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L10-11 Aspectos Culturales.
L10-11 Aspectos Culturales.
L10-11 Aspectos Culturales.
En esta lección aprenderás sobre las personas trabajadoras de la clase media. En primer
lugar, el término de clase media hace referencia a un estrato social, cuyo poder adquisitivo
es intermedio, y a partir de éste es capaz de cubrir sus necesidades presentes y futuras.
Además de tener cierta capacidad de consumo y ahorro. No obstante, en la práctica los
problemas del trabajo derivados de la pandemia, incluidos los de salud laboral, requieren
acercamientos que expongan las causas que los detonan, considerando que estas causas se
encuentran vinculadas tanto al trabajo como a las características del individuo y su contexto
socioeconómico.
Las personas trabajadoras en México y mundo enfrentan distintos retos en el contexto actual
asociados a temas como: la estabilidad, la precarización y la salud en el trabajo, esto
evidencia la necesidad de impulsar un desarrollo económico que incluya y garantice la mejora
del empleo, a la vez que facilite a las personas trabajar en libertad, con condiciones dignas y
con la meta de mejorar su vida, esto de acuerdo a la Organización Internacional de Trabajo,
es su publicación de 2013.
Por otro lado, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos, en su publicación de 2019, la clase media mexicana es mucho más pequeña en
comparación al promedio de los países de la OCDE, es del 45% vs el 61%. Este es el primer
impacto en la percepción de la mayoría de las personas, ya que se consideran de clase media
cuando realmente no lo son, porque la sociedad moderna se fundamenta, exclusivamente en
sí misma.
Siguiendo a Giddens en su libro de 1996, esta modernidad, su desarrollo en el tiempo y sus
actuales formas institucionales, plantean una mayor complejidad en las interacciones
sociales, pues se altera de manera radical la naturaleza de la vida social y los aspectos más
personales del individuo, lo que trastoca y favorece estados de desconfianza e incertidumbre.
Un ejemplo de las circunstancias actuales de incertidumbre se ve evidenciado en el discurso
que promueve la meritocracia, es decir el éxito en la vida depende de los esfuerzos
personales y en la actitud de merecer o no.
En este sentido, el contexto socio laboral sufre las secuelas de una crisis global que registran
numerosos efectos, impacto sobre el consumo, un incremento brutal de desempleo, una
notable baja de la actividad económica y una generalización de inseguridad, temor,
vulnerabilidad e incertidumbre, lo que es útil para que quienes detentan el poder sigan en él,
conformando lo que se ha llamado el estado de la seguridad personal, según García, Montoya
y Duque de su publicación de 2010.
Por otra parte, el libro de Ssndel del 2020, La tiranía del mérito ¿qué ha sido del bien común?
cuestiona el planteamiento del ascenso social, es decir, esta posibilidad de poder moverse
de una clase a otra, además este autor propone que la capacidad de ascender debe ir más
allá del deseo de salir de la pobreza, ya que debe incluir la posibilidad de acceder a la
educación, la sanidad y otros recursos que preparan a las personas para tener éxito en el
mundo laboral.
Introducción (lectura).
A partir de las reflexiones hechas por Bauman (2015), es posible decir que la precariedad es
un signo de la condición social actual que precede a todo lo demás, en particular respecto a
los medios de subsistencia que dependen del trabajo y del empleo. Estos medios de
subsistencia se han vuelto extremadamente frágiles, pero continúan haciéndose más
quebradizos y menos confiables año tras año.
Como pudiste observar en el video ¿El sueño mexicano?, a pesar de los discursos políticos,
el desempleo se ha vuelto estructural, es decir, por cada nueva vacante laboral hay varios
empleos que se han desvanecido o simplemente no hay suficiente trabajo para todas y todos.
Cabe mencionar que, esta situación no es particular de México, permea a toda Latinoamérica
y el mundo.
Aunado a lo anterior, en esta Lectura revisarás las formas de pensamiento, mitos y fantasías
de la clase media mexicana.
Las formas de pensamiento de esta clase social y el concepto que tienen del trabajo.
Los alcances sistémicos de una crisis como la actual habían sido esbozados durante la
debacle financiera del 2008, que fue una crisis financiera que se desató por la burbuja
inmobiliaria en los Estados Unidos, que impactó a todo el mundo, incluido México, provocando
alzas en los precios de productos básicos y una gran crisis económica mundial,
principalmente de aquellas economías vinculadas a Estados Unidos.
