Maestría en Economía Política con mención en Economía Argentina
Tesis de Maestría:
TEORÍA DE LA DEPENDENCIA: REFLEXIONES SOBRE EL
CAPITALISMO PERIFÉRICO LATINOAMERICANO Y ELEMENTOS
PARA ANALIZAR LA TRANSFERENCIA DE EXCEDENTE EN LA
ARGENTINA EN LA ACTUALIDAD
Alumno: Mariano I. Treacy
Director de tesis: Pablo F. Miguez
Buenos Aires, Diciembre de 2013
Para citar este trabajo: Treacy, Mariano (2013). Teoría de la dependencia: reflexiones sobre el
capitalismo periférico latinoamericano y elementos para analizar la transferencia de excedente en la
Argentina en la actualidad. (Tesis de Maestría inédita). Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), Sede Argentina. Buenos Aires.
TEORÍA DE LA DEPENDENCIA: REFLEXIONES SOBRE EL CAPITALISMO
PERIFÉRICO LATINOAMERICANO Y ELEMENTOS PARA ANALIZAR LA
TRANSFERENCIA DE EXCEDENTE EN LA ARGENTINA EN LA ACTUALIDAD . 3
I. Introducción ........................................................................................................................ 4
II. Teoría Marxista de la Dependencia: historia, influencias y principales aportes
teóricos................................................................................................................................... 13
II.1. Historización de su surgimiento y principales influencias teóricas ............. 13
II.2. Teoría de la dependencia: principales aportes teóricos ................................... 19
III. Los problemas actuales de la Teoría de la Dependencia ...................................... 27
III. 1. Financiarización mundializada del capital ...................................................... 27
III. 2. Efectos de la financiarización mundializada del capital en la periferia:
capital sustantivo y capital ficticio ............................................................................... 30
III. 3. Perspectivas de análisis del patrón de reproducción del capital y las
formas de la dependencia en la actualidad ................................................................ 38
IV. Los problemas estructurales de las formaciones dependientes: la transferencia
de valor y el flujo de excedente ........................................................................................ 42
IV. 2. El problema de la transformación de valores a precios de producción ...... 44
IV.3. Las diferentes formulaciones del marxismo sobre la transferencia de valor
entre naciones................................................................................................................... 47
IV.4. La transferencia de valor para la teoría de la dependencia ............................ 58
IV.5. Transferencia de excedente al Centro desde la Periferia ............................... 60
V. Transferencia de excedente en la Argentina (1993-2011): una aproximación
desde la Teoría de la Dependencia .................................................................................. 68
V.1. Transferencia de excedente: aproximaciones metodológicas ......................... 68
V.2. Argentina en la Semiperiferia dependiente ....................................................... 72
V.3. Argentina 1993-2011: Transferencia de Excedente en sus distintas formas . 77
VI. Reflexiones finales ....................................................................................................... 95
VII. Bibliografía................................................................................................................. 101
2
TEORÍA DE LA DEPENDENCIA: REFLEXIONES SOBRE EL CAPITALISMO
PERIFÉRICO LATINOAMERICANO Y ELEMENTOS PARA ANALIZAR LA
TRANSFERENCIA DE EXCEDENTE EN LA ARGENTINA EN LA ACTUALIDAD
Mariano Treacy
Resumen:
En este trabajo se pretenderá realizar una revisión bibliográfica de los
aportes teóricos realizados por los representantes históricos y actuales
de la Teoría Marxista de la Dependencia (TMD), recorriendo su propio
devenir como escuela de pensamiento e identificando las
transformaciones que sufrieron sus diagnósticos a la luz de las
transformaciones de su propio objeto de estudio en los últimos 40 años.
En el marco del desarrollo periférico y dependiente del capitalismo en la
región y su inserción en el Sistema Mundial, y teniendo como premisa
que una de las formas en las que se manifiesta el carácter dependiente
de nuestras formaciones sociales atañe a la transferencia del valorexcedente desde el trabajo al capital, entre las propias fracciones del
capital y entre naciones, se intentará investigar este último aspecto del
fenómeno en la Argentina en el período 1993-2011. Con este propósito,
se analizará el proceso de la fuga de capitales, el pago de los servicios de
la deuda externa y la remisión de ganancias y utilidades.
Palabras Clave: Teoría Marxista de la Dependencia; Nueva Teoría de la
Dependencia; Transferencia de Valor; Financiarización del capital.
3
"(...) a nosotros, pueblos de América, se nos llama con otro nombre pudoroso y suave:
"subdesarrollados". ¿Qué es subdesarrollo? Un enano de cabeza enorme y tórax enchido es
"subdesarrollado" en cuanto a que sus débiles piernas o sus cortos brazos no articulan con el
resto de su economía, es el producto de un fenómeno teratológico que ha distorsionado su
desarrollo. Eso es lo que en realidad somos nosotros, los suavemente llamados
"subdesarrollados", en verdad países coloniales, semicoloniales o dependientes. Somos países de
economía distorsionada por la acción imperial, que ha desarrollado anormalmente las ramas
industriales o agrícolas necesarias para complementar su compleja economía. El "subdesarrollo"
o el desarrollo distorsionado, conlleva peligrosas especializaciones en materias primas que
mantienen en la amenaza del hambre a todos nuestros pueblos. Nosotros, los
"subdesarrollados", somos también los del monocultivo, los del monoproducto, los del
monomercado. Un producto único cuya incierta venta depende de un mercado único que impone
y fija condiciones, he aquí la gran fórmula de la dominación económica imperial que se agrega a
la vieja y eternamente joven divisa romana, divide e impera"
Ernesto "Che" Guevara
I. Introducción
El capitalismo como modo de producción es la forma histórica que asumen
determinadas relaciones sociales, que se traducen en formas concretas de producción,
circulación, intercambio y regulación. Como sistema total, presenta algunos rasgos
característicos que son comunes sin importar qué región geográfica o período histórico
se encuentre bajo estudio.
La economía-mundo capitalista ha transitado varias fases de reproducción ampliada en
su devenir histórico. Dejando de lado los debates sobre sus orígenes, en los últimos 150
años existe cierto consenso en que ha atravesado tres regímenes, etapas de desarrollo o
ciclos sistémicos claramente delimitados. Hasta la crisis de 1870 se conforma un
capitalismo competitivo liderado por la hegemonía británica en su modelo de
imperialismo de libre comercio. Luego de 1870, con el establecimiento y consolidación
de los Estados Unidos como potencia imperial hegemónica, se configura un sistema de
libre empresa vigente hasta el estallido de la crisis de 1929. Luego de la crisis, en el
período de entreguerras y tras la segunda guerra mundial, se establece un período de
capitalismo monopolista liderado también por los Estados Unidos, con una fuerte
presencia de los estados nacionales en la regulación de los flujos comerciales y
financieros de las economías, y la expansión de la inversión extranjera directa como
una forma de control sobre importantes sectores de las economías (Arrighi, 1999).
4
Sin embargo, el capitalismo es un sistema dinámico que se va transformando y en su
devenir concreto adopta formas específicas que son el resultado de los cambios
tecnológicos y las luchas políticas y sociales en cada momento histórico y lugar
geográfico. La forma concreta que asumen las relaciones capitalistas en un país
determinado estará inscripta en las formas concretas que rijan la acumulación a nivel
mundial, generalmente impulsadas por un país o unos países hegemónicos, y también,
por el otro, dependerá de la mediación de una serie de formas y articulaciones
“internas” con las condiciones “externas” impuestas (Arrighi, 1999).
Un patrón de acumulación a escala nacional, determinado geográfica e históricamente,
dependerá entonces de una serie de factores, tanto internos como externos, que
condicionarán las características del proceso. Entre estos factores, se destacan
principalmente la estructura económica y social, las luchas políticas y sociales que la
configuraron y la composición del bloque histórico1 que construye un modelo de
acumulación ligado a sus intereses objetivos (Arceo, 2003). En este sentido, el patrón de
acumulación alude, en su expresión más concreta, a la forma en que se entrelazan
formas determinadas de obtención del excedente, con la apropiación y el uso del
mismo, el tipo de inserción en el mercado mundial, la función del salario en la
reproducción del patrón y el tipo de Estado en que todo esto se sustenta. El concepto
de patrón de acumulación refiere entonces a una combinación concreta y determinada
históricamente entre el funcionamiento de las variables económicas, una determinada
estructura económica, una forma de Estado y las pugnas entre los distintos bloques
sociales existentes (Basualdo, 2007).
La Teoría de la Dependencia fue uno de los intentos más originales de realizar una
caracterización de los patrones de acumulación en los principales países de
Latinoamérica y de la interrelación entre el proceso de desarrollo capitalista en el
centro y el de "subdesarrollo" en la periferia. La Teoría Marxista de la Dependencia
En la teoría política de Antonio Gramsci se entiende por Bloque Histórico a la articulación existente entre
la estructura social y la superestructura ideológica y política que permite consolidar un sistema
hegemónico (Portelli, 1998).
1
5
(TMD)2, en particular, fue aquella que, a diferencia de los enfoques weberianos de la
dependencia3 o desarrollistas4, planteó la imposibilidad de desarrollo económico de los
países periféricos en el marco del sistema capitalista (Palma, 1987).
La Teoría Marxista de la Dependencia (TMD) surge a mediados de la década del ´60
como respuesta, por un lado, al clima de época que se vivía luego de la Revolución
Cubana de 1959, de la descolonización de África y Asia, y de otros fenómenos
emancipatorios en la periferia, y, por el otro, frente a las propuestas desarrollistas y de la
“Alianza para el progreso” que consideraban que las naciones de América Latina
contaban con las condiciones para lograr un proceso de crecimiento sostenido y lograr
el estatus de economías desarrolladas (Borón, 2008). Ya avanzado el proceso de
industrialización por sustitución de importaciones en Latinoamérica y profundizada la
penetración del capital extranjero en las estructuras económicas locales, la TMD
emergió con un contenido profundamente crítico a estos procesos que, desde su
perspectiva, habían perpetuado la dependencia, concentrado la riqueza y generado un
creciente proceso de exclusión social. En este contexto, estas perspectivas fueron
construidas como respuesta a la incapacidad del Estructuralismo latinoamericano con
sede en la CEPAL en particular, y de las teorías desarrollistas en general, de dar cuenta
de las crisis económicas cíclicas por la que la mayoría de los países latinoamericanos
atravesaron a comienzos de la década del ’60 y de los límites que presentó la
industrialización en las naciones periféricas para lograr un crecimiento sostenido con
una distribución del ingreso cada vez más progresiva.
Luego del auge que experimentaron estos debates hacia fines de la década del ’60, con
los procesos de Liberación Nacional y descolonización tercermundista, entrada la
década del ’70 se produjo de la mano del avance del neoliberalismo a escala mundial
una reversión de los enfoques críticos en general y de la Teoría Marxista de la
Dependencia en particular. Con la ofensiva neoliberal consolidada a nivel mundial en
la década del ’80, y los marcados retrocesos en términos de las conquistas históricas de
Sus principales exponentes a nivel continental fueron Dos Santos, Gunder Frank, Braun, Bambirra,
Marini, Quijano (Kay, 2001).
3 Como los de Cardozo y Faletto (Sotelo Valencia, 2007)
4 Como los de Sunkel y Furtado (Kay, 1989)
2
6
la clase trabajadora en términos de participación económica y acceso a las decisiones
políticas5, la Teoría de la Dependencia quedó relegada a un plano absolutamente
secundario en la academia y en la esfera de las políticas económicas. La revolución
sandinista de 1979 y su eco en El Salvador y Guatemala contrastaron, sin embargo, con
la “derechización de Occidente” encabezada por los gobiernos de Carter y Reagan en
los Estados Unidos y Thatcher en el Reino Unido, pero también seguida por los
partidos socialistas de Francia, España y Portugal a través del surgimiento del
“eurocomunismo”. Este “giro” en el ámbito mundial repercutió en la región en un
“desarme ideológico de muchos sectores de izquierda” perdiendo la fuerza
contestataria y la unidad que había logrado en la década anterior (Cueva, 2007).
Asimismo, las transformaciones que en los últimos 40 años experimentaron las
economías latinoamericanas, en el marco de grandes modificaciones en el escenario
mundial, y el rotundo cambio en el clima de época, con la caída de la URSS y el fin del
mundo bipolar, también tuvieron su correlato en la pérdida de influencia de la Teoría
Marxista de la Dependencia en la región.
Los críticos de la TMD6 señalaron su derrota frente al ingente proceso de
mundialización, la vuelta a la democracia tras las dictaduras en el cono sur, los
procesos de crecimiento sostenido registrados en alguno de los países, la caída del
muro de Berlín y el desarrollo del sudeste asiático7. La nueva configuración de la
economía global inauguraba un período de creciente protagonismo de las finanzas
“(...) con la dirección de los bancos (…) se impuso una ofensiva del capital sobre el trabajo, asentada en
las exigencias impuestas a todas las empresas por los acreedores y los prestamistas. Los financistas
volvieron a ocupar el mando de una armada burguesa que atropelló los sindicatos, redujo los salarios y
potenció la informalidad laboral” (Katz, 2012: 148).
6 Estos críticos, como Fernando Henrique Cardoso y Lidia Goldenstein, en su vuelco hacia los “nuevos
enfoques de la dependencia”, convergerían con los principales postulados del enfoque neoliberal (Sotelo
Valencia, 2000).
7 A diferencia de lo que comúnmente se cree, el “desarrollo” del sudeste asiático representa un caso
analítico sumamente complejo. Como señala Ernesto Giacomán, “la industrialización sustentada en las
exportaciones no habría tenido éxito sin los siguientes [...] factores: [...] las modificaciones en la división
internacional del trabajo, propiciadas por el traslado de líneas de producción a países con escaso
desarrollo [...]”; “el inicio de las estrategias exportadoras coincidió con un periodo de rápida expansión del
comercio internacional y con el aumento del precio de los productos manufacturados”; “el variado apoyo
que estos países recibieron por su papel geopolítico en el enfrentamiento Este-Oeste”, y “el liderazgo y el
efecto dinamizador que ejerció Japón sobre sus antiguas colonias” (Giacomán, 1988: 281) [tomada de
Osorio (2002)]
5
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donde los circuitos financieros pasaron a realizarse en el plano internacional y los
banqueros pasaron a cumplir un rol central en la administración del riesgo global
(Katz, 2012).
Con la segregación del pensamiento social crítico en general y de la teoría de la
dependencia en la región en particular a espacios marginales, y la profundización del
proceso de avanzada del capital frente al trabajo en todos los espacios de la vida social,
se impuso una visión de mundo que, despojándose de todo el legado dejado por los
aportes de los distintos enfoques que jerarquizaron la división mundial entre el centro
y la periferia, entendieron a las distintas naciones como dotadas de características
sociales y económicas esencialmente homogéneas a partir de las cuales derivaban la
conclusión de que las diferencias entre ellas eran únicamente de grado. De este modo,
cualquier estudio de una forma específica de capitalismo, como era para la TMD el
análisis del capitalismo periférico dependiente, quedó completamente deslegitimado
en el mundo de la ciencia (Osorio, 2004):
Las teorías de la dependencia sufrieron un ostracismo prácticamente radical, que
las borró del mapa de nuestros sentidos hacia finales de la década del 80 y durante
los 90 (…) Más allá de la capacidad explicativa de las teorías históricas de la
dependencia, es decir, de su ajuste con la realidad sesentista, ¿existe hoy una
relación de subordinación entre los procesos económicos y políticos operados en
los países periféricos y los desarrollados en los países centrales? ¿Se trataría, en tal
caso, de una relación de dependencia entre Estados-Nación?8
Desde nuestra perspectiva, compartiendo el punto de vista de Chumbita (2008) 9, se
considera que si bien ocurrieron grandes transformaciones que tornan perimidas
Beigel, Fernanda, “Teorías de la dependencia”, en Biagini, Hugo, y Roig, Arturo, Diccionario Del
Pensamiento Alternativo, Buenos Aires: Biblos, 2008. Pp.527-528.
9 “Tras los virajes históricos de la última década del siglo XX, ciertas propuestas perdieron actualidad. El
avance inexorable del socialismo mundial, el papel de las clases obreras como vanguardia del cambio y las
vías de la revolución violenta se han devaluado como dogmas en las opciones y debates de las izquierdas
y los partidos populares. Sin embargo, la liberación nacional en el marco de la integración sudamericana
ha llegado a ser un axioma de la lucha política en todos los países del continente, en los que surgen nuevos
movimientos democráticos de signo nacionalista y socialista. La profundización del revisionismo histórico,
la crítica de las corrientes ideológicas y la revalorización de los movimientos de masas en nuestra historia
siguen teniendo vigencia. La reivindicación del legado de los pueblos originarios en la cultura nacional, así
como la demanda de un pensamiento americano orientador de las mayorías sociales, son desafíos
alrededor de los cuales las ideas del nacionalismo de izquierda mantienen en pie su vigor polémico”
(Chumbita, 2008: 363)
8
8
muchas de las tesis centrales de la dependencia, muchas otras parecen recobrar plena
actualidad en el nuevo contexto político, económico, social y cultural latinoamericano.
En el año 2003, Theotonio Dos Santos, uno de los referentes de la “línea fundadora” de
la TMD en Latinoamérica, realizó un repaso de sus fundamentos y núcleos teóricos, en
el que destacó la vigencia de las principales tesis del cuerpo central de la teoría. Ruy
Mauro Marini, por su parte, señalaba a comienzos de la década del ’90 que la avanzada
neoliberal y el regreso al pasado nacional-desarrollista se debían en gran parte al
fracaso del pensamiento de izquierda y su capacidad de ofrecer alternativas teóricas
vinculadas a las estrategias políticas de los movimientos populares:
(…) es necesario retomar el hilo del pensamiento crítico de izquierda en aquel
punto en que alcanzó su nivel más elevado, que corresponde a la teoría de la
dependencia. Se impone, de hecho, una reconstrucción de una teoría marxista de la
dependencia recuperando su primer florecimiento en los años veinte y el que se
registró a mediados de los años sesenta. Retomar el hilo de la teoría de la
dependencia como punto de partida significa reencontrar lo mejor del pensamiento
de izquierda, pero no supone de modo alguno que sea una respuesta suficiente a la
problemática actual, sino, por lo contrario, que se torna necesario asumirla de un
modo creador, sometiéndola a una revisión radical10.
Los que en la actualidad se proponen, siguiendo la demanda de Marini y frente al
“desarme teórico y a la especialización fragmentaria que prevalece en escuelas,
facultades y centros de investigación”, actualizar los principales núcleos teóricos de la
Teoría Marxista de la Dependencia, parten de los rasgos de la Dialéctica de la
Dependencia, de sus categorías y también de los debates que se dieron en torno a sus
diagnósticos. De esta manera, si lo que se quiere es realizar un diagnóstico del
capitalismo latinoamericano contemporáneo a la luz de los aportes de la TMD una de
las principales tareas a realizar es actualizar y verificar las tesis señaladas por Marini
en su principal obra11.
Ruy Mauro Marini, “Crise teórica”, Pp 100-101 (tomada de Correa Prado, 2009 -La traducción es propia-)
Para poder verificar empíricamente estas características y poder caracterizar efectivamente a las
economías dependientes, se torna necesario tener en cuenta la crítica que realizó Lall (1975), quien exigió
que para que fuera operativa, la Teoría de la Dependencia debía presentar ciertas características de las
economías dependientes que no se encontraran en países no-dependientes, y que estas características
debían demostrar una influencia perversa en el curso y el patrón de desarrollo de los países dependientes.
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Para Sotelo Valencia, las teorías sociales latinoamericanas actuales adolecen de fuertes
limitaciones que impiden realizar un diagnóstico correcto sobre las posibilidades reales
de una inserción virtuosa de la región en el mundo. En este sentido, afirma que las
únicas dos corrientes que tienen el potencial de hacerlo son la Teoría Marxista de la
Dependencia (TMD) y la Teoría del Sistema Mundial12 (Sotelo Valencia, 2005)13. Sotelo
Valencia señala que si bien la TMD se “agotó” en las décadas del ochenta y noventa
frente a los cambios en el sistema capitalista internacional y la división internacional
del trabajo, “los referentes reales y empíricos que ella trató (…) siguen vigentes aunque
bajo nuevas modalidades que le ha conferido la mundialización y el predominio del
modo de producción capitalista que está alcanzando dimensiones planetarias” (Sotelo
Valencia, 2000: 36). Estos referentes a los que alude Sotelo Valencia no son otros que los
que se derivan del diagnóstico clásico sobre las economías periféricas y dependientes
realizados por el Estructuralismo cepalino y la TMD, que se traducen en un tipo
específico de especialización productiva e inserción en la división internacional del
trabajo y en niveles elevadísimos de exclusión social y concentración del ingreso que,
desde la perspectiva de Theotonio Dos Santos se refleja a su vez en una mayor
urbanización, marginalidad y exclusión (Dos Santos, 2003).
Correa Prado enfatiza en la necesidad de consolidar un marco analítico crítico a la
noción de desarrollo en un contexto histórico como el actual en el que los ideales
nacional-desarrollistas vuelven a presentarse en toda la región14. El ideal neodesarrollista,
si bien representa un contrapunto con el dogma liberal, no termina de cuestionar la
perspectiva
tradicional
del
progreso
desarrollista
adaptada
a
épocas
de
mundialización. En este marco, el neodesarrollismo se caracteriza por la “búsqueda del
Cuyos principales exponentes son Otto Kreye, Immanuel Wallerstein, Giovanni Arrighi, Ronald
Chilcote, Samir Amin, Pierre Salama y Valdimir Dadydov (Dos Santos Nogueira, 2012).
13 En su reciente trabajo, producto de su tesis de maestría, Fernando Correa Prado (2009) pone a discutir a
quienes en la actualidad están abocados a la revitalización de la Teoría de la Dependencia a través de los
enfoques del Sistema-Mundo. Además de abordar los puntos de ruptura y de confluencia entre los dos
enfoques, provee una síntesis relevante de ambos enfoques, y ofrece un mapa general de los principales
autores que, a nivel mundial, trabajan bajo estas perspectivas.
14 “Tras la ofensiva neoliberal que barrió América Latina en la década de 1990 y la consecuente ola de
contestación popular de principios de siglo XXI, que llevó al poder gobiernos en la época ampliamente
considerados de centro-izquierda, la idea de desarrollo renació de sus cenizas, tanto en los discursos
políticos como en los medios académicos, dando espacio para una nueva variación de desarrollismo”
(Correa Prado, 2009).
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anhelado crecimiento económico con equidad social” que permitiría lograr el
desarrollo nacional mediante un pacto social y la intervención del Estado:
El neodesarrollismo tiene que ignorar cuestiones como el carácter del Estado en el
sistema mundial capitalista y, específicamente, en los países periféricos; el papel
productivo de América Latina dentro de aquél mismo sistema, la forma particular
de acumulación y reproducción del capital en la región; la relación entre las
burguesías internas de los países latinoamericanos con la burguesía de los países
imperialistas; y, claro, las diversas contradicciones propias de la lucha de clases 15.
Frente a esta situación, algunos aspectos centrales del debate de los años ´60, muchos
de los cuales fueron señalados por los principales exponentes de la TMD, vuelven a ser
relevantes.
La reciente crisis mundial, que tuvo su epicentro en los EEUU en el año 2008 pero que
se expandió rápidamente a lo largo y ancho del globo, es leída desde numerosas
corrientes como una crisis del modelo de acumulación. Esta crisis ha planteado serios
interrogantes sobe la reproducción del sistema en su conjunto y también sobre las
consecuencias de la inserción de la periferia en la división internacional del trabajo. Por
estos motivos, diversos investigadores de la región se han planteado el desafío de
revitalizar las hipótesis dependentistas a la luz de estas transformaciones y de la
situación crítica en la que se encuentra el sistema mundial. Arturo Roig señala que la
"Teoría de la dependencia de la década de los 60, sistemáticamente ignorada, ha
reflotado y su reformulación es, sin duda alguna, una de las tareas urgentes a las que
deben entregarse nuestros cientistas sociales"16. En este mismo sentido, Nildo Ouriques
señala que " aquella vertiente crítica de la dependencia, de extracción marxista, está
siendo rescatada con mucha fuerza en toda América Latina tras el impulso dado por
los gobiernos del nacionalismo revolucionario existentes en Venezuela, Ecuador y
Bolivia"17.
Autores como Jaime Osorio, Adrián Sotelo Valencia, Carlos Eduardo Martins, Marcelo
Dias Carcanholo, Reinaldo Carcanholo, Paulo Nakatani, Nildo Ouriques, Mathias
Correa Prado, 2009, Op Cit, Pág 47.
Roig, Arturo A., "Necesidad de una segunda independencia", en Marx Ahora, Revista Internacional, La
Habana, Cuba, No. 15, 2003.
17 Ouriques, Nildo, "América Latina, un continente sin teoría?", en ALAI, América Latina en Movimiento,
Mayo de 2009.
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Luce, Niemeyer Almeida Filho y Nilson Araújo, entre muchos otros18, recogen este
legado y plantean que la actualización de los aportes de la Teoría de la Dependencia es
una tarea necesaria para que las ciencias sociales de la región faciliten herramientas
conceptuales a las masas populares para lograr una transformación social acorde a sus
intereses largamente postergados.
Por esto mismo, si bien es preciso ser consciente de las limitaciones propias y del
marco teórico, en este trabajo el objetivo central es contribuir a la construcción de estas
herramientas conceptuales para lograr que, a partir de un correcto diagnóstico sobre la
situación actual de la dependencia, se pueda reconocer los límites concretos a los que
se enfrenta el patrón de acumulación y aportar elementos que nos permitan elaborar
herramientas conceptuales que nos ayuden a pensar en las formas de construir de
manera colectiva una alternativa superadora.
Camilla Dos Santos Nogueira, en su recientemente publicada tesis de maestría, añade algunos otros que
en esta ocasión no serán analizados: Cristóbal Kay, Emir Sader, Eder Sader, Orlando Caputo, Thomas
Vasconi, Nelson Gutiérrez, Ana Esther Ceceña, Márgara Millán, Francisco López Segrera, Esthela
Gutiérrez Garza, Roberta Traspadini, e Irma Balderas (Dos Santos Nogueira, 2012: 70).
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II. Teoría Marxista de la Dependencia: historia, influencias y principales aportes
teóricos
II.1. Historización de su surgimiento y principales influencias teóricas
“La década de los sesenta inicia una suerte de época de oro de nuestras ciencias sociales, que por
primera vez dejan de ser una mera caja de resonancia de lo que se dice en Europa o Estados
Unidos, para configurar su propia problemática y hasta pretender elaborar su propia teoría: la
de la dependencia (…) Esas ciencias sociales están además altamente politizadas y en un
interesante vaivén dialéctico contribuyen, a su torno a dar asidero científico a las tareas de las
diversas organizaciones políticas”
Agustín Cueva, 2007.
