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CAPITULO 1 Anduiza y Bosch

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EVA ANDUIZA y AGUSTÍ BOSCH

COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y
ELECTORAL

Ariel
Barcelona, España
2004
 

CAPITULO 1

EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO

Introducción

Cada uno de nosotros tenemos experiencias diferentes en nuestra relación con la


política. Unos viven al margen, ocupándose fundamentalmente de sus asuntos particulares
(la carrera, el trabajo, la familia, los amigos). Otros se interesan y participan
esporádicamente (por ejemplo, votan regularmente, firman alguna petición de las muchas
que circulan por Internet); y otros dedican gran parte de su tiempo a la participación
política (son miembros activos de organizaciones y/o partidos políticos, difunden
información, movilizan a otras personas).

El primer capítulo de este libro se dedica al análisis del comportamiento político


desde una perspectiva general. El apartado 1 analiza las relaciones entre la democracia y la
participación. En esta sección se presentan cuáles son las preguntas o interrogantes
fundamentales y algunas de las respuestas que plantean distintas teorías normativas.

El apartado 2 aborda la definición de la participación política. Se trata de una


definición que debe incluir actividades muy diversas, por lo que es imprescindible tener en
cuenta también criterios que permitan clasificar y diferenciar tipos de participación. Pero no
sólo es importante saber cómo se puede participar, sino quién participa. No todos los
ciudadanos participan de igual forma ni con la misma frecuencia e intensidad, lo cual
supone importantes implicaciones. Se incluyen también en esta sección algunos datos sobre
la evolución de las formas de participación política en Europa.

A la hora de explicar por qué unos ciudadanos participan y otros no, o por qué se
utilizan diferentes formas de participación, se pueden distinguir dos aproximaciones
generales que se analizan en el apartado 3: el conductismo y la teoría de la elección
racional. Ambos enfoques nos permiten introducir algunos de los factores explicativos de la
participación más importantes, que se detallan en el apartado 4.

Para finalizar, la última sección analiza las consecuencias que la participación puede
tener sobre los individuos, sobre las políticas y sobre el propio sistema político.
16                                   COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

1. Comportamiento político, democracia y participación

En cualquiera de sus formas, la participación política es un elemento fundamental


en un sistema democrático. Ya sea a través de la elección de representantes, a través de
acciones que buscan influir en las decisiones de los políticos, o mediante la participación
directa en la toma de decisiones, un sistema político democrático debe asegurar (o al menos
facilitar) la conexión entre las preferencias de los ciudadanos y las decisiones que se toman.
Por ello uno de los elementos a los que más atención presta la ciencia política es el
comportamiento político, es decir, a la manera en la cual los ciudadanos se conducen en sus
relaciones con el sistema político. En este primer apartado repasamos los interrogantes
fundamentales relativos a la participación política en general.

1.1. LAS PREGUNTAS FUNDAMENTALES

En el análisis del comportamiento político podemos distinguir al menos cuatro


interrogantes fundamentales: ¿De qué forma y con qué frecuencia participan los
ciudadanos? ¿Quién participa? ¿Qué factores explican esta participación? ¿Qué
consecuencias tiene la participación? A continuación veremos la importancia de cada uno
de estos interrogantes y las razones de su relevancia.

1.1.1. ¿De qué manera se participa?

La participación política toma formas muy diferentes, desde la emisión del voto
hasta el activismo en una asociación u organización política, pasando por los contactos
directos con políticos, la participación en manifestaciones y actos de protesta, etcétera.
 
Algunos ejemplos de formas de participación política son:
    votar en unas elecciones o en un referéndum
    colaborar y participar en distintos aspectos de campaña electoral (asistencia
a mítines, canvassing, financiación, pegada de carteles, etc.)
     ser miembro activo de un partido político
    ser miembro activo de un grupo, asociación u organización de carácter
político (sindicato, organización empresarial, organizaciones
no gubernamentales, etc.)
     participar en manifestaciones, sentadas u otros actos de protesta
    boicotear determinados productos por razones políticas, éticas o
medioambientales
    desobedecer una ley por razones políticas o éticas (como la insumisión)
 

EL COMPORTAMIENTO POLÎTICO 17

  contactar con los medios de comunicación o con los representantes políticos


sobre cuestiones públicas
  llevar pegatinas o distintivos de contenido político
  participar en plataformas, grupos o asociaciones sobre cuestiones locales
(plataformas pro carril bici, protección del medio ambiente, etcétera)
  colaborar en algún mecanismo de participación directa en políticas locales
(como los consejos ciudadanos o los presupuestos participativos)

            Estas formas de participación pueden ejercerse con un grado variable de intensidad
y frecuencia. En algunos casos la frecuencia e intensidad están limitadas por las propias
características de la actividad. Por ejemplo, cada ciudadano tiene a su disposición un voto y
sólo uno para participar en unas elecciones, pero puede participar con toda la frecuencia e
intensidad que desee en asociaciones o actos de protesta. Si quiere, puede mandar cientos
de cartas a los periódicos y a los políticos. También hay diferencias en el grado de
iniciativa y esfuerzo que exigen distintas formas de participación. El voto exige un esfuerzo
y una dedicación escasos y esporádicos, mientras que el activismo dentro de un partido es
una forma de participación mucho más exigente.

También es importante distinguir el repertorio y la frecuencia o intensidad de la


participación. El repertorio hace referencia a la variedad de formas de participación que
ejerce un ciudadano en un determinado período de tiempo. Permite distinguir, por ejemplo,
a los ciudadanos que sólo votan, de aquellos que combinan varias formas de participación.
La frecuencia o intensidad hace referencia al número de veces que se ha ejercido una
determinada acción. No es el mismo tipo de participante el que firma una petición en una
ocasión esporádica, que el que participa regularmente en actos de este tipo. Muchos de los
datos de encuesta no permiten distinguir adecuadamente estas dos dimensiones de la
participación, ya que sólo preguntan si alguna vez se ha participado, por ejemplo, en una
manifestación, y no con qué frecuencia se acude a manifestaciones.

Los primeros análisis empíricos de la participación encontraron rápidamente que las


distintas formas de participación política son ejercidas por los ciudadanos de manera
agrupada. Distintos ciudadanos se «especializan» en el ejercicio de distintas formas de
participación, dando lugar a lo que se llaman modos de participación política (Verba y Nie,
1972). La clasificación de las distintas formas de participación política es importante,
porque el resto de las preguntas que nos hagamos van a tener una contestación diferente,
según se trate de un tipo de participación o de otro. El perfil de los participantes, los
factores que facilitan o dificultan la participación, y su influencia sobre el sistema político,
van a ser diferentes según hablemos de, por ejemplo, participación electoral o de protesta
política. Más adelante intentaremos clasificar las distintas formas de participación y
diferenciarlas en función de sus características.
18                                           COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

1.1.2. ¿Quién participa?

            La participación política no es una actividad homogéneamente extendida entre los


ciudadanos. Algunos son muy activos, mientras qut otros mantienen una relación distante
con la política. La reflexión en torno a las características de los participantes y su
comparación con los no participantes es una de las cuestiones centrales en el análisis del
comportamiento político.

            ¿Está el ciudadano de la calle preparado para asumir el reto que supone la
participación política cotidiana? ¿Debe la participación ser mas intensa entre aquellos
ciudadanos que muestren un conocimiento y una capacidad suficientes para tomar una
decisión responsable? ¿O todo ciudadano por el hecho de serlo debe poder participar,
independientemente de su nivel de estudios o su grado de información y competencia polín-
cas? La respuesta a estas preguntas dependerá en buena parte de si consideramos la
participación como un fin en sí mismo o como un medio pan conseguir un objetivo (por
ejemplo, una decisión adecuada para resolver un problema). En el primer caso es
importante que todos participen. Lu el segundo caso puede considerarse preferible que
participen quienes m saben, y no es un problema que algunos ciudadanos mantengan una
actitud relativamente apática y poco participativa.

            El problema puede plantearse desde otra perspectiva. La participación política es un


mecanismo para incidir en la toma de decisiones y que por lo tanto está relacionado con el
poder político. La participación puede compensar en alguna medida las desigualdades
sociales: así sucedería si a través de una mayor participación los ciudadanos menos
favorecidos desde el punto de vista socioeconómico pudieran incidir más en la toma de
decisiones. Sin embargo, si la participación se concentra entre los ciudadanos con mayores
niveles de recursos socioeconómicos, no se producirá este posible efecto compensador, sino
que la participación política reforzará las desigualdades socioeconómicas. Así, la medida en
la que la participación política depende de las características sociodemográficas de los
ciudadanos (sexo, edad, nivel de estudios, ingresos, ocupación, etc.) es t indicador del
grado en el que la participación política refuerza o reduce desigualdades sociales.

            Tanto la cuestión de la definición del concepto de participación como el análisis de


quién participa se abordan en el apartado 2 de este capítulo.

1.1.3. ¿Por qué se participa?

