Bodas de Sangre - Federico Garcia Lorca
Bodas de Sangre - Federico Garcia Lorca
Bodas de Sangre - Federico Garcia Lorca
LA MADRE..
LA NOVIA.
LA SUEGRA.
LA MUJER DE LEONARDO.
LA CRIADA.
LA VECINA.
MUCHACHAS.
LEONARDO.
EL NOVIO.
EL PADRE DE LA NOVIA.
LA LUNA.
LA MUERTE (como mendigo).
LEÑADORES.
MOZOS
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
Habitación pintada de amarillo
NOVIO.-(Entrando.) Madre.
MADRE.-¿Qué?
NOVIO.-Me voy.
MADRE.-¿Adónde?
NOVIO.-A la viña. (Va a salir.)
MADRE.-Espera.
NOVIO.-¿Quiere algo?
MADRE.-Hijo, el almuerzo.
NOVIO.-Déjelo. Comeré uvas. Deme la navaja.
MADRE.-¿Para qué?
NOVIO.-(Riendo.) Para cortarlas.
MADRE.-(Entre dientes y buscándola.) La navaja,
la navaja. .. Malditas sean todas y el bribón que
las inventó.
NOVIO.-Vamos a otro asunto.
MADRE.-Y las escopetas y las pistolas y el cu-
chillo más pequeño, y hasta las azadas y los
bieldos de
la era.
NOVIO.-Bueno.
MADRE.-Todo lo que puede cortar el cuerpo
de un hombre. Un hombre hermoso, con su flor
en la boca, que sale a las viñas o va a sus olivos
propios, porque son de él, heredados...
NOVIO.-(Bajando la cabeza) Calle usted.
MADRE.- ... y ese hombre no vuelve. O si vuel-
ve es para ponerle una palma encima o un pla-
to de sal gorda para que no se hinche. No sé
cómo te atreves a llevar una navaja en tu cuer-
po, ni cómo yo dejo a la serpiente dentro del
arcón.
NOVIO.-¿Está bueno ya?
MADRE.-Cien años que yo viviera, no hablaría
de otra cosa. Primero tu padre; que me olía a
clavel y lo disfruté tres años escasos. Luego tu
hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa
pequeña como una pistola o una navaja pueda
acabar con un hombre, que es un toro? No ca-
llaría nunca. Pasan los meses y la desesperación
me pica en los ojos y hasta en las puntas del
pelo.
NOVIO.-(Fuerte.) ¿Vamos a acabar?
MADRE.-No. No vamos a acabar. ¿Me puede
alguien traer a tu padre? ¿Y a tu hermano? Y
luego el presidio. ¿Qué es el presidio? ¡Allí co-
men, allí fuman, allí tocan los instrumentos!
Mis muertos llenos de hierba, sin hablar ,
hechos polvo; dos hombres que eran dos gera-
nios. ..Los matadores, en presidio, frescos,
viendo los montes. ..
NOVIO.-¿Es que quiere usted que los mate?
MADRE.-No. ..Si hablo es porque. ..¿Cómo no
voy a hablar viéndote salir por esa puerta? Es
que no me gusta que lleves navaja. Es que. ..que
no quisiera que salieras al campo.
NOVIO.-(Riendo.) ¡Vamos!
MADRE.-Que me gustaría que fueras
una mujer. No te irías al arroyo ahora y bordar-
íamos las dos cenefas y perritos de lana.
NOVIO.-(Coge de un brazo a la MADRE y ríe.)
Madre, ¿y si yo la llevara conmigo a las viñas?
MADRE.-¿Qué hace en las viñas una vieja? ¿Me
ibas a meter debajo de los pámpanos?
NOVIO.-(Levantándola en sus brazos.) Vieja, re-
vieja, requetevieja.
MADRE.- Tu padre sí que me llevaba. Eso es
buena casta. Sangre. Tu abuelo dejó un hijo en
cada esquina. Eso me gusta. Los hombres,
hombres; el trigo, trigo.
NOVIO.-¿ Y yo, madre?
MADRE.-¿ Tú, qué?
NOVIO. -¿Necesito decírselo otra vez?
MADRE.-(Seria.) ¡Ah!
NOVIO.-¿Es que le hace mal?
MADRE.-No.
NOVIO.-¿Entonces?
MADRE.-No lo sé yo misma. Así, de pronto,
siempre me sorprende. Yo sé que la muchacha
es buena. ¿Verdad que sí? Modosa. Tra-
bajadora. Amasa su pan y cose sus faldas, y
siento sin embargo, cuando la nombro, como si
me dieran una pedrada en la frente.
NOVIO.- Tonterías.
MADRE.-Más que tonterías. Es que me quedo
sola. Ya no me quedas más que tú y siento que
te vayas.
NOVIO.-Pero usted vendrá con nosotros.
MADRE.-No. Yo no puedo dejar aquí solos a tu
padre y a tu hermano. Tengo que ir todas las
mañanas, y si me voy es fácil que muera uno de
los Félix, uno de la familia de los matadores, y
lo entierren al lado. ¡Y eso sí que no! ¡Ca! ¡Eso sí
que no! Porque con las uñas los desentierro y
yo sola los machaco contra la tapia.
