El documento resume las diferencias entre el liberalismo y la democracia, y cómo eventualmente se entrelazaron. Explica que el liberalismo se centra en la igualdad de derechos y oportunidades, mientras que la democracia persigue una mayor igualdad económica. Sin embargo, la democracia puede considerarse como el desarrollo natural del Estado liberal si se entiende como la soberanía popular a través del sufragio universal. Hoy en día, los Estados liberales son también democráticos, y los Estados democráticos protegen los derechos humanos
El documento resume las diferencias entre el liberalismo y la democracia, y cómo eventualmente se entrelazaron. Explica que el liberalismo se centra en la igualdad de derechos y oportunidades, mientras que la democracia persigue una mayor igualdad económica. Sin embargo, la democracia puede considerarse como el desarrollo natural del Estado liberal si se entiende como la soberanía popular a través del sufragio universal. Hoy en día, los Estados liberales son también democráticos, y los Estados democráticos protegen los derechos humanos
El documento resume las diferencias entre el liberalismo y la democracia, y cómo eventualmente se entrelazaron. Explica que el liberalismo se centra en la igualdad de derechos y oportunidades, mientras que la democracia persigue una mayor igualdad económica. Sin embargo, la democracia puede considerarse como el desarrollo natural del Estado liberal si se entiende como la soberanía popular a través del sufragio universal. Hoy en día, los Estados liberales son también democráticos, y los Estados democráticos protegen los derechos humanos
El documento resume las diferencias entre el liberalismo y la democracia, y cómo eventualmente se entrelazaron. Explica que el liberalismo se centra en la igualdad de derechos y oportunidades, mientras que la democracia persigue una mayor igualdad económica. Sin embargo, la democracia puede considerarse como el desarrollo natural del Estado liberal si se entiende como la soberanía popular a través del sufragio universal. Hoy en día, los Estados liberales son también democráticos, y los Estados democráticos protegen los derechos humanos
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LIBERALISMO Y DEMOCRACIA (EXTRACTO)
Norberto Bobbio, 1985
() VIII. EL ENCUENTRO ENTRE EL LIBERALISMO Y LA DEMOCRACIA Ninguno de los principios de igualdad, ya sealados (igualdad de derechos, igualdad ante la ley, igualdad en el goce de tanta libertad cuanto sea compatible con la libertad ajena), vinculados con el surgimiento del Estado liberal, tiene que ver con el igualitarismo democrtico, el cual se extiende hasta perseguir el ideal de cierta equiparacin econmica, ajena a la tradicin del pensamiento liberal. ste ha llegado a aceptar, adems de la igualdad jurdica, la igualdad de oportunidades, que presupone la igualacin de los puntos de partida, pero no de los puntos de llegada. As pues, con respecto a los diversos significados posibles de igualdad, el liberalismo y la democracia no coinciden, lo que entre otras cosas explica su contraposicin histrica durante un largo periodo. Entonces en qu sentido la democracia puede ser considera como la consecuencia y el perfeccionamiento del Estado liberal como para justificar el uso de la expresin "liberal-democracia" para designar a cierto nmero de regmenes actuales? No slo el liberalismo es compatible con la democracia, sino que la democracia puede ser considerada como el desarrollo natural del Estado liberal, a condicin de que no se considere la democracia desde el punto de vista su ideal igualitario sino desde el punto de vista de su frmula poltica que, como se ha visto, es la soberana popular. La nica manera de hacer posible el ejercicio de la soberana popular es la atribucin al mayor numero de ciudadanos del derecho de participar directa e indirectamente en la toma de las decisiones colectivas, es decir, la mayor extensin delos derechos polticos hasta el ltimo lmite del sufragio universal masculino y femenino, salvo el lmite de la edad (que generalmente coincide con aquella en que se llega a la mayora de edad). Aunque muchos escritores liberales han criticado la conveniencia de la ampliacin del sufragio y el momento de la formacin del Estado liberal la participacin en el voto solamente era permitida a los propietarios, el sufragio universal en principio no es contrario ni al estado de derecho ni al estado mnimo. Mas an, se debe decir que se ha formado interdependencia entre uno y otro que, mientras al inicio se pudieron formar Estados liberales que no eran democrticos (si no en la declaracin de principios), hoy no seran concebibles Estados liberales que no fuesen democrticos, ni Estados democrticos que no fuesen liberales. En suma, existen buenas razones para creer: a) que hoy el mtodo democrtico es necesario para salvaguardar los derechos fundamentales de la persona que son la base del Estado liberal; b) que la salvaguardia de estos derechos es necesaria para el funcionamiento correcto del mtodo democrtico. Con respecto al primer punto, se debe sealar lo siguiente: la mayor garanta de que los derechos de libertad estn protegidos contra la tendencia de los gobernantes a limitarlos y suprimirlos reside en la posibilidad de que los ciudadanos se defiendan de los abusos eventuales. Ahora bien: el mejor remedio contra el abuso de poder bajo cualquier forma, aunque "mejor" de ninguna manera quiere decir ni ptimo ni infalible, es la participacin directa o indirecta de los ciudadanos, del mayor nmero de ciudadanos, en la formacin de las leyes. Bajo este aspecto los derechos polticos son un complemento natural de los derechos de libertad y de los derechos civiles, para usar las expresiones hechas clebres por Jellinek (1851-1911), los iura activae civitatis constituyen la mejor salvaguardia de los iura libertatis y civitatis, la salvaguardia de que en un rgimen que no se funda en la soberana popular depende nicamente del derecho natural de resistencia a la opresin.
