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Un Nuevo Enclave Fenicio Descubierto en La Bahia D
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All content following this page was uploaded by Paloma Bueno Serrano on 11 May 2020.
Resumen: Los recientes hallazgos arqueológicos en el casco Abstract: The recent archeological findings in old uptown
antiguo de Chiclana han aportado nuevos datos sobre la co- Chiclana have contributed new data about the Phoenician
lonización fenicia en la bahía de Cádiz. El importante descu- settlements in the Cádiz Bay. The important discovery of
brimiento de un recinto fortificado, correspondiente al primer a fortified enclosure, in snchrony with the first Phoenician
momento de la misma y de la creación de factorías en con- colonization and also with the creation of factories within
texto peninsular, supone un avance significativo para el co- the peninsular context, constitutes a significant advance in
nocimiento de la organización territorial del momento y una the present archaeological and historiacal research. The fact
nueva fuente de datos para la investigación arqueológica e his- that we now have there Phoenician settlements in the Bay
tórica actual. El hecho de que ahora sean tres los enclaves fe- area, Cádiz, Chiclana and Doña Blanca, allows us a more
nicios existentes en la bahía: Cádiz, Chiclana y Doña Blanca accurate interpretation of the Greek text wich refered to this
(El Puerto de Santa María), permite una mejor interpretación location as Gadeira and to the Melkart temple as the “gate
de los textos griegos, que denominaban a esta zona Gadeira to the West”.
y al templo de Melkart, en Chiclana “puerta de Occidente”. Key words: Colonization, phoenicians, Bronze Final, forti-
Palabras clave: Colonización, fenicios, Bronce Final, re- fied, factories, Iron I
cinto fortificado, factorías, Hierro I
Lámina I. Vista general del Cerro del Castillo y del río Iro (Chiclana)
Todo este paisaje tan diverso, compuesto por un li- del recinto amurallado o pequeña fortificación, como
toral atlántico, campiñas de relieves suaves, abundan- hemos mencionado, desde época medieval, ocupando
tes cerros, suelos ricos para la agricultura y ganadería, una superficie aproximada de 10 hectáreas. Dentro de
constituye una extraordinaria fuente de recursos para su esta reducida zona encontramos la Iglesia Mayor de
explotación en la actualidad y también para las comu- San Juan Bautista (siglo XVIII) y la hoy desaparecida
nidades primitivas y colonizadoras que habitaron en él. Iglesia de San Martín (siglo XV) en la actual calle Con-
El núcleo urbano se halla formado por una serie de vento que organizan un conjunto urbano, en un tejido
cerros o cabezos elevados entre los que destacan el Ce- aglutinado con calles de pequeña longitud angostas y
rro del Castillo, el de Santa Ana, el Cerrillo, etc., con- tortuosas, cual merece su ascendencia medieval. A sus
formando un paisaje que se asemeja a otros enclaves pies y hacia el río se extendía la Huerta de la Plata que
tartésicos como el caso de Huelva o la costa malagueña. dio nombre a las calles que conducen a él: Travesía de
Entre todos ellos destaca el Cerro del Castillo, cargado la Plata y calle Plata. Desde la cima y en dirección E,
de historia, como han demostrado recientes investiga- se extiende el poblamiento por la ladera opuesta sur-
ciones, y origen de la ciudad actual de Chiclana. Su si- giendo así el denominado Barrio Nuevo.
tuación estratégica junto al río Iro, le otorga un impor- Mucho ha cambiado el paisaje del cerro; de ser
tante papel a la hora de ser elegido como enclave por en su origen un puerto prácticamente en plena costa
los pueblos de todas las épocas. Su denominación pro- (Fig. 2), hoy es un lugar invadido por el entramado ur-
viene de la fortificación mandada construir por Alonso bano y los sedimentos de la bahía han sustituido a las
de Guzmán “El Bueno” en 1303, de la que aún no se olas del mar. Se sitúa sobre una elevación natural, en
conocen restos (Lám. 1). un acantilado de escasa altura, junto a una pequeña en-
Para situarnos en el contexto geográfico del área, senada que debió de servir de puerto desde sus inicios.
definiremos el Cerro del Castillo como el lugar más ele- Su proximidad al mar en la antigua costa por aquella
vado de la ciudad, cuya extensión se desarrolla dentro época, justifica su elección topográfica, repitiendo los
esquemas desplegados en otros puntos de oriente y oc- En la primera fase se plantearon los sondeos para po-
cidente. Esta zona elegida posee dominio visual hacia der obtener una serie de datos básicos en cuanto a la den-
el mar, avistándose las islas de Cádiz y San Fernando, sidad y niveles arqueológicos, informaciones que se des-
y hacia el noroeste Medina Sidonia y la Sierra, de modo conocían, composición del terreno y localización del
que su elección se explica como puerto o desembarca- firme natural. Las peculiaridades del solar a intervenir,
dero, dado el carácter de zona comercial que debió te- aterrazado y con una pronunciada pendiente, nos llevó
ner este núcleo y la bahía en general. Por todo ello se a la realización de los mismos de forma escalonada, co-
comprende la elección tan estratégica de este enclave. menzando desde la zona más baja hacia la cima del cerro.
