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Vinculación Comunitaria
Vinculación Comunitaria
Vinculación Comunitaria
Objetivos
1
Universidad Intercultural de Chiapas, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México,
email: leonenriqueavila@gmail.com.
2
Universidad Nacional Autónoma de México, México.
3
Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, México.
RESUMEN:
INTRODUCCIÓN
Diálogo de saberes
Por lo anterior, es necesario reconocer que existen dos tradiciones intelectuales, cada
una con orígenes, rasgos y capacidades diferentes. Si la modernidad gestó formas de
comprensión y de articulación de y con la naturaleza, cuyo origen se remonta al del
inicio de la Revolución Industrial, en la mayor parte del mundo contemporáneo existen,
de manera paralela, otras modalidades de relación con la naturaleza que, originadas
hace varios miles de años, se encuentran aún presentes. Así, observamos que deben
reconocerse los saberes de los pueblos como válidos ya que tienen sus propios
mecanismos de constatación y verificación, aunque no se rijan por los criterios
mecanicistas y cientificistas del modelo eurocéntrico-occidental ( Ávila, 2014).
Como asevera Víctor Manuel Toledo ( Toledo y Barrera, 2008), los saberes de los pueblos y las
culturas que existieron, y aún existen, están basados en una relación inmediata,
práctica y emotiva con la naturaleza. Son conocimientos que se construyen en el lugar,
están localizados o territorializados porque dependen de culturas profundamente
enraizadas en los contextos simbólicos, cognitivos y naturales de su propio ambiente.
Mediante la transferencia de ese conocimiento, por medio del lenguaje, los miembros
de la especie humana, vinculados en familias, bandas, tribus y comunidades, lograron
no solamente adaptarse y sobrevivir a un determinado hábitat local sino ir
perfeccionando, con el paso del tiempo, esa apropiación particular y concreta. En la
actualidad, esa experiencia perdura entre los pueblos indígenas, confirmando la
existencia de una suerte de memoria, contenida en los conocimientos o saberes, de
una "memoria de especie".
Al inicio del siglo XXI, distintos autores han planteado la importancia de integrar un
sistema educativo capaz de responder a las necesidades de la sociedad civil, que
ofrezca muchas opciones para la generación y circulación de conocimientos de las
diversas culturas existentes en la sociedad. Por ejemplo, González Casanova (2001) plantea el
problema de cómo mantener simultáneamente la calidad y la libertad, la enseñanza
especializada a pequeños grupos, o incluso personalizada, con la educación de masas.
Necesitamos un país-universidad dialogante y capaz de promover la especialización y
los puentes interdisciplinarios y la reflexividad sobre estructuras y coyunturas.
En febrero de 1996 se firman Los Acuerdos de San Andrés entre el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal mexicano. Acuerdos que indican la
creación de instituciones educativas que respeten los usos y costumbres de los pueblos
originarios y se difundan las lenguas indígenas. La rebelión concitó una serie de
acciones estatales que, ya sea por buscar la estabilidad política o por auténtico
reconocimiento de la vieja deuda con las diversas expresiones culturales de México,
sirvió como iniciativa para crear universidades interculturales y promover la educación
intercultural (Ávila y Ávila, 2014).
(2008)
.
Cuadro 1 Universidades Interculturales en México
Analizar los logros y límites en cada una de las universidades sería un proyecto
ambicioso, que rebasaría los alcances del presente artículo. Sin embargo, existen
diversas investigaciones que han analizado de manera crítica el devenir de la
educación superior intercultural; el texto de Dietz y Mateos (2011) representa un aporte a este
tema. Uno de los puntos sobresalientes de este sistema educativo es la vinculación con
la comunidad, lo cual hace necesario realizar una revisión sobre los procesos en
diversas universidades de México, que han retomado los caminos de la articulación con
la lengua, cultura y tradición de los pueblos indígenas.
Para finalizar este apartado, cabe señalar que en México existen otras experiencias de
vinculación comunitaria que han sido diseñadas y puestas en marcha por múltiples
instituciones de educación superior; sin embargo, revisar cada una sería exhaustivo y
rebasaría los propósitos del presente artículo. Por ello, a continuación analizaremos la
situación por la que atraviesa la Universidad Intercultural de Chiapas.
Así, el eje de vinculación articula de manera vertical las actividades académicas de las
asignaturas de cada semestre con una secuencia y seguimiento horizontal; además,
permite conjuntar los conocimientos y habilidades que los estudiantes adquirieren en
el aula a través de un proyecto integrador. Ejemplo de ello son las herramientas y
técnicas participativas que se aprenden, analizan y practican en el aula con un enfoque
de investigación-acción participativa y que, posteriormente, se aplican en la
comunidad y hacen posible el diálogo intercultural y la retroalimentación de los
procesos de enseñanza-aprendizaje entre la comunidad académica formal de la
universidad intercultural y la sabiduría en movimiento que pervive en las comunidades
rurales indígenas del gran mosaico cultural que es Chiapas.
En el quinto semestre, una vez realizado el diagnóstico, los jóvenes trabajan con
herramientas conceptuales y metodológicas para construir con las comunidades planes
participativos a través de los cuales se pueda colaborar con las sociedades rurales en
propuestas de acción e incidencia hacia el buen vivir.
Ahora bien, una cosa ha sido el diseño de una propuesta novedosa de vinculación
comunitaria y otra las dificultades para su puesta en práctica. En los hechos, el eje de
vinculación comunitaria se encuentra en disputa entre las diferentes visiones
académicas del profesorado de la UNICH, según la "perspectiva" en la que han sido
formados: los egresados de Chapingo centralizan la visión campesina, para los de la
UAM o UNAM el sujeto es fundamental en su construcción, y las universidades de
Chiapas forman profesionistas con una mirada positivista debido a que muchos de los
docentes provienen de las ciencias naturales.
