Mu Pilar Gutiérrez Lorenzo
De la Corte de Castilla
al virreinato de México:
El Conde de Galve
(1653-1697)
MS
PILAR GUTIERREZ LORENZO
Nace en Guadalqiara. Estudia Historia en
la Universidad de Alcaló de Henares donde
se doctora dentro del Area de Conocimiento
de Historia de América. Desde su licenciatura ha trabajado en distintos proyectos de
investigación en el ámbito de los estúdios
sobre Am.érica Latina que han contado con
el apoyo económico de diversas entidades,
tanto públicas como privadas, habiendo
sido becaria de investigación de la Universidad de Alcalá de Henares gracias a unn
beca concedida por la Excma. Diputación
Provincial de Guadalajara. En la actualidad es miembro de la Asociación Complutense de Investigaciones Socioeconómicas
sobre América Latina, (A.C.I.SA.L.), de
marcado carácter científico e investigadot,
forma parte del Consejo de Redacción de
la revista Estudios de Historia Social y Económica de América del Departamento de
Historia II (Area de Historia de América)
editada por la Universidad de Alcalá de Henares. Autora individual y colectiva de cúatro libros sobre Archivística, Historia de
América y documentación económi:ica, tiene
publicados diversos artículos, ponencias y
y
reseñas en revistas especializadas y presentados en congresos regionales y nacionales.
De la Corte de Castilla
al virreinato de México:
EI Conde de Galve
(1653-1697)
Un Jurado encabezado por el embajador de Bolivia, Fernando
Cajlas, e integrado por José Javier Aleixandre, Eloy Benito Ruano, Olegario Garcla y el Marqués de Tamarón, bajo la presidencia lnnorlfica del Presidente de la Diputación Francisco Tomey
Gótnez, otorgó a este libro el Premio Provincia de Guadalajara
"Layna Serrano" , 1992.
Ma Pilar Gutiérrez Lorenzo
De la Corte de Castilla
al virreinato de México:
El Conde de Galve
(1653-L697)
Copyright M! Pilar Gutiérrez l-orenzo
Sobrecubierta y diseño de la Colección: Francisco MafÍn
Viñeta de la Colección: Julián Grau Santos
Dibujo del autor: Juan Pedro Salcedo
I.S.B.N.: 84-87 791 -lO-7
Depósito Legal: M. 35.422 - 1993
Reservados todos los derechos
Imprime Gráficas Dehon
Torrejón de Ardoz (Madrid)
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"Sin poner en parangón con sus predecesores al Excmo.
Señor Conde de Galve, porque no quiero entrar tropezando con la emulación y la envidia, es voz común de
cuantos habitan la Nueva España haber sido el tiempo
de su gobierno un remedo del que corría en el Siglo
de Oro".
SIGÜE}IZA Y GONGORA
(Alboroto y tnotln de México de 8 de junio de
1692. Relación de Don Carlos Sigüenza y
Góngora en uru carta dirigida al almirante
Don Andrés de Pez.Edición anotada por kving
A. t¡onard. México, Talleres Gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnologfa, 1932, pa9. 26).
'...cmo el Virrey dice el
varapalo que solo le ha dejado
Y. llai:stad que dar en estos Reinos; con lo cual ha juntado
E¡fu teso¡o qr¡e cuatro virreyes en tiempo de tnes años y
modio; perc que se podfa esperar de un hijo de un mercader
¡
Pastana...".
LOS VASALLOS MAS LEALES DE V. MAIESTAI)
(A.G.I., Patronato, leg.2?.6, n.o l, ramo 25. México,
6dejuüo de1692).
NOTAS PRBVIAS
ABREVIATI.JRAS
ARCHTVOS, CENTROS DOCUMENTALES Y EDITORIALES
A.G.I.:
A.G.N.:
A.H.A.X.:
A.H.N.:
B.N.:
B.N.X.:
C.S.I.C.:
Archivo General de Indias, Sevilla.
Archivo General de la Nación, México.
Archivo Histórico del Ayuntamiento de la ciudad de México.
Archivo Histórico Nacional, Madrid.
Biblioteca Nacional, Madrid.
Biblioteca Nacional, México.
E.E.H.A.:
Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Escuela de Estudios Hispano Americanos.
F.C.E.:
I.C.I.:
Fondo Cultura Económica.
Instituto de Cooperación lberoamericana.
I.N.A.H.:
Instituto Nacional de Anfiopología e Historia.
Universidad Autónoma de México.
U.N.A.M.:
EQI.NVALENCIAS USADAS
I
Peso = 8 reales de plata
1 real de Plata = I tomín = 12 g¡anos
13
PRÓLOGO
María Pilar Gutiéruez Lorenzo ya había dado un primer aldabona:o cuando consiguió defender brillantemente, allá por el mes de iunio
dc 1992, su tesis doctoral titulada Economía y socieda.d. de Mértco a
(1688-1696),
fincs det siglo XVII: Bl gobierno del conde de Galve
-realizada
gracias al apoyo recibido de la Diputación Provincial de
Guadatajara en forma de una beca de ltwestigación. Como la propia
outora reconoce en la In¡oducción, fue tanta la documentación acumulada durante la preparación de la tesis que forzosarnente una parte
quedó descartada por desbordar el tema si bien lafigura del Conde de
Galve emergía con fuerza suficiente como para rnerecer un estudio
más centrado en el personaie y su entorno, iustamente éste, que supone un segundo aldabonazo en und carrera que no ha hecho nada más
que iniciarse.
Et libro manuscrito se presentó afinales de ese mismo año de 1992
(el año, por cierto, del V Centenario del Descubrimiento de América,
la Exposición (Jniversal de Sevilla, las Olimpiadas de Barcelona.-., y
hasti del comienzo de una crisis en la que estamos inmersos todavía
cuando escribimos estas líneas) cunndo un iurado que presidía el embajador de Bolivia decidió conceder a esta ioven ir»estigadora el Premio de Investigación "Layna Serrano" a su trabaio titulado De la cortc de Castitla al virreinato de México: El conde de Galve (16531697), que viene a cubrir efectivamente la laguna que había quedado
en la irwestigación anterior, corno es la vida de este personaie tanto
desde el punto de vista meramente biográfico como abordando el análisis de lás aspectos de la obra política de quienfue el último Mendoza
en el Gobierno Americano de la casa de Austria. Tiene, a nuestro juicio, este libro el rnérito de ostentar un galardón, lo que sin duda le
confiere la garantía de que alguien -un prestigioso jurado en este
,oio- lo ha leído antes de convertirse en libro impreso. Un galardón
oportuno por la coincidencia con el mencionado 1992 y que aparece
en 1993, año en el que se cumple el I Centenario de Layna Serrano. Y
queremos señalar dos notas que nos parecenfundamentales: primero
15
el gran esfuerzo demostrado por la autora en su tarea investigadora
de un tema y una época sobre los que existían pocos ffabajos con lo
que esto supone de aportación científica; y segundo la configuración
del libro con una exposición clara, bien ordenada, aiequibte incluso
al lector que se inicia, al que normalmente le es dificultoso este tipo
de lectura por estimor que pueden resultarle excesivamente áridas. El
lector saldrá ganando con este libro, porque se adenffará en una parte de aquellas Españay América del sigloWII.
Como ya dijimos con ocasión de la entrega de los premiós "Provin
cia de Grudalajara", las circunstancias de este libro nos complacen
por muchos aspectos: por aportar un profundo estudio a las relaciones
España-América a través de la vida del Conde de Galve en un año tan
señalado sin que su valor se acabe con la efernérides, por ser su autora una becada por la Diputación para realizar su tesis doctoral en la
Universidad de Alcaló de Henares, por tratarse de un valor joven del
que cabe esperar mucho en beneficio de la cultura, por ser de nuestra
provincia y porque es mujer, aunque nosotros no creemos ni practicamos políticas de cuotas, pero sí constatar que nos parece positiva la
mayor participación de la mujer en todos los ámbitos de la vida social
y cultural. Todo lo cual es mucho decir de un libro, que como todos es
un regalo para el lector, nacido del ¡rabajo, de la ilusión de una joven
irwestigadora de la que Layna Serrano bien podía sentirse orgulloso.
Ella es una digna heredera del legado intelectual que sigue alimentando nuestra cultura y conformando nuestra existencia como somos, con
nuestra propia identidad forjada en el discurrir de los tiempos sobre
esta antigua tierra de lberia, en la que habitaron ciudadanos como el
Conde de Galve o Layna Serrano, en la que yamos viviendo la vida
para que lubgo sea una historia que otros irngo, después a escribirla,
esperemos que con parecido rigor, respeto y entusiasmo que demostró
Layna Serrano. María Pilar Gutiérrez atesora ya una brillante tesis
doctoral y el premio que lleva el nombre del gran investigador provincial. Eso confiere una gran categoría a una carrera que no hace si no
empezar, si bien con paso firme y brillante.
FRANCISCO TOMEY EÓUNZ
Presidente de la Diputación de Guadalajara
16
PRESENTACION
Cada tiempo tiene sus modas historiográficas y el de ahora parece
¡rropicio para el resurgimiento del género biográfico, entendido naturalrncnte dentro del campo científico de la Historia, con todo su rigor, y no
como un divertimiento de situaciones imaginarias. La biografía histórica
Irabía caído en desuso desde los años "sesenta", cuando las tendencias
¡xlr la Historia Social y Económica, impuso un nuevo modo de hacer la
llistoria, aproximiándose a los pueblos y distanciándose de sus caudillos.
l,os americanistas españoles (algunos, porque otros persistieron firmes en
sus posiciones a la historia caudillista) cometimos el error de estudiar los
¡rroblemas sociales y económicos indianos dentro de marcos de econonría de mercado y de sociedades libres, olvidando que no existía ni una,
ni otras, y que las colonias, sobre todo en la época de los Austrias, estallan gobemadas de forma autocrática y personalista por autoridades americanas tales como los virreyes, verdaderos reyes o "alter rex" de sus denrarcaciones, que tuvieron en sus manos todos los poderes (militar, económico, político, gubemamental, religioso y hasta judicial) para hacer y
tleshacer a su libre albedrío, sin mas cortapisa que la de dar cuenta a su
Itey al término de sus mandatos. Habíamos caído así en el error de ignorar que los pueblos americanos habían sido manejados por una minoría
rlirigente de la que desconocíamos casi todo y desde luego sus infinitas
flaquezas humanas, proyectadas en afanes de poder y enriquecimiento,
para los cuales se utilizaron armas como la comrpción administrativa, el
cohecho, el peculado, el nepotismo, etc. Es algo que quizá pueda corregir
la nueva tendencia histórica que emerge actualmente del caos de las ideologías, la que muchos llaman ya Nueva Historia, que parece significarse
por la ausencia de metodologías y corrientes definidas de pensamiento y
cn la que parece que se ha vuelto a muchos de los géneros que estaban en
vigor en la primera mitad de este siglo, entre ellos el biográfico.
Pilar Gutiérrez nos ofrece en este trabajo, parte de su tesis doctoral,
un curioso experimento de la nueva tendencia al compaginar dos aspectos tan dispares como la personalidad del autócrata gobemante, el Conde
de Galve, y el marco socioeconómico sobre el que actuó; el virreinato
Mexicano de fines del siglo XVII. Un estudio de corte tradicional (ante17
rior a los "sesenta") se habría limitado seguramente a lo primero. Otro
de tendencia socioeconómica se había ocupado de lo segundo, sin apenas referimos nada sobre el mandatario de tumo. La doctora Gutiérrez
ha escogido el camino más difícil que es el del encuentro del gobemante
INTRODUCCIÓN
y gobernados, y realizado naturalmente en los campos del fraude y la
corrupción, verdadero ojo del huracán que se desató en la colonia española a fines de Ia centuria décimo séptima.
La importancia de la temática aquí estudiada deriva evidentemente
del motín de 1692, uno de los más graves de la vida colonial mexicana,
generado indudablemente por problemas que se venían arrastrando desde hacía siglo y medio, pero activado por una pésima actuación administrativa. En este sentido el trabajo aquírealizado es notable, pues trata de
esclarecer lo último, si bien con cierta condescendencia para el mandatario español. Es difícil para un biógrafo admitir que su biografiado es un
dechado de incapacidades y de hecho ningún hombre lo es, aunque pretenda aprovechar su puesto privilegiado para ñnes personales.
El Conde de Galve, último eslabón perdido de la rama de los Mendoza que gobernaron en América, no era seguramente ningún ser extraordinariamente perverso, ni más incapacitado que otros muchos que
detentaron cargos virreinales en México y Perú durante los siglos XVI y
XVII, pero no estaba preparado para administrar una colonia americana
de su tiempo, porque sencillamente el título nobiliario que detentaba no
le facultaba para tal menester. La nobleza había servido para organizar
estructuras primarias político-administrativas en las tierras conquistadas,
sobre todo en el siglo XVI, pero las colonias americanas se habían vuelto muy complejas a fines del siglo XVII y sus gobiernos necesitaban algunos conocimientos especializados que los nobles no adquiían con la
grandeza. El fracaso del Conde de Galve es el canto del cisne de estos
mandatarios nobles de viejo cuño que lo podían casi todo, pues en el futuro, con los Borbones, tendrían muy mermadas sus facultades ante la
presencia de una burocracia experta, formada en las universidades y a
quienes se confió la verdadera administración indiana. Con el Conde de
Galve comienza el periclitar del poder de los grandes virreyes que, una
centuria más tarde, por voluntad de la Junta Central Suprema Gubemativa de España e Indias, quedaron reducidos al simple papel y funciones
de Jefes Políticos.
MANUEL LUCENA SALMORAL
Catedrático de Historia de América
de la Universidad de Alcalá
18
Aunque en apariencia pueda parecer contradictorio la Historia,
rrquella que interesa al historiador, a quien busca en ella la verdadera
naturaleza de sus aconteceres siempre es abordada desde la renuncia y
lu supresión.
Cuando empezamos a interesarnos por la historia de América atraírkrs en un principio por las brillantes empresas descubridoras, las conr¡uistas y las guerras libertadoras que se suceden a lo largo de los siglos
XVI y XIX, pudimos comprobar la escasa atención que la historiogral'ía había dedicado al siglo XVII. Se había abandonado todo un siglo
cuya relevancia, todavía hoy, es más intuida que constatada. Por ello
Ios historiadores al referimos a este período nos hemos movido muchas veces en el marco de los tópicos.
Precisamente araíz de lo anterior decidimos adentrarnos en su estudio. Sin embargo, inmediatamente nos enfrentamos al problema de
lcner que elegir un espacio y tiempo abarcables. No resultó demasiado
rlifícil ceñirnos al ámbito geográfico de México, dada la peculiar inclirración sentida hacia esta ¿írea americana, y que nuestra atención se
ccntrara en las últimas décadas de este siglo por toparnos con una refercncia histórica bastante atractiva: el tumulto acaecido en la capital
rnexicana en junio de 1692. Este suceso fue sumamente grave, pues el
pueblo amotinado prendió fuego a todos aquellos lugares donde
se
concentraban los símbolos del poder de la administración española.
Además, este hecho venía a enfatizar la importancia de la coyuntura en
la que se encuadra marcada por una articulación intersecular, por el final del reinado de Carlos II, epílogo de toda una hegemonía dinástica,
y que tiene como telón de fondo el conflicto bélico con Francia.
Precisamente el análisis del México colonial de finales del siglo
XVII a través de los indicadores socioeconómicos, como elementos
clarificadores del tumulfo de 1692, fue el objetivo de nuestra Tesis
Doctoral*. Pero sus causas y consecuencias se imbricaban en el gobiemo del virrey don Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza,
19
VIII conde de Galve, de ahí que el período de su mandato (1688-1696)
marcase nuestros límites cronológicos.
A medida que estudiábamos la documentación emanada por el
conde de Galve pudimos ir comprobando la complejidad de este personaje, la influencia que desataba en el marco de su actuación y la particularidad de su gobiemo con respecto a la de sus predecesores en el
cargo. La línea de investigación propuesta nos obligaba a no poder incidir exhaustivamente en este personaje ya que hubiera desbordado
nuestro trabajo si bien, disponíamos de una rica documentación que
pese a nuestro deseo tuvimos que
ir suprimiendo.
Así, y habiendo renunciado inicialmente a rescatar a esta dominante figura del siglo XVII mexicano, venimos ahora a completar esa laguna para lograr una historia más globalizadora. En realidad, los estudios cuantitativos sobre la historia colonial de la América hispana no
pueden abarcarse en su totalidad desconociendo las pautas por las que
se regían sus miíximos dirigentes. Y éstas venían marcadas por el nacimiento, linaje, formación y relaciones de poder. Por ello, resulta del
todo justificado realizar un estudio monográfico sobre este personaje,
sin por ello caer en el ejercicio histórico más tradicional del análisis
biográfico y político.
Fue el linaje del conde de Galve el aval para conseguir el gobierno
del virreinato mexicano, así como el respaldo de las difíciles y controvertidas decisiones que tomó. Nacido en Pastrana (Guadalajara) en el
seno de la familia de los duques del Infantado, es el último Mendoza
que ocupa tan alto cargo de la administración americana cerrándose
con él el ciclo del gobierno virreinal de la dinastía Austriaca, y que inició otro miembro de su familia, don Antonio de Mendoza. Es pues,
este linaje tan ligado a las tierras de Guadalajara, un claro exponente
de las relaciones de poder existentes en la Península, merced a cuyos
equilibrios en los Consejos de Estado asume la dirección de los asuntos indianos.
Viene, por tanto, este estudio a resaltar tanto la actividad constructiva en América de un personaje alcarreño, como de un miembro de la
influyente familia Mendoza, al mismo tiempo que abre nuevos horizontes sobre la realidad mexicana del siglo XVII.
En este sentido, nuestro trabajo se estructura en dos partes bien definidas como son la aproximación a la figura del virrey conde de Galve
y su labor al frente del virreinato mexicano. Por ello se ha realizado un
estudio biográfico del personaje aportando datos sobre su vida, am20
biente familiar
y
relaciones de poder en la España del siglo XVII;
completándose con una visión de la ciudad de México que conoció,
como aproximación al marco histórico, y los aspectos privados y familiares más destacados durante su permanencia en el cargo.
En la segunda parte hemos abordado de lleno la tarea de gobiemo
novohispano, centriíndonos en los aspectos de política exterior (expansión, defensa, comercio), e interior (administración de justicia, enfrentamientos institucionales). Sin embargo, aunque no se ha tratado de
fbrma particularizada el análisis social y económico, realizado con anterioridad, no por ello escapa a nuestras conclusiones sobre el detonante del motín de 1692 que aclaramos como suceso final y clave de la
ópoca y del mandato vireinal del conde de Galve.
No hemos querido renunciar en esta ocasión a incluir un apéndice
documental donde reunimos algunos documentos de la correspondencia privada mantenida entre el conde de Galve y su hermano el duque
del Infantado, don Gregorio María de Silva y Mendoza, por considerar
que encierran datos muy valiosos para profundizar en el conocimiento
de este período de la historia mexicana, al mismo tiempo que deja ver
las notables influencias de los Mendoza en los asuntos de Estado.
* Realizada gracias al apoyo económico recibido de la Excma. Diputación
Provincial de Guadalajara y que bajo el título "Economía y sociedad de México a
fines del sigloWII: El gobierno del conde de Galve (1688-1696)", fue defendida
en la Universidad de Alcalá de Henares en junio de 1992.
21
I PARTE
ENTRE EL VIEJO CONTINENTE
Y EL NUEVO
Capítulo
I
UN NOBLE DE CASA Y CORTE
GENEALOGIA DE SU LINAJE Y CONDADO
El vigésimo octavo virrey de la Nueva España, VIII conde de Galve, cuyo mandato se extiende durante los últimos años del siglo XVII
presenta, según Rubio Mañé, una genealogía sumamente complicada
debido a la anarquía que reina en la sucesión de sus apellidos. Unas
veces figura con el nombre de Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y
Mendoza, que no corresponden por su orden a los apellidos de sus padres; otras, con el de Gaspar de Silva y Mendoza de la Cerda (l); e incluso con el de Gaspar de Sandoval Silva y Mendoza, según hemos podido comprobar (2). Debido a esta arbitrariedad en la disposición de
sus apellidos, y para explicar mejor su posición social dentro del grupo
familiar al que pertenece y sus relaciones de poder en el marco histórico de su tiempo, nos ocuparemos primero de la genealogía de la Casa
de Silva, es decir de su ascendencia por varonía, y luego de los títulos
que por línea transversal le llegaron, donde radica la variación de sus
apellidos que obedecían a esta sucesión.
La Casa Silva y Mendoza
Existen diversas hipótesis en torno al origen del linaje Silva que,
"es uno de esos cuya antigüedad tan cerradamente oculta a nuestro conocimiento su verdadero principio, que aún a pesar de haber perdurado
durante cientos y cientos de años sus sucesiones continuadas, con el
aval de autorizadas y comprobadas noticias historicogenealógicas, no
25
descubren su primitivo origen" (3). Sin embargo, de las distintas versiones existentes la que presenta un mayor rigor histórico es la recogida por el genealogísta Salazar y Castro, quien en un detenido y exhaustivo estudio sobre esta nobilísima Casa llega a remontar su origen
hasta los antiguos Reyes españoles de la segunda línea de Cantabria a
finales del siglo X (4). Según esta versión el linaje Silva arranca del Infante de León don Pelayo Fruela, "el Diácono", hijo del también Infante don Aznar, y nieto del rey de León, Asturias y Galicia don Fruela [I.
Este rey siendo aún Infante confirmó los privilegios de sus padres, los
reyes don Alonso III y doña Gimena, donando a la catedral de Oviedo
una arca de ágata guamecida de piedras preciosas. En el año 924 comenzó a reinar, momento en el que aumentó "las sillas de tierra a la
Iglesia de Santiago". Contrajo matrimonio con doña Nuña Gimena, infanta de Navarra, hija del rey don Sancho "el Reparador" (5). De este
tronco de la Casa Silva aparecen en el siglo XII y XIV dos ramas, la de
los duques de Pastrana y la de los condes de Cifuentes, que a su vez se
subdividieron en varias líneas de nobleza, tal y como se recoge en el
esquema siguiente:
de los duques de Pastrana:
- Rama
* línea de los marqueses de Alenquer;
* línea de los marqueses de la Eliseda;
* línea de los marqueses de Oraní.
de los condes de Cifuentes:
- Rama
* línea de los marqueses de Alconchel;
* línea de los marqueses de Montemayor (6).
Es en la primera rama colateral del árbol primogénito de la Casa de
Silva, la de los duques de Pastrana, donde se encuadra el virrey de la
Nueva España, VIII conde de Galve. Rama que entroncará en dos oca-
siones con el linaje Mendocino, concretamente en 1553 con el matrimonio entre Ruy Gómez de Silva, príncipe de Eboli, y doña Ana de
Mendoza y la Cerda, biznieta del Cardenal Mendoza e hija del primer
conde de Mélito, don Diego Hurtado de Mendoza, capitulándose por
esta unión la preferencia del apellido y armas de Mendoza a los de Silva (7). Y posteriormente en 1630 con la rama primogénita: la de los
duques del Infantado, al contraer matrimonio don Rodrigo de Silva y
Mendoza, IV duque de Pastrana y IV príncipe de Eboli con doña Catalina de Sandoval y Mendoza, VIII duquesa del Infantado. De esta
26
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//.,tr,/,.,,1,, ,/,, l¿ t¿,¿/ . /tt,üut,.,,¿.
Don Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza,VIII conde de Galve,
Virrey de Nueva España (1688-1696)
(RNERA CAMBAS, Manuel: Los gobernantes de México. México, 1872).
forma se unieron las poderosas Casas de Silva y Mendoza, pero aunque fue la primera quien dio varonía a la segunda, sin embargo, la del
Infantado envolvió y absorbió a la otra, prefiriéndose en su título.
En cuanto a los emblemas heráldicos de la Casa de Silva, en sus
dos ramas, es un león de púrpura coronado de oro en campo de plata.
La varonía del virrey de México, VIII conde de Galve, fue la de los
píncipes de Eboli que arranca de su tatarabuelo paterno don Ruy Gómez de Silva, favorito de Felipe tr a quien el monarca concedió el primer título de príncipe de Eboli y primer duque de Pastrana. Casó con
la no menos célebre doña Ana de Mendoza y de la Cerda, y por esta
unión de gran acierto político la pareja se convirtió en el centro de la
oposición a la directriz marcada en la corte por el duque de Alba. La
facción encabezada por los Eboli ha sido descrita por Elliott como la
impulsora de una "España abierta" frente a la política de la "España
cerrada" que patrocinaba el duque de Alba (8).
Esta pareja fue asimismo la gran impulsora del resurgimiento que
experimenta la villa de Pastrana a partir de 1562 cuando se convierte
en villa ducal al ser comprada al marqués de Almenara. A partir de ese
momento se inicia un proceso de transformación urbana con la construcción de un gran palacio para albergar a los duques y servidumbre,
levantado en la señorialplaza de la Hora. A la renovación de la villa
también contribuyó la construcción de dos nuevos conventos de carmelitas descalzos, fundados en 1569 por Santa Teresa de Jesús; la transformación de la parroquia en Colegiata, donde la familia Silva-Mendoza eigirá un fastuoso panteón familiar; y la creación por el duque de
industrias tintóreas, de seda, y pasamanerías de oro. Vemos así, como
por la acción personal de Ruy Gómez de Silva y de su mujer doña Ana
de Mendoza, la villa de Pastrana inicia un período de esplendor que se
prolongará hasta mediados del siglo XVII (9).
El II príncipe de Eboli y II duque de Pastrana, don Rodrigo de Sily
va Mendoza, cas6 en 1584 con doña Ana de Portugal y Borja, sobrina carnal del duque de Gandía, siendo éstos los bisabuelos paternos del
personaje que tratamos.
Su abuelo patemo, don Ruy Gómez de Silva, III príncipe de Eboli,
y también III duque de Pastrana y IV príncipe de Mélito, heredó el
condado de Galve por haberse extinguido la primera sucesión de este
título, como más adelante explicaremos. Fue además Comendador de
Estepa de la Orden de Santiago, Gentilhombre de Cámara y cazador
mayor del rey, y de sus consejos de Estado y Guerra; embajador ex28
traordinario en Francia y Roma y Grande de España nato. Nació en
valencia en 1585, y casó con su prima hermana, doña Leonor de Guzmán en el año 1600. Esta señora, natural de sanlúcar de Barrameda,
era hija del vII duque de Medina sidonea, don Alonso pérez de Guzmán el Bueno, y de su mujer doña Ana de Silva y Mendoza. Además
era nieta de los mencionados don Ruy Gómez de silva, I príncipe de
Eboli y de su mujer doña Ana de Mendoza y de la Cerda.
su abuelo materno era don Diego Gómez de Sandoval, natural de
Madrid, comendador Mayor de la orden de calatrava, gentilhombre
de cámara e hijo segundo del célebre valido de Felipe III, don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma, que murió siendo
cardenal con el título de san sixto en valladoli¿ ei tz de mayo de
1625. como hombre ambicioso y sin escnÍpulos que era el duque de
Lerma, convenció a doña Ana de Mendoza, vI duquesa del Infantado,
ofreciéndole su ayuda en el pleito recién incoado sobre el derecho sucesorio al título y estado ducal a cambio de concertar la boda entre
doña Luisa, futura duquesa del Infantado, y su hijo (10).
De esta forma doña Luisa de Mendoza, vII condesa de saldaña y
vII duquesa del Infantado, se convirtió en la abuela materna del viney
de Nueva España.
Sus padres fueron don Rodrigo de Silva y Mendoza, nacido en Ma_
drid en 1614, Iv duque de Pastrana, IV príncipe de Eboli, comendador
Mayor de la Estepa y Trece de la orden de santiago, consejero de Es-
tado y Guerra, Mayordomo Mayor de la reina de España, ¿óRa Maria_
na de Austria, y Grande de España Nato. El 21 de noviembre de 1630
casó con doña catalina de sandoval y Mendoza, vIII duquesa del Infantado, de Lerma y de Cea, nacida en Madrid en 1616.
Fue don Gaspar de silva y Mendoza de la cerda el quinto de seis
hermanos de los hijos que tuvieron los arriba mencionados, quedando
como segundogénito de la familia por la muerte de dos de sui hermanos mayores. El primogénito, don Gregorio de Silva y Mendoza, fue el
IX duque del Infantado, V de Pastrana, de Lerma, príncipe de Mélito y
de Eboli, marqués de Santillana, etc. Doña Leonor de Silva y Mendo_
za, segunda y única hermana del virrey, murió en Guadalajara siendo
carmelita descalza en el convento de san Francisco fundadó por su bisabuela doña Ana de Mendoza, v[ duquesa del Infantado. Dón Juan y
don Francisco, tercer y cuarto hermano, murieron siendo aún niños. En
luaryo al sexto y último hermano, don José María de Silva y Mendoza,
fue comendador de Estepa en la orden de santiago, Gentiihombre de
Cámara y primer caballerizo del rey.
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icnealogía presentada por don Gaspar ante el Consejo para su ingreso en
la Orden Militar de Alcántara.
( A.H.N.,
Ordene s M i litares, Alcá ntara, M ontesa, expedientil I o I 4. I 57 ).
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El condado de Galve
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El disfrute del mayorazgo llevaba consigo la obligación del apellido y armas de la Cerda (14), ya que la fundadora exigió que su apellido estuviese vinculado a la posesión del mismo.
Esto explica que el virrey de Nueva España, VIII conde de Galve,
figure unas veces con el nombre de don Gaspar de la cerda sandoval
Silva y Mendoza, y otras con el de Gaspar de Silva y Mendoza de la
Cerda, dependiendo exclusivamente de haber entrado en posesión del
mayorazgo que fundara doña Ana de la Cerda.
En t644 doña Leonor de Guzmán, abuela paterna del virrey, edificó en Madrid las casas de las Vistillas de San Francisco vinculándolas
a favor de su hijo don Alonso de Silva y descendientes, siendo por esos
años el VI conde de Galve. La caracfetística de este mayorazgo, y es
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por ello que lo citamos, es su vinculación al estado de
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El mayorazgo de Galve fue fundado en 1428 por don Diego López
de Estúñiga siendo un descendiente suyo, don Diego López de Estúñiga"el mozo", quien en 1468 levantó el castillo de la villa. A estos Estúñigas oZúirigas se lo compró doña Ana de la Cerda, condesa de Mélito, en 1543 (11), con "todos sus lugares y alcaldes, fortaleza, pechos
y tributos y jurisdicción y otras heredades y rentas, las tercias de la villa de Pastrana y lugares de Escopete", incorporándolo mediante escritura otorgadael4 demarzo de 1546 ante Luis Méndez, escribano de la
villa de Pastrana, a un anterior mayorazgo creado en 1541 consistente
en un juro de 428.500 maravedís de renta. Por otras escrituras de 1 de
julio de 1550 y 5 de enero de 1551 fue acrecentado con otros muchos
bienes lugares y jurisdicciones.
Doña Ana de la Cerda creó el mayorazgo para su segundogénito,
don Baltasar de Mendoza y de la cerda, y afalta de sucesión hizo otro
llamamiento en favor de don Gaspar Gastón de la Cerda, su tercer hijo,
y en caso de faltar éste, sin hijos ni descendientes, en don Diego Hurtado de Mendoza, conde de Mélito, el primogénito (12). Gutiérrez Coronel señala cómo la fundadora al hacer tales llamamientos pretendía separar la posesión del mayorazgo de la casa troncal Mélito recayendo,
siempre que fuese posible, en los segundogénitos de ella. En el caso
que ésto no fuese posible dicho mayorazgo debía volver a la troncal,
con calidad que teniendo su titular dos hijos recayese siempre en el se-
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mientras estuviese en la línea del conde don Alonso con la condición
de "observar todos el apellido Guzmán" (15).
Debido a esta nueva cláusula en la sección de Consejos del Archivo Histórico Nacional (16), encontramos poseedores del mayorazgo de
Galve que aparecen con el apellido Guzmán seguido, como es lógico,
por el de la Cerda.
En cuanto al escudo y arnas de la línea de Galve que salió de la
Mélito es en Pal; en la primera parte castillo y león de sus colores reales; arriba y abajo tres flores de lis en campo azul. En la segunda parte, banda roja perfilada en oro en campo verde, en frange, y
en los lados, el Ave María Gracia Plena en azul y campo de oro.
El título de conde de Galve fue creado por Felipe II en 1557 a favor de don Baltasar de Mendoza y de la Cerda para quien se fundó el
mayorazgo vinculado a la villa de Galve y lugares de Valverde y la
Huerce. Actualmente este título es ostentado por los duques de Alba
que por entronques familiares lo poseen desde el siglo XVIII (17).
Este primer conde casó con doña Jerónima de Mendozahija de don
Bernardino de Mendoza, Comendador de Mérida y general de las Guerras de España, y de doña Elvira Carrillo de Córdoba. De este matrimonio no hubo descendencia masculina por lo que el título recayó en
la única hija habida, doña Ana de Mendoza y de la Cerda, siendo la II
casa de
condesa de Galve.
Casó esta señora con don Juan Femández de Híjar, duque de Híjar,
conde de Belchite y grande de España. Fue el hijo de éstos, don Martín
Fernández de Híjar, el
III
conde de Galve y al no tener descendencia
en su matrimonio con doña Francisca de Luna y Pimentel, heredó el tí-
Don Alonso de Silva y Mendoza y de la Cerda, VI conde de Galve,
casó con doña Mariana Idiáquiez de Alava, III condesa de Treviana.
Murió este conde sin sucesión en Madrid el 5 de junio de 1682, y veinte días más tarde quedaba vaco el título de conde de Galve. Al día siguiente, 26 de abi,l de 1682, don José de Mañas Castillas, contador y
administrador de las rentas del V duque de Pastrana, tomaba en su
nombre y a favor de su segundo hijo, don Manuel de Silva y Mendoza,
posesión del mayorazgo en la villa de Galve (18). Sin embargo, y tras
el pleito interpuesto en octubre de ese año por don Diego de Silva y
Mendoza, tío del duque de Pastrana y hermano del VI conde de Galve,
éste heredaría el título siendo el VII conde de Galve.
Murió don Diego de Silva y Mendoza sin sucesión de los tres matrimonios que contrajo, por lo que el condado y mayorazgo de Galve
pasó a la casa troncal de Mélito, en la persona del segundogénito de
don Rodrigo de Silva y Mendoza, IV duque de Pastrana y V príncipe
de Mélito y de doña Catalina de Sandoval y Mendoza, VIII duquesa
del Infantado, don Gaspar de Silva Sandoval y Mendoza, siendo el
VIII conde de Galve en 1688. Desde este momento don Gaspar aparecerá en todo documento realizado con el apellido de la Cerda en primer lugar. Thmbién en esta ocasión su hermano el IX duque del Infan-
tado interpondrá pleito para conseguir el mayorazgo a favor de su
hijo (19).
Dos años después de entrar en posesión del mayorazgo y condado
de Galve siendo su VIII titular, don Gaspar de la Cerda Sandoval Silva
y Mendoza, fue nombrado virrey de la Nueva España.
tulo su hermana, doña Jerónima de Híjar y de la Cerda, siendo la [V
condesa de Galve.
Contrajo matrimonio doña Jerónima con don Ruy Gómez de Silva
marqués de la Eliseda, comendador mayor de
Castel Casteles en la Orden de Calatrava, gentilhombre de cámara y
mayordomo del rey Felipe II, que era hijo del primer duque de Pastrana y príncipe de Eboli y de su mujer doña Ana de Mendoza. En 1611
murió la condesa de sobreparto sin sucesión por lo que la casa y mayorazgo de Galve pasó a la troncal de Mélito recayendo en la persona de
don Ruy Gómez de Silva y de la Cerda, II duque de Pastrana, IV príncipe de Mélito y V conde de Galve. Casó con doña Leonor de Guzmán, su prima hermana, teniendo en sus hijos segundo y tercero a los
dos siguientes sucesores de la línea de Galve.
y de la Cerda, primer
34
DATOS BIOGRAFICOS Y CARRERA POLITICA
Primeros años y vida cortesana
El nacimiento del virrey de la Nueva España, VIII conde de Galve,
tuvo lugar en el palacio de los duques en Pastrana, sobre el que ondeaba el estandarte con los emblemas de la casa Silva, el sábado 11 de
enero de 1653 a las seis y media de la mañana(20). Fray Martín de
San José, carmelita del convento de San Pedro fue el encargado de
35
suministrarle las primeras aguas sacramentales, recibidas en necesidad
Mela las pocas horas-de vida, y áe imponerle los nombres de Gaspar,
que
y
Pablo,
Joaquín
Francisco
Agustín,
y
José,
María
chor, Baltasar
más
(21).
días
Ocho
padres
sus
de
religiosidad
obedecían a la profunáa
a
tarde, el domingo 19, el nuevo infante Silva-Mendozt efa conducido
bautizado
era
solemnidad
toda
la iglesia colegi-al de la villa donde con
por t dean y-capellán de los duques, don Bernardo Polo de Gátmiz,
y
siendo .ur pádriror el doctor Julián Agudo, arcediano de la colegial,
Catalina Lozano, "criada" de los duques (22).
Pasó los primeros años de su vida en Pastrana totalmente inmerso
en el ambiente social y cultural de la corte ducal, donde aprende a
compaginar el esnobismo de los Silva con el espíritu fuertemente aristocrátiJo, pretencioso y elitista de los Mendoza'
El auge urbanísticó desarrollado en la villa de Pastrana durante los
últimos aáos del siglo XVI y principios del XVIL habían propiciado el
desarrollo de un espíritu manierista ilustrado en torno al palacio de los
duques donde se rinde culto a las letras y a las artes (23). Este será el
u-üi"nt" que respire don Gaspar durante su infancia, donde no falta
una profunda inquietud espiritual transmitida a través de la comunidad
conventual de la villa encabezada por la colegiata'
En 1675 aratz de la muerte de su padre el IV duque de Pastrana,
don Rodrigo de silva y Mendoza, junto con su madre y hermanos se
printraslada a Ia capital paiando a vivir en el palacio de las Vistillas,
cipal residenciá durante esos años de la familia del Infantado. sin embargo, y pese a que a partir de ahora Madrid será el escenario donde se
¿".ár.offu su ¡uventuá, don Gaspar no romperá la vinculación que le
une a su villinatal manteniendo una estrecha correspondencia con el
cabildo de la colegiata (24).
Muy pronto, y dudo el linaje que le avalaba, entró a formar parte
del amúiénte desarrollado por la alta nobleza. Instruido en todos los
ejercicios propios de su nacimiento pasó a desempeñar diversos cargos
y, pose-n |a corte. Primero fue menino de la reina Mariana de Austria
la llale
dio
II
Carlos
teriormente, satisfecho de sus éxitos el monarca
Gregodon
mayor,
ve de su cámara al mismo tiempo que su hermano
rio María, la tenía con ejercicio (25).
Entró a gozar en 1676 de un mayorazgo fundado por su-l padres'
vinculado a las villas de Sacedón, Tórtola, las alcaldías de diferentes
lugares, la alcaldía de Torres de León, un regimiento perpetuo de Guadalajara y otras rentas de 670.000 ducados, rentando al año más de
38
35.000 ducados. Al año siguiente tomó posesión de oro mayorazgo de
15.000 ducados de renta anual fundado por su bisabuelo, don Francisco Gómez de Sandoval, I duque de Lerma valido de Felipe III, poseyendo por él las alcaldías de Alcázares, Fuerzas y Puentes de Toledo y
las Tercias Reales de Ampudia (26). También heredó de su padre la
renta de parte de un censo suscrito en 1615 por el duque de Sessa y
Baena, consistente en un principal de 58.684 reales de plata y que uno
de sus titulares traspasó al duque de Pastrana en 1672. En abril de
1676 don Gaspar compraría a sus restantes beneficiarios los 16.454
reales restantes del censo, cuya renta anual era de 27 .972 maravedís
(27).
Su prestigio en la corte le llevó a que el monarca le mejorase la
llave de su Cámara dándosela con ejercicio el 16 de junio de 1677.
Asimismo, vio recompensados sus servicios a la monarquía con la encomienda deZalanea y Ceclavín de la Orden de Alcántara por lo que
en octubre de 1678 tomó el hábito y las insignias de esta Orden Militar (28).