Con respecto al segundo punto, que ya no se refiere a la necesidad de la
democracia para la sobrevivencia del Estado liberal, sino al reconocimiento de los derechos inviolables de la persona en los que se basa el Estado liberal para el buen funcionamiento de la democracia, se debe sealar que la participacin en el voto puede ser considerada como el correcto y eficaz ejercicio de un poder poltico, o sea, del poder de influir en la toma de las decisiones colectivas, slo si se realiza libremente, es decir, si el individuo que va a las urnas para sufragar goza de las libertades de opinin, de prensa, de reunin, de asociacin, de todas las libertades que constituyen la esencia del Estado liberal, y que en cuanto tales fungen como presupuestos necesarios para que la participacin sea real y no ficticia. Los ideales liberales y el mtodo democrtico gradualmente se han entrelazado de tal manera que, si es verdad que los derechos de libertad han sido desde el inicio la condicin necesaria para la correcta aplicacin de las reglas del juego democrtico, tambin es verdad que sucesivamente el desarrollo de la democracia se ha vuelto el instrumento principal de la defensa de los derechos de libertad. Hoy slo los Estados nacidos de las revoluciones liberales son democrticos y solamente los Estados democrticos protegen los derechos del hombre: todos los Estados autoritarios del mundo son a la vez antiliberales y antidemocrticos. () X. LIBERALES Y DEMOCRTICOS EN EL SIGLO XIX En el continente europeo la historia del Estado liberal y de su continuacin en el Estado democrtico puede hacerse comenzar desde la poca de la restauracin que con cierto hincapi retrico, que no puede separarse del ao del "decenal" del rgimen fascista en el que aquellas pginas fueron publicadas (1932), Benedetto Croce (1866-1952) llam la poca de la "religin de la libertad", y en la que crey ver un "periodo germinal" de una nueva civilizacin. En el concepto de libertad, Croce comprenda sin distinguirlas tajantemente tanto la libertad liberal, all donde habla de "sustitucin del absolutismo de gobierno por el constitucionalismo", como la libertad democrtica, hablando de "reformas en el electorado y de ampliacin de la capacidad poltica", a las que agrega "la separacin del dominio extranjero" (o libertad como independencia nacional) . Pero en cuanto al "periodo germinal", sin querer remontarse a los "bosques alemanes", donde habra nacido la libertad de los modernos, segn Montesquieu retomado por Hegel, la teora y la praxis moderna del Estado liberal tuvieron inicio en la Inglaterra del siglo XVII, que durante siglos permaneci como un modelo ideal para Europa y los Estados Unidos. En aquel hervidero de ideas, en aquel pulular de sectas religiosas y de movimientos polticos que fue la revolucin puritana, se abrieron paso todas las ideas de libertad personal, de religin, de opinin y de prensa, destinadas a ser el patrimonio permanente del pensamiento liberal. Con todo y sus aspectos sangrientos termin por afirmarse la superioridad del parlamento sobre el rey, que, aunque gradualmente y bajo diversas vicisitudes finalizo por imponer como forma ideal de constitucin la del Estado representativo, cuya eficacia dura hasta ahora (tambin porque no se ha propuesto algo mejor); la doctrina de la separacin de poderes inspir a Montesquieu y a travs de Montesquieu al constitucionalismo norteamericano y europeo. Si por democracia se entiende, como aqu se entiende, la ampliacin de los derechos polticos a todos los ciudadanos mayores de edad, tambin el ideal democrtico tuvo su primera y fuerte afirmacin en los aos de la great rebellion: en efecto, fueron los Niveladores quienes en el Pacto del pueblo ingls libre (1649) afirmaron por primera vez el principio democrtico contra el principio dominante (que por lo menos durante dos siglos permaneci intocable) de la limitacin de los derechos polticos nicamente para los propietarios. De acuerdo con el principio democrtico:
la suprema autoridad de Inglaterra y de los territorios incorporados a ella ser y
residir de ahora en adelante en una representacin del pueblo compuesta par 400 personas, noms, en cuya eleccin -de acuerdo con la ley de naturaleza- todos los hombres de los 21 aos en adelante... tendrn derecho a votar y sern elegibles a tal cargo supremo 2. Adems, solamente en Inglaterra, a -partir de la segunda revolucin (1688), el paso de la monarqua constitucional a la monarqua parlamentaria, de la democracia limitada a la democracia ampliada, se dio totalmente por evolucin, sin acontecimientos violentos ni retrocesos, mediante un proceso gradual y pacfico. Francia, que bajo tantos aspectos fue la gua para la Europa continental, el proceso de democratizaci6n fue mucho ms accidentado: el intento de imponerlo con la fuerza en la revolucin del 48, fracasada rpidamente, condujo a la instauracin de un nuevo rgimen cesarista (el segundo Imperio de Napolen Ill). Mientras el ltimo rgimen cesarista ingls, la dictadura de Cromwell, estaba ya lejano, en Francia el paso, en un espacio corto de tiempo, de la repblica jacobina al Imperio napolenico suscit en los escritores fuertes sentimientos liberales antidemocrticos que no morirn tan rpido y dejaran profundas huellas en el debate sobre la posible y deseable continuidad entre el Estado liberal y el Estado democrtico. Entre los escritores conservadores casi se volvi un lugar comn, no sin reminiscencias clsicas, en particular platnicas, la tesis de que la democracia y la tirana son dos caras de la misma moneda, y el cesarismo no era ms que la natural y terrible consecuencia del desorden provocado por la llegada de la repblica de los demagogos. Tocqueville (1805-1859) en las ltimas pginas de la Democracia en Amrica formulara su celebre profeca: Quiero imaginar bajo que rasgos nuevos el despotismo podra darse a conocer en el mundo; veo una multitud de hombres iguales o semejantes, que giran sin cesar sobre s mismos para procurarse placeres ruines y vulgares, con los que llenan su alma... Sobre stos se eleva un poder inmenso y tutelar que se encarga slo de asegurar sus goces y vigilar su suerte. Absoluto, minucioso, regular, advertido y benigno...3
