Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Presentacià N Tema 2. 6

Descargar como pptx, pdf o txt
Descargar como pptx, pdf o txt
Está en la página 1de 52

Tema 2.

Dinámica Litosférica:
La Tectónica de
Placas.
Índice:
1. Desarrollo histórico. Pruebas a favor de la teoría.
2. Placa litosférica: concepto, tipos, mapa de placas.
3. Límites o bordes de placas: concepto, tipos, geología.
4. El motor de las placas.
5. El Ciclo de Wilson.
6. La tectónica hoy.
1. Desarrollo histórico. Pruebas a favor de la teoría.
A principios del siglo XX, el meteorólogo
y geofísico alemán Alfred Lothar
Wegener, propuso una nueva hipótesis
que luego se llamaría “Deriva
Continental”. De forma escueta, esta
teoría postula que la distribución
geográfica de los continentes ha
variado a lo largo de la historia
geológica de la Tierra, y que, como
consecuencia del movimiento de los
continentes se producían empujes que
provocaban la elevación de las cadenas
montañosas.
Wegener llegó a esta conclusión después de analizar diversas evidencias,
geométricas, paleontológicas y paleoclimáticas. Comenzó observando lo
similares que eran en su trazado los límites de las plataformas continentales
de las costas de Europa, África y América, que permitían un encaje entre
ellas muy ajustado. Confirmó que los fósiles de las costas de África y
América, en los puntos de encaje, pertenecen a los mismos periodos, siendo
idénticos o muy similares, y por último, comprobó, analizando glaciares y
restos vegetales, que las condiciones del clima en el pasado fueron muy
similares en las concordancias a ambos lados del océano. De hecho, quizás
por su formación en meteorología fue uno de los pioneros en el estudio de la
Paleoclimatología.
EVIDENCIAS GEOGRÁFICAS.
Wegener también utilizó como demostración de la deriva continental la
coincidencia geográfica de las costas de los continentes que cercan el
Atlántico. Demostró que al yuxtaponer tales estructuras presentan
similitudes y se acoplan como si fueran las piezas de un rompecabezas.
Una objeción que a la teoría de
Wegener era que, al poner juntas las
márgenes de los continentes, en lugar
de ajustarse bien mostraban
discordancias (sobreposiciones o
hiatos) de hasta 1 600 km de ancho.
Du Toit demostró, por primera vez,
que el acoplamiento de los
continentes debería hacerse no por la
línea costera actual, sino por la de la
plataforma continental, pues de esa
manera existía una concordancia más
perfecta entre las márgenes de los
continentes.
ARGUMENTOS DE CARÁCTER PALEOCLIMÁTICO
Una de las pruebas litológicas más impresionantes en favor de la deriva
continental se refiere a la distribución de depósitos de tilitos
permocarboníferos encontrados en Sudamérica, África, Australia e India
peninsular; que indican que en esas áreas ocurrió una glaciación. Por otro
lado, depósitos permocarboníferos generados en condiciones de clima
caluroso (por ejemplo, de carbón) se encuentran en varias partes de
Norteamérica, Europa y Asia.
Wegener ya había notado que si
al reunir los continentes en una
sola masa se ponía un polo en
Sudáfrica, entonces las regiones
que habían pasado por la
glaciación permocarbonífera se
ubicarían alrededor de ese polo
EVIDENCIAS PALEONTOLÓGICAS
El examen de la distribución geográfica de los fósiles y de la fauna y de la
flora actuales muestra que determinadas especies están distribuidas en
regiones específicas, limitadas por barreras de dispersión. Por ejemplo, en
los tiempos de Wegener la distribución de una especie de gasterópodo
terrestre (Helix pomatia) estaba restringida a la porción occidental de
Europa y la parte oriental de América del Norte, y el océano aparecía como
un obstáculo insuperable para su dispersión.
Antes de la elaboración de la teoría de
la deriva continental la evidencia
biológica y la paleontológica de la
antigua conexión entre los continentes
era explicada por la llamada teoría de
los puentes intercontinentales. De
acuerdo con esa teoría, en el pasado
los océanos estaban divididos por
masas de tierra que emergían y
facilitaban la dispersión de los
organismos y que posteriormente se
sumergían.
Según la teoría de la deriva continental los puentes no existieron, pues en el
pasado los mismos continentes estaban yuxtapuestos unos con otros.

