RECERQUES DEL MUSEU D’ALCOI, 9 (2000), 75-84
LES COVES DE SANTA
MAIRA (CASTELL DE
CASTELLS, LA MARINA
ALTA - ALACANT):
PRIMEROS DATOS
ARQUEOLÓGICOS
Y CRONOLÓGICOS
J. E. AURA (*)
J. R. SEGUÍ (**)
M. PÉREZ RIPOLL (*)
C. VERDASCO (*)
F. COTINO
C. I. PÉREZ HERRERO (*)
B. SOLER (*)
O. GARCÍA PUCHOL (*)
S. VIDAL (*)
I. CARBALLO
B. NEBOT (**)
La cova o les coves de Santa Maira, denominación que
describe ajustadamente el numeroso conjunto de oquedades de origen cárstico que la flanquean y que muy posiblemente conforman un único sistema, se abre en la margen
derecha del barranc de Famorca, dentro del término municipal de Castell de Castells en la comarca de la Marina alta
(Alacant). La cavidad se sitúa por encima de la cota de 600
m de altitud, dentro de la compleja red orográfica que
caracteriza el límite de las comarcas de el Comtat y la
Marina alta, en la cabecera del que aguas abajo conformará
el riu Gorgos y que, hasta alcanzar esta denominación, sus
escasos pero numerosos tributarios son conocidos por dife-
(*) Dept. de Prehistòria i Arqueologia. Universitat de València.
(**) Centre Valencià de Cultura Mediterrània.
Se ofrece una descripción preliminar de la secuencia arqueológica
de las Coves de Santa Maira (Castell de Castells). Los conjuntos arqueológicos y las dataciones C 14 obtenidas indican que la cavidad registra
ocupaciones humanas estratificadas entre el XIVº y VIº milenio BP, con
materiales arqueológicos que pueden ser relacionados con el Magdaleniense superior, Epipaleolítico sauveterroide, Mesolítico y Neolítico II. A
partir de este momento la cavidad tuvo una función, básicamente, de
corral para el cierre del ganado doméstico.
Palabras Clave: Cueva. Magdaleniense. Epipaleolítico. Mesolítico.
Neolítico. Marina Alta (Alicante).
Es presenta una descripció preliminar de la seqüència arqueològica
de les Coves de Santa Maira (Castell de Castells). Els conjunts arqueològics i les datacions C 14 obtingudes indiquen que la cavitat registra ocupacions humanes estratificades entre el XIV i el VI mil·lenni BP, amb
materials arqueològics que poden ser relacionats amb el magdalenià
superior, epipaleolític sauvaterrià, mesolític i neolític II. Des d’aquest
moment la cavitat es va fer servir, bàsicament, de corral per al tancament de ramat domèstic.
Paraules clau: Cova. Magdalenià. Epipaleolític. Mesolític. Neolític.
Marina Alta (Alacant).
Les Coves de Santa Maira (Castell de Castells, La Marina Alta-Alacant): First archaeological and chronological data.
A preliminary description of the archaeological sequence of Les
Coves de Santa Maira (Castell de Castells) is offered. Archaeological
assemblies and obtained C 14 datings indicate that the cavity registers
stratified human occupations between 14th and 6th millenium BP, with
archaeological record that can be related to the Upper Magdalenian,
Sauveterroid Epipaleolithic Period, Mesolithic and Neolithic II. Since
this moment the cavity had a function, basically, of corral for the closing
of domestic cattle.
Key Words: Cave. Magdalenian. Epipaleolithic. Mesolithic. Neolithic. Marina Alta (province of Alicante).
rentes topónimos locales –barranc de Famorca, riu de les
Xiques, riu de Castells o riu de Xaló–; un curso que, bajo
un fuerte control estructural, sigue un trazado W-E hasta
desembocar en el Mediterráneo por la bahía de Xàbia.
