PSYKHE
2009, Vol. 18, N˚ 2, 65-78
Copyright 2009 by Psykhe
ISSN 0717-0297
Trayectorias Organizacionales y Empoderamiento
Comunitario: Un Análisis de Interfaz en Dos
Localidades de la Región de la Araucanía
Organizational Trajectories and Community
Empowerment: An Interface Analysis in Two
Communities of the Araucanía Region
Alba Zambrano, Gonzalo Bustamante y Mauricio García
Universidad de La Frontera
Se reportan los principales resultados de una investigación cuyo propósito fue indagar sobre las
variables psico-socio-culturales presentes en la interfaz entre organizaciones comunitarias de
base y agentes públicos que potencian o restringen procesos de empoderamiento organizacional y
comunitario. Se empleó una metodología cualitativa, apoyada por el análisis estructural de redes,
analizándose en 2 localidades de la región de la Araucanía 4 tipos de organizaciones comunitarias. Los
resultados muestran que en las localidades predomina un interfaz de tipo semiclientelar, clientelar
y paternalista, formas de relación que se centran en la entrega de recursos por parte del municipio
para resolver algunas necesidades inmediatas de la comunidad, tendiendo a predominar en las
organizaciones objetivos inmediatos y una participación centrada en conseguir estos recursos.
Palabras clave: empoderamiento, enfoque de interfaz, desarrollo comunitario.
The main findings of a study that investigated the psychosocial cultural factors affecting the interface
between community organizations and public agencies are reported. Four types of organizations are
analyzed in 2 different communities, using a qualitative methodology and a structural networks
analysis. In both communities the paternalistic, client and semi-client interface type predominate.
These types of relationships focus on the delivery of resources by the municipal institution as a way
of addressing the immediate needs of the community. In turn, the community organizations center
their efforts on short-term objectives and participation aimed at obtaining these resources.
Keywords: empowerment, interface approach, community development.
Introducción
Al analizar la literatura y observar lo
que ocurre en el campo de la intervención
social, se puede evidenciar una tendencia a
fomentar la incorporación de la comunidad
como un actor y referente relevante en las
intervenciones y políticas sociales. Ello se
vincula con un intento por dar respuesta
a profundas y variadas transformaciones
acontecidas en la sociedad en el plano político y económico, de la sociabilidad y subjetividad, entre otros (Llena & Úcar, 2006;
Zambrano, 2007).
En este marco la acción comunitaria tiene por propósito revitalizar la sociabilidad,
aportando a la vinculación y organización
social, como también a los emprendimien-
Alba Zambrano Constanzo, Departamento de Psicología, Universidad de La Frontera, Temuco, Chile.
Gonzalo Bustamante Rivera, Departamento de Psicología, Universidad de La Frontera, Temuco, Chile.
Mauricio García Ojeda, Departamento de Ciencias Sociales e Instituto de Desarrollo Local y Regional, Universidad
de La Frontera, Temuco, Chile.
La correspondencia relativa a este artículo debe ser dirigida a la Dra. Alba Zambrano Constanzo, Departamento de
Psicología, Universidad de La Frontera, Montevideo 0830, Temuco, Chile. E-mail: albaz@ufro.cl
La investigación fue financiada por la Dirección de Investigación y Desarrollo de la Universidad de la Frontera
(DIDUFRO 120613).
Colaboraron en la investigación los estudiantes o tesistas: María Antonieta Campos, Iván Neira, Felipe Vega y
Silvia Alarcón. Se agradece la participación de las organizaciones territoriales, comunitarias y estudiantiles que
colaboraron en el estudio.
66
ZAMBRANO, BUSTAMANTE Y GARCÍA
tos colectivos para mejorar las condiciones
de vida, especialmente en población socialmente desfavorecida (Zambrano, 2007). En
esta perspectiva, el grupo y su organización
aparece como un elemento que, dentro de
un espacio social determinado, permite redensificar la vida social mediante el fortalecimiento del sujeto político, promoviendo
estructuras de relaciones que hacen posible la participación democrática (Lapalma,
2001; Montero, 2005).
La psicología comunitaria ha venido
focalizando parte importante de su trabajo
en atender los procesos y variables vinculadas al desarrollo de la comunidad, tomando
como uno de sus ejes centrales de estudio
la constitución y fortalecimiento de las organizaciones como instancias articuladoras
entre la institucionalidad y la comunidad
(Rozas, 1995). La participación, las relaciones entre actores diversos, la generación
de liderazgos, la organización, formación y
fortalecimiento de redes sociales, la identidad comunitaria, el empoderamiento (empowerment en inglés), el soporte psicosocial
y el sentimiento de comunidad son algunos
temas abordados desde este campo de la
psicología.
En Chile, aunque las llamadas dimensiones intangibles de los problemas sociales
son incorporadas en la política social de un
modo más explícito a partir de la década de
los noventa, valorando de un modo creciente la subjetividad y dimensiones relativas
a la participación y a la vida en comunidad
(Alfaro, 2000), queda de manifiesto la utilización de lógicas de intervención que producen desencuentros y dificultades con los
principios que orientan la acción comunitaria (Alfaro & Zambrano, en prensa; Krause
& Jaramillo,1998; Saavedra, 2005; Serrano,
2005).
La Araucanía es una de las regiones con
los peores indicadores de desarrollo humano en Chile y, en consecuencia, se han ejecutado múltiples programas y proyectos con
financiamiento estatal orientados a mejorar
esta condición. En este contexto resulta relevante preguntarse acerca de la capacidad
de las organizaciones comunitarias y agentes de desarrollo para favorecer procesos de
fortalecimiento comunitario que colaboren
en mejorar la calidad de vida de las perso-
nas involucradas en estas iniciativas.
