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CAPÍTULO X

ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL


A LOS ENFOQUES CRÍTICOS
Ka r l o s Pé r e z de Ar m iñ o

SUMARIO: 1. In t r o d u c c ió n . Ca r a c t e r ís t ic a s d e l a s u b d is c ipl in a . 2. La v is ió n
TRADICIONAL Y ESTATOCÉNTRICA DE LA SEGURIDAD. 2.1. La visión tradicional de la segu-
ridad en las Relaciones Internacionales: realismo y liberalismo. 2.2. La visión tradicional
estatocéntrica en la posguerra fría. 3. El c u e s t io n a m ie n t o d e l a v is ió n t r a d ic io n a l d e
LA SEGURIDAD DURANTE LA GUERRA FRÍA. 4. La AMPLIACIÓN Y CRÍTICA DE LA AGENDA DE
s e g u r id a d EN LA po s g u e r r a f r ía . 4.1. La seguridad humana. 4.2. Los Estudios Críticos
de Seguridad. 5. Co n c l u s io n e s .

1. INTRODUCCIÓN. CARACTERÍSTICAS DE LA SUBDISCIPLINA

Los estudios de seguridad constituyen una de las principales subdisciplinas de


las Relaciones Internacionales, las cuales siempre han prestado particular atención
a las cuestiones relativas a la guerra, la paz y la seguridad. Implantados sobre
todo en los EEUU, Europa y algunos otros países occidentales, surgieron tras
la Segunda Guerra Mundial ante la necesidad de estudiar la rivalidad nuclear
entre las dos superpotencias. A lo largo de la Guerra Fría, y más aún tras ella,
han experimentado una notable evolución y diversificación teórica, dando lugar
a un amplio número de enfoques muy diferentes entre sí en varios planos: el de la
ontología, es decir, qué temas y fenómenos conforman la realidad estudiada (qué
es la seguridad, cuál es su sujeto, qué amenazas sufre); la epistemología, referida
a cómo comprendemos los fenómenos (cómo estudiar la seguridad, qué posible
vínculo existe entre el concepto de seguridad y las relaciones de poder); y la meto-
dología (qué herramientas y técnicas de análisis emplear).
Como decíamos, los estudios de seguridad se han desarrollado en el marco
de la disciplina de las Relaciones Internacionales, nutriéndose de los debates
teóricos habidos en ésta. Sin embargo, aunque perdura ese vínculo especial, con
el tiempo y con la ampliación del concepto de seguridad a partir de la década
de 1980, se han convertido también en un campo transdisciplinar que incorpora
aportes de otras muchas disciplinas (economía, sociología, estudios de desarro-
llo, epidemiología, ecología, etc.).
No obstante, a pesar de lo impreciso de sus fronteras disciplinares y de la
gran pluralidad de enfoques teóricos que abarca, los estudios de seguridad cons-
tituyen en sí un campo académico, cuya articulación gira en torno al concepto
de seguridad. En efecto, el empleo de ese término fue uno de los principales

[301|
302 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

elementos distintivos de este campo cuando nació tras la Segunda Guerra Mun-
dial, en contraste con los estudios de épocas precedentes centrados en la guerra,
la defensa, la estrategia militar o la geopolítica. Ello se debió a que este campo
surgió para analizar las nuevas condiciones geoestratégicas, que requerían estra-
tegias para la disuasión nuclear más que para el uso de los medios militares. La
adopción del concepto de seguridad permitió que el nuevo campo se abriera al
estudio de una gama de temas políticos más amplios, no estrictamente ligados
al combate militar pero sí relevantes para la seguridad nacional, así como a la
participación de especialistas civiles1.
Sin embargo, durante la Guerra Fría, y en menor medida después, gran
parte de la literatura en este ámbito apenas ha reflexionado teóricamente sobre
el significado del concepto seguridad, debido al predominio de trabajos empíri-
cos y a que tal significado se daba por supuesto y no se cuestionaba. Además,
buena parte de la producción durante la Guerra Fría no utilizaba el concepto
de seguridad, sino otros relacionados (estrategia, disuasión, contención, riesgo,
etc.). Es más, un enfoque específico, el de la investigación para la paz, utilizaba
otro concepto que entendía contrapuesto, el de paz.
Pero desde mediados de la década de 1980, y más aún desde la década
siguiente, se producen varios cambios importantes. Por un lado, el concepto de
seguridad comenzó a ser objeto de una mayor discusión teórica, ontològica y
epistemológica, en consonancia con la efervescencia de los debates en las Rela-
ciones Internacionales. Por otro lado, la utilización del concepto se volvió más
explícita por los enfoques estratégicos tradicionales, al tiempo que empezó a ser
asumida también por la investigación para la paz y por otros nuevos enfoques
críticos con aquéllos. En suma, el término seguridad, más utilizado y discutido
que nunca, se convirtió en el eje de los debates entre enfoques teóricos diferentes
y en el aglutinante que les proporciona cierta identidad compartida2.
De este modo, resulta clave preguntarse ¿qué es la seguridad? En su sentido
más abstracto suele definirse como la ausencia de amenazas a valores aprecia-
dos, especialmente aquellas que pueden poner en peligro la supervivencia del
objeto referente (Estado, sociedad, individuo, etc.). Así, la seguridad no implica
solo la mera supervivencia, sino también verse libre de amenazas que condicio-
nan la vida, de forma que sea factible alcanzar determinados objetivos políticos
y sociales3. Pero, más allá de esta definición genérica, sobre la seguridad existen
concepciones muy diferentes, distinguiéndose entre las que la entienden como
algo objetivo, subjetivo o discursivo4. La concepción objetiva de la seguridad,
propia del enfoque tradicional, se refiere a la ausencia de amenazas materiales y
militares concretas. La concepción subjetiva se centra en la ausencia del temor o
sentimiento de amenaza, y busca complementar la visión objetiva con factores
ideacionales que también inciden en las decisiones de los estados (percepciones

1 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution ofInternational Security Studies, Cambridge Univer-


sity Press, Cambridge, 2009, p. 12.
2 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009, p. 13.
3 Wil l ia m s , D. P., «Security Studies: An Introduction», en Wil l ia m s , D. P. (ed.), Security
Studies: An Introduction, Routledge, Londres, 2008, pp. 1 y 6.
4 Véase Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009, pp. 32 y 33.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL... 303

erróneas sobre las intenciones del oponente, vínculos de amistad o enemistad,


cultura de las fuerzas armadas, etc.). Por último, la concepción discursiva consi-
dera que la seguridad no puede definirse en términos objetivos, sino que es un
discurso construido (speech act) que, por ejemplo, puede ser utilizado por los
Estados para implantar políticas excepcionales.
Como vemos, aunque inicialmente la seguridad era un concepto incuestionado
cuyo significado se tomaba por dado, ya durante la Guerra Fría se convirtió en un
término «esencialmente disputado», es decir, cuyo significado es inherentemente
objeto de disputa porque no es posible una definición neutral5. No en vano, las
diversas definiciones de la seguridad reflejan visiones contrapuestas del mundo, la
sociedad y la política, encerrando diferentes implicaciones normativas y políticas.
Así, la seguridad es un concepto profundamente político por sus contenidos; pero
también por constituir una «poderosa herramienta política» que diferentes insti-
tuciones y grupos influyentes utilizan para definir las agendas políticas6: sirve para
que los temas etiquetados como de seguridad ganen importancia en la opinión
pública y en la acción gubernamental. De ahí la importancia no sólo de cuál es
el significado de la seguridad, sino también de quién decide qué es la seguridad y
cuáles son las amenazas. Por esta razón, los debates teóricos en este campo han
venido condicionados a lo largo del tiempo por unas determinadas relaciones de
poder político y académico, que han convertido en mainstream e impuesto deter-
minados enfoques, mientras han tratado de excluir a otros. Además, el hecho de
que gran parte de los trabajos en la materia se haya orientado al asesoramiento
de gobiernos ha contribuido a la fuerte influencia que la política ha ejercido en la
evolución, contenidos y perspectivas de los estudios de seguridad.
Como hemos avanzado, los estudios de seguridad han experimentado con el
tiempo una notable evolución que ha generado una gran diversidad de enfoques
teóricos. En primer lugar, cabe hablar de un enfoque tradicional, que fundó
dicho campo, lo monopolizó durante casi toda la Guerra Fría bajo la modalidad
de los estudios estratégicos, y sigue siendo todavía hoy el de mayor peso acadé-
mico y político. Esta visión tradicional tiene una orientación estatocéntrica y
militar, y adopta una epistemología racionalista y positivista. Sus fundamentos
teóricos se basan en la corriente realista de las Relaciones Internacionales y, en
menor medida, en la liberal.
Sin embargo, desde finales de la década de 1970 aparecieron nuevas corrien-
tes que comenzaron a cuestionar tal enfoque tradicional, estatocéntrico y mili-
tar, mediante dos estrategias teóricas. Por un lado, la ampliación (widening) del
concepto de seguridad, con la incorporación de nuevas dimensiones de ésta y de
nuevos tipos de amenazas, más allá de los factores militares. Por otro lado, la
profundización (deepening) del mismo, es decir, la consideración de otros referen-
tes o sujetos de la seguridad diferentes del Estado, principalmente las personas7.

5 Sm it h , S., «The contested Concept of Security», en Bo o t h , K. (ed.), Critical Security Studies


and World Politics, Lynne Rienner Publishers, Londres, 2005, p. 27.
6 Bu z a n , B., People, States*., op. cit., 1983, p. 370.
7 Los conceptos de ampliación y de profundización fueron propuestos por Kr a u s e , K. y
Wil l ia m s , M. C. (eds.), Critical Security Studies: Concepts and Cases, UCL Press, Londres, 1997,
p. 230.
304 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

Tal cuestionamiento fue iniciado a finales de la década de 1960 por el campo de


la investigación para la paz y su concepto de paz positiva, y fue seguido después
por la aparición, en la década de 1980, de los primeros estudios críticos de segu-
ridad ligados a diferentes enfoques pospositivistas de las Relaciones Internacio-
nales, así como del concepto de seguridad humana poco después.
Así pues, la evolución de los estudios de seguridad ha dado lugar, sobre todo
tras el fin de la Guerra Fría, a una gran diversidad de perspectivas y a elabo-
rados debates ontológicos, epistemológicos y metodológicos8. En opinión de
Buzan y Hansen, tal evolución teórica ha venido estimulada por cinco factores
o «fuerzas motrices», tanto internas como externas, materiales e ideacionales:
la política de las superpotencias y los cambios en la distribución de poder entre
ellas; la tecnología, sobre todo la nuclear; determinados eventos históricos; las
dinámicas internas de los debates académicos; y la institucionalización de los
estudios de seguridad (creación de redes, revistas, etc.)9.
Una dimensión importante de tal evolución teórica radica en los debates epis-
temológicos, que fueron escasos durante la Guerra Fría pero arreciaron desde la
década de 1980. Así, existen hoy básicamente dos enfoques epistemológicos. Por
un lado, el racionalista o positivista, partiendo de una concepción objetiva de la
seguridad, se basa en la medición de factores materiales para verificar hipótesis
empíricamente. Es propio de la mayoría de las perspectivas tradicionales, y se
basa en la asunción realista de que los Estados son actores racionales cuyo com-
portamiento es previsible, que los críticos cuestionan. Por otro, los enfoques pos-
positivistas o reflectivistas entienden que la seguridad, como las cuestiones sociales
en general, no puede estudiarse con metodologías positivistas de causalidad o
cuantificación, sino observando por ejemplo los procesos de construcción de las
amenazas o las identidades10. Si el primer enfoque siempre ha predominado en los
EEUU, el segundo se ha desarrollado sobre todo en Europa. Además, mientras
que gran parte de los enfoques tradicionales se orientan a asesorar a las políticas
gubernamentales en tomo a problemas específicos, los pospositivistas formulan
críticas de calado teórico a aquellas, al statu quo y a las relaciones de poder.

