El Arte Del Soneto en El Grupo Guajana P
El Arte Del Soneto en El Grupo Guajana P
El Arte Del Soneto en El Grupo Guajana P
Es curioso que, a pesar de las supuestas rupturas que los críticos esperaron
del grupo Guajana, éstas más bien fueron de naturaleza ética y política,
sobre todo de los métodos o procedimientos de hacer conscientes mediante
la creación estética, las circunstancias deplorables en que se desarrollaban
las artes y sobre todo las Humanidades en general, en el Primer Centro de
Estudios de Puerto Rico; anclado, para entonces, en el darwinismo y en las
teorías de Newton por un lado y en el coqueteo filosófico de Ortega y Gasset
y Julián Marías, por otro; además de la rémora de un trasnochado neo
positivismo de fuentes secundarias. La creación de la Revista Guajana
significó un arma de crítica y un recurso modesto para verter las
aportaciones intelectuales y creativas de sus miembros.
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relucientes varios sonetos y, además, algunas estructuras que aunque no eran
propiamente sonetos según las normas de la preceptiva clásica, evidenciaban
un pulsar rítmico y estróficos que revelaban el sustrato anímico del soneto
clásico. Este es el caso de muchos poemas de Marina Arzola y de Ángela
María Dávila.
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Si equivocadamente se ha dicho que la décima es nuestra estrofa popular
nacional, el soneto sería el reto estrófico para los poetas “ilustrados”, incluyo
en esta categoría a los autodidactas.
Las primeras noticias que sobre la forma soneto tenemos en Puerto Rico,
datan del año 1644, con una composición anónima que comienza:
Debo señalar, por otra parte, que durante el siglo XIX se cultivó
profusamente el soneto en Puerto Rico y de ahí a través de toda nuestra
historia literaria. Considerado por muchos “la piedra de toque” de la
metrificación, el soneto goza del prestigio de ser forma inmarcesible,
incólume y nunca pasada de moda. Hasta los poetas más ignotos de Puerto
Rico tanto de humilde estirpe como encopetados, cultivaron el soneto. Sus
detractores, por lo general, son incapaces de elaborar uno que valga la pena
y, generalmente, no aceptan el reto.
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Es en el sentido anterior que, el grupo Guajana no rompe con las formas
tradicionales de la metrificación, tampoco las innova... Sincrónicamente son
fieles a la tradición poetizante y si, movidos por fuerzas anímicas
inexplicables, acuden al versolibrismo lo hicieron y todavía lo hacen con
seriedad y sistema, nunca anárquicamente. Cuando sus versos son
anisosilábicos, el ritmo, por otro lado se mantiene dentro del isocronismo
clásico de cláusulas rítmicas claramente identificables.
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Los desajustes en la sintaxis solo pretenden privilegiar el verdadero sentido
de la estructura y que en cierta medida producirá el goce estético-intelectual.
Hiperbatones, encabalgamientos sirremáticos, abruptos o suaves, pausas,
calderones o diéresis, desplazamientos acentuales y la distribución en
cláusulas, así como el dominio del balance de la armonía vocálica, forman la
obra de arte que llamamos soneto. Para un conocedor, el soneto escrito por
Lope de Vega en la comedia La niña de plata, que comienza: “Un soneto
me manda hacer Violante” es un simple reduccionismo humorístico y nunca
debe tomarse como descripción paradigmática infalible.
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Soneto de amor donde el poeta visualiza al cuerpo la amada como una isla
cuyos límites son las costas. La prosopografía de la amada se transforma en
una geografía sensual, amada vehementemente por un “navegante” que la
circunvala: el poeta, que la posee amorosamente. El navegante que asedia a
la amada, va por un mar de palabras poéticas, el que representa icónicamente
mediante cinco encabalgamientos seguidos que enlazan el primer y segundo
cuartetos:(“la ensenada/ de tus hombros navego,/ por la bruma del deseo sin
bridas/ a horcajadas me sumerjo/ en los valles y las dunas de tu vientre
fecundo,/por la ruta/ de labios y mejillas). Es una expresión del deseo
amoroso incontenido” “deseo sin bridas”. Mas no solo la amada es fuente
que calma la pasión, es además la madre, la tierra fértil donde se gesta la
vida: “tu vientre fecundo”, dice. Interpretación que queda corroborada con
la alusión a la “Eva primaveral” a la madre de la humanidad, a la madre
tierra. La sensualidad inicial del soneto queda matizada por la función
originaria de la sexualidad: la reproducción, “la llama viva”, el verbo que
sustantivado habita en nosotros.
