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Desarrollar Una Buena Comunicación

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DESARROLLAR UNA BUENA COMUNICACIÓN

La comunicación en el hogar durante los años que coinciden con la adolescencia parece sufrir un
deterioro, y son frecuentes las quejas de madres y padres por la dificultad que encuentran a la hora
de dialogar con sus jóvenes. Esta mayor dificultad en la comunicación está motivada por diferentes
aspectos. Por un lado, el deseo de chicos y chicas de mayor intimidad, puede provocar
distanciamiento en la relación con su familia, ya que serán más reservados y evitarán hablar de
ciertos temas que consideren pertenecientes a su vida privada
Pero ¿Intentamos nosotros hablar suficientemente con nuestros adolescentes?
Y, ¿de qué hablamos?
Hablamos de música, comentamos algún programa de televisión o intercambiamos opinión sobre
noticias, fútbol, etc. O por el contrario solo regañamos, hablamos de estudios, tareas que deben
realizar en casa o realizamos un interrogatorio de su vida privada.
¿Te has planteado alguna vez como favorecer y mejorar la comunicación con tu hija o hijo?
Es importante establecer rutinas comunicativas mínimas como son los saludos al entrar, los buenos
días y buenas noches, informar de las salidas y entradas etc. También es importante crear espacios
que favorezcan la comunicación: mantener el hábito de comer y/o cenar juntos (a ser posible sin
televisión) como un espacio de tiempo para compartir en familia. El clima familiar debe permitir al
joven expresar sus inquietudes, opiniones y sentimientos con toda libertad sin ser ridiculizado ni
infravalorado. Una forma de conseguir que nuestros hijos e hijas hablen espontáneamente de las
cosas que les preocupan es convertir en una práctica habitual el expresar nosotros nuestros
sentimientos cuando contamos lo que nos sucede en las relaciones con los demás.
Estrategias para fomentar la comunicación
 Saber escuchar y sobretodo hacer que se sientan escuchados.

 Evitar sermones y consejos continuos.

 Evitar reaccionar de forma impulsiva y visceral en situaciones problemáticas, procurando guardar la


tranquilidad. Si no es posible, hacer un tiempo fuera y retomar el tema más tarde.

 Tratar de utilizar preguntas impersonales como: ¿Qué pasó? , más que la pregunta ¿Qué hiciste?

Barreras en la comunicación
 A veces no dialogamos sino que le damos lecciones.
 Los escuchamos poco y los criticamos mucho.
 Hablamos solo de asuntos problemáticos como desorden, malas notas,…, fomentando solo
situaciones tensas en la relación.
 ¿Habéis pensado alguna vez lo que somos capaces decir o comunicar con nuestros gestos, miradas
etc.?

Cuanto más estrecha sea la relación, más importancia tendrá la comunicación no verbal. Cuando un
miembro de una familia llega a su casa puede percibir un mensaje de bienestar o tensión sin
necesidad de mirar a la cara al resto de la familia. En ocasiones, la falta de verbalización (de hablar)
supone una grave limitación a la comunicación. Muchas veces la prisa de los padres y madres por
recibir alguna información les impide conocer la opinión de sus hijas o hijos y, de igual forma, impide
que éstos se den cuenta de la actitud abierta y predisposición a escuchar de sus padres y madres.
La situación anterior es especialmente importante en la adolescencia. Son múltiples las situaciones
en que los padres y madres sienten curiosidad por lo que hacen los hijos e hijas y éstas, ante una
situación de exigencia responden con evasivas.

Otro impedimento para la comunicación es la impaciencia de algunos padres y madres para poder
incidir educativamente en la conducta de sus hijos e hijas. Todo el proceso educativo pasa por la
relación que se establece en la familia, y ésta se apoya en la comunicación; por eso es tan importante
preservarla y mantener la alegría de disfrutarla. Para ello es suficiente que las madres y padres no
quieran llevar siempre la razón y convencerse que comunicarse no es enfrentarse
La vida familiar cuenta también con unos enemigos claros para establecer conversaciones y la
relación interpersonal. La televisión en la comida, los horarios que dificultan el encuentro relajado,
los desplazamientos de fin de semana... Hay que luchar frente a estas situaciones y propiciar en todo
momento un clima que facilite la comunicación

¿Cuáles los principales fallos en la comunicación?

