Este documento presenta una serie de poemas del poeta español Ángel González. Sus poemas exploran temas como el amor, la vida, la naturaleza y la belleza fugaz de la existencia. Su poesía se caracteriza por contrastes entre lo efímero y lo eterno, lo que lleva al lector a divagar y soñar.
Este documento presenta una serie de poemas del poeta español Ángel González. Sus poemas exploran temas como el amor, la vida, la naturaleza y la belleza fugaz de la existencia. Su poesía se caracteriza por contrastes entre lo efímero y lo eterno, lo que lleva al lector a divagar y soñar.
Este documento presenta una serie de poemas del poeta español Ángel González. Sus poemas exploran temas como el amor, la vida, la naturaleza y la belleza fugaz de la existencia. Su poesía se caracteriza por contrastes entre lo efímero y lo eterno, lo que lleva al lector a divagar y soñar.
Este documento presenta una serie de poemas del poeta español Ángel González. Sus poemas exploran temas como el amor, la vida, la naturaleza y la belleza fugaz de la existencia. Su poesía se caracteriza por contrastes entre lo efímero y lo eterno, lo que lleva al lector a divagar y soñar.
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Poeta, catedrtico y ensayista espaol nacido en Oviedo en 1922.Su
poesa, llena de contrastes, discurre entre lo efmero y lo eterno, caractersticas que llevan al lectora divagar y soar en los temas del amor y de la vida.Fue maestro nacional, licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo y periodista por la Escuela Oficialde Periodismo de Madrid. Ense Literatura Espaola Contempornea en la Universidad de Alburquerque, USA,habiendo sido profesor visitante en las de Nuevo Mxico, Utah, Maryland y Texas.Miembro de la Real Academia Espaola, fue galardonado, entre otros, con el Premio Antonio Machado en 1962,el Premio Prncipe de Asturias en 1985, el Reina Sofa de Poesa Iberoamericana en 1996 y el Primer PremioInternacional de Poesa Ciudad de Granada en el ao 2004.De su obra se destacan los ttulos: "spero mundo" 1955 , "Sin esperanza, con convencimiento"1961, "Grado elemental"en 1961, "Tratado de urbanismo" 1967, "Breves acotaciones para unabiografa" 1971, "Prosemas o menos" 1983,"Deixis de un fantasma" 1992 y su ltimo libro,"Otoo y otras luces" 2001.Falleci en Madrid el 12 de enero de 2008.
...desde su primer libro, brotando del contraste rudo entre el perdido acariciado mundo y la faz severa del spero mundo de la edad adulta, la poesa de ngel Gonzlez discurre firme y resignada por las sendas de lo efmero que se querra eterno, y, as, es la fiel a la eternidad inventada del amor y de la convivencia solidaria. Vase esto en el poema Ya nada ahora con que concluye esta antologa. En un mundo que aparece desolado, en una realidad que es perecedera, con un tiempo que corroe sin cesar toda la ilusin, es meritorio que slo el amor establezca oasis de felicidad vlida y verdadera, situados fuera del decurso voraz de los das Emilio Alarcos Llorach.
1. MUERTE EN EL OLVIDO
Yo s que existo porque t me imaginas. Soy alto porque t me crees alto, y limpio porque t me miras con buenos ojos, con mirada limpia. Tu pensamiento me hace inteligente, y en tu sencilla ternura, yo soy tambin sencillo y bondadoso. Pero si t me olvidas quedar muerto sin que nadie lo sepa. Vern viva mi carne, pero ser otro hombre oscuro, torpe, malo el que la habita...
2.
A qu mirar. A qu permanecer seguros de que todo es as, seguir siendo... Jams pudo ser de otra forma, compacto y duro, este perfecto en su cadencia mundo. Preferible es no ver. Meter las manos en un oscuro panorama, y no saber qu es esto que aferramos, en un puro afn de incertidumbre, de mentira. Porque la verdad duele. Y lo nico que te agradezco ya es que me engaes una vez ms... Te quiero mucho...
3.
Tras la ventana, el amor vestido de blanco, mira. Mira a la tarde, que gira sus luces y su color.
