Cérvidos de La Argentina
Cérvidos de La Argentina
Cérvidos de La Argentina
NOMBRES COMUNES
Argentina: Vir, Viracho (Tup Guaran) (Entre Ros, Corrientes, Misiones); Guaz-vir (Mbyguaran) (Formosa, Chaco, Jujuy); Guazuncho, Masuncho (Quichua) (Salta, Tucumn, Jujuy,
Santiago del Estero, Formosa, Chaco); Tabuka, Tnaganag, Pit (Toba) (Formosa); Cahit
(Formosa, Chaco); Sacha-cabra. (Deriv. Quichua) (Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero,
Tucumn); Acaguedet (Mocob), Corzuela encerada (Tucumn); Gama, Venado pardo, Venado
silvestre, Venado gris, Cabra silvestre, Corzuela comn, Corzuela pardusca, corzuela parda (uso
general en el rea de distribucin).
Amrica: Guaz-catinga, Namb-bororoca, Suacu-anhanga, Veado-bir, Veado catingueiro o
Catingueiro, Veado cenizo, Veado fantasma, Veado plomo, Virote (Brasil); Cariaquito, Matacn
o Matacn gris (Venezuela); Tnaganag, Guaz-bir, Oas (Guaray) (Paraguay); Ucuhuc lluica
(Ecuador); Temazate (Mxico).
DESCRIPCIN
Altura hasta la cruz: entre 350 y 650 mm.
Largo de cabeza y cuerpo entre 819 y 1250 mm.
Largo cola entre 80 y 152 mm.
Peso: 8 hasta 25 kg.
Longitud astas: 70 a 150 mm.
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.
M. americana
M. gouazoubira
M. nana
Color
Pardo rojizo
Pardo a gris
Pardo rojizo
Robusta
Esbelta
Robusta
Grande
Mediana
Pequea
Pequeas
Grandes
Pequeas
cuerpo
Tamao relativo de las
orejas
Los valores expresados en la tabla (grande o pequeo), son relativos y vlidos solo para la
comparacin entre las especies de Mazama.
La corzuela parda carece de glndulas metatarsales (presentes en otras especies de crvidos) pero
mantiene la tarsales, anteorbitales, frontales e interdigitales. Las glndulas tarsales e
interdigitales se encuentran asociadas a osmetrichias pelos especializados en la liberacin de
productos qumicos (Chamut et al., 1996). En machos, tambin se han observado glndulas
vestibulares nasales (Ajmat et al., 1996) que podran tener importancia en el reconocimiento
individual.
Las astas o cuernas, se manifiestan nicamente en los machos (carcter sexual secundario), como
Contribucin n 9 del LaCEVeN, realizado parcialmente en el marco del proyecto CIUNT 0216-98.
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.
ocurre en la mayora de los miembros de la familia Cervidae. Aparecen a partir del primer ao de
vida, midiendo uno o dos centmetros. En los adultos alcanzan de 7 a 15 centmetros y salvo raras
excepciones, carecen de ramificaciones.
Actualmente, Pinder y Leeuwenberg (1997), reconocen 14 subespecies de corzuela parda,
basndose en las discusiones de vila-Pires (1959), Cabrera (1960) y Czernay (1987). Estas son
M. g. argentina Lnberg, 1919; M. g. cita Osgood, 1912; M. g. gouazoubira Illiger, 1815; M. g.
medemi Barriga, 1966; M. g. mexianae Hagmann, 1908; M. g. murelia Allen, 1915; M. g. namby
Fitzinger, 1874; M. g. nemorivaga Cuvier, 1817; M. g. pandora Merriam, 1901; M. g. permira
Kellog, 1946; M. g. rondoni Miranda-Ribeiro, 1914; M. g. sanctaemartae Allen, 1915 y M. g.
superciliaris Gray, 1850. De estas subespecies se encontraran en Argentina solo dos, M. g.
argentina y M. g. gouazoubira. La primera restringida a la localidad Ro de Oro, en el Chaco
Central de Argentina y la segunda desde los Estados de San Pablo y Pantanal, en el Sur de Brasil,
hasta Paraguay, Uruguay y Norte de Argentina, hasta Tucumn, Santiago del Estero y Entre Ros
(Pinder y Leeuwenberg, 1997). Estas dos subespecies son consideradas como una sola (M. g.
gouazoubira) por Cabrera (1960) y Czernay (1987). Sin embargo los estudios citogenticos
realizados a la fecha confirman la existencia de una gran variabilidad dentro de la especie que
podran poner en duda o replantear las categoras especfica y subespecfica de algunas
poblaciones de Mazama (Duarte y Merino, 1997).
