Ganar Tu Libertad Corregido 6-9-2010
Ganar Tu Libertad Corregido 6-9-2010
Ganar Tu Libertad Corregido 6-9-2010
GANAR TU LIBERTAD
Flix M. Debuchy
2 G ANAR T U L IBERTAD
ISBN
"Imprimatur"
Arquidicesis de Rosario
Monseor Jos Luis MOLLAGHAN
Arzobispo de Rosario
Setiembre de 2010
ISBN:
Hecho el depsito que indica la Ley 11.723
NDICE
Prlogo .................................................................................................. 9
PRLOGO
***
***
P RLOGO 11
Referencias
1
San Josemara Escriv, Camino, 30 edicin castellana, Rialp, Madrid 1976, n. 311.
2
El hroe que llevar el anillo a su destino en la epopeya de J.R.R.Tolkien "El Seor de
los Anillos".
12 G ANAR T U L IBERTAD
13
Captulo I
Buscando fundamentos
Dibujo 1
El perrito parece elegir el hueso, pero no es tal, como se ver enseguida.
Dibujo 2
S: el muchacho est en lo cierto.
Es un asado argentino lo que tiene casi al alcance de la mano!
B USCANDO FUNDAMENTOS 17
Dibujo 3
El perrito est literalmente "pescado" por la pata de pollo!
No la elige sino que ha sido capturado por su rico olor.
Dibujo 4
El muchacho, pese a su apetito, hace una intelectiva "ecuacin de la
libertad", que dar como respuesta si ser bueno para l, aqu y ahora,
abalanzarse o no sobre el asado.
Captulo II
El captulo arduo.
f
22 G ANAR T U L IBERTAD
Necesidad y naturaleza.
mente desde que hubo perros Ahora, que sea natural o no que yo
le tire piedras a otros, requiere un anlisis ms laborioso. Cmo ha-
cerlo: experiencialmente, consensual-mente, estadsticamente, por
comparacin a ciertos hombres que no lo hacen, indagando si la His-
toria nos reporta datos de mayoras tirando piedras? Dejo al lector
pensarlo si prefiere, pero a la vez le propongo sopesar aquello de que
fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, no de un Dios ignoto
sino del Dios que se revela (se quita el velo) en toda la Escritura que
sigue a ese sencillo versculo de las primeras pginas del Gnesis. Se
revela in extenso, y no se limita a la letra de la Biblia, sino que su Esp-
ritu nos provee luces para penetrar el texto y adecuarlo a los tiempos
que a cada uno tocan. Para ms claridad (!) nos enva a su propio Hijo
-Jesucristo- quien adems de ser la Palabra misma de Dios, funda Su
Iglesia -la Catlica- dndole un Magisterio asistido por el Espritu
Santo.
Entonces decimos que es cognoscible lo natural y lo contra
natura en el obrar humano10. Hay una fuente certificada por Dios11.
Cuando la Iglesia, por ejemplo, apoyndose no poco en las ciencias
naturales y sociales, la antropologa, la historia, etc., dice que una bom-
ba atmica no se puede usar nunca, en ningn caso, en la guerra, por-
que su poder excede todo parmetro justo para la pobre vctima hu-
mana, sabemos entonces que usarla sera un acto contra natura. Lo
puede hacer porque a ella Dios le ha dado el instrumental como para
conocer la realidad profunda de la Creacin, a saber, el "depsito"
cierto de la divina Revelacin y la capacidad de hacer de ella una leg-
tima y autntica interpretacin.
***
verlo as, no hay ms remedio que dejarlo en sus trece. Pero fue un
buen regalo de Dios el hacer que tengamos ganas de comer para lue-
go, libremente, acordarnos de hacerlo y hacerlo con agrado, o de dor-
mir, de reproducirnos, de ser sociables, etc. Slo una mente
voluntarista abomina que su naturaleza le haga al menos la mitad del
camino de lo que su "deber ser" le dictaminara.
3. No a toda necesidad se le debe dar carta de ciudadana,
porque aunque las haya puesto el mismo Dios en nosotros, l tam-
bin las ha regulado con cnones de lugar, tiempo, modo, etc. Por
ejemplo, sobre mi necesidad de ser amado, no obliga a toda la Huma-
nidad a que me prodigue el mismo amor que me dieron mis padres.
Tambin sobre la necesidad de perpetuarme, conviene que si es te-
niendo hijos, no olvide que Dios quiere que sea dentro del marco de
un matrimonio monogmico, etc. y que no olvide sustentar y educar
a mis cachorros Hay ms formas de perpetuarse como hacer el
bien, descubrir cosas tiles a la humanidad, extender el reino de Cris-
to, ser recordado como buen actor, o cantor, o futbolista, etc. Un mag-
nicidio (el que acab con la vida de John Lennon, por ejemplo) es un
modo de perpetuarme vedado.
4. Hay fuerzas internas -brotan de mi fuero interno- que no
son necesidades, y algunas de ellas pueden jugar en contra de mi li-
bertad y ser mis peores enemigas, ms todava que la coaccin.
Libertad y felicidad.
Definicin de la libertad.
Dibujo 5
Fin y medios.
***
EL CAPTULO ARDUO 43
Dibujo 6
EL CAPTULO ARDUO 45
8
Morris West, El abogado del diablo, Ed. Javier Vergara, Buenos Aires, 1975, pp. 238.
9
Es grato hacer notar el auge que tiene en estos momentos en el mundo anglosajn la
tesis del "diseo inteligente" de la Creacin, que pone furiosos a los ateos materialistas
puros.
10
Muy contrarios a este discurso son no pocos telogos de nuestro tiempo. Lo
descalifican absolutamente con el peyorativo trmino de "antropologa fisicalista",
"fisicista" o "fijista". Detestan la existencia de un orden natural, porque -dicen- todo
es naturaleza: los desvos de la normalidad son tan naturales como ella misma; la
tormenta que raja al rbol es tan natural como el crecimiento del rbol.... Dios no
habra puesto en el hombre ningn "windows" sino la ms completa "autonoma"
(palabra fuerte, tratada ampliamente en la Veritatis Splendor) para ser el Hombre quien
fije, mediante su evolucin y trabajo, los lmites de su obrar moral y su calificacin.
Para ellos la moral es obra de la cultura humana, no de su naturaleza. Sin pretender
aqu comentar este extremo, recordemos que los griegos, al hablar de la physis, por
ejemplo en el Corpus Hipocrtico, se refieren siempre a una naturaleza substante, que
ser sana enferma no en arreglo a una valoracin estadstica, sino precisamente al
nomenclador que el mismo Corpus define. As, p.ej., los dolores de cabeza (mygras)
van contra la tendencia natural del ser humano. De modo que si por evolucin el 90%
de los seres humanos tuviramos dolor de cabeza, no por ello se nos considerara
sanos, sino enfermos.
11
A rengln seguido de la nota anterior, digamos que los que piensan que todo es
naturaleza (p.ej. ser homosexual o ser heterosexual, indistintamente), tienen el atenuante
(si no es un agravante!) de no querer entrar en lo religioso. No lo saben o no lo
quieren saber, y eligen pautar desde el hombre los protocolos de todas las cosas.
Nosotros sabemos que el pecado desfigur bastante la naturaleza y sus
comportamientos; no vamos a negar que en materia sexual el hombre a dado muestras
de aceptar relacionarse con gran naturalidad con todo tipo de compaas: varones,
mujeres, bestias, nios, parientes, dolos Cul es entonces lo cierto, ser heterosexual,
homosexual o indistinto? Hizo falta la Ley divina promulgada en el Sina. Muy claro lo
tienen los judos, para quienes lo que vale, en ltimo trmino, es "El Libro", y no les
falta razn (son nuestros hermanos mayores en la Fe). Un judo religioso no razona
con la tica de Aristteles, sino con la Biblia, el Talmud y la Tor. Lo hace porque para
l es Yahv el valor supremo, no a la naturaleza, y es Yahv quien dirime para siempre
el tema de la homosexualidad: El hombre que yazca con un varn como yace con una
mujer, abominacin han cometido, ambos morirn, su sangre estar sobre ellos
(Levtico 18, 22 y 20, 13). Pero para eso hace falta ser religioso, como lo son los judos
creyentes. Igual, y sin negar la preeminencia de la Palabra de Dios, los catlicos s
recibimos como de Dios la naturaleza estudiada al modo aristotlico, aunque sin exagerar
como para que nos llamen fisicalistas a fisicistas Y el constructivismo, como se ver
en el ANEXO II, n. IX, es un grave error contra los judos, los catlicos y los
griegos!
12
Ramn Garca de Haro, Cuestiones fundamentales de teologa moral, EUNSA,
Pamplona, 1977, p. 206.
46 G ANAR T U L IBERTAD
13
Cfr. Suma teolgica I-II, q. 1, a. 7, ad 1.
14
Jos Maria Cabodevilla, Cristo vivo, B.A.C., Madrid, 1970, 4 edicin, p. 297.
15
Jacques Philippe, La libertad interior, San Pablo, Buenos Aires, 1 edicin, 2005.
16
Cfr. san Josemara Escriv, Es Cristo que pasa, Rialp, Madrid, 1973, n. 113.
47
Captulo III
Los siete concurrentes en la libertad.
Inteligencia.
que para m era ayer algo de vida o muerte, pasa un tiempito y resulta
que es mucho ms relativo.
Redactemos ahora una posible regla: la calidad de la libertad
es mayor mientras mayor sea la inteligencia. Podemos decirlo en tr-
minos ms precisos, mientras mayor sea la inteligencia puesta en ac-
cin, o sea perfeccionada por un hbito intelectual que tiene gran im-
portancia, y que metemos ahora en juego: la prudencia. Es poco co-
nocida y a veces mal conocida; se la confunde con manejar despacio,
no subirse a los rboles, llevar un sweater por si refresca... y no es eso.
Es, siguiendo a J. Pieper, un conocimiento directivo de la realidad. Para
lo que nos interesa ahora, la persona que goza del hbito de la pru-
dencia -que tambin es virtud moral-, goza de un especial realismo.
Se dice tambin que la prudencia es la virtud del timonel, marcar con
acierto el rumbo de la nave.
Comprendo que esta palabra les produzca alergia -es com-
prensible- a mis amigos adolescentes, pero evitemos malentendidos.
La prudencia no es, necesariamente, ir despacio en la moto ni consiste
en no intentar la pared sur del Aconcagua. No, reiteremos que la mag-
na virtud de la prudencia se define como un conocimiento directivo
de la realidad. No es un conocimiento informativo tan solo, sino di-
rectivo, o sea, conducente a decisiones felices para quien la posee. Un
ejemplo: la inteligencia de los primeros colonizadores del Oeste nor-
teamericano fue la que les llev a hacer el ferrocarril. Como no exista
ninguna informacin de lo que sucedera cuando existiese el tren -ya
que, sencillamente, no exista en Amrica-, fue un invento donde la
inteligencia actu con una importante cuota de prudencia. Slo un
obrar racional es libre, y "racional" significa no slo inteligente sino
prudente.
La prudencia permite juzgar con realismo. Hay un realismo
cognitivo, que es la "adecuacin de la inteligencia a la cosa conocida", y
hay un realismo afectivo, que se corresponde con la valoracin que
nuestros sentimientos hacen de la cosa conocida esta vez por otra "an-
tena" distinta a nuestro intelecto y no racional, aunque no por eso
tenga que ser contraria a la razn. Es la antena de la afectividad, que
viene de la mano del concepto de "valoracin". Se ver enseguida algo
mejor.
Con esto terminamos de perfeccionar lo que ser la Regla E: la
calidad de la libertad es mayor mientras mayor sea la inteligencia o,
L OS SIETE CONCURRENTES EN LA LIBERTAD 51
Afectividad.
Voluntad.
dido y confuso sentimiento pudieron ms. Pero hete aqu que se equi-
voc de muralla y fue a dar al huerto de un convento de religiosos,
uno de los cuales tena tal expresin de paz en la cara que el espa no
pudo dejar de quedarse largo rato contemplndolo. Al retirarse de all
los Padres, el trnsfuga baj el muro y, a la maana siguiente, se pre-
sent a la portera sin saber bien cmo iba a poder explicar que quera
ver al fraile de la cara tal. Dios vino en su auxilio y al llamar a la puerta
qued encantado de que le abriese el mismo monje.
En total, tres aos ms tarde de aquella floja tarde profesaba
en esa abada como lego de esa venerable Orden. Y fue un gran santo.
Lo que confirma que la inteligencia no pudo dejar de juzgar como
bueno lo que de bueno tena aquel huerto... equivocado, y la volun-
tad encontr en ese buen parecer un motivo suficientemente amable
para la felicidad que el sujeto quera encontrar en el fondo de su con-
fundido corazn. Y entonces, se qued all, negndose a su anterior
curiosidad, aunque la hubiera podido seguir queriendo satisfacer
en otras fuentes, a su alcance siempre y tambin al nuestro, porque
siempre existe un balcn indiscreto para quien lo busque. Pero all
encontr algo mucho mejor.
Las pasiones.
aquel Windows original que Dios nos instal, segn vimos ms arri-
ba. Gracias a ellas se reflejan en nuestra estructura somtica los esta-
dos anmicos, de modo que estemos sincronizados. Sera un papeln
que una madre quisiera retar a un hijo porque ha cometido un serio
zafarrancho y no le saliese cara de enojada ni voz severa, sino que
dijese el mensaje de la reprimenda con cara y modos de Blancanieves.