2. LA VISIÓN TRADICIONAL Y ESTATOCÉNTRICA


DE LA SEGURIDAD

La visión tradicional de la seguridad, que dio origen a los estudios de seguri-


dad y ha dominado estos desde entonces, se caracteriza por su carácter estato-
céntrico y militar. Es decir, considera que el objeto referente de la seguridad es
el Estado: hay que garantizar la seguridad de éste y su territorio, asumiéndose
que de ello se derivará la seguridad de las personas. Además, entiende que la
principal amenaza es una posible agresión militar de otro Estado, por lo que el

8 El análisis más exhaustivo de la historia intelectual y sociológica de este campo desde la


Segunda Guerra Mundial hasta hoy es Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009.
9 Ibídem, pp. 48-61.
10 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009, pp. 30-31, 35.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL... 305

medio principal para conseguir la seguridad nacional radica en unas capacidades


militares con las que defenderse y disuadir los ataques externos. Así, para ella
los estudios de seguridad serían «el estudio de la amenaza, uso y control de la
fuerza militar» por los Estados11.
Esta concepción tradicional se corresponde a la establecida por los estudios
estratégicos, campo que desempeñó un papel esencial al fundar los estudios de
seguridad al comenzar la Guerra Fría y establecer los fundamentos que durante
décadas dominarían los mismos. Igualmente, ha sido la visión dominante duran-
te décadas en la disciplina de las Relaciones Internacionales, sostenida princi-
palmente por el realismo con su asunción de que los Estados mantienen una
permanente lucha por el poder en un sistema internacional anárquico. Ahora
bien, en lo fundamental, la visión tradicional de la seguridad es asumida también
por los enfoques liberales, los cuales, a pesar de su hincapié en la cooperación
interestatal, están ligados a una agenda estatal y militar12.
Los estudios estratégicos se implantaron principalmente en los EEUU, donde
fueron generosamente financiados por el gobierno y diferentes instituciones pri-
vadas, y en menor medida en el Reino Unido y Francia. Nacieron ya en la déca-
da de 1940 para orientar la implicación estratégica de los EEUU como potencia
global, pues la Guerra Fría y las armas nucleares crearon un escenario nuevo
que requería nuevas teorías. Su edad de oro llegaría en las décadas de 1950 y
1960, con una serie de libros clásicos que establecieron las formulaciones básicas
sobre la disuasión nuclear13.
Así, los estudios de seguridad, en forma de estudios estratégicos, surgieron
tras la Segunda Guerra Mundial como un campo específico, pero para la década
de 1960 éste se había integrado en la disciplina de las Relaciones Internaciona-
les, debido a que compartía con ésta especialistas, publicaciones, institutos, etc.
Aunque se edificó sobre una tradición precedente de la ciencia militar, tenía
perfiles diferentes con una orientación más amplia. En efecto, el nuevo campo
se articulaba en tomo al concepto de «seguridad», que a diferencia de los ante-
riores de «guerra» y «defensa» era más inclusivo y agrupaba aspectos militares
y no militares. Esto abrió las puertas a la contribución de diferentes expertos
civiles (físicos, economistas, médicos, ingenieros, etc.) que aportaron sus cono-
cimientos y métodos al pensamiento estratégico. No obstante, desde mediados
de la década de 1950, las cuestiones domésticas y no militares retrocedieron y
los estudios de seguridad acabaron ciñéndose al estudio de las armas nucleares,
la rivalidad de poder, la disuasión nuclear y la política de contención14.
Estos estudios estratégicos no entraron a discutir ni la conceptualización de la
seguridad, ni tampoco cuestiones epistemológicas. A pesar de ello, recurrieron esen-

11 Wa l t , S. M., «The Renaissance of Security Studies», en International Studies Quarterly, vol.


35,n.°2, 1991, p. 212.
12 Pe o pl e s , C. y Va u g h a n -Wil l ia m s , N., Critical Security Studies. An Introduction, Routledge,
Londres, 2010, p. 5.
13 Destacan, por ejemplo: KÍs s in g e r , H., Nuclear Weapons and Foreign Policy, Harper, Nueva
York, 1957; y Os g o o d , R., Limited War: The Challenge to American Strategy, University of Chicago
Press, Chicago, 1957.
14 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009, pp. 67, 99.
306 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

cialmente a métodos «científicos positivistas», en cuyo uso fueron pioneros durante


su edad de oro antes de ser adoptados por parte de las Relaciones Internacionales15.
El fin de la Guerra Fría provocó que los temas analizados por los estudios
estratégicos perdieran relevancia y que estos entraran en una grave crisis. No
obstante, el enfoque tradicional de la seguridad pronto resurgió en torno a
nuevos problemas.

2.1. La v is ió n t r a d ic io n a l d e l a s e g u r id a d e n l a s Re l a c io n e s
In t e r n a c io n a l e s : r e a l is m o y l ib e r a l is m o

Como decíamos, los estudios estratégicos y los estudios de seguridad en gene-


ral nacieron ligados al realismo, corriente de las Relaciones Internacionales
que ha ejercido una influencia central sobre aquellos y que les proporcionó sus
asunciones fundamentales: á) una visión pesimista de la naturaleza humana,
caracterizada por el egoísmo y la búsqueda del interés y seguridad particulares;
b) una concepción del sistema internacional como anárquico y conflictivo; c)
una posición estatocéntrica, que considera al Estado como actor esencial de
las relaciones internacionales y como referente de la seguridad, que aquél tiene
que garantizarse a sí mismo mediante la acumulación de poder; d) un enfoque
material y militar, pues la seguridad requiere disponer de capacidades militares
disuasorias; e) una epistemología positivista; y f) una perspectiva políticamente
conservadora orientada a preservar el statu quo'6.
La importancia del realismo en los estudios de seguridad ha perdurado a lo
largo del tiempo y, de hecho, los enfoques críticos con la concepción tradicional
de la seguridad se han definido en gran medida en oposición al mismo. Incluso
acabada la Guerra Fría la tradición realista continúa siendo una de las más
influyentes en este campo, gracias a su demostrada adaptabilidad a las nuevas
realidades que podrían desmentir sus postulados17. En suma, esta corriente ha
generado con el tiempo diferentes variantes que, compartiendo los rasgos bási-
cos descritos, presentan algunos elementos distintivos en cuanto a su visión de
la seguridad y los conflictos. Destacan las siguientes:

a) El realismo político o clásico, formulado tras la Segunda Guerra Mun-


dial por autores como Morgenthau18. Entiende que la raíz del conflicto está

15 Entre tales métodos figuran los de cuantificación, la utilización de ordenadores para procesar
bases de datos y elaborar modelos, o la teoría de juegos. Esta última, por ejemplo, permitía anticipar
diferentes posibles escenarios de cooperación y conflicto entre los actores, por lo que fue útil para
desarrollar la teoría de la disuasión nuclear. Za g a r e , F. C., «Game Theory», en Wil l ia m s , P. D.
(2008), Security Studies..., op. cit., pp. 44-58.
16 Las políticas de seguridad basadas en esta perspectiva han servido de mecanismo para pre-
venir cambios sociales y políticos radicales, según Wil l ia m s , D. P., «Security Studies:..», op. cit.,
2008, p. 3.
17 El m a n , C., «Realism», en Wil l ia m s , D. P. (ed.), Security Studies: An Introduction, Rou-
tledge, Londres, 2008, p. 26.
18 Mo r g e n t h a u , H., Politics Among Nations: The Strugglefor Power and Peace, A. A. Knopf,
Nueva York, 1948.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL... 307

en la naturaleza imperfecta y malvada del ser humano, la cual, ante la falta de


un gobierno mundial que le ponga límites, genera una permanente lucha entre
Estados por incrementar su poder.
b) El neorrealismo, fundado por Kenneth N. Waltz19 en 1979, atribuye la
fuente del conflicto a la estructura anárquica del sistema internacional y al tipo
de distribución de poder entre los Estados, principal determinante de sus políti-
cas exteriores. Así, un sistema multipolar suele a ser más inestable y conflictivo
que uno bipolar20.
c) El realismo estructural defensivo, creado a finales de la década de 1980
por autores como Stephen M. Walt21. El comportamiento de los Estados no
se explicaría solo por la distribución internacional de poder, sino que también
actuarían otros factores domésticos e individuales, como las motivaciones de
los Estados o las percepciones de los dirigentes: así, estos pueden malinterpretar
como agresivas las políticas defensivas de otros Estados, generando una espiral
de confrontación (o «dilema de seguridad»). Por ello, lo racional es que los
Estados se contengan, busquen solo una cantidad «apropiada» de poder y no
todo el posible, y establezcan tratados de control de armamentos22.
d) El realismo estructural ofensivo, liderado por John Mearsheimer, también
ofrece una explicación estructural de las guerras. En un entorno internacional
anárquico e incierto todos los Estados pueden ser agresores y, por ello, solo
pueden confiar en si mismos para lograr su seguridad. Para alcanzarla deben
acaparar todo el poder relativo (comparado con el de otros Estados) posible y, si
pueden, la hegemonía regional e incluso global, recurriendo a la guerra cuando
genere más ganancias que pérdidas23.
e) Por último, el realismo neoclásico, encabezado por Randall Schweller,
acepta que el comportamiento exterior de los Estados tiene como punto de
partida la distribución de poder en el sistema; pero, a diferencia de los enfo-
ques neorrealistas, sostiene que dependen en gran medida también de factores
nacionales particulares: estructura e instituciones nacionales, procesos políticos
internos, ideología, ambiciones y visión de los líderes, grado de cohesión social,
etc. Estos factores motivan que algunos Estados adopten estrategias internacio-
nales perturbadoras y agresivas24.

Aunque el realismo ha sido la corriente teórica más determinante en los


estudios de seguridad, también el liberalismo ha contribuido a los mismos con

19 Wa l t z , K. N., Theory of International Politics, Addison Wesley, Reading (MA, EEUU),


1979.
20 El m a n , C., «Realism», op. cit., p. 18; La m y , S. L., «Contemporary Mainstream Approaches:
Neo-realism and Neo-liberalism», en Ba y l is , J. y Sm it h , S., The Globalization of World Politics. An
Introduction to International Relations, Oxford University Press, Oxford (3.a ed.), 2005, pp. 208-209.
21 Wa l t , S. M., The Origins ofAlliances, Cornell University Press, Ithaca (NY, EEUU), 1987.
22 El m a n , C., «Realism», op. cit., p. 22; La m y , S. L., «Contemporary Mainstream...», op. cit.,
p. 211.
23 Me a r s h e im e r , J. J., The Tragedy of Great Power Politics, W.W. Norton, Nueva York
(EEUU), 2001, pp. 140-162, 337-346; El m a n , C., «Realism», op. cit., p. 23.
24 Sc h w e l l e r , R. L., «Bandwagoning for Profit: Bringing the Revisionist State back in», en
International Security, vol. 19, n.° 1, 1994, pp. 72-107; El m a n , C.» «Realism», op. cit., pp. 25-27.
308 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

diversos enfoques y teorías, en especial desde las últimas décadas de la Gue-


rra Fría. Estas aportaciones siguen ubicándose en el mainstream racionalista,
basado en un concepto estatocéntrico y básicamente militar de la seguridad.
Sin embargo, han realizado una contribución progresista, normativa y de gran
influencia política al considerar que la seguridad puede y debe construirse no
tanto mediante la acumulación de poder militar por cada Estado, sino en base a
la cooperación entre Estados (organizaciones internacionales, derecho interna-
cional, etc.) y la creación de mecanismos de seguridad colectiva. En la tradición
liberal cabe distinguir cuatro grandes líneas de pensamiento sobre la seguridad:

