Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Fernández Uriel Pilar. Historia Antigua Universal II. El Mundo Griego. Extracto para Práctica 1

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 82

CAPÍTULO VII

LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS


DEL SIGLO V EN EL MUNDO GRIEGO
1. INTRODUCCIÓN

El siglo V a.C. se iniciaba con grandes acontecimientos en el Medi-


terráneo.
En el Mediterráneo Oriental se producían los grandes enfrentamien-
tos entre griegos y persas, tras la expansión del Imperio Aqueménida y la
sublevación de las ciudades jonias, a las que apoyaron sus hermanas grie-
gas del continente.
En el Mediterráneo Occidental surgía un conflicto entre los griegos
de Sicilia y la Magna Grecia y el Imperialismo cartaginés.
Se ha querido ver en estos sucesos la confrontación entre Oriente y
Occidente, entre el despotismo del monarca persa de Oriente y los regí-
menes ciudadanos de las «Poleis» griegas.
Realmente es muy difícil de valorar estos conflictos, ya que las fuen-
tes históricas que nos informan son fundamentalmente del lado griego y
por lo tanto parciales y, muchas veces, tendenciosas.
Estos sucesos fueron una «prueba de fuego» para los griegos de la
que, al salir victoriosos, quedaron orgullosos de su cultura y seguros de
sí mismos y sus instituciones, que en muchos casos se vieron fortaleci-
das. Aunque, no todas las repercusiones fueron positivas, sin duda algu-
na, podrían calificarse de importantes y decisivas para la Historia de la
Antigua Grecia.

LAS POTENCIAS CONTENDIENTES

El Mediterráneo Oriental: Las Guerras Médicas


1. El Imperio Persa Aqueménida.
2. Las ciudades griegas:

• Las ciudades de la Jonia.


• Las ciudades del Continente griego.
• Los reinos de Frigia y Lidia.
394 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

MAPA 18. Las etapas de las Guerras Médicas (según P. Lèvéque).


LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS DEL SIGLO V EN EL MUNDO... 395

8. LA PRIMERA GUERRA MÉDICA (490 A.C.)

En el año 490 a.C., los persas prepararon en Cilicia una nueva expe-
dición, con el fin de tomar represalias contra las ciudades de Atenas y
Eretría por su apoyo a la insurrección jonia y la destrucción de Sardes
en el año 498 a.C., al mando de Datis y Artafernes. (HERÓDOTO, Hist., VI,
94).
Tras tomar Naxos, cuya ciudad fue destruida, los persas llegaron a
Delos, pero Datis prohibió saquear la isla, respetando el santuario de Apo-
lo a quien adoró y dedicó una ofrenda de trescientos talentos. (HERÓDO-
TO, Hist., Vi, 96).

Los persas llegaron a Eubea, ocuparon Caristos y saquearon toda


Eretría, en castigo por su apoyo a los jonios. Los atenienses intentaron
en vano que los 4.000 clerucos instalados en Calcis ayudaran a la ciu-
dad. Los supervivientes del saqueo fueron deportados a Susa. Heródo-
to cuenta que allí se encontraban todavía en su tiempo, hablando el idio-
ma patrio.
«...fueron instalados en un territorio de su propiedad (de Darío), en la
región de Cisi, cuyo nombre es Ardérica, situado a una distancia de dos-
cientos diez estadios de Susa y a cuarenta del pozo que produce tres
tipos de sustancias». (HERÓDOTO, Hist., VI, 119).

Atenas esperaba el ataque de los persas, que ya encontraban el cami-


no abierto. Las opiniones sobre cómo les harían frente estaban divididas
entre sus jefes, siendo el arconte polemarca Calímaco de Afidnas, pero
finalmente optaron por dar el mando de las fuerzas a Milcíades, consi-
derándole con mayor experiencia, ya que había conocido el avance per-
sa por el Norte en el año 493 a.C.:
«Entretanto, las opiniones de los estrategas atenienses estaban divi-
didas: unos se oponían a presentar batalla (pues según ellos, contaban
con pocos efectivos para enfrentarse con el ejército de los medos), mien-
tras que otros, incluido Milcíades, eran partidarios de hacerlo». (HERÓ-
DOTO, Hist., VI. 109).

Los persas habían traído consigo al ex tirano Hipias, entonces ya un


anciano, con el evidente propósito de instaurarle en el poder y tener ase-
gurada la fidelidad de los atenienses.
Milcíades consiguió que la Eklesía aceptara presentar batalla a los per-
sas, ya que la ciudad de Atenas no estaba preparada para un asedio. Al
mismo tiempo pidieron la ayuda de Esparta.
396 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

8.1. La batalla del Maratón

Los atenienses ocuparon una posición en la ladera de la montaña que


desciende a la llanura del Maratón.
De hecho fue allí donde desembarcó el ejército persa, quizá por su
fácil acceso a Atenas, o también por consejo de Hipias, donde todavía
esperaba encontrar partidarios.
Las tropas atenienses eran unos 10.000 hombres, junto con ellos 1.000
hoplitas de Platea. Los espartanos excusaron su ayuda inmediata por
encontrarse celebrando su festividad religiosa de las Karneas.
Posiblemente debido a la demora del ataque ateniense, los persas
comenzaron a embarcar su caballería. Ello debilitó sus fuerzas y fueron
vencidos por los atenienses, gracias a la rapidez de movimiento de sus
tropas y a la pericia dc Milcíades. La fuerza espartana llegó al día siguien-
te de la batalla. (HERÓDOTO, Hist., VI. 111-119).

FIGURA 79. Montículo conmemorativo levantado en honor de los muertos de la


batalla de Maratón.
LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS DEL SIGLO V EN EL MUNDO... 397

Aunque algunos autores han considerado que el éxito de esta batalla


no fuera tan glorioso para Atenas, para los atenienses fue una victoria
memorable; se había salvado Atenas y se había conseguido lo que pare-
cía imposible: vencer al ejército del Gran Rey.
Según las cifras dadas por Heródoto murieron en el campo de bata-
lla más de cuatro mil persas, frente a 192 atenienses, entre ellos su arcon-
te polemarco.
Maratón había sido la primera victoria griega de las guerras médicas:
por ello sus consecuencias, analizadas magistralmente por E. Will, fue-
ron decisivas:
• Los atenienses adquirieron una gran confianza en sus instituciones
y en su ciudad.
• El definitivo reconocimiento ateniense hacia los hoplitas cuya vic-
toria militar iba asociada a una clase social determinada.
• En esta batalla aparece por última vez como jefe supremo del ejér-
cito el arconte polemarco.
• El recuerdo de la Victoria de Maratón, creó la imagen de toda una
época gloriosa para los atenienses. Los guerreros de esta batalla
«Marathonomachai» fueron considerados como héroes de su patria.
Los muertos fueron enterrados con todos los honores en la misma
llanura, en un monumento en forma de montículo, que actualmen-
te se conserva (Figura 88). Los supervivientes consideraban como
el más alto honor el haber participado en la batalla en la que sólo a
Atenas le cupo la gloria de lograr la Victoria.

8.2. El decenio entre las dos guerras


Las fuentes ofrecen pocos datos sobre el período comprendido entre
los años 490 a 480 a.C., aunque los acontecimientos sociales y políticos
entre ambos bandos fueron importantes y decisivos.

8.2.1. Atenas
MILCÍADES
Según O. Nenci, Grecia no supo sacar partido de la Victoria del Mara-
tón, pese a que Milcíades proponía un año más tarde continuar la guerra
con una expedición que además de lograr una línea de defensa naval en
las Cícladas, aportaría ventajas económicas a Atenas (recuérdese las minas
de Thasos, colonia de Paros). Cuenta Heródoto que Milcíades logró con
398 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 80. Retrato atribuido a Milcíades, destacado militar y político ateniense. A


pesar de sus triunfos fue acusado de estafa y denunciado por Jantipo, padre de
Pericles. Su hijo Cimón pagaría la multa impuesta por el estado ateniense. Cimón
también tuvo un destacado papel en la vida política ateniense.

la aprobación de la Eklesía. 70 naves que partieron bajo su mando en


dicha expedición, que se malogró en Paros, donde tras cuatro meses de
asedio, regresó a Atenas. (HERÓDOTO, Hist., VI, 132).
A pesar de que Milcíades regresaba gravemente herido, sus adversa-
rios le acusaron dc estafar a los atenienses, destacándose Jantipo, padre
de Pericles, mediante una denuncia pública (Eisangelía) en la Eklesía,
pero fue absuelto de la pena capital, pasando a un juicio de penas meno-
res (Agom Timetos), donde se le impuso una multa de cincuenta talentos,
que pagó su hijo Cimón tras su muerte.

TEMÍSTOCLES
Tras la muerte de Milcíades en torno al año 488 a.C.. Temístocles se
hizo con el poder, convirtiéndose en la figura indiscutible del panorama
LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS DEL SIGLO V EN EL MUNDO... 399

FIGURA 81. Retrato de Temístocles (525-460 a.C.), copia romana de un original


griego. Siglo IV-III a.C. Nápoles, Museo Arqueológico.

político ateniense. Él fue sin duda el inspirador de una serie de medidas


importantes en el campo militar e institucional de Atenas:

1. La construcción naval
Según Heródoto, Temístocles convenció a los atenienses de construir
una flota de combate:
«En vistas de que en el erario público había grandes sumas de dine-
ro, que procedían de sus minas de Laurio, se disponían en repartírsela
entre todos, en razón de diez dracmas por cabeza. Entonces Temísto-
400 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

cles convenció a los atenienses para que desistieran de llevar a cabo ese
reparto y con las sumas de que disponían, construyesen doscientas naves
para la guerra,(aludía a la guerra con 1os eginetas), por lo que ese esta-
do de guerra salvó a Grecia y obligó a los atenienses a con venirse en
marinos». (HERÓDOTO, Hist., VI, 136).
Es posible que la construcción de las naves tuviera como primer moti-
vo su lucha contra Egina, pero las naves fueron utilizadas contra los per-
sas.
Atenas nunca había poseído tan importante flota naval y ello le colo-
caba como primera potencia en el mar. Pero necesitaba remeros. Estos
puestos solían ser ocupados por los ciudadanos de la 4.a clase censada
«Thetes». La supremacía de las naves en la guerra, los colocaba en un lugar
privilegiado, dejando los hoplitas de ser la principal tuerza militar ate-
niense. Arístides fue el portavoz de sus protestas, alegando que la infan-
tería había sido siempre suficiente para defender a la patria, recordando
la victoria del Maratón. Ello le valió el ostracismo en el año 483 a.C.

2. Las reformas institucionales: El Arcontado


A partir de entonces el Arcontado sufriría una importante modifica-
ción encaminada a la democratización de este colegio.
— El sorteo fue reinstaurado para la elección de los arcontes.
Éste se realizaba entre quinientos candidatos, a razón de cincuenta
candidatos por tribu.
Podían ejercer el arcontado los Hippeis, segunda clase censada.
El arconte polemarco no ejercería como comandante e supremo.
Los estrategas:
— Dejaron de ser jefes del ejército para pasar a la administración de
las finanzas.
Sus funciones militares fueron entregadas a los diez Taxiarcas o jefes
de los diez batallones o Taxeis, «uno por tribu».
Los estrategas, a diferencia de los arcontes, eran reelegibles, lo cual les
facilitaba su estabilidad en el poder. Ello fue utilizado por Temístocles y
más tarde por otros importantes políticos, como Pericles.

3. El Ostracismo
El ostracismo empezó a ser aplicado en estas fechas. La importancia
que cobró es un claro indicio de las luchas políticas entre partidos, sien-
do notoria la persecución contra la aristocracia.
LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS DEL SIGLO V EN EL MUNDO... 401

Bien es verdad que Temístocles dirigía la política ateniense y podría


utilizar esta institución en su beneficio como cabeza de las clases popu-
lares, pero se recelaba de importantes personajes aristocráticos y, no sin
fundamentos, su inclinación a la política persa.
Así sufrieron el ostracismo Hiparco, miembro del «Genos» de los Pisis-
trátidas (año 487), Megacles (año 486) y Jantipo (año 484) de la familia
de los Alcmeónidas. Por último, Arístides, hijo de Lisímaco, en el año
483 a.C.
Tras la inminente invasión persa, el ostracismo se interrumpió e inclu-
so se llamó a los ostracisados. De hecho Jantipo y Arístides realizaron una
importante labor durante la Segunda Guerra Médica como generales.
En Persia, una vez restablecido el orden interior, Jerjes se ocupó de
organizar una gran expedición contra Grecia. Quizá esta resolución ya
había sido tomada por su padre, Darío, pero debido a los graves proble-
mas internos surgidos, aún no se habían iniciado sus preparativos.
Éstos debieron comenzar en torno al año 483 a.C. y colaboraron todas
las provincias del Imperio. En el año 480 a.C., un colosal ejército equi-
pado partía desde Sardes hacia el continente griego.

8.2.2. Esparta

Durante todo el período anterior, la política interior espartana había


sido escena de la dura rivalidad entre sus dos reyes: Cleómenes y Demá-
rato.
El primero había logrado deshacerse de su colega, haciéndole depo-
ner a través del Oráculo de Delfos (Demárato se refugió en Susa) y colo-
cando en su lugar al dócil Leotiquidas.
Pero la arrogancia de Cleómenes y su ambiciosa línea política que
comprometía el orden espartiata y el equilibrio de la Liga peloponésica,
tuvo como consecuencia su exilio primero y su asesinato después, aun-
que la tradición recogida por Heródoto narra su muerte como un ataque
de locura que le llevó al suicidio. (HERÓDOTO, Hist., VI, 75).
402 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

9. LA SEGUNDA GUERRA MÉDICA (480 A.C.)

9.1. Los preludios

9.1.1. Los preparativos para la Guerra

a) El Imperio Persa
La victoria ateniense del Maratón en el año 490 a.C. había provocado
importantes levantamientos dentro del Imperio, como Egipto, sublevado
en torno al año 486, seguido por Babilonia, que pusieron en peligro su
unidad y seguridad.
Darío murió al finalizar el año 486 a.C., sin ver pacificado su reino.
Le sucedió su hijo Jerjes, cuya primera misión fue sofocar estas subleva-
ciones. Egipto fue constituido en satrapía, en el año 484 a.C. Un año más
tarde, se sometía Babilonia.
Después, Jerjes, dirigió su mirada hacia las ciudades griegas en una
gran expedición.
Todos los cálculos realizados resaltan la superioridad numérica per-
sa frente a los aliados griegos.
Entre los años 484-83 a.C., Jerjes había iniciado los disposiciones para
la invasión y conquista del continente griego. Éstos comprendían:
• Grandes contingentes de tropas, venidas de todos los confines del
Imperio. Los efectivos movilizados han sido muy discutidos. Para
la mayoría de los estudiosos las cifras que ofrece Heródoto en su
VII libro son a todas luces exageradas (1.700.000 de soldados en el
ejército y 1.200 trirremes en la flota).
Las estimaciones actuales calculan para el ejército persa una cifra de
200.000 a 250.000 hombres.
En cuanto a la armada, las opiniones son dispares. E. Will considera
que el número de naves dado por Heródoto, 1.207 unidades, corrobora-
das por Esquilo, no le parece una cifra exagerada, dadas las posesiones
marítimas del Imperio Aqueménida (fenicios, jonios, egipcios y carios),
teniendo en cuenta, además, la gran superioridad numérica persa en Sala-
mina, tras haber sufrido ya serios descalabros. Otros autores reducen el
número de la flota persa a unas 600 naves.
• Almacenamiento de víveres, colocados en depósito a lo largo de su
recorrido y los elementos necesarios para su transporte.
LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS DEL SIGLO V EN EL MUNDO... 403

• Colosales obras de ingeniería:


— Se excavó un canal en el camino hacia Grecia a través de la
península de Calcidia, cruzando el promontorio del monte Athos,
evitando el desastre ocurrido frente al mismo en el año 492 a.C.
Ello llevó tres años de trabajo.
— Se tendieron puentes sobre el río Estrimón.
— Quizá la obra más espectacular fue el doble puente flotante de
barcas (360 y 314 m, respectivamente) que atravesaba el Bós-
foro.
Este puente medía más de 1.600 m de longitud, dispuestos de mane-
ra que podían movilizarse para dar paso a otros barcos menores, si era
necesario.
Por este impresionante paso atravesaron los contingentes de Jerjes,
una vez pasado el invierno del 481 a.C.. En la primavera del 480 a.C., se
iniciaba la gran expedición hacia Europa. (HERÓDOTO, Hist., VII, 33-36).

b) Los griegos
En el verano del año 481 a.C., los griegos partidarios de resistir el poder
persa se reunieron en el istmo de Corinto. Eran alrededor de treinta ciu-
dades las que hicieron grandes esfuerzos para que prevaleciera el enten-
dimiento entre ellas, lo que intenta resaltar Heródoto utilizando los tér-
minos de «Aliados»: «acordaron lo que les parecía mejor para la Hélade y
exponiendo sinceramente sus respectivos pareceres». (HERÓDOTO, Hist., VII,
145). Se decidieron los siguientes acuerdos:
— La paz general en Grecia, acabando el conflicto entre Atenas y Egi-
na. (También se enviaron delegados a Argos para que finalizara sus
rencillas con Esparta).
— Se enviaron espías a Asia para tener conocimiento de los prepara-
tivos de Jerjes.
— Se solicitaron sin éxito peticiones de ayuda a Siracusa, ya que las
ciudades griegas de Occidente se encontraban con el conflicto car-
taginés. (HERÓDOTO, Hist., VII, 157-170).
— Se autorizó el retorno de los desterrados.
— Se condenó con futuras represalias a todas las ciudades griegas
que colaboraran por propia voluntad con el persa. (Se temía el
«medismo» de Tesalia y sobre todo de Beocia).
404 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

— Se colocó al mando de las tropas griegas a Esparta, quizá porque


esta polis, junto con sus aliados, representaba la fuerza más con-
siderable.
— Se consultó la predicción del Oráculo de Delfos. Según Heródoto
fueron emisarios atenienses quienes fueron a solicitar las predic-
ciones de Apolo.
Los sacerdotes de Delfos, posiblemente sobornados por los aquemé-
nidas, transmitieron derrotas y destrucción. Cuenta Heródoto, que, deso-
lados, los emisarios atenienses insistieron y la Pitia respondió:
«Zeus, el de penetrante mirada, concederá a (Atenea) Tritogenia, un
muro de madera, único, pero inexpugnable, baluarte de salvación para
ti y para tus hijos». (HERÓDOTO, Hist., VII, 140).
Fue Temístocles quien acertadamente convenció a los griegos de que
el «muro de madera» era la flota naval, que en Salamina vencería a los
persas. Ello supuso iniciar sus refuerzos.
Estaba claro que el ejército persa entraría en Grecia por el Norte. Por
ello, los tesalios solicitaron de los aliados refuerzos en su frontera meri-
dional. Fueron enviados 10.000 hoplitas, a los que se unió la caballería
tesalia, para controlar el paso del Temple, al sur del monte Olimpo.
Los macedonios aseguraron que tal lugar era fácilmente accesible y
podrían ser arrollados por el ejército persa, los griegos decidieron esta-
blecer sus defensas en otros accesos.
«Unos legados que llegaron enviados por el macedonio Alejandro, hijo
de Amintas, les aconsejaron que se retiraran y permaneciesen en el des-
filadero, donde el ejército invasor —de cuyo número de soldados y de
naves les dieron cuenta— los arrollaría». (HERÓDOTO, Hist., VII, 172-173).