NOVIO.-(Fuerte.) Vuelta otra vez.
MADRE. -Perdoname. (Pausa.)¿Cuánto tiempo
llevas en relaciones?
NOVIO.-Tres años. Ya pude comprar la viña.
MADRE.- Tres años. ¿Ella tuvo un novio, no?
NOVIO.-No sé. Creo que no. Las muchachas
tienen que mirar con quién se casan.
MADRE.-Sí. Yo no miré a nadie. Miré a tu pa-
dre, y cuando lo mataron miré a la pared de
enfrente. Una mujer con un hombre, y ya está.
NOVIO.-Usted sabe que mi novia es buena.
MADRE.-No lo dudo. De todos modos siento
no saber cómo fue su madre.
NOVIO.-¿Qué mas da?
MADRE.-(Mirándolo.) Hijo.
NOVIO.-¿Qué quiere usted?
MADRE.-¡Que es verdad! ¡Que tienes razón!
¿Cuándo quieres que la pida?
NOVIO.-(Alegre) ¿Le parece bien el domingo?
MADRE.-(Seria.) Le llevaré los pendientes de
azófar, que son anti.guos, y tú le compras. ..
NOVIo.-Usted entiende más. ..
MADRE.-Le compras unas medias caladas, y
para ti dos trajes. .. ¡Tres! ¡No te tengo más que
a ti!
NOVIO.-Me voy. Mañana iré a verla.
MADRE.-Sí, sí, y a ver si me alegras con seis
nietos, o los que te dé la gana, ya que tu padre
no tuvo lugar de hacérmelos a mí.
NOVIO.-El primero para usted.
MADRE.-Sí, pero que haya niñas. Que yo quie-
ro bordar y hacer encaje y estar tranquila.
NOVIO.-Estoy seguro de que usted querrá a mi
novia.
MADRE.-La querré. (Se dirije a besarlo y reaccio-
na.) Anda, ya estás muy grande para besos. Se
los das a tu mujer. (Pausa. Aparte.) Cuando lo
sea.
NOVIO.-Me voy.
MADRE.-Que caves bien la parte del molinillo,
que la tienes descuidada.
NOVIO.-¡Lo dicho!
MADRE.-Anda con Dios. (Vase el NOVIO. La
MADRE queda sentada de espaldas a la puerta.
Aparece en la puerta una VECINA vestida de color
oscuro, con pañuelo a la cabeza.) Pasa.
VECINA.-¿Cómo estás?
MADRE.-Ya ves.
VECINA.-Yo bajé a la tienda y vine a verte.
¡Vivimos tan lejos!. ..
MADRE.-Hace veinte años que no he subido a
lo alto de la calle.
VECINA.-Tú estás bien.
MADRE.-¿Lo crees?
VECINA.-Las cosas pasan. Hace dos días traje-
ron al hijo de mi vecina con los dos brazos cor-
tados por la máquina. (Se sienta.)
MADRE.-¿A Rafael?
VECINA.-Sí. y allí lo tienes. Muchas veces
pienso que tu hijo y el mío están mejor donde
están, dormidos, descansando, que no ex-
puestos a quedarse inútiles.
MADRE.-Calla. Todo eso son invensiones, pero
no consuelo.
VECINA.-jAy!
MADRE.-¡Ay! (Pausa.)
VECINA.-(Triste.) ¿ y tu hijo?
MADRE.-Salió.
VECINA.-¡Al fin compró la viña!
MADRE.- Tuvo suerte.
VECINA.-Ahora se casará.
MADRE.-(Como despertando y acercando su silla a
la silla de la VECINA.) Oye.
VECINA.-(En plan confidencial.) Dime.
MADRE.-¿Tú conoces a la novia de mi hijo?
VECINA.-¡Buena muchacha!
MADRE.-Sí pero...
VECINA.-Pero quien la conozca a fondo no hay
nadie. Vive sola con su padre allí, tan lejos, a
diez leguas de la casa más cercana. Pero es
buena. Acostumbrada a la soledad.
MADRE.-¿Y su madre?
VECINA.-A su madre la conocí. Hermosa. Le
relucía la cara como a un santo; pero a mí no
me gustó nunca. No quería a su marido.
MADRE. -(Fuerte.) Pero ¡cuántas cosas sabéis
las gentes!
VECINA.-Perdona. No quise ofender; pero es
verdad. Ahora, si fue decente o no, nadie lo
dijo. De esto no se ha hablado. Ella era orgullo-
sa.
MADRE.-¡Siempre igual!
VECINA.- Tú me preguntaste.
MADRE.-Es que quisiera que ni a la viva ni a la
muerta las conociera nadie. Que fueran como
dos cardos, que ninguna persona les nombra y
pinchan si llega el momento.
VECINA.-Tienes razón. Tu hijo va le mucho.
MADRE.-Vale. Por eso lo cuido. A mí me hab-
ían dicho que la muchacha tuvo novio hace
tiempo.
VECINA.- Tendría ella quince años. Él se casó
ya hace dos años, con una prima de ella, por
cierto. Nadie se acuerda del noviazgo.