El paso todava ms rpido de la efmera repblica de 1848 al Segundo Imperio
pareci dar razn al visionario descubridor de la democracia norteamericana. Durante todo el siglo el proceso de liberalizacin y el de democratizacin continuaron desarrollndose en algunas ocasiones conjuntamente y en otras por separado, segn si la ampliacin del sufragio fuese considerada como integracin necesaria del Estado liberal o como obstculo para su progreso, un crecimiento o una disminucin de libertad. Con base en esta diferente manera de vivir la relacin entre el Estado liberal y la democracia se present en el amplio panorama liberal la contraposicin entre un liberalismo radical, al mismo tiempo liberal y democrtico, y un liberalismo conservador, liberal pero no democrtico, que jams renunci a la lucha contra cualquier propuesta de ampliacin del derecho al voto, considerado como amenaza a la libertad. De igual manera, en el amplio panorama democrtico existieron democrticos liberales y democrticos no liberales, estos ltimos ms interesados en la distribucin del poder que en su limitacin, ms en las instituciones del autogobierno que en la divisin del gobierno central, ms en la separacin horizontal de los poderes que en la vertical, ms en la conquista de la esfera pblica que en la puntillosa defensa de la esfera privada. Mientras los
liberales democrticos y los democrticos liberales terminaran por coincidir en la
promocin gradual de las diversas etapas, mas o menos numerosas y rpidas, de la ampliacin de los derechos polticos hasta llegar al sufragio universal, los democrticos puros se encontrarn cerca de los primeros movimientos socialistas, aunque en una relacin que frecuentemente es de competencia, como le sucedi en Italia al partido mazziniano.* Entre los democrticos puros y los liberales conservadores la distancia es tal que recprocamente son incompatibles. Esquemticamente, la relacin entre el liberalismo y la democracia puede ser representada de acuerdo con estas tres combinaciones: a) liberalismo y democracia son compatibles y por tanto pueden convivir, en el sentido de que puede existir un Estado liberal y democrtico sin que por lo dems se pueda excluir un Estado liberal no democrtico y un Estado democrtico no liberal (el primero es el de los liberales conservadores, el segundo el de los democrticos radicales); b) liberalismo y democracia son antitticos, en el sentido de que la democracia en sus consecuencias extremas termina por destruir al Estado liberal (como sostienen los liberales conservadores) o slo puede realizarse plenamente en un estado social que haya abandonado el ideal del estado mnimo (como sostienen los democrticos radicales); c) liberalismo y democracia estn ligados necesariamente en el sentido de que slo la democracia es capaz de realizar en plenitud los ideales liberales y slo el Estado liberal puede ser la condicin para la prctica de la democracia. Utilizando las categoras de la modalidad, sub a, la relacin es de posibilidad (liberalismo vel democracia); sub b, la relacin es de imposibilidad (liberalismo aut democracia); sub c, la relacin es de necesidad (liberalismo y democracia). En el momento mismo en que, como forma de gobierno, la democracia se conjuga tanto con el liberalismo como con el socialismo, la relacin entre la democracia y el socialismo tambin se puede representar de igual manera como una relacin de posibilidad o de posible coexistencia, de imposibilidad (por parte de los democrticos liberales o en el extremo opuesto por parte de quienes sostienen la dictadura del proletariado), o de necesidad, como en las doctrinas o en los movimientos socialdemcratas, de acuerdo con los cuales slo mediante la democracia se realiza el socialismo y slo en el socialismo el proceso de realizacin de la democracia llega a su pleno cumplimiento. XI. LA TIRANA DE LA MAYORA Las dos alas del liberalismo europeo, la ms conservadora y la ms radical, estn bien representadas, respectivamente, por los dos mayores escritores liberales del siglo pasado, Alexis de Tocqueville y John Stuart Mill (1807-1873). Contemporneos (el primero nacido en 1805, el segundo en 1807), se conocieron y estimaron. Mill escribi en la London Review, rgano de los radicales ingleses, una larga resea del primer volumen de la Democracia en Amrica.1 En la obra sobre la democracia representativa, publicada cuando el amigo haba muerto (1861), recuerda a sus lectores este great work 2. Tocqueville, por su parte, al recibir en el lecho de muerte el ensayo sobre la libertad, escribe al autor: No dudo que no sienta en cada instante que en este terreno de la libertad no podamos caminar sin darnos la mano3. A pesar de la diferencia de tradiciones, de cultura y de temperamento, la obra de estos autores representa bien lo que haba en comn en las dos mayores tradiciones de pensamiento liberal europeo, la inglesa y la francesa. Tocqueville haba dedicado aos de estudio y reflexin a la democracia de una sociedad nueva y proyectada hacia el futuro, como la norteamericana, y Mill, por su parte, menos insular que muchos de sus compatriotas, conoca el pensamiento francs, comenzando por Comte (1798-1857).