Antes de comenzar la intervención, el terreno que La detección de materiales arqueológicos en la zona
ocupaba el solar excavado donde aparecieron los res- baja fue inmediata, aumentando de forma paulatina
tos arqueológicos presentaba una topografía peculiar al conforme se ascendía sobre las terrazas. Desestimamos
poseer una fuerte pendiente. Fue esta orografía tan irre- profundizar en algunos de ellos por la aparición de ni-
gular la que nos llamó poderosamente la atención y nos veles arqueológicos prácticamente en superficie. Junto
hizo pensar que en la zona más alta debían existir cons- a estructuras antiguas afloraban gran cantidad de frag-
trucciones soterradas. mentos cerámicos realizados a mano, con decoración
bruñida, retícula bruñida, y a torno con engobe rojo, así
como estructuras murarias y diversos pavimentos que
2. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA: nos confirmaban la existencia de una ciudad fortificada
INICIO Y METODOLOGÍA de origen fenicio.
La segunda fase consistió en la excavación en ex-
Los trabajos comenzaron en septiembre de 2006 y tensión en toda la zona donde fueron detectadas es-
finalizaron en abril de 2007. La metodología utilizada, tructuras murarias, pavimentos, etc. Todos estos nive-
en cuanto a trabajos de campo se refiere, consistió en les así como las estructuras estaban afectados debido a
el planteamiento de dos fases: una primera interven- la ocupación constante del cerro en todas las épocas:
ción con la ejecución de 12 sondeos arqueológicos y desmontes de la muralla, posiblemente visible aún en
una segunda consistente en la excavación en extensión época medieval, arrasamiento parcial de los depósitos
de todo el solar. y estructuras más antiguas para la realización de silos
Lámina II. Vista parcial del Cerro del Castillo donde se observa la extracción de tierra realizada hace unos años y los desplomes
que sufre actualmente
medievales, canalizaciones y atarjeas moderno-con- 3.1. Primera Fase. Siglo VIII a.C.
temporáneas. A esto debemos añadir dos circunstan-
cias: la primera, que toda esta zona estuvo ocupada por Podemos constatar la ocupación durante el Bronce
el cementerio de la ciudad, prácticamente en uso hasta Final del Cerro del Castillo no solo en los niveles infe-
finales del siglo XIX; y la segunda, que la existencia un riores excavados bajo los restos fenicios (Fig. 3), sino
subsuelo compuesto de arenas amarillas y biocalcareni- también en el sondeo realizado en el patio del C. P. El
tas (facies de roca ostionera) de origen Plioceno con es- Castillo, donde, bajo los estratos romanos, se excavó
casa consistencia, ha originado sucesivos y continuos parte de una estructura piriforme horadada en la base
derrumbes de la ladera Norte (Lám. II). del cerro. Esta estructura contenía un repertorio cerá-
Por otro lado debemos tener en cuenta que la inter- mico realizado a mano con características formales que
vención arqueológica realizada se halla incompleta ya podrían otorgarle cierta antigüedad. Se trata de una fosa
que la falta de tiempo y las presiones del promotor im- sobre el nivel geológico con forma de lengua de unos 50
pidieron finalizar el trabajo en algunas zonas concretas cm de espesor que contiene gran cantidad de fragmen-
que nos podrían aportar datos de vital importancia en tos de recipientes fechables en el Bronce Final (Fig. 4).
cuanto a períodos de ocupación, reformas, ampliación A un momento avanzado de esta etapa corresponde
y otros aspectos del asentamiento. el primer asentamiento fenicio, con el recinto fortificado
y las primeras habitaciones en el interior del mismo
(Fig. 5). Durante esta fase, que nosotros incluimos en
3. FASES DE OCUPACIÓN DURANTE la Fase I-II de Ruiz Mata (1979:3) o tartésico colonial u
EL BRONCE FINAL-HIERRO I orientalizante (Pellicer y otros 1983), es cuando se pro-
duce la convivencia entre población autóctona y feni-
Una vez concluida la excavación, podemos decir cios (desde el 775 a.C. hasta finales del siglo VIII a.C.).
que se documenta una sucesión de etapas o periodos De la recia y potente muralla de casernas se
cronológicos. han excavado 44,5 m lineales sin detectarse torres,
contrafuertes, estructuras anexas, vanos, ni pasos, al secuencia estratigráfica con diferentes niveles de ocu-
menos al nivel que se conservaba (Lám. III). Está for- pación. Sus fases arcaica y de abandono se hallan en-
mada por dos lienzos paralelos, el exterior, de mayor tremezcladas debido al entramado urbano que se va
anchura (1,80 m), construido con mampuestos de gran produciendo con la actividad constructiva a través de
tamaño que dan solidez y consistencia a la obra, y el in- los siglos, siendo dificultoso poder determinar la se-
terior que, aunque de una anchura menor (1,30 m) con- cuencia cultural y cronológica. Aun así, los datos obte-
serva la misma potencia de la exterior (Lám. IV). En- nidos de estos primeros restos urbanos que asientan di-
tre ambos lienzos, separados por un espacio hueco de rectamente sobre un nivel estéril en su mayoría, unido
80 cm, aparecen una serie de muros transversales o ti- al análisis de las estructuras que presentan rasgos es-
rantes (80 cm) que garantizan la estabilidad tanto en trictamente orientales, permiten hablar de una funda-
altura como en anchura, repartiendo de manera equi- ción fenicia en toda regla.
