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nuk
5nP$M
COLECCIN
DE
ESCRITORES CASTELLANOS
CRTICOS
ESTUDIOS
DE
CRITICA LITERARIA
QUINTA SERIE
TIRADAS ESPECIALES
al
5o
al
EL DOCTOR
el
Ateneo y en
la
Universidad de Barcelona
(Mayo de
1908).
^Mb^s
'
|lMo
'
-i
i'-Sl
V^
menos de
treinta y
fe
seis
aos han
de
la
esta
escuela,
QUINTA SERIE
4
ni
tfica,
desta, que
ni alejarla de
nosotros demasiado.
este
lo
mismo
los ju-
comenzaron
la rehabilitacin
de las an-
Edimburgo, y los
el romn-
educados en
En
y,
esta escuela
aunque
la
me eduqu
primeramente,
vida del
educacin y otras
podido teir con sus varios colores mi espritu, que, falta de otras condiciones, nunca
ha dejado de ser indagador y curioso, mi primitivo fondo es el que debo la antigua escuela de Barcelona, y creo que substancialmenle no se ha modificado nunca. A esta escuela deb, en tiempos verdaderamente crticos para la juventud espaola, el no ser ni
krausista ni escolstico, cuando estos dos verbalismos, menos distantes de lo que parece,
se dividan el campo filosfico, y convertan
en grrulos sofistas en repetidores adocenados los que crean encontrar en una habilidosa construccin dialctica el secreto de
la ciencia y la ltima razn de todo lo humano y lo divino. All aprend lo que vale
el testimonio de conciencia y conforme qu
leyes debe ser interpretado para que tenga
ios caracteres de parsimonia, integridad y
.armona. All contempl en ejercicio un
modo de pensar, histrico, relativo y condicionado, que me llev, no al positivismo (tan
temerario como el idealismo absoluto), sino
la prudente cautela del ars nesciendi. All
QUINTA SERIE
la visin
de
lo
et
Llorns, que no negaba la filosofa de lo incondicionado, sino que la vea como una inmensa revelacin que se impone la mente
humana en el trmino de la realidad cognoscible, dio los ms altos ejemplos de sobrie-
dad
cientfica,
encerrando su actividad en
los
lmites del
QUINTA SERIE
los sones de
la
educacin,
en espritus
muy
diver-
sos.
rado por
QUINTA SERIE
10
un esbozo Iigersimo de
su enseanza.
Tuvo
nuestro
Dr.
Mil
el
privilegio,
raros espaoles de nuestros tiempos concedido, de que su nombre traspasase las fronteras y fuese dondequiera respetado como el
de un varn docto y modesto, igual los mejores en el orden de estudios que cultivaba;
espaol europeo, para quien no eran menester salvedades ni eufemismos, que en el elogio de otros rara vez dejan de interpolarse.
De esta gloria tranquila y apacible disfrut
en vida, y no ha cesado ella de acrecentarse
despus de su muerte, entre los cultivadores
de la filologa romance, como sabe por experiencia todo el que tenga hbito de recorrer sus libros y revistas. Casi todos los trabajos del gnero de los de Mil y contempo-
suyos van quedando anticuaprematuras y ambiciosas empiezan cuartearse y cada da presentan ms grietas; la historia literaria de
la Edad Media espaola va renovndose en
todas sus partes por el concurso de propios
y extraos. Pero el pabelln aislado y humilde que Mil construy desafa hasta ahora
rneos de
los
inclemencia de los temporales y nos da esperanzas de aquella slida duracin que cabe
en las obras histricas cuando son sabias y
honradas; de aquel gnero de inmortalidad,
la
no ruidoso,
circunda de
Zurita y de
paa de los
campo de
la historia literaria,
y en
l se
con-
otras
huella. El
en Espaa
el
los
la clara
conciencia de nuestro pasado, la serena objetividad con que ya proceden los mejores, los
hbitos de probidad cientfica que empiezan
imponerse los ms dscolos, son prenda
de un despertar, lento pero seguro. Y toda
como Mil
que prepararon con esfuerzo casi solitario
esta obra de madurez intelectual, contrastando con su asidua labor pedaggica y conla persuasiva moderacin de su estilo el influjo enervante de la retrica estril y de la
QUINTA SERIE
12
disciplina en
el
es-
Los mritos de
en
el
cultivo de las lenguas y literaturas neo-latinas son tan notorios, que parece intil encarecerlos.
zalista,
aplic de
un modo original
este
conoci-
ahond mucho en
el
manecen
intactas, y la alta y
sobria crtica
QUINTA SERIE
das desde antiguo, y abriendo nuevo y profundo surco en el estudio del alma colectiva
de nuestra raza. El Romancerillo cataln,
aun considerado en su primera edicin, supera grandemente al portugus, no slo por
la fidelidad estricta con que reproduce los
cantos populares, que Garrett casi siempre
alteraba refunda conforme su gusto romntico, sino por presentar buen nmero de
temas poe'ticos, ya indgenas de Catalua, ya
similares de las canciones de Provenza y de
la alta Italia; lo cual no acontece con los romances portugueses, que son por lo comn
variantes de los castellanos, cuyas asonancias conservan. Es claro que las colecciones,
todava inditas en su mayor parte, de don
Mariano Aguil, aventajan en riqueza de materiales la de Mil, que por los hbitos de
su vida forzosamente sedentaria, nunca pudo
ni pretendi ser un excursionista literario;
pero su genio crtico, su fina comprensin
del
el estrecho crculo
de
la
tradicin domstica,
se
la
afirm
bre
la
la
unidad de
muchedumbre de
la
Ib
leyes en
QUINTA SERIE
ID
pular.
Hombre
como
en
lo
erudito
el
oro de
la escoria.
el
campo
17
principa! de
nes con
la
l8
QUINTA SERIE
quiriJo este conocimiento por puro delettantismo; aunque su alma de artista se complaciese en la evocacin de las costumbres
caballerescas con su propio y nativo color,
y no con los falsos y postizos arreos con que
como
la
misma
xn y xm,
paciente v prolijo de
la
as
el
historia
estudio
maravillosa vegeta-
cin pica de
al
meros vagidos de
la
musa
10,
los pri-
nacional, aunque
su
la
ci.
yor autoridad
la
indestructible
fundamento de su
gloria.
La
uni-
20
Ql
1NTA SERIE
triunfos,
21
Menndez
viene confirmar
de Mil respecto de la derivacin de los romances aplicndola un caso en que el maestro la hala tesis capital
afirmarla.
Sin haber en
la
al
com-
mucho,
tes
se
Conde Fernn Gonzlez, los Infande Lara y, finalmente, el Cid, que eclipsa
Carpi,
el
22
QUINTA SERIE
le precedieron,
razn, y tambin la no menos valedera
de haberse conservado acerca de sus hazaas
I\sta
mente
Campeador
del
de
la
23
man
muy
al-
SER1H
humanista y esttico,
apasionado de todas las formas y manifestaciones de lo Relio, ingenioso conocedor en
arquitectura, en pintura y aun en msica;
artista en potencia ms que en acto, no slo
por lo limitado de su produccin, sino porque el genio crtico absorba la mayor parte
de su esfuerzo intelectual. Pero su sensibilidad era de las ms delicadas y exquisitas,
hasta el punto de convertirse para l en verdadero tormento. En las frecuentes crisis
m-jlanclicas que desde su juventud padeci,
llegaba mirar con prevencin y recelo los
goces estticos, sin los cuales no hubiera podido vivir; pero que por su misma intensidad, con ser de orden tan espiritual, perturbaban transitoriamente la paz de su alma,
sumergindole en un xtasis que tena por
peligroso y enervante, y que alarmaba su escrupulosa conciencia. No dir que estos escrpulos no pecasen de nimios, pero la misma insistencia con que tornaba ellos, as
en sus plticas familiares como en las instrucciones que daba sus discpulos, inculcndoles una y otra vez que el hombre ha
nacido para la accin viril y no para el sueo, aunque el sueo del arte sea sin duda el
ms noble de todos, prueban un estado de
nimo que era la par angustioso y dulce,
una pureza ideal y siempre vigilante, que
ico.
25
todo artista de corazn cristiano puede envidiar; y al mismo tiempo una profunda y
dolorosa simpata por las vctimas de aquella
dolencia moral que l tanta costa haba logrado vencer, refugindose en la erudicin,
en la arqueologa y en el recinto todav'a ms
inexpugnable de la sabidura prctica y de las
virtudes domsticas y obscuras.
El fondo de Mil era esencialmente potico, no porque haya dejado apreciables versos castellanos y algunos catalanes de mrito
muy superior,- sino por la rara aptitud que
tena para descubrir el alma potica de las
cosas, para interpretar la naturaleza y la historia bajo razn y especie de poesa; por
cierto elevado simbolismo que se juntaba, y
era su mayor originalidad, con un sentimiento vivo y preciso del detalle grfico,
con una tendencia que bien podemos llamar
realista, en que no desmenta su filiacin espaola y catalana. Esta tendencia fu la que
en su juventud le salv del transitorio influjo de Chateaubriand y de Lamartine, para
llevarle al culto de Walter-Scott y de Manzoni, en que persever toda su vida. Ella fu
tambin la que en sus estudios sobre la Edad
Media le preserv del neo-catolicismo senti-
QUINTA
SlHIi
por tratarse de quien fu sin disputa el primer crtico espaol de su tiempo, y dudo que
humanidades, que despert sus primeras aficiones, y le hizo conservar inclumes los
principios del buen gusto en medio de la revolucin literaria de que iba ser, no slo
testigo, sino actor. Los que se imaginan
Mil como un arquelogo romntico, no
aciertan ms que medias. Haba conocido
la Antigedad antes que la Edad Media, y
precisamente la una le sirvi para comprender
la
Su
teora de la
no
armo-
adquiere en el caos de la literatura moderna sino en la temprana y por algn tiempo exclusiva contemplacin de los
modelos de Grecia y Roma, que por su lejana misma educan el sentido de lo bello sin
ponerse en contacto demasiado ntimo con.
na que
se
2J
lenista,
tificio
28
QUINTA
SF.RIF
emocin
lrica,
de
2Q,
que la manera verdaderamente lrica conque el poeta culto rehace en s la espontaneidad primitiva y llega hacerse natural y
sencillo fuerza de arte, dando nueva imperecedera forma los humanos afectos y
agrandando la visin esttica del mundo.
Si
como
los
estudios
clsicos
dieron Mil,
la base
ms
nombre,
Ql
i.N l.\
SERIE
empeo
Aun
3l
le interesaba menos el
pintor de historia que el profundo escudriador de los arcanos de la conciencia hu-
afectar su culto, no
mana.
Pero la verdadera iniciacin romntica de
Mil y de sus contemporneos catalanes, entre los cuales descuella el brillantsimo y
ma-
logrado Piferrer, no se haba hecho por virtud de ninguno de los colosos del arte, sino
de otro ingenio ms modesto y asequible, astro de luz menos intensa, cuyos fulgores han
ido lentamente apagndose, aunque en su
tiempo iluminaron toda Europa, y quin
sabe si volvern rayar sobre el horizonte
cuando triunfe otra vez, en el incesante flujo
y reflujo de las formas artsticas, la forma de
novela por l representada? La influencia del
romanticismo alemn de los hermanos Schlegel, que fu grande en Mil y en Piferrer,
tuvo en esta direccin escocesa ms realista
un docto fraile
quien haba conocido en la Universidad de Cervera, puso en sus manos las
primeras novelas de Walter-Scott, que comenzaba dar luz en traducciones generalmente esmeradas la casa editorial de Bergnes. Desde entonces fu la lectura del novelista de Edimburgo uno de los recreos favoritos de su espritu: en ella buscaba distrac-
dominico
32
NTA
SfcHIE
lago,
superiores su fama y que
analiz ingeniosamente. Siempre, y despecho de todos los cambios de la moda, atraje-
que juzgaba
muy
ron Mil las vistosas rayas del plaid caledonio. Y con l comparta esta admiracin
toda la antigua escuela catalana, que si fu
escocesa en filosofa, no lo fu menos en literatura. Cuando se haga la historia del influjo
de Walter-Scott, que fu mucho ms extenso
que el de Byron en el romanticismo espaol,
habr que sealar Barcelona como uno de
los principales focos de esta clase de poesa,
no porque se escribiesen all ms novelas y
leyendas histricas que en otras partes, sino
porque el pensamiento potico de WalterScott penetr ms que ningn otro en el
alma de los artistas y de los crticos y aun en
la aficin comn de los lectores; y cada
paso se encuentra su huella: en la prosa pintoresca y exuberante de los viajes artsticos
de Piferrer, en las baladas tan apacibles y
simpticas de Carb, deudo de Mil por afinidad, en los rasgos incorrectos y geniales
de las poesas lricas de Sems, y en otros ingenios menos conocidos, segados casi todos
antes de tiempo por la hoz de la Parca. Ks
33
de
amor
temas tradiciona-
las
y (como dice
de
lo
por venir,
cuando
como
un modo ms eficaz en su
comprensin potica de la Edad Media, que,
aun depurada y corregida por el estudio fro
y analtico de los aos maduros, conserv
siempre rastros de su origen. Penrsi en esta
prosa, lo fu de
mos de
cxxxvn
"i
INT A SERIE
le deba su primera aficin las baladas y cuentos populares. Sabido es que grandes historiadores, como
Esta particular deuda de gratitud, y el encanto que siempre hall en la cordial expansin de aquel temperamento potico tan sano
y bien equilibrado, no impedan Mil ver
con claridad todo lo que hay de endeble, superficial y transitorio en el arte ms extenso
que intenso de Walter-Scott, y que priva
la mayor parte de sus obras del inmortal
prestigio que circunda los monumentos clsicos de todas las literaturas. No siempre los
autores ms admirables son los ms amados
ni los que ms influyen en nuestra vida, y el
caso presente lo comprueba. Pero Mil tuvo
la suerte de conocer al mismo tiempo que las
innumerables narraciones de Walter-Scott,
la novela nica imperecedera de Manzoni,
35
dominando
QUINTA SEPIE
Manzoni era antiguo en Catalua, y quien recuerde que ya se encuentran indicios de l en El Europeo de [823;
que Cabanyes en La Misa Nueva recuerda
los pensamientos y hasta el ritmo de los Himnos Sacros; que por iniciativa de Aribau emEl culto por
muy temprano y en
impulso de la Alta Italia;
y no slo por las obras de Manzoni, sino por
las de Toms Grossi, cuya Ildegonda traduca Aribau en 1824, y por las de Silvio Pemente escocesa,
recibi
bastante medida
el
llico,
tan
ms
como un
rase
pudo haber en
literarias,
primera vista fortuitas. El estudio de la poesa popular comprueba que las canciones
lombardas y piamontesas tienen notable analoga con las de Provenza y Catalua, precisamente en lo que stas difieren de los romances castellanos y portugueses. El propio
$J
Mil hizo
esta
Roma, uno de
ellos
cpulos imitadores
hermano de Mil,
mas menos
dis-
hbiles de
Overbeck, pero
sobre todo heraldos del credo esttico nuevo,
prerrafaelista y ultrarromntico, que tenia
la pintura espiritualista de
tcnica, sino
los
sublime
mano
la
cielo y tierra,
nueva generacin
y que era
artstica
el
los ojos
de
guila que
sobre todas vuela, el vidente, el faro de inextinguible luz proyectado sobre la Edad
Media. Por este raro indirecto camino, mucho ms que por la vaga admiracin de los
poetas romnticos que solan hablar de la Divina Comedia sin haberla ledo, volvi Espaa Dante casi olvidado despus del si,
QUINTA
38
SERIF.
castellanos
le
que
la
aparato
poesa. Mil fu
l
el
y
y
la
respiracin.
como
otros
insignes catalanes,
Capmany,
3o,
Romancerillo, en
concreta y lapidaria que los graba indeleblemente en la memoria. Mil contaba y pesaba
las palabras, porque tena horror la amplificacin intil; pero cada una de esas palabras contiene grmenes de vida que no pueden menos de fructificar en los entendimientos capaces de recibirlos. Es cierto que en sus
obras puramente cientficas, como el tratado
de la Poesa Heroica Popula?' los artculos
que enviaba las Revistas filolgicas, abusa
de las notas, de los parntesis y de las abreviaturas, presenta los materiales en forma
algo ruda y parece desdear el arte de com-
historia literaria
no
han
que
4U
QUINTA SERIE
41
moderacin de sus palabras, que, sin conceder nunca lo que no deban, esquivaban
siempre la spera contradiccin, que acalora
y desasosiega los nimos. Mil, que tanto saba, se allanaba fcilmente al estado mental
de su interlocutor, y enseaba siempre pareciendo inquirir, preguntar, dudar, sin que
su inagotable bondad y omnmoda tolerancia perjudicasen su firme conviccin en las
crtica,
tico,
era por
se haba
alma
QUINTA SERIE
42
queologa que
el
raudal opulento de
la frase,
no siem-
43
necrologa de D. Prspero Bofarull, y acudiese los archivos siempre que sus trabajos
lo exigan, persuadido, como toda persona
sensata, de que la historia no se adivina ni se
Nadie creera,
si l
no
lo dijese,
que
no
tomo segundo, por-
lleg
manejar nunca
que en
la
el
mo
j.
N 1"A
SERIE
chas de Mil acerca del muy secundario valor de las tradiciones consignadas en el Rodrigo. Quien tanto acert con tan escasos
medios, adonde no hubiera podido llegar
con la riqueza de textos que hoy disfrutamos?'
Pero Mil era ante todo crtico literario, y
la erudicin nunca fu para l ms que un
auxiliar. Las cuestiones tericas le haban
interesado mucho desde su juventud y nunca
las abandon del todo. Por virtud de su pericia en ellas, triunf en las primeras oposiciones ctedras de literatura celebradas en
Madrid en [846, alcanzando el nmero primero, que le daba opcin una ctedra de
la Iniversidad Central. Pero tanto l como
su digno compaero de ejercicios Fernndez
Espino renunciaron ella, prefiriendo las de
Barcelona y Sevilla respectivamente, lo cual
afianz la conservacin de las buenas tradiciones literarias en ambos centros, sin menoscabo de la cultura patria, cuyo ideal no
puede ser nunca una estril y yerta centra
izacin. No fu Mil catedrtico de Madrid
porque no quiso serlo, pero cumpli en Barcelona una grande obra de educacin y de
espaolismo, y por ella fu celebrado dondequiera, traducido al alemn nada menos
que por Fernando Wolf desde 855, y conocido hasta en Rusia, donde por primera vez
oy su nombre D. Juan Valera.
1
No
4$
dmico
ni
la
ctedra fuese
palestra de oratoria.
da, lenta,
menos
mucha
insis-
viesen como tema de meditacin sus alumnos y fuesen despertando en ellos el hbito
de pensar, al cual solan ser tan ajenos por
su educacin primera. Usaba alguna vez el
las di-
Ql IN
J.6
A SERIE
de libros era
muy
cauto, abstenindose
de citar algunos ni aun para refutarlos. Practicaba con el mayor rigor el precepto de Juv'enal mxima debetur p itero reverentia,y no
hubiera aplicado los hijos de su sangre, si
Dios se los hubiese concedido, ms vigilante
y amoroso
celo
anza, respecto
que
ele
los cuales se
consideraba
investido de
hazaeras
ni
sombra de
listesmo, que es el
peor lenguaje que se puede hablar estudiantes y que en vez de prevenir fomenta todo gnero de anarquas y rebeliones intelectuales,
fin la clase de Mil no se hablaba ms que de
srte y de literatura, pero se respiraba una
atmsfera de pureza ideal, y se senta uno
mejor despus de oir aquellas plticas, tan
doctas y serenas, en que se reflejaba la conciencia del varn justo cuyos labios jams
se mancharon con la hipocresa ni con la
mentira.
Con haber sido muy fecunda en bienes la
obra pedaggica de Mil, no fu tan extensa
su accin como pudiera pensarse atendiendo
slo al nmero de aos que ocup la ctedra
colegio, sin
47
Ql
(8
los
INTA SERIE
pensadores catalanes
como
los
ltimos en re-
novarla,
lo
Aparte de
la
de Balmes, quien
muy
la
pura especula-
cin, y cuya influencia, dgase lo que se quiera, fu menor en Catalua que en el resto de
la
la
primera
que ofi-
direccin
el libro
de Mil, asesorado en
la
parte filo-
don
muy
De
hubiese ledo
mucho
bueno de
4J
filosofa
penetrante
y agudo, capaz de elevarse sin esfuerzo as
ms altas esferas intelectuales. Pero tema el
vrtigo de las alturas, velaba mucho por la
paz de su alma, y como no era hombre que
se contentase con las respuestas ftiles y
meramente verbales en que los seudo-meta1/sicos se complacen, ahogaba muchas veces
la interrogacin en sus labios, aunque no
pudiese arrancarla de su espritu, y segua
resignado y sumiso la va inflexible que se
haba trazado. Hay, por tanto, muy poca metafsica en su tratado de Esttica, lo cual ser
un mrito para unos y un defecto para otros.
Hay, en cambio, una positiva riqueza de observacin psicolgica, derivada en buena
parte de propia experiencia; y un sentido personal de lo Bello que en las obras de los estticos profesionales suele echarse muy de menos. Mil era de los que no comprenden que
pueda escribirse de artes sin haber frecuentado la lectura de los poetas, sin haber visitado asiduamente los Museos, sin haber odo
muy buena msica, sin conocer ntegramente la evolucin de las bellas formas; ni
pens nunca que tan rico proceso de la
mente humana pudiera encerrarse en cuatro vaciedades tericas.
La independencia de Mil respecto de los
QUINTA SERIE
5o
sistemas filosficos
le permiti incorporar en
su tratado, con hbil ingenioso sincretismo, los principales resultados de la tercera
crtica kantiana ( Critica de la fuerza del
en
lo
sublime,
lo
como en
sin contagiarse
ms
DI
las
ms amenas.
