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Esquema Natividad Del Señor

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NATIVIDAD DEL SEÑOR

Solemnidad

RITOS INICIALES
Reunido el pueblo, el Sacerdote con los ministros va al altar, mientras se entona el

CANTO DE ENTRADA
Cuando llega al altar, el Sacerdote con los ministros hace la debida reverencia, besa el altar, lo inciensa.
Después se dirige con los ministros a la sede.

Terminado el canto de entrada, el Sacerdote y los fieles de pie se santiguan, mientras se dice:

X En el nombre del Padre,


y del Hijo,
y del Espíritu Santo.

El pueblo responde: Amén.


El presidente dice:

La paz y el amor de Dios, nuestro Padre,


que se han manifestado en Cristo, nacido para nuestra salvación,
estén con todos ustedes.

El pueblo responde: Y con tu Espíritu

ACTO PENITENCIAL
El presidente invita a la asamblea al arrepentimiento:

Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre.


Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa
del Señor.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen:
Tú que siendo rico te hiciste pobre:
Señor, ten piedad.
La asamblea responde:
Señor, ten piedad

Tú que siendo fuerte te hiciste débil:


Cristo, ten piedad.

La asamblea responde:
Cristo, ten piedad

Tú que siendo grande te hiciste pequeño:


Señor, ten piedad.

La asamblea responde:
Señor, ten piedad

El Sacerdote dice:

Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
Se entona el canto de

GLORIA
ORACIÓN COLECTA
El Sacerdote, con las manos juntas dice:
Oremos
Y todos, junto con él, oran en silencio durante unos momentos. Después el Sacerdote, con las manos
extendidas dice la Oración colecta.

Señor Dios, que hiciste resplandecer esta noche santísima


con la claridad de Cristo, luz verdadera,
concede a quienes hemos conocido
los misterios de esa luz en la tierra,
que podamos disfrutar también de su gloria en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios por los siglos de los siglos.

Al final de la oración el pueblo aclama: Amén.

La Asamblea se sienta.

LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 9, 1-3. 5-6

El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en
el país de la oscuridad ha brillado una luz.

Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia,


como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.

Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero,
todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un
hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre:
«Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.» Su
soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo
establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo
del Señor de los ejércitos hará todo esto. Palabra de Dios.

Todos aclaman: Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
SALMO 95, 1-2a. 2b-3. 11-12. 13

R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.


Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.

R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Día tras día, proclamen su victoria,


anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,


resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Griten de gozo delante del Señor,


porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.

R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

SEGUNDA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14

La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida
presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la
manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. El se entregó
por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo
elegido y lleno de celo en la práctica del bien. Palabra de Dios.

ALELUYA
El coro y la Asamblea cantan la aclamación antes del Evangelio. Mientras tanto, el Sacerdote pone
incienso al incensario. El diácono, inclinado ante el Sacerdote, pide la bendición, diciendo en voz baja:
Padre, dame tu bendición.

El Sacerdote en voz baja dice:


El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio, en el nombre
del Padre y del Hijo,  y del Espíritu Santo.
El Diácono responde: Amén

Después el Diácono va al ambón llevando el Evangeliario, acompañado por los ministros que llevan el
incienso y los cirios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya, Aleluya, Aleluya,


Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy, les ha nacido un Salvador, que es el
Mesías, el Señor.

El coro y la Asamblea vuelven a entonar el Aleluya.

Aleluya, Aleluya, Aleluya.

EVANGELIO
Ya en el ambón, el Diácono dice:
El Señor esté con ustedes.

La Asamblea responde: Y con tu espíritu.


Diácono:
 Del santo Evangelio según san Lucas 2, 1-14
Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho, la Asamblea
aclama:

Gloria a ti, Señor.


El Diácono inciensa el libro de los Evangelios.
Luego proclama el Evangelio.

E n aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se


realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino
gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.

José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se


dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que
estaba embarazada.

Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su
Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar
para ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la
noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió
con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les
traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de
David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal:
encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y
junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a
Dios, diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados
por él!»

Acabado el evangelio el Diácono dice: Palabra del Señor.


Todos aclaman: Gloria a ti, Señor Jesús.
El Diácono lleva el evangeliario al Sacerdote y éste lo besa, luego dice en secreto:
Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

HOMILÍA
Terminada la homilía todos se ponen de pie y dicen el Credo

Creo en un solo Dios,


Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajo del cielo,
(Aquí todos se ponen de rodillas y oran un momento en silencio)
y por obra del Espíritu Santo,
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de poncio Pilato,
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,


que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo Bautismo


para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos


y la vida del mundo futuro.
Amén.

