La Guía Del Espíritu
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La Guía Del Espíritu
Se espera que los hijos muestren un cierto parecido con sus padres.
Es seguro que los hijos de Dios, nacidos del ms grandioso de todos los
padres y regenerados por la omnipotente energa del Espritu divino,
mostrarn un alto grado de parecido con su Padre celestial. Nosotros no
podemos ser como Dios en muchos de sus atributos divinos, pues son
nicos e incomunicables: no es posible que ostentemos Su poder o que
poseamos Su infinito conocimiento; tampoco podemos ser independien-
tes ni autoexistentes, ni podemos ser poseedores de la soberana ni so-
mos dignos de adoracin. El hombre no puede ser nunca la imagen del
Padre, tan expresamente, como lo es Jess, pues l es, en un sentido
misterioso, el Unignito Hijo de Dios.
Sin embargo, podemos imitar a Dios en muchos de Sus atributos,
principalmente en aquellos que son de un tipo moral y espiritual. En
esas cualidades debemos ser Imitadores de Dios como hijos amados,
pues, de otra manera, nuestro linaje celestial no podra ser distinguible.
El punto mencionado en el texto no ha de ser nunca un asunto de cues-
tionamiento, pues si eso fuese dudoso, nuestra relacin filial con Dios no
estara comprobada. Hemos de ser guiados por el Espritu de Dios. Ese
Espritu divino, que est siempre con el Padre y el Hijo, debe estar con
nosotros para siempre, para que seamos guiados, instruidos, impelidos,
avivados, impulsados e influenciados por l, pues, de no ser as, no de-
bemos atrevernos a considerarnos hijos de Dios.
Pareciera que el apstol Pablo no reconoci la idea de una paternidad
divina que se extendiera a toda la humanidad, por lo menos, en este tex-
to. Aqu, la paternidad es para algunos, no para todos, y el texto discri-
mina entre los que son guiados por el Espritu de Dios y el resto de la
humanidad que no est bajo tal influencia. En los hombres que estn
desprovistos del Espritu Santo, hay otro espritu, y ese otro espritu los
marca como hijos de otro padre: ellos son de su padre el diablo, y sus
obras hacen. Ha habido dos simientes desde el principio: la simiente de
la mujer y la simiente de la serpiente, y es a la vez falso e inmoral, creer
que Dios tiene la misma relacin con las dos familias antagnicas. No,
hermanos mos, nuestro Padre que est en el cielo, no puede ser recla-
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mado por los incrdulos como padre, pues a ellos Jess les dice expre-
samente: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amarais.
El texto nos proporciona una prueba muy sencilla, pero tajante y deci-
siva, que sera recomendable que nos la aplicramos a nosotros mismos.
Deberamos emplearla para probarnos a nosotros mismos. Si hubiera di-
cho: todos los que son bautizados, stos son hijos de Dios, podramos
quedarnos sentados tranquilamente en nuestros lugares, muy satisfe-
chos. Si hubiera dicho: todos los que comen y beben en la santa cele-
bracin de la comunin cristiana, stos son hijos de Dios, podramos re-
cordar que hace muy poco tiempo nos sentamos con los santos alrededor
de la mesa de la comunin. Si realizar ciertos actos externos, o musitar
ciertas oraciones, o la profesin de principios ortodoxos, o la abstinencia
de los ms bajos vicios, hubiesen sido la marca real y el sello celestial de
los hijos de Dios, habramos podido tomarlo con calma despus de ase-
gurarnos de que estamos bien en cuanto a esas cosas. Si estar unidos a
una iglesia entusiasta y ser miembros de una comunidad fiel, hubiera
sido divinamente ordenado que constituyera un certificado incuestiona-
ble de la condicin de hijos del Seor Altsimo, nos habramos quedado
perfectamente satisfechos sin ponernos en el crisol: pero, como estas co-
sas no han sido dispuestas as, confo que ninguno de nosotros ser tan
ignorante como para descuidar el examen que el texto sugiere a toda
mente prudente.
