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Es el
seor de la plaga de los nomuertos, el poseedor de la
hojarruna Agona de escarcha y el
enemigo del pueblo de Azeroth. El
Rey Exnime es una entidad de
poder incalculable y maldad sin
paragn; su glida alma ha sido
consumida totalmente por sus
planes de destruir todo lo que esta
vivo en World of Warcraft.
Pero esto no siempre fue as. Mucho
antes de que su alma se fundiera
con la del orco chamn Nerzhul, El
rey Exnime era Arthas Menethil,
Christie Golden
Arthas
La ascensin del Rey Exnime
Warcraft: World of Warcraft 5
ePub r1.0
Trianguln 13.12.14
AGRADECIMIEN
PRLOGO: EL
SUEO
PRIMERA
PARTE
ELEGIDO PARA
LA GLORIA
CAPTULO
UNO
inquiri.
Haba odo hablar de Varian durante
toda su vida, por supuesto. Adems,
conoca los nombres de todos los reyes,
reinas, prncipes y princesas vecinos.
De repente se percat de un detalle que
haba pasado por alto y abri los ojos
como platos. Uther haba mencionado a
Varian, pero no al padre del prncipe, el
rey Llane.
Pronto se convertir en el rey
Varian. El rey Llane cay en
Ventormenta.
Esa tragedia individual impacto a
Arthas mucho ms que el hecho de que
miles de personas se hubieran quedado
repentinamente sin hogar. La familia de
invitados, no lo demostr.
Arthas, ste es el prncipe Varian
Wrynn, futuro rey de la Ciudad de
Ventormenta.
Arthas hizo una reverencia a su
igual.
Alteza le dijo a modo de saludo
formal, te doy la bienvenida a
Lordaeron. Ojal hubiramos podido
conocernos en mejores circunstancias.
Varian le devolvi la reverencia
cortsmente.
Como ya le indiqu al rey
Terenas, te estoy realmente agradecido
por habernos prestado tu apoyo y
ofrecido tu amistad en estos tiempos tan
difciles.
seal Terenas.
El rey continuaba refirindose a l
por su ttulo nobiliario. Era una
costumbre que acabara cayendo en
desuso con el paso del tiempo, pero
Arthas entenda por qu el rey incida
tanto en repetir la palabra prncipe en
ese momento. Ahora ms que nunca,
cuando lo acababa de perder
absolutamente todo salvo la vida, Varian
necesitaba saber que an le respetaban,
que an reconocan que segua
perteneciendo a una casa real. Entonces
Varian frunci los labios y asinti.
Gracias acert a decir.
Arthas, le dejo en tus manos le
indic Terenas a su hijo mientras daba
CAPTULO
DOS
lstima, le dijo:
Arthas, no te lo tomes a mal,
pero
Pero soy insoportable.
Varian hizo un mohn. Ambos se
hallaban en la armera, donde combatan
ataviados con yelmos, petos de cuero y
espadas de entrenamiento de madera.
Varian se acerc al estante, donde
dej colgada la espada, y se quit el
yelmo
mientras
realizaba
esta
observacin:
Me sorprende que seas tan rpido
y atltico.
Arthas se enfurru. Conoca a
Varian lo bastante bien para saber que el
prncipe intentaba quitarle hierro al
advirti de lo siguiente:
Me adiestraron para luchar, no
para ensear a luchar. Podra lastimarte.
Arthas se ruboriz. A Varian no se le
haba ocurrido siquiera sugerir que
Arthas podra lastimarlo a l. El
prncipe de Ventormenta se dio cuenta
de que acababa de meter la pata con su
comentario y decidi darle una
palmadita en el hombro mientras haca
este comentario:
Mira, cuando acabe la guerra y
podamos volver a tener un adiestrador
adecuado, ir contigo a hablar con el rey
Terenas. Estoy seguro de que entonces,
en menos que canta un gallo, me estars
dando una buena paliza.
galopando.
O ms bien, volando. O, al menos,
eso le pareci a aquel joven prncipe un
tanto mareado, que al agacharse sobre el
cuello del caballo esboz una amplia
sonrisa. Nunca antes haba cabalgado a
lomos de un animal tan rpido; el
corazn le lata desbocado, embargado
por la emocin. Ni siquiera intent
controlar a Invencible; lo nico que
poda hacer era aguantar. Aquello era
algo glorioso, salvaje y hermoso, tal y
como lo haba soado. Seran
Antes de que pudiera ser consciente
de lo que haba pasado. Arthas se
encontr volando por los aires hasta que
se estrell con fuerza contra el suelo.
Arthas compungido.
Lo nico que quera hacer ahora era
hablar con su nueva amiga, porque
aunque an no haban sido presentados,
Arthas estaba seguro de que se iban a
llevar
muy
bien.
Adems,
probablemente
Muradin
querra
regaarlo por el bochornoso espectculo
de la armera. Al menos, el enano fue lo
bastante discreto como para alejarse
discretamente del resto de la gente.
Se gir para encararse con el
prncipe; tena los pulgares rechonchos
metidos en el cinturn y el ceo fruncido
por la intensa concentracin con la que
estaba pensando:
Muchacho le dijo, ir directo
acuerdo, muchacho?
Arthas reprimi una risita, que
hubiera estado totalmente fuera de lugar,
al darse cuenta de que alguien que era
mucho ms bajito que l le estaba
llamando muchacho.
S, seor replic el prncipe
fervorosamente.
Muradin asinti con la cabeza y
alarg el brazo para ofrecerle una mano
grande y callosa. Arthas le dio la suya.
Sonri y dirigi la mirada hacia su
padre, que estaba inmerso en una
conversacin con Uther. Ambos se
giraron al unsono para observarlo y
entornaron los ojos especulando sobre
qu estara pasando; entonces Arthas
CAPTULO
TRES
curiosidad?
Bajo la luz de la luna resultaba muy
difcil deducir qu pensaba por la
expresin de su rostro, ya que sus ojos
eran dos pozos oscuros envueltos en
sombras.
A m Mataron a Derek. A mi
hermano mayor.
Uno de ellos tambin asesin al
padre de Varian. Han matado a mucha
gente, por eso estn encerrados en esos
campos. Es el mejor lugar para ellos. A
muchos les disgusta que mi padre eleve
los
impuestos
para
pagar
el
mantenimiento de esos sitios, pero
Bueno, ven y juzga por ti misma. Perd
la oportunidad de poder echar un buen
de ellos.
Aun as Nunca me imagin que
tuvieran hijos coment Jaina. Ves
a la que tiene un beb en los brazos?
Pues claro que tienen cros, hasta
las ratas tienen cras les espet
Arthas.
Estaba enfadado, aunque quiz
debera haber esperado esa reaccin de
una nia de once aos.
Parecen bastantes inofensivos.
Ests seguro de que deberan estar
aqu? Tras decir esto, gir su rostro,
que era un valo blanco bajo la luz de la
luna, en direccin a Arthas con la
intencin de conocer su opinin.
Retenerlos aqu resulta muy caro. Quiz
mucho cario.
Se dirigi hacia sus aposentos
silbando, pero entonces, unos gritos
repentinos lo dejaron clavado en su
sitio.
No, padre! No lo har!
Calia, esta conversacin debi
acabar hace rato. No tienes nada que
opinar al respecto.
Pap, no, por favor!
Arthas se aproxim un poco ms a
los aposentos de Calia. Como la puerta
estaba entreabierta, prest atencin un
tanto preocupado. Terenas se lo
consenta todo a Calia. Qu demonios
le estaba pidiendo que hiciera para que
ella le suplicara de esa forma y utilizara
obedecer.
Calia se derrumb sobre la cama
sollozando. Arthas, presa de la
estupefaccin, desplazo la mirada de su
padre a su hermana, Terenas murmur
algo y sali de all hecho un basilisco.
Arthas volvi a posar su mirada sobre
Calia y, acto seguido, sigui los pasos
de su padre.
Padre, por favor, dime qu
sucede.
No me interrogues. Calia est
obligada a obedecer a su padre, no hay
ms que hablar.
Terenas cruz una puerta que daba a
la sala de recepciones. Arthas se
encontr ah con Lord Daval Prestor, un
cubierta de lgrimas.
Lamento que ha-hayas tenido que
ver esto, Arthas, pero qui-quiz sea
mejor as.
Qu quiere nuestro padre que
hagas?
Quiere que me case en contra de
mi voluntad.
Arthas parpade sorprendido.
Calia, slo tienes diecisis aos,
ni siquiera eres lo bastante mayor
para poder casarte.