Es de destacar que el ascenso de don Gaspar no fue exclusivamente personal. Iba conectado con la promoción general que la reina hacía
de sus servidores, de manera que el séquito real pronto llegó a alcanzar
las proporciones que había tenido bajo Felipe IV (29). Por otro lado,
esto significaba que la concesión de honores suponía la captación de
los partidarios y de la popularidad necesaria para controlar la situación
política vivida en torno a la corte durante los últimos años de la dinastía Austriaca.
Como personaje favorito de la monarquía en procura de ascensos
participó en cuantos actos sociales se desarrollaban en la corte siempre
al lado de su hermano, don Gregorio de Silva y Mendoza, principal titular de la familia Silva y Mendoza, quinto duque de Pastrana y futuro
noveno del Infantado y noveno de Cenete (f 1693). En 1679, junto al
menor de la casa del Infantado, don José María, acompañó al duque de
Pastrana a París, en la embajada destinada a llevar las joyas nupciales a
la princesa María Luisa de Orleans, prometida del monarca Carlos II.
Esta sería la tercera vez que tan prestigiosa misión era encomendada a
la casa de los señores de Pastrana (30).
Su estancia en Madrid se desarrolló en torno a la corte consiguiendo el favor de la regente y, destacando con el "lucimiento y autoridad
que corresponde a su sangre" (31). Sabemos también que se empleó
continuamente en la lección de las buenas letras y en el conocimiento
de lenguas, así como en la manifestación de su profunda piedad repartiendo prodigiosamente sus rentas con los menesterosos y ayudando a
la celebridad del culto en los monasterios (32).
Como hombre de su tiempo don Gaspar fue un apasionado del tea-
tro. Destaca su participación en las representaciones realizadas en la
corte, presidiendo en no pocas ocasiones los ensayos realizados en la
señorial amplitud del salón grande de palacio, además de secundar, tal
y como señala Maura Gafiazo, "muy diestramente como director de
escena" a don Femando Valenzuela (33), futuro favorito de la reina
Mariana de Austria que llegó a ser conocido como "el duende de palacio" debido a las informaciones que proporcionaba a la regente. Si durante su juventud don Gaspar compartió con el también joven Valenzuela la afición por las representaciones teatrales, ayudándole a distribuir los papeles entre los componentes de las cuatro compañías que
durante esos años actuaban en los corrales madrileños, a concertar con
Damiana Arias todo lo referente al vestuario, y a dirigir la pintura y
emplazamiento de las decoraciones, años más tarde el destino les volveía a unir. Esta vez en México donde Valenzuela pasaría a residir
después de su destierro en Filipinas y tener prohibido el regreso a España. Aquí 1o recibió el conde de Galve --el antiguo privado de doña
Mariana había sido paje del abuelo de don Gaspar- y le otorgó una
pensión. El "duende" murió en México en 1692, a consecuencia de la
coz que le propinó un caballo mientras lo domaba en el jardín de su
casa (34).
dre. El novio prometió 12.000 ducados de arras, 4.000 de renta anual
para gastos de Cámara de su futura mujer, mienffas no heredase la casa
Villaverde, y 6.000 cuando la entrase a poseer. La ceremonia tuvo lugar en Madrid, efectuándose ese mismo día ante el cardenal don Pascual de Aragón, Arzobispo primado de Toledo.
El matrimonio tuvo dos hijos. El primogénito fue don José Manuel
Antonio de Silva y Guzmán nacido en Madrid el 17 de enero de 1681.
Fue bautizado en la pa:roquia de San Andrés el día 24 de ese mes por
el maestre Antonio Bernardo Braojas. Con apenas un mes de vida moría este primer hijo de don Gaspar. Su segunda hija nació el 24 de septiembre de 1684 muriendo su madre, doña María Atocha, de sobreparto. Fue bautizada igualmente en la iglesia de San Andrés donde recibió
el nombre de Josefa María. Esta niña, siendo la esperanza de su abuela
materna, fallecería en Madrid el 17 de abril de 1685.
Thnto los restos mortales de doña María Atocha, como los de sus
hijos fueron depositados en el transparente del monasterio de San
Francisco junto a los de don Luis Ponce de Guzmán, suegro de don
Gaspar (35).
Casó en segundas nupcias con doña Elvira María de Toledo que era
hija del VII marqués de Villafranca y de Villanueva de Valenzuela, duque de Fernandina y príncipe de Montalván, don Fadrique de Toledo y
Osorio, virrey de Sicilia y Capitán General del Mar, y de su mujer
doña Manuela de Córdoba, hija del VII duque de Sesa, don Antonio
Fernández de Córdoba. De este matrimonio tampoco tuvo ni dejó
sucesión.
Sus matrimonios y provisión del virreinato mexicano
Casó en primeras nupcias con doña María Atocha Ponce de León y
Guzmán, en 1677, hija única de don Luis Ponce de León Consejero de
Estado y Guerra, virrey de Navarra y Gobernador del Estado de Milán,
y de su mujer doña Mencia de Guzmán, además de sobrina del IV duque de Arcos, don Rodrigo Ponce de León. Este matrimonio se capitu1ó en Madrid el 16 de mayo de 1677 entre la duquesa del Infantado y la
condesa de Villaverde, madre de los contrayentes.
Se señaló una dote de 100.000 ducados aportando además la novia
al matrimonio 47.500 reales de vellón que gozaba anualmente por la
encomienda de Ceclavín, y 28.500 reales de renta de por vida concedida por el monarca en consideración a los servicios prestados por su pa40
Es posible que este segundo matrimonio intensificara el favor de
Mariana de Austria con la joven pareja dado que la abuela de doña Elvira era la camarera mayor de la reina (36).
Si bien es verdad que la nobleza durante el reinado de Carlos II pasaba por graves dificultades económicas, no es menos cierto que don
Gaspar era víctima de esta situación generalizada. Sabemos que el título de conde de Galve que heredaría de su tío en 1686, con jurisdicción
sobre ocho aldeas -Calve, Valdepinillos, La Huerce, Umbralejo, Palancares, Valverde, Zarzuela y Majada- con un total de 146 vecinos y
tres despoblados -La Mata el Viejo, Alpiuste y Robledo-, suponía en
1711 un ingreso anual de 2.792 dlcados únicamente (37). No es extraño, por tanto, que en 1680 su titular, el VI conde de Galve, don Alonso
de Silva y Mendoza, tuviese que pedir la exención del impuesto sobre
los juros (38). Similares problemas acaecían en la casa del Infantado
41
pese a ser una de las mayores de España y poseer inmensas posesiones
por toda la península (39). Es posible que los cuantiosos gastos derivados del financiamiento del alto coste de vida en Madrid y en derredor
realizasen en sujetos de corta familia (46). Las razones eran bastante
claras. Cada virrey que pasaba al continente americano llevaba consigo
un séquito de familiares, de parientes o segundones de familias conocidas para colocarlos dentro de la estructura administrativa o, en el caso
de las mujeres, para casarlas con pretendientes que después hubo que
colocar bien. Esta práctica resultaba mucho más abusiva e incluso llegaba a acarrear problemas en el gobierno y administración de justicia,
si se trataba de acomodar a los familiares más directos de los virreyes,
es decir sus hijos, hijas, yernos o nueras, como había quedado demostrado en más de una ocasión, en concreto con el conde de Alba Liste y
el conde de Baños (47).
El 3 de mayo de 1688 el Consejo de Indias extendía su nombramiento al conde de la Monclova para pasar a Lima y tres días después
el de su sucesor en Nueva España a favor de don Gaspar de la Cerda
Sandoval Silva y Mendoza, VIII conde de Galve, hermano del noveno
duque del Infantado y miembro destacado de la familia Silva-Mendoza
(48). Además de virrey fue investido con los cargos de gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia de México. Los cuatro
títulos designaban cuatro funciones distintas y jurisdicciones. Como
virrey era el "alter ego" del monarca; como gobernador general su función sería la inspección y administración del reino; como capitán general dirigiría la dirección de los asuntos militares; y como presidente de
la Real Audiencia sería el rector de la política y administración de justicia. Sin embargo, la falta de delimitación precisa en estos cargos, así
como la ambigüedad de sus funciones, jurisdicciones y atribuciones
(49), no siendo accidental sino consecuencia del carácter patrimonial
de la monarquía, será una constante a la que se enfrentará el conde de
Galve durante su gobierno, siendo motivo de no pocos conflictos con
los restantes poderes establecidos.
Cuando el conde de Galve entró en México, en noviembre de 1688
acompañado de su segunda esposa, doña Elvira de Toledo, contaba 35
años. Atrás en la corte había dejado numerosos parientes y amigos
además de su hermano el duque del Infantado, que como consejero de
Estado y persona de las más allegadas al propio monarca le reportaría
notables influencias y no pocos beneficios. Sobre todo en la justificación del tumulto que sobrecogió a la ciudad de México la noche del
domingo 8 de junio de 1692, infraoctava del Corpus Cristi, y durante
los años siguientes cuando tanto el virrey como la virreina pedirán incesantemente su intercesión para conseguir la licencia que les permi-
del boato de la corte, unidos al decaimiento de los recursos del conde y
su familia, fueran la causa de la inclinación de don Gaspar por desplazarse al otro lado del Atlántico dejando escapar el acomodo en alguna
de las muchas plazas de la administración central, cuyos miembros
tenían mayor consideración por estar próximos a los centros de influencia.
Sin embargo, puede que lo que determinó al conde de Galve a solicitar el cargo del virreinato, fuera la trayectoria que habían seguido
otros miembros de la dilatada familia Mendoza logrando con anterioridad, y sirviéndoles de promoción, el gobierno de los virreinatos americanos (40). Pesaba sobre esto que su suegro el marqués de Villafranca
fue virrey electo para Nueva España el 28 de abril de 1672, si bien no
llegó a tomar posesión presentando la renuncia por lo que en su lugar
se nombró al duque de Veragua (41). Además, su hermano, don José
de Silva y Mendoza, estaba casado con la única hija y heredera del
marqués de Mancera que fue virrey de México de 1664 a 1673, celebrándose esta unión en la capital mexicana por poderes ante el arzobispo (42).
Es lógico suponer que todas estas circunstancias influyeran en el
ánimo de don Gaspar determinando su predisposición a solicitar el gobierno del virreinato mexicano iniciando así, y con tal alto cargo, su
carrera administrativa.
La ocasión vino de la mano de los acontecimientos políticos desatados en la corte ya que el conde junto a sus hermanos y otros muchos
nobles, entre los que se encontraba el marqués de Mancera, se inco¡poraron al "partido austriaco", cuyas influencias e intrigas llevarían a la
caída del duque de Medinaceli (43). Es muy probable que como premio se le concediese el virreinato mexicano (44), así como una cédula
secreta de prórroga anticipada para un segundo mandato siendo, según
Scháefer, signo de un trato privilegiado, pues aunque era frecuente la
prórroga por otros tres años más sólo en una ocasión anterior, con
el conde de Paredes, y en este caso concreto se concedió inmediatamente (45).
Para su designación final el conde de Galve tuvo a su favor que el
candidato propuesto, el marqués de Fuente de Sol, se hallaba casado y
con muchos hijos, disponiendo las ordenanzas que las provisiones se
42
43
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tiera volver a España alegando la mala salud del conde (50). Su deseo
era ver recompensados años de servicio y "destierro" en aquellas posesiones del lmperio con alguna de las plazas de los consejos de Gobierno. Sin embargo, y pese a las influencias que le respaldaban, no consiguió recibir tal merecimiento muriendo en el Puerto de Santa María el
18 de marzo de 1697 poco después de haber desembarcado de regreso
del virreinato (51). El 29 de marzo de ese mismo año Lobokowitz, el
embajador austriaco en España, escribía al emperador: "Murió el conde de Galve, que fue virrey en Indias durante 10 años y acumuló allí
gran fortuna, la mayor parte de la cual heredará su viuda" (52).
NOTAS
(l)
(2)
GARCIA CARRAFFA, Alberto y Afuro: Diccionario Heráldico y Genealógico de Apellidos españoles y americanos. Madrid, 1960, vol. 83, pág.
(4)
SALAZAR Y CASTRO, Luis de: Historia genealógica de la casa de Silva.
Donde se refieren las acciones más señaladas de sus señores, las fundaciones de sus mayorazgos y la calidad de sus alianzas matimoniales. 2 tomos. Madrid, Tip. Melchor Alvarez y Mateo de Llanos, 1685.
GUTIERREZ CORONEL, Diego: "Historia genealógica de la Casa de
Mendoza", en Biblioteca conquense, prólogo y estudio de Angel Go¡zález
Palencia. Madrid, Instituto "Jerónimo Zlrita" del C.S.I.C., 1946, tomo II,
(6)
(7)
(8)
(9)
(10)
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(12)
(13)
( 14)
44
1677.
(3)
(5)
(
RUBIO MAÑE, J. Ignacio: El virreinato. México, F.C.E.-U.N.A.M., 1983,
vol. I, pág. 258.
Es el caso de las guías de Ordenes Militares del A.H.N., (lndices de expedientillos, pág. 501 y Ordenes Militares. Alcántara, Montesa, pá9.292) en
cuyos índices onomásticos este personaje aparece con el apellido de su
abuelo matemo: Sandoval. Ello es debido a que en las pruebas de Caballeros de la Orden Militar de Alcántara es registrado por este apellido. Vid.:
A.H.N., Secc. Ordenes Militares, Alcántara, Montesa, exp. 1.395: "Pruebas
de Caballeros, Montesa", Agosto-Septiembre, 1677; y expedientillo
14.157: "Título de caballero de la Orden de Alcántara". 7 de octubre de
183.
págs.505-506.
Idem, págs. 505-601.
Idem, pág. 566.
ELLIOT, J.H.: l,a España Imperial, 1469-1716. Barcelona, Vicens-Vives,
1980, págs.282-284.
Véase MUNOZ IIIvIENEZ, José Miguel: La arquitectura del Manierismo
en Guadalajara. Guadalajara, Institución Provincial de Cultura "Marqués
de Santillana", 1987, págs. 361-388.
LAYNA SERRANO, Francisco: Historia de Guadalajara y sus Mendoza
en los siglos XV y )UI. Madid, C.S.I.C., 1942, tomo lÍ1, pág. 342.
IDRRERA CASADO, Antonio: Crónica y guía de la provincia de Guadalajara,Excma. Diputación Provincial de Guadalajara, 1988, páq.514.
A.H.N., Secc. Consejos,leg.26.25O. Pleito sobre mayorazgo estado y señoío de Galve: "Gaspar de la Cerda y Silva con el duque de Pastrana, su
hermano, y Manuel de Silva, su sobrino, sobre tenuta del estado y condado
de Galve". 1686; y leg. 43.458. Pleito sobre mayorazgo estado y señorío de
Galve. "Diego de la Cerda Silva y Mendoza, marqués de Mondéjar, con el
duque de PasEana, como padre de Manuel de Silva y Mendoza, su hijo segundo, sobre el mayorazgo de Galve, fundado por Ana de la Cerda condesa
de Mélito y sus agregados". 1682.
GUTIERREZ CORONEL, Diego: Opus cit., tomo IV, págs.403-408.
A.H.N., Secc. Consejos, leg. 43.458. Pleito sobre mayorazgo...
(15)
(16)
(
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1e)
(20)
(21)
(22)
(23)
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(28)
(29)
(30)
(31)
(32)
(33)
(34)
(35)
46
A.H.N., Secc. Consejos, leg. 43.458. Pleito sobre mayorazgo...i y GUTIERREZ CORONEL, Diego: Opus cit., tomo IV, págs.578-579.
Véase: CATALOGO:
alfabético de Títulos del Reino y Grandezas de
- Consejos Suprimidos. Madrid, Patronato Nacional
España en la sección de
de Archivos Históricos, 1952, vol. II, págs. 116-117.
HERRERA CASADO, Antonio: Opus cit., pág.514.
A.H.N., Secc. Consejos, leg. 43.458. Pleito sobre mayorazgo...
A.H.N., Secc. Consejo s, leg. 26.250. Pleito sobre mayorazgo...
SALAZAR Y CASTRO, Luis: Opus cit., tomo ll, pág.628.
(36)
(37)
(38)
(39)
(40)
Ibidem.
Archivo Histórico de la Colegiata de Pastrana. Libro de Bautismos n.q 9
(años 1651-1666): "Bautismo de un hijo del Duque mi señor que entre
otros nombres se llamó Gaspar". Fol. 31 v.
MUNOZ JIMENEZ, José Miguel: Opus cit., pá9.362.
Archivo Histórico de la Colegiata de Pastrana. Cartas Antiguas. 1689169l. "El conde de Galve al dean y Cabildo de la Iglesia Colegial de Pastrana". Madrid,24 de diciembre de 1687.
GUTIERREZ CORONEL, Diego: Opus cit., tomo III, pág. 287; SALAZAR Y CASTRO, Luis: Opus cit.,pág.629.
Ibidem.
Archivo de Protocolos de Madrid, leg. 10.429. "Escritura de venta a favor
del Sr. Don Gaspar de Silva Sandoval y Mendoza, otorgada ante el escribano Francisco García Roa". Madrid, 24 de abril de 1676.
A.H.N., Secc. Ordenes Militares. Alcántara, Montesa, exp. 1.395. "Pruebas
de Caballeros". Agosto-Septiembre 1611; y expedientillo 14.157: "Título
de caballero de la Orden de Alcántara". Madrid 7 de octubre de 1677.
KAMEN, Henry: La España de Carlos 11. Barcelona, Crítica, 1987, pág.
534.
SALAZAR Y CASTRO, Luis: Opus cit., pág.619.
Idem, pág.630.
Ibidem.
MAURA GAMAZO, Gabriel (Duque de): Vida y reinado de Carlos II.
Madrid, Espasa-Calpe, 1942, tomo I, pág. 200.
Algunos documentos sobre la estancia de Valenzuela en México pueden
consultarse e¡ la Colección de Documentos inéditos para la Historia de
España. Madrid, M. Femández Navarrete y otros, 1842-1895, vol. LXVII,
1877, págs. 354-392 y 426-457; Además véase RUBIO MAÑE, J. Ignacio: "Los últimos años en México del Duende del Palacio Real de Madrid,
1690-1692". B.A.G.N., vol. XXVI, n.a 4, 1955, págs.613-627; KAMEN,
Henry: Opus cit., págs. 533-539 y 547-548; ELLIOT, J.H.: Opus cit.,
págs. 396-397; y ROBLES, Antonio de: "Diario de Sucesos notables escrito por el Ldo.- y comprende los años de 1665 a 1703", en Documentos
para la Historia de México. Méjico (sic), Imprenta de Juan R. Navarro,
1853, tomo
III,
Y
págs. 287
SALAZAR Y CASTRO, Luis: Opus cit.,pág.632.
A.H.N.' osuna, leg.3.l28: "RaEón de la jurisdicción y rentas del condado
de Galve". 17l
Idem,págs.380,383.
véase GUTIERREZ LORENZO, M.a pilar: "virreyes americanos de origen alcarreño durante el período de la casa de Austiia (1535-1700)". I
Encuentro de Historiadores del valle del Henares. Torrejón de Ardoz, Instituto de Estudios complutenses, Fundación "Marqués áe santillana", centro de Estudios segunrinos, 19gg, págs. 337-349; ÉpnR¡n TEVAR, celia:
"Los Mendoza, titulares de virreinatos en América". wad-Ar-Hayara.
Guadalajara, Institución provincial de Cultura "Marqués de Santillani,,
6. 989, págs. 1 70- 1 87.
RUBIO MAñE, J. Ignacio: El virreinato, Opus cit., vol. I, pág.
1
(41
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(42)
(43)
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.45\
l.
KAMEN, Henry: Opus cit., págs. 398-400.
n.e
1
154.
GUTIERREZ CORONEL, Diego: Opus cit., págs. 287_ZBB; ROnlfS, an_
tonio de: Opus cit., tomo I, pág. 142.
MAURA GAMAZO, Gabriel (Duque de): Opus cir., tomo Lil,págs.129_
I
30.
ldem,.romo ll. pág.203.
SCHAEFER, Ernesto: El Consejo real y supremo de las Indias; su historia,
organización y labor administrativa hasta la terminac.itin cle la Casa de
Au s r r ia. Sevilla. E.E.H.A., I 93 5 - 1947, v ol. ll, pág. 24.
(46) MAURA GAMAZO, Gabriel (Duque de): Opui át., to-o lt, pág.203.
(47) Sobre el conde de Baños, véase: cASADo ARBONIES, F. JavIer: ,.Noticia genalógica y biográfica der virrey alcalaíno de Nueva España, don Juan
Francisco de Leiva y de la cerda (1604-1679)", en Anares'coÁphtenses.
Institución de Estrrdios Complurenses (c.s.I.c.), Alcalá de Henáes, 19g7,
vol. I, págs. 77-1OO
(48) Los títulos, provisiones, decretos y despachos dados al conde de Galve para
el gobiemo de Nueva España se encuentran en el A.G.r., Secc. A. de México, legs. 610, 1.217; y en la de Indiferente General, leg. 514, libro 2.
(49) Estos temas han sido esrudiados por RUBIo MAñE,J. Ignacio:
El virreinato,Opus cit., romo I, págs. 45-114.
(-50) Existe una abundante documentación epistolar entre el conde de Galve y
la
virreina doña Elvira de Toledo con los duques del Infantado,
(51)
(52)
véase:
A.H.N., Secc. Osuna, Carpeta l2t y 152.
GUTIERREZ CORONEL, Diego: Opus cit., tomo III, pág.287 y romo IV,
pág.406.
BAVIERA, Adalberto de (príncipe) y MAURA GAMAZO, Gabriel (Du_
que de): Documentos inéditos referenfes
a
las
postrimerías de la Casa de
Austria en España. Madrid, Tipografía de la "Iievista de Archivos, Bibliotecas y Museos", 1930, págs. 127-129.
y 406.
CASTRO, Luis: Opus cit., págs. 630-631; GUTIERREZ
CORONEL, Diego: Opus cit., págs. 287,406.
SALAZAR
47
Capítulo
II
UNA CAPITAL PARA UN VIRREY
LA CIUDAD DE MEXICO A FINES DEL SIGLO XVII
La ciudad de México presentaba en el siglo XVII un aspecto de
gran urbe como se refleja a través de los testimonios de los que la conocieron. Tanto Gage como Vázquez de Espinosa, al finalizar el primer cuarto de esta centuria, afirmaban que era de las mayores, mejores
y más ricas del mundo (1). Medio siglo después, en 1693, el conde de
Galve señalaba "que por su magnitud y adorno se puede decir sin ponderación, que si no excede en estimación puede competir con cualquiera de las de Europa por su compostura" (2). Esta misma opinión es
compartida por Baltasar de Medina al manifestar que "iguala la material voluptuosidad de México a muchas ciudades de Europa y excede a
todas en la plaza, fábrica y hermosura de su sitio" (3). Igualmente Gemelli Careri nos dice que "por sus buenos edificios y por los ornamentos de sus iglesias, puede decirse que compite con las mejores de Italia" (4). Sin lugar a dudas, la ciudad de México manifestaba su magnificencia como metrópoli de todos los reinos y provincias de la Nueva
España.
Análisis geográfico y urbano
Llamada por los españoles México, y por los indios Tenochtitlan se
ubica en el centro de una amplia cuenca o valle. Gemelli Careri precisó: "está situada a 19 grados y 40 minutos de latitud, en medio de un
49
valle casi plano, de catorce leguas españolas de largo de septentrión a
mediodía, de siete de ancho y de cuarenta de perímetro; pero queriendo medir por las cimas de los montes por el lado que miran a México,
será de setenta veces noventa"; y añade: "En la parte oriental de este
valle hay una gran laguna adonde van a dar muchos ríos y otras aguas,
y se extiende hacia mediodía hasta la ciudad dc Texcoco. La circunferencia más baja de los montes que todo alrededor la circundan, está sobre la laguna a cuarenta y dos mil quinientas varas españolas" (5). La
ciudad de México se encontraba así, en medio de esta laguna y seis
calzadas trazadas hasta tierra firme permitían el trasiego de los viajeros. Estas eran: las tres antiguas de Guadalupe al norte, San Antonio al
sur y Tacuba al poniente; las restantes, construidas por los españoles,
eran las de la Piedad, Chapultepec y Sanriago (6). El viajero inglés
Leonel Waffer nos dice que eran anchas, empedradas y vestidas de piedra de sillería (7). En cuanto al clima la ciudad disfrutaba de un temple
agradable durante todo el año, pues "no hay exceso ni de calor ni de
frío" (8).
Acerca de la superficie territorial que ocupaba la capital, Gemelli
Careri afirma que "su perímetro es de dos leguas de diámetro, siendo
casi un cuadrado perfecto, de cerca de media legua" (9), si bien el plano publicado por el Distrito Federal en 1960 consignó 6.612,5 hectáreas entre 1.600 y 1.700 (10). Su planta, informa Vetancurt, "es cuadrada, con tal orden, y concierto, que todas las calles quedaron parejas,
anchas de catorce varas, y tan iguales, que por cualquiera calle se ven
los confines de ella" (l l). Este trazado reticular ocasionalmente se
rompía por el curso irregular de alguna acequia que atravesaba la ciudad como arterias paralelas, y cuyas aguas desembocaban en el lago
salado de Texcoco. Para efectuar el drenaje una serie de compuertas se
abrían cada mañana dejando salir el agua recogida en sus cauces. Durante la estación de lluvias se mantenían abiertas para dar salida a Ia
precipitación excedente. Por estas vías acuáticas existía un trasicgo
constante de canoas cargadas de alimentos y fiutos, como la acequia
principal que venía desde Chalco hasta la Plaza Mayor y que aún en
los últimos años del período colonial permanecía abierta. Además cle
ésta, para l6l8 había otras dos grandes: la del barrio de Santa Ana que
corría a espaldas del convento de Santo Domingo hacia el lago por la
parte oriental de la ciudad, y la del barrio de Monserrate que pasaba
por el convento de Regina coeli y por las carnicerías del rastro hasta el
hospital de la Concepción ( 12).
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México tenía grandes casas "de muy buena fábrica, labradas de
una piedra finísima colorada, y peregrina en el mundo, de que hay riquísimas minas junto a la laguna" (13), y Vetancurt anota: "Los edificios tienen altos y bajos con vistosos balcones y ventanas rasgadas de
rejas de hierro labradas con primor; y aunque está fundada la Ciudad
en agua para la permanencia de los edificios se valen de la industria estancando primero cimientos con estacas de cedro de a cinco y seis varas, y en los Templos atravesando cimientos, que sirven de cadena y
ensanchándolos de plan para que quede con más fortaleza la cepa pobre que carga el edificio" (14). Leonel Waffer por su parte señala que
"Todas las tapias están incrustadas por fuera de guijarros pequeños de
varios colores, cortados, unos en corazón y otros en soles, estrellas,
ruedas, flores de todas especies y otras figuras, cuya variedad forma un
agradable espectáculo" (15). Esta opulencia en las edificaciones se debía a diversos factores. México era la residencia de la corte virreinal,
de la Audiencia, la sede Arzobispal Primada, la Inquisición, la Universidad y la Casa de la Moneda. Todas estas instituciones se concentraban alrededor de la Plaza Mayor que era el núcleo central, donde destacaba la fábrica de la Catedral destinada a ser el edificio más alto de la
ciudad. De esta forma nos describe Leonel Waffer su ubicación: "La
iglesia Catedral, hecha de una mezcla de piedra de sillería y de ladrillo,
ocupa el medio de una de sus fachadas por el Norte. A la parte opuesta, hacia el mediodía, están la Casa de la Ciudad,/la del juez de policía,
los depósitos públicos y Ia cárcel. Cada uno de estos edificios presenta
un gran pórtico de piedra de sillería, sostenido de dos pilares de la misma piedra, y todo de una pieza. Más allá se encuentran las tiendas y almacenes de muchos mercaderes ricos. El lado del Poniente está casi
enteramente ocupado con un grande número de casas que sirven de habitación a los más ricos particulares de la Nueva España, a las que siguen cinco o seis grandes almacenes de telas de oro, trabajadas en Europa. Al lado del Oriente están el palacio del virrey, la Audiencia Real,
la Universidad, el colegio de los religiosos de Santo Domingo y el
Santo Oficio, o casa de la Inquisición. La esquina está ocupada con la
Casa de la Moneda. Cinco calles por las cuales se entra en la Plaza son
todas anchas que una carÍoza con seis caballos puede sin trabajo dar la
vuelta en ellas"(16). La impresión sacada por este viajero del palacio
del virrey, en 1678, le llevó a decir que "era mayor y más magnífico
que el Palacio Real de Madrid" (17).
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A la majestuosidad de los edificios de gobierno y administración
se suma la suntuosidad de los de carácter religioso, siendo la Catedral
el máximo exponente, además de los colegios y hospitales diseminados por toda la ciudad. Ya en el plano de Gómez de Trasmonte, fechado en 1628, destacan 16 conventos,25 iglesias y parroquias,9 hospitales,6 colegios y 7 hospitales colegios (18). Y en el realizado por Diego
Correa en 1693, conocido por el nombre de "Biombo de los condes de
Moctezuma" porque perteneció a esta casa, aparte de observarse el aumento del ámbito de la ciudad se aprecian las nuevas construcciones
religiosas realizadas a finales de siglo que, junto a las anteriores, sobresalen por sus considerables dimensiones, por sus grandes techumbres de bóveda o tijera, y por sus altas torres con chapiteles (19). Esto
denota el afianzamiento y la prosperidad económica de la estructura
religiosa que en 1695 polarizará la atención de los creyentes con la
construcción de la basílica de Guadalupe. Todos estos edificios se
vuelven puntos de referencia en el habla urbana y poco a poco la nomenclatura de las calles y plazas se ve suplantada por nombres de santos cristianos.
En cuanto a la arquitectura de habitación Gage escribe: "los edificios son de piedra y buenos ladrillos; pero no son muy altos, a causa de
los terremotos frecuentes que se padecen en aquel clima y que podrían
derribarlas si tuvieran tres pisos (...) casi todas las casas de México son
espaciosas y cómodas, y tienen jardín para servir de recreación y desasosiego a los que las habitan" (20). Por un documento de 1696 de una
casa que, al parecer, construyó un tal Cristóbal de Medina poseemos la
información de su estructura, ésta era "pequeña, alta con accesoria (...)
se compone de una accesoria, puerta, calle zagttán, patio y en él un
cuarto y caballeriza, su escalera, que sube a un corredor en cuyo alto
tiene sala, recámara y otro cuarto con paredes de mamposteúa de piedra de tezontle, los techos de vigas (...) y las azoteas enladrilladas"
(21). Pero este no era el único tipo de vivienda que podía verse en la
ciudad en el siglo XVII donde al mismo tiempo aparecen las casonas
señoriales, las llamadas de"laza y plato", y las de vecinos (22).
Otro tipo de vivienda eran las casas de campo situadas en las proximidades de la capital. Se distinguían por su amplitud, donde no faltaban las estancias de grandes proporciones situadas alrededor de espaciosos patios, y anchos corredores. Generalmente se construían de un
solo piso, salvo algún que otro mirador en lo alto, y de fachadas poco
54
notables a excepción del historiado escudo de armas tallado en piedra
que coronaba el zag:uán, los poyos de piedra para los sirvientes, y las
argollas de hierro a cada lado de la puerta principal (23). Vetancurt nos
ha dejado la descripción de estas casas de recreo: "Todo lo más de la
comarca en cinco leguas en contomo, está poblada de huefas, jardines
y olivares con casas de campo que los ricos de la Ciudad han edificado
para su recreo: en San Agustín de las Cuevas, paraíso occidental, donde se compiten con gastos excesivos los dueños de las huertas, a cual
más curiosa la tiene, con invenciones de agua que entretienen; donde
la Peña pobre, con 1o rico de sus aguas, abastece la huerta del Tesorero
de la Casa de Moneda; hace salir de sus casillas para verla aún a los
más serios: Cuyoacan, Mixquac y Tacubaya, donde el olivar del Conde
de Santiago, aunque con los aceitunos y olivares todo es uno, precede a
todos los olivares como solo; las lomas, y quebradas en tiempo de verano son vistosas, con arroyos de agua tan sonoros, y florestas de flores campesinas" (24).
Las aguas y el desagüe
La ciudad de México se surtía de agua por medio de dos acueductos. Uno salía de los manantiales de Santa Fe, a dos leguas de la ciudad, en una cañería de cal y canto, hasta llegar a los arcos que estaban
en el bosque de Chapultepec, de ahí arrancaba la arquería en dirección
norte y, al llegar a la calzada de Tacuba, torcía hacia el oriente hasta
llegar al Puente de la Mariscala, donde estaba el surtidor para el repartimiento de los barrios inmediatos (25). El costo total de este acueducto, iniciado en 1603 y terminado en 1620, ascendió a ciento cincuenta
mil pesos, y se componía de novecientos arcos, con ocho varas de ancho, seis de alto y una vara tres cuartas de grueso (26).
El otro se originaba en el mismo bosque de Chapultepec, y siguiendo la calzada del mismo nombre, se introducía en la ciudad "en
atarjea de calicanto muy alta, y viene a dar a laplaza o mercado de San
Juan, en medio de la cual está una muy hermosa y deleitosa pila; y es
esta agua, el servicio de casi media ciudad, así de indios como de españoles" (27). Esta pila, reconstruida por completo en la época de Bucareli es la que se conoce actualmente con el nombre de "Salto del
Agua".
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Son muchas las fuentes históricas que refieren la desmedida deforestación que sufrió el valle de México para obtener madera, ya que
debido a los sistemas de techumbre empleados -alfarjes, artesonados,
techos de viguería o de tejamanil-, se consumía madera para la construcción en grandes cantidades, además de la utilizada para la combustión. Los efectos no se hicieron esperar produciendo una alteración
ecológica que modificó el régimen de lluvias generando una paulatina
desecación. Las consecuencias para la ciudad fueron múltiples. Al descender el nivel general de agua, el flujo por las acequias y canales se
hizo intermitente y propició que en época se seca se acumulara basura
y azolvaran; ésto a su vez llevó a los vecinos a trai.ar de taparlos para
evitar el mal olor y los inconvenientes del agua encharcada. Así, a finales del siglo XVII la mayoría de las acequias eran un depósito de desechos. Con estas palabras lo expresaba el obispo virrey Juan de Ortega y Montañés en la instrucción dejada a su sucesor: "Señor Excelentísimo, las acequias como siendo Vuestra Excelencia servido se mande
ver, son un receptor en lo de toda basura y excrementos de las casas
por donde corren y los vecinos que las habitan los que enzolvan, tapan
y ciegan las acequias con lo que en ellas arrojan" y añadía que para
evitar este grave problema la solución era "poner castigos en los que
así las tapan y ciegan y con él dar escarmiento para lo futuro", además
"se debían limpiar a costa de los habitadores de las casas, según lo
tapado y enzolvado en la presencia de cada uno para que así escarmentados, no arrojasen en las acequias la basura y estiércol de sus
casas". (28).
Asimismo al cegarse las acequias el sistema de control de represas,
compuertas y diques sufrió un desequilibrio perdiendo su capacidad de
flujo. Debido a ello, durante la estación de lluvias la ciudad padeció
verdaderos problemas de desagüe que merecieron especial atención
por parte de todos los virreyes. Sobre todo a partir de 1629, año en el
que la ciudad sufrió una terrible inundación cuyas secuelas se dejaron
sentir durante los cinco años siguientes. Consciente de este riesgo latente el conde de Galve tuvo muy presente la acometida de distintas
empresas encaminadas a la construcción y reforzamiento de los diques, que fueron encomendadas a reputados maestros de arquitectura
entre los que se encontraba el polifacético Sigüenza y Góngora (29).
Consecuencia de la desecación de la laguna de México fue la modificación del aspecto sustancial de las vías de comunicación de la ciudad, dando paso a un mayor predominio de calzadas terrestres que,
57
ante los continuos inconvenientes de polvaredas y barrizales, fueron
empedrándose paulatinamente configurando uno de los rasgos más europeizantes de la imagen urbana del siglo XVII. por consiguiente a finales de este siglo la mayoría de las calles se encontraban ya empedradas y según Leonel Waffer "son tan rectas que parecen tiradas a cordel;
y tan anchas, que seis coches pueden pasar por ellas a un tiempo sin
estorbarse" (30). Para Gage esta amplitud "hace que la ciudad parezca
mucho más grande de lo que en realidad es" (31).
Ocio, actividad económica y crecimiento
El recreo de la población lo constituía la Alameda situada en la
parte más occidental de la ciudad, teniendo al oriente y al poniente las
plazuelas de los conventos de Santa Isabel y San Diego. Los domingos
era frecuentada por la mayoría de la población para gázar del fresco de
los iárboles y del murmullo de la fuente de piedra que se erigía en el
centro. Al parecer, según cuentan Gage y Careri, estos paseos constituían un desfile de modas y una demostración del poderío económico,
ostentación que en el día de San Juan se transformaba en abierta competición "por quien aparece mejor vestido" (32). Entre las diversiones,
una de las celebraciones cívico-religiosas que más auge tenía era el paseo del Pendón de San Hipólito, el 13 de agosto, en memoria de la
conquista de la ciudad. Famosos eran igualmente los besamanos con
motivo de la onomástica de los virreyes donde no faltaban las corridas
de toros, así como en el día de Santiago y en las celebraciones de la
jura de un nuevo monarca o los partos felices de la reina. Tampoco faltaban, antes de su prohibición, las peleas de gallos realizadas en la plaza del volador pudiendo ser presenciadas por los virreyes desde el balcón de palacio, o los juegos de cañas y representaciones de comedias,
realizadas estas últimas algunas veces en palacio y otras en el patio del
hospital Real; además en México desde finales del siglo XVI había
"teatros permanentes, donde se representaban obras, tanto de autores
europeos como de autores locales" (33).
El espectáculo público más vistoso eran las mascaradas. consistían
en un desfile de personas y cofradías disfrazadas con diversas indumentarias y que, llevando máscaras peculiares, desfilaban por las calles de día y de noche, a pie o montadas a caballo (34). En 169l un espectáculo de este tipo tuvo una atracción especial siendo recogido por
58
Robles en su diario: "Miércoles 9 de mayo. Dicho día salió de casa del
duende don Femando Valenzuela, una mascarada seria en nombre de
la Real Universidad por el casamiento del rey; y salieron de ella muchas personas a caballo, unas en forma de diversos animales, como son
águilas, leones, y otras en el traje de naciones, como son, turcos, indios
y españoles, y otras personas al revés con los pies para arriba y la
cabeza para abajo con sus hachos en las manos, y corrieron delante
del balcón de palacio todos; y se acabó después de las once de la noche" (35).
México no sólo era la capital del virreinato, sino también el núcleo
industrial-artesanal, el nudo de comunicaciones y, sobre todo, era un importante centro comercial donde se concentraba el capital. La mayoría
de los distintos oficios y el comercio se agrupaba por calles dejando sus
nombres donde se establecían: Cedaceros, Curtidores, Meleros, Cordabanes, etc. En la calle de los orfebres, llamada Plateros, se podía comprar "en menos de una hora, plata, perlas y joyas valoradas en millones"
(36). Las tiendas de sedas se localizaban en la calle de San Agustín que
adquiría un aspecto lujoso, las de manufacturas de hierro, cobre y acero
en la calle Tacuba "famosa en todas partes, no tanto por su longitud y su
anchura, como por unas agujas que se hacen en ella y que parecen ser las
mejores de aquellos lugares" (37), y los artículos suntuosos procedentes
de Europa y Asia se concentraban en los portales de la Plaza Mayor recibiendo el nombre de Portal de los Mercaderes.
Eran los mercaderes de México los que manejaban los cargamentos de las flotas de España y los galeones de Filipinas; esto hacía que
la ciudad estuviera abastecida de una cantidad y variedad de productos
de diversas procedencias que no tenían paralelo en el mundo. Este podeío comercial y riqueza era recogido por Medina: "Lo que le falta a
México no es menester que lo busque, por sus puertos y calzadas se le
entra" (38). Efectivamente desde México se operaba no sólo con el
resto del continente americano, sino también con Europa y Asia. Desde China y el Japón se enviaban sedas y loza, de la India olores y especierías, de España paños, lienzos y terciopelos, de Milán y Nápoles telas, lamas y brocados, de Roma láminas, y del Turco alfombras (39),
también recibía cacao de Venezuela y Guayaquil, mercurio y plata del
Perú así como alimentos, loza, ropa y otras manufacturas del propio
país.
