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Cursillo de Doctrina Social de La Iglesia y Su Aplicación

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CURSILLO DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA Y SU APLICACIÓN

Contenido

Preámbulo
Hacia un mundo sin pobreza
12 Lecciones Introducción
Lección 1: La finalidad de la economía
Lección 2: La encíclica “Caritas in veritate” de S.S. Benedicto XVI sobre el
desarrollo humano integral
Lección 3: Pobreza en medio de la abundancia
Lección 4: Sistema Fraccionario de la Banca.
Lección 5: La solución: Dinero libre creado por la sociedad
Lección 6: La falta crónica del poder de compra. El dividendo
Lección 7: El Medio Ambiente y el asunto del dinero
Lección 8: El dinero y los precios
Lección 9: La Historia del control bancario en los EE.UU
Lección 10: El Crédito Social no es un partido político
Lección 11: El Crédito Social y la DSI. (I Parte)
Lección 12: El Crédito Social y la DSI. (II Parte)
Apéndice A: “PARA PROMOVER EL BIEN DE CADA HOMBRE Y DE TODO EL
HOMBRE”
Apéndice B: El último texto de Jacques Maritain
Apéndice C: DISCURSO DEL Presidente Zankara

Preámbulo
Los hombres tienen una especial obligación de tender continuamente hacia la
verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente.
Vivir en la verdad tiene un importante significado en las relaciones sociales:
la convivencia de los seres humanos dentro de una comunidad, en efecto, es
ordenada, fecunda y conforme a su dignidad de personas, cuando se funda en
la verdad.
Las personas y los grupos sociales cuanto más se esfuerzan por resolver los
problemas sociales según la verdad, tanto más se alejan del arbitrio y se
adecuan a las exigencias objetivas de la moralidad.
Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso
correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad, que
no se puede reducir al conjunto de opiniones o a alguna de ellas, sea
promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento
de relativizar sus exigencias o de ofenderla.
Es una cuestión que afecta particularmente al mundo de la comunicación
pública y al de la economía.
En ellos, el uso sin escrúpulos del dinero plantea interrogantes cada vez
más urgentes, que remiten necesariamente a una exigencia de transparencia y
de honestidad en la actuación personal y social. Compendio de la DSI, no. 198

1
Hacia un Mundo sin Pobreza
Acabar con el escándalo del hambre exige acabar con el egoísmo
Vivimos en una sociedad hipersensible al tema de las libertades, de los derechos
humanos y la tolerancia…, pero ciega y embotada ante la injusticia social y la
pobreza.
Hemos conseguido (creemos) erradicar de nuestras sociedades cualquier indicio de
intolerancia, de racismo, de totalitarismo.
Pero la pobreza, el hambre, la injusticia y la desigualdad son una losa que
contradice nuestros principios e ideales.
La aceptación por parte de la sociedad de hambres que provocan la muerte sin
esforzarse por remediarlas es una escandalosa injusticia y una falta grave.
Los traficantes cuyas prácticas usureras y mercantiles provocan el hambre y la
muerte de sus hermanos, cometen indirectamente un homicidio. Este les es
imputable (cf. Am 8,4-10) Ref. Catecismo de la Iglesia Católica 2269.

I.- Conspiración Global


1.- Evidencias Concluyentes de la Carta Encíclica “Evangelium Vitae” de S.S. Juan
Pablo II
“Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los
Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo
tenebroso, contra los Espíritus del Mal esparcidos por los aires.” Ef. 6:12
¡Una conjura contra la vida que ve implicada incluso a Instituciones Internacionales
se ha lanzado en el mundo! (Evangelium Vitae, 17).
¡Se ha declarado una guerra de los poderosos contra los débiles! (Evangelium
Vitae, 12) Muy pocos entenderán y considerarán con urgencia la Encíclica de Su
Santidad Juan Pablo II, Evangelium Vitae (Evangelio de Vida) a no ser que se den
cuenta cuán lejos los conspiradores han avanzado en su plan de globalización en
contra del mundo.
Estas lecciones intentan acercar a más gente al conocimiento que el plan en contra
de la vida es ahora global, que 183 países miembros de las Naciones Unidas están
en la lista de los conspiradores; que su maquinaria para matar niños, inválidos y su
control de la población global está muy bien establecida en cada nación a través del
mundo.
Y que todo esto es ya una norma aceptada en todos los estratos de nuestra
sociedad.

2.- Conspiración en Contra de la Vida


El gran Teólogo y Filósofo, Mons.
Michel Schooyan, nos da una descripción concreta de esta conspiración.
Es una guerra de las naciones ricas (conocidas políticamente como los países del
G-7) en contra de los países pobres del Tercer Mundo (los G-77).
Los últimos constituyen el 80% de la población mundial, por lo tanto amenazan la
seguridad de las naciones ricas para el control global.
La época de mayor riqueza de la humanidad es también la época de mayor
desigualdad en la distribución de recursos, bienes y oportunidades de desarrollo
humano.

2
A la “democracia política” que avanza por doquier no siempre le ha seguido una
“democracia social y económica” y la situación se agrava cada vez más.
Esta realidad lleva a muchos hombres y mujeres, desde muy temprana edad, a vivir
sin esperanza.
Ya lo decía el Papa Benedicto XV: “es en el campo económico que la salvación de
las almas está en juego”
Desafortunadamente, y sin que eso nos escandalice, debemos reconocer que
existen desigualdades e injusticias no solo en la sociedad, sino en las mismas
comunidades católicas.
Ha llegado a ocurrir que, en ocasiones, se anuncian causales “científicos”,
“eruditos” para el problema de la pobreza, distanciándonos enormemente de la
verdad.
Se anuncia una buena nueva para la intimidad personal, para el interior de cada
uno, sin ninguna exigencia de solidaridad con las enseñanzas del Magisterio de la
Iglesia y de compromiso con nuestros hermanos, sobre todo los más pobres.
El documento de Puebla (n.558) expresa:
“Esta instrumentalización que es siempre un riesgo en la vida política, puede
provenir de los propios cristianos y aun de sacerdotes y religiosos, cuando anuncian
un Evangelio sin incidencias económicas, sociales, culturales y políticas”.
Podemos ahora concluir que para el cristiano no es opcional la proyección social de
su fe, si no que es natural esa irradiación de la misma hacia todos los ámbitos de
conducta personal y social: el trabajo, la familia, la política, la vida económica, la
cultura, los derechos humanos, la sociedad civil, la comunidad internacional.

3.- El hambre en el mundo


En nuestros días nos interesamos, espasmódicamente por esos millones de seres
humanos que viven en la miseria.
Cuando leemos en los periódicos sobre Ruanda o el Zaire ya sabemos al menos
donde están ubicados esos países.
Sin embargo para los mass media, o para la llamada opinión pública, esas noticias
tienen el mismo valor que las de un huracán en Miami o un descarrilamiento de un
tren en Nueva Delhi, es decir, son sólo noticias de portada de un día, de dos a lo
sumo.
Nuestra «sensibilidad» dura lo que duran las cabeceras de los periódicos, los
titulares en los telediarios.
«Ojos que no ven corazón que no siente».
Y volvemos a nuestra cotidiana monotonía, a nuestra opulenta existencia, a nuestra
embriaguez latina, americanista o europeísta, a nuestras cotas de inflación y de
convergencia…
En el desafío que pobreza, hambre y marginalización lanzan a la economía,
aparece la dramática situación de nuestro Milenio.
El 19 de junio de 2009, la FAO anunciaba que el hambre en el mundo alcanzará un
récord histórico en 2009, con 1 020 millones de personas que pasan hambre a
diario.

3
El reciente incremento del hambre no es consecuencia de las malas cosechas, está
causado por la crisis económica mundial, que ha provocado a su vez una
disminución de los ingresos y un incremento del desempleo.
De este modo se ha reducido el acceso de los pobres a los alimentos, concluía el
informe.
"Una mezcla explosiva de desaceleración económica mundial y precios de los
alimentos que se empeñan en permanecer altos en muchos países, ha empujado a
unos 100 millones de personas más al hambre y la pobreza", aseguró el Director
General de la FAO, Jacques Diouf.
"Esta crisis silenciosa del hambre -que afecta a uno de cada seis seres humanos-
supone un serio riesgo para la paz y la seguridad mundiales. Necesitamos crear
con urgencia un amplio consenso para la erradicación rápida y completa del hambre
en el mundo y para dar los pasos necesarios", añadió.
Abandonemos la mentalidad de ser “Cristianos” tibios, sin percibir nuestra relación
con las situaciones de la vida corriente, con la urgencia de atender a las
necesidades de los demás y de esforzarse por remediar las injusticias.
Jesús nos dice: «Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia y lo demás se os
dará por añadidura»2.
Pero ¿cómo encontraremos este reino de amor, de justicia y de paz?
Seguir a Cristo no significa refugiarse en el templo, encogiéndose de hombros ante
el desarrollo de la sociedad, ante los aciertos o las aberraciones de los hombres y
de los pueblos.
No hay un solo día de un hombre auténticamente cristiano donde no aletee la
preocupación por el prójimo3.
¿Verdad que comprendes muy bien las impaciencias, las angustias y los deseos
inquietos de quienes no se resignan ante la injusticia personal y social que puede
crear el corazón humano?
Los bienes de la tierra, repartidos entre unos pocos; tres cuartas partes de la
población mundial que se muere de hambre, material y espiritual. Y, fuera, hambre
de pan y de sabiduría.
Este es el toque de atención que hay que dar a los que consideran la vida como
hecha de egoísmos individualistas: Un hombre o una sociedad que no reaccione
ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un
hombre o una sociedad a la medida de amor del Sagrado Corazón de Jesús.
Escuchemos el grito de los pobres y luchemos contra la miseria.
«En la familia de Dios no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario»
Benedicto XVI, Deus caritas est.
La Aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia explicadas en 12 lecciones
Introducción
El Crédito Social es una doctrina, una serie de principios expresados por primera
vez por el Ingeniero y Mayor C. H. Douglas en 1918.
La implementación de estos principios haría que el organismo social y económico
alcanzara efectivamente su fin, que es la satisfacción de las necesidades humanas.
El Crédito Social no crearía los bienes, ni las necesidades, pero eliminaría cualquier
obstáculo artificial entre ellos, entre la producción y el consume, entre el trigo en las
bodegas y el pan en las mesas.

4
El obstáculo hoy en día – al menos en los países desarrollados – es meramente de
carácter financiero, un obstáculo monetario.
Ahora bien, el sistema financiero no proviene de Dios o de la naturaleza.
Establecido por los hombres, puede ser orientado a servirles, y no a causarles
problemas.
Para este fin, el Crédito Social presenta propuestas concretas. Aunque son muy
simples, estas propuestas implican una revolución.
El Crédito Social trae la visión de una nueva civilización, si por ello se entiende la
relación del hombre con sus congéneres, y las condiciones de vida que faciliten el
florecimiento de la personalidad de cada cual.
Bajo un sistema de Crédito Social, no tendríamos que luchar con problemas que
son estrictamente financieros, que constantemente plagan las administraciones
públicas, las instituciones, familias, y que envenenan las relaciones entre los
individuos.
Las finanzas serían nada mas que un sistema de contabilidad, expresando en cifras
los valores de los bienes y servicios, facilitando la movilización y coordinación de las
energías requeridas para los diferentes niveles de producción hacia la obtención del
producto final, y distribuyendo a TODOS los consumidores los medios para la
escoger libre e individualmente lo que les parezca apropiado entre los bienes
ofrecidos o accesibles inmediatamente.
Por primera vez en la historia, la seguridad económica absoluta, sin condiciones
restrictivas, seria garantizada a todos y cada uno.
La pobreza material seria algo del pasado.
La ansiedad material por tener lo necesario para el mañana desaparecería. Se
aseguraría el pan para todos, siempre y cuando haya suficiente trigo para hacerlo.
En forma similar con todos los demás bienes que son necesarios para vivir.
A cada ciudadano se le entregaría esta seguridad económica como un derecho de
nacimiento, como miembro de la comunidad, usufructuario durante su vida de un
inmenso capital social, que se ha convertido en un factor dominante de la
producción moderna.
Este capital esta constituido, entre otras cosas, por los recursos naturales, que son
un bien colectivo; la vida en sociedad, con el bienestar de ella derivado; la suma de
los descubrimientos, invenciones, progreso tecnológico, que son una herencia
siempre en aumento de generación en generación.
Este capital social, que es tan productivo, le daría a cada uno de sus copropietarios,
a cada ciudadano, un dividendo periódico, desde que nazca hasta que muera.
Y viendo el volumen de producción derivado del capital social, el dividendo para
cada uno debería ser al menos suficiente para cubrir las necesidades básicas de la
vida. Este dividendo se entregaría adicionalmente a quienes hagan parte de la
producción, sin perjuicio de salarios, sueldos u otras formas de remuneración.
Por lo tanto, se otorga un ingreso permanente al individuo, que no depende de estar
empleado como ahora, y evita que sea explotado por otros seres humanos.
Con la cobertura de necesidades básicas garantizada, una persona puede resistir
mejor las presiones y escoger la profesión que mas le agrade.
Liberadas de las mas urgentes preocupaciones materiales, las personas podrían
dedicarse a actividades libres, mas creativas que el trabajo bajo ordenes, y

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orientarse hacia su propio desarrollo viviendo en función de lo humano, superior a
vivir en función de lo económico.
Obtener el sustento diario ya no seria la ocupación más absorbente de sus vidas.

LECCIÓN 1
LA FINALIDAD DE LA ECONOMÍA
HACER QUE LOS BIENES SE UNAN A LOS QUE LOS NECESITAN

Fines y medios
Cuando uno habla de economía, uno debe distinguir entre los fines y los medios, y
especialmente subordinar los medios al fin y no al revés.
El fin es el objetivo, la meta deseada.
El medio es el proceso, los métodos, los actos utilizados para conseguir el fin.
Yo quiero construir una mesa.
Mi fin es la construcción de dicha mesa. Consigo lo necesario para ello, mido,
observo, planeo, ajusto, clavo la madera: muchos movimientos, muchas acciones
que son los medios utilizados para fabricar la mesa.
Esto parece elemental, pero sucede con frecuencia, tratándose de asuntos públicos
cotidianos, que uno confunde los medios con el fin y llega el asombro cuando al
final todo está hecho un verdadero caos.
Por ejemplo de acuerdo con usted,
¿cuál es el fin de la economía?:
A. ¿El crear empleos?
B. ¿El alcanzar una balanza comercial favorable?
C. ¿El distribuir dinero a la gente?
D. ¿El producir los bienes que la gente necesita?
La respuesta correcta es D. Pero, para prácticamente todos los políticos, el fin de la
economía es el crear empleos: pero, los empleos son solamente medios para
producir bienes, que es el fin; hoy, gracias a la herencia del progreso, los bienes
pueden producirse con menos trabajo humano, lo que les deja más tiempo libre a
las personas para hacer otras actividades, como cuidar de sus familias, o lograr
otros deberes sociales.
¿Además, cual sería el punto de continuar produciendo algo cuándo las
necesidades humanas para esta producción están ya satisfechas? Esto sería una
pérdida inútil de recursos.
¿Y que, sobre todos aquéllos que no pueden ser empleados en el sistema de la
producción?:
¿las personas discapacitadas, viejas, niños, amas de casa - deben morirse de
hambre? No todo ser humano es un productor. Todos son consumidores.
Si usted piensa en términos reales, el tener un equilibrio favorable de comercio
significa que usted exporte a otros países más productos de los que usted importe
del extranjero, lo que significa que usted termina con menos productos en su país,
de esa manera más pobre en riqueza real.
Muchos podrían haber sido tentados para contestar con la letra B, porque parece
obvio que el dinero es necesario hoy para vivir, al menos que usted produzca todo
lo que necesita - lo qué sería la excepción en la sociedad de hoy, con la división de

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trabajo donde una persona es el panadero, otro un carpintero, etc., cada uno logra
una tarea específica y la fabricación de bienes específicos.
El dinero es un medio para obtener lo que es producido a través de otros.
¡Señálelo, es un medio, no un fin! Uno no come dinero, se viste a sí mismo con
dinero: nosotros acostumbramos usar dinero para comprar comida y ropa.
Primero, los bienes tienen que ser producidos, puestos a la venta en el mercado: si
no hay ningún producto para comprar, ningún dinero sería útil.
¿Cuál sería el propósito de tener un millón de dólares, si usted termina en el polo
Norte o en desierto del Sahara, sin productos para comprar?
¿Compare a esta persona con un hombre sin un penique en una isla que tiene todo;
agua y comida que él necesita para vivir cómodamente?
¿Quién sería el más rico?
De nuevo, como lo veremos más adelante, el dinero no es riqueza, pero un medio
para obtener riqueza real: los productos.
Permítanos no confundir fines y medios.
Uno podría decir la misma cosa sobre los sistemas.
Los sistemas fueron inventados y establecidos para servir al hombre, no el hombre
para servir a los sistemas.
¿Entonces si un sistema es dañoso a la mayoría de los hombres, tenemos nosotros
que permitir que la multitud sufra por el sistema, o cambiar el sistema para que sirva
a la multitud?
Otra materia que será el asunto de estudio en estas lecciones: ¿puesto que el
dinero fue establecido para facilitar la producción y la distribución, tiene uno que
limitar la producción y la distribución al dinero, o relacionar el dinero a la producción
y a la distribución?
Por consiguiente uno ve que el error de confundir los fines por los medios, los
medios por los fines, o de subordinar los fines a los medios, es un error tonto, muy
extendido, que causa mucho desorden.

Los fines de la economía


La palabra economía proviene de dos raíces griegas: Oika, casa y nomos, regla.
La economía trata, por tanto, sobre el buen manejo de una casa, del orden en el
uso de los bienes de la casa.
Podemos definir la economía doméstica como el adecuado manejo de los asuntos
caseros y la economía política como el buen manejo de los asuntos de nuestra gran
casa que es la nación.
Pero, ¿por qué “buen manejo”? ¿Cuándo podemos hablar de buen manejo en lo
que concierne a nuestra casa o a nuestra nación? Hablamos de buen manejo sólo
cuando alcanza su objetivo. Algo es bueno cuando logra los resultados para lo que
fue creado.
El hombre se enrola en diferentes actividades y persigue diferentes fines en
diferentes órdenes y diferentes dominios.
Existen, por ejemplo, actividades morales del hombre que tienen que ver con su
progreso hacia su fin último.
Las actividades culturales influyen en el desarrollo e incremento de su intelecto así
como en la formación de su carácter.

7
Participando en el beneficio de la sociedad, el hombre se enrola en actividades
sociales.
Las actividades económicas tienen que ver con la riqueza temporal.
En sus actividades económicas, el hombre busca la satisfacción de sus
necesidades temporales.
La meta o el fin de las actividades económicas, es, por tanto, el uso de los bienes
terrenos para satisfacer las necesidades temporales del hombre.
Y la economía alcanza su fin cuando los bienes terrenos sirven a las necesidades
humanas.
Las necesidades temporales del hombre son aquellas que le acompañan desde la
cuna hasta la tumba.
Algunas son esenciales, otras no son tan vitales.
El hambre, la sed, el mal tiempo, el cansancio, la enfermedad, la ignorancia, le
crean al hombre la necesidad de alimentarse, de beber, de vestirse, de buscar
refugio, de calentarse, de refrescarse, de descansar, de cuidar de su salud y de
educarse a sí mismo.
Todas estas son necesidades humanas.
La comida, la bebida, la ropa, el refugio, la madera, el carbón, el agua, la cama, los
remedios, los libros de texto de los profesores en las escuelas, todos estos son
factores que deben estar presentes para llenar dichas necesidades.
El unir los bienes con las necesidades, esta es la meta, el fin de la vida económica.
Si esto se logra, la vida económica alcanza su objetivo. Si esto no se logra, o se
alcanza solamente de manera incompleta o errónea, la vida económica fracasa en
su objetivo o sólo lo alcanza imperfectamente.
La meta es empatar los bienes con las necesidades y no únicamente el tenerlos
cerca.
En términos directos, uno puede decir, por tanto, que la economía es buena, que
alcanza su objetivo cuando es suficientemente bien regulada para que la comida
entre al estómago hambriento, para que las ropas cubran los cuerpos, los zapatos
los pies desnudos, para que el fuego caliente las casas en invierno, para que los
enfermos reciban la visita del doctor, para que tanto maestros como alumnos se
encuentren.
Este es el campo de la economía, un campo muy temporal.
La economía tiene su propio fin: satisfacer las necesidades de los individuos.
El hecho de comer cuando uno tiene hambre no es el fin del hombre, no, solo es un
medio que ayuda a encaminarse al fin último.
Pero si la economía es solo un medio para alcanzar el fin último, si solo es un fin
intermedio en el orden general, es sin embargo un medio fin de la economía misma.
Y cuando la economía alcanza su fin característico, cuando permite que los bienes
se junten a las necesidades, es perfecta.
Pero pidamos que sea así.
Es la meta de la economía conseguir este perfecto fin.

Moral y economía
No le pidamos a la economía alcanzar un bien moral, ni a la moral alcanzar un bien
económico.

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Esto sería tan descabellado como intentar ir de Montreal a Vancouver en el
trasatlántico o de Nueva York a Francia en ferrocarril.
Un hombre que esté muriendo de hambre no calmará su hambre recitando el
Rosario sino tomando alimento.
Esto conlleva un orden.
Es el Creador mismo quien lo dispuso de esta forma y vuelve a ello únicamente
siguiendo el orden correcto, a través de un milagro.
Sólo El tiene derecho a romper este orden.
Para saciar el hambre del hombre, es la economía la que debe intervenir y no la
moral.
Y del mismo modo, un hombre con una conciencia sucia no podrá purificarla
mediante una buena comida ni bebiendo en grandes proporciones. Lo que necesita
es ir al confesionario.
Es aquí cuando le toca intervenir a la religión; se trata de una actividad moral no de
una económica.
No cabe duda que la moral debe acompañar todas las actividades del hombre, aun
las de dominio económico.
Pero la moral no reemplaza la economía. La guía en la elección de objetivos y
supervisa la legitimidad de los medios, pero no lleva a cabo lo que le corresponde a
la economía.
Por tanto, cuando la economía no alcanza su objetivo, cuando las mercancías
permanecen en las tiendas o no son producidas y las necesidades continúan
presentándose en los hogares, hay que buscar cuál es la causa en el orden
económico.
Culpemos, desde luego, a los que desorganizan el orden económico, o a los que,
teniendo la misión de gobernarlo, lo dejan en la anarquía. Al no llevar a cabo sus
responsabilidades, son, ciertamente, moralmente responsables y caen bajo la
sanción de la ética.
En efecto, si ambas cosas son realmente distintas, sucede, sin embargo, que
ambas le conciernen al mismo hombre y si una es inmolada, la otra sufre por ello.
El hombre tiene el deber moral de asegurarse que el orden económico, el orden
social temporal, alcance su fin adecuado.
También, a pesar de que la economía es responsable sólo de la satisfacción de las
necesidades temporales del hombre, la importancia de las correctas prácticas
económicas ha sido una y otra vez resaltada por aquellos encargados de cuidar las
almas, ya que normalmente sólo se requiere un mínimo de bienes temporales para
motivar la práctica de la virtud.

