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Savater Filosofía

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En el capítulo 1 Fernando Savater hace referencia a las razones para la ética.

Según el
autor la ética es la práctica de reflexionar acerca de lo que vamos a hacer y los
motivos por los cuales actuamos de esa manera. Generalmente vivimos de forma
poco consciente, ya que estamos ocupados en el día a día, lo cual no nos deja pensar
demasiado. Sin embargo, de vez en cuando algo interrumpe ese estado y nos obliga a
pensar ¿Ahora qué hago?, ¿Digo que sí o que no?, ¿Voy o no voy? Estas preguntas
nos señalan distintas opciones éticas, nos hacen razonar hasta llegar a la respuesta
que creemos más adecuada.
Savater menciona dos motivos por los que los seres humanos debemos razonar y
entrenarnos para la ética.
El primer motivo es que no tenemos más remedio. Esto hace referencia a que hay
ciertos aspectos de la vida en los que no podemos razonar ni dar nuestra opinión,
porque ya nos son dados. No podemos elegir ser humanos o no, es algo que nos
viene impuesto. Tampoco podemos elegir el año en que nacimos, ni el país natal, ni
nuestros padres. Como plantea Heidegger, los seres humanos contamos con un
estado de yecto, es decir, que fuimos arrojados a este mundo en ciertas condiciones
que no podemos modificar. Es solo en base a esto que podemos tomar ciertas
decisiones, buscando vivir de una forma auténtica al reconocer nuestra condición de
finitud.
Savater plantea que, si nos comparamos con los animales, nos damos cuenta de que
tenemos un amplio campo de elección. Los demás seres vivos parecen estar
programados para ser lo que su especie les designa. Nacen sabiendo lo que deben
hacer para sobrevivir y están sumamente especializados en ello. En cambio, los
humanos venimos al mundo con capacidades potenciales, y debemos orientar
nuestras acciones sociales e intelectuales. Al no estar circunscritos a una sola tarea,
los humanos podemos elegir entre cosas distintas, y hemos desarrollado estrategias
y culturas que nos permiten adaptarnos. Contamos con un amplio campo de
elección. Sin embargo, esto conlleva responsabilidades, ya que tenemos que decidir
qué vamos a hacer con nuestra vida y justificar esas decisiones. Esta diferencia entre
animales y seres humanos se vincula con lo planteado por Max Scheler. Según este
autor, además de los grados psicofísicos del ser, lo que nos diferencia esencialmente
de los animales es que poseemos espíritu, lo cual nos da independencia, libertad y
autonomía. Según Scheler, al ser seres espirituales ya no estamos vinculados solo al
instinto o al medio que nos rodea, sino que nos encontramos abiertos al mundo. El
espíritu nos permite tener conciencia de nosotros mismos, lo cual se relaciona
directamente con la ética, ya que el ser conscientes nos permite razonar y elegir en
base a lo que consideramos correcto.

Por otro lado, Fernando Sabater plantea como segunda razón para la ética que los
seres humanos somos una especie vulnerable. Es decir, que es muy fácil hacernos
daño, tanto físico como moral y sentimental. Somos seres frágiles, constantemente
amenazados por la muerte. Porque somos mortales es que aparece la deliberación
ética. Si fuéramos inmortales podríamos hacer lo que quisiéramos, ya que no nos
afectaría. En cambio, la vida humana sigue una dirección y no se puede retroceder.
Es una vida irrepetible y única para cada ser humano. No solo estamos amenazados
por la muerte física, sino también por la muerte social, la muerte sentimental o la
muerte de la salud. Por esto Savater plantea que debemos tener miramientos con
nuestros pares. Esto hace referencia a la predisposición ética, es decir, mirar a los
otros, fijarnos en cómo son y que necesitan. Otra característica que tenemos los
seres humanos es que podemos expresar con las facciones una gran cantidad de
emociones. Es por esto que podemos comprender lo que le sucede a otra persona
con solo ver su expresión, y a la vez ponernos en su lugar. De esto se trata la
empatía. Según el autor esto es propio del ser humano, cuando decimos que una
persona es “humana” nos referimos a que es sensible a la vulnerabilidad de los
demás. Los seres humanos tenemos la capacidad de entender el dolor y la fragilidad
ajena. Esto se relaciona con lo que plantea Edgar Morin acerca de la comprensión
intersubjetiva. Esta se trata de comprender a los demás sin necesidad de una
explicación. Es una comprensión humana, de sujeto a sujeto, e incluye un proceso de
identificación con el otro, apertura y generosidad. Además, Morin hace referencia a
la ética de la comprensión. Se trata de un arte de vivir, que nos permite comprender
de forma desinteresada, es decir, comprender antes de juzgar. Esto nos conduce
hacia la humanización de las relaciones humanas.
Según Savater, la libertad de elección y nuestra condición vulnerable son las bases de
la ética y nos imponen obligaciones. La reflexión ética nos permite ayudarnos a
convivir mejor, a pensar que clase de vida preferimos. Debemos reflexionar
constantemente, durante el tiempo que dure nuestra existencia.