Uno de los primeros rastros paleontológicos utilizados para apoyar la teoría


de una yuxtaposición entre el continente sudamericano y el africano y, por lo
tanto, en favor de la teoría de la deriva continental, se refería a la existencia
de reptiles mesosaúridos en los sedimentos pérmicos de las cuencas
sedimentarias del Paraná, en Brasil, y del Karoo, en Sudáfrica. Los
mesosáuridos comprenden un grupo de pequeños reptiles acuáticos o
semiacuáticos, atribuidos al orden Proganosauria, que hasta el presente no
han sido encontrados en rocas de otras partes del mundo.
EVIDENCIA PALEOMAGNÉTICA Y MIGRACIÓN DE LOS
POLOS
Es posible hacer determinaciones paleomagnéticas en unidades litológicas
(capas de rocas) de edad geológica definida, particularmente en aquellas
constituidas por rocas ígneas basálticas. Esas rocas contienen ciertos
minerales que, mientras se enfrían, quedan magnetizados por el campo
magnético terrestre y se alinean con los polos magnéticos norte y sur de la
Tierra. Así, esas rocas retienen su dirección original de magnetización,
aunque sean desplazadas o expuestas por centenas de millones de años a
diferentes orientaciones del campo magnético de la Tierra
Las interpretaciones paleomagnéticas indican que la posición del eje
magnético terrestre ha migrado con referencia a su eje de rotación. Runcorn
(1967) subrayó que la concepción de migración de los polos, tomada
aisladamente, no es congruente, pues si sólo los polos se hubieran
desplazado, cada continente exhibiría una trayectoria idéntica de migración
de los polos. Pero cuando las inspecciones paleomagnéticas se combinan
con las ideas de la deriva continental, se obtiene un esquema satisfactorio
Hoy se sabe que cada
continente posee una
trayectoria diferente de
migración polar aparente. En
realidad, la principal evidencia
paleomagnética que apoya la
hipótesis de la deriva
continental es la divergencia
de las trayectorias de
migración de los polos en
relación con los polos
geográficos, observable
cuando aquéllos son trazados
sobre un globo actual
HOLMES Y LAS CORRIENTES DE CONVECCIÓN.
Holmes propuso la existencia de corrientes de convección del interior del
manto de la Tierra, según él generadas a consecuencia de la transferencia
de calor del núcleo de la Tierra hacia el magma, que hacen que la placa
continental se rompa; los fragmentos resultantes son transportados uno lejos
del otro. Así, el magma calentado por el núcleo terrestre forma corrientes
centrífugas ascendentes. Tales corrientes, al chocar con la placa continental
en la superficie del planeta, se "bifurcan" y vuelven a zambullirse hacia el
centro del planeta.
Si al momento de bifurcarse se encuentran con otras corrientes de sentido
opuesto se generan zonas de tensión. Por otro lado, si las corrientes de
direcciones opuestas se encuentran y sumergen otra vez hacia el interior de
la Tierra surgen zonas de compresión. Con el paso del tiempo la región de
tensión termina por adelgazarse y, finalmente, surge una hendidura en la
placa continental. Los dos fragmentos resultantes son transportados ahora
por las corrientes de convección.
DESPUÉS de 1950, con los progresos considerables realizados en los
estudios sismológicos y paleomagnéticos, se acumularon conocimientos
considerables que permitieron interpretaciones globales respecto a las
diferentes partes de la corteza terrestre, posibilitando así la comprensión de
los fenómenos relacionados con el origen de los continentes, la génesis de
los terremotos, la formación de cadenas de montañas y la historia
paleobiogeográfica de la Tierra. Entre los principales hechos comprobados
que posibilitaron tales interpretaciones destacan:

