A Hombros de Gigantes-Tripa Web
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A hombros de gigantes
Las grandes verdades de la fe
meditadas y vividas con los
Padres de la Iglesia
Traducido del original italiano por
Monte Carmelo
Ttulo original:
Sulle spalle dei giganti
(San Paolo, Cinisello Balsamo 2014)
NDICE
Presentacin ................................................
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Presentacin
En la primera parte, llevada a cabo en presencia de Benedicto XVI, nos pusimos a la escuela de cada uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia oriental Atanasio, Basilio,
Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa para
ver qu nos dice cada uno de ellos a nosotros
hoy a propsito del dogma del que fue ejemplo; respectivamente: la divinidad de Cristo, el
Espritu Santo, la Trinidad y el conocimiento de
Dios. En la segunda parte, llevada a cabo en
presencia del papa Francisco, nos hemos puesto a la escuela de cuatro grandes doctores de la
Iglesia latina Agustn, Ambrosio, Len Magno y
Gregorio Magno para ver, tambin aqu, lo que
cada uno de ellos nos dice a nosotros hoy, a propsito de la verdad de fe de la que fue particular
defensor, es decir, respectivamente, la naturaleza de la Iglesia, la presencia real de Cristo en la
Eucarista, el dogma cristolgico de Calcedonia
y la inteligencia espiritual de las Escrituras.
El objetivo es redescubrir, detrs de estos
grandes Padres, la riqueza, la belleza y la felicidad de creer, pasar, como dice Pablo, de fe en
fe (Rom 1,17), de una fe creda a una fe vivida.
Ser precisamente un mayor volumen de fe
dentro de la Iglesia lo que constituya luego la
fuerza mayor en el anuncio de ella al mundo.
El ttulo del ciclo est tomado de un pensamiento querido para los telogos medievales:
Somos deca Juan de Salisbury como enanos
sentados sobre los hombros de gigantes, de
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San Atanasio
y la fe en la divinidad de Cristo
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2. El argumento soteriolgico
Pero ms importante que insistir en la fe de
Atanasio en la plena divinidad de Cristo, que es
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te en todas las grandes controversias cristolgicas antiguas, desde la antignstica hasta la antimonoteleta. En su formulacin clsica se lee:
Quod non est assumptum, non est sanatum,
(lo que no fue asumido tampoco fue salvado)5.
Esto se adapta dependiendo de los casos, a fin
de combatir el error del momento, que puede
ser la negacin de la carne humana de Cristo
(gnosticismo), o de su alma humana (apolinarismo), o de su libre voluntad (monotelismo).
El uso que Atanasio hace de ello se puede
formular as: Lo que no es asumido por Dios
no es salvado, donde toda la fuerza est en el
breve aadido por Dios. La salvacin requiere
que el hombre no sea asumido por un intermediario cualquiera, sino por Dios mismo: Si el Hijo
es una criatura escribe Atanasio el hombre seguira siendo mortal, al no estar unido a Dios,
y tambin: El hombre no sera divinizado, si el
Verbo que se hizo carne no fuera de la misma naturaleza que el Padre6. Atanasio formul muchos
siglos antes que Heidegger, y con mucha mayor
seriedad, la idea de que slo un Dios nos puede
salvar, nur noch ein Gott kann uns retten7.
Las implicaciones soteriolgicas que Atanasio saca del homoousios de Nicea son mltiples y profundsimas. Definir al Hijo como con Gregorio Nacianceno, Carta a Cledonio: PG 37,181.
Atanasio, Contra Arrianos II,69 y I,70.
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Antwort. Martin Heidegger im Gesprch (Pfullingen 1988).
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3. Corde creditur!
Pero es hora de volver a nosotros y tratar
de ver qu podemos aprender hoy de la pica batalla sostenida por Atanasio en su poca.
