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Jose Zorrilla

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Jos Zorrilla

Jos Zorrilla

Nacimiento 21 de febrero de 1817


Valladolid, Espaa
Defuncin

23 de enero de 1893

(75 aos)
Madrid, Espaa
Nacionalidad
Ocupacin

Espaola

Escritor

MovimientosRomanticismo
Jos Zorrilla y Moral (Valladolid, 21 de febrero de 1817 Madrid, 23 de enero de
1893) fue un poeta y dramaturgo espaol.

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1 Biografa
2 La literatura de Jos Zorrilla
3 Casa Museo Zorrilla en Valladolid
4 Obras
4.1 Lrica
4.2 pica
4.3 Leyenda
4.4 Poemas dramticos
5 Vase tambin
6 Referencias
7 Bibliografa
8 Enlaces externos
Biografa[editar]
Vallisoletano, era hijo de Jos Zorrilla, un hombre conservador y absolutista,
seguidor del pretendiente Don Carlos V de Espaa; que era relator de la Real
Chancillera. Su madre, Nicomedes Moral, era una mujer muy piadosa. Tras varios

aos en Valladolid, la familia pas por Burgos y Sevilla para al fin establecerse
cuando el nio tena nueve aos en Madrid, donde el padre trabaj con gran celo
como superintendente de polica y el hijo ingres en el Seminario de Nobles,
regentado por los jesuitas; all particip en representaciones teatrales escolares.

Muerto Fernando VII, el furibundo absolutista que era el padre, fue desterrado a
Lerma (Burgos) y el hijo fue enviado a estudiar derecho a la Real Universidad de
Toledo bajo la vigilancia de un pariente cannigo en cuya casa se hosped; sin
embargo el hijo se distraa en otras ocupaciones y los libros de derecho se le caan
de las manos y el cannigo lo devolvi a Valladolid para que siguiera estudiando all
(18331836). Al llegar el dscolo hijo fue amonestado por el padre, que march
despus al pueblo de su naturaleza, Torquemada, y por Manuel Joaqun Tarancn y
Morn, rector de la Universidad y futuro Obispo de Crdoba.

El carcter impuesto de los estudios y su atraccin por el dibujo, las mujeres (una
prima de la que se enamor durante unas vacaciones) y la literatura de autores
como Walter Scott, James Fenimore Cooper, Chateaubriand, Alejandro Dumas, Victor
Hugo, el Duque de Rivas o Espronceda arruinaron su futuro. El padre desisti de
sacar algo de su hijo y mand que lo llevaran a Lerma a cavar vias; pero cuando
estaba a medio camino el hijo rob una mula, huy a Madrid (1836) y se inici en su
hacer literario frecuentando los ambientes artsticos y bohemios de Madrid , y
pasando mucha hambre.

Se fingi un artista italiano para dibujar en el Museo de las Familias, public algunas
poesas en El Artista y pronunci discursos revolucionarios en el Caf Nuevo, de
forma que termin por ser perseguido por la polica. Se refugi en casa de un
gitano. Por entonces se hizo amigo de Miguel de los Santos lvarez y del italiano
Joaqun Masard. A la muerte de Larra en 1837, Jos Zorrilla declama en su memoria
un improvisado poema que le granjeara la profunda amistad de Jos de Espronceda
y Juan Eugenio Hartzenbusch y a la postre le consagrara como poeta de renombre.
Comenz a escribir para los peridicos El Espaol, donde sustituy al finado, y El
Porvenir, empez a frecuentar la tertulia de El Parnasillo y ley poemas en El Liceo.
Su primer drama, escrito en colaboracin con Garca Gutirrez, fue Juan Dndolo,
estrenado en julio de 1839 en el Teatro del Prncipe. En 1840 public sus
famossimos Cantos del trovador y estren tres dramas, Ms vale llegar a tiempo,
Vivir loco y morir ms y Cada cual con su razn. En 1842 aparecen sus Vigilias de
Esto y da a conocer sus obras teatrales El zapatero y el rey (primera y segunda
parte), El eco del torrente y Los dos virreyes. De 1840 a 1845, Zorrilla estuvo
contratado en exclusiva por Juan Lomba, empresario del Teatro de la Cruz, en el
que estren durante esas cinco temporadas nada menos que veintids dramas.1

En 1838 se cas con Florentina O'Reilly, una viuda irlandesa arruinada mucho
mayor que l y con un hijo, pero el matrimonio fue infeliz; un hijo que tuvieron
muri, y l tuvo varias amantes. En 1845 abandon a su esposa y march a Pars,

...donde asisti a algunos cursos en la facultad de medicina.[cita requerida] All


mantuvo amistad con Alejandro Dumas, Alfred de Musset, Vctor Hugo, Thophile
Gautier y George Sand.

Volvi a Madrid en 1846 al morir su madre. Vendi sus obras a la casa Baudry de
Pars, que las public en tres tomos en 1847. En 1849 recibi varios honores: fue
hecho miembro de la junta del recin fundado Teatro Espaol; el Liceo organiz una
sesin para exaltarle pblicamente y la Real Academia lo admiti en su seno,
aunque slo tom posesin en 1885. Pero su padre muri en ese mismo ao y eso
le supuso un duro golpe, porque se neg a perdonarle, dejando un gran peso en la
conciencia del hijo (y considerables deudas), lo que afect a su obra.

Casa madrilea en la c/ Sta. Teresa, en la que muri Zorrilla.


Huyendo de su mujer otra vez, volvi a Pars en 1851, donde endulz sus penas su
amante Leila, a la que se entreg apasionadamente, y viaj a Londres en 1853,
donde le acompaaron sus inseparables apuros econmicos, de los que le sac el
famoso relojero Losada. Despus pas once aos de su vida en Mxico, primero
bajo el gobierno liberal (18541866) y despus bajo la proteccin y mecenazgo del
Emperador Maximiliano I, con una interrupcin en 1858, ao que pas en Cuba.

Llev en ese pas una vida de aislamiento y pobreza, sin mezclarse en la guerra civil
entre federalistas y unitarios. Sin embargo, cuando Maximiliano I ocup el poder
como Emperador de Mxico (1864), Zorrilla se convirti en poeta ulico y fue
nombrado director del desaparecido Teatro Nacional.

Muerta su esposa, regres a Espaa en 1866, donde se enter del fusilamiento de


Maximiliano; entonces verti en un poema todo su odio contra los liberales
mexicanos as como contra quienes haban abandonado a su amigo, Napolen III y
el Papa. Esta obra es El drama de un alma. Desde entonces su fe religiosa sufri un
duro golpe. Se recuper casndose otra vez con Juana Pacheco en 1869. Vuelven los
apuros econmicos, de los que no logran sacarle ni los recitales pblicos de su obra,
ni una comisin gubernamental en Roma (1873), ni una pensin otorgada
demasiado tarde, aunque recibe la proteccin de algunos personajes de la alta
sociedad espaola como los condes de Guaqui. Los honores sin embargo llovan
sobre l: cronista de Valladolid (1884), coronacin como poeta nacional laureado en
Granada en 1889, etc. Muri en Madrid en 1893 como consecuencia de una
operacin efectuada para extraerle un tumor cerebral. Sus restos fueron enterrados
en el cementerio de San Justo de Madrid, pero en 1896, cumpliendo la voluntad del
poeta, fueron trasladados a Valladolid. En la actualidad se encuentran en el Panten
de Vallisoletanos Ilustres del cementerio del Carmen.

En 1982 se inaugur en su ciudad natal el estadio del Real Valladolid C.F que lleva
su nombre.2

La literatura de Jos Zorrilla[editar]


Cultiv todos los gneros poticos: la lrica, la pica y la dramtica.

Hay en la vida de Zorrilla tres elementos de gran inters para comprender la


orientacin de su obra. En primer lugar, las relaciones con su padre. Hombre ste
desptico y severo, rechaz sistemticamente el cario de su hijo, negndose a
perdonarle sus errores juveniles. El escritor cargaba consigo una especie de
complejo de culpa, y para superarla decidi defender en su creacin un ideal
tradicionalista muy de acuerdo con el sentir paterno, pero en contradiccin con sus
ntimas ideas progresistas. Dice en Recuerdos del tiempo viejo: Mi padre no haba
estimado en nada mis versos: ni mi conducta, cuya clave l slo tena.

En segundo lugar hay que destacar su temperamento sensual, que le arrastraba


hacia las mujeres: dos esposas, un temprano amor con una prima, amores en Pars
y Mxico, dan una lista que, aunque muy lejos de la de Don Juan, camina en su
misma direccin. El amor constituye uno de los ejes fundamentales de toda su
produccin.

No es ocioso preguntar, como tercer factor condicionante, sobre la salud de Zorrilla.


A cierta altura de su vida, en efecto, se invent un doble, loco (Cuentos de un loco,
1853), que aparece casi obsesivamente despus. En Recuerdos del tiempo viejo, su
autobiografa, habla de sus alucinaciones y sonambulismo. Cundo apareci el
tumor cerebral y cmo afect su comportamiento? Quiz el papel predominante de
la fantasa en el escritor encuentre una explicacin por este lado.

De su carcter ha dicho su bigrafo Narciso Alonso Corts que era ingenuo como un
nio, bondadoso y amigo de todos, ignorante del valor del dinero y ajeno a la
poltica. Conviene resaltar, adems, su independencia, de la que se senta muy
orgulloso. En versos que recuerdan a los de Antonio Machado, confes que a su
trabajo lo deba todo, y lleg a rechazar lucrativos puestos pblicos por no sentirse
preparado: Yo temo afirma en sus Recuerdos del tiempo viejo que nuestra
revolucin va a ser infructfera para Espaa por creernos todos los espaoles
buenos y aptos para todo y meternos todos a lo que no sabemos. En efecto, en su
obra hay preocupaciones prerregeneracionistas que asoman de vez en cuando a
pesar de su tradicionalismo, auto impuesto para no desairar a su padre.

Casa Museo del escritor.


Casa Museo Zorrilla en Valladolid[editar]
Artculo principal: Casa de Zorrilla
Alberga la casa del poeta, donde transcurri su primera infancia de forma continua,
as como su estancia espordica en otras etapas a lo largo de su vida, como la que
coincide con su regreso de Mxico.

Obras[editar]
Lrica[editar]
Religiosa (Ira de Dios, La Virgen al pie de la Cruz)
Amorosa (Un recuerdo y un suspiro, A una mujer)
Sentimental (La meditacin, La luna de enero)
Tradicional (Toledo, A un torren)
pica[editar]
Los Cantos del Trovador (1840)
Granada (1852)
La Leyenda del Cid (1882) (Edicin on-line por la Universidad de Toronto)
Leyenda[editar]
A buen juez mejor testigo
Para verdades el tiempo y para justicias Dios
El capitn Montoya
Margarita la tornera
La pasionaria
La azucena silvestre
La princesa Doa Luz
A la memoria de Larra
Poemas dramticos[editar]
El zapatero y el Rey (1839 y 1842) (Edicin on-line)
Sancho Garca (1842)
El pual del godo (1843)

Don Juan Tenorio (1844) (Edicin facsmil)


La Calentura (1847)
Traidor, inconfeso y mrtir (1849)

Jos Zorrilla

(Valladolid, 1817 - Madrid, 1893) Escritor espaol. Es el principal representante del


romanticismo medievalizante y legendario. En 1833 ingres en la Universidad de
Toledo como estudiante de leyes, y en 1835 pas a la Univerisdad de Valladolid.
Jos Zorrilla public sus primeros versos en el diario vallisoletano El Artista.

Jos Zorrilla

En Madrid, despus de abandonar su carrera universitaria, alcanz fama tras leer


unos versos suyos ante el cadver de Larra (1837). Ocup el cargo de ste en la
redaccin de El Espaol, donde public la serie de poemas titulada Poesas (1837),
primero de una serie de ocho volmenes que acab en 1840. Su xito potico se
renovara en 1852 con un poema descriptivo, Granada, que qued inacabado. En
1839 se cas con Matilde O'Reilly, de la que enviud muy pronto.

Escribi numerosas leyendas (Cantos del trovador, 1840-1841; Vigilias del esto,
1842; Flores perdidas, 1843; Recuerdos y fantasas, 1844; Un testigo de bronce,
1845), en las que resucita a la Espaa medieval y renacentista. Cabe destacar A
buen juez mejor testigo, Margarita la Tornera y El capitn Montoya.

En 1837 Zorrilla inici su produccin teatral con Vivir loco y morir ms, y alcanz su
primer xito con El zapatero y el rey (1840), a la que siguieron: El eco del torrente
(1842), Sancho Garca (1842), El molino de Guadalajara (1843), El pual del godo
(1843), Don Juan Tenorio (1844) y Traidor, inconfeso y mrtir (1849). En estas obras
trata temas tradicionales o del Siglo de Oro. Tambin escribi tragedias a la manera
clsica, como Sofronia (1843).

En 1846 viaj a Burdeos y Pars, donde conoci a Alejandro Dumas, George Sand,
Tefilo Gautier y Alfred de Musset, que dejaran en l una gran huella. En 1855
march a Mxico, donde fue protegido por el emperador Maximiliano, que lo
nombr director del Teatro Nacional.

