Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Texto para Aprender

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8

I

(Suena música electrónica. Retorciéndose, Dietrich Bonhoeffer entra en la celda,


compuesta por un viejo colchón, una pequeña ventana y un escritorio. Su cuerpo
interpreta y desprende los golpes que recibe de los oficiales. Al cabo de un rato se
sienta sobre el colchón, donde empieza a temblar y a repetir los versículos 19-20, del
salmo 119, su salmo favorito y el más largo de todos: «Mi alma se consume deseando
tus juicios en todo tiempo». Lo repite varias veces, cada vez más angustiado.

Sigue la música.

Se tumba; como en un estado de vigilia balbucea algo.

Un hilo de luz entra por la ventana.

Se incorpora y se sienta en la silla).

Oh Dios mío, a ti te invoco al comienzo del día.


Ayúdame a orar y a concentrar mis pensamientos en ti;
no lo logro por mí mismo.

Reina en mi la oscuridad, pero en ti está la luz;


estoy solo; pero tú no me abandonas;
estoy desalentado; pero en ti está la ayuda;
estoy intranquilo, pero en ti está la paz;
la amargura me domina, pero en ti está la paciencia;
no comprendo tus desvíos,
pero tú conoces el camino recto para mí.

Busco en ti la esperanza,
en que lo injusto no sea la última palabra.

Tú que andas sobre las aguas,


enséñanos a no hundirnos
en estas mareas gobernadas por tiranos;

tú que ves la otra mitad de lo visible,


muéstranos la esencia de las almas concretas.

7
Ayúdame, Señor.

Ayúdame.

Ayúdame.

(gritando y golpeándose)

¡Socorro!

¡Socorro!

Ayúdenme... ¡Ayúdenme!

(sobre la cama)

Te rezo, Dios mío.

Te rezo para que no se instale en mí la desesperación y la rabia.

Hazles ver lo bueno del hombre.

Hazles entender que un ser humano es mucho más importante


que lo que puedan pensar de él.

Te rezo para que a estos hermanos se les suponga lo humano,


como al héroe se le supone la valentía.

Rezo para que lo noble se traduzca en gestos,


para que la esperanza suponga proximidad y ternura.

Rezo porque el fuego es luz que sabe rezar,


el viento brisa que sabe rezar.

Y te rezo para que no me abandones.


Para que pueda ver y vivirlo todo sin odiar.
No dejes que lo ruin me gobierne,
no permitas que me invada a mí también la mezquindad.

Dame tu sabiduría para que estos hombres entren en razón


y dejen de aniquilarnos.

8
Dame la paciencia para estar pronto sentado junto a mis padres
y pelarle a mi madre una naranja mientras hablamos
de la floración del almendro o de los amores de mi hermano;

para poder pasear con Eber mientras planeamos un viaje a la playa,


y besarle sin miedo, acariciarle los labios mientras nos quedamos dormidos.

Ámanos juntos, Señor. Porque yo le amo y eso nos acerca a ti, y nos hace dichosos.

Yo sé que tú nos amas.

Y yo le amo a él.

Sé que su cuerpo de hombre junto a mi cuerpo completan el cosmos,


conforman los frutos de la naturaleza, y nos hacen carne nacida para el cuidado.

Somos el amor, y nos llamamos Eber y Dietrich, y somos tuyos, Señor.

A ti nos debemos, y en ti nos abandonamos.

(levantándose, eufórico)

¡Eber y Dietrich! ¡Somos el amor, Señor!


Y tú eres el amor, la naturaleza del amor, así que juntos, cuando nos besamos y nos
hacemos uno, cuando él está dentro de mí, estamos más cerca de ti, estamos en ti.

Cuando nos rendimos al deseo no te estamos traicionando,


sino que su espalda entregada contra mi pecho es la entrega de los que aman,
de los que creen sin ver,
como nosotros nos entregamos a ti y creemos en ti.
Es la negación de los que odian,
como tú negaste a los que desprecian al otro por su necesidad.

¡Eber y Dietrich!

(gritando, saltando.)

Quiero salir de aquí.

¡Tengo que salir de aquí!

9
Me están esperando ahí fuera, tengo que ir a mi despacho,
tengo que devolver algunos libros a la biblioteca,
y pagar algunas factura, por favor.

¡Por favor, sáquenme de aquí!

¡Por favor, soy inocente!

Solo soy un mero profesor que enseña a sus jóvenes


que somos seres interdependientes que habitan reinos interdependientes.
Les enseñaba la ética de la tierra, que amplía nuestros límites
para incluir las aguas, las plantas, los animales.

Sólo les he enseñado nuestra vulnerabilidad.

Dependemos de los demás para nuestra supervivencia.

Sólo eso.

¡Por favor, Dios, no me abandones aquí!

¡No me dejes solo!

¡Escúchame ahora que te necesito!

(Corriendo hacia la minúscula ventana, gritando)

¡Eber! ¡Eber! ¡Eber!

(Retorciéndose por el suelo.


Su cuerpo transmite las palizas.
El éxtasis y la ansiedad se apoderan de él.

De rodillas)

Dios, Eber me mantiene vivo en esta celda.

Él es esa ventana, este colchón,


la luz que aquí no llega pero que reconozco más allá de estas paredes,
en las orillas donde la vida construye sus templos y sus mañanas.