Tocqueville primero fue liberal que democrtico. Estaba firmemente
convencido de que la libertad, sobre todo la libertad religiosa y moral (ms que la econmica) es el fundamento y el fermento de cualquier convivencia civil. Pero haba entendido que el siglo nacido de la revolucin corra precipitada e inexorablemente hacia la democracia; era un proceso irreversible. En la introduccin a la primera parte de su obra (1835) se pregunt: Puede pensarse que despus de haber destruido el feudalismo y vencido a los reyes, la democracia retroceder ante los burgueses y los ricos? Se detendr ahora que se ha vuelto tan fuerte y sus adversarios tan dbiles? Explicaba que su libro haba sido escrito bajo la impresin de una especie de terror religioso frente a la "revolucin irresistible", que esquivando cualquier obstculo continuaba avanzando a pesar de las ruinas que ella haba producido. Durante toda la vida, despus del viaje a Estados Unidos en el que haba tratado de entender las condiciones de una sociedad democrtica en un mundo tan diferente del europeo y del que haba tornado "la imagen de la democracia misma" fue asediado por la pregunta: Podr sobrevivir y cmo, la libertad en la sociedad democrtica? En el lenguaje de Tocqueville "democracia" significa por un lado, como forma de gobierno donde todos participan en la cosa pblica, lo contrario de aristocracia; por otro lado, la sociedad que se inspira en el ideal de la igualdad y que al extenderse terminar por sumergir a las sociedades tradicionales basadas en un orden jerrquico inmutable. Para l la amenaza de la democracia como forma de gobierno es, como por lo dems para el amigo John Stuart Mill, la tirana de la mayora; el peligro que la democracia corre corno realizacin progresiva del ideal igualitario es la nivelacion que termina en el despotisrno. Son dos diferentes formas de tirana, y por tanto ambas, aunque en diversa medida, son la negacin de la libertad. El hecho de que en la obra de Tocqueville estos dos significados de democracia no estn bien distinguidos puede llevar al lector a juicios diferentes, cuando no opuestos, sobre su posicin con respecto a la democracia. Tocqueville se muestra siempre corno escritor liberal y no democrtico cuando considera a la democracia no como conjunto de instituciones entre las cuales la ms caracterstica es la participacin del pueblo en el poder poltico, sino como exaltacin del valor de la igualdad no solamente poltica sino tambin social o igualdad de condiciones en detrimento de la libertad. Jams muestra la menor preocupacin al anteponer la libertad del individuo a la igualdad social, mientras est convencido de que los pueblos democrticos, aunque tienen inclinacin natural por la libertad, tienen por la igualdad "una pasin ardiente, insaciable, eterna, imbatible" , y si bien "quieren la igualdad en la libertad" si no pueden obtenerla "la quieren con la esclavitud". Estn dispuestos a soportar la pobreza, pero no la aristocracia. Tocqueville dedica el capitulo sptimo de la primera parte de la Democracia en Amrica a la tirana de la mayora. El principio de mayora es un principio igualitario en cuanto pretende hacer prevalecer la fuerza del nmero sobre la de la individualidad; reposa sobre el argumento de "que hay ms cultura y sabiduria en muchos hombres reunidos que en uno solo, en el nmero ms que en la calidad de los legisladores. Es la teora de la igualdad aplicada a la inteligencia". Entre los deletreos efectos de la omnipotencia de la mayora estn la inestabilidad del legislativo, el ejercicio frecuentemente arbitrario de los
funcionarios, el conformismo de las opiniones, la disminucin de hombres confiables
en la escena poltica. Para un liberal como Tocqueville el poder siempre es nefasto, no importa que sea real o popular. El problema poltico por excelencia es el que se refiere no tanto a quin detenta el poder sino a la manera de limitarlo y controlarlo. El buen gobierno no se juzga por el nmero grande o pequeo de quienes lo poseen, sino del nmero grande o pequeo de las cosas que es lcito que hagan. La omnipotencia en s misma es una cosa mala y peligrosa. No hay sobre la Tierra autoridad tan respetable en s misma, o revestida de un derecho tan sacro, que yo quiera dejar actuar sin control y dominar sin obstculos. Cuando veo el derecho y la facultad de hacer todo a cualquier potencia, llmese pueblo o rey, democracia o aristocracia, sea que se ejerza en una monarqua o en una repblica, yo afirmo que all esta el germen de la tirana. Tuvo agudo sentido de la incompatibilidad en ltima instancia entre el ideal liberal, para el cual lo que cuenta es la independencia de la persona en su esfera moral y sentimental, y el ideal igualitario, que desea una sociedad compuesta lo ms posible de individuos semejantes en las aspiraciones, gustos, necesidades y condiciones. Jams se hizo demasiadas ilusiones en la sobrevivencia de la libertad en la sociedad democrtica, aunque jams se resign a aceptar para sus contemporneos y para las generaciones futuras el destino de