De regreso a Espaa (1866), Jos Zorrilla se cas con la actriz Juana Pacheco, viaj
a Roma (1871) e ingres en la Real Academia (1882). De estos aos son Recuerdos
del tiempo viejo (1880-1883), La leyenda del Cid (1882), El cantar del romero
(1883) y Mi ltima brega (1888). Fue coronado como poeta en el alczar de
Granada (1889) por el duque de Rivas, en representacin de la reina regente.

Jos Zorrilla
(1817-1893)

Jos Zorrilla naci en Valladolid (1817). Su padre, Jos Zorrilla, era hombre de
rgidos principios, absolutista y partidario del pretendiente don Carlos; su madre,
Nicomedes Moral, mujer piadosa, sufrida y sometida al marido. Tras varios aos en
Valladolid, Burgos y Sevilla, la familia se estableci en Madrid, donde el padre
ejerci con gran celo el cargo de superintendente de polica y el hijo ingres en el
Seminario de Nobles.
Estudi leyes en las universidades de Toledo y Valladolid (1833-36), con nulo
aprovechamiento. Durante unas vacaciones se enamor de una prima, a la que
evoca en "Recuerdo del Arlanza", era ste el primero de una larga lista de amores.

Huy de la casa paterna (1836), refugindose en Madrid, donde la fama lo sac


sbitamente (1837) de una vida oscura y llena de privaciones: Zorrilla, un joven
delgado y plido, como lo han retratado varios contemporneos, se revel como
poeta al pie del sepulcro de Larra, leyendo emocionadamente una composicin en
honor del suicida, cuando toda la capital se hallaba reunida en el cementerio para
rendirle el ltimo tributo.
Se cas con Florentina OReilly (1839), viuda bastante mayor que l y con un hijo.
No fue el dinero el motivo de la boda, pues estaba arruinada. Aparte la edad, varias
causas concurrieron a hacer infeliz el matrimonio: la antipata del hijo hacia el
intruso, las rias entre mujer y suegra, la desaprobacin del padre.

Viaj a Francia (1845), asistiendo en Pars a algunos cursos de la Facultad de


Medicina y relacionndose con Dumas, George Sand, Musset y Gautier. Ese mismo
ao muri su madre, dejndole profunda melancola.
De regreso en Madrid (1846), recibi varios honores dos ao ms tarde: se le
nombr miembro de la Junta del recin fundado Teatro Espaol; el Liceo organiz

una sesin para exaltarle pblicamente; la Real Academia lo admiti en su seno,


aunque slo tomara posesin en 1885. Pero la muerte del padre (1849) le caus un
duro golpe: su progenitor se neg a perdonarle la huida y la boda, dejando un
enorme peso en la conciencia del hijo. Por otro lado, le leg considerables deudas.

Huyendo de su mujer, se estableci en Pars (1851) y Londres (1853), a donde le


acompaaron los inseparables apuros econmicos. En Pars endulz sus penas Leila,
a quien am apasionadamente. En tanto que en la capital britnica hizo amistad
con el famoso relojero Losada que le ayud.
Embarc, por fin, rumbo a Mxico ( 1854-66), interrumpiendo su estancia all para
pasar un ao en Cuba (1858). Llev en aquel pas una vida de aislamiento y
pobreza, sin mezclarse en la guerra civil, que divida a federales y unitarios. Cuando
Maximiliano ocup el poder (1864), Zorrilla se convirti en poeta ulico y fue
nombrado director del Teatro Nacional.

Muerta su esposa, regres a Espaa (1866), donde se le admiraba, pero se le crea


superado. El fusilamiento de Maximiliano, abandonado a su triste suerte por el Papa
y Napolen III, le produjo una profunda crisis religiosa.
Casado de nuevo con Juana Pacheco (1869), sigui en permanentes apuros
econmicos, de los que apenas lograran sacarle ni una comisin gubernamental en
Roma (1873) ni una pensin nacional otorgada tardamente.

Se hizo famoso dando recitales pblicos y obtuvo numerosos honores entre los que
sobresalen su nombramiento de cronista de Valladolid (1884) y su coronacin como
poeta nacional en Granada (1889).
Muri en Madrid (1893), tras una intervencin quirrgica para extraerle un tumor
cerebral. Su entierro fue un gran homenaje de admiracin.

Hay en la vida de Zorrilla algunos detalles de gran inters para comprender la


orientacin de su obra. En primer lugar, las relaciones con su padre. Hombre ste
desptico y severo, rechaz sistemticamente el cario de su hijo, negndose a
perdonarle sus errores juveniles. El escritor cargaba consigo una especie de
complejo de culpa, y para superarla decidi defender en su creacin un ideal
tradicionalista muy de acuerdo con el sentir paterno. Dice en Recuerdos del tiempo
viejo: "Mi padre no haba estimado en nada mis versos: ni mi conducta, cuya clave
l slo tena".

Importante es destacar su temperamento sensual, que le arrastraba hacia las


mujeres: dos esposas, un temprano amor con una prima, amores en Pars y Mxico,

dan una lista que, aunque muy lejos de la de don Juan, camina en su misma
direccin. El amor constituye uno de los ejes fundamentales de toda su produccin.
No es ocioso preguntar, como tercer factor condicionante, sobre la salud de Zorrilla.
A cierta altura de su vida, en efecto, se invent un doble, loco (Cuentos de un loco,
1853), que aparece casi obsesivamente despus. En Recuerdos del tiempo viejo
habla de sus alucinaciones y sonambulismo. Cundo apareci el tumor cerebral y
cmo afect su comportamiento? Quiz el papel predominante de la fantasa en el
escritor encuentre una explicacin por este lado.

De su carcter ha dicho su bigrafo Narciso Alonso Corts que era ingenuo como un
nio, bondadoso y amigo de todos, ignorante del valor del dinero y ajeno a la
poltica. Conviene resaltar, adems, su independencia, de la que se senta muy
orgulloso. En versos que recuerdan a los de Antonio Machado, confes que a su
trabajo lo deba todo, y lleg a rechazar lucrativos puestos pblicos por no sentirse
preparado: "Yo temo -afirma en sus Recuerdos...- que nuestra revolucin va a ser
infructfera para Espaa por creernos todos los espaoles buenos y aptos para todo
y meternos todos a lo que no sabemos".

Jos Zorrilla
(1817/02/21 - 1893/01/23)

Jos Zorrilla y Moral

Poeta y Dramaturgo espaol

Naci el 21 de febrero en Valladolid.

Curs estudios en las universidades de Toledo y Valladolid. En el entierro de Mariano


Jos de Larra ley como homenaje: "A la memoria del joven literato don Mariano
Jos Larra" (1837) lo que le dio popularidad. A pesar de gozar del xito, no consigui
salir de la ruina por su aficin a gastar y derrochar.

Fue miembro de la Real Academia Espaola en 1848, cuando contaba contaba 31


aos de edad ley su discurs de investidura en verso. Autor de Cantos del

trovador, del poema Granada, de las obras teatrales El zapatero y el rey, Don Juan
Tenorio, Traidor, inconfeso y mrtir y El pual del godo.

En el ao 1850 viaja a Francia y en 1855 a Mxico. Fue nombrado director del Teatro
Nacional por el emperador Maximiliano. Cuando regres a Espaa, en 1866,
comprob que pese a la extraordinaria fama de su obra no poda cobrar derechos
de autor. Vivi en la pobreza hasta que recibi una pensin del Gobierno.

En el ao 1889 fue coronado como poeta laureado de Espaa en Granada por el


duque de Rivas en presencia de la reina regente Isabel II. Don Juan Tenorio (1844),
quiz la nica pieza dramtica conocida por todos los espaoles, suele reponerse
tradicionalmente todos los aos el 1 de noviembre.

Jos Zorrilla falleci en Madrid el 23 de enero de 1893.

Biografa

Biografa
Su obra potica
El teatro
Jos Zorrilla naci en Valladolid el 21 de febrero de 1817. Sus padres fueron don
Jos Nicomedes Zorrilla Caballero, Relator de la Cancillera, y doa Nicomedes
Moral. El futuro poeta contaba seis aos cuando su padre fue nombrado gobernador
de Burgos, adonde se traslad con la familia. El Relator era absolutista ferviente y
protegido de Calomarde, quien le encarg la Superintendencia General de Polica.
Su hijo entr interno en el Real Seminario de Nobles de Madrid regentado por los
jesutas, y all comenz a leer a Chateaubriand, a Walter Scott y a Fenimore Cooper,
tan en boga entonces, y a escribir sus primeros versos.

El Superintendente limpi Madrid de maleantes e hizo sentir el peso de una justicia


implacable. La cada de Calomarde a fines de la "Dcada Ominosa" trajo la de sus
protegidos, entre ellos la de Zorrilla Caballero, quien se retir al pueblo vallisoletano
de Arroyo-Mu. Obligada por la guerra carlista, la familia pas a Lerma (1833) y
Jos march a Toledo para estudiar Leyes, segn deseo de su padre. Pero all se
dedic a la lectura de sus poetas favoritos y a conocer los recovecos de la vieja
ciudad, que desde entonces quedara presente en muchas de sus leyendas. Le hizo

trasladar la matrcula a Valladolid (1834), donde pronto hizo amistad con otros
estudiantes aficionados a las musas. All pas un par de aos de vida descuidada y
alegre, muy a pesar del Rector y de un procurador de la Cancillera, designados por
el padre para vigilar sus estudios. Aunque ste le amenaz con mandarle "a cavar
tus vias de Torquemada", Zorrilla no pas el curso de 1835-36 por lo que sus
tutores le devolvieron a casa pero escap a Valladolid y de all a Madrid, dispuesto a
abrirse camino con sus versos. Ya en la capital, vivi una temporada de
estrecheces, acosado adems por las pesquisas familiares. A creer lo que cuenta en
sus Recuerdos del tiempo viejo, malviva haciendo ilustraciones para el Museo de
las Familias de Pars y cuando la polica clausur un peridico donde colaboraba,
pudo fugarse gracias a un gitano amigo que le sac disfrazado por el puente de
Toledo.

Corran los primero meses de 1837, Zorrilla era todava un desconocido que pasaba
los das junto a su entraable amigo y paisano Miguel de los Santos Alvarez,
leyendo incansablemente en la Biblioteca Nacional, y las noches en el chiribitil de
un compadecido cestero. En la Biblioteca les trajo Joaqun Massard la noticia del
suicidio de Larra y pidi a Zorrilla que leyera unos versos en el cementerio. Este los
compuso aquella misma noche, segn cuenta, en su bohardilla a la luz de una vela
y con un mimbre afilado que mojaba en el tinte que utilizaba el cestero. La
popularidad de Larra, la importancia de su obra y el prestigio que tuvo en la escena
literaria, hicieron del traslado de sus restos una ceremonia memorable y
emocionante a la que asistieron, de riguroso luto, todos los artistas y literatos de
Madrid. All, en el cementerio de Fuencarral, frente al fretro y al pie de la abierta
huesa - como se deca entonces - dieron los poetas su despedida al desventurado
"Fgaro". De pronto, un adolescente desconocido comenz a leer unos versos:

Ese vago clamor que rasga el viento


Es la voz funeral de una campana:
Vago remedo del postrer lamento
De un cadver sombro y macilento
Que en sucio polvo dormir maana.
"A medida que iba leyendo, cuenta en sus Recuerdos, se me embarg la voz y se
me arrasaron los ojos en lgrimas y el marqus de Molns tuvo que concluir la
lectura de mis versos" (II, 1943: 1745) Al salir del camposanto Zorrilla era el poeta
festejado por todos; Gonzlez Bravo le llev al Caf del Prncipe, donde conoci a
Hartzenbusch y a Martnez de la Rosa. Intim luego con Espronceda, el peridico El
Porvenir le ofreci un sueldo de seiscientos reales y, finalmente, El Espaol le brind
la vacante dejada por Larra.

La carrera literaria de Zorrilla fue vertiginosa desde entonces, y en aquel mismo


1837 apareci Poesas, su primer libro, y dos aos despus estren Juan Dandlo en

colaboracin con Garca Gutirrez. No tard mucho en contraer matrimonio con


doa Florentina Matilde de O'Reilly, viuda y diecisis aos mayor que l, pero esta
seora, llevada de los celos, termin de indisponer al poeta con su familia, le hizo
abandonar el teatro y, finalmente, emigrar a Francia (1850) y luego a Mxico
(1855), adonde llegaban todava las cartas iracundas y los annimos difamatorios
de doa Florentina. Una nia fruto de esta unin, Plcida Ester Mara, muri un ao
despus de nacer.

Entre 1839 y 1950 Zorrilla escribi la mayora de sus mejores obras: El zapatero y el
rey el primer volumen de Cantos del trovador en 1840; la segunda parte de El
zapatero y el rey al ao siguiente; Sancho Garca en 1842; El pual del godo y El
caballo del rey don Sancho en 1843; Don Juan Tenorio en 1844; La calentura en
1846, el ao en que Baudry lanz en Pars dos tomos de Obras Completas; de 1849
data Traidor, inconfeso y mrtir; y en 1850, adems del tercer tomo de Obras
Completas se imprimieron Mara y Un cuento de amores, en colaboracin con
Heriberto Garca de Quevedo.

