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Informes Académico Filosofía

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INFORMES ACADÉMICOS

TRABAJOS GRUPALES
BIEN COMÚN
CONCEPCIONES FILOSÓFICAS
EVALUACIÓN FORMATIVA
INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR
PEDAGÓGICO PÚBLICO
“MANUEL GONZÁLEZ PRADA”

PROGRAMA DE ESTUDIOS: Educación Secundaria

ESPECIALIDAD: Ciudadanía y Ciencias Sociales

DOCENTE: Dra. Flor de María Sánchez Aguirre

INTEGRANTES:

Camacho Infante, Evelyn

León Gómez. Mario

Merino Ramírez, Manuel

Figueroa Borgo, Sandro

Silva Montoya, Kelly

LIMA 2023-I
ÍNDICE

LA PROBLEMÁTICA DEL BIEN COMÚN

INTRODUCCIÓN

I. Bien común

1.1 Concepciones desde la perspectiva de San Agustín, Santo Tomás de Aquino y

Millán Puelles.

II. Enfoques sobre la problemática del bien social

2.1 Enfoque filosófico

2.1.1 Perspectivas clásicas: Platón, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino.

2.1.2 Perspectivas modernas: Locke, Stuart Mill, Rawls, Durkheim y Dewey.

2.1.3 Rerum Novarum

2.1.4 Existe una desigualdad humana

2.1.5 La esencia del bien común

2.2 Enfoque histórico

2.2.1 ¿Qué es el bien común?

2.2.2 ¿El creador es un bien propio o bien común?

2.3 Enfoque pedagógico

2.3.1 El fin de la pedagogía del bien común: humanitas – Duc in altum

III. Conclusiones

Referencias
INTRODUCCIÓN

El bien común se refiere al conjunto de condiciones y circunstancias que permiten el


desarrollo y el bienestar de todos los miembros de una sociedad. Es un concepto
fundamental en la ética y la filosofía política, ya que busca promover el interés
colectivo por encima de los intereses individuales.
Abarcamos tres enfoques el primero filosófico donde desarrollamos las teorías de
principales filósofos como Platón, Aristóteles y también la primera encíclica Rerum
Novarum. El bien común implica la búsqueda del beneficio de todos los miembros de
la sociedad, sin discriminación ni exclusión. Se basa en la idea de que todos los seres
humanos tienen derechos y dignidad, y que es responsabilidad de la comunidad
asegurar que estos derechos sean respetados y garantizados.
En el enfoque histórico tiene origen en la antigüedad clásica, con el avance de la
modernidad el concepto del bien común se fue separando de la tradición aristotélica,
ya que surgieron diferentes posiciones, entre el liberalismo de base individualista
donde el bien de la sociedad cede ante el de la persona y el de los colectivistas que
plantea una sociedad como una entidad propia, con un bien colectivo. Para lograr el
bien común, es necesario promover la justicia social, la igualdad de oportunidades.
En lo que respecta al pedagógico, este enfoque considera a la educación como un
bien que tiene como base las nociones más antiguas, es decir, la base de toda
democracia y la armonía social: el bien común, donde busca orientar al bien a las
nuevas generaciones, una persona orientada al bien común será equitativa, podrá
vivir en paz y respeto.
En resumen, el bien común es el objetivo central de toda sociedad, ya que busca el
desarrollo y el bienestar de todos sus miembros, también está en constante evolución
y adaptación a las necesidades y circunstancias de cada sociedad. Requiere de un
compromiso permanente por parte de todos los actores sociales, desde los gobiernos
y las instituciones hasta los ciudadanos, para trabajar juntos en la construcción de un
mundo más justo y equitativo.
I. Bien social
1.1 Concepción desde la perspectiva de San Agustín, Santo Tomás de
Aquino y Millán Puelles.
Se puede empezar escribiendo sobre San Agustín y Santo Tomás de Aquino, el
primero manifiesta que la caída del Imperio Romano se debió a la falta de virtudes e
intereses consideradas las principales características del mundo cristiano. El segundo
define al bien común como lo perfecto que todos desean. Santo Tomás de Aquino
define al bien común como una noción primera, por lo que no puede ser explicado por
algo anterior, sino sólo por algo posterior, es decir, por sus efectos. Por otro lado, se
entiende que la concepción sobre dios es la más alta bondad y por ende el bien común
era trascendente porque no era algo que se buscaba de manera individual sino a
través de la fe. Las primeras explicaciones sobre el concepto del bien común fueron
realizadas por autores cristianos, principalmente vinculados con la escolástica, en
muchos escritos se encuentra el deseo de lograr la unificación de las acciones
humanas para poder alcanzar el bien común (Jofre, 2012).

El filósofo Millán Puelles (1971) define al bien común como “el que es apto para ser
participado por todos y cada uno de los miembros de una comunidad y sociedad de
personas humanas es decir el bien común puede tener conjuntamente varios
beneficiarios” (p.36).

II. Enfoques sobre la problemática del bien social

2.1 Enfoque filosófico

Según la Editorial ETECÉ (2021) el bien común se entiende como las condiciones de
la vida social que se relacionan con el bienestar de todos, y para ello, se exige la
prudencia, en especial de aquellos que poseen autoridad. Esta percepción tiene su
origen en los antiguos filósofos griegos Platón y Aristóteles, tal como lo afirma Macías
(2011) “…la misma Asamblea ateniense la que condenó a muerte a Sócrates, Platón
fue muy crítico con este régimen. Para él, la democracia había exacerbado los
intereses individualistas por encima del bien común de la sociedad…” (p.3).

En la era medieval con la tradición escolástica, aparece uno de sus máximos


representantes Santo Tomás de Aquino quien en su Summa Teológica (1265)
manifiesta que "toda ley se ordena al bien común" (p.90 a.2) Se deduce, entonces, que
el concepto del bien común fue abordado por autores clásicos y medievales, quienes
comparten sus diferentes perspectivas, con la finalidad de establecer una base que
sirva como un punto de partida para los planteamientos éticos.

2.1.1 Perspectivas clásicas: Platón, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino.

Los planteamientos éticos y políticos de Platón están enmarcados en su Teoría de las


ideas, con la cual ensambla toda su filosofía; para entender, pues, su teorización
sobre el bien común, debemos tenerla como referente continuo, sin olvidar, que su
propuesta se caracteriza por un idealismo total. Así, en el ámbito moral su ética es
desarrollada desde la idea del bien y en lo político, plasmada en el estado ideal. Por
otro lado, Aristóteles aporta nuevos matices, al distanciarse de Platón, desarrollando
un realismo que podríamos calificar de científico y que le lleva a considerar la ética
como una parte de la política, regalándonos el concepto polis, que podría
considerarse su equivalente al de bien común. La ética y la organización social en
Aristóteles hay que leerlas dentro del marco de su ontología, entendiendo, que el bien
es aquello a lo que tienden todas las cosas (Aguilar,1986).

Aristóteles imagina la ciudad no como una armonía y unidad absolutas, sino como
una pluralidad, en la que conviene que la propiedad sea en parte común y pública, y
en parte privada. Afirma que la propiedad, en efecto, debe ser común en un sentido,
pero debe ser privada hablando de una manera general (Aristóteles, 1973).

Platón en La República concibe que la concepción del bien común podría lograrse
cuando no exista distinción alguna, él decía que la fundación de una ciudad debe ser
realizada sin distinción. En la búsqueda del bien común de la polis, Platón considera
que los dirigentes de la ciudad sólo podrán actuar en beneficio común si no poseen
nada en privado, salvo la propiedad de su cuerpo (Platón, 1974a: V, XII).

Según Mondolfo (1964), menciona que el pensamiento de Platón concibe el bien


como armonía: el Bien es lo Uno, mientras que para Aristóteles era el bien más
elevado, en conclusión, hacen referencia a un bien alcanzable y a su vez propio por
parte de la comunidad donde es compartida para cada miembro, es decir se
consideran ambos intereses, los individuales y los intereses de la comunidad.
Entonces Aristóteles y Platón concuerdan en una armonía existente entre el bien
individual y el bien de la comunidad, ambos señalan que no puede conseguirse sino
es en las polis que tiene por finalidad el logro de una buena vida para los ciudadanos.

Por otro lado, Michelini (2007), menciona que el bien común es uno de los principios
clave de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, que ha sido precisado y reformulado
históricamente en distintos documentos eclesiales. El concepto tradicional católico de
bien común está firmemente arraigado en el pensamiento social de Santo Tomás de
Aquino, quien, a su vez, se basa en la filosofía aristotélica y en la metafísica cristiana
de un Dios creador y redentor. Para Santo Tomás, al igual que para Aristóteles, la
teleología, es decir, la idea de que todas las cosas y todos los seres tienden a un fin
último es un concepto filosófico clave. “El hombre tiende natural e inevitablemente
hacia su perfección, hacia la realización de sus posibilidades en cuanto hombre, hacia
su último fin o bien” (Copleston, 1960: 247).

Santo Tomás concuerda con Aristóteles en que es al soberano a quien le corresponde


guiar a todos a un único bien común: "la vida social entre muchos no se da si no hay
al frente alguien que los oriente al bien común, pues la multitud de por sí tiende a
muchas cosas... Cuando muchos se ordenan a algo único, siempre se encuentra uno
que es primero y dirige" (Sum. theol., Ia, 96, 4; trad. esp.: 1986: 854).

