Este documento presenta un resumen del primer contacto entre los indígenas y los españoles en el siglo XVI en la región de Atacama, Chile. En primer lugar, introduce el contexto histórico del bicentenario de Chile y la importancia de mirar hacia atrás hasta el siglo XVI, que marcó el inicio de la historia chilena y la construcción de la sociedad mestiza actual. Luego, resume brevemente la prehistoria de la región de Atacama, que data de hace más de 14.000 años. Finalmente, se enfoca en 1536 cuando el
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Este documento presenta un resumen del primer contacto entre los indígenas y los españoles en el siglo XVI en la región de Atacama, Chile. En primer lugar, introduce el contexto histórico del bicentenario de Chile y la importancia de mirar hacia atrás hasta el siglo XVI, que marcó el inicio de la historia chilena y la construcción de la sociedad mestiza actual. Luego, resume brevemente la prehistoria de la región de Atacama, que data de hace más de 14.000 años. Finalmente, se enfoca en 1536 cuando el
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Boletín del Museo Regional de Atacama N° 1 - Año 2010.pdf
Este documento presenta un resumen del primer contacto entre los indígenas y los españoles en el siglo XVI en la región de Atacama, Chile. En primer lugar, introduce el contexto histórico del bicentenario de Chile y la importancia de mirar hacia atrás hasta el siglo XVI, que marcó el inicio de la historia chilena y la construcción de la sociedad mestiza actual. Luego, resume brevemente la prehistoria de la región de Atacama, que data de hace más de 14.000 años. Finalmente, se enfoca en 1536 cuando el
Este documento presenta un resumen del primer contacto entre los indígenas y los españoles en el siglo XVI en la región de Atacama, Chile. En primer lugar, introduce el contexto histórico del bicentenario de Chile y la importancia de mirar hacia atrás hasta el siglo XVI, que marcó el inicio de la historia chilena y la construcción de la sociedad mestiza actual. Luego, resume brevemente la prehistoria de la región de Atacama, que data de hace más de 14.000 años. Finalmente, se enfoca en 1536 cuando el
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BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA
N 1, ao 2010, Copiap
DIRECTORA DE LA DIBAM Y REPRESENTANTE LEGAL - Magdalena Krebs Kaulen
SUBDIRECTOR NACIONAL DE MUSEOS - Alan Trampe Torrejn
DIRECTOR MUSEO REGIONAL DE ATACAMA - Guillermo Corts Lutz
EDITOR - Yuri Jeria Muoz
COMIT EDITORIAL: Ciencias Sociales y Humanas: - Rafael Prez-Taylor y Aldrete Licenciado y Doctor en Antropologa - Guillermo Corts Lutz - Profesor de Estado y Doctor en Historia - ngel Espina Barros - Doctor en Antropologa - Yuri Jeria Muoz - Licenciado en Antropologa y Magster en Pedagoga - Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba - Profesor de Estado y Magster en Historia
Ciencias Naturales - Bernardo Seplveda Hernndez Licenciado y Doctor en Biologa - Eduardo Fernndez Cisternas - Doctor en Electroqumica
CONTACTO Museo Regional de Atacama Atacama 98, Copiap, Regin de Atacama, Chile.
Direccin Postal: Casilla 134, Correo Copiap, Regin de Atacama.
Registro de Propiedad Intelectual N 199156 ISSN (en trmite)
Fotografa de Portada: Escribana (circa, 1900). Coleccin del Museo Regional de Atacama. 3 SUMARIO
Pg.
5 PRESENTACIN
7 EL PRIMER CONTACTO INDGENA ESPAOL. Siglo XVI en Atacama Guillermo Corts L.
17 CHILE, UNA VOLUNTAD DE SER Gaspar Quintana J., CMF
25 ETNOGENESIS E IDENTIDAD CULTURAL ENTRE LOS GRUPOS COLLA DE LA CORDILLERA DE ATACAMA Daniel Quiroz L. y Yuri Jeria M.
45 UNA ENTRADA A LA CULTURA DE CHILO: Antropologa e Historia Rafael Prez-Taylor y A.
57 LA ALAMEDA MANUEL ANTONIO MATTA, EN COPIAP. Visin crtica. Danilo Bruna B.
63 INVESTIGACIN, CONSERVACIN Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO ARQUEOLGICO DEL PROYECTO MINERO DAMIANA, EL SALVADOR, REGIN DE ATACAMA. Carlos Gonzlez G., Catherine Westfall y Carmen Castells Sch.
Comunicaciones:
91 DESIERTO FLORIDO: PATRIMONIO NATURAL DE LA REGION DE ATACAMA Ral Cspedes V.
4 5 PRESENTACIN
El Museo Regional de Atacama, desde sus orgenes tiene una larga tradicin en cuanto a la investigacin y el desarrollo del pensamiento, cuyos trabajos y estudios tuvieron como fin el rescate, puesta en valor y difusin del patrimonio, las races y la historia de esta regin. Al poner en Circulacin el Boletn del Museo Regional, revista de ciencias patrimoniales, debemos hacer un especial reconocimiento al aporte de nuestro antecesor Contribucin Histrica del Museo Regional.
Hoy da no es un misterio que la regin de Atacama carece de un instrumento sistemtico, peridico, con rigor cientfico que de cuenta y socialice la creciente produccin intelectual de la regin en el mbito de las ciencias humanas y de la naturaleza. Nos parece, siguiendo la lnea argumentativa del Profesor Carlos Velasco, Que la Ciencia, debe ser comunicable y socializante, sobre esta base pensamos se hacia necesario en la regin la aparicin de esta revista, para de esta forma permitir la difusin y popularizacin del conocimiento. Jerzy Topolosky plante que el conocimiento debe necesariamente, salir del crculo de los iniciados para si llegar al gran pblico. Es por tanto claro que uno de nuestros objetivos centrales ser poner al servicio de los ciudadanos y de la comunidad, informacin reflexionada, que permita cuestionar los paradigmas existentes. Con esta herramientas esperamos se pueda comenzar nuevamente a re interpretar nuestro contexto social, econmico, poltico, educacional, territorial y patrimonial para as avanzar decididamente en transformar nuestra realidad. Para extender la difusin y accin de nuestro Boletn, lo presentamos tanto en formato revista, como en formato digital. Tambin avanzaremos en la constitucin de un comit cientfico editorial que de mayor amplitud y transdisciplinariedad a nuestro boletn.
No obstante lo anterior tambin existe una posicin metodologa clara, que sin dejar de lado la precisin cientfica, buscara relevar el escribir en espaol, escribir desde la regin y para la regin, generar teora y conocimiento desde nuestro contexto, generando apropiacin e interaccin social, y con ello sinergia cientfica, en un marco de desarrollo republicano. Nuestro Boletn, donde ha trabajado todo el equipo del Museo Regional, ser una revista peridica, cientfica y con vocacin pedaggica, generadora de conciencia critica y propositiva, buscamos entonces ser un aporte a la educacin, al pensamiento y el desarrollo integral de las mujeres y hombres de Atacama.
Prof. Guillermo Corts Lutz Doctor en Historia Director Museo Regional de Atacama 6 7 BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA N 1, ao 2010, pp. 7-15, Copiap
EL PRIMER CONTACTO INDGENA ESPAOL Siglo XVI en Atacama
Guillermo Corts Lutz 1
Introduccin
El marco de la celebracin bicentenaria nos retrotrae a los hechos polticos del 18 de septiembre de 1810, cuando nuestro pas, en ese momento gobernacin bajo dependencia imperial de Espaa, inicia junto con el resto de America un proceso de independencia, en algunos casos, y de autonoma, liderada casi exclusivamente por la oligarqua como fue en el caso de Chile. Camino que a la larga nos terminar llevando a la independencia. No obstante lo anterior, la historia chilena, tena para su devenir un fenmeno originario, el momento en que nuestro pas comienza a transformarse en una sociedad y de forma mas precisa en una sociedad mestiza. Esencia del Chile actual, este hecho originario es desde nuestra ptica el siglo XVI. Por ello que al rememorar, analizar, criticar y proponer sobre nuestro Bicentenario, tenemos necesariamente que hacer el
1 Profesor de Historia y Geografa y Doctor en Historia por la Universidad de Salamanca. Museo Regional de Atacama, Copiap, DIBAM.
ejercicio de mirar nuestro papel como regin desde 1810 en adelante, pero, tambin mirar desde ese hito hacia atrs. Como lo hemos venido planteando nuestro aporte a la historia del Bicentenario ha sido mucho ms que 200 aos de historia.
El siglo XVI, hora del primer contacto indgena espaol, y de la Toma de Posesin de Chile y con ello de inicio de la conquista, es el momento originario del pueblo chileno, y con ello de todo su desarrollo histrico, all de forma muy bsica comienza la construccin de nuestra base material y superestructural. El contacto indgena espaol y la Toma de Posesin nos centran especficamente en las actuales comunas de Tierra Amarilla, Copiap, Diego de Almagro y el valle del Huasco. Espacio y tiempo de encuentro, de luchas, y de origen de la historia chilena.
Prolegmenos de la Historia Chilena
La historia de Atacama y de Chile es una historia que se arrastra por algo ms de 14.000 aos, comenzara en opinin de Lautaro Nez con el 8 amansamiento del pas 2 o del territorio, por parte de los primeros americanos, ms recientemente los arquelogos Gloria Cabello, Carlos Gonzlez y Francisco Garrido han planteado que por ahora la evidencia nos lleva a detectar presencia humana en nuestra regin desde un arcaico temprano 3 , limite por cierto difuso con el periodo paleo indio. La prehistoria atacamea tiene esta larga saga histrica desde los primeros pueblos que se asientan en el territorio y lgicamente se encuentra fragmentada por la dificultad propia de la investigacin anterior a la escritura. A este respecto (y desde la ptica terica) las diferencias del registro escrito al no escrito, nos las ha explicado el arquelogo Goran Burenhult. Con el nacimiento del lenguaje escrito, nuestros antepasados dieron el trascendental paso desde la prehistoria no escrita a la historia registrada. A partir de esta poca, los investigadores ya no dependen por entero de silenciosos hallazgos materiales arqueolgicos, sino quedisponen a menudo de un sinfn de datos registrados histricamente Estas historias estn coloreadas a menudo por el sesgo personal del autor, como es lgico, pero proporcionan no obstante una visin fascinante de un mundo antes desconocido 4
No obstante la arqueologa y la etnohistoria han podido despejar ciertas incgnitas y establecer con cierto rigor cuales fueron las etapas o periodos anteriores a la llegada de los espaoles van desde el lejano Paleoindio, al arcaico, para luego pasar a los periodos denominados agro
2 Cf. NUEZ,Lautaro: Intervencin IV Convencin Nacional de Cultura, Valparaso, Diciembre 2007, Pg. 62 3 Lorca, 2010. 4 Burenhult, 1994: 13. alfareros: temprano, medio y tardo, siendo en esta ultima cuando se verifica la entrada a Chile del Adelantado de Diego de Almagro por la actual comuna de Tierra Amarilla el ao 1536. Hito que hemos denominado de los prolegmenos.
El ao 1536 el Adelantado Diego de Almagro, producto de las diferencias con su socio Francisco Pizarro, decide como el gran capitn que era, marchar a explorar el sur de lo que era su gobernacin, Nueva Toledo. En esta empresa cont con el apoyo ( ms que interesado) del mismo Francisco Pizarro, que de esta forma pretenda mantenerlo lejos del Cuzco, y con la complicidad de los inkas que al alejarlo del centro del inkanato pensaban podan iniciar un alzamiento producto de la divisin de las tropas espaolas. En este contexto Diego de Almagro se pone en marcha desde el Cuzco a Chile, con una de las mas importantes expediciones generadas en el nuevo continente, 500 espaoles aproximadamente y una cantidad cercana a los 10.000 indios, acompaados por el dignatario Pablo Inka y el Villac Umuc, ( dignatario religioso), esto lo dio a la empresa un aura de mucha importancia. Con su diligencia e hacienda alleg el adelantado con tal copia de gente que sepoda estimar por la Flor de las Indias 5 . Con este nombre se ha terminado denominando hasta el presente a la expedicin de Almagro, una de las ms grande y mejor organizada de cuantas hubo en Amrica, salieron del Cuzco, siendo precedidos por Juan de Saavedra, luego el adelantado toma el camino de la cordillera, bordeando los lagos Titicaca y Popoo, para llegar hasta la
5 Fernndez de Oviedo, 1959: 117. 9 actual repblica Argentina y desde all comenzar la travesa. Trayecto que no estuvo exento de dificultades y de la rebelin de los indios cargadores. Sayago, nos relata la arenga de Almagro a sus hombres al cruzar la cordillera: All tenis a Chile, que nos espera con su oro y sus provisiones, Tened valor 6 . El lugar del cruce fue por: PIRCAS NEGRAS Y COME CABALLOS , y no por el paso de San Francisco, como ha repetido acrticamente la historiografa mapochina, despus que desde su gabinete en Santiago, Diego Barros Arana, lo dictaminar cual dogma histrico. El primero en proponer el paso de Pircas Negras fue el historiador copiapino Carlos Mara Sayago, y lo hizo en su Historia de Copiap, posteriormente Gastn Fernndez de la Sociedad chilena de Historia y Geografa ya en los aos 80 retom esta idea, para posteriormente encontrar que el arquelogo Miguel Cervellino, junto a un grupo de investigadores realiza la travesa por Pircas Negras. Al respecto decir que este era el paso lgico ya que sigue el camino del Inka que, aproximadamente a los 28 de latitud sur, corta la cordillera y permite seguir una serie de tambos como Ollita, Caserones, La Puerta 7 , adems de que al bajar se llega al afluente del ro Copiap, el ro el Pulido y luego se entronca directamente con el ro Copiap, lo que le entregaba a la expedicin las condiciones necesarias para su desplazamiento y sobrevivencia. Las dificultades de este cruce fueron increbles, siendo la descripcin de lo
6 SAYAGO, Carlos Historia dE Copiap, Ed. Francisco de Aguirre, Pg. 30. 7 CF. Chile bajo el imperio de los Inkas, Publicacin Museo de Arte Precolombino , 2009, de Pg. 8 ocurrido a Jernimo de Castilla uno de la ms representativas de estas dificultades, y nos la relata el cronista Pedro Mario de Lobera: Hyeronimo de Castilla, al cual selepegaron los dedos de los pies a las botas, de tal suerte que cuando lo descalzaron a la noche le arrancaron los dedos, sin que los sintiese, ni echase dever hasta el otro da , que hallose sin pies sus dedos 8 . La travesa hecha por varios grupos al mando de distintos capitanes que conformaban la hueste conquistadora, al cruzar dej una gran cantidad de muertos, principalmente los cargadores, indios y negros. Con toda seguridad la expedicin sigui ms de un camino para cruzar a Chile, en abril de 1536 y despus de grandes penurias llega Diego de Almagro con una adelantada al valle y a Chile, El mismo cronista Lobera al respecto escribi lo siguiente: Este les llevo al valle de Copiap, que esta a la entrada de estereino de Chile 9 . Siguiendo esta lnea argumentativa, se puede decir que El adelantado Diego de Almagro dado, lo imponente de su hueste y los problemas que esta vivi allende los Andes, cruzo en distintas fraccin, siendo estas las siguientes 10 :
1. Fraccin 8 espaoles, ms Pablo Tupac. 2. Fraccin: Juan de Saavedra con 150 espaoles 3. Fraccin: El Adelantado Diego de Almagro y 50 espaoles. 4. Fraccin: Capitn Noguerol de Ulloa con 50 espaoles. 5. Fraccin: Ruy Daz con 122 espaoles.6. Fraccin: Rodrigo de Ordez con 31 Espaoles.
8 Lobera, 1959: 241. 9 Op. cit. Pg. 234 10 Cf. Advis, 1994: 104. 10 6.- Fraccin: Rodrigo de Ordez con 31 espaoles. 7. Fraccin: Juan de Herrada con 88 espaoles.
De esta forma, en el valle de Copiap, en la actual comuna de Tierra Amarilla, se produca en el otoo de 1536 el primer gran contacto entre chilenos y conquistadores. Eran los prolegmenos de la historia chilena.
La vuelta de Diego de Almagro y su paso por Finca Chaaral (en la actual comuna de Diego de Almagro).
La llegada de Almagro es para Atacama y Coquimbo una experiencia bastante traumtica, una de sus acciones es la quema de 36 caciques 11
en castigo por la muerte de los tres soldados espaoles que haban llegado a estas tierras como la primera avanzada de Almagro, Juan de Sedizo, Antonio Gutirrez, y Diego Prez del Ro. El adelantado realiza un reconocimiento del pas, lo que lo lleva hasta el sur, y a la costa del valle central, al no encontrar las ciudades y riquezas que esperaba y en conocimiento de que han llegado documentaron importante desde Espaa, decide volver, la vuelta se decide en Copiap y termina siendo es un descalabro demogrfico para la poblacin Diaguita de este valle, ya que captura en el valle de Copiap a todo indgena que pueda ser cargador, con lo que se lleva a los hombres jvenes en edad de procrear. La vuelta del Adelantado se produce ahora por el camino del Inka, esta decisin lo lleva a tener que pasar por sus tambos, que
11 La mayora de los historiadores anotan que fueron 32 caciques asesinados, , pero el cronista Pedro Mario de Lobera, da la cifra de 36. actualmente son Inka de Oro y por el tambo de Chaar o actual finca de Chaaral, es decir a su vuela al Per toca la actual comuna de Diego de Almagro. Esto querra decir que esta ciudad con esa denominacin en algo debera su nombre a este conquistador.
Inicios de la Historia de Chile: Arribo de Valdivia al Valle de Chaar y Toma de Posesin en Copiap. Temporalmente la zona del primer contacto son los primeros 14 aos de la conquista, momentos iniciales de la historia chilena, donde se comienza a dibujar la actual sociedad mestiza, sea indeleble de nuestro pueblo. En este periodo tenemos los denominados prolegmenos o llegada de Diego de Almagro y el verdadero momento fundacional, la llegada de Pedro de Valdivia en 1540. Pedro de Valdivia, personaje aventurero y ambicioso, propio de la conquista, buscaba hacerse de un nombre y de riqueza. Haba llegando a Amrica recalando primero en Venezuela y desde all pasa al Per donde se hace afn al marqus Francisco Pizarro en los hechos blicos ocurridos entre este y Diego de Almagro, sucesos que se deciden en la batalla de las Salinas a favor del primero. Pedro de Valdivia, originario de Extremadura Espaa, que gracias a su inteligencia, valenta y sagacidad haba alcanzado cierta estabilidad en Per, senta que todava poda jugar un rol mas protagnico en el proceso de conquista, por ello es que decide venir 11 a conquistar y sobre todo a fundar un pas. Mucho se ha hipotetizado sobre las razones de su viaje. La verdad es que el impulso del capitn Pedro de Valdivia es ms que el deseo de riquezas, que sin duda lo haba, a pesar de su privilegiada situacin en el Per, pero, como la categora econmica no explica todo por si sola, aqu sin duda hay motivaciones de ndole psicolgica como era la fama de s 12 . Una opinin similar ha sostenido Julio Retamal, cuando nos dice sobre Valdivia lo siguiente:Pedro de Valdivia estaba destinado, no obstante, a ser el verdadero fundador de la nacin y el estado 13 . Sobre esta base argumentativa podemos decir que estbamos en los mrgenes de la construccin de lo que sera Chile, de all nuestra insistencia en pensar que el Bicentenario hunde sus races en el siglo XVI. Lo concreto es que salen los primeros das de 1540, podra ser la fecha 14 de enero 14 , con once soldados ms una mujer, Ins de Surez, en la ciudad de Arequipa se le une Alonso de Monroy, miembro de la expedicin que les haba precedido en la salida, aqu ya comienzan a andar por las rutas del Inka, para hacer del viaje una ruta ms segura. Desde Arequipa toman camino a San Pedro de Atacama, la hueste ya se ha convertido en una expedicin de aproximadamente unos 80 conquistadores, en esta etapa se suman
12 CORTES, Guillermo. Los Diaguitas. Historia de los pueblos delos Valles Transversales. Tesis Doctoral, Universidad de Salamanca, Espaa, Pg. 359 13 Retamal et el., 1992: 37. 14 CF. Sayago, 2006. a Valdivia los capitanes Francisco de Villagra y Francisco de Aguirre. El relato de los cronistas nos dice lo siguiente: Supo como venan el capitn Francisco de Aguirre con cierta gente. Enbiola avisar qu` el se yva por la halda de la sierra a esperarle en el valle de Atacama . Y en un pueblo quesedizede capirucones se junto Francisco deVillagra con el general 15 . Tambin en esta etapa se unen Jernimo de Alderete, Rodrigo de Araya, Juan Bohon, Juan Jofre, entre otros capitanes. Desde aqu la tropa espaola ya no se detendra hasta llegar al primer territorio chileno, denominado Chaar. Lugar o valle que, dice Bibar, tiene la longitud de un tiro de arcabuz, y un tiro de piedra de ancho. Aqu los espaoles reposan dos das entre chaares y algarrobos, donde les pareca que estaban a la orilla del Guadalquivir. D` este valle que dizen El Chaar fasta el valle de Copiap ay deziocho leguas, buen camino, llano y sin cienaga, ni agua 16 . Era la primera aproximacin, ms bien la llegada a Chile, a lo que hoy es Finca de Chaaral, actual comuna de Diego de Almagro, era posiblemente fines de septiembre o principios de octubre, por primera vez la tropa del conquistador Valdivia tocaba tierra de Ancha Chire o simplemente de Chile. Por tanto, todo lo que se dijo, todos los ros de tinta que han corrido, todos los
15 Bibar, 1979: 13 16 Op. cit. Pg. 27 12 textos publicados con tanto esmero sobre la llegada al valle del Mapocho tiene un enorme precedente, la llegada a Finca Chaaral y luego la toma de posesin de Chile en Copiap, por lo que nos parece que a los menos debera haber una modificacin en la narracin histrica para decir que en la actual comuna de Diego de Almagro, segn el mismo Pedro de Valdivia llegaron 150 soldados de conquista, donde descansaron y repusieron fuerzas, ya estaban en Chile. Ahora vendran nuevos momentos de lo que sera este nuevo pas. Otras fuentes nos dicen que llegaron 170 soldados 17 , Pedro Mario de Lobera, habla de 160 soldados, pero nos quedamos con el primer guarismo entregado por el mismo conquistador, desde all se reanudo el viaje al valle de Copiap, sera el momento de tomar posesin de estos nuevos territorios. Sobre la base de los documentos histricos con los que contamos y basndonos en la importancia para la generacin de los procesos histricos, nos atreveremos a realizar a lo menos dos propuestas para la discusin. 1. La primera aproximacin a lo que sera Chile, la hace pedro de Valdivia en lo que actualmente es la Comuna de Diego de Almagro, y de forma ms precisa decir que su arribo a Chile es a Finca Chaaral. 2. Lo segundo y tal vez mas importante en cuanto a discusin es que