Sera tambin triste que en un lance de amor, el caballero que ronda
los balcones de su amada estuviese con gesto displicente, o con un
ataque de risa boba, o distrado en otra cosa.
Clsicamente se habla de cinco pasiones en el apetito irasci-
ble19, que encontramos a pie de pgina, y seis en el concupiscible20. De
esas once pasiones de las que habla santo Toms, las que ms influyen
en el acto voluntario son la pareja amor-odio del apetito concupiscible
21
y las parejas esperanza-desesperacin y temor en el apetito irasci-
ble.
Unas y otras pasiones se acusan ms en el individuo segn su
temperamento y carcter. Tambin influyen en ellas la cultura domi-
nante. Una cultura declinante como la del Occidente en este cuasi
comienzo de milenio produce tipos humanos marcadamente teme-
rosos y derrotistas, poco audaces y de un bajo tenor de amores y odios.
El hombre "light" sobre el que algn buen autor ha escrito, es un
hombre con pequeas pasiones, suavizadas ya desde el vamos.
No caigamos en el equvoco de que entonces, con bajas pasio-
nes, la inteligencia va a trabajar ms expedita. Todo lo contrario! Al
carecer de ese refuerzo y estmulo, la inteligencia no se espabila (y
menos la voluntad), dando lugar a un lastimoso tipejo (mujer o va-
rn) no "copado". No copados a sus 17 aos! Es un mal peor -en mi
opinin- que el haber hecho algn crimen motivado por una acusada
pasin noble, mal cursada. Por lo menos, la prctica pastoral hace ver
a los sacerdotes que tienen muy difcil -cuando no imposible- arre-
glo. Ay, ay, ay!...
Un autor contemporneo22 habla del peligro, en una sociedad
caracterizada por el consumismo materialista, de que las sensaciones
de nuestros gustos anulen prcticamente la primaca de lo racional.
Vale la pena insistir que todas las pasiones influyen en la inteligencia:
unas ms en su realismo y otras ms en su juicio e imperio prudencia-
les. Desbocadas slo hacen desaguisados. El precipitarse es una forma
L OS SIETE CONCURRENTES EN LA LIBERTAD 59
Los hbitos.
Las patologas.
La gracia de Dios.
***
64 G ANAR T U L IBERTAD
ta, jams les ha negado. Sin esta ayuda, el hombre y la mujer no pueden
llegar a realizar la unin de sus vidas en orden a la cual Dios los cre al
comienzo.
famosa polmica del siglo XVI sobre cmo concurren la libertad per-
sonal y el concurso de Dios, sin que ninguna deprima a la otra.
***
por Dios. Te llevara por "su camino", sirvindose de adversidades sin cuen-
to.... y quiz hasta de tu haraganera, para que se vea que la tarea tuya
la realiza El.31 La santidad es lo menos parecido que jugar al "Estan-
ciero", nuestro viejo juego argentino.
Bien est tener sistemas, agenda, horarios, etc. para los temas
de nuestra alma, como los tenemos para los dems aspectos de nues-
tra compleja vida. Pero nunca el sistema puede reemplazar mi rela-
cin afectiva con Dios, que tiene siempre un piso y un techo cam-
biante (y personal, como todo en materia de amor), adems de las
miles de sorpresas que aguardan a quien busca hacer las cosas con
Dios. Peor si el candidato se ajusta al sistema en modo "piloto autom-
tico a prueba de error", creyendo que por s solo lo conducir al po-
dio, y est a un tris de parecerse a los fariseos, que sin querer quizs
descuidaban la justicia y el amor de Dios32 aunque fueran exactos en
sus diezmos Algunas -raras- veces se encuentran personas muy
formalistas en su sistema espiritual, que hacen maravillosas genuflexio-
nes, etc. pero que sacadas de la tablita que sus incautos directores
espirituales les sugirieron, son verdaderos simios en materia de justi-
cia y amor al prjimo. Lo peor es que revistaron por un tiempo en
una institucin, Seminario, etc. que buscaba lograr santos, pero a la
larga no siguieron despus de algunos aos: se quebraron o desilusio-
naron cuando vieron que poco cosechaban con su sistema y no apos-
taron a crecer a partir de esa cuadrcula tan imperfecta, solo legtima
como estratagema de arranque. Se confundieron de cabo a rabo, en
definitiva.
Otro defecto del voluntarista es pensar que si lo que l procura
es la voluntad de Dios (lo conjugan como si conocieran al dedillo a
Dios en su propio puesto de comando), entonces l tendr que asis-
tirlos para que se coronen sus altos designios (lo que en la prctica
equivale a obligar a Dios a secundarlos, perdiendo totalmente el senti-
do de las proporciones). Un silogismo tpico de voluntarista-
proselitista: a) "Dios quiere que haya vocaciones de sacerdotes"; b)
"tengo por cierto que est de Dios que Fulano sea sacerdote; c) "como se
lo propuse y me sac carpiendo, est muy clarito que Fulano es un degene-
rado, ya que evidentemente Dios le dio la gracia y fuerzas para entrar al
Seminario pero l no quiso corresponder a su Voluntad", etc. Y los tipos,
a veces caracterizados por su corta mente, acaban creyendo que ma-
nejan el Libro de la Vida! Incluso, se afirman ms en su posicin y
L OS SIETE CONCURRENTES EN LA LIBERTAD 73
suelen ser obstinados cuando se los trata de hacer razonar. Otras ve-
ces, se deprimen por creer que Dios les fall en la asistencia.
El ltimo defecto a mencionar aqu es el que probablemente
ms libertad les reste, y es que en esa "construccin de la torre", los
tipos razonan as: cumpliendo tales deberes, de ah sale el bien apete-
cido, como la torta sale de la receta. Los insumos de la receta no los
atienden en s mismos, sino slo como medios que inevitablemente
hay que poner pronto, pongamos el azcar, la leche, las especias!
S, una torta no es la leche ni los huevos, pero no pasa lo mismo con
los bienes espirituales: en ellos el resultado es bueno si cada medio
puesto es en s mismo bueno. Y como es bueno, se debe amar por s
mismo, y no por la ulterioridad de que al final saldr el Bien mximo
que yo apetezco. De lo que resulta que estos voluntaristas espirituales
siempre obran, respecto al bien, en diferido: lo de ahora es un paso -
enojoso casi- para lo que de verdad yo pretendo. Y entonces viene un
obrar como esclavos en el cumplimiento de sus recetas espirituales,
sin la libertad interior para saborearlas, porque su mente est no en
presente sino en futuro. Se vive agobiado as, se vive adems con pri-
sa y ansiedad nunca estn llegando a lo que buscan!
Ms bien yo debera obligarme al revs: hago un rato de ora-
cin (p. ej.) porque es bueno, y como es bueno, me lleva al Bien. No es
bueno porque lleve al bien sino lleva al bien porque es bueno, bueno
en s mismo. No se debe hipotecar el presente en aras del futuro, como
el agricultor pone el herbicida actual para su futura soja a cosechar.
Pero para no ser voluntarista, debo poner el herbicida con amor, dis-
frutando de ese paso necesario, sin esperar disfrutar slo del final del
cuento.
Un punto de "Camino".
Captulo IV
La balanza de los dos platillos
y sus cinco reglillas.
f
Cuando vimos la regla E, decamos que slo son libres los que
saben. Para ser ms exactos, la transcribimos de nuevo. Regla E: la
calidad de la libertad es mayor mientras mayor sea la inteligencia o,
mejor dicho, la inteligencia auxiliada por la virtud de la prudencia,
vale decir la inteligencia formada. Una inteligencia prudente sopesa
sus actos, sabiendo que todo -lo malo y tambin lo bueno- tiene pros
y contras. Pensemos entonces si no podra servirnos una balanza de
dos platillos para nuestro entendimiento de los actos libres; una ba-
lanza sensible y aceitada, con anchos platos para sopesar toda clase de
cosas: razones, deseos, compromisos tomados a la fecha, afectos, an-
helos, miedos!, etc. All pondramos los siete elementos del captulo
anterior.
Si la pesada es completa, sin olvidar ningn aspecto, la inclina-
cin de los platillos dar cul es el veredicto de mi voluntad inteligen-
te, de mi inteligencia formada. Un dibujo posible es el siguiente, aun-
que sorprendan los carteles:
Dibujo 7
La libertad adhiere al platillo que ms pese
LA BALANZA DE LOS DOS PLATILLOS Y... 81
puede ser ms inmediato que el bien pero no para todos. Para aque-
llos que se esforzaron algn tiempo (o muchos aos) en vivir distintas
virtudes humanas o sobrenaturales, resulta que tambin les es ms
inmediato a ellos -al menos en general, si no siempre- hacer las cosas
bien que hacerlas mal. Casi casi les costara un esfuerzo suplementa-
rio y desacostumbrado hacer una pavada! Imaginemos a san Pablo, si
tendra que poner tanta lucha cuando era viejo para no ir a fiestas
paganas En todo caso le habr costado de joven, si acaso, pero cuando
ya haba crecido bastante en su amor a Dios, la verdad es que le ha-
bra resultado un garrn tener que ir a lugares viciosos. Sencillamen-
te, no lo atrae; no pesa el platillo de ese lado de la balanza. De lo que
podramos hacer una nueva regla: para quien vive las virtudes cris-
tianas de modo habitual, el bien no slo es prevalente sobre el mal
sino que adems le es ms inmediato (Regla K).
Lo que quiere decir, en otras palabras, que la gimnasia espiri-
tual, que ms arriba llamamos "lucha asctica", que necesita la vida
virtuosa, le presta tal agilidad a nuestra tendencia al bien, que lo con-
natural para el cristiano convencido (formado) y practicante es llegar
elegir lo bueno no ya como lo mejor sino como lo ms fcil y... lo
ms... lgico! Ciertamente, no es sencillo este tema, y por eso no le
dimos toda la razn al bueno de Scrates cuando deca que slo peca-
ba el que no saba, de modo que con una constante y paciente instruc-
cin el hombre poda comportarse siempre bien. En realidad lo que l
deca est a milsimas de ser canonizado, y sigue sirviendo al recordar
lo preponderante que es el papel de la inteligencia.
Pero el hijo de la partera no conoca la historia del pecado ori-
ginal ni la doctrina sobre el mismo, sin la cual ninguna filosofa ha
podido dar en el clavo a la hora de analizar los ms acuciantes proble-
mas del hombre. Algunos de sus mejores hombres presintieron que
"algo tuvo que pasar" que trastornase el alma humana. Como deca el
entonces Cardenal Joseph Ratzinger en la entrevista con Vittorio
Messori que dio lugar a un libro35: cunto ilumina la doctrina del peca-
do original la desorientacin de nuestro tiempo! He aqu, junto a la ten-
dencia ontolgica al Bien, una de las influencias ms poderosas en nuestra
libertad. Efectivamente: ni siquiera a la buena filosofa pagana le satis-
face (intelectualmente) que haya tantas contradicciones en el obrar
humano36. Lo cierto es que hemos quedado como una inmensa Natu-
raleza averiada, no corrompida, no hundida como el Titanic, sino algo
86 G ANAR T U L IBERTAD
***
***
cin de los hijos de Dios. Unidos al Redentor de este mundo que no est
dispuesto a perder -Cristo-, los hombres tenemos la emocionante
tarea de darle otra vez su antiguo esplendor y su nobleza originaria a
este mundo averiado.
No llegar a ser como fue, pero hagamos lo imposible para
que se parezca cada vez ms al prstino mundo salido de las manos de
Dios.
Captulo V
La otra cara de la moneda:
cuando la libertad falla o "el cortocircuito".
a Macduff, pero tambin ste logra huir, aunque su mujer y su familia son
exterminados de una manera particularmente atroz.
"Por medio de una cadena inexorable de acontecimientos, Macbeth,
en principio un hombre valiente y de ningn modo malvado, termina por
convertirse en la clsica figura del tirano presa del terror, odiado y temido
por todos, rodeado de espas, asesinos y sicofantes, constantemente obsesio-
nado por el miedo a la traicin y a la rebelin.(:::) Su condicin lo obliga
a ser cada vez ms cruel a medida que pasa el tiempo. Aunque al princi-
pio sea Macbeth el que retrocede ante el delito mientras Lady Macbeth se
burla de sus melindres, por ltimo l es quien mata mujeres y nios sin
dudar un instante, mientras que Lady Macbeth pierde toda su frialdad y
muere parcialmente loca. Sin embargo, desde el comienzo al final de la
obra -y ste es el mayor resultado psicolgico del drama-, Macbeth es
perfectamente reconocible como el mismo hombre y habla la misma len-
gua; es empujado de delito en delito no por su innata maldad, sino nica-
mente por lo que se le aparece como una necesidad ineluctable.
"Al final, estalla la rebelin y Macduff y Malcolm, hijo de
Duncan, invaden Escocia al frente de un ejrcito ingls. Las brujas haban
hecho tambin otra profeca, que pareca garantizar la impunidad a
Macbeth. De qu modo se cumple esa profeca y cmo, sin ser desmentida,
desemboca despus en la muerte de Macbeth, lo planea Shakespeare de un
modo magistral. Al final, como l mismo saba desde el comienzo, Macbeth
es matado por Macduff. Cuando el verdadero significado de la profeca se
le hace claro, abandona toda esperanza y muere combatiendo, sostenido
por el puro instinto del guerrero que muere en pie y no se rinde nunca.