Su hermana cogi un pauelo y se lo
acerc a los hinchados ojos.
Eso mismo le argument yo. Pero
nuestro padre me replic que eso no es
un problema; que bamos a formalizar
CAPTULO
CUATRO
blancos.
No estaba previsto que peleara
hoy, pero por ti, alteza, lo emparejar
con los rivales de ms alto nivel que hay
disponibles.
Dos horas despus contemplaron el
recorrido y Arthas comparti una
comida deliciosa con Lodonegro y un
joven llamado Lord Karramyn Langston,
a quien Lodonegro present como su
protegido. A Arthas no le cay bien
Langston desde el principio, por puro
instinto, en cuanto se dio cuenta de que
sus manos eran suaves y su
comportamiento lnguido. Lodonegro, al
menos, haba luchado por obtener aquel
rango en el campo de batalla, mientras
brindis.
Por las rubias brind con un
tono de voz meloso.
Arthas mir hacia atrs, a Taretha,
que ya se marchaba; pens en Jaina y a
continuacin se oblig a levantar su
copa.
un racimo de uvas.
Evidentemente, queremos que
estn en plenitud de facultades para el
combate le explic. As que una
vez capturados, se les trata muy bien.
Como puedes ver, los combates se
suceden con mucha rapidez. Si un animal
sobrevive y no es capaz de volver a
luchar, lo matamos enseguida, por
piedad.
Arthas esperaba que aquel hombre
no le estuviera mintiendo. Sinti la
desagradable
sensacin
de
que
Lodonegro lo engaaba, pero decidi
ignorarla.
Aquella impresin se desvaneci del
todo en cuanto la lucha enfrent a
hasta
entonces
era
slo
el
precalentamiento para ir animando al
gento. Cuando las puertas se abrieron
con un chirrido y una imponente silueta
verde dio un paso adelante, todo el
mundo se puso en pie gritando. Sin saber
cmo ni por qu, Arthas era uno de los
que chillaban.
Thrall era enorme, y dada la
impresin de ser mucho ms grande an
porque, obviamente, estaba ms sano y
era ms espabilado que los dems
especmenes que Arthas haba visto en
los campos de retencin. Portaba una
diminuta armadura pero no llevaba
yelmo y su piel verde se tensaba hasta el
lmite sobre sus poderosos msculos.
Taretha?
El rubor de sus mejillas se
intensific y alz la mirada. Sus ojos
transmitan calma y resignacin.
Mi seor Lodonegro me enva
para tentarle con estos manjares
repiti. Manjares de los que puede
disfrutar.
Entonces lo entendi. Lo entendi y
se abochorn, y se sinti contrariado y
encolerizado. Tuvo que hacer un gran
esfuerzo para recobrar la compostura.
De hecho, la incmoda situacin en que
se hallaba no era culpa de esa
muchacha, puesto que era ella la vejada
y humillada.
Taretha manifest, tomar
CAPTULO
CINCO
bendijo el clrigo.
Faol se gir hacia los hombres
situados a la derecha de Arthas.
Caballeros de la Mano de Plata,
bendecid a este hombre si consideris
que es digno de ello.
Al contrario de lo que suceda con el
primer grupo, Arthas conoca a todos
estos caballeros que permanecan en
posicin de firmes, ataviados con unas
armaduras pesadas y relucientes. Eran
los paladines originales de la Mano de
Plata y era la primera vez que se reunan
desde la fundacin de la orden muchos
aos atrs. All estaba Uther, por
supuesto; y tambin Vadn, el actual
gobernador de Vega de Amparo, que
emocin.
Que tus enemigos perezcan por la
fuerza de la Luz.
Su mano repos un instante en el
hombro de Arthas y acto seguido se
retir.
El arzobispo Faol sonri al prncipe
amablemente. Arthas le mir a los ojos
con tranquilidad, pues ya no se senta
inquieto. Al fin recordaba todo lo que
deba hacer en la ceremonia.
Ponte de pie y ocupa tu lugar entre
tus iguales le orden Faol.
Y Arthas le obedeci.
Arthas Menethil, juras defender
el honor y el cdigo de la Orden de la
Mano de Plata?
SEGUNDA
PARTE
LA DAMA DE
LA LUZ
INTERLUDIO
tiempo.
Jaina se estremeci.
De veras soy tan transparente?
Las marcadas facciones de Aegwynn
se relajaron mientras daba unas
palmaditas a Jaina en la mano.
Bueno,
llevo
mil
aos
perfeccionando
el
arte
de
la
observacin. De modo que se me da
mucho mejor deducir lo que piensa la
gente que a la mayora.
Jaina solt un suspiro.
Es cierto. Cuando hace tanto fro
pienso en l. Pienso en lo que pas. En
si hubiera podido hacer algo.
Ahora fue Aegwynn quien suspir.
Creo que en mil aos nunca me he
CAPTULO
SEIS
pueblerina
por
encontrarlo
tan
intimidante.
Kaelthas arranc una manzana y le
dio un mordisco.
Hay una cierta autenticidad en la
comida de las tierras humanas que he
llegado a apreciar sobremanera
afirm mientras sonrea como si ocultara
algo. A veces, la comida elfa, si bien
es sin duda deliciosa y suele presentarse
de forma muy atractiva, le deja a uno
con ganas de probar algo ms
sustancioso.
Jaina sonri. Aunque el prncipe
Kaelthas procuraba en todo momento
que ella se sintiera cmoda en su
presencia, siempre fracasaba en el
intento.
Pocas cosas son ms sabrosas que
una manzana y una rebanada de queso de
Dalaran asever Jaina.
Un silencio se impuso entre ellos,
incmodo a pesar del ambiente informal
del lugar y la calidez del sol.
Supongo que vas a quedarte aqu
una temporada, verdad?
S. Como el asunto que me llev a
Lunargenta ha quedado cerrado por
ahora, no tendr necesidad de
ausentarme en breve.
El prncipe la observ al mismo
tiempo que le daba otro mordisco a la
manzana. Jaina saba que Kaelthas
dominaba a la perfeccin el arte de
tnica.
Jaina propin un ltimo mordisco a
la manzana y, acto seguido, tambin la
tir al suelo. La ardilla que haba
metamorfoseado unos instantes antes
baj disparada del tronco para reclamar
un premio ms fcilmente accesible que
la manzana que an penda del rbol.
De pronto, un par de manos le
cubrieron los ojos.
Se sobresalt, pero no en demasa,
puesto que nadie que pudiera suponer
una amenaza habra podido quebrantar
los poderosos hechizos de proteccin
erigidos alrededor de aquella ciudad
mgica.
Quin soy? susurr una voz
mago, verdad?
Arthas estall en una sonora
carcajada y la cogi del brazo mientras
se dirigan a los aposentos de los
estudiantes. Con suma facilidad, Jaina se
acopl al ritmo de sus pasos.
No, qu va. Me temo que tanto
esfuerzo intelectual sera algo que me
superara. Sin embargo, se me ocurri
que uno de los mejores lugares de
Azeroth para aprender historia y saber
ms sobre la naturaleza de la magia, as
como otras cosas que todo rey debera
conocer, es esta ciudad. Por fortuna, mi
padre y el archimago estuvieron de
acuerdo conmigo.
Mientras hablaba, Arthas cubri la
tortuga.
La conversacin gir en torno a los
orcos, lo cual no fue una sorpresa ya que
los campos de reclusin se hallaban
bastante cerca de Dalaran. Sin embargo,
normalmente la ciudad de los magos
sola considerarse por encima de
asuntos tan mundanos.
Kael estir un elegante y largo brazo
para hacerse con otra rebanada de pan
que se dispuso a untar de mantequilla
mientras comentaba:
Aletargados o no, son peligrosos.
Mi padre, el rey Terenas, est de
acuerdo con esa afirmacin, prncipe
Kaelthas replic Arthas, mientras
sonrea al elfo de un modo encantador
CAPTULO
SIETE
sombras.
Como siempre, no consigui
sobresaltar a Jaina ya que ella ya se
haba percatado de su cercana. La
muchacha, que apretaba con fuerza los
libros contra su pecho, recibi a Arthas
en medio del pasillo y con el brazo libre
le rode el cuello para besarlo.
Bienhallada, mi seora susurr
Arthas mientras la besaba en el cuello y
le acariciaba la piel con su sonrisa.
Bienhallado, mi prncipe
respondi ella en un susurro henchido de
felicidad al mismo tiempo que
suspiraba.
Jaina se oy decir a una voz,
por qu co?
bien.
Entonces mir a Jaina y la ira
abandon sus ojos para ser reemplazada
por una fugaz expresin de sufrimiento.