Esta pregunta es un interrogante fundamental, no sólo dentro del comportamiento


político, sino de la ciencia política en general. ¿Qué es lo que hace que las personas dejen
de actuar individualmente persiguiendo exclusivamente sus intereses privados y decidan
cooperar, coordinarse y emprender acciones colectivas?
   EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 19

Las razones que están detrás de la participación política pueden ser muy variadas.
La cuestión es fundamental, ya que una participación motivada por el interés tiene una
interpretación y unas consecuencias muy distintas a una participación motivada por el
descontento. De hecho, detrás de cada forma de participación y de cada ciudadano
participante (o no participante) se pueden encontrar distintos aspectos que motivan o
explican su comportamiento. Se trata de identificar los factores que de alguna manera se
encuentran sistemáticamente relacionados con la participación. Algunos de los más
importantes son los siguientes:

 Los recursos individuales. La edad, el nivel de estudios y de ingresos, la ocupación


y el tiempo disponible son variables que facilitan la participación política de los
ciudadanos. Su efecto puede ser especialmente importante para las formas de
participación política que exigen un mayor esfuerzo. Los ciudadanos con mayores
niveles de recursos no sólo tienen mayor capacidad de afrontar los costes de la
participación, sino que se encuentran socialmente más comunicados, reciben más
estímulos y son más proclives a tener actitudes que favorecen la participación.
 Las redes sociales, grupos y organizaciones. Los contactos con otras personas, la
identificación con determinadas comunidades, grupos u organizaciones, o la
pertenencia a asociaciones de carácter cívico, social y político pueden ser un motor
que facilite distintas formas de participación. Estos grupos y organizaciones
proporcionan información, claves de interpretación de distintos aspectos de la
realidad política, y constituyen agentes movilizadores muy importantes.
 El interés y el compromiso con la política. El interés por la política, la consideración
de que la política es importante, la percepción de que la propia actividad política
puede incidir en las decisiones y en el funcionamiento del sistema político son
actitudes que incentivan a la participación. Sin embargo, en algunos casos la
participación política también puede estar motivada por actitudes de rechazo al
sistema político, o por la insatisfacción con el funcionamiento del mismo, lo que
cambia la interpretación del fenómeno. En concreto, gran parte del debate se ha
centrado en la interpretación de la no-participación: ¿refleja apatía, desinterés,
insatisfacción, rechazo?, ¿o bien es el resultado de una satisfacción básica que
permite a los ciudadanos dedicarse a otros ámbitos de su vida? Distintas actitudes
están relacionadas con distintas formas de participación.
 El contexto político e institucional. Los ciudadanos se ven influidos por el contexto
político e institucional en el que viven, lo que puede incidir en los tipos de
participación y en la frecuencia de su ejercicio. Las formas de participación política
han variado, en parte como reflejo de diferentes contextos políticos, ampliándose y
20 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

diversificándose. Elementos como la organización territorial del Estado, la presencia


de instituciones de democracia directa, o las estrategias del estado a la hora de
gestionar los conflictos inciden en el ejercicio de distintas formas de participación
política.

Estos aspectos se desarrollan en el apartado 4 de este capítulo, centrado en los


factores explicativos de la participación política.

1.1.4. ¿Qué consecuencias tiene la participación?

De las cuatro cuestiones aquí planteadas ésta es, posiblemente, la menos estudiada a
pesar de su indudable importancia. En general, se pueden distinguir efectos sobre tres
ámbitos:
 Sobre las personas. ¿Contribuye la participación política mejores ciudadanos,
generando actitudes de interés, cooperación y compromiso por las cuestiones
públicas?
 Sobre las decisiones. ¿Contribuye la participación directa ciudadanos a tomar
mejores decisiones en términos de eficiencia? ¿O por el contrario las decisiones
tomadas por especialistas en la materia (políticos o técnicos) son más acertadas?
¿Tiene la participación política de los ciudadanos comunes un efecto real sobre las
decisiones que finalmente se toman? Es decir, ¿se diferencian
las decisiones tomadas por los ciudadanos de las decisiones tomadas por expertos y
políticos?
 Sobre la democracia. ¿Contribuye una intensa participación política a fortalecer la
democracia? ¿O por el contrario una elevada participación puede sobrecargar el
sistema político con un exceso de demandas? ¿Contribuye la participación a reducir
o a incrementar diferencias sociales?

Estas preguntas son difíciles de contestar porque las consecuencias de la


participación política son distintas según la forma de participación y la intensidad o
frecuencia con la que se practica, por lo que no hay respuestas unívocas. Serán cuestiones
que abordemos en el apartado 5 este capítulo.

Todas estas preguntas sobre el «¿qué?», el «¿cómo?», el «¿quién?», el


«¿por qué?» y el «¿y qué?» de la participación se han abordado tanto desde una perspectiva
normativa como desde una perspectiva empírica. Las perspectivas normativas se centran en
el establecimiento de juicio de valor: quiénes deben (y quiénes no deben) participar, de qué
manera participar (y de qué manera no se debe), con qué frecuencia, etcétera. Las
perspectivas empíricas se centran en el estudio de estos aspectos de la observación de la
realidad, analizando datos sobre quién participa, y cómo, por qué, y con qué consecuencias
lo hace. Como se verá, no siempre es fácil distinguir aproximaciones empíricas y
aproximaciones
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 21

normativas. Abordaremos en la siguiente sección las perspectivas normativas antes de


continuar en el resto del capítulo con una perspectiva empírica.

1.2. LAS APROXIMACIONES NORMATIVA5 A LA PARTICIPACIÓN

La distinción entre democracia directa y democracia representativa que se


mencionaba al principio del capítulo se refleja en dos aproximaciones o teorías normativas
sobre la democracia que se diferencian en su consideración de la participación política: la
teoría participativa y la teoría elitista.

1.2.1. La teoría participativa y el superciudadano

En las ciudades-estado de la Grecia clásica, donde nace el término democracia, la


participación política de los ciudadanos es frecuente, regular y directa; los ciudadanos son
valorados en función de su interés, preocupación y actuación en asuntos públicos. La
participación política se remunera y todos los ciudadanos tienen las mismas oportunidades
de acceder a cargos públicos, muchos de los cuales se rigen por un sistema de sorteo, con el
fin de poder «ser gobernado y gobernar por turno».

Esta defensa de la participación de todos los ciudadanos en la política ha sido


históricamente muy poco popular. Incluso dentro de la Grecia clásica la democracia recibe
importantes críticas de Platón y Aristóteles, y hasta muchos siglos más tarde no
encontramos otra defensa de la capacidad de los ciudadanos comunes y corrientes de
participar en el gobierno. Rousseau en el siglo XVIII, por ejemplo, considera que los
ciudadanos deben gobernarse a sí mismos, reuniéndose para decidir qué es lo mejor para
todos y promulgando las leyes necesarias.

Siguiendo esta línea de pensamiento, la teoría participativa de la democracia, que en


el siglo xx pueden representar autores como Poulantzas, Macpherson, Pateman o Barber,
argumenta que la participación directa de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas
es un elemento básico de la democracia. Por lo tanto, un sistema realmente democrático
debe favorecer la máxima implicación de los ciudadanos en la definición de las leyes y las
políticas. La democracia ideal estaría así caracterizada por una ciudadanía interesada e
implicada en las cuestiones públicas y por múltiples oportunidades de deliberar y participar
en la toma de decisiones sobre asuntos públicos.

La participación directa de los ciudadanos en la toma de decisiones se justifica no


sólo porque esta teoría la considera un elemento definitorio de la democracia (no hay
verdadera democracia sin participación directa), sino porque la participación hace mejores a
los ciudadanos y facilita la gestión de los conflictos sociales. Por ello la participación debe
extenderse a distintos ámbitos, como el lugar de trabajo, y ejercerse a todos los niveles del
sistema político, y especialmente al local. Además, la participación directa de los
ciudadanos reduce los peligros de desviaciones

22 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

autoritarias y mejora la calidad del gobierno, ya que las políticas definidas con la
participación directa de los ciudadanos responderían a las orientaciones básicas aprobadas
en asambleas.

La teoría participativa de la democracia constituye una aproximación claramente


normativa a las relaciones entre democracia y participación que entra en contradicción
abierta con la realidad política más habitual, marcada por estructuras políticas complejas,
con escaso margen para la participación directa más allá de las elecciones, unas decisiones
cada vez más complicadas y una ciudadanía que muestra unos niveles de interés e
implicación en la política limitados. Al intentar aplicarla a la realidad, esta teoría presenta
algunos problemas. La dificultad más importante es la de cómo hacer efectiva esta
participación directa y continuada de todos los ciudadanos en sociedades complejas como
las actuales.

En primer lugar la toma de decisiones políticas exige, idealmente, visión de


conjunto, coherencia y negociación, lo que difícilmente es posible si cada decisión se toma
de manera individualizada, sometiéndola a una asamblea de ciudadanos que no siempre
tiene la misma composición, ya que los asistentes pueden no ser los mismos. Más allá del
ámbito local, e incluso en éste, resulta difícil encontrar una manera de conseguir ámbitos de
deliberación y decisión en los que puedan participar todos los ciudadanos. Esta dificultad
ya existe cuando se trata de una decisión concreta, por lo que tomar todas las decisiones a
todos los niveles (local, regional, estatal, supraestatal) a través de la participación directa de
los ciudadanos resultaría impracticable.

En segundo lugar, resulta difícil conseguir la implicación y participación de una


ciudadanía para la que la política es una actividad más que compite en atención, tiempo y
dedicación con otras igual o más exigentes como unos horarios laborales extensos o la
familia La democracia participativa requiere ciudadanos buenos “ sabios. Sin embargo, los
primeros análisis empíricos de las actitudes s pautas participativas de los ciudadanos
mostraron un panorama muy alejado de los presupuestos de la teoría participativa: en el
mejor de los casos, los ciudadanos tenían niveles de interés y participación limitados, que
no responden al modelo de superciudadano permanentemente interesado, implicado y activo
de la teoría de la democracia participativa.

Pero sobre todo, y más importante. en un sistema como el que presenta la


democracia participativa, los ciudadanos finalmente participantes serían con toda
probabilidad una reducida minoría (la de los más interesados y participativos, que como
sabemos, son los menos), poco representativa del conjunto de la sociedad. Se participaría
de forma más frecuente, pero sería más que probable que participaran menos.