siervos satisfechos. Son memorables las ltimas pginas de la segunda parte de su "gran obra" (aparecida en 1840), en las que siente acercarse el momento en que la democracia se transforma en su contrario, porque lleva en s misma el germen del nuevo despotismo, bajo la forma de un gobierno centralizado y omnipresente. La sugestin de la democracia de los antiguos despreciada por Constant, y por tanto de la omnipotente voluntad general de Rousseau, le hace decir: Nuestros contemporneos imaginan un poder nico, tutelar, omnipotente, pero elegido por los ciudadanos; combinan centralizacin y soberania popular. Esto les da un poco de tranquilidad. Se consuelan por el hecho de ser tutelados, pensando que ellos mismos seleccionaron a sus tutores... En un sistema de este gnero los ciudadanos salen por un momento de la dependencia, para designar a su amo, y luego vuelven a entrar. No, la democracia, entendida como participacin directa o indirecta de todos en el poder poltico, no es de por s sola remedio suficiente para la tendencia hacia sociedades cada vez menos libres: "Ninguno lograr jams hacer creer -exclama al final- que un gobierno liberal, enrgico y sabio pueda brotar de los sufragios de un pueblo de siervos. Los remedios, si existen todava, mas l cree que existen y no se cansar hasta el ltimo momento de proponerlos, son los clsicos remedios de la tradicin liberal, el primero entre todos la defensa de algunas libertades individuales, como la libertad de prensa, libertad de asociacin, en general de los derechos del individuo que los Estados democrticos tienden a menospreciar en nombre del inters colectivo, y por tanto el respeto de las formas que garantizan por lo menos la igualdad frente al derecho, y en fin la descentralizacin. Por la misma razn por la cual primero fue liberal que democrtico, Tocqueville jams fue tentado por el socialismo, por el cual expres en repetidas ocasiones profunda aversin. Se puede ser democrticos y liberales, democrticos y socialistas, pero es mucho ms difcil ser al mismo tiempo liberales y socialistas. No
democrtico cuando debe confrontar la democracia con el sublime ideal de la
libertad, pero se vuelve defensor de la democracia cuando el adversario que debe impugnar es el socialismo, en el que ve realizarse el Estado colectivista que habra dado vida a una sociedad de castores y no de hombres libres. En un discurso sobre el derecho al trabajo pronunciado en la Asamblea Constituyente el 12 de septiembre de 1848, recuerda exaltndola la democracia norteamericana. Observa, entre otras cosas, que es completamente inmune al peligro socialista, y afirma que democracia y socialismo de ninguna manera son compatibles: "No slo son cosas diferentes sino opuestas." Tienen en comn una palabra, igualdad. "Pero pongan atencin en la diferencia -concluye-: la democracia quiere la igualdad en la libertad y el socialismo quiere la igualdad en la molestia y en la servidumbre." (...) XIII. LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Al igual que Tocqueville, Mill teme a la tirana de la mayora y la considera uno de los males de los que la sociedad debe cuidarse; pero esto no lo lleva a renunciar al gobierno democrtico. En el libro sobre la democracia representativa, escrito pocos aos despus del texto sobre la libertad, se pone el clsico problema de la mejor forma de gobierno y responde que sta es precisamente la democracia representativa, la cual constituye, por lo menos en los pases que alcanzan cierto grado de civilizacin, la consecuencia natural de un Estado que desee asegurar para sus ciudadanos el mximo de libertad: La participacin de todos en los beneficios de la libertad es el concepto idealmente perfecto del gobierno libre." Esta mxima es reforzada por la siguiente aseveracin: En la medida en que algunos, no importa quines, son excluidos de estos beneficios, los intereses de los excluidos quedan sin las garantas acordadas para los dems, y ellos mismos tienen menores posibilidades y nimos que aquellos que podran tener por el desarrollo de sus energas para el bien propio y de la comunidad. Aseveracin que muestra con extraordinaria claridad el nexo entre el liberalismo y la democracia, o ms precisamente entre determinada concepcin del Estado y las maneras y las formas de ejercicio del poder que no pueden asegurar de mejor manera su realizacin. La afirmacin de que el perfecto gobierno libre es el que todos participan en el beneficio de la libertad lleva a Mill a hacerse promotor de la ampliacin del sufragio en la lnea del radicalismo benthamiano del que naci la reforma electoral inglesa de 1832. Uno de los remedios contra la tirana de la mayora est precisamente en el hecho de que para la formacin de la mayora participen en la eleccin, adems de las clases pudientes que siempre constituyen una minora de la poblacin que naturalmente tiende a promover sus intereses, tambin las clases populares, con tal de que paguen una pequea cuota. La participacin en el voto tiene gran valor educativo: mediante la discusin poltica el obrero (the manual labourer), cuyo trabajo es repetitivo y la perspectiva fabril reducida, logra comprender la relacin entre los acontecimientos lejanos y su inters personal, y establecer relaciones con ciudadanos diferentes de aquellos con los que tiene una relacin cotidiana de trabajo, convirtindose en un miembro consciente de una gran comunidad: "En una nacin civilizada y adulta no deberan existir ni parias ni hombres golpeados por la incapacidad ms que por su propia culpa." El sufragio universal es un ideal lmite del que las propuestas de Mill todava estn muy lejanas: Mill excluye del derecho de voto, adems de los que estn en
