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Serie Literatura Oriental - Zen y Kawabata

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El budismo, el zen y

Kawabata
Zairo Anillo M.
Entre Historia y
leyenda
Paul Deussen ha observado que la leyenda del
Buddha es un testimonio, no de lo que el
Buddha fue, sino de lo que llegó a ser en muy
poco tiempo; otros investigadores agregan que
en lo legendario, en lo mítico, la esencia del
budismo ha encontrado su expresión más
profunda. La leyenda nos revela lo que
creyeron innumerables generaciones de
hombres piadosos y sigue perdurando en la
mente de gran parte de la humanidad.
Un contexto

Acaso no sea inútil señalar que el


siglo VI a. C., en que floreció el
Buddha, fue un siglo de filósofos:
Confucio, Lao Tse, Pitágoras y
Heráclito fueron contemporáneos
suyos. Para el occidental, la
comparación de la historia o leyenda
del Buddha con la historia o leyenda
de Jesús es quizás inevitable.
La inevitable analogía
Esta última abunda en inolvidables rasgos patéticos y en circunstancias de insuperable
dramaticidad; comparada con la de un dios que condesciende a tomar la forma de un
hombre y muere crucificado con dos ladrones, la otra historia del príncipe que deja su
palacio y profesa una vida austera es harto más pobre. Reflexionemos, sin embargo,
acerca de que la negación de la personalidad es uno de los dogmas esenciales del
budismo y que haber inventado una personalidad muy atrayente, desde el punto de
vista humano, hubiera sido desvirtuar el propósito fundamental de la doctrina. Jesús
conforta a sus discípulos diciéndoles que si dos de ellos se reunen en su nombre, El
será el tercero; el Buddha, en circunstancias análogas, dice que él deja a los discípulos
su doctrina.
Una concepción
Edward Conze ha observado muy justamente que la
existencia de Gautama como individuo es de escasa
importancia para la fe budista. Agrega, según el espíritu del
Gran Vehículo, que el Buddha es una suerte de arquetipo
que se manifiesta en el mundo en diversas épocas y con
diversas personalidades, cuyas idiosincrasias carecen de
mayor importancia. La pasión de Cristo ocurre una vez y es
el centro de la historia de la humanidad; el nacimiento y la
enseñanza del Buddha se repiten cíclicamente para cada
período histórico y Gautama es un eslabón en una cadena
infinita que se dilata hacia el pasado y el porvenir.
El rasgo de un carácter que hereda el budismo

«A los hindúes poco les importa el orden de los hechos históricos o la sucesión de los
reyes. Si les hacen preguntas, inventan cualquier contestación». Oldenberg, que procura
defenderlos de ese dictamen, invoca una historia o crónica titulada El río de monarcas,
en la que un rajá reina durante trescientos años y otro, setecientos años después de haber
reinado su hijo. Deussen, en cambio, observa: «Los historiadores comunes (que no
perdonan a un Platón no haber sido un Demóstenes) deberían tratar de entender que los
hindúes están a una altura que no les permite encantarse, como los egipcios, compilando
listas de reyes, o para decirlo en el lenguaje de Platón, enumerando sombras». La
verdad, por escandalosa que sea, es que a los hindúes les importan más las ideas que las
fechas y que los nombres propios.
La matriz de una literatura
Como todas las religiones y filosofías del Indostán, el budismo presupone las doctrinas de los
Vedas. La palabra Veda significa «sabiduría» y se aplica a una vasta serie de textos antiquísimos
que, antes de ser fijados por la escritura, se transmitieron oralmente de generación en generación.
El Korán es un libro sagrado, la Biblia es un conjunto de obras que fueron declaradas canónicas
por diversos concilios; la índole divina de los Vedas ha sido en cambio reconocida en la India
desde una época inmemorial. Himnos, plegarias, incantaciones, fórmulas mágicas, letanías,
comentarios místicos y teológicos, meditaciones ascéticas e interpretaciones filosóficas integran
los Vedas. Se entiende que son obra de la divinidad que, al cabo de cada una de las infinitas
aniquilaciones del universo, los revela a Brahma; éste, mediante las palabras de los Vedas, que
son eternas, crea un nuevo universo. Así, la palabra piedra es necesaria para que haya piedras en
cada nuevo ciclo cósmico.
Las bases