1.2.2. La teoría elitista y la democracia representativa


Hoy, en las democracias contemporáneas, la participación de los ciudadanos se
articula en buena parte a través de instituciones representativas:

EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 23

los ciudadanos eligen representantes sobre quienes delegan la capacidad de decidir durante
un período determinado.

La idea de gobierno representativo surge en el siglo XVIII, como un sistema más


adaptado al gobierno de ciudadanos que tienen entre sus principales ocupaciones, al
contrario de lo que sucedía en la polis griega, el intercambio, la producción y la
supervivencia económica. El gobierno representativo aparece como una forma de gobierno
más adecuada para sociedades complejas donde el principal interés de los individuos es su
vida privada. Al menos inicialmente no es una forma de democracia, sino una forma de
gobierno superior a ésta, basada en la elección como mecanismo fundamental en la
selección de los gobernantes que son los que se encargan de la acción política.
La teoría elitista de la democracia, en clara contraposición a la teoría participativa,
desconfía de la participación directa de los ciudadanos en la toma de decisiones. Considera
que la política no es el ámbito en el que los ciudadanos se desenvuelven mejor, ni al que
deban dedicar una parte importante de su vida. La política es una tarea que debe dejarse en
manos de personas especializadas. Esto no significa que la toma de decisiones se lleve a
cabo sin contar con las preferencias y los deseos de los ciudadanos, ya que en este caso no
podríamos hablar de democracia.

La democracia se caracteriza, según uno de los autores que mejor representa la


teoría elitista (Schumpeter, 1984) por la competición de los líderes políticos por el apoyo de
los ciudadanos a través de las elecciones. Es esta competición por el voto lo que garantiza
que los cargos electos propongan o tomen decisiones que intenten satisfacer a sus electores,
de manera que puedan ser elegidos y, en su caso, renovados en su mandato. La
participación política de los ciudadanos debe centrarse en la selección de los gobernantes y
en el control del ejercicio del poder mediante el voto en la siguiente cita electoral. Entre
procesos electorales, los ciudadanos deben respetar la división de tareas entre ellos y los
políticos, y dejar que sean estos últimos los que tomen las decisiones.

La teoría elitista intenta resolver algunos de los problemas de la teoría participativa


de la democracia. Según la teoría elitista, una cierta dosis de apatía no tiene por qué ser
mala para la gobernabilidad del sistema político. Si los ciudadanos no participan
políticamente es porque las cosas funcionan relativamente bien, y dedican su tiempo a otras
actividades de mayor interés. Por el contrario, una elevada participación puede ser un
indicador de insatisfacción, y si esta movilización se produce fuera de los mecanismos de la
democracia representativa (por ejemplo a través de acciones de protesta) puede sobrecargar
al sistema político con demasiadas demandas e incluso conducir a una situación de
inestabilidad política. De hecho, tras la ola de protestas y agitación social de los años 60 y
70 en EE.UU., Huntington, Watanuki y Crozier (1975) preveían un futuro negro para la
democracia representativa (treinta años después ésta parece sobrevivir con una <(mala
salud de hierro»).
24 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

Además, una participación política de menor intensidad y esporádica como es la


participación electoral, facilita el que participe un mayor número de personas, y que por lo
tanto haya una mayor igualdad en la distribución del poder político que supone la
participación.
Pero la teoría elitista de la democracia también ha sido sometida a diversas críticas
que cuestionan precisamente su débil compromiso con algunos principios de la democracia.
En primer lugar, la teoría elitista limita la relación entre ciudadanos y política al ámbito
electoral, precisamente en un contexto en el que las instituciones propias de la democracia
representativa están teniendo problemas para mantener la confianza de los ciudadanos y
afrontar los retos de una sociedad cada vez más compleja. Sus recelos hacia una
participación política cada vez más diversificada y con un mayor protagonismo de la
protesta política no parecen estar muy justificados, y ha ignorado la importancia de los
movimientos sociales como agentes de cambio.
En segundo lugar, la teoría elitista de la democracia asume que la apatía política y
los bajos niveles de participación política son características de los ciudadanos que reflejan
fundamentalmente que las cosas funcionan relativamente bien y que éstos no encuentran
motivo para la inquietud. Pero los análisis empíricos relacionan la ausencia de participación
más con actitudes de insatisfacción y rechazo al sistema político que con la indolencia del
ciudadano políticamente satisfecho que se ocupa de sus asuntos particulares.

1.2.3. Democracia representativa, sofisticación política y participación


En los últimos años se habla con frecuencia de la crisis de la democracia
representativa. Es cierto que la mayor parte de las democracias occidentales tiene una
estructura institucional pensada para un contexto político muy diferente al actual, ya que su
origen se sitúa a finales del siglo XIX y principios del XX. Las oportunidades abiertas por
las nuevas tecnologías de la información y los cambios sociales y políticos de distinta
naturaleza que se han producido desde entonces hacen que algunas de estas instituciones
propias de la democracia representativa (como los parlamentos) hayan perdido relevancia y
otras (como los partidos políticos) sean cada vez peor valoradas por los ciudadanos, que
cuestionan su eficacia y su legitimidad.
Por otro lado, los ciudadanos de las democracias occidentales no son los
superhéroes de las concepciones más exigentes de la democracia participativa, pero
tampoco los ciudadanos políticamente ignorantes que retratan algunas investigaciones de
hace unas décadas. En un conocido artículo, Converse (1964) llega a la conclusión de que
los ciudadanos norteamericanos carecían de estructura ideológica sobre la que orientarse,
no relacionaban cuestiones políticas claramente interconectadas (como por ejemplo los
impuestos y el gasto público) ni tenían opiniones estables. Resultados parecidos alcanzan
Berelson et al. (1954), Campbell et al. (1960), Almond y Verba (1970).
EL COMPORTAMIENTO POLITICO 25

TABLA 1.1. Teoría participativa y teoría elitista de la democracia: una síntesis

Teoría participativa Teoría elitista


¿Quién y cómo debe participar? Los interesados deben participar Los ciudadanos deben participar en la
activa y directamente en la toma de elección de representantes. No es
decisiones públicas en todos los necesaria una participación masiva y
ámbitos. continuada ya que la toma de
decisiones corresponde a los políticos.

¿Qué hay detrás de la no Insatisfacción, distanciamiento de la Satisfacción con el funcionamiento


participación? política. del sistema político.

¿Cuáles son las consecuencias de una Mejores ciudadanos. Mejores Sobrecarga de demandas.
elevada participación en todas sus decisiones y mejor implementación de Inestabilidad política.
formas? las mismas.

Críticas No especifica cómo poner en marcha Restringe excesivamente la relación


mecanismos participativos extensivos entre ciudadanos y política al ámbito
e intensivos factibles. Presupone una electoral. Se despreocupa de las
ciudadanía interesada y activa. La actitudes de apatía política. Ignora la
población intensamente participante importancia de movimientos sociales
no es representativa del conjunto. como agentes de cambio político y
social.

Rousseau, Macpherson Pateman, Schumpeter, Sartori, Huntington


Algunos autores
Barber

Como hemos visto, esta situación tan alejada del ideal del ciudadano democrático
interesado y comprometido es interpretada positivamente por la teoría elitista de la
democracia (según ésta, no todo el mundo tiene por qué estar interesado en la política, ni
conocerla profundamente, ni participar de forma continua). Pero lo cierto es que esta
situación ha cambiado. La información política es más accesible (a través de los medios de
comunicación de masas y especialmente de la televisión) y los ciudadanos están mejor
preparados para procesarla (ha aumentado el nivel educativo). Esto no quiere decir que los
ciudadanos tengan un nivel de sofisticación política similar al de los cargos públicos, pero
los ciudadanos reconocen la importancia de la política y desarrollan atajos para simplificar
y manejarse por este ámbito (Dalton, 2002: 25-29).

Algunos de los atajos que los ciudadanos utilizan para manejarse por el proceloso mundo de
la política son, según Dalton:

1) Limitar los ámbitos de interés. Los ciudadanos no se interesan por todos los ámbitos de
la política, sino que especializan sus intereses
26 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

centrando su atención en un número limitado de cuestiones que consideran más relevantes.


En el apartado 3 del capítulo 6 se analizan los públicos especializados y los grupos
monotemáticos con respecto a la cuestión del voto temático. Casi nadie se interesa por todo,
pero casi todos nos interesamos al menos por algo.
2) Utilizar principios generales. Según algunos autores, los valores políticos se estructuran
jerárquicamente, de manera que las orientaciones más específicas dependen de
orientaciones más generales que a su vez dependen de un principio estructurador. Por
ejemplo, la ideología izquierda- derecha puede orientar nuestra posición sobre aspectos más
concretos comc la disyuntiva entre aumentar el gasto público y reducir los impuestos. Los
esquemas son estructuras cognitivas que facilitan la toma de decisiones.
3) Seguir al grupo. Formar parte de un grupo (y seguir las orientaciones que éste ofrece) es
otra forma de reducir esfuerzos a la hora de tomar una posición política.

Esta mayor sofisticación política, junto a los achaques del modelo de democracia
representativa sobre el que se asienta la teoría elitista, ha facilitado que se produzca una
atención renovada por los distintos procesos de participación política. Durante los años
noventa se desarrolla de manera muy notable la definición de nuevos mecanismos
participativos por parte de autores que defienden una participación más directa de los
ciudadanos en la toma de decisiones: consejos ciudadanos, encuestas de opinión
deliberativas, presupuestos participativos, etcétera.

2. ¿Qué es y qué no es participación política?