La divinidad de Cristo es hoy el verdadero articulus stantis et cadentis Ecclesiae, la verdad
con la que la Iglesia se mantiene o cae. Si en
otros tiempos, cuando la divinidad de Cristo
era admitida pacficamente por todos los cristianos, se poda pensar que tal artculo fuera
la justificacin gratuita por la fe, hoy ya no
es as. Podemos decir que el problema vital
para el hombre de hoy es el de establecer de
qu modo es justificado el pecador, cuando
ni siquiera se cree ya en la necesidad de una
justificacin, o se cree que se encuentra en s
mismo? Yo mismo me acuso hoy hace gritar
Sartre a uno de sus personajes desde el escena18
(Una idea esta de la Trinidad que se forma por adicin, que se ha vuelto a proponer, en aos no muy lejanos, por algn telogo
que aplic a la Trinidad el esquema dialctico
del devenir de Hegel!). Mucho antes de Atanasio, san Juan haba establecido esta relacin
entre los dos misterios: Todo aquel que niega
al Hijo no posee al Padre. Todo el que confiesa
al Hijo posee tambin al Padre (1Jn 2,23). Las
dos cosas permanecen o caen juntas, pero si
J.-P. Sartre, Le Diable et le Bon Dieu, X, 4 (Gallimard, Pars 1951) 267s. [trad. esp. El diablo y Dios (Alianza, Madrid
3
1995)].
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Atanasio, Contra Arianos I, 17-18: PG 26,48.
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caen juntas, entonces lamentablemente deberamos decir con Pablo que los cristianos somos los hombres ms dignos de compasin!
(1Cor 15,19).
Debemos dejarnos embestir en plena cara
por aquella pregunta tan respetuosa como directa de Jess: Y vosotros, quin decs que soy
yo?, y por aquella an ms personal: Crees?.
Crees de verdad? Crees con todo el corazn?
San Pablo dice que con el corazn se cree para
obtener la justicia, y con la boca se confiesa para
tener la salvacin (Rom 10,10). En el pasado, la
profesin de la verdadera fe, es decir, el segundo
momento de este proceso, asumi a veces tanta
relevancia que dej en las sombras ese primer
momento que es el ms importante, y que se
desenvuelve en las profundidades ms recnditas del corazn. De las races del corazn brota
la fe, exclama san Agustn12.
Quiz haya que derribar en nosotros los
creyentes, y en nosotros, hombres de Iglesia, la falsa persuasin de creer que ya se est
asentado en lo que se refiere a la fe. Hay que
suscitar la duda se entiende que no sobre
Jess, sino sobre nosotros, para podernos
situar en la bsqueda de una fe ms autntica. Quin sabe si no sera bueno, durante
un poco de tiempo, no querer demostrar nada
Agustn, Comentario al Evangelio de Juan, 26,2: PL 35,1607.
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genes. La ciencia exige al estudioso que domine su materia y que sea neutral frente al objeto de la propia ciencia. Pero, cmo dominar a
uno al que un poco antes has adorado como tu
Dios? Cmo permanecer neutral ante el objeto, cuando este objeto es Cristo? Fue una de las
razones que me llevaron, en cierto momento de
mi vida, a abandonar la enseanza acadmica
para dedicarme a tiempo completo al ministerio
de la palabra. Recuerdo el pensamiento que me
afloraba, despus de participar en congresos o
debates teolgicos y bblicos, sobre todo en el
extranjero: Dado que el mundo universitario ha
dado la espalda a Jesucristo, yo voy a darle la
espalda al mundo universitario.
La solucin a este problema no es ciertamente abolir los estudios acadmicos de la teologa.
La situacin italiana nos hace ver los efectos negativos producidos por la ausencia de facultades de teologa en las universidades estatales.
La cultura catlica y religiosa, en general, es rechazada en un gueto; en las libreras profanas no
se encuentra un libro religioso, a menos que sea
sobre algn tema esotrico o de moda. El dilogo entre la teologa y el conocimiento humano,
cientfico y filosfico, se desarrolla a distancia,
y no es la misma cosa. Al hablar en ambientes
universitarios, digo a menudo que no se siga mi
ejemplo (que es una opcin personal), sino que
se valore al mximo el privilegio del que gozan,
buscando si acaso ayudar el estudio y la ense23
4. nimo!, soy yo
Para concluir volvemos a la divinidad de Cristo. Ella ilumina y esclarece toda la vida cristiana.
H. de Lubac, Exgse mdivale, I, 2 (Pars 1959) 670.
H.U. von Balthasar, La oracin contemplativa (Encuentro, Madrid 22007), citado arriba por De Lubac.
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A hombros de gigantes
Las grandes verdades
de la fe meditadas y vividas
con los padres de la Iglesia
Raniero Cantalamessa
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