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Ennio Moltedo. I. Gavilán

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ANALES DE LITERATURA CHILENA Ao 10, Diciembre 2009, Nmero 12, 187-202 ISSN 0717-6058

ARTICULACIN DEL CONCEPTO DE EXPERIENCIA EN LA OBRA POTICA DE ENNIO MOLTEDO Ismael Gaviln Muoz Universidad de Via del Mar igavilan@uvm.cl

1 Con el advenimiento del nuevo siglo hemos sido testigos de la edicin y reedicin de una serie de compilaciones, libros individuales y antologas de un grupo relevante de poetas chilenos que, hasta antes de eso, eran textos raros, de difcil acceso, agotados de nuestras libreras o acaso hasta inexistentes. En una rpida enumeracin que no pretende ser exhaustiva, podramos mencionar las ediciones y/o reediciones de la poesa de Rosamel del Valle, Juan Luis Martnez, Telo Cid, Jorge Teillier, Jorge Cceres, Enrique Lihn, Enrique Gmez Correa, Rodrigo Lira, Romeo Murga, Alfonso Alcalde y Alberto Rubio entre las ms visibles segn alcanza nuestra informacin.1 Todos estos autores y lo escrito por ellos, pertenece a distintos momentos y generaciones de nuestra poesa en el transcurso del siglo XX, mostrando

Cf. Obra potica de Rosamel del Valle (Santiago: J.C. Sez Editor, 2000), Poemas del otro de Juan Luis Martnez (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2003), Poesa reunida de Alberto Rubio (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2007), Proyecto de Obras completas de Rodrigo Lira (Santiago: Editorial Universitaria, 2004), Obra reunida de Romeo Murga (Santiago: DIBAMRILCentro de Investigaciones Diego Barros Arana, Editores, 2003), El panorama ante nosotros de Alfonso Alcalde (Via del Mar: Ediciones Altazor, 2007), Poesa encontrada de Jorge Cceres (Santiago: Pentagrama Editores, 2002), El Paseo Ahumada, La pieza oscura, Poesa de paso y La musiquilla de las pobres esferas de Enrique Lihn, los tres primeros ttulos 2003, 2007 y 2008 respectivamente editados por Ediciones Universidad Diego Portales y el cuarto por Editorial Universitaria (Santiago, 2008), Poemas del Pas de Nunca Jams/ Crnica del forastero; El cielo cae con las hojas/ El rbol de la memoria/ Los trenes de la noche y Para un pueblo fantasma de Jorge Teillier, los cuatro

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sin duda, un corpus de amplia modulacin temtica, estilstica y reexiva que solicita de nosotros su lectura, su exgesis, su cuestionamiento y la puesta en circulacin de la trama signicativa que articulan en tanto poticas divergentes, complementarias y contrastantes. Ciertamente el ocio crtico se ha encargado del abordaje de algunos de ellos, pero siempre se hace necesario volver sobre lo ledo, matizar con mayor precisin detalles o simplemente dar inicio al ejercicio valorativo de obras que, salvo una exigua recepcin periodstica, no han sido ledas con una atencin que supere el mero dato informativo. En ese sentido, a este listado de autores y obras, es pertinente agregar la gura y obra del poeta porteo Ennio Moltedo Ghio, quien, con la publicacin a nes de 2005 de su Obra potica2, sin duda contribuye a hacernos no slo una imagen del estado de cosas de la poesa chilena contempornea, sino que tambin nos invita en su lectura a volver la mirada y por ende la reexin y el replanteamiento siempre recurrentes acerca de lo conictivo y difcil que es otorgar arraigo a la experiencia en el hecho mismo del acto potico, es decir, en la escritura del poema y, por ello, la manera en que la vicisitud histrica lo modula, no a su mera expensa, sino de la forma como un poeta y su escritura pueden realizarlo, es decir, a travs de la contradiccin y la puesta en cuestionamiento de la retoricidad de la que se sirve la poca para representarse a s misma. Moltedo y su escritura pueden aliarse, por mero acomodo cronolgico y de ordenamiento, a la denominada generacin del 50 o del 57 si deseramos ser ms rigurosos con los esquemas clasicatorios propuestos por Goic. Pero ms all de detectar con prontitud la legitimidad de tal aseveracin, no puede desconocerse que a mediados de siglo, tal como han sealado Enrique Lihn, Eduardo Llanos Melussa y Andrs Morales,3 entre otros, se advierte un momento crucial en la comprensin histrica del desenvolvimiento de la poesa escrita en Chile: el impulso vanguardista rastreable en Huidobro, Mandrgora y/o la gura y obra de Daz-Casanueva, Del Valle y el Neruda residenciario ha jugado sus mejores cartas y se apronta a abandonar la primaca del discurso potico. Asimismo, con la aparicin de Poemas y antipoemas de