PLEGARIA UNIVERSAL
El Sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de la siguiente monición:

En esta noche santísima, en la que recordamos el nacimiento del Salvador, del


género humano, oremos por todos los hombres y sus necesidades para que se
vean iluminados por su luz eterna.

A cada invocación diremos: Por tu encarnación, escúchanos Señor.

1.- Por el Papa, por los obispos y sacerdotes, para que en este año sacerdotal,
sean predicadores incansables de tu Palabra y así el mundo entero conozca tu
Salvación. Oremos.

2.- Por los que gobiernan las naciones, para que la Vida que hoy nace, les
haga ver la dignidad de cada ser humano y así promuevan el valor de la vida.
Oremos.

3.- Por todos los niños nacidos en este año para que el Señor los bendiga y los
colme de cariño y afecto a través de sus padres. Oremos.

4.- Por los enfermos, los pobres, los necesitados para que en estos días
encuentren una mano cercana que les acompañe haciendo que nazca la
esperanza en sus corazones. Oremos.

5.- Por aquellos que viven lejos de su familia o de su país para que vivan la
cercanía de aquellos que están más próximos. Oremos

6.- Por todos nosotros, que celebramos, hoy, el nacimiento de tu Hijo, para
que siempre guíe nuestros pasos, ilumine nuestro trabajo y bendiga nuestro
hogar. Oremos.

Padre, acoge estas súplicas que hemos puesto ante tu Hijo en el pesebre,
atiéndelas por medio de Jesucristo nuestro Señor.
El Sacerdote concluye la plegaria con la siguiente oración:

Señor Dios nuestro, que has querido que tu Hijo, engendrado antes de todos
los siglos, se encarnara por nuestra salvación, escucha nuestras suplicas y haz
que todos los hombres experimenten tu salvación. Por Jesucristo, nuestro
Señor.

LITURGIA DE LA PALABRA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
El Sacerdote, con las manos extendidas dice:

Te rogamos, Señor, que la ofrenda de esta festividad sea de tu agrado,


para que, mediante este sagrado intercambio,
lleguemos a ser semejantes a aquel
por quien nuestra naturaleza quedó unida a la tuya.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

La Asamblea: Amén.

PREFACIO DE NAVIDAD II
La restauración del universo en la Encarnación

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.


V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno
por Cristo, Señor nuestro.

Quien en el misterio santo que hoy celebramos,


Siendo invisible en su naturaleza divina,
se hizo visible al asumir la nuestra y,
engendrado antes de todo tiempo,
comenzó a existir en el tiempo
para devolver su perfección a la creación entera,
reconstruyendo en su persona
cuanto en el mundo yacía derrumbado
y para llamar de nuevo al hombre caído al Reino de los cielos.

Por eso, unidos a todos los ángeles,


te aclamamos llenos de alegría, diciendo:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA I
Canon romano

El Sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP Padre misericordioso,
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice
que aceptes
Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz, conjuntamente diciendo:
y bendigas † estos dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:
ante todo, por tu Iglesia santa y católica,
para que le concedas la paz, la protejas,
la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa Francisco,
con nuestro Obispo Guillermo,
y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad,
promueven la fe católica y apostólica.
CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS:

C1 Acuérdate, Señor, de tus hijos de la diócesis de Cuautitlán,


y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces;
por ellos y todos los suyos,
por el perdón de sus pecados
y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
este sacrificio de alabanza,
a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS:

C2 Reunidos en comunión con toda la Iglesia,


para celebrar la noche santísima
en que la Virgen María,
conservando intacta su virginidad,
dio a luz al Salvador del mundo,
veneramos la memoria ante todo
de la gloriosa Siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor,
la de su esposo, san José;
la de los santos apóstoles y mártires
Pedro y Pablo,
Andrés, Santiago y Juan,
Felipe, Bartolomé,
Mateo, Simón y Tadeo;
Lino, Cleto,
Clemente, Sixto,
Cornelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián,
san Juan Diego Cuauhtlatoatzin
y la de todos los santos
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tú protección.
Con las manos extendidas, prosigue:

CP Acepta, Señor, en tu bondad,


esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa,
ordena en tu paz nuestros días,
líbranos de la condenación eterna
y cuéntanos entre tus elegidos.
Junta las manos.

Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:

CC Bendice y santifica esta ofrenda, oh Padre,


haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti,
de manera que sea para nosotros
Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos.