LA EXPANSIÓN DEL FONDO OCEÁNICO


Algunos de los datos más importantes
acerca de la deriva de los continentes se
obtuvieron a partir del estudio de la
topografía, el paleomagnetismo y la
historia geológica del fondo oceánico.
Sin embargo, no fue sino hasta la década
de 1940, durante la segunda Guerra
Mundial, cuando se realizó una
investigación sistemática del fondo
oceánico con empleo de sonares.
Al final de la década 1940-1950 se realizo una expedición para cartografiar la
Dorsal Mesoatlántica o Valle Central del Atlántico Medio como también es
conocida. La Dorsal Mesoatlántica es una extensa cadena de montañas
situada exactamente en el centro del Océano Atlántico, y en su cresta
presenta una serie de volcanes activos y un valle estrecho y escarpado en el
centro, a lo largo del cual se registran frecuentemente sismos submarinos.
Al inicio de la década de 1960-1970 en
Princeton, el profesor H. Hess propuso
una nueva concepción de la Tierra.
Grandes hendiduras surgen en la
corteza terrestre, en el fondo de los
océanos. A través de ellas, por medio
de corrientes de convección se
derrama el magma fluido que,
gradualmente, se solidifica en las
márgenes de esas hendiduras y genera
crestas montañosas. Precisamente es
debido a la irrupción constante del
magma y su solidificación en los
bordes de una hendidura, que surge
suelo oceánico nuevo.
ANOMALÍAS MAGNÉTICAS EN LAS CUENCAS OCEÁNICAS
En 1963 Vine y Matthews publicaron un trabajo clásico. Según ellos, si
frecuentemente se genera corteza nueva, por intermedio de las corrientes
de convección del manto, abajo de la Dorsal Mesoatlántica, ésta, al
enfriarse abajo de la temperatura Curie, se magnetiza en el sentido del
campo magnético de la Tierra, lo intensifica y produce una anomalía
magnética positiva.
Por otro lado, las anomalías
magnéticas negativas
resultarían de la magnetización
de las rocas en sentido
opuesto y oponiéndose al
campo. Para explicar esa
magnetización inversa, Vine y
Matthew recurrieron a la
hipótesis de reversión del
campo magnético de la Tierra.
FALLAS DE TRANSFORMACIÓN
Wilson (1965), con base en la teoría de la expansión del suelo oceánico,
estableció el concepto de fallas de transformación. Esos desplazamientos
están asociados a extensas zonas de cizallamiento donde se generan
nuevas rocas en la superficie, debido a la inyección de materiales ígneos.
Las fallas de transformación presentan extensión longitudinal de algunos
millares de kilómetros; sin embargo, gran parte de los desplazamientos se
interrumpe bruscamente, restringiéndose a pequeñas porciones de las
crestas de las dorsales. Los sismos asociados a las fallas de transformación
ocurren en segmentos cortos de la zona de fractura entre las crestas de las
dorsales.
FOSAS OCEÁNICAS
Al admitirse que la expansión del suelo oceánico sucedió a lo largo de la
historia geológica de la Tierra, también será necesario suponer algún
mecanismo de destrucción de la corteza. Ese mecanismo actuaría en las
márgenes convergentes de las placas, donde hay colisión entre las placas
litosféricas y reintegración de los materiales de la corteza oceánica junto al
manto. Tales áreas se denominan zonas de subducción y coinciden,
geográficamente, con las fosas oceánicas.
Las fosas oceánicas
corresponden a zonas
extensas, estrechas y
deprimidas del fondo
oceánico, más frecuentes
en el Océano Pacífico, que
pueden alcanzar hasta los
11 022 m de profundidad,
como la fosa de las
Marianas. Son regiones de
gran actividad sísmica.
ARCOS DE ISLAS
Un arco de islas corresponde a un cinturón tectónico de alta sismicidad
caracterizado por un arco externo de islas originadas por sedimentos
plegados y un arco interno de volcanes activos bordeados por una trinchera
oceánica. Tales arcos se forman en los lugares donde la placa oceánica
colisiona con otra placa oceánica o continental, ocurriendo una subducción
a lo largo de la Zona de Benioff.
2. Placa litosférica: concepto, tipos, mapa de placas.
La litosfera está dividida en fragmentos llamados placas litosféricas. Éstas
pueden presentar distintas dimensiones que pueden variar con el tiempo
llegando incluso a desaparecer, pero que tienen en común desplazarse en la
misma dirección y el mismo sentido. Las placas litosféricas se mueven unas
con respecto a otras, impulsadas desde el interior terrestre por la
redistribución del calor interno. Es justamente en las zonas de interacción
donde se desarrollan los procesos de vulcanismo, sismicidad y creación de
relieve.
Observando un mapa en el que aparezcan las placas litosféricas podemos
ver que hay varios tipos de placas:

Placas oceánicas, formadas exclusivamente por corteza oceánica (placa de


Nazca o placa Pacífica).