La cueva se halla dentro del sistema de sierras calcáreas mesozoicas del dominio prebético externo. Al N y SW
se alinean serra d’Alfaro y Serrella, separadas por una
depresión tectónica rellena de margas terciarias en cuya
cota más alta se establece la divisoria de aguas que individualiza en este tramo las cuencas del riu Gorgos y el riu
Ceta, tributario de la vall del riu d’Alcoi. Al SE, los relieves se escalonan y pierden altura desde la serra del Carrascal de Parcent (973 m), la serra del Penyó (842 m), el Castell de la Solana (608 m), la Lloma Llarga (726) y la serra
de Castellar (435 m), delimitando áreas progresivamente
más abiertas hasta alcanzar la cuenca baja del riu Gorgos,
75
J. E. AURA - J. R. SEGUÍ - M. PÉREZ RIPOLL - C. VERDASCO - F. COTINO - C. I. PÉREZ HERRERO - B. SOLER - O. GARCÍA PUCHOL - S. VIDAL - I. CARBALLO - B. NEBOT
Figura 1
que se extiende desde la población de Gata hasta la costa
de Xàbia.
El yacimiento se localiza en la solana de serra d’Alfaro, a unos 35 metros por encima del lecho del barranc de
Famorca que está delimitado por serra d’Alfaro (1166 m) y
la Serrella (1351 m), aproximadamente en la margen
opuesta de la confluencia del barranc de la Retura y el riu
Castells. A poco más de 2 km desde el yacimiento se
alcanzan cotas por encima de los 1000 m, tanto en la solana –Alt d’Alfaro– como en la umbría –Aspres de Famorca
y Mallà del Llop (1.357 m)– (fig. 1). A techo de su boca
oeste se conserva un interesante conjunto de Arte levantino y a unos centenares de metros, aguas arriba del barranc
de Famorca, se localizan otras estaciones con representaciones de estilo esquemático y macroesquemático (Hernández, Ferrer y Catalá, 1988). Precisamente, sus depósitos arqueológicos son conocidos desde finales de los años
ochenta gracias al desarrollo de un programa de prospección y estudio del Arte rupestre neolítico de estas comarcas, dirigido por M. S. Hernández desde la Universidad de
Alicante y realizado en colaboración con el Centre d’Estudis Contestans (Hernández, Ferrer y Catalá, 1988).
76
La cavidad conocida hasta ahora tiene una morfología
subtriangular y está organizada sobre una galería interior
de, aproximadamente, 30 m de longitud y 10 de anchura
máximas, a la que se accede desde al menos tres aberturas
exteriores (fig. 2). La boca este ha sido y es un corral con
construcciones realizadas en piedra seca. La abertura central es una estrecha gatera ascendente. La boca oeste ofrece
un vestíbulo de unos 50 m2, en el que aflora la roca, y tras
una grada escalonada conecta con el ángulo SW de la mencionada galería interior a través de una sala compartimentada por los restos de un testigo –que no contiene material
paleontológico ni arqueológico– (fig. 3). En el ángulo nordoriental de esta sala es donde se realizó un sondeo que
proporcionó, de muro a techo, la siguiente sucesión: Epipaleolítico Microlaminar (Nivel IV), Epipaleolítico de
muescas y denticulados (Nivel III) y Neolítico (Nivel I+II)
(Doménech, 1991).
Los trabajos desarrollados a partir de los años noventa
han tenido como objetivos la obtención de una secuencia
paleoambiental y cronoestratigráfica, el estudio de la evolución de los equipos industriales de los grupos epipaleolíticos y la caracterización de las formas económicas de los
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LES COVES DE SANTA MAIRA (CASTELL DE CASTELLS, LA MARINA ALTA- ALACANT): PRIMEROS DATOS ARQUEOLÓGICOS Y CRONOLÓGICOS
Figura 2
últimos cazadores-recolectores en un entorno de orografía
compleja y de altitud media (Aura y Pérez Ripoll, 1992 y
1995; Aura 2001). Estas líneas de trabajo se enmarcan en
un proyecto arqueológico y etnogáfico que pretende investigar el uso de las cavidades en época prehistórica e histórica –en este caso con una funcionalidad, fundamentalmente, de corral– y el poblamiento de la media montaña (Seguí
y Aura, 1997; Aura, 2001).
