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De Moreno, Claudia Edith (2009) - Ernest Renan El Lamento y La Esperanza de Un Intelectual

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XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia.

Departamento de Historia,
Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche. Universidad
Nacional del Comahue, San Carlos de Bariloche, 2009.

Ernest Renan: el lamento y la


esperanza de un intelectual.

de Moreno, Claudia Edith.

Cita:
de Moreno, Claudia Edith (2009). Ernest Renan: el lamento y la
esperanza de un intelectual. XII Jornadas Interescuelas/Departamentos
de Historia. Departamento de Historia, Facultad de Humanidades y
Centro Regional Universitario Bariloche. Universidad Nacional del
Comahue, San Carlos de Bariloche.

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1

Ernest Renan: el lamento y la esperanza de un intelectual

Claudia de Moreno

Introducción.

El objetivo de este trabajo es indagar en las representaciones de un intelectual


francés, Ernest Renan, frente a un proceso insoslayable del siglo XlX, que se revela a
sus ojos insolente: la irrupción de las masas en la vida política y la paulatina
consolidación del régimen republicano en Francia. La obra analizada en este trabajo es
La reforma intelectual y moral, escrita en 1871 cuando los fusiles de la guerra contra
Prusia en la que Francia había sido derrotada, todavía estaban humeando. En cierta
medida, al analizar la imagen que Renan construye acerca de las causas que provocaron
la derrota y la decadencia francesas, nos acercamos a un universo de ideas que circulaba
en ese momento por la cabeza de muchos intelectuales que temerosos frente a la
irrupción de las masas en la escena política en la segunda mitad del siglo XIX,
afirmaban la necesidad de un gobierno de las aristocracias. El repudio por la
democracia y el sufragio universal como expresión igualitaria de todos los sectores
sociales, es uno de los tópicos más recurrentes en la obra mencionada, como así
también la convicción de asignarle a la clase dirigente un lugar de legitimación basado
en la estirpe, el saber y la virtud. De allí, la honda preocupación en procurar la
formación cultural de la elite a través de una reforma en los distintos niveles educativos,
sobre todo en la Universidad, donde no casualmente Renan se desempeñaba como
profesor. Veremos cómo desde ese lugar construye su espacio de legitimidad para
pontificar sobre la futura reconstrucción de la patria postrada.
Esta ponencia procura acercarse a las percepciones que Renan tuvo en un
momento de su vida, acerca de las trasformaciones que acarreaba la modernidad,
entendida esta última, como la expresión de las libertades individuales, los derechos
del hombre respetados por el estado, la demolición del absolutismo monárquico, la
división de poderes, la irrupción de las masas en la escena política, el avance de la
2

ciencia, la idea de progreso y la emergencia del ideario socialista. Renan presentó


relaciones ambiguas con algunas de estas expresiones de la modernidad: celebró la
Revolución –ícono de la modernidad- hasta que la irrupción de las masas en la escena
pública mudó la celebración en alarma, entonces pregonó la recuperación de los valores
tradicionales pero tomando distancia de los preceptos religiosos, que habían
desempeñado el rol de ligante de la sociedad y que deberían ser reemplazados por la
ciencia. Precisamente, la tensión entre tradición y ciencia compone la trama
problemática que da sentido a este trabajo.
Esta ponencia ha sido dividida en dos apartados. El primero “El lamento de
Renan” indaga sobre los “males” que el autor en cuestión percibe como los
responsables de los padecimientos de Francia. Entre ellos, como se ha referido
anteriormente, el sufragio universal, la democracia como sistema igualitario y la erosión
que sufrieron las jerarquías desde fines del siglo XVlll, con el advenimiento de la
Revolución Francesa. El segundo apartado “La esperanza de Renan” analiza “los
remedios” que deberían aplicarse para sacar a Francia de la decadencia. Se trata de un
conjunto de creencias, que le profieren un lugar de privilegio a la ciencia, no sólo como
motor del progreso sino como elemento aglutinante de la sociedad, cualidad que ésta
había perdido en las brumas del pasado, cuando la monarquía y la nobleza simbolizaban
la nación.

El lamento de Renan.

Numerosas fueron las intervenciones de los intelectuales franceses frente a los


cambios políticos, económicos, sociales y científicos que se produjeron a lo largo del
siglo XlX. Francia fue en ese tiempo, el epicentro de las conmociones revolucionarias
que instalaron en escena ensayos republicanos, el avance paulatino del derecho del
sufragio y la emergencia de las masas en el escenario político. No menos importancia
tuvieron las transformaciones derivadas de la revolución industrial, en su doble
vertiente, económica y científica. Dichas transformaciones aparejaron un relevo
modernizador en el plano de las libertades individuales, como la libertad de prensa, de
asociación y de reunión y esto significó inmediatamente, una expansión en el plano del
3

pensamiento y los debates.1 De todos modos, es necesario señalar que este clima de
libertad fue interrumpido durante la primera etapa del gobierno de Luis Napoleón,
quien, conciente de la fuerza de la Iglesia y del voto católico, plasmó su régimen
autoritario sobre la base de una alianza con la Iglesia Católica.2 Pero junto con
aquellas libertades, las transformaciones sociales aparejadas inocularon miedo y
desconfianza en algunos intelectuales como Ernest Renan (1823-1892) quien escribió
La reforma intelectual y moral en 1871, cuando todavía sangraban las heridas de la
guerra contra Prusia y de los enfrentamientos durante la Comuna de París.3 Una
lectura ceñida al texto nos permite ver, por un lado, que es una meditación sobre la
derrota y la decadencia francesas y, por otro, que Renan se enrola en las filas de los
intelectuales que sólo celebran la Revolución por la consagración de los derechos
individuales pero impugnan la noción de soberanía popular, por considerar que la masa
no puede gobernarse a si misma.4. Proveedor de categorías y tópicos en este sentido fue
Alexis de Tocqueville, quien en su obra La democracia en América (1835-1840) se
plantea los riesgos que corren las libertades individuales cuando el gobierno queda en
manos de mayorías tiránicas, fruto de la democracia en tanto sistema igualitario. En el
caso de Renan puede percibirse una visión perturbadora de la democracia, algo así