Todos estos productos se destinaban al mercado urbano o se reexportaban para España, Perú, América Central, el Caribe o el resto de la
59
Nueva España. Las importaciones se pagaban con plata, grana, cueros
azitcar, así como con exportaciones de manufacturas diversas. La
ciudad de México era, sin lugar a dudas, la capital económica del virreinato. De hecho era el almacén de todas las mercancías importadas
y de buena parte de los artículos producidos localmente que se distribuían a diferentes regiones del reino; constituía el principal centro de
consumo y.sus modas y estilo de vida eran imitadas aún en los lugares
más remotos.
A medida que la ciudad fue creciendo en extensión y su población
aumentaba fue apropiándose de las tierras de ejidos, al mismo tiempo
que extendía sus límites dentro de las comunidades indígenas. A fines
del siglo XVII este proceso llegó a tomar tal cariz por la expropiación
de los cabildos y de las asignaciones de propiedades a particulares, que
el asunto fue llevado hasta el Consejo de Indias, viéndose la autoridad
municipal relegada de un problema que le competía plenamente. La
Real Cédula 30 de diciembre de 1694 mandando al Real Acuerdo que
todos los dueños de heredades, huertas, casas y edificios que se hallaban comprendidos en los ejidos mostrasen sus títulos, fue duramente
protestada por el cabildo alegando que muchas de estas tierras estaban
gravadas de censos que habían servido para introducir la infraestructura necesaria para su explotación (40). Sin embargo, las comunidades
indígenas defendieron con éxito ante los tribunales sus términos (41).
Es esto una confirmación más de las características urbanas del
México de finales del siglo XVII que se manifiesta culturalmente próspera, socialmente dinámica, económicamente poderosa y políticamente dominante. Aspectos todos ellos que marcan su desarrollo, expansión y crecimiento.
y
EL DESTINO DE UN MENDOZA
El conde de Galve gobemó el virreinato mexicano de noviembre
de 1688 a febrero de 1696, siendo su mandato uno de los de mayor duración en la época de los Austrias. Ahora bien, este período de gobierno que supera los ocho años de duración tiene una significación histórica relevante dada la coyuntura en la que se enmarca. En este sentido
y durante estos años, se asiste al ñnal del reinado de Carlos II y con él
60
al epflogo de toda una hegemonía dinástica atenazada por una articulación intersecular que tiene como telón de fondo el conflicto bélico con
Francia. Todos estos acontecimientos históricos tendrán una clara repercusión en el virreinato mexicano hasta el punto de marcar la actuación del conde de Galve. Así pues, el gobierno de este virrey, lleno de
acontecimientos notables, viene a romper con los indicadores concretos de épocas anteriores y posteriores, dejando una huella indeleble en
la historia del virreinato.
Los preparativos del viaje
Despachado el nombramiento el6 de mayo de 1688 y recibidas las
instrucciones necesarias para el gobiemo de la Nueva España, el conde
de Galve inicia los preparativos para desplazarse al otro lado del
Atlántico. A finales de junio se encuentra con su esposa en la ciudad
de Cádiz en espera de poder embarcar. Allí permanecerá algunas semanas realizando los trámites oportunos para conseguir la licencia de
la Casa de la Contratación. Durante este tiempo fue visto en varias
ocasiones por el comerciante Raimundo Lantery diciendo de él en sus
memorias que es "el caballero más garboso, en un todo de cuantos
Grandes de España, hubiese visto hasta entonces. Y su esposa era también muy linda dama, hija del marqués de Villafranca" (42).
Como ese año no había habido flota para Nueva España a causa de
no haber regresado aún la del conde de Villanueva, y apremiando la
partida del nuevo virrey, dado que su antecesor había sido promovido
para el Peni, se le concedió licencia para poder realizar el viaje en los
navíos de azogue que se estaban despachando para el virreinato septentrional a cÍugo del gobemador don Andrés Tello de Guzmán. La travesía se realizó en convoy con otras cuatro naos de guera de la Armada al mando del almirante don Nicolás de Gregorio que iban a Cartagena y Portobelo, en el istmo de Panamá.
Además de doña Elvira de Toledo acompañaban al conde de Galve
82 criados (43), algunos de los cuales acomodó de gobernadores, corregidores y alcaldes mayores. Tal es el caso de don Fernando Bustamante, a quien nombraría gobernador de Tlaxcala y que fue acusado
por el pueblo de estancar los bastimentos dando lugar a un tumulto pocos días después del acaecido en la capital (M): o de don Pedro Manuel de Torres, acomodado en el puesto de capitán de la compañía de
61
palacio y que por no tener prevenida Ia guarnición con hombres y munición durante el motín de 1692, debido a su negligencia y malversación de los fondos asignados, fue desterrado a Veracruz. Viajaba el
conde de Galve también con su capellán y confesor, el padre Alonso
Quirós de la compañía de Jesús y con dos coadjutores ayudantes de
éste.
La noticia del nombramiento del conde de Galve, junto con la promoción del conde de la Monclova al Perú, llegaba a la ciudad de México el día 25 de agosto de ese año por correo de Veracruz. Inmediatamente se empezaron a realizar los preparativos para su recibimiento. El
sábado I I de septiembre el virrey saliente enviaba a su sucesor una recua de mulas para el transporte de su equipaje, así como dos carrozas y
sendas literas que conducirían a don Gaspar y a doña Elvira a través
del altiplano.
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Llegada y recibimiento
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El22 de septiembre a las ocho de la mañana ya se sabía en México
que el día l8 había arribado en Veracruz los galeones y el pataché que
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conducían al nuevo virrey, don Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y
Mendoza. La buena nueva iba acompañada de dos reconfortantes noticias: la llegada al puerto de más de 3.000 quintales de azogues -mineral tan escaso y necesario para el beneficio de la plata-, que suponían
un respiro para la economía de la Nueva España, y el apresamiento en
la sonda de Campeche de dos embarcaciones inglesas que se traían en
conserva. Que el conde de Galve no llegase al virreinato con las manos
vacías, junto a Ia victoria lograda sobre el enemigo que infectaba las
costas de México en busca del lucrativo comercio del palo tintóreo,
fueron símbolos que se interpretaron como un feliz anuncio de lo que
sería su gobierno (45).
Después de unos días de estancia en Veracruz el virrey y su comitiva se encaminaron rumbo a la ciudad de Puebla haciendo su entrada el
sábado l6 de octubre. Tan pronto supo el conde de la Monclova que su
sucesor estaba en camino se dispuso a dejar el palacio de los virreyes.
El sábado 28 de octubre se mudó a la solariega casa del conde de Santiago de Calimaya. Posteriormente se reunió con la Audiencia para
despedirse de los oidores, y el lunes 8 de noviembre salió hacia Otumba al encuentro del conde de Galve para hacerle entrega del bastón de
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mando. Pocos días después el arzobispo de México, don Francrsco
Aguiar y Seijas, también partía hacia San Cristóbal Ecatepec para dar
la bienvenida al nuevo virrey. Al día siguiente, el jueves I l, entraba el
conde de Galve con doña Elvira de Toledo en Chapultepec. Dos días
más tarde se trasladó a Guadalupe, donde se mantuvo hasta la tarde del
jueves 18, pasando al palacio de los virreyes acompañado de su esposa, del conde de la Monclova y de la mujer de éste.
La toma de posesión tuvo lugar el sábado día 20 reuniéndose la
Audiencia en Real Acuerdo ante cuyos magistrados juró su cargo don
Gaspar. Días más tarde, el 4 de diciembre a las cinco de la tarde, el
conde de Galve hacía su solemne entrada pública en Ia ciudad de México -recorrido a caballo, arco Triunfal, y Te Deum-. Los condes de la
Monclova presenciaron tales actos desde las casas del marqués del Va-
lle de Oaxaca (46).
El dos de enero de 1689 el conde de Galve escribía al Consejo de
Indias dando cuenta de la toma de posesión de los cargos que le habían sido conferidos. Indicaba además, haber quedado al corriente de
los asuntos de aquel reino tras las largas conversaciones mantenidas
con el conde de la Monclova. La información que éste le había proporcionado sobre las actitudes adoptadas en materia de gobierno habían merecido la total conformidad del conde de Galve, señalando
que su intención era continuar con la política seguida por su predecesor por considerar que había dotado a la Nueva España de "acertadas
disposiciones que ha merecido y conseguido con el crédito y la estimación común (47).
Cinco meses después de haber entregado el bastón de mando al
conde de Galve, y una vez publicada su residencia, salía de México el
conde de la Monclova. Robles nos informa que fue el lunes 18 de abril
cuando abandonó la ciudad, rumbo a Acapulco, donde embarcó hacia
el Perú con su esposa el I I de mayo. Los condes de Galve fueron hasta San Agustín de las Cuevas a despedirlos (48).
Aspectos privados y familiares
No es muy copiosa la información que poseemos sobre la actuación privada de los condes de Galve durante su perrnanencia en el virreinato mexicano. Sabemos que don Gaspar se distinguió por su gran
piedad y desde la llegada a la capital empezó a entrar en contacto con
64
las comunidades religiosas tanto de forma oficial como particular. Así,
Robles nos informa que a los pocos días de la toma de posesión, el 14
de diciembre, el virrey se dirigió en secreto a oír la misa celebrada por
el padre Urbina de la Compañía de Jesús (49). Es muy probable que a
estas asistencias a los actos religiosos le siguiesen largas horas de plática en el refectorio donde el conde de Galve, al tiempo que se ponía al
corriente de los asuntos religiosos indianos, entraba en contacto con
los numerosos regulares que, al igual que é1, eran originarios de las tierras de Guadalajara. Así, tenemos constancia que durante estos años el
convento de San Francisco albergaba a alguno de ellos. Es el caso de
Juan de Guadalajara y Gabriel de Lucio naturales de Brihuega, de Manuel de Cabanillas de Humanes, de Rafael García Palominos a quien la
documentación consigna como nacido en la Alcarria, de Juan de Lucas
de Hita, de Pedro González de Almonacid de Zoita o de Blas de Suárez de Sigüenza (50).
Pero la devoción del conde de Galve no se manifestaba únicamente
en los círculos eclesiásticos, sino también en sus actuaciones ante el
común de la sociedad. Como el día27 de diciembre de 1688 cuando
salía de oír el sermón del convento de las Bethlemitas. En esta ocasión
se encontró con un clérigo anciano que portaba el Santísimo Sacramento y que se dirigía hacia uno de los barrios indígenas de la ciudad a
suministrar la extrema unción a un moribundo. Iba seguido de un grupo de pobres. Viendo la escena el conde de Galve bajó de su carroza, y
besando la mano del clérigo, arrodillado con humildad en el suelo, le
invitó a subir en el coche. El virrey continuó el camino a pie al lado de
una de las portezuelas con una vela en la mano mezclándose con la comitiva. En cada una de las casas que visitaron el conde de Galve dejó
gran limosna. Nos cuenta el cronista que después de este suceso creyendo que profanaba la carroza por haber sido morada pasajera del
Santísimo, no quiso ocuparla más y, quitándole el estribo y la empanada la regaló al Sagrario. En su sustitución mandó hacer otra más suntuosa (51).
Otros hechos demuestran la piedad de los virreyes, como Ia dedicación de una capilla del convento de Santo Domingo a Nuestra señora
de Atocha -posiblemente en memoria de la primera esposa del virreyy la consiguiente ofrenda de un cáliz (52); o la donación, dos años más
tarde, a este mismo convento de un vestido bordado de oro y de una
capa en plata (53).
65
Notable fue también la actuación de los condes de Galve como
protectores de la cultura y de los literatos de la época. Durante su estancia en México entraron en contacto con las dos grandes figuras de
la cultura mexicana del siglo XVII: el polifacético don Carlos de Sigüenza y Góngora, destacado matemático, historiador, poeta y cosmógrafo, y la célebre poetisa Sor Juana Inés de la Cruz, cuya muerte
acontece en 1695.
Ambos personajes consiguieron el favor de los virreyes. Sor Juana
Inés de la Cruz, que gozó de la protección de doña Elvira de Toledo,
proveyó a la corte virreinal de loas, comedias y poemas para los festejos. Una comedia suya 'Amor es más laberinto" se representó el 1l de
enero de 1688 en el palacio virreinal para celebrar el cumpleaños del
conde de Galve. Fue precedida por una loa en la que se alababa a los
virreyes entrantes y salientes:
"Claro Silva, excelso Jano:
en vuestras manos la Edad
quisiera ser eternidad".
En total Sor Juana Inés dedicó a la virreina una loa, unas seguidillas y cinco romances; y al conde de Galve una loa, un "laberinto endecasílabo" y una silva. Esta poesía cortesana cumplió la función social y
simbólica de ser un ritual político, una alegoría de las relaciones ideales entre el Señor y sus vasallos. Al mismo tiempo, Sor Juana Inés se
apoyaba en el favor del palacio para afirmar su posición en el convento
y conservar su independencia frente a la comunidad religiosa a la que
pertenecía (54).
Thmbién favoreció el conde de Galve a don Carlos de Sigüenza y
Góngora -un ex jesuita que durante toda su vida buscó, sin lograrlo,
regresar a la Compañía-. Este autor casi siempre tuvo dificultades para
publicar sus trabajos, pues carecía de recursos suficientes y escaseaban
los mecenas interesados en los temas que don Carlos estudiaba. Una
de sus obras, "La Libra Astronómica" contó para su edición con el
apoyo del conde de Galve (55). Gozó sin interrupción de la protección
y amistad del conde de Galve y actuó como cronista oficial de las hazañas bélicas llevadas a cabo durante su gobiemo. Bajo su encargo escribió el "Trofeo de la justicia española en el castigo de la alevosía
francesa", donde se relata la aplastante victoria naval conseguida en
Santo Domingo, obra que dedicaría al virrey. Otros escritos suyos por
encargo del conde de Galve son la "Relación de lo sucedido a la Armabb
da de Barlovento", publicada en México en 1691, y el "Mercurio Volante", sobre la recuperación de Nuevo México por don Diego de Vargas, editada también en México en 1693 (56).
Otra obra histórica de Sigüenza y Góngora es 'Alboroto y motín de
los indios de México". Se trata de una carta escrita a su amigo el almirante don Andrés de Pez relatando el tumulto que sobrecogió a la ciudad de México el 8 de junio de 1692, donde exime al virrey de toda
responsabilidad en los hechos ocurridos (57).
Su afición por las letras le llevó a interesarse por la producción bibliográfica de la Nueva España, hasta el punto de solicitar un ejemplar
de cada una de las impresiones que se realizaran (58). De esta forma el
conde de Galve vio aumentada de forma considerable su biblioteca
particular, donde no faltaban las obras teatrales de los autores mexicanos, género éste al que era un gran aficionado.
A pesar de los numerosos problemas relacionados con el gobiemo
mexicano y que requerían la total atención del conde de Galve, éste no
descuidaría los asuntos particulares que tenía pendientes en la ciudad
de Guadalajara, su tierra natal. Tenemos noticia por la información
proporcionada por los protocolores notariales, que en 1692 otorgó poder al licenciado don Miguel Ruiz, comisario del Santo Oficio y vecino de Guadalajara, para arrendar un huerta de su propiedad, conocida
con el nombre de "Huerta de la Marquesa", ubicada en esta ciudad. Se
extendía "por todo lo que coge la senda como extramuros de ella por la
puerta que mira al puente a mano izquierda hasta el estanque grande,
inclusive como sale al molino que está caído". Estaba compuesta por
450 rárboles frutales, un largo paseo bordeado de olmos y pobos, 2 celemines de tierra dedicados al cultivo de fresas, una plantación de espárragos, y un huerto destinado al cultivo de lechugas y pepinos, todo
ello rodeado de una tapia cercada de rosales y parras. El arrendamiento
se realizaba a favor de Sebastián Pérez y de su mujer, María Francisca
Jiménez, ambos vecinos de Guadalajara, por un importe anual de 450
reales de vellón, 8 arrobas de fruta y la mitad de la producción de fresas. Esta escritura, otorgada el 13 de octubre de 1692 en la ciudad de
Guadalajara ante
el escribano Antonio Ortiz, tenía una vigencia
de
cuatro años, desde el día de San Miguel de ese año hasta el mismo día
y mes de 1696, fecha en la que el conde de Galve había previsto estar
de regreso en la Península, dado que en 1695 finalizaba la prórroga
concedida para continuar al frente del virreinato (59).
Fueron también frecuentes las relaciones mantenidas estos años
entre la virreina y su cuñada, doña María de Haro y Guzmán, duquesa
67
del Infantado. Cuando en 1688 doña Elvira partió hacia el virreinato
mexicano aquella le confió ciertas piezas de cristal, algunas de ellas de
bohemia, con objeto de sacarlas a la venta en México. Su intención era
invertir el dinero conseguido en la compra de cacao y que se le remitiese el producto. El importe de esta venta en España, dado su alto valor,
le reportaría un dinero extra que seguramente lo destinaría a la adquisición de algún capricho personal. Aparte de esta operación comercial
encomendada, la virreina no cesó durante su estancia en México de enviar a la duquesa cuantos objetos y productos pensaba podrían ser de
su agrado. Thles como plata de Oaxaca, abanicos de China, una imagen de la virgen de Guadalupe "por ser tan tocada al original y ser tú
tan devota de la Señora", así como cacao de Caracas y de Soconusco
que eran los de mejor calidad (60).
Muy distinto caiz tendrá la correspondencia privada establecida
entre el conde de Galve tanto con su hermano el duque del Infantado
como con la duquesa. Esta tendrá un carácter netamente político entremezclado con las correspondientes salutaciones para cada uno de los
miembros de la familia ducal. En concreto, y a partir del desprestigio
sufrido tras el tumulto de 1692, el conde de Galve pedirá incesantemente, ya sea de forma directa o a través de terceros, la intercesión de
su hermano ante el Consejo de Indias para conseguir la licencia que le
permitiera regresar a España. En 1693, enviaba en la flota de ese año
algunos cajones con sus pertenencias previniendo su inminente regreso (61). Ese mismo año también, y seguramente por indicación del virrey, escribían al duque del Infantado el franciscano don Miguel de
Isasi y el carmelita José María Oliveras, no omitiendo recordar este último la vinculación de su familia tanto con la casa Silva como con la
del Infantado siendo fieles servidores. Ambos señalaban la mala salud
del conde y la necesidad de conseguir lo más pronto posible su regreso
a España (62). Sin embargo, la muerte del duque del Infantado en septiembre dejaba al conde de Galve sin su máximo valedor ante el Consejo de Indias. En consecuencia, y ante los problemas metropolitanos
cuyo gobierno estaba en esos momentos ocupado en la guerra con
Francia, el conde de Galve no conseguiría la licencia hasta 1695 (63).
Esta se otorgaría por Real Cédula de 4 de julio aduciendo los motivos
de salud del virrey. Diez meses después, y tras la sentencia favorable
emitida por el juez Baltasar de Tovar en su juicio de residencia, el 10
de mayo de 1695 a las tres de la tarde embarcaba el conde de Galve
junto a doña Elvira de Toledo rumbo a España.
68
NOTAS
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(2O)
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GAGE, Tomás: Viajes por la Nueva España y Guatemala. Madrid, Historia 16, 1987, págs. 164-173 passim; Y AZQUEZ DE ESPINOSA, Antonio:
Descripción de la Nueva España en el siglo XVII por... y otros documentos
del siglo XVII. México, Ed. Patria, 1944, pá9. 111 .
A.H.N., Osuna, Carpeta 152, n.q 77."E,1conde de Galve al Consejo". México,7 de mayo de 1693.
MEDINA, Balthasar de: Chronica de la santa provincia de San Diego de
México, de Religiosos DescalEos de N.P.S. Francisco en la Nueva España.
México, Juan de Ribera (impresor, y mercader de libros en el empedradillo),1682, pá9.234.
GEMELLI CARERI, Giovanni Francesco: Viaje a la Nueva España. México, U.N.A.M., 1983, págs.2l-22.
Idem, pág. 21.
VETANCURT, Agustín de: "Teatro de la ciudad de México, y las grandezas que la ilustran después que la fundaron los españoles", enTeaffo mexicano. Descripción breve de los sucesos ejemplares, históricos y religiosos
del nuevo mundo occidental de las Indias. (Fácsimilar de la ed. de 169798). México, Pomia, 1983, fol. l.
CARBALLO, Emmanuel y MARTINEZ, José Luis: Póginas sobre la ciudad de México, 1469-1987. México, Consejo de la Crónica de la Ciudad de
México, 1988, pág. 100.
GEMELLI CARERI, Giovanni Francesco: Opus cit., pá9.23.
Idem, pág. 21.
CfT.LOPEZ ROSADO, Diego: E/ abasto de productos alimenticios en la
ciudad de México. México, F.C.E., 1988, pág. 55.
VETANCURT, Agustín de: Opus cit, fol. I
Cfr. LOMBARDO, Sonia: "La ciudad de México entre 1570 y 1692" en
Atlas de la ciudad de México. México. Departamento del Distrito FederalEl Colegio de México, 1987, pág. 54.
YAZQUEZ DE ESPINOSA, Antonio: Opus cit., pág.l17.
VETANCURT, Agustín de: Opus cit., fol. 1.
CARBALLO, Emmanuel y MARTINEZ, José Luis: Opus cit., pág. 101.
Idem, pág. 100.
Ibídem.
Un buen estudio sobre este plano puede verse en BOYER, Richard: "La
ciudad de México en 1628. Una visión de Juan Gómez de Trasmonte". Ilistoria Mexican¿, vol, XXXIX, n.a 3, enero-marzo, 1980, págs.447-47 1. Sobre la ubicación de las construcciones diversas en el plano, Véase MALDONADO LOPEZ, Celia: La ciudad de México en el siglo XVII. México,
Colección del Distrito Federal, 1988, sobre todo los planos que se incluyen.
El cuadro donde se pinta este plano puede verse en el museo del Castillo de
Chapultepec de la ciudad de México.
GAGE, Tomás: Opus cit., págs. 164-165.
Cfr. FERNANDEZ, Matthal' La arquitectura de la ciudad de México en el
siglo XVII. México, Departamento del Distrito Federal -Secretaría General
69
del Desarrollo Social- Comité Intemo de Ediciones
(22)
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(27)
(28)
(29)
(30)
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(37)
(38)
(39)
(40)
(41)
(42)
(43)
(44)
70
Gubemamentales,
gento mayor y capitanes de las compañías milicianas y batallón de Provin-
1987, pág.34, nota34.
Idem, pág. 35.
ROMERO DE TERREROS, Manuel: Los jardines de la Nueva España.
México, Antigua Librería de José Pomia e Hijos, 1945, pág. 7.
VETANCURT, Agustín de: Opus cit. fol. 2.
Cfr., MALDONADO LOPEZ, Celia: Opus cit., pág.31.
MEDINA, Balthasar:Opus cit., pág.235.
Cfr. MALDONADO LOPEZ, Celia: Opus cit., pág.39.
ORTEGA Y MONTANES, Juan: Instucc'ión reservada que el Obispo-Virrey Juan de Ortega y Montañés dio a su sucesor en el mando el conde de
Moctezuma. Prólogo y notas de Norman F. Martín, México, ed. Jus, 1965,
págs. 83-84.
Sobre los trabajos de Sigüenza y Góngora en la obra de desagüe de la ciudad, véase: LEONARD, Irving A.: Don Carlos Sigüenza y Góngora. Un
sabio mexicano del siglo XVII . México, F.C.E., 1984, págs. 94-98.
CARBALLO, Emmanuel y MARTINEZ, José Luis: Opus cit., pág. 100.
GAGE, Tomás: Opus cit., pág. 165.
GEMELLI CARERI, Giovanni Francesco: Opus cit., pág. 116. La referencia de Gage es la siguiente: "allí se encuentran tan a menudo como los
agentes de cambio, unos dos mil carruajes, llenos de galanes y damas y de
ciudadanos que van allí para ser vistos, para cortejar y ser cortejados; los
caballeros tienen esperándoles su cortejo de media docena de esclavos negros, con elegantes y lustrosas libreas, pesadas por la cantidad de cintas de
oro y plata que llevan, con calcetines de seda en sus negras piemas y con
rosas en sus pies y espadas en ambos costados; las damas llevan también
junto a sus camrajes damiselas negras como el azabache", Opus cit., págs.
172-173.
Cfr. MALDONADO LOPEZ, Celia: Opus cit.,pág.37.
Sobre este tipo de espectáculo, véase, LEONARD, Irving A.; La época ba'
rroca en el México colonial. México, F.C.E., 1986, págs. 174-190.
ROBLES, Antonio de: "Diario de Sucesos Notables escrito por el
y comprende los años de 1665 a 1103", en Documentos para la Historia de
México, México, Imprenta de Juan R. Navarro, 1853, tomo III, págs. 60-61.
GAGE, Tomás: Opus cit., pág.172.
cia de Tlaxcala a S.M.". Tlaxcala, 2 de agosto de 16921' y Patronato, leg.
226,n.e 2,ramo 3: "Don Fernando Manuel de Bustamente a S.M.". Tlaxca-
(45)
(46)
(41)
(48)
(49)
(50)
(51)
(52)
(53)
(54)
(55)
(56)
Ld.-,
Ibídem.
MEDINA, Balthasar: Opus cit., pá9.235.
Ibídem.
A.G.I., México 730. "El Consejo a la ciudad de México". Madrid, I de diciembre de 1707.
Véase, GIBSON, Charles: Opus cit., págs.377-379.
LANTERY, Raimundo de: Un comerciante Saboyano en el Cádiz de Carlos II (Las Memorias de Raimundo de Lantery, 1673-1700). Estudio preliminar y edición de Manuel Bustos Rodríguez, Cádiz, Caja de Ahorros de
Cádiz, 1983, pág.281.
A.G.I., Contratación, leg. 5.450: "Licencia dada al conde de Galve para pasar a Indias". Cádiz,29 de junio de 1688.
Sobre el tumulto véase: A.G.I., Patronato ,leg. 226, n.q 2, ramo 2: "El sar-
(57)
(58)
(59)
(60)
(61)
(62)
(63)
la,
3l
de
julio de 1692.
A.G.I., México, leg. 58: "Los Oficiales Reales de Veracruz al Consejo de
Indias". Veracruz, 28 de marzo de 1689; ROBLES, Antonio de: Opus cit.,
tomo II, pág.5O2; SIGÜENZA Y GONGORA, Carlos de Alboroto y motín
de México del 8 de junio de 1692. Relación de Don Carlos Sigüenza y
Góngora en una carta dirigida al almirante Don Andrés de Pez. Edición
anotada por Irving A. Leonard. México, Talleres del Museo Nacional de
Antropología, Historia y Etnología, 1932, pág.27 .
ROBLES, Antonio de: Opus cit., Tomo II, págs.500-506.
A.G.I., México, leg. 610: "El conde de Galve al Consejo de Indias". México,2 de enero de 1689.
ROBLES, Antonio: Opus cit., tomo III, págs. 12-13.
Idem, tomo II, pág. 508.
Biblioteca del Instituto Nacional de Arqueología, Antropología e Historia
de México. Fondo Franciscano. Libro de Informaciones de novicios procedentes de España. Vol I, fols. 200-202,530-533; vol. 2, fols. 297-3O3; vol.
5, fols. 441 -445, 541 -553; y vol. 77, fols. 193-206.
VALLE-ARIZPE, Artemio: Virreyes y Virreinas de la Nueva España. Nféxico, ed. Jus, 1947; ROBLES, Antonio de: Opus cit., tomo II, pág. 510.
ROBLES, Antonio de: Opus cit., tomo III, pág. 15.
Idem, pág. 174.
PAZ, Octavio: Sor .luana lnés de la Cruz o las trampas de la Fe. México,
F.C.E., 1982, pá9s.352-353, 431 .
TRABULSE, Elías: Los manuscritos perdidos de Sigüenza y Góngora.
Méx.ico, El Colegio de México, 1988, pág. 17.
SIGUENZA Y GONGORA, Carlos de:. Obra Histórica. México, Ed. Porrúa, 1944; Su "Mercurio Volante" fue reimpreso en el apéndice V de la
edición de VILLAGRA, Gaspar de: Historia de la Nueva Méxit'o.2 vols.
México, Imprenta del Museo Nacional, 1900. Sobre la faceta histórica de
Sigüenza y Góngora, véase: LEONARD, Irving A.: Don Carlos de Sigüenza. Un sabio mexicano del siglo XVII.México, F.C.E., 1984.
SIGÜENZA Y GONGORA, Carlos de Alboroto y motín..., Opus. cit.,
ROBLES, Antonio de: Opus cit., tomo III, pág. 136.
Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, Protocolos, leg. 4.076116,
Antonio O¡iz, 1692, págs. 25-27 v.
A.H.N., Osuna, Carpeta 152, n.q 59: "Doña Elvira de Toledo a la Duquesa
del Infantado", México, 28 de mayo de 1693.
A.H.N., Osuna, Carpeta 152, n.e 52:"El conde de Calve al duque del Infantado". México, 4 de junio de 1693; y n.e 49:. "El conde de Galve a la duquesa del Infantado". México, l2 de enero de 1693.
A.H.N., Osuna, Carpeta, 152, n.a 62: "Don Miguel de Isasi al duque del Infantado". México,26 de junio de 1693; y n.a 103: "Jesús José María de la
familia Oliveras al duque del Infantado". México, 28 de junio de 1693.
La documentación relacionada con la concesión de la licencia y cese del conde de Galve como virrey de México, se encuentra en: A.G.I., legs. 65 y 610.
71
II PARTE
LOS RETOS DEL GOBIERNO
NOVOHISPANO
Capítulo
III
DEFENSA Y COMERCIO:
HACIA UNA POLITICA EXTERIOR
LAS FRONTERAS DE UN VIRREINATO
La urgente necesidad de defender el virreinato mexicano de los
continuos ataques que se suceden a finales del siglo XVII en el fuea
del Caribe protagonizados por las potencias europeas, junto al peligro
desatado en las provincias del norte sometidas a continuas rebeliones
indígenas, supuso un incremento de la capacidad defensiva a la que
tiene que hacer frente el conde de Galve. Así, y durante su gobierno
asistimos a un impulso de la Armada de Barlovento, al aumento de tropas y presidios en lugares estratégicos, así como a una mayor financiación de las zonas neurálgicas con escasos medios. Esto generaría un
aumento de los gastos de defensa, sin duda los más elevados del siglo
XVII, llegando a cotas tan significativas como los porcentajes del 69,1
por 100 y 64 por 100 de los ingresos totales del virreinato durante los
años de 1689 y 1690 respectivamente (1).
La Armada de Barlovento
Desde su nacimiento, acaecido en los años treinta del siglo XVII,
la Armada de Barlovento había visto frenada su actividad y efectividad
por la falta de una financiación debidamente canalizada (2). Este problema en parte, fue subsanado por el conde de Galve quien logró no
sólo mantener la hasta entonces maltrecha defensa del Caribe, sino que
la acrecentó en número de navíos y tripulación.
Es por ello que durante su gobierno se sucedieron las acciones de
mayor éxito en la historia de la Armada. Como la realizada en Santo
75
Domingo contra los franceses en una ofensiva conjunta naval y terrestre. El resultado fue una aplastante victoria que tuvo como escenario la
sábana de Guarico -La Limonade-, el 21 de enero de 1691, donde perdieron la vida el gobemador De Cussy, algunos de sus principales lugartenientes y 400 hombres, frente alas 47 bajas españolas y 130 heridos. Además se obtuvo un botín de 52.235 pesos procedentes del apresamiento de 2 fragatas y otras embarcaciones menores (3). Este hecho
de gran trascendencia en la época fue inmortalizado por el erudito Sigüenza y Góngora (4). Una segunda victoria tuvo lugar en 1695, en colaboración con barcos ingleses; en esta ocasión el resultado fue de 300
bajas francesas, el apresamiento de dos barcos, 140 piezas de artillería,
100 esclavos negros y numerosos prisiorieros. Otras acciones de la Armada fueron el desalojo de piratas de la isla de Términos de donde sacaban el palo tintóreo (5), así como la expedición realizada al seno mexicano por las noticias que se tenían de la arribada de barcos franceses
desde 1682, año en el que de La Salle había penetrado a través del río
Mississipi. La empresa fue encomendada al almirante don Andrés de
Pezy al cosmógrafo Sigüenza y Góngora, dando como resultado el establecimiento de una fortifrcación en la bahía de Panzacola que recibió
el nombre de Santa María de Galve en honor del viney (6).
México fue la principal caja financiadora de la Armada de Barlovento contribuyendo a su mantenimiento con la cantidad de 200.000
pesos, cifra que durante los últimos años del siglo XVII llegó a rebasar. Además de esta suma, la Armada contaba con una renta fija de
253.586 pesos de a ocho reales y lo que montaban los efectos del Nuevo Reino, Cartagena, Santa María, Yucatán y Guadalajara (7). Sin embargo, a pesar de tener asignados numerosos efectos no todos engrosaban sus arcas. Algunas cajas, tal es el caso de Santo Domingo y Puerto
Rico, no podían contribuir debido al escaso comercio que realizaban y
ser esta actividad su principal fuente de infresos. Por su parte Venezuela de los 135.541 pesos que debía haber pagado entre 1677 a 1689,
sólo aportó 47 .712 pesos reteniendo el resto en su territorio para hacer
frente a sus muchas necesidades. En este último caso se encontraba
también Guatemala que desde 1685 venía destinando los 5.000 pesos
que debía remitir cada año a la caja de Veracruz en pagar a los soldados de los castillos del golfo y Honduras, además de socorrer con infantería a la provincia de Costa Rica. A todo esto se unía la falta del
efecto del pulque en cuya renta tenía la Armada de Barlovento situados más de 130.000 pesos desde 1672 (8).
76
Pese a no contar con todos los efectos aplicados a su sostenimiento, la Armada de Barlovento conoció un período de prosperidad durante las últimas décadas del siglo XVII disponiendo de caudal suficiente
para satisfacer sus necesidades. Ello fue posible, en parte, gracias al
impuesto extraordinario establecido sobre la mitad de la renta anual de
las encomiendas de indios por un período de cuatro años -desde 1689
a 1692-, cuya recaudación debía destinarse a subvencionar el sostenimiento de una flotilla corsaria que defendiera los mares del Norte y
Sur de los ataques enemigos (9). La utilización de este efecto en potenciar la Armada permitió la fabricación de dos galeotas cuyo coste fue
de 40.000 pesos además de los pertrechos, bastimentos y sueldos
-20.000 pesos-, así como la financiación de las expediciones de reconocimiento a la bahía de Santa María de Galve y lago de San Bernardo
que supuso un desembolso de 23.900 pesos, 7 tomines y 9 granos (10).
Pero la gran innovación en el aparato económico de la Armada fue
la centralización en la distribución de su caudal. Basándose en las Ordenanzas de la Armada Real del Océano de 1637, el virrey conde de
Galve prohibió todo libramiento a su general, reservándose él personalmente los principales pagos y socorros a la infantería y la compra
de pertrechos. Durante los cuatro años que corrió el libramiento por
cuenta del virrey se consiguió reducir los gastos en 149.628 pesos
(11). Esta importante decisión del conde de Galve significó cambios
importantes en la vida de la Armada. Por un lado, trajo consigo una
mayor dependencia de la capital del virreinato que se maniñesta en un
desplazamiento geográfico hacia el puerto de Veracruz que pasa a ser
su centro de operaciones y lugar de invemada. Por otro, provocó choques entre el conde de Galve y los mandos de la Armada, principalmente por la falta de una delimitación precisa de competencias, como
las que tienen lugar con motivo de los nombramientos de los cargos
más importantes, proceso en el que el virrey siempre quiere intervenir
frente a la postura de sus generales que fue de querer mantener ellos
este derecho (12). Otro tipo de conflictos son los que suscita el reparto
del situado, misión que estuvo reservada a la Armada no siendo bien
vista por los gobernadores de los presidios. Opinaban que debían ser
ellos los encargados de su distribución, correspondiendo únicamente a
los miembros de la Armada el transporte. En este caso el conde de
Galve apoyó siempre a los oficiales estimando que debían estar presentes siempre en el reparto de las cantidades debido a las irregularidades realizadas por los gobernadores en provecho propio (13).
En cuanto a su composición, fue durante el tiempo que estuvo don
Andrés dePez como general de la Armada de Barlovento (1692-1701)
77
cuando más preponderancia tuvo y realizó una mayor actividad recorriendo todojloa mares que tenía asignados con una dotación que osciló entre las 800 plazas en 1679 y las 1.330 que alcanzó en 1696 (14).
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La frontera Norte de Nueva España y rebeliones indígenas
Especial incidencia sobre las cajas reales del virreinato mexicano
tuvieron la serie de erogaciones realizadas para pacificar y colonizar
las regiones del Norte de México por la serie de sublevaciones indígenas que se suceden en el último tercio del siglo XV[. El cuadro 1 elaboraáo a partir de diversas fuentes ofrece una idea de su importancia
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Rebelión de los Jumanos, Keres, Jemez, Taguas, Tanos y otros (1680-1696) (15)'
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NUEVA VIZCAYA
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Rebelión de los Indios Pueblo ( 1680)
Rebelión de los Tarahumaras y Tepehuanes ( I 689)
Rebelión de los Trarahumaras ( I 694)
Rebelión de los Jocones y Janos confederados con los Apaches (1694)
Rebelión de los Sobaipuris (1694)
Rebelión de los Conchos, Sobas y Pimas (1695)
Sublevación de los Indios Uquitos y Tubutamas (1695)
Rebelión de los Zuaques, Ocoronis y Yaquis en la Villa de San Sebastián (1695)
Rebelión Tarahumara en los pueblos de Tacupeto' Sonora' Cuquiarachi, Cuchuta
y Teuricachi (1696)
Rebelión de los Jocones y Janos Confederados con los Apaches (1696-1698)
Rebelión de los Seris-Salineros (1699)
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Cuadro 1.-Rebeliones indígenas en el Norte de Nueva España
(Finales siglo XVII)
Rebelión de los Nayaritas (Fines del siglo
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cuantitativa.
No es nuestra intención tratar de recoger aquí cada una de estas sublevaciones, sino más bien analizar hasta qué punto las necesidades
militares -presencia de soldados, sargentos y capitanes de muchas villas y ciudádes- y de mantenimiento de esta zona conflictiva -presidios y colonización con familias- condicionan el descenso de las remesas enviadas a la metrópoli motivando las protestas del Consejo de
Indias y una mayor presión sobre el conde de Galve'
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Entre 1685 y 1690 se establecieron una serie de presidios a lo largo
de las fronteras de Nueva Yizcaya, Sonora y Sinaloa con el propósito
de reprimir los avances de los sublevados y poder reconquistar Nuevo
México. Su socorro dependía de las cajas mineras del virreinato, desde
donde se les mandaba lo básico para el cumplimiento de sus funciones
defensivas. En 1690 a las cantidades enviadas desde Zacatecas, San
Luis de Potosí, Sombrerete y Durango para mantener estos presidios,
se suman las necesarias para las expediciones de conquista y colonización que se sucederán durante esta década (Véase cuadro 2). Pero a pesar de las importantes sumas destinadas a estas empresas no alcanzaban para satisfacer los numerosos gastos que generaban. Así, en una
carta fechad a el 2 de mayo de I 693 , el gobernador y capitán general de
Nueva Yizcaya, don Gabriel del Castillo, exponía al conde de Galve
que no eran suficientes los 6.000 pesos anuales destinados al fondo de
"guerra y p&2", utilizados para hacer frente a los gastos de mantenimiento de cien indios aliados en los campos de operaciones. Pedía que
desde la capital se expidiese una autorización a los oficiales reales de
Durango para librar mayores cantidades, máxime en esos precisos momentos en los que se encontraba inmerso en una gran ofensiva contra
los rebeldes. Convocada el 5 de junio una Junta General de Guerra y
Hacienda para tratar el tema, el virrey accedió a que se pudieran librar
cantidades sin su previo consentimiento a ñn de agilizar los trámites
siempre y cuando existiese, como en esta ocasión, una situación de
verdadero peligro. Su distribución y contabilidad debía quedar al cuidado del factor de las cajas reales del Parral, quien a su vez rendiría
cuentas de todos los gastos extraordinarios al Tribunal de Cuentas.