MADRE.-¿Cómo te acuerdas tú?
VECINA.-¡Me haces unas preguntas! ...
MADRE.-A cada uno le gusta enterarse de lo
que le duele. ¿Quién fue el novio?
VECINA.-Leonardo.
MADRE.-¿Qué Leonardo?
VECINA.-Leonardo el de los Félix.
MADRE. -(Levantándose.) ¡De losFélix!
VECINA.-Mujer, ¿qué culpa tiene Leonardo de
nada? Él tenía ocho años cuando las cuestiones.
MADRE.-Es verdad... Pero oigo eso de Felix
que llenárseme de cieno la boca (Escupe) y ten-
go que escupir, tengo que escupir por no matar.
VECINA.-Repórtate; ¿qué sacas con eso?
MADRE.-Nada. Pero tú lo comprendes.
VECINA.-No te opongas a la felicidad de tu
hijo. No le digas nada. Tú estas vieja. Yo, tam-
bien. A ti y a mí nos toca callar.
MADRE.-No le diré nada.
VECINA.-(Besándola.) Nada.
MADRE.-(Serena.) ¡Las cosas!...
VECINA.-Me voy, que pronto llegará mi gente
del campo.
MADRE. -¿Has visto qué día de calor?
VECINA.-Iban negros los chiquillos que llevan
el agua a los segadores. Adiós, mujer.
MADRE.-Adiós (La Madre se dirige a la puerta de
la izquierda. En medio del camino se detiene y len-
tamente se santigua.)
TELÓN
CUADRO SEGUNDO
Habitación pintada de rosa con cobres y ramas de
flores populares. En el
Centro, una mesa con mantel. Es la mañana.
(SUEGRA de LEONARDO con un niño en brazos.
Lo mece. La MUJER en la
otra esquina, hace punto de media.)
SUEGRA.-
Nana, niño, nana
del caballo grande
que no quiso el agua.
El agua era negra
dentro de las ramas. Cuando llega al puente
se detiene y canta.
¿Quién dirá, mi niño,
lo que tiene el agua,
con su larga cola
por su verde sala?
MUJER.- (Bajo)
Duérmete clavel,
Que el caballo no quiere beber.
SUEGRA.
Duérmete. rosal,
que el caballo se pone a llorar.
L.as patas heridas,
las crines heladas,
dentro de los ojos
un puñal de plata.
Bajaban al río.
¡Ay, cómo bajaban!
La sangre corría
más fuerte que el agua.
MUJER.-
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
SUEGRA.-
Duérmete, rosal.
que el eaballo se pone a llorar.
MUJER..-
No quiso tocar
la orilla mojada
su belfo caliente
con moscas de plata.
A los montes duros
sólo relinchaba
con el río muerto
sobre la garganta,
¡Ay caballo grande
que no quiso el agua!
¡ Ay dolor de nieve,
caballo del alba!
SUEGRA.-
¡No vengas! Detente,
cierra la ventana
con ramas de sueños
y sueños de ramas.
MUJER.-
Mi niño duerme.
SUEGRA.-
Mi niño se calla.
MUJER.-
Caballo, mi niño
Tiene una almohada.
SUEGRA.-
Su cuna de acero.
MUJER.-
Su colcha de holanda.
SUEGRA.-
Nana, niño nana.
MUJER.-
¡Ay caballo grande
que no quiso el agua!
SUEGRA.-
¡No vengas, no entres!
Vete de la montaña.
Por los valles grises
Donde está la jaca.
MUJER.-(Mirando.)
Mi niño se duerme.
SUEGRA.-
Mi niño descansa.
MUJER.- (Bajito.)
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
LEONARDO.- ¿Y el niño?
MUJER.-Se durmió.
LEONARDO.-Ayer no estuvo bien. Lloró por la
noche.
MUJER.-(Alegre.) Hoy está como dalia. ¿Y tú?
¿Fuiste a casa del herrador?
LEONARDO.-De allí vengo ¿Querrás creer?
Llevo más de dos meses poniendo herraduras
nuevas al caballo y siempre se le caen. Por lo
visto se las arranca con las piedras.
MUJER.-¿Y no será que lo usas mucho?
LEONARDO.-No. Casi no lo utilizo.
MUJER.-Ayer me dijeron las vecinas que te
habían visto al limite de los llanos.
LEONARDO.-¿Quién lo dijo?
MUJER.-Las mujeres que cogen las alcaparras.
Por cierto que me sorprendió. ¿Eras tú?
LEONARDO.-No. ¿Qué iba a hacer yo allí, en
aquel secano?
MUJER.-Eso dije. Pero el caballo estaba reven-
tando de sudar.
LEONARDO.-¿Lo viste tú?
MUJER.-No. Mi madre.
LEONARDO.-¿Está con el niño?
MUJER.-Sí ¿Quieres un refresco de limón?
LEONARDO.-Con agua bien fría.
MUJER.-¿Cómo no veniste a comer?...
LEONARDO.-Estuve con los medidores del
trigo. Siempre entretienen.
MUJER.-(Haciendo el refresco y muy tierna.) ¿Y lo
pagan a buen precio?
LEONARDO.-El justo.