En el Sermón de Benares predicado en el


Parque de las Gacelas, el Buddha condena la
vida carnal, que es baja, innoble, material,
indigna e insensata, y la vida ascética, que es
indigna, insensata y dolorosa. Predica una Vía
Media: el Sagrado Octuple Sendero, al que
conducen las Cuatro Nobles Verdades. Estas
verdades son: el sufrimiento, el origen del
sufrimiento, la aniquilación del sufrimiento y el
camino que lleva a la aniquilación del
sufrimiento, o sea el Octuple Sendero.
En la China, el budismo tuvo que
enfrentarse con una cultura secular
firmemente arraigada en los libros
canónicos de Confucio y con el taoísmo
fundado por su contemporáneo Lao Tse.
Ambos corresponden al siglo VI antes de
nuestra era. El confucianismo es menos
una religión que un sistema ético y social;
el taoísmo enseña, como el budismo, la
irrealidad del universo. Es famosa la
parábola de Chuang-Tzu, otro de sus
maestros: «Chuang Tzu soñó que era una
mariposa y no sabía, al despertar, si era un
hombre que había soñado ser una mariposa
o una mariposa que ahora soñaba ser un
hombre».
El origen
Pese a tantos obstáculos, la fe del Buddha llegó a su auge en el siglo VI de la era
cristiana; los textos palis del Tripitaka fueron traducidos y muchos misioneros
llegaron del Indostán. Cuando en el año 526 el patriarca Bodhidharma arribó a la
China, el emperador se jactó de los numerosos monasterios que había fundado y
de la cantidad creciente de monjes; Bodhidharma le dijo que tales cosas
pertenecían al mundo de las apariencias y que no había ganado ningún mérito.
Luego, se retiró a meditar. Según una leyenda, pasó nueve años en silencio ante
un muro donde quedó impresa su imagen. Fundó la secta de la meditación
(Ch'an) que daría origen en el Japón al budismo Zen.
Fragmento de Viaje del Oeste
El Buddha le dijo al Mono: «Hagamos una apuesta. Si de un salto puedes salir de la
palma de mi mano, te daré el trono que ahora ocupa el emperador de Jade». El
Mono dio un gran salto y se perdió de vista. Llegó a un lugar en el que había cinco
pilares rosados y pensó haber alcanzado el confín del mundo. Se arrancó un pelo, lo
convirtió en un pincel y escribió al pie del pilar central: El gran Sabio, Aquel cuya
sabiduría es igual al Cielo, llegó a este sitio. De otro salto volvió al punto de partida
y le dijo al Buddha: «He ido y he vuelto; ya puedes darme el trono». El Buddha
contestó: «No has salido de la palma de mi mano. Mírala bien». El Mono miró
hacia abajo y leyó, en la base del dedo medio, las palabras: El Gran Sabio, Aquél
cuya sabiduría es igual al Cielo, llegó a este sitio.
El Zen