El Papa Benedicto XV escribió, “Es en el campo económico que la salvación


de las almas está en riesgo.”

Y Pío XI: “Puede decirse con toda verdad que actualmente las condiciones de
la vida social y económica son tales, que grandes multitudes de hombres
pueden solo con gran dificultad prestar atención a lo único que es
verdaderamente necesario, luchar por su salvación.”
(Carta Encíclica Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931).

9
El fin social y muy humano del organismo económico está resumido en este párrafo
de Quadragesimo Anno: “El organismo social y económico será firmemente
establecido y logrará su meta, cuando le asegure a todos y cada uno los bienes que
le corresponden a través de la riqueza y los recursos naturales, los avances
tecnológicos y la organización social de los asuntos económicos.”
A TODOS y CADA UNO deben asegurárseles todos los bienes que la naturaleza y
la industria pueden proveer.
El fin de la economía es por tanto, la satisfacción de TODAS las necesidades de los
consumidores.
El fin es el consumo; la producción es únicamente un medio.
El hacer que la economía detenga la producción es invalidarla.
La Economía no debe solamente financiar la producción; debe también financiar el
consumo.
La Producción es el medio, el consumo es el fin.
En un orden donde el fin gobierna los medios, es el hombre como consumidor quien
se encarga de toda la economía.
Y dado que cada hombre es un consumidor es todo hombre el que contribuye a
orientar la producción y la distribución de bienes.
Una verdadera economía humana es social, como ya lo hemos dicho: debe
satisfacer a TODOS los hombres.
Por tanto, TODOS y CADA UNO deben dar las órdenes para la producción de
bienes – por lo menos para satisfacer sus necesidades básicas, a medida que la
producción esté en una posición de responder a dichas órdenes.

La Política de una Filosofía


El Crédito Social no es una utopía, sino que se basa en una comprensión exacta de
la realidad, en la correcta relación entre el hombre y la sociedad en la que vive.
Como manifestó Clifford Hugh Douglas, el Crédito Social es la política de una
filosofía.
Una política, son las acciones que tomamos para alcanzar una meta, y esta política,
o actos, se basa en una concepción de la realidad o, en otras palabras, una
filosofía.
El Crédito Social proclama una filosofía que ha existido desde que el hombre ha
vivido en sociedad, pero que es terriblemente ignorada en la práctica
– más que nunca en nuestros tiempos.
Esta filosofía, tan vieja como la sociedad
– por lo tanto tan vieja como la raza humana
– es la filosofía de la asociación. La doctrina social de la Iglesia utilizaría el término
de bien común.
La filosofía de asociación por lo tanto es la unión de todos los asociados para el
bien todos sus miembros, de cada uno de ellos.
La filosofía del Crédito Social, es la filosofía de la asociación aplicada a la sociedad
en general, a la provincia o la nación.
La Sociedad existe para el beneficio de todos sus miembros, para cada uno de
ellos.

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El Crédito Social es la doctrina de la sociedad para el beneficio de todos los
ciudadanos.
Es por esta razón que el Crédito Social es, por definición, lo opuesto al monopolio:
al monopolio de la economía, de la política, del prestigio, de la fuerza bruta.
Definiremos al Crédito Social como un sistema de la sociedad al servicio de cada
uno de sus miembros, en el cuál la política se encuentra al servicio de cada uno de
sus ciudadanos, y la economía al servicio de cada uno de sus consumidores.
Ahora definamos el monopolio: la explotación de la organización social al servicio
de pocos privilegiados individuos, en la cuál, la política está al servicio de unos
clanes llamados partidos, y la economía está al servicio de unos pocos financieros,
de unos pocos ambiciosos e inescrupulosos empresarios.
Muy a menudo, aquellos que condenan los monopolios se detienen ante
monopolios de industrias específicas: el monopolio eléctrico, el monopolio del
carbón, el monopolio del azúcar, etc.
Ellos ignoran el monopolio más pernicioso de todos, en el área económica: el
monopolio del dinero y del crédito; el monopolio, que cambia el progreso de un país
en una deuda pública; el monopolio que, al controlar el volumen del dinero, regula el
nivel de vida de los seres humanos, sin ninguna relación con las realidades de
producción y las necesidades de las familias.
El objetivo del Crédito Social es “regresar a la realidad” o “expresar en términos
prácticos” en el mundo actual, sobre todo el mundo de la política y de la economía,
aquellas creencias sobre la naturaleza de Dios y el hombre y el universo que
constituye la Fe Cristiana, como nos fue transmitida por nuestros antepasados, y
NO como ha sido alterada y pervertida para satisfacer a la política o economía
actual, que nacen de fuentes No-Cristianas.
El hombre vive en una sociedad, en un mundo sumiso a las leyes de Dios:
las leyes de la naturaleza (las leyes físicas de la creación), y las leyes morales de
Dios (los 10 mandamientos).
La aceptación y el conocimiento de estas leyes implican el conocimiento de las
consecuencias de su violación.
El aceptar la Ley Natural es el reconocer que es una realidad ineludible, y que todas
las personas, ya sea como individuos o colectivamente en sociedad, están sujetos a
la Ley Natural.
Cada evento que ocurre en el plano físico son innumerables ilustraciones de las
leyes del universo físico.
Por ejemplo, si un hombre salta de un avión, él no rompe la ley de la gravedad…él
solamente la ilustra, la demuestra.
Esa observación es aplicable a todas las leyes naturales.
Estas leyes están lejos de la abrogación del hombre
– No pueden ser desobedecidas
–las sanciones que las aplican son irresistibles.
Las cadenas (acuerdos de asociaciones leyes hechas por los hombres) que los
individuos en la sociedad han forjado para ellos mismos, son opcionales, mientras
que la Ley Natural y sus consecuencias son ineludibles.
Por ejemplo, el dinero es un sistema hecho por el hombre, no es un sistema creado
por Dios o la naturaleza: este puede ser cambiado por el hombre.

11
El equilibrio del medio ambiente, sin embargo, ha sido creado por Dios, y no puede
ser roto sin consecuencias.
Si nosotros producimos bienes sin respetar el medio ambiente, si contaminamos y
desperdiciamos los recursos, dados a nosotros por Dios, tendremos que sufrir las
consecuencias.

El Crédito Social:
la confianza que mantiene unida a una sociedad
En su pequeño libro “¿Que es el Crédito Social?”, Geoffrey Dobbs escribió:
“El crédito social (sin mayúsculas) es el nombre de algo que existe en todas las
sociedades pero que nunca antes tuvo nombre porque se daba por sentado.
Solo nos damos cuenta de que existe cuando lo perdemos.
‘Crédito’ es un sinónimo de ‘fe’, o ‘confianza’, así que podemos tomarlo como la fe o
la Confianza que mantiene unida a cualquier sociedad – la confianza o creencia
recíproca en los demás que sustituye el miedo por la confianza, como el ‘pegante’
de la sociedad (…). Aunque ninguna sociedad puede existir sin algún tipo de crédito
social, es en su máxima expresión que la Religión Cristiana es practicada, y en su
mínima expresión se le niega y degrada.
“El crédito social es por ende un resultado, o expresión practica de una Cristiandad
real en la sociedad, uno de sus frutos mas reconocibles; es el fin y la política de los
creditistas incrementarlo, y luchar por evitar que disminuya.
Hay un sinnúmero de ejemplos comunes de lo que damos por sentado todos los
días de nuestras vidas.
¿Como podemos vivir con alguna paz o comodidad si no podemos confiar en
nuestros vecinos?
¿Como podemos usar los caminos si no confiamos en que otros van a respetar las
normas de transito? (¡y que ocurre cuando no lo hacen!).
“¿De que serviría plantar cualquier cosa en los jardines, en las granjas o huertas si
otros lo robaran?
¿Como podría cualquier actividad económica progresar – bien sea produciendo, o
vendiendo, o comprando – si la gente no puede, en general, confiar en la
honestidad y en la honradez?
¿Y que pasa cuando el concepto Cristiano del matrimonio, y la familia y crianza
Cristianas, son abandonados?
¿Lo vemos, o no?, que el Cristianismo es algo real con consecuencias practicas de
vital importancia, y bajo ninguna circunstancia un simple conjunto de opiniones
‘opcionales’ para aquellos a quienes suelen agradar”.
Uno podría añadir que sin respeto al crédito social, a las normas que rigen la
sociedad, cualquier vida en sociedad seria imposible, aunque se envíe un oficial de
la policía a cada esquina, porque no se podría confiar en nadie.

“Descrédito” Social
El Sr. Dobbs continua diciendo: “Así como hay creditistas sociales, conscientes e
inconscientes, tratando de construir el crédito social (la confianza en que podemos
vivir juntos en la sociedad y beneficiarnos de ello), también hay otros, -

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desacreditadores sociales – intentando destruir y dañar esa confianza, hoy en día,
con demasiado éxito.
Los desacreditadores conscientes incluyen a los comunistas y otros revolucionarios,
quienes abiertamente buscan despedazar todos los lazos de confianza que
permiten que nuestra sociedad funcione cada día, hasta el Día de la Revolución....
Pero son los desacreditadores inconscientes los responsables, en Occidente, del
éxito de los conscientes…
“¿Por que las tiendas y los fabricantes nos embuten tantas cosas regulares,
ordinarias y desechables, a precios ofensivos, y nos engañan para que las
compremos con empaques llamativos y publicidad?
Por que la mayoría de servicios de reparación son tan escandalosamente lentos,
costosos e ineficientes, y tantos pequeños servicios que hacían la vida más fácil
son ahora insostenibles? Y sobre todo, ¿por que millones de personas decentes y
trabajadoras de todas las clases participan en huelgas deliberadamente diseñadas
para dañar los servicios que se prestan a sus semejantes?
¿Que puede hacer que la gente decente descienda a este nivel espiritual?
Todos sabemos que es.
Hay un factor común que corre a través de toda esta acción destructora y
desacreditadora: la necesidad compulsiva de tener más dinero para pagar el
creciente costo de vida.
“Así que ahora al fin hemos llegado a la cuestión del dinero, que es lo que algunas
personas piensan que es todo en lo que consiste el Crédito Social; ¡pero no lo es!
El Crédito Social es un intento de aplicar el Cristianismo en los asuntos de la
sociedad; pero si el dinero se interpone, entonces nosotros, y todo cristiano, debe
preocuparse del dinero y su naturaleza, y por que se interpone, como seguramente
lo hace.
Existe una necesidad imperiosa de que mas gente observe profundamente la
operación de nuestro sistema monetario, aunque no sea el trabajo de todos.
Pero cuando las consecuencias son tan desesperantes, todos pueden al menos
distinguir lo que esta mal, y corregirlo, lo cual les permitiría actuar en
concordancia....”

Preguntas de la unidad 1

El objetivo de la economía
Después de leer (y sobre todo luego del estudio) de esta lección, el lector debe ser
capaz de responder a las siguientes preguntas (una buena comprensión del texto
implica que podemos explicar lo que leemos en nuestras propias palabras):
1. ¿Cuál es el objetivo real de la economía?
2. ¿Es la creación de empleos un fin o un medio? Explique
3. ¿Cuál es la verdadera riqueza: el dinero o los bienes?
4. Se ha dicho que el Crédito Social es la política de una filosofía. Explique ¿cuál es
ésta filosofía?
5. Dé ejemplos de leyes que pueden o no ser cambiadas.
6. ¿Cómo definió Geoffrey Dobbs el Crédito Social como el crédito de la sociedad?
Dé ejemplos de lo que esto significa para el cristianismo y nuestras vidas diarias.

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7. Dobbs también habló “del descrédito social”, de aquellos que destruyen el Crédito
Social, conscientemente o inconscientemente. Dé ejemplos de esto.

LECCIÓN 2

La encíclica “Caritas in veritate” de S.S. Benedicto XVI sobre el desarrollo humano


integral
El 7 de Julio de 2009, el Vaticano hizo publica la tercera carta encíclica de
Benedicto XVI, titulada Caritas in veritate
(La Caridad en la verdad, según las primeras palabras en Latín de la encíclica),
refiriéndose sobre «el desarrollo humano integral en la caridad y la verdad» y
publicada con ocasión del 40o aniversario de la encíclica Populorum progressio del
papa Pablo VI, sobre el desarrollo de los pueblos.
Esta encíclica de Benedicto XVI fue esperada desde el ano 2007 (ya que la
encíclica de Pablo VI data de 1967), pero como lo dijo el Santo-padre, debió
retrasar su salida para allí hacer algunas añadiduras que tienen en cuenta la crisis
financiera actual.
El día siguiente, el 8 de julio de 2009, en la audiencia del miércoles en la Plaza de
San Pedro, Benedicto XVI ofrecía un resumen de su nueva encíclica, recordando
que la Iglesia no ofrecía soluciones técnicas, sino principios en los cuales todo
sistema económico y financiero debe estar basado para estar verdaderamente al
servicio de la persona humana:
«El Papa aseguró que "un futuro mejor para todos es posible, si se funda en el
descubrimiento de los valores éticos fundamentales.
Es necesario por tanto un nuevo programa económico, basándose en el
fundamento ético de la responsabilidad ante Dios y ante el ser humano como
criatura de Dios".»
«La encíclica ciertamente no mira a ofrecer soluciones técnicas a las grandes
problemáticas sociales del mundo actual --no es la competencia del magisterio de la
Iglesia (Cf. n. 9)--.
Ésta recuerda sin embargo los grandes principios que se revelan indispensables
para construir el desarrollo humano en los próximos años. Entre éstos, en primer
lugar, la atención a la vida del hombre, considerada como centro de todo verdadero
progreso.»
La Iglesia deja a los fieles el cuidado de implementar el sistema que aplicaría mejor
los principios de su doctrina social.
Entonces, a nuestro conocimiento, ninguna otra solución aplicaría tan
perfectamente la doctrina social de la Iglesia como las proposiciones financieras del
Crédito Social del ingeniero escocés Clifford Hugh Douglas, tales como han sido
explicadas por Luis Even desde hace ya 70 años. (Una comisión de nueve teólogos
autorizados por los obispos de Quebec en 1939 concluyó por otra parte que el
Crédito Social no estaba impregnado ni de socialismo ni de comunismo, y que todo
católico era libre de adherirse a esto y de propagarlo.)
En Caritas en Veritate, Benedicto XVI recuerda el mensaje central de la encíclica
Populorum Progressio de Pablo VI, es decir, que para ser autentico, el desarrollo
«debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre».

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«El Evangelio», Benedicto XVI dijo en su audiencia del Miércoles, «nos recuerda
que no sólo de pan vive el hombre: no sólo con bienes materiales se puede
satisfacer la profunda sed de su corazón.
El horizonte del hombre es indudablemente más alto y más vasto; por esto todo
programa de desarrollo debe tener presente, junto a lo material, el crecimiento
espiritual de la persona humana, que está dotada de alma y cuerpo.
Este es el desarrollo integral, al que constantemente se refiere la doctrina social de
la Iglesia.»
Para ser verdadero, el progreso no debe ser sólo económico y tecnológico, sino
también moral.
El hombre, ya que tiene un cuerpo y un alma, tiene necesidades materiales y
espirituales.
Numerosos artículos en números precedentes de San Miguel mostraron cómo la
filosofía del Crédito Social daría cumplimiento maravillosamente a las enseñanzas
de los Papas.
La nueva encíclica de Benedicto XVI no es una excepción, esta también contiene
varios principios que, a nuestro conocimiento, pueden ser aplicados sólo por el
Crédito Social, como podremos verlo en los párrafos siguientes.

Redefinir el fin de la economía


En el párrafo 32 de la nueva encíclica podemos leer : «el aumento masivo de la
pobreza relativa, no sólo tiende a erosionar la cohesión social y, de este modo,
poner en peligro la democracia, sino que tiene también un impacto negativo en el
plano económico por el progresivo desgaste del «capital social», es decir, del
conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son
indispensables en toda convivencia civil… Esto exige «una nueva y más profunda
reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines»
Aquellos que hemos leído el libro de Louis Even, “En esta era de abundancia”, o el
“Cursillo de la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia en economía”, sabemos
que es importante no confundir los fines y los medios. El objetivo, el fin de la
economía, es garantizar que los productos lleguen a los que los necesitan, es decir,
no sólo para producir lo necesario de la vida, sino también para asegurar que estas
cosas realmente lleguen a las personas que lo necesitan, y que los productos no
estén sólo en las vitrinas, y la gente se muera de hambre.
Por lo tanto, el fin de la economía, no es acerca de la producción ni de la
distribución. Hoy en día, lo que abunda es la producción, es la distribución de la que
se carece.
Cuando el Santo-padre habla de «capital social», del «conjunto de relaciones de
confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda
convivencia civil», esto nos recuerda las palabras de Geoffrey Dobbs mencionadas
en la lección 1 del libro Cursillo de Doctrina Social de la Iglesia:
«La palabra “crédito” es sinónimo de fe o de confianza ... el crédito social, es pues
la confianza que mantiene unida a cualquier sociedad…
¿Como podemos vivir con alguna paz o comodidad si no podemos confiar en
nuestros vecinos?

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¿Como podemos usar los caminos si no confiamos en que otros van a respetar las
normas de transito?
¿Y que pasa cuando el concepto Cristiano del matrimonio, y la familia y educación
Cristianas, son abandonados?»
El fin de la economía, no es proporcionar empleos, ni obtener ganancias, o el
crecimiento a toda costa (así como ha dicho Benedicto XVI en el párrafo 68:
«el desarrollo económico se manifiesta ficticio y dañino, cuando se apoya en los
"prodigios" de las finanzas para sostener un crecimiento artificial atado a un
consumo excesivo»; todo esto son sólo unos medios: el fin, es la satisfacción de las
necesidades humanas, respetando la dignidad y la libertad de la persona humana.
Si los productos pueden ser producidos con menos trabajo humano, por las
máquinas, esto es una buena cosa, porque esto les da más tiempo libre a los seres
humanos para dedicarse a otras actividades (como ocuparse de su familia),
actividades de su elección.
(Pero esto, a condición de recibir una renta para reemplazar el salario perdido con
la introducción de la máquina; es lo que haría el dividendo del Crédito Social.)
La ganancia no es el fin último, es un medio.
El fin, el objetivo, es la satisfacción de las necesidades humanas. Benedicto XVI lo
afirma en el numeral 21:
«La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido, tanto
en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio,
cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de
destruir riqueza y crear pobreza.»
Las finanzas también son un medio, un instrumento, y no un fin : su fin es financiar
la producción y la distribución.
Las finanzas también deben estar sometidas a las reglas morales: «se requiere que
las finanzas mismas, que han de renovar necesariamente sus estructuras y modos
de funcionamiento tras su mala utilización y que tuvo consecuencias nefastas sobre
la economía real, vuelva a ser un instrumento encaminado a la mejor producción de
riquezas y desarrollo.
Toda la economía y todas las finanzas, y no solo algunos de sus sectores, en
cuanto instrumentos, deben ser utilizados de manera ética con el fin de crear las
condiciones favorables para el desarrollo del hombre y de los pueblos. » (Caritas in
veritate, n. 65.)
Juan Pablo II hablaba de sistemas erigidos en «estructuras de pecado» («el deseo
exclusivo de ganancias y la sed de poder con el fin de imponerles a otros su propia
voluntad», Cf. encíclica Sollicitudo rei socialis, n.37), pero estos sistemas son
administrados por seres humanos, que tienen también sus responsabilidades.
Benedicto XVI añade, en Caritas in veritate, que « El desarrollo es imposible sin
hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan
fuertemente en su conciencia la llamada al bien común.
Cuando predomina la absolutización de la técnica se produce una confusión entre
los fines y los medios: el empresario considera como único criterio de acción el
máximo beneficio en la producción; el político, la consolidación del poder; el
científico, el resultado de sus descubrimientos. » (n. 71.)

16
Los problemas actuales
El Papa continúa, describiendo los problemas actuales de la economía y de la
sociedad: « Las fuerzas técnicas empleadas, los intercambios planetarios, los
efectos perniciosos sobre la economía real de una actividad financiera mal utilizada
y, lo que es más, especulativa, los imponentes flujos migratorios frecuentemente
provocados y después administrados de modo inapropiado, o la explotación
anárquica de los recursos de la tierra, nos conducen hoy a reflexionar sobre las
medidas necesarias para solucionar problemas que no sólo son nuevos respecto a
los afrontados por el Papa Pablo VI, sino también, y sobre todo, que tienen un
impacto decisivo para el bien presente y futuro de la humanidad. (…) La crisis nos
obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas
formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las
negativas. (n.21)
«Se sigue produciendo el escándalo de las disparidades hirientes.
Lamentablemente, hay corrupción e ilegalidad tanto en el comportamiento de
sujetos económicos y políticos de los países ricos, nuevos y antiguos, como en los
países pobres. (…)(n. 22.)
El mercado, al hacerse global, ha estimulado, sobre todo en países ricos, la
búsqueda de áreas en las que emplazar la producción a bajo coste con el fin de
reducir los precios de muchos bienes… Consiguientemente, el mercado ha
estimulado nuevas formas de competencia entre los estados con el fin de atraer
centros productivos de empresas extranjeras, adoptando diversas medidas… las
políticas de equilibrio presupuestario, con los recortes al gasto social, con
frecuencia promovidos por las instituciones financieras internacionales, pueden
dejar a los ciudadanos impotentes ante riesgos antiguos y nuevos.» (n. 25.)
Nos peleamos entre naciones para atraer los famosos empleos, con riesgo de
pagar subvenciones extravagantes: para tomar sólo un ejemplo muy reciente: ha
sido calculado que la ayuda de los gobiernos Canadiense (federal) y de Ontario
(provincial) durante el último junio para salvar a General Motors equivale a 1 400
000 dólares por empleado… así se hace caro un puesto de trabajo, pero esto es lo
que sucede cuando el medio (el empleo) es más importante que el fin (la
satisfacción de las necesidades humanas).

