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Familia y Desarrollo en La Realidad Latinoamericana

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MÓDULO SEMANA 3

FAMILIA Y DESARROLLO EN LA REALIDAD LATINOAMERICANA

En los últimos veinticinco años la familia en Latinoamérica ha sufrido múltiples modificaciones,


acompañando los diversos cambios socioeconómicos que han tenido lugar.

Este trabajo es un análisis descriptivo que no implica una valoración ética-teológica sobre la
validez o no de dichos modelos familiares. Sin embargo, nuestra convicción como cristianos es
que Dios ha instituido el matrimonio para que en el marco del compromiso y de la fidelidad el
ser humano pueda desarrollarse plenamente como persona creada a imagen y semejanza de
Dios y establecer en este marco su descendencia.

De modo que una buena parte de lo que se describirá en estos párrafos no representan el
proyecto original de Dios para el ser humano sino más bien los efectos concretos que el
hombre supo cosechar al buscar un proyecto alternativo al de Dios.

En este contexto, es esencial afirmar que el rol que juega la familia en la construcción de la
afectividad, la moral y el desarrollo intelectual es vital para un desarrollo saludable de niños,
adolescentes y adultos. Esto ha quedado bien establecido desde los comienzos del
psicoanálisis hasta las más diversas escuelas psicológicas que existen en la actualidad.

El rol que juegan los padres en el desarrollo de la personalidad es vital para un buen desarrollo
de la misma. La familia es el primer ámbito con el cual el ser humano interacciona y por lo
tanto deja huellas muy fuertes en la identidad del mismo. Este, es el primer ámbito en el cual el
sujeto descubre y adopta valores en un interjuego dinámico con sus padres.

Puig Rovira1, hablando de los medios de experiencia moral, sitúa al ámbito familiar como el
primero que coloca a los niños en contacto con el mundo de los valores:
En tal sentido, podemos referirnos en primer lugar a la familia ya que, vista desde la posición
de hijo, es el primer medio de experiencia moral a considerar. Es un momento en que los
vínculos afectivos entre personas arrastran y sirven para impregnar valores y formas de
convivencia fundamentales

1
Puig Rovira, J. M., La Construcción de la personalidad moral. Buenos Aires, Paidos. 1996, pág. 165
Como sucede en temas tan profundos y complejos, el concepto de familia no es universal,
aunque puede parecer así. Y es que su composición no es igual en todas las culturas y los
tiempos, por ejemplo, en el documento de la UNESCO, "Familia y desarrollo en América Latina
y el Caribe" se expresa lo siguiente:

“Los estudios nacionales muestran que los modelos de familia que han predominado
en cada país o región responden a la forma como se ha ido desarrollando la historia
y la cultura de cada pueblo. Países como Uruguay, cuya población desciende de
migrantes europeos, darán lugar a un modelo de familia nuclear permeada por la
ideología de la clase media, distinto al de aquellos países donde los factores étnicos
profundizan las diferencias sociales. Tal es el caso de Perú, México, El Salvador y
Ecuador, que presentan un alto porcentaje de mestizaje y de población indígena”.

Independientemente de lo que signifique la familia para uno, para la sociedad y por la época
que nos toca vivir, se distinguen varios tipos de familia. La siguiente clasificación corresponde
a los diversos esquemas que pueden observarse en la actualidad:

 Familia Nuclear: formada por la madre, el padre y los hijos, es la típica familia
tradicional.

 Familia Extendida: formada por parientes cuyas relaciones no son únicamente entre
padres e hijos. Una familia extendida puede incluir abuelos, tíos, primos y otros
consanguíneos o afines.

 Familia Monoparental: formada por uno solo de los padres (la mayoría de las veces la
madre) y sus hijos. Puede tener diversos orígenes: padres separados o divorciados
donde los hijos quedan viviendo con uno de los padres, por un embarazo precoz donde
se constituye la familia de madre soltera y por último el fallecimiento de uno de los
cónyuges.

 Familia Homoparental: formada por una pareja homosexual (hombres o mujeres) y sus
hijos biológicos o adoptados.

 Familia Ensamblada: está formada por agregados de dos o más familias (ejemplo:
madre sola con hijos se junta con padre viudo con hijos). En este tipo también se
incluyen aquellas familias conformadas solamente por hermanos, o por amigos, donde
el sentido de la palabra “familia” no tiene que ver con parentesco de consanguinidad,
sino sobre todo con sentimientos, convivencia y solidaridad, quienes viven juntos en el
mismo espacio.

 Familia de Hecho: este tipo de familia tiene lugar cuando la pareja convive sin ningún
enlace legal
Si bien todo esto es real, no se puede ignorar que la condición socioeconómica ejerce
presiones muy fuertes sobre el sistema familiar pudiendo modificarlo substancialmente.

En este sentido, el punto de partida es considerar que lo cultural y lo socioeconómico juegan


un rol muy importante en la configuración del espacio familiar. Atento a lo expuesto, para
poder comprender la multifacética realidad familiar actual es necesario comprender cuál es el
modelo familiar de base desde el cual se parte históricamente en una buena parte de nuestra
sociedad.

El Modelo Tradicional de Familia

Históricamente, la familia latinoamericana ha gozado en términos generales de ciertas


características que permitieron configurar a nivel teórico, un paradigma de familia tradicional,
especialmente vinculado socialmente a la clase media. Las características comunes de este
modelo que gozan de consenso académico son2:

1. Familia paternalista, centrípeta. En líneas generales, la familia de la modernidad, era una


familia contenedora, no expulsiva, ni para los hijos, ni para los padres, ni para los ancianos.
Una de las características básicas es que los hijos se retiraban de la misma cuando se casaban y
no por otros motivos expulsivos. En un mismo ámbito físico convivían diferentes
generaciones, proveyendo una multiplicidad de vínculos facilitadores del desarrollo afectivo y
moral. El tiempo compartido en familia era abundante e involucraba a la totalidad de la
familia: tíos, abuelos, nietos, hermanos, etc. También es necesario enunciar que el tipo de
comunicación en estos modelos familiares generalmente era del tipo verticalista,
unidireccional, lo cual no facilitaba un buen dialogo entre partes.