MUJER.-Me hace falta un vestido y al niño una
gorra de lazos
LEONARDO.- (Levantandose.) Voy a verlo.
MUJER.-Ten cuidado, que está dormido
SUEGRA.-(Saliendo.) Pero ¿quién da esas carre-
ras al caballo? Está abajo tendido, con los ojos
desorbitados como si llegara del fin del mundo.
LEONARDO.-(Agrio.) Yo.
SUEGRA.-Perdona; tuyo es.
MUJER.-(Timida.) Estuvo con los medidores del
trigo.
SUEGRA.-Por mí, que reviente. (Se sienta. Pau-
sa.)
MUJER.-El refresco. ¿Está frío?
LEONARDO.-Sí.
MUJER.-¿Sabes que piden a mi prima?
LEONARDO.-¿Cuándo?
MUJER.-Mañana. La boda será dentro de un
mes. Espero que vendrán a invitarnos.
LEONARDO.-(Serio.) No sé.
SUEGRA.-La madre de él creo que no estaba
muy satisfecha con el casamiento.
LEONARDO.-Y quizá tenga razón. Ella es de
cuidado.
MUJER.-No me gusta que penséis mal de una
buena muchacha.
SUEGRA.-Pero cuando dice eso es porque la
conoce. ¿No ves que fue tres años novia suya?
(Con intención.)
LEONARDO.-Pero la dejé. (A su MUJER.) ¿Vas
a llorar ahora?
MUJER.-¡Quita! (Le aparta bruscamente las manos
de la cara.) Vamos a ver al niño.
MUCHACHA.-Señora.
SUEGRA.-¿Qué pasa?
MUCHACHA.-Llegó el novio a la tienda y ha
comprado todo lo mejor que había.
SUEGRA.- ¿Vino solo?
MUCHACHA.-No, con su madre. Seria, alta.
(La imita.) Pero ¡qué lujo!
SUEGRA.-Ellos tienen dinero.
MUCHACHA.-¡Y compraron unas medias ca-
ladas!... ¡Ay, qué medias! ¡El sueño de las muje-
res en medias! Mire usted: una golondrina aquí
Señala el tobillo), un barco aquí (Señala la panto-
rrilla), y aquí una rosa (Señala el muslo).
SUEGRA.-¡Niña!
MUCHACHA.-¡Una rosa con las semillas y el
tallo! ¡Ay! ¡Todo en seda!
SUEGRA.-Se van a juntar dos buenos capitales.
SUEGRA.-
Duérmete rosal,
que el caballo se pone a llorar.
MUJER.-
Nana, niño nana.
SUEGRA.-
¡Ay caballo grande
que no quiso el agua!
MUJER.-(Dramática.)
¡No vengas, no entres!
¡Vete a la montaña! ¡Ay dolor de nieve,
caballo del alba!
SUEGRA.-(Llorando.)
Mi niño duerme...
SUEGRA.-
Duérmete, clavel,
que el caballo se pone a beber.
MADRE.-¿Traes reloj?
NOVIO.-Sí. (Lo saca y lo mira.)
MADRE.-Tenemos que volver a tiempo. ¡Qué
lejos vive esta gente!
NOVIO.-Pero estas tierras son buenas.
MADRE.-Buenas; pero demasiado solas. Cua-
tro horas de camino y ni una casa ni un árbol.
NOVIO.-Éstos son los secanos.
MADRE.-Tu padre los hubiera cubierto de
árboles.
NOVIO.-¿Sin agua?
MADRE.-Ya la hubiera buscado. Los tres años
que estuvo casado conmigo, plantó diez cere-
zos. (Haciendo memoria.) Los tres nogales del
molino, toda una viña y una planta que se lla-
ma Júpiter, que da flores encarnadas, y se secó
(Pausa.)
NOVIO.-(Por la novia.) Debe estar vistiéndose.
(Pasa la CRIADA.)
TELÓN RÁPIDO
ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO
Despierte la novia
la mañana de la boda.
¡Qué los ríos del mundo
lleven tu corona!
NOVIA.-(Sonriente.) Vamos.
CRIADA.-(La besa entusiasmada y baila alrededor.)
Que despierte
con el ramo verde
del laurel florido.
¡Que despierte
por el tronco y la rama
de los laureles!
VOCES.-
¡Despierte la novia
la mañana de la boda!
LEONARDO.-
Despierte la novia
la mañana de la boda.
NOVIA.-
¡Despierte la novia!
(Sale corriendo a su cuarto.)
VOCES..-
¡Despierte la novia!
CRIADA.-(Moviendo algazara.)
Que despierte
con el ramo verde
del amor florido.
¡Que despierte
por el tronco y la rama de los laureles!
MUCHACHA 2ª (Entrando.)
Que despierte
con el largo pelo,
camisa de nieve,
botas de charol y plata
y jazmines en la frente.
CRIADA.-
¡Ay, pastora,
que la luna asoma!
MUCHACHA 1ª.-
¡Ay, galán,
deja su sombrero por el olivar!
MUCHACHA 2ª.-
La novia
se ha puesto su blanca corona,
y el novio
se la prende con lazos de oro.