La economía política clásica, es decir, el análisis de las leyes que regulan los
movimientos del modo de producción capitalista y sus manifestaciones concretas en
cada momento de la historia, surgió como una necesidad frente a la expansión mundial
de las relaciones mercantiles como relación social general y la extensión de la
propiedad privada de los medios de producción y la relación asalariada como relación
laboral general. Con esta expansión también surgió la necesidad de comprender los
movimientos que regulaban la acumulación de riqueza y su distribución, tanto hacia el
interior como entre los distintos estados nacionales. Con el correr de los siglos y con la
expansión del capital a nivel mundial, y frente al incumplimiento de las teorías que
pronosticaban una convergencia de niveles de capitalización y salario entre las
naciones industrializadas y las “nuevas” naciones de incorporación tardía en la
división internacional del trabajo, se comenzaron a replantear las bases de los
fundamentos teóricos en los cuales se sustentaban estas visiones.
Los debates sobre la especificidad de los efectos de la expansión del capitalismo en
Latinoamérica datan de comienzos del siglo XX, cuando los peruanos Mariátegui19 y
Haya de la Torre plantearon una serie de interrogantes acerca de la progresividad del
desarrollo capitalista, la convivencia y articulación de distintos modos de producción
Para Agustín Cueva, José Carlos Mariátegui fue, para el marxismo latinoamericano, el primero en
desarrollar un “esquema de interpretación de las modalidades específicas de desarrollo del capitalismo en
América Latina, en condiciones de dependencia y articulación con otras formas productivas (feudalismo,
esclavitud, comunidad primitiva)” que aún hoy día muchos consideran válido (Cueva, 2007: 181).
19
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y, principalmente, la posibilidad o imposibilidad del desarrollo capitalista en las
regiones “atrasadas” (Kay, 1989). Este planteo se vinculaba íntimamente, en última
instancia, con la estrategia política de la clase trabajadora de apoyar una revolución
democrático burguesa por medio de una alianza de clases antiimperialista y
antioligárquica con las burguesías nacionales, o, por lo contrario, adoptar una actitud
clasista y luchar por una revolución socialista, anticapitalista en primer lugar, y en
función de ello antiimperialista y antioligárquica (Tarcus, 1996).
Para hacer frente a los cambios ocurridos en el contexto de la primera posguerra
mundial y de la segunda guerra mundial, muchas naciones “atrasadas” habían
comenzado procesos sustitutivos de importaciones. En esos tiempos, se veía a la salida
industrial como una medida que permitiría complementar la salida exportadora
tradicional generando empleo y permitiendo una cohesión social interna que alejara a
las masas de la influencia comunista. Como señala Arndt, “desde 1945 el desarrollo
económico de los países menos desarrollados, que apenas había merecido un rápido
tratamiento al final de la Primera Guerra Mundial, fue casi universalmente reconocido
como principal objetivo nacional e internacional” (Altamirano, 2001: 71). Sin embargo,
el concepto de desarrollo económico no se generalizó hasta 1949, año en que el
presidente norteamericano Truman, en su discurso del 20 de enero, dijo que quería el
desarrollo y la mejora de las áreas subdesarrolladas a través de un comercio
democrático justo que permitiera expandir a estas áreas los beneficios de los avances
científicos y el progreso técnico, dejando atrás la era del imperialismo en la que la guía
era la obtención de beneficios a través de la explotación foránea. Con este antecedente,
luego de la posguerra y de la conformación del sistema de Bretton Woods, la discusión
sobre el desarrollo predominante en la academia a nivel mundial pasó a estar centrada
en el subdesarrollo, y, particularmente, en las llamadas naciones “subdesarrolladas”
(Escobar, 2007).
La tradición liberal que asociaba la idea de desarrollo a la de progreso y modernización se
podía rastrear desde la sociología del desarrollo, donde los aportes de Talcott Parsons,
fundados en un análisis estructural-funcionalista, sentaron los cimientos sobre los que
se elevaría la teoría de la modernización. Desde su óptica, todos los países transitaban
14
las mismas etapas desde formas de organización sociales tradicionales a modernas, del
atraso hacia el avance tecnológico, o, en líneas generales, del subdesarrollo al
desarrollo. La modernización postulada por las teorías convencionales del desarrollo20
llegaría a través de la apertura al intercambio y a la relación sostenida en el tiempo con
aquellas sociedades avanzadas con formas de producción modernas y una cultura
superior. Desde esta perspectiva, el subdesarrollo era la falta de desarrollo, y no había
motivos por los cuales argumentar que, de aplicarse las políticas correctas, el sendero
no conduciría a alcanzar los niveles de desarrollo y modernidad de las naciones
adelantadas (Nahón, Rodríguez Enríquez y Schorr, 2006).
A diferencia de la tradición liberal, sin embargo, la idea de progreso y modernización
defendida desde la Economía del Desarrollo fue abiertamente intervencionista:
En cierto modo, la idea del desarrollo fue un sustituto y una variante de la idea del
progreso. Como ésta, contiene una interpretación del proceso histórico en términos
de etapas sucesivas de mejoramiento creciente de la vida individual y colectiva.
Ambas están igualmente volcadas hacia el futuro y celebran el avance de la ciencia
y de la técnica. No obstante, desarrollo y progreso no eran términos del mismo
cuadro intelectual y no serían inmediatamente permutables 21 .
Las teorías latinoamericanas del desarrollo, surgidas al calor de la segunda posguerra,
se plantearon el original desafío de explicar el funcionamiento específico de las
economías periféricas en su inserción en la división internacional de trabajo
relacionándolo íntimamente con la articulación con los actores políticos locales y
externos. En este desafío original, estas perspectivas descubrieron que había
diferencias de tipo cualitativo que operaban como trabas sistemáticas y estructurales, y
que no era posible evaluar las posibilidades de desarrollo de los países periféricos con
las mismas herramientas utilizadas para analizar a los países centrales (Prebisch, 1949).
Entre 1948 y 1975 se produjo en América Latina y el Caribe un “auge del pensamiento
sobre el desarrollo del subdesarrollo en las ciencias sociales regionales” (Nahón,
Rodríguez Enríquez y Schorr, 2006: 6) que culminó en la consolidación del
Típicamente, las posturas vinculadas a la idea de racionalidad y modernización surgieron como una
derivación del liberalismo económico y político, que se expresó fundamentalmente, en las corrientes
económicas, en las teorías etapistas (armónicas) del desarrollo. El principal exponente a nivel mundial de
esta perspectiva fue Rostow (1960) y en el plano local, Di Tella y Zymelman (1973)
21 Altamirano, 2001, Op. Cit, pág. 67
20
15
Estructuralismo latinoamericano, con sede en la CEPAL22 como el paradigma de
pensamiento económico dominante en la región, bajo el ala de la “Alianza para el
progreso” impulsada desde el polo capitalista del mundo bipolar. Bajo este paradigma,
la problematización del desarrollo de las economías periféricas o de industrialización
tardía se plasmó en un auge de producción de literatura económica en la que se
estableció cierto consenso acerca de la necesidad de industrializar y por esta vía
desarrollar las fuerzas productivas en los países considerados atrasados.
La Revolución Cubana de 1959 marcó un antes y un después para las perspectivas
desarrollistas en la región, ya que la cuestión del desarrollo a través de cambios
graduales por medio de reformas fue fuertemente cuestionada y la imposibilidad de
transformaciones radicales fue abiertamente refutada. El impacto subjetivo que generó
la revolución cubana sobre los movimientos de izquierda en la región logró que en
prácticamente todas las naciones se iniciaran procesos de lucha (tanto por la vía
armada como por la vía pacífica) en la búsqueda de alternativas para la transformación
social (Altamirano, 2001). A su vez, los procesos gradualistas impulsados por el
desarrollismo y el pensamiento desarrollista como el reflejo de este proceso,
comenzaron a enfrentar una serie de trabas y obstáculos, tanto económicos como
políticos, que culminaron en el surgimiento de una corriente que se constituyó como
una crítica radicalizada al Estructuralismo (Arceo, 2011). Con un mundo polarizado
como marco geopolítico y un cuestionamiento a las teorías evolutivas del desarrollo y a
la experiencia desarrollista23 en Latinoamérica, surgieron entonces las teorías de la
dependencia.
Comisión Económica Para América Latina y el Caribe, con sede en Santiago de Chile, Chile.
“El desarrollismo fue la ideología de la burguesía industrial latinoamericana, en especial de aquélla que
—respondiendo a un mayor grado de industrialización y compartiendo ya el poder del Estado con la
burguesía exportadora— trataba de ampliar su espacio a expensas de esta última, recurriendo para ello a
la alianza con el proletariado industrial y la clase media asalariada. Al tiempo que provocabapara éstos,
con la ampliación de la oferta de empleos y mayores salarios, el desarrollismo, mediante la crítica del
esquema tradicional de división internacional del trabajo, exigía de los grandes centros capitalistas el
establecimiento de un nuevo tipo de relaciones. Sin embargo, aunque rechazando al modelo primarioexportador y abriendo fuego contra la vieja clase dominante, se resistía a plantear a la reforma agraria
como premisa del modelo industrial, dado que, no pasando la alianza social por el campesinado (con la
sola excepción de México), hacerlo significaría agravar inútilmente el conflicto interburgués” (Marini,
1994:6).
22
23
16
A pesar de la infinidad de enfoques asociados a las teorías del desarrollo y el
subdesarrollo en América Latina, que no permiten hablar de un tratamiento
homogéneo del objeto de estudio, la originalidad de los mismos y su rasgo identitario
consiste en haber cuestionado y dejado a un lado los análisis funcionalistas que los
asociaban a tradición heredada del progreso y la modernización y que consideraban al
subdesarrollo y al desarrollo como fenómenos independientes. Tanto el Estructuralismo
como la Teoría de la Dependencia identificaron características propias de las
economías latinoamericanas y su relación con el sistema mundial que les permitieron
rechazar las concepciones mecanicistas por las cuales el subdesarrollo se concebía como
una mera falta de desarrollo y que su superación era a través del tránsito por las distintas
etapas que separaban a las formas de organización tradicionales de las modernas y a
las estructuras económicas atrasadas de las que generaban avances tecnológicos. La
teoría de la dependencia demostró que el capitalismo periférico no seguiría una línea
de evolución paralela al capitalismo metropolitano y consolidó una línea analítica
latinoamericanista y antietapista (Kohan, 2008).
La formulación de la Teoría de la Dependencia fue entonces uno de los intentos más
originales y radicales de realizar una caracterización de los patrones de reproducción
del capital en la periferia y la interrelación existente entre el proceso de desarrollo
capitalista en el centro y el de subdesarrollo en la periferia. La Teoría Marxista de la
Dependencia (TMD), fue, en particular la que planteó la imposibilidad de desarrollo
económico de los países periféricos en el marco del sistema capitalista basándose en la
aplicación del análisis marxista para la explicación de las especificidades del
capitalismo periférico (Palma, 1987). A diferencia del estructuralismo, la TMD planteó
la imposibilidad de conducir y sostener desde el estado un proceso de desarrollo
económico capitalista en los países dependientes (Dos Santos, 2003).
Según el Diccionario del pensamiento alternativo de Hugo Biagini y Alberto Roig, muchos
de los autores más importantes de la teoría de la dependencia se encuadran en la
tradición “nacionalista de izquierda” ya que se replantearon la interpretación de la
historia y la cultura nacional cuestionando fuertemente las lecturas liberales y
eurocéntricas, recreando la teoría marxista a través de la realidad concreta regional:
17
Se definen así [nda. "Nacionalistas de izquierda"] las posiciones ideológicas que
asocian la causa de la independencia nacional con las propuestas revolucionarias
socialistas. Estas ideas surgieron en general durante el Siglo XX en las luchas
contra la opresión colonial y el imperialismo y en particular en los países
hispanoamericanos donde los movimientos populares, actualizando la causa
independentista del siglo anterior, plantearon una revolución nacional que aunaba
los objetivos de autodeterminación con los cambios sociales24.
Beigel señala que los primeros aportes en clave dependentista previos a la
consolidación de la corriente se relacionaron con la irrupción de los capitales
norteamericanos en las formaciones sociales latinoamericanas en la primera posguerra
mundial. Los precursores de la Teoría de la Dependencia que señalaron los límites de
la llamada “modernización” en la región fueron José Carlos Mariátegui, Gilberto
Freyre, Josué de Castro, Caio Prado Junior, Raúl Prebisch, y Florestán Fernández, entre
otros (Beigel, 2008: 526). La dominación imperialista debía poder encuadrarse en un
contexto en el que los países latinoamericanos ya habían alcanzado su independencia
política, al menos formalmente, pero todavía mantenían vinculaciones económicas que,
en lo concreto, eran dependientes.
En este sentido, la teoría de la dependencia se nutrió de numerosos y diversos aportes
teóricos y experiencias históricas. Por un lado, se retomaron cuestiones centrales de los
aportes de Marx y Engels y jerarquizaron la teoría del imperialismo de Hilferding,
Luxemburgo, Bujarin y Lenin25. Asimismo, tomaron elementos de la teoría del capital
monopolista de Paul Baran y Paul Sweezy, y contribuciones de teóricos como Leo
Huberman, Charles Bettelheim y Ernst Mandel26. También adaptaron elementos de las
teorías sobre el intercambio desigual desarrolladas por Arghiri Emmanuel y Samir Amin
y más recientemente se habla de una posible confluencia con la Teoría del Sistema
Mundial cuyos principales referentes son Immanuel Wallerstein, Giovanni Arrighi y el
propio Theotonio Dos Santos (Correa Prado, 2009). Por último, fueron de insoslayable
influencia los desarrollos realizados desde la Comisión Económica Para América
Chumbita, 2008, Op. Cit. Pág. 361
Una descripción más detallada de la filosofía marxista antidogmática y antimecanicista que retoma la
teoría de la dependencia puede hallarse en Bianchi (2009) y Tarcus (1996). Estos enfoques que realzan la
función de la revolución como un freno de emergencia y no como algo inexorable tienen como fuente los
aportes del filósofo alemán Walter Benjamin (2009)
26 Para un desarrollo más pormenorizado de estas teorías puede consultarse el texto de Shaikh (2006)
24
25
18
Latina (CEPAL) por Raúl Prebisch, Celso Furtado, Osvaldo Sunkel y Pedro Paz en lo
que refiere a la dinámica del centro y la periferia.
El Centro de Estudios Socio-Económicos (CESO) de la Universidad de Chile sería el
lugar donde confluirían, durante el gobierno de la Unidad Popular de Allende, los
principales intelectuales de la dependencia y donde realizarían sus principales aportes.
Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos, André Gunder Frank y Vania Bambirra se
establecerán con el tiempo como los clásicos de la Teoría Marxista de la Dependencia en
la región.
Luego de haber realizado un breve repaso del surgimiento del pensamiento desarrollista
y subdesarrollista y la crítica desde la Teoría Marxista de la Dependencia en la región, en
la próxima sección abordaremos los principales núcleos del pensamiento clásico de la
Teoría Marxista de la Dependencia para luego adentrarnos a la caracterización de los
principales lineamientos del pensamiento dependentista en la actualidad.
II.2. Teoría de la dependencia: principales aportes teóricos
“(...) las relaciones de América Latina con los centros capitalistas europeos se insertan en una
estructura definida: la división internacional del trabajo, que determinará el curso del desarrollo
ulterior de la región. En otros términos, es a partir de entonces que se configura la dependencia,
entendida como una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en
cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o
recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia. El fruto de la dependencia
no puede ser por ende sino más dependencia, y su liquidación supone necesariamente la
supresión de las relaciones de producción que ella involucra".
Ruy Mauro Marini
Contrastando con los planteos funcionalistas, la Teoría Marxista de la Dependencia,
desde los primeros esbozos de André Gunder Frank caracterizó al desarrollo y al
subdesarrollo como “un par dialéctico”27 signado por el antagonismo y la
“Las bases conceptuales que definen este enfoque están resumidas en la afirmación de que ´el desarrollo
y el subdesarrollo son aspectos diferentes del mismo proceso universal´ razón por la cual el subdesarrollo
no puede ser considerado la condición primera de un proceso evolucionista de progreso económico”
(Beigel, 2008: 527).
27
19
complementariedad (Carcanholo, 2004). Si bien el planteo cepalino había comprendido
la naturaleza cualitativamente distinta del desarrollo y el subdesarrollo, prescribió que
dadas las condiciones existentes en la región existía la posibilidad de un tránsito hacia
el desarrollo en el marco del capitalismo a través de una intervención activa y
estratégica del estado en el ámbito interno e internacional, a través del otorgamiento de
incentivos a la burguesía local o transnacional para que oriente y desarrolle las fuerzas
productivas. En respuesta a esta perspectiva, la Marini señalaría que esta concepción
del tránsito del subdesarrollo al desarrollo requería un supuesto clave en la concepción
del Estado como algo "situado arriba de la sociedad y capaz de dotarse de una
racionalidad propia" (Marini, 1994: 5).
Metodológicamente, para la TMD la periferia no puede ser comprendida desde la
perspectiva del desarrollo de los países centrales sino que forma parte de un proceso
global integrado:
El capitalismo, decía Marini, no podía ser comprendido solamente a partir de los
centros desarrollados; se tenía que encontrar sus explicaciones en la reconstrucción
de la totalidad (…) Entre otras cosas, es la economía dependiente que explica en
gran medida el desarrollo general del sistema. Este factor es insuficiente para
explicar el capitalismo, tal como la gran industria sin el trabajo en domicilio. Las
economías desarrolladas no existirían si no mantuviesen una relación simbiótica
con las llamadas economías subdesarrolladas 28 .
El proceso global integrado se estructura para los dependentistas en un esquema de
centro y periferia, que heredaron del pensamiento cepalino de los años cincuenta y
sesenta29. Los dependentistas sostienen el esquema de centro y periferia ya que les
Martins y Sotelo Valencia, 2009: 43 [tomado de Dos Santos Nogueira (2012)].
El marco analítico de Centro y Periferia sería abandonado deliberadamente durante el neoliberalismo
por el neoestructuralismo, que asimiló en el clima de época de los '90 las caracterizaciones de la economía
convencional como "países atrasados" y "países avanzados", borrando de esta manera cualquier
concepcualización que implicara algún tipo de conflicto de intereses o antagonismo entre naciones. Esto
fue producto de que en los ’90, la ortodoxia económica había virado de la tradicional teoría neoclásica
(Heckser-Ohlin, Samuelson, etc.) hacia un enfoque más ecléctico en el que predominaban las visiones del
crecimiento endógeno y del comercio internacional con existencia de economías de escala (Krugman). En
este contexto, el estructuralismo fue refundado y se convirtió en el “neoestructuralismo”, que se centró en
la promoción de políticas para la “transformación productiva con equidad”. Las contribuciones de
Fajnzylber (1983), CEPAL (1990), Sunkel, Freeman y Pérez, fueron claras medidas de este viraje y de cierta
convergencia con el pensamiento económico predominante en la época. En la actualidad, el principal
representante es Ocampo, y representa el paradigma del cambio estructural por medio del aprendizaje y la
innovación, con equidad distributiva. Bajo este paradigma, las variables críticas se encontraron del lado
28
29
20
permite estructurar núcleos geográficos en un sistema mundial integrado y
jerarquizado donde existen naciones que se apropian del excedente de otras naciones
que se encuentran subordinadas. Para la Teoría Marxista de la Dependencia el proceso
de transferencia de valor entre la periferia y el centro es un eje clave en la explicación
de la dialéctica de la reproducción de la lógica desarrollo/subdesarrollo y del ser del
subdesarrollo (Osorio, 2004).
La Teoría Marxista de la Dependencia, dejando de lado las fuertes heterogeneidades
existentes en su interior y las discusiones sobre su status científico (de teoría, enfoque o
corriente)30, dejó un legado a partir del cual el estudio del subdesarrollo existente en la
periferia y, en particular, en la periferia latinoamericana, dejó de ser hecho en función
de leyes universales, proponiéndose como objetivo “determinar la legalidad específica
por la que se rige la economía dependiente” (Marini, 2008: 162). De esta manera,
Latinoamérica fue estudiada a partir de un marco teórico en el cual se vislumbraron las
relaciones jerárquicas de dominio y subordinación entre distintas naciones que se
engloban, a su vez, en un sistema mundial capitalista31.
En la literatura que aborda la cuestión del pensamiento económico latinoamericano
sobre el desarrollo y el subdesarrollo el tema existe cierto consenso en señalar que la
Dialéctica de la dependencia de Ruy Mauro Marini “constituye el punto más alto en la
explicación de las particularidades de como se reproduce el capitalismo dependiente”
(Osorio, 2009: 87)32. Para Marini, a diferencia de las teorías desarrollistas que
promocionaban la industrialización como la salida al subdesarrollo, el desarrollo
capitalista en la periferia era una quimera de corte ideológico. Desde su perspectiva, el
subdesarrollo característico del capitalismo dependiente estaba intrincado de forma
de la oferta y el desarrollo estará garantizado una vez que se logre la conformación de un núcleo endógeno
de dinamización tecnológica (Sztulwark, 2005).
30 Para una crítica epistemológica al status científico de las “corrientes” de la dependencia se puede revisar
Cueva (1974), “Problemas y perspectivas de la teoría de la dependencia”, México, Centro de Estudios
Latinoamericanos, UNAM.
31 Para una discusión epistemológica sobre el debate entre “lo uno” y “lo múltiple”, “lo particular” y “lo
universal” en análisis del capitalismo periférico como objeto de estudio, se recomienda el trabajo de
Osorio, Jaime, “El Sistema-mundo y América Latina.: Dilemas teóricos y metodológicos de la teoría social
latinoamericana”, en Veredas No. 1; Año 1, Segundo semestre de 2000, Págs. 13-28
32 Esto mismo es también señalado, desde otra perspectiva, por Cristóbal Kay: “Marini (1974) realiza tal
vez el esfuerzo teórico más acabado sobre la dependencia” (Kay, 1989:144).
21
inmanente al desarrollo del capitalismo central, bajo la lógica del capital a nivel global.
De este modo, no había manera, en el marco de esta lógica, de emprender políticas
autónomas de industrialización que permitieran “pegar el salto” hacia el desarrollo y
acortar la brecha que separa en términos de ingresos a las economías periféricas de las
centrales.
Desde la TMD se describe genéricamente a la dependencia como la situación en la que
“algunos países pueden expandirse por su propia iniciativa, mientras que otros, que
están en una posición de dependencia, pueden expandirse sólo como reflejo de los
países dominantes, lo cual puede tener efectos positivos o negativos en su desarrollo
inmediato” (Dos Santos, 1970: 289). La idea de los ciclos dependientes de acumulación
del capital es la que permite sostener este marco general en el cual se entiende la
dependencia. Para Marini, la característica central del funcionamiento del capitalismo
periférico era lo que él dio a llamar el ciclo dependiente del capital basado en la
superexplotación del trabajo33:
Llamada a coadyuvar a la acumulación de capital con base en la capacidad
productiva del trabajo en los países centrales, América Latina debió hacerlo
mediante una acumulación fundada en la superexplotación del trabajador. En esta
contradicción radica la esencia de la dependencia latinoamericana34.
De esta manera, la tesis central de la obra de Marini será la postulación de que el
desarrollo capitalista engendra formaciones sociales con características marcadamente
distintas según la forma de explotación que predomine (Marini, 1973). En el centro, el
proceso de acumulación capitalista se desenvuelve de manera tal que a la vez que
aumenta la producción, se incorpora a los trabajadores al consumo y se consolida
paulatinamente un mercado interno. Los países centrales tienen un modelo de
acumulación autocentrado por lo que las esferas de la producción y de la circulación se
hallan orgánicamente relacionadas, siendo el consumo de los trabajadores un eje
central del proceso de acumulación. Esto es posible mediante el incremento en la tasa
de explotación facilitada por los incrementos en la productividad que posibilita la
“La superexplotación se define más bien por la mayor explotación de la fuerza física del trabajador, en
contraposición a la explotación resultante del aumento de su productividad, y tiende normalmente a
expresarse en el hecho de que la fuerza de trabajo se remunere por debajo de su valor real” (Marini, 2008:
158).
34 Marini, 1973, Op. Cit, P. 132.
33
22
extracción de plusvalía relativa35. De esta manera, en las fases alcistas del ciclo
económico, el aumento de la tasa de ganancia es compatible con el incremento del
salario real de los trabajadores.
En los países dependientes, sin embargo, al tener un modelo de acumulación con eje en
el mercado externo y dependiente de las necesidades de acumulación del capital en el
“centro”, la esfera de la producción se encuentra escindida de la esfera de la
circulación. Por este motivo, el consumo de los trabajadores no cumple un rol
importante en el proceso de realización de la producción, por lo que su remuneración
no es una variable relevante para el capital en el proceso de realización sino que
precisamente el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor permite maximizar
la cuota de plusvalía. Como el consumo de los trabajadores no cumple un rol
importante en la reproducción del ciclo del capital y el capital debe enfrentar un
proceso de extracción de valor desde el centro debido a las diferencias en la
productividad y la tecnología, utiliza una parte del fondo de consumo de los
trabajadores como fondo de acumulación36 (Marini, 1973).
La remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor de reproducción (la
superexplotación del trabajo) será entonces el segundo de los núcleos teóricos que
identificaremos en la Teoría Marxista de la Dependencia, núcleo constitutivo de lo que
Marini identifica como la dinámica del capitalismo periférico dependiente (Osorio,
2004). Así, el proceso de acumulación en los países dependientes asume características
Recordemos que Carlos Marx, en el Tomo I de El Capital, describe el proceso de producción en el modo
de producción capitalista, donde el valor se genera de forma directa por medio del trabajo, y el producto
social excedente se genera a partir del tiempo de trabajo no retribuido a la clase trabajadora. La plusvalía
refleja el producto excedente en una sociedad capitalista y básicamente depende de dos factores: del
tiempo de trabajo social total y de la forma en que el tiempo de trabajo total se divide en tiempo de trabajo
retribuido y excedente. Típicamente la plusvalía absoluta puede incrementarse alargando la jornada
laboral mientras se mantiene constante el tiempo de trabajo retribuido. Por su parte, un incremento de la
plusvalía relativa puede darse a través de la utilización de implementos técnicos y mejoras productivas
que en el mismo tiempo de trabajo produzcan más cantidad de mercancías, disminuyendo el tiempo de
trabajo retribuido afectando de este modo la relación respecto al tiempo de trabajo no retribuido (Marx,
2000).
36 “No es entonces ni coyuntural ni tangencial a la lógica como estas sociedades se organizan. Y alcanza
sentido en tanto se analiza el capitalismo como sistema mundial, que reclama transferencias de valores de
las regiones periféricas al centro y que las primeras, como forma de compensar dichas transferencias,
terminan convirtiendo parte del ´fondo necesario de consumo del obrero´ en ´fondo de acumulación del
capital´ dando paso a una forma particular de reproducción capitalista y a una forma particular de
capitalismo, el dependiente” (Osorio, 2009: 93)
35
23
propias, que se arraigan en contexto local con un mercado de trabajo barato en
términos relativos y, principalmente, una violenta explotación de la fuerza de trabajo
que se agrava debido a la transferencia de excedente hacia los países centrales. La
salida continua de estos recursos produce secularmente en la periferia los conocidos
problemas de estrangulamiento externo y restricciones externas al crecimiento (Marini,
1973).