Las características de una sociedad bien ordenada son: la ley, la autoridad del
soberano y la unicidad. En general, la ley es entendida como una prescripción u
"ordenación de la razón, en orden al bien común, promulgada por quien tiene el
cuidado de la comunidad" (S.t., Ia, IIae, 90, a.2, a.4; trad. esp.: 1989: 105, 708).

Platón, Aristóteles y Santo Tomás coinciden en señalar que el bien común es un


concepto político clave porque está relacionado tanto con la consecución de una
sociedad bien ordenada como con la plena realización individual.

2.1.2 Perspectivas modernas: Locke, Stuart Mill, Rawls, Durkheim y


Dewey.

Otros filósofos añadirán también diferentes conceptos sobre el bien común o social a
través de perspectivas y posiciones que se regirán de acuerdo a su contexto histórico,
pero que de todas formas ayudará a comprender los aspectos del bien común bajo
diversos ámbitos.
Según Locke (1690), en su libro Segundo tratado sobre el gobierno civil menciona la
existencia de tres derechos fundamentales inherentes al ser humano y que debe ser
respetado por el gobierno y la sociedad, los cuales son: el derecho a la vida; donde
toda persona tiene el derecho a vivir y ninguna otra puede quitársela, derecho a la
libertad; todos los seres humanos tienen derecho a la libertad y nadie puede
restringirla sin una buena razón, derecho a la propiedad privada, todos tienen derecho
a poseer y controlar sus propios bienes y nadie tiene el derecho de tomar la propiedad
de otra persona sin su consentimiento. Es bajo este concepto que se puede sentar
bases más políticas y judiciales, pues estos derechos actúan en una sociedad como
ley, lo que significa que existen sanciones y penalizaciones a aquellos que violen
estos derechos.

De acuerdo al autor se agrega una mayor profundidad al concepto de bien social,


pues establece bases de convivencia en sociedad que ayudan a la cohesión social y
al desarrollo colectivo. En esta teoría política planteada en el mismo libro, el gobierno
es establecido por consentimiento mutuo para proteger estos derechos individuales y
promover el bienestar de la sociedad. El propósito principal del gobierno es
salvaguardar la propiedad de las personas, ya que Locke consideraba que la
propiedad privada era fundamental para el bienestar y la prosperidad de los individuos
y la sociedad en general.

Mill (1859), basa su concepto del bien social en el principio del utilitarismo, una teoría
ética que sostiene que las acciones son buenas en la medida en que maximizan la
felicidad o el bienestar general de la sociedad. Mill argumenta que el objetivo último
de la moralidad y del gobierno es promover la mayor felicidad para el mayor número
de personas. En su obra Sobre la libertad, expone su visión del bien social y destaca
la importancia de maximizar la utilidad o felicidad en la toma de decisiones éticas y
políticas. Dentro de su libro, considera dos puntos importantes que afianzan el
concepto de bien social, estos son: libertad individual y bienestar social. Mill defiende
la importancia de la libertad individual como un elemento esencial para el bienestar
social. Considera que la autonomía y la libertad de elección son fundamentales para
la realización personal y la búsqueda de la felicidad. Sin embargo, también sostiene
que la libertad individual debe tener ciertos límites cuando puede causar daño a los
demás.
Si bien el libro Sobre la sociedad no habla específicamente sobre el bien social, si se
puede inferir que Mill tiene su propia concepción de este usando como base al
utilitarismo para lograr un estado de paz y convivencia entre sus miembros teniendo
como principal teoría la búsqueda de la felicidad.

Rawls (1995), filósofo político y moral estadounidense, fundamenta el bien social


como la capacidad de las personas para elegir acciones justas basándose en razones
lógicas, propuso una teoría ética y política denominada "justicia como equidad", que
busca establecer los principios básicos de la justicia en una sociedad democrática.
Ante ello, el bien social se alcanza cuando las instituciones sociales y políticas se
basan en principios de justicia que son aceptados por todos los ciudadanos de
manera equitativa.
En su obra principal, Una teoría de la justicia, propone el "principio de igualdad básica"
y el "principio de diferencia justa" como fundamentos de la justicia social.
El principio de igualdad básica establece que todas las personas tienen derecho a un
conjunto básico de libertades y oportunidades iguales. El principio de diferencia justa
permite las desigualdades económicas y sociales siempre que beneficien a los menos
favorecidos de la sociedad.

En conclusión, Rawls argumenta que una sociedad justa debe permitir la existencia
de desigualdades sólo si se traducen en ventajas para aquellos que se encuentran en
una posición más desfavorable, como la redistribución de recursos y oportunidades
para mejorar sus condiciones de vida. Asimismo, menciona que para lograr el bien
social es necesario la igualdad de derechos entre sujetos de una misma sociedad y
la equidad que deberá surgir cuando se crea una diferencia entre las clases sociales.

Durkheim, otro influyente sociólogo, tenía una perspectiva distintiva sobre el bien
social, sostenía que el bien común se logra a través de la cohesión y la integración
social en una sociedad. Para Durkheim, el bien social se basa en la existencia de una
conciencia colectiva y en la solidaridad social, también enfatiza la importancia de las
instituciones sociales, como la educación y la religión, en la formación de la conciencia
colectiva y la promoción del bien social. La propuesta de Durkheim es relativamente
más utópica en comparación, pues requiere de mucho más esfuerzo humano como
colectivo, pero refuerza la idea de que una sociedad debe trabajar conjuntamente
para mantener una estabilidad acorde.
Dewey (1998) filósofo y educador estadounidense, tenía una concepción del bien
social que se relaciona estrechamente con su enfoque pragmático y su filosofía
educativa. El bien social se alcanza a través de la participación democrática, la mejora
continua de la sociedad y la promoción del crecimiento individual y colectivo. Este
autor sostenía que el bien social se logra cuando las instituciones y prácticas sociales
fomenten la igualdad de oportunidades, la participación activa de los ciudadanos y la
resolución colaborativa de los problemas sociales. Consideraba que la educación
tenía un papel fundamental en la formación de ciudadanos comprometidos y capaces
de contribuir al bien de la sociedad.
En su obra Democracia y educación aborda la importancia de la educación como
herramienta para la formación de individuos responsables y comprometidos con el
bien social. Argumenta que una educación centrada en la participación democrática,
la reflexión crítica y la experiencia práctica prepara a los individuos para contribuir al
progreso social y al bienestar colectivo. Como educador, John Dewey tenía un
concepto especial del bien social, en el que haciendo uso de la educación como
principal herramienta podría ayudar a la formación de personas de bien, orientadas a
la sana convivencia en comunidad.

Dewey también destaca la importancia de la comunidad y la cooperación en la


construcción del bien social. Para él, una sociedad justa y próspera se basa en la
colaboración entre sus miembros, en la valoración de la diversidad y en la atención a
las necesidades de todos los individuos.

2.1.3 Rerum Novarum (1891)

Es la primera encíclica social de la Iglesia Católica y fue una carta abierta dirigida a
los obispos; en esta encíclica se manifestaba las condiciones de las clases
trabajadoras, el Papa León XIII, dejaba planteado su apoyo al derecho laboral donde
manifestaba el poder formar sindicatos. El Papa León XIII, cita a Aristóteles, haciendo
referencia al bien común como justicia legal “Dice el Filósofo, en el libro V de la Ética,
que la justicia legal, que ordena los actos de los hombres al bien común, no difiere
sino según la razón de la virtud que ordena los actos del hombre a uno solo”.

Ante lo expuesto anteriormente el Rerum Novarum tiene como principal objetivo el


determinar lo correcto y el verdadero sentido del trabajo en la vida del hombre, fueron
presentadas como propuestas políticas y socialistas que se encaminaba a eliminar
los derechos a la propiedad y promover un orden social totalitario.

2.1.4 Existe una desigualdad humana

Como base cada persona tiene que acomodarse a la condición humana pues no todos
pueden ser iguales, existen muchas desigualdades como los talentos, ingenios,
fuerza o salud, seguida también la desigualdad económica esto mueve a los hombres
a la diversidad sobre la búsqueda de la fortuna de cada uno (León XIII, 1891).

Larrú (2018), menciona que en la Rerum Novarum, León XIII defiende a la propiedad
privada; quién insiste en las desigualdades naturales regidas por Dios que son
necesarias para que la sociedad prospere, por otro lado, hace una crítica al socialismo
por creer que la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción es
la solución al problema de la desigualdad, en pocas palabras, la desaparición de los
gremios, la usura y el comercio son las causas de la desigualdad intolerable entre
obreros y patronos.

Por otro lado, en la encíclica se menciona el poder desarrollar una doctrina social
católica para una reconstrucción social, es aquí donde se formaron las instituciones
benéficas o centro de auxilio para las personas. Para los gobernantes queda un punto
de partida para beneficiar a las demás órdenes sociales y de esa manera aliviar las
situaciones de los proletarios, ya que el estado tiene como principal función el deber
velar por el bien común. Importa que toda sociedad se gobierne por los mandamientos
y principios, se busca el bienestar del público que se fomente la religión para que
exista la paz, orden y justicia para que no exista la violación a los derechos y de esa
manera sean capaces de defender a su comunidad o sociedad.

Además, el Papa Francisco (2014) explica que “sólo cuando el hombre se concibe a
sí mismo como uno, que por naturaleza está ligado a los demás, originariamente como
hermanos, es posible una práctica social donde el ‘bien común’ ¡deje de ser una
palabra vacía y abstracta!”.