1. Documentación arqueológica
La información conocida hasta ahora sobre el yacimiento y su entorno procede del estudio de los conjuntos
de arte neolítico (Hernández, Ferrer y Catalá, 1988), la
publicación parcial de los materiales obtenidos en el sondeo realizado en la década de los años ochenta del siglo
XX en su boca oeste (Doménech, 1991), los recuentos de
sus conjuntos faunísticos (Aura y Pérez, 1992 y 1995) y
los primeros resultados sobre el uso de la cavidad como
corral durante el neolítico a partir de los análisis microsedimentológicos y antracológicos (Verdasco, 1999; Badal,
1999).
Figura 3
77
J. E. AURA - J. R. SEGUÍ - M. PÉREZ RIPOLL - C. VERDASCO - F. COTINO - C. I. PÉREZ HERRERO - B. SOLER - O. GARCÍA PUCHOL - S. VIDAL - I. CARBALLO - B. NEBOT
Los datos que se presentan ahora proceden de las campañas realizadas en estos últimos años en los depósitos
conservados en las dos áreas de excavación abiertas hasta
ahora. A pesar de que los cortes obtenidos en ambas salas
muestran diferencias significativas, explicables en parte a
partir de la intervención de procesos de erosión –dado el
importante desnivel de cotas entre ambas salas– y sobre
todo, por el impacto que sobre la integridad de sus depósitos ha tenido el uso de la cavidad en época reciente. La
correlación preliminar de ambas salas permitirá realizar
una rápida descripción de la secuencia arqueológica conocida hasta ahora, valoración que cabe entenderla en estos
términos puesto que todavía quedan abiertas múltiples
cuestiones que habrá que ir perfilando en próximos trabajos –la posición secundaria de una parte de los paquetes
más superficiales, los hiatos y procesos erosivos que parecen producirse en los momentos correspondientes al tránsito Pleistoceno-Holoceno o la existencia de nuevas bocas
de acceso al interior de la cavidad y su implicación en la
posición y génesis de algunos aportes o el uso del espacio
habitado.
El estudio de la litoestratigrafía y sedimentología de la
boca este y de los depósitos más superficiales de la oeste
fue iniciado por Mª. P. Fumanal y en la actualidad está
siendo completado por C. Verdasco Cebrián (1999), especialmente en lo referente al análisis microsedimentológico,
y por J. F. Jordá Pardo. Paralelamente, M. Dupré obtuvo
muestras de los dos cortes para el estudio palinológico
–con resultados negativos en ambos casos–, E. Badal ini-
Figura 4. Coves de Santa Maira. Estratigrafía de la boca oeste
78
ció el análisis de los restos de carbón al que se ha incorporado Y. Carrión y G. Jordá está llevando a cabo el estudio
de los restos de frutos y semillas. En lo que respecta a los
conjuntos de fauna, P. Guillem tiene a su cargo el estudio
de la microfauna, M. Pérez Ripoll realiza otro tanto sobre
los restos de macro y mesomamíferos, Mª.J. Rodrigo
sobre los restos ictiológicos y J. F. Jordá sobre el conjunto
de malacofauna marina y continental.
En lo referente a la documentación arqueológica, en su
sentido más restrictivo, I. Guitart clasificó los primeros
conjuntos de cerámica prehistórica, trabajo que en la
actualidad está llevando a cabo Ll. Molina y A. Piera, en el
caso de los conjuntos de cerámica medieval andalusí. De
la industria ósea J.Ll. Pascual se encarga de su estudio
tipológico y C.I. Pérez de la tecnología y trazas de uso. B.
Soler se ha ocupado del análisis de los conjuntos ornamentales y J.E. Aura de la clasificación tipológica de las industrias líticas, cuyo estudio traceológico es competencia de
P. Jardón. La cuantificación de los diferentes conjuntos de
evidencias recuperadas está siendo llevada a cabo, básicamente, por I. Carballo y B. Nebot.