primeros ttulos 2003 y 2004 editados por Tajamar Editores (Santiago) y el quinto por Ediciones Universitarias de Valparaso (Valparaso, 2004). 2 Ennio Moltedo: Obra potica (Valparaso: Ediciones del Chivato, 2005). Todas las referencias a los poemas sern sacadas de esta edicin. 3 Cf. El circo en llamas de Enrique Lihn (Santiago: Editorial LOM, 1996), Jorge Teillier, poeta fronterizo de Eduardo Llanos, prlogo a Los dominios perdidos de Jorge Teillier (Santiago: Editorial del Fondo de Cultura Econmica, 1992), De palabra y obra de Andrs Morales (Santiago: Ediciones RIL, 2003).

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Parra y de Canto general, Odas elementales y Estravagario de Neruda, como a su vez el surgimiento de un puado de poetas ms jvenes (Arteche, Lihn, Rubio, Barquero, Lastra, Teillier, Uribe) que desde nes de los aos 40 y durante toda la dcada de los 50 publican sus primeros, segundos y hasta terceros libros, se evidencia un giro hacia un entendimiento ms localizado de lo que debera ser la poesa y su ejercicio: por un lado, el compromiso con el avatar histrico y la consolidacin proveniente ya desde los autores de la generacin del 38 de una idea o concepto de literatura que mostrase la vinculacin explcita con el devenir, encarnado ste en la emergencia social que adquira un tono perentorio, dado el paulatino proceso de modernizacin impulsado por el Estado y el conicto que ello signicaba poltica y simblicamente (Barquero), como por otro lado, la necesidad de dar cuenta de una densidad subjetiva manifestada en tanto experiencia interior, en algunos casos con un tono existencialista de la comprensin de lo humano y su miseria (Lihn, Rubio, Uribe), como en otros, la de una crisis de fuerte cariz religioso y hasta confesional (Arteche). A su vez, el experienciar por vez primera, en ese mismo proceso de modernizacin, la aparicin de una sensibilidad caractersticamente urbana que revierte en la necesidad de articular simblicamente el arraigo, o su virtual desacralizacin o destruccin, propicia por otro lado, el cultivo de la memoria en variantes que ya no son meramente descriptivas como fue la oleada criollista de principios de siglo y que redundar posteriormente en la denominada poesa lrica. En todo esto se advierte la bsqueda y la necesidad de una inmediatez expresiva que se condiga con la vivencias de una subjetividad en plena crisis de acomodos modernizadores, pero sin abandonar la mediacin del poema en tanto forma y que se muestra como contraste frente a la comprensin que de lo potico poseen los proyectos de estos poetas de los 50 en torno a la recepcin y modulacin de la nocin de vanguardia en la generacin inmediatamente precedente. Tratando de sintetizar en una frmula operativa que nos muestre tal contraste, tal vez estos poetas dan menos nfasis a un tratamiento ldico del lenguaje que a uno expresivo o existencial. 2 Sin duda, estas ltimas generalizaciones deben ser sometidas a un anlisis mucho ms riguroso, pero en virtud de esta presentacin, nos parecen pertinentes al momento de querer intentar parcialmente la contextualizacin de la poesa de Ennio Moltedo. Nacido en Via del Mar en 1931, Moltedo ha estado vinculado durante cerca de cincuenta aos con el mundo editorial ya como asesor, lector, corrector, etc. bajo el alero de distintas instancias, en las ltimas tres dcadas fundamentalmente universitarias su trabajo junto a Allan Browne, en la estela de Mauricio Amster, es ya legendario en Via del Mar y Valparaso y del periodismo de opinin en calidad