Este fenómeno económico sugirió que se había llegado al límite de la forma actual de
reproducción material, con el consecuente desequilibrio que pondría en riesgo mucho más
que la forma de producir, pues también la percepción que tenía el individuo y el grupo social
acerca del trabajo sufrió desajustes, experimentando por primera vez una situación de
inestabilidad e incertidumbre. Cabe recordar que esta concepción del trabajo no escapa a los
valores del sistema social al que pertenece.
Por ello, autores como Max-Neef (2006) evidencian la normalización de algunas actitudes
asociadas al trabajo fomentadas por la cultura, como: las atribuciones del rol de género, las
cuales permiten reconocer la dificultad de distinguir la influencia de las creencias, entre ellas
los supuestos económicos.
La pérdida de la confianza en el futuro y en la sociedad lanza al individuo a un mundo rutinario,
inseguro, poco fiable y sin esperanza de mejorar su vida ni de vivir creativamente, donde sólo
vale la pena vivir el presente sin pensar en el futuro. Esto da origen a una cultura del
narcisismo colectivo, hedonista, que quiere vivirlo todo sin ser verdaderamente parte de nada,
interconectada pero aislada. Esta cultura tiene individuos responsables sólo de sí mismos,
egocéntricos y sin interés por lo público, excepto cuando refleja su yo (privatismo) o se
desprecian sus tradiciones.
El pensamiento económico hegemónico espera que cada persona maximice su utilidad. Por
lo tanto, la solidaridad es un acto irracional y el otro no es un ser que vive y siente, sino un
instrumento para acrecentar la ventaja de uno mismo, entonces la comunidad no existe. Este
sistema favorece al poder y al dinero, además de que sus valores dominantes son la codicia
y la acumulación. Bajo este pensamiento, todas las personas están al servicio de la economía,
pues la competencia está en la raíz del pensamiento económico liberal.
Basado en lo anterior, la reducción de la clase media y el incremento de los niveles de pobreza
en el país evidencian lo que diferentes analistas señalan de las condiciones materiales
actuales. Max-Neef (2006) expresa que, desde el punto de vista capitalista, la pobreza es
buen negocio porque se puede ganar dinero gracias a las personas pobres. Si se supera la
pobreza, el modelo colapsa. Este sistema disfraza absurdos que se replican e insisten en
repetir los mismos comportamientos a pesar de los colapsos, ya que posee tres principios
peligrosos:
1. La obsesión por el eterno crecimiento.
2. La adjudicación de los fracasos económicos a factores externos, nunca a la teoría
económica.
3. Contabilizar la pérdida de patrimonio (natural, humano, cultural, etc.) como un
incremento del ingreso, es decir, todo es dogmático y no se puede discutir, por lo
tanto, se sabe mucho, pero se comprende poco (Max-Neef, 2006).
Lo que no se comprende claramente es la implicación del concepto de capital humano.
Recuerda que los conceptos tienen una carga semántica que expresa las condiciones
materiales que los determinan. Según Salgado y Jiménez (2011), este concepto ha permeado
fuertemente en las creencias y el imaginario social de las y los trabajadores, pero es poco
entendido y analizado, ya que la idea implica una mirada crítica acerca de dónde nos
ubicamos como país, ésa es la mirada que las personas trabajadoras muchas veces ignoran
o desconocen.
a. En primer término, no todos los países son capitalistas, aunque pueden estar
sometidos por las condiciones de los países que sí lo son. Tampoco todas las regiones
ni todas las personas tienen el mismo nivel de evolución científica, técnica o humana.
Esto implica que la realidad no es uniforme y que no todas las personas están en las
mismas condiciones para competir.
b. Ni las personas ni mucho menos sus habilidades físicas o mentales son cosas. Sin
ser conscientes, las y los trabajadores han creado estas construcciones conceptuales
cosificantes que atentan una y otra vez contra la dignidad humana, su libertad y su
propio destino.
Por otra parte, hoy se cuestiona también la moralidad de la meritocracia, relacionado al tema,
autores como Sandel (2020) retoma los cuestionamientos de Michael Young sobre la
arbitrariedad moral y la manifiesta inequidad detrás de la aparente descomposición de clases.