El cual, la víspera de su Pasión,


Toma el pan y manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice:
tomó pan en sus santas y venerables manos,
Eleva los ojos.
y, elevando los ojos al cielo,
hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,
dando gracias te bendijo,
lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

“Tomen y coman todos de él,


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes”.
Muestra el Pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue.
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue.
tomó este cáliz glorioso
en sus santas y venerables manos,
dando gracias te bendijo,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

“Tomen y beban todos de él,


porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna
que será derramada por ustedes
y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía”.
Luego dice:
CP Éste es el Sacramento de nuestra fe.
La Asamblea responde:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
Ven, Señor Jesús.
Después con las manos extendidas dice:

CC Por eso, Padre,


nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo,
al celebrar este memorial de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;
de su santa resurrección del lugar de los muertos
y de su admirable ascensión a los cielos,
te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado,
el sacrificio puro, inmaculado y santo:
pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

Mira con ojos de bondad esta ofrenda


y acéptala,
como aceptaste los dones del justo Abel,
el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe,
y la oblación pura
de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Inclinado, con las manos juntas, prosigue:

Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
al participar aquí de tu altar,
Se endereza y se signa diciendo:
seamos colmados
de gracia y bendición.
CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS.

Con las manos extendidas dice:

C3 Acuérdate también, Señor,


de tus hijos
Manuel Samaniego, Obispo,
Sacerdotes, religiosos y fieles laicos de nuestra Diócesis
que nos han precedido con el signo de la fe
y duermen ya el sueño de la paz.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar. Después, con
las manos extendidas, prosigue:
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,
concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.
Junta las manos.

Con la mano derecha se golpea el pecho diciendo:

C4 Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,


Con las manos extendidas prosigue:
que confiamos en tu infinita misericordia,
admítenos en la asamblea
de los santos apóstoles y mártires
Juan el Bautista, Esteban,
Matías y Bernabé,
Ignacio, Alejandro,
Marcelino y Pedro,
Felicidad y Perpetua,
Águeda, Lucía,
Inés, Cecilia, Anastasia,
y de todos los santos;
y acéptanos en su compañía
no por nuestros méritos,
sino conforme a tu bondad.
Junta las manos.

CP Por Cristo, Señor, nuestro.


Por quien sigues creando todos los bienes,
los santificas, los llenas de vida,
los bendices y los repartes entre nosotros.
Toma la patena y el cáliz, los levanta y dice:

CP Por Cristo, con Él y en Él,


a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
La Asamblea aclama:
Amén.

RITO DE COMUNIÓN
El Sacerdote, junta las manos a invita a los fieles a orar con estas palabras o algunas otras
El Espíritu Santo ha sido derramado en nuestros corazones, con este mismo
Espíritu digamos confiadamente.
Extiende las manos y, junto con la Asamblea, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.

La Asamblea concluye la oración aclamando:


Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el Sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
La Asamblea responde: Amén.
El Sacerdote, vuelto hacia la Asamblea, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
La Asamblea responde: Y con tu espíritu.
El diácono añade:
Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.
Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz. El Sacerdote da la paz al Diácono y demás
ministros. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en
el cáliz diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para
nosotros alimento de vida eterna.

Mientras tanto se canta o se dice:


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

A continuación, el Sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:


Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre,
no sea para mí un motivo de juicio y condenación,
sino que, por tu piedad,
me aproveche para defensa de alma y cuerpo
y como remedio saludable.

El Sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con la Asamblea, añade:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
El Sacerdote dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna

Terminada la Comunión y después de un debido tiempo de silencio se dice:

ORACIÓN DESPUES DE LA COMUNIÓN


La Asamblea se pone de pie.

El Sacerdote dice: Oremos

Señor, Dios nuestro, que nos has concedido el gozo


de celebrar el nacimiento de nuestro Redentor,
haz que después de una vida santa,
merezcamos alcanzar la perfecta comunión con él.
Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
La Asamblea responde:
Amén.

BENDICIÓN FINAL
El Sacerdote extiende las manos hacia la Asamblea y dice:
El Señor esté con ustedes.
Asamblea: Y con tu espíritu.
El Sacerdote:
Que Dios, cuya infinita bondad
disipó las tinieblas del mundo
con la encarnación de su Hijo
e iluminó esta noche santísima
con su nacimiento glorioso,
aleje de ustedes las tinieblas del pecado
e ilumine sus corazones
con el esplendor de las virtudes.
Asamblea:
Amén.
El Sacerdote:

Que el mismo que encomendó a sus ángeles


anunciar a los pastores
el gran gozo del nacimiento del Salvador,
llene los corazones de ustedes de su alegría
y los haga mensajeros del Evangelio
Asamblea:
Amén.
El Sacerdote:

Y que Aquel que, por la encarnación de su Hijo,


unió la tierra con el cielo,
los colme de su paz y de buena voluntad
y les conceda participar un día
de la Iglesia celestial
Asamblea:
Amén.
El Sacerdote:
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo  y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
Asamblea: Amén.
DESPEDIDA
Diácono: Quela alegría del Señor sea nuestra fuerza, pueden ir en paz.
Asamblea: Demos gracias a Dios.

El coro entona el:


CANTO DE SALIDA

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