2. Familia monógama con enlaces permanentes. Otra característica importante es la estabilidad


del vínculo conyugal. Si bien siempre existieron conflictos maritales, estos no generaban la
desvinculación legal del lazo matrimonial. El terminar el vínculo matrimonial no era bien visto
socialmente, lo que daba cierta estabilidad al vínculo. En este modelo el punto de partida era
formar un matrimonio para toda la vida. La lealtad y la fidelidad era un valor sobre el cual se
asentaba el vínculo matrimonial. La contrapartida de esto era que muchos matrimonios se
mantenían en función de guardar una imagen social a costa de disfrutar los reales beneficios
del vínculo marital.

3. El proyecto vital por excelencia era la procreación y la transmisión generacional. Un tercer


aspecto tiene que ver con la familia concebida como el ámbito en el cual se daba ese traspaso
cultural de generación en generación de aquellos elementos sagrados en la historia familiar.
La familia era el ámbito en el cual se pasaba de padres a hijos la tradición, los principios éticos
fundados en los valores religiosos, la profesión familiar, los bienes generacionales. Era una
familia que se hacía cargo de la educación de sus hijos mirando el futuro con expectativas de
prosperidad. Este legado generacional era clave para el futuro éxito en el mundo de los

2
ambusini, ar a, I. Modernidad, Posmodernidad y Familia. Sus efectos en la construcción de la
subjetividad, IX Congreso Metropolitano de Psicología, Buenos Aires, 1997.
adultos. Claramente diferenciado del de los adolescentes. El exceso del modelo, se vería
representado por aquellos hijos que han visto frustrada la posibilidad de construir un proyecto
de vida propio, en virtud del peso de la tradición familiar.

4. Una familia con roles y funciones claramente delimitadas. Lo que acabamos de mencionar
nos introduce al cuarto aspecto que queremos enfatizar: la clara distinción de roles y funciones
dentro del marco familiar. La mujer se dedicaba al cuidado de sus hijos y el hombre era el que
proveía el vital sustento económico. Padre, madre e hijos, tenían claramente asignados sus
roles, lo cual brindaba el marco adecuado para que cada uno pudiera desarrollarse como
persona. Los hijos podían encontrar en la figura materna la provisión necesaria de afecto
indispensable para desarrollarse adecuadamente. En la figura paterna, residía la cuota de
límites necesarios para estructurar una personalidad sana. El afecto y los límites, más allá de
aciertos o errores, tenían un espacio propio dentro de este modelo familiar. Un aspecto crítico
de esta dimensión es el lugar marginado que ocupa la mujer en la estructura familiar.

5. Las diferencias sexuales, biológicas y las distancias generacionales, pautaban desde el


comienzo de la vida, el lugar y la función del sujeto dentro la estructura familiar. El quinto
aspecto que hemos mencionado se relaciona con la distancia generacional existente en los
miembros del sistema familiar. Esta distancia estaba bien definida en términos biológicos y en
términos afectivos. Existía un modelo de adulto claramente diferenciado del resto de las
etapas evolutivas, específicamente de los adolescentes. Esta clara diferenciación posibilitaba
al adolescente, tener una perspectiva clara, de lo que se esperaba de él al ingresar al mundo
adulto. Esto que acabamos de mencionar, derivaba en los tan comentados conflictos
generacionales. Conflictos generacionales que bien manejados eran una herramienta con la
cual los adolescentes podían construir una identidad adulta. Tenían bien en claro que se
esperaba de ellos en términos sociales y esto muchas veces generaba esa rebeldía adolescente
tan comentada por los estudiosos de la adolescencia. Sin embargo, muchas veces, esta
distancia generacional llegaba a ser tan grande, que se corría serios riesgos de llegar a una
ruptura abrupta del vínculo padre/madre-hijo.

Los Nuevos Modelos Familiares

Una de las características fundamentales de la estructura familiar actual en Latinoamérica es


que ya no es posible hablar de “un modelo familiar”. El modelo de “familia tradicional” hoy es
una alternativa más entre otras posibilidades.

La interrogante a responder es ¿cuáles son los rasgos característicos de la familia actual en


América Latina? Pensamos que el modelo familiar que acabamos de sintetizar ha sufrido
múltiples cambios en los últimos 15 años de historia. La sociedad ha cambiado notablemente
y la familia como parte esencial de este macro sistema, ha modificado sus características,
dando una nueva configuración al campo primario en el cual los niños y los adolescentes
desarrollan su identidad y los adultos ejercen la paternidad.

El análisis exhaustivo de nuestro contexto nos permite verificar la existencia de múltiples


modelos familiares con relación a sus condiciones estructurales. El modelo estructural de la
modernidad, “matrimonio para toda la vida” y “familia nuclear”, es uno más en medio de
nuevas alternativas estructurales: familias monoparentales, ensambladas, hogares
unipersonales, etc. Creemos que, al margen de sus diferencias estructurales, estas familias
pueden compartir ciertos rasgos esenciales característicos:

1) Enlaces matrimoniales menos perdurables.


2) Roles y funciones más fácilmente intercambiables.
3) El proyecto vital de una pareja no siempre pasa por tener descendencia.
4) Inversión del espejo generacional.
5) Aumento de hogares uniparentales y unipersonales.
6) Propicia el desprendimiento muchas veces prematuro de los hijos, en especial
adolescentes.
7) Notorio debilitamiento del lazo de alianza y junto con él, de la función paterna, lugar de
origen y sostén de las diferencias simbólicas.

Analicemos más detenidamente cada una de estas características tomando como referencia la
realidad del país de Argentina.

1.- Enlaces matrimoniales menos perdurables. Una de las características más visibles es el
notorio debilitamiento de los vínculos matrimoniales.

A continuación, presentamos los datos de la autoridad para la década del 70 y 80, que revelan
la tendencia de los datos acerca del estado conyugal en la Argentina:

Haciendo una simple lectura de los datos, podemos observar los cambios substanciales que
involucran a la familia. Tomando en cuenta las cifras para la década del 70 y 80 se observa que:
 Se duplica el número de parejas que conviven sin formalizar su relación de pareja.
 Desciende en 5 puntos porcentuales la cantidad de gente que se casa respecto de 1970.
 Se duplica el número de parejas que disuelven su vínculo de pareja.