Durante una de sus visitas a Francia falleci su madre (1846) y tres aos despus el
viejo magistrado sin reconciliarse con l. Aquellas muertes llenaron de amargura al
poeta: "Mis padres mueren sin llamarme en su ltima hora Dios me deja en la
tierra sin el ltimo abrazo y sin la bendicin de mis padres! Qu le he hecho yo a
Dios? Estn malditos mis pobres versos?" (II, 1943: 1840).

El autor del Tenorio pas varios aos en Amrica retrado en ranchos y apartadas
haciendas, intentando negocios ilusorios y dando lecturas poticas en Cuba y en
Mxico, siempre muy bien recibidas. Contrajo sincera amistad con el emperador
Maximiliano, quien le nombr director del incipiente Teatro Nacional mexicano, pero
mientras el poeta estaba en Espaa, Benito Jarez puso fin a la vida de Maximiliano
y a su efmero imperio.

Zorrilla fue recibido en su patria con verdadero entusiasmo. Muerta doa Florentina,
cas de nuevo con la bella doa Juana Pacheco, "la nia de mrmol". Comienza as
el segundo perodo espaol de su existencia, que abarca desde 1869 hasta 1893,
casi un cuarto de siglo en el que haba de experimentar con frecuencia los placeres
del xito y, con ms frecuencia todava, los apuros econmicos. Triunfales fueron su
recepcin en la Academia Espaola (1882) y la coronacin solemne en Granada
(1889), donde recibi el homenaje de catorce mil personas que aclamaron con
delirio a un hombre ya achacoso y desilusionado por la constante mezquindad que
le rodeaba. Tras una enfermedad de tres aos muri Zorrilla en Madrid, la maana
del 21 de enero de 1893, y la muchedumbre acudi a su entierro para honrar al
cantor entusiasta de las glorias nacionales.

Hasta aqu los datos biogrficos. Un conocido retrato de juventud le muestra con
larga y sedosa melena y el mirar profundo y sombro, vestido de negro, los brazos
cruzados sobre el pecho y gesto altivo. Su entraable perfil humano est presente
en los Recuerdos del tiempo viejo que complementan cartas y trabajos eruditos
encabezados por el libro de Alonso Corts.

A pesar de sus xitos y popularidad inmensa, Zorrilla no tuvo suerte. En los


Recuerdos aparece su amargura por la intransigencia de un padre disciplinario,
chapado a la antigua e insensible a los triunfos de su hijo, que muri de cara a la
pared sin querer llamarle a su lado. La madre, dulce y sumisa, est encuadrada por
el ambiente del casern familiar y en aquellos pueblos castellanos - Torquemada,
Lerma, Quintanilla-Somu - presentes siempre en la memoria del poeta.

Su sinceridad y falta de fe en el juego poltico que durante el siglo XIX envolvi a los
espaoles, su poca capacidad para pretender y, sobre todo, la consciencia de su
oficio de poeta, hicieron de Zorrilla al correr de los aos, objeto de la caridad
nacional, mientras los dems escritores ocupaban cargos pblicos. Forzado por las
circunstancias hubo de malvender obras que enriquecieron a las empresas, confi
en editores sin escrpulos que abusaron de su candidez, se vio forzado a dar
lecturas pblicas en serie como aquella, bochornosa, de que habla Pardo Bazn, y
aun a empear alguna corona de oro de las que oficialmente premiaron su genio
(1943: 824-825). Sencillo y sin perder el humor, precisamente por estar al cabo de
vanidades humanas, fue Zorrilla abrindose paso por la vida, tirando de una familia
con la que comparti las alegras y los apuros diarios. Imprevisor siempre y
entrampado hasta los ojos, solicit ayuda efectiva: hasta en las Cortes se discuti
con gran seriedad si el pas poda desprenderse de la exigua cantidad necesaria
para ayudar al viejo poeta. Valladolid le nombr Cronista Oficial y, al cabo, le retir
el sueldo; el Gobierno le dio por cierto tiempo una comisin a cargo de los Lugares
Pos en Roma, Poco antes de su muerte, un grupo de seoras nobles le hizo llegar
delicadamente un obsequio en metlico.

Zorrilla tuvo buenos amigos, influyentes algunos, que velaron por l y trataron de
facilitar su azarosa existencia. De gran inters son unas cartas que dio a conocer
Rodrguez Marn, en las que el buen don Jos, con gran desenfado y llaneza y
soltando incluso algunas palabras muy castizas y bien puestas, va dando cuenta a
su corresponsal de las inquietudes y amarguras que asaltan su vejez.

Mientras la mayora de los romnticos espaoles tuvo en su juventud una


orientacin neoclsica y maestros o modelos como Quintana y Lista, Zorrilla se
form ya leyendo al duque de Rivas y a Espronceda, por quienes sinti admiracin
viva. Dotado de fantasa desbordante y de sin igual facilidad para versificar, fue
prototipo de los escritores espaoles del tiempo, verbosos e indisciplinados, de
atropelladas lecturas y de conocimientos limitados y un tanto superficiales.

Patriota, catlico y amante de la tradicin, el autor de las Leyendas dio a nuestro


romanticismo un sello nacional y castizo, hacindole accesible al lector medio. Su
obra carece de intimidad y no plantea problemas ideolgicos; aspira a pintar, y lo
consigue, la Espaa caballeresca del ayer, poblada de nobles capitanes, moros
galantes y encantadas princesas, convencionales siempre. Su catolicismo literario
abunda en grandes pecados y grandes arrepentimientos, en votos sacrosantos y
ejemplares milagros. La popularidad de Zorrilla consistira en haber sabido crear
una imagen ideal y halagea de los espaoles, con la que stos se identificaron
gustosos. Por otro lado, sus versos fluidos, sonoros y expresivos, dieron vida a
muchos temas histricos y legendarios que otro poeta no habra sabido difundir.
Ejerci gran influencia sobre los poetas de su generacin y de las venideras, de tal
modo que, ya en 1849, poda escribir:

Los ciento cuarenta mil versos que llevo publicados me han formado, bien contra mi
voluntad, un proselitismo, una escuela a cuya ctedra no he tenido intento de subir
jams: una cohorte de sectarios sigue mis pasos, que copia mis pensamientos, que
imita los metros en que escribo, que se abandona a mis errores y extravagancias..."
(Mara, 1849: 13).

Zorrilla tuvo el infortunio, literariamente hablando, de sobrevivir a su tiempo, pues


continuo escribiendo hasta 1893 sin que ni su estilo ni su temtica hubiesen
evolucionado lo suficiente para asimilarle a las nuevas tendencias. Por eso, aunque
el carcter de su obra no poda dar lugar a polmicas ideolgicas, las bellezas
formales de sus versos fueron resultando cada da ms anacrnicas en el mesurado
ambiente de la Restauracin

Su obra potica

Biografa
Su obra potica

El teatro
Zorrilla comenz a publicar antes que Espronceda y otros escritores del tiempo, y
entre 1837 y 1840 vieron la luz los siete tomos de Poesas y los Cantos del Trovador;
continu escribiendo hasta su muerte en 1893, cuando haca veintids aos que
Bcquer haba muerto y Valle-Incln cumpla los veintisiete. A juicio de Navas Ruiz,
Zorrilla establece en estos libros "el tono bsico de su quehacer potico, fija los
temas fundamentales, descubre las imgenes caractersticas, marca un estilo
inconfundible", y aduce el testimonio de Alonso Corts, para quien "Zorrilla empez
siendo lrico y siempre, a travs de su abundante labor narrativa, guard latente su
lirismo" (1995,141).

En su obra potica se pueden distinguir dos pocas: la primera comienza con el


tomo de Poesas de 1837, todava poco "zorrillescas", al decir de Vicente Llorens
(1980, 430), pues los versos carecen de la fluidez cadenciosa y sonora
caracterstica y algunos temas reflejan una actitud hostil hacia la sociedad. Despus
va dando a la imprenta otros siete tomos de versos en los que estn muy presentes
los temas tradicionales y legendarios, y en los que va desarrollando un estilo
personal inconfundible. Esta fecunda poca culmina en 1840 con Cantos del
Trovador (1840-1841), cuyos asuntos provienen de la historia, de la tradicin
religiosa o de su frtil inventiva. Zorrilla ya es famoso y en este libro declara su
intencin de cantar a la religin y a Espaa:

Lejos de m la historia tentadora


de ajena tierra y religin profana.
Mi voz, mi corazn, mi fantasa
la gloria cantan de la patria ma.
A lo largo de su carrera insistir en ser "el poeta de la tradicin", el cantor de las
glorias nacionales y el depositario de unas tradiciones y leyendas que estn en
peligro de perderse en un mundo moderno imbuido de positivismo, y en
"Apuntaciones para un sermn sobre los Novsimos", escribe:

El pueblo me la cont
y yo al pueblo se la cuento:
y pues la historia no invento,
responda el pueblo y no yo.
No resulta fcil clasificar las leyendas de Zorrilla por entrecruzarse en ellas gneros
tan cercanos como la leyenda, la tradicin y el cuento, aunque su autor dio la pauta
en sus "Cuatro palabras" introductorias al volumen I (y nico) de sus Obras
Completas en 1884: "Las divido en tradicionales, histricas y fantsticas, y las

coloco todas bajo el ttulo de Cantos del Trovador, porque aqulla es su divisin
natural y ste el ttulo que lgicamente las encierra y las abarca todas" (VIIVIII).Russell P. Sebold observ las diferencias entre aquellas composiciones que
Zorrilla llama "romances", que tienen carcter histrico, y las "leyendas", que son
de ndole fantstica. Para Zorrilla, los romances no son poemas fantsticos aunque
stos difieran en metro, rima y estrofa de aqullos, lo que indica - en opinin del
hispanista norteamericano - que Zorrilla haba recogido la acepcin medieval de
romance, restituida en el siglo XVIII, segn la cual esta voz significaba una narracin
ficticia extensa en verso o prosa (de donde le vendra el adjetivo 'romancesco'
antecedente de 'romntico'), y por eso subtitulara Zorrilla "Romance histrico" a
"Prncipe y rey" (que ni es romance ni es histrico). En cambio, las leyendas, para el
autor del Tenorio, son composiciones que tratan de hechos portentosos (1995, 2089). Ambos aparecen mezclados en las ediciones de su obra narrativa aunque habra
sido conveniente separarlos pues "las leyendas participan de todas las tcnicas
caractersticas de los romances, pero stos no participan del carcter prodigioso de
los desenlaces de aqullas". Sin embargo, Zorrilla tiene cierto nmero de poemas
narrativos, hoy normalmente clasificados como leyendas, en los que no se acusa
ningn elemento maravilloso, sobrenatural o fantstico (1995, 207-208); para l, la
leyenda era un

poema de nuestro siglo


destartalado, invencin
romntica de moderno
cuo, an no lo resell
con reglas un Aristteles
de Academia (1943, II, 544).
Sabido es que los escritores romnticos aprovecharon buena cantidad de elementos
y de temas propios del Siglo de Oro y del Barroco. Los hallaron en el teatro de Tirso,
de Lope y de Caldern, cuyas obras seguan representndose en versin original o
refundidas, o en libros de entretenimiento como los de Mara de Zayas, Montalbn,
Cspedes y Meneses o Cristbal Lozano, algunos de los cuales fueron impresos
repetidamente en el siglo XVII, XVIII y aun a principios del XIX. Tales obras, tanto las
teatrales como las de ficcin, eran del dominio comn entre aquellas clases
acomodadas a las que perteneca la familia del poeta, y Romero Tobar, basndose
tanto en datos bibliogrficos como en la informacin facilitada por los escritores de
costumbres, sugiere que la literatura aureosecular de carcter asctico-imaginativo
era lectura habitual tanto de los "patriotas anti-franceses como de los sostenedores
del absolutismo fernandino [...] lecturas que eran instructivas, deleitables y aceptas
para patriotas rancios" (1995:181). Habr que aadir que nuestros romnticos
conocieron tambin las obras ms destacadas de la literatura francesa y de las
extranjeras traducidas a aquella lengua.