Según se sabe, la fe del Buddha tuvo su raíz en el Nepal y emigró


después a la Indochina y a la China por obra de diversos misioneros, de
los cuales el más famoso fue Bodhidharma, el Primer Patriarca, a
principios del siglo VI de nuestra era. Se cuenta que Shen-Kuan,
discípulo y sucesor del patriarca, no comprendió al principio su doctrina,
cuya revelación le era negada por éste. Para probar la sinceridad de su fe,
Shen-Kuan se cortó el brazo izquierdo; Bodhidharma, interrumpiendo su
silencio de muchos años, le preguntó qué deseaba. Shen-Kuan le
respondió: «No hay tranquilidad en mi mente; hazme la merced de
pacificarla». Bodhidharma le dijo: «Muéstrame tu mente y te daré paz», a
lo que contestó el discípulo: «Cuando busco mi mente no doy con ella».
«Bien», dijo Bodhidharma, «ya estás en paz». Shen-Kuan, entonces,
recibió una brusca iluminación: comprendió la Verdad.
Un modo de entenderlo
Nuestros hábitos mentales obedecen a los conceptos de sujeto y de objeto, de causa y
efecto, de lo probable y de lo improbable y a otros esquemas de orden lógico que nos
parecen evidentes; la meditación, que puede exigir muchos años, nos libra de ellos y
nos prepara para ese súbito relámpago: el satori. Desconfiar del lenguaje, de los
sentidos, de la realidad del pasado propio o ajeno y aun de la existencia del Buddha,
son algunas de las disciplinas que debe imponerse el adepto. En ciertos monasterios,
las imágenes del Maestro se usan para alimentar el fuego; las escrituras sagradas se
destinan a fines innobles. Todo esto puede recordarnos la sentencia bíblica: «La letra
mata, pero el espíritu vivifica» (Cor, 3-8).
Un cierre
La aprehensión intelectual de la doctrina del Buddha no es importante: lo
esencial es una iluminación íntima, que parece corresponder al éxtasis.
Recordemos la parábola hindú del viajero que recorre en el verano un
desierto y que, al encontrarse con otro, le dice que está muerto de cansancio
y de sed y que busca una fuente. El otro le indica el camino. Esa indicación
no sacia la sed ni alivia el cansancio; es necesario que el viajero llegue
personalmente al manantial. El desierto es el nacimiento y la muerte; el
primer viajero es todo ser viviente; el segundo es el Buddha; el manantial es
el Nirvana.
Kawabata y Mishima
Literaturas en transición
Yasunari Kawabata
(Osaka, 14 de junio de 1899-Zushi, 16 de abril de 1972)
fue un escritor japonés, destacado junto a otros maestros
nipones del siglo XX,​ como Ryūnosuke
Akutagawa, Jun'ichirō Tanizaki, Osamu Dazai o Yukio
Mishima, de quien fue amigo y mentor, Kawabata fue el
primer japonés que obtuvo el premio Nobel de
Literatura 1968, y el segundo asiático tras Rabindranath
Tagore.
La casa de las bellas
durmientes

http://www.ariesinformatica.cl/sanmartin/p
df/633-2.pdf
El conflicto del tiempo legendario

El paradigma de la literatura japonesa, comparado con


el de la literatura occidental, porta consigo una
diferencia sustancial que la identifica. Esta disimilitud
es su arraigo enérgico a la cultura, la cual es la base de
una estructura que se construye en torno a un contraste
entre la sincronía temporal –el contexto histórico– y la
memoria tradicional –la añoranza panegírica de los
tiempos antiguos–.
Nota teórica
El procedimiento inverso
• No habla jamás de lo que quiere decir y logra infaliblemente,
por una yuxtaposición de sensaciones, de notas puntilladas o de
trinos nerviosos, hacérnoslo sentir con una magnificencia y una
amplitud de las que cabe afi rmar que ridiculizan el método
inverso, cuando este pretende verter en la evidencia de la
escritura y reproducir con el énfasis de la descripción y los
movimientos interiores del drama (Guerne, 1969:15).
Es decir…
De aquí es posible inferir que Kawabata
construyó su literatura siguiendo un criterio de
realidades dinámicas, no de verdades absolutas;
es decir, Kawabata creó, partiendo de ciertos
acontecimientos concretos, un cosmos literario
con vida propia capaz de despertar toda una
multiplicidad de eventos verosímiles explicables
a través de abstracciones.
1
• Watsuji Tetsuro (1899-1960) desarrolló una filosofía que conciliaba conceptos
sintoístas con el pensamiento alemán, muy influenciado por Martin Heidegger.
Tetsuro fijó una atención especial en el vínculo entre hombres y mujeres, el
cual era la intersubjetividad más primordial. Tessa Morris Suzuki la define
sucintamente como “una forma característica de amor (renai) que se
caracteriza por ser la ‘calma contenida en la pasión’ y la ‘combatividad
combinada con la autorresignación desinteresada’, la cual permite un profundo
autosacrificio en el que los individuos se mezclan en una ‘unidad con absoluta
continuidad’ y así, paradójicamente, encuentran su verdadero ser”.
2
• Para Watsuji, esta relación entre hombre y mujer no puede existir por sí
sola, sino que está siempre incorporada al complejo de relaciones entre
padres e hijos así como entre marido y mujer, que constituyen el vínculo
japonés. La familia es por lo tanto el lugar de un amor sin límites y con un
espíritu de sacrificio que está representado hasta en la arquitectura de la
casa japonesa: a diferencia de las casas “occidentales”, que están divididas
en habitaciones separadas por muros de piedra, la casa japonesa está
dividida sólo por biombos que se pueden quitar y cuya presencia nunca
oculta el potencial que tiene todo el espacio de volverse uno solo.
Fragmentos
"El hecho de ser el último día del año hacía que el tiempo transcurriera con mayor lentitud.
En el atardecer invernal de aquel bosque de tumbas y figuras Jizo serenaría sus sentimientos,
pero al ver lo oscura que estaba la alameda que conducía al templo de Gío, ordenó al
conductor que regresara. Decidió entonces detenerse en el templo del Musgo y luego volver
al hotel. Los jardines del templo estaban casi desiertos, yermos de una infinita soledad. Sólo
los recorría una pareja que parecía en luna de miel, en contraste con aquella amarga hiel de
vaciedad. Había pinocha esparcida sobre el musgo y el reflejo de los árboles en el estanque
se iba desplazando a medida que él avanzaba. En el camino de regreso al hotel las Colinas
Orientales parecían incandescentes bajo la luz anaranjada del sol poniente”.
La poética de Kawabata
Punto de partida
• El bello Japón y yo es el título que Yasunari Kawabata dio al discurso
pronunciado al recibir el Premio Nobel de Literatura, en 1968. Conocidas
como «la llave para conocer a Kawabata», estas páginas encierran no sólo
lo mejor de sus sentimientos y de sus concepciones vitales, sino también
lo mejor del país en que vivió inmerso: el de la belleza entendida a partir
del Zen. Kawabata va presentando magistralmente las distintas
manifestaciones del camino Zen a la literatura y al arte, que conllevan, en
definitiva, una incitante concepción de vida.
Si encuentras a un Buda,
mátalo.