tativa fuerza y peso. Estos muros forman espacios in- El registro arqueológico más abundante procede del
ternos muy pequeños (0,80 cm x 2,70 m), que fueron interior del recinto fortificado con un amplio repertorio
colmatados con un relleno uniforme de arena local que de cerámica de engobe rojo elaborado con arcillas muy
contiene ciertas inclusiones de fragmentos de cerámi- depuradas, fragmentos con decoraciones pintadas y ce-
cas realizadas a mano. rámica a mano como de cazuelas, cuencos y grandes re-
Toda la obra se halla bien trabada con una arcilla cipientes para almacenar sólidos y líquidos.
muy depurada de color rosada y marrón colocada a pe-
lladas entre los mampuestos. Se construyó y se asentó
sobre el suelo natural preparado previamente, en el apa- 3.2. Segunda Fase. Siglos VII y VI a.C.
recen en algunas zonas niveles del Bronce Final. Ado-
lece, al menos en la parte excavada hasta el momento, A la fase II del Bronce Final u Orientalizante (Ruiz
de foso defensivo, que sería innecesario si observamos Mata 1979) o tartésico colonial u orientalizante (Pe-
la pronunciada pendiente natural que conserva el pro- llicer y otros 1983) corresponden las reformas y arre-
pio cerro. Aunque los vestigios detectados en solares glos que se efectúan en la muralla. Estas reparaciones
colindantes, y de manera superficial en algunas calles nos hablan de su utilización a lo largo del tiempo. Así
adyacentes, son escasos aún y, con las reservas debidas mismo corresponde a esta fase la mayoría de los muros
para una interpretación planimétrica, creemos que el y cimentaciones excavados en el solar, así como algu-
recinto fortificado ofrece una planta cuadrangular con nos pavimentos de arcilla apisonada con nódulos de ba-
una superficie aproximada entre las 9 o 10 ha (Fig. 6). rro, precursor posiblemente del denominado opus pu-
Pertenecen a este periodo una serie de muros y pa- nicum, que pudieron ser bien contextualizados por su
vimentos de arcilla rojiza que arrancan del lienzo inte- ubicación sobre la muralla y por la cultura material re-
rior de la muralla para formar las estancias dentro del cuperada sobre ellos. Aparecen también pavimentos de
hábitat fortificado (Lám. V). Al respecto, hay que te- este tipo con la misma cronología, e incluso algo pos-
ner presente que bajo los niveles exhumados existe una terior (siglo VI a.C.), pero en la ladera baja del cerro,
Figura 4. Material adscribible al Bronce Final hallado en el sondeo realizado en el patio del
Colegio Público El Castillo
próximo al solar de la calle Convento nº 2, donde en fe- siglos es abundante y evidencia la existencia de estruc-
chas más recientes excavamos niveles antrópicos atri- turas habitacionales formando parte de una ciudad ma-
buibles al siglo VI a.C. y un horno doméstico muy mal yor aún, en un momento donde el perímetro abarcado
conservado del que sólo quedaba el fondo (Cerpa y por la muralla ha quedado superado por las construc-
Bueno 2006). El repertorio cerámico adscribible a estos ciones. Otros muros identificados como construcciones
de esta época han sido hallados en excavaciones reali- entre los distintos niveles difícilmente detectable. Así
zadas recientemente (2008) por otros colegas, en la ca- pues existen diversas formas microlaminares, peque-
lle Francisco Ignacio nº 2, que localizamos nosotros, ñas lascas de restos de talla, restos de descortezamiento
de manera hipotética, fuera del recinto amurallado, si- de núcleos y núcleos en los que se observa la huella
guiendo nuestra teoría de que posiblemente el trazado de extracción de pequeños cuchillos. Todas estas pie-
de la muralla se corresponda con algunos peraltes ob- zas son de sílex. Aparece también un fragmento de mo-
servados en las calles del Cerro del Castillo. lino abarquillado de piedra ostionera.
Que la industria lítica pervive en época fenicia ha
sido comprobado ya en otros yacimientos, por eso no
4. ESTUDIO DE MATERIALES constituye un dato para sostener la ocupación prehis-
tórica del cerro. Pero la importante tradición del po-
El estudio de materiales que se presenta a continua- blamiento desde fechas muy remotas en Chiclana, así
ción corresponde al análisis de todos aquellos hallados como el hallazgo de industrias líticas pulimentadas (ha-
en el interior de las dependencias que sellan la ocupa- chas) en la calle Convento nº 11-13 y en Santísima Tri-
ción en este sector del yacimiento. De los niveles infe- nidad s/n, sí nos sugieren una ocupación temprana del
riores, los materiales extraídos han sido escasos, debido mismo (Lám. VI).
a los pocos metros cuadrados excavados.
