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Boletín Del Museo Regional de Atacama #1 - Año 2010 PDF

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2

BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA


N 1, ao 2010, Copiap


DIRECTORA DE LA DIBAM Y REPRESENTANTE LEGAL
- Magdalena Krebs Kaulen

SUBDIRECTOR NACIONAL DE MUSEOS
- Alan Trampe Torrejn

DIRECTOR MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
- Guillermo Corts Lutz

EDITOR
- Yuri Jeria Muoz

COMIT EDITORIAL:
Ciencias Sociales y Humanas:
- Rafael Prez-Taylor y Aldrete Licenciado y Doctor en Antropologa
- Guillermo Corts Lutz - Profesor de Estado y Doctor en Historia
- ngel Espina Barros - Doctor en Antropologa
- Yuri Jeria Muoz - Licenciado en Antropologa y Magster en Pedagoga
- Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba - Profesor de Estado y Magster en Historia

Ciencias Naturales
- Bernardo Seplveda Hernndez Licenciado y Doctor en Biologa
- Eduardo Fernndez Cisternas - Doctor en Electroqumica

CONTACTO
Museo Regional de Atacama
Atacama 98, Copiap, Regin de Atacama, Chile.

Telfonos: (56-52) 212313 230496
Fax: (56-52) 212313 230496
Email Editor: yuri.jeria@dibam.cl
Sitio Web: www.museodeatacama.cl

Direccin Postal:
Casilla 134, Correo Copiap, Regin de Atacama.

Registro de Propiedad Intelectual N 199156
ISSN (en trmite)

Fotografa de Portada:
Escribana (circa, 1900).
Coleccin del Museo Regional de Atacama.
3
SUMARIO



Pg.

5 PRESENTACIN

7 EL PRIMER CONTACTO INDGENA ESPAOL. Siglo XVI en Atacama
Guillermo Corts L.

17 CHILE, UNA VOLUNTAD DE SER
Gaspar Quintana J., CMF

25 ETNOGENESIS E IDENTIDAD CULTURAL ENTRE LOS GRUPOS COLLA DE
LA CORDILLERA DE ATACAMA
Daniel Quiroz L. y Yuri Jeria M.

45 UNA ENTRADA A LA CULTURA DE CHILO: Antropologa e Historia
Rafael Prez-Taylor y A.

57 LA ALAMEDA MANUEL ANTONIO MATTA, EN COPIAP. Visin crtica.
Danilo Bruna B.

63 INVESTIGACIN, CONSERVACIN Y PUESTA EN VALOR DEL
PATRIMONIO ARQUEOLGICO DEL PROYECTO MINERO DAMIANA, EL
SALVADOR, REGIN DE ATACAMA.
Carlos Gonzlez G., Catherine Westfall y Carmen Castells Sch.

Comunicaciones:

91 DESIERTO FLORIDO: PATRIMONIO NATURAL DE LA REGION DE
ATACAMA
Ral Cspedes V.

4
5
PRESENTACIN



El Museo Regional de Atacama, desde sus orgenes tiene una larga tradicin en cuanto a
la investigacin y el desarrollo del pensamiento, cuyos trabajos y estudios tuvieron
como fin el rescate, puesta en valor y difusin del patrimonio, las races y la historia de
esta regin. Al poner en Circulacin el Boletn del Museo Regional, revista de ciencias
patrimoniales, debemos hacer un especial reconocimiento al aporte de nuestro antecesor
Contribucin Histrica del Museo Regional.

Hoy da no es un misterio que la regin de Atacama carece de un instrumento sistemtico,
peridico, con rigor cientfico que de cuenta y socialice la creciente produccin intelectual
de la regin en el mbito de las ciencias humanas y de la naturaleza. Nos parece,
siguiendo la lnea argumentativa del Profesor Carlos Velasco, Que la Ciencia, debe ser
comunicable y socializante, sobre esta base pensamos se hacia necesario en la regin
la aparicin de esta revista, para de esta forma permitir la difusin y popularizacin del
conocimiento. Jerzy Topolosky plante que el conocimiento debe necesariamente, salir
del crculo de los iniciados para si llegar al gran pblico. Es por tanto claro que uno de
nuestros objetivos centrales ser poner al servicio de los ciudadanos y de la comunidad,
informacin reflexionada, que permita cuestionar los paradigmas existentes. Con esta
herramientas esperamos se pueda comenzar nuevamente a re interpretar nuestro
contexto social, econmico, poltico, educacional, territorial y patrimonial para as
avanzar decididamente en transformar nuestra realidad. Para extender la difusin y
accin de nuestro Boletn, lo presentamos tanto en formato revista, como en formato
digital. Tambin avanzaremos en la constitucin de un comit cientfico editorial que de
mayor amplitud y transdisciplinariedad a nuestro boletn.

No obstante lo anterior tambin existe una posicin metodologa clara, que sin dejar de
lado la precisin cientfica, buscara relevar el escribir en espaol, escribir desde la
regin y para la regin, generar teora y conocimiento desde nuestro contexto, generando
apropiacin e interaccin social, y con ello sinergia cientfica, en un marco de desarrollo
republicano.
Nuestro Boletn, donde ha trabajado todo el equipo del Museo Regional, ser una revista
peridica, cientfica y con vocacin pedaggica, generadora de conciencia critica y
propositiva, buscamos entonces ser un aporte a la educacin, al pensamiento y el
desarrollo integral de las mujeres y hombres de Atacama.



Prof. Guillermo Corts Lutz
Doctor en Historia
Director Museo Regional de Atacama
6
7
BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
N 1, ao 2010, pp. 7-15, Copiap





EL PRIMER CONTACTO INDGENA ESPAOL
Siglo XVI en Atacama



Guillermo Corts Lutz
1



Introduccin

El marco de la celebracin bicentenaria
nos retrotrae a los hechos polticos del
18 de septiembre de 1810, cuando
nuestro pas, en ese momento
gobernacin bajo dependencia imperial
de Espaa, inicia junto con el resto de
America un proceso de independencia,
en algunos casos, y de autonoma,
liderada casi exclusivamente por la
oligarqua como fue en el caso de
Chile. Camino que a la larga nos
terminar llevando a la independencia.
No obstante lo anterior, la historia
chilena, tena para su devenir un
fenmeno originario, el momento en
que nuestro pas comienza a
transformarse en una sociedad y de
forma mas precisa en una sociedad
mestiza. Esencia del Chile actual, este
hecho originario es desde nuestra
ptica el siglo XVI. Por ello que al
rememorar, analizar, criticar y
proponer sobre nuestro Bicentenario,
tenemos necesariamente que hacer el

1
Profesor de Historia y Geografa y Doctor en
Historia por la Universidad de Salamanca.
Museo Regional de Atacama, Copiap, DIBAM.



ejercicio de mirar nuestro papel como
regin desde 1810 en adelante, pero,
tambin mirar desde ese hito hacia
atrs. Como lo hemos venido
planteando nuestro aporte a la historia
del Bicentenario ha sido mucho ms
que 200 aos de historia.

El siglo XVI, hora del primer contacto
indgena espaol, y de la Toma de
Posesin de Chile y con ello de inicio de
la conquista, es el momento originario
del pueblo chileno, y con ello de todo
su desarrollo histrico, all de forma
muy bsica comienza la construccin
de nuestra base material y
superestructural. El contacto indgena
espaol y la Toma de Posesin nos
centran especficamente en las actuales
comunas de Tierra Amarilla, Copiap,
Diego de Almagro y el valle del
Huasco. Espacio y tiempo de
encuentro, de luchas, y de origen de la
historia chilena.


Prolegmenos de la Historia Chilena

La historia de Atacama y de Chile es
una historia que se arrastra por algo
ms de 14.000 aos, comenzara en
opinin de Lautaro Nez con el
8
amansamiento del pas
2
o del territorio,
por parte de los primeros americanos,
ms recientemente los arquelogos
Gloria Cabello, Carlos Gonzlez y
Francisco Garrido han planteado que
por ahora la evidencia nos lleva a
detectar presencia humana en nuestra
regin desde un arcaico temprano
3
,
limite por cierto difuso con el periodo
paleo indio. La prehistoria atacamea
tiene esta larga saga histrica desde
los primeros pueblos que se asientan en
el territorio y lgicamente se encuentra
fragmentada por la dificultad propia de
la investigacin anterior a la escritura.
A este respecto (y desde la ptica
terica) las diferencias del registro
escrito al no escrito, nos las ha
explicado el arquelogo Goran
Burenhult. Con el nacimiento del
lenguaje escrito, nuestros antepasados
dieron el trascendental paso desde la
prehistoria no escrita a la historia
registrada. A partir de esta poca, los
investigadores ya no dependen por entero
de silenciosos hallazgos materiales
arqueolgicos, sino quedisponen a menudo
de un sinfn de datos registrados
histricamente Estas historias estn
coloreadas a menudo por el sesgo personal
del autor, como es lgico, pero proporcionan
no obstante una visin fascinante de un
mundo antes desconocido
4


No obstante la arqueologa y la
etnohistoria han podido despejar
ciertas incgnitas y establecer con cierto
rigor cuales fueron las etapas o
periodos anteriores a la llegada de los
espaoles van desde el lejano
Paleoindio, al arcaico, para luego pasar
a los periodos denominados agro

2
Cf. NUEZ,Lautaro: Intervencin IV
Convencin Nacional de Cultura, Valparaso,
Diciembre 2007, Pg. 62
3
Lorca, 2010.
4
Burenhult, 1994: 13.
alfareros: temprano, medio y tardo,
siendo en esta ultima cuando se verifica
la entrada a Chile del Adelantado de
Diego de Almagro por la actual
comuna de Tierra Amarilla el ao 1536.
Hito que hemos denominado de los
prolegmenos.

El ao 1536 el Adelantado Diego de
Almagro, producto de las diferencias
con su socio Francisco Pizarro, decide
como el gran capitn que era, marchar
a explorar el sur de lo que era su
gobernacin, Nueva Toledo. En esta
empresa cont con el apoyo ( ms que
interesado) del mismo Francisco
Pizarro, que de esta forma pretenda
mantenerlo lejos del Cuzco, y con la
complicidad de los inkas que al alejarlo
del centro del inkanato pensaban
podan iniciar un alzamiento producto
de la divisin de las tropas espaolas.
En este contexto Diego de Almagro se
pone en marcha desde el Cuzco a
Chile, con una de las mas importantes
expediciones generadas en el nuevo
continente, 500 espaoles
aproximadamente y una cantidad
cercana a los 10.000 indios,
acompaados por el dignatario Pablo
Inka y el Villac Umuc, ( dignatario
religioso), esto lo dio a la empresa un
aura de mucha importancia. Con su
diligencia e hacienda alleg el adelantado
con tal copia de gente que sepoda estimar
por la Flor de las Indias
5
. Con este
nombre se ha terminado denominando
hasta el presente a la expedicin de
Almagro, una de las ms grande y
mejor organizada de cuantas hubo en
Amrica, salieron del Cuzco, siendo
precedidos por Juan de Saavedra, luego
el adelantado toma el camino de la
cordillera, bordeando los lagos
Titicaca y Popoo, para llegar hasta la

5
Fernndez de Oviedo, 1959: 117.
9
actual repblica Argentina y desde all
comenzar la travesa. Trayecto que no
estuvo exento de dificultades y de la
rebelin de los indios cargadores.
Sayago, nos relata la arenga de
Almagro a sus hombres al cruzar la
cordillera: All tenis a Chile, que nos
espera con su oro y sus provisiones, Tened
valor
6
. El lugar del cruce fue por:
PIRCAS NEGRAS Y COME
CABALLOS , y no por el paso de San
Francisco, como ha repetido
acrticamente la historiografa
mapochina, despus que desde su
gabinete en Santiago, Diego Barros
Arana, lo dictaminar cual dogma
histrico. El primero en proponer el
paso de Pircas Negras fue el
historiador copiapino Carlos Mara
Sayago, y lo hizo en su Historia de
Copiap, posteriormente Gastn
Fernndez de la Sociedad chilena de
Historia y Geografa ya en los aos 80
retom esta idea, para posteriormente
encontrar que el arquelogo Miguel
Cervellino, junto a un grupo de
investigadores realiza la travesa por
Pircas Negras. Al respecto decir que
este era el paso lgico ya que sigue el
camino del Inka que, aproximadamente
a los 28 de latitud sur, corta la
cordillera y permite seguir una serie de
tambos como Ollita, Caserones, La
Puerta
7
, adems de que al bajar se llega
al afluente del ro Copiap, el ro el
Pulido y luego se entronca
directamente con el ro Copiap, lo que
le entregaba a la expedicin las
condiciones necesarias para su
desplazamiento y sobrevivencia.
Las dificultades de este cruce fueron
increbles, siendo la descripcin de lo

6
SAYAGO, Carlos Historia dE Copiap, Ed.
Francisco de Aguirre, Pg. 30.
7
CF. Chile bajo el imperio de los Inkas,
Publicacin Museo de Arte Precolombino , 2009,
de Pg. 8
ocurrido a Jernimo de Castilla uno de
la ms representativas de estas
dificultades, y nos la relata el cronista
Pedro Mario de Lobera: Hyeronimo de
Castilla, al cual selepegaron los dedos de
los pies a las botas, de tal suerte que
cuando lo descalzaron a la noche le
arrancaron los dedos, sin que los sintiese, ni
echase dever hasta el otro da , que hallose
sin pies sus dedos
8
. La travesa hecha
por varios grupos al mando de distintos
capitanes que conformaban la hueste
conquistadora, al cruzar dej una gran
cantidad de muertos, principalmente
los cargadores, indios y negros. Con
toda seguridad la expedicin sigui
ms de un camino para cruzar a Chile,
en abril de 1536 y despus de grandes
penurias llega Diego de Almagro con
una adelantada al valle y a Chile, El
mismo cronista Lobera al respecto
escribi lo siguiente: Este les llevo al
valle de Copiap, que esta a la entrada de
estereino de Chile
9
. Siguiendo esta lnea
argumentativa, se puede decir que El
adelantado Diego de Almagro dado,
lo imponente de su hueste y los
problemas que esta vivi allende los
Andes, cruzo en distintas fraccin,
siendo estas las siguientes
10
:

1. Fraccin 8 espaoles, ms
Pablo Tupac.
2. Fraccin: Juan de Saavedra
con 150 espaoles
3. Fraccin: El Adelantado
Diego de Almagro y 50
espaoles.
4. Fraccin: Capitn Noguerol
de Ulloa con 50 espaoles.
5. Fraccin: Ruy Daz con 122
espaoles.6. Fraccin: Rodrigo
de Ordez con 31 Espaoles.

8
Lobera, 1959: 241.
9
Op. cit. Pg. 234
10
Cf. Advis, 1994: 104.
10
6.- Fraccin: Rodrigo de
Ordez con 31 espaoles.
7. Fraccin: Juan de Herrada
con 88 espaoles.

De esta forma, en el valle de Copiap,
en la actual comuna de Tierra
Amarilla, se produca en el otoo de
1536 el primer gran contacto entre
chilenos y conquistadores. Eran los
prolegmenos de la historia chilena.


La vuelta de Diego de Almagro y su
paso por Finca Chaaral (en la actual
comuna de Diego de Almagro).

La llegada de Almagro es para
Atacama y Coquimbo una experiencia
bastante traumtica, una de sus
acciones es la quema de 36 caciques
11

en castigo por la muerte de los tres
soldados espaoles que haban llegado
a estas tierras como la primera
avanzada de Almagro, Juan de Sedizo,
Antonio Gutirrez, y Diego Prez del
Ro. El adelantado realiza un
reconocimiento del pas, lo que lo lleva
hasta el sur, y a la costa del valle
central, al no encontrar las ciudades y
riquezas que esperaba y en
conocimiento de que han llegado
documentaron importante desde
Espaa, decide volver, la vuelta se
decide en Copiap y termina siendo es
un descalabro demogrfico para la
poblacin Diaguita de este valle, ya que
captura en el valle de Copiap a todo
indgena que pueda ser cargador, con
lo que se lleva a los hombres jvenes en
edad de procrear. La vuelta del
Adelantado se produce ahora por el
camino del Inka, esta decisin lo lleva a
tener que pasar por sus tambos, que

11
La mayora de los historiadores anotan que
fueron 32 caciques asesinados, , pero el cronista
Pedro Mario de Lobera, da la cifra de 36.
actualmente son Inka de Oro y por el
tambo de Chaar o actual finca de
Chaaral, es decir a su vuela al Per
toca la actual comuna de Diego de
Almagro. Esto querra decir que esta
ciudad con esa denominacin en algo
debera su nombre a este conquistador.


Inicios de la Historia de Chile: Arribo
de Valdivia al Valle de Chaar y Toma
de Posesin en Copiap.
Temporalmente la zona del primer
contacto son los primeros 14 aos de la
conquista, momentos iniciales de la
historia chilena, donde se comienza a
dibujar la actual sociedad mestiza,
sea indeleble de nuestro pueblo. En
este periodo tenemos los denominados
prolegmenos o llegada de Diego de
Almagro y el verdadero momento
fundacional, la llegada de Pedro de
Valdivia en 1540.
Pedro de Valdivia, personaje
aventurero y ambicioso, propio de la
conquista, buscaba hacerse de un
nombre y de riqueza. Haba llegando a
Amrica recalando primero en
Venezuela y desde all pasa al Per
donde se hace afn al marqus
Francisco Pizarro en los hechos blicos
ocurridos entre este y Diego de
Almagro, sucesos que se deciden en la
batalla de las Salinas a favor del
primero. Pedro de Valdivia, originario
de Extremadura Espaa, que gracias
a su inteligencia, valenta y sagacidad
haba alcanzado cierta estabilidad en
Per, senta que todava poda jugar un
rol mas protagnico en el proceso de
conquista, por ello es que decide venir
11
a conquistar y sobre todo a fundar un
pas. Mucho se ha hipotetizado sobre
las razones de su viaje. La verdad es
que el impulso del capitn Pedro de
Valdivia es ms que el deseo de riquezas,
que sin duda lo haba, a pesar de su
privilegiada situacin en el Per, pero,
como la categora econmica no explica todo
por si sola, aqu sin duda hay motivaciones
de ndole psicolgica como era la fama de
s
12
. Una opinin similar ha sostenido
Julio Retamal, cuando nos dice sobre
Valdivia lo siguiente:Pedro de Valdivia
estaba destinado, no obstante, a ser el
verdadero fundador de la nacin y el
estado
13
. Sobre esta base argumentativa
podemos decir que estbamos en los
mrgenes de la construccin de lo que
sera Chile, de all nuestra insistencia en
pensar que el Bicentenario hunde sus
races en el siglo XVI.
Lo concreto es que salen los primeros
das de 1540, podra ser la fecha 14 de
enero
14
, con once soldados ms una
mujer, Ins de Surez, en la ciudad de
Arequipa se le une Alonso de Monroy,
miembro de la expedicin que les haba
precedido en la salida, aqu ya
comienzan a andar por las rutas del
Inka, para hacer del viaje una ruta ms
segura. Desde Arequipa toman camino
a San Pedro de Atacama, la hueste ya
se ha convertido en una expedicin de
aproximadamente unos 80
conquistadores, en esta etapa se suman

12
CORTES, Guillermo. Los Diaguitas. Historia de
los pueblos delos Valles Transversales. Tesis
Doctoral, Universidad de Salamanca, Espaa,
Pg. 359
13
Retamal et el., 1992: 37.
14
CF. Sayago, 2006.
a Valdivia los capitanes Francisco de
Villagra y Francisco de Aguirre. El
relato de los cronistas nos dice lo
siguiente: Supo como venan el capitn
Francisco de Aguirre con cierta gente.
Enbiola avisar qu` el se yva por la halda
de la sierra a esperarle en el valle de
Atacama . Y en un pueblo quesedizede
capirucones se junto Francisco deVillagra
con el general
15
. Tambin en esta etapa
se unen Jernimo de Alderete, Rodrigo
de Araya, Juan Bohon, Juan Jofre, entre
otros capitanes. Desde aqu la tropa
espaola ya no se detendra hasta llegar
al primer territorio chileno,
denominado Chaar. Lugar o valle
que, dice Bibar, tiene la longitud de un
tiro de arcabuz, y un tiro de piedra de
ancho. Aqu los espaoles reposan dos
das entre chaares y algarrobos, donde
les pareca que estaban a la orilla del
Guadalquivir.
D` este valle que dizen El Chaar
fasta el valle de Copiap ay
deziocho leguas, buen camino, llano
y sin cienaga, ni agua
16
.
Era la primera aproximacin, ms bien
la llegada a Chile, a lo que hoy es
Finca de Chaaral, actual comuna de
Diego de Almagro, era posiblemente
fines de septiembre o principios de
octubre, por primera vez la tropa del
conquistador Valdivia tocaba tierra de
Ancha Chire o simplemente de Chile.
Por tanto, todo lo que se dijo, todos los
ros de tinta que han corrido, todos los

15
Bibar, 1979: 13
16
Op. cit. Pg. 27
12
textos publicados con tanto esmero
sobre la llegada al valle del Mapocho
tiene un enorme precedente, la llegada
a Finca Chaaral y luego la toma de
posesin de Chile en Copiap, por lo
que nos parece que a los menos debera
haber una modificacin en la narracin
histrica para decir que en la actual
comuna de Diego de Almagro, segn el
mismo Pedro de Valdivia llegaron 150
soldados de conquista, donde
descansaron y repusieron fuerzas, ya
estaban en Chile. Ahora vendran
nuevos momentos de lo que sera este
nuevo pas. Otras fuentes nos dicen que
llegaron 170 soldados
17
, Pedro Mario
de Lobera, habla de 160 soldados, pero
nos quedamos con el primer guarismo
entregado por el mismo conquistador,
desde all se reanudo el viaje al valle
de Copiap, sera el momento de tomar
posesin de estos nuevos territorios.
Sobre la base de los documentos
histricos con los que contamos y
basndonos en la importancia para la
generacin de los procesos histricos,
nos atreveremos a realizar a lo menos
dos propuestas para la discusin.
1. La primera aproximacin a lo que
sera Chile, la hace pedro de Valdivia
en lo que actualmente es la Comuna de
Diego de Almagro, y de forma ms
precisa decir que su arribo a Chile es a
Finca Chaaral.
2. Lo segundo y tal vez mas importante
en cuanto a discusin es que

17
Cf. Gngora y Marmolejo, 1960.
mantenemos la propuesta hecha en
nuestra Tesis Doctoral
18
.

La toma del valle de la Posesin
La Historia de Chile nace en Atacama y
en el valle de Copiap
19
. Es aqu donde
se configura verdaderamente la
conquista del territorio y con ello se da
paso a la sociedad mestiza, que es lo
que define Chile del presente. La Toma
de posesin habra ocurrido el 26 de
octubre de 1540, y, como hito, la
localizamos en el sector de
Chamonate o en el de Toledo. El
historiador Oriel lvarez mantuvo la
idea de que tambin pudo ocurrir este
hecho cerca de los espacios cercanos a
la actual planta Ojancos
20
. Pedro de
Valdivia toma posesin a nombre del
rey de Espaa y dado su grado de
teniente de gobernador, tambin lo hizo
en representacin de Francisco de
Pizarro, este trascendental hecho habra
quedado certificado legalmente por

18
Los Diaguitas: Historia delos pueblos delos Valles
Transversales, Tesis para acceder al grado de
Doctor del autor, leda y aprobada en la
Universidad de Salamanca Espaa, diciembre de
1998.
19
Tericamente habr historia en cuanto existan
documentos escritos que as li avalen, y como ha
planteado Itallo Merello en su Historia del
Derecho, no se es historia solo por ser pasado
se es en cuanto al valor del hecho para la marcha
de las sociedades. Tambin agregar que
jurdicamente en ese momento se redacta un
documento pblico, por parte de Luis de
Cartagena.
20
Discusiones con Oriel lvarez en el marco de
la Sociedad Chilena de Historia y Geografa,
filial Copiap, durante el ao 1999.
13
Luis de Cartagena
21
, el que actu como
escribano y notario, a la vez el hecho
fue relatado por Gernimo de Bibar,
cronista estudioso de los hechos del
conquistador Valdivia, de sus cartas de
relacin y en ms de una ocasin
acompaante de sus expediciones por
Chile, es quien nos describe as el
momento de la incorporaron de Chile a
la corona y al proceso de la conquista:
"En jueves XXVI das del mes deoctubre
del ao denuestra salud demil y quinientos
quarenta , ante un escribano del rey y de
representacin real, el general tomo
posesin en nombre de su majestad..Hizo
las diligencias queen tal caso serequerian,
diciendo en voz alta que emprenda y
emprendi y tomaba y tom posesin en
aquel valle de Copiap en nombre de su
majestad. Ese valle deindios como detoda
la gobernacin quede all en adelante tena,
y que si alguna persona o personas avia que
se lo contradixiese o defendiese, qu el se
matara con tal persona o personas".
22

Segn el historiador copiapino Carlos
Mara Sayago, producto de estos
hechos de dominio de este nuevo
territorio, se le denomino a todo la
cuenca del ro Copiap; Valle de la
Posesin. Tambin es posible mencionar
como fuentes y antecedentes para
estudiar el inicio de la historia de Chile
y el pasado copiapino, a Alonso de
Gngora y Marmolejo, al ya
nombrado Pedro Mario de Lobera,
Gonzalo Fernndez de Oviedo,
Antonio de Herrera, Diego de Ocaa,