"En todas las grandes tragedias shakesperianas, el tema presenta
nexos reconocibles con la vida diaria. En Antonio y Cleopatra , por ejem-
plo, el tema es el poder que una mujer indigna puede llegar a tener sobre
un hombre muy valiente y dotado. El tema de Hamlet es la disociacin
entre la inteligencia y la habilidad prctica. En El Rey Lear tenemos un
tema muy sutil: la dificultad de distinguir entre generosidad y debilidad
(motivo que reaparece en forma ms cruda en Timn de Atenas). En
Macbeth el tema es, simplemente, la ambicin. .Y aunque todas las tra-
gedias de Shakespeare puedan ser transpuestas en trminos de vida con-
tempornea cotidiana, la historia de Macbeth me parece entre todas la
ms prxima a la experiencia comn.
"En pequeo y en modo relativamente inocuo, todos nos hemos
comportado alguna vez, y con consecuencias semejantes, de un modo bas-
tante anlogo al de Macbeth. Es tambin la historia de cualquier emplea-
LA O T R A C A R A D E L A M O N E D A : C U A N D O L A L I B E R T A D F A L L A . . . 95
Dibujo 8:
posible caso del
"joven rico"
100 G ANAR T U L IBERTAD
rrado tantos prrafos? Tiene razn el lector, pero es muy til que a la
famosa soberbia la veamos en accin.
Y as fue posible la falla en la libertad de Adn y Eva; quedaron
sugestionados por la propuesta del tentador: "seris como dioses". A
ningn mortal ellos le hubieran dado semejante chance, ni incluso
uno al otro recprocamente. Pero cada cual para s mismo, "quien sabe...
en una de esas...". La historia se repite en nuestros pecados personales.
Ay, ay, ay! Nadie en su sano juicio pretende ser como Dios, pero sin
ningn empacho lo desautorizamos, le enmendamos la plana o direc-
tamente lo sacamos del medio, si nuestro personal albedro decide
que "en mi caso"
Al menos "por hoy, y despus ya no ms", como Macbeth de
Orwell.
***
Por parte del sujeto vimos que son tres las posibilidades de
pecar. Fallar con seguridad la libertad por estos motivos? Quizs s,
quizs no. Evidentemente sin la ayuda de la gracia no es posible con-
jurar al menos el peligrossimo 3: el misterio del mal con su curioso
pero real principio de infinitizacin.
El asunto se complica un poco todava cuando hacemos el an-
lisis de la posibilidad de falla de la libertad por parte del objeto desea-
do. Lo primero es saber que Dios nos hizo de carne y hueso, o sea que
estamos sujetos a la temporalidad. Es por ella que no captamos el
objeto perseguido y todos los pasos que conducen a l de un saque,
de un intuitivo y enterizo golpe de vista. Tampoco percibimos a priori
todas las consecuencias ulteriores que puede traernos el alcance del
objeto ambicionado, los los o conexiones inesperadas que puede te-
ner nuestra gestin.
Por ejemplo qu conductor de auto se plantea que una de-
mora de slo 2 segundos en su frenaje le puede costar la vida a... mucha
gente? (o un poquito dems de alcohol antes de conducir...) O a qu
mecnico se le ocurre que una tuerca poco ajustada haga saltar un
coche por el aire? Y a qu juez, que un fallo no digamos inicuo
pero s algo ligero le pueda costar una depresin de por vida a un
semejante?
Sin poner ms ejemplos es hora de sincerarnos: conocemos
muchos conductores, adolescentes, mecnicos y jueces que s saben
las consecuencias que puede desencadenar un cabo suelto. Pero tam-
bin reconozcamos que los desencadenamientos que a veces vemos
que se producen por nuestras metidas de pata estaban, la verdad,
fuera de todo clculo. Y es que tambin nos pasa que nos vamos ente-
rando sobre lo que producimos con nuestros emprendimientos de
un modo progresivo. A esto me refiero cuando hablo de "temporali-
dad".
108 G ANAR T U L IBERTAD
Libertad y culpabilidad.
38
Adn Buenosayres, Biblioteca de la Literatura Universal, Barcelona, 2000, Edimat,
Libro IV, cap. III, p. 298.
39
Mamerto Menapace, Entre el brocal y la fragua, Ed Patria Grande, Bs.Aires, 1986, p.
111.
40
Etinne Gilson, L esprit de la philosophie mdivale, Paris, 1948, pp. 122-123.
41
George Orwell para la BBC de Londres, audicin del 17 de octubre de 1943.
42
Cfr. Suma contra gentiles, III, c. 4.
43
Cfr. Santo Toms de Aquino, Suma teolgica, I-II, q. 109, a. 8, c., donde dice que sin
la ayuda de la gracia, el hombre cado despus del pecado original, aunque conserva
las fuerzas para evitar cada pecado mortal, no puede resistir largo tiempo sin incurrir en
culpa grave.
44
Romanos 7,19 y ss.
45
Card. Joseph Ratzinger, "Verdad, valores, poder", Rialp 1995.
46
Suma Teolgica I-II, q. 91, a. 2.
47
Gnesis 25, 29-34.
48
Marcos X, 17 y ss.
49
"La conciencia es el ncleo ms secreto y el sagrario del hombre, en el que est
solo con Dios, cuya voz resuena en lo ms ntimo de ella". (CEC n. 1776 y Gaudium
et spes n. 16).
50
Dice S. Toms que el primer acto de la voluntad no procede del ordenamiento de la
razn, sino del impulso de la naturaleza o de alguna causa superior (S.Th. I-IIae,q.17,
a.5 ad 3).
51
Slo pertenece a nuestra "naturaleza" aquello que se confiri al hombre por estatuto
divino en la Creacin. Sus desvos o faltantes se deben a los efectos del pecado
original o de nuestros pecados personales. Cfr. Santo Toms, Summa theologiae, I-II,
q. 109, a. 2, ad 2. En la Questio de Malo, santo Toms dice que en nosotros no hay
simplemente "carencia" de gracia, por el pecado original, sino verdadera "privacin",
y violenta, podramos decir, para nuestra naturaleza. Fue como un robo a mano armada.
De Malo, q. 2, a. 11, ad 13.
52
Canon 1 sobre el pecado original, Concilio II de Orange.
53
J. Ratzinger, Elogio de la conciencia, conferencia dada en enero de 1992, en Esqui del
23-2-92.
115
Captulo VI
Las dos clases de libertad y la ley de la teja
f
"La abeja pesimista", se llama este otro cuento de Leonardo
Castellani. Podra haberse llamado tambin "Ojo con la banderola",
aunque sera un ttulo raro. Creo que el cuento expresa bien nuestra
ansia de felicidad, pero nuestro error de buscarla en lnea recta, en vez
de mirar "la banderola de arriba por donde entra el aire del cielo". Sin
el aire del cielo (del Cielo), todo se vuelve horrible y trgico, y la liber-
tad se estrella contra un frontn transparente pero dursimo.
Hasta aqu est suficientemente dicho que el ncleo de la li-
bertad del hombre es el poder que Dios nos da de realizar, con domi-
nio personal, nuestros propios actos. Tambin se ha insistido en que
la libertad no es tanto eleccin como adhesin, y que el hombre, gra-
cias a ella, es el titular de sus propios actos. Actos que, si no opera de
modo fallido -desgraciadamente la libertad en esta vida es falible-, lo
118 G ANAR T U L IBERTAD
Dibujo 9
L AS DOS CLASES DE LIBERTAD Y LA LEY DE LA TEJA 121
***
Captulo VII
Ley y libertad o "porque me da la gana"
f
Otro interesante cuento de un autor tan argentino como
Castellani. Se puso porque tiene que ver con la cuestin libertad-Fin
ltimo. Por un momento pens en los japoneses que no creen en
Dios (que los hay, y no son pocos) y me acord de las fantsticas tec-
nologas que manejan y sus motos, autos, equipos para medicina de
alta complejidad, etc. tan buenos. Se romper esa moderna sociedad
tan industriosa y disciplinada? No lo s, me gustara que no, pero
tambin espero que algo evidente y masivo pruebe a posteriori que el
cuento de "El sol artificial" es verdadero como aviso. Seguimos con
una nueva cuestin, la ley, las leyes que nos ordenan tantas cosas.
Un planteo sumamente corriente es el contrapunto "libertad
vs. ley", es decir, el pensar que la ley -cualquier ley- es enemigusima
de mi libertad. Y no vamos a negar que no tiene algo de verdad tal
como se establecen ciertas leyes escolares, universitarias, impositivas,
comerciales, etc. Se trata ahora de saber si hay tal conflicto entre la
autntica libertad -como venimos tratando de iluminarla- y la ley de
Dios. Aunque tambin hay que extenderse un poco ms, y ver si exis-
te conflicto entre la autntica libertad y las buenas leyes -innumera-
bles- de los rectos ordenamientos humanos.
Tratemos de recordar los arduos razonamiento del captulo II
("el captulo arduo"...). All era donde decamos -a propsito de las
L EY Y LIBERTAD O PORQUE ME DA LA GANA 129
Libertad y verdad.
nen que estamos a tal punto condicionados, que slo raros individuos
actan con libertad. Es lo contrario a la concepcin moral cristiana.
***
Sola decir san Josemara que este era el seoro de los hijos de
Dios.
Libertad y obediencia.
***
Dios. Si recordamos el dibujo 6 del final del captulo II, ste es el caso.
El "avin" que quiere llegar a "Ezeiza" es ahora este buen hombre y
buena mujer. Ya su sinceridad en la apertura de su interioridad es
seal de que busca asegurar que sus obras sean objetivamente mejo-
res, porque sabe que conviene que conozcas esta doctrina segura: el esp-
ritu propio es mal consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las bo-
rrascas y tempestades, entre los escollos de la vida interior. Por eso es Vo-
luntad de Dios que la direccin de la nave la lleve un Maestro, para que,
con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro77.
Pero quin es ese "Maestro" y quin esa tan autorizada per-
sona para confrontar mi personal criterio con su opinin sobre el caso?
Alguien que hace las veces de las pitonisas de Grecia y sus infalibles
orculos? No, sino 1) alguien a quien l autoriza a ser su confidente o
director espiritual, y lo elige como el avin del dibujo 6 eligi la torre
de control de Ezeiza; 2) alguien al que no se pliega por default a lo
que le aconseje, sino al que decide obedecer libremente cada vez.
Obviamente que sin obediencia, no se puede decir que hay direccin
espiritual, lo mismo que si no hubiera total sinceridad. Tengo para m
que la frmula de adecuacin para que cada hombre viva su personal
aventura de la vida, pero a la vez sea partner de Dios en esa aventura,
pasa necesariamente por la obediencia a alguien, ya que Dios no suele
hablar directamente sino a travs de prjimos que instrumentaliza
para el caso. Una vez, en la Biblia, hasta us una burra78 (!), como para
mostrar que no cuentan mucho para el caso las cualidades personales
del mandante. De modo que se nos dice de obedecer no por las virtu-
des u otros talentos de los que hacen cabeza sino por amor a la
obediencia, a ejemplo de Jesucristo, que obedeci a gente tan sospe-
chosa como Poncio Pilato, cuyo tribunal ofrece dudas en cuanto a lo
que era su competencia.
La obediencia de Coquito ser de un formato diverso de aquel
segn el cual, un da -un da en que exager un poco su temple-,
santa Teresa de vila mand a una monja suya a plantar -y regar- un
palo de escoba! El palo floreci y todo!, como para que toda Car-
melita (y dems familias que condividen el voto de obediencia) sepan
que Dios espera de ellos una obediencia ciega y total. En realidad Dios
no desea que se manden cosas irrazonables -ni siquiera a monjas
probadas-, pero admite que se mande as, como cuando l mismo
mand a Abraham a sacrificar -luego lo impidi- a su hijo Isaac79. De
L EY Y LIBERTAD O PORQUE ME DA LA GANA 143
***
***
"Porque me da la gana"
Captulo VIII
La libertad de Dios
"Lo del casorio de la Ruperta, dicen que fue as. Ella trabaja-
ba de maestra en el colegio de las monjas donde iba su sobrina. Antes
de comenzar sus horas de clase sola hacer una disparada hasta la
capilla para satisfacer sus devociones. Y de paso, tratando de que
nadie la viera, le haca un saludito a San Antonio, que desde su hor-
nacina atenda los pedidos referentes a su especialidad. La verdad
que nunca se lo rez en forma demasiado confesada. Pero en el salu-
do de la Ruperta, seguramente el santo comprenda los sobreentendi-
dos que se contenan.
"El que s converta su rezo en un pedido explcito, era quien
sera su futuro esposo. Cada medioda, cuando acababa su trabajo,
no dejaba de arrimarse hasta la capilla del colegio, y sin rubor algu-
no se iba derecho a San Antonio y masculinamente, sin vueltas, le
suplicaba le diera una manito para conseguir compaera. Ya tena
la casita terminada, y casi cumplidos los cuarenta. No poda darse el
lujo de entretenerlo a San Antonio con indirectas. Por eso su splica
era muy concreta, y el tiempo lo haba vuelto insistente:
"-San Antonio Bendito, conseguime novia!