Éste es aforismo Zen muy conocido.


Dado que en el budismo pueden
distinguirse, en términos generales,
las sectas que creen en la salvación
por la fe de aquellas que creen en la
salvación por los propios esfuerzos,
cabe en el Zen una expresión tan
rigurosa y severa como la enunciada,
que insiste en la posibilidad de
salvación por los propios esfuerzos.
El Zen en palabras de Kawabata
En el Zen no existe el culto mediante imágenes. Sin embargo, el templo Zen
tiene estatuas budistas; pero en los recintos reservados para la meditación no
hay imágenes ni pinturas budistas, como tampoco escrituras. El discípulo
Zen permanece durante horas sentado, inmóvil y silencioso, con los ojos
cerrados. Pronto llega a un estado de impasibilidad, sin nada en qué pensar,
sin nada que evocar. Va borrando su yo, hasta alcanzar la nada.
Otro tipo de nada
• Ésta no es la nada ni el vacío, según el concepto occidental. Por el
contrario, es un cosmos espiritual donde todo se intercomunica,
trascendiendo fronteras, sin límites espaciales ni temporales. Es propio del
Zen que el maestro conduzca al discípulo hacia mayores niveles de
esclarecimiento y sabiduría por medio del sistema de preguntas y
respuestas, y mediante el estudio de los textos clásicos del Zen. El
discípulo, sin embargo, debe siempre ser dueño de sus pensamientos, y
alcanzar la iluminación por sus propios esfuerzos.
Un haiku de otra connotación
¿Y qué es el corazón?
Es el sonido de la brisa entre los pinos
dibujado allí en una pintura
Lo expresivo en otro nivel

Éste es el espíritu de la pintura


oriental. Sus características
esenciales son la organización del
espacio, el trazo simplificado, lo
que queda sin dibujar. Para decirlo
con las palabras del pintor chino
Chin Nung: «Si pintas bien la
rama, el viento tendrá voz».
Según refiere en la biografía de Myôe su
discípulo Mikai:
• Saigyô venía frecuentemente para hablar de poesía. Afirmaba que su concepción de lo
poético era inusual. Capullos de cerezo, el cuclillo, la luna, la nieve; enfrentados ante
todas las manifestaciones de la naturaleza, sus ojos y sus oídos estaban llenos de
vacío. Así, sus palabras no eran reales. Cuando cantaba a los capullos, los capullos no
estaban en su mente; cuando cantaba a la luna, no pensaba en la luna. Escribía poemas
ante un hecho casual, ante lo inmediato. El rojo arco iris del firmamento era el cielo
coloreándose. La blanca luz del sol era el cielo tornándose brillante. Con su espíritu
semejante al del cielo vacío, dio color a las más variadas escenas, sin que quedase
huella alguna. En su poesía estaba Nyorai [persona que alcanzó el estado de Buda], la
manifestación de la verdad última.
Cierre
• En ese párrafo está nítidamente expresado el vacío, la nada, según el
concepto japonés o, mejor, oriental. Ciertos críticos literarios han descrito
mis obras como obras de vacío. Pero esto no debe tomarse en el sentido de
nihilismo occidental. Pienso que tienen un fundamento espiritual bastante
diferente.
Explicación de l vacío en la pintura
• https://confuciomag.com/principios-esteticos-de-la-pintura-china
Yukio Mishima
Escribir hasta la muerte
Mishima o la visión del vacío