21
Quien posteriormente ser escribano publico
del Cabildo de Santiago.
22
Bibar, 1994: 207.
Bernardo de Lizrraga, Garcilaso de la
Vega, y las cartas de Pedro de Valdivia,
entre los ms destacados.
Tenemos entonces que si analizamos
los antecedentes histricos de la toma
de posesin, ya sea desde una ptica
terica, o desde la perspectiva de la
importancia de la fijacin de hitos para
el desarrollo del proceso evolutivo de la
historia de Chile, esta habra
comenzado el jueves 26 de octubre de
1540. Por lo tanto pensamos que no es
posible atribuir este mrito a
Magallanes (1 de noviembre de 1520
d.C.), cuyo destino es otro y su paso
por Chile es efmero. Tampoco sera
posible atribuir el honor de dar inicio a
la historia chilena a la expedicin de
descubrimiento del adelantado don
Diego de Almagro, ya que este, a su
llegada a Chile en 1536, no toma
posesin de los nuevos territorios y por
lo tanto no se establecen procesos, y si
bien hay documentos, no hay escritos
legales que vinculen a Chile con el
imperio. Adems Almagro solo tiene la
intencin de reconocer pero jams de
quedarse e iniciar un proceso nuevo
dentro del contexto de la conquista de
Amrica.
El resto de la historia de Atacama no
deja de ser agitada e interesante,
bstenos decir que a pesar del
descalabro demogrfico que significo la
vuelta del Adelantado Almagro al Per,
los indgenas del valle de Copiap se
van a rebelar contra los espaoles en
1548, destruyendo el fuerte de Copiap.
En America y al calor de la conquista
14
la fundacin de las primeras ciudades
siempre fue una plaza fuerte, y esto se
aplica a Chile, y de forma ms
especfica a los primeros 10 aos de la
conquista, los tres fuertes fueron
ciudades o viceversa, Santiago 1541, La
Serena 1544 y Copiap en 1548, por
ello en la fundacin del fuerte de Juan
Bohon en 1549, debe verse el
verdadero origen urbano occidental de
la ciudad de Copiap. Sergio
Villalobos al respecto de los problemas
de los espaoles con los indgenas y sus
fundaciones ha dicho lo siguiente:
Esas experiencias ensearon a los
espaoles que la fundacin de ciudades
deba comenzar siempre por la ereccin de
un fuerte
23
. De all que el fuerte de Juan
Bohon , con su ubicacin temporal sean
los verdaderos cimientos de la ciudad,
su posterior fundacin (o re fundacin)
en 1744, es solo la ratificacin legal de
una expresin urbana que exista aun
antes de la llegada de los espaoles.
Carlos Mara Sayago, relat
profusamente el tpico del Fuerte
Copiap, entre sus notas encontramos
lo siguiente: Con tal motivo, trasladose
Bohn con alguna tropa a este Valle. Desde
luego vio que era preciso construir una
casa fortificada, capaz de contener una
regular guarnicin que pusiera a los
indgenas a raya desus depredaciones. Y
luego agrega: Al efecto eligi una planicie
situada como a tres cuartos delegua ms
arriba del Pucar y all levanto, depiedra y
barro, el cuartel, con sus correspondientes
cubos, fosos, troneras, plaza de ramas y
viviendas
24
Cuando se habla de plaza

23
Villalobos, 1993: 218.
24
Sayago, 2006: 33
de armas, cuartel y viviendas, y dado
todos los elementos enumerados se
puede pensar que estamos hablando de
los orgenes de un poblado, que al
haber sido destruido y quemado no
pudo quedar registro sobre s se
estableci un cabildo o alguna
organizacin embrionaria de tipo
urbana. La tesis del fuerte ha sido un
tanto desacreditada o ignorada, sin
razones cientficas reales para no ser
tomada en consideracin por la historia
regional y chilena.
Toda la documentacin y bibliografa
nos indica que este fuerte fue atacado
por los indgenas, en una importante
sublevacin en el norte, el lugar es
completamente destruido y quemado, y
van a matar a todos los espaoles
incluidos el capitn Juan Bohon. Al
respecto el cronista Marmolejo se
refiere a este suceso: Es un capitn
inprudenteen la seguridad y mal platico de
la guerra, lo sorprenden y los atrapan y
matan treinta y dos soldados al qual
dieron muerte tan cruel, que usando de
muchas maneras crueldades a lo ultimo lo
ahorcaron
25
. Otro de los relatos al
respecto es el del Bibar, quien describe
la destruccin y quema del Fuerte
Copiap as: Pues viendo los indios de
Copiap la venida de tantos cristianos
acordaron derebelarse y para esto enviaron
sus mensajeros al vallede Guasco, al valle
de La Serena y al valle de Limar,
avisndoles que ellos tenan noticias de
cmo venan muchos cristianos y ms de
los que haban pasado, como ellos los
haban visto y que mirasen el trabajo que

25
Gngora y Marmolejo, 1960: 88 y 89.
15
tenan con ellos, y que seapercibiesen, de
all a seis das, y que diesen en los cristianos
, e los matasen a todos e quemasen
26
.
Posteriormente la sublevacin
comenzada en el valle de Copiap se
trasladara a la Ciudad Fuerte de la
Serena la cual tambin ser destruida.
No eran nuestros ancestros el pueblo
manso al conquistador como se nos ha
querido hacer pensar, los hechos de los
fuertes de Copiap y La Serena fue algo
ms que una revuelta era la reaccin de
un pueblo talentoso creativo y defensor
de sus prerrogativas.
As se configuran las primeras horas de
la conquista en el siglo XVI, con un
marcado protagonismo de nuestro
territorio, no solo por ser la entrada de
los espaoles, sino por la defensa del
territorio, por el sacrificio de sus gentes
y por haber resistido todo el embate
que no era solo el del conquistador,
sino que de todo el poderoso
expansionismo mercantilista europeo.

FUENTES
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Cronistas eHistoriadores sobrela travesa
de los Andes realizada por la Hueste de
Almagro durante la jornada de Chile. En:
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26
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16
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Copiap, Ed. Francisco de Aguirre,
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Santiago, 1993.
17
BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
N 1, ao 2010, pp. 17-23, Copiap




CHILE, UNA VOLUNTAD DE SER



+Gaspar Quintana J., CMF
27



Introduccin

La noche del 27 de febrero de este ao
fue pavorosa. Una parte importante del
Valle Central de Chile fue sacudida
larga y violentamente. Se nos vino a la
mente lo escrito por el poeta latino
Sneca sobre el terremoto de Pompeya:
hacia qu refugio, hacia qu ayuda
volveremos nuestras miradas si es la tierra
misma la queamenaza ruina, si la queantes
nos protega y sostena ahora se abre a
nuestros pies, tierra sobre la queel hombre
ha levantado sus edificios y que, al decir de
algunos, es el fundamento del mundo?
28


El contraste entre una festiva
conmemoracin del Bicentenario de
nuestra Independencia, y los desastres
del terremoto y tsunami en el ocano
no siempre Pacfico nos desconcertaron.

Por lo dems, dando un vistazo
panormico a la historia del pas hay
campo para un fuerte contraste. Por un
lado, Chile, como parte de Amrica
Latina, representa una experiencia
original por este doble carcter de una
ruptura que fue revolucionaria e

27
Obispo de la dicesis de Copiap, Chile
28
SENECA Lucio Anneo, Los ocho libros de
cuestiones naturales, Espasa-Calpe, Buenos Aires
1948, traduccin de J.L. Izquierdo Hernndez,
pp. 141-145.
independentista a la vez: las repblicas se
formaron en contra deEspaa, no en contra
de una Iglesia identificada con la
monarqua catlica como en Francia. Las
revoluciones deindependencia entre1808 y
1826 fueron revoluciones polticas que
transitaron de una legitimidad religiosa a
una jurdica sin expulsar la religin del
Estado.
29
Por otro, aparece lo que
agudamente Benjamn Subercaseaux
pensaba de Chile como una loca
geografa, escribiendo: contrariamentea
otros pases, posee una geografa que supera
el sentimiento nacional del pueblo que lo
habita.
30
. Es posible que esta locura
de muchos y variados terremotos y
tsunamis en su historia, tenga una
doble cara. Por un lado son fenmenos
de una naturaleza sorpresiva e
inmanejable, y por otro vienen a ser
casi una experiencia csmica pascual,
por usar el lenguaje cristiano. All ha
habido de todo: muerte, transfiguracin
y un tipo de resurreccin no imaginada.


Los Porfiados Hechos

La historia de Chile, en sus diversas
etapas de Descubrimiento, Conquista,
Colonia y Repblica, ha sido no slo
un proceso sociopoltico y cultural, sino

29
SERRANO S., Quhacer con Dios en la
Repblica? Poltica y secularizacin en Chile(1845-
1885), Fondo de Cultura Econmica, Chile 2005.
30
SUBERCASEAUX B., Chileo una loca geografa,
Editorial Universitaria, Santiago, mayo 2005.
18
que adems lleva incluida una
dimensin, digamos, geogrficamente
cuasiapocalptica. Esto han sido los
muchos movimientos violentos de
tierra y de agua ocenica sin control en
los 4.500 kms. de longitud de su costa.

Una mirada rpida a esta dimensin
ssmica de su proceso histrico nos
muestra a Chile con la siguiente
estadstica:
siglo XVI: 2 terremotos,
siglo XVII: 9 terremotos, 1 temblor,
3 tsunamis
siglo XVIII: 4 terremotos, 3
temblores,
siglo XIX: 15 terremotos, 17
temblores, 8 tsunamis
31

siglo XX: 10 terremotos, 57
temblores, 9 tsunamis,
32

siglo XXI: 2 terremotos, 3
temblores, 2 tsunamis.

Optamos por limitarnos slo a algunos
fenmenos ssmicos o martimos ms
significativos de los aos abarcados por
el Bicentenario, a saber, los terremotos
de 1822, el de Valparaso en 1906, el de
Chilln en 1939, el cataclismo de
Valdivia en 1960, y el reciente
terremoto y tsunami del 27 de febrero
de 2010.


Terremoto de 1822

31
Se trata de los sismos de La Serena (1 de enero
de 1801), de los terremotos de Copiap (3, 4 y 11
de abril de 1819 con tsunami mayor), del
terremoto del 5 de noviembre de 1822,
32
Nos referimos a los sismos en el Norte Chico
del 19 de marzo de 1904, de Rancagua el 26 de
octubre de 1905, el terremoto del 16 de agosto de
1906 con tsunami, el sismo del Norte el 24 de
diciembre de 1906, el sismo de Valdivia en 13 de
noviembre de 1907, y de Santiago el 28 de abril
de 1909, el sismo de Copiap el 7 de junio de
1909,
Gobernaba Bernardo OHiggins como
Director Supremo cuando el 19 de
noviembre de 1822, pasadas las diez de
la noche, la fuerza de la tierra se abati
sobre Chile entre Illapel por el norte y
Chilo en el sur del pas. Resultaron no
menos de doscientas vctimas fatales y
otros tantos heridos. Dur tres minutos
y medio, pero registr una
prolongacin de 170 rplicas menores
en los das subsiguientes.

Como dato curioso se constata que
OHiggins escap milagrosamente de
morir aplastado por los escombros del
Palacio de Gobierno de Valparaso: fue
sacado a rastras cuando el edificio se
derrumbaba. Esa vez hubo una gran
marejada que destruy la baha de
Quintero, inhabilitndola como puerto
por largo tiempo.

En la prensa de la poca hubo un
apasionado debate: entre Camilo
Henrquez, religioso camiliano, lder
independentista y el dominico fray
Tadeo Silva, sobre las manifestaciones
de fe de la gente que, con temor
practica sangrientas penitencias.
Henrquez cita bases cientficas para
explicar el origen natural de estos
fenmenos. El dominico juzg los
argumentos de Henrquez como
impos y blasfemos y as pona en duda
la calidad de su fe.
Personajes famosos de la poca como
Marta Graham,
33
Charles Darwin,
Ignacio Domeyko y Pedro Amado
Pissis, estudiaron este fenmeno de los
sismos en Chile, como un lugar

33
GRAHAM M., Diario deuna residencia en Chile
en el ao 1822. Traducido y editado por Mara
Ester Martnez y Javiera Palma. Edit. Norma,
2005, 267 pp.
19
privilegiado para estudiar la alta tasa
de actividad volcnica del pas.
34


Darwin, escribe a su hermana Carolina,
en 1835, despus de ver los efectos de
un gran sismo: el suelo est atravesado
por grietas, las rocas slidas parecen
temblar, slidos contrafuertes deentreseis
y diez pies estn rotos en pequeos
fragmentos. Estoy muy contento dehaber
llegado a Concepcin poco despus (del
terremoto): es uno de los espectculos ms
interesantes quehe visto desde que sal de
Inglaterra.
35


Terremoto de Valparaso en 1906
Este gran sismo sucedi el jueves 16 de
agosto de 1906 a las 19:48 hora local con
su epicentro en la Regin de
Valparaso, con una magnitud de 7,9
en la escala de Richter, aunque sabemos
que para esa fecha no exista esta escala.
Qued destruida toda la ciudad y los
testigos cuentan de la gran destruccin
y el espanto de los atrapados en los
escombros.

Las autoridades, bajo el gobierno del
Presidente Germn Riesco Errzuriz, se
organizaron rpidamente para socorrer
a los damnificados, siendo importante
la dura labor del mdico Jos Gross,
para contrarrestar los efectos de las
plagas y epidemias que surgen tras un
terremoto. Ese ao se crea el Servicio
Sismolgico de Chile, el cual tuvo como
primer director al francs Fernand de
Monteses de Vallare.

Esta catstrofe fue ocasin de que
hubiera pillajes y saqueos, lo que
motiv una ley de fusilamiento para
quien fuera hallado realizando dichos

34
Cf. MUSEO HISTORICO NACIONAL,
Terremotos, p. 13,
35
Cf. MUSEO HISTORICO, p. 9.
actos. El sismo dej un saldo de 3.000
muertos.

Terremoto de Chilln en 1939.
Era Presidente de la Repblica don
Pedro Aguirre Cerda cuando el martes
24 de enero de 1939, vino un muy
fuerte terremoto, a las 23,32 hrs. con
una magnitud de 8, 3 MW y a una
profundidad de 60 kits. Afect a las
Provincias de Talca, Linares, Maule,
uble, Concepcin y Bobo. Hubo
30.000 muertos segn cifras de prensa,
pero segn cifras oficiales fueron 5.648
los que perdieron su vida en este
terremoto. 3.500 viviendas fueron
destruidas por la fuerza del
movimiento telrico.

Tres minutos ms tarde, la ciudad de
Concepcin fue sacudida violentamente
por la misma fuerza ssmica. Casi todas
las edificaciones, alrededor de un 95%
de las casas, fueron totalmente
destruidas.

Terremoto de Valdivia en 1960
El 21 de Mayo de 1960 a las 6:02 de la
maana un fuerte temblor 7.5 escala de
Richter, sacudi a la zona central del
pas con epicentro cerca de Concepcin,
en el sur. Gobernaba el pas don Jorge
Alessandri Rodrguez. Era la actividad
ssmica ms intensa que haya habido en
Chile en la poca moderna y en el
planeta.

En este mismo da y al da siguiente se
sucedieron numerosas rplicas
alcanzando las ms fuertes las
magnitudes de 6.5, 7.5, 7.8 y 7.5 Richter
respectivamente. El domingo 22 de
Mayo a las 3:10:48 PM se produjo un
terremoto de magnitud 7.5 con
epicentro cerca de Chilo.

20
Las circunstancias obligaron a las
autoridades y tcnicos a realizar la obra
de ingeniera de emergencia ms
grande efectuada en Chile, abriendo un
canal de evacuacin del lago Riihue.
As se evit as la inundacin de
Valdivia y de los pueblos aledaos.
36


Varios terremotos afectaron a diez
provincias del Valle Central, en una
regin de ms de 600 Kish. de longitud
habitada por dos y medio millones de
personas. Fueron daadas 450 mil
viviendas, el 10% de las cuales
quedaron irremediablemente perdidas.

Murieron unas 2.000 personas
principalmente por el tsunami, y
resultando 3.000 heridas y 2.000.000 de
personas perdieron su hogar. Las
prdidas materiales alcanzaron una
suma superior a 500 millones de
dlares de la poca.

Vale la pena citar al poeta Premio
Nobel Pablo Neruda, que, impactado
por esta tragedia, expres lo que fue
para l ese cataclismo y tsunami casi de
fantasa: Dios mo, toc la campana la
lengua del antepasado en mi boca, tra vez el
caballo iracundo patea el planeta y escogela
patria delgada, la orilla del pramo andino,
la tierra que dio en su angostura la uva
celestey el cobre absoluto
37
.

Terremoto y tsunami de 2010.
Eran las 3:32 de la noche del 27 de
febrero cuando un fortsimo y largo
terremoto con tsunami incluido golpe
una parte importante de Chile. Su

36
Los tsunamis se produjeron tambin, a
consecuencia de este terremoto, en lugares tan
distantes como las Islas Hawai (61 muertes y
U$75 millones en daos), Japn (138 muertes y
daos por U$ 50 millones) y Filipinas (32
muertes y desaparecimientos).
37
NERUDA P., La barcarola, en Terremoto en
Chile,
intensidad fue de 8,8 en escala Richter y
9 en Mercalli, con epicentro a 63 Kish al
sur de Cauquenes, en el Valle Central
del pas. En el final del mandato
presidencial de Michelle Bachelet la
tierra y el mar causaron un estupor tal
como no haba habido desde el
cataclismo de Valdivia en 1960.

Este sismo reciente est entre los 5 ms
grandes registrados en el mundo, con
tal potencia que la zona de impacto fue
de entre 300 a 500 Kish, con tsunamis
en las costas de la Regin del Maule y
en Bobo.

El nmero de muertos o desaparecidos
fue de aproximadamente 521. Los
daos en el aeropuerto nacional e
internacional de Santiago y en muchos
puentes y autopistas del pas
deterioraron las comunicaciones,
aislando al pas del resto del mundo y
dificultando as la colaboracin
solidaria de otras naciones.

Esta tragedia nos trajo tantas lecciones:
por una parte, una inmensa solidaridad
de la ciudadana y de gobiernos de
muchos pases. Pero por otra dej a la
vista la frgil condicin de decisiones
equivocadas o no asumidas a tiempo, o
el descontrol provocado por el sismo
que abri la puerta a un vergonzoso
saqueo, fruto tal vez, de cierta barbarie
ciudadana, del apremio o la
desesperacin?

Un conmovedor signo de unin
solidaria ante el dolor y las ruinas: fue
la improvisada Teletn nacional que
uni a todos los sectores sociales de
Chile como familia, logrando una
recoleccin de ms de 60 millones de
dlares en 28 horas.


21
Chile, la Pasin de Sobrevivir

Puestos a reflexionar sobre esta
realidad de tanto riesgo y que ha sido
frecuente en la historia de Chile, cabe
hacer algunas reflexiones.

1.- Gabriela Mistral, Premio Nobel 1945,
con la clarividencia propia de los
artistas, aporta un rasgo de fina
antropologa cuando afirma: En una
seriede frases apelativas denuestros pases,
podra decirse: Brasil, o el cuerno de la
abundancia; Argentina, o la convivencia
universal, Chile, o la voluntad de ser. Esta
voluntad terca de existir ha tenido a veces
aspectos de violencia y a algunos se les
antoja desmedida para cinco millones de
hombres.
38


Captamos esta voluntad de ser cuando
comprobamos la obstinacin del
chileno por levantar a su pas cado o
desplomado, y su tozudez en buscar un
futuro de vida plena cuando se asoma
la muerte.

2.- En el mundo del catolicismo popular
de la poca, pastores y fieles, han
vivido este fenmeno, ms antes que
ahora, con una perspectiva religiosa, a
pesar del ambiente sociopoltico y
laicista tan propio, por ej., del siglo XIX.
Dos casos de muestra. Uno, que los
terremotos fueran vistos como una
prueba o castigo del cielo: es Dios quien
pone estos escollos en el camino de los
pueblos.
39
Otro, que fueran ocasin
para una lectura poltica coyuntural. Es
el caso del Obispo de Santiago, Jos
Rodrguez Zorrilla, all por 1820, quien,
desde el plpito de la Catedral lee un
fuerte sismo segn sus ideas cuando
dice: Dios nos ha castigado porque este
mal hombre (el Director Supremo Bernardo

38
MISTRAL G., Recados, ibid.
39
MUSEO HISTORICO ..., p. 13.
OHiggins) nos gobierna y este terremoto
es el resultado de su autoridad.
40


El habla popular, desde una visin
religiosa de estos fenmenos, ha
mezclado en otros tiempos lo humano y
lo divino, expresndolos a su modo. Un
ejemplo: cuando detalla que el sismo ha
durado el rezo detres credos.
41


3.- En el nivel eclesial se constata un
hecho: los dolorosos acontecimientos que
afectaron a la Iglesia de Chile en la
Independencia, y las disputas en los
claustros, no lograron debilitar en el pueblo
y en la aristocracia la fe propia de la
religiosidad de aquel tiempo.
42
En este
tipo de adversidades el catolicismo
popular recurre al Seor de Dolores, a
Mara Madre compasiva, a los santos y
patronos de ciudades, asociaciones y
gremios
43
a quienes se venera con
procesiones y mandas, o construyendo
templos y capillas.

4.- Hoy la actitud religiosa tiene una
perspectiva ms amplia y secular. Por
un lado, hay que partir de un hecho
constatado por los datos cientficos:
Chile est situado frente a la placa de
Nazca y sobre el cinturn de fuego del
Pacfico, lo que hace de los movimientos
telricos una realidad inherente a la
realidad de cada habitante deesta tierra.
44

Por otro, est claro que los gobernantes
y el pueblo asumen las lecciones que
dan el sufrimiento y la muerte, la
destruccin o el deterioro de obras e
iniciativas de largo aliento, en forma

40
MUSEO HISTORICO p. 14.
41
MUSEO HISTORICO NACIONAL, ibdem.
42
ARANEDA BRAVO, F., LA historia dela Iglesia
en Chile, Ediciones Paulinas, Santiago, p. 395.
43
Cf. Documento de Puebla, n. 444; Documento
de Aparecida,
44
Cf. DE VOS E., BARBARA, en Terremotos en
Chile, Publicaciones del Archivo Histrico
Nacional, Presentacin.
22
realista y planificada de acuerdo a
prioridades y recursos.

Es un hecho palpable que, en el plano
social y material las autoridades junto
con el sacrificado trabajo de la
poblacin se han de organizar para la
reconstruccin de las ciudades,
puertos, de sus escuelas y templos, el
reinicio de faenas en minas o industrias.

5.- Qu lecciones hemos de aprender
humildemente a raz de los terremotos
y tsunamis de este ao? Se pueden
indicar algunas: a) la importancia de
detectar con rapidez el fenmeno
ssmico y de educar a la poblacin para
reaccionar donde quiera que est. b) La
necesidad de mejorar las redes sociales
y comunitarias para que constituyan un
tejido de comunicaciones y
cooperacin. En la larga geografa de
Chile los sismos fcilmente crean un
aislamiento de las localidades
afectadas. c) La rpida y efectiva
respuesta que deben ofrecer las
instituciones. El sismo produjo en la
ciudadana un deterioro moral por la
tarda respuesta de las autoridades,
causando caos, situaciones de saqueos
de centros comerciales, y legitimacin
del pillaje por el miedo a quedar sin
agua, alimentos y otros productos
bsicos.
45



Una Lectura desde la Fe: la
Reconstruccin desde Cristo.

La historia de terremotos y tsunamis en
Chile es larga y dolorosa, pero los que
sucedieron a principios de este ao, a
pocos das de un cambio de gobierno,
han tenido un impacto poltico especial.

45
MORRS R., El impacto social, poltico y
econmico del terremoto en Chile, Universia
Knowledge Wharton, 22 de marzo 2010. ,
En efecto han sido ocasin para una
larga y profunda meditacin nacional
cuando nos preparbamos para la
celebracin del Bicentenario.

Qu pensar, qu aprender, qu hacer
de cara al futuro, cuando nos damos
cuenta de que somos un pueblo quese ha
remecido y que queda tembloroso por un
tiempo. La prdida de vidas humanas y de
bienes, la vivencia de una situacin lmite
al extremo, provocan heridas queno sanan
rpido?
46


Hay aspectos que pueden ser clave de
lectura de las ruinas y el dolor, y
adems un poderoso impulso para la
reconstruccin nacional.

1.- Los efectos del dolor y mal,
provenientes de calamidades naturales,
han de ayudar a nuestro pueblo a
interpretar su propia historia de gozos
y dolores con una aceptacin realista
de nuestra configuracin terrestre.

2.- El designio salvador de Dios, desde
las catstrofes de la vida, nos muestra
lo frgil de nuestra condicin, segn
aquello del probado Job: desnudo sal
del vientre demi madre, y desnudo tornar
a l. El Seor me lo dio, el Seor me lo
quit. Bendito sea el nombredel Seor.
47

Pero adems, Jess mismo nos ilumina
la mirada: si Dios viste as a la hierba
quehoy est en el campo y maana seecha
al fuego, cunto ms har por Uds.,
hombres de poca fe?
48
El apstol Pablo
hace su aporte: Dios haceconcurrir todas
las cosas para el bien delos quelo aman,
49

con una lectura del misterio del mal a

46
CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE, Rev.
Servicio, N 297, p. 3.
47
Cf. Job 1, 21 y ss.
48
Cf. Lc 12, 28.
49
Rom 8, 28.
23
la luz del amor infinito de Dios que nos
ofrece su Hijo muerto en cruz.
50


3.- Adems, desde una mirada de fe, se
puede afirmar que: estamos ante una
catstrofe, pero tambin ante uno de esos
momentos de la vida en que se decide un
rumbo definitivo. Chile? Qu es?
Quin? Chile es un pas que puede
convertir una catstrofe en un
acontecimiento de amor masivo y
profundoLos terremotos de Chile son
nuestro sino, pero nuestra vocacin es la
solidaridad.
51


4.- Con esta ocasin los Obispos han
dirigido a la comunidad nacional un
estimulante mensaje: Esta tragedia
natural nos ha puesto como frente al espejo
de lo que realmente somos: con nuestras
virtudes y debilidades. Por esto nos parece
importante que sigamos reflexionando y
actuando segn los valores ms profundos
denuestra identidad como pas, aquello que
el Cardenal Silva Henrquez llam el alma
deChile.
52


5.- Para el tiempo del Bicentenario la
Iglesia nos ha propuesto una tarea
Chile: una mesa para todos. Mirando el
futuro de la Patria nos dice: invitamos a
las nuevas autoridades a hacer de sus
importantes responsabilidades un servicio,
a poner a las personas en el centro de las
polticas pblicas y a cuidar, de un modo
preferente, a los ms pobres y vulnerables a
los grupos ms desprotegidos de la
poblacin, as como a la clase media

50
Cf. MEDINA E. J., Cardenal, Reflexiones sobreel
terremoto, Revista Servicio N297, marzo 2010,
p.9.
51
COSTADOAT J., Es responsableDios deeste
terremoto?, en la Revista Catlica, ao CX, N1165,
p.
52
CECh, Carta Pastoral Reconstruir desdeCristo
la mesa para todos. Mensajea las comunidades, 99a
Asamblea Plenaria de la CECH, 2010, n. 3.
constantemente golpeada en tiempos de
crisis.
53



Conclusin

El abrazo de la Presidenta Michele
Bachelet con el nuevo Presidente
Sebastin Piera la noche de la Teletn,
mostraron al gobierno y la oposicin
unidos en la decisin de llegar a ser el
signo del fin de una poca y el de un
comienzo de otray ello marc la
posibilidad deavanzar decididamente hacia
la unidad nacional
54
. Este ao del
Bicentenario un hermoso signo de vida
recorre el pas. La imagen de Nuestra
Seora del Carmen, Protectora de la
nacin, visita al pueblo chileno, como
Madre del Consuelo. La idea es que
todo Chile se ponga de pie, desde las
ruinas y siga al Seor de la historia para
recibir la vida abundante que l nos
ofrece. (NJ 10,10).


