Analisis Del Discurso II
Analisis Del Discurso II
Analisis Del Discurso II
2.4. Conclusiones
El fenmeno de la performatividad es susceptible de ser aborda-
do desde una teorla general de la acd6n discursiva o desde una tea-
ria restringida de las prcticas rituales. Para la segunda, los perforo
mativos constituyen una clase particular de enunciados cuyo uso se
explica en referencia a instituciones y a las convenciones propias de
ciertas prcticas sociales como juegos y ceremonias.
Desde la primera perspectiva. la que aqui ms nos interesa, se di
ferencian inicialmente dos niveles del sentido de cualquier expresin:
el semntico o descriptivo y el pragmtico o reali7.ativo. grosso modo
correspondientes a la proposicin. y al uso (ulterance) de la filo
sona analtica. El nivel pragmtico manifiesta dos propiedades bsi-
cas: su vinculacin a la situacin de enunciacin y. consecuentemen-
te. su valor autorreferencial. Es tambin en este nivel donde se confi-
gura un ardell jurdico de relaciones entre los personajes enunciati
vos, que admite cuando menos una doble insercin te6rica:
a) En una teona sociolgica: Como ha sealado Cicourel (1980),
la teoria de actos de habla puede mostrar que el uso del len
guaje se vincula a ciertos aspectos de la teoria de la es
tructura social. Desde Austin. muchas condiciones sociales
aparecen implicadas entre las condiciones de satisfacci6n de
los performativos: conocimientos socioculturales. relaciones
contractuales y de autoridad, etc. En esta perspectiva puede
abordarse. a travs del juego de los performativos. "la pro-
duccin local de estructuras sociales. (pg. 18).
b) En una teoria estrictamente semi6tica: El orden jurdico y
las relaciones de poder en la enunciaci6n son analizables
como configuraciones discursivas de manipulacin. que re
1 Acaso es la ronfusin entre la temtica general de 105 actos de habla y la part
I:'ular de los performalh'llS lo que ha ronducido a Harman (1971) a considerar la teorla
de los actos de habla como una teorla de las imiluciones, jucros )'
otras prctica.s itocialcs especlricas, en la que Ioi> problemas de significacin se
deberlan presentar bien diferenciados del intercambio y del -uso del len
guaje en el pensamiento.,
181
miten simultneamente a una estructura contractual 'j a una
estructura modal (vase capitulo 11.7.). 1..0 que aparece, pues.
en juego es la transformacin de la competencia modal de los
sujetos discursivos (cfr. Greimas y Courts. 1979, 220222).
Conforme a un programa de investigacin semitica todava
hoy demasiado ambicioso, se habran de interpretar las posi-
ciones sociales de los sujetos recurriendo a la hiptesis de que
..stas resultan de los diversos procesos de circulacin modal
entre los interlocutores, de suerte que, en un cierto punto de la
interaccin y retrospectivamente. cada uno de ellos adquiere
la posibilidad de ser descrito en base a la competencia modal
que lo ha caracterizado como actante, y al hacer por ella mo-
dalizado que lo especifica como actor, como un actor social
de un cierto tipo- (Fabbri y Sbisa. 1980, 180).
La categora de competencia modal remite a las cualifieaciones
de los sujetos presupuestas por su hacer, de modo que los agente'i
discursivos no aparecen como instancias vadas. sino cualificadas por
su hacer anterior y dotadas de ciertas virtualidades de hacer poste
rior. De algn modo, esta categoda corresponde a una definici6n
textual de la actitud (disposicin para el hacer) que toma en cuenta
la psicologa social (cfr. el captulo 11.4.).
3. LOCUCiN, lLOCUCIN y PERLOCUC1N
3.0. Sigllificado, fuerza y efecto de las expresiolles
A la luz de la hip6tesis .hablar es hacer-, el uso del lenguaje con
siste en una actividad que incluye: el acto ele decir algo, el que tiene
lugar al decir algo. y el que acaece por decir algo. Austin los denomi
na, respectivamente. acto locucionan'o, ilocucionario y perlocucio"a
,io, aun cuando no constitu)'en propiamente actos distintos. sino tres
subactividades analticamente discernibles en cada ejecuci6n linglis-
tca o acto de habla.
El acto locucionario. que incorpora las propiedades de los enun
ciados constatativos, incluye varias subactividades; la esencial consis-
te en usar palabras con un sigruficado y una refere"cia.
El ejecutar un locucionario conlleva la realizaci6n de UD ilocu'
clonario, acto al que corresponde la funci6n performativa. Al decir
algo no slo significamos y proponemos referencias. sino que ejecuta-
mos accio1les socialmente relevantes, como afirmar, interrogar. res-
ponder, advertir. etc. En cuanto ilocuci6n, el acto de habla posee
una fuerza.
Pero decir es hacer algo en un tercer sentido: las palabras re
188
portan consecuencias en orden a los sentimientos. pensamientos y
acciones de los interlocutores, es decir. producen resultados extralin
gsticos. Por el hecho de decir algo se puede convencer, desanimar.
asustar. sorprender, etc., a alguien. Se promueve. en fin, algn efec-
to perlocucionario.
De este modo, el acto de decir la expresi6n [7a) consiste en utili-
zar, en circunstancias determinadas. una oracin gramaticalmente
correcta del castellano con un significado inteligible para los castella
noparlantes (locuci6n). Al decir [7a), se advierte (i1ocuci6n). Por
efecto de decirlo, se pueden producir en el receptor alarma. disposi
cin cautelosa, irritaci6n u otras respuestas (perlocucin).
3.1. lA operacin ilocucionaria
En primer lugar. una aclaracin banal: conforme a nuestra con-
cepci6n del discurso. el realizar actos ilocucionarios como, por ejem
plo. los de preguntar o regai\ar (a alguien), no se interpreta en cuanto
expresin de incertidumbre o de resentimiento del hablante respecto
a cierto asunto. En una primera aproximaci6n, lo que interesa a la
teora de los actos discursivos no es saber qu estado psquico re
presentan las preguntas, reconvenciones u otros actos, sino cmo en
virtud de un proceso de enunciacin e interpretacin tal acto locu-
cionario resulta definido finalmente en cuanto pregunta, reconven
cin, etc. Es la definici6n del comportamiento lings-
tico lo que convierte a ste en una forma de la acci6n social, no la
supuesta propiedad del lenguaje de representar estados psquicos.
Las recomendaciones de FoucauIt relativas a su propio concepto
de discurso resultan tambin oportunas en nuestra perspectiva: .Se
renunciar, pues, a ver en el discurso un fen6meno de expresi6n, la
traduccin verbal de una sntesis efectuada por otra parte; se busca-
r en l ms bien un campo de regularidad para diversas posiciones
de subjetividad. (1970. 90).
El acto ilocucionario consiste en una forma de interaccin social'
n!fllle regulada: desde Austin se ha sei\alado que su cumplimiento
cuenta como una transformacin de las relaciones entre los sujetos
interactuantes, pese a que estudiosos tan destacados como Searle ha-
yan desdibujado notablemente el aspecto dinmico de la teoria.
La ilocuci6n interviene en la modificaci6n de las posiciones y cali
ficaciones de los agentes discursivos. Tal modificacin puede anali
zarse conforme a la hiptesis de la circulacin modal que hemos foro
mulado anteriormente (vase el apartado 2.4.), siempre que se rebase
la mera descripci6n de la superficie lingstica a la que suelen cons
treftirse los especialistas en pragmtica filos6fica. En efecto, la sim
pIe aparicin de performativos explicitos o de otros indicadores de
189
fuerza ilocutiva no basta para identificar el tipo de operacin que
aqu se considera propio del acto ilocucionario. En el apartado 3.2.
justificaremos la necesidad de incluir la interpretacin, incluso re-
trospectiva, del aJocutario entre las condiciones de cumplimiento.
Aadamos tambin, y esto implica nuevas dificultades analiticas.
que el acto ilocucionario no es una ejecucin necesariamente frsti-
ca: su cumplimiento puede darse en una sola palabra (o en un gesto.
mirada, etc.) o en un texto completo.
Tomemos ahora como ejemplo de ilocucin el acto de promesa.
ampliamente analizado por Searle (1980, 111). En nuestro modelo
terico, el tipo de transaccin modal que lo caracteriza (la condicin
esencial., en trminos searleanos) es la concesin por parte del lo-
cutor de un poder al destinatario: el de atribuir al propio enuncia-
dor un deber (relativo al acto futuro objeto de la promesa). Las con
diciones que Searle denomina preparatorias. y de -sinceridad. no se
refieren sino a competencias modales de los interlocutores previas a
aquella ejecuci6n: el enunciador quiere hacer, y cree que el destina-
tario quiere que el acto se cumpla. etc.
Pero la transacci6n de valores modales de orden cognitivo en la
interacci6n entre los agentes de la promesa presume una estructura
contractual que compromete a ambos actantes enunciath'os: un con'
trato enunciativo producido por anteriores actuaciones (e\'entual-
mente, de negociacin), que como COlltrato de (vase
capitulo 11-6.) tiene por objeto el decir-verdad del enunciador (la
-condicin de sinceridad. searleana), cuyo contra-objeto es la confian-
za o crdito atribuido por el destinatario (cfr. Greimas y Cour-
ts. 1979.70-71, yGreimas. 1976. IX.2.2.).
El cumplimiento de la promesa puede cerrar un sintagma narra-
tivo (constituyendo. por ejemplo. la prueba glorlicallle de un sujeto.
hroe). pero puede tambien constituir un contrato provisional COn
vistas a ulteriores actuaciones: los actores aparecen redefinidos por
sus nuevas posiciones (definicin sintctica) y por su nueva califica-
cin modal (definicin semntica), que condicionarn conjuntamen.
te la interacci6n posterior&. Estas observaciones de orden sintagmti-
11 El anilisis searleano difcilmenh: pue:de dar cuenta del plano sntagmlco de
las tTalldormllC'Oncs. limitado romo est' al cumplimiento puntual de un acto en una
rra:w determinada. Por lo que respecta al carcter de sus reglas de cunlpli
miento. el propio Scarle f:e(lnoce que algunas de ellas .parecen ser nada ms que ma
nireslaciones particulares (oo.) de reglas subyaccnle-s muy generales de los "tos i1ocu
cionariO$' (ibid. 71). Sobre el aspecto contraclual. Searle slo propcrciona ronsidcra
clones como que el hablante y el oyente saben limbos cmo hablar un len(IUlIje: am-
bos son conscientes de lo que estn haciendo: no titnen impedimentos fisicos para la
comullIcadn. tales como sordera, arasia o laringitis. (ibid.. (5). Y. en fin. res-
I'f>clo a los sujetos que toma en cuenta (-hablanle. y .o)'enle.) no queda daro si
se trata de actores emplricos de carne y hueso. {) del enunciadar y el destinatario
del n,-el de la enunciaci6n. es decir. de los que Ducrot denomina .personajes de
la comedia i1ocutoria
190
co son tanto ms relevantes si se admite con nosotros que el sujeto
del discurso es fundamentalmente la suma final de posiciones actan-
ciales y modales ocupadas a lo largo de la interacci6n.
Searle da especial importancia aJ juego de las reglas constitutivas
de la ilocuci6n. Otros autores. inspirados en la teoria de la significa-
cin de Grice (1970, otorgan mayor relieve al juego de intenciones.
Lo esencial de esta teora es que la intenci6n entrailada en los actos
lingsticos tiene carcter pblico. Grice subraya que en la interpre-
tacin de las intenciones de nuestro interlocutor, raramente expl.
citas, solemos atenemos a criterios de -uso generalo. Lo propio de las
situaciones comunicativas -en las que se produce la -significacin no
natural-- es que manifiestan intenciones necesariamente abiertas
(no secretas), de modo que actos iJocucionarios como saJudar, adver-
tir o amenazar slo logran ser tales si el alocutario reconoce las
expresiones como intencionalmente producidas para saludar, adver-
tir o amenazar. En los propios trminos de Griee. un locutor signifi.
ca de modo no natural mediante x si intenta usar x -para producir
algn efecto en una audiencia mediante la significaci6n del recono-
cimiento de esta intencin- (ibid.. 58). Searle cuestiona, muy r87.ona-
blemente, si el efedo del que trata el anlisis de Grice es de natura
leza i1ocucionaria, es decir, si el logro de la acci6n se obtiene del
reconocimiento del tipo de accin que trata de llevar a cabo el locu-
tor, o si es de naturaleza perlocucionaria. a saber, si se logra por la
consecucin de un efecto derh'ado de tal accin. La respuesta de
Searle es que la descripcin griceana es adecuada al i1ocucionario
con ciertas correcciones (Searle, 1980, 51-58).
Por 10 que a nosotros respecta. preferimos minimizar las diferen
cias entre una explicacin por intenciones y una explicacin por
reglas. A un nh'el terico general, la propia nocin de accin signifi-
cativa entraila las de intencin y norma de conducta. Como ha ad
vertido Ricreur, en general por eintencin- no se designa otra cosa
que el carcter de las acciones precisamente en cuanto acciones (so-
ciales), de forma que recurrir al calificativo de .intencional- no es
sino sustituir la explicacin causal propia de las ciencias fsicas por
una explicacin en trminos de motivos (Ricreur et al., 1977, 34).
Las intenciones y los signos, observa Tyler, mantienen una relacin
reflexiva, es decir, que las primeras se expresan necesariamente a
travs de los segundos y stos son necesariamente intendonales en un
contexto dialgico. Y puesto que los signos son convencionales. no
hay expresin de intenciones que no lo sea. Las intenciones y las con-
venciones se significan reflexivamente (Tyler, 1978,462). Una condi
cin de felicidad (del tipo de las de Austin o Searle) .es justamente la
serie de circunstancias en la que una intenci6n es factible o justifi-
cable. (ibid., 387).
Searle determina el carcter regulado y convencional de los actos
191
ilocucionarios mediante el concepto de regla constitutiva. Como se
sabe, una regla es constitutiva respecto a cierta actividad cuando su
violaci6n priva a esa actividad de su carcter especfico; es decir, la
existencia de la regla crea la posibilidad misma del comportamiento
que regula, como ocurre en los juegos reglamentados. En oposicin,
las reglas regulativas rigen conductas que ya existen independiente-
mente. Pues bien, para Searle las reglas sintcticas y semnticas que
fijan el valor ilocucionario de los enunciados son constitutivas respec-
to al empleo de enunciados (1973, 173 Yss.). Si la expresi6n -usted
perdone no sirve para cumplir la ilocucin de petici6n de excusa, no
puede ser considerada como frase de la lengua castellana. Para Sear-
le, el valorar una enunciacin en cuanto determinado acto de habla
es una conveflci6". es decir, la realizacin de una regla constitutiva
(Schmidt, 1971, 119).
NOTA
las cuatro reglas bsicas que Searle propone son: 1) Regla
de conte"ido proposicional: diferencia el contenido de la
expresin del acto; la promesa, por ejemplo. tiene por conteo
nido proposicional un acto futuro del locutor. 2) Reglas pre-
paratorias: especifican los supuestos que han de darse por
parte de los interlocutores para la realizacin efcaz del acto;
en la promesa se requiere, entre otras, la presunci6n del lo-
cutor de que su interlocutor prefiere que se realice el acto a
que no se realice. 3) Regla de si"ceridad: el acto se cumple
s6lo si el locutor intenta seriamente cumplirlo; una expresi6n
resulta desafortunada como acto de promesa si el locutor no
trata sinceramente de obligarse. 4) Regla esencial: constituti
va en sentido estricto, determina a las restantes, pero requie-
re para su aplicacin la pre"ia satisfaccin de lodas ellas. In-
dica que una enunciacin vale por determinado acto de
habla y que el locutor asume las consecuencias sociales de su
Hocucin; en la promesa, la expresi6n cuenta como adquisi-
ci6n del locutor de la obligaci6n de hacer algo. Como puede
verse, Searle ha retomado la idea austiniana de condiciones
de felicidad, reformulando ~ t a s de un modo ms sistem
tico. Para la sntesis aqu propuesta nos hemos servido
de Searle, 1980, 111; asi como de Searle, 1972, 146-154;
Schmidt, 1977, 118-120, YRcanati, 1979a, 185-186.
Ahora bien, las reglas constitutivas de un ilocucionario fijan el
cal'cter especfico de ste 'Y no sus consecuencias perlocucionarias.
Una regla constitutiva de la promesa establece, por ejemplo, que el
192
hablante asume en su enunciacin un compromiso, que se presenta
como si estuviera obligado por la promesa. pero no. obviamente, que
haya de cumplirla.
La teora searleana de las reglas. aun satisfaciendo la exigencia
de un modelo 'JOrmativo que trascienda las referencias del habla
actual (a fin de cuentas hay en su exposici6n una fuerte influencia de
la gramtica generativa), tiende a configurar un modelo nonnaJizador
del uso lingistico: las reglas de ejecucin apropiada -se presentan
asi como anteriores e independientes en relaci6n a la conducta. como
prendida la realizacin de actos lingsticos (... ); el inters principal
de la teora ser el de individualizar las reglas o normas que guian la
conducta y/o el comportamiento lingstico. Tales reglas o normas
debern a su vez, si la teora es correcta, permitir juicios sobre la
conducta y/o los actos lingsticos proferidos. en los que se eva
luarn estos ltimos como ejecuciones apropiadas. normales o bien
no apropiadas, desviantes, respecto a un procedimiento dado; y estos
juicios debern de corresponder a los juicios intuitivos de los pertene
cientes al grupo social (Sbisa y Fabbri, 1978. 17). Los autores aqul
citados. en pro de una teora dinmica e interaccional de la ilocu-
cin, propugnan frente a Searle el entendimiento de las reglas como
procedimientos de que se sirven los actores para llevar a cabo su in-
terpretacin de la situacin; no procedimientos dados y acatados de
una vez por todas. sino sometidos tambin a eventuales prcticas
de negociacin: .Ios indicadores. las "marcas". cuya tarea es volver
reconocibles lneas de conducta y actos lingsticos. como remitin
dose a ciertos esquemas culturales, tienen su funcin en todo proceso
de interpretaci6n y "negociacin", en cuanto que toda lnea de con-
ducta y/o acto lingstico debe proponerse de partida como algo "le-
gible"; poseer un cierto grado de explicitud a propsito del procedi-
miento o procedimientos posibles en relacin a los cuales hacerse in-
terpretar. Los indicadores, sin embargo. no dicen la ltima palabra.
sino ms bien la primera- (ibd., 21). las reglas de cumplimiento, en
fin, debern entenderse como instrumentos de interpretacin, no vi-
ceversa. La sociologa etnometodol6gica ha desarrollado abundante
mente una concepci6n anloga de las normas sociales. en conformi-
dad a lo que T. P. Wilson denomina paradigma interpretativo de
las ciencias sociales (opuesto al dominante paradigma normativo)
(Dreitzel. 1970, pgs. X y ss.). En este mismo sentido se pronuncia
Goodman al propugnar un doble ajuste entre las reglas y las prcti-
cas: aqullas no son a priori. sino informadas por los esfuerzos y las
prActicas actuales. pero tambin guian las prolongaciones de las
prActicas actuales (1955. 66-69).
193
3.2. La cualificacin mersubjell!a del efeclo /oculorio
En la teora de Austin el acto ilocucionario slo se realil.a si al
canza a obtener cierto efecto. lo que no implica que el acto consista
slo en obtenerlo.En general. el efecto equh'alc a provocar la
comprensin del signifcado y de la fuerza de la locucin. As. reali
l.1r un acto i1ocucionario supone asegurar la aprehellsin (Ilplalr.ej del
mismo. (Austin, 1971. 161162). la illlfllcin ilocucionaria del lo
cutor debe ser correspondida. de parte de su interlocutor. con un
determinado efecto i1ocucionario; sin tal correspondencia el acto
ilocudonario no se puede considerar plenamente realizado. la up'
tah... o efecto ilocutivo, consiste. en suma. en el reconocimiento por
el oyente de la intencin ilocutiva del hablante; esta ltima puede,
as. ser definida como la intencin de cumplir un determinado ac-
lo mediante el reconocimiento por parte del oyente de tal inten
dn.
Conviene aqul diferenciar el efecto i1ocucionario, vinculado al re-
conocimiento de la intencin ilocutoria, del efecto perlocucionario.
consistente en determinada respuesta desencadenada a partir del
cumplimiento de la i1ocuci6n. En ciertas condiciones. la expresin
Ite \'oy a hacer arucosl tiene el efecto ilocudonario de amenaz.ar al
oyente, si ste la identifica como expresi6n amenazante (y no. por
ejemplo. como bromista), Cumplida la amenaza. el oyente puede
sentirse alarmado o no (efecto perlocucionario).
Obsl"\'ese tambin que la identificacin del cfecto ilocucionario
como reconocimiellto autoriza la demanda greimasiana, ya mena
cionada. de situar las realizaciones ilocucionarias en la dime1/si"
cognitiva del discurso.
Pero la teoria del reconocimiento contina limitando la a c t i ~ ' i d a d
del oyente a una simple verificacin del tipo de acto intentado por el
hablante. Sbisa y Fabbri consideran que es posible asignar un pa
pel mAs activo al oyente si su comprensin no se representa como
un simple rcconocimiento, sino como .una atribucin de una inten-
ci6n comunicativa al hablante: proceso cuyo punto de partida es
precisamente el oyente- (Sbisa y Fabbri. 1978, 9). Ms que \'erifi
cacin, el hablante lIe\'a a cabo .una sUl'Csiva eliminaci6n de hi-
ptesis-. mediante la confrontacin de los indicadores de fuerza
ilocucionaria con el contexto, y finalmente. decide aceptar el acto
propuesto como acertado o refutarlo en cuanto inapropiado (o de-
finir la emisin como tal tipo de acto). No se puede. pues, admi
tir un repertorio de condiciones necesarias y suficentes para el lo-
gro de la ilocucin con independencia de la aceptaci6n del oyente
(ibid.. 910).