DISTRIBUCIN GEOGRFICA
La corzuela parda se distribuye en Amrica, desde el Sur de Mxico hasta el Norte de Argentina
y Uruguay. En Argentina se encuentra en las provincias de Chaco, Formosa, Misiones,
Corrientes, Santiago del Estero; el Este de Salta, Jujuy y Tucumn; en el Sudeste de Catamarca y
La Rioja y Norte de San Luis, Santa Fe, Crdoba y Entre Ros (Richard et al., 1995b).
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.
(Bodmer, 1989; Bodmer et al., 1997b) a 0,7 ind./km en el Cerrado brasileo (Lara Resende y
Leeuwenberg, 1992 en Pinder y Leeuwenberg, 1997). Los datos de Robinson y Redford (1991),
son considerados muy elevados y su valor, relativo en funcin de la metodologa empleada
(basada en referencias bibliogrficas y no en censos sistemticos) (Pinder y Leeuwenberg, 1997).
Richard et al. (1995a), observaron una preferencia en el uso de hbitats secundarios y/o abiertos
por parte de esta especie que atribuyeron a la mayor disponibilidad de partes vegetales tiernas
(hojas y brotes) en los mismos. Coincidentemente, Pinder y Leeuwenberg (1997), mencionan que
la rareza de la corzuela parda en muchas zonas de la Amazona se debera a la menor
disponibilidad de alimentos en este tipo de ambientes, en comparacin con ambientes de sabana.
No hay datos concretos sobre la abundancia de la corzuela parda en Argentina, an cuando la
misma es considerada comn (percepcin subjetiva basada en rasgos etolgicos intrnsecos de la
especie, ver ms adelante) en la mayor parte de su rea de distribucin. Aparentemente, podra
ser ms abundante en la regin Chaquea que en las restantes unidades fitogeogrficas que habita
en nuestro pas. Existen asimismo, evidencias indirectas de que esta especie estara disminuyendo
en numerosas localidades de todo el pas (Chbez y Johnson, 1984; Parera, 1993; Richard et al.,
1995b).
HBITAT
La corzuela parda ocupa, en Argentina, ambientes boscosos de las Provincias Fitogeogrficas
Chaquea, del Espinal, del Monte, Paranaense, y el piso basal de las Yungas (sensu Cabrera,
1976). Los estudios sobre los requerimientos y uso de hbitat son escasos, fragmentarios y
puntuales para todo su rango de distribucin. Yanovski y Mercolli (1994), no encontraron
preferencias significativas por algn tipo especial de hbitat en la reserva el Bagual (provincia de
Formosa). Por su parte, Cartes y Rosati (1997), en su trabajo realizado en el chaco semirido de
la provincia de La Rioja encontraron una correlacin positiva entre el grado de cobertura del
dosel arbreo y la densidad y diversidad de arbustos. En el Noroeste Argentino (NOA, provincias
de Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumn), la corzuela parda muestra
preferencia por hbitats abiertos y/o secundarios (reas de cultivo, quemados) como reas de
forrajeo (Richard et al., 1995a y 1995b). En forma similar, Pinder y Leeuwenberg (1997),
incluyen entre los ambientes frecuentados por esta especie a los bosques hmedos, las sabanas y
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.
reas de cultivo con isletas de bosque para refugio. En bosques inundables de la Amazona
peruana la corzuela parda prefiere las zonas ms altas y secas (Bodmer, 1990). Oliveira Cabral
(1991; en Pinder y Leeuwenberg, 1997), tambin detect una preferencia por ambientes secos en
el Cerrado brasileo. Otras observaciones, indican su preferencia por hbitats secundarios para
distintos ambientes del rango de distribucin de la especie (Schaller, 1983; Chbez y Johnson
1984; Redford y Eisenberg, 1992; Moreno, 1993). Estos biotopos contrastan con los preferidos
por la corzuela colorada (ambientes primarios y cerrados) en zonas de simpatra (Schaller, 1983;
Redford y Eisenberg, 1992; Moreno, 1993; Richard et al., 1995b).