Ambos factores moderan la autoestima egoísta de la clase alta e impiden que la clase
trabajadora considere su estatus subordinado como un fracaso personal. Desde el
planteamiento de Young, la arbitrariedad del rango social que el individuo ocupa impide que
tanto las personas ganadoras como las perdedoras crean que se merecen la suerte que les
ha tocado en la vida, lo que implica que la asignación de trabajos y oportunidades suceda en
función del mérito. Esto no reduce la desigualdad, sino que la reorganiza alineándola a la
aptitud y genera la suposición de que las personas tienen lo que se merecen, idea que
ensancha la brecha entre las personas ricas y pobres.
Sin embargo, a pesar de lo expuesto en el párrafo anterior, se está dando una ruptura
paradigmática que contrasta con las condiciones actuales de las relaciones laborales
provocadas por la globalización económica, se ve reflejado en el hecho de que las y los
trabajadores hoy buscan que la noción de trabajo decente se haga evidente en los espacios
de trabajo. A partir del debate laboral respecto a los derechos fundamentales como la libertad
de expresión y participación, la equidad, el derecho al trabajo y la protección social, las y los
trabajadores cada vez cuestionan y señalan más su postura dentro de la ética de tener acceso
a un trabajo digno que permita generar condiciones materiales, tales como acceso a la salud,
alimentación, vivienda, educación, recreación y cultura (Gálvez y Gutiérrez, 2011).
Por su parte, en México, las y los trabajadores esperan que las organizaciones donde laboran
respeten las normativas vigentes, especialmente en materia laboral, vigentes a partir del 30
de noviembre de 2012. En ese año se reformaron diversos artículos de la Ley Federal del
Trabajo, incluido el Artículo 2, que incorpora a la ley el concepto de trabajo digno o decente.
Dicho artículo especifica que:
Se entiende por trabajo digno o decente aquél en el que se respeta plenamente la
dignidad humana del trabajador, no existe discriminación por origen étnico o nacional,
género, edad, discapacidad, condición social, condiciones de salud, religión, condición
migratoria, opiniones, preferencias sexuales o estado civil se tiene acceso a la
seguridad social... y se cuenta con condiciones óptimas de seguridad e higiene para
prevenir riesgos de trabajo (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2015,
p. 1).
Los mitos y fantasías de la clase media en México.
Otra arista de la problemática actual, es la urgencia de generar diversas fuentes de ingresos
es una actitud que acentúa la pérdida de la confianza en el ámbito familiar, ya que en la
infancia muchas madres y padres se distancian de las y los hijos por cuestiones laborales o
culturales y no quieren o no pueden manifestarles su amor y protección, además de que
relegan su socialización a la escuela o los medios de comunicación (García, 2010).
A partir de lo anterior, autores como González (2007), señalan los supuestos que la economía
neoliberal contemporánea impone sobre la sociedad y las instituciones, incluidos los entornos
laborales del sector público y privado, donde se promueve un discurso que afirma que las
organizaciones no son responsables de lo social. En cambio, se ha volcado esta
responsabilidad en los individuos para que construyan un yo autárquico, donde sólo una o
uno mismo puede manejar su propio interior, lo que genera un proceso de individualización.
En este proceso la persona se organiza a ella misma y se autorregula para vivir su propia
vida, libre de herencias y ancestros, donde a su vez se desintegran las clases y el estatus
social, la memoria histórica, el género y la familia (des-tradicionalización).
Por ello, las relaciones sociales se hacen cada vez más pobres, con mayor dependencia
emocional entre géneros, con libertad, pero sin amor, sin lazos familiares y matrimoniales
fuertes y con el miedo a la soledad como su base. Así, los riesgos y las contradicciones
sociales que achacan a las personas trabajadoras y a la inadecuación de su yo generan en
ellas un sentido de responsabilidad sobre el destino individual y no el compartido.
En este rubro, llama la atención especialmente cómo la economía de mercado convierte a las
y los trabajadores en consumidores asustados, ansiosos y deprimidos que pueden paliar sus
temores a través del consumo (García, 2010). Esto se observa cuando miramos la tendencia
estructural del capitalismo de contraer el volumen de personas trabajadoras asalariadas en
el mundo (el llamado desempleo estructural) a través de la creciente tecnificación y
financiación del capital.
Desde una perspectiva histórica, es necesario considerar las particularidades de la trayectoria
del capitalismo en las sociedades estructuralmente heterogéneas, como las de América
Latina y México. A partir de esto, es posible afirmar que las experiencias populares colectivas
asociadas al trabajo se convierten en un antecedente del proceso de marginalización de la
mano de obra registrado en la región desde la segunda mitad del siglo pasado (Marañón,
2013).