Estos datos estadísticos parecen confirmar lo que se palpa a diario en nuestra sociedad de
América Latina: que cada día resulta más difícil casarse y la tendencia de nuestros jóvenes en
formar pareja, pero no formalizar matrimonio legalmente.

2. Roles y funciones más fácilmente intercambiables. El segundo punto que hemos mencionado
est vinculado a los nuevos roles que ocupan en la sociedad y en la familia el hombre y la
mujer. Creemos que la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, es parte integral de los
múltiples cambios socio- económicos que estamos viviendo y afectan la vida familiar.
Observemos en el siguiente cuadro algunos datos que ilustran esta realidad:

En el mundo del trabajo la incorporación de la mujer aumenta cada vez más. Esta tendencia se
observa en todos los grupos sociales y en todos los países del continente. La entrada de la
mujer al campo laboral tiene múltiples consecuencias para ella y su familia: el cuestionamiento
de los roles asignados históricamente; la tensión para la mujer de vivir una doble o triple
jornada de trabajo; la pregunta por el cuidado de los hijos y la responsabilidad familiar y de la
sociedad. El replanteamiento de la identidad de la mujer implica necesariamente la del
hombre. Así, el rol del padre en la familia también est buscando nuevas e presiones,
especialmente en los matrimonios más jóvenes, frente a una esposa que es profesional y que
también trabaja fuera de la casa. En este sentido, pareciera que la mujer sabe mejor lo que
quiere y adónde va, mientras el hombre ha perdido claridad sobre el perfil de su identidad y de
su rol en la familia y en la sociedad.

Con respecto al ámbito del trabajo, a algunas mujeres les surgen sentimientos encontrados.
Por una parte, sienten la necesidad y la obligación de trabajar para incrementar los recursos
económicos del hogar, pero, por otra parte, reconocen que hay todo un plano de
autorrealización personal importante.

Coincidimos con aquellos profesionales que afirman que, en la actualidad, los roles y funciones
dentro de la familia, son más fácilmente intercambiables; no están rígidamente establecidos.
Los hombres colaboran más con el cuidado de los hijos y la salida laboral de la mujer le rest al
hombre el rol hegemónico de autoridad y poder económico.

3. El proyecto vital de una pareja no siempre pasa por tener descendencia. El tercer aspecto que
queremos mencionar est vinculado a la tasa de natalidad. En esta dimensión de la vida
familiar, también han ocurrido diversas modificaciones.

El siguiente cuadro, ilustra la relación existente entre nacimientos en matrimonios y


extramatrimoniales según datos oficiales:

En el gráfico se puede observar el incremento progresivo de los nacimientos


extramatrimoniales. De acuerdo con datos oficiales, los hijos extramatrimoniales pasaron del
29% al 43% en el período 1980-1995. También se observa una disminución en la tasa de
natalidad en general, mientras que en 1980 hubo 25 cada mil habitantes, en 1995 la cifra bajo a
19.

Este fenómeno se está dando en todo el mundo. En España, por ejemplo, en los años 60 la
tasa de hijos por familia era de 3 o más; hoy es de 1 o ninguno. La cifra promedio de hijos por
mujer cayó a 1,8 en 2015, y la cantidad total de alumbramientos se redujo 2,5% respecto al
año anterior. En los Estados Unidos, los pronósticos indican que serán más los chicos que
hayan crecido con un solo progenitor que con ambos.

4. Inversión del espejo generacional. Otro aspecto al cual queremos hacer referencia, est
relacionado con un enorme incremento de adultos que asumen como propias, características
típicas de sus hijos adolescentes. Muchos adultos toman como modelos a los adolescentes y
buscan imitarlos en diversos aspectos socioculturales:
El modelo propuesto por esta sociedad es la exaltación de la juventud. Se vive en una
“perpetua adolescencia”, es decir, en un estado donde resulta difícil tomar decisiones, se
asumen pautas de comportamiento irresponsable, a la vez que aumenta el egocentrismo y la
ansiedad junto con un marcado narcisismo, es decir, un amor desmesurado por uno mismo y
por las propias necesidades.

5. Aumento de hogares uniparentales y unipersonales. El quinto aspecto que observamos con


relación a los nuevos modelos familiares, es el gran incremento de hogares uniparentales y
unipersonales en los últimos años. Los datos del INDEC dicen que de los 8 millones de hogares
que hay en el país, 1.120.000 están habitados por una sola persona. Entre 1988 y 1998 los
hogares unipersonales crecieron en un 32 %. En Estados Unidos, hay ciudades que tienen la
mitad de sus hogares habitados por una sola persona, por ejemplo, Manhattan con un índice
del 56%. Con relación a los hogares uniparentales, los datos oficiales dicen que son alrededor
de 800.000. De estos hogares, 613.000 tienen como jefe a una mujer y 187.000 a un varón. Se
estima que a futuro la mitad de los niños que nazcan en el mundo entero habitarán en hogares
ensamblados.

6. Notorio debilitamiento del lazo de alianza y junto con él, de la función paterna, lugar de origen
y sostén de las Diferencias Simbólicas. Por último, observamos que la familia posmoderna, se
perfila como centrifuga. Se propicia el desprendimiento muchas veces prematuro de los hijos,
en especial de los adolescentes, que a menudo se encuentra creciendo solo, porque no quiere
compartir el hogar con el marido de su madre, o los hijos de la mujer de su padre. Estas nuevas
formas de desamparo, obligan al niño y adolescente, a asumir tempranamente
responsabilidades que no siempre sabe cómo resolver.