La transferencia de excedente-valor desde la periferia hacia los países centrales será
entonces el tercero de los núcleos que analizaremos en el marco de la TMD. Para la
Teoría Marxista de la Dependencia, una porción no menor del excedente generado en
la periferia era apropiado por los países centrales, y no bastaba con el desarrollo
industrial y la sustitución de importaciones para superar esta sangría sino que
consideraban necesaria una ruptura radical con el modelo de acumulación y el bloque
dominante vigente (Beigel, 2008).
La dependencia asume de esta forma un carácter sistémico a través del cual las
economías periféricas y dependientes se vinculan con las centrales por medio de las
tendencias económicas que se desarrollan en estas últimas, en las que "el componente
tecnológico se torna la base de la apropiación de plusvalía de las sociedades
dependientes y de la expresión de las formas usureras y comerciales de apropiación del
valor producido en esas sociedades" (Martins, 2000: 41). En esta articulación, los países
del centro concentran los elementos tecnológicos que les permiten articular el
crecimiento de su composición técnica y orgánica del capital mientras que los países
dependientes forman parte de esta articulación integrándose a la división internacional
del trabajo de manera subordinada (Martins, 2000). La idea de que la periferia ve
obstaculizado su desarrollo industrial debido a su incorporación en el sistema mundial
y a la transferencia de excedente existente en ese espacio trasciende la esfera del
enfoque de la TMD. Como veremos en profundidad, la cuestión de la transferencia de
valor fue un tópico largamente abordado tanto en la literatura marxista como no
marxista. Dentro de los primeros, Ernst Mandel aseguró que “desde fines del siglo XIX
el mercado mundial y la economía mundial son dos de los obstáculos a la
industrialización del Tercer Mundo, precisamente en la medida en que frenan la
24
acumulación originaria de capital industrial” (Mandel, 1970: 401). De este modo, la
“repartición específica del trabajo en el mercado mundial”37 implica históricamente
para la periferia un flujo de transferencias que impiden que la plusvalía se realice
internamente. En este marco, las naciones del centro controlan los mercados mundiales
y esto produce que se transfiera el excedente generado en los países dependientes hacia
los países dominantes ocasionando la pérdida de control de los primeros sobre sus
recursos38.
El capitalismo sui generis de la periferia39 se caracteriza entonces por generar una masa
de excedente- valor que es transferida a los países dominantes en diversas formas (que
analizaremos en detalle más adelante), excedente que por estos motivos no es realizado
internamente. La filtración de parte de su producto social hace que en la periferia se
deban implementar mecanismos compensatorios que generen más excedente, y esto se
logra en el plano de la producción por medio de la superexplotación de la fuerza de
trabajo (Marini, 1973).
En resumen, las condiciones objetivas de la existencia de un tipo de capitalismo
específico, en este caso el dependiente, estuvieron dadas históricamente, por un lado,
por el destino de la producción (que se realiza predominantemente en el exterior y en
los sectores locales de mayor poder adquisitivo) y, por el otro, por la diferencia de
productividad y de fuerza en el mercado mundial (que implica una transferencia de
“La limitación de los sectores ´modernos´ de la economía en los llamados países en desarrollo a las
plantaciones, minas y pozos de petróleo condujo a la aparición temida del ´monocultivo´ o la
´monoproducción´ que hace depender al Tercer Mundo de las oscilaciones de precios en el mercado
mundial y de los grandes monopolios de materias primas que controlan sus riquezas nacionales” (Mandel,
1970: 403).
38 “La unilateral división internacional del trabajo determina, por un lado, que se seque una fuente
importante de acumulación primitiva de capital industrial en los países en desarrollo, a saber, la mayoría
de la plusvalía producida en el país. Esta se realiza en el mercado mundial, y, o no vuelve en absoluto al
país de origen (cuando, por ejemplo, los monopolios logran imponer alambicadas fórmulas jurídicas para
la repartición de las ganancias entre compañías de producción, de transporte y de venta , las que son todas
filiales del mismo grupo financiero), o después de un retorno provisional, vuelve de nuevo al Occidente en
forma de dividendos, regalías, intereses, honorarios para bancos y compañías de seguro, etcétera”
(Mandel, 1970: 403-404)
39 “A estas alturas del desarrollo del sistema mundial capitalista, lo que tenemos entonces son formas
diversas de capitalismos (…) que se imbrican y se condicionan, pero donde (…) son maduros, cada uno a
su manera. Tenemos así capitalismos originales, que en sus interrelaciones terminan por alimentar formas
particulares de construirse como capitalismo, de producir capitalismo y de reproducirse como entidades
capitalistas” (Osorio, 2002: 92).
37
25
valor). Estas dos condiciones propiciaron un patrón de reproducción sustentado en la
superexplotación del trabajo que “quebró” el ciclo de capital en la periferia (el famoso
“divorcio” de la producción y la circulación) a través de la transformación del fondo de
consumo de los asalariados en el fondo de acumulación capitalista (Osorio, 2009).
De esta manera, la caracterización de la TMD del capitalismo dependiente destaca la
interconexión orgánica entre los procesos de desarrollo y subdesarrollo, la
imposibilidad del desarrollo capitalista autónomo, y la dependencia como fenómeno
externo (por las transferencias de excedente hacia el mercado mundial en el ámbito de
la circulación) aunque también enraizado internamente (debido a la superexplotación
del trabajo en el ámbito de la producción y al tipo de vinculación de las fracciones
capitalistas locales con las clases dominantes globales).
26
III. Los problemas actuales de la Teoría de la Dependencia
En este apartado nos proponemos realizar una breve caracterización de la nueva fase
de reproducción del capitalismo a escala global que se inaugura con la crisis orgánica
que sufre el sistema mundial de acumulación a comienzos de la década del '70. Bajo
este objetivo general, se intentará señalar de qué modo estas transformaciones en la
regulación del capitalismo global incidieron (y lo siguen haciendo) sobre las formas
que adopta la dependencia de los países periféricos.
III. 1. Financiarización mundializada del capital
“La mundialización del capital, que nació con la liberalización y la desregulación, ha traído
consigo la implementación de una economía internacional de valorización del capital bajo su
forma financiera (…) La economía internacional que han construido los neoliberales es una
economía ordenada hacia la transferencia de recursos de algunas clases o capas sociales, y de
algunos países, hacia otros. Está dominada por los grandes fondos de inversión, así como por las
sociedades transnacionales y los grandes bancos internacionales. Le ha dado a la noción de
“países rentistas”, desarrollada por los teóricos del imperialismo a comienzos de siglo, su sentido
original pleno y toda su actualidad”.
François Chesnais
El neoliberalismo, que marcó el fin de la “edad dorada del capitalismo”, emergió en un
contexto signado por un fuerte estallido salarial, el hundimiento del sistema financiero
internacional de Bretton Woods en 1971, el boom de las materias primas de 1972 y la
llamada crisis del petróleo de 1973 (Hobsbawm, 2010). Esta transición tuvo su punto de
inflexión con la finalización unilateral del patrón oro por parte de los Estados Unidos,
la devaluación de su moneda y la elevación de sus tarifas en un 10%. Con la crisis del
petróleo y el posterior aumento de su precio, empezaron a proliferar petrodólares y se
modificó el contexto de liquidez mundial, hecho que permitió la expansión del capital
financiero a la periferia en busca de plazas donde ubicar su capital excedente40. En este
contexto, se produjo un drástico cambio en el perfil de las políticas económicas
implementadas por los gobiernos de las naciones centrales, que abandonaron la
Este mecanismo empezaría a tener efectos negativos en la periferia luego de que, hacia el mes de Julio de
1979, el presidente de la Reserva Federal norteamericana, Paul Volcker, decidiera unilateralmente la suba
de la tasa de interés de referencia, dando inicio a lo que luego se conocería como la “crisis de la deuda” de
los países periféricos (Polonia (1981), México (1982), México (1995), Tailandia, Malasia, Filipinas, Hong
Kong, Taiwán, Corea del Sur, Singapur (1997), Estonia, Rusia, Australia y Nueva Zelanda (1998), Brasil
(1998), Argentina (2001), que se proyecta hasta la actualidad en la crisis de los llamados PIGS (Portugal,
Irlanda, Grecia y España).
40
27
hegemonía del estado de bienestar y del sistema de acuerdos de posguerra y viraron
hacia esquemas de corte monetarista fuertemente antipopulares, con los liderazgos de
Jimmy Carter (1977-1981), Ronald Reagan (1981-1989) en los EE.UU. y Margaret
Thatcher (1979-1990) en el Reino Unido a la cabeza. Este esquema de políticas ya había
sido testeado en Latinoamérica en las dictaduras militares del cono sur (Chile, Brasil,
Argentina y Uruguay) y había logrado recuperar la tasa de ganancia en una ofensiva
sin precedentes del capital sobre el trabajo.
En la década del ‘70, el modelo de acumulación global había entrado en una fase de
agotamiento que se reflejaba en una fuerte caída de la tasa de ganancia41, de la
participación de los beneficios en el producto y del nivel de inversión, en un contexto
de elevado desempleo y capacidad ociosa que culminó en un fenómeno hasta entonces
inédito conocido como “estanflación” (Shaikh, 2010). La crisis de sobreproducción con
la que culminó la "edad dorada" del capitalismo indujo a las clases dominantes de las
potencias hegemónicas a la necesidad de una transformación rotunda en el modelo de
acumulación a escala global y el neoliberalismo fue la vía por la cual se impusieron
estas necesidades, logrando restablecer la tasa de ganancia y la dominación de clase.
El diagnóstico neoliberal había identificado las causas de la “decadencia” del modelo
de acumulación de la posguerra en la excesiva presencia del Estado en múltiples
aspectos de la economía y el elevado nivel de protección laboral que había
empoderado a las organizaciones sindicales. Desde esta mirada, estos factores junto a
la represión financiera obstruían el desarrollo de incentivos privados como guía del
proceso de acumulación, generando persistentes desequilibrios en las cuentas públicas,
corrupción y atraso. Esta óptica, defendida durante años por los economistas
nucleados en la Sociedad de Mont Pelerin como Friedrich von Hayek y Milton
Friedman (que habían permanecido en la marginalidad durante la "época dorada" del
capitalismo), fue convirtiéndose en hegemónica en la medida en que sus diagnósticos
se fueron aproximando a las necesidades de las fracciones capitalistas dominantes para
elevar la tasa de ganancia. La reproducción del ciclo de acumulación y de las relaciones
Para Duménil y Lévy, " A partir de 1965, aparece en los Estados Unidos una aguda manifestación de la
tendencia a la caída de la tasa de ganancia, que se prolonga hasta los primeros años de la década de 1980.
Algo similar ocurre en los tres principales países europeos (Alemania, Francia y Reino Unido)"
41
28
de producción, en aquel momento, se encontraba fuertemente desafiada por las
conquistas sociales y el elevado grado de organización de la clase obrera que se había
logrado hacia fines de los ’60, en un contexto generalizado de insurgencia de los
sectores populares de gran parte del mundo y de revoluciones populares y procesos de
descolonización en regiones importantes (Chesnais, 2001).
El neoliberalismo se constituyó entonces como una reacción teórica y política a la
intervención del Estado y a los mecanismos de seguridad social desarrollados por éste,
y confluyó con las necesidades objetivas de las fracciones capitalistas dominantes,
especialmente de la fracción financiera (Anderson, 2005). Para restablecer la tasa de
ganancia el capital requería el aprovechamiento de ventajas de localización en lugares
donde pudiera explotar los reducidos costos laborales y las ventajas geográficas. Para
ello, fue necesario a su vez crear o fortalecer una elite de grandes Empresas
Transnacionales que, a través de la relocalización de sus actividades, pudieran
recuperar el ritmo de acumulación y la rentabilidad minimizando costos.
Las
políticas
neoliberales
impulsadas
por
los
organismos
multilaterales
e
implementadas por los gobiernos nacionales serían entonces el vehículo que permitiría
el establecimiento de este nuevo modelo de acumulación global, que necesitaba
imponer los intereses de la fracción financiera del capital a través del logro de la
estabilidad monetaria, la disciplina presupuestaria y la restauración del ejército
industrial de reserva. Con estos objetivos se implementaron políticas contractivas como
la elevación de la tasa de interés, la reducción de impuestos al capital y a los sectores
de mayores ingresos y el recorte de los gastos sociales y una fuerte ofensiva contra el
trabajo que contempló la represión sindical, el aplazamiento de huelgas, elevación del
nivel de desempleo y flexibilización laboral (Arceo, 2011). Todas estas medidas
permitieron reducir los costos laborales y facilitaron el avance de la mundialización del
capital y el establecimiento del gran capital transnacional como el sujeto protagonista
de esta fase. Con la desregulación de los flujos financieros, la apertura comercial, la
privatización de empresas públicas y una política de generación de “clima de
negocios” favorable a la instalación de inversiones extranjeras, las empresas
29
transnacionales avanzaron firmemente instalándose en la periferia y concentrando
paulatinamente en sus manos los resortes centrales de sus economías.
Los efectos que generó este nuevo esquema regulatorio fueron crecientes niveles de
inestabilidad monetaria, incentivos para la especulación financiera, establecimiento del
dólar como única divisa de intercambio global que permitió financiar los persistentes
déficit fiscales y externos de los Estados Unidos, y una desintermediación de las
finanzas que dio un papel protagónico a instituciones financieras no bancarias como
fondos
de
pensión
y
fondos
comunes
de
inversión
(Arceo,
2011).
La
desindustrialización fue un rasgo común de los países centrales y parte de la periferia,
aunque el endeudamiento externo fue una característica novedosa que mantuvo en vilo
(y todavía lo hace) a estos últimos.
III. 2. Efectos de la financiarización mundializada del capital en la periferia: capital
sustantivo y capital ficticio
"Las condiciones actuales de desarrollo, con la amplia internacionalización del capital real y el
predominio del capital especulativo parasitario, ya no permiten una salida en los moldes del
antiguo modelo nacional-desarrollista, fundado en una alianza de los trabajadores con la
burguesía nacional, que pueda oponerse a la gran burguesía internacionalizada. Porque en los
países periféricos en los que hubo un proceso de industrialización significativa, una parte
importante de esa industria ya está desnacionalizada, como consecuencia de la
internacionalización del capital de los países desarrollados del Norte y de la implantación de las
políticas neoliberales (...) Así, las burguesías nacionales que surgieron y se desarrollaron con
este proceso de industrialización tienen actualmente sus intereses estrechamente ligados a las
burguesías industriales y financieras de los países centrales".
Reinaldo Carcanholo y Paulo Nakatani
El debate sobre la tendencia a la financiarización del capital (que se iniciara a
comienzos del Siglo XX con Lenin, Hilferding y Hobson) cobraría nuevamente
relevancia desde el "golpe financiero" propinado por la suba de las tasas de interés de
la FED realizada por Paul Volker en 1979. A partir de entonces, los bancos lideraron la
ofensiva global del capital frente al trabajo e impusieron nuevas pautas de disciplina en
las actividades económicas. Esta etapa de ofensiva, si bien estuvo liderada por la
fracción financiera del capital, benefició a la clase capitalista en su conjunto ya que le
30
permitió recomponer los niveles de ganancia previos a la crisis de comienzos de la
década del '70 a través de aumentos generalizados en la tasa de explotación (Katz,
2012).
La etapa inaugurada en 1979 se caracterizó por el protagonismo de Wall Street, la
generalización de las operaciones de alto riesgo, la expansión de los bancos de
inversión y fondos de pensión, la internacionalización de los circuitos financieros y la
proliferación de nuevos instrumentos de titularización y derivados que afianzaron el
rol de los banqueros en el control global del riesgo. Así, el capital financiero se
convirtió en un actor principal del dispositivo de acumulación del capital ya que
permitió canalizar los créditos hacia aquellos negocios que ofrecieran tasas de
rentabilidad más elevadas (Katz, 2012).
A diferencia de quienes postulan que la "financiarización" del capital produjo un
redireccionamiento de la ganancia hacia una fracción improductiva del capital que
obstruyó la acumulación (como Bellamy Foster y Chesney, 2009), los desequilibrios que
presenta la fase actual del capitalismo no se deben al parasitismo del capital financiero
sino que los financistas cumplen precisamente el rol estratégico de movilizar créditos
que permiten ampliar el espacio geográfico y sectorial de la acumulación42. La
actividad financiera, entonces, se pone al servicio del motor generador de plusvalor del
capitalismo, que es la actividad productiva (Katz, 2012).
Husson admite un creciente predominio de las finanzas en la nueva fase del
capitalismo global43, pero desde su punto de vista esto no sería más que un reflejo de
una transformación estructural, donde el capital mutó hacia una forma desregulada y
desintermediada para recomponer su rentabilidad. En la fase "financiarizada" del
capitalismo, que tiene sus orígenes a comienzos de la década del '80, el capital logró
recuperar la tasa de ganancia en los países centrales (EEUU, Europa y Japón) sin
"La característica principal del capitalismo contemporáneo no reside pues en la oposición entre un
capital financiero y un capital industrial, sino en la activación de la competencia (hipercompetencia) entre
capitales que permite la financiarización" (Husson, 2009: 9)
43 Husson define la "financiarización" a través de tres componentes: el incremento de los ingresos
financieros en el ingreso nacional; el peso del capital financiero en la orientación general del capital; el alza
de los precios bursátiles (Husson, 2009).
42
31
generar un incremento paralelo en la tasa de acumulación debido a un débil aumento
de la productividad y un escaso crecimiento económico.
Bakir y Campbell (2010), señalan que tras el cambio de fase de acumulación del
capitalismo global se lograría recomponer la tasa de ganancia a expensas de la
generación de “nuevas contradicciones”, ya que dicha recomposición no se vio seguida
por un incremento proporcional de la acumulación del capital. Esta nueva forma
concreta que adoptaría la acumulación capitalista en los Estados Unidos (como
epicentro económico del mundo) llevaría a generar, por un lado, una mayor
“fragilidad de la demanda efectiva” que se materializaría en un incremento
significativo del endeudamiento privado para la compra de bienes de consumo, y, por
el otro, en una modificación profunda del sistema financiero, que dejaría de estar
subordinado a la productividad de la economía “real” y pasó a la esfera “ficticia” de la
valorización del valor.
El efecto principal de la financiarización es la abolición de las limitaciones de los
espacios de valorización del capital a través de la constitución de un mercado mundial,
generando un espacio de hipercompetencia global entre capitales y trabajadores44. Esta
hipercompetencia es, para Husson, la "gran novedad del capitalismo contemporáneo",
que, a través de la acción de las finanzas, permite el proceso de reestructuraciones y
deslocalizaciones en búsqueda de la competitividad. Así, "las finanzas no son un
obstáculo al funcionamiento actual del capitalismo, sino por el contrario, uno de sus
engranajes esenciales" (Husson, 2009: 13). La "financiarización" se reflejaría en un
incremento de la brecha entre la acumulación y la ganancia en las economías centrales,
y tendría como fundamento una creciente explotación de la fuerza de trabajo.
Esta caracterización atenta contra la tesis del parasitismo de las finanzas, que explica la falta de
acumulación debido a la punción del capital financiero sobre el plusvalor, que impediría su inversión
productiva. Para Husson, esta visión se funda en un postulado inválido que reduce la dinámica de la
acumulación a la rentabilidad neta de ingresos financieros en lugar de a la tasa de ganancia. Sin embargo,
los ingresos financieros (intereses y dividendos) solo pueden tener como destino el ahorro o el consumo ya
que no existe un uso tal como la "especulación financiera".
44
32
A través de esta herramienta se cumpliría el doble objetivo de establecer una
competencia exacerbada que facilita el sostén de una tasa creciente de explotación y de
establecer una distribución acorde a las nuevas condiciones de reproducción del
capital. A través del reciclaje de masas de valor hacia un consumo rentista, la
financiarización permitiría evadir la falta de oportunidades de inversión "productiva" de
baja rentabilidad (Husson, 2009).
En esta nueva fase de reproducción mundial del capital con una novedosa
(des)regulación de los flujos de capital que favoreció la hipercompetencia a través del
proceso de reestructuraciones y deslocalizaciones se genera una tendencia a la
mundialización del capital donde el gran capital transnacionalizado relocaliza sus
actividades para instalar fábricas allí donde puede aprovecharse de ventajas
“comparativas” y “naturales” como la ubicación geográfica, la disponibilidad de
recursos naturales, los bajos salarios, la flexibilidad laboral y el escaso desarrollo de las
organizaciones sindicales, de manera tal de maximizar su ganancia a escala global
reduciendo los costos de producción en cada espacio nacional.
Como un factor que acelera este proceso opera la revolución tecnológica en el
transporte y las comunicaciones, que facilitó la segmentación de los procesos
productivos generando cadenas globales de valor (CGV) y en paralelo cadenas de
subcontratación. Esta modalidad “flexible” de organización de la producción a escala
global es la que permite a las grandes empresas transnacionales con las mejores
condiciones de trabajo maximizar sus ganancias a través de la subcontratación de
servicios a empresas con formas de trabajo precario, donde las remuneraciones se
encuentran incluso por debajo del valor de la fuerza de trabajo y no se perciben pagos
por seguridad social ni otras prestaciones (Osorio, 2012).
En esta misma época y en este contexto es que se da el re-ingreso masivo y desregulado
de Latinoamérica a los circuitos globales de producción y circulación y la firma de
innumerables tratados internacionales. Esta incorporación a las redes de globales de
circulación bajo estrictas leyes del mercado se vio impulsada mediante el proceso de
pérdida de soberanía que implicó la crisis de la deuda y la inestabilidad
macroeconómica de la década del ’80, y contó con el apoyo explícito de las elites
33
gobernantes y los poderes económicos locales. La eliminación de las regulaciones a los
movimientos del capital y el establecimiento de sistemas de incentivo para la
radicación de inversiones extranjeras, sumados a la revolución tecnológica
mencionada, provocaron el ingreso masivo de las empresas trasnacionales que pasaron
a formar parte del bloque de clases dominante. En este proceso, la producción dejó de
orientarse centralmente a los mercados internos como ocurría en la fase previa y pasó a
realizarse en el mercado regional y mundial, por lo que las economías de escala
comenzaron a jugar un papel central, profundizándose el proceso de concentración y
centralización del capital mediante el proceso de fusiones y adquisiciones de empresas
locales, luego profundizado mediante la privatización de las empresas estatales.
Las jerarquías nacionales existentes en el sistema mundial se reflejaron en la
especialización productiva y el modo de inserción en la división internacional del
trabajo, donde los países centrales45 reservaron para sí las actividades vinculadas con el
conocimiento y el uso de tecnologías de punta y destinaron a la periferia46, en adición a
la extracción, explotación y exportación de recursos naturales, los procesos de
ensamble y maquila, que exigen un grado de conocimiento menor y mayor trabajo
manual, pero que agrega en términos comparativos menos valor a la producción
debido a su baja productividad relativa (Arceo, 2011). Así, tras un breve paso histórico
por el modelo de industrialización por sustitución de importaciones donde se había
logrado una incipiente y embrionaria diversificación productiva, se regresó a la “vieja”
especialización primaria y extractiva de las economías latinoamericanas, fomentándose
actividades vinculadas con ventajas “competitivas” (por cuestiones geográficas,
geopolíticas, de infraestructura o de recursos humanos) y “naturales” como la
agroindustria, la minería, o la actividad hidrocarburífera. Este tipo de especialización
productiva y su perfil exportador promovieron la desindustrialización y el incremento
Los países del centro están conformados por los países de Europa (excepto Turquía, Malta y Chipre y los
ex países socialistas); Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia y Nueva Zelandia (Arceo, 2005).
46 La periferia, por descarte, abarca al resto del globo y se caracteriza por aglutinar a aquellas naciones que
participan en la división internacional del trabajo como productoras y exportadoras de materias primas o
productos industriales de escaso valor agregado y con bajo contenido tecnológico. Sus patrones de
acumulación se sostienen generalmente por una elevada tasa de explotación y una tendencia al
estrangulamiento externo debido a la necesidad permanente de importar capital y tecnología y a una
tendencia a generar una sangría por la vía de la remisión de utilidades y dividendos, pago de los servicios
de la deuda externa y fuga de capitales.
45
34
de la vulnerabilidad externa47 en un proceso donde la participación de los grupos de
productos con mayor valor agregado y uso de tecnología fue perdiendo peso48 en
relación al resto de los productos.
El proceso que llevó a los países de Latinoamérica a modificar sus patrones de
acumulación y reorientar su rol en la división internacional del trabajo se dio de la
mano de una fuerte restructuración de los Estados nacionales que favorecieron, como
en el resto del mundo, la hegemonía de la fracción financiera del capital transnacional
y de los organismos multilaterales. Si bien este fue un proceso que comenzó hacia fines
de la década del ’70, fue en los ’90 cuando se terminó de consolidar el entramado de
regulaciones y transformaciones neoliberales en la región.
Tras la crisis del régimen de acumulación de la posguerra, la fase del "capitalismo
especulativo" neoliberal49 se inició para Carcanholo y Nakatani (2007) debido a que las
proyecciones de rentabilidad de las inversiones del capital sustantivo50 en la esfera
productiva eran bajas. En este marco de expectativas se produjo un "éxodo" masivo
hacia la especulación financiera que estuvo promovido por la expansión de las
(des)regulaciones neoliberales a lo largo y ancho del globo, y fue generando como
contrapartida un fuerte proceso de endeudamiento y de inestabilidad cambiaria.
Esta reconfiguración del capitalismo permitió recuperar la tasa de ganancia del capital
sustantivo a la vez que se reducía considerablemente su ritmo de acumulación y
“En un contexto de absoluta integración del mercado financiero nacional al mercado financiero mundial
la nueva dependencia dejó a las economías nacionales más vulnerables a los procesos especulativos de la
fuga de capitales” (Arruda Sampaio, 2006:104)
48 “El nuevo patrón de competencia internacional reforzó la jerarquía de la división internacional de
trabajo, condenando a las economías latinoamericanas a especializarse en la producción de mercancías de
bajísimo contenido tecnológico. El dislocamiento del centro dinámico de la economía para el mercado
mundial dejó espacio para la formación de sistemas económicos nacionales y revitalizó actividades
productivas típicas de las economías coloniales, dándole vigor a los latifundios basados en el monocultivo
altamente predatorio del medio ambiente que actualmente se denomina ´agronegocio´. La
desnacionalización indiscriminada de las economías de la región disminuyó aún más el ya reducido poder
de negociación de las burguesías latinoamericanas frente a las fuerzas imperialistas” (Arruda Sampaio,
2006:103) [traducción propia]
49 Para Carcanholo y Nakatani, "El neoliberalismo es la ideología del capital especulativo parasitario y de
la más cínica derecha, que consiguió imponerla como concepción ideológica dominante, como
pensamiento único" (Carcanholo y Nakatani, 2007: 8)
50 Carcanholo (2008) define al capital sustantivo como el conjunto conformado por el capital industrial y
comercial
47
35
paralelamente permitió incrementar de manera exponencial la masa de capital ficticio51
(Carcanholo, 2008).