La segregacin de hbitats entre la corzuela parda y colorada no ha sido an bien estudiada. En el
Amazona peruana Bodmer (1989, en Bodmer, 1997), encontr una gran superposicin de
hbitats y dieta entre ambas especies, con valores de los ndices de superposicin de nicho
(Schoener) de 0,97 para partes alimentarias (frutas, hojas, etc.), 0,72 para tipos de alimentos
(categoras taxonmicas) y 0,72 para el hbitat. En la regin chaquea sin embargo, parece haber
una menor superposicin de hbitats entre ambas especies, la humedad podra ser una de las
variables de mayor importancia, siendo la corzuela colorada ms comn en las zonas ms
hmedas, como bordes de ros y baados y la corzuela parda en las zonas secas (Moreno, 1993).
En las Yungas la separacin entre ambas especies es notable, donde la corzuela colorada ocupara
el piso superior (Heinonen y Bosso, 1994) y la corzuela parda el piso inferior hasta los 900
m.s.n.m. aproximadamente (Richard et al., 1995b). Sin embargo el lmite altitudinal de la especie
es variable y podra verse afectado por factores como humedad, exposicin de las laderas, ros y
vegetacin entre otros. Crespo (1974), calcul este lmite a una cota no superior a los 2.000
m.s.n.m., mientras que Pinder y Leeuwenberg (1997) lo sitan a 5.000 m.s.n.m.
preferencia (frutos, hojas jvenes y brotes de rboles y arbustos) (Richard et al., 1995a; Richard
et al., 1995b).
Machos y hembras muestran un comportamiento fuertemente territorial. El marcado del
territorio, llevado a cabo principalmente por los machos, implica el uso de seales olorosas y/o
visuales, que dejan principalmente en rboles de corteza blanda y renovales (Richard et al.,
1995b). Ambos sexos (aunque las hembras menos frecuentemente) realizan marcas visuales,
descortezando troncos de renovales por medio de los incisivos inferiores (Richard et al., 1995b).
Las marcas olorosas son realizadas por un conjunto de glndulas odorferas entre las que se
incluyen las anteorbitales, interdigitales y frontales, principalmente (Richard et al., 1995b). La
orina y los cmulos de materia fecal (bosteaderos) cumpliran tambin una funcin de marcado
territorial (Richard et al., 1995b; Pinder y Leeuwenberg, 1997). Los machos suelen enfrentarse
mediante una serie de demostraciones agresivas, marcando frecuentemente, escarbando el suelo y
arrancando ramas con los dientes (Richard et al., 1995b). Estos encuentros pueden culminar con
la huida de uno de los machos, que puede ser perseguido (Juli y Richard obs. pers.; Pinder y
Leeuwenberg, 1997) por el otro. En ocasiones, puede ocurrir un mutuo aseo (aloaseo) o un
enfrentamiento a topetazos, que puede ser mortal (Richard et al., 1995b). Tambin se ha
observado persecuciones de hembras por otras hembras y an enfrentamientos (Juli y Richard
obs. pers.), aunque stas se muestran por lo general ms tolerantes, especialmente cuando estn
emparentadas.
Poco se sabe sobre el tamao del rea de uso (home range) y territorio utilizado por la corzuela.
En ambientes de Yungas (Selvas Pedemontanas) y en condiciones de semilibertad, se observ
que los machos poseen territorios ms grandes que las hembras y superpuestos con los de varias,
pero no con los de otros machos. Los territorios de hembras emparentadas (madre e hija de un par
de aos) muestran, en estas condiciones, grandes solapamientos (Richard et al., 1995b). En el
Cerrado brasileo se observ que una hembra ocup durante 4 meses un rea de 1,2 km2,
mientras que un macho, en el Pantanal, utiliz durante 18 meses un rea de 1,5 km2 (Pinder y
Leeuwenberg, 1997). En el Cerrado, se observaron variaciones estacionales en el tamao del rea
de uso, siendo esta levemente mayor en la estacin lluviosa (Pinder y Leeuwenberg, 1997). Solo
una pequea parte del total del rea de uso fue utilizada en cada mes, observndose una escasa
superposicin de estas partes mes a mes (Pinder y Leeuwenberg, 1997).