2.1.5 La esencia del bien común

En el sentido social el bien común es el fin de la justicia social, porque el objetivo de


la sociedad lo constituye el bien de todas las personas que la integran. La justicia es
la virtud que ordena la convivencia entre los miembros de la sociedad, por eso: “El fin
de la sociedad en cuanto tal no puede ser el bien privado de ninguno de sus miembros
en particular, aunque ese bien sea legítimo y no se oponga, por tanto, a los derechos
de la sociedad misma ni a los que respectivamente pertenezcan a los restantes
miembros integrantes de ésta” (Millán, 1971, p.4).

Stein (2012), lo explica afirmando que “La sociedad no es posible sin la aspiración a
un bien común de todos aquellos que la integran, y a la que están llamados a contribuir
y proteger” (p.1).

Plantea Millán (1981) "la justa distribución de las riquezas aparece como factor
decisivo para el bien común en la medida en que esa distribución condiciona la paz
como un elemento imprescindible de la estructura propia de dicho bien". La esencia
del bien común para el autor está constituida por tres componentes, el bienestar
material, la paz y los valores culturales, también en el bien común existe un orden, el
primero, el bienestar material es una situación que todos los ciudadanos comparten,
la segunda tiene una importancia antropológica, en los valores culturales se halla lo
referente a al "sentido de la existencia personal del hombre y de la significación de la
comunidad humana", todos los que conforman la sociedad deben ser partícipes de
los valores de la cultura, "todo individuo necesita la ayuda de otros para poder vivir y
convivir pues de este modo satisface su necesidad natural".

Juan Pablo II (2004), afirma que la riqueza de cada persona es tal que no es posible
llegar a una manera general y simplista de entender al hombre. “Es difícil formular una
teoría general sobre el modo de tratar a las personas... Cada hombre es una persona
individual, y por eso yo no puedo programar a priori un tipo de relación que valga para
todos, sino que cada vez, por así decir, debo volver a descubrirlo desde el principio”.
2.2 Enfoque histórico

Argandoña (2011) cita para este enfoque la tradición clásica o aristotélico-tomista, la


noción de bien común relaciona el bien de las personas, en cuanto forman parte de
una comunidad, y el bien de la comunidad, en cuanto orientada a las personas que la
forman. Para Aristóteles, la formación de cualquier comunidad requiere un bien
común (1984a, VII, 8, 1328a), porque «el fin de la ciudad es el vivir bien… Hay que
suponer, en consecuencia, que la comunidad política tiene por objeto las buenas
acciones, y no solo la vida en común» (1984a, III, 9, 1280b-1281a).

Tomás de Aquino asignó un nuevo impulso a la teoría aristotélica, el bien común


adquiere su significado en el gobierno: «gobernar consiste en conducir lo que es
gobernado a su debido fin» (1997, Lib. II, c. 3). Por eso, el fin de la comunidad no
puede ser distinto del bien humano. El fin del hombre está en contemplar y gozar el
más alto de los bienes: Dios. El bien común tiene, pues, una dimensión sobrenatural,
y otra temporal, que coincide con aquello que requiere la sociedad para vivir de
manera buena.

Según Reyes, a fines del siglo XVIII Kant, intenta crear una ética universal,
estableciendo un deber moral que pueda aplicarse en cualquier tiempo y lugar,
creando su imperativo categórico, poniendo como máxima a realizar: “obrar de tal
modo que puedas querer que tus actos puedan ser ley para todos” (p.6). Así el obrar
bien se convierte en un deber, no solo para cada persona en particular, sino aún para
el estado. Un estado es justo para Kant, cuando sus leyes establezcan a los
ciudadanos obrar bien como deber.

Con la modernidad, el concepto de bien común se separó de la tradición aristotélico-


tomista. Aparecieron entonces una gama de posiciones, entre el liberalismo de base
individualista (el bien de la sociedad cede ante el de la persona) y los colectivismos
(la sociedad es una entidad propia, con un bien colectivo, distinto y superior al de los
ciudadanos). Argandoña. (2011)
2.2.1 ¿Qué es el bien común?
Habría que retroceder más en el tiempo, más atrás incluso de la aparición de la de
los asentamientos humanos en ciudades, la vida sedentaria, parece que la de la
relación entre los seres humanos con tendencia dominante ha sido una constante en
los pueblos o grupos de la especie humana, y esto ha provocado dificultades entre
las personas forzando a encontrar una respuesta que dirija al bien común ,teniendo
también en cuenta que la siembra de revoluciones a garantizado el florecimiento de
la vida de la naturaleza y de los pueblos, la lectura completa del libro de historia de la
humanidad no es posible leyendo solo las páginas de las violencias. La memoria
histórica nos recuerda que siempre han existido pueblos y personas que se han
levantado en nombre propio y de la naturaleza para oponerse al dominio y
explotaciones. Esos levantamientos históricos populares y personales por la justicia,
la vida se desarrolló en nombre del bien común, también se tiene que considerar los
ámbitos principales como lo social, ético, moral y político etc. Y tener una mirada
amplia, conceptos claros y básicos como la especie, el individuo y la sociedad.
Serrano (2017).

2.2.2 ¿El creador es un buen propio o bien común?


Según Gómez (2016), entender que el creador es solo propio no tendría sustento,
pues equivale a ponernos en su misma jerarquía o decir que está nuestro servicio, es
por eso que entender al creador con un bien común supremo, universal, que serían
inicio del bien común en el hombre. El bien común supremo Dios, en un inicio y de
ahí otros bienes comunes inferiores que pasan desde el nacimiento, más tarde en la
escuela, en el entorno cercano ya en el ámbito político, las personas se involucran
voluntaria o involuntariamente en el bien común social o político. Podemos hablar del
concepto del bien común conocido y documentado desde la Grecia clásica, Aristóteles
reconoció que el todo, era mayor que los fragmentos, tanto en el nivel básico de la
vida como en lo político, a nivel político era en Las polis las que tenían total relevancia
sobre toda organización social, según Aristóteles eran en las polis donde los hombres
obtendrían una vida buena, moral y política asumida y organizada por hombres libres,
decían que eran ciudadanos los que buscaban unirse y con su participación en
conjunto realizan acciones en el beneficio de todos.
Según Herrera (2008), tanto para Aristóteles como para Tomás de Aquino el ser
humano es un ser social por naturaleza, el bien común tiene un punto de inicio con
las necesidades que tiene el hombre para su desarrollo y convivencia con otros ya en
la época moderna bajo la mirada del contractualismo y con sus representantes como
Kant, Hobbes entre otros. Las personas no son seres sociales por naturaleza, sus
derechos y razón natural son diferenciados por sus acciones, evitando no socavar los
derechos de los demás, mientras no haya un acuerdo común, existía el riesgo
innegable de la agresión, la fuente de autoridad recaía en el sujeto y para evitar un
problema mayor las personas decidían la una unión de voluntades individuales,
entonces bajo la mirada contractualista el bien común consistía de resultado de la
suma de los bienes particulares. En la época de la ilustración, madurez de la
modernidad enfatizó se enfatizó el individualismo a su juicio, el bien social radica en
el bien de cada una de las partes que integran la totalidad. Michelini (2007).

Como suceso histórico, el bien común se ha presentado como un ideal buscado


permanentemente; como un punto inicial bajo el cual las distintas formas sociales han
pretendido conseguir su bienestar. En los inicios de la época moderna se asumió
como el bienestar de los individuos que en último término se reducía a los nuevos
grupos sociales y en la actualidad son las naciones, las etnias, los hombres, los
trabajadores, los que demandaban mejores condiciones de vida. Por ese motivo, la
historia del bien común ha sido la historia misma de la búsqueda de mayor dignidad
y respeto de las personas y los pueblos. Gómez (2016).

2.3 Enfoque pedagógico

Según el pedagogo Sánchez (2021) comenta sobre el Aprender a ser (de manera
integral): desarrollando todos los talentos, sabiendo que todo ha sido dado para
nuestra propia plenitud y la de los demás. Aprender a convivir (en una lógica de la
alteridad): respetando las diferencias y valorando la irrestricta dignidad de cada
persona, de ahí actitudes características como la escucha, el respeto y la acogida.
Aprender a transformar y servir (lógica del don): concibiendo a los otros como los
destinatarios del desarrollo de los propios talentos; así, cuando identificamos
carencias en la comunidad, se detona una actitud de servicio que busca transformar
los entornos para volverlos más humanos y esperanzadores.
Aprender a trascender (duc in altum): encontrando la motivación última del actuar
educativo en la santificación de la vida a través de la búsqueda y construcción del
bien común, es decir, gastando la vida en generar condiciones de auténtico y pleno
desarrollo de los demás, llevando la barca de nuestra existencia siempre ‘más allá’
del propio interés y del propio beneficio.

2.3.1 El fin de la pedagogía del bien común: humanitas – Duc in altum

Según Locatelli (2010), el modelo puede parecer no evidente para la mayoría. ¿Qué
puede significar la expresión “trascendencia en el bien común”? Por empezar: ¿Qué
es lo que se trasciende? ¿Mi realidad humana?, ¿mi modo de existir y actuar?, ¿el
mundo en el cual vivo?, ¿o el conocimiento que adquiero de la realidad, de mí o del
mundo? Pero inmediatamente sigue otra interrogación: ¿trascender hacia qué o
quién?, ¿hacia Dios?, ¿hacia otro yo?, ¿o quizás hacia otro mundo u otra ciencia?
Finalmente, si fuera poco, surge la siguiente pregunta: esta trascendencia, cual sea
lo que pueda ser, ocurre en el bien común. Este último es, por lo tanto, el medio o la
forma que adopta esta transcendencia. Pero, ¿cuál aspecto del bien común
considera esta fórmula?, seguramente no pueden ser las condiciones sociales
necesarias para el desarrollo integral de las personas. Condiciones sociales, que por
más místico que sea uno, no son habitualmente reconocidas como trascendentales.
Seguramente, al contrario, se piensa que aquí ha de estar ligada al bien común
universal, es decir al télos o fin al que una dinámica del bien común se dirige. ¿Pero
cuál es éste?, ¿la verdad?, ¿el bien?, ¿el amor?, ¿una comunión universal?, ¿la
paz, la justicia o la prosperidad?, ¿o todo esto a la vez?, la expresión requiere por lo
tanto ser explicitada para no dar lugar a ambigüedades.

