Informes Académico Filosofía
Informes Académico Filosofía
Informes Académico Filosofía
TRABAJOS GRUPALES
BIEN COMÚN
CONCEPCIONES FILOSÓFICAS
EVALUACIÓN FORMATIVA
INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR
PEDAGÓGICO PÚBLICO
“MANUEL GONZÁLEZ PRADA”
INTEGRANTES:
LIMA 2023-I
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
I. Bien común
Millán Puelles.
III. Conclusiones
Referencias
INTRODUCCIÓN
El filósofo Millán Puelles (1971) define al bien común como “el que es apto para ser
participado por todos y cada uno de los miembros de una comunidad y sociedad de
personas humanas es decir el bien común puede tener conjuntamente varios
beneficiarios” (p.36).
Según la Editorial ETECÉ (2021) el bien común se entiende como las condiciones de
la vida social que se relacionan con el bienestar de todos, y para ello, se exige la
prudencia, en especial de aquellos que poseen autoridad. Esta percepción tiene su
origen en los antiguos filósofos griegos Platón y Aristóteles, tal como lo afirma Macías
(2011) “…la misma Asamblea ateniense la que condenó a muerte a Sócrates, Platón
fue muy crítico con este régimen. Para él, la democracia había exacerbado los
intereses individualistas por encima del bien común de la sociedad…” (p.3).
Aristóteles imagina la ciudad no como una armonía y unidad absolutas, sino como
una pluralidad, en la que conviene que la propiedad sea en parte común y pública, y
en parte privada. Afirma que la propiedad, en efecto, debe ser común en un sentido,
pero debe ser privada hablando de una manera general (Aristóteles, 1973).
Platón en La República concibe que la concepción del bien común podría lograrse
cuando no exista distinción alguna, él decía que la fundación de una ciudad debe ser
realizada sin distinción. En la búsqueda del bien común de la polis, Platón considera
que los dirigentes de la ciudad sólo podrán actuar en beneficio común si no poseen
nada en privado, salvo la propiedad de su cuerpo (Platón, 1974a: V, XII).
Por otro lado, Michelini (2007), menciona que el bien común es uno de los principios
clave de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, que ha sido precisado y reformulado
históricamente en distintos documentos eclesiales. El concepto tradicional católico de
bien común está firmemente arraigado en el pensamiento social de Santo Tomás de
Aquino, quien, a su vez, se basa en la filosofía aristotélica y en la metafísica cristiana
de un Dios creador y redentor. Para Santo Tomás, al igual que para Aristóteles, la
teleología, es decir, la idea de que todas las cosas y todos los seres tienden a un fin
último es un concepto filosófico clave. “El hombre tiende natural e inevitablemente
hacia su perfección, hacia la realización de sus posibilidades en cuanto hombre, hacia
su último fin o bien” (Copleston, 1960: 247).
Las características de una sociedad bien ordenada son: la ley, la autoridad del
soberano y la unicidad. En general, la ley es entendida como una prescripción u
"ordenación de la razón, en orden al bien común, promulgada por quien tiene el
cuidado de la comunidad" (S.t., Ia, IIae, 90, a.2, a.4; trad. esp.: 1989: 105, 708).
Otros filósofos añadirán también diferentes conceptos sobre el bien común o social a
través de perspectivas y posiciones que se regirán de acuerdo a su contexto histórico,
pero que de todas formas ayudará a comprender los aspectos del bien común bajo
diversos ámbitos.
Según Locke (1690), en su libro Segundo tratado sobre el gobierno civil menciona la
existencia de tres derechos fundamentales inherentes al ser humano y que debe ser
respetado por el gobierno y la sociedad, los cuales son: el derecho a la vida; donde
toda persona tiene el derecho a vivir y ninguna otra puede quitársela, derecho a la
libertad; todos los seres humanos tienen derecho a la libertad y nadie puede
restringirla sin una buena razón, derecho a la propiedad privada, todos tienen derecho
a poseer y controlar sus propios bienes y nadie tiene el derecho de tomar la propiedad
de otra persona sin su consentimiento. Es bajo este concepto que se puede sentar
bases más políticas y judiciales, pues estos derechos actúan en una sociedad como
ley, lo que significa que existen sanciones y penalizaciones a aquellos que violen
estos derechos.