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de articulista.4 Su Obra potica aparecida a nes de 2005 en Valparaso, viene a constituir una verdadera summa que rene sus hasta ahora siete libros publicados: Cuidadores (1959), Nunca (1962), Concreto azul (1967), Mi tiempo (1980), Playa de invierno (1985), Da a da (1990) y La noche (1999). Y si bien en el transcurso de los aos, la poesa de Moltedo ha recibido varios reconocimientos relevantes el Premio Alerce en 1959, el Premio de la Sociedad de Escritores de Valparaso en 1962, el Premio Regional de Literatura Joaqun Edwards Bello en 1981, el Premio Municipal de Literatura de Valparaso en 1994 y el Premio Especial del Crculo de Crticos de Arte de Valparaso en 1997 stos no han implicado, necesariamente, una visibilidad mayor en el contexto de nuestra sociabilidad literaria. Asimismo, el comentario crtico que no est supeditado a la nota periodstica producto de distintos reseistas ms o menos informados, se ve restringido en lo fundamental, a puntuales artculos y ensayos que acerca de esta poesa han escrito Adolfo de Nordenycht, Sergio Holas y Luis Andrs Figueroa.5 Y salvo lo escrito por este ltimo, escasean las visiones de conjunto que permitan una aproximacin a la totalidad de la poesa de Moltedo. El modo en que sta se articule en diversos niveles desde lo temtico y formal hasta lo estilstico, contextual e ideolgico es, qu duda cabe, una tarea pendiente sobre una obra que nada tiene que envidiarle a lo escrito por tantos otros autores nacionales. Por ello, la oportunidad de tener por vez primera la poesa reunida de Moltedo en un solo volumen se presta a interesantes posibilidades de poder llevar a cabo aproximaciones al conjunto de una obra. Mas, de qu forma, cmo y desde dnde? Como nos ha enseado George Steiner, una obra no es el resultado del trabajo acumulativo de un autor. Implica ms bien, una lgica de desarrollo, de estructura gradualmente elaborada, en donde la escritura adquiere un tono de unidad reconocible y en que el acabado adquiere el cariz de la totalidad, mostrando la dinmica de sus partes como coherencia y plenitud.6 La Obra potica de Ennio Moltedo, sin duda, posee aquello al vislumbrarse en un ejercicio lector de mnima lucidez, pero por supuesto, es preciso constatar la

Cf. Caf Invierno: conversaciones con Ennio Moltedo de Luis Andrs Figueroa (Valparaso: Editorial Vertiente, 2007). 5 A. de Nordenycht: tica y potica del hombre invisible: siete notas sobre la escritura de Ennio Moltedo, Revista Signos 47 (2000): 61-70; S. Holas: De amordazamientos y liberaciones: una potica de la prdida en La noche de Ennio Moltedo, Revista Alpha 19 (2003): 67-82; L. A. Figueroa: Ennio Moltedo: una catedral en el bolsillo, Revista Anttesis 1 (2006): 11-14. 6 George Steiner: Construir un monumento, en Lenguaje y silencio (Barcelona: Ediciones Gedisa, 2003), 325-326.

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posibilidad de su articulacin rastreando esa lgica de desarrollo que toda escritura de largo aliento propicia y resguarda. 3 Como sealaba al principio, una idea que ha cobrado aceptacin crtica acerca del entendimiento que poseemos de la poesa de la generacin del 50 es la que tiene relacin con el concepto de subjetividad que elabora. Ciertamente las generalidades son violentas e insucientes, pero son ilustrativas para iniciar una reexin que derive en la caracterizacin de rasgos peculiares. Pues bien: es una subjetividad en donde es posible advertir fuertes contrastes que evidencian por un lado el abandono de todo afn totalizante, por otro es una subjetividad que maniesta una crisis epocal, entre agnica y escptica de los escenarios de lo real y con tintes entre existencialistas y religiosos, enfrentada al absurdo de la inautenticidad del habitar urbano y con conciencia de sus lmites lingsticos, en tanto no es la aventura expresiva su exploracin primordial, sino ms bien el ensimismamiento y aprehensin de esa misma crisis que le permite poseer conciencia de s. Es una subjetividad que acude a las imgenes de la memoria para intentar un arraigo, imgenes que beben de la infancia y de espacios imaginados e iluminados por esa experiencia primordial. Ahora bien, en la poesa de Moltedo lo interesante, desde nuestro punto de vista, es ver de qu forma o manera se articula comprensivamente esa subjetividad, pudiendo a su vez otorgar una modulacin a su aparicin temporal en tanto obra. Probablemente el concepto de experiencia permita eso, posibilitando, adems, que esta obra sea apreciada en dos grandes instancias o momentos interpretativos que muestran la rica variedad de su desenvolvimiento, en tanto se lo entienda como un discurso en productivo y conictivo dilogo con lo histrico. Tenemos en primer trmino el concepto de experiencia, concepto que podemos asumirlo como el punto nodal entre la interseccin del lenguaje pblico y la subjetividad privada, entre la dimensin compartida que se expresa a travs de la cultura y lo inefable de la interioridad individual. A pesar de ser algo que debe ser atravesado o sufrido en lugar de adquirido de una manera indirecta, no obstante puede volverse accesible para otros a travs de un relato ex post facto, una suerte de elaboracin secundaria en el sentido freudiano, que la transforme en una narrativa llena de sentido. (Jay, 22). Lo que nos ha enseado la evidencia etimolgica que, como seala Jay, nos remite a las palabras Erfahrung (conocimiento adquirido en el tiempo) y Erlebnis (vivencia de la realidad) es que la experiencia puede implicar conocimiento emprico y experimentacin; puede sugerir lo que nos sucede cuando somos pasivos y cuando estamos abiertos a nuevos estmulos en el conocimiento acumulado que nos ha dado el pasado; tambin puede connotar viaje, a veces una travesa peligrosa y difcil, con obstculos y riesgos, que acaso lleve a un resultado al nal del da; al mismo tiempo puede connotar una interrupcin dramtica en el