Según la UNESCO (2015) ‘Trascender’ designa aquí la tensión que genera en


nuestra existencia la búsqueda del bien común universal. El modelo propone dos
elementos como contenido de este bien común universal. El primero es una cierta
realidad: la humanitas (humanidad en sentido pleno); el segundo es la actitud que
corresponde a la humanitas y que traduce la expresión evangélica duc in altum
(rema mar adentro –lc 5,4–). La humanitas designa a la vez tanto el conjunto, todos
los seres humanos, como la cualidad esencial por la cual somos humanos. Como lo
menciona el Dr. Jorge Medina más adelante, en su capítulo sobre el encuentro esta
cualidad esencial se da en el seno de relaciones, es decir, es relacional. Se advierte
nuestra propia humanidad por un proceso relacional, donde se aprende y se madura
la propia humanidad. El recién nacido, sin sus padres y más ampliamente sin la
comunidad en la cual nace, no logra desarrollar ni el habla, ni el raciocinio ni su
libertad. Se actualiza la propia humanidad a través de las relaciones que lo
constituyen a uno como humano.

En otras palabras, la humanidad no es únicamente una realidad individual, es una


realidad común y a la vez participada a cada uno de manera única e irrepetible. Se
es humano junto a otros, nunca excluyendo a otros. Lo que le hicieron a aquél que
no conozco me afecta misteriosamente a mí, en lo más esencial de mí, en mi
humanidad. Se es menos humano porque denigraron, torturaron o mataron al
inocente.

Según Romeu (2018) Esta concepción de la humanitas es judeo-cristiana en su


expresión, aunque se encuentra también presente en la mayoría de las otras culturas
y religiones. En el contexto judío, esta humanidad compartida es parte del designo
creador de Dios que crea a Adán y a Eva en una reciprocidad y una diferencia.
Juntos son imagen de Dios, no así en su singularidad y su distinción. Es este mismo
imperativo que resuena nuevamente con el homicidio de Abel a manos de Caín:
‘¿dónde está tu hermano?’ pregunta Dios y aquél le responde: ‘¿acaso soy yo el
guardián de mi hermano?’. Ruptura primigenia del lazo de la humanitas por el
homicidio, violencia a la cual se ha entregado Caín y que no lo hace más humano,
es decir, conforme a la imagen de Dios, sino más disimilar, menos humano y más
bestial.

En el Nueva Testamento, está humanitas llega a ser encarnada, redimida y llevada


a su perfección en la persona de Cristo. La palabra de Pilato ‘He aquí el Hombre’
(Jn 19,5) al presentar Cristo flagelado ante la muchedumbre es de doble sentido:
Juan el evangelista da a entender que aquí no sólo está un hombre particular, sino
el Hombre en quien nuestra común humanidad, marcada por la violencia y el rechazo
a Dios, ha sido redimida y llevada a su perfección. Es por lo tanto en la persona de
Cristo, por el don de la filiación en el bautismo, que el cristiano accede a esta
humanitas renovada. Una humanidad que exige, sin embargo, de manera más
radical que nunca un cierto tipo de relación con el otro. El texto de Mateo 25,40
expresa esta exigencia: “lo que hicieron a unos de estos pequeños, a mí me lo
hicieron” afirma Cristo Pantocrátor al final de la historia. Esta radical exigencia de
unidad y solidaridad del género humano en la persona de Cristo fue expresada en
todo su exceso divino por Dostoievski cuando afirma el stárets Zósima, en cuanto
cristiano y por la gracia de Dios: “yo soy responsable de todo, ante todos, por todo”
(Hermanos Karamazov VI,2).
III. Conclusiones
En el presente informe recopilamos diversas informaciones acerca del bien común y
nos damos cuenta que ha estado presente como un principio de convivencia social,
en un modelo para la organización de la sociedad en su intento de reconciliar al
individuo con la comunidad en la que los miembros se sintieran unidos por un único
interés y los mismos bienes a alcanzar. Además de la presencia del bien común en la
filosofía política de los pensadores griegos clásicos, fue relativamente fácil para los
teólogos cristianos aceptarlo y corregirlo para que fuera asumido, definido y aplicado
posteriormente en un ejercicio de reconstrucción.
Mientras el rol de la Iglesia, sin embargo, sigue ofreciendo en la actualidad su modelo
de bien común vinculado a las cualidades del ser humano sobre todo su sociabilidad
innata donde el bien común es un principio de moral que cuida de las condiciones de
la vida en sociedad para la realización y el desarrollo tanto de la persona como de
todos los grupos en los que nos asociemos.
Cuando uno revisa la historia de la pedagogía, se da cuenta de que los educadores
católicos ocupan un lugar especial y significativo en ella. El amor por educar –que el
otro crezca y alcance su pleno desarrollo– es una constante en la historia de la Iglesia.
Una de las primeras piezas de la literatura cristiana fue, precisamente, la Didajé ton
dódeka apostólon (Enseñanza de los doce apóstoles) que, en la segunda mitad del
siglo primero, ya manifestaba la actividad misionera, moral y apostólica de la Iglesia
en clave ‘didáctica’; también resulta interesante constatar que hacia finales del siglo
II, fue Clemente de Alejandría quien dio testimonio de la fusión de horizontes de la
paideia griega, la humanitas romana y la caritas cristiana; para él, en su obra ‘El
Pedagogo’, el ideal de la vida lograda, plena y madura es la santidad de vida, y hacia
ese fin debe encaminarse toda formación humana.
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Ediciones UNESCO.
INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR
PEDAGÓGICO PÚBLICO
“MANUEL GONZÁLEZ PRADA”

PROGRAMA DE ESTUDIOS: Educación Secundaria

ESPECIALIDAD: Ciudadanía y Ciencias Sociales

DOCENTE: Dra. Flor de María Sánchez Aguirre

INTEGRANTES:

Camacho Infante, Evelyn

León Gómez. Mario

Merino Ramírez, Manuel

Figueroa Borgo, Sandro

Silva Montoya, Kelly

LIMA 2023-I
ÍNDICE

CONCEPCIONES FILOSÓFICAS

Introducción

I. Concepción ética de Epicuro

1.1 El placer como Télos

1.2 ¿Qué es el placer para Epicuro?

1.3 Las delicias de un Jardín: Epicuro en lugar seguro

II. Concepción ética de Habermas y Karl-Otto Apel

2.1 La ética del discurso de Habermas

2.2 Concepción ética de Karl-Otto Apel

III. Conclusiones

Referencias
Introducción

En el presente informe académico presenta las principales concepciones de Epicuro,


Habermas y Apel.
La ética de Epicuro, conocida como el epicureísmo, es una filosofía ética que se basa
en las enseñanzas del filósofo griego Epicuro, quien vivió en el siglo IV a.C. La ética
epicúrea busca el bienestar y la felicidad como el objetivo principal de la vida humana.
Presentamos un informe general sobre la ética de Epicuro: El epicureísmo tiene
aspectos valiosos en su enfoque hacia la felicidad y el placer como componentes
fundamentales de una vida ética. A diferencia de la interpretación moderna del término
"epicúreo", que se asocia a menudo con el hedonismo irresponsable, la ética de
Epicuro tiene una connotación más profunda.
Epicuro enseñaba que la clave para la felicidad radicaba en evitar el dolor y buscar
placeres moderados y simples en la vida cotidiana. Sin embargo, esta búsqueda del
placer no se centraba en una gratificación inmediata y egoísta, sino en una sabiduría
prudente y en cultivar amistades significativas. Para Epicuro, la tranquilidad del alma
(ataraxia) era un estado deseable que se alcanzaba a través de la moderación, la
autarquía y el desapego de los deseos innecesarios.
Esta perspectiva ética de Epicuro destaca la importancia de la amistad, la prudencia
en el uso de los placeres y la autonomía personal. Además, promueve una vida
sencilla y virtuosa que no depende de riquezas materiales o de lujos. En muchos
sentidos, la ética de Epicuro puede ser vista como una filosofía que fomenta la
autorreflexión y el autodescubrimiento para alcanzar la verdadera felicidad.
Sin embargo, algunos críticos pueden argumentar que el enfoque excesivo en el
placer y la evitación del dolor puede llevar a una visión egoísta y individualista de la
ética, alejándose del bienestar colectivo y de las responsabilidades sociales. También
se podría argumentar que la filosofía epicúrea no aborda adecuadamente cuestiones
éticas más complejas, como la justicia y la moralidad en situaciones difíciles.
En resumen, la ética de Epicuro ofrece una perspectiva interesante sobre la felicidad
y la autenticidad en la vida, promoviendo una existencia basada en la moderación y
el cultivo de amistades significativas. Sin embargo, como con cualquier sistema ético,
es necesario equilibrarlo con otras perspectivas para abordar cuestiones éticas más
amplias y complejas que enfrentamos en la sociedad.
Por otro lado, tenemos a Jürgen Habermas es un filósofo y sociólogo alemán
contemporáneo, perteneciente a la tradición de la Teoría Crítica de la Escuela de
Frankfurt. Su ética está relacionada con su teoría discursiva de la ética y la moral.
Habermas busca una ética basada en el diálogo y la comunicación racional entre las
personas. Su enfoque ético se enfoca en el principio de la comunicación libre y abierta,
en la que las personas puedan justificar racionalmente sus valores y acciones a través
del debate público. Para Habermas, la ética se deriva de la ética del discurso y la
búsqueda de consensos racionales y normas que promuevan la coexistencia pacífica
y justa.