En esta reformulacin se admite el carcter eventualmente retros
194
peclivo de la i1ocucin, )'a que el oyente puede inferir. a travs de su
propia evaluacin del contexto, supuestos e intenciones no necesaria
mente coincidentes con los del hablante.
En ocasiones, la no coincidencia en la definicin del carcter y de
las presuposiciones del acto puede dar lugar a una negociacin que
tienda a establecer .una cualificacin intersubjetivamente aceptada
de la fuer-;a ilocutoria- (ibd., 1011).
El ltimo dilogo del siguiente fragmento ilustra la definicin
retrospectiva de un acto por parte del oyente: el personaje femenino
atribuye al masculino una (implicita) asercin relativa a su materni
dad que resulta difcilmente inferible en virtud de indicadores ilocu
cionarios convencionales, pero plausible en una situacin como la
descrita:
El niflo vino tranquilamente desde el fondo del square y
se plant delante de la muchacha.
-Tengo hambre -declar.
Eso dio ocasin al hombre de trabar conversacin.
-Claro, es la hora de merendar -dijo.
La muchacha (. ) sac dos tostadas con mermelada y se
las dio al nio. Luego le anud con destreza una servilleta
alrededor del cuello.
-Es guapo -dijo el hombre.
La muchacha neg con la cabeza.
-Oh. no es mo! -dijo.
(M. DURAS, El Square, Barcelona. Seix Barral
1968, pg. 7, traduccin de C. Agesta.)
Recordemos otro ejemplo de ficcin: en el filme Toma el dinero y
corre, de Woody Allen, el desgraciado personaje del atracador trata
de amenazar al cajero de un banco hacindole entrega de una nota
manuscrita en la que expresa sus intenciones. El empleado lee la
nota y advierte al atracador que en ella se contiene un error caligrfi
co, desbaratando toda posible definici6n de la situacin como un
atraco serio. Otra secuencia clebre del cine cmico propone una si
tuacin similar: el Charlot de Tiempos modemos agita un trapo rojo
con la intencin de advertir al camionero que lo acaba de perder:
una manifestacin obrera se sita accidentalmente a su espalda y la
polica lleva a cabo una interpretacin plausible de la expresin de
Charlot a la vista del contexto en que se produce, tomando al perso
naje por un agitador. En ambos ejemplos. las intenciones ilocu-
cionarias de los emisores se expresan adecuadamente mediante con-
... enciones lingsticas y no lingsticas que contienen indicadores
195
-normales, Pero las expresiones no alcanzan a cumplir 105 respecti,
vos actos de amenaza y advertencia en la medida, en que, por distin-
tos procesos interpretativos, sus receptores les niegan la atribucin
de la intencin i1ocudonarla supuestamente significada.
El segundo de nuestros ejemplos filmicos tiene la virtud de ilus-
trar un aspecto del problema que no queda suficientemente explici
tado en la hiptesis anterior: cuando Charlot trata de el
destinatario de su expresin (actante postulado por su discurso) es
-un camionero. y no -los polidas. (receptores), Obviamente. la di
vergencia interpretativa entre Charlot y los polietas se debe en parte
a que la intencin ilocutora del primero apela a un destinatario dife
rente del que los policas conjeturan (las masas, los espectadores de
la manifestacin, etc.). Generalizando esta observacin se puede,
pues. proponer que es propio de la actividad ilocutorla el intentar
advertir, amenazar. prometer. ordenar. etc., a a/guie", y que tales
actos slo tienen efecto si el receptor acepta, junto a otras condi
ciones. la de identificarse con el destinatario propuesto. -El rol del
interlocutor en la interacci6n no coincide por principio. sino slo
en ciertos casos de hecho, con el "destinatario" proyectado por el
acto lingstico del hablante. a saber, cuando la recepcin de par-
te del interlocutor comprende su asuncin sobre s. en la respuesta.
de la imagen de destinatario que ha recabado del texto. (Fabbri y
Sbisa, 1980. 182).
Pero an cabe extender nuestro anlisis: tambin el locutor pro-
yecta en su expresin una imagen de -enunciador. que puede o no
ser ratificada por la respuesta del interlocutor. Recordemos el ejem.
plo [61: en aquella expresin el enunciador se presentaba modal
mente cualificado por un deber, de modo que no le fuera atribuible
un querer y que la responsabilidad ltima del acto recayese sobre
una actante remitente (la institucin sandonadora). Una respuesta
del tipo: lusted me sanciona porque le da la gana/, aun cuando no
afecte a la clase performativa de la sancin., si supone una redefini
cin retrospectiva de la situacin interactiva, en la medida en que
deja en suspenso el tipo de relacin postulado por el locutor, mien
tras que la respuesta Icomprendo que usted no tiene ms remedio que
sancionarmel da por vlido aquel tipo de relacin. El cumplimiento
de un mismo acto legal (perspectiva institucional. del performativo
a que aludamos en el apartado 2.4) no implica, pues. el cumpli-
miento de la misma ilocucin.
Resumiendo nuestras ltimas consideraciones. diremos que el ha
cer locutivo postula una cierta imagen del enunciador y del destina
tario. y que la actividad interpretativa del alacutario tendente al logro
de un efecto ilocucionario versa, ademAs de sobre los otros elementos
mencionados (indicadores de fuerza, contexto), sobre ambas imgenes
de 105 personajes enunciativos postuladas por el discurso del locu-
196
tur'. Respecto a qu sean esas imgenes de los penonajes i1ocuciona-
rios, recordamos una vez ms nuestra propuesta de definirlos posi-
cional y modalmente.
Pero no hemos dado una respuesta clara a la interrogante que
sub}'ace al problema aqu planteado: es posible que el interlocutor
reconozca la intencin ilocucionaria del locutor y que, a pesar de
ello, no admita el cumplimiento del acto? Parece claro que las res-
puestas que ign!Jran o invalidan una amenaza, orden, promesa, etc-
tera cuenlan como refutaciones de la (supuesta) intencin ilocucio-
naria del locutor. Esto es lo que cabra inferir de un ejemplo como el de
Woody Allen. Ahora bien. el espectador de la pelcula, o el analista
que examina la situacin .desde fuera. ya posleriori, podran propo-
ner una evaluacin del siguiente tipo: el personaje trataba de ame-
lIazar, pero no lo consigui" El espectador, es decir, un observador
de la situacin interactiva no ratificado como destinatario por el dis-
curso de los interlocutores, puede atribuir un efeclo potellcial o "ir-
tIlal a la expresin del locutor, pero es slo en la interaccin entre los
personajes enunciativos mutuamente ratificados donde se logra el
efecto i1oculorio. Claro que el rol aclancial de espectadorl.puede ser
asumido tambin por los interlocutores, cualquiera de los cuales
podra describir a poslerori la situacin en los trminos siguientes:
.trat() de amenazarle(me) pero no lo logr(). Las descripciones
relativas a intenciones ilocucionarias no logradas parecen, pues,
corresponder a un metalenguaje (cientfico o no) del espectador, de
nh'el lgico superior al discurso-objeto en el que opera la actividad
ilocuconaria.
Pero olra perspectiva puede coadyuvar a una ms comprensiva
teoria semitica de los efectos: la que atiende a los estados presupues-
tos y operados (segn la orientacin retrospectiva o prospectiva de la
observacin) por el hacer discursivo. Sabemos, en efecto, que este lti-
mo versa sobre transformaciones de estados de los sujetos interactuan
tes. pero sobre esos mismos estados .en cuya transformacin consiste
el nexo entre el hacer manipulatorio y el hacer manipulado (Fabbri
y SbisA, 1980, 184) sabemos an muy poco. De ahi la necesidad de
un estudio de .las investiduras pasionales de las configuraciones mo-
dales con las que juegan los interactuantes- (ib(d., 184). La semi6ti
ca de la pasi" se propone, entre otras cosas, la definici6n de la
adhes;" del interlocutor (vinculada al logro del efecto ilocutorio) en
cuanto estado pasional. pero tambin trata de sustraer a los efectos
9 Sobre elote p4rtkular de Kuroda (1980). que SC' muy restnc-
tiro respecto a la comunicacin: numerosos actos i1o<:ucionarios. los que carecen de
-oyente ntenoo.. no son comunicativos. Diferencia, igualmente. el efecto illlCU-
cionario. en el que intcrviene el reconocimiento del interlocutor, del -efecto Uocucio-
nario potencial., dependiente del hablante.
197
perlocucionarios (desagrado, ofensa, miedo. desesperacin, preven-
cin. etc.) del psicologismo al que remiten los estudios tradicionales.
Del mismo modo que la perspectiva fundacional de Austin aspi-
raba a un anlisis de los actos y efectos de la accin discursiva. la
semitica de la accin por la que aqu abogamos ha de dar cuenta
solidariamente de las operaciones discursivas y de los estados que
aqullas procuran. La perspectiva pasional trata de introducir tam-
bin el punto de vista del actor en cuanto sujeto paciente. adems de
agente, ya que los estados pasionales derivados de las acciones (como
la .frustracin. consecuente a la conjuncin del sujeto con un no
poder hacer, o la .desesperanza- resultante de su saberno poder-
hacer, etc.) cuentan como condicin para la realiz.acin o no realiza
cin de actividades ulteriores.
3.3. El acto loclIdonun'o
Como se ha indicado anteriormente. el acto locucionario es defi
nido por Austin como acto de decir algo. Ahora bien. la locucin
incluye tres subactividades (segn Austin. 1971. pgs. 136 y ss.):
a) La emisin de sonidos, en relacin a la cual la expresin
puede ser considera como entidad fontica (acto fontico).
b) La emisin de ciertas palabras. pertenecientes a un cierto \'0
cabulario y en conformidad con ciertas reglas gramaticales
(acto ftico). Esta actividad da pertinencia a la expresin en
cuanto entidad sintctica o gramatical, en cuanto frase. Ob
viamente. la realizacin de ~ ) es condicin para el cumpli
miento de b).
c) El empleo de una frase determinada con cierto selltido y
cierta referellcia. A este nivel. especficamente semntico, la
expresi6n puede considerarse como enunciado (acto rtico).
Aun cuando la doctrina austiniana describe exclusivamente los ac
tos locucionarios de carActer verbal. creemos que es plausible una
extrapolaci6n a las expresiones no lingiHsticas aplicando criterios
anAlogos; por ejemplo, para indagar el equivalente al acto fontico se
tomar en cuenta la materia significante de que se trata: para el
equivalente al acto ftico el tipo de cdigo que articula los signos,
etctera.
Pero resulta inexacta la limitacin del mbito de la significacin
al acto rtico. En efecto, son varios los sentidos de la palabra .senti-
do-, y conviene diferenciar a qu aludimos en cada nivel en que iden-
tificamos algn \'alor semntico:
198
a) En el acto fontico. conforme a la teora austiniana, no se
produce sentido. Acaso esta afirmacin pudiera ser modifi-
cada en consideracin a los fenmenos de .protosemantis-
mo de Guiraud (cfr. Greimas, 1973,9397), como las varia-
ciones semnticas correlativas a variaciones voclicas en las
onomatopeyas ..ie....toc.. .tac
b) La. frase posee un significado determinable. es decir, no de-
terminado an por la referencia a una situaci6n y a unos
agentes enunciativos precisos. En cuanto frase, Ite ordeno
que vengas! significa que el hablante (indeterminado) orde-
na (en un momento indeterminado, a saber, aquel en que se
enuncie la frase) al oyente (indeterminado) ir a un lugar
indeterminado (el lugar donde est el hablante) (Rcana-
ti, 1980, 211). Estamos. pues, en el nivel simblico en que
los signos remiten ell general a las instancias del discurso o,
si se quiere, en el que proporcionan instrucciones previas a
la ubicacin de aquellas instancias en un discurso efect\'o.
e) S610 en el acto rtico, en el enunciado, el sentido aparece de-
terminado con unas referencias precisas a instancias efecti
vas de la situaci6n comunicativa; Ite ordeno que vengas! se
refiere ya a determinados sujetos en determinada situacin,
en coordenadas espaciotemporales precisas.
En otras palabras, el significado de la frase es el significado de
una expresin-tipo. Por l nos preguntamos al indagar -qu quiere
decir.. una expresin. Contrariamente, el enunciado es la expresin
ocurrencia y su sentido es lo que efectivamente significa. una expre
sin determinada 10.
Digamos, en fin, que si .por debajo- del sentido efectivo del
enunciado identificamos el significado tpico o determinable de la
frase, -por encima- hallaremos an su sentido pragmtico, a saber,
la fuerza. ilocucionaria actualmente cumplida en la enunciacin.
Sobre ello volveremos en el apartado 5.2.
3.4. de acciones
Entre otros autores, Labov y Fanshel han mencionado las reglas
de secuenciaci6n especificas de la accin discursiva, que no relacio-
nan palabras, frases u otras formas lingsticas, sino acciones como
10 la dirotoma .frase/enunciado. equivale aqu. la de de la
gramtica generativa. El primer trmino designa la unidad formal derivable por apli
cacin de las relllu de la gramtka; el segundo. una entidad cmphica. un hecho de
ejecucin (Garavelli Martara. 1974, 20).
199
peticiones, amenazas, felicitaciones. etc. Entre las acciones ms releo
vantes para establecer una coherente segmentacin del discurso
habra que considerar aquellas que se relacionan netamente con el
estatus de los partcipes, con sus derechos y obligaciones. con sus re-
laciones de intercambio en trminos de organi7-acin social (Labov
y Fanshel, 1977, 25); nosotros hemos venido asimilando esta clase
de relaciones al orden ;urdico del discurso (Ducrot), y hemos pro
puesto su anlisis en trminos de transacciones y transformaciones
modales.
Van Dijk, por su parte, ha propugnado en diversos lugares la nece-
sidad de identificar una coherencia pragmtica del discurso relativa
al nivel especificamente accional. si bien reconoce las dificultades
para diferenciarla de la coherencia semntica: -Ciertas funciones o
proposiciones semnticas en los textos parecen ocurrir tambin en el
nivel pragmtico: asi tenemos repeticin, parfrasis, correccin,
explicacin/especificacin, contraste/protesta, cte., tambin como
funciones de los actos de habla dentro de una secuencia de actos de
habla monolgica o dialgica. En ciertos casos, por ejemplo, el de la
aclaracin, la distincin entre una funcin semntica "pura" y una
"pura" funci6n pragmhtica parece ser borrosa, y s6lo posible en la
diferenciacin terica de proposiciones y actos de habla. respectiva-
mente. (van Dijk, 1980b, 64) (vase capitulo 1.3.).
Entre las formas ms simples de sucesin regulada de actos ilocu-
cionarios cabe recordar las secuencias de microaccin denominadas
por Schegloff .pares adyacentes.: pregunta/respuesta, reproche/jus-
tificacin, ofrecimiento/agradecimiento, etc. En su conocido estudio
sobre el inicio de conversaciones telefnicas, Scheg10ff propone la
estructura llamada/respuesta (summons-answer) como una generali-
zaci6n de los tipos de secuencias que acabamos de mencionar y de
otros similares; su carflcter estructural -es decir. el hecho de que
tales pares constituyen propiamente secuencias y no acciones even
tualmente yuxtapuestas- se justifica por el principio de .relevancia
condicional.: dado el primer item, el segundo es esperable; una vez
producido este ltimo, puede considerrsele como segundo respecto
al primero; dada su no ocurrencia, es .oficialmente ausente. En
otros trminos, la respuesta es relevante a partir de la ocurrencia de
la llamada (Schegloff, 1972. 363-364). Pese a su aparente ingenuis-
mo, el principio de Schegloff remite a un problema importante de la
interacci6n discursiva: los actos ilocucionarios tipicamente iniciales
de una secuencia regulada demandan algn tipo de inferencia de
parte del interlocutor; el reconocimiento de una llamada exige y pre
figura una respuesta. de modo que la no respuesta queda marcada
como una clase de las respuestas posibles. Simultneamente, y por
parte del locutor, su llamada exige la asuncin de un compromiso:
si, por ejemplo, ha llevado a cabo un acto abierto de desafio y ste
200
ha sido abiertamente desestimado, no podr actuar ya como si tal
desafo no hubiera tenido lugar.
FerraTa, siguiendo en ello a Fotion. habla tambn de aquellos
actos lingsticos (master speech acts) que constriften el tipo y las
propiedades de los actos subsiguientes del discurso (Ferrara, 1980,
326327). la constriccin propia de este -habla controlada- dimana
de la aceptaci6n pactada de reglas como las de Grice (confrnte-
se nuestro apartado 4.3.) por parte de los participantes, obligados, por
ejemplo, a proporcionar una informacin suficiente y relevante en el
caSO de haber sido reclamada.
Sin duda es posible reducir las distintas fomlas de vinculacin
entre actos contiguos a un repertorio bsico' de relaciones funciona-
les. Van Dijk (l98Ob) ha comentado algunas de las ms comunes: un
acto aclara otro, como en / Puede usted darme un cigarrillo? Es que
se me han En este caso, el segundo acto contiene una
justificacin relativa a los motivos de realizaci6n del primero.
NOTA
Este tipo de relacin entre actos puede analizarse toman-
do en cuenta las formas principales de explicaci6n intencio-
nal que Ricreur (1977, 3435) extrae de la teora de Ans-
combe. Cada una de las posibles explicaciones remite a un
criterio de racionalidad de la accin:
a) Explicacin por .motivos retrospectivos-; en trminos
de racionalidad conductal es plausible la siguiente ex
plicaci6n: /Lo he matado porque habla ultrajado a mi
abuela.!
b) Explicacin por motivos interpretantes
o
, es decir, rela-
tivos a un cierto punto de vista o a un cierto criterio
interpretativo: /Lo he matado. Me haMa cegado el
rencor.!
e) Explicacin por .motivos prospectivos.: la accin apa-
rece como una caracterstica del desarrollo de la
accin completa en una relacin con la situacin to-
tal- (ibld.. 35). En el siguiente ejemplo, el sentido de
la accin en un tiempo lo se hace depender de una
acci6n en ti: /Lo he matado. As{ escarmentarn sus
compinches. I
Un distinto tipo de relaci6n funcional se presenta cuando un acto
explica el tipo al que pertenece otro acto, como acaece en: /Vendr
maana. lo prometo/. Contrariamente, el segundo acto puede pro
201
poner una correccin o redeft"id" del primero: ITe juro que ven
dr. Bueno, tratar de hacerlo.! A nuestro entender. en ambos casos
el locutor trata de dejar a salvo su fiabilidad. su competencia; otros
muchos casos de comentarios o explicaciones cumplen la misma fun-
ci6n. As, en: ISe ha reconciliado con Lucia. Eso se vea \cnir/. la
segunda asercin cuenta como una arrogaci6n de saber por parte del
hablante. que ademb de ratificar la fuerza i1ocucionaria de la pri-
mera aserci6n tiende a cualificarse en orden a la ejecucin de acto:o;
ulteriores, es decir. en orden a objetivos estratgicos ms generales.
Es tambin mu)' comn la realizacin de un acto que expresa
condicio"es de cumplimiento de otro: IHas sacado buenas notas. Te
felicito.! En esta ocasin el contenido proposicional de la primera
asercin se refiere a un acto del oyente posith'amente evaluado por el
hablante, y tal e\'aluaci6n cuenta como condici6n preparatoria del
acto de felicitacin. Es oportuno recordar con Fcrrara (1980, 323)
que la adecuacin (appropriuteness) de un acto de habla se define no
slo por sus condiciones estndar. sino tambin en trminos de man-
tenimiento de cierta clase de relacin con el acto que aparece como
pri"cipal en la secuencia.
En fin. an cabran otras relaciones funcionales como las de
adicin, protes/a, conc!usir,. etc.
En las distintas formas de secuencia que venimos comentando se
advierte que los actos se organizan conforme a un principio dejerar-
qua. Ferrara habla al respecto de una funcin de 43uxiliacin-, y
van Dijk diferencia los actos .compuestos- (encadenados a un mismo
nivel) de los -complejos- en los que algunos de los actos componentes
son auxiliares rel>-pecto a otros principales (198Oa. 304).
Pero el principio de jerarqua aparece relacionado con el hecho
de que, a menudo. la funcin de los actos de habla particulares ins-
critos en una secuencia no pueden evalua.rse sin remitir a marcos de
acci6" y a melus ms extensas que las implcitas en el acto mismo
(Ferrara. 1980. 323). Distintos autores han reiterado la importancia
del anlisis de los actos de habla en trminos de actuaci6n dirigida a
Ulla meta (cfr. Schmidt. 1977. 141-144). aun cuando algunos discur-
sos se caracterizan sin duda por la inestabilidad de sus objetivos
estratgicos y de sus procedimientos tcticos, e incluso por la careno
cia de una .meta- en el sentido fuerte del trmino: puede pensarse. a
ttulo de ejemplo, en la charla realizada -por el simple gusto de con-
\'ersar.; en las conversaciones en que el locutor .tantea. a su interlo-
cutor sin un objetivo de manipulacin preciso. pero atento a las po-
sibles opciones de actuaci6n posterior que las respuestas de aqul le
van proporcionando. Es inevitable aqu el recuerdo de las prec;euses
dieciochescas y el de las tradicionales tertulias de caf como ejemplos
cualificados de tales prcticas.
No obstante. la frecuente inscripcin de los actos de habla en
202
acciones intencionalmente ordenadas a una meta produce una e\'i
dente dificultad analtica a la hora de aplicar la teora a las expre-
siones actuales en un discurso complejo. Y si an no se explica
bien cmo se vincula una expresin con las antecedentes y canse
cuentes, menos an cmo puede vincular.;e con contextos socia-
les ms amplios (eicourel, 1980. pg. 8). Hay que resignarse a re-
conocer que el anlisis de aclos lingsticos totales reclamado por
Austin apenas ha comenzado a desarrollarse.
Dentro de este incipiente desarrollo hay que destacar, en primer
lugar, la teora del mucmurto d' habla de \'an Dijk: un .acto de ha
bla global realizado por la expresin de un discurso completo y eje
cutado por una secuencia de acltl\ posiblemente diferentes (198Oa.