Derivado de lo anterior, la angustia se convierte en el correlato natural de cualquier tipo de
peligro, ya que es causada por circunstancias amenazantes y perturbadoras, lo que genera
en las personas la necesidad de dar respuestas adaptativas y tomar iniciativas nuevas
(Giddens, 1996). De esta forma, las y los trabajadores buscan ganar autonomía en los
sistemas funcionales sobre sus propios ámbitos; esto obliga a las sociedades modernas a
enfrentarse al imperativo funcional de un incremento en los rendimientos inmanentes de cada
sistema funcional (Giddens, 1996).
Conclusión.
En síntesis, hablar del trabajo y de los retos que enfrenta la clase trabajadora implica
reconocer la realidad del mundo en materia del trabajo, de la cual México no está exenta.
Esto incluye el hecho de que más de 200 millones de personas en el mundo no cuentan con
trabajo y que el acceso al empleo sigue siendo una realidad lejana para muchos países,
incluido el nuestro.
Por lo tanto, la Organización Internacional del Trabajo, a través de su Agenda 2030 de
Desarrollo Sostenible, en su objetivo relativo al trabajo decente y el desarrollo económico
hace énfasis de la necesidad de proteger los derechos laborales y promover un ambiente de
trabajo seguro y protegido para todas y todos los trabajadores, sin importar la clase social,
incluidos quienes son migrantes, en particular las mujeres migrantes y las personas con
empleos precarios (Organización Internacional del Trabajo, 2017).
Reconocer las dificultades para ascender de clase implica develar injusticia y social existente
en nuestro país, que no depende del individuo sino de un Estado que ha dejado de garantizar
el empleo para fomentar el bienestar integral de todas las personas sin importar su condición
social.
L11. Influencia del sector empresarial en México.
El sector empresarial tiene un gran efecto en la vida económica, política y social de nuestro
país. Por ello, es importante revisar las prácticas que se realizan dentro de este sector, ya
que impactan a las personas, sus familias y a su entorno.
Pongamos por ejemplo la pandemia del COVID-19, periodo durante el cual, se ha requerido
de mayor atención a los retos que enfrentan las personas empresarias. Especialmente hay
que identificar ciertas conductas que muchas veces están normalizadas y aceptadas, pero
que generan grandes desigualdades en comparación con otros países del mundo.
A partir del ejemplo anterior, en esta Lección notarás que la inclusión y el respeto de los
derechos laborales, así como el cuidado y la promoción de las garantías constitucionales son
unas de las tantas obligaciones que debería asumir el sector empresarial.
La clase empresarial mexicana.
En primer lugar, la globalización ha brindado oportunidades a varios sectores, incluido el
empresarial. Sin embargo, la experiencia vivida a raíz de la pandemia por COVID-19 supuso
un factor de riesgo para las personas y las empresas.
Esta situación ocasionó, al mismo tiempo, acumulaciones de capitales en algunos sectores e
inestabilidad financiera para muchos otros.
A lo largo de esta Lección observarás una radiografía del sector empresarial mexicano, con
las características que tienen los diferentes establecimientos y sectores productivos, su
cultura, virtudes y vicios, así como la realidad que enfrentan. Asimismo, es evidente que en
muchos casos las empresas sobrevivieron, nacieron y murieron a causa de esta crisis
La función empresarial y su influencia en las áreas sociales, económicas y políticas.
En segundo lugar, el sector empresarial genera un impacto en la vida personal, política,
económica y social de la región y el país donde se establece.
Esto no sólo atañe a las empresas del sector privado, sino que se extiende a los diversos
organismos del sector público y a todos los tipos de empresas, sean micro, pequeñas,
medianas o grandes.
Por lo tanto, el primer paso para ubicar el impacto empresarial es conocer sus distintas
obligaciones y sanciones en caso de incumplimiento.
Responsabilidades.
Obligaciones.
Derecho.
Acuerdos.
Empleado.
Empleador.
Estas obligaciones legales se adquieren incluso desde antes de iniciar operaciones, por ello,
son distintas porque dependen del tipo de constitución de la empresa.
Obligaciones fiscales.