1
Se produjo durante el siglo XlX, una elevación del nivel en el sistema de formación (elemental, secundario y
universitario) que marcó un notable incremento de público ávido de productos culturales como libros,
revistas, novelas por entregas, cuentos, poesía, etc. alimentado por la inclusión de mujeres jóvenes en los
sistemas de formación y por la insistencia de las minorías religiosas y nacionales en integrarse a la educación
formal superior. El público renovado y los nuevos productos facilitaron la aparición de nuevas profesiones
intelectuales, como periodista, publicista y profesor universitario. Cristophe Charle. Los intelectuales en el
siglo XlX. Precursores del pensamiento moderno. Traductor Carlos Martín. Madrid, Siglo XXl, 1999. P 86-
87.
2
En ese clima en el que cualquier cuestionamiento al orden y al dogma católicos era percibido, en la esfera
religiosa y oficial, como impío, Ernest Renan fue expulsado del Colegio de Francia por haber puesto en duda
la condición divina de Jesús. Michel Winock. Las voces de la libertad. Barcelona, Edhasa, 2004. P 12 y
534.
3
La guerra franco prusiana ocurrió entre julio de 1870 y mayo de 1871. Prusia derrotó a Francia y le arrebató
la región de Alsacia-Lorena a la vez que logró concluir el proceso de unificación alemana iniciada unos años
antes. El avance de los prusianos en 1870, destruyó el imperio de Napoleón lll. Los republicanos moderados
que lo habían derrocado, comprendieron que la única manera de hacer frente al invasor era una movilización
revolucionaria de las masas, pero cuando el sitio se hizo insostenible sobre París, el nuevo gobierno y su
burguesía huyeron y se refugiaron en Versalles. El poder efectivo quedó en manos de los alcaldes de los
distritos y de la Guardia Nacional, es decir en manos de los sectores populares. El nuevo gobierno instalado
en París, La Comuna, tomó medidas socializantes que resultaron irritativas para los sectores conservadores
que no dejaron de hacerles la guerra durante los dos meses que lograron permanecer en el poder, hasta que
entraron en París en mayo de 1871. La represión fue ejemplar, “era la venganza de pueblo respetable”.
J.A.S. Grenville. La Europa remodelada. 1848-1878. Buenos Aires, Siglo XXI, 1979. P437-460.
4

como el ácido que corroe el antiguo sistema de prestigios y desprecios donde los
extraños y los desposeídos no eran bienvenidos. Al referirse a las fuerzas morales y
espirituales que Francia ha perdido sentencia que “la democracia francesa consiga
constituir un estado viable, y ese viejo fermento desaparecerá rápidamente bajo la
acción del disolvente más enérgico que el mundo haya conocido hasta hoy de toda
virtud”5. Renan le reprocha a la Revolución haber hecho tabla rasa del pasado fecundo.
El desenvolvimiento liberal de Francia debió haberse obtenido en el cuadro de las
instituciones del Antiguo Régimen, el grave error de la escuela liberal reside en el
olvido del pasado y el menosprecio de la tradición. Para Renan, la ignorancia es la
enemiga más clara de la libertad. El plebiscito de 1852, que instaló un gobierno
autoritario legitimado por la mayoría, lo confirma6. El autoritarismo suele ser belicoso
porque necesita distraer a las masas con un idealismo externo que en el interior se le
escapa. En esa misma matriz, la impugnación al sufragio universal expresa un rechazo a
la ruptura de la deferencia e ilustra el modo en que Renan concebía el buen orden
social: “Francia, tal como la ha hecho el sufragio universal, se ha vuelto profundamente
materialista; las nobles inquietudes de la Francia de otros tiempos, el patriotismo, el
entusiasmo por la belleza, el amor a la gloria, han desaparecido con las clases nobles,
que representaban el alma de Francia. El juicio y el gobierno de las cosas han sido
transportados a la masa; y la masa es torpe, grosera, está dominada por la visión más
superficial del interés”7. Una de los peores resultados de la democracia, es que
transforma a la cosa pública en presa de una clase de políticos mediocres y poco
respetuosos de la multitud. Aquella masa torpe y grosera materializaba sus debilidades
en las figuras del obrero y del campesino –mediocre, ubicado en la antípoda del
espíritu militar y apegado a las doctrinas de la Internacional, el primero; codicioso,
enceguecido por el afán de aumentar su patrimonio, el segundo- según la
caracterización de Renan, eran el reflejo de un país que se hundía en la vulgaridad, se

4
Pascal Ory. “La nouvelle droite de la fin de siècle” en Pascal Ory (director) Nouvelle histories des idées
politiques. Paris, Hachette, 1987. P 458-459.
5
Ernest Renan. La reforma intelectual y moral. Traducción de Carme Vilaginès. Barcelona, Ediciones
Península, 1972. P85.
6
En noviembre de 1852, Luis Napoleón Bonaparte, resultó victorioso con una amplia mayoría en un
plebiscito que convocó para confirmar el fin de la segunda república y la instalación del imperio. J.A.S.
Grenville. Ob. Cit. P210-229.
7
Ernest Renan. La reforma intelectual y moral, P 25
5

olvidaba de su historia y reemplazaba el patriotismo y el espíritu guerrero por el interés