Por otro lado, en el apartado “Internet y realidad”, Fernando Savater plantea que no
considera que el internet haya atrofiado la sensibilidad de los humanos, sino que hoy
en día debemos elegir entre una realidad virtual y una realidad presente. Muchas
veces la realidad virtual nos acostumbra a ver todo como un espectáculo. Esto no nos
permite diferenciar lo que es real de lo virtual. Actualmente la realidad virtual está
por todas partes y la frontera se ha desdibujado, es fácil confundirse.
Esto se relaciona con el planteo de Joseph Gevaert, acerca de la idea de hombre.
Según este autor, el desarrollo creciente de la tecnología genera una mayor
incertidumbre acerca de lo que constituye el ser del hombre. Por lo que
probablemente estemos atravesando una de las mayores crisis de identidad de la
historia. Si logramos redescubrir lo fundamental de nuestro ser, podremos controlar
la expansión tecnológica y recuperar nuestra verdadera identidad.
Con respecto a la moral, Savater plantea que actualmente internet plantea el
problema de la veracidad. Cualquier persona desde su casa puede enviar mensajes
falsos, erróneos, nocivos tanto a conocidos como a desconocidos. Esta posibilidad
genera un gran desafío moral, ya que podemos herir a los demás sin que nadie nos
vigile y sin tener que rendir cuentas. Por lo tanto, el internet y las redes además de
aumentar nuestro poder aumentan nuestra responsabilidad. Debemos tener una
conciencia moral que nos permita ponernos en el lugar del otro, para así evitar
herirlo.
Con respecto a la educación, actualmente a través de la tecnología los niños pueden
acceder muy fácilmente a cualquier tipo de información. A diferencia de épocas
pasadas en las cuales el mayor conocimiento era brindado por la escuela. Por lo
tanto, Según Savater, hoy en día la prioridad de la escuela ya no debe ser informar
sino guiar a los alumnos a través de la información que les llega constantemente, de
manera que logren conocimientos veraces. Se debe educar al niño para que pueda
distinguir la calidad de los materiales.
Además, plantea que hoy en día a través de las redes sociales nos estamos
habituando a escribir en la menor cantidad de caracteres posible. Lo cual hace que se
pierda lo fundamental del pensamiento, la argumentación. Por lo tanto, una tarea de
la escuela actual es fomentar y recuperar esa capacidad.
Otro problema actual con respecto a la tecnología es la pérdida de atención. Esto no
solo afecta a los niños, sino a todas las edades. Según Savater, este es un problema
preocupante, ya que considera que todo lo que es importante en la vida, el
conocimiento, el amor, incluso los avances sociales, exigen atención. Sin esta no hay
progreso, civilización ni desarrollo humano. Por lo que hoy en día el reto central de la
educación es recuperar la atención del alumno.

En el apartado “¿Qué es un problema de filosofía?” Fernando Savater plantea que


para distinguir una pregunta filosófica del resto de las preguntas que nos hacemos
diariamente, se podría decir que una pregunta es filosófica cuando se interesa por un
tema que es de interés para cualquier persona. Según el autor todos nos pasamos la
vida haciendo preguntas, sin embargo, la mayoría son preguntas con una finalidad,
una utilidad. Preguntamos para saber algo que nos sirve en un momento
determinado y una vez que ya no nos es útil lo descartamos. Se trata de intereses
relacionados con las cosas que queremos hacer, tienen una utilidad práctica y
automática. Por ejemplo: si perdemos la noción del tiempo necesitamos preguntarle
a alguien ¿Qué hora es? Una vez que obtenemos la respuesta nos dedicamos a lo que
estábamos haciendo y nos desentendemos porque la pregunta era instrumental.
Pero si en lugar de preguntar por la hora nos preguntamos ¿Qué es el tiempo? Ya no
nos interesamos por algo concreto, y la respuesta no va a alterar nuestra vida porque
la pregunta no tiene que ver con lo que queremos hacer, sino con lo que somos. De
esto se tratan las preguntas filosóficas, van más allá de lo concreto, de lo útil. El
propósito de estas preguntas es averiguar algo más acerca de nosotros. Savater
plantea que la filosofía no sirve para salir de las dudas, sino para entrar en ellas. Esto
se vincula con lo expuesto por Darío Sztajnszrajber en su conferencia “¿Para qué
sirve la filosofía?, donde plantea que la filosofía es un saber inútil en el sentido de
que no tiene una utilidad concreta, sino que se hace preguntas constantemente.
Según Darío la filosofía va más allá de lo cotidiano, se pregunta acerca del ¿Por qué?
De las cosas. La pregunta filosófica se debe entender desde la apertura, como algo
que abre lo que se nos presenta cerrado, que interrumpe la utilidad. La filosofía no
resuelve problemas, sino que los crea.