"La plegaria, como digo, se fue volviendo insistente, y termi-
n por ser casi agresiva. Porque el hombre estaba dispuesto a pagar
cualquier precio, con tal de ser escuchado. Prometi velas, le compr
flores, le pona plata en la alcanca. Y sobre todo le rezaba. Oracin
154 G ANAR T U L IBERTAD
f
LA LIBERTAD DE D IOS 155
Vemoslas.
Ecuacin a).
El Dios del Antiguo Testamento es un Dios casi desconectado
afectivamente de nosotros por la ruptura del pecado. No
ontolgicamente, en el sentido de la participacin del ser, lo cual diji-
mos que no sera posible, pero s en cuanto, con palabras de san Pa-
blo, los "gentiles", esto es, los hombres de todo el mundo no pertene-
LA LIBERTAD DE D IOS 157
All se alza una de las siete maravillas del mundo, el templo de Yahv.
Israel no confa en sus carros de combate, Israel tiene un Salvador.
Aqu entra el tema de la ecuacin a). Dios tiene que manejar a
su Pueblo desde fuera. Duro es tambin decirlo, pero su situacin se
compara a la de un amo que tiene un perro al cual quiere proporcio-
nar un lugar en su vida, en su casa. Para entenderse con l el amo no
tiene ms remedio que atenerse a un cdigo de premios y castigos,
porque no le puede hablar desde l mismo, desde dentro. Es as que
"hueso" lo alienta al perro a ejecutar determinada orden, mientras
que "vara" lo reprime, etc. Es en este cdigo como deben leerse mu-
chsimas sentencias del Antiguo Testamento, cuando Dios premiaba
la fidelidad de su Pueblo con cosechas abundantes, conquistas milita-
res fciles y casas rebosantes de riquezas, de pozos excavados, vias y
olivares96. Asimismo prometa fecundidad, bendiciones hasta la terce-
ra y cuarta generacin, mujeres hermosas, hijos numerosos, gloria,
fama, etc. 97.
Por el contrario, haca tronar su furor sobre ellos, devastaba
sus cosechas, los entregaba al poder y saqueo de sus enemigos y mal-
deca sus pecados tambin hasta la tercera y cuarta generacin cuan-
do su Pueblo le era infiel98. As, en Israel se puede casi hacer una ecua-
cin aritmtica de quin es justo y quien no. Tanto que en el Libro de
Job, cuando le acaecen tantas desgracias a hombre tan bueno, vienen
sus amigos y lo tratan de convencer de que "tiene que haber pecado",
al menos con pecados que l no distingue como tales. "No puede ser"
que le pasen tales cosas a quien de verdad es amado por Dios. Al final
del libro, Dios interviene y rompe, por as decir, la relacin aritmtica
que establecen los amigos de Job, mostrando que l -Dios- no debe
dar cuentas a nadie de sus actos, y no fue por ninguno de los razona-
mientos hechos -ni siquiera los de Job- que le acontecieron a ste
tales infortunios. En cualquier caso, superada la prueba y enseada la
importantsima leccin que contiene, Dios devuelve a Job sus hijos,
su salud y sus posesiones a un grado an mayor de cuanto hubiera
tenido antes, dndose un final feliz que es totalmente esperable en el
contexto de la mecnica del Antiguo Testamento.
Muy distintamente suceden las cosas una vez que el Hijo de
Dios se hace hombre como nosotros. El asombroso misterio de la
Encarnacin de Dios, de ese Jess que -dice Benedicto XVI- es tam-
bin "un verdadero israelita", asume toda nuestra humanidad, hacin-
LA LIBERTAD DE D IOS 159
Ecuacin b).
Qu es eso de un "cierto aristotelismo" de Dios? Un modo de
decir que nuestro Padre Dios, el Dios de la Nueva Alianza, no regula
los efectos de las causas naturales que l cre al modo dirigista con
que tantos polticos quisieran gobernar a sus pueblos. Vela por lo gran-
de -lo csmico y hasta los mundos posibles que no cre todava- y lo
nfimo; su Providencia cuida de cada pelo de nuestra cabeza (y de los
cuervos, los lirios, etc.). Nada sucede sin su permiso, pero lo hace
siguiendo una Sabidura tan misteriosa, tan superior a toda previsin
nuestra, que se nos hace imposible descifrar por maravillosa.
Que Dios vela tambin por los seres ms pequeos lo leemos
en el captulo 76 del libro III de la Suma contra Gentiles. Dice que si
160 G ANAR T U L IBERTAD
Dios no cuidara por s mismo de las cosas inferiores, este hecho podra
obedecer a que las despreciaba o a que no quera manchar su dignidad
con las mismas. Pero esto antes bien corresponde a su supremo y universal
poder () y consta por lo dicho (en el captulo 67) que la virtud divina
llega con su operacin hasta las cosas ms pequeas. En efecto, en aquel
captulo se trat de como todas las causas agentes inferiores obran en
virtud de Dios, que es el agente principal, mayor que sus causas
instrumentales, como se llama causa de la coccin (de una comida) ms
al cocinero que al fuego que utiliza el cocinero, bien que adems el fuego
lo provoca el cocinero, junto con otras variadas y ponderadas razones.
De toda esta parte del genoma, slo osar intentar dejar este
leve apunte: Dios es el agente principal e inmediato de todo lo que
procede de su voluntad, pero no del mal, que en lenguaje de santo
Toms es una cierta privacin de bien, que inhiere en algo bueno y no
lo convierte en algo malo absolutamente malo. El mal tiene cierta cau-
sa accidental y no propia (captulos 11 a 15 de este Libro III), y mucho
menos su causa puede ser Dios, que es el Bien absoluto sin mezcla
alguna de mal. Lo que no quita que se escape de la providencia de
Dios, que en el captulo 71 del libro III de esta misma obra se explica
cmo la divina providencia no excluye totalmente de las cosas el mal, al
permitir -precisamente- la actuacin de las causas segundas, la posi-
ble falla y el libre albedro de stas.
En definitiva, Dios no es el autor de ningn evento malo y
como no existe el mal absoluto ese evento malo es malo pero no por
completo. "Pero, l conoca que eso iba a ocurrir!", estoy oyendo por
ensima vez al tipo que cuenta como un camin que se cruz en la
ruta mat a una familia entera. "S, claro que lo conoca!" contesto
por ensima vez al relator. Y pienso para m que pasa como con la
meteorologa, grosso modo: que el meteorlogo sepa que viene un
meteoro, no lo involucra en que el meteoro exista y venga a hacer
dao. (NOTA: no olvidemos que nos faltan 3 ecuaciones ms para ver
esta cosa a simultaneo y no ser reduccionistas. Que un plano de la
verdad no tape los otros!)
Dios conoce todo como se conocen los efectos por sus causas -
ste sera su aristotelismo-, o sea de modo anticipado ve cmo se va a
desplegar aquella barrera explosiva, etc. Tiene la llamada "pre-cien-
cia" o "presciencia" de los futuros libres. Tambin se reserva, claro est,
el constante derecho a intervenir -y menos mal, por lo menos en lo
LA LIBERTAD DE D IOS 161
Ecuacin d).
Hay un tipo de intervencin de Dios que ya fue mencionada
en el captulo anterior y que no violenta -ms bien confirma- que no
hay una magia divina que favorezca a algunos y desestime a otros. Las
reglas generales de la economa salvfica son, como dijimos, de corte
aristotlico. A todos nos quiere salvar, por lo pronto. Este tipo de in-
tervencin es el que provoca el propio ser humano mediante el artilu-
gio de la oracin. Con ella convocamos a Dios a ponerse en nuestra
vereda, por decirlo algo impropiamente, a pelear con nosotros y para
nosotros.
Es evidente que la oracin, en concreto la de peticin, modifi-
ca las reglas del juego. El sucesor de san Josemara en el gobierno del
Opus Dei nos deca a propsito de este extraordinario fundador: qu
hizo el Padre? (aludiendo a san Josemara) Rezar, rezar mucho; pedir
luces, implorar gracias, mendigar oraciones, aliarse con los ngeles y los
Santos.(...) Y la oracin suba al Cielo ungida y urgida por la continua
mortificacin y por la oblacin de un intenssimo trabajo, ofrecido a Dios
LA LIBERTAD DE D IOS 165
Conclusin.
aceptar una serie de realidades para las cuales no hay mejor receta
que sufrirlas!
Este captulo se llamaba "la libertad de Dios". Conviene que
creamos en ella, le demos lugar -el ms eminente posible- y que
entre Su libertad y la nuestra, sin simplificaciones, recorramos juntos
esta no fcil aventura que es la vida, la vida de los que, libres, tienen
que ser conducidos a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Arte-
sana de todo punto admirable.
Captulo IX
La maravillosa reversibilidad del obrar
humano. Ley de la eterna viabilidad
f
As nos hablaba Juan Pablo I en "Ilustrsimos seores". Parece
que san Agustn no la tuvo fcil, pero hay que decir que, nuestro pa-
dre Dios, no traz un camino ms o menos intrincado para que la
Historia humana lo recorriera y as llegue a su Creador. Una especie
de bsqueda del tesoro, difcil, digamos. No. Dios jug fuerte con sus
hijos los hombres: les hizo un cosmos que es como una inmensa
juguetera, fabulosa, y so en la cantidad y multiplicidad de recursos
con los cuales el hombre podra darle gloria y... hacer algo realmente
grandioso.
Le dio al hombre la potestad de regentear todo eso segn su
real saber y entender, segn su inmenso don de la libertad. Dios jug
fuerte... y espera que el hombre le responda jugando fuerte tambin,
corriendo el riesgo y la aventura de la libertad. Ejercer la libertad a
fondo es un juego muy interesante, duro por momentos, pero al me-
nos ya no nos sentimos infantes sino adultos. No cabe ser irresoluto,
titubeante. Es un juego interesante porque de cmo hagamos uso de
nuestra libertad de especificacin los resultados pueden ser magnfi-
cos o catastrficos. El Fundador del Opus Dei deca con frecuencia
que l prefera que nos equivoquemos doscientas veces a la cmoda
postura del abstencionismo. Y a cambio de no haber querido dejar un
camino rgido predeterminado, Dios hizo una cosa mucho mejor, para
la cual necesita ser "mucho ms" Todopoderoso. Asomado desde su
inmenso Cielo nos observa con infinita ternura y va como asombrn-
dose de nuestras ocurrencias, como un padre de familia que fuera a
LA MARAVILLOSA REVERSIBILIDAD DEL OBRAR HUMANO... 173
ver a sus hijos pequeos jugar un partido de ftbol, por ejemplo. Con
tres diferencias:
general-, y, a la vez, decir que existe una sola eleccin que ser, en
cada momento, la ptima? No es tan difcil, el ejemplo de la jugada
ptima que pusimos era para un partido de ftbol. Pero un partido
de ftbol no tiene un final abierto sino cerrado, porque se llegar a
empatar, a ganar o a perder el partido por diferencia de goles.
No acontece lo mismo en el gran teatro del mundo. Los que
creemos en la indeterminacin de la historia creemos en un final abier-
to para la historia humana. Un final abierto pero con la misma efica-
cia en cuanto a dar gloria a Dios, o sea, con los mismos frutos sobrena-
turales. Lo que quiere decir que se puede glorificar a Dios y llegar a la
misma cantidad y calidad de frutos de la Redencin tanto si existe
una institucin humana como si nunca hubiera existido. Ejemplos de
cosas que pueden o no existir, sin afectar al resultado final: el feudalis-
mo, la industria automovilstica japonesa o los Juegos Olmpicos.
Cmo es esto?
Es que lo nico que s modifica la gloria de Dios (finalidad
primordial para la que toda la Creacin ha sido hecha) y la eficacia de
la Redencin (que se salven ms almas) es la correspondencia o no
correspondencia de cada individuo a la gracia que Dios tuvo con l.
Lo cual, ms que con la libertad de especificacin -que es la que tiene
que ver con todas las opciones humanas- est relacionada con la li-
bertad primera o fundamental. Adherir o no a Dios; esa es la cuestin.
Recordemos que lo que cuenta es si persigo con recta intencin la
jugada que me parece que complace a Dios, con el citado punto de
Camino n. 490: Rectitud de corazn y buena voluntad: con estos dos ele-
mentos y la mirada puesta en cumplir lo que Dios quiere, vers hechos
realidad tus ensueos de Amor v saciadas tus hambres de almas.
Como temo haber contrariado la paciencia de ms de un lec-
tor con el escabroso ejemplo del hijito jugando al ftbol delante de su
padre, voy a un caso ms desagradable pero ms claro para los fines
que me propongo. Supongamos un pas imaginario, subdesarrollado
hasta la fecha, cuya dirigencia, en un momento dado cree -de buena
fe- que conviene hacer un profundo cambio en la estructura de su
sistema productivo, instalando un modelo hecho a partir de un con-
cepto de economa global. Definida la regionalizacin de la economa
local -para lograr ms escala- queda medio mundo sin trabajo por
cierre de fbricas chicas tradicionales. Mientras se va generando una
nueva economa, los pobladores de aquella nsula pasan por serias
176 G ANAR T U L IBERTAD
pasar de su proyecto original -le podemos llamar "el plan A"- a pla-
nes B, C, D, etc. De todos modos, no puede esperarse la misma
suerte para un rebao de almas que tenga un pastor como el Cura de
Ars que para otro que tuvo la mala suerte de que su pastor no fue
santo. Una vez ms ponemos de relieve la responsabilidad que com-
parte la libertad humana.