Cerámica a mano
4.1. Materiales adscribibles al Bronce Final
Es razonable la aparición de un repertorio cerámi-
Industria lítica co propio de la cultura autóctona del Bronce Final en el
yacimiento. La colonización fenicia en esta zona atlán-
Entre los distintos depósitos antrópicos se han reco- tica incidió sobre un hábitat de ocupación local, como
gido diversas piezas líticas asociadas a materiales ce- demuestra el registro arqueológico, así como un com-
rámicos de diferente cronología (a mano, autóctona y portamiento fenicio cuyo fin fue la absorción, asimila-
a torno, fenicia). Esta situación se produce por la es- ción y convivencia que trajo como consecuencia una
casa colmatación a lo largo de los siglos, que ha mo- mayor integración de la población autóctona. Es posi-
tivado una alteración estratigráfica de estos materiales ble que en los primeros contactos y durante la construc-
residuales produciendo una mezcla y contaminación ción del recinto dicha población se hallara dispersa por
Lámina V. Detalle de la muralla en la C/. Ánimas, donde se puede observar la superposición de muros
y los pavimentos de arcilla roja
los distintos cerros, y que ésta fuese acogida en la nue- cuanto al tratamiento que reciben las superficies pode-
va ciudad como resultado de una convivencia pacífica, mos decir que es variado: los hay con superficie exte-
haciendo frente a la necesidad de una mano de obra de rior peinada y superficie interior alisada, bruñidos por
reducido coste. ambas caras, bruñidos solo por la cara exterior y con
Como hemos comentado con anterioridad, el ma- decoración de retícula bruñida por el interior. El barro,
terial cerámico realizado a mano presente en el sec- cocido a baja temperatura, presenta tonalidades marro-
tor excavado del yacimiento corresponde a cuencos, nes y negruzcas, a veces con desgrasantes gruesos y
cazuelas, copas y grandes recipientes para el almace- medianos.
naje de líquidos y sólidos (Lám. VII). Entre las formas Aparecen también en
abiertas la más simple corresponde a los cuencos he- este sector del yacimiento
misféricos de mediano y pequeño tamaño. Éstos gene- fragmentos de cuencos ca-
ralmente suelen corresponder a dos tipos; por un lado, renados, denominados en
hay fragmentos de cuencos que tienen un borde engro- el Bajo Guadalquivir “ca-
sado al interior, y por otro, los hay con borde simple, zuelas” y en Sureste penin-
es decir, que las paredes del vaso tienen el mismo gro- sular y Levante “platos” o
sor. Esta forma tiene paralelos en toda la campiña ga- “fuentes” (Fig. 7). Los hay
ditana (González Rodríguez y otros 1993; Bueno Se- que presentan una carena
rrano 1998), en el cercano poblado de prefenicio de fuertemente marcada, pero
Las Cumbres, datados en los siglos X-IX a.C. (Ruiz también, aparecen algunos
Mata y Pérez 1995:79), y en la Fase IIC de San Pedro, que presentan una suave
cuya cronología se sitúa aproximadamente en torno al carena (Fig. 7: 4; Fig. 8: 1 Lámina VI.
650/625 a.C. (Blázquez y otros 1979: 91, Fig. 37). En y 2; Fig. 9: 1-4). En cuanto Hacha pulimentada
al tratamiento de las superficies, podemos decir,que al- (Bueno Serrano 1998). Se registran también peque-
gunos ejemplares presentan ambas bruñidas, consi- ños vasos bicónicos, con el borde corto, casi vertical
guiendo dar al recipiente un aspecto casi metálico; los (Fig. 9: 5). El tratamiento es el mismo que hemos seña-
hay también que combinan varias técnicas decorati- lado anteriormente, presentando ambas superficies bru-
vas por la superficie exterior, es decir, el borde aparece ñidas. Corresponden al Tipo B. I de Ruiz Mata (1995:
bruñido, mientras que desde la carena hacia abajo apa- 169) y se las denomina funcionalmente copas. Son fre-
rece peinado, o la superficie interior ha sido bruñida en cuentes en los yacimientos del Bronce Final de Anda-
su totalidad. Otros recipientes aparecen bruñidos por lucía Occidental y especialmente en el Bajo Guadal-
el exterior y por el interior, presentan el borde bruñido quivir y en Huelva, con unas cronologías que abarcan
y el resto decorado con retícula bruñida. Esta retícula desde el siglo VIII hasta el VII a.C. (Ruiz Mata y Pérez
presenta motivos lineales que se entrecruzan formando 1995: 276). Se trata de una de las formas que se atribu-
rectángulos, rombos y motivos triangulares enmarca- yen a una tradición anterior, al Bronce Final prefenicio.
