilla un malicioso orgullo. Me habl as:
"Ya que procura verme sabr sin duda, por lo menos aproximadamente, cules son
las ideas bsicas de mi revolucin arquitectnica. Todo lo que los arquitectos han
hecho hasta hoy, con muy pocas excepciones en el Medievo y en el Japn, ha sido
un ridculo error. Es preciso renunciar y suprimir todo lo que se superpone a la
naturaleza, lo que es fruto de la vanidad y de la estupidez del hombre: las fachadas,
Apenas ces de hablar, el viejo Frank Lloyd Wright comenz a rer calladamente;
era una risilla sarcstica que haca ver una especie de doble teclado en los que
haba teclas de marfil antiguo y de oro nuevo. Luego me sirvi una segunda taza de
t y me ofreci un bizcocho duro. Pero no quiso decir una palabra ms sobre sus
teoras. Finalmente, sus ojos me dijeron con toda claridad que deseaba estar solo.
Conversacin 6
LA BIBLIOTECA DE ACERO
Boston, 20 de diciembre.
Una carta de recomendacin firmada por mi viejo amigo Gabriel Pascal, me oblig a
recibir y escuchar a mister Harry Golding, profesor de papirologa en no s cul
universidad en los Estados del Sur. Ese profesor es un hombrecillo bajo, ms
amarillo que un mongol, tiene cabellera apretada, larga y blanca, que hace pensar
en una peluca. Me dijo claramente que se diriga a m despus de haber sufrido
rechazos de parte de muchas instituciones y gobiernos.
Usted sabe bien cul ser la horrenda suerte reservada a todos los pases del
mundo, sin exceptuar al nuestro, en el caso desgraciadamente no imaginario de una
tercera Guerra Mundial. Hoy en da los hombres disponen de medios tan
espantosos, que ninguna ciudad, pequea o grande, podr salvarse de la
destruccin. Las bibliotecas privadas y pblicas, receptculos de material precioso e
inflamable, desaparecern una despus de otra, y si la guerra se prolonga
largamente se vern convertidos en nubes de polvillo negro los testimonios de tres
milenios de civilizacin, de pensamiento y de poesa. Del genio creador que existiera
Conversacin 7
EL ASTRNOMO DESILUSIONADO
Haba subido hasta este observatorio, que posee el telescopio ms poderoso de todo
el mundo, para obtener las ltimas noticias sobre el universo, de labios de un
astrnomo que, en tiempos pasados, hizo sus estudios pagndole yo todos los
gastos. No le haba advertido mi llegada y no lo hall. Pero, en cambio, pude hablar
con su asistente, el doctor Alf Wilkovitz, un joven polaco de origen, que hasta me
pareci demasiado inteligente para el puesto subalterno que ocupa.
Por ejemplo, ayer por la noche, mientras fumbamos y bebamos en una de las
terrazas del observatorio, bajo un cielo densamente poblado de estrellas como
pocas veces se le suele ver. Alf Wilkovitz comenz a hablar de improviso diciendo
con voz cambiada:
Mister Gog, siento la necesidad de confesarle algo que hasta ahora no he
confiado ni siquiera a mis maestros. Pienso que usted me comprender mejor que
ellos.
Hasta hace algunos aos la astronoma me pareca la ms divina de las ciencias,
fue mi primer amor intelectual, apasionado y fuerte. Hoy en da, despus de haber
conocido ms de cerca el cielo, me siento perplejo, turbado, dudoso, a veces hasta
atemorizado. La astronoma me ha desilusionado. Comprndame bien: la
astronoma, como ciencia exacta, es uno de los ms maravillosos edificios
levantados por la mente humana en los ltimos siglos, pero, en cambio, me ha
desilusionado su objeto: el universo sideral.
Procedo de una familia religiosa, y desde la niez reson en mi alma el famoso
versculo: Los cielos cantan la Gloria de Dios. Pero, ahora que conozco mejor el
cielo, que conozco de cerca a sus ocupantes y sus lugares, me parece que he sido
traicionado. Me haba imaginado al firmamento como una arquitectura inmutable y
racional, completamente diversa del caos terrestre, como una esfera casi divina
muy por encima de este planeta demasiado humano, y... en cambio....
Alf Wilkovitz arroj con rabia el cigarrillo encendido un momento antes y levant su
mano hacia el cielo estrellado
Qu sucede all arriba?, esto: innumerables e inmensos fuegos huyen y se
consumen. Por qu huyen?, adnde huyen? Estamos acostumbrados a las
rotaciones regulares de nuestros planetitas alrededor de esa estrella mediana que
es el sol. Pero la mayor parte de los astros huyen vertiginosamente, tanto las
nebulosas como las estrellas adultas, y no sabemos a dnde y no sabemos por qu.
Nuestras mediciones son ridculamente pobres, nuestros ms poderosos telescopios
se pueden parangonar a los ojos de un insecto que observaran fijamente las
excelsas quebradas del Himalaya; el cielo que vemos no es el de hoy, el de este
momento; en algunas partes es el cielo de hace varios siglos, en otras partes es el
cielo de hace milenios. Parece que las nebulosas ms lejanas se esfuerzan por
los tenebrosos atades del infinito. El cielo es una infinita incubadora de infantes,
pero es tambin un infinito cementerio de muertos. La ley del nacimiento, el
crecimiento y la decadencia, que se crea propia de la efmera vida terrestre, es la
ley que reina tambin en lo alto del cielo. Lo que se dijo acerca de los seres
humanos: similares a hojas que se desarrollan frescas en la primavera y caen
marchitas en el otoo, es tambin verdad para las estrellas. Esos intiles fuegos
fugaces son, al igual que los hombres, mortales, tan slo hay una diferencia: que
los hombres viven por espacio de millones de segundos, y los astros viven millones
de aos, pero, respecto de la eternidad, hay en ello alguna diferencia?.
Comprender usted ahora mi extravo y mi angustia. Donde crea hallar la
perfeccin sublime de lo racional no he hallado ms que un desgaste intil, una
prodigalidad alocada, un movimiento y una destruccin sin objetivo y sin razn.
Donde crea hallar finalmente la majestad de lo inmutable y de lo incorruptible he
hallado las habituales alternativas de lo pasajero y lo transitorio, del nacimiento
trabajoso, de la juventud malgastada, de la decadencia senil y de la muerte
inevitable. En cuanto regrese mi maestro abandonar el observatorio y la
astronoma. Al igual que los dems hombres me contentar con ser un pobre
insecto hambriento que se mueve entre las hojas de hierba de los prados
terrestres.
As me habl el joven Alf Wilkovitz; se notaba en su voz el temblor de la ira y en sus
ojos se trasluca ese hmedo brillo que se asemeja al llanto.
Seccin 2
Conversacin 8
VISITA A MOLOTOV
(O ACERCA DEL COMUNISMO)
Washington, 12 de noviembre.
en los pases comunistas. Por todas estas razones es inverosmil una guerra
de conquista querida por las Repblicas Soviticas, mientras que, ms que
probable es casi cierto el triunfo definitivo del comunismo mundial. Estas son
verdades elementales que ya hubiera debido comprender el Occidente si no
estuviera ensordecido por fraseologas ya superadas y por temores
injustificados. Pero, ya he hablado quiz demasiado. No tengo nada ms que
decirle.
Conversacin 9
NOTICIAS DEL MAS ALL
Los espiritistas se contentan con entablar alguna que otra conversacin con los
desencarnados. Nosotros, en cambio, nos proponemos realizar de hecho, antes del
ltimo juicio, una de las promesas ms grandiosas de la religin cristiana: la
resurreccin de la carne. Yo soy discpulo del ruso Feodorov, quien en el siglo
pasado sostuvo en su famoso libro Obra Comn la necesidad y la posibilidad de la
resurreccin de los antepasados. Pero Feodorov se content con la teora y la
esperanza, como suele acontecer en los hombres de su raza. Yo soy norteamericano
y quiero que la sublime idea del profeta eslavo sea traducida en el reino concreto y
prctico de la realidad. Los obstculos que se presentaron fueron innumerables he
debido cambiar los mtodos y los sujetos, he debido crear una asociacin que
colaborase a la gran obra, considerada humanamente imposible, con voluntad
unnime y oracin obstinada y perseverante. Muchos me dicen: solamente Jess
tuvo el poder de resucitar a los muertos. Esto no es verdad, la resurreccin fue
lograda tambin por los santos, quienes no eran ms que hombres como nosotros
aun cuando estuvieran fortalecidos con una fe ms vigorosa que la fe de los fieles
tibios y mediocres.
Y ha logrado realmente resucitar a los muertos?
As es, aunque con infinito desgaste de espritu y de tiempo. Nuestra sociedad
cuenta con varios millares de adherentes, y en un trabajo afanoso e incesante de
veinticinco aos tan slo hemos podido restituir la vida a seis muertos. Uno de ellos,
el ltimo, vive en esta ciudad, y he venido a visitarlo, cosa que hago todos los aos.
Sera posible que tambin yo le viera y le interrogara?
Mster Newborn (Renato) ste es su nombre actual, no se negar a hablar con
una persona presentada y acompaada por m.
Sera posible ir en seguida?
Ir a buscarle a su hotel esta noche, despus de la cena, y estoy seguro de que
mster Newborn le contar cosas que ninguna fantasa humana sera capaz de
inventar.
La casa del resucitado se hallaba ubicada en un extremo de la ciudad, en la cima de
una colina boscosa. Una mujer todava joven nos hizo entrar, a m y a mster
Gifford, en una sala de paredes recubiertas de madera, con rellenos de preciosas
pieles canadienses, dispuestas con mucho cuidado en sostenes de pino brilloso.
Esperamos en aquella sala por espacio de algunos minutos; ni siquiera se vea una
silla. Luego reapareci la mujer, la que nos llev a un escritorio de aspecto
comercial, donde frente a una mquina de escribir cerrada, se hallaba sentado un
hombre plido, pensativo, que vesta un traje de terciopelo negro. Era mster
Newborn.
Gifford dijo mi nombre y le hizo conocer mi deseo, rogndole que quisiera relatarme
algunos episodios de su estada en la otra vida. El taciturno resucitado, que no se
haba alzado de su poltrona, me mir fijamente con ojos tristes, grises, casi
apagados. Luego comenz a hablar en voz lenta y baja
una sola estacin, y hasta de toda una efmera existencia, debe ser castigado con
una tortura eterna e infinita, sin conclusin?
Se dice que si bien el pecador es finito, su pecado es infinito porque es una ofensa
contra el Ser Infinito. Pero Dios, que es perfeccin absoluta y amor perenne, puede
ser ofendido por una pobre criatura, que en definitiva es obra suya?
Reconocemos a la justicia divina el derecho de castigar a los malvados. Pero no
podemos admitir y tolerar que un pecado, finito por naturaleza, deba ser castigado
con una pena sin fin. Que el pecado de una hora sea castigado con la condenacin a
un siglo de tormentos, y que el pecado de una vida entera sea expiado con milenios
de exilio en el abismo, pero que en definitiva haya una conclusin, un fin. Vosotros
sabis qu es la eternidad, cun atroz es el pensamiento de un dolor que jams
tendr trmino, de las tinieblas que nunca tendrn un resquicio de amanecer.
Despus de siglos en la crcel y la oscuridad tan slo pedimos una liberacin final,
un retorno a la luz. Apelamos a la misericordia de Dios contra su cruel justicia. Si
Dios es amor y nada ms que amor, que lo demuestre de un modo conclusivo
perdonando a sus enemigos. Nuestro movimiento no es una sublevacin sino una
santa cruzada hecha en nombre de la caridad.
Estas arengas suscitaban un gran entusiasmo entre los mseros sufrientes, y
millones de rprobos elevaban al cielo lejano coros de splicas furiosas, de gritos y
blasfemias, de gemidos y clamores de angustia.
Algunos demonios se haban plegado a sus vctimas y las exhortaban a la rebelin.
Les decan: No tenis nada que perder, estis condenados a los suplicios eternos y
por lo tanto no os queda lugar para temer algo peor, ya podis estar seguros de la
impunidad y, en cambio, podis alimentar la esperanza de una redencin.
Pero el cielo permaneca mudo, ninguna voz descenda desde lo alto, no apareci
ningn ngel para anunciar la confirmacin de la sentencia o la pro mesa del
indulto. Sin embargo, la revuelta no se aplacaba y los desesperados gritos de los
malditos continuaban golpeando las invisibles paredes del abismo.
Pero, no s cmo, un da lleg al infierno una noticia increble: hasta los
bienaventurados del paraso amenazaban abrazar la causa de sus hermanos
condenados. Se entiende que su sublevacin era completamente diversa de la
infernal, adoptaba la forma de una inmensa, cordial y reverente oracin. Los justos
pedan a Dios compasin para con los injustos. Cada uno de ellos, decan, tena en
aquellas profundidades de oscuridad eterna algn hermano, amigo, pariente, una
mujer amada, un hijo extraviado. Su propia felicidad no era perfecta porque se vea
perturbada por el pensamiento de los tormentos infinitos que sufran seres a los que
haban amado en la tierra. Se dirigan a Dios: Nos prometiste la felicidad eterna,
pero esta felicidad no puede ser plena y total mientras nos veamos entristecidos por
la compasin que nos inspiran los seres a los que destinaste al dolor eterno. La
tortura de los condenados es una disminucin de nuestro gozo, y,
consiguientemente, tambin nosotros somos castigados indirectamente por culpas
que no hemos cometido, y esto no se conforma con tu justicia y tu misericordia.
Ordenaste a los hombres que perdonaran a sus enemigos, por qu no das el ms
sublime ejemplo perdonando a los enemigos de tu Ley, despus de tantas vigilias
de horror?
Pero Dios escuchaba y callaba. Entonces muchos bienaventurados, y entre los
primeros los santos ms venerados, se ofrecieron para descender al infierno y
ocupar el lugar de los infelices desterrados. Decan as: Los sufrimientos de los
inocentes podrn expiar en un tiempo menor los pecados de los culpables, y en esta
forma se vern satisfechas al mismo tiempo tu justicia y tu misericordia. Concede,
Oh Seor!, que tambin en la segunda vida sea eficaz la Comunin de los Santos.
Nosotros, que gracias a tu benignidad estamos ciertos de la Luz Eterna, nos
ofrecemos a ti para ocupar el puesto de nuestros hermanos desesperados, que
sufren desde hace tanto tiempo en las tinieblas eternas, y ocuparemos su lugar todo
el tiempo que te plazca.
En el Empreo haban cesado los cantos, ahora resonaban los gemidos y las
splicas; los ngeles, asombrados y conmovidos, guardaban silencio con templando
el rostro del Eterno. Pero Dios escuchaba y callaba....
Llegado a esas palabras de su relato, mster Newborn interrumpi de golpe aquel
inaudito acontecimiento.
Y despus? pregunt mster Gifford pasados algunos instantes.
Despus, no supe ms nada ni nada puedo decir replic el resucitado con voz
dbil. Precisamente mientras todos los muertos, los que alababan y los que
gritaban, esperaban la decisin de Dios, fui llamado otra vez a la vida terrestre por
mis hermanos vivientes. Tal vez, cuando llamis a un nuevo resucitado, ste podr
relataros la continuacin de mi historia.
Poco despus nos despedamos del melanclico resucitado. Y desde entonces,
incluso en este momento, me he estado preguntando: sueo?, imaginacin?,
verdad?
Conversacin 10
LA FBRICA DE NOVELAS
Chicago, 2 de marzo.
Desde hace ya algn tiempo soy uno de los mayores accionistas de la Novel's
Company Ltd., y como estoy transitoriamente en Chicago quise visitar el laboratorio
de la sociedad.
Entre todos los productos presentados en papel impreso y ofrecidos al pblico, la
novela es el ms solicitado y el que ms se vende, de modo que surgi en el
cerebro de un joven amigo la idea de levantar una verdadera industria cuyo objetivo
sera ofrecer a los consumidores, y en grandes cantidades, un material novelstico
tipo estndar. La fantasa al servicio de la evasin, tal seria la frmula bsica de
la Novel's Company Ltd. La novela, que ha llegado a ser para muchas personas un
producto de consumo diario y de primera necesidad, no poda ser dejada a la
anticuada produccin individual casi artesana, no poda quedar librada a la iniciativa
privada.
El establecimiento donde se fabrican en serie las novelas, se levanta junto a las
orillas del lago Erie, y se compone de varios cuerpos distribuidos en un jardn,
pabellones en los que se han instalado las diversas reparticiones. La divisin del
trabajo se aplica aqu rigurosamente, y es la clave de la produccin industrial en
masa.
En uno de los pabellones trabajan los especialistas en paisajes agrestes y los de
escenarios urbanos; en otro los que preparan las descripciones de interiores y de
mobiliarios: desde la taberna negra hasta el castillo del multimillonario. En un tercer
pabelln se afanan los creadores de tipos femeninos de toda clase y medida:
Conversacin 11
EL ENEMIGO DE LA NATURALEZA
Pocos das hace, mientras paseaba por el jardn de mi villa martima, advert con el
estupor consiguiente, que el ms bello de mis cerezos, que el da anterior estaba
cubierto por una nube de flores, no era ms que un desnudo esqueleto de ramas,
como si estuviramos en enero. Las flores y las hojas que lo adornaran hasta el da
anterior, yacan por tierra como sucia hojarasca.
No haba habido torbellinos ni golpes de viento durante la noche. Aquel delito haba
sido hecho por una mano humana. Quin poda haber realizado aquella sacrlega
devastacin?, un loco o un enemigo?
Al da siguiente experiment otra sorpresa: todos mis tendales de narcisos, todas
mis espalderas de glicinas no tenan ni una flor; los setos de siempreverdes,
laureles y boj, estaban transformados en un entrelazamiento miserable de vstagos
sin hojas. Llam a Harry, el capataz de los jardines, quien ya haba advertido
aquellas depredaciones y estaba ms aterrorizado que yo. Me dijo que tambin la
huerta, donde hago cultivar legumbres y verduras de toda clase, estaba devastada,
pisoteada, con las plantas desenraizadas o cortadas a flor de tierra. Aquello era
demasiado grave. En seguida habl por telfono con el comisario quien poco
despus estaba en la villa y qued asombrado, lo mismo que yo, ante la
comprobacin de aquel insensato estrago. Me dijo
Esta noche mandar aqu dos vigilantes que harn guardia durante toda la noche,
y en caso de que vuelva el malhechor, lo sorprendern.
viento spero, de olor a estircol. Vuestra primavera es una estafa insultante de los
literatos y de los jardineros.
Sin embargo, usted mismo ha dicho que es pintor, puede un artista blasfemar
como usted lo hace de las obras del Seor?
Soy pintor, pero de los que se han liberado, y espero que para siempre, de la
humillante fidelidad a lo verdadero, a la naturaleza, a la belleza. Queremos
representar un mundo nuestro, un mundo nuevo, arbitrario y metafsico, que sea
obra de nuestra mente y no creacin de ese Dios vuestro de las escuelas
dominicales.
No estoy aqu para discutir sobre las teoras de las bellas artes. Tiene alguna
otra declaracin que hacer?
S. Deseo aadir que la vegetacin es, ante mis ojos, una forma inferior de la
vida terrestre, una forma parasitaria, pasiva, inmvil, muda. No puedo soportar el
verla, y si me es posible la ataco.
Bien, y qu ms?