Dar de comer al hambriento


«En muchos países pobres persiste, y amenaza con acentuarse, la extrema
inseguridad de vida a causa de la falta de alimentación: el hambre causa todavía
muchas víctimas entre tantos Lazaros a los que no se les consiente sentarse a la
mesa del rico epulón, como en cambio Pablo VI deseaba[64].
Dar de comer a los hambrientos (Cf. Mt 25,35.37.42) es un imperativo ético para la
Iglesia universal, que responde a las enseñanzas de su Fundador, el Señor Jesús…
Eliminar el hambre en el mundo se ha convertido también en una meta que se ha
de lograr para salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta.
El hambre no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de
recursos sociales, el más importante de los cuales es de tipo institucional.
Es decir, falta un sistema de instituciones económicas capaces, tanto de asegurar
que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y adecuada desde el

17
punto de vista nutricional, como de afrontar las exigencias relacionadas con las
necesidades primarias y con las emergencias de crisis alimentarias reales,
provocadas por causas naturales o por la irresponsabilidad política nacional e
internacional.
«El problema de la inseguridad alimentaria debe ser afrontado en una perspectiva a
largo plazo, eliminando las causas estructurales que lo provocan y promoviendo el
desarrollo agrícola de los países más pobres mediante inversiones en
infraestructuras rurales, sistemas de riego, transportes, organización de los
mercados, formación y difusión de técnicas agrícolas apropiadas, capaces de
utilizar del mejor modo los recursos humanos, naturales y socio-económicos, que se
puedan obtener preferiblemente en el propio lugar, para asegurar así también su
sostenibilidad a largo plazo.» (n. 27.)
Justicia distributiva
Así como ha señalado el Papa, no es la producción la que falta
(«no hay carencia de recursos materiales») sino que lo que falla es la distribución,
hay pues que recurrir a la « justicia distributiva », a la distribución por un dividendo:
« La doctrina social de la Iglesia nunca dejó de poner en evidencia la importancia de
la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado… (n. 35.)
La vida económica tiene sin duda alguna necesidad del contrato (los salarios a
cambio del trabajo proporcionado) para reglamentar las relaciones de intercambio
entre valores equivalentes.
Pero necesita igualmente leyes justas y formas de redistribución guiadas por la
política, además de obras caracterizadas por el espíritu del don.» (n. 37.)
Los que han estudiado el Crédito Social saben que los salarios no bastan para
comprar toda la producción y, además, que no es todo el mundo quien esta
empleado en la producción (entre otros, gracias a las máquinas que reemplazan el
trabajo humano).
Es la razón por la cual el Crédito Social propone un dividendo a cada ser humano
(además de los salarios a los que trabajan), ya que cada ser humano es
verdaderamente copropietario, coheredero de los dos factores más grandes de la
producción : las riquezas naturales (el sol, el agua, la lluvia, el viento, los minerales,
dones de Dios para todos los hombres), y el progreso, la herencia de las
invenciones de las generaciones pasadas.
En Caritas in veritate, Benedicto XVI insiste mucho en la economía del don, la
economía de gratuidad, tanto a nivel de las personas como instituciones. Todo no
puede ser calculado en salarios, mucho se puede hacer a través del voluntariado.
En un sistema de Crédito Social, los ciudadanos tendrían la seguridad económica
garantizada por el dividendo, la ayuda mutua y el voluntariado crecerían del todo,
naturalmente.
Dios mismo nos colma de gratuidades con los recursos naturales y el alimento que
nos da en abundancia: el dividendo sería el reflejo de esta generosidad, estas
gratuidades de Dios.
Karl Marx argumento que el trabajo creaba toda la riqueza.
Adam Smith decía que el capital (el que invierte dinero en una empresa) tenía
también su parte.

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Pero ambos ignoran lo que Douglas llama "la herencia cultural", esta herencia
famosa de los recursos naturales y de las invenciones, responsable de más del 90
% de la producción del país.
Juan Pablo II escribía en 1981 en su encíclica Laborem exercens, sobre el trabajo
humano lo siguiente (n. 13):
« El hombre, trabajando en cualquier puesto de trabajo, ya sea éste relativamente
primitivo o bien ultramoderno, puede darse cuenta fácilmente de que con su trabajo
entra en un doble patrimonio: es decir, en el patrimonio de lo que ha sido dado a
todos los hombres con los recursos de la naturaleza y de lo que los demás ya han
elaborado anteriormente sobre la base de estos recursos, ante todo desarrollando
la técnica, es decir, formando un conjunto de instrumentos de trabajo, cada vez más
perfectos: el hombre, trabajando, al mismo tiempo «reemplaza en el trabajo a los
demás»
Benedicto XVI habla así de la técnica en su nueva encíclica (n. 69): «La técnica
permite dominar la materia, reducir los riesgos, ahorrar esfuerzos y mejorar las
condiciones de vida... La técnica, por lo tanto, se inserta en el mandato de cultivar y
custodiar la tierra (Cf. Gn 2, 15) a que el Dios le confió al hombre, y se orienta a
reforzar esa alianza entre ser humano y medio ambiente que debe reflejar el amor
creador de Dios.»
El Sumo pontífice añade que, como toda actividad humana, la técnica debe estar
sometida a la moral, sobre todo en el dominio de la biotecnología (la fecundación in
vitro, la investigación con embriones, la posibilidad de la clonación humana) donde
el peligro de manipulación de la vida humana es omnipresente, «donde se plantea
con una fuerza dramática la cuestión fundamental de saber si el hombre es un
producto de sí mismo o si depende de Dios» (n. 74).
El saqueo de los recursos
En el párrafo 49 de Caritas in veritate, Benedicto XVI habla de «el acaparamiento
por parte de algunos estados, grupos de poder y empresas de recursos energéticos
no renovables, es un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres.
Éstos no tienen medios económicos ni para acceder a las fuentes energéticas no
renovables ya existentes ni para financiar la búsqueda de fuentes nuevas y
alternativas.
El acaparamiento de los recursos naturales que, en muchos casos, se encuentran
precisamente en los países pobres, causa explotación y conflictos frecuentes entre
las naciones y en su interior.
Dichos conflictos se producen con frecuencia precisamente en el territorio de esos
países, con graves consecuencias de muertes, destrucción y mayor degradación
aún.
La comunidad internacional tiene el deber imprescindible de encontrar los modos
institucionales para ordenar el aprovechamiento de los recursos no renovables, con
la participación también de los países pobres, y planificar así conjuntamente el
futuro.»
Un ejemplo que viene en seguida a la mente es el de la República democrática del
Congo (RDC, o antiguo Zaire).
África es el continente mártir del mundo moderno, y RDC es el corazón sangriento.
Cada mes, 45 000 Congolés mueren por la guerra. La Misión de las Naciones

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Unidas (20 000 empleados y 1 mil millones de dólares de presupuesto al año)
observa y cuenta a los muertos, sin intervenir (lo que hace a los obispos del RDC
manifestar «no necesitamos a la ONU para contar a nuestros muertos», sobre todo
si esto cuesta mil millones de dólares).
Estas guerras en la República democrática del Congo, que han dado ya más de 10
millones de muertos desde 1994, lanzadas por rebeldes con el sostén de los
vecinos de Ruanda, de Uganda y de Burundi, esconden el saqueo de los minerales
(coltan, metal mágico de la telefonía celular, diamante, cobalto, o cobre) y otros
recursos en provecho de las empresas multinacionales. Las exportaciones mineras
congolesas giran alrededor de 3 mil millones de dólares al año, pero los minerales
saqueados valen por lo menos el doble, mientras que el 75 % de los Congoleses
viven bajo el umbral de pobreza, con menos de un dólar al día.
El Papa añade «que es posible mejorar hoy la productividad energética y que es
posible, al mismo tiempo, hacer progresar la búsqueda de energías alternativas.»
Por ejemplo, en el documental “Home” del fotógrafo y cineasta Yann Arthus-
Bertrand, presentado en más de 130 países en el día mundial del medio ambiente,
el 5 de junio de 2009, explica allí, entre otras cosas que:

«El sol es la primera fuente de energía de la tierra;


¿Acaso, lo qué hace el vegetal capturando su energía (por la fotosíntesis), los
hombres no pueden hacerlo? En una hora, el sol da a la tierra la Energía consumida
por toda la humanidad en un año.
Mientras la tierra exista, la energía del sol es inagotable.
Basta con dejar de cavar en el suelo (para extraer de allí petróleo y otras fuentes de
energía no renovables contaminantes) y de levantar los ojos hacia el cielo»
(en el sentido propio como en el sentido figurado, podríamos añadir).
Las tecnologías alternativas existen, a costes irrisorios (como el sol, que ninguna
multinacional puede controlar), pero son las fuerzas poderosas y financieras que
todavía imponen el uso del petróleo.
El verdadero problema: la disminución de la natalidad
Durante muchos años hemos oído de los llamados expertos
afirmar que hay demasiadas personas sobre el planeta, que no hay suficientes
recursos para que todo el mundo pueda vivir, y que hay que recurrir al aborto, la
contracepción (y las guerras, las epidemias y hambres que echan una mano
también) para reducir drásticamente a la población.
(Varios países desarrollados adjuntan también por otra parte como condición a su
ayuda a los países en vías de desarrollo la imposición del aborto y de los medios
artificiales de contracepción.)
Benedicto XVI destruye este mito maltusiano declarando que el problema verdadero
hoy en el mundo, no es la superpoblación, pero la disminución de la natalidad, o lo
que algunos llaman "el invierno demográfico" (n. 44):
«Considerar el aumento de población como la primera causa del subdesarrollo,
incluso desde el punto de vista económico, es incorrecto: baste pensar, por un lado,
en la notable disminución de la mortalidad infantil y el aumento de la edad media
que se produce en los países económicamente desarrollados y, por otra, en los

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signos de crisis que se perciben en la sociedades en las que se constata una
preocupante disminución de la natalidad (…)
«La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica.
Grandes naciones han podido salir de la miseria gracias también al gran número y a
la capacidad de sus habitantes.
Al contrario, naciones en un tiempo florecientes pasan ahora por una fase de
incertidumbre, y en algún caso de decadencia, precisamente a causa del bajo
índice de natalidad, un problema crucial para las sociedades de mayor bienestar.
La disminución de los nacimientos, a veces por debajo del llamado «índice de
reemplazo generacional», pone en crisis incluso a los sistemas de asistencia social,
aumenta los costes, merma la reserva del ahorro y, consiguientemente, los recursos
financieros necesarios para las inversiones, reduce la disponibilidad de trabajadores
cualificados y disminuye la reserva de «cerebros» a los que recurrir para las
necesidades de la nación. …
«Son situaciones que presentan síntomas de escasa confianza en el futuro y de
fatiga moral.
Por eso, se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir
proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio,
su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la
persona. En esta perspectiva, los estados están llamados a establecer políticas que
promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio
entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad[112],
haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto
de su naturaleza relacional.»
Añadiremos que bajo un sistema de Crédito Social, la llegada de un nuevo niño en
la familia no sería una carga financiera, ya que este recién nacido recibiría también
su dividendo, como nuevo accionista de las riquezas del país, aumentando así los
ingresos familiares.
El medio ambiente
Otra preocupación cada vez más actual, es el medio ambiente, el equilibrio
ecológico del planeta que es amenazado por la polución y el despilfarro de los
recursos — problemas que, como lo saben los estudiantes asiduos del Crédito
Social, son directamente causados por el actual sistema financiero que, conduce
entre otras cosas, a la creación de necesidades inútiles, para crear empleos que no
son necesarios verdaderamente.
Douglas señalo correctamente que una vez que las necesidades básicas de la
gente estén aseguradas, la mayoría se contentarían con un estilo de vida mucho
más simple, lo que reduciría en mucho la destrucción del medio ambiente.
Desde luego, el Papa Benedicto XVI no se olvida de la cuestión del medio ambiente
en su nueva encíclica (n. 48) :
«El tema del desarrollo está también muy unido hoy a los deberes que nacen de la
relación del hombre con el ambiente natural.
Éste es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una
responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad.
Cuando se considera la naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o

21
del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de la responsabilidad en las
conciencias.
El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención
creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer
sus legítimas necesidades —materiales e inmateriales— respetando el equilibrio
inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por
considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella.
Ambas posturas no son conformes con la visión cristiana de la naturaleza, fruto de
la creación de Dios… La naturaleza está a nuestra disposición no como un «montón
de desechos esparcidos al azar»,[116] sino como un don del Creador que ha
diseñado sus estructuras intrínsecas para que el hombre descubra las orientaciones
que se deben seguir para «guardarla y cultivarla» (Cf. Gn 2,15).
«En nuestra tierra hay lugar para todos: en ella toda la familia humana debe
encontrar los recursos necesarios para vivir dignamente, gracias a la naturaleza
misma, don de Dios a sus hijos, por el esfuerzo de su trabajo y de su creatividad.
Debemos sin embargo ser conscientes del deber grave que tenemos de dejar la
tierra a las nuevas generaciones en un estado en el que ellas también puedan
habitarla dignamente y seguir cultivándola.» (n.50)
Salvar la naturaleza, los animales, los bebés focas, está bien, pero salvar a los
seres humanos, es todavía más importante. Benedicto XVI explica: « Considerar la
naturaleza como más importante que la persona humana misma es contrario al
verdadero desarrollo.
Esta posición conduce a actitudes neopaganas (hacer de la tierra una diosa, Gaia la
madre-tierra)… Por otra parte, también es necesario rechazar la posición contraria,
que mira a su completa tecnificación, porque el ambiente natural no es solo material
disponible a nuestro gusto, sino obra admirable del Creador, y que lleva en sí una
"gramática" que indica una finalidad y criterios para que sea utilizado con sabiduría
y no explotado de manera arbitraria.» (n.48)
De este sujeto, Jean-Paúl II escribía en su encíclica Centesimus annus (n. 38):
«Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la
más grave aún del ambiente humano, al que, sin embargo, se está lejos de prestar
la necesaria atención.
Mientras nos preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de
preservar los «hábitat» naturales de las diversas especies animales amenazadas de
extinción, porque nos damos cuenta de que cada una de ellas aporta su propia
contribución al equilibrio general de la tierra, nos esforzamos muy poco por
salvaguardar las condiciones morales de una auténtica «ecología humana»."
La familia fundada en el matrimonio
Si existen unas leyes que hay que respetar para conservar el equilibrio de la
naturaleza, existen también leyes que hay que respetar (que también han sido
dadas por Dios) para conservar el equilibrio del medio ambiente humano,
comenzando con el respeto por la familia, fundada sobre el matrimonio entre un
hombre y una mujer.
Benedicto XVI desarrolla sobre este punto en su encíclica (n. 51) :
«Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la
concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones

22
humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de
ecología humana y con ello de la ecología ambiental.
Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente
natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El
libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la
sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el
desarrollo humano integral.
Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos
para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros.»
En su primera encíclica, Deus caritas es (Dios es amor, n. 25-26), Benedicto XVI
escribía: «La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe
haber nadie que sufra por falta de lo necesario. el objetivo de un orden social justo
es garantizar a cada uno, respetando el principio de subsidiaridad, su parte del bien
común.»
Benedicto XVI concluye que para poder cambiar el mundo y hacerlo conforme con
la voluntad de Dios, para poner fin al escándalo de la pobreza y del hambre en el
mundo, debemos darnos cuenta que somos todos hijos de Dios, hijos del mismo
Padre, que el amor de Dios debe estar acompañado necesariamente del amor al
prójimo (n. 78) :
«Sin Dios el hombre no sabe adonde ir ni tampoco logra entender quién es. Ante los
grandes problemas del desarrollo de los pueblos, que nos impulsan casi al
desasosiego y al abatimiento, viene en nuestro auxilio la palabra de Jesucristo, que
nos hace saber: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Y nos anima: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo» (Mt
28,20). La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el
duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos,
entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las
realidades humanas.»
El Papa no apoya la creación de un Gobierno Mundial
La mayoría de los periódicos y otros medios de información emplearon una sola
frase de la nueva encíclica de Benedicto XVI, y titulan en grandes encabezados:
El Papa aboga por «una autoridad política mundial», o también un « gobierno
mundial ».
Estas ideas no están basadas ni en la realidad ni en una clara lectura de la encíclica
Papal.
El Papa habla directamente contra un gobierno mundial que aboliría todos los
Estados nacionales.
Y, como sería esperado de aquellos que han leído sus escritos anteriores, pide la
reforma masiva de las Naciones Unidas.
La confusión parece haber venido del párrafo 67 de la encíclica, que tiene algunas
citas sacadas de contexto, que han condimentado las páginas de noticias del
mundo, desde el New York Times hasta aquellos sitios de Internet que ven al Papa
como el Anticristo.
El párrafo de la encíclica que se cita fuera de contexto, puede dejar una cierta duda;
se lee como sigue (n. 67):

23
«Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la
crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes,
para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para
garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la
presencia de una verdadera Autoridad política mundial, como fue ya esbozada por
mi Predecesor, el Beato Juan XXIII.»
Sin embargo, en el párrafo 41, el Santo padre explica este concepto de "autoridad
política mundial" que, lejos de abolir el Estado-nación, reforzaría más bien el papel
de los Estados:
«Al igual que se pretende cultivar una iniciativa empresarial diferenciada en el
ámbito mundial, también se debe promover una autoridad política repartida y que ha
de actuar en diversos planos. El mercado único de nuestros días no elimina el papel
de los estados, más bien obliga a los gobiernos a una colaboración recíproca más
estrecha. La sabiduría y la prudencia aconsejan no proclamar apresuradamente la
desaparición del Estado. Con relación a la solución de la crisis actual, su papel
parece destinado a crecer, recuperando muchas competencias. Hay naciones
donde la construcción o reconstrucción del Estado sigue siendo un elemento clave
para su desarrollo.»
Más adelante en la encíclica, en el párrafo 57, Benedicto XVI explica justamente
que un gobierno mundial único con un solo líder sería peligroso y totalitario, y
contrapone a la centralización extrema su contrario, la descentralización, o
subsidiaridad (un principio de la doctrina social de la Iglesia que enseña que los
niveles superiores de gobiernos no deben hacer lo que los niveles inferiores, más
cerca del individuo, pueden hacer):
« Para no abrir la puerta a un peligroso poder universal de tipo monocrático, el
gobierno de la globalización debe ser de tipo subsidiario, articulado en múltiples
niveles y planos diversos, que colaboren recíprocamente.
La globalización necesita ciertamente una autoridad, en cuanto plantea el problema
de la consecución de un bien común global; sin embargo, dicha autoridad deberá
estar organizada de modo subsidiario y con división de poderes[138], tanto para no
herir la libertad como para resultar concretamente eficaz.»
Para no ser deshonestos, y hacerle decir al Papa lo que en realidad él no dijo, los
medios que informaron sobre la noticia debían haber citado el párrafo 67 por
completo, desde el principio:
«Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y cuando estamos en
presencia de una recesión también mundial, se siente mucho la urgencia de la
reforma de la Organización de las Naciones Unidas como también de la arquitectura
internacional económica y financiera con vistas a dar una realidad concreta al
concepto de familia de las Naciones.»
La autoridad mundial que necesita de reforma, de la que hablaba Juan XXIII en
Pacem in terris y Pablo VI en Populorum progressio, es las Naciones Unidas.
No se trata de transformar a las Naciones Unidas en un gobierno mundial que
elimine los Estados-naciones, sino de crear un lugar internacional de encuentro que
respete el concepto «de familia de las naciones», donde cada país continúa
existiendo y conservando su soberanía.

24
Concluyamos este artículo con las siguientes palabras de Pablo VI, tomadas de su
encíclica Populorum progressio (ni. 75 y 86):
«Más que nadie, el que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para
descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para
vencerla con intrepidez.
El amigo de la paz, «proseguirá su camino irradiando alegría y derramando luz y
gracia en el corazón de los hombres en toda la faz de la tierra, haciéndoles
descubrir, por encima de todas las fronteras, el rostro de los hermanos, el rostro de
los amigos… Vosotros todos los que habéis oído la llamada de los pueblos que
sufren, vosotros los que trabajáis para darles una respuesta, vosotros sois los
apóstoles del desarrollo auténtico y verdadero que no consiste en la riqueza egoísta
y deseada por sí misma, sino en la economía al servicio del hombre, el pan de cada
día distribuido a todos, como fuente de fraternidad y signo de la Providencia.»

Preguntas de la unidad 2

La encíclica Caritas in Veritate


1. ¿Es el papel de la Iglesia el de ofrecer soluciones técnicas?
2. ¿Qué expresión usó el Papa Pablo VI para hablar del desarrollo humano integral
en su encíclica Populorum Progressio y qué significa esto?
3. El Papa Juan Pablo II habló "de estructuras de pecado." Esto puede ser resumido
en dos puntos. ¿Puede usted explicar cuáles?
4. Benedicto XVI habla “de una economía de la gratuidad”, dar algunos ejemplos de
esto en el mundo de hoy.
5. Douglas habla “de una herencia cultural” basado en dos puntos. Por favor indique
cuales.
6. ¿De lo siguiente cuál es un problema: ¿exceso de población o índices de
natalidad decrecientes? Dé una visión corta sobre esta pregunta.
7. ¿Está el Papa Benedicto XVI a favor de un gobierno mundial? Dé una
explicación.
(Nota: Trataremos sobre el medio ambiente en la Lección 6 y sobre la Doctrina
Social de la Iglesia en las lecciones 11 y 12).