304). En efecto, un discurso completo, incluso muy extenso. pue
de ser percibido y analizado como un nivel especifico dc actividad
ilocucionaria, como ejecucin de una ilocucin global. El hecho de
que ciertas prcticas (como las acHvidades ceremoniales) sean perci-
bidas con un sentido ltimo y ms general que el de los actos que las
componen permite a los intrpretes referirse a ellas mediante una de
nominaci6n relativa a su valor ilocucionario global: .un bautizo,
.una declaracin de independencia., etc. Muchas comersaciones y
textos admiten ser descritos en trminos de un efccto ilocucionario
global, a partir del supuesto de que ciertas secuencias de actos de ha-
bla ..funcionan socialmente como un solo aeto de habla (ibid.. 332).
En ciertos casos se trata de una secuencia compleja (un acto princi-
pal ms sus actos auxiliares). en la que el valor ilocutivo del acto
principal consiente describir el conjunto de la secuencia: .he recibido
una amenaza annima., .me ha pedido mil duros-, etc.
Cabe asimismo la identificaci6n de macroactos i1ocuciollario$
cumplidos indirectamente. El anlisis de un discurso electoral de
Giscard d'Estaing permite a Nef obser.'ar que el conjunto del texto
se percibe globalmente y que un receptor podra resumir su sentido
como .peticin de ,'otar a la derecha. mediante la derivad6n de un
directivo global a partir de los diversos actos declarativos. asertivos,
etctera. que el texto contiene (Nef, 1980, 187). Nef propone la cate-
gora de macroactos indireclos y globalmente derivados para desig-
nar este tipo de discursos. En el texto de Giscard, slo la ltima fra-
se (.\'O"S Jerez le bon cllou pour la France.) posee un valor directivo
(se trata de un directivo indirecto muy convencionalizado: el denomi-
nado predictivo con funcin de mandato), y la derivacin del macro
acto se efecta .de manera recurrente a partir de un ltimo acto de
lenguaje (... ). El tema del voto es anunciado desde las primeras
lineas (... ), el prop6sito (votar a la derecha) se da completamente al
final. Entre ambos hay un discurso cuya argumentacin vincula el
tema al propsito. Retroactivamente toda esta argumentaci6n ten
dr. pues. valor directivo. (ibd.. 188).
203
Pero cabe otra posibilidad de derivacin global, que Nef describe
como .progresh'a, a medida que se desarrolla el discurso (el encade-
namiento de actos de lenguaje). En el siguiente ejemplo hallamos
una secuencia compuesta (de actos del mismo nivel) en la que la
mera acumulacin de asertivos con un contenido fuertemente marca
do por la valoracin negativa permite derivar globalmente un efecto
i1ocucionario de exhortacin antes que de asercin.
la situacin, a los 101 das y pico de la desgracia. es de gra\'e
dad ntrema. Aumenta el paro, baja el nivel de \'ida, se agudi7-3 la
inseguridad ciudadana. avanza la sub\'ersin marxista, aumenta el
nmero de los tontos liles, se resquebraja el sentido nacional )'
patritico, escalan el poder los ms ineptos, crecen los impuestos
municipales el tres por ciento en un solo ejercicio. se preparan le'
yes para terminar con el patrimonio familiar, se persigue sin cuar-
tel al ahorro. se fomenta la inmoralidad pblica (que dej de ser
delito en fecba reciente), se SOCavan los cimientos cristianos de la
sociedad, se hace befa del Papa y de la Iglesia. se orquestan cam-
pailas contra los Ejrcitos y las Fuerzas de Seguridad del Estado. y
slo se contemplan los derechos humanos de los delincuentes.
(J. BLANCO. fragmento de .Los 101 dias y pico-. respecto
a los 100 primeros das del gobierno Calvo-Sotelo; del
diario El Alczar. 6 de junio de 1981, pg. 9.)
Al atribuir al texto una ,,'alor exhortativo se postula que cuenta
globalmente como una tentativa de inducir al oyente a hacer algo (y
cae, por tanto. dentro de la clase de los directivos) antes que como
un compromiso del hablante con la verdad de sus enunciados (clase
expositiva). En todo caso, si el lector infiere tal valor pragmtico es
en virtud no slo de las propiedades sintctico-semnticas del texto
(repeticin, intensificacin progresiva de rasgos dis/6ricos, etc.), sino
tambin de la informacin contextual relacionada con las earacte
rlsticas que se atribuyen al peridico. con la ocasin temporal, etc.
Claro que estas propiedades son inherentes a todo discurso propa
gandstico, y en este sentido habria que considerar a los macroactos
directivos indirectos como un estratgico usual de tal
tipo de discursos.
Pero el anlisis de actos I"gstcos totales puede hallar ins-
trumentos valiosos en la troda de la "arracin, que pretende cons-
tituirse p'recisamente en una teoria semitica de la accin. de su re
presentacin textual y de los modos de concatenacin de actos en el
texto. La hip6tesis central que subyace al designio te6rico greima-
siano es que las estructuras narrativas rigen las estructuras discursi-
,,as. de tal modo que el programa narrativo ..est en la base de la
accin. que viene analizada como su ejecucin; yen la base del dis-
curso. en cuanto se "transforma" en una realizacin textual que in-
204
duye aquellos juegos de enunciacin y aquellos juegos de modalidad
que permiten al discurso mismo constituirse como accin lingfiistica
de un s u j e t o ~ (Fabbri y Sbisa. 1980. 178). A nuestro modo de ver, la
teora de la narracin ofrece la posibilidad de superar los desfases
entre semntica y pragmtica de la accin diS(;ursiva, asl como de
abordar la jerarqua de los actos y las metas de la accin discursiva
de un modo sistemtico. Pero, obviamente. esta aplicacin de la teo-
ra narrativa no puede ser por ahora sino sugerida.
El concepto de programa lIarrativo (PN) remite. como se
ha expuesto en el caphulo 11.3., a un cambio de estado efec-
tuado por un sujeto 1 que afecta a un sujeto 2, operando
una conjuncin o disyunci6n de este ltimo con ciertos valo-
res (Greimas y Courts, 1979, 297). El PN da cuenta de la
organizaci6n sintctica de un acto, y en su aplicaci6n a los
actos de habla esta unidad es apta para representar el cam-
bio de estatuto modal de los sujetos que hemos considerado
como definitorio de la ilocucin.
Es posible diferenciar PNs simples y complejos: estos lti-
mos requieren y presuponen el cumplimiento de PNs de uso
(auxiliares o instrumentales) realizados por el propio sujeto
o por un sujeto delegado (ibld., 297-298).
la teorla narrativa permite abordar el proceso accional
sea desde el punto de vista de la confrontacin interaccional
(cuando los dos sujetos del PN corresponden a actores tex-
tuales diferenciados e implicados en actividades de mani-
pulacin o persuasin), sea desde el punto de vista de la
actuacin (performance) de un solo actor, que asume -en
sincretismo al sujeto de estado y al sujeto de hacer; conse-
cuentemente, el PN de actuaci6n presupone un PN de com-
petencia (el sujeto del hacer-ser, por ejemplo. ha de haber
sido modalizado por un querer-hacer o un deber-hacer)
(ibid., 298).
los distintos PNs se articulan, en fin. en recorridos "u-
rrativos: los actantes sintcticos de los PNs integrados en un
recorrido se definen ya posicionalmente como roles actan-
cia/es (segn las modalidades adquiridas en un cierto pun-
to: sujetos del querer, del poder. segn el secreto. etc.)
(ibtd. 243). Al nivel del recorrido narrativo es ya posible re-
conocer estrategias peculiares de actuacin. segn el tipo de
concatenaciones y de jerarquizacin entre los PNs inte-
grantes.
lOS
La teora de la narratividad puede tambin dar cuenta de
las metas de la actuaci6n con el concepto de esquema na'
rrativo, modelo de referencia ltima de los recorridos narra-
tivos. de sus y configuraciones estratgicas. El
esquema narrativo representa para Greimas un modelo de
articuladn de los de la narracin, y ofrece la or-
ganizacin sintagmtica de las pruebas: cualificante (funcin
de cualificacin del sujeto), pri"cpal (reali7.acin), y glorifi
cante (sancin o reconocimiento del sujeto) (ibd.. 244247).
3.5. COIlcfusiotles
Hemos diferenciado tres subactividades implicadas en el uso lin-
gstico: la locucionaria. productora del sigmficudo de las ex
presiones; la ilocucionaria, en la que emerge su valor pragmtico o
fuerza. y la perlocucionaria. actividad instrumental consistente en la
obtencin de efectos exteriores al propio discurso. Hemos subraya-
do la importancia de las transformaciones intersubjetivas operadas
por la ilocucin; en esta lnea interpretativa. adjudicamos menos in
ters a las intenciones y al juego de reglas implicadas por la actividad
i1ocucionaria que a las acth'idades de ratificacin y cuallfcacin mu-
tua, de negociacin y de pacto requeridas para la obtenci6n de un
efecto ilocutorio. Al dar mayor importancia a la intervencin del
polo receptor- que en la tcoria clsica. prevemos la definicin re-
trospectiva de los actos y postulamos que el locutor anticipa estrat-
gicamente las respuestas al acto que propone; correlativamente, slo
la sanci6n implcita en la respuesta del interlocutor autoriza a consi
derar que el acto se ha cumplido o no. Puesto que el juego de inten-
ciones comunicativas es reconocido y legitimado en el interior de la
propia situacin interactiva. ha de corresponder a un actante obser
vador la actividad de discriminar posibles intenciones ilocucionarias
no cumplidas.
Hemos propugnado una semitica de /a pasin como marco teri
co para el analisis de los efectos-afectos promovidos por las opera-
ciones perlocucionarias )' por la adhesin del interlocutor inherente
al logro del efecto i1ocutorio. Tal territorio terico ofrecer la posibi
lidad de abordar las estructuras interaccionales con la perspectiva
del sujeto en cuanto paciente, perspectiva complementaria de la del
sujeto actuante.
La dificultad de identificar el logro de ilocuciones en el nivel de
los enunciados aislados es comnmente admitida. Se tiende, as. a
un examen de la actividad discursiva en secuencias de actos, con
atcncin a los principios estratgicos que las regulan y. en ocasiones.
a los contextos sociales donde resultan relevantes. Una semi6tica de
206
la accin discursiva podr tomar en cuenta la teora de la narrativi-
dad -con la categoria central de programa 1Iarrativo- en orden a
la descripcin y explicacin de tales secuencias.
4. EL HACER DE LO NO DICHO
4.0. La presuposici"
-Una parte muy grande de lo que queremos manifestar y comuni-
car queda inexpreso en dos dimensiones, una por encima y otra por
debajo del lenguaje. Por encima. todo lo inefable. Por debajo. todo
lo que "por sabido se calla". Ahora bien. este silencio acta constan-
temente sobre el lenguaje y es causa de muchas de sus formas.- Con
esta cita de Ortega (1964, 140) pretendemos introducir a la compren
si6n del discurso como una actividad que concierne tanto a lo dicho
(10 dado o puesto) cuanto a lo no dicho (lo implcito o presupuesto),
'j en la que ambos componentes estn -reflexivamente determinados-
(Tyler, 1978, 460).
Stalnaker (1978, 240-241) interpreta las presuposiciones como
aquellas proposiciones cuya verdad se da por descontada en las prc-
ticas con\'ersacionales. de modo que sin ser expresadas verbalmente
pueden intervenir como premisas de un argumento entimemtico,
como instrucciones implcitas de interpretacin, etc. Para Stalnaker
las presuposiciones constituyen primordialmente un hecho pragmti-
co, ya que la relacin fundamental que ponen en juego no es entre
proposiciones (como acaece en la teora lgica clsica, que mena
cionaremos), sino entre stas y los sujetos que las usan. Son los ha
blantes quienes hacen y tienen presuposiciones que deben ser vlidas
para frases y textos, y no I<lS proposiciones o frases quienes tienen y
hacen presuposiciones. Como la referencia, la presuposici6n es -un
concepto en el nivel de la cfmlUnicaci611. no en el nh'el de la gramti-
ca- (Schmidt, 1977, 96).
Una primera distincin debe. pues, hacerse entre la implicaci6n
lgica, que se impone al locutor, y la presuposici6n, que es seleccio
nada por l, y en cuanto tal expresa lIna voluntad comunicat\'a
(Ducrot, 198a. 1086). Cuando se afirma que Itodos los animales
son hermososl queda lgicamente implicado por lo que se dice que
hay animales hermosos (aqu la inferencia lgica opera segn la rela
cin entre el cuantificador universal y el cuantificador existencial).
Lo que se hace al decirlo, empero, presupone que se tienen razones
para pensar que todos los animales son hermosos, pero tambin, por
ejemplo, que el hablante cree en )0 que dice, que juzga pertinente in
formar a su interlocutor sobre tal tema en tal circunstancia, etc.
La diferencia se establl't.'e, en fin, entre lo que aparece lgica-
207
mente implicado por lo que se dice y lo pragmticamente implicado
por el hecho de decirlo (Rcanat, 1979a. 193).
4.1. Operaciones presupositivus
Aun cuando son muy numerosas las clasificaciones de presupues-
los (cfr. Schmidt, 1977, 91-107), optamos por resumir aqu el in-
ventario de Ducrot (1980a. 1094.1(95). muy oportuno para nuestros
objetivos:
a) Presupuestos generales: carecen de relaci6n con la estructura
de la frase. Caben aqu supuestos como que los locutores se
entienden entre s, que existe un .mundo. al cual deben refe-
rirse sus enunciados, etc.
b) Presupuestos ilocutivos: ..el cumplimiento de un acto i1ocu-
torio particular puede presuponer que la situacin de discur-
so haga posible y razonable cumplirlo. As. al preguntar
presupongo que mi interlocutor est en condiciones de res-
ponder.
d Presupuestos de lenguu: estlln ligados a la existencia de cier-
tos morfemas 11.
Los supuestos de la ltima de estas clases corresponden grosso
modo al tipo de presuposiciones analizados por los l6gicos, desde
Frege y Russell, en cuanto condiciones de verdad o de referencia de
las proposiciones. Sumariamente, este anlllisis advierte que un
enunciado El presupone E
2
si tanto la verdad como la falsedad de El
implican la verdad de E
2
O tambin: ..p. es una presuposicin
de .q- si .p. es consecuencia 16gica de .q.. y si .p. es consecuencia de
la negacin de ..q. (van Dijk. 1973, 195). De tal modo, tanto /l sabe
11 En la ltima de eslas clases Duerot incluye las siguientes:
et } txisteflcia/es: c:uando la frase un grupo nominal precedido de artic:u-
lo determinildo. se presupone que existen 105 objetos que poseen la propiedad
descrila en el grupo nominal. De tal modo. en el clsico ejemplo: IEI rey de
Franda es cah'<l/. queda supuesta la existencia de un rey de Franc:ia.
el) V'trbulr$; cuando por su n:rbo principal la describe la sucesin de dos
estados, queda supuesta la realizaci6n del primero de ellos. As!. IPedro ha de-
jado de militarl presume la anterior mlitanda de Pedro.
cl} de con$'",ccin: en construcciones del tipo les... quien hace xl (por ejemplo:
les Juan quien llora/) se presume que alguien hace x.
f4) adverbiales: con adverbios como ltoda"ia/, Itambin/. lde nuel'O/, etc:. As!.
Itod<l.,ia desprecio a los especialistasl presupone que el hllblante despreciaba
anteriormente a los especialistas (yen ciertos tonlutos. observemos de paso.
que el tiene razones para no
208
que ella es analfabeta! cuanto ll no sabe que ella es analfabetal
presuponen que !ella es analfabeta!.
Por lo que respecta a los presupuestos i1ocutivos. hay que seftalar
que muchos autores identifican el fen6meno genrico de la presupo
sicin con las condiciones de cumplimiento de actos discursivos.
Para FilImore las presuposiciones de una sentencia equh'alen a las
condiciones que sta ha de satisfacer antes de poder ser usada en
una de sus funciones de proponer cuestiones. dar rdenes. hacer
aserciones. etctera. De tal modo. labra usted la puerta! slo puede
usarse como orden si el destinatario est en posicin de conocer qu
puerta ha sido mencionada y slo si tal puerta. en el tiempo del acto
i1ocutivo. est cerrada (Fillmore. 1971. 380)., En esta linea de in
terpretacin las reglas constitutivas de Searle a las que hemos hecho
referencia en el apartado 3.1 corresponden a presuposiciones conven-
cionales de los actos o, como las denomina Rcanati. a ;mplicat'ioneJ
pragmticas: si la creencia del locutor de que su interlocutor prefiere
la realizacin a la no realizacin de una promesa es una regla prepa-
ratoria del acto de prometer. es indudable que el cumplimiento de
una promesa implica pragmticamente (o presupone) aquella creen-
cia. Y tal presuposicin posee un carcter pblico (en cuanto con-
vencional) tal que -el locutor sabe que el oyente puede extraer ciertas
conclusiones (del acto de discurso). y sabe que el oyente sabe que l
lo sabe- (Rcanati. 1979a. 185).
La clase de los presupuestos a los que Ducrot denomina ..genera-
les- puede abarcar fenmenos demasiado diversos: cierta competen-
cia lingstica y pragmtica de los actores, creencias y supuestos
-ideolgicos- compartidos. acuerdo respecto a la naturaleza de la si-
tuacin comunicativa. etc. En primer lugar. no cabe duda de que
una amplia clase de presupuestos actan como -una especie de teln
de fondo, como un contexto, como un cuadro intelectual que debe
servir de soporte al dilogo- (Duerot. 1973. 253254) y tambin como
.un medio para el locutor de instituir entre l y su oyente un unh'erso
s610 en el interior del cual se podr proseguir el dilogo- (ibld., p-
gina 256). En cuanto universo de referencias compartido por los
interlocutores. un l'Onjunto de presupuestos de esta naturaleza cons-
tituye lo que los 16gicos han denominado un -mundo posible-. Suele
postularse la necesidad de un sistema sociocultural de referencia en
virtud del cual es posible a los interlocutores el establecimiento de
correferencia entre elementos del discurso y el llevar a cabo determi-
nadas selecciones lxicas (por ejemplo, entre -dictadura fascista. y
-rgimen anterior_) en las que pueden ponerse en juego la propia po
sibilidad de la traTlsacci6" comunicativa. Incluso para los efectos
mAs banales del intercambio informativo, el acuerdo de los interlocu-
tores respecto a elementos implcitos del discurso resulta ineludible.
Es obvio que la comprensin del enunciado Iya he ledo el folleto!
209
requiere del destinatario la aceptaci6n del presupuesto existencial
~ e x i s t e un cierto folleto. y el conocimiento de que tal folleto es uno
determinado al '1ue alude el locutor. Por continuar con formulacio
nes banales. el qrlo/ltum de informacin compartido por los interlo-
cutores (o mejor dicho. el qUlltllum de informacin que presumen
compartir) determina ]a cantidad de informacin que precisan expli
citar en sus transacciones comunicativas. El locutor acta de tal
modo que su discurso posea un cierto nivel de inteligibilidad. identi
ficando lo implicito con ]0 -ya sabido. y lo explcito con lo cognos
cible por parte del alocutario. Los dos conocidos .principios de pre-
suncin. de Strawson conciernen a esta dimensin informativa del
discurso: conforme al .principio de presuncin de ignorancia- se da
por supuesto que el alocutario ignora la informacin que se le va a
dar; segn el -principio de presuncin de conocimiento. se supone
que la ignorancia del alocutario no es tan grande como para ignorar
de qu se habla (Strawson. 1971).
NOTA
Una reformulacin de ambos principios mediante el re
curso a la categora tpico/comento permite proponer
que en el nivel informativo del discurso lo que se presume
es el conocimiento del tema (tpico) y la ignorancia res-
pecto a la declaracin en curso (comento). Algunos autores.
como Dahl. basan en e] concepto de presuposicin la rela
cin misma entre t6pico )' comento: el tpico se identifica
con la parte del enunciado presupuesta, en tanto que el
comento viene a consistir en la expansin del enunciado a
partir de los elementos topicalizados. La estructura subya-
cente de un enunciado viene a scr la sede de topicalila-
cioncs concatenadas de elementos que en cada punto an-
terior de la cadena han constituido el comento (Garavelli
Mortara, 1974. 65). De tal forma. el enunciado /he in-
sultado a un amigo de la infancia/ podra segmentarse as:
Tpico: Yo /
Comento: he realizado la accin de insultar I
T.: esta accin de insultar I
C.: tenia por destinatario a un amigo I
T.: lal amigo I
c.: lo (ue en la infancia /
Una concepcin de este tipo permite observar el carcter
constrictivo del proceso de presuposicin en el discurso: los
210
elementos que van siendo topicalif.ados abren (y limitan) la
posibilidad de los enunciados posteriores y de sus referen-
cias; hay en cada enunciado -una alusin a los dilogos de
los que este enunciado quiere ser el punto de partida. a las
virtualidades de discurso abiertas por l (Ducrot. 197.3.
257). Pese a todo. la identificacin entre presuposicin
y t6pico resulta precipitada. Aun reconociendo la afinidad
entre ambos conceptos. Ducrot asegura que permanecen
distintos y que no se implican reciprocamente. La mayor
parte de los presupuestos no existenciales son extrai\os al
tema de la frase. pero tambin lo son numerosos presupues-
tos existenciales. As. en la respuesta Ihe \'enido con mi
hermanol a la pregunta I con quin has venido?! se presu-
pone la existencia de un hermano. pero ste no es el tema
del discurso (Ducrot. 1979. 72).
Los principios de Strawson nos consienten postular un contrato
ilJfonnativo en el que bien unilateralmente (por la propuesta inicial de
un actor y el ulterior compromiso del otro) bien de modo bilateral
(por el concurso recproco y c\'cntualmente negociado de ambos acto
res) se establece un cierto orden de inteligibilidad al que acomodar
las intel"'t'enciones de las partes. Tal contrato ha de ser considerado
como un componente fundamental del contrato ellundatil'O.