1.1. Secuencia de la boca este: el corral del
Gordo
Corral del Gordo es la denominación que recibe usualmente la boca este de la cavidad, área en la que tuvimos
que realizar en 1993 una campaña de limpieza y regularización tras producirse una importante agresión sobre sus
LES COVES DE SANTA MAIRA (CASTELL DE CASTELLS, LA MARINA ALTA- ALACANT): PRIMEROS DATOS ARQUEOLÓGICOS Y CRONOLÓGICOS
depósitos. La secuencia resultante se ordenó en dos grandes paquetes sedimentarios (Niveles I y II), separados por
un contacto netamente erosivo (Verdasco, 1999), que contenían restos de ocupaciones del Neolítico y del Paleolítico superior final.
El nivel II estaba compuesto por arenas y abundante
fracción gruesa, fracturada, poco rodada y alterada de
coloración marrón-amarillenta en cuyo interior se individualizaron 3 subunidades con un espesor total en torno a
los 45 cm en los que aprecia un descenso de la fracción
gruesa de muro a techo (Verdasco, 1999). Entre los materiales obtenidos destaca alguna punta doble de hueso, un
relativamente importante conjunto de elementos de adorno
fabricados sobre malacofauna marina y un reducido conjunto lítico formado por raspadores, piezas retocadas, un
geométrico microlítico y algunos núcleos.
El nivel I estaba formado por una larga serie de laminaciones de limos y arcillas con marcadas rupturas horizontales y abundante materia orgánica en algunos tramos de
coloración muy contrastada –marrón, gris, negro… Su
espesor era muy variable (15-50 cm) y de hecho, no se
encontraba en las cuadrículas más orientales. En su interior
se individualizaron tres subcapas de geometría lenticular y
disposición paralela a la base del depósito. La existencia
de madrigueras era particularmente importante en alguna
de las áreas de excavación.
Los materiales que englobaba mostraban, en líneas
generales, dos características: escasez y un alto grado de
fragmentación. La presencia de cerámica –incisa, apliques
plásticos, esgrafiada y peinada y una industria lítica bastante reducida –destacando tan sólo alguna hoja con lustre– se asociaba a restos de ovicápridos domésticos.
Esta sucesión no coincidía con los datos proporcionados por el sondeo realizado en la boca oeste, pero aportaba
dos elementos decisivos:
1) Las ocupaciones neolíticas parecían corresponder al
mismo horizonte –cerámicas lisas, esgrafiadas y peinadas: Neolítico IIA (Bernabeu, 1989) –, pero se encontraban bastante desmanteladas por procesos erosivos
combinados con la acción antrópica.
2) El contacto de estas ocupaciones neolíticas era netamente discordante con los niveles infrayacentes,
abriendo la posibilidad de un hiato deposicional de
varios milenios, posibilidad que fue confirmada por los
resultados ofrecidos por las dataciones radiométricas,
las asociaciones paleobotánicas resultantes del estudio
antracológico y los datos proporcionados por la microfauna.
1.2. Secuencia de la boca oeste
Esta sala está compartimentada por los restos de un testigo que conforma una especie de arco y que por los datos
obtenidos hasta ahora no llegó a constituir una división de
la sala en dos ámbitos hasta que estuvo colmatada por los
depósitos atribuídos al nivel 3. En el borde oriental de esta
división se realizó el sondeo ya mencionado, cuyo perímetro no pudimos reconocer, describir ni muestrear por las
reiteradas actuaciones incontroladas a la que estuvo sometida la cueva. Finalmente, la escasa estabilidad y agregación de los depósitos de este sector aconsejaron excavar el
borde occidental de esa sala.
En el momento de iniciar la excavación, este sector
occidental ofrecia una morfología subrectangular de reducidas dimensiones: algo más de 6 m en su eje sagital (N-S)
y poco menos de 2 en el frontal (E-W). Un sedimento
seco, pulvurulento e inestable se adosaba a lo largo de la
pared oeste, dejando entrever que este reducido espacio a
cota de superficie podía corresponder a una cavidad colmatada mucho mayor. Las características y disposición de
los sedimentos han ido confirmando esta primera intuición: el marcado buzamiento hacia el interior de la cavidad
combinado con otro de dirección E-W sugieren dos direcciones claras de progresiva ampliación del reducido espacio inicial. Además, desde ambos extremos de la pared
oeste de esta sala –que en realidad correponde al techo colmatado– se reconoce un mayor desarrollo de la sala; en
dirección N comunica con la galería interior mientras que
en sentido contrario parece prolongarse la galería, dispuesta aproximadamente en la vertical de esta pared, y recorriendo a una cota más baja el vestíbulo de entrada hasta,
previsiblemente, alcanzar el exterior.