En consideración a lo anterior, en este
artículo se analiza, desde un enfoque de interfaz, las trayectorias de las organizaciones comunitarias de base de dos localidades
de la región de la Araucanía, con el fin de
descubrir los factores endógenos y exógenos
más relevantes que se asocian a experiencias de empoderamiento comunitario, identificando los principales obstaculizadores
en dicho proceso. En segundo lugar, se proponen líneas de acción para fortalecer dinámicas de empoderamiento organizacional y
comunitario en las localidades estudiadas.
Marco Teórico
Aportes del Enfoque del Empoderamiento a
la Intervención Social
En los modelos tradicionales de intervención social es el operador social quien
presume poseer la experticia necesaria
para determinar la naturaleza del problema y el tratamiento que conviene aplicar,
relegando a las personas implicadas al rango de simples ejecutantes. Este tipo de intervención trata a los beneficiarios de estos
servicios como individuos carentes de competencia para hacerse cargo de su realidad
y refuerza la falta de poder de estos sobre
las propias circunstancias y condiciones
de vida (Le Bossé & Dufort, 2002; Perkins,
1995). Esta postura propicia que la responsabilidad del cambio quede depositada en
los agentes de desarrollo, quienes conducen
el proceso, limitando consecuentemente la
asunción de control de la comunidad respecto de su situación (Martínez, 2006; Montero,
1991; Pérez-Luco, 2003).
Numerosos autores han desarrollado
perspectivas y prácticas sociales alternativas
a este enfoque (De Paula, 2003; Durston,
Duhart, Miranda & Monzó, 2005; Lipszyc,
1993; Plough & Olafson, 1994). Entre estas,
la intervención centrada en el desarrollo
del empoderamiento de las personas y
de las comunidades aparece como una de
las más pertinentes (Le Bossé & Dufort,
2002; Newbrough, 1992; Silva & Martínez,
2004).
Este enfoque permite dar respuesta a
cuestiones fundamentales en la interven-
TRAYECTORIAS ORGANIZACIONALES Y EMPODERAMIENTO COMUNITARIO 67
ción social. Por una parte, pone énfasis en
las fortalezas de las personas, promoviendo
una nueva imagen de ellas como ciudadanos con derechos y opciones. Define también una nueva aproximación a la relación
de ayuda, que sitúa a los profesionales como
colaboradores que trabajan con miembros
de la comunidad en un afán por cambiar
su mundo social, superando la visión tradicional de expertos alejados del mundo de
las personas (Rappaport, 1981). Adicionalmente, destaca un aspecto gravitante en la
transformación social, como son las relaciones de poder. Desde este enfoque se enfatiza
que la relación desigual entre las personas
y grupos en la distribución y acceso a recursos de diversa índole incide en el control de
las personas sobre la propia realidad, mediatizando, por tanto, las posibilidades de
desarrollo humano (Zambrano, 2007).
En la lengua inglesa la palabra empowerment es un término común que puede
ser empleado en múltiples contextos para
significar un aprovechamiento positivo del
poder. Desde el punto de vista lingüístico,
esta expresión puede ser separada en tres
elementos. El primero es el radical power
que significa poder en inglés, el segundo
es el prefijo em, que, agregado al radical
power, expresa un movimiento de acceso al
poder. La asociación de estos dos elementos forma el verbo empower, que designa
generalmente a un aumento del poder. El
último elemento es el sufijo ment que sugiere la presencia de un estado resultante
de aumento del poder. En un primer momento, empowerment puede, entonces, ser
comprendido como un movimiento (proceso)
general de adquisición de poder en vistas
a alcanzar un objetivo preciso (Le Bossé &
Dufort, 2002).
Rappaport (1987) definió empoderamiento como “un proceso, un mecanismo
mediante el cual las personas, organizaciones y comunidades logran control sobre sus
asuntos” (p. 122). El autor asume un punto
de vista ecológico, señalando el carácter
socialmente complejo y transversal del empoderamiento. Así, señala que para el caso
del empoderamiento comunitario se pueden
identificar dos dimensiones o componentes
complementarios: uno se centra en la autodeterminación personal, que sería la capa-
cidad de determinar la propia vida (sentido
de competencia personal); el otro se centra
en la determinación social que se refiere a
la posibilidad de participación democrática
(sentido de competencia comunitaria).
El empoderamiento es en gran medida
un intento por extender el campo de las acciones posibles tanto desde el punto de vista
de los recursos personales (e.g., habilidades
en la comunicación, liderazgo) como los del
entorno (e.g., acceso a servicios adecuados,
a una vivienda conveniente). Se trata de un
poder para atraer el cambio deseado o contribuir a ello (Le Bossé & Dufort, 2002).
Algunos autores han criticado el uso de
este concepto por presentar varias limitaciones conceptuales y prácticas (Gil, 2003;
Montero, 2003; Vásquez, 2004). Por ejemplo, se ha señalado que el concepto puede
conducir al error de creer que los “agentes
externos” que tienen poder pueden transferirlo automáticamente a quienes carecen
de él. Sin embargo, si se considera el sentido original del concepto de empoderamiento
en la comprensión otorgada por Le Bossé y
Dufort (2002), queda claro que el poder no
se transfiere sino que se desarrolla en un
proceso complejo. Desde una posición generativa del poder, este se construye, se gana
-a veces a costa de fuertes conflictos- y la
labor del agente de desarrollo es acompañar
en ese proceso a las personas, poniendo a
disposición su propio poder. La acción de un
agente externo es constituirse en colaborador porque, como lo indica Taliferro (1991),
el verdadero poder no puede otorgarse sino
que se desarrolla desde “adentro”. Más aún,
como lo muestra la práctica, en un real empoderamiento el proceso toma direcciones
imprevistas, en donde es claro que el control no está en manos del agente externo
(Rowlands, 1997).