Mill (1859), basa su concepto del bien social en el principio del utilitarismo, una teoría
ética que sostiene que las acciones son buenas en la medida en que maximizan la
felicidad o el bienestar general de la sociedad. Mill argumenta que el objetivo último
de la moralidad y del gobierno es promover la mayor felicidad para el mayor número
de personas. En su obra Sobre la libertad, expone su visión del bien social y destaca
la importancia de maximizar la utilidad o felicidad en la toma de decisiones éticas y
políticas. Dentro de su libro, considera dos puntos importantes que afianzan el
concepto de bien social, estos son: libertad individual y bienestar social. Mill defiende
la importancia de la libertad individual como un elemento esencial para el bienestar
social. Considera que la autonomía y la libertad de elección son fundamentales para
la realización personal y la búsqueda de la felicidad. Sin embargo, también sostiene
que la libertad individual debe tener ciertos límites cuando puede causar daño a los
demás.
Si bien el libro Sobre la sociedad no habla específicamente sobre el bien social, si se
puede inferir que Mill tiene su propia concepción de este usando como base al
utilitarismo para lograr un estado de paz y convivencia entre sus miembros teniendo
como principal teoría la búsqueda de la felicidad.
En conclusión, Rawls argumenta que una sociedad justa debe permitir la existencia
de desigualdades sólo si se traducen en ventajas para aquellos que se encuentran en
una posición más desfavorable, como la redistribución de recursos y oportunidades
para mejorar sus condiciones de vida. Asimismo, menciona que para lograr el bien
social es necesario la igualdad de derechos entre sujetos de una misma sociedad y
la equidad que deberá surgir cuando se crea una diferencia entre las clases sociales.
Durkheim, otro influyente sociólogo, tenía una perspectiva distintiva sobre el bien
social, sostenía que el bien común se logra a través de la cohesión y la integración
social en una sociedad. Para Durkheim, el bien social se basa en la existencia de una
conciencia colectiva y en la solidaridad social, también enfatiza la importancia de las
instituciones sociales, como la educación y la religión, en la formación de la conciencia
colectiva y la promoción del bien social. La propuesta de Durkheim es relativamente
más utópica en comparación, pues requiere de mucho más esfuerzo humano como
colectivo, pero refuerza la idea de que una sociedad debe trabajar conjuntamente
para mantener una estabilidad acorde.
Dewey (1998) filósofo y educador estadounidense, tenía una concepción del bien
social que se relaciona estrechamente con su enfoque pragmático y su filosofía
educativa. El bien social se alcanza a través de la participación democrática, la mejora
continua de la sociedad y la promoción del crecimiento individual y colectivo. Este
autor sostenía que el bien social se logra cuando las instituciones y prácticas sociales
fomenten la igualdad de oportunidades, la participación activa de los ciudadanos y la
resolución colaborativa de los problemas sociales. Consideraba que la educación
tenía un papel fundamental en la formación de ciudadanos comprometidos y capaces
de contribuir al bien de la sociedad.
En su obra Democracia y educación aborda la importancia de la educación como
herramienta para la formación de individuos responsables y comprometidos con el
bien social. Argumenta que una educación centrada en la participación democrática,
la reflexión crítica y la experiencia práctica prepara a los individuos para contribuir al
progreso social y al bienestar colectivo. Como educador, John Dewey tenía un
concepto especial del bien social, en el que haciendo uso de la educación como
principal herramienta podría ayudar a la formación de personas de bien, orientadas a
la sana convivencia en comunidad.