a) El liberalismo tradicional o kantiano. Los fundamentos del pensamiento


liberal sobre seguridad fueron establecidos por el filósofo ilustrado Immanuel
Kant con su obra Sobre la paz perpetua, de 1795. Considera que existe una
obligación moral para construir unas relaciones internacionales pacíficas, pues
la guerra impide que las personas disfruten de sus derechos y libertades. Así,
propone la adopción del modelo republicano por los Estados, el desarrollo
del derecho internacional y la creación de una federación de Estados libres
a modo de sistema de seguridad colectivo. Estas formulaciones, referentes
durante siglos, han estimulado la creación de instituciones internacionales de
paz y seguridad25.
b) El liberalismo económico o comercial. Esta corriente, con raíces en la doc-
trina del libre comercio del siglo xix, asume que los países con economía de libre
mercado tienden a preferir la paz, pues los beneficios mutuos que aquél genera
alientan la cooperación pacífica en vez del conflicto. Con tales postulados, la
tesis de la paz liberal entiende que la globalización y su expansión del libre
mercado contribuyen a generar vínculos pacíficos y estabilidad. Este enfoque
ha inspirado desde la década de 1990 las agendas internacionales de ayuda y
construcción de la paz en numerosos países, promoviendo la construcción de
sistemas económicos y políticos de corte liberal26.
c) El liberalismo republicano o político. Sostiene que la paz está ligada a la
naturaleza interna del Estado liberal democrático. Su principal contribución
es la tesis de la paz democrática, alumbrada por Michael Doyle27 en 1983, según
la cual en la historia los países democráticos no se han declarado guerras entre
sí. Las causas de tal orientación pacífica radicarían en las características de las
instituciones liberales (apoyo popular, división de poderes, mecanismos de con-
trol), que les inducirían a actuar con prudencia; así como en la propia cultura

25 Na v a r i , C., «Liberalism», en Wil l ia m s , D. P. (ed.), Security Studies: An Introduction, Rou-


tledge, Londres, 2008, pp. 31-32.
26 Sin embargo, la literatura crítica considera que tal inducción externa del modelo económico
liberal ha fragilizado a los Estados y contribuido a la vulnerabilidad social, la inestabilidad política
y las guerras civiles. Uno de sus principales cuestionamientos es el de Du f f ie l d , M., Las nuevas
guerras en el mundo global. La convergencia entre desarrollo y seguridad. Los Libros de la Catarata,
Madrid, 2004 (1.a ed. en inglés, 2001). Véase también: Ca m pb e l l , S., Ch a n d l e r , D. y Sa b a r a t n a m ,
M., A Liberal Peace? The Problems and Practices of Peacebuilding, Zed Books, Londres, 2011.
27 Do y l e , M. W., «Kant, Liberal Legacies, and Foreign Affairs», en Philosophy and Public
Affairs, vol. 132, n.° 3, 1983, pp. 205-235.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL... 309

liberal, que alentaría la solución de conflictos mediante el diálogo y el compro-


miso28. Este enfoque aboga por la expansión de los sistemas democráticos para
conseguir la paz y ha ejercido gran incidencia en las políticas de los gobiernos
occidentales y de las Nacionales Unidas29.
d) El institucionalismo neoliberal. Abanderado por Robert Keohane y
Robert Axelrod30, sostiene que las instituciones internacionales, si bien no pue-
den superar la anarquía del sistema sí pueden contribuir a su estabilidad y a miti-
gar los conflictos por varias vías: maximizando el logro de intereses comunes,
estimulando la confianza y la cooperación, arbitrando en disputas o imponiendo
sanciones.

2.2. La v is ió n t r a d ic io n a l e s t a t o c é n t r ic a e n l a po s g u e r r a f r ía

Dado que la visión tradicional, estatocéntrica y militar de la seguridad


se había conformado en relación a los desafíos de la Guerra Fría, la conclu-
sión de ésta le planteó un desafío existencial. Arreciaron las dudas sobre su
supervivencia en un escenario internacional en el que las amenazas militares
perdían su preeminencia a favor de otros problemas. Tal cuestionamiento fue
particularmente acusado en el caso de las visiones realistas, que entraron en
declive al acabar la rivalidad nuclear, mientras que los enfoques liberales mos-
traron mayor capacidad para explicar el nuevo contexto mundial. El núcleo
de tal visión tradicional eran los estudios estratégicos, pero a ellos se sumó
en ese momento la denominada investigación para la paz negativa, que luego
veremos31.
A pesar del serio reto que afrontaron, los enfoques tradicionales sobrevi-
vieron mostrando una gran fortaleza y capacidad de adaptación a las nuevas
realidades. En este sentido, el auge de los enfoques críticos a partir de finales
de la década de 1980 hizo que su hegemonía se viera amenazada, y que se vie-
ran obligados a defender sus posiciones estatocéntricas y militares que antes
simplemente daban por supuestas, como algo natural. Así, en respuesta a los
enfoques que abogaban por la ampliación y profundización del concepto de
seguridad, las visiones tradicionales se vieron empujadas a realizar debates con-

28 Na v a r i , C., «Liberalism», op. cit., 2008, p. 37.


29 Sin embargo, esta perspectiva ha merecido numerosas críticas, que cuestionan por ejemplo
el carácter pacífico de los países liberales por cuanto sí han emprendido guerras contra países no
occidentales.
30 Ke o h a n e , R. O., After Hegemony: Cooperation and Discord in the World Political Economy,
Princeton University Press, Princeton (EEUU), 1984; y Ax e l r o d , R., The Evolution of Cooperation,
Basic Books, Nueva York (EEUU), 1984.
31 Aunque ambos sectores habían estado antes confrontados, al acabar la Guerra Fría la conver-
gencia se hizo posible por cuanto la investigación para la paz dejó de centrarse en el concepto de paz,
que había planteado como rival del de seguridad, para asumir este último. Además, la investigación
para la paz negativa compartía ¿bn los estudios estratégicos una visión estatatocéntrica y militar de
la seguridad, una epistemología positivista, y el creciente desafío planteado por las nuevas corrientes
que abogaban por ampliar y profundizar en el concepto de seguridad. Véase Bu z a n , B. y Ha n s e n ,
L., The Evolution of..., op. cit., 2009, p. 157.
310 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

ceptuales y teóricos internos que antes no habían llevado a cabo, planteándose


cuestiones ontológicas (el concepto de seguridad y ta agenda de investigación)
y epistemológicas32. Por ejemplo, como hizo de forma destacada Stephen Walt,
argumentaron que resultaba necesario que la seguridad siguiera siendo definida
en clave estatocéntrica, pues el Estado constituye la mejor defensa frente a la
inseguridad interna y externa, y en clave militar, para posibilitar que esté bien
definida y sea útil para el análisis y la búsqueda de soluciones33.
Así pues, la literatura tradicional remplazó los viejos debates por otros per-
tinentes al nuevo sistema internacional resultante del fin de la bipolaridad de la
Guerra Fría, como los relativos a la unipolaridad de los EEUU, la estrategia
global que estos deberían desplegar, el auge del desafío militar de China y la
pervivencia de la OTAN34.
Igualmente, la literatura tradicional comenzó a prestar mucha más atención
a los escenarios regionales de conflicto e inseguridad, antes casi olvidados o
estudiados solo en relación a la confrontación bipolar35. En esta línea, otra de
sus adaptaciones consistió en comenzar a contemplar las amenazas internas
(hasta entonces ignoradas) en los países del Sur, en particular las guerras civiles,
incluyendo por tanto el papel de los combatientes subestatales (algo que antes
se hubiera dejado a la sociología o a la ciencia política). Una de las principales
discusiones giró en tomo a si las viejas guerras interestatales habían dado paso
a las denominadas nuevas guerras, con características distintivas3637 . También
cobraron fuerza los debates sobre las intervenciones humanitarias y los denomi-
nados Estados frágiles y Estados fallidos (failed States)3"1.
Durante la década de 1990 cobró también una creciente atención el terroris-
mo, estimulado por el temor a que redes terroristas pudieran hacer uso de Esta-
dos fallidos o ser apoyados por los que controvertidamente fueron denominados
Estados canallas (rogue States), pudiendo así controlar armas de destrucción
masiva que habían quedado fuera de control al colapsarse la URSS. El terro-
rismo pasó de ser visto como un fenómeno interno a verse como una amenaza
internacional relevante.

32 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of.., op. cit., 2009, p. 186.


33 Wa l t , S. M., «The Renaissance of Security Studies», en International Studies Quarterly, vol.
35, n.° 2, p. 213.
34 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009, pp. 166-168.
35 Una de las regiones que más atención mereció fue el Oriente Medio, en tomo a la Guerra del
Golfo de 1990-91, el conflicto entre Israel y Palestina, e Irán. Los estudios sobre el Asia meridional
se centraron en la proliferación nuclear, sobre todo en la confrontación entre India y Paquistán, y
los relativos a África en las guerras civiles, las operaciones de paz y las intervenciones humanitarias.
Ibidem, pp. 178-179.
36 Algunas de tales peculiaridades serian, por ejemplo, su carácter intraestatal, la pluralidad
de combatientes (ejércitos, señores de la guerra, paramilitares, etc.), y sus objetivos centrados en el
lucro económico más que agendas políticas. Entre quienes proponen la existencia de tales nuevas
guerras destacan: Ka l d o r , M., Las nuevas guerras. Violencia organizada en la era global, Tusquets
editores, Barcelona, 2001; y Mü n k l e r , H., Las nuevas guerras. Siglo xxi, Madrid, 2004.
37 Una obra clásica en la materia es Ja c k s o n , R., Quasi-States: Sovereignty, International Rela-
tions and the Third World, Cambridge University Press, Cambridge, 1990.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL. .311

Por último, otro eje de la literatura tradicional desde principios de la década


de 1990, como ya lo había sido en la Guerra Fría, giró en tomo a la tecnología
militar38.
Más tarde, los atentados del 11 de Septiembre de 2001 y el posterior lanza-
miento por el gobierno norteamericano de la denominada Guerra Global contra
el Terror (en adelante, GGT) tuvieron una apreciable incidencia en los estudios
de seguridad, tanto en los enfoques críticos, que luego veremos, como en los
tradicionales. No en vano, la GGT ha cumplido durante años un papel de sus-
tituto de la Guerra Fría como articulador de las políticas de seguridad. Así, hay
quienes consideran, como Colin Elman, que ese nuevo escenario ha reforzado
los enfoques tradicionales y su visión de la seguridad militar, y que ha dado un
nuevo auge al realismo por su capacidad para abordar las amenazas a la segu-
ridad internacional39. Por el contrario, Barry Buzan y Lene Hansen consideran
que su impacto ha sido exagerado, pues la mayoría de los debates de la agenda
tradicional perduraron sin verse afectados, como los relativos a las causas de las
guerras, la paz democrática, la seguridad en el Próximo Oriente y la tecnología
militar. Otro debate que perduró, pero estimulado por la GGT y la ocupación
de Irak, fue el relativo a la estrategia global de los EEUU, a su unipolaridad
y su unilateralismo agresivo, y a si esto justificaba su consideración como un
imperio40.
Junto a dichas líneas de continuidad, diferentes temas cobraron auge tras
el 11-S en la agenda tradicional. 1) La declaración de la GGT por los EEUU y
su invasión de Irak estimularon de nuevo el interés académico por el uso de la
fuerza y la guerra: su papel en la política internacional, la «guerra preventiva»,
la adecuación del concepto «guerra» cuando el enemigo no es un actor estatal,
etc. 2) La relevancia de Al Qaeda suscitó debates sobre ésta y otros actores no
estatales que desafiaban las premisas tradicionales basadas en el estatocentrismo
y la racionalidad: esa organización es una red de individuos sin la estructura
de un Estado o una guerrilla; y su racionalidad ha sido discutida (una cuestión
determinante a la hora de aplicarles medidas de disuasión). 3) Se produjo de
nuevo un auge de la literatura sobre la seguridad en el Oriente Medio, aplica-
da ahora al nuevo escenario: riesgo de proliferación nuclear, en particular en
Irán, riesgo de posesión de armas de destrucción masiva por Al Qaeda, vínculo
occidental con Israel, guerras de Irak y Afganistán, etc. 4) Por último, el 11-S
supuso un gran auge de la literatura sobre el terrorismo, tema antes periférico
que ahora pasó a convertirse en un eje central de los estudios de seguridad41.