Hasta este momento no se ha dado una definición precisa de la participación política


porque se trata de una tarea más complicada de lo que parece a primera vista. Existen
múltiples definiciones y tipologías, a veces parecidas pero nunca idénticas, y con
implicaciones muy distintas. Además, cada vez hay más actividades que se consideran
participación política: el arco de posibilidades se amplía. Si inicialmente los análisis de la
participación política se restringían al voto, posteriormente se empezó prestar atención a
otras formas de acción como el contacto con los políticos, la participación en actividades de
campaña electoral, las actividades de cooperación en comunidades locales. Más adelante se
incluyeron dentro del repertorio de participación política las acciones llamadas no
convencionales, que consistían fundamentalmente en distintas formas de protesta política.

Podríamos definir la participación política como cualquier acción de los ciudadanos


dirigida a influir en el proceso político y en sus resultados. Estas acciones pueden orientarse
a la elección de los cargos públicos a la formulación, elaboración y aplicación de políticas
públicas que éstc6 llevan a cabo; o a la acción de otros actores políticos relevantes. La
participación política requiere por tanto de un comportamiento observable
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 27

llevado a cabo en un ámbito público o colectivo por parte de un ciudadano para poder ser
considerada como tal.

Esta definición incluye:


— Acciones dirigidas a influir en la composición de órganos y cargos
representativos y/o ejecutivos en un sistema político (participación en distintas
actividades relacionadas con los procesos electorales).
— Acciones dirigidas a influir en las actitudes de los políticos sobre decisiones que
deberán tomar (desde el contacto personal con cargos públicos hasta la participación
en distintos procesos participativos que éstos pueden poner en marcha a la hora de
tomar una decisión).
— Acciones dirigidas a otros actores relevantes como empresas, corporaciones,
organizaciones no gubernamentales (boicot a productos).
— Acciones de respuesta a decisiones ya tomadas (participación en actos de apoyo
o protesta respecto a una acción o política).
— Participación en organizaciones, asociaciones o plataformas de naturaleza
política, es decir, que buscan objetivos o bienes colectivos, o influir en la toma de
decisiones (partidos, sindicatos, organizaciones ecologistas, pacifistas, proderechos
humanos, grupos de acción local y comunal, asociaciones profesionales, grupos
feministas, asociaciones en defensa de los animales, etc.).

Esta definición de la participación política excluye determinados comportamientos


que, aunque están relacionados con la política, no entrarían dentro de nuestra definición:
— El interés por la política y, en general, las actitudes y valoraciones sobre la
misma. Estas orientaciones pueden influir en la participación, pero no son en sí
mismas acciones políticas. En sentido estricto tampoco pueden considerarse
participación política las actitudes de los ciudadanos sobre distintas formas de
participación o sobre su potencial participativo, es decir, la valoración que tienen los
ciudadanos sobre una participación hipotética.
— Las discusiones o conversaciones sobre política. Cabria la duda de si el intento
de convencer a otras personas para que participen en una determinada acción no
constituye en sí mismo un acto de participación, pero en general las conversaciones
no tienen una intención de influir sobre las decisiones políticas.
La participación en organizaciones y asociaciones de carácter social (religiosas,
culturales, de jóvenes, artísticas, deportivas, etc.)
— Acciones dirigidas al disfrute de determinadas decisiones gubernamentales o a
influir en las mismas para la obtención de un beneficio meramente particular, como
acceder a una vivienda de protección oficial, o participar en un programa público de
formación.
— El desempeño de cargos públicos. Sobre estos cargos recae la responsabilidad de
tomar las decisiones, influidos o no por acciones participativas de los ciudadanos
corrientes, que son el objeto de interés a la hora de analizar la participación política.
28 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

Aun con estas limitaciones son muchas las formas de participación política que
podemos encontrar, muy diversas entre sí, con explicaciones y consecuencias también muy
diferentes, por lo que conviene intentar ordenarlas de acuerdo con algunos criterios
relevantes.

2.1. TIPOS DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA

En esta sección se presentan los criterios más utilizados a la hora de distinguir tipos
de actos participativos:
• Electoral vs no electoral.
• Convencional VS no convencional.
• Salida VS voz.

Participación electoral y no electoral. Esta clasificación distingue las formas de


participación que se dan dentro de los procesos electorales (votar, participar en mítines,
colaborar en el desarrollo de la campaña etc.) del resto de formas de participación que se
desarrollan fuera del marco electoral. La participación electoral es una forma de
participación esencial y perfectamente integrada en la estructura institucional de las
democracias representativas, Con frecuencia, en sentido estricto, el término participación
electoral se utiliza como sinónimo de votar. Es uno de los criterios más importantes, reflejo
de la relevancia de los procesos electorales dentro de la democracia representativa. Por sus
peculiaridades, el voto como forma de participación política suele ser analizado
separadamente de las demás. En nuestro caso, se le dedica el capítulo 3.

Participación convencional y no convencional. Este criterio distingue las formas de


participación política en función de si se ajustan o no a las normas sociales y a los valores
dominantes de una sociedad (Barnes y Kaase, 1979). La participación política convencional
es en principio lega y legítima, y en muchos casos como el voto, está promovida por
instituciones y elites. La participación no convencional no utiliza los canales de
participación institucionalizados, y en ocasiones es extralegal.

El concepto de participación no convencional surge porque los primeros estudios


sobre la participación se limitan exclusivamente a formas de participación política
convencionales, es decir, dentro de las instituciones de la democracia representativa: votar,
participar en campañas, actividades cooperativas de ámbito local, asociacionismo,
afiliación partidista, contactos con políticos, etc. Pero a partir de los años sesenta s
desarrollan y extienden nuevas formas de participación: boicots, objeción de conciencia e
insumisión, ocupaciones de edificios, bloqueos del tráfico, firmas de peticiones, sentadas y
manifestaciones, etc.

La participación no convencional es irregular, específica e infrecuente. Por ello en


muchas ocasiones se analiza no sólo si se ha ejercido, sino
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 29

si se estaría dispuesto a ejercerla, y si se reprueba o acepta su ejercicio por parte de otras


personas. Aunque esto, más que comportamiento político, son actitudes hacia
comportamientos.

La distinción entre participación convencional y no convencional es históricamente


relativa, es decir, lo que en un momento puede considerar- se una forma de participación no
convencional (como acudir a una manifestación), en otro puede ajustarse perfectamente a
las normas sociales dominantes. Por ello esta distinción ha sido criticada y algunos autores
prefieren hablar de protesta política en lugar de participación no convencional. La protesta
política consistiría en las acciones dirigidas a mostrar públicamente desacuerdo con una
cierta situación o decisión política o relativa a la esfera pública.

Participación basada en la voz y participación basada en la salida. Ante una situación


de descontento un ciudadano tiene dos opciones. La salida hace referencia a la posibilidad
de ejercer presión con la amenaza de irse: por ejemplo, dejar de votar en las elecciones,
abandonar un partido en cuyo proyecto ya no se cree, dejar de comprar Coca-Cola como
símbolo de oposición a la política exterior norteamericana. La voz hace referencia a la
posibilidad de comunicar el descontento hacia el sistema, el partido o la organización, a
través de la protesta pública, los contactos con cargos públicos o el propio trabajo como
activista dentro de una organización. Así, hay formas de participación cuya influencia se
basa en el ejercicio de la presión, y formas de participación cuya influencia se basa en la
comunicación de información.

La voz y la salida están relacionadas entre sí. A veces, como en el caso del voto, la
salida es relativamente fácil; en cambio, ejercer la voz resulta más complicado (no se
pueden escribir comentarios en la papeleta). Cuando la salida es más costosa, por el
contrario, se incrementa el uso de la voz. En organizaciones y asociaciones los costes de la
salida para sus miembros activos suelen ser mayores (porque suelen sentirse más
identificados, ser más leales con la organización, y no la abandonan fácilmente) y por ello
utilizan más la voz para comunicar el descontento. Es más, la eficacia de la voz puede verse
favorecida por una amenaza (no excesivamente probable) de abandono o salida. Hirschman
(1977), el autor de la distinción entre voz, salida y lealtad (exit, voice and loyalty) argumenta
que en los sistemas bipartidistas hay más debate interno (voz) que en los multipartidistas,
porque el coste de irse del partido es mucho mayor. En un sistema multipartidista puede ser
más fácil para un disidente encontrar otro partido parecido en el que integrarse.

Otras formas de participación combinan elementos de voz y salida. El consumo


político (political consunierism) es una de las formas emergentes de participación política no
convencional. Se trata de consumir o no determinados productos en función de razones
políticas. Mediante el boicot se consuma la salida, pero se realiza con el fin explícito de
lograr un cambio de política en el organismo o la empresa boicoteados. En lugar
30 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

de una amenaza de la salida como instrumento de presión para reforzar la voz, se da aquí la
situación contraria: la promesa de volver a entrar si se atienden las demandas.

Combinando estos distintos criterios podríamos distinguir los siguientes modos de


participación política:
• El voto.
• La participación en la campaña electoral. Acudir a un mitin, colaborar
económicamente, trabajar para un partido o candidato, etc.
• La participación en organizaciones políticas. Ser miembro y/o participar en las
actividades de organizaciones, asociaciones o plataformas, locales o estatales, que
persiguen objetivos políticos.
• El contacto directo con políticos y medios de comunicación. Entrar en contacto directo
con cargos públicos (pedir audiencias o entrevistas) o con los medios de
comunicación (a través de cartas o llamadas).
• La protesta política. Expresar (a través de peticiones, manifestaciones, sentadas,
boicots, actos de violencia, etc.) el rechazo a una determinada situación o
circunstancia política.