La begonia sin olor sus verdes hojas estira para mirar lo que mira tras la ventana, el amor: la primavera, surgida del pico de un ruiseor.
4.
Mientras t existas, mientras mi mirada te busque ms all de las colinas, mientras nada me llene el corazn, si no es tu imagen, y haya una remota posibilidad de que ests viva en algn sitio, iluminada por una luz cualquiera... Mientras yo presienta que eres y te llamas as, con ese nombre tuyo tan pequeo, seguir como ahora, amada ma, transido de distancia, bajo este amor que crece y no se muere, bajo este amor que sigue y nunca acaba.
5. FINAL
Entre el amor y la sombra me debato: ltimo yo.
Prendido de un dbil s, sobre el abismo de un no, me debato: ltimo amor.
Tira de mis pies la sombra. Sangran mis manos, mis dos manos asidas al fro aire: ltimo dolor.
ste es mi cuerpo de ayer sobreviviendo de hoy.
6.
Adis. Hasta otra vez o nunca. Quin sabe qu ser, y en qu lugar de niebla. Si habremos de tocarnos para reconocernos. Si sabremos besamos por falta de tristeza. Todo lo llevas con tu cuerpo. Todo lo llevas. Me dejas naufragando en esta nada inmensa. Cmo desaparece el monte me dejas..., se hunde el ro ...en esta..., se desintegra la ciudad. Despiertas.
7.
Alga quisiera ser, alga enredada, en lo ms suave de tu pantorrilla. Soplo de brisa contra tu mejilla. Arena leve bajo tu pisada.
Agua quisiera ser, agua salada cuando corres desnuda hacia la orilla. Sol recortando en sombra tu sencilla silueta virgen de recin baada.
Todo quisiera ser, indefinido, en torno a ti: paisaje, luz, ambiente, gaviota, cielo, nave, vela, viento...
Caracola que acercas a tu odo, para poder reunir, tmidamente, con el rumor del mar, mi sentimiento.
8.
Me he quedado sin pulso y sin aliento separado de ti. Cuando respiro, el aire se me vuelve en un suspiro y en polvo el corazn, de desaliento.
No es que sienta tu ausencia el sentimiento. Es que la siente el cuerpo. No te miro. No te puedo tocar por ms que estiro los brazos como un ciego contra el viento.
Todo estaba detrs de tu figura. Ausente t, detrs todo de nada, borroso yermo en el que desespero.
Ya no tiene paisaje mi amargura. Prendida de tu ausencia mi mirada, contra todo me doy, ciego me hiero.
9. GEOGRAFA HUMANA
Lbrica polinesia de lunares en la pulida mar de tu cadera. Trpico del tabaco y la madera mecido por las olas de tus mares.
En los helados crculos polares toda tu superficie reverbera... Bajo las luces de tu primavera, a punto de deshielo, los glaciares.
Los salmones avanzan por tus venas meridianos rompiendo en su locura. Las aves vuelan desde tus colinas.
Terreno frtil, huerto de azucenas: tan variada riqueza de hermosura pesa sobre tus hombros, que te inclinas.
10.
Se me hiela la voz en la garganta. Mi voz ms dulce, con la que sola hablar de amor a solas, se me enfra aprisionando todo lo que canta.
O es una voz distinta sta que tanta tristeza dice que ensombrece al da? En lentos remolinos de agona mi voz, ceniza densa, se levanta.
Fino polvo sutil de mi tristeza conducido en pausados giros quedos a las ms nimias cosas por el viento!
Todo es ya gris, y tengo la certeza que, de tocarlo todo, vuestros dedos tendrn la mancha de mi desaliento. 11.
Por aqu pasa un ro. Por aqu tus pisadas fueron embelleciendo las arenas, aclarando las aguas, puliendo los guijarros, perdonando a las embelesadas azucenas...
No vas t por el ro: es el ro el que anda detrs de ti, buscando en ti el reflejo, mirndose en tu espalda.
Si vas de prisa, el ro se apresura. Si vas despacio, el agua se remansa.