9.2. Primera etapa

9.2.1. Las Termópilas

Los aliados griegos dispusieron una nueva y definitiva estrategia a


seguir:
• Por tierra: El ejército se dispondría en el estrecho desfiladero de las
Termópilas, en la Grecia central. Estaba formado, básicamente, por
el ejército espartano y sus aliados peloponesios, con contingentes
beocios, focios, locrios y tespios. Estaban bajo el mando del rey Leó-
nidas de Esparta.
LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS DEL SIGLO V EN EL MUNDO... 405

FIGURA 82. Monumento a Leónidas y a los guerreros caídos en el paso de las


Termópilas. Su heroico gesto queda magníficamente expuesto en este epigrama que
reza en el monumento y que fue recogido por Heródoto: «Caminante: Anuncia a los
lacedemonios que aquí yacemos obedientes a lo que nos encomendaron».

La batalla de las Termópilas se desarrolló en la angostura central del


desfiladero, en defensa del paso central, donde se encuentran los «Muros
Focenses». (HERÓDOTO, Hist., VII, 20 1-233: DIODORO, XI. 4-5).
• Por mar. Se intentó obstruir el paso de la armada persa a través de
Eubea, por lo que la flota griega se colocó en Artemision, en el terri-
torio de Histieia. Su mitad estaba compuesta por las naves ate-
nienses, ya que se calcula que los aliados griegos disponían de unos
270 barcos, de los cuales 200 procedían de Atenas. (HERÓDOTO), Hist.,
VII, 175-178; DIODORO, Xl, 11-13).
406 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

No es seguro que este plan de luchar en el desfiladero de las Termó-


pilas fuera una alternativa decisiva y única, seguramente sólo fuera un
lugar de contención.
Las narraciones sobre esta famosa batalla han quedado en visos de
leyenda a causa del heroísmo de sus combatientes.
Según Heródoto, los persas fueron dirigidos por un griego traidor que
«indicó la existencia de un sendero que, a través de la montaña, conduce
a las Termópilas, con lo que causó la pérdida de los griegos allí aposta-
dos». (HERÓDOTO, Hist., VII, 214, 1).

9.2.2. Atenas

Fue entonces cuando Jerjes entró en el Ática, que fue arrasada. La


Acrópolis fue en vano defendida por unos pocos atenienses, que se ha-
bían refugiado allí. Las magníficas construcciones realizadas por los Pisis-
trátidas y Clístenes fueron víctimas del pillaje y el fuego, como el resto de
la ciudad de Atenas. El incendio de Sardes del año 498 a.C., estaba por
fin vengado.
Este funesto acontecimiento quedó grabado y será recordado siempre
no sólo por los atenienses sino por todo el mundo griego. (HERÓDOTO,
Hist., VIII, 50-55; DIODORO, XI, 14-15).

9.2.3. Salamina

Los aliados griegos sabían que su carta más fuerte estaba en el mar.
Y en el mar, el mayor protagonismo era de los atenienses, gracias a la
anterior política llevada a cabo por Temístocles en el decenio anterior.
Al parecer, la flota ateniense estaba dividida entre el estrecho de Arte-
mision y la bahía de Salamina.
Según E. Will, es posible que en principio se dispusiera combatir en
el Istmo, pero Temístocles convenció al estratega Euríbiades, de unir
ambas fuerzas, evitando su dispersión, y presentar batalla en Sala-
mina.
La flota persa salió del puerto de Falerón dispuesta en tres frentes; era
muy superior en número a la griega.
Los atenienses lograron que sus enemigos se adentraran en el estre-
cho que se encuentra entre Salamina y la isla Pistalea.
LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS DEL SIGLO V EN EL MUNDO... 407

FIGURA 83. Vista de Salamina que se encuentra frente a las costas de Artemision,
formando un estrecho. Adentrados los persas en el mismo, su angostez les impidió
maniobrar las naves y así su flota fue fácilmente destruida por la griega, logrando
una de las más importantes victorias en las Guerras Médicas.

La estrechez del espacio impidió la capacidad de maniobra de la flo-


ta persa, que fue fácilmente destruida por la griega, al mismo tiempo que
los hoplitas atenienses al mando de Arístides derrotaban a la infantería
persa desembarcada en la isla Pistaleia.
Las consecuencias de la victoria griega de Salamina no se hicieron
esperar:
• El ejército persa se retiró del continente europeo hacia Asia, posi-
blemente con vista de reemprender un nuevo ataque.
• Los griegos recuperaron su optimismo, la confianza en sí mismos
y en sus instituciones cívicas.
• La derrota persa produjo nuevas insurrecciones en Grecia (Olinto,
y Potidea) y en Asia (Babilonia fue dominada una vez más y perdió
los privilegios autonómicos de que gozaba).
408 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

9.3. Segunda etapa

9.3.1. Platea

La mitad del ejército persa había marchado con Jerjes, pero la otra
mitad se encontraba en el Norte de Grecia al mando de Mardonio.
En el invierno del año 479 a.C., se realizaron algunos contactos diplo-
máticos fallidos entre ambos contendientes, destacándose el intento per-
sa de atraerse a los atenienses a su causa, pero éstos no traicionaron a sus
hermanos griegos. (HERÓDOTO, Hist., VIII, 97-120).
En el año 479 las tropas griegas al mando del rey espartano Pausanias
se desplegaron a lo largo de la falda norte del Citerón.
Tras complicadísimas estrategias y una durísima lucha que duró cer-
ca de tres semanas, los griegos lograron una gran victoria en la comarca
de Platea, causando grandes bajas al enemigo, incluida la muerte de su
caudillo Mardonio. (HERÓDOTO, Hist., VIII, 190 y XI; DIODORO, XI, 28).
Como cuenta Heródoto: los griegos, llenos de alegría, recogieron un
inmenso botín, enterraron a sus muertos y purificaron sus santuarios,
dando gracias a sus dioses por este acontecimiento. (HERÓDOTO, Hist., IX,
90-122; DIODORO, XI, 34).
De Platea salió una expedición aliada contra Tebas en castigo por su
alianza con los persas. Tras un duro asedio, la ciudad entregó a sus cabe-
cillas, que fueron ejecutados.
Gracias a las victorias de Salamina y de Platea, en el otoño de ese mis-
mo año los griegos se vieron en condiciones de transformar su sistema
defensivo en un claro ataque ofensivo hacia el «campo enemigo»: Asia
Menor.
La flota griega al mando del espartano Leotíquidas marchó por el mar
Egeo llegando a Delos, Samos, dirigiéndose al cabo Mícale, donde mien-
tras la flota destruía las naves persas, el ejército, ayudado por los griegos
jonios, arrasó al resto de la tropa persa que huía.
Con la victoria del Cabo Mícale, la ofensiva persa había acabado. No
así la guerra, que continuaría, aunque favorable, para el mundo griego.
Como indica E. Will, los problemas estratégicos habían acabado, pero
ahora surgirían nuevos problemas políticos para los griegos, «Problemas
que abrirían un nuevo capítulo de la historia de Grecia».
LAS GUERRAS MÉDICAS. LOS INICIOS DEL SIGLO V EN EL MUNDO... 409

10. CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS MÉDICAS

Las luchas entre griegos y persas provocaron efectos diversos, inclu-


so, algunas veces, contradictorios, pero la mayoría de ellos fueron deter-
minantes y decisivas para el mundo griego antiguo.

10.1. Consecuencias políticas e ideológicas

Es indudable que los griegos, tras las victorias de Eurimedonte, cabo


Mícale y, sobre todo, Salamina, se sintieron reforzados en sus valores cul-
turales y ciudadanos y hallaron nuevas perspectivas en sus horizontes
políticos y económicos.
A lo largo del conflicto, la disciplina, las instituciones y aptitudes ciu-
dadanas griegas supieron mantenerse firmes, funcionaron e, incluso, se
fortalecieron.
La flota naval griega adquirió una gran importancia. Concretamente,
en Atenas, por lo general, sólo la cuarta clase de la reforma soloniana, la
más baja (Thetes), ocupaba los puestos en la marina (las tres clases supe-
riores servían como hoplitas). Éstos, con el triunfo marítimo de Atenas,
adquirieron un mayor peso en la vida política de la ciudad.
Ante el enemigo común, las ciudades griegas fueron capaces de unirse
por vez primera en una «Koiné» panhelénica. Pese a todo ello, encontra-
mos diferentes posturas entre las potencias griegas a lo largo del conflicto.
Esparta, más preocupada por sus propios intereses y una vez amino-
rado el peligro persa, no demostró el apoyo y la atención por la causa grie-
ga que de ella se esperaba. En cambio, por iniciativa de Atenas, continuó
el conflicto hasta la paz de Calías (449-8 a.C.), hasta lograr la total libe-
ración de las ciudades griegas de Asia Menor del dominio persa.
Posiblemente, la postura espartana facilitó el camino a la hegemonía
ateniense y que las ciudades griegas se dividieran en dos agrupaciones de
ideologías e intereses diferentes.
Sin embargo, fueron varias las ciudades tanto jonias como eolias que
permanecieron durante mucho tiempo, bajo el dominio persa.
Las ciudades griegas minorasiáticas pasaron del yugo persa a la alian-
za ateniense. Es difícil precisar hasta qué punto se beneficiaron en este
cambio. Tal vez gozaron de una mejor apertura de mercado, aunque nun-
ca volvieron a tener una época tan próspera y beneficiosa como en el perío-
do lidio.
410 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Las transformaciones ideológicas también alcanzaron el terreno reli-


gioso. La actitud filopersa del Santuario de Delfos y sus ambiguos orá-
culos, dio lugar, sino a un declive de su prestigio, sí, al menos, a una dis-
minución de su importancia. Su propia divinidad, Apolo decayó en la vida
religiosa griega. En contrapartida, fueron otras deidades, Pan, Bóreas,
Dióniso, y sobre todo Palas Atenea, quienes ascendieron en el panorama
religioso griego, atribuyendo a su ayuda y protección las celebradas vic-
torias sobre los persas.

10.2. Consecuencias económicas

La victoria de los griegos sobre los persas trajo consigo importantes


perspectivas económicas, de las que supo beneficiarse principalmente el
bloque encabezado por Atenas. Cierto es también que ha llegado más
información de esta ciudad y de su actividad mercantil y económica que
de ninguna otra.
Aunque la actividad mercantil en el Egeo no quedara del todo parali-
zada, es indudable que a lo largo de estas guerras sufrió una gran rece-
sión. Tras la victoria de Salamina, el Egeo volvió a recobrar de nuevo su
trasiego comercial, que, con el impulso de Atenas y las ciudades aliadas,
vio aumentado en su volumen y ampliados sus horizontes, tanto hacia
Oriente como Occidente. Como prueba de ello, en los siglos V y IV a.C.,
los mercados mediterráneos y del Mar Negro se encontraron invadidos
por las mercancías griegas: cerámicas, armas, manufacturas y objetos de
arte y de lujo.
A cambio, Grecia importaba materias primas de primera necesidad,
principalmente metales y cereal.
La decadencia etrusca y fenicia en Occidente, favorecería, sin duda,
la eclosión comercial del mercantilismo griego.
Toda esta actividad comercial afectaba a las estructuras sociales de la
ciudad. Existen importantes testimonios que confirman las modificacio-
nes sociales en las ciudades mercantiles griegas, donde en líneas genera-
les, aparece un mayor número de gentes dedicadas a la producción arte-
sana (emporoi) y a la actividad comerciante (kapeloi). Ello hacía disminuir
la importancia y la dependencia del campo, y como consecuencia, todas
sus cargas sociales y tradicionales.
En Atenas, eran los Metecos, extranjeros domiciliados en la ciudad,
pero carentes de derechos ciudadanos, quienes se habían ocupado de las
tareas artesanas y mercantiles. A partir de las Guerras Médicas, aumen-
CAPÍTULO XV

LA CULTURA GRIEGA
EN LOS SIGLOS V Y IV A.C.
INTRODUCCIÓN

El desarrollo y el auge de la economía griega, junto con la progresiva


evolución del pensamiento y las distintas manifestaciones culturales a lo
largo del período arcaico, dieron lugar al momento de mayor esplendor
y hegemonía de la civilización griega.
Aunque éste se manifiesta por todos los ámbitos geográficos del mun-
do griego, sin duda Atenas adquiere un claro protagonismo, tanto por su
poder económico, como por su liderazgo político a la par que asciende a
capital de la cultura y el pensamiento griego, cualidad que ya nunca per-
dería.
La peculiar situación histórica que vivieron los griegos de los siglos V
y IV a.C., fue, sin duda, decisiva para comprender esta eclosión cultural
en sus distintas manifestaciones. Las grandes edificaciones, las magnífi-
cas esculturas, la literatura o los avances científicos siempre corren para-
lelamente a los avatares políticos científicos y son fiel reflejo de las emo-
ciones y vivencias de la sociedad de la época.
La cultura griega posee una gran diferencia con el resto de las cultu-
ras antiguas: su preocupación por el hombre al que sitúa como centro de
cualquiera de sus expresiones artísticas. Ello aparece con enorme nitidez
en los siglos V y IV a.C.
• El artista griego busca colocar al hombre en su lugar apropiado
como eje del mundo, entre los dioses y el resto del universo.
• El artista griego, en cualquiera de sus manifestaciones sirve pri-
mordialmente a su sociedad y a los miembros de su comunidad más
que a sacerdotes y gobernantes utilizando su calidad de ciudadano.
• Por primera vez en la historia de la humanidad el arte popular, sobre-
pasando todo concepto mágico o religioso, alcanzó las más altas
cotas de la perfección y la belleza.
686 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

1. LA LITERATURA

Son tres las grandes manifestaciones literarias del siglo V a.C.: 1) La


poesía. 2) La tragedia. 3) La comedia.

1.1. La poesía

• Entre las composiciones poéticas sobresalen la mélica, el epígrama,


la lírica y la elegía.
• El poeta goza de una mayor libertad en sus creaciones.
• Se inicia una nueva etapa en la poesía, que es compuesta no sólo
para ser oída (como era propia de la época arcaica, generalmente
en los «Simposia», acompañada de un instrumento musical), sino
también leída. Prueba importante que nos indica que la poesía pasa
de ser arcaica a ser «poesía clásica».
Escribieron en distintos géneros: Eueno de Paros y Simónides de Ceos,
este último, quizá pionero de los llamados «Cantos de victoria» y al que
la tradición asocia con el pisistrátida Hiparco de Atenas.
Citemos también a las poetisas Telesila de Argos y Praxila de Sición.
Son más conocidos Baquílides de Ceos (sobrino de Simónides) y, sobre
todo, Píndaro.