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curso normal de nuestras vidas, cuando sucede algo ms vital, algo ms intenso, no mediado. (Jay, 23-24) Si aceptamos como vlida esta reexin, es posible operativizarla para intentar un abordamiento de la poesa de Moltedo en su doble modulacin que pueda resultar productiva para aprehender su desenvolvimiento. Esa modulacin que marca la experiencia y que articula a esta poesa se encuentra otorgada por la fractura de la misma, fractura que se muestra como histrica y que hace de su data (1973) ms que una mera referencia temporal, convirtindose en un verdadero punto de inexin. Desde esta perspectiva, la poesa de Moltedo puede verse en dos grandes momentos, un antes y un despus de los acontecimientos socio-polticos ocurridos en Chile desde 1973. De aquella manera, un primer instante o momento comprende desde Cuidadores (1959), hasta Concreto Azul (1967), donde se aprecia de qu forma el concepto de experiencia se desarrolla y adquiere densidad en tanto experiencia de la infancia como memoria. Ah el poema en prosa es la narracin de esa experiencia en la medida que ofrece una manera de entender el poema como un relato sincrtico de imgenes, vivencias, objetos y lugares. El poema como rescate de esas experiencias primigenias, como un intento de transmitir al lector la vivencia perceptiva de la primera vez, la primera mirada, en un esfuerzo de datar en el poema, el relato que recibe su primaca inicial de entusiasmo y asombro. Un segundo instante o momento comprendera desde la aparicin de Mi tiempo (1980) hasta la publicacin de La noche (1999), en donde el concepto de experiencia se articula en tanto experiencia del desencanto como imposibilidad de lo lrico. Ah el poema en prosa es la escritura paulatinamente punzante de la irona, lo poltico, el sarcasmo y la crtica: la devaluacin de lo lrico entendido de modo tradicional. El proyecto utpico de una posibilidad de hacer presente el mundo de la infancia y del asombro de la primera vez se ve truncado por el fracaso histrico de nuestro desenvolvimiento republicano. El poeta y el poema trasuntan un silencio referido a ese mundo perdido tal vez para siempre y se apresta a la lucha por un ahora, en donde no hay consignas polticas partidistas, sino ms bien, la rearticulacin en el poema del desencanto epocal que hace de la irona, el sarcasmo y la preocupacin contingente, su material trasvasijado en arte verbal. 4 Primero que nada, el poema en prosa: en apariencia, una rara avis en la poesa chilena del siglo XX. S, en apariencia, pues este especialsimo gnero potico ha tenido diversos cultores en el transcurso del siglo, desde Pedro Prado y otros autores del 900, hasta Rossana Byrne en los 80 y varios ms desde los 90 en adelante (pienso en Bello, Carrasco, Montesinos, azarosamente, entre muchos otros). La poesa escrita por Moltedo es probablemente uno de sus ms esplndidos referentes. Tal vez valgan algunas escuetas observaciones para caracterizar esta forma peculiarsima.