Ahora bien. el consenso pragmtico no se limita a la aceptacin
de un contrato informativo; los actores han de reconocerse)' ratifi-
carse mutuamente a lo largo del proceso comunicati\'o en curso.
Puede hablarse. con Mihaila (1980. 116), de un estatuto de complici-
dad cotlver.facicmal que remite a distintos principios de interaccin
discursiva. El consenso establecido en torno a los elementos im-
plcitos del discurso y en torno a la clase de uperaciones di? implicita
ci" que mutuamente se consienten los interlocutores divide a los ac-
tores en itlsiders (interlocuti\'amente ratificados) y outsiders (nterlo.
cutivamente deslegitimados) respecto a la situacin de que se trate.
y desde luego. tales cualificaciones no son apriricas sino produci-
das y evaluables en la situacin misma (ibid.: 116). A nuestro enten-
der, los .principios de presuncin- strawsonianos se aplican con este
efecto: cuando UD locutor selecciona cierto nivel de inteligibilidad en
su discurso est postulando un destinatario al que modaliza segn el
saher (orden informativo); ahora bien. tal modalizacin no es inde-
pendiente de la legitimacin o desligitimaci6n del alocutario que im-
plica el considerarle ms o menos competente respecto al saber: un
destinatario que sabe (o no sabe) x puede (o no puede) responder
y. etc.
Cabe incluir entre los presupuestos generales un tipo de inferen-
cias que la etllometodologa ha tratado con el nombre de -interpre-
21!
tacin documental-: segn la propuesta de Garfinkel. los actores
toman las acciones del otro como expresin o documento de una
pauta de comportamiento subyacente. (Dreitzel. 1970. pg. XIV).
de modo anlogo a lo que ocurre en la percepcin: segn la teora
de la gestalt percibimos una configuracin visual total a partir de e ~
timulos defectivos. Pues bien. una extrapolacin al discurso nos
permite proponer que los actores discursivos presuponen a partir
de los enunciados parciales de su interlocutor el modelo o tipo de
interaccin que ste hace valer. No cabe duda de que esta clase de
inferencias se lleva a cabo a partir de la consideracin de ciertas
formas lingsticas (como ocurre en los presupuestos de lengua) y
de ciertos actos ilocucionarios (como en los presupuestos ilocutivos).
pero una explicacin satisfactoria de este hacer presupositivo habr
de tomar en cuenta. esencialmente. la nocin de competencia 'eX-
tual del intrprete: los oyentes poseen la capacidad de articular en
textos idealmente concebidos (en grteros discurs\'Os: relato. aren-
ga. charla. etc.) los enunciados particulares que los hablantes pro-
poncn. Y estos ltimos. correlativamente. producen sus enunciados
como elementos de un tipo textual presupuesto.
4.2. Fu"ciones de los presupuestos
Es preciso reconocer que el concepto de presuposicin contina
siendo una nocin-comodn apta para las ms variadas inserciones
tericas. Los anlisis lgicos y lingisticos de las proposiciones presu-
puestas se hacen en conjunto merecedores de la invectiva de Eco: un
enunciado como lel actual rey de Francia es cal... ol .ha pro... ocado
autnticos juegos olmpicos de semntica filosfica. sin que nadie ha-
ya conseguido todavia batir el record definitivo de sutileza resoluto-
ria- (Eco, 1977, 290-291).
Lo cierto es que nos hallamos lejos de poder asignar a la presupo-
sicin un lugar satisfactorio dentro de la teora de la accin discursi-
va, y que las preguntas tradicionales sobre la naturaleza de los pre-
supuestos (forman parte del contenido de los enunciados o son con-
diciones de la enunciacin? constituyen un hecho discursivo
especifico o son ms bien efectos de sentido vinculados al funciona-
miento general de las unidades lxico-semnticas? etc.) no han
hallado an respuestas definitivas.
En el apartado anterior hemos mencionado el punto de vista defen-
dido por Strawson, Fillmore y otros muchos autores. segn el cual las
presuposiciones constituyen condiciones de uso de los enunciados.
Schmidt afirma que las presuposiciones comprenden todo tipo de con-
diciones implcitas que los emisores cumplen cuando quieren realizar
un acto comunicativo ilocutivamente eficaz (1977, 105).
212
Ducrot discute ampliamente estas interpretaciones: en ellas no se
alcanza una definicin rigurosa ni de lo que es una condicin- de uso
ni de la noci6n de cumplimiento. del acto, del que el presupuesto
sera condicin (1979, 35-73). Es forzoso reconocer que el logro del
efecto ilocucionario con frecuencia permanece ajeno a muchas de las
supuestas condiciones de uso del enunciado. Tomemos como ejemplo
la condicin de verdad: en conformidad con la concepci6n del efecto
ilocucionario que hemos venido desarrollando, debemos admitir que
labra usted la puertal puede muy bien cumplir el acto de ordenar,
pese a que en el momento de la enunciacin la puerta designada est
abierta: el oyente podra describir retrospectivamente una situacin
de ese tipo en trminos como los siguientes: .me orden abrir una
puerta que ya estaba abierta-, reconociendo simultneamente el ma
logro de la condicin de verdad y el logro de la orden. las condicio-
nes de aplicabilidad de los actos no parecen coincidir necesariamente
con las de existencia.
Algunas de estas confusiones pueden soslayarse si se diferencian
las condiciones que afectan al valor constatativo de los enunciados
(condiciones de empleo 16gico) de las que conciernen a la .normali-
dad. o propiedad- de las enunciaciones (condiciones de uso prag
mtico). Stroll restringe la denominacin de presuposiciones a las
condiciones del primer tipo, y llama implicaciones contextllales a las
del segundo (Schmidt, 1977, 99). Pero persisten las dificultades que
sealbamos en el apartado 3.2. respecto del logro del efecto ilocu-
cionario: de admitirse nuestra explicacin interaccional, no es po-
sible definir en gcneral las presuposiciones (lingsticas o pragmti-
cas) corno condiciones suficientes ni siquiera necesarias del cumpli-
miento de actos, ya que el logro ilocutivo requiere de la actividad in
terpretativa del oyente y de sus eventuales negociaciones con ellocu-
toro Pero, por otra parte, las presuposiciones sirven como procedi-
mientos interpretativos que permiten a los actores, en correlacin
con otros elementos contextuales. proponer hip6tesis respecto al ca-
rcter de las acciones discursivas: al menos en la misma medida en
que los actos ya cumplidos orientan y regulan el hacer presupositivo
ulterior. Una vez ms topamos. pues, con la exigencia de definir se-
cuencialmente y en cl proceso de confrontacin interaccional los ac
tos de discurso. Tanto los presupuestos como los actos anteriormente
cumplidos pueden ser vistos. en suma, como programas narrativos
de uso en el interior de un recorrido narrativo.
Tambin discute Ducrot las tcoras que, en completo antagonis-
mo con las tesis de Strawson. hacen de la presuposici6n un elemento
del contenido del enunciado y no una condici6n de la enunciacin.
Entre ellas, la de Wierzbicka integra los presupuestos en el enun
ciado, pero distinguindolos del contenido propiamente afirmado;
Juan se ha despertado! contendria, asl, los significados: -pienso
213
que sabes que antes Juan dorma- (presupuesto) y .deseo que sepas
que en este momento Juan no duerme- (puesto). No slo puede obje-
tarse a esta tesis el olvido de que es posible presuponer ciertos cono-
cimientos cuya ignorancia por parte del oyente se sabe. sino tam-
bin, y especialmente. que las modalidades de la enunciacin son in
satisfactoriamente reducidas a modalidades del enunciado (Ducrot.
1979. 76-78). En el ejemplo anteriorpienso que- y .deseo que-
expresan actitudes del sujeto hablante respecto a su enunciado ms
bien que una parte del objeto de la afirmacin.
La propuesta alternativa de Ducrot consiste en describir la presu-
posicin .como un acto de palabra particular. no diverso a este res-
pecto de la afirmacin, de la interrogacin o de la orden. Si el afir-
mar no equinle a decir que se quiere hacer saber, sino a hacer saber
(... ), el presuponer no equivale a decir que el oyente sabe, o que se
piensa que sabe o debera saber, sino a colocar el dilogo en la hip.
tesis de que ya sabe, a desempear el papel de alguien de quien el
oyente sabe que... (1979, 78).
En nuestros trmnos el presuponer sita el dilogo en la hipte-
sis de que el enunciatario y el enuncador mismo estn modaliz.ados.
cuenta como atribucin de una cierta competencia modal. Y esta
operacin es efectivamente definitoria del acto i1ocucionaro.
Ducrot considera tres funciones bsicas de los presupuestos en la
actividad de habla (ibd. 102): a) su conservacin en el juego de pre-
guntas y respuestas; acptese que cualquier respuesta admible a la
pregunta / quin te ha comprado el oro?/ da por cierto el presu-
puesto de aqulla: ..alguien te ha comprado el oro-; b) "su redun-
dancia en el discurso (cuya coherencia asegura).. ; e) su ..exterioridad-
respecto a la concatenacin de los enunciados. a los que proporciona
un encuadramiento. Estas observaciones permiten al autor ratificar
la capacidad que poseen las presuposiciones de transformar la si
tuacin .jurdica. de los interlocutores, y su consiguiente naturaleza
ilocutoria. Sin duda tal definicin encuentra numerosas objeciones,
que Ducrot no soslaya, pero aqu interesa menos dar por justa o in-
justa la definicin ilocutoria de las presuposiciones que atender a al-
gunas de las propiedades que Ducrot les atribu)'e: a) aun mantenien-
do relaciones necesarias con la sintaxis del enunciado, la presuposi-
cin se genera en la enunciacin (ib(d. 320); b) las presuposiciones
aseguran la coherencia y sirven de marco del discurso u. En efecto. la
actividad de presuposicin contribuye a la configuracin del marco
12 Aunque ron un lKlnzonte de intereses ms que el nuutro (105 .funda
mentos praxiolgicos y ro;noscilivos de la actividad ling(jistica.). Snchel de Zavala
recoge esta liltima propuesta ducmti:ma y la aplica a tres c1Mts de relativos a
la situacin: referentes al surgimenlo previsible de situaciones, )' concernientes a las pre-
y "nculadas ron los 8l:ontedmientos previsibles (197'S. 4651 YM-tl7),
214
cogniti\'o-accional en que ha de desarrollarse la comunicacin. pero
tal actividad no asegura s610 la redundancia (una cierta isotopa) se-
mntica del discurso, sino tambin la posibilidad de modificacin de
aquel marco. La introduccin de ciertos supuestos en un momento
dado de) discurso puede. por utilizar los trminos de Oucrot, colocar
el dilogo en hip6tesis nuevas.
4.3. Jnferencias
La concepci6n tradicional de la presuposicin diferencia las
implicaciones semnticas .Y pragmticas convencionules, dependien-
tes de reglas convencionalmente aplicadas a la actividad ilocutoria
(como son las reglas constitutivas de Searle). de las implicaciones no
convencionales. O implicilaciones conversacionales u, que el o)'ente
lleva a cabo en virtud de ciertas evaluaciones razonadas. del contex
to y de la actividad del locutor. Grice pone el proceso de implicita-
cin conversacional en relacin con el funcionamiento de sus conoci-
das reglas de co,,,,ersacin, clase de reglas pragmticas presunta-
mente derh'adas de un principio de raz6n de las transacciones coope-
rativas en general (Grice, 1979).
NOTA
Grice propone un prmClplO de cooperacin com'crsa-
cional reductible. segn opinan Wilson y Sperber, al si-
guiente axioma del oyeme: .EI locutor ha hecho lo mejor
posible para producir el enunciado ms pertinente posible-
(Wilson y Sperber, 1979. 89). Pero Grice toma tambin en
cuenta reglas ms especificas de efectos concordantes con
el principio de cooperacin. a las que clasifica segn las
siguientes categoras: a) cantidad: la contribucin del ha-
blante no ha de contener ni ms ni menos informacin que
la requerida: b) cualidad: la contribucin ha de ser veraz;
c) relaci'l: la contribuci6n ha de ser relevante, se ha de hablar
a propsito., y d) modalidud: la inten-encin tiene que ser
clara. breve y metdica (Grice. 1979,60-62). Sin duda caben
numerosas objeciones a la concepci6n griceana. desde su po-
sible etnocentrismo hasta la indefinicin del carcter de las
reglas: FlahauU seala que no queda claro si fundan la posi-
bilidad de la palabra (y son, por ende. constitutivas) o si sola-
mente la regulan (1979, 73).
u de Zaval:a (1976) lrlldue:t como oimplkalura. la
2JS
la implicaci6n conversacional es un procedimientu por el que
el oyente realiza una inferencia sobre la base de una transgresin de
alguna regla comersatoria por parte del locutor, en un contexto tal que
no ha lugar suponer, pese a todo, la intenci6n del locutor de burlar
general el principio de cooperacin (Grice. 1979.6465). T6mese el si
guiente dilogo como ejemplo:
19] -Qu opinas del ltimo libro de Vizcaino Casas?
-Extraordinario: no he encontrado una sola errata.!
Conforme a la teora de Grice. la respuesta vulnera una regla -de
relaci6n. (puesto que la pregunta se refiere convencionalmente al con-
tenido del libro y no hace pertinentes las referencias a su confeccin
material). pero lejos de considerarla no cooperativa, el oyente puede
inferir de ella la intenci6n de no transgredir la regla de veracidad y la
de proponer una opinin negativa implcitamente.
La operaci6n de implicitaci6n conversacional es descrita, en fin,
en los siJ!,uiente!l trminos: .Ha dicho P. no ha lugar suponer que no
observa las reglas, o al menos el pnncipio de cooperaci6n. Pero para
ello es nCCP(:ori" oue piense Q: sabe (v sabe Clue vo s Que l "nbel Que
yo comprenao que es necesano suponer que l piensa Q: l no ha
hecho nada para impedirme pensar Q; l quiere, pues, que yo piense
o al menos me deja pensar Q: luego l ha implicitado Q. (ib(d. 65).
Se advierte que lo que Grice describe es un procedimiento estratgico
de atribuci6n de intenciones ilocucionarias al hablante, en el que s-
te resulta cualificado l. y en el que el significado literal de su enun
ciado cuenta como una instruccin para trasladar la comunicaci6n a
otro nivel.
En ocasiones (como la introducci6n de bromas en derto punto de
una conversaci6n .seria.) la implicitaci6n permite alterar el contexto
interpretativo, poniendo entre parntesis las reglas que se hacan va
ler hasta eSe momento: podra decirse que en tales casos la implicita.
ci6n conversacional postula un marco y acdonal (vanse
capitulos 1.3.4. y 111.4.4.1.) es decir, un sIstema virtual de acciones
en el que el comportamiento del sujeto no resulte infractor.
Aqui llamaremos sobreentendido al supuesto que se produce en la
implicitacin conversacional. Como ha indicado Ducrot, la noci6n de
sobreentendido designa .. los efectos de sentido que aparecen en la in-
terpretaci6n cuando se reflexiona sobre las motivaciones de una
enunciacin, al preguntarse por qu el locutor ha dicho lo que ha
14 Al la actilud del locutor, alocutario mtablcce la con-
junci6n de aqul con un objeto modal (un quererhacersaber). Una ms
se (()f1stlta que la adquisicin de inlormaci6n pasa por un proceso de cualificacin. de
mooalizlcin de los aclores, y que no constituye, por tinto. un Pf'Ol."ew IndepcndieOle
de 1111 transfonnaci6n de las "'aciones intersubjelivas.
216
dicho. y cuando se consideran estas motivaciones del hablar como
parte integrante de aquello que ha sido dicho- (1979. 32]). De esta
caracterizaci6n pueden inferirse algunas de sus propiedades ms no-
tRbles:
a) El sobreentendido se produce a travs de -un procedimiento
discursivo, una suerte de razonamiento. (bld. 144). Eco po-
ne las actividades de sobreentendimiento en relacin con el
mecanismo de extracodjicacn (hiper e hipocodificaci6n), in-
ferencia que opera sobre contextos no codificados y que mani
fiesta el ejercicio de una competencia discursiva (Eco, 1977.
234246). Ducrot subraya que el razonamiento interpretativo
de la suposici6n no parte del simple enunciado. sino que se
apoya -sobre el evento constituido por la enunciacin-, es
decir. sobre la selecci6n del enunciado en momentos y cir-
cunstancias determinadas (Ducrot. 1979, 144).
b) Esa misma dependencia del acontecimiento enunciacional.
sin respaldo en la semntica del enunciado. presenta el
sobreentendido como inestable y difcilmente explicable me
diante el recurso a reglas lingisticas (de ahi su tradicional
oposici6n a los presupuestos .convencionales-).
En efecto, al decir:
[10] IEsta maana el jefe no estaba borrachol
se puede sobreentender que habitualmente el jefe est borracho por
la mai\ana, pero no es admisible que tal sobreentendido resulte de la
aplicacin de una regla del tipo: .Al utilizar un enunciado con la
forma En el mOmento t, el objeto A posee la propiedad p. se da
siempre a entender que el objeto A posee la propiedad P slo en
ese momento (bid., 144).
Ahora bien, si que es posible hacer intervenir en la interpretacin
de [10] un principio conversatorio propuesto por Gordon y Lakoff (y
relacionado con los principios de presuncin de Strawson); en una si-
tuacin -seria. no se dice lo que supuestamente da por descontado el
interlocutor (1976, 383384). Este principio convierte en impertinen-
te y no cooperativo un enunciado del tipo [10] de no ser que se su-
ponga la voluntad del locutor de hacer un sobreentendido, como
corresponde al procedimiento de implicitaci6n com'ersacional. En
suma, el sobreentendido de (10] tambin pone en juego algn tipo de
regla y tambin reposa en una ~ i e r t a convcllc6n.
Cul es entonces la diferencia especifica entre el sobreentendido
-por implicitacin conversacional- y el presupuesto convellcionai?
En los apartados 3.1. y 3.2. hemos defendido la necesidad de modifi
217
car ciertas ideas sobre las r e g l a ~ y su modo de funcionamiento. Las
propuestas que all hacamos pueden ahora reformularse diciendo
que el efecto ilocutorio no se consuma 5610 en virtud de la aplicacin
de reglas semnticas. sino tambin por efecto de implicitaciones
efectuadas por el alocutario tomando en cuenta tanto las reglas se
mnticas como reglas pragmticas del tipo de las propuestas por
Grice. Gordon y Lakoff. etc. En cualquier caso, ambas clases de
reglas son para el oyente procedimientos interpretativos a partir de
los cuales puede proponer hiptesis sobre el sentido de los enun
ciados. El propio Ducrot se ve obligado a renunciar a una oposicin.
tajante entre presuposicin y sobreentendido. al admitir que el pre-
supuesto es un i1ocutorio originado en /a enll1fciaci" (1979. 320-
322). Sin duda se mantiene la diferencia entre los supuestos -de
lengua- \'inculados a la existencia de ciertas formas lingsticas y los
supuestos -no lingsticos" del tipo {lO). pero es fonoso reconocer la
relativa com'encionalidad del sobreentendido: el efecto i1ocutorio de
-peticin- que suele atribuirse a los enunciados interrogativos del ti-
po: / puedes pasarme la sal?I se infiere por implicitaci6n conversa-
cional. pero parece fuera de duda que tal inferencia procede de un
modo altamente convencionali1.ado. Obviamente. las prcticas dis-
cursivas de una comunidad tienden a convencionalizar y a normaH-
7.ar determinados procedimientos interpretativos. el dominio de los
cuales pasa a formar parte de la competencia discursiva o pragmti.
ca de los sujetos.
Debe. no obstante. sealarse una funcin del sobreentendido que
ya ha sido mencionada en esta..; pginas y que concierne al funciona
miento estratgico del discurso: habida cuenta de que la interpreta-
cin de un sobreentendido no opera mediante la inferencia directa a
partir de indicadores semnticos com'encionales. el locutor puede
impugnar aqulla y eludir su responsabilidad respecto a las conclu-
siones inferidas por el alocutario. La conocida respuesta: leso lo ha
dicho usted. no yol con que algunas personalidades polticas apos-
tillan las (normalmente malvolas y plausibles) interpretaciones de
sus entrevistadores ilustra esta tctica de -repliegue enunciaciona1.
El recurso permanente al sobreentendido en los discursos que suelen
reputarse de .insidiosos aparece. pues. como un procedimiento de
elusin del compromiso locutivo y de preservaci6n de una constante
reversibilidad semntica de los enunciados.
4.4. Conclusiones
Adems de lo dicha O expresamente dado. la acth'idad discursiva
pone en juego las numerosas formas de lo 110 dicha a las que se alude
con la denominacin genrica de -presuposiciones. Suele excluirse
218
de ellas a los supuestos que no expre!>an una intencin comunicativa
particular. a saber. las implicaciOfles lgicas. Algunas presuposicio'
nes (y es a stas a las que corresponde estrictamente tal denomina-
cin, segn Schmidt. 1977. 106) poseen carcter linb'istico. es decir.
estn vinculadas a ciertos lexemas o construcciones. yen cuanto tales
remiten a la competencia lingiist"'a de los hablantes. Ciertamente
no es siempre fcil diferenciar las implicaciones lgicas de las presu
posiciones. y de entre estas ltimas quiz sera preciso excluir ciertos
fenmenos de presuncin vinculados a propiedades semnticas de al
gunas voces lxicas que no cuentan como implicaciones del acto de
enunciacin: es bien conocida la observacin de Fillmore 0971,382)
sobre el lexema Isoltero/. cuya marca semntica Ino casadol es la
nica que pertenece al sentido propio en tanto que /humano/. Imas-
culino/ y /adultol constituyen lo presupuesto (el test de la negacin
muestra. en efecto. que al decir /Lucio no es soltero/ no negamos
que Lucio es un varn adulto. sino slo que no esta casado). En ca
sos como ste la presuposici6n parece .impuesta al locutor- con la
misma fuerza de las implicaciones 16gicas 15: Eco y Yioli niegan deci
didamente a este fen6meno semntico el carcter de presuposicin:
se trata. sin ms. de una manifestaci6n particular de la organizaci6n
jerrquica de los semas dentro del semcma. or):ani/,ndn l(lIC es UIl
hecho semntico genemll Ecu y Yioli, l. g.\).