La creciente subordinación de la industria a la esfera de las finanzas (es decir del
capital productivo al capital especulativo) que se verifica en este período solo fue
posible mediante la aplicación a escala mundial de políticas neoliberales que
propiciaron el aumento en la explotación del trabajo productivo tanto a través de la
forma relativa de la plusvalía como de la absoluta (Chesnais, 2001). Así, con la ofensiva
sobre el trabajo que propició el neoliberalismo a escala planetaria, las condiciones de
superexplotación pasaron a desenvolverse en un entorno de fuerte desregulación,
flexibilización y precarización laboral. Esto se expresa, en adición al ya clásico pago de
la fuerza de trabajo por debajo de su valor, en condiciones de empleo precario,
extensión de jornadas e intensificación del trabajo, y otras formas como el desempleo,
el subempleo y la pobreza52.
En paralelo al aumento de la explotación del trabajo se expandieron considerablemente
las ganancias ficticias ampliando la contradicción entre la producción y la apropiación
del excedente y generando un crecimiento del capital especulativo.
Desde la óptica de Carcanholo y Nakatani, la contradicción que engendra la
subordinación del capital sustantivo al capital especulativo parasitario no puede ser
Para Carcanholo y Nakatani el capital especulativo parasitario no es más que un estadio desarrollado del
capital ficticio presentado por Marx. El capital especulativo parasitario es ficticio en tanto no produce
plusvalía ya que carece de sustancia, pero es real en tanto es socialmente reconocido y remunerado a
través del interés y la ganancia. En el Tomo 3 de El Capital, el capital ficticio aparece subordinado al
capital industrial, mientras que en la actualidad, bajo la "financiarización mundializada del capital", es el
capital industrial el que se subordina al capital especulativo parasitario, que pone también bajo su órbita a
la esfera comercial y domina tanto la esfera de lo privado como de lo público (Carcanholo y Nakatani,
2007).
52 “La agudización de las formas de explotación (ocultas en categorías como flexibilidad laboral o
precariedad del empleo) no hacen sino poner de manifiesto una modalidad de desarrollo capitalista que
en lo sustancial privilegia el consumo en los mercados externos y en la esfera alta interna, deteriorando el
mercado conformado por los salarios. La polarización social, la informalidad y el subempleo no son sino
algunas de las manifestaciones más inmediatas en este proceso” (Osorio, 2002: 98).
51
36
resuelta mediante el cambio en las regulaciones ya que forma parte de las tendencias
inherentes a las leyes del desarrollo del capital53 ya que:
1) Las ganancias ficticias sostuvieron y sostienen la fase "neoliberal" del capitalismo de
la mundialización financiera, contrarrestando la tendencia a la caída de la tasa de
ganancia que opera en general en el desarrollo del capitalismo pero se manifiesta en
particular desde la crisis de los '70. Estas ganancias no surgen de la explotación sino de
la redistribución de plusvalía entre las fracciones del capital.
2) Junto con las ganancias ficticias operan el aumento de la explotación y de la
transferencia de riqueza de la periferia a los centros
3) Si bien las Ganancias Ficticias contrarrestan la tendencia a la caída de la tasa de
ganancia, el capitalismo especulativo parasitario tiene límites concretos, por lo que la
"salida" capitalista a la crisis corriente será a través de un mayor nivel de explotación.
Así, este nuevo escenario de posibilidades de rentabilidad modifica algunos rasgos
estructurales que habían caracterizado al desempeño del capitalismo en su fase previa:
1) Estímulo para incorporar nuevas tecnologías por parte del gran capital para captar el
excedente-valor de las otras fracciones capitalistas; 2) Transformación regresiva de los
estados y ofensiva contra el trabajo; 3) Creciente presión para la transferencia de
excedente-valor desde la periferia; 4) Búsqueda de nuevas alternativas de valorización
particularmente en el espacio de la renta y la especulación (Carcanholo y Nakatani,
2007).
La etapa de la mundialización financiera del capital54 se reproduce gracias a que el
aumento en la tasa de explotación y de las transferencias desde la periferia hacia el
centro fue acompañado por un nivel creciente de lo que se denominan ganancias
ficticias, que están constituidas fundamentalmente por "la valorización especulativa de
diversos tipos de activos y por el crecimiento de la deuda pública de los Estados"
(Carcanholo y Nakatani, 2007: 6). Las ganancias ficticias tienen su origen en el
crecimiento del volumen del capital especulativo parasitario, que no guarda ningún
vínculo con un aumento proporcional de la plusvalía generada ni del excedente-valor
"El Banco Central, con el programa neoliberal, se volvió una institución importantísima para la creación
del capital ficticio, en la forma de deuda pública interna, de regulación de las reservas bancarias y de
garantía a los capitales especulativos." (Carcanholo y Nakatani, 2007: 18).
54 Chesnais la define como aquella que "designa las interconexiones muy estrechas entre los sistemas
monetarios y los mercados financieros nacionales, que resultaron de medidas de liberalización y de
desregulación adoptadas en un principio por los Estados Unidos y el Reino Unido entre 1979 y 1982 y, en
los años siguientes, por el resto de los principales países industrializados" (Chesnais, 2001: 20)
53
37
producido bajo relaciones no salariales. Es decir, no surgen de la explotación del
trabajo sino de la redistribución entre las distintas fracciones del capital de la plusvalía
y el excedente-valor generado en la esfera productiva55.
III. 3. Perspectivas de análisis del patrón de reproducción del capital y las formas de
la dependencia en la actualidad
“Descifrar y caracterizar el patrón de reproducción del capital en que se encuentra una
economía nos permite entender el sentido del conjunto del proceso económico y nos ayuda a
responder a las tres preguntas clave de la economía: qué se produce, cómo se produce, para quién
se produce. En este cuadro comienza a tener sentido por qué se aplican tales o cuales políticas
económicas, por qué se establecen tratados comerciales y de qué manera, por qué se producen
determinados bienes y a qué mercados internos y externos van dirigidos, cuáles son las
condiciones del salario y del empleo, porqué la necesidad del empleo precario y la magnitud que
éste asume, el porqué de la magnitud de las formas de la pobreza y al mismo tiempo, de la
riqueza, etc.”
Jaime Osorio
Con el mismo criterio que se piensa el modo de acumulación a escala mundial y la
caracterización de los efectos provocados por la fase neoliberal, es pertinente asimismo
indagar los modos en que se presenta esta lógica en una escala regional, a través de los
patrones de reproducción (Osorio, 2004).
Para Osorio, con el proceso de mundialización del capital se agudizaron las tendencias
del capitalismo a generar regiones y zonas con la capacidad de apropiar valor a la par
de la generación de otras regiones geográficas desde donde se extrae ese valor, y, con
este proceso, la brecha entre el mundo desarrollado y el periférico. En los primeros
estadios de la expansión imperialista, este proceso se había dado mediante la estrategia
de saqueo y pillaje pero luego de los procesos de independencia y descolonización la
estrategia de extracción de valor se dio acorde a las leyes económicas que rigen las
relaciones en el mercado mundial (Osorio, 2004). Con la mundialización del capital y el
Sin embargo, frente a los límites que enfrenta el capitalismo tras el estallido de la crisis mundial en 2009,
Carcanholo y Nakatani no ven una salida hacia un regreso del Estado de Bienestar Keynesiano y un
capitalismo regulado sino hacia una exacerbación de las diferencias entre los países del centro y la
periferia a través de una transferencia mayor de riqueza, del crecimiento de la exclusión social y la
intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo.
55
38
fin del bloque socialista se crearon “nuevas periferias”56, que, junto con las periferias
tradicionales, sirvieron al capital global para instalar fábricas donde se aprovechen las
ventajas “comparativas” y “naturales” como la ubicación geográfica, los bajos salarios
y la flexibilidad laboral y el escaso desarrollo de las organizaciones sindicales.
Con la mundialización del capital y la implantación del patrón de reproducción
exportador, a pesar de las ”modernizaciones” económicas se profundizan y se
reproducen las brechas entre el desarrollo del centro y el subdesarrollo periférico y
asimismo la polarización de la sociedad en su interior57. Asimismo, aunque la
economía y los salarios crezcan y la desocupación disminuya58, persisten los problemas
de la precariedad de los empleos y los rasgos centrales de la dependencia:
Alcanza sentido la paradoja de naciones que se empobrecen frente al crecimiento
de enormes riquezas locales, las cuales no se han visto afectadas por “décadas
perdidas” y otros eufemismos empleados para ocultar tanto las enormes
transferencias de recursos de la Periferia al Centro (por la vía del pago de intereses
de deudas externas que siguen creciendo, patentes, traspaso de ganancias de
transnacionales a sus países de origen, etc.), así como el incremento de la
sobreexplotación y de las transferencias de plusvalía de las clases asalariadas al
capital (por la vía de constricciones brutales de los salarios, empleo precario, largas
jornadas laborales, etc.), y favoreciendo la constitución de poderosos grupos
económicos (mediante la venta de empresas estatales a precios irrisorios, aumento
de la intervención estatal dirigida a salvaguardar negocios de aquellos grupos,
etc.)59.
En lo que respecta al capitalismo periférico, para Jaime Osorio desde el agotamiento
del modelo sustitutivo en Latinoamérica asistimos a un patrón de reproducción del
capital denominado “exportador de especialización productiva” (Osorio, 2012: 69). La
imposición a sangre y fuego de este nuevo patrón representó un avance sin
precedentes del capital sobre el trabajo y liquidó los cimentos del estado de bienestar y
En este proceso se crearon incluso periferias dentro del propio centro, como es el caso de la Unión
Europea y los “PIGS” (Portugal, Irlanda, Grecia y España) (Sotelo Valencia, 2009) [tomado de Dos Santos
Nogueira (2012)].
57 “Subdesarrollo o dependencia no es lo mismo que estancamiento (…) se puede crecer, y por largos
períodos y con tasas elevadas, pero al costo de profundizar los desequilibrios internos y de ensanchar la
brecha entre desarrollo y subdesarrollo” (Osorio, 2002: 93)
58 “América Latina, a pesar de experimentar ciclos de crecimiento prolongados, éstos dejaron tras de sí una
estela de deformaciones estructurales y desequilibrios macroeconómicos de distinta gravedad, o bien,
procesos de industrialización truncos o estancados (…) Las economías latinoamericanas pueden crecer,
pero lo harán al costo de exacerbar sus condiciones de dependencia y subdesarrollo, esto es, de agudizar
las “deformaciones estructurales y los desequilibrios” (Osorio, 2002: 93)
59 Osorio, 2002: 98
56
39
las conquistas históricas del movimiento trabajador en la región, atentando contra las
prestaciones sociales, el poder adquisitivo del salario y la estabilidad del empleo, entre
muchas otras. A diferencia del patrón de reproducción vigente durante el período de
industrialización por sustitución de importaciones, este patrón encuentra en el
mercado externo el espacio de realización de la producción. De este modo, mientras
que en las economías centrales existe una cierta complementariedad entre el ciclo
productivo y el ámbito de realización de las mercancías, en las economías
dependientes el ciclo del capital se escinde de la capacidad de consumo interno y de las
necesidades de las mayorías y se orienta la producción hacia los mercados externos y
hacia los sectores del decil de mayores ingresos del mercado interno (Osorio, 2012). La
ruptura del ciclo del capital, presente en la teoría de Marini, se sostiene para Samir
Amin sobre la brecha existente en el desempeño de la productividad y los salarios en la
periferia y el centro, es decir que en el centro los salarios acompañan relativamente más
que en la periferia el dinamismo de los incrementos en la productividad. Desde la
perspectiva de Amin, entonces, con el proceso de
mundialización del capital se
profundizó la brecha que separa a la periferia de los centros del sistema mundial
(Amin, 2003).
Uno de los núcleos centrales que se sostiene en la actualidad que la “vieja” escuela de
la dependencia había tomado a su vez del estructuralismo latinoamericano de los años
sesenta es la noción de centro y periferia. Relegada a un segundo plano por los
neoestructuralistas, que aluden a expresiones cercanas el pensamiento neoclásico como
“países atrasados y avanzados”, los dependentistas contemporáneos mantienen esta
categoría ya que les permite estructurar núcleos geográficos en un sistema mundial
integrado y jerarquizado donde existen naciones que se apropian del excedente de
otras naciones que se encuentran subordinadas. Frente a los enfoques puramente
endogeneistas desarrollados por la CEPAL en los últimos años, los dependentistas
siguen produciendo análisis donde el objetivo es reconciliar los factores “externos”,
derivados de la estructuración de las relaciones de las economías periféricas y centrales
en el Sistema Mundial, con los factores “internos”, propios de las formaciones
económico sociales específicas (Osorio, 2002).
40
De esta forma, en adición a la compensación vía transferencia de valor entre naciones,
en la periferia también se produce una transferencia de valor entre las propias
fracciones del capital y entre las clases sociales cuya consecuencia es la polarización de
la sociedad entre sectores de elevados ingresos y sectores que no llegan a cubrir las
necesidades básicas (Osorio, 2002).
A diferencia de los postulados de enfoques desde donde se sostienen las tesis del
imperialismo sin imperio y de redes de circulación de valor y capital sin un destino
geográfico determinado, para la TMD el proceso de transferencia de valor entre la
periferia y el centro va a ser un eje clave en la explicación de los síntomas de la
dependencia. (Osorio, 2004). La idea de centro y periferia tiene entonces un sentido
claro y actual en la consideración e identificación de aquellos espacios geográficos que
en el sistema mundial se muestran jerarquizados por su capacidad o incapacidad de
apropiarse del valor que se extrae en otras regiones del mundo.
Así, las características que presenta el capitalismo dependiente en la actualidad
mantienen, en relación a las características “clásicas” de la dependencia, la
superexplotación como base de la reproducción del capital y la transferencia de valor
desde la periferia hacia el centro como una de las formas en las que se reproduce la
lógica desarrollo/subdesarrollo. Con respecto a la transferencia de valor, en la
actualidad toma cuerpo, como se adelantó, en la remisión de utilidades de las empresas
multinacionales a sus casas matrices, el pago de los intereses de la deuda externa y las
transferencias monetarias por el pago de patentes, derechos y royalties es decir que
pueden darse tanto mediante el intercambio comercial (como sostuvieron Samir Amin,
Arghiri Emmanuel y Raúl Prebisch) como también mediante transferencias industriales
o financieras.
41
IV. Los problemas estructurales de las formaciones dependientes: la transferencia de
valor y el flujo de excedente
“Una relación núcleo – periferia es la relación entre los sectores más monopolizados de
producción, por una parte, y los más competitivos, por otra, y por tanto la relación entre
actividades de producción de alta ganancia (y generalmente alto salario) y baja ganancia (con
bajo salario). Es una relación entre capital mundial y fuerza de trabajo mundial, pero es también
una relación entre los capitalistas más fuertes y los más débiles. La consecuencia más
importante de la integración de ambas clases de actividades es la transferencia de plusvalía desde
el sector periférico al sector nuclear, es decir no sólo de los obreros a los propietarios, sino de los
propietarios (o controladores) de las actividades productivas periféricas a los propietarios (o
controladores) de las actividades nucleares, los grandes capitalistas”
Immanuel Wallerstein
Como se detalló en un capítulo previo, para la Teoría Marxista de la Dependencia, el
capitalismo periférico dependiente se describe como aquella situación en la que
“algunos países pueden expandirse por su propia iniciativa, mientras que otros, que
están en una posición de dependencia, pueden expandirse sólo como reflejo de los
países dominantes, lo cual puede tener efectos positivos o negativos en su desarrollo
inmediato” (Dos Santos, 1970: 289). En este marco, los bloques dominantes de las
naciones del centro controlan los mercados mundiales y esto provoca que se transfiera
el excedente generado en los países dependientes hacia los países dominantes,
ocasionando la pérdida de control de los primeros sobre una porción importante de sus
recursos.
Una de las características de la excepcionalidad del funcionamiento del capitalismo en
América Latina es que los procesos de transferencia de valor (en sus diversas
manifestaciones concretas) se pueden rastrear desde la época de la colonia, pasando
por la fase imperialista y neocolonialista, hasta llegar a la actualidad (Salgado, 2003).
En los países periféricos, desde la perspectiva neomarxista60, la burguesía nacional no
tuvo durante el proceso de la industrialización por sustitución de importaciones ni
Entre los principales neomarxistas identificamos a Paul Baran, André Gunder Frank, Samir Amin, Arghiri
Emmanuel e Immanuel Wallerstein. Sus contribuciones teóricas a la actualización del corpus marxista se
consideran un punto de partida ineludible de la construcción del marco teórico marxista de la teoría de la
dependencia latinoamericana (Hunt, 1989).
60
42
mucho menos tiene en la actualidad la capacidad de orientar el desarrollo de las
fuerzas productivas y completar las "tareas pendientes" de la revolución democráticoburguesa (incluso si las hubiera) ya que se encuentra sometida a una división
internacional del trabajo en la que cumple un rol subordinado y en la que sus intereses
se encuentran ligados a los de las fracciones dominantes del capital industrial y
financiero a escala global. Por el otro lado, el capital extranjero tampoco es un actor
pasible de completar estas tareas ya que si bien en un inicio la inversión extranjera
tiene su efecto expansivo, luego engendra crecientes necesidades de importación de
equipos,
transfiriendo
las
ganancias
a
las
casas
matrices
y
reinvirtiendo
productivamente en la periferia una porción menor en función de las condiciones del
mercado mundial y las condiciones de rentabilidad globales. Las inversiones en
infraestructura que realizan sirven a sus intereses y no al desarrollo de la capacidad
productiva de la economía en la que se instalan (Baran, 1957). Por último, aquellas
inversiones destinadas a la explotación de las ventajas absolutas (como los recursos
naturales) no suelen considerar la sostenibilidad de largo plazo ni los perjuicios
socioambientales que generan.
Las características que presenta el "subdesarrollo" periférico se manifiestan en un
"desarrollo desigual y combinado" entre sectores de distinta productividad (lo que el
Estructuralismo cepalino llamaría "heterogeneidad estructural"), en la desarticulación
del sistema económico nacional y en la dominación externa. El capital monopólico del
centro domina los sectores modernos de las economías subdesarrolladas y bloquea su
desarrollo a través del control de la composición de la inversión en estos sectores,
succionando valor en distintas formas (Amin, 1970).
Así, el status dependiente se refleja en el flujo de transferencia de valor-excedente y en
un proceso de industrialización distorsionado y trunco, en el que las burguesías
dependientes de la periferia carecen de la posibilidad de orientar el desarrollo de las
fuerzas productivas, no pudiendo así subsumir realmente el trabajo al capital como lo
hicieran en su momento histórico las economías centrales. En este marco, lo que hace
periferia a la periferia no es la "extracción" de riqueza desde el centro sino la
imposibilidad estructural de orientar el desarrollo de las fuerzas productivas, uno de
43
cuyos síntomas es la permanente transferencia de valor hacia los países centrales bajo
distintos mecanismos.
Las condiciones objetivas de la existencia de un tipo de funcionamiento específico del
capitalismo, en este caso el periférico y dependiente, estuvieron dadas históricamente,
por un lado, por el destino de la producción (que se realiza predominantemente en el
exterior y en los sectores locales de mayor poder adquisitivo) y, por el otro, por la
diferencia de productividad en el mercado mundial (que implica una transferencia de
valor). Estas dos condiciones propiciaron un patrón de reproducción sustentado en la
superexplotación del trabajo que “quebró” el ciclo de capital a través de la
transformación del fondo de consumo de los asalariados en el fondo de acumulación
capitalista (Osorio, 2009).
IV. 2. El problema de la transformación de valores a precios de producción61
"Aún prescindiendo del hecho que los precios de producción y su movimiento son regidos por la
ley del valor, es totalmente apropiado considerar los valores de las mercancías no sólo
teóricamente sino también históricamente, como el prius de los precios de producción"
Karl Marx
Si bien Marini realizó grandes avances en la caracterización de los causantes y
síntomas de la dependencia, la cuestión de la transferencia de valor ya había sido
abordada largamente en la literatura marxista. En la mayor parte de El Capital, Marx se
maneja en el marco estricto de la teoría del valor pero supone una economía cerrada,
sin incorporar lo que serían los efectos del intercambio en el mercado mundial. En el
esquema marxista original, la transferencia de plusvalía se da entre las distintas ramas
La inclusión de un apartado con un abordaje del conocido "problema de la transformación" de valores a
precios de producción responde a la necesidad de desarrollar una justificación metodológica que permita
realizar el "salto" teórico de la categoría de valor a la categoría de excedente. Si bien la literatura marxista y
dependentista utiliza la categoría de valor para analizar las transferencias entre naciones, veremos que una
bajada empírica cuyo objetivo sea analizar la situación en la Argentina en el período 1993-2011 requerirá
un salto a la categoría de excedente para que sea posible identificarlo con las variables existentes en las
cuentas nacionales.
61
44
de la economía en el contexto de la transformación de valores a precios de producción62
para igualar la tasa de ganancia general. El corolario de estas definiciones es que las
ramas con composición orgánica del capital63 superior a la media tendrían precios de
producción superiores a sus valores, mientras que aquellas ramas con una composición
orgánica del capital inferior a la media tendrían precios de producción inferiores a sus
valores, igualándose de esta forma la tasa de ganancia entre las distintas ramas
mediante la transferencia de valor entre estas.
Así, extrapolando el análisis nacional a la esfera internacional, existiría transferencia de
valor a través del comercio mundial debido a la diferencia en las composiciones
orgánicas del capital a escala nacional, que implican que en la transformación a precios
de producción para igualar la tasa de ganancia una parte de la plusvalía se transfiera a
aquellas ramas más capitalizadas, ubicadas en los centros industrializados. Esta
transferencia sería propia del modo de producción y sería necesaria para la igualación
de la tasa de ganancia, no constituyendo desde esta perspectiva una forma de
explotación del tipo imperialista.
La solución de Marx al problema de la transformación64
Tanto Marx como Ricardo y Smith postularon que no había una relación proporcional
entre valores y precios pero mantuvieron (al menos en parte) una teoría del valor
62
Marx definió los precios de producción como el capital adelantado más la ganancia media obtenida de
multiplicar la tasa media de ganancia por el capital adelantado. A su vez, la tasa media de ganancia era el
resultado de la relación entre la plusvalía total y el capital adelantado (Marx, 2000).
63 En la teoría de Marx, la Composición Orgánica del Capital se define como la proporción de capital
constante (materias primas, materias auxiliares y medios de trabajo) sobre capital variable (fuerza de
trabajo): “La composición del capital ha de entenderse en un sentido doble. Del lado del valor se
determina mediante la proporción en que se divide en capital constante o valor de los medios de
producción y capital variable o valor de la fuerza de trabajo, suma global de salarios. Del lado de la
materia, de cómo funciona ésta en el proceso de producción, cada capital se divide en medios de
producción y fuerza de trabajo viva; esta composición viene determinada por la relación existente entre la
masa de los medios de producción empleados, de un lado, y la cantidad de trabajo necesaria para su
empleo, por otro” (Marx, 2000: 69).
64 Si bien se optó por exponer la solución propuesta por Marx, somos consientes de que en los últimos
treinta años se han desarrollado numerosas e innovadoras soluciones que dan respuesta, en distintos
términos, al mismo problema. Entre ellas cabe señalar la "nueva solución" desarrollada entre otros por
Dumenil, (1980), Lipietz (1982) y Foley (1982), la solución "temporalista" que sostienen, entre otros,
Carchedi y Haan (1995), Freeman y Carchedi (1996) y la solución ofrecida por Morishima (1973, 1977) y
Shaikh (1977). Para un estudio más detallado de las soluciones alternativas, remitimos al trabajo de Diego
Guerrero, "Historia del pensamiento económico heterodoxo", Ediciones RyR: Buenos Aires, 2008.
45
objetiva que relacionaba el trabajo incorporado en la producción de la mercancía con
su valor y su precio.
El llamado "problema de la transformación de valores en precios de producción"
(PTVPP) al que se enfrentaron estos autores y también autores posteriores radica en
intentar trasladar el valor (como "tiempo social general de trabajo") al "precio natural"
(de Smith) o a los "precios de producción" (de Marx), estableciendo una manera de
cuantificar la relación entre valores y precios.
Si bien para Marx la Ley del Valor rige los movimientos tendenciales de los precios (en
el sentido de que una reducción del tiempo de trabajo tendería a hacer disminuir los
precios de producción), para que estos se determinen en última instancia por el valor,
deben cumplirse tres condiciones necesarias:
1. ∑V=∑PP La suma de los valores debe ser igual que la suma de los precios de
producción.
2. ∑PV=∑G La masa del plusvalor debe ser igual que la masa de ganancias.
3. g Debe existir en los mercados una tasa de ganancia única para todas las ramas
de la economía.
En Marx, las mercancías no se cambian de acuerdo a sus valores sino en función de sus
precios medios de producción. Esta diferencia entre los PP y los V es la que permite
igualar la tasa de ganancia entre las ramas con distinta composición orgánica del
capital, ya que los precios, además del valor, dependen del capital global invertido y se
determinan como producto de la inversión de capital. Así, los precios de mercado
gravitan en torno a los precios de producción, y estos son regidos en el capitalismo por
la ley del valor (trabajo-valor-precios de producción-precios de mercado):
"Si se toma como punto de partida el justo principio que el valor de la
mercancía está determinado por el tiempo de trabajo necesario para su
producción (y que el valor, de modo general, no es sino tiempo de trabajo social
realizado), se sigue de ello que el precio medio de las mercancías está
determinado por el tiempo de trabajo necesario para su producción. Ahora
bien, voy a demostrar que, precisamente porque el valor de la mercancía está
determinado por el tiempo de trabajo, el precio medio de las mercancías (...) no
puede nunca ser igual a su valor, aunque esta determinación del precio medio
46
sea sencillamente deducida del valor fundado en la determinación por el
tiempo de trabajo"65.
Por lo tanto, desde la perspectiva de Marx, los precios que rigen los cambios bajo el
capitalismo no expresan las cantidades de trabajo necesario insumidas en la
producción de mercancías (valor trabajo) sino que la competencia reduce los precios a
sus precios de producción. A su vez, los precios de mercado de las mercancías gravitan
en torno de los precios de producción. Esto lleva a que el intercambio en la esfera
mercantil bajo el modo de producción capitalista se haga no como expresión sólo de la
cantidad de trabajo sino como producto del capital que exige un rendimiento acorde a
la inversión efectuada.
Más allá de la expresión en la esfera del intercambio, la ley de valor rige y preside de
forma subyacente los cambios mercantiles y existe un vínculo entre valores y precios
de producción, que no son más que formas "transfiguradas" del valor.
IV.3. Las diferentes formulaciones del marxismo sobre la transferencia de valor entre
naciones
"El deterioro de los términos del intercambio y el intercambio desigual, aunque no son la causa
de la constitución de un centro y una periferia, son rasgos que caracterizan normalmente las
relaciones entre ellos"
Enrique Arceo
Si bien no fue abordado de manera exhaustiva por el propio Marx en sus trabajos
originales, posteriormente se intentó incluir las relaciones de intercambio mundiales en
el marco de la teoría del valor marxista. El problema de extrapolar el análisis marxista
al comercio internacional consiste, como señala Shaikh, en ver si la extensión de la ley
del valor a la esfera mundial se expresa como la ley de los costos comparativos, basada
en la doctrina de David Ricardo, o de alguna manera distinta (Shaikh, 2006).