personal y la vida cómoda. Renan no puede dejar de pensar en los acontecimientos
que se sucedieron desde 1848, cuando la Revolución le dio protagonismo a los sectores
populares que luego eligieron un gobierno autoritario y manipulador. Estas opiniones
permiten entender el sentido de las críticas de Renan y de otros pensadores de su
tiempo8. Para ellos, la democracia no es sólo un nuevo tipo de legitimidad política
amparada en la soberanía popular, sino que es por sobre todo, igualdad social que
aniquila el orden jerárquico aristocrático. Para Renan, el sufragio universal y la
república demolieron el antiguo edificio de la nación francesa cimentado en el valor
militar y el patriotismo, que habían fraguado en el proceso de educación de la nobleza,
cuando la monarquía temprana se rodeaba de los hombres más conspicuos para ocupar
los espacios institucionales en gestación. El primer requisito del buen orden, reside en
la definición y presencia de una aristocracia. Las calidades que esa minoría debía tener,
las definía como contracara de los vicios y tentaciones que percibe en la burguesía
mercantil, de manera que “esta nación ha sido en otros tiempos brillante y guerrera.
Pero lo fue por selección, si me atrevo a decirlo. Mantenía y producía una nobleza
admirable, llena de bravura y de esplendor. Una vez caída esta nobleza, quedó un
fondo indistinto de mediocridad, sin originalidad ni audacia, una clase incapaz de
comprender el privilegio del espíritu y el de la espada”9. Renan condena la
indiferencia por la cosa pública, con su contrapartida en la existencia de funcionarios
que ocupan espacios públicos por el mero acceso a un derecho a renta. Hay así una
representación respecto de la decadencia francesa, que se liga directamente a las
pasiones del mercado, que habían avanzado sobre las virtudes cívicas y habían
erosionado los sentimientos de pertenencia que aglutinan a una sociedad. Las
revoluciones políticas, abortan si no son seguidas de una reforma moral y ello implica
la existencia de un cuerpo profesional que tenga una conciencia particularmente elevada
de su misión social.

8
El historiador francés Hippolyte Taine había expresado en el prólogo de su obra Les origines de la France
contemporaine que “dos millones de ignorancias no constituyen un saber” por lo tanto, un pueblo consultado
puede elegir el gobierno que le gusta pero no el que le conviene. Al respecto agrega “la forma social y política
a la que el pueblo puede llegar y permanecer en ella, no depende de la voluntad de aquél, sino que está
determinada por el carácter y el pasado del mismo”. Hipólito Taine. Los orígenes de la Francia
Contemporánea. Buenos Aires, Ediciones Mayo, 1944. P 7-8
6

Una precisión mayor de la aristocracia añorada, la encontramos allí donde


Renan define que es una nación y quienes deben conducirla, considerando que sólo
unos pocos privilegiados naturalmente mejor dotados, pueden insuflarle al cuerpo social
el alma y la conciencia para hacer de Francia un país de la talla de Prusia.10
Precisamente la decadencia que percibe instalada en su propia época, proviene de una
inversión de los valores de aquella raigambre patricia, directamente asociada a la
imagen de la propiedad territorial como un derecho inherente a l valor de la espada, de
tal manera que “El derecho del valiente fundó la propiedad; el hombre de espada es
ciertamente el creador de toda riqueza, pues defendiendo lo que ha conseguido asegura
el bien de las personas que están agrupadas bajo su protección. Digamos, por lo menos,
que un Estado como el que había soñado la burguesía francesa, Estado en el cual quien
poseía la riqueza no llevaba realmente la espada [...] para defender su propiedad,
constituía un auténtico punto falso de arquitectura social”11. Si nos preguntamos acerca
del vínculo del pensamiento de Renan con la doctrina liberal, queda claro que el
liberalismo de Renan es ante todo una actitud de espíritu, un instrumento de trabajo y de
reflexión, nunca un dogmatismo, pues ante sus ojos el grave error de la escuela liberal
reside en el olvido absoluto de las tradiciones. El liberalismo tradicional, el de los
doctrinarios, ha fallado según Renan, en no ver que los acontecimientos se entrelazan,
se suceden y 1789 no puede explicarse sin conocer el tiempo de Richelieu o de Luis
XIV. Esta representación estamental pareciera ser un anticuerpo de otra representación
muy difundida entre algunos intelectuales y las elites dirigentes, devenida urgente
preocupación: ¿que hacer con las masas que irrumpieron en la escena política? ¿Cómo
manejar esas multitudes que a los ojos de aquellos observadores eran revolucionarias e
incontrolables?12

9
Ernest Renan. Ob.cit, P 32.
10
Idem, P50-54.
11
Idem .P 37
12
Gustave Le Bon escribió en 1895 un trabajo titulado Psicología de las multitudes, donde manifiesta una
gran preocupación por el problema de la gobernabilidad de una sociedad donde las masas se han instalado
para quedarse. Si bien el tópico estaba instalado desde hacía años, lo novedoso de Le Bon es que el autor
francés propone observar y analizar los rasgos psicológicos de los colectivos humanos. Le Bon concluye que
las multitudes no son movidas a la acción sino por impulsos irracionales y que no piensan a través de
conceptos sino a través de imágenes. Gustave Le Bon. Psicología de las Multitudes. Buenos Aires, Editorial
EMCA. S/F
7

La respuesta de Renan a esta problemática, nutre una propuesta elitista que


afirma por un lado, que “la conciencia de una nación reside en la parte ilustrada de la
nación, parte que arrastra y manda al resto”13 y por otro lado, revela la idea de que el
dolor de la guerra es purificador pues la gravedad de la crisis pondrá en marcha fuerzas
desconocidas, alimentará el fervor patriótico y operará como aglutinante frente al
enemigo externo. Si las masas asimilan el fervor patriótico que emana de las elites,
olvidarán sus inquietudes socializantes y el accionar revolucionario quedará
neutralizado, a la vez que el conflicto latente con un país vecino justificará el
sentimiento nacionalista (y con él una esmerada instrucción militar) para hacerle frente.
Para Renan, esta guerra puede haber significado el renacer del sentimiento patriótico
francés, como la expansión de Napoleón había afirmado el patriotismo alemán, hacia
fines del siglo XVIII. Esta última cuestión, la “cuestión nacional”agrupó en su entorno
un arco de símbolos y valores (historia, tradiciones, himnos, banderas, coraje, etc) que
procuraban explicar donde se encontraba la nacionalidad, tanto entre los intelectuales
como en las elites gobernantes.14 Renan apela aquí al papel revitalizante de la barbarie,
ante una sociedad adormecida por las comodidades y los bienes materiales. Ahora bien,
es obvio que Renan ha vivido de manera conflictiva los avatares de la modernidad.
Repudiaba la pérdida de los valores del hombre tradicional y la nueva construcción de
una sociedad democrática donde se habían instalado descarada e irremediablemente las
masas, pero había rescatado de ella la ciencia, en un doble sentido: como instrumento
de dominio por un lado, y como factor aglutinante y nueva fe por otro.15 Para Renan, el
gusto por la ciencia y el amor por el conocimiento provienen de la misma fuente que el
espíritu religioso, pero la devoción que las masas profesan por una divinidad no puede

