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La Piedra Imán, Vida y Obra de Jaime Saenz, Alan Castro

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La piedra imn: Vida y obra de Jaime Saenz

Alan Castro Riveros

La piedra que come


Segn la adivina Profusa Grahasta la piedra imn tiene el poder de atraer el
amor, reforzar la virilidad, espantar la melancola y preparar el elixir; y aunque pierde
sus poderes si se frota con ajo, los recupera si se la trata con aceite de cabra. Por otro
lado, la Negra Maran guarda piedra imn en sus aretes, que por algo tienen forma
de pequeas canastas. Gracias a la piedra imn, la Negra Maran ya no tiene ataques.
"Y esos ataques eran de epilepsia. Es la electricidad del rayo." (Jaime Saenz, La piedra
imn, XXI)
Por su parte, Tales de Mileto la llam la piedra que come, en vista de que haba
que servirle raspaduras de hierro para mantenerla viva y contenta, pues, segn el
iniciador de la especulacin cientfica occidental, la piedra imn posee alma.
Ni qu decir de Aristteles, a quien la piedra imn dej completamente
pasmado, porque l no comprenda cmo ese pedrusco, adems de comportarse como
un ser animado (a diferencia de las dems piedras), poda ir en contra de la
naturaleza, haciendo que un trozo de hierro no cayera al suelo. Y esto lo llev a
plantearse que si el centro del aire era arriba, el del fuego ms arriba, el del agua abajo
y el de la tierra ms abajo, qu clase de centro era la piedra imn?
En la actualidad la piedra imn se llama magnetita, pero no toda magnetita es
imn y se vuelve imn solamente cuando la parte un rayo. En todo caso, la palabra
magnetismo tiene dos posibles orgenes. El primero se rastrea a partir de la leyenda
referida por Plinio el Viejo, en la que un anciano pastor de Creta, parado sobre una
roca en plena regin de Magnesia, queda pegado a la piedra por sus zapatos
tachonados y su bastn de punta metlica (que nunca logra recuperar). El segundo
est en una leyenda ms monumental, en Las mil y una noches, y nos hace saber que
slo Alah sabe el nmero de navos que se ha tragado la Montaa Imn.
Y podramos seguir matizando el asunto con Platn, Empdocles, Lucrecio,
Huang-Ti, Pedro el Peregrino, William Gilbert, el ingeniero austraco Hanns Hrbiger

y, sin duda, "el barn Roman von Ugern Sternberg, un guerrero y mago que vivi
muchos aos en el Asia Central (...) Era ecunime, infantil y bondadoso y era
demonaco, inhumano y fantico. En realidad era un mstico. Los ms feroces asesinos
lo miraban con una mezcla de idolatra y temor, y por poco no fund una religin...
Gran Iniciado que era, conoci la Casa de Poder del Gobi, en Mongolia, y en esta Casa
de Poder le mostraron una pavorosa fisura que se abre en las profundidades del
Planeta..." (Jaime Saenz, Los papeles de Narciso Lima-Ach, VIII, 1991).
La piedra imn
A modo de palpar un cuerpo que l crea perdido, Jaime Saenz (1921-1986), el
poeta ms inquietante de Bolivia y uno de los ms oscuros y brillantes del continente,
escribi: "Quiero la muerte, pero no morir" (Visitante profundo, 1963). No contento
con esa alusin a una posesin de la muerte y a una tumba animada por el rayo,
decidi titular La piedra imn a una singular autobiografa escrita entre el 17 de
noviembre de 1980 y el 17 de julio de 1981.
El carcter explcitamente autobiogrfico de este libro pstumo (publicado
recin a finales de 1989) dice mucho sobre Jaime Saenz, sobre su vida y su obra cosas
que para l eran una y la misma cosa. Ms all de que algunos se escandalicen ante la
sola idea de que alguien comente la vida de un autor ms que su obra; por ms que
otros se hayan ofendido ante la posibilidad de que la fama de Saenz est ms
relacionada con cierta imagen de poeta maldito que con su magnfica obra; ms all,
incluso, de que otros se sientan disgustados por el hermetismo de su poesa y
secretamente curiosos por la terriblemente intensa vida del poeta, lo cierto es que en
Jaime Saenz es muy difcil por no decir intil separar vida de obra. l mismo se
encarg de aclarar y repetir que vida y obra son una y la misma cosa; y lo dijo de
diferentes maneras: en poemas, narraciones, dibujos, charlas y relojes pues, entre
otras cosas, tambin era relojero.
Es as que el mismo poeta invita a ver su vida como la puesta en marcha de una
obra, y la obra como una corriente vital que, desde la oscuridad, regula los engranajes
de un cuerpo mortal por no decir temporal. Por eso, nada mejor para acercarnos a
Jaime Saenz que echando un vistazo a La piedra imn, esa escritura donde se