FIGURA 133. La música era esencial en la vida griega, en sus espectáculos, reuniones
y ritos religiosos. Formaba parte en la educación femenina que aprendía a cantar y
tocar instrumentos musicales como se aprecia en la pintura de un vaso griego.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 687

Baquílides escribió entre los años 485 y 430 a.C. Se supo poco de este
poeta hasta que en el año 1892 fue descubierto un papiro con veinte poe-
mas de este autor, casi todos completos.
Conocemos del mismo 14 «cantos de victoria» y alguna poesía mélica.
Su composición es clara, elegante y narrativa. Tal vez más fluida y sen-
cilla que la de Píndaro con el que se le compara con relativa frecuencia.
En sus himnos dedicados a héroes y dioses como Heracles y Zeus,
intenta hacer a éstos más humanos y acercarles a los mortales.
Píndaro (518-438 a.C.). Es sin duda la figura lírica griega más sobre-
saliente de su tiempo, en el que ya gozó de merecida fama.
Escribió 17 libros de cantos corales compuestos especialmente para
los triunfadores de los grandes juegos panhelénicos.
También conocemos sus «peanes» dedicados especialmente a Apolo y
algunos ditirambos asociados a Dióniso.
Sus poemas son ricos en imaginación creadora, su forma métrica com-
pleja y su lenguaje variado y brillante. Ello le hace merecedor del califi-
cativo de ser el poseedor del mejor estilo poético griego del momento.

1.2. La tragedia
Durante la mayor parte del siglo V a.C., la puesta en escena de las obras
trágicas siguió siendo muy sencilla, con dos o tres actores y un coro doce
miembros, que posteriormente ascendió a quince.
Si con Quérilo y Frínico empezaba a perfilarse lo que sería la tragedia
griega antigua, en los últimos decenios del siglo VI a.C., en el siglo siguien-
te puede ser calificado como el momento más brillante de este género lite-
rario gracias a tres autores trágicos: Esquilo, Sófocles y Eurípides.

1.2.1. Esquilo
Se constatan siete obras completas de Esquilo, a no ser que acepten
algunas recientes opiniones que consideran que «Prometeo» no es suya.
Sin embargo, sabemos que fue un autor prolífico que escribió alrededor
de noventa obras.
Poco sabemos de Esquilo, salvo que participara en la batalla del Mara-
tón, acto del que siempre se vanagloriaba hasta tal punto que al escribir
su propio epitafio, demostró que sólo quería ser recordado por este acon-
tecimiento.
688 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Sófocles, que aparece retratado en


la estatua inferior, fue uno de los
grandes dramaturgos griegos. Se le
debe una copiosa producción y
algunas innovaciones interesantes,
como la introducción del tercer actor
y ciertos cambios en el coro y la
escena.

Esquilo, el primero de los grandes


autores trágicos griegos. Su trilogía
«La Orestiada» está considerada
como una de las grandes obras
literarias.

Eurípides (a la izquierda) fue uno de los poetas


trágicos griegos más importantes y del que se
conserva el mayor número de obras completas.
Los argumentos de sus tragedias son muy
variados y le permiten reflexiones personales de
gran interés y de una notable profundidad
psicológica; todos ellos tienen en común su
contenido mítico.

FIGURA 134. Escritores trágicos griegos.


LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 689

Compitió en los certámenes de trilogías aunque sólo se conserva una


trilogía completa: «La Orestiada», compuesta por las tragedias: «Agame-
nón, Coéforas y Las Euménides». Las otras cuatro son independientes:
«Las suplicantes», «Los siete contra Tebas», «Prometeo Encadenado «Los
persas».
Para muchos autores la obra mejor realizada y con mayor impacto
trágico es «Agamenón», a la que Aristóteles calificó como la tragedia clá-
sica por excelencia. Fue escrita en los últimos años de su vida.
Comentario especial también merece la tragedia «Los Persas», frente
a la victoria griega de Salamina, de la que posiblemente Esquilo fuera tes-
tigo presencial. Paradójicamente, el héroe es el enemigo derrotado por
griegos, el Gran Rey Persa. El gran lamento de la obra está dirigido con-
tra la guerra, causa de la desgracia de los humanos.
Fueron suyas algunas de las innovaciones de la tragedia:
• La reducción del coro a favor de los actores.
• Enriqueció la presentación de la escena con vistosos y amplios ropa-
jes y coturnos a los actores, con fastuosos decorados.
Su obra literaria tiene una gran calidad. Cuida su lenguaje dándole
una gran formalidad clásica que podría prestarle rigidez sino fuerza con-
trarrestada por una gran intensidad dramática.
Su diálogo está lleno de imágenes sencillas pero vivas y llenas de impac-
to, como indica O. Taplin: «Esquilo nos cuenta mucho más de lo que nos
dice». Por ello la narración avanza progresivamente, situando al espec-
tador en una continua tensión dramática hacia el desenlace final.
Los impactos más potentes los consigue en escenas simples de apa-
riencia corriente, incluso familiar. Los acontecimientos más terroríficos
son también descritos con palabras sencillas, transmitiendo, tal vez, una
imagen más fuerte por su claridad al espectador.
Sin embargo, el tono general de las obras de Esquilo es de majestuo-
sidad e impresionante grandeza, moviéndose entre héroes y dioses, sien-
do la idea general que domina sus obras el destino y la fatalidad que per-
sigue a los hombres.

1.2.2. Sófocles

De posición acaudalada, Sófocles vivió en Atenas entre los años 496 y


406 a.C., participando activamente en la vida cultural y política de la ciu-
690 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 135. Vista del paisaje, teatro y templo dedicado a Apolo en Delfos, centro
panhelénico y oracular por excelencia. La importante influencia de Delfos fue
decisiva en la antigua Grecia a lo largo de toda su historia.

dad, compitiendo en festivales teatrales (no quedando nunca más abajo


de un segundo puesto), y desempeñando cargos públicos (helenotamos y
estratego).
Tradicionalmente se considera a Sófocles como el más clásico de los
autores trágicos. Aristóteles ponderaba a «Edipo rey» como el ejemplo
perfecto de las tragedias.
Se supone que escribió alrededor de un centenar de obras, de las que
tan sólo nos han llegado algunas pertenecientes a su última etapa.
El propio Sófocles solía comentar que mientras sus primeras obras
estaban llenas de la influencia de Esquilo, luego evolucionó a un estilo
propio en el que ya no se sometió a la exigencia de las trilogías, teniendo
cada una de sus tragedias su propia identidad.
Sófocles carece de la grandeza y fastuosidad de Esquilo, pero aportó
a la tragedia una composición más clara y serena, y una humanidad con-
tenida que intentaba relegar la intervención de los dioses a un segundo
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 691

término, sin lograrlo enteramente, si bien es cierto, trata a dioses y hé-


roes con mayor libertad.
Enriqueció su técnica teatral añadiendo un tercer actor a la escena y
aumentando el coro a quince corifeos.
De sus obras constatadas (Triptólemo, Traquinias, Antígona, Electra,
Ayax, Edipo rey y Edipo en Colono»), quizá sea «Antígona y Edipo rey» sus
obras maestras, alcanzando a expresar con gran realismo la pasión, el
dolor y la lucha del ser humano contra la desgracia. Sitúa a sus persona-
jes en el límite de la desesperación.
Domina en sus argumentos su preocupación por demostrar el cum-
plimiento de las profecías y predicciones divinas. El impulso de sus tra-
gedias conduce más allá del final de la acción, preocupándose especial-
mente no en el desenlace sino en las consecuencias que provocan el mismo.

1.2.3. Eurípides

Eurípides, pertenece a una nueva generación (485-406 a.C.). Entró en


el teatro cuando Esquilo ya había muerto y tal vez sea esto una de las prin-
cipales causas de las claras diferencias que encontramos en su obra.
Aunque al parecer escribió alrededor de noventa obras teatrales, con-
servamos diecisiete tragedias (son las más destacables: «Alcestis, Las tro-
yanas, Las fenicias, Medea, Hipólito, Hécuba, Andrómaca, Las suplicantes,
Hércules furioso, Ifigenia en Aúlide, Ifigenia en Taúlide, Las bacantes»), y
una obra satírica: «El cíclope». Otra obra «El Reso», ha sido erróneamente
atribuida a él.
Si tuviéramos que definir la cualidad predominante de la obra de Eurí-
pides sería su originalidad.
Sus obras son notables por la gama de tonalidades y su enorme inven-
tiva. Es maestro de recursos con los que crea inesperadas situaciones,
riqueza en la estructura de su lenguaje y en el movimiento de sus actores
en la escena.
Cuida enormemente la identidad de sus personajes, cuya personali-
dad, totalmente humana, se encuentra magníficamente definida.
Mantiene el coro, quizá por respeto a la tradición, pero limita su actua-
ción a un acompañamiento lírico-melódico, sin intervención en la acción
dramática, hasta tal punto que en su última gran obra, «Las bacantes», el
coro se limita a algunos cantos, a diferencia de la importante función que
desempeñaba en las tragedias de Esquilo.
692 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 136. Las máscaras, un elemento esencial del teatro griego, fueron adoptadas
posteriormente por los romanos. Máscaras en un fresco de la llamada casa del
poeta Meandro, en Pompeya.

Sus versos son de estructura sencilla, llenos de imágenes y cargados


de fuerza dramática.
Sus obras maestras: «Ifigenia», «Medea», «Las bacantes», siguen hoy
teniendo una gran vigencia porque a la vez que demuestran una magní-
fica coherencia en la elaboración de su trama, expresan magistralmente
y con enorme dramatismo las más grandes pasiones humanas.

1.3. La comedia antigua

En torno al año 487 a.C., las representaciones cómicas lograron ser


admitidas oficialmente en los concursos de las fiestas dionisíacas y le-
neas, asignándose premios a sus creadores.
La comedia antigua surge con nuevo vigor en el siglo V a.C., de la mano
de Aristófanes. Con él puede decirse que la comedia ateniense alcanza su
pleno desarrollo.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 693

En la comedia el coro tiene una enorme importancia, así como las


danzas, la música e incluso el movimiento y el vestuario de los actores.
La comedia es un espectáculo popular, humorístico y político. Trans-
porta al escenario la vida y las opiniones del pueblo por lo que tiene una
directa relación con la vida ateniense, aspecto del que la tragedia carece.
De la misma manera que parodia los acontecimientos con toda su cru-
deza, critica también con frecuencia personajes reales escasamente o nada
disfrazados, caricaturizados, y satirizando sus actuaciones públicas. F. H.
Sandbach considera que la comedia ateniense era la democracia viva y
real llevada al teatro.

FIGURA 137. Teatro de Aspendos.


694 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Al mismo tiempo que la comedia podía ser política y real, también se


transformaba en solemne y absurda, pasando del drama a la risa, de lo
respetuoso a lo irrelevante y de lo lícito a lo ilícito.
Su diálogo es ágil, con golpes cómicos y equívocos, llegando con fre-
cuencia a la obscenidad.
El primer autor cómico que conocemos es Crátino, del que sabemos
tuvo una fecunda vida literaria, llegando a vencer en competición a los
noventa años al propio Aristófanes con su obra: «Pitina, la dama botella».
También escribió: «Las tracias» y «Los Quirones».
Eúpolis, contemporáneo de Aristófanes, criticó la vida y las costum-
bres de su época. La vida campesina, las modas urbanas, las actuaciones
públicas de los políticos y sofistas están magníficamente reflejadas en sus
comedias: «Las ciudades», «Los démos del Ática» y «Las aldeas».

1.3.1. Aristófanes

Su enorme preparación cultural, sus magníficas dotes de observación


y su profundo conocimiento de la sociedad ateniense a la que amaba, fue-
ron los principales factores de la creación cómica de Aristofanes.
Su obra, que fundamentalmente corresponde a la segunda mitad del
siglo V a.C. (450-385 a.C.), muestra una Atenas en pleno período de difi-
cultades y cambios. Todo desfila en su comedia: los problemas políticos,
las dificultades económicas, las ansias de paz, los juicios, los sofistas, las
relaciones humanas, los esclavos...
Escribió más de 40 comedias, de las que sólo conocemos once («Los
acarnienses», «Los caballeros», «Los babilonios», «Las ranas», «Las nubes»,
«Las avispas», «Lisístrata», «La paz», «Los asambleistas», «Las Tesmofo-
rías» y «La riqueza».
Sus primeras comedias eran políticas, las últimas empezaban a ser
sociales. En estas últimas el coro pierde fuerza y protagonismo hasta lle-
gar a limitarse a interludios musicales. A cambio, la comedia gana en rea-
lismo y viveza, aunque en algunas de sus obras llega a la extravagancia
en sus planteamientos.
Quizá sus obras más logradas sean «Las nubes», con la que compitió
con Crátino, logrando un segundo premio, «Las ranas», donde arrastra
un cierto pesimismo por la situación de la sociedad ateniense, y «Lisís-
trata», cuyos principales personajes son mujeres, magníficamente carac-
terizadas. La estructura de la obra es magistral y su desarrollo vivaz y
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 695

vigoroso. Es quizá la obra antigua que ha suscitado más aceptación en


todos los tiempos, hasta tal punto que ha llegado a ser calificada con el
inicio de la comedia nueva.
Sus últimas obras, sobre todo «La asamblea de las mujeres» y «Plutos»
reflejan la amargura y el desencanto del autor, la sombría realidad de su
tiempo y la aguda crisis social, así como la amplia difusión de las ideas
acerca de un «orden socializado» entre las clases sociales de la época.

1.3.2. Menandro

En el siglo IV a.C., aunque la producción trágica fue abundante, la


comedia, no alimentada ya por las contradicciones políticas, se refugió
en la parodia del mito o de personajes históricos y pervivió solo como ins-
titución social. Su mejor representante es Menandro, cuya comedia no se
inspira ya en la Polis, sino en el hombre en el sentido universal y se con-
vierte en la verdadera «comedia humana», que puede ser comprendida
por todos y a través de los tiempos.
Considerado autor de la llamada «comedia nueva» son sus obras «El
arbitraje», «La doncella de Samos» y «Los rizos cortados», que influyeron
en los romanos Plauto y Terencio.
Pero el hecho de que la tradición histórica haya conservado sobre todo
a los grandes prosistas y a otros menores, tiene un claro significado: la
producción verdaderamente representativa de este siglo fue la prosa, que
eclipsó, en la memoria de los descendientes, a la poesía contemporánea.
En esta época tiene también sus raíces la novela.
Comediógrafos de la Magna Guerra fueron: Formis de Sicilia, su hijo
Deinoloco, y Sofrón de Siracusa.

1.4. La oratoria

En el aspecto literario, el siglo IV a.C. marcó la plenitud de la prosa


griega, que se convirtió en el lenguaje de la filosofía, adornándose con la
belleza de la elocuencia impuesta por la moda de los tiempos y recogida
por los logógrafos. De ella, Isócrates hizo un modo de propaganda y una
filosofía y Demóstenes un arma contra Filipo de Macedonia.
En este siglo IV a.C., cuando la prosa filosófica alcanzaba la cumbre
con los discipulos de Sócrates, se perfeccionaba también el arte de la pala-
bra. Florecieron todas las formas de oratoria: La judicial, con Andróci-
696 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

des, Lisias e Ise; la política, sobre todo en la segunda mitad del siglo, con
Demóstenes, Esquines, Hipérides y Licurgo y la retórica con un gran núme-
ro de cultivadores, eclipsados por Isócrates. Sin embargo, estas distin-
ciones son de carácter didáctico, ya que los tres géneros podían ser cul-
tivados por la misma persona, sobre todo la elocuencia judicial, que fue
utilizada por razones económicas. Desde los últimos decenios del siglo V
a.C. hasta época helenística destacan, sobre todo, los oradores áticos:
Jenofonte, Tucídides y Platón. Con ellos, la prosa, al contrario que en la
época de los sofistas, se ajustó a sus preocupaciones y supo adaptarse
tanto al breve y claro estilo de Lisias como a la amplitud y magnificien-
cia del estilo de Isócrates.

1.4.1. Isócrates

Retórico nacido en el mismo démos ático que Jenofonte hacia el año


436 a.C., murió a los 98 años, poco después de la batalla de Queronea,
fue alumno de Sócrates durante algún tiempo y también de Gorgias.
Buscaba la belleza del discurso, aunque con un estilo diferente, prepa-
rando a sus discípulos para la vida práctica. Mientras que Gorgias tra-
taba de impresionar con palabras sonoras y extrañas, él intentaba for-
mar una exposición amplia, con elementos concisos y simétricos y con
ideas bien relacionadas, a base de un orden jerárquico, subrayadas por
el numerus o ritmo oratorio al final de los diversos elementos, hasta tal
punto que Cicerón dijo de él que fue el primer gran maestro en la inves-
tigación del ritmo de la frase. Pocos hombres han sentido, como él, la
cultura como factor de civilización: El ideal del hombre pepaideuménos
o educado.
En su última obra, el «Panatenaico», resume Isócrates el ideal de su
Paideia en cuatro puntos:
— Habilidad práctica en la vida cotidiana.
— Conducta respetuosa con los conciudadanos.
— Disposición de ánimo que exige la templanza en el placer y la for-
taleza en la aventura.
— Sentido de la medida humana.
Estos principios expresan una moral sin fundamentos teóricos, a dife-
rencia de Platón, porque Isócrates no otorgaba importancia a la investi-
gación científica, causa de sus profundas diferencias con Platón y Aris-
tóteles.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 697

1.4.2. Demóstenes

El más grande orador político de todos los tiempos (aunque las anti-
guas escuelas retóricas dudaban entre él e Isócrates al atribuir este pues-
to) fue un producto de las vicisitudes de su tiempo.
Demóstenes es una de las más notables personalidades de la cultura
griega. Tal vez, el último de los grandes políticos atenienses. Enemigo del
poder macedonio sobre el Ática y sobre Grecia, no dudó en enfrentarse a
figuras de la talla de Filipo II de Macedonia y su hijo, Alejandro Magno
que encontrarían en Demóstenes un rival durísimo.
Sus «Olintiacas» y sus famosas «Filípicas» están consideradas como
las obras maestras de la Oratoria.

2. EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

2.1. La historiografía

Iniciados, en cierto modo, los principios de la historiografía con Heca-


teo de Mileto o, al menos, puestos los cimientos para el estudio de los
acontecimientos pasados, se inicia en el siglo V a.C., la ciencia histórica
con Heródoto de Halicarnaso, por ello Cicerón le consideró merecedor
del título de «Padre de la Historia».

2.1.1. Heródoto de Halicarnaso (484-425 a.C.)

Su magna obra «Historia Universal», distribuida en nueve libros des-


de época alejandrina, en dialecto jónico es el primer libro griego en pro-
sa que nos ha llegado intacto. Con la justificación de relatarnos el con-
flicto entre Grecia y Persia, se extiende a una serie de narraciones sobre
costumbres, acontecimientos y episodios, personajes y lugares relaciona-
dos con el tema central que llega a ser su excusa o su hilo conductor.
El resultado es mucho más que un relato de las causas y aconteci-
mientos de un simple conflicto. Es más bien una descripción global del
mundo que Heródoto llegó a conocer por sus relaciones o por su activi-
dad viajera: Egipto y Cirene en el norte africano, Tiro, Mesopotamia has-
ta Babilonia en Oriente Próximo, el Mar Negro y Crimea, norte del Egeo
y las principales ciudades de Asia Menor y Grecia, finalmente el sur de
Italia donde se estableció.
698 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Aunque su obra, inconclusa, carece de organización coherente y metó-


dica tiene el indudable mérito de ser el primer intento de realizar una his-
toria global del mundo conocido, aunque en muchas ocasiones se quede
en una descripción geográfica enriquecida con relatos y costumbres de
los distintos lugares.
También hay que añadir entre los méritos de Heródoto su apertura
hacia otras culturas, que le supuso ser llamado «barbarófilo». Transmite
en su narración las diferencias sociales y políticas existentes en aquellas:
la Ciudad-Estado y el Imperio, el régimen de ciudadanía y los despotis-
mos del Oriente Próximo.
No se limita el mérito de la obra de Heródoto a ser la primera «His-
toria total». Su narración fluida y viva, y sus descripciones y comentarios
críticos, tienen un indudable encanto, que le hace ser una de las lecturas
más amenas y bellas de la literatura universal.

2.1.2. Tucídides (460-400 a.C.)

Si Heródoto elegía como motivo de su libro las Guerras Médicas, Tucí-


dides describe otro gran conflicto entre los griegos: «La Guerra del Pelo-
poneso», que duró una generación entera (431-404 a.C.) y que terminó
con la derrota de la Liga Ateniense y el colapso de la propia Atenas y su
Imperio.
La obra de Tucídides también es inconclusa, cortándose en el 411 a.C.,
en su VIII libro.
Estratega ateniense, fue enviado a Tracia para ayudar a la ciudad de
Anfípolis contra el ataque de Brásidas, fracasando en su misión, fue por
ello desterrado.
Retirado de la vida política ateniense, se dedicó a viajar y a escribir su
«Historia de la Guerra del Peloponeso». Perdonado de su castigo, regresó
a Atenas.
Tucídides es ante todo un historiador. Cuida su método y le fascina la
cronología. Por ello establece con precisión los puntos de partida, los pe-
ríodos y las fechas.
Selecciona con cuidado las fuentes y la documentación de la que aco-
pia sus datos y ataca la falta de cuidado que otros tienen para su ocu-
mentación.
Intenta también ser un historiador imparcial, aunque no riguroso.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 699

Le gusta analizar las causas de los acontecimientos e incluso investi-


ga los orígenes y las consecuencias que éstos pueden acarrear.
Por todas estas actitudes es calificado como el primer investigador
científico y crítico de la historia occidental.
Se ha dicho que todo este rigor metodológico pudiera disminuir el
encanto literario de su obra. No es cierto. Es posible que encontremos
algunos pasajes más áridos debido a su propósito científico, pero son con
creces superados por párrafos brillantísimos dignos de ser considerados
entre las mejores narraciones literarias como su magnífica descripción
de los estragos de la peste en Atenas.

2.1.3. Los historiadores de la primera mitad del siglo IV a.C.

ÉFORO
En cuanto a los historiadores de la primera mitad del siglo IV a.C., el
primer gran historiador general del mundo helénico fue Éforo, a quien
según Focio, Isócrates asignó la tarea de preservar el pasado más remoto
de forma adecuada. Diodoro y Estrabón se apoyaron ampliamente en él
para los asuntos que había tratado. Fue, según Polibio, el único narrador
que intentó hacer una historia general del mundo griego. Su narración
comenzaba con la caída de Troya y terminaba en el año 311 a.C.

JENOFONTE
Junto a Heródoto y Tucídides, los antiguos ponían a Jenofonte como
el tercero de los grandes historiadores griegos. En el año 401 a.C. parti-
cipó en la expedición que, apoyada por Esparta, se dirigía hacia Asia
Menor para ayudar al príncipe Ciro el Joven de Persia narrada en su obra
«Anábasis».
La obra histórica más importante de Jenofonte es «Helénicas», una
historia de Grecia en siete libros, que comprende la época que trans-
curre el año 411 a.C. hasta el 362 a.C., año de la batalla de Mantinea. Con-
tinuador de la obra de Tucídides, no lo fue en cuanto al método emplea-
do ya que no hace una recopilación exhaustiva y sistemática de las fuentes
de información.

TEOPOMPO
Teopompo, a quien, Cicerón, en su comentario sobre los alumnos de
Isócrates, asignó el campo «moderno» de la Historia de Grecia, mientras
que asignaba el pasado a Éforo. Escribió dos historias, una continuación
700 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

a)

b)

FIGURA 138. En los banquetes griegos, «simposia», se discutía, se dialogaba, se


filosofaba, se recitaban obras líricas acompañadas por el sonido de los instrumentos
musicales, pero eran también momentos de disipación y diversión, como demuestran
estas pinturas que decoran los vasos de figuras rojas. a) Vaso del Pintor de
Andócides; b) Anónimo. Ambos fechados en torno al 400 a.C.
Museo Nacional de Atenas.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 701

de Tucídides, la «Hellenica», en doce libros, y un resumen de la política


griega contemporánea, en la época de Filipo, «Philippica», en cincuenta
y ocho libros. Poseía un estilo muy vivo y empleaba todos los artificios de
la retórica para asegurar su efecto.

TIMEO
El siciliano Timeo de Tauromenion, libre de la influencia de Isócrates
y criticando duramente a Eforo y Teopompo, pasó cincuenta años de su
vida en Atenas ocupado en la investigación de la Antigüedad. Él fue el que
estableció en la Historia el cómputo de las Olimpiadas que en adelante
sirvió a los historiadores para la cronología de la historia griega y al mun-
do culto, aunque nunca fue adoptado para el uso corriente.
Obras anónimas e historiadores cuya obra se conoce muy parcial-
mente en la historiografía griega posterior son muchas, aunque existe un
documento de especial interés, tanto por su contenido como por su autor.
Se trata de la Constitución de Atenas, atribuida a Aristóteles escrita entre
los años 329 y 322 a.C.

2.2. La filosofía
En los albores del siglo V a.C., el pensamiento filosófico continuaba
orientado hacia la explicación del cosmos, los fenómenos del Universo y
la situación del hombre en el mismo. Sobresalían diferentes escuelas en
las zonas limítrofes del mundo griego: Magna Grecia y Asia Menor (Escue-
la de Elea, Pitagórica y de Mileto). (Ver cap. VII, pp. y ss.).
Característica notable de la filosofía del siglo V a.C., fue la preocupa-
ción de la alterabilidad de las cosas y la apariencia de su realidad junto
con la búsqueda de la explicación de todo ello a través de la experiencia
y de la razón, llegándose a diferentes conclusiones.
Así, la escuela de Elea considera que el mundo de nuestra experien-
cia es una mera apariencia y por primera vez las teorías se hacen reduc-
tivas.
Sólo hay átomo y vacío y el mundo de nuestra experiencia es algo con-
vencional, defendido por Parménides.
Las conclusiones de Parménides llevaron a otros autores como Zenón
a dedicarse a demostrar el contraste entre la realidad y el aparente mun-
do que se encuentra ante nosotros. Demostración que llega a su punto álgi-
do con Georgias de Leontinos (Sicilia), gran orador y autor de un manual
dedicado a la elocuencia que, a finales del siglo V a.C., escribió un libro:
702 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

a)

b) c)

FIGURA 139. Los grandes filósofos griegos: a) Sócrates. Su personalidad revolucionó


la filosofía de su tiempo. b) El pensamiento de Platón constituye la cumbre de la
filosofía griega. Busto del filósofo que se conserva en los Museos Vaticanos, en
Roma. c) Busto de Aristóteles que se conserva en el Museo Nacional de Nápoles.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 703

«Del no ser», probando con argumentos filosóficos que «nada exis-


te y si existiera no podríamos comprenderlo y si pudiéramos compren-
derlo, no podríamos comunicarlo».

En esta época, pues, se busca la verdad pero se la discute y se temen


los equívocos o los confusos argumentos como los «Dossoi logoi» o «Argu-
mentos dobles» a favor y en contra de una misma teoría.

2.2.1. La Sofística

Así, a mediados del siglo V a.C., la ciencia filosófica sufrió una gran
transformación. No era ya lo importante buscar la verdad y la naturale-
za de las cosas sino la demostración, la especulación del pensamiento y
la elocuencia al transmitirlo. Quienes realizaron este cambio fueron lla-
mados «Sofistas» (sabios), maestros que solían circular de ciudad en ciu-
dad ofreciendo por un sueldo este tipo de adecuación «filosófica» supe-
rior en la que se incluía además del razonamiento filosófico y matemático,
el arte de la elocuencia y la retórica para llegar a discutir convincente-
mente con distintos argumentos en cualquier clase de tema.
Aunque, sin duda éstos desarrollaran lo que siempre fuera considera-
do marginal en la filosofía, no todo fue negativo en la sofística, logrando
que surgiera la ética y las distintas instituciones políticas y conceptos
humanísticos.
Gorgias fue uno de los primeros sofistas, sucediéndole su discípulo
Alcidamante. Otros famosos sofistas Protágoras, Pródico, Ripias, Antifon-
te, Licofrón y Trasímaco.
Los sofistas influyeron poderosamente en la vida intelectual y políti-
ca griega del siglo V a.C., siendo por lo general, personajes de gran pres-
tigio y relevancia.
Sin embargo, Platón los describe como pretenciosos y les acusa de
manipular el pensamiento científico. Frente a ellos surgieron los grandes
pensadores griegos del período clásico: Sócrates, Platón y Aristóteles.

2.2.2. Sócrates (470-399 a.C.)

Era un ciudadano ateniense, hijo del escultor Sofrónico. Abandonó el


oficio de su padre para dedicarse a la filosofía.
Sin embargo, parece que nunca perteneciera a escuela filosófica algu-
na, al contrario, su pensamiento y su propia personalidad revoluciona-
ron la filosofía de su tiempo.
704 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Es Platón quien nos aporta la faceta más completa de Sócrates como


filósofo, aunque siempre tendremos en cuenta que en gran medida este
Sócrates es creación de Platón, utilizando como medio de expresión de
sus propias ideas.
Sócrates aparece como el prototipo ideal de filósofo, dedicado incon-
dicionalmente a la filosofta y al saber.
Es posible que Sócrates pueda llegar a parecernos como un ser por
encima de la naturaleza humana o, al menos, con una fuerza y exigencia
superiores a sus propias limitaciones.
Nunca quiso escribir sus enseñanzas y su método fue la «mayéutica»,
es decir, la enseñanza por medio de un diálogo reformado por razona-
mientos inductivos a través de los cuales se buscaba la verdad.
Sócrates partía de su propia ignorancia. Alegaba como principio la
limitación del ser humano ante el Universo. En ello difería notablemen-
te con la postura de los sofistas de su tiempo.
También desvió la filosofía de la ciencia hacia la ética, aunque perso-
nalizando de nuevo la filosofía.
Argumentaba Sócrates que no podía existir virtud sin el saber. Sólo el
conocimiento era el camino para la bondad y la felicidad del hombre
(«Eudaimonía»).
A través de la reflexión filosófica el hombre lograba el conocimiento
interior y la paz con su propio espíritu. Es posible que el sentido de la
moral socrática fuera una de las causas que provocaran la acusación de
impiedad y de corrupto de la juventud que acabó con su famoso proceso
y la muerte del filósofo, recogida en el «Fedón» de Platón.
La filosofía en el siglo IV a.C., se encontraba organizada en escuelas y
academias cuya ciencia legó a las épocas posteriores los instrumentos
necesarios para el progreso del saber y para transmitir la herencia espi-
ritual de Grecia al resto del mundo. Éste es un hecho muy importante de
este siglo IV a.C., que coincide para A. Barigazzi, con el fin del camino de
la cultura griega, que se sintetiza en la frase: «del mito al logos», culmi-
nación del proceso racional que ilustra todo el campo del saber, que se
produce en este siglo IV a.C. Había sido descubierto el concepto de phy-
sis o natura, con su ley es inmutables que no podían ser violadas por fac-
tores externos y el logos se aplicó a los problemas del hombre.
Las dos figuras principales de la filosofía de este siglo fueron Platón
y Aristóteles.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 705

2.2.3. Platón (428-347 a.C.)

Platón, ateniense de familia ilustre, que había recibido una excelente


educación, estaba destinado a jugar un papel político que le impidió el
gobierno de los Treinta Tiranos y la condena por la democracia de Sócra-
tes, del que había sido discípulo durante ocho años. Los escritos de Pla-
tón, conservados casi en su totalidad, forman, junto con los de Aristóte-
les, la base de la filosofía griega. Destaquemos de su numerosa obra la
«Apología de Sócrates, La República y Las Leyes», además de las abun-
dantes Cartas y los no menos importantes «Diálogos» (Banquete, Fedón,
Critias, etc...).
Su método filosófico, al igual que el de su maestro, Sócrates, estaba
basado en el diálogo, al que elevó a categoría literaria.

2.2.4. Aristóteles (384-322 a.C.)

Aristóteles, nacido en Estagira, en la Calcídica (Macedonia), fue hijo


de un médico llamado Nicómaco, al servicio del rey Amintas, padre del
futuro rey Filipo II de Macedonia y abuelo de Alejandro Magno.
Discípulo de Platón, a su muerte viajó por la Troade, Mitilene y Les-
bos, volviendo a Macedonia, donde en el año 342 a.C. el rey Filipo II le
encargó de la educación de su hijo Alejandro. Aristóteles fue el primer
gran sabio conocido de la Humanidad, por su curiosidad, su método y la
captación, en sus obras, de los problemas científicos.
Fundó en Atenas una escuela que, por su ubicación en un bosque sagra-
do dedicado a Apolo Diaios, junto a la estatua del héroe Likaios, se llamó
Liceo, en la que permaneció durante trece años enseñando a sus discí-
pulos, mientras paseaban (peripatéticos).
Acusado de filomacedonismo a la muerte de Alejandro, tras el levan-
tamiento general de Grecia contra Macedonia, tuvo que soportar un pro-
ceso por impiedad y se retiró a Calcis, en la isla de Eubea, muriendo al
año siguiente.
Su producción, editada en el siglo I a.C. por Andrónico de Rodas, fue
enorme, destacando como obras de madurez: Ética a Nicómaco, los cator-
ce libros de «Metafísica» La Política y La Constitución de Atenas. El con-
cepto de physis fue especialmente fecundo en Aristóteles, que llevó hasta
sus últimas consecuencias el camino emprendido por los pensadores
jonios, que afrontaron con audacia la investigación cosmogónica, aun-
que consideraban que la vida práctica cotidiana tuviera algún problema
706 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

a)

Busto del médico Alcmeón


de Crotona.

b)

FIGURA 140. b) Distintos utensilios utilizados en medicina hallados en Epidauro.