Rezo para que puedas perdonarme por la angustia que a ellos ocasiono.

10
Rezo para que no se cansen de mí y puedan perdonarme tanto sufrimiento.

Apiádate de mí, padre.

Apiádate de mí.

Apiádate,...

Deja que el sueño invada mi frente.

Deja que el sueño venga a mí.

Que se encienda la carne que deseo.

Deja que el sueño venga.

(Durmiéndose, tiritando)

11
III

Eber, mi vida,
lo que antes me perturbaba
ahora me salva, me llena de gloria.

El amor consentido, incontestable, entre dos seres humanos


sólo puede confirmar a Dios.

Reconocerle en cada gesto,


intuirle en todo acto.

Nuestro entorno, que antes me aterraba,


ahora se me presenta como una posibilidad
para señalarles el amor y abrirles el corazón
si lo tienen desorientado.

Muchacho, no temas,
pronto estaremos juntos.

Trabaja y vive con tranquilidad.

Dicen que me van a cambiar de celda,


y que mis condiciones mejorarán mucho.
Incluso parece que voy a disponer de ducha propia y de toallas.
Eso significa que mi situación empieza a ver su final.
Que la libertad asoma, Eber. ¡La libertad!

Hay días en que uno siente deseos de salir y de hacer una tontería.
Si uno no fuera tan «razonable».

¿Nos habremos vuelto demasiado razonables?

Si durante tanto tiempo hemos reprimido en nosotros


conscientemente todo deseo, pueden presentarse
dos posibles consecuencias: o bien nos hemos consumido interiormente,
o bien todo va quedando represado de tal forma que un día
se producirá una terrible explosión.
La otra consecuencia posible sería que nos desinteresáramos

17
realmente de nosotros mismos.
Sé de sobra que éste no es mi caso.
Quizás me digas que no hemos de reprimir los deseos,
y seguramente tendrías razón.
Por tanto, me refugio en los pensamientos, en las cartas que escribo,
en alegrarme de vuestra felicidad, y me prohíbo
—a manera de autoprotección— mis propios deseos.

Hace un rato en la enfermería, escuché por casualidad en la radio


la «canción de Solveig». Me emocioné de veras.
Aguardar fielmente a lo largo de toda una vida
constituye el triunfo sobre la hostilidad del espacio.

¿No crees que sólo una fidelidad así hace feliz,


y que la infelicidad hace desgraciado?

Pienso en lo que para mis hermanos de Harlem era la felicidad:


la ausencia de infortunios.
Bueno, ahora quiero acostarme,
pero seguramente no habrá tranquilidad durante la noche.

La demora en las noticias tuyas me hace daño.


Me hace temer que te haya pasado algo. Pero cuando
de repente me llega una carta, por breve que sea, siento una alegría
que rara vez he conocido ahí fuera.

Confío en que pronto se celebre el juicio


y me dejen volver a mi vida. A nuestra vida.

Eber, no opines. No participes. Intenta no entrar en política.


Un partido político es una máquina de fabricar pasiones.
Su única finalidad es su propio crecimiento, sin límites.

Intentemos estar en lo nuestro. Que es la fraternidad y el cuidado.

Si estamos con Dios,


el entendimiento entre los hermanos no tardará en restaurarse.

Echo de menos mi colección de discos.


Todas las mañanas, después de mis rezos, canto en mi interior
la «Oda a la Alegría». Me conmueve ese verso decisivo de Schiller:

«Todos los hombres volverán a ser hermanos».

Eber, no tengas duda de esto. Todos lo hombres volverán a ser hermanos.


Ni lo tengas de mi amor.

Recuerdo estas noches a San Pablo: «¿Quién sufre que no yo sufra con él
y quién se alegra que yo no me alegre con él?».

18
Su luz pronto caerá sobre nuestro pueblo confundido.

(mueve el escritorio y lo pone en el centro de la celda. Hace el gesto de abrir una


botella y servir el vino)

Eber, este Riesling me lo ha recomendado mi tío Hans.


Es de la zona de Rheingau, muy cerca de Wiesbaden,
donde la abuela iba a darse baños para el reuma.
Algún día seremos viejos e iremos a esa clínica
donde tienen el agua hirviendo que todo lo cura.

Algunos lo beben, ¿sabes, Eber?

Qué fatiga.

Con lo bueno que está el vino blanco fresquito


como para beber agua hirviendo.

Dios quiere que disfrutemos de lo bueno del mundo.

Dios quiere que esta noche haya amor para todos.

El sacrificio lo entiende para el esfuerzo hacia lo demás,


no para el calvario innecesario de uno mismo.

Dios quiere que los jóvenes viajen y rían y bailen y amen.


No los quiere encerrados o martirizamos pidiendo perdón.

No los quiere esclavos de la culpa siendo inocentes,


esclavos del pecado sin conocer ningún mal.

(rellenando de nuevo el vaso)

Este año la cosecha ha sido especialmente buena.

Con el corazón lleno de vino es más fácil convencerse por las noches
de que todo es eterno. De que todo lo malo es pasajero.

Brinda, Eber, que tú y yo no estamos equivocados,

que pronto acudirán las buenas voces a la hora acostumbrada.

19

También podría gustarte