Al atender a las relaciones de poder, el
empoderamiento pone de relieve la asimetría
entre distintos actores sociales (Craig & Mayo,
1994; Friedmann, 1992; Rappaport, 1987;
Rowlands 1997; Zimmerman, 1995). Especialmente aquellos autores que trabajan con
grupos en mayor desventaja señalan que
el empoderamiento es el proceso mediante el cual se trata de generar mecanismos
que disminuyan dicha asimetría, tratando
de revertir las relaciones de poder a favor
68
ZAMBRANO, BUSTAMANTE Y GARCÍA
de quienes están en desventaja, para equilibrar la situación (Gil, 2003; Rowlands,
1997; Serrano-García & López, 1994).
Para Zimmerman (2000) el esfuerzo de
ejercer control sobre las contingencias de
las propias conductas o las conductas colectivas es central pero no suficiente para señalar que hay empoderamiento; otros componentes, como la acción colectiva, la conciencia crítica y la movilización de recursos,
son también necesarios. Estos aspectos son
posibles de encontrar en los niveles individual, organizacional y comunitario. Según
este autor, para lograr el empoderamiento
en el nivel individual son básicos la participación con otros, lograr metas, los esfuerzos para generar acceso a los recursos y una
comprensión crítica del medio sociopolítico.
En el nivel organizacional el empoderamiento incluye procesos organizacionales
y estructuras que animan la participación
de los miembros y estimulan la efectividad
organizacional. Por último, a nivel comunitario el empoderamiento se refiere a las
acciones colectivas para mejorar las condiciones de vida y las conexiones entre organizaciones de la comunidad y entre estas y
otras instancias o agencias. En esta perspectiva, una comunidad es competente
cuando sus integrantes poseen las habilidades, deseos y recursos para implicarse
en actividades que mejoran la vida de la
comunidad (Zimmerman, 2000).
Un escenario comunitario que favorezca
el empoderamiento debe reunir ciertas condiciones. Maton (2008) propone seis características: un sistema de creencias basado
en el grupo, actividades centrales, ambiente que favorezca las relaciones, estructura
de oportunidad para el ejercicio de roles, liderazgo y, por último, cambio y mantención
del escenario.
Desarrollo Local Endógeno y Trabajo
Comunitario
Un conjunto de teorías, desde diversas
disciplinas (economía, antropología, sociología, entre otras), concuerdan en cuestionar
el paradigma que asocia el desarrollo con
variables solo económicas e incluyen variables de tipo sociocultural que, junto con
las económicas, permitirían comprender y
dirigir intencionadamente procesos de desarrollo.
Desde estas teorías, se concuerda en
que el desarrollo local endógeno rompe con
el positivismo clásico de tipo lineal y monocausal, para comenzar a utilizar una perspectiva más sistémica y compleja. Asume
una mirada del desarrollo como un proceso
“de abajo hacia arriba”, en el que son relevantes las decisiones de sus actores internos (Bustamante, 2003).
El carácter endógeno del desarrollo radica en que los sujetos del desarrollo son necesariamente los actores que pertenecen a un
territorio, además de otros actores externos
al territorio pero internos al proceso, como
el actor institucional-público. También alude a que los recursos (sociales, humanos,
capital social, subjetivos, materiales) provienen del territorio y que las decisiones
de las acciones tendientes al desarrollo
orientado al mejoramiento de las condiciones de vida provienen de los actores locales (Bustamante, 2003).
Desde este marco, componentes psicosocioculturales, tales como el capital social,
las relaciones, liderazgos, participación,
empoderamiento en sus distintos niveles,
son recursos claves que en interacción con
otros recursos pueden propiciar circuitos
virtuosos de desarrollo (Boisier, 1999, 2001,
Noviembre; Durston, 2002; Kliksberg, 1999;
Moncayo, 2001; Vásquez-Barquero, 1999).
Tanto las instituciones y organizaciones
como los agentes privados y públicos deben
aprender a interrelacionarse y avanzar en
construir un proyecto común (Marchioni,
2001).
El desarrollo comunitario, como lo proponen Blanco y Rebollo (2002), sería un proceso que busca la transformación de un territorio, la que puede ser de diversa índole:
social, económica o urbanística, entre otras.
En este proceso juegan un rol de suma relevancia tanto la organización de la población
o la constitución de un grupo o grupos en
torno a un proyecto común, como la participación, pues se trataría que la gente se
fuera implicando de un modo creciente en
iniciativas que le son relevantes (Barbero &
Cortés, 2005; Marchioni, 2001).
La organización comunitaria se refiere a grupos organizados de personas que
TRAYECTORIAS ORGANIZACIONALES Y EMPODERAMIENTO COMUNITARIO 69
comparten intereses para cohesionar e integrar a los habitantes en torno a propósitos comunes (Carballeda, 2002). Para poder
comprender la estructura y funcionamiento
de estas organizaciones es necesario comprender y desentrañar las relaciones que
en ellas se generan, incluyendo la historia,
las dinámicas relacionales, las estructuras
organizacionales y las formas de liderazgo,
todos ellos comprendidos como procesos y
no como elementos estáticos (Shein, 1998).