Hemos propugnado un principio general de interpretacin de la
presuposici6n como hecho pragmlltico y originado en la actividad de
la enunciacin. aun cuando mantenga relaciones necesarias l'On la
estructura del enunciado. en razn de que la actividad interpretativa
del oyente en las prcticas discursi\'as concretas no \'ersa sobre signi
ficados propuestos por el locutor (en una especie de referndum se
mntico). sino sobre la correlacin entre implicaciones lingsticas
convencionales dc los enunciados y presuposiciones pragmticas rela
tivas a la situacin de discurso. a la adecuaci6n y normalidad de las
expresiones. etc. En suma. entendemos que la competencia discursi-
o textual de los hablantes interviene junto a su competencia lino
gstica cuando producen e interpretan presuposiciones. Como han
seflalado Eco y Violiel nivel semntico y el pragmtico constituyen
dos articulaciones interactuaIltes en todos los tipos de presuposi
ciones, aunque con roles diversificados- (ibfd., 99).
Obviando otra..; clases de supuestos a que nos hemos referido. he
mos caracterizado los sobreentendidos como aquellas presunciones
que el locutor permite alcanzar a su interlocutor mediante el recuro
so a operaciones inferenciales de reconstrucci6n de la intenci6n ilo-
cutorla.
15 Se lratarh en efeclo. de un caso de o .entranamienlOe. de acuerdo
a la traduccin prOpllC"ila por Sinchez de zavala (1976. 372).
219
Si nuestras anteriores observaciones sobre el papel del receptor en
la interpretaci6n del discurso y sobre la insuficiencia del paradigma
normativo- son ciertas, la reconocida dificultad de distinguir entre
presuposici6n pragmtica y sobreentendido (o entre implicaci6n
pragmtica convencional e implicaci6n conversacional) no es un
simple problema casustico, sino un problema metodolgico funda-
mental; la frecuente desatenci6n a las reglas lingllsticas y pragmti-
cas por parte de los hablantes. la posibildad de atribucin retrospec-
tiva de intenciones y presuposiciones. junto al comn origen enuncia-
cional de presuposicin y sobreentendimiento, corroboran que am-
bos son ms bien casos-limite de la actividad supositiva de los in-
terlocutores. En las prcticas conversacionales, al menos, la identifi-
cacin de presupuestos convencionales aparece comnmente orienta-
da por criterios de implicitaci6n conversacional y, paralelamente, los
sobreentendimientos toman en cuenta (aun para transgredirlas, pero
tambin as se puede confirmar que orientan la interpretaci6n y la
accin) las reglas lingfsticas y pragmticas.
El propio Grice considera, asimismo, la posible convencionaliza-
cin de la implicitacin conversacional y su virtual conexin con cier-
tos hechos del lenguaje: la que l denomina ;mpficitaci6" conversa-
cional generalizada aparece .automticamente vinculada-, es decir,
independientemente de circunstancias particulares, a fonnas lino
gfsticas detenninadas (Grice, 1979, 70); asl, la expresi6n ILucio
ha quedado esta tarde con una mujerl implicita que tal mujer.no es
cnyuge, hermana ni madre de Lucio.
La problemtica de las presuposiciones no concierne slo (como
entre los lgicos) al valor de verdad y a la referencia de los enun-
ciados, ni slo (como entre ciertos te6ricos de la comunicacin) al in-
tercambio de informaci6n (de .saber.) entre los interlocutores. El
consenso interlocutivo en relacin a lo presupuesto y a lo presumible
interviene en el reconocimiento mutuo de los sujetos como remitentes
y destinatarios legtimos. y en todas sus mutuas atTibuciones de com-
petencia modal. As pues, las operaciones presupositivas son tam-
bin operaciones de mutua cualificacin.
5. ACTOS ILOCUCIONARIOS INDIRECTOS
5.0. Sentido literal y sentido indirecto
Frente al problema de los actos ilocucionarios indirectos resultan
especialmente evidentes las limitaciones de aquellas teorias que pres-
cinden de la situacin de enunciacin y del proceso interdctivo. En
efecto, el valor pragmtico de las expresiones de esta clase no es. por
definicin. derivable de sus propiedades sintctico-semntica.o;, ni
220
emerge de la expresin convencional de intenciones ilocueionarias.
Una expresin como
[11] IVoy a llegar tardel
posee la forma lingstica de la asercin, pero sabemos que en cir
cunstancias concretas de uso puede tener la fuerza de una recrimina
cin: por ejemplo, si se dirige a un acompaante moroso.
Segn Rcanati, un acto i1ocucionario se cumple indirectamente
cuando el enunciado parece tener cierta fuerza. pero de hecho tiene
otra distinta (1979b, 96). Esta distincin entre fuerza aparente y real
no resulta muy convincente ni siquiera a efectos meramente descrip-
tivos: no se entiende cmo la expresin [11) puede cumplir efectiva
mente una recriminaci6n sinpar'ecer una recriminaci6n, a no ser que
pensemos en la situaci6n del analista lingstico, enfrentado con fra-
ses (descontextualizadas), y no en la situaci6n efectiva de enun-
ciaci6n de la que se extrae el ejemplo.
Ocurre ms bien que, en expresiones "amo la que comentamos,
la fuerza ilocucionaria indicada por el modo verbal, por la sintaxis
de la frase, por el signficado lxico de sus trminos y por otros ele-
mentos lingsticos y paralingisticos, difiere de la efectivamente
cumplida en la situaci6n concreta de enunciacin (que es, en fin, la
situacin en la que se produce la interpretacin de los propios sujetos
actuantes).
Hay que observar tambin que el cumplimiento de actos indirec-
tos pone en juego numerosos elementos paralillgsticos y extralin-
gsticas, cuya pertinencia obliga a considerarlos como elementos
i,,,ratextuales. Advirtase la importancia de la entonaci6n, la expre
sin facial. los gestos, la distancia, la postura de los interlocutores.
a efectos del logro indirecto de fuerzas i1ocucionarias en el
discurso oral. O el inters de la tipografa y de otras convenciones
grficas en el discurso escrito: si un titular de prensa que contiene la
asercin: ILos generales se renenl aparece, por ejemplo, destacado
con grandes tipos, puede adquirir el valor pragmtico de una adver-
tencia o de una amenaza.
Para Searle, un acto indirecto acaece cuando no coinciden el signi-
ficado de la enunciacin del hablante.. yel.significado de la En
muchos casos -el hablante pronuncia una frase, quiere decir aquello
que dice, pero quiere decir tambin alguna otra cosa- (1978, 252).
Searle coincide con todos los estudiosos del problema al diferenciar
dos sentidos del acto indirecto: el literal y el propiamente i"directo.
Con la distinci6n entre significado de la enunciacin del hablante
(speaker's ulterance mean"g) y significado de la frase (se"tence
meaning), categoras usuales en el anlisis filosfico, Searle vie-
ne a designar. respectivamente, el sentido pragmtico de las ex
221
presiones, es decir, su valor en una situacin concreta de enuncia-
cin, y el sentido semntico o significaci6n -tpica. de palabras y
sentencias haciendo abstraccin de su uso (cfr. nota 10 del aparo
tado 3.3.). En conformidad con estos conceptos, los usos metaf
ricos e irnicos del lenguaje caracterizan. al igual que los actos
indirectos, por la no coincidencia entre el sentido del hablante y el
sentido sentencia\. La caracterstica especfica de los actos indirectos
reside en que el significado del hablantc incluye cl de la sentencia y
ose extiende ms aH de l- (Searle, 1979. 115).
Pero es dificil admitir la necesidad de esta caracterstica. A nucs-
tro entender, el sentido del hablante no incluye necesariamente
el sentido sentencia\. Searle seftala que una frasc como I puede pa
sarme la sal?/ no se interpreta normalmente s610 en cuanto pregun
ta, sino tambin como petici61l, de modo que la expresin posee una
doble fllena i1ocuconaria (Searle, 1978. 253). Si nos atenemos al
ejemplo searleano, hemos de reconocer una contradicci6n con lo que
en otro lugar apunta el mismo autor respecto a la estructura del acto
de preguntar. En efecto, en Searle (1980, 74) la cOlldicin esencial de
la pregunta se halla en que la expresin cuente como un intento de
obtener informaci6n del oyente (.pregunta real.), o bien como inten
to de saber si el oyent<: !'iabe algo (.pregunta de examen.). Y esta
condici6n no parece cumplirse necesariamente en ejemplos del tipo
del anterior. Ciertamente, al destinatario de I puedes pasarme la
sal?/ le resulta posible responder cooperath'amente admitiendo la
pregunta como pregunta, adems de como petici6n (por ejemplo,
mediante la respuesta: /s, tome usted/), pero tambin es cooperati.
va una respuesta exclusivamente referida a la peticin (por ejemplo,
el pasar la sal sin comentario alguno), que presupone el haber toma
do la interrogaci6n formalmente, pro forma, y no como un acto serio
de interrogar. En suma, el acto correspondiente al ejemplo anterior
no implica necesariamente la realizacin de dos fuerzas ilocutivas, y
al ser slo sustantiva la peticin, cabe decir quc sta posee prioridad
16gica sobre la pregunta en aquellos usos en los que ambas fuenas
coexisten. Parece obvio que / puede pasarme la sal?I significa una
pregunta, pero no cuenta en todos los casos como cumplimiento de
una pregunta. Sobre esta diferencia se
5.1. El acto abiertamente e"cubierto
La teora clsica de la accin Iingilstica considera como condi-
cin necesaria del cumplimiento de una ilocuci6n que la intencin
ilocucionaria correspondiente posea un carcter abierto. Strawson
en'iende que uno de los aspectos que componen el complejo iJocuto-
ro es su esencia) -confcsabilidad., su carcter pblico (1978, 95).
222
y in embargo, parece como si en los actos indirectos la intenci6n es-
tuviese encubierta o. por mejor decir. simultneamente manifiesta y
enmascarada. No cabe duda de que la asercin 111) cuenta eventual-
mente como recriminacin. y sin embargo es ob\'io que el hablante
ha rehusado el realizar una recriminacin directa.
R<:anati se ha referido al carcter abiertamente encubierto de las
intenciones ilocucionarias en los actos indirectos: en la ejecucin de
stos el problema consiste en cmo enmascarar la intencin ilocuth'a
de modo que no se pueda no reconocer que ha sido enmascarada
(Rcanati. 1979b. 98). Pero la presentacin de la intcncin dellocu-
tor permite tres tipos de efecto de discurso a los que el mismo autor
denomina. respectivamente. _dejar entender -dar a entender. (o
..insinuar.) y -sobreentender-; slo este ltimo corresponde a un
autntico acto ilocucionario. cuyo cumplimiento implica en cualquicr
caso la consecucin de los otros dos efectos: para sobreentender algo,
hay que darlo a entender; para dar algo a entender. hay que dejarlo
entender (ihid.. 102).
El dejar entender no pone en juego una intencin comunicath'a
particular del hablante: lo implicado es pblico. El enunciado que se
deja entender est implicado por el enunciado actual teniendo en
cuenta los principios conversatorios convencionales (ibid.. 101).
A nuestro parecer, este efecto discursivo corresponde a las presuposi-
ciones semnticas y pragmticas convencionales que hemos comenta
do en el apartado 4. As. el enunciado
112] IManuel hablaba con Simn en la penumbra/
deja entender pblica y convencionalmente que Simn es un ser hu-
mano: deja entender tambin que el enunciador de 112) cree en y
tiene evidencia de 10 afirmado \l'.
Ahora bien. el locutor puede utilizar la expresi6n [12J con el ob
jeto de dar a entender o llSimlar que Manuel y Sim6n mantienen re
laciones sexuales. Obsrvese que la insinuacin pertenece a esa clase
de actos que, en expresin de Austin, -carecen de frmula i1ocu-
cionaria. (1971. 163). En efecto. no existen las expresiones perforo
mativas Ite insino que.. .!. Ite sorprendo al decir que... 1 o Ite hu-
It Nuestro ejemplo muestra: a) una presuposicin lxic:o-semntica similar ala co-
menlada por Schmidl. 1977, tOS106: suposicin del emisor sobre el con()(,'imiento
que el interlocutor posee respecto a la relacin de los rasgos stmntil:os del lexema y
respecto a las i15ociadones que a l pueden unirse en ciertos Cflntextos. Asl.
lA piensa 81 presupone que a A corresponde el rasgo semntico .humano. (desde
luego nos queda la duda de definir tal hecho como presuposicin. como implicacin o
como mero significado): b) una presuposicin pragm'tica relativa a las condicion4:$ de
C'umplimicnto de la uerd6n: la evidencia del locutor sobre la verdad de la proposicin
y su creenC'ia en ella son. respectivamente. condicin preparatoria y de sinceridad del
acto de a$C'Verar (Searle. t980. 74).
223
millo diciendo que... I. En actos perlocucionurios como insinuar,
sorprender o humillar, la intencin (perlocutiva) del hablante ha de
permanecer secreta para el cumplimiento de las secuelas en cuesti6n,
O, si se quiere. no forma parte de la intencin el asegurarse el efec-
to por medio del reconocimiento de la intencin de producir el efec-
to- (Strawson, 1978. 94), como ocurrira en un acto ilocucionario. En
suma, la intenci6n de insinuar es esencialmente inconfesable, y lo
fundamental en el acto de insinuacin es -que el auditorio llegue a
sospechar, pero nada ms que a sospechar. la intenci6n, por
ejemplo, de inducir o de propagar una cierta creencia- (ibld. 96).
Los actos perlocutivos de insinuacin y otros de la misma clase
manifiestan caracteristicas muy interesantes para el anlisis del pro-
ceso interactivo: en todos ellos el efecto inconfesable que los caracte-
riza se produce al margen del proceso oficial de intercambio, de mo-
do que sin una ruptura del contrato conversacional y sin la transgre
si6n abierta de las reglas cooperati\'as los interlocutores establecen
una relacin .paralela. a (y no necesariamente amenazadora de) su
relaci6n estrictamente comunicativa, No se trata ciertamente de una
comunicacin (en cuanto proceso abierto y pblico de intercambio
de informaci6n), pero en este tipo de relacin aparece tambin una
estructura bipolar (quasidial6gica) que establece posiciones comple-
mentarias como las de insinuacin del hablante versus sospecha del
oyente, La sospecha tampoco puede manifestarse abiertamente: si la
audiencia manifiesta suspicacia en relaci6n con una supuesta insi-
nuacin del hablante (por ejemplo, mediante el comentario: / tratas
de insinuar que Manuel y Simn son amantes?1), puede bien sea for-
zar una redefinici6n retrospectiva del acto del locutor, que pasa a in
lcrprelarse .mhn'I'lIlc'lIdi",il'"fll en virluet etc \111 re
tmacti\'o (pur cjcll\plu, cuaneto rcspunde: I s, esu es In 'IIIC
quera decir/), bien sea exigir una interpretacin literal por parte del
locutor (que responderia, por ejemplo, /slo trataba de decir lo que
he dicho/), que tambin cancela oficialmente la insinuacin. En am-
bos casos se constata un proceso de negociacin respecto al valor
pragmtico del enunciado.
Finalmente, el sobreentendimiento corresponde a un verdadero
acto i1ocucionario, es decir, a un acto abierto o necesariamente no
secreto.. que se realiza, como proponamos en el apartado 4.3, por
implicitaci6n conversacional. Conforme a tal procedimiento, el locu-
tor sobreentiende que -p- si da a entender que .p.. , si el locutor y el
oyente lo saben, saben que el otro lo sabe y saben que el otro sabe
que lo saben (Rcanati, 1979b, 102), Los actos indirectos se produ-
cen e interpretan precisamente por medio de este procedimiento: su
sentido literal sobreentiende el sentido indirecto. Mientras que la in-
sinuaci6n, que no es un acto ilocutivo, ocurre gracias a la evitacin
del reconocimiento de una intenci6n latente tras el sentido literal de
224
la expresin, el acto indirecto hace de la expresin efectivamente
enunciada un indicador superficial del sentido latente.
NOTA
No contamos an con criterios semiticos rigurosos para
la distincin de los efectos de dejar entender. insinuar y
sobreentender. Ya nos hemos referido a la nebulosidad de
Jos limites entre el presupuesto, involucrado por el dejar en
tender, y el implicito conversacional, involucrado en el
sobreentendido. Adems. seria preciso inscribir estos pro-
blemas en una teoria de la alusin, relativa al conjunto
de las actividades de discurso que entrailan actos de absten-
cin u omisin (respecto a tal tipo de acciones. cfr. von
Wright. 1963. y Schutz. 1974, que utiliza la nocin de ac-
cin latente), es decir, evitaciones deliberadas de actos que
cuentan como una clase de actos.
Por lo que atan.e a la insinuacin, cabria decir (como
Greimas y Courtes afinnan respecto a la .suspensi6n.) que
.Ia dificultad reside en el reconocimiento de las marcas del
secreto, es decir, de la alusin que insina que el no parecer
oculta, sin embargo, un ser: es evidente que sin esas marcas
el secreto no existira. (Greimas y Courts. 1979, 373).
Nos hemos referido a un doble proceso de actividad
inherente a la insinuacin: la comunicacin oficial y la ex-
traoficial. Esta duplicidad resulta de la escisin del locutor
en dos actantes veridictivos (dr. captulo Il.4.): el que pre
senta informacin (actante segn la verdad) y el que la ocul
ta (actante segn el secreto).
Tanto la insinuacin como el dejar entender y el sobreen-
tender parecen susceptibles de ser analizados segn los re
corridos veridictivos de los sujetos, es decir, segn las suce-
sivas conjunciones con las modalidades del cuadrado de ve-
ridiccin que van adoptando.
Searle ha sei'lalado que numerosos actos indirectos se realizan
preguntando o afinnando acerca del cumplimiento de las condi
ciones de felicidad de las que depende la ejecucin del acto directo
correspondiente. Recurdese que las condiciones necesarias para el
uso i1ocucionario de los enunciados equivalen a implicaciones prag-
mticas convencionales de taJes enunciados, segn numerosos auto
res (cfr. apartado 4.1.). De este modo, siendo una condici6n de since-
ridad de los directivos el deseo del locutor de que el oyente realice la
accin designada en la sentencia, un directivo puede proponerse in
225
directamente afirmando que la condicin de sinceridad del hablante
se verifica (Searle, 1978, 267): Iquiero que lo hagas por tu pobre
nueral o Ipreferira que cambiase usted de temal son ejemplos de
este tipo de directivos indirectos. O tambin: si es una condicin pre-
paratoria del directivo que el oyente est en condiciones de realizar la
accin designada, el hablante puede recurrir para ejecutar el acto in-
directamente a la afirmaci6n o a la interrogaci6n sobre la capacidad
del oyente de realizar tal acci6n: I puede decirme la hora?1, puede
usted salir/.
Ahora bien, las implicaciones con\'encionales subyacentes a estos
usos no son sino implidtacone-s cOIlVersacfmales fuerlemellte tOIl-
vencionalizadas (cfr. apartado 4.4.). Las observaciones de Searle res-
pecto a caSOs muy convencionales de ejecucin de actos indirectos no
permiten generalizar sus conclusiones (a saber. el uso frecuente de la
afirmaci6n o de la interrogacin sobre las condiciones de felicidad
como medio de consecuci6n de actos indirectos) a todos los posibles
empleos indirectos. Por el contrario, vale la pena destacar la amplia
libertad de que disponen los hablantes para llevar a cabo dichos ac-
tos mediante la utilizacin (que en el caso de la implicacin es una
transgresin regulada) de las reglas pragmticas comunes e incluso
de reglas ad hoc emergentes en la situacin misma.
Caben numerosos contraejemplos que permitan relativizar la
propuesta searleana:
[131 a) ITe reprocho el haberme quemado la lavadoral
b) IMe ha costado medio sueldo la reparacin de la la-
vadora!
e) IRealmente ha sido muy oportuna la avera de la la-
vadora.!
Estos tres enunciados pueden servir para llevar a cabo un acto de
reproche: a) constituye un acto directo con performativo explicito y
con valor intensificativo (cfr. apartado 5.4.); b) se cumple, confor-
me a Searle, afirmando un impl1cito pragmtico convencional del
reproche, que exige como condicin preparatoria el carcter perjudi.
cial para el hablante de un hecho pasado del o)'ente. al que se refiere
la proposici6n; e) constituye una irona y como tal invierte el sentido
de la condicin preparatoria antedicha: el car&cter beneficioso del
hecho pasado que se imputa a' hablante es una condicin normal del
acto de agradecimie1Jto y no, obviamente, de su contrario el re
proche.
226
5.2. Niveles de la accin en los actos indirectos
En la perspectiva de la estrategia interacciona!, conviene destacar
el problema de los ni"eles de realizaci6n de actos indirectos. Nos re
feriremos aqu a dos cuestiones: la relacin entre locucin e ilocu
cin, y la posible multiplicidad de fuerzas ilocucionarias de un acto.