Normalmente los intentos de establecer clasificaciones y tipologías siguen un


proceso en dos etapas. En primer lugar se identifican los criterios teóricos relevantes que
definen tipos de participación (como acabamos de hacer aquí). En segundo lugar se observa
si esta clasificación teórica se ve apoyada por los datos, es decir, si los actos participativos
que pertenecen a la misma categoría o tipo suelen practicarse simultáneamente. En varios
estudios clásicos sobre la participación política en Estados Unidos y en otros países
realizados por Verba y Nie, los autores (Verba y Nie, 1972; Verba, Nie y Kim, 1978)
empiezan con un criterio de clasificación teórico que distingue cuatro tipos de
participación: el voto, las actividades de campaña, las actividades cooperativas (trabajar
con otras personas o en organizaciones para resolver problemas locales) y los contactos
iniciados por los ciudadanos. Tras analizar los datos, los autores refinan su clasificación
distinguiendo entre voto, actividades de campaña (que pennanencen igual que antes del
análisis de los datos), actividades comunales (que incluyen actividades cooperativas y
contacto con líderes sobre problemas locales) y contactos particularizados. En otro
importante estudio sobre el Reino Unido llevado a cabo por Parry, Moyser y Day (1992) se
detecta que las personas que suelen participar políticamente a través de grupos y
organizaciones también suelen llevar a cabo actos de protesta legales. Esto hace pensar que
junto a los tipos de participación tradicionales (voto, campaña, contacto) habría que añadir
un tipo de participación entre la convencional y la no convencional denominado «acción
colectiva» que incluyera tanto la protesta legal como la participación en organizaciones. El
análisis factorial es una técnica estadística muy utilizada para agrupar empíricamente tipos
de actos participativos y obtener clasificaciones basadas en datos reales y no sólo en
reflexiones. Una tipología de formas de participación muy reciente e interesante es la
propuesta por Teorell, Torcal y Montero (2003) que se presenta en el gráfico 1.1.
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 31

Representativa Extrarrepresentativas
s
No convencional
Salida Voto Consumo político

Activismo
Activismo Protesta política
Voz en
en partidos
partidos

Contacto Convencional

FUENTE: Teorell, Torcal y Montero (2003)

Gráfico 1.1. Una tipología de formas de participación


política

Estas formas de participación pueden diferenciarse en función de muchas otras


características. No todas ellas afectan al mismo número de personas, ni implican el mismo
grado de conflicto. Como se muestra en la tabla 1.2, no todas exigen el mismo tiempo,
esfuerzo y recursos; ni en todos los casos es el ciudadano quien decide o no cuándo actuar.
El grado de cooperación con los demás que pueden implicar también varía, así como la
capacidad de las acciones para comunicar información y para presionar a los políticos o
autoridades.

Debido a sus diferentes características, no todas se practican con la misma


frecuencia ni por el mismo tipo de participantes. En el siguiente subapartado se analiza
precisamente la cuestión de quién 0pta por ejercer estas formas de participación.

2.2. ¿QUIÉN PARTICIPA?

Una clasificación clásica (Milbrath, 1977) distingue tres grupos de ciudadanos


según sus niveles de participación política. Aproximadamente el 30 % son apáticos, es
decir, no participan políticamente, ni se interesan por la política. Un 60 % está constituido
por espectadores, personas que contemplan la política «desde la barrera» pero que
participan esporádicamente. Finalmente una minoría inferior al 10 % son los gladiadores,
personas que participan políticamente de manera activa, frecuente y regular Esta distinción
algo simplista apunta al hecho de que la participación política no está igualmente
distribuida entre toda la población, sino que los individuos participan de distinta forma, con
distinta frecuencia e intensidad.

En el caso español, como en los demás sistemas democráticos, la forma de


participación más extendida es sin duda el voto, a gran distancia de cualquier otra. La
protesta política dentro de la legalidad ha sido ejercida a través de peticiones, huelgas o
manifestaciones de manera relativamente
frecuente, por un tercio de los electores, mientras que la protesta política ilegal es muy
escasa. Las formas menos frecuentes son la participación en campañas electorales y en
asociaciones de naturaleza política, especialmente en los partidos políticos, las
organizaciones políticas por excelencia.

Los participantes suelen decantarse por practicar tipos similares de actos


participativos. Así, es posible distinguir tipos de participantes considerando cuáles son los
tipos de participación que suelen ejercer. Según la tipología de Barnes y Kaase (1979), los
ciudadanos pueden agruparse en cinco categorías: inactivos, conformistas, contestatarios,
reformistas y activistas. Estos tipos no se distinguen únicamente por sus pautas de parti

34 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

cipación política, sino también por sus características sociodemográficas y por sus actitudes
políticas.

Los inactivos no participan políticamente casi nunca. Entre los ciudadanos inactivos suelen
predominar las mujeres, las personas de edad avanzada, y con un estatus socioeconómico
bajo. Como cabría esperar, también suelen ser personas con menores niveles de interés por
la política, y de habilidades cívicas, que se sienten escasamente capaces de participar e
incidir en las decisiones políticas. Se identifican poco con los partidos políticos y en
muchos casos ni siquiera toman una posición ideológica definida. Como se desarrollará
más adelante, los recursos y las actitudes políticas inciden directamente sobre la
participación y, por lo tanto, distinguen a los ciudadanos que participan de los que no.

En contrapartida, entre los ciudadanos políticamente activos suele haber una mayor
presencia de hombres de mediana edad, con niveles educativos y de ingresos elevados,
casados y con una vida social y laboral activa. Los ciudadanos que participan con más
intensidad y frecuencia suelen tener un mayor interés por la política, están más implicados
en los conflictos sociales y políticos (toman partido, se posicionan) y muestran mayores
niveles de eficacia política (se consideran capaces de participar, ser escuchados, influir).
Aun así, dentro de los ciudadanos participantes podemos distinguir diferentes perfiles.
Los conformistas participan únicamente de manera convencional (contactos directos,
trabajo en campañas, trabajo en organizaciones u asociaciones), pero no en acciones de
protesta. Por el contrario los contestatarios rechazan la participación convencional y
prefieren limitarse a la participación no convencional tanto legal como ilegal. Los
reformistas participan en formas convencionales y algunas formas legales de protesta.
Finalmente los activistas utilizan todas las formas, tanto convencionales como no
convencionales, e incluso ilegales.

Entre los conformistas son numerosas las personas mayores que participan
políticamente. Los activistas son más jóvenes que los reformistas, pero ambos grupos
comparten un nivel de estudios elevado y una composición mayoritariamente masculina.
Los contestatarios suelen ser jóvenes con un menor nivel de estudios.
Además, participantes y no participantes se diferencian en sus necesidades económicas y en
los beneficios que reciben o esperan recibir del gobierno (Verba, Sclilozman, Brady y Nie,
1993). Por ejemplo, los ciudadanos con una situación socioeconómica poco favorable (y
por lo tanto menos proclives a participar) se preocupan fundamentalmente por las
necesidades humanas básicas (salud, educación, vivienda). Estas diferencias entre
participantes y no participantes se incrementan cuando se pasa del acto político más común
(votar) a otras formas de participación más difíciles y exigentes, que requieren más
información y pueden ejercer más presión., como las donaciones económicas para sufragar
gastos de campañas que, lógicamente, se concentran en los ciudadanos
socioeconómicamente privilegiados.
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 43

4. Factores explicativos de la participación política

La participación, como cualquier otro fenómeno de naturaleza política, no puede


explicarse en función de un único factor, ni siquiera en función de un solo tipo de factores.
Los elementos que pueden incidir sobre la participación son muy numerosos y de muy
diversa naturaleza. A continuación se presentan algunos de los principales modelos en
función del tipo de factores que enfatizan (socioeconómicos o políticos) y del nivel de
análisis en el que se sitúan. El nivel micro hace referencia a los individuos, el nivel meso, a
las organizaciones y el nivel macro, a los sistemas políticos.

Comenzaremos por el efecto de las características socioeconómicas, tanto de los


individuos (apartado 4.1) como de las sociedades (apartado 4.2). Las actitudes políticas
serán un segundo grupo de factores explicativos relevantes, que se tratan en el apartado 4.3.
En el apartado 4.4 trataremos el efecto de la movilización y los recursos de grupo y
finalmente el apartado 4.5 se centra en el rol de los factores institucionales y contextuales.

4.1. LOS RECURSOS INDIVIDUALES Y LAS CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS

La posición socioeconómica del individuo define su nivel de recursos e incide sobre


sus valores y orientaciones políticas, y por tanto también sobre su comportamiento. Las
desigualdades sociales y las diferencias en la estructura social se reflejan en la participación
política: las personas con menos recursos (los mayores, muchas mujeres y muchos jóvenes
y, en general, personas con niveles muy reducidos de estudios e ingresos, que desempeñan
trabajos no cualificados y con poco tiempo disponible) son las menos proclives a participar,
mientras que aquellas situadas en la cúspide de la estructura social y más recursos son las
más participativas.