Estos son algunos fallos habituales en los procesos comunicativos.

1. Gritar

De poco nos sirve intentar establecer una conversación adecuada si elevamos el volumen y el tono al
hablar. Cuando alguien nos grita es más fácil que actuemos de forma defensiva, por lo que no es la
mejor estrategia para conseguir una buena comunicación.

2. Imponer/Chantajear

Uno de los fallos que más se cometen a la hora de mantener una conversación con los hijos e hijas es
el de imponer nuestra “voluntad”. Si lo que buscas es intentar llegar a acuerdos con tu hijo/a lo peor
que puedes hacer para lograrlo es utilizar frases como “me da igual lo que digas”, “esto es así y
punto”, “harás lo que yo diga”, “no vas a hacer eso”, “como hagas eso verás…”

3. Juzgar/criticar

Si hay algo en lo que coinciden los adolescentes es que la mayoría se sienten juzgados por sus padres
y madres, o bien les preocupa que les juzguen y por ello suelen evitar ciertos temas de conversación
o prefieren mentir en lugar de decir la verdad. Por ello es importante que cuando estén
expresándose tratemos de no juzgarles, mostrando una actitud abierta al diálogo y haciéndoles ver
que es normal equivocarse en ciertas ocasiones (recuerda que tú también lo hiciste).
4. No escuchar

Otro de los fallos habituales es el de no escuchar. Párate a escucharles e intenta que si ese no es el
mejor momento para ti podáis posponer la charla para después, mostrándole a tu hijo/a que lo que
te quiera decir es importante para ti.

5. No empatizar

Es imprescindible que tratemos de comprender las emociones y pensamientos de nuestros hijos/as si


queremos que se sientan cómodos al hablar con nosotros. Uno de los fallos que más se cometen es
pensar sólo que es lo que queremos nosotros o lo que consideramos mejor para ellos, sin considerar
qué es lo que motiva que actúen de determinada forma o qué necesitan en ese momento.

Entonces, ¿Qué podemos hacer?

Algo evidente sería hacer lo contrario a todo lo que acabamos de mencionar: empatizar, escuchar,
comprender y hablar con un buen tono y volumen. Pero vamos a centrarnos en las siguientes
estrategias:

1. Negociar

Establecer un diálogo en el cual poder negociar. Si hay algo que no suele funcionar con los/as
adolescentes es la imposición. Les prohíbes una cosa y parece que tienen más ganas aún de hacerla,
por ello es importante llegar a acuerdos.

Habrá momentos en los que tengamos que negarle peticiones, pero no por ello vamos a hacerlo
siempre, o podemos tratar de llegar a acuerdos intermedios. Recuerda que para negociar habrá
momentos en los que tú también tendrás que ceder.

2. Mostrarnos abiertos

Debemos mostrarnos flexibles a negociar y a poder pactar sobre ciertos temas. Esto hará que ellos y
ellas se sientan más cómodos y más dispuestos a comunicarse con nosotros/as. También es
importante mostrar que podemos ser flexibles ante nuestras propias ideas.

3. Modelo

¿Cómo pretendemos que nuestros hijos hablen con nosotros de lo que les preocupa y de sus
sentimientos si nosotros no hacemos lo mismo? Si desde el principio nos mostramos comunicativos,
les explicamos cómo nos ha ido el día, cuáles son nuestras preocupaciones y les explicamos qué nos
inquieta, será mucho más fácil que ellos/as también lo hagan

¿Qué podemos cambiar en nuestra forma de hablar a nuestros adolescentes?

 Debemos definir claramente lo que esperamos que hagan o el motivo de conversación. Por
ejemplo la frase “pórtate bien mientras estamos fuera” deberíamos especificar claramente lo que
esperamos que haga: no llegues más tarde de la hora establecida, recoge las cosas que pongas en
medio, no pongas la música ni la TV con el volumen alto etc.

 Cuando hablemos no debemos mezclar temas sobre todo si son en forma de reproche.

Centrarse en el momento y en el presente y no sacar temas conflictivos anteriores.