Sistemas Socioculturales Locales: Capital
Social, Empoderamiento e Interfaz
Las teorías del capital social han aportado la inclusión de variables socioculturales
en el análisis de experiencias de desarrollo,
específicamente respecto de la capacidad
que tienen los emprendimientos asociativos
basados en la colaboración y confianza para
el logro de metas comunes (Durston, 2002;
Roberts, 2001, Diciembre).
El concepto capital social, siguiendo a
Durston (1999), hace “referencia a normas,
instituciones y organizaciones que promueven la confianza y la cooperación, entre las
personas, las comunidades y en la sociedad
en su conjunto” (p. 6). Es a través de la repetición de situaciones de confianza, en el
marco de relaciones enmarcadas en normas,
instituciones y organizaciones, que la cooperación puede fomentarse, pudiendo adquirir un sentido pragmático si se considera que los diversos actores pueden evaluar
que para lograr mejor sus estrategias deben
cooperar en función de sus objetivos comunes (Barreiro, 2002; Durston, 2002). Existen varias formas o tipos de capital social:
individual, grupal, comunitario, de puente
y de escalera (Dirven, 2001, Septiembre;
Durston, 2002; Flores & Rello, 2001, Septiembre). Específicamente, el capital social
comunitario es entendido como aquel capital social que reside “en las estructuras que
forman la institucionalidad de cooperación
comunitaria, en sus estructuras de gestión
y acción” (Durston, 2002, p. 41).
Se puede apreciar una estrecha relación
entre los conceptos de empoderamiento en
el nivel comunitario con el de capital social
comunitario. Ambos aluden a la relevancia
de los recursos humanos en la forma de re-
des asociativas que pueden brindar apoyo
o colaborar en los propósitos de la comunidad. Así, la propiedad compartida de esta
red permitiría tener acceso a otro tipo de recursos que son de importancia para las personas en la medida que pueden aportar a
mejorar las condiciones de vida. Pero, mientras el capital social pone el acento sobre el
recurso que reporta esta red y los atributos
de la misma (confianza, reciprocidad, trabajo en torno a propósitos comunes), el empoderamiento lo pondría sobre el proceso de
acceso a estos recursos y como ello implica
obtener mayores grados de autodeterminación.
Desde los enfoques estructurales de
redes presentes en las teorías del capital
social, se considera que los vínculos existentes, concebidos como redes sociales en
tanto fuentes de capital social, son uno de
los factores endógenos asociados a las experiencias de empoderamiento comunitario,
aportando, además, a la comprensión de las
trayectorias de las organizaciones comunitarias desde un enfoque de interfaz (García,
2005). Específicamente, en este estudio se
emplean dos niveles de análisis: la estructura general de las redes y la posición e influencia que tienen los integrantes de las
estructuras reticulares.
El enfoque de interfaz destaca el análisis de las relaciones en la zona de intercambio entre el capital social de la comunidad
y otros sistemas (como el municipal). Estas
interacciones concretas, como las lógicas en
juego entre los actores (colaboración versus
confrontación), pueden tener implicancias
positivas o negativas para la comunidad.
Este enfoque explora “cómo las discrepancias de interés social, interpretación cultural, conocimiento y poder son intermediados, perpetuados o transformados en puntos críticos de confrontación y cooperación”
(Long, 1999, p. 21). La interfaz corresponde
a “la zona de intercambio entre dos o más
sistemas” (Durston, 2002, p. 43) que, en el
caso de las vinculaciones verticales, corresponden principalmente al Estado con sus
programas y agentes y sus relaciones concretas con las comunidades.
A partir de su trabajo de campo, Durston
(2002) desarrolla una tipología para describir los tipos de interacción entre el capital
70
ZAMBRANO, BUSTAMANTE Y GARCÍA
social y los organismos públicos en la zona
de interfaz. Esta tipología corresponde a un
continuo que va desde (a) clientelismo autoritario, represivo y/o cleptocrático, (b) clientelismo pasivo, (c) semiclientelismo, (d) organismos “empoderadores” y apoyadores
hasta (e) sinergia. El clientelismo autoritario se caracteriza por reprimir con violencia el capital social comunitario. El pasivo
opera transformando el capital social comunitario en recepción pasiva de recursos, generando dependencia. El semiclientelismo
fomenta la organización de la comunidad,
su capacidad de generar propuestas y la
protege de la interferencia negativa externa. Los organismos “empoderadores” profundizan el semiclientelismo, ampliando su
radio de acción y fortaleciendo a los actores
sociales débiles. La sinergia se caracteriza
por comunidades que gestionan sus propias
estrategias, establecen contratos con el Estado y otros organismos, gestionan sus propios recursos y los funcionarios públicos se
relacionan con ellos rindiéndoles cuenta de
sus servicios (Durston, 2002).
Un interfaz ideal demandaría compromiso afectivo del agente externo con la
comunidad (más que con personas específicas), una acción que favorezca el empoderamiento mediante un intercambio complementario (ambos actores tienen algo que
aportar al otro) y alta confianza. Adicionalmente, debe existir una regulación de los
conflictos.
Zambrano y Alfaro (2006) plantean que
en Chile la emergencia de una nueva generación de políticas públicas constituye un
escenario favorable a un enfoque que valora lo comunitario y el empoderamiento;
sin embargo, la presencia de una institucionalidad caracterizada como tradicional,
burocrática y centralizada obstaculiza en el
plano operativo la lógica y espíritu de estrategias comunitarias.