TABLA 1.8. Las explicaciones de la participación política


FACTORES FACTORES
SOCIOECONÓMICOS POLÍTICOS
Desarrollo socioeconómico Estructura institucional
MACRO
Modernización Contexto político
MESO Recursos de grupo Movilización
Características socioeconómicas
MICRO Actitudes políticas
Recursos individuales
44 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

El modelo de los recursos socioeconómicos de Verba y Nie


Circunstancias Actitudes políticas Decisión Niveles de
sociales de los (Eficacia, deber de participar participación,
individuos (SES) cívico, etc.) tipos y perfil
de la población
participante

El nivel de estudios, los ingresos y la ocupación de los individuos definen su estatus


socioeconómico (SES) y sus recursos (Brady, Verba y Schlozman, 1995), El nivel de
estudios es un elemento central a la hora de facilitar habilidades cognitivas: los ciudadanos
con niveles de estudios elevados tienen mayor capacidad de asimilar y procesar
información política, interactuar en un grupo, tomar decisiones y enfrentarse a los procesos
participativos. Los ingresos son igualmente una fuente de recursos en la medida en que la
satisfacción de las necesidades básicas permite dedicar más atención a asuntos políticos.
Finalmente, la ocupación es también un componente del estatus socioeconómico, ya que
refleja la posición social del individuo y el tipo de contexto social en el que se sitúa. El
nivel de estudios, la ocupación y el contexto social influyen sobre las habilidades cívicas
como hablar en público, escribir, tener capacidades organizativas y experiencia en la
interacción social, recursos muy importantes en la actividad política.

La edad también es un recurso importante ya que está relacionada con la


experiencia; proporciona conocimientos y habilidades sobre el funcionamiento de
organizaciones e instituciones. Esta es una de las razones por las que los jóvenes suelen
participar menos que los mayores en formas de participación convencionales,
institucionalizadas y organizadas. Pero a partir de un determinado umbral, una edad muy
avanzada deja de ser un recurso y pasa a convertirse en un factor que reduce la
participación. Las personas mayores suelen tener menores niveles de movilidad (por
cuestiones de salud) y de integración social (ya no trabajan), lo que las hace menos
participativas. El tiempo disponible una vez descontado el dedicado a las obligaciones y
necesidades básicas (trabajar dentro y fuera del hogar, cuidar de la familia, estudiar y
dormir) es indudablemente otro recurso cada vez más escaso, que a diferencia del dinero,
no se puede acumular.

Un mayor estatus socioeconómico, además de proporcionar recursos que reducen el


coste de participar genera actitudes y valores favorables a la participación: sentimientos de
eficacia, compromiso, deber cívico, interés por la política, etc. Estos factores son
analizados con mayor detalle en el subapartado 4.3. Pero la importancia de la relación
directa o indirecta (a través de las actitudes) entre recursos y participación es, posiblemente,
mayor. Desde el punto de vista de las implicaciones normativas, no es lo mismo no
participar porque no hay interés, que no participar porque se carece de recursos para
hacerlo. Cuanto mayor sea el efecto de los recursos
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 45

socioeconómicos sobre la participación, menos representativo del Conjunto de la población


será el grupo de Ciudadanos participantes. En este caso la participación política estaría
traduciendo y magnificando desigualdades sociales, ya que los participantes pueden tener
intereses y defender políticas diferentes de los inactivos, que acostumbran a pertenecer a un
estatus socioeconómico más bajo. La traslación de desigualdades socioeconómicas en
desigualdades políticas de [acto tiene implicaciones fundamentales para la democracia, por
lo que volveremos sobre este punto a la hora de hablar de las consecuencias de la
participación.

Lógicamente los recursos no afectan a todas las formas de participación de la misma


manera. Cuanto más exigente en términos de esfuerzo e iniciativa es la forma de participar,
más importantes son los recursos individuales. Así, por ejemplo, el estatus socioeconómico
no suele tener un impacto muy elevado sobre la participación electoral; sin embargo, las
habilidades cívicas son importantes para las actividades que requieren tiempo (como
participar activamente en una asociación), y el dinero lo es para las que exigen una
contribución monetaria (como donar dinero para una campaña). Además, el efecto de los
recursos sobre las actitudes políticas y sobre la participación puede verse reducido por los
recursos de grupo, es decir, los que proceden del contacto con asociaciones y
organizaciones políticas y sociales. Este tipo de factores se analizan dentro del epígrafe 4.4
correspondiente a la movilización.

4.2. DESARROLLO, MODERNIZACIÓN Y CAMBIO

El análisis de la relación entre la estructura social y la participación política que se


lleva a cabo a nivel individual en el epígrafe anterior tiene su paralelo en el nivel del
sistema político en la las teorías de la modernización y el desarrollo. Desde esta perspectiva
se argumenta que los cambios sociales, económicos y políticos se producen de manera
paralela y se relacionan entre sí. La modernización hace referencia a un proceso de cambio
sistémico con componentes tecnológicos, económicos y sociales, a través del cual las
sociedades se transforman de rurales en industriales y posteriormente en postindustriales.
Se trata por lo tanto de un enfoque que da una especial relevancia al cambio, y por lo tanto
con una perspectiva dinámica.

 La teoría de la modernización y la participación política


NIVEL NIVEL NIVEL
ECONÓMICO SOCIAL POLÍTICO
Desarrollo Cambios en las Cambios en la Incrementos en
económico pautas de grupos, distribución de la participación
estratificación y actitudes y cogniciones
urbanización

 
46 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

El cambio de una sociedad tradicional a una sociedad industrializada se produjo


en los países occidentales entre los siglos XVM y XX a través de cambios en la estructura
social (urbanización, mayores niveles de estudios y movilidad social, mayor esperanza de
vida, desarrollo de las clases medias), y en la estructura económica (industrialización,
nacimiento y desarrollo del estado del bienestar, entrada de las mujeres en el mercado de
trabajo). Este proceso es paralelo al de democratización política y la extensión de los
derechos civiles y políticos, y por tanto también a la expansión de la participación política
(Deutsch, 1961). La vinculación entre el cambio social, económico y político la refleja
claramente el trabajo de Nie, Powell y Prewitt (1969: 808):

El desarrollo económico altera la estructura social de una nación. A medida que las
naciones se desarrollan económicamente se producen tres cambios: 1) aumenta el tamaño
relativo de las clases medias y altas; 2) aumenta el número de ciudadanos que se concentran
en áreas urbanas y 3) la densidad y complejidad de las organizaciones económicas y
secundarias aumenta. Estos cambios sociales implican cambios políticos. Mayores niveles
de la población se encuentran en situaciones vitales en las que aumenta el nivel de
información política, conciencia política, eficacia política y otras actitudes relevantes. Estos
cambios en actitudes, a su vez, conducen a incrementos en la participación política.

Un segundo proceso de modernización que transforma las sociedades industriales en


sociedades postindustriales tiene lugar en las sociedades más avanzadas tras la Segunda
Guerra Mundial. En este caso el cambio tecnológico y científico es un factor fundamental
que acompaña otros procesos sociales y económicos (desarrollo del sector servicios,
secularización, globalización). Este proceso produce ciudadanos informados, abiertos,
cognitivamente flexibles, lo que puede conducir a incrementos en la participación, pero
también a individuos más aislados, menos integrados socialmente, debido al menor peso de
elementos como la religión, la familia, el pueblo o la clase social.

Este segundo proceso de modernización ha producido un cambio en los sistemas de


valores, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Durante la socialización política
se definen los valores y las necesidades prioritarias de los individuos, que dependen del
contexto y por tanto varían entre generaciones. Las generaciones más jóvenes han seguido
un proceso de socialización política en un contexto de bienestar económico y social, una
vez desarrollado el estado del bienestar. Esto ha producido el desarrollo de actitudes
posmaterialistas, frente al materialismo (es decir, la preocupación por las necesidades
materiales) propia de generaciones anteriores. Este cambio en los valores y preferencias, a
su vez, ha conllevado un incremento en la participación en actividades políticas más
diversificadas y menos dirigidas por la élite política.
COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL 47

El modelo del cambio en las sociedades postindustriales según Inglehart


CAMBIOS CAMBIOS INDIVIDUALES CONSECUENCIAS
SOCIOECONÓMICO EN VALORES Y HABILIDADES POLITICAS
S

Desarrollo económico y Cambio en los temas


tecnológico políticos conflictivos
(satisfacción de las (mayor relevancia de la
necesidades básicas) calidad de vida)

Experiencias de Valores: mayor énfasis en las Cambio en las bases


generaciones diferentes necesidades de pertenencia, sociales del conflicto
(ausencia de guerra autoestima y autorrealización (menor peso de la clase
mundial en la última social)
generación)

Educación creciente Cambio en el apoyo a


las instituciones (menor
Habilidades: mayor destreza para para el estado-nación,
ocuparse de la política a nivel más lealtades
nacional o estatal supraestatales y
locales)
Expansión de los Cambio en los tipos de
medios de participación política
comunicación. (declive de la
Aumento de la movilización dirigida
movilidad geográfica por las élites, desarrollo
de la protesta y los
nuevos movimientos
sociales)

Fuente: R. Inglehart (1991) El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas. Madrid: Centro de
Investigaciones Sociológicas (p. XXXVII)

4.3. LAS ACTITUDES Y VALORES POLÍTICOS

Las actitudes son orientaciones adquiridas, relativamente estables, que inciden


directamente en el comportamiento político. Las actitudes se dirigen a diferentes objetos
políticos y se presentan con distinta intensidad según los individuos. Se adquieren a través
del proceso de socialización política (especialmente en la familia), por la pertenencia a
determinados grupos con rasgos culturales y/o políticos distintivos, y a través del propio
contexto político e institucional.