38 La preocupación principal se centraba ahora en la proliferación nuclear entre las nuevas


potencias nucleares del Sur de Asia y el Próximo Oriente. También abundaron los estudios sobre
la Defensa contra Misiles Balísticos, orientada a garantizar la defensa de EEUU principalmente
frente a China y los consideraros Estados canallas. E, igualmente, los trabajos sobre la Revolución
en los Asuntos Militares (RMA), relativa a los avances tecnológicos en vigilancia, comunicación,
procesamiento de datos, etc., que implicaban cambios importantes en la gestión de la guerra e
incrementaba la ventaja militar db EEUU.
39 El m a n , C., «Realism», op. cit., p. 20.
40 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of...t op. cit., 2009, pp. 227-228, 239-243.
41 Ibídem, pp. 231-234.
312 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

3. EL CUESTIONAMIENTO DE LA VISIÓN TRADICIONAL


DE LA SEGURIDAD DURANTE LA GUERRA FRÍA

El cuestionamiento de la visión tradicional, estatocéntrica y militar de la


seguridad comenzó ya durante la Guerra Fría por parte de ciertos sectores de la
academia. Por un lado, cabe mencionar algunas voces centradas en la seguridad
de las personas y de los Estados del Sur y, sobre todo, la investigación para la
paz. Su influencia intelectual y política fue escasa en aquel momento pero, sin
embargo, esta última sentó algunas de las bases de las corrientes críticas que
cobrarían fuerza desde la década de 1990. Por otro lado, destaca una impor-
tante contribución formulada desde el mainstream de los estudios de seguridad,
que abrió las puertas a la posterior ampliación de su agenda. Se trata de la
publicación en 1983 por Barry Buzan de People, States and Fear, obra que,
aunque siguiendo la epistemología positivista dominante, cuestionó dos de los
fundamentos básicos de la visión tradicional: la seguridad no era relativa solo
a los Estados ni a la fuerza militar. El libro desarrolló un marco según el cual
la seguridad se refería a colectividades humanas (no solo a Estados) y estaba
marcada por factores en cinco sectores: militar, político, económico, social y
medioambiental 42.
Se puede afirmar que los cuestionamientos formulados a la visión tradicional
de la seguridad en las últimas décadas giran en torno a una serie de preguntas
clave43, de gran calado ontològico, que son las siguientes:

a) ¿Qué es la seguridad y cuáles son las amenazas a los valores que nos
son queridos? ¿Hay que expandir la seguridad más allá del sector militar y del
uso de la fuerza? La visión tradicional defiende limitarse a temas relativos a los
conflictos armados y al uso de la fuerza, y no abarcar otros temas por cuanto el
concepto de seguridad perdería así coherencia y utilidad analítica. Sin embargo,
los críticos con aquella han propuesto una ampliación del concepto de seguri-
dad con la incorporación de otras amenazas importantes, la cual comenzó en
la década de 1980 con la formulación de los conceptos de seguridad económica
y seguridad medioambiental, y se intensificó tras la Guerra Fría con la incor-
poración de diferentes temas, como los de salud, género, etc. Muchas de estas
amenazas son internas, y no solo externas, cuando la visión tradicional durante
la Guerra Fría solo tuvo en consideración las últimas.
b) ¿Cuál es el sujeto referente de la seguridad? ¿Es la seguridad del Esta-
do la que hay que garantizar? En el enfoque tradicional el Estado es el objeto
referente, el que debe ser asegurado, asumiéndose que esa es la mejor forma
de proteger a los individuos. Pero este planteamiento ha sido cuestionado por
otras visiones. Primero, se constata que muchas veces los Estados son dema-

42 Bu z a n , B., People, States and Fear: The National Security Problem in International Relations,
Harvester Wheatsheaf, Londres, 1983.
43 Sobre la formulación de tales preguntas, véanse: Ro t h s c h il d , E., «What Is Security?», en
Daedalus. Journal of the American Association for thè Advancement ofScience, voi. 124, n.° 3,1995,
pp. 53-98; Ba l d w in , D. A., «The concepì of security», en Review of International Studies, voi. 23,
n.° 1,1997, pp. 5-26; así como Bu z a n , B. y Ha n s e n , L.. The Evolution of..., op. cit., 2009, pp. 12 ss.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL. .313

siado débiles para garantizar la seguridad a su ciudadanía, o incluso le cau-


san persecución e inseguridad. Segundo, frente a la visión realista basada en
Estados rivales, una tradición normativa representada por varios enfoques en
diferentes épocas (idealismo liberal, investigación para la paz, estudios críticos
de seguridad) subraya que todos los seres humanos constituyen una comunidad
con derechos universales, por lo que el objetivo es la paz mundial. Y, tercero,
la antes mencionada ampliación de la idea de seguridad llama a replantearse
quién debe estar seguro, pues algunas de las amenazas contempladas pueden
afectar a otros actores diferentes al Estado. En conclusión, se ha ejecutado una
estrategia discursiva de profundización, esto es, de cuestionamiento del Estado
como sujeto central de la seguridad, que en la mayoría de los casos ha sido sus-
tituido por el ser humano como «referente último» de la seguridad, en expresión
de Ken Booth44. Ahora bien, como veremos, algunos enfoques críticos adoptan
excepcionalmente otros sujetos de la seguridad, como pueden ser las sociedades
(grupos identitarios) o, incluso, la biosfera.
c) ¿Por qué medios garantizar la seguridad? La asunción mayoritaria de
una amplia gama de amenazas no bélicas ha implicado un cuestionamiento de
las capacidades militares y ha enfatizado la necesidad de políticas en diversos
campos.
d) ¿Cómo debe estudiarse la seguridad? Este cuestionamiento de carácter
epistemológico ha sido formulado por los enfoques críticos contrarios al posi-
tivismo, en base a que las preguntas arriba formuladas desafian dos postulados
básicos de la visión tradicional: la seguridad no es una dimensión dada, objetiva
e incuestionable, sino susceptible de múltiples interpretaciones; y, por consi-
guiente, los análisis sobre la misma no son neutrales desde el punto de vista
político o moral.

Como decíamos, el cuestionamiento a la visión tradicional, encarnada por


los estudios estratégicos, comenzó ya durante la Guerra Fría por parte de varios
enfoques muy diferentes entre sí en lo conceptual y lo político. Uno de ellos
fue el campo denominado control de armas, un espacio moderadamente crítico
e intermedio entre los estudios estratégicos y la investigación para la paz. Sus
temas prioritarios eran el control de las armas nucleares y la prevención de su
proliferación, como medios que, aunque no suprimirían la rivalidad bipolar,
sí podrían estabilizar la carrera de armamentos, reducir el riesgo de guerra e
incluso, para un sector de esta corriente, allanar el terreno hacia el desarme. En
suma, proponía una detente o distensión política entre las potencias, aunque su
visión seguía anclada a las amenazas militares y externas45.
Así pues, el desafío más relevante procedió de la investigación para la paz,
un campo con visiones analítica y políticamente más radicales que emergió en
las décadas de 1960 y 1970, distinguiéndose de los estudios sobre conflictos
anteriores. Contó con una modesta implantación en los EEUU (donde predo-
9
44 Bo o t h , K., «Security and Emancipation», en Review of International Studies, vol. 17, n.° 4,
1991, p. 319.
45 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009, pp. 101, 112-113.
314 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

minaba una epistemología behaviorista y cuantitivista), arraigando sobre todo


en Japón y Europa, en esta última gracias al pesotie una epistemología más
normativa y humanista, de las perspectivas académicas críticas, así como de
los partidos de izquierda y los movimientos pacifistas. Sometió a crítica a los
estudios estratégicos por su falta de racionalidad y de moralidad, denunciando
que la estrategia de disuasión nuclear encerraba un riesgo de holocausto, que las
dos superpotencias eran agresoras y mantenían a sus poblaciones como rehenes
ante una posible confrontación, que la Guerra Fría era una formulación cons-
truida a conveniencia de los intereses de las élites de ambas superpotencias y, en
definitiva, proponiendo que las armas nucleares debían ser no sólo controladas,
sino eliminadas4647.
Un rasgo importante de la investigación para la paz es que no exploró el
concepto de seguridad, sino otro que consideraba opuesto, el de paz. Este campo
se bifurcó en dos ramas, centradas respectivamente en lo que Johan Galtung
(1969), principal figura del mismo, denominó paz negativa y paz positiva
* 1. La
centrada en la paz negativa, definida como la ausencia de guerra o violencia a
gran escala, se dedicó a estudiar la seguridad militar (carrera y control de arma-
mentos, desarme), proponiendo diferentes medidas para reducir la rivalidad
bipolar, como los mecanismos de construcción de confianza, las negociaciones
o los tratados de reducción de armamento. Ahora bien, dado que tomaba a los
Estados como actores clave y frecuentemente utilizaba métodos cuantitativos,
esta línea presentaba algunas semejanzas con los estudios estratégicos48.
La otra rama se centró en la paz positiva, entendida como justicia social y
como ausencia de violencia estructural, un concepto formulado también por Gal-
tung que considera como una forma de violencia a aquellas injusticias sociales
que limitan la realización del potencial de los seres humanos y que podrían ser
evitadas49. La formulación de este concepto fue importante, pues dotó de un
fundamento teórico más radical a la investigación para la paz. En efecto, esta
rama, con raíces en diferentes tradiciones de pensamiento (idealismo liberal, no-
violencia gandhiana, análisis neomarxista de la economía global capitalista y la
explotación imperialista Norte-Sur, estudios del desarrollo), amplió la agenda
de investigación sobre la paz al expandir vigorosamente la gama de amenazas
(pobreza, hambre, violación de derechos, etc.)50. No obstante, su objeto referen-
te eran las colectividades humanas, no el Estado, pero tampoco los individuos,
los cuales cobraron relevancia sólo en la década de 1990.