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En este sentido, Tzvetan Todorov7, al referirse a los Pequeos poemas en prosa de Baudelaire, seala algo muy pertinente: pues que tal gnero surgido del contraste de poesa y prosa tematiza la ambigedad, el contraste, y la oposicin del material lingstico, permitiendo la narratividad que le es necesaria en cuanto forma y que ilustra en tres mbitos; en primer lugar la inverosimilitud: en el poema en prosa un solo hecho es descrito, pero cuadra tan mal con nuestras costumbres cotidianas que no podemos evitar compararlo con los hechos y eventos normales, en donde este contraste a veces opone al sujeto de la enunciacin con el sujeto receptor o lector; en segundo lugar la ambivalencia; los dos trminos contrarios estn aqu presentes (poesa y prosa) pero ellos caracterizan a un solo y mismo objeto, en donde se explica el contraste entre lo que las cosas son y lo que ellas parecen ser; en tercer lugar, la anttesis, es decir la yuxtaposicin de dos seres, hechos, acciones o reacciones dotados de cualidades contrarias. Esta brevsima referencia que no pretende comparar a Moltedo con Baudelaire, ni mucho menos, establece, a nuestro juicio, una plataforma necesaria y para qu negarlo: prctica para entender que en ese contraste y/u oposicin que enuncia Todorov, puede hallarse la posibilidad de entender el desenvolvimiento mismo del poema como una instancia que permite narrar, contar y elucubrar acerca del sentido que adquiere la experiencia que acontece en el sujeto que dice en el poema. La experiencia que pueda articularse en la poesa de Moltedo, tiene que ver, a nuestro parecer, entonces, justamente con lo indicado con anterioridad: en un primer instante, la presencia de un mundo marcado memoriosamente por la infancia y su puesta en obra. As, es posible rastrear una serie de poemas que otorgan ese sentido, como son por ejemplo, los siguientes: En el poema Bsqueda vemos el relato onrico, a modo de un pequeo cuento de hadas, de un viaje que aceptamos de un hablante-nio recorriendo cerros y lugares de Valparaso y que nos deja una impresin mgica y juguetona:
BSQUEDA Voy a repartir tres cartas diarias por los cerros del puerto. Montando el unicornio y con linterna sorda hollar los pedrones sueltos, resbaladizos por la lluvia del mar. Rodear Barn hasta llegar al viejo fuerte de pobre can. Golpear en las plazas abiertas, me internar por frescas quebradas, y, sorprendindome la noche, descansar abrigado, protegido por las plumas de los gatos. Esa noche

En torno a la poesa: 3.- La poesa sin verso, en Los gneros del discurso, 124 y

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decidiremos, de toda la municipal miseria, qu rbol, caa o buhardilla no cobijan an cuentas o aeroplanos. (Moltedo, 31)

Por otro lado, en el poema Recuerdo apreciamos una descripcin, para nada naturalista, de un viaje de vacaciones a un pueblo del interior de la provincia de Valparaso, Villa Alemana, donde se dan reunin parientes y amigos: sa es la estela del lugar fantstico, de relato de aventuras bajo la tutela protectora de Salgari:
RECUERDO Vamos todos a Villa Alemana, a la ciudad de la alcayota, vamos a comprar gaseosas a los portales y a encumbrar volantines desde el monumento. Vamos a Moscoso, donde mi to le rompa la cabeza a los zorzales con la punta de su escopeta. Vamos a tomar el sol a la calle Maturana y a conversar de tallarines con Victorio y Adolfo. Despus, a la hora de la bendicin, yo s de un chocolate de comunin bajo la nueva capilla. Y, cuando empiecen a caerse las estrellas, los higos maduros, el primer canto de los gallos y de las pollas, vamos a la quinta de mi primo, donde tras los limoneros y sobre la vencida hamaca est todava Mariana con Yez y Sandokn. (33)

Esta imaginacin no slo hace de lugares su fuente, sino que en una sntesis evocadora, ana la experiencia infantil del juego con la escritura. Pienso en un poema como La alfombra, donde entretenerse con las hilachas del objeto, lo que es trazar con los dedos una serie de signos que develan las puertas de un signicado de sorpresa, maravillamiento, para nada cerrado o negado a nosotros:
LA ALFOMBRA Deseo descansar sobre esta alfombra de gran imaginera, por donde pas la hebra hermosa, torcida por mansa mano oscura. All descansa parte de sus ojos y de su boca quedan ligeras impresiones cascadas. Sus dedos continan el movimiento que divide eternas crenchas y grupos. De pronto, alas surgen cubriendo a cada tiempo de mirada limpias supercies que deslumbran. Porque hay, tambin, espacios claros con cintas solas, donde la onda oriental y creciente se expande seca, pura, como una barrica de miel o un territorio sin agua. (43)