En el análisis de la aplicación de la política social es central utilizar un enfoque
relacional, toda vez que en el proceso de su
implementación se juega la potencialidad de
colaborar o no en los procesos de desarrollo
(Roberts, 2001, Diciembre). En este sentido,
la naturaleza de las relaciones establecidas
entre los diversos actores involucrados en
una comunidad podría potenciar los recur-
sos de dicha comunidad, favoreciendo el
ejercicio de una ciudadanía activa, o, por
el contrario, fomentar relaciones que marginan o producen una ciudadanía desigual.
Así, los agentes de un servicio público pueden favorecer procesos de empoderamiento
o inhibirlos.
En esta perspectiva, en este estudio se
analizan las relaciones entre las organizaciones comunitarias y los agentes públicos
de dos municipios de la región de la Araucanía, evaluando en las trayectorias de estas
organizaciones la capacidad de esas relaciones de aportar al empoderamiento organizacional y comunitario.
Método
Se empleó una metodología cualitativa
de tipo descriptiva, en la que el foco de estudio fue el análisis de diferentes organizaciones comunitarias de dos localidades de la
región de la Araucanía, las que se seleccionaron mediante un muestreo intencionado
por criterios. Del mismo modo, se entrevistaron a funcionarios de ambos municipios.
Participantes
Primero se seleccionaron comunas de
la región de la Araucanía con las que se tenía contacto previo con el municipio correspondiente, definiéndose como localidades a
Quillem (comuna de Perquenco) y Puerto
Saavedra urbano. Se seleccionaron las organizaciones de cada localidad de acuerdo
a dos criterios: organizaciones que tuvieran
una trayectoria de al menos un año y organizaciones de distinto tipo (e.g., deportivas, territoriales, juveniles). La cantidad
de organizaciones a entrevistar en cada
localidad se estableció una vez que se tuvo
un diagnóstico actualizado de las organizaciones existentes y de su tipo de funcionamiento en cada una de las localidades. Las
organizaciones cubiertas se describen en la
Tabla 1.
En ambas comunas se entrevistaron
además a funcionarios de los municipios.
Las entrevistas fueron realizadas por estudiantes en práctica profesional y tesistas
del área comunitaria, cubriendo en Quillem
a casi el 80% de los funcionarios (quienes
TRAYECTORIAS ORGANIZACIONALES Y EMPODERAMIENTO COMUNITARIO 71
adicionalmente participaron en un taller de
devolución y profundización de un diagnóstico organizacional) y en Puerto Saavedra,
a cerca del 50% de los funcionarios.
cedentes sociodemográficos, entre otros).
Las técnicas observación participante
y no participante aportaron información
respecto de los vínculos reales establecidos
entre las organizaciones y sus miembros
y agentes del municipio. Las técnicas de
diagrama de Venn y el cuestionario generador de nombres aportaron información para
el análisis estructural de redes. Las entrevistas a las organizaciones indagaron información respecto de la historia de la localidad y de la trayectoria de la organización,
la relación entre dirigentes y municipio y la
proyección del trabajo de la organización.
Las entrevistas a los actores municipales
indagaron sobre los tipos de relación establecidos con las organizaciones, la visión sobre las organizaciones locales y los enfoques
Instrumentos
Las técnicas de recolección/producción
de información empleadas fueron: entrevista semiestructurada, entrevista no estructurada, entrevista de grupo, observación
participante y no participante y análisis de
documentación (ver Tabla 2). Estas técnicas aportaron información respecto de las
historias de las organizaciones, los tipos de
vínculos internos y externos, sus lógicas de
funcionamiento y los antecedentes de cada
una de las localidades (historia local, anteTabla 1
Organizaciones Participantes del Estudio
Organización/Localidad
Quillem
Cantidad Integrantes
Puerto Saavedra
Juntas de Vecinos
1
30
1
Comités de Vivienda
1
46
1
Organizaciones Juveniles
1
16
1
Total
4
107
4
Club de Adulto Mayor
1
15
Cantidad Integrantes
5 dirigentes
120 familias
60 familias
1
30
5 directivas,
estudiantes del Liceo
Reino de Suecia
100 de forma estable
Tabla 2
Técnicas por Localidad y Organización
Técnicas
Taller grupal
Taller grupal
Observación
participante y
no participante
JJVV
3
1
Quillem
Localidad
Adulto
Mayor
Organización
Juvenil
Comité de
Vivienda
JJVV
1
1
-
1
3
3
2
3
Puerto Saavedra
Adulto
Mayor
Organización
Juvenil
Comité de
Vivienda
1
1
1
3
3
PERMANENTE A LO LARGO DEL PROCESO DE INVESTIGACIÓN
3
72
ZAMBRANO, BUSTAMANTE Y GARCÍA
de trabajo con las organizaciones. El equipo
de investigación participó en actividades
como: jornada de diagnóstico comunitario,
festividades locales y reuniones de las organizaciones con el alcalde y el equipo municipal, en el caso de Quillem; y en la producción de un video con la reconstrucción
histórica de la localidad, cuenta pública del
alcalde y actividades recreativas, en el caso
de Puerto Saavedra.
Procedimiento
La inserción en la comuna de Perquenco y la localidad de Quillem se realiza a
partir del año 2004 y en Puerto Saavedra,
desde el 2006. En ambos casos el contacto
inicial se realiza con el Director de Desarrollo Comunitario. Posteriormente, se tomó
contacto con los respectivos alcaldes, funcionarios municipales y organizaciones. En
cada una de las comunas el equipo investigador participó en diversas actividades que
permitieron tomar contacto con los actores
locales. Luego se aplicaron las diversas
técnicas de producción de datos y, posterior al análisis, se realizaron actividades
de devolución-problematización de los resultados.
