Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

El Existencialismo Jean Paul Sartre

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

El existencialismo Jean Paul Sartre

Este pensador francés está considerado uno de los grandes filósofos del siglo XX y uno de los
impulsores de una corriente filosófica conocida como existencialismo ateo. En 1964, su obra fue
galardonada con el Premio Nobel de Literatura, un honor que el escritor decidió rechazar.
El existencialismo es una de las corrientes filosóficas más destacadas del siglo XX. Después del
choque de las dos guerras mundiales, el vacío cultural fue apodado por periódicos e intelectuales
como «existencialista». Pero ¿qué es el existencialismo? ¿Es lo mismo que el nihilismo? ¿Es no
creer en nada? En 1945, y para resolver toda esta confusión en torno a una corriente que no paraba
de ganar adeptos, Jean-Paul Sartre dio su conferencia más famosa, que luego fue un libro
fundamental: «El existencialismo es un humanismo».
El más genuino representante del existencialismo francés pensaba que no necesitaba a Dios para
amar a sus semejantes. En su obra filosófica se percibe la influencia de la fenomenología de
Husserl, la dialéctica de Hegel y el psicoanálisis de Freud. Sartre afirmaba que el hombre está
habitado desde el principio por la nada, de manera que la condición humana está compuesta, a la
vez, de ser y, sobre todo, de no-ser. “El hombre no es otra cosa que lo que él hace de sí mismo”. En
ese sentido, el ser humano está condenado a la libertad, piensa el filósofo francés.
La base del existencialismo. “El ser humano es el único que no sólo es tal como se concibe, sino tal
como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este
impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el principio del
existencialismo”, postula Sartre. El filósofo afirma que el hombre es el ser por el cual la nada llega al
mundo. Su pensamiento se configura en el reino de la conciencia soberana, de la libertad
irrenunciable, del sujeto que se sabe creador del sentido o del sinsentido de la existencia.
El ser humano, en esencia. Su gran obra filosófica, El ser y la nada, está dedicada a la construcción
de una teoría de ese sujeto individual. El pensador parisino cree que la nada está en el seno mismo
del ser, como un gusano, precisamente para que la conciencia libre pueda despegarse de sí. En esa
obra aparecen una serie de categorías, como la falta de algo, sin la cual el deseo resulta
inimaginable. También la angustia, que no es miedo a un objeto externo, sino conciencia de la
imprevisible conducta propia. Esas y otras categorías fueron utilizadas en el ejercicio de lo que el
propio Sartre denominó su “psicoanálisis existencial”, que no tiene nada que ver con el freudiano,
dado que el del filósofo es el de la vida del ser humano.
Pensador y militante. La existencia de un individuo es conciencia desgraciada, ya que no puede
soportar su estado de desgracia. Y no puede soportarlo porque jamás será dejado en paz por las
posibilidades que a un tiempo sabe suyas y no suyas. Son suyas porque rompiendo consigo mismo
las elige, y no son suyas porque nunca las podrá agotar en su total plenitud. Una vez expuesto su
existencialismo militante, el filósofo escribió la Crítica de la razón dialéctica, en la que afirmó que el
marxismo es la filosofía no superada de nuestro tiempo. En este período de su vida, Sartre se volcó
en un activismo político e intelectual que cristalizó en su libro Manos sucias, en el que analizó el
problema de ser un intelectual y participar en política. En las décadas de los años cuarenta y
cincuenta del siglo pasado, su pensamiento existencialista caló profundamente en la generación beat
estadounidense y europea. En el terreno literario, su novela La náusea fue un gran éxito editorial.
El pensamiento existencialista parte de la base de que toda existencia carece de sentido y la vida es
un absurdo, una pasión inútil en palabras de Sartre, negando cualquier finalidad, cualquier dirección
y cualquier esencia de la misma. El hecho de que no hay ninguna esencia, lo demuestra
precisamente el reconocimiento de esta existencia y de la libertad en la que se desarrolla la
existencia del ser humano, continuamente condenado a elegir. El ser humano, nace de esta libertad
y este es el único fundamento de la existencia.
Jean Paul Sartre es el filósofo existencialista por excelencia y entre su amplia producción filosófica y
literaria destacan obras como "El muro", "La náusea", "Las rnanos sucias", "La puta respetuosa”, etc.
Su noción de existencia se sintetiza en la siguiente frase, paradigma de la filosofía existencialista, "la
existencia precede a la esencia".
Esta distinción entre existencia y esencia ya la habría hecho Santo Tomás, que la recoge de Avicena
y le sirve para separar a los seres contingentes de los seres necesarios, siendo Dios el único ser
necesario y en el único que esencia y existencia es una y la misma cosa. La esencia de Dios, por
tanto, es su existencia. Por otro lado, está los seres contingentes, pero en ellos la existencia no es
esencial, ya que podrían tanto existir como no existir. Filósofos, como Kant, rechazan esta distinción
al considerarla totalmente innecesaria. El hecho de existir, no ofrece garantía de poseer una esencia.
Sartre es un ateo radical y así niega la existencia de Dios, y tiene un concepto de existencia bien
distinto. Sin Dios, un ser eterno, desaparece también la idea de una esencia eterna a la que una
divinidad le ha dado existencia. El ser humano no ha sido creado por Dios ni constituye la
actualización de una esencia pensado por él. Tan solo, “está ahí” como realidades sin esencia
predeterminada, y solo de eso depende la existencia humana. El existir, no viene después de la
esencia, sino todo lo contrario. Es la existencia la que precede a la esencia, es anterior. Porque la
esencia, el “ser” es producto de la existencia humana, de su voluntad. Lo que es el ser humano se va
construyendo a medida que va existiendo.
La libertad, es clave en el pensamiento sartreano, entendida esta como fundamento de la vida y de
la esencia humana, que se va realizando a medida que el ser humano se hace. Esta libertad, es al
mismo tiempo su mayor desgracia, ya que no puede dejar de ser libre, está condenado a ser libre.
Los seres humanos son libres pero su existencia es contingente, "lo esencial es la contingencia".
El filósofo existencialista hace una duplicación de los entes y así, habla de un ser "en-sí", y un ser
"para-sí". El ser humano es un ser para sí, en la medida de que toma conciencia de su propia
existencia, de su propio ser, en cuanto existen como seres que “están ahí”, realizándose en su
existencia.
El ser humano se identifica para Sartre con la nada. El ser humano es la nada, porque es un ser para
sí y no un ser en sí. Este último es pura positividad, por lo tanto, la negación solo puede proceder del
ser para sí. El ser en sí, será aquel que niega la nada. Una parte del ser humano, si es un ser en sí,
esto es, su “yo”, su cuerpo, su cultura… Pero esencialmente, es libertad, una libertad no dirigida e
indeterminada, es decir, nada.
El ser humano, que es un ser para-sí, tiende a la nada en la medida que es consciente de su
existencia y de su libertad, y aquí reside su propia esencia. El ser humano es eso, su libertad. Uno y
otro se identifican, son una y la misma cosa. Esto significa que el ser humano no posee una
naturaleza predeterminada con la que se identifica. La existencia es anterior a la esencia, porque el
ser humano es su existencia, un ser para sí.
Esta libertad se descubre al ser humano en la angustia, un sentimiento propio de aquel que toma
conciencia de su indeterminación, de su libertad, de su “que hacerse”, de aquel que se sabe como
nada, que se entiende como nada. Para librarse de esta angustia, el ser humano intenta dejar de ser
libre, pero no lo consigue, está condenado.

También podría gustarte