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cuestiones naturales, Espasa-Calpe, Buenos
Aires 1948, traduccin de J.L. Izquierdo
Hernndez



53
CECh, Carta Pastoral, Reconstrur., n., 9.
54
GARCIA HUIDOBRO J.-HERRERA H.-
MANSUY D., 8.8: Escombros en el Bicentenario,
2010, p. 170.
24
25
BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
N 1, ao 2010, pp. 25-42, Copiap




ETNOGENESIS E IDENTIDAD CULTURAL ENTRE LOS GRUPOS
COLLA DE LA CORDILLERA DE ATACAMA



Daniel Quiroz L.
55
y Yuri Jeria M.
56




La Ley 19253 [denominada Ley
Indgena], que crea la Corporacin
Nacional de Desarrollo Indgena
[CONADI], reconoce en su artculo 1 la
existencia en nuestro pas de ocho
etnias: mapuche, aimara, rapanui,
atacamea, quechua, colla, kawashkar y
yamana.

La presencia del grupo colla como una
de las etnias chilenas se constituy en
una verdadera sorpresa, no slo para
las personas comunes y corrientes
sino tambin para los especialistas,
historiadores y antroplogos. En la
erudita obra de Larran [1987] no son
siquiera mencionados. Tampoco
aparecen en los diversos textos de
estudio elaborados para la Enseanza
Bsica y Media en el pas.

Los primeros datos antropolgicos que
tenemos sobre los colla chilenos
provienen de un texto que va a
constituirse en un punto de partida y en

55
Antroplogo Social, Magster en Arqueologa
y Doctor en Historia, Universidad de Chile.
Centro de Documentacin de Bienes
Patrimoniales, DIBAM.
56
Antroplogo Social. Magster en Pedagoga.
Museo Regional de Atacama, Copiap, DIBAM.
una fuente de antecedentes: la Memoria
de Ttulo para Profesor de Estado en
Castellano elaborada por C. Rojas
[1976] en torno al mundo mgico de
los colla, basado principalmente en
entrevistas sostenidas con Doa
Damiana Jernimo. La informacin
proporcionada por Rojas es la primera
aproximacin sistemtica al
conocimiento de los denominados
regionalmente como collas. Este texto
proporciona, sin duda, una mirada
extica a costumbres y ceremonias
ajenas, que despiertan comprensin y
simpata.

Entre los aos 1993 y 1995 la Direccin
de Bibliotecas, Archivos y Museos
financi un proyecto de investigacin
que buscaba obtener algunos datos
sobre las adaptaciones de las
poblaciones que vivan dispersas en
valles, quebradas y aguadas de las
cordilleras atacameas [Castillo,
Cervellino & Quiroz 1994, Cervellino,
Castillo & Quiroz 1995, Cervellino &
Castillo 1996]. En el transcurso de ese
proyecto obtuvimos una serie de datos
sobre los procesos de construccin
tnica que estaban experimentando los
grupos denominados colla a comienzos
de la dcada de los 90.

Entre los materiales que reunimos se
encuentran tres entrevistas realizadas
26
entre los das 29 de septiembre y 1 de
octubre de 1992 en las cordilleras
copiapinas, con Esteban Ramos en
Montandn, con Zoilo Jernimo en
Potrerillos y con Pedro Jernimo en la
quebrada El Jardn.

En este trabajo queremos realizar, a
partir de esas entrevistas, y usando otro
tipo de informacin [recortes de diarios
y algunos textos collas] una reflexin
sobre lo que podemos denominar el
proceso de construccin tnica colla y
presentar una mirada sobre la llamada
identidad colla, considerando que
fuimos, de una u otra manera, testigos
privilegiados de este proceso.


QUIENES SON LOS COLLA?

En la pgina WEB de la CONADI, se
dice que los colla constituyen una
etnia surgida de una mixtura de
pueblos que, provenientes
originariamente de Bolivia, ocuparon
las provincias del noroeste de
Argentina para desplazarse durante los
siglos XV y XVI entre las dos laderas
cordilleranas[Conadi 2001]. De
acuerdo a los datos que se posee,
considerando que no hay cifras claras,
se habla de 1000 [Serplac-Atacama
2003] colla, viviendo en distintas
localidades principalmente urbanas
pero tambin rurales de la regin de
Atacama [Conadi 2001].

La definicin oficial de colla recoge
las investigaciones que se han hecho en
nuestro pas sobre el tema hasta la
fecha. La mayora de los textos
publicados concuerdan en que los hoy
denominados colla son descendientes
de familias que emigraron del noroeste
argentino a fines del siglo XIX o a
comienzos del siglo XX: un grupo de
familias procedentes de Argentina
[zonas de Beln, Tinogasta, otras] y del
sur de Bolivia, se instalan en la
Quebrada del Jardn, entre los centros
mineros de Potrerillos y El Salvador.
Son los autodenominados collas, que
hoy suman mas de 60 familias.
[Cervellino, 2001; cf. Castillo,
Cervellino & Quiroz 1994, Cassssigoli &
Rodrguez 1995, Manrquez & Martnez
1995, Molina & Correa 1996, 1997,
Gahona 2000].

En una pgina WEB denominada
www.serindigena.cl, desarrollada por
el rea de Culturas Originarias de la
Divisin de Cultura del Ministerio de
Educacin, se entrega una definicin
limpia del ser kolla:

El pueblo Kolla habita en la zona nortede
Chile. En aguadas y quebradas de la
cordillera de la provincia de Chaaral
[Regin de Atacama], entrelas ciudades de
Potrerillos, El Salvador, Diego deAlmagro
y Copiap. Los kollas habran ingresado a
Chile en dos perodos: primero, hacia la
etapa final del imperio de Tiwanaku, en el
siglo X; una segunda migracin se produce
desdeel noresteargentino y coincide con la
Guerra del Pacfico, a fines del siglo XIX.
Llegaron en su mayora de Tinogasta y
Fiambala, con un mayor ritmo migratorio
entre1880 y 1890.

En la actualidad, el territorio ocupado por
este pueblo comprende la precordillera y
Cordillera de los Andes, y parte del
altiplano de las provincias de Chaaral y
Copiap en la III Regin. Sus deslindes ms
importantes son: la Quebrada de la
Encantada por el norte y el ro Copiap por
el sur, rea en la cual su hbitat
transhumante se desplaza entrelos 2.000 y
4.000 metros dealtura.

Las fiestas y rituales kollas se realizan al
interior de la cultura y los matrimonios slo
27
se producen entre ellos. El mundo espiritual
kolla es semejante al de los aymaras. Sus
creencias principales ancestrales dicen
relacin con la Pachamama, madre tierra,
generadora de vida y ordenadora de la vida
de los hombres. Ella sabe cundo, cmo y
por qu deben suceder las cosas. Las
ceremonias son realizadas por un yatiri,
persona sabia que ha sido elegida por las
fuerzas espirituales, eleccin que se le ha
dado a conocer en un sueo, para curar
enfermedades, realizar rogativas y
ceremonias. Los rituales se realizan de
preferencia en los cerros, en los lugares ms
altos. Sepidepor el sustento y el bienestar
de la comunidad. Las fechas de
conmemoraciones kollas son relacionadas
con los ciclos agropastoril, como las fiestas
del ao nuevo indgena a fines de junio.
[Mineduc 2001].

Este texto constituye una sntesis que
representa el producto de una dcada
de construccin tnica colla.

En el primer prrafo se construye un
puente entre las actuales poblaciones
que viven en las cordilleras de
Atacama, descendientes de migrantes
trasandinos con algo ms de cien aos
de presencia en la zona, con
poblaciones arqueolgicas que habran
llegado hace ms de mil aos. Este lazo,
evidentemente no puede ser
comprobado arqueolgicamente, pero,
en este proceso, tampoco tiene
importancia.

En el segundo prrafo, se define un
territorio continuo, con fronteras
claramente establecidas, cuestin bsica
en el reconocimiento contemporneo de
las entidades tnicas, que permite
desarrollar de manera efectiva un
proceso de reclamo de tierras.

En el tercer prrafo, se elabora una
cosmovisin, relacionndola, con algo
ms conocido, el mundo espiritual
aymara, desconociendo los aportes del
mestizaje europeo. La frase los
matrimonios slo se producen entre
ellos permite relacionar las
comunidades colla con grupos de
parentesco y con ello se puede cerrar el
crculo.

Podemos comparar esta definicin con
la que se ha construido para los collas
argentinos [si se puede hablar de esta
manera]:

El particular proceso quesufre el noroeste
argentino hace que esta cultura colla no sea
estrictamenteindgena sino mestiza, lo cual
de todas maneras nos permiteubicarla en el
campo aborigen, no slo por su historia
cultural sino por su insercin en el contexto
regional y nacional. Los Collas comienzan
as a diferenciarse del resto del Noroeste
mestizo concentrndose en asentamientos
dispersos en la zona de la Puna, la quebrada
de Humahuaca y parte de los Valles
Calchaques.

Sin embargo, los collas son los autnticos
portadores de la tradicional forma de vida
andina, a travs del mantenimiento de
muchos patrones culturales como la
economa pastoril de altura, y agrcola de
papa y maz; La recoleccin dealgarroba y
sal; la construccin de viviendas; la
medicina tradicional y las tcnicas de
adivinacin; los instrumentos musicales
erques, quenas, pinkullo, sikus y cajas; el
culto a la madre tierra e innumerables
creencias, rituales y practicas sociales; la
religiosidad ancestral, en fin, que lejos de
ser dominada por la nueva religin oficial,
ha coexistido con ella, en una nueva forma
que ha sido redefinida como religiosidad
popular [Rumbojujuy 2001].

Los estudios realizados en Argentina
responden a modos diversos de ver la
existencia colla, a estilos diferentes de
28
interpretacin de los datos. Segn
ENDEPA [2000] los colla que viven en
Argentina, puneos y sus
descendientes, algunos quebradeos y
toda otra poblacin de origen quechua-
aymara, seran alrededor de 170.000
personas.

Por una parte tenemos aquellos
estudios que ven a los colla como una
nueva etnia, sntesis de diaguitas y
omaguacas definitivamente diluidos,
de apatamas y grupos de origen
quechua y aimar procedentes de
Bolivia, son, entonces, la etnia
heredera de los habitantes originarios
del Noroeste, consolidados durante
todo el siglo XIX [Frites, 1971]
57
.
Resulta curioso como se desconoce el
aporte europeo en este mestizaje: los
colla son, finalmente, parte de la masa
mestiza no integrada en los centros
urbanos, aquellos que viven en los
cerros [Frites 1971].

Por otra parte estn esos estudios que
cuestionan la continuidad de la cultura
colla con las culturas quechuas y
aymara y con ello el carcter andino de
su cultura, remarcando su carcter
mestizo indgena europeo [Isla 1992,
Lozano, 2000].


ETNOGENESIS COLLA

La palabra etnognesis, como muchas
otras usadas en antropologa y en otras
disciplinas, es un trmino griego que
combina ethnos, que significa los otros
pueblos, con gnesis, desarrollo. El

57
E. Frites, un colla argentino, seala que sus
antepasados vivan en un extenso territorio en el
noroeste argentino, habitado en el siglo XVI por
los apatama, omaguaca y diaguitas, los que
mezclados habran originado a los collas [1971:
375-376].
trmino etnognesis se usa, entonces,
para hablar de los orgenes de los
pueblos, especialmente los pueblos
distintos al nuestro
58
.

La etnognesis puede ser entendida
como la formacin gradual de una
comunidad autnoma, diferenciada de
otras, pero relacionada con ellas
[Roosens 1989]. La formacin en la
poblacin de un sentido de
autoreconocimiento se considera,
predominantemente, la base de este
proceso. Estos procesos de etnognesis
implican necesariamente una
reafirmacin tnica mediante la
reapropiacin y reinvencin cultural.

La etnicidad, este sentido de
autoreconocimiento, es un producto del
contacto intercultural, que a su vez
estructura la interaccin de dicho
contacto, mediante la seleccin de
determinados emblemas de contraste
frente a otros [Dietz 1999]. Como lo
seala Bourdieu [1991: 231], lo propio
de la lgica de lo simblico es
transformar en diferencias absolutas, de
todo o nada, las diferencias
infinitesimales. La etnicidad es un
aspecto de las relaciones sociales entre
agentes que se consideran a s mismos
como culturalmente distintos de otros
grupos con los que tienen un mnimo
de interacciones regulares [Eriksen
1993: 12].

Estas diferencias absolutas, rutinizadas,
se concierten en un recurso de
identidad para delimitar un nosotros y
otros e impulsar procesos de
etnognesis: lo que antes haba sido
praxis rutinaria, ahora se vuelve para

58
R. Williams [1976: 19] seala que ethnos,
significaba originalmente en griego, pagano, y
era usado para referirse a los que no eran
griegos
29
de una explcita poltica de identidad
[Dietz 1999]. De este modo se construye
una identidad cultural mediante un
complejo proceso de etnognesis.


DEL CLUB DE HUASOS DE
POTRERILLOS AL CENTRO
CULTURAL COLLA

Como ya se ha sealado, el problema
colla, desde una dimensin tnica, no
era tal en la dcada de los 80: la
constitucin de aymaras, atacameos y
collas como actores tnicos provistos de
una conciencia de identidad tnica y de
demandas que interpelan a la sociedad
y al Estado, representan [] una
novedad histrica [Gundermann
2000]. En la Regin de Atacama, se
usaba el trmino colla para nombrar a
las personas que vivan en los cerros,
utilizando los recursos que all se
encontraban y manejando, para
sobrevivir, el conocimiento que tenan
de la fauna, flora y de los senderos que
atravesaban las cordilleras de Atacama.

Zoilo Jernimo, uno de los lderes en
los 90 del movimiento por el
reconocimiento de los colla como grupo
tnico, sealaba refirindose a uno de
sus integrantes: l es colla, claro, la mam
con todos sus recursos, vivi como tal en el
cerro, ah tiene las bases [Zoilo Jernimo
1993].

Incluso el trmino vivir como tal hace
referencia a un estilo de vida especfico:
nos recuerda que es ms importante
vivir como colla que ser colla [No
podemos dejar de mencionar que el
trmino colla tambin se usaba para
designar a los habitantes de Potrerillos
en un contexto ms regional].

Don Esteban Ramos, nos contaba en su
casa en la Estacin de Ferrocarriles de
Montandn, cerca de Potrerillos, a fines
del mes de septiembre de 1993:

Sabe, yo no entiendo eso, esa palabra colla,
de donde viene, ac, en estelugar, la gente
ms antigua era chilena, boliviana,
argentina, era un conjunto defamilias que
venan deesos lugares. Yo siempre converso
as con personas, pero nadieme diceporqu.
Los del sur lellaman los huasos, los huasos
del sur, y los del norte, los nortinos, le
llaman los collas, los que viven en estos
lugares. Yo le digo siempre a la gente de
ac, a la gente dePotrerillos, colla, aunque
la familia sea del sur, pero si han nacido
ac, [Esteban Ramos, 1993].

Don Esteban Ramos ilustra su
percepcin del problema sealando que
los colla seran en el norte lo que los
huasos son en el sur. Esta afirmacin
tiene bastante ms de un sentido. El
Club de Huasos de Potrerillos es, sin
duda, uno de los principales referentes
organizacionales de las posteriormente
denominadas comunidades colla. Una
participacin importante en ese club la
tenan los hermanos Salomn y Zoilo
Jernimo:

El Salomn tiene los papeles de
personalidad jurdica delos collita, eso y el
club dehuasos es casi una sola cosa, claro,
eso s, que no se ha sacado personalidad
jurdica del club dehuasos, sacan primero
la otra, pero son los mismos no ms, la
misma gente, la gente del club de huasos.
Nosotros estamos metidos con el Salomn
en el club de huasos, para este18 hicimos lo
quepudimos no ms, convid a todos mis
familiares, porque hay que dar firmas, hay
quereunir hartas firmas, eso se hizo, para
sacar los papeles de los collita [Esteban
Ramos, 1993].

30
Para Don Esteban la homonoma
colla/ huaso corresponde a una
semejanza en el estilo de vida, en
compartir una vida en el campo. Los
colla eran crianceros: toda la gente de
antes, era pura criancera, tenan burros,
cabras, mulares, caballares, tenan cordero,
de todo, menos vacuno, de eso no, hasta
llamas tenan algunos, los Jernimo, delos
que le hablaba, arrieros, el pap era
pionero, trabajaba en las carretas y mi
mam trabajaba hacindole la comida a la
gente de las carretas, mineros, despus
empez a trabajar en la mina de Ins Chica,
en el apogeo del oro y un poco
agricultores: sembraban choclitos,
zapallos, de todo y todos se las
machucaban [Esteban Ramos, 1993,
Pedro Jernimo, 1993]. Tambin
cazaban zorros y chinchillas, guanacos
y vicuas. Ms adelante discutiremos
algunos de estos aspectos del modo de
vida colla.

Zoilo Jernimo [1993] cuando define el
ser colla, no puede dejar de sealar el
colla tiene cualquier valor, el colla es huaso,
es amaestrador decaballos, de mulares, de
todo.

La formacin de la Comisin Especial
de Pueblos Indgenas [CEPI], bajo la
presidencia de Patricio Aylwin [1990-
1994] provoc un resurgimiento de los
temas indgenas y una discusin sobre
su pertinencia en la Regin de
Atacama. Es as como a fines de la
dcada de los 80, en el seno del Club de
Huasos de Potrerillos, comienza a
surgir una inquietud entre los
hermanos Jernimo, que los lleva a
participar en los Encuentros Nacionales
de Culturas Indgenas, organizados
por la CEPI.

Esta inquietud fue promovida y
motivada mediante el apoyo prestado
por una serie de personas e
instituciones interesadas en resaltar el
carcter indgena de los colla y as
incluirlos en la Ley Indgena que iba
pronto a ser promulgada, destacndose
la accin de algunos polticos de la
zona, entre los que no podemos dejar
de mencionar al Senador Ricardo
Nez. En las entrevistas realizadas en
1993 siempre aparece el nombre de la
esposa del senador como una
instigadora del movimiento colla,
incluso apoyando el financiamiento de
la realizacin de algunas ceremonias.

Estos intereses mutuos, tanto de los
colla como del Estado chileno,
desembocar en la incorporacin de los
colla en la Ley Indgena.

Para la gente de El Salvador, Doa
Damiana Jernimo era todo un
personaje, conocido y reconocido por
todos. Su religiosidad ser el hilo que
permitir unir ciertos fragmentos
culturales, difcilmente conectados, de
otra manera [Rojas 1976]. Las
conversaciones con Doa Damiana
permiten vislumbrar la existencia
simultnea de ceremonias ligadas al
mundo andino, tales como la sealada
y la vilancha [Cervellino 1993, Gahona
2000], y de fiestas religiosas catlicas,
como la celebracin de la Virgen de la
Candelaria [Rojas 1976].

En las conversaciones que sostuvimos
con Pedro Jernimo, hermano de Doa
Damiana, tenemos algunos datos que
nos permiten contextualizar la vigencia
de estas ceremonias. Para Don Pedro
Jernimo, la Seora Damiana saba de
las ceremonias, del floreo de la
candelaria porque ella era devota, era
devota de los santitos, nosotros nunca
hemos sido evanglicos, nosotros hemos sido
de los santitos, de Nuestro Seor, de la
31
Virgen no ms. Nosotros antes florebamos,
cuando tenamos mucho ganado, les
ponamos florcitas coloradas en las orejitas.
Yo no conozco la ceremonia esa, de la
pachamama, la vilancha si, pero fue antes
denosotros, quin sabe como lo haran los
antiguos [Pedro Jernimo 1993]. Para
Don Pedro las ceremonias andinas
eran cosas de los antiguos, ellos eran
devotos de los santitos.

Zoilo Jernimo nos cuenta que todo su
inters surge cuando, hace unos doce
aos atrs, la escuela bsica de
Potrerillos, hace un trabajo para competir
a nivel regional con los valores dela raza.
Los nios comenzaron a buscar gente para
que los apoyara y me entrevistaron, me
preguntaron quin era yo, cmo haba
nacido, cmo mehaban criado, cules eran
mis alimentos, cules eran mis recursos
naturales, dedndesacbamos la plata, todo
eso figura en esetrabajo, sacamos el primer
lugar [Zoilo Jernimo, 1993]. Realizar
este trabajo le haba permitido ordenar
sus conocimientos sus recursos. Lo
mismo que le contaba a los nios, lo
contaba en los encuentros de pueblos
indgenas organizados por la CEPI.

El segundo paso fue la creacin del
Centro Cultural Colla y su legitimacin
jurdica: en Copiap estamos tramitando
la personalidad jurdica, somos 40 personas
mayores de 18 aos, claro que como raza
habemos ms de100, pero ya van a llegar,
tenemos buenos valores, buenas visiones,
por eso tenemos que juntarnos y
organizarnos, y as organizados podemos
decir varias cosas, decir lo que sentimos
[Zoilo Jernimo 1993].

El ao 1992 se organiza una sealada y
floreo del ganado, con el apoyo de
personas y organizaciones regionales.
Zoilo Jernimo ser el organizador de
las ceremonias: son actuaciones
totalmente sagradas, en el floreo est
acariciando y valorizando en forma
espiritual lo quela naturaleza y Dios le da a
uno, est aprovechando de ofrendar, la
ofrenda es muy natural, est en las
sagradas escrituras, en todas las leyes
religiosas est la ofrenda, el diezmo, se
ofrenda el mejor animal, la parte tierna, y la
otra se sirve a todos los trabajadores, son
estas ms o menos, las cosas queuno trata
de buscar [Zoilo Jernimo 1993].

El ao 1995 se reconoce legalmente la
Comunidad Indgena Colla de
Potrerillos, constituida principalmente
por la familia Jernimo-Escalante, cuyo
objetivo era realizar un trabajo de
recuperacin colectiva de las prcticas
socioculturales colla [Pao 1997]. Ese
mismo ao se constituye la Comunidad
Colla de Paipote, y en 1996 la
Comunidad Colla del Ro Jorquera,
siendo las primeras comunidades colla
inscritas en los trminos de la Ley
19.253.


LOS COLLA: HUASOS O GAUCHOS

Uno de los temas que interesa y
siempre aparece en torno a la
caracterizacin tnica de los colla, tiene
que ver con sus relaciones con los
grupos que viven en Argentina,
bastante ms numerosos.

Los colla, sobre todo los del sector de
Potrerillos, vienen, en su mayora del
noroeste argentino: mi abuelita era
argentina, sellamaba Eudosia Berazay, mi
abuelito, no s como sellamaba, era Ramos
y mi pap Jess Ramos, todos vinieron del
otro lado de la cordillera, de esa parte de
Fiambal, del lado de Tinogasta, de Palo
Blanco y ellos se vinieron por ac en
animales [Esteban Ramos, 1993]. La
familia Jernimo era del norte de
Argentina, delos valles de Salta, dePotrero
Grande, se vinieron con sus animales, hasta
32
con llamas, con ellos lleg chiquitita doa
Damiana Jernimo [Esteban Ramos
1993]. Para Zoilo Jernimo [1993], los
valores ms cototo que tenemos son de
herencia argentina.

Zoilo Jernimo, a pesar de reconocer
que muchos de los valores colla son de
herencia argentina, y que sus abuelos
vienen de Argentina, es capaz de
distinguir los colla de los cuyanos.

Tengo varios amigos Arstica, del Ro
Jorquera, tienen la misma historia nuestra,
vienen de Argentina, pero no son de la raza
coya, son razas cuyanas, son huasos ya, se
dicen huasos crianceros de animales y
mineros, hay gente con buen recurso all,
hay familias artesanales, incluso tengo
mandado a hacer unos ponchos por ah, los
hacen lindos [Zoilo Jernimo 1993].

No los considera de la misma raza,
pero hacen lo mismo que ellos, incluso
algunas cosas, los ponchos, hasta
mejores.

Don Pedro Jernimo habla de los
constantes viajes que realizaban a
Argentina, de sus parientes en Saujil,
Tinogasta, Fiambal, Palo Blanco, y de
los bienes que intercambiaban:

Usted salede aqu en la maana y llega a
medio da a Fiambal. Nosotros llevbamos
el cuero de cabra, llevbamos palas,
pomadas, mentolato, esas pomadas las
compran mucho, compraban palas chilenas
porquelas argentinas eran muy malas, eran
palas usadas no ms. Eso vendamos all y
con esa plata comprbamos los vveres,
eran muy baratos, el azcar, harina, todo
para echar a la olla, comprbamos ropita, si
la platita alcanzaba [Pedro Jernimo,
1993].

Los vnculos trasandinos son un tema
recurrente en las conversaciones sobre
el mundo colla.


LAS COMUNIDADES COLLA

Despus de la inscripcin de las
comunidades de Potrerillos y Paipote
en 1995, vinieron las de Ro Jorquera y
sus afluentes en 1996, la de Pastos
Grandes y la de Sinchi Wayra en 1998
[Gonzlez 2000]. Hasta diciembre del
ao 2001 existan cinco comunidades
legalmente inscritas: Diego de
Almagro, Sinchi Wayra, Pastos
Grandes, Comuna de Copiap y Ro
Jorquera y sus afluentes, provenientes
de tres zonas geogrficas con presencia
colla: Tierra Amarilla, Diego de
Almagro y Copiap, todas ellas con una
predominancia de asentamiento en las
zonas urbanas
59
. El ao 2002 se produjo
una divisin de la Comunidad Ro
Jorquera y sus afluentes y surgieron
dos nuevas comunidades: Wayra
Manta Tujsi y Pacha Churicay.

El principal objetivo de estas
comunidades es, sin duda, la
recuperacin de tierras y aguas [Pao
1997]. Sin embargo, la historia de cada
una de ellas es diferente [Pao 1997,
Gonzlez 1997, 2002].