106
Albino Luciani (S.S. Juan Pablo I), Ilustrsimos seores, carta a Carlos Alberto
Salustri ("Trilussa"), BAC Minor, Madrid, 1978, pp. 34 a 36.
107
Nicols Machiavello no dijo que "el fin justifica los medios", sino "para conseguir
un fin hace falta poner los medios", cosa muy cierta y muy distinta de la anterior, cuyo
autor podra ser Lenn en todo caso.
108
Pensar no ms en el desgaste conyugal que suelen sufrir los desocupados.
181
Captulo X
Libertad sin ms?
f
Apuesto a que los lectores de Ray Bradbury han detectado en-
seguida su inconfundible y entraable estilo. He aqu uno de sus cuen-
L IBERTAD SIN MS? 187
La influencia de la libertad.
***
* * *
Captulo XI
El arte de elegir
f
Bien sentado que la libertad no es slo la capacidad de poder
elegir entre distintos, veamos ahora este aspecto de ella, en el que nos
encontramos millones de veces inmersos, cuando no confundidos.
No es fcil decir que se han puesto todos los medios para hacer
la correcta eleccin. No es fcil sobre todo si el campo de eleccin es
ancho y vasto. Obviamente que es una bendicin de Dios poder optar
por m mismo, pero digamos que a veces se torna embarazoso. Desde
elegir qu comer cuando en un buen restaurante dan el men hasta
elegir corbata un caballero o un par de zapatos una mujer coqueta,
EL ARTE DE ELEGIR 199
como deben ser. No por nada hay quien delega ese cometido en la
persona que lo acompaa a comer o a hacer las compras. Un caso ms
angustioso es elegir novio para quien tiene varios candidatos y vice-
versa si es varn.
En el trabajo profesional, a ciertos niveles, se tiene que estar
constantemente tomando decisiones. Es un ejercicio muy desgastante,
sobre todo cuando esas decisiones pesarn notablemente sobre el fu-
turo de la empresa, consultorio, oficina de seleccin de personal, ge-
rencia de compras, etc. No digamos nada un funcionario del gobier-
no que debe tomar una medida cuyas repercusiones van a ser tras-
cendentales para esa provincia o Nacin un militar en guerra que
debe elegir la ruta de ataque, una entre muchas posibles. Aqu ya no
cabe pedirle a su mujer que lo acompae para que ella le indique
sonrientemente con el dedo cul es el expediente, contrato, presu-
puesto o sendero que corresponde.
De modo que el anchsimo campo de eleccin que se nos pre-
senta en muchas ocasiones puede ser un autntico quebradero de ca-
beza. Busquemos algunas reglas que alivien u orienten la cuestin. En
matemticas se sabe que no es resoluble un sistema de ecuaciones
con ms incgnitas que ecuaciones. En otras palabras, para que poda-
mos tomar decisiones no podemos plantearnos demasiadas variables
simultneamente. Un ejemplito: querer ir al cine tal da y a tal hora,
conseguir la mejor entrada justo 10 horas antes de ese horario, empal-
mar ese horario con el exacto final de nuestra jornada laboral, preten-
der a la vez empalmar nuestra salida al cine con una persona determi-
nada (que tambin trabaja), desear que sea un da lluvioso y fresco,
encontrarme en el cine con gente amiga y conseguir un descuento a la
entrada. Realmente se pone un poco difcil cumplir con todas esas
pretensiones a la vez.
Lo que normalmente tenemos que hacer con nuestras decisio-
nes es reducir las condiciones a un mnimo no negociable, no querer
ganar en todos los frentes a la vez, limitarnos a un discreto nmero de
posibilidades y, an as asignarle un tiempo limitado al estudio de
todo el programa. Ah!, y confiar en la suerte, que es el nombre que
ponemos -para estos casos- a la ayudita de factores que son imprevi-
sibles para cualquiera de nosotros. En el ejemplo, sera una suerte que
en efecto el da est lluvioso y fro, y que igual consigamos conseguir
taxi y llegar a tiempo por el trfico ms pesado El mayor factor a
200 G ANAR T U L IBERTAD
***
dos gozarn "tota simul" (en latn, todas las cosas a la vez), que viene a
decir simultneamente y total, sin fragmentos. La traigo a colacin
porque a veces, al hablar con gente joven o no tan joven pero idealista
y perfeccionista, me da la sensacin de que en el fondo pretenden el
"tota simul" aqu en la tierra. Quizs lo tendran como emblema de
su escudo de armas!
Son personas maravillosas, pero un poco neurastnicas y vi-
ven en un constante desasosiego, expresado en el repetir "no tengo
tiempo!", "no me alcanzara un da de 48 hs!", etc. Se caracterizan tam-
bin por su cara de apurados y por llegar tarde a todos lados. Conoc
a uno que siempre deca: "estoy en un cuello de botella!". Lo dijo tantas
veces y durante tantos aos, que un amigo le acab preguntando:
"decime, ests en un cuello de botella o en una manguera?".
Otra regla del arte de elegir es la siguiente: supongamos que
uno pudiera llevar su decisin a un modelo matemtico resoluble
por computadora. Bien, pero es muy til que siempre cuente con su
ojo clnico o con su olfato clnico. Me contaron que en la dcada de los
80 la Casa Blanca de los E.E.U.U. pidi al Pentgono un anlisis de las
consecuencias que podra traer cierto operativo militar puntual con-
tra un pas del Medio Oriente que acababa de cometer una agresin
en su contra. El Pentgono carg sus grandes computadoras de en-
tonces con todas las alternativas (ecuaciones) disponibles, que resul-
taron ser muchsimas, porque su informacin era ultrapormenorizada.
Todava no haba cado el muro de Berln; Rusia era virtualmente ene-
miga y en las computadoras trabajaban sobre todas las represalias que
los rusos -y otros pases- podran desencadenar sobre las bases y
flotas norteamericanas. Total, a la Casa Blanca se envi -despus de
pocos das- una voluminosa carpeta, con un informe de tal dimen-
sin que decidir un s o un no por ese medio era virtualmente imposible.
El resultado fue que la carpeta qued cerrada y la decisin la
tom el Presidente Reagan con un asesor muy caro que tena, a la
sazn, su mujer Nancy. En algn libro se cuenta que lo hicieron una
maana mientras desayunaban. Y aunque la decisin fue atacar un
blanco de dicho Estado -usando la fuerza sin consultar al Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas- no hubo reacciones ni represalias
y el operativo fue militarmente exitoso, sin daos a civiles. Posible-
mente ese resultado era uno de los tantos que contendra la dichosa
carpeta, pero a la par habra cientos de otras variantes, que de haberse
tenido en cuenta jams se hubiera llegado a una toma de decisin.
EL ARTE DE ELEGIR 203
* * *
* * *
Captulo XII
La libertad cuando se elige una sola vez.
f
LA LIBERTAD CUANDO SE ELIGE UNA SOLA VEZ 209
* * *
Captulo XIII
Voluntad de Dios y libertad
Hasta que lleg al ro! Eso s que era un seor ro! Era
menos juguetn que el arroyo, pero por su cauce ancho y manso po-
dan navegar embarcaciones, y sus riberas servan para el riego y la
siesta de los jvenes. "Ser ro es realmente ser til! Eso quisiera ser
yo, ro!". Se ve que las piedras son cabeza duras, porque pronto fue
escuchado su nuevo capricho por su Dueo el dios. "-Concedido lo
anterior, veamos qu hace con este nuevo cambio, a ver si es ms fe-
liz", se dijo el dios. Y la convirti en ro. Ahora s que serva para
algo, y adems era importante! Su excitacin conoci todos los me-
tros de los kilmetros que haca el ro hasta llegar al mar. Porque
es de saberse que todos los ros van a parar al mar.
Fue indescriptible la sensacin de grandiosidad inimaginada
que tuvo nuestra piedra al contemplar la inmensidad del ocano. Su
alegra ahora se troc en una inmensa tristeza de ser tan poca cosa
como un simple ro! "-No, yo me equivoqu, yo quiero ser as de
grandiosa, yo quiero ser mar, s: mar!". "-Hgase de acuerdo a tu
voluntad, piedra: desde ahora sers mar!". Y as se hizo.
No acab de conocer todas las fosas marinas, ni las playas
que baaba, ni los tesoros que esconda, cuando sinti un picor que la
evaporaba y la sacaba hacia el ter. "Ay, ay, ay, no soy la ms
grandiosa! -pens.- Hay algo muy fuerte que me puede, y yo quisiera
ser eso, quiero ser as de potente!", se volvi a quejar por ensima
vez la piedra que haba sido piedra y luego cascada, y arroyo, y ro
y mar. "-Qu es lo que me absorbe?", le pregunt al dios. "El
sol!, contest el dios de la piedra. "Entonces, por favor, hazme sol!".
Y as se hizo con ella. Qu tremenda potencia senta ahora! Se diver-
ta enfocando sus rayos al mar y evaporndolo, mostrando su gran
podero.
Pero de pronto percibi que su calor era frenado por algo que
se interpona entre ella y el mar, y eso la desestabiliz nuevamente.
"Qu es eso que me filtra y entibia?", bram (porque es de saber
que la piedra se iba volviendo cada vez ms demandante a medida
que iba mutando su condicin, y ya ahora sus maneras eran autori-
tarias). No se asust por ese tono el dios suyo y, puesto a jugar una
vez ms con el gusto de su criatura indcil la convirti en nube.
Ahora era ms-que-el-sol, que equivala -pensaba ella- a ser lo
mximo!! Poco dur su encanto porque al poco tiempo not que algo
VO L U N T A D DE D IOS Y LIBERTAD 217
f
En la primera Nochebuena se oy el canto de los ngeles: "Glo-
ria a Dios en el Cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad",
segn la versin Vulgata de la Biblia. Era una alabanza y una promesa
a quienes fueran hombres y mujeres de buena voluntad. Tanta, que
se ponga la Voluntad de Dios como la meta de todo deseo, para que se
haga tan puntualmente en la tierra como se hace en el cielo.
A todo esto, que significa tener buena voluntad? Es algo ms
que tener rectitud de fines. Supone tambin ms que la licitud en los
medios, ms que la legitimidad sobre el objeto apetecido y ms que la
atencin a las circunstancias. Es un vocablo muy importante en la
ascesis cristiana, que significa tener mi voluntad pronta para hacer la
de Dios en cuanto la conozca o suponga. Dice Camino (n. 762), acto de
identificacin con la Voluntad de Dios: Lo quieres, Seor?... Yo tambin
lo quiero!. Y como quiera que podra llegar a costar el plegarnos rendi-
damente a un querer que no naci de mi ocurrencia, el autor de Ca-
218 G ANAR T U L IBERTAD
afirma sin rodeos: una cosa hay cierta para los creyentes: la actividad
humana individual y colectiva o el conjunto ingente de esfuerzos realiza-
dos por el hombre a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones
de vida, considerado en s mismo, responde a la voluntad de Dios.
Creado el hombre a imagen de Dios, recibi el mandato de gober-
nar el mundo en justicia y santidad, sometiendo a s la tierra y cuanto en
ella se contiene, y de orientar a Dios la propia persona y el universo ente-
ro, reconociendo a Dios como Creador de todo, de modo que con el someti-
miento de todas las cosas al hombre sea admirable el nombre de Dios en el
mundo. () Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas logradas por
el hombre se oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende
rivalizar con el Creador, estn, por el contrario, persuadidos de que las
victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios (el subrayado
es mo) y consecuencia de su inefable designio. Cuanto ms se acrecienta
el poder del hombre, ms amplia es su responsabilidad individual y colec-
tiva. De donde se sigue que el mensaje cristiano no aparta a los hombres
de la edificacin del mundo si los lleva a despreocuparse del bien ajeno,
sino que, al contrario, les impone como deber el hacerlo.
De lo que se deduce que Dios tolera un montn de
desencuadres de su voluntad primigenia, pero nos urge a negociar con
nuestros talentos para que l se encuentre a su regreso con la tarea
avanzada. De lo que se infiere que no slo Dios quiere que lleguemos
al Cielo, de cualesquier modo, sino que lo hagamos por caminos que
tengan cierto formato, cierta lgica.
San Josemara tiene una expresin muy querida para m. Ha-
blaba de ese gran juego que tiene Dios con sus hijos los hombres, que es la
Redencin. El "gran juego". Me parece fantstica esa denominacin. La
cuestin es llevar al Paraso a todos los hombres, no sin antes conver-
tir este mundo en una antesala del Reino de los Cielos. Cosa ciertamen-
te posible -ms an, necesaria- ya que todos los caminos humanos
nobles son otros tantos caminos para recorrerlos con Dios y segn
Dios.
La palabra "juego", entonces, me parece ms propicia que
"plan", porque plan sugiere un proyecto esttico, invariable quizs.