La clasificación más habitual distingue actitudes cognitivas (relativas al


conocimiento de los distintos elementos del sistema político), afectivas (relativas a los
sentimientos y emociones que se dirigen a esos elementos) y valorativas (relativas a la
evaluación que el individuo hace de los distintos elementos del sistema). Estas actitudes
pueden dirigirse hacia distintos ámbitos: la comunidad política en su conjunto, el régimen
político (sus principios, instituciones y resultados), las autoridades, o el propio ciudadano
como actor político. Esta distinción conceptual es sin
48 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

TABLA 1.9. Algunos ejemplos de actitudes políticas según el tipo


y el objeto hacia el que se dirigen
Tipo de actitud
Orientaciones Orientaciones Evaluaciones
Objetos
cognitivas afectivas instrumentales

Comunidad Interés por la Identidad nacional Confianza


política interpersonal
Autoubicación
ideológica

Régimen
Principios Valoración de la
democracia como la
mejor forma de
gobierno

Rendimiento Satisfacción con el


funcionamiento de la
democracia en su
país

Instituciones Conocimiento de las Identificación Confianza en las


instituciones partidista instituciones
políticas
Eficacia externa

Autoridades Conocimiento de Valoración de los Valoración de la


líderes políticos gestión del
gobierno/oposición

Individuo Eficacia interna

embargo poco útil en la práctica, pues muchas de las actitudes más utilizadas mezclan
elementos cognitivos, afectivos y evaluativos.

Para simplificar y sin ánimo de ser exhaustivos podemos distinguir tres grandes
grupos de actitudes políticas:
• En primer lugar podríamos distinguir las actitudes que denotan una implicación en la
política por parte del individuo o por el contrario, sentimientos de apatía, indiferencia y
alienación respecto a la misma.
• En segundo lugar podríamos distinguir las actitudes que denotan politización, es decir, un
posicionamiento o identificación del individuo con respecto a las cuestiones conflictivas
existente en una sociedad.
• Por último podemos distinguir actitudes relativas a la satisfacción o insatisfacción del
ciudadano con la realidad política que le rodea.
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO 49

El interés por la política es uno de los indicadores más utilizados para medir el grado
de implicación política. Puede medirse directamente preguntando a los entrevistados cuál es
su grado de interés por la política o bien de manera más precisa a través de distintos
indicadores como la atención prestada a cuestiones políticas en los medios de
comunicación, la frecuencia de conversaciones sobre cuestiones políticas, o el
conocimiento de instituciones y líderes políticos.

Otra actitud relacionada con el grado de implicación política de un individuo es la


eficacia política. La eficacia hace referencia a la percepción del individuo de que es capaz
de influir en el sistema político a través de sus acciones. La eficacia política tiene dos
componentes: la eficacia interna y la eficacia externa. La primera se refiere a las
habilidades y capacidades que el individuo reconoce en sí mismo como actor político
(competencia política), mientras que la segunda se refiere a la percepción de que el sistema
político es sensible a sus demandas.

Respecto a las actitudes que denotan la politización o implicación afectiva de los


ciudadanos en la política sabemos que el desarrollo de identidades políticas (ideológicas o
partidistas) puede tener una intensidad variable y llevarse a cabo sobre conflictos o
cuestiones diferentes en cada país: la clase social, la comunidad nacional, la denominación
religiosa, etc. Cada sistema político tiene su propio sistema de clivajes, es decir, de líneas
divisorias que separan la sociedad en segmentos más o menos diferenciados que desarrollan
su propio sistema de valores y sus propias estructuras organizativas. Pero no todo el mundo
toma posiciones sobre estos conflictos con la misma claridad, es decir, no todo el mundo
está igualmente politizado.

El sentimiento de identificación con un partido político es una de


actitudes centrales a la hora de explicar el comportamiento electoral, especialmente en el
caso de Estados Unidos. Se refiere a la presencia de una orientación afectiva del ciudadano
hacia un partido político determinado que no refleja necesariamente ni afiliación formal (no
hay por qué ser miembro de un partido para identificarse o simpatizar con él), ni voto
permanente hacia ese partido (se puede, en un determinado contexto, votar por un partido
distinto a aquel con el que habitualmente nos identificamos). La identificación partidista
puede variar en dirección (hacia un partido u otro) y en intensidad (fuerte, débil o
inexistente). El capítulo 5 desarrolla el concepto de identificación con un partido como
factor explicativo del voto.

En Europa es más frecuente el uso de la autoubicación ideológica la escala


izquierda-derecha como indicador de politización y orientación política. En algunos países
es fundamental tener en cuenta también el nacionalismo como un valor político relevante a
la hora de explicar el comportamiento. Ambas orientaciones reflejan, a nivel individual, dos
de los clivajes más importantes en Europa occidental: el clivaje de clase y el
50 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

clivaje centro-periferia (véase el capítulo 4). Aun así, una parte importante de los
ciudadanos no se ubica en estas escalas, mostrando en ese caso ausencia de politización
para estas dimensiones del conflicto político.

Las actitudes de satisfacción o insatisfacción de los ciudadanos con el


funcionamiento de la democracia, con la gestión del gobierno y su confianza en las
instituciones y en los políticos se emplean frecuentemente como indicadores de la salud de
un sistema democrático. Una abrumadora mayoría de los ciudadanos de las democracias
occidentales consideran que la democracia es la mejor forma de gobierno, demostrando un
importante grado de apoyo difuso al sistema político (Easton, 1965). Pero evidentemente no
todos están satisfechos con su funcionamiento cotidiano, lo que implica un menor grado de
apoyo específico. En la actualidad se detecta un descenso en el grado de confianza en las
instituciones políticas, el apoyo al gobierno, y muy especialmente en la valoración de
partidos y políticos (Torcal, 2003).

En algunos casos, la frustración de las expectativas de los ciudadanos puede traer


consigo acciones de protesta. Según la teoría de Gurr (1970) la violencia política se
produce a través de una secuencia causal que se inicia con el desarrollo del descontento,
continúa con la politización de ese descontento y termina con el ejercicio de la violencia
contra objetos y actores políticos.

En general cuanto mayores sean los niveles de implicación en la política y de


politización, mayores serán también los niveles de participación en cualquiera de sus
modalidades. Las actitudes de satisfacción con la política, el funcionamiento de la
democracia y las instituciones favorece la participación convencional. Por el contrario, la
protesta política se ve especialmente favorecida por las actitudes de insatisfacción,
frustración política y baja eficacia externa, el interés por la política, la confianza
interpersonal y la eficacia interna.

Las actitudes reflejan muchos factores exógenos de naturaleza no política (como la


clase social, los recursos, el contexto socioeconómico en el que se vive) e inciden
directamente sobre el comportamiento político de los individuos. Esta proximidad causal de
las actitudes con respecto al comportamiento en ocasiones puede convertirse en un
problema, ya
 El modelo de actitudes políticas según Campbell
Factores exógenos políticos
(candidatos, características
y temas del contexto político)

Factores
exógenos no Actitudes políticas Comportamiento
políticos (factores personales
(características y políticos)
socioeconómicas)
TABLA 1.10. Ejemplos de operacionalización de algunas actitudes políticas

Actitud Operacionalización

Implicación

Interés por la Para comenzar, ¿diría Ud. que, en líneas generales, la política le interesa mucho,
política bastante, poco o nada?

Eficacia política Indíqueme, por favor, ¿hasta qué punto está Ud. muy de acuerdo, de acuerdo, en
desacuerdo o muy en desacuerdo con cada una de las siguientes frases?:
- Por lo general, la política es tan complicada que la gente como yo no puede
entender lo que pasa (Interna)
- Los políticos no se preocupan mucho de lo que piensa la gente como yo
(Externa)
- Esté quien esté en el poder, siempre busca sus intereses personales (Externa)

Politización

Cercanía a un ¿Podría indicarme si se siente Ud. cercano o próximo a algún partido o coalición
partido política? (Si/No) (Indica presencia o ausencia)
¿Y a qué partido o coalición se siente Ud. más cercano? (Indica dirección)
¿Y con respecto a ese partido o coalición, dirí Ud. que se siente muy cercano,
bastante cercano o algo cercano? (Indica intensidad)

Autoubicación Cuando se habla de política se utilizan normalmente las expresiones izquierda y


ideológica derecha. En esta tarjeta hay una serie de casillas que van de izquierda a derecha
¿En qué casilla se colocaría Ud.?
(Izquierda) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 (Derecha)

Identidad nacional ¿Podría indicarme si usted se siente…?


-Sólo catalán
-Más catalán que español
-Tan catalán como español
-Más español que catalán
-Sólo español

Satisfacción

Satisfacción con el En general, ¿está Ud. muy satisfecho, bastante satisfecho, poco satisfecho o nada
funcionamiento de satisfecho con el funcionamiento de la democracia en España?
la democracia

Confianza en los Y con estas frases, ¿está Ud. muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo o muy en
partidos como desacuerdo?
instituciones -Gracias a los partidos la gente puede participar en la vida política
-Los partidos sólo sirven para dividir a la gente
-Sin partidos no puede haber democracia
-Los partidos se critican mucho entre sí, pero en realidad todos son iguales

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52 COMPORTAMIENTO POLÍTICO Y ELECTORAL

pueden constituir explicaciones débiles, insatisfactorias desde el punto de vista teórico. Está
claro que un grado elevado de interés por la política produce mayores niveles de
participación. Sin embargo, también puede suceder que una mayor participación produzca
un interés más intenso. ¿Cuál es la causa y cuál el efecto? En cualquier caso, ¿qué es lo que
hace que la gente tenga distintos niveles de interés por la política?
Además, las actitudes no operan en el vacío, sino en contextos marcados por otros factores
no personales, como las características de los candidatos, de los grupos y organizaciones,
de los temas o cuestiones políticas (issues), que también pueden tener un efecto relevante
sobre el comportamiento.

4.4. RECURSOS DE GRUPO Y MOVILIZACIÓN

Si sólo tenemos en cuenta las actitudes políticas ignoramos el contexto social y


político de los electores. No todos los ciudadanos viven ni actúan bajo los mismos
estímulos, por lo que no podemos olvidar el papel que juegan las relaciones sociales y
políticas de los individuos con otros individuos y especialmente con asociaciones cívicas y
políticas. Los contactos con amigos, colegas, familiares, vecinos, personas con intereses
compartidos, las organizaciones y asociaciones de distinta naturaleza, tienen un rol
movilizador muy importante.