Junto a esta literatura estaba la llamada de cordel, muy difundida entre el pueblo
por los ciegos, tan conocida como despreciada entonces, que, a su vez, deba lo
suyo a los autores del Siglo de Oro y que contaba casos espeluznantes de milagros,
de aparecidos, de crmenes y de bandoleros convertidos en hroes populares. "Los
romances y leyendas romnticos tomaron sus tramas argumentales mucho ms
ostentosamente de tradiciones librescas que de la oralidad popular" (Romero Tobar,
1994:1530). Zorrilla no constituy una excepcin y habr de tenerse en cuenta que
la informacin que nos facilita suele ser parcial, confusa e incluso engaosa y el
estudioso de las fuentes de su obra tendr que "ir mucho ms all de lo que fueron
sus silencios, olvidos u ocultaciones (Romero Tobar, 1995, 176). Tanto Alonso
Corts como Entrambasaguas y otros estudiosos han sealado que estas leyendas
abundan en asuntos que no son originales, pero que Zorrilla supo infundirles su
propio estilo. Se advierte en ellas la presencia difusa y constante de la obra de
nuestros clsicos, y adems de Cristbal Lozano, a quien el poeta "explot [...] sin
piedad" se han sealado la Historia de Espaa del P. Mariana, las obras de Mara de
Zayas, Desiderio y Electo de fray Jaime Barn, Garcilaso, los autores del Siglo de
Oro y del Barroco y algunos romnticos franceses como Lamartine y Vctor Hugo.
Zorrilla aprovech estos materiales, transform lo ajeno en propio, y di un giro
personal a lo imitado. De este modo, "nunca vuelve a tejer sobre el discurso literal
de los otros textos", lo que hizo fue apropiarse estructuras bsicas, tipos o motivos
genricos o discursos ideolgicos para reducirlos a arquetipos o para insertarlos
directamente en su propio texto, como hizo en "La leyenda del Cid" donde intercal
fragmentos de los romances cidianos (Romero Tobar, 1995, 179).

No es novedad decir que ni Zorrilla tuvo una gran cultura ni fue el estudioso que se
documentaba seriamente para componer sus leyendas y sus dramas. Por eso, a la
hora de estudiar los orgenes de sus obras habr que tener en cuenta, adems de
las fuentes directas, la influencia de la cultura literaria formada por elementos muy
diversos que flotaba difusa en aquel ambiente. No parece haber duda de que su
aficin a los temas legendarios -y cuando digo legendarios, por abreviar, me refiero
a los de ndole fantstica, sobrenatural y terrorfica- surgi en su niez, ya fuera con
las historias recitadas por su madre o aquellas otras que oa en la tertulia del padre,
formada por religiosos y por golillas, en la que salan a relucir crmenes y prodigios,
tormentos y ejecuciones.

En ms de una ocasin, el asunto o algunos elementos de sus leyendas tuvieron su


origen, al decir del poeta, en aquellos recuerdos juveniles. De todos modos, Zorrilla
se desdice en muchas ocasiones, sin que esto le importe mucho, y aun cuando
pretenda ser el nuevo transmisor de la vieja tradicin oral, estas narraciones que
sita en el pasado y que da como legendarias no son de fuente tradicional, la
mayora tiene origen libresco y otras son inventadas. Considera que la historia
necesita embellecerse, y en el "Prospecto" de Vigilias de esto asegura que el libro
contiene "viejas tradiciones / y acaso fbulas bellas", equiparando as a ambas.

En las revistas literarias del periodo romntico saltan a la vista numerosas leyendas,
consejas y tradiciones, en verso o en prosa, muchas de ellas de firmas conocidas.
Sus lectores forman parte de una burguesa ms bien acomodada, en su mayora
ciudadana y con un aceptable nivel de ilustracin. Quienes narran estos asuntos
pretendida o verdaderamente legendarios afirman que sus relatos son de autntica
raigambre tradicional y se sirven de viejas frmulas oralsticas como "dicen que",
"Cuentan antiguas leyendas" o "Como me lo contaron te lo cuento". Espronceda
concluye irnicamente su Diablo Mundo con los versos "Y si, lector, dijerdes ser
comento, / como me lo contaron te lo cuento". Versos que tambin sirvieron de
epgrafe para justificar la pretendida veracidad de lo que escribi Garca de Villalta
en El golpe en vago y por Piferrer y Eugenio de Ochoa en dos relatos. "El cuento de
un veterano" va enmarcado por lo que Rivas afirma ser un recuerdo de infancia, el
de las noches en la cocina del cortijo escuchando junto al fuego los cuentos de un
soldado viejo. Como despus haran Bcquer y tantos otros, Zorrilla us con
frecuencia este recurso, y afirmaba que la leyenda de "El desafo del diablo" fue "de
boca del pueblo oda, / siendo un viejo el narrador / y la cual voy a contarte / como
a m me la cont (I, 1943: 836); para hacer ms verosmil "A buen juez, mejor
testigo" aseguraba que una vez al ao, "con la mano desclavada / hoy da el Cristo
se ve"; y que hasta haca poco se poda ver la humilde sepultura del capitn
Montoya (I, 1943, 352). Otro conocido recurso es el del hallazgo fortuito de unos
papeles -recordemos La Celestina y el Quijote- que el moderno narrador dice
transcribir fielmente: unos viejos manuscritos revelaron a Enrique Gil y Carrasco la
historia de los protagonistas de El lago de Carucedo (1840) y la de los de El seor
de Bembibre (1844). Claro est que, como tantas narraciones histricas o
legendarias basadas en fuentes de tal ndole, el autor, contando con la complicidad
de sus lectores, puede aducir ms de una vez testimonios y documentos con una
imprecisin que, en el caso de Zorrilla, es juguetona y premeditada: "Hay, si no me
acuerdo mal, / cerca ya de Portugal...", escribe en "La princesa doa Luz" (I, 1943,
504); "Al ao siguiente, el conde, segn consta en documentos perdidos...(II, 1943,
212); "Ser verdad la tradicin? Quin sabe! Eso dice el recuerdo legendario y de
Dios en los juicios todo cabe" (II, 1943, 339). Y en una ocasin justifica su visin de
un pasado que describe

a mi manera y como a m mejor me da la gana


porque en obras de gusto y de capricho
que traen slo placer y no provecho,
todo se puede hacer si est bien hecho
y se puede decir si est bien dicho.
("Dos rosas y dos rosales", 1943,1, 1762.)
Alonso Corts destac el anticlericalismo de Zorrilla, presente en obras tan diversas
como El zapatero y el rey, El alcalde Ronquillo, "El desafio del diablo" o "La leyenda
de don Juan Tenorio" y, sobre todo, en sus escritos en prosa. Este anticlericalismo
juvenil podra quiz ir emparejado con la devocin por el rey don Pedro; en un
ejemplar de la Historia de Espaa de Mariana, que perteneci al poeta, y en el

pasaje en el que don Enrique de Trastamara arengaba a sus soldados a luchar


contra su hermanastro, que dice: "Confiad en Nuestro Seor, cuyos sagrados
ministros sacrlegamente ha muerto, que os favorecer para que castiguis tan
enormes maldades y le hagis un agradable sacrificio en la cabeza de un monstruo
horrible y fiero tirano", el mismo Alonso Corts vio una nota de puo y letra de
Zorrilla que deca: ste es el secreto de la maldad histrica de don Pedro: que
nunca se dej dominar por la Iglesia, y el cura que se la hizo se la pag" (I, 1943:
253 y n. 251). Y en "La leyenda de don Juan Tenorio" (1873) vuelven a aparecer dos
viejos temas favoritos: el inters por este personaje, del que ahora participa su
familia, y las simpatas por don Pedro, "rey galanteador y nocturno aventurero", de
cuya mala reputacin se ha de culpar a los frailes. Y ms adelante, refirindose a
las romeras, afirma que stos

se procuraban, compraban,
labraban o descubran
antiguas y legendarias
imgenes o reliquias.
Al fin siempre hacan stas
un milagro o maravilla.
Sin embargo, asegura que estos juicios no tienen carcter negativo, que no critica y
que gracias a la fe religiosa se logr que los musulmanes no invadieran Europa, con
lo que el lector queda, una vez ms, sin saber cal era la verdadera opinin del
poeta. Pero despus de su vuelta a Espaa y tras la muerte de su amigo y mecenas
el emperador Maximiliano, dej en El drama del alma un juicio acerbamente
negativo acerca de los mejicanos y del papa, contra quien, adems, escribi varios
sonetos (I, 1943,718-19 y nota 640).

La religin catlica forma parte de la escenografa romntica, independientemente


de las creencias que profese cada autor. En estas leyendas hay abadas y
conventos, cementerios y ermitas, claustros y criptas; juicios de Dios, ttricos
funerales y procesiones esplendorosas, as como multitud de monjes piadosos, de
ermitaos milagreros y de peregrinos errantes. Sirva de ejemplo una obra con
elementos de tan vieja raigambre popular y literaria como El burlador de Sevilla, un
drama teolgico contrarreformista, convertido por Zorrilla en un "drama religiosofantstico" con un final cercano al de las comedias de magia.

"El diablo y los muertos son los personajes con quienes ms habitualmente trata mi
musa" escribi en sus Recuerdos del tiempo viejo (II, 1943, 1858) y en sus leyendas
se sirvi de lo "maravilloso sobrenatural". Cuenta milagros de carcter tradicional,
popular y simplista a un pblico que comparte con l una misma formacin cultural
y religiosa y un mismo gusto por este gnero de relatos. Se dan en ellos la

intervencin directa de Jesucristo ("A buen juez, mejor testigo", "Para verdades el
tiempo..") o de la Virgen ("Margarita la tornera"), la metamorfosis como castigo, la
resurreccin ("La azucena silvestre"), la visin del propio entierro ("El capitn
Montoya"), o la aparicin del demonio bajo el aspecto de una bella joven ("Las dos
rosas") o de un venerable ermitao ("La azucena silvestre").

Y cuando una transgresin altera el orden del universo narrativo la religin tiene el
papel de deus ex machina cuyos milagros y prodigios restablecen aquel orden. As,
la Virgen que adora la tornera Margarita ocupa su lugar durante el tiempo de su
fuga5, el Cristo de la Vega declara a favor de la protagonista de "A buen juez, mejor
testigo", el de la Antigua de Valladolid lo hace en contra del asesino de Germn
(Un testigo de bronce) y cuando la monja Beatriz va a fugarse con su amante, se
lo impide la imagen de otro Cristo en "El desafio del diablo". Los efectos de tales
milagros son diversos y, ante el asombro y la edificacin del pueblo, ocasionan el
descubrimiento de crmenes ocultos, la muerte de unos pecadores y el
arrepentimiento de otros que se hacen ermitaos o entran en un convento.

En su artculo "Zorrilla en sus leyendas fantsticas a lo divino" (1995: 203-218)


Russell P. Sebold afirma que in el minucioso y documentado examen cientfico al
que la Ilustracin someti las supersticiones populares en todos los pases
europeos, nunca se habra llegado a distinguir entre el terror autntico y ese otro
terror puramente literario que buscamos con el fin de anegarnos en el goce esttico
de los temblores (1995: 205) y que las narraciones de gnero sobrenatural del siglo
XIX y del XX son producto de aqulla. En cambio, las de Zorrilla representan una
actitud pre-ilustrada, casi medieval, frente al descreimiento y agnosticismo propios
de las obras modernas de carcter fantstico, pues se consideraba guardin de las
tradiciones patrias y transmisor de la voz del pueblo. Zorrilla no pensaba que el
relato fantstico a la manera de Hoffman cultivado por sus contemporneos fuera
apropiado para el espritu de nuestra literatura y as lo expres en ms de una
ocasin ("La Pasionaria", "Una repeticin de Losada"). Al preguntarle su mujer a qu
gnero perteneca "Margarita la tornera", respondi que "es una fantasa religiosa,
es una tradicin popular, y este gnero fantstico no lo repugna nuestro pas que ha
sido siempre religioso hasta el fanatismo" (Introduccin a "La Pasionaria").

Zorrilla dedic numerosas poesas a diversas regiones y ciudades espaolas, en


algunas de las cuales situ sus leyendas. Unas tienen lugar en Castilla -Palencia,
Valladolid, Toledo, Burgos- otras se desarrollan en la Sevilla medieval del rey don
Pedro, y otras relatan historias del pasado histrico y legendario de Catalua. Estas
leyendas comienzan a menudo con la evocacin de un paisaje, de una ciudad o de
unas ruinas, y junto con el colorido del verso y la brillantez de las imgenes, hay
bellos pasajes lricos. Destaco en Zorrilla sus descripciones de la naturaleza que en
ocasiones muestran una ternura franciscana por los seres vivos y una delicadeza en
el detalle -un matiz, un insecto, una hoja- que toman el carcter de un colorido
esmalte. Vaya como ejemplo esta alegre evocacin de la primavera en tierras
castellanas:

Ya comenzaban entonces
las florecillas del prado
a salpicar de los cspedes
el verde y tendido manto.
Ya iba el tomillo oloroso
sobre los juncos brotando,
llenando el aura de aromas
cuanto ms puros ms gratos.
Ya empezaban a vestirse
de frescas hojas los lamos,
y las rojas amapolas
a crecer en los sembrados.
Y toda la primavera
por doquier se iba anunciando,
con su yerba la campia
y con sus trinos los pjaros
("Los borcegues de Enrique II", I,1943, 437)
La presencia de los castillos, los templos y las ruinas de los lugares castellanos en
los que transcurrieron la infancia y la primera juventud de Zorrilla le inspiraran el
amor a la tradicin y al pasado y, a la vez, le haran presente el carcter efmero de
la gloria. El casern vetusto, unas piedras desperdigadas o la torre medio cada y
cubierta de maleza fueron testigos evocadores de viejas historias estremecedoras y
morada de gentes que eran ya olvidados fantasmas.