La Situación de la Familia en América Latina

1. El contexto socio económico.


Las últimas décadas han sido testigos de profundos cambios experimentados por las
sociedades latinoamericanas, por sus economías, sus estructuras jurídicas, su patrón
demográfico y sus familias. Después de la crisis económica de la década del ochenta, que llevó
a la CEPAL a denominarla “la década perdida del desarrollo econ mico latinoamericano”, los
países de la región debieron acomodarse progresivamente al proceso de globalización de
alcance mundial, abriendo sus economías al comercio internacional, reduciendo el tamaño del
gasto público, privatizando empresas públicas y desregularizando la actividad económica y
laboral. Ello ayudó a que las décadas siguientes fuesen ricas en crecimiento económico con
tasas de inflación relativamente bajas y controladas. Sin embargo, las familias de menos
recursos y también algunas de clase media que vivían de la protección del Estado se vieron
fuertemente empobrecidas, cruzando el umbral de la extrema pobreza y, en algunos casos, de
la indigencia. No todos los países diseñaron estrategias equivalentes para revertir esta
situación. En todo caso, la superación de la extrema pobreza pasó a ser un eje central
reconocido de las políticas públicas de la región, focalizadas en el mejoramiento de la
situación sanitaria, en la entrega de subsidios para soluciones habitacionales, en el combate al
desempleo mediante la capacitación de la mano de obra, en el control de la inflación y en la
extensión de la cobertura de la educación escolar y terciaria. Poco a poco fueron bajando las
cifras de los extremadamente pobres, pero el esfuerzo no ha sido suficiente para superar
situaciones de inequidad, especialmente en la distribución de los ingresos monetarios de la
población. La globalización ha llevado aparejada una gran concentración de la riqueza en
todos los países que se han acomodado a ella, puesto que se debe competir con grandes
conglomerados transnacionales que necesitan invertir muchos recursos en tecnología e
innovación y las inversiones de los Estados para la protección de la población han sido
insuficientes y orientadas antes a los cuidados paliativos que a un verdadero desarrollo social.
Todos los países de la región están conscientes de esta “deuda social” contra da con la
población y sus familias, pero no será fácil cancelarla sino en el curso de muchas generaciones.

Por otra parte, el cambio de la economía global liderado por la innovación tecnológica ha
puesto al sector servicios como el de mayor dinamismo y ha mostrado que el “capital
humano”, no obstante, los esfuerzos desplegados en el incremento de la cobertura
educacional, no tenía la calidad necesaria para esta nueva estrategia de desarrollo. En otras
palabras, las necesidades se han incrementado y las expectativas de movilidad social son
mucho mayores que el rendimiento de la producción científica y tecnológica. Ha aumentado el
crecimiento económico, pero no necesariamente la productividad, lo que es un buen índice del
rezago de la inversión social en las personas. La creación del mercado de capitales y la
bancarización de la economía ha llevado a muchas familias a endeudarse más allá de sus
posibilidades, sea para pagar la educación de los hijos, para adquirir vivienda propia y
equiparla, para adquirir automóviles o para estar conectadas con las redes
electrónicas de comunicación. El mayor flujo monetario ha llevado también a un incremento
de la delincuencia y también, lamentablemente, del tráfico de drogas, que en muchos países
latinoamericanos ha llegado a constituir el principal flagelo que los aqueja. También las
expectativas de dinero fácil han llevado a que se multipliquen los juegos de azar en todos los
países, incluyendo aquellos que operan a través de internet.

El cambio de la estrategia de crecimiento desde la industrialización interna de los países, la


que en América Latina no alcanzó a completarse y quedó a medio camino,
aunque con algunas excepciones, a la exportación de materias primas con poco valor
agregado, pero con ventajas comparativas, y al crecimiento del sector de los servicios ha dado
lugar a una gran concentración urbana, en unas pocas mega ciudades, lo que ha significado
una diferencia grande en el estándar de vida y en las expectativas de movilidad social de las
familias que migraron a estas ciudades y las que permanecieron en lugares de menor densidad
poblacional. Aunque los gobiernos han tratado de compensar estas diferencias con la
extensión de las conexiones a internet a todas las regiones, incluidas las comunidades rurales,
ello no ha sido suficiente como para detener el centralismo y concentración de capitales y
decisiones producido por los grandes conglomerados humanos.

2. Las tendencias demográficas y su impacto en las familias.


Aunque con variaciones en su ritmo entre distintas regiones, América Latina vive el
proceso denominado “transici n demogr fica” el que combina la caída de la fecundidad y el
incremento de la esperanza de vida al nacer que en conjunto llevan al envejecimiento de la
población. En algunos países, la tasa de fecundidad ya ha caído por debajo del nivel de
reposición de la población fallecida. En otros que iniciaron el proceso después, aún no se
produce. Son múltiples los efectos asociados a este fenómeno. En primer lugar, el dominio de
los anticonceptivos por parte de las mujeres hace que ellas puedan controlar unilateralmente
su fertilidad, independizando la sexualidad de la reproducción y permitiendo que muchas
veces ni siquiera participe de la decisión de concebir un hijo. En segundo lugar, se ha
prolongado el período de convivencia marital por la extensión de la esperanza de vida, lo que
ha llevado a la tendencia de retrasar la edad de contraer matrimonio y de postergar la
maternidad, especialmente en los sectores de mayores ingresos que prefieren estudiar
carreras profesionales. En tercer lugar, el número promedio de hijos por familia ha disminuido
considerablemente, prolongándose el período de permanencia en casa de los padres,
retrasando el inicio de la vida adulta, no obstante, lo cual queda todavía un largo período para
que los matrimonios convivan sin hijos. Se ha vuelto más frecuente, asimismo, que en las
familias convivan cuatro generaciones y que la distancia de edad entre los bisnietos y
bisabuelos se haya acrecentado. En cuarto lugar, ha aumentado el número de hogares
monoparentales, en los que mayormente es la mujer la que ejerce el rol de jefa de hogar,
como el de las familias recompuestas, con hijos provenientes de distintas relaciones
conyugales. También ha aumentado el número de hogares de personas célibes, que no desean
contraer vínculo matrimonial ni procrear hijos.