Pero esto no fue todo, en otra carta de 20 de noviembre de ese mismo año Castillo solicitaba 6.000 pesos más para hacer frente al mantenimiento de 148 familias de indios chizos que se habían refugiado en
el presidio de San Francisco de los Conchos. Consideraba prudente
para la obra de pacificación continuar con la ayuda de maiz y carne
que se les estaba proporcionando desde su llegada por lo menos durante un año, tiempo suficiente para que pudieran levantar sus propias cosechas. El entonces fiscal de lo civil, don Juan de Escalante y Mendoza, señaló los pocos beneficios que se habían conseguido mediante
esta clase de concesiones, sin embargo, consideraba prudente en este
caso concreto conceder lo pedido por el gobernador. Por una nueva
Junta de Guerra y Hacienda de 19 de diciembre el virrey autorizó al tesorero de la Caja del Parral pagar a Castillo la suma de 10.000 pesos
para medidas de emergencia (16). La libranza de esta cantidad adicio80
nal junto a otras erogadas a don Domingo Terán, capitán del presidio
del Gallo, forman parte de los cargos presentados por el alcalde del cri-
men, don Jerónimo Chacón Abarca, en su Memorial aduciendo que
había sido un abuso del virrey en la administración de la Real Hacienda (17).
Igualmente la delicada situación de Nuevo México dejó claro, una
vez conseguida su reconquista por el gobernador don Diego de Vargas
(18), que esta provincia debía disponer de una mayor dotación económica para que nunca más se volviera a perder. Así, el 24 de noviembre
de 1692 se acuerda librar órdenes a los oficiales reales de Zacatecas,
y
Durango para que pongan a disposición de Vargas
12.000 pesos con los que poder afrontar el establecimiento de un presidio en Santa Fe compuesto por 100 soldados, y la conducción de familias desde El Paso. Sin embargo, pronto se vio la insuficiencia de tal
Sombrerete
cantidad para acometer esta empresa, pues era necesario realizar un
fuerte desembolso en la adquisición de provisiones para la travesía y
primeros seis meses de establecimiento, además de ganado, semillas y
animales de tiro para la siembra. El propio cabildo de Santa Fe calcuIaba que para colonizar nuevamente la villa eran necesarias por lo menos 500 familias, pues un número menor era "echar un grano de mostazaen el centro del mar, por las muchas naciones enemigas e infieles
que hay en todos sus contornos" (19). La respuesta fue una ampliación
de los subsidios de gastos a 40.000 pesos, ordenándose a la caja de
Sombrerete añadiese a esta suma 28.000 pesos más. Además se facultó
a Vargas para poder librar letras por sumas adicionales y se le concedieron 4 cañones, 12 quintales de pólvora, 170 fusiles, moldes para
mosquetes y balas de cañón.
A mediados de 1693 Vargas escribía al conde de Galve comunicándole que ya había consumido los 40.000 pesos y pedía 15.000 pesos
más. Antes de salir de Durango para Nuevo México requirió el dinero
a los oficiales reales que se negaron por no tener órdenes específicas
del virrey. El 9 dejulio éste las expide, pero para entonces ya no había
fondos suficientes ni en la caja de Durango ni en la del Parral. Fue necesario que el conde de Galve extendiese, el I de octubre, órdenes ulteriores para que se le entregaran los 15.000 pesos (20).
A estos gastos defensivos hay que sumar los realizados para poner
freno al avance francés en la zona de los Texas abandonada hasta el
momento a todo intento colonizador. La razón era debida a los gastos
tan onerosos que presuponía el mantenimiento de poblaciones, presidios y misiones en unas tierras que carecían del atractivo de las minas,
poco habitadas y separadas por inmensas distancias de los centros de
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Gastos de situado
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aprovisionamiento. Las expediciones, tanto marítimas como terrestres,
éstas últimas al mando de don Alonso de León que se suceden desde
1689 a 1691, requieren 69.304 pesos que son enviados desde Zacatecas -18.438-, México -33.386-, y San Luis de Potosí -17.480-, además de otras cantidades erogadas por la caja de Yeracruz (21).
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Este será uno de los renglones de egresos más importantes que tendrá que afrontar el gobiemo del conde de Galve. Las cantidades asignadas por este concepto sobre la caja de México eran superiores a las que
tenía la de Lima resultando muy gravosas p¿ra su Hacienda. Ya en 1637
el virrey marqués de Cadereita afrontaba una carga de 400.000 pesos
suscitando las primeras quejas en este sentido, cantidad que fue creciendo conforme avanzaba la centuria. Para Te Paske, la presencia de
ingleses y franceses en el Caribe Golfo de México y a lo largo de la
costa atlántica de Carolina junto a una mayor producción de plata, fueron los factores del aumento que experimenta el situado consignado en
la caja de México a partir de 1670, tendencia que continuará hasta finales del XVII adquiriendo proporciones muy superiores durante el siglo
XVIII (22). De 1.544.904 pesos recaudados durante los primeros siete
meses de gobiemo del conde de Galve 1.048.300 se destinaron al mantenimiento de la estructura defensiva. Su distribución es la siguiente:
Cuadro 3.-Distribución de lo destinado al sostenimiento de la
estructura defensiva durante los 7 primeros meses del gobierno
del conde de Galve (1689) -pesos-
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San Juan de Ulúa
Armada de Barlovento
Sueldos cabos de la Armada
Galeón de Manila
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Cantidad
96.000
40.000
58.000
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2,6
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3,2
3,2
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185.850
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Estas cantidades que en concepto de situado enviaba la caja de México debían destinarse para financiar los gastos militares, pero en muchas ocasiones eran utilizadas para pagar los sueldos de los funcionarios e incluso limosnas y estipendios eclesiásticos. Es más, según
apunta Lucena Salmoral, al representar un ingreso periódico permitía
poner en marcha todo un complejo sistema de préstamos con el que
podía subsistir el aparato económico en período de escasez mientras se
espera la llegada de otra remesa (24). Por ejemplo, en Santo Domingo
una parte del situado tenía por objeto atender al sostenimiento de las
familias canarias y flamencas enviadas a poblar la isla; y en la Florida
el gobemador don Diego de Quiroga, en 1691, había escrito al virrey
sobre la situación tan penosa que atravesaba esta provincia por falta
del situado, hasta el extremo "que sólo el día de precepto se dice misa
por no haber vino ni cera para más y que lo mismo sucede con el aceite para mantener la lámpara que alumbra al santísimo sacramento"
(25). Parece así, que el situado significó mucho más que una consignación destinada a la defensa de los territorios con insuficientes medios
para autofinanciarse conllevando el trasvase de caudales de unas cajas
a otras la puesta en circulación de importantes cantidades de dinero, lo
cual generó el desarrollo económico de las zonas con menos riqteza
intema y sirviendo "como mecanismo de redistribución de la riqueza a
nivel regional" (26). De ahí que creara una situación de dependencia
que fue más allá del aspecto puramente económico llegando a trascender al plano de las relaciones administrativas, pues el hecho de que el
virrey de Nueva España suministrase de la caja de México fondos para
diversas zonas indianas le daba cierta autoridad sobre ellas, condicionando de esta forma los vínculos administrativos vigentes.
Los situados más cuantiosos consignados en la caja de México
eran los destinados a las islas Filipinas. Según Chaunú las cantidades
libradas por la Nueva España a este archipiélago excedían considerablemente a la del situado en sentido estricto, debido a que a éste se
agregaban la mayor parte de los gastos de comunicación marítima, los
sueldos del personal allí establecido, y las compras de material en los
astilleros de Manila (27).El monto de lo remitido tanto en 1688 como
en 1689 supuso alrededor de medio millón de pesos para cada uno esos
años, significando para este último el 15,5 de las erogaciones realizadas. Pero esas cantidades no eran las únicas enviadas a las islas de
Oriente. Las islas Marianas recibían de México esos mismos años
32.199 pesos 2 tomines y granos, además de 48.332 pesos y 6 tomines
84
destinados al pago de sueldos militares, mantenimiento de un seminario de niños y niñas y estipendio de misioneros (28).
Por su parte, los presidios de la costa atlántica en 1692 perciben
180.000 pesos que se distribuyen de la siguiente manera. La Habana
60.000 para dotar de 6 pagas a la tropa compuesta
de7l2 plazas; Puer-
to Rico 30.000 que se destinan a uniformar a la infantería -7.7O7 pesos-, y en satisfacer 6 pagas atrasadas de 254 soldados y oficiales allí
establecidos -4.985 pesos-, quedando un remanente de 17.308 pesos
para socorros y otros gastos anuales; a Santo Domingo se le envían
70.000 pesos, 18.668 se situaron para satisfacer los sueldos de un año
del presidente y ministros de la Real Audiencia, y 6.386 pesos para dotar de una paga a las cuatro compañías compuestas por 580 plazas, el
resto del situado había quedado consignado en sus cajas teniendo que
dar cuenta de su empleo; y por último al presidio de Cuba, dotado con
155 plazas, se mandan 20.000 pesos consignados en la Habana para
ser remitidos por tierra, 4.147 al pago de la infantería y 13.760 para
gastos anuales, destinándose el resto a las obras del castillo de la Roca
de San Pedro (29).
A
estos situados enviados más o menos con regularidad se suman
que,
otros
o bien habían dejado de remitirse durante largos años, o dependían de otras cajas. Por ejemplo, la Florida recibe entre 1688 y 169l
un total de 241.199 pesos, 5 tomines y 8 granos que fueron destinados
enteramente a pagar las libranzas contraidas por su gobemador a causa
de la falta del envío de los situados de años anteriores (30). Otro caso
distinto será el de Cumaná que en 1695 pasa a depender de la caja de
México por la imposibilidad que tiene Lima de enviar el correspondiente situado. Si bien, ya en 1691 el conde de Galve había tenido que librar
30.000 pesos sobre las cajas de Caracas para pagar la dotación de su
castillo compuesto por 300 infantes, además de enviar directamente
desde la Nueva España 20.000 pesos en especies. Lo mismo sucederá
con Margarita cuyo castillo inconcluso precisaba 40.000 pesos, armas,
soldados y municiones por lo que se ordenó que desde el virreinato septentrional se enviaran socorros por una cantidad de 10.000 pesos (31).
Asimismo, la presencia de piratas en Campeche hizo necesario que desde México se enviaran arrnas, pólvora, municiones y otros pertrechos
por un valor de 35.000 pesos; y al no poseer la caja de Yucatán caudal
suficiente para la manutención del presidio y finalización de la obra de
fortificación, el virrey propone para este fin la aplicación del impuesto
de 4 reales por cada fanega de sal embarcado en su puerto (32).
85
Sin embargo, éstas no fueron las únicas cantidades libradas por la
caja de México. Las obras de fortificación que en estos años se realizaban en unos casos apuntalando las ya existentes, y en otros creando
nuevas plazas fuertes a lo largo del cinturón del Caribe, precisaban con
puntualidad el envío de las cantidades que desde Madrid se habían establecido corriendo su distribución por caminos paralelos a los del situado. Para la obra de fortificación del puerto y bahía de Matanzas en
la Habana, dotado en 1672 con 30.000 pesos se remitieron 25.000 en
1683 por cuenta del virrey conde de Paredes y 5.000 más en 1692. En
el caso de la isla de Puerto Rico a la que se le había asignado 40.000
pesos, a razón de 6.000 pesos anuales, para el Morro, cerrar el fuerte
de San Cristóbal y Castillos de San Antonio y San Germán, únicamente percibe 6.000 pesos en 1688 y otros 5.000 más en 1691. De los
30.000 destinados a la isla de Cuba a emplear en la reedificación y fábrica del Castillo de la Roca de San Pedro, se remiten 6.000 en 1688,
5.000 en 1691 y 2.000 en 1692 (33). Además se estaban abaluartando
desde 1670 el castillo de San Juan de Ulúa en Veracruz, "puerta por
donde se entra a estos dilatados dominios" y Campeche, preparando
las murallas de Santo Domingo, y fortificando el castillo de San Marcos en San Agustín de la Florida.
En resumen, el conde de Galve se movía dentro de una fuerte dico-
tomía en materia hacendística. Por un lado, tenía que hacer frente a
una cada vez más eficiente defensa, tanto naval como terrestre, para
frenar los brotes de rebelión y agresiones que recibía el virreinato mexicano protagonizados por agentes intemos y extemos, lo cual suponía
la retención de importantes sumas de dinero. Por otro, desde Madrid se
le presionaba para contribuir con mayores caudales que satisficieran
las necesidades del Imperio. La dificultad de mantener en equilibrio
esta balanza provocará quejas a ambos lados del Atliántico. Motines
como el de la infantería en el presidio de Veracruz, el 13 de agosto de
1687, el de las islas Marianas, el 21 de marzo de 1689, o el de Puerto
Rico, en 1691, por los retrasos en el pago de los sueldos de sus guarniciones, deben ser compaginados con las peticiones que el conde de
Galve realizará a su hermano el duque del Infantado solicitando su intercesión ante el Consejo de Hacienda, presidido por el marqués de los
Vélez con quien estaban emparentados, para acallar las críticas que en
esta institución se suceden en contra de la política hacendística del
conde de Galve por no poder conseguir incrementar las remesas de dinero a España todo lo que se esperaba (34). Pocas palabras expresan
86
con mayor claridad esta situación como las escritas por el virrey en
1692: "Puedo asegurar a V.E. que el socorrer los presidios, aprestar a
la Armada y atender a las peticiones de los gobernadores pidiendo dinero me tienen con desazón y cuidado defendiendo la Real Hacienda
en que todos tienen fundadas sus conveniencias. Por allá no se piensa
esto y no sólo no se piensa sino que creo se les ha borrado de la memoria el que hay Indias, y puede ser, suceda cuando se acuerden el que
no las haiga" (35).
MECANISMOS ECONOMICOS :
ENTRE LA LEGALIDAD Y EL FRAUDE
El comercio ilegal y el contrabando
Aunque es un hecho demostrado que la demanda de artículos ultramarinos se redujo en la Nueva España a partir del siglo XVII no se debió a la existencia de una aguda crisis comercial como consecuencia
de similares cambios en la producción minera, al menos en sus últimas
décadas pues, el virreinato novohispano dispuso de plata suficiente invalidando el argumento que explica la crisis del comercio por la carencia de caudales. Pero si en realidad se produce una disminución de las
exportaciones de España a México y no es debido a una súbita crisis de
la economía mexicana, ¿cuál es la causa de la contracción de la demanda mexicana? La explicación debe buscarse en el hecho de que la
Nueva España había desarrollado para entonces una economía peligrosamente similar a la española y se había independizado de las importa-
ciones de alimentos y textiles que durante el siglo anterior le había
proporcionado la metrópoli. Si bien es cierto que las exportaciones
mexicanas se reducían en su mayor parte a los metales preciosos, ya
no era en el siglo XVII un exportador exclusivo de oro y plata como lo
había sido a lo largo del siglo anterior. A finales del siglo XVI los metales preciosos significaban el 95,6 por 100 de las exportaciones, pero
ya en 1609 esta proporción había bajado a un 84 por 100 estando constituido el 16 por 100 restante por grana, cueros, añil, maderas tintóreas
y plantas medicinales (36). Estos porcentajes variaron sensiblemente a
lo largo del siglo XVII hasta alcanzar en el siglo XVIII, y concreta-
mente en 1761, una proporción del 60,6 por 100 correspondiente a metales preciosos y 39,4 por 100 a materias primas (productos tintóreos,
cueros, etc.) (37). Por otra parte, la comercialización de estos productos en el mercado novohispano requería fuertes cantidades de dinero,
siendo un factor más a añadir en las variaciones existentes entre la producción y la exportación. También se debe agregar las fuertes cantidades enviadas a Filipinas en la nao de China para comprar mercancías
orientales que demandaba en cantidades crecientes la población de
Nueva España, así como la intensa actividad mercantil que al margen
de la legalidad se realizaba (38). Por último hay que tener en cuenta la
relación económica entre el virreinato del norte y el resto de las colonias americanas siendo uno de los fenómenos más importantes en la
vida del imperio español y durante ciertos períodos de intemrpción en
las comunicaciones con España, a causa de las guefras, lo único que
realmente existió (39). Si se atiende a los lazos económicos establecidos entre el virreinato novohispano, ya fuera por la dependencia del situado o por las transacciones comerciales, con el resto de las provincias americanas se puede hablar, como señala Arcila Farias, de un imperio colonial mexicano en América creando una estrecha vinculación
que ató a ella a gran número de esas colonias, que miraron a la Nueva
España como una verdadera metrópoli (40).
A pesar de la idea generalizada existente en torno a la imposibilidad de estudiar el contrabando por falta de fuentes adecuadas, trabajos
recientes han encarado directamente el problema abriendo líneas de investigación a seguir (41). Algo que hay que señalar es que efectuando
a gran escala era ejercido tanto con los enemigos de la Corona como
en el seno del tráñco legal. Baste como ejemplo uno de los muchos casos que podrían citarse. Amparándose en la flota de 1689 a cargo del
conde de Villanueva Miguel Jerónimo de Morales, capitán del navío
"Nuestra Señora de la Regla, San José y las Animas", desembarcó fuera de registro en la Habana 49 marquetas de cera sencilla, 200 piezas
de crudo, 300 resmas de papel y 400 botijas de vino. Estos géneros
iban por cuenta de Gabriel de Morales comprador de plata de Sevilla
con la instrucción que el capitán Diego de Florencia, a quien iban consignados, los introdujera en Veracnn para que un tal Antonio Gómez
de Uriza los sacase a la venta antes de la llegada de la flota. Los géneros fueron decomisados y vendidos (42). Puede que lo más clarividente de este caso sea que evidencia la existencia de una extensa red de
contrabando que involucra a un gran número de personas y tras los
cuales debían moverse considerables sumas de dinero.
88
Son muchos los factores que explican la importancia creciente del
contrabando. Para Rodríguez Vicente es consecuencia de factores institucionales, funcionales y circunstanciales, tales como el sistema monopolístico, la comrpción de los funcionarios y el alza de precios (43).
Por su parte Malamud, añade otros de tipo económico-estructural motivados por la demanda insatisfecha de productos europeos y por la expansión y remodelación del sistema mundial (44). Si bien, también hay
que tener en cuenta los de carácter técnico-geográfico materializados
en el avance de la navegación oceánica y en la proximidad de las islas
del Caribe como espacios idóneos de actuación.
A través del contrabando la Nueva España se proveía de géneros
manufacturados, especialmente textiles, procedentes de la Europa septentrional a unos precios y calidad difícilmente competitivos con los
introducidos por la metrópoli. Esto creó rápidamente una vinculación
comercial con estos países en detrimento del realizado con España. Así
lo explicaba un comerciante francés en 1686: "Después de cincuenta y
cinco años de comerciar con ellos, siempre he advertido que si no tuviesen necesidad de nuestras telas y que aún si pudiesen impedir comerciar con los franceses, lo habrían hecho; pero la Providencia ha actuado a nuestro favor y quiere que ellos estén obligados a sufrirnos, lo
que hacen no sin pena" (45). Fernando Bermúdez Mendo, capitán de
infantería de la Española, aseguraba que, "todo el año es un ir y venir
de navíos a esta isla, y los géneros que llevan franceses, son lenceúas y
otros géneros; y desde estos puertos se solicita la introducción en otras
islas, y costa de Tierra Firme, pues aunque franceses no lo hagan, se
forma comercio con los de Jamaica, y unos y otros se ayudan; con que
por estas vías es la introducción de ropa tal, que han de poner en contingencia, dentro de muy pocos años, que galeones, ni flota, ni naos de
la costa tengan a que ir allá y el comercio se acabe de perder, llevándose ellos por esta vía el tesoro que debe venir a V.M. y a sus leales vasallos" (46).
Las vías utilizadas para introducir la mercancía eran varias, pero
siempre tenían como base las islas del Caribe que estaban en su poder
y desde allí saltaban a tierra f,trme aprovechando las calas de la costa
más desprotegidas. Uno de los países europeos que más intereses tenía
era Francia que poseía las islas de la Martinica -donde vivían más de
4.000 franceses y 8.000 negros-, San Martín, San Cristóbal, y Santa
Isabel, además había poblado la tierra firme del Orinoco, conquistado
y catequizado más de 20.000 indios naturales del río Aniba hasta cer89
ca de las Barinas donde podía comunicar por tierra con la laguna de
Maracaibo y poseía las dos terceras partes de la isla Española -donde
habitaban de ocho a diez mil hombres-; asimismo contaba con cuatro
embarcaciones de corso repartidas en las costas de Margarita, Cumaná,
Cabo de Codera, costa de Caracas, laguna de Maracaibo, Rioacha,
Santa Marta, costa de Cartagena, islas de Barinas, costa he Portobelo,
río de Changrés, laguna de Granada, puerto de Trujillo, costa de Honduras, costa de Campeche, laguna de Términos, puerto de Tabasco,
sonda de Tortuga y costa de la Habana. Inglaterra no se quedaba atrás,
pues poseía varias islas de Barlovento y Jamaica que era su gran bastión (47). Holanda se había apoderado de la isla de Curgao y desde allí
introducía su mercancía -negros y telas-.
El contrabando era bien acogido por los grandes comerciantes mexicanos que eran los que en realidad compraban la totalidad de las
mercancías de estos buques. Ello era debido a que ofrecían un precio
por debajo del mercado y un abastecimiento más regular que el de las
flotas. Además como su negocio se basaba en la capacidad de negociación dentro del territorio americano, comercio que controlaban y del
que depende su podeío frente al realizado desde España, precisaban
ser los únicos acaparadores de las mercancías introducidas mediante
contrabando de ahí que toleren e incluso estimulen este tráfico. El capitán Ferrer de Espejo, en 1679, señalaba, "hoy es tanta la utilidad que
en esto tienen que exceden mucho las embarcaciones que les van cargadas todos los años así a Holanda como a Inglaterra y a Francia más
que a España y en el valor con muy poca diferencia reputándolo con
flota y galeones y las demás naos de registro" (48). Por su parte Alvarez de Osorio declaraba que en conjunto, todas las naciones extranjeras
obtenían por medio de este comercio clandestino en las Indias Occidentales, seis veces más productos de la América española de los que
regresaban en las flotas de Sevilla (49).
El comercio con la metrópoli e intercolonial
Con la fundación de Manila en el año de 1570 se inicia la expansión comercial de Nueva España en el Pacífico regulada a través de los
viajes del Galeón de Manila o Nao de China (50). Apenas abierra la
ruta a Filipinas los comerciantes mexicanos empezaron a dominar este
lucrativo comercio estableciendo contacto en Manila con sus colegas
90
portugueses residentes en Macao, y abordan la compra de sedas procedentes de China en sus distintas variedades de manufactura: cruda, floja y torcida, en madeja, terciopelos, rasos, dÍunascos, tafetanes, brocados, satines, etc., además de otros productos procedentes de Oriente
como marfil, maderas, jade, loza fina, especias, aromas, etc. Todo estos productos eran pagados en plata por los comerciantes mexicanos y
luego reexportados con grandes ganancias a las distintas regiones americanas y especialmente al Perú donde el nivel de precios era más elevado debido a la mayor producción de metales preciosos y a su menor
desarrollo económico. Hacia las últimas décadas del siglo XVI el comercio entre México y las Filipinas y entre México y Peni, había alcanzado grandes proporciones con importantes sumas de plata y cantidades de seda cruzando el Pacífico en un movimiento triangular entre
México, Manila y el Pení (51).
Estaba estipulado que el monto de las mercancías importadas en la
nao de China, limitado a 2 barcos anuales, no debían exceder de
250.000 pesos pudiendo llevar en el embarque de retorno a las islas
500.000 pesos en plata. Sin embargo, estas restricciones no siempre
fueron respetadas por lo que el comercio con Oriente estuvo sometido
a una abierta polémica que se desarrollará a lo largo de los siglos XVII
y XVIII en la que, como ha señalado Pérez Herrero, se entremezclan
los intereses comerciales de tres grupos diferentes: los de filipinos,
mexicanos y andaluces (52). La verdad es que el galeón posibilitaba
enorrnes ganancias a los comerciantes novohispanos. De ahí, el surgimiento de toda una serie de prácticas ilícitas en torno a este comercio.
Parry estima que la exportación anual de plata desde Acapulco a Manila llegó a superar la cifra de 3 millones de pesos, y en el año 1597, el
metal despachado hacia China alcanzó la cifra de 12 millones de pesos, o sea más del valor total de las mercancías que cruzaban el Atlántico (53); el conde de Monterrey calculaba que en el naufragio del
"Santo Tomás" ocurrido en 1601 se perdieron más de dos millones; el
cabildo de México estimó en 1602 que se enviaron unos cinco millones anuales; en 1634 un comerciante declaró que se exportaban anualmente de tres a cuatro millones de Acapulco a Manila; de 1641 a 1645
parece que se enviaron a Filipinas unos 2.250.000 pesos de promedio;
en 1646 encontraron que los cofres de dinero embarcados en Acapulco
contenían seis, ocho y hasta 14 veces su valor declarado (54). Pero
será a finales del siglo XVII y concretamente a partir de 1690, cuando
este tráfico comercial alcance un ascenso considerable con la masiva
91
introducción de telas de seda chinas. Ello fue debido a las trabas impuestas ala cía del gusano de seda, recibiendo en 1679 un duro golpe
al mandar ¿urancar la totalidad de las plantas de morera existentes en la
Nueva España, así como al estrechamiento de los lazos comerciales
entre mercaderes mexicanos y productores asiáticos araíz del cuantioso donativo que en 1692 el Consulado enviara a las islas por la falta del
situado (55). En definitiva, era tal la cantidad de mercancías transportadas en la nao de China hasta Acapulco, que Seijas y Lobera en 1702
señalaba, "que suelen llenar toda Nueva España y Guatemala y al
Perú... de que también se suelen transportar muchas a las islas de Barlovento y Sotavento y a las costas de Tierra Firme, porque con dichos
efectos ganan mucho los mercaderes... son tan grandes las naos de Filipinas, que cargan algunos sólo de ropa 13.000 a 14.000 fardos grandes, que después de llegar al puerto de Acapulco los reducen los mercaderes a dos grandes fardos cada uno para poderlos cargar para el
transporte en las mulas" (56). El efecto de este comercio sobre el tráfico realizado en el Atlántico, y por consiguiente sobre las rentas reales,
fue inmediato reduciendo su volumen. Como ha podido apreciarse la
media de dinero enviado de Nueva España a China alcanzaba la cifra
de dos millones de pesos de promedio, lo cual según Hoberrnan, representaba entre el 25 y el35 por 100 de la plata producida en las minas
novohispanas (57). De modo que este lucrativo comercio dominado
por los ricos comerciantes del Consulado de México supuso una clara
competencia al sistema de flotas siendo una de las causas a añadir a la
contracción comercial atlántica.
México también estableció relaciones comerciales con otras áreas
americanas. Con el Caribe mantenía un comercio basado en la exportación de productos de la tierra fundamentalmente, tales como harina,
arroz, hamacas, manteca, algodón y curtidos. Especial importancia cobra la isla de Cuba que importaba grandes cantidades de víveres, sobre
todo harinas, tanto para el consumo interno de esta isla como para el
avituallamiento de las flotas. La dependencia de harinas procedentes
de México se manifestará de forma abierta durante los años de escasez
de granos momento en el que el conde de Galve prohibirá su embarque hacia el puerto de la Habana causando grandes problemas de abastecimiento en la isla (58). Pero el principal campo de acción de los comerciantes mexicanos se extenderá hacia el sur cuando menos a Pení y
Venezuela con la reexportación de los productos chinos además de
otros productos del país. La magnitud de este tráfico, sobre todo con el
92
Perú, redujo considerablemente las ventas de mercaderías españolas en
aquel virreinato provocando gran alarma entre el comercio sevillano
que insistentemente solicitaba su supresión. La prohibición llegó en
1634 para un período de cinco años siendo posteriormente renovado
por tiempo indefinido. Resulta difícil evaluar los intercambios de productos orientales con el Perú debido a la inexistencia de datos precisos
sobre el volumen del contrabando realizado si bien, podemos afirmar
que aunque su prohibición redujo considerablemente el flujo de productos chinos hacia el virreinato meridional, éste continuó de forma
apreciable debido a las altas utilidades obtenidas que permitían cubrir
los costos adicionales que exigían los cohechos. Este comercio además
de lucrar a los comerciantes reportaba grandes beneficios a la economía mexicana sumida en una exigüe circulación monetaria pese a contar con la mayor Casa de Moneda del Mundo. Ello era debido a la
constante hemorragia del metálico por las remesas de dinero enviadas
a España, gastos de situado y defensa, así como por la adquisición de
productos orientales. Tal era su escasez monetaria que Gemelli Careri
recoge en su libro cómo los granos de cacao eran utilizados de forma
genérica en el mercado de la ciudad de México para realizar las transacciones (59). Así, y desde que en 1665 se permitió que la moneda
peruana circulara libremente, la falta de numerario de México se veía
parcialmente compensada con la abundante entrada de flujo monetario
del Perú en pago de los artículos chinos reexportados y de las manufacturas mexicanas.
Dado el beneficio que suponía el comercio novohispano con el
Perú el tráfico fue continuo, pese a su prohibición, siendo realizado
con el consentimiento de las autoridades virreinales que lo hacían en
provecho propio y en colaboración con los grandes comerciantes mexicanos. El conde de Galve no estuvo exento de estas acusaciones en
su Residencia. Era sabido que había cometido contrabando tanto en la
almirante "San Lorenzo" de la Armada del Callao con ocasión de su
arribada a Acapulco para recoger al conde de la Monclova, como en
los navíos de azogue y demás embarcaciones transportando cacao, plata y oro. Su actuación, según el fiscal del crimen don Jerónimo Chacón, había causado graves prejuicios al comercio Atlántico, debido a
que los comerciantes peruanos conocidos con el nombre de peruleros,
adquirían lo mejor de las mercancías de la flota y Galeón de Manila
haciendo subir los precios de los géneros orientales y españoles (60).
Pero esta grave acusación no fue respaldada por los oficiales reales de
93
Acapulco, siendo el virrey absuelto del cargo (61) lo cual nos viene a
demostrar, una vez más, la participación de los funcionarios en los beneficios del contrabando y su estrecha colaboración con los mercaderes. Gemelli Careri cuenta como cuando llegó a Acapulco procedente
de China, en 1697, se encontró con el galeón que debía llevar al virrey
marqués de Cañete a Lima. A bordo de la embarcación venían mercaderes peruanos que "bajaron a tierra para alojarse, llevando consigo
dos millones de pesos de a ocho, para emplearlos en mercancías de
China". El contrabando se embarcó en el mismo navío en el que viajaba el virrey, sin duda con su complicidad ya que el primer acto de su
gobierno fue contraer deudas con los comerciantes limeños por valor
de cien mil pesos, que los necesitaba para pagar una deuda de trescientos mil pesos contraida para conseguir su gobiemo y poder conducir a
su familia a las Indias (62).
Los navíos que llegaron entre 1691 a 1695 a la Nueva España procedentes del Callao o Guayaquil transportando cacao y plata, fueron
las siguientes: en junio de 1991 un navío a Acapulco; en 1692 cuatro,
uno en febrero con el navío de ilzogues que llegó ese año al puerto de
Acapulco, dos en diciembre y otro cargado de peruleros para comprar
las mercancías de la flota atracó en Guatulco; en diciembre de 1693
junto a un navío de azogues desembarcaron gran número de peruleros,
además de plata y cacao; en enero de 1694llegó otra nao del Peni, y a
uno de los puertos de Gicaiambino una fragata con cacao de Guayaquil, por octubre de ese año arribaron dos fragatas a Acapulco procedentes del PenÍ con cacao, y otras dos más a finales de diciembre; y
por el mes de marzo de 1695, al no haber llegado la flota en el año anterior ni la nao de China desde hacia dos años, los peruleros no encontraron mercancías que comprar pasando con sus caudales a China, por
y
1650 Caracas exportó a España sólo 289 fanegas de cacao contra las
35.512 enviadas a Nueva España, y en la segunda mitad del siglo XVII
la metrópoli recibió 71.305 fanegas mientras el mercado novohispano
importó 322.264 fanegas (66). Para Arcila Farias este comercio constituyó el estímulo más importante al fomento del cacao en Venezuela y
en general al desarrollo de su economía, siendo una prueba evidente
del género de relaciones que unieron ambos territorios, y para cuantificarlo apunta que sólo en la última década del siglo XVII el valor de las
fanegas consumidas por los mercados mexicanos fue de cerca de 17
millones de reales de promedio frente a los 2.412.740 reales que importaron las 15.460 fanegas remitidas a España (67).
En resumen, el bajo nivel de intercambios con la metrópoli, al menos en las dos últimas décadas del siglo XVII, no fue consecuencia de
un colapso económico que afectó a la Nueva España y más concretamente a su producción minera, sino que más bien fue producto de un
reajuste en su economía que acentuó su autosuficiencia económica
produciendo internamente lo que antes importaba e imponiendo al comercio con Europa las necesidades de su demanda. El incremento del
contrabando realizado por españoles y extranjeros y las relaciones comerciales con las restantes provincias americanas puede ser una prueba de ello.
último, en mayo, una fragata arribó en Acapulco y otra en Guatulco
por el mes de junio cargada de cacao, plata y mercaderes (63).
En cuanto al comercio con Venezuela destaca la abundante importación de cacao de la Nueva España. La primera remesa llegó a Veracruz en 1622 y desde entonces la importancia que los mercados del virreinato novohispano alcanzaron para Venezuela no admite comparación con ningún otro de aquellos tiempos, incluyendo los de la
metrópoli (64). Esta importancia en el caso de Venezuela se acentuaba
porque Nueva España pagaba con moneda mexicana permitiendo la
entrada de un abundante flujo monetario, vital para su economía, ya
que carecía de minas de oro y plata de interés rentable (65). Entre 1620
94
95
NOTAS
(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
(9)
(10)
(
I
I
)
A.G.I., Contaduía, leg.801 B,n.e 15 (ll): "El conde de Galve al Consejo
de Indias sobre el estado de la Real Hacienda". México, 4 de julio de 1689;
"Informe de los Oficiales Reales sobre el mismo tema". México, 20 de junio de 1690.
Sobre los problemas que acarreó la creación de la Armada de Barlovento
hasta que se estableció un sistema de impuestos que la financió, véase ALVARADO MORALES, Manuel: La ciudad de México ante lafundación de
la Armada de Barlovento. Histt»'ia de una encrucijoda ( I ó35-1643). México, el Colegio de México, Universidad de Puerto Rico-Recinto de Río de
Piedras, l9tl3, en especial cap. III, págs.143-211.
A.H.N., Osuna, Carpeta 152, n.q 27:"El conde de Galve a S.M.". México,
l8 de agosto de 1692 (duplicado del original).
SIGUENZA Y GONGORA, Carlos de: "Trofeo de la justicia española en
el castigo de la alevosía francesa que al abrigo de la Armada de Barlovento,
ejecutaron los lanceros (sic) de la isla de Santo Domingo, en los que de
aquella nación ocuparon sus costas", en Obras Históricas. México, Porrúa,
1944, pág. 111 -2r0.
RUBIO MANE, José Ignacio; El virreinaÍo. México, F.C.E.-U.N.A.M.,
96
(16)
(17)
1983, vol. II, págs. 150-157.
Idem, vol. III, págs. 60-64; sobre la participación del conde de Galve en la
fortificación de la bahía, véase BEERMAN, Eric: "The count de Galve
and la bahía de Santa María de Galve (Pensacola Bay) 1693-1763". Deep
South Genalogical Quarter'ly. Tomo XVI, n.a l. Mobile (Alabama), 1979,
págs. l-7.
A.H.N., Diversos, Documentos de Indias, n.q 413. "Memoria de la renta
fija de la Armada de Barlovento". S.F. / s.f. (finales del siglo XVII por la
(
l8)
(
l9)
letra).
A.H.N., Osuna, Carpeta 152, n.e 64:"El conde de Galve al Consejo". México,22 de diciembre de 1692 (duplicado sin firma).
MURO OREJON, Antonio: Cedulario americano del siglo XVIII. Colección de disposiciones legales indianas desde 1680 a lll80, contenidas en
los Cedularios del A.G.l. Sevilla, E.E.H.A., 1956, Tomo I: "Cédulas de
Carlos II (1679-1700)", doc. 187, 401 y 402.
A.G.I., México, leg. 472'. "Informe del contador Juan Mendo de Urbina".
México, 22 de agosto de 1695.
A.H.N., Osuna, Carpeta 152, n.a 106: " El c'onde de Galve al Consejo" . li4réxico 2 de junio de 1693. Este mismo documento es citado por TORRES
RAMIREZ, Bibiano: La Armada de Barlovento. Sevilla, E.E.H.A.-
(12)
(13)
(14)
(15) El cuadro
C.S.I.C., 1981, pág. 242, nota77 que lo recoge del A.G.I., Indiferente General,leg. 2.552.
TORRES RAMIREZ, Bibiano: Opus cit., pág.286.
Ibídem, pás.281.
Ibídem, pág.303.
(20)
(21)
está basado en las siguientes fuentes: HUERTA PRECIADO,
María Teresa: Rebeliones indígenas en el Noroesfe de México en la época
colonial. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1966; GALAYIZ DE CAPDEVILLE, M.a Elena: Rebeliones indígenas en el norte
del Reino de la Nueva España (siglos XVI-XVII). México, Editorial Campesina, 1967, págs. I 17-148; FLORESCANO, Enrique: "Colonización del
suelo y la "frontera" en el norte de la Nueva España, 152l-1750", en A.
Jara (ed.) Tierras Nuevas. Expansión Territorial y ocupación del suelo en
América (siglos XVI-XVII ). México, El Colegio de México, 1973, págs. 4347; MIRAFUENTES GALVAN, José Luis: Movimientos de Resistencia y
rebeliones indígenas en el norte de México (ló80-1821). Guía Documental. México, A.G.N., 1975, págs. l-3,45,71-74,84 y 133.
RUBIO MAÑE, José I.: Opus cit., tomo III, págs. 5l-56.
A.G.I., Escribanía de Cámara 230-C, pieza 9: "Memorial ajustado de acusaciones, enviadas por don Jerónimo Chacón Abarca, Alcalde del Crimen
más antiguo de la Real Audiencia de México a don Baltasar de Tovar, del
Consejo de S.M. y fiscal de la Real Audiencia de México, juez de Residencia del conde de Galve". México, 30 de marzo de 1696. Acusaciones n.a 7,
fol. 2 v.; n.e 12 y n.e 14, fol. 3 v.; y Escribanía de Cámara 231-A, pieza 14:.
"Testimonio acumulado a dicha residencia de lo resuelto y acordado en la
Junta de Hacienda de 19 de diciembre de 1693 sobre los 10.000 pesos que
se dieron al gobernador de El Parral, don Gabriel del Castillo para operaciones de guerra y otros puntos". México, 1696.
Sobre la primera entrada de don Diego de Vargas a Nuevo México, Sigüenza y Góngora escribió su "Mercurio Volante" por orden del virrey conde de
Galve; véase, SIGÜENZA y GONGORA, Carlos de: Merc'urio Volante
con la noticia de la recuperación de las provincias del Nuevo México conseguida por D. Diego de Vargas,Zapata,y Luxán Ponce de León, gobernador y Capitán General de aquel reino. México, Imprenta de la Antuerpia
de los Herederos de la viuda de Bemardo Calderón, 1693, 2l págs. Esta
obra fue impresa e incluida como apéndice del libro de VILLAGRA, Gaspar de: Historia de la Nueva México. México, Imprenta del Museo Nacional, 1900, apéndice V. Recientemente la Universidad de Nuevo México ha
editado la correspondencia mantenida entre Vargas y varios personajes de
la época entre 1675-1706 de donde se extraer numerosas noticias acerca de
la reconquista de este territorio. Véase: KESSELL, John L. (ed.): Remote
Beyond Compare. Letters of don Diego de Cargas to his family from New
Spain and New Mexico. Albuquerque, Universtity of New Mexico Press,
1989.