46 Ibidem, pp. 104-115.


47 Ga l t u n g , J.» «Violence, Peace and Peace Research», en Journal of Peace Research, vol. 6,
n.°3, 1969, pp. 167-191.
48 La w l e r , P., «Peace Studies», en Wil l ia m s , D. P. (ed.), Security Studies: An Introduction,
Routledge, Londres, 2008, pp. 81-82; Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009,
pp. 102 y 119.
49 Ga l t u n g , J., «Violence...», op. cit., 1969, p. 169.
50 Ga l t u n g , J., «A Structural Theory of Imperialism», en Journal of Peace Research, vol. 8,
n.° 2, 1971, pp. 81-117. Véanse también La w l e r , P., «Peace Studies», op. cit., 2008, pp. 83-85; y
Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009, pp. 102 y 123-124.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL. .315

Así pues, la investigación para la paz positiva realizó diferentes aportes


importantes a la evolución de los estudios de seguridad. Primero, en contraste
con unos estudios estratégicos poco interesados en discutir el concepto de segu-
ridad en sí mismo, mantuvo intensos debates conceptuales sobre el significado
de la paz, sus implicaciones normativas, la relación entre la investigación y
los gobiernos, y la epistemología a adoptar, que perduraron en las décadas
siguientes. Segundo, contribuyó decisivamente a la ampliación de la agenda de
seguridad, abriendo un proceso que facilitaría que en la década de 1980 sur-
gieran numerosos estudios sobre la seguridad económica y medioambiental, y
que encontraría su auge en la posguerra fría. Tercero, estableció una conexión
entre dos campos, la investigación sobre paz-seguridad y los estudios de desa-
rrollo, que se intensificaría tras el final de la Guerra Fría, por ejemplo con la
aparición del concepto de seguridad humana. Cuarto, en su entorno se gestaron
en la década de 1980, con aportes también de otras procedencias, dos nuevos
enfoques específicos de los estudios de seguridad, el feminista y el postestructu-
ralista, que ganarían relieve desde la década siguiente51. Y, quinto, contribuyó
a la formulación del enfoque de la seguridad común, basada en la cooperación
frente a amenazas globales52.
En conclusión, muchos de los debates sobre seguridad de la posguerra fría
tienen sus orígenes en las décadas precedentes, sobre todo en la de 1980. Otro
hecho importante en esta década es que se da un abandono paulatino del con-
cepto «paz» por quienes lo habían utilizado, por considerarlo demasiado pre-
tencioso, para adoptar el de «seguridad». De esta forma, a finales de la misma
el término de seguridad era utilizado tanto por los estudios estratégicos tradi-
cionales como por la investigación para la paz, lo que proporcionó un marco
conceptual común que hacía factible el debate.

4. LA AMPLIACIÓN Y CRÍTICA DE LA AGENDA


DE SEGURIDAD EN LA POSGUERRA FRÍA

El desafío al estatocentrismo militar que había lanzado la investigación pa-


ra la paz se extendió en diferentes sectores, desde finales de la década de 1980,
con la inclusión de nuevos temas en la agenda de seguridad y la profundización
de su objeto referente más allá del Estado, en el marco de debates teóricos
mucho más sofisticados. Además, el fin de la Guerra Fría dejó desfasados gran
parte de los marcos teóricos y del lenguaje de los estudios de seguridad tradi-

51 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., The Evolution of..., op. cit., 2009, pp. 102-103, 128-129.
52 El enfoque de la seguridad común fue acuñado en 1982 por la Comisión Independiente sobre
Temas de Desarme y Seguridad, presidida por Olof Palme. Su asunción era que las principales ame-
nazas a la seguridad internacional provenían no de Estados individuales, sino de problemas globales
que a todos afectaban (degradación medioambiental, carga de los costes militares, desigualdades,
etc.). Así pues, unía la preocupación por el control de armas a otras relativas a la subsistencia de
las personas. Además, se basaba en la idea de la cooperación y de la supervivencia conjunta, en
lugar de en la amenaza de la destrucción masiva. Véase Wil l ia m s , P. D., «Security Studies...», op.
cit., 2008, p. 6.
316 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

cionales, lo que durante la década de 1990 motivó un intenso debate teórico y


político en tomo a la reconceptualización de la seguridad, al calor de nuevas
discusiones académicas en las Relaciones Internacionales53.
Tal cuestionamiento de la visión tradicional de la seguridad se materializó en
dos líneas teóricas diferentes: los estudios críticos de seguridad, en sí mismos muy
diversos, y la seguridad humana54. Ambas coinciden básicamente en su recha-
zo a la concepción estatocéntrica y militar de la seguridad, pero difieren en
cuanto a la definición de la seguridad, los mecanismos para lograrla, sus implica-
ciones políticas y, en definitiva, su grado de crítica al statu quo y a las relaciones
de poder político y económico. En suma, en la posguerra fría los estudios de
seguridad presentan un mapa teórico sumamente plural y complejo, con una
línea divisoria entre la visión tradicional y la de los enfoques partidarios de la
ampliación y profundización de la agenda, pero también con discrepancias y
debates entre estos últimos. Estos enfoques no tradicionales han ganado peso
sobre todo en Europa, con lo que las diferencias entre ella y los EEUU obser-
vadas ya durante la Guerra Fría han perdurado y se han ampliado.

4.1. La s e g u r id a d h u ma n a

El exitoso concepto de la seguridad humana fue formulado y divulgado por


el Informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) de 1994. A partir de entonces ganó una notable implan-
tación primero en los círculos académicos e instituciones ligados al desarrollo
y, más tarde, en una parte de los estudios críticos de seguridad55. Su aparición
fue fruto del nuevo contexto mundial, el orden liberal de la posguerra fría, con
la expansión de nuevos valores en la agenda internacional (la revalorización en
ella del individuo y de sus derechos cívico-políticos). Igualmente, fue fruto de la
evolución teórica habida durante las décadas precedentes, tanto en el campo de
la seguridad (con las propuestas para considerar las amenazas no militares y a
las personas como referente de la seguridad) como en el campo del desarrollo,

53 A la discusión sobre la seguridad y los medios para alcanzarla contribuyeron decisivamente


varios documentos de las Naciones Unidas, como Un Programa de Paz (Agenda for Peace, según
el original en inglés), de 1992; y el Informe del Grupo sobre las Operaciones de Paz de las Naciones
Unidas, o Informe Brahimi, de 2000.
54 Cabría quizá añadir otra línea de pensamiento, la centrada en el riesgo, que tiene algunas
conexiones con las dos citadas pero que suele ubicarse fuera de los estudios de seguridad. Iniciada
por el sociólogo Ulrich Beck, considera que las condiciones existentes en la posguerra fría se expre-
san mejor en términos de riesgo que de amenaza e inseguridad. La sociedad industrial moderna sería
una «sociedad del riesgo», caracterizada por fuertes riesgos cotidianos, como los medioambientales
y los derivados de la tecnología, que son difíciles de controlar y generan incertidumbre. Véanse
Be c k , U., Risk Society: Towards a New Modernity, SAGE, Londres, 1992; y Be c k , U., World Risk
Society, Polity Press, Cambridge, 1999.
55 Sobre los debates recientes en relación a la seguridad humana y su relación con diversos
campos (estudios críticos de seguridad, seguridad nacional, derechos humanos, desarrollo humano,
feminismo, construcción de la paz, etc.), véanse los diferentes capítulos de Pé r e z d e Ar m iñ o , K. y
Me n d ia , I., Seguridad humana. Aportes críticos al debate teórico y político, Tecnos, Madrid, 2013.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL. .317

sobre todo por su estrecho vínculo con el concepto de desarrollo humano, formu-
lado también por el PNUD en 1990. En el plano teórico resultó determinante,
además, la confluencia que se dio entre las agendas académicas y políticas en
materia de seguridad y de desarrollo, tradicionalmente separadas. Este «nexo
seguridad-desarrollo» reflejaba la creciente conciencia sobre una relación causal
entre la pobreza y el conflicto armado y, por lo tanto, sobre la necesidad de satis-
facer las necesidades básicas para prevenir éste a largo plazo. Tal conexión, que
contribuyó decisivamente al proceso de ampliación del concepto de seguridad,
había sido ya avanzada décadas atrás por el enfoque de la «paz positiva», y fue
explicitada entre otros por John Burton en 19905657 .
Cabe hablar de dos enfoques diferentes de seguridad humana, el amplio y
el restringido51. El enfoque amplio se corresponde con la formulación inicial
realizada por el PNUD y ha sido apoyado por el gobierno japonés y parte de
la academia. En esta visión, la seguridad humana y el desarrollo humano se
requieren mutuamente: la seguridad humana sería una situación en la que las
personas estén libres de todas las amenazas a su integridad, de forma tal que
se pueda garantizar el desarrollo humano, la vida y la dignidad. Así, encierra
dos dimensiones: estar libres respecto del miedo (freedom from fear), es decir,
exentos de la amenaza de violencia física; y estar libres respecto de las necesi-
dades (freedom from want), o sea, tener cubiertas las necesidades básicas. Este
enfoque de la seguridad humana persigue la seguridad física así como también
el bienestar socioeconómico de las personas, por lo que pone especial énfasis en
las amenazas de tipo socioeconómico, como la pobreza.
Posteriormente, durante la segunda mitad de la década de 1990, se confor-
mó un enfoque restringido centrado en la dimensión de libertad respecto del
miedo, esto es, en la protección física ante la violencia en contextos de conflicto
así como en la prevención y resolución de los mismos, que dejaba de lado los
factores relativos al bienestar y el desarrollo. Esta visión, promovida por parte
de la academia con el respaldo de gobiernos como el noruego y el canadiense,
se ha convertido en la hegemónica.
La noción de la seguridad humana ganó pronto una notable implantación
tanto en el ámbito institucional como en el académico, sobre todo en la década
de 1990. En el plano institucional ha sido incorporada, sobre todo en su versión
restringida, al discurso y las políticas de desarrollo y humanitarias de diferentes
agencias de Naciones Unidas, gobiernos de potencias medias y otras organiza-
ciones. En cuanto al mundo académico, ha sido utilizada sobre todo en campos
como los del desarrollo y la política exterior con un enfoque de «solución de
problemas», aplicada a multitud de ellos (epidemias, hambre, pobreza...) a fin
de dotarles de una mayor visibilidad y respuesta política. Tal uso normalmente
no ha tenido interés en profundizar en su fundamentación teórica ni en dotarle
de contenido crítico respecto al statu quo y las relaciones de poder. Ahora bien,

56 Bu r t o n , J., Conflict: Resoñition and Prevention, Macmillan Press, Basingstoke (Inglaterra),


1990.
57 Sobre la génesis, formulaciones y aplicación de la seguridad humana, véanse varios artículos
en el monográfico sobre el tema de Revista CIDOB d'Afers Intemocionáis, n.° 76, 2007.
318 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

junto a ese uso mayoritario cabe añadir que una reducida parte de los estudios
críticos de seguridad también ha empleado el concepto, incorporándolo a sus
debates sobre el contenido de la seguridad y las amenazas, los intereses subya-
centes, etc.
La perspectiva de la seguridad humana encierra diversas potencialidades58.
En el plano práctico destaca su apreciable presencia en diferentes círculos insti-
tucionales, y su consiguiente capacidad de interlocución e incidencia para alen-
tar políticas progresistas en clave de justicia. Pero su principal aporte es de tipo
conceptual y ontològico, pues frente al estatocentrismo tradicional convierte a
la persona (su bienestar, libertad, derechos) en el sujeto de la seguridad, y pone
así de relieve problemas y dimensiones de ésta habitualmente ignorados. En este
sentido, la mayor parte de la literatura entiende que el Estado es un proveedor
potencial de seguridad humana y que ésta es compatible y complementaria de
la seguridad estatal, vista como necesaria pero insuficiente59.
Otra de sus contribuciones, en su versión amplia, es que encama la mencio-
nada confluencia entre las agendas de seguridad y de desarrollo, facilitando la
inclusión de los problemas del Sur en las discusiones sobre política y seguridad
internacionales. También se ha subrayado su carácter normativo y ético, al
evocar aspiraciones de justicia y dignidad, así como valores progresistas alterna-
tivos a los principios realistas tradicionales (cooperación internacional, derechos
humanos, desarrollo como constructor de paz). Ahora bien, dicho contenido
transformador tiene diferentes grados de radicalidad: algunos sectores abogan
por un mero empoderamiento de los individuos, pero sin un cuestionamiento
del statu quo\ mientras que para otros la seguridad humana requiere la «eman-
cipación» de todas las estructuras de poder opresivas y conculcadoras de la
seguridad de las personas, como es el modelo económico neoliberal60.
Pero la seguridad humana encierra también varias limitaciones y riesgos,
según se le ha reprochado desde visiones tradicionales y, sobre todo, desde los
estudios críticos de seguridad. Una primera objeción es que la seguridad huma-
na, en su versión amplia original, al abarcar multitud de amenazas variopintas,
es un concepto demasiado impreciso, difícilmente medible y, por tanto, poco útil
para el análisis y para la política61. Así, con el argumento de dotarle de mayor
concreción y operatividad política, parte de la academia promovió la mencio-
nada visión restringida. Sin embargo, otro sector cuestiona que esta última, al
minimizar la dimensión de desarrollo para ceñirse a la de seguridad, ha perdido
potencial crítico y transformador.