65
Marx, Karl, Teorías sobre la Plusvalía, T 13 (tomada de Azcurra, 2011: 97).
47
Los llamados neomarxistas fueron quienes encararon este desafío teórico de enorme
magnitud, recogiendo el legado realizado por Marx, Lenin y Rosa Luxemburg, entre
otros grandes intelectuales del marxismo. Desde este marco teórico se postula la
existencia de formaciones sociales dependientes desde donde se transfiere
continuamente un flujo de valor-excedente hacia las economías centrales (Hunt, 1989).
La principal razón que engendra este mecanismo de naciones centrales y naciones
periféricas y dependientes es la ubicación en la división internacional del trabajo,
provocando el efecto en la periferia de un promedio de ingreso per cápita bajo y una
tasa de acumulación relativamente lenta. La división internacional del trabajo y el rol
que la periferia asume en ella dificultan el desarrollo de un sector industrial autónomo
y de una burguesía nacional que tenga la capacidad de orientar el desarrollo de las
fuerzas productivas, estableciéndose, por lo contrario, un desarrollo industrial limitado
y trunco, en función de las necesidades de acumulación del capital a escala global. Así
las clases dominantes locales se insertan de forma dependiente en las cadenas
mundiales de valor y en el rol que de manera exógena les asigna el mercado mundial.
El concepto de "espacio nacional de acumulación" (elaborado por Rolando Astarita y
retomado por Valeria Ianni (2011)), permite vincular las determinaciones externas y los
márgenes de maniobra internos a cada país. A diferencia de los enfoques nacionalcentrados, que otorgan un papel prioritario a las decisiones "nacionales" (tanto de
capitalistas como del estado) en la determinación del curso seguido por la economía,
bajo esta conceptualización se presenta una visión del capitalismo como sistema
mundial que establece que el modo en que se da el proceso histórico en un espacio
nacional específico es un reflejo de una tendencia global del capitalismo como totalidad
que se expresa en la periferia como desarrollo desigual, combinado y contradictorio66.
Desde la Teoría del Sistema Mundo, se señala que el objeto de estudio, en lugar de los
Estados Nacionales, deben ser los precisamente los sistemas mundiales analizados en
el largo plazo mediante ciclos sistémicos, tanto las Economías-Mundo como los
Desde la perspectiva de Ianni, esta visión sería en principio compartida por algunos teóricos neomarxistas
y dependentistas como Arghiri Emmannuel, Charles Bettelheim, Christian Palloix, Ernest Mandel, Milcíades
Peña, Rolando Astarita, Ruy Mauro Marini, Samir Amin y Vania Bambirra.
66
48
Imperios-Mundo. Para Wallerstein, los Sistemas Mundo son grandes zonas geográficas
espaciotemporales atravesadas por múltiples unidades culturales y políticas que
obedecen a ciertas reglas sistémicas, dentro de las cuales existe una división del trabajo
y por lo tanto un intercambio de bienes y de flujos de capital y trabajo (Wallerstein,
2006)
Así, los "espacios nacionales de valor" vendrían a representar "espacios geopolíticos de
validación de distintos tiempos de trabajo socialmente necesarios, determinados por
productividades diferentes" (Astarita, 2006: 276). Los espacios nacionales de valor
existen en tanto la tendencia a la igualación de la tasa de ganancia a nivel global y el
libre movimiento de los capitales y el trabajo se encuentren obstruidos. La
imposibilidad de homogeneización de la economía capitalista global habilita el
surgimiento de distintas combinaciones espaciales de producción y realización.
Como señala Palloix, existen cuatro circuitos: un "circuito del capital nacional" en el
que la producción y su realización se realizan dentro de un país; un circuito de
"inversión restringida" caracterizado por una internacionalización a nivel de los
intercambios; un circuito "mercado restringido" donde la inversión es internacional
pero la producción y realización se dan en espacios nacionales concretos; y un "circuito
global" donde se ve la forma más desarrollada de la internacionalización del capital en
la que la producción y realización son internacionales (Ianni, 2011). En la posguerra el
circuito de internacionalización habría adoptado la característica de un "mercado
restringido" generando resultados contradictorios en tanto el desarrollo desigual entre
los distintos espacios nacionales de valor impulsaba al capital desde los países
centrales hacia los periféricos pero al mismo tiempo generaba en ese proceso mayor
desigualdad ya que la internacionalización no lograba homogeneizar las condiciones
de producción entre los distintos espacios nacionales de valor. Las diferencias en las
productividades del trabajo generaron en los espacios nacionales dependientes
crecientes necesidades de importación de medios de producción y de salida de
utilidades para que el capital extranjero cierre su ciclo de reproducción (Ianni, 2011).
Esta hipótesis contrasta con la que sostiene Enrique Arceo (2003) cuando señala que
con la creciente movilidad del capital, a diferencia de lo que ocurrió a fines del siglo
49
XIX y comienzos del XX67, tras la crisis de sobreproducción de los años 70 se produjo en
el mundo un aumento en la libertad de los movimientos de capitales y de los mercados
de capitales, generándose en este proceso una capacidad mayor del capital industrial
de controlar las actividades con destino al mercado mundial desde cualquier lugar del
planeta. En este nuevo contexto, los salarios siguen estando determinados en los
espacios nacionales de valor mediados por condiciones socioeconómicas históricas y
no existe libertad de movimiento de la fuerza de trabajo.
En este marco, la tendencia a la igualación de la tasa de ganancia que se da a través la
formación de los precios internacionales de producción basada en espacios nacionales
de valor con salarios diferenciados ocasiona una transferencia de plusvalor desde la
periferia hacia el centro (Emmanuel, 1969; Arceo, 2005). Al utilizar la misma tecnología
en las actividades dinámicas, tanto en la periferia como en el centro se genera el mismo
valor por unidad de tiempo pero con diferentes composiciones orgánicas,
engendrando diferentes precios de producción en el mercado mundial. En estas
condiciones, el intercambio transfiere valor de la periferia al centro generando una tasa
de ganancia mayor para el conjunto del capital (Amin, 1970).
No solo en el campo del marxismo fue identificado este flujo de valor sino que desde el
Estructuralismo Latinoamericano con sede en la CEPAL también se señaló la existencia
de un mecanismo de sustracción de riqueza en el mercado mundial que permitía la
transferencia desde los países de la periferia hacia los países centrales. Prebisch (1949)
denominó a este mecanismo "tendencia secular al deterioro de los términos del
intercambio", que establecía que en el largo plazo los precios de los productos de la
canasta exportadora de los países periféricos (típicamente bienes primarios o
manufacturas con bajo valor agregado y de escaso contenido tecnológico) tendían a
declinar vis a vis los precios de los productos de la canasta de importación (típicamente
manufacturas de origen industrial,
con mayor valor agregado y un contenido
Para Arceo, en esta época, al no verificarse la tendencia a la igualación de la tasa de ganancia no es
posible generar precios de producción internacionales, siendo preeminentes en su lugar los precios
nacionales de producción y los espacios nacionales de valor, con las propias tasas medias de ganancia y la
posibilidad de tasas de ganancia extraordinarias por el poder monopólico del capital extranjero en algunas
ramas .
67
50
tecnológico más elevado). Así, con el correr de los años, para importar la misma
cantidad de mercancías del exterior, debido a los efectos negativos de esta tendencia
sobre los términos del intercambio, los países periféricos debían exportar una cantidad
mayor de mercancías, generando una presión sobre las cuentas externas que en
muchos casos desembocaba frecuentemente en crisis de balanza de pagos. El
mecanismo central que subyace a esta "excepción" a la Ley Ricardiana de las ventajas
comparativas68 y el mutuo beneficio en el intercambio comercial internacional es, para
Prebisch, la elasticidad ingreso de la demanda de productos manufacturados en
relación a la de los productos primarios (Prebisch, 1949).
Si bien el espectro de enfoques que identificaron la cuestión de la transferencia de valor
como una de las claves para comprender el status dependiente de las economías
periféricas, en el presente trabajo nos concentraremos únicamente en aquellas
abordadas por las teorías neomarxistas: el intercambio desigual y la transferencia de
valor en Arghiri Emmanuel, Samir Amin y Anwar Shaikh.
La teoría del intercambio desigual de Arghiri Emmanuel
“Se llama intercambio desigual a la relación de precios que se establece en virtud de la ley de la
nivelación de la cuota de ganancias entre regiones de cuotas de plusvalía institucionalmente
diferentes, significando el término institucionalmente que esas cuotas de plusvalía son por
alguna razón, sustraídas a la igualación competitiva”
Arghiri Emmanuel
En su modelo, Emmanuel parte de la diferenciación entre países desarrollados y
subdesarrollados y supone condiciones de autarquía donde se verifican los siguientes
supuestos: ley del valor trabajo; libre movilidad de capitales; tendencia a la igualación
de la tasa de ganancia a escala internacional; restricciones a la movilidad de la fuerza
de trabajo que habilitan niveles salariales distintos en los diferentes espacios nacionales
en el largo plazo.
Recordemos que, para David Ricardo (1814), en su conocida ley de especialización productiva por
ventajas comparativas, dos países en los que la productividad del trabajo en la producción de dos
mercancías distintas difiere, al ingresar al mercado mundial especializándose en la producción de aquella
mercancía en la que son relativamente más productivos (aunque no lo sean en términos absolutos) se
verán beneficiados por el intercambio.
68
51
En los países “subdesarrollados” predominan los bajos salarios, la escasa formación de la
mano de obra, la baja concentración de los capitales que operan localmente y la
existencia de disponibilidad de recursos naturales. Los países desarrollados poseen
salarios reales más altos, mayor concentración del capital, mayor complejidad de la
producción, mano de obra más calificada y en términos relativos una menor
disponibilidad de recursos naturales. También establece que en el intercambio ambos
países con la tecnología estándar, por lo que se los productos emplean el mismo tiempo
de trabajo socialmente necesario, es decir que una hora de trabajo simple en el país
subdesarrollado genera el mismo valor que una hora de trabajo simple en el país
desarrollado.
Así, en el modelo de Emmanuel, se intercambian en el mercado mundial productos
distintos pero realizados en condiciones medias de productividad, manteniendo el
marco teórico de la economía política clásica y marxista. En este modelo, establece a los
precios como la variable dependiente y a los salarios como la variable independiente,
mediando el intercambio desigual en su determinación.
Para Arghiri Emmanuel, el intercambio desigual se da debido a las diferencias
salariales existentes entre los países desarrollados y los países subdesarrollados, que se
toman como un punto de partida y se explican por razones socioeconómicas, históricas
e institucionales. Así, el nivel de los salarios reales determina la tasa de plusvalía, que
en los países subdesarrollados será en consecuencia más elevada. Al igualarse la tasa
de ganancia, es decir, al transformarse los valores en precios de producción, una parte
de
la
plusvalía
producida
en
los
países
subdesarrollados
se
transfiere
indefectiblemente a los países desarrollados.
En los países subdesarrollados, los productos incorporarían una cantidad más elevada
de trabajo pero se intercambiarían por debajo de su valor debido a los bajos salarios
existentes, mientras que los países desarrollados intercambiarían sus productos por
encima de su valor debido a los elevados salarios.
En un contexto mundial que opera bajo los supuestos mencionados, la tendencia a la
igualación de las tasas de ganancia sobre la base de salarios desiguales entre el centro y
52
la periferia genera en la formación de los precios de producción internacionales una
transferencia de valor en sentido periferia-centro69.
El enfoque de la transferencia de valor mundializado de Samir Amin
"Para nosotros, hay intercambio desigual en el sistema capitalista mundial cuando la diferencia
entre las remuneraciones del trabajo es superior a la que caracteriza a las productividades"
Samir Amin
Amin caracteriza al capitalismo como un sistema mundial que en su desarrollo
profundiza la polarización entre las formaciones sociales centrales y las periféricas,
rechazando las lecturas armonicistas que incluso en el propio seno del marxismo
identificaron la expansión del capital con la homogeneización de los niveles y
retribuciones de capital y trabajo. Estudiando los casos nacionales como parte de un
Sistema Mundial articulado y jerarquizado, Amin logra caracterizar a las economías
periféricas identificando al subdesarrollo no como una etapa hacia el desarrollo
económico sino como una consecuencia histórica del desarrollo capitalista de los
centros. Desde su perspectiva, la orientación de la producción en la periferia se da en
función de la acumulación del capital en el centro, respetando la división internacional
establecida y el marco global de generación de plusvalía (Herrera, 2006). Así, vemos
en Amin una tesis compatible con la definición de dependencia que estudiamos en
Marini y Dos Santos. También en línea con los autores marxistas latinoamericanos de la
dependencia, Amin identifica que en las formaciones sociales periféricas existe una
desarticulación entre sectores, existiendo sectores exportadores que operan en los
niveles medios de productividad mundial con otros sectores atrasados de escasa
capitalización (Brewer, 2001)
La teoría del intercambio desigual de Amin70 es distinta a la de Emmanuel y se basa en
la transferencia de valor a escala mundial producto del "deterioro de los términos
El modelo de Emmanuel fue ampliamente criticado. Charles Bettelheim (1972), señaló que Emmanuel no
había justificado correctamente por qué trataba los salarios como la variable independiente, ni tampoco
por qué algunos países son desarrollados y poseen salarios altos y otros son subdesarrollados de bajos
salarios. Así, para Bettleheim, las diferencias salariales (producto del nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas) serían el resultado y no las causas del subdesarrollo (Hunt, 1989).
70 Que presenta en su libro "Unequal Development" publicado en el año 1976
69
53
factoriales dobles del intercambio", a través del cual los salarios en el centro aumentan
con la productividad mientras que en la periferia no ocurre lo mismo.
El sistema que propone Amin (2010) se constituye de:
1) r: tasa de ganancia (tendencia a la igualación a escala mundial)
2) Pi: precio único para la mercancía i
3) Niveles salariales diferentes Wc (centro) > Wp (periferia)
4) Los bienes (l-m) se producen con la técnica [Ac Lc] mientras que los (n-z) se
producen con la técnica [Ap Lp]
5) Los bienes que se producen con la técnica [Ac Lc] pagan Wc y los que se
producen con la técnica [Ap Lp] pagan Wp. Todos los capitales reciben la
misma r.
Para ello supone:
i) Libre movilidad del capital
ii) Rigidez en la movilidad del trabajo, que es lo que permite la diferenciación
salarial en los espacios nacionales
iii) Todas las mercancías son commodities con precio único formado en las
mejores condiciones de producción.
Para que funcione el modelo, dado el supuesto de que la hora de trabajo simple genera
el mismo valor en la periferia y en el centro, la tasa de explotación debe ser mayor en la
periferia que en el centro, engendrado una tasa de plusvalía más elevada que luego, a
través del proceso de igualación de la tasa de ganancia en el nivel mundial y la
transformación de valor a precios de producción es transferido en la forma de
excedente.
Así, la superexplotación del trabajo en la periferia forma parte del proceso de
explotación desigual que se manifiesta en el intercambio desigual y en la transferencia
de valor a través del comercio mundial. El intercambio desigual se da allí donde se
54
utiliza la misma tecnología pero se pagan salarios diferenciados71 y en estas
condiciones es que se produce la transferencia de valor desde el centro hacia la
periferia y se establece una tasa de ganancia mayor para el conjunto del capital (Arceo,
2006). La aplicación de la ley del valor en la escala global homogeneiza los precios
medios de producción y la tasa de ganancia pero no los salarios reales en los distintos
espacios nacionales, no existiendo una convergencia con los aumentos de
productividad.
La clave del análisis de Samir Amin consiste en comprender que la desigualdad en los
niveles salariales entre el centro desarrollado y la periferia subdesarrollada (debida a
diferencias históricas entre formaciones sociales distintas) constituye la base de la
especialización productiva y del sistema de precios internacionales que perpetúa en
lugar de diluir esta desigualdad. Los precios internacionales no son, como señala
Emmanuel, la variable independiente, sino parte del proceso de reproducción a escala
mundial del desarrollo y el subdesarrollo, basado en una determinada división
internacional del trabajo y en el intercambio desigual (Brewer, 2001).
La respuesta de Anwar Shaikh a los modelos de intercambio desigual
En su análisis de la formación internacional de precios, Shaikh presenta su propia
lectura del modelo del intercambio desigual de Emmannuel. A diferencia del modelo
ricardiano, donde existían restricciones al movimiento de capitales en el plano
internacional, y del modelo de los marxistas de la teoría del imperialismo, que
suponían que la expansión del capital imperial se daba mediante monopolios
transnacionales, para Shaikh Emmanuel elaboró un modelo donde el imperialismo
tomaba cuerpo en la internacionalización del capital, sorteando las restricciones a la
movilidad de capitales pero manteniendo el supuesto de competencia y la tendencia a
la igualación de la tasa de ganancia a escala global.
Amin demuestra incluso que en el caso en que existen marcadas diferencias de productividad entre los
numerosos sectores productivos de los dos polos (centro / periferia) estas son proporcionalmente más
pequeñas que las diferencias existentes entre los salarios (Roffinelli, 2009).
71
55
En este modelo, el capital fluye hacia los países subdesarrollados no por consecuencia
de los costos de transporte ni por las diferencias tecnológicas existentes (ambos factores
se suponen neutrales) sino debido a la diferencia en la rentabilidad que halla en los
costos del trabajo asalariado, que considera en la periferia 30 veces inferior, en
promedio, a los del centro. En lugar de habilitar un ritmo de acumulación más rápido,
disminuyendo tendencialmente la brecha que los separa de los países desarrollados,
este proceso lleva a la periferia al estancamiento, a la profundización de la brecha y a
una subordinación al capital extranjero ampliamente extendida. Esto se debe a que el
capital fluye precisamente por las diferencias en la tasa de rentabilidad, generando un
excedente que se transfiere en beneficio de los países capitalistas desarrollados. Así, en
el modelo de Emmannuel la inversión extranjera en los países periféricos conduce a
precios más bajos, menores ganancias, menor crecimiento, estancamiento, desempleo y
dominación extranjera (Shaikh, 2006).
En su crítica a Emmannuel, Shaikh señala que su falencia está en vincular la teoría del
desarrollo desigual con la aceptación en sus propios términos de la ley de costos
comparativos de Ricardo. Para Shaikh, por lo contrario, el desarrollo desigual se
fundamenta en el libre comercio de mercancías ya que es este mecanismo el que
asegurará que los países centrales dominen el intercambio internacional y que los
países periféricos se encuentren recurrentemente en déficit crónicos y endeudados. Así,
para Shaikh, la inversión directa extranjera puede mejorar la posición de los países
periféricos modernizando y extendiendo su capacidad productiva pero la costo de
subordinarlos a su control y dominio, en función de sus intereses.
Esta concepción lleva a Shaikh a evaluar la transferencia de valor como desviaciones de
precios (de mercado) en relación a los precios directos (valores), dejando de lado a las
transferencias de valor que se manifiestan en la repatriación de utilidades, intereses,
etc., que él denomina transferencias de "componentes" de la ganancia en general.
El primer tipo de transferencia de valor que identifica Shaikh es el que se da a través de
la formación de los precios de producción, a través de la cual se transfiere plusvalía de
las industrias con baja composición orgánica hacia industrias con más alta composición
orgánica. Esta transferencia es propia del modo de producción que genera a través de
56
la competencia una tendencia a la igualación de la tasa de ganancia a través de las
diferencias entre los valores y los precios de producción. El segundo tipo de
transferencia de es la que se da entre capitales con distintos niveles de eficiencia, ya
que aquellos que operan bajo mejores condiciones que las del promedio absorberán
parte de la plusvalía generada por aquellos que operan en peores condiciones.
Así, la transferencia neta de plusvalía será la suma entre la transferencia intraindustrial (por diferencias entre las eficiencias de los productores individuales y las
condiciones
medias)
y
la
transferencia
inter-industrial
(por
diferencias
de
composiciones orgánicas del capital). Para Shaikh, entonces, no hay transferencia de
plusvalía por diferencias salariales ya que los cambios del salario modifican la
rentabilidad de los capitalistas individuales pero no su productividad, dejando
inalterada la estructura de valores individuales y valores sociales. Las diferencias
salariales lo único que afectan es en la magnitud de los flujos de transferencia de
plusvalía desde sectores de baja composición orgánica hacia sectores de alta
composición orgánica, pero la transferencia neta, según Shaikh, puede ser neutra.
Si bien no establece tendencias a escala global en lo que respecta al flujo de plusvalía,
Shaikh sí identifica efectos sobre los capitalistas individuales derivados de la existencia
de bajos salarios. Salarios reducidos implican una tasa de explotación más elevada, es
decir, mayor extracción de plusvalía y ganancias más elevadas. Para los capitalistas
más eficientes, la tasa de ganancia que obtienen se ve aumentada aún más por el pago
de los salarios más bajos, pero para los capitalistas menos eficientes es el pago de bajos
salarios los que les permite compensar su baja productividad y la pérdida de plusvalía
debido a su producción en condiciones inferiores a la media. Así, son los bajos salarios
los que les permiten mantenerse en competencia y producir con métodos atrasados.
Como corolario de su perspectiva, Shaikh señala que el subdesarrollo no implica
necesariamente una transferencia negativa de valor hacia los países desarrollados sino
que incluso en el caso de que esta transferencia fuera cero, las fuerzas de la
competencia y el libre comercio profundizarían el "desarrollo del subdesarrollo".
57
IV.4. La transferencia de valor para la teoría de la dependencia
“No es entonces ni coyuntural ni tangencial a la lógica como estas sociedades se organizan. Y
alcanza sentido en tanto se analiza el capitalismo como sistema mundial, que reclama
transferencias de valores de las regiones periféricas al centro y que las primeras, como forma de
compensar dichas transferencias, terminan convirtiendo parte del ´fondo necesario de consumo
del obrero´ en ´fondo de acumulación del capital´ dando paso a una forma particular de
reproducción capitalista y a una forma particular de capitalismo, el dependiente”
Jaime Osorio
Como vimos anteriormente, Marini describe el ciclo de acumulación dependiente de
los países periféricos como aquel con eje en el mercado externo por ende subordinado a
las necesidades de acumulación del capital en el centro. En este ciclo de acumulación,
la esfera de la producción se encuentra escindida de la esfera de la circulación y, por
este motivo, el consumo de los trabajadores no cumple un rol central en el proceso de
realización de la producción, por lo que su remuneración no es una variable relevante
para el capital en el proceso de realización del capital mercantil sino que es
considerada únicamente como un costo de producción. Como el consumo de los
trabajadores no cumple un rol importante en la reproducción del ciclo del capital y el
capital debe enfrentar un proceso de transferencia de valor hacia el centro debido a las
diferencias en la productividad y la tecnología, utiliza una parte del fondo de consumo
de los trabajadores como fondo de acumulación (Marini, 1973).
Así, el proceso de acumulación en los países dependientes asume características
propias, que se arraigan en contexto local con un mercado de trabajo barato en
términos relativos, una tecnología capital intensiva en los sectores dinámicos que
participan del comercio mundial y, principalmente, una violenta explotación de la
fuerza de trabajo que es en parte consecuencia de la transferencia de excedente a los
países centrales.
Para Marini, el intercambio desigual se da a través de la articulación de la transferencia
de plusvalía hacia el exterior con el ciclo dependiente del capital en la periferia. A
través de su inserción en la división internacional del trabajo como abastecedora de
materias primas al mercado mundial, América Latina permite la expansión de la
producción en los países industriales a través del abaratamiento de los medios de
58
subsistencia en los que se invierte el capital variable , contribuyendo a un aumento de
la tasa de ganancia a través de un incremento en la cuota de plusvalía y una
desvalorización del capital constante. Esta dinámica Marini la engloba en una
tendencia al deterioro de los términos del intercambio para los países periféricos
(Marini, 1991).
Marini modeliza una situación en la que dos naciones intercambian distintas clases de
mercancías (como manufacturas y materias primas) y poseen distintos grados de
productividad. Las naciones centrales exportan manufacturas y poseen mejores
condiciones de productividad media y las naciones periféricas exportan materias
primas en peores condiciones de productividad media. A través de este intercambio,
los países centrales logran vender sus productos a precios de producción superiores a
su valor (ya que producen en condiciones superiores a la media), constituyendo a
través de este proceso el intercambio desigual. Así, en el modelo de Marini, la
transferencia de valor entre naciones se da debido al modo en que se forman los
precios de mercado y los precios de producción. La transferencia de valor puede darse
en Marini por las diferencias en los niveles de productividad o por la existencia de
monopolios y puede verse compensada mediante "una mayor explotación del trabajo,
ya a través del aumento de su intensidad, ya mediante la prolongación de la jornada de
trabajo, ya finalmente combinando los dos procedimientos" (Marini, 1991). Así, la
transferencia de valor debido a diferencias productivas o existencia de monopolios se
puede compensar para los capitalistas individuales en la periferia mediante una tasa de
explotación de la fuerza de trabajo más elevada, que les permita incrementar la masa
de valor realizada y a través de ello su tasa de plusvalía y con esta su tasa de ganancia:
"Las naciones desfavorecidas por el intercambio desigual no buscan tanto
corregir el desequilibrio entre los precios y el valor de sus mercancías
exportadas (lo que implicaría un esfuerzo redoblado para aumentar la
capacidad productiva del trabajo), sino más bien compensar la pérdida de
ingresos generados por el comercio internacional, a través del recurso a una
mayor explotación del trabajador"72
72
Marini, R.M., 1991, Op. Cit.
59
El capitalismo sui generis de la periferia73 se caracteriza entonces para Marini por generar
una masa de valor que es transferida a los países dominantes en forma de ganancias,
pagos de interés, patentes, royalties o deterioro de los términos del intercambio, según
el momento histórico que se considere, excedente que por estos motivos no es
realizado internamente. La filtración de parte de su producto social hace que en la
periferia se deban implementar mecanismos compensatorios que generen más
excedente, y esto se logra en el plano de la producción por medio de la
superexplotación de la fuerza de trabajo.
IV.5. Transferencia de excedente al Centro desde la Periferia
“El imperialismo es, ante todo, un sistema de relaciones de dominación y de explotación, entre
clases. Sin embargo, como en la historia contemporánea las relaciones entre clases están
organizadas o tienden a serlo en naciones-estados, para la percepción inmediata el imperialismo
aparece, en primer término, como un sistema de dominación entre naciones [...] El imperialismo
se expresa, pues, en una doble dimensión. La de clase es la fundamental y, en consecuencia, es la
determinante del modo en que se constituye el problema nacional en este sistema. Pero su
carácter subordinado, no convierte a aquel [...][al problema nacional][...] en una mera
apariencia, no solamente porque es a través de él que se articulan y se expresan las relaciones de
clase, sino porque de allí se derivan las formas específicas en que éstas se procesan y se
configuran”
Aníbal Quijano
En el capítulo previo repasamos las distintas formulaciones teóricas desde el
Neomarxismo y desde la Teoría Marxista de la Dependencia sobre la transferencia de
valor y el intercambio desigual. Vimos que una de las causas que promueve esta
transferencia es la diferencia entre composiciones orgánicas del capital, que generan
que en aquellos espacios de menor capitalización los precios de producción sean
menores a sus valores y que, mediante el proceso de igualación de la tasa de ganancia a
escala mundial, se produzca una transferencia de valor entre naciones. Otro de los
factores que pudimos identificar es el que opera en la conformación de precios
internacionales en el mercado mundial a través de diferencias salariales superiores a
“A estas alturas del desarrollo del sistema mundial capitalista, lo que tenemos entonces son formas
diversas de capitalismos (…) que se imbrican y se condicionan, pero donde (…) son maduros, cada uno a
su manera. Tenemos así capitalismos originales, que en sus interrelaciones terminan por alimentar formas
particulares de construirse como capitalismo, de producir capitalismo y de reproducirse como entidades
capitalistas” (Osorio, 2002: 92).