Para finalizar el informe tenemos la concepción filosófica de Karl-Otto Apel, filósofo


alemán asociado con la Escuela de Frankfurt y conocido por su trabajo en la ética del
discurso. Apel fue influenciado por el pensamiento de Habermas y desarrolló su teoría
ética en torno al concepto de ética discursiva o ética del discurso. Apel argumenta que
la base de la ética es el discurso comunicativo y racional entre las personas, en el que
se busque llegar a un acuerdo universalmente válido y éticamente justificado. Para
Apel, la ética se fundamenta en normas y valores que puedan ser aceptados por todos
los afectados por una determinada acción o decisión.

En resumen, mientras que Epicuro enfatiza la búsqueda de la felicidad a través del


placer y la virtud, Habermas y Apel se centran en la importancia del diálogo racional
y la ética discursiva para establecer normas y valores éticos compartidos. Cada uno
de ellos representa una corriente filosófica distinta y ofrece diferentes perspectivas
sobre cómo abordar cuestiones éticas.
I. Concepción ética de Epicuro

Para comprender la concepción ética de Epicuro, Acosta (1974) afirma que “el primer
paso de Epicuro para fundamentar su ética consiste en transformar la concepción de
la vida mediante una visión distinta de la muerte” (p.17).

Según Ortiz (2015) que la muerte es la desaparición de la sensación, y por lo tanto


con ella se terminan todos los sufrimientos y la vida deja de tener un sentido más allá
de la muerte. Sin embargo, si Epicuro puede entender así la muerte es porque supone
que la vida se reduce a sensación. La vida es sucesión de sensaciones concretas,
instantes sentidos, susceptibles de ser dolorosos o placenteros. La muerte es
entonces, simplemente, el último instante sentido. Como la muerte es, solamente, un
último instante, entonces la vida debe ser vivida de otra manera. No hay que
preocuparse por la muerte, porque sólo es un último instante. Es esta concepción de
la vida como sucesión de instantes sentidos lo que le lleva a Epicuro a considerar la
muerte como el instante final, y es esta misma consideración la que le llevará a
fundamentar una visión de la vida y un modo de actuar, una ética. Con esta
concepción de la vida y de la muerte quedan establecidos así los cimientos de su
perspectiva de ética. Ahora, tendrá que examinar en qué consisten los mejores
placeres, cómo llenar de disfrute los instantes de la vida. (pp. 12-14)

1.1 El placer como Télos

Cuando mencionamos que el placer es fin, esto corresponde a (télos) no nos referimos
a los placeres de los disolutos o a los que se dan en el goce, como creen algunos que
desconocen o no están de acuerdo o malinterpretan nuestra doctrina, sino al no sufrir
dolor en el cuerpo ni turbación en el alma.

Menciona Ortiz (2015) el placer es fin, télos, algo que debe ser buscado, que merece
la pena por sí mismo; el placer al que se refiere no es únicamente el gozo de los
apetitos carnales, sino sobre todo una ausencia de dolor corporal y anímico, un
disfrute tranquilo de una existencia sin turbaciones. El placer supone la vivencia total
del ser humano en el instante, pues la vida, como se ha visto, no es sino la vivencia
presente, y esa vivencia se hace plena en la medida en que el ser humano consigue
su bienestar, su presencialidad total ante sí mismo sin preocupaciones, sin penas.
(p.21)
Epicuro designa al placer como télos, pero no es un fin en el sentido aristotélico de la
palabra, sino más bien un límite. La filosofía de Epicuro mira sobre todo al presente,
que es lo que tenemos, y no al futuro. La concepción de la vida como sucesión de
instantes que propone Epicuro, apoyada en su visión de la muerte, hace que su noción
de felicidad se reduzca al presente, por lo tanto, con el placer, éste se entiende como
ausencia de dolores y penas en el cuerpo y el alma.

Carrasco (2018) señala que Epicuro parece suscribir la tesis central del hedonismo
psicológico o motivacional, según la cual es empíricamente constatable que
buscamos el placer y rehuimos el dolor en cada decisión que tomamos y curso de
acción que seguimos. Hay que considerar que de los deseos unos son naturales,
otros vanos; y de los naturales unos son necesarios, otro sólo naturales; y de los
necesarios unos lo son para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para
la vida misma. Epicuro afirma explícitamente el valor no instrumental del placer, pero
su noción de lo que lo produce no siempre se identifica con la experiencia
sensorialmente placentera, sino que incluye también ciertos estados mentales y
psicofísicos que son el resultado de cierto equilibrio interior. Epicuro consiente,
además, la postergación de la experiencia placentera, bajo la promesa de un placer
mayor en el futuro o la evitación de algún dolor eventual derivado de ella. (p. 57)

Sigue menciona que el término hedoné, según Epicuro es una denominación general
aplicada a varios tipos de placer. En primera instancia debemos comprender que los
placeres corporales y algunos placeres anímicos están asociados a nuestro contacto
más directo con el mundo, y se dan simultáneamente con la satisfacción de un deseo
natural y necesario para la supervivencia, puede suceder que nuestra vana opinión
reconduzca nuestros deseos naturales hacia objetos en los que el deseo encuentra
su satisfacción, pero que no constituyen un fin necesario. La eventual insatisfacción
de estos deseos innecesarios no afecta sólo corporalmente, sino también
anímicamente. La tristeza, por ejemplo, puede originarse por la dificultad de satisfacer
un deseo cuyo objeto erróneamente consideramos necesario. (p.59)

La base textual para esta interpretación se encuentra en la Carta a Meneceo (V. a. de


C.) donde Epicuro afirma que “por tanto, cuando decimos que el placer es el objetivo
final nos referimos a no sufrir dolor en el cuerpo ni estar perturbados en el alma” (p.3)
Por consiguiente, todo placer, por su misma naturaleza, es un bien, pero todo placer
no es deseable. Igualmente, todo dolor es un mal, pero no debemos huir
necesariamente de todo dolor. Y, por tanto, todas las cosas deben ser apreciadas por
una prudente consideración de las ventajas y molestias que proporcionan. En efecto,
en algunos casos tratamos el bien como un mal, y en otros el mal como un bien.

Si bien para Epicuro la felicidad consiste en vivir en continuo placer, no se trata de


cualquier placer, estos se deben elegir sabiamente. Epicuro distinguió los deseos
entre naturales y vanos, a la vez que entre los deseos naturales unos son necesarios
y los otros sólo naturales. Así, entre los deseos necesarios unos son necesarios para
la felicidad, otros para la tranquilidad del cuerpo y los otros para la vida misma
(González, 2023).

Según Epicuro no somos felices porque le tenemos miedo a los dioses y a la muerte.
Él creía que los dioses existen y están hechos de átomos como todo lo demás. Pero,
no vigilan nuestros actos ni se preocupan de nuestros actos. Por tanto, no hay que
tenerles miedo. En cuanto a la muerte, ésta no es más que la separación de los
átomos de los que estamos hechos. Asimismo, comprender que la muerte no es nada
para nosotros nos permite disfrutar de nuestra vida mortal. Al igual que Aristóteles,
para Epicuro la ética del placer también se basa en la autonomía. El sufrimiento lo
eliminamos cuando sabemos seleccionar los placeres y sabemos calcular su medida.
Lo importante es encontrar en uno mismo la serenidad y la autosuficiencia. Pero,
también, debemos ser buenos sin ser supersticiosos. No hay nada de bueno en ser
buenos por miedo a un poder superior.

Según Epicuro en Carta a Meneceo la clave para una ética del deseo está en la salud
y la serenidad del cuerpo y del alma lo cual constituye todo un programa y un método
de catarsis moral. Estamos ante una ética del deseo y del placer y no, en primer lugar,
de una moral del castigo y la sanción. Epicuro recoge y desarrolla este criterio: todas
nuestras sensaciones van acompañadas por emociones, ya de placer, ya de dolor.
Las emociones no nos dicen gran cosa sobre la naturaleza del mundo exterior,
únicamente sugieren qué acción debemos realizar. (p.3)
1.2 ¿Qué es el placer para Epicuro?

Según Deras (2017) afirma que: Se debe apuntar que para Epicuro todos los placeres
tienen su raíz en el cuerpo, sin embargo, los del alma serán considerados superiores
puesto que dependen más del mismo ser humano en tanto que por medio de la
filosofía, de la imaginación, de la reflexión, podemos acercarnos o llegar con mayor
intensidad al placer. De ahí entonces que para Epicuro en buena medida el filosofar
constituye el máximo placer. Aquí entra un concepto muy importante en todo el
planteamiento del epicureísmo: la ataraxia o la ausencia de perturbación espiritual o
de miedos y la aponía o falta de dolor en el cuerpo.