LECCIÓN 3

POBREZA EN MEDIO DE LA ABUNDANCIA


EL NACIMIENTO Y MUERTE DEL DINERO
¿Existen los bienes?
¿Existen en cantidades suficientes para satisfacer las necesidades básicas de los
consumidores?
¿Tenemos escasez de alguna cosa en nuestro país como para satisfacer las
necesidades temporales de los ciudadanos?
¿Tenemos escasez de alimentos como para satisfacer a todos?
¿Tenemos escasez de zapatos, ropa?
¿No podemos hacer tanto como se requiere?
¿Tenemos escasez de ferrocarriles y otros medios de transporte?

25
¿Tenemos escasez de madera o piedras como para construir buenas casas para
todas las familias?
¿Carecemos de constructores, fabricantes u otros trabajadores? ¿Carecemos de
maquinaria?
No, sí tenemos todas estas cosas, en abundancia.
Los comerciantes minoristas nunca se quejan de que no pueden encontrar los
bienes suficientes como para no poder cubrir la demanda.
Los silos de granos se encuentran abultados. Son numerosos los hombres
corpulentos en espera de trabajo.
Numerosas también son las maquinarias que existen sin ser utilizadas.
¡Sin embargo, un gran número de personas sufren! Simplemente, los bienes no
están encontrando su camino hacia sus hogares.
¿Qué sentido tiene decir a la gente que su país es rico, que exporta un sinnúmero
de productos, que se encuentra catalogado como el tercero o cuarto exportador en
el mundo con respecto a otros países?
Aquello que sale del país no va a los hogares de los ciudadanos.
Aquello que se encuentra parado (sin ser utilizado) en las tiendas, de ninguna
manera aparece en sus mesas.
Una madre no alimenta a sus hijos o les provee de zapatos y ropa por el hecho de
simplemente mirar los almacenes, ni leyendo los anuncios publicitarios sobre
productos en los periódicos, ni escuchando la descripción de los productos en la
radio, o escuchando a los incontables vendedores de todo tipo hablar sobre ventas.
Lo que hace falta son los medios efectivos para poner estos bienes en sus manos.
Usted no los puede robar.
Para poder obtenerlos, usted debe pagar por ellos; usted necesita dinero.
Existen muchas cosas buenas en nuestro país, pero el derecho para tener estos
bienes, el permiso para obtenerlos, es inexistente para un gran número de
individuos y para familias que los necesitan.
¿A más del dinero, hace falta algo más?
¿Qué hace falta, aparte del poder adquisitivo que hace que los productos se vayan
de los almacenes a nuestros hogares?
La humanidad ha pasado por periodos de escasez de alimentos; hambrunas
cubrieron a grandes países, y faltaron los medios apropiados de transporte para
llevar a estos países la riqueza de otras secciones del planeta.
Este no es el caso hoy. Hay una superabundancia de todo.
Es abundancia - ya no es escasez - lo que crea el problema.
No es nada necesario entrar en detalle para demostrar este hecho.
Uno podría citar casos de entre los miles, de destrucción voluntaria de alimentos a
gran escala “para estabilizar mercados”, haciendo desaparecer inventarios.
Permítanos dar simplemente algunos ejemplos:
El diario de Montreal “La Presse”, del 7 de junio de 1986, reportó el caso de las
patatas en la provincia canadiense de New Brunswick:
“El mes pasado… el gobierno federal decidió desechar casi $100 000 toneladas de
patatas, después de haber enviado 2 500 toneladas deshidratadas a dos países
africanos. La movilización general de granjeros en New Brunswick, compañías de
transporte y voluntarios permitió salvar casi $100 000 kilos, que fueron enviados a

26
comedores comunitarios y casas pobres de New Brunswick, Toronto, Ottawa y
Montreal.
Pero 90 000 toneladas, el equivalente a una bolsa de 10 libras (4,5 kg.) de patatas
para cada Canadiense, han sido echados a la basura…
“La misma semana que tuvo lugar la operación, 6 000 barriles de 200 libras (90 kg.)
de pescado fueron arrojadas al río Miramichi en New Brunswick.”
La abundancia no se limita a Canadá; se presenta el mismo caso en Europa, como
fue reportado en el periódico en Octubre de 1986, bajo el titulo: “La hambruna del
mundo no se consulta”:
“La indignación publica ha hecho erupción en la Comunidad Europea frente al plan
de quemar o arrojar al océano montañas de excedentes de mantequilla, leche en
polvo, carne de res y harina que se amontonan en las naciones de la Unión
Europea.
Un reporte de la sede de la UE en Bruselas recomienda destruir la comida, que esta
pudriéndose y es costosa de almacenar.
Se ahorrarían $300 millones de dólares tan solo destruyendo los derivados lácteos.
La UE ya practica destrucción periódica de alimentos.
El año pasado arrojo al océano varios cientos de toneladas de trigo en mal estado.
Se ha propuesto eliminar la mitad de los excedentes actuales.
Se cree que tendrían que quemarse 750.000 toneladas de mantequilla y 500.000
toneladas del eche en polvo.
Las cuotas de producción no han tenido éxito en drenar el lago de leche de la UE.”
Por que todo este desperdicio?
Por que los productos no satisfacen las necesidades?
Porque la agente no tiene dinero.
La riqueza, los bienes se ríen en tu cara y tu te mueres de hambre frente a vitrinas
desbordadas de mercancía, si no tienes dinero.
Sin o hay dinero, no se adquieren los productos: los humanos se mueren de
hambre y los productos se arrojan a la basura.

EL ITINERARIO HACIA UNA ECONOMÍA HUMANA


ENTRE LOS HUMANOS Y ENTRE LOS ANIMALES
Nos situaremos en una tienda de un abacero llena de buenos productos en
abundancia; delante de esta tienda, hay un hombre hambriento sin dinero.
Se hacen productos buenos para ser consumidos.
El abacero los despliega para venderlos. Al consumidor le gustaría comprarlos, pero
le falta el boleto (el papelito) para comprarlos: él no tiene dinero.
El resultado: los productos buenos no se consumirán, y se pudrirán en los estantes.
Ahora, todos estaríamos más contentos si la situación fuera diferente – el abacero
estaría contento de vender, y el consumidor estaría contento de la compra.
¿Por qué será que, algo que haría a todos felices no puede llevarse a cabo entre
los seres humanos?.
Entre los animales, las cosas trabajan diferentemente.
Permitámonos tener una mirada a los monos.
Ellos ven plátanos suficientes en los árboles bananeros.

27
Puesto que ellos necesitan comer plátanos para vivir, ellos simplemente cogen los
plátanos y los comen.
Los monos nunca trabajaron con sistemas económicos complicados en sus
universidades.
En sus cabezas de monos, ellos nunca examinaron la ley de la oferta y la demanda,
ni la diferencia entre el socialismo y el neo-liberalismo.
Ellos simplemente vieron cosas buenas delante de ellos, y fueron lo suficientemente
“inteligentes” para cogerlas para no morirse del hambre.
Pero un mono es un mono, y un hombre es un hombre.
Un mono no tiene una mente, pero un hombre puede emplear mal su mente.
Un mono es llevado por su instinto que no lo desvía.
El hombre es llevado por su mente que es desviada a menudo por su orgullo.
En semejante caso, el hombre discute, usa dialectos, pero se olvida del
razonamiento simple y puro, basado en el sentido común.
Esta situación tonta de millones de personas hambrientas que viven entre riqueza
abundante es causada por la codicia de aquéllos que basan su poder en la
esclavitud de las masas.
Pero también se puede decir que esta situación tonta se apoya y es mantenida por
personas consideradas como eruditas en economía que llevan a las mentes a las
conclusiones más tontas, bajo la farsa del razonamiento entre ciencia y sabiduría.
Por ejemplo, un abogado experimentado puede defender un caso moralmente malo,
una vez que le convencen que él tiene razón.
Para los seres humanos que, como los animales, no se preocupan con largas tesis,
la misma pregunta insoluble se levanta:
¿Cómo es posible que reglas que le impiden al hombre comer entre la abundancia
sean justificadas?
El simple instinto de los animales es a menudo una lección de humildad a la
inteligencia orgullosa de los seres humanos.

¿SOMOS MÁS INTELIGENTES QUE LOS MONOS?


Toda esta situación también puede resumirse en la forma de un chiste, aunque la
conclusión es muy seria: Un grupo de monos en la selva estaban discutiendo si los
hombres eran más inteligentes que los monos.
Algunos dijeron “sí”; otros dijeron “no”. Uno de los monos dijo: “Para estar claro en
mi propia mente, yo iré a la ciudad de los humanos, y averiguaré si ellos son más
inteligentes que nosotros”.
Todos los monos estuvieron de acuerdo en que era una buena idea.
Así que el mono fue, y vio a un hombre sin dinero que se moría del hambre en
frente de una tienda de comestibles llena de plátanos. El mono regresó a la selva, y
dijo a los otros monos: “No se preocupen, los hombres no son más inteligentes que
nosotros; ellos se mueren del hambre en frente de plátanos que se pudren en los
estantes por falta de dinero.”
Conclusión: Seamos más inteligentes que los monos, y creemos un sistema
económico que nos permitirá comer los plátanos y todos los otros productos que
han sido provistos en abundancia por Dios para todas Sus criaturas.
Este sistema de dinero inteligente existe; es el difundido por el Crédito Social.

28
Dinero y riqueza
Acabamos de aprender que no son los productos los que hacen falta, si no el
dinero. Esto no significa que el dinero por sí solo representa la riqueza.
El dinero no es un bien terrenal capaz de satisfacer una necesidad temporal.
Usted no puede mantenerse vivo alimentándose de dinero.
Para vestirse, usted no puede coser varios billetes dólares para hacerse un vestido
o un par de medias. Usted no puede descansar acostándose sobre dinero.
Usted no puede curar una enfermedad colocando el dinero en el puesto de la
enfermedad. Usted no se puede educar a sí mismo colocándose una corona de
dinero en su cabeza.
El dinero no es una riqueza real.
La riqueza real consiste en todas las cosas útiles que satisfacen las necesidades
humanas.
Pan, carne, pescado, algodón, madera, carbón, un vehículo en una buena
carretera, un doctor que visita al enfermo, el conocimiento de la ciencia, éstos
representan una riqueza real.
Pero, en nuestro mundo moderno, cada individuo no produce todas las cosas. La
gente debe comprarlas de otras persona.
El dinero es un símbolo o señal que uno obtiene a cambio de una cosa que se
vende; es el símbolo que uno debe entregar a cambio de alguna cosa que uno
desea de otra persona.
La riqueza son las cosas; el dinero es el símbolo de esas cosas. El símbolo debería
reflejar las cosas.
Si existen muchas cosas de venta en un país, debe existir una gran cantidad de
dinero para disponer de él. Mientras exista más gente y bienes se requerirá de más
dinero en circulación, de otra manera todo se detiene.
Es precisamente este equilibrio del que se carece en la actualidad.
Tenemos a nuestra disposición casi tanta cantidad de bienes como posiblemente
podríamos desear, gracias a la ciencia aplicada, a los nuevos descubrimientos y al
perfeccionamiento de las maquinarias.
Tenemos también mucha gente sin ocupaciones, quienes representan una fuente
potencial de bienes.
Tenemos cualquier cantidad de ocupaciones infructuosas, hasta perniciosas.
Tenemos actividades en las cuales el único propósito es la destrucción.
El dinero fue creado con el propósito de que los bienes se muevan.
¿ Por qué, entonces no encuentra su camino hacia las manos de la gente en la
misma medida como fluyen los bienes en la línea de producción?

EL DINERO EMPIEZA EN ALGUNA PARTE


Todo, excepto Dios, tiene un inicio. El dinero no es Dios, por lo tanto, tiene un inicio.
El dinero se inicia en alguna parte.
Se tiene conocimiento del origen de tales bienes útiles como son la comida, la ropa,
zapatos, libros. Los trabajadores, las máquinas, a más de los recursos naturales del
país, producen la riqueza, los bienes que necesitamos y de los cuales no se carece.
¿ Pero entonces, en dónde empieza el dinero, el dinero del que carecemos para
comprar los bienes que nos hacen falta?

29
La primera idea que mantenemos viva en nuestras mentes, sin darnos cuenta en
realidad, es de que existe una cantidad de dinero fija, y que no puede ser cambiada;
como si fuese el sol o la lluvia o el clima.
Esta idea es totalmente equivocada: si es que existe el dinero, es porque fue hecho
en alguna parte. 51 no existe más, es porque aquellos que lo hicieron, no hicieron
más.
Otra creencia generalizada acerca del origen del dinero, es que el gobierno lo hace.
Esto también es incorrecto.
El gobierno en la actualidad no crea el dinero, y se queja continuamente de que no
tiene nada.
Si el gobierno fuese la fuente del dinero, no hubiese permanecido estancado por
diez años frente a la falta de dinero. El gobierno toma y pide prestado, pero no crea
el dinero.
Ahora, explicaremos en dónde se inicia y termina el dinero.
Aquellos que controlan el nacimiento y la muerte del dinero también regulan su
volumen.
Si hacen mucho dinero y destruyen solamente un poco, existe más dinero. Si la
destrucción del dinero va más rápida que su creación, estas cantidades disminuyen.
Nuestro nivel de vida, en un país en donde se carece de dinero, no está regulado
por el volumen de los bienes que se producen, sino por la cantidad de dinero que se
encuentra a nuestra disposición para comprar estos bienes.
De manera que aquellos que controlan el volumen del dinero controlan nuestro nivel
de vida.
“Aquellos que controlan el dinero y el crédito se han convertido en los maestros de
nuestras vidas... Nadie se atreva a respirar en contra de su voluntad”
(Pío XI, Encíclica Quadragesimo Anno).
Dos clases de dinero
El dinero es que cualquier cosa que sirve pagar, comprar; cualquier cosa que se
acepte a cambio de bienes o servicios.
La sustancia material de la que el dinero es hecho no es de ninguna importancia.
En el pasado, el dinero fue hecho de cáscaras, dientes de tiburón, cuero, madera,
hierro, argento, oro, cobre, papel, etc.
Ejemplos de dinero en el pasado
Conchas de almeja fueron una de las primeras formas de moneda y se sabe que
han sido usadas como tale en China incluso desde hace 3500 años.
En algunas partes del mundo fueron usadas hasta principios del siglo XX. Las
conchas fueron aceptadas como moneda por muchos pueblos de Asia , Europa,
África y las islas del Pacifico en épocas diferentes.
Viajaron grandes distancias cuando pasaron de mano en mano. Sin embargo,
tenían mas poder de compra tierra adentro que en la costa.
Las conchas eran tan importantes en China que fueron la inspiración del ideograma
chino que significa “comprar”.
Funcionaban bien como moneda porque eran fáciles de cargar, fáciles de contar,
duraderas y casi imposibles de falsificar.
El dinero en naipes fue usado como moneda entre 1685 y 1719 en Nueva Francia,
hoy en día Québec y Canadá.

30
El intendente, Jacques de Meulles, era la cabeza del gobierno en Nueva Francia.
En 1685, se le agotaron las monedas de oro y plata para pagarle a sus empleados,
la mayoría soldados. Enfrentado a este problema, se le ocurrió una solución
creativa. Escribió “prometo que pagaré” al respaldo de los naipes y los firmó.
Luego ordenó a todos los habitantes aceptar estos pagarés de emergencia como
forma de pago.
Cada tarjeta equivalía a 50 libras. Esta suma es equivalente a lo que un carpintero
aspiraba a ganar en un mes y medio.
Cuando finalmente llego un barco de Francia con un cargamento de monedas de
oro y plata, des Meulles entregó las monedas a quienes le entregaron los naipes
firmados por él.
La sal fue utilizada como moneda de cambio en Abisinia, ahora Etiopía, incluso en
los años 1920. En regiones donde era rara, su valor llegó a la cumbre, y la sal,
literalmente, valía su peso en oro.
Así como los seres humanos necesitan sal para mantenerse saludable, los romanos
pagaban a sus soldados un "salarium", que correspondía a la parte de su sueldo
para comprar la sal.
La palabra "salario" proviene del Latín "salarium".
De aquí es de donde proviene la palabra francesa "salario", que hoy es el pago que
recibe el intercambio regular de trabajo realizado.
Los ladrillos de té fueron utilizados en los años 1950 en los campos de la China,
Mongolia y del Tíbet.
Fueron hechos de hojas de té mezcladas con una sustancia grasa y comprimida en
un molde para formar un ladrillo estándar.
En el siglo XIX, las autoridades chinas se sirvieron de eso para pagar a los
soldados mongoles su sueldo. Si los ladrillos de té fueron empleados para efectuar
pagos, podían también servir para la preparación del té.
Al ser el té una bebida muy apreciada en la mayoría de los países de Asia, los
ladrillos de té conocieron una gran popularidad como moneda de intercambio.
El precio de un camello, en los años 1870, era de 120 a 150 ladrillos de té; un
cordero costaba de 12 a 15 ladrillos de té; y una pipa, de 2 a 5 ladrillos.
Notas se usaron en el Imperio chino, en lo que actualmente es china oriental, desde
1368 hasta 1450, durante la dinastía Ming.
Los chinos inventaron el papel hacia el 200 d. C. Y también fueron los primeros en
usar dinero en papel, hace cerca de mil años.
Ellos llamaban a este dinero “fei –chien”, que quiere decir “dinero volador”.
Esto se refiere a la facilidad para transportarlo. Esta nota representaba 1 kwan (un
fajo de 1000 wens que pesaban 3.5).
Era mucho mas fácil dejar las monedas en un lugar seguro y usar papel impreso
para representarlas.
Existen en la actualidad dos clases de dinero en Canadá: uno que llamamos dinero
de bolsillo, hecho de metal o de papel, y el otro hecho de figuras en un libro.
El dinero de bolsillo es el menos importante; el dinero en libros es el más
importante. (más del 95%)
Dinero en libros constituye la cuenta bancaria.
Los negocios operan a través de cuentas bancarias.

31
Si el dinero de bolsillo circula o no depende de la condición del negocio. Pero los
negocios no dependen del dinero de bolsillo; éstos se mantienen por medio de
cuentas bancarias de los hombres de negocios.
Con una cuenta bancaria se realizan pagos o compras sin necesidad de utilizar el
dinero en metal o en papel. Se compra con cifras.
Yo tengo una cuenta bancaria con $40.000. Yo compro un carro por un valor de $10
000. Yo realizo el pago por medio de un cheque.
El vendedor de los carros endosa el cheque y lo deposita en su banco.
El banquero entonces realiza cambios en dos cuentas: primero, aquella del
vendedor de carros, la misma que él la incrementa en $10 000; luego la mía, la
misma que disminuye $10 000.
El vendedor de carros tenía $500 000, él ahora tiene $510 000 registrado en su
cuenta bancaria. Yo tenía $40 000 en mi cuenta y ésta ahora tiene un saldo de $30
000.
El dinero en papel no se movió en el país debido a este tipo de negociaciones.
Yo simplemente proporcioné algunas cifras al vendedor de carros. Yo pagué con
cifras.
Más de nueve de diez de todos los negocios se los hace de esta manera.
Es dinero en libros, el dinero hecho de cifras, el cual es el dinero moderno; es el
dinero más abundante, su volumen representa diez veces aquel del dinero en papel
o en metal.
Es una clase superior de dinero, ya que le proporciona alas al otro.
Es la clase de dinero más segura, aquella que nadie la puede robar.
Ahorros y préstamos
El dinero en libros, al igual que otro tipo de dinero, tiene un inicio.
Debido a que el dinero en libros es una cuenta bancaria, se torna existente cuando
una cuenta bancaria es abierta sin que disminuya el dinero de ninguna parte, ni en
otra cuenta bancaria ni en el bolsillo de nadie.
La cantidad en una cuenta bancaria puede incrementarse de dos maneras: por
medio del ahorro y por medio de los préstamos.
Existen otras maneras, pero se las puede clasificar como préstamos.
La cuenta de ahorros es una transformación del dinero.
Yo le entrego dinero de bolsillo al banquero; él aumenta mi cuenta por esa cantidad.
Yo ya no tengo más el dinero de bolsillo, yo tengo dinero en libros a mi disposición.
Yo puedo obtener de vuelta el dinero de bolsillo por medio de la disminución de esa
cantidad del dinero en libros de mi cuenta. Es simplemente una transformación del
dinero.
Pero en vista de que estamos tratando de descubrir cómo existe el dinero, la cuenta
de ahorros, a pesar de que es una transformación simple de dinero, no es de
interés para nosotros con relación al tema que nos encontramos tratando.

El dinero nace en los bancos


La cuenta de préstamos (o préstamo) es la cuenta que el banquero le presta a la
persona que solicita el préstamo.
Yo soy un hombre de negocios.
Deseo instalar una nueva fábrica.

32
Todo lo que necesito es dinero.
Voy a un banco y pido prestado $100 000 con una garantía.
El banquero me hace firmar una promesa de que pagaré esa cantidad con interés.
Entonces él me presta los $100 000.
¿Me va a entregar él los $100 000 en dinero en papel?
Yo no lo quiero así.
En un principio, es muy riesgoso.
Más aún, yo soy un hombre de negocios que compra cosas en lugares diferentes y
ampliamente apartados, a través de cheques.
Lo que deseo es una cuenta bancaria con $100 000, lo que facilitaría para llevar a
cabo el negocio.
El banquero por lo tanto, me presta una cuenta de $100 000.
El acreditará a mi cuenta los $100 000, simplemente como si yo hubiese traído esa
cantidad al banco.
Pero yo no llevé esa cantidad, yo fui a obtener esa cantidad.
¿Se trata de una cuenta de ahorros, establecida por mí?
No, es la cuenta de préstamo que hizo el banquero para mí.
El creador del dinero
Esta cuenta de $100 000 no fue hecha por mí, sino por el banquero.
¿Cómo lo hizo? ¿Disminuyó la cantidad de dinero en el banco cuando el banquero
me prestó los $100 000? Bien, le preguntamos al banquero:
-”Señor banquero, ¿tiene usted menos dinero en su bóveda después de haberme
prestado los $100 000?”.
-”Yo no he ido a la bóveda”.
-”¿Se han reducido las cuentas de otras personas?”.
- “Se mantienen exactamente como se encontraban”.
-”¿Entonces, qué se disminuyó en los bancos?”.
-”Nada se disminuyó”.
-”Sin embargo, mi cuenta se ha incrementado.
¿ De dónde vino el dinero que usted me prestó?”.
-”No vino de ninguna parte”.
-”¿En dónde se encontraba cuando yo vine a su banco?”.
-”No existía”.
-”Y ahora que el dinero se encuentra en mi cuenta, existe.
De manera que podemos decir que fue creado”.
- “Ciertamente”.
-”¿Quién lo creó, y cómo?”.
-”Yo lo hice, con mi lapicero y una gota de tinta cuando registré $100 000 a su
crédito, a solicitud suya”.
-”¿Entonces, usted hace el dinero?”.
-”El banco hace dinero en libros, el dinero en cifras.
Ese es el dinero moderno que pone en circulación a otro tipo de dinero
manteniendo el negocio en movimiento”.
El banquero fabrica dinero, dinero en libros, cuando él presta las cuentas a quienes
solicitan préstamos, ya sean individuos o gobiernos.