En el apartado “La Felicidad” Fernando Savater plantea que muchas veces se vincula
a la felicidad con la obtención de ciertos logros. Sin embargo, el estado de felicidad
completa no es posible para los humanos, siempre vamos a tener momentos
difíciles, pero esto nos permite conocer la felicidad. Según Savater las cosas malas de
la vida nos demuestran un contraste que intensifica y mejora lo bueno. La
experiencia de lo bueno y lo malo es lo que nos permite valorar las cosas. Somos
felices porque nos arriesgamos, ya que al saber que todo es breve y fugitivo, que
siempre estamos en riesgo, adquieren mayor sentido nuestras decisiones. Tampoco
tenemos elección, porque no podemos imaginar una vida sin muerte.

Según el autor la palabra felicidad es muy ambiciosa, ya que la auténtica felicidad


significaría ser invulnerables, que el futuro no nos pueda afectar. Por lo tanto, la
felicidad es un estado exagerado para seres mortales como nosotros, lo que
buscamos es algo de satisfacción, a nivel fisiológico, cultural, afectivo. Las
satisfacciones son objetivos más realistas que la felicidad. Sin embargo, a medida que
aumenta nuestro nivel de vida, aumentan nuestras exigencias, nos cuesta más
sentirnos satisfechos. Al disminuir las molestias, un inconveniente pequeño se vuelve
insoportable, por lo tanto, a muchas personas se les dificulta encontrar la felicidad.
Con respecto al dinero, Savater plantea que es una felicidad abstracta. Esto significa
que mientras no lo gastamos tenemos la capacidad de transformarlo en diferentes
cosas, por lo que nos puede generar satisfacción. Pero cuando intentamos concretar
esta felicidad abstracta aparecen los problemas, ya que tenemos que decidirnos por
algo, pero resignar las demás opciones. Por esto, plantea que es preferible
acostumbrarnos a formas concretas de felicidad más sociables. Esto sucede cuando
estamos con personas que nos hacen sentir bien, con las que nos divertimos.
Podemos experimentar una forma concreta de satisfacción.