dos por anchas bandas bruñidas. Las pastas cerámicas Entre las cerámicas de superficies toscas están pre-
suelen presentar tonalidades negruzcas, aunque a veces sentes las ollas de cocina de pastas poco depuradas de-
también las hay marrones. coradas con impresiones digitadas (Fig. 10). Pertene-
Dentro de todo el repertorio realizado a mano se ha- cen al Tipo G.II.a.1.a de la clasificación de Ruiz Mata
llan también los cuencos carenados o copas de reduci- (1995: 297) y a forma I de Ladrón de Guevara (1994:
das dimensiones, gran calidad de factura y ambas su- 4 y 45-47). También aparecen decoraciones similares
perficies bruñidas. Similares aparecen en el poblado del sobre algunos vasos de los Fondos XIV, XXI, I.1, XI,
Bronce Final prefenicio de Las Cumbres (Ruiz Mata y VIII, II, 1.2 de San Bartolomé de Almonte (Huelva),
Pérez 1995: 79) y en la campiña gaditana en los yaci- fechados en la 2ª mitad del siglo VIII a.C. (Ruiz Mata
mientos de Villarana, Cortijo de Santos Reyes, Cam- y Fernández Jurado 1986). Estas cerámicas se repar-
ping Bajo, Pocito Chico, Pastranilla y Casa de Rocío ten por todo el territorio tartésico, acompañando la
Figura 7. Material
arqueológico realizado a mano
del Bronce Final-Hierro I:
Cuencos carenados o cazuelas
Fase II de Ruiz Mata (1993:278), es decir, durante el un borde, apuntado y fino en el filo, bruñido por ambas
siglo VII a.C. caras y un baquetón que pertenece a la zona central. Se
A recipientes de mayor formato corresponden los localizan también unos fragmentos pertenecientes a re-
fragmentos con cuerpos de paredes altas, un poco ex- cipientes de forma esférica con paredes perforadas en
vasadas y base plana (Fig. 11). Algunos de ellos tienen su totalidad que muestran huellas de haber estado ex-
dos asas a ambos lados, formadas por un semicírculo puestas al calor. Este tipo de recipientes se interpretan
protuberante de tipo herradura. Son muy abundantes en siempre como queseras o coladores, aunque en algunos
el conjunto cerámico, con superficies normalmente sin casos se les supone un uso metalúrgico en el proceso de
tratar o alisadas, observándose en alguno de ellos repa- copelación de plata. Éstos aparecieron cerca de un fo-
raciones con lañas. gón, por lo que suponemos su utilización en alguna ac-
Son frecuentes entre las cerámicas a mano del tividad realizada en el mismo.
Bronce Final-Hierro I, los soportes o carretes para reci- También se recuperaron algunos objetos relaciona-
pientes (Fig. 12). Éstos están también presentes entre el dos con telares o actividades domésticas. Se trata de va-
material recuperado. A este tipo de recipiente pertenece rias fusayolas y pesas.
Figura 8. Material arqueológico realizado a mano del Bronce Final-Hierro I: Cuencos carenados o cazuelas
Figura 9. Material arqueológico realizado a mano del Bronce Final-Hierro I: Cuencos carenados o cazuelas
4.2. Cerámica a torno fenicia Bronce Antiguo en Oriente, en el III milenio a.C. Ha-
cia 1800 a.C., evolucionan a la forma cananea que co-
a.- La cerámica fenicia de engobe rojo nocemos de pequeño plato o cuenco de base convexa
o plana con una o más piqueras o mecheros, formados
Lucernas por presión en el borde con los dedos cuando el ba-
rro aún esta tierno. En Fenicia y en toda su zona de in-
Los recipientes con función relacionada con la ilu- fluencia, incluyendo Chipre, predominan casi exclusi-
minación, utilizando como combustible aceite o grasa vamente las lucernas de un solo mechero y de menor
animal con una mecha vegetal, son comunes durante el tamaño mientras que las occidentales, bicornes o con
Figura 10. Cerámica a mano del Bronce Final: Ollas con decoración digitada
dos mecheros y engobadas, son más abundantes. En junto a otros mas aguados, predominando una ligera ca-
Occidente la lucerna fenicia evoluciona disminuyendo lidad en los más arcaicos, aunque en el Cerro del Cas-
de tamaño y modificando la forma de sus mecheros, pe- tillo (Chiclana) son de gran calidad y se datan a finales
queños en los siglos VIII-VII a.C., se hacen más pro- del VII o principios del VI a.C.
fundos en los siglos VI-V a.C. hasta llegar a cerrarse en Su tipología ofrece una gran diversidad en cuanto a
los siglos IV-III a.C., cuando los productos griegos co- variantes se refiere, los hay más o menos anchos y pro-
mienzan a ser cada vez más abundantes, de forma que fundos, de bordes exvasados, rectos, curvos o engrosa-
son numerosas las de barniz negro halladas junto a las dos, en ocasiones presentan acanaladuras o una arista
típicas del mundo fenicio-púnico, hasta la imposición al interior que marca su inicio, los fondos pueden ser
final de las romanas.
Este grupo aparece representado en un total de trece
fragmentos. Los restos más completos nos permiten de-
cir que se tratan de lucernas de una sola mecha (Lám.
VIII). El diámetro de estos recipientes oscila entre los
13 y 14 cm aproximadamente. Las pastas son muy de-
puradas y los engobes presentan una calidad y un bru-
ñido excelentes. Todas las piqueras presentan huellas
de uso, quemadas y manchadas de negro.