Eso no existe! No puede ser as el plan de Dios, toda vez que nos cre
libres! Libres de verdad. En ese abrirnos paso buscando nuestro lugar
en el ancho mundo, construyendo nuestra personal historia, viviendo
la aventura de la vida, variamos millones de veces, vamos y venimos,
VO L U N T A D DE D IOS Y LIBERTAD 221
* * *
VO L U N T A D DE D IOS Y LIBERTAD 223
* * *
* * *
* * *
Auschwitz en 1944). Pero ser bueno saber cul fue la carta fuerte de
su causa cannica143.
Andr Frossard, en un inolvidable libro llamado "No olvidis el
amor" cuenta la biografa del increble franciscano y comienza con la
sorpresa de los cardenales que en la ceremonia de canonizacin vie-
ron que Juan Pablo II lo nombrara "mrtir", por el hecho de que el
padre Kolbe -aparte de ser un santo por muchas otras cosas- se can-
je por un padre de familia al que haba tocado en suerte el bnker del
hambre. Muri al cabo de 14 das.
Hay que decir que desde el punto de vista de la ms clsica
teologa moral, no est tan claro que con ese paso el franciscano
Maximiliano Kolbe haya hecho necesariamente lo que Dios esperaba
de l. Es ms, vida por vida, pareciera que un misionero como l ten-
dra que haberse reservado al mximo, incluso para proseguir hacien-
do entre los dems prisioneros el bien espiritual y material que l ha-
ca. Un misionero es un recurso muy escaso Y adems -siempre
desde los paradigmas literales-, mrtir es slo aquel que derrama su
sangre en testimonio a su adhesin a Dios, cuando se le quiere hacer
negar su fe. Una madre cristiana -ha habido millones que han hecho
esto-, notificada por su mdico que si no interrumpe su embarazo,
corre serio riesgo su vida, contina con la gestacin y muere al dar a
luz -Gianna Beretta Molla, canonizada hacia el 2000-, es un precioso
caso de santidad pero no se la llama mrtir.
Juan Pablo II vio las cosas de otro modo en el caso de Kolbe. Yo
pongo mi vida por mis ovejas144, nos ha dejado indicado el Seor en el
evangelio y, sobre todo, con su propio ejemplo. Como todo pasaje del
evangelio presenta una lectura vlida para todos, objetiva y universal,
y una ulterior lectura personal en la que, libremente, nos planteamos
un posible llamado personal de la gracia. En Auschwitz esta rumia
slo poda hacerse en un cara a cara con Dios, desde la debilidad de tu
sola conciencia. Este fue el caso de Maximiliano Kolbe. Pero...: no
habr sido demasiado aventurado en su afn de ayudar al prjimo?
Se puede poner como ejemplo para la Iglesia universal un acto que,
visto de otro punto de vista, puede sonar a temeridad prudencial e
incluso, a suicidio?
Justamente, Juan Pablo II quera atraer la atencin sobre este
concreto punto, lo que qued claro cuando ley los fundamentos de
su beatificacin. En efecto, el Papa polaco se refiri al valor intrnseco
VO L U N T A D DE D IOS Y LIBERTAD 235
que tuvo esta accin por haber sido un acto de libertad fuerte. Si,
muy fuerte, porque en Auschwitz, Kolbe no tena a un superior, ni a
un confesor, ni menos a su director espiritual para saber si en su opi-
nin era o no prudente dar el paso. Y este acto libre asumido entera-
mente por l en solitario es algo muy valioso como ejemplo para la
Iglesia de hoy. Significa correr al mximo "la aventura de nuestra li-
bertad" de la que venimos hablando.
Inmensamente valioso porque nadie como la Iglesia ensea a
plantear nuestras vidas no segn recetas anticipadas, sino en un cara a
cara con Dios, hasta el extremo mismo de equivocarnos, digmos-
lo, tcnicamente, lo que slo podr aclararse en el Juicio Universal,
pero con la franca sonrisa de Dios corroborando que Maximiliano
Mara Kolbe fue un gran santo. Este planteamiento, vale la pena de-
cirlo, es un punto a favor del "personalismo moral", la escuela de moral
sobre la que tanto pens el Papa Juan Pablo II.
Se ve de nuevo por qu estamos hablando de "riesgo de Dios
y aventura del hombre"? Se ve la maravillosa aventura que es para el
hombre ejercer a fondo su libertad?
* * *
El brindis de la libertad.
* * *
nal criterio. Estamos ante un quid importante; es tal el amor que Dios
tiene a nuestra libertad -y tal el precio que por ella est pagando (y
dispuesto a seguir hacindolo), en palabras ya citadas de Juan Pablo
II- que deja librada a cada individuo no slo plantearse la pregunta de
Camino en forma personal, sino respondrsela a si mismo en forma
tambin personal, sin recetitas.
En cualquier caso, no olvidemos el varias veces citado punto
490 de Camino: rectitud de corazn y buena voluntad: con estos dos ele-
mentos y la mirada puesta en cumplir lo que Dios quiere, vers hechos
realidad tus ensueos de Amor y saciadas tus hambres de almas. La suer-
te es que ambas actitudes son perfectamente reconocibles en mi exa-
men de conciencia, sin violencias ni crispaciones. No as la pregunta
sobre si estoy seguro de que "sa" es voluntad de Dios o no. Insisto, el
sistema es abierto, y lo que importa es mi amor a Dios en lo que bue-
namente me decida a hacer.
Otro apunte que extraigo esta vez de Surco: has cumplido con
tu deber?... Tu intencin ha sido recta?... S? -Entonces no te preocupes
porque haya personas anormales, que descubran el mal que no existe ms
que en su mirada 148. Se me ocurre agregar que este modo de compor-
tarse, con autntica libertad de espritu, deja una gran paz en el alma
de quien procede as. Se acab con la tortura del "qu dirn", que a
tantas personas deja estriles y como paralizadas. De santa Catalina
de Siena se dijo que "no tena respetos humanos, porque los tena divi-
nos". S, eso es lo nico que tenemos que tener, respetos divinos, con
una santsima libertad. La gloriosa libertad de los hijos de Dios, que
deca san Pablo.
Por ltimo, si alguien se hace la pregunta con sinceridad de si
est obrando o no conforme al querer de Dios, y contina perplejo o
angustiado por largo tiempo, no olvidemos que lo que tenemos que
hacer es acercarnos fraternalmente y decirle, por lo bajo, con una son-
risa: sabs cul es la voluntad de Dios? Tu libertad!
VO L U N T A D DE D IOS Y LIBERTAD 241
Captulo XIV
Vocacin y libertad
f
Un caso especialmente delicado del tema voluntad de Dios y
libertad es el caso de un posible llamado de Dios a vivir una relacin
de especial intimidad con El y de especfica instrumentalidad para
hacer la Redencin. Es lo que comnmente se suele llamar "voca-
V OCACIN Y LIBERTAD 245
***
casa, con las necesidades de los otros hermanos, no da casi para seme-
jante aterrizaje. Y gastarn no poco en el casamiento, y se vestirn
elegantes y en la foto aparecern sonriendo... Pero, era eso lo que
ellos soaron?
Si nuestros buenos padres de la tierra son as con nosotros,
imaginmonos cmo no va a hacer lo mismo el Padre de todos los
padres. Pobre Dios, que a cada rato est apoyando proyectos que de
ninguna manera El so. El tena otros mejores, pero no nos fiamos de
l Y entonces con su infinito poder y amor inventa -l siempre
puede sacar bienes de males- una nueva estrategia para que nos sal-
vemos, podamos todava ser santos e incluso -tambin en ese rompe-
cabezas- encontremos una felicidad posible. Como siempre, ser
relativa en esta vida, y ms relativa cuando las cosas se encaran con
poca cabeza. Pobre Dios, cmo le cambiamos los tantos!
Conoc a un sufrido arquitecto que tena un estudio con regu-
lares clientes, algunos de los cuales eran ricos. stos lo forzaban a mi
amigo a aadir o a quitar (generalmente a aadir), sean detalles orna-
mentales, sean dependencias y hasta verdaderos ambientes al plano
concebido con maestra y equilibrio por l. Rara vez el aporte del due-
o de casa, o de su mujer, no resultaba un verdadero adefesio, por
lo que mi amigo -excelente profesional, enamorado de su trabajo-
entablaba batallas verdaderamente campales para intentar salvar la
lgica conceptual de su proyecto primitivo. Pero ya se sabe que con
clientes pudientes Al final les firmaba los planos -al fin y al cabo
tena una amplia familia que mantener- con la nica condicin de
que por favor no figurara en la pared que l haba sido el arquitecto...
A veces pienso que el pobre Dios vive haciendo lo mismo, acaba fir-
mando los planos, y lo que no era "plan A" pasa incluso a serlo!
Es as que apoya el matrimonio de Periquita con Bartolo, aun-
que se sorbe las lgrimas viendo que ella -Periquita- estaba diseada
a las mil maravillas para que fuera una feliz Misionera de la Caridad
como tuvo a bien insinuarle tantas veces (ella lo registr por entonces)
cuando era adolescente jovencita. Bartolo, por tanto, tampoco estaba
acertando al casarse con ella, porque si su novia no estaba planeada
para el matrimonio, l tampoco estaba diseado para casarse con esa
chica. Como lo suyo s es el matrimonio, era Silvina la persona indi-
cada con quien deba haberlo tramado. Obvio que ni se dio cuenta,
porque por su egosta modo de vivir, tuvo poca vida social (poca "ex-
V OCACIN Y LIBERTAD 253
algn otro bien, porque en ese caso s hay oposicin al primer Man-
damiento, y en ese caso, claramente se est en el campo de lo ilcito,
de nuestra perdicin.
***
una de las partes goza de la misma libertad, una para hacer la pro-
puesta, de acuerdo a lo cree que Dios le da a entender; la otra para
aceptarla o rechazarla. No vale abandonar el juego a la mitad, ni ofus-
carse, ni decir "te metiste en mi vida sin permiso".
Un consejo vlido siempre es no ser almas hermticas. Debe-
mos ser comunicadores y comunicativos, capaces de expresar lo que
se tiene dentro y de ponerse en el lugar del otro para evitar dar cosas
por sobreentendidas o para adivinar la laguna que tiene uno o el otro
de los interlocutores, cosa de adelantrsele a sus posibles desconcier-
tos, etc. Por hablar de estos temas nadie se conden. En cambio hay
un dicho que dice que "el infierno est lleno de bocas cerradas".
V OCACIN Y LIBERTAD 259
Captulo XV
La libertad de los que ya eligieron.
f
Otra vez Bradbury y sus cuentos. En ste aparece un argu-
mento -casi un algoritmo- para consolarnos de no poder hacer todo
lo que desearamos. Me gusta porque suena inteligente este relativizar
las prdidas por confrontarlas con el volumen terico de "prdidas"
que tenemos si nos ponemos a pensar. No me parece una cobarda,
sino una idea lcida. Nos acordamos del captulo "El arte de elegir" y
convenamos que en esta vida no podemos gozar "tota simul", de to-
das las cosas a la vez, porque elegir es descartar. Paciencia! Enton-
ces Bradbury nos hace pensar en todas las cosas que no haremos, aun-
que ms no sea por falta de tiempo o por haber nacido en otro siglo.
As pasa con conocer a Cleopatra o descubrir Amrica.
Si elegir es descartar, la libertad de los que ya eligieron cambia
despus respecto al antes. Hasta para compras menores leemos mu-
chas veces el letrero: "No se admite devolucin de la mercadera". Un
cartel comprensible para los vendedores y molesto para los compra-
dores, siempre algo inseguros sobre su arte de elegir y temerosos de
arrepentimientos a posteriori. Porque los humanos somos muy de
arrepentirnos de nuestras elecciones. El problema no son tanto los
zapatos o los sweaters sino esa clase de decisiones que nos condicio-
nan para toda la vida, caso del tema del captulo anterior o del similar
LA LIBERTAD DE LOS QUE YA ELIGIERON 263
liberarlas las aplasta. As, una vocacin religiosa exige la eternidad; aqu
el cambio aportara la ruina y el infierno del alma. Pero tal o cual capri-
cho superficial llama al cambio y al olvido: querer eternizarlo sera la
ruina y el infierno...177.
Aclarado que existe una fidelidad verdadera y otra equivoca-
da, busquemos la conexin entre la verdadera fidelidad y la libertad.
Libertad y lealtad.
