Blumer - El Interaccionismo Simbolico
Blumer - El Interaccionismo Simbolico
Blumer - El Interaccionismo Simbolico
El Interaccionismo
Simblico:
Perspectiva y Mtodo
PROLOGO:
H & R A , s .a .
BARCELONA
Ttulo de la obra en ingls:
Symbolic Interactionism Perspecttve and Mehods
Copyright por PrenticeJHall, Inc.
Englewood Cliffs, NJ., USA.
Herbert Blumer
Berkeley, California
INDICE
2 CONSECUENCIAS SOCIOLOGICAS
DEL PENSAMIENTO DE GEORGE
HERBERT M EAD.......... ...................................... ............ 45
7 EL ANALISIS SOCIOLOGICO Y LA
VARIABLE ............................................. ................... 97
El interaccionismo simblico establece las premisas de una filosofa profunda, de gran contenido
humanista. Al elevar el "s mismo a un rango de suprema importancia y reconocer que su formacin y
realizacin se producen a travs de la asuncin de los papeles sociales de los dems, con quienes el
individuo est implicado en las actividades conjuntas de la vida de grupo, d interaccionismo simblico
proporciona los elementos esenciales para la formulacin de un estimulante esquema filosfico particular
mente amoldado a la experiencia social. Los escritos de George Herbert Mead y John Dewey, en especial,
esbozan las lneas generales de esta filosofa.
Para que esta trivial aunque indispensable declaracin no sea mal interpretada,
aadir unas palabras sobre las posturas tradicionales del idealismo y el realismo, ya
que estas doctrinas filosficas han influido considerablemente en la investigacin
cientfica dentro del mbito de la sociologa y la psicologa actuales.
El idealismo sostiene tradicionalmente que el m undo de la realidad" slo existe
en la experiencia hum ana y que surge exclusivamente en la form a en que los seres
hum anos lo ven'. Creo que tal concepto es indiscutible. Es imposible mencionar
un solo ejemplo de caracterizacin del m undo de la realidad que no est m arcado
por la imaginacin hum ana. El ser hum ano no conoce nada que no se presente en
forma de algo a lo que pueda referirse o que sea capaz de indicar. Para sealar
cualquier cosa, una persona tiene que verla desde su propia perspectiva: ha de
describirla tal y como aparece p ara ella. En este sentido no es posible hallar ninguna
fisura en el argum ento de que el m undo emprico existe siempre y necesariamente
en form a de imgenes y conceptos hum anos del mismo. Sin embargo, en contra de
lo que m uchos suelen deducir, esto no traslada la realidad" desde el m undo emp
rico a la esfera de las metforas y los conceptos. Es errneo llegar a la conclusin de
que, com o el m undo emprico slo puede existir p ara el ser hum ano en forma de
imgenes o conceptos, la realidad hay qije buscarla en dichas imgenes o conceptos
prescindiendo del m undo emprico. Esta postura solipsista es insostenible, y hara
imposible toda ciencia emprica. Es insostenible debido al hecho de que el m undo
emprico puede replicar a nuestros conceptos o afirmaciones sobre el mismo, es
decir, desafiar, resistir y no rendirse ante nuestras imgenes o ideas. Tal resistencia
confiere al m undo emprico un carcter obstinado que es el sello de la realidad. Su
inflexibldad, su capacidad de resistir y replicar, exige y justifica la ciencia emprica.
Fundamentalmente, sta persigue como objetivo el desarrollo de imgenes y concep
tos susceptibles de manejar con xito y adaptarse a la resistencia ofrecida por el
m undo emprico sometido a estudio.
El reconocimiento de que el m undo emprico posee u n carcter obstinado con el
que hay que llegar a m j ^ g d o riu stiS M e n a m e irit lainsisencia realista de c
posee una naturaleza real. Con todo, es necesario eludir los conceptos que han
lastrado el realismo tradicional perjudicando seriamente su fecundidad. U no de ellos
sostiene que ese carcter obstinado - o realidad- del m undo emprico es fijo e inm u
table en cierto aspecto esencial cuyo descubrim iento constituye el objetivo de la
ciencia emprica. Por el contrario, la historia de dicha ciencia dem uestra que el
m undo emprico se presenta siem pre aqu y ahora y esta siempre refundindose
debido a la realizaclnde nuevos hallazgos. E f p d ligroque entraa la creencia Be
que la realidad def m undo emprico se concreta en una"forma perpetuam ente inm u
table desemboca en la natural disposicin a considerar qu el conocimiento existente
de dicha realidad constituye es frm a siem pre Jija. La histo n a confirm a que tal
disposTctn supOfte u n formidable freno a las nuevas investigaciones y descubri
mientos. El segundo concepto esterilizante afirm a que la realidad del m undo emp
rico debe ser considerada y asum ida en funcin de los hallazgos de la ciencia fsica
ms avanzada. Esta idea ha tenido efectos particularm ente perniciosos sobre las
ciencias psicolgica y social y n ad a autoriza a defenderla. Lo nico que un estudio
minucioso y honesto ha puesto de relieve es ese inflexible carcter del m undo
emprico. Forzarlo a que encaje en u n esquem a diseado p ara u n segmento dado del
mismo, es filosficamente sectario y n o representa el enfoque de la autntica ciencia
emprica.
La descripcin correcta de esta ciencia es, a mi juicio, la que la define como una
de respuestas a las preguntas form uladas sobre el carcter 'resistente del
m undo emprico en estudio. Hay que respetar esta obstinada naturaleza o carcter.-
tal es, en realidad, el principio fundamental de la ciencia emprica, la cual lleva a
r-nh sus investigaciones obteniendo imgenes del m undo emprico en estudio y
verificndolas por medio de u n severo escrutinio del mismo. Esta simple observa
cin nos permite enfocar correctamente el tema de la metodologa, la cual rem ite a
(o abarca) los principios subyacentes que sirven de gua en el proceso analtico
completo del carcter obstinado del m undo emprico en cuestin. Tal concepto de la
metodologa entraa tres puntos de vital importancia: ( 1) la metodologa abarca la
investigacin cientfica en su totalidad y no slo un sector o aspecto seleccionados
de la misma; ( 2) cada una de sus partes, as com o el acto cientfico en su totalidad,
deben adecuarse al carcter obstinado del m undo emprico en estudio; por lo tanto,
los mtodos de estudio estn subordinados a dicho m undo y han de ser verificados
por ste; y (3) el m undo emprico sometido a estudio, y no un modelo de pesquisa
cientfica, es el que proporciona'la respuesta decisiva sobre la investigacin em pren
dida. M e gustara aclarar cada uno de estos puntos.
(1) A mi m odo de ver debiera resultar evidente que la metodologa se aplica y
abarca todas las partes del acto cientfico. Considero necesario hacer esta salvedad a
causa de la asom brosa inclinacin de la ciencia social en uso a identificar la metodo
loga con cierto sector limitado de la indagacin cientfica y, ms an, a atribuir a
este aspecto parcial una im portancia gratuita. Actualmente, la ciencia social consi
dera con desalentadora frecuencia que el trm ino metodologia" es sinnim o del
estudio de los procedimientos cuantitativos superiores, y que u n metodlogo es
un experto versado en el conocimiento y utilizacin de tales procedimientos. Se le
considera generalmente como alguien que aborda el estudio basndose en variables
cuantifcables, que intenta establecer relaciones entre ellas mediante el empleo de
refinadas tcnicas estadsticas y matemticas, y que orienta su bsqueda por medio
de elegantes modelos lgicos adecuados a cnones especiales de cierto plan de
investigacin. Estos conceptos son slo una parodia de la metodologa considerada
como el estudio lgico de los principios subyacentes en la conducta de la indagacin
cientfica. Es evidente que el mtodo de la ciencia emprica abarca todo el cam po del
acto cientfico, sin om itir las premisas iniciales ni la totalidad de las etapas de
procedimiento comprendidas en dicho acto. Todos estos elementos son de vital
importancia en el estudio cientfico y precisan ser analizados y respetados al desarro
llar los principios de la metodologia. Para facilitar la comprensin de este tema, me
permitir sealar los aspectos ms im portantes de la investigacin cientfica, indis
pensables para la labor de la ciencia emprica.
(a) La posesin y utilizacin de una descripcin o esquema previo del mundo emprico en
estudio. Como antes hemos dicho, esto constituye un requisito previo indispensable
en cualquier estudio del mundo emprico, ya que nicamente podemos contemplar
ese mundo a travs de un esquema o concepto del mismo. La descripcin subyacente
del mundo emprico utilizada orienta y configura en su totalidad el acto del estudio
cientfico. La citada descripcin marca la pauta para la seleccin y formulacin de los
problemas, la determinacin de los datos, los caminos a seguir para obtenerlos, el
tipo de relaciones que se pretende establecer entre stos y las formas en que se
modelan las proposiciones. Habida cuenta del efecto fundamental y omnipresente que
esta descripcin inicial del mundo emprico ejerce sobre la totalidad del acto de la'
investigacin cientfica, sera absurdo ignorarla. Dicha descripcin siempre puede
determinarse mediante un conjunto de premisas constituidas por la naturaleza confe
rida implcita o explcitamente a los objetos clave que intervienen en la descripcin.
La ineludible labor del autntico procedimiento metodolgico consiste en establecer y
evaluar tales premisas.
(b) Formulacin de preguntas sobre el mundo emprico y transformacin de las preguntas
en problemas. Esta etapa constituye el origen del acto investigador. Es evidente que
la clase de preguntas formuladas y el tipo de problemas planteados decide y orienta
las lneas de indagacin ulteriores. Por eso es de vital importancia que el metodlogo
examine minuciosamente y evale con juicio crtico el modo en que los problemas
han sido seleccionados y formulados. La superficialidad, el montono convenciona
lismo y la servil adhesin a la doctrina en la seleccin y planteamiento de los
problemas constituyen el conocido y pernicioso lastre- de la ciencia emprica.
(c) Determinacin de los datos de inters y de los caminos a seguir para obtenerlos. Es
evidente que los datos se derivan del problema, lo que pone de relieve la importancia
que tiene estar seguro del carcter satisfactorio del mismo. Aunque suministrados
por ste, los datos han de ser examinados constantemente para ver si aconsejan la
revisin o desestimacin del problema. Al margen de esto es importante reconocer
que los medios empleados para obtener los datos dependen de la naturaleza de stos.
na razn inversa que permitiese al mtodo seguido en la obtencin de los datos
determinar la naturaleza de stos, corrompera la autntica investigacin emprica.
Estas escasas observaciones revelan la evidente necesidad de determinar y recopilar
los datos atenindose a un juicio critico y minucioso.
(d) Determinacin de las relaciones entre los datos. Habida cuenta que del estableci
miento de conexiones entre los datos dependen los hallazgos del estudio, es impor
tante conceder especial atencin a la forma de conseguirlos. Esto es cierto tanto si el
conocimiento de las uniones es fruto de una acertada reflexin acerca de lo que se
considera como posibles relaciones significativas, o de un procedimiento mecnico
tal como el anlisis de los factores o un esquema de correlacin obtenido mediante
ordenador.
(e) Interpretacin de los hallazgos. Esta etapa final conduce al investigador ms all de
los limites del problema estudiado, puesto que al elaborar las interpretaciones tiene
que relacionar sus descubrimientos con un conjunto terico externo o con un bloque
de conceptos que trasciende el estudio realizado. Esta importante fase final merece un
examen metodolgico en el caso de las ciencias psicolgica y social. Metafricamente
hablando es en ese momento cuando pueden introducirse subrepticiamente nuevas
cartas en la baraja, otorgando a la interpretacin un rango "cientfico" injustificado
por el mero hecho de que las etapas precedentes del estudio han sido cubiertas
correctamente. El cuerpo terico externo o el conjunto de conceptos utilizado para
encuadrar la interpretacin pueden no haber sido verificados y resultar falsos.
(f) La utilizacin de conceptos. Los conceptos desempean un papel primordial a lo
largo de todo el acto de investigacin cientfica. Son elementos significativos en el
esquema previo que el investigador posee del mundo emprico. Es probable incluso
que sean los trminos en los que el problema se plantea. Normalmente constituyen
aquellas categoras para las que se intenta conseguir los datos y en el seno de las
cuales se agrupan stos. Generalmente se convierten nel medio principal de estable
cer las relaciones entre los datos, y suelen constituir los puntos de apoyo para la
interpretacin de los hallazgos. A causa de la decisiva funcin que desempean en la
investigacin cientfica es especialmente importante someter los conceptos a un exa
men metodolgico.
Todo procedimiento metodolgico de tal nom bre ha de abordar los tem as arriba
mencionados, puesto que son una parte esencial del acto de investigacin cientfica
emprica. Sin embargo no debe abordarlos en el sentido de aventurar u n determ i
nado esquema del m undo emprico, ni tam poco esbozando un conjunto de proble
mas sobre el mismo, seleccionando los datos o el m odo de obtenerlos, prefigurando
las lineas de conexin que hay que buscar, bosquejando el m arco en el cual encua
drar las interpretaciones ni determinando los conceptos a utilizar, sino que debe
enfocarlos con miras a establecer los principios necesarios para llevar a cabo todo lo
que .antecede, de modo que se respete y luche tenazmente con el carcter obstinado
del m undo emprico sometido a estudio.
En este sentido una gran parte de la actual metodologa de las ciencias social y
psicolgica es errnea e inadecuada. La m ayor parte de lo que hoy pasa por ser
metodologa se com pone de objetivos como los siguientes: la invencin y empleo de,
refinadas tcnicas de investigacin, norm alm ente con un carcter estadstico avan-
zado; la elaboracin de modelos lgicos y matemticos, presididos con demasiada
frecuencia por un criterio de elegancia; la confeccin de esquemas formales sobre el
modo de elaborar conceptos y teoras; la osada aplicacin de esquem as tom ados en
prstamo, con los anlisis del input-output, los anlisis de sistemas y estocsticos, la
fiel servidumbre a los cnones del plan de investigacin, y el fomento de un procedi
miento particular, como el anlisis de los informes, considerado com o mtodo de
estudio cientfico. Me maravilla la suprem a confianza con que estos objetivos son
presentados como materia de la metodologa. M uchos de ellos, com o los que subra
yan la necesidad del empleo de tcnicas estadsticas y cuantitativas, son obviamente
inadecuados, por la sencilla razn de que slo abordan un aspecto limitado del acto
completo de la investigacin cientfica ignorando otros temas tales com o las prem i
sas, problemas, conceptos, etc. M ayor gravedad reviste an el hecho de que, casi sin
excepcin, prescinden de afrontar la tarea de esbozar los principios sobre el modo en
que deben ser elaborados los esquemas, problemas, datos, conexiones, conceptos e
interpretaciones, segn la naturaleza del mundo emprico en estudio. Los m enciona
dos objetivos representan un esfuerzo por desarrollar una metodologa indepen
diente del inflexible carcter del m undo emprico a la que sta ha de aplicarse. N o es
as como la metodologa se desarrolla en el caso de ia ciencia emprica. Los princi
pios que dicha metodologa com prende han de abarcar el acto de la indagacin
cientfica no de una form a lgica propia e independiente, sino por los cam inos que
tal indagacin debe seguir para explorar un determinado tipo de m undo emprico.
En este importante sentido, la metodologa de las ciencias social y psicolgica no
puede ignorar los temas de cm o hay que considerar el m undo emprico, plantear
los problemas, seleccionar los datos, determ inar e interpretar las relaciones y utilizar
los conceptos.
(2) U na vez admitido que la metodologa abarca todas y cada u n a de las partes
importantes del acto de investigacin cientfica, quisiera com entar y destacar un
punto de m ayor importancia incluso para la metodologa. Cada u n a de las partes de
ese acto - y p o r consiguiente, todo el acto - debe ser sometida a la prueba del m undo
emprico y vlida por dicha prueba. La realidad existe en el m undo emprico y no en
n?^t9<,os empleados p ara studiarlo; hay que descubrirla exam inando ese
m undo, "y no a travs de los anlisis o la elaboracin de los m todos utilizados para
estudiarlo. Los mtodos son meros instrum entos concebidos p ara reconocer y anali
zar el carcter obstinado del m undo emprico, y por ello su valor reside nicamente
en su capacidad de hacer posible la tarea a realizar. En este sentido fundamental, los
procedimientos empleados en cada una de las partes del acto de investigacin cient-
fca han de evaluarse en funcin de si respeta o no la naturaleza del m undo emprico
en estudio; se trata pues de saber si lo que significan o implican es la naturaleza de
aqul. As pues, el esquema subyacente del m undo emprico utilizado en el acto de
la investigacin cientfica requiere un examencrtico que permftaBecdir si es cierto
f f n o 4o ^ si j a s prOHemas sometidos a e stu ^ o aeben sercn c a m e n te enjuiciados
para ver si son autnticos problem as dtT'mhdo e m p iric b Y tiy que oB ServaraT ra
datos seleccionados seen ' 3e hecKoTen dicho m undo 11 carcter que se les ha
conferido en el estudio; de m odo parecido es necesario exam inar el propio m undo
emprico, con independencia del estudio, para com probar si las relaciones presu
puestas entre los datos se dan en la form a enunciada; las interpretaciones de los
hallazgos, teniendo en cuenta sobre todo que proceden de fuentes externas, ajenas al
estudio, deben someterse a u n a prueba emprica; y por ltimo, los conceptos utiliza
dos a lo largo de la investigacin requieren particularm ente un exam en para verifi
car si encajan en el mundo emprico al que se supone que hacen referencia. El
tratam iento metodolgico exige, cuando menos, todas estas etapas.
Evidentemente, sin embargo, este tipo de exmenes y evoluciones de la indaga
cin cientfica son m uy poco frecuentes en lo que actualm ente se denom ina metodo
loga de las ciencias social y psicolgica. Las premisas, problemas, datos, relaciones
e interpretaciones son aceptadas casi siem pre tal y com o se presentan, evitndose asi
su anlisis directo en funcin del'm undo emprico. En lugar de ello, la metodologa
actual insiste en seguir otros cam inos p ara tratar de determ inar la validez emprica
de los esquemas, conceptos, relaciones, etc. Estas otras vas recomendadas y amplia
m ente utilizadas son las siguientes: (a) sujecin a u n protocolo cientfico; (b) insisten
cia en la reproduccin de estudios de investigacin; (c) confianza en la verificacin
de las hiptesis; y (d) empleo de procedimientos supuestamente operacionales. Co
m entar cada uno de estos esquemas alternativos.
Existe la creencia harto difundida y profundam ente arraigada en la sociologa y
la pskk>iBrfle'wiB uua fid ,adlieit^'rt"flgg^m T O m C T fe'se ii5!gS"om pro tn
colo acertado en el procedimiento investigador permite obtener automgtigunBttte
resultados vlidos para el mundcT mpric. El r t d o l jcorrecto'? constituye la
p ^ a orm al n sociologa y pscolga 7 ^ t a K en representado por io que hoy
denom inam os principios"3eT pan de lnvstigacin. Se presenta a les investigadores
com o el modelo de indagacin cientfica; los especialistas y directores lo emplean
para evaluar los planes de estudios, y los organism os de subvencin lo aplican con
bastante rigor a la evaluacin de los proyectos de investigacin. Todo ello refleja la
creencia de que u n a fiel adhesin al protocolo del procedimiento investigador es una
garanta de que se respeta la naturaleza del m undo emprico. Tal garanta n o existe,
desde luego. E n el seno del protocolo cientfico" se puede trabajar inconsciente
m ente con falsas premisas, problem as errneos, datos falseados, relaciones deform a
das, conceptos inexactos e interpretaciones sin verificar. El protocolo n o lleva incor
porado ningn mecanismo que perm ita com probar si las premisas, datos, relacio
nes, conceptos e interpretaciones son corroborados p o r la naturaleza del m undo
emprico.
Esta observacin es igualmente aplicable a la confianza depositada en la repro
duccin de estudios que utilizan un protocolo de investigacin preestablecido. Esta
reproduccin n o satisface la necesidad de validar em pricamente las premisas, pro
blemas, conceptos y dems elementos fundam entales de estudio cientfico. El hecho
de que un estudio de este tipo, que se basa en un determinado protocolo, propor
cione o no el mismo resultado que un estudio anterior es independiente de la
cuestin de la validez emprica de las premisas, problemas, etc., que se utilizan.
Sin lugar a dudas, la verificacin de las hiptesis es el sistema que la psicologa y
la sociologa emplean con preferencia actualmente para determ inar la validez em p
rica de un enfoque concreto. El razonam iento que se sigue en este caso es m uy
sencillo. Se comienza elaborando un esquema, teora o modelo del m undo emprico
o rea en estudio. Los esquemas, teoras y modelos representan la form a en que
se supone que el m undo emprico funciona o est estructurado. A continuacin se
deduce del esquema la afirmacin de lo que cabra esperar que suceda bajo tal o cual
conjunto de circunstancias. Esta aseveracin constituye la hiptesis. Luego se em
prende el estudio de u n rea emprica determinada que represente dichas circunstan-,
cas. Si los descubrimientos derivados de este estudio confirm an la hiptesis, se da
por sentado que el esquema, teora o modelo a travs del cual se ha deducido
aqulla son empricamente vlidos. Lgicamente, este punto de vista se basa en una
nocin deJ tipo "como si... es decir, se enfoca el m undo emprico como si poseyese
tal o cual estructura, se extraen conclusiones restringidas y especificas sobre lo que
podra descubrirse si el m undo emprico poseyese realmente la estructura que se le
atribuye, y a continuacin se com prueba si tales conclusiones se dan en el citado
m undo emprico.
Hay una parte de verdad en este enfoque, pero slo si: (a) la hiptesis compendia
realmente el modelo o la teora de los cuales se ha deducido; y (b) si la verificacin
de las hiptesis va seguida de una minuciosa bsqueda de casos empricos negati
vos. Con excesiva frecuencia estas condiciones no se cumplen en las ciencias social
y psicolgica. La hiptesis raram ente encarna o refleja la teora o modelo de un
m odo tan decisivo que stos corran la misma suerte que la hiptesis sometido a
ensayo. M s a n , la corroboracin de la hiptesis es inequvocamente inadecuada
cuando se limita a u n a situacin emprica particular circunscrita por aqulla; es
necesario com probar si se mantiene igualmente ante una serie de otras situaciones
empricas relevantes cuyos planteamientos sean lo ms variados posible. A menos
que se cum plan estas dos condiciones especficas, lo nico que se verifica es la
hiptesis, no el modelo o esquem a terico del cual se ha deducido. Como veremos
ms adelante, y tenemos buenas razones p ara comprenderlo, los esquemas tericos
de la psicologa y la sociologa se han distinguido siempre por la facilidad con que se
verifican las hiptesis de ellas deducidas o, com o sucede a veces, por la notable
capacidad que dichos esquemas poseen p ara conservar intacto u n slido rango,
incluso cuando se com prueba que determ inadas hiptesis deducidas de las mismas
carecen de fundamento. Esto se aprecia ad nauseum en esquemas teorticos tales
como la doctrina de los instintos, el conductism o w atsoniano, la psicologa de la
Gestalt, o la concepcin de estmulo y respuesta, el psicoanlisis, el modelo input-
output, el concepto orgnico de la sociedad hum ana, el determ inism o cultural y el
funcionalismo estructural. Los defensores y partidarios de estas teoras n u nca tienen
dificultades para verificar Taff h ip te ^ qe form ulan a partr3 e s u s esquemas.
T a i p o S ^ w ^ l e 'S f o s , ya trasrjcH aioS r^saprezcannpiof^rT effi^ ^ q ^ e las
hiptesis de ellos deducidas hayan perdido validez. Las causas de su desaparicin
tienen distinto origen. Estas observaciones debieran despertar el ms absoluto recelo
ante la general confianza ^OeTas^cSehcis scfr y psicolgica depositan en r verifi-"
validez
para dudar de la eficacia de este procedimiento socio-psicolgico en cuanto a deter
m inar la validez emprica de las premisas, problemas, datos, relaciones, conceptos e
interpretaciones.
El ltimo tipo de procedimiento - e l llamado o peracionaT - es a n menos apro
piado para determ inar la validez emprica de los elementos clave del acto de investi
gacin cientfica. 1 "procedimiento operacionaT se b a sa en la idea de que a un^
aseveracin o concepto teorticos se les puede conferir validez y referencia empri
cas desarrollando un procedimiento especfico y regularizado de aproximacin a l,
fnrtampTrioo. Dicho procedimiento u operacin puede consistir en el uso de un
t stru n a escala! un instrum ento de medida o una modalidad normalizada de investi
gacin. El procedimiento operacionaliza" el concepto o proposicin teorticos. Si la
operacin en cuestin supera con xito las pruebas de fiabilidad, es utilizado como
instrum ento seguro para la obtencin de datos empricos especficos. A su vez, se
presum e que tales datos constituyen referencias empricamente vlidas del concepto
o proposicin operacionalizada . El empleo de los tests de inteligencia es un tpico
ejemplo de procedimiento operacional. Los tests son instrumentos exactos y norm a
lizados que proporcionan datos empricos precisos y dignos de reproduccin, y estos
datos (cocientes de inteligencia) pueden ser considerados con justicia como firmes y
vlidas referencias empricas del concepto de inteligencia. En realidad, una cuida
dosa reflexin pone de relieve que el procedimiento operacional n o constituye en
absoluto una validacin emprica de lo que est siendo "operacionalizado. El con
cepto o proposicin que se 'operacionaliza" -e l concepto de inteligencia, por ejem
plo-, se refiere a algo que se considera est presente en el m undo emprico, con
distintas formas y bajo diversos planteamientos. As, por ejemplo, en la vida emp
rica se considera que la inteligencia es algo presente en terrenos tan diversos como
la hbil planificacin estratgica de un general del ejrcito, la ingeniosa explotacin
de una situacin de mercado por parte de u n empresario, los eficaces mtodos de
supervivencia puestos en prctica por u n desheredado de la fortuna, la hbil resolu
cin de problem as de su competencia por parte de u n campesino o u n m iem bro de
una tribu primitiva, la astucia de baja estofa que u n a delincuente juvenil despliega
en un reform atorio y la composicin de buenos versos por un poeta. Salta a la vista
lo ridculo e injustificado de creer que la operacionalizacin" de la inteligencia, por
medio de un determinado test de evaluacin, pueda proporcionar una descripcin
satisfactoria de la misma. Para obtener u n a descripcin que posea validez emprica
es preciso captar y estudiar la inteligencia tal y com o se desenvuelve en la vida
emprica real, en lugar de recurrir a la seleccin especializada y norm alm ente arbi
traria de un rea en la que supuestamente se manifiesta. Esta observacin es igual y
perfectamente vlida para todos los casos de procedimientos presuntam ente opera
cional es. Si el concepto o proposicin operacionalizados se utilizan con referencia
a algo que est presente en el m undo emprico, un autntico cientfico emprico no
puede eludir la necesidad de abarcar y estudiar las form as representativas de dicha
presencia emprica. Seleccionar (generalmente de m odo arbitrario) una form a deter
m inada de referencia emprica y suponer que el estudio operacionalizado de la
m ism a engloba en su totalidad el alcance emprico del concepto o la proposicin
equivale, p o r supuesto, a dar p o r sentado lo que se pretende probar. Esta deficien
cia, que afecta de m odo tan uniform e al procedimiento operacional, dem uestra que
el operacionalismo est m uy lejos de poder proporcionar la validacin necesaria a
la ciencia emprica.
Resumiendo la anterior exposicin, ninguno de los cuatro medios habitualmente
Obsrvese la escasa acogida que tienen las propuestas de estudios exploratorios formuladas a las
entidades subvencionadoras, con sus cuadros profesionales de asesores, o en el caso de las tesis doctorales
en las facultades de sociologa y psicologa. Ntese la muralla de preguntas que s plantean: Dnde est
su plan de investigacin?"; qu modelo sigue?"; por qu hiptesis se rige?; qu variables dependien
tes e independientes piensa adoptar?"; qu instrumentos normalizados va a utilizar para obtener los
dalos necesarios para sus variables?"; cul es su muestra?"; y su grupo de control?"; etc., etc. Estas
preguntas dan por sentado que el investigador posee el conocimiento de primera mano que el estudio
Exploratorio pretende precisamente conseguir. Como no lo posee, l procedimiento de investigacin
protocolizado se convierte en el sustitutivo para obtenerlo!
Actualmente el mrito en estos terrenos se oonsigue ante todo concibiendo una teoria sorprendente,
laborando un gran sistema teortico, proponiendo un esquema de anlisis atractivo, confeccionando un
modelo lgico claro o elegante, cultivando y desarrollando tcnicas matemticas y estadsticas superiores,
realizando estudios que sean autnticos modelos de investigacin planificada o (por mencionar algo que
no he abordado en este ensayo), emprendiendo brillantes anlisis especulativos de lo que sucede en un
rea determinada de la vida social. Al estudio basado en una-observacin directa de lo que acontece en
una determinada esfera social slo se le concede un valor secundario o perifrico; tachndosele de ciencia
'floja" o de periodismo.
emprico. Esto es especialmente cierto en el caso de la vida de grupo, debido a la
persistente tendencia d ^ ser hum ano a construir en su vida colectiva universos
independientes, caracterizados por un intlieu operativo de diferentes situaciones v t
I ^ ) T p r la posesion de d istin to crencias y conoeptos para reaccio n ro nte tales
situaciones. Basta con pensar en los m undos tan dispares que constituyen una elfe
militar, ei clero de una iglesia, las prostitutas de las ciudades m odernas, un orga
nismo revolucionario campesino, los polticos profesionales, los habitantes de los
barrios bajos, la alta direccin de una gran em presa industrial, u n sindicato d
juego, una facultad universitaria, la lista seria interminable. Los m odos de vida de
tales grupos, el desfile de situaciones a las que se enfrentan, sus instituciones y
organizaciones, las relaciones entre sus m iembros, los puntos de vista y las imgenes
por medio de las cuales se form an una opinin de su universo, las organizaciones
personales creadas por sus miembros, todos estos aspectos y otros ms configuran
sus diferentes m undos empricos. N o hay que cerrar los ojos ante el hecho de que
los seres hum anos, en su vida colectiva, forman los tipos de m undo ms dispares.
Para poder estudiarlos de form a consciente hay que conocerlos, y p ara conocerlos
es preciso exam inarlos a fondo. Abstenerse de seguir teoras, por m uy ingeniosas
que se consideren y prescindir del protocolo cientfico, por m uy meticuloso que sea,
son otras tantas formas de familiarizarse con lo que realmente sucede en la esfera de
vida sometida a estudio.
Debemos aadir que la continua vida de grupo, ya sea considerada en su totali
dad o en cada u n a de sus esferas, se desenvuelve, hasta donde alcanza nuestra
percepcin, en distintos niveles. Quien no percibe nada de esta vida^nada esencial
conoce de ella. Quien la exam ina desde tan ta distancia que nicamente alcanza a ver
una pequea parte, slo p odr adquirir unos conocimientos limitados sobre la
misma. Quien participa en ella tendr u n conocimiento ms amplio, si bien ste ser
m uy restringido e inexacto si la persona es ingenua y poco observadora. U n partici
pante m uy observador poseer u n conocimiento ms profundo y exacto. Pero exis
ten niveles de acontecimientos que estn ocultos a todos los participantes. Si consi
deramos de este m odo el proceso de la incesante vida de grupo, com o creo que
estamos obligados a hacerlo, el estudio de la m ism a requiere que ampliemos y
profundicemos nuestra percepcin. Tal es la direccin en que debemos orientar
nuestros esfuerzos para alcanzar u n conocimiento exacto; es decir, desde u na posi
cin de ignorancia o carencia de informacin a u n a conciencia ms precisa de lo que
est sucediendo. Mi metfora preferida a este respecto es la de la cada de los velos
que ensombrecen u ocultan lo que sucede. La finalidad del estudio cientfico consiste
en arrancar los velos que ocultan el rea de la vida de grupo que u n o se propone
estudiar. Dichos velos no se levantan sustituyendo, en la medida que sea, el conoci
m iento directo p o r unas imgenes preconcebidas. Se descorren'aproxim ndose todo
lo posible al rea en cuestin y profundizando m ucho en ella mediante u n m inu
cioso estudio. Los esquemas metodolgicos que no favorecen o perm iten el cumpli
miento de tales requisitos estn traicionando el principio fundamental segn el cual
se ha de respetar la naturaleza del m undo emprico personal.
