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Shirley

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Pensar en ti es soñar un infinito, despertar sonriendo, ver más allá de la puesta del sol los

amaneceres venideros. Los cafés contigo, el tacto de tus manos y el revolotear de tu risa, cuando
eres feliz, tu belleza eterna, el brillo de tu alma y la sonrisa en tu mirada, esa curva de felicidad que
tienes por labios y la suavidad de tu voz, tu intenso recuerdo y las ganas de estar contigo. La poesía
que albergan tus mejillas, cada curva de tu cuerpo, cada milímetro de la sorprendente maravilla que
eres, como la patria amada tras un largo viaje, como el hogar para el marinero y el abrazo de la
familia para el soldado.

Hay algo en ti que me enamora. Será el café en tu mirada, la felicidad rebosante en tus mejillas, la
libertad de tu precioso pelo y su tonalidad del color de mi miel favorita. Tu rostro angelical, la
poesía que fluye directamente de tu alma hacia mí y me baña en felicidad, tu cálida voz y tu hablar
pausado, tu piel ardiente de un deseo que no puede contenerse, la belleza de unas curvas que son mi
religión más

Pensar en ti es soñar un infinito, despertar sonriendo, ver más allá de la puesta del sol los
amaneceres venideros. Los cafés contigo, el tacto de tus manos y el revolotear de tu risa, cuando
eres feliz, tu belleza eterna, el brillo de tu alma y la sonrisa en tu mirada, esa curva de felicidad que
tienes por labios y la suavidad de tu voz, tu intenso recuerdo y las ganas de estar contigo. La poesía
que albergan tus mejillas, cada curva de tu cuerpo, cada milímetro de la sorprendente maravilla que
eres.

Te veo y sueño. Sueño con hablar contigo, sostener tus manos y hablarte al oído. Decirte lo mucho
que significas para mí, incluso en este tiempo, porque dice la razón que algo tan increíble no puede
surgir en tan poco tiempo. Pero el corazón sabe que es posible. Y antes de dormirme me susurra que
vaya contigo, que me deje embelesar por la suavidad de tu voz, por la llamada de tu cuerpo. Por
esas curvas que quisiera aprender y recorrer poco a poco como un astronauta perdido en tu belleza,
sin tiempo, ni límites ni frontera, con gravedad cero. Como una brisa que te encuentra al borde de
un abismo lleno de peligro y olor a aventura. Saltar y dejarme llevar por ti, por tus caricias, por tu
presencia, por lo bonito que es saber que el destino unió nuestros caminos. Construirte un templo de
amor, caricias, bellas palabras y desayunos juntos, de veladas románticas y decirte que soy tuyo
como nunca fui de nadie. Que siento que eres tú, que lo veo en tu mirada cuando nos vemos, en el
vacío que siento si estás lejos, y en el anhelo con que espero tu regreso. Siento que eres tú porque
nadie despierta la poesía en mí, en nosotros, como tú lo haces. Ya te dije una vez que eres mi musa,
y no haces sino confirmarlo. Quiero tu felicidad y te deseo a ti, conmigo, que estemos juntos y
hagamos mil tonterías, que ríamos y descubramos juntos los rincones más divertidos y bellos del
mundo, y los nuestros propios. Ser tu jardín de tranquilidad y un balcón donde tomes el café en
verano, o ser los brazos de ese cálido sillón de invierno en el que te sientas a leer tu libro favorito.
Cuando estás concentrada y eres tan tú que toda la estancia vibra con tu belleza, con tu fragancia a
libertad, fantasía y maravilla. Envolverte en un abrazo lleno de entusiasmo, felicidad y loca
inocencia, como si fueras mi primer amor, porque quiero que seas el último y esto sea para siempre.

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