73
60
las diferencias en la productividad. También vimos que en la periferia, para compensar
la menor eficiencia relativa en
la producción y lograr una rentabilidad media se
promueve un proceso que describimos como superexplotación de la fuerza de trabajo.
Así, identificamos que la transferencia de valor entre naciones se da en el marco del
propio proceso de desarrollo del sistema capitalista y del mercado mundial, que
engendra una articulación simbiótica entre el centro y la periferia y que permite ser
ordenada a escala mundial mediante la división internacional del trabajo.
Descubrimos también la dificultad de manejarnos en el plano analítico de los valores
ya que estos no se expresan linealmente en los precios y en los indicadores de las
cuentas nacionales sino que los intercambios mercantiles (en la esfera de la circulación)
se dan a través de la conformación de precios de producción, que son los que permiten
igualar la tasa de ganancia entre los distintos sectores de la economía.
Dada la dificultad metodológica de acceder a los valores (es decir, a los tiempos de
trabajo socialmente necesarios para producir una mercancía determinada en
condiciones medias de productividad), deberemos realizar un salto de nivel de
abstracción y pasar a manejarnos en la forma transfigurada del valor que no es otra que
los precios de producción. Será en esta forma transfigurada de valor que buscaremos
identificar, por un lado, la transferencia de valor- excedente y, por el otro, el
mecanismo por el cual se logra compensar este proceso en el plano de la producción a
través de la superexplotación de la fuerza de trabajo74.
El análisis de la transferencia de excedente nos lleva a posicionarnos en un nivel de
abstracción más concreto que el de la transferencia de valor, pero de ninguna manera
la niega. A este nivel de abstracción, la transferencia de valor-excedente se nos
aparecerá todavía en un plano más concreto como un flujo recursos que asume la
forma de remisión de utilidades, dividendos, intereses, fuga de capitales, pago de
En este trabajo se pondrá énfasis en identificar las formas que adopta la transferencia de valor-excedente
y en la búsqueda de una cuantificación empírica de los montos que asume, dejando la caracterización y
cuantificación de la superexplotación de la fuerza de trabajo para un estudio posterior.
74
61
remesas, royalties y patentes, deterioro de los términos del intercambio, precios de
transferencia, etc.
Paul Baran y Paul Sweezy, desde una perspectiva innovadora, reelaboraron la teoría de
la explotación de Marx para aplicarla al contexto mundial del capital monopolista. En
Marx, la plusvalía era definida como el tiempo de trabajo no remunerado y surgía junto
al modo de producción capitalista con la separación de los productores de los medios
de producción, la propiedad privada de los mismos y la relación asalariada entre
obreros y capitalistas. A diferencia de la plusvalía, Baran estableció el concepto de
excedente identificando tres tipos distinto: el Excedente Económico Real, el Excedente
Económico Potencial y el Excedente Económico Planificado (Filadoro, 2005).
El Excedente Económico Real se entiende como “la diferencia entre la producción real
generada por la sociedad y su consumo efectivo corriente” (Baran, 1959: 39). El
Excedente económico potencial, por su parte, “es la diferencia entre la producción que
podría obtenerse en un ambiente técnico y natural dado con la ayuda de los recursos
productivos utilizables, y lo que podría considerarse como consumo esencial” (Baran,
1959: 40). Por último, el Excedente económico planificado es aquel tal como tomaría
cuerpo en una economía socialista planificada. Otra definición de Excedente que
resulta de utilidad es la ofrecida por Bowles y Edwards, quienes lo definen como “la
parte de la producción total que queda una vez deducida la cantidad necesaria para
reproducir y reponer el trabajo, las herramientas, las materias primas y otros factores
utilizados o consumidos en la producción” (Bowles & Edwards, 1985: 37).
A diferencia de la plusvalía, que es un concepto propio del modo de producción y las
relaciones de producción capitalistas, el excedente es un concepto que atraviesa la
historia y se puede hallar desde los sistemas económicos primitivos75 hasta los futuros
sistemas económicos.
Recordemos que los sistemas económicos “representan formas distintas de organizar y controlar los
procesos de trabajo, basadas en diferentes sistemas de propiedad y otras formas de determinar la
utilización del excedente” (Bowles & Edwards, 1985: 64). En este sentido, un Sistema Económico no se
define por aquello que produce, ni en dónde lo produce ni en función de quiénes lo constituyen, sino que
75
62
El desafío de demostrar la persistencia de las transferencias de excedente en sentido
periferia-centro nos lleva a vincular la sustracción de riqueza por parte de los países
centrales como uno de los obstáculos al desarrollo económico en la periferia en los
mismos términos en los que se diera en los países centrales (Marini, 1973).
Como se argumentó previamente, la dependencia externa también está íntimamente
vinculada con la dependencia interna, que se manifiesta en la subordinación de los
sujetos económicos locales a las élites económicas mundiales (Cardoso y Faletto, 1971)
y también en la polarización social que genera la adopción de un patrón de consumo
hecho a imagen y semejanza de los que imperan en el mundo "desarrollado" (Furtado,
1969). Así, el fenómeno de la dependencia estructuraría transferencias de excedente
desde la periferia hacia el centro, y obviamente en el interior de los países periféricos,
desde el Estado y la clase obrera hacia la clase capitalista, y también entre las propias
fracciones capitalistas (González Casanova, 2009).
Es necesario realizar una aclaración metodológica en lo que concierne a los niveles de
abstracción en el análisis, ya que si bien se identifican contradicciones en lo que sería el
ámbito en la apropiación del excedente, tanto los "clásicos" representantes de la TMD
como los "nuevos" sostendrán que la contradicción central y estructurante de todas las
demás en el modo de producción capitalista es precisamente la que se da en la esfera
de la producción entre el trabajo y el capital. Sin embargo, se dará una situación en la
que la Nueva TMD en su convergencia con la Teoría del Sistema Mundial logran una
articulación teórica donde construyen un esquema donde se mantiene la contradicción
central estructurante y también se jerarquizan a escala global las posibilidades de
desarrollo de cada país en función de su inserción en la división internacional del
trabajo y la forma en la que se compone y articula el bloque de poder hacia el interior
de las fronteras en función de esa inserción.
Como vimos anteriormente, el marco analítico de la TMD busca reconciliar factores
"externos" que se derivan de la relación entre el Centro y la Periferia en el Sistema
está determinado por las reglas del juego mencionadas: relaciones de clase, organización del proceso de
trabajo y derechos de propiedad vigentes.
63
Mundial con los factores "internos" específicos de sus formaciones sociales,
identificando un proceso de extracción y transferencia de valor-excedente que va desde
la esfera de la producción (desde el trabajo al capital) hacia la esfera de la circulación
(entre las distintas fracciones del capital y desde la periferia hacia el centro). Este
proceso engendra la particularidad del capitalismo en la periferia, que se
"subdesarrolla" de manera desigual y combinado.
En el contexto de crisis de generación de excedente con que comenzó la década del ‘70,
los Estados Unidos, como el hegemón consolidado de occidente, impulsaron un nuevo
modelo de acumulación a escala global a través de la motorización del crecimiento
económico mundial y la articulación de las transformaciones de las normativas
internacionales en función de los intereses del capital financiero, la fracción de capital
hegemónica de su bloque de clases dominante.
Con la ruptura unilateral de los acuerdos de Bretton Woods y la posibilidad de
implementar regímenes flexibles de tipo de cambio y los sucesivos acuerdos de
liberalización del comercio y desregulación y desintermediación de las finanzas, se
generaron las condiciones para la implantación del nuevo modelo de acumulación que
estaría caracterizado por una recuperación de la tasa de ganancia pero con un nivel de
inversión real y de crecimiento de la productividad en niveles históricos relativamente
bajos. Asimismo, en la medida en que las grandes corporaciones se financiarizaron a
través del aumento exponencial del capital ficticio, los procesos productivos se
internacionalizaron y el comercio mundial se expandió en un ritmo inédito. A pesar de
esto, la brecha de ingresos entre los distintos países se incrementó y el producto
mundial se expandió a un ritmo muy inferior de lo que se había expandido durante la
“edad dorada”.
La desregulación de los flujos de capital, en un contexto de flotación flexible y de
posicionamiento del dólar como moneda de intercambio global, sumada a las políticas
neoliberales implementadas por los gobiernos de Carter y Reagan, llevaron a los
Estados Unidos a fuertes desequilibrios macroeconómicos que fueron compensados
por desequilibrios de signo opuesto del resto del mundo. Por un lado, debido a la
competencia creciente en el plano internacional y al proceso de internacionalización
64
productiva, los Estados Unidos incurrieron en un persistente déficit en la balanza
comercial.
Las
importaciones
norteamericanas,
que
comenzaron
a
superar
ampliamente a sus exportaciones, empezaron a operar como un factor expansivo de la
demanda mundial, ya que permitieron que se incrementen las exportaciones de
numerosos países, muchos de ellos periféricos, que, a su vez, comenzaron a acumular
reservas internacionales y a realizar inversiones netas en el exterior.
La elevación de la tasa de interés a comienzos de la década del ’80 y la elevada liquidez
internacional (incluso cuando la tasa de interés real se volvió negativa unos años más
tarde) permitieron saldar estos desequilibrios en la cuenta corriente por medio de
fuertes superávits en la cuenta capital de la balanza de pagos debido al masivo ingreso
de capitales desde el resto del mundo (principalmente del sudeste asiático), que
permitieron asimismo financiar el consumo interno norteamericano. Por otro lado, con
el incremento del gasto militar y la reducción de los impuestos al capital y a los
sectores de mayores ingresos, se erosionaron las cuentas públicas, lo que hizo incurrir
en persistentes déficits fiscales al tesoro norteamericano, convirtiéndose también en un
factor expansivo de la demanda interna y permitiendo sostener por unos años el ritmo
de crecimiento económico. El crecimiento de la economía de los Estados Unidos pasó a
depender en gran medida del endeudamiento privado de los hogares y de la posición
acreedora del resto del mundo que pasó a financiar las importaciones y a engrosar el
mercado de capitales norteamericano (Arceo, 2011).
En este contexto se verifica que los flujos de excedente a escala global tienen la
dirección que les imprime la potencia hegemónica global. Como muestra de ello, en la
década del '80 los flujos netos que recibió EEUU sumaron alrededor de USD 100 mil
millones, mientras que en los '90 la economía norteamericana absorbió el 66% de los
ahorros mundiales. En los últimos años, este proceso siguió la misma tendencia
vinculándose al fenómeno que se conoce como "vuelo hacia la calidad", absorbiendo
ahorro contra emisión de títulos del tesoro americano (Sacroiski y Rivas, 2012).
Retomando la caracterización de la transferencia de excedente, en la actualidad se
presenta adoptando la forma de remisión de utilidades y dividendos de las empresas
transnacionales a sus casas matrices, el pago de los intereses de la deuda externa, la
65
fuga de capitales y las transferencias monetarias por el pago de patentes, derechos y
royalties, es decir que pueden darse tanto mediante el intercambio comercial como
también mediante transferencias industriales o financieras76.
Según un estudio del Tax Justice Network, entre 1970 y 2010 se fugaron a "guaridas"
fiscales de todo el mundo entre 21 y 32 billones de dólares77. Dentro de este total,
alrededor de 2 billones de dólares pertenecen a latinoamericanos (Bercovich y
Rebossio, 2013).
Por otro lado, un estudio reciente del CIDSE (2008) establece que las transferencias
netas de recursos financieros78 desde los países periféricos79 hacia los países centrales
(EEUU, Europa Occidental y Japón) ha cambiado su signo y mantenido un crecimiento
continuo y sostenido entre 1995 y 2006. Mientras que en 1995 la periferia se había
beneficiado con USD 46 mil millones, desde 2006 transfirió alrededor de USD 658 mil
millones por año. Así, según el informe, ni los flujos de ayuda ni la inversión extranjera
directa ni las remesas compensan los pagos de deuda, los desequilibrios comerciales, la
fuga de capitales y la acumulación de reservas internacionales que provocó la
aplicación a escala global del programa neoliberal de apertura y desregulación80
(CIDSE, 2008).
Según Gaggero, Kupelian y Zelada (2010), tras el comienzo de la crisis mundial en 2007
con epicentro en los países centrales, el monto de transferencias actual se habría
"En este último caso las transferencias de excedentes no sólo toman la forma de extracción,
descapitalización o desvalorización de la riqueza social, sino potencian transferencias de los títulos y la
propiedad de activos y acciones (extranjerización de la economía), o bien transferencia de las obligaciones
de pago desde el capital privado endeudado hacia el Estado (haciendo recaer el peso de los débitos
privados hacia “la nación”)" (Salgado, 2003: 33)
77 Recordemos que 1 billón de dólares equivale a 1.000.000.000.000 dólares
78 Las transferencias netas se refieren a los ingresos de capital (netos) menos los pagos de intereses y otros
pagos por ingresos de inversión (netos) (CIDSE, 2008).
79 El informe no utiliza esta categoría sino que en su lugar menciona a los países "pobres" y de "desarrollo
intermedio", incluyendo a las "economías en transición".
80 "Así, uno no puede ignorar el hecho de que en la última década ha habido una transferencia neta de
recursos financieros desde los países pobre hacia los países ricos. Los servicios de la deuda, las pérdidas de
beneficios debido a la liberalización del comercio y la acumulación de reservas internacionales en moneda
extranjera son variables críticas que deben ser tenidas en cuenta. Sin embargo, estas variables no dan
cuenta de todos los flujos del sur hacia el norte. La fuga de capitales ilícita, ya sea a través de la
transferencia de activos robados, evasión o elusión fiscal u otras actividades ilícitas, dan cuenta de una
porción elevada de estos flujos" (CIDSE, 2008: 45 -la traducción es propia).
76
66
incrementado notablemente, superando en el año 2010 el billón de dólares
anuales(USD 1000 mil millones)81.
Si bien en América Latina el proceso de transferencia de excedente hacia el centro
puede encontrarse a lo largo de toda la historia, tras la implementación del shock
neoliberal se generaron condiciones estructurales que agudizaron este fenómeno. Entre
estas condiciones, las más determinantes fueron el sobreendeudamiento externo, el
deterioro de los términos del intercambio, la extranjerización de las economías y los
procesos de desestabilización financiera y monetaria (Salgado, 2003).
Según Global Financial Integrity, la cantidad de dinero que salió de la periferia hacia el centro y hacia las
guaridas fiscales en 2010 ascendió a 1,13 billón de dólares (Bercovich y Rebossio, 2013).
81
67
V. Transferencia de excedente en la Argentina (1993-2011): una aproximación desde
la Teoría de la Dependencia
"El capitalismo mundializado pasó a aplicar nuevos mecanismos de apropiación del excedente
periférico por medio de las empresas transnacionales y el sistema financiero especulativo,
aliándose con las burguesías emergentes locales (...) los mecanismos de apropiación y
acumulación del excedente económico se acentuaron por el crónico endeudamiento externo, por
las relaciones desiguales de intercambio, por la dominación del capital financiero y bancario y
con la complacencia y connivencia de las clases dominantes, de las oligarquías agroextractivistas
exportadoras y, posteriormente, de los agentes de la subeconomía industrial, los cuales
tradicionalmente ejercieron el control del poder estatal"
Luiz Toledo Machado
V.1. Transferencia de excedente: aproximaciones metodológicas
Como argumentamos previamente, para la Teoría Marxista de la Dependencia, el status
de economía dependiente se refleja en que una porción no menor del excedente
generado en la periferia es apropiada por los países centrales, que controlan los
mercados mundiales.Con la transición del modo de producción capitalista a una fase
de mundialización financiera, el ingreso de capitales en la forma de Inversión
Extranjera Directa (IED) deja de ser utilizado para instalar nuevas fábricas y pasa a ser
usado para adquirir, incorporar o fusionarse con las ya existentes. Por su parte, el
capital extranjero que ingresa bajo la forma de empréstitos y deuda externa pública
(aplicado muy marginalmente a la esfera productiva) comienza a generar un
compromiso de pago de intereses, ganancias y dividendos que opera como una
filtración permanente de riqueza desde la periferia hacia el centro que obliga a estos
países a ingresar y permanecer en las principales organizaciones multinacionales
(como la OMC, el FMI, el BM, el BID, el CIADI) y en los mercados financieros
mundiales.
En las últimas cuatro décadas, se han profundizado en Latinoamérica las tendencias a
la concentración económica y centralización del capital basadas en una fuerte
68
extranjerización de las economías locales82. Así, la "sangría" de recursos en el
capitalismo mundializado adopta en la actualidad distintas formas: remisión de
utilidades y dividendos, pago de intereses y amortizaciones de la deuda externa, fuga
de capitales o modificaciones en los términos del intercambio. Estas variables, que la
literatura dependentista había identificado como un factor de incremento del reflejo
"externo" de la situación dependiente, son denominadas por la literatura keynesianaestructuralista como "restricción externa" de la balanza de pagos.
Ferreira y Canuto (2003) analizan el efecto del ingreso de capitales externos (ya sea en
la forma de IED o de Deuda Externa) y concluyen que éste puede ser beneficioso en el
corto plazo ya que relaja la restricción externa pero que en el largo plazo puede
profundizar las causas de la crisis recurrentes de la balanza de pagos debido a la
filtración constante de excedente en la forma de intereses, utilidades y dividendos de la
cuenta corriente83.
La medición de la transferencia del excedente se vuelve entonces un objetivo clave en
la contribución de argumentos de base empírica a la identificación de uno de los
síntomas que permiten, en el marco de lo aparente, identificar las relaciones de
dependencia que operan en la actualidad. Desde el punto de vista del excedente, tanto
su uso (construcciones residenciales de lujo, consumo importado, imitación de pautas
de consumo) como su transferencia (fuga de capitales, pago de intereses, royalties,
patentes, remisión de utilidades, etc.) nos permiten evaluar las problemáticas que
enfrentan los países de la región en la actualidad (Sbattella y otros, 2013).
Como un reflejo de este proceso generalizado de extranjerización, en América Latina entre 1990 y 2001 la
banca extranjera pasó a representar en Argentina del 10% al 61%, en Brasil del 6% al 49%, en Chile del
19% al 62% y en México, del 0% al 90%. (Sacroiski y Rivas, 2012)
83 Daniel Azpiazu (1995) realizó un estudio para la economía argentina en los períodos 1964-1974 y 19761983 y concluyó que el resultado neto de la inversión de los Estados Unidos en la Argentina, al contrario
de lo que esperaban los desarrollistas, fue negativo para la Argentina, ya que el saldo final arrojó la salida
de USD 28 millones. En el segundo período (1976-1983), el saldo de la IED en el total fue prácticamente
nulo mientras que en la industria fue incluso negativo (unos USD 102 millones). La mayor parte de la IED
del período 1976-1983 tomó la forma de aportes transitorios o de reinversión de utilidades. Además, gran
parte de la IED se hizo a través de la compra de activos preexistentes y el ingreso de nuevos capitales en
este período fue menor que las repatriaciones registradas en las Empresas Transnacionales preexistentes
(Azpiazu, 1995).
82
69
Hay diversas metodologías para realizar esta medición. Un antecedente clave en la
temática es presentado por Samir Amin, que concluyó que hacia fines de la década del
ochenta la transferencia de valor de la periferia al centro del mundo era del orden de
los 400.000 millones de dólares anuales. Partiendo de su metodología, Pablo González
Casanova (1998) elaboró un Índice Internacional de Transferencias de Excedentes
(IITE) con el objetivo de determinar el impacto del neoliberalismo en la transferencia
de excedentes entre 1972 y 1995. Por los objetivos que se propuso, este índice no
contempló las transferencias internas de excedente del trabajo al capital84 ni del sector
asalariado al no asalariado dentro de la clase trabajadora.
El IITE, elaborado con información del FMI, BM y fuentes provistas por otras
organizaciones internacionales, se integra por los siguientes indicadores:
a) servicio de la deuda;
b) transferencias netas unilaterales (invirtiendo signo);
c) efectos de los cambios de precios en el comercio exterior;
d) utilidades netas remitidas (invirtiendo signo);
e) otro capital a corto plazo no incluido en otro indicador (invirtiendo signo);
f) errores y omisiones (invirtiendo signo).
Tomando como punto de partida este índice elaborado por González Casanova,
Salgado (2003) elaboró su propio Índice Compuesto de Transferencias de Excedente
(ICTE) actualizando y agrupando los resultados obtenidos en el anterior a través de los
siguientes indicadores:
a) Servicios de la deuda externa
b) Efecto del cambio en los Términos del Intercambio
A pesar de que no esté contemplado en esta medición, en este último período también se incrementó
considerablemente la tasa de explotación y la transferencia de valor desde el trabajo al capital. Como un
reflejo de esta transferencia es válido considerar la distribución funcional del ingreso: "En el caso de
América Latina, por ejemplo, el año de 1970 los asalariados en Argentina detentaban el 40% del PIB; según
las estimaciones más recientes para 1990 su participación llegó a ser de sólo 28% (la cuenta oficial que
muestra la participación de los asalariados en la riqueza nacional dejó de figurar en los anuarios
estadísticos de ese país y de la Cepal desde ese año). En Chile mientras entre 1970 y 1972 su participación
llegó a más de 43% del PIB, actualmente no sobrepasa los 35 puntos porcentuales" (Salgado, 2006: 136).
84
70
c) Utilidades netas remitidas por concepto de la inversión extranjera directa85
d) Movimientos del capital de corto plazo.
e) Errores y Omisiones
f) Transferencias Netas unilaterales
Los resultados que obtuvieron tanto González Casanova (2009) como Salgado (2003)
establecieron que con el neoliberalismo se agudizó el proceso de transferencias de
excedente y los costos de la crisis recayeron principalmente sobre los países de la
periferia, donde se implementaron sistemas más inequitativos y polarizantes86. En esta
primera aproximación a la medición de la transferencia de excedente para la Argentina
en el período 1993-2011 nos concentraremos principalmente en las siguientes tres
variables: (a) La Fuga de Capitales; (b) El Pago de los Servicios de la Deuda Externa; y
(c) La Remisión de Utilidades y Dividendos87.
La transferencia de excedente por la vía del pago de patentes y royalties es todavía difícil
de dimensionar ya que no fue hasta la Ronda de Doha de 2005 que se establecieron las
pautas de regulación sobre la propiedad intelectual y se comenzaron a medir. Por otro
"En esos cálculos sólo se han considerado las utilidades remitidas, que no es el total del beneficio
obtenido por la operación de las filiales de multinacionales en el extranjero, éste incluiría tanto los
beneficios de las compañías filiales no repatriados, como la reinversión de utilidades. Otro mecanismo de
subvaluación o de ocultamiento reside en la utilización de los precios de transferencia u otros tipos de
artilugios. En este caso la modalidad más recurrente es la subfacturación de las exportaciones con la
finalidad de pagar menos impuestos en las economías receptoras, o la recolocación y registros
diversificados (desplegados a nivel mundial en formas contables complejas o de difícil detección) de
inversiones y beneficios de los corporativos mega-empresariales" (Salgado, 2003)
86 "América Latina también mantuvo su participación dentro del total transferido por los países periféricos
llegando casi al 40% del total, lo que coloca el monto de lo transferido por nuestra región en 739.9 mil
millones de dólares de 1992 a 1996. En resumen, América Latina y el Medio Oriente, se presentan como las
regiones que registran las mayores transferencias de excedente en cada uno de los quinquenios, juntas
suman del 60% al 75% del total de lo transferido por la periferia del mundo a los países centrales. Según
estos datos del total acumulado de transferencias de excedentes que la periferia ha realizado hasta 1996
(estamos hablando de cerca de 4 billones 861 mil millones de dólares), América Latina y el Medio Oriente
han efectuado más de la mitad, 1 billón 882 mil millones, y 1 billón 888 mil millones, respectivamente.
Mientras que el total acumulado de transferencia de Asia casi llega a los 470 mil millones; el de África es
apenas superior a los 410 mil millones; y el de Europa Central suma 205 mil millones de dólares; casi una
novena parte de lo transferido por América Latina o Medio Oriente, en los últimos 20 años" (Salgado, 2003:
34).
87 Además de las señaladas, existen numerosas formas a través de las cuales se transfiere el excedente
desde la economía argentina hacia el exterior pero que son sumamente difíciles de cuantificar. Entre otras,
cabe mencionar el contado con liqui (forma legal), los CEDEAR, la sobre y subfacturación en las
operaciones de comercio exterior, el manejo de los precios de transferencia, la manipulación de
instrumentos financieros como los derivados o los fideicomisos irrevocables. Para profundizar en el tema,
se recomienda consultar el libro de Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio (2013).
85
71
lado, los efectos de la mejora de los términos del intercambio en la última década serán
dejados por el momento de lado para analizarlos un estudio posterior, aunque es
preciso señalar que en la última década los países productores de bienes primarios y
exportadores de recursos naturales no renovables se han beneficiado fuertemente del
aumento de los precios de las commodities en el mercado mundial, capturando una
importante porción de la renta internacional por esta vía.
V.2. Argentina en la Semiperiferia dependiente
Antes de pasar a la medición de la transferencia de excedente en la Argentina para el
período 1993-2011, es necesario explicitar la metodología por la cual se considera a la
Argentina dentro del conjunto de países periféricos y, por lo tanto, pasible de ser
caracterizada, en los términos en que lo venimos manejando, como economía
dependiente. Siguiendo a Arceo (2004) que recoge la metodología de Arrighi y
Wallerstein, se caracterizará al centro y a la periferia del siguiente modo:
Centro: engloba a aquellas naciones que participan en la división internacional
del trabajo como productoras y exportadoras de productos industriales con alto valor
agregado y elevado contenido tecnológico. Estas naciones suelen ser las que "exportan"
capital realizando inversiones más allá de sus fronteras mediante la instalación de
filiales de sus compañías transnacionales, monopolizando el desarrollo de las
innovaciones y consiguiendo cierto control de precios. Los países del centro están
conformados, según esta metodología, por los países de Europa (excepto Turquía,
Malta y Chipre y los ex países socialistas); Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia y
Nueva Zelandia.
Periferia: aglutina a aquellas naciones que participan en la división
internacional del trabajo como productoras y exportadoras de materias primas o
productos industriales de escaso valor agregado y con bajo contenido tecnológico. Sus
patrones de acumulación se sostienen generalmente en una elevada tasa de explotación
y una tendencia al estrangulamiento externo debido a la necesidad de importar capital
y tecnología. Dentro de la Periferia encontramos:
72
a. Semiperiferia: compuesta por el conjunto de países que tenían en 1975,
a paridad de poder de compra, un producto Per cápita dos veces y medio superior al
del conjunto de la periferia. En la Semiperiferia se dieron los procesos de desarrollo
desigual y combinado a partir de los cuales se engendraron estructuras económicas
heterogéneas y especializadas. Entre ellos están los nuevos países industriales asiáticos,
los del Cono Sur de Latinoamérica, los de Europa del este, la región costera de China,
ciertas regiones de India y parte de las antiguas repúblicas soviéticas.