bancarrota y los deudores fraudulentos, a los analfabetos, aunque propone la
extensin de la enseanza a todos ("la educacion universal debe ser anterior al sufragio universal"), y a los que viven de las limosnas de las parroquias, con base en la consideracion de que quien no paga aunque sea una pequena cantidad no tiene derecho a decidir la manera en que cada quien debe contribuir al gasto publico. En cambio, Mill es favorable al voto femenino (contrariamente a la tendencia en los Estados europeos que en general ha llevado a la ampliacin del voto primero a los analfabetos que a las mujeres), con base en el argumento de que todos los seres humanos tienen inters en ser bien gobernados y por tanto todos tienen igual necesidad de un voto para asegurar la parte de los beneficios que a cada miembro de la comunidad le toca. Ms an, invirtiendo el argumento habitual de los antifeministas, Mill sostiene que "si hay alguna diferencia, las mujeres tienen mayor necesidad de l que los hombres porque siendo fsicamente ms dbiles, para su proteccin dependen con mayor razn de la sociedad y de la ley". De acuerdo con Mill, el segundo remedio contra la tirana de la mayora es un cambio del sistema electoral, es decir el paso del sistema de mayora, por el que cada colegio tiene derecho a llevar un solo candidato y de los candidatos en competencia quien recibe la mayora de votos (no importa si es en primera o en segunda ronda) es el que gana y los dems pierden, al sistema de representacin proporcional, que Mill toma de la formula de Thomas Hare (1806-1891), que asegura una representacin adecuada tambin para las minoras, cada una en proporcin a los votos recibidos en un colegio nacional nico o en un colegio tan amplio que permita la eleccin de muchos representantes. Al presentar las ventajas y conveniencias del nuevo sistema, Mill subraya el freno que la mayora experimentara por la presencia de una minora aguerrida que impida a la mayora dejada sola abusar del poder y por consiguiente tambin impida que la democracia se degrade. Y aprovecha la ocasin para hacer uno de los ms altos elogios del antagonismo que el pensamiento liberal jams haya hecho, con un fragmento en el que se puede condensar la esencia de la tica liberal: Ninguna comunidad ha progresado permanentemente sino aquella en la cual tuvo lugar un conflicto entre el poder ms fuerte y algunos poderes rivales; entre las autoridades espirituales y las temporales; entre las clases militares o territoriales y las trabajadoras; entre el rey y el pueblo; entre los ortodoxos y los reformadores religiosos. All donde la lucha ha sido sofocada o frenada, siempre ha comenzado el estancamiento al que sigue la decadencia de un Estado o de toda una civilizacin. A pesar de la plena aceptacin del principio democrtico y el elogio de la democracia representativa como la mejor forma de gobierno, el ideal de la democracia perfecta todava esta muy lejos de ser alcanzado. Casi para atenuar el efecto innovador del sufragio ampliado, Mill propuso el instituto, que no lleg a tener xito, del voto mayoritario, segn el cual, si es justo que todos voten, no est dicho que todos tengan derecho a un solo voto: seglin Mill, el voto mayoritario no sera para los ms ricos sino para los ms instruidos, con la reserva de asignarlo tambin a quienes lo pidan y aprueben un examen. No por casualidad en las constituciones modernas se afirma que el derecho al voto debe ser "igual" (como en el artculo 48 de la Constitucin italiana vigente). (...) xv. LA DEMOCRACIA FRENTE AL SOCIALISMO
A pesar de la unin histrica lenta y fatigosamente realizada, entre ideales liberales
