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El Amor de FRIDA K

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es que estoy sola casi siempre y me parezco a mucha gente y a muchas cosas
Al modo clásico, para aprender utilicé un modelo: yo misma.
No fue fácil: por más que una misma sea el tema más evidente, también es el más difícil.
Uno cree conocer cada fracción de su cara, cada rasgo, cada expresión, pero ahora todo se burla.
Una es una misma y otro: una cree conocerse hasta las puntas de los dedos, y de pronto siente que su
propia envoltura se escapa, se vuelve completamente extraña a lo que la llena.
En el momento en que una siente que no soporta más verse, comprende que la imagen que tiene delante no
es una misma.
Del modo más académico hice de mí misma mi modelo, mi tema de estudio.
Frida Kahlo1

Lo personal es político.
Lema feminista de los años 60 y 70
Yo he hecho mis pinturas bien... y hay en ellas un mensaje de dolor, pero creo que poca gente puede
interesarse en ellas.
Ellas no son revolucionarias, entonces ¿por qué sigo creyendo que son combativas?
Frida Kahlo 2

El importante papel que representa dentro de la cultura latinoamericana debido a su característica producción
artística y a su atípica forma de „ser mujer‟ en el contexto mexicano y mundial de comienzos del siglo XX.
Nacida en Coyoacán, México, en 1907 (tres años antes del comienzo de la Revolución Mexicana, aunque
ella señalaría luego ese año como fecha de su nacimiento2), comparte la interculturalidad de su padre, de
ascendencia húngaro – alemana y de religión judía, y la de su madre, de ascendencia española-indígena y
católica. Estas influencias podremos observarlas más tarde en sus obras, las que están marcadas por los
movimientos de vanguardia europeos, el arte colonial y la cultura popular mexicana.
Desde muy joven, su vida está marcada por dos importantes y trágicos sucesos: contrae la poliomielitis a los
7 años de edad, lo que trae consecuencias para una de sus piernas y más tarde, a los 18 años y mientras
estudia en la prestigiosa Escuela Preparatoria Nacional, sufre un duro accidente durante un trayecto en
autobús, siendo éste embestido por un tranvía. Como consecuencia de él, Frida queda con múltiples fracturas
y lesiones en su pelvis y columna, las que en el futuro serán un impedimento para su maternidad, uno de los
temas más críticos y dolorosos de su vida. Además, estos eventos influirían profundamente en la relación de
la artista con su cuerpo, un cuerpo mutilado constantemente por operaciones, doliente y limitante para ella,
haciéndola sentir prisionera de sí misma. Durante su larga convalecencia, Frida debe permanecer en cama,
relegada a su habitación y en una situación continua de soledad. Es en este espacio, donde la artista se
encuentra a sí misma. En la pintura descubre un lugar íntimo de expresión y liberación para su intrincada
subjetividad, un espacio de autoconocimiento y reflexión. Pintar autorretratos a través de los cuales escarba
en cada rincón de su cuerpo y espíritu, escudriña cada parte de sí misma y finalmente (piensa) logra
reconocerse y profundizar el conocimiento de sí misma4, plasmando planos profundos, metafóricos y
complejos. Esta característica también atravesará, más tarde, la escritura de su diario íntimo. Es durante la
etapa de la convalecencia entonces, cuando Frida Kahlo comienza a pintar sus característicos autorretratos
en los que adiciona diversos elementos simbólicos que apuntan además, al rescate de lo indígena y del
pasado precolombino, en relación con su compromiso con la causa revolucionaria. El mismo Picasso
comenta a Rivera entonces: “Ni tú ni Derain ni yo, somos capaces de pintar una cara como las de Frida
Kahlo”.
Por otro lado, se adhiere al Partido Comunista (1927), militancia que comparte con Diego Rivera, pintor y
muralista mexicano (a quien había conocido en la Escuela Preparatoria mientras pintaba un mural para la
casa de estudios), con el que contraería matrimonio dos años después. Junto a él, inicia una nueva vida en los
Estados Unidos, país donde, entre otras cosas, exhibe su trabajo por primera vez y sufre uno de sus tres
abortos, razón de un profundo e inconsolable dolor que plasma en varias de sus obras pictóricas6, en los
dibujos y textos de su diario y de cierta manera, en la relación que entabla con Diego Rivera. Frida no puede
vivir la maternidad, un hecho proyectado y constituyente de una de las dimensiones de su dolor, y a raíz de
lo cual recrea y anuncia su propio nacimiento, tanto en su cuadro de 1932 Mi nacimiento, como en su Diario,
donde puede encontrarse un retrato de sí misma, junto a la cara de un bebé y la frase “La que se parió a sí
misma”
En 1937, León Trotsky llega a México junto a su mujer, ya que en este país se le ha concedido asilo político
gracias a la intervención de Rivera. Viven en la residencia del matrimonio Rivera-Kahlo por alrededor de
dos años y durante este tiempo, el político y la pintora mantienen una estrecha relación que dura algunos
meses, hasta que en 1939, debido a algunas desavenencias entre él y Diego Rivera, el matrimonio Trotsky
abandona la Casa Azul. Durante el año 1938, la artista conoce a André Breton y a su mujer, con la cual
entabla una estrecha relación. Este artista ícono de las vanguardias del siglo XX, reconoce en Frida rasgos
del Surrealismo (elementos simbólicos del inconsciente y una activa militancia política, entre otros), y la
invita a exponer sus obras en Nueva York ese mismo año y en Francia, dos años después, como prueba del
reconocimiento público del que comienza a gozar. En esta ocasión, André Breton y Marcel Duchamp
incluyen obras de la artista en su exhibición de arte popular mexicano, “Mexique” (Francia) y donde el
Museo de Louvre adquiere uno de sus autorretratos para su colección. Por otra parte y lamentablemente para
Frida, ya en el año 1939 se define su divorcio de Diego Rivera, hecho que la afecta insondablemente y que
provoca en ella un enorme sentimiento de soledad y abandono, el que plasmará en su obra de manera
encarnizada y visceral denotando la inmensa falta y vacío que dejan ahora Diego y su partida. Durante este
mismo año, la artista padece de graves afecciones, lo que junto a su debilitado estado emocional, agudizado
además por la muerte de su padre – completando su cuadro depresivo-, hacen que caiga en un periodo de
alcoholismo.
Un año después (1940), la pareja volvería a casarse, aunque los sentimientos de carencia persisten a lo largo
de toda su vida debido en gran parte a las continuas infidelidades y aventuras de su marido, hecho que da
paso a su propia exploración de la sexualidad, relacionándose con otros hombres y también con algunas
mujeres. En 1943, Frida es invitada a participar en la muestra “Exhibición de 31 mujeres” en el centro Art of
This Century Gallery de Peggy Guggenheim, en Nueva York, siendo este un reconocimiento al rol que
representa como artista y como mujer adelantada y transgresora de su época. Por otra parte, comienza a
impartir clases en la Escuela de Pintura y Escultura de la Secretaría de Educación de México (La
Esmeralda), donde permanece por alrededor de diez años, hasta que su debilitado cuerpo y estado de salud la
obligan a abandonar la academia. Es allí donde se forma el grupo de seguidores llamados “Los Fridos”.

En 1944, Frida sufre una serie de complicaciones médicas las que esta vez, la llevan a comenzar la escritura
de su diario íntimo, que a través de su particular forma de escritura da cuenta de los últimos diez años de su
vida mediante su doble discurso: el escrito y el iconográfico.
A lo largo de su carrera, Frida Kahlo fue reconocida en variadas ocasiones por el mundo artístico. Uno de
estos reconocimientos fue el Premio Nacional de Artes y Ciencias de México, que recibe con orgullo (1946).
Pero Frida una vez más, está atravesando problemas de salud debido a un implante de hueso que ayudaría a
su ya mermado cuerpo y a raíz del cual recibe altas dosis de morfina debido a la infección que le provoca.
Luego, se le diagnosticaría gangrena en su pie derecho – pie que finalmente sería amputado años más tarde-
y en 1950 sufriría seis operaciones a la columna, siendo hospitalizada la mayor parte de ese año y luego de
lo cual queda relegada a una vida en silla de ruedas y a la constante supervisión y dependencia de enfermeras
que ayudan a aliviar su dolor con inyecciones de analgésicos.
Ya a los 46 años de edad, en el año 1953, obtiene su primera exposición en solitario en la Galería de Arte
contemporáneo en Ciudad de México. Al año siguiente y fiel a su pensamiento político revolucionario, hace
su última aparición junto a Diego Rivera, protestando por la intervención de los Estados Unidos en
Guatemala. Ese mismo año, la artista mexicana fallece presuntamente a causa de una embolia pulmonar,
aunque se sospecha suicidio.
Debido a la importancia de su figura, Frida Kahlo tuvo una ceremonia oficial para su funeral, en el Palacio
Nacional de Bellas Artes. Rodeada del mundo artístico, políticos, amigos, familiares e incluso el ex
presidente de la República, Lázaro Cárdenas. Sin embargo, su funeral no estuvo exento de polémica: Diego
Rivera deposita una bandera del Partido Comunista sobre el ataúd, lo que fue considerado como un
escándalo.
Frida Kahlo se construye a sí misma y por sí misma como un ícono de la pintura mexicana y
latinoamericana. Por esta razón es que se ha configurado como un tema en el campo de los estudios de
género: una mujer que rompe con los parámetros de su época en cuanto a lo que históricamente se ha
asignado a lo femenino, participando activamente en política, llevando su sexualidad más allá de lo
permitido para su época y recreando un espacio único para el desarrollo de las emociones, experiencias
íntimas ligadas a sucesos corporales y psicológicos que no dejaron indiferente ni al público ni a los críticos.
Por estas razones, Frida maneja el canon de belleza en torno a sí misma, desencajando los parámetros
establecidos y haciendo surgir un efecto provocativo cargado de una sinceridad que refleja descarnadamente
su propia realidad. A través de su pincel, se reinventa una y otra vez. Su pintura adquiere un poder sanador y
curativo, exponiendo su dolor y purificando su cuerpo, generando una catarsis a través de la creación y
reafirmando su condición de mujer, desde una perspectiva absolutamente individual. La Kahlo, más allá de
de la importancia que se le ha asignado erróneamente como mero „personaje de culto., representa el trabajo
incansable a través del que logra dar a luz a una identidad como artista y como mujer, pues su único modelo
es ella misma y a través de él deja su legado, plasmado en la cultura mexicana.