12. BOSQUE
Cruzas por el crepsculo. El aire tienes que separarlo casi con las manos de tan denso, de tan impenetrable. Andas. No dejan huellas tus pies. Cientos de rboles contienen el aliento sobre tu cabeza. Un pjaro no sabe que ests all, y lanza su silbido largo al otro lado del paisaje. El mundo cambia de color: es como el eco del mundo. Eco distante que t estremeces, traspasando las ltimas fronteras de la tarde. 13.
Milagro de la luz: la sombra nace, choca en silencio contra las montaas, se desploma sin peso sobre el suelo desvelando a las hierbas delicadas. Los eucaliptos dejan en la tierra la temblorosa piel de su alargada silueta, en la que vuelan fros pjaros que no cantan. Una sombra ms leve y ms sencilla, que nace de tus piernas, se adelanta para anunciar el ltimo, el ms puro milagro de la luz: t contra el alba. 14. JARDN
Qu interroga el girasol ms alto sobre las rosas? Mudo espanto del jazmn! Las ampulosas dalias retuercen su violenta envidia. Una begonia extiende al sol la palma verde de su mano. Viva, ojerosa flor: el pensamiento. Pero t cortas un clavel. Los alheles recobraron su aroma.
15.
Apoyas la mano en un rbol. Las hormigas tropiezan con ella y se detienen, dan la vuelta, vacilan. Es dulce tu mano. La corteza del abedul tambin es dulce: dulcsima. Una agridulce plata otoal sube desde su raz honda hacia ti misma. Mojada por la luz sucia y filtrada, peinada framente por la brisa, te ests quedando as: cada momento ms sola, ms pura, ms concisa.
16. LA LLUVIA
No; la lluvia no te moja: te resbala. Tienes la piel de aceite, amada ma. Ungida con aceite, perfumada.
Todo lo ha traspasado de ternura la lengua transparente de las aguas. Un vapor dulce, como el aliento de un buey, clidamente exhalan los rboles. Gotas largas, romo alfileres lquidos, brillan al primer sol de la maana.
La lluvia que ha mojado tus cabellos no ha mojado tu cuerpo ni tu cara.
17.
Perros contra la luna, lejansimos, llevan hasta los mbitos ms prximos la inquietud de la noche rumorosa. Claros sonidos, antes inaudibles, se perciben ahora. Ecos vagos, jirones de palabras, goznes agrios, desasosiegan el recinto en sombra.
Apenas sin espacio, el silencio, el inasible silencio, cercado por los ruidos, se aprieta en torno de tus piernas y tus brazos, asciende levemente a tu cabeza, y cae por tus cabellos destrenzados.
Es la noche y el sueo: no te inquietes. El silencio ha crecido como un rbol. 18.
Son las gaviotas, amor. Las lentas, altas gaviotas.
Mar de invierno. El agua gris mancha de fro las rocas. Tus piernas, tus dulces piernas, enternecen a las olas. Un cielo sucio se vuelca sobre el mar. El viento borra el perfil de las colinas de arena. Las tediosas charcas de sal y de fro copian tu luz y tu sombra. Algo gritan, en lo alto, que t no escuchas, absorta.
Son las gaviotas, amor. Las lentas, altas gaviotas. 19. CIUDAD
Brillan las cosas. Los tejados crecen sobre las copas de los rboles. A punto de romperse, tensas, las elsticas calles. Ah ests t: debajo de ese cruce de metlicos cables, en el que cuaja el sol como en un nimbo complementario de tu imagen. Rpidas golondrinas amenazan fachadas impasibles. Los cristales transmiten luminosos y secretos mensajes. Todo son breves gestos, invisibles para los ojos habituales. Y de pronto, no ests. Adis, amor, adis. Ya te marchaste. Nada queda de ti. La ciudad gira: molino en el que todo se deshace.
20. CARTA SIN DESPEDIDA
A veces, mi egosmo me llena de maldad, y te odio casi hasta hacerme dao a m mismo: son los celos, la envidia, el asco al hombre, mi semejante aborrecible, como yo corrompido y sin remedio, mi querido hermano y parigual en la desgracia.
A veces o mejor dicho: casi nunca, te odio tanto que te veo distinta. Ni en corazn ni en alma te pareces a la que amaba slo hace un instante, y hasta tu cuerpo cambia y es ms bello quiz por imposible y por lejano.