Entre 1837 y 1883 escribi Zorrilla una cuarentena de narraciones legendarias en


las que lo mismo que en los romances populares novelescos predomina el tema
amoroso, ntimamente enlazado con los del honor, la venganza y los celos que dan
origen a adulterios y a raptos, a asesinatos y a traiciones. Estas leyendas presentan
unos personajes que pertenecen a una sociedad esencialmente compuesta de
nobles y de sus criados, y relatan sus aventuras sentimentales, complicadas a
veces con alguna peripecia. Caballeros y damas se dejan llevar de sus sentimientos
y sin que haya lugar para el raciocinio reaccionan de manera instintiva y elemental.
Estn dotados de gran sensibilidad amorosa y, sobre todo los hombres, evidencian
con energa sus apetitos erticos y su deseo de gozar de la vida. Unos y otras se

entregan a un amor que es causa de lgrimas y desgracias o de una felicidad


desmedida.

Quienes aman -y tambin quienes odian- lo hacen de manera irracional y obsesiva,


pues estn slo atentos a la consecucin de sus deseos sin reparar en los medios.
Tienen una individualidad desmedida y ni reflexionan sobre las consecuencias de
sus acciones ni consideran los sufrimientos o el perjuicio que pueden causar a otros.
Los celos son siempre causa de sangrientas venganzas, y stos y el ansia de
restaurar el honor ofendido convierten a reyes e hidalgos en seres brutales y
crueles, obsesionados por la venganza. Son capaces de la traicin y de la mentira y
no respetan ni la amistad de los hombres ni la honra de las mujeres. Todos ellos
viven en un mundo de apariencias engaosas en el que la desgracia y la muerte
pueden sobrevenir de manera tan repentina como inesperada. A pesar de su
arraigada fe religiosa muchos de ellos son profundamente inmorales y la
Providencia ha de manifestarse con advertencias y con milagros para provocar su
arrepentimiento.

Hay en estas leyendas ecos de nuestros clsicos - Lope, Montalbn, Mara de Zayas
- , en los frecuentes casos de esposas vctimas de la vehemencia de unos maridos
celosos, o de las prudentes y solapadas venganzas de otros. En Zayas estn ya el
tema del caballero casado amante de otra mujer cuyo marido o cuyo hermano por
venganza violan a la esposa del primero (La ms infame venganza), los prodigios
y milagros relacionados con muertos que vuelven a la vida para exhortar al
arrepentimiento o hacer justicia (El verdugo de su esposa), entre ellos el de la
cabeza cortada (El traidor contra su sangre). Y frecuentes son tambin los
personajes que adoptan un carcter nuevo para vengarse, para enamorar o para
recuperar un amante sin ser reconocidos. Destacan los de aquellas mujeres
disfrazadas de hombres y aun los de aquellos hombres disfrazados de mujeres que
siguen y sirven a quienes aman durante cierto tiempo sin ser reconocidos por ellos
como en Guzmn el bravo de Lope de Vega en Novelas a Marcia Leonarda. De
hecho, en las leyendas de Zorrilla, la inverosimilitud, las anagnrisis y apariencias
engaosas, de vieja raigambre literaria, van ntimamente unidas.

El protagonista de estas leyendas suele ser un hidalgo de altos ideales, valeroso y


dispuesto a morir por su Dios, por su rey y por su dama, emparentado sin duda con
los que aparecan en los libros y en la escena de la poca area. En ms de una
ocasin Zorrilla le llama el espaol, pues, a su juicio, lo sera idealmente, como
afirma uno de ellos:

Nac espaol, lo sabes por mi trato


franco y leal, y por mis nobles hechos;
que no hay en mi pas doblez ni engaos

en palabras de nobles, ni en sus pechos


miras serviles, cbalas ni amaos.
La Pasionaria, I, 1943, 643).
A estos personajes hizo depositarios de los valores y las virtudes propios de una
Espaa idealizada aunque su entusiasmo le hace tomar en ocasiones los defectos
por virtudes y llega a confundir los desmanes del pendenciero con el valor, las
hazaas donjuanescas con la hombra, la ignorancia con la sobriedad y la xenofobia
con el patriotismo. Como los protagonistas de las novelas histricas de Walter Scott,
los de Zorrilla no son hroes y la mayora no pertenece a las clases ms elevadas;
suelen ser hijos de nobles provincianos o de hidalguillos rurales, quiz segundones,
que marchan a lejanas tierras para hacer fortuna. En los tiempos medievales eran
caballeros heroicos, rudos y devotos como el Cid, y en algunos se pueden reconocer
caractersticas propias de aquel Tenorio que tanta fama dio a su autor, como don
Pedro de Castilla, el capitn Montoya, Diego Martnez y otros tantos galanes que
rondan, raptan novicias y se dan de cuchilladas. Durante el reinado de los Austrias
la pesada armadura da paso a elegantes ropajes y el retrato del capitn don Diego
hace recordar el de alguno de aquellos hidalgos que pint Velzquez:

Entre ellos est Martnez


en apostura bizarra,
calzadas espuelas de oro,
valona de encaje blanca,
bigote a la borgoona,
melena desmelenada,
el sombrero guarnecido
con cuatro lazos de plata,
un pie delante del otro,
y el puo en el de la espada
("A buen juez, mejor testigo", I, 1943, 140).
Lo que no sabemos es si piensan en algo ms que en reir y enamorar cuando no
van a la guerra, pues son hombres de accin, poco dados al raciocinio. Se dira que
para Zorrilla la falta de cultura de los nobles forma parte de su alcurnia, que es algo
inherente a su estado social. La carta del Cid al conde Lozano va escrita

en sus garrapatos;
que escribir bien no fue nunca

propiedad de fijosdalgos
("La leyenda del Cid", II, 1943, 62)
y en sus casas no haba ms libros que el Santoral. Su ignorancia les haca tomar un
eclipse por un prodigio de mal agero ("Los borcegues de Enrique II") y crean que
"degollando moros / se glorificaba a Dios" ("La leyenda del Cid", II, 1943, 66).

No extraar que varios de ellos sean vctimas de los ardides de una mujer o de un
malvado que los manipula y los engaa aprovechndose de su buena fe y de su
inocencia. Suelen ser personajes planos cuyo carcter no cambia y cuando les
afecta un hecho extraordinario (como el del milagro del Cristo de la Vega) cambian
radicalmente de carcter sin que haya habido evolucin psicolgica alguna. A ellos
se enfrentan unos antagonistas simplisticamente cobardes y traidores (y
materialistas, si es en tiempos modernos) a cuyas caractersticas morales
corresponden con frecuencia las fsicas.

Entre los personajes de respeto ms frecuentes en estas leyendas destaco los del
rey, el padre, el tutor y el to o, y los del magistrado. Como los dems autores
romnticos Zorrilla alter con frecuencia la realidad y las circunstancias de los
sucesos y los personajes histricos con fines artsticos o con intencin poltica. En
su interpretacin influy tambin la opinin que le merecan tales personajes, de
alguno de los cuales, como Pedro I de Castilla o el alcalde Ronquillo, se ocup ms
de una vez. Estas leyendas concluyen generalmente de modo ejemplar con el
castigo de los malos y el premio a los buenos, pero de esta regla parecen estar
exentos los reyes, a quienes el autor aplic otro criterio, pensando quiz que
aqullos, al serlo por derecho divino, estaban en libertad de hacer lo que tena
vedado el resto de los mortales. En Prncipe y rey, Enrique IV es amante de una
casada pero cuando el marido de la adltera quiere vengarse, el rey se burla de l
con impunidad y tanto el atrabiliario Carlos el Calvo ("La fe de Carlos el Calvo")
como don Pedro de Castilla cometen todo gnero de desafueros y fechoras. Zorrilla
hizo protagonizar a este ltimo varias leyendas y varios dramas, quiso reivindicar su
memoria, y en ocasin del estreno de El zapatero y el rey insert en el Diario de
Avisos una nota advirtiendo que con aquel drama quera presentar a don Pedro tal
como fue en la realidad.

La mayora de los padres, tutores y tos retratados aqu tienen modales bruscos, son
innecesariamente inflexibles y coartan tanto la libertad de los jvenes como sus
relaciones amorosas. El tiempo nos revela que tanta antipata y tanto rigor
ocultaban un amor desbordante por ellos y el temor a verlos desgraciados. Uno de
los recursos favoritos de Zorrilla es el de revelar al final de la obra, por lo general
por medio de una anagnrisis, que la herona no es quien pareca ser sino alguien
de estirpe mucho ms alta y que su pretendido padre era un denodado protector.
De ejemplos pueden servir "Historia de tres avemaras" o "Dos rosas y dos rosales"
y, en el teatro, Traidor, inconfeso y mrtir. En ocasiones, son viejos malvados que
pretenden abusar de las jvenes encomendadas a su cuidado.

Como sabemos, tanto en los Recuerdos del tiempo viejo como en las notas que
acompaan a sus obras, lament Zorrilla la incomprensin y la inflexibilidad de su
padre. Para agradarle y lograr una verdadera reconciliacin, le mandaba sus obras y
en varias ocasiones introdujo en ellas un magistrado o un juez. Suelen ser hombres
de edad, temerosos de Dios, rectos y fieles a su rey, y se podra decir que todos
ellos estn cortados por el mismo patrn.

Quiz con la excepcin del Cid, los personajes histricos de estas leyendas no
tienen carcter pico y los sucesos que protagonizan son de ndole personal o
anecdtica. No se pintan en ellas ni la sociedad ni las costumbres de la Espaa del
tiempo, sino escenas espectaculares de fiestas y batallas. Estos personajes son
gente noble y en las leyendas localizadas en la poca moderna tienen cierto nivel
social. Y el amor por lo extico, tan propio de la poca, halla en Zorrilla un
enamorado del mundo granadino musulmn.

Se podra decir que el autor del Tenorio tiene en sus leyendas un propsito
moralizador y que el desenlace va subordinado a una ejemplaridad que recompensa
la virtud y castiga el vicio. Tienen lugar en aquellos tiempos en los que el honor de
los individuos dependa de la opinin que la sociedad tena de ellos y, en
consecuencia, el escndalo y el mal ejemplo eran pecados graves que no podan
quedar impunes. Aquella sociedad no meda a los hombres por el mismo rasero que
a las mujeres y las que despertaban los celos de sus maridos acababan pagando el
precio de la infamia en un convento o con la muerte.

Para Marina Mayoral, en el romanticismo se da una abierta contradiccin entre


literatura y vida: las heronas literarias, apasionadas y ardientes, no se ajustan en
absoluto al papel que la sociedad asigna a la mujer y no respetan ms leyes que su
amor, ante el que desaparece cualquier otro deber moral, social o religioso. A pesar
de su importancia en la vida del hombre, y aunque desde los tiempos de Werther
estas heronas han causado la desgracia o la muerte de sus amantes, su papel
dentro del romanticismo es el de satlite que gira en torno al astro masculino y
su carcter secundario se advierte en la frecuencia con la que el nombre del hroe
masculino pasa al ttulo de la obra. Aunque lo original de Zorrilla - y Mayoral se
refiere aqu al Tenorio - ha sido romper ese carcter fatal del amor romntico
(1995, 139), observa que sus heronas viven tambin entregadas a la voluntad de
su amado.

Como hijo de su tiempo, el poeta nunca puso en duda el papel que haba
correspondido a las mujeres dentro de una sociedad tan monolticamente
tradicionalista y patriarcal en el pasado como en sus propios tiempos. Por ello sigui
considerndolas en sus obras como el fin, premio y objeto deseado de unos varones
que luchan por su posesin y disponen de su destino. En "Para verdades el

tiempo..." los enamorados Juan y Pedro se juegan a los dados el amor de Catalina;
Enrique IV, cansado de su amante, se la entrega al marido para que haga con ella lo
que quiera ("Prncipe y rey"); un moro regala su favorita a un amigo ("Dos hombres
generosos") y en dos ocasiones ("Margarita la tornera" y "El desafo del diablo") la
protagonista es confinada al claustro por un hermano egosta para disfrutar su
herencia. El papel del hombre es activo y, por lo general, pasivo el de la mujer que
depende de l para su proteccin y defensa.

Los personajes femeninos podran agruparse en las categoras generales de la


madre y esposa ejemplar; la doncella en apuros; y la mujer fatal, a las que habr
que aadir, la herona cuya personalidad evoluciona o cambia a lo largo de la obra.
El anlisis de estos personajes se complica en el caso de Zorrilla, pues hay en sus
leyendas esquemas, motivos, argumentos y personajes que aparecen ms de una
vez con variantes. En este caso, y al igual que ocurra con los masculinos, resulta
difcil con frecuencia enmarcarlos dentro de una sola categora, pues suelen
pertenecer a varias a la vez o evolucionan de una a otra dentro de una misma
narracin.

