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Valle y Ramos
Valle y Ramos
Valle y Ramos
32-52
Recibido: 27/03/2023
Aprobado: 10/07/2023
2
Abogada por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, maestrante en
Derecho Procesal por la Universidad de Especialidades Espíritu Santo. Posee
certificación en educación continua Género Violencia y Femicidio por la
Universidad del Estado – Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador.
Posee un Diplomado en docencia virtual y actualmente ejerce su profesión
dentro del ámbito de la educación superior.
Correo electrónico: daniramosromero@hotmail.com
Resumen
El presente artículo hace un breve análisis de los efectos negativos del
neoliberalismo como propuesta económica y política en la sociedad actual, de cara c
a las vulneraciones de derechos humanos fruto de la aplicación de medidas
gubernamentales. Se revisarán los índices de acceso a educación, salud, trabajo,
vivienda, de las mujeres en el Ecuador y en el Perú. Los acápites desarrollarán
desde su contemplación, reconocimiento legal, y enfoque de política pública, hasta
las cifras de la aplicación de estos ejes. Por último, se describirá la perspectiva
utilitarista de la aplicación de la política a estudiarse.
Abstract
This article makes a brief analysis of the negative effects of neoliberalism as an
economic and political proposal in today's society, in the face of human rights
violations resulting from the application of government measures. The indices of
access to education, health, work, housing, of women in Ecuador and Peru will be
reviewed. The sections will develop from its contemplation, legal recognition, and
public policy approach to the figures of the application of these axes. Finally, the
utilitarian perspective of the application of the policy under study will be
described.
I. Introducción
Todo este paquete de decisiones económicas por medio de gobiernos que fueron
afianzando su democracia y gobernabilidad en la fuerza militar y policial, fue generando
efectos negativos en la población civil, que cada día veía disminuida su capacidad
adquisitiva, fuentes de trabajo, y oportunidades de desarrollo individual y familiar.
El autor Jean Feyder (2017) en una publicación sobre el hambre, muestra las cifras
de la pobreza por región, teniendo los siguientes resultados: 51% en África; en el sur de
Asia 22%; en el Asia Oriental 16%; en Latinoamérica 14%. Asimismo, según OXFAM
(2020), en América Latina y el Caribe, el 20% de la población más rica concentra el 83%
de la riqueza. Ante este panorama, el compromiso de los Estados por generar políticas
públicas que disminuyan la desigualdad ha sido nulo o poco eficiente.
Dichas cifras muestran cómo la acumulación de propiedad por parte de unos pocos
ha superado el bienestar social colectivo, y cómo una especie de necropolítica surge en
contra de quienes no son considerados productivos o útiles al mercado (Mbembe, 2011).
En resumen, los efectos del neoliberalismo han socavado el ejercicio de los derechos
humanos en sus diversos niveles y ámbitos, por lo cual es necesario un repensar del
modelo económico y del rol del Estado.
II. Desarrollo
Nadie es, en grado alguno, esclavo de otro. Por tanto, nadie es propiedad total o
parcial de otro. Por tanto, cada persona es dueña de sí misma. Por tanto, Cada persona
debe ser libre de hacer lo que le plazca mientras no dañe a otros. Nadie está obligado a
ayudar a los demás. (p. 173)
Sin embargo, de lo dicho, las cifras a nivel mundial muestran mayor desigualdad e
inequidad en la concentración de la riqueza. Según cifras de la Organización
Internacional del Trabajo (2022), en la actualidad existen más de 50 millones de
personas en situación de esclavitud moderna en el mundo, y otras formas de explotación
laboral.
En los años 70, el neoliberalismo cobró más fuerza de la mano de Thatcher (Gran
Bretaña, 1979) y Reagan (EE. UU., 1980); dando lugar a ajustes estructurales en sus
países en pro de reducir el Estado de Bienestar. Por otra parte, se benefició a la banca de
Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), con el fin de
crear clubs que se dediquen al pago de la deuda (Ezcurra, 1988). Es así como nace la
época de los denominados ajustes estructurales.
Una característica de esta época fue deprimir la fuerza del trabajo y los salarios de
los trabajadores. El trabajo se consideró como una mercancía que se puede obtener al
menor precio posible; se habla de una bandera ortodoxa de flexibilización laboral en la
que se redefinió el poder del capital sobre el trabajo.
