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Abandono Quotes

Quotes tagged as "abandono" Showing 1-30 of 51
“El alma que gruñe, bufa y araña suele ser la más vulnerable.”
Erin Doom, Fabbricante di lacrime

“Porque no es cierto que los niños dejan de ser niños cuando sufren desilusiones.
Algunos se ven a sí mismos rompiéndolo todo.
Y son niños para siempre.”
Erin Doom, Fabbricante di lacrime

Walter J. Ciszek
“Nada podía separarme de Dios, porque Él estaba en todo. Ningún peligro podía amenazarme, ningún temor podía estremecerme, excepto el de dejar de verle a Él. Por escondido que estuviera el futuro, estaba escondido en su voluntad y, por lo tanto, yo sería capaz de aceptarlo, trajera consigo lo que trajera. El pasado, con todos sus fallos, no estaba olvidado: seguía ahí para recordarme la fragilidad de la naturaleza humana y la necedad de poner la confianza en uno mismo. Pero ya no me pesaba. Ya no confiaba en mi propia guía, ya no dependía de mí mismo, así que no podía volver a fallar. Al renunciar completa y definitivamente a todo control sobre mi vida y mi destino futuro, me liberaba de cualquier responsabilidad. Me liberaba de la angustia y la preocupación, de toda tensión, y podía flotar serenamente, con perfecta paz de espíritu, en la marea de la providencia divina que me sostenía.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Taylor Jenkins Reid
“¿Sabes lo estúpida que te sientes posando para una fotografía que nadie está tomando?”
Taylor Jenkins Reid, Daisy Jones & The Six

Orhan Pamuk
“Encontrarse solo con los rastros en lugar de con los recuerdos en sí se parece a mirar con lágrimas en los ojos la huella que ha dejado en un sillón vuestra amante después de abandonaros para no volver más. ”
Orhan Pamuk, The Black Book

Orhan Pamuk
“Cualquier cosa que me recuerde a ti, me entristece tanto que no lo puedo soportar.”
Orhan Pamuk, The Black Book

Walter J. Ciszek
“Solo puedo describir la experiencia de conversión como una sensación de «dejarse llevar», de renunciar a todo esfuerzo o incluso a mi deseo de tomar las riendas de mi propia vida. Aunque suene demasiado simple, esa decisión ha condicionado a partir de entonces cada uno de los momentos de mi vida. Solo puedo llamarlo una conversión.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“Una vez traspasado el umbral que tanto temía cruzar, todo me parecía sencillísimo. No veía más que una cosa: a Dios, que era todo en todo; no había más que una voluntad que lo gobernaba todo: la voluntad de Dios. Solo tenía que verla, descubrirla en cualquier circunstancia en la que me hallara, y dejarme guiar por ella. Dios está en todo, lo sostiene todo, lo gobierna todo. Descubrirlo así en cada situación y en cada circunstancia, ver su voluntad en todo, significaba aceptar cada circunstancia y cada situación, y dejarse llevar con una seguridad y una confianza perfectas.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

“Ésta es, pues, la regla, el método, la ley, la vía pura, sencilla y segura de esta alma: una ley invariable, que está vigente en todo tiempo, lugar y circunstancia de vida. Es una línea recta, por la que el alma camina valiente y fielmente, sin desviarse a derecha o a izquierda, y sin ocuparse de otra cosa. Y todo lo que vaya más allá de esto es recibido por ella pasivamente y realizado en el abandono. Es decir, es activa en todo lo que viene prescrito por el deber presente, y es, en cambio, pasiva y abandonada en todo lo demás, en lo que no hace nada por sí misma, sino acoger en paz la moción divina. No hay camino espiritual que sea más seguro que esta sencilla vía, ni que sea tan claro y fácil, tan amable y tan libre de errores e ilusiones.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