Parte de su legado es también su diario íntimo, objeto de estudio de esta tesis y en el cual concreta, a través
del discurso escrito y pictórico, su particular subjetividad. En torno al registro de ésta, que es el residuo de
un modo de relacionarse con el otro y de insertarse en el mundo, el lector tiene acceso a una subjetividad
compleja pero al mismo tiempo muy rica. El Diario de Frida Kahlo, despliega redes de signos que apuntan
hacia zonas temáticas muy diversas, pero que sin embargo están correlacionadas.

El amor como experiencia fundamental en la vida de todo ser humano, está situado en diversas culturas
como el principio regenerador de vida, una fuerza tan poderosa en sí misma, que es capaz de los más grandes
desastres humanos, así como de la felicidad y el placer, ambas situaciones plasmadas una y otra vez a lo
largo de la historia de la literatura. Asimismo, como tema literario, podemos observar dos concepciones
dominantes del amor: el amor pasional o sensual y el de la idealización de amor, variantes que se encuentran
a lo largo del análisis del Diario de Frida Kahlo, junto a la más diversa gama de temas y sentimientos que de
esto pueden desprenderse, tales como la ausencia, el sufrimiento y dolor por la imposibilidad de acceder al
ser amado, la soledad, la felicidad y la plenitud, entre otros.
En el caso particular del amor en el Diario de Frida Kahlo, es evidente que su figura, su modo de
presentarse, es inseparable de la cultura y tradición occidental dentro de la cual se da, e inseparable también
del estado de esa cultura en la primera mitad del siglo XX.
La vivencia del amor que concreta Frida a lo largo de su vida, demuestra una individualización de él, una
particular manera de concretarlo que se encuentra fuera de los parámetros de su época, aludiendo no tan sólo
a su bisexualidad, sino a la forma de expresión de éste a través de su arte y escritura. En este sentido,
podemos observar que estas vivencias están profundamente ligadas y particularizadas a conceptos propios
del mundo pictórico, donde el arte y el amor se entremezclan, apareciendo en variadas ocasiones a lo largo
del diario, tal vez como la apropiación de un lenguaje que comparte con Diego Rivera. Al respecto, por
ejemplo, Frida se autodenomina “Cromóforo” (la que da el color) y Diego como “Auxocromo” (el que capta
el color), muestra de cómo a través de estas nociones la artista busca y logra liberarse muchas veces de la
realidad que la limita, para completar su necesidad de estar y pertenecer a Diego, colmando todos los
aspectos de su vida10, los que se desarrollarán a lo largo de los capítulos de esta tesis, dando cuenta de ellos
a la luz de la tradición del amor en Occidente y a su particular y transgresora manera de asirlo, concretarlo y
expresarlo.

El discurso amoroso y su tradición: algunas definiciones.


El amor, es sin duda unos de los sentimientos y fuerzas más potentes e influyentes en la historia del hombre
y asimismo, en la historia de la literatura de todos los tiempos; a través de él y en todas sus formas de
expresión, en él se reconoce, se construye y se define el hombre a si mismo, como ser humano. Es, en
palabras de Ortega y Gasset, la accion mas intima, un ¡°.sentimiento metafisico., o sea la impresion radical,
ultima, basica, que tenemos del Universo¡±34. De su mano llegan para el regalos como la redencion, la
felicidad, la plenitud y la energia vital, pero tambien, la miseria y la desgracia.
Sus formas de aprehension y realizacion son diversas y dependen en gran medida de la cosmovision y
concepcion religiosa de cada pueblo o civilizacion que lo interprete: en base a esto se organizaran luego las
sociedades de cada epoca y se desarrollaran diversas manifestaciones artisticas que lo expresaran en sus
obras. Este, es uno de los componentes mas importantes que pude observar en el diario de Frida Kahlo, ya
que casi en su mayoria esta atravesado por la tematica del amor y la particular realizacion que hace de el.
El ser humano al amar hace entonces una elección (componente esencial del amor) la que brota de su
profundidad anímica y que da cuenta de las preferencias más íntimas y arcanas que forman su carácter
individual. Luego, se empeñará en que ese otro exista y jamás admitiendo la posibilidad de que esté ausente,
aunque deba pasar por estados de inmenso dolor y sufrimiento: esa será la medida del amor verdadero. Esta
característica es coincidente con el desarrollo del discurso amoroso en el diario de la Kahlo y se une a la idea
de que específicamente, la mujer enamorada experimenta la desesperación como un sentimiento inherente a
su género, en el sentido de que nunca se encontrará satisfecha en relación con el ser amado, pues existe en
ella una constante sensación de que jamás podrá tener íntegramente a quien ama, sintiéndolo distraído en sus
encuentros como si hubiera dejado “dispersas por el mundo provincias de su alma”, lo que acrecienta la
sensación de ausencia y la fantasía y utopía constante de que al estar junto al otro, estará completa.

Amor, diario y enfermedad en Frida Kahlo:


Durante el desarrollo de esta tesis, he señalado que uno de los principales elementos que llaman la atención
en el diario de Frida Kahlo, es la particular realización que la artista hace del género en relación a la adición
de elementos y tipos de discurso que en estricto rigor o usualmente no están considerados dentro de él.
Hablo fundamentalmente del dibujo y las cartas, recursos en los que Frida encuentra otras formas de
expresión.
En el primer caso, es posible comprender que una pintora se sienta a gusto trazando formas y colores que
representan sus emociones y sentimientos, y a pesar de que no es un lenguaje propio del diario, es la manera
de vivir que ella elige para observar y comprender tanto el mundo que la rodea como a sí misma. Estas
imágenes están cargadas de simbolismo y se constituyen en un doble discurso, paralelo al “formal”, que a su
manera plasma también la historia de su vida y experiencias fundamentales como el amor y sus limitaciones
físicas, el tema de la enfermedad, que la aqueja desde muy joven y hasta el final de sus días. Aquí es donde
es posible apreciar distintas figuras, rostros, partes del cuerpo humano, autorretratos y paisajes, alusivos a
diferentes estados de ánimo y situaciones por las que atraviesa la artista, los que no sólo son
complementarios a los textos del diario, sino que relatan por sí mismos y con una intensidad única,
momentos cruciales y transversales de su historia.
Asimismo, es posible distinguir dentro de este escrito, otro tipo de discurso que no está frecuentemente
ligado al diario íntimo, pero que sin embargo es parte de los textos a través de los cuales vacía su intimidad:
las cartas. Nuevamente llama la atención esta especial realización en razón con las propiedades de la carta,
ya que es en primer lugar, un texto escrito cuya intención fundamental es ser enviada a su destinatario. De
este modo, muchas de las cartas que Frida escribe en su diario - primordialmente a Diego Rivera – no son
enviadas al destinatario y sólo constituirían otra forma de expresión para ella, infructuosa por cierto en
términos reales, pues no logra sortear la distancia que existe entre ambos.
Además, el diario contiene algunos escritos que siguen la estructura de poemas o series de palabras que están
íntimamente ligadas al subconsciente y con esto a la tendencia artística del Surrealismo, a la que Frida
estuvo ligada. Este será tema de los capítulos siguientes.
Ahora bien, los textos y formas de expresión a los que hago referencia y que son posibles de identificar,
están evidentemente sometidos a las temáticas y/o problemáticas que vive el sujeto a lo largo de su
existencia y que utilizará como medios para plasmar su manera de experimentar la subjetividad, a la luz de
temáticas como el amor y la enfermedad, siempre en el contexto de un diario íntimo circunscrito a estas
diversas formas expresivas.

En primer lugar y referente al tema del amor, es importante subrayar el fuerte vínculo que existió entre la
pintora Frida Kahlo y el muralista Diego Rivera a quien admiraba y amaba de manera visceral y por sobre
todo los aspectos atravesándolos incluso a pesar de las infidelidades que existieron entre ellos. En el diario
de la Kahlo podemos encontrar entonces, continuas alusiones a Diego – de principio a fin - plasmando un eje
de fundamental importancia en su construcción como sujeto, pues el amor arrasa en toda su magnitud con su
vida, en el sentido de un sentimiento que es tan poderoso que se hace parte de su forma de ver y de
comprender el mundo que la rodea, como uno de los rasgos más potentes en la constitución de su
personalidad rebelde y díscola, que como una corriente, la arrastra a estados alucinados y febriles.
Para comenzar con el análisis, revisaré las principales cartas de amor presentes, que como dije
anteriormente, son cartas que cumplen con casi todas las propiedades de este discurso a excepción de, tal
vez, la más importante de ellas: ser enviadas a un destinatario. La carta dentro de un diario íntimo no lograría
completar a cabalidad el proceso de escritura que culmina evidentemente con el envío de ella y con esto no
cumpliría con la intención primera y fundamental de este discurso ¿para qué escribir entonces una carta?
Pienso que es posible que al ser la carta un espacio de expresión directa frente a otro que me lee-“escucha”,
pueda conformarse en una instancia que la lleva como sujeto a la fantasía del diálogo, donde el desahogo de
los sentimientos provocados por el estado amoroso es recreado en función de la “presencia” del otro, loque
lo hace más real y conlleva una sensación de mayor intensidad pues “habla” con el otro y puede demostrarle
la emocionalidad que él le inspira, logrando una canalización más directa hacia el objeto amoroso que
permite su alivio a través de esta fantasía, a pesar de que no cumpla su intencionalidad intrínseca y se
transforme en una especie de “autoengaño”. De esta manera, el “ejercicio” de la carta no enviada podría ser
específicamente para la necesidad amorosa de comunicación y alivio, algo incluso más.
Al respecto, comenta Kristeva: “El amor, el amado, borran la cuenta del tiempo… la llamada me desborda
con un flujo en el que se mezclan trastornos del cuerpo (lo que llamamos emociones) y pensamiento, en
torbellino, tan vago, tan débil, tan dispuesto a penetrar o fundirse en el otro como vigilante, despierto, lúcido
en su avance… ¿hacia qué? Hacia un destino implacable y ciego (…)”.potente que la anotación diarística
asociada a esta necesidad105. Sin embargo, es posible considerando su personalidad, que pudiera tratarse
también de una forma de “autosabotaje”, pues destruye los posibles puentes de comunicación entre ella y su
marido, extremando su estado de soledad.