A.G.N., Historia, vol. 37 , exp. 7: "El Cabildo de Santa Fe al conde de Galve". El Paso,22 de enero de 1693.
RUBIO MANE, José I.: Opus cit., tomo II, pág.190-194.
A.G.I., México, 1.255: "Certificación de los Oficiales Reales de Zacafeas
sobre lo gastado en la expedición de los Texas". Zacateas,22 de noviembre
de 1692; y "Certificación de los Oficiales Reales de México de lo gastado
en la expedición de los Texas". México, 24 de octubre de 1692. Sobre la
97
(22)
(23)
(24)
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(26)
(27)
segunda entrada por tierra del gobernador Alonso de León véase el informe
existente en la B.N., Mss. 18.71927. México, 28 de diciembre de 1690, así
como el original del plano realizado por Sigüenza y Góngora del recorrido
realizado en 1689 por el citado gobemador desde Cuahuila hasta cerca del
Lago de San Bemardo. B.N., Ms.. 18.63422.
TE PASKE, John J.: "La política española en el Caribe duranre los siglos
XVII y XVIII", en La influencia de España en el Caribe la Florida y la
Luisiana, I 500-l 800. Madrid, I.C.I., 1983, pág. 7O.
A.G.I., Contaduría, leg.801 B, N.s 15 (11): "El virrey conde de Galve al
Consejo". México, 4 de julio de 1689.
LUCENA SALMORAL, Manuel: "La esrructura uniforme de iberoamérica
como región", en LUCENA SALMORAL, Manuel (coord.). Historia de
Iberoamérica. Madrid, Cátedra, 1990, tomo ll, pág.328.
A.H.N., Osuna, Carpeta 151, n.e l6: "El conde de Galve al Consejo". México, 2 de agosto de I 692 (duplicado del original).
MARCHENA FERNANDEZ, Juan: "La defensa del Caribe en el siglo
XVII: ingenieros, soldados y pesos", en La influencia de España en el Cariáe..., opus cit., pág. 50.
CHAUNU, Pierre: Las Filipinas y el Pacífico de los ibéricos. Sigtos XVI,
XVII y XVIIL México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior,
(28)
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(30)
(31)
(32)
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(34)
(35)
(36)
(37)
(38)
98
1974,
págs. 53-54.
A.G.I., México, leg. 58: "Certificaciones de los Oficiales Reales de México". México, 23 de marzo de 1688 y 16 de marzo de 1689.
A.G.I., México, leg. 60: "El conde de Galve al Consejo". México 24 de
mayo de 1693.
A.H.N.,Osuna, Carpeta 15r, n.e l6: "El conde de Galve al Consejo". México, 2 de agosto de I 692 (duplicado del original).
ARCILA FARIAS, Eduardo: Comercio entre Venezuela y México en los
siglos XVI y XVII . México, El Colegio de México, 1950, págs. 207 -212.
A.G.I., México, leg.61: "El conde de Galve al Conseio de Indias". México
14 dejunio de 1694.
Ibídem. México, l3 de junio de 1694, y "Certificación de los oficiales reales de México". 1694.
A.H.N., Osuna, Carpeta 152, n.a 76: "El conde de Galve al duque del Infantado". México, 21 de mayo de 1683 (firma autógrafa).
A.H.N., Osuna, Carpeta l5r, n.a 30: "El virrey conde de Galve al duque del
Infantado". México, 17 de agosto de 1692. (firma autógrafa).
PARRY, J.H.: El imperio de [Jltramar. Madrid, Aguilar, 1970,pág.216.
LERDO DE TEJADA, Miguel: Comercio exterior de México desde la conquista hasta hoy. México, Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A.,
1967, doc. n.a 3.
Cuya estimación se calcula cercana alas2l3 partes de la totalidad del comercio realizado. Véase: MALAMUD RIKLES, Carlos: "España, Francia
y el'Comercio directo'con el espacio peruano (1695-1730): Cádiz y Saint
Malo", en La Economía española al final del Antiguo Régimen. III Comercio y Colonias (Josep Fontana edición e introducción). Madrid, Alianza
Universidad / Banco de España, 1982,pág.5.
(39) ARCILA FARIAS, Eduardo; Opus cit., pá9.14.
(40) Idem, pág. 19.
(41) MALAMUD RIKLES, Carlos: Cádiz y Saint Malo. El comercio
colonial
peruano (1698-1725). Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz, 1986, véase
en especial el capítulo I: "Contrabando y comercio directo. Precisiones y
problemas", págs. 29 -52.
(42) A.H.N., Consejos Consejo de Indias, Secretaría, leg. 21.549: "Minutas de
despacho". I708.
(43) RODRIGUEZ VICENTE, M.s Encamación: El Tribunal del Consulado de
Lima en la primera mitad del siglo XVII. Madrid, Cultura hispánica, 1960,
págs.254-257.
(44) MALAMUD RIKLES, Carlos: Cádiz y Saint Malo..., Opus cit., pág.35.
(45) "Memoria relativa al comercio de España, París, 1686", en Colección de
documentos inéditos para la Historia del comercio exterior de México. Segunda Serie. México, Publicaciones del Banco de Comercio Exterior,
1967,vol. IV, pág. 13.
(46) B.N.X., Mss. 1.270; BERMUDEZ MENDO, Fernando: Relación sobre la
isla de Santo Domingo. Su situación, productos, comercio, etc.,filibusteros
fr anc e s e s e i n g I e s e s. Impreso, fols. 27 0-2'l 0 v .
(47) B.N.X., Mss. 1.270; FERRER DE ESPEJO, Bemardo Sancho: "Representación sobre los progresos de los piratas ingleses y franceses en las Indias".
1679, fols. 280 v.-281.
(48) Idem, fols.280.
(49) HARING, Clarence H:. Comercio y navegación entre España y las Indias.
En la época de los Habsburgos. México, F.C.E., 1979, pág. l5O.
(50) Véase, CARRERA STAMPA, Manuel: "La nao de China". Historia Mexicana. vol. IX, n.q 1 . México, 1959, págs. 97- I l8; sobre el trasvase de plata
mexicana al continente asiático, véase: VALDES LAKOWSKY, Vera: D¿
las minas al mar. Historia de la plata mexicana en Asia: 1565-1834.México, F.C.E., 1987; principalmente las págs. 90-157 relativas al siglo XVII;
para conocer el estado de la cuestión sobre las relaciones comerciales entre
los puertos de Manila y Acapulco, véase: PEREZ HERRERO, Pedro: "El
galeón de Manila. Relaciones comerciales entre el Extremo Oriente y
América (Estado de la Cuestión)", en El Extremo lbérico. Investigac'iones
Históricas: Metodología y Estado de la Cuestión. (Francisco de Solano
coordinador). Madrid, Publicaciones del Instituto de Cooperación para el
desarrollo, 1989, págs. 445-441.
(-5 l)
No se puede calcular el comercio total entre Nueva España y Perú por haberse perdido los registros, pero Borah lo estima entre 100.000 y 120.000
pesos anuales en la década 1550 1560 y algo menos de 200.000 entre 1560
y 1570 de valor en Acapulco; véase: BORAH, Woodrow; Early Colonial
trade and navegation betlveen Mexico and Peru. BerKeley and Los Ange-
(52)
les, University of Califomia Press, 1954, págs. I 16-127.
Véase PEREZ HERRERO, Pedro: "Actitudes del Consulado de México
ante las reformas comerciales borbónicas (1718-1765)". Revista de Indias,
vol. XLIII, núm. 171, enero-julio, 1983, págs.91-182.
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(65)
(66)
(67)
Capítulo IV
PARRY, J.H.: Opus cit., pág. 106.
CALDERON, Francisco R.: Historia económica de la Nueva España en
tiempos de los Austrias. México, F.C.E., 1988, págs. 573-514.
PEREZ HERRERO, Pedro; "Actitudes del Consulado...", Opus cit., pág.
GOBIERNO Y DESGOBIERNO
DE MEXICO
109.
SEIJAS Y LOBERA, Francisco
de:.
Gobierno militar y político del Reino
de la Nueva España (1702). México, U.N.A.M., 1986, pág. 455.
HOBERMAN, Louisa Schell: "Mercant in Seventeenth-Century Mexico
City: A preliminary portrait". The Hispanic American Historical Review.
Vol. LVII, n.q 3, Durham, Noth Carolina, 1977,págs. 490-494.
A.G.I., México, leg. 64: "El conde de Galve al Consejo". México 8 de enero de 1696; y MARRERO , Levil. Cuba: Economía y sociedad. Madrid, Ed.
Playor, 1985, tomo IV, págs. 162-163.
GEMELLI CARERI, Giovanni Francesco: Viaje a la Nueva España.México, U.N.A.M., 1983, págs.23-24.
A.G.I., Escribanía de Cámara 230-C, pieza 9: "Memorial ajustado de acusaciones enviadas por don Jerónimo Chacón..."; acusación n.a 10, fols. 5-6.
A.G.I., Escribanía de Cámara 231-A, pieza l: "Testimonio acumulado a dicha residencia de certificaciones dadas por el tesorero, factor y juez oficial
del puerto de Acapulco, sobre naos, sus registros y gastos, que visitaron o
llegaron a dicho puerto durante el gobierno del conde de Galve". México,
1696.
GEMELLI CARERI, Giovanni Francesco: Opus cit., pág. 9-l l.
A.G.I., Escribanía de Cámara 230-C,pieza9:. "Memorial ajustado de acusaciones enviadas por don Jerónimo Chacón y Abarca..."; acusaciones n.q
3, fol. I v.; n.e 16, fol.4; y n.q 18, fols.5-6.
ARCILA FARIAS, Eduardo: Opus cit., pág. 5l-53.
Véase LUCENA SALMORAL, Manuel. Vísperas de la independencia
americana: Caracas. Madrid, Alhambra, 1986, y en particular el epígrafe
titulado "Los instrumentos de cambio", págs.216-241.
ARCILA FARIAS, Eduardo: Opus cit., págs. 53-55.
Idem, pág. 56.
LAS ACTUACIONES Y LOS OBSTACULOS
Al igual que su antecesor, el conde de la Monclova, el virrey conde
de Galve consideraba necesario realizar una profunda reforma de la sociedad. A su llegada a la capital mexicana, en noviembre de 1688,
pudo comprobar la poca eficacia reinante para mantener el orden frente a los delitos de la propiedad y la vida en la ciudad de México, así
como en sus vías de acceso. Siguiendo los pasos del conde la Monclova no buscó su solución atajando el problema en sus orígenes, es decir,
solventando el insuficiente y mal reparto del crecimiento económico,
sino que atribuyó la proliferación de los delitos, signos evidentes del
empobrecimiento de los grupos sociales más desfavorecidos, a la ineficaz actuación de la Audiencia. En más de una carta arremetió contra
sus ministros civiles y criminales culpándolos de su falta de aplicación, además de pedir al Consejo que a la hora de otorgar las plazas
atendiera particularmente a las cualidades y capacidades de los pretendientes
(l).
El desempeño de la justicia
La ingerencia permanente del virrey en la administración de justicia la reportaría durante todo su gobiemo la oposición constante del
alto tribunal que vio merrnadas las prerrogativas propias de sus funciones. En este sentido, el conde de Galve desquició los mecanismos por
100
10'l
los que se regía. Atribuyó buena parte de las competencias de la Sala
del Crimen a los jueces y justicias ordinarias con facultad para pronunciar y ejecutar sentencias de muerte; alteró la jerarquía a seguir sobre
apelaciones y recursos entre los diferentes órganos; se inmiscuyó personalmente en el conocimiento de tres causas en manos de los alcaldes
del crimen; y contribuyó al reforzamiento de las jurisdicciones especiales, sobre todo la mercantil que el virrey ve con buenos ojos por su
colaboración con donativos y préstamos (2). Resulta así, que los dos
órganos más altos de poder, el virrey y la Audiencia, estuvieron enfrentados con posturas opuestas en una materia de tanta trascendencia
y repercusión social como la administración de justicia provocando
una situación de tensión generalizada.
Una de las primeras medidas adoptadas por el virrey para acabar
con los robos y salteamientos que asolaban los principales caminos de
acceso a la capital, por donde entraban las mercancías de Europa y
Asía vía Veracruz -a través del famoso pueblo de bandidos de Río
Frío- y Acapulco, o la plata y otros productos agrícolas del norte, fue
el establecimiento del Tribunal de la Hermandad que respondía a una
propuesta del anterior gobierno (3). Nombró por provinciales al influyente alguacil mayor de México Rodrigo Rivera Maroto y al mulato
Francisco Alvarez, al mando cada uno de una cuadrilla de 80 hombres
otorgándoles jurisdicción sobre las zonas de mayor tránsito comercial:
Cerro Gordo, Los Remedios, San Cristóbal, Las Cruces, Puerto Barrientos y en el camino hacia Querétaro (4). Al mismo tiempo se les
concedió comisión para poder juzgar, sentenciar y ejecutar castigos, e
incluso penas de muerte sin tener que rendir cuentas a la sala del Crimen. El objetivo perseguido era agllizar las causas y limpiar de bandidos de forma drástica los infestados caminos. Esta innovación en la administración de justicia causó enérgicas protestas entre los altos magistrados que no dejarán de manifestar a cada instante su profundo
desagrado ante el Consejo. Pero desde Madrid no se podía hacer otra
cosa que reprender al virrey por su actuación, advirtiendo que en lo sucesivo respetara al tribunal (5). Sin embargo, el conde de Galve confiaba en la mediación que su hermano el duque del Infantado pudiera
ejercer ante el máximo órgano de gobiemo indiano, e hizo siempre
caso omiso.
Cuestión conflictiva en la puesta en marcha del Tribunal de la Hermandad y motivo de quejas entre el común del pueblo, fue el sustento
de sus provinciales, comisarios, cuadrillas, affnas y caballos. Por ser
102
cargos honoríficos sin sueldo, el nombramiento sólo podía interesar a
quienes tuvieran propiedades que defender, o a individuos ambiciosos
debido a Ia facilidad que encuentran, en nombre de la justicia, para
mantener una posición socioeconómica acomodada mediante la institucionalización de los cohechos. Este último era el caso de los provinciales nombrados por el virrey. Sus intereses particulares y el de los
grupos que los respaldan -<omerciantes y hacendados- son mantenidos a costa de los integrantes de los grupos económicos de medianos
recursos y marginales. Y decimos esto porque el conde de Galve, con
objeto de costear su mantenimiento, autoriza la imposición de diferentes gabelas en cada uno de los accesos a la ciudad dando lugar a extorsiones y abusos por parte de los provinciales. Para los autodenominados "Leales vasallos" una de las causas principales del tumulto de
1692 había sido la confabulación del virrey con los abusos de Rivera
Maroto y Alvarez, sobre todo en los realizados por el primero a quien
acusan de haber llegado a México huido de su tierra por bandido, y cuyos atropellos eran tales "que entre turcos fueron de toda abominación
como ajenos a la razón humana". Y no era para menos esta acusación
tan subida de tono, pues de él se decía que, "tiene gravado todo el reino con pensiones y tributos de calidad que percibe todos los años según cómputo de lo que cobra unos cincuenta mil pesos que coge de los
trajinantes y pasajeros en los caminos en que tiene puestos de guardias
con el motivo de asegurarlos de ladrones, pechándole cada mula cargada que pasa un real, y cada hombre a caballo otro, y de a pie medio
real, y está con despacho del virrey y siendo infinito númcro de mulas
que trajinan los caminos se puede considerar lo que importa el tributo,
que hasta la paja y el carbón y otras menudencias que no traen riesgo
se cobra con tanto rigor" (6).
El monarca nunca aprobó la aplicación de estas gabelas introducidas por el virrey intuyendo que sus interesados agentes más que remediar los robos serían "cómplices y redactores en los delitos de salteamiento", pues si era un hecho demostrado que los anteriores guardias
de caminos no se sustentaban con la contribución de los pasajeros y
arrieros, "menos se podía mantener los ciento sesenta hombres de que
se. habían de componer las dos cuadrillas debiendo recalar sino mayores excesos en éstos, más crecido gravamen en la contribución de los
vasallos resultando mayor el daño que el remedio" (7). Recomendaba
que al ser los comerciantes los mayores interesados en la seguridad de
los caminos fueran ellos quienes las mantuviesen, pero en ningún caso
103
corregidor don Teobaldo Gorráez y de los alcaldes ordinarios don
Alonso Dávalos Bracamonte, conde de Miravelle, don Miguel de Ubilla, don Juan Padilla Amao y del alguacil mayor de la Audiencia, don
Francisco Fonsea. Sin duda alguna, esta medida irritó a los altos magistrados por cuanto suponía una humillación a su prerrogativa profesional situándolos al mismo nivel que los alcaldes ordinarios. Por ello,
aunque no se negaron abiertamente a aceptar el decreto, se limitaron a
señalar, "que cumplirían con su tenor por 1o que les toca" actitud contraria al resto de los designados cuya respuesta fue "que cumplirán en
toda prontitud con su señor" (10).
A pesar de su corta vida, pues por las vicisitudes surgidas estas
rondas no duraron más que un mes, su creación supone un gran paso
en la búsqueda de soluciones para contener el peligroso aumento de la
delincuencia que crecía paralelamente con la población. Pero además,
constituye un antecedente hasta ahora desconocido de los distintos
proyectos de división de la ciudad de México realizados en el siglo
XVII, así como de las ordenanzas introducidas por los Borbones para
el establecimiento de alcaldes de barrio.
Casi desde un principio las disensiones en materia de justicia fueron la causa de la enemistad entre el virrey y la Audiencia. Al parecer
los magistrados consideraron excesivamente autoritaria la postura del
virrey al pedir, en 1690, una relación de todas las condenas que la Real
Sala del Crimen había ejecutado desde el 1 de enero de 1689 (11).
Pero lo que ocasionó la ruptura definitiva fue que el conde de Galve,
tras su examen, se fuera inmiscuyendo paulatinamente en cada una de
las causas. La cosa se complicó cuando desde Madrid llegó la resolución que reprendía al virrey por haber indultado a 3 reos previamente
condenados por la Sala del Crimen (12). Sin embargo, el enfrentamiento llegó a su clímax cuando el virrey ofendió públicamente la dignidad de los magistrados el día de Santiago de 1693. En esa ocasión
los alcaldes del crimen Chacón y Saraza fueron tratados casi como palafraneros paseándoles el conde de Galve subidos al estribo de su coche por todo México (13).
gravar sobre sus vasallos esta pesada carga. Parece claro que pese a las
órdenes del monarca mandando la supresión de los provinciales si
no se tomaban medidas alternativas, éstos siguieron actuando, "de lo
cual los nobles, y plebeyos como tan gravados están sumamente ofendidos" (8).
Al mismo tiempo la usurpación de la jurisdicción de la Sala del
Crimen por parte de las justicias inferiores llevó a la proliferación de
aprehensiones, juicios, sentencias y ejecuciones sumarias sin posibilidad de apelación ante los órganos superiores. Una característica de los
dudosos métodos jurídicos empleados es que la mayoría de los castigos recayeron sobre los individuos pertenecientes a los grupos sociales
inferiores, indios, negros, mulatos, mestizos, castas y españoles pobres, siendo enviados de forma masiva a los puntos más conflictivos
del virreinato: Texas, bahía del Espíritu Santo, presidios del norte, Armada de Barlovento, etc..., "por lo cual estaban los corazones de sus
parientes y amigos con notable encono" (9).
Otro tema que suscitó problemática entre los ministros de la Sala
del Crimen fue el referente a la creación de rondas de noche para la seguridad de la ciudad. Después del famoso día 8 de junio de 1692 elvirrey pidió a don Jerónimo Chacón de Abarca, como alcalde del crimen
más antiguo de la Real Audiencia de México, propusiera al tribunal la
ejecución de medidas eficaces para contener el incremento de la delincuencia en la capital, peligro que había dejado de ser atrrenaza la noche
del tumulto. Su respuesta fue que se dictaran bandos en todos los lugares públicos y barrios de la ciudad con objeto de expulsar a los vagos y
maleantes que sin oficio fijo vivían de forma deshonesta. La solución
no satisfizo ni al conde de Galve ni a los grupos de poder más interesados en la defensa de sus propiedades que clamaban medidas más duras
por los continuos robos. Así, el virrey llevó al Real Acuerdo, al igual
que todas las decisiones tomadas para de esta forma protegerse las espaldas, un proyecto más contundente y sin precedentes en los territorios americanos. En un intento de lograr una mayor vigilancia decidió
dividir la ciudad en 8 zonas encomendando cada una de ellas al cuidado de un funcionario investido de autoridad suficiente para aprehender
y castigar a los perturbadores del orden social. Esta división descentralizaba la autoridad de la Real Audiencia distribuyéndola en áreas menores que, por decreto de 31 dejulio de 1693, fueron puestas bajo la
supervisión de los alcaldes del crimen don Jerónimo Chacón de Abarca, don Francisco de Saraza y Arce, y don Manuel Suárez Muñiz; del
Puede que esta abierta humillación fuera la causa de peso para que
Chacón se convirtiera en el máximo detractor de la política del conde
de Galve llegando a presentar un memorial de 49 cargos ante su juez
de residencia, el fiscal Baltasar de Tovar (14). Por venir de un alto
magistrado estas acusaciones eran gravísimas, sin embargo, no fueron
admitidas por el licenciado Tovar argumentando un defecto de forma,
104
105
rf
concretamente que habían sido presentadas fuera de plazo. Chacón
fue desterrado por el virrey interino don Juan de Ortega y Montañés.
Pero el alcalde del crimen volvió a reiterar su postura ante el monarca, asegurando en una carta que el conde de Galve se había ganado al
nuevo virrey aseguriándole una recomendación en España para su permanencia en el cargo, y del juez de residencia prometiéndole que en
menos de dos años le conseguiría una plaza en el Consejo de Indias
(15). Algo de cierto debía de haber en estas acusaciones cuando el
rey, por real Cédula de 27 de mayo de 1697, ordenó se le restituyera a
Chacón su plaza de la que había sido despojado "injusta y violentamente" (16).
El resultado de todo esto fue un deterioro del sistema judicial que,
al servicio de las corporaciones privilegiadas, puso en peligro el equilibrio social castigando por procedimientos dudosos a los integrantes de
los grupos más desprotegidos que son enviados de forma masiva a las
zonas de mayor inestabilidad del virreinato. Al mismo tiempo la arbitrariedad de la oligarquía permanece impune siendo un motivo más del
descontento social reinante.
Los problemas administrativos
La desenfrenada carrera de venalidad de los c¿trgos públicos realizada por la Corona para aliviar su exhausta Real Hacienda constituye
otro punto conflictivo del gobierno del conde de Galve. Hacia 1683 el
monarca acaparó todos los nombramientos para puestos de gobernador
provincial. De esta forma la selección de los pretendientes a los oficios
de alcalde mayor y corregidor pasó a ser atribución de la Corona, representada por el presidente del Consejo de Indias, quien seleccionaba
para el puesto a la persona que ofrecía una mayor suma de dinero. Este
cambio en el beneficio de los cargos administrativos inferiores limitó
una de las prerrogativas más importantes de los virreyes que veían
mermada su capacidad para colocar a sus parientes y amigos como venía siendo costumbre. Además, la presencia de ministros de designación regia constituía una amenaza constante para los virreyes al tener
que soportar a unos fastidiosos testigos de sus actuaciones. Por ello,
los virreyes trataron siempre de mantener bajo su control, mediante la
provisión de nombramientos interinos, los puestos del gobiemo pro-
vincial.
106
Continuando con la política del conde de la Monclova, primer virrey que vio mermada esta facultad, el conde de Galve se opuso de
muy diversas formas a cumplir con los designios regios que chocaban
con uno de sus privilegios más provechosos. Contaba con el respaldo
de su hermano el influyente duque del Infantado, y de su suegro el
Marqués de Villafranca, virrey de Sicilia, con quienes había consultado su parecer acerca de varias destituciones que había realizado de
nombramientos regios. En la correspondencia entre el conde de Galve
y su hermano, el virrey explicaba, "que el atraso de los interesados es
temporal e interino y menos apreciables su perjuicio, que el de diárselas luego padecieran sus antecesores por mi proveídos" (17). Esta justificación a las continuas llamadas para que se respetaran los nombramientos realizados por el Consejo de Indias demuestra de forma clara
la libertad de acción que se otorgó el virrey. Pero también el conde de
Galve reconocía que sus motivos no sólo se basaban en la recompensa
de los servicios realizados durante el tumulto y colaboración en mantener la paz social posteriormente, sino en el privilegio que el rey le otorgara el 27 de mayo de 1688 de poder elegir a doce de sus parientes
para los mejores oficios (18). Al mismo tiempo se atrevía a criticar la
intervención del Consejo en esta materia exponiendo abiertamente al
duque del Infantado que, aunque no dudaba del buen obrar de sus funcionarios, las medidas adoptadas, "no son fundadas en el mejor conocimiento de las cosas de este reino, y como todo su anhelo es sacar dinero sin considerar los malos efectos que produce el modo de conseguir este intento, cuando no se amegla a los términos justos, no me
admira se confunda la mejor inteligencia" (19).
Sin embargo, el conde de Galve tuvo que pagar muy caro la designación de algunos de sus criados para estos cargos. Tal es el caso de
don Femando Manuel de Bustamante y Bustillo llegado a México integrando el séquito del virrey, y que fue acomodado por éste en el gobierno de Tlaxcala el 10 de octubre de 1690. Coincidiendo su mandato
con la pérdida de las cosechas de mediados de 1691, aprovechó la ocasión para acaparar despiadadamente grandes cantidades de trigo y harina por el alza de precios registrada en la ciudad de México. Contaba
con la complicidad de don Francisco Ruiz de Mélida, don Alonso Gallán y Peralta, don Amador de Mirafuentes, don Jacinto José Otedo Peralta y don Sebastián Manzarrez, todos ellos propietarios de importantes haciendas de labor en la provincia de Tlaxcala. A pesar de la relativa abundancia de grano en esta provincia que abastecíaala capital, se
107
creó una escasez ficticia y un aumento en los precios, comprando el
gobemador mediante coacción las cosechas a los indígenas a 2 pesos
la carga de maíz y vendiéndola a 6 pesos (20). La reacción del pueblo
de Tlaxcala no se hizo esperar después que se conocieron las noticias
de lo ocurrido en la ciudad de México el 8 de junio de 1692. Aprovechando que el sábado 14 erajornada de mercado y Tlaxcala recibía a
muchos vecinos de poblaciones cercanas que llegaban a la ciudad a
vender sus productos se registró, como eco del primero, un segundo tumulto en el virreinato. Los amotinados, unos 6.000 indios (21), quemaron la residencia de Bustamante saqueando el maíz y la harina que
guardaba el gobemador. De allí, un grupo se dirigió al pueblo de Santa
Ana donde era sabido que los acaparadores tenían dos trojes repletos
de grano. Cuando llegaron saquearon las bodegas de uno de los trojes
obligando a que sacaran a la venta, a 4 pesos la carga, el maíz acumulado en el segundo (22). La revuelta fue sofocada a las pocas horas
gracias a la rápida intervención de Bustamante y a la inmediata formación de milicias integradas por labradores y capitaneadas por los más
ricos hacendados, máximos responsables de lo sucedido. El saldo fue
de 3 españoles muertos y de 30 indios según los "Leales Vasallos de
S.M." (23), cifra esta última que el sargento mayor y capitanes de las
milicias ascienden a300 Q$, estando de acuerdo ambas fuentes de ser
muy elevado el número de heridos.
Para acallar los ánimos al virrey no le quedó más remedio que des-
tituir a Bustamante, más conocido como "Lorencillo", nombre de un
famoso pirada de la época autor del saqueo del puerto de Veracruz a
cuyas manos y a la de sus hordas murieron más de 300 veracruzanos.
Sin embargo, y en contra del dictamen del obispo de Puebla de los Angeles, fue restituido a las pocas semanas en el cargo, no extrañando a
nadie esta decisión del virrey por ser criado suyo y tener repartidos en
aquella jurisdicción más de 60.000 pesos si bien, causó gran perturbación entre los indígenas (25). Posteriormente el conde de Galve procedió, por mero trámite, a emprender acciones legales. Envió al f,rscal del
crimen, don Juan de Escalante y Mendoza, a Tlaxcala con el fin de
abrir una investigación que desde el principio se vislumbró arbitraria
por ir dirigida contra los indígenas. Los autos realizados por el fiscal
fueron juzgados en la Sala del Crimen y posteriormente remitidos a la
residencia de Bustamante no siendo acumulados en su proceso (26).
Por su parte el gobernador, en una carta remitida al Consejo de Indias, aseguraba que los principales instigadores del tumulto habían
108
sido los habitantes de los pueblos de Santa Cruz y San Bernardino.
Proponía como castigo ejemplar su erradicación del mapa asentando a
su población, compuesta de 368 tributarios, en distintas poblaciones de
otras jurisdicciones medida que, según é1, evitaría nuevos levantamientos. Además pedía se les impusiera una mayor carga tributaria (27).El
Consejo quedó impresionado por tales pretensiones señalando que era
un tanto curioso los alegatos de Bustamante, máxime cuando había
conseguido su cargo "mediante el beneficio que produce tan malos
efectos", y haberse visto obligado el virrey a destituirle. Finalmente le
acusaba de haber sido el único causante del tumulto basándose en que,
al igual que el corregidor de México, no se molesto en "escribir cosa
alguna siquiera para disculparse". En cuanto a las medidas propuestas,
las autoridades centrales consideraban que eran "temerarias", "y más
para desconfiar a estos indios que para asegurarlos", sobre todo teniendo en cuenta que los tlaxcaltecas habían sido tradicionalmente aliados
de los españoles desde los tiempos de Cortés y fieles vasallos de S.M.,
y que habían llegado autos a Madrid probando la culpabilidad de Bustamante (28).
En otros puntos del virreinato se temió pudieran seguir el ejemplo
de México y Tlaxcala. Tanto en la ciudad de Querétaro como en sus
contornos, a nueve leguas de Celaya, se registraron algunos disturbios.
Las causas se debieron a las órdenes del virrey para que los alcaldes
mayores obligaran a los pequeños agricultores indígenas a trabajar en
las minas de Rayas y en el Real de Guanajuato. El resultado fue de siete indios muertos en Querétaro y grandes perturbaciones entre los indígenas de Celaya. A pesar de la proximidad de estas provincias con las
misiones de Cerro Gordo y San Miguel el Grande donde se habían levantado los indios no se produjeron, como se temía, mayores desórdenes (29).
Pero quizá dónde se muestra de forma más evidente los intereses
contrapuestos de la metrópoli y los virreyes así como el alto grado de
autonomía que éstos alcanzan, es en la abierta oposición mantenida
por el conde de Galve a admitir en sus jurisdicciones a los ministros
inferiores nombrados por el rey. En este sentido Pérez-Mallaína Bueno
señala que el conde de Galve recibió una de las más duras reprimendas
por parte del Consejo de Indias por haber despojado de su cargo al alcalde mayor de Itepexi, Diego de Montes de Oca y Bohorques sin haber dado cuenta a la Real Audiencia (30). Pero el caso que más resonancias tuvo sobre esta cuestión fue la del alcalde mayor de Tacuba,
109
Francisco de Seijas y Lobera. En 1692 cuando Seijas desembarcó en
Veracruz hizo saber al virrey su intención de tomar posesión del cargo
que el rey le había otorgado. El conde de Galve le dio permiso para pasar a la capital y una vez allí retardó en más de un año su entrada en el
cargo. Se valió de varias acusaciones para encarcelarlo por dos veces.
La doble circunstancia de su nombramiento real y las noticias que le
llegaron al virrey acerca de la personalidad del nuevo alcalde mayor,
que para entonces había escrito varios tratados sobre reformas en el
gobierno de las Indias, le reportarían la constante enemistad del conde
de Galve (31).
Así, cuando por fin el 18 de noviembre de 1693 tomó posesión de
la alcaldía mayor de Tacuba tuvo que hacer frente a las constantes intromisiones del virrey en su jurisdicción. Como cuando envió al capitán de milicias Antonio Cárdenas con la comisión de proceder contra
ladrones, vagabundos y trajinantes de pulque. La oposición de Seijas
de esta merrna de su autoridad le costó un nuevo encarcelamiento al
que le siguieron otros muchos hasta que una sentencia de la sala del
crimen de 9 de noviembre de l694le destituyó de su cargo (32). Durante todo este tiempo Seijas tan sólo pudo mantenerse al frente de su
alcaldía un total de 55 días (33).
Otros muchos ejemplos ilustran la arbitrariedad del virrey y sus
cómplices para obstaculizarla gestión de los ministros de designación
regia. Como el nombramiento de un comisario realizado por el provincial de la hermandad Francisco Alvarez en la persona de Juan de
Lizar para proceder contra los delitos en la provincia de Texcoco,
siendo una menna de las atribuciones de su alcalde mayor, Jacinto
Fuentes que no dejó pasar por alto (34). Asimismo, el 11 de octubre
de 1690 el Consejo de Indias castigaba a cada uno de los oidores de la
Audiencia de México con una multa de 100 pesos por haber ordenado
el excarcelamiento del alcalde mayor de Tabasco, Antonio Cueto Bracamonte, en contra del dictamen de su juez de residencia y nuevo alcalde mayor Francisco Benítez Maldonado, ordenando que se le restituyeran los 1.000 pesos que los altos magistrados le habían impuesto
de sanción (35).
Tampoco fueron cordiales las relaciones del virrey con los fiscales
de la Audiencia. En las numerosas Juntas Generales que el conde de
Galve convocaba no citaba al fiscal del crimen, don Juan de Escalante
y Mendoza, que aunque no podía votar en las resoluciones siempre había sido requerido para oír su parecer, por lo que expresó su queja ante
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el Consejo de Indias (36). También el virrey menospreció al fiscal de
lo civil, don Benito Novoa Salgado, al ordenar de palabra a los escribanos de la Audiencia no le facilitasen los autos y sentencias de los pleitos fiscales. Cargo que fue incluido por Chacón en su memorial pero
que no pudo ser probado (37).
En cuanto al gobiemo municipal durante estos años, como señala
Muro Romero, existe una decadencia generalizada del cabildo debido
a que los estamentos poderosos tienen cubiertos sus intereses por las
instituciones administrativas superiores (38). Esta falta de interés hace
que no se presenten postores a los remates de los regimientos por lo
que el virrey interviene de forma di¡ecta en los nombramientos. Así, el
cabildo pasa de ser la institución que defendía los intereses de los colonizadores, eco de las necesidades de la ciudad, a ser un órgano al servicio de los grupos privilegiados. De hecho, en 1693, el conde de Galve
nombró a 9 regidores interinos recayendo en personas influyentes de la
ciudad con intereses de grupo que defender (39). No es extraño, por
tanto, que las autoridades locales se convirtieran en meros instrumentos de la política del conde de Galve, resolviendo únicamente los problemas urgentes e inmediatos, sin la participación del concejo, siguiendo los dictámenes del virrey, con lo que la autonomía municipal deja
de ser un hecho.
EL DESENLACE: EL MOTIN DE 1692
Los acontecimientos
La ciudad amaneció tranquila aquel domingo 8 de junio de 1692,
infraoctava del Corpus, dispuesta a celebrar tan solemnísima fiesta.
Pese a los disturbios registrados en la alhóndiga los dos días anteriores
aquella mañana transcurrió con normálidad, aunque hubo una gran
concurrencia. La presencia de Escalante y Mendoza acompañando a
Núñez de Villavicencio con la misión de supervisar la distribución, así
como la venta del maíz en diferentes puestos, parecían haber sido medidas acertadas. Por la tarde el número de los compradores era mayor
haciendo prever que el maíz no tba a alcanzar para todos. Como a las
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cinco y media ya se habían gastado 500 fanegas (40), y apenas quedaba media cuartilla que repartir entre las 150 personas que todavía esperaban les llegase su tumo (41). Decidió entonces el ñscal del crimen
abandonar la alhóndiga junto con el corregidor, no sin antes advertir a
los funcionarios disolviesen al gentío con buenas palabras asegurándoles que al día siguiente serían los primeros en conseguir el maí2. Rápidamente se extendió la voz de que el abasto se estaba terminando. La
muchedumbre empezó a protestar al mismo tiempo que, mediante empujones y forcejeos, intentaba desesperadamente conseguir algo antes
de que se agotase. Ante este alboroto los oficiales encargados del reparto, un mulato y un mestizo (42), respondieron con azotes y golpes
provocando una mayor confusión. Las fuentes difieren en cuanto a si
la causa fue la muerte de una india ocasionada por los palos y pisotones que recibió al caer al suelo, o simplemente se frngió. El caso es
que cargándosela un indio sobre los hombros y seguido por un grupo
de enfurecidos, salió rumbo al baratillo donde se agregaron a la comitiva otros muchos descontentos.
Atravesando laPlaza Mayor se presentaron ante las casas arzobispales para presentar sus quejas por semejante vejación, como habían
hecho en ocasiones anteriores. Ante la puerta, que no había sido franqueada por mujer alguna mientras Aguiar y Seijas ocupó el sillón arzobispal (43), los criados les negaron la entrada. Hubo un forcejeo despidiéndolos finalmente sin más consuelo que el de acudir ante el virrey.
Serían las 6 de la tarde cuando se encaminaron hacia el palacio. Las
mujeres se quedaron en la esquina de Providencia, confluencia de las
calles del Arzobispado y Reloj, mientras los hombres se adelantaron
frente al balcón principal (44). Aquí también los soldados les negaron
el paso diciéndoles que el conde de Galve todavía no había regresado
de su asistencia a los actos religiosos. Oído esto el grupo que portaba a
la india muerta se fue apresuradamente por la calle del Reloj hacia el
barrio de San Francisco Tepito, de la Gobernación de Santiago, de
donde era natural la difunta. Otro grupo compuesto por 20 ó 40 indios,
según las fuentes, permaneció frente al palacio de forma pacífica insistiendo con su presencia la comparecencia del virrey; así estuvieron un
buen rato. Al cabo de un cuarto de hora empezó a acudir gente de las
zonas inmediatas creciendo el número de los congregados. De repente,
comenz¿¡.ron a gritar y apostrofar contra el virrey "las más atrevidas
desvergüenzas y execraciones que jamás se oyeron" (45). Poco después un indio sacó una piedra de debajo de sus ropas y la arrojó contra
'112
el balcón. A partir de ese momento volaron multitud de piedras contra
el palacio, y la gritería se convirtió en alboroto. El motín había comenzado.
Al grito de ¡al arma! promrmpido
en los corredores de palacio por
mayordomo
Amadeo Isidro Seyola,
del virre¡ la guardia compuesta
únicamente por 12 soldados se dispuso a iniciar la defensa. En una primera acometida no pudieron hacer otra cosa que empujar a la muchedumbre hacia los cajones de los mercaderes y cementerio de la catedral donde los asaltantes se parapetaron. Al estruendo de los tiros disparados desde las azoteas de palacio y gritos de los indios que
exclamaban "viva el rey y muera el mal gobierno" (46), más gente
acudía a¡eforzar la ofensiva. Nuevamente comenzó la pedrea. La guardia tuvo que replegarse buscando refugio en palacio siendo perseguida
por el gentío. Conseguido su objetivo, no sin sufrir algunas bajas, cerraron las puertas. Todos los que estaban dentro, criados señores y soldados, se apresuraron a subir a las azoteas desde donde se había empezado ya a disparar contra un populacho que crecía por instantes. La
munición escaseaba, apenas si tenían una docena de balas (47), hubo
que recurrir a tirar de vuelta las piedras y palos que les arrojaban, así
como a disparar sólo con pólvora. Al percatarse los amotinados de lo
inofensivo de las descargas de las tercerolas se envalentonaron con mayor furia, y no faltó quien gritara: "¡Tirad, tirad!" "¡y si no traéis pelotas, echad tomates!" (48). Asimismo, muchos fueron los gritos desaforados promrmpidos de "¡muera el viney y cuantos le defienden!",
"¡mueran los españoles y gachupines que nos comen nuestro maízl"
(49), mientras sobre el palacio caía una lluvia de piedras. Decidió el
arzobispo Aguiar y Seijas poner fin a aquellos disturbios mostrándose
en público con los símbolos de su poder. Precedido por su carroza se
dirigió hacia la plaza a pie en compañía de algunos clérigos y enarbolando enormes cruces. No pudieron pasar de la esquina de Providencia
pues, siendo derribado el cochero de una pedrada y viendo el arzobispo que su presencia no conseguía apaciguar al gentío, se retiró por
donde había venido.