Cmo podemos aproxim arnos tanto al m undo social emprico y profundizar en
l? N o se trata simplemente de acercarse a u n rea determ inada y ponerse a contem
plarla. Es una ard u a tarea que requiere u n mtodo de sondeo minucioso y honesto,
una imaginacin creativa pero disciplinada, iniciativa y flexibilidad en el estudio,
una serena reflexin sobre los hallazgos realizados y estar perm anentem ente dis
puesto a poner a prueba y refundir los puntos de vista y las imgenes personales
sobre el rea en estudio. E ntre las grandes figuras de las ciencias naturales puede
servir de ejemplo la de Charles D arw in. No es un estudio fcil" p o r el m ero hecho
de que no emplea procedimientos cuantitativos ni se cie a u n protocolo cientfico
prefigurado, sino que exige u n juicio autnticamente riguroso, com o lo dem uestra el
anlisis de sus dos partes fundamentales, a las que denominar, respectivamente,
exploracin" e inspeccin". Estos dos m todos de investigacin diferencian clara-
m enteTeX am en naturalista directo del m undo
gar q u e s e p ra c ic en la metodologa actual. Quisiera esbozar lo que estos dos
trm inos significan.
Para que este reproche no quede flotando en el aire, invito al lector a que trate de concretar el
significado emprico de la siguiente serie representativa de conceptos sociolgicos normalmente utilizados:
costumbres, integracin, papel social, alienacin, socializacin, actitud, valor, anoma y desviacin. El
significado emprico no viene dado por una definicin que simplemente sirve al propsito de la diserta
cin, sino que existe en una especificacin que nos permite acudir al mundo emprico y afirmar con
conviccin, refirindonos a cualquier elemento emprico, si se trata o no de un ejemplo del concepto en
cuestin. El lector puede intentar hacer esto mismo con los conceptos arriba mencionados, observando
simplemente lo que sucede en torno suyo.
esfera o m undo, el problema que se plantea a su respecto, los caminos que traza, los
datos que selecciona, l&s clases de relaciones que prefigura entre ellos, o los puntos
de vista tericos que orientan sus interpretaciones, sean empricamente vlidos. La
investigacin naturalista, que comprende el doble procedimiento de la exploracin y
la inspeccin, es a todas luces necesaria para el estudio cientfico de la vida hum ana
de grupo y puede ser calificada de cientfica" en el ms estricto sentido de la
palabra.
Mi exposicin ha puesto de relieve de un m odo bastante ntido la oposicin
existente entre la Investigacin naturalista, constituida por la exploracin y la ins
peccin, y el tipo de investigacin formalizada, tan enrgicamente defendida por la
metodologa actual. Es necesario insistir en esta oposicin para intentar liberar a los
socilogos de su inconsciente cautiverio y adhesin a un formato de investigacin'
que se presupone es el m odo naturalm ente correcto de llevar a cabo el estudio
cientfico. A pesar de que muchos trabajos notables en el cam po de la psicologa y la
sociologa contemporneas son producto de un estudio naturalista, pocos son hoy
los defensores de este tipo de investigacin, apenas considerado en la metodologa
actual. Por lo que he podido com probar, en' nuestros principales centros de estudios
superiores no se concede gran im portancia a la investigacin naturalista o sta no se
ensea en absoluto. Existe u n a general ignorancia respecto a este tipo de investiga
cin con la consiguiente ceguera sobre su necesidad, lo cual es deplorable para las
ciencias social y psicolgica, cuya misin como ciencias empricas consiste en estu
diar el m undo emprico en profundidad.
Orientacin metodolgica
Condasin
E l si mismo
El concepto ae Mead sobre el ser hum ano considerado como agente, difiere
radicalmente del que prevalece en las ciencias social y psicolgica actuales. Entendi
que la persona es un organism o dotado de u n si mismo", cuya posesin le con
vierte en un tipo especial de gente, transform ando su relacin con el m undo y
confiriendo a su accin un carcter nico. Al afirm ar que posee un s mismo"
Mead quiso decir simplemente que la persona es un objeto para s misma. Puede
percibirse, tener conceptos, actuar y com unicar consigo misma. De estos tipos de
comportamiento se desprende que el individuo puede convertirse en el objeto de su
propia accin, lo que le proporciona los medios de entablar una interaccin consigo
mismo interpelndose, respondiendo a la interpelacin e interpelndose de nuevo.
Esta interaccin consigo mismo se produce al form ularse indicaciones y responder a
dichas indicaciones formulndose otras nuevas. El ser hum ano puede sealarse
cosas a si misnio: sus propios deseos, pesadumbres y objetivos, los objetos que'lo
rodean, la presencia ajena, los actos consum ados o esperados de los dems, o cual
quier otra cosa. Medinte una interaccin suplem entaria consigo mismo, puede
juzgar, analizar y evaluar las cosas que l mismo se ha sealado; y si prosigue en
esta interaccin consigo mismo, puede planear y organizar su accin con respecto a
lo que ha sealado y evaluado. En suma, la posesin de u n s mismo dota al ser
hum ano de un mecanismo de interaccin consigo mismo que le permite afrontar el
m undo, y que utiliza para conform ar y orientar su propia conducta.
Quisiera subrayar que, para Mead, s mismo" es u n proceso y no u n a estruc
tura. En esto, se aparta de la gran m ayora de estudiosos que intenta dotar de un si
mismo a las personas, identificndolo con algn tipo de organizacin o estructura.
Todos nosotros estamos familiarizados con ese enfoque porque se halla presente en
la literatura publicada sobre el tema. As vemos por ejemplo, que algunos estudiosos
identifican el s mismo con el "yo, o q ue lo consideran un cuerpo organizado de
necesidades o motivos, u n a organizacin de actitudes o una estructura de norm as y
valores interiorizados. Tales esquemas, que pretenden encasillar el si mismo" en
una estructura, carecen de fundam ento, pues olvidan que slo el proceso reflexivo
es capaz de crearlo y constituirlo. Para que u n a estructura determ inada fuese u n s
mismo", tendra que actuar sobre s misma y responderse a s misma; de lo contra
ro, no sera sino una m era organizacin en espera de activarse y actuar sin ejercer
ningn efecto sobre si mismo ni sobre su propio funcionam iento. Esto pone de
relieve la decisiva inconsistencia o inadecuacin de m uchos de los esquemas antes
descritos, que errneam ente asocian al s mismo" con algn tipo de estructura
psicolgica o de la personalidad. Por ejemplo, el yo com o tal, no es un si mismo";
lo sera nicam ente al hacerse reflexivo, es decir al actuar con respecto a o sobre si
mismo. Y lo mismo sucede con cualquier o tra estructura psicolgica presupuesta.
Con todo, dicha accin reflexiva cam bia tanto el carcter com o el status de la
estructura, elevando l proceso de interaccin consigo mismo a u n a posicin de
capital importancia.
Esto podemos com probarlo en el caso del proceso reflexivo aislado p o r M ead en
el ser hum ano. Segn se h a explicado, dicho proceso se da al form ularse u n a per
sona indicaciones a si misma, es decir al advertir cosas y determ inar la significacin
que revisten para la lnea de accin de esa persona. Indicar algo es enfrentarse a ello
y colocarse uno mismo en posicin de actuar en relacin con ello, en lugar de
responder automticamente ante el hecho. Ante algo que uno mismo se indica, es
posible negarse a la accin, inspeccionarla, juzgarla, descubrir su significado, deter
m inar sus posibilidades y encauzar la propia accin en razn de este proceso. M e
diante el mecanismo de la interaccin consigo mismo, el ser hum ano (teja de ser un
organism o que responde y cuya conducta es producto de lo que influye sobre l
desde fuera, desde dentro o desde am bas partes. Antes bien, acta en relacin con su
m undo, interpretando lo que se le presenta y organizando su accin sobre la base de
dicha interpretacin. Estos ejemplos aclararn lo expuesto: u n dolor que uno reco
noce e interpreta es algo m uy distinto de u n a m era sensacin orgnica y sienta las
bases para hacer algo con respecto al citado dolor, en lugar de limitarse a responder
orgnicamente; advertir e interpretar la actividad de otra persona es algo m uy
distinto del desencadenamiento de una respuesta como consecuencia de dicha activi
dad; ser consciente de que se tiene ham bre es m uy distinto de tener ham bre a secas.
La percepcin del propio "yo " nos coloca en posicin de hacer algo con respecto al
mismo, en lugar de limitarnos a darle expresin. Como se desprende de estas preci
siones, el proceso de la interaccin consigo mismo no se limita a situar al ser
hum ano en el m undo, sino que lo confronta con l; le exige hacerle frente y m ani
pularlo mediante u n proceso definitorio, en lugar de limitarse a responder, y le
obliga no slo a llevar a .cabo su accin, sino a elaborarla. Este es el tipo de
organism o activo que es el hom bre tal como Mead lo ve, y ello es asi debido a que
posee un s mismo.*
El acto
La accin hum ana reviste un carcter radicalmente distinto debido a que se
forma a travs de un proceso de interaccin del ser hum ano consigo mismo. La
accin se configura en el enfrentam iento con el m undo, en lugar de elaborarse
simplemente a partir de unos factores que influyen en una estructura psicolgica
preexistente. Al formularse indicaciones a s mism a e interpretarlas, la persona tiene
que forjar y conjuntar una linea de accin. Para poder actuar, el individuo tiene que
determ inar lo que desea, fijarse u n a meta u objetivo, planear de antem ano una linea
de comportamiento, advertir e interpretar las acciones ajenas, asum ir su propia
situacin, verificarse a si mismo con respecto a esto o aquello, concebir lo que hay
que hacer en otros casos, y, frecuentemente, estimularse ante condiciones que le
crean obstculos o situaciones desalentadoras. El hecho de que u n acto hum ano sea
dirigido o elaborado por u n si mismo no significa en absoluto que el agente ha-:
ga una excelente labor de construccin; en realidad, dicha labor puede dejar
m ucho que desear. Puede no advertir cosas de las que debera ser consciente, puede
malinterpretarlas, aventurar un juicio banal, com eter errores al planear determ ina
das lneas de conducta, y ser dbil a la hora de enfrentarse con actitudes obstinadas.
El si misino, o ser humano propiamente dicho, no entra en juego por el mero hecho de introduc'
determinados elementos psicolgicos, como los motivos e intenses, junio a los elementos soetaks. Este
tipo de adiciones lo nico que subsanan son errores de omisin. Tal es el defecto del que adolece la
conferencia que como presidente dio George Homan sobre el tema: Bringing Man Back In (American
Soctogicat Review. XXIX N* 6, 809-18).
Tales deficiencias en la elaboracin de sus actos no desmienten sin em bargo el
hecho de que es l mismo quien lo elabora, en funcin de aquello que tiene en
cuenta al hacerlo. Esto que tiene presente son las indicaciones que se form ula a si
mismo, por ejemplo sus deseos, sentimientos, metas, acciones, expectativas y exi
gencias ajenas, norm as de su grupo, su propia situacin, sus conceptos sobre s
mismo, sus recuerdos, y sus impresiones acerca de lneas de conducta preconcebi
das. N o se limita a adoptar una m era actitud receptiva de respuesta, sino que se
enfrenta a tales cuestiones y las asume. Tiene que organizar y seleccionar sus lneas
de conducta en razn de su m anera de asumirlas.
Este modo de considerar la accin hum ana es totalmente opuesto al que preva
lece en las ciencias social y psicolgica. A mbas consideran dicha accin com o un
producto de los factores que influyen en y a travs del agente hum ano. Segn las
preferencias del especialista, tales factores determinantes pueden consistir en estmu
los fisiolgicos, impulsos orgnicos, necesidades, sentimientos, motivos conscientes
o inconscientes, sensaciones, ideas, actitudes, norm as, valores, exigencias del papel
social, requisitos del status, preceptos culturales, presiones institucionales o requeri
mientos del sistema social. Con independencia de los factores que se escojan, ya sea
juntos o por separado, se estima que la accin es su propio producto y, en conse
cuencia, se explica en funcin de los mismos. La frm ula es m uy sencilla: unos
factores dados influyen en el ser hum ano produciendo determinados tipos de com
portamiento. Con frecuencia, la frmula se ampla como sigue: en condiciones
especificas, los factores dados que influyan sobre una organizacin dada del ser
hum ano producirn un tipo determinado de comportamiento. Tanto en versin
sencilla o ampliada, la frm ula revela el m odo en que la teora y la investigacin
consideran la accin hum ana. A la luz de dicha frmula, el individuo se convierte
en un simple medio o mbito para el funcionamiento de los factores que producen el
comportamiento. El esquema de Mead difiere sustancialmente de tal planteamiento.
En lugar de considerar al individuo un simple medio para la actividad de los facto
res determinantes que influyen sobre l, interpreta que es un organism o activo por
derecho propio, que afronta, asume y acta con respecto a ls objetos que seala.
En su esquema. Mead estima que la accin es u n a conducta elaborada por el actor,
y no una respuesta prefigurada de su organizacin personal. Puede decirse que la
frm ula tradicional de la accin hum ana no reconoce que el individuo es un si
mismo". Por el contrario, el esquema de Mead se basa en el reconocimiento de este
hecho.
La interaccin social
Slo muy brevemente puedo esbozar aqui el anlisis tan esclarecedor que hace
Mead de la interaccin social. Reconoce dos formas o niveles: la interaccin simb
lica y la no simblica. En esta ltima, el ser hum ano responde directamente a las
acciones y gestos ajenos; en la prim era, interpreta los gestos recprocos y acta
basndose en el significado que extrae de dicha interpretacin. U na respuesta in
consciente al tono de una voz ajena, constituye un ejemplo de interaccin no simb
lica. Interpretar que el hecho de que una persona levante el puo significa que esa
persona se dispone a atacar, es un ejemplo de interaccin simblica. El inters de
Mead se centra principalmente en sta ltima, que implica interpretacin, es decir,
descubrimiento del significado de las acciones o comentarios ajenos, y definicin, o
transmisin de indicaciones a o tra persona sobre cmo debe actuar. La asociacin
hum ana es un proceso de interpretacin y definicin a travs del cual los participan
tes acom odan sus propios actos a los ajenos, y al hacerlo asi orientan a los dems.
Es preciso sealar varias cuestiones im portantes relativas a la interaccin simb
lica. En prim er lugar, dicha interaccin constituye* un proceso formativo en si
mismo. La prctica que prevalece en el campo de la psicologa y la sociologa es la
de considerar que la interaccin social no es ms que un medio neutral, un mflro
mbito de actividad para los factores externos. Por eso el psiclogo suele explicar el
com portam iento de las personas en interaccin recurriendo a elementos de la estruc
tura psicolgica de los participantes: motivos, actitudes, sentimientos u organizacin
de la personalidad. Lo mismo hace el socilogo apelando a factores sociales tales
com o los preceptos culturales, valores, papeles sociales y presiones estructurales.
Ambos pasan por alto la idea central de que la interaccin hum ana es un proceso
positivo de configuracin por derecho propio. Quienes participan en l, deben elabo
rar sus respectivas lneas de conducta mediante la constante interpretacin de las
incesantes lineas de accin ajenas. Como los participantes tienen en cuenta toda la
serie de actos recprocos, se ven obligados a postergar, reorganizar o ajustar sus
propias intenciones, deseos, sentimientos y actitudes. Del mismo modo, tienen que
enjuiciar la adecuacin de las norm as, valores y preceptos de grupo a la situacin
que los actos de los dems van conform ando. Los factores.de la estructura psicol
gica y la organizacin social no son sustitutos del proceso interpretativo; resultan
nicamente admisibles en funcin del m odo en que son m anipulados a lo largo del
proceso de interpretacin. La interaccin simblica ha de ser considerada y estu
diada en su propio contexto.
En segundo lugar, la interaccin es digna de inters en otro sentido. A causa de
ella, la vida de un grupo hum ano, adquiere el carcter de un proceso incesante; un
continuo encajar' entre si determinadas lineas de conducta en desarrollo. Este en-
samblamiento de las lneas de conducta se realiza mediante el doble proceso de
definicin e interpretacin, el cual sirve tanto para sustentar pautas establecidas de
conducta colectiva, como para propiciar su transformacin. Las pautas establecidas
de la vida de grupo existen y perduran nicam ente'm erced al continuo empleo de
los mismos esquemas de interpretacin; y stos a su vez, solo se m antienen por el
hecho de ser constantemente confirm ados por los actos de definicin de los dems.
Es m uy im portante adm itir que las pautas establecidas de la vida de grupo no
perviven por s mismas, sino que su continuidad depende de una recurrente defini
cin afirmativa. Si se permite que las interpretaciones que las sostienen sean socava
das y desbaratadas por las cam biantes definiciones de los dems, dichas pautas se
derrum barn rpidamente. El hecho de que las interpretaciones dependan de los
actos de definicin ajenos, explica tambin el motivo de que la interaccin simblica
conduzca de m odo tan acusado a la transform acin de las formas de actividad
conjunta que configuran la vida de grupo. En el curso de la vida de grupo, hay
innum erables puntos en los que los participantes estn redefiniendo los actos rec
procos. Tal redefinicin es m uy corriente en las relaciones entre adversarios, fre
cuente en las discusiones colectivas, y esencialmente intrnseca del tratam iento de
los problemas (y creo conveniente subrayar que ningn grupo hum ano carece de
problemas). La redefinicin confiere un carcter formativo a la interaccin hum ana,
haciendo que en ste o aquel punto surjan nuevos objetos, conceptos, relaciones y
patrones de comportamiento. En sum a, la interaccin simblica confiere a la vida
hum ana de grupo el carcter de un proceso en desarrollo, en lugar de concebirla
como el m ero resultado o producto de estructuras sociales o psicolgicas.
Hay un tercer aspecto de la interaccin que considero im portante sealar. Al
otorgar al proceso de definicin e interpretacin de los actos recprocos u n papel
prim ordial en la interaccin hum ana, la interaccin simblica abarca toda la gam a
de formas genricas de asociacin com prendiendo por igual relaciones tales com o la
cooperacin, conflicto, dominacin, explotacin, consenso, discrepancia, identifica
cin intima e indiferencia hacia el prjimo. Los participantes en cada una de estas
relaciones comparten la tarea com n de elaborar sus actos mediante la interpreta
cin y definicin de los actos de los dems. La importancia de esta simple observa
cin salta a la vista al contrastar la interaccin simblica con los diversos esquemas
de la interaccin hum ana plasmados en la literatura publicada sobre el particular.
Dichos esquemas confeccionan casi siempre u n modelo general de sociedad o inte
raccin hum ana basndose en un tipo determ inado de relacin personal. El es
quem a de Talcott Parson constituye u n buen ejemplo contem porneo de ello: presu
pone y afirm a que la form a primordial y genrica de interaccin hum ana es la
"complementariedad de expectativas". Otros esquemas entienden que el modelo
bsico y genrico de interaccin es un conflicto. Otros sostienen que es la
identidad derivada de sentimientos com unes, e incluso hay quienes aseguran que
es el acuerdo en forma de consenso". Tales esquemas son de miras limitadas. Su
m ayor peligro reside en el hecho de que imponen a la amplitud de la interaccin
hum ana una imagen derivada del estudio de una sola form a de interaccin. De este
modo y segn los distintos criterios, se afirm a que la sociedad es fundamentalmente
una com unidad que com parte valores; o, a la inversa, una lucha por el poder, o
incluso algo distinto: el ejercicio de u n consenso; etc. El sencillo punto implcito en
el anlisis de la interaccin simblica hecho p o r Mead es que los seres hum anos, al
interpretar y definir los actos recprocos, pueden confrontarse y de hecho se con
frontan, m utuam ente, dentro del amplio m arco de las relaciones humanas. Los
esquemas propuestos acerca de la sociedad, deberan respetar este sencillo enfoque.
Objetos
La accin conjunta
"Sociely as Symbolfc Interaction". editado por Arnotd Rose. Human Behavior and Social Proceses,
reimpreso con autorizacin de Houghton Mlfflin Co.
sin del significado de las acciones del prjimo. En el caso del com portam iento
hum ano, tal mediacin equivale a intercalar u n proceso de interpretacin entre el
estmulo y la respuesta al mismo.
El reconocimiento de que el ser hum ano interpreta las acciones de los dems
como un medio de actuacin reciproca, ha impregnado el pensam iento y los escritos
de numerosos investigadores de la conducta y la vida hum ana de grupo. Sin em
bargo, pocos de ellos se han esforzado en analizar lo que tal interpretacin implica
con respecto a la naturaleza de la persona o de la asociacin hum ana. Por lo general,
se contentan con reconocer que dicha "interpretacin" ha de ser aprehendida por el
investigador, o con constatar que los smbolos, com o por ejemplo las norm as o
valores culturales, han de ser incluidos en sus anlisis. En mi opinin, slo G. H.
M ead ha intentado profundizar en lo que el acto de la interpretacin implica p ara la
comprensin del ser hum ano, de su accin y de su asociacin. Los principios funda
mentales de este anlisis son tan penetrantes, profundos e im portantes p ara la com
prensin de la vida hum ana de grupo, que quisiera comentarlos, aunque sea breve
mente.
El aspecto primordial del anlisis de Mead es que el ser hum ano posee un s
m ismo. Esta idea no debe descartarse por esotrica ni pasarse por alto com o algo
tan evidente que no es digno de atencin. Al afirm ar que el ser hum ano posee un si
m ismo". Mead quera decir principalmente, que puede ser el objeto de sus propias
acciones; es decir, que puede actuar con respecto a si mismo com o con respecto a
los dems. A todos nos resultan familiares las acciones en las que u n a persona se
enfada consigo misma, se form ula una repulsa, se enorgullece, razona para s, trata
de alentar su propio valor, se dice que podra hacer esto y no hacer aquello", se
fija objetivos, se compromete consigo misma y planea lo que v a a hacer. El hecho
de que los seres hum anos actan con respecto a s mismos de sta y otras inconta
bles maneras, es fcil de observar empricamente. Reconocer que pueden actuar con
respecto a s mismos no constituye ninguna afirm acin mstica.
Mead considera que esta aptitud del ser hum ano para actuar con respecto a s
m ismo, es el principal mecanismo con que cuenta para afrontar y tratar con su
mundo. Dicho mecanismo le capacita para form ularse indicaciones a si mismo
sobre aquello que le rodea y por consiguiente, para orientar sus acciones en funcin
de lo que advierte. Todo aquello de lo que u n a persona es consciente, es algo que se
indica a s misma: el tictac de u n reloj, una llam ada a la puerta, el aspecto de un
amigo, el comentario que hace u n com paero, el ser consciente de que tiene una
tarea que realizar, o el percatarse de que se h a resfriado. A la inversa, todo aquello
de lo que no es consciente es, ipsofacto, lgo que no se est indicando a si misma.
La vida consciente de un individuo, desde que se despierta hasta que le vence el
sueo, es un constante flujo de indicaciones hechas a s mismo; la consciencia de las
cosas que afronta y tom a en consideracin. Esto nos presenta al ser hum ano com o
un organismo que afronta su m undo utilizando un mecanismo con el que se hace
indicaciones a s mismo. Es el mismo m ecanismo que interviene en la interpretacin
de las acciones de los dems. Interpretar las acciones ajenas es sealarse a si mismo
que dichas acciones poseen tal o cual carcter o significado.
A hora bien, segn Mead, el hecho de form ularse indicaciones a s mismo es de
una importancia capital, por dos razones bien definidas: en prim er lugar, indicar
algo es desgajarlo de su planteamiento, ponerlo aparte, otorgarle u n significado o,
empleando la terminologa de Mead, convertirlo en u n objeto. U n objeto, es decir
algo q ue un individuo se indica a s mismo, no es lo mismo que un estimulo. En
Lugar de poseer u n carcter intrnseco, que acta sobre el sujeto y puede ser definido
con independencia de ste, es el mismo individuo quien le confiere su carcter o
significado. En lugar de ser un estimulo previo que provoca el acto, el objeto es un
producto de la inclinacin del individuo a actuar. La descripcin correcta es que el
individuo construye sus objetos basndose en su propia y continua actividad, en
lugar de estar rodeado por objetos preexistentes que influyen en l y elaboran su
conducta. En cada uno de sus innumerables actos, tanto en los menos trascenden
tes, como vestirse, o en los ms importantes, como prepararse para una carrera
profesional, la persona est sealndose a s misma diferentes objetos, confirindoles
significado, evaluando su grado de conveniencia para la accin que l dearrolla y
tom ando decisiones en funcin de dicha evaluacin. Esto es lo que significa inter
pretar o actuar basndose en smbolos.
La segunda consecuencia im portante del hecho de que los seres hum anos se
form ulen indicaciones a s mismos, es que su accin es construida o elaborada, en
lugar de ser un m ero producto de la conducta. Sea cual fuere la accin en la que se
encuentra inm erso, el individuo empieza por sealarse a si mismo las distintas cosas
divergentes que ha de tener en cuenta en el curso de su accin. Ha de ser consciente
de lo que quiere hacer y de la m anera de hacerlo. Tiene que sealarse las diversas
condiciones que pueden servirle para instrum entar su accin y aquellas que pueden
entorpecera; ha de tener en cuenta las exigencias, expectativas, prohibiciones y
amenazas que pueden surgir en la situacin en la que acta. Su accin se elabora
paso a paso a travs de un proceso de indicacin a s mismo. El individuo conjunta
y orienta su accin tom ando en consideracin las distintas cosas e interpretando la
importancia que revisten para lo que proyecta hacer. No hay ningn tipo de accin
consciente en la que esto no se cumpla.
N inguna de las clasificaciones psicolgicas convencionales puede explicar el pro
ceso de elaboracin de acciones m ediante la formulacin de indicaciones a s mismo
por parte del individuo. Este proceso es ajeno y distinto de lo que se denom ina el
"yo", as como de cualquier otro concepto que enfoque el s mismo" com o com po
sicin u organizacin. La autoform ulacin de indicaciones es un proceso com unica
tivo mvil en el curso del cual el individuo advierte cosas, las evala, les confiere un
significado y decide actuar conform e al mismo. El ser hum ano se enfrenta al m undo
o a los otros" p o r medio de tal proceso, y no con un mero yo". M s an. las
fuerzas, externas o internas, que supuestam ente influyen en el individuo produ
ciendo su com portam iento, no son las que desencadenan este proceso de
autoindicacin". Tam poco lo abarcan ni lo explican las presiones del medio, est
mulos externos, impulsos orgnicos, deseos, actitudes, sentimientos, ideas y dems
factores. El citado proceso se diferencia de todo esto en que la persona se seala e
interpreta la aparicin o expresin de tales cosas, por ejemplo advirtiendo que se le
exige una respuesta social dada, reconociendo una orden, observando que tiene
ham bre, percatndose de que desea com prar algo, siendo consciente de un senti
m iento determ inado, sabiendo que detesta com er con alguien a quien desprecia, y
no ignorando que est pensando en alguna cosa concreta. Al sealarse a s misma
estas cosas, las afronta pudiendo reaccionar contra ellas aceptndolas, rechazndolas
o transform ndolas de acuerdo con el m odo en que las defina o interprete. Su
com portam iento, p o r lo tanto, no es consecuencia de factores tales com o presiones
ambientales, estmulos, motivos, actitudes e ideas, sino del modo en que maneja e
interpreta estos factores en el contexto de la accin que est elaborando. El proceso
de formulacin de indicaciones a si mismo, p o r medio del cual se elabora la accin,
no puede ser explicado por los factores que preceden al acto. El proceso tiene
entidad propia, y como tal debe ser aceptado y estudiado. A travs de ese proceso es
mo el ser hum ano elabora su accin consciente.
Mead admite asimismo que la elaboracin de la accin por el individuo a travs
del proceso de indicaciones que se form ula a s mismo, siempre tiene lugar en un
contexto social. Considero necesario explicar detenidamente este punto, dado que es
de vital im portancia p ara la comprensin de la interaccin simblica. Fundam ental
mente, la accin de grupo reviste la forma de un entrelazamiento de las lineas de
accin individuales. Cada sujeto ajusta su accin a la de los dems, enjuiciando lo
que stos hacen o pretenden hacer; esto es. aprehendiendo el significado de sus
actos. Para Mead, esto se realiza mediante la asuncin del papel de los dems, ya
sea el de una persona especifica o el de un grupo (el otro generalizado", en palabras
de Mead). Al asum ir dichos papeles, el individuo trata de evaluar la intencin o
direccin de los actos ajenos, y elabora y ajusta su propia accin a la de los dems
basndose en esta interpretacin de los actos de stos. Tal es fundam entalm ente el
modo en que la accin de grupo se lleva a cabo en la sociedad hum ana.
A mi m odo de ver, los anteriores postulados reflejan los rasgos esenciales del
anlisis de Mead sobre las bases de la interaccin simblica. Dichos postulados
presuponen lo siguiente: que la sociedad hum ana se com pone de individuos dotados
de un s mismo" (es decir, que se formulan indicaciones a s mismos); que la accin
individual es una elaboracin y no un mero producto, y que las personas la llevan a
cabo mediante la consciencia y la interpretacin de los aspectos de la situacin en la
que actan; que la accin colectiva o de grupo consiste en una ordenacin de
acciones individuales, realizada cuando los individuos interpretan o tom an en consi
deracin las acciones ajenas. Puesto q ; mi propsito es exponer, y no defender, la
postura de la interaccin simblica, intentar respaldar en este ensayo las tres prem i
sas que acabo de sealar. Me limitar a afirm ar que es fcil verificarlas emprica
mente. N o conozco ningn caso de accin hum ana de grupo en el que no se
cumplan. Desafio al lector a que piense o trate de encontrar un solo caso al que no
puedan aplicarse.
Quisiera declarar ahora que los conceptos sociolgicos sobre la sociedad hum ana
estn, por lo general, en notable desacuerdo con las premisas que, com o he indi
cado, subyacen en la interaccin simblica. Es un hecho que la gran mayora de
esas perspectivas y. en especial, las que estn actualm ente en boga, no consideran o
tratan la sociedad como una interaccin simblica. Vinculadas, com o parece ser el
caso, con alguna forma de determinismo sociolgico, adoptan imgenes de la socie
dad hum ana, de los individuos y de la accin de grupo, que no se acom odan a las
premisas de la interaccin simblica. Expondr brevemente los principales puntos
de desacuerdo.
El pensamiento sociolgico rara vez admite o considera que las sociedades hu m a
nas se com ponen de individuos dotados de un s mismo". Por el contrario, ven a
las personas com o simples organismos con cierto tipo de organizacin, que respon
den a las fuerzas que actan sobre ellas. En general, aunque no de m odo exclusivo,
dichas fuerzas estn incluidas en la estructura de la sociedad, com o es el caso del
"sistema social", la "estructura social", la cultura", el status", el papel social", la
costum bre, la institucin, la representacin colectiva", la "situacin", las
norm as y los valores sociales. La suposicin consiste en admitir que la conducta
de las gentes, en cuanto m iembros de una sociedad, es la expresin de la influencia
que sobre ellas ejercen dichas fuerzas o (actores. Esta es, por supuesto, la postura
lgica que adopta necesariamente el investigador al explicar la conducta o las fases
de la misma en funcin de tal o cual factor social. Se considera que los individuos
que componen una sociedad hum ana son los medios a travs de los cuales operan
dichos factores, y que su accin social es la expresin de estos ltimos. Tal punto de
vista o enfoque niega, o por lo m enos ignora, que los seres hum anos poseen un s
mismo", y que actan formulndose indicaciones a s mismos. El si mismo, por
cierto, tam poco se incorpora a la imagen al introducir en ella elementos tales com o
los impulsos orgnicos, motivos, actitudes, sentimientos, factores sociales interiori
zados o componentes psicolgicos. Los factores psicolgicos poseen el mismo status
que los factores sociales antes mencionados; es decir, se considera que influyen en el
individuo produciendo su accin. N o constituyen el proceso de formulacin de
indicaciones a s mismo p o r el individuo. Este proceso se les enfrenta, al igual que se
enfrenta a los factores sociales que influyen sobre el ser hum ano. Prcticamente
todas las conceptualizaciones sociolgicas' de la sociedad hum ana se abstienen de
reconocer que los individuos que la com ponen poseen un si mismo", en el sentido
ya comentado.
Tampoco creen que las acciones sociales de los individuos en el seno de la
sociedad sean elaboradas por ellos mediante un proceso de interpretacin, sino que.
consideran dichas acciones como un producto de los factores que influyen sobre y a
travs de los individuos. No estiman que la conducta social de la persona la elabore
ella misma mediante la interpretacin de objetos, situaciones y acciones ajenas. Si se
concede un lugar a la interpretacin , es para considerarla simplemente como una
expresin de otros factores (los m otivos, por ejemplo) que preceden al acto y, por lo
tanto, se le niega el rango de factor por derecho propio. En consecuencia, se sostiene
que la accin de la persona es un movimiento hacia fuera o una expresin de las
fuerzas que influyen en sta, y no algo que la persona elabora interpretando la
situacin en que se halla.