En el apartado “libertad y autenticidad” Fernando Savater plantea que la


autenticidad que no esté condicionada por nada es imposible de conseguir. Esto se
debe a que los seres humanos siempre vamos a vivir en función de la sociedad de la
que formamos parte. Según el autor, por naturaleza las personas imitamos a otras,
elegimos ciertos modelos, la idea de que imitamos por obligación, por pertenecer a
una sociedad no tiene sentido. Además, la imitación es necesaria para poder
preservarnos, ya que si no quisiéramos imitar a nadie seríamos ineducables. No
podríamos vivir en una ciudad donde a cada uno se le ocurra una cosa distinta cada
día, porque de ser así sería ingobernable.
Con respecto a la libertad, plantea que los seres humanos somos libres, pero no
omnipotentes. Es decir, que no podemos hacer todo lo que queremos, sino que
nuestra libertad está condicionada. Tenemos la posibilidad de elegir entre el abanico
de actividades propias del ser humano. Sin embargo, tampoco podemos elegir lo que
queremos, sino que depende de las circunstancias en las que nos encontramos. Estas
nos vienen dadas por la cultura del país donde nacimos, por el nivel económico y
social de nuestra familia, por las circunstancias de la época. No podemos elegir de
donde partimos, pero una vez que tomamos conciencia de cuáles son las
circunstancias que nos rodean, es que podemos elegir. Además, podemos decidirnos
a actuar para cambiar lo que nos condiciona.
Esto se relaciona con la idea de Martin Heidegger acerca del ser. Según este filósofo,
el hombre es “dasein”, lo cual equivale a “ser-ahí”. E l “ahí” del dasein hace referencia
al hombre como ser en el mundo. Pero esto no implica la noción de mundo como
universo, cosmos, sino que tiene un sentido humano. Lo cual quiere decir que cada
hombre tiene una existencia particular en ese mundo. En relación a lo que plantea
Savater, existimos en una determinada época, con una determinada cultura, familia, etc.
Además, según Heidegger el hombre no solo es, sino que debe ser. Lo cual significa que
no solo somos en base a las circunstancias que nos rodean, sino que debemos asumir la
responsabilidad que implica nuestra existencia, para poder superarnos. Por lo tanto,
somos posibilidad, “poder ser”.
Con respecto a la relación entre individuo y sociedad, según Savater, el individuo es un
producto de la sociedad urbana. Son las sociedades las que van favoreciendo el
desarrollo de la individualidad. A medida que estas se han vuelto más complejas, se han
ido diversificando las tareas y los roles, por lo que hoy en día resulta mucho más fácil
diferenciarse de los demás. Actualmente, hay grupos sociales que pueden reconocerse
por cómo se visten y personas que buscan definir su personalidad a través de la manera
de vestirse. Aunque este es solo un ejemplo de las posibilidades que tenemos de
singularizarnos. Según el autor, la sociedad apuesta por desarrollar individualidades
porque cree que así podrá mejorar el conjunto. Los individuos contribuyen a la sociedad
aportando cosas que benefician al resto.
Según Savater, los individuos que conforman la sociedad nos aportan humanidad, ya
que todo aquello que nos permite vivir como seres humanos, lo recibimos de los otros.
Somos seres simbólicos, que empleamos para comunicarnos un lenguaje y un idioma
que no hemos inventado nosotros, sino que proviene de la sociedad. Todo lo que
hacemos en relación a la sociedad, por ejemplo: queremos dinero para poder conseguir
cosas que están en la sociedad y poder influir en otras personas. Lo deseamos en la
medida que podemos usarlo en la sociedad, fuera de la sociedad no sirve absolutamente
para nada, no tiene ningún interés.
En relación a la libertad que tenemos dentro de la sociedad, Savater plantea que una
sociedad funciona cuando se permite a cada individuo ser él mismo y desarrollar su
personalidad siempre que cumpla con aquello con lo que tenemos que cumplir todos
para mantener cierto orden. Uno puede ser sí mismo siempre que asuma que hay una
serie de deberes y responsabilidades que son para todos, nos gusten más o nos gusten
menos. Sobre esta base compartida por todos los ciudadanos cada uno puede ir
construyendo una personalidad particular.

Con respecto a dios, en el apartado “Religión, Dios y muerte” Fernando Savater plantea
que nunca ha entendido que es dios, que la gente habla como si lo conociera, pero a él
no le resulta algo familiar. Además, plantea que no entiende la expresión “amor a dios”,
ya que el amor que nosotros conocemos es aquel que sentimos por otros seres humanos
y por algunos seres vivos. Es un amor marcado por la preocupación de conservar a las
personas que queremos, que no se vayan. Dios es nuestra idea de lo eterno, algo que no
se puede ir, por lo tanto, no se puede amar a un ser indestructible. En referencia a la
muerte, según Savater, todo lo que conocemos lo aprendemos observando la ausencia
de los demás. Nuestra propia muerte nos resulta impensable, aunque todos decimos
que nos vamos a morir, en el fondo no lo creemos. Pero la muerte de los demás es
creíble y real porque la podemos experimentar. El pensamiento de Savater se vincula
con Heidegger al plantear que reflexionar sobre la muerte nos ayuda a entender nuestra
condición y sentir amor por la vida.
Por otro lado, Savater plantea como problema la idea que se ha mantenido durante
siglos, de que la moral está subordinada a la religión. Sin embargo, la religión es algo
respetable solo para quien crea, mientras que la auténtica moral es algo que vale tanto
para los creyentes como para los no creyentes. Una diferencia básica entre religión y
moral es que cada una tiene un objetivo diferente: mientras que la moral persigue una
vida mejor, la religión busca algo mejor que la vida. Savater cuestiona las religiones, ya
que según él lo que plantean es un pago por portarte bien, es una especie de soborno.
Las religiones son un derecho de cada ciudadano, pero no pueden constituirse como un
deber para nadie. Lo planteado por Savater acerca de la religión se vincula con la teoría
judeo-cristiana del hombre. Según esta teoría antropológica, el hombre fue creado a
imagen y semejanza de dios. Está conformado por un cuerpo y un alma, y al morir esta
podrá alcanzar la vida eterna, pero solo si durante la vida terrenal cumplió con las
normas éticas impuestas por la religión, es decir, los mandamientos.

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