59
En la comuna de Diego de Almagro los collas
se encuentran relacionados a las localidades de
Diego de Almagro, Potrerillos, Inca de Oro y las
quebradas aledaas; en la comuna de Tierra
Amarilla tenemos poblacin urbana en las
localidades de Tierra Amarilla y Los Loros y
rural en Ro Jorquera, Ro Pulido y quebradas
aledaas; en la comuna de Copiap comprende
la poblacin urbana de Paipote y Copiap y la
poblacin rural de Hacienda La Puerta,
Quebrada de San Miguel, sector el Bolo y Pastos
Grandes [Conadi 2001].
33
LOS TEXTOS Y EL SER COLLA

La mayora de los autores que se han
preocupado del fenmeno de la
etnicidad resaltan la importancia que
tienen los textos escritos en la
etnognesis de los grupos humanos que
intentan diferenciarse culturalmente
[Eriksen 1993, Dietz 1999].

Cuando conversbamos con Zoilo
Jernimo en 1993 y le preguntbamos
por algunos textos escritos que hubiera
presentado en los Encuentros
Nacionales de Culturas Indgenas,
organizados por la CEPI
invariablemente nos contestaba que no
llevaba informes escritos, llevaba
artesanas, muestrarios, del marai,
cosas de fierro, las dejaba all, iban en
tamao reducido [Zoilo Jernimo,
1993].

La necesidad de textos escritos la va a
satisfacer Oscar Gonzlez,
autodenominado Oscar Pacho-Kolla
Gonzlez [Gonzlez 1997, 2000, 2002],
siendo el ms importante la Memoria
Histrica del Pueblo Indgena Kolla
[2000].

En este texto, de cuatro pginas,
Gonzlez primero aborda el problema
de la continuidad cultural, trazando el
origen del pueblo kolla a la etapa final
del Imperio Tiwanaku de Bolivia, una
gran civilizacin andina preincaica
[2000: 1] y describiendo una serie de
etapas que demuestran que los actuales
colla de Copiap son los descendientes
de los miembros del seoro colla
formado entre el 1000 y el 1100 DC
[2000, 1-2]. Adems, le da una mayor
profundidad histrica a la presencia de
los kolla en la regin, situndola en el
siglo XVIII
60
[aunque todos los datos
que tenemos hablan de fines del XIX y
comienzos del XX].

En segundo lugar, se preocupa de
demostrar su pertenencia al mundo
colla, sealando que un antepasado
suyo, fue presidente en 1912 del
Sindicato de Arrieros, considerada la
primera organizacin colla. Este fue
Santos Gonzalez Valln
61
. La
Comunidad de Sinchi Wayra, de la que
fue su creador, est conformada por el
ayllu de los Gonzlez Valln-Quispe.

En tercer lugar, coloca a los kolla como
objeto de persecuciones de Gobierno
Militar de Chile a partir de 1973 y es as
como son arrinconados en sus lugares
de vida [] los militares recorren la
cordillera continuamente, llevando a
cabo una serie de abusos, lo que influye
enormemente en las hermanas Quispe,
quines en un sacrificio o ritual
ofrendan sus vidas a la Pacha
[Gonzlez 2000: 3].

En cuarto lugar, seala que estas
comunidades histricamente han
vivido en su hbitat cordillerano y
debido a presiones socioeconmicas la
mayora baj a las ciudades o poblados
[] hoy nuestro pueblo ha ido
recuperando paulatinamente la prctica
de nuestra cultura, es as como las
ceremonias, los carnavales, los ritos, las

60
Oscar Pacho Gonzlez sostiene que los
primeros registros de colla en Chile datan de
1750, en la zona de Taltal, y que tuvieron una
lengua denominada kakn, que existi hasta la
llegada de una empresa minera estadounidense
http:/ / www.soc.uu.se/ mapuche/ news/ merc02
0114.html. La lengua kakan corresponde, en
realidad, a la lengua hablada por los diaguita
(Nardi 1979).
61
Gonzlez dice que son los kollas que habitan
los alrededores de Potrerillos que crean un
sindicato de arrieros [2000: 2]
34
ofrendas, las dulce mesas, los aos
nuevos estn siendo consagrados poco
a poco, ao tras ao, en algunas
comunidades [Gonzlez 2000: 4].

Segn Gonzlez [2002: 1], los
originarios collas de la tercera regin,
no estn en extincin, slo han
guardado muy privadamente sus
tradiciones, evitando as que inclusive
sus hijos hereden esta cultura.
Gonzlez denomina a esta nocin su
hiptesis general como parte de un
texto que firma como Oscar Pacho-
Kolla Gonzlez, etngrafo [sic]. Oscar
Pacho-Kolla Gonzlez se hace llamar
ahora no slo etngrafo, sino tambin
espritu de los cerros, [2000], el
amauta.


LOS MARCADORES ETNICOS DE
LOS COLLAS

En trminos generales, los colla han
escogido un conjunto de ceremonias
que actan como marcadores tnicos: la
sealada, el floreo, la vilancha, entre
otros. Por ejemplo, en el Diario La
Cuarta del 28 de junio del 2002, se
seala que con motivo de celebrar el
Da Nacional de los Pueblos Indgenas,
los colla realizaron sealadas y floreo:

COPIAPO.- Con sealadas y floreo de
ganado, un ritual que consisteen marcar a
los animales en la oreja y colocarles adornos
con lanas multicolores, los integrantes de la
etnia colla que viven en los sectores
precordilleranos celebraron en el parqueEl
Pretil el Da Nacional de los Pueblos
Indgenas.

Fue una fiesta tpica hermosa, llena de
colorido, cuya ejecucin estuvo en manos
del consejero de los collas dela localidad de
Ro Jorquera, Zoilo Jernimo. Antes que
nada, el caporal agradeci a la Pachamama,
(madre tierra) y le implor por un mejor
ao no slo en la abundancia de cosechas o
multiplicacin de animales, sino que
tambin en la unin de todos los pueblos
indgenas, incluido el diaguita que hasta la
fecha no aparece como una de las etnias
reconocidas en la nueva Ley Indgena.

Posteriormente, las mujeres collas se
metieron en un corral decabras habilitado
en el recinto, dondejunto a la intendenta de
la Regin de Atacama, Yasna Provoste
Campillay, quetieneascendencia diaguita,
y el seremi dePlanificacin y Coordinacin,
Claudio Lpez Klocker, procedieron a la
ceremonia de la sealada y el floreo.

El primer ritual consiste en marcar a los
animales en la oreja para que se distinga
quin es su dueo. En cambio el floreo est
directamente relacionado con el ciclo de
vida de los animales, para lo cual se
confeccionan adornos de lanas multicolores
queson puestas como adornos en las orejas
de los animales.

Se trata de una fiesta colectiva queincluso,
en los campos, da cabida al enamoramiento
y la bsqueda de pareja entre los jvenes
collas.

Adems del ritual hubo una degustacin de
comidas tpicas, como pan de rescoldo,
mates, churrascas, asado de cabro, nueces,
higos secos y pasas. Tambin se ofreci al
pblico una muestra artesanal, en donde
destac la presencia de los diaguitas que
llegaron desde la comuna de Alto del
Carmen, a quienes se unieron otras
organizaciones multitnicas que acogen a
descendientes de pascuenses, aymaras y
mapuches. Hubo cnticos y bailes, los que
fueron premiados con aplausos por el
pblico quelleg al lugar.

La intendenta aprovech de confirmar la
prxima entrega de 8.900 hectreas de
tierras a la etnia colla en la cordillera de la
35
Regin de Atacama, lo que les permitir
solucionar el problema de forraje para el
ganado caprino que durante el invierno
tiene problemas para su alimentacin.
Claudio Lpez, aadi que esta entrega de
terrenos a las comunidades de Copiap,
Pastos Grandes y Sichi-Wayra es el
reconocimiento a la cultura colla y a las
acciones concretas de integracin que est
realizando el gobierno regional.

En otra oportunidad, la comunida colla
de la Comuna de Copiap [Estacin
Paipote], con motivo de haber ganado
un proyecto Fondart, celebr la
vilancha o pay inka
62
, adems de la
sealada y el floreo:

Con trajes, comidas tpicas y en una
localidad elegida desde sus ancestros para la
realizacin de sus celebraciones el pueblo
colla realiz el culto a la madretierra.

En el sector el Bolo, Quebrada dePaipote, la
comunidad Colla de la comuna deCopiap
realiz la ceremonia Pay Inka o Carnaval
del Inca cuya finalidad es mantener sus
ritos y tradiciones en pos del bienestar desu
pueblo, su comunidad, sus animales y la
tierra.

62
Juan Prez Bordones indica que Este carnaval
del inca se en otros lados se llama el pachacuti.
El criancero hace una ceremonia donde se seala
a sus animales y a la vez, hacen un sacrificio
natural tradicin. El ao nuevo se hace con un
cordero o un cabro los aymars los hacen con un
llamo. El carnaval del inca nosotros entregamos
esa fuerza a la persona que don el animal,
durante la ceremonia, adems, se dice quin ser
el prximo criancero elegido para el carnaval del
Inca. En este momento la bendicin da tambin
para que el animal se robustezca y haya ms
animales y sobre todo la persona que entreg
este animal para ese evento. En este carnaval del
inca nosotros queramos juntarnos todos los
pueblos. Como pueblo colla nos sentimos muy
orgullosos de haber ganado este proyecto
Fondart, ya que nos ayuda a mantener las
tradiciones y unificar las diversas comunidades
collas y conformarnos en un pueblo [Mineduc
2002].

Durante la celebracin que parti a las
00:00 horas se constituy la Mesa
Ceremonial dondese procedi a consagrar
el animal elegido por la comunidad que
luego fue sacrificado con la llegada del
Nuevo Sol y cuyo corazn se leentreg
vivo a la pacha mama o madre tierra,
posteriormente se realiz el Carnaval del
Floreo y la Sealada de los animales
nuevos, ritos que permiten, segn sus
tradiciones, aumentar el nmero de sus
animales y fortalecerlos para el prximo
ao.

En la ocasin, Juan Prez Bordones lder de
la comunidad sostuvo que como pueblo
colla nos sentimos muy orgullosos dehaber
ganado un proyecto Fondart, ya que nos
ayuda a mantener las tradiciones, unificar
las diversas comunidades collas y
conformarnos en un pueblo, adems
insisti en la unin que debeexistir en las
diversas comunidades collas dela regin y
asimismo destac la labor realizada por la
Secretaria de Educacin de Atacama y del
departamento de Cultura de esta entidad
por la preocupacin y apoyo mostrado hacia
los pueblos originarios. [Mineduc 2002].

Estas ceremonias son los medios a
travs de los cules los colla se
muestran al resto de la sociedad
regional como un ente diferente.


LOS COLLA Y LA RECUPERACION
DE TIERRAS

Desde 1994 se ha desarrollado un
proceso de traspaso de terrenos fiscales
a las comunidades collas. En 1997 la
Conadi encarga al Grupo de
Investigacin TEPU un estudio donde
se expresa una primera demanda
territorial de algo ms de 50.000
hectreas para tres comunidades
indgenas: Potrerillos, Paipote y Ro
36
Jorquera [Molina y Correa 1995, 1996].
En 1998 se solicita un estudio geodsico
a INAS Ltda., que estable una
superficie disponible de algo ms de
45000 hectreas.

El 2002 se determina la transferencia de
cerca de 9000 hectreas, divididas en
1279 h para la Comunidad Diego de
Almagro, 1608 h para las
comunidades Sinchi-Wayra, Pastos
Grandes y Comuna de Copiap y 6108
h para la Comunidad de Ro Jorquera.

En el Diario La Cuarta de Santiago del
18 de junio del 2002 se destaca la
entrega de ms de 6000 h a la
Comunidad de Ro Jorquera:

COPIAPO.- En la sede de social de la etnia
colla del sector llamado Ro Jorquera se
realiz una reunin en la que seinform a
la comunidad delas disposiciones generales
contenidas en los decretos de transferencia
de terrenos fiscales, respecto a las
condiciones de entrega de 6.108 hectreas,
adems de las prohibiciones y las
protecciones que les otorga la Ley Indgena.

En el chachareo estuvieron presentes ene
caporales de organismos vinculados con el
tema, encabezados por el secretario regional
ministerial de Bienes Nacionales, Rodrigo
Rojas, y ms de30 integrantes dela etnia
colla de Ro Jorquera, sector donde viven
unas 130 familias aproximadamente.

Los que saben informaron que la
transferencia de terrenos es a ttulo
comunitario para todos los casos y
constituirn tierras patrimoniales con todos
los derechos, usos, costumbres y
servidumbres activas y pasivas, libres de
hipotecas, prohibiciones, gravmenes,
interdicciones y litigio.

De acuerdo a la Direccin de Fronteras y
Lmites, los inmuebles estn afectos a las
normas legales vigentes de las zonas
fronterizas; la comunidad deber permitir
que el Servicio Agrcola Ganadero (SAG)
disponga demedidas sanitarias en animales
y campos en riesgo debido a la cercana de
terrenos con la frontera argentina.
Asimismo, en atencin a la fragilidad del
ecosistema rido y su vulnerabilidad delos
recursos silvoagropecuarios la comunidad
beneficiaria estar obligada a permitir que
los organismos pertinentes implementen y
apliquen medidas necesarias para los
recursos.

La entrega prohibe la corta de rboles y
arbustos nativos, adems que deben
proteger las especies de la fauna silvestre
como la vicua, guanaco, chinchilla,
vizcacha, y piuqun, entreotras.

Las tierras indgenas no podrn ser
enajenadas, embargadas, gravadas ni
adquiridas por prescripcin, salvo entre
comunidades o personas indgenas de una
misma etnia. Tampoco podrn ser
arrendadas, dadas en comodato ni cedidas a
terceros en uso, goce o administracin.

Junto con la explicacin de estos
antecedentes se entregaron las carpetas
correspondientes conteniendo todos los
antecedentes sobre la transferencia de
terrenos fiscales, recibiendo consultas
relacionadas especialmente con el tema de
caza y aguas.

Zoilo Jernimo, consejero de la comunidad
colla deRo Jorquera, agradeci la reunin
y dijo que no estaban ni ah con ningn
movimiento ni accin quevaya en contra de
las autoridades regionales porque estimaban
queel buen dilogo quehan tenido hasta el
momento les ha dado mejores frutos que
una actitud confrontacional.

La ltima frase de Zoilo Jernimo,
ahora en la Comunidad del Ro
Jorquera, es bastante significativa, pues
37
es reflejo de una divisin que se est
produciendo ahora entre las
comunidades colla.

Por ejemplo, en la revista Punto Final,
Pablo Segundo Escobar, tambin
representante de la comunidad
indgena colla del ro Jorquera y sus
afluentes, seala que a pesar que en
los ltimos aos han tenido avances,
producto del esfuerzo de sus dirigentes,
un problema que persiste es el anti-
indigenismo del gobierno [Bravo 2001]:

No se cumple la disposicin de la Ley
Indgena queseala que cuando sediscuten
temas que tienen quever con nosotros debe
estar presente al menos uno de nuestros
hermanos -denuncia-. Tambin enfrentamos
una discriminacin constante de parte de
funcionarios que representan al gobierno
[] pero delas miles dehectreas quehay
slo estn dispuestos a entregarnos 600, lo
quees insuficientepara criar nuestra masa
ganadera que es la ms grande de la III
Regin, con alrededor de 40 mil cabezas.
Tendramos que poner una cabra arriba de
la otra y en poco tiempo se moriran de
hambre. Y los colla tambin".

Como una forma de protesta intentaron
tomarse la sede de la Intendencia
Regional en Copiap con el respaldo de
otras organizaciones indgenas. Esta
actitud es compartida por otros
dirigentes como, por ejemplo, Oscar
Pacho Gonzlez, elegido como
Coordinador de los Asuntos Indgenas
del Consejo de Comunidades
Originarias Kollas, quin en una
conferencia de prensa celebrada el 26
de abril del 2002 seala:

Yo soy colla, no soy chileno, ya quetenemos
pensamientos, actuaciones, ceremonias y
religiosidad diferente, y mientras el Estado
no nos devuelva nuestras tierras, nunca me
considerar como un chileno [] esto es
una burla ya queprcticamente tendremos
queensearles a las cabras a andar en fila
[] estamos dispuestos a tomar medidas
extremas, ya que sabemos que somos
capaces de frenar el desarrollo econmico de
la regin, y para esto no trepidaremos en
bloquear caminos y mucho ms [El
Chaarcillo, 27 de abril del 2002], nos
rebelaremos ante el Estado y de todos
aquellos que de una u otra forma han
perjudicado los derechos ancestrales que
tenemos en estepas [El Atacama, 27 de
abril del 2002].

Estas dos sensibilidades, que
representan alineamientos incluso con o
contra determinadas reparticiones
estatales: Pacho Gonzlez contra la
Conadi y favorecido por las Seremi de
Salud y Educacin, Zoilo Jernimo,
favorecido por la Conadi, se han
manifestado en un pequeo quiebre en
las comunidades, aunque Juan Prez
Bordones quiera minimizarlo:

valoro la gestin realizada por el sector de
educacin y el de salud en el apoyo al
resurgimiento del pueblo colla. Hemos
trabajado con ellos en muy buena lnea y
nos han incentivado a seguir adelante y
lograr ciertas metas. No existen para m las
discordancias entre las diversas
comunidades sino que existen discusiones.
Con una buena participacin de las
comunidades nosotros demostramos la
unin, la confiabilidad que hay entre las
comunidades para trabajar, realizar cosas,
artesana, etc. [Mineduc 2000].


LOS COLLA: ENTRE LO ETICO Y LO
ESTETICO

Hace unos veinte aos atrs los Colla
centraban su vida ritual en torno a la
devocin de la Virgen (de La
Candelaria y otras cuyas imgenes
ubicaban en ciertas quebradas, como la
38
de Paipote). Algunos pueden sealar
que en esta actividad se esconde el
culto antiguo a la Pachamama
(equivalencia Pachamama/ Virgen).
Probablemente algo de eso exista. En la
actualidad, los colla ven en el mundo
aymara una puerta para re-volver
hacia su pasado y configurar desde esa
vuelta, su identidad re-vuelta. Y han
considerado que el culto a la
pachamama es un buen inicio. Y tal vez
por eso se deja de lado, en trminos
discursivos, el culto a la virgen, aunque
no en trminos prcticos.

Los colla se dan cuenta que, ante un
oscuro panorama que les niega su
condicin de indgena, buscan
diferenciarse de la manera ms extrema
y evidente posible. Unos empiezan a
recorrer el camino de vuelta, mirando
hacia el pasado, hacia los antiguos,
como los Jernimo, y transforman el
culto a la virgen en el culto a la
pachamama, figura presente en lo que
podemos llamar la new age colla,
desde hace unos nueve o diez aos
atrs, manteniendo un perfil ms
conservador, si es que puede usarse
esa palabra, con una orientacin que
podramos definir claramente como
tica, buscando en esta contenidos y
formas rituales que los acerquen a la
tierra, y desarrollando una filosofa de
relacin armnica con ella .

Otros, optan por la figura de la
parodia, con una orientacin ms
bien esttica. Es as como lo primero
que resalta es la bsqueda de nuevas
vestimentas tradicionales, distintas
de las usadas hasta ahora por los colla,
y la aparicin de una serie de bailes
colla. Oscar Pacho Gonzlez viste a
su gente con plumas y mantas y los
hace bailar una danza de la lluvia con
claras reminiscencias del far west
norteamericano. Las mujeres de ro
Jorquera usan vestidos negros largos,
ceidos al cuerpo, con un pauelo en la
cabeza. Esta nueva librea tnica entra
en contradiccin con lo mantenido por
el sector de orientacin tica, que busca
su diferenciacin en el mantenimiento y
revalorizacin del traje tradicional, el
vestido floreado (de china), con
pauelo y chupalla en la cabeza. As lo
seal pblicamente Leonidas Jernimo
(hermana de Zoilo): el autntico traje
colla es este, y los otros son solo
inventos de algunas personas
63
.

Luego de la diferenciacin esttica, se
comienza a asumir un nuevo ethos
ritual a partir de la venida de un
amauta boliviano y la ordenacin
sacerdotal en Cuestecilla de tres
amautas colla: Pacho Colla, Candelaria
Cardozo y Claudio Campillay, evento
producido el 2002. Desde ese momento
podemos hablar de una progresiva
aymarizacin en los rituales collas y en
la adopcin de nuevas formas, con
nombres de inspiracin quechua y
aymara. Desde 2003, personajes hasta
ahora identificados como Guas
Espirituales en algunas comunidades,
se comienzan a denominar yatiris,
como el caso de la Sra. Jess Cardozo,
de la Comunidad Comuna de Copiap,
quines ya han incorporado la figura de
Inti, mezclndola con emblemas que
usan, como elementos centrales,
iconografa de los indgenas del oeste
norteamericano. A esta corriente se han
ido incorporando paulatinamente la
mayora de las comunidades colla.
Aqu surge el inters y la necesidad de
explorar ms en detalle los diversos

63
Hace unos aos, un dirigente del Centro
Cultural Diaguita de Copiap le peda a Yuri
Jeria informacin sobre los Diaguitas, ya que
tenemos que hacer las vestimentas y los bailes
tpicos diaguitas (Jaime Campillay).
39
caminos y alternativas ticas y estticas
en este proceso de etnognesis (o re-
etnificacion) colla.


EPILOGO

Sin duda este no es un tema terminado.
Hay discusiones, no slo entre los
collas, sino tambin entre los
especialistas, respecto del pasado,
presente y futuro de las comunidades
colla. Tiene sentido, entonces,
reflexionar sobre lo que significa la
verdad histrica del pueblo colla, tal
como queda definida en un documento
que subraya que corresponde a la
versin oficial del Informe Final del
Subgrupo de Trabajo Pueblo Colla, del
Grupo de Trabajo Pueblos Indgenas
del Norte de la Comisin de Verdad
Histrica y Nuevo Trato (2002):

1. NUESTRA DEFINICIN

Nos definimos como el pueblo de la altura,
la nieve, el fro y la puna. Somos el pueblo
originario Colla dela III Regin, en Chile.

2. NUESTRO ORIGEN

El pueblo Colla es un pueblo originario de
este territorio, cuyas fronteras nos fueron
impuestas con la invasin espaola y luego
con la creacin de las repblicas. Siempre
hemos sido un pueblo andino.

3. NUESTROS PRIMEROS TIEMPOS

En nuestros primeros tiempos tenamos un
idioma propio, y quehoy desconocemos. En
el plano espiritual-religioso, la Pachamama
juega un papel integrador de todas las
energas. Creemos en los espritus guas,
Tata Sol, Mama Luna. En nuestro
territorio levantamos oratorios y apachetas.
Creemos en las almas, nimas y espritus.
Antecualquier actividad queemprendemos,
tales como viajes y cosechas, efectuamos
ofrendas, encendiendo mecheros, cuyo
combustible es grasa animal. Cada 1 de
noviembrecelebramos el Da de las almas,
nimas y espritus. En lo que hoy
correspondeal da 21 de junio, celebramos
el Renuevo del ao. Tenemos hombres y
mujeres religiosos, que curan las
enfermedades, que atienden los partos.
Existe una estrecha comunicacin con la
naturaleza y sus fuerzas: astros, animales,
agua.

En relacin a la familia, el matrimonio,
acordado previamente por los padres, se
realizaba entre personas pertenecientes a
diferentes grupos familiares.

Entrelas normas quedeterminaban nuestra
conducta, que nuestros antepasados nos
han transmitido, estaba aquella que
prohiba a los nios ver el sacrificio deun
animal, pues se le retrasaba el perodo en
que comenzaba a hablar. Tambin se les
prohiba lo mismo a las mujeres
embarazadas. Y cuando los hijos nacen, en
su bautizo, los familiares, padres, abuelos,
tos, les entregan una donacin, consistente
habitualmente en animales, con fines,
econmicos, culturales y educativos. El
bautizo consista en un bao de agua con
hierbas. Adems, nuestros antepasados
tenan sus propios juegos, entretenciones,
tales como la taba, que semantienehasta el
da dehoy.

La economa del pueblo Colla en los
primeros tiempos sebasaba en la ganadera,
la agricultura, la minera y el comercio
internacional. La ganadera consista en la
crianza y manejo de animales (llamos,
alpacas), y que inclua la aplicacin de
medidas sanitarias originales. Por las
caractersticas ambientales de nuestro
territorio, debamos efectuar
desplazamientos de invierno y de verano
con los animales, al igual que hoy da, y a
pesar de la usurpacin de buena partedel
territorio ancestral. Tambin exista una
40
explotacin sustentable de animales libres,
tales como el guanaco, la vicua y la
chinchilla.

El aprovechamiento integral delos animales
(adems de la carne y la leche, la lana y
cuero) permiti el desarrollo de la textilera
y la talabartera. La agricultura consista en
el cultivo degranos en terrazas de piedra.
La minera consista en la explotacin a
pequea escala deminas decobre, oro, plata
y azufre, posibilitando la existencia de la
orfebrera colla. El comercio internacional lo
ejercamos mediante el truequedeproductos
con otros pueblos andinos, lo queimplicaba
desplazamientos hacia lo que hoy
corresponde al territorio de Per y Bolivia,
adems del norte chileno y noreste
argentino.

O tal vez puedan servir las palabras de
Oscar Pacho Gonzlez, escritas en su
Memoria sobre la Comunidad Colla de
Paipote:

Hoy a las puertas del siglo XXI, el kolla de
esta comunidad intenta revalorizar su
contexto cultural y es as que esta
comunidad de originarios muy lentamente
ha dado comienzo a lo quesepodra llamar
una utopa, retornar a su habitat original
llevando como carga el peso deuna cultura
queno lees propia, pero que es la nica que
ha conocido [Gonzlez 1997].

O tal vez, debamos considerar un
testimonio, por muy manipulado que
sea, de un nio de cuatro aos, del
pueblo de Los Loros, comuna de Tierra
Amarilla, en el valle de Copiap, puede
servir como una conclusin inconclusa
de este trabajo:

Los que vivimos en el pueblo somos collas y
tocamos guitarra, tocamos bombos.
Bailamos cueca: alguien toca una guitarra y
nosotros bailamos. Los collas tocamos el
bombo, pero lo tocan slo los nios. Las
nias no lo pueden usar. Tambin jugamos
con piedras. Eso se juega tirando las
piedras, pero no son piedras de verdad, sino
son de hueso de animal, parece que de
dinosaurio. Los collas hacemos tejido; la ta
en el jardn nos ensea a tejer. El tejido es
de lana y sirve para hacer ropas. Es ms
fcil tejer en el telar; se van haciendo nudos.
Es ms fcil que amarrar un zapato. Los
tejidos sepueden poner como un paito en
la cocina. Yo le hice uno a mi mam.
[Cuevas 2001].