Respecto a la primera cuesti6n, Rcanati ha subrayado la funda
mental diferencia entre acto ilocudonario efectivamente cumplido y
acto ilocucionario significado por una expresin; en cuanto parte del
sentido del enunciado. este ltimo forma parte del acto locucionario
y no de la ilocucin. La distincin entre locucionario e ilocucionario
.permite tratar el caso en el que el acto locucionario cumplido no es
el acto ilocucionario "significado", ni una especificacin del acto lo-
cucionario significado, es decir, el caso en el que el acto ilocuciona
rio cumplido lo es "indirectamente". El acto locucionario, si se
quiere, es el acto ilocucionario en tanto que tal, y lo que
Austin llama acto ilocucionario es el acto ilocucionario cumplido en
tanto que tal- (Rcanati, 1980, 210). En otros trminos. mientras la
fuerza ilocucionaria corresponde al valor pragmtico de una expre
si6n. al setllido de la enunciad6n. el acto locucionario (o ms exac-
tamente, el acto rtico incluido en l) equivale al sentido del enun
ciado. Esta dicotoma, ms clara que la searleana (.significado del
hablante- versus significado de la sentencia-) permite entender que
las indicaciones de uso pragm&tico contenidas en el enunciado (la
estructura profunda de la frase, el valor lxico de los trminos, etc.)
no determinan directamente la fuerza ilocutoria, sino el acto locu-
donario. Es evidente que en ciertos contextos expresiones como [14J
no poseen la fum:in interrogativa. la fuerza pragm&tica de una in
terrogacin. aun cuando presenten su forma.
(14) I Puede usted atar al perro?!
El acto locuconario correspondiente a esta expresin puede
describirse mediante la perfrasis: interrogaci6n al oyente sobre la
posibilidad de que lleve a cabo la acci6n de atar a un perro determi
nado-, La interrogaci6n se significa, no se realiza. Respecto al ilocu-
th'o del mismo ejemplo, su descripci6n puede ser: -petici6n aJ oyente
de que ate a un determinado perro-o
Segn la propuesta de Rcanati, la calegoda searleana .conteni
do proposicional versus loena ilocutoria. se desdobla para ser apli-
cada a los dos niveles del acto, Se hablar. as, de un contenido y
una fuerza potenciales (nosotros preferimos el trmino virtuales) en
el nivel locucionario del enunciado. y de un contenido y una fuerza
227
actuales en la ilocucin (ibd., 211). La aplicacin de estas categoras
al ejemplo precedente da lugar al siguiente anlisis:
Contenido actual.' .Atar al perro el oyente.
Fuerza ae/ual; .Peticin.
Aero ilocuton"o
$ignificado (locucin)
Acto ilaculan'o
cumplido (ilocucin)
{
Contt'lIido proxJSidollal .Posibilidad del
oyente de atar al perro.
Fuerza ilacurorja "irtual: Interrogacin.
{
Obsr.'ese que la aplicacin de este anlisis a un uso indirecto
con valor irnico del tipo (1x) pone de manifiesto una estructura de
contradicci6n entre los respectivos nh'eles de la locuci6n y la ilocu-
cin: en el contenido proposicional se oponen rasgos semnticos
contradictorios (semas de la misma categoria smica, en la terml-
nologia greimasiana), como .oportunidad. (contenido virtual en
(13c] versus .inoportunidad. (contenido actual); de igual modo se
oponen la fuerza i1ocucionaria virtual (.felicitacin.) a la fuerLa
actual (.reproche.). que poseen un valor pragmtico contradictorio.
Por lo que respecta a la posible multiplicidad de fuerzas ilocu-
tivas cumplidas en una expresin. no se trata, desde luego. de una
curiosidad lingstica, sino de un fenmeno extraordinariamente
comn. Obsrvese. a modo de ejemplo. que la mera formulacin
negativa de ciertos directivos indiredos concernientes a la posibi-
lidad del destinatario de realizar una accin (/no puedes callar
un momento?1) aade a la fuerza de peticin propia del modo afir-
mativo (1 puedes callar un momento?1) una fuerza adicional de
reproche.
Clark ha reconocido en las expresiones de mltiple fucrLa ilocuti-
va una propiedad de prioridad lgica tal que el logro de un cierto
sentido pragmtico cuenta como condici6n para el logro de otro.
Cuando un hablante dice:
(15) I Has olvidado sacar las entradas?I
puede estar proponiendo simultneamente a su interlocutor los si
guientes sentidos: 1) pregunta literal; 2) asercin del olvido del in
terlocutor; 3) asercin del deseo del hablante de que el interlocutor
realice la accin mencionada; 4) peticin de que el interlocutor la
lleve a cabo; 5) reproche por no haberla realizado.
Comentando un ejemplo Clark destaca la manifestacin
de una jerarquia de sentidos (ilocutorios) tal que el cumplimiento de
1) es lgicamente prioritario sobre el de 2), el de 2) sobre el de 3), y
228
el de 3) sobre el de 4); el cumplimiento de 5) est directamente con
dicionado al de 2) (Clark, 1979, 432).
Retomando los trminos propuestos en el apartado 3.4., cabe de-
cir que el programa narrativo complejo manifestado en (15) es sus-
ceptible de un anlisis en el que algunos programas narrativos in-
tegrantes aparecen funcionalmente caracterizados como programas
de uso. En los trminos de Greimas, cada programa de uso es .pre-
supuesto por el programa principal.
Ya nos hemos referido, aunque con distinto fin, a un ejemplo
de Ducrot muy oportuno para el presente anlisis (cfr. captu-
lo m.4.1.1.): cuando un ministro del interior declara que lel orden
se mantendr a cualquier preciol (declaracin) propone simultnea-
mente dos actos indirectos: uno de promesa, proposicionalmente
marcado como .positivo., y uno de amenaza, ..negativo. La consecu-
cin del primer acto, que implica la credibilidad respecto al compro-
miso. requiere el previo cumplimiento de la amenaza. lgicamente
prioritaria. Por otra parte. esta enunciacin postula dos clases de vir-
tuales destinatarios. los respectivamente invocados por la amenaza y
por la promesa de tranquilidad, los -malos- y los .buenos ciudada
nos. (Duerot. 1980b, 39).
NOTA
El ejemplo ilustra una estructura comunicativa en parte si-
milar al doble vInculo de Bateson (1976): en ambos casos el
mensaje contiene instrucciones contradictorias pero impli.
ca1vamente relacionadas. La diferencia fundamental reside
en que el mensaje paradjico estudiado por Bateson se diri
ge a un solo actal/le destinatario (de modo que el sujeto so-
metido al doble \'neulo no puede actuar conforme a ningu-
na de las instrucciones sin contravenir a la otra), mientras
que el comentado por Ducrot requiere la presuncin de dos
destinatarios diferenciados. Suponemos que la estructura
del ejemplo ducrotiano resultar fcilmente reconocible a
quienes estn familiarizados con los procedimientos tcticos
del discurso poltico. En nuestra historia reciente aparece
un ejemplo notable de dicha estructura: en el mensaje tele-
visivo del Rey durante la noche del 23 de febrero se implici-
taban dos destinatarios (.golpistas- y .ciudadanos.) a los
que se dirigian mensajes opuestos (.disuasin.. y caliento.,
respectivamente), de tal modo que la eficacia de cada uno
de ellos aparecia condicionada por la eficacia del otro; el
discurso del Rey tendra efectos tranquilizadores para los
ciudadanos en la medida en que resultase c o n ~ i n c e n t e m e n t e
229
disuasorio para los golpistas, y viceversa. Este tipo de
estructura corresponde a una forma ms compleja de lo que
Tyler ha denominado .destino indirecto. (indirect adress)
(1978. 440-441): si se diferencian las funciones .hablar.
(hablar a) y .remitir. (hablar para) y los correspondientes
sujetos .receptor y ..destinatario., la estructura comunicati-
va de destino directo tendr la forma:
A---habla o B
---remite
En este caso, el sujeto B es simultneamente receptor
y destinatario del mensaje de A.
En un caso simple de destino indirecto, A habla a B
(receptor) pero remite a e (destinatario):
___hahla
A
___remite
-O
c
Un ejemplo de este modo de comunicacin es suministra-
do por aquellas situaciones en las que el hablante se dirige a
su interlocutor s610 para ser escuchado por un tercer sujeto.
El caso complejo de destino indirecto que venimos co-
mentando muestra la forma:
~ A ~
habla habla
~ r e ~ t e ~
B' remlte-C
En esta estructura, se manifiestan dos destinos indirectos
cruzados, de modo que los sujetos B ye son receptores o
destinatarios segn cul de los dos actos superpuestos se
considere. .
Ahora bien, conviene no confundir en ningn caso la pluralidad
de destinatarios del discurso con una eventual pluralidad de recepto-
res empricos. El destinatario es una figura del discurso cuya unidad
no viene dada por la unidad empirica del sujeto. Es evidente que el
sujeto empirico puede participar en distintos programas de acci6n
respecto a los que desempee roles actanciales diversificados: as, la
madre remitente del doble vinculo puede al mismo tiempo aceptar y
rec!hazar al hijo; puede atraerlo con sus palabras mientras lo rehsa
con sus gestos o con su mirada.
230
El acto indirecto de ilocuci6n mltiple propone al receptor el re-
conocimiento-uunci6n de diversos roles. El examen del ejemplo PSI
muestra que el oyente se ve invitado a asumir varias obligaciones si
multneamente (la de responder. la de reconocer un deseo del
hablante, la de admitir una falta. etc.) y que el hablante. en estricta
correspondencia. se atribuye a si mismo diversas prerrogativas respec-
to a su interlocutor.
5.3. Cmo responder
Como es propio del comportamiento estratgico, en la actividad'
discursiva la anticipaci6n de las respuestas del interlocutor condi-
ciona las decisiones locutivas del hablante. Como expondremos en el
apartado 5.4. los actos indirectos pueden tender a evitar respuestas
perturbadoras. Entre estas ltimas cabe incluir la clase de respuestas
que denominamos impugnacin., a saber, un tipo de acto discursi-
vO en el que se cuestiona o niega alguna condicin de cumplimiento
(es decir. algn presupuesto pragmtico) de un acto precedente del
interlocutor, La impugnacin acarrea bien sea una descualificacin
del interlocutor respecto a cierta competencia modal que ostentaba
en ese punto del discurso (el sujeto ya no quiere, debe. sabe o puede
hacer/decir) bien sea su completa deslegitimaci6n como agente, con
la correlativa ruptura del contrato conversacional.
Gordon y Lakoff, al enumerar sus postulados conversatorios.
consideran una -condicin de razonabilidad. que permite,a los actos
del discurso escapar a la impugnacin del interlocutor. Por ejemplo;
en el caSO de la peticin el acto es razonable si el hablante tiene algu-
na razn para:
1. Querer que se haga lo que pide.
2. Suponer que el interlocutor puede hacerlo y est dispuesto a
hacerlo.
3. Suponer que el interlocutor no lo hada en cualquier caso
(Gordon y Lakoff. 1976. 381).
La no aceptacin de la razonabilidad de la peticin por parte del
alocutario podra expresarse mediante respuestas impugnadoras de
este tipo:
1. IPor qu quieres q'le Jo haga?! /En realidad no quieres que
lo haga.!
2. Por qu supones que { puedo } hacerlo?/
estoy dispuesto a
231
INo { puedo } hacerlo.!
estoy dispuesto a
3. / Por qu supones que no lo hara en cualquier caso?l/No
hay raz6n para suponer que no lo haa en cualquier caso.!
En la propuesta de una peticin en trminos indi-
rectos, como ocurre en las que a continuaci6n se recogen. puede
expresar abiertamente alguna condicin de ral.Onabilidad del acto.
anticipando y contrarrestando as posibles impugnaciones:
1. IQuiero que hagas.. .!
2. I Puedes hacer... ?/ /Supongo que ests dispuesto a hacer..!
3. /Supongo que si (no) te lo pido (no) hars.. .!
En el apartado 5.0. se comentaba que a una pregunta del tipo
I puedes pasarme la sal?/ es posible responder cooperativamente.
bien sea tomando en cuenta slo la fuena de petici6n indirectamente
realizada, bien sea admitiendo tambin el valor ilocucionario de la
pregunta. Como ha sei\alado Clark (1979), en la enunciacin de un
acto indirecto puede intentarse que junto al sentido indirecto se tome
el sentido literal seriamente, o bien que este ltimo slo se considere
pro forma. Desde el punto de vista de las expectativas del hablante,
en el primer caso se espera que el interlocutor d respuesta a ambos
sentidos, mientras que en el segundo s610 se espera respuesta para el
indirecto. Clark, que contrasta su hip6tesis por medio de una investi-
gaci6n experimental. afirma que los oyentes llevan a cabo su eleccin
entre ambas modalidades de respuesta a partir de los siguientes cri-
terios:
a) La com'encionalidad de los medios utililados por el hablante.
Cuanto mAs convencional es la formulaci6n del hablante.
tanto ms se impone una interpretaci6n pro forma del senti-
do literal. Parece, en efecto. ms comn el ignorar el valor
interrogativo de la expresin I puedes pasarme la sal?/ que
el de Ipodrias obsequiarme con la exquisita ofrenda del sa-
lero?!.
b) La transparencia del sentido indirecto propuesto y la no plau-
sibilidad del sentido literal: la interpretacin es tanto ms
formal cuanto mAs transparente el sentido indirecto y cuanto
menos plausible el literal.
e) Los planes y metas imputados al hablante. Ast. tras la pre
gunta: 1puedes una mano?I resulta cooperativa
una respuesta humoristica que tome en cuenta la interroga-
ci6n (por ejemplo: Ino s si podr, pero voy a intentarlo/)
232
slo en determinadas circunstancias. Sin duda resultaria ina-
decuada si se imputase al hablante una urgente y vital nece-
sidad de ser socorrido (Clark. 1979, 430. 469-470).
Puede advertirse que los criterios a) y b) remiten a operaciones
del emisor, que ste puede ejecutar estratgicamente. en tanto que e)
concierne a una operacin del receptor.
Los actos discursivos contienen o implican determinadas expecta-
tivas respecto a la clase de respuesta del oyente. Clark habla de las
.respuestas esperadas (expeeted responses) como una clase de res-
puestas cooperativa.< que forman parte de un comportamiento inte
ractivamente .normal. (1 D6nde est el serviciQ? -Al fondo, a la
derecha/l. Pero caben tambin -respuestas cooperativas no espera
das. (/Qu servicio?/) o meramente .no cooperativas- (/No me d la
paliza/) (ibd., 434).
En las respuestas esperadas a actos directos o indirectos, el enun
ciado de respuesta puede a menudo segmentarse en varios -movi-
mientos. u, que corresponden a sub-respuestas verbales o no verbales
correlativas a los diversos sentidos atribuidos al enunciado del pri-
mer locutor. Asi. en la secuencia: IPuede indicarme la salida? -sr.
es por all/ las cursivas indican el movimiento en el que se da reco
nocimiento a la ilocucin interrogativa (sentido literal), mientras que
el resto de la respuesta es un movimiento correlativo a la peticin del
primer locutor.
Junto a los movimientos anteriores, cabe identificar otros igual
mente cooperativos, como los -preliminares y .ai'ladidos, que Clark
describe siguiendo a Goffman. Pueden atribuirse a los preliminares
tres funciones bsicas (ibd. 435), que aqui designaremos con una
nomenclatura propia. Sirva de ejemplo la siguiente secuencia, en la
que el movimiento preliminar se indica mediante cursivas: 1Puede
decirme la hora? - Veamos... son las cuatro.! Por medio de tal
movimiento se expresa:
a) Que se ha captado la intervencin del locutor: funcin notifi-
cativa (por adoptar un trmino clsico de Prieto).
b) Que se acepta la pertinencia del acto, al no tomarlo por est'
pido, intrusivo, etc.: funcin legitimadora.
e) Que se va a responder al contenido mismo del acto sin demo-
ra: funcin de enlace.
11 El ~ r m i n o ollKWimicnto> traduce aqulla nocin de mQVr, procedente de Goff
man: -toda banda (strip) completa de habla o de sus sustitutos que p ~ una orien-
taci6n distintiva en algn juego o en cualquier circunstancia en que se encuentren [los
partlcipes]- (Goffman, 1975, 10). La unidad. obviamente. puede coincidir o no con un
enunciado o con un tumo de conversac6n.
233
Por lo que respecta a los movimientos aftadidos (a lo esperado).
hay que destacar su funcin de proporcionar una informacin adi
cional '! de legitimar la propia respuesta: sirva de ejemplo: /S, son
las cuatro, acabo de po"er el reloj en hora.1 El principio de priori-
dad lgica (cfr. apartado 5.2.) gobierna el orden secuencial de los
movimientos aftadidos que, por consiguiente, no son necesariamente
posteriores a los restantes.
En cuanto a la seleccin de los movimientos de respuesta, Clark
postula una -regla del movimiento minimo. conforme a la cual la
respuesta ha de contener al menos el movimiento que responde al
sentido primordial del acto indirecto (Clark. 1979. 436). As, y en re-
ferencia al ejemplo que venimos utilizando, la respuesta ha de conteo
ner al menos el movimiento relativo a la peticin de informacin
sobre la hora, de tal modo que la respuesta: /S, puedo/ resulta no
cooperativa.
5.4. Modificaciones frmcionales de los actos
Davison ha comentado el uSO de actos indirectos en referencia a
dos relaciones: la que mantienen los interlocutores entre si y la que
se produce entre la proposici6n y las actitudes de los interlocutores
respecto a ella (1975, 145). Considerando la relacin interlocutiva se
advierte que las declaraciones y preguntas indirectas suelen usarse en
situaciones de conflicto entre las intenciones del hablante y la res-
puesta del oyente anticipada por aqul: el hablante se propone pre-
venir crticas u otras resistencias de su interlocutor (ibd. 146); entre
estos efectos indeseados incluiramos las aimpugnaciones- a que nos
hemos referido en el apartado precedente. Por lo que respecta a la
segunda relacin, Davison pretende que las declaraciones y pregun-
tas indirectas involucran proposiciones .de alguna relevancia perso-
nal inmediata para el oyente, una importancia que el hablante debe
compartir o de la que debe al menos estar enterado. (ibd., 146).
En una perspectiva similar a la de Davison, si bien fuertemente
influenciada por los trabajos de Goffman, Roulet habla de que ello-
cutor utiliza procedimientos que le permiten -cambiar la significa-
cin atribuible a un acto, transformar lo que se podria conside-
rar como ofensivo en lo que se puede tornar por alocptable- (Rou-
let, 1980, 217). Ciertos actos de habla .amenazan con hacer perder
)a cara a uno de los interlocutores-
I
&, sea la cara lIegativa (relath"a a
la funcin de reivindicacin territorial del yo), sea la cara positiva
(relativa a la funcin de reconocimiento y estima por parte de lo!;
18 La noci6n de <cara. Jll"O('Cde de Coffman (1970) )' designa el valor p<Kilivo q ~ l e
una persona reclama para $1 durante 10$ contactos 5(l('iaks.
234
otros). Puesto que los interlocutores precisan poner a salvo tanto
su propia cara como la del otro (cuya prdida amenazara la pro-
pia), se sirven de procedimientos correctivos cuando producen actos
intrnsecamente amenazantes -contra la cara negativa (peticin.
ofrecimiento) o positiva (confesin. excusa) del locutor- (ibid., 217).
Parece obvio que mediante una asercin del tipo: lel coche debe
de haberte costado un riMnl puede eludirse una interrogacin di-
recta sobre el coste del automvil, eventualmente intrusiva (con
traria a la cara negativa del interlocutor) y acaso desencadenante
de una respuesta evasiva o animadversa.
Roulet pasa a examinar ms especficamente la funcin de los
modales Ideberl y lpoderl en relaci6n con la consecuci6n de desafo
o de distancia para con el interlocutor. Obsrvese que mientras la
forma afirmativa de mandato indirecto: /debo pedirle que aban-
done la sa1al suaviza la petici6n, la forma interrogativa: I debo
pedirle... ?I consuma un reto: en el primer caso, el locutor se
presenta como portavoz de la peticin (cfr. el apartado 2.2.) en
nombre de un actante remitente; en el desafo. en cambio, el lo-
cutor asume la responsabilidad del acto, arriesgando su cara fren-
te 3 posibles impugnaciones ulteriores, como: lusted sabr si debe
o n % ~ ~
Las observaciones de Roulet permiten advertir una estrecha rela-
cin entre el recurso a actos indirectos y ciertas fonnas de escisi6n
enunciativa como las examinadas en el capitulo 111.4.1. Actos crticos
para la cualificaci6n intersubjetiva, como los de confesin o petici6n
de excusas. que en su contenido sem&ntico remiten a acciones ante-
riores del hablante negativamente marcadas, requieren de parte de la
instancia locutiva un desdoblamiento reflexivo entre elyo responsable
del acto antcrior y el yo que actualmente efecta la confesi6n o la dis-
culpa, distancindose del primero.
Por lo que respecta a peticiones y mandatos, es observable el re
curso a realizaciones indirectas que conllevan un cierto grado de des-
personalizacin. de retirada de la instancia enunciativa respecto a la
responsabilidad ltima del acto. Las siguientes expresiones. en el con
texto de un viaje areo (instrucciones de una azafata), se ordenan de
mayor a menor personalizaci6n: el locutor va estableciendo una ere
ciente distancia para con el interlocutor. una creciente implicitaci6n
de la relacin interlocutiva; correlativamente. las formas menos perso
nalizadas presentan al locutor como portavoz. asignando a un actante
remitente (.el piloto., .las normas-) la responsabilidad de la peticin.
En el ejemplo, anlogo a uno de Fraser (1980. 347), se observa que.
junto al recur.o a formas caracteristicas de d;brayage (confrn-
tese captulo IlIA.O.), la despersonali1.acin exige la supresin de
los performativos expllcitos y el usa de expresiones indirectas de
peticin:
235
(16) a) Les ruego que se pongan el cinturn.!
b) Se ruega que se pongan el cinturn.!
e) IEI piloto ruega que se pongan el cinturn.!
d) ILas normas internacionales exigen que se pongan el
cinturn.!
e) /Las normas internacionales exigen que los pa'iajeros
se pongan el cinturon.!
f) ILos pasajeros estn obligados por las normas inter-
nacionales a ponerse el cinturon.!