***
***
***
rior casamiento!!!- que los del primer caso. Parece el mundo del revs
pero as son las cosas. Sin embargo, veamos en cmara lenta y usando
bien la cabeza las diferencias que obstan a favor de los primeros:
los del primer caso hicieron, casndose, un acto noble, que
dignifica notablemente la raza humana, como rezaba la re-
gla R. El segundo caso cometi un pecado muy calificado,
como es abusar de un sacramento y de la buena fe de una
iglesia atestada de invitados que fueron testigo de una pro-
mesa muy poco seria. Su penitencia no va a ser sencilla.
la Iglesia, si al estudiar el segundo caso ve que fue nulo de
toda nulidad (no hubo vnculo indisoluble), no le concede-
r graciosamente la posibilidad de casarse de nuevo con
quienquiera, sino que en algunos casos sentencia la inhabi-
lidad (ineptitud) nupcial para uno o los dos novios, o bien
los obliga a que en caso de intentar casarse en serio la prxi-
ma vez, deben recurrir a tal juez del tribunal eclesistico,
para que examine a fondo la viabilidad de esta segunda in-
tentona. Y eso, luego de cejar en el sentido de que se casen
nuevamente los dos entre ellos, pero esta vez de verdad. No
te la harn fcil, cabeza fresca!
el primer caso es susceptible -se da a veces- de una segun-
da reunin de los cnyuges pasados los aos, si no se dejan
tentar por el divorcio y un segundo intento con otra perso-
na. En ese caso, no fcil -hay que decirlo-, los frutos de
semejante acto heroico de prudencia y otras virtudes, son
copiossimos.
de caer en el amor errneo, acogerse a la paternal pastoral
que le espera en la Iglesia para ellos. Obviamente se les pide
que la nueva relacin no se sustente de modo ostentoso -
como justificndose y homologndose a que eso es "nor-
mal"-, sino del modo ms discreto posible, y renunciando a
la Comunin eucarstica mientras no puedan vivir como
hermano y hermana.
el caso de los dos desorejados, en realidad, tiene un arreglo
ms difcil, toda vez que se fue ms lejos en el abuso, preci-
samente, de la libertad.
visto desde Dios, Supremo Juzgador de las conciencias, lo
que les pas a los del primer accidente merece muchas dis-
276 G ANAR T U L IBERTAD
Por eso ms arriba pusimos que casi son iguales las consecuen-
cias de ambos casos tan distintos. Parecen iguales para un observador
humano, no para Dios. Y eso al principio, porque pasados los aos se
vern las amplias diferencias de ambos fracasos. Tampoco parecen
iguales para los hijos, que asisten a dos escenarios muy distintos: un
padre o una madre que se sorben las lgrimas de su soledad por no
querer traspasar la ley de Dios, o un padre o una madre que imponen
un nuevo pap o mam importado de vaya a saber dnde.
Los tropezones en la personal vocacin son otras tantas prue-
bas severas para la libertad humana. No para la libertad en su estreno,
sino para la consiguiente libertad de los que ya eligieron, y no borran
con el codo lo que escribieron con la mano.
Captulo XVI
Las paradojas de la libertad y
los verdaderos hombres libres.
f
La palabra esclavitud suena a nuestros odos occidentales
como un pistoletazo. Evoca galeotes del Mediterrneo, minas de co-
bre en Chipre, galeras bajas de patricios romanos, plantaciones de
tabaco en los Estados Unidos de "La cabaa del tio Tom", compraven-
ta de mano de obra en los mercados de toda el Asia, desde Egipto
hasta la lejana Persia. Evoca injusticias increbles y sufrimientos que
quizs no los hubo peores en nuestra amada Tierra. Evoca todos los
sitios, abarcando hombres y mujeres, jvenes y viejos. Se ven pieles
quemadas, cadenas, ltigos, sudor y muerte. Que hermosa la muerte
para un esclavo! Que despego tiene de la vida!
La palabra esclavitud abarca todos los siglos. Slo un pueblo,
el Israel de Dios, el msero y muchas veces vencido, se jacta con orgu-
llo de no haber sido sometido a la esclavitud. Si por su infidelidad fue
deportado a Babilonia y Egipto, Dios acudi pasado un tiempo a li-
bertarlo. Y lo hizo a lo grande, saliendo su Pueblo muy ganancioso y
sus expoliadores perdidosos. No corresponde a los hijos de Dios el
servilismo.
Despus de la venida de Cristo comienza a cambiar de a poco
la historia. Por cierto, en frisos de palacios de estilo francs es comn
ver una mujer embanderada, con el busto descubierto conduciendo
un tropel de revolucionarios que luchan por su libertad. Esa mujer
bultosa es, segn el simbolismo galo, la Libertad en marcha. La ver-
dad de las cosas es que no fue la Revolucin Francesa ni la diosa Ra-
zn -otra mujer escultrica- la que abri la mazmorra a los esclavos,
sino la progresiva consolidacin del cristianismo. S; el cristianismo,
el mismo que para otros es dogmatismo intolerante, negador de la
dicha, celebrador de servidumbres; el que se da el lujo de representar
L AS PARADOJAS DE LA LIBERTAD Y LOS VERDADEROS... 279
encadenan, por Amor a Dios. Bendita esclavitud de amor, que nos hace
libres! Sin libertad, no podemos corresponder a la gracia; sin libertad, no
podemos entregarnos libremente al Seor, con la razn ms sobrenatural:
porque nos da la gana.190
Ms todava. La entrega de nuestra libertad -es paradojal esto
tambin- es tanto ms libre mientras ms gratuita es. Rabindranath
Tagore lo expresa bellamente en "La luna nueva": I. Una maana iba
yo por la pedregosa carretera, cuando espada en mano, lleg el rey en su
carroza. "Me vendo!", grit. El rey me tom de la mano y me dijo: "soy
poderoso, puedo comprarte". Pero de nada le vali su podero y se fue sin
m en su carroza. II. Las casas estaban cerradas en el sol del medioda y
yo vagaba por el callejn retorcido cuando un viejo cargado con un saco
de oro me sali al encuentro. Dud un momento y me dijo: "Soy rico,
puedo comprarte. Una a una ponder sus monedas. Pero yo le volv la
espalda y me fui. III. Anocheca y el seto del jardn estaba todo en flor.
Una muchacha gentil se apareci delante de mi y me dijo: "te compro con
una sonrisa". Pero su sonrisa palideci y se borr en sus lgrimas. Y se
volvi sola otra vez a la sombra. IV. El sol reluca en la arena y las olas
del mar rompan caprichosamente. Un nio estaba sentado en la playa,
jugando con las ostras. Levant la cabeza y como si me conociera, me dijo:
"puedo comprarte con nada". Desde que hice este trato, jugando, soy li-
bre.
Qu es esto? Ni ms ni menos una figura de lo que pide Cris-
to cuando nos dice de amarlo por sobre todas las cosas. No vale entre-
garse como haciendo un tomo y daca, ya que Cristo nos quiere pilotear
(a cada uno en su situacin librsima) sin condiciones. La palabra "en-
trega" es fuerte y sonora, pero debe verificarse en toda persona: el
casado, el novio, el soltero, el cura, el "entregado" (el de "deja todo y
sgueme a M"), el aventurero, el improvisador y el buscavidas. Es
parte de la doctrina de que Dios quiere que todos los hombres, de
cualquier condicin y estado, seamos santos.
Una entrega menor, sea porque no puse toda la carne en el
asador, sea porque le puse condiciones a Cristo Rey, es propia de una
libertad corta y egosta. De ella nos habla con estas palabras Juan Pa-
blo II: El hombre se afirma a s mismo de manera ms completa dndose.
sta es la plena realizacin del mandamiento del amor. sta es tambin
la plena verdad del hombre, una verdad que Cristo nos ha enseado con
Su vida y que la tradicin de la moral cristiana -no menos que la tradi-
L AS PARADOJAS DE LA LIBERTAD Y LOS VERDADEROS... 281
cin de los santos y de tantos hroes del amor por el prjimo- ha recogido
y testimoniado en el curso de la historia. Si privamos a la libertad huma-
na de esta perspectiva, si el hombre no se esfuerza por llegar a ser un don
para los dems, entonces esta libertad puede revelarse peligrosa. Se con-
vertir en una libertad de hacer lo que yo considero bueno, lo que me
procura un provecho o un placer, acaso un placer sublimado. Si no se
acepta la perspectiva del don de s mismo, subsistir siempre el peligro de
una libertad egosta 191.
Una libertad egosta no tiene adhesin a algo que est fuera de
la misma libertad, sino que vive atenta a que los dems respeten mi
placer -me lo provean-, mi bienestar -a costa de recibir, no de dar-,
mis caprichos, sean tiles o perjudiciales para ellos. Es una libertad no
solidaria, evidentemente. Pero sobre todo es una libertad no previsi-
ble e ilusoria, porque ms que nunca me he vuelto dependiente de
que un sinnmero de objetos ajenos a m me sirvan, en el sentido
preciso que yo aguardo, cosa que es matemticamente improbable y
muy lejos de poder sostenerse en el tiempo. Un periodista le dijo una
vez a la Madre Teresa de Calcuta que l, ni por mil libras esterlinas
tocara a uno de esos leprosos que ella diariamente levantaba. Y ella,
con esos ojitos vivos que tena, contest rpida: "y yo tampoco!". Lo
haca por la gratuidad -si es que es gratuito- del amor a Dios. Si no,
no habra recompensa humana posible. Paradjico, no?
***
***
Ms paradojas
no de Stephen: "We, the english, always aim slightly off target so the
person we talk to comes to see out point by himself". Traducido con cierta
libertad sera: "cuando apuntas a enviar un mensaje a alguien, si quie-
res dar en el centro del blanco, apunta un poquito al costado". Pro-
pongo aplicarlo a muchos de nuestros objetivos humanos; el procu-
rarlos directamente, puede ser contraproducente.
Es una reglilla de oblicuidad intencionada que ciertamente
condice con el modo de ser britnico, pero que es ampliable a mu-
chos que no somos ingleses. En efecto, el actuar frontalmente muchas
veces lo que conseguimos es el efecto contrario al buscado. Por ejem-
plo, cuando se trata de convencer a alguien de algo y ste se da cuenta
de que quien le habla persigue ese objetivo, mientras ms se le hable,
ms lejos estar de llegar al puerto que se pretenda. Por el contrario,
con el amor pasa infinitas veces que la chica que menos corte da a los
varones es la que ms enamora y ms pretendientes tiene. Tendr
relacin con la libertad este tipo de fenmenos? A mi entender s. Es
tan grande el aprecio que Dios nos hizo que tengamos de nuestra
libertad, que ella se inhibe si se la apunta directamente. Como cuan-
do el ciervo ventea que se lo busca para cazarlo, lo ahuyentamos. Se
exaspera el efecto con slo pretenderlo.
El caso del amor, recin dicho, sera como el reverso de este
caso, porque la libertad es un don tan lindo que quien lo tiene en
mayor grado es el ms codiciado. Le pasa a la beldad -por decirlo
cursi- inaccesible y le pasa tambin a esas personas que parece que
estn ms all del bien y del mal, como que volaran por encima de
nosotros. El gran psiquiatra de origen viens Viktor Frankl, entre otros
aportes muy tiles a la psiquiatra es el inventor de la "logoterapia".
Sumariamente, sta utiliza dos elementos para el tratamiento de cier-
tas obsesiones: lo que Frankl llama "derreflexin", de una parte, y su
complementaria "intencin paradjica". Con la primera se busca una
desactivacin de la fijacin que causa temor, bloquea la capacidad de
trabajar, quita las ganas de vivir, etc. Lo bueno del caso es que no se
trata de evitar aquello que obsesiona, sino de asumirlo como una po-
sibilidad no tan terrible -"por qu no?"- compatible con el modo de
realizarse la persona. Esto se internaliza mediante la intencin para-
djica, que apunta a ensayar la conducta no deseada, llegando in obli-
cuo a destrabar aquello que era el motivo del temor de antao. Curio-
samente, Frankl ha curado cientos de pacientes de esta manera. Los
ayudaba a que se fueran convenciendo -con la cabeza ms fra- que
286 G ANAR T U L IBERTAD
***
Captulo XVII
El estupendo escenario de lo opinable
f
No s cmo miraran los liberales de los siglos XIX y XX, esos
que aoraban un mundo libre y mejor un mundo ms azul , ste
trabajo mo sobre la libertad. No me refiero al liberalismo econmico
sino al filosfico. A lo mejor s intuyo cmo lo mirarn los actuales
idelogos del liberalismo a ultranza, pero partimos de bases tan
distintas! Ellos hablan de una libertad carente de base teolgica y sin
un buen anclaje antropolgico. Y un catlico, aunque sea muy liberal
-como era san Josemara de talante, no de ideologa- no entiende que
alguien pueda hablar de libertad sin ambos contextos. Es de desear
que alguno de esos liberales de buen corazn y elevadas miras admita
que en estas pginas hay un no se qu netamente... liberal. Que no
me digan que no es liberal el Dios-Padre-Nuestro que se perfila en
estas pginas.
Abomin catlicamente de intervencionismos, de sistemas, de
andariveles y cursos prefijados... Claro, lo que no hice fue decir que:
* los preceptos de la ley natural no son inclaudicables;
* es indiferente o da lo mismo seguir las invitaciones de la
Voluntad de Dios o no seguirlas;
* da lo mismo corresponder o no a la Gracia.
co, porque amo la libertad personal de todos -la de los no catlicos tam-
bin- () Amo la libertad de los dems, la vuestra, la del que pasa ahora
mismo por la calle, porque si no la amara, no podra defender la ma.
Pero sa no es la razn principal. La razn principal es otra: que Cristo
muri en la Cruz para darnos la libertad, para que quedramos (la frase
es de san Pablo) en la libertad de la gloria de los hijos de Dios200.
El ltimo romntico. La libertad del que pasa ahora mismo
por la calle El que escribe este libro soy yo, a mi manera, pero el que
saba de libertad era el Padre.
***
***
actos de coraje civil as son tan gloriosos como las ms famosas gestas
blicas.
Por supuesto que una cosa es el laborioso esfuerzo por llegar a
un acuerdo conjunto en materias opinables y otra muy distinta es el
alegre disenso planteado desde cualquier ngulo y por quienquiera.