Consideradas estas tendencias en su conjunto, y considerando también que en el orden


jurídico de todos los países existe el divorcio matrimonial unilateral por iniciativa de alguno de
los cónyuges, y una ley de parentalidad que elimina la diferencia entre los hijos nacidos fuera y
dentro del matrimonio, podría decirse que la situación de las familias latinoamericanas se ha
hecho más compleja, menos homogénea y más desregulada. La desinstitucionalización de la
sociedad es un fenómeno que sobrepasa el ámbito familiar y que también se observa en la
sociedad civil, en la economía informal, en la pérdida de legitimidad del orden político y en
muchos otros. Merecería ser estudiado como un fenómeno en sí mismo. Sin embargo, aquí
sólo podemos limitarnos a señalar que se ha generalizado en el último tiempo la tendencia a
legitimar la convivencia consensuada y sin reconocimiento jurídico. Las cifras agregadas no
siempre permiten distinguir todos los casos. Pero se ha hecho frecuente, en todo caso, la
convivencia prematrimonial por el alargamiento entre el período de la iniciación sexual y el
momento de contraer matrimonio. La tendencia hasta ahora muestra que en estos casos y
habiendo hijos de por medio, pueden los convivientes convertirse posteriormente en
matrimonio. Está el caso, también frecuente de la adolescente que desea convertirse en
madre, que tiene su hijo, y que inicia posteriormente una convivencia con quien lo concibió,
sea como allegados en la casa de los padres de la mujer o del varón. Durante años se habían
tratado estos casos como embarazos adolescentes no deseados, pero hoy la evidencia
empírica muestra más bien que estos embarazos son deseados por la búsqueda de ser
reconocidas socialmente como madres y que, como ya se indicó, la mujer dispone con mucha
más autonomía de su fertilidad. También se da la ocasión de que matrimonios divorciados o
con separación de hecho, inicien segundas convivencias sin el deseo de que sean reconocidas
jurídicamente. Parte importante de las familias recompuestas están en esta condición.

América Latina tiene una larga tradición de convivencias maritales consensuadas no


matrimoniales. Desde su formación originaria y en virtud del mestizaje muchas uniones
matrimoniales no fueron reconocidas jurídicamente como tales y recibieron un
reconocimiento como convivencias de hecho. Hasta en el presente, los censos contabilizan
hogares más que familias, pudiendo existir en el mismo hogar arreglos familiares diversos. La
instituci n informal de los “allegados” tiene una e istencia significativa en los pa ses de la
región. Tal vez la novedad en el presente sea que, habiéndose extendido la institución del
divorcio vincular unilateral, las personas hayan tomado más conciencia de que, incluso el
reconocimiento jurídico, se ha transformado en el reconocimiento de una convivencia de
hecho. Por su parte, en la mayor parte de los países, con éxito o sin él, se está produciendo una
fuerte presión al reconocimiento por parte de los legisladores de acuerdos de vida en común
tanto de parejas homosexuales como heterosexuales. La tesis de la no discriminación
pareciera querer incorporar en su centro la no discriminación por orientación sexual incluso en
el caso del matrimonio.

3. La incorporación de la mujer al mercado laboral.


Uno de los cambios sociales y culturales más importantes de las sociedades latinoamericanas
en el último medio siglo ha sido la incorporación de la mujer al mercado del trabajo
remunerado. Ello ha sido posible, por una parte, por su acceso a la enseña escolar completa y
superior. Por otra, por la expansión del comercio y del sector servicios. Ha sido la base también
para el reconocimiento de sus derechos ciudadanos e, incluso, para su participación en altos
cargos de representación pública, tanto en el parlamento como en la misma Presidencia de la
República en varios países. En algunos casos, esta participación ha significado para la familia
un segundo ingreso que le ha permitido mejorar el estándar de vida de sus miembros y
aumentar la escolaridad de los hijos. En otros, ha permitido a la mujer aligerar su dependencia
del marido e incluso lograr sobrevivir y mantener a su familia en caso de separación o
abandono. También ha significado una reasignación de las responsabilidades domésticas,
aunque se nota que ha sido más fácil para los varones asumir responsabilidad en la enseñanza
y cuidado de los hijos antes que en las tareas domésticas cotidianas. En varios países se ha
discutido cómo favorecer el trabajo femenino fuera del hogar sin que ello represente un
menoscabo para el apego y cuidado de los hijos, especialmente en la edad más temprana. Se
sabe crecientemente con certeza que la estimulación cognitiva y afectiva temprana de los
hijos es decisiva para su desarrollo integral posterior y algunos países comienzan a invertir
recursos públicos para facilitar esta tarea. Evidentemente, esta incorporación de la mujer al
mercado del trabajo dista de ser equitativa y varía grandemente según los estratos sociales.
Pero en todos los casos ha significado para ellas un mejoramiento de la autoestima y de su
autonomía y un reconocimiento de su aporte social al desarrollo.
Este proceso ha tenido también consecuencias menos positivas o ha influido en ellas. Ya se
mencionó el incremento de los hogares monoparentales con jefatura femenina,
el aumento de la convivencia consensuada no matrimonial, la postergación del primer
embarazo en los casos en que la preparación al trabajo requiera años de estudio superiores o
cuando las empresas discriminan abiertamente la contratación de las madres en favor de las
solteras para no asumir los costos de las salas-cunas y jardines infantiles, ni los permisos para
la lactancia y cuidado de los hijos enfermos. Con todo, la incorporación de la mujer a la vida
laboral remunerada se trata de un fenómeno sólido que se consolidará, aunque la variación
entre los países es alta todavía. Aún queda pendiente resolver la injusticia de la menor
remuneración que reciben en sus empleos ante una situación equivalente de los varones.
También es de destacar en los últimos años la creciente migración femenina internacional que
ha separado a las mujeres de sus hogares, pero que han compensado con los medios
modernos de comunicación y con el envío de remesas que se han hecho importantes no sólo
para sus familias, sino también para sus países de origen.

4. La proyección cultural de estos cambios en la estructura familiar.


No obstante, todos estos desajustes en la estructura familiar latinoamericana, el incremento
de su complejidad y de la diversidad de situaciones y la desinstitucionalización sufrida en las
últimas décadas, las personas continúan reportando que la familia es la referencia más
importante de sus vidas, tanto en plano afectivo, como en el apoyo económico y espiritual que
reciben de ella. Pese a la aparente similitud que estos procesos tienen con los acaecidos en
Europa y el mundo desarrollado, su significación cultural es muy diferente. No han estado
acompañados de ideología anti familia, ni la población ha percibo estos cambios como un
proceso de emancipación hacia un mayor individualismo o búsqueda de la autonomía. La
familia es la principal institución en que se confía y donde se aprende y se sostiene la
sociabilidad básica, especialmente, la solidaridad intergeneracional. No se puede ocultar que
también se ha incrementado la violencia intrafamiliar, pero se debe más por la trascendencia
de los desajustes introducidos que por una desafección interior a los lazos familiares o al deseo
de sustituirlos por otros.