Serían unos diez mil los amotinados y aunque la mayoría eran indios, también había entre ellos un gran número de mestizos, negros,
mulatos y demás castas (50). Cansados de lanzar piedras empezaron a
traer cantzos, esteras, petates y demás material inflamable desde los
cercanos puestos del baratillo ¡ amontoniándolo contra las puertas del
palacio, prendieron fuego. En pocos minutos todas las puertas y
113
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ventanas del palacio fueron presa de las llamas. La turba enfurecida no
dejaba de gritar contra el virrey y el conegidor. Como éste todavía no
había recibido su merecido, un grupo se dirigió hacia las Casas del Cabildo en su busca. Al no encontrarle procedieron a quemar su coche.
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Envuelto en llamas fue conducido hasta el centro de la Plaza Mayor
donde, en un acto sangriento, mataron al enganche de mulas que des-
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bocado lo arrastraba.
Con la llegada de la noche fue creciendo la confusión entre los españoles, pues era ya evidente que se encontraban ante un tumulto a
gran escala. La situación era gravísima;laPlaza Mayor se encontraba
prácticamente envuelta en llamas, ardiendo al mismo tiempo las dependencias de palacio, la alhóndiga y casas del corregidor. Un observador que esa noche se hallaba a tres leguas de distancia de México,
creyó que el fuego se había desatado e:r los arrabales donde residía
(51). A esta gigantesca tea se vinieron a sumar los cajones de los mercaderes a medida que eran saqueados. Facilitaba el pillaje su escasa resistencia debido a su endeble estrucrura de madera. Los primeros asaltos se realizaron sobre los cajones que vendían hierro con objeto de armarse de instn¡mentos de ataque. A estos le siguieron los restantes de
tal forma que en poco rato todos los cajones de la plaza fueron presa
del pillaje. En medio del caos surgido no pocos mercaderes se mezclaron con la muchedumbre saqueando sus propios cajones con objeto de
salva¡ las mercancfas más valiosas; y sabiendo donde se guardaban
una vez en su poder hufan a toda prisa. Sigüenza y Góngora llegó a
comparar este espectáculo con el que siglos antes tuviera lugar en
Troya (52).
En vez de rebato en todas las iglesias de México se tocaba a rogativa. Salieron los jesuitas y mercedarios ante el populacho con imágenes
y cruces rezando el rosario y cantando letanías. Apenas entraron en la
plaza fueron recibidos con una lluvia de piedras, burlas y silbidos,
obligrándolos a disgregarse. Mejores resultados consiguió don Manuel
Escalante y Mendoza, tesorero del Sagrario de la Catedral y hermano
del fiscal del crimen de la Audiencia, quien junto a un grupo de clérigos y vecinos españoles salió portando en las manos el Santísimo Sacramento. Gracias a su exhortación y temor infundido por el Divino,
logró persuadir a un grupo de indios para que apagasen el fuego que
habían empezado a atizar en las casas del marqués del Valle y del
alférez José Cumplido (53).
Mientras tanto, la muchedumbre había dejado de arrojar piedras
ocupada en hurtar mercancías. Hubo un tremendo desorden. Cargados
115
de cuanto podía conseguir iban saliendo atropelladamente de la plaza.
Algunos indios murieron en el empeño por sáquear los cajones mientras ardían; otros, en cambio, fueron apuñaladós y desvalijados en la
hu-rdu. unos pocos españoles, hasta el momento apostados en las bocacalles de acceso alaplaza y en el cementerio de lá catedral, estupefactos de cuanto veían y oían precedieron a mezclarse con los tumultuantes y, en un deseo de venganza, empuñando espadas arremetieron contra alguno de ellos (54). Al poco rato hizo su aparición el conde de
santiago acaudillando a varios de los vecinos más principales de la
ciudad. Entre ellos se enconffaban su hermano, don Férnanáo, los contadores don Antonio Deza y ulloa y don Juan de cerecedo y el tesorero don José de um¡tia. venían desde el convento de san Fráncisco enviados por el conde de Galve a reconoóer si el tumulto era general.
Montados a caballo se internaron en la plaza abriendo fuego
u lo.
que robaban. Apenas encontraron resistencia; la muchedumbre
"o-ntya no
quería otra cosa que abandonar cuanto antes aquel escenario con el
fruto del saqueo. con el propósito de abrirse paso hasta el palacio en
llamas y r€scatar a los soldados, criados y duéRas allí arapados, sólo
realizaron una descarga matando a algunas personas. una vez logrado
su objetivo procedieron a la evacuación aprovechando una puerta trasera que daba a la calle de la Moneda. confundiéndose con el gentío
fueron saliendo en pequeños grupos hacia el paracio arzobispal.-En su
huida lograron salvar de las llamas algunos ób¡etos de valoi pertenecientes a los virreyes. A continuación acudieron a san Francislo a dar
cuenta al virrey de lo sucedido.
como a las 10 de la noche todo había terminado. La muchedumbre
que apenas había encontrado oposición a lo largo de las casi 4 horas
que duró el tumulto, se fue retirando a sus barrios y casas. La plaza
Mayor quedó desierta con más de 50 muertos esparcidos por el suelo y
numerosos edificios reducidos a cenizas humeantes, todó ello presidido.por el ennegrecido casco del palacio virreinal cuyas enráñas siguieron siendo presa del fuego hasta el martes día l0 (ss¡. uas tarde,
hacia las l1 de la noche cuando se extendió la noticia de que la situación estaba dominada, muchos caballeros principales saliáron de sus
escondrijos y empezaron a acudir al convento ¿é san Francisco para
ponerse bajo las órdenes del conde de Galve. Fue entonces cuando se
formaron patrullas para vigilar las canes durante toda la noche, tomándose medidas para procurar que al día siguiente no faltase la harina en
las panaderías ni maíz en la alhóndiga en prevención de nuevos distur-
bios.
116
Hasta la mañana siguiente no abandonó el virrey el convento de
San Francisco. Cuando lo hizo salió montado a caballo vestido de negro y con valona. Iba acompañado de su esposa, de los miembros de la
Audiencia,los componentes de la nobleza y un nutrido cuerpo de milicianos. En la Profesa le esperaba al Arzobispo Aguiar y Seijas quien
sentado en su coche le invitó a subir. Precedido por el de la virreina,
entraron los dos coches en la Plaza Mayor y dando una vuelta prosiguieron hasta las casas del marqués del Valle donde los virreyes ñjaron
su residencia. A medida que la comitiva atravesaba las calles era largamente aclamada por el pueblo que no dejaba de gritar: "¡viva el rey y
el conde de Galve!", mientras las campanas de todos los templos de la
capital echaban sus repiques al vuelo (56). Así terminó el tumulto del
8 de junio de L692, acontecimiento que delinea la situación conflictiva
que atravesaba el virreinato novohispano, amenazado desde la misma
capital de la colonia la estabilidad de la dominación española.
Las consecuencias
El tumulto que sobrecogió ala ciudad de México el 8 de junio de
1692 no fue un hecho aislado. Más bien sentó precedente propiciando
el desencadenamiento de distintos disturbios en diversos puntos del virreinato. Dos días más tarde Robles registra desórdenes en Guadalajara
resultando apedreados los oidores (57). En Tlaxcala el día 14 de ese
mes, unos 6.000 indios se sublevaron contra el gobernador Bustamante
-acomodado en el cargo por el conde de Galve- por tener "atravesado"
el trigo y maíz.Durante las tres horas que duraron los enfrentamientos
los amotinados prendieron fuego al palacio del gobemador y saquearon las trojes de maí2, registrándose numerosos muertos y heridos
(58). De menor importancia, pero igualmente significativos, fueron los
ocurridos poco después de Celaya y Querétaro. La causa fue la oposición suscitada por la novedosa disposición dictada por el virrey obligando a los indios de aquellas provincias a trabajar en las minas. El
saldo fue de 8 indios muertos (59).
Estos brotes encadenados de violencia constituyen signos visibles
de una situación social, política y económica que estaba latente. Sin
embargo, no podemos achacar toda la culpabilidad de los hechos a la
gestión administrativa realizada por el conde de Galve. Es necesario
tener presente que muchas de las motivaciones que influyeron en los
117
tumultos de junio de 1692 eran problemas estructurales agudizados a
través del tiempo con los matices peculiares de un peíodo histórico
concreto. Y no hay que olvidar que el gobierno de este virrey se encua-
dra dentro del "polémico" siglo XVII, desarrollándose durante los
años más críticos de la monarquía española de los Habsburgo. por ello,
es necesario considerar estos años de la historia colonial mexicana des-
de una perspectiva mucho más amplia que nos lleva al otro lado del
Atlántico. sólo así podremos interpretar de una forma acertada el verdadero sentido de estos sucesos y el por qué de su escasa incidencia
para propiciar las profundas reformas que la sociedad mexicana demandaba.
De hecho, estos sucesos constituyen igualmente signos de la situación histórica de España. La total atención de la metrópoli durante estos años por los problemas europeos llevaría a un cierto abandono por
ordenar cambios en el virreinato mexicano. Esta situación se vio agravada al coincidir con un momento en el que se estaban planteando algunas dificultades en los distintos campos de la administración del virreinato. Tal panorama propició el fortalecimiento de grupos de poder
dominantes incrementando la tensión social y política. Igualmente la
preocupación de la metrópoli por aumentar las remesas de metales repercutiía eno[nemente en la Nueva España, aumentando aún más las
ya de por sí dificultades económicas a las que se enfrentaba.
Si bien, los tumultos de junio de 1,692 fueron una advertencia para
que las cosas cambiasen si se quería seguir manteniendo aquellos dominios por largo tiempo, no hubo una predisposición de los gobernantes a reconocer que aquellos trastornos respondían a causas generales
y profundas. Lo más fácil y menos comprometido fue atribuir al pulque y al grupo étnico que lo consumía toda la responsabilidad de los
hechos. De ahí que la mayoría de las disposiciones adoptadas tras los
incidentes fueran de índole social con el fin de acabar con los patrones de conducta envilecidos del pueblo que, tal y como se pretendía
hacer ver, eran gérmenes de subversión social. Sigüenza y Góngora
expresaba con toda claridad este sentir generalizado entre los españoles al escribir: "del culpabilismo descuido con que vivimos entre tanta
plebe" (60).
En la capital al día siguiente empezí a perfilarse una política de represión social. Numerosos indígenas y castas fueron aprehendidos y
sometidos a durísimos castigos en escarmiento de posibles nuevos levantamientos. En unos casos se les achacó la responsabilidad de los in118
cidentes, en otros fueron culpados al ser sorprendidos con ropa robada
de los cajones. Se aplicaron penas como la horca, los azotes, la reclusión en obrajes, e incluso algunos fueron quemados en la hoguera y arcabuceados con amputación de los miembros (61). Ese mismo lunes se
prohibió estableciendo la pena de muefe para el infractor, la reunión
de más de cuatro personas pregonándose bando el 10 de junio. Igualmente se reguló el traje indígena obligando a este grupo social a abandonar todo tipo de vestimenta que no correspondiese a su status. Debía
volver a la tilma o manta, sin medias, el pelo corto y en ningún caso
podría andar a caballo. Asimismo se procedió a su reducción a los barrios que en un principio se les había asignado teniendo que salir de la
traza urbana. También se prohibió el baratillo realizado en la Plaza
Mayor, por ser el lugar de mayor concurrencia de indios y castas, habiendo quedado demostrado que fue un foco de participación en el tumulto. Además se intentó, mediante disposiciones locales, la imposibilidad de una armonización entre los diversos grupos étnicos para. garantizar la seguridad de los españoles.
Todas estas medidas pensadas para preservarlapaz social y el dominio español no podían imponerse sin el respaldo de una fuerza ar
mada permanente. Así pues, el conde de Galve mantuvo en la ciudad
de México hasta 1694las dos compañías de caballos formadas la misma noche del tumulto. Integradas por los vecinos de la ciudad su polémica permanencia estuvo en todo momento secundada por los comerciantes, principales interesados en la defensa de sus intereses, especialmente después de haber sufrido un duro revés con la pérdida de más de
150.000 pesos en el saqueo de los cajones (62). De la misma forma,
era absurdo pensar en la afectividad de tan variada reglamentación si
no se tocaba el fondo del problema social. Y para la mayoría de las
fuerzas vivas de la ciudad éste radicaba en la relajación material y moral surgida en tomo al pulque y las pulquerías. De hecho, la prohibición de la venta y elaboración del pulque en todo el territorio mexicano fue, entre todas, la medida de mayor conüol social y en la que se
fundamentaron las restantes. Pero además tuvo una gran dimensión
económica y política. Así, la identificación del tumulto con la embriaguez avalada por innumerables informes entre otros del Cabildo, Catedral y Universidad, restó responsabilidad política a los hechos. Esto
venía como anillo al dedo al gobierno de Madrid, cuya atención estaba
totalmente centrada en las guerras europeas y no podía derrochar esfuerzos iniciando una larga investigación para aclarar las circunstan119
cias de los sucedido en México. Creemos también que esta misma ar-
gumentación es válida para explicar por qué
la Corona estuvo
de
acuerdo con la prohibición del pulque pese a verse privada de los cuantiosos ingresos de su asiento, precisamente cuando estaba atravesando
una difícil situación económica. Su postura no podía ser otra si quería
zanjar con el menor esfuerzo político este desconcertante asunto. Pero
tampoco estaba dispuesta a mantener por mucho tiempo este sacrificio
económico y una vez las cosas volvieron a su cauce autorizó, en 1697,
su restablecimiento.
En cuanto a la incidencia de los sucesos en la política comercial
fue prácticamente nula. Bien es verdad que el gobiemo mantuvo una
vigilancia más estrecha para corregir el desequilibrio del abastecimiento de la ciudad mediante medidas de corta duración -tasa de precios,
envío de comisionados para conducir maíz a México, supresión de los
impuestos y derecho de alcabala sobre los granos y semillas, disposiciones contra la regatonería, aumento de la producción-, sin embargo,
las causas reales de las hambrunas y alza de precios, es decir, las limitaciones del mercado y la inadecuación de la producción a las necesidades de la demanda, no fueron revisadas. Ahora bien, nos inclinamos
a pensar que la crisis de 1692 afecrí en gran medida a la estructura
agraria de la Nueva España viniendo a acelerar el proceso de formación de las grandes haciendas. Si hasta el momento la hacienda había
respondido a la estrechez del mercado mediante la reducción de la producción conseguida con la prohibición de la siembra del trigo blanquillo, ahora tendrá que buscar otros mecanismos para lograr este mismo
efecto, por lo que iniciará una voraz campaña de apropiación de las pequeñas parcelas de tierra en manos de los indígenas que le hacían la
competencia.
Una consecuencia más inmediata del tumulto de 1692 fue el desprestigio a que se vio sometida la figura del virrey y la persona del
conde de Galve. Por el contrario y, gracias a este desprestigio, la Iglesia y su máximo representante el arzobispo Aguiar y Seijas, consolidaron su posición e influencia en la vida civil del virreinato. En efecto,
dada la escasa efectividad de los bandos publicados por el conde de
Galve contra los regatones, el arzobispo tomó la iniciativa de enfatizar
la postura gubernamental dictando un edicto e hizo se leyeran anatemas en las iglesias y catedral de la ciudad (63). Pero éste no es un
ejemplo aislado del fotalecimiento de la institución eclesiástica. En
1693, y como consecuencia de prolongarse la escasez de grano en Mé120
xico, el viney creyó conveniente recurrir al de Puebla incluyendo el de
la Iglesia. Enterado el obispo Santa Cruz se opuso en rotundo llegando
a desafiar al virrey a quien contestó por carta diciendo que defendería
su postura y "que lo haría hasta ver su Roquete, y Sagradas vestiduras
teñidas de su propia sangre". El conde de Galve no tomó ninguna represalia limitándose a contestarle en tono de avenencia, concluyendo
;.que si llegase el caso de sentirse alguna falta de trigos en la ciudad
."iá Vrru.1tr¡u. y su Venerable Cabildo quien primero la socorra, sin
que para ello sea necesario más que la noticia y mi interposición, de
que quedo asegurado" (64).
-
Resulta un tanto paradójico que pese a la gravedad del tumulto el
virrey no fuera inmediatamente destituido, o se le concediera posteriormente la licencia para regresa.r a España como insistentemente pediúa a partir de enero de 1693, no viendo cumplidos sus deseos hasta
junio dé 1695. La explicación hay que buscarla nuevamente en los problemas metropolitanos cuyo gobierno estaba en esos momentos ocupado en la guerra con Francia. Sin olvidarnos de las notables influencias
de Galve tenía en la corte, donde además de amigos y faque el
"ond"
miliares contaba con el respaldo de su hermano el duque del Infantado
que ocupaba el cargo de Consejero de Estado. A esta misma causa responde que fuera pasado por alto en su juicio de residencia un acontecimiento como aquel, aunque tampoco hay que desdeñar la idea que a
esas alturas esta-investigación fuera un simple trámite burocrático- Sea
como fuere, el tumulto de 1692 marcó hondamente al conde de Galve
y a partir de entonces no gobemaría con el ardiente ímpetu de los pridesplegada en los
-"ró, años. Caracterizados por la fuerte ofensiva
como la
aplastantes
tan
victorias
con
virreinato
del
puntos conflictivos
que
tanta
franceses
los
contra
Domingo
realizada en la isla de Santo
de
su
final
del
oscuridad
la
con
fama le diera en su siglo, contrastan
gobierno.
121
NOTAS
(l)
(2)
A.G.I., México, leg. 87: "La Real Sala del Crimen de México al Consejo de
Indias". México, 30 de enero de 169l; A.H.N., Osuna, Carpeta l5r, n.q 4:
"El conde de Galve a su hermano el duque del Infantado". México, 23 de
agosto de 1692 (Original autógrafo del conde de Galve).
Para una visión de la situación del régimen judicial a finales del siglo XVII
y primera mitad del siglo XVIII, véase: MURO ROMERO, Femando:
"Instituciones de gobiemo y sociedad en Indias (1700-1760)" en Estructu-
ras, Gobierno y agentes de lu administración (siglos XVI , XVII y XVIil).
valladolid, seminario Americanista de la universidad de valladolid-I.c.I.,
(3)
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(7)
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(10)
(ll)
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122
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A.G.I., Patronato, \eg.226, n.a l, ramo 25: "Los vasallos más leales del
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Ibídem.
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por la Real sala del crimen desde el I de enero de 1689 hasta el 28 de abril
de 1690 en virtud del decreto del Excmo. virrey de Nueva España". 1690.
(17)
(18)
(19)
(20)
(21)
(22)
(23)
(24)
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(26)
(27)
(28)
(29)
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(31)
(32)
fols. 1.029-1.04ó.
(33)
A.G.I., México, leg. 62: "La Real Sala del Crimen de México al Consejo".
México, I de diciembre de l69l; contestación del Consejo". Madrid, l9 de
julio de 1692; A.G.N., Reales Cédulas Originales, vol.21 , exp. 91.
A.G.I., Escribanía 23O-C: "Memorial ajustado de acusaciones...',. México,
(34)
(35)
(36)
30 de marzo de 1696, fol. I 1.
Ibídem.
PEREZ MALLAINA-BUENO, Pablo Emilio: Estudio preliminar a la obra
de SEIJAS Y LOBERA, Francisco: Gobierno militar y político del Reino
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A.G.N., Reales Cédulas Originales, vol. 17, exp. I19.
(37)
(38)
A.H.N., Osuna, Carpeta 152, n.q 45: "El conde de Galve al duque del Infantado". México, l0 de enero de 1693 (Duplicado autógrafo).
Ibídem.
Ibídem.
A.G.I., Patronato, leg.226, n.q 1, ramo 25: "Los vasallos más leales del
Reino de México dan cuenta a S.M.". México, 6 de julio de 1692.
A.G.I. Patronato,leg.226, n.e 2, ramo 2: "El sargento mayor y capitanes de
las compañías de milicia y batallón de la provincia de Tlaxcala al Consejo
de Indias". Tlaxcala, 2 de agosto de 1692.
A.G.I., Patronato, 1e9.226, n.e l, ramo 25: "Los vasallos más leales...".
México, 6 de julio de 1692.
Ibídem.
A.G.I., Patronato, 1eg.226, n.q 2, ramo 2: "El sargento mayor...". Tlaxcala,
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agosto de 1692.
Idem.: "Contestación del Consejo al gobemador de Tlaxcala". Madrid, 8 de
noviembre de 1693.
A.G.I., Escribanía de Cámara 230-C: "Memorial de acusaciones...". México,30 de marzo de 1696, fol. 10 v.-11;A.G.I., Patronato, leg.226,n.e l,
ramo 25: "Los vasallos más leales...". México, 6 de julio de 1692.
PEREZ MALLAINA-BUENO, Emilio: Estudio preliminar a la obra de
SEIJAS Y LOBERA: Opus cit., pá9.77.
Idem, págs. l8-19.
Idem, págs. l9-21; A.G.N. Ramo Real Acuerdo, vol 2 A: "Libro de Acuerdo de Ia Real Audiencia del Crimen que se hizo por haberse quemado el
que había el día 8 de junio pasado de este año de 1692 en las sublevaciones
de los indios y quema del Palacio Real" 1692, fol. 3.
PEREZ MALLAINA-BUENO, Emilio: Estudio preliminar a la obra de
SEIJAS Y LOBERA: Opus cit., pág. 19.
A.G.N., Ramo General de Parte, vol. 17, exp.229.
A.G.N., Reales Cédulas Originales, vol.23, exp. 85.
A.G.I., México, leg. 87: "D. Juan Escalante y Mendoza fiscal del Crimen
de la Audiencia de México al Consejo". México, 30 de junio de 1690.
Idem.: "Don Benito Novoa Salgado fiscal de lo Civil de la Audiencia de
México al Consejo". México, I I de julio de 1689; Escribanía de Cámara
230-C: "Memorial ajustado de acusaciones...". México, 30 de marzo de
1696, fol.1.
MURO ROMERO, Fernando: Opus cit., pág.199.
123
F
(39)
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(41)
(42)
(43)
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(45)
(46)
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(55)
(56)
(57)
(58)
(59)
(60)
124
Véase A.H.N., Universidades, Libro 1.169-F: "El Cabildo de México al
Consejo". México, 28 de abril de 1693; México, leg. 9l: "Don Teobaldo
Gorráez al Consejo". México, 20 de junio de 1693; y A.H.A.X., Alcaldes
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Apóstol Santiago el mayor. México, por doña María de Benavides, 1699,
(61)
ROBLES, Antonio: Opus cit., págs. 98-102.
(62) A.G.I., Patronato, \eg.226, n.e l, ramo 25: "Los leales vasallos más leales
de México dan cuenta a S.M.". México, 6 de julio de 1692.
(63) ROBLES, Antonio de: Opus. cit., pág. 104.
(64) TORRES, Miguel de: Dechado de príncipes eclesiásticos que dibujó con
su exemplar, virtuosa y ajustada vida el llust. y Excmo. Señor Doctor D.
Manuel Fernández Santa Cruz, y Sahagún. Puebla, Imprenta de la Viuda
de Miguel de Ortega Bonilla, 1714, págs. 258-60; véase también: CARRION, Antonio: Historia de Puebla de los Angeles. Puebla, Viuda de Dávalos e Hijos editores, 1896, tomo II, párys.36-42.
págs. 36-38.
SIGÜENZA Y GONGORA, Carlos de: Opus cit.,pág.62.
Ibídem.
ROBLES, Antonio de: Opus cit., pág. 90.
SIGÜENZA Y GONGORA, Carlos de: Opus cit., pág.64.
Idem, pág. 63.
Idem, pág. 64.
Idem, pág. 67.
"Carta escrita desde México dando cuenta de los sucesos importantes ocurridos en este año de 1692", en Documentos inéditos o muy raros para la
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por primera vez enla Colección de Documentos inéditos o muy raros para
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LXVII,
págs. 393-410.
SIGÜENZA Y GONGORA, Carlos de: Opus cit., págs. 70-71.
ROBLES, Antonio de: Opus cit, pág. 91.
SIGÜENZA Y GONGORA, Carlos de: Opus cit.,pág.72.
Idem, pág. 78.
ROBLES, Antonio; Opus cit., pág.95.
ROBLES, Antonio de: Opus cit., pág. 103.
La documentación sobre estos incidentes se encuentra en A.G.I., Patronato,
leg.226, n.q 2, ramo 3 y n.e 2, ramo 2.
A.G.I., Patronato, leg. 226, n.a l, ramo 25: "Los leales vasallos más leales
de México dan cuenta a S.M.". México, 6 de julio de 1692.
SIGÜENZA Y GONGORA, Carlos de: Opus cit., pág.60.
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APENDICE DOCUMENTAL
142
DOCUMENTO
I
Relación de las personas que pasaron a la Nueva España acompañando al virrey conde de Galve. 1688.
(4.G.I.,
Secc. Contratación, leg. 5.450)
Dn. Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, Conde de Galve, Gentilho-mbre de la Cámara de su Mgd. Comendador de la encomienda deZalamea y CeclavÍn en la Orden y Caballería de Alcántara,
Alcaide perpetuo de los Rs. Alcázares puertas y puentes de la Ciuo. de
Toledo y del Castillo y Torres de la de León, Certifico que la familia
que llevo y pasa conmigo a la Nueva España y Reino de México es la
que siguiente:
De
Elvira de Toledo y Córdoba, mi Mujer.
Dueñas y Damas
De Magdalena de Villegas Retes
Dc Tomasa Ferrando
Dt Bernarda de Torres
Ds María Cathalina de Torres
Dq Manuela
F
Rojo
Teresa de Torres
De Magdalena de las Cuevas
Ds Antonia de Suya y Toledo
De Alfonsa de Fonseca Piña
D¿ Estefanía de Bozmediano
Criadas de la Cámara
Margarita del Castillo
Agueda de la Higuera
Ana Rufel
Brígida de España
Isabel
Criados
Este religioso y su
compañero se pusieron
en el despacho de
emba¡cación los primeros
luego el capelkín. Y
su criado de éste después
de los pajes
El Pe. Alonso de Quirós de la Compañía de JH.,
mi confesor
El Pe. Manuel Navarro, coadjutor, su compañero
Dn. Antonio Salvaz, mi capellán
José de Losada, su criado
Dn. Amadeo Isidro Seyol, mi Mayordomo
Ignacio Caballos, su criado
Dn. Juan Francisco de Vargas mi secretario
De Josefa Puhón, su mujer
Francisco Gómez, su criado
Dn. Pedro de Leyva, mi caballerizo
De María de Orozco su mujer, Dn. Gaspar,
Dn. Pedro y De Manuela de Leyva, sus hijos
Ds Francisca Arquero, criada de Dn. Pedro
de Leyva
Dn. Pedro Manuel de Torres
Da Margarita Valenzuela, su mujer
Dn. Martín Civerio, mi médico
Alonso de la Cruz, su criado
Esteban de Torres, mi cirujano
Andrés de Ximeno, su criado
Gents. hombs. de Cámara
Dn.
Dn.
Dn.
Dn.
Dn.
Dn.
Dn.
Dn.
146
Diego Morales maestre Sala
Sebastirán de Ugarte
Juq Cortés
Jue de Briones
Antonio Pariente
Fernando de Bustamente
Antonio de Orejón
Bartholomé de Torres
Pajes
Dn. Alonso López de Baneda
Dn. Mathías Gutiérrez de Espina
Dn. Pedro de la Barreda
Dn. Jerónimo de Celada
Dn. Diego de Celada
Dn. Francisco Aldado
Dn. Francisco Palomeque
Dn. Mateo de Sobrevilla
Dn. Jue Galdó
Dn. Manuel de Alvarado
Dn. Joseph de Valladolid
Dn. Miguet Pérez de San Pedro
Diego Bermúdez, criado de los Pajes
Ofics. ¿. ¡" gría.
Dn. Antonio de Mata
Da Manuela de Parla y Olmeda, su mujer
Dn. Manuel Tirado
Dn. Manuel López de Rojas
Ayudas de Cámara
Matias González
Da Frailana García, su mujer
Da María García, su hermana
Jue Antonio González, su hijo
Andrés de Otero Barbero
Francisco Pérez Sastre
Cosme Corné
De Inés Yélez, su mujer
0ficios
Lázaro Piedra, veedor
Benito Díaz, guardarroPa
147
DOCUMENTO
Mariana Rodríguez, su mujer
Jue
Arrai, repostero de estrados
Isabel G6mez, su mujer
Santiago Gonzílez, mozo de retrete
Isabel López de Parga, su mujer
Carta del virrey conde de Galve a su hermano el duque del Infantado
informándole sobre el tumulto de México. México,23 de Agosto de
1692. Original autógrafo del conde de Galve.
Antonio Fernández, tepostero
Jue Molero y Antonio Prieto, sus ayudantes
Esteban García, cocinero
Pedro Ferniández, Juan Izquierdo, sus ayudantes y
Pedro Ferniández, su sobrino
(Publicada por Irving A. Leonard en su obra Alboroto y motín..., doc. n.q 4,
pá9. 126-130, con la referencia equivocada. El original se encuentra en
A.H.N., Osuna, Carpeta 151, n.q 4).
Los cuales dichos criados son los mismos que llevo en mi familia y
todos cristianos viejos y no de los prohibidos de pasar a los reinos de
las Indias y los que son casados llevan sus mujeres y para que conste
donde convenga doy esta certificación firmada de mi mano en Cádiz
en Ventinueve de Junio de mil seiscientos y ochenta y ocho.
El Conde de Galve
o
148
2
Exmo. So¡. Hermano, Amigo y sor mío, por los traslados adjuntos
reconocerá Ve. alguna parte de la mucha aplicación al servicio de S.M.
y en beneficio de estos reinos y la desgracia que padecí de su desconocimiento y tumulto que contiene por mayor el uno de ellos de que quedo bien mortificado y no menos mi Mujer quien en el suceso experimentó el riesgo de su vida más inmediato, por cogerla, la noticia de
vuelta a palacio muy cerca de su plaza, obligiándola aunque sin descompostura con bastante cuidado y recelo, a retirarse al convento de
San Francisco en que yo me hallaba y me mantuve aquella noche, disponiendo la seguridad de la Ciudad destituido de Ministro de resolución que me ayudase, ni la tubiese para oponerse durante el alboroto a
resistierle, ni aún a congrcgar para ello la vecindad en nombre del rey
que en caso de haberlo hecho según lo que ha sabido, no hubiera cogido tanto cuerpo la materia porque los vecinos de posible y sus familiares y domésticos, sólo deseaban para emprender, la oposición, cabezas
con autoridad de Justicia, que les interpelasen, y asegurasen en los movimientos de la común defensa.
No estrañe mucho este accidente, y desamparo porque los princi
pales Ministros de la Audiencia Criminales y Civiles tienen poco espíritu para semejante empeño y menos experiencia aún de otros muy inferiores por su corta aplicación, personal blandura y desmaio en el procedimiento y castigo, de delitos, 1o cual ha prevalecido de años a esta
parte, estragando las costumbres, con demasia la obediencia y el respeto, y aunque, con noticia de estos inconvenientes, que fuve de mi antecesor, desde que entré en el Virreinato y gobierno, procuré remediarlos
como la autoridad del no se extiende al conocimiento y enmienda de lo
149
que en justicia y puntos de particular interés, se procesa por las referidas o por las ordinarias, por entonces no puede aplicar otras providen-
cias que la desapercibir a todos del cumplimiento, de su obligación,
con poco fruto en cuanto a dichos Ministros, de audiencia, por ser la
mayor parte, incurables cómo inútiles de naturaleza,para sus empleos,
más que criminosos, y por esta causa, incapaces de las impresiones
contrarias de madurez eficacia, prudencia y entereza que se requiere,
con que me vi precisado, en lo criminal a varias resoluciones, y extraordinarias, contra delincuentes en casos de hermandad, salteamientos,
y robos, de que tengo dado cuenta a su Majestad y a V.E. con traslados
de sus consultas en los antecedentes despachos y aunque con alusión, a
lo que en este particular sucede, en la del tumulto propongo la congruencia del restablecimiento de las compañías milicianas de Batallón
para ocurrir a los daños, que causa la tibieza en la administración política de Justicia, no me pareció declararme más, por no empeñarme, en
la expresión de la tacha de cada ministro, y reconocer, como llevo
apuntado que proceden más de ignorancia, y desmayo natural, que de
malicia y considerando que la humana, no tiene término de proporción
en sus operaciones y calumnias receloso de las que la emulación y el
estudio del descargo y propio interés ha empezado a sembrar y producir contra mí se las apuntaré a Ve. con lo que alcanzo además de lo referido y se me ofrece en orden de su defensa por si conviniere el que se
halle instruido de uno y otro para las Judiciales o extrajudiciales noticias de este reino, que sobrevinieren o concurrieren con mis informes.
Descárgense los ministros con mi aplicación y de mis oficios suponiéndola exorbitante, y que con ellos les impedía el uso de los suyos y
es verdad que su omisión para enmendar los consecuentes daños, me
obligó a algunos procedimientos, de los que tocaban, y acometerlos a
sujetos de mi satisfacción, y mandar a la sala del Crimen y demás Justicias de esta Ciudad, que sin darme cuenta no efectuasen soltura de
reo, preso por salteador o ladrón, pero sin inhibirlas de su ordinario conocimiento Jurisdicción y autoridad, enmendando sólo lo excesivo de
algunas absoluciones de dichos reos, y el perjuicio, de su quedada en
el reino, con desterrarlos gubernativamente, reservando los motivos de
estas determinaciones sin expresión ni relación de las contrarias de dichos Minros. Algunos desatendiendo a lo que contiene de gubernativa,
y tuvo de precisa por la poca autoridad, actitud, y diligencia de la justicia y regimiento de esta ciudad y su imposibilidad de medios de Redarguien también mi intervención en orden a su abasto y provisión de
150
bastimentos como uno de los motivos del tumulto y aunque no puedo
negarrne a que lo fue por persuadida, la libertada e ignorante muchedumbre de su plebe, a que me interesaba, o tenía alguna prenda de
conveniencia en ella, y por haberse enconado y descompuesto, en este
error,lo cierto y que me ha enseñado larazón y la experiencia del suceso es que el pueblo no se satisface en la materia con demostraciones
o diligencias a su favor, sino con la abundanciay bajeza de los precios
y que habiéndose imposibilitado ésta, por naturaleza y temporales contrarios sólo el miedo podía asegurar del riesgo de sus movimientos y
que falto éste y lo estaba, por la floja administración de Justicia, en
toda suerte de republicanos y estados resultando de tan pernicioso,
principio, la facilidad del dicho tumulto en los Indios y gente pobre
como peligrados sólo en la vida hoy asegurados por el mejor decir de
no perderla con el descuido blandura y desmayo de sus Jueces y en estos términos lo que creo haber conseguido con mi intervención y oficios, a riesgo de mi caudal y crédito, fue, el entretener la república y el
reino, con la provisión competente y proporcionada, a que se encaminaron ocurriendo y retar dando cuanto estuvo de mi parte, el alboroto
de la plebe, que en caso contrario, tengo por cierto le hubiera padecido
antes pues empezó su amenaza y recelos con la falta de trigos y harinas
desde septiembre pasado de 1691 en esta ciudad y en la de Puebla. Y
se fue agravando con la sobreviniente de maices.
Reconozco que con esta confesión y concepto recaigo en el cargo
de menos prevenido pues debí estarlo para la oposición y escarmiento
de cualquiera desacato popular como receloso, y amenazado, pero esta
culpa o imprudencia aparente tuvo tantos patronos de todos Tribunales
y estados y de los principales que me dan las leyes por compañeros en
el mando y por precisos, para la consulta y Consejo, en materias, arduas que no puede dejar de seguirlos a sí por su contestación, en el
desprecio, del común riesgo como por sus experiencias del país. Y sus
habitadores y por parecerme acertada su opinión, en que aprobando mi
intervención diligencias sobre la provisión condenaban, por perjudiciales y en descreto de la autoridad y por peligradas de producir, mayores
atrevimientos y libertad en la muchedumbre, las que se hiciesen, con
novedad en orden a prevenir defensas irregulares en su oposición y de
sus quejas, por la flaqueza y desconfianzaqve se redargüirá, de semejante demostración, y perrnanecieron tanto, en este dictamen, que llamados la tarde inmediata del día siete de junio, los dos oidores más antiguos y consultados, sobre cierto bullicio de Indias que resultó de la
151
venta de maíces, en la alhóndiga, no les pareció necesaria, para el remedio, más providencia que la de encargar la superintendencia diaria
de ella y del dispendio de dichos granos por el inteín de la necesidad a
un ministro togado, como se empezó a practicar de mi orden en el siguiente día por el fiscal del crimen Dn Juan de Escalante, con la desgracia del sobreviniente tumulto.
El haberme mantenido en San Francisco por el término de su duración tengo entendido que no ha faltado quien lo moteje con imprudencia, sin advertir que con la repentina que me causó la noticia del suceso: el primer impulso de mi deliberación, fue el de salir incontinenti, a
remediarle aunque, destruido de guarnición y medios para conseguirlo,
y por la oposición de los Religiosos, razones de congruencia con que
lo resistieron: la de mi riesgo y el consecuente de todo el reino, en el
contrario acaecimiento de mi falta, la de la ojeriza del pueblo, con el
error concebido de haber estancado los granos, por conveniencia propia declaración de su encono, con el acontecimiento de Palacio y amenazas, principales de mi muerte y la de todos los de mi familia, y la de
componerse gran pafe, de los tumultuantes de gente embriagada e incapaz de respeto, me persuadieron a seguir su dictamen, y ejecutar lo
referido, repartiendo, desde dicha conventualidad, las órdenes de que
doy cuenta a S. Majestad, y me perecieron convenientes a su Real
Servicio.
En cuanto a lo de los empleos militares y otros encargos sobrevinientes, al suceso; y que convienen por ahora, para el resguardo del
reino también, he llegado a entender que la emulación no deja de sindicarlos y que hay muchos querellosos, de no haber sido preferidos en
ellos o igualados, y lo estará Ve. de que todo lo que he obrado en este
punto en los presentes términos de la materia, me ha sido preciso, y el
contemplar a los que lo son para el mejor asiento de dicho resguardo, y
de la paz y quietud de que necesita el reino, sin detenerse en el examen, de sus experiencias, o práctica de cada uno, para su empleo sino
sólo en sus séquitos y populares actos, lo cual no hiciera en el diverso
caso de defensa de la tierra contra invasiones extrañas y no domésticas,
porque para éste, no ignoro que no son a propósito por su falta de exercicio e inteligencia, ni me conviene el despreciarlos habiendo sido de
los más puntuales, con su ofrecimiento y asistencias, desde la noche
del tumulto, de que les estoy muy reconocido e imposibilitado el remunerarlos, en otra forma, por el miserable estado ha que a declinado este
gobiemo con proveerse lo empleos principales. Y oficios de su distrito,
't52
por su Majestad en descrédito, y con descaecimiento notable de la
áutoridad de los que la tienen a su cÍlfgo, como lo experimenté en el
suceso referido con mi desamparo, durante la Unión de los agresores,
y por 1o que toca a resoluciones políticas y de hacienda que para el reparo de semejantes daños en 1o adelante se han discurrido y parecido
precisas la conformidad de los autores y consejeros de ellas, que los
votaron por Acuerdo, Junta, o informes de las Justicias aún en los términos de que por allá, no se tengan muy acertadas, y se adicionen, algunas por los de dictamen contrario, como sucede en todas por la variedad de la naturaleza, de la intención, o de la comprensión de este
punto.