13
Ernest Renan, P 70-71.
14
En este terreno, las élites gobernantes, trataron por todos los medios de movilizar a sus ciudadanos o
súbditos, sobre todo en la segunda mitad del siglo XlX, con el proceso de democratización de la política, en
tiempos de elecciones, reclamando el monopolio del patriotismo para la derecha política, y excluyendo así, a
los demás grupos a los que calificaban de traidores. Ernest Gellner. Naciones y nacionalismo. Madrid,
Alianza Editorial, 1991. P 59-70.
15
Es interesante observar la curva que Renan describe en su posición frente a la ciencia. En 1848-49 había
escrito El porvenir de la ciencia (publicado en 1890). “Allí sostiene su apuesta a favor de un proceso
civilizatorio centrado en el desarrollo científico: ‘La ciencia, y sólo ella, puede dar a la humanidad aquello sin
lo cual ella no puede vivir, un símbolo y una ley’. Más si todo este libro es una consumada sacralización de
la ciencia, esa admiración se mudará en preocupación frente a la extensión de ésta, cuando asista en París a la
exposición universal de 1855 y juzgue a su época ‘como decadente en su materialismo y su culto democrático
de la tecnología ofrecida a las masas como panem e circences’”. Oscar Terán. Vida intelectual... P 35
8

se evaluada en un silogismo riguroso. En las altas esferas intelectuales, en un clima


donde reina la más absoluta libertad, las diferencias doctrinarias asumen el aspecto de
puntos de vista distintos, donde la cortesía y la deferencia están siempre presentes. Pero
la política, corrompe esos principios cuando llegan a la masa. El fanatismo deviene
agresividad y la inteligencia se ve obnubilada por el odio. En política, sólo en la
cumbre el aire se mantiene puro. Convencido de que la razón, estimulada por un clima
de absoluta libertad en la cima de la sociedad, resolvería las cuestiones pendientes dice:
“...dar menos a la literatura, al talento de escribir y de hablar; completar este hecho
sólido del edificio social mediante una corte y una capital brillantes, de donde el
esplendor de un espíritu aristocrático no excluye la solidez y la fuerte cultura de la
razón; al mismo tiempo, educar al pueblo, reanimar sus facultades un poco debilitadas,
inspirarle, mediante la ayuda de un buen clero consagrado a la patria, la aceptación de
una sociedad superior, el respeto por la ciencia y la virtud, el espíritu de sacrificio y de
abnegación; he aquí lo que sería el ideal”.16 En Renan predomina una mirada
preocupada ante la amenaza de disolución del lazo social, producto de la ruptura de los
ideales compartidos. Las creencias religiosas, sobre todo la religión católica, había sido
un factor de cohesión, antes que la sociedad se embarcara en un irreversible proceso de
secularización. El pensamiento de Renan estaba claramente influenciado por Auguste
Comte, quien convencido de que estaba transitando un tiempo nuevo inaugurado por la
revolución de 1789, creía que había que dotarla de un soporte intelectual, espiritual y
político sólido, pues aquélla había generado sólo caos y anarquía. Sobre las cenizas de
la monarquía y del catolicismo, que habían dotado de coherencia al Antiguo Régimen,
resultaba imperioso volver a construir y era la ciencia la que debía dar a la nueva
sociedad sus principios de unidad17. La caída de las creencias tradicionales y la crisis de
las virtudes cívicas, ubicadas en la antípoda de los valores burgueses, podían ser
reemplazadas por la ciencia. Esta nueva religión, alimentaría el ideal de la patria,
donde cada individuo estaría dispuesto a servirla.
Ahora bien, todas estas representaciones nos inducen a dos preguntas: una es
cómo se combinan en la conformación intelectual de Renan, la ciencia, sinónimo de
progreso y modernidad y la tradición encarnada en los valores del Antiguo Régimen y

16
Ernest Renan. Ob. Cit. P.104-105.
9

la otra nos induce a preguntarnos cuales son operativamente los pasos para lograr la
transformación de la sociedad. Instalado en el terreno de la herencia positivista
comteana,18 Renan apostaba a la ciencia, no sólo como el motor del desarrollo técnico
industrial del siglo XlX, también veía en ella un sistema de creencias orgánicas, capaces
de operar una reforma intelectual, que pusiera punto final a la época crítico
revolucionaria iniciada en 1789 la cual debía ser reemplazada por una lógica nueva,
sustentada por el paradigma del orden social y la dinámica del progreso. En términos
comteanos, la vuelta a una fase orgánica en la cual la sociedad tiene un valor propio y
superior al de los individuos, después de haber atravesado una etapa crítica en la que
aquel orden se desintegra y la sociedad no es más que la suma de individuos, no remitía
a la restauración intacta del antiguo orden, sino a la recuperación por la sociedad del
carácter orgánico sobre la base de nuevos elementos de sustentación. En este caso, el
elemento de sustentación sería la ciencia. Esta tensión entre ciencia y tradición
19
también se visualiza cuando Renan, en una típica operación de tono romántico,
rescata de la historia medieval los fundamentos de la nación francesa: “La política de
los Capetos [...] hizo a Francia como nosotros la entendemos, la Francia que ha creado
todo aquello de que vivimos, lo que nos une, lo que es nuestra razón de ser”20 . La
herencia romántica aflora en Renan, cuando entre la exaltación y la nostalgia, acude a la
historia, que sin duda le proporciona abundantes recursos para su construcción. Rasgos
típicamente románticos como la sangre derramada, la grandeza, el sacrificio y el
heroísmo son arrancados del pasado para instalarlos como modelos de conducta, pero lo
más destacable en sentido romántico, es la típica predilección de lo excepcional frente
a lo convencional y la exaltación del yo, que emergen cuando Renan reclama un lugar