Es la primera encíclica social de la Iglesia Católica y fue una carta abierta dirigida a
los obispos; en esta encíclica se manifestaba las condiciones de las clases
trabajadoras, el Papa León XIII, dejaba planteado su apoyo al derecho laboral donde
manifestaba el poder formar sindicatos. El Papa León XIII, cita a Aristóteles, haciendo
referencia al bien común como justicia legal “Dice el Filósofo, en el libro V de la Ética,
que la justicia legal, que ordena los actos de los hombres al bien común, no difiere
sino según la razón de la virtud que ordena los actos del hombre a uno solo”.
Como base cada persona tiene que acomodarse a la condición humana pues no todos
pueden ser iguales, existen muchas desigualdades como los talentos, ingenios,
fuerza o salud, seguida también la desigualdad económica esto mueve a los hombres
a la diversidad sobre la búsqueda de la fortuna de cada uno (León XIII, 1891).
Larrú (2018), menciona que en la Rerum Novarum, León XIII defiende a la propiedad
privada; quién insiste en las desigualdades naturales regidas por Dios que son
necesarias para que la sociedad prospere, por otro lado, hace una crítica al socialismo
por creer que la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción es
la solución al problema de la desigualdad, en pocas palabras, la desaparición de los
gremios, la usura y el comercio son las causas de la desigualdad intolerable entre
obreros y patronos.
Por otro lado, en la encíclica se menciona el poder desarrollar una doctrina social
católica para una reconstrucción social, es aquí donde se formaron las instituciones
benéficas o centro de auxilio para las personas. Para los gobernantes queda un punto
de partida para beneficiar a las demás órdenes sociales y de esa manera aliviar las
situaciones de los proletarios, ya que el estado tiene como principal función el deber
velar por el bien común. Importa que toda sociedad se gobierne por los mandamientos
y principios, se busca el bienestar del público que se fomente la religión para que
exista la paz, orden y justicia para que no exista la violación a los derechos y de esa
manera sean capaces de defender a su comunidad o sociedad.
Además, el Papa Francisco (2014) explica que “sólo cuando el hombre se concibe a
sí mismo como uno, que por naturaleza está ligado a los demás, originariamente como
hermanos, es posible una práctica social donde el ‘bien común’ ¡deje de ser una
palabra vacía y abstracta!”.
Stein (2012), lo explica afirmando que “La sociedad no es posible sin la aspiración a
un bien común de todos aquellos que la integran, y a la que están llamados a contribuir
y proteger” (p.1).
Plantea Millán (1981) "la justa distribución de las riquezas aparece como factor
decisivo para el bien común en la medida en que esa distribución condiciona la paz
como un elemento imprescindible de la estructura propia de dicho bien". La esencia
del bien común para el autor está constituida por tres componentes, el bienestar
material, la paz y los valores culturales, también en el bien común existe un orden, el
primero, el bienestar material es una situación que todos los ciudadanos comparten,
la segunda tiene una importancia antropológica, en los valores culturales se halla lo
referente a al "sentido de la existencia personal del hombre y de la significación de la
comunidad humana", todos los que conforman la sociedad deben ser partícipes de
los valores de la cultura, "todo individuo necesita la ayuda de otros para poder vivir y
convivir pues de este modo satisface su necesidad natural".
Juan Pablo II (2004), afirma que la riqueza de cada persona es tal que no es posible
llegar a una manera general y simplista de entender al hombre. “Es difícil formular una
teoría general sobre el modo de tratar a las personas... Cada hombre es una persona
individual, y por eso yo no puedo programar a priori un tipo de relación que valga para
todos, sino que cada vez, por así decir, debo volver a descubrirlo desde el principio”.
2.2 Enfoque histórico
Según Reyes, a fines del siglo XVIII Kant, intenta crear una ética universal,
estableciendo un deber moral que pueda aplicarse en cualquier tiempo y lugar,
creando su imperativo categórico, poniendo como máxima a realizar: “obrar de tal
modo que puedas querer que tus actos puedan ser ley para todos” (p.6). Así el obrar
bien se convierte en un deber, no solo para cada persona en particular, sino aún para
el estado. Un estado es justo para Kant, cuando sus leyes establezcan a los
ciudadanos obrar bien como deber.