17 Cf. Gngora y Marmolejo, 1960. mantenemos la propuesta hecha en nuestra Tesis Doctoral 18 .
La toma del valle de la Posesin La Historia de Chile nace en Atacama y en el valle de Copiap 19 . Es aqu donde se configura verdaderamente la conquista del territorio y con ello se da paso a la sociedad mestiza, que es lo que define Chile del presente. La Toma de posesin habra ocurrido el 26 de octubre de 1540, y, como hito, la localizamos en el sector de Chamonate o en el de Toledo. El historiador Oriel lvarez mantuvo la idea de que tambin pudo ocurrir este hecho cerca de los espacios cercanos a la actual planta Ojancos 20 . Pedro de Valdivia toma posesin a nombre del rey de Espaa y dado su grado de teniente de gobernador, tambin lo hizo en representacin de Francisco de Pizarro, este trascendental hecho habra quedado certificado legalmente por
18 Los Diaguitas: Historia delos pueblos delos Valles Transversales, Tesis para acceder al grado de Doctor del autor, leda y aprobada en la Universidad de Salamanca Espaa, diciembre de 1998. 19 Tericamente habr historia en cuanto existan documentos escritos que as li avalen, y como ha planteado Itallo Merello en su Historia del Derecho, no se es historia solo por ser pasado se es en cuanto al valor del hecho para la marcha de las sociedades. Tambin agregar que jurdicamente en ese momento se redacta un documento pblico, por parte de Luis de Cartagena. 20 Discusiones con Oriel lvarez en el marco de la Sociedad Chilena de Historia y Geografa, filial Copiap, durante el ao 1999. 13 Luis de Cartagena 21 , el que actu como escribano y notario, a la vez el hecho fue relatado por Gernimo de Bibar, cronista estudioso de los hechos del conquistador Valdivia, de sus cartas de relacin y en ms de una ocasin acompaante de sus expediciones por Chile, es quien nos describe as el momento de la incorporaron de Chile a la corona y al proceso de la conquista: "En jueves XXVI das del mes deoctubre del ao denuestra salud demil y quinientos quarenta , ante un escribano del rey y de representacin real, el general tomo posesin en nombre de su majestad..Hizo las diligencias queen tal caso serequerian, diciendo en voz alta que emprenda y emprendi y tomaba y tom posesin en aquel valle de Copiap en nombre de su majestad. Ese valle deindios como detoda la gobernacin quede all en adelante tena, y que si alguna persona o personas avia que se lo contradixiese o defendiese, qu el se matara con tal persona o personas". 22
Segn el historiador copiapino Carlos Mara Sayago, producto de estos hechos de dominio de este nuevo territorio, se le denomino a todo la cuenca del ro Copiap; Valle de la Posesin. Tambin es posible mencionar como fuentes y antecedentes para estudiar el inicio de la historia de Chile y el pasado copiapino, a Alonso de Gngora y Marmolejo, al ya nombrado Pedro Mario de Lobera, Gonzalo Fernndez de Oviedo, Antonio de Herrera, Diego de Ocaa,
21 Quien posteriormente ser escribano publico del Cabildo de Santiago. 22 Bibar, 1994: 207. Bernardo de Lizrraga, Garcilaso de la Vega, y las cartas de Pedro de Valdivia, entre los ms destacados. Tenemos entonces que si analizamos los antecedentes histricos de la toma de posesin, ya sea desde una ptica terica, o desde la perspectiva de la importancia de la fijacin de hitos para el desarrollo del proceso evolutivo de la historia de Chile, esta habra comenzado el jueves 26 de octubre de 1540. Por lo tanto pensamos que no es posible atribuir este mrito a Magallanes (1 de noviembre de 1520 d.C.), cuyo destino es otro y su paso por Chile es efmero. Tampoco sera posible atribuir el honor de dar inicio a la historia chilena a la expedicin de descubrimiento del adelantado don Diego de Almagro, ya que este, a su llegada a Chile en 1536, no toma posesin de los nuevos territorios y por lo tanto no se establecen procesos, y si bien hay documentos, no hay escritos legales que vinculen a Chile con el imperio. Adems Almagro solo tiene la intencin de reconocer pero jams de quedarse e iniciar un proceso nuevo dentro del contexto de la conquista de Amrica. El resto de la historia de Atacama no deja de ser agitada e interesante, bstenos decir que a pesar del descalabro demogrfico que significo la vuelta del Adelantado Almagro al Per, los indgenas del valle de Copiap se van a rebelar contra los espaoles en 1548, destruyendo el fuerte de Copiap. En America y al calor de la conquista 14 la fundacin de las primeras ciudades siempre fue una plaza fuerte, y esto se aplica a Chile, y de forma ms especfica a los primeros 10 aos de la conquista, los tres fuertes fueron ciudades o viceversa, Santiago 1541, La Serena 1544 y Copiap en 1548, por ello en la fundacin del fuerte de Juan Bohon en 1549, debe verse el verdadero origen urbano occidental de la ciudad de Copiap. Sergio Villalobos al respecto de los problemas de los espaoles con los indgenas y sus fundaciones ha dicho lo siguiente: Esas experiencias ensearon a los espaoles que la fundacin de ciudades deba comenzar siempre por la ereccin de un fuerte 23 . De all que el fuerte de Juan Bohon , con su ubicacin temporal sean los verdaderos cimientos de la ciudad, su posterior fundacin (o re fundacin) en 1744, es solo la ratificacin legal de una expresin urbana que exista aun antes de la llegada de los espaoles. Carlos Mara Sayago, relat profusamente el tpico del Fuerte Copiap, entre sus notas encontramos lo siguiente: Con tal motivo, trasladose Bohn con alguna tropa a este Valle. Desde luego vio que era preciso construir una casa fortificada, capaz de contener una regular guarnicin que pusiera a los indgenas a raya desus depredaciones. Y luego agrega: Al efecto eligi una planicie situada como a tres cuartos delegua ms arriba del Pucar y all levanto, depiedra y barro, el cuartel, con sus correspondientes cubos, fosos, troneras, plaza de ramas y viviendas 24 Cuando se habla de plaza
23 Villalobos, 1993: 218. 24 Sayago, 2006: 33 de armas, cuartel y viviendas, y dado todos los elementos enumerados se puede pensar que estamos hablando de los orgenes de un poblado, que al haber sido destruido y quemado no pudo quedar registro sobre s se estableci un cabildo o alguna organizacin embrionaria de tipo urbana. La tesis del fuerte ha sido un tanto desacreditada o ignorada, sin razones cientficas reales para no ser tomada en consideracin por la historia regional y chilena. Toda la documentacin y bibliografa nos indica que este fuerte fue atacado por los indgenas, en una importante sublevacin en el norte, el lugar es completamente destruido y quemado, y van a matar a todos los espaoles incluidos el capitn Juan Bohon. Al respecto el cronista Marmolejo se refiere a este suceso: Es un capitn inprudenteen la seguridad y mal platico de la guerra, lo sorprenden y los atrapan y matan treinta y dos soldados al qual dieron muerte tan cruel, que usando de muchas maneras crueldades a lo ultimo lo ahorcaron 25 . Otro de los relatos al respecto es el del Bibar, quien describe la destruccin y quema del Fuerte Copiap as: Pues viendo los indios de Copiap la venida de tantos cristianos acordaron derebelarse y para esto enviaron sus mensajeros al vallede Guasco, al valle de La Serena y al valle de Limar, avisndoles que ellos tenan noticias de cmo venan muchos cristianos y ms de los que haban pasado, como ellos los haban visto y que mirasen el trabajo que
25 Gngora y Marmolejo, 1960: 88 y 89. 15 tenan con ellos, y que seapercibiesen, de all a seis das, y que diesen en los cristianos , e los matasen a todos e quemasen 26 . Posteriormente la sublevacin comenzada en el valle de Copiap se trasladara a la Ciudad Fuerte de la Serena la cual tambin ser destruida. No eran nuestros ancestros el pueblo manso al conquistador como se nos ha querido hacer pensar, los hechos de los fuertes de Copiap y La Serena fue algo ms que una revuelta era la reaccin de un pueblo talentoso creativo y defensor de sus prerrogativas. As se configuran las primeras horas de la conquista en el siglo XVI, con un marcado protagonismo de nuestro territorio, no solo por ser la entrada de los espaoles, sino por la defensa del territorio, por el sacrificio de sus gentes y por haber resistido todo el embate que no era solo el del conquistador, sino que de todo el poderoso expansionismo mercantilista europeo.
FUENTES ADVIS, Patricio. (1994). Noticias de Cronistas eHistoriadores sobrela travesa de los Andes realizada por la Hueste de Almagro durante la jornada de Chile. En: Contribucin Histrica n4, Museo Regional de Atacama. Copiap.
BIBAR, Jernimo: Crnica y Relacin Copiosa y verdadera de los reinos deChile, Edicin de Leopoldo Senz Godoy. Editorial Colloquium Verlag, Berln 1979.
26 BIBAR, 1994: 161. BURENHULT, Goran: Atlas Universal de las Civilizaciones, Ed. Debate S. A., Madrid, 1994.
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NUEZ, Lautaro: Intervencin IV Convencin Nacional de Cultura, Valparaso, Diciembre 2007.
16 RETAMAL, J. CELIS, C. MUOZ, J.: Familias fundadoras deChile1540 1600, Editorial Zigzag, Santiago, 1992.
SAYAGO, Carlos: Historia de Copiap, Editora Tamarugal, Copiap, 2006.
SAYAGO, Carlos: Historia de Copiap, Ed. Francisco de Aguirre, Santiago.
VILLALOBOS, Sergio: Historia del Pueblo Chileno, Editorial Zig Zag, Santiago, 1993. 17 BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA N 1, ao 2010, pp. 17-23, Copiap
CHILE, UNA VOLUNTAD DE SER
+Gaspar Quintana J., CMF 27
Introduccin
La noche del 27 de febrero de este ao fue pavorosa. Una parte importante del Valle Central de Chile fue sacudida larga y violentamente. Se nos vino a la mente lo escrito por el poeta latino Sneca sobre el terremoto de Pompeya: hacia qu refugio, hacia qu ayuda volveremos nuestras miradas si es la tierra misma la queamenaza ruina, si la queantes nos protega y sostena ahora se abre a nuestros pies, tierra sobre la queel hombre ha levantado sus edificios y que, al decir de algunos, es el fundamento del mundo? 28
El contraste entre una festiva conmemoracin del Bicentenario de nuestra Independencia, y los desastres del terremoto y tsunami en el ocano no siempre Pacfico nos desconcertaron.
Por lo dems, dando un vistazo panormico a la historia del pas hay campo para un fuerte contraste. Por un lado, Chile, como parte de Amrica Latina, representa una experiencia original por este doble carcter de una ruptura que fue revolucionaria e
27 Obispo de la dicesis de Copiap, Chile 28 SENECA Lucio Anneo, Los ocho libros de cuestiones naturales, Espasa-Calpe, Buenos Aires 1948, traduccin de J.L. Izquierdo Hernndez, pp. 141-145. independentista a la vez: las repblicas se formaron en contra deEspaa, no en contra de una Iglesia identificada con la monarqua catlica como en Francia. Las revoluciones deindependencia entre1808 y 1826 fueron revoluciones polticas que transitaron de una legitimidad religiosa a una jurdica sin expulsar la religin del Estado. 29 Por otro, aparece lo que agudamente Benjamn Subercaseaux pensaba de Chile como una loca geografa, escribiendo: contrariamentea otros pases, posee una geografa que supera el sentimiento nacional del pueblo que lo habita. 30 . Es posible que esta locura de muchos y variados terremotos y tsunamis en su historia, tenga una doble cara. Por un lado son fenmenos de una naturaleza sorpresiva e inmanejable, y por otro vienen a ser casi una experiencia csmica pascual, por usar el lenguaje cristiano. All ha habido de todo: muerte, transfiguracin y un tipo de resurreccin no imaginada.
Los Porfiados Hechos
La historia de Chile, en sus diversas etapas de Descubrimiento, Conquista, Colonia y Repblica, ha sido no slo un proceso sociopoltico y cultural, sino
29 SERRANO S., Quhacer con Dios en la Repblica? Poltica y secularizacin en Chile(1845- 1885), Fondo de Cultura Econmica, Chile 2005. 30 SUBERCASEAUX B., Chileo una loca geografa, Editorial Universitaria, Santiago, mayo 2005. 18 que adems lleva incluida una dimensin, digamos, geogrficamente cuasiapocalptica. Esto han sido los muchos movimientos violentos de tierra y de agua ocenica sin control en los 4.500 kms. de longitud de su costa.
Una mirada rpida a esta dimensin ssmica de su proceso histrico nos muestra a Chile con la siguiente estadstica: siglo XVI: 2 terremotos, siglo XVII: 9 terremotos, 1 temblor, 3 tsunamis siglo XVIII: 4 terremotos, 3 temblores, siglo XIX: 15 terremotos, 17 temblores, 8 tsunamis 31
siglo XX: 10 terremotos, 57 temblores, 9 tsunamis, 32
siglo XXI: 2 terremotos, 3 temblores, 2 tsunamis.
Optamos por limitarnos slo a algunos fenmenos ssmicos o martimos ms significativos de los aos abarcados por el Bicentenario, a saber, los terremotos de 1822, el de Valparaso en 1906, el de Chilln en 1939, el cataclismo de Valdivia en 1960, y el reciente terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010.
Terremoto de 1822
31 Se trata de los sismos de La Serena (1 de enero de 1801), de los terremotos de Copiap (3, 4 y 11 de abril de 1819 con tsunami mayor), del terremoto del 5 de noviembre de 1822, 32 Nos referimos a los sismos en el Norte Chico del 19 de marzo de 1904, de Rancagua el 26 de octubre de 1905, el terremoto del 16 de agosto de 1906 con tsunami, el sismo del Norte el 24 de diciembre de 1906, el sismo de Valdivia en 13 de noviembre de 1907, y de Santiago el 28 de abril de 1909, el sismo de Copiap el 7 de junio de 1909, Gobernaba Bernardo OHiggins como Director Supremo cuando el 19 de noviembre de 1822, pasadas las diez de la noche, la fuerza de la tierra se abati sobre Chile entre Illapel por el norte y Chilo en el sur del pas. Resultaron no menos de doscientas vctimas fatales y otros tantos heridos. Dur tres minutos y medio, pero registr una prolongacin de 170 rplicas menores en los das subsiguientes.
Como dato curioso se constata que OHiggins escap milagrosamente de morir aplastado por los escombros del Palacio de Gobierno de Valparaso: fue sacado a rastras cuando el edificio se derrumbaba. Esa vez hubo una gran marejada que destruy la baha de Quintero, inhabilitndola como puerto por largo tiempo.
En la prensa de la poca hubo un apasionado debate: entre Camilo Henrquez, religioso camiliano, lder independentista y el dominico fray Tadeo Silva, sobre las manifestaciones de fe de la gente que, con temor practica sangrientas penitencias. Henrquez cita bases cientficas para explicar el origen natural de estos fenmenos. El dominico juzg los argumentos de Henrquez como impos y blasfemos y as pona en duda la calidad de su fe. Personajes famosos de la poca como Marta Graham, 33 Charles Darwin, Ignacio Domeyko y Pedro Amado Pissis, estudiaron este fenmeno de los sismos en Chile, como un lugar
33 GRAHAM M., Diario deuna residencia en Chile en el ao 1822. Traducido y editado por Mara Ester Martnez y Javiera Palma. Edit. Norma, 2005, 267 pp. 19 privilegiado para estudiar la alta tasa de actividad volcnica del pas. 34
Darwin, escribe a su hermana Carolina, en 1835, despus de ver los efectos de un gran sismo: el suelo est atravesado por grietas, las rocas slidas parecen temblar, slidos contrafuertes deentreseis y diez pies estn rotos en pequeos fragmentos. Estoy muy contento dehaber llegado a Concepcin poco despus (del terremoto): es uno de los espectculos ms interesantes quehe visto desde que sal de Inglaterra. 35
Terremoto de Valparaso en 1906 Este gran sismo sucedi el jueves 16 de agosto de 1906 a las 19:48 hora local con su epicentro en la Regin de Valparaso, con una magnitud de 7,9 en la escala de Richter, aunque sabemos que para esa fecha no exista esta escala. Qued destruida toda la ciudad y los testigos cuentan de la gran destruccin y el espanto de los atrapados en los escombros.
Las autoridades, bajo el gobierno del Presidente Germn Riesco Errzuriz, se organizaron rpidamente para socorrer a los damnificados, siendo importante la dura labor del mdico Jos Gross, para contrarrestar los efectos de las plagas y epidemias que surgen tras un terremoto. Ese ao se crea el Servicio Sismolgico de Chile, el cual tuvo como primer director al francs Fernand de Monteses de Vallare.
Esta catstrofe fue ocasin de que hubiera pillajes y saqueos, lo que motiv una ley de fusilamiento para quien fuera hallado realizando dichos
34 Cf. MUSEO HISTORICO NACIONAL, Terremotos, p. 13, 35 Cf. MUSEO HISTORICO, p. 9. actos. El sismo dej un saldo de 3.000 muertos.
Terremoto de Chilln en 1939. Era Presidente de la Repblica don Pedro Aguirre Cerda cuando el martes 24 de enero de 1939, vino un muy fuerte terremoto, a las 23,32 hrs. con una magnitud de 8, 3 MW y a una profundidad de 60 kits. Afect a las Provincias de Talca, Linares, Maule, uble, Concepcin y Bobo. Hubo 30.000 muertos segn cifras de prensa, pero segn cifras oficiales fueron 5.648 los que perdieron su vida en este terremoto. 3.500 viviendas fueron destruidas por la fuerza del movimiento telrico.
Tres minutos ms tarde, la ciudad de Concepcin fue sacudida violentamente por la misma fuerza ssmica. Casi todas las edificaciones, alrededor de un 95% de las casas, fueron totalmente destruidas.
Terremoto de Valdivia en 1960 El 21 de Mayo de 1960 a las 6:02 de la maana un fuerte temblor 7.5 escala de Richter, sacudi a la zona central del pas con epicentro cerca de Concepcin, en el sur. Gobernaba el pas don Jorge Alessandri Rodrguez. Era la actividad ssmica ms intensa que haya habido en Chile en la poca moderna y en el planeta.
En este mismo da y al da siguiente se sucedieron numerosas rplicas alcanzando las ms fuertes las magnitudes de 6.5, 7.5, 7.8 y 7.5 Richter respectivamente. El domingo 22 de Mayo a las 3:10:48 PM se produjo un terremoto de magnitud 7.5 con epicentro cerca de Chilo.
20 Las circunstancias obligaron a las autoridades y tcnicos a realizar la obra de ingeniera de emergencia ms grande efectuada en Chile, abriendo un canal de evacuacin del lago Riihue. As se evit as la inundacin de Valdivia y de los pueblos aledaos. 36
Varios terremotos afectaron a diez provincias del Valle Central, en una regin de ms de 600 Kish. de longitud habitada por dos y medio millones de personas. Fueron daadas 450 mil viviendas, el 10% de las cuales quedaron irremediablemente perdidas.
Murieron unas 2.000 personas principalmente por el tsunami, y resultando 3.000 heridas y 2.000.000 de personas perdieron su hogar. Las prdidas materiales alcanzaron una suma superior a 500 millones de dlares de la poca.
Vale la pena citar al poeta Premio Nobel Pablo Neruda, que, impactado por esta tragedia, expres lo que fue para l ese cataclismo y tsunami casi de fantasa: Dios mo, toc la campana la lengua del antepasado en mi boca, tra vez el caballo iracundo patea el planeta y escogela patria delgada, la orilla del pramo andino, la tierra que dio en su angostura la uva celestey el cobre absoluto 37 .
Terremoto y tsunami de 2010. Eran las 3:32 de la noche del 27 de febrero cuando un fortsimo y largo terremoto con tsunami incluido golpe una parte importante de Chile. Su
36 Los tsunamis se produjeron tambin, a consecuencia de este terremoto, en lugares tan distantes como las Islas Hawai (61 muertes y U$75 millones en daos), Japn (138 muertes y daos por U$ 50 millones) y Filipinas (32 muertes y desaparecimientos). 37 NERUDA P., La barcarola, en Terremoto en Chile, intensidad fue de 8,8 en escala Richter y 9 en Mercalli, con epicentro a 63 Kish al sur de Cauquenes, en el Valle Central del pas. En el final del mandato presidencial de Michelle Bachelet la tierra y el mar causaron un estupor tal como no haba habido desde el cataclismo de Valdivia en 1960.
Este sismo reciente est entre los 5 ms grandes registrados en el mundo, con tal potencia que la zona de impacto fue de entre 300 a 500 Kish, con tsunamis en las costas de la Regin del Maule y en Bobo.
El nmero de muertos o desaparecidos fue de aproximadamente 521. Los daos en el aeropuerto nacional e internacional de Santiago y en muchos puentes y autopistas del pas deterioraron las comunicaciones, aislando al pas del resto del mundo y dificultando as la colaboracin solidaria de otras naciones.
Esta tragedia nos trajo tantas lecciones: por una parte, una inmensa solidaridad de la ciudadana y de gobiernos de muchos pases. Pero por otra dej a la vista la frgil condicin de decisiones equivocadas o no asumidas a tiempo, o el descontrol provocado por el sismo que abri la puerta a un vergonzoso saqueo, fruto tal vez, de cierta barbarie ciudadana, del apremio o la desesperacin?
Un conmovedor signo de unin solidaria ante el dolor y las ruinas: fue la improvisada Teletn nacional que uni a todos los sectores sociales de Chile como familia, logrando una recoleccin de ms de 60 millones de dlares en 28 horas.
21 Chile, la Pasin de Sobrevivir
Puestos a reflexionar sobre esta realidad de tanto riesgo y que ha sido frecuente en la historia de Chile, cabe hacer algunas reflexiones.
1.- Gabriela Mistral, Premio Nobel 1945, con la clarividencia propia de los artistas, aporta un rasgo de fina antropologa cuando afirma: En una seriede frases apelativas denuestros pases, podra decirse: Brasil, o el cuerno de la abundancia; Argentina, o la convivencia universal, Chile, o la voluntad de ser. Esta voluntad terca de existir ha tenido a veces aspectos de violencia y a algunos se les antoja desmedida para cinco millones de hombres. 38
Captamos esta voluntad de ser cuando comprobamos la obstinacin del chileno por levantar a su pas cado o desplomado, y su tozudez en buscar un futuro de vida plena cuando se asoma la muerte.
2.- En el mundo del catolicismo popular de la poca, pastores y fieles, han vivido este fenmeno, ms antes que ahora, con una perspectiva religiosa, a pesar del ambiente sociopoltico y laicista tan propio, por ej., del siglo XIX. Dos casos de muestra. Uno, que los terremotos fueran vistos como una prueba o castigo del cielo: es Dios quien pone estos escollos en el camino de los pueblos. 39 Otro, que fueran ocasin para una lectura poltica coyuntural. Es el caso del Obispo de Santiago, Jos Rodrguez Zorrilla, all por 1820, quien, desde el plpito de la Catedral lee un fuerte sismo segn sus ideas cuando dice: Dios nos ha castigado porque este mal hombre (el Director Supremo Bernardo
38 MISTRAL G., Recados, ibid. 39 MUSEO HISTORICO ..., p. 13. OHiggins) nos gobierna y este terremoto es el resultado de su autoridad. 40
El habla popular, desde una visin religiosa de estos fenmenos, ha mezclado en otros tiempos lo humano y lo divino, expresndolos a su modo. Un ejemplo: cuando detalla que el sismo ha durado el rezo detres credos. 41
3.- En el nivel eclesial se constata un hecho: los dolorosos acontecimientos que afectaron a la Iglesia de Chile en la Independencia, y las disputas en los claustros, no lograron debilitar en el pueblo y en la aristocracia la fe propia de la religiosidad de aquel tiempo. 42 En este tipo de adversidades el catolicismo popular recurre al Seor de Dolores, a Mara Madre compasiva, a los santos y patronos de ciudades, asociaciones y gremios 43 a quienes se venera con procesiones y mandas, o construyendo templos y capillas.
4.- Hoy la actitud religiosa tiene una perspectiva ms amplia y secular. Por un lado, hay que partir de un hecho constatado por los datos cientficos: Chile est situado frente a la placa de Nazca y sobre el cinturn de fuego del Pacfico, lo que hace de los movimientos telricos una realidad inherente a la realidad de cada habitante deesta tierra. 44
Por otro, est claro que los gobernantes y el pueblo asumen las lecciones que dan el sufrimiento y la muerte, la destruccin o el deterioro de obras e iniciativas de largo aliento, en forma
40 MUSEO HISTORICO p. 14. 41 MUSEO HISTORICO NACIONAL, ibdem. 42 ARANEDA BRAVO, F., LA historia dela Iglesia en Chile, Ediciones Paulinas, Santiago, p. 395. 43 Cf. Documento de Puebla, n. 444; Documento de Aparecida, 44 Cf. DE VOS E., BARBARA, en Terremotos en Chile, Publicaciones del Archivo Histrico Nacional, Presentacin. 22 realista y planificada de acuerdo a prioridades y recursos.
Es un hecho palpable que, en el plano social y material las autoridades junto con el sacrificado trabajo de la poblacin se han de organizar para la reconstruccin de las ciudades, puertos, de sus escuelas y templos, el reinicio de faenas en minas o industrias.
5.- Qu lecciones hemos de aprender humildemente a raz de los terremotos y tsunamis de este ao? Se pueden indicar algunas: a) la importancia de detectar con rapidez el fenmeno ssmico y de educar a la poblacin para reaccionar donde quiera que est. b) La necesidad de mejorar las redes sociales y comunitarias para que constituyan un tejido de comunicaciones y cooperacin. En la larga geografa de Chile los sismos fcilmente crean un aislamiento de las localidades afectadas. c) La rpida y efectiva respuesta que deben ofrecer las instituciones. El sismo produjo en la ciudadana un deterioro moral por la tarda respuesta de las autoridades, causando caos, situaciones de saqueos de centros comerciales, y legitimacin del pillaje por el miedo a quedar sin agua, alimentos y otros productos bsicos. 45
Una Lectura desde la Fe: la Reconstruccin desde Cristo.
La historia de terremotos y tsunamis en Chile es larga y dolorosa, pero los que sucedieron a principios de este ao, a pocos das de un cambio de gobierno, han tenido un impacto poltico especial.
45 MORRS R., El impacto social, poltico y econmico del terremoto en Chile, Universia Knowledge Wharton, 22 de marzo 2010. , En efecto han sido ocasin para una larga y profunda meditacin nacional cuando nos preparbamos para la celebracin del Bicentenario.
Qu pensar, qu aprender, qu hacer de cara al futuro, cuando nos damos cuenta de que somos un pueblo quese ha remecido y que queda tembloroso por un tiempo. La prdida de vidas humanas y de bienes, la vivencia de una situacin lmite al extremo, provocan heridas queno sanan rpido? 46
Hay aspectos que pueden ser clave de lectura de las ruinas y el dolor, y adems un poderoso impulso para la reconstruccin nacional.
1.- Los efectos del dolor y mal, provenientes de calamidades naturales, han de ayudar a nuestro pueblo a interpretar su propia historia de gozos y dolores con una aceptacin realista de nuestra configuracin terrestre.