Análisis de la Información
La información susceptible de transcribirse y trabajarse en formato electrónico
fue sometida a un análisis cualitativo con el
software AtlasTi versión 4.04. El análisis se
realizó siguiendo el enfoque de la teoría desde la base, utilizándose específicamente la
codificación abierta y axial. Se integraron,
además, otros datos como las observaciones
de campo y diagramas de redes. El componente estructural de las redes se analizó
mediante el software UCINET VI y desde
Newtdraw se obtuvieron las representaciones gráficas de las redes estudiadas.
La credibilidad de los resultados se
aseguró por la duración e intensidad de la
observación-participación (entre los años
2005 y 2007) y por la triangulación de datos,
de métodos y de investigadores. Se realizaron, también, chequeos y contra chequeos
con las organizaciones participantes y funcionarios municipales.
Resultados
Localidad de Quillem
Características centrales de la dinámica comunitaria. Se observa una identidad
local en la que predomina un fuerte sentimiento de exclusión en relación al resto
de la comuna de Perquenco, con una conflictividad latente que se expresa con mayor intensidad en períodos eleccionarios de
autoridades de la municipalidad, momento
en que se hace evidente una fuerte división
partidista centrada en las personas que postulan a ese cargo más que en la adscripción
a partidos políticos. Es una comunidad que
mantiene lazos por mucho tiempo, basados
fuertemente en relaciones de parentesco.
Los vecinos de la localidad deben enfrentar
importantes dificultades económicas y de
acceso a servicios y recursos. Con todo, se
trata de una comunidad que tiende a solidarizar cuando eventos difíciles afectan a
alguno de sus integrantes.
Estilo de funcionamiento en las organizaciones comunitarias. En sus trayectorias
las organizaciones se caracterizan por un
funcionamiento centrado en lograr objetivos
de corto y mediano plazo, los que en gran
parte se han remitido a conseguir recursos económicos. Las relaciones al interior
de las organizaciones tienden a reproducir
el esquema existente en otros espacios comunitarios, con alta concentración de responsabilidades y toma de decisiones en los
dirigentes, quienes han logrado desarrollar
cierto nivel de capital social que ponen al
servicio de la organización. Asimismo, presentan un relativamente alto nivel de empoderamiento individual que, sin embargo, no
logra traducirse en mayor empoderamiento
organizacional.
La participación de los integrantes de
las organizaciones se da principalmente
en actividades que implican resultados en
el corto o mediano plazo, que se asocian al
acceso a recursos materiales o realización
de actividades recreativas y culturales (e.g.,
fiestas patrias, fiesta de la primavera). Un
actor facilitador de estas formas de participación es la escuela de la localidad, ya sea
porque esta cede sus espacios físicos para
TRAYECTORIAS ORGANIZACIONALES Y EMPODERAMIENTO COMUNITARIO 73
la realización de actividades comunitarias o
porque el equipo de profesores organiza algunas actividades abiertas a la comunidad.
En síntesis, los esquemas semiclientelares y paternalistas se reproducen al interior
de las organizaciones, las que dependen en
su trayectoria casi exclusivamente de las
gestiones y logro de las directivas a nivel
del municipio y otros programas.
En los vínculos de nivel vertical de las
organizaciones predominan los nexos con el
municipio, siendo la relación fundamental
con el alcalde. El tipo de vínculo establecido
es semiclientelar.
Relación municipio-comunidad. En una
mirada histórica a las relaciones sostenidas
por este municipio con la comunidad, se observa que cobra centralidad el estilo y tipo
de rol del alcalde para definir la interfaz.
Destaca como principal estilo de interfaz,
desde la tipología de Durston (2002), el
clientelismo paternalista pasivo:
Uno ve que el municipio es como el motor de la comuna y es el que tiene que solucionar todos los problemas (entrevista
a funcionario municipal, párrafo 68, código interfaz concepción “paternalista”)
Esta situación comienza muy lentamente a modificarse en la medida que la gestión
sostenida por el actual alcalde pone acento
en la promoción y participación de las organizaciones, lo que ha exigido a los funcionarios ir modificando su estilo de interacción
con la comunidad, así como a la comunidad,
asumir un rol más activo.
El equipo municipal presenta un alto
compromiso con la labor desarrollada por
sobre el carácter político partidario, con un
fuerte sentido de servicio público y, si bien
tiene claro que debe avanzar en una relación menos asistencialista, ve en ello una
difícil tarea porque percibe a la comunidad
como muy necesitada de recursos y demandante de apoyo.
Localidad de Puerto Saavedra
Características centrales de la dinámica
comunitaria. En el caso de Puerto Saavedra
urbano, se aprecia una comunidad marcada
por el terremoto vivido en la década de los
sesenta, donde miran a un pasado de pros-
peridad (antes del terremoto), en contraste
con un presente de múltiples dificultades.
Se advierte que, a partir de ese evento natural, la localidad ha sido objeto de una
aguda y caótica secuencia de intervenciones
desde distintos agentes y entidades movilizadas por diversos y disímiles intereses,
que han tendido a reforzar una identidad
local “sufriente”. Además, en esta localidad
cobra mayor relevancia el clientelismo político partidista:
Pero el acostumbramiento y las promesas políticas de repente hacen que la
gente no surja por sí sola, es una cuestión así, porque los mal acostumbras...