CRIADA.-
Por el toronjil
la novia no puede dormir.
MUCHACHA 3ª.-(Entrando.)
Por el naranjel
el novio le ofrece cuchara y mantel.
MOZO 1.º-
¡Despierta, paloma!
El alba despeja
campanas de sombra.
CONVIDADO.-
La novia, la blanca novia,
hoy doncella,
mañana señora.
MUCHACHA 1ª.-
Baja, morena
arrastrando tu cola de seda.
CONVIDADO.-
Baja, morenita,
que llueve rocío la mañana fría
MOZO 1.º-
Despertad, señora. despertad,
porque viene el aire lloviendo azahar.
CRIADA.-
Un árbol quiero bordarle
lleno de cintas granates
y en cada cinta un amor
con vivas alrededor.
VOCES.-
Despierte la novia.
MOZO 1.º-
¡La mañana de la boda!
CONVIDADO.-
La mañana de la boda
qué galana vas a estar
pareces, flor de los montes,
la mujer de un capitán.
PADRE.-(Entrando.)
La mujer de un capitán
se lleva el novio
¡Ya viene con sus bueyes
por el tesoro!
MUCHACHA 3.º-
El novio
parece la flor del oro;
cuando camina,
a sus plantas se agrupan las clavelinas
CRIADA.-
¡Ay mi niña dichosa!
MOZO 2.º-
Que despierte la novia.
CRIADA.-
¡Ay mi galana!
MUCHACHA 1.ª-
La boda está llamando
por las ventanas.
MUCHACHA 2.ª-
Que salga la novia.
MUCHACHA 1.ª-
¡Que salga, que salga!
CRIADA.-
¡Oue toquen y repiquen
las campanas!
MOZO 1.º-
¡Que viene aquí! ¡Que sale ya!
CRIADA.-
¡Como un toro, la boda
levantándose está!
CRIADA-( Llorando.)
Al salir de tu casa,
blanca doncella,
acuérdate que sales
como una estrella. ..
MUCHACHA.- 1.ª-
Limpia de cuerpo y ropa,
al salir de tu casa para la boda.
(Van saliendo.)
CRIADA.-
¡El aire pone flores
por las arenas!
MUCHACHA.- 3.ª-
¡Ay la blanca niña!
CRIADA.-
Aire oscuro el encaje
de su mantilla
(Salen. Se oyen guitarras, palillos y panderetas.
Quedan solos LEONARDO y su MUJER.)
MUJER.-Vamos.
LEONARDO.-¿Adónde?
MUJER.-A la iglesia. Pero no vas en el caballo.
Vienes conmigo.
LEONARDO.-¿En el carro?
MUJER.-¿Hay otra cosa? ,
LEONARDO. -Yo no soy hombre para ir en
carro.
MUJER.-Y yo no soy mujer para ir sin su mari-
do a un casamiento. ¡Que no puedo más!
LEONARDO.-¡Ni yo tampoco!
MUJER.-¿Por qué me miras así? Tienes una
espina en cada ojo.
LEONARDO.-¡Vamos!
MUJER.-No sé lo que pasa. Pero pienso y no
quiero pensar. Una cosa sé. Yo ya estoy despa-
chada. Pero tengo un hijo. y otr19 que viene.
Vamos andando. El mismo sino tuvo mi madre.
Pero de aquí no me muevo. (Voces fuera.)
VOCES.
¡Al salir de tu casa
para la iglesia,
acuérdate que sales
como una estrella!
MUJER.-(Llorando.)
¡Acuerdate que sales
como una estrella!
LEONARDO.-(Levantándose.) Vamos.
MUJER.-¡Pero conmigo!
LEONARDO.-Sí. (Pausa.) ¡Echa a andar! (Salen.)
VOCES.-
Al salir de tu casa
para la iglesia,
acuérdate que sales
como una estrella.
TELÓN LENTO
CUADRO SEGUNDO
(Aparece la MADRE.)
MADRE.-Hijo.
NOVIO. ¿Dónde anda usted?
MADRE. En todo ese ruido. ¿Estás contento?
NOVIO.-Sí.
MADRE. ¿Y tu mujer?
NOVIO. - Descansa un poco. ¡Mal día para las
novias!
MADRE. ¿Mal día? El único bueno. Para mí fue
como una herencia. (Entra la CRIADA y se dirige
al cuarto de la NOVIA.) Es la roturación de las
tierras, la plantación de árboles nuevos.
NOVIO.-¿Usted se va a ir?
MADRE.-Sí. Yo tengo que estar en mi casa.
NOVIO.-Sola.
MADRE.-Sola no. Que tengo la cabeza llena de
cosas y de hombres y luchas.
NOVIO.-Pero luchas que ya no son luchas.
(Sale la CRIADA rápidamente; desaparece corrien-
do por el f ondo.)
MADRE.-Mientras una vive, lucha.
NOVIO.-¡Siempre la obedezco!
MADRE.-Con tu mujer procura estar cariñoso,
y si la notaras infatuada o arisca, hazle una ca-
ricia que le produzca un poco de daño, un
abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso
suave. Que ella no pueda disgustarse, pero que
sienta que tú eres el macho, el amo, el que
manda. Así aprendí de tu padre. Y como no to
tienes, tengo que ser yo la que te enseñe estas
fortalezas.