e ideales democrticos, el contraste entre el liberalismo y la democracia jams disminuy, incluso bajo ciertos aspectos se ha venido acentuando en estos ltimos aos. Este contraste se mantuvo vivo y se acentu debido a la irrupcin en la escena poltica, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, del movimiento obrero que se inspir cada vez ms en las doctrinas socialistas, antitticas a las liberales, aunque no repudi en una parte conspicua del propio movimiento el mtodo democrtico, como en el Partido Laborista ingls o en el Partido Socialdemcrata alemn, en general en su ala reformista. Como se ha visto, la relacin entre el liberalismo y la democracia jams ha sido de anttesis radical, aunque la insercin de los ideales democrticos en el tronco original de los ideales liberales ha sido difcil, a menudo criticado, y la integracin del liberalismo y la democracia, all donde se ha dado, se ha producido lentamente, a veces en medio de choques y rupturas. Por el contrario, la relacin entre el liberalismo y el socialismo desde el inicio fue una relacin de anttesis completa, y no slo como se podra pensar dentro de la doctrina marxiana o marxista. La manzana de discordia es la libertad econmica que presupone la defensa a ultranza de la propiedad privada. Por cuantas definiciones se puedan dar del socialismo del siglo XIX (y han sido dadas centenares), por lo menos hay un criterio distintivo constante y determinante para distinguir una doctrina socialista de todas las dems: la critica de la propiedad privada como fuente principal de "desigualdad entre los hombres" (para retomar el clebre discurso de Rousseau) y su eliminacin total o parcial como proyecto de la sociedad futura. La mayor parte de los escritores socialistas y de los movimientos que se inspiraron en ellos han identificado el liberalismo, con razn o sin ella -mas ciertamente en el plano histrico con razncon la defensa de la libertad econmica y por consiguiente de la propiedad individual como nica garanta de la libertad econmica, entendida a su vez como presupuesto necesario para el desarrollo real de todas las dems libertades. Bajo una concepcin clasista de la historia, que el movimiento socialista hered de la historiografa burguesa, segn la cual el principal sujeto histrico son las clases y el desarrollo histrico se produce con el paso del dominio de una clase al de otra, el liberalismo, interpretado como la concepcin de acuerdo con la cual la libertad econmica es el fundamento de todas las dems libertades y sin libertad econmica ningn hombre puede ser verdaderamente libre, terminaba por ser degradado por parte de los escritores socialistas, y no nada ms por Marx, quien ejerci influencia importante en la formacin de los partidos socialistas contienentales, especialmente en Alemania e Italia, a pura y simple ideologa de la clase burguesa, es decir, de la ideologa de la parte contraria que los socialistas habran debido combatir hasta su extincin total. Mientras la relacin entre el liberalismo y el socialismo fue de anttesis completa, sea que el socialismo fuese juzgado con base en su proyecto de sociedad futura, sea que fuese considerado la ideologa de una clase destinada a suceder a la clase burguesa en el desarrollo progresivo de la historia, desde su origen la relacin entre el socialismo y la democracia ms bien fue de complementariedad, as como haba sido hasta entonces la relacin entre la democracia y el liberalismo. Se volvi una opinin comn que el socialismo, que era considerado incompatible con el liberalismo, de ninguna manera resultaba ser incompatible con la democracia. Para reforzar el nexo de compatibilidad, ms an de complementariedad, entre el socialismo y la democracia, se sostuvieron dos tesis: ante todo, el proceso de
democratizacin habra producido inevitablemente o por lo menos habra favorecido
el advenimiento de una sociedad socialista, basada en la transformacin del instituto de la propiedad y en la colectivizacin al menos de los principales medios de produccin; en segundo lugar, slo la llegada de la sociedad socialista habra reforzado y ampliado la participacin poltica y por tanto hecho posible la realizacin plena de la democracia, entre que la democracia solamente liberal jams habra podido mantener, estaba tambin la de una distribucin equitativa, o por lo menos ms igualitaria, del poder econmico adems del poder poltico. Con base en estas dos tesis, la indisolubilidad entre la democracia y el socialismo fue demostrada, por parte de las principales corrientes del socialismo, como condicin necesaria para el advenimiento de la sociedad socialista; por parte de las corrientes democrticas, como condicin del desarrollo de la misma democracia. Con esto no se quiere decir que la relacin entre la democracia y el socialismo siempre haya sido pacfica. Bajo ciertos aspectos frecuentemente fue una relacin polmica, igual que la relacin entre el liberalismo y la democracia. Era evidente que el reforzamiento mutuo de la democracia con el socialismo y del socialismo con la democracia era una relacin circular. De qu punto del crculo se debera haber comenzado? Comenzar por la ampliacin de la democracia quera decir confrontarse con un desarrollo gradual e incierto? En cambio era posible, deseable y lcito, comenzar inmediatamente la transformacin socialista de la sociedad con un salto cualitativo revolucionario, y en consecuencia renunciando, al menos provisionalmente, al mtodo democrtico? As fue como al comenzar la segunda mitad del siglo pasado el contraste entre el liberalismo y la democracia fue superado por el contraste entre los defensores de la liberal-democracia por un lado, alindose contra el socialismo considerado como negador tanto del liberalismo como de la democracia, y por otro lado