Tal y como se manifestó en párrafos anteriores, en los inicios del siglo XXI la
globalización del neoliberalismo y del capitalismo ha traído varias consecuencias; en
términos económicos, ha puesto de manifiesta el incremento de la desigualdad y la
pobreza, y nos hacen cuestionar sobre el rol de los Estados y de la misma democracia.
Según la autora Cobo (2003a), la pobreza en las mujeres está relacionada con la
globalización y con el avance del neoliberalismo, ya que la eliminación de una política
económica intervencionista estatal dio paso a una política genocida que deja surcos muy
profundos en las mujeres que han sido excluidas en derechos a la salud, educación,
formación y cualificación profesional o de autonomía personal, entre otras.
En primer lugar, las políticas neoliberales recortan el gasto público, y este hecho
tiene como efecto el incremento del trabajo gratuito que realizan las mujeres en el marco
familiar. Los Estados que aplican los programas de ajuste estructural redefinen y
expanden lo privado incluso en temas de orden público o particular, “para así invisibilizar
los costes de desplazamiento de la economía remunerada a la no remunerada” (Cobo,
2003a, p. 2).
En segundo lugar, “la mano de obra femenina juega un papel estratégico en este
proceso de liberalización económica, ya que en todos los países del mundo representa un
segmento de población laboral considerable” (Cobo, 2003a, p. 2). En este caso particular,
se muestran como ejemplos las maquilas o zonas francas como nueva palanca para la
inserción de las economías periféricas en el proceso de globalización. Esas zonas
industriales ofrecen nuevas oportunidades de empleo para las mujeres, pero muy
frecuentemente bajo condiciones propias del siglo XIX. En estos casos, las condiciones
laborales están sujetas a contratos temporales, menor salario, flexibilización de
obligaciones patronales, no pago de seguridad social, y con sueldos en muchos casos por
debajo de la subsistencia (Cobo, 2003a).
Adicionalmente, en un mundo globalizado con enfoque capitalista, existe una
diferenciación entre trabajadores varones y mujeres, así como su forma de ingreso (Cobo,
2003b). En casi todas las regiones del mundo la participación de las mujeres en el
mercado de trabajo aumentó, pero las condiciones bajaron. Incluso en los países más
desarrollados, los sueldos de mujeres con el mismo título y experiencia que un hombre
es mucho menor, a pesar de realizar la misma tarea u oficio. Todos estos elementos han
aumentado la brecha de la pobreza entre hombres y mujeres a nivel mundial.
Para el año 2021, las mujeres fueron desproporcionadamente quienes tenían las
mayores cifras de desempleo, informalidad, pobreza y trabajo doméstico. Entre las
mujeres que tienen empleo, el 60% lo hace en situación de alto riesgo en el comercio o la
industria (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 2023).
Según el informe anual de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL), en el año 2022 la incidencia de la pobreza es mayor en algunos grupos de la
población en la región, entre los cuales se encuentran las mujeres de 20 a 59. En tanto,
la desocupación proyectada para 2022 representa un retroceso de 22 años, afectando
especialmente a las mujeres, para las que la desocupación sube de 9,5% en 2019 a 11,6%
en 2022 (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2023).
Como se puede observar en las cifras arriba citadas, la pobreza es mucho más
profunda en la población femenina, y en especial en la población rural. Esto significa que
el ejercicio de derechos (especialmente sociales) queda supeditada al nivel de ingresos,
haciendo casi imposible que las mujeres accedan a servicios de calidad de educación,
trabajo, salud, vivienda, entre otros. La exclusión indirecta de las mujeres en el ejercicio
Figura 1
División por edades de la población femenina total en Ecuador y Perú
16%
14%
12%
10%
8%
6%
4%
2%
0%
Perú Ecuador
Nota. Adaptación propia de la información de Datos del Banco Mundial, Población, mujeres –
Perú, Ecuador
Los datos del gráfico que antecede fueron recopilados del Portal del Banco Mundial
de la ONU, y describen la situación individual de cada país en el 2021. En el caso
concreto de los dos países bajo análisis, las cifras son muy parecidas. En resumen, el
porcentaje de la población femenina de 0 a 19 años en Perú es del 33%, y en Ecuador es
del 35%; de la población de 20 a 39 años en Perú es del 31%, y en Ecuador es del 33%;
de la población de 40 a 59 años en los dos países representan el 21%; y la población de
60 años en adelante en Perú representa el 15% y en Ecuador el 11%. Con base a esta
división se puede hacer un análisis del goce de los derechos fundamentales establecidos
anteriormente.