Platos
planos o curvos, con o sin pie. Tienden en el exterior aproximadamente. Algunos ejemplares desarrollan cierta
a la forma troncocónica muy abierta, cóncava, con el curvatura hacia el exterior con una medida entre 5 y 6
borde ligeramente vuelto y la base cóncava. En el in- mm, presentando una incisión o ranura en el labio. Otros
terior el borde se marca con una carena más o menos tienen el borde muy fino y vuelto hacia abajo, y enano de
acusada que lo separa del fondo del plato. En las formas ellos se documenta un grafito en la parte exterior. En el
primitivas del siglo VIII a.C. halladas en la península, fondo interior, donde se forma el pocillo, se observan di-
el perfil exterior, convexo con borde vuelto, es muy si- ferentes medidas que oscilan entre los 4 y 10 cm.
milar al de los platos orientales de Tiro V-IV, fechado Las pastas cerámicas utilizadas son depuradas, pre-
por P.M. Bikai entre el 750 y 730 a.C. Se confirma en sentando tonalidades ocres y naranjas; en ocasiones se
otras estratigrafías que hacia finales del siglo VII y observan desgrasantes como mica y sílice.
principios del VI a.C. el labio horizontal del plato ter- Se localizan también los platos “tipo Jardín”, sobre
mina en una ranura. Establecer una cronología en fun- todo en el estrato depositado en el exterior de la mura-
ción de la anchura del borde y del cociente del diámetro lla que hemos interpretado como basurero. Este tipo de
como plantea H. Schubart (1976: 179-196) nos parece plato aparece en el Corte CA 80/A de Carmona, en los
algo complicado y de difícil comprensión debido a una niveles 16-17 B y en el Estrato VII de Carmona (Pe-
serie de fenómenos a tener en cuenta tales como talle- llicer y Amores 1985: 86, Fig.24, fragmento 12), en
res, alfareros, estilos y diseños. Puerto 6 en el Nivel IV (570-560 a.C.) (Fernández Ju-
Representan el conjunto más numeroso encontrado rado 1988-89: lám. XXXVI: 8, 9 y 10) y en Puerto 9
en lo que a cerámica de engobe rojo de refiere (Fig. 13). (570/560-590 a.C.) (Fernández Jurado 1988-89: 81).
La mayoría se localizan en el interior de las estructu- Miden 23 cm de diámetro aproximadamente y presen-
ras fenicias: estancias, viviendas y muralla presentando tan acanaladuras por la pared exterior que correspon-
unos diámetros comprendidos entre los 20 y 27 cm den a las marcas de dedos al realizarlos.
como las anteriores y los engobes oscilan entre el co- fig. 20). En Morro de Mezquitilla se documenta desde
lor marrón y el rojo (Fig. 15: 2). Se trata de un tipo que los comienzos de la fundación fenicia (Schubart 1985:
está documentado en el Castillo de Doña Blanca desde 153, fig. 5: b y d); en Huelva, en cambio, sólo apare-
el siglo VIII a.C. (Ruiz Mata1992: 38, fig. 2), pervi- cen a partir del siglo VII a.C. (Rufete 1988-89: 31-34,
viendo durante el siglo VII a.C. (Ruiz Mata 1992: 84, fig. 7 y 8).
tipo de recipiente hacia el siglo V y finales del VI a.C. Así mismo se han clasificado dos bordes del tipo
Entre el repertorio está también presente otro recipiente T-2.1.1.2. Se trata de un tipo de relativa trascendencia
anfórico de cuello corto, que se corresponde con el tipo en la trayectoria subsiguiente de una serie de formas
T-1.3.2.4 de Ramón Torres (1995); se fabricó en el área púnicas del Mediterráneo Central. Se fechan a fina-
suroriental de la Península Ibérica, como Villaricos y les del siglo VII a.C. y primer tercio o cuarto del siglo
otros centros próximos. VI a.C., siendo su momento álgido entre 600-575 a.C.
Pesas
c. Cerámica pintada
Píthoi
Lámina XI. Cuencos de cerámica gris Lámina XII. Cerámica gris con decoración bruñida
exterior hasta la carena. Otra forma que aparece es la de siguientes, sobre todo en el VII y VI a.C., apareciendo
grandes platos o fuentes con carena y borde saliente en- con asiduidad en los asentamientos autóctonos de las
grosado (Fig. 21: 7 y 8). Se trata de una forma también campiñas gaditanas (Bueno Serrano 1998). En la costa
frecuente entre la cerámica gris orientalizante. malagueña, concretamente en el Cerro del Villar, este
En cuanto al tipo de decoración que presenta este tipo de cerámica hace su aparición, aunque sea leve-
tipo de cerámica, podemos decir que se trata siempre mente, en el Estrato 5 del Corte 5, que se fecha a mi-
de decoración bruñida, con motivos geométricos de tra- tad del siglo VII a.C., pero se hace más abundante en
zos rectos, reticulados (Figs. 19 y 20), dientes de lobo el Estrato IV del Corte 5, donde su proporción se hace
(Fig. 20: 4) y en algunos casos, aparecen círculos con- digna de destacar por los excavadores, fechándose en
céntricos que siguen la dirección del torno y alterna el último cuarto del VII a.C. (Aubet y otros 1999: 90).
franja bruñidas con otras sin bruñir (Lám. XII).