En la Carta a Meneceo se afirma que: el imperativo de la búsqueda de felicidad se


presenta como el fundamento de todo filosofar pues, cuando está presente, es el
motivo de la plenitud, y, cuando no, de la desgracia. Una vida así, regulada por la
virtud que se encuentra en la vivencia de la felicidad se asemeja a la de los dioses y,
por tanto, es irreprochable. De los deseos unos son naturales, otros vanos; y de los
naturales unos son necesarios, otros sólo naturales; y de los necesarios unos lo son
para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma [y] un
recto conocimiento de estos deseos sabe, en efecto, supeditar toda elección o
rechazo a la salud del cuerpo y a la serenidad del alma, porque esto es la culminación
de la vida feliz. (p.2)

Para Epicuro el placer además de ser ataraxia es autarquía, esto es, independencia
respecto a los propios deseos. Aquí se vincula la concepción de sabio que formuló
Epicuro y su escuela. Para éstos el sabio no es ambicioso, ni le gusta la vida pública.
En otras palabras, su opción es rechazar el poder. Desde su jardín, Epicuro se inclina
por la vida comunitaria, la tranquilidad y la amistad. El cultivo de la última funge como
uno de los bienes más apreciados ofrecidos por la sabiduría, indispensable para lograr
la felicidad en la medida que es fuente de placer en tanto genera seguridad y
confianza.
1.3 Las delicias de un Jardín: Epicuro en lugar seguro

Según Orozco (2014) menciona que: Epicuro fundó su propia escuela, mejor conocida
como el Jardín. Era un grupo de discípulos que se acompañaban constantemente,
contraían matrimonio a su manera y llevaban en la sortija la imagen del maestro.5 Se
practicaba una vida sencilla y frugal, además que se aceptaban hombres, mujeres y
esclavos. El cultivo de verduras que realizaban sus discípulos les permitió, incluso,
prestar ayuda a los atenienses con ocasión del asedio al que fueron sometidos por
Demetrio Poliorcetes. (p.19)

Siguiendo con la información sobre el jardín de Epicuro, Rodriguez (2013) afirma que:
Sí sabemos que la escuela epicúrea de Atenas tenía dos espacios bien diferenciados,
la Casa y el Jardín. Epicuro los adquirió por separado y en su testamento hace
mención a un reparto diferenciado de los mismos. Ambos lugares se encontraban
cercanos entre sí, aunque no ocupaban un mismo terreno ni acogían similares
actividades. La Casa estaba reservada para la producción de textos filosóficos, por
parte de Epicuro y sus ayudantes. El Jardín, por su parte, servía como residencia de
discípulos y lugar donde eran adoctrinados. Ahora bien, el medio fundamental de esta
forma de vivir, es la amistad para Epicuro la fuerza vinculante tanto utilitaria como
afectiva de la amistad controla la comisión de perjuicios, esto es, de imputaciones y
penas, en la comunidad, de camaradería que constituye su Jardín ya que si la culpa
es un sentimiento y Epicuro, a diferencia de Platón y Aristóteles, consideró el ámbito
de los sentimientos (pathe) como lo fundamental por su concepto del complejo
amistad-utilidad- afectividad como bases de la sociedad justa, hay que combatir la
culpa donde ella germina, a saber, el conjunto de creencias y miedos que se
constituyen en materia de los sentimientos morales. (p.7)
2. Concepción ética de Habermas y Karl-Otto Apel

Habermas filósofo sociólogo Alemán, es conocido por sus grandes aportes en


filosofía, el lenguaje, ética y teoría del derecho. él hace un planteamiento de que
permite hacer juicios morales y éticos para que llegue a encontrar un principio
universal. La forma de encontrarla es a través del diálogo, las personas nos
comunicamos para entendernos, por tanto, existe una razón de comunicación que
puede ser compartida.

La ética discursiva busca establecer normas y principios morales que sean aceptables
para todos los afectados y que puedan ser justificados mediante el proceso de
deliberación y diálogo entre personas libres e iguales. Se centra en la
intersubjetividad, es decir, en la capacidad de los individuos para comunicarse y
comprenderse mutuamente.

Habermas, J. (2008) menciona en su libro Facticidad y validez que a través de la razón


comunicativa el usuario se ve obligado a comprender y tomar una actitud analítica
sobre el mundo que lo rodea y a generar opiniones basadas en la realidad que
observa. De la misma forma, su opinión y sus acuerdos están ligados al
reconocimiento intersubjetivo y por lo tanto, no están exento de crítica, y todos los
participantes estarán comprometidos a seguir las consecuencias generadas tras el
consenso.

El diálogo racional y el intercambio de argumentos son considerados como el medio


para alcanzar consensos éticos. En este sentido, la ética discursiva se basa en la
premisa de que las normas morales justas y válidas son aquellas que pueden ser
aceptadas por todos los participantes en un proceso de comunicación libre y
equitativa. En esta teoría, se enfatiza la importancia de la igualdad, la reciprocidad y
el respeto por la autonomía y la dignidad de los individuos. Se busca superar las
desigualdades y las asimetrías de poder en la toma de decisiones éticas, permitiendo
que todas las voces sean escuchadas y tomadas en cuenta.

En el capítulo sobre el papel de la sociedad civil y de la opinión pública del mismo libro
Habermas nos menciona, tal y como dice el título, la importancia de la opinión pública
en el ámbito de derecho basándose en la teoría del pluralismo el cual significa la
coexistencia de diferentes sistemas normativos judiciales, no solo reconocido de
manera legal por el estado, sino también por el pueblo. (Diaz, E., & Antúnez, A. 2018)

En este capítulo, Habermas explora la relación entre democracia y Estado de derecho


y sostiene que la legitimidad de las normas y las instituciones en una sociedad
democrática se basa en el consentimiento y la participación activa de los ciudadanos.
Argumenta que la legitimidad democrática se deriva de la capacidad de los
ciudadanos para participar en procesos de deliberación y toma de decisiones políticas.

Habermas considera que la legitimidad democrática es esencial para garantizar la


justicia y la equidad en la sociedad, ya que implica la inclusión de todas las voces y la
consideración de los intereses y valores de todos los ciudadanos.

2.1 La ética del discurso en Habermas

Según Ortega (2020) afirma que la ética discursiva no proporciona orientaciones de


contenido, sino solamente un procedimiento lleno de presupuestos que debe
garantizar la imparcialidad en la formulación del juicio. la anterior cita corresponde a
la definición de la ética discursiva propuesta por Habermas, la moral puede ser un
lugar no fértil para la ética del discurso en particular cuando el sujeto agente toma una
decisión bajo su autonomía y libre albedrío. El objeto de esta exposición para
Habermas es mostrar que la ética discursiva puede emerger como una importante
herramienta en la solución de casos interpersonales, prácticos, morales y éticos
cuando intervienen mínimo dos sujetos hablantes dado su carácter dialógico
intersubjetivo, pero no cuando se trata de analizar la dimensión moral de un acto
socialmente relevante como es el caso del suicidio soberano, en donde la suprema
autoridad de la autonomía de la voluntad se hace presente. Por el contrario,
planteamos que, en el caso de una decisión autónoma y libre se sustenta mejor desde
la doctrina del Imperativo Categórico, del filósofo Emmanuel Kant debido a que en
sentido estricto pensamos que tanto la forma como el contenido del acto moral
individual, no debe ser analizado desde un punto normativo. (pp. 3-4)
2.2 Concepción ética de Karl-Otto Apel

Karl-Otto Apel, filósofo alemán y discípulo de Jürgen Habermas, desarrolla también


su teoría ética conocida como ética del discurso trascendental. Según Apel, K (1991)
el enfoque se basa en la búsqueda de normas morales fundamentales que puedan
ser aceptadas universalmente por medio del diálogo racional. Apel sostiene que la
ética se deriva de la capacidad humana para el discurso racional y la comunicación.
Su objetivo es establecer principios éticos que sean válidos para todos los seres
humanos en todas las culturas y contextos. Para lograr esto, Apel propone un proceso
de diálogo intercultural e interreligioso, donde se cuestionen y justifiquen las normas
morales a través de la argumentación racional. (p.10)

Como podemos observar, tanto Apel como Habermas presentan conceptos similares
sobre la ética con respecto al consenso a través de la comunicación, siguiendo un
enfoque racional mientras se exponen argumentos lógicos.

La ética según Apel se basa en el principio ético universal de la comunicación


normativa. Esto implica que las normas morales deben ser comunicativamente
validadas y tener en cuenta la igualdad de todos los afectados. Además, Apel enfatiza
la importancia de la responsabilidad ética y la solidaridad como principios
fundamentales para el bienestar individual y social. Apel también aborda la dimensión
ética de la racionalidad comunicativa y la relación entre ética y acción. Sostiene que
las normas éticas deben guiar nuestras acciones y que la comunicación ética tiene un
papel crucial en la toma de decisiones moralmente justificadas.
III. Conclusiones

En el contexto moderno, algunos filósofos y estudiosos encuentran aspectos valiosos


en la ética epicúrea, especialmente su enfoque en la búsqueda de una vida placentera
y serena. Sin embargo, también ha habido críticas hacia ciertos aspectos de su
filosofía, como la posible falta de consideración hacia el altruismo y la preocupación
por los demás.

La ética de Epicuro sigue siendo un tema de discusión y análisis en el ámbito filosófico,


y diferentes filósofos y académicos pueden tener diversas opiniones sobre su
relevancia y aplicabilidad en la sociedad moderna. Como siempre, el estudio y la
interpretación de las obras filosóficas clásicas están abiertos a la interpretación y la
evolución a lo largo del tiempo.