QUII
SI Rll
Rpidamente he bosquejado
los
principa-
rasgos de
la
la
alecto
posea
las
mas
amaba con
lengua nativa,
raza, y
la
bellas
rsticas,
danzas
la
populares,
pintorescos,
la
y de
cualidades
y entraable
sanas costum-
filial
las
los
recuerdos y tra-
poesa,
los
la
trajes
msica y
antiguos
de las
bulliciosa alegra
53
amada
re-
mocedad
fu
muy
versado en los
florecidas al
instituciones
QUINTA SERIE
54
to de la
tasa
Una
diplomtica.
mo
comn
noticia.
Todos
necen la ciencia pura, y no los dict el entusiasmo sino una crtica fra, circunspecta,
desinteresada y hasta desengaada. Saben los.
55
que conocieron
56
(NTA SKR1E
zaba
la
ms luminosa
sntesis de
nuestros
parte de
Poema
los
el
romances
viejos
y deca del
nunca
le-
ni
3J
Me
varones, incluso
una vez
el
sola en su vida,
lo fu
QUINTA SEHIE
ma
la
restauracin
del renacimiento cataln, al cual concurrieron causas de muy varia ndole, no todas literarias
tampoco. La fiera y abominable venganza
del primer rey de la dinasta francesa no
pudo herir el alma de Catalua, aunque cubriese de llagas su cuerpo ensangrentado.
Pudo destruir de mano airada la organizacin poltica y acelerar la muerte de instituciones que acaso estaban ya caducas y amenazadas de interna ruina; pero el grande
5g
tumbres
jurdicas; y
el
nacionalidades sucedieron
al
las
anticuado ra-
00
Ql
INTA SERIE
cionalismo de Rousseau y
los
constituyentes
franceses.
En medio de estos conllictos haba surgido una nueva Espaa, mal orientada todava, pero muy diversa de la del siglo xvm.
Y Catalua, colocada entonces en la vanguardia de nuestra civilizacin, dijo en muchas cosas la primera palabra, por boca de
sus jurisconsultos, de sus filsofos,
de sus
la dijese
gona. En vez de aquellos engendros raquticos y desmedrados, logrse pronto una nueva
primavera potica que anunciaba ya en esperanza el fruto cierto. A nadie en particular
compete el laurel de la victoria: hay que repartirle entre muchos. El impulso inicial
vino de Aribau, precedido, si se quiere, por
Puig-blanch, que tena ms de gramtico
maldiciente que de poeta; la propaganda activa y constante se debi D. Joaqun Rubio y Ors, que por muchos aos estuvo solo
en el palenque; la disciplina de la lengua
templada en
tizas, el
las fuentes
nas de
6l
ms
la
las ve-
Mariano Agui-
bantur.
Con
nombres de
que
les
QUINTA SERIE
como
modo ori-
poeta y
como
crtico,
pero de un
embargo, que desde 1840 haba sonado la primera nota elegiaca de su catalanismo en un bello romance dedicado con
otros varios la Reina Gobernadora doa
cierto, sin
viaje
63
Barcelona que
puso trmino fatal su regencia. Este romance, modificado despus, sobre todo en el
final, para darle nuevo empleo independiente
de las circunstancias polticas, es el que comienza:
Por qu no nac en
Cuando
jA.y!
el
los das
marchito qued
brillo
el
de
Mustia
la violeta
y
Cesaron ya
los
las
trovas de Occitania,
de oro
rota
el
urea cigarra.
antiguos
En
y en las populares
Todava llamaba lemosina
plazas...
la
lengua
menos en
verso, al
el
QUINTA SEH1E
<<\
dismos de
filosficos,
los dialectos
locales
cosmopolitas,
pensamientos
nos
universales,
es,
segn creo,
el
ms antiguo de
aun all
poch de
el
tristesa,
hombre de
por el nombre slo y por ciertas exterioridades derivadas de la tradicin tolosana, poda parecer arcaico y de mal gusto. El que
tan donosamente se haba burlado del tecnicismo escolstico y alegrico de las Leys
SI
!J10S
65
DE CRTICA LITERARIA
enrevesadas genealogas,
guerras y paces, de D. Barbarismo. D. Solecismo, D. Meiaplasmo, D. Tropo y Madona
Retrica, claro es que no poda aspirar (ni
aspiraba tampoco ninguno de los que con l
d'amor, y Je
formaron
el
las
primer Consistorio)
la
reno-
vacin, que hubiera sido completamente infructuosa y risible, de aquellos procedimientos casi
poesa.
Por eso (prosigue diciendo Mil con elocuentsimas palabras) las poesas de los Juegos Florales no han sido flores artificiales
criadas en calientes invernculos y ms hijas
del carbn que del sol, ni se han abierto en
cxxxvn
66
UINTA SFHIK
humana,
la previ-
fu precisamente Mil,
cuyo
catalanismo era tan retrospectivo y morigerado, quien asegur el porvenir del renacimiento cataln, haciendo triunfar una sola
proposicin, de ndole negativa pero llena de
incalculables consecuencias: el empleo exclusivo de la lengua materna en aquellos Certmenes y en todos los documentos y actos
del Consistorio. Ninguno de los iniciadores
de la idea haba llegado tan lejos, y es justo
decir que si los Jochs I-lorals hubiesen sido
una
resistir al influjo
de versificacin y
estilo se hubiesen amoldado al tenor de las
castellanas, y el nuevo Centro potico hubiese tenido la misma suerte que el de Tolosa,
cuando degener en una Academia de poesa
de
67
francesa. Al recordar Mil aquella determinacin suya veinticinco aos despus, deca
ma-
de ello.
Y por qu haba de
arrepentirse?
Una
tomar
un teatro
puesto en
la
literatura universal:
68
Ql
inta
siikit;
Todo esto casi todo pudo verlo vislumbrarlo Mil en sus ltimos aos, y todo casi
todo proceda de aquel grano de mostaza que
y sus compaeros de letras confiaron la
tierra en i85g. Su grande alma debi de regocijarse con ello, y hacerle bien llevaderas
l
de
como en los
danzas sencillas y
honrados menestrales,
las
69
ms
celo en
cantar las usanzas de la tierra que en conservarlas, porque tratndose de cosas antiguas todo el mundo quiere ser espectador y
ninguno actor. Ese era su sentido, que quiz
no aprobarn todos, pero que yo de ninguna
manera impugnar, acordndome que mi
maestro lleg escribir en un momento de
melancola: Si no fuese por los campanarios
viejos y por las montaas, creera que no estbamos en Catalua.
Y sin embargo, Mil tena fe en el porvenir de la escuela catalana; pero crea que slo
el cultivo inteligente y respetuoso de la tradicin poda salvarla. No vala la pena de resucitar la lengua para hacerla expresar ideas
que lo mismo podan formularse en castellano, en francs, en latn en la lengua uni-
70
JUNTA
SF.RIK
Acorde
siempre que los trabajos cientficos deban escribirse en el idioma oficial del reino, con lo cual se lograra
su mayor difusin; y l as lo practic constantemente, excepto en los raros casos en que
tuvo que colaborar en algn peridico revista que no admita artculos castellanos. Ya
s que hoy corren vientos nada favorables
esta opinin, pero por mi parte creo, como
crea Mil, que es de gran importancia para
Catalua el conservarse bilinge en la esfera
de la prosa, para que su pensamiento, hoy
tan lozano y pujante, se extienda y propague
en las regiones hermanas y evite muchos el
blasfemar de lo que no conocen.
La poesa popular salv la literatura catalana, deca con profunda verdad D. Mariano Aguil en un discurso presidencial de
Juegos Florales. Y, en efecto, sin esta benfica levadura que hizo tiempo fermentar la
masa, la renaciente poesa se hubiera extraviado por los fciles senderos de la imitacin
de los romnticos franceses y castellanos, y
hubiera sucumbido al poco tiempo amanerada y falta de jugo. No exista en Catalua
verdadera tradicin pica, aunque las crnicas fuesen una cantera de admirables materiales poticos. La lrica de los tiempos medios era, con pocas excepciones, artificial,
con
ideal
que
fuente-
la
perando que alguien viniese romper el encantamiento y poner en sus manos el arpa
de oro que yaca sus pies sin que nadie hubiese estremecido sus cuerdas.
Esta revelacin de la poesa popular se debi, no tanto las colecciones manuscritas
de Aguil, accesibles
muy
pocos,
como
al
todo
el
Principado.
De
empleo deliberado de
su publicacin data
formas de la cancin tradicional por los poetas cultos; la imitacin muchas veces feliz, otras infantil y
el
amanerada de
las
diramos decir taumatrgico de algunos bellsimos temas como el del Compte Arnau,
y hasta la triste popularidad que han logrado
(aunque Mil sea enteramente irresponsable
72
riT\
SF.I'IF
ello) ciertas
la ira
y del
mundo
quiero apartarme del terreno literario, nico que conviene mis estudios y la noble y severa representacin del hombre justo irreprensible
quien conmemoramos.
La poesa popular y la lengua catalana,
las cuales haba prestado Mil tan relevantes servicios, le indemnizaron regiamente,
hacindole poeta cuando tocaba en los linderos de la vejez, y poeta de primer orden en
dos tres composiciones por lo menos. Que
Mil era una de las almas ms poticas que
he conocido, claramente se deduce de todo lo
que voy escribiendo acerca de su persona.
Pero este don divino de la poesa no haba
encontrado hastaentonces cumplida realizacin en l. Sus versos castellanos tienen sinceridad, elegancia y veces profundo sentido
moral como en La Sirena, pero no valen lo
que vale su prosa. Suelen ser duros, premiosos y desiguales, como si el sentimiento potico luchase con la endeblez de la forma in-
completamente domeada. Slo cuando traduce imita llega veces un alto punto de
perfeccin como en La copa del rey de Tu-
J5
aplogo del rey Eserdis las interesantes pginas en que se narran la tragedia amorosa
de Munuza y Lampegia, el salto de la reina
mora de Ciurana y los vaticinios del ermitao Poblet, el misterioso destino de la espada de Vilardell llena de constelacin y de
virtud, deplorar que estas bellas exhalaciones de un alma romntica, penetrada del espritu de la tradicin, no se hayan manifestado en una forma plenamente artstica.
Hasta en aquel juvenil ensayo Pasque nefasque escrito en 1S37 cuando apenas haba estudiado directamente la poesa popular, hay
unos coros de nias y de cazadores, que son
una verdadera adivinacin y que por su bro
y frescura contrastan con la manera spera
y desabrida de aquel fragmento.
Escasamente pasan de una docena las poesas catalanas de Mil, comenzando por La
Font de Xa Melior, que es la ms antigua,
QUINTA SEPIK
74
aunque posterior
laciones de
la
la
de fantstico y
religioso
simbolismo
La
hay en todo
al decir esto,
el
75
y grandiosa. Este desbordamiento de poesa personal, cuyo foco incandescente y luminoso lanza sin cesar torrenapocalptica
de encendida lava, que unas veces fertilizan y otras destruyen los campos circunvecinos, es cosa diversa cuanto puede serlo del
andar lento, pausado y montono de las gestas heroicas, de su ingenuidad patriarcal, aun
en medio de los rasgos ms feroces, de su motes
elemen-
epopeya
mente imitadas en
el
elevacin esttica y moral que rara vez alcanzaron los antiguos narradores, y sin la
nota de prosasmo que toscamente suele afear
sus mejores cuadros.
La erudicin y
el
sen-
QUINTA
SFHIF.
los
hroes de
la
las
som-
primitiva res-
77
la
Cruz en
la
gran Barce-
lona:
liona trra
d'Espanya vos
partireu.
el
esta composicin
na de versificacin
pica, aclimat del Parnaso ms vecino y ms antiguamente emparentado con el cataln un metro de venerable
historia y que tiene evidente analoga con
i.iLINTA SERIE
>
Tal
u,
mi pluma,
79
la
bres
Nadie
lana:
QUINTA SKPIE
siglos
mismos
ros.
juntos el
el
Gobernador y
uno del otro.
De
la
obras de Mil, aun siendo estrictapueden sacarse grandes enseanzas de amor y estimacin mutua. En
esto como en todo, prosigue haciendo bien
despus de muerto. No se puede conocer sus
libros sin amar la tierra catalana que tal
varn produjo. Y dar testimonio de ello he
venido yo, el ltimo de sus discpulos, aunlas
mente
cientficas,
la
Si
que
el
D.
Discurso ledo en
Espaola
el
domingo
al
la
Academia
\1
Seores Acadmicos:
fft
'cT
ximo
azvi
pesar, en
fin,
en puntos
de los
muy
las
muy esenciales;
diversos
rumbos
tareas literarias,
80
aos despus
Q\
la
1NTA SERIE
investidura que
le
otorgaron
unnime de
la
*7
88
QUINTA SERiE
la
hay,
oferta y la
como
la
poesa lrica,
la
escultura y
lo
me-
mero de
ces, es evidente
89
nmero de
los
hombres, sobre
la
mayor
facultad
activa y creadora. El teatro y la novela viven, v no pueden menos de vivir, en esta benfica servidumbre;
como
vive tambin
el
miento
solitario y de
al
la
que
servicio del pensaespeculacin abs-
tracta, sino
comprenden y de
tambin, aunque de una manera menos pblica y ostensible, en la obra del novelista.
Y esta colaboracin, cuando es buscada y
aceptada de buena fe y con la sencillez de
espritu que suele acompaar al genio, le engrandece, aadiendo su fuerza individual
la fuerza colectiva. Los ms grandes novelistas, los ms grandes dramaturgos, han sido
tambin los ms populares: as, entre nosotros, Cervantes y Lope. El pueblo espaol
no slo dio Lope la materia pica para
QUINTA
90
crear
el
drama
SI
R1F
histrico;
no slo
le
dio el
tiene de
ms
positivo; pero es al
mismo
tiem-
gi
los
mejores jueces
mis lecturas haba formado y el que formaban de esos mismos escritores los que msntimamente los haban tratado. Y, sin embargo, he tenido la soberbia de persistir en
mi opinin, porque el numen artstico es tan
esquivo por una parte, y tan caprichoso por
otra, que muchas veces se disimula cautelosamente los amigos de la infancia, y, en
cambio, se revela y manifiesta al extrao
que recorre las pginas de un libro, en las
cuales, al fin y al cabo, suele quedar lo ms
puro y exquisito de nuestro pensamiento, loque hubisemos querido ser, ms bien que lo
que en realidad somos.
Quiere decir todo esto, que el principal
deber que nos incumbe los contemporneos es dar fe de nuestra impresin, y darla
QUINTA SERIE
poltica, la
das), se
93
el
examen de las novelas del seor Prez Galds en sus relaciones con el pblico espaol, desde el da en que sali de
las prensas La Fontana de Oro como primi-
este discurso, el
QUINTA
,\
el
campo de
SfcM<[l
las letras se
form un pblico
le
tura universal y abri las fuentes del realismo moderno, haba cerrado su triunfal carrera fines del siglo xvn.
turia siguiente
modo
se sobreviva s
misma y
0,5
se ha-
ca
tura, y en tiempos
ms
cul-
poticos no exiga
.TINTA SEIE
muchos aos
menudo de
la
novela no tolera.
que dentro del molde de
la novela histrica prosper en Portugal ms
que en Castilla, por el feliz acaso de ha-
De
la
este trabajo,
KST DIOS
E CRITICA LITERARIA
'17
sible.
Este gnero sin, embargo, tena sus naturales lmites. Si la novela histrica, en-
realidad
el
pasada y con
la
presente,
le
faltaba,
<\<
QUIMTA
SERIC"
muy
literariamente, las del secundo peroadems de torpes y desaseadas en la diccin, eran monstruosas en su plan y aun desdo,
atinadas en su argumento.
El arte de la
novela se haba convertido en granjeria editorial; y entregado una turba de escritores famlicos, lleg ser mirado con desdn por las personas cultas, y finalmenterechazado con hasto por el mismo pblico
iliterato cuyos instintos de curiosidad halagaba.
Pero al mismo tiempo que la novela histrica declinaba, no por vicio intrnseco del
gnero, sino por ignorancia y desmao de
sus ltimos cultivadores, haba ido desarrollndose lentamente y con carcter ms original la novela de costumbres, qi"> no poda
ser ya la gran novela castellana de otros
tiempos, porque nuevas costumbres correspondan fbulas nuevas. Tmidos y obscuros fueron sus orgenes: naci, en pequea
parte, de ejemplos extraos; naci, en parte
mucho mayor, de reminiscencias castizas,
que en algn autor erudito, la par que
ingenioso, nada tenan de involuntarias.
Pero ni lo antiguo renaci tal como haba
sido, ni lo extranjero dej de transformarse
tal
manera que en
su
tierra
Q9
natal
lo
tiempos.
de
QUINTA SERIE
trechos era bastante
que
la
transparente para
nas,
lar,
aroma de la tradicin,
mente por una singular
y realzadas
el
junta-
especie de belleza
IOI
la
Alarcn haba compuesto deleitosas narraciones breves, de corte y sabor transpirenaicos; pero su vena de novelista castizo no
se mostr hasta 1875 con el salpimentado
cuento El sombrero de tres picos. Valera, en
Parsondes y en algn otro rasgo de su finsimo v culto ingenio, haba emulado la pe-
que
es al
mismo tiempo
la
ms
clebre de
102
QUINTA SERIE
cual sigui
la
la
ofi-
cios y estados, todos los partidos y banderas, todos los impulsos buenos y malos, todas las heroicas grandezas y todas las extravagancias, fanatismos y necedades que
en guerra y en paz, en los montes y en las
ciudades, en el campo de batalla y en las
asambleas, en la vida poltica y en la vida
domstica, forman la trama de nuestra existencia nacional durante el perodo exuberante de vida desordenada, y rico de contrastes trgicos y cmicos, que se extiende
desde el da de Trafalgar hasta los sangrientos albores de la primera y
ms encarnizada
03
El Sr. Galds. entre cuyas admirables dotes resplandece una, rarsima en autores es-
1>
QUINTA SEIUE
comnmente
la poli ca
toca
ms
altos
se
intereses
mueve, y porque
humanos, pero
el
grande v por
infeliz.
En
estas obras,
cuyo
aviva
el
guidas,
ni se
adula aquel
triste
gnero de in-
105
especial
patritica
se
que
ojal
mismo tiempo
no sobrevengan nunca; y
al
-el
QUINTA SERIK
iO'
de
los
las
por
el
vulgo de
el
prestigio
las
rumbo tom
amena
como
la
novela romntica.
No
el
tos
07
modo, y por
el
esttico en la
tobiogrfica,
[<)8
QUINTA SERM
Cuando Caldos
cerr
<>g
muy oportunamente
[O
'.'('l\
SERIE
III
las fibras
gada con
el
teologa.
Si
mismo
el
un tratado de
permanece fiel
rigor que
novelista
QUINTA SERIE
Hiera de su obra. Si
su
contrapuesto
el
Sr. (jaldos
creyentes de
gracia:
la
unos y
el
lector
ms
dis-
las ideas
l3
el
ra,
ms menos
Y aunque
ylMNTA SERIE
14
tino
al
humano.
Pero tornando (loria, diremos que, aunque esta novela nada pruebe, es literariamente una de las mejores de Galds, no slo
porque est escrita con ms pausa y alio
que otras, sino por la gravedad de pensamiento, por lo pattico de la accin, por la
riqueza psicolgica de las principales figuras, por el desarrollo majestuoso y gradual de
los sucesos, por lo hbil inesperado del desenlace y principalmente
por la elevacin
ideal del conjunto, que no se empaa ni aun
en aquellos momentos en que la emocin es
ms viva. Con ms desalio, y tambin con
menos caridad humana y ms dureza sectaria est escrita La Familia de Len Roch,
en que se plantea y no se resuelve el problema del divorcio moral que surge en un matrimonio por disparidad de creencias, atacndose de paso fieramente la hipocresa
social en sus diversas formas y manifestaciones. El protagonista, ingeniero sabio incrdulo, es tipo algo convencional, repetido
por Galds en diversas obras, por ejemplo,
en Doa Perfecta, que, como cuadro de gnero y galera de tipos castizos, es de lo ms
selecto de su repertorio, y lo sera de todo
,
punto
si
no asomasen en
ella
las
Il5
preocupa-
Con
Sr. Galds
tres
la serie
Amigo Manso,
co, y Marianela,
diga y un ciego;
idilio trgico
menos
de una men-
original quiz
que
ms
po-
QUINTA SFPIK
la
inocencia.
La segunda
tase
del novelista)
que llaman
bestia
humana, vctima
II7
tatal
de
mano,
de
la
se aniquila
todo
el
inters dramtico
perfectible en arte.
QUlNlA
stPir:
sobre lodo,
individualismo de sus pinturas; en la
riqueza, veces nimia, de detalles casi microscpicos; en la copia fiel, veces demasiado fiel, del lenguaje vulgar, sin excluir el
de la hez del populacho. No fu materialista
ni determinista nunca; pero en todas las novelas de este segundo grupo se ve que presta
mucha y loable atencin al dato fisiolgico
y la relacin entre el alma y el temperamento. As, en Lo Prohibido, verbigracia,
Camila, la mujer sana de cuerpo y alma, se
contrapone fsica v moralmente al neurtico
y degenerado protagonista. Por abuso de esta
diseccin, que veces da en cruda y feroz,
Polo, el cle'rigo relajado y bravio de Tormento, difiere profundamente de anlogos
personajes de los Episodios, y quiz sea
en
el
ms humano que
talla ni
ellos;
pero no alcanza su
su prestigio pico.