Puesto que me escuchan, quiero decirles que odio con especial intensidad a las
flores, desde que he sabido que son desvergonzadas exhibiciones sexuales hechas
por las plantas para inducir a los insectos a que acten como intermediarios en la
diseminacin del polen. Esas poticas flores que vosotros, personas sabias y
virtuosas, olis con tanta dedicacin y ofrecis galantemente a las castas doncellas,
no son ms que obscenos rganos genitales carnosos y viscosos.
Hemos comprendido, qu ms?
Declaro tambin que detesto y vomito con sinceras nuseas a vuestra bella
naturaleza, que incluso en el reino vegetal se reduce a una lucha atroz por la
supervivencia, o sea a una perenne guerra y a una mutua destruccin. Se admite
por doquier que un hombre culto, civil, bien educado, debe admirar a la santa, a la
divina naturaleza. Siempre me he rebelado contra ese hipcrita lugar comn. Para
m la naturaleza es un caos sospechoso y misterioso, del que no puedo huir pero
que aprisiona y amenaza mi existencia, mi personalidad. Es algo impuesto y
enemigo, de lo que slo puedo sustraerme con la revuelta y la destruccin. Pero no
soy un loco, un insano, como vosotros lo creis, y puesto que no puedo desenraizar
los montes o asesinar a las ballenas, me desahogo contra los vivientes ms frgiles
e inermes, contra los vegetales.
Ha concluido ya?
Hay otra razn que me induce a todo esto, pero es demasiado ntima y personal.
Jams la conoceris.
Prescindiremos de ella. Para m, el nico problema es ste: debo meterle en una
crcel o acompaarle a un manicomio?
Entre un lugar y otro no hay mucha diferencia replic David Bayton, sonriendo.
Llveme al lugar que est ms cercano.
El comisario y sus hombres hicieron que el joven subiera a un automvil y se
alejaron de la villa. Al quedarme solo comenc a pensar en lo que haba odo.
Ese pintor manitico, en el fondo no me desagrada. Querra hacer algo a fin de que
lo pongan en libertad.
Conversacin 12
EL PADRE DE CIEN HIJOS
Pasadena, 17 de julio.
Conversacin 13
EL PIANISTA CELEBRE
Hace algunos das sucedi en mi casa una breve pero singular aventura que merece
ser mencionada en este diario.
A fin de agasajar a mis huspedes de vacaciones, invit a uno de los ms clebres
pianistas de todo el mundo, quien se encuentra de paso en los Estados Unidos. Es
un alemn, el maestro Rudolf Ebers, hombre de unos cuarenta aos de edad, de
cabellera estilo Liszt y de exterior austero y reservado. Parco en el hablar, nunca se
acercaba al gran piano Steinway, de concierto, que tengo en el saln central de la
villa.
Haca ya tres das que viva con nosotros y ni siquiera nos haba hecho sentir un
acorde. Aquella noche languideca ya la conversacin y las mesas de juego, no s
por qu causa, estaban desiertas. Una mujer bellsima, esposa del propietario ms
rico de Maryland, mujer alta, morena, algo criolla y muy agresiva, rog al maestro
Ebers que tocara algo. Todos mis huspedes, que sumaban unos treinta, se
plegaron a la magnfica mujer implorando del maestro que les brindara una muestra
de su decantado virtuosismo. Pero el alemn se encerraba en su torre de marfil y no
acceda. Haba andado por las mayores ciudades de los Estados Unidos dando
muchos conciertos, y ahora necesitaba un reposo absoluto, peda que lo
disculparan, que leo perdonaran, que aguardaran algn da ms.
Entonces, la hermosa criolla tom las delgadas manos del msico reluctante, las
apret y exclam Esta noche o nunca!
Y los dems clamaron a coro
Una sola sonata! Un solo nocturno! Una tocata! Un impromptu!
Hasta ese momento yo no haba abierto los labios a fin de que el desventurado
artista no pensara que quera aprovecharme de mi autoridad como dueo de la
casa. Pero entonces, todos los huspedes dejaron al maestro y me rodearon
insistiendo a grandes voces a fin de que uniese mis splicas a las de ellos.
Me acerqu a Ebers y le mir fijamente en los ojos. No me dio tiempo para decir
una sola palabra se levant repentinamente de la poltrona de cuero en que estaba
sentado y se dirigi a la brillante mole negra del piano, lo abri, se sent en el
taburete y sin decir palabra comenz a tocar.
Todos callaron para escuchar al clebre pianista. Se oa ascender v descender los
mgicos acordes de la Apasionada, siendo una revelacin incluso para los que ya la
conocan. Cuando concluy estallaron los aplausos, pero el maestro ni siquiera se
dio vuelta, y sin intervalo ninguno comenz a tocar el Claro de Luna. Los ltimos
compases de esa obra maestra resonaban todava en el ambiente cuando ya Ebers
haca surgir del instrumento los acordes patticos de un Nocturno de Chopin. Omos
despus una Sonata de Debussy, una Suite de Albniz y finalmente Las Florecillas
de San Francisco, de Liszt.
Esperbamos que, despus de aquella orga de sonidos maravillosos, que duraba ya
casi dos horas, el clebre virtuoso estara seguro de haber complacido y
conquistado el auditorio, cerrara el instrumento y se ira a dormir.
Pero, nada de eso: pareca que Ebers estuviera encadenado a mi majestuoso y
brillante Steinway y que no se preocupara de nadie. Ejecut otras sonatas que no
supe reconocer y en seguida comenz a improvisar con renovado vigor.
Conversacin 14
LA IGNORTICA
El doctor Horeb Naim se acarici la barbilla color sal y pimienta, sac del bolsillo un
espejo redondo en el que contempl su rostro color oliva arabescado por graciosas
arrugas y esboz en sus labios una elegante sonrisa. Luego, jugando con el espejo,
me habl as:
Querido mster Gog, su curiosidad confirma la utilidad de mi proposicin.
Reconozco que hasta ahora he dicho muy, poco, pero an quedan muchas flechas
en mi carcaj. La Ignortica, como lo expongo en un manual que todava est
indito, tiene ante s un vastsimo campo, de modo que nunca faltar materia para
mis futuros cursos.
Ante todo deber proceder a compilar un diligente inventario de lo que no
sabemos. Esta empresa puede parecer desesperada, pero nos atrevemos a
realizarla. Hasta las ciencias ms adelantadas estn saturadas de misterios y de
preguntas sin respuesta. Las hiptesis ms afortunadas son tentculos que palpan
en el vaco. La astronoma ha realizado progresos maravillosos, pero an carecemos
de una idea precisa y segura sobre el origen y la estructura del universo.
Durante este medio siglo la medicina ha hecho milagros, pero todava no sabemos
cules son las verdaderas funciones de ciertos rganos y humores de nuestro
cuerpo. La biologa ha logrado la dignidad de verdadera ciencia, pero a pesar de
todo an estamos a oscuras respecto de las causas que han determinado las
innumerables formas de la vida vegetal y animal.
Despus de este inventario, la Ignortica se propone otro problema: dividir las
cosas no conocidas en dos grandes clases: las que presenten una fuerte posibilidad
de ser descubiertas en un futuro ms o menos lejano y las que probablemente
jams sern conocidas, ya porque se refieren a cuestiones absurdas o mal
planteadas, o porque faltan a la inteligencia humana los medios necesarios para
descubrirlas.
Queda una tercera misin para la Ignortica: investigar mediante la historia de las
ciencias, de qu modos y con qu mtodos se han descubierto las verdades que en
el pasado eran ignoradas hasta por los hombres de ingenio poderoso. Esta
investigacin, de carcter histrico y analtico, no ser menos fundamental que las
dos anteriores.
Seccin 3
Conversacin 15
DEL MSCULO AL ESPRITU
Conversacin 16
UNA VISITA A LINYUTANG
(O DEL PELIGRO AMARILLO)
El pueblo chino es inmortal, siempre igual a s mismo bajo todas las dominaciones.
Ni los trtaros, ni los japoneses, ni los norteamericanos, ni los rusos han logrado o
lograrn transformarlo. Pulula y se expande como un gigantesco plipo tenaz y
compacto, que ningn extranjero lograr desarraigar.
Las invasiones no lo han domeado; las guerras perdidas no lo han vencido; las
carestas no lo han diezmado; el opio no lo ha embrutecido, las revoluciones no lo
han sacudido. Ningn otro pueblo puede tener esperanzas de superarlo y
rechazarlo. Es un pueblo astuto y cruel, un pueblo de gente mercante y embrollona,
de bandoleros y verdugos, que sabe utilizar para sus fines ya el engao, ya la
ferocidad. Por esto est destinado a convertirse en amo del mundo, porque los
dems pueblos son ms ingenuos y ms buenos que l. Transcurrir el tiempo que
sea necesario, pero el futuro le pertenece.
Cuando el emperador Guillermo II denunci hace ya cincuenta aos el peligro
amarillo, demostr el mayor rasgo de genio de toda su vida. Se burlaron entonces
de la imperial ave de mal agero, pero la Historia se prepara a darle la razn.
Los chinos han comenzado por enviar vanguardias a todos los pases del mundo: a
la Malasia, a la Indonesia, a casi todas las tierras del Asia; hay barrios chinos en
San Francisco y en Nueva York, en Londres y en Pars. En el primer perodo
posblico aparecieron vagos chinos por las calles de Berln, de Roma, de Madrid y
de El Cairo; iban con la excusa de vender perlas falsas, pero en realidad eran los
primeros mensajeros del gran desborde.
Los chinos se han servido de la repblica de SunYatSen para librarse de los
parsitos del antiguo imperio manch; utilizaron al bolcheviquismo para liberarse de
los parsitos de la repblica burguesa; un da u otro, bajo una bandera de
conveniencia, se liberarn de los parsitos del comunismo. Son un pueblo sin
escrpulos, que se sirve de las ideas pero se niega a ser esclavo de las mismas; con
el tiempo les pertenecer la tierra.
Para la interminable masa de chinos, lo esencial es engendrar hijos y tener arroz
suficiente para mantenerlos; el resto es ficcin, mscara, pretexto. Su pas es
grande pero pobre, por lo cual y poco a poco sern impulsados a ocupar otros
pases: el Tbet, Corea, la Indochina, la pennsula de Malaca, tales seran los
primeros bocados. Pero el apetito viene a medida que se come. Cuando tengan
cantidad suficiente de las armas ms modernas, nadie ser capaz de atajar a esos
quinientos millones de ladrones hambrientos y crueles, ni siquiera los doscientos
millones de eslavos. Ya en la Edad Media los mongoles invadieron a Rusia y llegaron
hasta los confines de Italia; en la nueva Edad Media que se prepara se difundirn
como un diluvio por toda la Europa; Amrica lograr salvarse, pero no para
siempre. Despus de algunas generaciones, el peligro amarillo se convertir en el
dominio amarillo. El color amarillo, segn vosotros, los occidentales, es el color
de la envidia y del odio; los amarillos no pueden tolerar la idea de que haya razas
superiores a la propia y las sometern. Su dominio no ser dulce ni fcil, pero a
pesar de todo, el Imperio del Sol Naciente llegar a ser un da, aunque lejano, el
Imperio donde el Sol no se levantar ni se pondr jams.
Habla seriamente? pregunt a LinYutang.
Nada hay ms serio, mster Gog me contest el genial chino, y estall en una
sonora carcajada, tan alegre y prolongada que me espant. Yo no lograba decir una
palabra ms, y cuando lo dej aun estaba riendo.
Conversacin 17
VERDUGOS VOLUNTARIOS
TungKwang, 6 de octubre.
Supe que en esta ciudad rige una costumbre que no se conoce en ningn otro lugar
de la tierra, costumbre que vale la pena consignar aqu.
Todos los condenados a muerte de las provincias cercanas, son enviados y reunidos
en TungKwang, donde hay una prisin bastante grande, una de las ms modernas
de China. Mas las ejecuciones capitales no son hechas por verdugos profesionales,
sino por ciudadanos privados que no slo se ofrecen voluntariamente para ese
trabajo de alta justicia, sino que adems pagan una suma bastante elevada para
obtener el placer y el honor de ejecutar las sentencias con sus propias manos.
Estas ejecuciones se realizan en das fijos, tres veces a la semana, pero con
sistemas diversos. Los lunes estn reservados a la muerte por la horca; los
mircoles a los fusilamientos y los viernes a la silla elctrica. Hay personas que
prefieren uno u otro de esos sistemas, pero tampoco faltan los que quieren probar
ya uno, ya otro mtodo de quitar la vida a los delincuentes.
En estos tiempos de perturbaciones y guerras civiles las condenas a muerte son
numerosas, y cada semana afluyen a TungKwang verdaderas caravana de
rebeldes, ladrones, traidores, desertores y prevaricadores pblicos. Me han
asegurado que llegan a la ciudad por lo menos treinta condenados por da. El
verdugo jefe, a quien corresponde asignar las clases de ajusticiamiento, los divide
en tres grupos: los condenados polticos son reservados al fusilamiento; los
ladrones y bandoleros a la horca, y el resto de los delincuentes menores a la silla
elctrica, considerada el mtodo menos doloroso.
Los ciudadanos que desean ejercitar el oficio de verdugo voluntario, deben
inscribirse una semana antes y pagar los derechos determinados por la ley. Los
postulantes abundan, ms de lo necesario, tanto es as que delante de la puerta del
jefe de verdugos siempre hay cola, y los retrasados deben esperar hasta dos y tres
semanas para poder hacer ejecuciones. He podido observar que esos verdugos
voluntarios son hombres de todas las edades y condiciones sociales; me han hecho
saber que los pobres echan mano a prstamos gravosos a fin de procurarse la suma
requerida, bastante elevada. Tambin se admite a las mujeres con tal que hayan
alcanzado la edad de veinte aos y sean robustas, y me dicen que frecuentemente
son ellas ms entusiastas y capaces que los hombres.
Pregunt a un viejo literato que sabe ingls y que dice ser taosta, cules eran las
razones de tan singular costumbre, y me respondi:
Se trata de una sabia estratagema ideada por nuestro gobernador para mejorar
la moralidad pblica. Usted sabe que en nuestro pueblo est muy difundida y
arraigada profundamente, la necesidad de matar. Segn la doctrina de Tao, los
instintos demasiado reprimidos acaban por vengarse, y as hemos hallado el secreto
para encauzar, por lo menos en parte, esa mana homicida, que se satisface as
peridicamente sin dao de los inocentes y sin los temores y remordimientos de los
asesinatos clandestinos. Los hombres y mujeres que experimentan con ms fuerza
esa necesidad de matar, tan comn en nuestra naturaleza, pueden satisfacerla
impunemente, y en lugar de matar arbitrariamente, segn los caprichos del odio
personal, brindan su trabajo para obtener la supresin de seres malvados que
merecen la muerte por sus desenfrenados delitos. As hemos abierto una legtima
va de escape que no daa a nadie, y, adems, es muy til para la comunidad.
Le hice observar que, si esa cura lograra plenamente sus efectos, gradualmente
disminuiran los verdaderos asesinos, con lo cual tambin sera menor el nmero de
las condenas a muerte. Esta objecin no conmovi lo ms mnimo al literato.
Nosotros condenamos a muerte no slo a los asesinos, sino tambin a los
ladrones, a los revoltosos, a los violadores de mujeres y a los sacrlegos; gente de
esa especie siempre habr en abundancia. Y nada impide cambiar los cdigos de
modo que se pueda aplicar condena capital incluso por delitos que hoy son
castigados nicamente con la crcel. Finalmente, piense en los beneficios que
obtiene el erario; con dicho sistema el gobierno no slo ahorra el salario que
correspondera a los verdugos de carrera, sino que, con las condenas a muerte,
obtiene una entrada bastante voluminosa.
La pasin de los ciudadanos de todas las clases sociales por esas macabras
prestaciones de servicios por las que se paga, es tan popular y poderosa, que un
diario de TungKwang est realizando una campaa contra los jueces acusndolos
de indulgencia exagerada y de venalidad desenmascarada. Segn parece los jueces
no dictan suficientes condenas a muerte, con el resultado de que muchos amantes
del arte del verdugo no puedan comprar con la necesaria frecuencia el derecho a
matar legalmente a sus prjimos.
Conversacin 18
EL MERCADO DE NIOS
MingPo, 15 de junio.
su vez forman con las paredes dos galeras angostas y oblongas donde se halla la
mercanca a vender.
Aproximndome a las divisiones de madera pude ver que, acurrucados en tierra,
sentados en pequeas sillas o tendidos en pobres esteras de bamb, haba all
decenas de nios de edad varia, entre los cinco y los diez aos; estaban inmviles,
silenciosos, como si fueran objetos inertes y no criaturas humanas. La mayor parte
de ellos estaban macilentos y agotados, pero no faltaban algunos gordos y
mofletudos aunque su color era triste. Casi todos tenan los ojos semicerrados y no
los abrieron ni siquiera al or el ruido de los pasos y de la conversacin. De ambas
galeras, cerradas y llenas de cuerpos infantiles, sala un acre olor a sudores y
excrementos.
En aquel momento haba all tan slo dos compradores, un viejo y una vieja. Pero
mi amigo el filsofo me dijo que el comercio de nios era por entonces prspero y
beneficioso, tanto as que el dueo de aqul haba podido comprar todas las tierras
de un pueblo cercano.
Ms, para qu compra la gente a estos nios?
Son diversos los motivos me respondi el amigo taosta . Hay quienes no
tienen hijos y quieren ver en su casa a un nio de su propiedad; los ricos compran
alguno que otro para que sus hijas tengan juguetes vivientes en lugar de muecas
de trapo o de porcelana. Los mendigos invierten sus ahorros en la adquisicin de un
nio delgaducho y enfermizo para suscitar mayor compasin en el corazn de la
gente que pasa. Tambin hay algunos que de vez en cuando se valen de un nio en
sus actividades de magia negra, sacrificndolo ocultamente a alguna divinidad
infernal; finalmente, y aunque son pocos, estn los antropfagos clandestinos que
para sus festines de canbales prefieren la tierna carne de los nios, y hasta se dice,
aunque sin dar pruebas, que algunos viciosos utilizan a nios comprados para
satisfacer sus sucias perversiones. Y los padres que saben todo esto pregunt
aterrorizado , por qu continan vendiendo a sus hijos?
En nuestros campos la miseria es espantosa. Son frecuentes las carestas
causadas por la sequa o la langosta. Hay padres que tienen un regimiento de hijos
y no saben cmo alimentarlos; venden entonces dos o tres, generalmente los ms
chicos, y con el dinero as obtenido compran un poco de arroz para que los mayores
Conversacin 19
UNA VISITA A OTORIKUMA
(O LAS PARADOJAS DE LA GUERRA)
Tokio, 3 de abril.