Habermas también ha sido influyente en el campo de la ética aplicada, al explorar


temas como la ética de la deliberación política, la justicia social, la ética ambiental y
la ética de la tecnología. Su trabajo ha tenido un impacto significativo en la filosofía
moral y en otros campos de las ciencias sociales. Sobre su ética, dependería de las
discusiones y debates que hayan tenido lugar en los últimos años, así como de cómo
se ha desarrollado su pensamiento en respuesta a los desafíos éticos
contemporáneos.

La filosofía de Apel pone énfasis en la importancia del diálogo y la comunicación para


el desarrollo del conocimiento y la ética. Apel sostiene que el diálogo racional y la
argumentación son fundamentales para la búsqueda de la verdad y la justificación de
nuestras creencias. Su teoría de la ética discursiva se basa en el principio de que las
normas morales y éticas deben ser el resultado de un proceso de razonamiento
práctico compartido en una comunidad de hablantes.

Otra conclusión significativa de la filosofía de Apel es su intento de integrar diferentes


tradiciones filosóficas, como la hermenéutica y la filosofía analítica, buscando
establecer una base común para el diálogo interdisciplinario y la comunicación
intercultural.
Referencias

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Barral, 1974, 198

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genesis-de-una-moral-utilitariapdf.pdf

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I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona.
http://ftcritica.unam.mx/textos/lp06s12_Apel_K
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Valores, 67 (167), 57-80.

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00622018000200057#:~:text=El%20t%C3%A9rmino%20hedon%C3%A9%2C%20en
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placer/#:~:text=En%20primer%20lugar%2C%20se%20debe,acercarnos%20o%20lle
gar%20con%20mayor

Epicuro (1971). Carta a Meneceo (Miralles). Universidad de Barcelona. (Original


publicado en s. IV a.C.)
file:///C:/rscate/Downloads/5324-Text%20de%20l'article-8610-1-10-20121217.pdf

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https://lacasadelaetica.com/epicuro-la-etica-del-placer/

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Cuatepec, 7, 17-43.
https://www.redalyc.org/pdf/281/28133880002.pdf

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revista crítica del presente, 7, 7.
https://www.nodulo.org/ec/2013/n135p07.htm

Rojas Ortega, J. (2020). La ética del discurso y la autonomía de la voluntad en


Jürgen Habermas.
https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/569
INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR
PEDAGÓGICO PÚBLICO
“MANUEL GONZÁLEZ PRADA”

PROGRAMA DE ESTUDIOS: Educación Secundaria

ESPECIALIDAD: Ciudadanía y Ciencias Sociales

DOCENTE: Dra. Flor de María Sánchez Aguirre

INTEGRANTES:

Camacho Infante, Evelyn

León Gómez. Mario

Merino Ramírez, Manuel

Figueroa Borgo, Sandro

Silva Montoya, Kelly

LIMA 2023 – I
ÍNDICE

PROBLEMÁTICA DE LA EVALUACIÓN FORMATIVA

Introducción

I. Evaluación formativa

1.1. ¿Qué entendemos por evaluación formativa?

II. Diferencia entre la evaluación formativa y sumativa

III. Beneficios para una evaluación formativa

IV. Dimensiones de una evaluación formativa

4.1 Dimensión reguladora


4.2 Dimensión innovadora
4.3 Dimensión retroalimentadora
4.4 Dimensión continua

V. Herramienta de la evaluación formativa

5.1. Observación en clase

5. 2. Diarios de aprendizaje

5.3. Autoevaluación y coevaluación

VI. Limitaciones de la evaluación formativa

6.1. Tiempo y recursos


6.2. Participación del docente en el aprendizaje del estudiante
6.3. Preparación del docente:

VII. Conclusiones

Referencias
INTRODUCCIÓN

Al pasar de los años se ha visto un acelerado crecimiento en los estudios de la


evaluación formativa. No obstante, aunque se habla con frecuencia de la evaluación
formativa, se sabe poco acerca de esta y, quienes afirman emplearla en sus prácticas
de evaluación, generalmente no lo hacen o al intentarlo desvirtúan su sentido original.
Pese a tanto discurso, lo cierto es que la evaluación formativa continúa estando a la
sombra de la evaluación sumativa, que es la evaluación que realmente cuenta en las
instituciones educativas. Pero, aún con este panorama, es innegable la importancia
que la evaluación formativa tiene para el aprendizaje.

La evaluación formativa se centra en el proceso de aprendizaje de los estudiantes,


con el objetivo de brindar retroalimentación continua y mejorar el rendimiento
académico, a diferencia de la evaluación sumativa, que se realiza al final de un
período de aprendizaje para determinar el nivel de logro alcanzado, la evaluación
formativa se lleva a cabo de manera constante y se utiliza para informar y guiar el
proceso de aprendizaje. Esta evaluación tiene como idea principal que los estudiantes
aprenden de manera más efectiva cuando reciben retroalimentación oportuna y
específica sobre su desempeño, esta retroalimentación puede tomar diferentes
formas, como comentarios escritos, discusiones en clase, ejercicios prácticos, entre
otros. El objetivo principal es identificar las fortalezas y debilidades de los estudiantes
y proporcionarles las herramientas necesarias para mejorar su aprendizaje.

En resumen, la evaluación formativa es una herramienta poderosa que permite a los


docentes monitorear y mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Al
proporcionar retroalimentación continua y personalizada, se promueve el desarrollo y
el crecimiento de los estudiantes, fomentando así un ambiente de aprendizaje efectivo
y significativo.
I. Evaluación formativa

1.1 ¿Qué entendemos por evaluación formativa?

Dentro del sistema educativo es muy común, por no decir que es el método
predominante, el evaluar a los estudiantes en base a las actividades que presentan,
como lo son tareas, proyectos, presentaciones, fichas de trabajo o investigaciones.
Sin embargo, los estudiantes en la actualidad cuentan con herramientas que le
permiten entregar trabajos casi perfectos sin realizar el más mínimo esfuerzo, por lo
que brindarle una nota teniendo como base únicamente el producto final podría ser
considerado un despropósito. Es por ello que se vuelve necesaria la evaluación
formativa. Según Brookhart (2009, citado por Martínez, 2012) la evaluación formativa
es un método que ayuda a reunir información sobre el proceso de aprendizaje, con el
fin de que los maestros puedan establecer pautas que guíen a los estudiantes durante
su investigación y a mejorar su desempeño. Esto quiere decir que la evaluación
formativa se enfocará en evaluar el cómo el estudiante aprende y no lo que aprendió.

II. Diferencia entre evaluación formativa y sumativa

Hay que dejar claro en primer lugar que ninguno de los métodos de evaluación es
mejor que el otro, sino que tanto la evaluación formativa como la sumativa deben
trabajarse simultáneamente durante todo el proceso de aprendizaje, esto con el fin de
determinar si el estudiante está efectivamente alcanzando los logros y que lo está
haciendo de manera correcta. Según la UNESCO (2021) la evaluación formativa es
un proceso de acompañamiento que conduce al desarrollo de las competencias del
estudiante, cuyo propósito es obtener información sobre su progreso de tal manera
que se puedan identificar las necesidades de aprendizaje o limitaciones que presenta
en el desarrollo de sus capacidades para implementar oportunamente una
retroalimentación valiosa. Mientras que la evaluación sumativa se define como la
evaluación que se realiza una vez finalizado el proceso de aprendizaje, al final del
curso. Su objetivo es categorizar al estudiante según el nivel de logro alcanzado para
asignarle una nota o grado, (Sánchez & Martínez, 2022).
Como se menciona al principio del punto, tanto la evaluación formativa como la
evaluación sumativa son piezas clave en el proceso de aprendizaje del estudiante,
pues es necesario que los estudiantes sepan construir su conocimiento y que alcance
el nivel previsto.

III. Beneficios para una evaluación formativa

La evaluación formativa tiene diversos alcances que se corresponden con distintos


propósitos, entre los que se pueden identificar los siguientes:

a) Evalúa las dificultades de aprendizaje.


b) Retroalimenta a los actores del proceso educativo.
c) Reformula y reajusta las acciones del estudiante y docente.
d) Construye al desarrollo de los objetivos de aprendizaje.
e) Motiva al estudiante a la participación activa.
f) Informa y orienta sobre el progreso del proceso de aprendizaje

IV. Dimensiones de una evaluación formativa

La evaluación formativa tiene diversas dimensiones que pueden ser consideradas


para evaluar el progreso y el aprendizaje de los estudiantes. Algunas de estas
dimensiones incluyen:

4.1 Dimensión reguladora

La enseñanza es regulada cuando existe una interrelación directa entre las


actividades conducentes al logro de objetivos o criterios y la evaluación, cuya finalidad
está centrada más en los procedimientos para lograr aprendizajes significativos que
en los resultados. A la vez, el proceso de regulación debe ajustarse a las necesidades
e intereses de los estudiantes desde el inicio hasta el término de dicha acción. (De la
Fuente Arias, 2003)

4.2 Dimensión innovadora

La realidad educativa está llena de problemas y dificultades, como hacer que los
estudiantes aprendan en forma eficiente, significativa, sencilla, fácil y rápida, pues
ellos, deben motivar al docente poner en acción la creatividad, imaginación,
experiencia e ideas para promover nuevas formas posibles de innovar soluciones a
estas dificultades didácticas. (Rebollo & Soubirón, 2010).
4.3 Dimensión retroalimentadora

Según Delgado & Oliver (2006) el estudiante al recibir información sobre su progreso,
es capaz de superar las deficiencias que le impiden seguir avanzando, dichas
informaciones deben darse con mucho cuidado para crear las condiciones
psicológicas adecuadas y poder estar preparado para retroalimentar el aprendizaje
dándole mayor fortaleza, seguridad y motivación haciendo que se involucre mejor en
sus aprendizajes. La dimensión retroalimentadora, reajusta y retroalimenta las
actividades poco comprendidas o logradas de forma positiva y generando confianza,
además aborda la evaluación en un ambiente adecuado para lograr exitosamente.