Como afirma Diego Hurtado, los países semiperiféricos "son aquellos que poseen
capacidad industrial e impulsan procesos de desarrollo dependientes" ya que se
presentan, por un lado, como mercados codiciados por los países centrales para
instalar sus tecnologías de avanzada pero, por el otro lado, "suelen ser objeto de las
estrategias de obstaculización o bloqueo de aquellos desarrollos tecnológicos que
puedan significar una alteración del “equilibrio” o de la “estabilidad” –militar y/o
comercial– del sistema mundial" (Hurtado, 2013).
b. Periferia Industrializada: países en los que en 1990 (o el año más
próximo para el cual se dispusiera de datos) el valor agregado por la industria
manufacturera supere el 20% del PBI o en los que (a falta de ese dato), el valor
agregado por la industria supere el 30% del PBI.
c. Periferia Exportadora de manufacturas: aquellos en que, en 1990, más
del 50% de las exportaciones provienen de la industria manufacturera, cualquiera sea
la participación de la industria manufacturera en el PBI.
d. Periferia Exportadora de minerales o petróleo: aquellos donde estos
productos representan más del 70% de las exportaciones en 1990, cualquiera sea la
participación de la industria manufacturera en el PBI.
e. Periferia Exportadora de productos primarios: países que no entran en
las tres categorías previas e incluyen, por lo tanto, a los paraísos fiscales y/o turísticos,
que para algunos efectos serán distinguidos de los restantes.
Con esta metodología, la Argentina pertenecería a la categoría de países de la
semiperiferia ya que su PBI per cápita a paridad de compra (a dólares corrientes) era
en 1980 4894 USD y el del resto de los mercados "emergentes" y "economías en
73
desarrollo"88 1100 USD, lo que en términos de proporción representa un 445% (4,5
veces). Como podemos observar en el Gráfico 5.1, en todo el período considerado
(1980-2011) excepto entre 2002 y 2004, el PBI per cápita PPP de la Argentina sería al
menos 2,5 veces el del resto de la periferia considerada en su conjunto, aunque cabe
señalar que hacia el final del período en consideración, este ratio se reduciría hasta
alcanzar el 252% hacia 2011 (FMI, 2013).
Gráfico 5.1. Argentina (1980-2011): PBI Per cápita PPP (USD Corrientes) (der) y PBI
per cápita PPP Argentino como % PBI per cápita PPP Países Avanzados (ARG/C) y
Países Emergentes (ARG/P)
Utilizaremos la terminología del FMI porque es la única base de datos actualizada de la que se puede
obtener a este nivel de agregados el PBI per cápita PPP. Para el FMI los países "emergentes" y economías
en desarrollo son los siguientes 153: Afghanistan, Albania, Algeria, Angola, Antigua and Barbuda,
Argentina, Armenia, Azerbaijan, The Bahamas, Bahrain, Bangladesh, Barbados, Belarus, Belize, Benin,
Bhutan, Bolivia, Bosnia and Herzegovina, Botswana, Brazil, Brunei Darussalam, Bulgaria, Burkina Faso,
Burundi, Cambodia, Cameroon, Cape Verde, Central African Republic, Chad, Chile, China, Colombia,
Comoros, Democratic Republic of the Congo, Republic of Congo, Costa Rica, Côte d'Ivoire, Croatia,
Djibouti, Dominica, Dominican Republic, Ecuador, Egypt, El Salvador, Equatorial Guinea, Eritrea,
Ethiopia, Fiji, Gabon, The Gambia, Georgia, Ghana, Grenada, Guatemala, Guinea, Guinea-Bissau, Guyana,
Haiti, Honduras, Hungary, India, Indonesia, Iran, Iraq, Jamaica, Jordan, Kazakhstan, Kenya, Kiribati,
Kosovo, Kuwait, Kyrgyz Republic, Lao P.D.R., Latvia, Lebanon, Lesotho, Liberia, Libya, Lithuania, FYR
Macedonia, Madagascar, Malawi, Malaysia, Maldives, Mali, Marshall Islands, Mauritania, Mauritius,
Mexico, Micronesia, Moldova, Mongolia, Montenegro, Morocco, Mozambique, Myanmar, Namibia, Nepal,
Nicaragua, Niger, Nigeria, Oman, Pakistan, Panama, Papua New Guinea, Paraguay, Peru, Philippines,
Poland, Qatar, Romania, Russia, Rwanda, Samoa, São Tomé and Príncipe, Saudi Arabia, Senegal, Serbia,
Seychelles, Sierra Leone, Solomon Islands, South Africa, South Sudan, Sri Lanka, St. Kitts and Nevis, St.
Lucia, St. Vincent and the Grenadines, Sudan, Suriname, Swaziland, Syria, Tajikistan, Tanzania, Thailand,
Timor-Leste, Togo, Tonga, Trinidad and Tobago, Tunisia, Turkey, Turkmenistan, Tuvalu, Uganda,
Ukraine, United Arab Emirates, Uruguay, Uzbekistan, Vanuatu, Venezuela, Vietnam, Yemen, Zambia, and
Zimbabwe (FMI, 2013).
88
74
500%
450%
ARG/P
ARG/C
ARG
20000
18000
400%
16000
350%
14000
300%
12000
250%
10000
200%
8000
150%
6000
100%
4000
50%
2000
0%
0
Fuente: elaboración propia en base a FMI (WEO, Abril de 2013)
Con relación al peso del PBI Industrial en el producto total, mientras que en 1980
ascendió al 19,2%, con el correr de los años iría descendiendo paulatinamente hasta
alcanzar su piso en 2001 cuando llegó al 13,6% (INDEC). Así, si bien entre 2002 y 2011
el sector industrial recuperó participación en el PBI, el promedio del período (14,4%)
no llegó a alcanzar al promedio del período 1990-2001 (15,4%) ni al del período 19801990 (17,5%). Este indicador, al permanecer por debajo del 20% en todo el período, no
nos permite ubicar a la Argentina en la categoría de "periferia industrializada".
Gráfico 5.2: Evolución del PBI, del PBI Industrial y participación del PBI Industrial
en el PBI Total (izq.), 1980-2011 (mill $ de 1993 -izq.- y %)
75
20,0%
500.000
PBI
450.000
PBI Ind
PBI Ind / PBI
Prom 1980-1990; 1991-2001; 2002-2011
19,0%
400.000
18,0%
350.000
17,5%
300.000
17,0%
250.000
16,0%
200.000
15,4%
150.000
15,0%
100.000
14,4%
14,0%
50.000
13,0%
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
1993
1992
1991
1990
1989
1988
1987
1986
1985
1984
1983
1982
1981
1980
0
Fuente: elaboración propia con datos del INDEC
Con relación a las exportaciones industriales, con los datos disponibles para el período
1991-2011 tenemos que en ninguno de los años comprendidos las exportaciones de
Manufacturas de Origen Industrial (MOI) superaron el 50% de las exportaciones totales
sino que alcanzaron su techo del 35% en 2010 (INDEC), por lo que tampoco se puede
ubicar a la Argentina en la categoría de "periferia exportadora de manufacturas".
Con relación a la exportación de minerales y petróleo89, en el período para el que se
disponen los indicadores (1991-2011), el porcentaje sobre las exportaciones totales no
superó en ninguno de los años considerados el 12%, quedando lejos del 70% estipulado
en las pautas, lo que no permite catalogar a la Argentina como "periferia exportadora
de minerales y petróleo".
Por último, quedaría entonces caracterizar a la Argentina como semiperiferia
exportadora de productos primarios, ya que cumple con la pauta del PBI per cápita
PPP (que debe ser al menos 2,5 veces el del resto de la periferia) y sus exportaciones de
Consideramos como "Minerales y Petróleo" a la exportación de "piedras y minerales preciosos", "petróleo
crudo" y "gas de petróleo y otros hidrocarburos", según la metodología de estimación del INDEC. Las
exportaciones están medidas en precios F.O.B.
89
76
manufacturas de origen agrícola fluctuaron entre 1991 y 2011 entre el 29% y el 41% de
las exportaciones totales (INDEC).
Gráfico 5.3: Argentina: Exportación de Manufacturas de Origen Industrial, de
Minerales y Petróleo y de Manufacturas de Origen Agropecuario, 1991-2011 (% sobre
el total de exportaciones)
100%
90%
Otras
80%
70%
X Minerales y Petróleo
60%
50%
40%
X MOI
30%
20%
X MOA
10%
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
1993
1992
1991
0%
Fuente: elaboración propia con datos del INDEC
V.3. Argentina 1993-2011: Transferencia de Excedente en sus distintas formas
Existiendo distintas formas de calcular la Fuga de Capitales90 (F), en el presente la
estimaremos a través del método "directo", en función de la información que provee el
Mercado Único y Libre de Cambios del BCRA bajo la nomenclatura de la formación de
activos externos del sector privado no financiero. Este relevamiento se basa en
En adición al llamado método "directo" que aquí presentamos, existe un método "comercial" que estima
la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones a través de la comparación de
las cifras del comercio exterior registradas en la aduana argentina vis a vis las aduanas de los principales
socios comerciales y el método "residual" de balanza de pagos utilizado por el Banco Mundial donde se
estima la fuga como la diferencia entre los ingresos de capitales (Endeudamiento Externo neto e IED) y sus
aplicaciones para el financiamiento de déficit de cuenta corriente y reservas internacionales (Basualdo y
Kulfas, 2002)
90
77
encuestas sobre activos en el exterior de residentes argentinos, como pueden ser los
depósitos bancarios, el dinero en efectivo, los bonos y títulos públicos y privados, los
inmuebles, las inversiones directas, entre otros (Basualdo y Kulfas, 2002). Así, la
formación de activos externos del sector privado no financiero se considerará un proxy
de la Fuga de Capitales, y reflejará toda salida de capitales domésticos del sistema
financiero nacional. Los datos que presentamos en este trabajo fueron obtenidos de un
informe del CIFRA (2010).
El Pago de los Servicios de la Deuda Externa (i) representa la suma de los reembolsos
de los intereses efectivamente pagados en divisas, bienes o servicios sobre la deuda a
largo plazo, los intereses pagados sobre la deuda a corto plazo y los reembolsos
(recompras y cargos) (Banco Mundial). El Ministerio de Economía (MECON) publica
periódicamente informes sobre la deuda, que fueron relevados por los trabajos de
CIFRA (2010) y CEPAL (2009) para componer la serie histórica de pagos. En el presente
trabajo, se utilizan los datos de CIFRA (2010) para el período 1993-2001, los datos de la
CEPAL (2009) para el período 2002-2008 y los datos proyectados en CIFRA (2010) para
el período 2009-2011.
Por último, la Remisión de Utilidades y Dividendos (R) se estimará a través del
componente Renta de la Inversión de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos
(INDEC). La Cuenta Corriente refleja los ingresos y egresos provenientes del comercio
de bienes y servicios con el resto del mundo. Uno de los componentes de la Cuenta
Corriente es la Renta de la Inversión, donde se reflejan los ingresos y egresos
provenientes de las inversiones, como pueden ser los intereses sobre préstamos y las
utilidades y dividendos sobre radicaciones de capitales externos que se transfieren al o
del exterior.
(a) Fuga de Capitales
La fuga de capitales es la tenencia de activos externos de residentes de una nación más
allá de ciertos límites “normales” explicables e implica la transferencia de una
importante masa de excedente desde la economía local hacia el exterior (Gaggero,
Casparrino y Libman, 2007). Así, la "fuga" constituye una pieza clave en la articulación
78
entre el centro y periferia ya que se trata, como señalan los autores, "casi
exclusivamente un problema de los países sub y semi desarrollados". Esto se debe a
que los países periféricos, tras la política de apertura y desregulación impulsada a
escala global por la avanzada neoliberal, se integraron al mercado mundial a través de
una "mayor dependencia financiera, una desarticulación creciente del entramado
productivo, un crecimiento marcado de la deuda pública y la creciente salida de
capitales privados hacia el exterior" (Gaggero, Casparrino y Libman, 2007).
Los efectos de la fuga de capitales son claros: una menor disponibilidad de recursos
para ser orientados hacia la actividad productiva o hacia políticas sociales, una menor
recaudación tributaria, y como consecuencia de ambos efectos, un impacto negativo en
la distribución de la riqueza (Epstein, 2005). Asimismo, la fuga de capitales tiene un
impacto crítico sobre la balanza de pagos, pudiendo precipitar una crisis por escasez de
divisas (Pastor, 1990).
Desde una perspectiva de largo plazo, un informe de Tax Justice Network señaló que
entre 1970 y 2010 se fugaron fuera del sistema financiero argentino cerca de 400 mil
millones de dólares (tanto en cuentas en el exterior, cajas de seguridad de bancos
locales o escondidos en los hogares), lo que sería equivalente a 20 años de ahorro
nacional y que debido a que permanecen fuera del sistema financiero no pagan
impuestos ni contribuyen de manera alguna al financiamiento de la actividad
productiva (Bercovich y Rebossio, 2013).
La fuga de capitales en la Argentina estuvo vinculada al proceso de endeudamiento
externo desde la implementación del patrón de acumulación de valorización financiera
(Basualdo y Kulfas, 2002). Como consecuencia del gran diferencial existente entre la
tasa de interés local y la internacional91, el capital oligopólico local contrajo deuda
externa que luego colocó en la plaza local por medio de activos financieros como
“Hacia fines de 1977 se asistió a una significativa alza en las tasas de interés, que pasaron a ser
crecientemente positivas en términos reales hasta que a comienzos del decenio de los ochenta se
desencadenó una aguda crisis financiera cuya “resolución” supondría una fenomenal transferencia de
ingresos desde el conjunto de la sociedad argentina hacia un puñado de grandes empresas y grupos
económicos a partir de la estatización de los pasivos externos privados y la licuación de la deuda contraída
con el sistema financiera doméstico”(Azpiazu y Schorr, 2010: 13).
91
79
bonos, títulos y obligaciones. Una vez completado el ciclo en el sistema financiero local,
estos actores fugaron el capital financiero valorizado, cerrándose de este modo el ciclo
de endeudamiento- valorización - fuga92. Para la implementación de este nuevo patrón
de acumulación fue necesario realizar rotundo cambio en la naturaleza del Estado, con
una restructuración radical de la relación funcional entre el capital y el trabajo que
modificó sustancialmente el vínculo entre el bloque de poder dominante y el bloque
social subalterno, alterando a su vez la inserción de la economía nacional en la división
internacional de trabajo y la distribución del excedente y el poder económico en su
interior. Esta brusca modificación en el origen del excedente, su uso y apropiación,
estuvo íntimamente ligada y sustentada en la pérdida sustancial del poder adquisitivo
del salario y del poder político de la clase obrera (Basualdo, 2010).
El “carácter deudadependiente” del patrón de acumulación de la valorización financiera
instalado en la Argentina desde mediados de la década del ’70 culminó en diciembre
de 200193, cuando, tras un proceso de sostenido incremento del stock de la deuda y del
peso de los servicios de la deuda sobre el presupuesto, se declaró el default de USD
94,300 millones de los USD 144,500 millones que representaban el stock de deuda total
en aquel momento, es decir, del 65% (Nemiña, 2012). El 35% que se continuó pagando
estaba, mayoritariamente, en manos de organismos multilaterales (FMI, BID, BM)
(Katz, 2005).
Así, mientras que durante la convertibilidad (1991-2001) la fuga de capitales estuvo
vinculada con el proceso de endeudamiento externo, en la postconvertibilidad (20022011) se modificó la naturaleza de la fuga ya que en este período fue financiada a
través del superávit comercial (Arceo, González, Mendizábal y Basualdo, 2010). A
pesar de esta diferencia cualitativa insoslayable, el monto de la fuga se mantuvo en
En 1979, año clave del proceso, se registró un récord en el endeudamiento externo del sector privado
(que creció en un año 5,000 millones de dólares), en las reservas internacionales (que llegaron a 10,500
millones de dólares) y en la fuga de capitales (que ascendió a los 11,200 millones de dólares).
93 “El endeudamiento externo se expandió a una tasa anual acumulativa del 8,6% durante la vigencia del
plan de convertibilidad. La deuda externa pasó de 58,841 millones de dólares en el año 1991 a 144,453
millones de dólares en el año 2001”. El incremento del stock de deuda, que subió de un 27% del PBI en
1993 a un 54% del PBI en 2001, se vio agudizado también por el incremento en las erogaciones por los
servicios de la deuda, que pasaron del 3,8% del gasto público en 1993 al 19,8% en 2001 (Arceo y Wainer,
2008).
92
80
niveles similares e incluso el promedio del período 2002-2011 se ubicó por encima del
promedio del período 1993-2001. Como podemos observar en el Gráfico 5.4, la
formación de activos externos del sector privado no financiero en el período 1993-2001
fue en promedio del 3,4% del PIB, mientras que en el período 2002-2011 ascendió en
promedio al 3,6% del PIB.
Gráfico 5.4: Formación de activos externos del sector privado no financiero, 19932011 (como % PBI y en millones de dólares –izq.-)
25.000
F
F / PIB
F/PIB Prom 1993-2001 y 2002-2011
20.000
9,0%
7,0%
15.000
5,0%
10.000
3,0%
5.000
1,0%
-5.000
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
1993
0
-1,0%
Fuente: elaboración propia en base a CIFRA (2013) y MECON
Así, el promedio de fuga de capitales anual durante los años relevados de la
convertibilidad (1993-2001) fue de 9.190 millones de dólares mientras que el promedio
anual durante la posconvertibilidad (2002-2011) fue de 9.478 millones de dólares.
Desde 2007 asistimos a un reverdecimiento del proceso de fuga de capitales que está
muy vinculado con el estallido de la crisis mundial que tuvo en una primera etapa su
epicentro en los Estados Unidos y luego se expandió hacia el resto de los países
centrales. Junto a los efectos de la crisis, este comportamiento se explica asimismo por
las crecientes expectativas de devaluación que juegan hasta la actualidad contra la
moneda doméstica (CIFRA, 2013).
81
Esta modificación del comportamiento de la fuga de capitales se puede observar con
más claridad cuando se ve que el promedio de fuga anual entre 2008 y 2011 fue de
alrededor de 17.500 millones de dólares94, muy superior al promedio de la etapa "rosa"
de la posconvertibilidad (2003-2007), que fue de 3.450 millones de dólares anuales.
(b) Pago de los Servicios de la Deuda Externa
Al comienzo de la Convertibilidad (1991-1994), en lo que Damill, Frenkel y Maurizio
denominan la etapa dorada, se verificó un fuerte ingreso de capitales y un relativo
"éxito" del programa de estabilización, que logró reducir la escalada inflacionaria que
había estallado en la hiperinflación pocos años atrás. Esta fase del ciclo estuvo sin
embargo limitada desde el principio de la promulgación de la convertibilidad, cuando
en un contexto de fuerte apertura y desregulación de la economía y de los flujos de
capitales, se estableció la paridad a un nivel cambiario relativamente apreciado que
expuso a la economía local a la competencia internacional, dificultando la posibilidad
de equilibrar la balanza comercial y profundizando el desequilibrio estructural. De este
modo, en este esquema se expuso al sector externo a un déficit estructural de cuenta
corriente en el que se sumó, al déficit en el comercio de bienes y servicios, la tendencia
creciente de salida de capital a través del pago de utilidades, dividendos e intereses (y,
posteriormente, a través de la intensa fuga de capitales). El único modo de contrarrestar
esta tendencia estructural fue a través del ingreso de capitales por la cuenta financiera,
que, como se dijo, tuvo su auge con la Inversión Extranjera Directa para las privatizadas
y su fin en el momento en que la Reserva Federal Norteamericana (FED) decidió subir
su tasa de interés y se expuso a muchas economías periféricas a las crisis de la deuda.
Este freno del flujo debió ser compensado con un creciente endeudamiento externo y
una desacumulación de reservas, que profundizaron aún más la fragilidad externa de la
economía.
En este esquema macroeconómico de virtual quiebra del Estado y de problemas del
sector externo, la única vía de auxilio era el endeudamiento externo, que volvió a estar
Fue a raíz de esta dinámica que el poder ejecutivo decidió implementar a fines de 2011 lo que en los
medios de comunicación se conoce actualmente como "cepo cambiario", que engloba una serie de
restricciones a la compra de divisas con el objetivo de dificultar la fuga.
94
82
a la orden del día en un contexto de plena liquidez internacional de la mano de la
concreción del Plan Brady y los programas de capitalización de la deuda externa a
partir de 1992 (Basualdo, 2010). A partir de 1995 la economía nacional ingresó en una
fase distinta, caracterizada por la inestabilidad macroeconómica, el agotamiento del
proceso de privatizaciones y las transformaciones en la estructura del capital de las
grandes empresas locales. En este nuevo contexto, la comunidad de negocios que se había
organizado en torno a los consorcios de las privatizadas comenzó a sufrir un fuerte
desgaste tanto por la crisis que provocó el efecto tequila como por la evolución de los
precios relativos entre los bienes y servicios transables y los bienes y servicios no
transables. En 1995, el shock sobre las expectativas generó una fuerte fuga de capitales
que terminó por convalidar una elevada tasa de interés que hundió a la economía en
una recesión. Tras un breve período de recuperación de la economía gracias a la
“ayuda” del FMI –que contribuyó, una vez más, a alimentar el proceso de bicicleta
financiera que incrementó los problemas de sostenibilidad del endeudamiento-, el
proceso ingresó en 1998, luego de la crisis rusa, en su fase final (Damill, Frenkel y
Maurizio, 2003).
El esquema macroeconómico de los ’90 generó entonces, por un lado, un fuerte
desfinanciamiento del sector público, que “cedió hasta sus espacios de apropiación de
renta” (Basualdo, 2011: 84), hecho que se evidenció en un persistente déficit fiscal, y,
por el otro, un fuerte deterioro de la balanza de pagos, cuyo superávit pasó a ser
altamente dependiente de los ingresos de capitales dado el déficit estructural de la
cuenta corriente, tanto por el comercio de bienes y servicios (fuertemente deficitario
por las condiciones de la apertura y apreciación cambiaria)95 como por la transferencia de
utilidades y dividendos (por la fuerte extranjerización del aparato productivo local) y el
pago de intereses (por el elevado nivel de endeudamiento externo).
Así, como efecto de la dependencia financiera que se dio en el esquema de la
convertibilidad, la deuda externa pasó de USD 62,500 millones en 1991 (el 31% del PBI)
a USD 149,200 millones en 2001(el 56% del PBI). Como efecto de este proceso, el pago
“Las actividades desarrolladas por los grupos locales que más se vieron afectadas por la apertura fueron
las de algunos insumos básicos como el acero, el aluminio, la petroquímica y el papel“(Kulfas, 2001: 49).
95
83
de los servicios de la deuda se incrementó de manera insostenible desde un 7% del
gasto público en 1993 hasta un tope de 17% en 2001, llegando al estallido de la
convertibilidad proclamando la suspensión de los pagos de la deuda a fines de 2001
(CIFRA, 2010).
En el 2002, con la salida definitiva de la convertibilidad y la devaluación de la moneda,
el Estado Nacional se hizo cargo de los costos de la pesificación asimétrica96 y de las
compensaciones97. La licuación de la deuda privada98 y la emisión de nuevos títulos,
sumada a los atrasos, la acumulación de intereses y el traspaso de la deuda pública
provincial al Estado Nacional, expandieron el nivel de endeudamiento público en casi
USD 35,000 millones hasta alcanzar un nuevo récord de USD 178,821 millones en
diciembre de 2003, que en aquel momento equivalió al 153% del PBI (Arceo y Wainer,
2008).
El proceso de restructuración de la deuda comenzó, en los hechos, una vez declarado el
default en 2002 con las gestiones del Ministerio de Economía, pero no terminó de tomar
forma y finalmente aceptarse hasta Marzo de 200599. Tras la oferta de Dubai en 2003100 y
la posterior mejora (para los acreedores) de la oferta en Buenos Aires101, finalmente el 3
de Marzo de 2005 se logró un nivel de aceptación del 76,15% a partir del cual se
“La interrupción de los pagos de la deuda externa no fue válida por igual para todos los acreedores, ya
que el equipo económico del nuevo gobierno, comandado por Remes Lenicov, decidió continuar
realizando los pagos de deuda a los organismos multilaterales de crédito, a la vez que pesificó a 1,40 pesos
por dólar (más CER) toda la deuda sujeta a la ley argentina (préstamos garantizados y títulos públicos
colocados en la plaza local” (Arceo y Wainer, 2008: 22).
97 “En los hechos, estas medidas de carácter asimétrico entre deudores y acreedores del sistema financiero
local implicaban una significativa pérdida patrimonial para el sistema financiero que fue asumida por el
Estado” (Arceo y Wainer, 2008: 26).
98 La licuación de los pasivos de los privados se dio a través de la pesificación de sus deudas en dólares a
una tasa de uno a uno (Arceo y Wainer, 2008)
99 Es necesario señalar que la política de desendeudamiento en ningún momento acudió a la auditoría de la
legalidad de la deuda externa contraída (Informe de Alejandro Olmos), ni apeló a figuras legales
internacionales como “Deuda Odiosa” sino que asumió la legalidad de la totalidad de la deuda externa
contraída (Varesi, 2008).
100 La oferta de Dubai consistió en una quita del 75% sobre el valor nominal de la deuda elegible sin
reconocimiento de los intereses devengados desde la declaración del default (Arceo y Wainer, 2008).
101 Esta mejora consistió en exigir una quita del 75% sobre el valor nominal de la deuda reconociendo
intereses devengados y no pagados hasta el 31 de diciembre de 2001 (Arceo y Wainer, 2008)
96
84
canjearon USD 81,836 millones en títulos e intereses impagos en default por USD 35,261
millones de nueva deuda102 (Arceo y Wainer, 2008).
En la suscripción de este acuerdo, el gobierno argentino se comprometió a mantener un
3% del PBI como ahorro fiscal para enfrentar el pago de los intereses de la deuda de los
años venideros, “mejorando” la propuesta del FMI que exigía niveles cercanos al 5%
(Katz, 2005). Como contraparte de los títulos en default, cuyo valor de mercado era en el
momento del canje inferior al 25% del valor nominal, los acreedores recibieron nuevos
bonos (un 44% de ellos en pesos) con distintos vencimientos y atados a distintos
rendimientos (CER, Cupón PBI, interés fijo o variable). Los principales beneficiarios del
canje fueron, en el ámbito interno, las AFJP (quienes tenían el 17% de los títulos en
default), que recibieron bonos en pesos sin descuentos. Además de estos actores se
beneficiaron, por supuesto, los organismos multilaterales de crédito cuyas acreencias
directamente no ingresaron en default. A diferencia de los grandes actores
institucionales, los principales perjudicados fueron, por lo contrario, los pequeños
ahorristas atomizados, tanto nacionales como italianos, japoneses o alemanes (Katz,
2005).