O tal vez, , porque la ltima palabra
en este complejo proceso de
etnognesis an no ha sido dicha.


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44
45
BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
N 1, ao 2010, pp. 45-56, Copiap





UNA ENTRADA A LA CULTURA DE CHILO:
Antropologa e Historia




Rafael Prez-Taylor y A.
64



en Chilo el clima es tan
hmedo, las esencias forestales
son de tal naturaleza, que es
absolutamentepreciso abatir los
rboles, y ste es un serio
obstculo a la prosperidad dela
isla.
65


Este pas boscoso, accidentado,
me recuerda los lugares ms
salvajes de Inglaterra, lo cual
no deja decausarmeuna cierta
emocin.
66

C

Introduccin
El Sur de Chile se caracteriza por
tener una costa irregular, con una
gran cantidad de islas de diferentes
tamaos, entre ellas se encuentra
una, la ms grande por su extensin,

64
Doctor en Antropologa. Investigador del
Instituto de Investigaciones Antropolgicas
UNAM, Mxico.
65
Darwin, Darwin en Chile(1832-1835), pg. 158.
66
Darwin, op. cit., pg. 182.
la Isla de Chilo
67
. sta se configura
desde el Paleozoico con un clima
templado, fresco, ocenico, de
invierno hmedo, lo que equivale a
decir, el fro y la lluvia ocupan el
mayor tiempo del ao en la isla. Por
otra parte, la primera poblacin en
llegar por la va martima fueron los
Chonos, grupo tnico que
posiblemente viene por mar desde
ms al sur, de Tierra de Fuego
68
.
Con una forma de vida que se
desarrolla principalmente de la
explotacin de los recursos del mar
encuentra en Chilo su lugar de
refugio y supervivencia, ms tarde
llega del continente otro grupo que
de forma aislada se incorpora de
forma pacfica a vivir en esta regin,
los Veliche, que sin una tradicin

67
Ms de cuarenta islas abarcan el Archipilago
de Chilo.queda entre los 40 grados 44 min.
De latitud sur y entre los 72 grados 45 min. Y 74
grados 30 min. De longitud oeste. En Vzquez
de Acua, Costumbres religiosas de Chilo y su
raigambrehispana, pg. 13.
68
hay indicios de que Chilo fue ocupada
antiguamente por poblaciones de cazadores
recolectores martimos, y despus por grupos
agro-alfareros de origen mapuche posiblemente
en el curso de nuestra era; en Legoupil,
Recolectores de moluscos tempranos en el
sureste de la isla de Chilo, pg. 52.
46
martima buscan asentarse e
integrarse a este tipo de vida.

En el intercambio de las formas de
vivir, el mar y la tierra se envuelven
en el bosque de alerce de origen
milenario, ste da y prodiga refugio
en las casas y seguridad en las
embarcaciones, se procuran formas
de vida, a las que los arquelogos
no dan respuesta, de todas las
interrogantes de aquellos tiempos.
Lo que queda en claro, es que estos
grupos no desarrollaron estrategias
violentas y eran por lo tanto de
naturaleza pacfica, y se estabilizan
desde el primer momento de la
migracin y de la organizacin
social de los dos grupos asentados.

Sin embargo, queda claro que a la
llegada de los primeros espaoles en
el siglo XVI, los Chonos haban
desaparecido y quedaba de ellos
muy poco en la cultura material; la
informacin que nos ha llegado dice
que probablemente el mestizaje o
una nueva migracin de regreso a
Tierra del Fuego hizo que stos
paulatinamente fueran
desapareciendo. De esta forma,
cuando los primeros espaoles
estuvieron en la isla, con quienes se
encontraron fue con los Veliches,
conocidos tambin como Huilliche
69
;

69
Estos ocupantes tempranos de adaptacin
martima (Chonos) introducen cambios a su
modo de vida, en tiempos tardos como
resultado de la penetracin de grupos
continentales, probablemente Huilliches, en el
archipilago. No obstante, persisten elementos
culturales unificadores de la cultura regional
hasta el presente (Rivas & Ocampo
comunicacin personal). A la llegada de los
espaoles la etnia Chonos, de sugerencia
los colonizadores vieron que estos
grupos no representaban un peligro
y en ellos buscaron y encontraron
aliados para la ocupacin del ao de
1575; a partir de este momento, la
Encomienda y la trata de seres
humanos por parte de los espaoles
se convirti en el acto cotidiano,
emergencias que provocaron los
levantamientos de 1712
70
y la
paulatina desintegracin de los
grupos indgenas, algo que ya haba
comenzado desde mucho tiempo
antes con las sublevaciones
Mapuche en la Araucana.
Los espaoles al saber de la
docilidad y pacifismo de los
indgenas, los enviaron al Chile
continental, migracin forzosa que
fue diezmando la poblacin
originaria de la isla
71
. Con estas
estrategias polticas y econmicas se
garantizaba la paz en distintas

protohistrica, se encontraba replegada hacia el
extremo meridional del archipilago: actual
ubicacin de la comunidad Laitec. Considerando
estos elementos hemos sometido a prueba la
hiptesis nula de homogeneidad gentica de los
grupos tnicos de Chilo; en Garca, Moraga,
Soledad y otros, Origen y microdiferenciacin
de la poblacin humana del archipilago de
Chilo, pg. 540.
70
Ver: Urbina, La rebelin indgena de1712.
71
La poblacin nativa sufre traslados masivos
al continente a finales del siglo XVI y principios
del XVII. Los jesuitas que llegan a Chilo hacia
1608 se sorprenden del volumen de estas
migraciones forzosas, al disminuir los indgenas
encomendados en Chile por la sobreexplotacin
que provoc una crisis laboral y, la poblacin
chilota era idnea para sustituirlas. El intenso
traslado de mano de obra hacia el Chile central
durante el primer siglo de ocupacin confirma
esta observacin. Puntualizamos, que a
comienzos del siglo XVII, Huilliches del
continente se incorporaron en un pequeo
nmero unos 300 tributarios siendo
rpidamente asimilados por la cultura insular.
En Montiel, Historia de Chilo, pg.15.
47
regiones en detrimento de la
poblacin de la isla, como
mencionaba en su diario Charles
Darwin en enero de 1835. En ese
pas, nico quiz de la Amrica del
Sur en que se puede viajar sin
armas
72
; este contexto, nos deja ver
el nivel de civilidad de la poblacin
en Chilo. Es el principio de
pervivencias que se aglutinan
alrededor de la vida y lo cotidiano
isleo, lejos del continente,
encerrados en sus propias prcticas
y hbitos que les permiten
desarrollar estrategias de cierta
tranquilidad social.

El nosotros en la isla de Chilo

La proximidad, como lo cada
vez ms prximo, se convierte
en sujeto. Ella llega a su punto
superlativo como mi inquietud
que no cesa, se convierte en
nica y desde ese amor del que
no se espera correspondencia. La
proximidad es el sujeto que se
acerca y que, por consiguiente,
constituye una relacin en la
cual participo como trmino,
pero en la cual soy ms o menos
que un trmino
73
.
Emmanuel Levinas


Los chilotes viven como hace
cien aos, dedicados a la
agricultura, la pesca artesana y
la industria del salmn. La
construccin es integra de
madera, y en el corazn de cada

72
Darwin, op. cit., pg.180.
73
Levinas, Deotro modo queser, pg. 142.
casa hay siempre una estufa a
lea encendida da y nochepara
cocinar y dar calor a la familia,
los amigos y los enemigos
reunidos a su alrededor.
El olor de esas viviendas en
invierno es un recuerdo
imborrable: lea perfumada y
ardiente, lana mojada, sopa en el
caldero
74
.
Isabel Allende

El sentido de la convivencia se
convierte en la isla de Chilo, en la
forma de estar en cierta medida
atrapado en la tierra y rodeado por
el mar. Esta situacin hace
prevalecer en este espacio la
produccin de una frontera natural,
donde los elementos de la
naturaleza lo separan del resto del
continente. Esta ruptura, si as la
podemos llamar, es la condicin que
determina cierto aislamiento y con
ello, se manifiestan los lazos de la
ayuda mutua para poder sobrevivir.

Al sobrevivir, la pervivencia se
convierte en el proceso de
convalidacin de los afectos y la
fraternidad, lazos que logran
estrechar el camino de un nosotros,
los que estamos viviendo en la isla.
Pensar en esta posibilidad denota
que para lograrlo, primero hay que
aislar cualquier conato de violencia
y esto nos ubica en un terreno de
tranquilidad social, organizacin
social que apoya la unidad de las
identidades en la aceptacin de la
diversidad.


74
Allende, Mi pas inventado.
48
El mar, se convierte en el vector que
se hace presente para mantener la
seguridad en un intento para formar
en el nosotros la identidad chilota,
mientras que en el interior, los lazos
se estrechan a travs del trabajo en
una sus vertientes. En este sentido,

Isabel hace una afirmacin muy
importante en su discurso; ella
seala que la identidad chilota se
sustenta en las manos chilotas que
confeccionan la prenda textil, lana
teida y trabajada por manos
chilotas independiente de la
procedencia del material. Isabel pone
el acento sobre el sujeto-chilote que
elabora la prenda
75
.

Trabajo e identidad conjuntan sus
esfuerzos en el trabajo artesanal de
las mujeres, como una de las
manifestaciones de la presencia del
nosotros; mientras que el mar se
manifiesta en el trabajo de los
pescadores, que en su rutina diaria
establecen en la ayuda mutua, la
supervivencia de sus vidas ante el
embate de la naturaleza.

La proximidad se convierte en el
establecimiento del orden cultural,
como la predisposicin que se tiene
para el saber-poder vivir en la isla.
Es decir, el estar cerca determina las
formas del trabajo en la
construccin de la identidad,
mientras que en una segunda
vertiente, las historias
fundamentadas en la mitologa de
fusiones locales y occidentales

75
Miranda, Los dilogos del tejido en la
construccin de la memoria, pg. 7.
acentan el sentir de lo vivido.
Adems, podemos considerar en
este mar la separacin continental,
la isla sugiere en su propia natura el
alejamiento, nos produce en las
prcticas el estar separados para
producir en el nosotros un sentido
de pertenencia que predispone en la
prctica, en el sistema de creencias
un lugar que convalida esa
proximidad. Historias que se
comparten, prcticas y hbitos que
formalizan las formas del saber
vivir, focalizando su relacin en la
valoracin del medio ambiente en el
cual se est presente.
Condicionamiento que marca la
proximidad como una pauta
cultural que debe aceptar la
diversidad.

La aceptacin de la diversidad
elimina la nocin de otredad, ya
que sta define la diferencia como
parte de una unicidad, que va
cargada en su ideologa del lado
negativo. Es decir, el otro siempre es
el enemigo y es uno, se hace
desaparecer la capacidad de
movimiento, la paralizacin evoca
un sentido de violencia en la
prctica y en el discurso, mientras
que la invalidacin de este
algoritmo se deja sentir en la
aceptacin de la diversidad, en la
construccin del nosotros.
Comprender esta precisin nos
ubica en el terreno de un sistema de
vida compartido, que en el nosotros
permite saber vivir al tiempo de
aceptar en el relato el correlato de la
diversidad, observacin que durante
muchas generaciones ha permitido
49
vivir en concordancia en el interior
de la isla.

De esta forma, la vida en Chilo
se convierte en el consentimiento y
aceptacin de la diversidad,
cualquiera que sea. Atestiguando a
lo largo de su historia que sus
mentalidades se armonizan a travs
de la vida en comn: en el nosotros
los que vivimos en comunidad,
donde todos sabemos quienes
somos y porque estamos aqu, en
Chilo.

La vida en comn

La llamada originaria, que nos
entrega y nos enva al mundo,
slo se oye en el irreductible
retraso de nuestra respuesta, a
travs de nuestra voz
alterada
76
.
Jean-Louis Chrtien

Comprender a una persona ya es
hablarle. Plantear la existencia de
otro dejndole ser es haber aceptado
ya esa existencia, haberla tomado en
cuenta. Haber aceptado, haber
tomado en cuenta nos remiten a una
comprensin, a un dejar-ser. La palabra
designa una relacin original. Se trata
de entender la funcin del lenguaje no
como subordinada a la conciencia que
tenemos de la presencia de otro, de su
proximidad o de la comunidad con l,
sino como condicin de esa toma de
conciencia
77
.
E

76
Chrtien, Lappel et la rponse, pg. 60.
77
Levinas, Entrenosotros, pg.18.
A pesar de los diferentes
movimientos sociales que afectaron
la regin, levantamientos, la
independencia del pas y las
diferentes guerras
78
que azotaron
esta parte del mundo, la
organizacin social en Chilo es una
especie, de punto y aparte en
relacin con la solidaridad y el
apoyo mutuo, acciones de lo
cotidiano que hacen emerger en la
vida diaria, el lugar donde se
encuentran los vnculos de un
nosotros, los que somos de la isla.
En la poca colonial no estuvieron
exentos del ataque de los piratas
79
,
naufragios de barcos de procedencia
europea, las diferentes migraciones
de arribo y salida
80
. Todo ello,

78
En el momento de la llegada de los primeros
espaoles a Chilo se dice: la guerra parece que
era desconocida entre ellos. As se comprende el
grado de civilizacin a que haban alcanzado y
los progresos que haban hecho en la agricultura
y otras faenas de campo. La caza del
chilihueque, carnero indgena, y la pesca
ofrecan ocupacin constante a estas pacficas
gentes. En Cavada, Chiloy los Chilotes, pg.18.
79
En 1600 la poblacin de Castro experimento
otro flagelo menos temible que la viruela, a
saber las invasiones de los corsarios.
Ha en el Archipilago como emblema de terror
y de crueldad, el nombre fatdico de Simn de
Cordes, feroz holands que comandaba la
escuadrilla de corsarios que invadi la
providencia en el ao ya citado. Cavada, op.
cit., pg.32.
Otros corsarios y militares de origen holands
que atacaron Chilo fueron Baltasar de Cordes,
Antonio el Negro y el general Enrique Brouwer
entre 1600 y 1670 aproximadamente, ms otros
de distintas nacionalidades europeas.
80
las incursiones de los corsarios: Cordes
(1600), que destruy Castro; Spilberg, (1615), que
saque Carelmapu; Broker, gobernador de las
Indias Occidentales que asol ambas
poblaciones en 1643; Cliperton, que hizo
reconocimientos en 1719. Adems algunos
gegrafos y exploradores extranjeros visitaron
50
muestra un intercambio material y
simblico permanente de ideologas,
formas de trabajar y de concebir el
mundo circundante.

En este sentido, el universo de los
isleos se convierte en un paso ms
all de las diferencias tnicas, que en
su momento, separaron a travs de
la guerra de conquista, la
encomienda y la independencia
81
.
Separacin y lejana del mundo
continental y del resto de los
procesos de integracin nacional,
redundaron en un principio de
encontrar en el en-s mismo, el
encuentro con el nosotros.
Multiplicidad de eventos que
encierran a los isleos en el
mestizaje cultural, los mitos se
renuevan con la presencia
occidental y sus topnimos marcan
el lugar desde una procedencia
milenaria, que se materializa en la
lengua, la narracin, la naturaleza y
ciertos miedos, producto del
aislamiento en que vivan, producen
el lugar de una cultura local,
fundamentada principalmente en la

esas costas como King, Shauten y Le Maire,
LHermite y Fitz-Roy.
En 1767, el archipilago fue segregado de la
capitana General de Chile y anexado al
Virreinato del Per. El traspaso fue favorable en
algunos aspectos. La medida ms importante fue
la fundacin de San Carlos de Chilo (Ancud),
ms tarde fue elevada a capital. Tambin se
reorganiz la defensa con la internacin de
nuevo material blico. En Vzquez de Acua,
op. cit., pg. 17.
81
el 14 de enero de 1826 se dieron las
memorables batallas de Bellavista y Pudeto, que
concluyeron con la dominacin espaola en
Chilo. En Cavada, op.cit., pg. 35. La
independencia de Chile se firm en febrero de
1818.
hospitalidad y solidaridad en el
discurso. La comprensin del otro
permite en su interior abrir las
diferentes facetas de la identidad y
la ideologa a travs de intercambios
simblicos y de la ayuda mutua
para sobrevivir en este territorio.
Rpidamente la distincin armada
por los espaoles de pueblos de
indios y pueblos de espaoles-
criollos va desapareciendo, debido a
como ya sealamos, a la salida al
por mayor de la poblacin indgena
hacia el Chile continental, esta
disminucin, se ve fortalecida por la
llegada de migrantes europeos, sea
de forma forzosa o por vocacin, la
isla ve incrementada su poblacin.

Denotar el sentido del nosotros
82
,
posibilita en la accin de las
prcticas y de los discursos la
capacidad colectiva de producir
consenso, en cuanto al trabajo y
principalmente en la relacin que se
tiene con la narracin. Es decir, la
oralidad marca en estas
circunstancias el punto de reunin
de la comunidad, es el lugar donde
el intercambio logra su objetivo:
contar historias sobre los diferentes
sucesos acaecidos, que van desde el
entramado que se teje en el mar
hasta la vida en los pueblos, siempre

82
Lo propiamente humano, no es,
evidentemente, tal o cual rasgo de la cultura. Los
seres humanos se ven influidos por el contexto
dentro del cual vienen al mundo, y este contexto
vara en el tiempo y en el espacio. Lo que todo
ser humano tiene en comn con todos los dems
es la capacidad de rechazar estas
determinaciones; en trminos ms solemnes, se
dir que la libertad es el rasgo distintivo de la
especie humana; Todorov, Nosotros y los otros,
pg. 438.
51
supeditado a la subsistencia diaria
que provee el poder estrechar lazos
de convivencia. Sobre todo, si
tomamos en cuenta el medio
ambiente en el que se desarrollan
los medios de produccin y
recepcin de los diferentes procesos.

De esta forma, el ecosistema
marca las pautas de la convivencia,
por una parte por la forma en que se
llega a la isla a travs del mar,
tambin por la obtencin de una
gran cantidad de alimentos que
provienen del mismo lugar
83
.
Mientras que por otra parte, viene
de la tierra y el bosque, as como los
materiales para construir sus casas
en los diferentes pueblos. Con ello,
las prcticas denotan en el
movimiento de lo cotidiano, un
estrecho vnculo con las formas del
saber vivir y la supervivencia se
convierte en el espacio de la
solidaridad, ya que salir al mar, ese
intrincado mar por la tormenta y el
fro, se convierte en el lugar de
poder conjugar esfuerzos para
poder regresar despus de la faena.

Mientras que el bosque con el
resguardo de su frialdad, cobija el
territorio de la caza y la produccin
de la madera para las viviendas y la
exportacin al Per en el perodo
colonial, es otra de las fuentes de
trabajo. Hacer la casa de alerce es
fincar en la madera milenaria la
duracin de la misma, su

83
Hay que considerar que esto fue en el pasado;
en el presente hay escasez de los productos del
mar, debido al consumo industrial de la
empresas transnacionales.
durabilidad resguarda la vida
privada y la intimidad de quienes la
habitan, es la fuerza de la naturaleza
puesta en el orden de la
organizacin social. En este sentido,
el mar y el bosque proveen de
satisfactores inmediatos, para
marcar en la vida diaria el quehacer
de la cultura como un proceso
rutinario que da a las prcticas el
lugar de la vida en comn en el
nosotros.

Cultura y prcticas imaginarias

Empero, nuestra Isla, triste,
tempestuosa, envuelta en
hmeda y fra niebla, ofrece por
la ley del contraste, en la buena
estacin el ms admirable
espectculo; sus das y sus
noches de esplndida belleza; sus
golfos y canales tienen la tersura
del espejo, y sus islas de
exuberante verdura semejan
ramos de siemprevivas arrojados
all por la mano de dios para
flotar sobre sus aguas
84
.
Francisco J. Cavada

Lo cotidiano en un terreno hostil,
se desenvuelve como ya
mencionamos en el duro trabajo por
la supervivencia, ante la inclemencia
de los elementos, mientras en la casa
las reuniones en la cocina alrededor
del fogn se cuentan historias del
acontecer en el mar y en la tierra,
sobre las formas de enfrentar los
elementos. En lo individual y en lo
colectivo, se narran las experiencias
directas e indirectas, que marcan en

84
Cavada, op.cit., pg. 55.
52
los acontecimientos, los vnculos con
el poder recordar los sucesos
vividos. En ello, va la expectacin
que se produce en el terreno de la
experiencia como resultado de la
repeticin de los eventos.

Sin embargo; en este vaivn de
eventuales repeticiones se van
narrando hechos, cuya
trascendencia, se mueve en procesos
extraordinarios, que van ms all de
toda razn y que son producidos al
calor del fogn. En el discurso, se
discurre sobre actividades que se
han desarrollado en el mundo de la
imaginacin, un mundo que recrea
una fusin paulatina entre
diferentes tradiciones: la indgena y
la europea en su relativa
concatenacin que enuncia nuevas
acciones sobre el acto de narrar.

Tal vez su vida en medio de
bosques fragosos y solitarios, la vista
de su cielo casi siempre sombro y
tempestuoso, sus luchas incesantes
con el ocano borrascoso y
bramador, los huracanes que sin
cesar baten sus playas levantando
por las noches ecos pavorosos y
extraos, vuelven su espritu
soador, melanclico,
supersticioso
85
.

Todava resta decir que el chilote
practica sin reservas la virtud de la
hospitalidad, que la puerta de su
casa, pobre o cmoda, est abierta
para todos de da y de noche,
generalmente, sin inters alguno
86
.

85
Cavada, op.cit., pg. 74.
86
Cavada, op.cit., pg. 78.

Cultura y mito, envuelven en el
nosotros la capacidad de envolver
en el sistema de creencias, versiones
de la vida prctica que ayuden a
sobrellevar las inclemencias del
tiempo, estableciendo lugares
comunes entre las prcticas
ancestrales en la isla y la mentalidad
occidental. El resultado de esta
nueva organizacin, es la capacidad
que la vida en comn tiene para
producir en la ideologa,
credibilidades que permitan unir lo
extraordinario con lo cotidiano. Es
decir, el acto narrativo en la casa se
convierte en la actividad por
excelencia, para que las familias
encuentren de qu hablar y en el
proceso de comunicacin, las
historias adquieren sentido, como
discursos verosmiles.

Estas historias, que provienen de los
mitos, se suceden en el devenir del
tiempo, en la accin recursiva, que
hace presente en la memoria
colectiva el acto de saber contar, la
narracin busca localizar espacios
de estabilidad que ayuden a tener
tranquilidad por los que no regresan
de sus faenas, sea en el mar o por
internarse en la oscuridad del
bosque, la prdida debe ser
resguardada a travs de un sentido
de esperanza, que les diga puede
que regresen un da, o bien, estn en
un lugar mejor que ste. El
intercambio simblico, producido,
da la posibilidad de establecer en el
mbito de la memoria y el recuerdo
la capacidad de mostrar que la vida
en comn tiene sentido. Existen
53
diversas formas de plasmar en la
narracin el principio de comunidad
y de entre ellas encontramos: La
Ciudad de los Cesares
87
, un territorio
imaginario que basa su existencia en
la bsqueda medieval de un lugar
milagroso, un espacio
extraordinario que se basa en las
creencias populares que intentan
dar un sentido mgico a la
credibilidad profana y al sentido
religioso. Es un punto de
convergencia judeocristiano, que
produce en la bsqueda del paraso
el encuentro con lo maravilloso.

El largo perodo medieval nos
ofrece aqu el caso ejemplar de una
dialctica que sostiene, por una
parte, la existencia sobre la Tierra
del jardn del Edn que se volvi
inabordable y, por la otra, la
existencia de tierras felices que
conservan rasgos del paraso perdido
y que slo son accesibles a los
audaces.
88

u
La bsqueda e intentos de localizar
un espacio de tales caractersticas se
fundamenta principalmente, en el
deseo de localizar el smbolo de la
vida eterna. Historicidad, que tiene
como punto de construccin las
propias races del ser occidental y
que va de la mano del pensamiento

87
Ver: Rojas, La ciudad delos Csares. Esta es una
novela que marca la existencia de dicha ciudad.
Tambin puede verse en un contexto histrico:
Cavada, op.cit., pg. 87-88. Esta obra es la fuente
de primera mano sobre el tema. Un trabajo ms
reciente que intenta dar cuenta del trabajo
histrico es: Estell y Couyoudmdjian, La
Ciudad de los Csares: origen y evolucin de
una leyenda (1526-1880), pg. 283-308.
88
Delumeau, Historia del Paraso 1, pg. 183.
que intenta dar un sentido real al
paraso terrenal, al tiempo de retraer
el pecado original y la cada, al
proceso de salvacin. Encontrar la
salvacin, se enuncia bajo la
perspectiva de la utopa y debe
realizarse una cruzada para
encontrar dichos lugares (en
Amrica se busca El Dorado, Kivira,
la Ciudad de los Csares, entre otras
ms).

La Edad de Oro, se convierte en el
espacio de un tiempo primordial,
original y encubierto en la inocencia
de una inmortalidad que manifiesta
en el discurso y en sus prcticas, el
retorno a lo perdido. La
construccin imaginaria, bajo este
nivel de representacin, promulga el
inicio de un peregrinar institucional
para encontrar la ciudad.
Misioneros franciscanos y jesuitas y
no pocas personas ilustradas
emprendieron en el siglo pasado (siglo
XIX) varias expediciones al Sur, con el
objeto de descubrir la fabulosa ciudad.
De cualquier forma, Csar-as se la
llama- es una ciudad encantada. No es
dado a ningn viajero descubrirla an
cuando la ande pisando.