La primera carta presente en el diario, está dirigida a Diego y delata la inmensa necesidad de él que siente la
artista. A través de sus párrafos, es posible observar una “insoportable angustia, una ansiedad inflamada por
el deseo, una pena que sólo se aplaca con la presencia del ser amado”106. La carta declara por sí sola el
inabarcable amor que siente y el anhelo imposible de convertirse en un mismo ser (“sentirme encerrada (…)
en el mismo ruido de tu corazón”107) asimismo de la inaprehensible imagen que ni siquiera su condición de
pintora puede rescatar: “Pintarte quisiera, pero no hay colores, por haberlos tantos, en mi confusión, la forma
concreta de mi gran amor”.108. Tal es la totalidad que representa su marido para ella, que además en esta
misma carta se anunciará la trasposición que Frida hará en adelante desde la figura del hijo que nunca pudo
tener, a la de Diego, en quien proyecta todas sus inquietudes y sentimiento maternal, lo que hace que su
temática amorosa sea mucho más poderosa y cargada además de esta connotación. Así, afirma: “Cada
momento él es mi niño, mi niño nacido, cada ratito, diario, de mí misma”. Su niño que espiritualmente siente
ha parido, formando un fuerte vínculo que va más allá que el de una pareja de enamorados. De hecho, en su
cuadro El abrazo de amor del universo la Tierra (México), Yo, Diego y el Señor Xólotl, (1949) observamos
esta imagen en forma literal, donde aparece un Rivera desnudo y sostenido por Frida en su regazo al igual
que un niño.Por su parte, el pintor mexicano retrata a Frida en uno de sus murales referentes a la historia de
México, cargando a un pequeño en sus espaldas con un rostro muy similar al suyo, lo que me hace pensar en
que tal vez él mismo se sentía identificado o comprometido con esta figura La segunda carta de amor que se
encuentra en el diario de a Kahlo, está dirigida a la pintora Jacquelline Lamba, esposa de André Breton y
sabemos que sí fue enviada, por lo que lo que leemos es una transcripción. Las sugerentes líneas que en ella
se encuentran, hacen referencia a una triste despedida que ocurre al partir Frida desde París, y de la posterior
desazón que deja en su alma el alejamiento de esta mujer. Sabemos que la pintora mexicana mantuvo
relaciones homosexuales, lo que nuevamente nos lleva a instalarnos frente a un sujeto transgresor y osado,
que no escatima límites en la exploración de su propio mundo y que mantiene una tensión con la sociedad
dentro de la que está inserta, poniendo también en jaque la naturaleza de las relaciones de pareja.
Esta actitud que va en contra de los cánones de su época, quizás reside en el hecho de que se vio
constantemente expuesta a los vaivenes de su marido, a quien -queda de manifiesto a través del diario-
mendiga persistentemente amor, de todas las maneras posibles, llegando al traspaso de lo tradicional y con
ellos a la experimentación de otras formas del amor. En cualquier caso, la forma en que la Kahlo quiebra los
parámetros me parece realmente excepcional en relación con la época específica en la que “es mujer”, pues
de ninguna manera parece haber sido fácil y descubren en ella la no aceptación incondicional de prototipos
preestablecidos que la encierren e inhabiliten.
La carta comienza entonces, con la siguiente frase: “Desde que me escribiste, en aquel día tan claro y lejano,
he querido explicarte, que no puedo irme de los días, ni regresar a tiempo al otro tiempo. No te he olvidado –
las noches son largas y difíciles”.
Esto podría confirmar que existió una relación entre ellas, pues ya casi al final Frida explica:
“Ningún sujeto se da en el vacío, sino siempre en el interior de una red de relaciones y construcciones
culturales tejidas a su alrededor e incluso antes de que él o ella puedan enfrentarse al problema de la
elección. Ellos es especialmente verdad para las mujeres, que se encuentran desde su nacimiento en papeles
y trazos de identidad preconstituidos y ya determinados por la sociedad y la cultura que las rodea y con los
que necesariamente tendrán que enfrentarse”.
“Tú también sabes que todo lo que mis ojos ven y que toco conmigo misma, desde todas las distancias, es
Diego. La caricia de las telas, el color del color, los alambres, los nervios, las lápices, las hojas, el polvo, las
células, la guerra y el sol, todo lo que se vive en los minutos de los no-relojes y los no-calendarios y de las
no-miradas vacías, es él. Tú lo sentiste, por eso dejaste que me trajera el barco desde Havre. Donde tú nunca
me dijiste adiós”. (Kahlo, 209).
Una vez más, la pintora vuelve a Diego y aunque entre ellas haya existido una atracción, al parecer su
compañera entiende que Frida es inevitablemente de Rivera, porque su amor es constante y dependiente,
cargado de la esperanza de tenerlo cerca aunque sabe que su presencia será siempre incierta.
Más adelante en el diario, es posible encontrar otra carta dirigida a Diego, donde los sentimientos expresados
giran en torno a la dependencia que Frida demuestra –una vez más- con respecto a Rivera: frases de
admiración y amor que lo exhiben como el único refugio posible para la pintora, donde se funde y se hace
uno con él. Una comunión a la que siempre aspirará pero que sabe es tremendamente inconstante. Desde
aquí escribe la simbólica expresión: “débil esperanza de hacer construcción”, la que no tiene más contexto
que la generalidad de la carta pues está rodeada de palabras sueltas. A mi parecer, esta alude a tres áreas
fundamentales de su vida. En primer lugar, podría referirse evidentemente a su pareja, con quien la
“construcción” de una vida juntos se vuelve siempre intrincada y frágil; en segundo lugar, podría evidenciar
la carencia de una descendencia que tampoco ha logrado constituir y finalmente podría hacer referencia a
otro de los grandes temas que atraviesan su diario: el de su cuerpo enfermo y paulatinamente desgarrado,
residencia de un espíritu que se rebela y lucha continuamente por mantenerse en el mundo, aunque la
esperanza decaiga.
Ya casi al final de esta misiva, es posible leer a una Frida que se siente inevitablemente sola y dolida: “Ya
me voy conmigo. Un minuto ausente. Te tengo robado y me voy llorando. Es un vacilón”.
Se entiende que la pintora a pesar de sus declaraciones amorosas y de todo el sentimiento que dedica a
Rivera, inevitablemente siente a su objeto de amor muy lejano, sintiéndose abandonada y dueña de una
tristeza inagotable, pues aunque logra tenerlo junto a ella, no es suficiente. Además, la idea que encierra el
“robo” da a entender que aunque poseemos algo, esto no es cabalmente de nosotros: Diego no le pertenece
como quisiera y sabe que debe “devolverlo” quedándose con el llanto y una colorida expresión del tenerlo y
no, que la frustra inmensamente. De este modo, el muralista es al mismo tiempo para ella amor y abandono,
un compañero que anhela por sobre todos los aspectos de su vida y que ella recibe como origen de gozo y
dolor, contradicción que acepta como parte constituyente de su sentimiento amoroso y que la hace utilizar
metáforas que encierran esta lucha. Otra de las anotaciones que llaman la atención dentro del diario de la
artista mexicana y que va dentro de la misma línea e idea de que Diego se configuraría como el todo que da
vida y sentido a Frida, se encuentra en otra de las extensas cartas que la pintora le dirige: “Tú te llamarás
AUXOCROMO el que capta el color. Yo CROMÓFORO – la que da el color. Tú eres todas las
combinaciones de los números. La vida. Mi deseo es entender la línea la forma la sombra el movimiento. Tú
llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y va a las tuyas
que son mi luz”. (Kahlo, 214.)
A través de este párrafo destaca en primer lugar, la utilización de un nuevo código que representa y reafirma
las diversas formas de expresión de las que se vale la artista para materializar sus sentimientos y visiones: el
pictórico, lenguaje que comparte con Rivera y que hace que esta declaración amorosa contenga además un
grado de complicidad, una forma de comunicar que les pertenece a ambos, una manera de aproximarse a él
como si fuera una obra de arte cuyos misterios quisiera develar y hacer suyos para lograr colmar y
complementar la complejidad del propio mundo con su presencia y utópicamente, llegar a ser uno, como
vemos en la siguiente expresión cuya poderosa imagen completa la idea de unificación : “Te oprimí contra
mi pecho y el prodigio de tu forma penetró en toda mi sangre por la yema de mis dedos”.
Dentro de esta misma epístola, la artista continúa utilizando intensas y penetrantes imágenes a lo largo de su
declaración amorosa, las que reafirman la proposición de una escritura delirante cuyo lenguaje amoroso “es
un vuelo de
metáforas”118 muy cercano al poético y que casi no da abasto para vivificar la figura de
un objeto amoroso – que en sí mismo es “una metáfora del sujeto: su metáfora
constituyente”119- , que se mantiene intermitente en su presencia física real y que la
artista llama ante sí para construir su mundo y el sentido de su existencia:
“Estás presente, intangible y eres todo el universo que formo en el espacio de mi
cuarto. Tu ausencia brota temblando en el ruido del reloj; en el pulso de la luz;
(…) Desde ti hasta mis manos, recorro todo tu cuerpo, y estoy contigo un minuto
y estoy conmigo un momento. Y mi sangre es el milagro que va en las venas del
aire de mi corazón al tuyo”. (Kahlo, p. 215).
La idea de que Diego es el todo para Frida es constante a lo largo de su diario y
se ve reforzada en relación con la anotación anterior. Según sabemos, la pintora pasa
gran parte de su tiempo relegada a la habitación debido a su delicado estado de salud y a
las continuas operaciones a las que se somete, por lo que ese espacio se transforma en su
exclusivo universo, solitario y dedicado a la pintura. Es este espacio el que llena con el
anhelante recuerdo de Rivera, donde se hace más patente su ausencia al sentir el paso del
tiempo, que atormentándola con “su sonido” deja en evidencia su falta; una espera que
en palabras de la Kristeva “me hace dolorosamente sensible a mi estado incompleto”120.
117 Ibíd. p.215.
118 Kristeva, 1988. Op. cit. p. 1.
119 Ibíd. p. 25.
120 Ibíd. p. 5.
61
Sin embargo, ella logra reconstruir la imagen del amado y de esta manera se encuentra
así misma; es en este momento de encuentro donde se produce el “milagro” de estar
juntos: el milagro de la vida que llega nuevamente a ella y la revitaliza.
En esta misma línea quisiera destacar también en relación con esta misma carta,
un extracto casi al final, que dice:
“Yo penetro el sexo de la tierra entera, me abrasa su calor y en mi cuerpo todo
roza la frescura de las hojas tiernas. Su rocío es el sudor del amante siempre
nuevo. No es amor, ni ternura, ni cariño, es la vida entera, la mía, que encontré al
verla en tus manos, en tu boca (…). Solo un monte conoce las entrañas de otro
monte”. (Kahlo, 216).