2.- El designio salvador de Dios, desde las catstrofes de la vida, nos muestra lo frgil de nuestra condicin, segn aquello del probado Job: desnudo sal del vientre demi madre, y desnudo tornar a l. El Seor me lo dio, el Seor me lo quit. Bendito sea el nombredel Seor. 47
Pero adems, Jess mismo nos ilumina la mirada: si Dios viste as a la hierba quehoy est en el campo y maana seecha al fuego, cunto ms har por Uds., hombres de poca fe? 48 El apstol Pablo hace su aporte: Dios haceconcurrir todas las cosas para el bien delos quelo aman, 49
con una lectura del misterio del mal a
46 CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE, Rev. Servicio, N 297, p. 3. 47 Cf. Job 1, 21 y ss. 48 Cf. Lc 12, 28. 49 Rom 8, 28. 23 la luz del amor infinito de Dios que nos ofrece su Hijo muerto en cruz. 50
3.- Adems, desde una mirada de fe, se puede afirmar que: estamos ante una catstrofe, pero tambin ante uno de esos momentos de la vida en que se decide un rumbo definitivo. Chile? Qu es? Quin? Chile es un pas que puede convertir una catstrofe en un acontecimiento de amor masivo y profundoLos terremotos de Chile son nuestro sino, pero nuestra vocacin es la solidaridad. 51
4.- Con esta ocasin los Obispos han dirigido a la comunidad nacional un estimulante mensaje: Esta tragedia natural nos ha puesto como frente al espejo de lo que realmente somos: con nuestras virtudes y debilidades. Por esto nos parece importante que sigamos reflexionando y actuando segn los valores ms profundos denuestra identidad como pas, aquello que el Cardenal Silva Henrquez llam el alma deChile. 52
5.- Para el tiempo del Bicentenario la Iglesia nos ha propuesto una tarea Chile: una mesa para todos. Mirando el futuro de la Patria nos dice: invitamos a las nuevas autoridades a hacer de sus importantes responsabilidades un servicio, a poner a las personas en el centro de las polticas pblicas y a cuidar, de un modo preferente, a los ms pobres y vulnerables a los grupos ms desprotegidos de la poblacin, as como a la clase media
50 Cf. MEDINA E. J., Cardenal, Reflexiones sobreel terremoto, Revista Servicio N297, marzo 2010, p.9. 51 COSTADOAT J., Es responsableDios deeste terremoto?, en la Revista Catlica, ao CX, N1165, p. 52 CECh, Carta Pastoral Reconstruir desdeCristo la mesa para todos. Mensajea las comunidades, 99a Asamblea Plenaria de la CECH, 2010, n. 3. constantemente golpeada en tiempos de crisis. 53
Conclusin
El abrazo de la Presidenta Michele Bachelet con el nuevo Presidente Sebastin Piera la noche de la Teletn, mostraron al gobierno y la oposicin unidos en la decisin de llegar a ser el signo del fin de una poca y el de un comienzo de otray ello marc la posibilidad deavanzar decididamente hacia la unidad nacional 54 . Este ao del Bicentenario un hermoso signo de vida recorre el pas. La imagen de Nuestra Seora del Carmen, Protectora de la nacin, visita al pueblo chileno, como Madre del Consuelo. La idea es que todo Chile se ponga de pie, desde las ruinas y siga al Seor de la historia para recibir la vida abundante que l nos ofrece. (NJ 10,10).
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS SENECA Lucio Anneo, Los ocho libros de cuestiones naturales, Espasa-Calpe, Buenos Aires 1948, traduccin de J.L. Izquierdo Hernndez
53 CECh, Carta Pastoral, Reconstrur., n., 9. 54 GARCIA HUIDOBRO J.-HERRERA H.- MANSUY D., 8.8: Escombros en el Bicentenario, 2010, p. 170. 24 25 BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA N 1, ao 2010, pp. 25-42, Copiap
ETNOGENESIS E IDENTIDAD CULTURAL ENTRE LOS GRUPOS COLLA DE LA CORDILLERA DE ATACAMA
Daniel Quiroz L. 55 y Yuri Jeria M. 56
La Ley 19253 [denominada Ley Indgena], que crea la Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena [CONADI], reconoce en su artculo 1 la existencia en nuestro pas de ocho etnias: mapuche, aimara, rapanui, atacamea, quechua, colla, kawashkar y yamana.
La presencia del grupo colla como una de las etnias chilenas se constituy en una verdadera sorpresa, no slo para las personas comunes y corrientes sino tambin para los especialistas, historiadores y antroplogos. En la erudita obra de Larran [1987] no son siquiera mencionados. Tampoco aparecen en los diversos textos de estudio elaborados para la Enseanza Bsica y Media en el pas.
Los primeros datos antropolgicos que tenemos sobre los colla chilenos provienen de un texto que va a constituirse en un punto de partida y en
55 Antroplogo Social, Magster en Arqueologa y Doctor en Historia, Universidad de Chile. Centro de Documentacin de Bienes Patrimoniales, DIBAM. 56 Antroplogo Social. Magster en Pedagoga. Museo Regional de Atacama, Copiap, DIBAM. una fuente de antecedentes: la Memoria de Ttulo para Profesor de Estado en Castellano elaborada por C. Rojas [1976] en torno al mundo mgico de los colla, basado principalmente en entrevistas sostenidas con Doa Damiana Jernimo. La informacin proporcionada por Rojas es la primera aproximacin sistemtica al conocimiento de los denominados regionalmente como collas. Este texto proporciona, sin duda, una mirada extica a costumbres y ceremonias ajenas, que despiertan comprensin y simpata.
Entre los aos 1993 y 1995 la Direccin de Bibliotecas, Archivos y Museos financi un proyecto de investigacin que buscaba obtener algunos datos sobre las adaptaciones de las poblaciones que vivan dispersas en valles, quebradas y aguadas de las cordilleras atacameas [Castillo, Cervellino & Quiroz 1994, Cervellino, Castillo & Quiroz 1995, Cervellino & Castillo 1996]. En el transcurso de ese proyecto obtuvimos una serie de datos sobre los procesos de construccin tnica que estaban experimentando los grupos denominados colla a comienzos de la dcada de los 90.
Entre los materiales que reunimos se encuentran tres entrevistas realizadas 26 entre los das 29 de septiembre y 1 de octubre de 1992 en las cordilleras copiapinas, con Esteban Ramos en Montandn, con Zoilo Jernimo en Potrerillos y con Pedro Jernimo en la quebrada El Jardn.
En este trabajo queremos realizar, a partir de esas entrevistas, y usando otro tipo de informacin [recortes de diarios y algunos textos collas] una reflexin sobre lo que podemos denominar el proceso de construccin tnica colla y presentar una mirada sobre la llamada identidad colla, considerando que fuimos, de una u otra manera, testigos privilegiados de este proceso.
QUIENES SON LOS COLLA?
En la pgina WEB de la CONADI, se dice que los colla constituyen una etnia surgida de una mixtura de pueblos que, provenientes originariamente de Bolivia, ocuparon las provincias del noroeste de Argentina para desplazarse durante los siglos XV y XVI entre las dos laderas cordilleranas[Conadi 2001]. De acuerdo a los datos que se posee, considerando que no hay cifras claras, se habla de 1000 [Serplac-Atacama 2003] colla, viviendo en distintas localidades principalmente urbanas pero tambin rurales de la regin de Atacama [Conadi 2001].
La definicin oficial de colla recoge las investigaciones que se han hecho en nuestro pas sobre el tema hasta la fecha. La mayora de los textos publicados concuerdan en que los hoy denominados colla son descendientes de familias que emigraron del noroeste argentino a fines del siglo XIX o a comienzos del siglo XX: un grupo de familias procedentes de Argentina [zonas de Beln, Tinogasta, otras] y del sur de Bolivia, se instalan en la Quebrada del Jardn, entre los centros mineros de Potrerillos y El Salvador. Son los autodenominados collas, que hoy suman mas de 60 familias. [Cervellino, 2001; cf. Castillo, Cervellino & Quiroz 1994, Cassssigoli & Rodrguez 1995, Manrquez & Martnez 1995, Molina & Correa 1996, 1997, Gahona 2000].
En una pgina WEB denominada www.serindigena.cl, desarrollada por el rea de Culturas Originarias de la Divisin de Cultura del Ministerio de Educacin, se entrega una definicin limpia del ser kolla:
El pueblo Kolla habita en la zona nortede Chile. En aguadas y quebradas de la cordillera de la provincia de Chaaral [Regin de Atacama], entrelas ciudades de Potrerillos, El Salvador, Diego deAlmagro y Copiap. Los kollas habran ingresado a Chile en dos perodos: primero, hacia la etapa final del imperio de Tiwanaku, en el siglo X; una segunda migracin se produce desdeel noresteargentino y coincide con la Guerra del Pacfico, a fines del siglo XIX. Llegaron en su mayora de Tinogasta y Fiambala, con un mayor ritmo migratorio entre1880 y 1890.
En la actualidad, el territorio ocupado por este pueblo comprende la precordillera y Cordillera de los Andes, y parte del altiplano de las provincias de Chaaral y Copiap en la III Regin. Sus deslindes ms importantes son: la Quebrada de la Encantada por el norte y el ro Copiap por el sur, rea en la cual su hbitat transhumante se desplaza entrelos 2.000 y 4.000 metros dealtura.
Las fiestas y rituales kollas se realizan al interior de la cultura y los matrimonios slo 27 se producen entre ellos. El mundo espiritual kolla es semejante al de los aymaras. Sus creencias principales ancestrales dicen relacin con la Pachamama, madre tierra, generadora de vida y ordenadora de la vida de los hombres. Ella sabe cundo, cmo y por qu deben suceder las cosas. Las ceremonias son realizadas por un yatiri, persona sabia que ha sido elegida por las fuerzas espirituales, eleccin que se le ha dado a conocer en un sueo, para curar enfermedades, realizar rogativas y ceremonias. Los rituales se realizan de preferencia en los cerros, en los lugares ms altos. Sepidepor el sustento y el bienestar de la comunidad. Las fechas de conmemoraciones kollas son relacionadas con los ciclos agropastoril, como las fiestas del ao nuevo indgena a fines de junio. [Mineduc 2001].
Este texto constituye una sntesis que representa el producto de una dcada de construccin tnica colla.
En el primer prrafo se construye un puente entre las actuales poblaciones que viven en las cordilleras de Atacama, descendientes de migrantes trasandinos con algo ms de cien aos de presencia en la zona, con poblaciones arqueolgicas que habran llegado hace ms de mil aos. Este lazo, evidentemente no puede ser comprobado arqueolgicamente, pero, en este proceso, tampoco tiene importancia.
En el segundo prrafo, se define un territorio continuo, con fronteras claramente establecidas, cuestin bsica en el reconocimiento contemporneo de las entidades tnicas, que permite desarrollar de manera efectiva un proceso de reclamo de tierras.
En el tercer prrafo, se elabora una cosmovisin, relacionndola, con algo ms conocido, el mundo espiritual aymara, desconociendo los aportes del mestizaje europeo. La frase los matrimonios slo se producen entre ellos permite relacionar las comunidades colla con grupos de parentesco y con ello se puede cerrar el crculo.
Podemos comparar esta definicin con la que se ha construido para los collas argentinos [si se puede hablar de esta manera]:
El particular proceso quesufre el noroeste argentino hace que esta cultura colla no sea estrictamenteindgena sino mestiza, lo cual de todas maneras nos permiteubicarla en el campo aborigen, no slo por su historia cultural sino por su insercin en el contexto regional y nacional. Los Collas comienzan as a diferenciarse del resto del Noroeste mestizo concentrndose en asentamientos dispersos en la zona de la Puna, la quebrada de Humahuaca y parte de los Valles Calchaques.
Sin embargo, los collas son los autnticos portadores de la tradicional forma de vida andina, a travs del mantenimiento de muchos patrones culturales como la economa pastoril de altura, y agrcola de papa y maz; La recoleccin dealgarroba y sal; la construccin de viviendas; la medicina tradicional y las tcnicas de adivinacin; los instrumentos musicales erques, quenas, pinkullo, sikus y cajas; el culto a la madre tierra e innumerables creencias, rituales y practicas sociales; la religiosidad ancestral, en fin, que lejos de ser dominada por la nueva religin oficial, ha coexistido con ella, en una nueva forma que ha sido redefinida como religiosidad popular [Rumbojujuy 2001].
Los estudios realizados en Argentina responden a modos diversos de ver la existencia colla, a estilos diferentes de 28 interpretacin de los datos. Segn ENDEPA [2000] los colla que viven en Argentina, puneos y sus descendientes, algunos quebradeos y toda otra poblacin de origen quechua- aymara, seran alrededor de 170.000 personas.
Por una parte tenemos aquellos estudios que ven a los colla como una nueva etnia, sntesis de diaguitas y omaguacas definitivamente diluidos, de apatamas y grupos de origen quechua y aimar procedentes de Bolivia, son, entonces, la etnia heredera de los habitantes originarios del Noroeste, consolidados durante todo el siglo XIX [Frites, 1971] 57 . Resulta curioso como se desconoce el aporte europeo en este mestizaje: los colla son, finalmente, parte de la masa mestiza no integrada en los centros urbanos, aquellos que viven en los cerros [Frites 1971].
Por otra parte estn esos estudios que cuestionan la continuidad de la cultura colla con las culturas quechuas y aymara y con ello el carcter andino de su cultura, remarcando su carcter mestizo indgena europeo [Isla 1992, Lozano, 2000].
ETNOGENESIS COLLA
La palabra etnognesis, como muchas otras usadas en antropologa y en otras disciplinas, es un trmino griego que combina ethnos, que significa los otros pueblos, con gnesis, desarrollo. El
57 E. Frites, un colla argentino, seala que sus antepasados vivan en un extenso territorio en el noroeste argentino, habitado en el siglo XVI por los apatama, omaguaca y diaguitas, los que mezclados habran originado a los collas [1971: 375-376]. trmino etnognesis se usa, entonces, para hablar de los orgenes de los pueblos, especialmente los pueblos distintos al nuestro 58 .
La etnognesis puede ser entendida como la formacin gradual de una comunidad autnoma, diferenciada de otras, pero relacionada con ellas [Roosens 1989]. La formacin en la poblacin de un sentido de autoreconocimiento se considera, predominantemente, la base de este proceso. Estos procesos de etnognesis implican necesariamente una reafirmacin tnica mediante la reapropiacin y reinvencin cultural.
La etnicidad, este sentido de autoreconocimiento, es un producto del contacto intercultural, que a su vez estructura la interaccin de dicho contacto, mediante la seleccin de determinados emblemas de contraste frente a otros [Dietz 1999]. Como lo seala Bourdieu [1991: 231], lo propio de la lgica de lo simblico es transformar en diferencias absolutas, de todo o nada, las diferencias infinitesimales. La etnicidad es un aspecto de las relaciones sociales entre agentes que se consideran a s mismos como culturalmente distintos de otros grupos con los que tienen un mnimo de interacciones regulares [Eriksen 1993: 12].
Estas diferencias absolutas, rutinizadas, se concierten en un recurso de identidad para delimitar un nosotros y otros e impulsar procesos de etnognesis: lo que antes haba sido praxis rutinaria, ahora se vuelve para
58 R. Williams [1976: 19] seala que ethnos, significaba originalmente en griego, pagano, y era usado para referirse a los que no eran griegos 29 de una explcita poltica de identidad [Dietz 1999]. De este modo se construye una identidad cultural mediante un complejo proceso de etnognesis.
DEL CLUB DE HUASOS DE POTRERILLOS AL CENTRO CULTURAL COLLA
Como ya se ha sealado, el problema colla, desde una dimensin tnica, no era tal en la dcada de los 80: la constitucin de aymaras, atacameos y collas como actores tnicos provistos de una conciencia de identidad tnica y de demandas que interpelan a la sociedad y al Estado, representan [] una novedad histrica [Gundermann 2000]. En la Regin de Atacama, se usaba el trmino colla para nombrar a las personas que vivan en los cerros, utilizando los recursos que all se encontraban y manejando, para sobrevivir, el conocimiento que tenan de la fauna, flora y de los senderos que atravesaban las cordilleras de Atacama.
Zoilo Jernimo, uno de los lderes en los 90 del movimiento por el reconocimiento de los colla como grupo tnico, sealaba refirindose a uno de sus integrantes: l es colla, claro, la mam con todos sus recursos, vivi como tal en el cerro, ah tiene las bases [Zoilo Jernimo 1993].
Incluso el trmino vivir como tal hace referencia a un estilo de vida especfico: nos recuerda que es ms importante vivir como colla que ser colla [No podemos dejar de mencionar que el trmino colla tambin se usaba para designar a los habitantes de Potrerillos en un contexto ms regional].
Don Esteban Ramos, nos contaba en su casa en la Estacin de Ferrocarriles de Montandn, cerca de Potrerillos, a fines del mes de septiembre de 1993:
Sabe, yo no entiendo eso, esa palabra colla, de donde viene, ac, en estelugar, la gente ms antigua era chilena, boliviana, argentina, era un conjunto defamilias que venan deesos lugares. Yo siempre converso as con personas, pero nadieme diceporqu. Los del sur lellaman los huasos, los huasos del sur, y los del norte, los nortinos, le llaman los collas, los que viven en estos lugares. Yo le digo siempre a la gente de ac, a la gente dePotrerillos, colla, aunque la familia sea del sur, pero si han nacido ac, [Esteban Ramos, 1993].
Don Esteban Ramos ilustra su percepcin del problema sealando que los colla seran en el norte lo que los huasos son en el sur. Esta afirmacin tiene bastante ms de un sentido. El Club de Huasos de Potrerillos es, sin duda, uno de los principales referentes organizacionales de las posteriormente denominadas comunidades colla. Una participacin importante en ese club la tenan los hermanos Salomn y Zoilo Jernimo:
El Salomn tiene los papeles de personalidad jurdica delos collita, eso y el club dehuasos es casi una sola cosa, claro, eso s, que no se ha sacado personalidad jurdica del club dehuasos, sacan primero la otra, pero son los mismos no ms, la misma gente, la gente del club de huasos. Nosotros estamos metidos con el Salomn en el club de huasos, para este18 hicimos lo quepudimos no ms, convid a todos mis familiares, porque hay que dar firmas, hay quereunir hartas firmas, eso se hizo, para sacar los papeles de los collita [Esteban Ramos, 1993].
30 Para Don Esteban la homonoma colla/ huaso corresponde a una semejanza en el estilo de vida, en compartir una vida en el campo. Los colla eran crianceros: toda la gente de antes, era pura criancera, tenan burros, cabras, mulares, caballares, tenan cordero, de todo, menos vacuno, de eso no, hasta llamas tenan algunos, los Jernimo, delos que le hablaba, arrieros, el pap era pionero, trabajaba en las carretas y mi mam trabajaba hacindole la comida a la gente de las carretas, mineros, despus empez a trabajar en la mina de Ins Chica, en el apogeo del oro y un poco agricultores: sembraban choclitos, zapallos, de todo y todos se las machucaban [Esteban Ramos, 1993, Pedro Jernimo, 1993]. Tambin cazaban zorros y chinchillas, guanacos y vicuas. Ms adelante discutiremos algunos de estos aspectos del modo de vida colla.
Zoilo Jernimo [1993] cuando define el ser colla, no puede dejar de sealar el colla tiene cualquier valor, el colla es huaso, es amaestrador decaballos, de mulares, de todo.
La formacin de la Comisin Especial de Pueblos Indgenas [CEPI], bajo la presidencia de Patricio Aylwin [1990- 1994] provoc un resurgimiento de los temas indgenas y una discusin sobre su pertinencia en la Regin de Atacama. Es as como a fines de la dcada de los 80, en el seno del Club de Huasos de Potrerillos, comienza a surgir una inquietud entre los hermanos Jernimo, que los lleva a participar en los Encuentros Nacionales de Culturas Indgenas, organizados por la CEPI.
Esta inquietud fue promovida y motivada mediante el apoyo prestado por una serie de personas e instituciones interesadas en resaltar el carcter indgena de los colla y as incluirlos en la Ley Indgena que iba pronto a ser promulgada, destacndose la accin de algunos polticos de la zona, entre los que no podemos dejar de mencionar al Senador Ricardo Nez. En las entrevistas realizadas en 1993 siempre aparece el nombre de la esposa del senador como una instigadora del movimiento colla, incluso apoyando el financiamiento de la realizacin de algunas ceremonias.
Estos intereses mutuos, tanto de los colla como del Estado chileno, desembocar en la incorporacin de los colla en la Ley Indgena.
Para la gente de El Salvador, Doa Damiana Jernimo era todo un personaje, conocido y reconocido por todos. Su religiosidad ser el hilo que permitir unir ciertos fragmentos culturales, difcilmente conectados, de otra manera [Rojas 1976]. Las conversaciones con Doa Damiana permiten vislumbrar la existencia simultnea de ceremonias ligadas al mundo andino, tales como la sealada y la vilancha [Cervellino 1993, Gahona 2000], y de fiestas religiosas catlicas, como la celebracin de la Virgen de la Candelaria [Rojas 1976].
En las conversaciones que sostuvimos con Pedro Jernimo, hermano de Doa Damiana, tenemos algunos datos que nos permiten contextualizar la vigencia de estas ceremonias. Para Don Pedro Jernimo, la Seora Damiana saba de las ceremonias, del floreo de la candelaria porque ella era devota, era devota de los santitos, nosotros nunca hemos sido evanglicos, nosotros hemos sido de los santitos, de Nuestro Seor, de la 31 Virgen no ms. Nosotros antes florebamos, cuando tenamos mucho ganado, les ponamos florcitas coloradas en las orejitas. Yo no conozco la ceremonia esa, de la pachamama, la vilancha si, pero fue antes denosotros, quin sabe como lo haran los antiguos [Pedro Jernimo 1993]. Para Don Pedro las ceremonias andinas eran cosas de los antiguos, ellos eran devotos de los santitos.
Zoilo Jernimo nos cuenta que todo su inters surge cuando, hace unos doce aos atrs, la escuela bsica de Potrerillos, hace un trabajo para competir a nivel regional con los valores dela raza. Los nios comenzaron a buscar gente para que los apoyara y me entrevistaron, me preguntaron quin era yo, cmo haba nacido, cmo mehaban criado, cules eran mis alimentos, cules eran mis recursos naturales, dedndesacbamos la plata, todo eso figura en esetrabajo, sacamos el primer lugar [Zoilo Jernimo, 1993]. Realizar este trabajo le haba permitido ordenar sus conocimientos sus recursos. Lo mismo que le contaba a los nios, lo contaba en los encuentros de pueblos indgenas organizados por la CEPI.
El segundo paso fue la creacin del Centro Cultural Colla y su legitimacin jurdica: en Copiap estamos tramitando la personalidad jurdica, somos 40 personas mayores de 18 aos, claro que como raza habemos ms de100, pero ya van a llegar, tenemos buenos valores, buenas visiones, por eso tenemos que juntarnos y organizarnos, y as organizados podemos decir varias cosas, decir lo que sentimos [Zoilo Jernimo 1993].
El ao 1992 se organiza una sealada y floreo del ganado, con el apoyo de personas y organizaciones regionales. Zoilo Jernimo ser el organizador de las ceremonias: son actuaciones totalmente sagradas, en el floreo est acariciando y valorizando en forma espiritual lo quela naturaleza y Dios le da a uno, est aprovechando de ofrendar, la ofrenda es muy natural, est en las sagradas escrituras, en todas las leyes religiosas est la ofrenda, el diezmo, se ofrenda el mejor animal, la parte tierna, y la otra se sirve a todos los trabajadores, son estas ms o menos, las cosas queuno trata de buscar [Zoilo Jernimo 1993].
El ao 1995 se reconoce legalmente la Comunidad Indgena Colla de Potrerillos, constituida principalmente por la familia Jernimo-Escalante, cuyo objetivo era realizar un trabajo de recuperacin colectiva de las prcticas socioculturales colla [Pao 1997]. Ese mismo ao se constituye la Comunidad Colla de Paipote, y en 1996 la Comunidad Colla del Ro Jorquera, siendo las primeras comunidades colla inscritas en los trminos de la Ley 19.253.
LOS COLLA: HUASOS O GAUCHOS
Uno de los temas que interesa y siempre aparece en torno a la caracterizacin tnica de los colla, tiene que ver con sus relaciones con los grupos que viven en Argentina, bastante ms numerosos.
Los colla, sobre todo los del sector de Potrerillos, vienen, en su mayora del noroeste argentino: mi abuelita era argentina, sellamaba Eudosia Berazay, mi abuelito, no s como sellamaba, era Ramos y mi pap Jess Ramos, todos vinieron del otro lado de la cordillera, de esa parte de Fiambal, del lado de Tinogasta, de Palo Blanco y ellos se vinieron por ac en animales [Esteban Ramos, 1993]. La familia Jernimo era del norte de Argentina, delos valles de Salta, dePotrero Grande, se vinieron con sus animales, hasta 32 con llamas, con ellos lleg chiquitita doa Damiana Jernimo [Esteban Ramos 1993]. Para Zoilo Jernimo [1993], los valores ms cototo que tenemos son de herencia argentina.
Zoilo Jernimo, a pesar de reconocer que muchos de los valores colla son de herencia argentina, y que sus abuelos vienen de Argentina, es capaz de distinguir los colla de los cuyanos.