Hasta el momento se trabaja sobre unos 14 m2, un área
que supone más del doble de la superficie inicial, reconociéndose todavía en las cuadrículas más cercanas a la
pared oeste depósitos pulvurulentos, inestables y con
materiales hetereogéneos –cerámica a torno, cerámica
impresa o microlitos geométricos– que muy posiblemente
son resultado de la redeposición, un tanto caótica y gravitacional, de ocupaciones no aisladas hasta ahora en un
contexto estratigráfico cerrado. En todo caso, no se ha
reconocido un uso funerario de la cavidad en este sector
aunque sí el aporte de restos de aves domésticas y otras
presas que muy posiblemente se deben al uso de la cavidad
por zorros y mustélidos en época actual.
Hasta la fecha se han reconocido varias unidades sedimentarias que requieren una descripción y caracterización
internas más exhaustivas que la que vamos a plantear en
este texto. Conviene significar al menos dos aspectos que
han afectado profundamente nuestra compresión de la
sucesión estratigráfica (fig. 4). En primer lugar, en las cuadrículas más próximas al vestíbulo de entrada –aproximadamente las bandas numeradas como 2 y 3– las unidades
que engloban materiales neolíticos y mesolíticos estaban
prácticamente desmantelados, ocupando los huecos dejados por un importante desplome de grandes bloques que en
algún caso estaban próximos a 1 m2. Desde aproximadante
esta banda, los paquetes superiores progresaban hasta
superar los 1,5 m de espesor en el límite de las cuadrículas
numeradas como 5 y 6. En segundo lugar, estos depósitos
más superficiales están marcadamente afectados por la
79
J. E. AURA - J. R. SEGUÍ - M. PÉREZ RIPOLL - C. VERDASCO - F. COTINO - C. I. PÉREZ HERRERO - B. SOLER - O. GARCÍA PUCHOL - S. VIDAL - I. CARBALLO - B. NEBOT
presencia de madrigueras, tanto de roedores como de sus
depredadores, observándose que su tamaño y número se
reduce a medida que los depósitos se hacen más compactos y aumenta la fracción. En todo caso, hemos constatado
la vigencia y actualidad de estas madrigueras a las que nos
hemos acostumbrado a observar como testimonio de la
rica y abundante fauna local.
A pesar de no haber alcanzado todavía la colada basal
de la cavidad, es posible avanzar algunas características de
los depósitos y la secuencia arqueológica que contiene esta
sala, donde hasta el momento hemos reconocido ocupaciones con materiales correspondientes al Neolítico (Niveles
1 y 2), Mesolítico (Nivel 3), Epipaleolítico (nivel 4A) y
del Magdaleniense superior final (Niveles 4B/5).
Los niveles 4A y 4B conforman un paquete de aproximadamente 1,5 m de espesor de coloración grís y marrón
grisácea, dominado por la fracción fina, puntuales lentejones de pequeños cantos que engloban sucesivas laminaciones de materia orgánica. De la unidad 4B sólo se ha excavado una superficie cercana a los 2 m2, apreciándose alguna pulsación de bloques y plaquetas en su base. Todo este
conjunto de capas conforma un agregado de ocupaciones
recurrentes en cuyo interior es posible reconocer algunas
pulsaciones erosivas (fig. 4).
El contacto de estos niveles con el numerado como 3 es
posiblemente discordante, al menos en los tramos en que
hemos podido reconocerlo y con las reservas propias de un
yacimiento que en su tramo superior ofrece marcadas rupturas laterales –desplomes, procesos erosivos y madrigueras. Por sus caraterísticas estructurales, disposición y buzamiento es posible pensar que se trata de un paquete en
NIVEL
posición secundaria que se ha acumulado en las áreas del
fondo de la sala, estando prácticamente ausente de las cuadrículas más próximas a la entrada.