A continuacin, ese gesto tambin se
desvaneci y Jaina no pudo hacer ms
que agachar la cabeza.
Os dejo solos para que podis
disfrutar
de
vuestra
cita
clandestina. No temis, no dir nada.
Kaelthas le lanz el libro a Jaina
con desdn, al mismo tiempo que
soltaba un bufido iracundo. El tomo,
probablemente de un valor incalculable,
aterriz con un golpe sordo a los pies de
la muchacha, la cual se sobresalt ante
aquel ruido inesperado. Acto seguido, el
Pero no es
Su voz se fue apagando.
Pero no es qu? le espet l.
Aquellas palabras brotaron de su
boca con ms brusquedad de lo que
pretenda.
Kael posea una serie de atributos
que Arthas envidiaba. Era mayor que l;
ms sofisticado, experimentado y
poderoso; Los celos crecieron en su
interior y sinti un nudo fro y tenso en
el estmago. Si el elfo hubiera
reaparecido en aquel momento, Arthas
tal vez hubiera intentado abalanzarse
sobre l.
Jaina
sonri
con
dulzura,
desfrunciendo el ceo.
l no es mi Arthas.
El nudo que Arthas tena en el
estmago se derriti como el invierno
ante la llegada del calor de la
primavera. Entonces acerc a Jaina
hacia l y la volvi a besar.
Adems, a quin le importaba lo
que pensara un estirado prncipe elfo?
improviso.
Arthas
continuaba
entrenndose con Uther. El anciano se
mantena en sus trece de que si bien
entrenar con armas era importante,
tambin lo eran la oracin y la
meditacin. S, debemos ser capaces
de matar a nuestros enemigos,
afirmaba. Pero tambin debemos ser
capaces de sanar a nuestros amigos y
curarnos a nosotros mismos.
Arthas pens en Invencible. En
invierno, sus pensamientos siempre
giraban en torno a aquel caballo, y el
comentario de Uther le haba recordado
una vez ms el nico gran fracaso, la
nica gran decepcin que haba sufrido
en la vida. Si hubiera iniciado su
corriente y moliente.
Jaina abri los ojos ante aquel
estruendo y salud mientras sonrea
encantada. Arthas se acerc a ella y le
susurr:
Has estado espectacular, Jaina.
Me pediste que les ofreciera un
buen espectculo respondi ella con
una sonrisa.
Efectivamente. Pero ha sido un
espectculo demasiado bueno. Me temo
que van a exigir que todos los aos
prendas fuego al hombre de paja.
Entonces Jaina se volvi hacia l y
le coment:
Eso
no
supondra
ningn
problema, verdad?
CAPTULO
OCHO
El
teniente
general
Aedelas
Lodonegro no pareca especialmente
contento de tener una audiencia con el
CAPTULO
NUEVE
dijo lo siguiente:
Ya puedes mostrarte, Jaina.
Una ola de calor invadi el rostro de
la
maga,
quien
murmur
un
contrahechizo y se hizo visible ante su
mentor.
Lamento
haberte
espiado,
maestro, pero
Ese
necio
demente
est
convencido de que el mundo est a punto
de llegar a su fin. En mi opinin, eso es
llevar el tema de la peste demasiado
lejos.
Peste? inquiri Jaina.
Antonidas desmont con un suspiro,
y, a continuacin, propin un cachete
amistoso en los cuartos traseros a su
mgico?
Su maestro asinti con un
movimiento de su calva cabeza.
Es ms que probable. Por eso,
Jaina Valiente, te voy a pedir que viajes
a esas tierras a investigar ese asunto.
Yo? exclam Jaina, y casi se
ahog con el nctar.
T, s, t. Has aprendido todo
cuanto tengo que ensear. Adems, ya es
hora de que apliques lo aprendido fuera
del abrigo y seguridad que proporcionan
estas torres le explic Antonidas, que
le sonri amablemente mientras su
mirada titilaba. Adems, he dispuesto
que un enviado muy especial te ayude
con tu misin.
sacrificados
indic
Arthas
encogindose de hombros.
Jaina le escuchaba como siempre
haca, pero no slo con los odos sino
con todo el cuerpo, concentrndose en
cada palabra con la intensa meditacin
que Arthas recordaba. Por la Luz, qu
hermosa era.
Los orcos afirmaron que los
humanos haban sido ofrecidos como
sacrificio a sus demonios. Asimismo
sealaron que se trataba de una exigua
ofrenda; es obvio que les hubiera
gustado sacrificar a ms vctimas
prosigui Arthas.
Antonidas parece creer que esta
peste es de naturaleza mgica
CAPTULO
DIEZ
detuviera.
Bienhallados, granjeros!
salud en voz alta. Soy Arthas,
prncipe de Lordaeron. Mis hombres y
yo no pretendemos haceros dao. Por
favor, salid de vuestras moradas para
hablar con nosotros; tenemos que
haceros unas cuantas preguntas con el
nico fin de poder garantizar vuestra
seguridad.
Slo recibieron silencio por
respuesta. Entonces el viento arreci y
meci las hectreas de hierba donde
deberan haber estado pastando las
reses. Sin embargo, el nico sonido que
alcanzaron a escuchar fue el suave
susurro de la hierba y el chirrido de sus
armaduras
mientras
se
agitaban
inquietos a lomos de sus monturas.
Aqu no hay nadie afirm
Arthas.
O quiz estn tan enfermos que ni
siquiera sean capaces de salir de sus
casas replic Jaina. Arthas,
deberamos entrar para comprobar que
todo se encuentra en orden. Podran
necesitar nuestra ayuda!
El prncipe observ a sus hombres.
No daban la impresin de estar muy
dispuestos a entrar en una casa que
podra hallarse infestada de vctimas de
la peste y, la verdad, l tampoco. No
obstante, Jaina tena razn. Se trataba de
sus sbditos, a quienes haba jurado
Qu?
Los-los llaman los no-muertos
respondi Jaina mientras tragaba saliva.
La maga tena la cara cubierta de
holln salvo en los lugares donde el
sudor se haba abierto paso.
Que la Luz nos asista mascull
un Falric totalmente lvido. Pareca que
sus ojos se le iban a salir de sus rbitas
. Crea que esas aberraciones slo
eran cuentos para asustar a los nios.
No; son reales, sin duda alguna.
Aunque nunca haba visto uno hasta
ahora. Ni esperaba verlos jams. Los
eh Jaina interrumpi su explicacin
y respir profundamente para calmarse y
controlar su tono de voz. Los muertos
Arthas,
me
concedes
un
momento? le rog Jaina.
Se apartaron ligeramente del grupo
mientras los hombres se limpiaban y
recuperaban tras aquel desconcertante
encuentro con el horror.
Creo que ya s qu vas a decir
asegur Arthas. Te enviaron con la
misin de comprobar si esta peste era de
naturaleza mgica. Por lo visto, as es.
Se trata de magia nigromntica.
Jaina asinti con un gesto de la
cabeza, sin pronunciar palabra. El
prncipe mir de soslayo a sus hombres.
An no hemos llegado a ninguna
poblacin importante. Pero cuando lo
hagamos, tengo el presentimiento de que
inquiri Arthas.
Con el granero, nada
contest Jaina mientras negaba con la
cabeza. Sin embargo, fjate en la
tierra de alrededor.
La maga desmont, se arrodill y
palp el suelo. A continuacin se hizo
con un puado de tierra seca y hierba
muerta que se dispuso a examinar. Toc
un diminuto insecto con el dedo, cuyas
seis patas estaban encogidas tras haber
muerto y, al instante, dej que la tierra
se le escapara de entre los dedos para
que una rfaga de ligero viento se la
llevara muy lejos.
Es como si la tierra alrededor del
granero se estuviera muriendo
concluy Jaina.
La mirada de Arthas se desplaz de
la maga a la tierra y entonces se percat
de que estaba en lo cierto. A varios
metros detrs de l la hierba era verde y
tena
un
aspecto
saludable.
Probablemente all el suelo segua
siendo muy rico y frtil. Sin embargo,
bajo sus pies y en la zona que
circundaba el granero, todo pareca
muerto, como si estuviesen en pleno
invierno. No; sa no era una buena
analoga, puesto que en invierno la tierra
duerme, no muere. An queda vida
aletargada en ella, dispuesta a despertar
con la llegada de la primavera.
Pero all no se detectaba rastro
alguno de vida.
Arthas observ fijamente aquel
granero, entornando sus ojos de color
verdemar.
Qu ha podido causar algo as?
pregunt el prncipe.