Tengo varios amigos Arstica, del Ro Jorquera, tienen la misma historia nuestra, vienen de Argentina, pero no son de la raza coya, son razas cuyanas, son huasos ya, se dicen huasos crianceros de animales y mineros, hay gente con buen recurso all, hay familias artesanales, incluso tengo mandado a hacer unos ponchos por ah, los hacen lindos [Zoilo Jernimo 1993].
No los considera de la misma raza, pero hacen lo mismo que ellos, incluso algunas cosas, los ponchos, hasta mejores.
Don Pedro Jernimo habla de los constantes viajes que realizaban a Argentina, de sus parientes en Saujil, Tinogasta, Fiambal, Palo Blanco, y de los bienes que intercambiaban:
Usted salede aqu en la maana y llega a medio da a Fiambal. Nosotros llevbamos el cuero de cabra, llevbamos palas, pomadas, mentolato, esas pomadas las compran mucho, compraban palas chilenas porquelas argentinas eran muy malas, eran palas usadas no ms. Eso vendamos all y con esa plata comprbamos los vveres, eran muy baratos, el azcar, harina, todo para echar a la olla, comprbamos ropita, si la platita alcanzaba [Pedro Jernimo, 1993].
Los vnculos trasandinos son un tema recurrente en las conversaciones sobre el mundo colla.
LAS COMUNIDADES COLLA
Despus de la inscripcin de las comunidades de Potrerillos y Paipote en 1995, vinieron las de Ro Jorquera y sus afluentes en 1996, la de Pastos Grandes y la de Sinchi Wayra en 1998 [Gonzlez 2000]. Hasta diciembre del ao 2001 existan cinco comunidades legalmente inscritas: Diego de Almagro, Sinchi Wayra, Pastos Grandes, Comuna de Copiap y Ro Jorquera y sus afluentes, provenientes de tres zonas geogrficas con presencia colla: Tierra Amarilla, Diego de Almagro y Copiap, todas ellas con una predominancia de asentamiento en las zonas urbanas 59 . El ao 2002 se produjo una divisin de la Comunidad Ro Jorquera y sus afluentes y surgieron dos nuevas comunidades: Wayra Manta Tujsi y Pacha Churicay.
El principal objetivo de estas comunidades es, sin duda, la recuperacin de tierras y aguas [Pao 1997]. Sin embargo, la historia de cada una de ellas es diferente [Pao 1997, Gonzlez 1997, 2002].
59 En la comuna de Diego de Almagro los collas se encuentran relacionados a las localidades de Diego de Almagro, Potrerillos, Inca de Oro y las quebradas aledaas; en la comuna de Tierra Amarilla tenemos poblacin urbana en las localidades de Tierra Amarilla y Los Loros y rural en Ro Jorquera, Ro Pulido y quebradas aledaas; en la comuna de Copiap comprende la poblacin urbana de Paipote y Copiap y la poblacin rural de Hacienda La Puerta, Quebrada de San Miguel, sector el Bolo y Pastos Grandes [Conadi 2001]. 33 LOS TEXTOS Y EL SER COLLA
La mayora de los autores que se han preocupado del fenmeno de la etnicidad resaltan la importancia que tienen los textos escritos en la etnognesis de los grupos humanos que intentan diferenciarse culturalmente [Eriksen 1993, Dietz 1999].
Cuando conversbamos con Zoilo Jernimo en 1993 y le preguntbamos por algunos textos escritos que hubiera presentado en los Encuentros Nacionales de Culturas Indgenas, organizados por la CEPI invariablemente nos contestaba que no llevaba informes escritos, llevaba artesanas, muestrarios, del marai, cosas de fierro, las dejaba all, iban en tamao reducido [Zoilo Jernimo, 1993].
La necesidad de textos escritos la va a satisfacer Oscar Gonzlez, autodenominado Oscar Pacho-Kolla Gonzlez [Gonzlez 1997, 2000, 2002], siendo el ms importante la Memoria Histrica del Pueblo Indgena Kolla [2000].
En este texto, de cuatro pginas, Gonzlez primero aborda el problema de la continuidad cultural, trazando el origen del pueblo kolla a la etapa final del Imperio Tiwanaku de Bolivia, una gran civilizacin andina preincaica [2000: 1] y describiendo una serie de etapas que demuestran que los actuales colla de Copiap son los descendientes de los miembros del seoro colla formado entre el 1000 y el 1100 DC [2000, 1-2]. Adems, le da una mayor profundidad histrica a la presencia de los kolla en la regin, situndola en el siglo XVIII 60 [aunque todos los datos que tenemos hablan de fines del XIX y comienzos del XX].
En segundo lugar, se preocupa de demostrar su pertenencia al mundo colla, sealando que un antepasado suyo, fue presidente en 1912 del Sindicato de Arrieros, considerada la primera organizacin colla. Este fue Santos Gonzalez Valln 61 . La Comunidad de Sinchi Wayra, de la que fue su creador, est conformada por el ayllu de los Gonzlez Valln-Quispe.
En tercer lugar, coloca a los kolla como objeto de persecuciones de Gobierno Militar de Chile a partir de 1973 y es as como son arrinconados en sus lugares de vida [] los militares recorren la cordillera continuamente, llevando a cabo una serie de abusos, lo que influye enormemente en las hermanas Quispe, quines en un sacrificio o ritual ofrendan sus vidas a la Pacha [Gonzlez 2000: 3].
En cuarto lugar, seala que estas comunidades histricamente han vivido en su hbitat cordillerano y debido a presiones socioeconmicas la mayora baj a las ciudades o poblados [] hoy nuestro pueblo ha ido recuperando paulatinamente la prctica de nuestra cultura, es as como las ceremonias, los carnavales, los ritos, las
60 Oscar Pacho Gonzlez sostiene que los primeros registros de colla en Chile datan de 1750, en la zona de Taltal, y que tuvieron una lengua denominada kakn, que existi hasta la llegada de una empresa minera estadounidense http:/ / www.soc.uu.se/ mapuche/ news/ merc02 0114.html. La lengua kakan corresponde, en realidad, a la lengua hablada por los diaguita (Nardi 1979). 61 Gonzlez dice que son los kollas que habitan los alrededores de Potrerillos que crean un sindicato de arrieros [2000: 2] 34 ofrendas, las dulce mesas, los aos nuevos estn siendo consagrados poco a poco, ao tras ao, en algunas comunidades [Gonzlez 2000: 4].
Segn Gonzlez [2002: 1], los originarios collas de la tercera regin, no estn en extincin, slo han guardado muy privadamente sus tradiciones, evitando as que inclusive sus hijos hereden esta cultura. Gonzlez denomina a esta nocin su hiptesis general como parte de un texto que firma como Oscar Pacho- Kolla Gonzlez, etngrafo [sic]. Oscar Pacho-Kolla Gonzlez se hace llamar ahora no slo etngrafo, sino tambin espritu de los cerros, [2000], el amauta.
LOS MARCADORES ETNICOS DE LOS COLLAS
En trminos generales, los colla han escogido un conjunto de ceremonias que actan como marcadores tnicos: la sealada, el floreo, la vilancha, entre otros. Por ejemplo, en el Diario La Cuarta del 28 de junio del 2002, se seala que con motivo de celebrar el Da Nacional de los Pueblos Indgenas, los colla realizaron sealadas y floreo:
COPIAPO.- Con sealadas y floreo de ganado, un ritual que consisteen marcar a los animales en la oreja y colocarles adornos con lanas multicolores, los integrantes de la etnia colla que viven en los sectores precordilleranos celebraron en el parqueEl Pretil el Da Nacional de los Pueblos Indgenas.
Fue una fiesta tpica hermosa, llena de colorido, cuya ejecucin estuvo en manos del consejero de los collas dela localidad de Ro Jorquera, Zoilo Jernimo. Antes que nada, el caporal agradeci a la Pachamama, (madre tierra) y le implor por un mejor ao no slo en la abundancia de cosechas o multiplicacin de animales, sino que tambin en la unin de todos los pueblos indgenas, incluido el diaguita que hasta la fecha no aparece como una de las etnias reconocidas en la nueva Ley Indgena.
Posteriormente, las mujeres collas se metieron en un corral decabras habilitado en el recinto, dondejunto a la intendenta de la Regin de Atacama, Yasna Provoste Campillay, quetieneascendencia diaguita, y el seremi dePlanificacin y Coordinacin, Claudio Lpez Klocker, procedieron a la ceremonia de la sealada y el floreo.
El primer ritual consiste en marcar a los animales en la oreja para que se distinga quin es su dueo. En cambio el floreo est directamente relacionado con el ciclo de vida de los animales, para lo cual se confeccionan adornos de lanas multicolores queson puestas como adornos en las orejas de los animales.
Se trata de una fiesta colectiva queincluso, en los campos, da cabida al enamoramiento y la bsqueda de pareja entre los jvenes collas.
Adems del ritual hubo una degustacin de comidas tpicas, como pan de rescoldo, mates, churrascas, asado de cabro, nueces, higos secos y pasas. Tambin se ofreci al pblico una muestra artesanal, en donde destac la presencia de los diaguitas que llegaron desde la comuna de Alto del Carmen, a quienes se unieron otras organizaciones multitnicas que acogen a descendientes de pascuenses, aymaras y mapuches. Hubo cnticos y bailes, los que fueron premiados con aplausos por el pblico quelleg al lugar.
La intendenta aprovech de confirmar la prxima entrega de 8.900 hectreas de tierras a la etnia colla en la cordillera de la 35 Regin de Atacama, lo que les permitir solucionar el problema de forraje para el ganado caprino que durante el invierno tiene problemas para su alimentacin. Claudio Lpez, aadi que esta entrega de terrenos a las comunidades de Copiap, Pastos Grandes y Sichi-Wayra es el reconocimiento a la cultura colla y a las acciones concretas de integracin que est realizando el gobierno regional.
En otra oportunidad, la comunida colla de la Comuna de Copiap [Estacin Paipote], con motivo de haber ganado un proyecto Fondart, celebr la vilancha o pay inka 62 , adems de la sealada y el floreo:
Con trajes, comidas tpicas y en una localidad elegida desde sus ancestros para la realizacin de sus celebraciones el pueblo colla realiz el culto a la madretierra.
En el sector el Bolo, Quebrada dePaipote, la comunidad Colla de la comuna deCopiap realiz la ceremonia Pay Inka o Carnaval del Inca cuya finalidad es mantener sus ritos y tradiciones en pos del bienestar desu pueblo, su comunidad, sus animales y la tierra.
62 Juan Prez Bordones indica que Este carnaval del inca se en otros lados se llama el pachacuti. El criancero hace una ceremonia donde se seala a sus animales y a la vez, hacen un sacrificio natural tradicin. El ao nuevo se hace con un cordero o un cabro los aymars los hacen con un llamo. El carnaval del inca nosotros entregamos esa fuerza a la persona que don el animal, durante la ceremonia, adems, se dice quin ser el prximo criancero elegido para el carnaval del Inca. En este momento la bendicin da tambin para que el animal se robustezca y haya ms animales y sobre todo la persona que entreg este animal para ese evento. En este carnaval del inca nosotros queramos juntarnos todos los pueblos. Como pueblo colla nos sentimos muy orgullosos de haber ganado este proyecto Fondart, ya que nos ayuda a mantener las tradiciones y unificar las diversas comunidades collas y conformarnos en un pueblo [Mineduc 2002].
Durante la celebracin que parti a las 00:00 horas se constituy la Mesa Ceremonial dondese procedi a consagrar el animal elegido por la comunidad que luego fue sacrificado con la llegada del Nuevo Sol y cuyo corazn se leentreg vivo a la pacha mama o madre tierra, posteriormente se realiz el Carnaval del Floreo y la Sealada de los animales nuevos, ritos que permiten, segn sus tradiciones, aumentar el nmero de sus animales y fortalecerlos para el prximo ao.
En la ocasin, Juan Prez Bordones lder de la comunidad sostuvo que como pueblo colla nos sentimos muy orgullosos dehaber ganado un proyecto Fondart, ya que nos ayuda a mantener las tradiciones, unificar las diversas comunidades collas y conformarnos en un pueblo, adems insisti en la unin que debeexistir en las diversas comunidades collas dela regin y asimismo destac la labor realizada por la Secretaria de Educacin de Atacama y del departamento de Cultura de esta entidad por la preocupacin y apoyo mostrado hacia los pueblos originarios. [Mineduc 2002].
Estas ceremonias son los medios a travs de los cules los colla se muestran al resto de la sociedad regional como un ente diferente.
LOS COLLA Y LA RECUPERACION DE TIERRAS
Desde 1994 se ha desarrollado un proceso de traspaso de terrenos fiscales a las comunidades collas. En 1997 la Conadi encarga al Grupo de Investigacin TEPU un estudio donde se expresa una primera demanda territorial de algo ms de 50.000 hectreas para tres comunidades indgenas: Potrerillos, Paipote y Ro 36 Jorquera [Molina y Correa 1995, 1996]. En 1998 se solicita un estudio geodsico a INAS Ltda., que estable una superficie disponible de algo ms de 45000 hectreas.
El 2002 se determina la transferencia de cerca de 9000 hectreas, divididas en 1279 h para la Comunidad Diego de Almagro, 1608 h para las comunidades Sinchi-Wayra, Pastos Grandes y Comuna de Copiap y 6108 h para la Comunidad de Ro Jorquera.
En el Diario La Cuarta de Santiago del 18 de junio del 2002 se destaca la entrega de ms de 6000 h a la Comunidad de Ro Jorquera:
COPIAPO.- En la sede de social de la etnia colla del sector llamado Ro Jorquera se realiz una reunin en la que seinform a la comunidad delas disposiciones generales contenidas en los decretos de transferencia de terrenos fiscales, respecto a las condiciones de entrega de 6.108 hectreas, adems de las prohibiciones y las protecciones que les otorga la Ley Indgena.
En el chachareo estuvieron presentes ene caporales de organismos vinculados con el tema, encabezados por el secretario regional ministerial de Bienes Nacionales, Rodrigo Rojas, y ms de30 integrantes dela etnia colla de Ro Jorquera, sector donde viven unas 130 familias aproximadamente.
Los que saben informaron que la transferencia de terrenos es a ttulo comunitario para todos los casos y constituirn tierras patrimoniales con todos los derechos, usos, costumbres y servidumbres activas y pasivas, libres de hipotecas, prohibiciones, gravmenes, interdicciones y litigio.
De acuerdo a la Direccin de Fronteras y Lmites, los inmuebles estn afectos a las normas legales vigentes de las zonas fronterizas; la comunidad deber permitir que el Servicio Agrcola Ganadero (SAG) disponga demedidas sanitarias en animales y campos en riesgo debido a la cercana de terrenos con la frontera argentina. Asimismo, en atencin a la fragilidad del ecosistema rido y su vulnerabilidad delos recursos silvoagropecuarios la comunidad beneficiaria estar obligada a permitir que los organismos pertinentes implementen y apliquen medidas necesarias para los recursos.
La entrega prohibe la corta de rboles y arbustos nativos, adems que deben proteger las especies de la fauna silvestre como la vicua, guanaco, chinchilla, vizcacha, y piuqun, entreotras.
Las tierras indgenas no podrn ser enajenadas, embargadas, gravadas ni adquiridas por prescripcin, salvo entre comunidades o personas indgenas de una misma etnia. Tampoco podrn ser arrendadas, dadas en comodato ni cedidas a terceros en uso, goce o administracin.
Junto con la explicacin de estos antecedentes se entregaron las carpetas correspondientes conteniendo todos los antecedentes sobre la transferencia de terrenos fiscales, recibiendo consultas relacionadas especialmente con el tema de caza y aguas.
Zoilo Jernimo, consejero de la comunidad colla deRo Jorquera, agradeci la reunin y dijo que no estaban ni ah con ningn movimiento ni accin quevaya en contra de las autoridades regionales porque estimaban queel buen dilogo quehan tenido hasta el momento les ha dado mejores frutos que una actitud confrontacional.
La ltima frase de Zoilo Jernimo, ahora en la Comunidad del Ro Jorquera, es bastante significativa, pues 37 es reflejo de una divisin que se est produciendo ahora entre las comunidades colla.
Por ejemplo, en la revista Punto Final, Pablo Segundo Escobar, tambin representante de la comunidad indgena colla del ro Jorquera y sus afluentes, seala que a pesar que en los ltimos aos han tenido avances, producto del esfuerzo de sus dirigentes, un problema que persiste es el anti- indigenismo del gobierno [Bravo 2001]:
No se cumple la disposicin de la Ley Indgena queseala que cuando sediscuten temas que tienen quever con nosotros debe estar presente al menos uno de nuestros hermanos -denuncia-. Tambin enfrentamos una discriminacin constante de parte de funcionarios que representan al gobierno [] pero delas miles dehectreas quehay slo estn dispuestos a entregarnos 600, lo quees insuficientepara criar nuestra masa ganadera que es la ms grande de la III Regin, con alrededor de 40 mil cabezas. Tendramos que poner una cabra arriba de la otra y en poco tiempo se moriran de hambre. Y los colla tambin".
Como una forma de protesta intentaron tomarse la sede de la Intendencia Regional en Copiap con el respaldo de otras organizaciones indgenas. Esta actitud es compartida por otros dirigentes como, por ejemplo, Oscar Pacho Gonzlez, elegido como Coordinador de los Asuntos Indgenas del Consejo de Comunidades Originarias Kollas, quin en una conferencia de prensa celebrada el 26 de abril del 2002 seala:
Yo soy colla, no soy chileno, ya quetenemos pensamientos, actuaciones, ceremonias y religiosidad diferente, y mientras el Estado no nos devuelva nuestras tierras, nunca me considerar como un chileno [] esto es una burla ya queprcticamente tendremos queensearles a las cabras a andar en fila [] estamos dispuestos a tomar medidas extremas, ya que sabemos que somos capaces de frenar el desarrollo econmico de la regin, y para esto no trepidaremos en bloquear caminos y mucho ms [El Chaarcillo, 27 de abril del 2002], nos rebelaremos ante el Estado y de todos aquellos que de una u otra forma han perjudicado los derechos ancestrales que tenemos en estepas [El Atacama, 27 de abril del 2002].
Estas dos sensibilidades, que representan alineamientos incluso con o contra determinadas reparticiones estatales: Pacho Gonzlez contra la Conadi y favorecido por las Seremi de Salud y Educacin, Zoilo Jernimo, favorecido por la Conadi, se han manifestado en un pequeo quiebre en las comunidades, aunque Juan Prez Bordones quiera minimizarlo:
valoro la gestin realizada por el sector de educacin y el de salud en el apoyo al resurgimiento del pueblo colla. Hemos trabajado con ellos en muy buena lnea y nos han incentivado a seguir adelante y lograr ciertas metas. No existen para m las discordancias entre las diversas comunidades sino que existen discusiones. Con una buena participacin de las comunidades nosotros demostramos la unin, la confiabilidad que hay entre las comunidades para trabajar, realizar cosas, artesana, etc. [Mineduc 2000].
LOS COLLA: ENTRE LO ETICO Y LO ESTETICO
Hace unos veinte aos atrs los Colla centraban su vida ritual en torno a la devocin de la Virgen (de La Candelaria y otras cuyas imgenes ubicaban en ciertas quebradas, como la 38 de Paipote). Algunos pueden sealar que en esta actividad se esconde el culto antiguo a la Pachamama (equivalencia Pachamama/ Virgen). Probablemente algo de eso exista. En la actualidad, los colla ven en el mundo aymara una puerta para re-volver hacia su pasado y configurar desde esa vuelta, su identidad re-vuelta. Y han considerado que el culto a la pachamama es un buen inicio. Y tal vez por eso se deja de lado, en trminos discursivos, el culto a la virgen, aunque no en trminos prcticos.
Los colla se dan cuenta que, ante un oscuro panorama que les niega su condicin de indgena, buscan diferenciarse de la manera ms extrema y evidente posible. Unos empiezan a recorrer el camino de vuelta, mirando hacia el pasado, hacia los antiguos, como los Jernimo, y transforman el culto a la virgen en el culto a la pachamama, figura presente en lo que podemos llamar la new age colla, desde hace unos nueve o diez aos atrs, manteniendo un perfil ms conservador, si es que puede usarse esa palabra, con una orientacin que podramos definir claramente como tica, buscando en esta contenidos y formas rituales que los acerquen a la tierra, y desarrollando una filosofa de relacin armnica con ella .
Otros, optan por la figura de la parodia, con una orientacin ms bien esttica. Es as como lo primero que resalta es la bsqueda de nuevas vestimentas tradicionales, distintas de las usadas hasta ahora por los colla, y la aparicin de una serie de bailes colla. Oscar Pacho Gonzlez viste a su gente con plumas y mantas y los hace bailar una danza de la lluvia con claras reminiscencias del far west norteamericano. Las mujeres de ro Jorquera usan vestidos negros largos, ceidos al cuerpo, con un pauelo en la cabeza. Esta nueva librea tnica entra en contradiccin con lo mantenido por el sector de orientacin tica, que busca su diferenciacin en el mantenimiento y revalorizacin del traje tradicional, el vestido floreado (de china), con pauelo y chupalla en la cabeza. As lo seal pblicamente Leonidas Jernimo (hermana de Zoilo): el autntico traje colla es este, y los otros son solo inventos de algunas personas 63 .
Luego de la diferenciacin esttica, se comienza a asumir un nuevo ethos ritual a partir de la venida de un amauta boliviano y la ordenacin sacerdotal en Cuestecilla de tres amautas colla: Pacho Colla, Candelaria Cardozo y Claudio Campillay, evento producido el 2002. Desde ese momento podemos hablar de una progresiva aymarizacin en los rituales collas y en la adopcin de nuevas formas, con nombres de inspiracin quechua y aymara. Desde 2003, personajes hasta ahora identificados como Guas Espirituales en algunas comunidades, se comienzan a denominar yatiris, como el caso de la Sra. Jess Cardozo, de la Comunidad Comuna de Copiap, quines ya han incorporado la figura de Inti, mezclndola con emblemas que usan, como elementos centrales, iconografa de los indgenas del oeste norteamericano. A esta corriente se han ido incorporando paulatinamente la mayora de las comunidades colla. Aqu surge el inters y la necesidad de explorar ms en detalle los diversos
63 Hace unos aos, un dirigente del Centro Cultural Diaguita de Copiap le peda a Yuri Jeria informacin sobre los Diaguitas, ya que tenemos que hacer las vestimentas y los bailes tpicos diaguitas (Jaime Campillay). 39 caminos y alternativas ticas y estticas en este proceso de etnognesis (o re- etnificacion) colla.
EPILOGO
Sin duda este no es un tema terminado. Hay discusiones, no slo entre los collas, sino tambin entre los especialistas, respecto del pasado, presente y futuro de las comunidades colla. Tiene sentido, entonces, reflexionar sobre lo que significa la verdad histrica del pueblo colla, tal como queda definida en un documento que subraya que corresponde a la versin oficial del Informe Final del Subgrupo de Trabajo Pueblo Colla, del Grupo de Trabajo Pueblos Indgenas del Norte de la Comisin de Verdad Histrica y Nuevo Trato (2002):
1. NUESTRA DEFINICIN
Nos definimos como el pueblo de la altura, la nieve, el fro y la puna. Somos el pueblo originario Colla dela III Regin, en Chile.
2. NUESTRO ORIGEN
El pueblo Colla es un pueblo originario de este territorio, cuyas fronteras nos fueron impuestas con la invasin espaola y luego con la creacin de las repblicas. Siempre hemos sido un pueblo andino.
3. NUESTROS PRIMEROS TIEMPOS
En nuestros primeros tiempos tenamos un idioma propio, y quehoy desconocemos. En el plano espiritual-religioso, la Pachamama juega un papel integrador de todas las energas. Creemos en los espritus guas, Tata Sol, Mama Luna. En nuestro territorio levantamos oratorios y apachetas. Creemos en las almas, nimas y espritus. Antecualquier actividad queemprendemos, tales como viajes y cosechas, efectuamos ofrendas, encendiendo mecheros, cuyo combustible es grasa animal. Cada 1 de noviembrecelebramos el Da de las almas, nimas y espritus. En lo que hoy correspondeal da 21 de junio, celebramos el Renuevo del ao. Tenemos hombres y mujeres religiosos, que curan las enfermedades, que atienden los partos. Existe una estrecha comunicacin con la naturaleza y sus fuerzas: astros, animales, agua.
En relacin a la familia, el matrimonio, acordado previamente por los padres, se realizaba entre personas pertenecientes a diferentes grupos familiares.
Entrelas normas quedeterminaban nuestra conducta, que nuestros antepasados nos han transmitido, estaba aquella que prohiba a los nios ver el sacrificio deun animal, pues se le retrasaba el perodo en que comenzaba a hablar. Tambin se les prohiba lo mismo a las mujeres embarazadas. Y cuando los hijos nacen, en su bautizo, los familiares, padres, abuelos, tos, les entregan una donacin, consistente habitualmente en animales, con fines, econmicos, culturales y educativos. El bautizo consista en un bao de agua con hierbas. Adems, nuestros antepasados tenan sus propios juegos, entretenciones, tales como la taba, que semantienehasta el da dehoy.