Según el pedagogo Sánchez (2021) comenta sobre el Aprender a ser (de manera
integral): desarrollando todos los talentos, sabiendo que todo ha sido dado para
nuestra propia plenitud y la de los demás. Aprender a convivir (en una lógica de la
alteridad): respetando las diferencias y valorando la irrestricta dignidad de cada
persona, de ahí actitudes características como la escucha, el respeto y la acogida.
Aprender a transformar y servir (lógica del don): concibiendo a los otros como los
destinatarios del desarrollo de los propios talentos; así, cuando identificamos
carencias en la comunidad, se detona una actitud de servicio que busca transformar
los entornos para volverlos más humanos y esperanzadores.
Aprender a trascender (duc in altum): encontrando la motivación última del actuar
educativo en la santificación de la vida a través de la búsqueda y construcción del
bien común, es decir, gastando la vida en generar condiciones de auténtico y pleno
desarrollo de los demás, llevando la barca de nuestra existencia siempre ‘más allá’
del propio interés y del propio beneficio.
Según Locatelli (2010), el modelo puede parecer no evidente para la mayoría. ¿Qué
puede significar la expresión “trascendencia en el bien común”? Por empezar: ¿Qué
es lo que se trasciende? ¿Mi realidad humana?, ¿mi modo de existir y actuar?, ¿el
mundo en el cual vivo?, ¿o el conocimiento que adquiero de la realidad, de mí o del
mundo? Pero inmediatamente sigue otra interrogación: ¿trascender hacia qué o
quién?, ¿hacia Dios?, ¿hacia otro yo?, ¿o quizás hacia otro mundo u otra ciencia?
Finalmente, si fuera poco, surge la siguiente pregunta: esta trascendencia, cual sea
lo que pueda ser, ocurre en el bien común. Este último es, por lo tanto, el medio o la
forma que adopta esta transcendencia. Pero, ¿cuál aspecto del bien común
considera esta fórmula?, seguramente no pueden ser las condiciones sociales
necesarias para el desarrollo integral de las personas. Condiciones sociales, que por
más místico que sea uno, no son habitualmente reconocidas como trascendentales.
Seguramente, al contrario, se piensa que aquí ha de estar ligada al bien común
universal, es decir al télos o fin al que una dinámica del bien común se dirige. ¿Pero
cuál es éste?, ¿la verdad?, ¿el bien?, ¿el amor?, ¿una comunión universal?, ¿la
paz, la justicia o la prosperidad?, ¿o todo esto a la vez?, la expresión requiere por lo
tanto ser explicitada para no dar lugar a ambigüedades.
Albano Yamil Jofré. El bien común en la obra de Santo Tomás de Aquino. Colección
Circa Humana Philosophia. Instituto de Estudios Filosóficos “Santo Tomás de
Aquino” Buenos Aires 2022
http://www.viadialectica.com/libros/bien_comun_jofre.html
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http://cinehistoria.com/locke_segundo_tratado_sobre_el_gobierno_civil.pdf
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http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/noble-mentira-bien-comun-
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Martínez, J. (1993). El bien común político según Santo Tomás de Aquino. Thémata,
11, 71-99.
Merton, R. (2002). LA DIVISIÓN DEL TRABAJO SOCIAL DE DURKHEIM. Reis.