Durante siglos, la cultura se ha apoyado esencialmente en la solidez de las instituciones


básicas de la sociedad, en el Estado de Derecho, en el sistema educacional y en el respeto de
los símbolos que hacían posible la integración social en el ámbito del mundo de la vida
cotidiana. Pero la revolución electrónica de las comunicaciones y la creación de las redes
sociales virtuales han introducido, a este respecto, un desafío inédito. Mientras las
operaciones de las instituciones consumen tiempo, requiriéndose para ello estabilidad,
perseverancia, paciencia, aceptación de altos grados de frustración, la creación y
comunicación electrónica de expectativas comienza a operar ahora en tiempo real,
instantáneamente y presiona a las instituciones a mostrar resultados y a contribuir a la
satisfacción de expectativas también en tiempo real, lo que ellas no pueden hacer. Por ello, es
comprensible comprobar una cierta deslegitimación de todo el orden institucional,
comenzando por las instituciones políticas, pero siguiendo por las económicas, las
educacionales y también las religiosas. La familia tampoco es ajena a este proceso. La
informalidad es siempre más flexible que la formalidad, al menos en el corto plazo.
La Familia Ensamblada, Un Nuevo Modelo Familiar

Las familias ensambladas, resultantes de segundos o ulteriores matrimonios, son


configuraciones cada vez más frecuentes, que comparten algunas características con la familia
nuclear y presentan algunas peculiaridades que las constituyen como un modelo
verdaderamente distinto, más complejo y que carece aún de representación definidas en el
imaginario social.

La familia nuclear (padre, madre e hijos en común est naturali ada por nuestra cultura como
modelo “normal” de familia. Ello produce una fuente adicional de inseguridad, culpa y
desorientación para los miembros de estas familias, por lo que es frecuente que necesiten
ayuda terapéutica.

Como toda familia, la familia ensamblada est basada en los afectos, y constituida por
relaciones de intimidad entre miembros que van evolucionando en el tiempo. Por eso mismo,
igual que la familia nuclear, su equilibrio es inestable y presentan alta potencialidad conflictiva.

Sin embargo, hay que aclarar que, en ambos tipos de familia la dinámica en las relaciones
dependerá, también, de las características personales de sus miembros.

Lo que marca la diferencia entre familias nucleares y familias ensambladas son una serie de
aspectos que se examinarán a continuación:

 Origen. Las familias ensambladas se forman luego de la pérdida de un proyecto


familiar previo (por separación o viudez), que requiere un trabajo de elaboración de los
duelos pertinentes (de padres y de hijos). La calidad de este trabajo de duelo influirá
sobre las posibilidades de éxito de la nueva familia.

 La díada progenitor-hijo precede a la díada marido-mujer. Hay una dinámica relacional


particular que hay que tener en cuenta, cuando un nuevo cónyuge se agrega a un grupo
que tiene una historia compartida, o cuando se ensamblan dos grupos progenitor-
hijo/s.

 Diferentes culturas. Están presentes en estas familias, con mucho énfasis, dos (o más)
microculturas: las de los dos hogares a los que pertenecen los hijos de padres
divorciados. Con microcultura hacemos referencia al conjunto de ideas muy precisas
acerca de cómo hacer las cosas en la familia (por ej. si las papas fritas deben ser “finitas
y crocantes” o “tiernas y gruesitas”). Estos detalles suelen ocasionar no pocas
situaciones enojosas en la vida cotidiana si no son manejados con paciencia y
prudencia.

 Ser mirados. El grupo familiar convive todo el tiempo con una mirada externa sobre su
intimidad, personificada en los hijos que vienen de visita o en el ex-cónyuge o aún en
los abuelos u otros ex parientes políticos de la pareja. Esta mirada en ocasiones puede
tornarse persecutoria (en la realidad o en la fantasía de los miembros) y puede
transformar la intimidad de la familia en una “intimidad vigilada” generando asfixia y
conductas hostiles. En otros casos, por el contrario, puede favorecer la flexibilidad y la
aceptación de las diferencias.

 Las lealtades. La coexistencia de viejas y nuevas relaciones pone en tensión el sistema


de relaciones de adultos y niños, y son frecuentes los conflictos de lealtades. Para
superar- los hacemos un fino análisis de las situaciones problemáticas para soslayar los
sentimientos de culpa y ayudamos a desarrollar habilidades para entrar y salir de
alianzas temporarias, conciliando las necesidades de los distintos miembros.

 Equipo parental ampliado. Es clave para el éxito de estas familias, que la nueva pareja
pueda formar un equipo sólido para la toma de decisiones familiares, y este equipo
necesita lograr un mínimo de acuerdos básicos sobre los hijos con los ex cónyuges.
Porque padre y madre biológicos, son insustituibles, son figuras fundantes para los
hijos, y ambos tienen el derecho, y el deber, de intervenir en su crianza.

 Afectos. El sentimiento de pertenencia al grupo, vital para todo ser humano niño o
adulto, se da con mayor lentitud en estas familias cuanto más grades son los hijos,
porque los miembros tienen que ir definiendo y ocupando sus lugares en un proceso de
ensayo y error en la convivencia. Sobre todo, cuando al momento de la constitución de
la familia hay hijos adolescentes, no siempre se cumplen las expectativas de cercanía y
calidez en los vínculos, pero ello no significa que sean familias disfuncionales.

El ciclo vital en una familia ensamblada tiene características particulares que lo hacen
esencialmente diferente al resto de los modelos familiares. A continuación, se presenta el
modelo de ciclo vital tal como lo desarrolla Mala Burt. Esta autora identifica siete etapas que
deben recorrerse para poder constituir realmente una familia ensamblada.

Burt considera que las familias “r pidas” recorren el ciclo completo en unos cuatro años
mientras que a la familia promedio le toma alrededor de siete años. Cualquiera de estas dos
cifras puede parecer un tiempo excesivo, pero debe recordarse que las primeras cuatro etapas
son las partes del ciclo en que se avanza cuesta arriba. Es importante tener en cuenta que las
diferencias entre las familias parecen radicar principalmente en el tiempo que les lleva
negociar las etapas iniciales: las familias rápidas lo hacen por lo común en un año, las
promedio en tres a cuatro años, mientras que las estancadas permanecen en dichas etapas
más de cinco años y por lo común desembocan en un divorcio. Una vez atravesadas las etapas
iniciales, a la mayoría les lleva de dos a tres años recorrer las intermedias, y un año más para
cumplir con las etapas finales.