Las teoras que venimos comentando relacionan el uso de actos
indirectos (Y, aftadimos, de las concomitantes operaciones de distan-
ciamiento enunciativo) con la evitacin estratgica de intrusiones u
otras perturbaciones del intercambio comunicativo.
Cabe precisar, desde los lmites de esta misma perspectiva, que
los actos indirectos no se asocian necesariamente a .malas noti
cias. opiniones desfavorables y preguntas intrusivas" (Davison. 1975.
153), sino a toda clase de actuaciones que puedan ser definidas
como no cooperativas; por ejemplo, la simple incorporacin de un
tpico nuevo en el discurso. independientemente de sus propieda-
des semnticas. es capaz de transgredir el consenso temtico entre
los interlocutores: Tyler ha mostrado que el mero intento de intro-
ducir un tpico disyuntivo en una conversacin puede ser interpreta-
do como expresin de intentar -controlar el discurso.. y de actuar,
por ende. de modo no cooperativo (1978, 447). De ahl el recurso
usual a formas indirectas de asercin (1sabis que... ?/, 1po-
dis creer que.. ?!) por parte del locutor que introduce un nuevo te-
ma en la conversaci6n.
Otra lnea de anlisis, tambin atenta a los procedimientos co-
rrectivos de las perturbaciones interaccionales. se ha interesado
explcitamente por los comportamientos lingsticos de cortesa y mi-
tigacin. y por las modificaciones de la fuerza i1ocucionaria que los
caracterizan.
Los estudios de R. Lakoff han dado particular relevancia al esta-
tuto de derechos y obligaciones que preside el intercambio de actos
ilocucionarios. con atencin especial a las reglas que configuran tal
estatuto y sus alteraciones. Para esta autora. el efecto discursivo de
mitigacin resulta de una modificacin de la fuerza ilocudonaria de
las expresiones en virtud de la cual el hablante permite al oyente
sustraerse de sus obligaciones conversacionales. En las expresiones
mitigadas se expresa una cierta desresponsabilizaci6n del locutor res-
pecto a las posibles respuestas de su interlocutor. e incluso respecto
al carcter del acto que est realizando. El destinatario queda. pues.
en libertad para consumar el acto de habla sin la consecuencia usual
de que el acto resulte viciado (Laltoff. 1980. 33). Los procedimientos
236
de mitigaci6n que la autora identifica son: las fonnas evasivas (hed
gesJ lxicas y sentenciales y las sustituciones de un tipo de acto por
otro. Ya hemos comentado en relacin con este ltimo recurso que el
proceso de implicitaci6n conversacional propio de los actos indirectos
conlleva una cierta .libertad. del oyente para extraer inferencias. as
como una evitacin de compromisos interaccionales por parte del
hablante (vase apartado 4.3.).
El recurso mitigador a actos indirectos o sustitutivos funciona se-
gn el siguiente principio: un tipo de acto puede ser sustituido por
otro que involucre obligaciones menos onerosas y menor riesgo de
prdida de cara para el destinatario; as. un imperati\'o puede ser
mitigado por un declarativo y ste por una pregunta. pero la sustitu-
cin nunca puede efectuarse en el sentido im'erso con fines de miti-
gacin (ihld. 37-38). Los actos siguientes aparecen. pues. ordenados
segn un grado creciente de mitigacin:
117) a) ISaca al perro de paseo.!
b) IHay que sacar al perro de paseo.!
e) I Vas a saCar a pasear al perro?!
Mientras en las formas mitigadas la autoridad del hablante pare
ce debilitada, las formas intensificadas de los actos afirman los de-
rechos del hablante y restringen las posibles respuestas del oyente
(ibdem. 42-44). Puesto que estos efectos son netamente contrarios a
los objetivos de la cortesa 19. la intensificacin de la.,; expresiones se
incrementa en relacin inversamente proporcionaJ a su grado de
cortesia. Hay tambin intensivos lxicos y sentenciales (el performati-
vo explcito es la forma caracterstica de los segundos), pero no susti-
tucin intensificadora del tipo de acto: al menos en nuestra cultura.
la !;ustituci6n s610 acta para incremento de la mitigacin y de la
cortesa (;bid., 44).
Aun cuando en apariencia el uso de intensificadores de la fuerla
ilocucionaria parece dimanar de una posici6n de poder del hablante
sobre el oyente, hay que reconocer con Lakoff que no se suele alar
dear, fanfarronear. etc., si no hay razones para creer que nuestras
pretensiones pueden ser contestadas. Y as ocurre que las sentencias
con performativo explcito intensificado se emplean precisamente
cuando de algn modo la autoridad del hablante ha sido cuestionada
(;bd. 44-45). Recurdese el uso de expresiones como: /le ordeno
que...!. lafirmo que... 1 en contextos en los que la capacidad del
hablante de dar 6rdenes o de hacer aserciones crebles, respectiva.
lq xglin la misma autor. las !reS bsicas de son: 1) no
(de la que fornlarlan parte como subreghas las 2) ofrecer
alternativas; JI poner al !k."Slmatario en cmoda. ser amigable tR. La
koff. 1978. 229. 237).
237
mente, est seriamente comprometida. El siguiente fragmento de Pa-
\'ese ilustra magnificamente un proceso de prdida de autoridad que
exige de parte del emisor un progresivo reeur50 a la intensificacin
de sus actos:
Una clase se le desmanda a un profesor por pasos impercep-
tibles, que el profesor tolera por sellorlo, sabiendo que lo que debe
inspirar silencio es su presencia y no sus llamadas al orden. Pero
poco a poco el alboroto se generaliza y el profesor debe inten-enir y
llamarle la atencin a alguien. La clase comprende que el profesor
no es invulnerable, que alguien ha hablado, y que cualquiera
puede ser ese alguien. Se suceden otras reconvenciones que habi
tan a la reconvencin (.. ). El profesor responde entonces con ms
violencia y, por tanto -da igual-, los rumores se hacen ms ma
lignos (... ). Su simple presencia no basta ya para obligar a callar.
se necesita la reconvencin y la reconvencin ha dejado al descu-
bierto su precariedad.
(C. PAVESE, El oficio de ~ i v i r . El oficio de p(Jf!ta, Bar-
celona, BrugueraAlfaguara, 1979, pgs. 187188,
traduccin de E. Benitez.)
En r87.n de los anteriores argumentos, lakoff llega a una suges
tiva conclusin: los performativos mitigados (indirectos) e intensifi-
cados (explcitos) expresan una fuerza conversacional anloga: en
ambos usos las pretensiones del hablante se proponen ms dbilmen
te que con el simple performativo directo (ibld. 46).
En comentario a lakorf, Fabbri y Sbisa explican que la mitiga-
cin y la intensificacin de los actos conciernen al juego modal del
discurso: hablante y oyente transaccionan en ciertos niveles de poder
segn las formas 16gicamente articuladas de poder hacer-poder no
hacerno poder hacer-no poder no hacer (1980, 180).
En efecto, a la vista del cuadrado semi6tico siguiente (y de las
explicaciones del capitulo 11):
S<lberanta
poder hacer poder no hacer
no poder no hacer >-<no poder hacer
Sumisin
una orden en preformativo directo simple (no determinada por miti
gaci6n ni por intensificacin) cuenta como expresin de conjuncin
del sujeto con el estado modal de poder hacer (poder ordenar). El di-
238
rectivo indirecto mitigado expresa su poder no hacer (poder no or-
denar), en tanto que la orden intensificada expresa un no poder
no hacer (deber ordenar). En todos los casos nos referimos, obvia-
mente, a efectos i1ocucionarios cumplidos (interactivamente ratifi
cados). puesto que cualquier pretensin de ordenar impugnada por
el alocutario conlle\'ara el estado de impotencia (no poder ordenar)
del locutor.
Aun a riesgo de que la fascinacin por la combinatoria pueda vi
ciar nuestro anlisis, entendemos que las tcticas de transformacin
ilocutiva concernientes a la modalidad del poder se verifican en viro
tud de los recorridos de los sujetos que van adoptando conjuncin (o
disyunci6n) con los estados extremos de poder y no poder hacer y con
los intermedios de poder y no poder no hacer.
El estatuto modal de los agentes discursivos no se \'e afectado
exclusivamente por el juego de diversos tipos de actividad ilocuciona-
ria, sino tambin, y ms sutilmente. por las operaciones de modifica
cin mitigadora o intensificadora de la fuerza ilocutiva.
Ahora bien. queda por demostrar que el empleo de actos indirec-
tos sirva exclusivamente a efectos de mitigacin y cortesia, y an
ms, que estas ltimas funciones sean por completo solidarias. Para
Fraser. los actos indirectos pueden contar como expresiones corteses
sin admitir reputacin de mitigados. puesto que la mitigaci6n impli
ca cortesia, pero no viceversa (1980, 334); as. la expresin /sintese,
por favor/ puede resultar relativamente corts y relativamente no mi
tigada. Ocurre que en la teora de Fraser las nociones de cortesia y
mitigacin no equivalen: pese a su proximidad, se aplican de modo
distinto y con efectos discursivos diferenciados; la mitigacin es una
modificacin del acto de habla tendente a reducir efectos de las
expresiones que se suponen no bienvenidos por el oyente, a suavizar
la aspereza o la posible hostilidad de la fuerza de una accin. La mo
dificacin mitigadora no se practica, pues, con actos presumible-
mente biem'enidos (ibld., 341-342). La cortesia, empero, est en fun
cin del contrato conversacional (serie de derechos y deberes de una
situacin de interaccin com'ersacional. que son inherente1i a sta o
han sido estipulados por los actores). En suma, una expresin es
corts si -el hablante, en opinin del oyente, no ha violado los de-
rechos u obligaciones que existen efectivamente en ese momento-
(ibid., 343344). En suma, la cortesa tiene una aplicacin neta-
mente contextual. depende -del grado en que el hablante ha ac-
tuado adecuadamente en tal contexto- (ibld.. 343). A nuestro
entender, la concepcin de R. Lakoff no establece una distincin
clara entre funcin mitigadora y cortesta. y relaciona esta ltima
con la cesin de derechos interacciona\es al oyente. ms que con
el mutuo control de los interlocutores respecto a tales derechos en
un contexto dado. De ah la definicin universal de \a cortesa lin
239
gstica (propuesta en 1976, 409): que el hablante acte como
si su posicin social fuest" mferior a la de su interlocutor-.
Para Fraser no toda instancia de ejecucin indirecta de actos
cuenta como mitigacin. Una felicitacin como la siguiente: /estoy
muy satisfecho de tus resultadosl se realiza indirectamente, pese a
no involucrar posibles efectos indeseados (Fraser, 1980. 346). Pero
adoptando la perspectiva de l..a.koff no habra dificultad en conside
rar que esa felicitacin si est mitigada. En efecto, lo que puede con-
vertir a un acto en eventualmente oneroso para el destinatario no es
s610 la consecuci6n de efectos perlocucionarios indeseados (como
serian los efectos de .desagrado.) cuanto)a realizacin de un efecto lo
cutorio caracterizado por una notoria prem;'Hmcia jurdica dellocu
toro Y asi. el acto de felicitacin con contenido evaluativo involucra
necesariamente una posicin de autoridad de parte del locutor, ya
que presupone su legitimidad para sancionar la conducta del inter
locutor; a estos efectos. la felicitacin evaluativa es un tipo de acto
tan susceptible de mitigacin como la censura.
En este contexto de problemas. Rivero (1979) utiliza la nocin de
control del "ahla"te: grado de conocimientos, obligaciones y autori
dad del hablante frente al oyente implicitos en la condicin esencial
del acto. Conforme al anlisis de Rivero, en aquellos actos que cons-
tituyen intentos de hacer actuar al oyente (actos de manipulacin, en
nuestros trminos) puede darse o no la condicin de control del
hablante: cuando no se da (como ocurre en Ia.'i peticiones de permi-
so, sugerencias, splicas, etc.), es posible sustituir el performati
vo directo por el condicional de cortesa correspondiente: Ite
rogara. .!, Ite sugerira.. .!, etc. Pero tal sustituci6n no es posible
en el caso de los actos con control del hablante (mandatos, aser-
ciones, concesiones de permiso, etc.); as. las expresiones: Ile
ordenara... I. Ite autorizara a.. .! no sirven para la realizacin indio
recta (o mitigada) de la orden o de la autorizacin.
Tanto de felicitacin evaluativa como la censura. aun no perte
neciendo a la clase de actos anali7.ados por Rivero, corresponderlan,
en los trminos de dicha autora, a actos con control del hablante, y
tambin est excluido el uso de condiciones corteses (lte felicitarla/.
Ite censurara/) para su realizacin.
Lo cierto es que nociones como posici6n de autoridad o control
del hablante. vinculadas al estatus jurdico de los agentes, no cuen
tan con una definicin modal precisa; ni tampoco la poseen las no-
ciones de .prevencin., hostilidad. o desagrado. que se hacen in
tervenir en el anlisis de la correccin anticipativa de la accin. En
este segundo caso, se trata de estados pasionales de los sujetos deri
vados de operaciones perlocucionarias dcl discurso (cfr. 3.2.). Parece
plausible que tales estados pasionales justifican la adopcin de deter-
minadas tcticas: asi, el recurso a la sustitucin de actos puede ten
240
der a promover o evitar la conjuncin de los sujetos con aquellos va
lores modales que caracterizan a ciertos estados pasionales. A modo
de ejemplo, y remitiendo a los anteriores comentarios sobre rdenes
modificadas, el uso del performativo explcito Ite ordeno que.. .!
puede tender a evitar en el enunciador el estado pasional de impo
tencia (modalmente definible como no poder hacer).
Ahora bien, las tcticas de cualificacin y descualificacin modal
no han de verse en el limitado contexto de respuestas a actos locales,
sino en la perspectiva estratgica de un recorrido accional complejo.
Por una parte, los distintos tipos de discursos se articulan estratgi
camente en torno a ciertas configuraciones modales: el hacer-querer
de la publicidad. el hacer-creer de la propaganda y otros discursos
persuasivos, el hacer-saber-hacer de ciertos discursos instrumenta
les, el hacerpoderhacer de algunos discursos teraputicos, etc. Por
otra parte, en cada discurso particular pueden hallarse formas espe
cficas de organil.aci6n acciona!. Es frecuente que los sujetos -tan
teen- sus definiciones. establezcan y rompan acuerdos provisiona-
les. se invistan de cualificaciones que posteriormente rechal.arn.
etc. En este contexto. los actos indirectos encuentran una expli.
cacin ms comprensiva que la proporcionada por las teorias usua
les de la correccin anticipativa de efectos puntuales indeseados:
el recurso a los aclos indirectos aparece como una tctica para
la preservacin de la reversibilidad del sentido del discurso. Los
efectos i1ocucionarios (eventualmente mltiples) promovidos por
los actos indirectos introducen un juego modal ms matizado que
los actos directos (a ello se aludia con las nociones de mitiga-
cin, intensificaci6n )' similares), permitiendo a1 sujeto una ms fcil
alteracin de su definicin modal: si, por ejemplo. el enunciador de
una orden se presenta en un cierto punto como sujeto segn el poder
no hacer. puede ulteriormente redefinir su acto como expresin de
deber o poder hacer, etc. Esta mayor flexibilidad de las redefin
ciones retrospectivas viene propiciada por el proceso de implicitaci6n
conversacional $Obreemcllder) que conllevan los actos indirectos.
Como hemos indicado, tales actos amortiguan el compromiso del lo-
culor con su accin (o con los' efectos de ella) al remitirlo parcial.
mente al alocutano. As. el locutor que inicia tentativamente una ac-
cin manipulatoria deja inferir a su interlocutor un sentido de la accin
que podr impugnar ulteriormente como -consecuencia
En suma, los actos indirectos no son slo un instrumento de co-
rreccin anticipativa de efectos puntuales indeseados, sino tambin
un procedimiento de modificacin anticipativa de los estados moda-
les y de las posiciones sintcticas del sujeto que ste prev en funcin
del conjunto del recorrido acciona1. En el apartado 4.3. hacamos re-
ferencia al discurso insidioso- como caso-lmite en cuanto al uso de
estas tcticas.
241
La segunda regla de cortesa de R. lakoff (<<ofrecer alternativas)
est relacionada con esta funcin: el acto indirecto ofrece alternati-
vas tanto al locutor como al alocutaro con vistas al establecimiento
de una interaccin flexible.
5.5. Conclusiones
En algunos actos discursivos es posible diferenciar un sentido li-
teral y un sentido indirecto. Hemos puesto de manifiesto que esta
propiedad no conlleva necesariamente el cumplimiento de una doble
1ocuci6n. La distinci6n entre acto ilocucionario significado, como
parte del acto locucionario, y acto i1ocucio"ario cumplido. pro-
piamente tal, permita postular la posible realizacin de un solo ilo-
cucionano. Por otra parte, es muy comn el hecho de que un acto
indirecto conlleve mltiples fuerzas ilocutivas: un principio de
-prioridad 16gica. permite en este caso reconocer una jerarqua de
sentidos en el interior de la expresin.
Se han diferenciado los efectos de ejar elltender, insinuar y so-
breentender, para propugnar que el acto indirecto funciona segn un
proceso de sobreentendimiento.
En una perspectiva estratgica nos hemos referido a las posibles
respuestas a actos indirectos, introduciendo la noci6n de -movi-
miento., unidad de acci6n que permite analiur los sentidos ml
tiples involucrados en una respuesta. Hemos comentado tambin las
tcticas de correcci6n anticipativa que permiten al hablante sustraer
se a los efectos no deseados y a las impugnaciones de sus actos. En
tales tcticas, el recurso a actos indirectos aparece estrechamente co
nectado con formas caracteristicas de despersonalizacin, distancia
miento y escisin enunciativos.
Diversas perspectivas sobre la mitigacin, la intensificacin y la
cortesa interlocutivas nos lle\'an a obsen'ar el juego de modalidades
que subyace a la accin i1ocuciouaria indirecta. No 5610 los tip(Jj,
sino tambin las variantes (mitigaciones o intensificaciones) de actos
i1ocutivos afectan al estatuto modal de los agentes discursivos.
Puesto que las transformaciones ilocucionanas operan sobre esta-
dos de los sujetos. y el anlisis ha reiterado la relevancia de ciertos
estados (posiciones de autoridad o de impotencia, prevencin, etc.)
en la explicaci6n del recurso a actos indirectos. hemos apelado
nuevamente a la necesidad de una semi6tica de In.o pasiones. en la
que las estrategias acconales se reconstruyen tambin en funcin de
(evitar, promover o modificar) estados pasionales.
Los actos indirectos aparecen, por fin, como procedimientos de
reversibilidud semntica del discurso: involucran una operaci6n
prospectiva respecto a las definiciones posicionales y modales que de-
242
rivarn del recorrido ulterior. En trminos ms metafricos. asegu-
ran una cierta flexibilidad de la accin discursiva.
Pero a(n debemos anotar una ltima conclusin. que el lector
atento habr inferido del conjunto del presente captulo: la defini-
cin discursiva e interaccional de los actos de habla conlleva el reco-
nocimiento de que cualquier acto de habla es analizable como acto
indirecto en el marco del texto. Hemos defendido a lo largo del
capitulo que el cumplimiento de ilocuciones requiere de la doble ac-
tividad del polo emisor y del polo receptor. y que las formas lings-
ticas selC(;cionadas por el hablante cuentan slo como una de las in-
dicaciones que el oyente (a fin de cuentas dotado de una competen-
cia textual) toma en cuenta en su interpretacin-sancin de la expre-
sin del hablante. Esa misma run nos permiti asegurar que los
presupuestos convencionales son tambin interpretados en virtud de
operaciones de implicitacin conversacional. Es en ltima instancia
la actividad interpretativa del hablante (como Austin pareca pro-
pugnar en su teora del efecto ilocutorio) la que consuma el logro de
un acto y su consiguiente definicin como tal tipo de acto.
El oyente no se limita a refrendar las propuestas ilocutivas del
hablante: contrasta el valor semntico convencional de las expresio-
nes con el conjunto del discurso y pone en juego su propia compe-
tencia estratgica. Gumperz. desde una perspectiva sociolingistica,
afirma as que -todas las interpretaciones de intencin comunicativa
son a la postre indirectas- (1980, 119).
Como han indicado Fabbri y Sbisa, el modo de recepcin y de
respuesta del oyente s610 coincide en casos-limite con la propuesta
del emisor; y -la previsibilidad de tal n o ~ c o i n c i d e n c i a permite espacio
de maniobra a la interaccin estratgica (... ). La comprensin no es
reflejo, sino mutua definicin- (1980, 182).
Sin duda las frases tienen un sentido para el lingista, pero no
hay un sentido textual diferenciable del sentido que emerge en el
propio proceso de la interaccin textual. En el interior del discurso
no hay tanto trecho del dicho al hecho como dictaba nuestro viejo
refrn.
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246
CAPITULO V
Hacia una semitica de la interaccin discursiva
La semitica actual est ya muy distante de aquella euforia que,
hacia los aos 60, se alimentaba del -desenmascaramiento ideo-
lgico., Grosso modo. se pensaba entonces que la eficacia de los
discursos resultaba de su capacidad de transmitir contenidos su-
puestamente ocultos ante los que la audiencia no podia reaccionar
crticamente. Tal concepci6n venia respaldada, adems. por la
difusi6n de numerosos estudios sobre comunicacin de masas en los
que la omnipotencia de los mass media apenas se cuestionaba.
Del entusiasmo por el desenmascaramiento ideolgico se pas a
una concepcin ms dinmica de los discursos: el acento del anlisis
vino a ponerse sobre el proceso y las condiciones de produccin y
tambin de recepci6n de los textos (Kristeva. Vern. etc.), De esta
tendencia cabe an esperar aportaciones valiosas, pese a los obstcu-
los que dificultan el determinar en un nivel analitico qu factores se
han de incluir entre las condiciones de producci6n, 000010 introducir en
el anlisis textual variables contextuales sumamente difusas: so'
ciales. culturales, situacionales. etc,
Hoy, en cambio. prevalece la concepci6n del discurso como una
prctica entre otras prcticas y la preferencia analtica no ya por lo
que el discurso dice (manifiesta o latentemente). sino por lo que ha-
ce, o ms bien por lo que hace al decir, En congruencia con este 010'
do de entender el discurso, el proceso de recepcin es visto como una
actividad interpretativa diversificada segn las condiciones de recep-
cin y. sobre todo, posiblemente divergente respecto a las inten
ciones significativas aplicadas por el e m i ~ o r .