 Asegurarnos de que se nos está entendiendo.

 Animarlos a que nos den su punto de vista u opinión.

 Utilizar siempre una crítica constructiva.

Qué debemos evitar?

 Generalizar con frases como “tú siempre…”, tú nunca...” “ni estudias”, “ni trabajas”.

 Criticar a la persona en vez de la conducta. Eres un vago, en vez de no has hecho los deberes o no
estudias.

 Gritar, levantar la voz.

 Frases como “vas a acabar conmigo”, “no tienes ni idea”, “tú que sabrás” “tú éstas tonto” que
descalifican, acusan, insultan.

 Evitar la ironía. ¡Seguro que eres el mejor!

 Mostrar impaciencia, interrumpir.

Algunas frases que pueden ayudar en la conversación:

 Entiendo lo que dices aunque no lo comparto.


 Comprendo cómo te sientes.
 Lo que opino de esto es…, aunque entiendo que ahora no lo veas igual, es lo que nos parece
mejor para ti.
Trabajar la autonomía desde pequeños es clave para que tomen responsabilidad.

Les dará más seguridad que si los sobreprotegemos. Y ellos tienen que asumir las consecuencias de
sus comportamientos, si suspenden algunas asignaturas tendrán que asistir a unas clases de refuerzo
para aprobarlas. Esto deberían verlo como una consecuencia, no un castigo.
En este sentido, Patricia Ramírez, psicóloga de la salud y del deporte, nos aconseja en este vídeo
cómo mejorar la comunicación con los adolescentes. Nos explica cómo el deporte puede ayudarnos
ya que incorpora muchos valores como el esfuerzo, el respeto, la disciplina, además de mejorar la
concentración y la atención a la hora de estudiar.

Algunas frases que pueden ayudar en la conversación:

 Entiendo lo que dices aunque no lo comparto.


 Comprendo cómo te sientes.
 Lo que opino de esto es…, aunque entiendo que ahora no lo veas igual, es lo que nos parece
mejor para ti.

FOMENTAR DE LA AUTONOMÍA

Lo primero que debemos tener en cuenta es que la independencia de nuestros hijos e hijas comienza
desde el nacimiento. Es necesario no protegerlos demasiado, pero tampoco debemos dejar de
corregirlos porque obstaculiza su desarrollo. Es una realidad que cuanto más hacemos por ellos más
dependientes e irresponsables se vuelven. En general todos queremos que disfruten de las ventajas
de la infancia lo que se traduce en mucho juego y pocas responsabilidades. Actuamos así porque
pensamos que ya tendrán tiempo de sufrir y responsabilizarse de todas las obligaciones que le
depare la vida. Pero la realidad es que la responsabilidad no se consigue sino se enseña.
En otras ocasiones, las razones que nos mueven son pensar que las cosas son más fáciles y rápidas si
las hacemos nosotros mismos y muchas veces somos tan perfeccionistas y exigentes que
consideramos que si no hacemos las cosas nosotros no están bien hechas. Todos estos
comportamientos están impidiendo realizar una función primordial en la educación de nuestros hijos
e hijas que es el desarrollo de su autonomía. Desarrollar la autonomía personal implica trabajar
diferentes áreas.
Existen muchas áreas en la que podemos trabajar la autonomía, pero aquí en esta guía nos vamos a
centrar en las que afectan más a la vida cotidiana de los adolescentes.

Área del autocuidado. El autocuidado es incorporar en nuestros hábitos de vida, conductas que
permitan mejorar y mantener un buen estado de salud tanto físico, psíquico como social. Son
conductas simples y rutinarias que permiten mejorar la calidad de vida y complementar los
tratamientos médicos. El autocuidado incluye, por ejemplo, los hábitos de alimentación, de estudio,
de descanso, de higiene. No nos detenemos en el análisis de todos estos puntos puesto que van a ser
tratados más adelante.

 Área de la vida en el hogar. Los padres y madres decimos con frecuencia “tengo que estar siempre
detrás de él, le tengo que decir las cosas 20 veces…” ¿Por qué se dan con tanta frecuencia estas
situaciones?, seguramente porque las familias no hemos sabido inculcar el valor tan importante de la
responsabilidad.

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