No es frecuente encontrar la figura de la madre en estas leyendas aunque abarca


tipos tan diversos como el de aquella que pretende envenenar a su hijo en "El
montero de Espinosa" o doa Ins de Zamora, "noble matrona de costumbres puras
y pensamientos graves" ("El caballero de la buena memoria"), que es una madre
ejemplar y cristiana. Entre todas destaca doa Jimena, cuyo carcter estaba ya
delineado tanto en el Poema del Cid como en el romancero. En su "Leyenda del Cid"
Zorrilla insiste sobre un temple moral y un recato que hacen de ella el equivalente
femenino de los hidalgos castellanos. Para "aquella santa mujer" el honor de la
familia es lo primero y subordina su felicidad al cumplimiento de sus deberes de
vasallo y de esposa. En ausencia de su marido desprecia las vanidades de la corte y
pasa buena parte de su vida recluida "en la soledad claustral" de San Pedro de
Cardea, dedicada por entero a sus hijas.

La "doncella en apuros", inocente y pura, aparece como un mito cosmognico y fue


el tipo simblico ms popular en la literatura medieval. Es objeto de asechanzas y
peligros y espera proteccin y defensa del varn. Unas son vctimas de las
maquinaciones de parientes o tutores como Valentina en "El talismn", otras viven
esperando la vuelta de un amante que no llega, como Ins ("A buen juez, mejor
testigo"), son seducidas y abandonadas como la monja Margarita o son fieles a un
amor ms fuerte que la muerte (Aurora en "La azucena silvestre"). Y a partir de La
religieuse de Diderot, se hacen muy populares las peripecias de la joven obligada a
tomar el velo, un tema que ser frecuente en la novela gtica, en el teatro y en los
romances de ciego. El popular drama monstico francs ofreca argumentos
semejantes e influy mucho sobre el melodrama y sobre el tipo de novela que
floreci con Dumas, pre, y con Eugne Sue. Todas estas obras denunciaban la
presin de la sociedad sobre unas jvenes sacrificadas a intereses familiares tan
srdidos como el ahorro de una dote o incrementar los bienes del mayorazgo, as

como la condenable actitud de confesores y superioras de comunidades religiosas.


El tema preocup mucho a Zorrilla, en cuyas leyendas hay varias monjas sin
vocacin que ansan huir del claustro. "Para m - escriba - [...] creo que la ms alta
dignidad de la mujer es la de madre de familia, y que la virginidad es una
imperfeccin y una incompletez (II, 1943, 2157).

Muy diferente es el tipo de la "mujer fatal", de tan antigua raigambre tanto en la


mitologa como en la literatura y del que el romanticismo nos ofrece ejemplos tan
diversos como la Colomba de Mrime, la Lucrecia Borgia de Hugo o la terrible
monja de "El cuento de un veterano" del duque de Rivas. La "belle dame sans
merci", la "mujer-demonio" tradicional, posee una belleza y unos atractivos
sexuales que utiliza para atraer a unos hombres cuya destruccin busca. Es un caso
de apariencias engaosas, pues tan atractivo exterior encubre un ser cruel y sin
escrpulos, fro y calculador, que est por encima de las leyes de la sociedad (Praz,
1988: 197-300). Las de Zorrilla son tipos muy diversos que tienen en comn el
disimulo y el espritu de clculo y se imponen por su inteligencia. Tambin, como ya
vimos, los jvenes hidalgos que aparecen en estas narraciones destacan por su
nobleza de sangre y de carcter y por su arrojo aunque menos por sus luces y por
su capacidad de raciocinio. Y aunque Zorrilla se esfuerza en pintar a estas mujeres
con un carcter tan diablico, el lector avisado sospecha que no triunfan con sus
malas artes sino por ser ms agudas que sus adversarios masculinos, a los que
manejan sin dificultad.

A mi juicio, la ms perfilada y la ms fascinante de todas ellas es doa Beatriz en


"La leyenda de don Juan Tenorio", una obra tarda que tiene el inters de ser una
excelente narracin en la que el misterio, la venganza y la intriga van emparejadas
y en la que se contraponen dos despiadados personajes: don Csar, impulsado por
los celos y el resentimiento de un amor no correspondido que dedica la vida a
destruir a Beatriz pero esta dama evita sus asechanzas y, al fin, le mata. Lo mismo
que otras heronas zorrillescas, Beatriz tiene una hermosa cabellera perfumada y
ese aroma que conservan las habitaciones que ocup ejerce un poderoso efecto
ertico sobre don Csar y contribuye a perderle. A pesar de la fecha tarda en que
parece haber sido compuesto (hacia 1870), este relato tiene elementos propios del
romanticismo folletinesco "de tumba y hachero" de los aos 30, a mi juicio,
recuerda otros en las Chroniques italiennes de Stendhal y, desde luego, "El cuento
de un veterano", uno de los Romances histricos del duque de Rivas.

Para Romero Tobar, los romances y leyendas juveniles de Zorrilla fueron una
variante artstica de la poesa de consumo popular; y esta poesa, mantenida a lo
largo de los aos, lleg a mitificarle como vate nacional (1994: 145). Zorrilla fue
muy prolfico, tanto sus versos como sus obras de teatro fueron recibidos

entusisticamente por la crtica y el pblico y entre 1839, cuando estren su primer


drama, y 1847, fecha del ltimo, dio a la escena ms de treinta obras teatrales.

Zorrilla vivi de la literatura, anduvo siempre escaso de dinero y su considerable


produccin revela falta de reflexin y prisa para cumplir con el plazo de un editor, y
de ello se excus en varias ocasiones. Escribi narraciones histricas y legendarias
durante casi cincuenta aos, y en la segunda poca de su produccin literaria, que
va desde los aos 40 hasta los ltimos de su vida, se fueron dejando sentir cada vez
ms el descuido en la ejecucin y el aumento en la extensin de unas leyendas que
abundan en digresiones y en complicaciones argumentales. Su vasta produccin,
su larga vida y su ausencia de Espaa durante tantos aos influyeron
negativamente sobre una valoracin ecunime de Zorrilla por la crtica. Aunque su
nombre sigue siendo conocido por todos, gracias a su Tenorio, Zorrilla est casi
olvidado hoy a pesar de ser el poeta ms aclamado y ms famoso de su tiempo y,
lo mismo que el Tennyson de la Inglaterra victoriana, represent el espritu del
Romanticismo tradicionalista y fue considerado durante ms de medio siglo como el
gran poeta nacional.

El paso del tiempo ha trado consigo profundos cambios en la sociedad, en las


costumbres y en la ideologa poltica y nuevos gustos en literatura. Nadie disputar
hoy a Zorrilla un puesto de honor entre nuestros clsicos pero sern pocos los
interesados en leerle fuera del mbito universitario, a pesar de la indudable calidad
de buena parte de su obra. Aparte de las obras de teatro, pienso que hoy se pueden
leer con inters y con gusto algunas de aquellas leyendas suyas ms tempranas
como A buen juez, mejor testigo, El capitn Montoya y Justicias del rey don
Pedro, buena parte de las incluidas en Cantos del Trovador, entre ellas, sin duda, la
primera parte de Margarita la tornera, y algunas en Vigilias de esto y en
Recuerdos y fantasas. Todas conservan la brillantez y el vigor descriptivo de los
primeros tiempos y evocan una vieja Espaa idealizada y galante.

La mayora de los crticos han considerada la poesa lirica de Zorrilla inferior a la


narrativa; sin embargo, Navas Ruiz ha destacado el valor de la obra lrica de Zorrilla
que "por su capacidad para el misterio, su leve melancola, el uso de simbolos
comprensibles, que se hicieron muy populares, y el derroche de msica y colores
marca un hito decisivo en el desarrollo de la poesa espaola moderna" (1970: 236)
y ha atribuido su desprestigio a la facilidad mtrica y a la musicalidad de sus
versos. Aunque se le ha considerado como un autor carente de intimidad, lo
personal es un tema presente en su obra lrica. En ella y en el Discurso potico ledo
ante la Real Academia abundan los recuerdos de su infancia y de su relacin con
sus padres, y las reflexiones sobre su poca fortuna. Y aunque buena parte de esta
poesa es de carcter circunstancial, sus crticas a la situacin poltica espaola, al
analfabetismo , la ignorancia, y a la abulia nacional le situan entre los escritores del
dolor de Espaa.(Romanticismo 1970: 238).

El aspecto ms evidente de la lrica de Zorrilla es descriptivo: Navas Ruiz, quien se


ha ocupado muy perceptivamente del sentimiento del paisaje en el Zorrilla juvenil
(1995: 43-47), advierte cmo en las poesas tempranas "Toledo", "Recuerdos de
Toledo" y "Recuerdo a N. D. P" la meditacin histrica y a la vez esttica del poeta le
lleva a deplorar la decadencia presente y la abulia del pueblo espaol,
representadas por las desoladas ruinas de castillos y torres, smbolo de un pasado
glorioso, y en "A un torren", "La torre de Fuensaldaa" y "Un recuerdo de Arlanza",
"su obra maestra de fusin de paisaje histrico y sentimental", la evocacin se
entrelaza con la nostalgia de la infancia y de los amores juveniles. En estas poesas,
lo mismo que en las leyendas, est presente el tema del paso implacable del
tiempo demoledor:

Ese montn de piedras hacinadas,


morenas con el sol que se desploma,
monstruo negro de escamas erizadas
que alienta luz y msica y aroma;
a quien un pueblo invlido rodea
con pies de religin, frente de miedo,
que tan noble lugar mancha y afea,
es catedral de lo que fue Toledo
("Recuerdos de Toledo", I, 1943, 65).
Seala tambin este crtico que Zorrilla ha descubierto desde la historia la
observacin realista y la emocin del paisaje de Castilla. Mucho antes que la
Generacin del noventa y ocho, es l quien ha enseado a ver y sentir esas tierras
broncas y lricas de la meseta, sus ciudades decadentes... (1995: 46-47), y da
como muestra algunos versos entresacados de El drama del alma, harto elocuentes:

Corre. Ya veo a lo lejos


de sus cerros solitarios
los ruinosos castillejos
y los gayos campanarios
de sus pardos lugarejos...
Castilla cuyos castillos
hoy en escombros abruman
tus dbiles lugarcillos

y cuyas ruinas perfuman


las salvias y los tomillos...
(El drama del alma, "Segunda parte", I, 1943, 2043-2044).
*

En fin, en su libro La poesa de Jos Zorrilla. Nueva lectura histrico-crtica recogi


este crtico las opiniones que mereci la obra del autor de las Leyendas. Con
excepcin de algunas negativas como la de Martnez Villergas (1854), la de Manuel
de la Revilla (1877) y las diversas de Unamuno (1908, 1917 y 1924), las dems
revelan cario por el poeta y admiracin por su obra. La lista es larga, pues incluye
a buena parte de nuestros escritores y crticos desde sus contemporneos Pastor
Daz (1837) y Gil y Carrasco (1839) hasta Gerardo Diego (1975), ya muy avanzado
el siglo XX, pasando por otros como Valera, Pardo Bazn, Clarn, Pereda, Menndez
Pelayo, Ganivet y Rubn Daro.

Adems de Narciso Alonso Corts, a quien se deben la biografa y la edicin crtica


de las Obras Completas de Zorrilla, que hoy siguen siendo indispensables, entre los
estudios de la obra de Zorrilla destacan los de John Dowling, Russell P. Sebold,
Leonardo Romero Tobar y Ricardo Navas Ruiz, adems de tantos otros que han
contribuido con artculos, bibliografas y estudios y dado a la imprenta ediciones
crticas.

Zorrilla hizo notar que desde los comienzos de su carrera tuvo gran cantidad de
admiradores y mulos de su estilo. Para Galds (1889), "Ningn otro ha tenido ms
entusiastas adeptos ni secuaces ms vehementes ni tan fanticos admiradores",
Pardo Bazn (1909) confesaba haber sufrido "en la juventud, como creo que la
sufrieron en determinada poca todos los espaoles, la fascinacin de Zorrilla",
para Csar Vallejo (1915) "slo el cisne de Valladolid logr imponer su sello en la
poesa latinoamericana", y Gerardo Diego vio en su capacidad de crear mundos
misteriosos y quimricos un precursor de Bcquer, de Salvador Rueda, de
Villaespesa y de Lorca.

Y aunque en estas leyendas muchos asuntos no son rigurosamente originales, supo


darles un inconfundible estilo y un nuevo aspecto propio. Zorrilla sigue siendo hoy
el poeta de la leyenda y del cuento fantstico popular, el creador del Tenorio y el
representante mximo del espritu tradicional espaol. Su dominio de las palabras,
su capacidad de reflejar en sus versos armonas y colores y su delicado lirismo
hacen de l uno de los altos poetas de nuestra literatura.

El teatro

Biografa
Su obra potica
El teatro
Cuando Zorrilla comenz a escribir para el teatro ocupaban la escena espaola
Garca Gutirrez, Hartzenbusch, Bretn de los Herreros, ya sin el favor del pblico, y
Rodrguez Rub, quien momentneamente compiti con el futuro autor del Tenorio.
El xito de Juan Dandlo (1839), escrito en colaboracin con Garca Gutirrez, le
anim a estrenar en el mismo ao Cada cual con su razn, que fue bien recibido, y
Ganar perdiendo. Poco despus, el xito de El zapatero y el rey (1842) le consagr
definitivamente como autor teatral y en sus Recuerdos del tiempo viejo escriba que
"Desde aquella noche qued como un mal mdico, con ttulo y facultades para
matar, por el dramaturgo ms flamante de la romntica escuela, capaz de asesinar
y de volver locos en la escena a cuantos reyes cayeran al alcance de mi pluma"(II,
1943:1755).