Vamos, hermanos mos, no den por sentado nada en un tema tan de-
licado como los intereses eternos de sus almas, y ms bien busquen la
evidencia y vigilen el asunto como los sabios padres de familia lo haran
si toda su riqueza estuviera en juego. Quienes son guiados por el Espri-
tu de Dios, son los hijos de Dios; quienes no son conducidos por el
Espritu de Dios, no son Sus hijos: por tanto, indaguen y vean cul es el
espritu hay en ustedes, para que puedan saber de quin son hijos.
Para ayudarles en este asunto, propongo que consideremos, primero,
adnde gua a los hombres el Espritu de Dios, para que podamos com-
probar si nos ha guiado all alguna vez.
I. Adnde conduce el Espritu de Dios a los hijos de Dios?
Antes que nada, los conduce al arrepentimiento. Uno de los primeros
actos del Espritu Santo, es guiar a los hijos de Dios, con lgrimas en sus
ojos, hasta el propiciatorio. l nos conduce a los abominables antros de
imgenes ocultas en el interior de nuestra naturaleza cada, abre las ce-
rraduras de una puerta tras otra, y coloca ante nuestros ojos iluminados
los lugares secretos que estn contaminados con dolos e imgenes re-
pugnantes pintadas sobre las paredes. Seala con Su mano de luz a los
dolos, las imgenes que provocan a celos, las cosas inmundas y abomi-
nables que se esconden dentro de nuestra naturaleza, y de esta manera
nos sobrecoge y nos conduce a la humildad. No habramos podido creer
que tales cosas perversas merodearan en nuestras almas, pero Sus des-
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realmente, cuando leemos una verdad en un libro (aunque ese libro sea
la palabra de Dios), que nuestra indolente condicin impide que tenga el
mismo poder sobre nosotros, que el que tiene cuando un hombre de
Dios, que la ha experimentado, y la ha probado, y la ha manejado, habla
de ella como el derramamiento de su propia alma.
Que Dios les conceda que el ministerio al que asisten usualmente, sea
para ustedes la voz de Dios. Que sea una gua para sus pies, consuelo
para su corazn, una fortificacin para su fe, y un refrigerio para sus al-
mas, y que mientras estn sentados en la casa de oracin, puedan sentir:
Esa palabra es para m: vine aqu sin saber qu hacer, pero he recibido
direccin; yo estaba desfallecido y cansado, pero he obtenido fuerza y
consuelo. La voz del pastor ha sido como el orculo de Dios para mi al-
ma, y ahora sigo mi camino reconfortado como Ana fue reconfortada
cuando el siervo del Seor habl paz a su alma.
Quisiera hablar con gran precaucin sobre otro punto, y quisiera que
ustedes pensaran en l con mayor precaucin todava, pues es un asun-
to que ha sido tristemente abusado y utilizado para propsitos fanticos.
Yo creo que el Espritu de Dios, directamente, incluso aparte del mundo,
habla en los corazones de los santos. Hay admoniciones interiores que
han de ser obedecidas devotamente, guas misteriosas y secretas que
han de ser seguidas implcitamente. No es un tema para una conversa-
cin comn, pero est destinado al odo del creyentes inteligente que no
nos ha de malinterpretar.
Vendrn a ustedes, algunas veces, sin saber por qu, ciertos obstcu-
los internos, como los que percibi Pablo cuando intent ir a Misia, pero
el Espritu no se lo permiti. Hay un cierto acto que quisieras hacer o no
hacer, pero un impulso viene sobre ti que pareciera decir: eso no, o aho-
ra no. No violen esa represin interna. No apaguis al Espritu. En otro
momento, una cosa apropiada, una cosa adecuada fue olvidada por us-
tedes por un tiempo, pero regresa con una fuerza que debe ser obedecida
de inmediato, y por alguna razn, no pueden sacudirse esa impresin.