Tareas de las Familias Ensambladas

1. Enfrentarse a pérdidas y cambios


La reconstrucción familiar comienza tras muchas pérdidas y cambios. La
primera tarea será, por tanto, enfrentarse a esas pérdidas y cambios. Entre las
tareas que debemos fomentar en los miembros de la F.R. estarían las
siguientes:

 Identificar y reconocer las pérdidas que han sufrido todos


 Brindar apoyo ante las expresiones de pesar
 Ayudar a los niños para que hablen de lo que sienten, en vez de actuarlo
 Introducir los cambios en forma gradual
 Asegurarse de que todos tengan la oportunidad de decir lo que les pasa
 Informar a los niños acerca de los planes que les afectan
 Aceptar que todo cambio conlleva inseguridad

Será útil recordar que todos y cada uno de los integrantes de la familia experimentan una
pérdida, ya que cualquier cambio implica desprenderse de situaciones o relaciones anteriores.
A los niños por lo general, les gustaría continuar con la estructura familiar previa y a veces en
vez de ponerse a llorar o entristecerse se enfadan o comienzan con conductas molestas. La
introducción gradual de los cambios y el hecho de preguntar a los niños sobre los motivos de
su tristeza puede permitir, tanto a ellos como a los adultos, decir adiós al pasado y comenzar a
apreciar las virtudes de la nueva unidad familiar.

2. Conciliar las distintas necesidades evolutivas


A menudo, en las F.R. confluyen Ciclos Vitales individuales, maritales y
familiares incongruentes entre sí. Por ejemplo, una joven debe hacerse cargo
de niños y púberes. En ese caso, puede ser necesario:
 Hacer un curso de desarrollo infantil o puericultura
 Aceptar que tanto los adultos como los niños atraviesan distintas fases en
 su ciclo vital
 Comunicar con claridad las necesidades individuales
 Tratar de conciliar las necesidades que resulten incompatibles entre sí
 Obrar con tolerancia y flexibilidad

Cuando se produce un nuevo matrimonio, los adultos y los niños se encuentran en una
situación evolutiva diferente. Tal vez uno de los cónyuges era casado en tanto que el otro
permanecía soltero hasta entonces, tal vez uno tenía hijos y el otro no; o tal vez ambos los
tuvieran, pero se olvidaron de las particularidades de los niños de determinada edad; quizás
tienen ahora hijos adolescentes que prefieren estar con sus amigos y no verse envueltos en la
creación de un nuevo núcleo familiar. Normalmente, estas diferencias hacen que las
necesidades individuales no se ajusten bien entre sí. Como consecuencia, se requiere mucha
tolerancia y flexibilidad, así como conversar acerca de estas diferencias para encontrar la
mejor manera de satisfacer la mayor cantidad de necesidades que sea posible.

3. Crear nuevas tradiciones


Cuando una pareja forma una nueva familia, cada uno trae consigo sus rituales familiares,
reglas de funcionamiento y expectativas, pero se sitúan inicialmente en un plano de igualdad.
En el caso de las F.R., hay una situación con frecuencia desequilibrada. No sólo los adultos,
sino también los niños traen expectativas de sus familias previas, por lo que será necesario
comenzar a crear tradiciones y rituales para la nueva familia. Para ello, será importante:

 Admitir que las diversas formas de actuar son distintas entre sí, no mejores ni peores.
 Concentrarse únicamente en las situaciones relevantes, y hacer los cambios en las
“tradiciones” de forma pausada.
 Los padrastros deben aplicar las normas disciplinarias en forma gradual.
 Recurrir a las “reuniones de familia” para solucionar problemas y evidenciar c mo se
valora a los demás.
 Conservar ciertos rituales y combinarlos entre sí cuando sea apropiado, y
simultáneamente enriquecer la historia familiar creando nuevas tradiciones.

Tanto los adultos como los niños están habituados a ciertas comidas y actividades, y a hacer
un montón de cosas de muy distintas maneras. Muchas veces uno ni siquiera se da cuenta de
cómo hace algo hasta que nota que a su lado alguien hace lo mismo, pero de un modo muy
diferente. Es habitual pensar que el modo en que uno hace las cosas es el correcto y que el otro
está equivocado. En lugar de esto, lo mejor es tomar nota de la forma en que los diversos
integrantes del hogar están acostumbrados a celebrar las fiestas de cumpleaños, las comidas
que les gustan y su manera de actuar en situaciones cotidianas, y compararlas entre sí.

¿Cómo desea cada cual que se hagan las cosas en el hogar actual? ¿Por qué no cambiar las
costumbres tradicionales? ¿Por qué no variar, yendo un domingo de paseo todos juntos en
coche y quedándose en casa al domingo siguiente para jugar a las cartas? ¿Por qué no iniciar
nuevas tradiciones peculiares de esta nueva familia?

La pareja y, en lo posible, también los hijos tendrán que decidir de común acuerdo las normas
del hogar; pero antes de que los padrastros o madrastras puedan tratar de imponer dichas
normas, tendrán que establecer una relación amistosa con sus hijastros. Mientras tanto, el
padre/madre biológica tiene que fijar los límites desde el principio.

4. Establecer una sólida relación de pareja


Las relaciones parento-filiales son anteriores a la nueva pareja, por lo que será necesario que la
relación de pareja sea sólida y no sucumba a los ataques que puedan venir de otros vínculos
previos. Es la relación de pareja la que va a mantener el inestable equilibrio inicial de la F.R., si
ésta no funciona, o no tiene la solidez adecuada, la F.R. se derrumbará. Es importante
entonces:

 Reconocer que la relación de pareja es primordial y que es necesario cuidarla y nutrirla:


necesitan, por ejemplo, tiempo para estar a solas.
 Fijar de común acuerdo, como pareja, las normas que regirán en el hogar, y apoyarse
uno al otro en la relación con los hijos.
 Dar por descontado y aceptar que entre el padre/madre biológica y sus hijos, así como
entre el padrastro o madrastra y sus hijastros, pueden surgir sentimientos diferentes.
 Resolver conjuntamente las cuestiones económicas.