33
Cuando yo me vaya del banco existirá en este país una nueva fuente de cheques,
una que no existía antes.
El monto total de todas las cuentas en el país fue incrementada por $100 000. Con
este nuevo dinero, yo puedo pagar a los trabajadores, comprar materiales y
maquinaria -en una sola palabra, construir mi fábrica nueva-.
¿Entonces, quien crea el dinero? Los banqueros.

Preguntas de la unidad 3
Después de leer esta lección, el lector debe ser capaz de responder a las siguientes
preguntas:
1. ¿Por qué carece la gente de productos y son incapaces de tener lo suficiente?
Acaso ¿Las tiendas están vacías? Por favor explique.
2. Dar un ejemplo de la destrucción de los bienes. ¿Por qué son destruido los
bienes?
3. ¿En qué ejemplo los monos parecen más inteligentes que los seres humanos?
Dé un breve resumen.
4. ¿Cuáles son las dos clases de dinero en nuestros países hoy en día?
5. El dinero no siempre ha existido como notas de papel o billetes de banco. Dé
ejemplos del dinero en el pasado.
6. ¿Prestan los banqueros el dinero de sus depositantes? Dé una explicación sobre
este tema.

LECCIÓN 4
Sistema fraccionario de la banca El orfebre que se hizo banquero
En el ejemplo de la lección anterior, el banquero creó los $100,000.00 en forma de
crédito, como dinero contable, el cual es tan bueno como las monedas o el papel
moneda.
El banquero no teme hacer esto.
Mis cheques al portador darán el derecho de retirar dinero del banco.
Pero el banquero sabe perfectamente bien que el nueve por ciento de estos
cheques simplemente tendrán el efecto de disminuir el dinero en mi cuenta y de
incrementarlo en las de otras personas.
Él sabe muy bien que el radio de las reservas del banco para los depósitos es de
1/10 el cual es suficiente para que él responda a los requerimientos de quienes
piden dinero de bolsillo.
En otras palabras, el banquero sabe perfectamente bien que si tiene $10,000.00 de
reserva en efectivo puede prestar $100,000.00 (diez veces la suma) en dinero
contable.
En términos técnicos, la habilidad para un banco de prestar 10 veces la cantidad de
dinero de papel que tiene en su caja fuerte se llama sistema fraccionario de la
banca. El origen de este sistema se remonta a la edad media, es la verdadera
historia de los orfebres que se hicieron banqueros, como Louis Even nos lo dice
ahora:
Haciendo uso de su imaginación, regresemos unos siglos atrás a una Europa ya
vieja pero no todavía muy progresista, después de haber cultivado el arte de la

34
guerra y de las persecuciones, despertaba, sin embargo, poco a poco, por las
historias de aventureros y viajantes.
Este episodio pudo haber tenido lugar alrededor de 1535, cuando el explorador
francés Jacques Cartier estaba escalando la cima del Mount Royal
(en el centro de lo que posteriormente se conocería como Montreal, Canadá),
guiado por el anciano jefe que quería que admirara el maravilloso panorama de
bosques y ríos ante cuya vista nadie podía permanecer pasivo.
O quizá fue cuando Cristóbal Colón guiado por su enorme deseo de alcanzar las
Indias, zarpaba rumbo al Occidente en 1492.
En aquellos días, el dinero no se usaba mucho en las transacciones comerciales
cotidianas. La mayoría de tales transacciones eran simples y directos intercambios,
trueque.
Sin embargo, los reyes, señores, acaudalados y los grandes mercaderes tenían oro
y lo usaban ya fuera para financiar sus ejércitos y los gastos que esto implicaba o
para comprar mercancías extranjeras.
Pero las guerras entre los señoríos y las naciones, así como los robos a mano
armada provocaban que tanto el oro como los diamantes de los ricos fueran a dar a
las manos de los pillos.
Así que, los dueños del oro, cada vez más nerviosos, crearon el hábito de confiar
sus tesoros para su salvaguarda a los orfebres quienes, debido al precioso metal
con el que trabajaban, tenían bóvedas bien protegidas.
El orfebre recibía el oro, le daba un recibo al depositante y cuidaba del metal
cobrando una cuota por su servicio.
Desde luego, el dueño podía reclamar su oro, todo o en partes, cuando así lo
deseara.
El mercader que iba de París a Marsella, o que viajaba de Troyes, Francia, a
Ámsterdam, podía proveerse a sí mismo con el oro necesario para sus compras.
Pero nuevamente, existía el peligro de ser atacado a lo largo del camino; entonces
él convencía a su vendedor en Marsella o en Ámsterdam de aceptar, más que el
metal, un recibo firmado como comprobante de su posesión del tesoro en depósito
en la bóveda del orfebre en París o Troyes. El recibo del orfebre daba fe de la
realidad de los fondos.
También sucedía que el proveedor, en Ámsterdam o cualquier otro lugar, se las
ingeniara para conseguirse su propio orfebre en Londres o Génova para aceptar, a
cambio de servicios de transportación, el recibo firmado que él había recibido en
Francia de parte de su comprador.
Así, poco a poco, los mercaderes empezaron a intercambiarse entre ellos estos
recibos en lugar del oro para no moverlo innecesariamente arriesgándose a los
ataques de los ladrones.
En otras palabras, un comprador, en lugar de obtener una barra de oro del orfebre
para pagarle a quien le vendía, le daba el recibo firmado por el orfebre dándole el
derecho de reclamar su parte guardada en la bóveda de éste.
En lugar de oro, eran los recibos del orfebre los que cambiaban de manos.
Mientras hubiera un número limitado de compradores y vendedores, no era un mal
sistema.
Era fácil seguir las peregrinaciones de los recibos.

35
El prestamista de oro.
Pero el orfebre pronto hizo un descubrimiento que afectaría a la humanidad más
que el memorable viaje de Cristóbal Colón a las Indias.
Aprendió, a través de la experiencia, que casi todo el oro que le dejaban a su
cuidado permanecía intocable en su bóveda.
Difícilmente, de los propietarios que usaban sus recibos en sus transacciones
comerciales, uno sobre diez venía a retirar su precioso metal.
La sed de ganancia, el deseo de volverse rico más rápidamente que mediante el
uso de sus herramientas para la orfebrería, se agudizó cada vez más en la mente
del orfebre llevándole a hacer un gesto de atrevimiento y preguntándose a sí
mismo: “
¿Por qué no me convierto en un prestamista de oro?
Un prestamista de oro, hay que recalcar, que no le pertenecía.
Y como tampoco poseía un alma, digamos recta, como la de San Eligio
(o San Eloy, el amo de la menta de los reyes franceses Clotario II y Dagoberto I en
el siglo séptimo), incubó y nutrió su idea, refinándola aún más.
“Prestar oro que no me pertenece, a interés, ¡no hay más que hablar! Mejor aún, mi
querido maestro (¿le hablaba acaso a Satanás?), en lugar del oro, prestaré recibos
y pediré pagos sobre los intereses en oro, ese oro será mío y el oro de mis clientes
permanecerá intocable dentro de mis bóvedas como reserva para nuevos
préstamos.”
Se guardó a sí mismo el secreto de su descubrimiento, ni siquiera compartiéndolo
con su esposa, quien se preguntaba el por qué su esposo no dejaba de frotarse las
manos de puro gusto.
La oportunidad de poner su plan en acción no se hizo esperar, aun cuando no tenía
acceso al New York Times ni a Forbes para anunciarse.
Una mañana un amigo llegó a verlo y a pedirle un favor.
Este hombre era propietario de una casa, de una granja y de tierra útil para el arado
– pero necesitaba oro para cerrar una transacción.
Si tan sólo pudiera pedir prestado un poco lo regresaría con un valor agregado; de
no ser así, el orfebre podría apropiarse de sus pertenencias, las que excedían, con
mucho, el valor del préstamo.
El orfebre le hizo llenar una forma y después le explicó a su amigo con actitud
desinteresada, que sería peligroso para él retirarse con una gran cantidad de dinero
en los bolsillos: “Te daré un recibo, es lo mismo que si te estuviera prestando el oro
que tengo en reserva en mi bóveda, tú entregarán entonces este recibo al vendedor
y si él me trae el recibo, yo le entregaré personalmente el oro.
Tú me deberás tanto de interés.”
El vendedor, por lo regular, nunca se presentaba ya que prefería intercambiar el
recibo con alguien más por algo que necesitara.
Mientras tanto, la reputación del prestamista comenzó a crecer.
La gente venía con él.
Gracias a otros préstamos similares, pronto había más recibos en circulación que el
oro real en las bóvedas.
El mismo orfebre había creado una circulación monetaria con grandes ganancias
para él.

36
Rápidamente perdió el nerviosismo inicial concerniente a su preocupación sobre la
demanda simultánea del oro proveniente de un gran número de gente con recibos.
Pudo, hasta cierto punto, continuar su juego en completa seguridad.
¡Qué bendición! Prestar lo que no tenía y recibir grandes intereses por ello, gracias
a la confianza de la gente – una confianza que se esmeró grandemente en cultivar.
El no arriesgaba nada en la medida en que tuviera para sustentar sus préstamos,
una reserva que la experiencia le había enseñado, era suficiente.
Si, por otro lado, un prestatario no cumplía con sus obligaciones y no devolvía el
préstamo en la fecha acordada, el orfebre se adueñaba de sus propiedades como
pago colateral.
Su conciencia pronto se volvió indolente y sus escrúpulos iniciales dejaron de
molestarlo.
La creación del crédito
El orfebre fue más allá al pensar en una forma inteligente de cambiar el modo en
que sus recibos eran expedidos cuando hacía los préstamos, en lugar de escribir:
“Recibo de Juan Pérez…” escribió, “Yo prometo pagarle al portador…” Esta
promesa circulaba justo como dinero de oro.
¡Increíble!, usted dirá.
Pero, vamos, déle una mirada a los billetes que tiene frente a sí. Lea lo que está
escrito en ellos.
¿Son acaso tan diferentes y no circulan también como dinero?
Una higuera fértil- el sistema bancario privado, el creador y amo del dinero –
ha crecido fuera de las bóvedas del orfebre.
Sus préstamos, sin tocar siquiera el oro, se han convertido en la creación del crédito
por parte de los banqueros.
La forma de los recibos primitivos ha cambiado, tomando la de simples promesas
de pagar en la fecha estipulada.
Los créditos pagados por el banquero fueron llamados depósitos, los que ocasionan
que el público en general piense que el banquero presta únicamente las cantidades
provenientes de los depositarios.
Estos créditos entran a la circulación por medio de cheques expedidos sobre dichos
créditos.
Ellos desplazan, en volumen y en importancia, al dinero legal del gobierno quien
únicamente juega en esto un papel secundario.
El banquero creó diez veces más que el papel moneda creado por el Estado.
El orfebre que se convirtió en banquero.
El orfebre, transformado en banquero, hizo otro descubrimiento: se dio cuenta que
poniendo abundantes recibos (créditos) en circulación aceleraría el comercio, la
industria, la construcción; mientras que si restringía dichos créditos, lo cual puso en
práctica primero en circunstancias en que se preocupaba por la reserva de oro con
que contaba, paralizaba todo lo anterior.
Esto parecía ser, en el caso último, una sobreproducción, cuando las privaciones
eran realmente grandes; esto debido a que los productos no se vendían, ya que no
había con que comprarlos.

37
Los precios se iban abajo, las bancarrotas incrementaban, los deudores de los
banqueros no podían cubrir sus obligaciones y los prestamistas se apoderaban de
las propiedades colateralmente.
El banquero, con gran visión y habilidad cuando se trata de ganar, se dio cuenta de
estas maravillosas oportunidades.
Podría monetizar la riqueza de los demás para su propio beneficio: haciendo esto
liberalmente, causando una elevación en los precios, o, parsimoniosamente
mediante su decrecimiento.
Podría así manipular la riqueza de los demás a su antojo, explotando al comprador
en tiempos de inflación y explotando al vendedor durante la recesión.
El banquero, el amo universal
El banquero así se convirtió en el amo universal, teniendo el mundo a su merced.
Períodos de prosperidad y de depresión se siguieron unos a otros.
La humanidad se postraba frente a lo que creía eran ciclos naturales e inevitables.
Mientras tanto, los intelectuales y técnicos trataban desesperadamente de triunfar
sobre las fuerzas de la naturaleza y desarrollar los medios de producción.
Se inventó la imprenta, la educación se expandió, se desarrollaron mejores
ciudades y mejores viviendas.
Las fuentes de alimentos, ropa y comodidades se incrementaron.
El hombre superó a las fuerzas de la naturaleza colocándole un arnés al vapor y a
la electricidad.
La transformación y el desarrollo se sucedieron en todas partes- excepto en el
sistema monetario.
Este tipo de billete fue utilizado en Suecia a partir de los años 1600 hasta los años
1700. En 1600, las monedas suecas eran enormes.
Habría sido imposible llevar en sí la suma de 100 dalers en piezas.
El Banco de Estocolmo consiguió del gobierno la autorización de emitir billetes de
banco.
Así, las piezas se quedaban en el banco, y sus poseedores se apoyaban en estos
billetes de papel que representaba el valor de las piezas.
Estos billetes están entre los primeros ejemplos de moneda impresa de papel que
fue utilizada en Europa.
Y el banquero se rodeó a sí mismo de misterio, manteniendo viva la confianza que
su mundo cautivo tenía en él, siendo aún más audaz para publicitarse en los
medios, de quienes también controla sus finanzas, diciendo que son los banqueros
quienes han sacado al mundo de la barbarie, que han abierto y civilizado
continentes.
También consideraban a los intelectuales y a los asalariados, pero sólo como
secundarios en lo concerniente a la marcha del progreso.
¡Para las masas, había miseria y desprecio; para los financieros explotadores,
riqueza y honor!
La proporción de dinero en efectivo versus préstamos en los Bancos Canadienses
era de uno a 10 en 1940. Este radio (10% de reserva de efectivo como requisito)
ha cambiado desde entonces.
En 1967, el Acta Bancaria de Canadá le permitía a los bancos crear dieciséis veces
(en dinero contable) la suma de su reserva de efectivo.

38
A inicios de 1980, el requerimiento mínimo para la reserva en efectivo
(notas bancarias y monedas) era del 5%, lo que significaba que el banquero
necesitaba únicamente $1.00 de $20.00 para responder a las necesidades de
aquellos que querían dinero de bolsillo.
El banquero sabía muy bien que si tenía $10,000.00 en efectivo, podría prestar
veinte veces dicha suma ($2,000,000.00) en dinero contable.
En la práctica, los bancos podrían prestar aún más que esto, dado que pueden
incrementar sus reservas de efectivo a su gusto simplemente comprando notas
bancarias del Banco Central con el dinero contable que crean de la nada.
Por ejemplo, se estableció en 1982, ante un comité parlamentario sobre las
utilidades bancarias que, en 1981, los bancos canadienses, en su totalidad,
efectuaron préstamos que excedieron 32 veces su capital combinado.
Algunos bancos, incluso, hicieron préstamos que igualaron 40 veces su capital.
Más aún, en 1990 en Estados Unidos, el total de los depósitos de los bancos
comerciales fue de alrededor de $3,000.00 billones y sus reservas eran de
aproximadamente $60 billones.
Esto resultó en un porcentaje de depósitos a las reservas bancarias de cerca de
50/1.
En diciembre de 1991, el Parlamento canadiense aprobó la última versión de la Ley
del Banco (que se renueva cada diez años), que estipula que a partir de enero de
1994, el porcentaje de dinero que los bancos deben mantener era del cero por
ciento! Por tanto, para el tercer trimestre de 1995, los bancos canadienses habían
prestado más de setenta veces sus reservas: por $ 3,1 mil millones en billetes y
monedas, el total de préstamos no hipotecarios, para el mismo período fue de $ 216
000 millones, o setenta veces la cantidad de dinero en efectivo existente en el país !
Y en 1997, esta cifra se elevó 100 veces.
En otras palabras, ya no hay ningún límite establecido por la ley.
El único límite a la creación de dinero por los bancos es el hecho de que la gente
todavía quiere ser pagada con dinero de papel.
Por lo tanto, es comprensible que los bancos van a hacer todo lo posible para
simplemente eliminar el uso del papel moneda, mediante el fomento de la utilización
de tarjetas de débito, pago directo, etc, para llegar finalmente a la eliminación
completa de dinero en efectivo.
Ellos predican que sólo hay una forma de dinero, el dinero electrónico: dinero que
no será el papel moneda, sino un simple signo o unidad de información en una
computadora.
El destructor del dinero
Nosotros acabamos de ver, que los bancos crean dinero cuando hacen un
préstamo, tal como fue explicado al final de la lección anterior: El banquero fabrica
dinero, dinero en libros, cuando él presta las cuentas a quienes solicitan préstamos,
ya sean individuos o gobiernos.
Cuando yo me vaya del banco existirá en este país una nueva fuente de cheques,
una que no existía antes.
El monto total de todas las cuentas en el país fue incrementado por $100 000.
Con este nuevo dinero, yo puedo pagar a los trabajadores, comprar materiales y
maquinaria -en una sola palabra, construir mi fábrica nueva-.

39
¿Entonces, quien crea el dinero? Los banqueros.
El banquero, solamente el banquero, hace esta clase de dinero: escritura o dinero
bancario, el dinero que mantiene al negocio en movimiento.
Pero él no regala el dinero que él crea.
Lo presta. Lo presta por un cierto período de tiempo, después del cual el dinero
tiene que ser devuelto al banquero.
El banquero debe cobrar su deuda.
El banquero reclama interés sobre el dinero que él creó.
En mi caso, el banquero probablemente exigirá $15 000 por concepto de interés, lo
más pronto posible.
El retendrá del préstamo esa cantidad, y yo dejaré en el banco $85 000 en mi
cuenta, luego de haber firmado una promesa de pagar los $100 000 en un período
de un año.
En la construcción de mi fábrica, yo pagaré a mis hombres, compraré cosas, y de
esta manera extenderé mi cuenta bancaria de $85 000 alrededor del país.
Pero, dentro de un año, a través de las ganancias que consiga al vender mis bienes
por un precio superior del que me costó a mí, yo deberé incrementar mi cuenta en
una cantidad no inferior a $100 000.
Al final del año, yo pagaré el préstamo mediante un cheque por $100 000 girado
sobre mi cuenta. El banquero entonces debitará de mi cuenta los $100 000, por lo
tanto retirando de mi cuenta los $100 000 que yo giré del país vendiendo mis
bienes. El no pondrá este dinero en la cuenta de nadie. Nadie podrá girar cheques
sobre estos $100 000. Se trata de dinero muerto.
Los préstamos dan nacimiento al dinero. La retribución trae su extinción. El
banquero hace que el dinero exista cuando él hace un préstamo. El banquero envía
el dinero a la tumba cuando él fue compensado. Por lo tanto, el banquero es
también un destructor del dinero.
Como distinguido banquero británico, el Honorable Reginald McKenna, una vez
canciller británico de Exchequer (el equivalente al Ministro de Finanzas de Canadá
o al Secretario de Estado en los Estados Unidos de Norteamérica) y presidente del
Banco Midland, uno de los Cinco Grandes (los cinco bancos más grandes de
Inglaterra) dijo: “Cada préstamo, deuda o compra bancaria crea un depósito y cada
pago del préstamo, sobre giro o venta bancaria destruye un depósito”.
Y el sistema así opera en el sentido de que la retribución debe ser mayor que el
préstamo original; las cifras muertas deben exceder a las cifras de nacimiento; la
destrucción debe exceder la creación.
Esto parece imposible y colectivamente, es imposible.
Si yo tengo éxito, alguien debe ir en bancarrota, debido a que todos juntos no
estamos en capacidad de compensar con más dinero del que fue hecho.
El banquero no crea nada sino solamente una suma de capital.
Nadie crea lo que es necesario para pagar el interés, porque nadie más crea el
dinero.
Y sin embargo, el banquero exige tanto el capital como el interés.
Tal sistema no puede mantenerse sino para un continuo y siempre incrementado
flujo de préstamos.

40
Por consiguiente, el sistema de las deudas y el afianzamiento del poder dominante
del banco.
La deuda nacional
El gobierno no crea el dinero.
Cuando el gobierno ya no puede imponer impuestos ni pedir prestado a los
individuos, debido a la escasez de dinero, el gobierno pide préstamos a los bancos.
Esta operación se lleva a cabo exactamente igual que la mía.
Como garantía, el gobierno compromete a todo el país. La promesa de pagar es la
obligación.
El préstamo del dinero es una cuenta hecha por medio de una lapicero y un poco de
tinta.
Así, en Octubre de 1939, el gobierno federal con el propósito de cubrir los gastos
iniciales de la guerra, solicitó unos ochenta millones a los bancos.
Los bancos le prestaron al gobierno una cuenta por ochenta millones sin descontar
un centavo a nadie, de esta manera le entregaron al gobierno una base nueva de
cheques por la suma de ochenta millones.
Pero, en Octubre de 1941, el gobierno tuvo que retribuir ochenta y tres millones
doscientos mil a los bancos, incluyendo tanto el capital como los intereses.
A través de impuestos, el gobierno tuvo que retirar del país tanto dinero como había
gastado, ochenta millones.
Pero además, tuvo que girar del país unos tres millones adicionales, dinero que no
había puesto al servicio del país, que no había sido hecho ni por los banqueros ni
por nadie más.
¿Aun reconociendo en el mejor de los casos que el gobierno pueda encontrar el
dinero que existe, cómo podría encontrar el dinero que nunca fue creado?
El hecho simplemente es, que el gobierno no lo encuentra.
Es simplemente añadido a la deuda nacional.
Esto explica porqué la deuda nacional se incrementa en la misma medida en que el
desarrollo del país requiere más dinero.
Todo dinero nuevo se convierte existencia como deuda, a través del banquero,
quien reclama más dinero del que en realidad emitió.
¡Y la población del país se encuentra a sí misma endeudada colectivamente por
una producción que, colectivamente, la hizo a sí misma!
Es el caso de la producción de la guerra.
Es también el caso de la producción en tiempos de paz: carreteras, puentes,
trabajos de agua, colegios, escuelas, etc.
El defecto monetario
La situación se reduce a esta cosa inconcebible: todo el dinero en circulación viene
solamente de los bancos.
Hasta el dinero en metal y papel viene a circulación solamente si ha sido liberado
por los bancos.
Ahora los bancos ponen dinero en circulación solamente por medio de préstamos a
un cierto interés.
Esto significa que todo el dinero en circulación proviene de los bancos y debe algún
día regresar a los bancos, incrementado con el interés.
El banco permanece como el dueño del dinero.