Revista Española de Investigaciones Sociológicas
https://www.redalyc.org/pdf/997/99717892009.pdf
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https://bibliotecaalfayomega.com/wp-content/uploads/2019/09/Arist%C3%B3teles-
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Millán, A. (1971). Voz "Bien común", Gran Enciclopedia Rialp, Rialp, Madrid, 4, 225,
(cit. Bien común)
Stein, G. (2012)."El bien común y la recuperación del sentido común", El País, 2012,
https://blogs.elpais.com/economia-con-valores/2012/10/el-bien-comun-y-la-
recuperacion-del-sentido-comun.html
INTEGRANTES:
LIMA 2023-I
ÍNDICE
CONCEPCIONES FILOSÓFICAS
Introducción
III. Conclusiones
Referencias
Introducción
Para comprender la concepción ética de Epicuro, Acosta (1974) afirma que “el primer
paso de Epicuro para fundamentar su ética consiste en transformar la concepción de
la vida mediante una visión distinta de la muerte” (p.17).
Cuando mencionamos que el placer es fin, esto corresponde a (télos) no nos referimos
a los placeres de los disolutos o a los que se dan en el goce, como creen algunos que
desconocen o no están de acuerdo o malinterpretan nuestra doctrina, sino al no sufrir
dolor en el cuerpo ni turbación en el alma.
Menciona Ortiz (2015) el placer es fin, télos, algo que debe ser buscado, que merece
la pena por sí mismo; el placer al que se refiere no es únicamente el gozo de los
apetitos carnales, sino sobre todo una ausencia de dolor corporal y anímico, un
disfrute tranquilo de una existencia sin turbaciones. El placer supone la vivencia total
del ser humano en el instante, pues la vida, como se ha visto, no es sino la vivencia
presente, y esa vivencia se hace plena en la medida en que el ser humano consigue
su bienestar, su presencialidad total ante sí mismo sin preocupaciones, sin penas.
(p.21)
Epicuro designa al placer como télos, pero no es un fin en el sentido aristotélico de la
palabra, sino más bien un límite. La filosofía de Epicuro mira sobre todo al presente,
que es lo que tenemos, y no al futuro. La concepción de la vida como sucesión de
instantes que propone Epicuro, apoyada en su visión de la muerte, hace que su noción
de felicidad se reduzca al presente, por lo tanto, con el placer, éste se entiende como
ausencia de dolores y penas en el cuerpo y el alma.
Carrasco (2018) señala que Epicuro parece suscribir la tesis central del hedonismo
psicológico o motivacional, según la cual es empíricamente constatable que
buscamos el placer y rehuimos el dolor en cada decisión que tomamos y curso de
acción que seguimos. Hay que considerar que de los deseos unos son naturales,
otros vanos; y de los naturales unos son necesarios, otro sólo naturales; y de los
necesarios unos lo son para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para
la vida misma. Epicuro afirma explícitamente el valor no instrumental del placer, pero
su noción de lo que lo produce no siempre se identifica con la experiencia
sensorialmente placentera, sino que incluye también ciertos estados mentales y
psicofísicos que son el resultado de cierto equilibrio interior. Epicuro consiente,
además, la postergación de la experiencia placentera, bajo la promesa de un placer
mayor en el futuro o la evitación de algún dolor eventual derivado de ella. (p. 57)
Sigue menciona que el término hedoné, según Epicuro es una denominación general
aplicada a varios tipos de placer. En primera instancia debemos comprender que los
placeres corporales y algunos placeres anímicos están asociados a nuestro contacto
más directo con el mundo, y se dan simultáneamente con la satisfacción de un deseo
natural y necesario para la supervivencia, puede suceder que nuestra vana opinión
reconduzca nuestros deseos naturales hacia objetos en los que el deseo encuentra
su satisfacción, pero que no constituyen un fin necesario. La eventual insatisfacción
de estos deseos innecesarios no afecta sólo corporalmente, sino también
anímicamente. La tristeza, por ejemplo, puede originarse por la dificultad de satisfacer
un deseo cuyo objeto erróneamente consideramos necesario. (p.59)
Según Epicuro no somos felices porque le tenemos miedo a los dioses y a la muerte.