La economa del pueblo Colla en los primeros tiempos sebasaba en la ganadera, la agricultura, la minera y el comercio internacional. La ganadera consista en la crianza y manejo de animales (llamos, alpacas), y que inclua la aplicacin de medidas sanitarias originales. Por las caractersticas ambientales de nuestro territorio, debamos efectuar desplazamientos de invierno y de verano con los animales, al igual que hoy da, y a pesar de la usurpacin de buena partedel territorio ancestral. Tambin exista una 40 explotacin sustentable de animales libres, tales como el guanaco, la vicua y la chinchilla.
El aprovechamiento integral delos animales (adems de la carne y la leche, la lana y cuero) permiti el desarrollo de la textilera y la talabartera. La agricultura consista en el cultivo degranos en terrazas de piedra. La minera consista en la explotacin a pequea escala deminas decobre, oro, plata y azufre, posibilitando la existencia de la orfebrera colla. El comercio internacional lo ejercamos mediante el truequedeproductos con otros pueblos andinos, lo queimplicaba desplazamientos hacia lo que hoy corresponde al territorio de Per y Bolivia, adems del norte chileno y noreste argentino.
O tal vez puedan servir las palabras de Oscar Pacho Gonzlez, escritas en su Memoria sobre la Comunidad Colla de Paipote:
Hoy a las puertas del siglo XXI, el kolla de esta comunidad intenta revalorizar su contexto cultural y es as que esta comunidad de originarios muy lentamente ha dado comienzo a lo quesepodra llamar una utopa, retornar a su habitat original llevando como carga el peso deuna cultura queno lees propia, pero que es la nica que ha conocido [Gonzlez 1997].
O tal vez, debamos considerar un testimonio, por muy manipulado que sea, de un nio de cuatro aos, del pueblo de Los Loros, comuna de Tierra Amarilla, en el valle de Copiap, puede servir como una conclusin inconclusa de este trabajo:
Los que vivimos en el pueblo somos collas y tocamos guitarra, tocamos bombos. Bailamos cueca: alguien toca una guitarra y nosotros bailamos. Los collas tocamos el bombo, pero lo tocan slo los nios. Las nias no lo pueden usar. Tambin jugamos con piedras. Eso se juega tirando las piedras, pero no son piedras de verdad, sino son de hueso de animal, parece que de dinosaurio. Los collas hacemos tejido; la ta en el jardn nos ensea a tejer. El tejido es de lana y sirve para hacer ropas. Es ms fcil tejer en el telar; se van haciendo nudos. Es ms fcil que amarrar un zapato. Los tejidos sepueden poner como un paito en la cocina. Yo le hice uno a mi mam. [Cuevas 2001].
O tal vez, , porque la ltima palabra en este complejo proceso de etnognesis an no ha sido dicha.
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UNA ENTRADA A LA CULTURA DE CHILO: Antropologa e Historia
Rafael Prez-Taylor y A. 64
en Chilo el clima es tan hmedo, las esencias forestales son de tal naturaleza, que es absolutamentepreciso abatir los rboles, y ste es un serio obstculo a la prosperidad dela isla. 65
Este pas boscoso, accidentado, me recuerda los lugares ms salvajes de Inglaterra, lo cual no deja decausarmeuna cierta emocin. 66
C
Introduccin El Sur de Chile se caracteriza por tener una costa irregular, con una gran cantidad de islas de diferentes tamaos, entre ellas se encuentra una, la ms grande por su extensin,
64 Doctor en Antropologa. Investigador del Instituto de Investigaciones Antropolgicas UNAM, Mxico. 65 Darwin, Darwin en Chile(1832-1835), pg. 158. 66 Darwin, op. cit., pg. 182. la Isla de Chilo 67 . sta se configura desde el Paleozoico con un clima templado, fresco, ocenico, de invierno hmedo, lo que equivale a decir, el fro y la lluvia ocupan el mayor tiempo del ao en la isla. Por otra parte, la primera poblacin en llegar por la va martima fueron los Chonos, grupo tnico que posiblemente viene por mar desde ms al sur, de Tierra de Fuego 68 . Con una forma de vida que se desarrolla principalmente de la explotacin de los recursos del mar encuentra en Chilo su lugar de refugio y supervivencia, ms tarde llega del continente otro grupo que de forma aislada se incorpora de forma pacfica a vivir en esta regin, los Veliche, que sin una tradicin
67 Ms de cuarenta islas abarcan el Archipilago de Chilo.queda entre los 40 grados 44 min. De latitud sur y entre los 72 grados 45 min. Y 74 grados 30 min. De longitud oeste. En Vzquez de Acua, Costumbres religiosas de Chilo y su raigambrehispana, pg. 13. 68 hay indicios de que Chilo fue ocupada antiguamente por poblaciones de cazadores recolectores martimos, y despus por grupos agro-alfareros de origen mapuche posiblemente en el curso de nuestra era; en Legoupil, Recolectores de moluscos tempranos en el sureste de la isla de Chilo, pg. 52. 46 martima buscan asentarse e integrarse a este tipo de vida.
En el intercambio de las formas de vivir, el mar y la tierra se envuelven en el bosque de alerce de origen milenario, ste da y prodiga refugio en las casas y seguridad en las embarcaciones, se procuran formas de vida, a las que los arquelogos no dan respuesta, de todas las interrogantes de aquellos tiempos. Lo que queda en claro, es que estos grupos no desarrollaron estrategias violentas y eran por lo tanto de naturaleza pacfica, y se estabilizan desde el primer momento de la migracin y de la organizacin social de los dos grupos asentados.
Sin embargo, queda claro que a la llegada de los primeros espaoles en el siglo XVI, los Chonos haban desaparecido y quedaba de ellos muy poco en la cultura material; la informacin que nos ha llegado dice que probablemente el mestizaje o una nueva migracin de regreso a Tierra del Fuego hizo que stos paulatinamente fueran desapareciendo. De esta forma, cuando los primeros espaoles estuvieron en la isla, con quienes se encontraron fue con los Veliches, conocidos tambin como Huilliche 69 ;
69 Estos ocupantes tempranos de adaptacin martima (Chonos) introducen cambios a su modo de vida, en tiempos tardos como resultado de la penetracin de grupos continentales, probablemente Huilliches, en el archipilago. No obstante, persisten elementos culturales unificadores de la cultura regional hasta el presente (Rivas & Ocampo comunicacin personal). A la llegada de los espaoles la etnia Chonos, de sugerencia los colonizadores vieron que estos grupos no representaban un peligro y en ellos buscaron y encontraron aliados para la ocupacin del ao de 1575; a partir de este momento, la Encomienda y la trata de seres humanos por parte de los espaoles se convirti en el acto cotidiano, emergencias que provocaron los levantamientos de 1712 70 y la paulatina desintegracin de los grupos indgenas, algo que ya haba comenzado desde mucho tiempo antes con las sublevaciones Mapuche en la Araucana. Los espaoles al saber de la docilidad y pacifismo de los indgenas, los enviaron al Chile continental, migracin forzosa que fue diezmando la poblacin originaria de la isla 71 . Con estas estrategias polticas y econmicas se garantizaba la paz en distintas
protohistrica, se encontraba replegada hacia el extremo meridional del archipilago: actual ubicacin de la comunidad Laitec. Considerando estos elementos hemos sometido a prueba la hiptesis nula de homogeneidad gentica de los grupos tnicos de Chilo; en Garca, Moraga, Soledad y otros, Origen y microdiferenciacin de la poblacin humana del archipilago de Chilo, pg. 540. 70 Ver: Urbina, La rebelin indgena de1712. 71 La poblacin nativa sufre traslados masivos al continente a finales del siglo XVI y principios del XVII. Los jesuitas que llegan a Chilo hacia 1608 se sorprenden del volumen de estas migraciones forzosas, al disminuir los indgenas encomendados en Chile por la sobreexplotacin que provoc una crisis laboral y, la poblacin chilota era idnea para sustituirlas. El intenso traslado de mano de obra hacia el Chile central durante el primer siglo de ocupacin confirma esta observacin. Puntualizamos, que a comienzos del siglo XVII, Huilliches del continente se incorporaron en un pequeo nmero unos 300 tributarios siendo rpidamente asimilados por la cultura insular. En Montiel, Historia de Chilo, pg.15. 47 regiones en detrimento de la poblacin de la isla, como mencionaba en su diario Charles Darwin en enero de 1835. En ese pas, nico quiz de la Amrica del Sur en que se puede viajar sin armas 72 ; este contexto, nos deja ver el nivel de civilidad de la poblacin en Chilo. Es el principio de pervivencias que se aglutinan alrededor de la vida y lo cotidiano isleo, lejos del continente, encerrados en sus propias prcticas y hbitos que les permiten desarrollar estrategias de cierta tranquilidad social.
El nosotros en la isla de Chilo
La proximidad, como lo cada vez ms prximo, se convierte en sujeto. Ella llega a su punto superlativo como mi inquietud que no cesa, se convierte en nica y desde ese amor del que no se espera correspondencia. La proximidad es el sujeto que se acerca y que, por consiguiente, constituye una relacin en la cual participo como trmino, pero en la cual soy ms o menos que un trmino 73 . Emmanuel Levinas
Los chilotes viven como hace cien aos, dedicados a la agricultura, la pesca artesana y la industria del salmn. La construccin es integra de madera, y en el corazn de cada
72 Darwin, op. cit., pg.180. 73 Levinas, Deotro modo queser, pg. 142. casa hay siempre una estufa a lea encendida da y nochepara cocinar y dar calor a la familia, los amigos y los enemigos reunidos a su alrededor. El olor de esas viviendas en invierno es un recuerdo imborrable: lea perfumada y ardiente, lana mojada, sopa en el caldero 74 . Isabel Allende
El sentido de la convivencia se convierte en la isla de Chilo, en la forma de estar en cierta medida atrapado en la tierra y rodeado por el mar. Esta situacin hace prevalecer en este espacio la produccin de una frontera natural, donde los elementos de la naturaleza lo separan del resto del continente. Esta ruptura, si as la podemos llamar, es la condicin que determina cierto aislamiento y con ello, se manifiestan los lazos de la ayuda mutua para poder sobrevivir.
Al sobrevivir, la pervivencia se convierte en el proceso de convalidacin de los afectos y la fraternidad, lazos que logran estrechar el camino de un nosotros, los que estamos viviendo en la isla. Pensar en esta posibilidad denota que para lograrlo, primero hay que aislar cualquier conato de violencia y esto nos ubica en un terreno de tranquilidad social, organizacin social que apoya la unidad de las identidades en la aceptacin de la diversidad.
74 Allende, Mi pas inventado. 48 El mar, se convierte en el vector que se hace presente para mantener la seguridad en un intento para formar en el nosotros la identidad chilota, mientras que en el interior, los lazos se estrechan a travs del trabajo en una sus vertientes. En este sentido,
Isabel hace una afirmacin muy importante en su discurso; ella seala que la identidad chilota se sustenta en las manos chilotas que confeccionan la prenda textil, lana teida y trabajada por manos chilotas independiente de la procedencia del material. Isabel pone el acento sobre el sujeto-chilote que elabora la prenda 75 .
Trabajo e identidad conjuntan sus esfuerzos en el trabajo artesanal de las mujeres, como una de las manifestaciones de la presencia del nosotros; mientras que el mar se manifiesta en el trabajo de los pescadores, que en su rutina diaria establecen en la ayuda mutua, la supervivencia de sus vidas ante el embate de la naturaleza.
La proximidad se convierte en el establecimiento del orden cultural, como la predisposicin que se tiene para el saber-poder vivir en la isla. Es decir, el estar cerca determina las formas del trabajo en la construccin de la identidad, mientras que en una segunda vertiente, las historias fundamentadas en la mitologa de fusiones locales y occidentales
75 Miranda, Los dilogos del tejido en la construccin de la memoria, pg. 7. acentan el sentir de lo vivido. Adems, podemos considerar en este mar la separacin continental, la isla sugiere en su propia natura el alejamiento, nos produce en las prcticas el estar separados para producir en el nosotros un sentido de pertenencia que predispone en la prctica, en el sistema de creencias un lugar que convalida esa proximidad. Historias que se comparten, prcticas y hbitos que formalizan las formas del saber vivir, focalizando su relacin en la valoracin del medio ambiente en el cual se est presente. Condicionamiento que marca la proximidad como una pauta cultural que debe aceptar la diversidad.
La aceptacin de la diversidad elimina la nocin de otredad, ya que sta define la diferencia como parte de una unicidad, que va cargada en su ideologa del lado negativo. Es decir, el otro siempre es el enemigo y es uno, se hace desaparecer la capacidad de movimiento, la paralizacin evoca un sentido de violencia en la prctica y en el discurso, mientras que la invalidacin de este algoritmo se deja sentir en la aceptacin de la diversidad, en la construccin del nosotros. Comprender esta precisin nos ubica en el terreno de un sistema de vida compartido, que en el nosotros permite saber vivir al tiempo de aceptar en el relato el correlato de la diversidad, observacin que durante muchas generaciones ha permitido 49 vivir en concordancia en el interior de la isla.
De esta forma, la vida en Chilo se convierte en el consentimiento y aceptacin de la diversidad, cualquiera que sea. Atestiguando a lo largo de su historia que sus mentalidades se armonizan a travs de la vida en comn: en el nosotros los que vivimos en comunidad, donde todos sabemos quienes somos y porque estamos aqu, en Chilo.
La vida en comn
La llamada originaria, que nos entrega y nos enva al mundo, slo se oye en el irreductible retraso de nuestra respuesta, a travs de nuestra voz alterada 76 . Jean-Louis Chrtien
Comprender a una persona ya es hablarle. Plantear la existencia de otro dejndole ser es haber aceptado ya esa existencia, haberla tomado en cuenta. Haber aceptado, haber tomado en cuenta nos remiten a una comprensin, a un dejar-ser. La palabra designa una relacin original. Se trata de entender la funcin del lenguaje no como subordinada a la conciencia que tenemos de la presencia de otro, de su proximidad o de la comunidad con l, sino como condicin de esa toma de conciencia 77 . E
76 Chrtien, Lappel et la rponse, pg. 60. 77 Levinas, Entrenosotros, pg.18. A pesar de los diferentes movimientos sociales que afectaron la regin, levantamientos, la independencia del pas y las diferentes guerras 78 que azotaron esta parte del mundo, la organizacin social en Chilo es una especie, de punto y aparte en relacin con la solidaridad y el apoyo mutuo, acciones de lo cotidiano que hacen emerger en la vida diaria, el lugar donde se encuentran los vnculos de un nosotros, los que somos de la isla. En la poca colonial no estuvieron exentos del ataque de los piratas 79 , naufragios de barcos de procedencia europea, las diferentes migraciones de arribo y salida 80 . Todo ello,
78 En el momento de la llegada de los primeros espaoles a Chilo se dice: la guerra parece que era desconocida entre ellos. As se comprende el grado de civilizacin a que haban alcanzado y los progresos que haban hecho en la agricultura y otras faenas de campo. La caza del chilihueque, carnero indgena, y la pesca ofrecan ocupacin constante a estas pacficas gentes. En Cavada, Chiloy los Chilotes, pg.18. 79 En 1600 la poblacin de Castro experimento otro flagelo menos temible que la viruela, a saber las invasiones de los corsarios. Ha en el Archipilago como emblema de terror y de crueldad, el nombre fatdico de Simn de Cordes, feroz holands que comandaba la escuadrilla de corsarios que invadi la providencia en el ao ya citado. Cavada, op. cit., pg.32. Otros corsarios y militares de origen holands que atacaron Chilo fueron Baltasar de Cordes, Antonio el Negro y el general Enrique Brouwer entre 1600 y 1670 aproximadamente, ms otros de distintas nacionalidades europeas. 80 las incursiones de los corsarios: Cordes (1600), que destruy Castro; Spilberg, (1615), que saque Carelmapu; Broker, gobernador de las Indias Occidentales que asol ambas poblaciones en 1643; Cliperton, que hizo reconocimientos en 1719. Adems algunos gegrafos y exploradores extranjeros visitaron 50 muestra un intercambio material y simblico permanente de ideologas, formas de trabajar y de concebir el mundo circundante.
En este sentido, el universo de los isleos se convierte en un paso ms all de las diferencias tnicas, que en su momento, separaron a travs de la guerra de conquista, la encomienda y la independencia 81 . Separacin y lejana del mundo continental y del resto de los procesos de integracin nacional, redundaron en un principio de encontrar en el en-s mismo, el encuentro con el nosotros. Multiplicidad de eventos que encierran a los isleos en el mestizaje cultural, los mitos se renuevan con la presencia occidental y sus topnimos marcan el lugar desde una procedencia milenaria, que se materializa en la lengua, la narracin, la naturaleza y ciertos miedos, producto del aislamiento en que vivan, producen el lugar de una cultura local, fundamentada principalmente en la
esas costas como King, Shauten y Le Maire, LHermite y Fitz-Roy. En 1767, el archipilago fue segregado de la capitana General de Chile y anexado al Virreinato del Per. El traspaso fue favorable en algunos aspectos. La medida ms importante fue la fundacin de San Carlos de Chilo (Ancud), ms tarde fue elevada a capital. Tambin se reorganiz la defensa con la internacin de nuevo material blico. En Vzquez de Acua, op. cit., pg. 17. 81 el 14 de enero de 1826 se dieron las memorables batallas de Bellavista y Pudeto, que concluyeron con la dominacin espaola en Chilo. En Cavada, op.cit., pg. 35. La independencia de Chile se firm en febrero de 1818. hospitalidad y solidaridad en el discurso. La comprensin del otro permite en su interior abrir las diferentes facetas de la identidad y la ideologa a travs de intercambios simblicos y de la ayuda mutua para sobrevivir en este territorio. Rpidamente la distincin armada por los espaoles de pueblos de indios y pueblos de espaoles- criollos va desapareciendo, debido a como ya sealamos, a la salida al por mayor de la poblacin indgena hacia el Chile continental, esta disminucin, se ve fortalecida por la llegada de migrantes europeos, sea de forma forzosa o por vocacin, la isla ve incrementada su poblacin.
Denotar el sentido del nosotros 82 , posibilita en la accin de las prcticas y de los discursos la capacidad colectiva de producir consenso, en cuanto al trabajo y principalmente en la relacin que se tiene con la narracin. Es decir, la oralidad marca en estas circunstancias el punto de reunin de la comunidad, es el lugar donde el intercambio logra su objetivo: contar historias sobre los diferentes sucesos acaecidos, que van desde el entramado que se teje en el mar hasta la vida en los pueblos, siempre
82 Lo propiamente humano, no es, evidentemente, tal o cual rasgo de la cultura. Los seres humanos se ven influidos por el contexto dentro del cual vienen al mundo, y este contexto vara en el tiempo y en el espacio. Lo que todo ser humano tiene en comn con todos los dems es la capacidad de rechazar estas determinaciones; en trminos ms solemnes, se dir que la libertad es el rasgo distintivo de la especie humana; Todorov, Nosotros y los otros, pg. 438. 51 supeditado a la subsistencia diaria que provee el poder estrechar lazos de convivencia. Sobre todo, si tomamos en cuenta el medio ambiente en el que se desarrollan los medios de produccin y recepcin de los diferentes procesos.
De esta forma, el ecosistema marca las pautas de la convivencia, por una parte por la forma en que se llega a la isla a travs del mar, tambin por la obtencin de una gran cantidad de alimentos que provienen del mismo lugar 83 . Mientras que por otra parte, viene de la tierra y el bosque, as como los materiales para construir sus casas en los diferentes pueblos. Con ello, las prcticas denotan en el movimiento de lo cotidiano, un estrecho vnculo con las formas del saber vivir y la supervivencia se convierte en el espacio de la solidaridad, ya que salir al mar, ese intrincado mar por la tormenta y el fro, se convierte en el lugar de poder conjugar esfuerzos para poder regresar despus de la faena.
Mientras que el bosque con el resguardo de su frialdad, cobija el territorio de la caza y la produccin de la madera para las viviendas y la exportacin al Per en el perodo colonial, es otra de las fuentes de trabajo. Hacer la casa de alerce es fincar en la madera milenaria la duracin de la misma, su
83 Hay que considerar que esto fue en el pasado; en el presente hay escasez de los productos del mar, debido al consumo industrial de la empresas transnacionales. durabilidad resguarda la vida privada y la intimidad de quienes la habitan, es la fuerza de la naturaleza puesta en el orden de la organizacin social. En este sentido, el mar y el bosque proveen de satisfactores inmediatos, para marcar en la vida diaria el quehacer de la cultura como un proceso rutinario que da a las prcticas el lugar de la vida en comn en el nosotros.
Cultura y prcticas imaginarias
Empero, nuestra Isla, triste, tempestuosa, envuelta en hmeda y fra niebla, ofrece por la ley del contraste, en la buena estacin el ms admirable espectculo; sus das y sus noches de esplndida belleza; sus golfos y canales tienen la tersura del espejo, y sus islas de exuberante verdura semejan ramos de siemprevivas arrojados all por la mano de dios para flotar sobre sus aguas 84 . Francisco J. Cavada
Lo cotidiano en un terreno hostil, se desenvuelve como ya mencionamos en el duro trabajo por la supervivencia, ante la inclemencia de los elementos, mientras en la casa las reuniones en la cocina alrededor del fogn se cuentan historias del acontecer en el mar y en la tierra, sobre las formas de enfrentar los elementos. En lo individual y en lo colectivo, se narran las experiencias directas e indirectas, que marcan en
84 Cavada, op.cit., pg. 55. 52 los acontecimientos, los vnculos con el poder recordar los sucesos vividos. En ello, va la expectacin que se produce en el terreno de la experiencia como resultado de la repeticin de los eventos.
Sin embargo; en este vaivn de eventuales repeticiones se van narrando hechos, cuya trascendencia, se mueve en procesos extraordinarios, que van ms all de toda razn y que son producidos al calor del fogn. En el discurso, se discurre sobre actividades que se han desarrollado en el mundo de la imaginacin, un mundo que recrea una fusin paulatina entre diferentes tradiciones: la indgena y la europea en su relativa concatenacin que enuncia nuevas acciones sobre el acto de narrar.
Tal vez su vida en medio de bosques fragosos y solitarios, la vista de su cielo casi siempre sombro y tempestuoso, sus luchas incesantes con el ocano borrascoso y bramador, los huracanes que sin cesar baten sus playas levantando por las noches ecos pavorosos y extraos, vuelven su espritu soador, melanclico, supersticioso 85 .
Todava resta decir que el chilote practica sin reservas la virtud de la hospitalidad, que la puerta de su casa, pobre o cmoda, est abierta para todos de da y de noche, generalmente, sin inters alguno 86 .
Cultura y mito, envuelven en el nosotros la capacidad de envolver en el sistema de creencias, versiones de la vida prctica que ayuden a sobrellevar las inclemencias del tiempo, estableciendo lugares comunes entre las prcticas ancestrales en la isla y la mentalidad occidental. El resultado de esta nueva organizacin, es la capacidad que la vida en comn tiene para producir en la ideologa, credibilidades que permitan unir lo extraordinario con lo cotidiano. Es decir, el acto narrativo en la casa se convierte en la actividad por excelencia, para que las familias encuentren de qu hablar y en el proceso de comunicacin, las historias adquieren sentido, como discursos verosmiles.
Estas historias, que provienen de los mitos, se suceden en el devenir del tiempo, en la accin recursiva, que hace presente en la memoria colectiva el acto de saber contar, la narracin busca localizar espacios de estabilidad que ayuden a tener tranquilidad por los que no regresan de sus faenas, sea en el mar o por internarse en la oscuridad del bosque, la prdida debe ser resguardada a travs de un sentido de esperanza, que les diga puede que regresen un da, o bien, estn en un lugar mejor que ste. El intercambio simblico, producido, da la posibilidad de establecer en el mbito de la memoria y el recuerdo la capacidad de mostrar que la vida en comn tiene sentido. Existen 53 diversas formas de plasmar en la narracin el principio de comunidad y de entre ellas encontramos: La Ciudad de los Cesares 87 , un territorio imaginario que basa su existencia en la bsqueda medieval de un lugar milagroso, un espacio extraordinario que se basa en las creencias populares que intentan dar un sentido mgico a la credibilidad profana y al sentido religioso. Es un punto de convergencia judeocristiano, que produce en la bsqueda del paraso el encuentro con lo maravilloso.
El largo perodo medieval nos ofrece aqu el caso ejemplar de una dialctica que sostiene, por una parte, la existencia sobre la Tierra del jardn del Edn que se volvi inabordable y, por la otra, la existencia de tierras felices que conservan rasgos del paraso perdido y que slo son accesibles a los audaces. 88
u La bsqueda e intentos de localizar un espacio de tales caractersticas se fundamenta principalmente, en el deseo de localizar el smbolo de la vida eterna. Historicidad, que tiene como punto de construccin las propias races del ser occidental y que va de la mano del pensamiento
87 Ver: Rojas, La ciudad delos Csares. Esta es una novela que marca la existencia de dicha ciudad. Tambin puede verse en un contexto histrico: Cavada, op.cit., pg. 87-88. Esta obra es la fuente de primera mano sobre el tema. Un trabajo ms reciente que intenta dar cuenta del trabajo histrico es: Estell y Couyoudmdjian, La Ciudad de los Csares: origen y evolucin de una leyenda (1526-1880), pg. 283-308. 88 Delumeau, Historia del Paraso 1, pg. 183. que intenta dar un sentido real al paraso terrenal, al tiempo de retraer el pecado original y la cada, al proceso de salvacin. Encontrar la salvacin, se enuncia bajo la perspectiva de la utopa y debe realizarse una cruzada para encontrar dichos lugares (en Amrica se busca El Dorado, Kivira, la Ciudad de los Csares, entre otras ms).