17
Michel Winock. Las voces de la libertad. Buenos Aires, Edhasa 2004. P 458.
18
Auguste Comte distinguía en la historia de la humanidad épocas orgánicas, en las que las sociedades se
orientaban a la conservación del orden heredado y épocas críticas caracterizadas por la actitud destructora con
relación al orden dado. La vuelta a una etapa orgánica después de atravesar una etapa crítica, no consistía en
restaurar el antiguo orden, sino en recuperar por parte de la colectividad su naturaleza orgánica, siendo aquí el
eje del progreso, el cambio en los modos del pensamiento y del desarrollo intelectual. Laszek Kolakowski.
La filosofía positivista. Madrid, Cátedra, 1981. P 68-69
19
El Romanticismo es un movimiento ideológico y estético que puede ser definido por su contraste con la
Ilustración. Atiende a fenómenos que no forman parte del ámbito de la racionalidad iluminista. El
Romanticismo, proclama su predilección por lo excepcional frente a lo convencional, por lo cual, cruzado por
la exaltación del yo, se admirará al gran hombre, al que sobresale sobre los demás. La mirada histórica está
depositada en los períodos en que ese tipo de espiritualidad haya sido relevante, como la Edad Media. Oscar
Terán. Historia de las ideas... P 62
20
Ernest Renan. Ob Cit. P. 16
10

de privilegio para los intelectuales –para él mismo- en una sociedad que parecía haber
aceptado la participación directa de los sectores populares en la política. Pero esta
operación será sólo una excursión fugaz, pues el código romántico busca los datos
primigenios de cada cultura poniendo el acento en los usos y costumbres de cada nación
y Renan queda ante la difícil tarea de explicar su apasionada defensa de la ciencia, que
es sinónimo de racionalidad y progreso.
Por otro lado, La reforma intelectual y moral, da cuenta de su representación del
individuo y de la sociedad. Una concepción elitista, argumentada en clave racial es el
nuevo tópico instalado en un espacio muy transitado por algunos intelectuales de su
época.21 Para Renan, “así como las conquistas entre razas iguales han de ser
censuradas, la regeneración de las razas inferiores o bastardeadas por las razas
superiores se halla en el orden providencial de la humanidad”.22 La representación
cierra su círculo ideológico al sostener que “la naturaleza ha hecho una raza de obreros:
es la raza china, con una destreza manual maravillosa, sin casi ningún sentimiento de
honor, gobernadla con justicia, tomad de ella por el beneficio de dicho gobierno un
amplio usufructo en provecho de la raza conquistadora; [...] una raza de trabajadores de
la tierra: la raza negra, [...] una raza de amos y de soldados: la raza europea”23 y al
considerar a la expansión imperialista una válvula de escape de las tensiones internas.
Privilegios parecidos a los que Renan reclamaba para los intelectuales en el nuevo
orden social, proclamaba con un matiz racial para las sociedades europeas, cuya
superioridad justificaba la conquista de otras sociedades consideradas inferiores. Dicho
en otros términos, el rango de los intelectuales llamados a pensar, discutir en libertad y
decidir al interior de la sociedad para evitar el igualitarismo mediocratizante, se
corresponde con un rango superior de las potencias europeas destinadas a gobernar por
voluntad divina a sociedades que por causas naturales jamás alcanzarían el nivel de sus
conquistadores.

21
Arthur de Gobineau escribió en 1853-55, una obra titulada Essai sur l’inegalité des races humaines. En
ella señalaba la influencia oscura de la raza como motor de la historia humana. Bajo el impacto del
darwinismo, el biologismo explicó que existe una correspondencia directa entre ciertas características físicas
hereditarias y ciertas capacidades intelectuales y morales. Oscar Terán. Vida intelectual...
22
Ernest Renan. Ob. Cit. P 93
23
Idem. P 94.
11

La reforma intelectual y moral es una demolición de muchos principios de


1789, que a los ojos del autor fueron la usina de la decadencia, probablemente
irreversible. La libertad le parece el objetivo supremo si ésta está reservada a los
espíritus cultivados, porque la masa, antes de vivir en libertad, debe instruirse, de los
que se infiere que la libertad implica reglamentación y ésta a su vez debe servir para
lograr la perfección moral.
La otra cuestión anteriormente planteada, referida a la propuesta operativa para
superar lo que para Renan es una crisis moral, será analizada en el próximo apartado y
tiene que ver con una mirada esperanzadora.

La esperanza de Renan.

Renan dedica casi la mitad de este libro a una propuesta redentora de Francia, en
un capítulo titulado “Los remedios” donde abundan las expresiones tales como “Haced
las cosas de tal o cual manera...” o “Hay que crear tal o cual cosa...”, es decir que el
relato de lo que para Renan sería la solución de esta crisis está armado en términos
prescriptivos, donde el autor se ubica en lugar de autoridad intelectual, que sabe e
indica lo que se debe hacer.24 El lenguaje prescriptivo, es el lenguaje de la moral y
también el de la política, es decir que Renan se ubica en el lugar de las autoridades, de
los que saben. Hay aquí otra tensión, pues si bien se ubica en el lugar de autoridad y
prestigio que le confiere ser profesor universitario, las argumentaciones no siempre son
construidas sobre el andamiaje del conocimiento y la fundamentación racional.
Veremos en algunos pasajes de su argumentación que pontifica acerca de las conductas
que debe asumir la sociedad francesa, pero lo hace con recursos emocionales más que
racionales, pues este escrito tiene una intencionalidad política, por lo tanto su objetivo
es convencer, veamos un ejemplo: “Corrijámonos de la democracia. Restablezcamos la
realeza, restablezcamos en cierta medida la nobleza; fundemos una sólida instrucción
primaria y superior; hagamos que la educación sea más dura, que el servicio militar sea