reconstruye una vida al culminar una obra, donde un t y un yo se saludan y se


despiden al mismo tiempo, ah donde podemos escrutar la materia que obra entre lo
temporal y su sustrato, entre la vida y la muerte ambas tambin una y la misma cosa
en la potica saenziana. En otras palabras, dgase lo que se diga, la obra, para Jaime
Saenz, siempre va ms all de la escritura, as como las montaas van ms all de la
ciudad de La Paz.
Los poemas se hacen, no se escriben. De escribir, si uno quiere, puede escribir;
pero no antes de haber hecho. Ante todo es necesario conocer... Si yo lo quisiera, en este
mismo momento podra escribir un poema. Pues el poema est ya hecho, ah en la repisa.
De otro modo no sera posible. Si falta el hecho, si falta el acto, un poema no ser tal, sino
un mero papel. Por esta razn yo desconfo de la literatura, seor Oblitas, por lo mismo
que la realidad no puede inventarse. O mucho me equivoco, o la realidad es ante todo
una creacin. (Felipe Delgado, Libro primero, VI, 1980)
De entrada, aclaremos que La piedra imn no es una autobiografa en el sentido
tradicional del trmino, sino una especie de plano donde se ha desmontado el
engranaje de la obra saenziana al haber desmontado la vida de Jaime Saenz. No por
nada el libro comienza revelando su inquietante ars poetica:
Solamente la mitad de las cosas se me aparece, y la otra mitad desaparece.
Un espacio se cierra, y otro se abre un mundo se enciende, y otro se apaga.
Recuerdo y no recuerdo; siento y no siento; miro y no miro. Pero, ello no obstante,
todo se est.
Yo estoy all, mirando una mirada,
y tambin estoy aqu, mirando no s qu
mirndome a m, en realidad.
Pues t me miras,
mas no te mueres.
Y si t mueres, no es porque alguien te muera, sino porque t me mueres.

Tal la relacin entre un t y un yo que es crucial en la potica de Saenz, el


comercio entre alguien o algo que dice adis y alguien o algo que mira la despedida.
Tal el trmite en donde el adis se hace carne.
Siempre se filtra una partida (de cartas, de duelos, de cara) en la obra del poeta
paceo, y suele darse en el mbito elctrico del rayo, en la fugaz claridad del
relmpago y el hielo. Pero, ello no obstante, todo se est. Quien viene y quien se va, t y
yo, quedan en una amalgama envolvente y orgnica, electromagntica en realidad. Tal
el principio del camino que abre La piedra imn, un tejido de fragmentos, de
ancdotas, de conversaciones y de reflexiones en torno a la muerte, la memoria, el
humor, la vida y todo lo perdido que no slo es vida que ha corrido, sino obra, que a
pesar de todo, se est.
El Huayna Potos
Me voy a permitir ahondar en un captulo puntual de La piedra imn, porque en
l se cifra una sensibilidad y un pensamiento potico que no slo echa luces sobre la
obra saenziana en general, sino que atiza su poderoso ncleo. Se trata del captulo VII
del libro, donde asistimos a un viaje inicitico instado por una extraa maldicin.
Resulta que Jaime Saenz va al consultorio de la famosa adivina Madame
Kabalita Kabronavid, conocida tambin como Kabronavid Kabalita, y ella le dice que
tiene una prenda muy extraa y debe cuidarse de ella.
"Usted, joven, debe cuidarse; usted, joven, tiene una prenda muy extraa... Es un
impermeable. Y este impermeable tiene dos caras; es malfico y benfico; est
embrujado. Guay de usted, si se pierde; y la profeca dice que se perder. Con mucho
sentimiento se lo comunico." (La piedra imn, VII)
La extraa prenda no es otra cosa que un impermeable de bolsillo que Jaime
Saenz quiere mucho, y "nada raro que mi impermeable fuese mi envoltura carnal", se
dijo. Lo cierto es que la profeca de Kabalita se cumple al ao justo de la adquisicin
del impermeable. Se perdi en una chingana, en circunstancias inexplicables por