Estas observaciones sugieren o tra lnea significativa de discrepancia entre los
enfoques sociolgicos generales y la postura de la interaccin simblica. Las dos
perspectivas difieren en el m odo de explicar la accin social. La interaccin simb
lica atribuye dicha accin a individuos actuantes" que ajusten sus respectivas lneas
de accin a las de los dems mediante un proceso de interpretacin, siendo la accin
de grupo la accin colectiva de esos individuos. En oposicin a este enfoque, los
conceptos sociolgicos identifican generalm ente la accin social con la accin de la
sociedad o de alguna unidad de la misma. Los ejemplos son innumerables. Citar
unos cuantos. Ciertos conceptos al entender que las sociedades o grupos hum anos
son sistemas sociales", consideran que la accin de grupo es una expresin del
sistema, ya sea en estado de equilibrio o intentando lograrlo; o bien, conciben la
accin de grupo como una expresin de las funciones de una sociedad o de un
grupo; o bien com o la expresin exteriorizada de elementos contenidos en la socie
dad o grupo, com o las exigencias culturales, los propsitos societarios, los valores
p e a les o las presiones institucionales, por ejemplo. Estos conceptos caractersticos
ignoran o desfiguran el p unto de vista sobre la vida o la accin de grupo, segn el
cual dicha vida o accin no es sino el conjunto de las acciones concertadas o
colectivas de los individuos en su intento de afrontar sus respectivas situaciones
vitales. C uando se admite (lo cual no siempre sucede) que ia gente se esfuerza por
realizar actos colectivos para afrontar las situaciones, dicho esfuerzo se considera
producto de la influencia de fuerzas subyacentes o trascendentes contenidas en la
propia sociedad o en las partes que la componen. Los individuos que com ponen la
sociedad o el grupo se convierten asi en conductos o medios para la expresin de
dichas fuerzas; y la conducta interpretativa por medio de ia cual las personas elabo
ran sus acciones, en u n mero vnculo forzado de la influencia de aqullas.
Este com entario de los puntos de desacuerdo enum erados contribuir a aclarar la
postura de la interaccin simblica. En la exposicin que sigue pretendo esbozar un
poco ms la imagen de la sociedad hum ana a la luz de la interaccin simblica, y
sealar algunas consecuencias metodolgicas.
Debe considerarse que toda sociedad hum ana se compone de gentes que actan,
y que la vida social se compone, a su vez, de las acciones de esas gentes. Las
unidades que actan pueden ser individuos aislados, colectividades cuyos miem bros
actan juntos persiguiendo un mismo fin, u organizaciones que actan en nom bre
de un grupo especfico. Como ejemplos de cada una de estas unidades podemos citar
los com pradores individuales en un mercado-, un conjunto musical o un grupo de
misioneros, y u n a sociedad de negocios o u n a asociacin profesional a nivel nacio
nal. En una sociedad hum ana, no hay actividad empricamente observable que no
proceda de alguna unidad obrante. Es preciso insistir en esta trivial declaracin en
vista de la prctica com n de los socilogos de reducir la sociedad hum ana a
unidades sociales que no actan: por ejemplo, las clases sociales en una sociedad
moderna. Es evidente no obstante que hay otras formas de enfocar la sociedad,
aparte de considerarla en funcin de las unidades de accin que la componen.
Quisiera sealar simplemente que, con respecto a la actividad concreta o emprica,
es necesario enfocar la sociedad en funcin de las unidades de accin que la inte
gran. Aadira que todo esquem a que pretenda ofrecer u n anlisis realista, ha de
respetar y ser congruente con el reconocimiento emprico de que toda sociedad
hum ana se com pone de unidades de accin.
Con igual respeto deben considerarse las condiciones en que dichas unidades
actan. U na de las condiciones principales es que la accin tiene lugar en el seno de
una situacin y con respecto a la misma. Sea cual fuere la unidad obrante: un
individuo, u n a familia, una escuela, una iglesia, una empresa comercial, un sindi
cato, u na legislatura, etc, cualquier accin especifica es elaborada en funcin de la
situacin en la cual tiene lugar. Esto conduce a adm itir una segunda condicin
importante, a saber, que la accin se form a o elabora interpretando la situacin. La
unidad obrante necesariamente ha de reconocer las cosas que debe tom ar en consi
deracin: tareas, oportunidades, obstculos, medios, exigencias, inquietudes, peli
gros, etc. De algn m odo tiene que evaluarlos y tom ar decisiones basadas en dicha
evaluacin. Esta conducta interpretativa se d a tanto en el individuo que orienta su
propia accin, como en una colectividad de individuos que actan conjuntam ente o
en los agentes que actan en nom bre de un grupo u organizacin. La vida de
grupo se com pone de unidades de accin que realizan actos p ara afrontar las situa
ciones en las que se hallan.
Norm alm ente, la m ayora de las situaciones que las personas encuentran en u na
sociedad determinada son definidas o "estructuradas por dichas personas de idn
tica forma. A travs de la interaccin previa, desarrollan y adquieren u n a definicin
o comprensin com unes de cm o actuar en tal o cual situacin. Estas definiciones
comunes permiten a las personas actuar de m odo parecido. Su comportamiento
comn y repetitivo en tales situaciones no debe inducir al investigador a suponer
que no ha existido un proceso de interpretacin; antes al contraro, los participantes
elaboran sus acciones, aunque sean fijas, mediante un proceso interpretativo. Al
disponer de definiciones ya preparadas y generalmente aceptadas, las personas no
tienen que esforzarse m ucho para orientar y organizar sus actos. Sin embargo, hay
otras m uchas situaciones que los participantes no pueden definir de u n a sola forma.
En estos casos, sus lneas de accin no encajan espontneamente entre si, y la accin
colectiva se ve bloqueada, lo que obliga a desarrollar interpretaciones y a procurar
una adaptacin reciproca y eficaz de los actos de cada participante. En estas situa
ciones indefinidas'', es preciso rastrear y estudiar el proceso em ergente de defini
cin que tiene lugar.
En lo relativo al inters de los socilogos y estudiosos de la sociedad hum ana por
la conducta de las unidades obrantes, la postura de la interaccin simblica requiere
que el investigador asimile el proceso de interpretacin por medio del cual dichas
unidades elaboran sus acciones. Para ello no basta con analizar las condiciones que
preceden al proceso. Tales condiciones previas son de utilidad para la comprensin
del proceso por el hecho de que intervienen en l pero, como se ha dicho antes, no
lo constituyen. Tampoco puede entenderse el citado proceso deduciendo su natura
leza de la accin patente que produce. Para captarlo, el investigador debe asum ir el
papel de la unidad obrante y cuyo com portam iento est estudiando. Puesto que
dicha unidad es la que hace la interpretacin, en funcin de los objetos que designa
y valora, de los significados conferidos y de las decisiones adoptadas, es necesario
enfocar el proceso desde el punto de vista de tal unidad. El reconocimiento de este
hecho es el que ha motivado que los trabajos de especialistas com o R. E. Park y W.
I. Thom as sean tan notables. T ratar de asim ilar el proceso interpretativo comportri-
dose como u n observador supuestam ente objetivo y negndose a asum ir el papel
de la unidad obrante puede hacer incurrir al investigador en el peor tipo de subjeti
vismo, ya que es probable que el observador objetivo" aborde el proceso de inter
pretacin a travs de sus propias conjeturas, en lugar de entenderlo segn se pro
duce en la experiencia de la unidad que lo lleva a cabo.
Por lo general, desde luego, los socilogos no estudian la sociedad hum ana
basndose en unidades que actan, sino en base a una estructura u organizacin,
considerando que la accin social es una expresin de las mismas. Depositan su
confianza en categoras estructurales tales com o el sistema social, la cultura, las
normas, los valores, la estratificacin social, los niveles del status, los papeles socia
les y la organizacin institucional. Em plean estas categoras tanto para analizar la
sociedad com o para explicar la accin social que tiene lugar en su seno. Hay asi
mismo otros puntos im portantes de inters p ara los investigadores sociolgicos,
centrados en torno a este tem a focal de la organizacin. U no de dichos puntos
consiste en considerar la organizacin en base a las funciones que se supone que
desempea. O tro es estudiarla com o u n sistema en busca de equilibrio; en este caso,
los estudiosos se esfuerzan en detectar mecanismos intrnsecos al sistema. Otro
punto de inters consiste en averiguar cules son las fuerzas que influyen en la
organizacin y producen cambios en ella; a este respecto los especialistas, principal
mente por medio de u n estudio com parativo, tratan de aislar la relacin existente
entre los factores causales y los resultados estructurales. Estas diferentes perspecti
vas y puntos de inters sociolgico, tan hondam ente arraigados hoy en da, prescin
den de las unidades que actan en la sociedad y eluden el proceso interpretativo
mediante el cual aqullas elaboran sus acciones.
En este inters respectivo en la organizacin, por u n a parte y en las unidades que
actan por otra, reside la diferencia esencial entre los criterios convencionales sobre
la sociedad y el que sostiene la interaccin simblica, la cual, aunque reconoce la
presencia de la organizacin en las sociedades hum anas y respeta su importancia, la
considera y trata de un modo distinto. La diferencia se concreta, principalmente, en
dos cuestiones. En prim er lugar, desde el p unto de vista de la interaccin simblica,
la organizacin es un marco en cuyo interior tiene lugar la accin social, pero no
constituye el factor determinante de la misma. En segundo lugar, dicha organiza
cin y las modificaciones que sufre son producto de la actividad de las unidades
obrantes, y no de "fuerzas" que las dejan relegadas a un segundo trmino. Para
com prender mejor la imagen de la sociedad hum ana a la luz de la interaccin
simblica, es preciso explicar brevemente cada una de estas diferencias.
Desde la perspectiva de esta ltima, la organizacin social es u n marco en cuyo
seno llevan a cabo sus acciones las unidades obrantes" o unidades que actan. Los
aspectos estructurales, como la cultura", sistemas", estratificaciones y papeles
sociales, establecen las condiciones para la accin de dichas unidades, pero no la
determinan. Las personas (es decir, las unidades que actan), no lo hacen en funcin
de la cultura, la estructura social, etc., sino en funcin de las situaciones. La organi
zacin social slo influye en la accin en la medida en que configura situaciones en
cuyo seno actan los individuos, y en la medida en que proporciona unos conjuntos
fijos de smbolos que los individuos utilizan al interpretar las situaciones. Ambas
formas de influencia de la organizacin social son importantes. En el caso de socie
dades estables y consolidadas, como las tribus prim itivas aisladas y las comunidades
de campesinos, tal influencia es, ciertamente, m uy profunda. Sin embargo, en algu
nas sociedades hum anas, sobre todo en las sociedades m odernas, en donde surgen
corrientes de situaciones totalm ente nuevas y las antiguas se vuelven inestables, la
influencia de la organizacin disminuye. Debe recordarse que el elemento ms
im portante que u n a unidad de accin ha de afrontar en sus situaciones, son las
acciones de otras unidades obrantes. En la sociedad moderna, dado el creciente
nm ero de lneas de accin entrelazadas, es norm al que surjan situaciones en las
cuales las acciones de los participantes no estn regularizadas o normalizadas de
antem ano. En este sentido, la organizacin social existente no configura las situacio
nes. Del mismo modo, pueden variar y oscilar considerablemente los smbolos o
instrum entos de interpretacin utilizados p o r las unidades obrantes en tales situacio
nes. Por estos motivos, la accin social puede rebasar o apartarse de la organizacin
en cualquiera de sus dimensiones estructurales. La organizacin de u n a sociedad
hum ana no debe confundirse con el proceso de interpretacin realizado p o r sus
unidades de accin, ya que, aunque afecta a dicho proceso, no lo abarca ni lo
explica.
Quiz la consecuencia ms destacada del hecho de considerar la sociedad como
u na organizacin, sea la de pasar por alto el papel que desempean las unidades de
accin en el cambio social. El procedimiento convencional seguido por los socilo
gos consiste en (a) identificar la sociedad hum ana (o una parte de la misma) con
alguna form a organizada o establecida; (A) descubrir algn factor o condicin de
cam bio que influya sobre la sociedad o una parte determ inada de la misma, y ( d
determ inar la nueva form a adoptada p o r la sociedad a causa de la influencia de ese
factor ce cambio. Estas observaciones permiten al investigador expresar proposicio
nes en el sentido de que un determinado factor de cam bio, al influir sobre una cierta
forma organizada, produce u n a nueva form a organizada. A este respecto abundan
todo tipo de declaraciones, unas burdas y o tras refinadas; como, p o r ejemplo, que la
depresin econmica aum enta la solidaridad entre las familias de la clase trabaja
dora, o que la industrializacin acarrea la sustitucin de las familias num erosas por
las poco numerosas. A hora no me preocupa la validez de dichas proposiciones, sino
la postura metodolgica que implican. En esencia, o bien ignoran el papel que
desempea el com portam iento interpretativo de las unidades de accin en un caso
determ inado de cam bio, o bien consideran que el factor de cambio fuerza la con
ducta interpretativa. Quiero sealar que toda linea de cam bio social, desde el mo
mento en que implica cambios en la accin hum ana, es necesariamente mediatizada
por la interpretacin de las personas afectadas por dicho cambio, el cual adopta la
forma de situaciones nuevas en las que los individuos han de elaborar nuevas
formas de accin. Igualmente, y en concordancia con lo anteriorm ente indicado, la
intrpretacin de las nuevas situaciones no est predeterminada por condiciones
previas a las mismas, sino que depende de aqu'ello que se descubre y se tom a en
consideracin en las situaciones reales en las que se elabora la conducta. Pueden
producirse fcilmente variaciones en la interpretacin, puesto que las diferentes
unidades de accin consideran objetos distintos dentro de la misma situacin, o les
confieren distinto valor, o los ensam blan de m odo diferente. AI form ular proposi
ciones sobre el cam bio social, ser prudente reconocer que cualquier lnea de ese
cam bio est mediatizada por las unidades de accin, al interpretar stas las situacio
nes con las que se enfrentan.
Los investigadores de la sociedad hum ana tendrn que plantearse la cuestin de
si sus inquietudes con respecto a las categoras de la estructura y de la organizacin,
se ajustan realmente al proceso interpretativo por medio del cual los seres hum anos,
individual o colectivamente, actan en la sociedad. La discrepancia entre am bas
posturas es lo que entorpece los esfuerzos del investigador por llegar a conclusiones
como las que se extraen en las ciencias fsicas y biolgicas. Esta misma discrepancia
es, adem s, la principal responsable de las dificultades con que tropiezan al tratar de
hacer encajar sus hiptesis en las nuevas series de datos empiricos. Para superar
estos inconvenientes se realizan nuevos esfuerzos, ideando nuevas ctegoras estruc
turales, form ulando nuevas hiptesis de igual carcter estructural, desarrollando
tcnicas de investigacin ms refinadas e incluso enunciando nuevos esquemas
metodolgicos. Tales tentativas siguen ignorando u omitiendo el proceso interpreta
tivo por medio del cual las personas, individual o colectivamente, actan en la
sociedad. La cuestin reside en saber si la sociedad hum ana o la accin social
pueden analizarse con xito mediante esquemas que rehsan adm itir que los seres
hum anos son com o son; es decir, personas que elaboran su accin individual o
colectiva a travs de una interpretacin de las situaciones a las que hacen frente.
LAS ACTITUDES Y EL ACTO SOCIAL*
Este articulo constituye una valoracin crtica del concepto de actitud como
instrum ento para el estudio y anlisis de la conducta hum ana. La amplia atencin
dedicada por la teora e investigacin contemporneas al concepto de actitud, se
basa, evidentemente, en dos creencias. La prim era sostiene que el concepto es indis
cutiblemente apropiado para analizar y estudiar la conducta humana. La segunda*
que puede ser calificado de concepto cientfico y que. por lo tanto, puede servir para
adquirir un conocimiento cientfico a travs de u n a investigacin adecuada.
A mi juicio, un anlisis minucioso dem uestra que am bas creencias son errneas.
El concepto de la actitud, tal como hoy da se entiende, descansa sobre una descrip
cin falaz de la accin humana. Adems, no cumple en absoluto los requisitos de un
concepto cientfico. El propsito del presente artculo es dem ostrar el fundamento
de estas dos graves acusaciones, que analizar en orden inverso al enunciado.
En la ciencia emprica, un concepto, para ser satisfactorio, debe cum plir tres
sencillos requisitos: 1. debe apuntar claram ente a los casos concretos del tipo de
objetos empricos a los que hace referencia; 2. tiene que hacer una clara distincin
entre este tipo de objetos y los de clase afn, y 3. ha de perm itir el desarrollo del
* Discurso pronunciado por el autor como presidente de la sociedad para el Estudio de los Problemas
Sociales, con ocasin de la reunin anual celebrada conjuntamente con la Sociedad Americana de Sociolo
ga y la Sociedad Sociolgica Rural, en Washington, del 30 de agosto al 2 de septiembre de I9SS.
Reproducido de Social Problems. Volumen J. N." 2 (octubre 1955), pginas 59 a 65, con autorizacin
de la Sociedad para el Estudio de los Problemas Sociales.
conocimiento acum ulativo del tipo de objetos a los que se refiere. Por supuesto,
estos tres requisitos estn vinculados entre s. La clara determinacin de los casos
concretos del tipo de objetos nos permite estudiarlos minuciosamente y desarrollar,
por medio de este estudio, un conjunto de conocimientos sobre el tipo en cuestin.
Por o tra parte se pueden utilizar casos concretos para verificar las afirmaciones o
form ular hiptesis sobre la naturaleza de ese tipo de objetos. Asimismo, la aptitud
para reconocer los casos concretos de un tipo determinado nos perm ite aislar dicho
tipo de todos los dems y relacionar entre s los conceptos relativos a dichos casos.
Esta vinculacin de los conceptos es esencial para una teorizacin eficaz.
Tal y como normalmente se le entiende, el concepto de actitud, no cumple
ninguno de los tres requisitos. Carece de una referencia emprica clara y fija; su tipo
de objetos no se distingue fcilmente de otros afines, y no propicia la ampliacin de
los conocimientos sobre el tipo de objetos a los que supuestamente se refiere. Perm
taseme aclarar todo esto.
El concepto de actitud es empricamente ambiguo. No poseemos ningn grupo
de marcas o caractersticas fidedignas que nos permitan determ inar correctamente
las actitudes en el m undo emprico que estudiamos. U na actitud no se percibe
directamente, sino que ha de ser ensamblada mediante un proceso de deduccin.
Necesitamos saber qu es lo que hay que ensam blar, y esto no nos lo dice el
concepto actual de la actitud. No sabemos qu datos incluir com o parte de una
actitud y cuales rechazar por no pertenecer a la misma. Al no saber qu es lo que
compone una actitud, evidentemente carecemos de orientacin en cuanto a seleccio
nar los datos precisos para determ inarla o identificarla. Por ello, tenemos que proce
der arbitrariamente, confiando en nuestras impresiones personales respecto a lo que
se debe incluir, o recurriendo a algn medio tcnico como por ejemplo una escala de
medidas. Dicho medio tcnico se basa, por supuesto, en una idea preconcebida de lo
que compone una actitud, que ha de ser adaptada, por aadidura, de form a que
cum pla ciertos criterios de cuantificacin. Esto no responde, pues a la cuestin de lo
que compone empricamente una actitud considerada como tipo.
La consecuencia de esta ambigedad emprica del concepto de actitud es que ste
se convierte en un trm ino meram ente lgico o general. A barca u n a cantidad incre
ble de casos concretos, pero est desprovisto de toda faceta genrica aislada me
diante un estudio emprico. N o se refiere a u n tipo de objeto identificable. Esta
condicin se refleja claramente en la relacin indeterminada que existe entre el
concepto de actitud y otros conceptos de la mism a especie. Efectivamente, no pode
mos distinguirlo ni relacionarlo eficazmente con conceptos tales com o los impulsos,
mecanismos, apetitos, antipatas, sentimientos. Hbitos, opiniones, ideas, juicios v
decisiones. Hace unos veinte aos, G ordon Allport realiz audaces, aunque vanos,
intentos de'dem ostrar cun diferentes son las actitudes de los temas psicolgicos
mencionados y de otros por el estilo. No conozco ninguna tentativa parecida que
haya tenido xito. A decir verdad, quienes trabajan en el cam po de estudio de la
actitud manifiestan una extraa indiferencia hacia el problema. A unque seguimos
considerando seriamente el concepto de actitud como instrum ento p ara el anlisis de
la conducta y de la estructura hum anas, no conseguimos engranarlo eficazmente
con ningn grupo de conceptos analticos establecidos y encaminados a ese mismo
fin. Al carecer de una referencia emprica decisiva, el concepto de actitud entorpece
toda teorizacin slida. No podemos incluirlo acertadamente en nuestras teoras, ni
como unidad de organizacin personal ni com o elemento de la accin humana.
U na consecuencia todava ms grave de la falta de concrecin emprica del
concepto de actitud, es la incapacidad de desarrollar ningn conocimiento acum ula
tivo sobre lo que es la actitud. A pesar de haberse efectuado u n gran nm ero de
estudios sobre el tema a lo largo de los aos, no veo que dichos estudios hayan
contribuido en absoluto al conocimiento de la naturaleza genrica de las actitudes.
N o sabemos ms sobre ellas de lo que sabamos hace treinta y cinco aos. Debemos
descartar las pretendidas contribuciones a este conocimiento, tales com o que las
actitudes se form an socialmente o que son susceptibles de modificacin. Estas afir
maciones no dicn nada acerca de lo que es u n a actitud y, en cuanto proposiciones,
hubieran podido ser formuladas con el mismo valor y validez prescindiendo del
concepto de actitud. Del mismo modo, los interesantes hallazgos en m ateria de
procedimiento, con respecto a las precauciones que deben adoptarse al hacer entre
vistas, form ular preguntas y confeccionar escalas, tam poco han aportado ningn
conocimiento genrico sobre las actitudes.
Cabe preguntarse y con razn, qu es lo que estamos haciendo si, empeados en
un extenso cm ulo de estudios e investigaciones que ocupan a m uchos de nuestros
mejores cerebros, lo nico que hemos descubierto es que toda esta ingente tarea no
nos ha proporcionado ningn conocimiento sobre el tipo de objetos que pretende
m os estar estudiando. N o parece que tal sea el cam ino de la ciencia.
Las anteriores observaciones explican por qu pienso que el concepto de actitud,
en su form a actual, es altamente deficiente com o concepto
dad de su carcter emprico le im pide entablar relaciones fructferas, capaces de
rectificarse p o r s mismas, con el m undo emprico, impide incoroorarlo a un c o n "
junto de teora analtica y obstaculiza el desarrollo del conocimiento de su natura
leza.
*Este es, no obstante, el menos im portante de los dos puntos que deseo conside
rar. M ayor importancia reviste el hecho de que presupone u n a falsa descripcin de
la accin hum ana.
El uso del concepto de actitud p ara explicar el com portam iento, se basa en una
lgica muy sencilla. La actitud est concebida com o u n a tendencia, u n estado de
preparacin o de disposicin que antecede a la accin, la dirige y la moldea. De este
modo, la actitud o tendencia a actuar se utiliza p ara explicar y dar cuenta de un
determ inado tipo de accin. Adems, el conocimiento de la actitud nos permite
prever el tipo de accin que tendra lugar si tal actitud fuese activada. En realidad, la
afirmacin de que la actitud dirige y controla el acto, constituye una'clra petici'
de principio. Los indicios y hechos disponibles no proporcionan ninguna pru6
Tfe ratifique-tal aseveracin. Hay dos lneas de verificacin posibles. U na sera
dem ostrar, mediante una adecuada serie de casos, que existe una estrecha conformi
dad de accin con las actitudes previamente afirm adas, y la o tra consistira en
analizar m inuciosamente la influencia que ejerce realmente la actitud sobre el acto.
Lee estudios sobre la actitud no aportan la prim era demostracin. U n a abrum a
dora proporcin de estudios sobre la actitud ni siquiera tratan de interesarse en la
accin subsiguiente al estudio y, en consecuencia, no revelan nada sobre la relacin^
entre la actitud y la accin. En el reducido nm ero de casos en que se"h intentado"
establecer dicha relacin, la prueba no ha resultado convincente. A veces se ha
descubierto una correlacin muy razonable, generalmente entre las puntuaciones de
los test de actitud y cierto ndice de conducta pblica. En otros casos, frecuente-
tffntecon ios mismos test, la correlacin ha sido escasa. Podemos encontrar en las
publicaciones sobre e fte m a ejemplos muy bien escogidos en los que la prediccin
funciona perfectamente, pero tales ejemplos no representan el conocido universo de
los estudios sobre las actitudes, ni siquiera el de los mejores estudios y, por lo tanto,
no constituyen u n a prueba. La cuestin se complica a causa de la posibilidad de
seleccionar casos asombrosos en los que la prediccin fracas. Cualquier aprecia
cin imparcial sobre el conocido campo de los estudios acerca de las actitudes, nos
obliga a reconocer que no ha sido posible dem ostrar la existencia de una d a ra
concordancia entre las actitudes declaradas y la accin ulterior. Me consta por
supuesto, que los investigadores en esta m ateria creen qu las deficiencias en la
prediccin sern superadas al perfeccionar los instrum entos para el estudio de las
actitudes. M e limito a sealar que este punto de vista sigue siendo u n a peticin de
principio acerca de si la actitud controla el acto.
La o tra form a de demostrarlo consistira en probar, por medio de u n a descompo
sicin analtica del acto, que la tendencia a actuar dirige y configura realmente la
accin. En lugar de correlacionar simplemente los dos extremos del acto, la tenden
cia y la conducta manifiesta, habra que analizar paso a paso el m odo en que la
tendencia influye en el desarrollo de la accin, configura tos deseos e impulsos,
mdela la percepcin, determ ina las selecciones y dicta las decisiones. U n a prueba
tan meticulosa resultara m uy convincente. Casi es ocioso aadir que no existe
ninguna demostracin de este tipo.
No quiero dejar que el tema finalice con este tipo de conclusin. Por el contrario,
deseo em prender un anlisis del acto social hum ano p ara dem ostrar la falsedad de la
premisa que afirm a que la tendencia o actitud dirige y determ ina el acto. Al hacerlo
seguir la lnea de pensamiento de George H. Mead, quien ha analizado el carcter
del acto hum ano con mayor profundidad que ningn otro investigador.
La idea de que la tendencia a actuar determ ina el acto, presupone que la accin
no es sino la realizacin de algo que estaba proyectado de antem ano. U n a vez
activada, la tendencia se plasma directamente en actividad, a la que gua y confi
gura. C ontra esta pretensin y o arguyo que un anlisis realista del acto hum ano
revela un cuadro completamente distinto. El acto humano^ no es la realizacin de
u na tendencia ya organizada, sino una elaboracS5ndeniei^."E'lu iar3e'tra(fij-
cirs' Ia tendencia directamente en WO, intrv lif prcksb que determ na la
form a y direccin adoptada por el acto eri dsarroll. Como M ead ha mos'trdo flo
q constituye, por cierto, su principal cfttfbcin a la psicologa social), este
proceso est constituido por u n caudal de interaccin del individuo consigo mismo,
quien se seala a s mismo diversas cosas y objetos; los define, enjuicia y selecciona;
rene lo que ha seleccionado, y se organiza de este m odo para actuar. Seria un
grave error creer que este proceso intermedio p o r el que el agente hum an elabora
su acto, no e s o tra cosa que lam anifstin de la tendencia. Por et contrario esxt
proceso el que hace funcionar a la tendencia, a veces orientndola, otras configurn
dola y en ocasiones transform ndola, bloquendola o suprimindola inexorable
mente.
Un ejemplo corriente nos ayudar a verlo con m s claridad. Tom em os el simple
caso de una persona que tiene ham bre y come. Podemos considerar que el ham bre
es u na tendencia y el hecho de comer un acto, y decir que la prim era produce y
explica el segundo, pero aunque tal explicacin parece indiscutiblemente cierta,
constituye una notable tergiversacin de lo que en realidad sucede, dado que omite
el proceso intermedio de interaccin consigo misma a travs del cual la persona
moldea su acto. Perfilaremos la hipottica accin. En prim er lugar, la persona debe
advertir que tiene hambre. Si no se indicase ese hecho a si misma, se limitara
simplemente a estar incmoda e inquieta y no se propondra buscar comida. Asi
pues, tiene que definir su ham bre en trm inos de si es algo que debe tom ar en
consideracin o no. U na Ctjeada al reloj puede indicarle que falta media hora para la
comida y en tal caso, puede decidir esperar. O bien puede recordar que est a dieta y
decirse: qu fastidio, tendr que aguantarm e , y no actuar con relacin al hecho del
hambre. O puede decidir comer. En ese caso, tiene que comprometerse ms en la
elaboracin de su acto. M ediante el empleo de imgenes se seala a s misma
diversas posibilidades de accin: elegir entre los distintos tipos de comida, fuentes de
alimentacin y m aneras de obtenerla. Al pasar revista mentalmente a los diversos
objetos de comida, puede que conciba la intencin de degustar un plato exquisito.
Acto seguido puede recordar o tener en cuenta su precaria situacin econmica y,
de acuerdo con esto proyectar otra lnea de aCcin distinta. Puede tom ar en conside
racin las inclemencias del tiempo, la incomodidad de salir a la calle, la com ida que
hay en el frigorfico o el libro que se propona leer. Puede suceder que, despus de
haber decidido lo que quiere com er y hallarse en cam ino hacia un lugar apropiado
para ello, se encuentre con u n conocido que le invite a tom ar unas copas en el bar
de la esquina. Debido a cierta obligacin social contrada con ese conocido, puede
decirse a s misma que, en contra de sus deseos, lo correcto es aceptar la invitacin.
De sste modo, u n acto que comenz en una tendencia (el hambre) puede acabar en
tres horas bebiendo cerveza.
El ejemplo slo deja entrever algunas de las num erosas lneas de accin posibles.
Pero bastar para recordarnos lo que la observacin ms superficial pone de m ani
fiesto: que la accin hum ana se elabora a travs de u n proceso de formulacin de
indicaciones a s mismo por parte del ihdividuo. En este proceso el agente advierte
distintas cosas, las define y sopesa, proyecta diferentes posibilidades de accin, selec
ciona unas cuantas, tom a decisiones y revisa sus planes apenas se percata de algo
nuevo. Si hay algo evidente, es que la accin no constituye la m era realizacin de
una tendencia ya determinada, ni el resultado de u n a tendencia que arrastra al
individuo inexorablemente hacia su realizacin. Antes bien, el agente ha de ensam
blar las piezas de su lnea de accin en funcin de los datos que va teniendo en
cuenta. Al hacerlo asi, reacciona contra su tendencia, obligndola a ajustarse a la
accin que est elaborando. Al hacer que la tendencia se acom ode al acto en desa
rrollo, puede organizarlo, transform arlo, m antenerlo en suspenso, bloquearlo o des
cartarlo enrgicamente como base de accin.
Podemos apreciar ms claram ente lo insustancial que resulta la idea de que la
tendencia a actuar controla el acto, si nos detenemos a considerar la posible influen
cia de la situacin en la que la accin h a de realizarse, o el efecto que pueden
producir las actividades de otras personas.
Ante u n a situacin nueva y distinta, el individuo ha de esbozar una nueva lnea
de actividad. Tiene que hacerse cargo de la situacin, obtener datos, enjuiciar esto o
aquello, y coordinar la lnea de accin que le perm itir acom odarse a la situacin tal
como la ve. Esta a su vez, puede plantear nuevas exigencias y ofrecer nuevas
posibilidades. Por definicin, estas exigencias y posibilidades no estn incluidas en la
tendencia que las antecede y que ha sido elaborada con independencia de ellas. En
tales condiciones, conjeturar que un conocimiento de la tendencia previa permite
pronosticar el acto que se est gestando en la nueva situacin, es realmente presun
tuoso. De igual modo, presum ir que el conocimiento de u n a actitud con respecto a
un objeto, en u n a determinada situacin, permite vaticinar la accin que se elabora
ra con respecto al mismo objeto en u n a situacin distinta, equivale a m alentender y
tergiversar gravemente la naturaleza del acto hum ano.
