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Qué Dice La Biblia Sobre Las Primicias

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¿Qué dice la Biblia sobre las

primicias?
El término primicias se refería a la selección de los
mejores frutos de la primera cosecha de los israelitas
en el Antiguo Testamento. Esta selección se debía
entregar a Dios como ofrenda en ciertas fechas del
año. La Biblia habla sobre las primicias en varios
contextos porque representaban algo especial y, por lo
tanto, era lo más importante de entre todo aquello que
el pueblo podía producir o adquirir como fruto de su
trabajo.
“Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus
frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares
rebosarán de mosto”. –Proverbios 3:9-10

Cuando no valoras algo, no lo honrarás.


La honra no es algo que se exige. La honra es algo voluntario, que
sale de un corazón que valora a esa persona.
Debes honrar a Dios primero, luego a tus padres naturales, luego a tus
padres espirituales. Honrar no es adorar; es valorar.
La deshonra puede hacer que pierdas tu herencia.

“Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y
la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; más ahora
ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me
honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”. – 1 Samuel
2:30

¿Cuánto debemos dar de primicias? Todo.


Las primicias no son diezmos, ni ofrendas, no es el 10% de
algo. Es la totalidad.
Todo lo que es primero le pertenece a Dios.
Dios no quiere que lo pongas en segundo lugar, quiere que lo
ames primero. Lo primero es consagrado y separado para el
uso exclusivo de Dios. Cuando tocas lo que le pertenece a
Dios, eso se convierte en una maldición.
Si honras a Dios primero, Él estirará tu tiempo y tu dinero.
Estos son principios que el mundo no entiende porque el
mundo opera en su propio sistema. El Señor quiere que
operes en Su economía.
Cada año el pueblo de Israel le entregaba la primera cosecha
a Dios – ellos respetaban a Dios y lo valoraban.
Cuando honras a Dios, Él tiene en mente la abundancia para
ti.
Declara que el 2024 será un año de
sobreabundancia.
(QUE LO DIGAN CON FE)

Cuando pones a Dios en primer lugar muestras tu obediencia


a Él.
La prosperidad no es sólo dinero. La prosperidad es también
paz, alegría y favor.

“Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz


es santa, también lo son las ramas”. – Romanos 11:16

Si la raíz es sagrada, el resto también lo será. Lo que haces con lo


primero determina lo que pasa con el resto.
Las primicias establecen el estándar para el resto del año. Si
comienzas el año con algo pequeño ése será tu estándar.

Las primicias tienen poder para redimir.


Redención significa comprar algo de nuevo, o restaurarlo a lo nuevo.
Todo lo que perdiste el año pasado será restaurado. Dios redimirá tu
tiempo. Las primicias tienen el poder de hacer que las cosas que
haces se estiren y multipliquen.
El poder de la redención está sólo en lo primero.
Las primicias son para honrar y valorar a Dios. Te garantizan el favor
de Dios. Dios da favor a los obedientes y a quienes lo honran.
“Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron
cuanto pedían; así despojaron a los egipcios” – Éxodo 12:36

Favor es el acceso divino a lugares, personas y cosas. Es el mayor


beneficio de la honra.

Cuando traes tus primicias, haces un pacto con Dios.

“Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la


casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de
su madre. Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras;
porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y
con Israel”. – Éxodo 34:26-27

No puedes reclamar tus promesas a menos que entres en


ese pacto.
“Y las primicias de todos los primeros frutos de todo, y toda
ofrenda de todo lo que se presente de todas vuestras
ofrendas, será de los sacerdotes; asimismo daréis al
sacerdote las primicias de todas vuestras masas, para que
repose la bendición en vuestras casas”. – Ezequiel 44:30
Las primicias en el Antiguo Testamento

El Pentateuco contiene varios versículos donde, de


manera clara, la ley mosaica establece que las
primicias pertenecen a Dios. Como Señor de toda la
creación, Dios demandaba que su pueblo presentara
las primicias sin demora, como señal de gratitud al
Amo de la tierra y quien da la fecundidad a las plantas,
animales y seres humanos.