Walter J. Ciszek
“Esta tendencia a ponerle a Dios condiciones aceptables, a procurar inconscientemente que su voluntad coincida con nuestros deseos, es una característica muy humana. Y, cuanto más importante es el asunto, cuanto más comprometidos estamos en él y más depende de él nuestro futuro, más fácil nos resulta cegarnos y pensar que lo que nosotros queremos es, sin duda, lo que Dios tiene que querer también. No somos capaces de ver más que una solución y, naturalmente, suponemos que Dios nos ayudará a alcanzarla.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“En el instante más crítico contemplé la muerte desde la perspectiva del yo, y no como lo que es realmente: el momento de volver a Dios. «El que persevere hasta el final, ese se salvará»: tal es la conclusión de todos los textos del Evangelio que se refieren a la confianza en el Espíritu, a no dejarnos inquietar por lo que diremos en tiempos de persecución. Yo había interpretado esos textos al pie de la letra y esperaba que el Espíritu me instruyera para ser capaz de vencer a mi interrogador, a mi perseguidor. ¡Qué necio y qué soberbio! En Lubianka no era la Iglesia la que estaba siendo probada. Ni era aquella una cuestión entre el gobierno soviético o el NKVD y Walter Ciszek, sino entre Dios y Walter Ciszek.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“Los presos veían cómo esos mismos sacerdotes se negaban a amargarse; los veían gastarse ayudando a los demás; los veían dar cada día más de lo que se les exigía sin quejarse, sin pensar en ellos mismos, sin preocuparse de su propia comodidad ni de su seguridad. Los veían disponibles para los enfermos y los pecadores, incluso para quienes los maltrataban o los despreciaban. Si un sacerdote se preocupa por esa gente, decían, es que cree en algo que le hace al mismo tiempo humano y cercano a Dios.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“En los campos fui capaz de servir humildemente a los hombres que Dios ponía en mi camino cada día. Si las obras del espíritu en nosotros las acabamos conociendo lentamente, ¿cómo no vamos a empezar a detectar aún más lentamente las obras de ese espíritu en los demás? Mientras realizaba mi labor diaria, daba gracias a Dios una y otra vez por la terrible etapa de purificación que atravesé en Lubianka para poder servir a aquellos hombres.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“En el sufrimiento y el sacrificio había un matiz de profunda alegría interior, porque en ellos veías cumplida la voluntad de Dios en una vida que, de otro modo, sería frustrante; veías realizada la gran obra de la salvación. Si miras el sacrificio y el sufrimiento solamente con los ojos de la razón, tiendes a evitarlos todo lo posible, porque el dolor en sí mismo nunca es agradable. Pero, si eres capaz de aprender a ver el papel del dolor y el sufrimiento en relación con el plan redentor de Dios para el universo y para cada alma, tu actitud cambiará. No lo rehúyes cuando te alcanza, sino que lo soportas en la medida de la gracia que recibes.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“La verdadera libertad no significaba otra cosa que dejar obrar a Dios en el alma sin poner obstáculos; poner por delante la voluntad de Dios tal y como se me revelaba a través de sus indicaciones, de sus inspiraciones y de otros medios de que se vale para comunicarlos; y no obrar por propia iniciativa. El mayor sentimiento de seguridad, ha procedido de la renuncia a mi libertad para cumplir únicamente la voluntad de Dios.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“En la voluntad de Dios revelada y manifestada en las personas, en los lugares y en las cosas que Él nos pone delante, más que en los medios exigidos para cumplirla. Entonces no importa lo que esos medios exijan –sufrimiento, peligro, soledad o penalidades físicas, como el hambre o la enfermedad–: saber que aceptándolos estamos cumpliendo la voluntad de Dios hace más fácil el sacrificio y más ligera la carga. Aceptar lo que venga o lo que suceda como voluntad de Dios, sea cual sea su precio espiritual, psíquico o físico, es el camino más rápido y seguro hacia una libertad del alma y del espíritu que supera toda comprensión y toda explicación.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“El medio más seguro para fortalecer la fe es la oración. En la oración hablamos con Dios, le pedimos ayuda, buscamos su perdón o prometemos enmendarnos, y le damos gracias por los favores recibidos. Pero no se puede rezar hablándole al vacío: por eso, en el mismo acto de la oración nos recordamos a nosotros mismos la realidad y la presencia de Dios, fortaleciendo así nuestra fe en Él. De ahí que el ofrecimiento de obras de la mañana sea, al menos para mí, una de las mejores prácticas de oración, por muy pasado de moda que a algunos les pueda parecer. Porque con él, al empezar el día, aceptamos de Dios y le ofrecemos todas las oraciones, las obras y los sufrimientos de la jornada, y eso nos vale para volver a recordar su providencia y su reino.”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“La fe es el punto de apoyo de nuestro equilibrio moral y espiritual. Los problemas del mal o del pecado, de la injusticia, del dolor e incluso el de la muerte no pueden angustiar al hombre que cree ni hacer que se tambaleen su fe y su confianza en Dios. Su impotencia para solucionarlos no será para él motivo de desesperación o abatimiento, por intensas que sean la preocupación o la angustia que sienta por él mismo o por quienes lo rodean. En el fondo de su ser existe una confianza inquebrantable en que Dios proveerá a través de los misteriosos caminos de su divina providencia. Pero la fe enseña también que no puede permanecer indiferente, que no puede limitarse a encogerse de hombros y a suspirar: «¡Dios proveerá!». Como dice la máxima espiritual, sabe que debe «trabajar como si todo dependiera de él y rezar como si todo dependiera de Dios».”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