(j
ha mantenido lejos del observatorio de los salones, aunque con los ojos
muy abiertos sobre el espectculo de la
calle. Tienen estos cuadros valor sociolgico
muy grande, que ha de ser apreciado rectamente por los historiadores futuros; tienen veces gracejo indisputable en que el
novelista no desmiente su prosapia castellana; tienen, sobre todo, un hondo sentido de
caridad humana, una simpata universal por
los dbiles, por los afligidos y menesterosos,
por los nios abandonados, por las vctimas
de la ignorancia y del vicio, y hasta por los
cesantes y los llamados cursis. Todo esto,
no slo honra el corazn y el entendimiento
de su autor, y da su labor una finalidad
muy elevada, aun prescindiendo del puro
arte, sino que redime de la tacha de vulgaridiosa
le
el valor
representativo de sus personajes y ennoblece
y purifica con un reflejo de belleza moral
gar que
la fetidez, el
hambre y
la
I2U
Q! INI
A SERIE
nimo con
que nunca
Fatal
aun en
se afrancesase en el espritu.
influjo el
los
los defectos
de Galds
talentos
de
la tirana
de escuela,
ms robustos! Porque
me
su escuela nicamente,
as
como todo
lo
!2i
selva de novelas que, aisladamente consideradas, suelen no tener principio ni fin, sino
que brotan las unas de las otras con enmaraada y prolfica vegetacin, indican que el
autor procura remedar el oleaje de la vida
individual y social, y aspira, temerariamente
quiz, pero con temeridad heroica, slo permitida tan grandes ingenios como el suyo
el
de Balzac,
tacin
la
integridad de
humana, y por
un microcosmos
ella
potico,
la
de un
la
represen-
creacin de
mundo
de
122
QUINTA
SFl'll
amplio
Por
por
por
el
calor de
la
es
all
ella;
acu-
uno de
los
123
124
oIINTA. SERIE
muy
austera,
muy
avezado, por sus hbitos de observacin concreta, contemplar las cosas sub
specie ceternitatis, pero muy distante siempre de esc atesmo prctico, plaga de nuestra
sociedad aun en muchos que alardean de
creyentes; de ese mero pensar relativo, con
el cual se vive continuamente fuera de Dios,
aunque se le confiese con los labios y se
profane para fines mundanos la invocacin
de su santo nombre.
Esta misma tendencia persiste en A^i!?'in. novela en cuyo anlisis no puedo detenerme ya, como tampoco en el de la triloga
de Torguemada, espantable anatoma de la
avaricia; ni menos en los ensayos dramticos del Sr. Galds, que aqu, como en todas
partes, no ha venido traer la paz, sino la
espada, rompiendo con una porcin de convenciones escnicas, transplantando al teatro el dilogo franco y vivo de la novela, y
procurando ms de una vez encarnar en sus
obras algn pensamiento de reforma social,
ni
al modo que
hacen Ibsen y otros dramaturgos del Norte. Si no en todas estas tentativas le ha mirado benvola la caprichosa deidad que preside los xitos de las tablas, todas ellas han
dado motivo de grave meditacin crticos y
pensadores; y aun suponiendo que el autor
ESTl.'DIOS
hubiese errado
DE CPTICA LITEPARIA
25
camino,
in magnis vo/uisse
hay errores geniales que valen mil
veces ms que los aciertos vulgares.
Tal es, muy someramente inventariado, el
caudal enorme de producciones con que el
Sr. Galds llega las puertas de esta Academia. Sin ser un prosista rgidamente coel
sat es, y
QUINTA
croscopio, en
pequeo y
limos v en
la
lo
el
SKRIF.
humilde, en
la
poesa de los
centis viribus
como
\2J
como en
todas partes.
He
3k
dicho.
LA
DONCELLA TEODOR
un cuento de Las
Vega
^$*I
s ^ ^ a fantasa inventiva
cualidad caracterstica de los pueblos semticos, pesar de la apa-
NCA na
mediato es
casi
lejano es indio.
siempre persa,
el
remoto y
y Dimna,
ex-
Sendebar y el
Barlaam se cumple, aunque no de un modo
plica
el
Calila
el
tan palmario (porque faltan muchos eslabones de la cadena, y en gran parte hay que recurrir conjeturas) en la celebrrima y deleitossima compilacin de Las Mil y Una
muy prxima
gls
525.
32
quinta sekie
de
sa,
xito fu
Basta comparar Las Mil y Una Noches, con el Ca con el Sendebar para comprender que en
no pusieron los rabes ms que
la leD^ua, continuando los cuentes tan persas tan indios
como antes; al paso que en I. as Mil y l'na Noches hay
mucho-; elementos lomados de la vida domstica de los
rabes y ud trabajo de elaboracin que puede considerarse como una creacin nueva, aunque secundaria.
(i)
lila
y Dimna
pular que
literario.
corrieron de lengua en
mano como
33
Las Mil
y Una Soches
lengua y de mano en
lo
que entre
la
dormida sensualidad en
los harenes,
la
para
viciosa pe-
Admitida la obra como recreacin sabrossima por todos los pueblos de Occidente, fu
mirada con desdn al principio por los orientalistas, que, no solamente desconfiaban dla
fidelidad de Galland, sino que estimaban en
poco el original mismo. Y en esto seguan la
tradicin de los musulmanes rgidos, as en
escrpulos de dogma y de moral como de
gramtica y literatura, los cuales suelen mirar tal obra con ojos de reprobacin, no slo
por lo licencioso de su contenido (que es brutal veces, y comparable con lo peor de la decadencia griega y latina) sino por lo plebeyo
y vulgar del estilo, que es polo opuesto la
pomposa
Macamas
OUINT* SKRIK
1*34
ms de
Ley la na Le va.
Un texto mirado con
este libro
escriba D. Pascual de Gayangos
en 1848
y los varios manuscritos que se
conservan en las bibliotecas pblicas de Europa, no hay dos que se parezcan, diferencindose mucho en el estilo y en el nmero
y orden de los cuentos. Y la razn es obvia:
Las Mil v Una Noches forman, por decirlo
as, el patrimonio de cierta clase de gente que
abunda en el Cairo, Alejandra, Damasco y
otras ciudades populosas de Siria y Egipto,
los cuales van por las calles, mesones, plazas y
dems lugares pblicos recitando, mediante
una mdica gratificacin, cuentos sacados de
,
|35
que en
tilo
Antologa Espaola, nmero 3 O848J. Artculo soedicin rabe de Las Mil y Una Noches de Calcuta,
Gayangos haba comenzado traducirla, y public
como muestra la Historia del rey Yunn, y de lo que le
aconteci con un fsico llamado Dubn.
(i)
bre
la
1847.
Ql l\
I-A
SERIE
cieron:
el
hometismo
duda por
para completar
el
nmero de
las
Noches, va-
como
los
de antigedad
se supona,
cambiado mucho en
el
camino.
En una
5j
Sacy en
del
los
tet en
(Euvres de Ai. Auguste Guillaume de Schlegel, cri/raneis et publies par Edouard Bdcking. Leipzig,
l3S
Ql-INTA SERIE
3g
la
el ttulo
como son
el
la historia
y aventuras de
India y de su guacir, y de
la hija
driza de sta
misma
y Xims,
guacires
la
del rey de la
deGilkand
peregrinaciones y viajes de
marino, y otros.
El pasaje es, como se ve, terminante, pues,
no slo da el ttulo de Las Mil y l 'na Xoches, sino los nombres de las dos hijas del
Visir que refieren los cuentos; y aunque no
indica la fecha en que fueron traducidos, fcilmente se colige sta por el hecho de mencionarlos juntamente con la Historia de los
dic; Visires, que es una de las variantes del
Sendebar, y por la noticia que en otra parte
da el mismo Almasudi, de haber sido comenzados traducir en tiempo del Califa Abuchafar Almansur, que rein desde 754 774,
,
Sindbad
las
el
I40
QUINTA SERIE
slo en los
Viajes de Sindbad, que formaban libro aparte en tiempo de aquel polgrafo, pueden re-
Qukaptati. Posteriormente,
nes de Pavolini, citadas por
las investigacioel
mismo Rajna,
141
India a Persia.
la
No
dora,
P.
Rajna. Per
del le Mille e
l'
QUINTA SEIUE
}2
la historia
del
prncipe
Camaralzamn
y la
amantes. Y es cierto tambin que de la tradicin oral, y no de ningn texto escrito, vino
Sercambi y al Ariosto la novela de Jocondo
Un
hoy figuran en
se incorpor
antiguo en la literatura popular
castellana, transmitido directamente del original rabe, y es, por cierto, uno de los que
<3alland dej sin traducir.
desde
(i)
muy
(i) Existen en lengua inglesa dos versiones muy autorizadas de Las Mil y Una Nuches, las cuales forzosamente tiene que recurrir el lector no arabista. La de Lae
es ms compendiosa y expurgada; la de Burton, litera-
Jisima.
Me
refiero
143
/listara de la
la
doncella
524 por lo
menos
(i).
El
texto publi-
Las dos ediciones ms antiguas de que hay memoria son las que se mencionan en el iegistrum de don
Fernando Coln (nmeros 2172 y 4062), ambas sin fecha,
pero seguramente anteriores 1539 en que muri aquel
clebre biblifilo, y una de ellas 1524, en que D. Fernando la adquiri por seis maravedises en Medina del Campo.
i'na de estas ediciones pudo ser la que tuvo Salva (nmero 392 de su Catlogo) que la supone impresa hacia
i5ao. Vio adems otra que le pareci estampada hacia
1535. Knust cita una de Burgos 1537.
En la rica biblioteca del Duque de TSerclaes Tilly (Se"
(1)
examinado
he
la
Ao M.D.XLV.
D. Pascual
Zaragoza, por Juana Miviuda de Pedro Hardoyn, quince das del mes de
de i?4o; Toledo, en casa de Fernando de Santa Catalina, 1543; dos sin fecha, impresas respectivamente en Segovia y Sevilla, que se conservan una y otra en la Biblioteca Imperial de Viena. Mller aade la de i554, que se
guarda en la Biblioteca Real de Bavicra, y Mone la de Sevilla, 1S45 Todas estas ediciones son gticas, suelen constar de dos pigin is de impresin, llevan en el frontispicio
tres figuras, que representan una doncella, un mercader
y un rey sentado, y tienen, adems, estampas intercaladas
en el texto. Del siglo xvn existen: por lo menos, la Je
Alcal de Henares, en casa de Juan Gracin, 1607; la de Sevilla por PcJro Gmez de Pastrana, 1642 (con este ttulo
i2o<j-i2in) describe las siguientes:
lln,
Mayo
Ol'INTA SHRIK
144
de la
Aragons)
y la de
1676,
que
se
dice
modernizadas en el lenguaje.
La leyenda castellana fu traducida al portugus: Historia da doncella Theodora por Carlos Ferreyra, Lisboa, 1735, 1738.... pero la traduccin debe de ser anterior
por lo menos en un siglo, si es que ella se refirela
prohibicin que el ndice Expurgatorio de 1624 hizo del
Auto ou Historia de Theodora doncella. T. Braga (O
Povo Portugus, Lisboa; 1886, tomo 11, pag. 466) cita una
^5
un
las vici-
Lope de
Vega le dio forma dramtica, comenzaremos
por la novela de f.as Mil y l 'na Xoches, vasitudes de este cuento hasta que
nombre. En
Academia de la Historia,
Gavangos en sus not.v.
de
la
(2)
.
la
He gira, tomo
ir.
in, p
I0
rx s :rie
(.'
noches en
vigilia,
de los
los
sus mujeres,
obligaciones religiosas,
la escritura, la versi-
ficacin, la contabilidad
chas. Era
po; tena
el
el
joven
rostro
el tiro
de
las fle-
ms hermoso de su tiem-
muy
gracioso y
.el
hablar
muy
con
fastidiosa descripcin de
las
dotes fsicas y
Cuando
el
muchacho
lleg
hombre, su
nietos.
Teme,
enferm
y muri.
Su
hijo hzole
suntuosos
\~
QUINTA SERIE
;S
pas
mida
49
igualmente
razn y autoridad, y distingo las que ascienden hasta el Profeta de las que estn interrumpidas. Tambin he estudiado las cienlas
cias
la
matemticas y
lgica,
la
filosofa peripattica,
la
retrica
la
elocuencia.
He
ella, dijo:
Yo
Abraham.
le
ste
le
mand que
trajese su presencia
l50
QUINTA SERIE
Teudod. Apareci
sta
como
manda
la
don-
estrella
Oh,
Emir de
comenz
los creyentes!
iVlanda
que me interroguen...
Comienzan los exmenes por este orden:
estos lectores...
."
i
2.
3."
De derecho.
De asctica.
De lecturas
alcornicas, gramtica y
lexicologa.
4."
De
De
medicina.
todas las ciencias. Este ltimo ejercicio, que es el ms duro de todos, le dirige
5.
en persona
Abraham
el
polemista.
l5l
Despus
el
doncella
Qu favor me pides?
Que me
devuelvas mi dueo.
la obsequia con otros
cinco mil dinares, y hace su dueo oficial
de su corte con pensin mensual de mil diEl Califa accede,
nares.
El cuento,
como
5a
(.11
l.\
A SERIE
el
el
se relata
ticiosa
ninguno
La
que
doncella
nomine Domini,
II.
tiis,
l-'.l
m ata
ultra
la
'I
53
cual fantasearon
de cabra.
Hay una diferencia capital, sin embargo,
entre el caso de la Reina de Saba y el de
Teodor, puesto que en el primero es Salomn quien queda vencedor, y la Reina la que
le obsequia con ciento veinte talentos de oro,
adems de otros grandes regalos en aromas
y piedras preciosas.
El Sr. Asn llama mi atencin sobre los
QUINTA SERIE
54
contribuye aumentar
rtmico
que tanto
la
confusin
abusa en
el estilo
obras
de los rabes. El interrogado no
contesta ninguna pregunta, y el libro viene
reducirse un monlogo.
Por mi parte no puedo menos de advertir
la analoga patente que tienen algunas preguntas y respuestas de la doncella Teodor
con las de otro libro muy popular en la Edad
Media, cuyo contenido se encuentra sustancialmente en la Crnica general de Alfonso
el Sabio
en el Speculum Historale de
Vicente de Beauvais (libro xi, cap. 70) y en
un antiguo texto griego publicado por >re11
(2). knust ha impreso una versin suelta
tomada de un cdice de la Biblioteca Escurialense que contiene tambin los Bocados
de oro. Titlase Capitulo de las cosas que
escribi por respuestas el filsofo Segundo
las cosas que le pregunt el Emperador
Adriano (3). A pesar de lo clsico de estos
nombres y de algunas de las sentencias, la
novelita en que estn intercaladas parece de
origen oriental, y tiene alguna reminiscencia
ci
se
las
literarias
<
(1)
de
(2)
lia
Ocampo
2.
de Florin
(Yalladolid, 1604).
et moralomo 1, pgs. 208-213. Y con ms
Grcecorum
Fragmenta philosophorum
edidit J. C. Orellius,
comodidad en
los
de Mullach (Pars,
<3>
\1ittheilungen aus
dem Eskurial
pgs. 498-506.
aunque
50
grosera
la
el
el
ficciones indopersas.
fisolo asy.
la
QUINTA SEHIE
56
t.
amenazas de muerte,
ni
con tormentos, y
el tajo,
aguardando el hacha del verdugo. Maravillado el emperador de tan increble resistencia, le da una tabla para que escriba, y con
entienden por preguntas y respuestas,
siendo por lo comn las segundas explanacin metafrica del concepto de las primeras,
ms bien que verdaderas definiciones. Sirvan
ella se
de ejemplo
las
siguientes:
Qu
es
la tie-
l5j
ama de
los
das
las
omne?
Voluntad
Qu es
el
encarnada, fantasma
del tiempo, asechadora de la vida, sello de la
muerte, andador del camino, husped del
lugar, alma lasrada, morador del ma! tiempo.
Qu es la fermosura? Flor seca,
bienandanza carnal, codicia de las gentes.
Poniendo trmino esta digresin sugerida
por el recuerdo de obras anlogas, volvamos
al cuento de la doncella Teodor. El manuscrito que posey Gayangos difiere en muchos
puntos del texto de Las Mil y Una Xoches,
y como hasta ahora es indito segn creo,
procede apuntar aqu las principales diferencias, segn el minucioso cotejo que debo ala
pericia inagotable bondad del Sr. Asn.
i.La historia aparece transmitida por la
autoridad de Abubquer Eluarrac, que la
aprendi de un tal Hixem.
a
2.
El comerciante (padre de Abulhasn)
es droguista, y educa la doncella con todo
gnero de maestros.
a
3.
El comerciante (y no su hijo Abulhasn) cae en la miseria, pide ayuda sus parientes y amigos, que se la niegan, y se decide
vender su esclava, por ser lo nico que po-
QUINTA SERIE
58
4.
febrera.
a
5.
Antes del examen, hay una breve escena de regateo entre el comerciante y el Califa. Este dice, por fin, que se la examinar:
si no sabe todo lo que dice, entonces la tomar l para s gratis, y si todo lo sabe, pagar los diez mil dinares convenidos. Asiente
la doncella al trato.
a
6.
Entre los examinadores asiste tambin
el faqu de la ciudad, que es el primero que
la examina, desprecindola porque se atreve
tanto, siendo tan joven.
a
El examen se hace por el siguiente
7.
orden:
a)
ras
este
bre
examen
el
el
asctica
y gramtica.
alfabeto.
b)
c)
di
En
De medicina.
De astronoma.
De filosofa peripattica.
En
De toda
los
guntas de
del traje
ciencia.
ni investidura
que
viendo
el
el
precio conve-
lido.
los
cotejarse con la
accesible
inglesas.
al
no arabista en
las
traducciones
INTA SK.PIE
Examen
Dios.
feta?
M ahorna. Tu
Tu
gua?
El
Alcorn.
La Caaba. Tu camino? El
bien.
Tu mtodo? La tradicin. Cmo
conoces Dios? Con el entendimiento.
De qu hizo Dios el entendimiento? De su
alquibla?
el
puente, en
el
inte-
La
por
fe
la
Qu
es el Islam?
Dios,
como Seor
Sumisin de
la
voluntad
ESI LTDiOS DE
PI1 ICA
LITEFAKIA
101
ascticas del
de contratos,
Examen
pregunto
materia
etc. (i).
me
Te
testa la doncella).
Qu significa
la
jacula-
los doctores.)
El alfaqu gramtico
quiere
Cul es
el
anterior y atribuida
Dios
el
mismo
carcter
Mahoma
que
Revel
En
(i)
Asn.)
Ms. Gayangos,
fols.
iba
la
prohibicin de
la
aro re-
embriaguez. La
doncella responde esta y otras tres preguntas del mismo gnero, con el criterio de
la escuela de la interpretacin literal.)
Cuntos fueron los compaeros del Pro-
ste?
(ii
t'ois
10 vto.-i3 vio.
II?
( 1)
Ms. de Gayangos.
fols. 13
vto.-i6 vio.
QUINTA S1KIK
segn
el
da en
acaecern.
sas
que comienza
El
el
astrnomo maravillado
Examen
Qu
Qu
tiempo eterno?
Los elementos son temporales eternos
parle post?
Cules son las categoras de
los seres creados?
Cuerpo, tomos y accidentes qu son? A todo contesta Teodor,
confirmando sus respuestas con textos alcornicos. La doctrina es muy ortodoxa v
opuesta al sentido hertico del peripatetismo
es
filosofa?
es
musulmn (2).
Examen del sabio politcnico
Abraham el polemista. Tiene dos
primera de carcter histrico:
ms
virtuoso, Al Klabs?
Qu
sase
partes,
Quin
la
fu
Qu me dices
de Ornar?
Y de
Otmn? Qu llevaba grabado en su sello?
Qu sabes de Alhasn y Alhosin?
Quin habl primero en verso?
La segunda parte de este examen es una
serie Je enigmas, este tenor:
El
Qu cosa es ms dulce que la miel?
de Abubquer?
amor
(1)
(2)
filial.
iC
vto.-ig vto.
19 vto. -20.
l'O
Y ms pesada que
la
montaa?
La
espada
La
mentira.
Y ms cortante que
la
lengua.
Y ms veloz que
la
flecha? El mirar de
los ojos.
sada.
fiebre de
la
los
la llaga
del
lengua larga.
Y el rencor del
Y
Y
la
la
El
hijo per-
La
mujer de
ojos?
verso.
corazn?
alma? El
el
criado rebelde.
La pobreza.
muerte del vivo?
enfermedad incurable? La natura-
leza perversa.
la
vergenza que no
perversa
se
borra? La
hija
(i).
Opinan
los arabistas
es
muy
Ms. de Gayangos,
folios 20-2.
en todo
boches,
lo
como puede
siguiente
muy
en
rico e bueno, e
las
menesterosos e a las viudas, c habia muchos algos e muchos hermanos e muchos paa los
rientes, e
dia que
E dende poco
mercader a grand menester, e dixo a
la donsella: Sabed que me ha traydo Dios a
gran menester que nin he algo nin consejo, e
non se me escusa que uos non haya menesduras quantas pudo saber.
lleg
el
(i)
La sustitucin de Harn Arraxid por Almanzor e
natural en la pluma de un cristiano judo espaol, para
quien deba de ser poco familiar el nombre del califa de
Bagdad.
67
homed,
saluolo.
el
boticario
le
dixo:
mi coracon,
Mucho me
mansillas-
manda
e fesistes llorar
presta es.
levantse
el
boticario, e
muger. E
el
comienco con
la
la
donsella, e
comento
el mercador, c
qu era lo que
quera. E el mercador le dixo: Sennor,
quiero vos vender esta donsella. E dixo el
rrey: Qunto es su prescio? E dixo el
merca Jor: Sennor. quiero por ella di
doblas de buen oro lino bermejo. E el rrev
lo tom por extranno el prescio de la donse11a, e dixo al mercador: .Mucho vos esten-
los vido
a fablar
con
esto
E comento
el
lado a vos.
donsella, y
ella
abax
el
velo de verguenna,
vido su lermosura
que rrelunbrava coramo el sol, que non havia en su tiempo mas fermosa que ella. E dixole el rrey: Donsella. commo havedes
nonbre? E respondi la donsella, e dixo:
<<Sabet, sennor, que a m disen Teodor.) E
dixo el rrey: Donsella. qu aprendistes de
e el rrey ale los ojos, e
mandamientos
e el tras-
KST
)IOS
DE CRTICA LITERARIA
If)
e los
aves
gica, e la
de
las
animalias e
la fsica e la
l-
cosas probadas, e
juego de axedres, e aprend
filosofa
las
aprend mas el
tanner lad e canon e las treynta e tres trobas, aprend las buenas costumbres de leyes,
e aprend baylar e sotar e cantar, e aprend
labrar pannos de seda, e aprend texer pannos de peso, e aprend labrar de oro e de plata, e aprend todas las otras cosas nobles. E
quando el rrey oy estas palabras de la donsella risose
los
muy
maravillado, e
mayores sabios de su
mand llamar
corte, e dixoles
que
salieron luego
ella tres
las
cia
INI A
SERIE
que
es
ella el
E dixo
1~1
dixo
dixo
la
el tsico:
Desidme cmo
es esto.