No le hagan violencia a ese impulso. No es a cualquiera que el Espritu
Santo le habla de esa manera; pero l tiene Sus favoritos, y estos han de
guardar celosamente el privilegio, pues, tal vez, si son sordos cuando l
habla, podra no volver a hablarles de esa manera nunca ms. Si rendi-
mos una obediencia reverente a las admoniciones, se tornarn muchsi-
mo ms cotidianas para nosotros. Vamosdir alguiente ests
adentrando en el cuaquerismo. No puedo evitarlo. Si esto es cuaque-
rismo, yo soy entonces un cuquero: los nombres no me preocupan de
ninguna manera. Cada uno de ustedes sabe si su experiencia personal
confirma lo que he expresado o no, y que all acabe el asunto; pues,
fjense, yo expongo esto con cautela, y no establezco tales admoniciones
como signos indispensables de un hijo de Dios.
Se cuenta la historia (y algunos de nosotros podramos contar muchas
historias igualmente impactantes) de un cierto individuo que, una noche,
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fue motivado a tomar su caballo del establo, y a cabalgar unos diez o do-
ce kilmetros de distancia, hasta una cierta casa en la que viva un per-
sona a quien nunca haba visto. Lleg all a altas horas de la noche, toc
a la puerta, y le respondi el seor de la casa, quien pareca encontrarse
sumido en una gran confusin de mente. El visitante nocturno le dijo:
Amigo, he sido enviado a ti, no s por qu razn, pero seguramente el
Seor tiene alguna razn para haberme enviado a ti. Hay algo peculiar
acerca de tus circunstancias? El hombre, pasmado, le pidi que le
acompaara, subieron, y all arriba le mostr una cuerda atada a una vi-
ga. Estaba sujetndose la cuerda alrededor del cuello, para suicidarse,
en el preciso instante en que una llamada reson a la puerta, y decidi
bajar para responderla, y despus, pensaba regresar a la cuerda y ma-
tarse; pero el amigo a quien Dios haba enviado, habl con l, logr tran-
quilizarlo, le ayud en la dificultad pecuniaria que le avergonzaba, y el
hombre vivi y fue un cristiano honorable.
Yo declaro solemnemente que a m me han guiado admoniciones
igualmente poderosas, y sus resultados han sido notables para m, de
cualquier manera. En su mayora estos son secretos entre Dios y mi pro-
pia alma, y no estoy ansioso de romper el sello y contrselos a otros. Hay
muchos cerdos a nuestro alrededor como para ser demasiado generosos
con nuestras perlas. Si furamos obedientes a tales impulsos, aunque no
salvramos a los suicidas, podramos salvar almas, y podramos ser, a
menudo, en las manos de Dios, como ngeles enviados del cielo: pero
somos como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, cuya boca ha
de ser sujetada con cabestro y freno; no somos lo suficientemente tiernos
para ser sensibles a la influencia divina cuando nos llega, y as el Seor
no se agrada en hablarnos a muchos de nosotros de esta manera, tan
frecuentemente, como lo desearamos. Sin embargo, es cierto que todos
los que son guiados por el Espritu de Dios, independientemente de
cmo los gue, stos son hijos de Dios.
Permtanme observar aqu que ser guiados por el Espritu de Dios es
una expresin extraordinaria. No dice: todos los que son arreados por el
Espritu de Dios. No, el demonio es un carretero y cuando entra, ya sea
en los hombres o en los cerdos, los arrea furiosamente. Recuerden cmo
el hato entero se precipit en el mar por un despeadero. Siempre que
ves a un hombre fantico y salvaje, cualquiera que sea el espritu que
haya en l, no es el Espritu de Cristo.
El Espritu de Cristo es potente, obra poderosamente, pero es un Esp-
ritu apacible; no es un guila sino una paloma. Viene como un viento re-
cio, y llena toda la casa donde los discpulos estn sentados, pero al
mismo tiempo no viene como un torbellino procedente del lado del de-
sierto para azotar las cuatro esquinas de la casa, pues se convertira en
ruinas. Viene como una llama de fuego que se posa sobre cada uno de
Sus favorecidos, pero no es una llama de fuego que incendia la casa y
destruye a Jerusaln. No, el Espritu de Dios es apacible; l no empuja
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sino gua. Todos los que son guiados por el Espritu de Dios, stos son
hijos de Dios.