Conversacin 20
EL DESQUITE DEL SALVAJE
Conversacin 21
EL INSTITUTO DE REGRESIN
Honolulu, 6 de marzo.
enorme nariz roma, voluminosos labios plidos y carnosos; viste como un empleado
de tienda en vacaciones: una camisa color turqu sin cuello y pantalones cortos de
terciopelo negro. Me dijo as:
Una de mis primeras lecturas de la juventud fue La Isla del Doctor Moreau, de
Wells, obra que me caus una impresin muy grande y fue el libro que me decidi a
estudiar biologa. Soaba con poder hacer en la realidad, muy pronto, lo que Wells
haba soado con su frtil imaginacin de profeta cientfico. Usted conoce,
ciertamente, esa obra de Wells; recordar que el doctor Moreau intenta hacer
humanos a varios animales que ha recogido en una isla educndolos y
transformndolos. Cuando conclu en Cambridge mis estudios de zoologa
comparada y de biologa general, regres a mi patria y me fue fcil hallar los
capitales necesarios para mi gran experimento. Esta intentona continuada
tenazmente durante muchos aos, concluy como la imaginada por Wells, en un
clamoroso fracaso. Hasta los perros y los monos, que parecen ser los animales ms
reducibles al estado humano, se mostraron reluctantes y rebeldes. Poda lograr
perros sabios y monos amaestrados, pero todo exteriormente, de una manera
automtica y mecnica; nada logr que se asemejase, ni siquiera desde lejos, a la
mente y menos todava al alma del hombre. De un modo especial los felinos se
mostraban refractarios a todos mis esfuerzos de sublimacin antropoide.
Ese fracaso me hizo reflexionar llegando finalmente a una inversin total de mis
conceptos. Slo Dios puede elevar a los seres de un estado inferior a otro superior,
como lo demuestra la teora transformista que es aceptada ahora por todos los
bilogos, incluso por los que militan en las Iglesias cristianas.
Pero el hombre, demiurgo principiante e indeciblemente lejano de la potencia
divina, puede tener xito en el camino contrario: puede hacer una regresin del
estado superior al inferior. Indudablemente, esta empresa es ms fcil puesto que
no se trata de aadir, o sea, de crear, sino de quitar, es decir empobrecer y rebajar,
operaciones stas que no son imposibles ni siquiera para los monos de Dios.
Guiado por este pensamiento, hace catorce aos que fund el Instituto Cientfico
Para la Regresin Humana, obra que me ha costado muchsimos esfuerzos y
cuantiosos gastos, pero que me ha permitido conseguir casi perfectamente la
finalidad que me haba propuesto. Usted sabe que muchos hombres estn
Seccin 4
Conversacin 22
EL ENTONTAMIENTO PROGRESIVO
Calcuta, 29 de noviembre.
Conversacin 23
EL EJRCITO DE BAADUR
He aqu lo que me cont ayer por la noche un viejo Veda, de barba corta, mendigo,
charlatn, quien, segn l mismo lo afirma, ha recorrido todos los pases del Asia
Central:
El ejrcito del Sultn Baadur dej sus campamentos del Valle Negro hacia fines de
marzo. Era un ejrcito inmenso, marchaba destinado a conquistar Cachemira, pero
era completamente diverso de los que hasta ese da se haban enfrentado y
combatido. En realidad de verdad, no se pareca a ningn ejrcito de los reinos e
imperios de los hombres.
El Sultn Baadur, convertido a las doctrinas del Profeta Muni, pensaba que la
guerra no condice con la dignidad de nuestra especie, creada por los dioses tan por
encima de las dems especies. Deca Baadur el Sabio que los hombres tienen
misiones y oficios mucho ms elevados que quitar la vida a sus semejantes. Morder,
despedazar, estrangular, envenenar, son operaciones que corresponden mejor a la
mayor parte de los animales, a quienes fueron dadas armas naturales aptas:
cuernos, dientes, garras, vesculas con veneno. Y el Sultn Baadur, glorificado sea
su nombre!, fue el primer prncipe que form un gran ejrcito compuesto por
animales amaestrados para la guerra.
El ejrcito, que en una maana de marzo sali del Valle Negro, llevaba como
vanguardia una manada de lobos hambrientos; segua a stos una legin de
leopardos atraillados, una tropa de osos velludos y feroces, un lote de toros
salvajes, un apretado regimiento de fieros leones y finalmente, una larga hilera de
grandes elefantes, destinados los ltimos a pisotear y deshacer a los enemigos que
las bestias precedentes hubieran herido sin llegar a matar.
Para guiar y vigilar a esas manadas de bestias, aun cuando ya estuvieran domadas
y adiestradas para prestar servicios de guerra, era necesario contar con un cierto
nmero de hombres. Mas, el prudente Baadur no haba querido que para ese
peligroso y desagradable oficio fueran llamados hombres libres e inocentes. Haba
hecho salir de las crceles a todos los condenados por homicidio o intento de
homicidio que eran huspedes de las prisiones de su reino, concedindoles gracia y
libertad con la condicin de que amaestraran a las fieras en el arte de la guerra y
las condujeran contra el enemigo. Mas prohibi que esos hombres participaran en
los combates: tan slo deban vigilar y azuzar a los animales puestos a sus rdenes.
Afirmaba Baadur que ni siquiera a los asesinos se les deba permitir dar la muerte.
Algunos de esos hombres conducan, en carros tirados por mulas, muchos
halcones con capuchn, los que en el momento de la batalla seran liberados de los
Conversacin 24
EL NAVEGANTE AREO SOLITARIO
Hace dos das conoc al famoso navegante areo solitario, a quien un fallo del
motor oblig a detenerse, slo por un da, en esta Ciudad del Cabo. Es un individuo
de unos veinticinco aos, tiene un hermoso rostro oval, moreno, de mujer o de
poeta, y ojos almendrados y opacos, de enamorado o de santo. Se llama Udai
Singh, y desde hace ya tres aos vive casi siempre en el cielo. Viaja de un
continente a otro, pasa de un ocano a un desierto, con un aeroplano privado; tan
slo lleva consigo a un mecnico ayudante, obediente y callado.
Hace dos noches lo observ con curiosidad, en el saln del hotel, pues ya me haban
hablado acerca de l. Estaba triste, con la tristeza cerrada que es conde la
desesperacin, sus ojos hmedos hacan juzgar que hubiese llorado.
Procur darme nimo y me acerqu a l con intencin de brindarle un poco de
alivio:
Mster Udai Singh, le dije, s quin es usted y cmo pasa su vida. Me imagino
que esta detencin obligada ser para usted una causa de sufrimiento. Cuente
usted con toda mi simpata y reciba mis buenos deseos de que maana pueda
reanudar el vuelo hacia el mar.
Le agradezco su simpata, respondi el aviador, y le confieso que tengo mucha
necesidad de ella. Tener que descender y detenerme en la tierra es para m una
verdadera maldicin. No puedo vivir ms en el barro y en la piedra, no puedo
soportar la vida y el ruido de mis semejantes. No tolero al planeta sino vindolo
desde lo alto: las fauces de sus crteres, las gibas de sus montes, los ojos de sus
lagos, las serpientes plateadas de sus ros. A los hombres, a esos desventurados y
agitados hombres, no los veo desde all arriba, o todo lo ms como insectos
annimos, como hormigas que se mueven.
Tan slo soy feliz cuando me libero, solo en el cielo libre: el sol es mi compaero
fiel, las nubes son mis islas y mis etapas de viajes, las brumas mis lugares de
ocultamiento, el viento es mi msica. Cuando estoy a varios miles de metros por
encima de la dura corteza habitada, me siento dueo del mundo y sobre todo me
siento propietario nico e imperturbable de mi alma. Usted, esclavo terrestre, no
puede imaginar la ebriedad pura y alocada de los navegantes del cielo. Los
pensamientos son ms lcidos y serenos, la mente est ms libre, el corazn ms
seguro, el alma es ms divina. Un archipilago de rosados cirrus a la hora del ocaso,
es mi paraso; las guilas con sus alas desplegadas son mis hermanas; el espejo
inmenso del mar reflejando la grandiosidad del cielo es la pantalla de mis visiones.
Solamente en la atmsfera elevada hallo la medida de mi respiracin y el ritmo de
mi ser. El cielo es todo mo porque yo soy todo del cielo.
Mis antepasados huan del engao, de la falsa realidad visible refugindose en la
contemplacin del ser nico, del ser indistinto, de Brahma. Estaban evadidos y
ausentes, pero siempre apegados a la tierra. Yo aprovecho un invento de los
occidentales para mi liberacin y transfiguracin ultraterrestre. Me repugnan las
infamias de los pueblos y las miserias de los hombres, y por eso eleg vivir donde no
veo sus rostros ttricos y no oigo sus voces insensatas.
Debo descender frecuentemente a la tierra para reaprovisionarme de alimento
tanto para m como para mi motor. Pero todo descenso entre vosotros es para m
humillacin y angustia, y procuro que dure tan slo unos pocos minutos. All en lo
alto puedo prescindir del sueo por espacio de varias noches seguidas, y si el
cansancio me vence, entonces mi fiel servidor ocupa mi lugar.
Es verdad que hay all tempestades y huracanes, pero los enfrento con menos
terror del que siento ante el alboroto y los olores repugnantes de las ciudades.
Atravieso con ms gusto los mares que me inspiran temor, que las tierras
habitadas. En el Atlntico hay una regin espantosa donde reinan siempre la
oscuridad, la niebla y los vientos, la llamamos el pozo de las tinieblas; siempre
que pueden los aviadores la evitan, pero yo la sobrevuelo sintiendo la salvaje
voluptuosidad del peligro, y cuando me veo sumergido en aquel caos negro y
rugiente me parece estar en la espantosa vagina de un mundo que an espera a su
demiurgo. La he atravesado ya cuatro veces y las cuatro he salido de ella con el
nimo de un resucitado victorioso que ha visto con sus propios ojos el preludio de la
creacin.
Al hablar en esa forma, Udai Singh se haba reanimado, brillaban sus ojos, su rostro
haba adquirido nueva luz. Pero, en aquel momento se acerc su ayudante para
decirle que lo llamaban desde el aeropuerto
Podr partir al alba! exclam el joven hind. Me salud apresuradamente y
desapareci en la noche.
Conversacin 25
LAS VENUS FEAS
Conversacin 26
EL ELOGIO DEL FANGO
El Cairo, 2 de febrero.
al fango del Nilo. Si algunas veces el lodo dejado por el ro, era escaso, los sbditos
de los faraones se vean condenados al hambre.
El barro siempre ha estado en relacin necesaria con las bebidas y los comestibles.
Toda la cermica y vajilla de la antigedad, muchas veces agraciada con la pintura,
y tambin en gran parte la alfarera moderna, tesoro de la gente pobre, no son ms
que trozos de barro que han pasado por el torno y por los hornos. Las nforas
griegas y etruscas, los bcaros espaoles, los huacos peruanos, la vajilla del
Renacimiento, todas son cosas que llenan los armarios y vitrinas de todos los
museos del mundo.
Pero tiene el barro una gloria, la ms singular y significativa, que hasta ahora no ha
sido captada por la sutileza de los historiadores: He descubierto exclam el
profesor Poissard con aire triunfal , que las grandes civilizaciones de la tierra han
nacido y han florecido en el barro. Los emigrantes africanos que fundaron el Imperio
Faranico eligieron como sede el valle del Nilo, inundado por el fango de ese ro;
Asiria y Babilonia crearon sus ciudades en medio de las regiones palustres formadas
por los ros de la Mesopotamia; China tuvo su primer foco de vida civilizada en los
aguazales fangosos del Hwang Ho; una gran parte de los actuales Pases Bajos no
es ms que cieno arenoso conquistado al mar.
Las ms famosas ciudades de Europa son hijas del barro. El valle donde naci
Florencia era un inmenso pantano situado entre el ro Arno y el monte de Fisole;
Pars naci en las barrosas orillas del Sena; su nombre antiguo, Lutecia, significa
precisamente lodosa, fangosa; Venecia surgi en las islitas barrosas de la laguna;
Berln, entre las aguas estancadas y fangosas del Spree; San Petersburgo, en el
fangoso estuario del Neva.
La historia universal concluy diciendo el profesor Poissard , podra ser
compendiada en esta breve frmula: Las civilizaciones comienzan en el fango y
concluyen en la sangre.
Cuando el conferenciante ces de hablar fueron poqusimos los aplausos que se
oyeron. Yo me haba divertido mucho oyndole, y fui el nico que tuvo el valor
necesario para aproximarse a la ctedra y estrechar la mano del ingenioso
reivindicador de las Gloires de la boue.
Conversacin 27
LA INTERROGANTE DEL MONJE
Desde hace algn tiempo me siento atrado por los santuarios, y no s con claridad
cul es la causa. He querido visitar ahora estos celebradsimos monasterios, en los
que, segn se me ha dicho, viven an cenobitas contemplativos similares a los que
durante la Edad Media se hallaban por todas partes. Acompaado de un pintoresco
intrprete, con ribetes de telogo, he pasado varios das en estas fortalezas
sagradas que se aferran a la montaa, pero nada vi que saliese de lo comn.
Hombres encapuchados, casi todos ancianos y con barbas grises o blancas, absortos
y taciturnos, pero con poca luz en sus rostros.
Esta noche me acaba de suceder una aventura extraa. Soy husped en una
hostera del monasterio en la que me asignaron una pequea celda de paredes
cubiertas con mediocres iconos de fondo dorado. Era ya medianoche y no haba
podido dormir, quizs a causa de las muchsimas tazas de caf que haba bebido
durante el da. En un momento dado sent que se abra cautelosamente la puerta de
la celda y not una escasa claridad. Me sent en el lecho, algo asustado, y vi entrar
a un monje de elevada estatura, un viejo barbudo que llevaba un farol en la mano.
Con lentos pasos se aproxim a mi lecho y clav en mi rostro dos ojos ardientes,
pero sin decir palabra. Confieso que me qued en suspenso y temblando, porque
aquel rostro me recordaba a otros vistos aos antes, en una casa de salud para
enfermos mentales.
El monje pos el farol sobre una mesita adosada al muro y siempre de pie y sin
quitarme los ojos, me interrog as en buen ingls
Ser verdad? Ser todo verdad? Est usted seguro de ello?
No comprend de qu verdades me hablaba y nada respond, me senta cada vez
ms turbado por aquella extraa visita.
Usted viene desde lejos continu diciendo el monje, ha viajado por muchas
regiones del mundo, ha conversado con personas de todas las razas, religiones y,
segn parece, se siente atrado por las cosas de la religin. Y por todo esto yo le
pregunto si cree que todo lo que ensea y profesa nuestra religin es verdadero,
absolutamente verdadero.
Le respond que yo no era ni telogo ni santo, y que no me senta capaz de resolver
de buenas a primeras un problema semejante. Aad que a una pregunta tal cada
uno responde por su lado, de acuerdo a sus conocimientos, y a sus experiencias
espirituales. Como si no hubiese comprendido mis palabras, el monje continu
hablando con mayor vehemencia
Quiz no entiende usted por qu le planteo con tanta ansiedad mi interrogante.
Todo el sentido y el valor de mi vida dependen de su s o de su no. Cuando era
nio, cre, cre todo, y por anhelo de una vida de perfeccin que me acercara con
mayor seguridad a Dios, me hice monje. Piense en que hace ya sesenta aos que
practico esta vida, una vida de soledad, de renunciamiento, de sacrificio, de oracin
y mortificacin. A pesar de la constancia de mi vocacin monstica me veo asaltado,
desde hace algn tiempo, por una duda, atroz. Si mi fe no correspondiese a la
verdad, si la otra vida fuera un invento de la esperanza, si no lograse como
recompensa la bienaventuranza eterna... se da usted cuenta?, entonces yo habra
hecho la permuta ms absurda que se puede imaginar, habra rechazado los nicos
bienes reales de la nica vida que me ha sido acordada; habra trocado el todo por
la nada. No he conocido ninguna de las alegras y goces que consuelan los esfuerzos
de los mortales. Hubiera podido gozar del amor de las mujeres, del orgullo de la
paternidad, del descubrimiento de las naciones y del arte, quizs hasta de los
triunfos que brinda el poder y de las dulzuras de la gloria. No he vivido como
hombre viviente sino como un autmata al servicio de Dios. Pero, si no hubiera
Dios?, si no se cumpliese ninguna de las promesas? En el decurso de sesenta aos
he hecho una vida montona, encerrada, pobre, melanclica, con la nica garanta
de una fe que vacila en mi corazn y a veces se apaga por completo precipitndome
hacia la desesperacin. No querra haberme equivocado, no querra haber entregado
doradas manzanas a cambio de un puado de ridas cenizas, no querra haber
fundado sobre la nada toda una existencia de recluso soador. Por todas estas
razones a todos los que vienen desde lejos, desde el mundo de los hombres, les
pregunto en la noche si eso es verdad, si es absolutamente cierto lo que he credo y
esperado. Respndame en nombre de Dios o en nombre de Satans!
Finalmente comprend que me las tena que ver con un frentico perseguido por
ideas obsesionantes. Con la esperanza de lograr calmarlo le dije que, en cualquiera
de los casos, su eleccin haba sido la mejor, que la vida del mundo hace pagar a
precio dursimo los pocos momentos de placer imaginario que les tocan en suerte a
los hombres, que una vida solitaria y tranquila, libre de las desilusiones y de las
traiciones, es ya de por s misma un premio grande, aun cuando no existiera una
recompensa despus de la muerte.
El monje me escuch de mal talante, sacudiendo su cndida cabezota. Me pareci
que su rostro se pasmaba y se contraa ms que nunca, como el de un condenado
al or su sentencia. Luego, sin decir palabra tom el farol y se alej sin saludarme.
Quiz pretenda que yo, con pocas palabras, more geomtrico, le demostrara en
breves frmulas la existencia de Dios y la eficacia de la Redencin? Eso no poda ser
ms que el deseo de un psicastnico.
Huelga decir que no pude recuperarme de la sacudida causada por tan extraa
visita, y que durante la noche no pude cerrar los ojos.
Hoy mismo me alejar del Monte Athos.
Conversacin 28
EL MUSEO DE LOS DESPOJOS
Estambul, 8 de marzo.
fuente cantarina pona una nota de alegra. Pocos momentos despus baj el dueo
de la casa, un turco venerable, vestido al estilo antiguo, corpulento y obsequioso,
que en seguida nos acompa para visitar su pequeo pero singular museo.
El amigo Muzafer, dijo el buen sacerdote, ha querido reunir aqu aquellos
complementos de la vida que los hombres, habitualmente, descartan o desdean.
En la primera sala se vean expuestos en cajas o estuches de buen gusto lentes de
todas formas y colores, viejos espejuelos con aros de hierro o de cuerno, algunos
empaados, polvorientos, estriadas de trizaduras.
Junto a las lentes se vean ojos de vidrio, celestes y castaos, que mostraban una
mirada inmvil y siniestra.
Luego se vea una rica coleccin de dentaduras y dientes, con agarraderas de oro
viejo y paladares de gutapercha que parecan arrancados a calaveras de mandbulas
rechinantes.
Venan luego las pelucas, de hombre y de mujer, negras como cepillos de lustrar
zapatos, rubias como sobrantes de panojas, blancas con una blancura sucia v
amarillenta, semejantes a colas recortadas de caballos decrpitos, casi todas
carcomidas y excoriadas, mseros trofeos de difuntas coqueteras.
En otra sala, se exhiban hileras de senos de goma, de ventreras elsticas, de cintos
para herniados, untuosos v descortezados. En una vitrina grande estaban alineadas
muletas de todas las formas y tamaos, manos artificiales, brazos mecnicos,
piernas ortopdicas, costillas de cuero y de metal para paralticos.