41
Nosotros somos los que solicitamos préstamos.
Si alguien puede sostener su dinero por un largo período de tiempo, o aún
permanentemente, otros sin embargo necesariamente están en incapacidad de
cumplir con sus compromisos financieros.
Una multiplicidad de bancarrotas, tanto de individuos como de compañías,
hipotecas tras hipotecas, y una deuda pública que siempre va en incremento, son
los frutos naturales de tal sistema.
Reclamar interés sobre el dinero a medida que éste se crea es tanto ilegítimo como
absurdo, antisocial y contrario a la buena aritmética.
El defecto monetario es por consiguiente, tanto un defecto técnico como un defecto
social.
A medida que el país se desarrolla tanto en producción así como en población, se
necesita más dinero.
Pero es imposible obtener dinero nuevo sin la contratación de una deuda que,
colectivamente, no puede ser pagada.
De manera que nos quedan las alternativas ya sea de detener el desarrollo o
adquirir deudas; de hundirnos en desempleo masivo o en una deuda que no se
puede pagar.
Y es precisamente este dilema el que está siendo sometido a debates en cada país.
Aristóteles y luego de él Santo Tomás de Aquino, escribieron que el dinero no
reproduce más dinero.
Pero el banquero crea el dinero únicamente con la condición de que reproducirá
más dinero.
En vista que ni gobiernos ni individuos crean dinero, nadie crea el interés que
reclama el banquero.
Aún legalizado, el sistema de todo este asunto permanece vicioso e insultante.
Declinación y degradación
Esta manera de hacer el dinero del país, por medio de forzar tanto a los gobiernos
como a los individuos a que se encuentren endeudados, establece una dictadura
real sobre gobiernos e individuos igualmente.
El gobierno soberano se ha convertido en signatario de las deudas de un grupo
pequeño de acaparadores.
Un ministro, quien representa a 25 millones de hombres, mujeres y niños, firma
deudas impagables.
El banquero, quien representa a un círculo que está interesado únicamente en las
ganancias y el poder, fabrica el dinero del país.
Sin sangre, los humanos no pueden sobrevivir; así que es justo el comparar al
dinero con la sangre económica de la nación.
El Papa Pío XI escribió en 1931, en su carta encíclica Qudragesimo Anno:
“Este poder se pone particularmente irresistible cuando ejercido por aquéllos que,
sostienen y controlan el dinero, también pueden gobernar el crédito y determinar su
reparto, por ese razón proporcionan, por así decirlo, la sangre vital del cuerpo
económico entero, y asiendo, como si estuviera, en sus manos el alma misma de la
producción, para que ninguno se atreva a respirar contra su voluntad.”

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Este es un aspecto asolador de la degeneración del poder del cual el Papa dijo: los
gobiernos se han rendido a sus nobles funciones y se han convertido en los
sirvientes de intereses privados.
El gobierno, en lugar de guiar al Estado, se ha convertido simplemente en un
recaudador de impuestos; y una gran tajada de las rentas públicas por impuestos, la
tajada más sagrada, fuera de cualquier discusión, es precisamente para el interés
en la deuda nacional.
Más aún, la legislación consiste, sobre todo, en imponer impuestos a la gente y
erigir en todo lado, restricciones a la libertad.
Estas son leyes para asegurar que los creadores del dinero sean compensados.
No existen leyes para prevenir al ser humano de morirse debido a pobreza extrema.
Con respecto a los individuos, la escasez de dinero desarrolla una mentalidad de
lobos.
Frente a la abundancia, solamente aquellos que tienen el muy escaso símbolo de
bienes, dinero, tienen el derecho de girar sobre esa abundancia.
Por consiguiente, tienen derecho a la competencia, la tiranía del “jefe”, contienda
doméstica, etc.
Un pequeño número aprovecha sobre todos los demás.
La gran masa de gente gime, muchos en la más degradante pobreza.
Los enfermos permanecen sin cuidado; los niños son pobres o insuficientemente
alimentados; los talentos son subdesarrollados; los jóvenes no pueden ni encontrar
un trabajo ni empezar un hogar y una familia; los agricultores pierden sus
haciendas; los industriales van a la bancarrota; las familias luchan por salir adelante
con dificultad -todo esto sin ninguna otra justificación que la escasez de dinero-.
La lapicero del banquero impone privaciones a la gente, esclavitud a los gobiernos.
Con todo esto dicho, debemos dar énfasis a un punto llamativo: Es la producción la
que da valor al dinero.
Un montón de dinero sin los productos correspondientes no mantiene a nadie vivo,
y es completamente sin valor.
Así, es que son los granjeros, los industrialistas, los obreros, los profesionales, la
ciudadanía organizada quienes hacen los productos, bienes y servicios, Pero son
los banqueros quienes crean el dinero, basados en estos productos.
Y los banqueros destinan este dinero que deduce su valor de los productos, y lo
prestan a aquéllos que hacen los productos.
Un sistema de dinero-deuda, La Isla de los Náufragos
La manera en la cual el dinero es creado por los bancos privados como una deuda
se explica bien en la parábola de Louis Even, La Isla de los Náufragos, en donde el
sistema económico es claramente dividido en dos partes: el sistema productor y el
sistema financiero.
Por un lado, cinco náufragos en una isla, cada uno de los cuales produce cosas
diferentes necesarias para la vida y por el otro, el banquero que les presta dinero.
Para simplificar nuestro ejemplo digamos que sólo uno, a quien llamaremos Pablo,
le pide prestado a nombre de la comunidad.
Pablo decide, entonces, pedir prestado al banquero la cantidad suficiente para
hacer funcionar la economía de la isla, digamos $100.00 a 6% de interés.

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A fin de año Pablo tiene que reembolsar el interés, o sea, $6.00. 100 – 6 = 94, se
quedan pues $94.00 circulando en la isla. Pero la deuda de $100.00 permanece.
El préstamo de $100.00 se renueva y otros $6.00 tienen que pagarse al término del
segundo año.
94 – 6 = 88. Quedan entonces $88.00 en circulación. Si Pablo continúa así,
pagando $6.00 anuales de interés, después de 17 años no habrá dinero en la isla.
Pero la deuda de $100.00 permanecerá y el banquero estará autorizado para
embargar todas las propiedades de la isla.
La producción de la isla ha aumentado, pero no así el dinero.
No son los productos los que el banquero exige sino dinero.
Los habitantes de la isla fabricaban productos, no dinero. Sólo el banquero tiene
derecho a crear el dinero.
Tal parece que Pablo no tomó una decisión adecuada al pagar anualmente el
interés.
Regresemos al principio. A finales del primer año, Pablo decide no pagar el interés,
sino pedir prestado al banco para este fin aumentando con esto su deuda a
$106.00.
“No hay problema, dice el banquero, eso representa solamente 36 centavos más de
interés, es una gota sobre los $100.00.
A fines del segundo año la deuda entonces será de $112.36. Al cabo de cinco años
ésta será de $133.82 y el interés es de $7.57.
“No es tan malo, dice Pablo, el interés no aumentó más de $1.57 en este tiempo.
Pero, ¿cuál será la situación al cabo de 50 años?
Crecimiento de una deuda de $100.00 a 6% de interés
La deuda aumenta relativamente poco en los primeros años, pero después lo hace
muy rápidamente.
Cabe notar que la deuda aumenta año con año, pero el dinero prestado (el mismo
en circulación) resulta siempre el mismo.
En ningún momento la deuda puede pagarse, ni siquiera a fines del primer año.
Solo hay $100.00 en circulación y la deuda es de $106.00.
Y a fines del quincuagésimo año, todo el dinero en circulación ($100) tampoco es
suficiente para pagar los intereses ($104.26).
Todo el dinero circulante proviene de un préstamo y tiene que regresarse al banco
aumentado con interés.
El banquero crea el dinero y lo presta, pero hace prometer que todo ese dinero le
será devuelto además de los intereses, dinero que él no ha creado.
Sólo el banquero crea el dinero: crea capital, pero no el interés
(En el ejemplo anterior, el crea $ 100, pero pide a cambio $ 106). Si nadie crea el
dinero para pagar los intereses,
¿cómo pagar entonces un dinero que no existe?
Es entonces que las deudas se acumulan.
La deuda pública está hecha de dinero que no existe, que nunca fue puesto en el
mundo y que el gobierno se comprometió a reembolsar.
Como se ve, resulta una negociación imposible para el deudor pero que los
financieros consideran “sacrosanta” y que se obliga a respetar aún a costa de la
vida de muchos seres humanos.

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Interés compuesto
El aumento repentino de la deuda después de cierto tiempo es el resultado del
interés compuesto.
A diferencia del interés simple que se paga solamente sobre el capital prestado, el
compuesto es el interés pagado a la vez sobre el capital y el interés no pagado que
se adiciona al capital.
Por ejemplo, con el interés simple, el préstamo de $100.00 a 6% al cabo de cinco
años, daría una deuda con un total de $130.00, pero a interés compuesto, la misma
deuda al cabo de los mismos cinco años, es la suma de la deuda del año anterior
más el interés de dicho importe, o sea, un total de $133.82.
Poniendo todos estos resultados en un gráfico, donde la línea horizontal que cruza
el mapa está marcada en años, y la línea vertical está marcada en dólares, y
conectando todos estos puntos por una línea que rastrea una curva que ilustra el
efecto del interés compuesto y el crecimiento de la deuda:
La curva es bastante plana al principio, pero entonces se vuelve inclinada, hacia
arriba con el tiempo.
Las deudas de todos los países siguen el mismo modelo, y está aumentando de la
misma manera.
Permítanos estudiar, por ejemplo, la deuda pública de Canadá.
Deuda Pública de Canadá
Cada año, el gobierno canadiense establece un presupuesto en el que prevé los
gastos y los ingresos en los que incursionará.
Si el gobierno recibe más dinero del que gasta, habrá entonces un excedente, si
gasta más de lo que recibe, habrá un déficit.
Tomemos el año fiscal 1985 – 1986 que comienza el 1° de abril y termina el 31 de
marzo.
El gobierno federal tiene gastos de $105 mil millones e ingresos de $71.2 mil
millones, lo que da un déficit de $33.8 mil millones.
Ese déficit representa una falta de ingresos por lo que el gobierno tiene que pedir
un préstamo para cubrir la diferencia.
La deuda federal es la suma de todos los déficit presupuestarios desde que Canadá
existe (Confederación de 1867).
Así que el déficit de 1986, $33.8 mil millones, se añade a la deuda del año pasado,
$190.3 mil millones, dando un total de $224.1 mil millones en ese año.
Desde la formación de Canadá en 1867
(unión de las cuatro provincias: Ontario, Québec, Nuevo Brunswick y Nueva
Escocia), la deuda del país era de $93 millones.
El primer gran aumento tuvo lugar durante la Primera Guerra Mundial (1914- 1918)
en que la deuda pública pasó de $483 millones en 1913 a $3 mil millones en 1920.
El siguiente aumento ocurrió durante la Segunda Guerra (1939 – 1945) en que la
deuda pasó de $4 mil millones en 1942 a $13 mil millones en 1947.
Esas dos subidas pueden explicarse por el hecho de que el gobierno tuvo que pedir
prestadas importantes sumas de dinero para poder participar en ambas guerras.
Pero, ¿cómo se puede explicar el alza fenomenal de los últimos años, en que la
deuda casi se multiplicó por diez, pasando de $24 mil millones en 1975 a $224 mil

45
millones en 1986 cuando Canadá estaba en tiempos de paz y no tuvo que pedir
prestado por la guerra?
Es el efecto del interés compuesto, como en el ejemplo de la Isla de los Náufragos.
La deuda aumenta lentamente en los primeros años, pero súbitamente en los
siguientes.
Y la deuda del Canadá aumentó aún más rápidamente los últimos años a
diferencia del ejemplo de la Isla, en donde el tipo de interés permanecía siempre a
6% mientras que en Canadá, la tasa ha variado pasando del 2% durante la
Segunda Guerra Mundial a un 22% en un breve tiempo, para mantenerse ahora
alrededor del 10%
(los tipos de interés dados son un promedio anual; así, aunque el tipo de interés
haya subido hasta un 22% en 1981, el promedio anual es de 17.72%).
Hay una gran diferencia entre tipos de 6%, 10% o 20% cuando se habla de interés
compuesto. Así, si usted pide prestado $1.00 a interés compuesto, aquí está lo que
usted tendrá que pagar al cabo de 100 años:
A 1%…………………………..$2.75
A 2%…………………………..$19.25
A 3%…………………………..$340.00
A 10%…………………………..$13,809.00
A 12%…………………………..$1,174,405.00
A 18%…………………………...$15,145,207.00
A 24%…………………………...$251,799,494.00
A 50% no habría bastante dinero en el mundo para pagar su préstamo de $1.00.
Existe una fórmula para saber en cuánto tiempo un importe se duplica a interés
compuesto, es la “regla de 72”.
Usted divide 72 por el tipo de interés escogido y eso le da el número de años. Por
ejemplo, a 10% resultan 7.2 años para que se duplique el importe (72 dividido entre
10).
Esto sirve para demostrar que todo tipo de interés exigido sobre dinero creado,
incluso el más bajo de 1%, es usura.
En su informe de noviembre de 1993, el Auditor General de Canadá calculó que de
los $423 mil millones en deuda neta acumulada desde la época de la Confederación
en 1992, sólo $37 mil millones fueron a constituir el déficit en gasto del programa.
Los restantes $386 mil millones cubrieron lo que ha costado pedir prestado esos
$37 mil millones.
En otras palabras, 91% de la deuda consistía en cargos de interés, el Gobierno al
haber gastado sólo $37 mil millones (8.75% de la deuda, para bienes y servicios
reales.)
La deuda pública de los Estados Unidos
La deuda de los Estados Unidos sigue la misma curva que la de Canadá, pero con
números diez veces más importantes.
Al igual que en Canadá, las primeras alzas significativas de su deuda ocurrieron
durante los períodos de guerra: Guerra Civil Americana (1861 – 1865), Primera y
Segunda Guerras Mundiales.
De 1975 a 1986, la deuda ha pasado de $533 mil millones a $2125 mil millones.

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En octubre, 2005, la deuda federal alcanzó la marca de $8 trillones ($26,672 para
cada ciudadano americano), y está continua creciendo ferozmente fuera de control.
(Durante el año fiscal 2004, los pagos de interés en la deuda federal americana
eran de $321 mil millones.)
Y ésa es sólo la punta del iceberg: ¡Si hay deudas públicas, hay también deudas
privadas! El Gobierno Federal es el solo prestatario más grande, pero no el único
prestatario en el país: hay también individuos y compañías.
En los Estados Unidos, en 1992, la deuda pública era de $4 trillones, y la deuda
total de $16 trillones, con un suministro de dinero de sólo $950 mil millones.
¡En 2006, la deuda total (estados, corporaciones, consumidores) es de más de $41
trillones!

Preguntas para la unidad 4


Después de leer esta lección, el lector debe ser capaz de responder a las siguientes
preguntas:
1. En sus propias palabras, explique como el orfebre se hizo un banquero
2. ¿Hay un límite en la cantidad de dinero que un banco puede prestar? ¿De ser
así, cuál es este límite?
3. ¿Por qué se dice que el reembolso de un préstamo destruye el dinero?
4. ¿De Dónde obtiene el Gobierno el dinero para financiar un país?
5. En sus propias palabras explique lo que es el defecto monetario en nuestro
mundo actual.
6. ¿Qué escribió el Papa Pío XI, sobre el poder de los bancos de crear el dinero,
en su encíclica Quadragesimo Anno?
7. ¿En la historia del Mito del Dinero, (la historia sobre la gente naufragada en la
isla) cómo terminó el banquero siendo dueño de todos los bienes de la isla?
8. ¿Es posible para un país el pagar su deuda externa?
9. ¿Por qué se dice que las deudas públicas son sólo “la punta del iceberg”?

LECCION 5

LA SOLUCIÓN:
DINERO LIBRE DE DEUDA CREADO POR LA SOCIEDAD
El costo de servicio por la deuda pública aumenta proporcionalmente a la deuda, ya
que es un porcentaje de esta misma deuda. Para financiar la deuda, el Gobierno
Federal vende los Bonos de Estado y otros bonos, la mayoría de ellos comprados
por bancos colaterales.
En lo que concierne a la venta de Bonos del Tesoro, el gobierno es un vendedor
imbécil: no vende sus acciones a los bancos, las regala, ya que esas acciones no
les cuestan nada a los bancos: no prestan dinero, lo crean. No sólo obtienen algo
por nada, sino sacan intereses de ello.
Referente a esto es revelador el intercambio que tuvo lugar entre el Sr. Wright
Patman, Presidente de la Cámara de los Representantes de los Estados Unidos
sobre el Banco y el Numerario, y el Sr. Marriner Eccles, Presidente de la Federal
Reserve Board (Banco Central de los Estados Unidos), el 30 de septiembre de
1941, relativo a la creación de 2 mil millones por la “Reserva Federal”.

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Patman:- ¿De dónde tomó usted el dinero para comprar esos $2 mil millones de
obligaciones al gobierno?
Eccles:- Lo hemos creado. Patman:-
¿Con qué? Eccles:- Con el derecho de emitir crédito, dinero. Patman:-
¿ Y no hay más soporte que el crédito del gobierno?
Eccles:- Tenemos las acciones del gobierno.
Patman:-Exactamente, el crédito del gobierno.
Eso nos lleva a la pista para la solución del problema de la deuda: si las acciones
se basan en el crédito del gobierno,
¿por qué el gobierno tiene necesidad de pasar por los bancos para hacer uso de su
propio crédito?
El banquero no es el que da el valor al dinero, sino el crédito del gobierno, es decir,
de la sociedad.
La única cosa que hace el banquero es esa transacción, es traer una escritura,
cifras, que permiten que el país utilice su propia capacidad de producción, que haga
uso de sus propias riquezas.
El dinero no es otra cosa más que eso: una cifra. Una cifra que da derecho a los
productores.
El dinero no es más que un signo, una creación de la ley (Aristóteles). El dinero no
es la riqueza, sino el signo que da derecho a la riqueza. Sin productos, el dinero
no tiene ningún valor.
Entonces ¿por qué pagar por cifras?
¿Por qué pagar por lo que no cuesta nada fabricar?
Y ya que ese dinero se basa en la capacidad de producción de la sociedad, ese
dinero también pertenece a la sociedad.
Entonces ¿por qué tendría la sociedad que pagar a los banqueros por el uso de su
propio dinero?
¿Por qué el gobierno no emite directamente su dinero, sin pasar por los bancos?
Incluso el primer Gobernador del Banco de Canadá admitió que el Gobierno Federal
tenía el derecho para emitir su propio dinero.
A Graham Towers que era Gobernador del Banco de 1935 a 1951, se le hizo la
pregunta siguiente, ante el Comité canadiense de la Banca y Comercio, en la
primavera de 1939:
Pregunta: ¿Me dirá usted por qué un gobierno con poder para crear dinero, debería
conceder ese poder a un monopolio privado y después pedirle prestado lo que él
mismo puede crear, cargado de interés tal que nos conduce al punto de una
bancarrota nacional?
Towers: Si el parlamento quiere cambiar la forma de operar el sistema bancario,
ciertamente, está en su poder hacerlo. (p.394).
El inventor Tomas Alba Edison dijo: Si nuestra nación puede emitir un bono de un
dólar, puede emitir un billete de un dólar.
El elemento que hace que el bono sea bueno, hace que el billete también sea
bueno.
La diferencia entre el bono y el billete, es que el bono permite a los accionistas
recibir más del doble de la cantidad del bono además de un 20% adicional, mientras

48
que el dinero no le paga a nadie más que a quienes contribuyen directamente en el
sistema de manera útil.
Es absurdo decir que nuestro país puede emitir 30 millones en bonos y no 30
millones en moneda.
Ambas son promesas de pago, pero una engorda a los usureros y la otra ayuda a la
gente.
Si el dinero emitido por el gobierno no fuera bueno, entonces tampoco lo serían los
bonos.
Es terrible cuando el gobierno, para incrementar la riqueza nacional, prefiere
endeudarse y someterse a los ruinosos cargos de interés poniéndose en las manos
de hombres que controlan el ficticio valor del oro”.
Aquí están algunas preguntas que los Creditistas Sociales se hacen a menudo:
Pregunta: ¿Tiene el gobierno el poder para crear su dinero?
¿Sería este dinero tan bueno como el de los bancos?
Respuesta: El gobierno tiene ciertamente el poder para crear y emitir su propio
dinero, dado que ha sido el Gobierno Federal quien le ha otorgado este poder a los
bancos.
El que el gobierno haya rechazado este privilegio y se lo haya otorgado a los
bancos es el mayor grado de imbecilidad.
De hecho es el primer deber de cada gobierno soberano emitir su propia moneda,
pero actualmente los gobiernos injustamente, se lo han otorgado a las
corporaciones privadas.
El primer país en hacerlo fue Gran Bretaña en 1694. Tanto en Canadá como en los
Estados Unidos esto sucedió en 1913.
Sin peligro de inflación
Pregunta: ¿No hay peligro de que el gobierno pueda hacer mal uso de este poder y
emitir grandes cantidades de dinero resultando esto en inflación?
¿No es preferible que el gobierno delegue este poder a los banqueros para
salvaguardarlo del capricho de los políticos?
Respuesta: El dinero emitido por el gobierno no debe ser más inflacionario que el
creado por los bancos, deben ser las mismas cifras basadas en la misma
producción del país.
La única diferencia es que el gobierno no permitiría la deuda ni el pago de interés
para lograr obtener dichas cifras.
Al contrario, la primera causa de inflación es precisamente el dinero creado como
deuda por los bancos: inflación significa el incremento de los precios.
La responsabilidad de las corporaciones y gobiernos que piden prestado para poder
pagarle a los bancos más dinero del que estos han creado, obliga a las compañías
a incrementar el precio de sus productos y a los gobiernos a aumentar los
impuestos.
¿Cuál es el medio utilizado por el Gobernador actual del Banco Central para luchar
contra la inflación?
Precisamente lo que la incrementa, el aumento de las tasas de interés. Es tratar de
extinguir el fuego vertiendo gasolina sobre él.
Es obvio que si el Gobierno Canadiense decidiera emitir su propio dinero, sin
límites, de acuerdo a los caprichos de los políticos, sin ninguna relación con la

49
producción actual, también se produciría inflación. Y esto no es para nada lo que
proponen los Creditistas Sociales.