Implica estar de alta frente a la autoridad tributaria para cumplir con las obligaciones
establecidas de acuerdo al régimen fiscal, tales como la inscripción al Registro Federal de
Contribuyentes, la actualización de las actividades para el cumplimiento de las obligaciones
fiscales, la expedición de comprobantes fiscales (facturas electrónicas), el manejo contable
de la organización, presentar declaraciones en las modalidades mensual, anual e
informativas, las retenciones y pagos de impuestos como el IVA y el ISR, así como la
participación de los trabajadores en las utilidades de la empresa, entre otras acciones.
Obligaciones laborales.
Apegarse a las obligaciones patronales establecidas en los diferentes apartados de la Ley
Federal del Trabajo (LFT) vigentes, los cuales promueven la justicia social, el trabajo decente,
la igualdad sustantiva, el ejercicio de los derechos humanos y las libertades fundamentales
en el trabajo.
En este punto, conviene hacer unas precisiones respecto a las obligaciones laborales, que
se pueden observar en los apartados establecidos en el artículo 132 de la Ley Federal del
Trabajo (LFT) (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2015):
Tipos de obligaciones laborales.
Estas obligaciones están establecidas en el artículo 132 de la LFT:
Este sistema reconoce la existencia de cinco postulados fundamentales que guían el actuar
de las empresas, los cuales se centran en lo siguiente (Max- Neef, 2006):
1. La economía está para servir a las personas, las personas no están para servir a la
economía.
2. El desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos.
3. El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no precisa
necesariamente de crecimiento.
4. Una economía es posible al margen de lo que ofrecen los ecosistemas.
5. La economía es un subsistema menor en uno mayor (la biosfera), en consecuencia,
el crecimiento permanente es imposible.
Axiología de las empresas.
Si bien no es posible hacer una generalización respecto al comportamiento ético de las
personas empresarias, a partir de las características de los sistemas económicos se puede
contrastar la axiología de las empresas.
En este sentido, los comportamientos, la toma de decisiones, el respeto o la violación de los
derechos y obligaciones contraídas indiscutiblemente al momento de conformarse, son el
reflejo del sistema que orienta su actuar y que conforma la vida en su cotidianidad.
Las diferencias de la cultura laboral entre México y Estados Unidos.
Comparar la cultura laboral entre México y Estados Unidos requiere identificar los prejuicios,
estereotipos y condiciones que enfrenta la fuerza laboral en cada país.
1. La cultura organizacional en las empresas está fuertemente influida por la cultura
nacional, la cual se hace visible en las características de las organizaciones.
2. Cervantes-Guzmán et al. (2018) señalan que el análisis del éxito empresarial en
México y Estados Unidos debe considerar como elemento clave la cultura
organizacional del país donde opera la empresa.
3. La cultura laboral se refleja en cada uno de los miembros de la empresa para la
realización de sus actividades, tanto en quienes se integran en grupos para el logro
de los objetivos empresariales, como en la persona que los dirige y su estilo de poder
y liderazgo.
4. Es necesario contrastar la historia del neocapitalismo de los Estados Unidos de
América, cuyo enfoque se centra en sobrevivir en un ambiente hostil, lo cual ha
permeado en el estilo organizativo de las empresas. En este contexto, los códigos de
conducta y los procesos formales pierden su legitimidad y esto se refleja en la erosión
de las relaciones laborales entre sus miembros.
5. La realidad económica y social en México ha ocasionado crisis asociadas a la
inseguridad social, política, pobreza, atraso tecnológico, competencia internacional en
los mercados, etc. Esto ha influido negativamente en las empresas y en la motivación
de la fuerza de trabajo, lo cual impacta en la productividad y en el incremento del
desempleo, además de que estos problemas se agudizan debido a la incertidumbre
económica.
6. Si se asume que el trabajo es el medio a través del cual las personas pueden
satisfacer sus necesidades básicas fundamentales, la obtención de un salario justo
representa un factor con un alto grado de importancia al momento de elegir un trabajo,
así como la posibilidad de tener equilibrio entre la vida personal y laboral.
En este sentido, Cervantes-Guzmán et al, (2018) hacen una aproximación a la cultura laboral
de los dos países destacando algunos aspectos que revisarás a continuación:
El mercado laboral mexicano tiene un alto respeto por la autoridad. Esto se hace evidente en
el seguimiento de las órdenes emitidas por la o el jefe, muchas veces sin cuestionar la
naturaleza de estas, es decir, si son correctas o incorrectas, por lo que el estilo de liderazgo
llega a ser muchas veces autocrático y autoritario.