Pero el odio tambin me modifica a m mismo, y cuando quiero darme cuenta soy otro que no odia, que ama a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo, que lleva tu apellido, y tiene, igual que t, largo el cabello.
Cuando sonres, yo te reconozco, Identifico tu perfil primero, y vuelvo a verte, al fin, tal como eras, como sigues siendo, como sers ya siempre, mientras te ame. 21. CUMPLEAOS DE AMOR
Cmo ser yo cuando no sea yo? Cuando el tiempo haya modificado mi estructura, y mi cuerpo sea otro, otra mi sangre, otros mis ojos y otros mis cabellos. Pensar en ti, tal vez. Seguramente, mis sucesivos cuerpos prolongndome, vivo, hacia la muerte se pasarn de mano en mano, de corazn a corazn, de carne a carne, el elemento misterioso que determina mi tristeza cuando te vas, que me impulsa a buscarte ciegamente, que me lleva a tu lado sin remedio: lo que la gente llama amor, en suma. Y los ojos qu importa que no sean estos ojos te seguirn a donde vayas, fieles. 22. ME BASTA AS
Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, hara un ser exacto a ti; lo probara (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca), y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonrer, y de guardar silencio, y de estrechar mi mano estrictamente, y de besarnos sin hacernos dao de esto s estoy seguro: pongo tanta atencin cuando te beso; entonces, si yo fuese Dios, podra repetirte y repetirte, siempre la misma y siempre diferente, sin cansarme jams del juego idntico, sin desdear tampoco la que fuiste por la que ibas a ser dentro de nada; ya no s si me explico, pero quiero aclarar que si yo fuese Dios, hara lo posible por ser ngel Gonzlez para quererte tal como te quiero, para aguardar con calma a que te crees t misma cada da, a que sorprendas todas las maanas la luz recin nacida con tu propia luz, y corras la cortina impalpable que separa el sueo de la vida, resucitndome con tu palabra, Lzaro alegre, yo, mojado todava de sombras y pereza, sorprendido y absorto en la contemplacin de todo aquello que, en unin de m mismo, recuperas y salvas, mueves, dejas abandonado cuando luego callas... (Escucho tu silencio. Oigo constelaciones: existes. Creo en ti. Eres. Me basta.)
23. LAS PALABRAS INTILES
Aborrezco este oficio algunas veces: espa de palabras, busco, busco el trmino huidizo, la expresin inestable que signifique, exacta, lo que eres.
Inmvil en la nada, al margen de la vida (hundido en un denso silencio slo roto por el batir oscuro de mi sangre), busco, busco aquellas palabras que no existen quiz sirvan: delicia de tu cuello... que te acosan y mueren sin rozarte, cuando lo que quisiera es llegar a tu cuello con mi boca ...o acaso: increible sonrisa que he besado, subir hasta tu boca con mis labios, sujetar con mis manos tu cabeza y ver all en el fondo de tus ojos, instantes antes de cerrar los mos, paz verde y luz dormida, claras sombras tal vez fuera mejor decir: humo en la tarde, borrosa msica que llueve del otoo, niebla que cae despacio sobre un valle avanzando hacia m, girando, penetrndome hasta anegar mi pecho y levantar mi corazn salvado, ileso, en vilo sobre la leve espuma de la dicha. 24. EN TI ME QUEDO De vuelta de una gloria inexistente, despus de haber avanzado un paso hacia ella, retrocedo a velocidad indecible, alegre casi como quien dobla la esquina de la calle donde hay una reyerta, llorando avergonzado como el adolescente hijo de viuda sexagenaria y pobre expulsado de la academia vespertina en la que era becario. Estoy aqu, donde yo siempre estuve, donde apenas hay sitio para mantenerse erguido. La soledad es un farol certeramente apedreado: sobre ella me apoyo.
La esperanza es el quicio de una puerta de la casa que fue desarraigada de sus cimientos por los huracanes: quicio-resquicio por donde entro y salgo cuando paso del nunca (me quisiste) al todava (te odio), del tampoco (me escuchas) al tambin (yo me callo), del todo (me hace dao) al nada (me lastima).