U na consideracin an ms concluyente en contra de la idea de que la tendencia
o la c titu d controla el acto, es d efe cto -q u e las actMd&des a jen ascau san en J a
^ v id a d grupo, u n individuo tene qu
acom odar sus propios actos a la incesante actividad de los dems. Lo que l consi
dera que stos hacen se convierte en el contexto en el cual ha de encajar su propio
acto en desarrollo. As pues, la expresin por parte de los dems de sus expectativas
e intenciones, sus peticiones e instrucciones, sus exigencias y mandatos, son cosas
que el individuo ha de tener en cuenta a la hora de configurar su acto. A hora bien,
evidentemente no se puede pronosticar, a partir del conocimiento de la tendencia,
cules van a ser los actos de aquellas personas con las que uno est destinado a
enfrentarse, ni saber cmo va uno a interpretar esos actos. La interpretacin de
pende del m odo de evaluar la situacin en que se producen. Concretamente, cuando
surgen nuevas situaciones en las que se ve implicado todo u n grupo, la corriente de
definicin y redefinicin de los actos respectivos de cada individuo favorece la
disolucin de las tendencias previas.
Declaro por lo tanto, que un anlisis realista del acto hum ano dem uestra que no
es la tendencia a actuar lo que moldea o controla el acto. A lo sum o, la tendencia o
disposicin a actuar es un mero elemento que interviene en el desarrollo del acto;
todo lo ms una tentativa inicial para una posible linea de accin. Existen, por
supuesto, casos, relativamente infrecuentes, en los que la tendencia parece dom inar
el acto hasta el punto de excluir las exigencias de la situacin y las expectativas de
los dems; por ejemplo un estado de melancola, el ansia de narcticos de un
drogadicto. u n a clera ciega y el terror en u n momento de pnico. En estos casos,
no se produce el proceso de formulacin de indicaciones a s mismo por parte del
individuo o, com o se suele decir, el individuo pierde la cabeza". Que tales ejemplos no
constituyen el prototipo de la accin social hum ana se ve rpidam ente en el hecho
de que estn en oposicin a la vida de grupo. Si cada cual expresase libremente las
tendencias o actitudes que experimenta, la vida social se convertira en u n estado de
anarqua. N o existiran grupos hum anos p ara que los socilogos los estudiasen.
Este anlisis del acto significa que lo fundam ental no es la tendencia, sino el
proceso por mdto d e lru a l~ se 'etaBgfa~! ct6Tjio~l a M r o a ^ M o 'e r p r o ^ d
definicin p or T g u r u i n n ^ d i i o T ^ ^ accin. En eTcasS aeTa conduca
indfvdu, este proceso reviste ia forma de la Tnteraccon con uno mismo, pues el
individuo o, como se suele decir, el individuo pierde la cabeza". Q ue tales ejemplos no
constituyen el prototipo de la accin social hum ana se ve rpidam ente en el hecho
enjuicia, prepara planes de accin, d ige entre ellos y tom a decisiones. A su Vez, la
conducta de grupo o colectiva adquiere la form a de la interaccin social, definiendo
cada individuo los actos de los dems y movilizndose p ara la accin colectiva.
Dado que el acto, y a sea individual o colectivo, se configura, elabora y dirige
m ediante el proceso de definicin que realiza el individuo o grupo, segn el caso.
dicho proceso debera constituir el objeto principal de estudio de socilogos y psic
logos. El conocimiento de tal proceso sera de m ucha m ayor utilidad, a efectos de
prediccin, si es esto lo que interesa, que cualquier cm ulo de informacin sobre
tendencias o actitudes. A pesar de ello, los estudios actuales sobre las actitudes
ignoran el citado proceso.
En la parte que resta de este artculo, exam inar brevemente algunas otras for
mas en las que el concepto de actitud es utilizado en la actualidad.
El trm ino "actitud puede emplearse en el sentido en que se utiliza en la vida
cotidiana, cuando hablamos de u n a persona que tiene u n a actitud humilde, alberga
una sospecha, se muestra intolerante para con los extraos, o manifiesta una actitud
am orosa hacia sus hijos. Hay varias cosas a tener en cuenta en relacin con esta
form a de empleo. En prim er lugar, el trm ino actitud, por si solo, n o aade nada
a la comprensin; puede om itirse sin que la frase pierda su significado. Podemos
hacernos entender con igual claridad diciendo que una persona es suspicaz que
afirm ando que manifiesta una actitud suspicaz, o diciendo que es intolerante con los
extraos en lugar de asegurar que m uestra u n a actitud intolerante hacia ellos; o
bien, que odia a los judos, en lugar de indicar que su actitud hacia ellos es de odio.
N o es el sustantivo actitud" lo que tiene importancia, sino el verbo, el adjetivo
calificativo o el adverbio. La palabra actitud 's e convierte en un circunloquio
prctico no slo en su uso cotidiano, sino tambin en el de la literatura erudita, pero
no es necesario ni constituye en s mismo u n a referencia concreta. En segundo
lugar, en su uso ordinario, el trm ino no se refiere tanto a lo que la persona har,
com o al tipo de estado en que se encuentra. Al saber que una persona m uestra una
actitud sospechosa, de odio, de am or, o de indecisin, podemos asumir hasta cierto
punto el papel que desempea y en consecuencia, captar algo de sus sentimientos,
susceptibilidades y opiniones. Ello nos proporciona un indicio acerca del modo en
que se apresta a afrontar esa parte de su m undo a la que su actitud hace referencia,
lo cual, a su vez nos sirve de orientacin al abordar y tratar a dicha persona. En
tercer lugar, el valor de este indicio como clave para asum ir el papel de una persona,
depende de cmo se caracterice su actitud. U na simple indicacin com o que la
actitud de alguien es recelosa, nps perm ite asum ir s papel en cierto grado, pero no
completamente; una descripcin aguda y penetrante de dicho recelo, como la que
podra proporcionarnos un novelista con sensibilidad, nos permitira asimilar su
papel de u n a form a ms completa e inteligible. U na caracterizacin estructurada en
razn de u n punto de vista fijo y limitado, como es el caso de los resultados de los
estudios de valoracin de las actitudes, restringe la amplitud de la medida en la que
podemos asum ir el papel de u n a persona.
En el sentido de la conducta hum ana que parte de la elaboracin de lneas de
accin por agentes hum anos, es de sum a importancia asum ir los papeles de stos e
introducirse dentro de su marco de actividad. A pesar de que, como ya he dicho, el
concepto de actitud no es imprescindible para ello, su empleo como medio de
facilitar la comprensin de los papeles sociales, es correcto y puede resultar valioso.
Esto podemos observarlo en la obra, merecidamente famosa, de Thom as y Z na
niecki sobre el campesinado polaco. En ella, bajo la rbrica de la actitud, los autores
nos proporcionan enrgicas descripciones de las experiencias de personas totalmente
opuestas a su insostenible tratam iento formal de las actitudes com o supuestos con
ceptos cientficos.
La form a de empleo restante del concepto de actitudes hay que buscarlo entre
algunos de los investigadores ms serios y cautelosos dedicados a la tarea de deter
m inar su significado. Estos investigadores no pretenden estar estudiando
actitudes, tal como se las concibe normalmente; ni estar tratando de aislar tenden
cias que inducen a actuar; ni que sus hallazgos puedan utilizarse para predecir el
comportamiento; ni que su procediminto, en su etapa actual, sea aplicable al anli
sis de la conducta individual o de grupo. Por el contrario, consideran que su investi
gacin para determ inar las llamadas actitudes es puram ente exploratoria, sin ningn
juicio previo sobre si llevar o no a la confeccin de un fructfero y significativo
esquema para el anlisis de la conducta emprica. Saben que su proyecto capta algo,
pero no saben lo qe es ni conocen su alcance. Comprenden que este elemento
estable no es susceptible de un estudio emprico independiente, sino slo de ser
revelado utilizando los medios p o r ellos ideados, y por lo tanto, reconocen que no
estn en condiciones de decir si es una tendencia para actuar ni de atribuirle caracte
rsticas genricas. Para ellos, el elemento estable es un m ero instrum ento explorato
rio para averiguar qu utilidad puede tener, si es que tiene alguna. De este modo,
debido a su naturaleza cuantitativa, puede ser relacionado con otros tipos de datos
cuantitativos. A hora bien, desde el mom ento en que permite la ordenacin en un
continuum , hace posible la comparacin entre los diferentes individuos o grupos de
dicho continuum , y debido a que es un punto de asignacin del continuum ,
permite determ inar en cierto m odo las variaciones que experimenta el citado conti
nuum en respuesta a la exposicin de las personas a nuevos tipos de experiencia.
Estos estudiosos confian en que sus esfuerzos exploratorios conducirn tal vez
al aislamiento de un hecho emprico con caractersticas genricas fijas; u n hecho
que, de ese modo, pueda convertirse en un concepto cientfico y un instrum ento
analtico.
Este estudio, como todo tipo de estudio exploratorio de la ciencia emprica, es
indiscutiblemente correcto. Sin embargo, el concepto de actitud que presupone ape
nas puede merecer aprobacin. Se equipara la actitud a un hallazgo estable realizado
mediante un determinado estudio de medicin. Como la naturaleza de tal hallazgo
es desconocida, el concepto de actitud se convierte, a su vez en u n a incgnita "X .
El hecho de que el citado hallazgo estable se limite a cada estudio en particular, en
lugar de caracterizar a un conjunto universal de casos, em peora la situacin de por
s insatisfactoria. Por consiguiente, en un sentido estrictamente lgico, en los estu
dios de medicin de la actitud no existe el concepto de la misma. En su lugar hay
una serie interminable de supuestas actitudes independientes o X, sin nada que las
relacione entre s. Es una form a realmente extraa para un concepto que pretende
ser cientfico.
Ya se ha dicho lo suficiente en este artculo com o para resaltar que existe una
autntica necesidad de replantear cuidadosamente nuestro pensam iento y nuestra
labor en relacin con el estudio de la actitud. Este exam en debiera impulsar a los
investigadores serios de este cam po a em prender el anlisis del m undo emprico con
instrum entos ms realistas y previsores.
IMPORTANCIA PSICOLOGICA DEL GRUPO
HUMANO
Extrado Group Relations al the Crossroads, editado por Muzafer Sheriffy M. O. Witson. Copyright
1 953 de Harper y Row, editores.
analizan la composicin y la conducta del individuo, sin conceder demasiada aten
cin a la asociacin del mismo con sus semejantes. La psicologa social, en contraste
con la fisiolgica y la individual, acepta el hecho de dicha asociacin como punto de
partida. Su premisa es que la vida de grupo es el escenario en el que tiene lugar la
experiencia individual, y que dicho grupo social ejerce en sta una influencia deci
siva. Tal punto de vista refleja el reconocimiento de que la asociacin con sus
semejantes es destino inevitable y universal del ser humano; que dicha asociacin
constituye una intrincada red de estmulos tales como exigencias, peticiones, rde
nes, prohibiciones, instigaciones, desaires, expectativas, condenas y juicios ajenos; y
que esa red de acciones multiformes de los asociados, moldea y configura la estruc
tura psicolgica de cada individuo. Esto es cierto tanto si la referencia psicolgica
abarca un tema completo, como la llamada personalidad"; algn elemento aislado,
como un impulso, apetito, actitud o sentimiento, o bien determinados procesos,
como la cognicin, motivacin, aprendizaje y comunicacin. Desde el punto de vista
de la psicologa social, todos estos puntos de referencia poseen una naturaleza que
emana de la experiencia y acontecimientos inherentes a la asociacin humana. Estas
observaciones no pretenden sino subrayar el reconocimiento de que la psicologa
social se basa lgicamente en el hecho de la asociacin humana.
Una vez admitido lo que antecede, es preciso que la psicologa social posea una
descripcin razonablemente fidedigna de la asociacin humana como punto de par
tida. Sin embargo, en lugar de trazar un esquema de la naturaleza de esa asociacin
por medio de la observacin emprica, la mayora de los psiclogos sociales utilizan
los ya existentes, los confeccionan atenindose a algn concepto preestablecido, o
trabajan inconscientemente con esquemas dictados por sus propios mtodos de
estudio. Quisiera justificar esta acusacin.
A mi entender, los psiclogos sociales confeccionan sus esquemas para represen-
tar la asociacin humana de cuatro formas distintas.
La primera, inuy corriente por cierto, consiste en partir de una idea determinada
en relacin con la estructura psicolgica del ser humano, y despus confeccionar la
descripcin de un grupo humano que se adapte a dicha idea. A veces tal descripcin
adopta la forma de una aseveracin directa segn la cual la vida de grupo consiste
en el elemento psicolgico dado; otras veces, en lugar de esta afirmacin, hace una
descripcin de la vida de grupo acorde y compatible con dicho elemento. La litera
tura psicolgica cuenta con numerosos conceptos elaborados de ese modo. Uno de
los primeros ejemplos lo constituye la doctrina de los instintos. Basndose en la idea
de que el ser humano estaba compuesto psicolgicamente de una serie de instintos,
los investigadores pensaron que la vida de grupo o de asociacin se compona
exclusivamente de tales instintos. Por citar un ejemplo conocido; la institucin de la
vida de familia, que actualmente engloba una interaccin variable y muy compleja,
se explicaba como la expresin de unos cuantos instintos escogidos como, por
ejemplo, una combinacin de los instintos sexuales, paternales y gregarios. Hoy da
este concepto parece grotesco, considerando la intrincada, verstil y variable trama
de adaptaciones de una persona con otra, que constituye la vida de familia. Con
todo, este ejemplo tomado del campo de la psicologa de los instintos, revela clara
mente cmo puede elaborarse un concepto o esquema de la vida de un grupo
humano con slo tomar un carcter psicolgico supuesto de la persona humana y
utilizarlo como unidad o cimiento" de la vida de grupo.
No seria honesto por mi parte basar este alegato en la ya desechada doctrina de
los instintos; as que utilizar ejemplos contemporneos. La vigente doctrina de las
actitudes constituye uno muy claro. Tal punto de vista sostiene que el ser humano
es una organizacin de actitudes. Como se razona que el grupo humano est com
puesto de individuos, s extrae la conclusin de que la vida de dicho grupo consiste
en la interaccin de las actitudes adoptadas por los miembros que lo constituyen.
Por eso el anlisis del comportamiento de grupo intenta determinar las actitudes que
se supone dan lugar al mismo. Se cree que & determinacin de tales actitudes
proporciona una base firme para la prediccin del comportamiento colectivo. Ms
adelante explicar por qu pienso que es falso concebir la asociacin humana o la
vida de grupo como una interaccin de actitudes. Por ahora me limitar a sealar
que este punto de vista, al igual que el concepto de los instintos citado anteriormente
es un claro ejemplo de la confeccin de un esquema de la vida de grupo partiendo
de la proyeccin externa de un presunto carcter psicolgico del individuo humano.
Otros ejemplos actuales de la misma ndole, que me abstendr de comentar, son la
concepcin de la vida humana de grupo basada en factores psicoanalticos; la no
cin de que dicha vida, de grupo se compone de una red de relaciones del tipo
"estmulo-respuesta; el punto de vista segn el cual la opinin pblica es la suma
de las opiniones individuales, y la consideracin de que, si no en su to talid ad al
menos una parte de la vida de grupo (como un movimiento social, pongo por caso),
es la expresin de los motivos individuales, sean stos cuales fueren.
Hay varias observaciones que hacer con respecto a esta forma corriente de esque
matizar la asociacin humana en funcin de determinado atributo psicolgico o
estructura del individuo. En primer lugar, el hecho de que la descripcin o esquema
de la vida de grupo a que conduce, no procede de un estudio emprico de la misma,
sino que es elaborado de forma que se acomode a un concepto ya estatuido y
derivado de una fuente enteramente distinta. En segundo lugar, este modo de esque
matizar la vida de grupo nos lleva a un crculo vicioso que impide la ejecucin de la
tarea fundamental de la sicologa social. El concepto de la vida de grupo elaborado
en funcin de un determinado carcter psicolgico del individuo, crea un crculo
vicioso tendente a afirmar el carcter psicolgico en cuestin. A causa de ello, el
requisito fundamental de toda psicologa social, en cuanto a enfocar lo psicolgico
a travs de lo social sufre un cortocircuito y no se cumple. En suma, la concep
cin de la asociacin humana como conjunto de la estructura psicolgica de los
individuos que la componen, se convierte en un obstculo para el estudio de dicha
asociacin. Esta es, sin duda, la consecuencia ms nefasta; una secuela que sienipre
amenaza con infestar la psicologa social y minarla hasta sus ms profundas races.
Una segunda forma importante de obtener una imagen o descripcin orientativa
de la asociacin humana consiste en utilizar una elaboracin analgica. El grupo
humano adquiere una determinada forma o naturaleza al equiparlo con algo. Fre
cuentemente, esta analoga se establece inconscientemente como subproducto de
algn esquema metafisico que los investigadores estn utilizando. Son numerosos
los ejemplos de ambos sistemas de analoga en la psicologa social. El ingenioso
mtodo de crear deliberadamente conceptos analgicos est muy bien ilustrado por
lo que los socilogos denominan analoga orgnica. Se entiende que el grupo
humano est formado con arreglo a un modelo de organismo que funciona como
una entidad, dirigiendo la conducta de los subgrupos que la integran y, en ltima
instancia, la de los miembros individuales. La interaccin entre stos adquiere un
mero carcter instrumental con respecto a la accin unificada del grupo. Otra mus-
tra de enfoque analgico es el antiguo intento de concebir la vida de grupo como un
grupo mental, dotado de las caractersticas funcionales de la mente de los indivi
duos. Un caso ms frecuente en la psicologa social actual es el empleo inconsciente
de la analoga para crear un concepto del grupo humano, generalmente al servicio
de un esquema metodolgico o metafsico concreto. As, cuando un psiclogo social
se propone considerar que el objeto de su estudio es un mecanismo que funciona de
una manera regular y ordenada, configura inconscientemente con ese mismo molde
su esquema de la asociacin humana. Por idntica razn si utiliza un enfoque
metodolgico que presupone que el objeto en estudio tiene la forma de un conjunto
estadstico basado en la probabilidad, llegar a un tcito esquema de la asociacin
humana que responde al enfoque elegido. Del mismo modo si sostiene el concepto
filosfico "Gestalt" en el sentido de que todos y cada uno de los objetos en estudio
con sistemas totales que tratan de mantener o alcanzar un estado de equilibrio, su
esquema del grupo humano participar de este concepto. En todos estos casos, es
evidente que el esquema de la asociacin humana se elabora, consciente o incons
cientemente, sobre la base de la analoga, presumiendo que la asociacin posee una
estructura o carcter parecido al de un determinado modelo externo. Si se reconoce,
como estoy seguro que se hace, que los modelos normalmente utilizados por los
psiclogos sociales son concebidos segn los de las ciencias naturales o elaborados
con arreglo a un determinado concepto filosfico, ser fcil entender por qu se
atribuye a la asociacin humana un carcter que no se deriva del estudio emprico
de l misma. Desde el momento en que esta fuente concreta de esquemas del grupo
humano est tan claramente vinculada al propio acto de investigacin cientfica, no
es difcil advertir hasta qu punto recurren los psiclogos sociales al procedimiento
analgico al desarrollar conceptos funcionales de la asociacin humana. No me
interesa comentar aqu la validez de ninguna de estas elaboraciones analgicas; slo
quiero insistir en que son esquemas tomados, en prstamo", y no deducciones
derivadas del estudio emprico.
Hay una tercera forma de confeccionar esquemas funcionales sobre la naturaleza
fundamental del grupo humano. Consiste en desarrollar un concepto general al
respecto sobre la base de la reflexin especulativa, y no del razonamiento analgico.
Este enfoque es ms propio de los filsofos polticos, sobre todo cuando desarrollan
directrices acerca de la naturaleza del Estado en relacin con la sociedad. Se hace
patente en algunos puntos de vista como, por ejemplo que la sociedad es voluntad
general" o poder. Quiz resulte ms familiar para tos psiclogos sociales el con
cepto sociolgico de consenso". Entre estos psiclogos los que pertenecen al campo
sociolgico se guan a menudo por dicho concepto, basado en la reflexin especula
tiva y no i una cuidadosa observacin emprica. Dado que, en conjunto, las
perspectivas sobre la asociacin humana derivadas de esta reflexin no son muy
frecuentes en la psicologa social contempornea, no me extender sobre este tema.
Baste sealar que este modo de esquematizar la naturaleza del grupo humano, elude
el estudio inductivo que se requiere para llegar a un concepto realista.
La cuarta y ltima forma de crear conceptos de la asociacin humana, consiste
en utilizar estudios empricos de los grupos humanos, como vienen haciendo, en
especial, los antroplogos y socilogos. Los ejemplos ms conocidos de este tipo de
conceptos en el campo de la psicologa social son, actualmente, los centrados en
torno a los trminos cultura", estructura social" y desempeo de un papel".
Debido a su trascendencia en el pensamiento psicosocial vigente, comentar breve
mente estos conceptos. La recopilacin, durante el siglo pasado, de una copiosa
informacin sobre el estilo de vida de diversos grupos humanos, dio origen al
concepto de cultura. La informacin obtenida demuestra de modo concluyente, que
dichos estilos de vida varan con independencia de la estructura tnica, la localiza
cin geogrfica o la peculiar composicin de la gente. En realidad, esos estilos de
vida son, al parecer, producto de la experiencia histrica. La informacin recogida
demuestra asimismo que, cuando un grupo posee cierta continuidad y estabilidad,
sus modos de vida persisten tenazmente de generacin en generacin, imprimin
dose en los jvenes y canalizando su actividad. Estas observaciones hacen surgir
fcilmente una nocin de la cultura o un concepto del grupo humano como posee
dor de un conjunto o sistema de modos de vida, anteriores al nio o al recin
llegado, que debe ser asimilado por stos y que moldea su conducta y organizacin
personal. Las pruebas que respaldan este concepto son tan numerosas que es fcil
entender cmo los estudiosos llegan a la vida de grupo como vida cultural. (Algunos
socilogos definen incluso su disciplina como la ciencia de la cultura.)
Adyacentes a este concepto de la cultura y de hecho, complementarias de la
misma, son la nociones que consideran al grupo humano como una estructura
social o un sistema de papeles sociales. El estudio de la organizacin social de los
grupos humanos muestra siempre una ordenacin de los puesto^ sociales, ya sea en
forma de divisin del trabajo o de jerarqua del status. Debe sealarse, adems, que
cada uno de estos puestos viene socialmente definido por las expectativas respecto al
modo en que actuar quien los ocupa y a cmo ser valorado en relacin con otros
puestos. De esta forma, la concepcin del grupo humano como cultura se fusiona
con la concepcin del mismo como estructura social; lo mismo sucede con la con
cepcin de la vida de grupo como desempeo de papeles sociales. Esta ltima
nocin, al igual que las de la cultura y la estructura social, se basa en el estudio
emprico; parte del hecho evidente de que al ser humano, en sus relaciones con los
otros, se le asignan o asume papeles diversos: pdre, trabajador, erudito, esposo,
amigo, enemigo, dirigente, hombre rico, partidario leal, profesor, director de un
club, etc., segn su posicin social y sus intereses. Parece ser que cada vez que un
ser humano entabla relacin con otro asume inmediatamente algn papel, y que
mientras dura esa relacin, no deja de desempear papeles sean de un tipo o de.otro.
Es fcil entender por qu los estudiosos defienden la nocin de que la vida humana
de grupo consiste en desempear papeles sociales.
En realidad, la evidencia emprica en favor de la idea de que la cultura, la
estructura social y el ejercicio de los papeles constituye el grupo humano y su vida,
parece tan convincente que no debemos asombrarnos de lo mucho que ha influido
este concepto en la psicologa social contempornea. Sin embargo, a pesar de que
todos los casos de vida de grupo o asociacin humana consolidadas muestran de
modo indiscutible la presencia de normas o pautas culturales, niveles de status y
asignacin de papeles, a mi modo de ver es inadecuado, errneo y falso considerar
que estos tres conceptos constituyen la vida de grupo o representan !a naturaleza de
la asociacin humana. Ms adelante lo demostrar; por el momento, me contentar
con sealar que los conceptos de cultura, estructura social y asignacin de papeles,
no provienen del estudio de la asociacin humana entendida como proceso en
curso, sino, ms bien, del estudio de determinados productos de dicha asociacin.
Formulo esta declaracin con la mayor seriedad. Los citados conceptos no son fruto
de un minucioso estudio de lo que sucede entre personas que han entablado una
interaccin reciproca, sino de la comparacin de diferentes estilos de vida de grupo,
de la observacin de las relaciones, de la constatacin de los puestos o papeles,
claramente diferenciados que los individuos asumen en el contexto del grupo. Con
cebir la asociacin humana como cultura, nivel de status o desempeo de papeles
sociales supone, de hecho, utilizar conceptos tomados en prstamo. Lo que, conside
rado superficialmente, parece ser un concepto de procedencia emprica sobre la
naturaleza de la asociacin humana, resulta no derivarse del estudio de la misma
como tal.
Este breve repaso de los cuatro procedimientos principales que los psiclogos
contemporneos utilizan normalmente para confeccionar sus esquemas sobre la natu
raleza de la asociacin o del grupo humano, refleja con mayor claridad el signifi
cado de mi afirmacin inicial en el sentido de que actualmente la psicologa social
no posee ni busca un concepto realista de la naturaleza de la asociacin humana.
Elaborar conceptos de dicha asociacin basados en la acomodacin de determinada
nocin filosfica o esquema metodolgico de investigacin o bien, fundamentos en
algn tipo de especulacin filosfica sobre la vida de grupo o, finalmente, apoyados
en una observacin emprica del grupo en cuestin lo que, en definitiva, no equivale
a la observacin de la asociacin como tal, es eludir el problema crucial de la
psicologa social. Esta precisa, por necesidad lgica, como he pretendido demostrar
con mis anteriores comentarios, tomar como punto de partida el hecho mismo de la
asociacin humana. La psicologa social debera, y en mi opinin debe, necesaria
mente, disponer de una fiel descripcin de dicha asociacin para llegar a compren
der de un modo realista el mundo que estudia. Esto es necesario con independencia
del modo en que tal descripcin pueda afectar a las formas actuales de pensamiento
e indagacin, y al margen del rumbo que pueda imprimir a la psicologa social.
Ahora quisiera decir algo sobre la naturaleza de la asociacin humana; la cual
habra que considerar en su forma ms elemental, es decir, la de los seres humanos
en interaccin. Los ejemplos ms amplios de asociacin humana, aquellos en los
que pensamos al hablar de la vida de grupo en sus aspectos ms generales, siguen
estando basados en la interaccin entre individuos; por lo tanto, ste ha de ser el
objeto de estudio inicial y estratgico. Me propongo examinar tan slo unas cuantas,
aunque esenciales, caractersticas de la interaccin, omitiendo muchas otras
que, aunque ms importantes, no es preciso considerar en este articulo. Las caracte
rsticas que voy a comentar son empricas: saltan a la vista al observar la interaccin
que se desarrolla en tomo nuestro.
A mi juicio, la caracterstica ms importante de la asociacin humana consiste en
que cada participante tiene en cuenta a los dems. Por inocua y redundante que
pueda parecer esta afirmacin, creo que es de vital importancia. Tener presente a los
otros significa algo ms que estar en su presencia o reaccionar ante la misma. Dos
personas durmiendo juntas en una cama pueden reaccionar mutuamente al cambiar
de postura en el sueo; sin embargo, en tales reacciones o respuestas no se tienen en
cuenta la una a la otra. Tomar en consideracin a una persona quiere decir ser
consciente de ella, reconocerla de algn modo, formular un juicio o apreciacin
sobre ella, determinar el significado de su accin, tratar de averiguar lo que tiene en
mente o intentar descubrir lo que quiere hacer. El hecho de ser consciente de otra
persona, tenindola en cuenta, tanto a ella como a sus actos, da lugar a orientarse
uno mismo y a dirigir la propia conducta. Una persona tiene en cuenta la accin de
otra no slo en el momento de la toma de contacto inicial, sino durante todo el
perodo de interaccin. Debe anticiparse a la accin de esa persona, percatndose de
lo que dice en tal o cual ocasin, o interpretando sus movimientos a medida que
stos van sucedindose. Percibir, definir y enjuiciar a la otra persona y a su accin,
y organizarse a s mismo en funcin de dichos juicios y definiciones, constituye un
proceso continuo y fluido.
El hecho de que cada uno de los dos individuos que intervienen en esta sencilla
situacin, est teniendo en cuenta al otro continuamente, es muy importante. Signi
fica que ambos han entablado una relacin de sujeto a sujeto, no de objeto a objeto
ni siquiera de sujeto a objeto. Cada uno de estos individuos tiene que considerar la
conducta ajena, en cierta medida desde el punto de vista del otro. Tiene que captar a
ese otro como a un sujeto o como a lo que inicia y dirige sus propios actos, y en
consecuencia, se ve impulsado a determinar lo que stos significan, cules son sus
intenciones y cmo puede actuar. Esto lo hace cada uno de los involucrados en la
interaccin y por lo tanto, no slo toma al otro en cuenta, sino que lo hace conside
rando que el otro, a su vez, le toma en cuenta a l. Esta relacin de sujeto implica
una capacidad de respuesta en la interaccin completamente distinta de la capacidad
de respuesta formal entre dos objetos. Tenerse en cuenta mutuamente no slo
significa que cada individuo relaciona su accin con la de otro, sino que entrelaza
las acciones de ambos en lo que, a falta de un trmino mejor, denominar
transaccin", es decir, una acomodacin de la accin en desarrollo de cada uno a la
del otro, con objeto de conjuntar o enlazar ambas. Sin perderme en divagaciones
esotricas, dira que la transaccin es algo distinto de una suma de las acciones de
dos individuos; las dos lneas de accin de esa relacin mutua en desarrollo, consti
tuyen una sola unidad, cuya existencia admitimos cuando hablamos de un argu
mento, un debate, una discusin o una ria.
Obsrvese asimismo que la transaccin (que, a mi parecer, es la forma real de la
interaccin humana) se construye o elabora a medida que se va produciendo, por lo
que puede tener una trayectoria o historial variable. La interaccin humana discurre
a travs de un acto de definicin y redefinicin de las acciones del otro. Se elabora
pasando de un punto al otro a medida que cada uno va teniendo sucesivamente en
cuenta al otro y es, a su vez, tenido en cuenta por ste. Cada participante, al afrontar
una determinada expresin de la accin del otro, tiene que advertir y enjuiciar dicha
expresin, y utilizarla como factor para guiar su propia accin. Ello confiere a la
transaccin el carcter de un desarrollo, al ir pasando de una definicin a otra, y
depende de las selecciones y juicios que se hagan y de las decisiones que se tomen.
Esta descripcin de la asociacin humana como un proceso fluido en el curso del
cual cada participante gua su accin basndose en la del otro, da una idea de sus
mltiples posibilidades potenciales de tomar direcciones divergentes.
Sin embargo, salvo en casos relativamente infrecuentes, la vida de un grupo
humano no es acusadamente inestable ni irregular. El predominio del carcter rela
tivamente ordenado y estable de la vida de grupo, en contraste con el hecho de que
la vida est siendo elaborada constantemente, revela la presencia de los controles
que intervienen en el desarrollo de una transaccin. Precisamente el hecho de tomar
en cuenta a otro, se convierte en un factor de control del desarrollo del acto propio.
Uno tiene que reaccionar de acuerdo con la forma en que ha tomado en cuenta al
otro. Pero esta forma, es decir, la interpretacin y definicin de la accin del otro,
no est predeterminada por dicha accin, sino que depende de los esquemas de
definicin que el individuo posea y de la naturaleza de su acto considerado en
funcin de sus propsitos, objetivos o rumbos marcados. Sus esquemas de definicio
nes comprenden las de otros, es decir la forma en que stos esperan que uno debiera
actuar en una situacin determinada. Tambin comprenden a veces sus propias
definiciones, dictadas por la experiencia. En ambos casos, tales esquemas ordenan y
dan continuidad al modo de interpretar la accin ajena, y en consecuencia, actan
como controles de la accin propia. No hay que olvidar, sin embargo, que en
respuesta a su propio acto en desarrollo, el individuo puede elegir entre los esque
mas de definicin que posee, o mejor dicho, puede definir su propia definicin y, en
consecuencia, tener en cuenta la accin del otro de un modo distinto.
Para aclarar el significado de lo que acabo de decir, creo necesario aadir algo
sobre otro aspecto crucial de la asociacin humana; concretamente, sobre el hecho
de que el individuo no slo interacta con el otro, sino tambin consigo mismo.