En una tercera salita vimos un casquete de plata que haba formado parte de un
crneo, tambin un rin postizo, un canuto que haba servido de trquea, narices
de cera y un phallos muy bien imitado. Muzafer nos acompaaba, pero sin decir
palabra. Se contentaba con extender su carnosa mano hacia los objetos que le
parecan ms notables. Pero todos aquellos despojos me parecan ms repugnantes
que curiosos.
Finalmente salimos de all. El sacerdote maronita haba notado mi desilusin, y me
habl as:
Si el Museo de los Despojos no le ha satisfecho, la culpa es suya. Usted no est
acostumbrado a la meditacin cristiana acerca de la caducidad de la vida y la
victoria de la muerte. Esos pobres restos, testimonios de imperfecciones y
Seccin 5
Conversacin 29
LA UNIVERSIDAD DEL HOMICIDIO
Tnger, 12 de febrero.
Desde tiempo antes saba que exista en esta ciudad una escuela superior para
alumnos dedicados al asesinato, pero no haba logrado entrar para conocerla a
pesar de prometer gruesas recompensas a varias personas. Un telegrama de
palabras ya convenidas me hizo volver a Tnger, y el remitente de ese telegrama,
un marroqu que tiene un caf de mala fama, vino pronto a mi encuentro y me dijo
que en la noche siguiente poda acompaarme a donde tanto deseaba ir.
La Universidad del Homicidio se halla instalada en una casona de aspecto pobre,
situada en el suburbio oriental de la ciudad. Un letrero de latn, escrito en varias
lenguas, hace saber que all hay una agencia de colocaciones y de alquileres.
El marroqu, que pareca ser bastante conocedor, dijo algunas palabras en lengua
rabe al portero, un adiposo gigante de exterior pacfico, y atravesamos un patio
con piso de lajas, hacia el que se abran muchas puertas. Mi gua golpe tres veces,
con los nudillos, en una puertita entreabierta, y se oy una voz que deca: Entrez!
Era el cuarto del rector de la Universidad, un hombre seco y enrgico, que mostraba
una cicatriz roja en la mejilla derecha y estaba vestido completamente de blanco.
No quiso decirme su nombre, y me advirti cortsmente que si hiciera saber a otros
lo visto y odo en su Universidad, no apostara dos centavos por mi piel. Le
respond, con la misma cortesa, que deseaba vivamente visitar la Universidad del
Homicidio, pero que no deseaba en lo ms mnimo ser asesinado; por lo tanto,
poda contar con mi silencio.
Ale hizo sentar en un taburete que estaba cerca de su mesa y me dijo
No estar de ms que le haga or algunas observaciones preliminares acerca de
nuestro Instituto. Sin duda usted sabe que el homicidio est ocupando el primer
lugar entre los factores dominantes y determinantes de la vida moderna. Aumenta
Conversacin 30
RETIRO MARINO
Filadelfia, 8 de agosto.
El invierno de los aos 1933 y 1934 fue funesto para mis bronquios y para mis
nervios. No saba a dnde ir y todo me causaba disgusto: los hombres me
hastiaban, las ciudades me cansaban, los montes me opriman. No estimo a los
mdicos, pero sin embargo, acostumbro a consultarlos porque me divierte llegar a
confundirlos. Uno de ellos, menos idiota que los dems, comprendi el juego y me
sugiri mar y soledad.
Recorr toda la costa de Florida, de Provenza y de la Magna Grecia en busca de una
casa solitaria junto al mar. Vi muchas y ninguna me agrad, Modas estaban
cercanas a un camino, a una playa, a una ciudad; hubiera debido soportar la vista y
la curiosidad de seres humanos no elegidos por m. Pens entonces en comprarme
una casa flotante, hasta navegante, donde pudiera habitar tranquilo, casi solo en
medio del mar. Por casualidad hall en Reikiavik, en Islandia, lo que buscaba. Era
un vapor grande, de paseo, con palos y velas slo de figuracin, tena a proa un
cmodo departamento: dormitorio, sala y estudio, separado de las cabinas del
capitn y de la tripulacin. Lo hice llevar a Nueva York y enarbol la bandera de las
estrellas. Hall un capitn y siete hombres de tripulacin dispuestos a hacer un
contrato de embarque de larga duracin. Llev conmigo un secretario, un camarero
y un cocinero. Hice cargar a bordo abundantes abastecimientos, una biblioteca,
mazos de cartas de juego, un centenar de botellas de buenos vinos y licores, un
gato siams, una guitarra, una farmacia y una mquina de proyeccin.
Zarpamos en los primeros das de mayo. Esta era la consigna: la nave deba
navegar siempre, con rutas variables ordenadas por mi capricho y por las
estaciones. Aquel verano lo pasamos casi todo en los mares del Norte, cerca del
Conversacin 31
LA MUERTE DE LA ISLA
Es imposible saber desde cunto tiempo antes aquella Isla Desdichada era teatro de
los combates entre los titanes de la naturaleza. Y a pesar de ser sacudida, herida,
baada y golpeada, estaba siempre all, con sus lvidos salientes, sus embudos
infernales, sus hendiduras escarpadas, sus inmensos valles desiertos y grises, sus
escollos golpeados y fragmentados.
Pero un da, el viejo e irascible ocano perdi la paciencia y quiso que la tragedia
concluyera de una vez. Hasta aquella jornada se haba ensaado contra ella
empleando marejadas furiosas, huracanes arrolladores, ciclones devastadores, pero
la isla, impertrrita siempre, resista y responda con las salvas de sus volcanes.
Entonces, el ocano unific todas sus fuerzas y desencaden la tempestad mxima.
Comparadas con sta, todas las anteriores no haban sido ms que dbiles y breves
cleras, capaces, a lo ms, de arrastrar consigo aristas y jirones.
Aquel da sobrevino desde el mar un viento tan poderoso y vertiginoso que logr
decapitar las montaas y romper las escolleras naturales como si fueran dunas de
arena. No hubo ni torrentes de lluvia, ni truenos ni relmpagos. Desde lejos no se
oa otra cosa que el silbido horrendo del viento y el mugido ensordecedor del
ocano enfurecido.
Tres das con sus noches dur la grandiosa tempestad. El mar alzaba
incansablemente muros altos y verdes coronados por espuma delirante; poco a
poco convirti los valles en enormes lagos, tritur las montaas, dispers los
escollos, inund y apag los crteres, todo lo cubri y sumergi bajo la furia y la
mordaza babosa de las olas movedizas y resonantes.
Cuando la enorme tempestad hubo concluido, de la Isla Desdichada no qued ms
que algn escape de humo y el recuerdo de un castigo definitivo.
Conversacin 32
ASCENZIA
Le hice notar que en esa forma se suprima lo que se llama en otras partes
eleccin, o sea, escoger a los mejores. Mi gua no se inmut lo ms mnimo por
tan ingenua crtica, y me replic
Debera saber usted que en las repblicas, los hombres ms inteligentes y
honrados, procediendo por instinto y por autodefensa, rehyen ocuparse en la vida
poltica, la que es tenida por ellos como basta e infecta, de modo que los electores
se ven forzados a elegir entre las personas menos geniales y menos ntegras. En
cambio, con nuestro sistema nadie puede rehuir el sacrosanto deber de guiar por
turno la cosa pblica, y frecuentemente sucede que son sealados por la suerte
hombres estimados por su ingenio y sus virtudes, cosa que casi nunca sucede en las
dems repblicas. Al mismo tiempo se ahorra el gasto desenfrenado de mentiras y
de dinero que se hace en las elecciones comunes.
Pero, no es demasiado breve el perodo del mandato?
Tambin esta costumbre nuestra tiene sus ventajas. En caso de que los
designados por el sorteo sean imbciles o malvados, poco es el dao que pueden
hacer en el breve lapso de siete das; en cambio, si son personas rectas e
inteligentes, la misma brevedad del tiempo acordado les estimula a proceder
prestamente, a efectuar sin demora lo que consideran til para el bien comn.
Ese sistema de gobierno, aun siendo tan extrao, es superado en singularidad por la
religin dominante en Ascenzia. Casi todos los habitantes siguen la antigua doctrina
de Zaratustra, por lo cual creen en una divinidad creadora y bondadosa que lucha
contra otra divinidad destructora y psima. Mas, de esa doctrina sus seguidores
deducen una consecuencia increble y jams pensada: su culto, las oraciones, ritos
y sacrificios, son tributados nicamente a la divinidad mala, o sea al Diablo. Todos
los santuarios estn consagrados al Demonio, todos los sacerdotes estn al servicio
de Satans. Las razones con que justifican tan diablica adoracin merecen ser
consignadas, aun cuando tengan sabor a paradojas infernales. Afirman sus telogos
que Dios es un padre amoroso, y por su naturaleza eterna no puede menos que
amar y perdonar. No tiene necesidad de ofrendas ni de oraciones, sabe mejor que
nosotros lo que se precisa cada da y no puede menos que proteger a sus hijos. El
Dios malo, por el contrario, necesita ser adulado, propiciado, implorado, a fin de
que no se ensae contra nosotros. Se dedican ofrendas y tributos a los monstruos
con la esperanza de que no se ensaen contra nosotros. Pues tal cosa es la que
hacemos con el demonio. El mayor pecado del diablo es la soberbia, y por lo tanto
nuestro culto exclusivo hacia l, nuestras alabanzas a su poder, nuestra perenne y
humilde veneracin logran halagarlo, dulcificarlo, ablandarlo, de tal manera que sus
venganzas nos alcanzan mucho menos que a otros pueblos. El Dios Bueno, en su
bondad infinita tiene compasin de nuestro miedo y debilidad, y sabe perfectamente
que, aun cuando el culto externo sea para el Demonio, nuestro amor interno es
para l.
El delegado del rey, que me hizo saber todas estas cosas, no me dej entrar en
ningn templo de la ciudad, aun cuando le ofrec una gruesa suma de oro para que
me lo permitiese.
Me fui de Ascenzia lleno de estupor y asaltado por la curiosidad.
Conversacin 33
EL CONGRESO DE LOS PANCLASTAS
Setebos, 5 de marzo.
Esa indigna burla debe concluir para siempre!, no queremos ser estafados y
mofados! Nos han prometido la libertad, todas las libertades, y en cambio somos
ms esclavos que nunca. Libertad de palabra, libertad de imprenta, libertad de
reunin, libertad de conciencia, pero todas ellas libertades parciales y preliminares,
libertades homeopticas, para uso y contentamiento de las minoras burguesas e
intelectualoides. A nosotros no nos bastan! Apenas son los entremeses del gran
banquete de los hambrientos de libertad absoluta y total. Bien sabis cmo junto a
esas briznas de libertad, se destaca ms an la dureza de las antiguas prohibiciones
de la moral, y de las viejas esclavitudes de la ley.
Segn nuestra doctrina es un insulto para la libertad del hombre toda limitacin,
por pequea que sea, hecha a los instintos ms naturales y a los deseos ms
comunes de nuestra especie. Y bien sabis cules son los deseos fundamentales del
hombre apropiarse de lo que le sirve, aun cuando pertenezca a otro el deseo de
quitar la vida a los que amenazan nuestros intereses y nuestros gustos; el de
poseer a todas las mujeres que nos agraden, ya sean vrgenes o esposas. Esos son
los instintos secretos y profundos de todos los hombres, de todos, de cualquier raza
y condicin que sean, incluso son los deseos de los que crean y aplican las leyes, sin
exceptuar a los jueces, a los carceleros y a los verdugos.
Y todava estamos sometidos a cdigos que prohben y castigan el robo, la
rapia, el homicidio, el adulterio y el estupro, o sea, precisamente, los actos que
constituyen el verdadero fondo de nuestra naturaleza, los actos que con ms gusto
realizaran los hombres! Por lo tanto, no es la ley la ms desvergonzada violacin
de las libertades humanas? Los valientes que se rebelan contra esas imposiciones
arbitrarias son sealados a fuego con el nombre de malhechores y se les castiga
atrozmente con la prisin o la muerte. Qu es lo que parlotean entonces, hablando
de libertades pblicas? Queremos todas las libertades, y en primer lugar las
individuales y privadas! Una libertad circunscrita por restricciones y prohibiciones,
no es verdadera libertad, sino esclavitud presentada engaosamente por traidores
charlatanes! No seremos libres mientras no se hayan suprimido hasta los ltimos
legisladores, los ltimos jueces, los ltimos tiranos!.
Una explosin de aplausos y de aullidos interrumpi al orador en camisa de noche
Mueran los diputados! Abajo los ministros!
Conversacin 34
MUERTE A LOS MUERTOS
tiempo las reas cultivables, aptas para proporcionar alimento a los vivientes, se
convierten en lugares para el ltimo descanso de los muertos. Si en los milenios
pasados no se hubiera destruido a las necrpolis, hoy en da no habra ni una
hectrea de terreno para sembrar trigo. Hay en la tierra demasiadas tumbas,
demasiados sepulcros, tmulos, campos santos, capillas funerarias, etc. O
matamos por segunda vez a los muertos o stos nos harn morir, dentro de poco,
como a perros hambrientos!
Supongo que ahora habr comprendido la necesidad, ms an, la urgencia de la
revolucin que quiero promover. Es preciso cambiar, y en el menor tiempo posible,
el estado actual de esas cosas: el dominio de los fallecidos sobre los vivientes. Ya
he elegido la palabra de orden: Muerte a los muertos!, vivan los vivos!
Quiere ayudarme con su dinero? Se precisan grandes sumas: para la propaganda
de la idea, para la destruccin de los monumentos y de los cementerios, para la
violenta supresin de todos los traidores partidarios y cmplices de los muertos.
Qu quiere ser usted?, una de nuestras columnas o una de nuestras vctimas?.
Finalmente le respond, he podido comprender perfectamente el sentido y la
finalidad de sus razonamientos. Me ha persuadido de que los muertos son ms
poderosos que los vivos, y consiguientemente, como ya soy viejo, cosa que usted
ha hecho observar gentilmente, prefiero pertenecer al partido de los ms fuertes.
El joven vestido de negro permaneci un momento sin saber qu decir, y, yo
aprovech su confusin para salir del bar y subir prestamente en el automvil que
me estaba esperando afuera.
Conversacin 35
LA PREDICACIN DE LA SOBERBIA
Bogot, 26 de agosto.
Ciudad sta bella y cordial, situada sobre montaas, fresca, en ella el ocio no causa,
remordimientos y el pensar no fatiga. En un atardecer, paseando Por una calle
larga, estrecha v solitaria, desemboqu imprevistamente en una amplia plaza, en
forma de tringulo issceles, llena de verdor. En el costado base, el ms largo, se
Seccin 6
Conversacin 36
EL FIN DE LOS PERSEGUIDORES
En una pequea revista catlica que cay por casualidad entre mis manos, hall un
curioso artculo, sin firma, que quiero copiar aqu para hacerlo leer a un amigo
norteamericano que halla sus deleites en investigar las leyes y los misterios de la
historia. El artculo se titula: El Fin de los Perseguidores.
Con ese ttulo escribi el famoso Lactancio, en el siglo IV despus de Cristo, un
pequeo tratado que es considerado por los modernos racionalistas como una
simple fantasa apologtica. Pero, en nuestros tiempos, la verdad demostrada por
Lactancio en esa obra, o sea, que los enemigos del Cristianismo son castigados casi
siempre con un fin desdichado, es confirmada con numerosos casos y ejemplos. Nos
limitaremos a recordar cmo concluyeron, durante el siglo XIX y en lo que va del
nuestro, los ms famosos adversarios de la religin y especialmente del Cris-
tianismo.
El Marqus de Sade, quien no fue nicamente un novelista obsceno y perverso,
sino tambin un ateo declarado, como lo demuestra su obra Dialogue entre un
Prtre et un moribond, muri loco, en Charenton, en el ao 1814.
El clebre poeta Shelley, que en su juventud escribi una llameante Necesidad del
Atesmo, muri ahogado en el mar Tirreno, en el ao 1822, a la temprana edad de
treinta aos.
El celebrrimo filsofo alemn Hegel, quien se jactaba de haber superado a la
religin con su sistema idealista, muri atacado de clera en el ao 1831, en la
plenitud de sus fuerzas, teniendo poco ms de cincuenta aos de edad.
El renombrado crtico ruso Belinski, enemigo acrrimo del Cristianismo, muri
tsico en el ao 1848 y a los treinta, y ocho de edad.
Conversacin 37
LA JUVENTUD DE DON QUIJOTE
(DE CERVANTES)
Granada, 7 de abril.
Contaba ya casi treinta aos de edad y su espritu haba madurado con largas
lecturas y meditaciones. Todo cuanto observaba a su alrededor le haca sufrir: la
corrupcin de las damas, la altanera de los grandes, la avidez de los ministros, las
intrigas de los cortesanos, la abyeccin de los subalternos, todo ello hera y ofenda
continuamente su nimo sensible y delicado. No pudiendo aguantar ms el hedor de
aquella cloaca dorada, pidi licencia a Su Majestad y obtuvo permiso para dirigirse
al Nuevo Mundo, como oficial de la guardia de un virrey. Al comienzo el joven
castellano hall grandsimo placer recorriendo a caballo montaas y bosques, en
medio de gente salvaje tan diversa de la que moraba en su patria. Pero tiempo
despus tambin esta nueva experiencia concluy dolorosamente, como las
anteriores. Cristiano e hidalgo como era, el futuro defensor de los dbiles no pudo
soportar la vista de las atroces exacciones y cargas a que eran sometidos los pobres
indios. La crueldad y jactancia de los conquistadores, la avidez y desenfreno de los
oficiales de gobierno, los abusos y costumbres depravadas de la soldadesca, todo
esto le llen de nuseas, repugnancia y horror.
En su honrada ingenuidad tuvo la malhadada idea de denunciar tales vergenzas al
Consejo de Indias, que tena su sede en Sevilla. Se envi entonces desde Espaa un
inquisidor real, quien comprado con ducados sonantes por el virrey, escribi en su
informe que el seor Alonso Quijano era un visionario calumniador, un desatinado
loco, y como tal lo hizo arrestar. Llevado a Espaa fue encerrado en las crceles de
Alba de Tormes, donde languideci por espacio de varios aos sin ser juzgado por
tribunal alguno. El desventurado se resinti por aquella infame injusticia y cay en
una especie de melancola fantasiosa de la que nunca se recuper. Finalmente fue
considerado enfermo poco peligroso y le devolvieron la libertad. No hizo entonces
intento ninguno por reiniciar una nueva vida. Volvi a la casa paterna, en la que ya
haban muerto todos los suyos, y procur consolarse de la desagradable realidad,
por l en tan diversos modos conocida, refugindose en el reino de la fantasa
heroica y potica, en los poemas caballerescos y novelescos donde hallaba
intelectualmente satisfechos sus ideales de caballero cristiano, enamorado y sin
miedo.
Lo que le sucedi una vez saturado con aquellas lecturas solitarias, es conocido por
todos los que han ledo la obra maestra de Don Miguel de Cervantes y Saavedra.
Pero, me parece que en esta otra obra apenas esbozada, que actualmente se halla
en mi poder, est la verdadera clave y justificacin de las fantasas y empresas de
Don Quijote de la Mancha. Finalmente, se comprende as tambin por qu el viejo
hidalgo, desilusionado, contristado y perseguido, solo en su casa, se consagr a leer
aquellos libros de aventuras imaginarias, los nicos que podan consolarlo y
compensarlo de la dura y sucia realidad que hasta entonces tanto le haba hecho
sufrir. Quien no conoce la juventud de Alonso Quijano no puede comprender al Don
Quijote de la Mancha ya maduro, ni tampoco sus generosas y desinteresadas
extravagancias.