La contemplación del vacío es la clave de lectura que utiliza


Marguerite Yourcenar para interpretar la vida y la obra, pero
también la acción política de Mishima. Un motivo típicamente
oriental, que debería resultarnos extraño y que, por el contrario, no
lo es. Es la metáfora de lo que falta en la vida pública de las
democracias occidentales, triunfantes pero deshumanizadas, y de
lo que se nos escapa. Una metáfora que se sitúa a caballo de lo
público y lo privado, de la política y de la literatura. La muerte de
Mishima abre una ventana sobre algo que nos atañe.
Determinantes

Más interesante parece explorar


por qué razones, o -como escribe
Yourcenar- «¿por qué caminos el
Mishima brillante, educado o, lo
que viene a ser lo mismo,
detestado por sus provocaciones y
sus escritos, se convierte poco a
poco en un hombre decidido a
morir?»
Algunos motivos
• Dice Yourcenar que la lealtad de Mishima hacia el antiguo ideal nipón
atraviesa Lina zona de silencio y llega hasta nosotros [p. 106]. Desde la
distancia percibimos con buena aproximación el dolor por la traición de
un Japón que iba occidentalizándose irremisiblemente. Intuimos también
el desgarro de una persona que conoce la forma de pensar de sus
enemigos. Pero todos estos elementos no son más que una parte del
decorado, no intervienen en la acción.
Una comprensión más profunda de Yourcenar