2.3.1. Derecho a la educación
En cuanto al acceso a la educación, la Constitución de la República del Ecuador de
2008, en su artículo 26, determina que es un derecho de las personas que debe perdurar
a lo largo de sus vidas. El Código de la Niñez y Adolescencia, en su artículo 37, determina
que es un deber del Estado su promoción y garantía para el desarrollo de la población
joven. Siendo uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, precisamente el Objetivo 4,
es determinante desarrollarlo.
El gobierno ecuatoriano, para el año 2022, planteó nuevas políticas educativas que
se enfocan en cinco ejes fundamentales; el primero enfocado al diseño de un plan de
retorno a las aulas de los colegios, para lo cual se abrirán puntos de encuentro en cada
parroquia del Ecuador; el segundo eje se enfoca en el fortalecimiento del sistema para un
enfoque inclusivo, rehabilitando 900 escuelas rurales; el tercer eje se enfoca en la
inclusión de los padres de familia para la creación de ajustes que se adapten a las
necesidades comunitarias; el cuarto eje se dirige a la promoción de salarios dignos a los
Según la Encuesta Nacional de Hogares del 2019, el 31.1% de las mujeres de más de
15 años lograron adquirir un nivel de educación superior. De estas cifras se desprenden
que solo el 14.9% de las mujeres consiguen un título universitario y el porcentaje
restante representan títulos técnicos superiores.
Figura 2
Comparativa entre Hombres y Mujeres en la educación
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Educación Básica Educación Superior
El cuadro anterior grafica los datos previstos anteriormente. Del mismo se puede
concluir que el goce del derecho a la educación se puede demostrar observando que la
tasa de mujeres con acceso a la educación superior, tanto en Ecuador como en Perú, es
menor que las de los hombres. Tras varios análisis en los informes gubernamentales de
los dos países, se busca romper la brecha de género aplicando los principios
fundamentales de las políticas públicas que aún no reflejan efectividad.
2.3.2. Derecho al Trabajo.
El derecho ecuatoriano determina en su artículo 35 de la Constitución de la
República del Ecuador de 2008, señala que el Derecho al Trabajo es un derecho y deber
social para la promoción de una remuneración justa que cubra las necesidades personales
y familiares; así mismo, el Código del Trabajo promueve el desarrollo de los derechos
laborales de todas las personas en el territorio ecuatoriano, incluyendo a los extranjeros
que son residentes.
Las políticas laborales en Ecuador se distribuyen desde varios sectores (nacionales
y extranjeros; adultos y adultos jóvenes), así mismo, se distribuyen desde distintos
planes, el Plan Nacional del Desarrollo tiene como primer eje la generación de empleo
desde distintos impactos, incluidas las políticas del empleo joven, fijación de salario
mínimo, negociación y beneficios sociales (Grupo FARO, 2019).
En el contexto ecuatoriano, el Informe Mensual del mercado laboral a marzo de
2022, elaborado por la Cámara de Industrias y Producción, estableció que, en virtud del
Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), únicamente existen “8.31 millones de
personas con empleo o dispuestas a trabajar. De este total, el 32,7% tuvo un empleo
adecuado, mientras que el empleo en condiciones no adecuadas se ubicó en el 62%”
(Cámara de Industrias y Producción [CIP], 2022), de la población total del Ecuador.
Por lo tanto, según el reporte de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y
Subempleo del INEC, se determina que únicamente el 65% de la población ecuatoriana
es económicamente activa.
El mismo informe determina que para marzo de 2022, del total de personas con
desempleo el 47,9% son mujeres y 52,1% son hombres. Sin embargo, únicamente el
35,4% del porcentaje de mujeres poseen empleos adecuados, dejando una tasa deficiente
en las condiciones dignas que el Ecuador aborda en cuanto a empleo digno; es decir, que
dos de cada diez mujeres en Ecuador tienen un empleo adecuado.
Figura 3
Cifras de la situación de mujeres en Ecuador en la esfera laboral
y sociales para garantizar a las personas un trabajo decente y productivo, así mismo la
Política Nacional de Empleo Decente, que se enfoca en una acción multisectorial, busca
ubicar la falla en las condiciones de trabajo a fin de brindar facilidades para promover
condiciones favorables.