Conversacin 38
COLOQUIO CON GARCA LORCA
(O DE LAS CORRIDAS)
Madrid, 8 de abril.
Conversacin 39
EL PRIMERO Y EL LTIMO
(DE MIGUEL DE UNAMUNO)
Madrid, 29 de mayo.
nos hemos vengado, y estoy dispuesto a defender al ltimo hombre, que es hijo de
nuestras obras. Entonces W. E. 347926 pidi hablar
Todo lo que estis profiriendo es una sarta de ideas sin sentido, expresadas en
una jerga salvaje, desusada, incomprensible y hueca. Para nosotros, las palabras de
Dios: culpa, redencin, pecado, bien y mal, desde hace ya siglos y siglos no tienen
ningn significado. El hombre haba llegado a ser el nico y verdadero seor y
dueo del mundo y se ocupaba solamente en aprovechar los recursos del planeta
para la propia conservacin. Todas las viejas elucubraciones ideales, todas las
mitologas y disfraces de la edad primitiva haban sido ya abolidas y olvidadas. La
libertad de la voluntad era una ilusin, el amor un ridculo perder el tiempo, la
virtud un sueo fastidioso, el individuo no era ms que un tomo y un nmero, Dios
un concepto intil y absurdo. La vida automtica y colectiva haba destruido todos
los sentimientos idiotas, las emociones torturantes, los pensamientos vanos, los
tormentos imbciles, los afectos superfluos. Esas frusleras supersticiosas tuvieron
algn crdito nicamente en la brbara edad de la cultura, en los tiempos
transcurridos desde Platn a Dante y desde Milton a Kant.
Si hay alguno que podra juzgarme, se sera Hanuman, pues es a l, y no a
vuestro Adn, al que reconozco como mi progenitor.
Lamentablemente, lo legible del manuscrito concluye en ese punto. En otras
pginas se leen palabras dispersas, abreviaciones, nombres de otros personajes,
comienzos de perodos, etc., pero es imposible reconstruir la continuacin de la
tragedia.
Mi amigo Ernesto Gimnez Caballero, ptimo conocedor de la literatura castellana
antigua y moderna, opina como yo.
Conversacin 40
LA REVUELTA DE LOS ACTORES
Toledo, 8 de junio.
Ayer por la noche presenci en un gran teatro de esta ciudad una aventura que,
segn creo, es la nica que debe haber sucedido en el mundo desde que existen
teatros y actores.
Haba ledo una cartelera anunciando la representacin de la obra Muerte de
Danton, de Bchner, y como no tena ninguna ocupacin y nunca haba visto esa
tragedia, fui a ese teatro.
Llegu algo antes de la hora. La platea estaba vaca y en los palcos no se vea a
nadie. Poco a poco llegaron algunos espectadores, todos hombres. Lleg la hora
fijada para comenzar la representacin y a lo ms habra unas treinta personas
distribuidas por todos los lugares destinados al auditorio.
Pens que el nombre del autor, aun cuando se hubiera hecho clebre con Woyzek,
sera casi desconocido en este pas, y tal vez el argumento mismo no atraa a un
pueblo que nunca sinti entusiasmo especial por los hroes de la Revolucin
Francesa. Poco a poco y muy especialmente llegaron otros melanclicos
espectadores, y finalmente, con media hora de atraso se levant el teln.
No conozco muy bien las finezas de la bellsima lengua castellana, pero como en
tiempos pasados haba ledo la tragedia de Bchner, pude comprenderlo todo y
comprob que los actores eran excelentes, todos ellos sin excepcin, y no, como
sucede casi siempre, slo los protagonistas.
Pero el escaso auditorio, desparramado ac y all en las butacas de terciopelo rojo,
pronto comenz a hacer demostraciones de que el espectculo no le agradaba: uno
comenz a rerse en sordina, otros cuchicheaban entre s haciendo gestos de
disgusto, algunos dichos cnicos y paradojales de Danton y de sus amigos eran
recibidos con exclamaciones de indignacin y con toses fingidas. A pesar de todo
esto el primer acto concluy sin graves inconvenientes, pero el descenso del teln
fue acompaado con silbidos rabiosos y voces de burla.
Con el acto segundo comenz la segunda tragedia el choque violento entre las
plateas y el escenario. Los espectadores, aun cuando eran pocos, parecan estar
cada vez ms exasperados, ya porque no les agradara el tono sin cadencias y sin
prejuicios de los dilogos de Bchner, ya porque tuvieran mala disposicin para con
los actores y actrices. No se contuvieron las risas sino que estallaron
ostentosamente, no falt quien se sacudiera como un obeso y alzara voz y bastn,
los comentarios mordaces fueron tan ruidosos que casi superaron las voces de los
actores. Un viejo barbudo, ms exaltado que los dems, se acerc a la boca del
escenario y lanz contra Danton un bastn de Malaca con pomo de marfil.
Y en aquel momento comenz lo inverosmil. El protagonista de la tragedia, hombre
alto y macizo, como lo demandaba su papel, recogi el bastn, lo levant y con
gesto imperioso hizo que sus compaeros interrumpieran la representacin, les dijo
apresuradamente algunas palabras que no comprend, aparecieron de entre
bastidores otros actores vestidos de soldados y sansculottes, surgieron los
maquinistas, tramoyistas, vestidores, todos los que prestaban servicio en la
representacin. Uno de ellos apoy una escalerita contra el borde del escenario
hacia el lado de la orquesta, y toda aquella turba descendi precipitadamente a la
platea, silenciosa pero resuelta, comenzando en seguida a expulsar a los
espectadores.
Incluyendo a los refuerzos logrados de entre las candilejas la compaa sumaba ms
personas que los malhadados espectadores, los que, atemorizados y aterrados ante
aquel imprevisto pronunciamiento, casi no oponan resistencia al asalto.
En seguida capt cmo habra de concluir aquel tumulto, y aprovechando la
confusin suscitada corr hacia un pasadizo lateral, hall abierta la puertita de un
palco y me ocult lo mejor que pude detrs de una mampara.
Algunos de los espectadores, al ser alcanzados intentaban defenderse contra
aquella violenta expulsin, pero sin xito, puesto que los asaltantes eran ms
numerosos y tenan la ventaja de la sorpresa.
En pocos minutos la platea fue despejada por los rebeldes, se cerraron las puertas
del teatro y todos los actores, felices con el triunfo logrado en la improvisada
revuelta, volvieron al escenario. Supona yo que suspenderan la representacin y
que se apagaran las luces, cuando con gran maravilla de mi parte vi que todo
aquello, aunque increble, continuaba sindolo: los maquinistas y tramoyistas
desaparecieron entre bastidores y los actores y actrices ocuparon otra vez sus
sitios.
Danton, plido y enorme, antes de recomenzar el recitado, dijo en voz alta
Esos granujas no entienden absolutamente nada y han querido impedirnos recitar
una obra maestra. Por vez primera en la historia del teatro, los actores, artistas e
Conversacin 41
VISITA A SALVADOR DAL
(O ACERCA DEL GENIO
Barcelona, 26 de junio.
Fui a ver una muestra de obras de Salvador Dal, con la esperanza de encontrarme
con el famoso pintor cataln. Y efectivamente estaba all, en el fondo de la ltima
sala, con sus bigotes largos y enhiestos como los de un mandarn manch, siendo la
figura central de una reunin de adolescentes imberbes y viejas seoras teidas y
reteidas. Me dijeron que aqul era su auditorio predilecto: el de los que todava no
haban comenzado a vivir y el de las personas que ya haban dejado de vivir. Por
intermedio del secretario de la exposicin hice preguntar a Dal si poda concederme
una audiencia privada, de breves minutos. El pintor me mir fijamente por un buen
lapso y me dijo
Conversacin 42
LA VENGANZA
una gran mesa de piedra, sostenida por cuatro columnas de haya sin trabajar.
Sobre la mesa haba siete cofres, segn me parecieron, cubiertos por gneros de
color blanco. Detrs de la mesa aguardaban siete hombres, con el rostro teido de
rojo, igual que los recin llegados. Cerca de la misma mesa arda un gran montn
de malezas y ramas secas, al que se haba aplicado fuego y comenzaba a echar
llamas. El espectculo era misterioso y majestuoso. Alrededor del lugar se
levantaban los picos agudos y amenazadores de la Sierra Negra; dos halcones
describan crculos a gran altura, en el suave vapor amarillento causado por el sol
del amanecer.
Los silenciosos peregrinos descendieron de sus cabalgaduras y se colocaron en
semicrculo alrededor de la mesa de piedra. Sus rostros, aun cuando estuvieran
pintarrajeados de rojo como los de los payasos, sin embargo causaban impresin de
austeridad y meditacin. Comenz entonces la ceremonia.
Uno de los siete hombres que haban estado aguardando nuestra llegada, descubri
el primer cofre y lo abri. Sac afuera un gallo, un gallo orgulloso, altivo, con una
hermosa cresta erguida, de color sangre. El hombre lo tom por el cuello, lo apret
fuertemente para hacerlo morir, y exclam
T, gallo, eres nuestra soberbia; que el fuego te consuma!
Y arroj al gallo, en los ltimos estertores de la agona, sobre el montn de ramas
encendidas.
El segundo hombre sac del segundo cofre un cachorro aullador que en seguida
comenz a ladrar, lo degoll con un estilete con empuadura de plata, y exclam
T, perro, eres nuestra ira, que el fuego te destruya!
Y el cachorro sangriento fue a dar a la hoguera. El tercer hombre abri
cautelosamente el tercer cofre y tom entre sus manos un palomino blanqusimo
que se debata afanosamente. Le golpe la cabeza con una piedra y habl as
T, paloma, eres nuestra lujuria, que el fuego t reduzca a cenizas!
Y el pobre palomino fue a dar con las dems vctimas entre las ramas ardientes del
montn.
El cuarto hombre sac del cuarto cofre un enorme ratn. Lo sofoc entre sus fuertes
manos nudosas y exclam
T, ratn, eres nuestra gula, que el fuego te aniquile!
El quinto hombre sac del quinto cofre una pequea serpiente negra, y con un tosco
cuchillo le cort la cabeza, diciendo
T, serpiente, eres nuestra envidia, que el fuego te devore!
El sexto hombre tom del sexto cofre una urraca que lanz gritos estridentes
agitando sus hermosas alas azules. Pero el sacrificador, procediendo con rpidos
movimientos, la apret entre sus dos manazas y la arroj, moribunda, entre las
llamas:
T, urraca ladrona, eres nuestra avaricia, que el fuego te destruya!
El sptimo hombre sac del sptimo cofre un viejo gato gordo y atigrado, con un
rapidsimo movimiento de sus manos forzudas lo estrangul y grit
T, gato, eres nuestra pereza, que el fuego te deshaga para siempre!
Entonces, el portaestandarte que llevaba el emblema del esqueleto, se adelant y
tambin entreg a las llamas su fnebre insignia.
En seguida todos los peregrinos se quitaron las capas color ceniza, y se vio que
debajo estaban vestidos con hermosas tnicas blancas orladas de oro. Luego
corrieron de a uno hasta una fuente cercana donde se lavaron el rostro quitando la
tinta escarlata. Reaparecieron con sus caras al natural, honradas y severas caras
surcadas de arrugas de campesinos, de artesanos adustos, de hombres en buena
posicin, blancas y plidas.
Cuando todos estuvieron listos, limpios de rostro y cndidos en sus vestiduras,
montaron otra vez y el cortejo se movi hacia el pueblo, dejando sola, en aquel
llano, la pira funeraria con sus siete vctimas. Contrariamente a la subida, la bajada
fue ruidosa y alegre. Todos hablaban y rean; alguno, un poco ms joven que los
otros, cantaba con voz sonora y bien entonada un viejo romance. Los asnos
trotaban por el sendero pedregoso con alegre prisa. En poco ms de media hora se
lleg a la plaza de Arbuela, y los peregrinos se dirigieron a sus casas.
Pero yo quise saber algo ms sobre el significado de aquella singular ceremonia,
que tena algo de cristiana y algo de pagana. Me dirig entonces a un sacerdote
anciano y enjuto que nos haba recibido al regreso, y le interrogu acerca de lo que
haba visto con mis ojos.
Es una costumbre antiqusima me respondi, que se ha mantenido nicamente
en Arbuela. Debe ser el ltimo testimonio sobreviviente de una devocin medieval
Seccin 7
Conversacin 43
EL GRAN SABIO
Npoles, 19 de febrero.
El gran sabio cerr los ojos y pas la mano derecha, a modo de peine, sobre los
cabellos; los reabri nuevamente y mirndome con fijeza, exclam
- No, ni siquiera yo soy feliz. Y sepa que la verdadera sabidura no tiene relacin
ninguna con la felicidad, sino con la muerte.
Conversacin 44
EL NICO HABITANTE DEL MUNDO
Positano, 10 de febrero.
Con la esperanza de poder descansar alquil una villa prxima al mar, en esta
maravillosa costa. Anoche, mientras regresaba a casa en medio de la oscuridad,
tropec con un cuerpo humano tendido delante de mi puerta. Tuve por un momento
la sensacin de experimentar un escalofro, pero muy breve porque no se trataba de
un muerto, ya que de aquel cuerpo tendido sobre el empedrado surgi una voz que
deca
-An ests vivo? Eres t el amo?
Aquel hombre se levant. Encend entonces mi linterna de bolsillo y con la otra
mano me asegur de que llevaba mi revlver. Vi ante m el rostro imbcil de un
pordiosero que tendra treinta aos o poco ms de edad, estaba todo sucio de polvo
y cubierto por pelos ensortijados. Le pregunt
-Quin es usted? Qu es lo que quiere? Sonri estpidamente y replic
-No tienes algn lugar donde pueda dormir: un establo, un granero, un stano?
No tienes un pedazo de pan, un ajo, dos nueces?
Comprend que era un mendigo vagabundo y me pareci inofensivo. Sin responder
palabra le hice pasar al jardn y luego a un cuarto de la servidumbre, ordenando
que le trajeran comida. Rechaz la sopa y la carne, pero acept el queso y las
nueces. Una vez comido le pregunt quin era y por qu andaba vagando por ah
con tal atuendo, pues estaba vestido con telas de saco mal cosidas, llevaba en la
cabeza una especie de guirnalda hecha con hojas secas y en los pies unas sandalias
de paja mal entretejida.
Conversacin 45
EL OPTIMISMO DE LEOPARDI
Npoles, 5 de marzo.
En un negocio de libros viejos, situado cerca del puerto, hall dos folletos
autgrafos del clebre poeta Giacomo Leopardi, y todos los estudiosos napolitanos
me aseguran que son completamente inditos. Indudablemente, la escritura es la
suya, yo mismo pude comprobarlo y persuadirme confrontando esas pginas con los
autgrafos del mismo escritor que se encuentran en la Biblioteca Nacional, pero el
contenido de los pensamientos parecera contradecir, o por lo menos atenuar, el
obstinado y radical pesimismo del gran poeta. Transcribir aqu, para mi recuerdo,
estos dos pensamientos
Los que razonan o escriben largamente acerca de la infelicidad de la vida humana
- como lo estoy haciendo yo desde los aos de mi juventud - pueden ser fcilmente
acusados de estar en abierta contradiccin consigo mismos. Puesto que el escritor,
quien no slo pone en blanco y negro, en la forma ms prolija y adornada que
puede, sus desesperados pensamientos, sino que adems los hace imprimir y
vender para que sean ledos, meditados y admirados por los que se deleitan en las
cosas de la literatura y de la filosofa moral, manifiesta con los hechos expresados -
aplicndose a escribir sus quejas y dndolas a la luz -, que no es el desesperado
negador de toda clase de felicidad que pretende hacer creer a sus lectores. Y tal
cosa se puede probar con dos argumentos.
El primero, es a mi juicio el siguiente: si el susodicho escritor, que afirma
continuamente que para el hombre es imposible cualquier alivio del tedio y del
dolor, se ingenia y esfuerza por transcribir en excelente prosa o poesa sus humores
melanclicos y sus quejas acerca de los males de la vida, si no me equivoco
demuestra con ello que, escribir sobre la infelicidad propia y la de los dems le
deleita o por lo menos hace que sienta esos males como menos acerbos e
insoportables. Un verdadero desesperado puede llorar, o gritar, o callar, mas,
conociendo la inutilidad total y final de toda ocupacin humana, jams piensa en
tomar la pluma para describir en el papel, con la complacencia que se comprueba
Y, puesto que yo mismo me doy cuenta de que soy uno de esos escritores de dos
caras, como el Jano de la antigedad - y quizs el nico que existe hoy en Italia -,
quiero reconocer sinceramente las contradicciones de mi entendimiento aun cuando
no tenga todava el coraje suficiente para avergonzarme en pblico.
He aqu el segundo pensamiento, ms breve:
Me sucedi repetidas veces que lamentara en mis escritos los "amenos engaos"
que causaba a la gente antigua la benigna ilusin de la felicidad, hacindoles creer
en la proteccin de la Divinidad, en los beneficios de la naturaleza, en el amor o en
la gloria. Pero luego, cuando me acuerdo de las desgracias, calamidades,
destrucciones u otras alocadas y malvadas acciones que, segn lo dicen los
historiadores y los poetas, abundaban en aquellas lejanas edades, no menos que en
la tan bestial y malvada edad nuestra, comienzo a dudar bastante de mi opinin
anterior. Ni siquiera los engaos ms amenos - como se ve incluso en el tiempo de
la juventud -, bastan para que el hombre eluda la desventura y las mltiples formas
del mal. De modo que, razonablemente, se debera llegar a la conclusin de que
entre las ilusiones humanas se ha de incluir la que hace estimar como beneficiosa a
ciertas ilusiones comunes.
Conversacin 46
VISITA A MARCONI
(0 ACERCA DEL FIN DEL MOVIMIENTO)
Roma, 25 de septiembre.
Hace muchos aos fui presentado a Marconi, en Nueva York, estando en casa de
unos amigos, pero aquel da el famoso italiano estaba tan asediado por seoras
admiradoras, que no pude conversar con l ms de medio minuto. Hace algunos
das logr obtener una audiencia de l, y esta maana el clebre hombre de ciencia
me recibi en la Villa Farnesina, donde tiene su sede la Academia de Italia de la que
es presidente.
Fui llevado a una hermossima sala en la que Sodoma pint el encuentro de
Alejandro Magno con Roxana. A pesar de su fortuna y de su ingenio, Guillermo
Cualquier consuelo que hubiera querido prodigarle no hubiera sido ms que una
serie de palabras vanas. Al despedirme de Marconi not que su mano estaba
hmeda por el sudor y que temblaba perceptiblemente.
Conversacin 47
LA HUMANIDAD DE MRMOL
Carrara, 19 de mayo.
Esta obra, ideada por m, es titnica y no poda ser realizada sino en Italia, ms
an, en estas riberas dominadas por los Alpes Apeninos, donde Miguel Angel, vicario
previsorio del Creador, anduvo buscando la materia de los cuerpos de sus gigantes.
He apalabrado a doce excelentes escultores, los ms clebres y audaces que hay
hoy en toda Italia; cada uno de ellos, a fin de concluir a su debido tiempo los
bajorrelieves que le correspondan, tendr a sus rdenes diez expertos diseadores
y cinceladores que traducirn al mrmol las escenas de esta epopeya y tragedia
humana.