Abraham,
ta, el
QUIN
cia. c<E
r.v
Abomelique desnud
c diolos la
me
el
rrey
levant en
tros
skimi'
pie, e dixo:
pannos menores
commo
hen dio
la donsella dies mil doblas de oro
porque non pasase tal vergenca commo le
fuera si los pannos menores alli delante el
rrey le hovieran de quitar.
Esta vieja traduccin castellana, que sin
escrpulo puede considerarse coetnea del
Bonium Bocados de oro, y del Libro de los
i
ESTt'IOS
DE CRTICA LITERARIA
\-]S
religin y patria Teodor, y se naturaliza entre nosotros (una doncella christiana que
en
la
la
escena pasa
minador
el
(i)
El libro del infante Epitus de las preguntas que el
le hi^o: y de las respuestas que le respondi.
(Burgos, en casa de Juan de Junta, 1540). 12 hojas sin foliar. La Inquisicin le prohibi en el ndice Expurgatorio de 1559. Existe tambin en la literatura popular
francesa con el ttulo de Questions que Jit Adrien Empereur un enfant nomm Apidius, y tambin con el de
L'enfant sage trois ans. El original de estos libros es
latino. Las traducciones castellana y francesa deben de
ser independientes entre s, puesto que La primera conserva el nombre de Epitus (Epictus en latn), y la segunda le transforma en Apidius.
Emperador
'.'I
|
IN
SKPIE
como
cordel, experiment en
didores del siglo xviu y del xix, ya para pulir el estilo quitndole toda su gracia y frescura, ya para hacer la doctrina ms edificante
y piadosa (poniendo, verbigracia, en boca de
la doncella Teodor, una declaracin de los
misterios de la Misa); ya para corregir los absurdos cientficos de astronoma, meteorologa, medicina, etc., sustituyndolos con otros
absurdos menos graciosos con pedanteras
insulseces.
Todos
que tanto pueden ensearnos sobre las ideas, creencias y costumbres de nuestros antepasados, y que tanto
campo ofrecen al estudio de la novelstica y
de la literatura comparada han sufrido igual
degradacin
igual barniz de semicultura,
peor que la barbarie, bajo la tosca pluma de
cualquier memorialista, barbero de lugar
estudiantn famlico, que han hecho mangas
y capirotes del fierabrs, de Los siete sabios
de Roma, del Partinuplcs, del Clamades y
Clarimonda, del (Jureros de Castilla y Arus de Algarbe, del Tablante de Ricamonte,
de Pierres y Magalona, de Roberto el Diablo, de San Amaro, de los viajes del infante
D. Pedro de Portugal, que anduvo las cua,
ESI
DIOS DE CRITICA
mundo,
I.
VEP
\'-'.
l~?
de otras nobles
vengando de la profanacin
han tratado sus modernos intrpretes, quienes se debe, sin embargo, el
haber conservado la memoria de tan sabro-
con que
las
ms
hostiles
Esta
consideracin desarma nuestro enojo, y nos
hace mirar con cierta simpata esos puestos
al aire libre, donde revueltas con romances
vulgares y papeles modernos de muy baja
ralea, campean algunas de estas refundicioindiferentes la literatura tradicional.
QUII A SERIE
Como
De
la
cueva y
Que rompi
los
candados
js
de critica literaria
177
Una he descubiert
No
Ensea
filosofa
caballeros hidal
". latn y otras lenguas,
F.n
Que pone
Desde
el
Aurora
al
Ocaso...
17i
amar
l'A
SERIE
No
arrogante
Que
ni discreta,
es insufrible trabajo...
mujer ha de ser
Para tratar el regalo
Del hombre, basta que sepa
Su lenguaje castellano.
Griega y latina qu efecto?
Si sufrilla no acertamos
Si la
un mrmol?
Asentado Salomn,
Y en la mesa estar hablando
Licurgo, Cicern,
O Tito Livio romano.
No, primo; que la mujer
(No porque boba la alabo)
Ha de ser como la pinta
Nuestro refrn castellano.
Cmo?
En
Devota en
.
en
el
el
la calle,
seora,
templo santo,
estrado honesta,
Animosa en
los trabajos,
79
Regocijada en la mesa,
Muda en enojos y agravios.
Fregona en casa, en la cama...
Harto os he dicho, miraldo.
Ya en
este
primer
acto
comienzan
las
ocasin
Lope para
reminis-
Don
La pretensin amorosa de
mo de
la
el
ni-
aparicin
de su padre, que., sin consultarla, ha concertado su matrimonio con un viejo y sabio catedrtico de Valencia. Don Flix, desesperado, ahorca los manteos estudiantiles y sienta
plaza en la compaa de un capitn que va
embarcarse en Cartagena para Italia. Siguen
algunas escenas soldadescas trazadas con el
bro y desenfado caractersticos de Lope en
este gnero de cuadros. Don Flix se propone
robar Teodor en el camino de Valencia, y
asalta la comitiva de la desposada, con tres
amigos disfrazados de bandoleros catalanes.
Realizan, en efecto, su empresa, y huyen
hacia la marina; pero all caen en poder de
unos corsarios africanos. El desconsuelo y
i8o
al
enterarse
y gracia.
verio de Oran.
al
cauti-
se
finge
la
que en Tol
Tierras peregrinaban,
I.M
Por de pronto no
lo
consigue. Su rival
Espaa, hace
que la lleven Constantinopla, donde es
vendida como esclava en cuatrocientos zeques. Su nuevo dueo la pone en libertad
compadecido de su infortunio, y agradecido
al servicio que le hace salvndole la vida
amenazada por la traicin de su hermano.
Pero tampoco en Turqua terminan sus
desgracias. Al principiar el acto tercero la
encontramos en la corte del Soldn de Persia' acompaada del mercader griego llamado Finardo que la haba acogido en su
nave para restituirla Espaa, naufragando
en el camino y perdiendo todas sus riquezas
Jarifa, fingiendo enviarla libre
en
el
naufragio.
Por
oriental,
Finardo.
QUINTA SERIE
82
Que
delires no
me
espanta.
Aunque t valgas,
Teodor, mucho por ti misma,
Advierte que es arrogancia
No yista en mujer decir
Que han de dar por una esclva
Tanto precio.
Teodor.
Si te
digo
l gusta deo,
Sern obras palabras?
Finardo.
Qu puedes decir?
Teodor.
Que soy
Una doncella tan sabia,
Que todos los de su reino
Har notable ventaja;
Que
para ver
la
experiencia
Qu
dices?
..ras.
FlNARDO.
El Soldn es hombre sal
F.gipto y Arabia
Y que en
No
FlNARDO.
Ahora
Tan peregrina
y extraa.
Teodor.
83
Llegan la pr
ildn, quien
sobre el precio lo mismo que el Jalifa del cuento rabe. Teodor le enjareta un
largo y pedantesco razonamiento sobre las
mujeres sabias, con largo catlogo de ellas,
y acaba proponindole un certamen pblico
contra todos los maestros y doctores de su
I
reino:
Que si en Univer
Entrar mujeres se usara.
Las ctedras fueran su
Pero ellos temen su infamia.
Ksto basta que se
Y que har (pues que te espanta
El precio de mi valor)
Honrando el sexo y la patia,
Que en pblicas conclusi
Rendidas sus fuertes a; n
Todos los sabios de Persia
Me confiesen su ignorancia.
i
Pesia dices
-
TtOOR.
5
seor.
Soldn.
sabidura
Se encierre en una muje!
Qu sabes para argir
Con mis sabios, cu
.:a
jndi
ca literaria
Teodor.
^abr decir:
Teodor.
Todas.
Soi
Pues yo
Que mis
tesoros contigo
Sern, Teodor, desiguales.
Pero ste el concierto sea
Y maana
se ejecute,
Teodor.
Avisa
Tus
sabios.
Fina:
Teodor...
Teodor.
Es risa
Pensar que conmigo estn
Un
Mi valor y su ignorancia.
Soldn.
Qu temeraria arrogancial
Vayan los luego avisar.
^ OUI.NTA SERI
Para Jar algn inters dramtico al cortanica finge Lope que l asisten, conducidos
todos Persia por raros acontecimientos,
sabio Leonardo, padre de Teodor;
el
el
cate-
desenlace,
el
justa literaria,
el
comn pensar
y sentir de su tiempo:
Demetria.
Con qu movimiento,
Se mueven agua, aire y
Y fuego?
di,
tierra
Demetrix.
Pues cmo?
Teodok.
Segn su naturaleza:
El fuego y aire hacia arriba,
Y abajo, el agua y la tierra.
Demetria.
el cielo?
Teodor.
Ese no es posible
Que rectamente se mueva,
Ni lo alto, ni lo bajo,
Ni mano diestra siniestra:
Y de moverse no cesa,
Slo alrededor se mueve,
Porque las generaciones
Desta manera conserva.
Demetria.
Cmo
cuerpos celestes
Circuiarmente se muevan
No
los
has dicho.
Hj
QUINTA SERIE
Tuo
Efectivam cinc
Oue
llaman
Motores, y nuestra [gle
Angeles.
los filsofos
Demetria.
Son animados
Los cielos?
1
ODOR.
Kaisa sentencia:
entiende que son alimts
Aquellas inteligencias.
Porque no se puede unir
La naturaleza anglica
el alma con el cuerpo.
guna otra materia.
Como
En
las
aade bastantes, entre ellos el de Edipo, propuesto en un soneto y declarado en otro; pero
conserva casi todos los del cuento oriental.
En el cuarto examen, que es miscelneo, no
hace el gasto Abraham el polemista, sino el
gracioso toledano Padilla, que propone algunos enigmas de broma, y vencido por la doncella, se ve expuesto ser despojado de sus
gregescos. La accin se desenlaza con una
gran anagnorisis en que todo el mundo que-
'W
Discurso ledo en
Espaola, en 29 de
Mayo
de
la
Academia
1004.
contestando
al
de
*$&*
Seores Acadmicos:
l discurso
f/i
que acabis de
maduro
fruto de
consagrada
al
oir,
una vida
culto
sabroso
literaria
preferente de
Mana Asensio
y Toledo ha realizado durante medio siglo
con general aplauso de los estudiosos, y que,
despus de elevarle la presidencia de la
Real Academia Sevillana de Buenas Letras
y abrirle de par en par las puertas de la Academia de la Historia, ha recibido su confirmacin postrera con el voto de nuestra Corporacin
slo retardado por la condicin
de residencia en Madrid, que, por fortuna
suya, no ha tenido el Sr. Asensio hasta estos
ltimos aos. Ni ha sido obstculo su feliz
alejamiento del trfago cortesano para que
dignamente fuesen estimados sus mritos por
los cultivadores de la erudicin espaola dentro y fuera de nuestra pennsula, y muy especialmente por los que dedican sus vigilias
la notable labor que D. Jos
QUII a
i'i|
la
interpretacin y
SI
al
comentario de
as
mundo
universal literatura,
el
hallazgo de
vado en
Museo
Cp
plena
desacreditando para siempre la tiesa insignificante efigie de la estirada golilla, que vena en quieta y pacfica posesin de ilustrar
\gb
INTA SERIE
grafas de Cervantes.
10,7
QUINTA SERIE
l'.)S
la
Tena, pues,
el
Cervantes por
la
Mancha.
10,0,
Era forzoso volver los archivos si la verdadera historia de Cervantes haba de escribirse algn da, y en esta parte no hay duda
que el Sr. Asensio abri el camino y dio el
primer ejemplo, exhumando de los protocoimportantsimas esque abren dignamente lo que podemos llamar el gran cartulario cervantino,
cuya prosecucin debemos al admirable eslos notariales de Sevilla
crituras,
nmero
por
y del
gamasilla,
para
la
de
20o
.:.
r.\
pik
cuadro de
la
Espaa
20
intelectual de
acompaado al
mosms propicia que nunca cuan-
La buena
suerte que ha
Sr. Asensio en
tr con l
sus investigaciones se
novela,
elegante
si
pluma
del
simptico
la
hispanista
QUINTA SEHIE
202
poseerlas
entendi
el
su
Cen Bermdez
v Stirling, sino
un completo
como empeado en
polmicas literarias de su tiempo.
A ejemplo de la Sociedad de Biblifilos
{paoles, que en 1866 haba comenzado la
serie de sus interesantes volmenes, rescatando del olvido preciosas joyas de nuestra
antigua cultura, fund el Sr. Asensio en
L86g, con otros aficionados sevillanos, entre
los cuales merece particular recuerdo el ditunto profesor de Derecho Romano D. Jos
Mara de lava, la Sociedad de Biblifilos
Andaluces; y puede decirse que durante muchos aos fu alma de ella, y uno de los primeros despertadores del movimiento bibliotroversista teolgico, ya
las
203
las
sus publicaciones.
QUINTA SERIE
204
sello de la
castellanos, y del
dos los elices hallazgos, todas las tiles disquisiciones del Sr. Asensio. Pero no puedo
menos de hacer particular mencin de sus
trabajos como cultivador de la historia americana. Con dos tomos de Relaciones del Yucatn ha contribuido la coleccin de documentos inditos de Indias, publicada por la
Real Academia de la Historia; y la celebracin del centenario del descubrimiento
del Nuevo Mundo contribuy en 1892 con
la ms extensa de las biografas de Cristbal Coln que entonces salieron de nuestras
prensas.
Parecer algunos que tal obra no era neque quiz las especiales dotes de su
autor hubiesen campeado ms libremente
en una serie de disertaciones encaminadas
ilustrar los puntos obscuros de la vida de su
hroe. De este modo, el Sr. Asensio hucesaria, y
biera
ms severo
No
ms
listas.
le
2o5
206
es la
QUINTA SERIE
erudicin inmensa
segura. Gracias al
de
la
historia
de
las
ciencias,
mil
detalles
que aislados
trica suele
estas fanta-
sas,
macin
mundo
la
inter-
207
y disquisiciones histricas, y en esto su autoridad entre los americanistas es grande tambin, aunque no tan libre de toda controversia. Pero si prescindimos de la acritud
y
virulencia que ha solido mostrar en sus polmicas, especialmente en las de los ltimos
tiempos, hay que confesar que no slo es el
208
QUINTA SERIF
pado en
el
ms
se
ha ocu-
Coln y su familia,
ha ilustrado con mayor nmero de datos nuevos, sobre todo en la extensa obra que en lengua francesa public en
1884, con documentos inditos sacados de los
archivos de Genova, de Saona, de Sevilla v
de Madrid.
Tanto el monumento levantado por Harrisse la gloria de Coln, como otras interelativas Cristbal
sino
el
que
las
necesidad de que se escribiera una nueva biografa popular de Coln, y que en ella entendiese un erudito de profesin, dotado adems
solemnidades no
me
si la
prctica de estas
20g
cual estoy de todo punto conforme, ni tampoco de discutir ninguna de las interpretaciones simblicas que hasta ahora se han pro-
yelmo de Mambrino. Entre estas interpretaciones las hay que prueban ingenio y sagacidad en sus autores,
'y
todas,
aun
las
que pa-
ms
recen
tiene derecho de
la
mediana
laboriosa.
CXXXVII
concepcin
artstica.
si
por
falta
i^.
1(1
INTA
SERIE
damente de
juicio
intelectual es
completamente
estril: el inge-
nio y la agudeza, hasta cuando son mal empleados, suelen conducir algn resultado
dadera
211
ms elevados que
los
de
la
antigua
sean ya
muy
pocos
los
mar
-'I
QUINTA SERIE
jote y el inefable y sano deleite que su lectura produce en todos los paladares no es-
piedad trascendental, que por su propia virtud y eficacia, y no por ningn gnero de
especulacin ajena sobrepuesta ella, irradia en todo el cuerpo de la obra y le baa en
celestiales resplandores. Su luz disipa las tinieblas de la mente, no por ningn procedi-
miento discursivo, sino por un acto de intuiel acto mismo de la evocacin de la forma, que lleva en sus entraas
cin soberana, por
todo un
mundo
ideal.
Cuando
el
genio llega
cias, sin
la
es
que
el
annima cola-
de
la
fbula,
inseparables de ella en la
mente de quien
la
21 3
concibi, altsimas
ense-
una forma
literaria
no
tiene inters
ms que
214
\"
empez
INTA
SERIE
cuando de los
no quedaba rastro. La
misma facilidad con que desapareci tan
enorme balumba de fbulas, el profundo olvido que cay sobre ellas, indican que no
eran verdaderamente populares, que no haban penetrado en la conciencia de nuestro
vulgo, aunque por algn tiempo hubiesen
deslumhrado su imaginacin con brillantes
(jiti
jle
entenderse
libros caballerescos
fantasmagoras.
Pero en el fondo de esos libros quedaba
una esencia potica indestructible, que im-
pregn
el
delicado espritu
de
Miguel de
21 5
heroicas; se despert
el
1".
-'
Ql
Vi A
SERIE
Edad Me-
Esta gran poesa narrativa tuvo por primer instrumento la forma mtrica, asonantada al principio y rimada despus; pero en
los tiempos de su decadencia, desde la se-
dia.
gunda mitad
el
desdeosamente
nales, y
la
comenzaba
la
burguesa apode-
propiamente dichos.
los
ms
No hay ninguno
217
entre
manera
irrecusable.
carcter
poesa tradicional,
210
QUINTA
SF.P1K
en que era tan llana y sincera la representacin de la vida. El ciclo carolingio, tan
enlazado con los nuestros, y que tanto
popularizarse en Espaa, le mereci tambin
particular
estudio y
afecto;
en
la
contrario,
la
donde
mostr igual
digo,
en
el
retuerza:
el
rey del
en
aquella visin,
arte
naturalista se
el
prestigio de
una geo-
grafa tradicional y potica, capaz de infundir hermosura y vida ideal al ms rido paisaje.
No
se
escribi
el
Quijote contra
el
puro
2ig
de
la
ciable: el
adormecen la conciencia y sumergen el espritu en una atmsfera perturbadora: no teel mundo clsico, aunque veces presente extraa analoga con algunos de sus mitos, ni en el mundo germnico que engendr la epopeya heroica de las
gestas carolingias. Otra raza fu la que puso
el primer germen de esta poesa fantstica,
ajena en sus orgenes al Cristianismo, ajena
las tradiciones de la Edad Media, poesa
de una raza antiqusima y algn tiempo dominante en gran parte de Europa: la raza
cltica, en suma, quien una atalidad histrica conden ser eternamente vencida, y
mezclarse con sus vencedores, siendo muy
pocos los puntos en que conserv su nativa
pureza, su lengua y el confuso tesoro de las
leyendas y supersticiones de su infancia.
Slo el alma galica irlandesa parece haber
posedo en el crepscolo de las nacionalida-
na sus races ni en
QUINTA SERIE
220
des modernas
el
parte hudesdichas
del hroe, el filtro mgico que bebi juntamente con la rubia Iseo y que determin la
perpetua irresistible pasin de ambos,
mezcla de suprema voluptuosidad y de tormento infinito; la vida solitaria que llevan
en el bosque; la herida envenenada que sola
Iseo podra curar; la apoteosis final del amor
triunfante sobre los cuerpos exnimes de los
dos amantes enlazados en el postrer abrazo,
y no separados ni aun por la muerte, puesto
mana
de
la
leyenda:
el
es
la
amor y
las
que se abrazan tambin las plantas que crecen sobre sus sepulturas.
Adems
de esta
febril
221
actividad se ejercita
consume y
sueo;
la
disipa entre
el instinto
aventura por
de
s
la
las
mas
bien se
quimeras de un
vida aventurera, de
con irre-
seuelo; se
gua; la
dista
el
Wolfram de Eschembach. La
QUINTA SFim
222
donde
dioda,
floreci antes
que en ninguna
Lo
accesorio,
namiento de
las
lo
decorativo,
buenas maneras,
el refi-
las descrip-
que por
imitadores,
y lo
la vida de
ellos
trascendi
pulindola,
atil-
dndola y afeminndola del modo que la vemos en el siglo xv. Los nuevos hroes diferan tanto de los hroes picos como en la
historia difieren el Cid y Suero de Quiones.
an vinieron
en
la
resultar
ms desatinados
dines de
la
postrera
ni
imaginativa y nebulosa, ni la
pasin indmita y fatal, ni el misterioso destino que las leyendas bretonas prestaban
los suyos, y de que nunca, aun en las versiones ms degeneradas, dejan de encontrarse
la exaltacin
vestigios.
Contra este gnero de caballera amanerada y frivola, sin jugo moral ni sensatez, lidi
Cervantes con todas las armas de su piadosa
irona, mezclada de indulgencia y amor, y
por lo mismo irresistible. Ese falso y liviano
concepto de la mujer erigida en dolo delez-
223
le
risa,
se
resuelven en
la
QUINTA SERIE
monismo
sin
na, el doctrinal
del
perfecto
caballero,
la
En
D. Quijote revive Amads, pero destru s mismo en lo que tiene de convencional, afirmndose en lo que tiene de
yndose
el
menos
223
menos ruda en el
Renacimiento que en la Edad Media. Nacido
en una poca crtica, entre un mundo que se
derrumba y otro que con desordenados moperfecta,
limitada,
-'2''
QUINTA
M' RE
cristiana.