La Edad de Oro, se convierte en el espacio de un tiempo primordial, original y encubierto en la inocencia de una inmortalidad que manifiesta en el discurso y en sus prcticas, el retorno a lo perdido. La construccin imaginaria, bajo este nivel de representacin, promulga el inicio de un peregrinar institucional para encontrar la ciudad. Misioneros franciscanos y jesuitas y no pocas personas ilustradas emprendieron en el siglo pasado (siglo XIX) varias expediciones al Sur, con el objeto de descubrir la fabulosa ciudad. De cualquier forma, Csar-as se la llama- es una ciudad encantada. No es dado a ningn viajero descubrirla an cuando la ande pisando.
Una niebla espesa se interpone siempre entreella y el viajero, y la corriente de los ros que la baan refluye para alejar las embarcaciones que se aproximan demasiado a ella. Slo al fin del mundo la ciudad se har visible para convencer a los incrdulos que dudaron de su existencia, nos dice Francisco Cavada en su libro. 89
89 Cavada, op.cit. pg. 87-88. 54 El establecimiento de una pauta que oscurece el acto de la narracin, acciona en el discurso el espacio de contradiccin, que nos ubica; s, es difcil entrar y no cualquiera puede ver lo que tiene frente de s. Lo maravilloso se localiza en convertirse en el elegido y en el espacio de la cultura social, es quien no ha regresado, el que se ha perdido y existe en el nimo de la comunidad una pequea esperanza de su retorno. Mientras dure este impasse el discurso debe cubrir la ausencia, debe proseguir su camino en un proceso imaginario que manifieste el deseo de retorno del desaparecido.
Si el regreso no se produce, la esperanza prosigue su camino en la produccin imaginaria, al decirse a s mismo, se encuentra en un mundo mejor: la ciudad de los Csares. Este pensamiento se convierte en su prctica, en el impulsor del mito, como parte de la cosmovisin chilota, es en la larga duracin el punto de encuentro con un mundo analgico, que posibilita recuperar el paraso perdido, justificacin que nicamente se hace presente al vivir en comunidad; en un nosotros que redita en lo cotidiano de la isla en el entendido de la hospitalidad. Esto significa en la construccin simblica, que una parte de esa unicidad siempre es migrante, mientras que la otra es llamada a permanecer en Chilo, como parte intrnseca de los lazos familiares, el arraigo hacia la naturaleza y las formas de ver y sentir el mundo.
Los primeros, llegaron del sur y sucesivamente retornaron, no sin antes dejar en sus historias el encuentro con los mundos imaginarios, materializados en el mito, donde el mar, el bosque y la isla son la entidad prctica y discursiva en la produccin de la cultura chilota. Una cultura que se hace presente en la aceptacin del nosotros como la fusin de distintas diversidades, lo que conlleva a la nocin de hospitalidad y de aceptacin pacfica del otro.
Finalmente, un universo que se mueve en la solidaridad, la esperanza y principios de aceptacin de la diversidad, acumula en su seno la fusin de tradiciones que van ms all de las identidades locales, como parte de un proceso de pervivencia colectiva.
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BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA N 1, ao 2010, pp. 57-61, Copiap
LA ALAMEDA MANUEL ANTONIO MATTA, EN COPIAP. Visin crtica.
Danilo Bruna Bruna 90
Origen
Obedeciendo a una aspiracin que la poblacin haba manifestado desde aproximadamente una dcada, por fin el 14 de junio de 1853, el Ministerio del Interior aprob el siguiente Decreto:
Aprubase el Acuerdo de la Municipalidad de Copiap, en virtud del cual dispuso establecer una alameda al oriente del ferrocarril, comprando para ello dos sitios, cuyo total valor asciende a 7.369 pesos 95 centavos con el plazo de cuatro aos, debiendo abonar entre tanto el inters del diez por ciento anual.
Tmese razn y comunquese. MONTT. Antonio Varas.
Ignoramos quines fueron los propietarios de aquellos dos sitios, pero el hecho cierto es que la Alameda fue una realidad, salvo que al parecer,
90 Historigrafo. Museo Regional de Atacama, Copiap, DIBAM. en vez de lamos tuvo solamente pimientos, rboles que tampoco eran chilenos, pero que tenan la virtud de no exigir cuidados, de crecer con cierta rapidez y brindar sombra.
El Primer Monumento
El nombre original de Alameda o Paseo Nuevo, le fue cambiado en 1876, cuando en su sector norte se inaugur un busto del Libertador Bernardo OHiggins, lo que trajo como consecuencia que oficialmente fuera mencionado como Paseo OHiggins, y desde entonces las ceremonias cvico- militares tuvieron all un espacio para evolucionar. El aumento de la poblacin de la ciudad, hizo que el Paseo OHiggins se viera ms transitado por jinetes y carruajes, ms an, estando cerca de la Estacin del Ferrocarril.
El Segundo Monumento
En 1863, lleg desde Francia la hermosa estatua Alegora a la Minera, hasta hoy conocida vulgarmente como La Pileta de la Plaza. Entonces, las 58 autoridades de la poca le asignaron el sitio preferencial en pleno centro, para lo cual removieron del sitio la estatua ya existente all desde 1853, y que representaba a Juan Godoy, Descubridor de Chaarcillo. Trasladaron la estatua de dicho minero a la Alameda, donde ha permanecido hasta hoy, aunque trasladada otras veces dentro del sector. Representa a un minero chileno luciendo el extrao atuendo de la poca y que tanto haba impresionado a los viajeros del siglo XIX, Darwin, Claudio Gay, Paul Treutler, Prez Rosales y Faustino Sarmiento, entre otros.
El Tercer Monumento
El 18 de septiembre de 1885, fue inaugurado el Monumento a las Glorias de Atacama, con un masivo acto al que concurri incluso, gente de Tierra Amarilla y de las haciendas del Valle. Es una obra en bronce del escultor chileno Jos Miguel Blanco; representa a La Patria ofrendando a sus hijos, los mineros soldados, una corona de laurel, en tanto sostena en la diestra la espada vencedora. Un alto pedestal tiene como ornamento unas efigies de bronce de los oficiales cados en combate. Una escena guerrera, tambin en bronce, representa el Asalto y Toma de Piragua, cruenta batalla que puso de manifiesto el temple de los soldados mineros del Batalln Atacama N 1, el 10 de noviembre de 1879.
El Cuarto Monumento
En 1905, fue inaugurado el monumento a Manuel Antonio Matta, lder del histrico Partido Radical, creado oficialmente en Copiap en diciembre de 1863, en el cual militaron casi todos los copiapinos de figuracin pblica en la poca. Es una obra en bronce del escultor chileno Virginio Arias, y representa al poltico en la actitud de pedir la palabra en el Parlamento, ya que fue parlamentario en diversos perodos. A la inauguracin de este monumento, el Gobierno envi una comisin oficial numerosa, y el Acto Pblico con presencia de las escuelas de la ciudad, fue masivo, apareciendo unas fotografas del monumento y personalidades, en la Revista Zig- Zag.
Quinto Monumento
En 1944, la ciudad de Copiap cumpli 200 aos desde su fundacin oficial. La Colonia Libanesa, en agradecimiento por haber sido aceptados sin restricciones en la ciudad, y estando incorporados como ciudadanos con los mismos derechos y deberes que los naturales, orient sus esfuerzos en mandar a elaborar un monumento. Consisti en un cndor de bronce, con las alas abiertas como en actitud de emprender el vuelo. Una maciza plancha tambin de bronce, en caracteres libaneses y occidentales, expresaba el saludo de los libaneses copiapinizados.
Sexto Monumento
Es contemporneo, al parecer de la dcada de 1940. Est ubicado en la Plazoleta de valos y consiste en una efigie del Adelantado don Diego de Almagro, 1480 1538, Descubridor de Chile Continental 1535 36. Dicha efigie es de bronce, de unos 70 cm de 59 dimetro, empotrada en una roca de ms de un metro de alto.
Sptimo Monumento
Es contemporneo. Consiste en un busto metlico, tosco, que representa al Capitn Ignacio Carrera Pinto, 1848 1882. Fue uno de los Hroes de La Guerra del Pacfico. Fue instalado durante el Rgimen Militar, al parecer, por iniciativa de la entonces Secretara de la Juventud, con motivo de cumplirse en 1982, el centenario del Combate de La Concepcin.
Comentario
La Alameda fue remodelada con una millonaria inversin; trabajos que concluyeron el ao 2005. Desde la dcada de 1960 haba cambiado parcialmente. Durante el Gobierno Militar, el Monumento a las Glorias de Atacama fue aprovechado como punto de referencia en la construccin de un Mausoleo, al cual fueron trasladados los restos de algunos oficiales atacameos de la Guerra del Pacfico. Durante algunos meses fue muy visitado, constituyndose en un lugar de atraccin turstica, en el que el Museo Regional colabor museogrficamente. Sin embargo al ser trasladado a Calama, a fines de la dcada de 1970, el Regimiento Ingenieros Motorizado N 1, propietario de los objetos histricos que se exhiban en vitrinas construidas para tal efecto, el Mausoleo perdi el atractivo turstico que aquel Regimiento le haba impreso.
Daos naturales a los monumentos
Debido a la alta sismicidad caracterstica de la Regin, los monumentos siempre sufrieron daos. Especialmente dos sismos, el del 4 de diciembre de 1918 y el del 10 de noviembre de 1922, rompieron los pedestales de ladrillos recubiertos con cemento, en algunos; o con planchas de mrmol, en el caso de Las Glorias de Atacama. Las estatuas cayeron de sus pedestales, como cayeron numerosas casas de la poca. En el caso del monumento a Juan Godoy, cay de su pedestal hacia el ao 1945, tambin por un sismo, quebrndose en tres partes. Algn mal intencionado se qued con el martillo. Alrededor de un ao y medio ms tarde, fue reparado, se le dot de un nuevo combo y se lo repuso en la plazoleta frente al templo de San Francisco. No sabemos desde cundo fueron reinstalados los dems monumentos despus del gran sismo del 22; pero se hizo costumbre repintarlos o barnizarlos cada dos o tres aos.
Daos Intencionales
La Alameda tiene pocas casas habitadas, siendo en las noches un paseo muy poco concurrido y con una Discoteca a unos cuarenta metros de distancia, adems de restoranes en las cercanas. Esto ha hecho que en horas de la noche los vndalos ocasionen daos al entorno sin preocuparse por ser vistos. En dcadas precedentes, al monumento a las Glorias de Atacama le fue robada la espada que la estatua empuaba en la diestra. 60 Una bodega vaca, antigua pero en buen estado, ubicada en la esquina donde nace la calle Atacama, fue incendiada en horas de la madrugada, afeando el entorno. Durante los primeros meses de 2004, le fueron robadas dos planchas de bronce macizo al pedestal de la estatua Manuel Antonio Matta, que deben haber reportado a los vndalos unos sesenta kilos de metal. Durante el mismo ao, le fue robada a la estatua Juan Godoy, el escudo chileno que tena en una de las cuatro caras del pedestal. Dicho escudo tena la particularidad de tener, en vez del huemul un brioso caballo. Adems no era de bronce, sino de hierro, lo que nos lleva a relacionar el robo con un artculo aparecido por aquella semana, en El Mercurio de Santiago, en que el diario denunciaba que haba tres monumentos en Chile que tenan aquel extrao escudo nacional. Otros daos, de carcter menor, han sido los rayados con pinturas sobre las bases de las estatuas, y los producidos por las patinetas de los adolescentes. Durante su ltima visita a Copiap, el ex Comandante en Jefe del Ejrcito, General Emilio Cheyre, que haba sido Comandante del Regimiento en Copiap, visit el Mausoleo militar y manifest a la prensa su pesar por los daos que vio en el entorno.
La Transformacin de la Alameda
En los trabajos de modernizacin de la Alameda ejecutados en dos etapas, la ltima de las cuales culmin en diciembre de 2005, la comunidad pudo apreciar, entre otras, las siguientes transformaciones:
1.- El busto del Libertador Bernardo OHiggins, fue retirado. Ignoramos qu sucedi con su pedestal de mrmol. Noticias radiales, por aquellos das, manifestaron que sera reinstalado en la Escuela que lleva el nombre del hroe. 2.-Una banqueta ornamental ubicada frente a la sede de los ferroviarios jubilados, punto naciente de la calle Atacama, fue demolido y reconstruido ms moderno. Pero el original haba sido construido con sentido artstico; el actual luce burdo, especialmente feas son las macetas, que carecen de las lneas elegantes que tenan las originales al estilo antiguo, aunque tambin eran de cemento. 3.-El Monumento de la Colonia Libanesa, permaneci guardado algn tiempo. Demolieron su pedestal original y le construyeron uno nuevo bastante feo. Las macizas planchas de bronce, una en texto rabe y otra en espaol, permanecieron durante meses en la oficina del ex Alcalde Marcos Lpez, hasta que fueron puestas, apresuradamente cuando no result electo, sobre unas toscas piedras a ras del csped, dndoles as facilidad a los ladrones de bronce, que no tardaron en robrselas. 4.- El monumento a Juan Godoy, fue cambiado de lugar. Su antiguo pedestal y la fuente circular, ambas piezas originales de hierro fundido, fueron desechadas. En su reemplazo, se le construy a la estatua un pedestal de concreto que ha suscitado el rechazo de gran parte de la poblacin. 5.- Los nuevos postes de iluminacin de la Alameda, han sido un buen aporte; como los del resto de la ciudad, tienen sus focos orientados directamente hacia abajo y su luminosidad no se pierde hacia arriba como ocurra con los anteriores. Sin embargo, el Monumento a las Glorias de Atacama, cuya altura 61 sobrepasa a los actuales postes, en las noches luce mal, ya que la luminosidad le llega slo el pedestal a la cintura de la estatua, por lo tanto el paseante nocturno ve solamente medio monumento iluminado.
Comentario Final
Esta modernizacin costeada por el Ministerio de Obras Pblicas, debi hacerse con participacin de la comunidad copiapina, lo que no se efectu. Es probable que tampoco se haya solicitado el permiso respectivo del Consejo de Monumentos Nacionales, para evitar demorosa tramitacin. Creo, sin embargo que, a pesar de los puntos sealados, ha sido positiva la Modernizacin. Sin duda lo mejor, ha sido la construccin de la Sala de Cmara, que ha contribuido a dar vida a la Alameda. Cuando los trabajos de la primera etapa concluyeron, el impacto visual nocturno era agradable, salvo el detalle del punto 4 de estas notas. Sin embargo, el vandalismo no tard en daar severamente las luminarias a ras del suelo y la elegante cabina telefnica ubicada frente a la Sala. No conozco el edificio del Teatro prximo a inaugurarse; pero el exceso de vidrios hacia el oriente, le va a otorgar a las dependencias un excesivo calor y luminosidad, quizs impidiendo su uso durante los meses de verano. Cmo no pensaron en semejante detalle? Falt, adems, haber construido en pleno paseo una buena caseta como puesto nocturno permanente para carabineros, y quizs unos baos pblicos en el extremo norte del paseo, debido a la gran cantidad de personas que concurre a trmites al Edificio del MOP, donde se concentran varios Servicios Pblicos.
62 63 BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA N 1, ao 2010, pp. 63-87, Copiap
INVESTIGACIN, CONSERVACIN Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO ARQUEOLGICO DEL PROYECTO MINERO DAMIANA, EL SALVADOR, REGIN DE ATACAMA.
Carlos Gonzlez G. 91 , Catherine Westfall 92 y Carmen Castells Sch. 93
Introduccin
Desde el 2003, por una invitacin del Consejo de Monumentos Nacionales, a peticin de Divisin Salvador de Codelco y producto de la expansin del proyecto Damiana, que se enmarcaba dentro de la normativa legal ambiental imperante, el primer autor y la conservadora Castells, tomaron conocimiento de la existencia del patrimonio arqueolgico de El Salvador, Comuna de Diego de Almagro, Regin de Atacama (Figura 1). A raz de la intervencin arqueolgica, que constat un conjunto de 13 sitios arqueolgicos jalonados a la vera de un tramo de 4 km
91 Departamento de Cultura y Turismo, Ilustre Municipalidad de Diego de Almagro. Investigador asociado MRA. Programa Doctorado en Antropologa (UTA-UCN), Becario CONICYT. E-mail: inkacarlitos@yahoo.es 92 Taguatagua Consultores. E-mail: catherine.westfall@gmail.com 93 Patrimonio Consultores. E-mail: carmen_castells@yahoo.com de camino incaico existente dentro de las dependencias divisionales (Vsquez et al. 2003), y dadas las determinaciones de la Resolucin de Calificacin Ambiental N 055 del 15 de Julio de 2003 de la Conama Atacama, los suscritos efectuaron durante el 2004 un estudio del referido tramo y de sus evidencias inmuebles y muebles, prosiguiendo el 2006 con medidas de proteccin (Gonzlez 2006a), complementadas el 2010 (Gonzlez y Castells 2010a).
El trabajo realizado consider las caractersticas viales del tramo (Gonzlez et al. 2004) desde el punto de vista micromorfolgico
(Trombold 1991), como tambin su recuperacin esttica, debido a una intervencin arqueolgica errada efectuada previamente -ajena al inicio de nuestras actividades-, integrndose a las medidas de conservacin desarrolladas. Durante estas labores arqueolgicas se descubri un total de 14 sitios arqueolgicos (12 ms que los reportados el 2003) y una variedad de artefactos y ecofactos (cermica, restos conquiolgicos, etc.), que dan cuenta de la incorporacin de la localidad a una 64 ruta caravanera preincaica, implementada al menos desde el 700 d.C. y que posteriormente el Inka reconceptualiza bajo su rbrica. Como ltima etapa de este quehacer arqueolgico, se defini e implement un plan de cierres perimetrales y carteles con informacin patrimonial de los sitios arqueolgicos adyacentes y cercanos al Camino del Inka. Del mismo modo, y como una de las ms importantes actividades contempladas, se llevaron a cabo durante el desarrollo del proyecto arqueolgico, actividades de educacin patrimonial en torno al trabajo arqueolgico y el conocimiento prehispnico de El Salvador.
En consecuencia, se presentan y discuten en este artculo nuestras definiciones respecto a los aspectos patrimoniales de El Salvador, el trabajo arqueolgico, de conservacin y educacin patrimonial que realizamos en el actual campamento minero, gracias al proyecto Damiana de Divisin Salvador. Asimismo, se analizan las actividades emprendidas y sus proyecciones, tanto a nivel local, comunal como regional, enfatizando las significaciones patrimoniales de este proyecto, como la factibilidad de efectuar un trabajo arqueolgico sistemtico dentro de un marco minero productivo sustentable dentro de la Regin de Atacama, destacando, igualmente, sus implicancias cientficas, sociales y culturales.
1 Definiciones sobre patrimonio arqueolgico y patrimonio minero- metalrgico de El Salvador
1a.- Patrimonio Arqueolgico
Esta definicin se encuentra dentro de una denominacin global, correspondiente al concepto patrimonio cultural, que de acuerdo a UNESCO comprende las obras de sus artistas, arquitectos, msicos, escritores y sabios, as como las creaciones annimas, surgidas del alma popular, y el conjunto devalores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales queexpresan la creatividad de ese pueblo; la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos histricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas (UNESCO 1982). As entonces, asimilamos el patrimonio cultural como un legado de nuestros antepasados, representado el fundamento cultural colectivo de nuestra nacin, permitiendo el reconocimiento y el fortalecimiento de una identidad nacional y como pas. Evidentemente, el pasado nos remite a una historia comn, culturalmente distintiva, permitindonos reconocer nuestro entorno, como tambin a nosotros mismos (Ballart 1997:43), configurando un marco referencial identitario, desde un nivel individual hasta colectivo.
De este modo, la identificacin y la especificidad de un determinado patrimonio cultural, as como sus aspectos connotativos, se deben a la significacin social, a la representatividad que reviste para una sociedad en particular (Simonetti 2005:98), como ejemplo de su singular proceso histrico. Incluso, se alcanzan niveles semnticos que integran a la humanidad en su conjunto, como acontece con las designaciones de la UNESCO sobre lugares y sitios que constituyen patrimonios mundiales nicos. Prueba de ello son, por ejemplo, las designaciones en Chile del campamento minero de Sewell en la 65 Regin de OHiggins, las oficinas salitreras Humberstone y Santa Laura en la Regin de Tarapac, como del casco histrico de la ciudad puerto de Valparaso, en la Regin homnima; esperando en un mediano plazo que integre en esta categora al Camino del Inka 94 . UNESCO tambin abarca los espacios naturales de especial significancia mundial, como es el caso de las Islas Galpagos en Ecuador 95 .
Lo anterior deja entrever que el patrimonio cultural es la gran reserva de aprendizaje no slo de un individuo respecto a su grupo humano, a nivel tnico, cultural y nacional, sino de toda la humanidad, comprendiendo distintos niveles de reconocimiento de tales expresiones, definibles como patrimonio local, regional, nacional y universal (Simonetti 2005), aspectos reconocidos por UNESCO.
Complementando esta visin integrativa, se reconoce que el patrimonio cultural puede dividirse en intangible, contemplando todos los aspectos culturales inmateriales, reconocidos en las costumbres, los mitos, los ritos, el lenguaje, etc.; y por otro lado, tangible, que rene el conjunto de aspectos culturales de naturaleza material, tales como las edificaciones, los sitios arqueolgicos e histricos, los sitios fnebres (cementerios y enterratorios, que a su vez son sitios arqueolgicos, de tipo prehistrico o histrico), los tiles, los artefactos manufacturados o en proceso de elaboracin, entre otros, pertenecientes a un grupo o sociedad
94 Actualmente 6 pases sudamericanos, entre ellos Chile, estn postulando ante UNESCO el Camino del Inka (Qhapaq an) como candidato a Patrimonio de la Humanidad. 95 Ver informacin en: http:/ / whc.unesco.org en un tiempo y un espacio determinado.
En este contexto es factible ubicar nuestro concreto proceder disciplinario, el arqueolgico, ya que apunta hacia el estudio y el conocimiento de las sociedades humanas del pasado, principalmente a travs de sus restos materiales abandonados, constituyendo lo que ha sido denominada como cultura material (Renfrew y Bahn 1998:9). Por lo tanto, la vinculacin ms directa del quehacer arqueolgico es con el patrimonio cultural tangible, aunque ello no objeta aproximaciones hipotticas al conocimiento de realidades intangibles de una sociedad humana extinta, por ejemplo, a travs del estudio del arte rupestre o de las prcticas funerarias.
Desde estas consideraciones nuestro trabajo, como expresamos antes, se aboca al estudio del patrimonio cultural tangible, pero se circunscribe en lo conocido como patrimonio arqueolgico, que segn Endere est constituido por todos los restos materiales de culturas del pasado que puedan ser estudiados con metodologa arqueolgica, su contexto de depositacin, as como la informacin que se obtengan de dichas investigaciones (Endere 2000:216). Los restos materiales se encuentran por lo general dentro sitios arqueolgicos de diversa funcionalidad, siendo evidencias concretas de grupos y poblaciones humanas ya desaparecidas, que nos entregan informacin sobre sus conductas, percepciones y modos de vida, independiente de sus especficas definiciones como sociedades de tiempos prehistricos o histricos. En este punto, valga destacar que pese a la preferente orientacin de las investigaciones arqueolgicas hacia 66 sociedades prehistricas, la existencia de evidencias materiales durante tiempos histricos, incluso contemporneos, posibilita la implementacin de estudios arqueolgicos, los que se complementan con registros escritos disponibles. De all que la actual divisin instrumental entre arqueologa prehistrica y arqueologa histrica, radica en la distincin de los particulares mbitos temporales de desarrollo disciplinar, aunque comparten la atencin analtica hacia los restos materiales.
Por consiguiente, el patrimonio arqueolgico en Chile, como en cualquier otro lugar del mundo, nos permite acceder por medio de su estudio, conservacin, difusin y puesta en valor, al conocimiento de nuestro pasado remoto y reciente como sociedad, representado una herramienta cientfica y social que posibilita estructurar una base identitaria del pas y, en nuestro caso, de su realidad pluritnica, como tambin del devenir histrico que nos singulariza. En esta direccin se comprende la relevancia de proteger y conservar el patrimonio arqueolgico, ya que simboliza, al decir de Ballart, presencias sustitutivas que hacen de nexo entre personas y sociedades separadas por el tiempo, por lo queson testimonio de ideas, hechos y situaciones del pasado (Ballart 1997:66).