Desde principios de los aos 40, los espaoles favorecieron la creacin de un


"teatro nacional" acomodado a los gustos de su tiempo e inspirado en los clsicos
del Siglo de Oro, como para neutralizar la influencia de los dramas francesas a la
manera de los de Dumas y de Victor Hugo. Zorrilla vino a restaurar los valores del
tradicionalismo en su teatro y en sus leyendas y; revivi la Espaa imperial de
antao, aunque sus protagonistas obraban ya a la manera romntica.

Su produccin teatral incluye alegoras circunstanciales, dramas bblicos, dramas de


enredo semejantes a veces a comedias de capa y espada, y dramas de asunto
propiamente histrico. Su gran capacidad verbal le permiti dar mayor brillantez,
movilidad y colorido a la escena. Y sus protagonistas representaban la lealtad, el

herosmo y las nobles virtudes propias de una Espaa convencional e idealizada.


Fue el dramaturgo ms popular de la escena espaola entre 1839 y 1849 y escribi
para el teatro treinta obras, entre las que destacan Traidor, inconfeso y mrtir, la
segunda parte de El zapatero y el rey y Don Juan Tenorio. Podra decirse que el
mayor logro de Zorrilla fue prolongar la vivencia del teatro romntico hasta bien
entrado el siglo.

Mesonero Romanos en su artculo "Rpida ojeada sobre la historia del teatro


espaol. Epoca actual" publicado en el Semanario Pintoresco en 1842, sealaba que
la comedia clsica haba dejado de interesar a un pblico que peda a los autores
"sensaciones ms fuertes, obras ms anlogas a la agitacin exterior de la
sociedad". El drama histrico se puso de moda entre los dramaturgos espaoles,
aunque por lo general, los elementos histricos eran un marco en el que caban
aventuras y lances, a menudo inverosmiles. Los de Zorrilla abarcan ms de diez
siglos de historia espaola desde los tiempos de Wamba hasta los de Carlos II, son
de exaltacin patritica, carecen en general, de espritu crtico, y la accin y la
intriga predominan sobre el anlisis de los sentimientos y del carcter de los
personajes.Al igual que sus contemporneos, Zorrilla adapt la historia a sus
propios fines: as, en Cada cual con su razn, complic la trama "clavndole a Felipe
IV un hijo como una banderilla", (II, 1943: 1755)y en Traidor, inconfeso y mrtir, a
pesar de conocer al detalle el caso de famoso pastelero de Madrigal, tampoco llev
a escena la realidad porque "encariado y casi fanatizado yo con mi personaje
fantstico, haba prescindido, a sabiendas, de la verdad de la historia por la poesa
de la tradicion (II, 1743:1819). Son obras escritas en versos coloristas y sonoros de
seguro efecto sobre el espectador, y en un lenguaje que evoca el del Siglo de Oro.
Al igual que en sus leyendas, se document en la Historia del P. Mariana, y en obras
aureoseculares como las de Mara de Zayas y el David perseguido de Cristbal
Lozano.

Zorrilla haba recibido la poesa como un don y la convirti en un oficio. Este fue su
gran pecado que, no obstante, le permiti conquistar la fama desde el escenario. Y
aunque tena plena conciencia de los males de su pas, no acogi en su teatro
asuntos que, aun siendo histricos, pudieran relacionarse con problemas
contemporneos. Llev a las tablas, as como a su poesa, sucesos dramticos,
situaciones novelescas hroes nacionales, personajes famosos, pero todos de
pocas pretritas, y cuyo significado se agotaba por lo comn en su misma
ancdota. As, vuelto de espaldas a la hora en que viva, sirvi a su pblico el teatro
de evasin lleno de peripecia, color, dinamismo y nacionalismo que aquel solicitaba.

Ricardo Senabre seala los elementos ms destacados de su tcnica dramtica,


como son la presentacin del personaje romntico aureolado de misterio y movido
por oscuros designios (Gabriel de Espinosa en Traidor, inconfeso y mrtir); el
colorido ornamental en los relatos y descripciones puestos en boca de algunos
personajes (como en Don Juan Tenorio); y el despliegue de una escenografa
tpicamente romntica en la que no faltan truenos, visiones espectrales, fantasmas

y toques de nimas. Lo que importa no es la verosimilitud de unos personajes en


una situacin determinada, y el autor del Tenorio supo atraerse al publico con unas
obras en las que desde el principio los resortes de la intriga estn cuidadosamente
velados para que el inters no decrezca (1995:18-19). Lo primordial en ellas es la
complicacin de la trama argumental y su resolucin posterior mediante la
intervencin del azar y de revelaciones y anagnrisis sorprendentes como en
Traidor, inconfeso y mrtir, o en El alcalde Ronquillo. Senabre advierte que el poeta
se detiene con frecuencia en tiradas lricas que interrumpen el curso de la accin y
que resultan intiles desde el punto de vista teatral (1995:20).

Aunque el Zorrilla autor de dramas histricos no llev a la escena los problemas de


su tiempo, me parecen de gran inters sus juicios sobre el teatro romntico.
Precisamente porque stos no son los de un crtico literario sino los de quien
conoca el oficio teatral con todos sus artficios y recursos. Por eso constituye un
testimonio inapreciable para entender mejor, tanto el funcionamiento del teatro de
entonces como para conocer algunas circunstancias reveladoras de su propio
proceso creador.

Cuando explica cmo muchas de sus obras nacieron del azar y de la improvisacin,
insiste tanto en ello que su pretendida modestia apenas encubre el orgullo, un tanto
infantil, de aparecer como un genio de la improvisacin, mimado por las musas,
creador sin esfuerzo de obras maestras. Como escribe en sus Recuerdos del tiempo
viejo, empeado en mostrar en escena la hermosa estampa de un caballo andaluz
que tena, escribi El caballo del rey don Sancho; El pual del godo naci de la
apuesta de escribir una obra en un acto en veinticuatro horas, cuyo argumento fue
escogido caprichosamente abriendo por tres sitios la Historia de Mariana. (II, 1943:
1767-1769); y comenz a escribir el Tenorio, "sin saber a punto fijo lo que iba a
pasar, ni entre quienes iba a desarrollarse la exposicin" (II, 1943: 1800).

Con tal despreocupacin contrastan su afn de perfeccin y la creencia de que a la


obra de arte corresponde embellecer la realidad. Para l haba dos tipos de realidad,
pues aplicaba a la vida "la verdad de la naturaleza", y a la escena "la verdad del
arte". Para mejor entendimiento de estos conceptos recordemos que en ocasin de
estrenarse Traidor, inconfeso y mrtir, le deca su autor a Julin Romea: " [ ...] t
crees que la verdad de la naturaleza cabe seca, real y desnuda en el campo del
arte, ms claro, en la escena: yo creo que en la escena no cabe ms que la verdad
artstica. El drama no es un trasunto de la vida [...] es un cuadro, un paisaje, cuyas
veladuras, que son el tiempo y la distancia, se entonan de una manera ideal y
potica ..." (II, 1943:1819).

Zorrilla no quiso que representase sus obras Romea, entonces en la cumbre de su


fama como el mejor intrprete de las comedias "de levita" o de costumbres
contemporneas, y cuyo aplomo y naturalidad transformaban la ficcin de las
tablas en vida real. Para el autor del Tenorio, admirador y amigo de Romea en este

tipo de obras, tal virtud se converta en defecto cuando de teatro histrico se


trataba, pues crea que los actores deban presentar sus personajes con naturalidad
en las obras modernas pero representarlos en las de historia. Representar, es decir,
identificarse con el personaje asignado hasta hacer de l una segunda naturaleza y
darle vida luego en consonancia con el ambiente y tono que la obra dramtica
exige. Segn Zorrilla, la obra dramtica tiene un engolamiento y una falta de
naturalidad voluntarias que la acercan a la obra de espectculo y a las artes
plsticas. Por eso es tan importante la colaboracin entre el autor, actores y
encargados de los detalles secundarios (decoradores, tramoyistas, vestuario) para
conseguir el ambiente que haga vivir a los espectadores "la verdad del arte".

Zorrilla fue el autor con ms merecida fama en la escena espaola en el difcil


perodo que media entre 1839 y 1849 y, dentro de su esfera, fue el innovador que
comprendi cmo el drama histrico necesitaba una vida y una prestancia que los
actores acostumbrados a la comedia o al gnero neoclsico no le saban dar; en
consecuencia, logr educar a un plantel de primeras figuras modificando su actitud
en la escena y acostumbrndoles a decir sus versos con la cadencia y emocin
necesarias. Entre ellas estaban actores y actrices ilustres como Julin Romea, Carlos
Latorre, Juan Lomba, Barbara y Teodora Lamadrid, que fueron dolos de la escena
espaola a mediados del siglo pasado y cuyos nombres hoy dicen poco.
"Desventura inmensa del actor - escribe Zorrilla - cuyo trabajo se pierde en el ruido
de su voz y desaparece tras del teln" (II, 1943: 1765).

Penuria constante y facilidad creativa hicieron de l un escritor desigual en cuya


obra van los grandes aciertos peligrosamente cercanos a faltas de reflexin y
cuidado. Afirmaba desdear su propia obra dramtica y en ocasiones atribua el
mrito a los actores, a la pericia de los tramoyistas o a la benevolencia del pblico.
"Por poeta dramtico no me tuve jams, y solo puedo presentar sin vergenza los
dos primeros actos de Traidor, inconfeso y mrtir y la segunda mitad del tercero y la
primera mitad del cuarto de El zapatero y el rey". Si hemos de creer sus palabras,
Zorrilla se consideraba escritor teatral gracias a esta ltima obra, excepcionalmente
pensada y estudiada y a la que se refiri siempre con orgullo por estar
"confeccionada con todas las reglas del arte, y la presentacin del protagonista
preparada con intencionada habilidad" (II, 1943: 1819).

Don Juan Tenorio fue una obra de encargo que Zorrilla asegura en "Cuatro palabras
sobre mi Don Juan Tenorio" que le fue inspirada en una noche de insomnio y
ejecutada febrilmente en veinte das aunque al manuscrito original publicado por
Jose Luis Varela muestra numerosas enmiendas y tachaduras que revelan su
cuidadosa redaccin (1974). Su autor cedi "la propiedad absoluta y para siempre"
del drama al editor Manuel Delgado por 4.200 reales velln en Madrid el 18 de
marzo de 1844. Diez das despus se estren en el Teatro de la Cruz, a beneficio de

Carlos Latorre, y tuvo una acogida favorable aunque no entusiasta. Alonso Corts
cita una amplia resea de El Laberinto del 16 de abril del mismo ao (1943:331334), segn la cual la primera parte del drama es una comedia de capa y espada
que desarrolla el tema de la trasgresion moral, y la segunda, cercana a la comedia
de magia, desarrolla el de la expiacin. El 1 de noviembre del mismo ao Carlos
Latorre y Jos Lomba reestrenaron la obra en el Teatro del Prncipe, con tanto xito
que qued varias semanas en cartel. El Tenorio lleg a ser en breve la obra ms
popular y productiva de su tiempo ante el creciente resentimiento de su autor, el
nico que no alcanzaba los beneficios que compartan los dems. Por eso habl
siempre mal de su drama para poder crear crear una versin nueva de la que l
sera el nico beneficiario. Y treinta y tres aos despus de la aparicin del drama
se estren en el Teatro de la Zarzuela, Don Juan Tenorio, una zarzuela con msica
del maestro Nicols Manent, que no gust y dur en cartel ocho das.

El "burlador" aparece varias veces en la produccin literaria de Zorrilla como


protagonista de El capitn Montoya, Margarita la tornera, A buen juez, mejor testigo
y Vivir loco y morir ms. El Don Juan del drama y de la zarzuela reaparece en el
tardo Tenorio bordels de 1897, un Mr. La Bourdonnais, depravado mulo del
sevillano. El Don Juan de Zorrilla tiene una clara intertextualidad con las obras que
le preceden en el tratamiento del mito. Aunque el tema se ha estudiado
extensamente no es posible analizar de manera definitiva las fuentes que tuvo en
cuenta Zorrilla, quien afirm conocer tan solo la obra de Tirso y No hay deuda que
no se pague de Antonio de Zamora aunque se han identificado otras fuentes.
Aparte de aquellas obras en las que pudo haberse inspirado directamente, los
personajes creados por Tirso no perdieron sus caractersticas en el drama romntico
en el que encontramos de nuevo galanes enamorados y altivos prestos a reir por
su honor y por su dama, padres que disponen del porvenir de sus hijas, y recatadas
damitas comprometidas en complicadas aventuras amorosas. Ciutti ya no es la
conciencia de su amo sino el apicarado bergante ejecutor de sus deseos. Y Brgida
aade al papel de "graciosa" el de tercera, tan reminiscente de la Celestina
tradicional.