Los niveles 1y 2 –y también parte del 3– están afectados por procesos de remoción actual y madrigueras. Los
depósitos identificados como nivel 1 y 2 tienen un origen
vinculado al uso de la cavidad como corral, tal y como
confirman los resultados microsedimentológicos (Verdasco, 1999) y han sido desmantelados en época histórica:
una sucesión de laminaciones similar a las descritas para el
corral del Gordo sólo se conserva estructurada en parte de
las cuadrículas AA-5 y AB-5.
2. Cronología absoluta
Los depósitos arqueológicos conocidos en nuestro
ámbito de edad Tardiglacial y Holoceno inicial muestran,
frecuentemente, procesos erosivos, hiatos y cambios en los
ritmos de sedimentación (Fumanal, 1986, 1995 y 1999;
Jordá Pardo, 1986 y 1992). A partir del 17000-16000 BP
las secuencias contienen una sucesión de rupturas estratigráficas que inciden en la discusión de la secuencia evolutiva de los conjuntos arqueológicos que contienen, especialmente en sus momentos iniciales y finales (Aura, 1988,
1992, 1994 y 1995; Aura y Pérez, 1995). Se trata de procesos recurrentes posiblemente ligados a los rápidos cambios
bioclimáticos de este momento –el aumento de la temperatura y de la humedad o los cambios en la distribución estacional de las precipitaciones (Fumanal, 1986; Jordá Pardo,
1986 y 1992; Dupré, 1988)–, y que deberían tenerse en
cuenta a la hora de evaluar el hecho de que muchas de las
LABORATORIO
RESULTADO (BP)
MUESTRA
PROCEDIMIENTO
I-B
Beta-75224
5640 ± 140
Carbones agregados
C14 convencional
II-A
Beta-75225
11020 ± 140
Carbones agregados
C14 convencional
II-C
Beta-75226
14310 ± 190
Carbones agregados
C14 convencional
3-1
Beta-149947
80 ± 40
1 resto Capra pyrenaica
AMS
4A-4
Beta-131578
9760 ± 40
Carbones agregados
C14 convencional
4A-5
Beta-156022
9220 ± 40
1 resto Cervus elaphus
AMS
4A-5
Beta-156021
9370 ± 40
Restos carpológicos
AMS
4A-12
Beta-158013
420 ± 40
1 frag. Olea sp
AMS
4A-12
Beta-158014
9820 ± 40
1 frag. Quercus sp
AMS
4B-14
Beta-156023
11920 ± 40
1 resto Capra pyrenaica
AMS
4B- 15
Beta-131579
11620 ± 150
Carbones agregados
C14 convencional
Corral del Gordo
Boca oeste
Figura 5: Coves de Santa Maira. Dataciones absolutas.
80
LES COVES DE SANTA MAIRA (CASTELL DE CASTELLS, LA MARINA ALTA- ALACANT): PRIMEROS DATOS ARQUEOLÓGICOS Y CRONOLÓGICOS
Figura 6. Coves de Santa Maira. Secuencia general y principales rasgos.
series radiométricas situadas entre el XIII y el X milenio
BP muestren inversiones y discordancias.
En este texto nos limitaremos a presentar el listado de
dataciones disponibles, aplazando la discusión pormenorizada de los contextos sobre los que se han obtenido, los
procedimientos utilizados o la composición de las muestras. La distribución de las mediciones radiocarbónicas
realizadas sobre muestras procedentes de ambas salas
viene a indicar que existen, al menos, dos grandes agregados de ocupaciones situadas en el tránsito PleistocenoHoloceno –a lo largo del XIIº milenio BP – y en el Holoceno inicial –Xº milenio BP– para el que disponemos de
varias dataciones que ofrecen una dispersión polarizada en
su primer y último tercio (fig. 5). En los extremos de estas
ocupaciones, que por ahora son las que más información
arqueológica han proporcionado, sabemos que en la boca
oeste se conserva un episodio de ocupación anterior, del
XVº milenio BP, mientras que en la boca este a las ocupaciones del Xº milenio BP se superponen niveles mesolíticos y sobre estos neolíticos; aunque la única datación de
niveles neolíticos es la obtenida sobre una muestra procedente del nivel I-B del corral del Gordo.