A través de él, la artista conjuga el lenguaje amoroso con elementos de la
naturaleza y realiza una febril y apasionada metáfora de unificación y comunión de los
cuerpos de los amantes, mediante la cual ella misma existe121 y donde nuevamente llega
a la conclusión de que no sólo los unen fuertes sentimientos asociados también al
cuerpo, sino el descubrimiento de la vida que fluye desde el objeto amoroso hacia ella,
en un reconocimiento cómplice, mutuo y al mismo nivel, y como explica Kristeva, en el
que se ha eliminado la alteridad dando paso a un estado inestable y alucinado, “en el que
el individuo deja de ser indivisible y acepta perderse en el otro, para el otro”122.
He destacado anteriormente, que parte fundamental en la escritura del diario de
la Kahlo son los dibujos, este lenguaje pictórico –cuyos colores y formas también siguen
el nivel de lo simbólico-, que acompaña casi la totalidad de sus anotaciones como una
historia paralela y complementaria a la verbal, esta vez en relación a uno de los temas
centrales que atraviesan su vida: la enfermedad y el horizonte de la muerte, con la que
lucha incansablemente hasta el final de sus días. Frida permanece siempre “encerrada”
en un cuerpo que la limita físicamente pero que finalmente nunca logra mermar su
121 Explica Kristeva, que “el sujeto existe por pertenecer al otro, y a partir de esta pertenencia simbólica,
que le hace el sujeto del amor y de la muerte, será capaz de construirse objetos imaginarios de deseo”. P.
31.
122 Ibíd. p. 4. “(…) la poesía o la alucinación delirante sugiere un estado de inestabilidad en el que el
individuo deja de ser indivisible y acepta perderse en el otro, para el otro. Con el amor, este riesgo, por
demás trágico, es admitido, normalizado, asegurado al máximo”.
62
espíritu completamente, llevándola a salvar con valentía las barreras del dolor físico, en
favor de un trabajo artístico constante y fructuoso y sin dejarse arrastrar por la inercia.
En este sentido, su amor por Rivera en ocasiones también se convierte en un obstáculo
para ella misma, pues a pesar de que lo ve como la totalidad y la vida, también es en
dolor y ausencia, en un vaivén de inestabilidad y desgarro del alma.
A este respecto, existe una página que llama la atención referente a este padecer
físico que sufre durante su existencia y que en el momento de la escritura ya ha dejado
huellas incurables tanto en su cuerpo como en su espíritu. Hablo de la ilustración
N°41123, en la cual se muestra a sí misma sobre un pedestal o columna que aún la
sostiene tal vez en la vida (de hecho este elemento está pintado de verde, color que
representa universalmente la esperanza). Su cabeza está adornada con las cintas
características que levaba la artista y su rostro se percibe angustiado, triste y dolido,
mirado hacia abajo. Su cuerpo formado de trazos negros y puntos dispersos –también
ennegrecidos-, deja caer un brazo partido por la mitad, una mano, un ojo, su cabeza al
revés y parte de un pie. Acompaña la escena, un fondo azulado y el propio cuerpo de un
rojo intenso, aludiendo al color de la sangre. Sobre su cabeza la frase “Yo soy la
DESINTEGRACIÓN….”.
Es evidente el hecho de que la artista está atravesando un momento de crisis,
donde el desastre físico llega irremediablemente. Además, se pinta así misma en una
inmensa soledad, elementos que hace a la imagen más perturbadora aún124. La
enfermedad va destrozando su cuerpo mientras ella consciente de esto y no puede hacer
nada para impedirlo. Su desgaste físico es inconmensurable y devastador; la postura de
su cuerpo incómodo resulta ineficaz para evitar el desmembramiento al que asiste de sí
misma y hace imposible su rescate. La desesperación hace que se vea a sí misma como
una “marioneta”125 despedazada, cuyas partes constituyentes caen al suelo y la dejan en
123 Kahlo, 2005. Op. cit. p. 225. Ilustración N°41. (Ver Anexo).
124 Sontag, 2005. Op. cit. p. 119 y 120. “Tal como la enfermedad es la mayor de las miserias, así la mayor
miseria de la enfermedad es la soledad”.
125 Kahlo, 2005. Op. cit. p. 224. Término utilizado por Sara M. Lowe.
63
un “precario equilibrio”126. Este hecho -como observa Lowe- sería el más relevante,
pues entre ellos se cuentan un ojo y un brazo de vital importancia e “indispensables en la
creación artística”127. Frida teme, pues sabe que esta actividad es algo que podría perder
de seguir desarmándose su cuerpo -ya que depende incuestionablemente de él-, caso en
el que quedaría sin medios para darle sentido a su existencia, mediante la creación de
mundos y realidades propias que la liberen de la suya128.
En una anotación posterior a este dibujo, la pintora establece la relación explícita
que existe entre la tinta roja y la sangre y además deja entrever la aliviadora
significación que tiene para ella el proceso de creación artística, ayudándola a vivir. Al
mismo tiempo, se pregunta tal vez al respecto de un “creador universal” o ser superior,
quien la ha “marcado con su tinta” y hace explícita una vez más, la intención de
sobrellevar esta carga de dolor “huyendo” de su mundo a través de la invención de los
suyos propios129.
Otra de las sobrecogedoras imágenes del diario y que revela las distintas etapas
por las que ha pasado la Kahlo130, es aquella en la que pueden distinguirse tres mujeres
superpuestas unas a otras. La primera (parte superior), representaría a una Frida joven,
de mirada melancólica y ojos profundos, quizás aún ignorante de los padeceres
deparados por la vida; en el centro hay una mujer de edad media y mirada algo más dura
y en la parte inferior reconocemos a la Frida del diario: más madura y de mirada triste,
de labios sin sonrisa ni esbozo de ella, cuyos rasgos ya están definidos y son los
característicos de la artista que conocemos. Una mujer curtida por el dolor, frustraciones
y limitaciones, que ha visto truncados muchos de sus sueños de juventud, como lo son por ejemplo la
maternidad y el amor incondicional y constante del hombre que ama y su
compañía.
La página siguiente expone:
“Tú lo entiendes todo. La unión definitiva. (…). Nacemos para lo mismo. Querer
descubrir y amar lo descubierto. (…). Eres bello. Tu belleza yo te la doy (…).
Arma contra todo lo que no te libra. Rebelión con todo lo que te encadena. Te
amas. Quiéreme como centro. (…) No lograré más que un recuerdo prodigioso
de que pasaste por mi vida dejando joyas que no recogeré sino cuando te hayas
ido. “. (Kahlo, p.230).
Uno de sus anhelos incumplidos, es evidentemente el que Diego llegue a
compartir el mismo amor que ella le dedica y que sienta una necesidad impostergable de
ella, y a pesar de encontrar puntos de conexión con él (la pintura), comprende que el
hombre que ha elegido irremediablemente será inconstante en su presencia pues se
opone de manera radical a las ataduras propias de una relación amorosa (o compromiso)
e incluso al parecer se basta a sí mismo (“Te amas”). Comprendiendo esto, de todas
formas insiste en extender un ruego imperativo no ya de que esté junto a ella, sino de ser
el elemento y parte fundamental de su existencia, lo que se contradice con la frase
siguiente, donde parece haber asumido el abandono que está por venir, una vez más.
En otras páginas de su diario, donde su caligrafía hace patente el hecho de que su
salud ha decaído, persiste la idea – en una muestra del amor ya obsesivo que declara a
Rivera- de que ella haría lo imposible por extender su manto protector y donarle incluso
su propia vida, como una madre con su hijo:
“Nadie sabrá jamás cómo quiero a Diego. No quiero que nada lo hiera. Que nada
lo moleste y le quite la energía que él necesita para vivir. Vivir como a él se le dé
la gana. (…) Si yo tuviera salud quisiera dársela toda, si yo tuviera juventud toda
la podría tomar. No soy solamente tu madre, soy el embrión, el germen, la
primera célula que en potencia lo engendró (…)”. (Kahlo, p. 234).
Ella, ya abnegada frente al hecho de que el pintor no acepta ataduras, se entrega
en su totalidad ofreciéndole algo que incluso sería de vital importancia para ella: su
65
salud. Lo antepone a todas sus necesidades aún sabiendo de antemano que Diego jamás
responderá al sueño en el que ella se convierte en un ser indispensable para él. Frida
entrega todo lo que es y al mismo tiempo se señala como la “dadora de vida”, la
“creadora de mundos”, el origen espiritual de Rivera. Luego, ya casi al final de esta
anotación, alejada de la catarsis y del desahogo de sus pasiones, llega la misma
conclusión que siempre la hiere y la desarma: “¿Por qué le llamo mi Diego? Nunca fue
ni será mío. Es de él mismo”131.
Como sabemos, el diario que escribe la Kahlo transcurre a lo largo de los últimos
diez años de su vida, por lo que el deterioro de su cuerpo se hace cada vez más evidente.
A su vez y en razón de esto mismo, el trabajo de la artista se va haciendo más
complicado y difícil, ya que a medida que su salud va decayendo, abandona casi por
completo la composición de autorretratos que necesitan de largas horas frente al espejo.
Es por esto que se concentra fundamentalmente en la realización de naturalezas muertas,
como la que observamos en la ilustración N°56132. En ella, la artista pinta dos jarrones
en los que se traslucen caras humanas y junto a ellos se distingue una mano suelta y
como “arrancada” de un cuerpo, aparentemente formada por un manojo de la misma
hierba que emerge de las vasijas. Asimismo, entre este ramillete destacan rostros y una
figura femenina de labios gruesos con la cual identificamos a Frida.
Sarah M. Lowe comenta en primer lugar, que los objetos que pinta la artista
representan una quietud que podría corresponder a la de la muerte física por un lado y
por otro, a la idea de que la artista al ir aumentando en ella la incapacidad física, se
identifica con estas figuras transformándolas en una metáfora de sí misma como “si
fuera un vegetal”133. La imagen se completa con una frase que dice “ „Naturaleza. bien
muerta!”, lo que creo podría contradecirse con los rostros humanos o subrayar la idea de
sentirse cada vez más cercana a la muerte, lo que revelaría una inquietud en relación con
este horizonte debido a la paulatina desintegración de su humanidad.