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La armonía vocálica (vocales acentuadas rítmicamente) en este poema
comienza con el tono agudo y brillante de la vocal “i” y termina con una
duplicación de la misma vocal al final del último verso del soneto. Una
gráfica de las 34 sílabas acentuadas del soneto nos dará una idea visual de la
armoniosa distribución eufónica que resulta:
Hasta cuanto he podido leer de los sonetos creados por Antonio Cabán
Vale, aprecio el eco vibrante del modelo clásico, sobre todo de los sonetos
conceptistas de Quevedo y los culteranistas de Góngora, cuyo élan puede
percibirse no solo en la forma de pulcro artificio, sino, además, en la sabia
semántica de los mismo.
Tal vez, uno de sus más logrados poemas sea el soneto titulado Migración
(G.22), donde el poeta canta la angustia de la pérdida inminente del amor de
la amada y el terror de experimentar la soledad, sobre todo al no tener la
esperanza del reencuentro. Considero éste uno de los sonetos más hermosos
y valiosos de toda la literatura puertorriqueña, por lo menos de su
generación. Helo aquí:
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Los encabalgamientos “fue igualando/ la ausencia”, “despoblado/ momento
del adiós”, además de subrayar la pérdida de la esperanza, dibujan el abismo
insalvable de la separación y la pérdida del amor. Igualmente con los
encabalgamientos siguientes: “era cierta/ la huída”, “ el pino entonces,
olvidado/ lloró”, concluyen el convencimiento del poeta que asombrado ante
el abandono siente temor de la soledad inmediata y futura.
No fue hasta los años de 1967-68 cuando salió a luz su poemario Muerte
fundada que me percaté del verdadero y egregio poeta que había en Andrés.
Un poeta para trascender. Marcos Rodríguez Frese me había contado de
cómo se inició Andrés en la poesía, y cómo, al principio, se burlaba de los
poetas que competían en los certámenes que se organizaban en la Escuela
Superior Central. Eso siempre pasa, los verdaderos poetas se descubren poco
a poco.
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directamente a los ojos, sin remilgos, pero con temor y respeto... Se deslíe
un soterrado sentimiento de inconformidad y protesta ante la muerte como
destino final del hombre... No hay aquí el consolatio filosofíae ni el
consolatium christianorum. Para el poeta no hay más remedio que la
aceptación existencial de esa funesta realidad. Actitud que a los 25 años no
deja de sorprendernos por su madurez emocional y por el equilibrio
sentimental que ya había desarrollado. En este cuaderno en el 99% de los
sonetos el autor prefiere resolver las sextinas( los dos tercetos finales) con
las rimas de patrón clásico garcilaciano: ABC/ABC, invariablemente... Solo
en un caso muy curioso varía ese esquema . Se trata del Soneto I donde para
la sextina se emplea la siguiente combinación: AAB/CCB. No se trata de
una selección arbitraria ni caprichosa. Una lectura cuidadosa del soneto nos
descubre su importancia:
El Soneto I completa la etopeya lírica del que titula Principio con el cual
inicia el libro. Aquí se resume el élan de todo el poemario que constituye
una sicografía etopéyica. El soneto siguiente lo confirma:
SonetoII
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lleva un hombre llorando y esparcido.
Sereno y casi cien rostros de olvido
lo acosan y aniquilan en el viento.
Respecto del Soneto I y del esquema rímico a que nos habíamos referido, la
selección AAB/CCB que rompe el modelo clásico preferido por el poeta,
establece una curiosa red de relaciones semánticas entre los sintagmas
tormento/ pensamiento, pensado/ desatado, calla/ batalla. Hay un empleo
inteligente y poco usual de la rima, no porque haya algo de extraordinario en
esas palabras de uso común, sino por la relación semántica y homoteleutica
que el poeta establece entre ellas para insinuar cómo la reflexión misma
sobre la muerte es una lucha del ser consigo mismo y con su propio e
inexorable destino.
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¿Qué censura de rayo decidido
aniquiló la voz del sentimiento?
Desalentadamente me abandono
a otra cosa sencilla que no sea
la presencia mortal de tu figura.