Placas continentales, constituidas por corteza continental (placa arábiga).

Placas mixtas, la mayoría, formadas en parte por corteza continental y


corteza oceánica (placa euroasiática, placa suramericana).
3. Límites o bordes de placas: concepto, tipos, geología.
Los límites o bordes entre placas son, según el movimiento relativo entre
ellas, de tres tipos:
Borde constructivo. Se llaman así porque en ellos se encuentran las
dorsales oceánicas, a través de as cuales sale material fundido del interior
de la Tierra y se forma corteza oceánica. Son zonas donde se fracturan los
continentes, se forman océanos y las placas se separan (límite divergente).
Borde destructivo. Son las zonas de subducción, en las cuales dos placas
chocan entre sí, pero al ser una más densa que otra, ésta última se
introduce debajo de la más ligera (límite convergente). Esta colisión
generará terremotos (debido a la tensión que se acumula), la formacion de
volcanes y arcos islas. Las cordilleras, también se originan en estas zonas
de choque de placas.
Límite pasivo. Coincide con las fallas transformantes, cuando el
movimiento relativo entre las placas no es de separación ni de choque, sino
de roce lateral (límite transformante). Los terremotos sueles ser fenómenos
asociados a este tipo de límite (falla de San Andrés, cerca de la ciudad de
San Francisco).
LOS BORDES CONSTRUCTIVOS.
Los bordes constructivos o divergentes, las regiones del planeta en las que
se “crea” litosfera nueva a partir del material del manto que llega a la
superficie. Esto ocurre en dos regiones, aunque en realidad ambas
responden a dos estadios diferentes de la evolución continental que
propone el Ciclo de Wilson, que repasaremos más adelante.
DORSALES OCEÁNICAS
Las dorsales oceánicas son unas alineaciones montañosas alargadas que
forman una red de 60.000 Km de longitud que se distribuyen a lo largo de
todo el planeta. En realidad las dorsales son abombamientos del fondo del
terreno que culminan con una profunda grieta a la que llamamos rift, una
fosa tectónica de unos 20-30 km de ancho y cientos de metros de
profundidad.
Por un lado tenemos las
dorsales lentas como la del
Atlántico, en las que el ritmo
de creación de litosfera es de
menos de 2 cm/año, con un
rift bien marcado en el que
tenemos volcanes centrales
algo alargados y discontinuos.
Por el contrario, las dorsales
rápidas como la del Pacífico
Por último tenemos las dorsales
crean litosfera a un ritmo de
intermedias como la del Índico, con una
más de 4 cm/año, carecen de
velocidad de expansión de 1-4 cm/año, un
un rift y los volcanes
rift poco marcado y unos volcanes
presentes son muy alargados
centrales alargados pero discontinuos.
y casi en continuidad unos con
Los rifts continentales son regiones similares a las dorsales, con una
anchura que puede alcanzar varias decenas de kilómetros y una grieta
central cuyo fondo se sitúa a una profundidad de hasta 2.000 m con respecto
a los bordes, definidos por la presencia de grandes fallas y por lo general
ligeramente elevados. En algunos de los rifts continentales que tenemos en
la actualidad podemos ver que la tectónica es de horst y grabens, de manera
que en algunos de ellos las “cubetas” (grabens) actúan como pequeñas
cuencas por las que discurren ríos o se forman lagos, que es lo que ocurre
por ejemplo en el Valle del Rift de África.
LOS BORDES DESTRUCTIVOS.
Si la Tectónica de Placas nos dice que la superficie de la Tierra está formada
por placas que se desplazan, y tenemos regiones en las que se crea litosfera
nueva, ¿por qué el planeta no crece de diámetro? Obviamente esa pregunta
se la hicieron los geólogos en el siglo pasado, y la respuesta la encontraron
en los bordes convergentes o destructivos,
Años antes de que se descubriera que el fondo oceánico se expandía, en el
borde del Pacífico algunos autores habían visto que los terremotos se
concentraban en una banda que se inclinaba unos 45º y que llegaba hasta
los 700 km de profundidad. A esas regiones, que luego se han encontrado
en otros océanos, aunque no siempre con la misma inclinación pero sí
llegando a la misma profundidad, se las denominó Zonas de Benioff –
Wadati y definen el plano de subducción entre la placa que subduce
(complejo de subducción) y la placa bajo la cuál subduce.
Ahora sabemos que con el aumento de densidad que supone su
envejecimiento la litosfera oceánica llega a un punto en el que adquiere una
densidad mayor que la que tiene la astenosfera, lo que significa que pasa de
“flotar” cómodamente sobre ella a hundirse. Pero antes de hundirse tiene
que romperse, y eso es siempre más fácil cuando está fría, es decir, cuando
está lejos de la dorsal.
Y si además el lugar de
mayor densidad, donde
está más fría y por tanto
su comportamiento es
más frágil, coincide con
un punto de debilidad
cortical (contacto entre
litosfera oceánica y
litosfera continental),
entonces lo que
tendremos tarde o
temprano es el inicio de
una subducción.
Se pueden dar tres situaciones:
• Subducción de placa oceánica bajo placa continental.
• Subducción de placa oceánica bajo placa oceánica.
• Obducción de dos placas continentales.