Al ser consciente de esa otra persona, al interpretar y enjuiciar su accin y al
determinarla de un modo concreto, se est formulando indicaciones a s mismo. En
realidad parece que el nico modo de tener algo en cuenta en lugar de limitarse, a
responder a ello, es formularse una indicacin a si mismo. El individuo concentra
su atencin en una cosa, la pone ante s, deja en suspenso mientras tanto su accin
visible con respecto a ella, la inspecciona, la analiza y emite un juicio sobre ella. Esta
interaccin consigo mismo, como quiera que la denominemos, tiene lugar en el seno
de la interaccin con otra persona, y se convierte en el medio a travs del cual es
movilizado y organizado el acto propio en dicha interaccin. No deseo hacer un
anlisis de lo que implica la interaccin del ser humano consigo mismo. George
Herbert Mead ha esbozado lo que creo que son las caractersticas bsicas de este tipo
de interaccin, en su ya clsica exposicin de la relacin entre el Yo y el Mi. Al
parecer, es a travs de esta interaccin consigo mismo como el grupo humano, en su
sentido ms amplio, es decir, en lo que Mead llama comunidad, interviene en la
interaccin entre seres humanos, aunque dicho grupo o comunidad no est fsica
mente presente en la misma. Al formularse indicaciones a s mismo, el ser humano
puede aplicar a su conducta las normas de las perspectivas comunitarias y, de este
modo guiarse, en su interaccin con los dems, por consideraciones que no estn
inmediatamente presentes en la misma.
El ltimo aspecto de la interaccin humana que deseo sealar es que quienes
participan en da, se ven complicados a inhibir tendencias dirigidas a la accin. Las
inclinaciones, impulsos, deseos y sentimientos pueden verse refrenados en razn de
aquello que se tiene en cuenta y del modo en que se enjuicia o interpreta. La
presencia del otro y los actos en desarrollo de ste se convierten en otras tantas
oportunidades para orientar el acto propio, constituyendo de este modo, los aconte
cimientos de la experiencia que impulsan al individuo, mientras ste orienta su
accin, a reconsiderar su conducta, refrenar la expresin de ciertos sentimientos y
reconocer que la realizacin de determinados deseos debe esperar.
Mis observaciones sobre la naturaleza de la interaccin humana slo estn esbo
zadas y, probablemente, no son demasiado claras; pero bastan para sugerir lo que
creo que todos podemos constatar, es decir, que la asociacin humana es un proceso
cambiante en el curso del cual los participantes perciben y calibran las acciones de
todos los dems, mientras cada uno de ellos va trazando su accin con respecto a las
ajenas, inhibindose, estimulndose y orientndose de este modo en la realizacin de
la misma. Una vez retenido este rudimentario esquema, quisiera considerar de
nuevo los que se utilizan actualmente en psicologa social y formular su crtica.
En primer lugar, parece claro que es incorrecto concebir la asociacin humana
en funcin de un carcter psicolgico dado o de cierta composicin del individuo
humano. La asociacin es un proceso fluido y en desarrollo, en el curso del cual, la
forma en que un individuo tiene a los dems en cuenta es lo que organiza, desva,
reorienta o elabora sus actos. La estructura del individuo y los elementos de la
misma sufren la influencia de la interaccin en desarrollo, siendo unas veces refre
nadas. otras suprimidas y en ocasiones revisadas. La estructura y sus elementos se
ven sometidos a las restricciones y reorganizaciones resultantes de encajar la accin
propia en las ajenas. Teniendo en cuenta el carcter y los resultados del proceso de
interaccin, que hemos mencionado, parece lgico y necesario admitir que dicha
interaccin no pueda ser legtimamente elaborada en funcin de ningn esquema
tomado en prstamo de la estructura psicolgica del individuo. Para ilustrar este
punto elegir un sencillo ejemplo entre los mltiples esquemas de vida de grupo
vigentes, basados en algn tipo de idea acerca de la estructura psicolgica del ser
humano. Tengo en la mente el difundido punto de vista de que la asociacin hu
mana es una interaccin de actitudes, criterio profundamente arraigado en el estu
dio y pensamiento de la psicologa social actual. Al sostener que el comportamiento
individual es una expresin de las actitudes del individuo, se infiere que. como el
grupo es una asociacin de individuos, la conducta de dicha asociacin es conse
cuencia de las actitudes de sus componentes. Este esquema de la vida de grupo
prescinde del hecho y la naturaleza de la asociacin misma, por lo que constituye
una opinin falsa e inadecuada. Si se examina a la luz de lo que ya se ha dicho con
respecto a las caractersticas de la asociacin humana, se advierte sin dificultad que
cualquier elemento psicolgico, como la actitud, por ejemplo, se limita a ocupar un
lugar en el desarrollo del proceso de interaccin y est sometido al control del
mismo. As pues, al tener en cuenta el desarrollo de los actos de los dems, las
actitudes propias pueden movilizarse, suprimirse escrupulosamente, o dejarse en
suspenso; puede imprimrseles un nuevo giro, o su vigor puede quedar minado
conforme el acto propio va siendo incorporado a las nuevas formas estables de
asociacin que se van elaborando. Por ltimo, pueden resultar inoperantes debido a
que las acciones ajenas, segn son interpretadas, no les dejan ninguna oportunidad
de expresin. Un soldado puede sentir una profunda antipata o adoptar una actitud
hostil o antagnica hacia el teniente de su compaa y, sin embargo, obedecer todas
sus rdenes y observar una conducta razonablemente corts para con l. Un cierto
sentimiento de orgullo compartido puede suavizar la actitud del soldado si un oficial
de inspeccin felicita al teniente por la eficiencia de los hombres bajo su mando,
incitndole incluso a realizar un importante sacrificio por l en el campo de batalla.
El hecho es que, en la fluida secuencia de interpretacin de las acciones ajenas, el
individuo, al desarrollar su propio acto, utiliza o anula sus actividades de una forma
muy variable. El modo esencial en que la actitud depende de la naturaleza de la
interaccin en curso, demuestra el falso planteamiento que supone utilizar la actitud
para confeccionar un esquema de dicha interaccin. Sin embargo, no necesito recor
dar cun difundido est actualmente el concepto de que la conducta, tanto de grupo
como individual, debe entenderse y predecirse en funcin de las actitudes, a pesar de
que aqulla es elaborada mediante una interaccin asociativa.
Este enfoque de la vida humana de grupo entendida como una interaccin de
actitudes, es aplicado igualmente a cualquiera de los numerosos esquemas que tra
tan de explicar la asociacin basndose en algn carcter psicolgico proyectado del
individuo. Los psiclogos sociales sucumben a la poderosa tentacin de razonar que,
puesto que un grupo humano se compone de individuos, la vida comunitaria ha de
estar constituida, necesariamente, por lo que se considera que son los elementos
psicolgicos de los individuos. Y, sin embargo, es precisamente en este punto donde
el psiclogo social puede extraviarse y adoptar un criterio poco realista al no adver
tir ni comprender que lo que constituye la vida de grupo es la interaccin, y que sta
ha de ser analizada en sus propios trminos.
Volviendo a los esquemas analgicos que representan una segunda forma de
concebir la naturaleza de la asociacin humana, sospecho que prcticamente todos
son imperfectos si se analizan a la luz de las caractersticas antes mencionadas. As
pues, me parece, por lo tanto, que la asimilacin de la vida humana de grupo al
funcionamiento de una estructura mecnica o de un organismo, o a un sistema en
busca del equilibrio, se enfrenta con graves dificultades por el carcter formativo y
explorativo de la interaccin, manifestado en el hecho de que los participantes se
juzgan mutuamente y orientan sus actos basndose en dicho juicio. Permtaseme
utilizar uno de esos esquemas analgicos al objeto de esbozar un comentario ilustra
tivo: me refiero al esquema que se utiliza normalmente en la psicologa de la
Gestalt". La idea de que la conducta de un individuo en una posicin de grupo es
un vector creado y coaccionado por las presiones de esa posicin mientras sta
evoluciona hacia un estado de equilibrio, equivale en esencia, a mi modo de ver, a
negar el papel que desempea la definicin, evaluacin, captacin o decisin en la
orientacin del acto del individuo ante las acciones en desarrollo de otros participan
tes. Me resulta difcil imaginar que aquellos de mis lectores que era este momento
piensen que mis afirmaciones son errneas, se vean impulsados a opinar de ese
modo por una tendencia operativa de la situacin de nuestro grupo hacia la ho-
meostasis; sospecho, ms bien, que al tener en cuenta mis apreciaciones, el lector las
analiza minuciosamente, trata de descubrir su significado, las enjuicia y se organiza
con respecto a ellas de diversas maneras, las cuales pueden plantear un problema de
falta de unidad en nuestro siguiente comentario, pero que de momento no constitu
yen expresiones de un sistema que busca el equilibrio. El funcionamiento de un
sistema no margina al ser humano como si fuese una unidad neutrl e indiferente.
Como organismo capaz de entablar una interaccin consigo mismo, el individuo
forja su accin mediante un proceso de definicin que implica eleccin, valoracin y
decisin.
Teniendo en cuenta con cunta facilidad puede un esquema analgico de la vida
de grupo perfilar formas de estudio y anlisis, es importante, en mi opinin, adaptar
el esquema al carcter observable de la citada vida de grupo.
No es necesario decir nada sobre la tercera forma general anteriormente mencio
nada de foijar un concepto sobre la naturaleza de la vida de grupo, a saber: recu
rriendo a la especulacin filosfica acerca de dicha naturaleza. Este enfoque adolece
de no estudiar con detalle lo que sucede en la asociacin humana.
Quisiera, no obstante, hacer algunos comentarios sobre la cuarta forma de llegar
a un concepto de la naturaleza del grupo humano, tal como he explicado antes. Me
refiero a los puntos de vista que lo consideran una organizacin de cultura y de
posiciones sociales, en las que la conducta de los participantes consiste en el desem
peo de papeles sociales. Estas opiniones se basan en una supuesta observacin
emprica, pero son difcilmente sostenibles a mi parecer, se las confronta con un
meticuloso anlisis de la asociacin humana. Al tomar un determinado ejemplo de
interaccin asociativa, como la que ahora se desarrolla entre nosotros, es preciso
admitir la presencia de lo que llamamos cultura, estructura social y desempeo de
papeles sociales. As pues, en nuestras relaciones obedecemos indiscutiblemente! a
diversas normas "culturales", como el hecho de que el lector atienda a mis observa
ciones con razonable calma y el hecho de que yo, al expresarme, respete un cdigo
de lo que es correcto y lcito ante una audiencia erudita. Tambin existe algo de
estructura social en nuestra relacin, en parte basada en el status y en posiciones de
autoridad y respeto, y en parte en una divisin del trabajo. Adems, no hay duda de
que en nuestra relacin desempeamos muchos papeles: el de profesores universita
rios, investigadores, crticos, individuos educados y revestidos de dignidad, o el de
meros invitados. Con todo, yo aadira que, una vez aplicados, del modo ms
exhaustivo posible, esos esquemas de normas culturales, seguiramos omitiendo el
aspecto ms esencial de nuestra interaccin, es decir: la exposicin de mis ideas y el
enjuiciamiento y valoracin de las mismas por el lector. Si cualquiera de mis lecto
res tuviese que dar una descripcin medianamente inteligente de lo que estoy expo
niendo. a un amigo que no estuviese presente, hara una labor muy deficiente si se
limitase a enumerar la lista de las pautas culturales que seguimos o a caracterizar
nuestros papeles y posiciones sociales. Como mucho, un informe de esta ndole slo
dara una idea del planteamiento formal. Evidentemente, no conseguira captar mis
puntos de vista, su significado, la interpretacin y valoracin efectuadas por el
lector, ni el modo en que yo respondera ante los juicios emitidos por ste en una
discusin sobre el tema. Aunque sospecho que en este punto me aparto de mis
colegas socilogos, me parece evidente que no se puede adaptar de un modo realista
el proceso de la interaccin humana a un molde de cultura, estructura y papeles
sociales. Existen casos de asociacin muy ritualizados, como por ejemplo, na cere
monia religiosa, en los que las acciones visibles de todos los participantes estn
claramente prescritas en cada momento, y en los que toda la interaccin se reduce a
tener en cuenta a los dems exclusivamente en funcin de los preceptos estipulados.
En este caso los conceptos de cultura, estructura y papeles sociales, encajan casi
perfectamente. Pero tales casos son relativamente infrecuentes en la vida humana de
grupo y no deben usarse como prototipos de la misma, ya que sta constituye un
proceso de transaccin formativa. Las normas culturales, el status y las relaciones
entre los papeles sociales, son tan slo el marco en el cual se desarrolla este proceso.
Espero haber dejado suficientemente claro que la asociacin de los seres huma
nos posee ciertas caractersticas que le confieren su carcter peculiar. Todo esquema
que estudie empricamente la vida de grupo ha de respetar fielmente dichas caracte
rsticas. El desarrollo de una psicologa social realista depende especialmente de una
descripcin empricamente vlida de la naturaleza de la asociacin humana. El
hecho de lo "social conforma la perspectiva, la manera de plantear problemas, los
mtodos de investigacin y las lineas de anlisis de la psicologa social. Si lo social"
se enfoca en funcin de un esquema total o parcialmente ficticio, la investigacin
ser encauzada por canales falsos o los anlisis se harn sobre una base falsa.
Lamentablemente, opino que la psicologa social de nuestros das est basada, en un
grado muy considerable, en esquemas de asociacin humana que no refleja fiel
mente dicha asociacin. Una falsa imagen del grupo humano conduce a una err
nea interpretacin de cmo se forma el individuo al participar en la vida de grupo,
de lo que se derivan errneas presunciones sobre la manera en que se puede modifi
car a las personas, individual o colectivamente, que afectan de modo vital a cuestio
nes de poltica social. Ahora que existe una creciente demanda de psiclogos sociales
para estudiar problemas de orden prctico y ofrecer recomendaciones sobre las
lineas de accin a seguir, es ms importante que nunca que dichos socilogos estn
orientados de un modo realista, y creo que tal orientacin ha de lograrse, inicial y
principalmente, por medio de una acertada representacin de la naturaleza de la
asociacin humana.
6
NOTAS SOBRE EL CAMPESINO POLACO EN
EUROPA Y AMERICA, DE THOMAS Y ZNANIECKI
Para adoptar una perspectiva correcta del estudio realizado por Thomas y Zna
niecki, es preciso advertir que no se trata de una simple monografa sobre la socie
dad de campesinos polacos sino, ante todo, de un intento de sentar las bases para la
investigacin y la teora cientfica social, basado en cuatro consideraciones.
1. Los citados autores pretenden elaborar un enfoque adaptado al carcter de la
vida en una compleja sociedad civilizada. Dicho enfoque ha de adaptarse, sobre
todo, al estudio del cambio y de la transformacin social, dado que tal caracterstica
es muy acusada en una sociedad as. Adems, debe hacerse de manera que con
duzca a una teora social adecuada para el control social.
Par comprender este punto, es necesario considerar que puede haber formas de
estudio que no poseen este carcter. De hecho, gran parte de la investigacin social
actual, por muy impresionante que parezca cientficamente, no resulta apropiada
para el estudio de una sociedad cambiante. Por otra parte, dicha investigacin puede
proporcionar hallazgos y relaciones precisos , sin ser por ello capaz de aportar
ningn dato sobre cmo cambiar o controlar dichas relaciones, lo cual indica que no
est siendo aplicada a la lnea de indagacin cientfica que el carcter terico de la
vida social requiere. La aptitud de servir a los propsitos del control social es el test
de validez definitivo del conocimiento cientfico.
Un esquema vlido para el estudio cientfico de la vida social ha de permitir
afrontar el carcter central de la misma y debe ofrecer la posibilidad de extraer
* ' N u estra lab o r no preten d e ap o rtar v erd ad es sociolgicas concretas y um versalm ente vlidas, ni
constituir u n m o d elo p erm an en te d e investigacin sociolgica; sim plem ente in tenta ser u n a m o n o g ra fa, lo
m s com pleta posible dadas las circunstancias, sobre u n g ru p o social lim itado y en un m o m e n to d eterm i
nado d e su evolucin. Este trab ajo puede su g erir estudios d e o tro s grupos, m s detallados y perfectos en
c u an to 1a la m etodologa, co n trib u y en d o asi a la investigacin d e sociedades d e la vida m o d e rn a , a fin de
superar su e ta p a actual d e im presionism o periodstico, y p rep aran d o el terreno p a ra la d e te rm in a ci n de
leyes generales realm ente exactas sobre la c o n d u cta h u m a n a " (V olum en II. 1822-23).
carcter inductivo? Cmo se trabaja con documentos humanos? Cmo se analizan
y se interpretan?
Aparentemente, est bastante claro que Thomas y Znaniecki no derivan todos
sus conceptos tericos de los materiales contenidos en sus escritos ni de otros datos
parecidos no incluidos en ellos. Tal vez ni siquiera se derivan de ellos los ms
importantes. De hecho, los rasgos principales aparecan ya esbozados en los escritos
anteriores de Thomas. Es bastante evidente que los autores emprendieron su estudio
del campesinado polaco partiendo de los rudimentos de sus esquemas tericos
primarios, elaborados desde una gran experiencia en relacin con los seres huma
nos, numerosas reflexiones y observaciones sobre su conducta y una considerable
meditacin acerca de su naturaleza. Slo personas con semejante experiencia y
talento podan haber llevado a cabo las estimulantes e incisivas interpretaciones que
ellos han formulado. Tambin es evidente que sus interpretaciones particulares de la
vida campesina polaca no fueron extradas exclusivamente de los materiales que
presentan los autores-, debemos de suponer que la familiaridad con el campesinado
que facilit las conclusiones de stos se alcanz a travs de una gran diversidad de
medios. As pues, si bien es cierto que gran parte de su concepcin terica procede
del examen de los documentos, tambin lo es que una porcin considerable de ella
no proviene de la misma fuente.
Este hecho, aparte de explicar por qu los conceptos tericos de El campesint
polaco" exceden con mucho a los materiales empleados, no es en s mismo impor
tante. Los autores han demostrado una sorprendente liberalidad a la hora de hacei
generalizaciones que, por muy interesantes que puedan parecer cuentan con pocos o
ningn dato de apoyo en el conjunto de materiales utilizados. Como he sealado en
los comentarios anteriores, la respuesta es muy poco concluyente. Algunas interpre
taciones se desprenden del contenido de los documentos, y otras, no parecen haber
sido verificadas adecuadamente-, en ambos casos, por supuesto, los materiales son
un test. No obstante, no se puede afirmar en general si las interpretaciones, aunque
claramente verosmiles, son o no veraces.
En los casos de interpretaciones plausibles, lo nico que puede decirse es que la
interpretacin da mayor significacin a los materiales de lo que tenan, y hace la
interpretacin terica ms inteligible y familiar de lo que resultaba antes. Tal vez
esto sea lo nico que cabe o se debera esperar de un anlisis interpretativo del
material documental humano. Es precisamente lo que encuentro de autntico en
"El campesino polaco", aunque si el anlisis de los documentos humanos slo puede
o debera ser de este tipo, deja sin resolver una serie de consideraciones y problemas
importantes.
1. En primer lugar, significara, evidentemente, que los materiales no constitu
yen un test decisivo de las interpretaciones tericas. El hecho, sin embargo, de que
tanto el material como la interpretacin adquieran un carcter significativo e inteli
gible que antes' no posean, parece indicar que no se trata de un simple caso de
ilustracin de la teora.
2. Segundo, de ello se deducira que el test de validez de dicha teora tendra que
proceder de otras fuentes, tales como su consistencia interna, el carcter de sus
presunciones, su relacin con otras teoras, su adecuacin a lo que parece
"humano, u otro tipo de datos distintos de los suministrados por los documentos
umanos.
f. Tercero, implicara segn parece, que la funcin esencial de los documentos
humanos es proporcionar materiales humanos susceptibles de provocar en una
mente sensible e inquisitiva conjeturas, intuiciones, temas de reflexin, nuevas pers
pectivas y una nueva comprensin.
Estas consideraciones parecen reflejar el modo en que los autores han manejado
sus datos y conceptos tericos. Ambos poseen una sobresaliente inteligencia, y una
dilatada experiencia en seres humanos, una aguda sensibilidad para la presencia del
elemento humano en la conducta, ciertos intereses y nociones fundamentales, una
serie de importantes problemas, diversos presentimientos, una viva curiosidad y
sentido de la indagacin y una capacidad para elaborar conceptos abstractos; dos
inteligencias en suma, que han examinado voluminosas recopilaciones sobre la
experiencia humana; que han reflexionado y meditado sobre ellas, advirtiendo mu
chas coras y relacionndola con los antecedentes de su propia experiencia, confron
tndolas entre si y encuadrndolas en una abstraccin coherente y un modelo
analtico. Tal vez sea ste despus de todo, el modo de proceder cientfico. De todas
formas, no es sorprendente que, con tales esfuerzos, Thomas y Znaniecki hayan
podido realizar una tarea tan impresionante como este anlisis de la sociedad cam
pesina polaca.
A la luz de los comentarios generales sobre el mismo, deben consignarse ciertas
conclusiones y consideraciones finales -acerca del problema del anlisis cientfico de
los documentos humanos.
Parece claro que el significativo contenido de tales documentos depende de las
ideas, interrogantes y conocimientos con que se emprenda el anlisis. Si esto resulta
obvio con respecto a la comprensin de cualquier conjunto de materiales cientficos,
parece an ms evidente en la interpretacin de los documentos relativos a la
experiencia humana. Dichos documentos, no obstante son menos evidentes en
cuanto a su significado. La consecuencia que de ello se desprende es que, por lo
general, el valor del anlisis depende de la experiencia, inteligencia, destreza y valio
sos interrogantes del investigador. La interpretacin vara en la medida que varan
estos factores. Una persona muy familiarizada con el ser humano, que, com o se dice
popularmente, entienda la naturaleza humana y que disponga de un ntimo conoci
miento del rea de experiencia que est estudiando, realizar un anlisis ms compe
tente que alguien peor preparado a este respecto. Por lo menos es lo que cabe
esperar. El hecho solo es digno de mencin en este caso con objeto de resaltar que el
contenido interpretativo de un documento humano depende en gran medida de la
solvencia y del marco terico con que es examinado. La experiencia y mbitos de
inters de una persona, pueden permitir a sta detectar en un documento cosas que
otra no vera.
La flexibilidad en la interpretacin de un documento carecera de importancia si
ste pudiera ser utilizado como un test efectivo de la interpretacin especfica que de
l se hace, pero aqu empieza la dificultad. Cuando se trata de hechos simples, el
documento puede permitir demostrar o refutar una afirmacin formulada sobre l.
pero cuanto nis nos aproximamos a una interrogacin abstracta tanto menos satis
factorio resulta el documento como test. Los documentos humanos parecen pres
tarse fcilmente a diversas interpretaciones. Esto se advierte en la facilidad con que
pueden ser analizados a la luz de diferentes teoras de la motivacin. Se dira que las
teoras ordenan los datos.
Las razones pueden buscarse, a mi entender, en varias direcciones. U na de las
ms evidentes es que el documento puede no ser lo bastante completo: es necesario
disponer de una informacin ms plena y amplia sobre la experiencia que se est
interpretando. Muchos investigadores sociales comparten esta creencia y, de
acuerdo con ella, se han consagrado a la meritoria tarea de obtener datos
exhaustivos". Thomas y Znaniecki, por ejemplo, tienen esta idea en la mente al
preconizar el empleo de historias biogrficas". Tericamente, una recopilacin ex
haustiva de todos los detalles de una experiencia o series de experiencias, debera
servir como test de interpretacin definitivo, pero en la prctica, este tipo de
recopilaciones no son factibles y quiz no lo sean nunca. Pero incluso en el caso de
datos considerados generalmente como completos y detallados (por ejemplo, en la
autobiografa de Wladek o en un informe psicoanalitico), sigue observndose que
tales datos no permiten verificar de modo concluyente la mayora de las interpreta
ciones. La interpretacin resulta plausible e incluso evidente para quien sostiene la
teora de la que ha emanado aqulla, pero para alguien con un marco terico
diferente, puede resultar ms slida y veraz una interpretacin distinta.
Todo ello indica que la deficiencia de los documentos humanos como test de
interpretacin obedecen, en gran medida, a la naturaleza dl propio acto de la
interpretacin. Interpretar es aplicar conceptos o categoras, y se diria que la inter
pretacin tanto en el caso de un documento humano, como de cualquier otra
experiencia humana, depende de que se considere que las categoras que alguien
juzga adecuadas y evidentes encajen debidamente en la experiencia.* Puede que esto
no haya de ser cierto necesariamente en todos los casos; sin embargo, parece repre
sentar el status actual de la interpretacin de la experiencia humana, sobre todo en
sus niveles ms abstractos.
La consecuencia es que la validacin o invalidacin de muchas teoras y puntos
de vista ha de llevarse a cabo por medios distintos del empleo de experiencias
especificas. En este sentido el criticismo lgico1, la relacin con otras teoras y con
juntos de hechos y la utilizacin de un bloque de experiencias generales (como se
hace al defender la teora de la cultura en contra de la doctrina del instinto), parecen
ser los que se emplea con ms frecuencia. Al parecer, los datos especficos sobre
experiencias slo sirven para aclarar la naturaleza de la interpretacin. Lo que aqu
se sugiere (aplicado a los documentos humanos) puede llevarse a sus ltimas conse
cuencias afirmando que un documento slo tiene valor segn la teora mediante la
cual se le interprete, pero que normalmente la validez de la teora no puede determi
narse por medio del documento.
Una de las formas en que los investigadores pueden tratar de verificar la interpre
tacin de documentos humanos, consiste en utilizar un procedimiento estadstico,
basado en la recopilacin de un nmero representativo de casos y en la determina
cin del porcentaje indicado por la interpretacin facilitada. Esto puede compararse
luego con un grupo de control. Aunque metodolgicamente correcto, este procedi
miento carecera, sin embargo, de valor especial, si los distintos documentos ya sean
del grupo de estudio o del grupo de control, no pudiesen usarse como test efectivo
de interpretacin.
La situacin, en conjunto, es tan problemtica como un dilema. Por un lado el
* Pane de la dificultad procede del hecho de que las categoras utilizadas no han sido definidas o lo
han sido de una manera imprecisa. Por consiguiente, no sabemos cmo reconocer detalles de experiencia
que nos permitan determinar si la categora en estudio es o no adecuada. La aplicacin de dicha categora
-es ms una cuestin de sensatez que el producto de una verificacin decisiva.
estudio de la vida social parece requerir la comprensin del factor de Ja experiencia
humana. Este aspecto subjetivo debe tenerse en cuenta, como muestran Thomas y
Znaniecki. Los estudios que se limitan a 'factores objetivos" siguen siendo unilate
rales e inadecuados. Con todo, la determinacin de la experiencia humana o el
factor subjetivo no se lleva a cabo actualmente, segn parece, de una forma que
permita verificar decisivamente la interpretacin. La determinacin y la interpreta
cin siguen siendo una cuestin de criterios. Su aceptacin depende de su credibili
dad. A lo sumo los materiales permiten nicamente formular un caso susceptible de
interpretacin terica.
Lo inadecuado de los documentos humanos para verificar una interpretacin es
uno de los motivos principales de que muchos los rechacen como objetos de estudio
cientfico. Si a ello se aade el hecho de que, normalmente, los documentos no
resisten bien por separado una evaluacin conforme a los criterios de representativi-
dad, suficiencia y credibilidad, es fcil entender por qu resultan de dudosa validez
como instrumentos cientficos. Sin embargo, renunciar a utilizarlos en la investiga
cin cientfica de la vida humana, sera un error imperdonable, puesto que son
tericamente indispensables y en realidad, pueden resultar valiossimos, como lo
demuestra el eficaz aprovechamiento que de ellos han hecho Thomas y Znaniecki.
Podemos aadir unas cuantas observaciones finales. En primer lugar, debe sea
larse que los documentos humanos pueden ser muy tiles para que el estudiante se
familiarice intimamente con el tipo de experiencia que est estudiando, al sugerirle
caminos, estimular su intuicin y ayudarle a plantear fecundos interrogantes. Es
mucho mejor desarrollar los criterios tericos personales con ayuda de esos docu
mentos que elaborarlos, por asi decirlo, en el vaco. El empleo de documentos ofrece
al estudiante la oportunidad de incrementar su experiencia y de agudizar su sentido
de la investigacin. Si no varan las circunstancias, el estudiante que obtenga un
intimo conocimiento de un rea determinada de la vida por medio de los documen
tos podr analizarla de un modo ms fructfero que otro que carezca de l.
En cierto sentido, los documentos humanos sirven al lector de un informe lo
mismo que a un investigador, permitindole familiarizarse ms estrechamente con el
tipo de experiencia que est estudiando y formarse una opinin sobre la naturaleza
razonable de las interpretaciones propuestas. No obstante, esa opinin variar segn
el tipo de lector; aquellos que tengan facilidad para comprender a los seres humanos
y posean ya un profundo conocimiento de la gente que estudian, podrn enjuiciar
mejor el tema que los que carezcan de ello. Es posible que slo el juicio de quienes
igualen o superen al investigador en competencia y familiaridad con el tema, ser
importante en la evaluacin crtica de un informe. Otros lectores tendrn que some
ter su criterio, en cierto modo, a la autoridad del anlisis de los documentos huma
nos realizado por el investigador.
7
EL ANALISIS SOCIOLOGICO Y LA "VARIABLE"*
H erbert B lum er: "Sociological Analisys a n d the Variable", Volumen XX I I (1956). reproducido d e The
A m erican Sociological R eview y con el perm iso d e la A m erican Sociological Associalion.
como el complejo de Edipo; tan concreto como las tiradas de un peridico o tan
concienzudamente'elaborado como un ndice (te anomia. las variables pueden se
leccionarse igualmente por medio de una impresin plausible de lo que es impor
tante, del uso convencional, de lo que es posible obtener por medio de una tcnica o
instrumento determinado, de las exigencias de alguna doctrina, o de la imaginacin
y el ingenio al acuar un nuevo trmino.
Evidentemente, el estudio de la vida humana de grupo requiere una amplia gama
de variables; sin embargo, existe una notable falta de reglas, guias, limitaciones y
prohibiciones en la eleccin de las mismas. Ni siquiera las ponderadas normas
propias de los refinados esquemas de anlisis propocionan reglas adecuadas. Por
ejemplo, de nada sirve la norma de que las variables han de ser cuantitativas, puesto
que es posible atribuir ingeniosamente una dimensin cuantitativa a casi todos los
elementos cualitativos. Normalmente se puede confeccionar cierto tipo de medidas o
ndices o elaborar un esquema de porcentajes para expertos. La adecuada insistencia
en que una variable ha de tener una dimensin cuantitativa apenas reduce la gama o
variedad de elementos susceptibles de ser planteados como variables. Tampoco el
empleo de planes experimentales parece restringir notablemente el nmero ni la
clase de variables susceptibles de incluirse en el marco del plan. Ni siquiera, una
minuciosa labor como la de establecer pruebas de fiabilidad o introducir variables
de prueba", permite limitar el campo de eleccin de variables sociolgicas.
Nuestra disciplina, en suma, adolece d una gran negligencia en la seleccin de
las mismas. Este descuido se debe, principalmente, a la falta de una cuidadosa
reduccin de los problemas, que debera preceder a la aplicacin de las tcnicas del
anlisis de variables. Esta labor primordial exige una minuciosa y completa refle
xin sobre el problema, a fin de poder estar razonablemente seguro de haber deter
minado sus autnticos aspectos. Requiere asimismo una intensa y extensa familiari
dad con el rea emprica a la que se refiere el problema en cuestin, y una concien
zuda y reflexiva evaluacin de los esquemas tericos aplicables al problema. Los
anlisis de variables realizados actualmente en nuestro campo, suelen desdear estos
requisitos, tanto en la prctica como en la formacin de estudiantes en esta disci
plina. El esquema del anlisis de las variables se ha convertido para demasiada gente
en un simple y prctico instrumento de uso inmediato.
Una segunda deficiencia es la desconcertante falta de variables genricas, es
decir, aplicables a categoras abstractas. Las variables genricas son. indudable
mente, esenciales para cualquier ciencia emprica: se convierte en los puntos clave
de su estructura analtica. Sin ellas, los anlisis de variables slo proporcionan
hallazgos aislados e inconexos.
Hay tres tipos de variables consideradas generalmente como genricas y sin
embargo ninguna de ellas lo es, a mi juicio. Al primer tipo pertenece la clsica y
frecuente variable que se aplica a una clase de objetos vinculada a una situacin
cultural e histrica determinada. Como ejemplo, cabe citar las actitudes hacia el
Tribunal Supremo, la intencin de votar a los republicanos, el inters por las Nacio
nes Unidas, la educacin universitaria, los reemplazos militares y el desempleo en
las fbricas. Cada una de estas variables, aunque sea un trmino de clase, slo tiene
sentido en un contexto histrico determinado. Las variables no se aplican directa
mente a elementos de vida de grupo en un sentido abstracto; su aplicacin a los
grupos humanos del mundo, a grupos humanos del pasado y a los que se puedan
concebir de cara al futuro, est claramente restringido. Aunque, por una parte, su
uso se puede permitir formular proposiciones que encajan en determinados mbitos
culturales, por otro no proporciona el conocimiento abstracto que constituye la
mdula de la ciencia emprica.