Él creía que los dioses existen y están hechos de átomos como todo lo demás. Pero,
no vigilan nuestros actos ni se preocupan de nuestros actos. Por tanto, no hay que
tenerles miedo. En cuanto a la muerte, ésta no es más que la separación de los
átomos de los que estamos hechos. Asimismo, comprender que la muerte no es nada
para nosotros nos permite disfrutar de nuestra vida mortal. Al igual que Aristóteles,
para Epicuro la ética del placer también se basa en la autonomía. El sufrimiento lo
eliminamos cuando sabemos seleccionar los placeres y sabemos calcular su medida.
Lo importante es encontrar en uno mismo la serenidad y la autosuficiencia. Pero,
también, debemos ser buenos sin ser supersticiosos. No hay nada de bueno en ser
buenos por miedo a un poder superior.
Según Epicuro en Carta a Meneceo la clave para una ética del deseo está en la salud
y la serenidad del cuerpo y del alma lo cual constituye todo un programa y un método
de catarsis moral. Estamos ante una ética del deseo y del placer y no, en primer lugar,
de una moral del castigo y la sanción. Epicuro recoge y desarrolla este criterio: todas
nuestras sensaciones van acompañadas por emociones, ya de placer, ya de dolor.
Las emociones no nos dicen gran cosa sobre la naturaleza del mundo exterior,
únicamente sugieren qué acción debemos realizar. (p.3)
1.2 ¿Qué es el placer para Epicuro?
Según Deras (2017) afirma que: Se debe apuntar que para Epicuro todos los placeres
tienen su raíz en el cuerpo, sin embargo, los del alma serán considerados superiores
puesto que dependen más del mismo ser humano en tanto que por medio de la
filosofía, de la imaginación, de la reflexión, podemos acercarnos o llegar con mayor
intensidad al placer. De ahí entonces que para Epicuro en buena medida el filosofar
constituye el máximo placer. Aquí entra un concepto muy importante en todo el
planteamiento del epicureísmo: la ataraxia o la ausencia de perturbación espiritual o
de miedos y la aponía o falta de dolor en el cuerpo.
Para Epicuro el placer además de ser ataraxia es autarquía, esto es, independencia
respecto a los propios deseos. Aquí se vincula la concepción de sabio que formuló
Epicuro y su escuela. Para éstos el sabio no es ambicioso, ni le gusta la vida pública.
En otras palabras, su opción es rechazar el poder. Desde su jardín, Epicuro se inclina
por la vida comunitaria, la tranquilidad y la amistad. El cultivo de la última funge como
uno de los bienes más apreciados ofrecidos por la sabiduría, indispensable para lograr
la felicidad en la medida que es fuente de placer en tanto genera seguridad y
confianza.
1.3 Las delicias de un Jardín: Epicuro en lugar seguro
Según Orozco (2014) menciona que: Epicuro fundó su propia escuela, mejor conocida
como el Jardín. Era un grupo de discípulos que se acompañaban constantemente,
contraían matrimonio a su manera y llevaban en la sortija la imagen del maestro.5 Se
practicaba una vida sencilla y frugal, además que se aceptaban hombres, mujeres y
esclavos. El cultivo de verduras que realizaban sus discípulos les permitió, incluso,
prestar ayuda a los atenienses con ocasión del asedio al que fueron sometidos por
Demetrio Poliorcetes. (p.19)
Siguiendo con la información sobre el jardín de Epicuro, Rodriguez (2013) afirma que:
Sí sabemos que la escuela epicúrea de Atenas tenía dos espacios bien diferenciados,
la Casa y el Jardín. Epicuro los adquirió por separado y en su testamento hace
mención a un reparto diferenciado de los mismos. Ambos lugares se encontraban
cercanos entre sí, aunque no ocupaban un mismo terreno ni acogían similares
actividades. La Casa estaba reservada para la producción de textos filosóficos, por
parte de Epicuro y sus ayudantes. El Jardín, por su parte, servía como residencia de
discípulos y lugar donde eran adoctrinados. Ahora bien, el medio fundamental de esta
forma de vivir, es la amistad para Epicuro la fuerza vinculante tanto utilitaria como
afectiva de la amistad controla la comisión de perjuicios, esto es, de imputaciones y
penas, en la comunidad, de camaradería que constituye su Jardín ya que si la culpa
es un sentimiento y Epicuro, a diferencia de Platón y Aristóteles, consideró el ámbito
de los sentimientos (pathe) como lo fundamental por su concepto del complejo
amistad-utilidad- afectividad como bases de la sociedad justa, hay que combatir la
culpa donde ella germina, a saber, el conjunto de creencias y miedos que se
constituyen en materia de los sentimientos morales. (p.7)
2. Concepción ética de Habermas y Karl-Otto Apel
La ética discursiva busca establecer normas y principios morales que sean aceptables
para todos los afectados y que puedan ser justificados mediante el proceso de
deliberación y diálogo entre personas libres e iguales. Se centra en la
intersubjetividad, es decir, en la capacidad de los individuos para comunicarse y
comprenderse mutuamente.