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el alma, publicado en junio del 2000. Es un canto final al amor Eros, especie
de reivindicación con las dulzuras del amor y la vida. El sentido y profundo
sentimiento de la vida trascendente, a la que aspiraba, puede corroborarse en
los tercetos encadenados que al final de su Muerte fundada escribió como
elegía para sí mismo, sobre todo aquél que inicia el cuarto terceto y que dice:
En sus sonetos, así como en sus poemas en general, Andrés Castro demostró
ser un maestro del idioma, sobre todo en el arte de la prestidigitación de un
léxico sencillo y pulcro como el venero de la lengua misma. Esta afirmación
puede corroborarse desde sus primeros escritos hasta el Libro del cuerpo y
el alma, publicado en junio del 2000. Es un canto final al amor erótico,
especie de reivindicación con las dulzuras del amor y la vida.
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Tu cuerpo por mi cuerpo señalado,
Dulce sueño del labio que te evoca.
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Mantiene con el tiempo detenida.
Si en los sonetos de Cabán Vale como en los de Andrés Castro Ríos hay
cierto trasfondo anímico heredado de los clásicos Quevedo, Góngora y Lope
de Vega, en los Edgardo López Ferrer pude percibirse la leve impronta de
sentimientos afines a clásicos más recientes como Miguel Hernández y
César Vallejo. Por otro lado, el cuidadoso manejo del lenguaje poético puro,
sin artificios ni rebuscamientos conceptistas permite que su creación poética
fluya serena y alcance altos niveles de excelencia.
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más allá de los límites del río
que pugna entre mis venas por se ala.
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Más allá del dolor, que en el fracaso
tritura la ternura del afecto,
contemplo mi talante de imperfecto
en el espejo fiel que me repaso.
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En el soneto titulado Hombre y pregunta, el autor a manera de una Quaestio
De Profundis, el autor sondea su propio ser con preguntas retóricas que
recuerdan a los poetas medievales como Micer Francisco Imperial:
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Marcos Rodríguez es uno de los miembros del grupo Guajana que más
cuidado tiene con el manejo del lenguaje. Podría decirse que es un purista
del idioma en términos de la corrección y de fidelidad al Diccionario de
Autoridades. Aunque prefiere el verso libre cultiva ocasionalmente el soneto
y la décima, como sus otros compañeros de generación. En sus sonetos evita
los rebuscamientos conceptuales y culteranistas y prefiere los discursos
poéticos directos donde, aún la imagen poética no revista exceso de
artificiosidad. Su soneto titulado madrigal combina los ritmos heroicos con
los melódicos y los sáficos mayores. Sigue la factura clásica del soneto,
entre ellas prefiere la combinación de dos cuartetos clásicos y los tercetos en
rima CDE:CDE. Veamos su soneto Madrigal, dedicado a Susana Matos
Freire:
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artificioso del encabalgamiento. Muchos de los sonetos de Marcos
Rodríguez Frese, de correcta y noble manufactura, permanecen inéditos.
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que turbe lo cristal claro del río.
Yo quiero ser el tallo de tus flores.
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en el mar de la vida yo me hundo.
El poeta alterna los ritmos de las dos modalidades del sáfico junto a los
endecasílabos melódicos y heroicos para lograr una serenidad y equilibrio
que le permiten expresar su estado de ánimo de conformidad con su propia
naturaleza. Repudia las elucubraciones filosóficas de plano teórico y prefiere
vivir a base de las experiencias y no del conocimiento teórico. En ese
sentido el poema lo inscribe como un hombre romántico y serenamente
apasionado que acepta la accidentalidad del vivir buscando la armonía de los
contrarios. El ascesis rítmico organiza un universo léxico significativo y
sugeridor: puerta-vida, toda, secretos, quiero/ sol, rayos, fuerza, vivo/
verdades, sueños, vida/ puerta, lanzo, hombre-cayó. La referencia repetida al
lexema puerta es en este poema sinónimo de las oportunidades que nos
ofrece la experiencia o la vida misma.
Bibliografía mínima
Bêlic, Oldrich, En busca del verso español, Universita Karlova Praha, 1975
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Coll y Toste, Cayetano. Boletín histórico de Puerto Rico, Tmo 5, págs:148-
193.
López Estrada, Francisco, Métrica española del siglo XX, Madrid, Gredos,
1969
Lotman, Yuri M, Estructura del texto artístico, Madrid, Ediciones
Istmo,1970
Reyes Dávila, Marcos, Hasta el final del fuego (Guajana, treinta años de
poesía. 1962-1992), San Juan, PR, Guajana ediciones, 1992
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