24
Según Oscar Terán, en el libro Historia de las ideas en la Argentina (este libro recopila una selección de
lecciones que el autor impartió en su cátedra de Pensamiento Argentino y Latinoamericano en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires) el lenguaje prescriptito es el lenguaje de la moral y
también el de la política y “este último universo de discurso apunta a una tradición clásica…”Oscar Terán.
Historia de las ideas …P 71
12

obligatorio para todos; volvámonos serios, aplicados, sometidos a las potencias, amigos
de la regla y de la disciplina”25. Pero por otro lado, este escrito también posee
momentos que pueden ser caracterizados de “científicos”26 pues describe las causas
inexorables por las cuales Francia ha llegado a esa situación y también asegura con
firme convicción que su país tiene un destino de grandeza proyectado hacia el futuro:
“Extraño, lamentable a veces, el destino de nuestro país no es nunca vulgar”27 Esta
tensión entre las aseveraciones científicas (que busca causas inscriptas en la naturaleza
de las cosas) y el llamamiento político (que postula la capacidad de la voluntad para
transformar la realidad) irrumpe repetidamente en el libro y conduce a preguntarnos por
qué si el destino de Francia es la grandeza, es necesaria una voluntad política que
implique una reforma tan profunda. Es probable que esta invocación providencial sea
una llama de esperanza; algo así como que si Dios tiene para este pueblo marcado un
destino de grandeza, estos males son pasajeros, y podrán ser superados, es más, estos
males pasajeros pueden ser un aprendizaje fecundo para alcanzar la plenitud que la
Providencia tiene preparada para Francia.
Ahora bien, en el momento en que Renan es cuestionado por instituciones
tradicionales, echa mano de recursos que le confieren credencial de intelectual:
profesor universitario prestigioso, demuestra que conoce la Universidad por dentro, que
maneja con soltura la lengua culta –el latín- y que es capaz de hacer un relato erudito de
la historia de Francia.28 La esperanza de nuestro pensador está puesta en una reforma
educativa en los tres niveles, pero muy especialmente en el nivel superior, donde las
universidades reproduzcan la representación de una sociedad dividida entre habitantes
laboriosos, dedicados y capacitados en una especialidad científica por un lado, y por el

25
Ernest Renan. Ob. Cit. P 68
26
Oscar Terán califica de científicos aquellos momentos de la historia cuyas causas fueron inexorables.
Historia de las ideas…P 85
27
Idem. P 113
28
Es necesario hacer algunas aclaraciones acerca de las circunstancias que contextualizan la producción de
este texto. En primer lugar, en la segunda mitad del siglo XlX se produjeron reformas significativas en la
enseñanza superior que acompañaron la expansión de dicha enseñanza. Esas reformas, en general, copiaron
el modelo alemán, que une la investigación y la enseñanza. En este contexto, los profesores de las altas casas
de estudio, algunas veces eran elevados a categorías de modelos sociales, “cuando sus aportaciones
intelectuales cambian la imagen del mundo contemporáneo” Cristophe Charle. Los intelectuales... P 128-
129. También es necesario recordar que en 1862, Renan había sido expulsado del Colegio de Francia, por
haber afirmado que Jesús había sido un “hombre incomparable” negando así su condición divina. Si bien en
1870, se le devolvió su cargo académico, será visto por la Iglesia Católica como un descreído. Roberto Giusti
“Prólogo” en Ernest Renan. ¿Que es una nación? Buenos Aires, Editorial Elevación, 1974, P 7-8
13

otro un sector letrado, dotado de una cultura altamente espiritual y universal. Trata así
de asimilar la cultura prusiana y asegurar un lugar de absoluta libertad para los
intelectuales. Refiriéndose a la forma en que Prusia renació de las cenizas quemadas
por Napoleón a principios del siglo XlX dice: “la Universidad de Berlín fue el centro de
la regeneración de Alemania: Se pidió una colaboración cordial a los sabios y a los
filósofos, quienes sólo pusieron una sola condición a su colaboración, la que ponen y
han de poner siempre, su libertad”.29 Esta libertad que según Renan permaneció
inalterable durante los cincuenta años siguientes a la derrota frente a Napoleón, sufrió
recortes significativos en algunos períodos reaccionarios.30 Aquí se filtra, como hemos
señalado anteriormente, la intencionalidad política entrelazada con el lenguaje
prescriptivo, porque el argumento del estado alemán respetuoso de la libertad de
pensamiento y de cátedra, sin fisuras, termina de obturar un relato que se sostiene más
por la admiración personal que despliega por Alemania y por la necesidad de sostener
dicho argumento, que por la exactitud de la referencia. Esa libertad que Renan reclama
hacia el interior de las universidades, la percibe con desagrado cuando de los sectores
populares se trata. Después de todo, los jóvenes allí formados “llenos de justo orgullo
que da la conciencia de saber la verdad que el vulgo ignora, no querrán ser los
intérpretes de los pensamientos superficiales de la masa.”31 Y aquí, otra vez aflora la
tensión entre el catecismo romántico al que Renan adhiere cuando interpela el
sentimiento de los franceses con frases que describen a la patria postrada, y la
operación racional que implica reclamar y justificar la libertad para unos pocos. La
reforma educativa en la escuela no estaría formando entonces, hombres preparados para
la participación política, sino para aceptar reglas morales y sociales impuestas por la
elite intelectual.
Coherente con su visión jerárquica de la sociedad, le confiere al ejército el lugar
de eje organizador del disciplinamiento y regeneración del tejido social roto cuando la

29
Ernest Renan. Ob.cit P 65
30
En 1819, se firmaron los Acuerdos de Karlsbad que establecieron la prohibición de las corporaciones
estudiantiles y la estricta vigilancia sobre las instituciones universitarias por apoderados estatales, que incluía
el control sobre los docentes, que no gozaban de la libertad de cátedra pese al principio establecido por
Humboldt, de respetar la libertad de cátedra. Cristophe Charle. Ob. Cit. P 22.
31
Ernest Renan. La reforma…. P 102.
14