No estoy segura. Esto me recuerda
a lo que sucedi con el Portal Oscuro y
las Tierras Devastadas. Cuando el portal
se abri, las fuerzas demonacas que
arrebataron a Draenor su energa vital se
esparcieron por Azeroth y la tierra de
alrededor del portal
muri dijo Arthas para
completar la frase de Jaina.
Entonces se le ocurri una idea.
Jaina, sera posible que el grano
atropelladamente
el
portal
y
desaparecan todos en cuestin de
segundos. Los no-muertos quedaron
abandonados, inmviles y sin saber
adnde ir. La coalicin de hombres y
enanos acab con ellos con facilidad.
Maldita sea! exclam Arthas.
Una mano le toc el brazo y se
sobresalt antes de darse cuenta de que
se trataba de Jaina. No estaba de humor
para que lo reconfortasen o le dieran
explicaciones; tena que hacer algo, lo
que fuera, para compensar la huida de
aquellos hombres ataviados con tnicas
negras. Destruid ese almacn!
orden a voz en grito.
S, alteza! replic el lder de
CAPTULO
ONCE
rthas
estaba
exigiendo
demasiado a sus hombres y lo
saba; sin embargo, el tiempo era un
recurso escaso que no podan
desperdiciar. Sinti una punzada de
culpa al ver a Jaina masticando un poco
de carne seca mientras cabalgaban. Si
bien a l la Luz le llenaba de energa
cuando la utilizaba, Jaina se hallaba
exhausta despus del supremo esfuerzo
que haba tenido que hacer en la batalla,
mientras que los magos extraan su
poder de otras fuentes distintas. Pero no
haba tiempo para descansar, no cuando
miles de vidas dependan de ellos.
Lo haban enviado a cumplir una
po
Se volvi hacia ella furioso.
Voy a dar con l. Voy a dar con
ese bastardo amante de los no-muertos y
le voy a desmembrar lentamente por lo
que ha hecho! Ya veremos si luego
alguien lo recompone con suturas, como
ese bicho hecho de retales de cadveres
que hemos combatido antes.
Arthas sali de all a toda prisa,
temblando. Haba fracasado. Haba
tenido al responsable de todo aquello
delante de las narices y haba fracasado.
El grano se haba repartido y slo la Luz
saba cunta gente iba a morir por eso.
Por su culpa.
No. No iba a permitir que algo as
Debo hacerlo!
Claro que debemos acabar con
esto, y har todo lo posible por
ayudarte, ya lo sabes. Pero nunca te
haba visto sentir tanto odio.
Arthas se ri, profiriendo una
carcajada gutural y cortante.
Acaso quieres que me haga
amigo de los nigromantes?
Arthas, no tergiverses mis
palabras. Eres un paladn. Un siervo de
la Luz. Se supone que eres tanto un
sanador como un guerrero y, sin
embargo, lo nico que percibo en ti es
ansia por acabar con el enemigo le
replic frunciendo el ceo.
Empiezas a hablar como Uther.
armas.
Seor, te juro que no te vas a
creerlo que est ocurriendo.
Explcamelo y ya veremos si me
lo creo o no contest Arthas.
El prncipe no se llev ninguna
sorpresa al escuchar las primeras
palabras que pronunci aquel hombre:
los muertos se haban alzado y los
atacaban. Lo que s le sorprendi es que
empleara el trmino un vasto ejrcito.
En aquel instante, Arthas mir a Jaina.
Pareca exhausta. Resultaba obvio que
el breve descanso de la noche anterior
no le haba bastado para recuperar
fuerzas.
Seor grit uno de los
He de volver con l. No te
preocupes por m. Adelante!
CAPTULO
DOCE
debes saberlo.
Hablaba con un tono de voz
totalmente montono y Jaina sinti que
algo en su interior se estremeca. Por lo
menos no gritaba como haba hecho el
da anterior, pero esto era peor. El
prncipe sirvi un bol de cereales
calientes y se lo ofreci a Jaina. sta
dio buena cuenta de l mientras Arthas
segua hablando.
Esta peste estos no-muertos
alcanz a articular antes de tomar aire
con fuerza. Sabamos que el grano era
el portador de la peste. Sabamos que
mataba a la gente. Pero es mucho peor,
Jaina. No slo los mata.
Pareca que las palabras se le
en voz baja.
Quiz parezca que ahora se
encuentran perfectamente, pero es slo
cuestin de tiempo que se transformen
en no-muertos!
Qu? exclam Uther. Te
has vuelto loco, muchacho?
No respondi Jaina. Tiene
razn. Si han comido ese grano, se han
contagiado Y si estn infectados se
transformarn.
Jaina no dejaba de darle vueltas en
la cabeza. Tena que haber algo que
pudieran hacer. Antonidas le haba
contado una vez que si algo posea
naturaleza mgica, entonces poda ser
combatido con magia. Si pudieran
humanos!
Maldita sea, Uther! Debemos
hacerlo! rugi Arthas, encarndose
con Uther.
Escasos centmetros separaban
ambos rostros, y, por un momento
aterrador, Jaina crey que iban a
desenvainar sus armas.
Arthas, no! No podemos hacer
eso! chill, sin poder evitar que las
palabras abandonaran sus labios.
El prncipe se volvi como un rayo
hacia ella; sus ojos de color verdemar
estaban nublados por la ira, el
sufrimiento y la desesperacin. Jaina se
percat de inmediato de que Arthas
realmente crea que sa era la nica
cara.
Me acusas de traicin?
farfull Uther. Acaso has perdido la
cabeza, Arthas?
Eso crees? Lord Uther, en virtud
de mis derechos de sucesin y del poder
soberano de la corona, te relevo del
mando y suspendo a tus paladines de sus
funciones.
Arthas! exclam Jaina, cuya
lengua se haba liberado a causa de la
indignacin. No puedes
El prncipe se gir con gran
celeridad y le replic furioso:
Puedo! Y est hecho!
Si bien Jaina permaneci con la
vista clavada en l, Arthas se volvi
que
haba
debajo
de
tanta
determinacin: un joven bueno y
responsable ligeramente asustado.
Jaina?
Aquella palabra no era slo una
mera palabra. Era tanto una pregunta
como un ruego. Mientras la maga lo
miraba de hito en hito, paralizada como
un pjaro ante una serpiente, Arthas le
ofreci una mano enguantada. Jaina la
observ un momento, pensando en todas
las veces que esa mano se haba cerrado
sobre la suya con delicadeza, en todas
las veces que la haba acariciado, en
todas las veces que haba brillado con
luz sanadora al curar a los heridos.
Sin embargo, ahora no poda
prncipe.
Con un gesto de una mano provista
de unas garras largas y afiladas que
brillaban bajo la luz de las llamas que
seguan ardiendo y consumiendo la gran
ciudad, seal a los hombres de Arthas
y declar:
Rene tus fuerzas y ve a
encontrarte conmigo en la tierra rtica
de Rasganorte. All es donde se decidir
tu verdadero destino.
Mi verdadero destino? La voz
de Arthas se quebr a causa de la ira y
la confusin. Pero qu?
Las palabras se ahogaron en su
garganta a medida que el aire que
circundaba a MalGanis comenzaba a
CAPTULO
TRECE
cmoda.
Supuse que te encontrara aqu.
Adnde ha ido, muchacha? Adnde se
ha llevado Arthas la flota?
La flota? inquiri Jaina,
abriendo los ojos exageradamente.
Ha asumido el mando de toda la
flota de Lordaeron y ha partido con ella.
Slo sabemos que ha enviado un breve
mensaje a su padre al respecto, aunque
ignoramos por qu lo han obedecido sin
haber recibido rdenes directas de sus
comandantes asegur Uther, aunque
ms que hablar pareca que grua.
Porque es su prncipe. Porque
adoran a Arthas. Adems, no saben qu
ha pasado aqu respondi Jaina,
muchacha.
Tan obvio resulta que me siento
responsable? coment, sonriendo con
desgana.
Cualquiera que albergue una
migaja de compasin en su corazn se
preguntara lo mismo que t, lo mismo
que yo.
Jaina alz la mirada, sorprendida
por la confesin que acababa de
escuchar.
T tambin? le interrog
Jaina.
El viejo paladn asinti; tena los
ojos inyectados en sangre a causa de la
fatiga, y en las profundidades de su
mirada Jaina detect un sufrimiento tan
respondi:
Como quieras. Que la Luz te
ampare, Lady Jaina Valiente.
Y a ti, Uther el Iluminado.
La maga sonri lo mejor que pudo y
observ al paladn alejarse poco a poco.