58 Sobre las potencialidades y riesgos del enfoque de la seguridad humana, véase Pé r e z d e


Ar m iñ o , K., «El concepto y el uso de la seguridad humana: análisis crítico de sus potencialidades
y riesgos», en Afers Intemocionáis, n.° 76, 2007, pp. 59-77.
59 Ésta es la posición, por ejemplo, de Ta d j b a k h s h , S. y Ch e n o y , A. M., Human Security:
Concepts and Implications, Routledge, Londres, 2007, p. 167.
60 En esta última línea: Th o m a s , C., Global Governance, Development and Human Security,
2000, Pluto Press, Londres, p. 4.
61 Pa r is , R., «Human Security: Paradigm Shift of Hot Air?», en International Security, voi. 26,
2001, pp. 87-102.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL.. .319

A la literatura sobre seguridad humana también se le reprocha su escasa


fundamentación teórica y profundidad crítica. Al centrarse en la solución de
problemas y en la orientación de políticas, rara vez aborda debates de calado
ontològico y epistemológico sobre la seguridad y sus intereses subyacentes62.
Esta falta de consistencia teórica crítica habría facilitado que el enfoque
haya sido cooptado por los Estados, desnaturalizado e incorporado a su dis-
curso político hegemónico. En efecto, la mayor objeción de la literatura crítica
a la seguridad humana, sobre todo a su visión restringida, consiste en que es
un discurso que ha sido cooptado e instrumentalizado al servicio de la legiti-
mación, configuración y expansión del nuevo orden hegemónico neoliberal de
la posguerra fría63, al ser utilizada para justificar una creciente injerencia de las
instituciones y donantes internacionales en los países no occidentales64. Sería así
un instrumento de gobemanza global y seguridad mundial utilizado por Occi-
dente para gestionar la inestabilidad y amenazas procedentes de las poblaciones
del Sur65. En definitiva, este sector es reticente e incluso hostil al concepto de
seguridad humana, por considerarlo inútil para el análisis y para la formulación
de propuestas transformadoras del statu quo, además de instrumentalizado y
justificador del sistema vigente. Para otro sector, sin embargo, la versión amplia
de la seguridad humana, con su componente normativo y ético, encierra aún
potencialidades aprovechables para la incidencia política y la transformación de
estructuras, proponiendo un acercamiento entre la misma y los estudios críticos
de seguridad66.

4.2. Los Es t u d io s Cr ít ic o s de Se g u r id a d

Junto al enfoque de la seguridad humana, la otra fuente actual de cues-


tionamiento del concepto tradicional de seguridad viene representada por los
denominados estudios críticos de seguridad, implantados sobre todo en Europa.

62 Ne w m a n , E., «Criticai Human Security Studies», en Review of International Studies, n.° 36,
2010, pp. 87-89.
63 Ch a n d l e r , D., «Rethinking global discourses of security», en Ch a n d l e r , D. y Hy n e k , N.
(eds.), Criticai Perspectives..., op. cit.t 2011, pp. 83; Ric h m o n d , O. P., «Post-colonial Hybridity
and thè Retum of Human Security», en Ch a n d l e r , D. y Hy n e k , N. (eds.), Criticai Perspectives on
Human Security: Rethinking Emancipation and Power in International Relations, Routledge, Londres,
2010, pp. 45,48.
64 Tal injerencia se estaría llevando a cabo a través de las políticas de cooperación y de recons-
trucción posbélica basadas en la paz liberal, orientadas a imponer estructuras políticas y socioeco-
nómicas de corte liberal. En algunos casos, además, la seguridad humana ha servido como justifica-
ción de las denominadas «intervenciones humanitarias», que bajo su discurso de protección de los
derechos humanos esconderían intereses económicos y políticos de sus ejecutores.
65 Du f f ie l d , M., Las nuevas guerras en el mundo global. La convergencia entre desarrollo y
seguridad. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2004 (1.a ed. en inglés, 2001), p. 28; Du f f ie l d , M.,
Development, Security and Unending War: Governing the World of Peoples, Polity, Londres, 2007.
66 En esta segunda línea, víase Ne w m a n , E., «Criticai Human...», op. cit., 2010, pp. 77-94;
y Pé r e z d e Ar m iñ o , K., «¿Más allá de la seguridad humana? Desafíos y aportes de los estudios
críticos de seguridad», en AAW, Cursos de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de
Vitoria-Gasteiz. 2011, Tecnos, Madrid, 2013, pp. 235-308.
320 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

Aunque algunos (principalmente el posestructuralismo y el feminismo) nacieron


ya en la década de 1980 en el entorno de la investigación para la paz positiva, la
expansión del conjunto de ellos vino impulsada por los cambios derivados del
final de la Guerra Fría y, más tarde, por los atentados del 11-S. Se trata de una
serie de enfoques y escuelas vinculados a las diversas corrientes pospositivistas
surgidas en este período en la disciplina de las Relaciones Internacionales, como
son el constructivismo, la Teoría Crítica, el posestructuralismo, el poscolonia-
lismo, el feminismo y la teoría verde.
Aunque se derivan de tradiciones intelectuales diferentes, les une su oposi-
ción a la visión tradicional de la seguridad en dos planos: en el ontològico, al
cuestionar que la seguridad sea una realidad estática, objetiva, incuestionable y
apolítica; y en el epistemológico, al negar la asunción positivista tradicional de
que puede ser analizada de forma neutral y explicada mediante teorías universales
y duraderas. Por el contrario, sostienen que la concepción tradicional responde a
una interpretación determinada y sesgada del mundo, la de los académicos rea-
listas occidentales, y que existen otras posibles formas de entender la seguridad y
las amenazas, pues estas son socialmente construidas y representadas como tales
por las instituciones, los media y otros actores. Esto encierra dos implicaciones
importantes. Primera, la seguridad y las amenazas dependen no tanto de factores
materiales (fuerza militar) como tradicionalmente se ha asumido, sino más bien
de factores ideológicos y discursivos (creencias, identidades, percepciones, etc.).
Segunda, por tanto, nuestra interpretación de la seguridad y de las amenazas
depende en última instancia de nuestra visión del mundo y de la política, pues ésta
delimita nuestra percepción de qué valores hay que proteger ante qué amenazas.
Otro de sus presupuestos básicos es que existe una relación entre el conoci-
miento o ideas dominantes, y las estructuras y relaciones de poder imperantes.
Esto es, los discursos sobre seguridad reflejan y consolidan unas determinadas
relaciones de poder a diferentes niveles (internacional, social, de género, etc.).
Así, los estudios tradicionales de seguridad encierran un posicionamiento con-
servador y defienden intereses determinados bajo el falso argumento de que la
seguridad y las amenazas son objetivas. Por el contrario, los estudios críticos
no se orientan a la mera solución de problemas (problem-solving) en el marco
del statu quo, sino a un radicai cuestionamiento de éste en sus diferentes planos:
estructuras, instituciones, intereses, relaciones dominantes de poder, discursos,
normas y valores. Todos los enfoques críticos comparten una actitud de cues-
tionamiento en el plano teórico, y la mayoría de ellos, aunque no todos, asumen
una perspectiva normativa de compromiso político transformador67.
La mayoría de los estudios críticos de seguridad, con algunas excepciones,
han seguido las dos estrategias de reconceptualización de la seguridad que ya
hemos mencionado, esto es: la ampliación de la agenda de seguridad, incorpo-
rando al análisis numerosas amenazas no militares; y la profundización de la
misma, por la que la mayoría de los enfoques han tomado como referente último

67 En efecto, la Escuela de Copenhague tiene un carácter esencialmente descriptivo, y algunas


visiones posmodemistas niegan que exista una fundamentación que permita sostener marcos polí-
ticos alternativos.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL. .321

de la seguridad no al Estado sino al ser humano, aunque algunos han optado


por las sociedades humanas (Escuela de Copenhague) o por la biosfera (la teoría
verde). A diferencia del enfoque de la seguridad humana, estas dos estrategias
las han sustentado con debates teóricos de notable calado ontològico y episte-
mológico, que profundizan en el significado de la seguridad y en los valores e
intereses subyacentes a la concepción dominante sobre ella.
Estos debates sobre la ampliación y la profundización de la agenda, intensi-
ficados en la década de 1990, tuvieron continuidad tras los ataques del 11-S. De
hecho, el 11-S y la Guerra Global contra el Terror (GGT) no alteraron muchas
de las líneas de trabajo de esta literatura crítica, pero sí le plantearon el desafío
de un nuevo escenario internacional en el que la violencia, lo militar y el Estado
como referente de la seguridad volvían a ganar relevancia. En ese contexto, pro-
liferaron los estudios críticos relativos a la construcción de los discursos sobre el
terrorismo68 y su instrumentalización política. Así, un importante eje de análisis
se centró en la construcción por el gobierno estadounidense de un discurso de
la GGT como una «guerra», en la utilización del mismo y en las importantes
consecuencias que acarreó para las políticas nacionales e internacionales: milita-
rización de la respuesta al terrorismo, incremento de los presupuestos militares,
creación de una sociedad basada en la inseguridad y la sospecha, instrumenta-
lización de los medios de comunicación, medidas de «excepción», restricciones
a los derechos humanos, aumento de la brecha entre sociedades occidentales y
no occidentales, etc.
Veamos a continuación, de forma somera, las características de las principa-
les corrientes de los estudios críticos de seguridad69.
La primera de tales corrientes está ligada al enfoque constructivista de las
Relaciones Internacionales, cuyos postulados básicos son en buena medida
compartidos por el conjunto de los estudios críticos. Subraya que las amenazas
y la inseguridad no son objetivas y dadas, sino construcciones sociales deriva-
das de nuestro conocimiento y de los discursos que las representan como tales.
Esto les lleva a priorizar los factores ideacionales (ideas, narrativas, normas,
percepciones, identidades, etc.), frente a la concepción tradicional centrada
en la capacidad militar y otros factores materiales. Ahora bien, el constructi-
vismo abarca dos ramas, una convencional y otra crítica. El constructivismo
convencional mantiene una concepción tradicional, estatocéntrica y militar
de la seguridad, pero a diferencia del realismo trata de explicarla mediante
factores ideacionales más que materiales70. Por su parte, el constructivismo crí-
tico le reprocha al anterior su estatocentrismo y su epistemología positivista,
y se implica más en el análisis del concepto de seguridad y sus consecuencias

