- Two adolescent drug dealers smuggle marijuana from Morocco and start selling it in Madrid. Reinvesting profits in harder drugs, their criminal activities escalate as one becomes a heroin addict. Relationships strained amid the turmoil.
- El Jato (Manuel de Benito) y El Muertes (Ángel Alcázar) están en Marruecos buscando chocolate, y no me refiero al que engorda. Van a casa de un hombre que consideran de confianza, pero hay un invitado presente, otro hombre marroquí con bigote, que al Muertes le da muy mala espina. En cuanto la venta está hecha, ese hombre se va. El Jato conduce el cuatrolatas por una serpenteante carretera sin asfaltar, y en ese momento son objeto de una emboscada. El marroquí que había sido testigo de la venta les ha seguido, y ahora, con todos sus compinches armados, la valentía de El Muertes a la hora de enfrentarse a ellos no servirá de nada. Los dos amigos se quedan tirados, sólamente con una maleta desvencijada: ni dinero, ni chocolate, ni coche y una botella a medias. Bebiendo de una botella de alcohol que les han dejado, Jato anima a su compañero diciéndole "Bebe, que aquí estuvo la legión!"
Jato llama a Magda (Paloma Gil), su novia, para pedirle dinero y ayuda. Sin embargo, están de suerte. En cuanto llegan a la ciudad más cercana, encuentran por casualidad al marroquí que les robó en la calle, él solito. Lo siguen hasta unos váteres públicos. El Jato le da una paliza, así que el hombre acaba devolviéndoles todo, el chocolate, el dinero y todo. Magda ha pedido 2.000 pesetas a su madre, teóricamente para comprarse un bañador e ir a la sierra madrileña a casa de su amiga Lola. La madre, Magdalena, (Encarna Paso), se pone echa una furia, diciéndole que no hace nada, que su habitación está hecha una pocilga, que es mucho dinero. El padre, Ramón, (Agustín González), no le da importancia al asunto; dice que (probablemente), sólo es un bañador, y no hay que montar tanto escándalo por nada, pero la madre dice que él tiene la sangre de horchata y que sólo se preocupa de ver la tele.
Al final, Jato y Muertes han pasado el chocolate a través de unas aduanas vetustas y abarrotadas en el fondo oculto de una maleta. Afuera, Magda los está esperando, y se preocupa porque si sus padres llaman a casa de Lola se enterarán de que no está con ella. El novio de Magda le dice que algún día tendrá que irse de casa de sus padres para vivir con él. Ya en Madrid, parece que Jato y Muertes consiguieron el dinero y el chocolate, pero no un coche, así que Muertes roba uno para los tres. Muertes dice que él es un padrino. Un hombre gordo y su mujer aparecen gritando "ladrón, ladrón". Muertes les grita por la ventanilla "viaja en metro, gordo", pero María, la mujer, piensa que ha llamado cabrón a su marido.
En casa, la madre de Madga se ha dado cuenta de que ella faltaba y dice en casa que se les estropeó el coche. La madre estaba preocupadísima, y ya había llamado a un primo suyo, Antonio, que era comisario. Le echan la bronca a Magda, pero no parece que ella haga mucho caso. En una fiesta, Magda ve como la gente se besa, toma drogas, fuma... Jato apoda "Garbanzo" a Magda. Ellos van a casa de la "Marquesa", una mujer supuestamente lesbiana, mientras Muertes va a meterse un pico porque siente que el síndrome de abstinencia se acerca. Jato le dice de manera desagradable a Magda que espere por él en la calle o en el pub de la esquina; como ella no quiere quedarse sola, ve como una gorda mujer mayor paga a Jato en efectivo, una parte por el chocolate, y otra por echarle un polvo. Mientras, Muertes va a comprar su pico, pero le debe tanto dinero a su camello que éste no quiere fiarle más. Desesperado, Muertes le saca una navaja, con lo que el camello accede a darle la dosis del día. Muertes corre a un váter a inyectarse la droga en vena.
Una sabelotodo, hija de un diplomático, dice que el costo es bueno. Magda tiene que irse a casa - quizás empieza a darse cuenta de que las promesas de Jato de vivir en una casa con ella no son muy plausibles. Están con el hijo de un conde (Pedro Velázquez) que no tiene un duro. Ésta es la primera vez que Magda fuma costo, y tose constantemente. La hija del diplomático y el hijo del conde se ríen de ella, pero Magda quiere hacerse la mayor, y ser una más de la pandilla. Magda se siente sóla en el mundo, sin familia ni amigos. En cambio Muertes y Jato no tienen nada que perder, y hacen bandera de ser proletarios de Vallecas.