Cordillera perioceánica (Cordillera de los Andes): Las cordilleras


perioceánicasse forman cuando se hunde la placa oceánica bajo la placa
continental.
Arco insular . Los arcos de islas se generan cuando la placa oceánica, más
densa y delgada, se introduce bajo otra placa oceánica o mixta, generando
una intensa actividad volcánica y sísmica. Se producen así profundas fosas
en forma de arco jalonadas de islas volcánicas como las fosas y los arcos de
islas del océano Pacífico.
Estas zonas de obducción son áreas de colisión entre continentes, y que
originan también cadenas montañosas (orógenos intracontinentales), la más
conocida la cordillera del Himalaya.
BORDES PASIVOS O TRANSFORMANTES.
El tercer tipo de borde de placa es
el transformante, en el cual las
placas se desplazan una al lado de
la otra sin producir ni destruir
litosfera (bordes pasivos). Las fallas
transformantes fueron identificadas
en primer lugar allí donde desplazan
los segmentos desalineados de una
dorsal oceánica. Al principio se
supuso erróneamente que el
sistema de dorsales había formado
originariamente una cadena larga y
continua que fue segmentada por el
desplazamiento horizontal a lo largo
de esas fallas. Sin embargo, se
observo que el desplazamiento a lo
largo de esas fallas era
exactamente paralelo a la dirección
necesaria para producir los
desplazamientos de la dorsal.
Tuzo Wilson sugirió que esas grandes fallas conectan los cinturones activos
globales (bordes convergentes, bordes divergentes y otras fallas
transformantes) en una red continua que divide la superficie externa de la
tierra en varias placas rígidas. Por tanto, Wilson se convirtió en el primero en
sugerir que la Tierra estaba compuesta por placas individuales, a la vez que
identificó las fallas a lo largo de las cuales es posible el movimiento relativo
entre las placas.
Otro papel de las fallas transformantes es proporcionar el medio mediante el
cual la corteza oceánica creada en las crestas de la dorsal puede ser
transportada a una zona de destrucción, las fosas submarinas.
4. El motor de las placas.
Varias fuerzas actúan sobre las placas terrestres. Las fuerzas impulsoras
son: la fuerza de arrastre de la placa, la fuerza de empuje de la dorsal y la
fuerza de succión de la placa.
Existe acuerdo general en que la subducción de las capas frías y densas de
la litosfera oceánica es la principal fuerza impulsora del movimiento de las
placas. A medida que estas capas se hunden en la astenosfera, «tiran de» la
placa a remolque.
Este fenómeno,
denominado fuerza de
arrastre de la placa,
se produce porque las
capas antiguas de la
litosfera oceánica son
más densas que la
astenosfera subyacente
y, por tanto, se
«hunden como una
roca».
Otra fuerza impulsora importante se denomina fuerza de empuje de la dorsal
(Figura 2.29). Este mecanismo accionado por la gravedad es consecuencia
de la posición elevada de la dorsal oceánica, que hace que las capas de la
litosfera se «deslicen» hacia abajo por los flancos de la dorsal. La fuerza de
empuje de la dorsal parece contribuir mucho menos a los movimientos de
las placas que la fuerza de arrastre de la placa.
Otra fuerza impulsora se
produce por el arrastre de una
placa en subducción en el manto
adyacente. El resultado es una
circulación inducida del manto
que empuja ambas placas, la
subducida y la superpuesta
hacia la fosa. Dado que esta
corriente de manto tiende a
«succionar» las placas cercanas
(de una manera parecida a
cuando se saca el tapón de la
bañera), se denomina fuerza de
succión de la placa. Aun
cuando una placa en subducción
se separe de la placa
suprayacente, ésta continuará su
descenso por la corriente en el
manto y, por consiguiente,
continuará provocando el
movimiento de placas.
Cuando se propuso por primera vez la expansión del fondo oceánico, los
geólogos sugirieron que la convección en el manto consistía en corrientes
ascendentes que procedían de las profundidades del manto por debajo de
las dorsales oceánicas. Los modelos modernos consideran las placas como
parte integral de la convección del manto y quizás incluso como su
componente más activo. Es el movimiento horizontal de las placas
litosféricas que se apartan de la dorsal el que provoca el afloramiento del
manto y no al revés.