131 Ibíd. p. 235.
132 Ibíd. p. 233. Ilustración N°56. (Ver Anexo).
133 Ibíd. Comentarios de Sara M. Lowe.
66
Los dibujos de partes de su cuerpo desmembradas y arrancadas de su origen,
relacionadas con la enfermedad, son habituales en el diario: en la ilustración N°66134, la
artista ha pintado unos de sus pies (el derecho) de color naranja intenso y en lo que
podría ser el empeine, el color cambia a rojo transformándose tal vez en una llaga; el pie
se ve hinchado y está posado sobre un conjunto de flamas de las mismas tonalidades, lo
que nos sigue dando pruebas manifiestas de la preocupación que existe por su
decaimiento físico. Frente a este, otro pie más pequeño, pintado completamente de rojo.
Es conmovedora la manera cómo la artista a lo largo de sus escritos, va impregnando
visualmente este espacio con la imagen del dolor, demostrando a través de símbolos
como lo es el fuego, la desgarradora intensidad de los padecimientos que sufre y frente a
los que aún se mantiene con voluntad, pues en el escrito posterior expone:
“La tragedia es lo más ridículo que tiene “el hombre” pero estoy segura, de que
los animales, aunque “sufren”, no exhiben su “pena” en “teatros” abiertos, ni
“cerrados” (los “hogares”). Y su dolor es más cierto que cualquier imagen que
pueda cada hombre “representar” o sentir como dolorosa”. (Kahlo, p. 239).
A pesar de que Frida experimenta constantemente la experiencia del dolor y la
representa a través de su arte, aún siente que no puede acceder a la verdadera expresión
de él, tildándolo de ridícula su exhibición, imagino por la imposibilidad de alcanzar la
verdadera manifestación de su magnitud; los animales entonces demostrarían más
sinceramente esta “tragedia”, lisa y llanamente “viviéndola” sin la necesidad de
mostrarla para hacerla “verdadera”.
Como hemos podido observar, muchas son las páginas en las que Frida hace
alusión a su tortuoso camino de cirugías y rehabilitaciones, más explícitamente y por
ejemplo cuando dice: “1910 – 1953 en toda mi vida he tenido 22 operaciones
quirúrgicas”135 y más adelante, en una de las pocas anotaciones fechadas que contiene el
diario aún observamos la inquebrantable voluntad y fuerza de la pintora, quien a pesar
134 Ibíd. p. 238. Ilustración N°66. (Ver Anexo).
135 Ibíd. p. 252.
67
de todos su padeceres, es capaz de reanimarse y mantener el ímpetu de la vida y su
quehacer artístico:
“1950 – 51. He estado enferma un año. Siete operaciones en la columna
vertebral. El Doctor Farill me salvó. Me volvió a dar alegría de vivir. Todavía
estoy en la silla de ruedas, y no sé si pronto volveré a andar. Tengo el corset de
yeso que a pesar de ser una lata pavorosa, me ayuda a sentirme mejor de la
espina. No tengo dolores. Solamente un cansancio de la… tiznada, y como es
natural muchas veces desesperación. Una desesperación que ninguna palabra
puede describir. Sin embargo tengo ganas de vivir. Ya comencé a pintar.”.
(Kahlo, p. 252).
En este fragmento se aprecia cómo la artista con familiaridad, asimila su
enfermedad y limitaciones, subrayando su agradecimiento a quien “la ha salvado” -
presuntamente de sus dolores- dándole nuevamente alegría, una expresión poco usual a
lo largo de su escritura, renovando sus ansias de mejoría y trabajo. En estos momentos lo
que más la aqueja es la desesperación, estado que una vez más tratará de sobrellevar en
base a esta nueva esperanza y junto a su incansable amor por Rivera:
“Noviembre 9 – 1951. Niño – amor. Ciencia exacta. Voluntad de resistir
viviendo alegría sana. Gratitud infinita. Ojos en las manos y tacto en la mirada.
Limpieza y ternura frutal. Enorme columna vertebral que es base para toda la
estructura humana. Ya veremos, ya aprenderemos. Siempre hay cosas nuevas.
Siempre ligadas a las antiguas vivas. Alado – Mi Diego mi amor de miles de
años (…)”. (Kahlo, p. 254).
Como ya ha plasmado en algunos de sus cuadros, su mayor debilidad radica en
la columna vertebral a la que nombra como base del ser humano. Ahora “restaurada” por
su médico, Frida cuenta nuevamente con el cimiento físico que le permitirá enfrentar los
nuevos embates de la enfermedad. Además y sin ninguna duda, echa mano a su objeto
amoroso como el elemento extracorpóreo que también ayudará a mejorar su estado de
ánimo y le brindará las “alas” que necesita para continuar. Esta idea se repite en la ilustración N° 112136,
donde hace explícito el sentimiento de compañía de Diego y la
idea de que él la “aviva” con el poder de su presencia y amor.
Sin embargo y en la misma línea de este lenguaje pictórico, existe una ilustración
que se encuentra más adelante137 donde al parecer para la artista ha decaído la esperanza
– cambios de estado propios de la enfermedad-. Lo que observamos es a una Frida
Kahlo que llena toda la página, desnuda y al mismo tiempo cubierta por grandes ramas
verdes, debajo de las cuales inmensas llamas hacen parecer al cuadro una fogata. Ella
con mirada melancólica y el pelo suelto, tiene tras de sí alas aparentemente quebradas.
Completa el conjunto la inscripción: “Te vas? No. ALAS ROTAS”, lo que podría hacer
alusión a la amenazante llegada de la muerte y su inminente arribo a un horizonte no
muy lejano; las alas de la fe se han roto y ella, aún rodeada de la naturaleza – lo terrenalarde
y se quema en el dolor de la carne y el espíritu.
Asimismo, la ilustración siguiente138 la muestra cubierta por un manto morado –
el dolor- y tendida sobre lo que pareciera ser la tierra (pues debajo de ella hay raíces de
color café y entre ellas se ocultan pies “enterrados” y por esto muertos), con una
expresión de profunda tristeza pues además caen lágrimas de sus ojos; sobre ella el sol
de un rojo seco sangriento, enorme y cercano como una amenaza y la frase “Color de
veneno”. Llama la atención que la imagen este partida en dos, desde sus piernas hacia
abajo, donde el color del manto cambia al mismo rojo del sol y sobre ellos nuevamente
dibuja un pie y las palabras “Todo al revés. Ya? Sol y luna pies y Frida”, lamentándose
por el deplorable estado en el que encuentra. Tiempos de crisis para la pintora que ve su
cuerpo cada vez más débil y limitado y que explícita y abiertamente estampa su
tormento, su cansancio y angustia frente al cuerpo que la abandona a su pesar: “ Años.
Esperar con la angustia guardada, la columna rota, y la inmensa mirada, sin andar, en el
vasto sendero… moviendo mi vida cercada de acero. Diego!”139.
136 Ibíd. p. 260. Ilustración N°112. (Ver anexo).
137 Ibíd. p. 269. Ilustración N°124. (Ver anexo).
138 Ibíd. p. 271. Ilustración N°128. (Ver anexo).
139 Ibíd. p. 273.
69
Frida decae en su lucha y mira hacia atrás viendo un mundo al que ha tenido que
acceder en forma parcial, siempre truncada por su cuerpo que no puede continuar sin el
apoyo del “acero” y el que no la ha dejado vivir este “vasto sendero” como ella quisiera.
Y frente a esto, clama por Diego como el último recurso al que aferrarse, suplicante e
incompleta:
“Si tan solo tuviera cerca de mí su caricia. (…) me haría más alegre, me alejaría
del sentido que me llena de gris. Nada ya sería en mi tan hondo, tan final. Pero
cómo le explico mi necesidad enorme de ternura! Mi soledad de años. Mi
estructura inconforme por inarmónica, por inadaptada. Yo creo que es mejor
irme, irme y no escaparme. Que todo pase en un instante. Ojalá.”. (Kahlo, p.
275).
A través de estas expresiones, vemos la inmensa necesidad del amor de Rivera y
la forma en que “mendiga” por su protección y cobijo; al mismo tiempo, lo cruel que es
consigo misma al autodenominarse “inarmónica e inadaptada” , llena de una rabia
que la hace desear y pensar francamente en la muerte, la que terminaría con su honda
aflicción. La razón de todo esto, una gangrena que ha avanzado irremediablemente y que
en agosto de 1953 hace inevitable la amputación de su pie derecho hasta la rodilla140.
En la ilustración N°134141 Frida también recrea este “trance”, mediante la imagen
de sus pies amarillentos sobre un pedestal y de los que salen especies de venas o ramas
secas y llenas de espinas, todo sobre un fondo rojo y la frase “Pies para qué los quiero si
tengo alas para volar”. 1953”, expresión liberadora que encara el miedo y que
nuevamente expone la figura de las alas – Diego, el poder de su arte- como forma de
salvación142.
140 Este hecho, es registrado por la artista en su diario: “Agosto de 1953. Seguridad de que me van a
amputar la pierna derecha (…) Estoy preocupada, mucho, pero a la vez siento que será una liberación.
Ojalá pueda ya caminar dar todo el esfuerzo que me queda para Diego. Todo para Diego”. Sigue siendo
notorio, el hecho de que finalmente quisiera siempre hacer esfuerzos no ya para sí misma, sino para Diego.
Para “hacerse la idea” y como lo hace estando frente a otras situaciones adversas, la Kahlo dibuja la futura
imagen de su cuerpo para asimilarlo y enfrentarlo. (Observar también como elemento complementario la
ilustración N°141, en anexo). Ibíd. p. 277.
141 Ibíd. p. 274. Ilustración N°134. (Ver anexo).
142 Frida comenta nuevamente esta idea en una anotación muy cercana al dibujo de sus pies cortados:
“Julio. 1953. Cuernavaca. Puntos de apoyo. En mi figura completa solo hay uno, y quiero dos. Para tener
70
Pero el deterioro ineludiblemente avanza y horada la fortaleza de la artista. En
una anotación de febrero de 1954 – 5 meses antes de su muerte-, hace expreso su deseo
de suicidio frente a la imposibilidad de seguir resistiendo la angustia y el tormento del
dolor físico, el que ha llegado a extremos intolerables:
“Me amputaron la pierna hace 6 meses. Se me han hecho siglos de tortura y en
momentos casi perdí la razón. Sigo sintiendo ganas de suicidarme. Diego es que
me detiene por mi vanidad de creer que le puedo hacer falta. Él me lo ha dicho y
yo le creo. Pero nunca en la vida he sufrido más. Esperaré un tiempo”. (Kahlo, p.