Supervisión y autolealtad.
Existe una estrecha supervisión de las y los jefes hacia las personas trabajadoras, rayando
en muchas ocasiones en acoso laboral. Por otro lado, las formas de organización del trabajo
a lo largo del tiempo han evolucionado desde la devoción paternalista hasta un grado de
autolealtad encaminada al cambio de trabajo en búsqueda de un incremento en la
remuneración económica (Calderón et al., 2015).
Desinterés.
Zepeda (2017) señala que las personas trabajadoras mexicanas en muchas ocasiones
muestran desinterés en aplicar programas presentados, especialmente ante las promesas no
cumplidas, lo que ocasiona una reducción en la productividad provocada por la falta de
resolución de conflictos.
Grupo y meritocracia.
La afiliación al grupo es más importante para las personas trabajadoras mexicanas, ya que
es común que prefieran un ambiente agradable para trabajar donde eviten los conflictos, a
pesar de que muchas veces pueden ser necesarios.
Por otro lado, la meritocracia está arraigada el en pensamiento de las y los trabajadores,
quienes consideran al ascenso laboral como la consecuencia del trabajo por méritos propios,
lo cual dificulta la cooperación y genera desconfianza entre las personas.
Por último, revisa otras características del mercado laboral mexicano:
Pensamiento empresarial mexicano.
En cuanto a la evolución en el pensamiento empresarial mexicano, Calderón et al., (2015)
señalan que tradicionalmente la dirección de las empresas familiares era heredada de padres
a hijas o hijos. Sin embargo, en la actualidad se observa con mayor frecuencia la contratación
de personal calificado ajeno a los miembros de la familia para cumplir con las exigencias
propias de la posición laboral que se desee cubrir.
Planeación a largo plazo.
También destaca la falta de planificación en las actividades a largo plazo, situación que
impacta a las empresas, especialmente ante escenarios de incertidumbre y los cambios
económicos, políticos y sociales del país.
En cambio, en el mercado laboral en Estados Unidos, la cultura organizacional se distingue
por ser independiente, agresiva, ambiciosa, tenaz, exigente, curiosa intelectualmente,
atrevida, comprometida, decisiva, pragmática, disciplinada, perfeccionista y descortés
(Rothaermel, 2014).
Al respecto, revisa otras características del mercado laboral estadounidense:
Jerarquía.
Las organizaciones están orientadas al logro de objetivos y metas, cuentan con horarios
establecidos y el vínculo con las y los compañeros sucede fuera de las horas de trabajo y en
mayor medida por su utilidad más que por la afinidad personal. El equilibrio entre la vida
personal y laboral en muchas ocasiones es inexistente.
A este respecto, Landy y Conte (2016) señalan que lo anterior sucede porque la o el empleado
debe estar disponible las 24 horas y el dinero se convierte en un fin y no en un medio para el
placer. La visión de los negocios promueve una mente fría y rigurosa que genera falta de
empatía debido a una cultura individualista orientada hacia el logro de méritos personales
para la promoción laboral. Esto afecta las normas de cortesía y el nivel de competitividad
sucede incluso entre las y los jefes y subordinados.
Finalmente, en el mercado laboral estadounidense el análisis de los directivos se hace bajo
parámetros puestos por la alta dirección.
Competencia.
A partir de los objetivos del puesto, se realiza una competencia abierta, muchas veces
agresiva y dura que obliga a las personas candidatas a separar las emociones de los
negocios. Por eso las actitudes de las y los líderes pueden estar diferenciadas por su
personalidad, estrato social y cultural.
Racionalidad y liderazgo.
La racionalidad analítica hace que las personas líderes se enfoquen principalmente en su
eficacia para conseguir y mantener el poder, por lo que su lealtad es hacia ellas mismas. Por
tal motivo, la comunicación se hace desde líneas jerárquicas de forma concisa y directa, con
un lenguaje imperativo, cortante, afirmativo y exigente.
Conclusión.
Hablar de hacer empresa implica asumir las responsabilidades que esta actividad trae
consigo en el orden personal, social, económico, político y de salud. Es un hecho muchas
veces ignorado o incluso violentado en aras de la productividad y las ganancias.
Los retos que como país enfrentamos ameritan reconocer que detrás de cada empresa hay
personas empresarias que toman las decisiones y que las organizaciones son el reflejo de
los valores, la cultura implantada, la región geográfica y la cultura nacional en la que están
insertadas.