Una contabilidad precisa


Pregunta: ¿Cómo podría llevarse esto a cabo?
Respuesta: Dándole al dinero su propia función, que no es otra cosa que el ser una
simple cifra, un “boleto”, que representa los productos, no otra cosa más que simple
contabilidad.
Y dado que no es otra cosa que un sistema contable, lo único que hay que hacer es
llevar una contabilidad precisa.
El gobierno nombraría una comisión de contadores, un organismo independiente
llamado Oficina Nacional de Crédito (podría ser el Banco Central quien se
encargara de esto al ser nombrado por el gobierno) quien estaría a cargo de llevar
esta contabilidad, en donde el dinero no sería más que el reflejo, la expresión
exacta de la realidad de la economía, la producción expresada en logros y el
consumo en obligaciones.
Dado que no podemos consumir más de lo que se produce, las obligaciones nunca
podrían exceder los logros y el déficit y la deuda serían imposibles.
En la práctica funcionaría de la siguiente manera: el nuevo dinero sería emitido por
la Oficina Nacional de Crédito en la medida en que los productos son fabricados y
se retiraría de la circulación en la medida en que son consumidos (comprados).
Así no habría problema de tener más dinero que productos sino que habría un
constante balance entre ambos, el dinero siempre mantendría su mismo valor y la
inflación sería imposible.
El dinero no sería emitido de acuerdo a los caprichos del Gobernador ni de los
contadores, dado que esta comisión actuaría de acuerdo a los hechos basándose
en la producción y el consumo.
La mejor forma de prevenir el alza de los precios es bajarlos. La mejor manera de
prevenir un incremento en el precio es el bajar los precios.
Y el Crédito Social también propone un mecanismo para bajar los precios al
menudeo llamado “descuento compensatorio” que le permitiría a los consumidores
comprar toda la producción disponible al rebajar los precios mediante un descuento
a determinado porcentaje para que el total de los precios al menudeo de todos los
productos en venta igualara el total del poder de compra disponible para el
consumidor.
Este descuento sería posteriormente reembolsado a los detallistas por la Oficina
Nacional de Crédito.
(Esto lo explicaremos en las siguientes lecciones)
No más problemas financieros
Pregunta:¿Qué pasaría si el gobierno emitiera su propio dinero para saldar las
necesidades de la sociedad?
Respuesta: Automáticamente sería capaz de pagar por todo lo que se produce en el
país y ya no se vería obligado a pedir prestado a gobiernos extranjeros ni a las
instituciones financieras domésticas.
Los únicos impuestos que la gente pagaría serían por los servicios recibidos.

50
No tendríamos que pagar tres o más veces el precio de los desarrollos públicos
debido al cargo de interés.
Cuando se necesitara un nuevo proyecto, el gobierno ya no se preguntaría:
“¿Tenemos para pagarlo” sino ¿Qué materiales y trabajadores requerimos para
hacerlo?
Y automáticamente se emitiría el dinero necesario para llevar adelante esta nueva
producción.
Entonces los ciudadanos podrían vivir de acuerdo a sus medios reales, a sus
medios físicos, las posibilidades de producción.
En otras palabras, todo lo que es físicamente posible debería ser financieramente
posible.
No habría más problemas económicos, el único límite sería el de la capacidad
productiva del país.
El gobierno debería ser capaz de financiar todos los desarrollos y programas
sociales requeridos por la población que son físicamente factibles.
Bajo el presente sistema de dinero-deuda, si la deuda fuera pagada a los
banqueros, no habría dinero en circulación, creando una depresión infinitamente
peor que cualquiera del pasado.
Permítanos citar de nuevo el intercambio entre Messrs. Patman y Eccles ante la
Oficina de la Banca y Comité del Dinero, del 30 de septiembre de 1941:
Patman: -Usted declaró que la gente debería pagar sus deudas en lugar de gastar
su dinero.
¿Usted se acuerda de esa declaración, supongo? Eccles: -Era en relación con las
compras a plazos.
Patman: - ¿Cree usted que la gente debería pagar sus deudas cuando puedan,
generalmente?
Eccles: -Pienso que eso depende en gran parte del individuo; pero, si no hubiera
deuda en nuestro sistema monetario…
Patman: -Es la pregunta que yo quería hacerle.
Eccles: -No habría más dinero. Patman: -Supongamos que todo el mundo paga sus
deudas,
¿no habría más dinero para hacer marchar los negocios?
Eccles: -Exacto. Patman: - Dicho de otro modo nuestro sistema está basado
completamente en la deuda.
¿Cómo se puede esperar salir de la deuda cuando todo el dinero para pagarla es
creado ya como tal?
El equilibrio del presupuesto es una camisa de fuerza absoluta. Lo que hay que
equilibrar, es la capacidad de pagar con la capacidad de producir, pero no con la
capacidad de tasar.
Ya que la capacidad de producir es la real, la capacidad de pagar es la que hay que
ajustar a la capacidad de producir: hacer financieramente posible lo que es
físicamente realizable.

Reembolso de la deuda
Saldar una deuda es simple justicia, si esta deuda es justa. En el caso contrario,
sería un acto de debilidad.

51
En el caso de la deuda pública, la justicia es no hacer deuda, sin dejar de
desarrollar el país.
Primeramente, dejar de crear deudas, y para la ya existente las solas obligaciones
que habría que reconocer serían las de los ahorradores, de los que no tienen el
poder de crear el dinero.
La deuda disminuiría al correr de los años, a medida que las obligaciones
vencieran.
El gobierno satisfacería integralmente las deudas cuyo origen representa un
desembolso efectivo de parte del acreedor: obligaciones adquiridas por los
individuos, pero no las obligaciones adquiridas por el banquero con dinero creado,
que no son más que deudas ficticias, creadas con un plumazo.
En cuanto a las deudas del Tercer Mundo, son, en esencia, deudas a los bancos
que han creado todo el dinero que han prestado a esos países, entonces esos
mismos países no tendrían que reembolsar ningún interés, y sus deudas se verían
borradas por decirlo así.
Los bancos no perderían nada, ya que ellos mismos fueron los que crearon ese
dinero que no existía antes.
El control social del dinero
San Luis, Rey de Francia, fue quien dijo: “La primera obligación de un rey es acuñar
dinero cuando sea necesario para la vida económica sólida de sus vasallos”.
No es del todo necesario, tampoco se debe recomendar, que los bancos sean
abolidos o nacionalizados.
El banquero es un experto en contabilidad e inversión; muy bien puede continuar
recibiendo e invirtiendo los ahorros con ganancias, tomando su parte de las
ganancias.
Pero la creación del dinero es un acto de soberanía que no debería dejarse en
manos de un banco.
La soberanía debe ser retirada de las manos de los bancos y devuelta a la nación.
El dinero en libros es bueno, un invento moderno que se debe mantener.
Pero en lugar de su procedimiento con una lapicero privada, en la forma de una
deuda, estas cifras, que sirven como dinero, deberían venir de la lapicero de un
organismo nacional, en una forma de dinero destinado para servir a la gente.
Por lo tanto, nada debe voltearse en el campo de la propiedad o la inversión.
No debe existir la necesidad de abolir el dinero actual y reemplazarlo con otros tipos
de dinero.
Todo lo que se necesita es que un organismo monetario social añada suficiente del
mismo tipo de dinero a los dineros que ya existen, de acuerdo con las posibilidades
del país y con las necesidades de la población. Uno debe parar de sufrir privaciones
cuando existe todo lo necesario en el país para proporcionar comodidad a cada
hogar.
La cantidad de dinero debe medirse de acuerdo con la demanda de los
consumidores por los bienes útiles y posibles.
Por lo tanto, los productores y consumidores en conjunto, toda la sociedad, la cual
al producir bienes frente a las necesidades, deberán determinar la cantidad de
dinero nuevo que un organismo, actuando en el nombre de la sociedad, deberá
poner en circulación de tiempo en tiempo, de acuerdo con el desarrollo del país.

52
Así, la gente recuperaría su derecho a vivir unas vidas completas, de acuerdo con
los recursos del país y las grandes posibilidades de la producción moderna.
¿Quién es el dueño del nuevo dinero?
Por lo tanto, el dinero deberá ser puesto en circulación de acuerdo al nivel de
producción y según lo dicten las necesidades de distribución.
-”¿Pero a quién le pertenece este nuevo dinero cuando entre en circulación en el
país?”.
- “Este dinero le pertenece a los ciudadanos mismos.
No le pertenece al gobierno, que no es el dueño del país, sino solamente el
protector de un bien común;
tampoco le pertenece a los contadores del organismo nacional monetario: como los
jueces, ellos llevan a cabo una función social y son remunerados por sus servicios,
de acuerdo con la ley, por la sociedad”.
-”¿A cuáles ciudadanos?”.
- “A todos. Este dinero no es un salario.
Es un dinero nuevo inyectado al público, para que la gente como los consumidores
puedan obtener bienes que ya han sido hechos o que sean fácilmente realizables,
los mismos que están esperando solamente el poder adquisitivo suficiente por estos
bienes para producirlos.
Uno no puede imaginarse ni por un momento que el dinero nuevo, que proviene de
manera gratuita de un organismo social, solamente pertenezca a uno o a unos
pocos individuos en particular.
Con toda imparcialidad, no existe otra manera de poner este dinero nuevo en
circulación que por medio de la distribución equitativa entre todos los ciudadanos
sin excepción.
Tal participación también hace posible que se logre el máximo beneficio del dinero,
ya que llega a cada rincón de la tierra.
Supongamos que el contador que actúa en nombre de la nación encuentra
necesario emitir un billón más, a fin de cumplir con las últimas necesidades del país.
Esta emisión podría tomar la forma de dinero en libros, la inscripción de cifras en
libros de contabilidad, como el banquero lo hace hoy en día.
En vista de que hay veinticinco millones de canadienses y un billón de dólares que
compartir, cada ciudadano recibiría cuarenta dólares.
Así, el contador registraría cuarenta dólares en cada cuenta de los ciudadanos.
Tales cuentas individuales podrían fácilmente ser supervisadas por parte de las
oficinas postales de correo, o por sucursales del banco que es de propiedad de la
nación.
Esto es el dividendo nacional. Cada ciudadano tendría cuarenta dólares extra para
su propio crédito, en una cuenta que crearía el dinero.
Este dinero podría haberse creado y puesto en circulación por el organismo
monetario nacional, una institución especialmente establecida para este propósito
mediante una ley del Parlamento”.
A cada uno el dividendo
Siempre que sea necesario aumentar la cantidad de dinero en un país, cada
hombre, mujer y niño, sin importar su edad, recibiría su parte de la nueva etapa de
progreso que hace que el nuevo dinero sea necesario.

53
Esto no representa pago por un trabajo realizado sino un dividendo para cada uno,
para su participación en un capital común.
Si existe propiedad privada, existe también propiedad comunitaria que todos
poseen de la misma manera.
Aquí está un hombre que no tiene nada más que los trapos con los que se cubre.
No tiene comida con qué alimentarse, ni un centavo en su bolsillo.
Yo le puedo decir a él:
-”Mi querido compañero, usted piensa que es pobre, pero usted es un capitalista
que posee un gran número de cosas de la misma manera que yo y el Primer
Ministro poseemos.
Las cascadas de la provincia, los bosques de la corona, son suyos, así como
también son míos y fácilmente le pueden proporcionar un ingreso anual.
La organización social, que hace posible que nuestra comunidad produzca cien
veces más y mejor que si viviéramos aislados, es suya así como mía, y debe tener
algún valor para usted como lo tiene para mí.
La ciencia, que hace que la industria esté en capacidad de multiplicar la producción
casi sin trabajo humano, es una herencia que ha sido transmitida a cada
generación, una herencia que continuará creciendo; y, usted que es un miembro de
esta generación así como yo lo soy, tendría una participación en este legado,
exactamente como yo.
Si usted es pobre y está desnudo, mi amigo, es porque su parte le ha sido robada y
puesta bajo cerradura y llave.
Cuando usted no tiene alimentos, no es debido a que el rico se come todo el grano
de la tierra, es porque su parte se encuentra estancada en los silos de trigo.
A usted se le ha privado de los medios para obtener ese grano.
El dividendo del Crédito Social se asegurará que usted reciba su parte, o por lo
menos una gran parte de ella.
Una mejor administración, libre de la influencia de los financistas y que se
encuentre en capacidad para enfrentar a estos explotadores de hombres, hará lo
posible para que usted obtenga el resto.
Es también a través de este dividendo que usted será reconocido como un miembro
de la especie humana, en virtud de lo cual usted tiene derecho a compartir los
bienes de este mundo, por lo menos la porción necesaria para ejercer su derecho
para vivir”.

¿DEBE EL DINERO RECLAMAR INTERÉS?


Creemos que no hay nada más en el mundo que se preste a tanto abuso como el
dinero.
No es porque el dinero en sí mismo sea malo.
Al contrario, el dinero es probablemente el más grande invento creado por el
hombre ya que hace flexible el intercambio comercial, favorece la comercialización
de bienes y facilita la vida en sociedad.
Pero colocar al dinero en un altar es idolatría.
Hacer del dinero un ser con vida que le da nacimiento a dinero nuevo no es natural.
El dinero no engendra dinero, como Aristóteles, el filósofo griego dijo.

54
Sin embargo, ¿cuántos contratos se establecen – contratos entre individuos, entre
gobiernos y acreedores, que estipulan que el dinero debe engendrar dinero, o si no,
tanto propiedades como libertades serán confiscadas?
Poco a poco se ha venido haciendo efectiva la teoría y especialmente en la
práctica, que el dinero debe producir interés.
Y a pesar de que todas las enseñanzas cristianas al respecto son contrarias, tal
práctica se ha difundido tanto que, para no perderse en la furiosa competencia
sobre la fertilidad del dinero, todos deben aceptar, actualmente, que es muy natural
que el dinero engendre dinero.
La Iglesia no ha abrogado sus leyes antiguas, pero le ha sido materialmente
imposible insistir en su aplicación.
Los métodos utilizados para financiar la Segunda Guerra Mundial en la que fuimos
los acólitos de Churchill, Roosevelt y Stalin para defender a la Cristiandad,
solemnemente consagraron la regla de que el dinero, aún si era tirado al mar o a las
llamas de la ciudad, debía generar interés. Nos referimos aquí a los bonos Victoria
que financian la destrucción, que no producen nada pero que igualmente deben
generar interés.
Interés y dividendos
Para que nuestros lectores no se la pasen pensando que sus ahorros son
colocados en la industria o en instituciones de préstamo, hagamos algunas
distinciones.
Si el dinero no se puede incrementar a sí mismo, hay cosas que sí puede comprar y
que lógicamente producirán desarrollos.
Yo aparto $5,000.00 para comprar una granja, o animales, semillas, árboles o
maquinaria.
Con trabajo inteligente lograré que estas cosas produzcan otras.
Los $5,000.00 fueron una inversión.
Por sí mismos no hubieran producido nada, pero gracias a ese dinero fui capaz de
obtener lo necesario para producir algo más.
Supongamos que no cuento con esta cantidad pero mi vecino sí y no la necesita
durante las siguientes semanas así que me la presta.
Considero propio mostrarle mi agradecimiento permitiéndole tener una pequeña
parte de los productos que generaré gracias al capital productivo que obtuve.
Es mi trabajo lo que hace que este capital sea útil.
Pero el capital por sí mismo representa trabajo acumulado.
Ahora somos entonces dos cuyas actividades – pasadas para él, presentes para mí
–propiciarán la aparición de la producción.
El hecho de que él haya esperado para poder reclamar su parte de la producción
con el dinero que recibió como recompensa por su trabajo me permitió a mí obtener
los medios de producción que de otro modo no habría podido lograr.
Por tanto, somos capaces de dividirnos los frutos de esta colaboración entre ambos.
Sólo queda por determinar, mediante un acuerdo y de manera equitativa, la parte
de la producción que es debida al capital.
Lo que mi prestamista obtendrá en este caso es, estrictamente hablando, un
dividendo (dividimos los frutos de la producción).
El dividendo es perfectamente justificable cuando la producción es fructífera.

55
Esta no es exactamente la idea a la que uno normalmente asocia la palabra
“interés”.
El interés es un reclamo hecho por el dinero, únicamente en función del tiempo e
independientemente de los resultados del préstamo.
Por ejemplo: yo tengo $1,000.00 que invierto en bonos federales, provinciales o
municipales.
Si compró bonos a 4% de interés, deberé obtener $40.00 por año, tan cierto como
que la tierra gira alrededor del sol durante este mismo lapso de tiempo.
Aún si el capital es utilizado sin utilidad alguna, debo obtener mis $40.00.
Ese es el interés.
No hay nada que justifique este reclamo, pero ya se ha vuelto costumbre.
No se basa en ningún principio.
Pero sí hay justificación para el dividendo, dado que está subordinado al
crecimiento de la producción.
No hay justificación para el interés en sí mismo pues está disociado de la realidad,
está basado en la idea errónea de la generación periódica y natural de dinero.

Inversiones indirectas
En la práctica, quien trae dinero al banco, indirectamente lo pone en la industria
productiva.
Los banqueros son prestamistas profesionales y el depositante les pasa su dinero
porque son capaces de cuidarlo por él y manejarlo mucho mejor.
El pequeño interés que el banco le acredita al depositario de vez en cuando, aún a
tasas fijas, es, de hecho, un dividendo, una parte del ingreso que el banquero
obtiene a partir de actividades productivas, con la ayuda de los prestatarios.
Inversiones anónimas
De paso, digamos algo sobre la moralidad de las inversiones.
Mucha gente no se preocupa en lo más mínimo con respecto a la utilidad o
nocividad de las actividades que su dinero financiarán.
En la medida en que produzca utilidades, dicen que está bien. Y mientras más
utilidades, mejor la inversión.
Un pagano no razonaría de diferente modo.
Si el propietario de una casa no tiene el derecho de rentarla como burdel, aunque
esto le representara grandes utilidades, el ahorrador no tiene más derecho de
colocar sus ahorros en empresas dedicadas a arruinar las almas, aunque dichas
empresas les llenarán sus bolsillos de dinero.
Sería preferible para el banquero y el empresario estar disociados.
La pequeña industria de antes era mucho más sólida y sana: el financiero y el
empresario eran la misma persona. El abarrotero de la esquina se encuentra en la
misma situación.
Las cadenas comerciales no.
Las cooperativas, asociaciones de gente, guardan la relación entre el uso del dinero
y su dueño y tienen la ventaja de hacer posibles empresas que excedan los
recursos de un solo individuo.

El crecimiento del dinero

56
Regresemos al inicio de la pregunta:
¿debe el dinero reclamar interés? Y nos inclinamos a responder: el dinero debe
reclamar dividendos cuando da frutos.
No de otro modo.
Con los contratos no sucede nada diferente, si el granjero debe pagar intereses
aunque no reciba la cosecha de ese año, si los granjeros del occidente de Canadá
deben cubrir obligaciones al 7%, cuando los financieros que dirigen al mundo
provocan la caída de los precios a un tercio de lo que estaban antes, esto no
cambia nada del principio.
Simplemente prueba que se ha sustituido la realidad por el engaño.
Pero si el dinero puede reclamar dividendos cuando hay un incremento en la
producción, este aumento debe crear automáticamente un incremento en el dinero.
De otro modo, aunque el dividendo sea perfectamente justificable, sería imposible
su distribución sin afectar a la gente de quien se ha tomado.
Estaba diciendo en las líneas anteriores que, gracias a los $5,000.00 que me
permitieron comprar lo necesario para incrementar mi producción, el prestamista
tiene derecho a reclamar su parte de mis buenos resultados.
Esto es muy fácil de hacer si le permito tener una parte de mi producción.
Pero si lo que tengo que darle es dinero, entonces las cosas cambian.
Si no hay incremento en el dinero del público, mi gran producción crea un problema:
mayor oferta de bienes, pero sin dinero suficiente para comprarlos.
Tendría éxito si desplazara a otro comerciante, pero entonces él sería la víctima.
Alguien me dirá que los $5,000.00 han contribuido al incremento del dinero en
circulación.
Así es, pero debo regresar ese dinero, más lo que yo llamo un dividendo y otros
llaman interés.
Entonces el problema no está arreglado. Y en nuestro sistema económico no lo
estará.
Para que el dinero aumente, es necesario que el banco – el único lugar donde el
nuevo dinero es creado – le preste a alguien más.
Pero al hacer esto, exige un pago que también será incrementado y seguirá
creciendo la bola de nieve.
El sistema de Crédito Social solucionaría este problema al arreglar muchos otros.
El dividendo es algo legítimo, normal y lógico, pero el sistema actual no permite
hacerlo sin perjudicar a alguien más.
Nuestro Señor arroja a los cambistas del Templo
De hecho, el único pasaje en la Biblia donde se menciona que Jesús usó su fuerza,
fue cuando arrojó a los cambistas del Templo utilizando látigos y tirando sus mesas
(C.f. Mt 21, 12-13 y Mc 11,15-19) precisamente porque estaban prestando dinero a
interés.
En aquel tiempo existía una ley que decía que tanto el diezmo como los impuestos
del Templo podrían pagarse únicamente bajo una cierta moneda llamada “el medio
siclo del santuario”, de la que los cambistas se las habían arreglado para obtener el
monopolio.
Existían diferentes monedas en ese tiempo, pero la gente tenía que obtener esta
moneda en particular para pagar el impuesto del Templo.