(entrevista a funcionario municipal,
párrafo 27, código interfaz concepción
“clientelar política”)
El énfasis de distintos organismos públicos y de ONGs en que la comunidad se
organice para acceder a recursos ha incentivado la formalización de las organizaciones
comunitarias. Sin embargo, esto ha generado quiebres en las formas de organización
natural de las personas en la comunidad,
asociacionismo en torno a la postulación de
proyectos (uno de los principales focos de
vinculación entre el municipio y la comunidad), restricción de la capacidad de autogestión y una comprensión limitada acerca
de la participación.
Estilo de funcionamiento en las organizaciones comunitarias. Las organizaciones
tienden a mostrar una visión utilitarista de
la participación y organización comunitaria,
la que está motivada por necesidades materiales concretas que pueden ser resueltas a
través de las organizaciones.
Desde una perspectiva global, se aprecia
que las organizaciones han vivido procesos
de formalización, con el propósito central
de obtener recursos de diversos programas
estatales; de allí que se las perciba y valore
esencialmente como un medio para acceder
a recursos escasos más que como un espacio
de desarrollo personal y comunitario.
En este contexto los líderes aparecen
como mediadores entre el municipio y las
bases, siendo por tanto relevante el capital
social individual que estos hayan logrado
desarrollar para alcanzar los propósitos de
la organización. Así, el tipo de interacción
74
ZAMBRANO, BUSTAMANTE Y GARCÍA
prevaleciente es de distanciamiento de las
bases y reproducción de un esquema asistencialista de relación.
Los dirigentes, particularmente de las
organizaciones constituidas por adultos,
presentan trayectorias prolongadas de participación (vinculadas a historias familiares
de liderazgo), tendiendo a concentrar el poder social en la medida que asumen cargos
en distintas organizaciones del mismo sector. Ellos son percibidos por los integrantes de las organizaciones como poco representativos, aunque se valora su experticia.
Hay algunos dirigentes que se desempeñan
además como funcionarios municipales,
cuestión que agrava las desconfianzas por
la superposición de intereses.
Los dirigentes valoran la posibilidad de
servir, a través de su rol, a la comunidad,
aunque viven sentimientos encontrados en
la medida que, al mismo tiempo que responden a una vocación de servicio personal y
familiar, experimentan una experiencia de
sobrecarga.
Al realizar el análisis por tipo de organización, se observan similitudes entre
ellas. En términos generales, las organizaciones se caracterizan por contar con redes
predominantemente de baja densidad, cuyos vínculos tanto internos como externos
están centralizados en una persona, la que
generalmente es el dirigente y en ocasiones
un agente municipal, con excepción de las
organizaciones juveniles, las que parecen
compartir mejor entre sus miembros las relaciones internas y externas.
Relación municipio-comunidad. En el
período estudiado, la gestión municipal aparece altamente politizada, con una cultura
organizacional marcada por la diferencia
entre funcionarios de planta y funcionarios
de confianza política del alcalde. En las relaciones que se sostienen con la comunidad
se promueve el apoyo diferenciado a los dirigentes, mediado por favores personales y
privilegios.
También se aprecia una gestión mediada fundamentalmente por la urgencia,
siendo la comunidad definida desde la carencia, entendida no solo desde los recursos
materiales sino, más bien, como en estado
de necesidad permanente.
En este municipio se identifica la centralidad del rol del alcalde para definir el
tipo de interfaz, predominando uno de tipo
clientelar paternalista pasivo (Durston,
2002).
Análisis Integrado de Resultados
Aunque los diferentes actores locales
valoran la organización y participación
como elementos sustantivos para el desarrollo de la comunidad, las relaciones de interfaz sostenidas por ellos no favorecen procesos de empoderamiento organizacional ni
comunitario. Se observa en ambas comunas
que el capital social comunitario de tipo
vertical y horizontal corresponde más bien
al capital social individual de sus dirigentes
más activos.
Una parte importante de las dificultades para que las organizaciones comunitarias obtengan logros de mayor impacto en
sus objetivos está en su interior. La baja
densidad de las relaciones, la centralización
de los vínculos en la persona del o la presidenta de la organización, la baja renovación
de liderazgos y el foco de la relación con el
municipio y otros actores públicos puesto
solo en la obtención de recursos materiales,
constituyen obstáculos para que la comunidad acceda a recursos disponibles para mejorar sus condiciones de vida y aumentar su
autonomía.
Desde ambos municipios predominan
relaciones de interfaz del tipo clientelismo
paternalista pasivo y de semiclientelismo.
Estas relaciones de interfaz no facilitan el
desarrollo de capacidades y de autogestión
y la formación de capital social comunitario. Así, se retroalimenta un sistema local
que mantiene relaciones de dependencia
respecto del municipio, que dificulta el empoderamiento comunitario.
Es importante destacar, sin embargo,
que en el municipio de la comuna de Perquenco, al momento del estudio, ocurrían
cambios de relevancia en dirección a favorecer relaciones que fomentan la participación activa de la comunidad y un mayor
protagonismo de las organizaciones, particularmente de la localidad de Quillem,
cuestión mediada por un alcalde que valora
e incentiva estos procesos.
TRAYECTORIAS ORGANIZACIONALES Y EMPODERAMIENTO COMUNITARIO 75
Discusión
Los resultados enfatizan la relevancia
de las características del liderazgo ejercido por la autoridad del gobierno local como
un factor clave en las trayectorias de las
organizaciones, en sus relaciones con las
organizaciones sociales y en el contexto en
que los operadores públicos deben trabajar,
particularmente en comunas con rasgos
más bien tradicionales como en las que se
insertan ambas localidades.