Muertes ha montado una orgía para un hombre homosexual llamado Abelardo, y lo graba diciendo cosas como "no me llames Abelardo, llámame Juanita" mientras follaba, y amenaza con darle la cinta a los directivos de la empresa Fátima S.A. El tal Abelardo le suelta 20.000 pesetas por su silencio. Muertes le da la cinta "para que se excite él solito", y le amenaza por si va por ahí contando sus experiencias con él y le espanta al resto de clientes volverá a destrozarle la vida.
Cuando Magda vuelve a casa, sus padres están esperando por ella. Ramón le suelta una bofetada nada más entrar, y Magdalena le chilla y le llama golfa. Magda quiere irse de casa, pero Ramón le recuerda que es menor de edad. Magdalena se desespera, y no quiere que se vaya. Magda necesita aire. Ahora, Magdalena intenta negociar con ella. Magda llora y dice que todo le da asco. Ramón le dice que se lo piense hasta el día siguiente, porque si ellos no han sabido ser mejores padres es porque no han sabido hacerlo mejor.
Jato y Muertes vuelven a casa de Jato. La señora Carmen (María Álvarez) es la típica mujer de pueblo que ha trabajado duramente toda su vida para no salir de pobre nunca; hay más niños, que están durmiendo en la chavola todos juntos. Jato odia al padre, que duerme satisfecho y roncando tranquilamente. Jato da dinero a su madre, pero le dice que no le dé ni una peseta al padre. La señora Carmen ha dicho a Muertes que él sabe más de la vida que Jato, así que tiene que cuidar de él, y a su hijo Jato le dice que no sabe lo que harían sin el dinero que él les da.
En el institiuto, Magda se aburre. Muertes roba otro coche y van a recoger a Magda al instituto. Jato se acerca al parque del Retiro y les vende costo a los clientes de un kiosquero que también vende droga bajo cuerda.
Una reunión de "marujas": se quejan de que sus maridos no cumplen con ellas en la cama, pero que con los porros se lo pasan muy bien. Muertes vuelve a ver a una de esas marujas, Anabel (Elisenda Ribas) y le ofrece 10,000 por un polvo. Muertes ya está desvistiéndose en la habitación de la dueña cuando otra mujer (Carmen Lozano) entra: ha sacado su número de un jarrón, entonces le ha tocado a ella tirárselo, porque la dueña invita. Muertes tiene que aceptar el trato, pero exclama "Esto se avisa!". Mientras, Jato y Magda están fumando un porro delante de una hoguera, mandan a la mierda todo lo que hay en sus vidas que no les gusta, y hacen el amor soñando con cuando puedan vivir juntos.
Jato y Muertes siguen con sus trapicheos, conduciendo a lo loco. Su contacto se llama Eric. Ellos pensaban que le robarían todo, pero el asunto les ha salido terriblemente mal. Muertes acaba herido, pero su gran problema es que ahora no tiene para pincharse y el mono se acerca. Lo que se le ocurre hacer es decirle a Magda que se haga pasar por virgen con el Sapo (José Lifante) un farmacéutico que se pirra por las menores. Magda va a pedir pastillas anticonceptivas al Sapo, además cinco unidades de morfina. Como ella le ha dicho que no importa el precio, inmediatamente el farmacéutico echa el cierre a la farmacia, le regala las pastillas anticonceptivas porque "le van a hacer falta", y se lleva a Magda a la trastienda. El farmacéutico se llama Favio y se abalanza sobre ella. Esta vez es Magda quien tiene sexo mientras Jato se queda afuera mirando.
Muertes está bien ya. Muertes les propone que se unan con él tomando paco. Para él, el riesgo de morirse es poco importante, porque la droga es el paraíso. El Holandés (Félix Navarro), que era su contacto, murió, así que la gente empieza a pensar que Muertes está quemado. Desesperado, Muertes propone que Jato haga el transporte en su nombre, ya que es de confianza. Convence a Jato y Magda porque así ganarán dinero y podrán pagar la entrada de su casita. Jato quiere dejar a Magda al margen. Muertes recuerda a Jato los días en que la señora Carmen besó la mano de Muertes, porque él les había llevado de comer después de pasar dos días sin comer nada.
Magda y Jato están en su casita del campo esperando el golpe de Marbella. Sale la noticia de la muerte del Holandés en el periódico, y Magda pregunta a Jato si fue él o fue Muertes quien lo mató. Magda le dice a Jato que Muertes los arrastrará a los dos a la cárcel, pero Magda le dice que Jato ya le ha devuelto el favor mil veces. Magda quería haberse acostado sólo con Jato en su vida, pero después de lo de Favio, no hay razón para que ella no se prostituya siempre. Se les quema el besugo que están cocinando y tienen que comer de lata... otra vez.