278).
Una nota de Lowe, aclara que faltan varias páginas que han sido arrancadas entre
esta anotación y la que viene (fechada en marzo del mismo año), presuntamente para
mantener la “dignidad de la pintora”143 durante su estado de intenso sufrimiento. En el
siguiente escrito de la Kahlo, ella se muestra algo mejor de ánimo y en un periodo de
mayor paz interior, siempre agradecida de su marido, de sus médicos tratantes y de su
voluntad (expresado en una nota posterior), aunque es notorio que ya estamos en
presencia de una mujer que se ha familiarizado con la idea de su muerte.
Pero se produce una aceptación en la que no cabe la idea de la rendición, sino de
una lucha que ha librado durante toda su vida y que se transforma en la entrega de sí
misma, por su propia voluntad y manifestando sobre un fondo pintado de amarillo su
conocida frase: “Espero alegre la salida – y espero no volver jamás- FRIDA”144.
Ya casi al finalizar, se representa a ella misma siempre desnuda, atravesada por
flechas que recuerdan los lugares donde se ha localizado su debilidad y dolor, en un
último recuento de las heridas que le ha entregado la vida, con una expresión seria y
directa, la mirada en alto a pesar de la lágrima que cae por su rostro, símbolo de lo que
en ella han causado cada uno de estos dolores145.
yo los dos me tiene que cortar uno. Es el uno que no tengo el que tengo que tener para poder caminar el
otro será ya muerto! A mí, las alas me sobran. Que las corten y a volar!! Ibíd. p. 276.
143 Ibíd. p.278.
144 Ibíd. p. 285.
145 Ibíd. p. 285. Ilustración N°161. (Ver anexo).
71
No existen anotaciones que cierren las páginas de su diario íntimo, pero sí un
último dibujo146, muestra de su más preciada forma de expresión: una especie de
tormenta celestial que esconde un sol, se cierne sobre la cabeza de un alado ser
antropomorfo que convertido tal vez en alma, va dejando tras de sí, huellas de su propia
sangre147, el fin del dolor.
146
CAPÍTULO IV: AMOR Y TRANSGRESIÓN.
4.1. Amor, palabra y dibujo:
A lo largo del desarrollo de esta tesis, he puesto de manifiesto la importancia que
en el diario de Frida Kahlo tiene el código pictórico, el que se va entrelazando con el de
las letras, lo que para la realización usual es un elemento altamente transgresor y más
propio de los tiempos actuales que del contexto en que la artista se sitúa. Así, los
géneros pierden su pureza, colaborando y complementándose el uno al otro a lo largo del
testimonio que se observa alrededor de sus temas vitales.
Como ya he tomado varias de estas imágenes como referencia y apoyo en el tema
siempre presente del amor y la enfermedad, los dibujos que presento a continuación
resultan útiles para completar a aquellos y para reforzar el hecho de que Frida no
concibe la expresión de su subjetividad sin el arte de la pintura, su más preciado don y
talento.
La primera de ellas a destacar, es la ilustración N°42, titulada “El fenómeno
imprevisto”148en la que la artista dibuja a una serie de rostros de mujeres que conforman
en su totalidad una imagen algo monstruosa del sujeto femenino, pues en todas ellas
resalta algún elemento fuera de lo normal que las hace parecer engendros. Como observa
Lowe, en general las mujeres que ella ilustra son tan peculiares que jamás aparecen
como objeto de deseo; muestra tal vez de la visión que la artista tenía de sí misma y de
su mutilado cuerpo, restaurado a fuerza de intervenciones quirúrgicas y de voluntad.
Asimismo, el título es bastante revelador en razón a los accidentes y consecuencias que
para ella han traído estos deterioros, transformándola en un fenómeno articulado cuyo
resultado será siempre incierto.
148 Ibíd. p.225. ilustración N°42. (Ver anexo).
73
En este mismo clima de exclusión, la imagen N°65149 representa la figura de una
mujer embarazada tendida en el suelo y “encerrada” dentro de una gran mancha naranja,
mirando unos astros dibujados con esmero y la inscripción: “Asombrada se quedó de ver
las estrellas – soles y el mundo vivo – muerto y estar en la sombra”. Esta es una clara
referencia a la manera en cómo se sentía Frida, al admirar el mundo muchas veces desde
la dificultad y el impedimento sin poder ser parte de él; por otro lado, el estado de
embarazo de la mujer dentro de esta “sombra”, hace pensar en la imposibilidad de
procrear, una metáfora de un hijo que jamás pudo salir de su vientre y ver la “luz” del
exterior. En este caso y como el de muchos otros, la imagen se corresponde con lo
expresado verbalmente, apoyándose y reforzando la expresión del sujeto.
En relación al amor, la Kahlo también representa distintas facetas de Diego
Rivera, siempre demostrándole su devoción e infinita admiración; la ilustración N°86150
es prueba de esto, al dibujar sus manos tomando una supuesta escultura junto al
comentario: “Nunca he visto ternura más grande que la que Diego tiene cuando con sus
manos y sus bellos ojos toca las esculturas del México Indio”151. La palabra en este caso
apoya y da contexto a la imagen y se ve que ambos discursos- códigos, están
literalmente fundidos en la hoja.
Ligadas a la idea del amor, se encuentran también en el diario de Frida ciertas
imágenes donde se mezcla erotismo y dolor, en un confuso conjunto de rostros, figuras
humanas y aparatos reproductores tanto femeninos como masculinos; en la parte
superior varias caras “lloran” la imagen central, de un hombre y una mujer entrelazados
en el amor desde los que emergen un par de piernas pintadas de rojo (mutiladas,
dolorosas) en cuya mitad aparece una de las firmas de la pintora, los labios, todo
rodeado de los miembros antes mencionados. Finalizan la ilustración, una serie de trazos
que recuerdan raíces o como observa S. Lowe, vasos sanguíneos o nervios “transmisores
149 Ibíd. p. 237. Ilustración N°65. (Ver anexo).
150 Ibíd. p. 247. Ilustración N°86. (Ver anexo).
151 Ibíd. p 291 (Cronología). “En 1942 se inicia la construcción de Anahuacalli, un museo que habría de
albergar la colección de Rivera de objetos precolombinos. Frida reúne fondos para el proyecto, vendiendo
su apartamento. Asimismo, envía cartas a las instituciones gubernamentales con el propósito de conseguir
ayuda”.
74
de sensaciones, tanto de placer como de dolor”152. Es patente el hecho de que la Kahlo
pudo haber visto una imposibilidad en su realización sexual del amor, en relación con el
complicado y frágil estado de su cuerpo.
En otro sentido, llama también la atención una imagen posterior a las que ya he
mencionado, en la que la artista hace una especie de resumen de los aspectos más
relevantes de su vida hasta el momento153. El dibujo, cuyo fondo es predominantemente
rojo, muestra una serie de palabras sueltas alusivas y asociadas a conceptos y personas
claves para ella, como lo son la paz, la revolución, Stalin y Diego. En el centro, un pie
atravesado por líneas que lo destrozan denotaría la causa del dolor y padecimiento de ese
momento; bajo él, un círculo con otro en el medio –símbolo azteca de la unidad- y el
ying y el yang signo recurrente en el diario y representante de la aspiración al equilibrio.
Por otra parte, la artista en otra de sus reveladoras imágenes, pienso se presenta a
sí misma en el centro –aunque ella misma lo dude (“yo?”)- en un paisaje vigilado por la
presencia de la luna y el sol y donde el elemento más llamativo es el brazo de la pintora
que, formado por un grueso trazo negro y puntos morados, parece explotar. Frida se
situaría en un espacio definido, en el cual la acompañan astros de vital importancia para
ella y donde este brazo y su explosión, creo constituirían la fuerza de su creación que
muchas veces llega a serle dolorosa por lo que contiene e implica154.
4.2. Amor y política:
Frida Kahlo fue una mujer adelantada a su tiempo y como he hecho notar, un
sujeto que atraviesa el género femenino al derribar sus fronteras y haciéndose parte
activa, entre otros, de la política de su tiempo. De hecho, señalaría el año de la
Revolución mexicana como su fecha de nacimiento en 1910. Parte de las anotaciones de
su diario recuerdan esta lucha campesina, al incluir memorias que destacan imágenes de
niñez de gente zapatista confrontándose con carrancistas, en las que su familia toma
152 Ibíd. p.231. Ilustración N°54. (Ver anexo).
153 Ibíd. p. 259. Ilustración N°111. (Ver anexo).
154 Ibíd. p. 261. Ilustración N°115. (Ver anexo).
75
también parte activa155 y desde donde nace su primer interés por el comunismo,
adhiriéndose a las juventudes del partido, ya a los 13 años de edad.
En 1927, a la edad de 20 años, se adhiere formalmente al Partido Comunista y
cobra un rol de vital importancia pues siendo una figura de su época, junto a su marido
Diego Rivera, tienen gran influencia en asuntos relacionados, como manifestaciones y
adhesiones al partido. Sin embargo, al aceptar el muralista un encargo del gobierno
mexicano, es expulsado del partido. Como consecuencia de esto, Frida renuncia a su
militancia, lo que no significó un cambio en las ideas políticas de la pareja. Estas
prevalecerán en todo momento y como veremos, estarán presentes en las anotaciones de
su diario. Por su parte, Rivera será amonestado y rescindido de un contrato con el
Rockefeller Center, por incluir una imagen de Lenin en su mural (1933).
De esta forma, la pareja se mantiene siempre presente y fieles a sus ideales
políticos, como al estallar la guerra civil española en el año 1936, fecha durante la cual
son parte activa a favor de los republicanos y sus derechos civiles: se dedican a reunir
fondos para las víctimas de esta guerra en contra de las fuerzas de Franco. En este
momento, su marido se afilia a la sección mexicana de la Liga Comunista Internacional
Trotskista y un año después recibiría en la Casa Azul (residencia del matrimonio Rivera
– Kahlo) a este mismo personaje quien ha debido abandonar su país buscando asilo
político junto a su mujer. Sin embargo, Rivera en 1938 se retiraría de esta Liga, debido a
ciertas desavenencias con León Trotsky.
Frida sigue fielmente a su marido en tanto sus ideas políticas, haciéndolas suyas
y formando parte de cada evento en los que puedan estar en juego sus ideales. Es debido
a esto, que frente al atentado a Trosky y a su posterior asesinato (1940), la policía persigue a Rivera y arresta
por dos días a la artista para interrogarla en razón de su
vínculo amoroso con el político y de su pública ruptura con su marido.