En nuestro pas existe desde 1970 un marco legal que protege el patrimonio arqueolgico, que igualmente considera el patrimonio paleontolgico, histrico, arquitectnico y natural. Nos referimos a la Ley N 17.288 de Monumentos Nacionales y su reglamento de 1990, que categoriza, registra, custodia y norma el acceso y las intervenciones a los monumentos de tipo cultural y natural. Este cuerpo legal se complementa con la Ley N 19.300 de Bases Generales del Medio Ambiente de 1994, cuyo articulado y reglamento de 1997, junto con las modificaciones de la Ley N 20.417 de 2010, ha sentado las bases sobre el cuidado respecto al tema patrimonial y sus regulaciones sobre impactos ambientales de proyectos y/ o actividades que generen modificaciones sobre el patrimonio cultural. Sin embargo, la promulgacin de este marco legal no garantiza el respeto hacia la temtica patrimonial que nos preocupa, sino que, y coincidiendo con planteamientos de la Sociedad Chilena de Arqueologa, seran responsables de la proteccin y conservacin del Patrimonio Arqueolgico todas las personas naturales y jurdicas, as como las instituciones privadas y del Estado. En este sentido, nos interesa destacar quees responsabilidad de las personas e instituciones no slo la conservacin de los sitios y objetos arqueolgicos, sino tambin el registro de sus asociaciones contextuales (SCHA 2007).
Una efectiva vinculacin entre el trabajo de investigacin, conservacin, proteccin y educacin del patrimonio arqueolgico ha estado presente en El Salvador, producindose el cumplimiento divisional de la legalidad vigente, al ampliar sus procesos productivos y responder a los requerimientos ambientales y de orden patrimonial. No obstante, la preocupacin divisional trascendi lo meramente legal, apoyando variadas actividades que han contribuido a incrementar el conocimiento del patrimonio arqueolgico y de la prehistoria de El Salvador. Testimonio de lo sealado son los compromisos 67 con una estrategia educacional y de instruccin desarrollada por nosotros sobre el patrimonio arqueolgico de la localidad, que comenz con el proyecto de expansin minera Damiana, permitiendo una proteccin activa de los bienes patrimoniales presentes. La Divisin ha mantenido este proceder en el tiempo, como lo demuestra el proyecto de la IV Ampliacin del Tranque de Relaves Pampa Austral, implementado durante el 2006, que gener el rescate, estudio y proteccin de sitios arqueolgicos de cazadores recolectores del Perodo Arcaico (circa 5000 a.C.) (Gonzlez 2006b; Peralta et al. 2010), presentes en el rea del tranque, que se ubica a 16 km al Norte de la ciudad de Diego de Almagro. Junto a estos trabajos arqueolgicos en Pampa Austral, se implement un plan de educacin patrimonial y actividades de difusin sobre el rescate arqueolgico, enfatizando la relevancia de estudiar y proteger el patrimonio arqueolgico comunal, dirigido a estudiantes y diversas comunidades de la Provincia de Chaaral, desarrollndose tambin un programa de charlas obligatorias de induccin arqueolgica para todos los trabajadores que ingresaban a cumplir variadas funciones en la ampliacin del tranque.
El patrimonio arqueolgico de Divisin Salvador, sistematizado desde el 2003, integra las evidencias arcaicas de Pampa Austral, numerosos testimonios arqueolgicos industriales, histricos, asentamientos de los grupos Collas (Molina 2003; Gonzlez y Castells 2010b) y las investigaciones realizadas en El Salvador, presentando en esta ltima localidad significativas evidencias mineras lapidarias en el sitio Mina Las Turquesas (en adelante MLT), explotado desde tiempos formativos (500 a.C. aprox.) hasta histricos (1950 d.C.) (Gonzlez y Westfall 2005), sumando tambin el cercano Cementerio Las Turquesas (en adelante CLT), un sitio funerario de los mineros caravaneros atacameos que explotaban la turquesa (alrededor del 1300 d.C.) (Gonzlez y Westfall 2008). Tambin est integrado por las explotaciones mineras cuprferas de tiempos incaicos (1500 d.C.), y por un tramo de Qhapaq an o Camino del Inka (Gonzlez y Westfall 2010). Este conjunto testimonia significativamente que el patrimonio arqueolgico de la localidad puede caracterizarse con mayor propiedad bajo la categora de patrimonio minero-metalrgico, singularizando a El Salvador como un distrito minero por excelencia, abarcando tanto pocas prehistricas como histricas. Hacia esa concreta definicin patrimonial apunta el siguiente capitulo.
1b.- Patrimonio Minero-Metalrgico
Las variaciones diacrnicas de los procesos productivos mineros en Chile, como en todo el mundo, han producido una serie de evidencias de gran importancia patrimonial, que reflejan los diferentes momentos del desarrollo tecnolgico en torno a la explotacin de los minerales, al igual que demuestran las distintas aproximaciones sociales de los diversos grupos humanos que han configurado una verdadera cultura minera. Estas evidencias, los espacios productivos y los asentamientos mineros, conforman un patrimonio minero que representa la historia de los hombres que en distintos momentos del tiempo han estado vinculados a estos trabajos productivos. La atencin arqueolgica hacia estas evidencias ms recientes se ha consolidado y 68 especializado a travs de la llamada arqueologa industrial, consistente en un tratamiento arqueolgico de la materialidad de caractersticas industriales, que en Chile est en sus albores.
Por esta razn se ha considerado relevante conocer los procesos histricos mineros y las localidades asociadas, no slo como una fuente de inters cientfico, que se configura por medio de un trabajo de investigacin (previo a cualquier iniciativa de puesta en valor), sino tambin como espacios alternativos, especialmente aquellos abandonados, puesto que permiten por medio de un turismo cultural sustentable, el desarrollo de zonas mineras deprimidas (Carvajal y Gonzlez, A. 2006). Segn estos autores, existe en la actualidad una preocupacin mundial por preservar para las generaciones futuras los utensilios y los materiales vinculados con las industrias tradicionales, entre ellos los vinculados con la minera, particularmente luego que finalizan sus faenas productivas, contndose en el presente con un sinnmero de testimonios del antiguo funcionamiento de tales industrias. Esta situacin puede observarse en casos como los ferrocarriles, centrales elctricas, instalaciones industriales del acero, textil carbn queforman partedenuestra historia ms recientey que las nuevas tecnologas, la utilizacin de nuevos materiales plsticos, por ejemplo- y modernas actividades han dejado en desuso y, en muchos casos, olvidadas (Carvajal y Gonzlez, 2003) (Carvajal y Gonzlez, A. 2006:3-4). Desde este punto de vista, los restos materiales industriales abandonados, como por ejemplo los generados por los habitantes de las oficinas salitreras del Norte Grande, han transitado desde un contexto sistmico, de funcionamiento pleno, a un contexto arqueolgico (Schiffer 1972), de abandono de sus procesos productivos, como de la vida cotidiana de los mineros y sus familias; slo recientemente estos sitios estn siendo foco de inters sistemtico de la arqueologa (Vilches et al. 2008).
En esta proyeccin cultural y social se concibe el patrimonio minero, que procura la investigacin, preservacin, conservacin y divulgacin de cada uno de los elementos que lo caracterizan, siendo identificado en propiedad como patrimonio minero- metalrgico, ya que no slo contempla las etapas iniciales de la extraccin minera, sino tambin las fases finales de este particular proceso productivo geominero. De esta forma, se comprende la importancia de preservar los enclaves mineros y sus distintos rasgos, en especial aquellos abandonados o que son parte de un proceso de cierre minero. A nivel mundial estos espacios forman parte de ecomuseos, parques culturales o museos abiertos (Carvajal y Gonzlez, A. 2006) (como el caso de Sewell), reuniendo una amplia variedad de aspectos patrimoniales que, por lo general, permiten una visin integral de la cultura minera, abarcando particularmente lo tecnolgico y lo social. Este es un tema pendiente en el caso de nuestra regin donde, por ejemplo, el emblemtico mineral de Chaarcillo se encuentra abandonado y sin proceder a su imperativo estudio arqueolgico, como a planificaciones concretas enfocas a estructurar su puesta en valor
Resulta evidente considerar al patrimonio minero abandonado como 69 una posibilidad real de desarrollo local en el presente, bajo ciertas clusulas de proteccin y puesta en valor con implicancias sociales. Previamente, deben realizarse investigaciones arqueolgicas, antropolgicas e histricas que den cuenta de las actividades mineras y sus entornos sociales, con la finalidad de reconstruir tanto los procesos productivos como la vida de las comunidades mineras, posibilitando un conocimiento integral de las culturas mineras desaparecidas
(Carvajal y Gonzlez, A. 2006). Esta situacin se constata en Divisin Salvador, puesto que presenta un patrimonio minero prehispnico e histrico que lo distingue de otras localidades mineras en Chile, como de otros ejemplos que grafican algunos perodos del desarrollo industrial histrico, como Sewell, remitido al acontecer de un campamento minero de la primera mitad de siglo XX.
En sntesis, en El Salvador el patrimonio arqueolgico forma parte de un distintivo patrimonio minero-metalrgico, remontndose a pocas prehispnicas, desarrollndose en tiempos histricos y proyectndose hasta una presente industrializacin, representado sus testimonios pasados y presentes el continuum histrico de una localidad minera, considerando sus quiebres y particulares discursividades. Con el objetivo de dar a conocer el componente prehispnico y los antecedentes arqueolgicos del proyecto Damiana, se describe y analiza a continuacin nuestro trabajo.
2. Recientes investigaciones arqueolgicas en El Salvador
2a.- Antecedentes de Divisin Salvador y del Proyecto Minero Damiana
Divisin Salvador corresponde a una de las filiales de la empresa estatal Codelco (Corporacin Nacional del Cobre), cuyos depsitos comenzaron a ser explotados desde 1959, primero por la empresa estadounidense Andes Mining Company, que en 1913 haba desarrollado faenas extractivas en Potrerillos, ubicada a 41 km al Sureste de El Salvador y a 2800 msn. Luego de la Nacionalizacin del Cobre en 1971, la entonces Compaa de Cobre Salvador pasa a manos chilenas, siendo con posterioridad disuelta en 1976 (Baros 2006), crendose Codelco y sus componentes mineros, entre ellos El Salvador. Esta Divisin se ubica en la localidad homnima, a 1100 km al Norte de Santiago, en la Comuna de Diego de Almagro, Provincia de Chaaral, en la Regin de Atacama, estando dividida en tres explotaciones mineras: Inca, Campamento Antiguo y Damiana Norte. Produce ctodos electrorrefinados y electroobtenidos de cobre, adems de concentrado cuprferos, alcanzando 65.462 toneladas mtricas de cobre fino en el ao 2009 (Codelco 2009).
El Proyecto Damiana, que debe su nombre a Mara Damiana Jernimo, una de las ms antiguas e importantes matriarcas Collas que habit esta zona 96 , se ubica a 5 km al Sureste de la
96 Mara Damiana Jernimo organizaba ceremonias religiosas y reuna a la comunidad Colla hasta su muerte en 1990, a la edad de 105 aos, aproximadamente (Cervellino y Zepeda 1994). 70 ciudad de El Salvador, a 2400 msm., con una superficie aproximada de 6 km. Corresponde a un proyecto minero dedicado a explotar los minerales oxidados de alta ley del yacimiento Damiana, actuando como foco de reposicin respecto del mineral proveniente de la mina Campamento Antiguo. El mineral extrado es procesado en la actual Planta de Lixiviacin de la Gerencia de Plantas de Divisin Salvador, produciendo finalmente ctodos de cobre. El proyecto posee reservas mineras que alcanzan a 57.2 millones de toneladas, con una ley de 0.69 % de cobre total, plantendose en su oportunidad como continuidad del negocio hidrometalrgico de la Divisin un plazo de 13 aos 97 ; hoy prorrogado hasta el 2021.
En 1995 se inician los estudios ambientales en Divisin Salvador (Ley N 19.300), especficamente relacionados con el proyecto Damiana, lo que condujo el 2003, en el marco de la ampliacin del rajo minero, la intervencin del Consejo de Monumentos Nacionales y luego de nosotros, a raz de procedimientos arqueolgicos errneos efectuados el ao 2002 en una extensin de 1 km del camino inka, anteriores y ajenos a nuestra intervencin, consistentes en 39 pozos de sondeo efectuados en la traza misma, daando su integridad. La informacin adquirida en terreno por el Consejo de Monumentos Nacionales (Vsquez et al. 2003), permiti la formulacin de los requerimientos legales especficos en torno al proyecto, desglosados en la Resolucin Exenta 055 de Conama (15 de julio de 2003) -en
97 Conama, Regin de Atacama. Resolucin Exenta N 055, Copiap, 15 de Julio de 2003. acuerdo con el citado consejo-, con las indicaciones de las etapas operacionales del proyecto Damiana y su relacin con el patrimonio arqueolgico existente, entre ellos, el estudio, restitucin esttica y proteccin de un tramo de 4 km de Qhapaq an existente al interior de las dependencias mineras, junto con actividades de instruccin y educacin patrimonial. Valga sealar que dentro del tramo, se encuentra un segmento con disturbaciones precedentes, como cortes y antiguas eliminaciones del trazado vial de variada longitud, por causa de las histricas faenas mineras industriales. Por lo tanto, a partir de estas consideraciones, tanto el Consejo de Monumentos Nacionales y la Conama Atacama aprobaron la puesta en marcha de este proyecto divisional, previa realizacin de los estudios sealados, llevados a cabo por los suscritos.
2b.- Alcances metodolgicos sobre el trabajo transdisciplinario realizado
Nuestra lnea programtica ha procurado sistematizar las evidencias prehispnicas de El Salvador por medio de un criterio de investigacin transdisciplinario (arqueologa, conservacin y educacin), plantendonos los siguientes objetivos: a) estructurar una secuencia de desarrollo cultural prehispnico, reconstruyendo la ocupacin y dinmica prehistrica de la localidad; b) definir el estado del camino incaico, sus sitios asociados y materiales superficiales, como tambin las medidas respecto a su proteccin; y c) desarrollar una poltica de educacin patrimonial y de difusin arqueolgica. De esta manera, el eje analtico conformado por investigacin- conservacin-educacin, ha regido 71 nuestro quehacer arqueolgico hasta la actualidad, comenzando con las evidencias viales incaicas.
As entonces, y sobre la base de la referida Resolucin, se llevaron a cabo el 2004 los trabajos arqueolgicos que se detallan, ocupando inicialmente los antecedentes de Cervellino (2002) y Vsquez y colaboradores (2003). Ellos identificaron un total de 13 sitios arqueolgicos vinculados al tramo vial de 4 km. No obstante, durante el 2004 registramos otros 14 sitios arqueolgicos. De ellos, 11 se localizan en el rea del proyecto Damiana, asociados al Camino del Inka, mientras que 3 se emplazan en la Quebrada Las Turquesas, ubicada a unos 800 m al Norte del lmite septentrional del proyecto Damiana, correspondientes a los sitios MLT (Sal 25), basurero histrico (Sal 26) y CLT (Sal 27). Este ltimo y la MLT son redescubrimientos de sitios reportados por Iribarren (1972, 1972-1973) e Iribarren y Bergholz (1972, 1972-1973) (Figuras 2 y 3).
Por continuidad investigativa, se prosigui con la numeracin postulada por Vsquez y colaboradores (2003), razn por la cual a los 13 sitios iniciales conocidos, se agregaron los nuevos sitios numerados en forma correlativa desde el 14 al 27. Adems, para una identificacin ms directa de los sitios con la localidad, se les agreg la abreviatura Sal (El Salvador).
3 Desarrollo del trabajo
3a.- Arqueologa
El 2004 efectuamos una prospeccin arqueolgica pedestre del citado tramo del camino incaico y sectores contiguos, entre el Tnel de Ventilacin N 3 por el Norte y la actual ruta C-13 por el Sur, al interior del rea industrial minera. Especficamente, se efectu el registro en sentido Norte-Sur, entre las coordenadas UTM (datum 56/ huso 19): 443.257 E / 7.096.793 N y 441.423 E / 7.093.375 N, sobre los 2680 msm.
Los trabajos consistieron en: 1.- caracterizacin y registro arqueolgico superficial del camino; 2.- descubrimiento de 14 nuevos sitios (Gonzlez et al. 2004; Westfall y Castells 2004), que se suman a los 13 sitios arqueolgicos iniciales; 3.- especificacin del estado de conservacin del tramo y de los sitios asociados; 4.- restauracin de los puntos daados del camino (Westfall et al. 2008); 5.- definicin de las medidas de proteccin de los sitios: y 6.- actividades educativas y de difusin, con la participacin de los trabajadores de la Divisin y de la comunidad local. Durante esta etapa, el nmero original de 13 sitios baj a 11, ya que los yacimientos nmeros 6, 7 y 8 (Vsquez et al. 2003), formaban una sola unidad, que se denomin sitio Sal 6-7-8. Luego, se trabaj en los 14 sitios nuevos (Sal 14 a Sal 27). Finalmente, de los 25 sitios determinados (Sal 1, Sal 2, Sal 3, Sal 4, Sal 5, Sal 6-7-8, Sal 9, Sal 10, Sal 11, Sal 12, Sal 13, Sal 14, Sal 15, Sal 16, Sal 17, Sal 18, Sal 19, Sal 20, Sal 21, Sal 22, Sal 23, Sal 24, Sal 25, Sal 26 y Sal 27), slo 3 estn alejados de la ruta incaica y del rea de influencia del proyecto: MLT (Sal 25), basurero histrico (Sal 26) y CLT (Sal 27), tal como se indic anteriormente.
El redescubrimiento fortuito del sitio MLT (Sal 25), que se estimaba desaparecido desde el registro de Iribarren, producto del desplome 72 gradual y continuo del Cerro Indio Muerto donde se localiza 98 , impuls un rescate exterior de sus contextos culturales. En consecuencia, Divisin Salvador, como parte integral de su poltica de gestin integral y dando cumplimiento a la legislacin patrimonial vigente (Ley 17.288 de Monumentos Nacionales), patrocin la recuperacin del sitio y diversos anlisis, mientras que el Consejo de Monumentos Nacionales aprob la investigacin de sus contextos materiales muebles e inmuebles, como parte de un proyecto independiente, que se realiz tambin el 2004.
El sitio MLT (Sal 25) (coordenadas UTM: 444.254 E y 7.096.429 N, datum 56/ huso 19) se ubica en la parte superior de la Quebrada Las Turquesas, a 2830 msm, en el Cerro Indio Muerto. Aunque Iribarren postul una adscripcin incaica del sitio (1972, 1972- 1973), nuestras excavaciones en el exterior de la mina descartaron tal apreciacin, determinando la existencia de un asentamiento preincaico y un taller de manufacturacin de bienes suntuarios de turquesa, concha y hueso, con registros fundamentalmente prehispnicos, desde aproximadamente los 500 a.C. al 1500 d.C., aunque su explotacin se proyecta hasta los 1950 d.C.
Algunos de los resultados ms significativos de esta investigacin han sido tambin la constatacin de las caractersticas especficas del interior de la mina (eg. galeras, construcciones internas, avances) que la convierten en un sitio arqueolgico minero nico en
98 Este desplome se debe a los trabajos histricos de la minera subterrnea, que desde 1959 hasta el presente han contribuido al derrumbe del mencionado cerro. el pas y a nivel sudamericano; asimismo, constituye hasta el momento el primer sitio excavado de minera lapidaria de turquesa en Chile. De igual modo, las definiciones culturales dan cuenta de interacciones circumpuneas a lo largo de la secuencia ocupacional, reflejada por evidencias provenientes de las cuencas del Loa y de los oasis de San Pedro de Atacama, pertenecientes a poblaciones atacameas que explotaron la turquesa y elaboraron abalorios, quienes en algunos momentos interactuaron con grupos locales, bajo modalidades sociales que estn siendo estudiadas. En sntesis, se poseen evidencias de los perodos: Formativo, con ocupaciones mayoritariamente Atacamea y una exigua presencia Molle; Medio, con una abundante presencia nimas y un mnimo registro Atacameo; Intermedio Tardo, con un acentuado y exclusivo establecimiento Atacameo; Tardo, con una baja frecuencia Inka Atacamea; hasta mnimos indicadores Histrico Indgenas y Subactuales (Gonzlez y Westfall 2005). A partir de esto, resulta evidente que el sitio MLT constituye un significativo representante del patrimonio minero-metalrgico de la localidad, siendo en propiedad el primer testimonio de mineros lapidarios prehispnicos conocido a la fecha en la localidad y Regin de Atacama.
Por su parte el CLT (Sal 27) (coordenadas UTM: 443.910 E / 7.097.564 N, datum 56/ huso 19), localizado en la ladera Sur de la Quebrada Las Turquesas y a menos de 1 km de la MLT con la que forma una unidad en trminos de asentamiento-, presenta algunas fosas implementadas a partir de la superficie del sustrato calcreo, saqueadas, con presencia de 73 restos seos humanos al menos en una de ellas; aunque sin evidencias muebles en esta fosa como en el resto de la superficie del sitio. Iribarren consign en 1969 la disturbacin reseada, posibilitando comparaciones con nuestro registro y los datos de informantes locales, corroborando de esta forma su redescubrimiento y las variaciones del paisaje en el tiempo. El hallazgo de fosas mortuorias, la reciente localizacin en superficie de restos seos humanos (fragmento distal de tibia derecha, vrtebra torxica y porcin distal de un fmur derecho), adems de un trozo de aguja de cactus (Gonzlez et al. 2009), junto a la recuperacin de un individuo momificado con sus ofrendas desde este lugar (Kuzmanic y Sanhueza 1984), reevaluado por dos de nosotros (Gonzlez y Westfall 2008), nos sealan claramente la existencia de un sitio funerario prehispnico, que adscribimos a mineros caravaneros atacameos (1300 d.C.), quienes vivan en grupos familiares, trabajaban y moran en este foco minero de El Salvador .
Retomando el trabajo del camino incaico, registramos 120 puntos de observacin, ubicados por GPS y relevados por medio de ficha tipo con informacin arqueolgica, de conservacin y con las caractersticas distintivas del paisaje (quebradas, elevaciones, etc.), adems del empleo de cartas geogrficas. Al mismo tiempo, se efectu un registro fotogrfico, seguido de un levantamiento topogrfico del trazado vial, su entorno y sitios. La topografa permiti configurar los planos con las caractersticas constructivas de la va y de las estructuras arquitectnicas contiguas o prximas, los hallazgos puntuales (eg. fragmentos cermicos), los hitos geogrficos (eg. quebradas, bloque errtico aislado, etc.), los deterioros antrpicos (eg. huellas de retroexcavadora, plataformas de sondaje geolgicos, caminos mineros, etc.) y naturales (eg. escurrimiento de agua, madrigueras de roedores, etc.). Por consiguiente, no slo se efectu un relevamiento puntual del camino y sus sitios, sino que se integraron datos del entorno para interpretar el derrotero del camino y su vinculacin con las evidencias arquitectnicas, bajo el marco terico de Paisaje e Itinerario Cultural (Martorell 2003, 2008; Westfall et al. 2008; ICOMOS-CIIC 99 2010).
El tramo vial estudiado presenta caractersticas casi exclusivamente informales (Trombold 1991), correspondiendo a una angosta senda despejada de 0.40 m de ancho promedio (Figura 4). El nico registro diferencial, de carcter ms formal, corresponde a una delimitacin lateral de un camino de enlace con la ruta troncal, en el acceso Sur al sitio Sal 20. Otras excepciones, dicen relacin con los sitios Sal 16, Sal 17 y Sal 24, sin vinculacin directa al trazado vial, al igual que el sitio Sal 22, definido como un acotado foco de actividad ltica.
99 Comit Internacional de Itinerarios Culturales. El objetivo del Comit es promover la identificacin, el estudio y la puesta en valor de las rutas o itinerarios culturales y el significado que entraan como un conjunto en el que reside su principal valor, as como la proteccin, mantenimiento y conservacin de sus monumentos, grupos de edificios, restos arqueolgicos, paisajes culturales y sitios, conectados todos ellos entre s a travs de valores culturales y lazos histricos. http:/ / www.icomos- ciic.org/ CIIC/ ESTATUTOS_esp.htm 74 Respecto a las evidencias inmuebles, prcticamente todos los sitios con restos arquitectnicos no presentan morfologas ortogonales (eg. irregulares, subcirculares, etc.) (Figura 5), de hilera simple, sin argamasa y de reducido tamao, menores a 4 m de dimetro en el caso de las de formas subcirculares; adems, exhiben baja altura, aproximadamente 0.50 m, considerando los colapsos interiores y exteriores. Slo el sitio Sal 9 presenta arquitectura ortogonal, conformada por dos estructuras rectangulares contiguas de muros dobles con relleno, que posiblemente hayan sido activadas en tiempos incaicos, siendo reutilizadas en tiempos histricos.
A su vez, por medio de recolecciones superficiales intensivas y no selectivas, se registr un total de 397 evidencias muebles, con mayor frecuencia prehispnicas (eg. cermica, ltica) que histricas (eg. loza, vidrio), ubicndose tanto en la va como en los sitios. Se encontraron en 22 sitios arqueolgicos, siendo generalmente escasas (sitios Sal 1, Sal 3, Sal 4, Sal 5, Sal 6-7-8, Sal 9, Sal 13, Sal 14, Sal 16, Sal 17, Sal 19, Sal 20, Sal 21, Sal 22, Sal 23 y Sal 24), cuando no ausentes (sitios Sal 2, Sal 10, Sal 11, Sal 12 y Sal 15). Slo los sitios Sal 18, Sal 21 y Sal 24, presentan contextos histricos, mientras que los sitios Sal 9 y Sal 14 exhiben contextos histricos con otros posiblemente prehispnicos. La fragmentacin cermica se concentr en el tramo vial, con un 48.5 % (101) del total de fragmentos cermicos recuperados (208), formando parte de contextos prehispnicos (eg. diminutos trozos de mineral de cobre, desechos lticos y fragmentos de concha).