Además, cualquier modelo aceptable debe


explicar por qué las lavas basálticas que entran
en erupción a lo largo de la dorsal oceánica
tienen una composición bastante homogénea y
carecen de algunos elementos traza.
5. El Ciclo de Wilson.
La distribución de las placas y por tanto, de los continentes, ha cambiado a
lo largo del tiempo, ya que pueden fragmentarse y unirse unos con otros. El
Ciclo de Wilson, propuesto por Tuzo Wison, nos explica de forma ordenada,
el proceso de apertura y cierre de los océanos, y la fragmentación y
posterior unión de los continentes, que provoca la formación de cordilleras, y
resume todo lo que sucede en los bordes constructivos y destructivos sobre
la litosfera. Se le suele dar el nombre de una zona actual que se encuentra
en dicha situación.
En el ciclo se pueden distinguir las siguientes fases:
1. El continente se fragmenta por acción de puntos calientes que abomban
y adelgazan la corteza hasta romperla, originándose un rift continental
(como el Rift africano).
2. En la línea de fragmentación se empieza a formar litosfera oceánica
(borde constructivo) que separa los fragmentos continentales. Si continúa la
separación el rift es invadido por el mar y se va transformando en una dorsal
oceánica. Los continentes quedan separados por una pequeña cuenca
oceánica (como el actual mar Rojo).
3. El proceso continúa y los continentes se separan progresivamente. Entre
ellos aparece una cuenca oceánica ancha, con una dorsal bien desarrollada
(como el Océano Atlántico actual).
4. Cuando la cuenca oceánica alcanza cierto tamaño y es suficientemente
antigua, los bordes de contacto con los fragmentos continentales se vuelven
fríos y densos y comienzan a hundirse debajo de los continentes y se
genera un borde de destrucción. En esta zona se origina una cadena
montañosa que va bordeando al continente (orógeno tipo andino, como la
cordillera de los Andes). La corteza oceánica se desplaza desde el borde
constructivo al de destrucción como una cinta transportadora, por lo que la
cuenca oceánica deja de crecer (como el Océano Pacífico).
5. Dada la forma esférica de la Tierra, otros bordes constructivos pueden
empujar a los fragmentos continentales en sentido contrario, con lo que la
cuenca oceánica se va estrechando (como en el Mar Mediterráneo).
6. Finalmente al desaparecer la cuenca oceánica las dos masas
continentales chocas (obducción) y se origina un continente único
(supercontinente), y sobre la sutura que cierra el océano se forma una
cordillera (orógeno tipo himalayo, como la cordillera del Himalaya).
Puntos calientes y plumas del manto
Los investigadores están de acuerdo en la existencia de una pluma
ascendente de material del manto debajo de la isla de Hawaii. A medida que
la pluma de manto ascendente entra en el ambiente de baja presión de la
base de la litosfera, se produce fusión. La manifestación superficial de esa
actividad es un punto caliente, un área volcánica, con un flujo térmico
elevado y un abombamiento de la corteza que tiene unos pocos cientos de
kilómetros de anchura.
Conforme la placa del
Pacífico se movió sobre
este punto caliente, se
formaron estructuras
volcánicas sucesivas.
La edad de cada volcán
indica el momento en el
que se situó sobre la