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.
El ritmo de actividad diaria parece variar a lo largo del ao. En reas de Yungas (Selvas
Pedemontanas), durante la primavera y verano, presentan picos de actividad a la maana y al
atardecer (Richard et al., 1995b). En esta poca suelen refugiarse a rumiar a la sombra de algn
rbol o arbusto durante las horas de mayor calor (Richard et al., 1995b). Durante el invierno, la
corzuela se mostrara activa la mayor parte del da. En reas chaqueas y durante todo el ao se
muestra activa durante la noche (Richard et al., 1995b).
Un comportamiento particularmente interesante, por sus implicancias sociales y posiblemente
nutricionales, es el aloaseo en el cual las corzuelas se extraen y comen mutuamente sus
garrapatas (Juli y Richard, 1995). Este comportamiento parece aplacar la agresividad
intraespecfica y favorecer los lazos materno filiales (Juli y Richard, 1995). Una particularidad
de este comportamiento es la falta de reciprocidad ya que, por lo general, uno de los individuos
asea ms que el otro (Black de Dcima, 1997). Adems, en la Reserva Experimental Horco Molle
(Tucumn) y en condiciones de semilibertad se ha constatado en repetidas ocasiones un aloaseo
interespecfico, pero no recproco, dirigido a los tapires (Tapirus terrestris) que comparten el
cercado (1) con las mismas. Es interesante destacar que los tapires identifican perfectamente este
acercamiento echndose al suelo y extendiendo cabeza, cuello y miembros exponiendo a la
corzuela las partes afectadas por ectoparsitos (Juli y Richard, 1995). Este ltimo
comportamiento podra indicar que la ingesta de artrpodos podra tener implicancias
nutricionales como fuente adicional de protenas. En este sentido, Bodmer (1989), encontr
trazas de carne en dos estmagos de corzuela parda, de 26 analizados en la Amazona Peruana.
DIETA
En Argentina, en reas de estudio dentro de la PF de las Yungas (Selvas Pedemontanas) se relev
la dieta de la especie para primavera - verano abarcando un total de 73 especies vegetales y dos
de hongos (Juli et al., 1992; Juli et al., 1993; Richard et al., 1995b). Paralelamente, en el rea
Chaquea (Distrito Occidental, sensu Cabrera, 1976) del NOA, se han contabilizado ms de 35
especies hasta el momento (Richard y Juli, 1993). A pesar del gran nmero de especies
observadas en la dieta, solo un pequeo porcentaje de estas es consumida en forma significativa
(ms del 1% de la dieta) (Juli y Richard en curso). En estas reas, la importancia relativa de las
distintas especies y partes vegetales consumidas se bas en el clculo del PTI (Porcentual de
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
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Tiempo Invertido) en el consumo de una parte vegetal (hoja, tallo, brote = porciones verdes; flor;
fruto y hongos) o especie, segn la frmula:
El TIC, es el Tiempo Invertido en el Consumo de una parte (tiempo durante el cual se observan
movimientos masticatorios inmediatamente despus de tomar un bocado) acumulado a lo largo
de un mes.
Los distintos estudios realizados sobre la dieta de esta especie son coincidentes en cuanto a la
importancia de los frutos dentro de la misma (Stalling, 1984; Bodmer, 1991; Richard et al.,
1995a), en concordancia con lo observado en otros rumiantes pequeos de bosques tropicales
(Richard et al., 1995a; Bodmer, 1997). Los estudios en reas de Yungas (Selvas Pedemontanas)
mostraron la existencia de pulsos de frugivora directamente correlacionados a la
disponibilidad estacional de frutos (Richard et al., 1995a). Cuando los frutos no estn
disponibles, la dieta se compone principalmente de brotes y hojas tiernas de arbustos y herbceas
no graminoideas (Richard et al., 1995b). Es por ello que, a pesar que en algunos meses los frutos
representan ms del 40% de la dieta, las hojas y brotes tiernos constituyen, en conjunto y en
promedio, el principal alimento de la corzuela parda en la zona. Las hojas y brotes consumidos
corresponden principalmente a arbustos y herbceas no graminoideas, mientras que los frutos,
son principalmente de especies arbreas (Fig. 1). En reas de Yungas (Selvas Pedemontanas) se
observ, en general, un bajo consumo de gramneas (con excepcin del mes de Setiembre, Juli y
Richard en curso) (Fig. 1), mientras que Bodmer (1990) observ, en M. americana, un aumento
en la importancia de estas especies en la dieta durante los perodos de escasez de frutos.