El Espritu nos trata honorablemente al obrar de esta manera; no tra-
ta con nosotros como con ganado arreado y enmudecido, o como con olas
del mar que no tienen alma; l nos trata como a seres inteligentes,
hechos para el pensamiento y la reflexin. l nos conduce como un
hombre gua a su hijo, o como un individuo dirige a su compaero, y
somos honrados cuando sujetamos nuestras mentes y nuestras volunta-
des a un Espritu tan divino. La voluntad no es verdaderamente libre
nunca hasta que el Espritu Santo la somete dulcemente a una obedien-
cia voluntaria.
El Espritu Santo obra as, aunque no podemos explicar el mtodo,
pues eso es algo demasiado inefable para nosotros, y es ms fcil que
conozcamos el rastro del guila en el aire, o el rastro de la culebra sobre
la pea. As como no podemos caminar en busca de los manantiales del
mar, as tambin esto est oculto para todos los vivientes. Hemos dicho
algo sobre el tema, y, en la medida de lo posible, hemos respondido a la
pregunta: Cmo gua el Espritu de Dios a los hijos de Dios?, pero no-
sotros somos de ayer, y nada sabemos, y, por tanto, confesando nuestra
ignorancia, proseguimos.
III. La ltima pregunta es: CUNDO GUA EL ESPRITU A LOS
HIJOS DE DIOS? Ah, hermanos, esa pregunta necesita una ansiosa res-
puesta.
El Espritu de Dios querra guiar siempre a los hijos de Dios, pero, ay,
hay veces que los propios hijos de Dios no quieren ser guiados. Son tes-
tarudos y tercos y se apartan. La condicin saludable de un hijo de Dios
radica en ser guiado siempre por el Espritu de Dios. Pongan atencin a
esto: guiados por el Espritu cada da; no nicamente los domingos, ni
slo en los perodos asignados para la oracin, sino durante cada minuto
de cada hora de cada da. Debemos ser guiados por el Espritu en las co-
sas pequeas as como en los grandes asuntos, pues, observen que aun-
que furamos guiados por el Espritu en todos los dems asuntos duran-
te todas nuestras vidas, sin embargo, bastara que se dejara correr una
sola accin hasta sus resultados finales, aparte del Espritu, para que
nos arruinara completamente.
La misericordia es que el Seor restaura nuestras almas; pero no hay
nunca una sola hora en la que el cristiano pueda permitirse apartarse
del camino del Espritu. Si cuentas con un gua a lo largo de un sendero
intrincado, y le permites guiarte durante media hora, y luego le dices:
ahora voy a guiarme yo mismo durante los siguientes cinco minutos, en
ese breve lapso perderas el beneficio de haber tenido un gua. Es claro
que un piloto que slo dirige ocasionalmente el barco, es apenas un po-
quito mejor que nada. Si estuvieras recorriendo una senda difcil y des-
conocida, haras que todas las direcciones fueran intiles si fueras a de-
cir: me dijeron que volteara a la derecha en esta esquina, pero tengo la
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tedes son hijos de Dios si son guiados por el Espritu, por pequea que
sea su estatura y por dbil que sea su gracia. La edad, la fortaleza o la
educacin del hombre, no son esenciales para su condicin de hijo, pero
la certidumbre de su nacimiento es la cosa que ms importa. Asegrense
de ser guiados por el Espritu, o su nacimiento no es de arriba.
Si has sido condenado por este sermn, entonces acude presto a
Jess, y reposa en l, penitente y confiadamente. Que el Espritu de Dios
te gue a hacer eso, y entonces eres un hijo de Dios. Que l les bendiga
ahora. Amn
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Oren diariamente por los hermanos Allan Roman y Thomas Montgomery,
en la Ciudad de Mxico. Oren porque el Espritu Santo de nuestro Seor
los fortifique y anime en su esfuerzo por traducir los sermones
del Hermano Spurgeon al espaol y ponerlos en Internet.
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THE LEADING OF THE SPIRIT, THE SECRET TOKEN OF THE SONS OF GOD
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