No es raro que los adultos dediquen tanto tiempo y energía a que la casa funcione como es
debido, que se olviden de sus propias necesidades y de la diversión y relajación que precisan
como pareja. A menudo, si quieren tener tiempo para ellos, deben planearlo por anticipado. El
desarrollo de una buena relación de pareja no sólo es importante para los cónyuges sino
también para los hijos, aunque al principio les moleste. Necesitan contar con una pareja sólida
que les otorgue estabilidad familiar y les sirva como modelo.

5. La formación de nuevas relaciones


Contar la propia historia
 Dar tiempo y oportunidad al padrastro o madrastra y sus hijastros para que mantengan
encuentros personales
 Dar tiempo y oportunidad al padre/madre biológica y a sus hijos para que mantengan
encuentros personales
 El padre/madre biológica tiene que dar cabida a la relación entre el padrastro o
madrastra y sus hijastros
 No esperar a que se produ ca una adaptaci n y un “amor” instant neos
 Aunque no se den relaciones cariñosas con los hijastros, procurar que sean buenas y
ecuánimes
 Sobre la forma de llamar al padrastro o madrastra, atenerse a lo que opinen los hijos
 Divertirse juntos

La creación de vínculos entre las personas suele llevar mucho tiempo porque las buenas
relaciones humanas son el resultado de compartir muchas horas gratificantes y felices. Puede
contribuir a este proceso que los cónyuges se conozcan mutuamente más a fondo y hagan
cosas en común. Tal vez a un padre/madre biológica le resulte difícil dar un paso atrás para que
el padrastro o madrastra tenga ocasión de compartir cosas con sus hijastros, pero es la mejor
manera de edificar nuevas relaciones y de que los miembros del hogar comiencen a sentir que
constituyen un grupo familiar. A veces costará crear lazos de cariño, sobre todo con los hijos
mayores; no obstante, el padrastro o madrastra podr mantener una “buena” relaci n con sus
hijastros, una relación “ecu nime”, si no puede ser cariñosa.

6. Crear una “coalición parental” que incluya a los padres biológicos


Algunos de los padres biológicos se encuentran en un hogar distinto o en el recuerdo, será
entonces importante:
 Mantener un trato directo con los adultos encargados de la educación de los hijos en
los otros hogares, sin utilizar a sus hijos como mediadores.
 No hablar en términos negativos del padre/madre biológica que no vive con los hijos, y
evitar las luchas de poder entre los distintos hogares.
 Controlar lo que pueda controlarse, y aceptar las limitaciones al respecto.
 Cada cual aportar a los hijos sus “particularidades”.
 Respetar las medidas educativas adoptadas por el ex cónyuge, y buscar la mejor
comunicación posible entre los hogares.

Por más que los adultos involucrados en la formación de los niños mantengan poco contacto
entre sí, todos se verán beneficiados si su relación es cordial. Un vínculo neutral, reducirá los
temores de los adultos relativos a la aceptación que muestren los hijos tanto hacia sus padres
biológicos como ensamblados. La antigua relación conyugal ha terminado, pero las relaciones
padres-hijos continúan. Aunque estos contactos no sean frecuentes, pueden ayudar a los hijos
a sentirse más queridos y aumentar su autoestima.

7. Aceptar continuas modificaciones en la composición del hogar


Los niños, son a menudo, miembros de dos o más hogares, por lo que es necesaria mucha
flexibilidad. Es necesario:

 Permitir que los hijos gocen de su hogar y darles tiempo para que se amolden a los
cambios de casa.
 No pedirles nunca que actúen como “emisarios” o como “esp as”.
 Si un adolescente manifiesta un serio deseo de cambiar de lugar de residencia, no
rechazarlo.
 Respetar la privacidad (los límites) de cada casa, y tomar medidas que sólo afecten al
hogar propio.
 Asignar un espacio propio a los hijos que no residen en la casa para cuando vengan de
visita.
 Proyectar encuentros o salidas especiales para distintas constelaciones de miembros
de la familia.

Habituarse a las idas y venidas de los hijos llevará tiempo. Al cabo de un cierto período, esos
cambios resultarán normales. No es bueno planear siempre los eventos especiales para
momentos en que puedan estar presentes los hijos que no viven en el hogar. Si se procede así,
los que viven en él tal vez sienta que los otros son más queridos que ellos. Si bien estos
cambios pueden trastornar las rutinas hogareñas, también les dan a los adultos un descanso
en sus responsabilidades parentales.

8. Arriesgarse a pesar del escaso apoyo social existente


La relación legal entre padrastro/madrastra y niños es ambigua o inexistente,
por lo que será importante:

 Hacer participar a los padrastros o madrastras de las actividades ligadas a la escuela,


deportivas, religiosas, etc.
 Otorgar al padrastro o madrastra autorización legal para que actúe como corresponda
en caso de necesidad.
 Si se han creado lazos entre el padrastro o madrastra y los hijastros, conviene que esta
relación prosiga aun cuando se produzca el fallecimiento del cónyuge o del divorcio.
 Alentar la participación de los padrastros o madrastras en las actividades de sus
hijastros, y recordar que toda relación implica un riesgo.

Las relaciones entre los padrastros o madrastras y sus hijastros pueden ser muy gratificantes,
aunque carezcan de un soporte jurídico. Los niños se benefician cuando es mayor el número
de adultos que se ocupan de ellos, y los padrastros y madrastras reciben la satisfacción que
produce saber que están contribuyendo a darles una mejor vida. Aunque la familia
ensamblada se disocie a raíz del divorcio o de la muerte de uno de los padres, puede ser
importante que el padrastro o madrastra se empeñe activamente en mantener la relación.

A lo largo de este módulo se trabajado se ha visto que la familia es un sistema sumamente


complejo que interactúa dialécticamente con el contexto sociocultural en el que se halla
inserta. Por esto mismo, se ha dedicado un espacio importante a describir y analizar lo que
ocurre con la familia en el contexto latinoamericano. Sin embargo, este espacio de
aprendizaje quedara inconcluso sin proponer un tiempo de reflexión directamente vinculado a
nuestra vivencia familiar.

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