• La dificultad que suscita Yourcenar haciéndose eco de la reivindicación


política de Mishima está en la necesidad de traducir, de representar
políticamente esa voz. El error más grave de Mishima -según Yourcenar-
habría estado en no darse cuenta de que Japón había alcanzado un punto
de no-retorno; en no haber comprendido que aunque «el rostro de Su
Majestad resplandeciese de nuevo en el sol naciente, el mundo de los
vientres llenos, del placer abanicado y de la inocencia vendida seguiría
siendo el mismo» [p. 116]. La restauración del orden político tradicional
no habría tenido como efecto la reconstrucción de su orden simbólico.
Fragmento
• Quizás quiere -sugiere Youircenar- multiplicar las ocasiones de expresar
públicamente los motivos de su muerte, para que luego no se esfuercen en
camuflarlos o en negarlos. [...] Vamos a devolverle [a Japón] su imagen y
a morir haciéndolo -grita Mishima desde un balcón a los ochocientos
soldados allí reunidos- [...]. Vemos a Japón emborrachándose de
prosperidad y hundiéndose en el vacío del espíritu [...]. Nuestros valores
fundamentales como japoneses están amenazados [...]. El Emperador ya
no ocupa el lugar que le corresponde [pp. 134-1351.
Fragmento
• Dos cabezas cortadas, idas a otros mundos, donde reina otra ley [...]. En su
presencia, los juicios de valor morales, políticos o estéticos quedan,
momentáneamente al menos, reducidos al silencio. [...] Lo que llena sus
ojos sin mirada ya no es la bandera desplegada de las protestas políticas,
ni siquiera otra imagen intelectual o carnal, ni siquiera el vacío [...]. Dos
restos de un naufragio, arrastrados por el Río de la Acción, que una
inmensa ola ha dejado por un momento en seco, sobre la arena, para
volver a llevárselos después [pp. 140-141].
El conflicto
• Vemos con claridad que sus actos no nos resultan ajenos, pero seguimos sin
encontrar una respuesta política a su gesto. Cabe la posibilidad de interpretar lo
sucedido diciendo que una muerte como ésa tiene un sentido estético. El lenguaje del
arte es, por definición, como cualquier otro lenguaje, un lenguaje público, pero de
ahí no se deriva que todo lenguaje «público» tenga que ser necesariamente
«político». El significado del suicidio es devuelto entonces al espacio de la vida
privada. A alguien le puede parecer que esta última afirmación encierra un prejuicio
marcadamente «occidental», que expresa el desprecio por aquellas culturas que
tienen una diferente percepción de lo público y lo privado, o que sencillamente
carecen de esta distinción.
Kenzaburo Oé
Las maravillas de la aldea
Zairo Anillo M.
Dos vectores
Entre las variadas razones que están detrás de la
importancia de Oe dos son dignas de ser
mencionadas: este joven novelista pertenece a
una generación que presenció la guerra, sufrió la
derrota y llegó a la edad adulta en la "nueva
sociedad" del Japón de posguerra, y además Oe,
como individuo, siempre ha estado
explícitamente preocupado por los problemas
que conlleva el cambio de valores.
Un contexto
"La clave de la popularidad de Oe es su
sensibilidad al predicamento tan
especial de la generación de posguerra:
él es tan importante porque le ha dado a
esa generación un héroe pro- pio. El día
que el emperador anunció la rendición
en agosto de 1945, Oe era un niño de 10
años que vivía en una aldea de montaña.
Es así como él mismo recuerda el
hecho:
En palabras del autor
Los adultos se sentaron alrededor de las radios y lloraron. Los niños se reunieron
afuera, en el camino polvoriento y susurraron su perplejidad. Estábamos
extremadamente confusos y desilusionados por el hecho de que el emperador
había hablado con una voz humana, no diferente a la de cualquier adulto.
Ninguno de nosotros entendió qué estaba diciendo, pero todos habíamos oído su
voz. Uno de mis amigos podía incluso imitarle muy bien. Riendo, lo rodeamos: un
chico de doce años con sucios pantalones cortos que hablaba con la voz del
emperador. Un minuto más tarde sentimos miedo. Nos miramos unos a otros;
ninguno habló. ¿Cómo podríamos creer que una presencia augusta con tan
terrible poder se había convertido en un ordina- rio ser humano en un
determinado día de verano?
El síntoma

"El héroe emblemático de las novelas de


Oe, en cada libro más viejo y más
sensible a su problema, ha sido
despojado de su herencia ética. Los
valores que regulaban fatalmente la vida
del mundo que conoció de pequeño
fueron volados en pedazos al final de la
guerra. El cráter que quedó es todavía un
cráter abierto, a pesar de rellenos
importados como la democracia”.
Un proceder peculiar

Si nos preguntamos la razón del uso


de la técnica novelística de Oé sobre
algunos personajes podemos apelar al
recuerdo del "K" del Castillo de
Kafka. En muchos casos el autor no
quiso crear personajes "de carne y
hueso" sino arquetipos, símbolos que
abarcan mayor terreno que el
individuo.
Referente a los espacios
En términos generales, esta obra presenta un grupo social
relativamente aislado, apegado a la tierra y por ende a la naturaleza,
que en un determinado momento se ve con- movido por un elemento
extraño (la guerra) y como consecuencia comienza a desmoronarse, o
por lo menos a presenta los primeros síntomas del desmoronamiento.
En la existencia de este grupo social - la aldea - se nota ante todo la
estabilidad que otorga un grupo de valores apoyados por la tradición y
la aceptación general (comunitario)
El espacio
El fondo del valle ya había sido
alcanzado por el anochecer y lo cubría
una bruma fría como agua subterránea
surgiendo en un bosque, pero sobre el
lugar donde vivíamos, la pequeña aldea
atravesada por el camino empedrado,
construida en las laderas de las montañas
que se inclinaban hacia el valle, había
descendido una luz color uva.
A modo de reseña
Érase una vez un valle, en la isla
de Shikoku. Tras un largo
periplo, los fugitivos de la
ciudad del castillo fundaron allí
una sociedad independiente.
Ahora el bosque los rodea y en
torno a él surgen personajes
misteriosos: un jefe conocido
como el «destructor», las
muchachas de la isla de los
«piratas», unos ancianos que ya
no saben si viven un sueño o si
sueñan su vida, y un niño que ha
nacido con una extraña cicatriz
en la cabeza.
A modo de reseña
En esta cautivadora novela, Kenzaburo Oé adopta el tono de un cuentacuentos
para narrarnos las leyendas de su aldea natal. En M/T y la historia de las
maravillas del bosque la nostalgia induce a una brillante reflexión sobre la
rebelión, las sociedades autárquicas y las mitologías regionales. Galardonado
con el Premio Nobel de Literatura en 1994 y considerado unánimemente como
uno de los autores más importantes de nuestro tiempo, Kenzaburo Oé teje la
fina red de la historia y del sueño alrededor de unas siglas misteriosas: M/T. A
través de anécdotas que se remontan a su infancia, Oé ofrece a su hijo, Hikari,
centro de su obra, un vínculo mágico con sus orígenes.
Un sentir del desarraigo
Los elementos de este modo al que se hace alusión no son
difíciles de encontrar: el contacto con la naturaleza, el aislamiento
que significa también protección y el compartir con otros todo
eso y mucho más, inclusive la forma de ver el mundo. El
encierro, que ha sido señalado por muchos críticos como un tema
recurrente en la problemática de Oe, está indicado explícitamente.
Fragmento