los socialistas democrticos y no democrticos, que se dividieron no tanto por la oposicin al liberalismo en la cual ambos coincidan cuanto por el juicio diferente que se daba sobre la validez y la eficacia de la democracia, por lo menos en el primer momento de la conquista del poder. De cualquier manera, la duda sobre la validez del mtodo democrtico para la llamada fase de transicin jams cancel del todo la inspiracin democrtica de fondo de los partidos socialistas, por lo que se refiere al avance de la democracia en una sociedad socialista, y la conviccin de que una sociedad socialista habra sido a la larga ms democrtica que la sociedad liberal, nacida y crecida con el nacimiento y crecimiento del capitalismo. En favor de este avance de la democracia socialista con respecto a la democracia liberal en la inmensa literatura de este ultimo siglo se pueden encontrar por lo menos tres argumentos: a) mientras la democracia liberal, o, polmicamente, capitalista y, desde el punto de vista del sujeto histrico que la promovi, burguesa, naci como democracia representativa en la que los representantes elegidos toman las decisiones sin obligacin de mandato, la democracia socialista, o, desde el punto de vista clasista, proletaria, ser una democracia directa, en el doble sentido de democracia de todo el pueblo sin representantes, o de democracia no de representantes sino de delegados cuyo mandato obligatorio puede ser revocado; b) mientras la democracia burguesa ha permitido, hasta el lmite del sufragio universal rnasculino y femenino, la participacin en el poder poltico central y local, nicamente la democracia socialista permitir la participacin popular tambin en la toma de las decisiones econmicas que en una sociedad capitalista son tomadas autocrticamente, y en este sentido no slo representa un fortalecimiento de la participacin en intensidad, sino tambin una ampliacion cuantitativa de ella gracias a la apertura de nuevos espacios para el ejercicio de la soberana popular en lo que reside la esencia de la democracia; c) en fin, lo que ms importa, mientras en la
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democracia liberal la atribucin al pueblo del derecho de participar directa o
indirectamente en las decisiones polticas no corre paralelamente a una ms equitativa distribucin del poder econmico, y por tanto a menudo hace del derecho de voto una pura apariencia, en la democracia socialista esta ms equitativa distribucin, al volverse uno de los objetivos fundamentales del cambio de rgimen econmico, transforma el poder formal de participacin en un poder sustancial al tiempo que tambin realiza la democracia en su ideal ltimo que es el de mayor igualdad entre los hombres. El hecho de que movimientos antitticos como el movimiento liberal y el movimiento socialista hayan abrazado el ideal democrtico al extremo de dar origen a regmenes de democracia liberal y a regmenes de democracia social si no socialista (un rgimen que sea al mismo tiempo liberal y socialista hasta ahora no ha existido), puede hacer pensar que desde hace dos siglos la democracia es una especie de comn denominador de todos los regmenes que han existido en los pases econmica y polticamente mas desarrollados. Sin embargo, no debe pensarse que el concepto de democracia haya permanecido intacto en el paso de la democracia liberal a la democracia socialista: en el binomio liberalismo ms democracia, democracia significa principalmente sufragio universal, y por consiguiente un medio de expresin de la libre voluntad de los individuos; en el binomio democracia ms socialismo, democracia significa ideal igualitario que slo la reforma de la propiedad propuesta por el socialismo ser capaz de realizar. En el primer binomio la democracia es consecuencia; en el segundo, presupuesto. Por consiguiente, en el primero, completa la serie de las libertades particulares con la libertad poltica; como presupuesto, en el segundo, ser completada nicamente por la futura, y hasta ahora slo esperada, transformacin socialista de la sociedad capitalista. La ambigedad del concepto democracia aparece con toda su evidencia en la llamada "democracia social", que dio origen al estado de servicios (expresin ms apropiada que las de "estado de bienestar" y de "estado asistencial", respectivamente falsas una por exceso y otra por defecto). La democracia social pretende ser, respecto a la democracia liberal, una fase superior en cuanto incluy en su declaracin de derechos los derechos sociales adems de los de libertad; en cambio, con respecto a la democracia socialista slo pretende ser una primera fase. Esta ambigedad se revela en la doble crtica que recibe: desde la derecha, por parte del liberalismo intransigente, que vislumbra en ella una merma de las libertades individuales; desde la izquierda, por parte de los socialistas impacientes, que la condenan como una solucin negociada entre lo viejo y lo nuevo que, ms que favorecer la realizacin del socialismo, lo obstaculiza e incluso lo hace imposible. (...)