completo. Tal la extravagante maldicin que lleva a Saenz a un viaje, a una caminata
ilimitada que va ms all de la ciudad de La Paz y ms all de El Alto (la ciudad
contigua a La Paz).
Y cul no sera mi espanto ante los lgubres pensamientos que me asaltaban en
ese momento (...) Y que ms dara me dije en mis adentros si fuese ste el presagio de
mi prxima muerte (...)
En plena lluvia, me lanc a caminar sin rumbo y por lo visto, la ciudad me
quedaba chica. Pues de pronto aparec muy lejos tan lejos, que ya ni saba dnde
estaba en parajes oscuros y desconocidos que asustaban.
Hallbame en El Alto, sin duda alguna, pero era mucho ms all de El Alto
mucho ms lejos. Y me senta cansado, y estaba muy agitado. Cmo perder el rumbo
hasta tal punto?, me pregunt con alarma. Y como no poda ser de otra manera, estaba
empapado de pies a cabeza claro que echaba de menos mi impermeable.
Por otra parte, me haca fro mucho fro. Claro que no me habra lanzado por
estos desolados caminos, de no haber estado perdidamente borracho. Y mal poda
ocultarme a m mismo que me tambaleaba cuando abandon la chingana, si bien la
borrachera se me haba pasado con la lluvia y la caminata.
Y dnde estaba ahora?
Mucho ms lejos de lo que me imaginaba. Pues habiendo echado una mirada
hacia las sombras, con cierta calma no desprovista de un grave sentimiento de
desamparo, de repente me qued como petrificado. Un escalofro de angustia recorri mi
cuerpo. Tan slo ahora me di cuenta de lo que pasaba.
Haba ido muy lejos aun para un peregrino sin esperanza ninguna; aun para un
caminante en el ltimo trance de la niebla demasiado lejos.
Y no es que me dejara llevar por las fantsticas circunstancias del momento, ni
que me dejase arrastrar por un irracional deseo de verme perdido, sino que, en puridad
de verdad, haba ido demasiado lejos.
Claro que yo conoca estos parajes. El lugar quedaba ms all del Chacaltaya, a
unas dos horas de La Paz, en auto. Alguna vez haba venido con mi gran amigo ahora

difunto Augusto Mier Revilla, a contemplar por un instante y nada ms las titnicas
formas de la Cordillera de los Andes y por supuesto, de da.
Ahora era de noche; una aterradora soledad me envolva, y adems la lluvia
arreciaba por momentos. De sbito el relmpago rasg la negrura, y cre que la tierra se
hunda bajo mis pies sent el soplo del vrtigo.
Poco a poco, al misterioso resplandor de las tinieblas, apareci ante mis ojos una
inconmensurable masa de sombras que, con oculto movimiento y recndito estruendo,
surga del abismo y se alzaba hacia lo alto. Sobrecogido por el callado jbilo que habita
en el hombre, y que no es sino la apoteosis de infinitos terrores que envuelven la
redondez del mundo, me intern en la oscuridad y con lgido fuego en mis manos,
toqu el Huayna-Potos.
No bien me hube apartado de ese vrtice de vibraciones que slo por un milagro
no me aniquilaron, y que por otra parte se revertan ahora y me beneficiaban con
insospechadas energas, comprend claramente que, con el prodigio que acababa de vivir
en el Huayna-Potos, haba conjurado de una vez para siempre cualquier desgracia que
pudiera sobrevenirme a raz de la prdida de mi impermeable. (La piedra imn, VII)
Esta escena de La piedra imn, en un solo resplandor, une al pastor cretense
perdiendo alguna prenda en plena regin de Magnesia con la ferocidad invisible de la
Montaa Imn. La sensacin corporal que transmite la oscuridad, cuando nos
adentramos ms en ella junto a ese Jaime empapado de fro que llega a tocar el hielo
del Huayna-Potos, es una sensacin de extrema vulnerabilidad del cuerpo frente a
una fuerza remota, colosal e incomprensible que, por otro lado, ha conjurado la
maldicin del impermeable perdido.
Sin embargo, y ms all de la extraa supersticin que provoca la
energetizacin oscura del peregrino, la prdida del impermeable y el temor por su
maldicin es mucho menor a otra prdida an ms grave de la que sabemos en el
captulo XIII, en pleno corazn de los 26 captulos que componen La piedra imn.
Todo por no haber sabido respetar la piedra imn.

De ah que no me faltan razones para temblar; pues he perdido la piedra imn, yo


no s cmo, y ahora la busco. (La piedra imn, XIII)
Tal la prdida que impulsa la creacin de una realidad que bien podra ser la
piedra imn o bien la vida y obra de Jaime Saenz.

10 de marzo de 2014

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