Asimismo, el enfoque predominante de
vinculación con la comunidad encontrado
en los agentes municipales aparece como un
factor clave para incidir en la modificación
de las relaciones clientelares, semiclientelares y asistencialistas que predominan en
ambas localidades.
Lo anterior confirma los hallazgos de
Durston et al. (2005) en relación al rol negativo que está teniendo el clientelismo partidario al interior de los municipios en su
contribución al desarrollo de la comunidad,
al no lograr avanzar hacia un estilo de relación “empoderador”. Ello no quiere decir
que falte voluntad en los agentes municipales para aportar al desarrollo de la comunidad, ya que los agentes estudiados están
comprometidos con las organizaciones de la
comunidad, aunque desde representaciones
de tipo carencial. Es más bien el contexto
clientelar más amplio en el que ellos trabajan el mayor obstáculo.
En relación a las barreras para favorecer el empoderamiento en el espacio comunitario (Maton, 2008), se puede destacar en
el nivel de las organizaciones: debilidades
en la estructura de las oportunidades de
ejercer roles (los dirigentes centralizan las
relaciones y decisiones), las características
de los liderazgos (paternalistas o autocráticos) y las características de las actividades
centrales desarrolladas por las organizaciones (orientadas a la recepción pasiva de recursos materiales).
Si bien el componente de acceso a recursos (Zimmerman, 2000) es prioritario en
sectores con amplias dificultades sociales y
económicas, los medios y las dinámicas que
se configuran en torno a este proceso permiten o restringen el acceso a otros recursos
también importantes. Para gran parte de
las organizaciones en este estudio -en menor
medida para las organizaciones de adultos
mayores y de jóvenes- la organización y
participación adquieren un valor estrictamente instrumental. Así, los componentes
de participación crítica, dinámica democrática y vinculación con otras organizaciones
-los otros componentes del empoderamiento
organizacional y comunitario- están prácticamente ausentes en las organizaciones
estudiadas.
Esta forma de funcionamiento, como
ya ha sido descrita por Zambrano (2007),
favorece que los programas sociales, particularmente los ejecutados en el espacio
local, privilegien la relación/mediación con
dirigentes por sobre la relación con la organización. Así, con frecuencia los líderes y
dirigentes viven fuertes procesos de empoderamiento individual sin que ello redunde necesariamente en un empoderamiento
organizacional y comunitario. El peligro de
esta fórmula, así como la concentración del
poder solo en la autoridad municipal y en
los técnicos, es que se refuercen y perpetúen
las relaciones clientelares. Este esquema
relacional con frecuencia permite que las
organizaciones cumplan el rol instrumental
de acceder a recursos, pero no impacta la
calidad de las relaciones, las capacidades ni
la subjetividad de los involucrados.
A partir del análisis de los resultados,
se puede plantear que en ambas localidades se requiere de procesos intencionados
de fortalecimiento organizacional, así como
de una modalidad de trabajo desde los
agentes públicos que sea promotora del empoderamiento de actores locales. Sin lugar
a dudas, parte importante de este escenario se vincula con el estilo de liderazgo que
ejercen las autoridades municipales de turno, las que pueden favorecer las relaciones
clientelares o, en contrapartida, favorecer
en el municipio un rol de mayor promoción
y participación de la comunidad. También
se puede apreciar que un estilo más democrático por sí solo no garantiza condiciones de
empoderamiento, puesto que la matriz cultural que atraviesan las relaciones favorece el
poder dominación por sobre el poder potencia
(Villasante, 2002). Procesos sistemáticos de
evaluación crítica y participativa, así como
la formación técnica especializada para el
76
ZAMBRANO, BUSTAMANTE Y GARCÍA
trabajo comunitario de los funcionarios municipales, aparecen como prioritarios.
En la experiencia de campo en la región
de la Araucanía (Zambrano & LeBlanc,
2008, Junio) se muestra que el estilo predominante en muchas organizaciones comunitarias es similar al descrito en este estudio,
requiriéndose para favorecer el empoderamiento comunitario de un proceso de formación y acompañamiento de líderes y organizaciones para el ejercicio de un liderazgo
democrático.
También es importante propiciar en el
resto de la comunidad procesos participativos, siendo el desafío prioritario rescatar
los intereses y valoraciones culturales de la
comunidad para favorecer la puesta en relación de los actores locales en un contexto
de convivencia. A partir de esto, se puede
transitar lentamente a un tipo de participación más activa y reflexiva, mediante procesos educativos transversales (Zambrano,
2007).
Por otra parte, se puede concluir que
los recursos endógenos centrales de las organizaciones son las características de los
dirigentes, el grado de participación activa de los miembros cuando las iniciativas
comprometen su interés, así como el capital
social interno a la organización. Las organizaciones tienden, desde esta perspectiva, a
conseguir al menos parcialmente sus objetivos, lo que refuerza la conveniencia de participar y actuar organizadamente, aunque
ello se haga en forma más bien pasiva.
Finalmente, cabe referirse brevemente
a las limitaciones como a las posibles proyecciones de este estudio. Al menos dos debilidades deben ser mencionadas: en primer
lugar, el escaso énfasis en el componente
histórico en el estudio de las organizaciones
(para haber profundizado en la noción de
trayectoria) y, en segundo lugar, no haber
contemplado a otros informantes de la comunidad no integrados a organizaciones,
con el propósito de haber tenido una visión
más panorámica de las dinámicas comunitarias.
En el plano de las proyecciones sería
conveniente estudiar trayectorias organizacionales positivas en alguna localidad que
presente mejores niveles de empoderamiento comunitario, con el propósito de indagar
en aquellos factores que se asocian a este
proceso.
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