Menos frecuente entre los repertorios de cerámica
gris del Sur de la Península, y más aún en ambientes e. Otros materiales hallados
domésticos, son las copas (Caro Bellido 1989 y Roos
1982), que suelen aparecer en necrópolis o en lugares Metales
identificados como santuarios. Éstas también están pre-
sentes en el Cerro del Castillo, a través de un ejemplar En el vertido exterior de la muralla se recogie-
(Fig. 21: 1). Se trata de un recipiente abierto fabricado ron varias hojas de cuchillos afalcatados de hierro,
a torno en dos partes. Consta de un cuenco o plato de similares a los que aparecen en el Túmulo 1 de las
borde simple y un pié con forma de cilindro. Medidas: Cumbres, en el Castillo de Doña Blanca (El Puerto de
Diámetro máximo: 20 cm aproximadamente, altura del Santa María, Cádiz), datado en el siglo VIII a.C. És-
pie: 4,5 cm, altura total: 8 cm, diámetro exterior base: tos cuchillos aparecen formando parte del ajuar fune-
9,2 cm. Está realizada en pasta gris y presenta las su- rario en algunas incineraciones, junto a placas de cin-
perficies sin tratar. Los recipientes con los que presenta turones y fíbulas de doble resorte (Ruiz Mata y Pérez
más afinidad este ejemplar del Castillo son los hallados 1995: 118). Las medidas que conservan los fragmen-
en la excavación de Marqués de Saltillo, que se datan tos hallados son aproximadamente de 10 cm de largo
hacia el siglo VII a.C. (Belén y otros 1997: 166-169). por 2,4 cm de ancho.
La quinta forma de vaso de cerámica gris que hemos En superficie se recogió también un proyectil de
podido identificar está representada por tres recipientes plomo con forma de bellota. Este tipo de utensilio se
de cuerpo globular (Fig. 22: 1, 2, 3), que miden aproxi- utilizaba junto con la honda como arma arrojadiza. Los
madamente 13 cm de diámetro. Estas formas tampoco pueblos antiguos atribuyen a los fenicios la invención
son frecuentes hasta ahora en el repertorio cerámico gris. de la honda. El proyectil era colocado en una bolsa y se
Uno de ellos tiene con trazos bruñidos por el exterior. le daba un vigoroso impulso circular. Cuando el tira-
Estas cerámicas están presentes desde mediados dor soltaba una de las correas, el proyectil salía dispa-
del siglo VIII a.C. en Doña Blanca (Vallejo Sánchez rado a causa de la fuerza centrífuga. Los griegos y ro-
1999: 87), pero se hacen más frecuentes en los siglos manos utilizaron una honda con mango de madera. El
Cuentas de collar
5. CONCLUSIONES
Se hallaron tres cuentas de collar de pasta vítrea, una
mediana de color azul con orificio central de 1,5 x 2 cm, El Cerro del Castillo (Chiclana, Cádiz) ha sido en
y dos cuentas minúsculas de 10 mm, una de color rojo el transcurrir de los siglos un enclave idóneo para la
intenso y otra de color verde. A pesar de que su apari- ocupación humana gracias a la magnífica ubicación que
ción es frecuente en los yacimientos fenicios y autócto- posee, en un lugar elevado, próximo a la costa y cerca
nos del mediodía peninsular, el estudio del vidrio plan- de un río que fue navegable hasta hace unos años. Esta
tea dudas en muchos aspectos. En este tipo de material situación estratégica ha sido sin lugar a dudas el prin-
se realizan también escarabeos, amuletos, cuentas de cipal motivo de su ocupación desde época prehistórica
collar y ungüentarios. Los elementos más antiguos son hasta la actualidad.
las cuentas de collar y los escarabeos, que se remontan Las investigaciones arqueológicas apuntan a la po-
al siglo VIII a.C., según los hallazgos del Túmulo 1 de sible ocupación de éste desde el Bronce Final, ya que
la necrópolis de Las Cumbres y la sepultura número 20 se conoce la existencia de núcleos de poblamiento, du-
del Cerro de San Cristóbal. Estas cuentas, que para al- rante el Bronce Antiguo y Final en lugares colindan-
gunos investigadores pudieron tener un valor mágico, se tes, como en La Mesa (VVAA 1999) y en la Loma del
fabricaron siguiendo la técnica del núcleo de arena o en- Puerco, y en el mismo Cerro del Castillo.
rollando hilos de vidrio en un alambre. En un momento mas avanzado, Bronce Final-Hie-
rro I (siglo VIII-principios VII a.C.), se constata la exis-
tencia de un enclave construido a la manera oriental,
Molinos de basalto negro con una muralla de casernas y pautas urbanísticas que
permiten hablar de la existencia de una ciudad en el
Se trata varios fragmentos de piedras de moler fa- siglo VIII a.C. En el Cerro del Castillo, los fragmen-
bricado en roca volcánica, concretamente en basalto tos cerámicos de recipientes realizados tanto a mano,
negro, posiblemente procedente de Sicilia. El hecho de como a torno que aparecen entre los mampuestos de la
su posible procedencia del Mediterráneo, es lo que nos muralla permiten adscribir esta fortificación a un mo-
hace atribuirlos a la colonización fenicia. mento muy concreto de la colonización fenicia. Se trata
de un ejemplo más a incluir dentro del grupo de las mu-
rallas del área nuclear tartésica (Escacena y Fernández
Malacología 2001: 109-127), junto a las de Doña Blanca (El Puerto
de Santa María, Cádiz), Niebla (Huelva), Tejada la
Entre los niveles arqueológicos que corresponden a Vieja (Escacena del Campo, Huelva), La Papúa II (Zu-
la ocupación del asentamiento aparecen gran cantidad fre, Huelva), Lebrija (Sevilla), Cerro del Castillo (Az-
de restos malacológicos. Entre los ejemplares recupera- nálcollar, Sevilla), etc.