Sin embargo, la gran contribucin al tema donjuanesco es la creacin de Doa Ins,


"ngel de amor", cuya mediacin salva a Don Juan. Zorrilla no tuvo en cuenta la
tesis contra-reformista de Tirso, que ya no tena vigencia, y por eso subtitul su
obra "drama religioso-fantstico". Sus numerosos elementos de fantasmagora
teatral son propios de la comedia de magia, un gnero que aun gozaba de gran
popularidad en aquel tiempo.

El drama de Zorrilla tiene la libertad estructural propia de las obras romnticas. Esta
dividido en dos partes, la primera es una comedia de capa y espada cuya accin
tiene lugar en una noche. La segunda, tambin nocturna, sucede cinco aos
despus, y conserva el carcter de drama religioso y culmina con la salvacin del
pecador. La obra es un generoso muestrario de motivos romnticos. En la primera
parte, llena de dinamismo y accin, al misterio inicial de la identidad del hroe

acompaan elementos carnavalescos; duelos y peleas callejeras; y el tiempo


adquiere calidad dramtica con hudas, sacrilegios y raptos. La segunda transcurre
en un ambiente nocturno y ttrico con presencia de fantasmas, taido de campanas
y cantos funerales, y da fin con la aparicin de la estatua del Comendador y la
sombra de Doa Ins, con el arrepentimiento de Don Juan y la apoteosis final del
amor.

Para Ermanno Caldera, con Don Juan Tenorio tanto Zorrilla como el romanticismo
espaol alcanzaron un momento de feliz acierto; el primero, al juntar la habilidad
tcnica conseguida a travs de casi una dcada de actividad teatral con una
disciplina y una sensibilidad a la cual no eran ajenos los diversos modelos barrocos
y romnticos; el segundo, organizndose por primera y nica vez en un verdadero
sistema, en el cual todos los motivos caractersticos encuentran su composicin y
valor funcional. El Tenorio representa un cambio de rumbo del teatro romntico que
despus de interesarse por la historia se dirige nuevamente al caudal tradicional de
leyendas pasadas por el tamiz literario introducindose as, tras un largo intervalo,
en el camino recorrido por los primeros dramaturgos. Los temas centrales de esta
obra son el plazo y el tiempo: al contrario de otros dramas romnticos, el plazo ya
no es un recurso y se convierte en el alma del drama; el tiempo es la razn de los
diversos episodios y se funde con los temas del amor, la verdad y el misterio.
Descompuestas las categoras del tiempo y del espacio en esta obra, Don Juan y
Doa Ins se mueven en un mundo de realidad y apariencias, de vida y muerte.
Don Juan est vivo y muerto, puede asistir a su propio funeral y arrepentirse y tener
todava tiempo suficiente para ganar la vida eterna (II, 1988: 543-546).

En el "Prlogo" a su edicin del Tenorio (1993: 23-34) Fernndez Cifuentes comenta


los diversos juicios que esta obra ha merecido a la crtica, y destaca el de Torrente
Ballester, para quien Don Juan Tenorio es "la ms discutida, quiz, de las obras
teatrales modernas, la ms alabada y denostada, pero la nica verdaderamente
popular". Y Fernndez Cifuentes advierte que, por un lado, hasta hace pocos aos
las opiniones sobre las cualidades y defectos del drama haban desplazado su
anlisis. Por otro, para muchos intelectuales, resultaba sospechosa su popularidad
entre las masas. Y a las causas de esta popularidad aade las numerosas parodias,
que son a la vez un ataque y una muestra de la vitalidad y de la admiracin que
produce el Tenorio (1993:24).

Los Recuerdos del tiempo viejo.

Para remediar su situacin econmica, comenz a publicar Zorrilla a partir de


octubre de 1879 unas memorias en los Lunes del Imparcial, que luego recogi en 3
volmenes con el nombre de Recuerdos del tiempo viejo. Carecen de plan previo y
fueron escritas a medida que iba apareciendo cada entrega. Quienes se han
ocupado de ellos los consideran una obra heterognea, desordenada y poco veraz.

Zorrilla omite all muchas cosas de su propia vida, falsea otras y las entremezcla
con elementos literarios.

A juicio de Fernando Durn existen en esta obra tres ncleos distintos


entremezclados a lo largo del libro: en primer lugar, unas memorias acerca de la
vida literaria de su poca, que era el plan inicial de estos artculos, en las que
describe el mundo del teatro y evoca a sus principales personajes. Abarcan desde el
entierro de Larra en 1837 hasta el estreno de Traidor, inconfeso y mrtir en 1849
aproximadamente; unas memorias de carcter autobiogrfico, que en ocasiones l
llama intimas, pero que son simplemente privadas. Cubren dos perodos, el primero
aproximadamente desde 1840 a 1866, centrado en las relaciones con su padre, y
otro entre 1850 y 1866, que cubre toda su estancia fuera de Espaa, y ambos dan
una imagen ms global de la personalidad del poeta; y finalmente, un conjunto de
historias novelescas con temas clsicos de la narrativa romntica, en las que el
autor es un testigo lejano (1993:294).

Toda autobiografa o libro de memorias posee un ncleo organizativo que estructura


la historia de un individuo, o de un individuo ms un ambiente social. Ese nucleo
organizativo va variando a lo largo de los Recuerdos, ofrece una imagen discontinua
del autor-protagonista, y da la impresin de que se han ido acumulando
fragmentos de distintas autobiografas. Y tanto Durn como Naval Lpez (1993:428429) concluyen que estos Recuerdos testimonian las conflictivas relaciones del
poeta con un padre que nunca le perdon.

En 1880 Zorrilla tiene 64 aos sabe que ha pasado su tiempo y aunque aparenta
menospreciar con frecuencia su propia obra su preocupacin por dejar establecida
su fama literaria le lleva a reclamar constantemente el aplauso y el respeto que
merece por ser el gran poeta nacional. Idealiza el pasado "tiempo viejo" de la
poesa romntica, hmnica y sagrada. La prensa, los liceos y las academias han
institucionalizado la poesa de los aos de la Restauracin, y ser poeta es una
profesin burguesa ms. Tanto aqu como en otros escritos suyos repite el tpico
romntico del destino superior del poeta y del sufrimiento que lleva aparejado. Y
Zorrilla justifica su vida menesterosa por haber sido poeta, fuente de sus desgracias
y de su grandeza.(Naval, 430-435).

Vicente Llorens consider Los Recuerdos del tiempo viejo de manera muy positiva
pues pensaba que se lean con mayor inters que muchos de sus versos por lo que
tenan de autobiografia amena y variada, y porque la calidad literaria de algunos
episodios era quiz superior a la de no pocas leyendas. Los consider valiosos
tambin por su misma falsedad pues en ellos relata ciertos hechos no como fueron
sino de acuerdo con las ideas que Zorrilla tena del romanticismo (1979: 454-455). Y
Llorens destaca que en estos Recuerdos y en otras ocasiones el autor del Tenorio se
presenta como un improvisador que escribe sin ton ni son cuando no por apuesta y
compromiso, y que califica de disparates y de engendros muchas de sus

composiciones. En la realidad, fue un hombre solitario y laborioso que vivi


entregado a su trabajo (1979: 456).

Cronologa

Ao

Contexto histrico

1817 Jos Zorrilla y Moral nace en Valladolid el 21 de febrero, hijo de doa


Nicomedes Moral y don Jos Zorrilla Caballero. Mary Shelley, Frankestein.
1820 Pronunciamiento de Riego, comienzo del Trienio Liberal, Fernando VII jura la
Constitucin del 12.
1823 Entrada en Espaa de los "Cien Mil Hijos de San Luis", comienzo de la
"Dcada Ominosa" y muerte de Riego.
1827 Ingresa en el Real Seminario de Nobles. Manzoni, Los novios, Victor Hugo,
Prlogo de Cronwell.
1830 Nace la futura Isabel II. Stendhal, El rojo y el negro, Victor Hugo, Hernani.
1833 Va a Toledo a estudiar Derecho. Muerte de Fernando VII y Regencia de Mara
Cristina.
1834 El moro expsito del Duque de Rivas, con prlogo de Alcal Galiano. Larra,
Macas, estreno de La conjuracin de Venecia de Martnez de la Rosa. Estatuto Real.
Epidemia de clera.
1835 Estreno de Don Alvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas.
Espronceda ,"La cancin del pirata".
1836 Larra, "El da de Difuntos", Escenas matritenses de Mesonero Romanos, The
Pickwick Papers de Charles Dickens. Estreno de El trovador de Garca Gutirrez.
1837 Suicidio de Larra y dramtica revelacin de Zorrilla como poeta. Decreto de
Desamortizacin de Mendizbal. Estreno de Los amantes de Teruel de Hartzenbusch
y de Murete y, vers! de Bretn de los Herreros, Espronceda, El estudiante de
Salamanca. Constitucin de 1837.
1839 Matrimonio con la viuda doa Florentina O'Reilly, mucho mayor que l.
Estreno de Juan Dandlo, en colaboracin con Garca Gutirrez.
1840 El zapatero y el rey, primer tomo de Cantos del trovador. Espronceda publica
Poesas, El estudiante de Salamanca y comienza El Diablo Mundo. Mara Cristina
renuncia a la Regencia.

1841 2. Parte de El zapatero y el rey. Duque de Rivas, Romances histricos. Cortes


de 1841. Regencia de Espartero.
1842 Sancho Garca. Fallecimiento de Espronceda.
1843 El pual del godo, El caballo del rey don Sancho. Nace Benito Prez Galds.
Wagner, El buque fantasma.
1844 Don Juan Tenorio, La copa de marfil, Recuerdos y fantasas. Lista, Ensayos
literarios y crticos, Enrique Gil y Carrasco, El seor de Bembibre, Alejandro Dumas,
Los tres mosqueteros. Regreso de Mara Cristina, gabinete de Narvez y comienzo
de la dcada moderada.
1845 Viaje a Francia. Muerte de su madre. El alcalde Ronquillo. Ventura de la Vega,
El hombre de mundo, Balmes, El criterio, Edgar Allan Poe, El cuervo. Merime,
Carmen, Alejandro Dumas, El conde de Montecristo.
1847 La calentura, Obras Completas (Pars, Baudry), 2 tomos.
1848 Manifiesto comunista de Marx y Engels. Revolucin europea de 1848.
Dickens, David Copperfield. Inauguracin del primer ferrocarril espaol.
1849 Muere su padre. Traidor, inconfeso y mrtir. Fernn Caballero, La Gaviota.
1850 Regresa a Francia. Tercer tomo de Obras Completas. Chateaubriand,
Memorias de ultratumba.
1852 Una historia de locos. Napolen III, Emperador de Francia.
1854
Viaje a Mxico, donde se establece hasta 1866. Revolucin de 1854.

1857 Nace el prncipe Alfonso. Baudelaire, Las flores del mal, Flaubert, Madame
Bovary.
1859 Dos rosas y dos rosales. Rosala de Castro, La hija del mar, Darwin, Origen de
las especies. Guerra de Italia.
1862 Victor Hugo, Los miserables.
1865 Muere su esposa. Tolstoi, Guerra y paz, Lewis Carroll, Alicia en el pas de las
maravillas, Wagner, Tristn e Isolda.
1866 Regresa a Espaa. Dostoiewsky, Crimen y castigo. Alfred Nobel inventa la
dinamita.
1867 Matrimonio con la actriz Ana Pacheco. El drama del alma. Fusilamiento del
Emperador Maximiliano de Mxico. Exposicin Internacional de Pars.
1868 Revolucin de Septiembre. Se crea la Asociacin Internacional de
Trabajadores Espaoles.

1870 Amadeo de Saboya, rey de Espaa. Asesinato de Prim. Guerra francoprusiana.


1871 Pensionado a Roma. Edicin pstuma de las Rimas de Bcquer. Proclamacin
de la Tercera Repblica en Francia. La Comuna de Pars.
1873 Abdicacin de Amadeo de Saboya. La Primera Repblica Espaola. Tolstoi,
Anna Karenina. Con Trafalgar, Benito Prez Galds da comienzo a los Episodios
Nacionales.
1874 Golpe del general Pava y pronunciamiento de Martnez Campos en Sagunto.
Alarcn, El sombrero de tres picos.
1876 Prez Galds, Doa Perfecta, Giner de los Ros funda la Institucin Libre de
Enseanza.
1882 La leyenda del Cid. Acadmico de la Real Academia Espaola. Cronista de
Valladolid.
1884 Clarn, La Regenta, Rosala de Castro, En las orillas del Sar.
1885 Muerte de Alfonso XII y Regencia de Mara Cristina de Habsburgo. Zola,
Germinal.
1886 El cantar del romero. Nace Alfonso XIII. Prez Galds, Fortunata y Jacinta.
1888 De Murcia al cielo, La ltima brega. Fundacin de la Unin General de
Trabajadores en Barcelona. Guillermo II, emperador de Alemania. Exposicin
Internacional de Barcelona. Prez Galds, Miau, Rubn Daro, Azul...
1889 Coronacin solemne en Granada.
1893 Muere en Madrid el 23 de enero. Pereda, Peas arriba.

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