227
QUINTA SERIE
228
naturaleza potica y
la
prosaica,
entre la
flejan cielo
y tierra.
la
Academia Espaola,
en 27 de Octubre de
contestando
al
1907,
Seores Acadmicos:
la
QUINTA SERIE
232
mrgenes
del
predilecta de nuestras
lile
de mi predilecto poeta latino. Nuestra amistad naci y creci entonces tan firme y robusta como si contase largos aos, y hoy
que el nombre del Sr. Rodrguez Marn es
unnimemente aclamado por la crtica y
representa entre nosotros la ms primorosa
alianza de la erudicin y del ingenio, que
suelen andar por el mundo tan discordes y
desavenidos, plceme recordar aquellas horas de pltica sabrosa, en que departamos,
ora sobre la poesa popular, ora sobre la
erudita, materias ambas en que ya era
maestro el Sr. Rodrguez Marn, cuando su
nombre, que haba traspasado las fronteras
patrias con aplauso de los principales folkloristas, era todava ignorado de la mayor
parte de los espaoles, hasta el punto de no
Hgurar en la nica historia de la literatura
del siglo xix que poseemos.
Pero no puede ocultarse por mucho tiempo la luz cuando es tan viva y flgida como
la que emana del ingenio del Sr. Rodrguez
233
Marn. Pronto grandes trabajos de investigacin, realizados con una conciencia y una
pericia que no estorban en nada la pujante
y lozana fertilidad de su imaginacin y de
su estilo, llevaron triuntante su nombre por
todos los mbitos de la repblica literaria, y
la Academia Espaola se honr s misma
premiando en tres certmenes sucesivos
otras tantas obras del Sr. Rodrguez Marn.
Y muchas ms hubiera premiado en aos
venideros,
si
galardn
el
entre los
ms
ms
Valga
lo
que valiere
la
investidura aca-
QUINTA SERIE
23_|
humando, no con
la
indiferencia
seca y des-
del
cautiverio y
el
infecto recinto de
una
233
salieron de
cuando
el
la fragua de su entendimiento
autor y sus amigos, mucho ms
aterrados que
su cabeza
el
236
QUINTA SERIE
Rodrguez Marn es tan copioso y vario, que para ser debidamente ilustrado
reclamara un tomo entero de considera-
Sr.
hallazgos peregrinos y el ingenio espaol pginas que por su intrnseco valer aventajan
sus propios hallazgos.
cibido con
del
Aun
la
artstica, ni tole-
mera
versificacin es
23j
el
plirse.
INTA SERIE
de su vida, que
metrificacin, sin cuyo previo y hondo conocimiento es imposible juzgar los grandes
poetas de las edades pretritas ni de la presente. Toda la filologa y toda la ciencia del
mundo no pueden dar esta pericia tcnica,
que para aplicarse con fruto los versos
ajenos tiene que haber trabajado mucho en
los propios. Por eso el Sr. Rodrguez Marn,
que ha hecho los ms clsicos sonetos y
madrigales de nuestros das, es el juez ms
autorizado y competente de los lricos espaoles del siglo xvi, de los cuales, ms que
imitador y discpulo, es compaero postumo.
Tuvo Rodrguez Marn la suerte de que
sus primeros pasos fuesen encaminados en la
senda del buen gusto por un maestro tan
docto y prudente como D. Jos FernndezEspino, conservador de las buenas tradiciones
de la escuela sevillana, discpulo directo de
Lista y heredero, no slo de su correccin
elegante, sino de su espritu crtico amplio y
generoso, tan lejano de la temeridad como
de la intransigencia doctrinal. No era Fernndez-Espino erudito de profesin, como
tampoco lo haba sido su maestro; pero estaba
muy versado en la leccin de nuestros autores
de la edad de oro, y los juzgaba con fino
^3q
el
digno de
loa,
como
nadie
el
24O
QUINTA SERIE
la
expona.
enamorado de
la
ms
2^.1
sejos y la doctrina de
acompaaron
la
hay
con
stira
los
liar el
2.\2
'TINTA SERIE
y vigoroso, sin que deje de ser culto y urbano, encontrarn mucho que aplaudirenlos
sonetos del compaero pasante, de los cuales
hay algunos que por el vigor de la sentencia
y por el nervio del estilo hubiera prohijado
el mismo D. Francisco de Quevedo. Pero
as como ste, cuando se puso editor de
versos ajenos, reserv sus mayores aplausos
menos
afines con su
para las suaves
melancolas del Bachiller Francisco de la
Torre y las noches serenas de Fr. Luis de
Len, yo, sin la autoridad que l tuvo y
perpetuamente tendr mientras haya gusto
de letras en Espaa, me atrevo preferir los
sonetos ntimos amatorios y filosficos de mi
amigo Rodrguez Marn los punzantes y
alguna vez desolladores de su amigo el Bachiller. Pero la destreza tcnica es igual en
todos, y la lengua me parece digna del
ndole
siglo
propia,
es
decir,
XVI.
mo:
Nunca escuch
tu voz, y en
243
mi alma suena
vi; los
adivino,
Conocida es y ha sido imitada por innumerables poetas entre los cuales es el mnimo quien ahora os dirige la palabra,
aquella anacrentica griega que pudiramos
llamar de las transformaciones (H Tchxkoa
tj,z ccy]), tema frecuentsimo tambin en
la
poesa popular. Pero nunca le he visto desarrollado con tanta delicadeza y novedad,
ni coronado con tan valiente y original conclusin como en otro soneto de Rodrguez
Marn, Anhelos:
Agua
Que con
Porque
No
QUINTA SEPIE
244
No
es
maravilla que
tal
vida:
El jardn
Como
la
como
la vida, ms de un tumbo,
Cual ella, huesos mltiples contienen;
Cual ella, duran poco... Triste cosa
Parecerse la vida al higo chumbo!
Dieron,
Todo
243
Que
No
Fernando de Herrera en
persa.
Una
una
Q! IN
''
SKRIE
oda horaciana de las muchas que han celebrado el urea mediocritas. no nos presentara tan al vivo el cuadro de la felicidad
domstica del Sr. Rodrguez Marn, de su
bienestar andaluz, ms potico que el holands el flamenco, como este soneto dirigido
lienzo el
al insigne artista que traslad al
idilio
de Danis y Cloe:
Tanta
Aqu reposa,
puedes. Toda es ma!
felicidad?...
Y pntala,
si
la
prosodia,
como
si la
prosodia fuese
nacin, ni de
ni siquiera el
como en
247
xv encontramos un
Mosn Juan de Villalpando que tuvo la ocurrencia de hacer sonetos en versos de doce
slabas, as en el xvn Pedro Espinosa compuso un notable soneto, exhumado precisamente por nuestro nuevo acadmico, en
versos alejandrinos. Me permitiris que le
consigne aqu, para que si tales sonetos llegan
aclimatarse, que lo dudo, cuenten lo
menos con algn antecedente en nuestra
Mora potica nacional:
pues
as
el siglo
la
dito, sino
por
la intrnseca
excelencia y her-
QUINTA SERIE
a |.8
mosura que en
la
algu-
al
le
tocan,
ha de
resistirse
al
insinuante halago,
como
stos?
la
249
madrigales ms largos
primordial de esta casta
de composiciones, recogiendo y reforzando
en los ltimos versos el tema motivo inicial. Tal es el madrigal puro, el madrigal
de tipo Cetina, porque otros, como el famoso de Luis Martn, son ms bien lindas
anacrenticas. Rodrguez Marn los tiene de
una y otra especie, y alguno tambin en que
Pero aun
cumplen con
estos
la ley
25o
QUINTA
SEI
el
en
las
dotes
Amor
Mas
el
oh rudos enojos!
engao ciego!
Aromas, nctar, mieles, gloria... Antojos!
Solamente beb lquido fuego.
Ay, cuan poco duraste,
Me
he extendido un tanto
al
tratar de las
placer de su lectura
ms
renovando
No
es ocasin
25
el
musa
lrica.
En
QUINTA
253
tura tradicional;
para
la
hasta
el
SER1T.
como no
El folk-lore, considerado
las
le
ha recogido
ciencias
antropolgicas
como rama de
como parte
esencialsima de
como
modernas tam-
mitologa comparada y la
historia de las instituciones. Pero gran parte
de los elementos que entraron en la sntesis
folk-lrica haban recibido una elaboracin
previa, ms artstica que cientfica. Las colecciones de cantos populares haban sido
apreciadas por su valor esttico, y algunas
de ellas, sobre todo la de nuestros romances,
formaban parte ya del patrimonio pico del
gnero humano. Grandes humanistas del
siglo xvi, y Erasmo antes que ninguno, haban reconocido profundamente el valor de
la sabidura prctica contenida en los adagios y proverbios de los antiguos, y en torno
bin,
la
el
al
de todos sus libros. El triunfo de la parcmiologia clsica hizo volver los ojos la pare?niolog'a vulgar, cuyo fondo era idntico, y
i53
QUINTA SERIE
J?4
vuelve con
ferencia del
la
la
como
popular, y
ellos
tradicionales,
idea-
cierto
formales del
alma andaluza,
235
si
diversas regiones de
ninguna alcanz
sevillana, de la
el
cual
256
QUINTA SEHIE
el
Rodrguez Marn. Resultado de este movimiento, que ya ces, como tantos otros impulsos tiles, fueron los doce tomos de la
Biblioteca de las tradiciones populares espaolas (1882-1886), las revistas tituladas El
Folk-lore Andalu^{iSS2), El Folklore Btico-Extremeo (i883) y el Boletn Folklrico Espaol (1 885); las coleccioncitas de
tor
257
de
la
abundantes noticostumbres y tradiciones y los numerosmos paralelos con la poesa lrica popular de Italia y de las diferentes lenguas
romnicas de Espaa. El aplauso de la crtica extranjera, comenzando por el sabio
fillogo Schurdadt y por los dos grandes
maestros de la novelstica comparada, Khfonticas y sintcticas, las
cias de
ms
con
mismo
17
23S
QUINTA
SERI1-
tanto
se
le
convirti en
clara comprensin de
la esttica popular,
vinieron quedar en pie los 8.174 que se
259
1882 y
883, y entera-
mente agotados
tas
ya,
creer que
embargo, sabemos que prepara una comha introducido gneros nuevos, como los romances, y ha
acrecentado enormemente, no slo el nmero de las canciones (que ahora pasan de
quince mil) y de los paradigmas extranjeros,
que no tienen nmero, sino el caudal, ya
sin
histricos y
viniendo formar todo ello
una verdadera enciclopedia del arte y del
saber popular, que difcilmente ser superada en Espaa.
Porque el Cancionero de Rodrguez Marn
no es, como tantos otros, una masa confusa
indigesta de coplas que es imposible leer
seguidas, por su falta de enlace, y que, presentadas en tal desorden, ni producen verdadero regalo en la fantasa, ni pueden
etnogrficos,
200
QUNTA SERIK
para
tan libre y exuberante. El sistema de clasificacin no se funda en circunstancias exteriores, como las tormas mtricas, que en la
dad
tres tipos
muy
dos
ins-
el
2l
lo
espaol.
la
desgracia de no conocerle,
lenguas; se asocia sus juegos y los dramapone en sus labios las primeras oracio-
tiza;
nes; le
de
los
22
QUINTA SERIE
complace en llevar
263
No menos que
primera
QUINTA SEP1F
204
ellas
una
sencilla
conmovedora
historia
265
como
la
llega la perfeccin
el
la vivificadora llama
de la chimenea campesina y rodeada de mu-
266
QUINTA SERIE
fil-
nunca
267
todo lo ha sido, no
como
espritus
suelen
que
les sobra.
Su alma hospita-
que
mismo
verdadera poesa; que exprese bella y sinceramente un estado afectivo; que haga vibrar
por simpata las cuerdas de nuestra alma; y
cuando no llega tanto, que compense si-
QUINTA SEKIK
quiera con los aciertos y primores de la ejecucin lo que puede haber de trivial en su
contenido. Eruditas son sus propias poesas,
y nada pierden por su noble distincin tcnica, pues el" sentimiento es vivo en ellas y
veces profundo.
Por eso
el
Sr.
nos.
Una
circunstancia casi
fortuita
vino
nuevo rumbo
sus trabajos y aficiones. Haba preparado el
difunto humanista antequerano D. Juan
este
mente de
269
muy
QUINTA SERIE
270
memoria
sin
duda,
pero no
buen celo del que supo aa-
honra menos
el
dirle tantas piedras finamente labradas, tantas especies curiosas y peregrinas. Para el
Sr. Rodrguez Marn tuvo adems la ven-
taja
salir
de
la triste
penumbra en que
la
histo-
grafa de los poetas de las Flores, encomendndolas varios literatos de dentro y fuera
de Andaluca. Fracas aquel proyecto, como
27I
poetas de
las
Flores, y
la del
propio colec-
Pedro Espinosa. Nuestra Academia premi ambos libros: por ellos reson con gloria el nombre de Espaa dondequiera que
se rinde culto los buenos estudios, y uno y
otro deben servir de modelo los que se
ejerciten en la ardua tarea de dar luz las
cosas pasadas, novedad las ms vetustas,
inters y realce las que parecen ms pequeas. Los poetas ms grandes de nuestro
Parnaso, los maestros ms excelsos de nuestra prosa, esperan todava y esperarn por
mucho tiempo un bigrafo semejante. Si sus
sombras inmortales pudieran tener celos,
incompatibles con su gloriosa naturaleza,
los tendran seguramente de estos autores,
tan obscuros ayer y hoy rehabilitados de una
tor
se
me
oculta
273
NTA SERIE
que tuvo concretada nuestra historia poltica muy poco ms que biografas de reyes
y descripciones de batallas, y la historia de
nuestros sabios y artistas unas cuantas
docenas de esbozos biogrficos? La historia
literaria de Espaa est medio conocer y,
por tanto, medio escribir: todava se nos
esconde una gran parte de la abundantsima
labor hecha en Espaa durante los mejores
siglos de nuestra literatura. Estn la vista
de todos los grandes hitos que indican por
dnde cruzaban las vas; pero apenas se conocen muchos recodos, prominencias y depresiones del gran camino que las letras
patrias abri la serie gloriosa de sucesos
prsperos cuyo benfico influjo se debi el
Renacimiento. Y ello es que as como la historia social de Espaa no podr escribirse
con entero acierto y con la necesaria copia
sumandos, digmoslo
neral, del
mismo modo
la
1-]"i
las historias
as,
de
la
ge-
historia literaria
de aquellas grandes centurias no podr estudiarse como es de apetecer hasta que prolijas y fatigosas investigaciones saquen del
polvo de los archivos y bibliotecas la clara
luz del da las obras de los escritores de
aquella poca, y hasta que se averige minuciosamente la vida de aquellos ingenios, ya
que tal indagacin es cosa imprescindible
para
el
ciones...
raria,
el
tumo de Barahona
vantes en
el
del Hidalgo
mente
es,
por cierto,
muy
ex-
Un
traordinario.
del olvido su
cxxxvn
el
cura)
si tal
18
NTA SE ME
2J4
libro hubiera
autor fu
su
del
mundo, no
en
la
2y5
de
dado
al
Sr.
teria para
de un poeta, va creciendo
la fuerza
misma de
las
y crtico
por
en su
sin violencia,
cosas
vistas
integridad y plenamente comprendidasen todas sus relaciones, hasta llegar ser la historia literaria de un perodo entero: la historia de la poesa y de la cuitura andaluza en
la segunda mitad del siglo xvi. La vida de
Barahona de Soto, tal como la conocemos
hoy, gracias las tercas y afortunadas pes-
QUINTA SERIE
ellos acude
el
bigrafo en
persecucin de
el
me-
dio social en que se educ y floreci; le interroga sobre sus ntimos alectos; averigua las
fuentes de su inspiracin y los casos externos
la determinaron; toma asiento su lado
que
en
las
academias
literarias; le
acompaa en
ESTUDIOS DE CRITICA
UTERAMA
277
primor de las antiguas coplas castellanas; en Osuna, al maestro Francisco de Medina, autor del elocuentsimo manifiesto de la escuela clsica que
rival de Castillejo en
el
los
cuales se
diestro que
mostr
artfice
mucho ms
QUINTA SERIE
278
valen
lleg
poemas
picos.
Con
ella
hizo
mucho ms
la temeraria hiprbole
de parangonar Barahona con el divino
Ariosto hasta el punto de decir que el poema
del
primero
sera
preferible
al
del
segundo
279
hubiese sido escrito antes. Tambin excedi, y no poco, la raya del justo elogio don
Bartolom J. Gallardo cuando declar que
La Anglica era el mejor poema del gusto
si
mente
versificada,
estilo y tan
que ms
Metamorjoses del vate de Sulmona. Llmase
este delicioso idilio Fbula de Genil. Apenas hay antologa que no se haya engalanado
con ella, ni libro de preceptiva retrica
potica en que no salgan relucir algunos
de sus versos. Y, por rara fortuna, esta pieza
QUINTA SERIK
28o
lrica,
no
de saberla de memoria, y de
Canto a Teresa
La
bella ninfa
Debajo de
las
all
pas
al
Hay
281
Para
adems,
los
el
eruditos,
cultsima.
Hoy
QUINTA SERIE
282
modo
lleg
respeto los
mundo
penetrar la
cultura y el
monumentos
y reliquias del
clasico en los hijos de aquella ciudad,
postre es
cin
el
ni el
el
Martn por
el
lindo madrigal de
la
abeja, y
283
una honda
QUINTA SERIE
284
el
desamparo
un alma menos
habit primero en
como para
irse
285
Nuestra Seora de Gracia, que sirve de triunfal remate al monte en que se asienta Archidona. Con qu lujo de poesa describe nuestro
autor aquellos agrestes parajes y la vida que
en ellos haca Espinosa! Y con qu arte nos
traslada desde all la rica y floreciente
ciudad de Sanlcar, donde Espinosa, arrancado de su retiro por un Mecenas digno de
l, fu, no lograr temporales medros que
de una vez haba renunciado, ni envilecerse
como tantos otros ingenios, en la dorada
crcel de la adulacin y la domesticidad,
sino cumplir altos y piadosos fines, servir
Dios y al prjimo en iglesias y hospitales,
en que haca esplndido alarde de su cristiana
largueza
el
bueno,
el sabio, el
QUINTA SERIE
280
que quiso
los
ser, y su
modo
fu,
una especie
imgenes de
las
silvas
filosficas
de Que-
287
QUINTA SERIE
a88
arte
nuevo para
leerlos.
No me
refiero slo
muy
ya conjeturando con
muy
buenas razonesque
ste
Padres de
giados por
la
Compaa
en
el
de su espritu.
Pero todo esto queda en la modesta penumbra de la investigacin documental, que
otros hacen tan bien como l. Lo que traspasa sus lmites, lo que entra con pleno
derecho en la literatura crtica y aun en la
literatura creadora son los dos hermosos
libros en que Rodrguez Marn ha puesto
dos de las mejores novelas de Cervantes un
marco digno de ellas. El da que todas estn
comentadas de
la
misma
suerte y
el
comenno
es
bres,
INTA SERIE
ellos de excelente y
provechoso. Pero
la cr-
mtodo
otra novela,
quiera del
un captulo cual-
manco inmortal, y no
queo su triunfo
si
ser pe-
2gi
ser
histrico en todas sus partes el libro, resulta una novela ejemplar, ms ejemplar, sin
duda, que El Celoso extremeo, y de no menos profundidad moral, aunque todava ms
amarga.
Obras de
Una
auto-
suya y
que ninguna otra de los tiempos modernos,
la
qunita serie
aga
neidad
la del
columbra la esttica
embargo, todava hay
desdea en Espaa: bueno ser
quien
las
que redime y ennoblece para el arte las truhanescas escenas de Rinconete y Cortadillo.
Voy tocando al termino de este discurso
y ni una palabra os he dicho sobre el tema
que magistralmente ha desenvuelto en el
suyo el Sr. Rodrguez Marn. Pero no puedo
aadir una sola lnea la resurreccin biogrfica que ha hecho del gran novelista sevillano autor de la Atalaya de la Vida, ni
debo extenderme ahora en consideraciones
crticas sobre tan insigne obra, que tendrn
lugar ms adecuado en mis estudios sobre la
293
Novela espaola. De Alemn, como de tantos ingenios nuestros, era conocida la voz y
desconocido el semblante: hoy las artes mgicas del nuevo acadmico, aventando espesa
nube de protocolos, quiebran la redoma en
que viva encantado y nos le restituyen tal
como fu en su vida maleante y azarosa,
escuela y taller en que se forj el estoicismo
picaresco y la psicologa sin entraas de
Guarnan de Alfarache.
Pero los honores de esta sesin no deben
ser para Mateo Alemn, sino para su bigrafo D. Francisco Rodrguez Marn, y an
me parece corto insuficiente el homenaje
que en esta ocasin le tributo. Yo quisiera
tener la elocuencia que en otros admiro, no
para realzar lugares comunes ni abultar mritos imaginarios, sino para ensalzar digna-
mente
todo
lo
QL'INTA SERIE
294
como
nadie
Edad Media,
Eduardo Hinojosa en historia de
literatura de la
el
de
don
las institu-
ha
mano
el
del arte
la
que
los
ha
21)5
el
sublimes metafscos y los poetas excely con los grandes historiadores y fillogos, los copistas de inscripciones, los amontonadores de variantes, los autores de catlogos y bibliografas, los gramticos que estudian las formas de la conjugacin en tal
cual dialecto brbaro iliterario, y este
tenor otra infinidad de trabajadores tiles,
laboriossimos, benemritos en la repblica
de las letras, pero que no pasan ni pueden
pasar de la categora de trabajadores, sin lilos
sos,
La historia
mismo que cualquier otro g-
lo
lo
H E
1
|ue
que
la
hay que simpatizar con ella (i). Tal aforismo se cumple en el gran enamorado de la
tradicin espaola quien tengo el honor
de presentaros, varn ciertamente privilegiado en el reparto de los dones intelectuales; pero todava ms envidiable por la generosa efusin de su alma y por la gracia insinuante de su estilo que por el rico y slido
caudal de su doctrina.
thing,watwe can
(i)
man mus
first
love the
cali knowing,
i^c with
''.'.'
it.
/croes.)
Conferencia pronunciada en
Forma parte de
La Espaa
el
Ateneo de Madrid, en
Ja serie
del siglo
titulada
XIX.
1887.