En general, se es el tenor de estos poemas: la narracin evocadora de imgenes, vivencias, objetos y lugares, narracin que no hace aparecer la nostalgia por lo perdido o extraviado, sino ms bien vuelve patente el asombro que nos desea transmitir esa sensacin de primera vez: una primera vez justicada, legitimada por un mirar y por un deambular, como si la experiencia que nos deseara transmitir esta poesa fuera la de colocarnos frente a nosotros los objetos que nombra, evoca y enumera. Pienso en otros poemas respecto de esto, por ejemplo, que aluden a una

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especie de nombrar mgico que, en toda su potencia simblica, se encuentran llenos de sugerencia: El volantn y La gndola (84 y 85, respectivamente). Aqu es posible vislumbrar el despliegue de la experiencia: evoca y rememora ms que lamenta o anhela. Ahora bien, este mundo de la posibilidad entrar en frrea crisis en el segundo momento con el quiebre de esa experiencia debido, primordialmente, a la arremetida de lo histrico como violencia, cosa sta, sin duda, que implica replantear la validez de la percepcin experiencial anterior ya no puede ser, ya no es posible indagarla o preguntar por su lugar, porque tal vez, en verdad nunca lo tuvo. Este segundo momento se abre en 1980 con la publicacin de Mi tiempo. Si pensamos que el libro anterior, Concreto azul, data de 1967, podr apreciarse la extensa pausa 13 aos que, entre otras razones, puede verse como connatural no slo al proceso histrico, sino que aunado a eso, el proceso de paulatina publicacin de poesa en el pas durante la dictadura. sta trae, sin duda, y como ha sido planteado por la crtica ms pertinente y preclara, una vivencia de quiebre, resistencia, silencio, censura y autocensura. La poesa entonces escrita en nuestro pas agrega dos formas o maneras para su autocomprensin al tematizar esa traumtica experiencia: la poesa asumida como testimonio y la poesa del exilio. La poesa de Moltedo, sin dejar de ser partcipe de la crisis nacional que implica la dictadura, es oblicua en sus elecciones de expresin, cosa que no niega solidaridad, crtica y lucidez respecto a su contexto. Es una poesa que de ninguna manera enmarcaramos como testimonial, ya que nunca pierde la pretensin de ser comprendida como objeto esttico, pero es de tal fuerza y sugerencia su manera de apelar que asistimos a un despliegue inusitado de su planteamiento potico, planteamiento que se maniesta, por ejemplo, en poemas como los siguientes:
ME HAN ROBADO Me han robado, me estn dejando nada ms que la cscara. se es el problema. Me cambiaron los azules y todo el orden de las olas. No he vuelto a caminar con el mismo paso. Yo mismo no me reconozco en los espejos. Y hay msica hasta el fondo de los tarros. Cambian las formas y te extraas del movimiento de tus dedos, de los viajes de tu cuerpo. Ya no escuchas. Las orejas son estructuras sin sentido. Los ojos van detrs de telas, carteles, objetos pintados y te detienes a descifrarlos y ella, ella se renueva a cada instante y la ves sacar la lengua entre los puntos de la gran fotografa. (132)

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INQUIETUD Tem que llegara este momento: nada en el sol, nada en las nubes, y, sin embargo, all estaba la inquietud acodada a la ventana. (152) ESPERA Y me quedo pensando en cmo decidir el gran problema. Al no poder contentarlos a todos, al no poder regalarles la bocina, al no poder evitar que algunos me aplaudan y otros me despeen, trazo una lnea sobre el mapa y ya estoy lejos. O dibujo un arma, algo mortfero, y con ella al hombro me paseo haciendo temblar a todo el mundo. Pero cunto puede durar esto? (165) QUIN Por qu asesinas a mis hijos y los sepultas bajo mi propio lecho y cada noche escarbas y me obligas a contemplarlos y a guardar silencio? (197)