Esta palabra -disenso- es nefasta si adems se propone objetar lo que
no es materia de discusin, por estar por encima de lo tcnicamente
opinable. As ocurri con el disenso -se llam tambin contestacin-
que telogos y pastores llamados -muy mal llamados- catlicos, le
hicieron al Magisterio oficial de la Iglesia -especialmente al papa Paulo
VI- en los aos posteriores al Concilio. Lo menciono porque, quienes
lo hacen, lo hicieron -falseando la realidad- en nombre de la "libertad
de su conciencia". Lo cual no es libertad propiamente dicha, sino su
abuso, o sea el clsico libertinaje. Como sera libertinaje discutir te-
mas larga y cientficamente probados: la ley de la gravedad, la exis-
tencia de campos elctricos o las substancias contaminantes para el
organismo humano. Me recuerda otra vez ese punto de Forja: Es nece-
sario contrarrestar con denuedo esas "libertades de perdicin", hijas del
libertinaje, nietas de las malas pasiones, bisnietas del pecado original...,
que descienden, como se ve en lnea recta del diablo203.
En el extremo opuesto tendramos el error de dogmatizar cues-
tiones opinables. Si el disenso es un fenmeno de los de abajo, el
dogmatismo es cosa de los que mandan. No tiene por qu serlo pero
sucede a veces, en el afn de lograr resultados rpidos, sin mala vo-
luntad ni pretensiones dictatoriales. No me estoy refiriendo a la alta
cabeza de la Iglesia, sino a cabezas menores; a veces caen tambin en
despotismos. Me atrevo a decir que todo mandatario -desde el sim-
ple padre de familia hasta el estadista de un gobierno- debe procurar
un fino equilibrio para distinguir sus apreciaciones personales de lo
realmente imponible a sus sbditos. San Josemara se solazaba de lo
buenos que haban sido sus padres en este respecto, me tenan con la
libertad ms completa. Corto de dinero, sin nada en los bolsillos, pero
librrimo. Lo cual tiene no poco mrito, porque es bastante fcil que
en nombre de la experiencia y de la mayora de edad, los de arriba
traten de imponer sus puntos de vista en demasa.
Cito, por fin, a nuestro santo en una prevencin que hace de lo
que se sola llamar "clericalismo" y que afecta a los catlicos. Deca en
enero de 1964, con el prejuicio de una mentalidad clerical -y lo mismo
EL ESTUPENDO ESCENARIO DE LO OPINABLE 299
Captulo XVIII
Tu libertad y el Estado.
f
El paciente lector tiene motivos para congratularse de que en
libro tan rido como ste haya pginas de tan fresca lectura. Ahora fue
el turno de un fragmento del conocido captulo X de El Principito de
Saint-Exupry, donde el principito visita el planeta del rey. Un rey
que luce magnfico y regio en la ilustracin del autor, y que parece
razonable en sus mandatos, pero no tolera la desobediencia.
Durante los diecisiete captulos anteriores se ha tratado la li-
bertad desde el punto de vista moral. De intento se dej este captulo
para hablar no de la libertad propiamente tal sino de lo que se podra
llamar "las libertades", de la libertad de tipo poltico. Si hay materia
de la que no hace falta abundar es la relativa al orden poltico, pero
toda vez que el seero tema de la libertad es esencial al del Estado,
permtasenos dar slo un par de pinceladas, indicando ms que resol-
viendo. Me ceir a un par de autores muy seguros en esta interfaz de
libertad y poltica.
En su "Ensayo sobre las libertades"207, Raymond Aron cita a Alexis
de Tocqueville en su II tomo de "El Antiguo Rgimen y la Revolucin".
Son notables, en este autor, su capacidad de adelantarse a la evolucin
de los pases y su posicin sobre la importancia de la libertad. Dice
Aron, qu sentido da Tocqueville a la palabra libertad, la ms utiliza-
da y la ms equvoca que puede emplearse, ya que en cada poca los
hombres reivindican con el nombre de libertad los poderes de los que se
creen injustamente despojados o protestan, en nombre de la libertad, con-
306 G ANAR T U L IBERTAD
Captulo XIX
Ganar tu libertad
f
En el Imperio Romano se era ciudadano libre o se era esclavo.
Tambin se poda ser emperador, rey o triunviro, segn las pocas de
los Csares, los Reyes o la Repblica. Adems se poda ser patricio o
plebeyo, militar, tribuno, comerciante, navegante patrn o marinero,
etc. Pero ser civis o esclavo era la disyuntiva ms radical. Los esclavos
podan comprar su libertad de diversas maneras. Un acto heroico en
la guerra, un servicio destacado a tu amo o la paga de una importante
suma, generalmente por parte de un tercero, te podan otorgar la con-
dicin de "liberto". Muy difcilmente los esclavos podan pagar de s
mismos esa suma, con lo que haca falta ese tercero que te liberase. Es
la suposicin que hace el centurin romano sobre san Pablo, que le
contesta no sin cierto sano orgullo, "soy romano por nacimiento"219. S,
no haba tenido que pagar por su libertad y sus derechos de romano,
ya que era romano por nacimiento.
Como en tiempos del Apstol, la libertad -la libertad poltica-
ahora tambin se tiene en general por nacimiento, o se carece de ella
tambin por nacimiento. Porque las civilizaciones modernas no difie-
ren esencialmente de las antiguas en la diferencia que media entre
nacer en un pas del lejano Oriente o de la cultura Atlntica, del cora-
zn del frica o del fundamentalismo islmico.
Pero, en la libertad de la que estamos hablando en este libro,
cmo se nace? Es libertad que no slo es soberana, sino seoro, en
palabra de san Josemara. Se nace acaso con ella mejor en Washing-
320 G ANAR T U L IBERTAD
ton que en Calcuta? No, no, nadie nace con ella. Es ms un bien que
se debe comprar, y como el centurin que habla con Pablo, hay que
pagar "una alta suma". Se debe comprar an cuando desde el punto
de vista jurdico se sea ciudadano libre si se naci en un Estado libre.
Pero desde el punto de vista antropolgico y espiritual nadie nace
libre, sino que es necesario ser liberto, hayas nacido donde hayas naci-
do, an naciendo en la Casa y palacio de Windsor. Lo que no quita
que importe algo si has nacido en tal o cual localidad del planeta,
sobre todo si se nace en el seno de una familia que te contiene y educa
y en un pueblo con races y tradiciones
Pero la diferencia ms fuerte es que aqu no hay terceros que
paguen por ti y te conviertan en liberto, sino que cada uno debe ha-
cerse liberto por sus propios valimientos. Un libro de finales del siglo
XX, escrito por un canadiense220, se convirti en best seller con cierta
urea de profetismo. Su protagonista es un padre de familia de Cana-
d al que su mujer abandona, diciendo que "quera encontrarse consi-
go misma y sentirse libre", y queda al cuidado de sus dos hijos
preadolescentes. El hombre trabaja en un diario local, vive en el cam-
po, y es "catlico y heterosexual", descendiente de irlandeses e indios
mohicanos. Pero no se siente respetado por el Estado de aquel pas, y
ve cmo a sus hijos -una nia y un varn- los quieren forzar a recibir
educacin sexual en el colegio, con contenidos completamente opues-
tos a los patrones cristianos. Estamos hablando de esta primera dca-
da del siglo XXI, y la trama no es ficcin pura sino que cabalga sobre el
estado de cosas que se vive en varias regiones del primer mundo.
Cuando el padre protesta le dicen que harn una excepcin y
ponen a los nios en un pasillo exterior al aula, siendo los nicos que
no van a asistir junto con los de una familia fundamentalista sospe-
chada de abuso sexual. Los sealan con el dedo, los discriminan, y a l
lo acaban echando del diario por presiones y sabotajes varios. Enton-
ces Nathaniel -que as se llama el hroe de esta novela-, viendo que va
a perder al los nios, recurre a un recurso desesperado: se va a vivir
con ellos a la naturaleza, "donde el hombre y sus mentiras no han llega-
do". All se encuentran con una comunidad de vietnamitas catlicos,
tambin fuera del sistema, que saben vivir as porque lo aprendieron
en el Vietnam del comunismo. Por eso el libro se llama "La ltima
escapada".
G ANAR TU LIBERTAD 321
muy nada
discriminadores discriminadores
(1) desde ya que no eran iguales los jvenes de estas 3 distintas dcadas, pero la gran
bisagra de actitudes y comportamientos se da ms hacia los 80.
(2) est en negrita por el relieve que le dan los ltimos Romanos Pontfices a este proble-
ma, que entienden como muy grave.
326 G ANAR T U L IBERTAD
dar carne para comer? Cmo nos acordamos del pescado que comamos
de balde en Egipto, y de los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos! En
cambio ahora tenemos el alma seca. No hay de nada. Nuestros ojos no ven
ms que el man223. Y Dios tiene que conducirlos a ellos -y a todo el
que quiera ganar su libertad- por extraos parajes de piedra y arena
sin paisaje. Hay que ser muy severo con los dscolos y los idlatras.
Hay que acabar con los murmuradores y hacer que se pudra el man
acumulado por los que no quieren depender, un instante, del Dios de
cada amanecer. Dios mandar incluso serpientes abrasadoras para
picarlos y que no desconfen ms, hasta llegar al Sina y perfeccionar
la Alianza con las conversaciones que tenga con Moiss. Surgieron all
los Mandamientos del Declogo. Fue en los 40 das y 40 noches de
reunin de Moiss con Dios, entre relmpagos y nubes horrsonas.
Imposible relatar los avatares de tamaa caminata. Inenarrables las
experiencias vividas, y eso, dijimos -al principio del libro- dura 40
aos! No ser que tambin ganar tu libertad va a ser una gesta no
muy sencilla? Me parece que s, y que no basta salir de la niez, ni de
la adolescencia, ni de ningn perodo determinado. Es tarea de siem-
pre, cosa sin fecha.
Dice un autor, hablando tan solo del autoconocimiento mni-
mo que laboriosamente el hombre debe procurar: segn algunos psi-
clogos, slo a partir de los 40 aos se hace posible tener un conocimiento
relativamente completo y ajustado de quines somos, siempre que el hom-
bre en cuestin ponga de su parte un cierto esfuerzo para conocerse, y este
esfuerzo requiere capacidad de crtica, de observacin y de anlisis; de lo
contrario, es fcil que el hombre, a pesar de tener una edad avanzada, sea
un extrao para consigo mismo, dado su nivel de desconocimiento224. Cmo
alcanzar la libertad quin no se conoce objetivamente?
Hablan de cuarenta aos. Parecido casual al desierto de los del
xodo... Y el mismo autor precisa un rasgo de la libertad que hay que
ganar: nunca se insistir bastante, a mi modo de ver, en la necesidad que
el hombre tiene de recuperar su propia vida, a la vez que la vive, a travs
de una aprehensin volitiva consciente y asumida. No se trata tanto de
sentirse responsable de las propias acciones como de saberse protagonista
de su vida.
G ANAR TU LIBERTAD 329
Libertad y contracorriente.
***
334 G ANAR T U L IBERTAD
bres -gnero muy distinto del de las meras "celebridades"- van por de-
lante de su tiempo vital, a contracorriente de las modas de pensamiento, a
contrapelo de las masas gregarias, a contraola de las inercias de su gene-
racin. Avanzan afrontando el viento de cara. Derriban fronteras. Des-
tripan tpicos. Hacen saltar por los aires el cartn-piedra de rancios pre-
juicios. (...) lvaro (del Portillo, su sucesor) recuerda cunto le gustaba
a Escriv ese verso del gigante bblico y con qu bro lo recitaba, marcan-
do su sonora cadencia latina: "se llen de alegra y se levant como un
gigante, para recorrer aprisa el camino" (Salmo 18, 6). As le ha visto
siempre, como un gigante. Como un gigante anticipativo, extemporneo
entre los de su propio siglo. Como un gigante inconformista, a contraco-
rriente de las modas de pensamiento, a contraola de las inercias sociales...
Como un gigante desbrozador de caminos inditos, de manantiales vrge-
nes, de campos sin trillar. Como un gigante de fe poderosa que, porque
supo ver lo invisible, se atrevi a hacer lo imposible. Como un gigante
desplegador de sueos, sueos lmpidamente ambiciosos ante los que la
musculatura ms audaz siempre se quedaba corta. Como un gigante su-
fridor del desamor, del celo amargo, del escarnio, de la envidia... Y, sin
embargo, feliz.
En mi caso -poco importa mi caso-, al conocer este santo y su
obra, supe que mi felicidad -la relativa felicidad a la que se puede
aspirar en este mundo- tendra que ver con navegar con vientos con-
trarios, salvo muy breves y contadas temporadas.
No me puedo quejar.
336 G ANAR T U L IBERTAD
ANEXO I
Las reglas de la libertad de A a Z.
ANEXO II
Otras campanas en torno a la libertad
y no pocos errores.
***
***
248
Ibdem, II, n. 67.
249
Ibdem n. 46.
250
"Dimensions of freedom", New York, 1961, p. 118.
251
Benedicto XVI, Verdad, valores, poder, o.c.
365
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Concilio Ecumnico Vaticano II, Declaracin Dignitatis humanae.
366 G ANAR T U L IBERTAD
Impreso en
Amalevi
Setiembre de 2010
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