La movilización política es el proceso a través del cual instituciones, organizaciones


o personas inducen a los ciudadanos a participar política- mente. Desde esta perspectiva, la
participación política sería una respuesta a los estímulos del entorno, más que el resultado
de actitudes y recursos individuales (Rosenstone y Hansen, 1993). De manera indirecta las
4 redes sociales (familia, amigos, entorno laboral, vecindario) producen
efectos movilizadores al ejercer presión sobre los individuos o proporcionar incentivos para
participar. Algunos ciudadanos, especialmente en el entorno familiar más cercano, intentan
convencer a otras personas de la orientación que deben dar a su voto. También se sabe que
la participación en un movimiento social está fuertemente relacionada con el hecho de
conocer a una persona participante en ese movimiento.

La importancia de los recursos de grupo queda de manifiesto cuando pensamos que


buena parte de la participación política (como la colaboración en campañas electorales, la
firma de peticiones, la convocatoria de manifestaciones, etc.) está promovida desde
organizaciones. El papel movilizador de las organizaciones es especialmente importante en
el caso de las clases sociales con menos recursos socioeconómicos. Históricamente los
partidos socialistas y los sindicatos han jugado un papel muy importante en la extensión del
sufragio y en la movilización de los nuevos votantes (Bartolini, 2000).
La participación en grupos y organizaciones sociales y políticas (tales como asociaciones
deportivas, culturales, religiosas, juveniles, de vecinos,
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consumidores, padres, colegios profesionales, grupos de mujeres, partidos, sindicatos,


organizaciones solidarias, plataformas cívicas, etc.) puede favorecer la participación
política a través de distintos mecanismos que en ocasiones se denominan recursos de grupo.

En primer lugar, la participación en asociaciones contribuye al desarrollo de


habilidades sociales, es decir, permite a las personas «entrenar- se» en la participación
dentro de la asociación o la organización, lo que facilitará posteriormente la participación
en el ámbito político. Dirigir una reunión, organizar un congreso, preparar un proyecto,
participar en una junta o asamblea, defender públicamente un punto de vista, son
actividades que sirven tanto para la participación en asociaciones cívicas como para la
participación en el ámbito de la política.

En segundo lugar, las personas en contacto con organizaciones o asociaciones de


cualquier tipo están expuestas a un número mayor de contactos personales, y por lo tanto
también a mayores flujos de información de todo tipo. Además, los miembros pueden
utilizar la infraestructura y los recursos materiales de su asociación u organización para su
actividad política individual.

Por último, las asociaciones y organizaciones pueden ejercer una movilización


directa e intencionada, dirigida a que sus miembros participen políticamente. Esta
movilización directa suele ser más frecuente cuando la asociación persigue objetivos
claramente políticos (partidos, sindicatos, asociaciones u organizaciones feministas,
pacifistas, ecologistas, etc.).

Recursos de grupo, movilización y participación

Habilidades cívicas
Participación política
Participación en
asociaciones
Información y recursos
organizativos Movilización directa

Ya sea porque aumenta las habilidades y competencias cívicas, porque facilita


contactos sociales, información y recursos organizativos, o porque hay una movilización
directa, el hecho es que la participación en asociaciones y organizaciones (especialmente si
éstas son de naturaleza política) incrementa la participación política.

A la hora de ejercer una movilización política directa los agentes movilizadores


(sindicatos, iglesias, partidos políticos, etc.) no actúan sobre todo el mundo por igual, sino
que centran sus esfuerzos en determinadas personas:

 
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La participación política es el producto de la interacción estratégica de ciudadanos y


líderes. Poca gente participa espontáneamente en los asuntos públicos. Al contrario,
participan cuando los políticos, partidos, grupos de interés y activistas les convencen de que
se impliquen {...]. Sus elecciones estratégicas, su determinación de a quién movilizar y
cuándo movilizar, dan forma al contorno de la participación pública en la política
norteamericana. Dan significado político a la participación política (Rosenstone y Hansen,
1993: 228).

Los ciudadanos con una posición social más central y con más recursos individuales
son más accesibles para los agentes movilizadores y pueden a su vez desempeñar un papel
movilizador secundario hacia otras personas cercanas (familiares, colegas, vecinos,
amigos). Por ello, los ciudadanos con más recursos individuales y mayores conexiones
sociales suelen tener una probabilidad más elevada de ser movilizados directamente (por
partidos, asociaciones y organizaciones) e indirectamente (a través de conversaciones y
contactos con otras personas). Así, aunque los recursos de grupo pueden servir para
compensar las desigualdades sociales en la participación producidas por los recursos
individuales, también pueden llegar a acentuarlos.

En el proceso movilizador los medios de comunicación tienen también un papel


cada vez más importante. Los medios dan visibilidad a los actos participativos,
especialmente si éstos son de protesta, lo que por un lado incrementa su eficacia y por otro
puede tener un efecto multiplicador. Los líderes políticos utilizan cotidianamente la
cobertura de los medios para movilizar apoyos. Sobre el papel de los medios de
comunicación (y del uso que de los mismos hacen los políticos) existen sin embargo
visiones contradictorias. Para algunos, éstos pueden ejercer un verdadero efecto
movilizador sobre los ciudadanos: comunican información y emociones que empujan a la
participación (Norris, 2001). Para otros, los medios de comunicación y en especial la
televisión producen sentimientos de malestar entre la ciudadanía, lo que se refleja en
actitudes de cinismo político y menor participación (Putnam, 2002).

4.5. EL CONTEXTO INSTITUCIONAL Y POLÍTICO

Las instituciones pueden ser definidas como reglas, formales e informales, que
marcan pautas de comportamiento. Así, el comportamiento político no estaría definido
únicamente por intereses y motivaciones de carácter individual, sino por una lógica
tendente a respetar las normas sociales, culturales y políticas. Las instituciones pueden
alterar los costes y beneficios de la participación, y pueden ayudar a resolver problemas de
acción colectiva, incentivando bien la cooperación, o bien el free-riding. Esta definición de
instituciones es muy amplia, pues en ella se pueden incluir tanto reglas de naturaleza
estrictamente política (como el sistema
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electoral o los mecanismos de democracia directa), social (como la familia) o cultural


(como las fiestas patronales).

Dentro del contexto político e institucional un elemento fundamental para la


participación es la estructura de oportunidades politicas, es decir, las características del
contexto político que proporcionan incentivos para que la gente participe en acciones
colectivas afectando a sus expectativas de éxito o fracaso (Tarrow, 1997). La estructura de
oportunidades políticas y su efecto sobre la participación se ha analizado especialmente en
relación con los nuevos movimientos sociales. La participación se intensifica cuando se
abre una estructura de oportunidades políticas, es decir, cuando se abren canales de acceso
a los ámbitos de toma de decisiones que permiten esperar que la protesta obtenga
resultados.

La descentralización territorial es un elemento que favorece este acceso al proceso


de toma de decisiones, ya que cuanto mayor sea la cercanía entre el cargo público
responsable y el ciudadano, más fácil será el acceso de éste al primero. En los estados
descentralizados hay más incentivos para participar en la base del sistema, lo que facilita la
aparición de los movimientos de carácter territorial (por ejemplo, niinbys). Por el contrario,
en los estados fuertemente centralizados y con capacidad para imponer decisiones políticas
los actores colectivos deben acudir a la cumbre del sistema político para hacerse oír, lo que
dificulta la participación.

La distribución funcional del poder es otro de los elementos institucionales que


pueden incidir sobre la participación. Se considera que el sistema es más abierto cuanto
más clara y nítida es la separación entre ejecutivo, legislativo y judicial. La independencia
del poder judicial es especialmente importante para facilitar el acceso de los movimientos
sociales. La mayor intervención de los jueces que se ha desarrollado en los últimos tiempos
también ha favorecido la movilización política.

La elite dominante puede además adoptar distintas estrategias de acción frente a la


protesta. Las estrategias exclusivas se caracterizan por la represión de los conflictos, y
elevan el coste de la acción colectiva. Las estrategias inclusivas se dirigen a la cooptación
de demandas, es decir, intentan integrarlas en el sistema de toma de decisiones. En muchos
casos las estrategias inclusivas son una forma de control social más eficaz que las
represivas. Por ejemplo, en los países del sur de Europa, Francia y Alemania se han
caracterizado en el siglo xix por estrategias represivas, lo que ha originado movimientos
obreros más radicales y fragmentados. En los países escandinavos y en Gran Bretaña las
estrategias inclusivas han favorecido la moderación y la unidad. De la misma manera, las
formas más moderadas de protesta se dan con más frecuencia en los sistemas
institucionales más incluyentes, mientras que las formas ilegales o incluso la violencia
tienden a producirse en sistemas históricamente excluyentes y represores.
Otros aspectos de la estructura de oportunidades son más dinámicos: la estructura de
alianzas (los actores políticos que apoyan la movilización proporcionan recursos y
oportunidades para los provocadores)
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o la configuración del poder (la distribución de poder entre los distintos actores implicados
dentro del sistema de partidos y de representación de intereses). En términos más concretos,
una cierta inestabilidad política y electoral (la percepción de que las cosas pueden cambiar)
o las divisiones entre las elites dominantes (parte de las cuales pueden alinearse con el
movimiento de protesta) son aspectos de la estructura de oportunidades políticas que
facilitan la aparición y el desarrollo de movimientos sociales.

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