Existe una gama diversa de trabajos recepcionales para la titulación. Éstos muestran
experiencias de vinculación comunitaria y narran con solidez y firmeza procesos de
interacción entre estudiantes y comunidades. La memoria de vinculación comunitaria
es una modalidad de titulación en la UNICH, actualmente, en 2016, hay más de 50
egresados titulados bajo dicha opción.3
Cuenta con tres sedes, una de ellas se encuentra en el paraje denominado Kananguio,
ubicado en 40 hectáreas donadas por la comunidad de San Francisco Pichátaro, es la
más grande en infraestructura y la que tiene actividades académicas en instalaciones
propias desde 2011; una segunda sede está ubicada en la Costa Nahua -a dos horas de
los límites con el estado de Colima-, mientras que la tercera se ubica en San Francisco
de los Alzati, a 15 minutos de la ciudad de Zitácuaro.
El PADS cuenta con ocho profesores de tiempo completo: cuatro con doctorado y
cuatro con maestría; se suman dos profesores de medio tiempo, uno con doctorado y
otro con maestría; estos docentes atienden en promedio 13 asesorados
simultáneamente.
Los docentes han considerado la vinculación desde dos polos; unos asumen que los
trabajos de investigación con estudiantes, como parte de sus procesos de titulación,
son la esencia de la vinculación; y otros, que es un continuo entre el aprendizaje en
clase y la vida comunitaria. En esta última postura destacan trabajos de evaluación
forestal en San Francisco Cherán, solicitados por las propias autoridades de la
comunidad.
Este caso surge como una iniciativa de docentes de la UIIM, originarios de esta
comunidad, y que en 2013 solicitaron a la coordinación del PADS que los estudiantes
de la licenciatura realzaran evaluaciones del éxito del proceso de reforestación.
Humberto Rendón Carmona, en entrevista, comenta la ruta que ha seguido esta
vinculación y que se resume en la Figura 1.
Figura 1
Para ello se estableció una dinámica en la que cada domingo, a partir del 28 de
septiembre de 2014, se realizó una conferencia y dos domingos después una actividad
práctica (Cuadro 3). Participaron 45 productores y solo cinco mujeres productoras de
forma constante.
Cuadro 3
Las dos actividades descritas ejemplifican una implicación per se de diálogo entre los
miembros de la universidad y los de las comunidades para echar a andar una iniciativa
de vinculación no solo exitosa sino respetuosa de las decisiones y necesidades de los
habitantes de las comunidades. Sin embargo, el reto no se reduce a lo anterior, pues
estos procesos nos remiten a revisar epistémicamente el concepto de interculturalidad
y su relación con la vinculación. Dado que los estudiantes son miembros de las propias
comunidades, ¿cómo hacer vinculación con mis familiares? ¿Puede verse esta actividad
como se mira desde los estudios etnográficos de la antropología clásica? O, ¿es igual a
la que se desarrolla desde instituciones como la UNAM o Chapingo? Evidentemente no;
por lo que quizá no solo deban retomarse las lecciones que hasta ahora aporta la
investigación participativa sino que implica, además, que en el mismo caminar se
encuentre la decisión de las comunidades purépechas de hacer suyas a las
instituciones educativas de la zona, incluida la Universidad Intercultural, para compartir
la gestión del conocimiento en su bien vivir.
Una investigación de carácter intercultural tendría que partir de reconocer que cada
cultura tiene algo que aprender y algo que aportar, y que no existe una que pueda
arrogarse la facultad de decidir lo que es bueno para todas las demás.
Consecuentemente, el diálogo de saberes tiene que sustentarse en el mutuo
reconocimiento de los impulsos utópicos. En un mundo en el que el pensamiento
hegemónico establece una jerarquía de saberes, la investigación intercultural debe
plantearse un carácter subalterno, un espíritu de ruptura con el pensamiento
hegemónico homogeneizador y un ímpetu de cambio en las relaciones políticas entre
culturas. En ese marco, algunos de los textos revisados y en los que se encontraron
importantes conceptos sobre interculturalidad fueron, entre otros, Epistemología desde
el sur, de Boaventura de Sousa Santos (2009) ; Aprender a escuchar, de Carlos Lenkersdorf (2008) y Hacia el
diálogo intercientífico, de Freddy Delgado Burgoa (2012).
Por su parte, Iván Joseph Santillán (2016), estudiante de la licenciatura Gestión y desarrollo
intercultural, planteó que el enfoque intercultural en educación debe basarse en la
crítica de la razón proléptica, esa visión dominante que sobredimensiona el futuro e
hipoteca el presente. Por tanto, señala Iván, "el presente, el ahora único, el único
tiempo en el que podemos tomar las riendas de nuestras vidas, es el espacio en el que
se construye la libertad, el proyecto de futuro deseado: Lo utópico se construye en el
presente, no es nada si no apunta al ahora. La utopía existe en tanto que se construye
en el presente" (Santillán, 2016).
Sofía Espinosa, con base en el texto de Lenskersdorf (2008), planteó que el perfil de un
gestor intercultural debe apostar a la construcción de un nosotros comunitario porque
"actualmente es necesario formular alternativas al desarrollo desde una comunidad y
basadas en un nosotros [pues] el nosotros empareja, suprime individualidades, y
genera empatía a través de la resolución de necesidades en colectivo" ( Espinosa, 2016).
Reflexiones finales
REFERENCIAS
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interculturales de México", Argumentos, vol. 27, núm. 76. [ Links ]
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