El universo cermico recuperado desde los sitios adyacentes a la va, indica una mayoritaria presencia de fragmentos asociados a los sitios Sal 14 y Sal 23, de caractersticas moncromas no diagnsticas. Tambin se defini alfarera tarda Diaguita Inka en los sitios Sal 5 y Sal 6-7-8, Inka-La Paya en dos puntos del camino, Inka Cusquea en Sal 3 y Saxamar. En gran parte el registro coincide con las indicaciones de Iribarren y Bergholz (1972, 1972-1973), Cervellino (2002) y Rivera (2002), salvo por la cermica Inka-La Paya, la cual es abundante en los valles de Huasco y Limar (Castillo 1998), no as en el valle de Copiap, donde es comn la triloga decorada Diaguita Inka, Copiap y Punta Brava. Niemeyer y Rivera (1983) tampoco encontraron cermica Inka-La Paya en el camino del borde oriental del Salar de Atacama. Por otro lado, resulta destacable la recoleccin prxima al sitio Sal 4 de cermica nimas I del Perodo Medio local (Figura 6), como de cermica Ayquina (atacamea) en el sitio Sal 1 y de fragmentos de un arbalo (Cervellino 2002), que adscribimos como Diaguita Inka 100 (Figura 7). En consecuencia, se constat que la ruta fue al menos utilizada desde el 700 d.C., por el reconocimiento de cermica nimas I, siendo luego integrada en plenitud a la red caravanera atacamea de raigambre Loa-San Pedro de la Regin de Antofagasta, alrededor del 1300 d.C., para a continuacin uniformarse con el trazado vial incaico hacia el 1500 d.C. De todas maneras, no descartamos una implementacin anterior de la ruta caravanera que conecta el extremo septentrional de la Regin de Atacama con los ncleos poblacionales de la
100 Cervellino recolecta en 2002 algunos de estos fragmentos, siendo obtenidos otros de la misma pieza con posterioridad, durante las tareas de recuperacin esttica del segmento vial daado (Westfall y Castells 2004). 75 Regin de Antofagasta desde el Perodo Formativo atacameo, hacia el 500 a.C., debido a la presencia de cermica Los Morros en el sitio MLT (Sal 25) (Gonzlez y Westfall 2005; Uribe et al. 2004) (Figura 8).
3b.- Conservacin
En trminos del trabajo de conservacin del tramo y sus sitios (guiado ntegramente por Castells), se procedi metodolgicamente a: 1) documentacin y registro; y 2.- evaluacin y propuesta de proteccin. La primera parte consider la recopilacin de antecedentes de carcter histrico-arqueolgico y medioambiental, como de la informacin topogrfica de Divisin Salvador y de la cartografa del Instituto Geogrfico Militar (IGM). Asimismo, se consign informacin geomorfolgica, geolgica, climtica, botnica y zoolgica, integrando antecedentes sobre los factores de alteracin antrpica y natural del patrimonio arqueolgico
del rea. Mientras que el registro vial fue de tipo micromorfolgico, consistente en la documentacin de todas las manifestaciones arqueolgicas superficiales, muebles e inmuebles, sus deterioros como del entorno. Luego del registro, las evidencias muebles fueron trasladadas al laboratorio arqueolgico y de conservacin implementado en El Salvador, completndose su descripcin, mediciones y fotografas, para concluir con su lavado, rotulado y embolsado, separadas por materialidad y procedencia. Finalmente, en la segunda parte se evalu el estado de conservacin de los sitios y sus contextos, analizndose con mayor profundidad los deterioros del camino, sitios, entorno y evidencias materiales, determinndose el grado de vulnerabilidad del conjunto. El concepto de vulnerabilidad se refiere al grado potencial de ser afectado por deterioros de distinta clase, hasta llegar a la total destruccin, definindose por tanto grados de vulnerabilidad bajo, medio, alto, hasta muy alto. En este sentido, la determinacin de vulnerabilidad del tramo vial fue muy alta y de los sitios, alta a muy alta, siendo necesaria una propuesta de proteccin, considerada en la Resolucin de Calificacin Ambiental del proyecto, siendo complementada recientemente.
Por consiguiente, se desarroll en primer lugar la reconstitucin esttica del segmento vial daado, cubrindose los pozos con los mismos depsitos que se haban dejado al lado, utilizando un geotextil, recuperndose la integridad del trazado. A continuacin, se plantearon y disearon cierres perimetrales de proteccin desde las definiciones fsicas de cada sitio arqueolgico, como protecciones individuales, considerndose como punto central las estructuras, agregndose la dispersin de los materiales culturales. Estos cierres cumplen la funcin de resguardo frente a los factores de deterioro y destruccin que pueden eventualmente producirse a lo largo del tiempo, con un rea de amortizacin particular para cada caso (Westfall et al. 2008). Para este propsito, en el 2006 se implementaron los respectivos cierres, utilizndose para cada uno de los sitios un cerco perimetral conformado por un cable de acero que pasa por una argolla adherida a estacas tambin de acero, separadas cada 5 m y pintadas de amarillo. Se complet el trabajo con la instalacin de dos carteles metlicos 76 con largos soportes, tambin de metal, que permitieron su cabal entierro y perfecta visualizacin. De los letreros, uno posee informacin patrimonial y el otro de precaucin (Gonzlez 2006a) (Figura 9), con letras y fondo fluorescentes y reflectantes, para ser igualmente visibles de noche, ya que las faenas mineras son continuas, las 24 horas del da. Esta operacin no da ningn sitio o materiales presentes. De este modo, se daba comienzo a la puesta en valor de los sitios.
Por su condicin particular y su lejana con el tramo vial, no se cerr el sitio Sal 25 (MLT), ya que se encuentra en un sector de acceso actualmente prohibido, por el peligro geomecnico de derrumbes constantes. Adems, el 2010 se instal un cartel de precaucin y otro de informacin patrimonial, en el camino secundario que lleva al sitio. Estas acciones se suman a carteles complementarios dispuestos este mismo ao en espacios aledaos al Camino del Inka, previa autorizacin del Consejo de Monumentos Nacionales (Gonzlez y Castells 2010a).
3c.- Educacin Patrimonial
Durante el perodo en que se llevaron a cabo las actividades arqueolgicas del proyecto Damiana, e incluso hasta el presente, se ha desarrollado un Plan de Educacin Patrimonial sobre los trabajos realizados y la puesta en valor del patrimonio arqueolgico. Esencialmente, se efectuaron charlas educativas patrimoniales y talleres participativos con un lenguaje masivo y con el empleo de material didctico (presentaciones Power Point, fotografas, piezas prehispnicas, entre otros). En estos encuentros, a travs del proceso de enseanza-aprendizaje, se explicitaba qu es arqueologa, los objetivos, metodologa y resultados de la investigacin arqueolgica, las medidas de conservacin y proteccin implementadas, y qu hacer frente al hallazgo de un sitio arqueolgico, concluyendo con reflexiones discutidas en conjunto. Por ltimo, se entreg una visin general sobre los grupos culturales y el desarrollo prehispnico que caracteriza a El Salvador como un distrito con una antiqusima tradicin minera, poseedor de un patrimonio minero-metalrgico, nico en la Regin de Atacama y en nuestro pas, unindolo al actual conocimiento prehispnico de la comuna de Diego de Almagro (Gonzlez 2008).
Esta estrategia educativa involucr a distintos estamentos divisionales, a modo de charlas de induccin arqueolgica a los trabajadores, atendiendo a la significativa presencia de evidencias arqueolgicas dentro de las dependencias de la Divisin. Asimismo, se dieron charlas a estudiantes de los establecimientos educacionales de la localidad, pertenecientes a la Escuela N 1, Escuela N 14 y Liceo Diego de Almeida, abarcando desde 7 bsico a 4 Medio y al Grupo de Ciencias del citado liceo. Adems, se integraron al plan de difusin distintos actores sociales de la comunidad local.
Las consecuencias del plan de educacin patrimonial han sido positivas, con un gradual conocimiento respecto a nuestra labor, posicionando, finalmente, el tema arqueolgico como un elemento cultural y social relevante e identitario de El Salvador, redundando en la proteccin del patrimonio arqueolgico local, por parte de agentes de diferentes espacios 77 sociales y laborales, fundamentalmente trabajadores y estudiantes.
Lo anterior reafirma que la educacin patrimonial representa una efectiva alternativa para internalizar el concepto de patrimonio cultural (Teixeira 2006), permitiendo la aprehensin de un determinado conocimiento, con un progresivo cambio de conducta, ya que nadie protege lo que no conoce y valora. Considerando, adems, que la educacin patrimonial posibilita un enriquecimiento individual y colectivo y una verdadera alfabetizacin cultural de un universo sociocultural y de un contexto histrico temporal en concreto (Horta et al. 1999, citado en Teixeira 2006). Este quehacer debe necesariamente concatenarse con la puesta en valor de los bienes patrimoniales, pues ella por s sola no produce consecuencias sociales activas, a menos que vaya de la mano de una adecuada poltica educativa patrimonial.
Conclusiones
El conjunto de trabajos arqueolgicos realizados dentro del proyecto Damiana de Divisin Salvador permiti sistematizar las dispersas, en gran medida desconocidas y profusas evidencias prehispnicas de la localidad, contndose con sitios nicos como los redescubiertos MLT y CLT, los cuales se estimaban desaparecidos, adems de 24 sitios asociados al tramo vial incaico de 4 km y un basurero histrico. En consecuencia, cuantitativa y cualitativamente se potenci y sistematiz el estudio de un rea que presentaba un marcado dficit de atencin arqueolgica, tomando en cuenta el hiato de ms de 35 aos transcurridos desde los primeros trabajos de Iribarren en 1969. Por lo mismo, en trminos de la reconstruccin prehistrica, los resultados son significativos, reconstruyendo ms de 2500 aos de historia de un distrito minero.
En efecto, a partir de la visin homogenizadora de Iribarren, que relacion todas las manifestaciones arqueolgicas al accionar incaico, entre ellos los sitios MLT y CLT, por la seera presencia del Qhapaq an que transita por el Cerro Indio Muerto, los actuales trabajos han demostrado una presencia humana desde tiempos formativos en El Salvador, aproximadamente desde el 500 a.C., dedicada preferentemente a la explotacin de la turquesa. Asimismo, son notables a lo largo del tiempo los vnculos culturales entre grupos locales con poblaciones del componente Loa- San Pedro, orientados hacia la obtencin, procesamiento y manufacturacin del referido bien lapidario, el cual termina siendo controlado en plenitud por los atacameos a partir del 1300 d.C., consolidando vnculos circumpuneos y demostrando que el extremo septentrional de la Regin de Atacama particip activamente con los desarrollos culturales atacameos preincaicos de la Regin de Antofagasta, quizs ms que con los desarrollos locales (Molle, nimas, Copiap); tema aun en discusin y que se est estudiando con nuevos antecedentes.
Lo definitivo es que la presencia Atacamea no corresponde a una cua poblacional que irrumpe en un territorio desconocido, sino que, desde nuestra perspectiva, representa la prolongacin de sus espacios territoriales, dentro de concepciones 78 polticas, econmicas, socioculturales e ideolgicas distintivamente circumpuneas y puneas, replegando a las formaciones sociales Molle, nimas y Copiap a espacios ms prximos al valle de Copiap y a focos costeros en el extremo Norte de la Regin de Atacama, configurando un panorama cultural prehispnico ms diverso y dinmico que el comprendido tradicionalmente, definiendo a su vez al desierto como un escenario con ocupaciones culturales atacameas preincaicas en plenitud.
A su vez, los registros nos demuestran por el momento que pese a la anexin de la localidad al Camino del Inka, el domino del Tawantinsuyu fue puntual y dirigido hacia focos concretos de explotacin minera del lugar, complementndose con una incaizacin simblica del paisaje. De igual modo, es importante consignar que es el Inka quien trae consigo componentes culturales Diaguitas, desconocidos previamente en la localidad y en el territorio de la actual comuna de Diego de Almagro. Indicadores Diaguita Inka se remiten en El Salvador al camino incaico, estando ausentes de la MLT, donde son Atacameos incaizados quienes, como mineros y caravaneros del desierto, manejan un conocimiento precedente respecto a la explotacin de la MLT. Finalmente, y ya en tiempos histricos, se poseen antecedentes de explotacin minera indgena y republicana, con una acentuada dedicacin hacia la minera cuprfera, que se habra incrementado desde la poca incaica.
En el mbito de la conservacin, la restitucin esttica del camino incaico ha devuelto una visin integral del segmento vial que fue daado, eliminando deterioros que habran acelerado su destruccin. Este procedimiento se une a la disposicin de los cierres perimetrales de los sitios del tramo vial y de sus respectivos carteles patrimoniales, protegiendo por un lado el conjunto de sitios y, por otra, comenzando su puesta en valor, que se corresponde con la continua labor educativa patrimonial desplegada.
En este sentido, los trabajos ejecutados han permitido aunar antecedentes para estructurar una particular historia minera en El Salvador, existiendo un patrimonio que testimonia ese desarrollo. De igual modo, puede constituirse en un futuro cercano, con adecuadas polticas de manejo de bienes culturales, en un espacio alternativo de desarrollo econmico local, comunal y provincial, por medio de un turismo ecocultural, como el caso de San Pedro de Atacama. Esta posibilidad no slo contempla aspectos econmicos, sino tambin implicancias que apuntan hacia un desarrollo cultural para la localidad, la comuna de Diego de Almagro, la Provincia de Chaaral en su conjunto, como para la Regin de Atacama. En esa direccin apuntan tambin los diversos proyectos culturales y patrimoniales emprendidos tanto por Divisin Salvador como por la Ilustre Municipalidad de Diego de Almagro.
Por ltimo, los objetivos trazados han cumplido con la legalidad patrimonial y ambiental, al igual que con los propsitos arqueolgicos, bajo el eje analtico transdisciplinario que aporta la conjuncin arqueologa- conservacin-educacin. Esta estrategia cientfica, enfocada a estudiar, proteger y difundir el patrimonio arqueolgico y minero-metalrgico de El Salvador, 79 representa tambin un concreto ejemplo que es factible complementar la investigacin y el cuidado patrimonial dentro de la gran minera del cobre en la Regin de Atacama.
Agradecimientos. A Divisin Salvador de Codelco y a la Ilustre Municipalidad de Diego de Almagro, por apoyar decididamente nuestro trabajo. Agradecemos a los Sres. Julio Cifuentes, Jaime Rojas, Juan Aguilera, Eduardo Silva, Rodrigo Vargas, Jorge Aracena, Alex Caldern, Ernesto Ortiz, Jorge Bravo, Cristin Aguilera, Sergio Lau y Yermolay Peralta, como tambin a las Sras. Alejandra Acua, Paola Olivares, Claudia Arancibia y Mnica Rojas, y a la Srta. Andrea Acua. Particularmente, nuestro agradecimiento al Alcalde de Diego de Almagro, Sr. Isaas Zavala, como a los Sres. Gabriel Mnquez y Jaime Acua; al Sr. Gabriel Cobo, Director del Museo Arqueolgico de La Serena; al gegrafo-topgrafo Pedro Rodrguez por su trabajo con las lminas y confeccin de planos; y a todos los colegas y los especialistas que aportaron con su trabajo. Por ltimo, el autor principal agradece la invitacin a publicar de los Sres. Guillermo Corts y Yuri Jeria, del Museo Regional de Atacama. Finalmente, nuestro agradecimiento a las comunidades de El Salvador y de distintos espacios de la comuna de Diego de Almagro, por sus mltiples gentilezas.
Bibliografa
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83 FIGURAS
Figura 1. El Salvador en la Regin de Atacama.
84
Figura 2: Tramo de camino incaico estudiado en el Cerro Indio Muerto (lnea blanca), junto a la Mina Las Turquesas y el Cementerio Las Turquesas, vinculados con el actual mineral y la ciudad de El Salvador.
Figura 3: Vista hacia el Oeste desde el Camino del Inka, Cerro Indio Muerto. Al centro se aprecia El Salvador. Ntese las modificaciones del terreno. 85
Figura 4: Camino del Inka en el tramo estudiado (sealado por el caminante, al centro de la fotografa), Cerro Indio Muerto, El Salvador.
Figura 5: Estructura aledaa al Camino del Inka, Cerro Indio Muerto, El Salvador. 86
Figura 6: Cermica nimas I (puco). Figura 7: Cermica Diaguita III (borde arbalo).
Figura 8: Cermica Los Morros (LMS-B1), del sitio MLT.
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Figura 9: Cierre perimetral y carteles patrimoniales en sitio Sal 15, inmediato al Camino del Inka.
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89 COMUNICACIONES 90
91 BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA N 1, ao 2010, pp. 91-97, Copiap
DESIERTO FLORIDO: PATRIMONIO NATURAL DE LA REGION DE ATACAMA
Ral Cspedes Valenzuela 101
Antecedentes Histricos del Desierto Florido.-
Ao 1831.- Claudio Gay, Naturalista Francs visit la Provincia de Atacama en Invierno y no encontr Floracin. Slo 10 aos despus en 1840 lo pudo ver y apreciar en todo su esplendor. Ao 1896.- Francisco San Romn en su obra Desiertos y Cordillera de Atacama, hace referencia a esta parte del Desierto. Ao 1965.- El distinguido Botnico Seor Carlos Muoz Pizarro en su Libro El Desierto Florido lo describe por primera vez cientficamente abarcando desde el sector de Chaaral a Los Vilos. Esta publicacin cientfica sirvi por muchos aos hasta la publicacin de otros Libros sobre el tema. Ao 1985.- Publicacin del Libro Flores del Norte Chico, de la Sra. Mlica Muoz Schick, destacada Botnica, Jefe del Dpto. de Botnica del Museo Nacional de Historia Natural de
101 Tcnico Muselogo. Museo Regional de Atacama, Copiap, Dibam.. Santiago; Ilustrado con fotografas a color del Sr. Sergio Moreira Espinoza.
Qu es un Desierto?
Es una seccin geogrfica con carencia de humedad y vegetacin, y donde predomina la aridez. No obstante nuestro Desierto de Atacama, presenta una caracterstica muy particular que est asociada a la ausencia de precipitaciones. Y que estas, cuando se presentan cada cierta cantidad de aos, causan verdaderos estragos en su ecosistema y poblacin.
Pero lo indudablemente que caracteriza un Desierto es una ausencia de precipitaciones y su Aridez.
Tipos de Desierto.
El Desierto en Chile se puede dividir segn su lugar geogrfico, por ello vamos a revisar algunas de estas divisiones:
Desierto Costero: Se caracteriza por sus nublados abundantes: Cielos cubiertos en las maanas, alta humedad relativa y con neblinas matinales (Camanchaca), que abarca el Sector Costero de 40 a 50 Kish. de 92 ancho. Se introduce en reas ms al interior aprovechando las quebradas existentes. Esta humedad asegura una esculida vegetacin. Desierto Normal: Se ubica hacia el Norte de la Cordillera de la Costa, o sea en la Depresin Intermedia. Se presentan cielos limpios, baja Humedad relativa de no ms de 50%; altas temperaturas y casi nulidad de precipitaciones. Esta rea alcanza hasta el sector de Chaaral. Desierto Marginal de Altura: Corresponde a un sector Cordillerano con altura sobre los 3000 m.s.n.m., y Temperaturas que varan desde los 0 a 6 Celsius, por cada 100 m. Estepa del Altura: En la medida en que se asciende a la Cordillera, adquiere las caractersticas de estepas. Desierto Marginal Bajo: Se presenta a partir de Copiap y hasta las cercanas de las cumbres que llegan al Valle del Elqui.-
Causas de la Aridez del Desierto:
Para precisar las causas de la aridez caracterstica del Desierto, podemos sealar tres hechos relevantes que analizaremos a continuacin:
a) La Latitud; concebida como la distancia que existe entre un punto de la superficie terrestre del Ecuador y contada en grados de meridiano, presenta un sector de Alta Presiones que actan como barrera natural de las masas de aire que provienen, impidiendo las precipitaciones.
b) La presencia de la Corriente fra de Humboldt, corriente fra que se produce en las profundidades del Ocano Pacfico, pero que sube a la superficie del ocano, avanzando cual si fuese un ro interior del ocano. Por efecto de los vientos del oeste, estrella las aguas de esta corriente contra la costa, generando as una gran nubosidad en la superficie el mar y en las tierras costeras que enfra las masas de aire en la base, las que se vuelven ms estables. En el norte rido dicha neblina se llama Camanchaca, favorece directamente al desarrollo y supervivencia de ciertas especies de cactceas.
c) La Inversin trmica de los Vientos Alisios, es preciso sealar que los Vientos Alisios recorren las capas bajas de la superficie de la atmsfera sobre los 1.000 m., impidiendo que el aire pueda elevarse, ya que es ms fro y por tanto ms denso que la zona inferior, se produce entonces una fuerza tal que, termina por desviar las corrientes de aire.
Vaquita del Desierto
Pilme macho, coleptero 93
Aauca Roja
Copiapoa (cactcea globular) y Garra de Len.
Cartucho Terciopelo
Aauca Amarilla
94 Fenmeno del Nio.-
Corriente del Nio, llamada as por los pescadores de Paite (Per), que un 25 de Diciembre observaron por primera vez el fenmeno, que es un evento de aguas clidas y baja salinidad.
Esto se debe al calentamiento superficial de las Aguas, con un espesor que debe llegar hasta los 30 m. de profundidad y con una Temperatura de unos 30 Celsius y que debilita el anticicln del Pacfico.
Los eventos del Nio y de la Nia, se comenzaron a estudiar como fenmeno regional. Hoy se sabe que estn ligados a variaciones del sistema ocano atmsfera a nivel global.
Esto provoca lluvias poco habituales y que muchas veces ocasionan verdaderos diluvios en ciertos sectores de Sudamrica, y en especial en el Norte de Chile.
Fenmeno de la Nia:
Trmino empleado para describir un fenmeno natural de interaccin ocano-atmsfera, que ocurre en la regin del Pacfico ecuatorial cada ciertos aos y que se caracteriza principalmente por presentar condiciones de la temperatura del mar ms fras que lo normal en una extensas rea, entre las costas de Sudamrica y Oceana.
Los vientos alisios que en condiciones naturales se encuentran en la Regin intertropical del Ocano Pacfico, soplando desde las costas americanas hacia el sector asitico, comienzan a ser ms intensos, favoreciendo de esta manera el agua superficial ms fra, hacia la parte occidental.
Ubicacin Desierto Florido 102
Sin Presencia de Desierto Florido
102 Mapa Satelital III y IV Regiones, Facultad de Agronoma e Ingeniera Forestal, Pontificia Universidad Catlica de Chile, Octubre 1997.
95 Con Presencia Desierto Florido
ECOSISTEMA DESIERTO FLORIDO
Nombres Cientficos de Especies.-
Flora Aauca Amarilla (Rhodophiala bagnoldii) Aauca Roja o revienta ojos (Rhodophiala phycelloides) Aauca Blanca y Rosada (Rhodophiala aff. laeta) Borln de Alforja (Phlychyrus peppigi ssp) Carbonillo (Cordia decandra) Don Diego de la Noche (Oenothera coq.) Rosita (Cruckshanksia verticillata) Cartucho Terciopelo, Flor de Jote (Argylia radiata) Pata de Guanaco (Calandrinia longiscaspa) Senecio (Senecio brunonianus) Oreja de Zorro (Aristolochia chilensis) Garra de Len (Leontochir ovallei) Suspiro de Campo (Nolana sp.) Amancay (Balbisia peduncularis) Palo Negro (Heliotropium stenophyllum) Cebollin de Huilli (Leucocoryne purpurea) Malvilla (Cristaria aspera) Copao (Eylychnia breviflora.) Roco (Mesembryanthemum crystallium) Violeta de Campo (Viola asterias) Coronilla de Fraile (Encelia esecens) Ortiga (Loasa tricolor) Lirio de Campo (Alstroemeria magnbifica) Churco, Churqui (Oxalis gigantea) Cuerno de Cabra (Skytanthus acutus) China (Chaetanthera limbata) Copiapoa (Copiapoa dealbata var. carrizalensis) Gatito (Opunthia ovata)
96 Insectos Vaquita del Desierto (Gyriosomus luczoti) Avispa Cazadora del Desierto (Laeviceps smith) Melodeo Aves Jote de Cabeza Colorada (Cathartes aura) Bandurria (Upucerthia dumetaris hypolenca) Cerncalo (Falco sparverius) Aguilucho chico (Cathartes aura) Minero chico o Pachurra (Geosita cunicularia deserticolor) Diuca del Norte (Diuca crassi rostria) Queltehue (Vanellus chilensis)
Culebras Culebra de Cola Larga (Tachymenis chilensis) Culebra de Cola Corta (Phylodrias chamissonis chamissonis)