Durante los perodos de escasa disponibilidad de frutos, la dieta se torna ms rica en especies y
porciones vegetales (Richard et al., 1995b). Las porciones vegetales consumidas por la corzuela
parda (brotes, hojas tiernas, flores y frutos) corresponden, casi exclusivamente, a aquellas
caracterizadas por una relativamente fcil digestibilidad y alto valor energtico (Richard et al.,
1995a ; Richard et al., 1995b). Junto al consumo de porciones vegetales se observaron casos de
coprofagia y geofagia (Richard et al., 1995b), adems de la ingesta de pequeos invertebrados,
principalmente garrapatas (Juli y Richard, 1995; Richard et al., 1995b).
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
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REPRODUCCIN
Las hembras con cra se observan con mayor frecuencia en verano, aunque es posible observarlas
en dicha condicin todo el ao (Ambientes de Yunga y Chaco). En general siempre tienen una
sola cra (an cuando se mencionan casos de mellizos). En ocasiones, en reas de gran oferta de
recursos, se pueden ver a las hembras con cras recientes y cras del ao anterior (Richard et al.,
1995b). El celo se presenta en cualquier poca del ao (Stalling, 1986), sin embargo sera ms
frecuente entre los meses de Marzo a Junio (Richard y Juli, 1999). La gestacin dura unos 220
das y la hembra presenta estro postparto (Richard y Juli, 1999). En el Amazonas el nmero de
gestaciones por ao se calcula en 1,5, en funcin del estro postparto, mientras que la
productividad reproductiva del promedio de hembras (nmero de cras/hembra - ao) sera de
1,11 (Bodmer et al., 1997b). La cra nace con el cuerpo cubierto de manchas que comienzan a
desaparecer a partir del primer mes de vida y hasta el cuarto (Richard et al., 1995b). Durante las
primeras semanas de vida la cra permanece oculta, echada y prcticamente inmvil en reas de
vegetacin densa, donde la madre la visita peridicamente para amamantarla. Este
comportamiento se engloba dentro de la estrategia de cuidado de cra de tipo ocultadora o hider
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
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type (sensu Lent, 1987). Luego, poco a poco, comenzar a acompaar a la madre hacia reas
abiertas durante el atardecer o noches de luna para alimentarse. Las cras pueden permanecer con
la madre o en cercanas del territorio materno, durante 8 meses o ms (Richard et al., 1995b).
USO Y APROVECHAMIENTO
Caza de subsistencia y usos derivados
Las poblaciones aborgenes de nuestro pas pertenecientes a distintas familias lingsticas (sensu
Canals Frau, 1986) Mataco-Mataguayo, Caingang, Guaycures (Abipones, Mbyaes, Payaguaes,
Mocoves, Tobas y Pilages), Tup Guaran y Chiriguano Chan, Comechingones, Lule Vilelas y
Tonocots, han aprovechado tradicionalmente a la corzuela parda. El uso de esta especie est
particularmente documentado, a partir del hallazgo de huesos en tmulos prehispnicos
correspondientes a la Cultura Chaco Santiaguea (Tonocots) (Kraglievich y Rusconi, 1931).
Este uso ha sido y es integral, aprovechndose principalmente como alimento y conservas pero
tambin se utilizan cuero, huesos, uas, tendones, etc. Asimismo contemporneamente constituy
un importante recurso para el criollo en toda su rea de distribucin.