No importa, sin embargo.
Los aviones de propulsin a chorro salvan rpidamente la distancia que separa Tokio de Copenhague, pero con ms rapidez todava me desplazo yo a un punto situado a diez centmetros de m mismo, deprisa, muy deprisa, en un abrir y cerrar de ojos,
en slo una diezmilsima de segundo, lo cual supone una velocidad media de setenta kilmetros a la hora, que me permite si mis clculos son correctos, estar en este instante aqu, despus mucho ms lejos, maana en un lugar sito a casi mil millas, dentro de una semana en cualquier parte de la esfera terrestre, por alejada que os parezca ahora.
Consciente de esa circunstancia, en muchas ocasiones emprendo largos viajes; pero apenas me desplazo unos milmetros hacia los destinos ms remotos, la nostalgia me muerde las entraas, y regreso a mi posicin primera alegre y triste a un tiempo como dije al principio: alegre, porque s que t eres mi patria, amor mo; y triste, porque toda patria, para los que amamos, de acuerdo con mi personal experiencia de la patria tiene tambin bastante de presidio. As, en ti me quedo, paseo largamente tus brazos y tus piernas, asciendo hasta tu boca, me asomo al borde de tus ojos, doy la vuelta a tu cuello, desciendo por tu espalda, cambio de ruta para recorrer tus caderas, vuelvo a empezar de nuevo, descanso en tu costado, miro pasar las nubes sobre tus labios rojos, digo adis a los pjaros que cruzan por tu frente, y si cierras los ojos cierro tambin los mos, y me duermo a tu sombra como si siempre fuera verano, amor, pensando vagamente en el mundo inquietante que se extiende imposible detrs de tu sonrisa.
25. INVENTARIO DE LUGARES PROPICIOS AL AMOR Son pocos. La primavera est muy prestigiada, pero es mejor el verano. Y tambin esas grietas que el otoo forma al interceder con los domingos en algunas ciudades ya de por s amarillas como pltanos. El invierno elimina muchos sitios: quicios de puertas orientadas al norte, orillas de los ros, bancos pblicos. Los contrafuertes exteriores de las viejas iglesias dejan a veces huecos utilizables aunque caiga nieve. Pero desengamonos: las bajas temperaturas y los vientos hmedos lo dificultan todo. Las ordenanzas, adems, proscriben la caricia (con exenciones para determinadas zonas epidrmicas sin inters alguno- en nios, perros y otros animales) y el no tocar, peligro de ignominia puede leerse en miles de miradas. A dnde huir, entonces? Por todas partes ojos bizcos, crneas torturadas, implacables pupilas, retinas reticentes, vigilan, desconfan, amenazan. Queda quiz el recurso de andar solo, de vaciar el alma de ternura y Ilenarla de hasto e indiferencia, en este tiempo hostil, propicio al odio. 26. JARDN PBLICO CON PIERNAS PARTICULARES
... y las muchachas andan con las piernas desnudas: por qu las utilizan para andar? Mentalmente repaso oficios convincentes para ellas las piernas, digamos: situaciones ms tiles al hombre que las mira despacio, silbando entre los dientes una cancin recuperada apenas ese oficio no me gusta...- en el acantilado del olvido. Si bien se mira, bien se ve que todas son bellas: las que pasan llevando hacia otro sitio cabellos, voces, senos, ojos, gestos, sonrisas; las que permanecen cruzadas, dobladas como ramas bajo el peso de la belleza clida, cada desde el dulce abandono de los cuerpos sentados; las esbeltas y largas; las tersas y bruidas; las cubiertas de leve vello, tocadas por la gracia de la luz, color miel, comestibles y apetitosas como frutas frescas; y tambin sobre todo aquellas que demoran su pesado trayecto hasta el tobillo en el curvo perfil que delimita las pueriles, alegres, inocentes, irreflexivas, blancas pantorrillas. Pensndolo mejor, duele mirarlas: tanta gracia dispersa, inaccesible, abandonada entre la primavera, abruma el corazn del conmovido espectador que siente la humillante quemadura de la renuncia, y maldice en voz baja, y se apoya en la verja del estanque, y mira el agua, y ve su propio rostro, y escupe distrado, mientras sigue con los ojos los crculos que trazan en la tensa superficie su soledad, su miedo, su saliva.