Revolución había creado un individuo soberano y portador de derechos abstractos, cuyo


resultado había sido una sociedad inconsistente y desordenada32.
Pero la receta de Renan, que rescataba del pasado la monarquía, la nobleza y
las jerarquías, aporta notas sombrías sobre la influencia de la Iglesia Católica en los
claustros. Se pronuncia fuertemente contra el monopolio ideológico que pesaba sobre
las universidades francesas, e increpa directamente a un lector imaginario que puede
ser otro intelectual o bien, alguien que detenta el poder: “Vosotros queréis conservar a
vuestros jóvenes en una especie de gineceo intelectual; haréis de ellos unos hombres
limitados”.33 La educación religiosa puede ser un perfecto inhibidor de desbordes de los
sectores desposeídos y también un factor de cohesión, lo cual resulta tranquilizador para
su propio sector. Los hombres que lograron un alto desarrollo intelectual, no necesitan
la contención de la fe, pero el pueblo puede encontrarle una razón de ser al lugar que le
tocó ocupar en la sociedad, porque Dios así lo ha querido. Sin embargo, la influencia
histórica que la Iglesia Católica tuvo en las universidades francesas, es percibida por
Renan como un bloqueador en el campo de las ideas y del saber “para formar buenas
cabezas científicas, oficiales serios y aplicados, hace falta una educación abierta a todo,
sin dogmas mezquinos”34 . Renan cargaba con el peso de una relación altamente
conflictiva con la Iglesia. Se había formado en instituciones religiosas, en el seno de
una familia muy conectada con el ambiente clerical y había iniciado la carrera
sacerdotal. Pero sus inquietudes intelectuales lo llevaron a dedicarse con pasión a
estudios de filología y a la exégesis bíblica. Desde allí, cada vez más lejos de los
dogmas que no se discutían y más cerca de consagrar a la razón y la ciencia en un
pedestal sagrado, defendió en numerosos trabajos esta postura que lo alejaban en
forma irreversible de la institución católica35. No le resultó sencillo lograr su máxima
aspiración – una cátedra en el Colegio de Francia- en tiempos en que Napoleón había
hecho de la Iglesia un aliado importante de su régimen y le aumentó su riqueza y su
influencia a cambio de que los curas convencieran a los campesinos de brindar su apoyo

32
Idem. P 101.
33
Idem. P 98.
34
Idem. P 98-99
35
En 1852, Renan defendió su tesis, Averroes y el averroísmo, a la vez que en los años siguientes multiplicó
artículos en la Revue de deux mondes, el Journal de débats y otras revistas especializadas. Michel Winock.
Ob.cit, P 535.
15

al emperador en las votaciones. Renan fue aceptado en el Colegio de Francia pero la


difusión del contenido de su Vie de Jésus donde negaba la condición divina de Jesús, lo
transformaron en el blanco de los ataques de los estudiantes católicos, del nuncio papal
y al poco tiempo fue suspendido de la cátedra por orden del Ministerio de Instrucción
Pública. La edición de su libro generó un escándalo de tal dimensión que multiplicó las
ventas del mismo y lo transformó en el destinatario de ataques terribles por parte de la
prensa católica.36
La victoria de 1870, también había sido la del sistema educativo prusiano.
Durante demasiado tiempo, la Iglesia había estado en Francia en manos del clero, pero
la religión católica no había sabido proporcionar los valores intelectuales y morales que
Francia necesitaba. Por ello, Renan propone reformar la enseñanza superior,
reemplazando las grandes escuelas (Normal, Politécnica, Superior) por cinco o seis
grandes universidades, que como en Alemania, fomentaran la libertad de discusión y
formaran una elite intelectual amparada en la ciencia y no en la vida cómoda y
mundana instalada por la burguesía.37
La Iglesia gozará de la libertad necesaria para instalar instituciones educativas
religiosas, única manera de transparentar su mediocridad. Así Renan cree que la
libertad fuera de la universidad no es la mejor opción, pero es la única forma de evitar
que la Iglesia argumente que sin la “tiranía del estado haría maravillas”.
La nueva religión será entonces la ciencia. Puesto que la sociedad se construye
en una unidad de ideas y valores, que se transforma en el motor mismo de la sociedad,
se debe recurrir a una instancia superior productora de símbolos de unión, para evitar
que esa construcción sea fundada espontáneamente por la sociedad.
Definido el sujeto legítimo para integrar la clase dirigente, para Renan resultaría
incoherente que la composición de las cámaras legislativas fuese el resultado del
sufragio directo. Buen conocedor de la efervescencia social que puede producir la
anulación de un derecho obtenido como el sufragio universal38, Renan propone utilizar

36
Idem. P 521-536
37
Idem, P 662-663.
38
En Francia, el sufragio universal fue instalado en 1848. El resultado de las elecciones bajo la aplicación
del sufragio universal dio la presidencia a Luis Napoleón Bonaparte. J.A.S. Grenville. Ob. cit.
16

lo que en términos de Natalio Botana se conoce como resguardos institucionales39. En


este esquema institucional restrictivo, para elegir a los integrantes de la cámara baja, el
pueblo debía elegir electores regionales, para evitar el sufragio precipitado por
conductas demagógicas. Éstos a su vez, elegirían a los electores definitivos que
alcanzarían condición vitalicia a causa de su alcurnia y prestigio. Está claro que los
sujetos habilitados para decidir, deberían formar parte de una minoría de la sangre y del
saber –un entramado de pequeñas aristocracias locales- capaces de dictar leyes que
diseñen las conductas morales.
No faltan conceptos corporativos, que cristalizan en la conformación de la
segunda cámara, compuesta por representantes de los cuerpos más emblemáticos de la
aristocracia social e intelectual como el ejército, la marina, la magistratura, las
universidades, las cámaras de comercio e incluso el clero. Aunque descreído de las
bondades de la república – Renan rechaza el carácter público de las sesiones
parlamentarias, por considerar que alimenta el morbo demagógico- nuestro intelectual
en cuestión reclama para las grandes ciudades, asiento natural de aquella forma de
gobierno, una representación dentro de la cámara para asegurar la presencia de la
civilización, obra esencialmente aristocrática. Ahora bien, este reclamo amerita una
segunda lectura, pues como pensar la actividad y la producción intelectual fuera del
ámbito urbano, si las ciudades son condición de posibilidad para el trabajo intelectual,
lo cual nos sugiere que detrás de aquel reclamo hay una estrategia de autolegitimación.
Los intelectuales del siglo XIX, se comprometen a favor o en contra de la monarquía o
de la República, a favor o en contra del socialismo, a favor o en contra los derechos y
las libertades, lo cierto es que a partir de ese compromiso, solicitan espacios dentro del
poder, como bancas parlamentarias o ministerios para “asumir sus responsabilidades y
sus convicciones”40. Renan reclamaba un lugar para los sabios y los sabios construyen
sus objetos y desenvuelven sus vínculos con el poder en el ámbito de las ciudades.
Sobre este terreno teórico y político, Renan arremete contra el sistema
norteamericano y construye sobre este modelo una representación nefasta, argumentada