NOVIO.-Yo siempre haré lo que usted mande.
PADRE.-(Entrando.) ¿Y mi hija?
NOVIO.-Está dentro.
MUCHACHA lª - ¡Vengan los novios, que va-
mos a bailar la rueda!
MOZO 1°-(Al Novio.) Tú la vas a dirigir.
PADRE.-(Saliendo.) ¡Aquí no está!
NOVIO. ¿No?
PADRE.-Debe haber salido a la baranda.
NOVIO.-¡Voy a ver! (Entra.)
TELÓN
ACTO TERCERO
CUADRO PRIMERO
LEÑADOR 1°.-
¡Ay luna que sales!
Luna de las hojas grandes.
LEÑADOR 2°.-
¡Llena de jazmines la sangre!
LEÑADOR 1°-
¡Ay luna sola!
¡Luna de las verdes hojas!
LEÑADOR 2°-
Plata en la cara de la novia.
LEÑADOR 3°.
¡Ay luna mala!
Deja para el amor la oscura rama.
LEÑADOR 1°
¡Ay triste luna!
¡Deja para el amor la rama oscura!
LUNA.-
Cisne redondo en el río,
ojo de las catedrales,
alba fingida en las hojas
soy; ¡no podrán escaparse!
¿Quién se oculta? ¿Quién solloza
por la maleza del valle?
La luna deja un cuchillo
abandonado en el aire,
que siendo acecho de plomo
quiere ser dolor de sangre.
¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada
por paredes y cristales!
¡Abrir tejados y pechos
donde pueda calentarme!
¡Tengo frío! Mis cenizas
de soñolientos metales,
buscan la cresta del fuego
por los montes y las calles.
Pero me lleva la nieve
sobre, su espalda de jaspe,
y me anega, dura y fría,
el agua de los estanques.
Pues esta noche tendrán
mis mejillas roja sangre,
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire.
¡No haya sombra ni emboscada,
que no puedan escaparse!
¡Que quiero entrar en un pecho
para poder calentarme!
¡Un corazón para mí!
¡Caliente, que se derrame
por los montes de mi pecho;
dejadme entrar, ¡ay, dejadme!
(A las ramas.)
MENDIGA.-
Esa luna se va y ellos se acercan.
De aquí no pasan. El rumor del río
apagará con el rumor de troncos
el desgarrado vuelo de los gritos.
Aquí ha de ser, y pronto. Estoy cansada.
Abren los cofres, y los blancos hilos
aguardan por el suelo de la alcoba
cuerpos pesados con el cuello herido.
No se despierte un pájaro y la brisa,
recogiendo en su falda los gemidos,
huya con ellos por las negras copas
o los entierre por el blando limo.
(Impaciente.)
LUNA.-
Ya se acercan.
Unos por la cañada y otros por el río.
Voy a alumbrar las piedras. ¿Qué necesitas?
MENDIGA.-
Nada.
LUNA.-
El aire va llegando duro, con doble filo.
MENDIGA.-
MENDIGA.-
No dejemos que pasen el arroyo. ¡Silencio!
LUNA.-
¡Allí vienen! (Se va. Queda la escena oscura.)
MENDIGA.-
De prisa. Mucha luz. ¿Me has oído? ¡No pLie-
den escaparse!
NOVIO.-Por aquí.
Mozo 1º-No los encontrarás.
NOVIO (Enérgico.) ¡Sí los encontraré!
MOZO 1°-Creo que se han ido por otra vereda.
NOVIO.-No. Yo sentí hace un momento el ga-
lope.
MOZO 1°-Sería otro caballo.
NOVIO.-(Dramático.) Oye. No hay más que un
caballo en el mundo, y es éste. ¿Te has entera-
do? Si me sigues, sígueme sin hablar.
MOZO. 1°-Es que quisiera...
NOVIO.-Calla. Estoy seguro de encontrármelos
aquí. ¿Ves este brazo? Pues no es mi brazo. Es
el brazo de mi hermano y el de mi padre y el de
toda mi familia que está muerta. Y tiene tanto
poderío, que puede arrancar este árbol de raíz
si quiere. Y vamos pronto, que siento los dien-
tes de todos los míos clavados aquí de una ma-
nera que se me hace imposible respirar tranqui-
lo.
MENDIGA.-(Quejándose.) ¡Ay!
MOZO 1°-¿Has oído?
NOVIO. - Vete por ahí y da la vuelta.
MOZO 1°-Esto es una caza.
NOVIO.-Una caza. La más grande que se pue-
de hacer.
(Se va el Mozo. El Novio se dirige rápidamente hacia
la izquierda y tropieza con la MENDIGA, la Muer-
te.)
MENDIGA.-¡Ay!
NOVIO. ¿Qué quieres?
MENDIGA.-Tengo frío.
NOVIO.-¿Adónde to diriges?
MENDIGA. - (Siempre quejándose como una men-
diga.) Allá lejos. . .
NOVIO.-¿De dónde vienes?
MENDIGA.-De allí . . . , de muy lejos.