En el contexto peruano, el programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(2020) determina que las mujeres enfrentan graves desigualdades para su inserción en
el ámbito laboral, incluyendo significativamente su condición de trabajo. El 80% de las
mujeres trabajadoras en Perú representan trabajos domésticos con 6 horas de diferencia
más que los hombres, y el ingreso por hora para los hombres es entre 28% y 40% superior
al que las mujeres perciben.
En general, las mujeres de los países en América Latina, en virtud de las cifras
descritas, están sujetas a tasas más elevadas de subempleo y desempleo, en donde
predominan los sectores laborales con salarios mucho más bajos. Más en estos países
que representan a la diversidad de mujeres indígenas ubicadas en sectores rurales de la
población sin posibilidad de crecimiento, si no es migrando a otras provincias y más a
las zonas urbanas (Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo de Perú [MTPE],
2008).
2.3.3. Derecho a la vivienda
El artículo 30 de la Constitución de la Republica del Ecuador de 2008 determina que
las personas tienen derecho a un hábitat seguro y saludable, incluyendo una vivienda
digna y adecuada. El autor Gago (2009) considera que la vivienda es una necesidad
humana fundamental para el desarrollo personal de las personas, por lo tanto, no
constituye solo el derecho a contar con un espacio físico, sino la seguridad jurídica de
tenencia, disponibilidad de acceso a servicios básicos y vivienda asequible.
Para el Relator Especial Sobre el Derecho a una Vivienda Adecuada (s. f.), el Comité
de las Naciones Unidas de Derechos Económicos, Sociales y Culturales considera que el
derecho a una vivienda adecuada abarca la protección contra el desalojo forzoso,
destrucción y demolición arbitrarias; el derecho a ser libre, a la privacidad y a la familia;
el derecho al libre tránsito y lugar de residencia. En cuanto a política pública, el Ecuador
plantea el Plan Nacional de Desarrollo, que enfoca el derecho a la vivienda como factor
de realización de otros objetivos. Por ejemplo, como estrategia para la planificación del
territorio, gestión para mejora del hábitat y condiciones de vida; erradicación de la
pobreza y protección de la familia.
En el contexto ecuatoriano, para el año 2010 la taza poblacional urbano y rural
aumentaron y especificaron que, de la población total, 9 090 786 personas se encuentran
viviendo en zonas urbanas. Por dicho aumento en la población urbana, se visualizan
consecuencias relacionadas con el desempleo, pobreza y, sobre todo, déficit habitacional
(Villacís y Carrillo, 2012, p. 11).
Es importante determinar que las cifras para el año 2018 han demostrado que el
66,2% de las viviendas son propias y totalmente pagadas; y el 18% son arrendados. Entre
cifras importantes que han desarrollado en el Plan de Vivienda, se menciona que desde
el 2008 al 2018 se ha disminuido el 10% de las personas que viven en hacinamiento y
2 Véase https://oig.cepal.org/en/laws/8/country/ecuador-12
3 Véase https://oig.cepal.org/en/laws/8/country/peru-52
excluye los derechos económicos, sociales y culturales, pues estos son necesarios para el
desarrollo de la vida con dignidad. Las mujeres han sido doblemente excluidas. Por un
lado, están las políticas públicas generales que adoptan un carácter patriarcal, y no
permiten un igual acceso a puestos de trabajo, a la educación formal, puestos políticos y
de relevancia, entre otros. Por otro lado, el enfoque del neoliberalismo cuyo enfoque se
dirige a las personas productivas no permite con sus recortes tener una política más
incluyente. De hecho, los recortes sociales afectan de forma directa a las mujeres y las
excluyen como sujetos de derecho.
El porcentaje de mujeres pobres ha ido en aumento en los últimos años, en
particular, en los países en los cuales se han aplicado las políticas neoliberales al pie de
la letra. No es coincidencia entonces que ellas hayan sido las más afectadas, pues son las
excluidas de los excluidos.
Mucho se habla de soberanía de los Estados de cara a las migraciones, pero no se
dice nada sobre la intromisión e imposición de estándares que están en los umbrales de
la necropolítica y que afectan a las y los ciudadanos. Priman más los intereses personales
de las élites de unos gobernantes sobre las mayorías. Es indispensable adoptar un cambio
que permita, al menos, negociar mejores condiciones sin afectar lo social, pues el voraz
capitalismo de mercado no respeta los derechos, ni la vida de las personas. Las políticas
públicas deben responder a las necesidades de las personas y no a intereses del sistema
financiero internacional.
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