Quedo entendiendo al presente, en los medios y arbitrios para la
indemnidad de la Rl. Hacienda, conveniencia o, inconvenientes, de la
extirpación absoluta del pulque, como en la consulta sobre el tumulto,
lo paficipó a su Majestad, y porque, para ocurrir en lo tocante al pulque a la determinación, intempestiva, y anticipada del consejo y a los
duños qoe se recelan de ella me parece, que puede aprovechar a Ve' la
noticia de algunos de los informes, que he tenido en esta razón le remito, entre los adjuntos papeles un traslado de el de la Real Universidad
de este Reino y otro de la Cédula respuesta que tuve, sobre 1o que recién entrado en el Gobierno informé en orden al abuso de dicho brebaje y sus pemiciosas consecuencias que dieron gran cuerpo, calor y materia dispuesta a la del tumulto, por las embriagueces, que causa: y estimaré los oficios de Ve. para que por el interÍn de la resolución de por
acá que procuraré despachar cuanto antes, se suspenda la del Consejo
no conformándose, con dicha estirpación, en que espero me favorezca
Ve. como acostumbra. Con todas veras y ftneza, guarde Dios la Exma.
persona de Ve. hermano, Amigo y señor mío,los muchos años que deseo y ha menester. México, 23 de Agosto de 1692.
A los pies de V.E. su hermano y muy amigo
El Conde de Galve
Excmo. Sr. Duq. Marqs.del Cenet. mi herme Ama y
Sor'
153
DOCUMENTO
3
Carta del virrey conde de Galve a su hermano el duque del Infantado
sobre su actuación en la provisión de oficios. México, 10 de enero de
1 692. D uplicado autó grafo.
(A.H.N., Osuna, Carpeta 152,
n.q
45).
Hermano Amigo y Excmo., con el despacho de la Flota surta en
este Reino y aviso antecedente de ella, recibí diez cartas de V.E. la primera duplicado de la de 22 de Septiembre de 1690 a cuyo principal
tengo ya respondido y las restantes de 19 de Junio,9 de Julio y 2l de
Noviembre de 1691,5 de Febrero,4,ll,28,y 30 de Junio y 6 de Julio
del año pasado de 1692, estimando con el reconocimiento de mi obligación lo que favorece en ellas con las noticias de su salud, parto feliz
de mi sobrina la de Niebla, y de hallarse en esa Corte la de Lemos, y
sintiendo que mi hermana no la goce muy cumplida, y tan sin intercadencias y cabal como se la deseo y he menester. La mia a Dios gracias
va mejor de los accidentes, aunque no graves, que me molestaban y
contraje con la demasiada aplicación a que me obligaron las calamidades del País y dependencias del Gobierno de mi cargo; y lo mismo sucede a mi mujer por lo que toca al habitual suyo, quedando uno y otro
con buena voluntad al servicio de V.E. y muy reconocidos a su memoria, agasajos y prendas de que se componen, que recibimos sin avería,
y a la enhorabuena que correspondiendo a mi Cariño, y como a tan interesado en sus adelantamientos me da V.E., así de su promoción al
Consejo de Estado como de la de mi Padre y de la de éste al Gobierno
de la Presidencia de Italia.
El desengaño de V.E. y contestación de mi Padre el Sr. Marqués de
Villafranca en orden al Beneficio de los oficios de Justicia de mi provisión, y correr ésta por S. Md. sin que por ahora tenga hechura de lo
contrario, me deja con él bastante para no molestar con más representaciones en este punto durante mi gobiemo, si bien la hago en la ocasión presente, de quedar en ánimo de suspender el cumplimiento de al155
gunos Títulos de dichos oficios que nuevamente llegaron a mi noticia
por el interín que los que los poseen con el mío cumplen el término de
sus mandatos, pues no hallo razónpara removerlos intempestivamente
con tan irreparable y notable daño, como de efectuarlo lo experimentarían en su caudal y créditos, y más siendo mis criados algunos, y que
en medio de la buena Ley con que me han asistido y acompañado desde esa Corte, posponiendo otras conveniencias, debo persuadirme a
que lo han hecho con especial fin de lograr las referidas, y que según
su descaecimiento si les hubieran comprendido antes de salir de España, no se desterraran por ellas a riesgo y distancia tanta, sobre lo cual
para la manutención de estos concurre la disposición Rl. y específica
de S. Md. para acomodarlos en empleos de calidad referida hasta en
número de doce de que por lo que a mi toca se me libró y dio despacho
en29 de Junio del año pasado de 1688. Y en cuanto a los demás Proveídos no es menor el inconveniente y embarazo de su despojo porque
lo fueron en remuneración, no sólo de sus servicios antecedentes y calidad, sino de los que hicieron a su costa en defensa del País y reparo
de la turbación general de Indios y Plebeyos que amenazó el tumulto
de los de esta Ciudad y de la provincia de Tlaxcala, y como quiera que
todavía duran las calamidades que les causaron, me parece que a su
vista sobre injusta fuera muy sensible la remoción de los remunerados,
y me desayudará para mantener el Reino con la quietud y sosiego en
que hoy se halla. He meditado en este particular con V.E. como lo
hago con mi Padre el Sr. Marqués de Villafranca,pura que estén enterados de la realidad y fundamentos de la materia, y de que el atraso de
los interesados es temporal e interino y menos apreciable su perjuicio
que el de diárseles luego poseseión padecieran sus antecesores por mí
proveídos.
Atendiendo con razón V.E. a los cuidados y urgencias presentes, y
al servicio de Ntro. amor y su desahogo, y necesidad de asistencias
(como debemos hacerlo todos) me recuerda esta obligación para el
mayor adelantamiento del envío de la presente flota, y sin embargo de
que quedo en desempeñarla, ingeniandome para este fin lo posible,
porque no se padezca en la materia tanto engaño, ni se incurra en el de
Esperanza demasiadamente alegtes y en los desaciertos que suelen
producir, remito tanteo en el despacho, con consulta de la importancia
y cargas de la Rl. Hacienda de este Reino, y por otra parte doy cuenta
de su estado y continuación de sus calamidades que le tienen bastantemente afligido, pues a las que participé a V.E. en cartas de 30 de Junio,
156
y 23 deAgosto, del año pasado (cuyo duplicado es con esta) sobrevino
la de la pérdida absoluta de los trigos temporales del, por el mismo
y'
achaque á" qu" procedió el antecedáte, y lá epidemia dé sarampiones
malignos que empezó desde dicho mes de Agosto, y va cundiendo
todo el País, con muerte de muchos Indios y gente servil y pobre de todas calidades, y atraso general de los comercios y labores por falta de
sirvientes y operarios en tanto grado, que hemos padecido carestía y
escasez, no sólo de los bastimentos faltos por penuria y esterilidad del
tiempo, sino de los abundantes y de los demás menesteres, por no haber quien los beneficie ni trajine. Y aunque cesando en esta ciudad y
sus contomos el contagio, empezamos a respirar de algunos días a esta
parte. La duración de tierra adentro me tiene muy cuidadoso por el desavío que causa a las haciendas de minas, en detrimento de su buen corriente, de que podrá inferir V.E., el que tendrán las dependencias del
Gobierno de mi c¿Irgo, y cuanto necesitare de aplicarme para que no
descaezcan con demasiado exceso, y especialmente la del despacho de
la flota y su envío que por acá es la que más insta, por de mi mayor y
de tan principal atención.
Las promociones, muertes, embarazos del despacho de la flota y el
de entrada de Galeones, reforma de Tribunales y Ministros, retiro y declinación de unos, y sustitución de otros, acaecimientos de Guerra por
la Mar, y en diferentes Países que me avisa V.E., todos me p¿Irecen
efectos muy connaturales y colrespondientes a la humana inconstancia
de tiempos y temporalidades y a la constitución común de las presentes, que las promete más trabajosas y falibles cada día, como por lo
que me toca lo tengo bien experimentado con la contrariedad de los sucesos de mi gobierno sin haberlos diferenciado en sus causas, en cuanto a la recta intención, diligencia desinteresada y celo de mi obligación, con que con dificultades haré juicios firme de ningunos, y le estimo a V.E. la enhorabuena que me da de los favorables, y noticia de no
haber parecido mal mis despachos, y mejoría de la reina ntra. sra. sintiendo los accidentes que ha empezado a padecer, y dando gracias al
altísimo de que a vista de cuidado tanto se halle nuestro Amo, de calidad que aliente nuestras Esperanzas de sucesión, y de remedio de tan
contrarios y descuadernados sucesos como los presentes, con su salud
y aplicación e inteligencia quedo advertido de las recomendaciones de
V.E. y especialmente por Tapia, y por el Padre Suiárez y su Casa Profesa, y con el cuidado de mi obtigación a procur¿r sus conveniencias y '
muy reconocido a los oficios con que patrocinó a Andrés de Pez para
157
las suyas, y para el buen despacho de su encargo y disponiendo de la
ejecución de lo mandado por S. Md. en este punto, y al servicio y obediencia de V.8., Hermano y Sr., con deseo de ejercitarla en muy de su
agrado. Guarde Dios A V.E. los muchos años que deseo. México, 10
de Enero de 1693.
Posdata de mi propia.
Señor, en esta he dado respuesta a las de V.E. quien debe considerar cómo podré hallarme a vista de semejantes cuidados y contratiempos que sólo el conocer bien todo de la mano de ntro. sr., puede y debe
aliviar el desconsuelo que corresponde a estos trabajos, procuro cuanto
está de mi parte aplicarme a todas las.providencias que caben en lo hu-
mano para el alivio del común. Y puedo asegurar a V.8., no perdono
trabajo ninguno que mire al logro de lo que deseo, que es únicamente
el mayor cumplimiento de mi obligación para conseguir el servicio de
y el del Rey. Y crea V.E. que aunque esos sres. tendrán muchos
r lios
I motivos para algunas resoluciones que toman, no son fundadas en el
1 mejor conocimiento de las cosas de este Reino, y como todo su anhelo
es a sacar dinero sin considerar los malos efectoi que produce el modo
de conseguir este intento, cuando no se arregla a los términos justos,
no me admira se confunda la mejor inteligencia, y que se arriesge el
acierto. Dios nos le de a todos muy caudal, que bien es menester para
que las cosas de la monarquía caminen debajo de mejor planta que
hasta aquí, y me conceda el verme cuanto antes a los pies de V.E. que
es lo que más deseo, y en el interín quedo a ellos con resignada obediencia a sus preceptos.
La copia de la consulta que hago a S.M. y relación adjunta es del
buen suceso que tuvo Don Diego de Vargas en el Nuevo México, recuparendo lo perdido desde el año 1680. Noticia que debe ser bien recibida por lo mucho que se deseaba y lo importante que es.
A los pies de V.E. su hermano y muy amigo
El Conde de Galve
Excmo. Sr. Duq. Marqs.del Cenet. mi herma Ame y S{.
158
DOCUMENTO
4
El virrey conde de Galve a su cuñada la duquesa del Infantado sobre
asuntos familiares y su situación en la Corte. México, 12 de enero de
1693. Firma autógrafa del conde de Galve.
(A.H.N., Osuna, Carpeta l52,n.e 49).
Mi señora y mi Hermana con el rendimiento y estimación que corresponda al que profeso a Ve. he recibido las favorecidas cartas que
Ve. se sirvió de escribirme en 25 de febrero y 17 de junio del año pasado con especial gusto, por las gustosas cuanto apreciadas buenas noticias que me facilita de la mejoría de salud de Ve. la de mi hermano el
Duque y que ambos queden recobrados de las quiebras e indisposiciones que padecieron en ellas y de que todos mis sobrinos la posean
cumplida, que las he celebrado con el alborozo que merecen como por
haber tanto tiempo que carecía de ellas cuya falta me tenía con indecible cuidado. Gracias a Dios que me sacó del, con tan favorables, circunstancias y noticias de tanto aprecio para mí; quiera su Divina Majestad continuarla con la robustez y felicidad de que menester; quedando muy alegre que mi sobrino Manuel esté tan famoso y tan hombre
que necesite de espada y que el conde se aplique al estudio a jugar las
afmas, y a andar a caballo de que Ve. tenga el gusto de tener en esa
corte a mis sobrinos los de lrmos y que queden manteniendose con el
beneficio de gozar buena salud y el que ocasionan a Ve. su nieto y mi
sobrino el hijo de Niebla tan lindo y apacible como Ve. refiere y lo
mismo hace mi hermano que bien me manifiesta lo que le quieren Dios
se le guarde a Vexas. para su consuelo y me conceda el verle y darle
muchos besos y ponerme a los pies de Ve. quedando a ellos como lo
estaré desde todas partes; algo mejorado de mi cabezay con mejoría?
de salud gracias a su Divina Majestad aunque muy flaco; mi mujer
besa a Ve. la mano muy afectuosamente y también posee algún alivio y
va convaleciendo de sus continuos achaques con felicidad y con buenos deseos de servir a Ve. a quien rindo las debidas gracias por el buen
159
afecto con que desea el mejor logro de las dependencias y representaciones que hago a Su Majestad que aseguro a Ve. que todas son al fin
de su mayor servicio sin otra circunstancia ni interés que no sea el de
que se logre lo que le conviene como lo haré mientras viviere por mis
obligaciones y por corresponder a las honrras que siempre le debí y del
verdadero afecto que reconozco a mi hermano creo, sin repugnancia la
aplicación y diligencias con que se interpondrápara dar a entender así
al Rey nuestro señor como a sus ministros mi celo y buen obrar en que
he procurado el ahorro de su Real Hacienda que ha sido posible sin dejar de asistir a lo preciso sin que me haya excedido ninguno de mis antecesores y con certeza pueden Vexas. hablar muy claro y sacar la cara
en cuantas ocasiones se ofreciere en que espero deber a V.E. me continue el favor y honrra que siempre la ha merecido y reconozco aYe.
He sentido el fallecimiento del conde de Paredes, Marqués de la
Laguna, nuestro señor le tenga en descanso y puede Ve. tener entera
satisfacción que en cuanto se ofreciere a mi señora la condesa en este
Reyno y necesitase de mi patrocinio para el buen éxito de sus dependencias me aplicaré a que le tengan con todas Veas. facilitando cualquier embarazo que lo pueda ser así se lo escribo en esta ocasión y Ve.
se lo puede asegurar.
I A Don Francisco de Aldao he atendido como a recomendado de
Ve., proveerle en un oficio de alcalde mayor en que pudiese lograr algunas conveniencias y como estos oficios no rinden lo necesario para
mantenerse si a ellos no se lleva 1o que llaman avío, que son géneros y
dinero efectivo para el rescate y tráfrco de los que producen lajurisdicción de la Provincia de donde va a ser Alcaldes mayores y esto no lo
pudo consegui¡ ni tuvo quien se lo diese, se vio obligado a no ir a él y
le concedí que buscase persona a quien se le pasase esta gracia; como
lo hizo y tengo entendido que le correspondió agradecido y demás de
esto le he cuidado y cuido de manera que espero él los escriba a Ve;
queda malo y a días que anda con falta de salud y cortedad de vista y
padece torpeza en la lengua para pronunciar y se puede recelar que se
les arraigue el mal por lo poco que se cuida.
Veo lo que Ve. me refiere de que el Rey resuelve por sí y se aplica
al despacho. Dios le de el acierto que necesita, y f,o dudo habrá muchos envidiosos de las honras que su Majestad hace a mi hermano el
Duque que porque no logran las mismas promrmpirán en hablar lo que
Ve. no debe hacer caso pues cuantos estan en empleos o cerca de las
reales personas cuando ninguno de los que su Exce. tiene han vendio
160
de otra mano ni por otra intercesión que la mera voluntad del Rey
nuestro Señor. Ve. trate de su salud que es lo que yo necesito y facilitarme órdenes de su agrado en que ejercitar mi resignada obediencia
en cuanto fuere de su servicio. Dios guarde a Ve. mi señora y mi hermana los muchos años que le suplico. México 12 de enero de 1693.
Postdata.
Señora con gran cuidado me deja la noticia de la quiebra de salud
que Ve. padecía cuando salió la flota, quiera nuestro señor dar a Ve., la
cumplida salud que yo más deseo y tanto necesito; yo señora quedo a
los pies de Ve. más reparado de mis achaques si bien no espero convalecer enteramente hasta venne a los pies de Ve. que es cuando me prometo el mayor alivio que aseguro a Ve. hay ya fuerzas para sobrellevar
el peso continuo de tanto trabajo y más en la ocurrencia de los negocios presentes y poco caso que hacen esos señores de las repetidas satisfacciones que tengo dadas de los motivos que hay para no poder hacer las remisiones del mucho dinero que quieren y se olvidan de ellas
para no responderme y pedir como si nos las hubieran visto y en esta
ocasión las repito aunque estoy en el conocimiento de que sucederá lo
mismo que con las antecedentes y en lo demás que se ofrece me remito a lo mucho que escribo a mi hermano estando con el consuelo de
que su excelencia y Vuecencia me favorezcan como lo tengo experimentado porque rendidamente repito a Ve. las gracias quedando a los
pies de Ve. con el mayor rendimiento de mi obligación.
A los pies de Ve. su hermano
El Conde de Galve
Excma.
Sa mes.
la Duqsa. Marqsu delZent. msa y mi herma.
161
DOCUMENTO
5
Carta del virrey conde de Galve a su hermano el duque del Infantado
la remisión de caudales. México, 31 de mayo de 1693 . Firma autógra-
fa del conde de Galve.
(A.H.N., Osuna, Carpeta l52,n.e
"76).
Hermano, Amigo y Sr. mío en los avisos antecedentes que despaché para esos Reinos, que el primero salió a navegar del Puerto de la
Veracuz a4 de Octubre del año pasado, y el segundo a29 de Enero de
éste: Dí cuenta a Vexa de cuanto se ofreció hasta entonces como lo entenderá V.E. para los duplicados que van en esta ocasión del tomaviaje
de la flota del cargo del General de ella Conde de San Remi. Y en esta
lo hago de cómo todavía se mantienen en todo este Reino las epidemias y enfermedades habiendose extendido a lo más remoto de las dilatadas Provincias de é1, y pasado a las de Guatemala-Panamá con la
falta de bastimentos por la cortedad de sus cosechas; si ende más estrecha en los Reinos del Perú, y tierra firme, como lo reconocerá V.E. por
la copia de la consulta que hago a su Majestad, en la que doy cuenta de
ello, y de las noticias que en esta razónme dió Don Femando Lópezde
Ursino, que hoy está gobernando a Guatemala, si bien en esta ciudad
no han faltado los bastimentos de todos géneros, aunque algo subidos
en su precio para conforme lo tenían antes, porque el pan lo ha habido
y hay de sobra. Y el maíz que es el alimento general para Indios y gente pobre y de servicio, le ha habido con grande abundancia desde la cosecha que se cogió por Diciembre del año pasado. La del trigo de riego, que ha de ser a fines de este mes o principios de Junio, se promete
copiosa, según están los sembrados. Dios lo libre del rigor de los tiempos, que con eso servirá de gran parte de alivio. Y con esta ocasión me
ha parecido poner en la de V.E. que así por las epidemias y enfermedades, como por las muchas libranzas que trajo la flota sobre el caudal de
su Majestad, en estos Reinos pertenecientes a los cabos de ella y a
otras personas que componen una suma muy cuantiosa (de que he
163
dado satisfacción hasta en lo que ha alcanzado la posibilidad, en cumplimiento de las estrechas órdenes de su Majestad) no me ha sido posible hacer tan crecido envío en esta flota como el que deseaba. Y por
ser asimismo preciso atender primero a las asistencias y situaciones de
los Presidios interiores de estos Reinos, como de los de las Islas de
Barlovento y no dejarles de socorrer, porque aunque hiciese muy exorbitante envios a España, si por falta de asistencias se perdiese un palmo (e tierra en estos dominios o Islas, no se me había de recibir en
cuenta ningún descargo que diese, de más de estos gastos se han de
atender y añadir los causados en las asistencias y providencias dadas
para las entradas que han hecho Don Diego de Vargas Zapata y Luxián,
Gobernador del Nuevo México en lo que estaba rebelde y sublevado,
que hoy queda enteramente reducido a la obediencia de su Majestad,
con haber continuado y pennanecido en su entrada el dicho Don Diego; como se refiere en la relación de que envío a V.E. unas pocas, píra
que las reparta en las personas que le pareciere, y los que ha de causar
el envío y conducción de familias y gente, en que queda entendido
para el restablecimiento y conservación de un tan dilatado reino y que
tanto se deseaba, y las muchas consecuencias favorables que se pueden
seguir al servicio de Dios y del rey y sosiego a las Provincias confinantes de la Nueva Yizcaya. Y a vista de tan continuas calamidades de
contagios y repetidas enfermedades y estrechez, q\e uno y otro ha ocasionado, aseguro a V.E. que me ha costado el recaudar los medios y
caudales para la remisión que hago a España, sumo trabajo y desvelo,
y la anticipación de la salida de esta flota, para en el viaje de su retorno
logre la mayor seguridad antes que entre el invierno y rigor de los temporales, que ordinariamente corren en él; que a mi entender no es servicio de pequeño tamaño el que en esto he hecho a su Majestad y al
común de esos reinos, e interesados en el caudal que va en ella y llegue
en tiempo que tanto se insta, por dinero para acudir a las urgencias de
la monarquía, y con él se podrá socorrer a la parte que más lo necesitare; como también para las asistencias referidas, y mucho más cuidado
y dilixes, de lo que allá pueden discurrir esos Señores Ministros que
sólo atienden a lo que se envía, sin hacerlo de lo que aquí se paga y
gasta, para mantener el reino que con la falta que les asiste del conocimiento del, deben de estar entendidos que con gran facilidad, y sin ningún trabajo, se consigue, siendo muy al contrario, pues si algo se logra
es a fuerza de instancias repetidas y continuas diligencias y afanes, y a
no dejar de la mano una muy frecuente correspondencia como ya la he
164
tenido y tengo. Así, con los oficiales Reales de las Cajas de estos distritos, para que recauden de los Mineros el monto de los azogues, y el
producido de los diezmos y quintos; como con los Alcaldes Mayores,
para los Rs. Tributos. V.E. se servirá de estar entendido en estos motivos y causas para noticiarlos a su Majestad, declariándolos siempre que
convenga; y se trate de esta materia y a la mira de lo que por allá parece este envío, así a nuestro primo Yélez como a los demás Ministros
del Consejo; y avisarme con particularidad de ello, con lo que V.E. sintiere perdonándome lo molesto que le soy, que no 1o puedo escusar
respecto de no tener otro recurso que el de Vxe. y con la seguridad de
la ftneza con que me favorece como siempre lo ha hecho, es preciso
valerme de su protección; quedando como perpetuamente estaré a la
obediencia de Vxe para cuanto fuere de su agrado. Goe. Dios la Exma.,
Persona de Ve., Herq., Amigo, y Sra. mio, los ae. que deseo y he menester. México, 31 de Mayo de 1693.
Exmo'Sr.
A los pies de V.E. su hermano y muy Amigo
El Conde de Galve
Excmo. Sr. Duque Marqués delZnnete mi Hef. y Ama y Sr.
165
DOCUMENTO
6
carta del vi*ey conde de Galve a su hermano el duque der Infantado
sobre la situación de México. México, 4 de junio de j,693. carta autógrafa del conde de Galve.
(A.H.N., Osuna, Carpeta l52,n3
52).
Here., Amigo y Sr. mío, en cartas aparte doy cuenta a V.E. de todo
lo que se ha ofrecido después de la salida del aviso en que tendrá V.E.
bastante embarazo por la mucha papelería que va, y ha de servir V.E.
de perdonar pues ya ve que yo no tengo otro alivio que informar a V.E.
con tanta individualidad para que enterado de ello pase los buenos y
eficaces oficios que espero en la continuación de sus favores, y principalmente p¿ua que me saquen de aquí lo más breve que sea posible,
pues aseguro a V.E. que aunque (a Dios gracias) me hallo muy mejorado con la continuación de la tarea temo no acabar de perder enteramente la salud que es lo más apreciable y que sin ella nada se estima, y
no saliendo de aquí no es fácil mantenerla cabal; y allí se ha de servir
V.E. de aprest¿lr las instancias necesarias para que yo consiga este
Consuelo; y el de verne a los pies de V.E. para tenerme cumplidamente.
Aseguro a V.E. (sin ninguna ponderación) que se ha hecho más de
lo que parecía posible para el despacho de esta flota y su anticipación
en la salida que nadie creyó se pudiese conseguir por las grandes (y al
parecer) invencibles dificultades que se oponían para ello originadas
de lo tarde que llegó a este reino y continuación de las epidemias en
todo él; que embarazaban (principalmente) las labores de las minas y
por este medio la saca de la Plata para con ella hacer las compras de
ropa a los mercaderes de España. considere v.E. cual me hallaría a
vista de este suceso y con el deseo de que la diligencia y trabajo venciendolo que parecía imposible. En fin, con la ayuda de Dios y de su
santísima me., he podido conseguir vayalaflota temprano y loi cargadores bien despachados y con la mucha plata cual juzgo no ha llevado
167
otra mayor años atrás, y si V.E. oyese otra cosa no lo crea, y es tal el
miedo que llevan de que se les saque otro indulto como el de Galeones
que (aún aquí) quieren hacemos creer llevan poca Plata; yo los disculpo porque padecen muchos trabajos en estos viajes y cualquiera ganancia que tengan la merecen; y el que allá se les atienda para no destruirles de una vez: en que no juzgo se haría el mejor servicio del
Amo; pues aunque es bien contribuyan para el socorro de las necesidades públicas es menester no apurarlos de una vez para que vuelvan a
contribuir, pero ya veo que esos sres. lo entenderián mejor que el decir
yo esto a V.E. sólo se encamina a que se sirva de esta noticia en caso
de necesitar de ellos que la estimará como fuere servido en cuanto a la
remisión que se hace en esta ocasión puedo decir a V.E. que a vista de
los aprietos en que me he visto con tanto como hay a que acudir por
acá de la primera obligación me parece he hecho cuanto cabe, si bien
quedo en el conocimiento de que no lo entenderán así esos sres. que
miran y contemplan las cosas a medida del deseo del dinero sin discernir las causas de por qué no va todo el que quisieran; y yo me contento
con hacer lo que puedo y echen por donde quisiesen pues en tan repetidas justificaciones como tengo dadas no se me responde otra cosa que
venga dinero y el que sea. Cómo puede lucir si lo tienen ya distribuido
y aplicado con distintas separaciones como verá V.E. por las certificaciones que le remito (con cafa aparte) yo aseguro a V.E. me falta ya la
paciencia para tolerar estas y otras sinrazones, que me avivan el sumo
deseo que tengo de que me saquen de aquí; ójala y fuera tan presto
como yo quisiera y si Dios quiere que nos veamos por allá sabrá V.E.
bastantes curiosidades de los que desde allí nos desgobieman y pierden
las Indias quiera Dios darles luz para que conozcan o enmienden los desaciertos que ejecutan y luego echan culpa a los que no la tienen; este es
cuento largo y para otra forma V.E. tenga paciencia que no puedo dejar
de descansar con V.E. en estas materias que me duelen a medida de mi
obligación y del cariño a nuesffo amo como buen criado suyo.
En esta ocasión remito a V.E. con el capitán Antonio del Corso
cuatro zurrones de cacao; dos de Soconusco y dos de Caracas; y dos
cajones de pasta de Oaxaca, que me alegraré sea del gusto de V.E. y no
va chocolate labrado por habermelo V.E. mandado así, ni tampoco envío otra cosa porque la Nao de Filipinas no vino el año pasado que es
donde esperaba alguna cosa curiosa para V.E. y por acá no ha habido
nada a propósito porque a todo a alcanzado la esterilidad; Bendito sea
Dios.
168
También envío en esta flota algunos cajones de ropa por lograr Ia
ocasión de quedar aligerado de ella para cuento me vaya; y los lleva a
su cuidado Corro; y doy orden a Don Pablo Bizarrón se lo participe a
V.E. para que con la que le diese se disponga la remisión a esa Corte
en la forma que pareciere a V.E. más conveniente y menos reparable en
que se servirá V.E. de dar la providencia que le pareciere mejor.
No puedo dejar de contuniar a V.E. mis instancias acerca de lo deÚ
Pulque y más a vista de la multitud de Pecados que se han evitado después que se prohibió su venta y al mismo paso diré a V.E. que si de allá
no viene la confirmación es imposible quitarlo de raíz e impedir que
no entre alguno pues aunque continuÍrmente estoy velando el que no
entre se experimenta alguna tlbieza en los ministros a cuyo cuidado
está la diligencia por tener gran miedo a si de allá vendrá desaprobación, cuyo inconveniente dejará con la justa Resolución que se debe
tomar en aprobar lo que se ha hecho; y en fin en medio de tantas dificultades estoy consolado de ver el favorable efecto que se experimenta, así en no haber la multitud escandalosa de embriagueces que había,
como de las ofensas públicas que se han ejecutado antecedentemente;
y este Consuelo no me lo pueden quitar ni el servicio que espero se ha
hecho a Su Divina MagG., y por consecuencia al Rey; Aunque me desaprueben 1o ejecutado que no 1o debo esperar si esos señores miran
este negocio como buenos Cristianos Católicos y ministros celosos del
mejor servicio de nuestro amo; y en serlo por lo que a mí toca no doy
ventaja a ninguno y V.E. se asegure que temo no les coja el contagio (a
los del Consejo) de las malas propiedades de los climas de por acá,
pues en lo exterior todos dan a entender son fieles ministros y en lo interior de la conciencia no se ahorran ni reparan con inconvenientes que
manifiestan lo contrario porque todos anteponen la propia conveniencia a lo principal que se debe atender y así padece aquí y allá el que
procura el cumplimiento de su obligación, y esto lo digo por la experiencia que me asiste en la cabeza propia y fue el motivo de haber suplicado a V.E. tanto tiempo a que me saque licencia sin reparar en no
tener lo que para allá se discurría, pues más quiero la quietud, a vista
de tantos desengaños, que para plata tienen y valen las Indias, pues en
ellas no se repara poco o nada en la forma de adquirir medios y para
que lo repila como debe, no es fácil los consiga como se juzga; y lo
que logra el que más mira por el servicio del Rey es exponerse a perder
la honra acadapaso; mire V.E. que gustoso estaré a vista de este conocimiento y lo que me ha enseñado para su confirmación la práctica de
169
los negocios que he manejado y podrá discurrir con cuenta sobrada razón deseo con ansia salir de este Gobierno y esta tierra que sólo la tengo por menos mala para los mercaderes que vienen en las flotas y
vuelven con la plata, no he podido excusar el hacer a V.E. esta corta relación de 1o de por acá, dejando mucho más por no serle molesto y
porque descanso este breve rato con V.E. en esta forma hasta que md.
permita hacerlo personalmente. Aquí se espera cada día aviso si bien
aunque lo deseo mucho no le aguardo hasta todo este mes o el que viene, Dios le traiga con bien y con las acertadas providencias que tanto
convienen para la conservación de estos Dominios.
En cuanto a la provisión de oficios sólo debo decir a V.E. que cada
día se experimentan más los inconvenientes que tengo representados al
Rey; y a V.E. ya veo que las necesidades obligan a continuar las ventas
sin reparo peto no quisiera salir buen pronóstico en los malos efectos
que temo cada dfa de que se continue con este desbarato tan perjudicial
a la conservación de los dominios de las Indias. V.E. se me quede a
Dios a quien suplico guarde la exma. Persona de V.E. los dilatados años
que más deseo y ha menester. Mexico y Junio 4 de 1693. Exmo. Sr.
A los pies de V.E. su hermano y muy Amigo
El Conde de Galve
DOCUMENTO
7
"Memorial ajustado de acusaciones, er»iadas por Don lerónimo Chacón Abarca, Alcalde del Crimen más antiguo de la Real Audiencia de
México a Don Baltasar Tovar, del Consejo de su majestad y fiscal de
la Real Audiencia de México, Juez de Residencia del conde de Galve" .
México,30 de marzo de 1696.
(4.G.I., Escribanía de Cámara 230-C).
Habiendo omitido Vmd. el que disponga en la residencia del Excmo. Señor Conde de Galve y elegido otros Alcaldes del Crimen de esta
Real Audiencia para que dispusiesen como testigos en ella; Ya que por
este camino no puede mi integridad y celo del servicio de su Magd. y
bien de este reino decir y manifestar lo que es de su utilidad y servicio
ni hasta ahora lo ha podido ejecutar por estar este reino y los vasallos
más fieles del, sin respiración ni aliento para poder dar cuenta a Su
Magd. por la maña y disposición del Excmo. Señor Conde de Galve en
el tiempo que le ha gobernado, doi cuenta y participo a Vmd. como a
juez delegado de Su Magd. por estar entendiendo en su residencia lo
que me parece es más digno de remedio, y es más probable de los excesos que ha habido en el tiempo de más de siete años del Gobierno
del Excmo. Sr. Conde de Galve, excluyendo otros infinitos por no probables, estando seguro de la justificación de Vmd. y aplicación a lo
que es tan del servicio de Su Magd. y bien de este reino, procederá a su
exacta averiguación por ser de tanta magnitud, y de la confianza que
ha hecho Su Magd. de Vmd. en este negocio.
Y siendo los Tesoros Reales el ejercicio principal de las Monarquías y más en tiempo de tanta guerras y hallarse los de España tan exhaustos, doi principio a los daños que se han seguido a el Real Patrimonio, por culpa dirección autoridad y la mano que ha tenido con los
Ministros Reales el Excmo. Señor Conde de Galve, sin que se le haya
podido embarazar por algunos Minisffos ni atreviéndose a dar cuenta a
Su Magd.
l.-El
Excmo. Sr. Duq. Ma.qs. de Cenette mi herme Amigo y Sr.
170
año ochenta y nueve vinieron de las islas Filipinas dos naos.
Y debiéndose pagar a la Real hacienda por cada una setenta y cinco o
171
setenta y seis mil pesos, la almiranta no pagó más que veinte y cuatro
mil pesos con diferentes pretextos. Y se desfalcó a la hacienda Real la
cantidad de cincuenta mil y dos mil pesos, siendo así que es contrato
entre Su Magestad y comercio de Filipinas que por cada nao que viniere a la Nueva España de aquellas partes, se ha de pagar a Su Mad. setenta y cinco, o setenta y seis mil pesos, remitiendome a la Junta y autos de la materia.
Z.-Por el mismo año de ochenta y nueve se hizo espera (sobre otras
antecedentes) a los del Real de minas de Guanajuato por treinta y cuatro mil pesos que estaban debiendo al Patrimonio Real y pagando diez
por ciento de la retardación de las esperas antecedentes se rebajó en
esta espera el que los diez por ciento fuesen cinco por ciento. Sin embargo, de lo que contradijo el señor fiscal cuya respuesta se dijo en
aquel tiempo se quitó de los autos. Y lo mismo sucedió en la espera
que se hizo al Real y minas de Pachuca de diez y seis mil pesos que estaba debiendo de azogues y su producto remítome a los Autos y Junta
de estos casos y a los autos que paran en el tribunal de cuentas, sobre
otras muchas esperas a los Reales de minas sin embargo de las consultas que hizo.
3.-Por el mismo tiempo o por principios del año de 1690 vino una
fragata al puerto de la Veracruz y los oficiales Reales del, dieron decomiso treinta mil pesos al dueño de la fragata de cacao de Guaría que el
que traía en ella por cuya parte se trajeron los autos a Gobierno (estando prohibido el conocimiento de las causas decomiso en él) llevaronse
a Junta y en ella se determinó que pagando los derechos doblados se
entregase el cacao al dueño de la fragata y fuera de quitarse el que fueren los autos y partes al Consejo se minoró el erario de Su Magd. de lo
que importó el comiso fuera de lo que montaron los derechos doblados
que se pagarían remítome a la Junta y autos.
4.-Al mismo tiempo con poca diferencia sin tener orden de Su
Magd. ni hacer Junta de Guerra mandó el Excmo. Sr. Conde de Galve
fabricar dos Galeotas en Guatemala en el puerto del Realejo que costaron quarenta mil pesos para guardar la costa del mar del Sur y el puerto de Acapulco. Y la conducción de las Galeotas hasta dicho puerto
tuvo de costa con la gente de mar y guerra veinte mil pesos y por ser
inútil, infructuosa, imposible de conservar embarcación en estos puertos no lo ha imaginado ninguno de los grandes soldados virreyes que
ha habido en la Nueva España y así creo que la una se perdió sin servir
y la otra se vendió; constará de las cuentas y gastos de la Armada de
172
Barlovento que de Guatemala se remitiesen y están aplicados a ella, y
oficiales Reales de Acapulco darán razón con Autos del recibo y gasto
más que han hecho las Galeotas.
5.-En el mismo año aumentó la compañía de Palacio con cincuenta infantes sin orden de Su Magd. no siendo la fundación de la compañía más que de cien infantes lo cual se hizo en Junta de hacienda remítome a ella y a los autos que se hicieron, importando cada año mucha
cantidad contra el Real Patrimonio.
6.-Por un informe sólo del Alcalde mayor de San Luís Potosí por
mayo de noventa y uno en Junta General se dieron quarenta mil pesos
para aviar las minas del dicho Real de la hacienda Real a pagar a ciertos plazos contradiciendolo el Señor fiscal por ser contra órdenes de
Su Magd. y algunos votos. Y hasta ahora no se han pagado al patrimonio Real once o doce mil pesos de los cuarenta. Constará de dicha Junta y otros autos que se hicieron después y otras Juntas pidiendo más
fomento los mineros y de los del último cómputo de la hacienda Real y
deudas con que está grabada. Y porjulio de noventa y dos por sólo el
voto del Excmo. Señor Conde de Galve, se dieron doce mil pesos de
las Cajas Reales contradiciendolo el señor fiscal y demás votos a los
mineros de la mina de Reyes en el Real y minas de Sombrerete que tan
poco me parece se han cobrado remítome a la Junta y autos y los ultimamente referidos.
7.-Por el Año de noventa y uno, en Junta no se hicieron buenos ni
pasaron en cuenta mil y ocho cientos pesos al capitán D. Domingo Terán que gastó fuera de los tres mil pesos que se le dio orden, se introdujo por influjo del Excmo. Sr. Conde de Galve, recurso de apelación
al tribunal de cuentas (cosa inaudíta) y por los tres jueces que nombró
Ministros en justicia se mandaron pasar en cuenta a dicho Terán los
mil y ocho cientos pesos. Constará de la Junta y autos que paran en el
Tribunal. Y por el año de noventa y cuatro se libró a D. Domingo Terán que se hallaba Capitán del Presidido del Gallo veinte mil pesos
adelantados del situado de aquel Presidio en las cajas de Sombrerete,
constará del libramiento que estará en la Caja de Sombrerete.
S.-El Gobiernador de la Veracruz Don Pedro López Pardo, hizo
dejación del Gobierno de la Veracruz en cuanto a lo oneroso y se le dio
por el Excmo. Sr. Conde de Galve la superintendencia del castillo y su
obra con doce pesos de sueldo, en cada un día, gozando dos sueldos no
debiendo devengar más que uno, remítome a los autos de la dejación y
173
Gobierno, nombramiento de la superintendencia y cuentas de oficiales
Reales de la Veracruz que están en el tribunal de cuentas.
9.-Habiendo sucedido el tumulto que se había acabado a las once
de la noche del día ocho de junio de noventa y dos, se alistaron las
compañías milicianas de México y se les repartió pólvora, balas y se
les hicieron algunas pagas. Y a los Maestres de Campo y Comisarios
Generales de las Cajas Reales, gastos que no debieron hacerse por inútiles y no haber el más mínimo recelo de otro atrevimiento semejante.
Y no estilados con los milicianos que debían defender su pátria, casas
y familias, no saliendo de ellas, constará de los Libros de la Caja Real
y autos de la materia y lo que se gastó.
10.-La alcabala de aduana de México se suspendió y su cobranza
en vifud de un decreto de su Exa. El Sr. Conde de Galve. Y para sí se
había de proseguir en no cobrarla se hizo Junta General y fui de sentir
se prosiguiese en la cobranza de la Alcabala en la aduana. Y constará
de la Junta y Libros de la aduana lo que se dejó de cobrar y daño que
se siguió a la Hacienda Real.
11.-El año de noventa y dos se remitieion veinticinco soldados de
la Compañía de Palacio al puerto de Acapulco para annar las fragatas
del Mar del Sur y que fuesen en busca del enemigo, que no lo hubo ni
pareció. Y se hicieron grandes gastos sin fundamento al Patrimonio
Real que constarán de los Libros de la Real Aduana de la de Acapulco.