El segundo tipo de supuesta variable genrica actualmente en uso est represen
tado por categoras sociolgicas indiscutiblemente abstractas, tales como cohesin
social, integracin sodal, 'asimilacin", autoridad y grupo moral". Su utiliza
cin real no demuestra que sean las variables genricas que su clasificacin sugiere.
La dificultad reside en que estos trminos, como trat de sealar en un articulo
anterior sobr los conceptos sensibilizadores,* carecen de "indicadores" fijos y uni
formes. Por el contrario, dichos indicadores se elaboran de forma que se adapten al
problema especifico en el que se est trabajando. As, por ejemplo, se eligen determi
nados aspectos para representar la integracin social en las ciudades, pero se utilizan
otros distintos para hacer lo propio con la integracin social de las pandillas juveni
les. Los indicadores escogidos para representar la moral en un grupo reducido de
una escuela de nios son muy distintos de los que se emplean para la moral de un
movimiento laboral. Los que se emplean para estudiar actitudes de prejuicio son
muy variados. Parece claro que los indicadores" se confeccionan y utilizan a la
medida del carcter especfico del problema local en estudio. A mi parecer, las
categoras abstractas que se emplean como variables en nuestro trabajo, rara vez
resultan ser otra cosa que categoras genricas. Se orientan en funcin de su conte
nido. El hecho de que el uso de estas categoras abstractas en la investigacin de las
variables apenas aumente el conocimiento genrico de las mismas, apoya en cierto
modo mi afirmacin. Los millares de estudios realizados sobre variables" de las
actitudes, por ejemplo, no han contribuido a ampliar nuestros conocimientos sobre
la naturaleza abstracta de una actitud, ni tampoco los estudios sobre cohesin
social, integracin, autoridad o moral de grupo, han hecho nada, por lo que
he podido constatar para aclarar o ampliar el conocimiento genrico que se tiene de
esas categoras.
La tercera forma de variable genrica aparente, est representada por un con
junto especial de trminos de clase, tales como sexo, edad, ndice de natalidad,
etc. Se dira que estos trminos son indiscutiblemente genricos. Cada uno de ellos
puede aplicarse universalmente a la vida de grupo; todos tienen el mismo significado
claro y comn en su aplicacin. Sin embargo, parece que, en su aplicacin a nuestra
disciplina no funcionan como variables genricas. El contenido de cada u n a est
determinado por su caso o aplicacin especficos; por ejemplo si tomamos, el ndice
de natalidad en Ceiln, la distribucin por sexos en el estado de Nebraska o la
distribucin por edades en la ciudad de San Luis, comprobaremos que el tipo de
variables que se derivan de su empleo, es local y no genrico.
Estas observaciones sobre los tres falsos tipos de variables genricas sealan,
desde luego, el hecho de que las utilizadas en la investigacin sociolgica son predo
minantemente dispares y de naturaleza local. Rara vez se refieren satisfactoriamente
a una dimensin o propiedad de la vida de grupo en su sentido abstracto. Salvo
raras excepciones, estn sometidas a limitaciones de ndole temporal, espacial y
cultural, y estn configuradas de modo inadecuado para servir como ejemplos cla
ros de categoras sociolgicas genricas. Muchos objetan que ello se debe a que la
investigacin y el anlisis de variables se encuentran en una fase inicial de esta
* W hat is W ro n g w ith Social T h eo ry ?" A m erica n Sociogical R eview (febrero 1954), pg. 3-10.
disciplina. Creen que las ventajas que representan la mayor cobertura, repeticin y
coordinacin de estudios aislados, bastarn para agrupar las relaciones dispares de
variables en relaciones genricas. Hasta ahora poco se ha logrado en ese sentido.
Aunque ya disponemos de una considerable coleccin de hallazgos derivados de
estudios de variables, pocq se ha hecho para convertirlos en relaciones genricas.
Dicha conversin no es tarea fcil, pero esta dificultad debera servir a la vez como
acicate para incitarnos al esfuerzo y para hacernos reflexionar sobre el uso y limita
ciones de los anlisis de variables.
Como fondo para la tercera deficiencia importante, quisiera insistir en el hecho
de que en el anlisis de variables que hoy se practica en nuestra disciplina, se opera
principalmente con variables especficas y no genricas, y que las relaciones que
proporcionan son eminentemente especificas en lugar de genricas. Salvo en raras
excepciones, los datos y hallazgos relativos a estas relaciones estn referidos al
aqu" y ahora, donde quiera que est localizado el aqu" y sea cual fuere el
momento al que corresponde el ahora. Los anlisis, por consiguiente, se refieren a
temas localizados y concretos. Sin embargo, creo que los lgicos estarn de acuerdo
en admitir que para comprender debidamente la relacin del aqu y ahora", es
preciso entender el contexto en el cual se producen. El anlisis de las variables no
proporciona dicha comprensin. La relacin entre variables es una relacin simple,
necesariamente despojada del complejo de cosas que la sustentan en el contexto del
"aqui y ahora. A causa de ello se resiente nuestra comprensin de dicha relacin
como una cuestin de aqu y ahora. Expondr un ejemplo. Una relacin de
variables indica que los republicanos del condado de Ene se afianzan en el apoyo a
su candidato al escuchar la propaganda de la campaa del partido rival. Este escueto
e interesante hallazgo no nos facilita una descripcin de su personalidad como seres
humanos en su universo especfico. Nada nos ensea sobre la serie de experiencias
que han contribuido a formar sus sentimientos y puntos de vista, ni nos muestra
cmo estn organizados los mismos; no conocemos el ambiente ni el cdigo social
de sus crculos sociales; ignoramos la racionalizacin y refuerzo que esas personas
reciben de sus correligionarios, ignoramos el proceso de definicin que tiene lugar
en sus crculos; desconocemos las presiones, estmulos o modelos propios de los
nichos que ocupan en la estructura social; no sabemos cmo est conformada su
sensibilidad tica, y en consecuencia, hasta qu punto toleraran una conducta es
candalosa por parte de su candidato. En suma, carecemos de la imagen necesaria
para poder captar y comprender lo que el apoyo confirmado de esas personas a un
candidato poltico significa con respecto a su propia experiencia y contexto social.
Las relaciones de variables no proporcionan esa imagen, ms completa del contexto
del aqu y ahora. Todo ello supone, a mi juicio, una importante deficiencia del
anlisis de variables, habida cuenta que la misma pretende explicar coherentemente
las situaciones dispares y locales de las que parece pretender ocuparse principal
mente.
Las tres deficiencias que he sealado en la investigacin de las variables que se
practica en la actualidad, aunque graves, tal vez no sean cruciales. Seguramente
podrn ser superadas a medida que aumente la madurez y la experiencia. No obs
tante, las citadas deficiencias sugieren la conveniencia de investigar cada vez ms a
fondo la importante e interesante cuestin de hasta qu punto sirve el anlisis de
variables para el estudio de la vida de grupo en sus dimensiones ms amplias.
Limites del anlisis de variables
En mi opinin, el limite decisivo a la aplicacin satisfactoria del anlisis de
variables a la vida de grupo, viene impuesto por el proceso de interpretacin o
definicin que tiene lugar en los grupos humanos. Este proceso, que a mi juicio
constituye la esencia de la accin humana, confiere a la vida de grupo un carcter
que parece estar en desacuerdo con las premisas lgicas del anlisis de variables.
Explicar con cierto detenimiento mi criterio al respecto.
Todos los socilogos (si no me equivoco en mis suposiciones) reconocen que la
actividad de un grupo humano se desarrolla, principalmente, a travs de un proceso
de interpretacin o definicin. Como seres humanos, actuamos individual, colectiva
o socialmente basndonos en los significados que las cosas tienen para nosotros.
Nuestro mundo se compone de innumerables objetos: hogar, iglesia, trabajo, educa
cin escolar, eleccin poltica, un amigo, una nacin enemiga, un cepillo de dientes,
etc., cada uno de los cuales posee para nosotros un significado conforme al cual
orientamos nuestros actos. Al determinar que un objeto es esto o lo otro, definir las
situaciones que afrontamos, otorgar un significado a tal o cual acontecimiento, y al
idear uno nuevo para enfrentarnos a algo diferente o desconocido, estamos diri
giendo nuestra actividad. Este proceso lo llevan a cabo los individuos en su accin
personal y los grupos de individuos que actan conjunta o concertadamente. Tam
bin se verifica en las mltiples actividades que constituyen una institucin en
funcionamiento, y en cada uno de los actos diversificados que encajan en la activi
dad pautada de una determinada estructura social o sociedad y la configuran. Es
timo que podemos y debemos considerar la vida de grupo, ante todo como un vasto
proceso interpretativo en el que las personas, individual o colectivamente, se orien
tan a si mismas al definir los objetos, sucesos y situaciones que afrontan. La activi
dad regularizada en el seno de este proceso es fruto de la aplicacin de definiciones
estabilizadas. Asi pues, toda institucin lleva a cabo su complicada actividad a travs
de un complejo articulado de dichos significados estabilizados. Al enfrentarse a
nuevas situaciones o experiencias, los individuos, grupos, instituciones y sociedades
se percatan de que es necesario encontrar nuevas definiciones, las cuales se incluyen
a veces en el repertorio de los significados estables. Este parece ser el modo caracte
rstico en que se forman las nuevas actividades, relaciones y estructuras sociales. 1
proceso de interpretacin es equiparable a un vasto proceso digestivo mediante el
cual las confrontaciones de la experiencia se transforman en actividad. Aunque
dicho proceso no comprende todo aquello que conduce a la formacin de la estruc
tura y actividad del grupo humano, constituye, a mi juicio, el medio principal a
travs del cual se desenvuelve y se configura la vida de grupo.
Todo esquema concebido para analizar la vida humana de grupo en su carcter
general, ha de tener en cuenta este proceso de interpretacin. Tal es el test que yo
propongo aplicar al anlisis de las variables. Aqullas que designan asuntos que,
directa o indirectamente, conciernen a las personas y que, en consecuencia, intervie
nen en la vida de grupo, deben operar a travs de este proceso de interpretacin.
Asimismo, las variables que designan los efectos o consecuencias de los aconteci
mientos que influyen en la experiencia de las personas, deberan ser consecuencia de
dicho proceso interpretativo. En el anlisis de variables, tal y como se practi
ca actualmente en nuestra especialidad, se maneja preferentemente este tipo de va
riables.
Es indudable que cuando el anlisis de variables practicado actualmente aborda
temas o reas de la vida humana de grupo que implican el proceso de interpreta
cin, dicho anlisis manifiesta una acusada tendencia a ignorar el citado proceso. El
procedimiento convencional consiste en determinar algo qu se supone opera en la
vida de grupo y considerarlo como una variable independiente, para a continuacin
seleccionar como variable dependiente cierta forma de actividad de grupo. La varia
ble independiente se sita en la parte inicial del proceso de interpretacin, y la
dependiente en la parte final del mismo. El proceso intermedio se ignora, o, lo que
viene a ser lo mismo, se da por descontado, como si fuese algo que no es preciso
tener en cuenta. Citar unos cuantos ejemplos caractersticos: la presentacin de un
programa poltico en la radio y la consiguiente expresin de la intencin de votar; la
instalacin de residentes negros en un vecindario de blancos y la consiguiente acti
tud de los habitantes blancos con respecto a los negros; la aparicin de una depre
sin econmica y su incidencia en el porcentaje de divorcios. En estos ejemplos, por
otra parte tan frecuentes en el anlisis de variables dentro de nuestro campo, el
inters se centra en las dos variables y no en aquello que est comprendido entre
ellas. Si se han neutralizado otros factores que se considera pueden influir en la
variable dependiente, uno se da por satisfecho con la conclusin de que el cambio
observado en la variable dependiente es consecuencia inevitable de la independiente
Esta idea de que la variable independiente ejerce automticamente su influencia
sobre la dependiente en determinadas reas de la vida de grupo, me parece bsica
mente errnea. Existe un proceso de definicin intermedio entre los acontecimientos
de experiencia presupuestos por la variable independiente y la conducta formada
que representa la dependiente. Los Oyentes interpretan los programas polticos de la
radio; para que produzca algn efecto en sus actitudes, los blancos tienen que definir
la invasin de su vecindario por los negros; para que ejerzan alguna influencia en
sus relaciones conyugales, los maridos y sus esposas tienen que interpretar, en sus
mltiples aspectos, los numerosos sucesos y acontecimientos distintos cuyo con
junto constituye la depresin econmica. Esta interpretacin intermedia es esencial
para el resultado; confiere a la presentacin el significado que origina la respuesta.
Debido a la posicin integra que ocupa el proceso de definicin entre ambas varia
bles, me parece necesario incorporarlo al anlisis global de la relacin. El anlisis de
variables apenas se esfuerza en tal sentido. Normalmente se ignora por completo el
proceso y, cuando se le tiene en cuenta, se considera que su estudio constituye un
problema independiente de la relacin entre las variables.
La indiferencia hada el proceso de interpretacin, observada en el anlisis de
variables, parece basarse en la presuncin tcita de que la variable independiente
predetermina su propia interpretacin. Tal suposicin carece de fundamento. La
variable no predetermina su propia interpretacin como si de la primera emanase su
propio significado. Si hay algo que conocemos, es que ningn objeto, aconteci
miento o situacin de la experiencia humana posee significado propio, sino que ste
le es otorgado.
Ahora bien, es cierto que en muchos casos la interpretacin de un objeto, suceso
o situacin puede ser fija, puesto que la persona o personas pueden disponer de
antemano de un significado, ya elaborado, que automticamente se confiere al ele
mento en cuestin. En los casos en que esta interpretacin estabilizada se produce y
repite, no es necesario que el anlisis de variables la tenga en cuenta. Se puede
afirmar simplemente que, de hecho, en determinadas condiciones, la variable inde
pendiente va seguida de tal o cual cambio de la dependiente. La nica precaucin
necesaria consistira en no suponer que la relacin indicada entre variables es nece
sariamente intrnseca y universal. Dado que todo lo que se define puede definirse de
nuevo, la relacin no posee ninguna rigidez intrnseca.
Aparte de los casos en que la interpretacin se lleva a cabo mediante la mera
aplicacin de un significado estable, hay otros muchos en los que es necesario
elaborar dicha interpretacin. Naturalmente, tales casos son cada vez ms numero
sos en nuestra cambiante sociedad. En estos casos es absolutamente necesario in
cluir el acto de interpretacin en el esquema analtico del anlisis de variables. Sin
embargo, por lo que he podido comprobar, esta prctica no se sigue en el anlisis de
variables.
Ahora surge la pregunta de cmo es posible incluir en dicho anlisis el proceso
de interpretacin. La respuesta deberia ser, aparentemente, considerarlo como una
"variable intermedia"; pero qu quiere decir esto? Si significa que la interpretacin
es un mero mbito neutral intermedio a travs del cual ejerce su influencia la
variable independiente, entonces esto no constituye, desde luego, ninguna respuesta.
La interpretacin es un proceso formativo o creativo por derecho propio, y elabora
significados que, como ya he dicho, no son predeterminados ni determinados por la
variable independiente.
Si se admite este hecho y se considera al acto interpretativo como un proceso
formativo, se plantea la cuestin de cmo hay que caracterizarlo en calidad de
variable. Qu calidad se le puede atribuir?, qu propiedad o conjunto de propieda
des? Procediendo sensatamente no es posible caracterizar el acto de interpretacin
en funcin de la interpretacin a que da lugar; no se puede pretender que el pro
ducto explique el proceso, ni tampoco caracterizar el acto de interpretacin en
funcin de lo que en l interviene: objetos percibidos, valoracin y enjuiciamiento
de los mismos, indicios sugeridos y posibles definiciones propuestas por uno mismo
o por otros. Estas ltimas varan de un caso de interpretacin a otro, y, adems, se
desplazn de un punto a otro en el curso, del desarrollo del acto, por lo que no
ofrecen ninguna base para transformar el acto de interpretacin en una variable.
A mi juicio, tampoco se resuelve el problema proponiendo reducir el acto a sus
partes componentes y trabajar con ellas como variables. Dichas partes tendran que
ser, seguramente, jalones del proceso: percepcin, cognicin, anlisis, e v alu a ci n , y
toma de decisiones, si se tratase de un individuo; y discusin, definicin de las
respuestas ajenas y otras formas de interaccin social, si se tratase de un grupo. La
misma dificultad existe para convertir cualquiera de las partes del proceso en varia
bles que se den en el acto completo de interpretacin.
La pregunta sobre cmo puede conferirse al acto de interpretacin la constancia
cualitativa que debe exigirse lgicamente a una variable, no ha sido respondida
hasta ahora. Aunque es posible concebir cierto tipo de dimensin aproximada de
la misma, lo que hara falta es captarla como variable o conjunto de variables de un
modo que refleje su funcionamiento al transformar la experiencia en actividad. Este
es el problema, por no decir autntico dilema, con el que se enfrenta el anlisis de
las variables en el campo sociolgico. No encuentro ninguna solucin al mismo en
el marco lgico del anlisis de las variables. El proceso de interpretacin no es ni
incongruente ni pedante. Influye de modo demasiado decisivo en la experiencia
individual y colectiva como para llegar a descartarlo alegando que posee un inters
secundario.
El anlisis de variables como esquema para conocer la vida de grupo adolece, a
mi juicio, de otra profunda deficiencia, aparte del hecho de omitir el proceso de
interpretacin. Dicha deficiencia se deriva de la inevitable tendencia a trabajar con
factores truncados, y, por ende, a ocultar o tergiversar las operaciones que se produ
cen realmente en la vida de grupo. Asimismo se deriva de la lgica necesidad que
existe en el anlisis de trabajar con variables unitarias, discretas y precisas. Me
explicar.
Como procedimiento de trabajo, el anlisis de variables persigue, necesariamente,
conseguir una clara determinacin de las relaciones existentes entre dos variables,
Con independencia del modo en que se puedan combinar despus varias de esas
relaciones determinadas (de manera aditiva, una agrupacin, una disposicin en
cadena o un esquema de realimentacin), el objetivo de la investigacin de varia
bles consiste inicialmente en aislar una relacin simple y fija entre dos variables.
Para lograrlo, cada una de ellas ha de ser considerada como una entidad distinta y
dotada de una estructura cualitativa unitaria. Esto se consigue, en primer lugar,
confiriendo a cada una, siempre que sea necesario, una cualidad o dimensin simple
y, en segundo lugar, desgajando las variables de su conexin con otras mediante la
exclusin o neutralizacin de stas.
Una de las dificultades que plantea este esquema es que la referencia emprica de
una autntica variable sociolgica no es unitaria ni definida. Cuando es asimilada en
su verdadero carcter social se manifiesta como un complejo intrincado y dotado de
movimiento interno. Para aclarar todo esto, recurrir a algo que parece constituir
una relacin de variables ntidamente perfilada: la que existe entre el programa de
control de natalidad y el ndice de natalidad de un pueblo determinado. A cada una
de estas variables (el programa de control de natalidad y el ndice de nacimientos) se
le puede asignar un carcter unitario y discreto. Por lo que respecta al programa de
control de natalidad, se puede elegir simplemente el periodo de tiempo que abarca, o
seleccionar una medida razonable, como el nmero de personas que acuden a las
clnicas donde se desarrolla dicho programa. En cuanto al ndice de nacimientos, s*
toma este hecho tal como es. En apariencia, estas indicaciones son suficientes para'
que el investigador pueda por lo tanto determinar las relaciones que existen entre
ambas variables.
Sin embargo, el examen de lo que significan en la vida del grupo, nos propor
ciona una imagen distinta. As, si consideramos el programa de control de natalidad
en funcin de cmo interviene en la vida de la gente, habremos de tener en cuenta
muchas cosas: el nivel cultural de las personas afectadas, la claridad de la informa
cin impresa, el sistema y extensin de su distribucin, la posicin social de los
directores del programa y de su personal, el modo en que ste acta, el carcter de
sus charlas instructivas, la forma en que la gente define o considera la asistencia a
las clnicas de control, los puntos de vista formulados con respecto al programa por
personalidades influyentes, la reputacin de que gozan dichas personas y la ndole
de las discusiones de la gente con respecto a las clnicas mencionadas. Estas son solo
algunas de las numerosas cuestiones relativas al modo en que un programa de
control de la natalidad puede incidir en la experiencia de la gente. Lo dicho, no
obstante, es suficiente para reflejar el carcter complejo y el movimiento interno de
lo que, de otro modo, parecera ser una simple variable.
La otra variable, la del ndice de nacimientos, ofrece una imagen semejante. La
confeccin de dicho ndice parece algo muy sencillo y unitario, pero analizado en
funcin de lo que expresa y significa para la actividad del grupo, se convierte en una
cuestin sumamente compleja y diversificada. Bastar con analizar la diversidad de
factores sociales que afectan al acto sexual, si bien este ltimo no es ms que una de
las mltiples actividades que determinan el ndice de natalidad. La opinin que
tienen los hombres y mujeres sobre si mismos, los conceptos de la vida familiar, los
valores que se atribuyen a los nios, la accesibilidad de hombres y mujeres entre s,
los arreglos de orden fsico en el seno del hogar, las autorizaciones dictadas por las
instituciones establecidas, el cdigo de la virilidad, las presiones ejercidas por parien
tes y vecinos, y las ideas sobre lo que es correcto, conveniente y tolerable en el acto
sexual, son algunos de los factores operantes en la experiencia del grupo, que
influyen sobre el acto sexual, y bastan para reflejar algo del complejo c o n ju n to de
experiencia y prctica reales que representa y expresa el ndice de natalidad de un
grupo humano.
Supongo que se advertir que al aplicar una variable sociolgica a la actividad
del grupo real que estudia, dicha variable se manifiesta como un intrincado com
plejo dotado de movimiento interno. Existen, por supuesto, amplias diferencias
entre unas y otras variables sociolgicas en cuanto a la amplitud de dicha compleji
dad. No obstante, creo que en general se constatar la desaparicin del carcter
discreto y unitario que seala la clasificcin de la variable.
No admitir este hecho plantea una serie de problemas. En el anlisis de variables
suele admitirse que ambas son realmente las entidades simples y unitarias que
aparentan ser, y tambin suele considerarse que la relacin detectada entre ambas
representa un anlisis realista del rea de vida de grupo en cuestin. En realidad, sin
embargo ms probable es que, en la vida de grupo, tal relacin se establezca entre
conjuntos de actividad complejos, mviles y diversificados. La afirmacin de la
relacin existente entre dos variables oculta y tergiversa la influencia que uno de
esos complejos ejerce sobre el otro, as como la interaccin entre ambos. Dicho
aserto slo afirma que existe una conexin entre los trminos abreviados de referen
cia, prescindiendo de los verdaderos complejos de actividad y procesos de interac
cin que constituyen la razn de ser de la vida de grupo. En mi opinin, nos
enfrentamos aqu con el hecho de que las caractersticas que confieren al anlisis de
variables el gran mrito que se le atribuye (la constancia cualitativa de las variables,
su clara simplicidad, su sencillez de manejo como una especie de contador libre y su
aptitud para ser relacionados de modo decisivo), son precisamente los que inducen
al anlisis de variables a encubrir el carcter de los verdaderos factores operantes de
la vida de grupo, y la autntica interaccin y relaciones existentes entre los mismos.
Las dos dificultades principales con que tropieza el anlisis de variables, indica
claramente la necesidad de concebir un esquema de anlisis sociolgico notable
mente distinto para las reas en las que surgen dichos problemas. No es el momento
indicado para describir la naturaleza de tal esquema; por lo tanto me limitar a
mencionar algunos de sus rudimentos con objeto de dar una idea de lo mucho que
su carcter difiere del anlisis de variables. El citado esquema se basara en la
premisa de que el medio principal a travs del cual opera y se forma la vida de
grupo, consiste en un amplio y diversificado proceso de definicin. El esquema
respetara la existencia emprica de dichos procesos. Se dedicara al anlisis de la
operacin y formacin de la vida de grupo tal y como se producen en el curso de
dicho proceso. Con ello intentara las lneas de la experiencia definitoria a travs de
las cuales se desarrollan los modos de vida, pautas de relaciones y formas sociales.
en lugar de relacionar tal formacin con un conjunto de elementos seleccionados.
Considerara los elementos de la vida social como entidades articuladas en el seno de
estructuras, y estimara que stas han de entenderse en funcin de dicha articula
cin. Por consiguiente tratara a dichos temas no como cosas discretas desgajadas de
sus conexiones, sino como signos de un contexto de apoyo que les confiere su
carcter social. En su esferzo por descubrir las lineas de definicin y las redes de la
relacin cambiante, se servira de un procedimiento distintivo de forma, consistente
en enfocar el estudio de la actividad de grupo basndose en las observaciones y
experiencia de quienes han llevado a cabo dicha actividad. De ah que se requiera
inexcusablemente estar ntimamente familiarizado con esta experiencia y con los
escenarios en que se desarrolla. El quema se apoyara en observaciones amplias y
entrelazadas, en lugar, de inconexas y reducidas. Asimismo, al igual que el anlisis
d variables, proporcionara hallazgos empricos y proposiciones de tipo aqu y
ahora", aunque de un modo distinto. Por ltimo he de decir que no es un esquema
peor que el anlisis de variables en cuanto a extraer conocimientos genricos de sus
hallazgos y proposiciones.
Para terminar, deseo expresar la esperanza de que mis observaciones criticas no
sern malentendidas interpretndose que estimo que el anlisis de variables es intil
o no contribuye en absoluto a la investigacin sociolgica. Nada ms lejos de la
verdad. El anlisis de variables es un procedimiento adecuado para aquellas reas de
la formacin y la vida social no mediatizadas por un proceso interpretativo. Dichas
reas existen y son importantes. Adems, en el rea de la vida interpretativa, el
anlisis de variables puede constituir un medio eficaz de descubrir modelos estabili
zados de interpretacin que no suelen detectarse mediante un estudio directo de la
experiencia de las personas. El conocimiento de dichos modelos o, ms bien, de las
relaciones entre las variables que los reflejan, es de gran valor para la comprensin
de la vida de grupo en su carcter de aqu y ahora, y de hecho puede alcanzar un
valor prctico revelante. Todos estos usos adecuados del anlisis de variables confie
ren a ste el status meritorio que ocupa en nuestra especialidad.
Sin embargo, dada la actual tendencia a convertirlo en norma y modelo de los
anlisis sociolgicos, considero que es importante- reconocer todos sus defectos y
limitaciones.
8
CUAL ES EL ERROR DE LA TEORIA SOCIAL?*
** Hay otros dos tipos importantes y legtimos de teora social que no voy a enjuiciar aqu. Uno de
ellos trata de realizar una interpretacin significativa del mundo social o de una parte importante del
mismo. N o aspira a enunciar proposiciones cientficas, sino a subrayar y definir situaciones vitales, a fin
de que la gente pueda tener una comprensin ms clara de su mundo, de sus posibilidades de desarrollo, y
de las direcciones que puede adoptar. En toda sociedad, y especialmente en una sociedad cambiante, es
Comparada con este breve bosquejo de la teora en la ciencia emprica, la teora
social en general presenta graves defectos. Su divorcio del mundo emprico es evi
dente. En gran medida se ha refugiado en un universo propio donde se nutre de s
misma. Generalmente la localizamos en derroteros y dominios aislados e indepen
dientes. En su mayor parte, posee su propia literatura. Se sustenta, en general, de la
exgesis: un examen crtico de esquemas tericos anteriores, remodelado de ciertas
porciones de los mismos en una disposicin, expresin de viejas ideas empleando un
nuevo vocabulario, e incoporacin espordica de nuevas ideas como reflejo de otras
teoras. Es notablemente propensa a tomar prestados esquemas de disciplinas ajenas
a su propio campo emprico como, por ejemplo la analoga orgnica, la doctrina del
evolucionismo, el fisicalismo, la doctrina de los instintos, el conductismo", el psi
coanlisis y la doctrina de los reflejos condicionados. Por otra parte, cuando se
aplica al mundo emprico, la teora social es, ante todo, una interpretacin que
ordena el mundo segn su propio mofde, en lugar de un minucioso examen de los
hechos empricos tendente a comprobar si la teora se acomoda a ellos. En general,
la teora social no parece estar engranada en su mundo emprico, ni en su origen ni
en su utilizacin.
En segundo lugar, la teora social es claramente defectuosa como elemento orien-
tativo de la investigacin cientfica. Raramente se expresa de modo que facilite o
permita a la investigacin controlada verificar si sus consecuencias son ciertas o no.
A causa de ello presenta graves limitaciones al plantear problemas de investigacin,
al indicar la clase de datos empricos que se han de obtener, y al vincular estos
datos entre s. Su distanciamiento de la investigacin es tan grande como su aleja
miento del mundo emprico.
Por ltimo, apenas se beneficia de la amplia recopilacin de hechos", siempre en
aumento, procedentes de la observacin emprica y de la investigacin. Esto, aun
que puede deberse a la inutilidad intrnseca de esos hechos para los fines tericos,
tambin puede obedecer a defectos de la teora.
De estas tres deficiencias de la teora social, parece desprenderse que lo nico que
hay que hacer es rectificar las preocupaciones improcedentes y los mtodos de
trabajo defectuosos al teorizar. Una y otra vez escuchamos recomendaciones y
alegatos en este sentido. Que los tericos sociales reduzcan drsticamente su preocu
pacin por la literatura acerca de la teora social y que recurran, en cambio, al
mundo emprico social. Que dejen de inmiscuirse en los dominios ajenos y que
necesaria una clarificacin significativa de los valores sociales bsicos, de las instituciones y relaciones
sociales y de los modos de vida. A pesar de los anlisis efectuados por medio de la ciencia emprica, sta
no puede satisfacer tal necesidad. Su realizacin efectiva requiere cierta sensibilidad para las nuevas
situaciones y una apreciacin de las nuevas lneas que pueden ir configurando la vida social. La mayor
parte de la teora social del pasado y del presente pertenece, consciente o inconsciente, a este tipo interpre
tativo. Esta dase de teora social es importante y se mantiene por derecho propio.
La segunda d ase podra denominarse teora poltica". Su finalidad consiste en analizar una situacin,
estructura o accin social determinada con objeto de crear una base para una poltica o accin. Puede
consistir, por ejemplo, en un anlisis de la tctica o estrategia comunistas, de las condiciones que favorecen
la segregacin racial en Amrica, de la influencia del poder en las relaciones laborales en el seno de la
industria de la produccin en masa, o del potencial moral de un pas enemigo. Estos anlisis teorticos no
sirven a los intereses de la ciencia emprica; tampoco constituyen una mera aplicacin del conocimiento
cientfico ni una investigacin de acuerdo con Ir cnones de la ciencia emprica. La naturaleza de los
elementos de sus anlisis y relaciones se deriva de una situacin concreta, y no de los mtodos o
abstracciones de la ciencia emprica. Esta forma de teorizacin social tiene una importancia manifiesta.
trabajen con datos empricos. Que desarrollen su propio acervo cultural cultivando
su propio campo emprico en lugar tomar prestada la falsa moneda" de campos
ajenos a su disciplina. Que dejen de limitarse a interpretar los hechos de forma que
encajen en su teora y que, por el contrario, pongan a prueba esta ltima. Que, sobre
todo, moldeen su teora en formas suceptibles de verificacin. Que la orienten con
forme al vasto cmulo de hallazgos empricos y la desarrollen de acuerdo con los
mismos.
Todos estaramos dispuestos a acatar esta atrayente normativa. Posee un cierto
mrito, pero no asla el problema de lo que es incorrecto en la teora social ni
proporciona los medios necesarios par subsanar las dificultades. El problema per
siste en los estudios realizados conforme a la mencionada normativa. Ha habido y
hay muchos investigadores capaces y conscientes en nuestra disciplina, que ha
intentado e intentan desarrollar en solitario la teora social mediante una cuidadosa
e incluso meticulosa preocupacin por los datos empricos; a ese respecto Robert E.
Parle, W. I. Thomas, Florian Znaniecki, Edwin Sutherland, Stuart Dodd, E. W.