NOVIO. ¿Viste un hombre y una mujer que
corrían montados en un caballo?
MENDIGA.-(Despertándose.) Espera. . . (Lo mi-
ra.) Hermoso galán. (Se levanta.) Pero mucho
más hermoso si estuviera dormido.
NOVIO.-Dime, contesta, ¿los viste?
MENDIGA.-Espera... ¡Qué espaldas más an-
chas! ¿Cómo no to gusta estar tendido sobre
ellas y no andar sobre las plantas de los pies
que son tan chicas?
NOVIO.-(Zamarreándola.) ¡Te digo si los viste!
¿Han pasado por aquí?
MENDIGA.-(Enérgica.) No han pasado; pero
están saliendo de la colina. ¿No to oyes?
Novio-No.
MENDIGA. ¿Tú no conoces el camino?
NOVIO.-¡Iré sea como sea!
MENDIGA.-Te acompañaré. Conozco esta tie-
rra.
NOVIO. - (Impaciente.) ¡Pues vamos! ¿Por
dónde?
MENDIGA.-(Dramática.) ¡Por allí!
LEÑADOR 1°.-
¡Ay muerte que sales!
Muerte de las hojas grandes.
LEÑADOR 2°.-
¡No abras el chorro de la sangre!
LEÑADOR 1°.-
¡Ay muerte sola!
Muerte de las secas hojas.
LEÑADOR 3°-
¡No cubras de flores la boda!
LEÑADOR 2°-
¡Ay triste muerte!
Deja para el amor la rama verde.
LEÑADOR 1°.-
¡Ay muerte mala!
¡Deja para el amor la verde rama!
NOVIA.-
Desde aquí yo me iré sola.
¡Vete! Quiero que to vuelvas.
LEONARDO.-
¡Calla, digo!
NOVIA.-
Con los dientes,
con las manos, como puedas,
quita de mi cuello honrado
el metal de esta cadena,
dejándome arrinconada
allá en mi casa de tierra.
Y si no quieres matarme
como a víbora pequeña,
pon en mis manos de novia
el cañón de la escopeta.
¡Ay, qué lamento, qué fuego
me sube por la cabeza!
¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
LEONARDO.-
Ya dimos el paso; ¡calla!
porque nos persiguen cerca
y to he de llevar conmigo.
NOVIA.-
¡Pero ha de ser a la fuerza!
LEONARDO.-
¿A la fuerza? ¿Quién bajó primero las escale-
ras?
NOVIA.-
Yo las bajé.
LEONARDO.-
¿Quién le puso al caballo bridas nuevas?
NOVIA.-
Yo misma. Verdá.
LEONARDO.-
¿Y qué manos me calzaron las espuelas?
NOVIA.-
Estas manos, que son tuyas,
pero que al verte quisieran
quebrar las ramas azules
y el murmullo de tus venas.
¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!
Que si matarte pudiera,
te pondría una mortaja con los filos de violetas.
¡Ay, qué lamento, qué fuego
me sube por la cabeza!
LEONARDO.-
¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No to recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra,
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.
NOVIA.-
¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
He dejado a un hombre duro
y a toda su descendencia
en la mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo
y no quiero que lo sea.
¡Déjame sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda.
LEONARDO.-
Pájaros de la mañana
por los árboles se quiebran.
La noche se está muriendo
en el filo de la piedra.
Vamos al rincón oscuro
donde yo siempre te quiera,
que no me importa la gente
ni el veneno que nos echa.
NOVIA.-
Y yo dormiré a tus pies
para guardar lo que sueñas.
Desnuda, mirando al campo,
(Dramática.)
LEONARDO.-
Se abrasa lumbre con lumbre.
La misma llama pequeña
mata dos espigas juntas.
¡Vamos!
(La arrastra.)
NOVIA.-
¿Adónde me llevas?
LEONARDO.-
Adonde no puedan ir
estos hombres que nos cercan.
¡Donde yo pueda mirarte!
NOVIA.-(Sarcástica.)
Llévame de feria en feria,
dolor de mujer honrada,
a que las gentes me vean
con las sábanas de boda
al aire, como banderas.
LEONARDO.-
También yo quiero dejarte
si pienso como se piensa.
Pero voy donde tú vas.
Tú también. Da un paso. Prueba.
Clavos de luna nos funden
mi cintura y tus caderas.
NOVIA.-
¿Oyes?
LEONARDO. -
Viene gente.
NOVIA:
¡Húye!
Es justo que yo aquí muera
con los pies dentro del agua
y espinas en la cabeza.
Y que me lloren las hojas,
mujer perdida y doncella.
LEONARDO.-
Cállate. Ya suben.
NOVIA.-
¡Vete!
LEONARDO.-
Silencio. Que no nos sientan.
Tú delante. ¡Vamos, digo!
(Vacila la NOVIA.)
NOVIA.-
¡Los dos juntos!
LEONARDO.-(Abrazándola.)
¡Como quieras!
Si nos separan, será
porque esté muerto.
NOVIA.-
Y yo muerta.
(Salen abrazados.)
CUADRO ULTIMO
MUCHACHA 1ª-
Madeja, madeja,
¿qué quieres hacer?
