Nos encontramos ante una película perezosa en cuanto a guión, con un cliché detrás de otro: tenemos la banda con los malos muy malos, molestando a los habitantes del lugar, tenemos también al todopoderoso y adinerado villano, que si bien aquí no es el típico propietario de las líneas de ferrocarril, si lo es de un importante yacimiento de minería a cielo abierto, que no falte también el típico héroe misterioso con un pasado turbulento que para colmo, jamás llega a explicarse, y para el final pues está el clásico duelo, en la que sin ver la película ya se podrán intuir quién sale vencedor y quién vencido.

Resumiendo: verla es perder el tiempo, hay alternativas varias e infinitamente mejores o ya directamente más creíbles... ya que si bien toda la película es un desfile de cosas ya mil veces vistas en el género, lo peor de lo peor con lo que me quedo, es sin duda alguna, unas cuantas escenas que rallan en lo ridículo, como un hombre capaz de partir una piedra enorme de tan sólo un martillazo, un cura de más de 40 tacos que levanta pasiones no ya ante las mujeres comprometidas de mediana edad, sino incluso también ante la fémina más joven y a la más mínima de cambio. En fin, un cachondeo...