Sin duda alguna, Arthas considerara
que le haba traicionado de nuevo, pero
si de ese modo lograba salvarle la vida,
Jaina podra vivir con ello.
El hedor comenzaba a superar los
lmites que su testarudez le permita
soportar. Aun as, Jaina se detuvo para
echar un vistazo rpido a su alrededor.
Una parte de ella se preguntaba por qu
se hallaba en aquel lugar; la otra
conoca la respuesta. Se encontraba all
CAPTULO
CATORCE
conocimientos
y buscar
tesoros
arqueolgicos.
As que se trata de un asunto de la
Liga dedujo Arthas.
S, en efecto. He estado aqu
muchas otras veces. sta es una tierra
extraamente cautivadora que no revela
sus secretos con facilidad Eso la
vuelve muy intrigante. El enano
rebusc en su alforja, de donde sac un
diario encuadernado en cuero, que daba
la impresin de haber conocido das
mejores. Se lo lanz a Arthas soltando
un gruido. El prncipe lo cogi y lo
hoje por encima. Contena cientos de
bocetos de criaturas, paisajes y minas.
Aqu hay mucho ms de lo que
queda ms cerveza?
Los das pasaron y Muradin y Arthas
intercambiaron impresiones. Ahora
tenan una doble misin que cumplir:
matar a MalGanis y hacerse con la
hojarruna. Al final, decidieron que la
estrategia ms inteligente sera seguir
avanzando hacia el interior y enviar la
flota hacia el norte para establecer all
un nuevo campamento. Tuvieron que
luchar no slo con no-muertos sino con
manadas de lobos famlicos y feroces,
con unos seres extraos que parecan
mitad lobos, mitad humanos, y con una
raza de trols que daban la impresin de
sentirse tan cmodos en aquel glido
lugar del norte como sus primos en las
esas rdenes.
Las pobladas cejas de Muradin se
unieron en una sola cuando ste frunci
el ceo.
A qu te refieres?
Arthas le contest con una fiera
sonrisa y, acto seguido, le cont su plan.
Muradin pareca estupefacto.
No crees que te ests excediendo
un poco, muchacho? inquiri el enano.
Por el tono de voz que haba
empleado, estaba claro que Muradin
consideraba que realmente se estaba
excediendo un poco; quiz demasiado.
Arthas decidi ignorar el comentario.
Muradin no haba sido testigo de lo que
l haba visto, no se haba visto
CAPTULO
QUINCE
de los hombres.
El enano no se anduvo con rodeos.
Has mentido a tus hombres y has
traicionado a los mercenarios que
lucharon por ti! le espet Muradin
mientras acercaba su rostro al de Arthas
tanto como le permita su escasa estatura
. Ya no eres el muchacho que yo
adiestr. Ya no eres el hombre que fue
admitido en la Orden de la Mano de
Plata. Ya no eres el cro del rey Terenas.
Hace tiempo que dej de ser un
cro replic con furia Arthas, mientras
apartaba a Muradin. He hecho lo que
deba hacer.
Casi esperaba que el enano lo
atacara; sin embargo, la ira pareci
Escarcha.
Falric alz las cejas sorprendido y
esperanzado pues saba a qu se refera.
Arthas haba compartido lo que le
haban contado acerca de aquella
espada, incluido lo referente a su
hipottico tremendo poder, con un
puado de sus hombres de ms
confianza.
En cuanto se halle en nuestro
poder, la victoria ser nuestra. Podrs
contenerlos hasta entonces?
S, alteza contest Falric con
una sonrisa, aunque pareca igual de
preocupado que segundos antes.
Contendremos a estos bastardos nomuertos.
Muradin vociferaba
indicaciones
avancis ms.
Muradin se detuvo.
Muchacho coment en voz baja.
A pesar de todo, el sonido reverber
hasta el infinito, tal vez deberamos
hacerles caso.
A quin? grit Arthas. Esto
no es ms que un ltimo y pattico
intento de desviarme del camino que
lleva a la salvacin de mi pueblo. Va a
hacer falta algo ms que unas palabras
funestas para que yo abandone este
camino.
Avanz presuroso martillo en mano,
dobl la esquina y se qued
paralizado intentando asumir lo que
vean sus ojos.
ceo an fruncido.
Espera hay una inscripcin en
el estrado. Djame comprobar si soy
capaz de leerla. Quiz contenga algn
mensaje relevante.
Ambos avanzaron hacia la espada,
Muradin para arrodillarse y examinar la
inscripcin, y Arthas para situarse ms
cerca de aquella hojarruna que tanto lo
atraa. El prncipe ech un vistazo de
soslayo a la inscripcin que intrigaba a
su mentor. No estaba escrita en ninguna
lengua que l conociera; sin embargo, el
enano pareca capaz de leerla, a juzgar
por cmo segua el curso de las letras
con la mirada. Arthas alz una mano
para golpear el hielo que le separaba
Muradin.
El corazn de Arthas le dio un
extrao vuelco al escuchar las palabras
de Muradin. Cmo poda plantear
siquiera que deban marcharse? Cmo
iba a dejar esa espada ah, flotando en
su prisin helada, sin ser tocada, sin ser
usada, cuando podra otorgarle un poder
inconmensurable? No obstante, tena que
admitir que si bien la inscripcin
prometa el poder eterno, tambin
adverta de que era capaz de corromper
el espritu.
Mi espritu ya est corrompido
afirm Arthas.
Y as era. Haba quedado marcado
por la muerte innecesaria de su amado
sufridas.
Arthas, muchacho le rog
Muradin con esa spera voz tan
caracterstica. Ya tienes bastantes
cosas que afrontar como para llevar la
pesada carga de una maldicin sobre ti.
Una maldicin? le espet
Arthas, riendo amargamente. Con
sumo gusto soportara cualquier
maldicin por salvar mi patria.
Por el rabillo del ojo, el prncipe
observ que Muradin se estremeca.
Arthas, sabes que soy un enano
muy pegado a la tierra, que no soy muy
dado a dejarme llevar por las fantasas.
Pero insisto: esto me da muy mala
espina, muchacho. Djalo estar.
recndito de su ser.
Tengo un deber para con los
muertos. Nada podr evitar que me
cobre venganza, viejo amigo afirm el
prncipe.
Apart la vista de la espada
fugazmente y se top con la mirada
teida de preocupacin de Muradin, lo
que provoc que relajara un poco el
duro gesto que dibujaban sus facciones.
Ni siquiera t advirti al enano.
Arthas yo te ense a luchar.
Quise ayudarte a ser un buen guerrero
as como un buen rey. El buen guerrero
es aquel que escoge qu batallas debe
librar y con qu armas asever
mientras sealaba con su rechoncho
CAPTULO
DIECISIS
Jaina
Conmovido por esa fantasa, cogi
uno de los ptalos rojos con una mano
enguantada. Lo acarici con el pulgar
con sumo cuidado, y, al instante, frunci
el ceo en cuanto apareci en l una
mancha, que se extendi ante sus ojos
desecando y destruyendo el ptalo hasta
que se torn ms marrn que rojo en la
palma de su mano. Con un gesto rpido y
displicente, se deshizo de aquella cosa
muerta y prosigui su camino.
Abri de un empujn las enormes
puertas que daban a la sala del trono que
tan bien conoca; una vez dentro, lanz
una mirada fugaz a Terenas y obsequi a
su padre con una sonrisa, oculta en parte
ira bien.
Ya no hace falta que te sacrifiques
ms por tu pueblo. Ya no debes
soportar ms el peso de la corona. Yo
me puedo ocupar de todo, se dijo el
prncipe.
Arthas se incorpor, provocando
con su armadura un tremendo estruendo.
Alz una mano, apart la capucha que
ocultaba su rostro y aguard a la
reaccin de su padre. En cuanto Terenas
se percat del cambio que se haba
operado en su nico hijo, dio la
sensacin de que se le iban a salir los
ojos de sus rbitas.
El pelo de Arthas, que una vez haba
sido dorado como el trigo que haba
fragmentos de conversaciones:
Sabes que no deberas montarlo
an.
Te has saltado las clases una vez
ms.
Los horrendos gritos de agona de
Invencible retumbaron de nuevo en su
mente. La Luz se detuvo una vez ms
ante l durante un espantoso momento,
como si dilucidara si era digno o no de
su bendicin. El rostro de Jaina cuando
l decidi poner fin a su relacin volvi
a hallarse ante l.
Escchame, muchacho La sombra
ya se ha cernido sobre ella, y ya no
puedes hacer nada por impedirlo
Recuerda que cuanto ms intentes
Ni entonces, ni ahora.