Walter J. Ciszek
“¿Qué puede inquietar al alma que acepta cada momento de cada día como un don salido de las manos de Dios, y que lucha por hacer su voluntad? «Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?». Nada, ni siquiera la muerte, puede separarnos de Él. No hay nada que nos afecte que no salga de sus manos; nada puede turbarnos, porque todo procede de ellas. ¿Es esto demasiado simple, o es más bien que nos da miedo creerlo, aceptarlo plenamente y en cada detalle de nuestra vida; que nos da miedo entregarnos a ello con un compromiso total?”
Walter J. Ciszek, He Leadeth Me

“Entonces se sabía únicamente que cada instante trae consigo un deber, que es preciso cumplir con fidelidad, y esto era suficiente para los hombres espirituales de entonces.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

“Pero ¿de qué pan se alimenta la fe de María y de José, cuál es el sacramento de todos sus momentos sagrados? ¿Qué se descubre bajo la apariencia común de los acontecimientos que los llenan? Lo que allí sucede es visible, es lo que ordinariamente vemos en todos los hombres; pero lo invisible que la fe allí descubre y reconoce es nada menos que el mismo Dios realizando obras grandes. Dios se revela a los pequeños en las cosas más pequeñas; y los grandes, que solo miran la apariencia, no le reconocen, no lo descubren ni aun en las grandes.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

“Es un tesoro que está en todas partes, y que se ofrece a nosotros en todo tiempo y lugar. Sí, la acción divina inunda el universo, penetra y envuelve todas las criaturas, y en cualquier parte que estén ellas, ella está, las adelanta, las acompaña, las sigue. Lo único que hay que hacer es dejar llevar por su impulso”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

“Libres, por su situación, de casi todas las obligaciones exteriores, estas almas son poco aptas para el trato mundano o para los negocios, lo mismo que para las reflexiones o conductas complicadas. No es fácil servirse de ellas para nada, y más bien dan la imagen de personas débiles de cuerpo y de espíritu, de imaginación y de pasiones. No se les ocurre nada, no piensan en nada, no preven nada, no se toman a pecho nada. Son, por decirlo así, muy bastas, y no se ve en ellas el adorno que la cultura, el estudio y la reflexión dan al hombre. Se ve en ellas lo que la naturaleza muestra en los niños que no han recibido aún formación alguna de sus maestros. Son en ellas patentes ciertos pequeños defectos, de los que no son más culpables que esos niños sin formación, pero que chocan más vistos en ellas que en éstos. Y es que Dios despoja a estas almas de todo, menos de la inocencia, para que no tengan nada sino a Él mismo.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

“El mundo, que ignora este misterio, y que sólo juzga por las apariencias, no encuentra en estas almas absolutamente nada de lo que él le agrada y estima. Las rechaza y desprecia. Más aún, vienen a hacerse piedras de escándalo para todos. Cuanto más se las conoce, menos se entienden y más oposición suscitan. En realidad, no se sabe qué decir o pensar de ellas. Hay algo, sin embargo, no se sabe qué, que habla a su favor. Pero en lugar de seguir este instinto, o al menos en lugar de suspender el juicio, se prefiere seguir la malignidad. Y así se espía sus acciones con mala intención, y lo mismo que los fariseos reprobaban las maneras de Jesús, se mira a estas almas con prejuicios negativos, que todo lo hacen parecer ridículo o culpable.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