Uno de lo episodios más interesantes de la secuencia
arqueológica de la boca oeste es el que ha ofrecido más
problemas a la hora de obtener su edad. Del nivel 3 se
enviaron varias muestras para su datación, pero sólo una
ha ofrecido resultados: 80 ± 40 BP 1. Evidentemente, esta
cronología no es coherente con los contenidos arqueológicos y faunísticos de estos depósitos: restos de fauna salvaje
asociada a un conjunto de piezas retocadas, muescas, denticulados y a los que se incorpora un reducido numero de
microlitos de silueta trapezoidal en su techo.
De las ocupaciones neolíticas, sólo se ha obtenido una
datación del tramo intermedio del nivel I del corral del
Gordo. Su resultado puede considerarse aceptable con respecto a otros contextos de cerámicas lisas, esgrafiadas y
peinadas (Bernabeu, 1989).
3. La ocupación humana de la cavidad: una
primera valoración
La documentación recuperada en la Cova de Santa
Maira y los trabajos de prospección y estudio etnoarqueológico de la vall de Ceta están permitiéndonos una aproxi-
81
J. E. AURA - J. R. SEGUÍ - M. PÉREZ RIPOLL - C. VERDASCO - F. COTINO - C. I. PÉREZ HERRERO - B. SOLER - O. GARCÍA PUCHOL - S. VIDAL - I. CARBALLO - B. NEBOT
Figura 7.
mación global tanto a la formación del yacimiento arqueológico como a los grupos humanos que lo ocuparon desde
fines del Tardiglacial hasta, prácticamente, la actualidad.
Esta perspectiva constituye un contexto adecuado para
analizar cómo y cuándo se produjo la ocupación de la
media montaña, las sierras de Serrella y d’Alfaro en este
caso, y cual ha sido la evolución de este poblamiento.
Los resultados obtenidos hasta la fecha amplían considerablemente nuestra percepción de la secuencia arqueológica del yacimiento y sobre todo evidencian que se trata de
un yacimiento que ha estado sometidos a múltiples procesos naturales y antrópicos. En el cuadro adjunto hemos
ordenado una primera aproximación a los rasgos más destacados de las sucesivas ocupaciones humanas conocidas
hasta el momento (fig. 6 ).
Según lo descrito en páginas anteriores, las primeras
ocupaciones humanas se localizan por ahora en el nivel II
de la boca este. La ocupación de esta sala fue muy puntual,
al menos en la superficie conservada y excavada por nosotros. El hiato sedimentario descrito para la columna obtenida en esta sala no se registra con esta amplitud en la boca
oeste, sala en la que actualmente estamos trabajando y en
la que todavía no hemos alcanzado la base de sus depósitos arqueológicos. Esta circunstancia abre la posibilidad de
que su secuencia arqueológica se prolongue al menos hasta
el 14.000 BP, si nos atenemos a lo conocido para la boca
este o corral del Gordo.
En la boca oeste se han identificado ocupaciones relacionadas con el Magdaleniense superior final si nos atenemos a la composición de los equipos líticos y óseos: en
comparación con los niveles superpuestos se aprecia un
82
incremento de la industria ósea –incluyendo algunas matrices y restos de fabricación– así como un cierto aumento de
los módulos tipométricos de la industria lítica. Los primeros recuentos de fauna indican una importante presencia de
restos de lagomorfos y cabra montés, acompañados de
algunos restos de ciervo, jabalí y Equus sp. Aves y peces
también están documentados.
A estos niveles se superpone un paquete de características menos compactas (4-A) que contiene industrias del
Epipaleolítico. Podemos avanzar que sobre el sustrato
anterior, y que podemos considerar de tradición magdaleniense, incorpora armaduras microlíticas, triángulos, segmentos y puntas dobles –de doble dorso y fusiformes– que
permiten su relación con el denominado sauveterroide
(fig. 7). A pesar de que entre ambos episodios existe alguna discordancia –que las dataciones absolutas también
señalan–, la composición de los equipos industriales mantiene marcadas semejanzas, destacando la recuperación de
un importante conjunto microlaminar que supera el 50 %
del total de la industria lítica retocada. En la composición
de los conjuntos faunísticos se repiten pautas anteriores,
aunque con algunas variaciones puntuales –restos de corzo
y sobre todo de rebeco– que pueden ser significativas tanto
de los cambios bioclimáticos producidos como de las estrategias económicas de los grupos epipaleolíticos.