Dios demandaba a su pueblo las primicias en las


siguientes áreas:

 Los frutos de la tierra (Éx 23:19; 34:22; 34:26; Dt


26:10).
 Alimentos como espigas, granos, harinas, pan (Lv
2:12, 14; 23:17, 20; Nm 18:12).
 Animales y sus derivados como la lana de las ovejas
(Gn 4:4; Dt 12:6; 14:23; 18:4; Éx 34:19; Lv 27:26).
 Personas (Éx 13:2, 13; 22:29; Nm 3:13; 8:17).
En el Pentateuco se establece que había un día para
presentar las primicias: «También, el día de los
primeros frutos [primicias, RV1960], cuando ustedes
presenten una ofrenda de cereal nuevo al Señor en la
fiesta de las semanas, tendrán santa convocación; no
harán trabajo servil» (Nm 28:26; cp. Éx 34:22). Esto se
comprende mejor al conocer un dato histórico:

«Todos los varones israelitas tenían que presentarse


tres veces al año ante el Santuario para presentar las
primicias de la cosecha de cebada (en la fiesta de los
Panes sin levadura); del trigo (en la fiesta de las
Semanas) y de la vendimia (la fiesta de los
Tabernáculos; Éx 23:16, 19; 34:22, 26; Dt
18:4; 26:10; Ez 48:14). La ofrenda de las primicias
equivalía a un sacrificio de acción de gracias y de
consagración, mediante el que se santificaba una parte
de todos los alimentos».[1]

El término primicias también se usaba en el Antiguo


Testamento para hablar sobre lo más selecto del botín
obtenido luego de una batalla o una guerra (1 S
15:21). A menudo se asociaban las primicias con el
diezmo. Sin embargo, hay muchos textos que hacen
una clara distinción entre ambos términos (p. ej., Dt
12:6; 2 Cr 31:12; Neh 12:44).
Las primicias en el Nuevo Testamento

Según el testimonio del Nuevo Testamento, las


primicias adquieren un nuevo significado y enfoque en
la persona de Cristo, quien es el primogénito de toda la
creación y reúne en sí mismo las primicias de la obra
de la Trinidad en los creyentes.

En el Nuevo Testamento, el término primicias se aplica


en lo espiritual a:

1.
1. La presencia del Espíritu Santo en el creyente
como primicias de la cosecha de la cruz (Ro
8:23).
2. Cristo en su resurrección con relación a los
creyentes fallecidos (1 Co 15:20,23).
3. Los primeros creyentes de una región en
relación a sus compatriotas posteriormente
convertidos (Ro 16.5; 1 Co 16.15).
4. Los creyentes de esta era en relación con
todo el conjunto de los redimidos (2 Ts 2:13).
[2]

Las primicias y la iglesia actual

El pueblo de Dios recibió leyes e instrucciones para


celebrar siete fiestas cada año, entre las cuales están
la fiesta de la Pascua y de las primicias.[3] De acuerdo
con el apóstol Pablo, toda fiesta, prescripción y
mandamiento ceremonial que era exigido al pueblo del
Antiguo Testamento solo era la sombra de lo que
habría de venir:

«Por tanto, que nadie se constituya en juez de ustedes


con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de
fiesta, o luna nueva, o día de reposo, cosas que solo
son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo
pertenece a Cristo» (Colosenses 2:16-17, cursiva
añadida).

Si todo esto solo era sombra de lo que habría de venir,


entonces nuestra prioridad debe estar en reconocer
que la Pascua para los creyentes no consiste en
celebrar una fiesta, sino en reconocer que Cristo es
nuestra pascua (1 Co 5:7). Reconocemos que las
ofrendas económicas demuestran que nuestro Dios es
proveedor y sustentador, pero también debemos
enfocarnos en reconocer y vivir conforme a la certeza
de que Cristo es las primicias de los que resucitan:
«Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos,
primicias de los que durmieron» (1 Co 15:20).

En el Antiguo Testamento aprendemos que las


primicias tenían que ver con lo que el pueblo
entregaba al Señor. Sin embargo, en el Nuevo
Testamento y para los cristianos, las primicias
consisten primeramente en lo que Dios entregó por
amor para salvación de un pueblo espiritual. Si
nosotros damos algo al Señor es porque Él nos lo dio
todo primero.

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