Una niebla espesa se interpone siempre
entreella y el viajero, y la corriente de
los ros que la baan refluye para alejar
las embarcaciones que se aproximan
demasiado a ella. Slo al fin del
mundo la ciudad se har visible para
convencer a los incrdulos que dudaron
de su existencia, nos dice Francisco
Cavada en su libro.
89



89
Cavada, op.cit. pg. 87-88.
54
El establecimiento de una pauta
que oscurece el acto de la narracin,
acciona en el discurso el espacio de
contradiccin, que nos ubica; s, es
difcil entrar y no cualquiera puede
ver lo que tiene frente de s. Lo
maravilloso se localiza en
convertirse en el elegido y en el
espacio de la cultura social, es quien
no ha regresado, el que se ha
perdido y existe en el nimo de la
comunidad una pequea esperanza
de su retorno. Mientras dure este
impasse el discurso debe cubrir la
ausencia, debe proseguir su camino
en un proceso imaginario que
manifieste el deseo de retorno del
desaparecido.

Si el regreso no se produce, la
esperanza prosigue su camino en la
produccin imaginaria, al decirse a
s mismo, se encuentra en un
mundo mejor: la ciudad de los
Csares. Este pensamiento se
convierte en su prctica, en el
impulsor del mito, como parte de la
cosmovisin chilota, es en la larga
duracin el punto de encuentro con
un mundo analgico, que posibilita
recuperar el paraso perdido,
justificacin que nicamente se hace
presente al vivir en comunidad; en
un nosotros que redita en lo
cotidiano de la isla en el entendido
de la hospitalidad. Esto significa en
la construccin simblica, que una
parte de esa unicidad siempre es
migrante, mientras que la otra es
llamada a permanecer en Chilo,
como parte intrnseca de los lazos
familiares, el arraigo hacia la
naturaleza y las formas de ver y
sentir el mundo.

Los primeros, llegaron del sur y
sucesivamente retornaron, no sin
antes dejar en sus historias el
encuentro con los mundos
imaginarios, materializados en el
mito, donde el mar, el bosque y la
isla son la entidad prctica y
discursiva en la produccin de la
cultura chilota. Una cultura que se
hace presente en la aceptacin del
nosotros como la fusin de distintas
diversidades, lo que conlleva a la
nocin de hospitalidad y de
aceptacin pacfica del otro.

Finalmente, un universo que se
mueve en la solidaridad, la
esperanza y principios de
aceptacin de la diversidad,
acumula en su seno la fusin de
tradiciones que van ms all de las
identidades locales, como parte de
un proceso de pervivencia colectiva.

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57

BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
N 1, ao 2010, pp. 57-61, Copiap




LA ALAMEDA MANUEL ANTONIO MATTA, EN COPIAP.
Visin crtica.



Danilo Bruna Bruna
90




Origen

Obedeciendo a una aspiracin que la
poblacin haba manifestado desde
aproximadamente una dcada, por fin
el 14 de junio de 1853, el Ministerio del
Interior aprob el siguiente Decreto:

Aprubase el Acuerdo de la
Municipalidad de Copiap, en virtud
del cual dispuso establecer una
alameda al oriente del ferrocarril,
comprando para ello dos sitios, cuyo
total valor asciende a 7.369 pesos 95
centavos con el plazo de cuatro aos,
debiendo abonar entre tanto el inters
del diez por ciento anual.

Tmese razn y comunquese. MONTT.
Antonio Varas.

Ignoramos quines fueron los
propietarios de aquellos dos sitios,
pero el hecho cierto es que la Alameda
fue una realidad, salvo que al parecer,

90
Historigrafo. Museo Regional de Atacama,
Copiap, DIBAM.
en vez de lamos tuvo solamente
pimientos, rboles que tampoco eran
chilenos, pero que tenan la virtud de
no exigir cuidados, de crecer con cierta
rapidez y brindar sombra.


El Primer Monumento

El nombre original de Alameda o Paseo
Nuevo, le fue cambiado en 1876,
cuando en su sector norte se inaugur
un busto del Libertador Bernardo
OHiggins, lo que trajo como
consecuencia que oficialmente fuera
mencionado como Paseo OHiggins, y
desde entonces las ceremonias cvico-
militares tuvieron all un espacio para
evolucionar. El aumento de la
poblacin de la ciudad, hizo que el
Paseo OHiggins se viera ms
transitado por jinetes y carruajes, ms
an, estando cerca de la Estacin del
Ferrocarril.


El Segundo Monumento

En 1863, lleg desde Francia la hermosa
estatua Alegora a la Minera, hasta
hoy conocida vulgarmente como La
Pileta de la Plaza. Entonces, las
58
autoridades de la poca le asignaron el
sitio preferencial en pleno centro, para
lo cual removieron del sitio la estatua
ya existente all desde 1853, y que
representaba a Juan Godoy,
Descubridor de Chaarcillo.
Trasladaron la estatua de dicho minero
a la Alameda, donde ha permanecido
hasta hoy, aunque trasladada otras
veces dentro del sector. Representa a un
minero chileno luciendo el extrao
atuendo de la poca y que tanto haba
impresionado a los viajeros del siglo
XIX, Darwin, Claudio Gay, Paul
Treutler, Prez Rosales y Faustino
Sarmiento, entre otros.


El Tercer Monumento

El 18 de septiembre de 1885, fue
inaugurado el Monumento a las Glorias
de Atacama, con un masivo acto al que
concurri incluso, gente de Tierra
Amarilla y de las haciendas del Valle.
Es una obra en bronce del escultor
chileno Jos Miguel Blanco; representa
a La Patria ofrendando a sus hijos, los
mineros soldados, una corona de laurel,
en tanto sostena en la diestra la espada
vencedora. Un alto pedestal tiene como
ornamento unas efigies de bronce de
los oficiales cados en combate. Una
escena guerrera, tambin en bronce,
representa el Asalto y Toma de Piragua,
cruenta batalla que puso de manifiesto
el temple de los soldados mineros del
Batalln Atacama N 1, el 10 de
noviembre de 1879.


El Cuarto Monumento

En 1905, fue inaugurado el monumento
a Manuel Antonio Matta, lder del
histrico Partido Radical, creado
oficialmente en Copiap en diciembre
de 1863, en el cual militaron casi todos
los copiapinos de figuracin pblica en
la poca.
Es una obra en bronce del escultor
chileno Virginio Arias, y representa al
poltico en la actitud de pedir la palabra
en el Parlamento, ya que fue
parlamentario en diversos perodos. A
la inauguracin de este monumento, el
Gobierno envi una comisin oficial
numerosa, y el Acto Pblico con
presencia de las escuelas de la ciudad,
fue masivo, apareciendo unas
fotografas del monumento y
personalidades, en la Revista Zig- Zag.


Quinto Monumento

En 1944, la ciudad de Copiap cumpli
200 aos desde su fundacin oficial. La
Colonia Libanesa, en agradecimiento
por haber sido aceptados sin
restricciones en la ciudad, y estando
incorporados como ciudadanos con los
mismos derechos y deberes que los
naturales, orient sus esfuerzos en
mandar a elaborar un monumento.
Consisti en un cndor de bronce, con
las alas abiertas como en actitud de
emprender el vuelo. Una maciza
plancha tambin de bronce, en
caracteres libaneses y occidentales,
expresaba el saludo de los libaneses
copiapinizados.


Sexto Monumento

Es contemporneo, al parecer de la
dcada de 1940. Est ubicado en la
Plazoleta de valos y consiste en una
efigie del Adelantado don Diego de
Almagro, 1480 1538, Descubridor de
Chile Continental 1535 36. Dicha
efigie es de bronce, de unos 70 cm de
59
dimetro, empotrada en una roca de
ms de un metro de alto.


Sptimo Monumento

Es contemporneo. Consiste en un
busto metlico, tosco, que representa al
Capitn Ignacio Carrera Pinto, 1848
1882. Fue uno de los Hroes de
La Guerra del Pacfico. Fue instalado
durante el Rgimen Militar, al parecer,
por iniciativa de la entonces Secretara
de la Juventud, con motivo de
cumplirse en 1982, el centenario del
Combate de La Concepcin.


Comentario

La Alameda fue remodelada con una
millonaria inversin; trabajos que
concluyeron el ao 2005. Desde la
dcada de 1960 haba cambiado
parcialmente. Durante el Gobierno
Militar, el Monumento a las Glorias de
Atacama fue aprovechado como punto
de referencia en la construccin de un
Mausoleo, al cual fueron trasladados
los restos de algunos oficiales
atacameos de la Guerra del Pacfico.
Durante algunos meses fue muy
visitado, constituyndose en un lugar
de atraccin turstica, en el que el
Museo Regional colabor
museogrficamente. Sin embargo al ser
trasladado a Calama, a fines de la
dcada de 1970, el Regimiento
Ingenieros Motorizado N 1,
propietario de los objetos histricos que
se exhiban en vitrinas construidas para
tal efecto, el Mausoleo perdi el
atractivo turstico que aquel Regimiento
le haba impreso.



Daos naturales a los monumentos

Debido a la alta sismicidad
caracterstica de la Regin, los
monumentos siempre sufrieron daos.
Especialmente dos sismos, el del 4 de
diciembre de 1918 y el del 10 de
noviembre de 1922, rompieron los
pedestales de ladrillos recubiertos con
cemento, en algunos; o con planchas de
mrmol, en el caso de Las Glorias de
Atacama. Las estatuas cayeron de sus
pedestales, como cayeron numerosas
casas de la poca.
En el caso del monumento a Juan
Godoy, cay de su pedestal hacia el ao
1945, tambin por un sismo,
quebrndose en tres partes. Algn mal
intencionado se qued con el martillo.
Alrededor de un ao y medio ms
tarde, fue reparado, se le dot de un
nuevo combo y se lo repuso en la
plazoleta frente al templo de San
Francisco.
No sabemos desde cundo fueron
reinstalados los dems monumentos
despus del gran sismo del 22; pero se
hizo costumbre repintarlos o
barnizarlos cada dos o tres aos.


Daos Intencionales

La Alameda tiene pocas casas
habitadas, siendo en las noches un
paseo muy poco concurrido y con una
Discoteca a unos cuarenta metros de
distancia, adems de restoranes en las
cercanas. Esto ha hecho que en horas
de la noche los vndalos ocasionen
daos al entorno sin preocuparse por
ser vistos.
En dcadas precedentes, al monumento
a las Glorias de Atacama le fue robada
la espada que la estatua empuaba en
la diestra.
60
Una bodega vaca, antigua pero en
buen estado, ubicada en la esquina
donde nace la calle Atacama, fue
incendiada en horas de la madrugada,
afeando el entorno.
Durante los primeros meses de 2004, le
fueron robadas dos planchas de bronce
macizo al pedestal de la estatua Manuel
Antonio Matta, que deben haber
reportado a los vndalos unos sesenta
kilos de metal.
Durante el mismo ao, le fue robada a la
estatua Juan Godoy, el escudo chileno que
tena en una de las cuatro caras del
pedestal.
Dicho escudo tena la particularidad de
tener, en vez del huemul un brioso
caballo. Adems no era de bronce, sino
de hierro, lo que nos lleva a relacionar
el robo con un artculo aparecido por
aquella semana, en El Mercurio de
Santiago, en que el diario denunciaba
que haba tres monumentos en Chile
que tenan aquel extrao escudo
nacional.
Otros daos, de carcter menor, han
sido los rayados con pinturas sobre las
bases de las estatuas, y los producidos
por las patinetas de los adolescentes.
Durante su ltima visita a Copiap, el
ex Comandante en Jefe del Ejrcito,
General Emilio Cheyre, que haba sido
Comandante del Regimiento en
Copiap, visit el Mausoleo militar y
manifest a la prensa su pesar por los
daos que vio en el entorno.


La Transformacin de la Alameda

En los trabajos de modernizacin de la
Alameda ejecutados en dos etapas, la
ltima de las cuales culmin en
diciembre de 2005, la comunidad pudo
apreciar, entre otras, las siguientes
transformaciones:

1.- El busto del Libertador Bernardo
OHiggins, fue retirado. Ignoramos qu
sucedi con su pedestal de mrmol.
Noticias radiales, por aquellos das,
manifestaron que sera reinstalado en la
Escuela que lleva el nombre del hroe.
2.-Una banqueta ornamental ubicada
frente a la sede de los ferroviarios
jubilados, punto naciente de la calle
Atacama, fue demolido y reconstruido
ms moderno. Pero el original haba
sido construido con sentido artstico; el
actual luce burdo, especialmente feas
son las macetas, que carecen de las
lneas elegantes que tenan las
originales al estilo antiguo, aunque
tambin eran de cemento.
3.-El Monumento de la Colonia
Libanesa, permaneci guardado algn
tiempo. Demolieron su pedestal
original y le construyeron uno nuevo
bastante feo. Las macizas planchas de
bronce, una en texto rabe y otra en
espaol, permanecieron durante meses
en la oficina del ex Alcalde Marcos
Lpez, hasta que fueron puestas,
apresuradamente cuando no result
electo, sobre unas toscas piedras a ras
del csped, dndoles as facilidad a los
ladrones de bronce, que no tardaron en
robrselas.
4.- El monumento a Juan Godoy, fue
cambiado de lugar. Su antiguo pedestal
y la fuente circular, ambas piezas
originales de hierro fundido, fueron
desechadas. En su reemplazo, se le
construy a la estatua un pedestal de
concreto que ha suscitado el rechazo de
gran parte de la poblacin.
5.- Los nuevos postes de iluminacin de
la Alameda, han sido un buen aporte;
como los del resto de la ciudad, tienen
sus focos orientados directamente hacia
abajo y su luminosidad no se pierde
hacia arriba como ocurra con los
anteriores. Sin embargo, el Monumento
a las Glorias de Atacama, cuya altura
61
sobrepasa a los actuales postes, en las
noches luce mal, ya que la luminosidad
le llega slo el pedestal a la cintura de
la estatua, por lo tanto el paseante
nocturno ve solamente medio
monumento iluminado.


Comentario Final

Esta modernizacin costeada por el
Ministerio de Obras Pblicas, debi
hacerse con participacin de la
comunidad copiapina, lo que no se
efectu. Es probable que tampoco se
haya solicitado el permiso respectivo
del Consejo de Monumentos
Nacionales, para evitar demorosa
tramitacin.
Creo, sin embargo que, a pesar de los
puntos sealados, ha sido positiva la
Modernizacin. Sin duda lo mejor, ha
sido la construccin de la Sala de
Cmara, que ha contribuido a dar vida
a la Alameda. Cuando los trabajos de la
primera etapa concluyeron, el impacto
visual nocturno era agradable, salvo el
detalle del punto 4 de estas notas. Sin
embargo, el vandalismo no tard en
daar severamente las luminarias a ras
del suelo y la elegante cabina telefnica
ubicada frente a la Sala.
No conozco el edificio del Teatro
prximo a inaugurarse; pero el exceso
de vidrios hacia el oriente, le va a
otorgar a las dependencias un excesivo
calor y luminosidad, quizs impidiendo
su uso durante los meses de verano.
Cmo no pensaron en semejante
detalle?
Falt, adems, haber construido en
pleno paseo una buena caseta como
puesto nocturno permanente para
carabineros, y quizs unos baos
pblicos en el extremo norte del paseo,
debido a la gran cantidad de personas
que concurre a trmites al Edificio del
MOP, donde se concentran varios
Servicios Pblicos.




62
63
BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
N 1, ao 2010, pp. 63-87, Copiap




INVESTIGACIN, CONSERVACIN Y PUESTA EN VALOR DEL
PATRIMONIO ARQUEOLGICO DEL PROYECTO MINERO
DAMIANA, EL SALVADOR, REGIN DE ATACAMA.



Carlos Gonzlez G.
91
, Catherine
Westfall
92
y Carmen Castells Sch.
93




Introduccin

Desde el 2003, por una invitacin del
Consejo de Monumentos Nacionales, a
peticin de Divisin Salvador de
Codelco y producto de la expansin del
proyecto Damiana, que se enmarcaba
dentro de la normativa legal ambiental
imperante, el primer autor y la
conservadora Castells, tomaron
conocimiento de la existencia del
patrimonio arqueolgico de El Salvador,
Comuna de Diego de Almagro, Regin
de Atacama (Figura 1). A raz de la
intervencin arqueolgica, que constat
un conjunto de 13 sitios arqueolgicos
jalonados a la vera de un tramo de 4 km

91
Departamento de Cultura y Turismo, Ilustre
Municipalidad de Diego de Almagro.
Investigador asociado MRA. Programa
Doctorado en Antropologa (UTA-UCN),
Becario CONICYT. E-mail:
inkacarlitos@yahoo.es
92
Taguatagua Consultores. E-mail:
catherine.westfall@gmail.com
93
Patrimonio Consultores. E-mail:
carmen_castells@yahoo.com
de camino incaico existente dentro de
las dependencias divisionales (Vsquez
et al. 2003), y dadas las determinaciones
de la Resolucin de Calificacin
Ambiental N 055 del 15 de Julio de
2003 de la Conama Atacama, los
suscritos efectuaron durante el 2004 un
estudio del referido tramo y de sus
evidencias inmuebles y muebles,
prosiguiendo el 2006 con medidas de
proteccin (Gonzlez 2006a),
complementadas el 2010 (Gonzlez y
Castells 2010a).

El trabajo realizado consider las
caractersticas viales del tramo
(Gonzlez et al. 2004) desde el punto de
vista micromorfolgico

(Trombold
1991), como tambin su recuperacin
esttica, debido a una intervencin
arqueolgica errada efectuada
previamente -ajena al inicio de nuestras
actividades-, integrndose a las
medidas de conservacin desarrolladas.
Durante estas labores arqueolgicas se
descubri un total de 14 sitios
arqueolgicos (12 ms que los
reportados el 2003) y una variedad de
artefactos y ecofactos (cermica, restos
conquiolgicos, etc.), que dan cuenta de
la incorporacin de la localidad a una
64
ruta caravanera preincaica,
implementada al menos desde el 700
d.C. y que posteriormente el Inka
reconceptualiza bajo su rbrica.
Como ltima etapa de este quehacer
arqueolgico, se defini e implement
un plan de cierres perimetrales y
carteles con informacin patrimonial de
los sitios arqueolgicos adyacentes y
cercanos al Camino del Inka. Del
mismo modo, y como una de las ms
importantes actividades contempladas,
se llevaron a cabo durante el desarrollo
del proyecto arqueolgico, actividades
de educacin patrimonial en torno al
trabajo arqueolgico y el conocimiento
prehispnico de El Salvador.

En consecuencia, se presentan y
discuten en este artculo nuestras
definiciones respecto a los aspectos
patrimoniales de El Salvador, el trabajo
arqueolgico, de conservacin y
educacin patrimonial que realizamos
en el actual campamento minero,
gracias al proyecto Damiana de
Divisin Salvador. Asimismo, se
analizan las actividades emprendidas y
sus proyecciones, tanto a nivel local,
comunal como regional, enfatizando las
significaciones patrimoniales de este
proyecto, como la factibilidad de
efectuar un trabajo arqueolgico
sistemtico dentro de un marco minero
productivo sustentable dentro de la
Regin de Atacama, destacando,
igualmente, sus implicancias cientficas,
sociales y culturales.


1 Definiciones sobre patrimonio
arqueolgico y patrimonio minero-
metalrgico de El Salvador

1a.- Patrimonio Arqueolgico

Esta definicin se encuentra dentro de
una denominacin global,
correspondiente al concepto patrimonio
cultural, que de acuerdo a UNESCO
comprende las obras de sus artistas,
arquitectos, msicos, escritores y sabios, as
como las creaciones annimas, surgidas del
alma popular, y el conjunto devalores que
dan sentido a la vida, es decir, las obras
materiales y no materiales queexpresan la
creatividad de ese pueblo; la lengua, los
ritos, las creencias, los lugares y
monumentos histricos, la literatura, las
obras de arte y los archivos y bibliotecas
(UNESCO 1982). As entonces,
asimilamos el patrimonio cultural como
un legado de nuestros antepasados,
representado el fundamento cultural
colectivo de nuestra nacin,
permitiendo el reconocimiento y el
fortalecimiento de una identidad
nacional y como pas. Evidentemente,
el pasado nos remite a una historia
comn, culturalmente distintiva,
permitindonos reconocer nuestro
entorno, como tambin a nosotros
mismos (Ballart 1997:43), configurando
un marco referencial identitario, desde
un nivel individual hasta colectivo.

De este modo, la identificacin y la
especificidad de un determinado
patrimonio cultural, as como sus
aspectos connotativos, se deben a la
significacin social, a la
representatividad que reviste para una
sociedad en particular (Simonetti
2005:98), como ejemplo de su singular
proceso histrico. Incluso, se alcanzan
niveles semnticos que integran a la
humanidad en su conjunto, como
acontece con las designaciones de la
UNESCO sobre lugares y sitios que
constituyen patrimonios mundiales
nicos. Prueba de ello son, por ejemplo,
las designaciones en Chile del
campamento minero de Sewell en la
65
Regin de OHiggins, las oficinas
salitreras Humberstone y Santa Laura
en la Regin de Tarapac, como del
casco histrico de la ciudad puerto de
Valparaso, en la Regin homnima;
esperando en un mediano plazo que
integre en esta categora al Camino del
Inka
94
. UNESCO tambin abarca los
espacios naturales de especial
significancia mundial, como es el caso
de las Islas Galpagos en Ecuador
95
.

Lo anterior deja entrever que el
patrimonio cultural es la gran reserva de
aprendizaje no slo de un individuo
respecto a su grupo humano, a nivel
tnico, cultural y nacional, sino de toda
la humanidad, comprendiendo
distintos niveles de reconocimiento de
tales expresiones, definibles como
patrimonio local, regional, nacional y
universal (Simonetti 2005), aspectos
reconocidos por UNESCO.

Complementando esta visin
integrativa, se reconoce que el
patrimonio cultural puede dividirse en
intangible, contemplando todos los
aspectos culturales inmateriales,
reconocidos en las costumbres, los
mitos, los ritos, el lenguaje, etc.; y por
otro lado, tangible, que rene el
conjunto de aspectos culturales de
naturaleza material, tales como las
edificaciones, los sitios arqueolgicos e
histricos, los sitios fnebres
(cementerios y enterratorios, que a su
vez son sitios arqueolgicos, de tipo
prehistrico o histrico), los tiles, los
artefactos manufacturados o en proceso
de elaboracin, entre otros,
pertenecientes a un grupo o sociedad

94
Actualmente 6 pases sudamericanos, entre
ellos Chile, estn postulando ante UNESCO el
Camino del Inka (Qhapaq an) como candidato a
Patrimonio de la Humanidad.
95
Ver informacin en: http:/ / whc.unesco.org
en un tiempo y un espacio
determinado.

En este contexto es factible ubicar
nuestro concreto proceder disciplinario,
el arqueolgico, ya que apunta hacia el
estudio y el conocimiento de las
sociedades humanas del pasado,
principalmente a travs de sus restos
materiales abandonados, constituyendo
lo que ha sido denominada como
cultura material (Renfrew y Bahn
1998:9). Por lo tanto, la vinculacin ms
directa del quehacer arqueolgico es
con el patrimonio cultural tangible,
aunque ello no objeta aproximaciones
hipotticas al conocimiento de
realidades intangibles de una sociedad
humana extinta, por ejemplo, a travs
del estudio del arte rupestre o de las
prcticas funerarias.

Desde estas consideraciones nuestro
trabajo, como expresamos antes, se
aboca al estudio del patrimonio cultural
tangible, pero se circunscribe en lo
conocido como patrimonio arqueolgico,
que segn Endere est constituido por
todos los restos materiales de culturas del
pasado que puedan ser estudiados con
metodologa arqueolgica, su contexto de
depositacin, as como la informacin que se
obtengan de dichas investigaciones
(Endere 2000:216). Los restos materiales
se encuentran por lo general dentro
sitios arqueolgicos de diversa
funcionalidad, siendo evidencias
concretas de grupos y poblaciones
humanas ya desaparecidas, que nos
entregan informacin sobre sus
conductas, percepciones y modos de
vida, independiente de sus especficas
definiciones como sociedades de
tiempos prehistricos o histricos. En
este punto, valga destacar que pese a la
preferente orientacin de las
investigaciones arqueolgicas hacia
66
sociedades prehistricas, la existencia
de evidencias materiales durante
tiempos histricos, incluso
contemporneos, posibilita la
implementacin de estudios
arqueolgicos, los que se
complementan con registros escritos
disponibles. De all que la actual
divisin instrumental entre arqueologa
prehistrica y arqueologa histrica,
radica en la distincin de los
particulares mbitos temporales de
desarrollo disciplinar, aunque
comparten la atencin analtica hacia
los restos materiales.

Por consiguiente, el patrimonio
arqueolgico en Chile, como en cualquier
otro lugar del mundo, nos permite
acceder por medio de su estudio,
conservacin, difusin y puesta en
valor, al conocimiento de nuestro
pasado remoto y reciente como
sociedad, representado una
herramienta cientfica y social que
posibilita estructurar una base
identitaria del pas y, en nuestro caso,
de su realidad pluritnica, como
tambin del devenir histrico que nos
singulariza. En esta direccin se
comprende la relevancia de proteger y
conservar el patrimonio arqueolgico, ya
que simboliza, al decir de Ballart,
presencias sustitutivas que hacen de
nexo entre personas y sociedades
separadas por el tiempo, por lo queson
testimonio de ideas, hechos y situaciones del
pasado (Ballart 1997:66).

En nuestro pas existe desde 1970 un
marco legal que protege el patrimonio
arqueolgico, que igualmente considera
el patrimonio paleontolgico, histrico,
arquitectnico y natural. Nos referimos
a la Ley N 17.288 de Monumentos
Nacionales y su reglamento de 1990,
que categoriza, registra, custodia y
norma el acceso y las intervenciones a
los monumentos de tipo cultural y
natural. Este cuerpo legal se
complementa con la Ley N 19.300 de
Bases Generales del Medio Ambiente
de 1994, cuyo articulado y reglamento
de 1997, junto con las modificaciones de
la Ley N 20.417 de 2010, ha sentado las
bases sobre el cuidado respecto al tema
patrimonial y sus regulaciones sobre
impactos ambientales de proyectos y/ o
actividades que generen modificaciones
sobre el patrimonio cultural. Sin
embargo, la promulgacin de este
marco legal no garantiza el respeto
hacia la temtica patrimonial que nos
preocupa, sino que, y coincidiendo con
planteamientos de la Sociedad Chilena
de Arqueologa, seran responsables de la
proteccin y conservacin del Patrimonio
Arqueolgico todas las personas naturales y
jurdicas, as como las instituciones
privadas y del Estado. En este sentido, nos
interesa destacar quees responsabilidad de
las personas e instituciones no slo la
conservacin de los sitios y objetos
arqueolgicos, sino tambin el registro de
sus asociaciones contextuales (SCHA
2007).