dos aparecen distintas especies: Phyllonotus trunculus En el siglo V a.C. el lugar continúa siendo ocupado;
(caracola), Ruditapes decussatus (almejas), Glicymeria las construcciones se superponen, configurándose una
pilosa (almeja redonda), Ostrea edulis (ostra), Tellina ciudad sobre otra hasta la época romana. Hacia el si-
radiata (coquina). glo XIII sabemos que el cerro estaba ocupado por po-
blación almohade que reside en el lugar y que basa su
economía fundamentalmente en la agricultura, de ahí
Restos óseos faunísticos el hallazgo de contenedores de grano para guardar los
excedentes. En determinado momento, y ante la pre-
Entre los restos óseos faunísticos recuperados en las sión cristiana, el lugar se abandona, de ahí que en 1303
proximidades del fogón y en el interior de alguna de las Fernando IV entregue la aldea yerma y vacía para su
dependencias excavadas encontramos: Bos (bóvidos), repoblación y defensa a Alonso Pérez de Guzmán. Es
Capra hircus/ovis (cabra y oveja) y Oristulagus cuni- entonces cuando comienza a surgir el nuevo núcleo po-
culus (conejo). blacional entorno a la colina donde, según el cronista
de la Casa Ducal, se construyó el castillo o fortaleza frecuentes en el repertorio fenicio peninsular, como las
del Iro. Muy cerca del Castillo se construyó la pri- copas de cerámica gris o los oinocoes de este mismo
mera iglesia o convento de San Martín, que se convir- tipo de cerámica, aunque se conozcan en algunos yaci-
tió en hospital, de ahí que muy cerca del mismo apro- mientos del Bajo Guadalquivir, como en la Casa-Pala-
vechando las laderas del Cerro del Castillo surgiera el cio de Marqués de Saltillo en Carmona (Belén Deamos
cementerio del Egido. y otros 1997). Otras formas reproducen los tipos feni-
El emplazamiento de este asentamiento en la en- cios pero presentan una factura muy tosca y mal eje-
trada de la bahía de Cádiz lo convierte en un enclave cutada, como ocurre con los píthoi hallados junto a la
privilegiado y fundamental en las relaciones marítimas muralla.
y comerciales con los navegantes venidos de Oriente. La mayoría de los recipientes de la fase orientali-
Desde el punto de vista militar, podemos decir que la zante están realizados por alfareros locales con pastas
fundación de diferentes enclaves en la Bahía de Cádiz también locales. La arcilla local contiene gran canti-
responde a un modelo de actuación estratégica de todo dad de yeso que hace que se formen protuberancias y
un área con la intención de controlarla, donde la ciuda- pérdidas superficiales de material en las cerámicas una
dela de Chiclana actuaría como primer puesto de de- vez que se cuecen en el horno. Entre los contenedores
fensa contra el enemigo que quisiera entrar en la bahía. las formas más abundantes son los píthoi y ánforas, lo
El asentamiento definitivo de fenicios en un contexto cual evidencia la importancia del almacenamiento de
autóctono del Bronce Final se vio sin duda legitimado productos, con seguridad líquidos, para el autoabasteci-
con la fundación del templo de Melkart, en el entorno miento, para el transporte y para el comercio.
de Sancti Petri. En época fenicio-púnica siguió existiendo en el ce-
Somos de la opinión de que el recinto fortificado rro un importante asentamiento, con viviendas y depen-
y las diferentes dependencias excavadas están relacio- dencias muy bien construidas, con pavimentos perfec-
nados con el Heracleion. La magnitud e importancia tamente terminados, formados con arcilla apisonada
del templo harían necesaria la existencia en un lugar con nódulos de barro u opus punicum. La amplitud de
próximo en tierra firme al amparo de temporales, donde la ciudad rebasa el perímetro amurallado, construyendo
residieran los encargados del templo (sacerdotes, astró- la misma incluso sobre la muralla. En estos momen-
nomos, siervos, etc.), así como, todos aquellos indivi- tos, las formas cerámicas halladas son muy similares a
duos relacionados con las transacciones comerciales y las del alfar de Camposoto en San Fernando. Son nu-
la vida cotidiana de cualquier comunidad (navegantes, merosos los fragmentos de ánforas recuperados, como
comerciantes, artesanos, campesinos, etc.). muestra de la importancia de los intercambios comer-
El análisis del repertorio arqueológico mueble re- ciales que se dieron en ese momento.
cuperado en el interior de las dependencias, sobre todo
el cerámico, nos sugiere una ocupación del cerro con
carácter habitacional y doméstico en todos los perio- BIBLIOGRAFÍA
dos documentados; hasta el momento no podemos otor-
gar otra funcionalidad, como podría ser la de santuario AUBET, Mª. E. (1994): Tiro y las colonias fenicias de
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