Burgess. Samuel Stouffer, Paul Lazarsfeld, Robert Merton, Louis Wirth, Robin
Williams, Robert Bales y muchos otros igualmente dignos de mencin. Todos ellos
son conscientes de la importancia del hecho emprico. Cada uno. en su especialidad,
ha intentado orientar la investigacin con arreglo a la teora, y verificar sta a la luz
de los datos empricos. Prcticamente todos estn familiarizados con los cnones del
manual de investigacin emprica. No podemos acusarles de indiferencia hacia el
mundo emprico, de incompetencia profesional ni de ingenuidad en la aplicacin de
procedimientos. Sin embargo, sus teoras y su obra son sospechosas y deficientes
para algunos. A decir verdad, las crticas y las rplicas a stas que ha suscitado su
trabajo, son graves y desorientadoras. Es evidente que se requiere un sondeo ms
profundo que los alegatos antes mencionados.
A mi parecer, el mtodo de sondeo ms apropiado consiste en recurrir al con
cepto. La teora slo tiene valor en la ciencia emprica en la medida en que est
vinculada de modo fructfero con el mundo emprico. Los conceptos son los nicos
medios de lograr esa vinculacin puesto que el concepto apunta a los casos empri
cos sobre los que se formula la proposicin teortica. Si el concepto es claro con
respecto a aquello a lo que hace referencia, entonces es posible definir con seguridad
los casos empricos. Una vez definidos, pueden estudiarse con d e t e n i m i e n t o , utili
zarse para verificar proposiciones tericas y aprovecharse para formular nuevas
proposiciones. De este modo, al disponer de conceptos claros, pueden entablarse
estrechas relaciones susceptibles de autocorreccin entre las declaraciones tericas y
el mundo emprico. A la inversa, los conceptos vagos impiden determinar cules
son los casos empricos apropiados, haciendo difcil descubrir qu es lo importante
en aquellos que se han seleccionado. En suma, bloquean la vinculacin entre la
teora y su mundo emprico, impidiendo que se establezca una relacin eficaz entre
ambos.
Reconocer el papel primordial que desempean los conceptos en la teora de la
ciencia emprica, no significa que otras cuestiones carezcan de importancia- Eviden
temente, no es necesario subrayar el valor que tienen las aptitudes intelectuales
como la originalidad y la imaginacin disciplinada a la hora de teorizar. Tambin
son claramente importantes las tcnicas de estudio y los conjuntos de hechos. No
obstante, un pensamiento profundo y brillante, un arsenal de los ms precisos e
ingeniosos instrumentos, y una amplia serie de hechos carecen de significado en la
ciencia emprica sin la pertinencia emprica, la orientacin y el orden analtico que
slo proporcionan los conceptos. Puesto que en la ciencia emprica todo depende de
la fecundidad y la fidelidad con que el pensamiento se entrelace con el mundo
emprico en estudio, y dado que los conceptos son la puerta de acceso a ese mundo,
el ftincionamiento efectivo de los mismos es una cuestin de decisiva importancia.
Ahora bien, resulta evidente que los conceptos de la teora social son excesiva
mente vagos. Algunos trminos tan representativos como las costumbres, las institu
ciones sociales, las actitudes, los valores, la norma cultural, las clases sociales, la
personalidad, el grupo de referencia, el grupo primario, la estructura social, el
proceso y el sistema sociales, la urbanizacin, la adaptacin, la discriminacin dife
rencial y el control social, no ayudan a discernir dar mente sus casos empricos. A
lo sumo, permiten una tosca determinacin, que precisamente por ser inconcreta,
impide distinguir lo que un concepto abarca y lo que no abarca. Las definiciones
aplicadas a estos trminos no suelen ser ms claras que los conceptos que tratan de
definir. Un minucioso examen de nuestros conceptos nos obliga a admitir que su
sentido es vago y no especifican sus atributos con precisin. Esto lo hemos compro
bado todos al explicar conceptos a nuestros alumnos y a profanos. Las definiciones
formales son de escasa utilidad. En cambio, si somos buenos maestros, tratamos de
precisar el sentido del concepto mediante algunos ejemplos adecuados. Este sentido
inicial, con el tiempo, se va robusteciendo a travs de la experiencia de compartir un
universo comn. Nuestros conceptos llegan a darse por descontados en funcin de
ese sentido. Es ste y no sus especificaciones precisas el que orienta nuestro estudio
en sus transiciones con el mundo emprico.
La naturaleza ambigua de los coneptos constituye el defecto bsico de la teora
social impidindonos establecer un estrecho contacto con el mundo emprico, puesto
que ignoramos lo que es preciso tomar de l. Nuestra incertidumbre con respecto a
aquello a lo que estamos haciendo referencia no nos permite formular preguntas
oportunas ni plantear problemas importantes para su investigacin. La imprecisin
de su sentido entorpece nuestra percepcin, restando valor a la observacin emp
rica directa. Esta imprecisin expone a nuestra reflexin sobre las posibles relacio
nes entre los conceptos a una amplia cadena de errores. Propicia que nuestra teori
zacin divague en un mundo aparte y sin apenas ninguna conexin con el mundo
emprico. Limita gravemente la clarificacin y el desarrollo que los conceptos pue
den obtener de los hallazgos aportados por la investigacin, y conduce a una formu
lacin indisciplinada de teoras, que constituye una mala manera de teorizar.
Si el defecto principal de la teora social y, por lo tanto, de la sociologa, es la
naturaleza ambigua de nuestros conceptos, por qu no tratamos de hacerlos claros y
definidos? Esa es la raz del problema; la cuestin es cmo hacerlo. Las posibles
respuestas pueden simplificarse mucho si admitimos que una gran parte de las
tentativas realizadas en ese sentido, a pesar de ser conscientes y entusiastas, ni
siquiera rozan el problema. La aclaracin de los conceptos no se consigue em
pleando un nuevo vocabulario ni reemplazando los trminos: no se trata de una
tarea lexicogrfica. No se logra reflexionando ampliamente sobre las teoras para
tratar de descubrir sus debilidades y trampas lgicas, ni configurando o tomando
prestadas nuevas teoras. No se alcanza inventando nuevos instrumentos tcnicos ni
mejorando la fiabilidad de viejas tcnicas: ambos, instrumentos y tcnicas, son
neutrales con respecto a los conceptos por cuenta de los cuales suelen emplearse. La
aclaracin de los conceptos no se consigue tampoco apilando montaas de hallazgos
derivados de la investigacin. A ttulo de ejemplo sealar los centenares de estudios
sobre las actitudes y los millares de elementos que stos han proporcionado y que,
por otra parte, no han contribuido lo ms mnimo a aclarar el concepto de las
actitudes. Tampoco la mera ampliacin de la perspectiva y el rumbo de la investiga
cin ofrece por s misma ninguna garanta de conducir la aclaracin de los concep
tos. Estos tipos de esfuerzos, como los propios resultados parecen demostrar, no
resuelven el problema de la ambigedad de los conceptos.
Los intentos ms serios de resolver este problema en nuestra especialidad han
consistido en crear procedimientos especficos y lijos destinados a aislar un conte
nido emprico estable y definitivo que constituya la definicin o referencia del con
cepto. Los ms conocidos de estos intentos son la redaccin de definiciones operati
vas, la elaboracin experimental de conceptos, el anlisis de factores, la creacin de
sistemas matemticos deductivos y, aunque en una lnea algo distinta, la confeccin
de ndices cuantitativamente dignos de crdito. Aunque estas tentativas varan segn
el tipo de procedimiento especfico que se emplee, tiene como comn denominador
el hecho de que el procedimiento est concebido para proporcionar, mediante repeti
das ejecuciones, un hallazgo definitivo y estable. La definicin de la inteligencia en
funcin del cociente intelectual constituye un buen ejemplo de lo que este tipo de
enfoques tiene en comn. El cociente de inteligencia es un hallazgo estable y dife
rencial que puede verificarse mediante la repeticin de unos procedimientos clara
mente especificados. Si se ignoran las cuestiones relativas al valor diferencial y al
nivel diferencial de penetracin entre estos enfoques, puede parecer que, por el
hecho de proporcionar un contenido especfico y discerniente, constituyen la solu
cin al problema de la ambigedad de los conceptos en la teora social. Muchos
sostienen que la decidida aplicacin de uno u otro de estos mtodos permitir
obtener conceptos definitivos y, en consecuencia, la decisiva aplicacin de la teora
al mundo emprico y su eficaz verificacin por medio de la investigacin cientfica.
Hasta ahora, sin embargo la capacidad de estos esfuerzos en favor de la precisin,
para resolver el problema de la ambigedad de los conceptos, no ha pasado de ser
una mera ambicin o una promesa. Dichas tentativas tropiezan con tres graves
dificultades en su empeo por obtener conceptos genuinos y relacionados con el
mundo emprico.
En primer lugar, desde el momento en que se considera que el contenido emp
rico definitivo que se ha conseguido aislar constituye en si mismo el concepto (como
sucede al afirmar-. X es el cociente de inteligencia"), dicho contenido carece de
posibilidades tericas y no puede considerarse que proporcione concepto genuino
alguno. Carece del carcter abstracto de una clase con atributos especificables. Qu
es el cociente de inteligencia en cuanto clase, y cules son sus propiedades? Aunque
se puede afirmar que el cociente de inteligencia es una clase elaborada por medio
de una serie de cocientes especificos de inteligencia, se sealan o pueden sealarse
acaso rasgos comunes de esa serie que, por supuesto, la caracterizaran? Un con
cepto de carcter terico no se forma hasta que los casos especficos del contenido
emprico, aislado mediante un procedimiento determinado, no se agrupan en una
clase con caractersticas comunes de contenido bien diferenciados. Hasta entonces,
no es posible formular proposiciones sobre la clase o abstraccin ni relacionar stas
con otras abstracciones.
En segundo lugar, desde el momento en que se considera que el contenido
emprico definitivo aislado califica a algo situado fuera de s mismo (como al afirmar
la inteligencia es el cociente de la inteligencia", afirmacin en la que sta es ahora
concebida como un conjunto que engloba una diversidad de referencias del sentido
comn, tales como la capacidad para resolver problemas de negocios, planear cam
paas, inventar, ejercer habilidad diplomtica, etc.), el concepto est constituido por
ese algo que se encuentra fuera del contenido emprico definitivo. Pero dado que
este algo aparte no es abordado por el procedimiento que proporciona el conte
nido emprico definitivo, el concepto sigue adoleciendo de la ambigedad que plan
te inicialmente el problema. En otras palabras, el concepto sigue estando consti
tuido por el sentido general o la comprensin, y no por la especificacin.
En tercer lugar, es preciso afrontar una cuestin pertinente.- la relacin que existe
entre el contenido emprico definitivo aislado y el mundo emprico que constituye el
objeto de nuestra disciplina. Hay que tener la oportunidad de determinar el lugar
que ocupa y el papel que desempea el contenido especfico en el mundo emprico,
para que el contenido emprico pueda intervenir en la teora sobre dicho mundo. Un
procedimiento especfico puede proporcionar un hallazgo estable, a veces necesaria
mente debido a los mecanismos internos de dicho procedimiento. A menos que se
demuestre que el hallazgo ocupa un lugar significativo en el mundo emprico en
estudio, este hallazgo carecer de valor para la teora. La demostracin de esa
significacin plantea una dificultad crtica a los esfuerzos por establecer conceptos
definitivos a base de aislar contenidos empricos estables mediante procedimientos
precisos. Adems, tal demostracin no es factible por medio de correlaciones. Aun
que es posible correlacionar clases de objetos o elementos abarcados por conceptos,
el mero establecimiento de correlaciones entre elementos no crea conceptos; o,
dicho en otras palabras, no presenta nign elemento como caso de una clase, lugar
o funcin. Por otra parte, la significacin de un contenido emprico aislado no se
establece con slo utilizar el concepto para clasificar determinados acontecimientos
de ese mundo emprico. Es un pozo semntico en el que caen decenas de estudiosos,
sobre todo los que trabajan con definiciones operacionales de conceptos o en la
elaboracin experimental de los mismos. Por ejemplo, un cuidadoso estudio de la
moral realizado mediante experimento restringido, puede conducir a un hallazgo
estable-, sin embargo, el mero hecho de que habitualmente designemos muchos
casos de nuestro mundo empirico con ese trmino moral no nos proporciona nin
guna seguridad de que el constructo terico-experimental, moral, sea el adecuado
para ellos. Dicha relacin ha de establecerse, no presumirse.
Tal vez las tres dificultades que he mencionado, puedan resolverse permitiendo la
elaboracin de genuinos conceptos definitivos de uso terico mediante tentativas del
tipo citado. Queda, no obstante, por analizar una cuestin que me veo obligado a
considerar como la ms importante de todas, concretamente, la de si los conceptos
definitivos resultan o no adecuados para el estudio de nuestro mundo social empi
rico. Plantear una cuestin as en este momento parece indicar que he invertido el
mundo, es decir, que me contradigo en todo lo que he afirmado anteriormente sobre
la necesidad lgica de disponer de conceptos definitivos con los que suprimir la
causa principal de las deficiencias que presenta la teora social. Sin embargo, aunque
esta cuestin sea hertica, no veo el modo de evitarla. Explicar por qu su plantea
miento me parece tan oportuno.
Considero que un estudio concienzudo demuestra de modo concluyente que los
conceptos de nuestra disciplina son, fundamentalmente, instrumentos sensibilizado
res. De ahora en adelante los denominar as y los contrastar con los conceptos
definitivos a los que me he referido en los comentarios precedentes. Un concepto
definitivo hace referencia, precisamente, a aquello que es comn a una clase de
objetos, con ayuda de una clara definicin basada en atributos o lmites fijos. Dicha
definicin (o lmite) sirve como medio de determinar el caso concreto de la clase y la
estructura de la misma, englobada por el concepto. Un "concepto sensibilizador
carece de dicha especificacin de atributos o lmites y, en consecuencia, no faculta a
quien lo utiliza para recurrir directamente al caso y a su correspondiente contenido.
En lugar de ello, proporciona al usuario un sentido general de referencia y orienta
cin en el enfosque de casos empricos. Mientras que los conceptos definitivos pro
porcionan prescripciones sobre lo que se ha de examinar, los conceptos sensibiliza
dores indican simplemente la direccin en la que hay que concentrar la atencin.
Nuestros innumerables conceptos, como la cultura, instituciones, estructura social,
costumbres y personalidad, no son definitivos, sino de naturaleza sensibilizadora.
Carecen de una referencia precisa y no poseen lmites que permitan determinar con
claridad una instancia especifica o su contenido. Se apoyan, en cambio, en un
sentido general de lo que es significativo. Apenas cabe discusin sobre esta caracteri
zacin.
Ahora bien, no debemos apresurarnos a admitir que nuestros conceptos son
sensibilizadores y no definitivos basndonos nicamente en la inmadurez y falta de
refinamiento cientfico. Debemos averiguar, por el contrario, si existen otras razones
para atribuirles esta condicin y preguntarnos, sobre todo, si la misma obedece a la
naturaleza del mundo emprico que tratamos de estudiar y analizar.
Entiendo que el mundo emprico que estudia nuestra disciplina es el mundo
social natural de la experiencia cotidiana. En este mundo, cada objeto que tomamos
en consideracin (ya sea una persona, un grupo, una institucin, una prctica o
cualquier cosa), posee un carcter distintivo, nico o peculiar, y se halla inserto en
un contexto de carcter igualmente distintivo. Creo que es este carcter distintivo de
cada caso emprico y de su propio contexto lo que explica por qu nuestros concep
tos son sensibilizadores y no definitivos. Al tratar un caso emprico de un concepto
con fines de estudio o anlisis, no limitamos nuestro examen, y al parecer no
podemos hacerlo sin privarle de sentido, estrictamente, a lo que comprende la
referencia abstracta del concepto. No aislamos lo que confiere a cada caso su carc
ter peculiar, limitndonos a examinar lo que tiene en comn con otros casos de la
clase comprendida por el concepto. Por el contrario, nos vemos obligados a acceder
a lo que es comn a base de aceptar y utilizar lo que es distintivo en ese caso
emprico. En otras palabras, lo comn (es decir, aquello a lo que el co n c e p to hace
referencia) se expresa de una forma distintiva en cada caso emprico y slo puede
captarse aceptando y trabajando a fondo sobre esa expresin distintiva. Todos lo
admitimos cuando, por ejemplo, preguntamos qu forma adopta la estructura social
en una comunidad campesina china o en un sindicato americano, o cmo se pro
duce la asimilacin en un rabino judo de Polonia o en un campesino mejicano.
Creo que la verdad de esta afirmacin puede verificarse aplicando cualquiera de
nuestros conceptos al mundo emprico natural, ya se trate de la estructura social, la
asimilacin, la costumbre, una institucin, la anomia, los valores, los papeles socia
les o cualquier otro de nuestros innumerables conceptos. Reconocemos que aquello
a lo que hacemos referencia por medio de un concepto determinado, se configura de
un modo distinto en cada caso emprico. Hemos de aceptar, desarrollar y utilizar la
expresin distintiva a fin de poder detectar y estudiar la expresin comn.
Esta aparente necesidad de que cada cual haga su propio estudio de aquello a lo
que el concepto se refiere, trabajando con, o por medio de la naturaleza nica y
distintiva del caso emprico en cuestin, en lugar de prescindir de sta, exige, al
parecer, necesariamente, un concepto sensibilizador. Puesto que los datos inmedia
tos de observacin en la forma de expresin distintiva de los casos independientes
en estudio, difieren entre si. al enfocar dichos casos no es posible recurrir a limites o
rasgos de expresin fijos y objetivos. Antes bien, el concepto debe ayudarnos a
trazar una imagen de la expresin distintiva, como en el caso del estudio de la
asimilacin de un rabino judio. Desde el concepto nos trasladamos al carcter distin
tivo concreto del caso, en lugar de encuadrar ste en el marco abstracto del con
cepto. Es como afrontar una nueva situacin u orientarse en un terreno descono
cido. El concepto nos sensibiliza para nuestra labor, proporcionndonos indicios y su
gerencias. Si nuestro mundo emprico se presenta en forma de acontecimientos y
situaciones especiales y distintivos, y si pretendemos determinar, a travs del estudio
directo de ese mundo, las distintas clases de objetos y las relaciones existentes entre
las mismas, estamos obligados, creo yo, a trabajar con conceptos sensibilizadores.
La cuestin que estoy analizando puede abordarse tambin desde otro ngulo:
declarando que, al parecer,1hemos de deducir que cualquier caso dado de nuestro
mundo emprico natural, y su contenido, estn comprendidos en uno de nuestros
conceptos. La deduccin hemos de hacerla basndonos en la expresin concreta del
caso en cuestin. Debido a la distinta naturaleza de dicha expresin concreta segn
los casos, es preciso servirse, al parecer, de pautas generales y no de rasgos objetivos
ni modos de expresin fijos. Inviniendo los trminos, puesto que lo que deducimos
no se expresa en una misma forma fija, no podemos basarnos en expresiones
objetivas fijas para hacer la deduccin.
Teniendo en cuenta las corrientes actuales de pensamiento, la conclusin de que
los conceptos de la teora social son intrnsecamente sensibilizadores y no definiti
vos, ser descartada inmediatamente como disparatada por la mayora de los espe
cialistas de nuestro campo. A quienes la examinen detenidamente sin embargo les
inquietara lo que implica. Significa esto que la sociologa permanecer siempre en
su actual estado de imprecisin, y que desdear las posibilidades de mejorar sus
conceptos, proposiciones, teora y conocimientos? En absoluto. Los conceptos sensi
bilizadores pueden ser verificados, mejorados y refinados. Su validez puede demos
trarse por medio de un minucioso estudio de los casos empricos que se supone
engloban. Aquellas caractersticas importantes de dichos casos que resulten no estar
debidamente comprendidas en lo que el concepto afirma e implica, se convertirn en
un medio de revisar el concepto. Para ser sinceros, esta tarea es ms difcil de
realizar con los conceptos sensibilizadores que con los definitivos, precisamente
debido a que hay que trabajar con temas variables de expresin y no con formas
fijas. Esta dificultad, mayor que las anteriores, no impide, sin embargo, el progre
sivo perfeccionamiento de los conceptos sensibilizadores mediante un estudio minu
cioso e imaginativo del mundo al que los mismos hacen referencia. Los conceptos
de asimilacin y desorganizacin sociales, por ejemplo, han adquirido una abstrac
cin ms idnea y un discernimiento ms agudo gracias a estudios penetrantes y
realistas, como los realizados por W. I. Thomas y Robert E. Park. En realidad, lo
que estoy diciendo aqu es que el estudio profundo y concienzudo de los aconteci
mientos de nuestro mundo social natural, nos ofrece los medios de adecuar cada vez
mejor los conceptos sensibilizadores a lo que dicho estudio revela. En suma, no hay
nada esotrico ni inslito en corregir y refinar los conceptos sensibilizadores a partir
de contundentes hallazgos empiricos.
Debe sealarse asimismo que dichos conceptos, aun cuando se basen en la sensa
tez y no en rasgos explcitamente objetivos, pueden ser formulados y comunicados.
Esto apenas puede conseguirse mediante una definicin formal, y mucho menos
mediante la fijacin de limites. Es posible, sin embargo, por medio de una exposi
cin que ofrezca un cuadro significativo, con ejemplos adecuados que nos permitan
captar la referencia en funcin de nuestra experiencia personal. As es como se
consigue asimilar el sentido y significado de nuestros conceptos. Hay que aadir que
la citada exposicin puede ser buena o mala y, por lo tanto, mejorada.
Las deficiencias de los conceptos sensibilizadores no son, por lo tanto, ni inevita
bles ni irremediables. De hecho, la reconocida insuficiencia de nuestros conceptos,
utilizados actualmente como conceptos sensibilizadores, debe atribuirse a la imper
feccin del estudio de los casos empiricos a los que hacen referencia, y a lo defec
tuoso de su exposicin. Un estudio inadecuado suele ir acompaado de una mala
exposicin. El gran error, lamentablemente muy difundido, que se observa en el
empleo de los conceptos sensibilizadores, consiste en el hecho de que se dan por
descontado, y en el de considerar como su contenido cualquier elemento plausible
que posean. En tales circunstancias el concepto adquiere la forma de un vago
estereotipo, convirtindose en un mero dispositivo para ordenar y disponer casos
empricos. Como tal dispositivo, no es verificado ni confrontado con dichos casos,
perdiendo con ello su nica posibilidad de perfeccionamiento como instrumento
analtico. Pero esto slo revela una labor inadecuada, despreocupada o perezosa, y
no hay por qu mencionarlo. Si se escogen para su estudio unos cuantos casos
empricos variados, y si se lleva a cabo dicho estudio con la debida minuciosidad,
imaginacin y profundidad, observando atentamente si el concepto es idneo, o
hasta qu punto lo es, se dispondr de todas las condiciones necesarias para lograr el
progresivo perfeccionamiento de los conceptos sensibilizadores.
Ya se ha dicho bastante sobre el problema de lo que hay de errneo en la teoria
social. He ignorado adrede unos cuantos defectos de importancia secundaria o solo
los he comentado sucintamente. Mi propsito ha sido concretar la fuente principal
de estas deficiencias, y que consiste en la dificultad para conseguir que la teoria
social entable una estrecha relacin, susceptible de autocorregirse. con el mundo
emprico, a fin de que sus afirmaciones sobre el mismo puedan ser verificadas,
perfeccionadas o enriquecidas por los datos de ese mundo. La citada dificultad
reside, a su vez, en los conceptos de la teora, puesto que el concepto es el punto de
referencia o la puerta de entrada a ese mundo. La ambigedad de ios conceptos
obstaculiza o impide el contacto con el mundo emprico, manteniendo a la teora
confinada en dominio no realista. En general, parece que los conceptos de la teora
social adolecen, efectivamente, de ambigedad.
Cmo corregir esta situacin es el problema ms importante que tiene planteado
nuestro campo de estudio si pretendemos convertirlo en una ciencia emprica. En
una gran parte, por no decir la mayor, de la tarea que se lleva a cabo en la
actualidad, dicho problema no es abordado. La reflexiva meditacin sobre la teora
existente, la formulacin de nuevas teoras, la investigacin realizada sin una gua
conceptual o aceptando los conceptos sin ningn tipo de critica, el cmulo de
hallazgos dispares y la invencin y empleo de nuevos instrumentos tcnicos, son
otras tantas formas de eludir el problema.
Parece claro que existen dos maneras fundamentales de abordarlo. La primera
consiste en desarrollar procedimientos fijos y precisos que aporten un contenido
emprico definitivo y estable. Este mtodo se basa en tcnicas claras y normalizadas,
disposiciones experimentales y categoras matemticas. Su universo de datos inme
diato no es el del mundo social natural constituido por nuestra experiencia, sino
abstracciones especializadas de l o sustitutivas del mismo. Lo que se pretende es
volver al mundo social natural con unos conceptos definitivos basados en procedi
mientos especificados con toda precisin. Aunque tales procedimientos pueden ser
tiles y valiosos en muchos sentidos, su capacidad para establecer conceptos genui-
nos con respecto al mundo natural, tropieza con tres grandes dificultades, que hasta
ahora no han podido resolverse satisfactoriamente.
La otra forma de abordar el problema consiste en aceptar que nuestros conceptos
son intrnsecamente sensibilizadores, en lugar de definitivos. Esta solucin soslaya
las dificultades con que lgicamente tropieza la primera, pero a cambio de renunciar
a la posibilidad de obtener conceptos definitivos con lmites especficos y objetivos.
La segunda solucin trata de perfeccionar los conceptos por medio de una investiga
cin naturalista* (investigacin de campo), es decir, mediante el estudio directo del
mundo social natural en el que los casos empricos son aceptados en su forma
concreta y caracterstica. Asimismo depende de una fiel descripcin documentada
de los casos y de un sondeo analtico de su carcter. En esto, el procedimiento
difiere notablemente del que se utiliza para tratar de desarrollar conceptos definiti
vos. Su xito depende de un paciente, cuidadoso e imaginativo estudio de la vida, no
de rpidos atajos ni del empleo de instrumentos tcnicos. Aunque su desarrollo
pueda resultar lento y tedioso, este procedimiento tiene la ventaja de permanecer en
estrecha y continua relacin con el mundo social natural.
La confrontacin que acabo de esbozar, entre las dos formas principales de
abordar el problema indica, a mi entender, el modo en que debe encararse la
deficiencia bsica de la teora social. Sospecho que plantea asimismo, el tema princi
pal de nuestra disciplina: el intento de convertir sta en una ciencia emprica de
nuestro mundo social natural.
ser poco critico o reflexivo respecto a su alcance, es muy difcil que nos lleve a una
autntica comprensin y control del mundo emprico. Hay pocas cosas ms irritan
tes que leer un ensayo de investigacin rigurosamente ajustado a tcnicas acredita
das, y lleno de nmeros, unidades o elementos, y acabar descubriendo en el mismo
la ms absoluta negligencia en el uso de los conceptos. A otros autores les impre
siona la pericia en el empleo de la tcnica, o las ntidas relaciones numricas entre
unidades, pero no puedo por menos de deplorar que nuestras nociones metodolgi
cas estereotipadas permitan e inciten a los estudiantes a entretenerse con juguetes
mentales, creyendo que la manipulacin de palabras vacas constituye una ciencia.
Admitamos el carcter instrumental del concepto en el terreno cientfico. Acep
tando este carcter y usndolo de una forma crtica, tal vez evitemos ser meros
recopiladores de hechos o hiladores de metafsica.
10
EL PROBLEMA DE LOS CONCEPTOS EN LA
PSICOLOGIA SOCIAL
* C o m o buen ejem plo de ello v ase A Controlled E xperim ent on R u r a l H ygiene in Syra. d e S tu a rt C .
D odd (Beirut. Siria: A m erican Press. 1934).
de los conceptos en la psicologa social, y a menos que pueda demostrarse que sus
aspectos no cuantitativos son falsos, el mtodo operacional no constituye un
medio de resolver el problema que analizamos en este artculo aunque, por su
puesto, puede ser til como medio de ampliar y hacer ms definidos ciertos aspectos
del concepto.
Debemos aadir unas palabras acerca de una forma ms extrema (y ms lgica)
de procedimiento operacional", igualmente encaminada a obtener conceptos que
no sean imprecisos ni ambiguos. A diferencia del tipo de operacionalismo del que
hemos hablado, este otro no acepta los conceptos existentes ni trata de definirlos
reduciendo su referencia a una forma cuantitativa o mensurable, sino aislar cierto
contenido estable (obtenido por medio de algn procedimiento mensurativo espe
cial) y considerar que el concepto es cualquier smbolo que haga referencia a dicho
contenido. Por regla general, el smbolo es una palabra ya existente como, por
ejemplo, inteligencia"; una letra, como x o y. o un signo algebraico. El punto de
vista actual de algunos estudiosos que sostienen que la inteligencia" es lo que
miden los test d intligenci, constituye un ejemplo de este procedimiento. Su
argumento consiste en que los test de inteligencia detectan algo estable y, en lugar
de proclamar que se ignora en qu consiste el contenido estable detectado, se le
llama inteligencia" y se le asigna un valor numrico. Este interesante modo de
eludir el problema merece algunas observaciones. En primer lugar, el contenido
estable aislado no posee ninguna naturaleza, lo que equivale a decir que la operacin
por medio de la cual se ha logrado aislar dicho contenido, no ha hecho sino indicar
que hay algo que es estable. La citada operacin no puede caracterizar ni analizar
ese algo" por si misma. Al no ser sino el resultado de esa operacin", el algo
carece de naturaleza y no puede llegar a adquirirla. As pues, y a titulo de ejemplo,
la inteligencia no pasa d ser un valor numrico. En segundo lugar, al carecer de
naturaleza, el elemento conceptualizado no puede ser estudiado-, slo puede adquirir
importancia al ser relacionado con otros elementos. Estos ltimos (si seguimos
aferrndonos al marco de este tipo de procedimientos operacional) seran a su vez
otros algo, y careceran asimismo de naturaleza: a lo sumo revestiran la forma
de valores numricos. La relacin entre tales elementos slo puede darse en for
ma de correlaciones cuantitativas.
Se desconoce lo que este tipo de lgica matemtica (que es en lo que se resume el
mtodo) puede aportar a la comprensin de la vida emprica. Si se practica con
xito, suponiendo que sea posible hacerlo, se convertir en un armazn sumamente
extrao de smbolos interrelacionados que no se parecern en absoluto a los concep
tos tal y como los entendemos, en la psicologa social actual, puesto que los elemen
tos simbolizados no tendrn un contenido susceptible de estudio ni una naturaleza
capaz de extensin genrica. Tampoco permitirn investigar ningn problema ni
experimentarn un desarrollo evolutivo. Para aplicar estos smbolos a la conducta
humana que estudia la psicologa social, habra que trabajar con conceptos como los
que poseemos actualmente * Y una vez que se ha dado este paso, volvemos de
* Es lo que hacen los partidarios del enfoque que discutimos. Asi pues, una persona puede considerar
que la inteligencia es lo que indican los test de inteligencia, y puede emplear, para simbolizarla, algn
valor cuantitativo, como el cociente intelectual. Para aplicar la inteligencia", asi entendida a la conducta
humana, ha de pensar que se refiere a algo genrico, com o la "aptitud para resolver problemas- , pero al
.hacerlo incurre en otro concepto distinto; en este caso, en una concepcin de sentido comn sobre la
inteligencia.
nuevo al problema inicial del concepto. Queremos decir que los smbolos obtenidos
mediante el procedimiento del que hemos hablado, slo sern inteligibles y suscepti
bles de aplicacin con la ayuda de otro tipo de concepto; en consecuencia, no
reemplazan en absoluto a este ltimo tipo de concepto.
Podemos formular brevemente unas cuantas observaciones sobre un tercer modo
de enfocar el problema del concepto.* encaminado a conseguir definiciones preci
sas por medio de un anlisis crtico de los conceptos. Se selecciona un trmino dado,
se comparan sus diversas definiciones, y se estudian sus distintos usos-, se procura
suprimir las contradicciones, determinar las similitudes y. si procede, clasificar o
relacionar las definiciones emparentadas. Mediante dichas consideraciones crticas,
se intenta llegar a una definicin (o definiciones) precisa que conduzca al empleo
generalizado del concepto. Este procedimiento constituye, esencialmente, una tenta
tiva lexicogrfica y, como tal (pero slo como tal) no carece de valor. No resuelve el
problema del concepto entendido como la necesidad de obtener conceptualizaciones
que encajen en la experiencia emprica, dado que no emprende el estudio del terreno
emprico en cuestin, sino que se dedica a examinar el uso de los trminos. El
elemento emprico o significativo slo interviene en el estudio en la forma en que
haya estado presente en la experiencia previa del investigador empeado en el
anlisis crtico, o como aparece reflejado en las discusiones sobre los usos que se
estn estudiando. El hecho de que las consideraciones se aparten del elemento
emprico, implica que el procedimiento corre el riesgo de transformarse en una mera
elaboracin formal de definiciones del tipo al que nos tiene acostumbrados la espe
culacin escolstica". Todo concepto cientfico ha de estar ntimamente relacionado
con el hecho emprico y adquirir su carcter por medio de la interaccin.