Jams.
sa era la prueba.
La sangre carmes de su padre que
tea a la Agona de Escarcha an no se
haba secado mientras por todas las
tierras que ahora gobernaba rondaba la
muerte. El cambio estaba prximo.
Este reino caer prometi a su
amado corcel mientras colocaba su capa
sobre el lomo huesudo de su montura y
se suba a ella. Y de sus cenizas
surgir un nuevo orden que har temblar
los cimientos del mundo!
El caballo relinch.
Invencible.
TERCERA
PARTE
LA DAMA
OSCURA
INTERLUDIO
ylvanas
Brisaveloz,
antigua
general (los cargos y tratamientos
los he unificado en minscula) de la
hemos llegado.
Entraron en una habitacin que a
cualquiera con un mnimo de
sensibilidad le habra parecido una casa
del terror. Sobre una mesa enorme, un
no-muerto encorvado se afanaba
cosiendo los restos de diferentes
cadveres, mientras canturreaba en voz
baja. Ante lo cual, Sylvanas sonri y le
espet socarronamente:
Me alegro de ver a alguien
disfrutar tanto con su trabajo.
El aprendiz se sobresalt al
escuchar esas palabras, y, acto seguido,
hizo una profunda reverencia.
En aquel lugar, donde se poda
escuchar el zumbido montono del
CAPTULO
DIECISIETE
jbilo.
Ya, replic, procurando mantener
una voz firme ante el demonio, he
condenado a todos a los que he amado y
todo cuanto he querido en su nombre, y
no siento remordimiento alguno. Ni
pena. Ni vergenza.
Entonces, en lo ms hondo de su ser,
escuch otro susurro, que no provena
de la Agona de Escarcha: Mentiroso.
Sin embargo, apag los rescoldos de
ese sentimiento de inmediato. Esa voz
deba silenciarse de algn modo. No
poda dejar que esa duda creciera. Era
como una gangrena, que se lo comera si
lo permita.
Tichondrius no pareci percatarse
fijamente
a
Arthas,
sintindose
ultrajado.
Esta urna guarda las cenizas de tu
padre, Arthas! Acaso quieres mear
sobre ellas por ltima vez antes de dejar
que su reino se pudra?
Arthas sinti un repentino escalofro.
Padre
No saba qu contena
mascull, tanto para s como para Uther.
As que sa era la trampa que
ocultaba esa misin, la razn por la que
el Seor del Terror haba sonredo
cuando le haba dado instrucciones al
caballero de la muerte. Porque saba qu
haba dentro. Arthas se vea sometido a
una prueba tras otra. Sera capaz de
su vstago.
Ese comentario le doli. No se lo
esperaba. Se detuvo, mientras las
emociones pugnaban en su corazn, y
Uther, quien siempre haba vencido al
prncipe, se aprovech de ese breve
titubeo para abalanzarse sobre l.
Por la Luz! grit, echando el
martillo hacia atrs y trazando con todas
sus fuerzas un arco cuyo objetivo era
Arthas.
Aquella arma luminosa se aproxim
al caballero de la muerte con tanta
rapidez que pudo escuchar al aire gemir
al rasgarlo.
Se apart de un salto justo a tiempo
y sinti cmo el aire le acariciaba la
segundo.
Menguando ante el poder que el Rey
Exnime proporcionaba a Arthas.
La Agona de Escarcha caa con
fuerza una y otra vez; sobre la cabeza
reluciente del martillo, sobre el mango,
sobre el hombro de Uther, sobre el
estrecho espacio entre la parte de la
armadura que cubra el cuello y las
hombreras, golpeando con saa
Uther el Iluminado gru y
trastabill hacia atrs. Le haba herido y
estaba sangrando. El martillo, enorme y
radiante, cay de su mano inerte: la
Agona de Escarcha prcticamente le
haba seccionado el brazo. De un
mandoble mell la coraza del viejo
CAPTULO
DIECIOCHO
negra
de
aspecto
amenazador.
Impulsadas por sus mltiples patas,
avanzaban con celeridad para alcanzar a
Arthas. Se acercaban a l Se
Son los nuevos guerreros que el
Rey Exnime enva a su favorito le
explic el incorpreo KelThuzad.
Al parecer, Arthas era el nico que
poda ver y escuchar a aquel espectro,
con quien haba estado conversando
largo y tendido los ltimos das. El
espectro se haba centrado en sembrar
las semillas de la sospecha y la duda en
la mente del caballero de la muerte. No
sobre s mismo sino sobre
Tichondrius y los dems demonios.
No se puede confiar en los seores
En su da fueron nerubianos
respondi
KelThuzad.
Los
descendientes de la raza antigua y
orgullosa de los Aqir. Cuando estaban
vivos, eran tremendamente inteligentes y
slo perseguan un objetivo: eliminar a
cualquiera que no fuera como ellos.
Arthas observ a aquellas criaturas
arcnidas con repugnancia.
Estupendo. Y ahora qu?
Estos seres cayeron combatiendo
a aqul al que servimos, quien los ha
hecho regresar de la muerte. Su seor,
Anubarak, los ha transformado en nomuertos, y ahora han venido a ayudarle,
prncipe Arthas. Para alcanzar la gloria
en el nombre de nuestro seor y en el de
usted.
As que cuento con araas nomuertas para luchar contra los elfos de
QuelThalas reflexion Arthas.
Eran
enormes,
horrendas
y
mortferas.
Se
aproximaban
apresuradamente sin dejar de gorjear
acompasando su paso al de los
cadveres, espectros y abominaciones.
supuestamente
extinguidos
Aqir.
Tambin le habl del olor Kelmarin,
que no era dado a exagerar, hablaba
pestes del hedor que preceda a aquel
espantoso ejrcito. Los bosques, el
primer bastin defensivo de esas tierras,
sucumban al paso de las extraas
mquinas de guerra que el prncipe
llevaba consigo. A Sylvanas le vino a la
memoria el recuerdo de los dragones
rojos que haban incendiado aquellos
bosques no haca tanto tiempo.
Lunargenta
haba
resistido
sus
acometidas, claro est, pero los bosques
haban sufrido muchsimo. Tanto como
sufran ahora
Mi seora concluy Kelmarin,
monstruosidades
para
hacer
de
centinelas. Transmitan la sensacin de
que la derrota era algo inconcebible
para ellos.
Esa arrogancia sera su fin.
La General forestal esper y
observ al enemigo hasta que sus
arqueros estuvieron en posicin. Haba
hecho caso a las advertencias de
Kelmarin y convocado a dos tercios de
sus guardias. Crea firmemente que
Arthas no podra echar abajo las puertas
mgicas de los elfos que protegan
QuelThalas. El prncipe ignoraba
muchas cosas sobre ellas como para ser
capaz de hacer algo as. Ella misma
hasta ahora no haba credo ciertas
aadi Arthas.
La general entorn sus ojos azules y
le espet desafiante:
Adelante. La puerta de los elfos
que brinda acceso al reino localizado en
su interior est protegida por nuestros
encantamientos ms poderosos. No
podrs cruzarla.
Acto seguido coloc una flecha en su
arco; aqulla era la seal de ataque. Al
punto, el aire se llen con el zumbido
repentino de decenas de flechas que
surcaron el cielo. Sylvanas apunt al
prncipe humano (o que antao haba
sido humano), dispuesta a acertar como
siempre. La flecha silb mientras se
diriga rauda y veloz a la cabeza
Diles
que
hemos
sido
traicionados.
Si bien Telkor palideci al escuchar
esas palabras, volvi a asentir y parti
raudo y veloz cual flecha. Era un buen
arquero, pero Sylvanas no se engaaba a
s misma: uno ms no marcara ninguna
diferencia en la batalla que se
avecinaba. No obstante, si los magos
que controlaban y dirigan la energa de
la Fuente del Sol supieran a qu se
enfrentaban tal vez tuvieran una
oportunidad.
Huyeron en direccin norte y,
cuando sus tropas cruzaron el puente, la
general se detuvo de improviso a medio
camino, se dio la vuelta y mir hacia
atrs.
Sylvanas se qued boquiabierta.
Aunque esperaba contemplar la llegada
de Arthas y su siniestro ejrcito, que
conformaba un conjunto bastante
espantoso de por s, compuesto de
centenares
de
no-muertos,
abominaciones, engendros voladores
parecidos a murcilagos y grotescos
seres arcnidos que avanzaban con una
determinacin implacable, no esperaba
ver lo que iban dejando a su paso.