Una efectiva vinculacin entre el
trabajo de investigacin, conservacin,
proteccin y educacin del patrimonio
arqueolgico ha estado presente en El
Salvador, producindose el
cumplimiento divisional de la legalidad
vigente, al ampliar sus procesos
productivos y responder a los
requerimientos ambientales y de orden
patrimonial. No obstante, la
preocupacin divisional trascendi lo
meramente legal, apoyando variadas
actividades que han contribuido a
incrementar el conocimiento del
patrimonio arqueolgico y de la
prehistoria de El Salvador. Testimonio
de lo sealado son los compromisos
67
con una estrategia educacional y de
instruccin desarrollada por nosotros
sobre el patrimonio arqueolgico de la
localidad, que comenz con el proyecto
de expansin minera Damiana,
permitiendo una proteccin activa de
los bienes patrimoniales presentes. La
Divisin ha mantenido este proceder en
el tiempo, como lo demuestra el
proyecto de la IV Ampliacin del
Tranque de Relaves Pampa Austral,
implementado durante el 2006, que
gener el rescate, estudio y proteccin
de sitios arqueolgicos de cazadores
recolectores del Perodo Arcaico (circa
5000 a.C.) (Gonzlez 2006b; Peralta et al.
2010), presentes en el rea del tranque,
que se ubica a 16 km al Norte de la
ciudad de Diego de Almagro. Junto a
estos trabajos arqueolgicos en Pampa
Austral, se implement un plan de
educacin patrimonial y actividades de
difusin sobre el rescate arqueolgico,
enfatizando la relevancia de estudiar y
proteger el patrimonio arqueolgico
comunal, dirigido a estudiantes y
diversas comunidades de la Provincia
de Chaaral, desarrollndose tambin
un programa de charlas obligatorias de
induccin arqueolgica para todos los
trabajadores que ingresaban a cumplir
variadas funciones en la ampliacin del
tranque.

El patrimonio arqueolgico de Divisin
Salvador, sistematizado desde el 2003,
integra las evidencias arcaicas de
Pampa Austral, numerosos testimonios
arqueolgicos industriales, histricos,
asentamientos de los grupos Collas
(Molina 2003; Gonzlez y Castells
2010b) y las investigaciones realizadas
en El Salvador, presentando en esta
ltima localidad significativas
evidencias mineras lapidarias en el sitio
Mina Las Turquesas (en adelante MLT),
explotado desde tiempos formativos
(500 a.C. aprox.) hasta histricos (1950
d.C.) (Gonzlez y Westfall 2005),
sumando tambin el cercano
Cementerio Las Turquesas (en adelante
CLT), un sitio funerario de los mineros
caravaneros atacameos que
explotaban la turquesa (alrededor del
1300 d.C.) (Gonzlez y Westfall 2008).
Tambin est integrado por las
explotaciones mineras cuprferas de
tiempos incaicos (1500 d.C.), y por un
tramo de Qhapaq an o Camino del
Inka (Gonzlez y Westfall 2010). Este
conjunto testimonia significativamente
que el patrimonio arqueolgico de la
localidad puede caracterizarse con
mayor propiedad bajo la categora de
patrimonio minero-metalrgico,
singularizando a El Salvador como un
distrito minero por excelencia,
abarcando tanto pocas prehistricas
como histricas. Hacia esa concreta
definicin patrimonial apunta el
siguiente capitulo.

1b.- Patrimonio Minero-Metalrgico

Las variaciones diacrnicas de los
procesos productivos mineros en Chile,
como en todo el mundo, han producido
una serie de evidencias de gran
importancia patrimonial, que reflejan
los diferentes momentos del desarrollo
tecnolgico en torno a la explotacin de
los minerales, al igual que demuestran
las distintas aproximaciones sociales de
los diversos grupos humanos que han
configurado una verdadera cultura
minera. Estas evidencias, los espacios
productivos y los asentamientos
mineros, conforman un patrimonio
minero que representa la historia de los
hombres que en distintos momentos del
tiempo han estado vinculados a estos
trabajos productivos. La atencin
arqueolgica hacia estas evidencias ms
recientes se ha consolidado y
68
especializado a travs de la llamada
arqueologa industrial, consistente en un
tratamiento arqueolgico de la
materialidad de caractersticas
industriales, que en Chile est en sus
albores.

Por esta razn se ha considerado
relevante conocer los procesos
histricos mineros y las localidades
asociadas, no slo como una fuente de
inters cientfico, que se configura por
medio de un trabajo de investigacin
(previo a cualquier iniciativa de puesta
en valor), sino tambin como espacios
alternativos, especialmente aquellos
abandonados, puesto que permiten por
medio de un turismo cultural
sustentable, el desarrollo de zonas
mineras deprimidas (Carvajal y
Gonzlez, A. 2006). Segn estos
autores, existe en la actualidad una
preocupacin mundial por preservar
para las generaciones futuras los
utensilios y los materiales vinculados
con las industrias tradicionales, entre
ellos los vinculados con la minera,
particularmente luego que finalizan sus
faenas productivas, contndose en el
presente con un sinnmero de
testimonios del antiguo funcionamiento
de tales industrias. Esta situacin puede
observarse en casos como los
ferrocarriles, centrales elctricas,
instalaciones industriales del acero, textil
carbn queforman partedenuestra historia
ms recientey que las nuevas tecnologas,
la utilizacin de nuevos materiales
plsticos, por ejemplo- y modernas
actividades han dejado en desuso y, en
muchos casos, olvidadas (Carvajal y
Gonzlez, 2003) (Carvajal y Gonzlez,
A. 2006:3-4). Desde este punto de vista,
los restos materiales industriales
abandonados, como por ejemplo los
generados por los habitantes de las
oficinas salitreras del Norte Grande,
han transitado desde un contexto
sistmico, de funcionamiento pleno, a
un contexto arqueolgico (Schiffer
1972), de abandono de sus procesos
productivos, como de la vida cotidiana
de los mineros y sus familias; slo
recientemente estos sitios estn siendo
foco de inters sistemtico de la
arqueologa (Vilches et al. 2008).

En esta proyeccin cultural y social se
concibe el patrimonio minero, que
procura la investigacin, preservacin,
conservacin y divulgacin de cada
uno de los elementos que lo
caracterizan, siendo identificado en
propiedad como patrimonio minero-
metalrgico, ya que no slo contempla
las etapas iniciales de la extraccin
minera, sino tambin las fases finales de
este particular proceso productivo
geominero. De esta forma, se
comprende la importancia de preservar
los enclaves mineros y sus distintos
rasgos, en especial aquellos
abandonados o que son parte de un
proceso de cierre minero. A nivel
mundial estos espacios forman parte de
ecomuseos, parques culturales o museos
abiertos (Carvajal y Gonzlez, A. 2006)
(como el caso de Sewell), reuniendo
una amplia variedad de aspectos
patrimoniales que, por lo general,
permiten una visin integral de la
cultura minera, abarcando
particularmente lo tecnolgico y lo
social. Este es un tema pendiente en el
caso de nuestra regin donde, por
ejemplo, el emblemtico mineral de
Chaarcillo se encuentra abandonado y
sin proceder a su imperativo estudio
arqueolgico, como a planificaciones
concretas enfocas a estructurar su
puesta en valor

Resulta evidente considerar al
patrimonio minero abandonado como
69
una posibilidad real de desarrollo local
en el presente, bajo ciertas clusulas de
proteccin y puesta en valor con
implicancias sociales. Previamente,
deben realizarse investigaciones
arqueolgicas, antropolgicas e
histricas que den cuenta de las
actividades mineras y sus entornos
sociales, con la finalidad de reconstruir
tanto los procesos productivos como la
vida de las comunidades mineras,
posibilitando un conocimiento integral
de las culturas mineras desaparecidas

(Carvajal y Gonzlez, A. 2006). Esta
situacin se constata en Divisin
Salvador, puesto que presenta un
patrimonio minero prehispnico e
histrico que lo distingue de otras
localidades mineras en Chile, como de
otros ejemplos que grafican algunos
perodos del desarrollo industrial
histrico, como Sewell, remitido al
acontecer de un campamento minero
de la primera mitad de siglo XX.

En sntesis, en El Salvador el patrimonio
arqueolgico forma parte de un
distintivo patrimonio minero-metalrgico,
remontndose a pocas prehispnicas,
desarrollndose en tiempos histricos y
proyectndose hasta una presente
industrializacin, representado sus
testimonios pasados y presentes el
continuum histrico de una localidad
minera, considerando sus quiebres y
particulares discursividades. Con el
objetivo de dar a conocer el
componente prehispnico y los
antecedentes arqueolgicos del
proyecto Damiana, se describe y
analiza a continuacin nuestro trabajo.





2. Recientes investigaciones
arqueolgicas en El Salvador

2a.- Antecedentes de Divisin
Salvador y del Proyecto Minero
Damiana

Divisin Salvador corresponde a una
de las filiales de la empresa estatal
Codelco (Corporacin Nacional del
Cobre), cuyos depsitos comenzaron a
ser explotados desde 1959, primero por
la empresa estadounidense Andes
Mining Company, que en 1913 haba
desarrollado faenas extractivas en
Potrerillos, ubicada a 41 km al Sureste
de El Salvador y a 2800 msn. Luego de
la Nacionalizacin del Cobre en 1971, la
entonces Compaa de Cobre Salvador
pasa a manos chilenas, siendo con
posterioridad disuelta en 1976 (Baros
2006), crendose Codelco y sus
componentes mineros, entre ellos El
Salvador. Esta Divisin se ubica en la
localidad homnima, a 1100 km al
Norte de Santiago, en la Comuna de
Diego de Almagro, Provincia de
Chaaral, en la Regin de Atacama,
estando dividida en tres explotaciones
mineras: Inca, Campamento
Antiguo y Damiana Norte. Produce
ctodos electrorrefinados y
electroobtenidos de cobre, adems de
concentrado cuprferos, alcanzando
65.462 toneladas mtricas de cobre fino
en el ao 2009 (Codelco 2009).

El Proyecto Damiana, que debe su
nombre a Mara Damiana Jernimo,
una de las ms antiguas e importantes
matriarcas Collas que habit esta
zona
96
, se ubica a 5 km al Sureste de la

96
Mara Damiana Jernimo organizaba
ceremonias religiosas y reuna a la comunidad
Colla hasta su muerte en 1990, a la edad de 105
aos, aproximadamente (Cervellino y Zepeda
1994).
70
ciudad de El Salvador, a 2400 msm.,
con una superficie aproximada de 6
km. Corresponde a un proyecto
minero dedicado a explotar los
minerales oxidados de alta ley del
yacimiento Damiana, actuando como
foco de reposicin respecto del mineral
proveniente de la mina Campamento
Antiguo. El mineral extrado es
procesado en la actual Planta de
Lixiviacin de la Gerencia de Plantas de
Divisin Salvador, produciendo
finalmente ctodos de cobre. El
proyecto posee reservas mineras que
alcanzan a 57.2 millones de toneladas,
con una ley de 0.69 % de cobre total,
plantendose en su oportunidad como
continuidad del negocio
hidrometalrgico de la Divisin un
plazo de 13 aos
97
; hoy prorrogado
hasta el 2021.

En 1995 se inician los estudios
ambientales en Divisin Salvador (Ley
N 19.300), especficamente
relacionados con el proyecto Damiana,
lo que condujo el 2003, en el marco de
la ampliacin del rajo minero, la
intervencin del Consejo de
Monumentos Nacionales y luego de
nosotros, a raz de procedimientos
arqueolgicos errneos efectuados el
ao 2002 en una extensin de 1 km del
camino inka, anteriores y ajenos a
nuestra intervencin, consistentes en 39
pozos de sondeo efectuados en la traza
misma, daando su integridad. La
informacin adquirida en terreno por el
Consejo de Monumentos Nacionales
(Vsquez et al. 2003), permiti la
formulacin de los requerimientos
legales especficos en torno al proyecto,
desglosados en la Resolucin Exenta
055 de Conama (15 de julio de 2003) -en

97
Conama, Regin de Atacama. Resolucin
Exenta N 055, Copiap, 15 de Julio de 2003.
acuerdo con el citado consejo-, con las
indicaciones de las etapas operacionales
del proyecto Damiana y su relacin con
el patrimonio arqueolgico existente,
entre ellos, el estudio, restitucin
esttica y proteccin de un tramo de 4
km de Qhapaq an existente al interior
de las dependencias mineras, junto con
actividades de instruccin y educacin
patrimonial. Valga sealar que dentro
del tramo, se encuentra un segmento
con disturbaciones precedentes, como
cortes y antiguas eliminaciones del
trazado vial de variada longitud, por
causa de las histricas faenas mineras
industriales. Por lo tanto, a partir de
estas consideraciones, tanto el Consejo
de Monumentos Nacionales y la
Conama Atacama aprobaron la puesta
en marcha de este proyecto divisional,
previa realizacin de los estudios
sealados, llevados a cabo por los
suscritos.

2b.- Alcances metodolgicos sobre el
trabajo transdisciplinario realizado

Nuestra lnea programtica ha
procurado sistematizar las evidencias
prehispnicas de El Salvador por medio
de un criterio de investigacin
transdisciplinario (arqueologa,
conservacin y educacin),
plantendonos los siguientes objetivos:
a) estructurar una secuencia de
desarrollo cultural prehispnico,
reconstruyendo la ocupacin y
dinmica prehistrica de la localidad;
b) definir el estado del camino incaico,
sus sitios asociados y materiales
superficiales, como tambin las
medidas respecto a su proteccin; y c)
desarrollar una poltica de educacin
patrimonial y de difusin arqueolgica.
De esta manera, el eje analtico
conformado por investigacin-
conservacin-educacin, ha regido
71
nuestro quehacer arqueolgico hasta la
actualidad, comenzando con las
evidencias viales incaicas.

As entonces, y sobre la base de la
referida Resolucin, se llevaron a cabo
el 2004 los trabajos arqueolgicos que
se detallan, ocupando inicialmente los
antecedentes de Cervellino (2002) y
Vsquez y colaboradores (2003). Ellos
identificaron un total de 13 sitios
arqueolgicos vinculados al tramo vial
de 4 km. No obstante, durante el 2004
registramos otros 14 sitios
arqueolgicos. De ellos, 11 se localizan
en el rea del proyecto Damiana,
asociados al Camino del Inka, mientras
que 3 se emplazan en la Quebrada Las
Turquesas, ubicada a unos 800 m al
Norte del lmite septentrional del
proyecto Damiana, correspondientes a
los sitios MLT (Sal 25), basurero
histrico (Sal 26) y CLT (Sal 27). Este
ltimo y la MLT son redescubrimientos
de sitios reportados por Iribarren (1972,
1972-1973) e Iribarren y Bergholz (1972,
1972-1973) (Figuras 2 y 3).


Por continuidad investigativa, se
prosigui con la numeracin postulada
por Vsquez y colaboradores (2003),
razn por la cual a los 13 sitios iniciales
conocidos, se agregaron los nuevos
sitios numerados en forma correlativa
desde el 14 al 27. Adems, para una
identificacin ms directa de los sitios
con la localidad, se les agreg la
abreviatura Sal (El Salvador).

3 Desarrollo del trabajo

3a.- Arqueologa

El 2004 efectuamos una prospeccin
arqueolgica pedestre del citado tramo
del camino incaico y sectores contiguos,
entre el Tnel de Ventilacin N 3 por
el Norte y la actual ruta C-13 por el Sur,
al interior del rea industrial minera.
Especficamente, se efectu el registro
en sentido Norte-Sur, entre las
coordenadas UTM (datum 56/ huso 19):
443.257 E / 7.096.793 N y 441.423 E /
7.093.375 N, sobre los 2680 msm.

Los trabajos consistieron en: 1.-
caracterizacin y registro arqueolgico
superficial del camino; 2.-
descubrimiento de 14 nuevos sitios
(Gonzlez et al. 2004; Westfall y Castells
2004), que se suman a los 13 sitios
arqueolgicos iniciales; 3.-
especificacin del estado de
conservacin del tramo y de los sitios
asociados; 4.- restauracin de los
puntos daados del camino (Westfall et
al. 2008); 5.- definicin de las medidas
de proteccin de los sitios: y 6.-
actividades educativas y de difusin,
con la participacin de los trabajadores
de la Divisin y de la comunidad local.
Durante esta etapa, el nmero original
de 13 sitios baj a 11, ya que los
yacimientos nmeros 6, 7 y 8 (Vsquez
et al. 2003), formaban una sola unidad,
que se denomin sitio Sal 6-7-8. Luego,
se trabaj en los 14 sitios nuevos (Sal 14
a Sal 27). Finalmente, de los 25 sitios
determinados (Sal 1, Sal 2, Sal 3, Sal 4,
Sal 5, Sal 6-7-8, Sal 9, Sal 10, Sal 11, Sal
12, Sal 13, Sal 14, Sal 15, Sal 16, Sal 17,
Sal 18, Sal 19, Sal 20, Sal 21, Sal 22, Sal
23, Sal 24, Sal 25, Sal 26 y Sal 27), slo 3
estn alejados de la ruta incaica y del
rea de influencia del proyecto: MLT
(Sal 25), basurero histrico (Sal 26) y
CLT (Sal 27), tal como se indic
anteriormente.

El redescubrimiento fortuito del sitio
MLT (Sal 25), que se estimaba
desaparecido desde el registro de
Iribarren, producto del desplome
72
gradual y continuo del Cerro Indio
Muerto donde se localiza
98
, impuls un
rescate exterior de sus contextos
culturales. En consecuencia, Divisin
Salvador, como parte integral de su
poltica de gestin integral y dando
cumplimiento a la legislacin
patrimonial vigente (Ley 17.288 de
Monumentos Nacionales), patrocin la
recuperacin del sitio y diversos
anlisis, mientras que el Consejo de
Monumentos Nacionales aprob la
investigacin de sus contextos
materiales muebles e inmuebles, como
parte de un proyecto independiente,
que se realiz tambin el 2004.

El sitio MLT (Sal 25) (coordenadas
UTM: 444.254 E y 7.096.429 N, datum
56/ huso 19) se ubica en la parte
superior de la Quebrada Las Turquesas,
a 2830 msm, en el Cerro Indio Muerto.
Aunque Iribarren postul una
adscripcin incaica del sitio (1972, 1972-
1973), nuestras excavaciones en el
exterior de la mina descartaron tal
apreciacin, determinando la existencia
de un asentamiento preincaico y un
taller de manufacturacin de bienes
suntuarios de turquesa, concha y hueso,
con registros fundamentalmente
prehispnicos, desde aproximadamente
los 500 a.C. al 1500 d.C., aunque su
explotacin se proyecta hasta los 1950
d.C.

Algunos de los resultados ms
significativos de esta investigacin han
sido tambin la constatacin de las
caractersticas especficas del interior de
la mina (eg. galeras, construcciones
internas, avances) que la convierten en
un sitio arqueolgico minero nico en

98
Este desplome se debe a los trabajos histricos
de la minera subterrnea, que desde 1959 hasta
el presente han contribuido al derrumbe del
mencionado cerro.
el pas y a nivel sudamericano;
asimismo, constituye hasta el momento
el primer sitio excavado de minera
lapidaria de turquesa en Chile. De igual
modo, las definiciones culturales dan
cuenta de interacciones circumpuneas
a lo largo de la secuencia ocupacional,
reflejada por evidencias provenientes
de las cuencas del Loa y de los oasis de
San Pedro de Atacama, pertenecientes a
poblaciones atacameas que explotaron
la turquesa y elaboraron abalorios,
quienes en algunos momentos
interactuaron con grupos locales, bajo
modalidades sociales que estn siendo
estudiadas. En sntesis, se poseen
evidencias de los perodos: Formativo,
con ocupaciones mayoritariamente
Atacamea y una exigua presencia
Molle; Medio, con una abundante
presencia nimas y un mnimo registro
Atacameo; Intermedio Tardo, con un
acentuado y exclusivo establecimiento
Atacameo; Tardo, con una baja
frecuencia Inka Atacamea; hasta
mnimos indicadores Histrico
Indgenas y Subactuales (Gonzlez y
Westfall 2005). A partir de esto, resulta
evidente que el sitio MLT constituye un
significativo representante del
patrimonio minero-metalrgico de la
localidad, siendo en propiedad el
primer testimonio de mineros
lapidarios prehispnicos conocido a la
fecha en la localidad y Regin de
Atacama.

Por su parte el CLT (Sal 27)
(coordenadas UTM: 443.910 E /
7.097.564 N, datum 56/ huso 19),
localizado en la ladera Sur de la
Quebrada Las Turquesas y a menos de
1 km de la MLT con la que forma una
unidad en trminos de asentamiento-,
presenta algunas fosas implementadas
a partir de la superficie del sustrato
calcreo, saqueadas, con presencia de
73
restos seos humanos al menos en una
de ellas; aunque sin evidencias muebles
en esta fosa como en el resto de la
superficie del sitio. Iribarren consign
en 1969 la disturbacin reseada,
posibilitando comparaciones con
nuestro registro y los datos de
informantes locales, corroborando de
esta forma su redescubrimiento y las
variaciones del paisaje en el tiempo. El
hallazgo de fosas mortuorias, la
reciente localizacin en superficie de
restos seos humanos (fragmento distal
de tibia derecha, vrtebra torxica y
porcin distal de un fmur derecho),
adems de un trozo de aguja de cactus
(Gonzlez et al. 2009), junto a la
recuperacin de un individuo
momificado con sus ofrendas desde
este lugar (Kuzmanic y Sanhueza 1984),
reevaluado por dos de nosotros
(Gonzlez y Westfall 2008), nos sealan
claramente la existencia de un sitio
funerario prehispnico, que
adscribimos a mineros caravaneros
atacameos (1300 d.C.), quienes vivan
en grupos familiares, trabajaban y
moran en este foco minero de El
Salvador .

Retomando el trabajo del camino
incaico, registramos 120 puntos de
observacin, ubicados por GPS y
relevados por medio de ficha tipo con
informacin arqueolgica, de
conservacin y con las caractersticas
distintivas del paisaje (quebradas,
elevaciones, etc.), adems del empleo
de cartas geogrficas. Al mismo tiempo,
se efectu un registro fotogrfico,
seguido de un levantamiento
topogrfico del trazado vial, su entorno
y sitios. La topografa permiti
configurar los planos con las
caractersticas constructivas de la va y
de las estructuras arquitectnicas
contiguas o prximas, los hallazgos
puntuales (eg. fragmentos cermicos),
los hitos geogrficos (eg. quebradas,
bloque errtico aislado, etc.), los
deterioros antrpicos (eg. huellas de
retroexcavadora, plataformas de
sondaje geolgicos, caminos mineros,
etc.) y naturales (eg. escurrimiento de
agua, madrigueras de roedores, etc.).
Por consiguiente, no slo se efectu un
relevamiento puntual del camino y sus
sitios, sino que se integraron datos del
entorno para interpretar el derrotero
del camino y su vinculacin con las
evidencias arquitectnicas, bajo el
marco terico de Paisaje e Itinerario
Cultural (Martorell 2003, 2008; Westfall
et al. 2008; ICOMOS-CIIC
99
2010).

El tramo vial estudiado presenta
caractersticas casi exclusivamente
informales (Trombold 1991),
correspondiendo a una angosta
senda despejada de 0.40 m de ancho
promedio (Figura 4). El nico registro
diferencial, de carcter ms formal,
corresponde a una delimitacin lateral
de un camino de enlace con la ruta
troncal, en el acceso Sur al sitio Sal 20.
Otras excepciones, dicen relacin con
los sitios Sal 16, Sal 17 y Sal 24, sin
vinculacin directa al trazado vial, al
igual que el sitio Sal 22, definido como
un acotado foco de actividad ltica.

99
Comit Internacional de Itinerarios Culturales.
El objetivo del Comit es promover la
identificacin, el estudio y la puesta en valor de
las rutas o itinerarios culturales y el significado
que entraan como un conjunto en el que reside
su principal valor, as como la proteccin,
mantenimiento y conservacin de sus
monumentos, grupos de edificios, restos
arqueolgicos, paisajes culturales y sitios,
conectados todos ellos entre s a travs de
valores culturales y lazos histricos.
http:/ / www.icomos-
ciic.org/ CIIC/ ESTATUTOS_esp.htm
74
Respecto a las evidencias inmuebles,
prcticamente todos los sitios con restos
arquitectnicos no presentan
morfologas ortogonales (eg.
irregulares, subcirculares, etc.) (Figura
5), de hilera simple, sin argamasa y de
reducido tamao, menores a 4 m de
dimetro en el caso de las de formas
subcirculares; adems, exhiben baja
altura, aproximadamente 0.50 m,
considerando los colapsos interiores y
exteriores. Slo el sitio Sal 9 presenta
arquitectura ortogonal, conformada por
dos estructuras rectangulares contiguas
de muros dobles con relleno, que
posiblemente hayan sido activadas en
tiempos incaicos, siendo reutilizadas en
tiempos histricos.

A su vez, por medio de recolecciones
superficiales intensivas y no selectivas,
se registr un total de 397 evidencias
muebles, con mayor frecuencia
prehispnicas (eg. cermica, ltica) que
histricas (eg. loza, vidrio), ubicndose
tanto en la va como en los sitios. Se
encontraron en 22 sitios arqueolgicos,
siendo generalmente escasas (sitios Sal
1, Sal 3, Sal 4, Sal 5, Sal 6-7-8, Sal 9, Sal
13, Sal 14, Sal 16, Sal 17, Sal 19, Sal 20,
Sal 21, Sal 22, Sal 23 y Sal 24), cuando
no ausentes (sitios Sal 2, Sal 10, Sal 11,
Sal 12 y Sal 15). Slo los sitios Sal 18, Sal
21 y Sal 24, presentan contextos
histricos, mientras que los sitios Sal 9
y Sal 14 exhiben contextos histricos
con otros posiblemente prehispnicos.
La fragmentacin cermica se concentr
en el tramo vial, con un 48.5 % (101) del
total de fragmentos cermicos
recuperados (208), formando parte de
contextos prehispnicos (eg. diminutos
trozos de mineral de cobre, desechos
lticos y fragmentos de concha).