Ya han sido extrados casi todos los bloques, muchos estn ya en las canteras de
trabajo y bajo la accin del cincel; se han firmado los contratos con los doce artistas
y varios de stos me han mostrado las primeras figuras en creta, esbozos de las
grandes escenas ideadas. Centenares de hombres entre los que hay excavadores,
esbozadores y escultores, trabajarn por espacio de cinco aos para alzar frente al
azul mar etrusco, un portentoso monumento dedicado al esfuerzo y a la gloria del
hombre. Dejar aqu, como representantes mos y tambin con funciones de
supervisores de tan magna obra, a un poeta de gran corazn y a un arquitecto
verdaderamente honrado.
Si Dios me concede vida, dentro de cinco aos podr contemplar en su cndida y
excelsa mole a mi obsesin convertida en piedra y belleza. En estas jornadas
iniciales ya me parece ver la geomtrica masa blanca del enorme dado esculpido,
alzndose altsima en la luz radiante del cielo italiano bajo el sol estival, entre la
majestad del monte y la inmensidad del mar. Ese gigantesco torren historiado, con
innumerables seres de proporciones ms que humanas, recordar por espacio de
milenios, en caso de que la tierra no se haga pedazos antes de tiempo, las
alternativas gloriosas e infames de nuestra temeraria y desesperada especie
humana.
Conversacin 48
ITALIA ES DESPOJADA DE SU BELLEZA
Miln, 20 de noviembre.
He querido visitar otra vez Italia, sus ciudades fabulosas y populosas, sus
sorprendentes capitales de provincia, sus paisajes de sueo y clamor: desde
Taormina a Borromeo. Al cabo de tres meses y medio de peregrinaciones y
detenciones me siento extraamente entristecido. Tanto por m como por este pas.
Vi a Italia por vez primera hace cincuenta aos. Ya estaba decentada y deslucida
por la llamada civilizacin moderna, pero era siempre la patria hermosa de hombres
humanos. Haba ciudades y regiones intactas, donde an se respiraba el aire del
feliz siglo XIX en un escenario del XIV o del XVI. Italia era pobre, pero los italianos
posean todava las riquezas que ningn banco puede proporcionar: amor,
cordialidad, gentileza, buen humor. Italia era sucia en algunas de sus regiones, pero
con una suciedad antigua y saludable, natural y lugarea, que no menoscababa la
belleza de la naturaleza y no privaba al aire de su pureza. Italia era incmoda, algo
primitiva, careca de confort, pero compensaba al visitante con la quietud de sus
calles, con la generosidad ambiental de sus plazas, con la paz de sus pequeas
ciudades, con la tranquilidad de su vida humilde y trabajosa, con la estimada
simplicidad de sus costumbres, con la serenidad bondadosa de sus seores
campechanos y sus plebeyos seoriales.
Ya entonces haba bandoleros, timadores, mendigos y rameras, pero en cantidad
reducida y tolerable, en formas distintas y reconocibles. Los bandoleros antiguos
tenan algo de paladines e hidalgos, mientras que hoy en da los ladrones y
asaltantes son muchachotes brutales que han convertido la prctica de su delito en
una gran industria organizada sin poesa alguna. Los mendigos parecan ser parte
legtima de la cristiandad, y casi eran custodios pintorescos de las iglesias y
palacios. Hoy en da se llaman desocupados, y viven a costillas del que trabaja
detestando a los que son ms inteligentes y trabajadores que ellos. Los estafadores
y liosos formaban una clase aparte, eran simpticos artistas del engao y se
contentaban con ganancias modestas; hoy en da, la estafa y el timo se encuentra
por doquiera: en las industrias, en los negocios, en las oficinas estatales y en las
aceras de las calles. A las rameras era necesario buscarlas en los prostbulos; hoy
en da hasta las seoritas de buenas familias y las seoras con ttulos han conocido
los frutos de la prostitucin clandestina.
A eso han reducido a la divina Italia de mi juventud! Aparentar ser hoy ms rica,
ms activa, ms moderna. En realidad es ms pobre y ms fea que antes.
Las casas nuevas son cajones annimos e innobles, que no llegan a tener la
grandiosidad de los rascacielos y hacen lamentar la ausencia de las humildes casas
al estilo antiguo, entre huertas y prgolas, desprovistas quizs de las recientes
comodidades hidrulicas, pero enriquecidas por el verdor y patinadas por el sol.
Casi todo lo nuevo que se ha hecho en Italia durante los ltimos decenios es ms
presuntuoso, pero indeciblemente ms feo. En las ciudades se destruyen
cruelmente sombreados jardines para levantar cajones de cemento, odiosas celdas
donde vivirn mezquinos idiotas de buena posicin.
En las grandes carreteras, junto a los lagos y en la visibilidad de los montes, la vista
es impedida y ofendida por cartelones de publicidad salpicados con horribles colores
vulgares que ensalzan las virtudes de un licor o de un jabn para afeitarse. Por
doquiera se cortan rboles y se destruyen bosques. La patria de San Francisco y de
Leonardo no puede sufrir la belleza de la vegetacin ni el canto de las aves. En cada
italiano anida en germen el alma de un cortador de bosques y de un cazador. En
ningn otro pas del mundo hay, como en Italia una pasin tan fuerte por destruir
las plantas y matar seres emplumados. El escudo de esta nacin debera tener como
emblemas simblicos un hacha y un fusil.
Yo, que procedo de un pas donde lo moderno con todas sus mquinas triunfa
abierta e incontestablemente, tampoco soy enemigo del llamado progreso. Pero
en Norteamrica, antes de la invasin europea no haba ms que praderas desiertas
y tiendas o chozas de indios pieles rojas. Italia, en cambio, es un venerable museo
que contiene tres o cuatro civilizaciones, y tiene el derecho y el deber de salvar,
para alegra y satisfaccin de todos, sus bellezas y apariencias.
En cambio, cada da se est volviendo ms ruidosa, ms maloliente, ms vulgar,
ms mecnica y ms fea; o sea: cada vez es menos digna de admiracin y menos
habitable. Dentro de cincuenta aos, y tal vez antes, las gracias y las glorias del
jardn de Europa habrn sido deshechas, degradadas y escondidas por una mala
copia de la civilizacin brbara de este siglo alocado.
Conversacin 49
VISITA A PICASSO
(O ACERCA DEL FIN DEL ARTE
Antibes, 19 de febrero.
Hace muchos aos haba comprado en Pars seis cuadros de Picasso, no porque me
gustaran, sino porque estaba de moda y poda utilizarlos para hacer regalos a las
seoras que me invitaban a comer. Pero ahora, hallndome solo en la Cte d'Azur y
no sabiendo cmo pasar los das, me vino el deseo de ver personalmente al autor
de aquellas pinturas.
Vive cerca de aqu, en una villa martima, en compaa de su esposa, mujer muy
joven y florida; Picasso segn creo tiene sesenta y cinco o sesenta y seis aos de
edad, pero conforme a su buena sangre espaola es hombre fuerte y bien formado,
tiene un hermoso color y goza de buen humor.
Al principio conversamos acerca de algunos conocidos comunes, pero muy pronto el
tema se circunscribi a la pintura. Pablo Picasso es no slo un artista feliz, sino
tambin un hombre inteligente, que no tiene miedo de sonrerse, a su debido
tiempo y lugar, de las teoras de sus admiradores.
- Usted no es ni crtico ni esteta, me dijo, y por lo tanto puedo hablar con usted
libremente. Cuando era joven tuve como todos los jvenes la religin del arte, del
gran arte. Pero ms adelante, a medida que pasaron los aos, me di cuenta de que
el arte, tal cual fue entendido hasta el siglo XIX inclusive, ya est concluido,
moribundo, condenado, y que la llamada actividad artstica, con la misma
abundancia que ostenta, no es ms que la multiforme manifestacin de su agona. A
pesar de las apariencias en contrario los hombres pierden ms y ms el afecto hacia
las pinturas, las esculturas y la poesa. Los seres humanos de ahora han puesto su
corazn en cosas completamente diversas: mquinas, descubrimientos cientficos,
riquezas, dominio de las fuerzas naturales y de las extensiones de la tierra. Ya no
sienten el arte como una necesidad vital, espiritual, como suceda en los siglos
pasados. Muchos de ellos continan actuando como artistas y ocupndose del arte,
pero lo hacen por razones que poco tienen que ver con el verdadero arte, lo hacen
por espritu de imitacin, por la nostalgia de la tradicin, por la fuerza de la inercia,
Seccin 8
Conversacin 50
VISITA A VORONOV
(0 DE LA TRANSFORMACIN DEL HOMBRE)
Niza, 17 de marzo.
El viejo y rejuvenecido ruso me hizo pasar a una aireada sala de estar, donde se
encontraba tambin su juvenil esposa.
Nada hay que hacer con usted me dijo Voronov riendo en cuanto nos
sentamos , nada que hacer, segn creo. Usted no desea volver a ser joven ni ser
transformado en genio. Por lo tanto, no comprende por qu quiso venir a verme.
Le respond diciendo que sus investigaciones y experimentos haban excitado mi
curiosidad aunque sin ninguna finalidad personal, y que gustosamente dara una
buena contribucin en dlares para su Instituto de Mejoramiento Humano.
Repentinamente se volvi ms amable:
Agradezco mucho su inteligente propsito, mister Gog. En lo que respecta a la
clnica de rejuvenecimiento, no tengo necesidad de nada, fuera de algn mono
sano. Mis clientes son riqusimos y no reparan en gastos. Su oferta es, en cambio,
ms preciosa que nunca en lo que respecta a la metamorfosis de los cretinos e
idiotas. Estos desgraciados son tan estpidos que ni siquiera comprenden la
necesidad en que se hallan de ser redimidos de su estupidez. Y aun comprenden
menos que es preciso pagar mucho dinero para llegar a ser diversos de lo que son.
Le pregunt si sus primeras pruebas en este campo eran satisfactorias y si la audaz
operacin de transformar el cerebro haba dado los primeros frutos.
Me permitir usted respondi Voronov que por ahora guarde el secreto,
porque de lo contrario dira algunos nombres de celebridades contemporneas que
le dejaran asombrado. Debe saber que mis experimentos para lograr un genio, o
algo que se le parezca, de un cretino, son anteriores a los experimentos para el
rejuvenecimiento que me hicieron conocer en todo el mundo. Acerca de la primera
empresa call hasta los ltimos tiempos, aun cuando me enorgulleci y me divirti
esbozos y tanteos, modelados hace ya muchos aos, cuando no posea todos los
recursos de la tcnica. Los genios que estoy formando ahora, utilizando como base
a lamentables idiotas, resultarn mucho mejores.
Y no puede decirme nada acerca de sus mtodos?
Lo siento, pero en realidad no puedo. La tcnica para transformar a un idiota en
un genio de clase, es tan complicada que no bastaran unas pocas frases ni siquiera
para hacer comprender los principios de los que parte. Ms bien le expondr la idea
general que gui mi vida. Desde jovencito me sent aterrorizado por el espectculo
de mis semejantes y de su mediocre y animal existencia. Pens que se haba
detenido la evolucin de la especie porque la especie ltima, que hubiera debido
sustituir a la naturaleza con una propia y consciente voluntad, ya no se preocupaba
de ello. El hombre, mediante su inteligencia poda y por lo tanto deba, mejorarse a
s mismo y a los dems animales.
Por consiguiente, mi problema esencial fue la transmutacin de los hombres. Esto
haba sido intentado por sacerdotes, por filsofos, moralistas, maestros, polticos,
pero los efectos logrados siempre fueron precarios y espordicos. Se precisaba la
ciencia solamente la biologa poda dedicarse a rehacer racionalmente al hombre.
Para comenzar me propuse hacer que los viejos volvieran a ser viriles y que los
imbciles se convirtieran en seres geniales. Y tuve xito. Ahora me propongo hacer
que los criminales se conviertan en santos, los enanos en gigantes, que los
apocados y tmidos se vuelvan feroces, que los nios tengan la sabidura de los
viejos, que los normales se vuelvan locos y las hembras se conviertan en machos.
Nada es imposible para la ciencia, nada es arduo y absurdo para la biologa, la
medicina o la ciruga. El mundo de los seres humanos debe ser sacudido y dado
vuelta. Es ya la hora de superar la monotona milenaria de esta raza ovina, ha
llegado el da de la gran revolucin biolgica, la nica revolucin radical digna de
nosotros y de este siglo. Si algn mal aconsejado se atreviera a oponerse a esta
revolucin total, lo transformar en animal insensato o en autmata mudo. Mster
Gog, quiere ser usted el munfico sostenedor de mi Instituto para el Mejoramiento
Humano? Nuestra divisa ser la de Nietzsche, se la robaremos: El hombre no es
ms que un puente entre el mono y el superhombre.
A todo esto, mientras el profesor hablaba se haba puesto de pie, su rostro haba ido
adquiriendo un tinte rojo, gritaba y gesticulaba como un delirante. Pero su esposa
corri hacia l y le dijo al odo algunas palabras en un idioma desconocido para m.
Luego, la misma seora se volvi hacia m y me acompa hasta la puerta
Le agradezco mucho, mister Gog, la promesa que ha hecho a mi marido. Ya le
telefonear para decirle cundo puede volver a nuestra casa.
Conversacin 51
EL ABATE Y LAS PECADORAS
Montpellier, 6 de marzo.
El Dr. Gr., quien me cur hace ya varios aos de una de mis crisis de depresin
melanclica, me habl hace varios das para decirme:
S que para huir del hasto usted anda de ciudad en ciudad buscando a personas
que salgan de lo comn. Por qu no va a conocer al Abate d'Espagnac, que es el
sacerdote ms singular de toda la dicesis? No tiene cura de almas, no ensea, es
de familia noble y rica y vive en su palacio, uno de los ms hermosos y ms
antiguos de Montpellier, en el que tiene una capilla privada, un hermoso jardn y
una rica biblioteca, cosas que le ayudan a soportar la melosa antipata de sus
cofrades y de la buena sociedad.
Pero, en qu consiste su singularidad? Vaya a visitarlo y lo sabr directamente
de l. No quiero disminuir el sabor picante de la sorpresa. El Dr. Gr. fue tan atento
que lleg a griffonner una cartita de presentacin, y hoy hice que me condujeran a
casa del Abate d'Espagnac.
El palacio donde vive se levanta en uno de los ms amenos sitios de Montpellier, y
por lo que pude ver se remonta al siglo XVI. Lo circunda y adorna un amplio jardn
de estilo italiano, con bordes de boj, bosquecillos de cedros y pinos y fuentes de
mrmol ubicadas en medio de matorrales de rosales.
El Abate d'Espagnac me recibi con una amabilidad intermedia entre lo aristocrtico
y lo eclesistico. Estbamos en su biblioteca, donde en seguida atrajo mi curiosidad
Conversacin 52
QUIERES LA PAZ?
Avin, 18 de febrero.
NO OS FIIS DE NADIE
LAS PALOMAS HAN SIDO HECHAS PARA SER ASADAS
LAS CRUCES HAN SIDO HECHAS PARA LAS ALMILLAS DE LOS
CABALLEROS
SI QUERIS CONOCER CUAL ES
EL REMEDIO INFALIBLE
QUERIS LA PAZ?
En la noche del mircoles fui de los primeros que entraron en el saln del Gran Caf
Mogador. Era la sala grande, pero cuando llegu habra al mximo una docena de
personas, casi todas ancianas. Se hicieron las nueve y media y an estaba sin
ocupar la mitad del lugar. A las diez apareci en el palco destinado al orador el
seor Pierre Louis Gourjat. Era un hombre rechoncho, de unos cincuenta aos
edad, usaba barba negra de coleta y traa un sobretodo tambin negro en el que
luca un cuello de astracn. De su larga perorata citar aqu nicamente los pasajes
que ms me impresionaron:
No os dejis embrollar por las largas eyaculaciones oratorias en las que se repite
hasta perder el aliento, con sospechosa monotona, la palabra "paz". Juzgando por
lo que vociferan nuestros gramfonos polticos, difundidos por la radio y los diarios,
todos los gobiernos quieren la paz, todos los partidos aspiran a la paz, todos los
responsables, sin excluir a los generales y almirantes, suean nicamente con la
paz. No os fiis de esas charlataneras hipcritas ni de esas proclamaciones hechas
de mala fe. Las omos ya, casi iguales, en los aos 1914 y 1938, y fueron el
preludio y el prlogo de las guerras ms horribles y duraderas que han perturbado
al mundo. Cuando vuestros jefes polticos y militares hablan demasiado de la paz,
se debe temblar de espanto.
Tambin hoy, si damos crdito a las recuas parlanchinas oficiales y oficiosas, el
pensamiento dominante de todos los pueblos y de todos los partidos es la paz
universal y definitiva. Tanto en el Norte como en el Sur, en el Oriente y en el
Occidente, entre los negros y los rojos, entre los grises y los azules, nadie hay que
no desee la paz, que no trabaje en pro de la paz, que no predique la paz. Y es
precisamente esa unanimidad lo que me aterra.
Durante los escasos perodos en los que rein verdaderamente la paz, ninguno
hablaba acerca de ella, a lo ms se hablaba de guerras, de guerras de un triste
pretrito.
Sabis vosotros cmo es que nuestros presidentes y ministros, en cualquier pas
de la tierra, preparan la paz. Su mtodo consiste en fabricar armas cada vez ms
abundantes y mortferas, consiste en adiestrar a un nmero cada vez ms elevado
de seres humanos, en el arte de suprimir a sus semejantes. En definitiva actan
como actuara el que dijese que el modo ms seguro para evitar los incendios
consiste en amontonar paja, estopa y petrleo en una fbrica de explosivos y de
fuegos artificiales. Todos sabis que cuando se colocan en conjunto o a poca
Todo el resto de la humanidad, todos los dems seres humanos que viven bajo la
amenaza de esa incubacin de exterminio, todos ellos, repito, estn interesados a
fin de que esa huelga colosal, segura promesa de salvacin, tenga buen xito, razn
por la cual todos se sentirn felices ofrendando dinero y medios de vida,
aprovisionamientos, subsidios y pagas diarias a los obreros de las industrias blicas,
para el sostenimiento de ellos y de sus familias. Y una vez lograda la victoria de
esta sublevacin en pro de la paz, cuando los gobiernos y los ciudadanos no deban
y a ms soportar el insoportable peso de los gastos militares, entonces ser fcil
crear nuevas industrias destinadas al bienestar general, industrias en los que se
dar ocupacin, con fines ms humanos y prudentes, a los obreros que hasta
entonces haban vertido sus esfuerzos a las industrias del homicidio y de la
devastacin. As pues, para todos nosotros se trata de algo en que se juega vida y
muerte.
Seores: he sugerido el nico medio eficaz para que la vida triunfe sobre la
muerte. Veremos ahora si los proletarios y sus guas son capaces de comprender y
actuar mi proposicin. Queris en verdad la paz? Destruid entonces y para
siempre lo que sirve para hacer la guerra!
Con gran maravilla de mi parte comprob que el fogoso discurso del seor Pierre
Louis Gourjat no conmovi demasiado al escaso auditorio del Gran Caf Mogador.