39
Natalio Botana llamó resguardos institucionales o fórmula prescriptiva a ciertas medidas incluidas en la
constitución argentina a sugerencia de Juan Bautista Alberdi, para evitar la participación de las masas en el
gobierno. Entre ellas figura la mediatización del sufragio. Natalio Botana. El orden conservador. Buenos
Aires, Editorial Sudamericana, 1977. P 57
40
Michel Winock. Ob.cit. P 16
17

en la concepción individualista de la sociedad y en la ausencia del estado como fuente


de protección y de valores espirituales. Nuevamente aflora el fantasma de los valores
materiales como elemento disruptivo de la nación porque “para exponer la propia
vida, hay que tener fe en algo inmaterial”41.
Llegado a este punto, es hora de preguntarse porque Renan no tuvo en cuenta
fenómenos típicamente modernos como el periodismo, la ampliación del mercado de
lectores, la educación popular y el autodidactismo. Es probable – esto es pura
especulación- que Renan considerase que lo que el gran público leía no era lo que tenía
que leer. Las masas movilizadas en muchos casos por los movimientos obreros y por
los partidos socialistas (en la mayoría de los casos a través del autodidactismo y del
autoperfeccionamiento) eran educadas en la convicción de que la ciencia, enemiga de la
superstición y del privilegio, podía operar como vehículo de emancipación de los
sectores más bajos de la sociedad.42 No importaba que la ciencia, que en su mente se
prefiguraba como el elemento aglutinante y disciplinador de la sociedad, fuera para los
sectores populares, encolumnados políticamente a la izquierda, el elemento de
liberación que los terminaría de consolidar en la escena social y política. En su
configuración intelectual, la reforma educativa no llevaría a los sectores populares a
transitar el camino del conocimiento para ubicarse en el mismo plano de igualdad de
aquellos a quienes la providencia había dotado de capacidades para pensar y decidir por

41
Ernest Renan. Ob.cit. P 111 Años más tarde, Renan dejará otro registro sobre el tema de la nación, donde
revisará sus posiciones aristocráticas. La apología del nacimiento como fuente constitutiva de la nación, tan
presente en La reforma intelectual y moral, quedaría atrás. En 1882, Renan pronunció una conferencia
publicada con el título Que es una nación, si bien en ese ensayo la llama de la espiritualidad sigue encendida,
se despoja del ropaje racial, religioso y dinástico que había envuelto su discurso regeneracionista y reformula
las condiciones necesarias para la existencia de una nación: “Poseer glorias comunes en el pasado, una
voluntad común en el presente, haber hecho grandes cosas juntos y querer hacerlas todavía”. Intelectual
entrenado en el conocimiento de las representaciones sociales, es posible que Renan haya percibido hacia
fines del siglo, los peligros derivados de la incursión de las ideas raciales al mundo científico y por ende al
mundo político. Ernest Renan. ¿Qué es una nación? P40.

42
“Uno de los atractivos fundamentales del marxismo por sobre las otras ramas del socialismo era
precisamente que se trataba de un “socialismo científico”[...] Las palabras de Galileo “y sin embargo se
mueve” eran citadas constantemente en la retórica socialista para indicar el triunfo inevitable de la causa de
los trabajadores”. Eric Hobsbawn. La era del Imperio. 1875-1914. Traducción de Juan Faci La Casta.
Buenos Aires, Planeta/ Crítica, 1998. P272.
18

los demás. El miedo y la preocupación que le produjo la irrupción de las masas en la


escena política, transformaron en destinatarios de su arenga, a los intelectuales, a los
hombres de poder y también a esa juventud universitaria con responsabilidad social y
política proyectada en los años venideros. Renan sabía que sólo esos sectores,
acogerían con beneplácito una propuesta elitista, que denunciaba el materialismo
burgués como símbolo de decadencia y proyectaba en la democracia y en el sufragio
universal, los disolventes más eficaces de las virtudes cívicas. Renan encuentra el
elemento ordenador en aquella porción de la sociedad y del pasado desplazada por la
revolución de 1789. Sin embargo, no es incrustar una porción de pasado en el presente
lo que propone, sino reavivar una antigua nobleza de sangre y estirpe, entramada en
los novedosos pliegues de la intelectualidad, única capaz de construir a la nación y de
cultivar los valores de una patria espiritualizada. Cuando Renan escribió La reforma
intelectual y moral, la República tenía la debilidad del recién nacido. En ese marco, se
esmera en demostrar que un régimen tradicionalista y alejado de la Iglesia tenía mejores
posibilidades que el ensayo republicano. Envuelto en su ética solitaria y de cara a la
debilidad que Francia padecía frente a su rival, Alemania, Renan esgrime un
contrapunto entre modernidad y tradición, resuelto con elogios al modelo prusiano que
había sabido licuar las diferencias entre sistemas de ideas contrapuestos.
Ernest Renan que sin duda descubrió muy temprano, que en el campo del saber
se puede ejercer una fuerte violencia simbólica, despliega un arsenal de estrategias para
instalarse en un lugar de reconocimiento legítimo dentro de ese campo. Citas
históricas, analogías, metáforas, frases en latín fluyen en párrafos abundantes, en un
cuidadoso trabajo de seducción del lector. La carencia de aparato erudito no debilita las
argumentaciones, porque lo que intenta explicar no es un sistema de pensamiento, al
que en necesario blindar de coherencia, sino un conjunto de reflexiones centradas en
ciertos problemas y temas concretos. Sin duda, el mirador de Renan es un lugar por él
mismo construido en tanto espacio intelectual, orientado a ubicar la sangre y el
intelecto en el lugar más encumbrado de los saberes, para debatir y decidir sobre las
cuestiones políticas y sociales.
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