A pesar de todo lo anterior, Rivera pide a Frida que solicite sus reingresos al
Partido Comunista en 1948. Ella es aceptada en seguida, no así el muralista quien tendrá
que esperar hasta 1954, época en que la pareja participa en una protesta por la
intervención de la CIA en Guatemala y año en el que moriría su mujer.
Como he mencionado, la Kahlo escribe recurrentemente sobre sus ideas políticas
y plasma asimismo imágenes que destacan dentro de su ideario; además, en una entrega
que va profundamente ligada a Diego siempre se hace patente su preocupación por ser
útil al partido tanto a través de sus acciones como de su arte. Rescato en primer lugar,
aquella anotación donde Frida sintetiza su punto de vista y los ideales de la Revolución
bolchevique, segunda fase de la Revolución rusa de 1917:
“La revolución es la armonía de la forma y del color y todo está, y se mueve,
bajo una sola ley =la vida= Nadie está aparte de nadie – Nadie lucha por sí
mismo. Todo es todo y uno. La angustia y el dolor. El Placer y la muerte no son
más que un proceso para existir. xxxx la lucha revolucionaria xxxxxx en este
proceso es una puerta abierta a la inteligencia”. (Kahlo, p. 243).
La pintora se hace partícipe de esta ideología asimilándola por primera vez, a la
perfección en cuanto al arte que realiza156 y encontrando en ella una esperanza que
abriga sus propios dolores: la no exclusión, es decir la integración de todos los
individuos –lo que la identifica en razón de sus limitaciones y particularidades-, la visión
del dolor, la muerte e incluso el placer como partes constituyentes del proceso de
existencia, lo que tal vez cambia su perspectiva de ellos como algo inherente a la vida y
no solamente de ella y su vida y la posibilidad de un desarrollo intelectual que le atrae
poderosamente, por ser esto también parte de las cualidades que desarrolla
específicamente como mujer, un área restringida por las sociedades de su época para el
género femenino.
156 Recordemos que anteriormente las ideas de la artista referentes a la pintura, tenían que ver más
directamente con una concepción personal, de su propio universo, no así con algo fuera de ella o ligada a
otras concepciones como la política.
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Ahora bien, ella no sólo se identifica por ideas que tiene que ver consigo
misma157, sino también por la legítima lucha de clases y la oposición a sistemas que
considera “trucos de la burguesía”, cooperando en forma activa con el movimiento158.
Frida, más adelante en su diario (noviembre de 1952) como lo hace con varios
aspectos de su vida, realiza un recuento de su militancia política y de los pilares
fundamentales en los que cree. En esta anotación reconoce además, que ha cometido
errores por confundir sus alianzas políticas con su lealtad (y amor incondicional) a
Diego, lo que denomina un “error político”. Por primera vez se hace evidente para ella,
pero no para quienes comprendemos que la profunda devoción y admiración por su
marido, hace que en general se comprometa con las mismas causas. Como podemos
observar:
“Desde hace 25 años soy un ser yo comunista. Sé los orígenes centrales. Se unen
en raíces antiguas. He leído la Historia de mi país y de casi todos los pueblos.
Conozco ya sus conflictos de clase y económicos. Comprendo claramente la
dialéctica materialista de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tsé. Los amo como
a los pilares del nuevo mundo comunista. Ya comprendí el error de Trotsky
desde que llegó a México. Yo jamás fui trotskista. Pero en esa época 1940 – yo
era solamente aliada de Diego. (Personalmente) (error político).”. (Kahlo, p.
255).
Observamos que en la Kahlo, este compromiso político la ayuda de alguna forma
a mantener cierta armonía alrededor de sus vivencias, sacándola de sí misma en pos de
un ideal o de una “excusa” que da sentido a su trabajo, cada día más difícil de concre tar
debido a su deterioro físico. A la muerte de Stalin, comenta: “EL MUNDO MÉXICO
TODO EL UNIVERSO perdió el equilibrio con la falta (la ida) de STALIN-”159. Pudiera
ser también como comenta Lowe, que la confianza que Frida deposita en esta doctrina
157 Como comenta Lowe “(…) le preocupa hallar una interpretación marxista de su propio mundo, fijación
que prevalecerá en el resto del diario”. Ibíd.
158 Ibíd. p. 251. “1ra. Convicción de que no estoy de acuerdo con la contrarrevolución – imperialismo –
fascismo – religiones – estupidez – y toda la gama de trucos de la burguesía – Deseo cooperar en la
Revolución para la transformación del mundo en uno sin clases para llegar a un ritmo mejor para las clases
oprimidas”.
159 Ibíd. p. 257 y 258.
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radique en la necesidad de confiar en un ideal político “en vista de la ineficacia de la
medicina moderna”160. Es por estos días además, que la artista recrea este mismo
pensamiento en su cuadro de 1954, titulado El marxismo dará salud a los enfermos161, el
que pienso tendría una interpretación tanto literal –por lo dicho anteriormente- y un
sentido connotativo en relación a la liberación por parte de los grandes representantes
del dogma, de las clases más desprotegidas.
Finalmente, la última imagen asociada a este tema dentro del diario, es la
ilustración N°114162, en la que la artista escribe con gruesos trazos el nombre de los más
emblemáticos intelectuales del mundo comunista (a los que anteriormente llama
“pilares”), sobre un círculo de color rojo y el emblemático signo del martillo y la hoz,
reforzando su adhesión incondicional hasta los últimos días de su vida.
4.3. Amor y surrealismo:
Sabemos que el surrealismo, es un movimiento artístico y literario surgido en
Francia a partir del dadaísmo y Tristán Tzara, durante el primer cuarto del siglo XX en
torno al poeta André Breton, precursor, líder y gran pensador del movimiento. Esta
corriente buscaba descubrir, en términos generales, una verdad trascendente mediante
relaciones automáticas (pictóricas y verbales), sin correcciones racionales y utilizando
imágenes para expresar emociones, todo esto basado en las teorías de Sigmund Freud
acerca de la represión psicológica y las relaciones onírico – sexuales, entre otros163.
160 Ibíd. p. 261.
161 En este cuadro, se observa a la artista en el centro, liberada de las muletas que utiliza como apoyo, con
un libro de color rojo en una mano y protegida por los brazos de Marx, quien además asfixia al águila,
símbolo de los Estados Unidos de América. Al otro lado y también sobre ella, se observa a una paloma
blanca sobre el mundo, la paz. Para mayor detalle, revisar la imagen del cuadro, en el anexo.
162 Kahlo, 2005. Op. cit. p. 261. Ilustración N°114. (Ver anexo).
163 Breton, André. Manifiestos del surrealismo. Guadarrama, Colección Punto Omega. Barcelona, 1980.
pp. 44. “"SURREALISMO: sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta
expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es
un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética
o moral.".
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Como ya he destacado, Frida lo conoció personalmente en 1938 – junto a su
mujer-, en el marco de la exposición de la artista en Nueva York. En esta oportunidad,
Breton escribe el prefacio del catálogo, donde es bien conocida la frase que titula su
apreciación: un listón de seda alrededor de una bomba, con la que resume el trabajo de
la pintora mexicana. Con esto la asocia directamente a la corriente surrealista, motivo de
una infructuosa polémica entre sus críticos quienes se basan en la propia sentencia de la
artista: “Yo nunca he pintado mis sueños. Solo he pintado mi propia realidad”, por lo
que algunos insisten en excluirla de esta corriente.
Sin embargo, existen variadas razones para pensar que la Kahlo sí sentía cierta
afinidad con dicho movimiento, y aunque que tal vez no en términos intelectuales, sí en
relación a las atmósferas que recrea, pues el surrealismo plantea que el sueño no sería
una evasión sino una expansión de la realidad. Así, cuando observamos la obra de Frida,
entendemos que sus representaciones son originadas e inspiradas en experiencias reales
–autobiográficas-, pero es notorio que ellas están rodeadas de un clima onírico que
refuerza el tema experimentado.
En el caso del diario, también la manera en la que escribe ciertas anotaciones,
como la primera que se encuentra en él, donde la artista escribe una serie de palabras
aparentemente “sueltas”, pero de donde rescato las siguientes:
“(…) lodo, madre, voy. (…) niño, flor, deseo (…) Niño - cuajo (…) gangrena
(…) basuras – ayer – regazo. Tumbando. Arrimo – visiones – iluso. Dormida –
pilar. (…) Abusos – cercanos - mentira – pasión. (…) al verde mentira (…) niño
– niñito – niñote, mis gris corazón. (…) Retratos agudos con tierna emoción. (…)
voz.. callada. Vida (…) 2 mayo. 4 mayo. 7 mayo. No ve el color. Tiene el color.
Hago la forma. No la mira. No da la vida que tiene. Tiene la vida. Tibia y blanca
es su voz. Se quedó sin llegar nunca. Me voy.”. (Kahlo, pp. 203 y 204).
A lo largo de estas páginas, las ideas que resaltan a pesar de su supuesta
“inconexión”, me parece apuntan a temas de gran importancia en la vida de la pintora. El
primero, el irrealizable deseo de ser madre y la conmoción vivida por los abortos que
sufre. En segundo lugar, el dolor por la pérdida de sus miembros debido a la gangrena, ambos elementos que
la van “tumbando” en su fortaleza. Luego, las infidelidades y
separaciones que ha tenido que sufrir en relación a Diego, a quien además ve siempre
como el sustituto del hijo que nunca tuvo y por otro lado, la síntesis de lo que hace a
través de su trabajo artístico. Finalmente, todo tiene una correlación con las experiencias
vividas, las que se “filtran” a través de estas palabras y conceptos, demostrando que el
inconsciente es capaz de aflorar frente a una realización intuitiva y automática de la
escritura.
Cabe destacar, que el hecho de que existan estas series de palabras
correspondientes a este tipo de escritura, también es un elemento que infringe los límites
de realización de un diario: formas de expresión que difícilmente se encontrará en otros
y una más de las particularidades y rebeldías de la artista.
Como es usual en Frida, existen láminas en las cuales también es posible
reconocer elementos en esta misma línea. La ilustración N°10164, nos presenta una trama
de pequeños dibujos entretejidos que harían referencia a un trazo más bien automático -y
por esto de carácter surrealista- dentro del cual se adivinan secuencias numéricas, rostros
y símbolos, liberados de las ataduras y límites que impone la razón y conformándose
quizás, en una especie de juego de la artista165- 166.