“Y a esto se junta que estas pobres almas se ven a sí mismas como inferiores. Unidas simplemente a Dios por la fe y el amor, todo lo sensible que ven en sí mismas les parece un desorden. Y eso les previene aún más contra sí mismas, cuando se comparan con quien pasan por santos, personas bien capaces de sujetarse a reglas y métodos, que en toda su personas y sus acciones dan un testimonio de vida ordenada. Entonces, la vista de sí mismas les llena de confusión y les resulta insoportable. De ahí nacen así, del fondo de su corazón, suspiros y gemidos amargos, que no expresan sino ese exceso de dolor y de aflicción que les abruma. Acordémonos de que Jesús era Dios y hombre al mismo tiempo; él estaba aniquilado como hombre, y como Dios, lleno de gloria. Estas almas, sin participar de su gloria, sienten sólo esas aniquilaciones que en ellas producen sus tristes y dolorosas apariencias. A los ojos del mundo vienen a ser lo que era Jesús a los ojos de Herodes y de su corte.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

“Ahora bien, si alguno se sale de la costumbre común, enseguida se le abruma con normas, reglas y métodos. Y si él no pasa por ello, y no acepta lo que el arte de la piedad ha establecido, o si no lo observa con constancia, la cosa es clara: todos temen por él, y su camino resulta claramente sospechoso. Ahora bien, ¿no es cosa sabida que todas las prácticas, por buenas y santas que sean, no son, después de todo, sino caminos que conducen a la unión con Dios? ¿Para que, pues, ha de ejercitarse en ellas aquél que no está ya en el camino, sino en la meta? Los pasados métodos han perdido para ella toda su utilidad, y no son más que un camino ya recorrido, que quedó atrás. Exigirle, pues, al alma que vuelva a adoptar aquellos métodos o que continúe siguiéndolos, equivale a pretender que abandone el término al que llegó, para volver al camino que a él le condujo.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

“Sucede, sin embargo, que como se ignora esto, se les juzga, y se les censura por su simplicidad, y ellas, que no censuran a nadie, que aprueban todos los estados, y que saben discernir perfectamente los grados y progresos, se ven despreciadas por estos falsos sabios, que no están en condiciones de gozar de esa dulce y cordial sumisión a las órdenes de la Providencia.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

“Sin embargo, siente el alma en sí una fuerza fundamental que la centra en Dios, y escucha en su interior una voz que le asegura que todo irá bien, siempre que ella le deje hacer a Dios y no viva sino de la fe. Como dice Jacob, «verdaderamente Dios está aquí, y yo no lo sabía» [Gén 28,16]. Alma querida, tú andas buscando a Dios, y Él está en todas partes. Todo te lo revela, todo te lo da, está junto a ti, a tu alrededor, en ti misma ¡y andas buscándole! Posees la sustancia de Dios, y buscas su idea. Buscas la perfección, y está en todo cuanto de sí mismo se te presenta. Tus sufrimientos, tus acciones, tus inclinaciones, son enigmas bajo los cuales se da Dios a ti por sí mismo, mientras que vanamente sueñas ideas sublimes, de las que no quiere servirse para morar en ti.”
Jean-Pierre de Caussade, Abandonment to Divine Providence

Pierce Brown
“[..]me pregunto si ser un mal padre era eso: encontrar siempre un motivo para no estar, un motivo que, sin importar lo virtuoso o brillante que sea a ojos de un niño, parecerá vacío y falso en los recuerdos del hombre en el que pronto se convertirá.”
Pierce Brown, Iron Gold

Hiromi Kawakami
“A fin de cuentas, nacemos y es como si en el mismo instante de venir al mundo nos abandonasen en mitad de una inmensa duna de arena blanca.”
Hiromi Kawakami, De pronto oigo la voz del agua

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