Actualmente, la corzuela parda constituye tambin un importante recurso para las economas de
subsistencia de reas rurales del Norte Argentino (Richard, 1993; Richard et al., 1996; Giraudo y
Abramson, 1998) y como en el caso anterior, el aprovechamiento es generalmente ntegro (cuero,
carne, tendones, etc.). Como parte de este uso cuero, patas y astas son empleadas en la
confeccin de artesanas (Monturas, espuelas, mangos de cuchillo, etc.). Tradicionalmente
numerosas culturas indgenas han apelado al consumo de partes o al uso de punzones de huesos
de animales que permitiran, segn la creencia, adquirir ciertas caractersticas propias del animal
al cual pertenecen. Las astas y huesos de corzuelas fueron utilizados como escarificadores por
los Tobas, los punzones de astas y huesos de corzuela se utilizaron para lograr la velocidad y
agilidad de este animal pero, se afirma que su uso implica el riesgo de herirse con las plantas del
monte (Chbez y Johnson, 1984). Tanto los aborgenes como los pobladores primarios de muchas
de las reas donde habita la corzuela parda suelen ser grandes conocedores del ecosistema donde
se desenvuelven y en funcin de ello organizan y respetan (por motivos de tradicin, religin,
etc.) calendarios, cupos de caza, tamaos de presa, etc. (Richard, 1993; Richard et al., 1996).
Este tipo de aprovechamiento permite un uso racional y sostenido de la corzuela parda entre otras
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
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corzuela parda es legal slo en estas provincias (Caprino, 1998; Perri, 1998), la caza deportiva
(legal) de esta especie no existe en el resto de Argentina.
La modalidad seudodeportiva posee dos variantes, una similar en metodologa a la caza
deportiva, en donde se caza un nmero limitado de animales, en este caso el cupo lo determina la
conciencia del cazador y no la ley (la caza seudodeportiva es por definicin ilegal). La otra
variante se practica durante la noche en zonas de cultivo recin cosechadas (generalmente de
soja), quemados y claros, principalmente en reas Chaqueas y durante la misma se cazan,
generalmente, todos los animales que se pueden. Para ello se llevan a cabo transectas a bordo de
vehculos todo terreno y camionetas equipados con reflectores y se encandilan los animales que
han salido a los claros a comer, paralizados por la luz, son cazados principalmente con escopetas
(Richard et al., 1995b). Hasta hace algunos aos atrs era comn obtener 4 a 6 ejemplares (en
ocasiones hasta 9) en una noche, muchas veces hembras preadas (Richard et al., 1995b).
Actualmente dicho nmero oscila entre 1 y 4.
Caza comercial
En Argentina, la caza con fines comerciales en general no constituye en si mismo un objetivo
primario. Esto se debe principalmente a que la corzuela aun cuando posea un cuero idneo para
mltiples usos, es un animal considerado de caza fcil por lo que su cuero en general carece de
un valor que justifique su caza comercial. An as, entre 1975 y 1976, se comercializaron un total
de 10.000 cueros de corzuela parda en la provincia de Salta (Barbarn, 1997). Sin embargo,
muchos de estos cueros as como los que se suelen ver en talabarteras de las provincias de
Tucumn, Salta, Jujuy y Santiago del Estero (Richard et al., 1995b) provienen de almacenes de
ramos generales de reas rurales en las cuales se cazan corzuelas con fines de subsistencia y los
subproductos elaborados o trabajados de la misma (escabeche, espuelas, monturas, trofeos,
mangos de cuchillos, cueros decorativos, etc.) son utilizados en las mismas zonas como elemento
de canje o venta. En el resto de Latinoamrica, el comercio de carne y cuero de corzuelas reviste
mayor importancia econmica y el volumen de cueros exportados (principalmente de corzuela
colorada), es grande (Ojasti, 1984).
