Musashi. La Leyenda Del Samurai
Musashi. La Leyenda Del Samurai
Musashi. La Leyenda Del Samurai
MUSASHI
I
TIERRA, AGUA, FUEGO
Traduccin del ingls:
Jordi Fibla
QUATERNI
Calle Mar Mediterrneo, 2. N-6
Parque Empresarial Inbisa - P. I. Las Fronteras
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LIBRO I
TIERRA
La campanilla
Takezo yaca entre los cadveres, que se contaban por millares.
El mundo entero se ha vuelto loco pens nebulosamente. Un hombre
podra compararse a una hoja muerta arrastrada por la brisa otoal.
l mismo pareca uno de aquellos cuerpos sin vida que le rodeaban. Trat
de alzar una mano, pero slo pudo levantarla unos pocos centmetros del suelo.
No recordaba que jams se hubiera sentido tan dbil. Se pregunt cunto
tiempo llevara all.
Las moscas zumbaban alrededor de su cabeza. Quera ahuyentarlas, pero
ni siquiera tena energa para levantar el brazo, que estaba rgido, casi
quebradizo, como el resto de su cuerpo. Mientras mova un dedo tras otro, se
dijo que deba de llevar all largo rato. No tena idea de que estaba herido, con
dos balas firmemente alojadas en un muslo.
Unas nubes bajas y oscuras se desplazaban amenazantes por el cielo. La
noche anterior, en algn momento entre la medianoche y el alba, un intenso
aguacero haba empapado la llanura de Sekigahara. Ahora era ms de medioda
del decimoquinto da del noveno mes de 1600. Aunque el tifn haba pasado, de
vez en cuando descargaba un nuevo aguacero sobre los cadveres y el rostro
vuelto hacia arriba de Takezo. Cada vez que ocurra tal cosa, abra y cerraba la
boca como un pez, intentando beber las gotas de lluvia. Saboreando aquella
humedad, reflexion que era como el agua con que limpian los labios a un
moribundo. Tena la cabeza entumecida y sus pensamientos eran como las
sombras huidizas del delirio.
Por lo menos saba que su bando haba sido derrotado. Su supuesto aliado,
Kobayakawa Hideaki, se haba asociado en secreto con el ejrcito del Este, y
cuando en el crepsculo se volvi contra las tropas de Ishida Mitsunari, la suerte
de la batalla cambi. Entonces atac a los ejrcitos de otros comandantes,
Ukita, Shimazu y Konishi, y el derrumbe del ejrcito del Oeste fue total. En slo
media jornada de lucha qued zanjada la cuestin de quin gobernara el pas en
lo sucesivo. Sera Tokugawa Ieyasu, el poderoso daimyo de Edo.
Aparecieron ante sus ojos las imgenes de su hermana y los ancianos
habitantes del pueblo. Me estoy muriendo pens sin asomo de tristeza.
Soberano feudal que ostentaba el poder en Japn entre los siglos X y XIX (N. del E.)
EIJI YOSHIKAWA
QUATERNI
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MUSASHI
arriba sin parpadear. Los caballos pasaron tan cerca de ellos que olieron su
sudor. Luego todo termin.
Por puro milagro no haban sido atropellados ni detectados, y durante
varios minutos ambos permanecieron en silencio, incrdulos.
Salvados de nuevo! exclam Takezo, tendiendo la mano a
Matahachi, el cual, todava aferrado al suelo, volvi lentamente la cabeza con
una ancha y algo trmula sonrisa en los labios.
Alguien est de nuestra parte, de eso no hay duda dijo con la voz ronca.
Con gran dificultad, los dos amigos se ayudaron mutuamente a
incorporarse. Cruzaron poco a poco el campo de batalla hacia la seguridad de
las boscosas colinas, cada uno cojeando y con un brazo sobre los hombros del
otro. Una vez entre los rboles se tendieron a descansar, pero pronto volvieron a
incorporarse e ir en busca de algo que comer. Durante dos das haban
subsistido a base de castaas silvestres y las hojas comestibles en las hmedas
hondonadas del monte Ibuki. As haban evitado la postracin por hambre, pero a
Takezo le dola el estmago y a Matahachi le atormentaban las tripas. Ningn
alimento poda llenarle, ninguna bebida apagar su sed, pero incluso l notaba
que las fuerzas le volvan lentamente.
La tormenta del decimoquinto da seal el final de los tifones veraniegos.
Ahora, slo dos noches despus, una luna blanca y fra brillaba sombramente en
un cielo sin nubes.
Ambos saban el peligro que entraaba estar en el camino a la luz de la luna,
sus sombras destacadas como blancos silueteados, a la vista de cualquier
patrulla que anduviera en busca de rezagados. Takezo haba tomado la
decisin de correr el riesgo. Puesto que Matahachi estaba en una situacin tan
penosa y deca que preferira ser capturado a intentar seguir adelante, realmente
no parecan tener muchas alternativas. Era preciso alejarse de all, pero
tambin estaba claro que deban encontrar un sitio donde tenderse y descansar.
Caminaron lentamente, en la direccin que les pareca la del pueblo de Tarui.
Puedes hacerlo? le preguntaba Takezo una y otra vez. Sostena el
brazo de su amigo alrededor de su hombro para ayudarle. Ests bien? Su
respiracin fatigosa era lo que le preocupaba. Quieres descansar?
Estoy bien.
Matahachi trat de parecer que se esforzaba, pero tena la cara ms plida
que la luna. Incluso utilizando su lanza como cayado, apenas poda poner un
pie delante del otro. No cesaba de disculparse humildemente.
Lo siento, Takezo. S que tengo la culpa de que marchemos con tanta
lentitud. Lo lamento de veras.
Al principio Takezo haba restado importancia a esas protestas, dicindole
que lo olvidara. Finalmente, cuando hicieron un alto para descansar, se volvi
hacia su amigo y le dijo con vehemencia:
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EIJI YOSHIKAWA
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Faja ancha de tela fuerte que se lleva sobre el kimono (N. del E.)
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Cul?
La otra noche, cuando llegamos, vimos a una chica en el campo de batalla
y se pareca exactamente a ti. Eras t, verdad?
Akemi se volvi rpidamente y abri la puerta.
Qu estabas haciendo all?
La muchacha sali de la leera dando un portazo, y mientras corra hacia la
casa su campanilla sonaba con un ritmo extrao y errtico.
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