Sin embargo, para nuestra aldea,


que había sido construida para
colonizar el área y que era vieja
sin haber crecido del todo, el
completo aislamiento no era
motivo de gran aflicción…, pero
para toda nuestra vida nos
bastaba el pequeño montón de
casas apiñadas en la ladera que
miraba hacia abajo, hacia el
estrecho…
Mishima, el desarraigo
y la creación
Zairo Anillo M.
“Mishima tiene un talento extraordinario, y no se trata solamente
de un talento japonés, sino de un talento de talla mundial. Es el
tipo de genio que aparece una vez cada trescientos años […]
Antes de recibir el premio Nobel predije que Mishima lo recibiría.
En cuanto a talento, Mishima es muy superior a mí”
El asunto del Yo en la literatura
La muerte es un navegar de río, un navegar que hace de ese tras
la una parte íntima del reconocimiento personal, un navegar
continuo en el que uno mismo es el río. Una visión del budismo
contempla la búsqueda del sendero que lleva hacia la
permanencia, la estabilidad absoluta y equilibrada con el mundo.
Este sendero es el camino, la vía de la iluminación, el río que
fluye permanente. Yukio Mishima parece trasladarse aún a través
de uno propio cuyas orillas apenas conocemos desde su obra y la
belleza que emana de sus páginas.
Una tesis de Yourcenar
• Marguerite Yourcenar desliza la posibilidad de que el escritor, a través de esa
forma de suicidio llevado a cabo a la manera del ritual japonés del Seppuku (o
más comúnmente conocido como Harakiri) haya alcanzado un grado superior
de belleza. Para ella, Mishima había logrado establecer un vínculo final con la
muerte que él mismo ya había descrito en sus novelas y cuentos. Acabar con
su vida de la forma en que lo hizo representa, para Yourcenar, una manera de
acercarse a ese vacío metafísico que ahondaba en la obra de Mishima y en su
vida y que es propuesto por el budismo bajo la idea, visión, concepto, (de
alguna forma hay que intentar llamarlo) de Satori o Iluminación.
Es probable

Existe un afán del escritor por


alcanzar un punto, un matiz
supremo de belleza colindante
con la iluminación búdica que
logra a través de su muerte,
pero del cual no es, en ningún
caso, consciente en lo absoluto.
La aparentemente ambigua posición ante y
desde el Zen
• La iluminación es un proceso que dentro de la doctrina Zen se da al eliminarse la
dualidad y el egocentrismo del ser humano y se reconoce al mundo como parte
absoluta de un todo. El Zen no reconoce ningún poder superior al hombre. La
solución al enigma de la vida no se encuentra fuera, sino dentro de él. Esta realidad
“pura” conocida también como El Camino-, no admite ya dualidades como vida o
muerte. El maestro dice a su alumno: “si tienes un bastón en la mano, arrójalo; si
no tienes un bastón en la mano, arrójalo”, dirá aún. La belleza que se produce en
ese instante nacerá del reconocimiento que haga el hombre de que es parte también
indivisible de toda esa belleza, que a su vez se origina de él mismo.
En palabras de Kawabata