12.-Por el mismo año se dieron dos mil pesos de ayuda de costa a
un Capitián del Parral sin causa ni fundamento en que fui de parecer no
se le diesen por estar prohibido, remítame a la Junta y autos.
13.-A D. Pedro Manuel Criado del Excmo. Sr. Conde de Galve se
le fulminó causa porque siendo Capitán de la Compañía de Palacio, no
le defendió. Y lo dejó quemar la tarde y noche del tumulto; quien fue
absuelto por el auditor de Guerra, y le mandó pagar mil y tantos pesos
del costo de las guardas que le llevaron al castillo de San Juan de Ulúa,
y vuelta a México, remítome a los autos y despacho librado a la Real
Caja.
14.-En la Junta de Hacienda de fines de diciembre de noventa y
tres se mandaron pagar al Gobernador del Parral D. fulano del Castillo
diez mil pesos con título de unos indios que se vieron depaz y para su
sustento y avío; siendo así que no tiene el Gobernador del Parral más
de seis mil pesos de paz y gueffa para este y otros casos semejantes
por Cédula de Su Magd. por quitar el que se anden todos los días ha174
ciendo gastos a la Real hacienda, constará de las Juntas
y
autos del
Caso.
15.-Por el año de noventa y seis vino de las islas Filipinas un Pataché o shampián con más de un mil fardos, según se ha dicho por público y notorio. Y lo cierto es que no vendría vacío, no pagó lo que le corresponde, respecto a los demás navíos que son setenta y cinco o setenta y seis mil pesos de indulto, que por lo menos son diez a doce mil
pesos y por valer en el tiempo que vino la ropa y demás géneros de
China doblado por la falta de naos en dos años, constará del registro y
de la aduana la ropa que trajo aunque en Acapulco se vendiese alguna
a los peruleros. A la nao que vino de registro a fines del mismo año se
le rebajaron en Junta General del indulto referido, veinticuatro o veinticinco mil pesos, trayendo aprobación de S. Magd. sin ñanza en resguardo de la Real hacienda, remítome a la Junta que se hizo.
16.-A fines de abril o principios de Mayo de noventa y cinco llegaron a la Veracruz dos fragatas de Campeche, y se dijo dieron decomiso
oficiales Reales, una gran cantidad de géneros y ropa de España como
hasta noventa mil pesos. Y que el Excmo. Señor Conde de Galve la dió
por de buena entrada y los géneros que podrá ver y fiarse de los registros y autos que hicieron oficiales Reales, y los Libros de la aduana y a
quien vino su carga y de las demás causas decomiso certificarián oficiales Reales de la Veracruz a qúe me remito.
17.-Sin hacer Junta de Guerra ni determinarse en ella, remitió el
Excmo. Señor Conde de Galve a la Veracruz ciento veinte soldados
con Arriola que fue por cabo. Y se embarcó y sacó a la mar una fragata y balandra con más gente, con título de que iba en busca del enemigo que andaba en la costa. Sin embargo de que se resolvió en Junta de
guerra hecha en la Veracruz no saliese después vino con la flota del
año noventa y cinco y con tan gran costo, del Real erario no se ha sabido de cierto a lo que fue, aunque se dijo que por árboles para la Armada; constará de las órdenes que fueron a la Caja Real y a la de la Veracruz, y las que se dieron al General Arriola del gasto que se hizo y la
ocasión del, y por último en cuanto a los perjuicios del Real Patrimonio, el mayor ha sido el andar fuera de las Reales Cajas en esta ciudad
y en las demás por orden del Excmo. Señor Conde de Galve teniendo a
su arbitrio diferentes personas en cuyo poder paraban los haberes Reales, y a donde iban a cargar la plata los dueños de recua asentistas para
las conducciones de S. Magd. y se les pagaba a otros acreedores. Y libranzas; estando ordenado el que entren todos los efectos de Real ha175
cienda y se enteren en las cajas aunque sea costosa y arriesgada la conducción, llevándose sólo a la Caja Real los decretos de Su Exa., libranzas y cartas de pago con que se han hecho los enteros como si realmente fueran ala caja el oro y la plata. Lo cual se comprobará con el
informe que se vio en Junta General de Julio de noventa y cuaffo de
Don FernandoDeza contador de tributos que decía que el producto de
éstos los había remitido de diferentes partidos a la Veracruz y Puebla
de orden de Su Exa., con que no había efectos de tributos con que pagar los azogues que remitió del Perú el Excmo. Señor Conde de la
Monclova; y se comprobará más con las cuentas que en el fibunal de
ellas, se le tomaron alon_fulano del Castillo Alcalde mayor que fue
de la Puebla por el Sr. contador Don Mateo de Santa Cruz hoy marqués de Buenavista, de más de trescientos y tantos mil pesos de hacienda Real que enffaron en su poder de orden de dicho Señor Exmo. y
se manifestaron por el segundo pliego (que está en los autos sobre la
cobranza de los novenos Reales que se leyó en Junta General) que remitieron a oficiales Reales de esta Corte los jueces hacedores de la
Santa Iglesia Catedral de esta ciudad en que les representan traer fuera
de la caja el Real Patrimonio y el modo de los enteros referidos y que
llevaban diez por ciento de lo que pagaban, y que se azotaban los niños
por la calle con esto, pero lo más notorio entre personas clásicas e inteligentes de los mayores secretos es que se ha llevado a veinte y cinco
por ciento por el decreto de págese por oficiales reales.
l8.-Estando prohibido el comercio con el Perú con los puertos de
la Nueva España por diferentes órdenes de su Magd. con tan graves penas, no sólo se han admitido los navíos que con su permiso y licencia
han venido por el Excmo. Señor Conde de Galve, como es la Almiranta de la armada del Callao que vino a conducir al señor Excmo. Conde
de la Monclova y dos navíos que han venido con azogues, sino también otras muchas embarcaciones conduciendo unos y offos cacao
guayaquil, plata y oro, y en ellos han pasado a emplear muchos mercaderes Peruleros, llevándose lo mejor de las mercadurías de flotas y de
las naos de China, causa de encarecetse los géneros de China y España
a precios excesivos en gravísimo daño de este reino y del bien común.
En la Almiranta referida vino gran porción de cacao guayaquil por
el año de ochenta y nueve, y se llevó en ella más de un millón de ropa
de Castilla y China y para paliar y cubrirse se echó bando por el Excmo. Señor Conde de Galve mandando que ningún perulero embarcase
ropa, que no era necesario, sino usar de otros remedios más eficaces
176
para darla de comiso. Y por Junio de noventa y uno, vino y se admitió
en el puerto de Acapulco otro navío con el mismo cacao, a principios
de febrero de noventa y dos, vino un navío con azogues del Penú y en
su compañía offa embarcación que trujeron asimismo cacao. Y por fines de dicho año, vinieron y se admitieron dos fragatas del Peni y otra
al puerto de Guafulco, en las cuales vinieron muchos peruleros a emplear en flota y cacao. Sin embargo, de offo bando que se publicó y
otras diligencias que se hicieron para el mismo fin que el referido, se
volvieron cargados de géneros preciosos todos tres; por fines de noventa y tres vino offo navío con azogues, y otro en su compañía con
muchos peruleros, plata y cacao. Y por enero de noventa y cuatro, vino
del Perú otra nao; y a uno de los puertos de Gicayán vino una fragata
con cacao de Guayaquil.
Ofras dos fragatas vinieron del PenÍ con cacao por fines de octubre
de noventa y cuaffo al puerto de Acapulco; y otras dos por fines de diciembre del mismo año, todas con cacao; y por marzo de noventa y
cinco otra con el mismo género y todos con plata y peruleros que no
teniendo en que emplear por no haber venido flota el año de noventa y
cuatro, ni nao de China ni el antecedente, pasaron lo más a China en
una de las embarcaciones que vinieron del Peni por fines de octubre, a
emplear con grandes caudales, que vendrán con ellos en la nao de este
año; y por mayo de noventa y cinco vino una fragata al puerto de acapulco, y por el mes de Junio otra al puerto de Guatulco con cacao, plata y mercaderes. Y constará todo por los autos de arribadas y salidas
hechas por oficiales reales de Acapulco y Alcaldes Mayores de dichas
jurisdicciones, y por las que pilan en gobierno, y de las entradas del
cacao en la aduana y en la de Puebla y de los autos que se hicieron por
enviar a China dicha nao del Peni que era de trescientas y setenta toneladas, se probará mejor el que había naos del Perú en Acapulco y que
se
-
admitían.
19.-Y estando ordenado por diferentes leyes, cédulas e instrucciones de Su Magd. el que los virreyes sólo conozcan de las causas de
mero gobierno, guerra y hacienda Real y de las causas criminales de
indios en los casos expresados en las del caso, el Excmo. Señor Conde
de Galve ha tenido conocimiento de todas las causas civiles y criminales de los tribunales a quien tocan sac¿ándolas de sus oficios de Cámara
unas, y principiando otras ante su Exa., así civiles como criminales
sentenciándolas, y sin otorgar apelación a las partes, no estando ejecutada su sentencia, con que estiándolo nadie quiere gastar en seguir su
177
\
justicia, quitando por este camino el remedio natural de la apelación y
demás recursos a las partes; turbando por este medio la administración
de justicia, que está por su Magd. y sus legisladores disribuida a los
tribunales de la Audiencia, con suma providencia y como aquí se había
estilado, por hacerse dueño de todo por este medio y otros; menoscabándose y aún menospreciandose los tribunales de la Audiencia y sus
ministros togados, con tener al virrey para sus causas vasallos de este
reino, por haber reducido a un laberinto el curso regular de las causas,
sin que nadie atinase el tribunal a donde había de acudir en primera
instancia, ni para deshacer los agravios por el remedio de la apélación.
Y además de ser tan público y notorio constará de los archivos y oficios de Cámara de los Tribunales y de los de Gobierno.
20.-Por el año de ochenta y nueve despachó mandamiento de ejecución el señor Excmo. conde de Galve contra Don José Morueta por
cantidad de diecinueve mil pesos a petición e instancia de D. José Albares de Ibarra, contador mayor del tribunal de cuentas, siendo causa
civil y tocando a los jueces ordinarios, constará de la causa.
21.-Fenecida la residencia delon José de Elorriaga y una demanda de ffescientos y tantos pesos y sus términos fatales por el juez de
ella, se despachó por el Excmo. Sr. Conde de Galve segundo jaez y
abrió el término de la demanda siendo contra todo derecho. y aunque
apeló para la Audiencia y se mandó que Elorriaga hiciese su diligéncia, se mandó por dicho Señor Excmo. que ejcutado la que tenía mandado pasase el proceso, de que apeló segundavez. y sucedió lo mismo, con que iía el juez y se ejecutaría lo mandado esto fue por el año
pasado de noventa y cinco, y cosa tan nueva sin ejemplar que causó
grande armonía constará en los autos.
22.-Pot el año de noventa y uno la causa de Don pedro Gil de la
sierpe sin embargo de tres consultas que le hizo el tribunal de cuentas
la sacó del y la llevó por voto consultivo al Acuerdo estando esto último también prohibido con mucho aprieto, remítome a los autos; y por
estos tres casos ultimamente referidos se reconoce lo que se ha hecho
en los demás que se han ofrecido en dichos tribunales.
23.-En diferentes tiempos habiendo despachado juez de capítulos
contra los Alcaldes mayores de Xicayián, el de Tepeque y contra el de
Tlapa, Don fulano Villaón, y contra Don fulano Cabrera, y contra el
gobernador de Tlaxcala y otros alcaldes mayores, todos proveídos por
su Magd. estando hechas las sumarias de sus capítulos, debiendo remitirlas a la Audiencia o sala del crimen, siendo causa criminar, no lo ha
178
hecho, antes bien las han sustanciado hasta ponerlas en estado de sentencia los jueces de Su Exa. quien ha sentenciado algunas y otorgado
las apelaciones para la audiencia. Y otras se han remitido a los tribunales a donde tocan contra las leyes y disposiciones de esta materia y en
grandísimo daño de las partes, goz4rydo ofros sus oficios y por esta
causa dilatando las causas los jueces de ellas, constará de los autos referidos, y de los testimonios que diesen los escribanos y demás causas.
24.-Al señor Don Benito de Novoa fiscal de lo civil no le quiso entregar autos ningunos ni dar testimonio de los que pedía (siendo privi-
legio fiscal) el Señor Conde de Galve; dando orden para ello en las
sentencias de gobierno, de que no dio cuenta a Su Magd. Y se cree
vino cédula a Gobierno para ello que se pondrá testimonio de ella;
como ni se le notificó los más autos y sentencias perjudiciales a Su
Magd. con que se da ocasión para no apelar los fiscales o dar cuenta al
Consejo, y se consigue el fiscal de omitir estas noticiaciones, en gravísimo daño de la hacienda Real, Jurisdicción y Patronato como constará
en los autos referidos.
25.-El Excmo. Señor Conde de Galve, ha llevado por voto consultivo al Acuerdo cuantos negocios civiles de gobiemo y guerra ha necesitado para cubrir el riesgo de ellos con el voto consultivo del Acuerdo, y
otros a las Juntas Generales y de hacienda, pudiendo y debiendo determinarlos con su asesor. Y estando determinado y ordenado que no lleve
por voto consultivo al Acuerdo semejantes causas, porque no se quitase
a las partes el recurso natural de la apelación, no pudiendo serjueces en
este grado los ministros que han propalado su sentir con el voto consul-
tivo. Se justiñca ésto con infinitos autos y juntas que paran en los oficios de Gobiemo y en la Secretaría de su Exa. Y constará por ellos que
los negocios que son de Junta de Hacienda los ha llevado a Junta General y al contrario; con que todo lo reducía a su arbiffio exposito.
26.-Po¡ fubrero de noventa y dos concedió venia de edad a Don fuCastlUo para que administrase sus bienes y séIós éntr"gu." .,
-!ano_$el
curador "ad Bona", como lo ejecutó también con Don Tomás de Valverde un hermano de Don Francisco de Morales, siendo regalía de Su
Magd., y habiendose seguido el daño que han disipado estos menores
la mayor parte de sus legítimas como constará de los autos que paran
ante Antonio de Anaya escribano de Provincia y en los demás de Provincia y Juzgado de Abajo, y en la Audiencia se hallarán otras muchas
venias de edad como para que entren en los oficios menores que constaráde los oficios de gobierno.
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27.-Las causas que el tribunal del Consulado ha pedido a los jueces de Provincia y otros tribunales por requisitoria se ha mandado poner con los autos, y dar traslado a la parte contra quien se despacha,
que regularmente alega no deber pasar los autos al Consulado sino es
de terminarse por el juez que la principió; y por éste se da decreto para
que el Consulado forme la competencia con el juez ante el Excmo. Señor Virrey; y sin aguardar a que se forme han bajado muchísimos decretos a Provincia y otros jueces mandando a los escribanos entreguen
las causas de competencia al Consulado sin formarse ni declara¡se
oyendo a los jueces la justificación de su competencia en conformidad
de las leyes de la materia que así lo disponen, de que se ha seguido a
las partes gravísimos daños, a los oficios de Provincia y demás, y a los
jueces menosprecio porque el que quiere hacer trampa y no pagar a la
del Consulado; remítome a los testimonios que darrán los escribanos de
Provincia y sus desposesiones y demás, y a mí me ha sucedido muchas
veces.
28.-Habiendo proveído el mismo Señor Excmo. Virrey Conde de
Galve muchos oficios de Alcaldes mayores y corregidores en el tiempo
de su Gobierno, no han sacado despachos de tales muchos y sólo con
el decreto de la merced del oficio que servía de despacho, tomaban la
posesión sin afianzar los tributos y demás ramos de hacienda Real que
está a su cuidado de los Alcaldes mayores y corregidores. Y ha sucedido que algunos, y en particular los criados de Su Exa. no han dado residencia de sus oficios y han pasado a ofros oficios sin darla del primero oficio y segundo que han obtenido en virtud de dichos decretos y
pasado a tercer oficio; de lo cual bien se dejan considerar los daños
y privilegios que han seguido por ser contravención a tantas leyes. Remítome a los oficios de Gobierno y demás de los tribunales y receptores.
29.-No menos agravios ha recibido la jurisdicción y autoridad
Real de la Sala del Crimen del Exmo. Señor Conde de Galve, que los
tribunales y jueces referidos en la suya; antes bien muchos más, pues
la obligó a dar cuenta a Su Mad. con los autos de los casos más graves
en que se hallaba damnificada, de los cuales han venido resueltos algunos a favor de la Sala, remitiéndome a las cédulas de que darán testimonio los escribanos de Cámara del Crimen y otros han venido a la
Audiencia y a dicho Señor Exmo. en particular sobre los Provinciales
de la Hermandad que creó de nuevo en gravísimo perjuicio de todo el
reino, que no ha remitido a la Sala para que no sea sabedora de lo que
180
Su Magd. ha determinado en casos tan graves y de tanta entidad por no
haber dirigido otras semejantes a la Sala por Secretaría del Consejo,
como se ha hecho y estilado siempre; remitiéndome asimismo a ellas,
y será muy conveniente mande Vmd. remitir testimonio a la Real Sala
del Crimen para su observancia, y se espera de la gran justificación del
Consejo vendrián los demás puntos pendientes determinados a favor de
la Sala.
30.-Y sin embargo de haber sabido se dio cuenta al Consejo por la
Real Sala de la usurpación de su jurisdicción, dicho Señor Excmo. prosiguió con mayor conato en destroncarla del todo en otras causas y casos semejantes y los demás que cada día se ofrecían, de que están llenos los archivos de las Secretarías de Cámara del Crimen, y fuera muy
dilatado de numerarlos e imposible tenerlos en la memoria; y juntamente de molestar y menospreciar los ministros togados de ella y desautorizarlos y abatirlos, pues dio ochenta comisiones para rondas en
esta ciudad a otros tantos vecinos, que duró un mes este género de rondas sucediendo un millóñ de maldades que siendo tan público y noto-
rio no necesita de comprobación.
31.-A sus Provinciales de la Hermandad les dio instrucciones y leyes nuevas para que se utilizasen más y destruyesen más y más el Reino, siendo las más contra leyes de los títulos de la hermandad de Castilla e Indias, como constará del testimonio que acompaña a esta y las
notas a dicha instrucción y leyes nuevas usando de la regalía de hacer
leyes y derogando otras de Su Magd., y esto sin ser comparecer de asesor para tener una colorada disculpación y remitiéndolas para su ejecución a la Real Sala, dándole leyes sin fundamento; repartió entre dichos el que fuesen guardas de los caminos de México y señaló puestos
a donde estubiesen, como en Cerro Gordo, en los Remedios, en San
Cristóbal, y en las Cruces, en el puerto de Barrientos, y en el camino
hasta Querétaro puso otros dos guardias con muchos cuadrilleros cada
una; señalándoles de cada mula medio real y de cualquiera bestia; y de
cada persona con mula o caballo un real a imitación de la guardia de
Riofrío que se fundó con licencia de Su Magd.; con que según la cuenta que se hizo y pleitos que se movieron pidiendo se quitasen importaba cada una catorce mil pesos, al año como con efecto se quitaron por
haber reconocido no haber podido imponer semejante gabela al Reino;
como constará de dichas notas y del testimonio de la orden para que se
quitasen; y después se ha introducido la del Cerro Gordo, debiéndose
haber puesto en el Cerro Gordo del camino de Chalco, que era porción
181
de la guardia de Riofrío, y a donde siempre ha habido guardias, y la de
las Cruces también se ha vuelto a introducir con la misma gabela como
la del Cerro Gordo hasta hoy se han mantenido.
32.-Introdujo dicho Señor Exmo. el que rondasen por la ciudad de
noche patrullas de a caballo de las dos compañías que formó no estilándose en los presidios más que la ronda ordinaria de los centinelas, y
no siendo puerto de mar mucho menos se debió permitir; y dio nuevas
leyes y forma a las justicias de rondas y a la Sala del Crimen contra leyes de Castilla e Indias, como constan del testimonio que va con ésta y
consulta que estuvo hecha pÍua su Exa. gtavando en más a los Alcaldes
de la Real Sala que a los de Casa y Corte, y no dándoles casa de aposento ni al resultor en sus cuarteles como se les da a los de Casa y Corte y al oficial de la Sala.
33.-Y habiendo cesado el tumulto de ocho de junio de noventa y
dos a las once de la noche y no habiendo el menor recelo de otro; ni
apaciguiándolo nadie por haberse deshecho por sí mismo, y con los robos que se ejecutaron en los cajones delaplaza, indultó el Excmo. Señor Conde de Galve a todos los delincuentes que dijese el Conde de
Santiago le asistieron aquella noche; que consta del indulto que se concedió a Manuel Copado que están en los autos que se fulminaron contra ellos; no habiendose ajustado en esto a las leyes de los indultos y
excediendo de la intención de Su Magd. y sumamente con pretexto tan
paliado, remítome al decreto y los que se citan abajo.
34.-Por decreto de Su Exa. a consulta que le hizo el corregidor
Don Teobaldo Gorraé2, azotó a uno sin dar cuenta a la Real Sala, por
haber contravenido a la venta e introducción del pulque por fines del
año de noventa y dos; y por octubre de noventa y cuatro azotó otros
dos mulatos en la misma conformidad; y en quince de noviembre de
noventa y cuatro remitió nueve forzados sin oirles ni otorgarles apelación "more militari" en virtud de orden de Su Exa. sin otros muchos
forzados que ha remitido el Señor Conde de Galve a los castillos, Texas, y Bahía del Espíritu Santo o Pensacola, como constará de los dichos testimonios que darán los escribanos de cámara del Crimen, del
envío que se hizo por julio de noventa y uno y otros muchos debiendo
dar cuenta a la Real Sala para ejecutar sus sentencias por muchas leyes
y disposiciones de Indias.
35.-Ha solicitado con los Alcaldes del Crimen en muchas ocasiones el castigo de los delitos con gran celo; y en otras no pocas ha manifestado lo contrario sin la igualdad que necesita la administración de
182
justicia, y que los virreyes no muestren a efecto ni desafecto en las
causas y negocios; de que se pudiera hacer muy lata relación de innumerables casos. Sirva sólo de ejemplar las heridas que dio y resistencia
que hizo un cajero o tendero de Don Antonio Jubera, caballero de la
orden de Santiago, y haber la guardia y criados de su Exa. quitado el
preso y llevándolo al Cuerpo de Guardia, y dispuesto fuese preso el receptor a quien se resistió, como constará del testimonio de autos que
van con ésta y carta para el Real Consejo, que no se remitió por olvido,
y el ejemplar de haber mandao soltar en visita de cárcel general sin
voto de oidor alguno (no teniéndole el virrey) a Mauu_elCopadp reo de
diferentes delitos como constará del Libro de Visita y del Acuerdo de
la Real Sala a donde están los votos de lo señores oidores; y tuvo tal
maña y arte logrando ocasión oportuna de fal razón que salió desterrado por dos años solamente.
36.-Por motivos que tendrá muy justos ordenó el Excmo. Sr. Conde de Galve el que se tomasen por el tribunal de cuentas las de penas
de Ciímara, gastos de estrados y de justicias de la Real Sala del Crimen
a los depositarios de ellas que han sido de muchos años a esta parte los
escribanos de Cámara por orden de Su Magd. y que no hubiese tesoreros de penas de Cámara; y habiéndose tomado con extraño rigor y en-
cono, llevando al tribunal no sólo los testimonios de las sentencias,
sino es las causas y sentencias originales y libros; sin embargo alcanzaron los depositarios en siete mil y tantos pesos a dichos efectos, habiéndose determinado estando presente el dicho Señor Virrey y el señor fiscal. Y sólo se sacaron resultas de ciertas cantidades contra los
señores Oidores de turno y Alcaldes que firmaron las libranzas ordinarias por no haberlas firmado juntamente el Excmo. Virrey, como si no
se hubieran gastado las cantidades de ellas en lo que manda Su Magd.,
y como si no hubiera sido costumbre desde que se fundó la Real Sala,
remítome al testimonio que acompaña a esta y a las cuentas.
37.-Y no habiendo tomado cuentas de estos efectos a otro ningún
tribunal se manifiesta más el desafecto a la Real Sala y sus Ministros
invitiendo el orden que hasta ahora se ha tenido en dar estas cuentas,
pues las tomaba anuales el contador Careaga y sus antecesores. Contadores de penas de Cámara gastos de estrados y de justicia con subordinación al Tribunal de Cuentas por sus títulos llevando doscientos pesos
de salario cada año, y como se observa en España y se dispone, y debiéndolas tomar el Tribunal de Cuentas y sus ministros y asalariados
sin costo alguno a la Real hacienda de dichos tres efectos (en caso que
183
pudiera tomarlas) se libraron por dicho Señor Conde de Galve, a Domingo de Valciárcel contador de resultas ochocientos, o seiscientos pesos, en estos efectos como constará del testimonio de libranza y pa9a
que para en los escribanos de Cámara, sin poder por sí sólo librar en
estos efectos, habiendo mandado pagar otras muchas cantidades de
ellos, y de penas de Cámara solamente, estando destinadas para pagar
los relatores y otras consignaciones; teniendo los Relatores en la hacienda Real lo que no hubiera y cupiere en penas de Cámara para la satisfacción de sus salarios; y así se deben pagar y restituir a dichos efectos los ochocientos pesos referidos, y a la hacienda Real lo que se hubiere sacado de ella por haber librado indevidamente en penas de
Cámara: consta de las dichas libranzas y decretos y de la Caja Real.
38.-Fue causa y tuvo la culpa el Excmo. Señor Conde de Galve sucediese el tumulto del día ocho de junio de noventa y dos porque no
hizo caso de tan repetidos pasquines como todos los días salían que lo
anunciaban, ni de lo que dijeron las indias en Palacio el día siete, "que
mañana lo verían", porque no se les permitió entrar a ver al Virrey por
las guardias puestas en las puertas que iban a pedirjusticia de las tiranías que se hacían en la alhóndiga, a donde se apaleaban, herían, y aún
se dijo habían muerto algunas indias, como sucedió herir el día ocho
una india que fue la causa del tumulto y principio del; en el cual sucedieron tantas muertes, la quema del Real Palacio que ha costado y ha
de tener de costo su obra más de ochocientos mil pesos; la de las Casas
del Cabildo y Cajones delaplaza con pérdida de la gran cantidad de
Hacienda y mercaderías que había en ellos.
39.-Una de las principales causas de tanta lástima y pérdida fue no
tener prevenida la Compañía de Palacio de ciento cincuenta soldados
que pagaba el Rey, pues no se hallaron en el tumulto y defensa del Palacio veinte, como constará por la información que hizo la Real Sala
del Crimen, que si estuvieran juntos sobraban para desbaratar la gente
del y echar de la plaza a los tumultuantes; y también consta de dicha
información que la herida de la india fue el motivo principal de la sedición popular y principio del.
40.-Y no fue menor hallarse los ánimos del vulgo enconados contra el Virrey y su familia y algunos ministros del como era el corregidor don Rodrigo Rivera Maroto Provincial de la Santa Hermandad, el
alferez José Cumplido, alguacil de la guera y otros, a quienes buscó y
pedía el pueblo a muchas voces; por haber fundado un nuevo y segundo beaterio para las mujeres públicas, a que antes habían puesto fuego;
184
y por los muchos que se habían preso soltado. Y otros remitidos a los
Texas, al pueno o Bahía del Espíritu Santo o Pensacola, Armada, pre-
y castillos sin
instar fiscales las causas; y sobre todo por la
hambre y carestía del maíz y pan y la mala forma que en su distribución y venta había en la alhóndiga, maltratando a los que iban a comprarlo de obra y de palabra; y no por que hubo falta de maíz pues duró
con grande abundancia desde el tumulto hasta fin de octubre del año
noventa y dos que comenzó la cosecha de nuevo maí2, y duró el añejo
vendiéndose en la alhóndiga hasta febrero de noventa y tres como es
público y notorio y constará de los libros de la alhóndiga.
41.-Además de que tenía hecho juicio y concepto el vulgo de que
habiendo bastante maíz y trigo el enviarlo a comprar el virrey y coffegidor para el pósito de la Ciudad sin tener un peso de caudal para ello
y obligar a los labradores del Chalco y otras Provincias lo diesen y
condujesen al pósito y alhóndiga era conveniencia con daño de los pobres y común de esta Ciudad, el que fue dicho Don Rodrigo a comprar
grandes cantidades de maíz es notorio y público y que las hizo conducir a esta ciudad, y que hubo grande utilidad en el precio a que se compró y a que se vendió, pero no se sabe en utilidad de quien ha resultado
este abasto y el de los labradores, y el grandísimo cuidado y celo vigilante que se ha puesto en él constará de las cuentas.
42.-El que los años siguientes del Gobierno del Excmo. Señor
Conde de Galve se ha seguido la misma idea de conducción de granos
para el pósito y alhóndiga despachando diferentes ministros togados,
regidores y otros inferiores también, es constante y público, que se ha
hecho el mismo concepto y juicio que hizo también el señor Obispo de
la Puebla de los Angeles como lo dirá su consulta que está en los autos
que hizo el señor Don Miguel Calderón cuando fue por trigos a dicha
ciudad de orden de dicho Señor Excmo. y en caso necesario daré carta
por donde se manifiesta hubo tal papel.
43.-A la embriaguez de los indios con el pulque se echó la culpa
del tumulto, que no fue como se conviene de la Real Cédula que vino a
favor de Don Juan de la Rea asentista de esta bebida en que orden a
Su Magd. se le paguen ciertas cantidades en la Real Caja y que está entendido que no fue el pulque la causa del tumulto, y de que intervinieron en él mestizos y españoles que no beben y usan del pulque se reconoce de las causas de los que ajustició la Real Sala por culpados en el
tumulto. Y así parece se debe restituir al Real Patrimonio lo que se ha
perdido por quitar el pulque y embarazar este asiento, sin haberse posidios,
185
dido embarazar su introducción y venta por las justicias; aprovechiándose otros deste considerable caudal de la Hacienda Real.
44.-El haber formado y fundado con tanto costo del Real erario las
dos compañías de a caballo sin hacer Junta de Guerra para ello y sin
haber el más mínimo recelo de otro tumulto conservándolas tanto
tiempo que sólo parece fue para resguardo de la persona del Excmo.
Sr. Conde de Galve sin tener facultad de Su Magd. para la fundación
de dichas dos compañías; como ni para la obra del Real Palacio orden,
en la cual y en las compañías se han gastado muy considerables cantidades de la hacienda Real habiendolo contradicho el señor fiscal, y que
se esperase orden de Su Magd., remítome a las juntas y votos que se
pidieron por su Exa., y al testimonio del mío que va con este y demás
autos de la materia.
45.-Y por último no se hubiera dado lugar a tantas lástimas, incendios, pérdidas, y gastos, si el exmo. virrey hubiera salido de San Francisco en cuyo convento se hallaba al principio del tumulto, y hubiera
mandado tocar las cajas y clarines pila que se juntara la gente noble y
supieran a donde estaba su capitán general. Yo fui el primero que acudió a San Francisco muy al principio del tumulto y con más de media
hora de día, y le dije delante de muchas personas que era ocasión en
que necesitaba el caso de un muy breve y eftcaz remedio (que es lo que
aconsejan los políticos) y me dijo por dos veces vaya usted y ahorqueme cuantos tuvieren la culpa, estando ya ardiendo el palacio y como si
me diera la compañía del para su ejecución decir otras circunstancias
fuera muy molesto.
46.-Pocos días después de sucedido este tumulto en México hubo
otro semejante en la ciudad de Tlaxcala siendo su gobernador Don
Fernando de Bustamente criado del Excmo. Señor Conde de Galve por
tener comprado y estancado el maízy harina y las demás causas que se
refieren en las cuatro cartas que acompañan a esta y sus fechas de fin
de agosto y octubre de noventa y dos; quien fue restituido al oficio y
prosiguió en sus aciertos para que segunda vez sucediese lo mismo; y
de la carta de quince de Julio de noventa y tres que es del juez que fue
a la averiguación de la causa consta como procedió y con qué respectos contra los indios y no contra el gobernador que habiéndose visto en
la Real Sala (en que no fui juez) se remitió a la residencia que se tomó
y no se acumuló esta causa ni hasta ahora ha sido castigado el gobernador, remítome a los autos.
186
47.-Los tumultos de Celaya y Querétaro y siete muertes de indios
que sucedieron en Querétaro fueron originados de mandamientos del
Excmo. Señor Conde de Galve para que se sacasen indios de las Provincias para trabajar en la mina de Rayas del Real y minería de Guanajuato, remítome a los autos que en una y otra parte se harían, si bien he
llegado a entender que nunca se han dado de dichas jurisdicciones para
los Reales de minas circunvecinos por ser los indios labradores y dedicados sólo a la cultura de campos.
48.-Que el Excmo. Señor virrey en el tiempo de su gobierno ha beneficiado los azogues de su Magd. a ciento y cincuenta pesos a doscientos y más, es más que público y notorio; como el que ha tratado y
contratado en ropa de China y grana y añil y que en los navíos de China que se perdieron hubo mucho atraso y pérdida y los más de su familia, unos decían que hasta ahora en cantidad de trescientos mil pesos, y
otros en menos sin asentarse cosa fija, que se insinúa a Vmd. por lo
que pudiere importar.
49.-Ha molestado a los tribunales continuamente con decretos
obligando a hacer consultas y gastándoles el tiempo en cosas que se
podían excusar, y por otro medios disponer sin tratar a los tribunales
como dispone Su Magd. lo dirán infinitos decretos que hay en los archivos y llamando a los Ministros togados a horas indebidas y desacomodándolos contra las órdenes de Su Magd. haciéndolos esperar por
desautorizarlos, y mandando que entren otros primero a hablarle. Y en
las concurrencias de Palacio y algunos festines, fuegos y mascaradas
no darles el lugar que les debe, interpolando y aún prefiriendo a personas y caballeros particulares prevendados y otros a quien deben preferir los Ministros por ordenarlo así Su Magd. con título de que no se estaba allí en forma de audiencia lo cual ha sido muy notable y en gran-
de menosprecio de los togados, y fuera del estilo y costumbre que
siempre han observado los señores Virreyes; en los cuales ápices consiste la representación Real en los Ministros y en otras cosas muy menudas que con Alta providencia estan prevenidas por ceremonias; sin
que haya observado más de lo que a favor suyo ha hallado el Excmo.
Señor Conde de Galve, y accediendo en las que son contra los Ministros, como sucedió el día de Santiago de noventa y tres que llevó al Paseo de Santiago a los estribos de su coche dos Alcaldes del crimen, y
fui yo uno, y el otro el señor Francisco Sarasa, no estando en observancia ni estilo las leyes del caso. Y ordenándose en ella no lleve más que
un Alcalde; y también puedo decir ha menospreciado las demás leyes
187
I
que han ofrecido, no siendo de su gusto y sentir y que me he hallado
en casi todo lo más que queda referido, omitiendo otras infinitas cosas
que no son tan públicas ni notorias y casi improbables. Lo cual he manifestado a Vmd. para los efectos referidos y que Su Magd. sea
dor de todo por su medio, en que se dará por servido, cediendo juntamente en bien público de este Reino y en servicio de la Divina Magd.
que guarde a Vmd. como puede. México y marzo 30 de 1696.
sabe-
i
Dor. Don Jerónimo Chacón Abarca
INDICES
Sr. Don Balthasa¡ de Tovar del Consejo de su Magd. y Fiscal de esta Rl.
Audiencia y Juez de Residencia del Excmo. Señor Conde de Galve.
188
i
Páginas
NOTAS PREVIAS
PROLOGO
13
15
PREAMBI'LO
INTRODUCCION
t7
L9
I PARTE
ENTRE EL VIEJO CONTINENTE Y EL NUEVO
Capítulo I.-LIN NOBLE DE CASA Y CORTE
Genealogía de su linaje y condado
Datos biográñcos y carrera política
25
25
35
Notas Capítulo.I
45
capftulo tr.-LJNA CAPITAL PARA LJN VIRREY
La ciudad de México a fines del siglo XVII
El destino de un Mendoza
Notas Capítulo. tr
49
49
60
69
tr PARTE
LOS RETOS DEL GOBIERNO NOVOHISPANO
capítulo m.-DEFENSA Y COMERCIO: HACIA UNA
POLMCA EXTERIOR
Las fronteras de un virreinato
75
75
191
Páginas
Mecanismos económicos: entre la legalidad y el fraude ......
Notas Capítulo III .............
capítulo IV.-GOBIERNO
XICO
Y
87
96
CUADROS
l.4enealogía del conde de Galve
DESGOBmRNO DE ME101
Las actuaciones y los obstáculos
101
El desenlace: el motin de 1692
Notas Capítulo IV .............
111
FUENTES DOCUMENIALES
r27
r22
131
APENDICE DOCUMENTAL
Páginas
2.-Sucesión del condado y mayorazgo de Galve
3.-Rebeliones indígenas en el Norte de Nueva España (finales del siglo XVII)
30
33
78
4.{antidades erogadas para la defensa y ampliación de la
frontera Norte de Nueva España (1688-1696)
-pesos- ...
S.-Distribución de lo destinado al sostenimiento de la estructura defensiva durante los siete primeros meses del
gobierno del conde de Galve
83
t4l
MAPAS
l.-Plano delatrazade la ciudad de México con los lugares
LAMINAS, CUADROS Y MAPAS
de interés (1691)
53
LAMINAS
Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, VIII
Conde Galve, Virrey de Nueva España (1688-1696) ......
APENDICE DOCUMENTAL
l.-Don
27
2.-Genealogía presentada por don Gaspar ante el Consejo
pam su ingreso en la Orden Militar de Alcántara ............
31
3.-Partida de Bautismo de don Gaspar
36
2
37
51
6.-Acueducto de Chapultepec
56
7.-Salida de un virrey. Oleo. Fragmento ...........
63
192
ñando al conde de Galve. 1688 ....
DOCUMENTO N.s
S.-Plano de la ciudad de México, por Nicolás de Fer. 1715
8.-Camino que en el año 1689 hizo el gobernador Alonso
de León desde Coahuila hasta hallar cerca del Lago de
San Bernardo el lugar que habían poblado los franceses
9.-El palacio de los virreyes en la Ciudad de México .........
Relación de las personas que pasa-
ron a la Nueva España acompa-
4.-Indice del libro de Bautismo donde aparece inscrito el
nombre de don Gaspar
DOCUMENTO N.s I
tt4
Carta del virrey conde de Galve a
su hermano el duque del Infantado
informándole sobre el tumulto de
México. México, 23 de Agosto de
DOCUMENTO N.s
82
t45
3
1692
r49
Carta del virrey conde de Galve a
su hermano el duque del Infantado
sobre su actuación en la provisión
de oficios. México, 10 de Enero de
1692
155
193
Páginas
DOCUMENTO N.9 4
Carta del conde de Galve a su cuñada la duquesa del Infantado sobre asuntos familiares y su situa-
ción en la Corte. México, 12 de
Enero de
DOCUMENTO
N.S 5
1693
159
Carta del conde de Galve a su hermano el duque del Infantado sobre
la remisión de caudales. México,
31 de Mayo de 1693
DOCUMENTO
N.S ó
Carta del virrey conde de Galve a
su hermano el duque del Infantado
sobre la situación de México. México,4 dejunio de 1693
163
La primera edición de
"De la Corte de Castilla al virreinato
de México: El Cottdc de Galve (1653-1697)"
de Mq Pilar Gwiénez larenzo
167
se acabó de
el dla
DOCUMENTO N.9 7
Memorial ajustado de acusaciones, enviadas por Don Jerónimo
Chacón y Abarca, Alcalde del Crimen más antiguo de la Real Audiencia de México a Don Baltasar
de
Torrejón de Ardoz
(Madri.d)
t7l
{
194
itnprilnir
de Octubre de.Igg3,
festividad dc Santa Teresa de Jesús,
en los alleres de
Gráficas Dehon
de Tovar, del Consejo de su majes-
tad y fiscal de la Real Audiencia
de México, Juez de Residencia del
conde de Galve. México, 30 de
marzo de 1696
l5
EXCMA. D I P UTAC I ON P ROVIN C IAL
GUADAI-4JARA