Como si fuera el rastro dejado por
una babosa, o un surco abierto por un
arado, la tierra que hollaban los pies de
los no-muertos se tornaba oscura y
estril. An peor; Sylvanas se acord de
sacar de quicio.
S. Voy a sacarte de quicio. Voy a
hostigarte como un gorrin a un
halcn. Elrendar divide en dos el
Bosque Cancin Eterna; te costar
hallar la forma de cruzarlo con esas
mquinas de guerra, pens Sylvanas.
Saba que as slo lograran retrasarlo,
nada ms. Pero si lograban demorarlo el
tiempo suficiente, quiz podran enviar
un mensaje.
La preocupacin revolote cual
pjaro por su mente. Arthas haba dado
la sensacin de estar absolutamente
convencido de que sera capaz de
neutralizar la magia que protega las
puertas de los elfos. Ya haba
CAPTULO
DIECINUEVE
Jaina
Arthas sacudi la cabeza de lado a
lado con fuerza. Jaina haba tenido la
oportunidad de unirse a l, pero haba
rechazado su oferta. Haba renegado de
l, a pesar de haber jurado que nunca
hara algo as. No le deba nada a esa
mujer. Ahora slo responda ante el Rey
Exnime.
Esos
pensamientos
tranquilizaron al prncipe, que sonri y
dio unas palmaditas en las protuberantes
vrtebras a aquella bestia no-muerta,
que sacudi su huesuda cabeza a modo
de respuesta. No caba duda de que la
hermosa y tenaz general de la Guardia
Forestal era la causa de la perturbacin,
que le haba llevado a cuestionarse,
la batalla ha concluido.
Por extrao que parezca, eso son
como un cumplido.
Sylvanas trag saliva, aunque tena
la boca ms seca que la arena del
desierto. Aferr con ms vigor an sus
armas y le espet:
Entonces librar mi ltima batalla
aqu, asesino. Anaralah belore.
Los grises labios del prncipe se
crisparon.
Como quieras, general de la
Guardia Forestal.
Ni siquiera se molest en desmontar.
El corcel esqueltico relinch y galop
directo hacia ella. Arthas sostena las
riendas con la mano izquierda, y con la
sangra.
Acaba ya con esto susurr
Sylvanas. Me merezco una muerte
rpida y limpia.
La voz del prncipe flot hasta ella
desde algn lugar lejano mientras se le
cerraban los ojos.
Despus de todos los problemas
que me has causado, lo ltimo que
pienso hacer es garantizarte la paz
eterna que conlleva la muerte, mujer.
El miedo se apoder de ella por un
instante, pero enseguida se desvaneci
al igual que todo lo dems. Acaso
Arthas la iba a hacer regresar de entre
los muertos como uno de sus torpes
engendros?
de tu fracaso.
Entonces aquel ser que una vez haba
sido humano, que una vez haba sido a
todas luces un hombre, se volvi y
sonri antes esas palabras desafiantes y
devastadoras, provocndole a Sylvanas
un ataque de agona que la oblig a
proferir con sus labios incorpreos otro
grito capaz de desgarrar el alma.
Haba encontrado la solucin.
Lanz la Agona de Escarcha a la
orilla y observ casi embelesado cmo
daba vueltas en el aire hasta aterrizar
con la punta clavada en la arena.
La Agona de Escarcha habla
Sylvanas tambin escuch la voz del
Rey Exnime emanar de aquella arma
CAPTULO
VElNTE
enemigos.
Ahora llega para prender fuego a
este mundo. Nuestro amo fue creado
para allanar el camino a su llegada. Los
seores del terror fueron enviados para
cerciorarse de que nuestro amo
triunfaba.
Entonces, la escena que Arthas vea
en su mente cambi. Se hallaba ante un
portal con muchos ornamentos tallados.
Saba que se trataba del Portal Oscuro, a
pesar de que nunca lo haba visto.
Irradiaba un fuego verde y una hueste de
demonios se apiaba a su alrededor.
Arthas sacudi la cabeza y la visin se
desvaneci.
As que la peste de Lordaeron, la
liber.
No vuelvas a mencionar este tema
le advirti. Centrmonos en la tarea
que tenemos entre manos.
Sylvanas permaneci callada. Sin
embargo, en su lvido y espectral
semblante se dibujaba una gran sonrisa
de satisfaccin.
mirada.
He aprendido mucho aadi la
maga.
El archimago segua mirando por la
ventana, con las manos a la espalda,
como si estuviera haciendo algo tan
banal como observar a los estudiantes
practicar.
No replic el maestro con suma
tranquilidad.
Tienes
otras
obligaciones que atender.
En ese instante se volvi hacia ella,
y el corazn de Jaina se encogi al ver
el semblante de su maestro.
Deberes que tanto yo como
Terenas, que la Luz tenga en su gloria
eludimos. Por negarse a escuchar a
que yacas?.
Jaina
parpade
estupefacta,
asombrada por las duras palabras que le
diriga aquel hombre tan cultivado.
Mira, yo, alcanz a articular la
maga.
Pero a Kaelthas no le importaba lo
que Jaina tuviera que decirle.
Arthas es un asesino! Ha
masacrado a millares de inocentes!
Tiene las manos manchadas con tanta
sangre que ni un ocano podra
limpirselas. Y t le amabas? Cmo
pudiste escogerle a l y no a m?, le
espet el prncipe elfo.
Su voz, normalmente meliflua y
calmada, se quebr al pronunciar la
transformado en un caballero de la
muerte. La voz de Antonidas la sac de
su ensimismamiento. Parpade en un
intento de regresar al presente.
Retira tus tropas, o nos veremos
obligados a utilizar nuestros vastos
poderes contra vosotros! Toma una
decisin ya, caballero de la muerte.
Antonidas se retir del balcn y se
volvi hacia la maga, a quien habl con
voz normal. Jaina, vamos a erigir unas
barreras
que
impedirn
la
teletransportacin
momentneamente.
Debes irte de aqu de inmediato, o
quedars atrapada.
Tal vez pueda razonar con l
Quiz yo pueda Tras decir estas
CAPTULO
VEINTIUNO
De
este
modo,
KelThuzad,
valindose de su magia, teletransport a
Arthas a aquel continente lejano, a esa
colina que le ofreca unas vistas
asombrosas. Los bosques autctonos
eran exuberantes, frondosos y sanos. No
obstante, Arthas divis a lo lejos que la
Legin ya haba dejado ah su huella. En
los lugares donde no haban arrebatado
la esencia vital a la tierra, los rboles y
las bestias, haban dejado todo
corrompido.
Haban,
en efecto,
devorado toda la vida. En ese momento,
Arthas vislumbr una silueta en la cima
de una colina situada ms abajo y
sonri. Era el elfo a quien haba estado
esperando.
conmigo.
Arthas sonri. Deseaba librar una
buena lucha.
Acrcate, entonces le exhort
para provocarle el caballero de la
muerte. Seguro que descubres que
nuestras fuerzas son parejas.
Invencible se encabrit y baj la
colina al galope, tan ansioso por entrar
en accin como su amo. Illidan gru y
corri a su encuentro.
Esto recuerda poderosamente a una
danza, pens Arthas mientras ambos
guerreros se encaraban. Illidan era
fuerte y gil; adems, sus habilidades
naturales haban sido incrementadas por
los demonios. Arthas tampoco era un
pertenece a la Legin!
Ha llegado el momento, pens
Sylvanas.
La sonrisa de Arthas se ensanch y
contest alegremente:
Ya no, demonio. Vuestros
maestros han sido derrotados. La Legin
se descompone. Vuestra muerte cerrar
el crculo.
Sin dejar de sonrer, levant a la
Agona de Escarcha. Las runas bailaron
y brillaron a lo largo de la hoja. Tir de
las riendas y el caballo esqueltico se
abalanz sobre aquel grupo de tres
demonios.
Esto no ha terminado, humano!
grit desafiante Detheroc.
inevitable.
Sylvanas no estaba tan segura. Ella
tambin haba subestimado a Arthas; en
su corazn no slo albergaba el fro
odio que senta por l sino tambin la
culpa por el papel que haba
desempeado en aquella sangrienta
victoria.
Vosotros pretendis derrocarlo y
queris que yo os ayude dijo el alma
en pena sin rodeos.
Detheroc, que era quien pareca
estar al cargo, haba permanecido en
silencio mientras sus hermanos hablaban
con Sylvanas. Se haba enfadado y
acalorado, pero su expresin se haba
mantenido neutral. Cuando por fin se
CAPTULO
VEINTIDS
recuperaba
el
aliento.