He expuesto lo que antecede con el fin de mostrar lo inadecuado de los medios
propuestos para resolver el problema del concepto en la psicologa social. Renunciar
a los conceptos y, en consecuencia, ignorar los problemas que plantean; restringir el
rea de la experiencia emprica a expensas de las formas quiz ms importantes de
sta; tender a ignorar el factor emprico y a convertirlo en una empresa lexicogr
fica; ninguna de estas vas, supuestas soluciones, carece de graves defectos. No creo
exagerado declarar que todas ellas pretenden resolver el problema simplemente a
base de evitarlo. Puesto que ste plantea la necesidad de una eficaz interrelacin
entre el pensamiento y la observacin emprica, ninguna solucin puede surgir si
sacrificamos uno de estos dos factores o su interrelacin.
Hay que afrontar el problema, y ello exige investigar las dificultades concretas
que plantea la aplicacin de conceptos a la conducta humana. Es preciso analizar la
relacin existente entre el punto de vista conceptual y las observaciones empricas
para saber lo que ha de hacerse a fin de mejorar dicha relacin. El resto de este
artculo est consagrado a esta linea de pensamiento.
La imprecisin de un concepto equivale a la dificultad existente para observar
con claridad aquello a lo que se presume que el concepto se refiere. De hecho, en esa
dificultad (es decir, la de saber lo que hay que observar, poder observarlo y saber
cmo hacerlo) reside el principal obstculo para poner al concepto en contacto con
la experiencia emprica. Por consiguiente, es necesario considerar la naturaleza de la
observacin en cuanto expresin de la conducta humana, dado que dicha observa
* D ada la naturaleza d e los problem as, observaciones y datos propios d e la psicologa social, sospecho
que d u ra n te m u cho tiem p o las generalizaciones y proposiciones n o sern susceptibles d e la validacin
efectiva a la q u e estam os acostu m b rad o s en las ciencias naturales. P or el contrario, habrn d e ser enjuicia-
das en razn de su racionalidad, verosim ilitud e inspiracin.
11
SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LOS EFECTOS
DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION DE MASAS
Los efectos de los medios de comunicacin de masas han sido estudiados por
buen nmero de psiclogos y socilogos. Los problemas abarcan desde los ms
pequeos, como comparar el poder de retencin de los medios orales y visuales,
hasta los ms amplios, como determinar la influencia que los medios de comunica
cin ejercen sobre el comportamiento ante el voto. De igual modo, los planes de
investigacin van desde una amplia exploracin hasta exhaustivos experimentos
simulados. A pesar de la diversidad de los estudios realizados, existe una semejanza
bsica en el enfoque del problema. El investigador determina la influencia del medio
que se propone estudiar, averigua qu personas estn sometidas a dicha influencia y
trata de descubrir los efectos derivados de la influencia en cuestin sobre un uni
verso de personas determinado.
Nada parece ms natural ni apropiado que enfocar el problema de esta manera;
se concreta la influencia ejercida, las personas sobre las que se ejerce y las consecuen
cias de la misma. Esta concrecin" de los tres objetos de inters se hace habitual
mente aplicando la lgica del anlisis de variables". Su finalidad consiste en hacer
que los tres objetos sean lo ms precisos e imparciales posible. Se asla ntidamente
la influencia del medio, como variable independiente, de forma que constituya un
elemento discreto y cualitativamente independiente. A las personas sobre las que se
ejerce la influencia, se les asigna una composicin cualitativa fija, en funcin, por
ejemplo, de la edad, sexo, nacionalidad, y status socioeconmico. A la conducta que
se supone es consecuencia de la influencia del medio, se la considera como u n hecho
especfico y cualitativamente homogneo, o como una serie de hechos. El propsito
* A rticulo ledo ante la asam b lea anual d e la Sociedad A m ericana de Sociologa c eleb rad a en la
ciudad de N u ev a Y ork, del 28 al 30 de diciem bre de 1947.
H erbert Blumer: "Public O pinin a n d Public Opinin Poiling" Vol. X III (1948), reim preso con a u to riza
cin d e The A m erican Sociological Associalion ,v d e T he A m erican Sociolgica) Review.
A mi modo de ver, en el estudio actual de la opinin pblica mediante el sondeo
de la misma se pasa por alto la simple afirmacin lgica que acabo de formular,
como puede comprobarse mediante tres observaciones. En primer lugar, no parece
estar hacindose ningn esfuerzo por determinar o aislar la opinin pblica como
objeto; no recabamos ningn criterio que la caracterice o distinga y, por consi
guiente, no podemos afirmar que tal o cual caso emprico est incluido en esa clase
de opinin pblica y que otros no lo estn. En segundo lugar no se realiza, que yo
sepa, ningn estudio especifico con objeto de verificar proposiciones generales sobre
la opinin pblica, lo que hace sospechar que los investigadores no estn analizando
un objeto genrico. La sospecha es acentuada por la tercera observacin-, la notable
escasez, si no la total ausencia, de generalizaciones, a pesar de la ingente cantidad de
estudios exploratorios de la opinin pblica que se han realizado. A mi entender, la
conclusin lgica es que los procedimientos actuales para el sondeo de la opinin,
no han permitido aislar sta como objeto genrico de estudio.
Puede argumentarse que el aislamiento de un objeto genrico, sobre todo en el
campo de la conducta humana, constituye un fin y no un punto de partida, y que,
en consecuencia, la actual incapacidad para determinar la opinin pblica como
objeto genrico no perjudica los sondeos que se llevan a cabo. Creo que hay que
admitir este argumento; sin embargo, me sorprende la aparente falta de esfuerzo o
de inters sincero por parte de los investigadores en lo que respecta a tratar de
determinar el objeto que supuestamente quieren estudiar, registrar y medir. Creo
que es lcito afirmar que quienes intentan sondear la opinin pblica, estn tan
enfrascados en su tcnica y tan preocupados por mejorarla, que dan de lado la labor
primordial de averiguar si .dicha tcnica es o no adecuada para estudiar lo que
manifiestamente pretenden conocer. Su trabajo se reduce, en gran medida, a la mera
aplicacin de esa tcnica. No se preocupan por analizar independientemente la
naturaleza de la opinin pblica a fin de juzgar si la aplicacin de la tcnica em
pleada concuerda con dicha naturaleza.
Considero, oportuno decir aqu unas palabras sobre quienes conscientemente
eluden toda consideracin del problema. Me refiero a la rgida postura operaciona-
lista que sostiene que la opinin pblica es aquella que registran los sondeos de la
misma. Es curioso observar que, en este caso, se considera a los hallazgos resultan
tes de la ejecucin de una operacin o del uso de un instrumento, como el objeto en
estudio propiamente dicho, en lugar de considerarlos como una contribucin al
conocimiento del mismo. La operacin deja de constituir un procedimiento orien
tado hacia el objeto de la investigacin, para pasar a determinar de un modo intrn
seco su propio objetivo. No me detendr a considerar aqu las profundas dificultades
de orden lgico y psicolgico que entraa el intento de obtener un conocimiento
sistemtico por medio de un procedimiento que no representa una forma de explo
racin directa. Lo nico que pretendo sealar es lo que los resultados de un opera-
cionalismo de miras estrechas, como el aqu expuesto, ni siquiera rozan la cuestin
del significado que encierran. Al carecer de un punto conceptual de referencia, los
resultados no pasan de ser meros hallazgos dispares. Es lgicamente posible, desde
luego, utilizarlos para desarrollar una conceptualizacin-, sin embargo, no alcanzo a
ver que los partidarios de esa frgil postura operacionalista en el uso de los sondeos
de opinin, hayan hecho nada en ese sentido. Lo que es lgicamente inadmisible es
que se sostenga, consciente o inconscientemente, que sus investigaciones constitu
yen un estudio de la opinin pblica en el sentido que se le concede a este trmino
en el lenguaje ordinario. Habiendo renunciado, por estimarlo innecesario, a la tarea
de caracterizar el objeto de investigacin, a fin de comprobar si sta se amolda o no
a dicho objeto, es gratuito e injustificado suponer que esa misma investigacin sea
un estudio del objeto que rehsan caracterizar. Esta pretensin de comerse el pastel
sin perderlo, no precisa ms comentario.
La anterior serie de observaciones ha sido formulada con la exclusiva finalidad
de subrayar el hecho de que los investigadores de la opinin pblica no tienen en
cuenta la cuestin relativa al objeto genrico. Este es al parecer el motivo de que no
quieran afrontar la naturaleza funcional de la opinin pblica en nuestra sociedad ni
la cuestin de si su tcnica concuerda o no con dicha naturaleza. En este articulo
pretendo valorar la utilidad de los sondeos como medio de estudiar la opinin
pblica. Lo har basndome en lo que sabemos acerca de la misma en nuestra
sociedad.
En realidad, no sabemos mucho; pero algo conocemos. Las observaciones emp
ricas nos han enseado lo suficiente como para emitir juicios razo n ab lem en te fide
dignos sobre su naturaleza y modo de funcionamiento. Adems, podemos hacer
deducciones bastante fiables basndose en la estructura y el fu n cio nam ien to de
nuestra sociedad y en el comportamiento colectivo en el seno de la misma. Este
conocimiento combinado, derivado, en parte, de la observacin emprica directa y,
en parte, de deducciones razonables, puede servir para enjuiciar adecuadamente
el valor de los sondeos actuales como instrumento para el estudio de la opinin
pblica.
En realidad, los aspectos que deseo mencionar acerca de la opinin pblica y de
su planteamiento son tan evidentes, y triviales, que casi me sonrojo al someterlas a
la atencin de este auditorio, pero si no lo hiciera, no seria tan obvio considerar que
quienes se dedican a investigar los sondeos de opinin actualmente en uso ignoran
muchos aspectos voluntaria o involuntariamente, en la totalidad de sus procedi
mientos de investigacin. Enumerar los aspectos que desee resaltar.
(1) Es forzoso reconocer que la opinin pblica tiene su base en una sociedad y
constituye una funcin de la misma. Esto significa, evidentemente, que toma su
forma del marco social en que se mueve y del proceso social que se desarrolla en
dicho marco; asimismo quiere decir que su funcin est determinada por el papel
que desempea en la accin social. Rara poder estudiar la opinin pblica de un
modo realista, su descripcin tiene que reflejar fielmente su carcter emprico. No
deseo ser redundante, pero considero necesario decir que el carcter emprico de la
opinin pblica est representado por la composicin y funcionamiento de sta
como parte de una sociedad en desarrollo.
(2) Como cualquier socilogo debera saber y como todo profano inteligente
sabe, toda sociedad posee una organizacin. No es una mera acumulacin de indivi
duos aislados e inconexos. Toda sociedad humana se compone de diversos tipos de
grupos funcionales. En la sociedad norteamericana, podemos citar como ejemplos
de grupos funcionales las sociedades annimas, asociaciones comerciales, sindicatos,
grupos tnicos y organizaciones de granjeros. En un sentido ms amplo, toda
nuestra vida colectiva est compuesta por las acciones y actos de tales grupos, los
cuales se orientan en distintas direcciones, de acuerdo con intereses especiales. Estos
grupos difieren en cuanto a la posicin estratgica que ocupan en la so cie d a d y en
cuanto a sus oportunidades para actuar y, en consecuencia, en cuanto a prestigio y
poder. Dado que son grupos funcionales, es decir, formados por personas que
actan individualmente en un contexto colectivo o unitario, han de poseer necesa
riamente una organizacin; necesitan lideres, personas que fijen las normas, indivi
duos que acten como portavoces del grupo, y otros que tomen iniciativas en
representacin de todos.
(3) A la hora de actuar, estos grupos funcionales lo hacen a travs de los cauces
asequibles en la sociedad. Si el destino de tos actos que planean realizar depende de
las decisiones de individuos o grupos situados en puntos estratgicos de esos cauces
de accin, la influencia y la presin se ejercern, directa o indirectamente, sobre los
grupos o individuos que toman las decisiones. Presumo que este aspecto realista de
la actividad de la sociedad americana, requiere una breve aclaracin. Si una deter
minada accin que representa los intereses de un grupo funcional como, por ejem
plo, una organizacin de campesinos, para poder llevarse a cabo, de las decisiones
del Congreso, de una oficina estable o de un conjunto de funcionarios, se intentar
influir en el Congreso, en la oficina o en los funcionarios, en apoyo de dicha accin.
Puesto que en toda sociedad cuenta, en cierta medida (y la sociedad norteamericana
en mayor grado), con individuos, comits, juntas administrativas, legisladores, fun
cionarios y ejecutivos encargados de tomar decisiones que afectan al resultado de las
acciones de los grupos funcionales, esas personas clave se convierten en el objeto de
una influencia o presin directa o indirecta.
(4) Los individuos clave que tienen que tomar las decisiones cruciales se enfren
tan, casi inevitablemente, a la necesidad de valorar las diversas influencias, reclama
ciones. demandas, y urgencias y presiones que recaen sobre ellos. Desde el mo
mento en que responden y son responsables de ellas, se ven obligados a hacer dicha
valoracin en el proceso que conduce a'la toma de sus decisiones. Deseo hacer aqu
una observacin trivial y es que, al valorar todas esas cosas, los individuos clave
tienen en cuenta todo aquello que estiman merece ser tomado en consideracin.
(5) Los puntos comentados hasta ahora, ofrecen una descripcin tosca, pero
esencialmente realista, de algunas de las formas ms importantes en que opera la
sociedad. El quinto aspecto que quiero sealar es que la opinin pblica se forma y
expresa en gran medida, a travs de estos modos de operacin societal. Conviene
concretar un poco esta afirmacin. La formacin de la opinin pblica se produce
como una funcin de la sociedad en actividad. Me expreso en esos trminos con
objeto de subrayar que su formacin no es fruto de la interaccin de individuos
aislados que intervienen en igual medida en el proceso, sino que, refleja la composi
cin y organizacin funcional de la sociedad. La formacin de la opinin es, en gran
medida, producto de la interaccin de los grupos. Esta ltima observacin no encie
rra ningn significado esotrico. Me refiero sencillamente al hecho frecuente de que
los jefes o cabezas visibles de un grupo funcional adoptan cierta postura en nombre
de un grupo a fin de lograr un objetivo y expresen explcita o implcitamente dicha
postura en representacin de aqul. Gran parte de la interaccin por medio de la
cual se forma la opinin pblica, es producto de choque entre los puntos de vista y
posturas en el seno de estos grupos. El punto de vista de un grupo no' implica, de
ningn modo, que est respaldado de igual manera e idntica medida por todos sus
miembros. Muchos de ellos pueden adherirse a ese criterio sin comprenderlo, otros
pueden ser indiferentes al mismo, otros pueden compartirlo parcialmente, y algunos
pueden, no slo estar en desacuerdo, con l, sino incluso revelarse contra los repre
sentantes de la colectividad que lo han expresado. No obstante, en el mbito de una
discusin como ya se ha dicho, el citado punto de vista puede ser introducido en el
mbito de la discusin como reflejo de la opinin del grupo y ser contestado como
tal. Por decirlo de otro modo, basta sealar que. en las ms destacadas expresiones
de un punto de vista sobre un tema determinado, los individuos casi siempre ha
blan, explcita o implcitamente, como representantes de grupo. Repito que. en un
sentido realista, la diversificada interaccin que da origen a la opinin pblica se
produce, en gran medida, entre grupos funcionales y no entre meros individuos
aislados.
Creo que est muy claro, asimismo, que en el proceso de formacin de la opinin
pblica, no todos los individuos tienen la misma influencia, ni tampoco todos los
grupos iguales en cuanto a nmero de miembros. Esto es algo tan evidente que no
requiere explicacin. Baste sealar que en la formacin de la opinin pblica inter
vienen las diferencias de prestigio, posicin e influencia que caracterizan a los gru
pos y a los individuos en las organizaciones funcionales de toda sociedad.
La imagen de la opinin pblica a partir de la interaccin de una serie de grupos
e individuos, con niveles de influencia significativamente distintos es igualmente
vlida en lo que se refiere a la expresin de dicha opinin. Por expresin de la
opinin pblica entiendo la incidencia de sta sobre quienes tienen que actuar en
respuesta a la misma. Dicha expresin no se da en forma de una relacin o serie de
puntos de vista de individuos aislados en un foro abierto puesto que, como ya se ha
dicho, incluso cuando los puntos de vista se expresan en foro abierto vienen a ser,
de un modo u otro, la expresin de la opinin de un grupo. Pero aparte de este tipo
de expresin, la opinin pblica se manifiesta en forma de influencia ejercida direc
tamente sobre quienes han de actuar en respuesta a dicha opinin. A travs de
ciertos medios, como cartas, telegramas, peticiones, resoluciones, reuniones de pasi
llo, delegaciones y entrevistas personales, los grupos e individuos interesados trasla
dan sus posturas y puntos de vista a las personas clave que tienen que tomar las
decisiones. No me interesa dilucidar si tales formas de expresar la opinin pblica
debieran existir o no, sino simplemente subrayar que toda consideracin realista de
la opinin pblica ha de admitir su existencia.
(6) La ltima caracterstica que deseo sealar es que. considerada de un modo
realista, la opinin pblica consiste en un modelo de los diversos criterios y postura
sobre aquello que afecta a los individuos que tiene que actuar en respuesta a la
misma. Toda opinin que se redujese a una mera exposicin que fuese definitiva en
su propia expresin o que nunca llegase a influir en quienes hubiesen de actuar en
funcin de la misma, seria importante y carente de significado en lo que respecta a
afectar el funcionamiento de la sociedad. El hecho de que la opinin pblica sea
efectiva en la accin societal. se debe exclusivamente a que influye en el mbito de
quienes como legisladores, ejecutivos, administradores y forjadores de normas, tie
nen que actuar en funcin de dicha opinin. A mi modo de ver esta declaracin se
explica por s misma. Si se acepta, el carcter de la opinin pblica considerada
como motor de la accin ha de buscarse en la serie de puntos de vista y posturas que
toman en consideracin quienes deben actuar conforme a dicha opinin.
Conviene sealar que estos individuos han de evaluar la opinin pblica tal y
como se presenta ante ellos, puesto que indudablemente lo hace en forma de puntos
de vista diversos y. generalmente, enfrentados. Al tener que reaccionar ante la
opinin pblica han de sopesar los distintos criterios. El modo en que se realiza esta
evaluacin no est nada claro, pero es posible hacer una generalizacin, aunque
trivial, al respecto: el individuo toma en consideracin los diferentes criterios nica
mente en funcin del valor que les atribuye, y ste depende bastante de cmo sopese
el individuo el respaldo que poseen los puntos de vista formulados y las consecuen
cias de dicho respaldo. En este sentido, insisto de nuevo en ello, es como la organi
zacin de la sociedad, con sus distintos grados de prestigio y poder, entra a formar
parte del carcter de la opinin pblica. Como hemos dicho antes, el individuo clave
que debe actuar basndose en la opinin pblica, tiene que afrontar diversas exposi
ciones. molestias, exigencias, crticas y sugerencias que le llegan a travs de los
distintos cauces de la estructura de la comunicacin social. A menos que imagine
mos una sociedad fantstica e irreal, hemos de admitir que todo siervo de la opinin
pblica se ve obligado a enjuiciar las expresiones de la misma que le llegan, y que al
hacerlo slo tiene en cuenta dichas expresiones por el valor que les atribuye.
Los seis aspectos enumerados, aunque banales, constituyen afirmaciones fidedig
nas sobre la opinin pblica y su funcin en la sociedad, y pueden servir de base
para el estudio de los sondeos. Debo sealar aqu que, en esta discusin, no abordo
el problema de si las opiniones individuales que se recogen en las entrevistas de
sondeo son razonablemente vlidas, sino la cuestin del valor que poseen los hallaz
gos derivados de esos sondeos, incluso admitiendo que las opiniones individuales
recogidas sean vlidas, lo cual es dudoso.
A mi entender, el principal defecto de los sondeos, tal y como hoy se realizan,
reside en el procedimiento de muestreo. el cual obliga a considerar la sociedad como
una mera coleccin de individuos aislados. A su vez, la opinin pblica es conside
rada como una distribucin cuantitativa de opiniones individuales. Resulta evidente
que ninguno de esos dos mtodos es realista. El mejor modo de demostrarlp es
hacer continuas referencias a las observaciones empricas de sentido comn que
acabo de formular. Ignoremos por completo si los individuos incluidos en la mues
tra representan al sector de sociedad estructurada que est participando en la forma
cin de la opinin pblica sobre el tema en cuestin. Es muy probable que la
muestra incluya a alguno e incluso a un amplio nmero de ellos pero, que yo sepa,
los actuales sondeos de la opinin pblica no permiten establecer este punto con
ninguna precisin. El mero hecho de que el entrevistado formule o no una opinin
no permite deducir si est participando en la formacin de la opinin pblica que
est siendo elaborada funcionalmente en el seno de la sociedad. Y lo que es ms
importante; an suponiendo que en la muestra figuren individuos que contribuyen
a formar la opinin, no se nos facilita ningn dato sobre el papel que stos desempe
an en el proceso. Ni las muestras ni las respuestas de quienes figuren incluidos en
aqullas, permiten determinar el nicho S9cial que ocupa el individuo en ese rea de
la estructura social en la que est formando la opinin pblica; tos datos convencio
nales sobre la edad, sexo, ocupacin, status econmico o de clase, conocimientos,
etc., no proporciona dicha informacin. Estos datos rara vez revelan una posicin
funcional significativa en la formacin de la opinin pblica sobre el asunto en
cuesAn. Ni el tipo convencional de muestra ni las respuestas del entrevistado nos
indican qu influencia ejerce ste (si es que ejerce alguna) en la formacin o expre
sin de la opinin pblica. Ignoramos si cuenta con seguidores. No sabemos si
habla en nombre de un grupo o grupos; ni siquiera si pertenece a algn grupo
funcional interesado en el tema. Si, por azar, expresa el criterio de alguno de ellos,
desconocemos si dicho grupo est intentando expresar su punto de vista a travs de
os cauces sociales. Asimismo ignoramos si, como individuo, est traduciendo su
opinin a lo que antes he denominado opinin pblica efectiva".
En suma, no sabemos casi nada del individuo que figura en la muestra, en
cuanto a la significacin que su personalidad o su criterio pueden tener en la
opinin pblica que se est elaborando o expresando funcionalmente en el contexto
de la actividad social. No sabemos si el individuo es un arzobispo o un trabajador
ambulante; si pertenece a un grupo poderoso que ha adaptado una enrgica postura
en el tema objeto del sondeo o si es un solitario no perteneciente a ningn grupo
funcional; si emite su opinin tratando de influir de alguna manera sobre puntos
estratgicos del funcionamiento de la sociedad o si se trata de un sujeto aislado y
socialmente impotente. No sabemos, pues qu papel desempea ningn individuo
de la muestra en la formacin de la opinin pblica sobre la que se interroga, ni
tampoco qu influencia (si es que influye de alguna manera) ejerce el criterio que ha
expresado en la opinin pblica funcional existente en relacin con ese tema.
Lo que se ha dicho respecto a los componentes individuales de los sondeos es
igualmente vlido con carcter colectivo para la totalidad de los hallazgos. Estos no
ofrecen ninguna garanta de ser reflejo de la opinin pblica sobre el tema en
cuestin, puesto que ignoran el marco y la actividad funcional de la misma. Por si
esto no hubiese quedado an suficientemente claro con lo dicho hasta ahora, qui
siera sealar la enorme dificultad que supone tratar de valorar los hallazgos de un
sondeo en funcin de la organizacin de la sociedad con la que ha de enfrentarse un
administrador, legislador, ejecutivo u otra persona por el estilo. Como antes dije, un
individuo que es supuestamente responsable ante la opinin pblica, debe enjuiciar
sta tal como se le presenta, basndose en la organizacin funcional de la sociedad
ante la que es responsable. Ha de considerar esta ltima pensando en los grupos de
influencia divergente; en las organizaciones con distintos grados de poder; en los
individuos que cuentan con partidarios, en los indiferentes, ha de basarse, en otras
palabras, en aquello y aquellos que cuentan para un papel en el mundo social. Este
tipo de evaluacin que exige toda sociedad organizada en funcionamiento, es punto
menos que imposible de realizar basndose en los hallazgos de los sondeos de
opinin. Somos incapaces de responder a preguntas como: cunto poder o influen
cia poseen los que emiten una opinin favorable o desfavorable; quines son esas
personas que expresan una opinin; a quin representan; hasta qu punto estn
organizadas; a qu grupos activos pertenecen y si es probable que stos vayan a
continuar en actividad; si quienes comparten una opinin estn realmente interesa
dos en la misma; si estn dispuestos a hacer algo al respecto; si se proponen armar
escndalo, actuar belicosamente o hacerse molestos; si estn en condiciones de
influir en los grupos e individuos poderosos conocidos; si la opinin manifestada
representa una poltica estudiada de ciertas organizaciones significativas, y si tas la
mantendrn o recordarn y, en fin, si se trata de una opinin efmera o m o m e n t
nea la gente olvidar en seguida. Estas preguntas relativas a la muestra revelan lo
difcil que resulta valorar debidamente los datos de un sondeo de la opinin pblica
a partir de aquello que debe tenerse en cuenta ai trabajar en una sociedad organi
zada. Dicha dificultad, a su vez, revela que los sondeos actuales no ofrecen una
imagen precisa ni realista de la opinin pblica, puesto que no logran captar las
opiniones tal como estn organizadas y como operan en una sociedad en funciona
miento.
Muchos considerarn lo que acabo de decir, alegando que los sondeos han de
mostrado que pueden detectar y detectan fielmente la opinin pblica, segn se
desprende de sus notables aciertos al predecir los resultados de las elecciones. Es
preciso analizar cuidadosamente este punto, habida cuenta sobre todo, que en la
mayora de los crculos, los sondeos de opinin se consideran intrnsecamente vli
dos sea cual fuere el campo al que se apliquen, a causa de sus aciertos, bastante
espectaculares, al predecir los resultados de las elecciones. A mi parecer, es preciso
sealar que la emisin del voto es, a todas luces, una accin realizada por individuos
aislados, en la que el voto emitido por un individuo tiene exactamente el mismo
peso que el de otro individuo distinto. En este sentido especfico, as como en el de la
accin real, los votantes constituyen una poblacin de individuos aislados en la que
todos tienen el mismo peso. As pues, el procedimiento de muesireo basado en una
poblacin compuesta de individuos aislados es muy apropiado para dar una idea
fiable de lo que va a ocurrir en la votacin. Por el contraro, la consideracin de que
el xito de los sondeos de opinin en este rea demuestra que los mismos son
automticamente vlidos para otras reas en las que los individuos no actan como
personas aisladas, dotados de la misma influencia, requiere un detenido examen. He
de repetir que la formacin y expresin de la opinin pblica efectiva, no constituye
la accin de una poblacin de individuos aislados y revestidos de idntica influencia,
sino que es funcin de una sociedad estructurada y diferenciada constituida por una
red die grupos y personas de diversos tipos de peso especifico e influencia, que
ocupan posiciones estratgicas diferentes. A mi entender, y segn esto, el xito de
los sondeos en la prediccin de los resultados electorales no demuestra la validez del
mtodo para estudiar, medir y registrar la opinin pblica tal como sta se forma y
funciona en nuestra sociedad.
A este respecto, es preciso tener en cuenta una declaracin muy importante, en
contra de esta opinin, que puede expresarse como sigue:
Toda eleccin mediante votacin constituye, en si misma una expresin de la opinin
pblica y. lo que es ms. una decisiva y efectiva expresin de la misma. Representa, de
hecho, la expresin definitiva de dicha opinin y como tal, la propia norma de la
expresin de la opinin pblica. En la eleccin por medio de las urnas, cada votante
segn los principios bsicos de la democracia, puede hacer or su voz como ciudadano y
su voto posee idntico valor que el de otro ciudadano cualquiera. Si se admite que la
eleccin por medio de las urnas constituye un autntico referndum en el que se expresa
la verdadera opinin pblica, queda establecida la supremaca de los sondeos actuales
como instrumento para medir y registrar dicha opinin. Los sondeos, en su forma de
actuar, han demostrado que pueden predecir de modo fiable y eficaz los resultados de
una eleccin. Segn esto, dichos sondeos pueden usarse como una especie de referndum
para medir y registrar la verdadera opinin del pblico sobre temas no susceptibles de ser
sometidos a votacin. Asi pues, los sondeos proporcionan un cuadro ms exacto y
fidedigno de la opinin pblica que el representado por las expresiones confusas, indefi
nidas, parciales y partidistas de dicha opinin que suelen llegar hasta el legislador,
administrador o ejecutivo encargado de actuar en funcin de la opinin pblica. Los
sondeos de opinin nos revelan la posicin de cada cual-, nos descubre la vox populi.
* Considero que tal programa es dudoso porque creo que debera introducirse una mejora sustancial
de la opinin pblica en nuestra sociedad, en el proceso mediante el cual funciona orgnicamente; es
decir, suscitando, organizando y dirigiendo eficazmente la opinin de las personas interesadas en un
determinado asunto. Es improbable que un simple "referndum", con amplios sectores de indiferencia,
escasa participacin y una masa indiferenciada. puede reflejar una opinin pblica fiable. A lo sumo,
estimo que dicho "referndum" podra servir de suplemento correctivo, pero nunca como un sustituto. La
importante cuestin relativa a las directrices por medio de las cuales consigue la opinin pblica las
mejoras que necesita cae, por supuesto, fuera del mbito de este articulo.
muestreo un complicado sistema de elementos en interaccin y que ejercen una
influencia diferencial en el conjunto de la actividad. Tal vez la cuestin sea, en si
misma, absurda. Varias veces he preguntado a expertos en muestreo cmo somete
ran a este procedimiento una estructura orgnica. Con una sola excepcin, todos
ellos me miraron con cierto recelo, como si se tratase de una pregunta idiota. Pero
creo que el problema subsiste, pese a que me resulta difcil plantearlo. En la socie
dad humana y en especial en la moderna, nos enfrentamos con intrincados comple
jos de relaciones cambiantes, hasta cierto punto cualificables de sistema, a pesar de
una escasa cohesin. Son tan complicados, estn tan repletos de detalles y sufren
con tal rapidez cambios que no es posible describir adecuada y fielmente ninguno de
sus ciclos" de funcionamiento. No obstante, a menos que nos conformemos con
especular sobre ellos, hemos de analizarlos de algn modo para comprender lo que
sucede en el ciclo qe nos interesa. As pues, y tomando el proceso de la opinin
pblica en nuestra sociedad como ejemplo, podemos explicar aproximadamente
cmo funciona en un tema nacional, pongamos por caso. Sin embargo si deseamos
conocer su funcionamiento en el caso de un tema nacional determinado, no sabra
mos cmo hacer una descripcin idnea, debido a la complejidad y rapidez de
movimientos de sus ciclos de su accin. Por lo tanto, para saber lo que sucede y, en
especial, lo que va a suceder en fases ulteriores, nos vemos obligados a investigar
aqu y all. Los problemas de dnde, cmo y hasta dnde investigar son precisa
mente en los que pensaba al hablar del muestreo de una estructura orgnica.
Imagino, como uno de mis amigos ha sealado, que la solucin al problema
consiste en la confeccin de un modelo; pero no poseemos ninguno para el caso
concreto de la opinin pblica tal y como opera en nuestra sociedad. Mi impresin
personal es que dicho modelo debe confeccionarse, a ser posible trabajando retros
pectivamente en lugar de hacerlo hacia adelante. Es decir, deberamos empezar por
quienes tienen que actuar sobre la opinin pblica y seguir restrospectivamente el
rastro de las diversas expresiones de la misma que llegan hasta ellos, por sus cauces
respectivos, hasta descubrir los cauces principales, los puntos claves y el modo en
que cada expresin ha llegado a desarrollarse y a obtener un respaldo organizado a
partir de k> que, en un principio, debi constituir una condicin relativamente
amorfa. Quiz un modelo as, si su confeccin es factible, permitira concebir un
mtodo de muestreo realista que reemplace al que se emplea actualmente y al que
considero demasiado artificial para aplicarlo a sondeos de la opinin pblica.