Seores:
me
300
QUINTA SERIE
301
Pero yo esta noche slo hablar de los poetas lricos contemporneos de Quintana en
cuanto tienen relacin con l y pueden servir para explicar el rumbo que tom su inspiracin y cules fueron los caracteres distintivos de sus obras. Y aun en el mismo Quin-
me
tana
casi totalmente
juzgarle
te-
QUINTA SERIE
302
que
ridiculiza,
pompa
de
En
(i)
no
la tragedia
y de su autor:
En El Pelayo hay
patritica del poeta;
3o3
amplificacin elo-
amagos de
la
invasin francesa.
El Pelayo,
crtico,
304
Como
QUINTA SERIE
escribi historia crtica y extensa, sino fragmentos biogrficos, no todos de igual precio.
Faltbale a Quintana,
como
historiador
>10S
DF CRTICA LITERARIA
ando relegando
variedad inmensa
3o5
pintoresca de
la
la vida,
la
Comparando
entre
los
tres
volmenes
3ob
INTA
SERIE
res.
Mucho
las
tercio de
en 1830 y $2, imprimi Quintana. Ms extensas y documentadas, estudiado con ms profundidad el hroe y la poca,
ms puro y acrisolado el estilo, libre el lenguaje de los frecuentes galicismos que afean la
primera serie, ms rica de detalles pintosiglo despus,
rescos
la
juicio...
Alvaro de Luna, Vasco Ne%, FranBartolom de las Casas. Nunca hay que buscar en el autor imparcialidad absoluta: se lo vedaban sus rencores polticos; pero aun en stos haban
trado los aos cierto apaciguamiento. Por
otra parte, Quintana no era erudito de profesin ni se entregaba con total desinters
la ardua labor crtica que desentraa, com/).
Zof
pulsa y pesa los testimonios; pero era estudioso y honrado, y en estas ltimas Vidas dio
conocer hechos y documentos nuevos, y
trajo la luz muchos puntos dudosos: lo cual
A Quintana como
crtico
he tenido oca-
ideas que
porque
el
y no llevaris
ms que en
conocimiento de
las
el arte lite-
sable para
comprender
la
como previendo
QUINTA SERIE
3o!S
esta cuestin
nombre alguno.
nerles
En
pueril,
curso de
la
Aconseja mezclar el gusto local con el inters universal y permanente. Muestra su natural inclinacin en preferir todo otro gnero dramtico la tragedia, y dentro de la
tragedia,
(1)
ias de
(tomo
Impreso por primera vez en la edicin de las PoeQuintana hecha en la Impreota Nacional en 1821
nj.
como
gedia
SOO,
cipes:
tiles
imprima;
la
tus pinceles
Verdad
es
ciertos versos
Y en
la
y ms cuidado
sencillez griega y latina,
superior traslado.
ella alzarse
Que
En vano austera
la razn clamaba
Contra aquel turbulento desvaro
-
los
campos
se tiende su albedro,.
QUINTA SERIE
reglas impaciente,
inunda la espaola escena
ingenio de Lope omnipotente.
Til
Vurinz
l-'l
Vi is enrgico
y grave, ms altura
Se eleva Caldern, y el cetro adquiere,
Oue an en sus manos vigorosas dura.
form para
la
mismo
Biblioteca de Rivadeneyra.
Literatura
Ciencias,
comenzaron
publicar
gusto; pero
nadie ha elogiado mejor aquel poema divino, cuya ejecucin presidieron las gracias y
musas.
Ha
sacrificando demasiado
3l2
QUINTA SERIK
Boileau, y
ms todava por
bien,
crtica
tal
cuestin
andaba
desviacin de
la
no era
resuelta, ,
posible.
ms
Pero
la
3l3
dera teora de nuestro verso pico, desarrollada luego admirablemente per Mil y Fontanals, y entendida de muy pocos. El romncerillo que Quintana form en 1796 p^ra la
coleccin Fernndez no est compuesto de
estas reliquias preciossimas de antiguas rap-
sodias picas, sino de sus imitaciones degeneradas de principios del siglo xvn, composiciones nada populares (aunque algunas se
popularizaron luego), y enteramente subje-
QUINTA SERIE
314
otra parte,
el
chosamente alterado, como Gallardo demostr (1) largamente. El prlogo, aunque ligero, contiene ideas que entonces por primera
vez se expresaban y que luego alcanzaron
mucha fortuna, v. gr.: que los romances
son propiamente nuestra poesa lrica (mejor se dira pico-lrica), y que ellos solos
contienen ms expresiones bellas y enrgicas, ms rasgos delicados ingeniosos, que
todo lo dems de nuestra poesa.
Con todas las lagunas que pueden notarse
en su crtica, Quintana no dejaba de ser el
humanista ms ilustrado de su tiempo. Su
coleccin de poesas selectas castellanas nos
parece hoy algo pobre y raqutica; pero dentro de su escuela ni se hizo ni se poda hacer otra mejor. El Parnaso Espaol era un
(1)
ro,
que
se
publicado por
cin de
I).
I).
imprimi postumo en
i85o.
0." de El Criticn,
Gallardo haba hecho
1824.,)
frrago;
la
coleccin
3l5
(i)
Poesas de los siglos xvi y xvn (tres tomos). Poexvm (un tomo).-.Usa pica (dos tomos)
QUINTA. SERIE
ciosa
hace que su
crtica,
incompleta sin
duda y poco original en los principios, se levante inmensa altura sobre el bajo y rastrero vuelo de los gramticos de comps y
escuadra. Otra de las cualidades que le hacen
3 17
como
literario, porque en cuanto al teatro, le comprenda tan mal y le senta tan poco, que
lleg escribir que de los centenares de comedias de Lope apenas habr una que pueda
llamarse buena, confundiendo sin duda lo
bueno y aun lo sublime que puede darse en
tpdos los gneros y escuelas, y que cada
paso se da, con asombrosa fertilidad, en
Lope, con lo regular y acabado, que es una
perfeccin de gnero distinto, ni mayor ni
QUINTA SKRIE
3i8
menor, propia de
Virgilio, de
otros espritus de
muy
Racine y de
que
los nuestros. Los unos concentran la belleza en un punto solo, los otros la derraman
prdiga y liberalmente por todo el ancho
campo de una produccin inmensa. Aplicar
los unos y los otros igual medida crtica
distinta familia
y confundirlo todo.
que en materia de teatros era la
crtica de Quintana ms atrasada y tmida
que en lo restante. Ya hemos visto que desde
su juventud admiraba fervorosamente la tragedia francesa, y no slo en sus obras maeses faltar la justicia
Verdad
es
comedia de Lope. As
le
vemos
citar,
como
Tan-
Francia (i). Y aunque l fu uno de los primeros que pronunciaron en Espaa (en 1821)
el nombre de escuela romntica (2), no fu
para adoptar ninguno de sus principios, sino
para vacilar un poco en la cuestin de las
unidades (que tantos espaoles del siglo pasado haban impugnado, entre ellos su propio
(1)
1
QUINTA SERIE
?20
la
siguiente: Quintana,
nece
al siglo
xviii
al
como
es
poeta, perte-
Quintana, que no
alguna de verdadera
importancia despus de 1808; Quintana, que
en 171)7 haba compuesto la oda .1 l^xdilla, y
en 1800 la oda A la imprenta; Quintana, enla
respuesta no es
difcil:
escribi composicin
xvm en la esfera
cantor inspiradsimo de
la filantropa, del panfilismo, de la libertad
poltica abstracta, de todas las ideas expuestas
por los Condorcet y los Turgot; Quintana,
la
de
medianas
ESTUDIOS
de
oda
la
>F.
clsica...
CRTICA LITERARIA
es,
32
que
se le
ideas que
liberal
nunca demcrata
menos naturalista.
fu
Lo que hay
es
la sola
el
modo
siglo xvi,
NTA SERIE
322
cia,
en
que
fue
grande ciertamente, no
la lrica,
campo de
el
se ejerca
ms an en
las ideas.
la
el tea-
prosa y en
El pensamiento suele
Se hunden y pierden
De orgullo
Tus
3aS
versos porfa
Do
fieles se retratan
yo
Esta oda, compuesta en 1797, es un ensaescolar; pero el estilo del poeta aparece
tana.
3l>4
QUINTA serie
3->5
aquellas cosas
medio
decir,
dmicas.
De Cienfuegos tom Quintana, no la candidez idlica, no el humanitarismo empalagoso, no la melancola vaga, no el desorden
de la composicin, no el neologismo impenitente ni otra ninguna de las condiciones romnticas, no tampoco el espritu democrtico y algo socialista de que Melndez y Cienfuegos haban sido los primeros intrpretes
en castellano, pero que Quintana, con ser tan
ques
les
?26
ms: es decir,
QUINTA SEHIE
endecaslabo,
cual Cienfuegos, en medio de su desigual y
escabrosa diccin, haba comunicado singula factura del
la
lar majestad y pompa; aquellos largos perodos poticos que se dilatan por el ancho cauce
de catorce quince versos con dignidad ver-
daderamente imperatoria.
Pero lo que en Melndez y en Cientuegos es
conato, no siempre l'eliz, aparece en Quintana
en estado de madurez perfecta y de obra cumplida. No es injusticia de la suerte la que hace
inmortales sus versos y deja los de sus predecesores para simple recreo de los eruditos.
Y ahora tratemos de caracterizar en bre-
de composicin y de trabajo.
Seores: si hay poesa en el mundo fcil de
abarcar y comprender de una sola ojeada, y
fcil de condensar en una sola frmula, es la
poesa de Quintana.
Toda ella es lrica, y lrica de una sola especie (la oda heroica), y aun dentro de este
crculo, ya no muy amplio, la poesa de
Quintana excluye casi totalmente de su cua-
327
Pero hay que advertir que este pasaje pertenece una de las odas compuestas con ocasin de la guerra de la Independencia, en las
cuales Quintana, impulsos de su entusiasmo
patritico, haba llegado
con
nacin y gente,
ahogando su propio individual sentir en el
sentimiento comn.
Slo as se explica que de la lira revolucionaria de Quintana arrancase aquella magnfica apoteosis de la lspaa del siglo xvi, tan
execrada antes por l en la oda A Padilla,
en El panten del Escorial, etc., y levantada
el
espritu colectivo de su
identificarse
A SERIE
las
32<)
fsico.
No
se
me
citen
como excepcin
los
la
versos
vida del
QUINTA SERIE
330
campo, mera imitacin de Thompson, Gessner Saint-Lambert, reproduccin quincuagsima y muy plida de aquellos paisajes
de abanico en que lozane el ingenio de Wateau. Ni se me cite tampoco, pesar de lo
especioso del argumento, la soberbia oda Al
mar, tan potente en las cadencias, tan llena
en los sonidos. Porque todo el que bien repase y traiga la memoria algunos versos de
la oda famosa entender, si tiene algn paladar de estas cosas, que lo que all se canta no
es el mar, ni la impresin que el mar produce en el poeta, sino la audacia del
que
se atrevi
hombre
el pronavegacin, , lo que es lo mismo, una nueva variante del tema de la oda A la vacuna y de
la oda A la imprenta. Comprese esta oda
con el Nordensee, de Enrique Heme, verdadera epopeya cclica, cuyo hroe es el mar
con sus ternezas, sus cleras y sus caricias
infinitas; compresele con los mismos Pomes de la mer, del marsells Autran, y se
ver lo que es cantar el mar y cuan lejos estuvo Quintana de intentarlo siquiera. A l
no le importa el mar, sino los hombres que
le surcan: Vasco de Gama, Coln, el capitn
Cook; en una palabra: el esfuerzo, el trabajo
humano que doma la naturaleza y la con-
greso
humano
surcarle; es decir:
manifestado por
la
En vano
el
rumbo
le
negaban
33 I
ellas:
El le arranc en el cielo
Al polo refulgente y las estrellas.
sorprende Gama,
de Luso al punto hollaron
El ponto indiano y la mansin de Brama.
Mas
llega, vuela y le
los hijos
exceptan unos
vaga al principio
de ella: descripcin que perfectamente pudo
hacerse sin ver el mar, aunque consta que
Quintana la hizo despus de haberle visto en
Cdiz. Y aun en ese principio, lo que canta
verdaderamente el poeta es su propia aspiracin lo grandioso y sublime:
as es
toda
la
oda,
versos de descripcin
si
se
muy
La
poesa de Quintana,
gioso y casi
es,
muda tambin
muda
en
lo
en
lo
reli-
descriptivo,
la
QUINTA SERIE
332
amor
humanos
dis-
la civilizacin y la patria.
Es preciso
tropezar,
.1
Clida:
te
has ido?
ca,
lo
versos.
en esto
que no
se
parece nues-
tanto. Por
boca de Garcilaso, de Francisco de la Torre, de Lope de Vega, y del propio maestro
de Quintana, Melndez, haba hablado el
amor con inefables dulzuras que ni por casualidad se escapan de los secos y ceudos labios de Quintana. Y, sin embargo, Quintana
en su juventud am con pasinardiente, como
lo eran todas las suyas, y quiz un trgico
suceso de aquellos das, vagamente conservado por la tradicin, pueda dar hasta cierto
punto la clave del enigma, y tambin de
tros clsicos, que
estudiaba
aquella honda tristeza, de aquel rido desabrimiento, de aquel tedio de la vida que
acompaaron Quintana hasta los ltimos
aos de la suya largusima.
Lo
ni el
amor de
333
Quintana
los sentidos,
amor
de
la belleza plstica, el
la
sentimiento pagano de
escultura y de la lnea.
Vanse, por ejemplo, aquellas divinas es-
tancias de la oda
De tu nacer testigo
Orbe se recrea,
Que tanto llega florecer contigo,
Y te contempla en tu halagea cuna,
El
Como
al
morir
el da,
Mira
el
Que
Tu
Y
pie en
tu candida
la
danza embellecer
mano
en
se vea.
las caricias.
halaga en rededor!..
QUINTA SERIE
334
Que
demandarte compasin
Y dulcemente
se atreve
palpitar te mira!
nes de lo bello, y
as
de
no,
333
la
conquista
Las mismas ideas que Quintana haba expresado al principio de la oda A la vacuna
las puso luego en prosa en las proclamas que
redact para Amrica como Secretario de la
Junta Central, proclamas que empiezan invariablemente con frase de este tenor: Ya
no sois aquellos que por espacio de tres sigles habis gemido bajo el yugo de la servidumbre: ya estis elevados la condicin de
hombres libres; proclamas que hicieron un
efecto desastroso, contribuyendo acelerar
el alzamiento contra la madre patria, y dando
perpetuo asunto las declamaciones de los
aventureros polticos, tan grrulos en la Es-
QUII
A SERIE
intolerante, tan
tan
este
fanatismo
saudo y tan
dejamos vencer por la hermosura y elocuencon que acert expresar su juicio; arrebatado, digo, Quintana por esta especie de fanatismo, ha condenado toda la
misin histrica de su patria durante el siglo
decimosexto pintndola como el criadero
de los hombres feroces colosos para el mal,
y no encontrando durante todo aquel siglo
ms nombre digno de alabanza y de los favores de las musas que el nombre de Padilla,
buen caballero, aunque no muy avisado, y
mediansimo caudillo de una insurreccin
municipal (generosa, es cierto, y cargada de
cia potica
iba buscando
337
Ni al indio pudo
Salvar un ponto inmenso y borrascoso
En sus sencillos lares:
Vuestro genio feroz hiende los mares,
Y es la inocente Amrica un desierto.
su hijo,
cuando
Qu
era,
Reina del
decidme,
la
nacin que un da
mundo proclam
el
destino,
QUINTA
338
SERIE
Singular poder de
se refleja
en
lo bello!
lo verdadero cuando
Quintana no ha hecho
33o,
radicales bajo
el
por nuestra parte nada nos cuesta admirarlas, porque si es grande la discordancia de
pareceres entre los humanos, lo menos hay
debe haber una regin, la regin pursima
del arte, la cual estas discordancias y contradicciones no llegan. Pero hay, adems de
una regin
todo punto, espaola para
todos sin distincin de colores ni banderas,
porque en ella el poeta no fu eco del grupo
exiguo de los reformadores que se juntaban
en su tertulia, sino que, por un prodigio singular, alcanz en el prosaico siglo en que
vivimos una virtualidad y una energa igual
la de Pndaro la de Tirteo.
Cundo dejarn de sonar por los campos
castellanos los ecos de la gloria y de la guerra, que por ellos lanz Quintana en 1808?
Qu intensidad, qu plenitud, qu fuego el
esto, en
que
la
poesa de Quintana
es espaola de
de aquellos cantos!
QUINTA SERIE
340
Ya
me
siento mayof:
Ceidmeei
\
dadme una
lanza,
Hunda
Guerra,
Al mpetu saudo
Del ero Atila que Occidente oprime!
Guerra, guerra, espaoles! En el Betis
Ved del tercer Fernando alzarse airada
La augusta sombra: su divina frente
Mostrar Gonzalo en la imperial Granada,
Blandir el Cid la centellante espada,
Y all, sobre los altos Pirineos,
Del hijo de Jimena
Animarse los miembros giganteos.
versificacin de Quintana.
esta palabra,
el
341
queremos
lamina. Con
designar, no slo al poeta nutrido y amamantado con la lectura de los antiguos, no
este epteto de clsico
slo
al
discpulo de
los
El plan de las odas de Quintana, no solamente es clsico, sino lgico y oratorio, mucho ms que lrico, en el sentido en que hoy
suele entenderse la poesa lrica. Hemos odo
sobre este punto un detalle curiossimo: dicen los que le conocieron que Quintana com-
pona sus odas en prosa antes de versificary con efecto se advierte en todas ellas
una construccin tan racional, un encade-
las,
QUINTA SERIE
Todo
humillar
la
humanidad conspira,
lira,
(Oda A PaJUla.)
mundo
aquesta sea:
Que ruede
.Mas
si
su placer la tirana;
su atroz porfa
Osa insultar
pechos generosos
Donde esfuerzo
Estrllese
Y brote de
al
su ruina
el
(Oda Al alzamiento de
No
da con
fcil
escarmiento.
las
provincias espaolas.)
mano
(Oda A Trafalgar.)
mitologa clsica, v.
g.:
Y
A
el
son hasta en
las selvas
da,
converta
(Oda
.4
Padilla.)
343
La triunfadora P
Aquella cuyo imperio
Se rindi en silenciosa servidumbre
Obediente y postrado un hemisferio,
Cuntas veces gimi rota y vencida
Antes de alzarse tan excelsa cumbre!
itilica inunda las llanuras
Del Tesin, Trebia y Trasimeno undoso,
V las madres romanas.
Cual infausto cometa y espantoso.
Ven acercarse al vencedor de Canas:
Quin le arroj de all? Quin hacia el solio
Que Dido fund un tiempo, sacuda
La nube que amagaba al Capitolio?
Quin con sangriento estrago
F.n los campos de Zama el cetro rompe
Con que leyes dio al mar la gran Cartago?
Sangre
es el arranque de las odas de Quinuna sentencia abstracta, una comprobacin histrica. Para comprender la marcha
del resto de la composicin, debemos rijamos
Tal
tana:
QUINTA SERIE
los
aromas
Vilmente degrada*
Vsf en laantij
De la invencin sublime
Del genio bienhechor los recibieron:
Nace Saturno, y de la Madre Tierra
Abriendo el seno con el corvo arado.
El precioso tesoro
De
"i
vivfica
Y grato
Dios
el
le
canto
el
el
tura:
prenta,
la
tuidad
cual da un
al
inventor de
la
la escritura:
Que
En
No
im-
Le basta un
345
Que en alas
Una misma
los
Qu
es del
Que abort
el
conmemoracin
de
los
..'UIN'TA
3-4.6
SERIE
Con
porvenir de
la
En
la
epstola gratulatoria
Jovellanos
347
una de
Maury
de diccin
la
misma imagen en
mayor poesa
su poema La
agresin britnica:
El Nilo va
as ios negros moradores
Contra el astro del mundo y Dios del da
lanzar
sacrilegos clamores,
Ciegos
Y el Dios girando flgido, torrentes
Verter de lumbre en sus obscuras frentes.
Del
En un
yermo
pasaje ya citado de la
oda
A la
her-
mosura:
Dichoso aquel que junto
ti
suspira...
muerte de
la
Duquesa de Fras
primera
3 \S
QUINTA SERIE
mujer del egregio poeta D. Bernardino Fernndez de Velasco), una estroa de las ms
celebradas pertenece ntegramente los Soliloquios del Emperador Marco Aurelio, por
quien, en su calidad de filsofo estoico, senta
gran predileccin Quintana:
Granos todos de incienso al fuego que arde,
Delante de mi altar sois consagrados:
Que uno caiga ms pronto, otro ms tarde,
Por eso habris de importunar los hados?
el Epitalamio de la Reina
compuesto en i83o (composicin
que Quintana por motivos polticos excluy
Finalmente, en
Cristina,
que
con
jj<)
el
el
versos cortos, tiene pocas y de exigua importancia, exceptuando una especie de balada
ttulo de
la
lo
libre, es decir,
QUINTA SERIE
350
siderado
de
los
como
poeta
lrico, y
prescindiendo
primeros de aquel
siglo.
Si
ms
35
se
toma en
332
quinta serie
cio,
de
[887.
D.
(0
(i)
El presente trabajo, escrito hace ms de veinaos para servir de prlogo las obras completas
de Pereda, adolece de incorreccin y ligereza juvenil,
pero no he querido refundirlo para no quitarle su
primiciva espontaneidad, nico mrito que puede
tener. En otra ocasin, quiz no lejana, procurar
rendir ms digno tributo la memoria del gran novelista montas, con quien me uni tan cordial
te
afecto.
23
QUINTA SKRIE
el
357
pueblo montas en
muchedumbre.
cronolgicos
ms
evidentes, y cual
si
se tra-
QUINTA SERIE
suyas.
comn en todo
ms
el
dernsimo.
libros;
en el dilogo
vencin y en
se
aventaja
la
composicin, es consecuen-
cia
forzosa de su
que en
la
descripcin y
la in-
ms que en
temperamento
artstico;
que no rehuye
la
Pero todo esto lo hace Pereda, no por imitano por escuela (que en literatura siempre es daosa), no por seguir las huellas de
cin,
tal
cual novelista
ms menos soporfero
de estos tiempos; que buscar Pereda modelos, ms nobles los tendra dentro de su
35g
sin
condenarse
la
vulgaridad y la muerte.