El universo cermico recuperado desde
los sitios adyacentes a la va, indica una
mayoritaria presencia de fragmentos
asociados a los sitios Sal 14 y Sal 23, de
caractersticas moncromas no
diagnsticas. Tambin se defini
alfarera tarda Diaguita Inka en los
sitios Sal 5 y Sal 6-7-8, Inka-La Paya en
dos puntos del camino, Inka Cusquea
en Sal 3 y Saxamar. En gran parte el
registro coincide con las indicaciones de
Iribarren y Bergholz (1972, 1972-1973),
Cervellino (2002) y Rivera (2002), salvo
por la cermica Inka-La Paya, la cual es
abundante en los valles de Huasco y
Limar (Castillo 1998), no as en el valle
de Copiap, donde es comn la triloga
decorada Diaguita Inka, Copiap y
Punta Brava. Niemeyer y Rivera (1983)
tampoco encontraron cermica Inka-La
Paya en el camino del borde oriental
del Salar de Atacama. Por otro lado,
resulta destacable la recoleccin
prxima al sitio Sal 4 de cermica
nimas I del Perodo Medio local
(Figura 6), como de cermica Ayquina
(atacamea) en el sitio Sal 1 y de
fragmentos de un arbalo (Cervellino
2002), que adscribimos como Diaguita
Inka
100
(Figura 7). En consecuencia, se
constat que la ruta fue al menos
utilizada desde el 700 d.C., por el
reconocimiento de cermica nimas I,
siendo luego integrada en plenitud a la
red caravanera atacamea de raigambre
Loa-San Pedro de la Regin de
Antofagasta, alrededor del 1300 d.C.,
para a continuacin uniformarse con el
trazado vial incaico hacia el 1500 d.C.
De todas maneras, no descartamos una
implementacin anterior de la ruta
caravanera que conecta el extremo
septentrional de la Regin de Atacama
con los ncleos poblacionales de la

100
Cervellino recolecta en 2002 algunos de estos
fragmentos, siendo obtenidos otros de la misma
pieza con posterioridad, durante las tareas de
recuperacin esttica del segmento vial daado
(Westfall y Castells 2004).
75
Regin de Antofagasta desde el Perodo
Formativo atacameo, hacia el 500 a.C.,
debido a la presencia de cermica Los
Morros en el sitio MLT (Sal 25)
(Gonzlez y Westfall 2005; Uribe et al.
2004) (Figura 8).

3b.- Conservacin

En trminos del trabajo de conservacin
del tramo y sus sitios (guiado
ntegramente por Castells), se procedi
metodolgicamente a: 1)
documentacin y registro; y 2.-
evaluacin y propuesta de proteccin.
La primera parte consider la
recopilacin de antecedentes de
carcter histrico-arqueolgico y
medioambiental, como de la
informacin topogrfica de Divisin
Salvador y de la cartografa del
Instituto Geogrfico Militar (IGM).
Asimismo, se consign informacin
geomorfolgica, geolgica, climtica,
botnica y zoolgica, integrando
antecedentes sobre los factores de
alteracin antrpica y natural del
patrimonio arqueolgico

del rea.
Mientras que el registro vial fue de tipo
micromorfolgico, consistente en la
documentacin de todas las
manifestaciones arqueolgicas
superficiales, muebles e inmuebles, sus
deterioros como del entorno. Luego del
registro, las evidencias muebles fueron
trasladadas al laboratorio arqueolgico
y de conservacin implementado en El
Salvador, completndose su
descripcin, mediciones y fotografas,
para concluir con su lavado, rotulado y
embolsado, separadas por materialidad
y procedencia. Finalmente, en la
segunda parte se evalu el estado de
conservacin de los sitios y sus
contextos, analizndose con mayor
profundidad los deterioros del camino,
sitios, entorno y evidencias materiales,
determinndose el grado de
vulnerabilidad del conjunto. El
concepto de vulnerabilidad se refiere al
grado potencial de ser afectado por
deterioros de distinta clase, hasta llegar
a la total destruccin, definindose por
tanto grados de vulnerabilidad bajo,
medio, alto, hasta muy alto. En este
sentido, la determinacin de
vulnerabilidad del tramo vial fue muy
alta y de los sitios, alta a muy alta,
siendo necesaria una propuesta de
proteccin, considerada en la
Resolucin de Calificacin Ambiental
del proyecto, siendo complementada
recientemente.

Por consiguiente, se desarroll en
primer lugar la reconstitucin esttica
del segmento vial daado, cubrindose
los pozos con los mismos depsitos que
se haban dejado al lado, utilizando un
geotextil, recuperndose la integridad
del trazado. A continuacin, se
plantearon y disearon cierres
perimetrales de proteccin desde las
definiciones fsicas de cada sitio
arqueolgico, como protecciones
individuales, considerndose como
punto central las estructuras,
agregndose la dispersin de los
materiales culturales. Estos cierres
cumplen la funcin de resguardo frente
a los factores de deterioro y destruccin
que pueden eventualmente producirse
a lo largo del tiempo, con un rea de
amortizacin particular para cada caso
(Westfall et al. 2008). Para este
propsito, en el 2006 se implementaron
los respectivos cierres, utilizndose
para cada uno de los sitios un cerco
perimetral conformado por un cable de
acero que pasa por una argolla
adherida a estacas tambin de acero,
separadas cada 5 m y pintadas de
amarillo. Se complet el trabajo con la
instalacin de dos carteles metlicos
76
con largos soportes, tambin de metal,
que permitieron su cabal entierro y
perfecta visualizacin. De los letreros,
uno posee informacin patrimonial y el
otro de precaucin (Gonzlez 2006a)
(Figura 9), con letras y fondo
fluorescentes y reflectantes, para ser
igualmente visibles de noche, ya que las
faenas mineras son continuas, las 24
horas del da. Esta operacin no da
ningn sitio o materiales presentes. De
este modo, se daba comienzo a la
puesta en valor de los sitios.

Por su condicin particular y su lejana
con el tramo vial, no se cerr el sitio Sal
25 (MLT), ya que se encuentra en un
sector de acceso actualmente prohibido,
por el peligro geomecnico de
derrumbes constantes. Adems, el 2010
se instal un cartel de precaucin y otro
de informacin patrimonial, en el
camino secundario que lleva al sitio.
Estas acciones se suman a carteles
complementarios dispuestos este
mismo ao en espacios aledaos al
Camino del Inka, previa autorizacin
del Consejo de Monumentos
Nacionales (Gonzlez y Castells 2010a).

3c.- Educacin Patrimonial

Durante el perodo en que se llevaron a
cabo las actividades arqueolgicas del
proyecto Damiana, e incluso hasta el
presente, se ha desarrollado un Plan de
Educacin Patrimonial sobre los
trabajos realizados y la puesta en valor
del patrimonio arqueolgico.
Esencialmente, se efectuaron charlas
educativas patrimoniales y talleres
participativos con un lenguaje masivo y
con el empleo de material didctico
(presentaciones Power Point,
fotografas, piezas prehispnicas, entre
otros). En estos encuentros, a travs del
proceso de enseanza-aprendizaje, se
explicitaba qu es arqueologa, los
objetivos, metodologa y resultados de
la investigacin arqueolgica, las
medidas de conservacin y proteccin
implementadas, y qu hacer frente al
hallazgo de un sitio arqueolgico,
concluyendo con reflexiones discutidas
en conjunto. Por ltimo, se entreg una
visin general sobre los grupos
culturales y el desarrollo prehispnico
que caracteriza a El Salvador como un
distrito con una antiqusima tradicin
minera, poseedor de un patrimonio
minero-metalrgico, nico en la Regin
de Atacama y en nuestro pas,
unindolo al actual conocimiento
prehispnico de la comuna de Diego de
Almagro (Gonzlez 2008).

Esta estrategia educativa involucr a
distintos estamentos divisionales, a
modo de charlas de induccin
arqueolgica a los trabajadores,
atendiendo a la significativa presencia
de evidencias arqueolgicas dentro de
las dependencias de la Divisin.
Asimismo, se dieron charlas a
estudiantes de los establecimientos
educacionales de la localidad,
pertenecientes a la Escuela N 1,
Escuela N 14 y Liceo Diego de
Almeida, abarcando desde 7 bsico a
4 Medio y al Grupo de Ciencias del
citado liceo. Adems, se integraron al
plan de difusin distintos actores
sociales de la comunidad local.

Las consecuencias del plan de
educacin patrimonial han sido
positivas, con un gradual conocimiento
respecto a nuestra labor, posicionando,
finalmente, el tema arqueolgico como
un elemento cultural y social relevante
e identitario de El Salvador,
redundando en la proteccin del
patrimonio arqueolgico local, por parte
de agentes de diferentes espacios
77
sociales y laborales, fundamentalmente
trabajadores y estudiantes.

Lo anterior reafirma que la educacin
patrimonial representa una efectiva
alternativa para internalizar el concepto
de patrimonio cultural (Teixeira 2006),
permitiendo la aprehensin de un
determinado conocimiento, con un
progresivo cambio de conducta, ya que
nadie protege lo que no conoce y
valora. Considerando, adems, que la
educacin patrimonial posibilita un
enriquecimiento individual y colectivo
y una verdadera alfabetizacin
cultural de un universo sociocultural y
de un contexto histrico temporal en
concreto (Horta et al. 1999, citado en
Teixeira 2006). Este quehacer debe
necesariamente concatenarse con la
puesta en valor de los bienes
patrimoniales, pues ella por s sola no
produce consecuencias sociales activas,
a menos que vaya de la mano de una
adecuada poltica educativa
patrimonial.

Conclusiones

El conjunto de trabajos arqueolgicos
realizados dentro del proyecto
Damiana de Divisin Salvador permiti
sistematizar las dispersas, en gran
medida desconocidas y profusas
evidencias prehispnicas de la
localidad, contndose con sitios nicos
como los redescubiertos MLT y CLT,
los cuales se estimaban desaparecidos,
adems de 24 sitios asociados al tramo
vial incaico de 4 km y un basurero
histrico. En consecuencia, cuantitativa
y cualitativamente se potenci y
sistematiz el estudio de un rea que
presentaba un marcado dficit de
atencin arqueolgica, tomando en
cuenta el hiato de ms de 35 aos
transcurridos desde los primeros
trabajos de Iribarren en 1969. Por lo
mismo, en trminos de la
reconstruccin prehistrica, los
resultados son significativos,
reconstruyendo ms de 2500 aos de
historia de un distrito minero.

En efecto, a partir de la visin
homogenizadora de Iribarren, que
relacion todas las manifestaciones
arqueolgicas al accionar incaico, entre
ellos los sitios MLT y CLT, por la seera
presencia del Qhapaq an que transita
por el Cerro Indio Muerto, los actuales
trabajos han demostrado una presencia
humana desde tiempos formativos en
El Salvador, aproximadamente desde el
500 a.C., dedicada preferentemente a la
explotacin de la turquesa. Asimismo,
son notables a lo largo del tiempo los
vnculos culturales entre grupos locales
con poblaciones del componente Loa-
San Pedro, orientados hacia la
obtencin, procesamiento y
manufacturacin del referido bien
lapidario, el cual termina siendo
controlado en plenitud por los
atacameos a partir del 1300 d.C.,
consolidando vnculos circumpuneos
y demostrando que el extremo
septentrional de la Regin de Atacama
particip activamente con los
desarrollos culturales atacameos
preincaicos de la Regin de
Antofagasta, quizs ms que con los
desarrollos locales (Molle, nimas,
Copiap); tema aun en discusin y que
se est estudiando con nuevos
antecedentes.

Lo definitivo es que la presencia
Atacamea no corresponde a una
cua poblacional que irrumpe en un
territorio desconocido, sino que, desde
nuestra perspectiva, representa la
prolongacin de sus espacios
territoriales, dentro de concepciones
78
polticas, econmicas, socioculturales e
ideolgicas distintivamente
circumpuneas y puneas, replegando
a las formaciones sociales Molle,
nimas y Copiap a espacios ms
prximos al valle de Copiap y a focos
costeros en el extremo Norte de la
Regin de Atacama, configurando un
panorama cultural prehispnico ms
diverso y dinmico que el comprendido
tradicionalmente, definiendo a su vez al
desierto como un escenario con
ocupaciones culturales atacameas
preincaicas en plenitud.

A su vez, los registros nos demuestran
por el momento que pese a la anexin
de la localidad al Camino del Inka, el
domino del Tawantinsuyu fue puntual
y dirigido hacia focos concretos de
explotacin minera del lugar,
complementndose con una incaizacin
simblica del paisaje. De igual modo, es
importante consignar que es el Inka
quien trae consigo componentes
culturales Diaguitas, desconocidos
previamente en la localidad y en el
territorio de la actual comuna de Diego
de Almagro. Indicadores Diaguita Inka
se remiten en El Salvador al camino
incaico, estando ausentes de la MLT,
donde son Atacameos incaizados
quienes, como mineros y caravaneros
del desierto, manejan un conocimiento
precedente respecto a la explotacin de
la MLT. Finalmente, y ya en tiempos
histricos, se poseen antecedentes de
explotacin minera indgena y
republicana, con una acentuada
dedicacin hacia la minera cuprfera,
que se habra incrementado desde la
poca incaica.

En el mbito de la conservacin, la
restitucin esttica del camino incaico
ha devuelto una visin integral del
segmento vial que fue daado,
eliminando deterioros que habran
acelerado su destruccin. Este
procedimiento se une a la disposicin
de los cierres perimetrales de los sitios
del tramo vial y de sus respectivos
carteles patrimoniales, protegiendo por
un lado el conjunto de sitios y, por otra,
comenzando su puesta en valor, que se
corresponde con la continua labor
educativa patrimonial desplegada.

En este sentido, los trabajos ejecutados
han permitido aunar antecedentes para
estructurar una particular historia
minera en El Salvador, existiendo un
patrimonio que testimonia ese
desarrollo. De igual modo, puede
constituirse en un futuro cercano, con
adecuadas polticas de manejo de
bienes culturales, en un espacio
alternativo de desarrollo econmico
local, comunal y provincial, por medio
de un turismo ecocultural, como el caso
de San Pedro de Atacama. Esta
posibilidad no slo contempla aspectos
econmicos, sino tambin implicancias
que apuntan hacia un desarrollo
cultural para la localidad, la comuna de
Diego de Almagro, la Provincia de
Chaaral en su conjunto, como para la
Regin de Atacama. En esa direccin
apuntan tambin los diversos proyectos
culturales y patrimoniales emprendidos
tanto por Divisin Salvador como por
la Ilustre Municipalidad de Diego de
Almagro.

Por ltimo, los objetivos trazados han
cumplido con la legalidad patrimonial
y ambiental, al igual que con los
propsitos arqueolgicos, bajo el eje
analtico transdisciplinario que aporta
la conjuncin arqueologa-
conservacin-educacin. Esta estrategia
cientfica, enfocada a estudiar, proteger
y difundir el patrimonio arqueolgico y
minero-metalrgico de El Salvador,
79
representa tambin un concreto
ejemplo que es factible complementar
la investigacin y el cuidado
patrimonial dentro de la gran minera
del cobre en la Regin de Atacama.

Agradecimientos. A Divisin Salvador
de Codelco y a la Ilustre Municipalidad
de Diego de Almagro, por apoyar
decididamente nuestro trabajo.
Agradecemos a los Sres. Julio Cifuentes,
Jaime Rojas, Juan Aguilera, Eduardo
Silva, Rodrigo Vargas, Jorge Aracena,
Alex Caldern, Ernesto Ortiz, Jorge
Bravo, Cristin Aguilera, Sergio Lau y
Yermolay Peralta, como tambin a las
Sras. Alejandra Acua, Paola Olivares,
Claudia Arancibia y Mnica Rojas, y a
la Srta. Andrea Acua. Particularmente,
nuestro agradecimiento al Alcalde de
Diego de Almagro, Sr. Isaas Zavala,
como a los Sres. Gabriel Mnquez y
Jaime Acua; al Sr. Gabriel Cobo,
Director del Museo Arqueolgico de La
Serena; al gegrafo-topgrafo Pedro
Rodrguez por su trabajo con las
lminas y confeccin de planos; y a
todos los colegas y los especialistas que
aportaron con su trabajo. Por ltimo, el
autor principal agradece la invitacin a
publicar de los Sres. Guillermo Corts y
Yuri Jeria, del Museo Regional de
Atacama. Finalmente, nuestro
agradecimiento a las comunidades de
El Salvador y de distintos espacios de la
comuna de Diego de Almagro, por sus
mltiples gentilezas.

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82
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83
FIGURAS


























Figura 1. El Salvador en la Regin de Atacama.



















84
























Figura 2: Tramo de camino incaico estudiado en el Cerro Indio Muerto (lnea blanca),
junto a la Mina Las Turquesas y el Cementerio Las Turquesas, vinculados con el actual
mineral y la ciudad de El Salvador.


Figura 3: Vista hacia el Oeste desde el Camino del Inka, Cerro Indio Muerto. Al centro
se aprecia El Salvador. Ntese las modificaciones del terreno.
85



Figura 4: Camino del Inka en el tramo estudiado (sealado por el caminante, al centro
de la fotografa), Cerro Indio Muerto, El Salvador.


Figura 5: Estructura aledaa al Camino del Inka, Cerro Indio Muerto, El Salvador.
86





Figura 6: Cermica nimas I (puco). Figura 7: Cermica Diaguita III (borde
arbalo).





















Figura 8: Cermica Los Morros (LMS-B1), del sitio MLT.



87

Figura 9: Cierre perimetral y carteles patrimoniales en sitio Sal 15, inmediato al Camino
del Inka.

88

89
COMUNICACIONES
90

91
BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
N 1, ao 2010, pp. 91-97, Copiap




DESIERTO FLORIDO:
PATRIMONIO NATURAL DE LA REGION DE ATACAMA



Ral Cspedes Valenzuela
101



Antecedentes Histricos del Desierto
Florido.-


Ao 1831.-
Claudio Gay, Naturalista Francs
visit la Provincia de Atacama en
Invierno y no encontr Floracin. Slo
10 aos despus en 1840 lo pudo ver y
apreciar en todo su esplendor.
Ao 1896.-
Francisco San Romn en su obra
Desiertos y Cordillera de Atacama,
hace referencia a esta parte del Desierto.
Ao 1965.-
El distinguido Botnico Seor Carlos
Muoz Pizarro en su Libro El
Desierto Florido lo describe por
primera vez cientficamente abarcando
desde el sector de Chaaral a Los Vilos.
Esta publicacin cientfica sirvi por
muchos aos hasta la publicacin de
otros Libros sobre el tema.
Ao 1985.-
Publicacin del Libro Flores del
Norte Chico, de la Sra. Mlica
Muoz Schick, destacada Botnica, Jefe
del Dpto. de Botnica del Museo
Nacional de Historia Natural de

101
Tcnico Muselogo. Museo Regional de
Atacama, Copiap, Dibam..
Santiago; Ilustrado con fotografas a
color del Sr. Sergio Moreira Espinoza.


Qu es un Desierto?

Es una seccin geogrfica con carencia
de humedad y vegetacin, y donde
predomina la aridez. No obstante
nuestro Desierto de Atacama, presenta
una caracterstica muy particular que
est asociada a la ausencia de
precipitaciones. Y que estas, cuando se
presentan cada cierta cantidad de aos,
causan verdaderos estragos en su
ecosistema y poblacin.

Pero lo indudablemente que
caracteriza un Desierto es una
ausencia de precipitaciones y su
Aridez.

Tipos de Desierto.

El Desierto en Chile se puede
dividir segn su lugar geogrfico, por
ello vamos a revisar algunas de estas
divisiones:

Desierto Costero: Se caracteriza
por sus nublados abundantes: Cielos
cubiertos en las maanas, alta
humedad relativa y con neblinas
matinales (Camanchaca), que abarca el
Sector Costero de 40 a 50 Kish. de
92
ancho. Se introduce en reas ms al
interior aprovechando las quebradas
existentes. Esta humedad asegura una
esculida vegetacin.
Desierto Normal: Se ubica hacia el
Norte de la Cordillera de la Costa, o
sea en la Depresin Intermedia. Se
presentan cielos limpios, baja
Humedad relativa de no ms de
50%; altas temperaturas y casi
nulidad de precipitaciones. Esta rea
alcanza hasta el sector de Chaaral.
Desierto Marginal de Altura:
Corresponde a un sector Cordillerano
con altura sobre los 3000 m.s.n.m., y
Temperaturas que varan desde los 0
a 6 Celsius, por cada 100 m.
Estepa del Altura: En la medida en que
se asciende a la Cordillera, adquiere las
caractersticas de estepas.
Desierto Marginal Bajo: Se presenta
a partir de Copiap y hasta las
cercanas de las cumbres que llegan al
Valle del Elqui.-

Causas de la Aridez del Desierto:

Para precisar las causas de la
aridez caracterstica del Desierto,
podemos sealar tres hechos relevantes
que analizaremos a continuacin:

a) La Latitud; concebida como la
distancia que existe entre un punto de
la superficie terrestre del Ecuador y
contada en grados de meridiano,
presenta un sector de Alta Presiones
que actan como barrera natural de las
masas de aire que provienen,
impidiendo las precipitaciones.

b) La presencia de la Corriente fra
de Humboldt, corriente fra que se
produce en las profundidades del
Ocano Pacfico, pero que sube a la
superficie del ocano, avanzando cual
si fuese un ro interior del ocano. Por
efecto de los vientos del oeste, estrella
las aguas de esta corriente contra la
costa, generando as una gran
nubosidad en la superficie el mar y en
las tierras costeras que enfra las masas
de aire en la base, las que se vuelven
ms estables. En el norte rido dicha
neblina se llama Camanchaca, favorece
directamente al desarrollo y
supervivencia de ciertas especies de
cactceas.

c) La Inversin trmica de los
Vientos Alisios, es preciso sealar
que los Vientos Alisios recorren las
capas bajas de la superficie de la
atmsfera sobre los 1.000 m.,
impidiendo que el aire pueda
elevarse, ya que es ms fro y por
tanto ms denso que la zona inferior,
se produce entonces una fuerza tal
que, termina por desviar las corrientes
de aire.










Vaquita del Desierto












Pilme macho, coleptero
93

















Aauca Roja

















Copiapoa (cactcea globular)
y Garra de Len.
























Cartucho Terciopelo





















Aauca Amarilla








94
Fenmeno del Nio.-

Corriente del Nio, llamada as por
los pescadores de Paite (Per), que
un 25 de Diciembre observaron por
primera vez el fenmeno, que es un
evento de aguas clidas y baja
salinidad.

Esto se debe al calentamiento
superficial de las Aguas, con un
espesor que debe llegar hasta los
30 m. de profundidad y con una
Temperatura de unos 30 Celsius y
que debilita el anticicln del Pacfico.

Los eventos del Nio y de la
Nia, se comenzaron a estudiar
como fenmeno regional. Hoy se
sabe que estn ligados a variaciones
del sistema ocano atmsfera a
nivel global.

Esto provoca lluvias poco
habituales y que muchas veces
ocasionan verdaderos diluvios en
ciertos sectores de Sudamrica, y
en especial en el Norte de Chile.


Fenmeno de la Nia:

Trmino empleado para describir
un fenmeno natural de interaccin
ocano-atmsfera, que ocurre en
la regin del Pacfico ecuatorial
cada ciertos aos y que se
caracteriza principalmente por
presentar condiciones de la
temperatura del mar ms fras que
lo normal en una extensas rea,
entre las costas de Sudamrica y
Oceana.

Los vientos alisios que en
condiciones naturales se encuentran
en la Regin intertropical del Ocano
Pacfico, soplando desde las costas
americanas hacia el sector asitico,
comienzan a ser ms intensos,
favoreciendo de esta manera el agua
superficial ms fra, hacia la parte
occidental.




Ubicacin Desierto Florido
102



Sin Presencia de Desierto Florido































102
Mapa Satelital III y IV Regiones, Facultad de
Agronoma e Ingeniera Forestal, Pontificia
Universidad Catlica de Chile, Octubre 1997.

95
Con Presencia Desierto Florido

















ECOSISTEMA DESIERTO
FLORIDO


Nombres Cientficos de Especies.-



Flora
Aauca Amarilla
(Rhodophiala bagnoldii)
Aauca Roja o revienta ojos
(Rhodophiala phycelloides)
Aauca Blanca y Rosada
(Rhodophiala aff. laeta)
Borln de Alforja
(Phlychyrus peppigi ssp)
Carbonillo
(Cordia decandra)
Don Diego de la Noche
(Oenothera coq.)
Rosita
(Cruckshanksia
verticillata)
Cartucho Terciopelo, Flor de Jote
(Argylia radiata)
Pata de Guanaco
(Calandrinia longiscaspa)
Senecio
(Senecio brunonianus)
Oreja de Zorro
(Aristolochia chilensis)
Garra de Len
(Leontochir ovallei)
Suspiro de Campo
(Nolana sp.)
Amancay
(Balbisia peduncularis)
Palo Negro
(Heliotropium stenophyllum)
Cebollin de Huilli
(Leucocoryne purpurea)
Malvilla
(Cristaria aspera)
Copao
(Eylychnia breviflora.)
Roco
(Mesembryanthemum
crystallium)
Violeta de Campo
(Viola asterias)
Coronilla de
Fraile
(Encelia
esecens)
Ortiga
(Loasa
tricolor)
Lirio de Campo
(Alstroemeria magnbifica)
Churco, Churqui
(Oxalis gigantea)
Cuerno de Cabra
(Skytanthus acutus)
China
(Chaetanthera
limbata)
Copiapoa
(Copiapoa dealbata var. carrizalensis)
Gatito
(Opunthia ovata)




96
Insectos
Vaquita del Desierto
(Gyriosomus luczoti)
Avispa Cazadora del Desierto
(Laeviceps smith)
Melodeo
Aves
Jote de Cabeza Colorada
(Cathartes aura)
Bandurria
(Upucerthia dumetaris hypolenca)
Cerncalo
(Falco sparverius)
Aguilucho chico
(Cathartes aura)
Minero chico o Pachurra
(Geosita cunicularia deserticolor)
Diuca del Norte
(Diuca crassi rostria)
Queltehue
(Vanellus chilensis)


Culebras
Culebra de Cola Larga
(Tachymenis chilensis)
Culebra de Cola Corta
(Phylodrias chamissonis chamissonis)



















Lagartos
Liolaemus platei
Liolaemus nigromaculatus
Liolaemus copiapensis

Callopistes palluma
Iguana del Desierto (50 cms Hocico a
cola)


Mamferos
Guanaco
(Lama guanicoe)
Zorro Chilla
(Pseudalopex griseux)
Zorro Culpeo
(Pseudalopex culpaeus)

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