Mascotismo
En reas rurales de Santiago del Estero, Salta y Tucumn es relativamente frecuente de obervar la
presencia de cras de corzuela que son llevadas a cautiverio como mascotas temporales. En estos
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
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casos suelen ser mantenidas atadas cerca de la casa o dentro de gallineros. Finalmente, se
escapan, son soltadas o son consumidas. Por otro lado en San Miguel de Tucumn, Concepcin,
Alderetes, Yerba Buena, Burruyacu, Simoca y otros centro urbanos de Tucumn se ha constatado
la presencia relativamente frecuente de cras de corzuela en calidad de mascota domstica. En
general, se trata de cras de corzuela que quedan hurfanas como consecuencia de actividades de
caza de las mismas personas que luego las tienen como mascota. En otros casos, una minora, se
trata de animales tambin capturados en salidas de caza y que luego son vendidos a muy bajo
costo (U$S 15 20) a familias deseosas de tener una mascota no tradicional (Estatus social,
excentricidad, etc.). En la mayora de los casos, cuando los animales llegan a la edad adulta y
especialmente los machos que muestran un comportamiento fuertemente agresivo en su madurez
sexual; o bien son soltados en algn campo cercano o bien los llevan a las numerosas reservas,
minizoos y reas similares estatales y privadas que existen en la provincia de Tucumn. Muchas
de las corzuelas (entre otras especies) existentes actualmente en la Reserva Experimental Horco
Molle (Universidad Nacional de Tucumn) tiene ese origen. En el Noroeste argentino, en
general, el uso de animales silvestres como mascotas en reas urbanas es una costumbre muy
corriente (corzuelas, pumas, gatos menores, zorros, osos hormigueros y meleros, tapires,
chanchos de monte, mulitas, quirquinchos, conejos de palo, gran variedad de aves, iguanas,
tortugas terrestres y acuticas, etc.) y los rganos de contralor del estado muestran en general
demasiada poca preocupacin por dicho problema as como tambin por las importantes
estadsticas de zoonosis que existen.
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Frontera agropecuaria
El Noroeste argentino, con una historia de desmonte casi centenaria, actualmente ha
transformado profundamente la mayor parte del rea de distribucin de la corzuela parda. A
modo de ejemplo, en los ltimos 20 aos, Tucumn desmont con fines mltiples al menos
140.000 ha (rea Chaquea y de Selvas Pedemontanas); Santiago del Estero 185.000 ha (rea
Chaquea), Salta 700.000 ha (rea Chaquea), Jujuy 50.000 ha (rea Chaquea y Selvas
Pedemontanas) y Catamarca 15.000 ha (rea Chaquea de transicin y Monte) (fide Hemsy,
1981). Dichos cambios han destruido parte del hbitat de la especie, han transformado otro tanto
convirtindolo en ambientes secundarios, reas de cultivo, etc. y en algunos casos han conducido
al aislamiento de algunas poblaciones.
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Caza
La cacera ilegal de corzuelas alcanza, en el NOA, cifras importantes. En la provincia de Tucumn
y ciudades vecinas de las provincias de Salta, Jujuy y Santiago del Estero y acorde a nuestros
relevamientos, esta se lleva a cabo durante todo el ao, aunque con especial intensidad en la
poca de cosecha de la soja en el rea chaquea (Abril - Junio). Desde 1995 a la fecha, en la
provincia de Tucumn, la caza furtiva comenz a polarizarse en el departamento Trancas al norte
de la provincia, mientras que, en aos anteriores, las localidades ms explotadas fueron las del
sur de la provincia, en los departamentos de La Cocha y Graneros principalmente (Richard et al.,
1995b). Este movimiento espacio temporal de los cazadores, estara motivado precisamente por
la disminucin de las poblaciones en las reas anteriormente explotadas.
En la provincia de Santiago del Estero, datos extraoficiales basados en encuestas a cazadores,
estiman en 2000 el nmero de animales cazados por mes (Hector R. Abategada, com. pers.,
1997). Tanto estas estimaciones como las derivadas de nuestros estudios en el resto de la regin,
indican que entre el 75% y 80% de los animales cazados son hembras. Dado que la mayora de
los partos se verifica a finales de la primavera y durante el verano y si consideramos el perodo
de gestacin de la especie (unos 7 meses y medio) y la poca de mayor intensidad de caza (Abril
- Junio) podemos concluir que la mayora de las hembras muertas estaran en celo o gestando.