27. LETRA PARA CANTAR UN DA DOMINGO
Y a ltima hora no quedaba nada: ni siquiera las hojas de los rboles acacias, ni el viento de la tarde, ni la alegra, ni la desesperanza. La caricia que pudo haber rozado aquella piel, no se produjo porque aquella piel no era la tuya, ni los ojos que me miraban eran tus ojos, ni el deseo que en otro tiempo hubiera sido suficiente- tena sentido, desviado del cauce de ti misma.
A ltima hora haba pasado un da, y al sentirlo hecho sombra, y polvo, y nada, comprend que la luz que haba llenado sus horas, y todas las palabras que ocuparon mi boca, y los gestos de mis manos, y la fatalidad de mis designios, y las calles que anduve paso a paso, y el vino que beb, y la alegra de saber que existas en el mismo instante, no eran slo el fracaso repetido del Da del Seor, sino que eran un da ms sin ti: comprend con dolor que jams, nunca para m habra domingos ni esperanza fuera de tu mirada y tu sonrisa, lejos de tu presencia tibia y clara. 28. CANCIN DE INVIERNO Y DE VERANO
Cuando es invierno en el mar del Norte es verano en Valparaso. Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo en sus cabos, mientras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacfico Sur bellas baistas.
Eso sucede en el mismo tiempo, pero jams en el mismo da. Porque cuando es de da en el mar del Norte brumas y sombras absorbiendo restos de sucia luzes de noche en Valparaso rutilantes estrellas lanzando agudos dardos a las olas dormidas.
Cmo dudar que nos quisimos, que me segua tu pensamiento y mi voz te buscaba detrs, muy cerca, iba mi boca. Nos quisimos, es cierto, y yo s cunto: primaveras, veranos, soles, lunas.
Pero jams en el mismo da. 29. ESO ERA AMOR
Le coment: Me entusiasman tus ojos. Y ella dijo: Te gustan solos o con rmel? Grandes, respond sin dudar. Y tambin sin dudar me los dej en un plato y se fue a tientas.
30. SIEMPRE LO QUE QUIERAS
Cuando tengas dinero reglame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, cuando no sepas qu hacer vente conmigo pero luego no digas que no sabes lo que haces.
Haces haces de lea en las maanas y se te vuelven flores en los brazos. Yo te sostengo asida por los ptalos, como te muevas te arrancar el aroma.
Pero ya te lo dije: cuando quieras marcharte sta es la puerta: se llama ngel y conduce al llanto.
31. OTRAS VECES
Quisiera estar en otra parte, mejor en otra piel, y averiguar si desde all la vida, por las ventanas de otros ojos, se ve as de grotesca algunas tardes.
Me gustara mucho conocer el efecto abrasivo del tiempo en otras vsceras, comprobar si el pasado impregna los tejidos del mismo zumo acre, si todos los recuerdos en todas las memorias desprenden este olor a fruta mustia y a jazmn podrido.
Deseara mirarme con las pupilas duras de aquel que ms me odia, para que as el desprecio destruya los despojos de todo lo que nunca enterrar el olvido. 32. AS NUNCA VOLVI A SER
Como llevaba trenza la llambamos trencita en la tarde del jueves. Jugbamos a montarnos en ella y nos llevaba a una extraa regin de la que nunca volveramos.
Porque es casi imposible abandonar aquel olor a tierra de su cabello sucio, sus speras rodillas todava con polvo y con sangre de la ltima cada y, sobre todo, la nacarada nuca donde se demoraban , unas gotas de luz cuando ya luz no haba.
All me dej un da de verano y jams regres a recoger mi insomne pensamiento que desde entonces vaga por sus brazos corrigiendo su ruta, terco y contradictorio, lo mismo que una hormiga que no sabe salir de la rama de un rbol en el que se ha perdido. 33. HOY
Hoy todo me conduce a su contrario: el olor de la rosa me entierra en sus races, el despertar me arroja a un sueo diferente, existo, luego muero.