En el capítulo sobre el papel de la sociedad civil y de la opinión pública del mismo libro
Habermas nos menciona, tal y como dice el título, la importancia de la opinión pública
en el ámbito de derecho basándose en la teoría del pluralismo el cual significa la
coexistencia de diferentes sistemas normativos judiciales, no solo reconocido de
manera legal por el estado, sino también por el pueblo. (Diaz, E., & Antúnez, A. 2018)
Como podemos observar, tanto Apel como Habermas presentan conceptos similares
sobre la ética con respecto al consenso a través de la comunicación, siguiendo un
enfoque racional mientras se exponen argumentos lógicos.
file:///C:/rscate/Downloads/carlos-garcia-gual-y-eduardo-acosta-etica-de-epicuro-la-
genesis-de-una-moral-utilitariapdf.pdf
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-
00622018000200057#:~:text=El%20t%C3%A9rmino%20hedon%C3%A9%2C%20en
%20Epicuro,corporales%20y%20placeres%20del%20alma.
https://lacasadelaetica.com/epicuro-la-etica-del-placer/
https://summa.upsa.es/high.raw?id=0000039708&name=00000001.original.pdf
INTEGRANTES:
LIMA 2023 – I
ÍNDICE
Introducción
I. Evaluación formativa
5. 2. Diarios de aprendizaje
VII. Conclusiones
Referencias
INTRODUCCIÓN
Dentro del sistema educativo es muy común, por no decir que es el método
predominante, el evaluar a los estudiantes en base a las actividades que presentan,
como lo son tareas, proyectos, presentaciones, fichas de trabajo o investigaciones.
Sin embargo, los estudiantes en la actualidad cuentan con herramientas que le
permiten entregar trabajos casi perfectos sin realizar el más mínimo esfuerzo, por lo
que brindarle una nota teniendo como base únicamente el producto final podría ser
considerado un despropósito. Es por ello que se vuelve necesaria la evaluación
formativa. Según Brookhart (2009, citado por Martínez, 2012) la evaluación formativa
es un método que ayuda a reunir información sobre el proceso de aprendizaje, con el
fin de que los maestros puedan establecer pautas que guíen a los estudiantes durante
su investigación y a mejorar su desempeño. Esto quiere decir que la evaluación
formativa se enfocará en evaluar el cómo el estudiante aprende y no lo que aprendió.
Hay que dejar claro en primer lugar que ninguno de los métodos de evaluación es
mejor que el otro, sino que tanto la evaluación formativa como la sumativa deben
trabajarse simultáneamente durante todo el proceso de aprendizaje, esto con el fin de
determinar si el estudiante está efectivamente alcanzando los logros y que lo está
haciendo de manera correcta. Según la UNESCO (2021) la evaluación formativa es
un proceso de acompañamiento que conduce al desarrollo de las competencias del
estudiante, cuyo propósito es obtener información sobre su progreso de tal manera
que se puedan identificar las necesidades de aprendizaje o limitaciones que presenta
en el desarrollo de sus capacidades para implementar oportunamente una
retroalimentación valiosa. Mientras que la evaluación sumativa se define como la
evaluación que se realiza una vez finalizado el proceso de aprendizaje, al final del
curso. Su objetivo es categorizar al estudiante según el nivel de logro alcanzado para
asignarle una nota o grado, (Sánchez & Martínez, 2022).