Asimismo, Moltedo nunca sufri el exilio como tantos compatriotas o poetas en el mismo perodo, pero, sin duda, su reticencia a participar en los espacios ocializados de una cultura devenida pantalla del activismo dictatorial, como, a su vez, un distanciamiento paulatino de toda querella vinculada a la sociabilidad literaria, podran ser acciones vistas como un verdadero intraexilio. Ah es donde la experiencia se vuelve ms doliente, ms desencajada, se mira lo pasado como algo acontecido en otro planeta, como si la vivencia rememorativa de la infancia fuese casi algo ajeno y perdido. Vase lo dicho en los siguientes poemas:
QU HAY Qu hay de las promesas, de los sueos, de los colores reunidos ms all del horizonte? Siempre habr un lugar distante cuyo nombre desconocemos. Es el n de aquellos solos que dedican su vida a quehaceres sin utilidad alguna: plantar, en vez de ores, remolinos de papel en los jardines. (169) ANTIGEDADES Estos jarrones y globos ocupan un lugar extrao. Alteran nuestro espacio. Las formas hinchadas, las copas interminables, las coronas que trepan por paredes y la lluvia de cenizas. Telas, bordes carcomidos expelen su olor viejo. Nos devuelven al lugar de donde escapamos rompiendo el hechizo de las plumas.

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La ventana abierta nos ofrece otro cuadro: la luz de la maana. Hacia el horizonte estn destinados nuestros pasos. A esta hora millones de objetos se funden y se estampan: precisos para el uso de la mano, para el trabajo y el juego. Necesitamos nuevas supercies y espacios, lneas rpidas. Formas que traduzcan los sueos del da y de la noche. (142) NADA Nada tengo que hacer aqu. Todo ha caminado ms rpido. Desde el rbol, desde el puente, en avenidas medit las distintas formas y objetivos, colores, razones de ciertos espacios que asomaban ms precisos que el remate de ladrillo. As, entre mar y aire, auscultando el movimiento de la ciudad, sopesando funciones, en busca de una humanidad para el volumen me qued midiendo distancias y hoy slo tengo lugar en este punto que termina con el sueo. (215)

Pero aqu, ms que dejar constancia de un presente imposible, lo que puede advertirse es un giro en la constatacin de ese quiebre de la experiencia como una renuncia a la posibilidad utpica que representaba la rememorizacin de la primera vez. Y ese giro, se condice con la transformacin, paulatina, de la retoricidad: el poema deja de ser la narracin encantada del nombrar mgico, de la enumeracin casi infantil del asombro de cosas y lugares: se convierte en asidero del desencanto, en la constatacin de la existencia del poder y de la devaluacin de lo lrico como expresin de una subjetividad armoniosa consigo misma. Es interesante, en este sentido, observar que aquello no sucede abruptamente, acontece de forma escalonada entre los libros de 1985 y 1990. El primer impacto del dolor trasunta en acerba crtica, en sarcasmo. La poesa de Moltedo asume la falsilla de un lenguaje burocratizado, de informe ocinesco de un bando ocial, rayano a veces en lo absurdo, con tonos perentorios y ridculos y que son muestras de un estilo que deriva hacia lo punzante. Puede apreciarse en poemas tales como:
REUNIN La luz abre puertas y ventanas y se extiende su rayo sobre la alfombra que todo atrapa. Se descorren las cortinas. Se hinchan las plumas. Cubiertos de ores y papeles se agitan los monos. Nacer la primera frase. Y ah ests t, ajeno, de rodillas, echando basuritas por las ranuras del piso. (225)

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VISITA Solicito, ruego que no me ofrezcan situaciones fciles. He pasado aos contemplando el paso del viento sobre la cabeza de las palmas. Agregar, ahora, elementos desechables? Me reero a visitas en tiempo inesperado y relucientes voces al comps del cuarzo. Es decir, portadores de ventajas que se alegran anticipadamente por ti. Solicito que se me permita solucionar el primer problema. (180)

El quiebre de la experiencia su imposibilidad abre otras perspectivas donde esa misma imposibilidad se legitima y eleva, por ende, a categora experiencial. Quizs esto resulta ms patente en el ltimo libro del conjunto, La noche, publicado por Moltedo en 1999. No deseo entrar a su comentario pormenorizado, pero es apreciable en este volumen una especie de radicalizacin de los recursos que en este segundo momento o etapa se advierten en la escritura de esta poesa: en La noche, asistimos a un poema que hace de la prosa, ya no la narracin de la experiencia, sino ms bien una seguidilla de aseveraciones, observaciones, ironas, recreaciones pardicas y estrategias textuales similares que muestran su fractura, o lisa y llanamente, en ocasiones, su paradjica negacin. Pero es apreciable que, en medio de la impronta total de la imposibilidad, el poema siga poseyendo la necesidad de plantear a una subjetividad que, dolida, no articula su manera hacia un repliegue solipsista. Nos encontramos ms bien ante una vocacin pblica del enunciado, por llamar este proceder de alguna forma. As, en los poemas de La noche, se renuncia a sus ttulos descriptivos o caracterizadores y se asume la enumeracin, como si con ese gesto quedara en evidencia una serializacin que vuelve indistinta la experiencia una de otra; como si ac se nos manifestase lo difcil de la peculiaridad individual. En varios de estos poemas somos expuestos a un tono imprecatorio que podemos tomar como denuncia o irona, pero que marca una exterioridad, una intemperie. A modo de ejemplo representativo y renunciando, lamentablemente, a un anlisis ms profundo, podemos ver esto en poemas tales como:
1 A qu hora deben cantar los pjaros formados en el jardn, en rboles o jaulas? Lea la ley (323) 11 Podemos continuar as? Adonde uno vaya, al paseo, al trabajo, al desierto, a la orilla del mar, una cavidad, una tapa, cualquier lugar en sombra, algn recado, una seal al pie del contrafuerte, en jardines ociales, entre rboles, desde aguas