MUCHACHA 2ª-
Jazmín de vestido,
cristal de papel.
Nacer a las cuatro,
morir a las diez.
Ser hilo de lana,
cadena a tus pies
y nudo que apriete
amargo laurel.
NIÑA.- (Cantando)
¿Fuisteis a la boda?
MUCHACHA lª-
No.
NIÑA.-
¡Tampoco fui yo!
¿Qué pasaría
por los tallos de las viñas?
¿Qué pasaría
por el ramo de la oliva?
¿Qué pasó
que nadie volvió?
¿Fuisteis a la boda?
MUCHACHA 2ª-
Hemos dicho que no.
NIÑA (Yéndose.)
¡Tampoco fui yo!
MUCHACHA 2ª-
Madeja, madeja,
¿qué quieres cantar?
MUCHACHA 1ª-
Heridas de cera,
dolor de arrayán.
Dormir la mañano
de noche velar.
NIÑA. (En la puerta.)
El hilo tropieza
con el pedernal.
Los montes azules
lo dejan pasar.
Corre, corre, corre,
y al fin llegará
a poner cuchillo
y quitar el pan.
(Se va)
MUCHACHA 2ª-
Madeja, madeja,
¿qué quieres decir?
MUCHACHA 1ª-
Amante sin habla.
Novio carmesí.
Por la orilla muda
Tendidos los vi.
(Se va.)
MUCHACHA 1ª-
¿Vienen ya?
S U EGRA.- (Agria. )
No sabemos.
MUCHACHA 2ª-
¿Qué contáis de la boda?
MUCHACHA 1ª-
Dime.
SUEGRA.- (Seca.)
Nada.
MUJER.-
Quiero volver para saberlo todo.
S U EGRA.- (Enérgica.)
Tú, a to casa.
Valiente y sola en tu casa.
A envejecer y a llorar.
Pero la puerta cerrada.
Nunca. Ni muerto ni vivo.
Clavaremos las ventanas.
Y vengan lluvias y noches
sobre las hierbas amargas.
MUJER.-
¿Qué habrá pasado?
S UEGRA.-
No importa.
Échate un velo en la cara.
Tus hijos son hijos tuyos
nada más. Sobre la cama
pon una cruz de ceniza
donde estuvo su almohada.
(Salen.)
MENDIGA.-(A la puerta.)
Un pedazo de pan, muchachas.
NIÑA.-
¡Vete!
MENDIGA.-
¿Por qué?
NIÑA.-
Porque tú gimes: vete.
MUCHACHA 1ª-
¡Niña!
MENDIGA.-
¡Pude pedir tus ojos! Una nube
de pájaros me sigue; ¿quieres uno?
NIÑA.-
¡Yo me quiero marchar!
MENDIGA.-
¡Por allí vine!
MUCHACHA 1ª- (Tímida.)
¿Puedo preguntarte?
MENDIGA.-
Yo los vi; pronto llegan: dos torrentes
quietos al fin entre piedras grandes,
dos hombres en las patas del caballo.
Muertos en la hermosura de la noche.
(Con delectación.)
Muertos, sí, muertos.
MUCHACHA 1ª-
¡Calla, vieja, calla!
MENDIGA.-
Flores rotas los ojos, y sus dientes
dos puñados de nieve endurecida.
Los dos cayeron, y la novia vuelve
teñida en sangre falda y cabellera.
Cubiertos con dos mantas ellos vienen
sobre los hombros de los mozos altos.
Así fue, nada más. Era lo justo.
Sobre la flor del oro, sucia arena.
MUCHACHA 1ª-
Sucia arena.
MUCHACHA 2ª-
Sobre la flor del oro.
NIÑA.-
Sobre la flor del oro
traen a los muertos del arroyo.
Morenito el uno,
morenito el otro.
¡Qué ruiseñor de sombra vuela y gime
sobre la flor del oro!
MADRE.-Calla.
VECINA.-No puedo.
MU JER.-
¡Ay, que cuatro muchachos
llegan con hombros cansados!
NOVIA.-
¡Ay, qué cuatro galanes
traen a la muerte por el aire!
MADRE.-
Vecinas.
NIÑa.-(En la puerta)
Ya los traen.
MADRE.-
Es to mismo.
La cruz, la cruz.
MUJERES.-
Dulces clavos,
dulce cruz.
dulce nombre
de Jesús.
NOVIA.-
Que la cruz ampare a muertos y vivos.
MADRE.-
Vecinas, con un cuchillo,
Con un cuchillito,
en un día señalado, entre las dos y las tres,
se mataron los dos hombres del amor.
Con un cuchillo,
con un cuchillito
que apenas cabe en la mano,
pero que penetra fino
por las carnes asombradas,
y que se para en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.
NOVIA.-
Y esto es un cuchillo,
un cuchillito
que apenas cabe en la mano;
pez sin escamas ni río,
para que un día señalado, entre las dos y las
tres,
con este cuchillo,
se queden dos hombres duros
con los labios amarillos.
MADRE.-
Y apenas cabe en la mano,
pero que penetra frío
por las carnes asombradas
y allí se para, en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.
TELÓN