En palabras de Yasunari Kawabata: Al


descubrir la belleza que existe, al sentir la
belleza que uno ha descubierto y hasta al
crear la belleza que uno ha sentido, las
circunstancias particulares de aquello que
existe naturalmente en esas circunstancias
son muy importantes y aun podemos decir
que son gracia del cielo.
Complemento
La búsqueda de la belleza entonces no se presenta como
portadora de un objetivo final, una meta, sino que en la obra y
vida de Mishima, esta se va manifestando desde que la
personalidad de Mishima se conforma para luego, simplemente,
revelarse por medio y en las circunstancias en que acaece su
muerte.
Hacia adónde se dirige la obra de
Mishima
El bonzo Ryokan (1758-1831), escribió alguna vez: No es que no quiera/ saber
nada de los demás./ Es que me gusta más,/jugar solo. Para acercarse a la vida
y obra de Mishima, quizás podría ser útil este poema de Ryokan. Mishima
prefirió siempre jugar solo en lo que respecta a acercarse al mundo, cosa que
lo acerca a una forma más cercana a lo que es en sí un artista, una persona no
que transcurre en basamentos mediáticos y de meras transacciones, si no en
alguien que toma su propio universo y lo acerca hacia el mundo no en base a
“originalidades” y productos sorprendentes, sino a verdaderas
profundizaciones sobre un mismo cuestionamiento.
En palabras de Mishima
“La acción tiene el misterioso poder de compendiar una
larga vida en la explosión de un fuego de artificio. Se tiende
a honrar a quien ha dedicado toda su vida a una única
empresa, lo cual es justo, pero quien quema toda su vida en
un fuego de artificio, que dura un instante, testimonia con
mayor precisión y pureza los valores auténticos de la vida
humana [...] La acción más pura y esencial logra retratar los
valores de la vida y las cuestiones eternas de la humanidad
con una profundidad mucho mayor que un esfuerzo humilde
y constante.”
En síntesis
Es Yukio Mishima uno de esos autores que fascina por su vida,
una vida desgarrada en múltiples direcciones, lo que proporciona
a su obra una riqueza impresionante: la contradicción entre la
tradición cultural japonesa y la modernización occidental; entre el
glorioso pasado imperial y la ignominia de la posguerra; entre la
literatura, el teatro y las artes marciales; entre su vida personal y
su militancia política.
En palabras de Mishima
“¿Cómo es posible denominar “hombre de acción” a quien por su trabajo de
presidente en una empresa hace ciento veinte llamadas telefónicas diarias para
adelantarse a la competencia? ¿Y es tal vez un hombre de acción el que recibe
elogios porque aumenta las ganancias de su sociedad viajando a países
subdesarrollados y estafando a sus habitantes? Por lo general, son estos vulgares
despojos sociales los que reciben el apelativo de hombres de acción en nuestro
tiempo. Revueltos entre esta basura, estamos obligados a asistir a la decadencia y
muerte del antiguo modelo de héroe, que ya exhala un miserable hedor. Los jóvenes
no pueden dejar de observar con disgusto el vergonzoso espectáculo del modelo de
héroe, al que aprendieron a conocer por las historietas, implacablemente derrotado
y dejado marchitar por la sociedad a la que deberán pertenecer algún día. Y
gritando su rechazo a semejante sociedad en su conjunto, intentan
El joven que escribía poesía
“Cuando estaba en éxtasis, un mundo de metáforas se materializaba ante sus ojos. La
oruga hacía encajes con las hojas del cerezo; un guijarro lanzado a través de robles
esplendorosos volaba hacia el mar. Las garzas perforaban la ajada sábana del mar
embravecido para buscar en el fondo a los ahogados. Los duraznos se maquillaban
suavemente entre el zumbido de insectos dorados; el aire, como un arco de llamas
tras una estatua, giraba y se retorcía en torno a una multitud que trataba de escapar. El
ocaso presagiaba el mal: adquiría la oscura tintura del yodo. Los árboles de invierno
levantaban hacia el cielo sus patas de madera. Y una muchacha estaba sentada junto a
un horno, su cuerpo como una rosa ardiente. Él se acercaba a la ventana y descubría
que era una flor artificial. Su piel, como carne de gallina por el frío, se convertía en el
gastado pétalo de una flor de terciopelo...”.

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