4.4 Dimensión continua

En esta dimensión se examina y contrasta el aprendizaje del estudiante y detecta


inmediatamente las dificultades y desaciertos de los estudiantes, el MINEDU (2022)
afirma que es un proceso permanente y sistemático en el que se recoge y analiza
información para conocer y valorar los procesos de aprendizaje y los niveles de
avance en el desarrollo de las competencias. Sobre esta base, se toman decisiones
de manera oportuna y pertinente para la mejora continua de los procesos de
aprendizaje y de enseñanza. En este sentido, la finalidad de la evaluación es
contribuir al desarrollo de las competencias de los estudiantes y, como fin último, a
los aprendizajes del Perfil de Egreso de la Educación Básica.

Es importante tener en cuenta que estas dimensiones no son exhaustivas y pueden


variar según el contexto y las necesidades de los estudiantes. La evaluación formativa
se basa en un enfoque integral y holístico, que busca proporcionar una
retroalimentación continua y significativa para promover el aprendizaje y el desarrollo
de los estudiantes.

V. Herramientas de la evaluación formativa

Una dificultad que se enfrenta al utilizar la evaluación formativa es justamente la


manera de evaluar, pues cada estudiante tiene una metodología distinta a la hora de
construir conocimiento, por lo que medirlos bajo la misma varilla puede considerarse
injusto para los estudiantes que tienen una mayor dificultad para entender que sus
demás compañeros. Es por ello que el estilo en el que se debe evaluar debe ser
cualitativo y no cuantitativo, pues lo importante es saber el ritmo en el que el
estudiante comprende el tema, y no la cantidad de conceptos que el estudiante
memoriza o investiga.

5.1. Observación en clase

En primer lugar, se encuentra la técnica más básica, la observación. Pese a


tener un concepto tan simple, su ejecución es notoriamente más difícil de llevar
a cabo. (Domínguez et al. 2021) pone de ejemplo la importancia de la
observación como herramienta que permite el análisis sistematizado del
problema con el fin de mejorar la calidad en el aprendizaje. Es sumamente
importante que un docente esté al tanto de los avances que realizan los
estudiantes al momento de realizar cualquier trabajo en aula, desde el
comportamiento y predisposición al trabajo, hasta la calidad de su avance y las
fuentes que usa. Es allí donde reside la dificultad, pues generalmente hay
alrededor de treinta estudiantes en un aula, por lo que evaluar el progreso de
cada uno es extenuante e incluso imposible si se toma en cuenta otras
características.

5.2. Diarios de aprendizaje


En caso de realizarse las actividades en casa, donde el docente es incapaz de
visualizar el avance, los diarios de aprendizaje se vuelven una gran
herramienta para evaluar el proceso de aprendizaje. Se define al diario de
aprendizaje como un registro personal documentado, de lo que está
aprendiendo, describe no sólo las actividades que realiza sino los procesos de
su aprendizaje y los resultados que obtiene durante el tiempo de estudio
(Ocampo et al. s.f.)
Como lo menciona el autor, el diario de aprendizaje puede ayudar al estudiante
a expresar sus pensamientos acerca del proceso de aprendizaje en un
cuaderno el cual será leído por el docente, evidenciando no solo la búsqueda
de información del estudiante, sino también su personalidad y sus hábitos de
estudios.

5.3. Autoevaluación y coevaluación


Como se mencionaba en el punto de observación de clase, para un docente
supervisar a más de treinta estudiantes puede significar una labor algo difícil.
Es por esto que la autoevaluación y la coevaluación surge como otra forma de
apoyo a la evaluación formativa. La autoevaluación aparece como un método
para que el estudiante pueda valorar su desempeño a través del análisis, con
el fin de identificar sus errores y mejorar su trabajo. de manera similar, la
coevaluación cuenta con el mismo objetivo, con la diferencia de que el
evaluador será el compañero de aula del estudiante, el cual deberá evaluar el
desempeño de su compañero en base a su observación. (Basurto et al. 2021)

VI. Limitaciones de la evaluación formativa

A pesar de sus diferentes beneficios, la evaluación formativa también presenta


algunas limitaciones y desafíos que hay que tener en cuenta a la hora de aplicarlos
en clase. todas estas limitaciones no son insuperables, pues dependen de la
metodología y las técnicas del docente a cargo.

6.1. Tiempo y recursos


La implementación de la evaluación formativa supone una carga extra a la hora
de evaluar a los estudiantes, por lo que requiere preparar los materiales y
rúbricas con antelación. Si el docente no cuenta con el tiempo suficiente para
adecuar los recursos ni tampoco para realizar la retroalimentación a cada uno
de los estudiantes de manera individual, la evaluación formativa no se realizará
de manera correcta. El currículum nacional de educación básica también nos
indica la importancia de lograr cierto nivel de preparación, al mencionar que el
docente debe hacerle presente al estudiante su avance en el proceso de
aprendizaje, informando el nivel actual del estudiante teniendo como objetivo
las competencias, usando como base el análisis realizado a las evidencias que
deja el escolar. (p. 180)

6.2. Participación del docente en el aprendizaje del estudiante

Los docentes deben caracterizarse por el conocimiento y dominio de


metodologías que le permitan atender las diferencias y necesidades cognitivas
de cada uno de sus estudiantes; cada uno de ellos tiene diferentes formas,
estilos y ritmos de aprendizaje, con intereses y motivaciones particulares que
deben ser conocidas por el docente y sobre la base de este conocimiento poder
implementar acciones estratégicas para guiar el desarrollo integral de la
personalidad del estudiante; esta labor precisa además de sabiduría, de
paciencia, constancia y vocación. También, deben tener personalidades
equilibradas capaces de servir como modelos a imitar, la coherencia entre su
decir y su hacer le conceden más fuerza ante el estudiante, que actúa como
observador; la propia dinámica de la labor del maestro en el aula favorece los
procesos de imitación. Además, debe saber escuchar, comprender, guiar,
mediar y facilitar a los estudiantes durante los procesos de educación e
instrucción; ser un apoyo para ellos en el enfrentamiento de los problemas
familiares, sociales y académicos. Asimismo, ha de ser responsable, culto,
ético, comprensivo, líder, entusiasta, justo, flexible, imparcial, preocupado,
dedicado, cautivador, armonioso, fiable, cooperativo y decidido, entre otros
atributos. Fundación universitaria (2014)

6.3. Preparación del docente:


Es necesario apuntar la necesidad de un profundo análisis y reflexión sobre la
formación profesional de docentes, que según, cuenta con un extenso currículo
enciclopedista, cargado de una gran cantidad de contenidos que deben ser
aprehendidos por los estudiantes de la carrera de magisterio en cuatro años y
medio de formación, lo que devela la necesaria revisión y perfeccionamiento
de los currículos, partiendo de los resultados de la práctica pre profesional.
Labañino (2019)

Los docentes que se integrar por primera vez en la carrera tienen que pasar
por un difícil proceso de adaptación, que son por ejemplo su perfil como
docente , problemas y conflictos que se les presentan por primera vez y en este
periodo de adaptación es propenso a fallar en el desarrollo de su evaluación
hacia los estudiantes, una mejor formación y organización dentro de las
prácticas pre profesionales, basada en las dificultades que se encontraran
dentro del ambiente laboral, les daría la experiencia y la capacidad de
minimizar errores y mejorar sus prácticas pedagógicas mediante el
cumplimiento de normas y relaciones sociales. Cisternas (2016)
VIII. Conclusiones

La evaluación formativa es un proceso muy importante en el desarrollo del estudiante porque nos va
permitir generar estrategias para lograr las competencias y capacidades necesarias para su
aprendizaje, esta evaluación formativa tiene que ser real y continua para que se pueda recabar la
información y corregir dentro del proceso en el aula aquellas dificultades o necesidades que podamos
encontrar en el estudiante

Se puede identificar que esta herramienta de aprendizaje tiene muchas ventajas pero que también
cuenta con alguna dificultades ya sea por el proceso de aprendizaje del estudiante en años anteriores
o por la capacitación del docente que es parte primordial en este aspecto al recibir la información y
poder realizar un trabajo en base a ello, a su vez no se cuenta dentro de la evaluación formativa
herramientas novedosas y que estén sustentadas en un organizador dentro de la malla curricular para
que sirva de modelo o guía al docente, estas herramientas deben estar a la par con la globalización
y el avance tecnológico en los estudiantes y esto dificulta una buena evaluación formativa dentro del
proceso de enseñanza.

Concluimos que el docente es un elemento fundamental para el desarrollo social de cualquier país, su
formación ha de ser un elemento crucial a tener presente por los gobiernos y Estado, quienes deben
diseñar políticas públicas e implementar estrategias encaminadas al perfeccionamiento de los
currículos de las carreras pedagógicas y en particular a la etapa pre profesional del proceso formativo;
donde se tenga en cuenta las necesidades sociales, las características del sistema educativo y los
enfoques innovadores del ejercicio de la docencia.
Referencias

Basurto, S., Moreira J., Velasquez, A., Rodriguez, M. (2021). Autoevaluación,


Coevaluación y Heteroevaluación como enfoque innovador en la práctica
pedagógica y su efecto en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Polo de
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Cisternas León, T. E. (2016). Profesores principiantes de Educación Básica:


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