Al proceso de renegociación y canje de un porcentaje de la deuda en default se sumó, a
fines de 2005, el pago de USD 9,800 millones por anticipado de la totalidad de la deuda
argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con reservas de libre
disponibilidad del BCRA (Arceo y Wainer, 2008). En 2010 se reabrió el proceso de canje
de la deuda, en el que ingresaron USD 17,500 millones en títulos defaulteados,
reduciendo a USD 11,217 millones (el 6% del total de la deuda pública) la cantidad de
deuda que aún hoy continúa en default (sin considerar los USD 6,500 millones en
manos del Club de París) (Nemiña, 2012).
Aunque es preciso señalar, como aclaran Arceo y Wainer, que no se reconocieron intereses atrasados
por USD 20,730 millones acumulados desde diciembre de 2001 y que no se presentaron a la renegociación
USD 19,518 millones
102
85
Gráfico 5.5: Argentina: Saldo Primario y Financiero e Intereses de la deuda del
Gobierno nacional como % del PIB, 1993-2011.
5,00%
SUPERAVIT PRIMARIO TOTAL % PBI
RESULTADO FINANCIERO % PBI
4,00%
INTERESES % PBI
3,00%
2,00%
1,00%
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
1993
0,00%
-1,00%
-2,00%
-3,00%
Fuente: elaboración propia con datos del MECON
En la actualidad, el stock de deuda representa el 42,8% del PBI y el pago de intereses
anuales se encuentra entre el 1.5% y el 2% del PBI, por lo que la Argentina se encuentra
en una posición de mucha menor exposición al riesgo de default que en el pasado.
Asimismo, el signo de las cuentas públicas permitió sostener las erogaciones sin tener
que recurrir sistemáticamente al endeudamiento externo como en la década del ’90. El
cambio de acreedores también representa una transformación significativa en términos
cualitativos ya que en su gran mayoría el endeudamiento es intra sector público, hecho
que facilita su refinanciación, y, además, reduce la injerencia estructural de los
acreedores externos sobre las decisiones políticas de orden interno (Nemiña, 2012).
Gráfico 5.6: Pago de los Servicios de la Deuda (intereses) 1993-2011 (como % PBI y en
millones de dólares –der-)
86
4,0%
12000
i
3,5%
10000
i / PIB
3,0%
i/PIB Prom 1993-2001 y
2002-2011
2,5%
2,0%
8000
6000
1,5%
4000
1,0%
2000
0,5%
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
0
1993
0,0%
Fuente: elaboración propia con datos de CIFRA y CEPAL
La reestructuración de la deuda con los acreedores privados y el posterior pago
anticipado al FMI (lo que se conoce como la política de “desendeudamiento”) tuvieron
un claro y positivo impacto en las cuentas públicas ya que el proceso descrito permitió
aliviar, sin lugar a dudas, la carga de la deuda que pesaba sobre ellas. Una manera de
observar este impacto es a través de la evaluación de la relación de los pagos de
intereses de la deuda con el Producto Bruto Interno. Durante la convertibilidad, en
promedio entre 1991-2001, esta relación representaba el 2,1% del PBI y en el estallido
de la crisis llegó a representar el 4% del PBI103, mientras que en la posconvertibilidad el
promedio fue de alrededor de 1,8% del PBI (CENDA, 2010). Otra forma de visualizar
esto es a través del análisis del peso de los vencimientos de capital e intereses sobre la
recaudación tributaria. En el peor momento de la crisis, a fines de 2001, los vencimiento
de la deuda representaban el 20% de los ingresos públicos, mientras que a fines de
2011, los vencimientos pasaron a representar el 8% de los ingresos (Nemiña, 2012). Una
alternativa para evaluar el impacto fiscal del desendeudamiento es analizar el pago de
los servicios de la deuda pública como proporción del Gasto público. Durante la
convertibilidad, las erogaciones por los servicios de la deuda representaron en
“El pago de los abultados servicios de la deuda pública –que se refinanciaban constantementetransformaba el superávit primario que el gobierno lograba mediante el control del gasto y el incremento
de la presión tributaria en un déficit presupuestario global” (CENDA, 2010: 104)
103
87
promedio el 14% del gasto, mientras que entre 2003 y 2007 esa proporción descendió al
11,6% (CENDA, 2010).
(c) Remisión de Utilidades y Dividendos
Para recomponer la tasa de ganancia en un contexto de creciente competencia, a
comienzos de la década del '70 el capital emprendió su transnacionalización
fraccionando el proceso productivo para poder aprovecharse de las ventajas de
localización provistas por los distintos espacios nacionales y por esta vía minimizar los
costos de producción. Fragmentos del proceso productivo antes integrados en
establecimientos fabriles en los países de origen se relocalizaron hacia la periferia
aprovechando las diferencias sustanciales de costo laboral y otras ventajas de locación,
como los niveles de organización sindical y las regulaciones estatales. Asimismo, se
tercerizaron una gran porción de las actividades que anteriormente se encontraban
integradas verticalmente en la misma corporación, flexibilizando así las modalidades
de contratación.
La eliminación de las regulaciones a los movimientos del capital y el establecimiento
de sistemas de incentivo para la radicación de inversiones extranjeras, sumado a la
revolución tecnológica en el transporte y las comunicaciones, provocó el ingreso
masivo de las empresas trasnacionales a muchas de las economías periféricas, que
incrementaron fuertemente los niveles de extranjerización de la economía. Como
consecuencia de ello, si bien en la periferia crecieron las exportaciones de
manufacturas, el centro conservó para sí las actividades más complejas y con mayores
requisitos de trabajo calificado, relocalizando únicamente aquellas actividades que
exigían menor nivel de calificación y eran más difíciles de automatizar. En el centro,
este proceso provocó la pérdida de establecimientos y empleos industriales aunque las
firmas allí instaladas conservaron para sí aquellos segmentos intangibles del proceso
productivo (como la ingeniería, el diseño y el marketing) y aquellas actividades más
relacionadas con la calidad de los productos y la eficiencia de los procesos. Esta
“nueva” división internacional del trabajo provocó que los países centrales siguieran
concentrando la exportación de los llamados "productos centrales" (Arceo, 2006). Así,
la expansión del capital de los países centrales a la periferia se orientó principalmente a
88
la producción de bienes y servicios ligados al consumo de sectores de elevados
ingresos, a la difusión de las pautas de consumo del centro y a la exportación de
recursos naturales o de bienes producidos a través de la maquila (Arceo, 2009b).
En este marco general, si bien se puede ubicar los comienzos de este proceso en la
década del '50, en la Argentina desde los '70 y tras el llamado "Consenso de
Washington" en los '90 se ha profundizado el proceso de extranjerización de la
economía a través del incentivo a la radicación de empresas extranjeras y la llamada
"reforma estructural" que incluyó como uno de sus pilares centrales la privatización de
las empresas públicas.
Las características estructurales derivadas del elevado nivel de extranjerización104, las
privatizaciones, la elevada remisión de utilidades, la alta elasticidad de las
importaciones y la tendencia a la apreciación del tipo de cambio real, reflejan en
conjunto la vulnerabilidad externa que expresa los síntomas típicos de las economías
dependientes (Belloni y Wainer, 2012).
Gráfico 5.7: Utilidades y dividendos netos anuales, 1993-2011 (% PBI y millones de
USD -der-)
"(...) mientras que entre 1992-2001 la participación de los capitales extranjeros en la economía fue del
14,4%, durante 2002-2011 fue del orden del 29,2%, aún cuando, como ha sido señalado, el PBI ha
tenido un crecimiento sustancialmente mayor en este último período (...) esta creciente gravitación del
capital extranjero en la economía durante las dos últimas décadas tiene sus repercusiones en la
balanza de pagos, particularmente en la cuenta corriente a través de las utilidades que se remiten al
exterior, pero también a través del peso que los capitales extranjeros tienen en la balanza comercial y en
la definición del perfil de inserción externo" (Belloni y Wainer, 2012: 17).
104
89
2,5%
10.000
R
2,0%
R / PIB
8.000
1,5%
R/PIB Prom 1993-2001 y
2002-2011
6.000
-0,5%
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
0
1997
0,0%
1996
2.000
1995
0,5%
1994
4.000
1993
1,0%
-2.000
Fuente: Elaboración propia con datos de la estimación del Balance de Pagos del INDEC
En la Argentina, como correlato de la extranjerización105 y la concentración106 y la falta
de regulaciones y controles estatales, tenemos que cerca del 80% de los flujos que
ingresan de Inversión Extranjera Directa vuelven a salir por la vía de remisión de
utilidades y dividendos de estas transnacionales a sus casas matrices en los países
centrales, constituyendo una de las principales vías de drenaje de divisas. Como
señalan Belloni y Wainer (2012), la mayor parte de las utilidades y dividendos
obtenidos se remiten al exterior. En el año 2011, este porcentaje ascendió al 75%, lo que
las hizo pasar de representar menos del 40% de las entradas de IED en la
convertibilidad a más del 80% de las entradas de IED en la posconvertibilidad. El
monto transferido por utilidades y dividendos ascendió en 2011 a USD 9,184 millones
acumulando desde 2003 USD 47,5 millones. Mientras que en el promedio del período
1993-2002 la remisión de utilidades y dividendos ascendió al 7% de las Exportaciones
de mercancías (valor FOB) y en 2003 se ubicaron en torno al 2,1%, en el período 20032011 el ratio ascendió al 9,2% en promedio y en el año 2011 llegó al 11% (INDEC).
“Las empresas extranjeras pasaron de representar el 46,8% a cerca del 65% de las empresas de la cúpula
entre 1997 y 2009” (Féliz y López, 2012: 54).
106 “Las 500 empresas no financieras más grandes-las de mayores ventas- pasaron de representar el 12%
del PBI en 1997 a cerca del 30,5% en 2009” (Féliz y López, 2012: 52). Así como las ventas, el análisis de la
inversión en capital fijo y las ganancias también nos permite verificar el proceso de concentración
económica.
105
90
Tendencias Generales del período 1993-2011
Como corolario de nuestro análisis, encontramos que en el período considerado (19932011) la transferencia de excedente en concepto de Fuga de Capitales, Pago de los
Servicios de la Deuda y Remisión de Utilidades y Dividendos ascendió a 336.726
millones de dólares, lo que da un promedio de 17.722 millones de dólares por año.
Durante la convertibilidad, el promedio anual se había ubicado en torno a los 17.016
millones de dólares y durante la posconvertibilidad (2002-2011) este promedio se ubicó
en los 18.358 millones de dólares anuales, reflejando de alguna manera el carácter
estructural de esta sangría, ya que no se observan mayores cambios en el análisis de las
cantidades.
Gráfico 5.8: Total de Formación de activos externos del sector privado no financiero,
Remisión de Utilidades y Dividendos y Pago de los Servicios de la deuda, 1993-2011
(% PBI y millones de USD -der-)
12,0%
40.000
F+R+i
10,0%
F+R+i Prom
35.000
F+R+i % PBI
30.000
8,0%
25.000
6,0%
20.000
15.000
4,0%
10.000
2,0%
5.000
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
-
1993
0,0%
Fuente: elaboración propia con datos de CIFRA, CEPAL, INDEC y MECON
En términos del PIB, el análisis realizado nos permite afirmar que no se observan
grandes diferencias sino que en todo caso el flujo se incrementó levemente, pasando de
un promedio anual del 6,2% del PIB en el periodo 1993-2001 al 7% del PIB entre 2002 y
2011 (INDEC). De las tres variables consideradas, la única que refleja un alivio relativo
91
es el pago de los servicios de la deuda externa, que descendió del 2,2% del PIB anual
entre 1993 y 2001 al 1,8% del PIB anual entre 2002 y 2011. Como argumentamos
anteriormente, esta mejora tuvo que ver con el fuerte proceso de "desendeudamiento"
que llevó adelante la Argentina tras el default declarado en 2002 y la restructuración de
la deuda externa concretada desde 2005.
La remisión de utilidades y dividendos se incrementó casi triplicando su incidencia en
el PIB entre la convertibilidad (0,6% anual) y la posconvertibilidad (1,7% anual). Este
proceso se conecta, como se argumentó, con la profundización de la extranjerización de
la economía, que se elevó desde el 14,4% promedio en la convertibilidad al 29,2%
promedio en la posconvertibilidad107 (Belloni y Wainer, 2012). Sumado al proceso de
extranjerización, influyó en la profundización de la sangría las elevadas rentabilidades
que obtuvo el capital extranjero en este período y su baja propensión a reinvertirlas108.
Por último, como se señaló previamente, la fuga de capitales se mantuvo en términos
globales como uno de los factores con más peso en la explicación de la transferencia de
excedente. Si bien no tiene un comportamiento constante, refleja en las épocas de crisis
o de shocks de expectativas
el carácter periférico y dependiente de la economía
argentina. Su incidencia en el PIB se mantuvo relativamente constante (3,4% anual
entre 1993 y 2001 y 3,6% anual entre 2002 y 2011) pero sus efectos exacerbados durante
las épocas de crisis (como lo ocurrido entre 1995 y 1998 y entre 2008 y 2011) establecen
recurrentemente un límite muy concreto al patrón de acumulación y aceleran la
tendencia a la generación de crisis de balanza de pagos.
Gráfico 5.9: Total de Formación de activos externos del sector privado no financiero,
Remisión de Utilidades y Dividendos y Pago de los Servicios de la deuda como %
PBI, 1993-2011
Belloni y Wainer dimensionan la extranjerización de la economía como la Participación del Stock
Inversión Extranjera Directa bruta en el PBI
108 Un informe detallado de la baja propensión a la reinversión por parte de la cúpula empresaria puede
encontrarse en Manzanelli, Pablo, "Peculiaridades en el comportamiento de la formación de capital en las
grandes empresas durante la posconvertibilidad", en Revista Apuntes para el Cambio Año 1 Núm. 1,
Buenos Aires, Noviembre / Diciembre de 2011.
107
92
7,0%
1993-2001
6,2%
2002-2011
3,4% 3,6%
2,2%
1,7%
1,8%
0,6%
F / PIB
R / PIB
i / PIB
F+R+i / PIB
Fuente: elaboración propia con datos del MECON, INDEC y BCRA
Para dimensionar el impacto de estas transferencias, a modo de ejercicio se realizó el
Gráfico 5.10, donde se compara el monto de la transferencia de excedente en su
incidencia sobre el PIB con otros gastos como la Asignación Universal por Hijo, el
presupuesto público destinado a la Salud, a la Educación, a la Investigación y el
Desarrollo, entre otros.
Gráfico 5.10: Componentes seleccionados comparados con la transferencia de
excedente, año 2011 (%PIB)
Formación Bruta del capital
23,00%
Crédito interno al sector privado
16,60%
Salud
8,10%
Transferencia de Excedente (F+R+i)
7,96%
Prestaciones a la Seguridad Social
7,95%
Educación*
6,00%
Importación de Bienes de Capital
3,15%
Importación de Combustibles y Lubricantes
2,11%
Asignación Universal por Hijo
0,80%
Gasto militar
0,70%
Gasto en I+D**
0,60%
*Año 2010 ** Año 2009
0,00%
5,00%
10,00%
15,00%
20,00%
25,00%
Fuente: elaboración propia en función de datos del MECON, INDEC, WDI, CEPAL y otros.
93
Como puede observarse, en el año 2011 el monto de las transferencias por la vía de
Fuga de Capitales, Remisión de Utilidades y Dividendos y Pagos de los Servicios de la
deuda fue superior a los presupuestos de Seguridad Social y Educación. En ese mismo
año, representó alrededor de 10 programas de AUH, casi 14 veces la inversión en I+D y
superó el conjunto de la importación de Bienes de Capital y Combustibles y lubricantes
(en un año en que este componente llegó al récord de 9,4 mil millones de dólares).
Lejos de atenuarse, el impacto de las transferencias se mantiene y se profundiza en el
tiempo, representando una de las grietas más grandes en el financiamiento del
desarrollo y potenciando secularmente la crisis externa, característica de las economías
periféricas y dependientes.
94
VI. Reflexiones finales
La propuesta que se persigue en este trabajo, que se plantea la posibilidad de revisitar
y actualizar las principales tesis de la Teoría Marxista de la Dependencia de los años '60
y '70 del siglo pasado, se vincula precisamente con la idea de la necesidad de la
reconstrucción del pensamiento social crítico que fue prolífico en la región en un
contexto donde los proyectos desarrollistas de industrialización por sustitución de
importaciones se enfrentaron a límites concretos. Si bien no se puede afirmar que el
contexto global y regional sea similar al de entonces (debido a la caída de la URSS y el
fin del mundo bipolar, la mundialización del capital, el pujante crecimiento de
economías "emergentes" como China e India, entre otros factores determinantes), sí se
puede afirmar que la Teoría Marxista de la Dependencia desarrolló herramientas
conceptuales que pueden ser actualizadas para interpretar el modo de funcionamiento
del Sistema Mundial y del capitalismo periférico en la actualidad, y los límites a los que
inexorablemente se enfrentarán los procesos neodesarrollistas en curso.
Tras haber superado la crisis más grande por la que atravesó nuestro país, y en un
contexto regional en el que han surgido numerosos proyectos políticos que podríamos
denominar de corte "progresista", el presente trabajo se propuso contribuir en la
elaboración de herramientas conceptuales que permitieran cuestionar las "bondades" y
la sustentabilidad de los modelos implementados. Por esto mismo consideramos que
la actualización y reelaboración de las herramientas provistas por la Teoría Marxista de
la Dependencia nos ofrece una posibilidad cierta de caracterizar el status actual de la
dependencia en la región que nos puede permitir a su vez identificar los límites
concretos a los que se enfrenta el patrón de acumulación actual y aportar elementos
que nos permitan elaborar propuestas alternativas.
Los aportes de Ruy Mauro Marini, principal referente de esta corriente de
pensamiento, nos permitieron comprender el modo de funcionamiento del capitalismo
periférico y la vinculación simbiótica entre el desarrollo de las economías centrales y el
"subdesarrollo" dependiente de las economías periféricas, mediado por el modo en que
cada una se inserta en la división internacional del trabajo y sus efectos sobre la
composición de los bloques de poder internos y los patrones de reproducción del
95
capital. A diferencia de los enfoques mecanicistas y funcionalistas que entendían al
subdesarrollo como una etapa previa e independiente al desarrollo, tanto Marini como
el resto de los dependentistas comprendieron que era el desarrollo y la expansión del
modo de producción capitalista a escala mundial el que engendraba formaciones
sociales con características y potencialidades marcadamente distintas. La inserción de
los países latinoamericanos en las redes del comercio global se daba mediante un
vínculo específico ya que si bien se trataba de naciones que eran formalmente
independientes en lo político, en lo económico se subordinaban de manera dependiente
a las necesidades de acumulación del capital de los países centrales en general y de la
potencia hegemónica en particular.
Desde la concepción dependentista, el Sistema Mundial se integra por núcleos
geográficos con diferentes jerarquías que cumplen roles marcadamente distintos en la
división internacional del trabajo. Son estas jerarquías y estos roles los que habilitan la
transferencia de valor-excedente desde los países periféricos y su apropiación por parte
de los países centrales, y los que nos permiten comprender la dialéctica de la
reproducción del par desarrollo/subdesarrollo.
Mientras que el ciclo del capital en los países centrales se desenvuelve mediante un
modelo de acumulación que les permite relacionar de forma orgánica la esfera de la
producción y la de circulación, en los países periféricos el ciclo del capital se sostiene
sobre la escisión de la esfera de la producción y la circulación, ya que el modelo de
acumulación tiene su eje de realización en mercado externo. Debido a esta escisión,
existe una competencia entre los países de la periferia por ver quién ofrece mejores
condiciones de "costo" para que el capital se radique allí donde estos sean menores, lo
que repercute en niveles salariales reducidos con cotas máximas preestablecidas e
independientes de los incrementos de la productividad. Esta violenta explotación del
trabajo (que Marini denominó "superexplotación") se ve agravada por la existencia de
mecanismos de transferencia de excedente-valor para compensar las diferencias
existentes en los niveles de productividad media y el uso de tecnología.
En esta división internacional del trabajo, que se agudizó tras la ofensiva neoliberal del
capital contra el trabajo, los países del centro logran articular el crecimiento de su
96
composición técnica y orgánica del capital a través de la concentración de los
elementos tecnológicos, subordinando a los países periféricos a un rol pasivo y
dependiente de estos desarrollos.
Durante la fase neoliberal de acumulación del capital, mediante los procesos de
apertura, privatizaciones y desregulación de los movimientos del capital, se
potenciaron las tendencias a la concentración, centralización y extranjerización del
capital. Así, con la mundialización del capital se logró incorporar nuevas periferias al
mercado mundial y segmentar el proceso productivo de manera tal de minimizar los
costos absolutos en cada espacio geográfico de producción, lo que redundó en mayores
niveles de explotación laboral y de transferencia de valor-excedente. Este proceso
aumentó la brecha de ingresos entre los países centrales y periféricos y también generó
al interior de estos últimos un incremento en la desigualdad distributiva que generó
niveles de pobreza e indigencia inéditos.
La transferencia de valor-excedente ha sido un tópico largamente abordado en la
literatura marxista. En el esquema original de Marx, la transferencia se daba entre las
distintas ramas de la economía en el marco de la transformación de valores a precios
de producción para igualar la tasa de ganancia general. Tomando esta contribución
como punto de partida y revisando los aportes de los principales exponentes de la
corriente neomarxista, identificamos que la transferencia de valor-excedente se puede
dar también entre naciones mediante diferencias en las composiciones orgánicas y
diferencias en los niveles relativos de eficiencia (Shaikh), diferencias salariales
(Emmanuel) y/o diferencias en la tasa de explotación (Amin).
Estos aportes nos permitieron identificar el modo en que la transferencia de valor entre
naciones se da en el marco del propio proceso de desarrollo del sistema capitalista y
del mercado mundial, engendrando una articulación simbiótica entre el centro y la
periferia. Sin embargo, si bien estas contribuciones conceptuales nos ofrecieron
herramientas para comprender el modo en que funciona el capitalismo y las formas en
las que se transfiere el valor, no nos permitieron construir una metodología para
operacionalizar ciertas variables y de este modo realizar un análisis empírico de este
proceso.
97
Con este propósito dimos un salto en el nivel de abstracción y nos posicionamos en la
categoría de precios de producción, que nos permitió acceder por su parte a la
categoría de excedente económico. Dejando de lado la transferencia de valor-excedente
desde el trabajo al capital y entre distintas fracciones del capital al interior del país,
buscamos cuantificar la transferencia de valor-excedente entre naciones como una
forma de aproximarnos a uno de los síntomas que presentan las economías periféricas y
dependientes. Así esta "sangría" se nos presentó en la forma más concreta y
cuantificable de remisión de utilidades y de ganancias, pagos de intereses de la deuda,
pago de patentes, royalties, fuga de capitales o deterioro de los términos del
intercambio.
En esta primera aproximación a la medición de la transferencia de excedente para la
Argentina en el período 1993-2011 nos concentramos principalmente en las variables
Fuga de Capitales, Pago de los Servicios de la Deuda Externa y Remisión de Utilidades
y Dividendos.
Como pudimos observar en el trabajo, la formación de activos externos del sector
privado no financiero en el período 1993-2001 fue en promedio del 3,4% del PIB,
mientras que en el período 2002-2011 ascendió en promedio al 3,6% del PIB. Así, el
promedio de fuga de capitales anual durante los años relevados de la convertibilidad
(1993-2001) fue de 9.190 millones de dólares mientras que el promedio anual durante la
posconvertibilidad (2002-2011) fue de 9.478 millones de dólares.
Con relación al pago de los servicios de la deuda externa, identificamos que como
consecuencia de la dinámica del endeudamiento externo (que pasó de 31% del PBI en
1991 al 153% del PBI en 2003 y descendió al 43% del PBI en 2011), el pago de los
servicios de la deuda durante la convertibilidad representó el 2,1% del PBI (6.141
millones de USD anuales en promedio) mientras que en la posconvertibilidad el
promedio fue de alrededor de 1,8% del PBI (4.154 millones de USD anuales en
promedio).
Por su parte, mientras que en el promedio del período 1993-2002 la remisión de
utilidades y dividendos ascendió al 7% de las Exportaciones de mercancías (valor FOB)
98
(unos 1.494 millones de USD por año en promedio) y en 2003 se ubicaron en torno al
2,1%, en el período 2003-2011 el ratio ascendió al 9,2% en promedio (unos 5.277
millones de USD por año en promedio).
En esta cuantificación de la transferencia de excedente encontramos que en el período
considerado (1993-2011) la transferencia en concepto de Fuga de Capitales, Pago de los
Servicios de la Deuda y Remisión de Utilidades y Dividendos ascendió a 336.726
millones de dólares, lo que da un promedio de 17.722 millones de dólares por año.
Durante la convertibilidad, el promedio anual se había ubicado en torno a los 17.016
millones de dólares y durante la posconvertibilidad (2002-2011) este promedio se ubicó
en los 18.358 millones de dólares anuales. En términos del PIB, el análisis realizado nos
permite afirmar que no se observan grandes diferencias sino que en todo caso el flujo
se incrementó levemente, pasando de un promedio anual del 6,2% del PIB en el
periodo 1993-2001 al 7% del PIB entre 2002 y 2011. Este análisis refleja de alguna
manera el carácter estructural de esta sangría, que, lejos de atenuarse, se mantiene y se
profundiza en el tiempo, representando una de las grietas más grandes en el
financiamiento del desarrollo y potenciando secularmente la crisis externa.
Como esfuerzo adicional en el proyecto colectivo de profundizar el marco analítico y
caracterizar de manera integral a las economías periféricas y dependientes quedará
realizar una revisión y actualización de las distintas acepciones del concepto de
“subimperialismo” en un mundo multipolarizado como el actual donde diversas
naciones se han empoderado crecientemente, tanto en materia económica como militar.
El análisis del rol de China será entonces insoslayable para un análisis pertinente de lo
que ocurra en la periferia, en la semiperiferia y en los países centrales en los próximos
años. También se deberá recuperar el análisis de la superexplotación de la fuerza de
trabajo en la periferia, mensurar la transferencia de excedente por medio del pago de
patentes y royalties y realizar un análisis de la captación de renta internacional a través
de la exportación de productos agrícolas.
Más allá de estos señalamientos, se considera que la Teoría Marxista de la Dependencia
nos ofrece herramientas válidas para problematizar los procesos de "desarrollo" y
"subdesarrollo" existentes, que le permiten diferenciarse de las lecturas neodesarrollistas
99
que en la actualidad intentan impulsar procesos con cierta autonomía en un mundo
que está incalculablemente más integrado y transnacionalizado que en los años del
desarrollismo, con economías nacionales periféricas cuyos resortes centrales no solo
están concentrados en manos privadas sino que muchas veces están también
extranjerizados.
De este modo, la actualización de la Teoría Marxista de la Dependencia puede ofrecer,
frente a estas alternativas, un potencial político estratégico, claro y prometedor para las
clases populares de la región en un contexto mundial que está y seguirá
experimentando grandes transformaciones.
100
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