Museo de Epidauro.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 707

digno de una profundización teórica, tarea de la que se encargaría Sócra-


tes, que hizo del hombre el centro dc toda su filosofía (antropocentris-
mo).
Su sucesor en el Liceo, desde el 322 al 288 a.C. fue Teofrasto de Ere-
sos, sucediéndole, a su vez, Estratón de Lámpsaco, entre el 288 al 268 a.C.
El logos había desarrollado en este siglo IV a C. no sólo la filosofía sino
tambien otras disciplinas, como la retórica. El sentido del logos y su fuer-
ta habían situado al hombre por encima de los animales, según el pensa-
miento expresado por Sócrates al principio de su «Nicocles». Aunque cons-
ciente de la grandeza de la cultura griega, se expresaría con agrias palabras
por las míseras condiciones políticas de su tiempo.

2.3. Otros conocimientos científicos. La medicina

Sc considera el siglo V a.C., como el arranque de la ciencia clásica grie-


ga Aunque no pueden negarse sus fundamentos de la época arcaica, a par-
tir del período clásico. se especializaron las diversas ciencias y la siste-
matización de los conceptos abstractos.
La Matemática: Progresa gracias a la escuela pitagórica, con figuras
como Teodoro de Cirene. También ayudaron a su progreso las aportacio-
nes de Heráclito, Parménides, Zenón y Demócrito de Abdera.
La Geometría tiene su máximo exponente en Hipócrates de Quíos. Son
notables los estudios rclativos a la cuadratura del circulo y los estudios
de las formas geometricas triangulares...
La Astronomía: Alcanzó tainbien ciertos logros como el cálculo del
tamaño del sol y las distancias existentes entre éste, la tierra y la luna.
También se estudiaron los fenómenos de los eclipses y los meteoros. Sobre-
salen en astronomía:
• Enópides de Quios, que calculó el año lunisolar en 59 años, de 365
22/59 días cada uno.
• Anaxágoras, que demostró que el sol era «una roca incandescente»,
explicó las fases de la luna y la composición de la Vía Láctea.
• Empédocles descubrió que la Tierra giraba en el espacio.
La zoología y la botánica: Se estudiaron y clasificaron diferentes espe-
cies de animales y plantas. Anaxágoras realizó disecciones estudiando la
anatomía de diversos animales y Dionisio de Apolonia escribió el primer
tratado griego conocido sobre anatomía animal.
708 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

La Medicina: Es posible que sea la medicina de entre todas estas cien-


cias especializadas, la que parece alcanzar los logros más notables, muy
posiblemente debido a dos causas fundamentales:
— Se abandonan las prácticas ancestrales en las que predominaba la
magia y la superstición religiosa.
— Aparecen importantes figuras como Alcmeón de Crotona, Empé-
dodes y, sobre todo, Hipócrates de Cos con los que se abren tres
escuelas: Crotona, Cnido y Cos, donde surge un nuevo concepto y
práctica de la ciencia médica, aunque siempre bajo la advocación
religiosa de Asclepios.
Sabemos que Alcmeón fue un importante fisiólogo que realizó las pri-
meras operaciones oculares en Grecia, Empédocles analizó el laberinto
auditivo. De Hipócrates de Cos apenas nos ha llegado algo, excepto una
impresionante colección de tratados de medicina conocidos como el «Cor-
pus Hipocraticum», que posiblemente se trata de una copilación de estu-
dios del mismo y de discípulos posteriores. Su fama fue tan notable que
permanecio idealizada, incluso identificada con Asclepio, dios de la medi-
cina.
Basaba Hipócrates su ciencia médica en la propia naturaleza, alegando
que las enfermedades son debidas a sus propias alteraciones (Humores)
y no por castigo de los dioses, junto a la práctica de una ética profesional
(«Juramento Hipocrático»), que todavía no ha perdido su interés y admi-
ración a través de los siglos.

3. LAS ARTES PLÁSTICAS


Siglo V a.C.

Desde el año 480 a.C., el arte griego evoluciona a su clasicismo en una


etapa de especiales circunstancias históricas, finalizando las Guerras Médi-
cas, surgiendo la hegemonía de Atenas (Pentecontecía), que le confiere
unos especiales caracteres.
A partir de este período el arte griego se «naturaliza», aunque las for-
mas naturales que adopta aparecen idealizadas y estilizadas, logrando
superar las anteriores más convencionales del arcaísmo.
El artista griego busca en cualquiera de sus manifestaciones un ideal
de estética, equilibrio y belleza. De ahí su inquietud hasta lograr unas
correctas proporciones tanto en las obras arquitectónicas como en el res-
to de las manifestaciones artísticas.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 709

3.1. La arquitectura
Los edificios públicos, tanto civiles como religiosos, eran una de las
primordiales preocupaciones de los Estados griegos, debido, tal vez a que
su edificación, decoración y dedicaciones conmemorativas demostraban
la riqueza y la preocupación de este Estado por su pueblo.
Los templos, además de su significación religiosa eran, a su modo, depó-
sito de riqueza (recordemos el tesoro del Partenón), amén de verdadero
museo y custodio de los restos de la tradición y del pasado de la ciudad.
Entre el 470 y el 460 a.C. se edificaron importantes templos que anun-
ciaban la arquitectura clásica griega.

3.1.1. Templos y recintos religiosos

En la zona meridional del Altis o bosque sagrado de Olimpia, los grie-


gos de Élide levantaron entre los 568-560 a.C., un templo dedicado a Zeus,
atribuido al arquitecto Libón de Elis. Este templo dórico hexástilo, aun-
que acusa todavía ciertos indicios arcaicos, sus proporciones alcanzan un
equilibrio y perfección que anuncia el clasicismo del Partenón y aún para
muchos autores, ofrece logros arquitectónicos más notables, debido a su
planteamiento en diversas alturas. La cella de este templo albergaba la
colosal estatua de Zeus sedente de Fidias.
También son importantes:
— El Templo de Afaía en Egina, igualmente dórico hexástilo.
— El Templo de Hera en Samos.
— El Telesterion de Eléusis, recinto sagrado dedicado a las dos diosas,
atribuido a lctinos, aunque fue determinado por Filón en el 312
a.C., donde se celebraban sus misterios, acogían a sus fieles e inclu-
so se celebraban los dramas sagrados en su honor.
— El templo dedicado a Poseidón, en el promontorio del Cabo Sunion.
Dórico períptero de sólida estructura adecuada al medio geográ-
fico.
— El Templo de Apolo en Bassai (Sur de Arcadia). Es el mejor conser-
vado del Peloponeso. Según Pausanias fue construido por Ictinos,
después del 430 a.C., con un pórtico de columnas dóricas y dos
hileras de columnas jónicas en su interior sobre la que corre un fri-
so escultórico con relieves de extraordinario volumen para con-
trarrestar la escena luz del interior del templo.
710 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 141. Busto de Fidias, el escultor ateniense amigo y colaborador de Pericles.


Dirigió las obras de la Acrópolis. Sus obras siguen asombrando a la humanidad por
su belleza y perfección técnica.

FIGURA 142. Fachada occidental del Partenón, el más emblemático de los templos
y símbolo del arte griego.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 711

Pero la obra arquitectónica griega del siglo V a.C., se encuentra, sin


duda; en el conjunto de la Acrópolis de Atenas.
Tras la destrucción que supuso para la ciudad la invasión persa, se ini-
cio su reconstrucción.
Temístocles construyó los llamados «muros largos». Cimón dotó a Ate-
nas de nuevos edificios públicos. Pero fue sin duda Pericles quien con-
virtió Atenas en la primera ciudad de los griegos, realizando en la Acró-
polis un grandioso conjunto monumental a lo largo de la segunda mitad
del siglo V a.C.

3.1.2. El Partenón

Este templo, siempre considerado el más bello de Atenas, emblema


de la ciudad y símbolo del arte griego, comenzó a construirse en el año
447 a.C., según los proyectos de Ictinos y Calícrates, llevando Fidias la
dirección como de todas las obras que se realizaban en la Acrópolis.
Se empleó únicamente el mármol como material de construcción. El
Partenón es un templo dórico octástilo (8 × 17 columnas). Su cella está
dividida en dos partes desiguales, divididas a su vez por un muro trans-
versal que convierte al recinto en un doble templo con seis columnas en
cada una de sus puertas.
El más pequeño de los recintos guardaba el tesoro y el mayor alber-
gaba la famosa estatua crisoelefantina de la diosa Atenea, obra de Fidias.
La arquitectura del Partenón obedece a un canon geométrico más que
aritmétrico. La impresión de esbeltez y elasticidad que produce en con-
junto es el resultado de una lograda visión óptica conseguida por la cur-
vatura de sus elementos:
— El estilóbato dobla ligeramente sus aristas.
— Las columnas disminuyen en su éntasis, siendo las columnas de
los extremos más voluminosas que las restantes.
— Las columnas de todo el peristilo se inclinan hacia los muros de la
cella y los muros exteriores también ofrecen una cierta inclinación
hacia el interior, mientras el entablamiento lo hace en sentido con-
trario.
De esta forma se logró magistralmente una magnífica y armoniosa
perspectiva de este edificio. Sabemos que Ictinos escribió un tratado sobre
la edificación del Partenón y los logros conseguidos en el mismo.
712 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 143. El Erecteion, uno de los templos más emblemáticos de Atenas. Edificado
en la Acrópolis, debe su nombre al héroe Erecteo. Arriba vista parcial del templo
con sus famosas cariátides. Abajo planta del Erecteion donde se aprecia los distintos
problemas que hubo de solventar para su construcción en distintos niveles.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 713

3.1.3. La Magna Grecia y Asia Menor

En la Magna Grecia también se levantaron importantes monumentos.


Destaca el llamado «estilo colonial» de los templos sicilianos, principal-
mente de Selinunte y Agrigento, predominando la grandiosidad del orden
dórico y ciertos caracteres marcadamente locales, en los que destacaría-
mos la piedra utilizada como material de construcción que infiere el bello
tono dorado de estos edificios. En Selinunte es famosa la colina de «los
templos orientales» (G, E y F), construidos a lo largo del siglo V a.C., has-
ta el año 409 a.C., cuando fue la ciudad destruida por Cartago.
En Agrigento (Akagras) destaca el templo de Júpiter, uno de los más
colosales de la arquitectura griega, comparable por ello al templo G de Seli-
nunte y el templo de la Concordia (llamado así debido a la inscripción lati-
na hallada en las cercanías del templo), pero se desconoce a qué deidad
fue dedicado, posiblemente a los Dióscuros, los míticos gemelos de Zeus.
Templo dórico exástilo, su edificación es todo un ejemplo del arte clá-
sico griego por la perfección y armoniosidad de sus dimensiones, llegan-
do a nosotros en un estado de conservación casi originario. Citemos tam-
bién el templo llamado de «Juno Lacinia» y el templo de Hércules.
En Asia Menor se edificaron en esta época los monumentos funera-
rios de grandes señores, que pueden ser considerados como los claros pre-
cedentes del posterior mausoleo de Halicarnaso.
Como tales tumbas, tienen una monumentalidad y riqueza ornamen-
tal inconcebible en la Hélade. Los dos ejemplos más significativos son el
Heroon de Triso, cuyos relieves se conservan en Viena y el monumento a
las Nereidas, de Xantos, cuyos relieves se conservan en el Museo Británi-
co de Londres, ambos en Licia, al sur del Asia Menor.
El Heroon de Triso es una típica tumba licia cubierta a doble vertien-
te, rodeada por un patio cercado por un muro decorado con ricos relie-
ves, cuyas puertas también estaban labradas.
El monumento de las Nereidas de Xantos, era también la tumba de
un príncipe licio, construido a finales del siglo V a.C. Sobre un alto basa-
mento decorado por dos frisos escultóricos se alzaba un templete jónico
tetrástilo y períptero con esculturas de nereidas en sus intercolumnios.
Además de los edificios religiosos se construyeron importantes monu-
mentos de carácter civil, destacando los dedicados a la vida social y polí-
tica como pórticos, ágoras, buleuterios, stoas..., para las representacio-
nes: teatros, odeones, juegos atléticos: gimnasios y estadios, etc., tanto en
la Hélade como en el «mundo colonial» griego.
714 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 144. Vista del templo de la ciudad de Afrodisias.

3.2. La escultura

La escultura puede ser considerada como el arte principal en el siglo


y en Grecia.
Sobreviven pocas de las mejores obras y aun éstas son conocidas en
su mayor parte gracias a las copias romanas, muchas de ellas de exce-
lente calidad que nos permiten dilucidar la perfección artística y técnica
de los escultores griegos clásicos. Aun así hay que analizarlas con un rigu-
roso criterio pues existen verdaderas familias salidas de los talleres de
copistas.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 715

Cuando, tras un descubrimiento arqueológico o fortuito aparecen


obras de arte de primera fila, como los Bronces de Riace, nos damos cuen-
ta de las carencias que sufrimos del mismo y de lo que «nos estamos per-
diendo».

Caracteres
• Todavía a comienzos del siglo V a.C., se acusan en las esculturas grie-
gas ciertos rasgos de arcaísmo como el Bronce de Piombino, el Efe-
bo rubio, el Efebo de Kritios y la Koré de Eutidikos pero pronto los
artistas consiguen el equilibrio y el movimiento, evitando la fronta-
lidad característica de los Kuroi y Korai arcaicos.
• Otro rasgo importante es la búsqueda de la variedad, simplicidad y
el movimiento en tocados y ropajes frente a los largos y complejos
tocados y vestuarios del arcaísmo.
• A lo largo del siglo V a.C., principalmente en su segunda mitad, la
escultura griega evoluciona hacia la búsqueda de un equilibrio y
proporcionalidad en las dimensiones del cuerpo humano que les lle-
varía al ensayo de diversos cánones sobre el mismo.
Son dignos de mención los relieves y esculturas procedentes de la Mag-
na Grecia correspondiente a los templos de Selinunte y otros lugares de
Sicilia. Pero las más bellas esculturas salidas de los talleres de la Italia
Meridional son los famosos relieves conocidos como «El trono Ludovisi»
y «El trono de Boston». Los dos fueron encontrados en Roma, y hoy día
se analiza su autenticidad. El primero representa el nacimiento de Afro-
dita y el segundo la disputa de Afrodita y Perséfone por el amor de Ado-
nis. Por su estilo, ambos tronos se fechan entre los 470 y 460 a.C.
A mediados del siglo V a.C., surgen una serie de escultores, maestros
de artistas posteriores y cuya obra fue decisiva en la evolución del arte
griego.
Aunque la mayoría de su obra se ha perdido, gracias a copias poste-
riores y a las descripciones dadas en las fuentes, se ha podido recuperar
parte de la misma.
Son los nombres más importantes de éstos: Hageladas, Kritios, Kála-
mis, Onatas y Pitágoras.
Hagéladas (520-450 a.C.). Se le considera el fundador de la escuela de
Argos. Las fuentes le hacen maestro de Mirón, Fidias y Policleto. Aunque
su estilo ofrece rasgos evidentemente arcaicos que conserva el principio
de la frontalidad, sus estatuas inician un movimiento escasamente logra-
716 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

do. Se le atribuye el «Zeus de Itome» que gozó de una gran fama en su


época.
Krítios, broncista ático que junto con el fundador Nesiotes, levantó en
el ágora de Atenas el grupo de los tiranicidas, sustituyendo al anterior
atribuido a Antenor que los persas habían robado.
Onatas de Egina, cuya actividad artística se documenta entre los años
480 a 460 a.C. Aunque las fuentes le consideran como uno de los escul-
tores más geniales de su época, su obra nos es prácticamente desconoci-
da. Se le atribuye el «Carro de Hierón de Siracusa en Delfos», un «Hera-
cles» y un «Apolo» de dimensiones colosales.
Kálamis. Su obra se desarrolló entre el 475 al 450 a.C. Posiblemente
beocio, las fuentes le atribuyeron la llamada Sosandra, el Apolo Alexika-
kos (ahuyentador de males), el Hermes Kriphoros y un colosal Zeus Amón,
famoso en la antigüedad.
También las fuentes cuentan que Kálamis como escultor de caballos
no tuvo rival, son varias anécdotas que refieren esta cualidad del escul-
tor.
Pitágoras. Aunque oriundo de Samos, se afincó en Regio (sur de Ita-
lia). Trabajó desde el 490 al 450 a.C. Su búsqueda del realismo y el movi-
miento en su obra es incesante. Los tratadistas antiguos le atribuyen las
primeras representaciones de anatomía humana, así como su magnífico
tratamiento de la cabellera en sus estatuas.
Plinio cuenta que «fue el primero en buscar el ritmo y la armonía de
las proposiciones». Entre sus obras destacan «Filoctetes», y las represen-
taciones de «Apolo» y en conjunto de «Eteocles y Polenices».
Otras piezas escultóricas como estatuillas de bronce, terracotas y otras
obras de arte menores contribuyen como importantes testimonios en la
evolución del arte griego en esta época.
Iniciándose la segunda mitad del siglo V a.C., y terminado el templo
de Zeus en el Altis de Olimpia, se realizaron los relieves ornamentales del
mismo. Los temas de sus frontones son los mitos referentes a la carrera
de carros entre Pelops y Enomao (frontón oriental) y la lucha entre cen-
tauros y lapitas (frontón occidental).
Mientras en el frontón oriental la composición del grupo escultórico
es severa y estática, en contraste con el occidental, el artista ha logrado
movimiento y una riquísima variedad de expresiones. Las metopas del
templo representan los doce trabajos de Hércules.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 717

FIGURA 145. Los Guerreros de Riace (Hoplitodromoi). Son de las pocas obras
maestras de arte griego que han llegado a nosotros, gracias a su asombroso
descubrimiento. Fueron realizadas en torno al 460-430 a.C. Museo Nacional de
Reggio di Calabria.