68 Así, muchos trabajos han analizado la creación de una imagen del terrorista como un adver-
sario ilegítimo, bárbaro, irracional y contrapuesto a los valores occidentales, imagen aplicada a los
insurgentes en Irak y otros países para despolitizarles y legitimar la GGT.
69 Como análisis del conjunto de los estudios críticos de seguridad, su tipología y evolución, cabe
destacar: Pe o pl e s , C. y Va u g h Zn -Wil l ia m s , N., Criticai Security..., op. cit., 2010.
70 Implantado sobre todo en los EEUU, su obra de referencia es: Ka t z e n s t e in , P. J., The
Culture of National Security: Norms and Identity in World Politici, Columbia University Press,
Nueva York, 1996.
322 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

políticas. De forma similar al posestructuralismo, se centra en el análisis de las


construcciones discursivas relativas a las identidades (de países o pueblos) y a
los intereses, pues las políticas exteriores y de seguridad se basan en aquéllas
y no en intereses objetivos71.
Los postulados constructivistas son la principal base teórica de la impor-
tante Escuela de Copenhague, liderada por Barry Buzan y Ole Weever. Esta,
sin embargo, presenta varias diferencias importantes con los demás estudios
, tales diferencias son las siguientes: primera, su enfoque es más ana-
críticos7273
lítico que normativo; segunda, teme que la ampliación del concepto de seguri-
dad pueda desnaturalizarlo y se opone así a que incluya cuestiones relativas al
bienestar; y, tercera, evita centrar la seguridad en el individuo para no expandir
excesivamente ese concepto, por lo que sigue prestando cierta atención a la
seguridad del Estado y, sobre todo, a la seguridad de diferentes grupos sociales
(societal security) cuya identidad pueda verse amenazada, por lo que a veces se
le ha reprochado ser políticamente pasiva y conservadora. En cualquier caso,
su análisis de la seguridad presta gran atención a la identidad así como a la
construcción de discursos sobre amenazas, los cuales inciden en la adopción
de medidas de emergencia. Su contribución más importante y más exitosa es la
teoría de la securitización™, un instrumento de análisis del proceso por el cual
un determinado problema (epidemias, migraciones, etc.) es representado por
ciertos discursos políticos o sociales como una cuestión de seguridad, como
una amenaza. Esta teoría ha contribuido a una mejor comprensión crítica de
la formulación de las políticas de seguridad y a advertir de los riesgos de la
securitización, pues ésta conduce a una gestión de emergencia de los problemas
que implica una pérdida de control democrático, un aumento del poder de
las elites e, incluso, la militarización. Así, defiende una desecuritización de los
temas, que permita su gestión política normal y no excepcional.
Una segunda corriente es la vinculada a la Teoría Crítica de las Relacio-
nes Internacionales, heredera de los postulados de la Escuela de Fráncfort y
de las ideas del marxista Antonio Gramsci, como la de vincular la teoría a
la praxis para cambiar el mundo. Destaca en particular la Escuela de Gales,
fundada por Ken Booth74 y Richard Wyn Jones75 en la Universidad de Gales,
que está conectada tanto con dicha Teoría Crítica como con la investigación
para la paz de décadas anteriores, y que fue pionera en la reformulación del
concepto clásico de seguridad. Cuestiona tanto al Estado como a la estructura

71 Los referentes en este campo son Keith Kr a u s e y Michael C. Wil l ia m s , y en particular un


libro editado por ellos, Critical Security Studies: Concepts and Cases (Routledge, Londres, 2007),
que contribuyó decisivamente a la consolidación de los estudios críticos de seguridad.
72 Bu z a n , B., W^e v e r , O. y De Wil d e , J., Security: A New Framework for Analysis, Lynne
Rienner, Londres, 1998, pp. 119-140.
73 La obra de referencia sobre la securitización es: Bu z a n , B., W?e v e r , O. y De Wil d e , J.,
Security..., op. cit., 1998.
74 Bo o t h , K., «Security and Emancipation», en Review of International Studies, vol. 17, n.° 4,
1991, pp. 313-326; y Bo o t h , K. (ed.), Critical Security Studies and World Politics, Lynne Renner,
Boulder (Co., EEUU), 2005.
75 Wy n Jo n e s , R., «“Message in a Bottle?”. Theory and Praxis in Critical Security Studies», en
Contemporary Security Policy, vol. 16, n.° 3, 1995, pp. 299-319.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL... 323

económica global de corte neoliberal por causar inseguridad a las personas,


y adopta en consecuencia un fuerte enfoque normativo que busca promover
prácticas orientadas a la transformación social. En este sentido, su principal
aporte consiste en identificar la seguridad con la emancipación humana ante
toda fuente de opresión. Conciben la emancipación como la seguridad de las
personas frente a diversas amenazas (guerra, pobreza, opresión política, etc.), el
bienestar de aquellas y el empoderamiento de los tradicionalmente marginados
y sin voz. El concepto de emancipación es un instrumento analítico y político
orientado al cuestionamiento de la realidad social y política, así como a apoyar
las luchas por un cambio radical en la distribución de poder para que las per-
sonas sean más seguras y libres, lo que se considera que redundará además en
una mayor seguridad global.
Una tercera línea crítica, muy heterogénea y prolífica, es la del posestructura-
lismo —también abordado en este volumen—, implicado ya desde principios de
la década de 1980 en los debates para repensar la paz y la seguridad. Entre sus
raíces intelectuales destacan los análisis lingüísticos de filósofos franceses como
Derrida, con su deconstrucción de conceptos, y de Foucault, con su análisis de
los discursos dominantes. Su principal rasgo es la desconfianza hacia cualquier
metanarrativa que trate de dar una interpretación coherente de la realidad, pues
no cree en ésta sino en múltiples interpretaciones particulares de la misma. Ade-
más, considera que el lenguaje incide decisivamente en la forma de entender la
realidad y en las políticas adoptadas, por lo que es una fuente de poder social.
Esto le lleva a prestar una gran atención al discurso, las percepciones subjetivas,
la especificidad de cada contexto y el detalle. Los trabajos posestructuralistas
consideran que la seguridad, las amenazas y la identidad nacional no son objeti-
vas y dadas, sino discursos sobre las mismas, por lo que se centran en el análisis
del proceso de construcción de tales discursos76, mediante la deconstrucción e
interpretación de esas nociones clave; y, más recientemente, en el de los discursos
sobre la excepcionalidad y la seguridad formulados en el contexto de la GGT.
Las visiones posestructuralistas plantean así un desafio radical, incisivo, con-
trovertido y nunca concluido al pensamiento sobre la seguridad, a sus impli-
caciones políticas y normativas, y a sus vínculos con el poder. Ahora bien, a
diferencia de otras corrientes, priorizan claramente la crítica discursiva sobre la
praxis, por lo que se les reprocha que no tienen utilidad práctica para sustentar
una acción transformadora.
Uno de los principales ejes de los trabajos postestructuralistas al acabar la
Guerra Fría se centró en la función que para el Estado juega la imagen del ene-
migo. La construcción de un discurso sobre el «Otro» (Other), sea externo (esta-
dos o alianzas) o interno (grupos definidos por la etnia, raza, clase o género),
caracterizado como diferente, inferior y amenazante, hace que las políticas de
seguridad se dirijan contra él, al tiempo que permite construir una determinada
imagen de uno mismo (Selj). Destaca el trabajo pionero de David Campbell y
su Writing Security, de 1992, centrado en los discursos estadounidenses sobre

76 Dil l o n , M., «The Alliance of Security and Subjectivity», en Current Research on Peace and
Violence, vol. 13, n.° 3, 1990, pp. 102.
324 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

el peligro soviético durante la Guerra Fría, que configuraron una determinada


identidad estadounidense. En su opinión, las identidades de los Estados se (re)
producen mediante discursos sobre el peligro, que requieren de enemigos poten-
ciales y que delimitan una relación dentro/fuera, nacional/extranjero77. Este gran
interés posestructuralista en la construcción de identidades se ha plasmado más
recientemente, por ejemplo, en estudios sobre el papel que las intervenciones
humanitarias han jugado en la creación de un imaginario de Occidente como
defensor de valores universales, utilizado para legitimar su actuación en el
mundo.
Entre los temas preferidos de los posestructuralistas figura también la utili-
zación de los discursos de seguridad por los gobiernos al servicio de la vigilancia
de la población, algo que aumentaría tras el 11-S. En este terreno relativo a la
relación entre seguridad y libertad cabe destacar a la Escuela de París. Basada en
la sociología política internacional, se ha especializado en el análisis de las prác-
ticas de seguridad de los profesionales en la materia (policías, militares, etc.), así
como de las medidas de control social implementadas gracias a la sensación de
inseguridad estimulada por la GGT78.
Uno de los conceptos más utilizados por la literatura posestructuralista,
así como por la poscolonial, es el de biopolítica global, una aplicación al
ámbito internacional del concepto de biopolítica formulado por Foucault
para una comprensión crítica del papel del gobierno y del poder79. El con-
cepto de biopolítica global, referido a las estrategias de gobernanza de los
problemas de la vida humana a escala transnacional, es una herramienta
para el análisis crítico del sistema internacional y de la gobernanza global
neoliberal de nuestros días, de sus actores, normas y relaciones de poder. En
particular, permite desvelar la naturaleza, instrumentos y consecuencias del
poder tanto material como ideacional del sistema global, algo que olvida el
mainstream neoliberal80.
Quizá la formulación más elaborada en tomo a la biopolítica global sea la
de Mark Duffield, quien la ve como un mecanismo hegemónico de gobernanza
y de seguridad mundiales basado en actuaciones realizadas por Occidente para
asegurar, desarrollar y proteger a las sociedades de la periferia, reconstruyendo
Estados y satisfaciendo necesidades, pero con el objetivo final de contener las
amenazas procedentes del mismo (conflictos, criminalidad, terrorismo) para

77 Ca m pb e l l , D., Writing Security: United States Foreign Policy and the Politics of Identity,
Manchester University Press, Manchester, 1992 (ed. rev., 1998).
78 La Escuela de París está articulada en tomo al Instituto de Estudios Políticos de París y a la
revista Cultures et Confítetes, editada por Didier Bigo, principal figura de aquélla.
79 La biopolítica es la gestión gubernamental a escala nacional, mediante mecanismos de con-
trol y coerción, de una población tomada como especie biológica, a fin de afrontar contingencias
y necesidades de la vida humana (enfermedad, muerte, alimentación, etc.). La biopolítica utiliza
dos instrumentos: el biopoder, o serie de tácticas que diferentes instituciones utilizan para controlar
a la población a fin de mejorar su salud y bienestar; y el poder soberano, basado en la fuerza y la
coerción, y que se reserva el derecho a matar para imponer su orden, siendo el racismo una de las
herramientas que utiliza para determinar a quién se le ayuda a vivir o se le deja morir.
80 Ro b e r t s , D., «Human Security, Biopoverly and the Possibility for Emancipation», en
Ch a n d l e r , D. y Hy n e k , N. (eds.), Critical Perspectives, op. cit., 2011, pp. 76 y 80.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL... 325

garantizar la seguridad propia81. Otra aplicación del concepto de biopolítica


es la de Giorgio Agamben, en relación a los discursos y prácticas de excepcio-
nalismo en el marco de la GGT tras el 11-S82. En opinión de este filósofo, tales
discursos y prácticas basadas en el excepcionalismo, en aras de la seguridad
nacional han justificado medidas gubernamentales de control biopolítico (tor-
turas, detenciones prolongadas, Guantánamo, etc.) que conculcan el imperio de
la ley de las democracias liberales.
Los trabajos sobre la biopolítica global han realizado relevantes aportes
epistemológicos al estudio de la seguridad, que se ubican básicamente en dos
dimensiones olvidadas por las visiones tradicionales de la seguridad: en el de
las relaciones de poder, al interrogarse por cómo las estructuras y mecanismos
asimétricos de poder en el sistema internacional neoliberal generan inseguridad;
y en el de la identidad de las personas, pues diferencias como las raciales pueden
ser determinantes para el disfrute o no de la seguridad, al tiempo que el respeto
a la identidad y diversidad culturales sería una condición para que las personas
disfruten de su seguridad humana.
Una cuarta corriente crítica en los estudios de seguridad es la de los enfoques
poscoloniales. Su postulado básico es que las actuales relaciones internacionales
de dominación del Sur por el Norte se asientan en un imaginario conformado en
Occidente durante siglos, basado en su propia superioridad y en la inferioridad
de los otros pueblos, vistos como bárbaros. Esta asunción de una jerarquía de
civilizaciones justificó en el pasado la colonización y seguiría operando en la
actualidad.
En lo referente a la seguridad, el principal objetivo de esta corriente es cues-
tionar el sesgo etnocèntrico de los estudios de seguridad y el concepto de segu-
ridad centrado en el Estado83. Así, autores como Tarak Barkawi y Mark Leffey
afirman la necesidad de unos estudios no eurocéntricos de seguridad, que debe-
rían valorar los contextos específicos de (in)seguridad vital en los países del
Sur84, que habitualmente solo se toman en consideración en la medida que se
perciban como una amenaza a Occidente. Igualmente, deberían ser más sensibles
a las realidades, culturas y valores locales, así como contemplar otros referentes
y estructuras diferentes al Estado, y también otras concepciones de la seguridad
diferentes a la occidental.
El enfoque poscolonial tiene varios puntos de conexión con el posestructu-
ralismo, como es su cuestionamiento de las grandes narrativas universales, que
en realidad son occidentales. También comparten la importancia atribuida a la
construcción discursiva de las identidades, en particular la dicotomía entre un