Se oyeron algunos dbiles y raros aplausos; algunos seores de edad avanzada
sonrean y se hacan guios; uno de ellos dijo en voz alta: Este seor Gourjat es
un alucinado, y las autoridades deberan entregarlo a los psiquatras.
Conversacin 53
MUERTO POR EL AMOR
Biarritz, 6 de septiembre.
Conoc a Runo Elodial en Pars, hace pocos aos, en el estudio de un amigo pintor.
Era entonces un hermoso joven rubio, fresco e infantil, agitado por el anhelo de ver,
de comprender, de admirar. Fijaba sus glaucos ojos en las telas del estudio como si
quisiera asimilarse a ellas, como si pretendiera devorarlas. Su entusiasmo de
Conversacin 54
LA RESURRECCIN DE LA MATERIA
Biarritz, 3 de agosto.
estuvo constituido enteramente por lo que se llama vida. En el principio era el Verbo
y el Verbo se encarn en la Vida. Este concepto concuerda mejor que ningn otro
con la dignidad del Creador. Cmo poda Dios, que es puro espritu, dar origen a
un mundo formado de materia inerte, o sea a una sustancia tan inferior a la suya?
No; cre la vida, solamente la vida, esa vida que, incluso en sus formas ms
humildes, est asociada a las manifestaciones espirituales.
Pero la vida, como para pagar su divina superioridad, est sujeta a la muerte. Y
aqu se halla, finalmente, la revelacin del misterio que fatiga desde hace siglos a
los hombres. La materia no es ms que el inmenso cadver de la vida originaria. No
sucede que surja la vida de la materia, como sin prueba vlida alguna lo pretenden
los materialistas, sino que de la vida que poco a poco se apaga, toma su origen lo
que hoy se denomina materia. Los seres vivientes no seran otra cosa que los
ltimos restos suprstites de aquella vida total y triunfal que llenaba el universo.
Hoy, en cambio, el universo se ha convertido en un interminable cementerio donde
las criaturas vivas, restos extremos de la creacin viviente, parecen ser huspedes
errantes y amenazados, raros y casi a desaparecer en medio de un mundo que poco
a poco se ha vuelto inerte e inorgnico por parlisis y caquexia en el decurso de los
milenios.
Los clebres experimentos de Bose han venido a confirmar la intuicin de Preyer:
incluso en los metales, hasta en las piedras, hay trazas aun cuando sean mnimas y
apenas perceptibles, de algunos caracteres de la vida, por ejemplo, de la
sensibilidad y de la enfermedad.
Si estas concepciones son verdaderas, y yo las juzgo cientficamente
demostrables, corresponde al hombre, al suprstite ms consciente de la vida
universal, una labor y misin gigantesca: la resurreccin de la materia. Si sta fue
en su origen enteramente viviente, debemos restituirla a su estado primitivo, a su
dignidad superior. Las piedras que hollamos, las inmviles montaas que
contemplamos maravillados, las rocas y las aguas, todos esos elementos fueron en
un principio criaturas semejantes a nosotros, capaces de sentir, de amar, de
pensar, de engendrar. En una palabra, son seres hermanos nuestros, que estn
adormecidos en el inmvil congelamiento de la muerte. Es deber nuestro
resucitarlos, elevarlos nuevamente a la vida, y solamente entonces ser posible la
Conversacin 55
UNA CONVERSACIN CON PAUL VALERY
(O CERCA DE LA FILOSOFA Y LA POESA
Pars, 20 de marzo.
Conversacin 56
LA POESA DEL OCTOGENARIO
(DE VCTOR HUGO)
Niza, 29 de diciembre.
Seccin 9
Conversacin 57
DEL ODIO
(DE STENDHAL)
Pars, 30 de marzo.
On dit que la Haine est aveugle mais on dit la mme chose de l'Amour. Il n'y
a qu'une diffrence la Haine n'est pas capable de voir les bons cts d'un
tre; l'Amour est incapable de percevoir ses mauvais cts. Au point de vue
des relations humaines cette diffrence est notable mais elle n'existe pas du
tout quand on songe la substance de la chose. Ceux qui ne voient pas le
blanc et ceux qui n'aperoivent pas le noir sont galement dous de mauvais
yeux.
Les aboutissements de la Haine : le Pardon ou la Vengeance. Les mes
faibles et craintives choisissent le Pardon. Les mes orgueilleuses et sans
crain te font recours la Vengeance. Mais la Vengeance exige beaucoup
d'efforts et de patience: quelquefois il faut attendre des annes l'ocassion
propice de se venger. On pourrait dmontrer que le Pardon n'est qu'une
forme -peut-tre la plus cruelle- de la Vengeance. Mpris absolu envers celui
que nous hassons. Son acte ne m'atteint pas (orgueil?). La Vengeance est
confie Dieu et sera d'autant plus terrible.
Utilit de la Haine. Elle pargne 1'homme ha (et qui se sait surveill par son
ennemi) beaucoup de sottises et de faux pas. Ya Haine, comme toutes les
passions, grandit son object et accroit le sentiment de sa valeur. Les
mediocres n'ont pas d'ennemis. Celui qui hait est un bienfaiteur malgr lui.
Odio il peccato e non il peccatore, disent les italiens. Mais le pech n'a pas
d'existence propre, abstraite, impersonnelle. II est toujours incarn dans
certains hommes en chair et os. Celui que hat le pech est forcment conduit
la haine du pcheur, c'est dir de son prochain, et il tombe lui mme, sans
le vouloir, dans le pech.
La Haine, quelquefois, peut mourir mais alors elle se transforme presque
toujours dans le sentiment oppos: LAmour. Les mes passionnes ne
connaissent pas le mpris, qui est la ngations de la Haine, ni l'indifference:
elles vont toujours aux extrmes.
Conversacin 58
TODO POR REHACER
Saint-Moritz, 28 de julio.
Desde hace quince das estoy en este hotel, solo con mi secretaria india, y no he
querido conocer a ninguna de las personas que andan por aqu. Pero me he dado
cuenta de que un seor anciano, que tal vez fuera escandinavo, me segua y
espiaba, como si deseara mucho trabar conversacin conmigo. Siempre lo vea
cerca de m, en la sala de escribir, en el bar, en el porche, en la veranda y en el
parque, y no me quitaba los ojos de encima. Yo le hua, no me agradaba y tena un
aspecto poco grato. Era de fsico grande, con caractersticas de enfermo bacilar, dos
ojos sucios encajados en las rbitas y rodeados por arrugas lvidas; el color de su
piel oscilaba entre el terroso y el verde. Pareca un reptil que se hubiera criado en
arenales paldicos. Me esforzaba por no mirarlo, apartando mis ojos de los suyos.
Sin embargo, ayer por la noche el nrdico logr hablarme. Fue culpa de mi
secretaria india, a la que el reptil logr sobornar, no s cmo. Me hallaba sentado
solo contemplando las montaas, y ella se aproxim acompandolo, musit su
nombre y se alej. Yo estaba cansado y no tuve fuerzas para seguirla y reprenderla.
El hombre enfermo y grisceo comenz a hablar en perfecto ingls
- Le dir en seguida por qu deseo conversar con usted. En un diario suyo que se
public en los Estados Unidos le algunas drsticas y mordientes definiciones de las
obras maestras de la literatura universal. Me agradaron muchsimo, tanto que las
aprend de memoria y frecuentemente reflexiono sobre ellas. Las mismas me han
inspirado el proyecto de una titnica, pero urgentsima empresa. Me escucha
usted?
- Le escucho porque tengo dos odos y no puedo evitarlo; le escucho porque no
tengo ni la voluntad ni la energa suficiente para levantarme de esta poltrona. Siga,
pues, pero no deje de mirar su reloj, pues dentro de media hora me ir a dormir.
- Vale la pena escuchar una idea que tuvo su origen en su libro. Me convenci usted
de que la vieja literatura humana se ha de rehacer toda, o por lo menos precisa
audaces restauraciones. Desde hace algunos aos consagro todo mi tiempo, mi
ingenio y mi ciencia, a esta gigantesca empresa. Desde los tiempos de Homero en
adelante, y tambin desde Goethe hasta ahora, el mundo se ha transformado
profundamente, mientras que aquellas obras clebres han permanecido
obstinadamente siendo las mismas. Cambiaron los gustos, los humores, los
pensamientos, las costumbres, las tcnicas y las metafsicas; todo se ha cambiado y
cambia. Por esto, los libros antiguos son parcialmente ininteligibles y parcialmente
duros para los lectores de ahora. Hasta la forma, que tan perfecta pareca a los
antiguos, ha de ser mejorada y pulida para que sea ms grata a nuestro tiempo. A
las que nada se han de cambiar las situaciones, las alternativas, las tesis y las
catstrofes. Un trabajo mprobo, pero apasionante.
Conozco y domino las lenguas ms importantes del mundo y pude,
consiguientemente, trabajar en los originales. Comenc con los poemas homricos,
tan ingenuos y bastos para nuestros ojos. Quit de la Odisea todas las fbulas
infantiles que en ella haba, sustituyndolas con un instructivo periplo del antiguo
Mediterrneo. La matanza de los Procos me pareci indigna del prudente Ulises; la
cambi imaginando que los procos fueron enviados al exilio y que el hijo de Laertes
se puso en camino para hacer otros viajes ms all de las Columnas de Hrcules.
Tambin el Edipo, de Sfocles, me pareci demasiado fabuloso y deshumanizado.
He hecho que Edipo recupere milagrosamente la visin y que Antgona contraiga un
buen matrimonio.
Tuve que rehacer casi por completo La Divina Comedia. Desde el fallecimiento de
Dante hasta nosotros han pasado ya ms de seiscientos aos, apareciendo en ese
nterin muchos otros pecadores y malhechores que bien merecen ser colocados en
el Infierno. Elimin, adems, todos los rellenos teolgicos que haba en el poema,
los que no slo eran fastidiosos, sino que, y esto es an peor, no corresponden ya a
las conclusiones alcanzadas por la moderna filosofa positivista.
Tambin el Hamlet me ha dado mucho trabajo. Deseoso Shakespeare de saciar los
feroces gustos de su pblico, ha hecho morir con muerte violenta a la mayora de
los personajes. Ya he remediado eso Hamlet mata al padrastro adltero, pero sale
del paso con algn que otro rasguo; Ofelia es salvada mediante la respiracin
artificial y en la ltima escena ya puede casarse con su querido prncipe.
Del Don Quijote tuve que rehacer por lo menos la mitad. En el hroe reformado
por m, sus ratos de buen juicio se alternan con los ataques de locura, y surgen as
amensimos encuentros y aventuras formidables.
Conversacin 59
EL REGRESO
(DE FRANZ KAFKA)
Praga, 27 de marzo.
Praga. Le disgusta mucho dejarla porque se han casado poco tiempo antes y estn
muy enamorados, pero el deber y el inters le obligan a partir. Dicho viaje deba
durar un mes y medio, pero por diversas causas, que Kafka no hace saber, el seor
W. B. se ve obligado a permanecer ausente por espacio de dos meses. Finalmente
llega el tan deseado da del regreso; aproximndose la noche desciende en la
estacin ms cercana a su morada, en la estacin le aguarda una carroza pedida
por telegrama; ha realizado buenos negocios y est contento, pero ms que nada
est contento al pensar que al cabo de tanto tiempo podr abrazar a su buena y
hermosa Mara. Llega finalmente a la puerta de madera de su jardn. Ya es de
noche. El jardinero sale a su encuentro llevando un farol. Mirando a su alrededor
todo le parece nuevo, aunque nada ha cambiado. El viejo perro blanco lo reconoce y
le hace fiestas; la vieja criada que le sirvi desde la niez est a la entrada de la
puerta, le sonre, le da la bienvenida, le ayuda a quitarse el grueso capote negro
especial para viajes
-Ninguna novedad? - Ninguna, seor. -Y la seora?
- Baja en estos momentos.
En efecto: por la escalera de haya que conduce a la planta alta desciende una mujer
que saluda alegremente al seor W. B., pero ste, cuando la mujer est cerca, hace
un movimiento de estupor y- en lugar de abrazarla camina hacia atrs sin decir
palabra. Aquella joven seora, vestida de terciopelo, no es su Mara, no es su
esposa. Mara es morena como una meridional, mientras que sta tiene los cabellos
de un color rubio ceniza; Mara es de mediana estatura y algo redonda, mientras
que sta es alta, delgada. Ni siquiera los ojos son los mismos: la desconocida que
pretende abrazarle tiene ojos azules clarsimos, casi grises, mientras que los de
Mara, oscuros v ardientes, se parecen a los de una mujer criolla.
Y, sin embargo, esa seora lo llama por su nombre con voz acariciadora, le pide
noticias acerca de su viaje y de su salud, toma una de sus manos y le atrae hacia s,
lo besa con labios clidos en ambas mejillas. El viajero es incapaz de articular una
sola palabra, le parece que en lugar de entrar en su casa ha ingresado al mundo de
los sueos; le agradara que alguien lo despertara. Pero, todo es all normal excepto
la nueva mujer: la casa es siempre la misma, los muebles son los mismos que dej
al partir, el jardinero, dejadas las maletas, aguarda rdenes de la duea de casa, la
Conversacin 60
ANCIANOS Y NIOS
(DE LEN TOLSTOI)
Praga, 24 de octubre.
Conversacin 61
LA HISTORIA UNIVERSAL A VUELO DE CUERVO
Jena, 2 de noviembre.
Me han dicho que en esta famosa universidad, en la que dict ctedras de historia
Federico Schiller, hay ahora un historiador de ingenio extraordinario, discpulo de
Vollgraf y adversario de Toynbee, que arrastra a sus lecciones un auditorio
numerossimo compuesto en su mayora por oyentes extraordinarios y por muy
pocos estudiantes matriculados. Tambin yo quise ir a escuchar sus clases.
El profesor Eselstein es un hombre macizo, elefantino, de rostro rubicundo y de
cabellera rojiza. Habla con voz suave y sutil, lo que causa un contraste enorme con
su corpulencia.
Comenz afirmando que todas las divisiones actuales de la historia universal, son
tontas, superficiales y errneas. Segn Eselstein, la menos estpida es la que se
funda en el agua y divide la historia del gnero humano en tres edades: potmica,
mediterrnea y ocenica. Ms, tambin esta divisin tiene un valor ms espacial y
geogrfico que temporal e histrico, de modo que ha de ser rechazado lo mismo
que las otras.
Afirma el profesor que la divisin de los periodos histricos se ha de hacer teniendo
en cuenta el factor esencial, dominante y permanente de la historia que se ha
desenvuelto hasta el presente. De acuerdo con su juicio es ahora claro que ese
Conversacin 62
VISITA A HITLER
(O DE LA DICTADURA)
Berln, 10 de agosto.
La audiencia fijada en la Cancillera era para las diez de la noche, pero tuve que
esperar ms de una hora en un saloncito forrado de cuero, vindome frente a frente
con un dominante retrato de Federico II de Prusia. Me dijeron que a ltima hora el
Fhrer haba hecho reunir un consejo de generales. Finalmente, cuando me
Conversacin 63
LA SUBLEVACIN DE LOS DIOSES
(DE GOETHE)
Weimar, 6 de abril.
obra a la que los herederos, ignoro por qu razn, han querido tener oculta y que
jams fue impresa.
Hice transcribir y traducir para m esas desconocidas cuartillas, tituladas La
Sublevacin de los Dioses y que datan del ao 1810. El viejo pagano, que
comprendi poco o nada el Cristianismo, imagina que los cados dioses de las
religiones antiguas no estn muertos, sino que viven en una especie de Olimpo que
dista igualmente del infierno y del cielo. Nmenes derribados, lo han perdido todo:
honores y culto, pero no han perdido la existencia. Viven en una especie de
melanclico apartamiento, algo similar a los Ades de los griegos, piensan y
discurren entre s recordando con resignada nostalgia las glorias y gestos de los
tiempos idos.
El venerable Zeus sostiene an en su cansada mano los rayos apagados; Juno se ha
convertido en una harpa enfermiza; la belleza de Venus se ha marchitado; Apolo ya
perdi su nimbo solar; Minerva, triste y llena de achaques, se parece ms y ms a
su mochuelo; Marte se muestra flojo y lento como un guerrero veterano
reblandecido por la vida sedentaria; Neptuno, expulsado ya del ocano, se parece a
un monstruo marino abandonado e inerte en la playa.
Los esplendorosos dioses de Grecia, escribe Goethe, parecen ser una tropa de
srdidos mendigos a los que se ha desprovisto hasta la de la esperanza de obtener
limosnas. Incluso las Nueve blusas parecen decrpitas y trasquiladas ovejas que se
apretujan para atenuar la frialdad de la vejez.
Solamente Dionisio, dios de la ebriedad y de la resurreccin, conserva algn reflejo
de las antiguas fuerzas. No ser acaso similar al nuevo Dios victorioso, que am
como l el fruto de la vid y resucit de la muerte? Y un buen da Dionisio se apresta
a sacudir del torpor a sus compaeros, los rene en asamblea y con verbo alado les
reprocha y anima
Fue en verdad justa nuestra condena? Han pasado ya diecisis siglos desde que
se abatieron nuestros santuarios y se echaron por tierra nuestras estatuas, pero,
acaso los hombres llegaron a ser ms virtuosos y felices? No ramos nosotros
ms benignos para con la msera vida de los mortales? Zeus, el padre supremo, era
llamado tambin Soter, el liberador; Heracles redima a los hombres del terror de
los monstruos; Prometeo les proporcion los inestimables bienes de la civilizacin;
Seccin 10
Conversacin 64
VIDA IGUAL A MUERTE
(DE KIERKEGAARD)
Copenhague, 6 de enero.
Entre los manuscritos inditos de la coleccin Everett hall una libreta con apuntes
desordenados, escritos en lengua dinamarquesa; lo traje aqu a Copenhague a fin
de que me los tradujeran.
El joven profesor Olaf Rasmussen, despus de examinar el cuadernillo me dijo que
se trata de pensamientos inditos de un valor inestimable, pues ha reconocido la
escritura del famoso Sren Kierkegaard, primer patriarca del existencialismo.
Segn parece, Kierkegaard tena la intencin de escribir, antes de morir, una obra
nueva, y tal vez esos apuntes en mi poder son la prueba ltima de su pensamiento.
El profesor Rasmussen fotografi una a una todas las pginas de la libreta e hizo
para m una diligente traduccin del contenido.
El libro del malhadado filsofo hubiera tenido por ttulo Vida Igual a Muerte, y su
comienzo era el siguiente
Platn escribi que la filosofa es una preparacin para la muerte. Pero debi haber
dicho que la vida misma, en su conjunto, no es otra cosa que la preparacin y
actuacin progresiva de la muerte. Lo que llamamos vida es la agona, ms o menos
prolongada, entre la salida de la Nada y el regreso a la Nada. Entiendo la Nada en el
sentido material y humano. En verdad, la fe nos asegura que su verdadero nombre
es Dios, pero no se cambia la sustancia de las cosas, porque la existencia en el
abismo divino, antes y despus de nuestra fugaz aparicin terrena, contina siendo
para la mente humana un misterio, o sea, en definitiva, similar a la Nada.
Al nacer se comienza a morir. Segn los fsicos y los mdicos, cada da se anula
alguna partecita de nosotros. Por lo tanto, la vida no es resistencia contra la
muerte, como alguno podra pensarlo, sino una cotidiana aceptacin de la misma, o
sea, no otra cosa que una forma de la muerte...