pluma del manto
relativamente
estacionaria.
Por tanto, como la cadena de islas Hawaii-Emperador, estas estructuras
volcánicas se formaron aparentemente por el mismo movimiento de la placa
del Pacífico sobre plumas del manto fijas. Esta prueba, no sólo apoya el
hecho de que las placas se mueven en realidad en relación con el interior de
la Tierra, sino que también las «huellas» del punto caliente marcan la
dirección del movimiento de la placa.
Tectónica de Placas: el nuevo paradigma.
“En 1968 se unieron los conceptos de deriva continental y expansión del
fondo oceánico en una teoría mucho más completa conocida como
tectónica de placas. La tectónica de placas puede definirse como una
teoría compuesta por una gran variedad de ideas que explican el
movimiento observado de la capa externa de la Tierra por medio de los
mecanismos de subducción y de expansión del fondo oceánico, que, a su
vez, generan los principales rasgos geológicos de la Tierra, entre ellos los
continentes, las montañas y las cuencas oceánicas”.
“Las implicaciones
de la tectónica de
placas son de tanto
alcance que esta
teoría se ha
convertido en la
base sobre la que
se consideran la
mayoría de los
procesos
geológicos”.
Según el modelo de la tectónica de placas, el manto superior, junto con la
corteza suprayacente, se comportan como una capa fuerte y rígida,
conocida como la litosfera, que está rota en fragmentos, denominados
placas. Las placas de la litosfera son más delgadas en los océanos, donde
su grosor puede variar entre unos pocos kilómetros en las dorsales
oceánicas y 100 kilómetros en las cuencas oceánicas profundas. Por el
contrario, la litosfera continental, por regla general, tiene un grosor de entre
100 y 150 kilómetros, pero puede superar los 250 kilómetros debajo de las
porciones más antiguas de las masas continentales.
La litosfera se encuentra por encima de una región más dúctil del manto,
conocida como la astenosfera. El régimen de temperatura y presión de la
astenosfera superior es tal que las rocas que allí se encuentran se
aproximan mucho a sus temperaturas de fusión, lo que provoca una zona
muy dúctil que permite la separación efectiva de la litosfera de las capas
inferiores. Así, la roca poco resistente que se encuentra dentro de la
astenosfera superior permite el movimiento de la capa externa rígida de la
Tierra.
Se reconocen siete placas principales. Son la placa Norteamericana, la
Sudamericana, la del Pacífico, la Africana, la Euroasiática, la Australiana y la
Antártica. La mayor es la placa del Pacífico, que abarca una porción
significativa de la cuenca del océano Pacífico. La mayoría de las grandes
placas incluye un continente entero además de una gran área de suelo
oceánico. Esto constituye una importante diferencia con la hipótesis de la
deriva continental de Wegener, quien propuso que los continentes se
movían a través del suelo oceánico, no con él. Obsérvese también que
ninguna de las placas está definida completamente por los márgenes de un
continente.
Las placas de tamaño mediano son la Caribeña, la de Nazca, la Filipina, la
Arábiga, la de Cocos, la de Scotia y la de Juan de Fuca. Además, se han
identificado más de una docena de placas más pequeñas.

También podría gustarte