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Análisis de La Ilustración

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Literatura infantil

Lucila Luciano

Luz Estrella Ramos

Secion

Matrícula: 100325268

Tarea 3.1: Análisis de la ilustración.


El gato con botas

Cuento de El Gato con Botas: adaptación del cuento de los Hermanos Grimm
Érase una vez un molinero que tenía tres hijos. El hombre era muy pobre y casi
no tenía bienes para dejarles en herencia. Al hijo mayor le legó su viejo molino,
al mediano un asno y al pequeño, un gato. El menor de los chicos se
lamentaba ante sus hermanos por lo poco que le había correspondido.
• Vosotros habéis tenido más suerte que yo. El molino muele trigo para
hacer panes y tortas y el asno ayuda en las faenas del campo, pero
¿qué puedo hacer yo con un simple gato? El gato escuchó las quejas de
su nuevo amo y acercándose a él le dijo:
• No te equivoques conmigo. Creo que puedo serte más útil de lo que
piensas y muy pronto te lo demostraré. Dame una bolsa, un abrigo
elegante y unas botas de mi talla, que yo me encargo de todo.

El joven le regaló lo que le pedía porque al fin y al cabo no era mucho y el gato
puso en marcha su plan. Como todo minino que se precie, era muy hábil
cazando y no le costó mucho esfuerzo atrapar un par de conejos que metió en
el saquito. El abrigo nuevo y las botas de terciopelo le proporcionaban un porte
distinguido, así que muy seguro de sí mismo se dirigió al palacio real y
consiguió ser recibido por el rey.
• Majestad, mi amo el Marqués de Carabás le envía estos conejos –
mintió el gato.
• ¡Oh, muchas gracias! – respondió el monarca – Dile a tu dueño que le
agradezco mucho este obsequio. El gato regresó a casa satisfecho y
partir de entonces, cada semana acudió al palacio a entregarle

presentes al rey de parte del supuesto Marqués de Carabás. Le llevaba


un saco de patatas, unas suculentas perdices, flores para embellecer los
lujosos salones reales… El rey se sentía halagado con tantas atenciones
e intrigado por saber quién era ese Marqués de Carabás que tantos
regalos le enviaba mediante su espabilado gato. Un día, estando el gato
con su amo en el bosque, vio que la carroza real pasaba por el camino
que bordeaba el río.
• ¡Rápido, rápido! – le dijo el gato al joven – ¡Quítate la ropa, tírate al agua
y finge que no sabes nadar y te estás ahogando! El hijo del molinero no
entendía nada pero pensó que no tenía nada que perder y se lanzó al río
¡El agua estaba helada! Mientras tanto, el astuto gato escondió las
prendas del chico y cuando la carroza estuvo lo suficientemente cerca,
comenzó a gritar.
• Si le parece bien, mi amo irá con ustedes en el carruaje. Mientras, yo me
adelantaré para comprobar que todo esté en orden en nuestras
propiedades. El amo subió a la carroza de manera obediente, dejándose
llevar por la inventiva del gato. Mientras, éste echó a correr y llegó a
unas ricas y extensas tierras que evidentemente no eran de su dueño,
sino de un ogro que vivía en la comarca. Por allí se encontró a unos
cuantos campesinos que labraban la tierra. Con cara seria y gesto
autoritario les dijo:
• Cuando veáis al rey tenéis que decirle que estos terrenos son del
Marqués de Carabás ¿entendido? A cambio os daré una recompensa.
Los campesinos aceptaron y cuando pasó el rey por allí y les preguntó a
quién pertenecían esos campos tan bien cuidados, le dijeron que eran
de su buen amo el Marqués de Carabás. El gato, mientras tanto, ya
había llegado al castillo. Tenía que conseguir que el ogro desapareciera
para que su amo pudiera quedarse como dueño y señor de todo. Llamó
a la puerta y se presentó como un viajero de paso que venía a
presentarle sus respetos. Se sorprendió de que, a pesar de ser un ogro,
tuviera un castillo tan elegante.
• Señor ogro – le dijo el gato – Es conocido en todo el reino que usted
tiene poderes. Me han contado que posee la habilidad de convertirse en
lo que quiera.
• Has oído bien – contestó el gigante – Ahora verás de lo que soy capaz.
Y como por arte de magia, el ogro se convirtió en un león. El gato se
hizo el sorprendido y aplaudió para halagarle.
• ¡Increíble! ¡Nunca había visto nada igual! Me pregunto si es capaz de
convertirse usted en un animal pequeño, por ejemplo, un ratoncito.
• ¿Acaso dudas de mis poderes? ¡Observa con atención! – Y el ogro,
orgulloso de mostrarle todo lo que podía hacer, se transformó en un
ratón. ¡Sí! ¡Lo había conseguido! El ogro ya era una presa fácil para él.
De un salto se abalanzó sobre el animalillo y se lo zampó sin que al
pobre le diera tiempo ni a pestañear. Como había planeado, ya no había
ogro y el castillo se había quedado sin dueño, así que cuando llamaron a
la puerta, el gato salió a recibir a su amo, al rey y a la princesa.
• Sea bienvenido a su casa, señor Marqués de Carabás. Es un honor para
nosotros tener aquí a su alteza y a su hermosa hija. Pasen al salón de
invitados. La cena está servida – exclamó solemnemente el gato al
tiempo que hacía una reverencia. Todos entraron y disfrutaron de una
maravillosa velada a la luz de las velas. Al término, el rey, impresionado
por lo educado que era el Marqués de Carabás y deslumbrado por todas
sus riquezas y posesiones, dio su consentimiento para que se casara
con la princesa. Y así es como termina la historia del hijo del molinero,
que alcanzó la dicha más completa gracias a un simple pero ingenioso
gato que en herencia le dejó su padre.

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