Como se menciona al principio del punto, tanto la evaluación formativa como la
evaluación sumativa son piezas clave en el proceso de aprendizaje del estudiante,
pues es necesario que los estudiantes sepan construir su conocimiento y que alcance
el nivel previsto.
La realidad educativa está llena de problemas y dificultades, como hacer que los
estudiantes aprendan en forma eficiente, significativa, sencilla, fácil y rápida, pues
ellos, deben motivar al docente poner en acción la creatividad, imaginación,
experiencia e ideas para promover nuevas formas posibles de innovar soluciones a
estas dificultades didácticas. (Rebollo & Soubirón, 2010).
4.3 Dimensión retroalimentadora
Según Delgado & Oliver (2006) el estudiante al recibir información sobre su progreso,
es capaz de superar las deficiencias que le impiden seguir avanzando, dichas
informaciones deben darse con mucho cuidado para crear las condiciones
psicológicas adecuadas y poder estar preparado para retroalimentar el aprendizaje
dándole mayor fortaleza, seguridad y motivación haciendo que se involucre mejor en
sus aprendizajes. La dimensión retroalimentadora, reajusta y retroalimenta las
actividades poco comprendidas o logradas de forma positiva y generando confianza,
además aborda la evaluación en un ambiente adecuado para lograr exitosamente.
Los docentes que se integrar por primera vez en la carrera tienen que pasar
por un difícil proceso de adaptación, que son por ejemplo su perfil como
docente , problemas y conflictos que se les presentan por primera vez y en este
periodo de adaptación es propenso a fallar en el desarrollo de su evaluación
hacia los estudiantes, una mejor formación y organización dentro de las
prácticas pre profesionales, basada en las dificultades que se encontraran
dentro del ambiente laboral, les daría la experiencia y la capacidad de
minimizar errores y mejorar sus prácticas pedagógicas mediante el
cumplimiento de normas y relaciones sociales. Cisternas (2016)
VIII. Conclusiones
La evaluación formativa es un proceso muy importante en el desarrollo del estudiante porque nos va
permitir generar estrategias para lograr las competencias y capacidades necesarias para su
aprendizaje, esta evaluación formativa tiene que ser real y continua para que se pueda recabar la
información y corregir dentro del proceso en el aula aquellas dificultades o necesidades que podamos
encontrar en el estudiante
Se puede identificar que esta herramienta de aprendizaje tiene muchas ventajas pero que también
cuenta con alguna dificultades ya sea por el proceso de aprendizaje del estudiante en años anteriores
o por la capacitación del docente que es parte primordial en este aspecto al recibir la información y
poder realizar un trabajo en base a ello, a su vez no se cuenta dentro de la evaluación formativa
herramientas novedosas y que estén sustentadas en un organizador dentro de la malla curricular para
que sirva de modelo o guía al docente, estas herramientas deben estar a la par con la globalización
y el avance tecnológico en los estudiantes y esto dificulta una buena evaluación formativa dentro del
proceso de enseñanza.
Concluimos que el docente es un elemento fundamental para el desarrollo social de cualquier país, su
formación ha de ser un elemento crucial a tener presente por los gobiernos y Estado, quienes deben
diseñar políticas públicas e implementar estrategias encaminadas al perfeccionamiento de los
currículos de las carreras pedagógicas y en particular a la etapa pre profesional del proceso formativo;
donde se tenga en cuenta las necesidades sociales, las características del sistema educativo y los
enfoques innovadores del ejercicio de la docencia.
Referencias
Labañino Pérez, L., Gell Labañino, A., & Vinent Mendo, M. B. (2019). Las
representaciones sociales de la profesión docente en estudiantes del primer año de
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