Entonces
parpade, desconcertado.
Los no-muertos se estaban
peleando entre s.
Por supuesto, algunos de ellos
todava estaban bajo su mando. Seguan
siendo sus sbditos
No. Eran sus herramientas, sus
armas, no sus sbditos.
Los observ un momento, apoyado
contra la fra piedra. Una abominacin
controlada por sus enemigos decapit a
un no-muerto de grandes orejas y lanz
la cabeza lejos. Se estremeci asqueado
al contemplar a ambos bandos de nomuertos. Unos seres putrefactos,
infestados de gusanos, que caminaban
amable. Me ayudars?
El rostro de la cra se ilumin y se
acerc flotando a su lado.
Slo vivo para servirte, rey
Arthas le contest con una voz dulce a
pesar de sonar hueca.
Arthas le devolvi una sonrisa
forzada. Era ms fcil cuando no eran
ms que un montn de carne podrida.
Pero esto tena sus ventajas, no cabe
duda. Sirvindose de toda su voluntad,
convoc a ms y ms no-muertos; el
esfuerzo
le
haca
respirar
entrecortadamente. Vinieron dispuestos
a servir al ms fuerte. Con un rugido,
Arthas descendi sobre aquellos que se
atrevan a interponerse en el destino que
no s qu me deparar el futuro, ni si
volver siquiera. As que quiero que
veles por esta tierra. Tambin que te
cerciores de que mi legado perdura.
Confi en el ente exnime no por
afecto o lealtad, sino simplemente
porque la cruda realidad le haba
demostrado que poda confiar en
KelThuzad, un engendro no-muerto, fiel
al amo al que ambos servan. Los ojos
de Arthas buscaron al pequeo fantasma,
que segua flotando, sonriente, a pocos
metros, y luego se posaron en las caras
estpidas
de
los
cuerpos
en
descomposicin, que se tiraran por un
precipicio si l se lo ordenara.
No eran ms que carne muerta y
Sylvanas
despert
de
su
ensimismamiento y se volvi hacia
aquella alma en pena, una de las muchas
que flotaban a su lado. Ya no poda
flotar en el aire con ellas, pero lo cierto
es que prefera la pesadez, la solidez de
la forma corporal que haba recuperado
para s.
Y t no lo ests, hermana?
contest con sequedad. Hace apenas
unos das ramos esclavas del Rey
Exnime. Slo vivamos para masacrar
en su nombre. Y ahora somos libres.
No te entiendo, seora. La voz
de la alma en pena era hueca y confusa
. Nuestra voluntad dicta ahora
nuestros actos. No luchaste por eso?
CAPTULO
VEINTITRS
Se trataba de dracohalcones. Se
qued anonadado. Haba exterminado a
todos los altos elfos. Acaso algunos de
ellos haban sobrevivido y se haban
reagrupado? En tal caso, cmo era
posible que supieran adnde se diriga y
estuvieran esperndole ah para
combatirle? Una sonrisa fue dibujndose
lentamente en sus apuestas facciones y
no pudo evitar sentir cierta admiracin
por ellos.
Los dracohalcones se aproximaron.
Arthas alz a la Agona de escarcha a
modo de saludo.
He de admitir dijo a voz en
grito que estoy sorprendido de
encontrarme aqu con los queldorei.
Otro?
Me refiero a KelThuzad aclar
Anubarak con esa voz reverberante, una
mezcla entre un silbido y un suspiro, que
volvi a retumbar estruendosamente.
Se agach y observ a Arthas con
sus mltiples ojos.
Le conozco. Conoc y me present
a KelThuzad cuando vino a servir al
Rey Exnime, como te saludo y me
presento ante ti ahora.
Arthas se pregunt si KelThuzad se
habra sentido tan inquieto como l
cuando conoci a este no-muerto, este
rey arcnido de una antigua raza. Seguro
que s, se dijo. Cualquiera se sentira
as.
tanta facilidad.
Lstima que no estuviera ah para
detenerte. Ha pasado mucho tiempo
desde la ltima vez que nos vimos,
Arthas.
Aquella voz era melodiosa, suave y
culta y estaba cargada de odio. El
caballero de la muerte se volvi en
cuanto la reconoci; le sorprenda y a la
vez le regocijaba encontrarse con su
dueo en ese lugar. Qu giros
inesperados e ironas nos depara el
destino.
Prncipe Kaelthas repuso
Arthas sonriendo.
El elfo permaneci a unos metros de
distancia, mientras el fulgor del hechizo
de teletransportacin se desvaneca.
Pareca no haber envejecido ni un pice:
tena exactamente el mismo aspecto que
Arthas recordaba. No, exactamente no.
Sus ojos azules brillaban con el fuego de
la ira contenida. No se trataba de la
misma rabia que haba visto dibujada en
su semblante en su ltimo encuentro,
sino de una furia glida cuyas races
eran muy profundas. Y ya no vesta de
prpura y azul como los Kirin Tor, sino
con los tonos carmes tradicionales de
su pueblo.
Arthas Menethil dijo el elfo,
omitiendo su ttulo de forma consciente.
Era evidente que pretenda desairarlo,
aunque Arthas no se sinti ofendido.
con creces!
Casi estoy disfrutando de esta
charla, sabes? Ha pasado tanto tiempo,
verdad? No nos habamos visto desde
que El caballero de la muerte dej
la frase inconclusa y se percat de que
el prncipe elfo sufra un leve espasmo
cerca del ojo.
S;
Kaelthas
lo
recordaba.
Recordaba haberse tropezado con Jaina
y Arthas enzarzados en un apasionado
beso. Aquel recuerdo tambin perturb
al caballero de la muerte fugazmente, de
modo que el placer que senta al infligir
ese tormento a Kaelthas se vio
atenuado.
Sin embargo, he de decir que
CAPTULO
VEINTICUATRO
y moran.
Qu demonios era eso?
pregunt Arthas, jadeando a la vez que
se giraba hacia Anubarak. Estos
nerubianos pertenecen a tu estirpe. Por
qu se muestran hostiles?
Muchos de los que cayeron
durante la guerra de la Araa fueron
trados de vuelta de la muerte para
servir al Rey Exnime respondi
Anubarak mientras sealaba a uno de
los cuerpos con una pata delantera.
Sin embargo, estos guerreros no
murieron. Son unos necios que todava
luchan para liberar a Nerub de la Plaga.
Arthas observ a los nerubianos
muertos.
los de Arthas. Si
menguaban
demasiado
El caballero de la muerte contempl
la figura del Seor de la cripta mientras
se alejaba, respir hondo y lo sigui.
desprotegido de Kaelthas.
ella te odia susurr el elfo.
Arthas grit, y la furia nubl su visin
por un momento, mientras empujaba la
espada hacia abajo con todas sus fuerzas
hasta clavarse
en la nieve y la tierra congelada.
Kaelthas se haba ido.
Cobarde! sise Arthas, a pesar
de que saba que el prncipe no poda
orle.
Esa rata haba vuelto a teleportarse
en el ltimo segundo.
La furia amenazaba con enturbiar su
juicio, as que trat de dominarse. Haba
sido una locura dejar que Kaelthas lo
sacara de quicio.
EPLOGO: EL
REY
EXNIME
el silencio.
Hay mucho ms prometi.
Los recuerdos anegaron la mente de
Arthas,
entrelazndose
y
superponindose
unos
a
otros,
conformando visiones donde el futuro y
el pasado se mezclaban. Un ejrcito de
seres humanos a caballo, que portaba la
bandera de Ventormenta luchaba junto
a, y no en contra de, una Horda cuyas
monturas eran unos lobos que gruan.
Se haban aliado para atacar a la Plaga.
La escena vari, cambi. Ahora, los
humanos y los orcos se atacaban unos a
otros y los no-muertos, algunos de los
cuales vociferaban rdenes y luchaban
sin estar dominados por nadie, por
innumerables siglos
Verde todo era verde, sombro, de
pesadilla. Unas imgenes grotescas que
danzaban en un rincn recndito de la
mente de Arthas salieron disparadas
antes de que pudiera aferrarlas con
fuerza. Entrevi algo fugazmente que
enseguida se desvaneci
Eran unos cuernos? Un venado?
Un hombre? Era difcil saberlo.
Aquella figura encarnaba la esperanza,
pero haba ciertas fuerzas empeadas en
destruirla
Las montaas cobraron vida, dieron
pasos de gigante, y destrozaron todo
cuanto tuvo el infortunio de cruzarse en
su camino. Con cada una de esas
despierto.
Ha comenzado.
NOTA DEL
AUTOR
Notas
[1]