Todo sucede ahora en un orden estricto: los alacranes comen en mis manos, las palomas me muerden las entraas, los vientos ms helados me encienden las mejillas.
Hoy es as mi vida. Me alimento del hambre. Odio a quien amo.
Cuando me duermo, un sol recin nacido me mancha de amarillo los prpados por dentro.
Bajo su luz, cogidos de la mano, t y yo retrocedemos desandando los das hasta que al fin logramos perdemos en la nada. 34. EMPLEO DE LA NOSTALGIA
Amo el campus universitario, sin cabras, con muchachas que pax pacem en latn, que meriendan pas pasa pan con chocolate en griego, que saben lenguas vivas y se dejan besar en el crepsculo (tambin en las rodillas) y usan la coca cola como anticonceptivo.
Ah las flores marchitas de los libros de texto finalizando el curso deshojadas cuando la primavera se instala en el culto jardn del rectorado por manos todava adolescentes y roza con sus rosas manchadas de bolgrafo y de tiza el rostro ciego del poeta transustancindose en un olor agrio a naranjas Hornero o semen...
Todo eso ser un da materia de recuerdo y de nostalgia. Volver, terca, la memoria una vez y otra vez a estos parajes, lo mismo que una abeja da vueltas al perfume de una flor ya arrancada:
intilmente.
Pero esa luz no se extinguir nunca: llamas que an no consumen, ...ningn presentimiento puede quebrar las risas que iluminan las rosas y los cuerpos y cuando el llanto llegue como un halo los escombros la descomposicin que los preserva entre las sombras puros no prevalecern sern ms ruina absortos en si mismos y slo erguidos quedarn intactos todava ms brillantes ignorantes de s esos gestos de amor... sin ver ms nada. 35. A MANO AMADA A mano amada. cuando la noche impone su costumbre de insomnio, y convierte cada minuto en el aniversario de todos los sucesos de una vida;
all, en la esquina ms negra del desamparo, donde el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
los recuerdos me asaltan.
Unos empuan tu mirada verde, otros apoyan en mi espalda el alma blanca de un lejano sueo, y con voz inaudible, con implacables labios silenciosos, el olvido o la vida!, me reclaman.
Reconozco los rostros. No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para ver ms hondo, y siento que me apualan fra, justamente, con ese hierro viejo: la memoria.
36. INMORTALIDAD DE LA NADA
Todo lo consumado en el amor no ser nunca gesta de gusanos.
Los despojos del mar roen apenas los ojos que jams porque te vieron, jams se comer la tierra al fin del todo.
Yo he devorado t me has devorado en un nico incendio.
Abandona cuidados: lo que ha ardido ya nada tiene que temer del tiempo. 37. CALAMBUR La axila vegetal, la piel de leche, espumosa y floral, desnuda y sola, niegas tu cuerpo al mar, ola tras ola, y lo entregas al sol: que le aproveche.
La pupila de Dios, dulce y piadosa, dora esta hora de otoo larga y clida, y bajo su mirada tu piel plida pasa de rosa blanca a rosa rosa.
Me siento dios por un instante: os veo a l, a ti, al mar. la luz, la tarde. Todo lo que contemplo vibra y arde, y mi deseo se cumple en mi deseo:
dore mi sol as las olas y la espuma que en tu cuerpo canta, canta ms por tus senos que por tu garganta do re mi sol la si la sol la si la. 38. TEXAS, OTOO, UN DIA
I Qu fragor el del sol contra los rboles! Se agita todo el monte en verde espuma. El aire es una llama transparente que enciende y no consume lo que sus lenguas lcidas abrazan. Por la profundidad turbia del cielo, nades cruzan en bandadas, hondos: ptalos de la Rosa de los Vientos que hacia dnde, hacia dnde? los vientos caprichosos arrebatan. Desde las zarzas crepitantes de luz y mariposas, la voz de un dios me exige que sacrifique aquello que ms amo. II
Pero t nada temas: pese a tanta belleza, el deseo de hallar la paz en el olvido no prevalecer contra tu imagen. 39. COLEGIALA
De besos y abrazos no nacen muchachos, pero tocan a vsperas.
Como avispas: picantes y enojosas enaguas blancas entre negro y negro (y rosa y rosa muslos hacia el alba casi azul de tus ingles), cuando corres.
