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Akumama: Madre Del Agua Descripción
Akumama: Madre Del Agua Descripción
Akumama: Madre Del Agua Descripción
Descripción:
La Yakumama es una criatura mítica ampliamente reconocida en las leyendas y mitos de la
selva amazónica. Representada como una serpiente o anaconda gigantesca, es conocida por ser
una protectora de los ríos y lagos, y se cree que habita en las profundidades de las aguas
amazónicas. En algunas historias, se dice que sus escamas reflejan los colores del arcoíris y que
sus ojos son como luceros brillantes.
Animal Representado:
La Yakumama representa a una serpiente, específicamente a una anaconda, el tipo de serpiente
más grande del mundo y que se encuentra principalmente en las regiones húmedas de
Sudamérica. La anaconda es un poderoso nadador y se siente más cómoda en el agua, lo que
refuerza la conexión con la Yakumama como un ser vinculado a las fuentes acuáticas.
1. Protectora de las Aguas: La Yakumama se ve como una protectora de los ríos, lagos y otras
fuentes de agua. Se cree que castiga a aquellos que contaminan o dañan las aguas y recompensa a
quienes las respetan.
2. Vínculo con la Fertilidad: Debido a su conexión con el agua, un elemento esencial para la
vida, la Yakumama también está relacionada con la fertilidad y el crecimiento.
3. Encuentros Mitológicos: Hay relatos en los que los pueblos indígenas describen encuentros
reales con la Yakumama, en los cuales esta criatura se manifiesta para entregar mensajes o
advertencias.
4. Influencia Moderna: La figura de la Yakumama ha inspirado arte, literatura y festivales en
regiones amazónicas. Por ejemplo, en algunas festividades se construyen grandes efigies de la
Yakumama para celebrar y honrar la relación entre la gente y la naturaleza.
La leyenda de la Yakumama nos recuerda la importancia de respetar y proteger la naturaleza, y
sigue siendo una historia relevante y resonante en la cultura contemporánea de la Amazonía.
A eso de las tres de la madrugada, mientras dormíamos cerca de la cocha donde estábamos
pescando, sonó su ruidoso cántico. <<"Ahí esta un mono, prepara tus flechas que vamos a darnos
un rico banquete en el desayuno>>, dijo mi padre.
Agarre las flechas que tenia cerca y me los puse al hombro, aliste el arco dejándolo limpio y bien
tensado, me asegure que no fallara al momento de disparar a ese mono.
Debe de estar en la otra orilla de la cocha, le cazaremos rápidamente justo antes de que la luz del
sol empiece a quemarnos la cara y caliente la mañana, ten listo tu arco, volvió a indicarme mi
padre.
Mientras caminábamos rodeando la gran cocha mirábamos como los peces saltaban en el agua,
pero ya estábamos cansados de tanto pescar y comer pescado mejor estaba el mono que
interrumpia el silencio de la madrugada con su canto.
No, no era un mono, la astuta Yakumama con su canto de mono, nos había tendido una trampa.
Muy callado casi murmurando y sin respiración, mi padre me dice que en tiempos antiguos le
dijeron que cuando valla a pescar o cazar cerca a una cocha se cuide de la Yacumama ya que
suele proteger las aguas de sus cocha donde descansa, al parecer nosotros estábamos pescando
cerca en una de sus cochas donde solía descansar; pero mi padre no le había dado importancia
por creer que solo era un invento de los antiguos, para que los jóvenes no se arriesguen monte
adentro.
Con su canto te hace creer que es un mono, para atraerte cerca luego te lanza grandes bocanadas
de agua para aturdirte y comerte a su antojo por perturbar la vida de su cocha o si no te das
cuenta y estas muy cerca de ella te enrosca, te estruja, te engulle sin que te des cuenta.
Menos mal que un paucar pasó volando y cantando dos veces, bien cerquita a nosotros. <<No
debemos apresurarnos, algo malo nos va a pasar>>, dijo mi padre. El paucar nos había alertado
del inminente peligro.
Por eso, poco a poco, sin hacer ruido avanzamos hacia el mono, cuando sentimos cerca su canto,
nos colocamos detrás de un árbol y divisamos a los lejos de donde venia su canto.
La Yacumama, cuya piel refulgía entre las ramas quería darse un banquete con nosotros y nos
estaba esperando, nos había olido y ahora nos sentía cerca, por eso se retorcía, se alocaba
buscándonos enfurecida.
Mi padre apunto hacia su cabeza y zaaas! por poco le atino. <<No tengas miedo>> Dame otra
flecha y nuevamente zaaas! le rozo causándole una herida sangrante. La Yacumama se retorcía
de dolor y sangrando se desplazo raudamente hacia la cocha. Luego de eso mi padre ya entrando
en conciencia me dijo <<Vayámonos de aquí hijo, creo que por esta vez tuvimos un poco de
suerte, vayámonos y no volvamos ya que esta cocha tiene madre y por poco hoy nos caza y nos
come>>
Las tribus locales hablaban de la Yakumama, una serpiente gigante, tan larga como un río y tan
ancha como un lago. No era una criatura malévola, pero sí protectora. Era la guardiana de los
ríos y lagos, asegurándose de que las aguas permanecieran puras y de que la vida en la selva se
mantuviera en equilibrio.
Tahu, sin miedo y con respeto, se acercó y le preguntó: "Gran Yakumama, ¿por qué lloras?"
La serpiente, con una voz profunda que resonó en todo el Amazonas, respondió: "Lloro por las
futuras generaciones, que no respetarán estas tierras ni las aguas que las nutren. Temor tengo de
que el equilibrio se rompa y la selva sufra."
Tahu, conmovido, prometió proteger la selva y enseñar a su tribu y a las generaciones futuras el
respeto por la naturaleza y la importancia del equilibrio. La Yakumama, agradecida, le otorgó el
don de comunicarse con todos los seres de la selva.
Desde aquel día, Tahu y la Yakumama trabajaron juntos para proteger la selva. Y aunque la
Yakumama es raramente vista en la actualidad, su espíritu sigue presente en cada gota de agua
del Amazonas.
Las tribus locales aún susurran historias sobre aquel encuentro, recordando a cada generación la
importancia de cuidar y respetar el entorno que los rodea, y honrando la memoria de la gran
serpiente que una vez lloró por el futuro de su amada selva.