Cuando el mstico dice que es necesario morir al mundo no hace ms que repetir lo
que en realidad nos sucede a todos y todos los das. El vivir no es ms que un
continuo renunciar, una prdida perpetua, una anulacin jams interrumpida.
El asceta, el mstico y el santo no hacen ms que esforzarse por abreviar los
tiempos, por acelerar esa disolucin universal de los vivientes.
***
Dios conden al hombre a una sepultura diaria en el sueo, para recordarle esta
verdad saludable y fundamental: no hay diversidad sustancial entre la vida y la
muerte.
***
Quiz Dios cre a Eva durante el sueo, facsmil de la muerte de Adn, para
ensearnos que la vida no puede proceder sino de la muerte.
***
En el Breviario Romano hay un texto que dice as: Media vita in morte sumos. La
diferencia profunda entre los hombres es solamente sta: que los muertos se burlan
de estar vivos, mientras que algunos vivos saben con certeza que estn muertos en
cuanto estn "nel mezzo del cammin di nostra vita".
***
del pasado o como ilusin que se ubica en el futuro. Por lo tanto, la vida no existe
en realidad, por esto existe solamente su opuesto: la muerte.
***
***
***
Las palabras de Cristo: "Dejad que los muertos entierren a sus muertos", son
incomprensibles si no se acepta la identidad entre la Vida y la Muerte. Cmo
podran los muertos, en el sentido vulgar de la palabra, cavar fosas y depositar los
cadveres? Simplemente, Cristo quiere significar que tanto los sepultureros como
los difuntos pueden ser denominados con un mismo nombre, dado que estn en una
misma condicin: muertos.
***
Los muertos estn todava vivos, tal fue el gran descubrimiento de los primitivos.
Los vivos estn muertos; tal fue el descubrimiento de la moderna filosofa
existencialista.
En este lecho en el que me hallo tendido, oh Seor!, no concluyo de vivir, sino
que concluyo de morir. La Resurreccin no tendra sentido...
Conversacin 65
EL NEOCOSMOS
Turku, 10 de julio.
En Turku, ciudad ms conocida con el nombre sueco de Abo, hay una gran
universidad, y segn se dice ensean en ella profesores excelentes. El cnsul
norteamericano me propuso hacerme conocer al ms original de esos profesores y,
con esta finalidad, le invit a comer.
El profesor Murmienni es un hombre de estatura mediana, andar por los sesenta
aos, est bien constituido y se conserva robusto; tiene una cabeza de cnsul
romano en la que brillan dos ojos de vikingo. Ocupa la ctedra de Problemtica
General, ciencia enteramente nueva, segn me lo dijo l mismo, y que se ensea
nicamente en la universidad de Turku.
Al principio se mostr reservado y hasta demasiado taciturno, pero al final de la
comida, despus de beber vinos y licores de todas clases, comenz a hablar con una
desenvoltura que no hubiera esperado de l pocos minutos antes:
Usted quiere saber en qu consiste la ciencia que yo profeso. Le puedo decir que
es la doctrina de lo deseable contrapuesta al conocimiento de lo inevitable, pero
para mayor claridad, prefiero brindarle sucintamente una muestra de mis
enseanzas. Todos aceptan el universo como es, con sus limitaciones, sus lagunas,
sus cosas mal hechas, y los ms, ya sea por inercia o por resignacin, lo consideran
el mejor de los universos posibles. La Problemtica, en cambio, no se contenta con
Conversacin 66
LA CONVERSIN DEL PAPA
(DE ROBERTO BROWNING)
Dakar, 6 de abril.
encarcelado por los enemigos de la verdadera fe, pero pudo huir de entre sus
manos, y hasta se dijo que lo logr con la ayuda de un ngel.
Su nombre lleg a odos del Pontfice reinante, que lo llam a Italia y le confiri un
obispado. Tambin como obispo y en breve tiempo, lleg a ser famoso en los
pueblos. La austeridad de sus costumbres en medio de un clero corrompido, la
victoriosa elocuencia de su palabra, la perfecta ortodoxia de sus enseanzas
teolgicas, todo hizo de l uno de los prelados ms ejemplares e ilustres de su siglo.
Pero esto no le bastaba, precisaba obtener otros honores y dignidades para
consumar la venganza premeditada. En sus vigilias jams olvidaba la hoguera en la
que haban hecho arder a su padre, segn l injustamente. Deba vengarlo, en
forma diablica y clamorosa, precisamente en la capital de la Cristiandad, en Roma,
en San Pedro. La palidez de su demacrado rostro era atribuida al ascetismo de su
vida, pero en realidad no era ms que el reflejo de su prolongado rencor, era el
efecto de una fatigosa y perpetua simulacin.
Muri el anciano Papa y se eligi a otro que haba conocido y admirado a Aureliano,
y en el primer consistorio lo cre cardenal. Aureliano ya se vea prximo a la meta,
y su ardor apostlico en pro de la Iglesia se acrecent ms y ms. Fue Legado
Pontificio, Doctor en un Concilio y Cardenal de Curia; en todo ello demostr ser un
infatigable defensor de los dogmas y de los derechos de la Iglesia Romana. Ya casi
era anciano, pero el alucinante pensamiento de la venganza no lo dejaba ni de da
ni de noche.
Tambin fue alcanzado por la muerte el Papa protector suyo, y en el cnclave
subsiguiente Aureliano fue elegido Vicario de Cristo, obteniendo la unanimidad de
los sufragios. Aun entonces supo ocultar su inmenso gozo bajo la mscara de una
tranquila humildad. Ya estaba prximo el gran da por l esperado y deseado
secretamente durante dolorosos aos de forzada comedia. Haba sido elegido a
comienzos de diciembre; entonces anunci al Sacro Colegio y a la Corte del
Vaticano que la ceremonia de su coronacin se realizara la noche misma de
Navidad. Desde muchsimo tiempo antes haba planeado y soado la inaudita
escena: despus del Pontifical, despus de haberse realizado todos los ritos de la
coronacin, dueo ya de los privilegios y de las prerrogativas del Supremo
Magisterio como cabeza infalible de la Iglesia Docente, entonces se pondra de pie
Conversacin 67
VISITA A HUXLEY
(0 LA MUERTE DEL INDIVIDUO)
Londres, 7 de enero.
Me recibi en su Club, porque esa misma noche tena que salir de Londres. Es un
hombre corts, no es viejo, gran trabajador a pesar de su vista ya debilitada. Le
hice la pregunta por la que ms inters senta.
Cul ser la condicin futura del hombre? Huxley me mir esbozando una
maliciosa sonrisa de complicidad, y respondi
Es el problema que hoy ocupa mi mente ms que todos los otros. Le har
conocer mis ltimas previsiones deseando que resulten vanas y falaces.
Lo que se llama ahora "edad atmica" es, a mi parecer, la crisis del paso del
estado anrquico de la inteligencia humana al estado celular y gregario al que
probablemente estamos destinados. Nos hemos acostumbrado a admirar los
progresos intelectuales realizados por nuestra especie desde la edad cuaternaria
hasta el siglo vigsimo: artes, ciencias, pensamiento, y dems progresos. Pero esa
lozana del espritu humano quiz no sea ms que un lujo infantil, una juvenil
explosin de la raza humana, y que ha puesto en peligro hasta nuestra existencia
como podemos verlo claramente hoy en da, y que el instinto de conservacin har
cesar para dar lugar a una forma de vida enteramente diversa.
La inteligencia, que en su origen fue para el hombre un arma de defensa contra los
peligros y amenazas de la naturaleza, desde hace unos veinte o treinta siglos se
dedic a trabajar por su cuenta, caprichosa y alocadamente, siguiendo dos
orientaciones: la fantasa y el raciocinio. Todos los mitos, los inventos, las
metafsicas, las artes, las utopas polticas y sociales, han procedido de ese doble
juego de la libre actividad mental. Han proporcionado al hombre alegras,
diversiones, alivios momentneos, entusiasmos y voluptuosidades, pero al cabo de
treinta siglos de experiencia los resultados finales son pavorosos y desastrosos. El
hombre ha creado mundos imaginarios, ha construido edificios frgiles, se ha
entregado a encantamientos debilitantes, se ha enviciado con estupefacientes
espirituales nocivos, ha intentado evasiones que concluan por duplicar su
esclavitud. Dicho colapso comenz a manifestarse en el ochocientos. El
romanticismo, el individualismo, el anarquismo, el esteticismo, el satanismo, todo
ello precedi, mediante la disgregacin de la sociedad, de la familia y del alma, a la
disgregacin del tomo operada por los fsicos. La inquietud moral, la alineacin
progresiva, el pesimismo radical, la inestabilidad social, la ruptura con las
Conversacin 68
EL MASCULINISMO
Londres, 18 de septiembre.
Conversacin 69
LOS VENDEDORES DE IMPOSIBLES
Galway, 10 de julio.
severos. Uno de ellos vesta una garnacha de terciopelo turqu, el otro tena puesta
una tnica castao que le daba el aspecto de un fraile.
Una de las mesas estaba ocupada por objetos que brillaban a los ltimos reflejos del
sol; la otra estaba llena de botellas de tamaos diversos.
El viejo vestido de turqu levant uno de los objetos brillantes y lo ense a las
pocas personas presentes. Era un espejo redondo.
Este dijo, es el espejo revelador del tiempo pasado; en l podris ver a vuestro
gusto las imgenes de vuestros difuntos padres, de los antepasados ms lejanos de
vuestra familia.
Luego, el viejo vestido de castao levant una botella de color hiel y exclam
Esta botella contiene un licor portentoso. Bastan unas pocas gotas para devolver
la vida a un moribundo o a un cadver. Pero debo advertir que esa resurreccin no
puede durar ms de veinticuatro horas.
El otro viejo tom de su mesa otro espejo, de forma oval y dijo as:
Este es el espejo de la belleza desconocida. Todo el que se mire en l despus de
haberse purificado con un bao, se ver a s mismo bellsimo, aun cuan do sea un
monstruo deforme o una bruja repugnante. El viejo de castao ense otra botella,
pequea y transparente
En esta botella est contenida una esencia oriental que inspira ternura y
voluptuosidad. Bastar que la hagis oler a la mujer que se os resiste, y os amar.
Pero debo confesar que su milagroso efecto no dura ms de doce horas. Sin
embargo, en doce horas un enamorado audaz puede obtener mucho de lo que
desea.
El viejo de turqu, a su vez, mostr otro espejo grande y cuadrado
Este se llama el espejo de las verdades futuras.
Mirndolo atentamente por espacio de muchas horas sin cansaros, veris desfilar
los hechos notables de vuestra vida futura hasta la hora de la muerte. Cada uno de
vosotros podr conocer anticipadamente lo que le suceder, tanto lo bueno como lo
malo.
El viejo de castao alz otra botella, grande y de color verde
Escuchad, seores. Esta es una de las bebidas ms prodigiosas entre todas las
que se pueden ofrecer a los hombres y sobre todo a las mujeres. Cada gota os har
retroceder un ao, veinte gotas os quitarn veinte aos de edad. Pero se advierte
que la juventud as recuperada desaparece al cabo de dos das. Ms, quin no
querr comprar por dos libras esterlinas dos das de fresca y altiva juventud?
El viejo de turqu mostr al pblico otro espejo, esta vez triangular
Con este espejo se supera y vence cualquier dificultad para leer escrituras
indescifrables o extranjeras. Poned mirando hacia el mismo una carta llena de
abreviaturas o de manchas, la pgina de un libro escrito en rabe o japons, y todo
lo podris leer y comprender en inmejorable ingls.
El otro empu una de sus botellas, parecida a un frasco de medicinas, y afirm
La emulsin contenida en esta botella es una de las ms prodigiosas que puedo
ofrecer a mis oyentes ingerida en ayunas y bastan dos cucharadas de sopa,
proporciona improvisadamente al bebedor el genio poltico. Se recomienda
especialmente a los diputados, a los ministros, a los secretarios de partidos polticos
y tambin a los simples consejeros comunales; desgraciadamente, el efecto dura
muy poco, tan slo cuarenta minutos. Pero en cuarenta minutos un poltico puede
tomar decisiones capaces de cambiar la suerte de una nacin y hasta de todo un
continente.
El otro viejo, sin dejar pasar un instante tom un enorme espejo hexagonal y dijo
as
Seores y amigos: con este espejo podris descubrir a vuestro gusto lo que est
sucediendo lejos de vosotros, de vuestra casa y de vuestra ciudad. Podris ver qu
es lo que hace vuestra mujer amada, cmo se comporta vuestro hijo en la
universidad o en el buque en el que viaja por los mares, podris ver lo que sucede
en la corte del emperador _y en las casas de vuestros amigos. Su nombre es: el
espejo de las realidades aproximadas.
An no haba concluido de hablar cuando su compaero tendi hacia el escaso
auditorio otra botella; voluminosa v de color azul
Sin duda alguna sabis que cada uno de nosotros no est viviendo por vez
primera, que hemos tenido otras existencias, otras vidas en otras edades. Quien
bebe un sorbo del lquido contenido en esta botella podr verse a s mismo tal cual
fue en los siglos pasados, con otros aspectos externos y otros destinos. Pero este
milagro tiene una duracin mnima cinco minutos. Recordaris que los moribundos
pueden repasar en poqusimos instantes toda su existencia, del mismo modo aqu.
Apresuraos, ciudadanos, porque sta es la ltima de mis botellas.
Atnitos y dudando, los pocos presentes no decan palabra, ninguno compraba y los
dos viejos no demostraban tener prisa en vender. El crepsculo se acentuaba ms y
ms, la plaza se haca ms negra y siniestra. Los dos viejos hablaban en voz baja.
Abandon aquel lugar y march hacia las afueras a lo largo de un camino arbolado.
Pero despus de dar unos centenares de pasos, pens
Y si todo fuera verdad?... Si aquellos charlatanes no fueran charlatanes?
Repentina e irresistible me sobrevino la tentacin de comprar todos los espejos y las
botellas. Con pocas libras esterlinas me quitara la curiosidad. Los espaoles suelen
decir: Quin sabe?
Volv lentamente sobre mis pasos y hall la placita, pero aquel lugar estaba desierto
y silencioso, la gente haba desaparecido, el escenario y sus colgaduras no se vean,
los dos viejos se haban desvanecido. Solamente estaban firmes las casas negras,
altas, leprosas, apretadas.
Conversacin 70
EL PARASO HALLADO NUEVAMENTE
(DE WILLIAM BLAKE)
Aberdeen, 5 de septiembre.
Entre los manuscritos inditos de la coleccin Everett hay uno que a pesar de su
brevedad es de los ms importantes, segn me lo confirm un scholar de
Cambridge: es de William Blake, el visionario poeta autor de El Matrimonio del Cielo
y el Infierno. Segn parece, el fragmento que tengo ante mis ojos debi ser el
esbozo de un poema que hubiera tenido por ttulo El Paraso Hallado Nuevamente,
ttulo que recuerda al Paradise Regained, de John Milton, pero tanto el tono como el
contenido son muy diversos.
Blake comienza diciendo que el Edn del que habla la Biblia no puede haber
desaparecido de la faz de la tierra, porque Dios es por esencia creador, y
ciertamente no ha querido destruir una de sus obras maestras. As pues, es
necesario buscar ese Paraso, cosa que ya intentaron muchos hombres durante los
siglos de las luces o sea durante la Edad Media. El ltimo navegante que se esforz
por hallar el Paraso Terrenal fue Cristbal Coln, quien marchando hacia Occidente
se propona llegar al Oriente, lugar donde Dios habra preparado el jardn de delicias
para su primer husped. Pero, por desgracia, el mstico genovs hall tierras que se
interponan entre Europa y Asia, y que resultaron ser cebo y barrera. Con l
concluy la Edad Media y termin la bsqueda del Edn.
Blake imagina ser l mismo el nuevo peregrino que pretende recorrer,
afanosamente, el camino seguido por los dos exilados: por nuestro primer padre y
por nuestra primera madre. Por espacio de largos aos viaja por estepas y bosques,
atraviesa cadenas de montaas y multitud de ros, recorre valles fertilsimos y
selvas terrorficas, marcha por las dunas del mar y los senderos herbceos de los
altiplanos. Encuentra llanuras verdes y jardines florecidos, bosques donde mora la
alegra de los pjaros y frescos oasis de palmeras y fuentes, pero en ningn sitio
halla al verdadero Paraso Terrenal, por doquiera reinan el gemido del sufrimiento y
las sombras de la muerte.
Una noche, cansado y afligido se duerme el peregrino sobre el musgo de una
caverna. Tiene un sueo en el que se le aparece un gigante de cabello blanco, un
gigante que lo mira con ojos fulgurantes e imperiosos; el peregrino cree reconocer
en l al Creador pintado por Miguel Angel en la capilla Sixtina. El anciano habla as
al desesperado viandante
En vano recorres la tierra buscando el lugar donde estuvo el Jardn destinado a
ser morada de Adn. Como premio a tu fe y tu constancia te revelar la verdad que
fue adivinada nicamente por rarsimos santos. El Paraso Terrenal es toda la tierra,
nada ms que la tierra con todas sus regiones, con sus alturas y sus aguas. Adn y
Eva no fueron expulsados de un lugar cerrado, sino que fueron cegados. Las
espadas llameantes de los Querubines cambiaron la visin de sus ojos, los
obnubilaron y no reconocieron el asilo de las delicias y jams lo volvieron a
reconocer. Sus ojos ofuscados vieron malezas y espinas donde haba flores
esplendorosas, vieron piedras escabrosas donde haba gemas refulgentes, zonas
desiertas donde en realidad haba extensiones alfombradas de hierbas olorosas,
lugares nebulosos donde brillaban cielos resplandecientes, horrendos abismos
donde haba valles bendecidos por la sonrisa del sol. El mundo ha quedado tal cual
fue en su creacin desde el primer da, pero los hombres, debido a la alteracin de
su mirada, ven en el Paraso, ya un doloroso Purgatorio, ya un horrendo Infierno.
Y tambin su facultad auditiva fue alterada por el fragor de las espadas, y dejaron
de comprender el lenguaje de los animales y los armoniosos mensajes de las
plantas. Si el hombre pudiera recuperar la limpidez de sus pupilas obcecadas y la
virtud perfecta de sus odos, entonces todo se le aparecera como es en la realidad,
como se le apareci el primer da, antes del pecado.
El anciano extendi su diestra y toc los ojos del durmiente, luego sopl con su
boca en sus odos. Al percibir aquella sensacin el peregrino se despert
sobresaltado, sacudido por un gozoso terror, y sali de la caverna. Ya amaneca, y
Blake comprob que el Seor no le haba engaado: lo que en la tarde anterior le
haba parecido una tierra pedregosa y estril, la vea ahora como una multicolor
fiesta de hierbas y flores, de arbustos cargados con bayas maduras, por doquiera
vea ovejas pastando. Extasiado de estupor, comprendi de golpe los razonamientos
que se decan gorjeando los mirlos y las alondras, alegrndose con l por la
recuperada felicidad.
Y yo, concluye diciendo Blake, despus de agradecer al Seor con un canto nuevo,
regres a mi ciudad, a mi pobre casita, y me di cuenta de que hasta mi reducida
huerta de Londres era un rincn, hasta entonces ignorado, del Edn omnipotente y
eterno.
FIN