Este templo cobijaba en su cella una de las estatuas de culto que más
admiración despertaron en la antigüedad: el Zeus sedente de Fidias, esta-
tua colosal crisoelefantina que según las fuentes ocupaba la tercera par-
te del templo.
A mediados del siglo V a.C., la escultura griega ha evolucionado a su
madurez clásica. En la Atenas de Pericles surgen artistas de primera fila,
718 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

relevantes no sólo en la estatuaria griega sino de todos los tiempos. Des-


tacan Mirón, Policleto, Crésilas y Fidias.

MIRÓN
Nacido probablemente en Eleutería, apenas sabemos algo más de su
vida y personalidad. Se le considera discípulo de Hagéladas. Las fuentes
literarias, especialmente Plinio, nos proporcionan importantes datos para
identificar algunas de las obras de Mirón.
Según Plinio fue
«el primero que incrementó los rasgos más cercanos de la realidad, cul-
tivó un mayor número de temas escultóricos y se preocupó de la sime-
tría y estructura corpórea, sin embargo, no llegó a expresar las emo-
ciones del alma». (PLINIO, Nat. Hist., XXXIV, 58).
Ciertamente, si elegimos una característica fundamental de Mirón es
la variedad de su obra escultórica.
Aunque su técnica adolece de ciertos rasgos pre-clásicos como el trata-
miento del cabello, llega a alcanzar movimiento y realismo conseguido en
algunas esculturas de animales como «La vaca» y su más famosa obra: «El
Discóbolo» (que quizá representara al héroe Jakinthos, que murió cuando
arrojaba el disco), cuyo movimiento y originalidad asombró en su época.
También las fuerzas clásicas le atribuyen el conjunto escultórico de
«Palas y Marsias», además de varias figuras de Heracles y Apolo. De dudo-
sa atribución son la Medusa Rondanini y un Perseo, ambos conservados
en la Gliptoteca de Munich.

POLICLETO
La segunda gran figura de la escultura clásica del siglo V a.C., es el
broncista Policleto.
Pertenece a la escuela de Argos y su obra se desarrolla entre los años
460 al 420 a.C.
Se caracteriza Policleto por su gran interés por los temas atléticos y
en perfeccionar la representación del desnudo masculino. Incluso llegó a
publicar un tratado, que tituló «Kanon» (Norma), sobre su investigación
de las partes del cuerpo humano y su concepto de las proporciones (Sime-
tría) del mismo, acerca de las cuales no sólo llegó a teorizar, sino a expe-
rimentar en sus representaciones.
Así, entre los años 450 y 440 a.C., esculpió su famoso «Doríforo», o
joven lancero (probablemente Aquiles), que sirvió de modelo a muchísi-
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 719

mos artistas, los cuales le llamaron «Canon» y del que nos ha llegado una
gran cantidad de copias de diversa calidad.
El Doríforo reúne todas las aportaciones de Policleto a la escultura: su
sentido de las proporciones del cuerpo, la profundidad y el movimiento
buscado fundamentalmente a través de la colocación de las piernas y el
tratamiento de la anatomía, así como la técnica de la elaboración de las
facciones del rostro y del cabello.
Pese a que a Policleto se le considera un maestro en la representación
de atletas y, de hecho, se le atribuyen las estatuas de campeones olímpi-
cos (como Kiniskos), su segunda obra maestra «El Diadumeno», posible-
mente se trate de un Apolo en actitud de colocarse la diadema de los ven-
cedores.
También se le atribuyen a Policleto dos figuras femeninas: la estatua
crisoelefantina de la «Hera de Argos» y la «Amazona de Éfeso», que según
nos refiere Plinio compitió con las realizadas por Fidias, Clésias y Frad-
món saliendo su obra vencedora.

CRÉSILAS
Aunque Crésilas era oriundo de la ciudad de Cidonia (Creta), su obra
fue realizada en Atenas.
Sólo tres esculturas pueden ser consideradas con certeza de este autor:
el retrato de Pendes, erigido en la Acrópolis, una amazona herida, que
competiría en el concurso de Éfeso y un bronce de pequeño tamaño que
representa un guerrero conocido como «Dietrefés». Aunque se han queri-
do considerar otras obras escultóricas como propias del estilo de Crési-
las. algunas de gran fama y belleza como la Atenea de Velletri, su autenti-
cidad es dudosa.

FIDIAS
Apenas conocemos algunos datos de este escultor, cuyas obras, de insu-
perable belleza clásica, le hacen merecedor de ser considerado como uno
de los primeros maestros de la escultura de todos los tiempos.
Según Pausanias era ateniense, hijo de Charmides, formándose en el
taller de Hagéladas. Colaborador y amigo persona de Pericles, fue nom-
brado director y supervisor de las obras de la Acrópolis, trabajando direc-
tamente en la decoración del Partenón y en algunas de sus esculturas,
entre éstas la famosa estatua crisoelefantina de la diosa Atenea que le cos-
tó un duro proceso al ser acusado de fraude de los ricos materiales con
los que fue realizada. Murió en torno al año 430 a.C.
720 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 146. Detalle de los famosísimos relieves que ornaban el Partenón,


actualmente en el Museo Británico de Londres. Representan una parte del desfile de
los panateneas, en honor de la diosa poliada de la ciudad: Palas Atenea.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 721

Poco más conocemos de Fidias. Finalizados los trabajos del Partenón


se trasladó a Olimpia para ejecutar el impresionante Zeus sedente, una
de las esculturas de culto más importantes del mundo clásico.
Para muchos autores, la obra primordial de Fidias se encuentra en el
Partenón a quien muy posiblemente se debe la realización de conjunto.
La decoración escultórica del templo comprende:
• El friso en torno a los muros de la celIa.
• Las metopas.
• Los frontones.
Aunque es probable que Fidias se encargara de esbozar un proyecto
de conjunto, la grandiosidad y magnitud de la obra exigía sin duda un
trabajo dc equipo de artistas y técnicos que demuestra diferentes técni-
cas y estilos, si bien dirigidos y coordinados magistralmente por él.
A Fidias se le atribuye muy directamente los frisos septentrional y
oriental del Partenón. Es propio del estilo de Fidias y de sus más directos
colaboradores el característico tratamiento de los vestidos (técnica de los
paños mojados), sus caballos, de magnífica anatomía y movimiento, el
sentido de la profundidad. la solemnidad y espiritualidad de sus figuras.
Se ha llegado a decir que Fidias es el gran creador de los dioses clásicos.
Se consideran también obra de Fidias la estatua colosal de «Atenea Pró-
machos», la bellísima «Atenea Lemnia» y la citada «Atenea Parthénos». Ade-
más del «Apolo Parnopios», el «Zeus de Olimpia», la «Afrodita Urania» y la
«Amazona» con la que compitió con Policleto en el certamen de Éfeso.
Además de estos grandes maestros de la escultura griega del siglo V
a.C., merecen destacarse otros artistas como Alcámenes y Agorácrito de
Paros, discípulos de Fidias. El primero es autor de la «Afrodita de los jar-
dines» y del «Ares Borghese», el segundo esculpió la «Némesis de Rham-
nous» y una «Cibeles» que fue modelo de otras posteriores; Paionios de
Mende realizó una «Nike» de mármol que se alzaba delante del templo de
Zeus en Olimpia. Estróngilo que realizó un «caballo de Troya», famoso en
su tiempo.
Obra anónima de este tiempo son tres Nióbides que pertenecieron al
frontón de un templo que ya fue trasladado a Roma en la Antigüedad.
Una de ellas se encuentra en el Museo de las Termas en Roma, las otras
dos en la Gliptoteca de Copenhague. También merecen mencionarse las
estelas funerarias áticas, muchas de ellas de verdadera calidad artística.
Los «Bronces de Riace», descubiertos y recuperados del mar, hacen medi-
722 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 147. Detalle del bajo relieve que orna el pequeño templo de Atenea Nike, en
la Acrópolis, representando a la Victoria. El tratado de los ropajes y la elegancia y
perfección técnica de la escrultura, están considerados como típicos del arte griego
clásico después de Fidias.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 723

tar «lo que nos estamos perdiendo», con tantos tesoros artísticos aún no
encontrados. (Figura 145).

SIGLO IV A.C.
Durante la Primera Mitad del siglo IV a.C. el arte griego se desarrolló
en diferentes lugares y escuelas, reflejando la importancia del hombre y
su personalidad individual, así como sus inquietudes, todo ello con un
gran realismo que no excluye la vejez, la fealdad o el dolor.
En Arquitectura, la construcción más representativa de esta época
será el monumento funerario, o tumba-santuario, del rey Mausolo de
Caria (377-353 a.C.), llamado «Mausoleo», una de las siete maravillas del
mundo antiguo, que se levantó en la ciudad de Halicarnaso, al Sur de
Asia Menor.
Sus autores fueron Satyros y Pythios y sus decoradores los escultores
Bryaxis, Leóceres, Scopas y Timoteos. Aunque la reconstitución del monu-
mento es bastante hipotética, manifiesta, como hecho principal, el encuen-
tro de las técnicas griegas con las creencias asiáticas. Los temas del friso
—la «Amazonomaquia»— y el movimiento y expresión de las esculturas,
prefiguran la decoración helenística que se expresará en todo su esplen-
dor en el gran altar de Zeus en Pérgamo.
Otras grandes realizaciones de esta época son el Artemisión, o gran
templo de la diosa Artemisa, en Éfeso y el Didimeion o gran templo de Apo-
lo, en Dídime, cerca de Mileto, ambos santuarios de grandes dimensiones
y gran riqueza en su decoración, opuestos en esto a las reducidas dimen-
siones y a la sobriedad de los templos clásicos griegos. En Priene, también
en Asia Menor, la definición del ágora como estructura propia, cerrada por
pórticos, prefigura una de las piezas maestras del urbanismo helenístico.
En cuanto a la escultura, los grandes maestros de este siglo son Sco-
pas (420?-350 a.C.?), el primero de los escultores griegos en expresar el
patetismo, la violencia de las emociones, con obras como la cabeza del
guerrero del frontón del templo de Atenea Aiea, en Tagea, de cuyos tra-
bajos de reconstrucción, tras el incendio del año 395 a.C. fue director, o
la estatua de Ménade, obras ambas que le son atribuidas, ya que, con segu-
ridad, no se conoce ninguna de sus obras.
Praxiteles (400-330 a.C.), el mejor de los escultores griegos después de
Fidias. Las características de sus esculturas fueron la perfección del mode-
lado y el sentimiento que supo imprimirles, como vemos en su bello «Her-
mes con Dionisio niño del Museo de Olimpia», el grupo del «Sátiro y Mer-
curio», la preferida por su autor entre toda su numerosa obra o en la
724 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 148. Hermes con Dionisos niño, una de las obras más famosas de Proxiteles
y una de las más bellas y perfectas del arte occidental.

magnífica «Venus de Cnido», para la que cuentan sirvió de modelo la cor-


tesana Friné.
Lisipo, es el tercero de los grandes escultores griegos del siglo IV a.C.
Trabajó entre los años 350-300 a.C. y, por lo tanto, fue contemporáneo de
Alejandro Magno, de quien se dice que realizó algunas esculturas de su
cabeza. Lisipo marca una vuelta a la tradición atlética, al canon de Poli-
cleto, aunque algo más alargado, con una actitud dinámica que busca el
instante fugitivo.
De sus obras solamente se conservan copias romanas y entre las más
bellas podríamos destacar el «Apoxiómenos», el «Hércules Epitrapezios»
y «Mercurio y Eros».
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 725

Pero este siglo IV a.C. es, sobre todo, en escultura, el arte del retrato,
de la obra de Lisipo, que no excluye la caricatura o la idealización, en la
que importa, sobre todo, representar la personalidad espiritual, no las
características físicas del personaje tratado.

3.3. La pintura y la cerámica


Hasta la mitad del siglo V a.C., no alcanza la pintura su madurez clá-
sica, teniéndonos que conformar con la decoración pictórica de los vasos
griegos en los primeros decenios del siglo.

3.3.1. Pintura
En la pintura de este momento se tratan casi exclusivamente los temas
mitológicos en escenas superpuestas.
El color era sobrio, sólo utilizaban cuatro colores: rojo, ocre, blanco
y negro, faltando la gama de verdes y azules.
Predominan las grandes composiciones que, según las fuentes, orna-
ban los pórticos de las ciudades.
La «Stoa Poikile» (pórtico pintado) de Atenas estaba decorada con las
composiciones de los principales pintores de aquel momento: Micón,
Panaios, Onasías y, sobre todo, Polignoto de Tasos, a quien se le atribuye
con cierta garantía la llamada «Iliupersis» (destrucción de Ilión).
Pausanias describe seis composiciones de Polignoto halladas en la
«Pinacoteca» de los Propíleos en la Acrópolis y dos pinturas murales en
el pórtico de los cnidios en Delfos.
El estilo de Polignoto era innovador en lo que se refiere a la perspec-
tiva y el movimiento y aptitudes de sus figuras a las que da una gran fuer-
za y majestuosidad.
En la segunda mitad del siglo V a.C., la pintura ha evolucionado cla-
ramente, pudiendo decirse que la pintura moderna arranca a los grandes
artistas de este momento: Parrasio, Apolodoro y Zeuxis.
Parrasio se formó en la escuela de Efeso. Con él termina la pintura tra-
dicional, basada en el dibujo y el diseño en línea que contornea las figu-
ras. Plinio sitúa su obra entre el 430 y 420 a.C.
Apolodoro era ateniense y es considerado como el introductor de la
«Skia grafía» o la pintura de sombras con la que se inicia una nueva eta-
pa en la historia de la pintura.
726 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Zeuxis de Heraclea trabajó durante la Guerra del Peloponeso y comien-


zos del siglo IV a.C. Es, posiblemente, el pintor griego que conocemos
mejor su obra, la cual está inspirada en temas mitológicos.
Zeuxis continuó la técnica iniciada por Apolodoro, perfeccionándola
y dotándolas de gran realismo de sus obras.
En la primera mitad del siglo IV a.C. destaca Apeles, trabajó al servi-
cio de los reyes macedonios. Por ello se considera el primer pintor de cor-
te. Para los griegos fue uno de sus más grandes artistas.

3.3.2. Cerámica

Pueden diferenciarse tres periodos en el desarrollo evolutivo de la


cerámica de esta época:

1. La cerámica ática de comienzos del siglo V a.C.


El estilo de esta época (500-460 a.C.) es definido por los autores como
«arcaico de madurez», siendo el vaso más utilizado el «Kilix». Debido a

FIGURA 149. Cerámica ática de finales del siglo V a.C. Kilix cuya decoración
representa la lucha entre dos hoplitas. Se caracteriza por un estilo amanerado
y refinado.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 727

la gran expansión del comercio griego son muchos y de gran calidad los
vasos conocidos, destacando los pintores denominados: Douris, el pintor
de Panaitios, Macrón y pintor de Byrgos.

2. Entre los años 450 y 430 a.C. la cerámica ática alcanza su período
más esplendoroso, sobre todo en los vasos de fondo blanco.
Los maestros más importantes son: El pintor de Aquiles, Polignoto
(homónimo del pintor de Tasos) y el pintor de Eretría.

3. Entre los años 430-400 a.C..Surge un estilo que los estudiosos ale-
manes llaman «Reicher Stil» o «Estilo suntuoso», debido a sus com-
posiciones en que se busca reflejar el lujo y amaneramiento, en el
que pueden verse ciertos rasgos dedecadencia. Predominan los
temas dedicados a Afrodita y a Dióniso, rodeados de su cortejo.
En la técnica de figuras rojas, los barnices blancos y amarillos ocu-
pan áreas cada vez mayores a costa del rojo y el negro.
Destacan en este estilo: El pintor de Tebas, el pintor de Prónomos y el
pintor de Meidías.

4. LA RELIGIÓN GRIEGA

4.1. Introducción. Caracteres generales

Dentro del ámbito de la civilización griega, la religión ocupa un lugar


preeminente y especialísimo. no sólo porque el carácter griego marca su
sello indiscutible en la espiritualidad, sino porque la religión griega se
encuentra presente en todas las manifestaciones de su propia cultura.
La religión griega, como define D. Sabbatucci, es original pero no ori-
giria. En ella confluyen elementos pregriegos mediterráneos, indoeuro-
peos y orientales, recibiendo ésta una estructura y una concepción pro-
pia cuya evolución y desarrollo ha corrido un proceso paralelo a su
evolución cultural e histórica.
La religión griega resulta, pues, original en su confrontación con las
religiones mediterráneas pero no es precisamente la homogeneidad su
característica, por el contrario, sobresale la multiplicidad y complejidad
de sus manifestaciones, debido en gran parte, a la pluralidad histórica y
política de sus ciudades.
728 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Tal vez puedan considerarse como caracteres comunes de la reli-


giosidad de los griegos su concepto de la divinidad, de la naturaleza
humana y de las relaciones y las limitaciones entre lo humano y lo di-
vino.
Aun así, estos conceptos han de sufrir muchas puntualizaciones a lo
largo de la evolución histórica, cultural y geográfica del mundo griego.
Desde la «Teogonía» de Hesiodo a las corrientes filosóficas posterio-
res los planteamientos sobre la realidad humana, la divinidad y el con-
cepto del mundo se modifican, estableciéndose las diferencias entre lo
mítico («Mithos») y lo lógico (Logos), lo teórico y lo práctico, lo sacro y
lo profano, en donde se desenvuelve toda la vida griega.