No es el naturalismo cuestin de doctrina
que, con visible exclusivismo y ciega intolerancia, quiera imponerse proscribirse, sino
cuestin individual, genial y, por tanto, relativa. Unos ven primero louniversal, y buscan
luego una forma concreta en que expresarlo.
Otros se van embelesados tras de lo particular, que tambin, y su modo, es revelacin
de lo universal. En los reinos del arte se encuentran todos, y todo es legtimo como sea
bello, sin pedantescas excomuniones, sin hablar de ideales que mueren ni de ideales que
viven, y sin mezclar la serena contemplacin esttica intereses ajenos y de nfima vala, que slo sirven para enturbiarla. Yo
tengo en mis aficiones ms de idealista que
de realista; pero cmo he de negar al realis-
mo
QUINTA
SI
mente
realista,
mucho ms
Vigny
.sobre la
Verdad en
realista que el
grosero mecanismo que hoy usurpa ese nombre. En aquel clebre prefacio de Alfredo de
que
el Arte,
es cierto
sus sonidos
ms melodiosos.
mundo) como uno de los ingenios ms radicalmente idealistas que han existido, entenda, digo, prescindir del estudio de la reael
lidad,
ms
bien la daba
36l
como supuesto y
36a
consiste en
lisiiio
alucinaciones a
des de la vida.
las
iA serie
las quimeras y
sanas y robustas realida-
sustituir
que
hayan credo
salir
reprensible lige-
del
paso negando
cas, puesto
lo
en esos trminos
arte, el
fa se
llama
as,
y que es precisamente
el sis-
tema ms
idealista de todos.
No
363
se dice, pues,
Disputan algunos
si
hay no verdadera
pero
el
los identifique su
origen; ya que en lo
el
espritu
el
de
ra de los
yos,
si
QUINTA SERIE
3r>4
decir verdad,
aplicado
listas,
critores,
todo
si
el
la
calificativo de natura-
mayor
se los estudia en
el
conjunto de sus
muchos de
ellos,
aun
De
la
misma manera,
sin
(i)
En este pasaje y en otros varios del presente
prlogo se ve lo mucho que entonces preocupaba al
autor (como toda la juventud de su tiempo) la moderna literatura francesa, de la cual vive ahora bastante alejado. Por eso daba desmedida importancia
escuelas y libros de efmera celebridad y discusiones tericas que hoy le parecen insulsos. verbalismos. La sana disciplina del mtodo histrico le apart pronto de tales caminos.
,
365
de
escuela realista, puede dudarse y aun negarse que la supersticiosa y enfermiza adorala
verdadero elemento idealista), encaje plenamente en la ortodoxia de los principios sostenidos con tanto aparato por Zola en sus libros de crtica. En cuanto Daudet, los
mismos naturalistas no le cuentan entre los
suyos, sino con muchas atenuaciones y distingos, tenindole ms bien por un aliado
til que por un partidario tervoroso. Y realmente, en los libros de Daudet no faltan
figuras de convencin, ni deja de respirarse
cierta atmsfera potica, que los intransigentes de la escuela condenan con los nombres de romanticismo y lirismo. De todo lo
cual resulta que el nico naturalista acrrimo y consecuente es Emilio Zola, puesto
que sus discpulos apenas merecen ser nombrados. A la doctrina profesada y practicada
en libros interminables por el prolfico autor
de los Rougon-Macquart es, pues, lo que
escuela naturalista.
Aceptemos
el
nombre,
y distingmosle del eterno y vastsimo realismo, del cual ese reducido grupo de nove-
las
re
simo menos) no
es
ni
ms que una de
manifestaciones histricas.
Todo
muchtantas
naturalista
es realista,
si
se
tos de su escuela;
36?
qu
38
in
si in-
lo que debe
entenderse por verdad humana, y qu concepcin tan torcida del arte es la que se lia
iormado. Entendidos ambos conceptos en el
sentido grosor simo en que l los entiende,
ni sus novelas, ni otras algunas, tendran
razn de existir. En la misma nocin del
arte va envuelta la del ideal, siendo la una
inseparable de
el
la otra.
autor de
El
mismo Zola
llega
no viene ser otra cosa que la naturavista travs del temperamento del
artista, es decir, modificada por eso que
Zola llama temperamento. Pues bien: esa
modificacin que el artista ms apegado lo
real impone los objetos exteriores, por
medio de los dos procedimientos que llamar
de intensidad y de extensin, arranca de la
arte
leza
el
como
el
realismo, puesto que uno y otro van encerrados en el concepto de la forma artstica,
la cual no es otra cosa que una interpretacin
(ideal
dad
como
toda interpretacin) de la
formas
reales.
ver-*
Merced
ESTUDIOS
esta verdad
i)K
CRTICA LITERARIA
36g
interior,
ms
insignificantes,
que
mucho ms
palpi-
tante y densa que la mayor parte de los seres plidos y borrosos que vemos por el
mundo.
Pero todo esto
lo
consigue
el
arte
por
los
cierta-
QUINTA SERIE
en
la
cima de
la
especulacin ontolgica, en
aquella
37
que
(en
perlar-
haba pensado; pero no faltar algn naturalista fervoroso que copie al pie de la letra la
Biblia, la Suma de Santo Toms, el Cdigo Penal, si algn personaje de la novela se le ocurre leer cualquiera de estas
cosas.
complicacin de
fatigosa
la
inters,
va haciendo tan
tablas de logaritmos.
QUINTA
373
SFKIF.
gados.
las
es
triste
decirlo,
pero neo
zado verdadero xito de librera, as en Francia como en Espaa, son las que ms menos estn cargadas de escenas libidinosas. Si
exceptuamos Nana, Pot-Bouilley el Assommoir, todas las dems novelas de la serie
de los Rougon duermen el sueo de los justos en los estantes de los libreros de ac y
de all.
Todo
esto prueba,
duda, lo soez y
bestial del gusto del pblico; pero prueba
tambin otra cosa peor, es saber, el poco
sin
blico.
corromper y
No
tin tica de
inmoral
la
clavarlos en
la
picota.
La
intencin social
ms que
3/3
malos
pensamientos provocan asco, siempre ser
verdad que el gnero es detestable, no ya por
razn, que
inmoral, sino pur feo, repugnante, tabernario y extrao toda cultura, as mundana
como esttica.
Cuando se hacen cargosa
los naturalistas
la
En
37
QUINTA
SF.HIE
cuyos
ttulos
no deben manchar
el
pa-
pe.
humana,
radamente su observacin
jacta) al
campo de
restringe delibe(y
aun de
los instintos
ello se
y de los im-
parte irracional,
como
l dice, la
bestia
poner de resalto
el
como
vctimas fatales de dolencias hereditarias y de crisis nerviosas, con lo cual, adems de decapitarse al ser humano, se aniquila todo el inters dramtico de la novela,
Z~]b
QUINTA
SI
queda de l es una
afirmacin realista incompleta, y una tcnica minuciosa y detallista, que Pereda no
puede condenar puesto que la practica l
mismo.
Y, sin embargo, Pereda hace bien en no
le llamen, naturalis-
no slo porque
es realista la
buena
ESTUDIOS DE CRTICA
ITERARA
377
una lnea de
sus obras. De donde resulta, que si toda
costa se quiere alistar Pereda entre los naturalistas, habr que declararle un naturalista proltico, y darle por antigedad el decanato de la escuela.
La verdad es que Pereda, ni entonces ni
ahora, hizo otra cosa que seguir los impulsos de su peculiai sima complexin literaria,
ni se mostr jams ansioso de teoras y novedades, ni reconoci nunca otros maestros
que la hermosa naturaleza que tena enfren-
ni
rrana.
378
QUINTA SERIE
inmortalidad,
lo?
oles muy dignos de profesar otra ms elevada, no ha entrado por mucho el anhelo de
la singularidad, el odio los lugares comunes y las opiniones recibidas? Cmo se
comprendera, si no, que tan de buen grado
hubieran abierto las puertas una doctrina
tan anticuada y vulgar como la de la imitacin de a naturaleza, retrogradando hasta
el abate Batteux y su sistema de las Helias
Artes reducidas un priiicipio. Como si tal
principio pudiera aplicarse, aun con esfuerzos singulares de ingenio, la msica y la
arquitectura y la poesa lrica, y como si
no quedasen tambin fuera de ese crculo vil
todas las grandes concepciones teognicas y
mitolgicas, de las cuales vive la poesa pica, todas las grandes construcciones del arte
simblico, todas las maravillas de la escultura y de la tragedia atenienses, artes idea-
3yg
idealistas!
QUINTA
SI
maestras; pero
crtica al uso,
verdad tan obvia. Es ms: quien naci idealista, es decir, con un exceso de vida espiritual propia, que tie con sus matices el espectculo de lo real, ser siempre en vano predicarle que tome por otra senda, como ser no
menos imposible empeo apartar de la suya
al
las cosas
como
el
menor
Lo que importa
Y vamos
adelante.
si
382
Ql
INTA SERIE
lidad y
el
lo cierto es,
nerviosos en
natural,
mucho debe
el
un par de
y de mala ley, donde, por sibaritismo de estirehuye la expresin natural, que puede
ser noble, y se persigue con psima delectacin y artificio visible la expresin ms violenta y torcida, por imaginar los autores que
tiene ms color. Y cunto suelen engaarse!
lo, se
Precisamente uno de los mritos ms sealados que para m tiene Pereda consiste
en haber huido de esa bsqueda mal sana.
Por eso, sin duda, le han llamado algunos
naturalista de la naturaleza. Y tienen razn,
si esto se entiende como en oposicin naturalista de escuela.
Bajo dos aspectos principales puede y debe
considerarse Pereda: como autor de ar-
383
QUINTA
38^
SEl
En este
sentido,
La Bruyere
es
cindo de
11o (feliz
(i)
remedi
esta falta.
estos
ltimos aos
rece
su
estilo
afectado
ttrico,
385
apenas
realzado sino por Jotes de observacin superficial; y Francisco Santos, que en su Dia y
noche de Madrid todava se muestra ms
culterano y enigmtico que su modelo.
La pintura de costumbres, que pareci
morir en el siglo xvni con D. Diego de Torres, imitador poco dichoso del inimitable
Quevedo, y con D. Ramn de la Cruz, cuyos
sanetes son, en su mayor parte, cuadros en
dilogo (tal es la sencillez de su fbula!),
pecados de afectacin que en sus poetas lricos veces la desdoran, mostr en sus cortos
y delicados bosquejos alguna reminiscencia
de los humoristas ingleses (principalmente
de Sterne), unida exquisita sobriedad de
estilo y un sentimiento que no degenera en
sentimentalismo. As, el ejemplo del hoy tan
olvidado Jouy en L'Ermite de la Ckause
d'Anlin. fu despertador para que Mesonero
Romanos comenzara
su
Panorama Matri-
obra es
muy
espa-
25
donde
la
A SERIE
387
la
que describe, ni tampoco se libraba del inmoderado atan de declamar todo propsito, y de interrumpir sus mejores cuentos con
inoportunos, si bien encaminados, sermones.
Gran cosa es el espritu moral y la pureza de
ideas; pero no ha de mostrarlos el novelista
por su cuenta y disertando (como no sea en
alguna breve sentencia), sino infundirlos calladamente en el total de la composicin y
hacerla religiosa y moral, sin que la moral
se anuncie ni inculque en cada pgina.
Asi y todo, aun los ms prevenidos contra
aquella ndole literaria tan angelical y tan
simptica, ante quien toda crtica enmudece, no podrn menos de reconocer la insigne dama andaluza autora de Clemencia y
de La Gaviota, el mrito supremo de haber
creado
la
paolas,
la
filiacin intelectual.
388
(UN A SERIE
I
lebre escritora,
empeado en ver
las cos-
Trueba, que por los aos de 864 se hael apogeo de su fama, fu el encargado de hacer el prlogo de las Escenas
Montaesas; tarea que llev cabo con buena
1
llaba en
garsimas mujeres (vulgo pasiegas) que hacen granjeria con el nctar de sus pechos, y
38<)
que explotan
el
carcter hospitalario
nos concede, como por misericordia, que formamos parte de la heroica Cantabria, aunque de fijo fuimos los sometidos!
Pero dejando para mejor ocasin las pasiegas y a los Cntabros y Autrigones, y aun
al hospitalario pueblo vascongado, no puedo
dejar de hacerme cargo de la sinrazn artstica con que el Sr. Trueba en aquel prlogo
acusa Pereda de pesimista (an no estaba inventado lo de naturalista), tildndole de fotografiar con marcada fruicin lo mucho malo
que la Montaa tiene como todos los pueblos.
Este cargo, repetido hasta la saciedad por
otros crticos, dio ya motivo una vigorosa
rplica de Pereda en el prlogo de sus Tipos
y paisajes; pero como todos los lugares co-
munes, y ms
si
QUINTA SERIE
3gO
aunque no sean
as los
que
se pin-
quien
es,
el zafio
como zafio
mismo que
se expresa. El
siente
mucho
3qi
la
que dejan en
el
como pocos
rales y literarias, y
-TRIE
Arrabal!
Qu hroe de
calle del
la
saln
interesar
nunca lo que el desdichado Tuerto lanzando en la escena del embarque aquel solemne larga? Si esto es realismo, bendito
sea. Si realismo quiere decir guerra al convencionalismo, la falsa retrica y al arte
docente y sermoneador, y todo esto en nombre y provecho de la verdad humana, bien
venido sea. As pintaba Velzquez.
El Sr. Pereda no es /'olgrafo grande ni
chico, porque la fotografa
Sr. Pereda es
la
un grande
reproducir
los
no
artista.
es arte, y el
La
calzones rotos,
otogra-
la
astrosa
son
mos en que
3q3
3$4
ta sfpif
sonales, todava
de novelas largas, y entre las escenas cortodava doy la preferencia las de costumbres campesinas, sintiendo que no sea mayor el nmero de las primeras, en las cuales
logra el ingenio de su autor un grado de vigor
y de fuerza creadora y hasta de terror sublime que, por decirlo as, le levanta sobre s
mismo. Por eso espero yo, y conmigo todos
los hijos de Santander, que la obra maestra de
Pereda y el monumento que mejor vincular
su nombrelas generaciones futuras ha de ser
su proyectada novela de pescadores: Sutileza. Aun sin esto, ya no morir, gracias Pereda, el tipo hoy casi perdido del viejo marinero de la costa cantbrica, levantado por l
proporciones casi picas, y digno de hombrearse con los hroes de Fenimore Cooper.
.Ms serenos y apacibles, menos trgicos y
apasionados son los cuadros rurales, en cuya
al
tas,
3g5
riqusima serie descuellan dos verdaderas novelas primorosas y acabadas, aunque de cortas dimensiones:
Suum
cuique y Blasones, y
se sabe cul
ms breves no
El da 4 de Octubre
Al amor de
los li-
bones.
(i)
De
l se
arte, quin
duda que
los
lmites del
extravagancias y
vida pblica caen, como tolas
ridiculeces de la
das las dems rarezas humanas, bajo la jurisdiccin del satrico y del pintor de costumbres? Por qu no ha de describirse una es-
largas novelas:
El buey
suelto,
3Q7
Don Gonzalo
Gonzlez de
astilla,
el
ms
viejo
riamente, ya en burla, es la cuestin del matrimonio, aunque sea cierto que ni los razonamientos ni las burlas influyen mucho en la
resolucin que cada prjimo toma segn cuadra su genialidad, temple y ms menos escrupulosa conciencia. Pero en la biblioteca
QUINTA SERIE
tonces brotan,
como
y en-
modo
de
la 6. a
vellieri italianos,
los franceses.
en que la barbarie
no exclua
la
ms
..TINTA SERIE
4"'
te,
el
mtodo
fisiol-
gico contra los fisilogos, y que, convirtiendo la defensa en ataque, en vez de vindicar
directamente el matrimonio, ponga y clave
en
la
El libro que,
como
los caracteres
tonto, ni
ni
muy
hermoso
viejo ni
ni
muy
lticas ni literarias;
un
feo,
ni rico ni
pobre,
ms ruines y mezquinas
contradicciones de la vida. Todos sus desr-
denes y malas andanzas son de escalera abaLo singular del tipo est en su absoluta carencia de idealismo. Todo es vulgar en torno
suyo: sus amigos, su criada, su manceba.
Y as deba ser para que el libro surtiese
el efecto que el Sr. Pereda se propuso.
jo.
Qu
}0l
rarezas,
CX XXV!
20
La tienda de
n
Mas no
se
alegre se inclina
mas endeble de los suyos. Testimonio son de que sabe hablar en veras y
herir el alma, adems de alguno de los captulos antes citados, los que terminan la
ltima jomada, sobre todo el titulado La
arda de la muerte, donde lo fcil se
hermana con lo bien y hondamente sentido.
/ Aun los crticos ms adustos que consideraron El buey suelto como una cada parecieron admirables algunas porciones del
Don Gonzalo, publicado al ao siguiente. Si
como novela se la considera, puede tachrsela de accin escasa, aunque tiene la que
basta y sobra para mover unas cuantas figueste libro, el
ras, principal,
bro.
No
si
es el fin
dr antojrseles,
sta
no nico, propsito
de
ste,
como
la stira
ms que como
del li-'
algunos po-
poltica, ni
viene
BSTUD10S
DF.
CRTICA LITERARIA
403
electorales...
delirio.
Esto acontece en Coteruco, pueblo que lle corromper dos intrigantes y un mentecato, sin otro fin que el de satisfacer ruines
pasiones y venganzas. Y eso que Coteruco
era antes el mejor pueblo del valle, y aun el
dechado de todos los pueblos de la Montaa,
por la honradez y amor al trabajo de sus
gan
QUINTA
4O4
SF.H1K
moradores. Debase tal milagro un D. Romn Prez de la Llosa, seor rico, tranco y
campechano,
sin
alardes de patriarca de la
muy buen
sentido y recta
Enfrente de D. Romn coloca el Sr. Pereda otro tipo, montas de pura raza, y el
mejor tipo de Pereda, el arbitrante Patricio
Rigelta, Maquiavelo de Campanario, corno
dijo aguda y felizmente un crtico. Patricio,
personaje esbozado ya en ciertas stiras polticas del autor (1), adquiere aqu proporciones extraordinarias y se convierte en verdadero hroe y rueda principal de la novela,
405
cura y D. Romn (el confesonario y e\ feudalismo, que dice el cojo), y aquello en pocos das
muda
de aspecto.
sin
uno de
QUINTA SEPIE
406
castigo de
I),
er
y rirealismo, ni
fciles
el
Es un
libro sin
talento y
traviada
o;
rt
bKfiE
De
(1(0 lo
menos afortunado en
de Pereda es tambin
el
novela
la
carcter de
la
hero-
l,
amor han
ms ende-
ble de su
armadura de
novelista.
que
Y aun
los
aa-
la lev
la espaola y montaesa toda ley, cumpla su deber sin aparato ni estruendo, aun-
que su resolucin
le
acendrada y robusta, su
buen sentido natural, lo recto y nunca maleado de su razn la impidan transigir con
la impiedad, aunque vaya unida toda la
Bien est que su
le
el
fuego de
pasin y todo el poder y alteza del ingenio. Pero era preciso para esto hacerla tan
la
}X)0,
Pero cmo se venga Pereda de esta inferioridad suya en otros tipos mas de su cuerda que la obra tiene, y sobre todo, en los que
forman el coro! Slo el recuerdo, no fcilmente borrable, de Patricio Rigelta, puede
perjudicar al malvado de esta otra novela,
el D. Sotero, abominable tartufje, en cuya
negra alma no ha temido penetrar y ahondar hasta con encarnizamiento el Sr. Pere-
como
da,
de que
lo
410
do
Qi
NTA SEPIE
no obstante,
es distinto.
As' en !o serio
como
en
lo jocoso, tiene el
dros insuperables de costumbres. Si yo hubiera Je elegir entre los captulos del libro,
me lijara sin duda en La hoguera de San Juan.
La luz de esa hoguera es luz de Rembrandt.
Y puesto ya citar bellezas de pormenor,
no olvidar el pao de la lio y. donde el dilogo supera la descripcin
con ser la
descripcin tan buena; y los captulos de
presentacin de los diversos personajes, especialmente aquel en que se describe la casa
y modo de vivir de los Pearrubias; el maquiavlico dilogo en que D. Sotero va persuadiendo su sobrino que intente la deshonra de gueda, y, finalmente, cuanto dice
y hace iVlacabeo, quien mi amigo Clarn
ha llegado comparar nada menos que con
,
el
Ren\o manzoniano.
El paisaje en que toda esta gente vive y se
4II
QUINTA SEKIK
412
comarca. La obra es un
gnero de literatura que puede
decirse propio de nuestro siglo, y que ha producido en Alemania, en Amrica y en Provenza i) tres obras superiores, del todo ajenas d amanerado convencionalismo de la
buclica antigua. Pereda haba ensayado este
gnero, aunque en prosa; pero siempre como
episodio de sus novelas polticas morales,
bien en cuadros cortos, v. gr.: el del 4 de
Octubre. Hoy le cultiva de trente, y hay trozos en su libro, como el de la lucha de los
dos pueblos rivales, el de la entrada del
ganado en las mieses, que parece que estn
reclamando el antiguo y largo metro pico,
solemne y familiar la vez.
El inters, cualquiera que l sea, de las domsticas disensiones entre el irascible don
Juan de Prezanes y su vecino, pesa importa
poco ante el alarde de fuerza muscular de los
nuevos Entellos y Dares, ante el empuje del
brego desatado, ante la nube de polvo que
levantan novillos y terneras.
rstica de nuestra
poema
idlico,
No
ser
ro.
le
41 3
todos; lo otro es para pocos, y quien lo alcanza se acerca las primitivas y sagradas
fuentes de
llada
con
la
los
es rstico
(segn
el
as
como
los filso-
arte es lo
es lo
ms
ms
alto lo
simple y ruda.