En otra sección de sus escritos, aparece una página167 en la que se distinguen
palabras y conceptos aislados y de diversos colores, sobre las que ha sido pegada una
foto antigua y al parecer erótica que ha sido modificada por la artista, en una técnica que
recuerda al collage de los surrealistas. Además, la mujer como figura central de la
imagen, me hace establecer la relación con esta misma corriente debido a la poderosa
164 Kahlo, 2005. Op. cit. p. 207. Ilustración N°10. (Ver anexo).
165 Morales, 2001. Op. cit. p. 117. Nota al pie del autor, en la que cita a Walter Benjamin (Escritos.
Ediciones Nueva visión. Buenos Aires, 1989. pp. 95 y 96). “¿No decía Walter Benjamin, gran iluminador
del mundo de la infancia, que los niños acostumbraban jugar con “desechos”, y que con “las cosas que
hacen jugando entre sustancias de muy diversa índole crean una nueva y caprichosa relación?”.
166 En referencia a esta misma idea del juego y de relaciones libres, encontramos una ilustración (N°15,
ver anexo) en la que la artista da diversas y poéticas connotaciones a los colores con los que va
escribiendo.
167 Kahlo, 2005. Op. cit. p. 240. Ilustración N°70. (Ver anexo).
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significación que tenía lo femenino, siendo la intermediaria entre el hombre y la
irrealidad o lo desconocido168.
Los surrealistas “veían el control, ya fuera social o psíquico, como una forma de
opresión, de ahí su opinión de que en la llamada normalidad podían encontrarse los
síntomas neuróticos de una sociedad enferma”169 , desde esta concepción la idea de
que la locura es concebida como una posibilidad de liberación. Frida en una de sus
anotaciones expresa:
“Yo quisiera poder hacer lo que se me dé la gana – detrás de la cortina de „la
locura.. Así: arreglaría las flores, todo el día, pintaría, el dolor, el amor y la
ternura, me reiría a mis anchas de la estupidez de los otros, y todos dirían: pobre!
Está loca. (sobre todo me reiría de mi estupidez”. (Kahlo, p. 242).
Es claro que la pintora ve en la locura una posible escapatoria que la rescataría de
las ataduras y los marcos en los que debe estar inserta dentro de su sociedad y que
sabemos le son incómodos -y por lo cual se constituye en un sujeto transgresor-. A pesar
de esto, al parecer su deseo sería ir aún más allá de los límites que ya ha traspasado, para
quizás lograr expresar su arte y actividades cotidianas a través de una sinceridad aún
más profunda o sin miedo a sí misma ni a los demás por estar “anestesiada” y protegida
por el aura de la locura frente a dolores, sufrimientos y desamores.
Imagen de un sujeto femenino:
Frida Kahlo fue una de las más importantes e influyentes figuras
latinoamericanas de su tiempo, en razón no solo de su gran talento como pintora, sino
también de su particular forma de “ser mujer” en una época en la que dicha condición
aún no gozaba de un pleno ejercicio de la libertad. Así, la Kahlo se conformó en un
sujeto que se situó constantemente desde límites y extremos que traspasaban lo “usual”,
transformándose en un individuo rebelde y subversivo, el que muchas veces llegó
incluso a ser contradictorio dentro de sus propios parámetros.
A lo largo de esta investigación he desarrollado lo propuesto inicialmente, tanto
desde el punto de vista del objeto de estudio como de la hipótesis de lectura. Para mí ha
sido una experiencia grata la de enfrentarme, como lector, a la inesperada e inusual
realización del género del diario íntimo que nos entrega Kahlo. En ello, es decir, en las
formas que adopta lo inesperado e inusual de esta realización, radica justamente su valor
literario y la razón de mi interés en hacer de él un corpus textual de estudio
Estas particularidades se demuestran especiales y diversas. En primer lugar, lo
que a simple vista puede observarse al tener en frente el diario de la Kahlo: el juego de
códigos que en él se encuentran: pinturas o dibujos y la escritura, lo que se articula
mediante el espíritu vanguardista de la época en la que la Kahlo se desenvuelve y el que
hace suyo como otra de las variadas formas de expresión con las que experimenta. Esta
utilización no es usual en la escritura de un discurso como este, por lo que esta lectura
no me ha alejado de los tiempos actuales ya que nos habla de un fenómeno que recién al
día de hoy está generalizado: la pérdida de la pureza de los géneros, los cuales al
mezclarse se contaminan y de este modo se colaboran entre sí. Una más de las
contravenciones de un espíritu progresista como el de Frida y como he dicho antes, un
hecho que concuerda con su forma de ver y entender el mundo ya que como pintora es
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lógico que utilice un modo que le sea cómodo para vaciar su intimidad y con el cual le
es posible retratar aún más patentemente los estados por los que atraviesa: una escritura
desde el dolor y la herida, delirante y enloquecida, junto a dibujos cargados de
simbolismo y metáforas que reflejan las diversas etapas en las que se encuentra y que
van apoyando un discurso verbal que muchas veces es oscuro e intrincado.
Por otro lado, encontramos incluido en el diario, el recurso de un género como la
carta mediante las que libera los sentimientos más profundos de amor, aunque sin efecto
en el objeto de su deseo pues estas jamás son enviadas. De esta forma, para el lector se
hace visible el fracaso de la carta cuyo sentido es llegar a otro. A este respecto debo
subrayar la importancia de este hecho, pues usualmente lo que se encuentra a través del
análisis de un testimonio como este, es la construcción de un sujeto en base a una serie
de elementos que lo conforman y llegan a retratarlo a través de sus necesidades y
lamentos en relación y a falta del otro, lo que en el caso de la Kahlo es radicalmente
opuesto. A lo largo de su lectura y análisis, finalmente y en realidad, asistimos a la
“desconstrucción” de un individuo que invariablemente se encuentra con bloqueos y
desafíos en el terreno del amor, muchos de ellos cometidos por ella misma.
En relación con esto, salta a la vista la fuerte carencia, el “hambre” que siempre
tuvo de su amado Diego Rivera con el que mantiene sostenidamente una relación al
margen, situándola en forma permanente frente a una ausencia que de manera progresiva
va transformando en una de sus obsesiones, si no la más importante. Entonces ¿por qué
no hacer patente esta necesidad? Porque esta artista nos presenta un mundo en el que
todo se encuentra invertido y donde más que avanzar y construir una comunión con el
individuo que ama, deshace esta posibilidad y se queda en el retrato de un estado de
constante dolor y desgarro.
Por medio de sus cartas de amor entonces, la artista va creando una suerte de
“puente” para llegar a Rivera, un puente herido y resquebrajado por su ausencia y para
librarlo, utiliza todos los recursos de que dispone, los que sin embargo guarda para sí
impidiendo que este “puente” pueda ser salvado y reconstruido, dejándola una vez más a
la intemperie, desprotegida, desconsolada y delirante por un amor que no logra alcanzar
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y atraer: Frida no logra materializar este discurso en su favor, al “atraparlo”
rebeldemente dentro de su diario lo que impide la comunicación entre ella y Rivera, en
un “decirse a sí misma” que la deja en extrema soledad y totalmente desconectada del
mundo. Es necesario señalar en todo caso, que este es un rasgo propio de las mujeres,
quienes muchas veces se complacen de su propio dolor, volviendo sobre sus llagas una y
otra vez.
Otro punto de relevancia, es que este diario es también inusual por la identidad
del sujeto que lo escribe, un individuo fragmentado que no provoca la idea unidad en el
lector y por otra parte, un personaje sufriente cuya entonación se mueve constantemente
al límite y en permanente tensión dando forma a un sujeto femenino subversivo
inesperado, que sobre todo en la experiencia del amor, hace visible su estar sola en el
mundo y su reacción frente a ello mediante la búsqueda del otro.
De esta forma, las vivencias de esta mujer toman cuerpo a través de un discurso
amoroso que abarca la generalidad de sus dimensiones como sujeto y que como vemos,
muestran un mundo “trastocado” en su orden natural, lo que se condice con su forma de
ser y demostrado a cabalidad mediante su manera de acercarse al amor que al ser
analizada demuestra una especie de “auto-destrucción” de un individuo femenino que no
siente ya límites convencionales y tradicionales, apostando por su propia pasión sin el
menor prejuicio de traspasarlos, momento en el que se convierte en una mujer que
contrariamente a su género, busca incansablemente la presencia de su amor asumiendo
el papel de quien busca y asedia, requiriéndolo en todo momento. Así, al ejercer su
propia libertad tratando de ser consecuente, choca con los mitos que envuelven a la
mujer, dejando en amplia evidencia que su manera de asirse al amor no obtiene
resultados satisfactorios para ella.
Incluso se observa muy cruel consigo misma debido a que, como he señalado, en
diversas ocasiones se sabotea y enrostra debilidades y limitaciones, además de truncar
sus posibilidades de comunicación amorosa. Sin embargo, Frida al mismo tiempo es un
ser que se rebela y hace del amor un “campo de batalla”, combatiendo obstinadamente y
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sin tregua frente a sus derrotas, dándose apenas espacio para recobrarse de heridas que
jamás cicatrizan: finalmente una lucha encarnizada por una libertad que no transa.
Asimismo, al conectarse con sus convicciones y filiaciones políticas y sociales,
demuestra un rechazo a una sociedad individualista en favor de la utopía y la lucha por
la unidad, por un otro, lo que no es más que otra de las expresiones de su anhelo
existencial en relación con un amor que le ha sido esquivo y doloroso.
Es también importante mencionar, que este diario presenta otra constante
temática como lo es la enfermedad y el horizonte de la muerte que se abre frente a ella,
cierto y cercano. En razón de esto, la artista reacciona con una rabia inusitada y
descomunal propia de un individuo intenso como ella, lo que la hace constituirse en
sujeto de una lucha titánica que mantiene hasta el final de sus días. Es también por esto
que ha “abierto” la escritura de su diario, el que representa los últimos y más difíciles
diez años de su vida, donde deja constancia del desgarrador camino que ha iniciado
hacia la muerte, en una inmensa soledad.
Por último, debo decir una vez más, que se trata de un diario que es inesperado
por su inmensa actualidad. Esto debido tanto al juego de los códigos y géneros que en él
se utilizan, como por su contenido relacionado, la temática del amor. Ambos aspectos
inscriben a este diario en la problemática del arte actual en cuanto a la pluralidad de
géneros utilizados y de la sociedad postmoderna de nuestros días, la que carece
esencialmente de una totalidad, un orden o en definitiva, una coherencia.

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