Sobre este epipaleolítico sauveterroide y en posición
discordante, se sitúan los paquetes que contienen las industrias sobre lasca, en muchos casos obtenidas a partir de
calizas locales, que conforman un conjunto de piezas retocadas, muescas y denticulados que hemos denominado
como Mesolítico. Este nivel no ha podido ser datado hasta
LES COVES DE SANTA MAIRA (CASTELL DE CASTELLS, LA MARINA ALTA- ALACANT): PRIMEROS DATOS ARQUEOLÓGICOS Y CRONOLÓGICOS
básicas en Famorca. A todos los que han colaborado en los
trabajos de campo y laboratorio y muy especialmente a
Jaime Gadea, Sonia Fiérrez, Arcadi Sánchez, Cristóbal
Pérez, Celeste Serra, Aitana Chafer y Sean Damant.
NOTA
Figura 8.
ahora, ya que la única datación obtenida estaba contaminada por la presencia de ácidos húmicos. Los restos de fauna
asociada inciden en destacar la importancia de la cabra
montés, apreciándose un cierto incremento de restos de
malacaofauna, tanto marina como continental.
Con un contacto también discordante, culmina la
secuencia de esta sala con los escasos restos del Neolítico,
en un contexto funcional que corresponde al uso de la cavidad como corral (Verdasco, 1999; Badal, 1999). La presencia de cerámicas esgrafiadas y peinadas permite su relación con el Neolítico IIA (fig. 8). Evidencias de estas ocupaciones se registran también en el nivel I de la boca Este,
donde están datadas mediante C14 convencional (fig. 3).
Sin contexto estratigráfico se ha recuperado un conjunto diverso de materiales del Neolítico I –cerámicas impresas y cardiales–, del Neolítico II/HCT –botones de marfil
con perforación en V–, de época ibérica y romana –cerámicas y cuentas de collar de pasta vítrea–, cerámicas de al
menos dos momentos de ocupación medieval andalusí así
como testimonios de los siglos XVIII a XX. Salvo en
algún momento en que la cavidad fue utilizada como
necrópolis –posiblemente la galeria interior–, el resto de
materiales pueden ser vinculados a su uso como corral
para el cierre de ganado doméstico.
1 Durante su pretratamiento se detectó una importante
presencia de ácidos húmicos, por lo que de acuerdo con
el Laboratorio detuvimos el procesado de las dos restantes. El origen de esta contaminación es posible que
se encuentre en el uso de la cavidad como corral y las
medidas de salubridad y limpieza que frecuentemente
aplican los pastores: el incendio de los restos de excrementos una vez extraídos en su mayor parte par el abonado de los bancales próximos.
AGRADECIMIENTOS
Una parte de las análiticas y trabajos descritos en este
texto han sido desarrollados dentro del proyecto GV99-851-09, incluído en el Programa de Projectes d’Investigació
Científica i Desenvolupament Tecnològic de la Generalitat Valenciana.
Queremos expresar nuestro agradecimiento al Museu
d’Alcoi por la colaboración prestada tanto en el trabajo de
campo como en las tareas de limpieza y almacenamiento
de materiales. Al Centre d’Estudis Contestans que permitió el estudio de los conjuntos faunísticos obtenidos en el
sondeo de los años ochenta. A Emilio Cortell que trazó la
cuadrícula del yacimiento; a Ramón y Rosario Seguí por
su amistad y permitirnos convertir su casa en almacén y a
Pura Mansanet que sigue solventando nuestras necesidades
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J. E. AURA - J. R. SEGUÍ - M. PÉREZ RIPOLL - C. VERDASCO - F. COTINO - C. I. PÉREZ HERRERO - B. SOLER - O. GARCÍA PUCHOL - S. VIDAL - I. CARBALLO - B. NEBOT
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