Esto ltimo representa, ecolgicamente, un alto factor de riesgo para la especie, ya que las
poblaciones de grandes mamferos soportan mucho mejor una alta presin de caza sobre machos
que sobre las hembras (Bodmer y Penn, 1997). Esto se debe a que el xito reproductivo de los
machos de muchas especies de mamferos est determinado, principalmente, por el acceso a las
hembras; mientras que el de estas depende de la capacidad de porte del ambiente y no del nmero
de machos. Bodmer y Penn (1997), sostienen que, una disminucin en la proporcin de sexos en
favor de las hembras, motivada por la caza de machos, no afectara a las poblaciones de corzuelas
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y
Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.
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y otros grandes mamferos ya que un menor nmero de machos podra igualmente fecundar a la
mayor parte de las hembras de la poblacin. Es importante destacar que la caza deportiva de
crvidos que se realiza, especialmente en el hemisferio norte, se centra principalmente en los
machos.
Estatus actual
Moreno (1993) considera a la corzuela parda como Fuera de Peligro a nivel nacional e
internacional. Ms recientemente, a nivel nacional, ha sido incluida en la categora de Riesgo
Bajo (RB) (Garca Fernndez et al., 1997), aunque sin fundamento alguno. Richard y Juli
(1999), destacaron que cualquier aseveracin al respecto slo es perceptiva o especulativa y
basada en el carcter conspicuo y antropfilo de la especie. En tal sentido, Pinder y Leeuwenberg
(1997) consideran a las subespecies Argentinas como vulnerables. Es necesario destacar que la
capacidad de la corzuela parda para desarrollarse con relativo xito en reas secundarias y
muchas veces cercanas a ncleos humanos, hace de ella una especie muy conspicua en tales
reas; situacin que origina la percepcin subjetiva de que la especie mantiene poblaciones
relativamente abundantes a pesar de la gran presin cinegtica que existe sobre ella (Richard et
al., 1995b). Sin embargo, en un reciente informe sobre biodiversidad del Noroeste argentino
(Vides Almonacid, et al, 1998) el anlisis de la informacin aqu expuesta llev a sus autores a
considerar a la corzuela parda como vulnerable y/o en peligro de desaparecer en la provincia de
Tucumn. En el resto del pas se sabe poco de la situacin de la corzuela parda; sin embargo, la
RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE
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Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.
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y Garciarena, 1996; Aprile, 1998). Empero, existen numerosos ejemplares de corzuela parda en
distintos zoos privados del NOA y en la REHM. En esta ltima y como parte de los planes de
manejo que all se realizan se han reproducido exitosamente y se estn llevando a cabo
numerosos estudios en condiciones de semilibertad. Estos indican, entre otros, que algunas
caractersticas comportamentales, como el aloaseo o limpieza entre congneres (Juli y Richard,
1995) favorecen la transmisin de parsitos y por tanto debe ser tenidas en cuenta en cualquier
plan de rehabilitacin y/o reintroduccin de individuos derivados de un proceso de manejo.
Recientemente, Baschetto (1999) en funcin de la informacin disponible sobre la biologa y
estatus aqu fundamentado de la especie ha calificado a la corzuela parda para planes de cra de
Nivel Necesario dentro de las categorizaciones de planes de conservacin ex situ (fide
Baschetto, 1999).
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Nacional de Tucumn.
(1) El recinto al que se hace referencia posee una extensin de 25 hectreas en La Reserva Experimental Horco
Molle (Universidad Nacional de Tucumn) y en su interior existen distintos ambientes correspondientes al Distrito
de Selvas Pedemontanas de la PF de las Yungas.
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3.95
4.16
24.51
16.71
0.27
1.96
46.42
Arbustos
Hongos
rboles
Herbceas
Frutos*
Graminoideas
Enredaderas
* Las especies arbreas representan en promedio el 96,65% del PTI de esta porcin.
FIG. 1
Las especies y/o partes vegetales consumidas se clasificaron en siete subgrupos: a) rboles (leosas de ms de tres
metros de altura), b) arbustos y matas (leosas de menos de tres metros de altura), c) herbceas (anuales o bianuales sin
estructura leosa, no graminoideas), d) graminoideas (Poceas y Ciperceas), e) lianas y enredaderas (trepadoras y
apoyantes leosas o no), f) frutos y g) hongos (Richard et al., 1995b).
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