El golpe se dará a las 12:45 de la noche. Jato va a un yate donde están Ivonne (Anne Marie Rosier) y Pierre (Jacques Poisier). Resulta que la mercancía estaba oculta en un jarrón con flores en su habitación de hotel. El francés habla por teléfono con Muertes. Ivonne quiere tirarse a Jato, lo que pone celosa a Magda. Muertes y Magda se emborrachan en su habitación de hotel para celebrar el éxito del negocio. Durante la fiesta, Muertes, insiste en inyectar a Magda con el caballo que acaban de comprar.
Cuando Jato llega, ya es de día, y es demasiado tarde. Muertes y Magda están, cada uno en su cama, pasando el subidón; él le dice que no es nada, pero Jato está desesperado: ni siquiera consigue hacer despertar a Magda. Jato no es capaz de acuchillar a Muertes, pero le dice que no quiere verlo nunca más. Muertes se va de su propia habitación de hotel.
Un mes después, Magda está hablando con sus amigas (Inés Lao, Isabel Marín, María Fernández y Mercedes Valdeita) de irse a una comuna hippy y de otras cosas de chicas de la época mientras se fuman unos porritos. Ella no puede dejar de rascarse la heridita del pinchazo nerviosamente. En ese momento entra Muertes, vestido de traje y con una chica del brazo, como un chulo, dándose aires. Le dice a Magda que cuando ellos quieran les dará su parte del negocio, pero ella le dice que Jato es terco y no quiere volver a verlo, pero que ella lo llamará al día siguiente.
Jato y Magda vuelven a necesitar más dinero. Magda propone falsificar la firma de su padre en un cheque. Jato podría ir a Zaragoza a cobrar unos cheques que le deben a un contacto por la fuerza, pero eso a Magda le da miedo. Magda visita en persona a Muertes y de paso, le pide una dosis. Muertes le dice a su casera, doña Paula (Carmela Compani), que necesitará media hora más, y él mismo pincha a Magda. Ella, influida por la droga, le dice que tendrá que darle la pasta al día siguiente de todas formas. Por su parte, Jato registra las pertenencias de su padre mientras él sigue roncando.
Cuando vuelve a Madrid, Jato busca a Magda, pero nadie la ha visto. Muertes es detenido llevando un maletín donde probablemente lleva más droga. Los dos policías (Héctor Rojkin y Ramón Gómez) lo interrogan. En realidad, lo saben casi todo: que estuvo en el golpe en Marbella, que tuvo algo que ver con la muerte del Holandés. Le dicen que Jato anda diciendo por ahí que es un hijo de puta, y le amenazan con dejarlo encerrado hasta que le venga el síndrome de abstinencia. Doña Paula es quien dice a Magda que lo detuvieron el día anterior. Magda entra en la habitación para ver si encuentra drogas, pero se desespera porque no encuentra nada.
Se lo dice a Jato. Tienen una bronca, porque él no quiere volver a hablar con él. Magda le dice que Muertes siempre les ayudó a los dos cuando lo necesitaron. Mientras, el susodicho, encerrado en una celda, empieza a sentir el síndrome de abstinencia.
Magda está en una discoteca, bailando. Decide llamar a su padre, Ramón, y le pide que hable con el tío Antonio, el comisario. Ramón parece acceder; lo hará al día siguiente desde la oficina, y le dice que tanto él como Magdalena quieren que vuelvan. También le da dinero. Mientras, Muertes está cada vez peor.
Jato ve como pegan el tirón a unas señoras desde una moto. Jato recuerda de repente algo que dijo Magda: que Muertes también ayudó a Magda. Magda consiguió dinero de parte del Sapo, y fue a comprar droga al pub donde conoció al hijo del conde y a la hija del diplomático. El camello reconoce a Jato que Magda acaba de comprarle droga. Jato encuentra a la chica y le rompe la jeringuilla; Magda es la primera que piensa que Muertes acabará cantando. En ese momento, Muertes se golpea la cabeza contra la pared; el policía que está de guardia piensa que se ha vueltio loco por las drogas y entra en la celda. Muertes le roba la pistola y dice que el final de esta historia lo marca él, y que se lo diga al comisario. Se pegó un tiró en el corazón, por eso cuando llama Ramón, ya es demasiado tarde.
Magda recibe la noticia por teléfono, y cuelga el teléfono antes de que su padre le ofrezca volver a casa. Ella y Jato van al depósito a identificiar el cadáver.
El comisario (Antonio Reigosa) le dice a Jato que ha cerrado las diligencias contra él y la investigación de todo el asunto: con la muerte de Muertes ya ha tenido suficiente escarmiento.
Parece que Magda va a volver a su casa. Jato se va en su moto a Zaragoza, a cobrar esos cheques. Se prometen llamarse.
--escrito por KrystelClaire
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