Aire! Aire! (El viento fro y azul la tarde.)
Dicen que te dejas besar en los portales y abrazar la cintura.
Aire! Aire!
Me callar tu nombre, pero escucha: de besos y abrazos no nacen muchachos,
porque no eran los mos.
40. CANCIN, GLOSA Y CUESTIONES
Ese lugar que tienes, cielito lindo, entre las piernas, ese lugar tan intimo y querido, es un lugar comn.
Por lo citado y por lo concurrido.
Al fin, nada me importa: me gusta en cualquier caso.
Pero hay algo que intriga.
Cmo solar tan diminuto puede ser compartido por una poblacin tan numerosa?
Qu estatutos regulan el prodigio?
41. ARTRITIS METAFSICA
Siempre alguna mujer me llev de la nariz (para no hacer mencin de otros apndices).
Anillado como un mono domstico, salt de cama en cama.
Cunta zalema alegre, qu equilibrios tan altos y difciles, qu acrobacias tan giles, qu risa!
Aunque era un espectculo hilarante, hubo quien se doli de mis piruetas, lo cual no es nada extrao: en semejante trance yo mismo me romp el alma en ms de una ocasin.
Es una pena que esos golpes que, entregados al jbilo del vuelo, entonces casi no sentimos, algunas tardes ahora, en el otoo, cuando amenaza lluvia y viene el fro, nos vuelvan a doler tanto en el alma; renovado dolor que no permite reconciliar el sueo interrumpido.
En esas condiciones no hay alivio posible: ni el blsamo falaz de la nostalgia, ni el ms firme consuelo del olvido. 42. CARTA
Amor mo: el tiempo turbulento pas por mi corazn igual que, durante una tormenta, un ro pasa bajo un puente: rumoroso, incesante, lleva lejos hojas y peces muertos, fragmentos desteidos del paisaje, agonizantes restos de la vida.
Ahora, todo ya aguas abajo luz distinta y silencio, quedan slo los ecos de aquel fragor distante, un aroma impreciso a cortezas podridas, y tu imagen entera, inconmovible, tercamente aferrada como la rama grande que el viento desgaj de un viejo tronco a la borrosa orilla de mi vida. 43. TODO AMOR ES EFMERO
Ninguna era tan bella como t. Durante aquel fugaz momento en que te amaba: mi vida entera.
44. EN SERIO
Qu te dimos en vida?
Te llambamos a veces por tu nombre para decirte lo que nos dola, para pedirte cosas, para quejarnos del fro como si fueses responsable del invierno- o para preguntarte, suspicaces, en dnde habas guardado esto o lo otro.
Pero qu te dimos realmente? Qu hubiramos podido haberte dado a ti, que no pedas, que parecas no necesitar nada ms que estuviramos all, llamndote a veces por tu nombre, para pedirte siempre: danos, danos? Acaso amor, esa palabra impronunciable, impura.
Porque lo extrao es que tal vez te ambamos. Pienso que te ambamos. Ah, s, cmo te ambamos!
Presenciamos inmviles tu vida y ahora, frente a tu muerte, se nos vienen de pronto todas esas palabras que no escuchars nunca.
45. SOL YA AUSENTE
Todava un instante, mientras todo se apaga, la piedra que recoge lo que el cielo desdea, esa mancha de luz para cuando no quede, un poco de calor para cuando la noche...
Todava un instante, mientras todo se pierde, la memoria que guarda la belleza de un rostro, esos ojos lejanos que derraman su claridad aqu, tan dulce y leve, este amor obstinado para cuando el olvido...
Pero el olvido nunca:
un instante final que se transforma en siempre, la luz sobre la piedra, la mirada que dora tenuemente todava despus de haber mirado la penumbra de un sueo...
46. YA NADA AHORA
Largo es el arte; la vida en cambio corta como un cuchillo Pero nada ya ahora ni siquiera la muerte, por su parte inmensa
podr evitarlo: exento, libre,
como la niebla que al romper el da los hondos valles del invierno exhalan,
creciente en un espacio sin fronteras,
este amor ya sin m te amar siempre.
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