Bendito sea, pues, este libro rstico y se-
NI A SERIE
rrano. que viene cargadode perfumes agrestes, y no nos trae ni problemas ni con /Helos,
ni
tendencias ni sentidos,
ni otra
cosa nin-
guna sino lo que Dios puso en el mundo para alegrar los ojos de los mortales:
agua y aire, hierba y luz. fuerza y vida!
Quin se acuerdado naturalismosni dceslcuando lee la deshoja, cuando ove las
quejas de Catalina Nisco, cuando asiste
con la imaginacin al mercado de la villa?
Por eso yo no le El sabor de la lierrnca,
sino que le sent, y por eso ahora no le juzgo,
sino que traslado al papel la impresin de
placidez y de bienestar que me caus, sin
ponerle peros, porque, mi entender, no los
tienen ni aquel paisaje ni aquellas gentes.
Reciente est el xito ruidoso de Pedro
Sd?:che;. Aun los crticos que no hace mucho
tiempo hablaban de los verdores de Pereda,
y como que se resistan considerar sus obras
perfectamente maduras, se han rendido ante
Pedro Sanche^, encontrando para ella un
caudal de elogios que ciertamente no haban
desperdiciado al juzgar Los hombres de pro
El sabor de la tierruca. Confieso que la
unnime y entusiasta aprobacin, dir mejor, la alabanza sin restricciones que ha coronado Pedro Snchez, ha sido para m
como para su autor una verdadera, aun-
Era
11 3
pasaje,
al
dilogo,
al
provincialismo, lo
ms enrgico
y caracterstico de su manera,
renunciase por el mismo hecho sus mayores
Temamos que
triunfos
grfica, la
tos psicolgicos.
Temamos que
el
mismo
ca-
movida
por las circunstancias, mucho ms que movedura de ellas, comunicase cierta languidez
al conjunto de la obra, impidiendo al lector
interesarse sinceramente por el protagonista.
Temamos, finalmente, que el carcter en
gran manera prosaico de las escenas polticas, que son la mayor parte del libro, hubiese
io en detrimento de su valor esttico. V
.}
I"
esto lo tema
QUINTA
SF.RIE
417
No hay
rs,
pasin, no hay afecto, no hay inteno hay problema, que no pueda traerse
encanto iba mezclado en cierta dosis el temor de una desercin. Me lacharn de crtico apocado; me dirn que esta es la novela
ms
trascendental y
da, la
traducible...
cxxxvii
Todo
QUINTA SERIE
f,l8
yo me vuelvo La
Leva v .V>///;>i caique.
Y consiste todo en que los crticos madrileos y yo juzgaremos siempre Pereda
desde puntos de vista muy distintos. Para
ellos es un eminente novelista, quien colocan entre Valera, Alarcn y (jaldos; pero,
en suma, un novelista quien tasan por su
valor como tal, y cuyos triunfos literarios
empiezan contar desde Don Gonzalo. Para
m, Pereda es, antes que ninguna otra cosa, el
compaero y el amigo de mi infancia; el Pereda de las Escenas; el que en 1864 imprima
en La Abeja Montaesa los dilogos del Raquero; el Pereda sin trascendental ismos, ni
tiene sus manas:
Robla
/.<?
filosofas, ni polticas;
pintor insuperable de
nuestras costas; de la
tormenta que se rompe en las hoces; del alborozo de los prados despus de la lluvia; de
la vuelta de las cabanas desde los puertos; de
la triste partida del mozo que va Indias; de
la entrada triunfal y ostentosa del jndalo;
de la alegra del hogar en Noche Buena,
amenizada por el estudiante de Corbn; de
los supersticiosos terrores, que vagan en
torno de la pobre Rmila, y la traen miserable muerte; de la salvaje independencia
antiguos pobladores de la calle Alta y
Muelle de las Naos, ltimos degenerados
e'.oos de los que en la Edad Media daban
de
del
1
los
1IQ.
QUINTA SERIE
420
la realidad;
la
msculos y
las
ms
la
sangre;
el
profundo sentido de
421
como una frmula abstracta de Derecho pblico; pero como en este prlogo
voy dejando hablar al corazn tanto ms
que la cabeza, no quiero ocultar el ntimo
regocijo con que oigo sonar, cercado de alabanzas, el nombre de Pereda, unido al de su
tierra, que es la ma. En otro tiempo, los
montaeses, cuando queramos presumir de
abolengo literario, tenamos que buscar entre
las nieblas del siglo vm el nombre de Sar.
Beato de Libana, imaginarnos que el autor del romance del Conde Atareos era pai
sano nuestro, porque se llamaba Riao;
desenterrar del frrago del Reloj de Princila patria
QUINTA SERIE
422
pes
la
to
engendramos quien
los venciese,
mo-
pues-
vedo.
423
que siento, si no terminase este prlogo estampando, al lado del nombre del
gran pintor realista de las Escenas Montaecon
lo
do
del
montaossimo
crtico
cribe.
M. Menendez
Pe layo.
(1884)
POSTDATA
En
aos transcurridos desde la primera edicin de este prlogo, el Sr. Pereda public seis novelas ms: Sotile^a, La Montlve%, La Puchera, Nubes de Eslo, Al primer
vuelo y Peas Arriba. Como complemento
de la historia de sus libros, reproduzco continuacin los tres artculos que escrib sobre
la primera, la tercera y la ltima de estas novelas al tiempo de su aparicin.
los
(i)
Amos Escalante, autor de Costas y Montaas y de
Ave Maris Stelta; dos libros que pasarn por clsicos
cuando los espaoles volvamos a aprender el castellano.
\2
QUINTA SEIUE
SOTILKXA
Siempre fu la vida martima asunto adecuado y nobilsimo para el arte. Dondequiera que el empuje de la voluntad humana
se
muestra; dondequiera
que
la
fuerza,
el
si
lo mrbido y lo tierno.
no se desenvuelve en el
contemplacin, ni se apaga es-
avezado que
nimo
est
esta energa
vaco de
la
en el campo de las ideas y del pensamiento puro, regin helada y poco accesible
la mayora de los humanos, sino que lucha brazo partido con las fuerzas tirnicas de la naturaleza fsica con otras voluntades personales tan imperiosas y tan
frreas como la del hroe mismo, la emocin
llega lo trgico, y en medio del conflicto
se disfruta el espectculo ms digno de la
contemplacin humana, el que ms eleva y
ennoblece el espritu, el de un poder racional y consciente en el pleno uso y ejercicio
de su soberana, que se reconoce y afirma
tril
ms
42b
suyo
las
que
la
la
vida
que
como
brazo
si
pecho,
y la batallase acepta cuando viene, sin provocarla estrilmente.
Tal es la raza, tales las costumbres que ha
retratado Pereda en su ltima novela, la mejor y ms genial de las suyas. No parece sino
el
se fortifica y se dilata el
QUINTA SERIE
426
que
perfecta.
to-
La Lera
de
res elevar
mundo de intensas
melancolas y de rudos afectos. Hazte cada
427
ms
tural, tan
sencilla,
consonante con
tan en
lnea
recta, tan
lgicos de los personajes, tan tiempo ligada, tan tiempo resuelta, tan ajena de todo
lo
que parezca
artificio,
violencia
amao,
QUINTA SERIE
(.28
La expresin
es lo
el
ms
libre y lo
ms
suelta
estn
l,
bien al con-
franceses de escuelas
moder-
429
arla.
-TA SERIE
bien que
43
nunca asoman
za
el
amor
la lengua.
brutal de
vida,
QUINTA SERIE
432
el
fin
de
la
la
el
obra.
la
fenmenos de
Todo
la
esto y
en Sotile\a quien
la
la
ESTUDIOS
DF.
CRITICA LITERARIA
433
cxxxvn
28
MTA
bandoblqnca
SERIE
re el libro, la
bandera
poca del
27 de
irzo Je .883.)
LA PUCHERA
Por primera vez he
reda
al
estar iniciado
autor.
ledo
un
el
previamente en
secreto del
nada extrao
mi
juicio,
la
y no hablasen en
no pienso volver
repetir,
he detenido
mi
435
436
el
ella, y so
guarde de con-
El arte,
como
la historia,
ms semejantes
y las
ms
descoloridas,
^3j
piensan y de
en los labios
mucho, de
lo
que
detener
la expresin pintoresca y enrgica, engendra hbitos de convencin elegante y de disimulo acadmico, los cuales
difcilmente se allana, ni siquiera para remedarlos, una naturaleza artstica tan sana,
robusta y viril como la de Pereda.
Por eso, mi juicio, err en la La Montlve^, no por culpa suya, sino por culpa del
asunto. Por eso ha acertado plenamente en
las dos grandes formas del idilio rstico y del
idilio martimo, que son los verdaderos timbres de su gloria. En ambos gneros, as
como no ha tenido maestros, tampoco es fcil que llegue tener rivales, lo menos en
nuestra lengua castellana.
lo
La Puchera
(ttulo
que
al
los lectores
me-
438
QU1N
SEl
del
Josco, son
43*1
mar resonante.
el
Lebrato y
el
resalto,
QUINTA SERIE
440
Nunca ha sido tan intrpido el estilo de Pereda, tan grande la fuerza plstica de su lenguaje, y aquel raro poder asimilacin que
Dios le concedi para que se luciera ntimo
para encontrar
como
el
idilio
tan
rstico idilio de
amada. El
bello y
lindes de lo
bello,
humano
Pedro Juan
y de su
traspasa ya los
empieza rayar en
lo
sublime.
Lo ms
dbil de
I, a
Puchera
es,
mi
jui-
indiano. En la transformacin de los sentimientos de Ins, hay cierto alarde de psicologa un poco infantil, que no va bien con
los hbitos literarios ni con las facultades
dominantes de su autor, quien le basta con
su psicologa instintiva y adivinatoria para
crear cuerpos y almas, sin necesidad de perderse en sutiles y tortuosos anlisis. El seminarista peca por otro concepto: es real, pero
ESTt DIuS
con realidad
DE CRITICA LITERARIA
44
que el autor
marca y acenta con verdadero encarnizamiento y saa. Su ta vale mucho ms, y
veces habla una lengua digna de la mismsima madre Celestina. El indiano, rara aris
entre los indianos de Pereda, por lo sentimental, romntico y atildado, aparece como
cado de las nubes, y sirve slo para desenbestial y grosera,
lazar la fbula.
que desde
el
da de su apari-
exigente y posponer
mejor
lo
10
de Febrero de 1889.)
QUINTA SEPIE
PENAS ARRIBA
El prodigioso xito de esta novela, de la
cual en pocos das se han agotado hasta cinco
mil ejemplares, basta para' demostrar contra
injustificados
pesimismos que
el
espritu
na-
448
4(
QUINTA SERIE
(.
En
mera de
ella
amena litecmo poda dejar de saludar con entusiasmo al ms espaol de nuestros escrito-
ratura,
res, al
la
tradicin,
y Literatura Espaolas.
1893.)
I).
(Prlogo
la
edicin postuma
filial
QUINTA SERIE
buena memoria, que durara en Espaa mientras queden rastros de buenas letras y de
exquisita cultura.
No
cumplidor ejemplar de todas sus obligaciones, caballero toda ley, cristiano convencido y ardiente patriota, sirvi Espaa con
tino y lealtad en muy difciles empeos, sacando inclume el prestigio de la nacin que
representaba y hacindola respetar de sus
ms potentes y codiciosos enemigos. Tanto
en las modestas Legaciones de Portugal, Holanda y Dinamarca, en que hizo su aprendizaje diplomtico,
como
trmino con
la
))>|
poderosa Repblica norteamericana, logrando por ventura aplazar una catstrofe inminente, Cueto se mostr, no slo empleado admirable, instruido como pocos en el derecho
internacional, laborioso y concienzudo hasta
la nimiedad, excelente escritor aun en la
prosa de sus despachos, tan correctos y pulcros como su persona, sino profundo conocedor de los intereses y derechos de las naciones, observador agudo y penetrante de
los acontecimientos polticos, y consejero fiel
y continuo de lo que ms importaba al bien
y honra de Espaa.
Cuando la severa e imnarciai historia del
reinado de D. a Isabel II llegue ser escrita,
obtendr justo galardn el nombre de Cueto
entre les nombres ms esclarecidos del antiguo partido moderado, y tendr sobre otros
la ventaja de no ir mezclado para nada con
amarga
historia de nuestras divisiones inpuesto que la actividad de su talento y el tesn de su alma, que era tan
enrgica con suaves apariencias, se emplearon constantemente en la poltica exterior,
entendida y tratada por l con una elevacin
patritica de que puede dar muestra el clebre folleto escrito en 1860 con ocasin
de la guerra de frica y mandado recoger
por el Gobierno unionista de aquellas cala
testinas,
lendas.
c xx.wii
29
QUINTA SERIE
450
Cuando
desengaos de la poltica y la
inflexibilidad de sus convicciones en puntos
que estimaba muy esenciales alejaron Cueto
de la vida poltica y aun de su carrera diplomtica, bruscamente interrumpida por la
Revolucin de 1868, toda la energa de su
perspicuo entendimiento, toda su increble
laboriosidad se concentraron en las dulces
tareas literarias, que desde su primera juventud le haban servido de inseparable compaa y solaz provechoso en medio de la aridez
de los negocios y de los graves cuidados de la
vida. Pocos literatos de su tiempo podan
competir con l en dotes naturales, y menos
todava en las que el estudio pule y acrecienta. Viva y amena era su fantasa, pero de tal
modo disciplinada por el buen gusto, que, admirando las grandiosas temeridades de las
obras ajenas, tal vez pecaba por exceso de
timidez en las propias. Hombre de afectos
constantes y aun vehementes, los expresaba
con ms templanza que bro, y pareca menos apasionado de lo que realmente era.
Quiz el recelo de extraviarse contena los
vuelos de su imaginacin gil y despierta y
le inclinaba en demasa la elocuente y noble expresin de lugares comunes. Era su
prosa difana y correctsima, sin un escollo,
sin un tropiezo; pero acas^ en su continua y
modesta elegancia se echaba de menos allos
45
genialidad, alguna
fortificase
el
nervio
tranca expresin de lo que pensaba, por temor de herir demasiado de trente las preocu-
paradjico.
I",
hombros
A SERIE
sin
acadmico de
los
ms
atildados, era,
que en
sumado
artista,
por
el
talento de la conver-
Lo que no hered
hizo falta, fu
la
frivolo de la vida,
ri
la
de aquel siglo, ni
ligereza moral,
el
el
le
concepto
superficial escepticismo,
hombre bueno
jores.
ters anecdtico
de
las
memorias personales.
influencia de Lista fu
menor en
el
jo-
Ven Cueto que en otros contemporneos suyos que haban recibido antes que l la misma enseanza. Pero es cierto que le debi
4- >4
QUINTA SERIE
filosfico
ca
recomendando
preceptiva que estos claros varones profesaban, y ms bien sirvi de estmulo que de
remora la juventud innovadora, transmitindole sanas tradiciones y prcticas de buen
gusto, y haciendo fcil y llano el trnsito de
la literatura del siglo
xvm
la del xix.
Cueto, que estaba enlazado por muy estrechos vnculos de parentesco con el primero en fecha de los tres grandes poetas del romanticismo espaol, y que adems pas buena parte de su juventud en Pars haciendo
vida de estudiante y de artista, precisamente
en los aos heroicos de la invasin y el
triunfo de la nueva escuela lrica y dramtica, entr de lleno en la corriente avasalladora, y fu romntico fervoroso, aunque ms
por imaginacin que por sentimiento, y ms
como tributo pagado los ardores de la ju-
ventud y
403
Porque no
la
verdadera
vocacin de Cueto, y e! campo en que haba
de conquistar ttulos de nobleza literaria no
sujetos ninguna especie de controversia. Se
dir que escribi poco, habiendo gozado de
tan larga y laboriosa vida; pero, en cambio,
nada de lo que dej escrito puede desdearse,
y casi todas sus monografas crticas son
modelos en su lnea. No improvisaba, y
haca bien; lea mucho y metdicamente antes
tiva, expositiva, didctica, era la
QUINTA
SI
coleccin
ms cabal y
la historia
paoles
437
triunfante literatura!
rea
menos
un
siglo en
Cueto
le
toc la ta-
casi
nada de
lo
la
era
el
fondo.
QUINTA SERIE
|.58
en
el
malicia.
La mayor prueba de
del trabajo de
Cueto
es
la
la
excelencia
fuerza sugestiva
F.STL'DIOS
DE CPTICA LITERARIA
La Historia de
juicio, la
4 5 vi
mi
crtico. Dig-
juez,
sino porque
habiendo estado
nicarnos,
especialmente en
el
ltimo de
.
I
dar
la
ele
su ta-
lento.
le
de la lengua fran-
muy
escru-
para hablar la razn discursiva que para expresar las realidades concretas. Pero su es-
QUINTA SERIE
4-02
tilo, tal
como
armona
monumentos, sin que le arredrams difciles y los textos ms ridos. Ya en el citado artculo sobre el Cancionero de Baena ray tanto como
el que ms de los crticos de su tiempo, elevndose consideraciones histricas que to-
primitivos
dava distaban
mucho de
ser vulgares y
que
el
sostenidos por
el
chos.
ra,
de El Escorial y de Toy olvidadiza erudicin espaola, que dejaba en el polvo tales tesoros,
desde
ledo
las bibliotecas
la inerte
[63
QUINTA SERIE
4<>4
la
Academia Espaola,
larmente
muy
particu-
su
monumental
las
DIOS
DE CRTICA LITERARIA
465
sobre
la
la vejez,
emprendi por
solo
un estudio
cxxxvn
3o
mi-
ms
Que
y acaso errneas,
como en
del
mundo; que
se
como
ramas de
la filologa
ESTUDIOS
DF.
CRTICA LITERARIA
mosos, ya de colecciones de milagros escritas antes de fin del siglo xm en las dems
lenguas del Medioda, ya de tradiciones
y
consejas orales, ya de impresiones y recuerdos de la propia vida del sabio Rey de las
personas de su familia. Secundaron al Marqus de Valmar en esta tarea varios investigadores extranjeros, distinguindose entre
ellos, por el nmero y la rareza de las indicaciones que aport al trabajo comn, el
doctsimo profesor de Viena Adolfo Mussafia. Las hay tambin, muy curiosas y estimables, de Meyer, de Alejandro de Ancona,
de Ernesto Monaci, de Emilio Teza, de Tefilo Braga, de nuestro P. Fita y de algunos
otros. Poco de importancia faltar en tan
copioso arsenal bibliogrfico.
este trabajo
acompaa
otro no
menos
menos
que
los
pus de estudiado,
les
QUINTA SERIE
468
ms autorizados, cu-
el nuestro, bastar
testimonio del insigne profesor de la
niversidad Romana y editor de los Cancioneros portugueses de la Edad Medi
citar
el
Lincei'.
potica
un concienzudo
glosario, y la bibliografa de
Marqus de Valmar.
Rpidamente hemos bosquejado la semblanza del Sr. de Cueto como crtico; los
BST1
IFfAHIA
el
con noble sencillez y lisura afectos generosos, sanas idealidades, acendradas creencias,
una vida espiritual, en suma, que no poda
menos de
ser
eminentemente potica
que alegra y embellece la vida, son los principales temas de la inspiracin de nuestro
poeta, que muy rara vez narra describe,
complacindose ms en la sincera expansin
lrica. No se hallarn en sus versos aquellas
grandes y originales bellezas que subyugan el
nimo con fuerza irresistible; aquellas intuiciones del mundo real que le transfiguran
simblicamente y nos hacen leer en el smbolo conceptos de trascendental sabidura;
aquella visin mgica de la naturaleza que
nos penetra y envuelve lnguidamente y se
asocia por recndita simpata con los estados
de nuestra alma; aquella taumaturgia poderosa que nos conduce penetrar el enigma de
las cosas por rumbos ms seguros que los del
pensamiento discursivo; aquella elevacin
del alma sedienta de lo infinito, que asciende
por la escala de Jacob de la contemplacin
mstica; aquella profunda y vigorosa psico-
QUINTA SERIE
logia potica
no al caso particular y deleznable del sentimiento; aquel don de lgrimas que las hace
inmortales hasta cuando proceden de origen
impuro; aquella elocuente y desesperada angustia que afirma por la grandeza satnica
de
la
contradiccin
el
mismo
ideal
que niega;
pareciese pequea. Su poesa sensata y honrada, discreta y graciosa, brota sin esfuerzo
de su alma, como brotaba el raudal perenne
de su conversacin siempre grata insinuante, que enseaba sin querer y dejaba siempre
alguna semilla de bondad en el nimo de
quien atentamente le escuchaba.
del Sr.
Cueto acre-
17I
Obra de
su juventud
el
robusta,
la
dades son todas estas que justifican la reimpresin de Doa Mara Coronel, que ha de
ser leda con agrado, sean cuales fueren sus
condiciones escnicas.
Obra de su madurez la tragedia Cleopatra,
puso en ella el Marqus de Valmar toda la
conciencia de un arte reflexivo y severo, comenzando por hacer minucioso estudio de las
fuentes histricas concernientes la ltima
reina de Egipto y de todas las obras litera-
QUINT
472
SERIE
cibi de otro
vindicatoria
muy
marcada; cuid
la
precisin
del detalle
presin
la libertad
que
y animacin del
drama moderno
neoclsica, y
el
estilo
corre desembarazado
monio de
diplomticos,
castellaniz
las
gallarda-
ms
felices
473
envanecerse.
^gT
NDICE
I.
II.
El Dr. D.
Don Benito
como
novelista
83
III.
La Doncella Teodor
IV.
V.
VI.
ion
Manuel
rado
VII.
VIII.
129
Don
Marn..
como
poeta
lrico
297
353
.
443
^\
i
4-
/ J*>.
EfP
~
o,
University of Toronto
LO
o
4
Library
DO NOT
REMOVE
THE
CARD
FROM
THIS
NI
"2
POCKET
Acm
m^ms&*