En el discurso hay acciones. luchas, sometimientos y pactos. Co-
mo ha seilalado Foucault, los discursos no slo Iraduce" los conflic-
tos o los sistemas de dominacin, sino que son tambin aquello por lo
que, y por medio de lo cual, se lucha. Tampoco nosotros situamos la ac-
tividad discursiva solamente en aquellas transformaciones que afectan
a las situaciones -externas al propio discurso: observamos, sobre to-
247
do, las operaciones intradiscursivas por medio de las que los actores
implicados se afectan mutuamente y por las que el contexto del dis-
curso se ve tambin modificado.
Tratamos. pues, de esbozar una teoria del discurso que permita
dar cuenta de la actividad de los sujetos y diferenciar prcticas dis-
cursivas. Ahora bien. el objelo discurso se halla hoy en el punto de
confluencia de distintas disciplinas, es un objeto transdisciplinaria-
mente abordable. Hemos de tomar en cuenta. por una parte. muy
d\'ersas aportaciones parciales al estudio de los textos: filosofa del
lenguaje. critica literaria. leoria de la comunicacin. sociolin-
gstica. sociologa interaccional. retrica, etc. Pero. por otra par-
te. no renunciamos a la definicin de la acth'idad semi6tica a travs
de una metodologa y de un aparato conceptual especficos. De
hecho. la aceptacin o el rechazo de los mtodos y conceptos proce-
dentes de las diversas disciplinas del texto depende del sesgo particu-
lar que la concepci6n semi6tica del discurso imprime a la teoria. lo
especifico del hacer semitico no es ya la aplicaci6n de una teoria de
los signos. sino el examen de la significacin como procesa que se
realiza en textos donde emergen e i"teracta1l sujetos.
El discurso no est constituido solamente por un conjunto de pro-
posiciones. sino tambin, y fundamentalmente, por una secuencia de
acciones. En la comunicacin cara a cara, las relaciones entre el yo y
los otros son afectadas por las acciones que constituyen la interac-
ci6n. y sta se define precisamente por ese mutuo afectarse (Labov y
Fanshel). Las unidades de la interaccin verbal no sern, pues, los
enunciados (en cuanto transmisiones de informacin). sino los actos
que propician transformaciones en las relaciones intersubjethas.
La orientacin accional ha conducido a la revalorizacin de la
pragmtica en la semitica contempornea, tras haber sido conside-
rada durante aos como la _pariente pobre. de los estudios semi6ti
coso En sentido lato. entendemos por pragmtica la im'cstigaci6n de
los aspectos indiciales e instrumentales del lenguaje. es decir. de las
situaciones en que se dan lo discursos y de Jos efectos que stos pro-
mueven. Nuestra adopcin de la perspectiva pragmtica pretende. en
todo caso. sobrepasar el empirismo de la tradicin filosfica anglosa.
jona: tratamos de evitar la definicin psicologista de los sujetos y de
sus transfonnaciones. incorporando a la teora de la accin discursi-
va la componente semntico-narrativa del texto. Puesto que los suje
tos se afectan en el texto a travs de enunciados. hemos de recurrir a
las investigaciones de la semitica del texto sobre los complejos fen-
menos textuales de significacin. para analizar a esta luz las transo
formaciones intersubjetivas.
Necesitamos. en primer lugar. una teora de la accin y del actor.
Esta teoria parte de la nocin de accin como transformacin de
un estado inicial en un estado final. y en ella se diferencia el acto
248
en cuanto resultado de la actividad en cuanto proceso. Ya en la lino
gistica puede hallarse una distincin interesante: entre los verbos
de estado y los verbos de accin. y la teora de los casos (Fillmore)
parte del verbo como elemento central de la oracin que permite de
finir a los actuantes segn su relaci6n con la accin (agente. objeto.
instrumento, etc.).
Tal como se nos presenta en la narratologia. el anlisis de las ac-
ciones cuenta con una unidad sintctica mnima. el programa narra-
tiyo. que representa el cambio de estado operado por un sujeto (SI)
que afecta a otro sujeto (S 2); sobra decir que S1 Y S2 son fundones
asumibles por un mismo actor -emptrlco. (por ejemplo, en aquellos
casos en que el actor acta sobre s mismo). De igual modo, un mis-
mo acto empirico (gesto, frase, mirada, etc.) puede cumplir o inser-
tarse en diversos programas, incluso en secuencias de actividad ente-
ramente divergentes (como ocurre en la advertencia insidiosa que si
multneamente previene de un peligro y lo presenta como un objeto
atractivo). El acto empirico debe. pues, someterse a una segmenta-
cin funcional que establezca sus relaciones con un programa
complejo de actividad, su posible insercin en varios programas o su
lugar en la realizacin de diferentes estrategias. En la sociologa de
Goffman este requerimiento ha sido atendido con la nocin de mave,
unidad minima de accin en que se fragmenta el acto empirico segn
el recorrido estratgico particular en que se inserta.
Los procesos discursivos pueden ser vistos como secuencias de
actos o recorridos narrativos. cuya concatenacin t"el'ponde a una lgi-
ca interna y cuya segmentacin funcional permite observar dinmi-
camente cada acto en relacin con el conjunto del proceso. La rela-
cin entre el momento puntual y la serie que lo inscribe muestra
tambin cmo algunas acciones afectan a las condiciones de acciones
sucesivas sin, aparentemente. introducir an un nuevo estado:
pueden. asi. hacer que un estado permanezca. prevenir otro, impedir
una transformacin. etc. La misma perspectiva secuencial pennite
identificar aquellos actos que se cumplen precisamente por la omi-
sin manifiesta de una accin en un momento del recorrido en que
seria pertinente (los actos de abstencin. de von Wright).
Son las acciones. y no los sujetos. el elemento central del sistema
accional que aqui esbozamos. Los sujetos se definen como actuantes
por su relaci6n con las acciones; de ahi que no constituyan elementos
primitivos. sino -terminales- de la accin.
Para analizar las minuciosas transformaciones que los mo\'i-
mientas discursivos operan en los estados y en las cualificaciones de
los sujetos, necesitamos identificar los rasgos que van definindolos
textualmente y en los que se haga perceptible alguna variacin posi-
cional. los rasgos adquiridos en actuaciones precedentes permiten
en un momento dado predecir el comportamiento que el sujeto
249
puede llevar a cabo. Un sujeto se relaciona de modos diversos con la
accin. Puede. por ejemplo. querer y no poder o deber y no saber ha
cer algo; son esas predicaciones las que delimitan su competenda
modal (competencia para la accin definida segn categoras moda
les) y las que le cualifican como un determinado sujeto de accin.
Las acciones se organizan en secuencias dotadas de un orden l
gico, y los programas accionales secundarios se articulan jerrquica.
mente en un programa narrativo global. Correlativamente, los acto-
res pasan por diferentes etapas en la adquisici6n de su competencia y
adoptan, eventualmente, dh'ersos papeles a lo largo del proceso: el
protagonista puede devenir oponente, el sujeto de la accin puede
transformarse en su destinatario, etc.
Mediante las categoras modales definimos los cambios que los
movimientos interaccionales efectan en las relaciones entre los par.
ticipantes. En una situaci6n de interaccin (sea pactada, polmica o.
lo que es ms comn, pactadamente polmica) no slo circulan obje
tos cognitivos, sino tambin acciones que afectan a las cualifica-
ciones modales y pasionales: una amenaza, por ejemplo, es un
compromiso para una acci6n futura por el que su autor se atribuye
un deber y un poder realizar la acci6n en cuestin, mientras imputa
al amenazado. entre olras cosas, un no querer dicha acci6n. Este ti
po de ejemplos muestra una secuencia de manipulacin definida por
una estructura contractual, en la que las respectivas posiciones se de
limitan modalmente (es decir, en conformidad tambin con una es
tructura modal). La semitica discursiva genera, pues, una semiti-
ca de la manipulaci6n orientada al anlisis de las prcticas semi6ti
cas en cuanto inductoras o disuasoras de comportamientos: intimi-
dacin. desafio, seduccin. coaccin, ele. y de su sanez'n social.
Hemos hecho referencia a la (semi6ticamente indispensable) diso
lucin analtica de la unidad emprica del actor. El que un mismo
gesto o enunciado implique la reatiUlcin de acciones diversas corre
lativas a diversas estrategias, supone que el actor asume posiciones
distintas respecto a las varias lneas de accin. En los enunciados
ambiguos., la incorporacin de un papel u otro est a menudo de-
terminada por la interpretacin de dichos enunciados que el recep-
tor lleva a cabo. Con frecuencia no existen ral..ones suficientes para
imputar al sujeto una intencin determinada, y cabe pensar que la
definicin del acto cumplido en su enunciacin, as como la determi
nacin de la responsabilidad y la cualificacin de su autor, se asig-
nan a la interpretaci6n del destinatario. No son las intenciones (u
otro tipo de motivaciones) del sujeto las que definen el acto y al pro
pio sujeto en cuanto tal, sino su expresin como realizaciones abier
tas y pblicas (intersubjetivamente reconocibles) de p ~ a m a s de
accin. Programas slo reconstruibles post {acto. al trmino del re
corrido accional.
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En el orden metodolgico rechazamos, por tanto, el recurso a las
motivaciones .internas- de los actores y prestamos atencin a las si-
tuaciones en las que los motivos y las intenciones van siendo defini-
dos secuencialmente por el vaivn de las demandas, respuestas, recti-
ficaciones, etc., entre los partcipes. (En esa direccin se han des-
arrollado estudios del comportamiento como los de Harre, Giddens
y los etnometod6Iogos.)
Desde esa misma orientacin se ha observado que las clllsicas no-
ciones de motivo e intencin son condiciones de inteligibilidad del
comportamiento y, por tanto, inservibles en su explicacin. Otra
cosa es su posible manejo como mtodos pblicos- de identificacin
de las acciones y de su valor. As, la atribucin (que no reconocimien-
to.) de intenciones por parte del receptor es un hecho textual necesa-
riamente involucrado en el proceso de interpretaci6n. Tales atribu-
ciones hacen posible que un enunciado cu)'as propiedades lin-
gsticas prefiguran un cierto efecto interaccional (por ejemplo. de
sugerencia) pase a adquirir un valor diverso (por ejemplo, de ame
naza) en el nivel textual. Consideraciones de esta ndole nos han
inducido a concluir, con Gumperz, que todas las interpretaciones de
intenci6n comunicativa son indirectas en ltima instancia y que, por
ende. la teora searlcana constituye antes una teoria de los indicado-
res frstcos de la accin discursiva que una verdadera teora de la
interaccin discursiva.
En el marco de la teora interaccional del discurso que propugna-
mos, la propia dicotoma accin directa/indirecta (y, consecuen-
temente, la dicotomia sentido literal/indirecto) tiende a invalidarse.
Muchas construcciones textuales funcionan a partir de una cierta
indefinicin previa. Por ejemplo, el sobreentendido (inicialmente
abordado por Grice) se presenta en un enunciado que pretende la
ambigedad en cuanto a la posicin atribuible al enunciador: si el
receptor lo interpreta como malicioso u ofensivo, aqul puede
siempre impugnar este valor y responsabilizar al propio intrprete de
sus conclusiones. Se caracteri7.8, as. por permitir al enunciador la
rectificacin en la interpretacin y la retirada de su responsabilidad
enunciati\'a.
No slo en el sobreentendido el sujeto es capaz. de escindirse
para asumir diferentes papeles. Ello ocurre tambin en las enun-
ciaciones que cumplen simultneamente \'arios actos distintos (por
ejemplo, de interrogaci6n y de reproche); o en aquellas otras, como
la irona y las expresiones de distancia enunciativa, en las que el
enunciador no se identifica con el responsable de la expresi6n burla-
da. El sujeto puede, asimismo, asumir papeles diferentes respecto a
distintos sectores de la audiencia: en la confabulaci6n, el enunciador
comparte un saber con una parte de sus destinatarios, mientras es
hermtico o traidor para con la otra parte. Puede, en fin, disociarse
25J
respecto a si mismo al dirigirse observaciones, comentarios o san
ciones por los que se escinde en observador y observado, o en juez.
acusado y defensor. etc. Por otro lado, la funcin de sujeto puede
tambin ser asumida por un colectivo emprico.
los textos vehiculan representaciones de sus sujetos autor y re
ceptor. A las interacciones textuales se ha aplicado en ocasiones la
metfora del escenan'o donde los actores aparecen y desaparecen co-
mo personajes. Efecth'amente, el texto es tambin un juego en el que
se focalizan. difuminan, cancelan y sobrerrepresentan los sujetos
de la enunciacin, que incluso pueden intercambiar sus papeles. Pe-
ro a diferencia de lo que ocurre en el teatro, el anlisis textual no
considera al actor como preexistente a su representacin (sta consti
tuye para el actor teatral una mera transfiguraci6n que asume temo
poral y provisionalmente), sino que cuenta nica y exclusivamente
con las representaciones textuales del sujeto, que se representa y se
constituye como tal sujeto textual precisamente por lo que en el texto
hace, y por lo que en el texto se va determinando como el ser de
Sil hacer: su competencia semntica y modal. (Las consideraciones
de Gorrman sobre la constituci6n del sell van por un camino an-
logo.)
El texto se nos muestra como un artefacto dual y polmico en el
que resulta fundamental la componente estratgica: el enunciador de
cualquier proceso discursivo opera una previsin de las representa.
ciones del receptor y sobre ella funda Su estrategia; construye unos
enunciatarios a los que atribuye conocimientos. deseos, intereses.
etctera. y prev la imagen que el receptor fabricar de l mismo
en cuanto autor y de su estrategia (obsrvese. por cierto. que al
gunas formas Iingisticas funcionan conforme a este procedimien.
to, como las concesivas y adversath'as que representan el discurso
del receptor en el del propio autor). A tra\'s del juego de repre-
sentaciones, atribuciones y actos discursivos el texto va configu
rando un destinatario y lo va cualificando modal y pasionalmente.
en un proceso anfllogo al de configuracin del autor textual. Re
cordemos, a este respecto. al Lector Modelo. de Eco.
Como acabamos de mencionar, la serie de efectos de sentido pro-
ducidos por las acciones textuales no se agota con la cualificaci6n
,!,odal de los sujetos: incluye tambin elementos (efectos) pasionales.
Ultimamente, junto a la semitica de la accin y de la manipulacin.
se vislumbra un desarrollo fruetifero de la semitica de las pasiones
que, en lugar de integrar el anlisis interaccional con una sociologa
de los estados mentales -en la que, segn Fabbri, se ha venido si-
tuando el marco de la ortodoxa speeclr acts theory-, atiende a los
personajes de la comunicaci6n estructurados en diversos modos y
p8siciones por y en los mismos actos diseursivos que producen.; la
semitica de las pasiones permitir, en fin, reformular de modo ms
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preciso y con categorlas propias la tan insuficiente teora de los efec
tos discursivos de la pragmtica contempornea.
La pasi6n aparece como correlato de la accin; su estudio implica
la consideracin de las acciones desde el punto de vista del sujeto que
las padece, es decir, en cuanto .afectado. Al abordar semi6ticamen-
te la organizaci6n del sistema pasional, incorporado al sistema mo-
dal, se puede avanzar en el anli!>i!> de la concatenacin de las aC-
ciones: el sujeto actuante puede haber sido previamente un sujeto
pasionalmente afectado, y el sujeto afectado se transforma even-
tualmente en sujeto de hacer.
La perspectiva abierta por la semitica de las pasiones es ms
comprensiva respecto al carcter dual del texto, espacio de per-
suasin o manipulaci6n, de prm'ocaci6n, fascinacin, seduccin,
etctera, para sujetos contrapuestos. Es tambin provechosa para la
redefinici6n, junto a otras categoras textuales, del concepto psicoso.
ciol6gco de rol. Si Greimas ya ha suministrado los conceptos de rol
actancial y temtico para caractcri7.aT, respectivamente, la posicin
del actor en el esquema de fuerzas de la accin y la fonnulacin ae-
tancial de los temas (la estudiosa. el religioso. el rico..l, cabe ahora
tomar en cuenta los roles pasionales que el actor desempef\a segn
su modo de ser afectado por la acci6n (el encolerizado. el amedrenta-
do, la enamorada.. ).
Con mayor o menor acierto, hemos recurrido a categoras tex-
tuales para anali7.ar las variaciones en el estado de los actores produ-
cidas por su interaccin. Hemos tomado el texto como un sistema de
insercin tanto para acciones verbales como no verbales. y no hemos
excluido de nuestro inters aquellos textos de apariencia -no in-
teraccional. (novelas. relatos, monlogos. etc.) donde, a nuestro
entender, no slo interactan los personajes de los que el texto habla.
sino tambin aquellos que habla" el texto: el enunciador y el enun-
ciataro. As. hemos hecho nuestras las hiptesis que propugnan
la naturaleza radicalmente dialgica del lenguaje (Bajtin, Benve-
niste) y las que hallan en la (uncin de enunciacin el fundamento
de las prcticas discursivas (Foucault).
Nuestro trabajo supone, en todo caso. una limitada intervenci6n
en favor de una teora del d i ~ c u r s o que habr de situarse en la encru-
cijada de diversas perspectivas.
Si una perspectiva terica es, sobre todo, un sistema virtual de
preguntas, en este libro se han hecho efectivas algunas preguntas se-
miticas sobre el discurso. Nuevas preguntas nos darn respuestas.
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cRfnCA y ESTUDIOS UTERARIOS
ALVAR. Dt G4l6J. MiglJ,1 A"Kld A,slJ";"s.
AMORS Andrs, 1",rotiMUW" . tlo"e' .
AVAlU.. O'Arco Silvio, 1 ,1I""ClMr"litmo. (La
actual crllica ilaliana,)
BAa.. Mieke, Teori.,,' '" """"Ii"... (Una introduccin I la
Narulologia,)
BRAOBURY, Malcolm; PAUoIFR. David. Cmil:" (o"se",po.
r';tI'",
RRILLO. funci$(o. S,,,,ioli"8MIstiC4 tle '" tlo.."l.. pie.'
lVEn ngel L. l"trotiliui6l'l .. /.; m{ssi,. esp,,;'o14.
CtANUfR. Anne. Psico.."';iJiJ. ..tJmJ. Crltic...
ce de Carlos del Pioo.
CULUR, Jonllhan. Sobr, I.J tluo""nlccitl,
O1:I"C'-I, Andrew. D';",.so Alo"Jo.
OOJd.NEOI. Ricaroo (coord,), "'Sil ti, &rn,r Alb".
1 tle G.,," Lom..
FERRERAS, Juan Ignacio, C"'.ilogo de "Ol'e"'J , ,,(w,/Jl.u
esp,rfolts Jtlsiglo XIX.
Juan Ignacio. FIi"J.."""los de lfJ"log;" ti, '"
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foKKEMA. D. W,; III5CH. Elrud. T,o'Ms de IJ liter..III'.. tI,1
ligio XX.
GAR<:!A oe LA CCHA, Vi<;wr. Poe1;" "p..tl()/.. ti, pOIl8'"''
,.
GUUo.-.:. Riardo. !..J rOl"'" Iirit4,
(1il1(;U MAI)RIGAI. Luis lcoord.l. HIIION.. dt 1.. 'It'4!Ii'"
his/'J"oJ",eric."... 1. colonial.
1rINldllcci(m .. los ,I/""iol lile,"nOI.
UURO CARREUR. Fernando, ESlilo b.. 1 l'e"o"..I,.
d4{/ ..,
I.lARo CARI\ETI: R. Fernando; IRRE... CAWERc\."I, E..aris-
10. C6mo se t,ml,,,,.. M" le"'o 1,/noJno.
11 GUERN, Michd. l,., mes.itor., /. meso"i",,,,,
LonlAN.jurij M., f EscuELA DE TARTU. Serr,6tiC;j ti, 1.. (MI
lli'...
LoUNO. PuIlAMARIN, Crsliru; ABRil. Gonlalo,
A",lim ,I 'is'li"lo.
Carlos, LI F.JMi tle PIIII".
MOROtol ARROYO, C,iaco, S"'liJo 1 de .L, C,ltl'
".. .
NAVAS Rull" Ricardo, El ro",..,lle;,,,,o esp.Ro/.
OROz.cO, Emilio, M.."ierismo ,
PAGNINI, Marcdlo. ESI",crMnJ /iJer.."" y ",lloJO trilico.
PARKElt Aluander A,. lA f;Josofi.J d,l.mo, ell14 lite''''
SM,. (U801680}.
PRIETO "nronio. POl1Ii.J "p,,;,o'" ,I ,;glo XVI. 1, Andis
rras mis escrilos.
ROSSI, Cario, Lt.rJJro FemJttde-l rk Morllll". In
troduccin a su vida y oba..
RulZ RAMN, Franc$Co. Hilso,,;, del u.s'o "p..rJoI. (Des
de sU$ hasra 1900,)
RUlz RAMON, Franci'lOO, lI'o..... el "..sro ,11''';'01. ,;.
glo XX.
SH"'W Donald, L, geller.ci" tlel98-
Sw.... Donald, NNN """,lIiWl hiJposPlO"m,riu-.
TALENs"J,; TOROF.RA, A.; HU.NANOEZ ESTE.
VE. V., EJe",,,,sol POS" *"" 1,,,,,6';1:4 d,1 "KSO ..nIIJ@,
Urrn Karl 0_. T,on. ..",, 1 l"8iilltiC;j,
VV. AA. EmJol/;"r"riol i"glesel. l. Edad Mia.