4.2. Los orígenes de la religión griega

Ya en las tablillas del silabario Lineal B micénico se encuentran algu-


nos términos, apenas doce, referentes a divinidades que podrían ser iden-
tificadas con grandes dioses del panteón griego post-homérico: Zeus, Hera,
Poseidón, Artemisa, Dióniso y Hermes.
Estos dioses aparecen acompañados de otros nombres divinos cuya
identidad, según G. Mylonas es muy difícil de interpretar.
Sin embargo, parece claro que entre los cultos micénicos y los cultos
griegos posteriores, no hay una continuidad directa.
Los poemas homéricos marcaron la personificación de las divinida-
des más sobresalientes. Sin duda ofrecen las características de la socie-
dad indoeuropea, patriarcal y aristocrática de aquel período.
Zeus es el dios supremo, uranio, padre y protector de dioses y hom-
bres. Pero también se asimilan los cultos ancestrales pregriegos de ferti-
lidad dirigidos a la Gran Madre junto con otras creencias de marcada
influencia oriental como Ártemis y Dióniso.
A la Teogonía de Hesiodo le cabe el mérito de lograr transmitirnos, de
forma ya estructurada, todo el complejo mundo de los mitos, dioses y
héroes de la religión griega. Esta obra ejemplar intenta establecer la cohe-
rencia lógica y ordenada donde la complejidad de creencias, ritos, leyen-
das y mitos parecen indicarnos lo contrario.
Además, cada ciudad e incluso cada «Genos» familiar podía modifi-
car estas manifestaciones de religiosidad, según su tradición o conve-
niencia.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 729

No obstante, la obra de Hesiodo continúa siendo básica para el cono-


cimiento de la mitología griega, de sus creencias, las grandezas y debili-
dades de sus dioses, de los mitos griegos y sus orígenes.

4.3. Los grandes dioses

Según la Teogonía de Hesiodo, de la masa informe (Caos) surgió la


Tierra (Gea) y el cielo (Urano) y ambos engendraron los siete titanes.
Uno de ellos, Cronos, gobernó el universo y con su hermana la titáni-
da Rea, engendró tres dioses (Zeus, Poseidón y Plutón) y tres diosas (Hes-
tia, Hera y Deméter).
Zeus, con ayuda de los demás dioses, los Cíclopes y los Titanes des-
tronó a su propio padre Cronos y, desde entonces, regía los destinos del
Universo e imponía el Orden y la Justicia.
De estos grandes dioses. surge una segunda generación divina que
completa el Panteón olímpico griego.
Entre estas quince principales divinidades se reparten todas las fuer-
zas de la Naturaleza, los atributos y cualidades divinas y humanas, así
como su protección en los distintos aspectos de la vida. Eran los dioses
más honrados en el ámbito religioso griego.

FIGURA 150. Representación de tres de los grandes dioses del panteón griego:
Zeus, Hera y Deméter en el friso oriental exterior del Partenón, denominado
«Asamblea de dioses».
730 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Tras esta aparente coherencia en la que se encuentran definidos en


sus rasgos más fundamentales, estas divinidades podían ser veneradas de
forma diferente y con atributos diversos en los distintos lugares de culto.
Es posible que ello se deba a varias causas: la propia evolución de los
cultos locales, los intereses ciudadanos, la asimilación de la religiosidad
indígena en asentamientos coloniales griegos e, incluso, la aceptación del
propio individuo que buscaba en la advocación de una u otra divinidad,
la satisfacción de sus necesidades espirituales más apremiantes.
Mientras en algunas divinidades confluyen distintas atribuciones, por
el contrario, puede hallarse una misma advocación en varios y diferentes
dioses. Tal es la complejidad y pluralidad del mundo religioso griego.
Así Zeus era venerado en el Ática como un dios uranio, señor de los
fenómenos atmosféricos; en Creta era divinidad agraria y local (Zeus Cre-
tagenes) y en Corinto adquirió su carácter ctónico como dios de la ferti-
lidad (Zeus ctónico).
Ártemis, diosa de la virginidad en Atenas, era vengadora y guerrera en
Esparta (Árthemis Orthia) y diosa de la fertilidad en Éfeso (Ártemis Poli-
mastos), donde, muy probablemente, adquirió los atributos de una ances-
tral divinidad anatólica de fecundidad.

4.4. Dioses menores, héroes y daimones

Junto a estos grandes dioses del panteón griego, la mitología griega


comprendía otras divinidades consideradas menores, héroes y espíritus,
aceptados por la creencia popular. Éstos carecían de la «grandeza» y poder
de los primeros. No recibían el honor de los grandes cultos ni fiestas ni
tenían derecho a los grandes actos oficiales.
Pero eran considerados benefactores y protectores de los hombres
como intermediarios entre la humanidad y las grandes divinidades ya que,
por lo general, habían sido engendrados por aquellos en su unión con un
mortal.
• Unos eran considerados como grandes protectores de la humani-
dad en su papel de portadores de presentes y enseñanzas: Prome-
teo, Neptólemo, Meliseo...
• Otros fueron epónimos de lugares o fuerzas divinizadas: Meandro,
Maya, Ladón...
• Citemos también las ninfas, los sátiros y las fuerzas divinizadas de
la naturaleza.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 731

FIGURA 151. Plano del Altis de Olimpia. Uno de los principales recintos religiosos
panhelénicos.
732 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

• También había espíritus benefactores (Agathos daimon) o adversos


que condicionaban la vida cotidiana del hombre griego.

4.5. Cultos y ritos


La religión y sus actividades culturales estaban presentes en todas las
escalas de la vida griega, desde las grandes manifestaciones religiosas ofi-
ciales a las más íntimas y personales.

4.5.1. Cultos, asociaciones y festividades panhelénicos


A) PANEGIRÍAS
Estas festividades se celebraban en determinadas ciudades o santua-
rios dedicados a una divinidad cuyo culto era aceptado y respetado en
todo el ámbito griego.
En cuatro lugares: Delfos, Olimpia, Istmo de Corinto y Nemea, se cele-
braban competiciones atléticas, coreográficas, musicales y literarias en
honor de ciertas divinidades y en fechas determinadas en las que partici-
paban todos los griegos.

FIGURA 152. Reconstrucción del santuario de Olimpia.


LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 733

Los heraldos anunciaban la «Tregua Sagrada» que garantizaba la paz


y el libre acceso para que se pudiera acudir sin peligro a la «Panegiría».
Estas competiciones duraban varios días. Los ganadores recibían la
corona de laurel y la palma del vencedor, pero, sobre todo, se buscaba
alcanzar la fama y el prestigio que recaía sobre su «genos» y su ciudad.
Además de los indudables caracteres religiosos de estas festividades
panhelénicas, pues en ellos se ofrendaban a los dioses y en su honor se
celebraban estos acontecimientos, existían otras circunstancias con enor-
me poder de atracción: la multitud que se concentraba y los intercambios
materiales, espirituales y culturales que allí se produjeron.
Es importante subrayar que estas fiestas contribuyeron a incremen-
tar el sentido de unidad panhelénica y la conciencia de pertenecer a una
misma cultura y a un mismo pueblo.

B) LAS ANFICTIONÍAS
Eran agrupaciones de distintas ciudades en torno a un santuario con
fines religiosos, políticos y de defensa.
Algunas de estas Anfictionías tuvieron un antiquísimo origen y su cen-
tro sagrado alcanzó un gran prestigio.
Tal vez, el más famoso era el santuario dedicado a Poseidón Helico-
nio (Helike, Acaya), donde se celebraba la festividad de la Paniomia, en
torno al sacrificio del toro.
Otras importantes Anfictionías fueron la de Calauria (Argólida),
Onquesta (Beocia), Aigion (Asia Menor) y el santuario de Apolo en Delos,
centro de los jonios en el Egeo.

C) LOS SANTUARIOS ORACULARES


Los griegos, al igual que muchos pueblos antiguos, creían que median-
te ciertos signos externos, los dioses podían ponerse en contacto con los
humanos e incluso transmitirles mensajes, consejos o la propia decisión
divina.
Así Poseidón podía presagiar en el sacrificio del toro a él consagrado,
Esculapio transmitía en sueños su diagnóstico a los enfermos que acu-
dían a su santuario en Epidauro. También Zeus, Hermes y Atenea podían
manifestarse de modo oracular.
Pero, sin duda, era Apolo la divinidad oracular por excelencia. Fue-
ron varios centros en diversos lugares del mundo griego los que se jacta-
734 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

ban de recibir el favor del dios: Dodona, Dídime (Asia Menor), Claro
(Jonia), Cumas de Magna Grecia y sobre todo, Delfos.
En Delfos, Apolo había heredado su función oracular, al parecer, de
una divinidad ctónica anterior, prehelénica, simbolizada en una serpien-
te (Pitón), que interpretaba los sueños junto a la fuente Castalia.
Delfos desde el siglo VII a.C., se convirtió en uno de los centros reli-
giosos griegos más prestigiosos.
El dios se manifestaba a través de una sacerdotisa (Pitia en Delfos,
Sibila en Cumas), mujer de mediana edad, escogida entre los habitantes
de Delfos, dedicada por entero y de por vida a la divinidad.

FIGURA 153. Gracias a las descripciones de los documentos antiguos y a las ruinas
que se conservan, se ha podido realizar la reconstrucción de Delfos reproducida en
la imagen superior, con el gran templo del dios en posición preeminente. Abajo,
copia del omphalos («ombligo»), la piedra semicilíndrica que constituía el centro del
culto en el templo de Apolo.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 735

El consultante debía purificarse, consagrar un pastel de miel al que


más tarde se sustituyó o añadió la entrega de un donativo en dinero como
tasa de consulta («Pélano»). Además debía sacrificar una víctima a Apo-
lo y otra a Atenea.
Si la víctima era propicia, el dios se dignaría a escucharle. Entonces
era llevado al recinto interior del templo («Aditon») donde la pitia, sobre
un trípode, inspirada por el «Peuma» divino, era presa de la posesión del
dios («Manía») que se expresaba a través de ella.
Las respuestas oraculares de Apolo a las preguntas del comunicante
solían ser ambiguas y de diversa interpretación, tal vez para dejar siem-
pre una salida digna al mensaje divino.
Sin embargo, Delfos no sólo fue un centro de gran reputación y poder
como centro religioso y oracular, además aprovechó su autoridad como
mediador y moderador en los conflictos entre los griegos. También fue
núcleo de información y polo de relaciones de gran interés para la vida y
las empresas griegas.
Delfos jugó un papel importante en las expediciones coloniales, pues
las informaciones y consultas que llegaban de los distintos lugares y via-
jeros, le proporcionaban valiosa documentación. También desarrolló una
notable actividad diplomática y política en los diversos acontecimientos
de la historia de Grecia (Guerras Sagradas, Médicas y del Peloponeso) y,
aunque el centro fuera calificado de una acusada tendencia filoesparta-
na, lo que no llegó a empañar el prestigio religioso, moral y cultural de
este santuario panhelénico.

4.5.2. Los cultos ciudadanos

La ciudad (Polis) fue marco fundamental en el que se desarrollaron


las principales manifestaciones religiosas. La religiosidad ciudadana tuvo
una evolución paralela a la histórica y política de las «Poleis».
Las manifestaciones religiosas pasaron de ser dirigidas por los «Genos»
aristocráticos, a ser utilizadas en la política popular de los Tiranos y, por
fin fueron confiadas a la responsabilidad de ciertos magistrados (Arcon-
te basileus) en Atenas, cuyo cargo era anual.
Aunque, por tradición, se reservó la permanencia de ciertos cultos
ciudadanos en algún miembro de ciertas familias aristocráticas (Así los
Eumólpidas y los Cerices quedaron a cargo del santuario de Eléusis en
el Ática), sin embargo, estas familias no formaban un colegio sacerdo-
736 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

FIGURA 154. Vista del estadio dedicado a Apolo en Delfos, donde se celebraban los
famosos juegos panhelénicos, cuyas competiciones (Agones), eran una de las
festividades (Panegiría) más importantes del mundo griego junto con las de Nemea,
Corinto y Olimpia.

tal en sí, cuya institución nunca existió en la religión griega. Los sacer-
dotes eran elegidos por sorteo de forma temporal y sólo en casos excep-
cionales, como la Pitia de Delfos, ocupaban este puesto religioso de for-
ma vitalicia.
Las festividades religiosas más importantes de la ciudad se celebra-
ban en honor de la divinidad considerada como su protectora (Divinidad
Poliada).
Estas fiestas religiosas no sólo eran primordiales en la vida ciudada-
na sino decisivas en las relaciones de intercambios entre distintas ciuda-
des griegas.
Era la ocasión propicia para establecer contactos. Pero, es que, ade-
más, las ciudades rivalizaban entre sí en manifestar su ostentación y derro-
che de riqueza en estas festividades.
Las grandes fiestas del mundo griego eran las Panateneas y las Gran-
des dionisíacas de Atenas, las dedicadas a Ártemis en Éfeso, a Hera en
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 737

FIGURA 155. Las ciudades rivalizaban en el esplendor de sus festividades dedicadas


a sus dioses poliados en las que se celebraban competiciones y ceremonias. En la
figura se representa en una pintura de una crátera, una procesión en honor de las
divinidades cuyos fieles entonan cantos, seguidos por caballeros.

Samos y en Argos. Todas ellas adquirieron tal fama e importancia, que


fueron celebradas en todo el ámbito griego y rivalizaban con las grandes
festividades panhelénicas.
Los magistrados encargados por la ciudad preparaban los calendarios
para la celebración de estas fiestas. Los preparativos, que comenzaban
con gran antelación, contemplaban no sólo los acontecimientos de exclu-
sivo carácter religioso (sacrificios, procesiones...) sino fiestas y competi-
ciones en honor de la divinidad, muchas de ellas eran financiadas por los
ciudanos más ricos. (Liturgias).
En las festividades religiosas y cultos ciudadanos hay que distinguir:
— Los cultos de carácter oficial: dedicados a las divinidades poliadas
y las divinidades reconocidas públicamente como protectoras del
Estado.
— Ritos y cultos ancestrales de carácter agrario, orgiásticos o de puber-
tad que se conservaron vigentes en la ciudad, celebrándose en fies-
tas determinadas.
Así las Cronias y las Arretoforías anunciaban el fin de la cosecha, la
Khloias y la Prokharisterías, dedicadas a Deméter y Atenea respectiva-
738 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

mente, se celebraban con motivo de la primavera con los primeros bro-


tes vegetales en abril y las famosas Tesmoforías festejaban en octubre las
primeras siembras.
Estas celebraciones alcanzaron un significado de fertilidad y en ellas
se solía evocar a las divinidades ctónicas: Deméter, Perséfone o Core, su
paredro Plutón y a Dióniso. Así, las Tesmoforías en Atenas estaban reser-
vadas a las mujeres casadas como únicas portadoras de fecundidad, que
conmemoraban durante tres días el duelo, la separación y el reencuentro
de Deméter y su hija Core o Perséfone.

4.5.3. Los cultos gentilicios y familiares

Tampoco los cultos y celebraciones religiosas en torno al clan y a la


familia escapaban de un carácter propiciatorio de la fecundidad, pues
solían estar relacionados con el matrimonio y la descendencia.
La necesidad del mantenimiento del «Genos», de la herencia familiar
y de perpetuarse con herederos varones, obligaba a evocar la protección
y el favor de los dioses al mismo tiempo que se asociaba la fecundidad
femenina a la fertilidad de la tierra.
A. Los cultos gentilicios como pervivencia de las antiguas agrupacio-
nes de los «Genos» se mantenían en las ciudades jonias que cele-
braban las fiestas de las Apaturías («los que tienen el mismo padre»),
durante tres días del mes de Painepsion (entre octubre y noviem-
bre), dedicados a Zeus «Fratrios» y Atenea «Fratría». En el tercer
día de estas festividades, los niños nacidos en aquel año eran reco-
nocidos como legítimos por su padre y aceptado en la «Fatría».
B. Dentro del culto familiar se celebraban también los banquetes de
los «Fatrías» y los recién casados celebraban sacrificios en la cere-
monia de bodas («Gamelias») a los dioses de la Fratría: Zeus
«Patroos», Atenea «Patroa» y Apolo «Patroos».
En este vínculo familiar y religioso se incluían a los propios difuntos,
como hilo de unión familiar entre el pasado y el futuro, por ello fue impor-
tante el perpetuar y respetar el culto a los antepasados.