81 Du f f ie l d , M., Las nuevas guerras..., op. cit., 2004, p. 28; Dü f f ie l d , M., Development, Secu-
rity and Unending War: Governing the World of Peoples, Polity, Londres, 2007, pp. 118 ss.
82 Ag a m b e n , G., Homo Sacer: Sovereign Power and Bare Life, Standford University Press,
Standford (EEUU), 1998 (trad.: Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-Textos, Valen-
cia, 1998).
83 Bil g in , P., «The “Westerrf-Centrism” of Security Studies: “Blind Spot” or Constitutive Prac-
tice?», en Security Dialogue, vol. 41, n.° 6, 2010, pp. 599-606.
84 Ba r k a w i , T. y La f f e y , M., «The Poscolonial Moment in Security Studies», en Review of
International Studies, vol. 32, 2006, pp. 329-352.
326 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

«Otro» no occidental visto como inferior, subdesarrollado y fallido, y un «Yo»


occidental civilizado y superior, discursos que pueden justificar la injerencia
de éste en aquél.85 Del mismo modo, ha habido varios intentos de aplicar
los enfoques de Foucault y Agamben desde la corriente poscolonial, la cual
también utiliza ampliamente el concepto de biopolítica global. En una línea
similar, Achille Mbembe ha formulado recientemente el término de necro-
politica, basada en la idea foucaultiana del racismo como un instrumento
de control biopolítico86. La necropolítica consistiría en una nueva forma de
gestionar las poblaciones que rige el capitalismo del siglo xxi, en la que la vida
de ciertas poblaciones (especialmente africanas) carece de valor para determi-
nados poderes internacionales, generando en ellas una grave inseguridad vital y
posibilitando que sean llevadas a la muerte con impunidad. Este enfoque tiene
la virtualidad de observar las cuestiones de seguridad desde un prisma inusual,
como es la función determinante de la raza.
Como quinta corriente en los estudios críticos de seguridad figuran los enfo-
quesfeministas y de género, que presentan una gran pluralidad teórica y, además,
han experimentado una notable evolución a lo largo del tiempo. En efecto, los
primeros trabajos, surgidos a principios de la década de 1980 en el marco de la
investigación para la paz, se centraron en analizar los problemas de las mujeres
en los conflictos armados, argumentando a veces que los valores de las muje-
res son más pacíficos y cooperativos que los de los hombres. Posteriormente,
mediante el análisis de género, este campo ha ido formulando cuestionamientos
de gran calado ontològico y epistemológico a diversas dimensiones de la seguri-
dad (violencia, justicia, poder, etc.), convirtiéndose en una de las corrientes que
más ha contribuido a reformular los estudios de seguridad.
Un primer cometido de los enfoques feministas ha sido el de poner en evidencia
el olvido tanto de las mujeres como de las estructuras patriarcales de género en los
estudios de seguridad estatocéntricos, centrados en las visiones, intereses y accio-
nes de los hombres. Así, Cynthia Enloe y otras se han centrado en visibilizar la
importancia de las mujeres en las relaciones internacionales y en las cuestiones de
seguridad, la cual suele quedar oculta por la asunción de que los roles femeninos
se corresponden con la esfera privada doméstica y los masculinos con la pública
e internacional87.
Por su parte, el feminismo de punto de vista trata de construir teorías de segu-
ridad tomando como punto de partida el análisis de las visiones y experiencias
de las mujeres, y utilizando el género como categoría de análisis. Destacan en
esta línea Ann Tickner y su Gender in International Relations, de 1992, quizá el
primer libro con una elaborada formulación conceptual sobre seguridad desde
una perspectiva feminista88. Esta variante ha presentado a las mujeres como un

85 Mg b e o j i , I., «The Civilised Self and the Barbarie Other: Imperial Delusions of Order and the
Challenges of Human Security», en Third World Quaterly, voi. 27, n.° 5, 2006, pp. 855-869.
86 Véase Mb e m b e , A., Necropolítica, Ed. Melusina, Barcelona, 2011.
87 Destaca como obra pionera: En l o e , C., Bananas, Beaches, and Bases: Making Feminist Sense
of International Politics, University of California Press, Berkeley (EEUU), 1989.
88 Tic k n e r , J. A., Gender in International Relations: Feminist Perspectives on Achieving Global
Security, Columbia University Press, Nueva York, 1992.
CAPÍTULO X: ESTUDIOS DE SEGURIDAD: DE LA VISIÓN TRADICIONAL... 327

objeto referente específico de la seguridad, ayudando a comprender cómo la


guerra les afecta de forma diferente que a los hombres en función de sus relacio-
nes de poder y sus roles sociales. Igualmente, ha analizado formas de violencia
e inseguridad antes invisibles (violación como arma de guerra, prostitución,
violencia doméstica, etc.), así como el papel de las mujeres en los conflictos y
en los procesos de rehabilitación posbélica. En definitiva, esta línea ha contri-
buido a trasladar el objeto referente de la seguridad del Estado al individuo, a
incluir dimensiones no militares de la seguridad, y a cuestionar la epistemología
positivista tradicional al recurrir a metodologías propias de la etnografía y la
antropología para estudiar las experiencias de amenaza de las mujeres89.
Las visiones anteriores han sido criticadas por elfeminismo posestructuralista.
al entender que esencializan, generalizan y unlversalizan la categoría de «muje-
res», cuando no hay visiones específicamente masculinas o femeninas, sino que
las identidades de género son socialmente construidas, diversas y cambiantes,
y vienen marcadas también por factores como el tiempo, el espacio, la raza, la
clase y la cultura90. Para esta visión el objetivo no es tanto visibilizar a las mujeres
ni concienciar sobre sus visiones y experiencias, sino analizar la construcción
de la identidad de género dominante, masculina y femenina, que determina los
discursos sobre seguridad y las ideologías de dominación de género que causan
violencia e inseguridad91.
En conclusión, los estudios feministas y de género han realizado importantes
aportes al cuestionamiento de la seguridad, que trascienden del mero ámbito
de las mujeres: un análisis centrado en las personas (que puede extrapolarse a
diferentes tipos de personas y grupos), la vinculación entre lo privado y lo públi-
co y, sobre todo, un cuestionamiento epistemológico al realismo, relativo a su
forma de conocimiento de las cuestiones de seguridad, marcado por identidades
de género socialmente construidas.
Una última corriente crítica se corresponde a la emergente teoría verde de las
Relaciones Internacionales, que proporciona los análisis más radicales dentro
del campo de la llamada seguridad medioambiental. Esa línea toma como refe-
rente de la seguridad a la biosfera, entendida como un único sistema complejo
basado en la interdependencia entre los seres humanos, sus sociedades y el medio
ambiente. Destacan Simón Dalby y Jon Bamett, quienes, en primer lugar, pro-
ponen trascender tanto el estatocentrismo tradicional como el antropocentrismo
de los estudios críticos, el cual prioriza a los seres humanos y sus necesidades
por encima del medio ambiente92. En segundo lugar, plantean un radical cues-
tionamiento al statu quo, pues la «seguridad ecológicamente sostenible» requiere
sistemas económicos, sociales y políticos alternativos al del libre mercado en

89 Bu z a n , B. y Ha n s e n , L., International Security..., op. cit.t 2009, pp. 208-209.


90 Por ejemplo: Ho o g e n s e n , G. y St u v o y , K., «Gender, Resistance and Human Security», en
Security Dialogue, vol. 37, 2006, pp. 216.
91 En esta linea: Pe t e r s o n , V. S. (ed.), Gendered States: Feminist (Re) Visions of International
Relations Theory, Lynne Rienner, Londres, 1992.
92 Ba r n e t t , J., The Meaning of Environmental Security: Ecological Politics and Policy in the
New Security Era, Zed Books, Londres, 2001, p. 1.
328 TEORÍAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

expansión93. Así, este enfoque aporta perspectivas transgresoras ante algunos


nuevos tipos de vulnerabilidad que afronta la humanidad, y un desafio ontolò-
gico y normativo al resto de los estudios sobre seguridad.

5. CONCLUSIONES

Los estudios de seguridad han experimentado una vigorosa evolución y


diversificación teórica sobre todo desde el final de la Guerra Fría, estimuladas
principalmente por los cambios geopolíticos y por los debates teóricos. Este
proceso ha implicado una ampliación de su agenda y la conformación de nume-
rosas corrientes con perspectivas ontológicas y epistemológicas muy diferentes,
pero aglutinadas en un espacio teórico común por la utilización del concepto de
seguridad. De este modo, los estudios de seguridad conforman hoy una de las
subdisciplinas con mayores niveles de dinamismo y discusión en las Relaciones
Internacionales. Pero, al mismo tiempo, es un espacio que ya no está confinado
a estas y que recibe insumos de otras ciencias sociales.
Pese a dicha evolución, siguen predominando los enfoques tradicionales,
estatocéntricos y militares, a lo que ha contribuido su revitalización tras el 11-S.
No obstante, es innegable el aporte normativo y teórico realizado por otras
corrientes que cuestionan aquellos, como la seguridad humana y los estudios
críticos de seguridad. Estos últimos, sobre todo, han contribuido a una mejor
comprensión de la incidencia que los factores ideacionales y los discursos tienen
en la concepción de la seguridad y en la definición de las políticas al respecto,
desvelando nuevas dimensiones de la seguridad antes ocultas. También han ayu-
dado a contemplar otros referentes de la seguridad, principalmente las personas,
y a contemplar estas no como individuos aislados y abstractos, sino como seres
insertos en una determinada realidad social, la cual condiciona tanto su vivencia
como su percepción de las amenazas y de la seguridad. En efecto, los estudios
críticos han explorado las implicaciones ontológicas y epistemológicas que para
la seguridad tienen en particular dos dimensiones sociales habitualmente igno-
radas por las perspectivas tradicionales. Por un lado, las identidades, sobre todo
las de género, pero también otras como la raza o la cultura local, que ayudan a
entender diferentes experiencias vitales de las amenazas y concepciones diversas
de la seguridad. Por otro, las relaciones de poder a diferentes niveles (social,
internacional, de género, intelectual, etc.), que delimitan las realidades de inse-
guridad, así como nuestra comprensión de éstas y la respuesta a las mismas.

93 Da l b y , S., «Security, Modernity, Ecology: The Dilemmas of Post-Cold War Security Discour-
se», en Alternatives, vol. 17, n.° 1,1992, pp. 116-117. Del mismo autor es una de las principales obras
en la materia: Environmental Security, University of Minnesota Press, Minneapolis (EEUU), 2002.

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