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y corrientes submarinas, en el tnel, s, bajo el puente, en casa scal, a toda prueba, por cada poro nos nacen muertos a medio vestir. (333) 16 Por motivos polticos la autoridad desterr al poeta. Ya viejo se le hizo saber que si daba muestras de arrepentimiento le sera permitido volver a la patria. Nunca, contest Dante. Por siglos Florencia ha solicitado a Rabean la devolucin de los restos del poeta y esta ciudad ha contestado siempre igual: nunca. Nunca seremos capaces de contestar nunca. (338) 21 Una vez echado, despedido, no podrs volver a tu casa. A no ser de paso y saludo, para alejarte de nuevo, de viejo, para regresar al lugar que te dio asilo seguro: tu patria. Porque tu patria ha desaparecido. (343) 54 Empez en el colegio. Venda la fruta, el pan a sus compaeros. Luego lpices, elsticos, esponjas. Hoy, entre aplausos, vende el pas; por partes, por zonas, verdes o ridas, azules arriba o abajo, y vendera a su madre si la tuviera. Madre nueva necesita para ser vendida de una vez por todas. (376) 5 Despus de este breve recorrido, la Obra potica de Ennio Moltedo se nos muestra a nuestro parecer como una de la ms slidas y relevantes escritas en nuestra poesa desde los aos 50 hasta hoy. Por supuesto que luego de realizado este ejercicio quedan ms preguntas que respuestas en lo relacionado a su eventual recepcin. Se avizoran, provisionalmente, las que hacen referencia a la pertinencia de la liacin generacional de Moltedo, cosa que puede orientar y ayudar a disear un eventual mapa de su contextualizacin epocal, pero sin duda surgen inquietudes que podran derivar en interesantes interpretaciones como son, por ejemplo, el dilogo que esta poesa mantendra con las propuestas poticas de Lihn y Teillier acerca, entre otras cosas, de la vinculacin con la denominada poesa de los lares y su necesaria elaboracin y reelaboracin de

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ISMAEL GAVILN MUOZ

la memoria y la infancia; como adems, por otro lado, la impronta descarnada y escptica que marca escrituras que por mero acomodo denominaramos como urbanas, y que hacen de la experiencia de la ciudad uno de sus puntales relevantes. Asimismo es posible vislumbrar el modo en que la poesa de Moltedo ha surcado el escenario nacional en el trnsito de medio siglo para ver de qu forma su productividad de sentido articula maneras de enfrentar la contingencia con una problematizacin formal y temtica de lo que entenderamos como poltica. Esto ltimo en relacin a la irrenunciable vocacin de distanciamiento y desmantelamiento de las eventuales retricas del poder que en la llamada transicin a la democracia han derivado en lo que Heidegger alguna vez denomin como gerede, es decir, como habladura vaca y desgastada. De la poesa de Moltedo falta an bastante por leer y es posible advertir que no se trata de un mero rescate de la obra de un autor de provincia. Para nada; se trata ms bien de otra cosa: de ver hasta dnde la lectura que esta poesa, durante cerca de 50 aos, llevada a cabo con obsesiones, problemas e inquietudes comunes a nuestra sociabilidad literaria y, por ende, a nuestra pertenencia social de un n de siglo, puede construir en el lenguaje un asidero que facilite, no una respuesta a las necesidades ticas y de sentido de la poca en la que nos desenvolvemos, sino ms bien su comprensin razonada y expectante.

BIBLIOGRAFA
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