4.6. Doctrinas y cultos de salvación

La religión «oficial» griega se mostraba poco atrayente a la espiritua-


lidad popular, distante a sus preocupaciones y lejana a sus necesidades.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 739

Tal vez por ello surgieron otros cultos y doctrinas que pudieran lle-
nar ese vacío religioso, cubrieran estas exigencias espirituales y además
ofrecieran una relación más directa e íntima entre el individuo y la divi-
nidad.
En ellas se buscaba:
— La esperanza en la vida de ultratumba.
— El consuelo en esta vida mediante la relación con la divinidad.
Zeus y Apolo como divinidades uranias y Deméter y Dióniso como ctó-
nicas, fueron los elegidos para representar los misterios de su religiosi-
dad, las leyes de la naturaleza y el círculo de la vida, muerte y deseo de
una nueva vida tras la muerte que tanto preocupaba al hombre, cons-
ciente de su debilidad y de la brevedad de su paso por este mundo.

4.6.1. Orfismo

Se trata de una doctrina religiosa compleja elaborada con diversos


componentes míticos y filosóficos, que asignaba a Orfeo, hijo de Eagro y
la musa Calíope, la enseñanza de esta corriente religiosa entre los hom-
bres.
Los mitógrafos dan a Orfeo un origen tracio. Protegido por Apolo, es
cantor, músico y poeta, capaz de calmar a las fieras y a los elementos con
su arte y su magia divinas.
Así salva en numerosas ocasiones a los Argonautas y desciende al
Hades en busca de su esposa Eurídice.
En torno a este mito se formó la teología órfica. En su descenso a los
infiernos, Orfeo había traído informes para lograr entrar en el país de los
bienaventurados y evitar las trampas y obstáculos que ha de salvar el alma
en su paso a la otra vida tras la muerte.
El mito de Orfeo es uno de los más oscuros y complicados de la mito-
logía helénica por su carga de simbolismo.
Aunque sus orígenes sean muy remotos, los elementos de su doctrina
pudieron ir evolucionando hasta convertirse en toda una teología en tor-
no a la cual existe una literatura muy abundante cargada de esoterismo.
Se pueden encuadrar en esta doctrina los libros e himnos apócrifos sobre
la construcción del Universo (Teogonía), y la posición del ser humano en
el mismo, escritos en el siglo VI a.C e incluso, las breves fórmulas popu-
740 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

lares que se escribían en placas metálicas y se enterraban con los muer-


tos para facilitar su paso a la vida de ultratumba.
Estos escritos e himnos, a pesar de ser muy distintos en su estructu-
ra, todos tienen respuestas comunes a los grandes interrogantes: el ori-
gen del Universo y la naturaleza humana.
Ofrecen un sentido panteísta de la naturaleza, considerando a Zeus
como única divinidad por antonomasia, principio y fin de todas las cosas:
«Zeus es el principio, el medio y mediante Zeus todo se cumple...lo que está
a su alrededor constituye la perfección...» (Col. 13).
Todos los hombres son iguales por nacimiento, pues todos se origi-
naron de las cenizas de los Titanes. Pero el hombre está formado por un
cuerpo mortal y un alma inmortal, surgida de la propia divinidad que bus-
ca volver a sus orígenes divinos.
El alma ha de vencer sus ataduras corporales, «para vencer esta cor-
poreidad y volver en cuanto “alma” (como ser espiritual), a la unidad divi-
na de la que provenimos». Ello podría lograrse mediante:
— Unas normas de conducta y de pureza: Ayunos y dieta vegetaria-
na, sacrificios y vida ascética.
— Unos rituales de iniciación compuestos de fórmulas y ritos. A tra-
vés de todo ello se conseguía un proceso de encarnación en seres
cada vez más perfectos hasta lograr la unión con Zeus y llegar al
estado órfico.
Entonces, se manifestaban como auténticos profetas en comunica-
ción con la divinidad.

4.6.2. Pitagorismo

También Pitágoras, fundador del pitagorismo, se relaciona con otra


divinidad: Apolo, incluso la tradición le llegaba a considerar como su reen-
carnación.
Pitágoras nació en Samos y se afincó en Crotona (Magna Grecia), fun-
dando en torno al 530 a.C. una escuela pseudo filosófico-religiosa que
predicaba una forma de vida y una búsqueda de unión con la divinidad
mediante el accesis.
Se enseñaba a los futuros iniciados en la escuela (Scholé) junto a los
principios matemáticos, en los que se buscaba ofrecer una interpretación
aritmética o matemática de la realidad, una explicación simbólica y mís-
tica de los números (numerología).
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 741

FIGURA 156. Los cultos dionisíacos ofrecían la posibilidad de una unión mística con
la divinidad. El dios se manifestaba rodeado de un cortejo «báquico» que, en su
honor, danzaba y cantaba. En el vaso decorado aparecen dos de estos personajes
relacionados con el culto dionisíaco: El dios Pan tocando el doble aulo y una
ménade danzante.

Además, los iniciados debían llevar un género de vida distinto de los


demás hombres, caracterizado por su austeridad y dirigido por unas rígi-
das normas de conducta, un régimen alimenticio vegetariano y unas doc-
trinas que buscaban encauzar la propia vida al unísono que las leyes del
Cosmos.
De esta manera se buscaba conseguir la perfección y la armonía del
alma y con ello alcanzar la isla de los bienaventurados que los pitagóri-
cos situaban en los astros.
742 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

4.6.3. Dionisismo

Dióniso, denominado también Baco, es un dios originariamente de


vegetación, tal vez de origen tracio (Zagreo), como podría iniciar la eti-
mología de este nombre, que pasó a ser la divinidad griega de la vida, del
vino y de las fuerzas productoras de la naturaleza, también de la inspira-
ción y del delirio místico.
Su leyenda es complejísima, pues asimila cultos orientales, tracios y
griegos.
Dióniso es representado como un joven impetuoso y rebelde, hijo de
Zeus y una mortal. Ha de sufrir duras pruebas exilado entre los hombres:
descender a los infiernos para recuperar a su madre Sémele, hacerse reco-
nocer como dios e implantar la observancia de su culto. Terminada su
misión, pudo ascender a los cielos.
Dióniso aparece como un dios libertador de las penas y tristezas de
esta vida. Sus cultos y fiestas (Dionisíacas) representan la embriaguez físi-
ca y espiritual, la liberación de los sentimientos, la alegría desenfrenada,
la libre sexualidad, el canto, la danza junto con el éxtasis y la unión con
la divinidad.
Las diversas vicisitudes que ha de atravesar Dióniso tal vez demos-
traran la resistencia que encontró su culto en la sociedad. Al manifestar-
se como una divinidad de consuelo y salvación, fue adoptado por las capas
más humildes y necesitadas cuyos ritos orgiásticos, violentos y de liber-
tad desenfrenada, serían rechazados y perseguidos por su peligrosidad
hasta que, aceptado y convertido en una divinidad «ciudadana», sus fies-
tas fueron controladas y organizadas en un calendario oficial.
Se celebraban las «Dionisíacas campesinas», en las que se paseaba en
medio de aclamaciones obscenas el alegre cortejo del «Falo», las fiestas
«Leneas», en el mes de Gemelión (entre enero y febrero) o fiestas del vino,
en torno al lagar con sus procesiones y sacrificios. En las «Antesterías»,
también se exhaltaba a Dióniso como divinidad del vino. En ellas, el dios
se unía en una ceremonia simbólica y ritual con la esposa del Arconte
«Basileus». Tras un día de fiesta con la entrada triunfal del dios en la ciu-
dad, se celebraba un día de duelo y de culto a los muertos.
En las «Grandes Dionisíacas urbanas» en el mes de Elafebolión (entre
marzo y abril), al iniciarse la primavera, se aclamaba a Dióniso con toda
pompa y se celebraban en su honor concursos dramáticos.
Pero los cultos y ritos en honor de Dióniso no significaban sólo la ale-
gría de una festividad. Lo principal no era eso. Dióniso nunca perdió su
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 743

FIGURA 157. Grupo de fieles ofreciendo sacrificios a los dioses (tabla votiva corintia).
Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

significación más antigua de divinidad de la naturaleza unido al ciclo de


la vida (nacer, morir y renacer). Por ello se encuentra siempre relaciona-
do con los bosques, los árboles y los elementos vegetales (son sus símbo-
los la corona del mirto y el tirso), al mismo tiempo que sus ritos apare-
cen ligados al Deméter (Madre tierra) y Zeus Zagreo (ágreus: salvaje,
rústico) cretense. Incluso su cortejo de sátiros y ménades contribuyen a
explicar el carácter orgiástico y ctónico de su culto.
El mismo nombre de Dióniso es muy antiguo como también los cul-
tos y ritos que se le dedican en Creta y en Tracia. El nombre de Dióniso
es de los pocos que ya aparecen en las tablillas micénicas (di-wo-nu-so-
jo). Incluso debió existir un culto a esta divinidad en la Creta pre-aquea,
tal vez procedente de Anatolia, lo que explicaría sus relaciones con Zeus
Ideo y con Deméter en su conexión con la Magna Mater frigio-Anatolia.
Los cultos dionisiácos ofrecían el consuelo de la unión mística con la
divinidad. Sus fieles se retiraban a las montañas para celebrar el rito de
la «Oribajía» (Oríbacxía), donde se celebraban las orgías sagradas: Las
carreras desenfrenadas por los campos, las danzas y los cantos.
744 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

En estas fiestas pervivió el elemento bárbaro y violento donde el dios


se manifestaba como un animal salvaje y poderoso que era sacrificado,
despedazado y consumida su carne cruda entre los fieles en un rito de
comunión mística, a fin de lograr que la propia fuerza divina del dios se
introdujera y mostrara en ellos. Este rito bárbaro y feroz de la homofa-
gia es narrado con toda su fuerza en las Bacantes de Eurípides, en su des-
cripción de la muerte de Penteo depedazado por su madre:

«La boca de ella echaba espuma; sus ojos la locura/ extraviada y revol-
vía. Su espírituo ya no era el suyo/ ¡El dios la poseía! Vanas fueron las
voces de Penteo/ Ella le trabó del brazo izquierdo, apoyó el pie con fuer-
za/ en las costillas del /infeliz y le arrancó el hombro/ No fue suya la fuer-
za; era el dios quien daba/ poder a sus manos. >Y por el otro lado/, Ino
la ayudó en la obra, desgarrando sus carnes./ Autonoe y las demás bacan-
tes/ participaron también/ Y un clamoreo se oía. Cuando Penteo gemía
con todas sus fuerzas,/ daban alaridos de triunfo. Una le tiró del brazo,/
otra del pie calzado. Todos sus miembros/ fueron rotos y despedazados.
Luego, las bacantes/ de ensagrentadas manos pelotean con las carnes
de Penteo» (EURÍPIDES, Bacantes, vv. 437 y ss.).

De esta forma terrible el dios transportaba a sus seguidores a condi-


ciones psicóticas anormales, al éxtasis y a la locura. Por ello se conside-
ra a Dióniso como el dios de la transformación, del cambio de lo natural
a lo espiritual, de lo humano a lo sobrenatural y a la ruptura del sistema
en contraposición de la realidad del mundo.
Precisamente por ello, el misticismo de Dióniso era atrayente: su acción
desmitificadora de la vida lograba hacer parecer accesible el mito y has-
ta la cercanía de la propia divinidad.
750 HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II

Cuadro 31. Principales divinidades del Panteón griego

Primera Generación: Hijos de Cronos (El Tiempo) y Rea (La Tierra)

Zeus Carácter Uranio: Dios de la luz, cielo sereno y fenómenos atmosféricos.


Símbolos: rayo, águila, nimbo. Divinidad Patriarcal, protectora de hombres y
bienes, salvadora y justiciera.
Símbolo: balanza.
Carácter Ctónico: Dios de vida y fertilidad.
Símbolo: serpiente, toro.
Poseidón Dios que reina sobre el mar y las aguas.
Símbolo: Tridente, caballo y pez.
Protector de marinos y pescadores.
Unido a Deméter: dios de la fertilidad.
Plutón Denominado «El Rico» (de la raíz Ploutos = riqueza). También Hades, como dios
de los infiernos y de los muertos. Divinidad ctónica.
Su origen es agrario, dueño de la tierra en sus profundidades y sus riquezas.
Símbolo: Cuerno de la abundancia. Como tal, unido a Deméter y esposo de su
hija Persófone.
Hera Esposa de Zeus, protectora del matrimonio y de la mujer.
Diosa de la fertilidad. Protectora de los partos.
Símbolo: el pavo real, la luna, la ternera, la flor.
Divinidad poliada de Argos y Samos.
Deméter Gran madre de los dioses.
Ctónica: divinidad de la tierra cultivada.
Tesmófora: engendra la vida, la renueva.
Mistérica: Iniciada en los ritos de salvación y de ultratumba.
Unida a su hija Perséfone, esposa de Plutón, con los que se asocia en los ritos y
fiestas de los ciclos de la vida.
Símbolos: espiga, adormidera, cerdo, objetos sexuales.
Hestia Considerada la mayor de las hijas de Cronos.
Diosa del hogar y de la virginidad.
Permanece inmóvil en el Olimpo.
Protectora de las casas, de lugares públicos y templos, donde se le adora.
Principio abstracto de la Idea de Hogar.
Símbolos: hogar, fuego sagrado.

Segunda Generación de dioses

Afrodita Hija de Zeus y Dioné. Esposa de Hefesto y amante de Ares.


Diosa del amor y de la belleza, de la fertilidad y de los jardines.
Protectora de los niños.
Nacida de la espuma de las olas, en Chipre es diosa marina.
Símbolos: paloma, la rosa, el mirto, concha marina, manzana y granada.
Atenea Hija de Zeus y de Metis.
Nacida de la cabeza de Zeus completamente armada.
Diosa guerrera. Protectora y guardiana del Ática de los Hábitat griegos, Diosa
poliada de Atenas.
Diosa del talento y los trabajos domésticos y artesanos.
Benefactora del hombre, protectora de las cosechas. Introduce el olivo y enseña
la producción del aceite.
Sus atributos: lanza, casco y égida con la cabeza de la Gorgona.
Su planta: el olivo. Su animal: la lechuza.
LA CULTURA GRIEGA EN LOS SIGLOS V Y IV A.C. 751

Cuadro 31. Principales divinidades del Panteón griego (continuación)

Apolo Hijo de Zeus y Leto. Hermano de Artemisa.


Dios de la luz solar, la belleza, la sabiduría, la música, la razón y los sentimientos
más nobles.
Dios vengador y guerrero, armado de arco y flechas.
Legislador y protector del hombre.
Oracular y adivino. Su centro estaba en Delfos.
Relacionado con el pitagorismo y el orfismo.
Su planta: el laurel. Su animal: el delfín y el cisne.
Ares Hijo de Zeus y Hera.
Divinidad de la guerra y la violencia.
Es ayudado por su hermana Eris, la discordia y sus hijos Deimo y Fobo, son
daimones violentos y feroces.
Amante de Afrodita y Pirene.
Sus símbolos son el perro y el buitre.
Ártemis Hija de Zeus y Leto. Hermana de Apolo.
Como diosa virgen y cazadora, era adorado en lugares agrestes y montañosos:
Arcadia y Esparta.
Como diosa de la fertilidad era adorada en Éfeso, asimilando a una antigua
divinidad asiática.
Protectora de los bosques, las fuentes y los animales.
Asimiló cultos ancestrales y bárbaros con sacrificios humanos.
Su planta: el nogal. Su animal, la cierva.
Asclepio Hijo de Apolo y Corónide.
Es a la vez héroe y dios de la medicina, identificándose con Hipócrates.
Adorado en Tracia, Cos y Epidauro, donde se forjaron importantes centros de
medicina.
Su símbolo era la vara en la que se enrrollaba una serpiente, piñas, coronas de
laurel y perro.
Dióniso Hijo de Zeus y Sémele.
La mitología le hace divinidad errante por Oriente.
Tal vez indique un origen asiático.
Dios protector. Introduce la vid, el vino.
Divinidad mistérica y divinidad etónica y de fertilidad, ritos en los que se relaciona
con Príapo y con Deméter.
Sus ritos son orgiásticos y licenciosos, donde aparece acompañado de sátiros,
silenos y bacantes.
Sus símbolos: mirto, el pámpano con uvas, el tirso y la cista mística.
Hefesto Hijo de Zeus y Hera. Esposo de Afrodita.
Dios de fuego.
Es el dios que tiene un defecto físico: bien por nacimiento o porque irritó a Zeus,
al salir en defensa de su madre; entonces Zeus le arrojó del Olimpo, al caer a la
tierra quedó cojo.
La tradición le atribuye un gran poder y destreza manual.
Su símbolo es la fragua.
Hermes Hijo de Zeus y Maya.
Dios del comercio y del robo. Protector del ágora, del estadio y la palestra.
Protector de pastores y rebaños.
Mensajero de Zeus, protegía los caminos y a los viajeros. Su imagen, representada
en un pilar con busto humano y falo sobre un montón de pidras, se levantaba
como protectora en las encrucijadas.
Divinidad de la elocuencia.
Símbolo: sandalias aladas, pétaso (sombrero de alas anchas) y caduceo.

También podría gustarte