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Más aún, las palomas y los animales que llevaban para el sacrificio únicamente
podían comprarse con esta moneda que los cambistas canjeaban a los peregrinos,
pero a un costo dos veces más elevado que el normal.
Así que Jesús tiró sus mesas y dijo: “Mi casa es casa de oración, pero ustedes la
han convertido en guarida de ladrones.”

La enseñanza de la Iglesia
La Biblia contiene diversos textos que claramente condenan el préstamo de dinero
a interés.
Más aún, más de 300 años antes de Cristo, el gran filósofo griego Aristóteles
también lo condenó, señalando que “el dinero, siendo naturalmente infértil, es
absurdo pretender que genere más dinero”.
Los Padres de la Iglesia, desde tiempos remotos, siempre denunciaron
inequívocamente, la usura.
Santo Tomás de Aquino en su Summa Teológica (2,2, Q.78) resumió la enseñanza
de la Iglesia al respecto:
“Está escrito en el libro de Éxodo (22,24)
“Si prestas dinero a alguien de mi gente que es pobre, no seas duro con ellos
extorsionándolos, ni los oprimas con usura.”
Quien se vale de la usura para prestar dinero actúa injustamente, ya que está
vendiendo lo que no existe y tal acción evidentemente constituye una desigualdad y
consecuentemente, una injusticia… De lo que sigue, por tanto, que es un error en sí
mismo, poner un precio (usura) por el uso del dinero prestado y es en el caso de
otras ofensas contra la justicia que es deber de uno el restituir el dinero así
injustamente adquirido.”
En respuesta al texto en el Evangelio de la parábola de los talentos (Mt. 25,14-30 y
Lc 19,22-27) que a simple vista parecen justificar el interés (“Siervo malo y
perezoso… ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco para que lo hubiera
recobrado con intereses a mi llegada?”)
Santo Tomás de Aquino escribe: “El interés mencionado en el Evangelio debe
tomarse en sentido figurado; se refiere a los bienes espirituales adicionales que
Dios nos pide, quien quiere que nosotros siempre hagamos un mejor uso de los
talentos que nos ha confiado, siendo esto para nuestro beneficio y no para el Suyo.”
Así que este texto del Evangelio no puede justificar el interés; como Santo Tomás
dice, “un argumento no puede basarse en expresiones figurativas.”
Otro pasaje de la Biblia que presenta dificultades es Deuteronomio 23,20-21:
“No exigirás interés de tu hermano sobre un préstamo de dinero, o alimento, o
cualquier otra cosa.
Le pedirás interés al extranjero pero no a tu hermano.”
Santo Tomás explica: “A los judíos se les prohibía pedir interés a sus “hermanos”,
esto es, a otros judíos, exigir interés sobre un préstamo a cualquiera es malo,
estrictamente hablando, ya que uno debe considerar a todo hombre como “su
prójimo y su hermano”, especialmente de acuerdo a la ley evangélica que debe
regir a la humanidad.
Así que el salmista, hablando del hombre justo, dice sin reservas” quien no presta
su dinero a usura” (14,4) y Ezequiel (18,17) “un hijo que no acepta interés o usura”.

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Si a los judíos se les permitía pedir interés a los extranjeros, escribió Santo Tomás,
era para evitar un mal mayor, por miedo a que pudieran cargar con intereses a otros
judíos, los adoradores del verdadero Dios.
San Ambrosio, comentando sobre el mismo texto, le da a la palabra “extranjeros” el
significado de “enemigos” y concluye: “Uno debe buscar interés de aquel a quien
legítimamente quiere dañar.”
San Ambrosio también dijo: “¿Qué es la usura, sino el asesinar a un hombre?”
San Juan Crisóstomo: “Nada es más vergonzoso o cruel que la usura.”
San Leo: “La avaricia que clama obligar al prójimo a hacerle un bien mientras que
se le engaña es injusta e insolente… Aquel quien, entre las otras reglas de piadosa
conducta, no preste su dinero a usura, gozará del descanso eterno… mientras que
los que se enriquecen en detrimento de los otros, en cambio, vivirán la eterna
condenación.”
En 1311, en el Concilio de Viena, el Papa Clemente V declaró nula e inválida toda
legislación secular a favor de la usura, y “todo aquel que caiga en el error de
obstinadamente mantener que la usura no es pecaminosa, deberá ser castigado por
hereje.”

Vix Pervenit
El 1 de noviembre de 1754, el Papa Benedicto XIV emitió una carta encíclica Vix
Pervenit, dirigida a los Obispos de Italia, referente a los contratos, en donde la
usura, o préstamo de dinero con interés está claramente condenada.
El 29 de julio de 1836, el Papa Gregorio XVI hizo extensiva esta encíclica a toda la
Iglesia:
“La clase de pecado llamado usura, que recae en un préstamo, consiste en el
hecho de que alguien, bajo la excusa del mismo préstamo – que por naturaleza
requiere que sea devuelto en la misma cantidad en la que se recibió – exige recibir
más de lo debido, conservando consecuentemente de este modo, una utilidad.
Es por esta razón que cualquier ganancia de este tipo es ilícita y usurera.
Y para no poner sobre uno mismo esta nota infame, es inútil decir que la ganancia
no es excesiva sino moderada, que no es grande sino pequeña… Para objeto de la
ley, es necesaria la igualdad entre lo que se prestó y lo que se devuelve…
Consecuentemente, si alguien recibe más de lo que prestó, está obligado por la
justicia conmutativa a la restitución…”
En 1891, el Papa León XIII escribió en Rerum Novarum:
"Hizo aumentar el mal la voraz usura, que, reiteradamente condenada por la
autoridad de la Iglesia, es practicada, no obstante, por hombres codiciosos y avaros
bajo una apariencia distinta... "
La enseñanza de la Iglesia sobre esta materia es bastante clara, pero, tal y como
Louis Even escribió: “A pesar de toda la enseñanza cristiana señalando lo contrario,
la práctica se ha abierto tanto camino, que para no perderse en la competencia
furiosa sobre la fertilidad del dinero, todos tenemos que comportarnos como si fuera
natural que el dinero engendre dinero. La Iglesia no ha abrogado sus leyes, pero le
ha resultado imposible insistir en su aplicación.”
Al respecto es interesante considerar la experiencia de los bancos islámicos: el
Corán, -su libro sagrado- prohíbe la usura, tal como lo hace la Biblia católica.

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Pero los musulmanes toman sus palabras seriamente y han establecido desde 1979
un sistema bancario que se conforma con las leyes del Corán: los bancos islámicos
no cargan interés ni sobre sus cuentas corrientes ni sobre sus depósitos.
Ellos invierten en negocios y le dan la parte de las ganancias a los depositantes.
Este no es un sistema de Crédito Social implementado en su totalidad, pero por lo
menos, es más que un valioso intento para poner al sistema bancario de acuerdo
con las leyes morales.

Preguntas para la unidad 5


Después de leer esta lección, el lector debe ser capaz de responder a las siguientes
preguntas:
1. ¿Qué es lo que le de el valor al dinero?
2. ¿Según Thomas Edison, cuál es la diferencia entre 30 millones de dólares en
bonos y 30 millones de dólares en dinero?
3. ¿Qué es la inflación y puede haber algún peligro de inflación si la sociedad
emite su propio dinero? Explique en detalle.
4. ¿En el sistema de hoy, si nadie toma prestado dinero, qué pasa? ¿Es esto
algo bueno?
5. Las deudas públicas ¿deben ser pagadas? Si la respuesta es afirmativa,
explique el cómo.
6. ¿A quien pertenece el nuevo dinero en el país? ¿Cómo debería este dinero
ser puesto en circulación?
7. ¿En que circunstancias el que presta dinero puede reclamar intereses?
8. ¿En que circunstancias nuestro señor Jesús usó la violencia en el evangelio?
9. ¿Qué es lo que la encíclica Vix Pervenit escrita por el Papa Benedicto XIV,
dice sobre el interés?
10. ¿En que principios operan los bancos Islámicos?
11. ¿Qué es lo que le da el valor al dinero?

LECCION 6

LA FALTA CRÓNICA DEL PODER DE COMPRA


EL DIVIDENDO
Financiar la producción no es suficiente.
Los bienes y servicios deben llegar a quienes los necesitan.
De hecho, la única razón para la existencia de la producción es satisfacer las
necesidades.
La producción debe ser distribuida.
¿Cómo es distribuida actualmente y cómo lo sería bajo un sistema de Crédito
Social?
Actualmente, los productos se ponen a la venta bajo ciertos precios.
Quienes tienen el dinero los compran pagando por ellos la suma requerida.
Este método le permite a quienes pueden pagar, comprar los bienes.
El Crédito Social no cambiaría este método de distribución para nada ya que es
flexible y bueno – siempre y cuando, los individuos que tienen las necesidades
tengan también el suficiente poder adquisitivo para satisfacerlas.

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El poder adquisitivo en las manos de quienes tienen las necesidades: es
precisamente aquí que el sistema actual es defectuoso y es este defecto el que
pretende corregir el Crédito Social.
Cuando la producción es financiada, funciona. Cuando funciona, distribuye dinero
que es usado para financiarla.
El dinero es así distribuido en forma de salarios, ganancias y dividendos industriales
que constituyen el poder de compra de quienes reciben estas compensaciones.
Pero hay algunas fallas en el presente sistema:
1. La industria nunca distribuye el poder de compra en la misma tasa en la que
genera los precios.
2. La industria nunca distribuye el poder de compra a todos. Solo lo distribuye a
aquellos que están empleados en la producción.
Aún si los bancos no cargaran interés, en ningún momento la cantidad de dinero
disponible sería suficiente para pagar el total de la producción del país pues el
poder de compra de la comunidad no sería suficiente para hacerlo.
Los economistas sostienen que la producción automáticamente financia el
consumo; esto significa que los sueldos y salarios distribuidos a los consumidores
son suficientes para comprar todos los bienes y servicios disponibles.
Pero los hechos prueban exactamente lo contrario.
El ingeniero escocés Clifford Hugh Douglas fue el primero en demostrar este recorte
crónico del poder de compra y lo explicó de esta forma:
A no puede comprar » A +B
El productor debe incluir todos los costos de producción en el precio de su producto.
Los salarios distribuidos a los empleados (los que pueden ser etiquetados por
cuestiones de conveniencia como pagos “A”) son únicamente una parte del costo
del precio del producto.
El productor tiene otros costos además de los salarios (etiquetados como pagos “B”)
que no son distribuidos en forma de sueldos y salarios, tales como pagos de
materia prima, impuestos, cargos bancarios, cargos por depreciación, (para
reemplazar la maquinaria), etc.
El precio al menudeo debe incluir todos los costos: salarios (A) y otros pagos (B),
por lo que el precio al menudeo debe ser, por lo menos, la suma de A y B.
Entonces, es obvio que los salarios (A) no pueden comprar la suma de todos los
costos (A+B), lo que demuestra que hay un recorte crónico del poder de compra en
el sistema actual.
Existen más razones para este déficit entre los precios y el poder de compra: En
primer lugar, la industria nunca distribuye el poder de compra en la misma tasa en la
que genera los precios.
Cuando un producto terminado es puesto en el mercado, viene ya etiquetado con
un precio.
Pero parte del dinero incluido en este precio fue probablemente distribuido seis
meses o un año antes.
Otra parte se distribuirá únicamente hasta que el producto se venda y el
comerciante obtenga su ganancia.

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Otra parte se distribuirá en diez años (probablemente) cuando el desgaste de la
maquinaria se haga evidente en el precio – al ser reemplazada por maquinaria
nueva, etc.
Hay individuos que reciben el dinero pero no lo gastan.
Este dinero está incluido en los precios, pero no es el poder de compra de quienes
necesitan los bienes.
El pago de los préstamos a corto plazo y el sistema fiscal actual hacen mayor aún la
brecha entre los precios y el poder de compra.
De aquí la acumulación de productos, el desempleo y demás inconvenientes.
Algunas personas podrían decir que los negocios cancelaron con pagos “B”
(aquéllos que proporcionaron la materia prima, maquinaria, etc.) los pagos de
sueldos a sus propios empleados, y parte de éstos pagos “B” por consiguiente se
vuelven pagos “A”.
Esto no cambia nada a lo antes mencionado: éste simplemente es un sueldo
distribuido en otro paso de la producción, y este pago “A” no puede distribuirse sin
ser incluido en el precio, el cual no puede ser menor que A + B; el déficit todavía
esta allí.
Si uno intenta aumentar sueldos y salarios, los aumentos del sueldo serán incluidos
automáticamente en los precios, y no establecerá nada.
(Puede compararse a un perro que corre detrás de su cola.)
Para poder comprar toda la producción, se necesita de un ingreso adicional que
venga de una fuente que no sea de sueldos y salarios, un ingreso por lo menos
equivalente a B.
Esto es lo que el dividendo del Crédito Social haría, dado todos los meses a cada
ciudadano en el país.
(Este dividendo se financiaría con nuevo dinero creado por la nación, y no por el
dinero de los contribuyentes.)
Lo que ha permitido que el sistema persista
Sin esta otra fuente de ingreso (el dividendo), debería existir, al menos en teoría,
una creciente montaña de bienes no vendidos.
Pero si todos los bienes se venden, se debe a que, en su lugar, tenemos una
creciente montaña de deuda.
Dado que la gente no tiene suficiente dinero, los vendedores deben motivar las
compras a crédito para poder vender sus productos.
Pero esto no es suficiente para salvar la brecha en el poder de compra.
Así que también existe una creciente tensión con respecto a la necesidad de
trabajos para distribuir los salarios sin incrementar la cantidad de los bienes
disponibles para la venta, tales como los trabajos públicos (construcción de puentes
o caminos), industrias de guerra (submarinos, tanques, etc.) Pero tampoco así hay
suficiente.
Por lo que cada país hará lo posible para lograr un “favorable balance comercial”,
esto es, exportar, venderles a otros países más bienes de los que recibe para
obtener de ellos el dinero que escasea en los hogares de la población para poder
comprar sus propios productos.
Sin embargo, es imposible para todas las naciones tener un “favorable balance
comercial”.

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Si algunos países logran exportar más bienes de los que importan, debe haber,
necesariamente, otros que reciben más bienes de los que exportan.
Pero ningún país desea estar en esa posición, por lo que se originan conflictos
comerciales entre las naciones que pueden degenerar en conflictos armados.
Así que, como último recurso, los economistas han descubierto un nuevo mercado
de exportación, un lugar al que podemos enviar todos nuestros bienes sin que se
nos regresen, un lugar donde no hay habitantes: la luna, el espacio exterior.
Algunos países gastarán billones de dólares para construir cohetes que irán a la
luna y a otros planetas; todo esto mediante el inmenso desperdicio de recursos para
generar salarios que serán utilizados para comprar la producción remanente en
nuestros países.
¡Nuestros economistas están ya verdaderamente en la luna!
El progreso reemplaza la necesidad del trabajo humano
La segunda falla en el presente sistema es que el sistema de producción no
distribuye el poder de compra a cada uno.
Lo distribuye sólo a quienes están empleados en la producción.
Y mientras más máquinas son utilizadas en la producción, menos horas hombre se
requieren.
La producción aumenta pero el empleo decrece. Así que hay un conflicto entre el
progreso, que elimina la necesidad de trabajo humano, y el sistema, que distribuye
el poder de compra únicamente a quien está empleado.
Pero todos tienen el derecho a la vida.
Y todos tienen derecho a satisfacer las necesidades básicas para vivir.
Los bienes terrenos fueron creados por Dios para todos los hombres y no sólo para
quienes estuvieran empleados o tuvieran posibilidades de serlo.
Esto es lo que el Crédito Social haría y es lo que precisamente el sistema actual no
hace.
Sin molestar al sistema de pagos por el trabajo, distribuiría a cada individuo un
ingreso periódico, llamado “dividendo social” – un ingreso ligado al individuo como
tal y no al empleo.
Todos los bienes de la tierra fueron creados para todos
Éste es la forma más directa y concreta de garantizar a cada ser humano el
ejercicio de su derecho fundamental a una porción en los bienes de la tierra.
Cada persona posee este derecho - no como un empleado en la producción, sino
simplemente como un ser humano.
El Papa Pío XII en su intervención radial de Pentecostés el 1 de junio de 1941 dijo
lo siguiente:
“Los bienes materiales han sido creados por Dios para cubrir las necesidades de
todos los hombres y deben estar a la disposición de todos ellos, como lo requiere la
justicia y la caridad.”
(La Solennitá, no. 12)
“Todo hombre, por ser viviente dotado de razón, tiene efectivamente el derecho
natural y fundamental de usar de los bienes materiales de la tierra, quedando, eso
sí, a la voluntad humana y a las formas jurídicas de los pueblos el regular más
particularmente la actuación práctica.”
(La Solennitá, no. 13)

63
“Este derecho individual no puede suprimirse en modo alguno, ni aun por otros
derechos ciertos y pacíficos sobre los bienes materiales.”
“La riqueza económica de un pueblo no consiste propiamente en la abundancia de
bienes, medida según un cómputo pura y estrictamente material de su valor, sino en
que esta abundancia represente y constituya real y eficazmente la base material
suficiente para el debido desarrollo personal de sus miembros.”
(La Solennitá, no. 17)
“Si semejante distribución justa de bienes no se hiciese o se procurase sólo
imperfectamente, no se conseguiría el verdadero fin de la economía nacional,
puesto que, aun existiendo afortunada abundancia de bienes disponibles, el pueblo,
no admitido a su participación, no sería económicamente rico, sino pobre.”
(La Solennitá, no. 17)
“Haced, en cambio, que esta justa distribución se efectúe realmente y de manera
durable, y veréis a un pueblo, aun disponiendo de menores bienes, hacerse y ser
económicamente sano.”
(La Solennitá, no. 17)
Efectivamente, cada hombre como un ser con raciocinio, tiene por naturaleza el
derecho fundamental de hacer uso de los bienes materiales de la tierra, a pesar de
que esta reservado a la voluntad humana y a las formas jurídicas de la gente
regular con más detalles, la realización practica de ese derecho.
El Papa dijo, que depende de las propias personas, a través de sus leyes y
regulaciones, el escoger los métodos capaces de permitirle a cada hombre ejercer
su derecho a una porción en los bienes terrenales.
El dividendo del Crédito Social a todos lograría esto.
Ningún otro sistema propuesto ha sido, hasta el momento, tan eficaz, no incluso
nuestras leyes presentes del seguro social.

¿PORQUE UN DIVIDENDO SOCIAL PARA TODOS?


“¿Un dividendo social para todos?
¡Pero un dividendo presupone un capital productivo invertido!”.
“Precisamente.
Debido a que todos los miembros de la sociedad son co–capitalistas –de un capital
real e inmensamente productivo.
Lo dijimos arriba, y nunca lo repetiremos lo suficiente, que el crédito financiero es, al
nacimiento, una propiedad de toda la sociedad.
Es así porque está basado en el crédito real, en la capacidad de producción del
país.
Esta capacidad de producción esta hecha, ciertamente, en parte, de trabajo, de la
competencia de aquellos que tienen una parte en la producción.
Pero principalmente esta hecha, en una parte siempre creciente, de otros
elementos que son de propiedad de todos.
Existe, primero que nada, los recursos naturales, que no son la producción de
ningún hombre; son un regalo de Dios, un regalo gratis que debe estar al servicio
de todos.
Existen también todos los inventos hechos, desarrollados, y transmitidos de una
generación a la siguiente.

64
Es el factor de producción más grande en la actualidad. Ningún hombre puede
reclamar como si fuera el único dueño de este progreso, que es el fruto de muchas
generaciones.
No hay duda que uno necesita hombres de nuestros tiempos presentes para hacer
uso de este progreso y ellos tienen derecho a una recompensa: la obtienen en
forma de remuneración: sueldos, salarios, etc.
Pero un capitalista que no toma parte personalmente en la industria en donde al
invierte su capital esta autorizado, solamente a lo mismo, a una participación del
resultado, por su capital.
Bien, el mayor capital real de la producción moderna es en realidad la suma total de
los descubrimientos, inventos progresivos, que en la actualidad nos proporcionan
más bienes con menos trabajo. Y, en vista de que los seres humanos son, de
manera equitativa, co–herederos de este inmenso capital que siempre se
incrementa, todos están autorizados a compartir los frutos de la producción.
El empleado esta autorizado a este dividendo y a su sueldo o salario.
La persona desempleada no tiene sueldo o salario, pero esta autorizada a este
dividendo, que nosotros lo llamamos social, porque es el ingreso de un capital
social”.
Acabamos de indicar que el dividendo del Crédito Social está basado en dos cosas:
la herencia de las riquezas naturales y de las invenciones de las generaciones
precedentes.
Esto es exactamente lo que el Papa Juan Pablo II escribió en su encíclica Laborem
Exercens sobre el trabajo humano, en el numeral 13:
“El hombre, por su trabajo, hereda un doble patrimonio: hereda una parte de lo que
es dado a todos los hombres en forma de recursos naturales y, por otra parte, lo
que todos los otros ya elaboraron a partir de esos recursos, ante todo al desarrollar
la técnica, es decir, al realizar un conjunto de instrumentos de trabajo cada vez más
perfectos.
Sin dejar de trabajar, el hombre hereda el trabajo del prójimo.

El engaño de Empleo Total


Hablar de empleo total, esto es, de empleo universal, representa una contradicción
en cuanto a progreso se refiere, progreso en las técnicas y procesos de producción.
Cada vez constatamos el perfeccionamiento de la maquinaria y la aparición de
nuevas fuentes de energía, pero que no se usan para liberar al hombre.
Parece que hemos perdido de vista el verdadero fin.
Estamos confundiendo los medios con los fines.
Confundimos los primeros con los segundos.
Esto es una perversión que está infectando toda nuestra vida económica, lo que le
hace al hombre imposible el disfrutar de las recompensas a que tiene derecho por
este progreso.
La industria no existe para dar empleo sino para la fabricación de bienes.
Si tiene éxito en este punto, entonces estará cumpliendo su propósito, su fin.
Y mientras más cumple con su fin con el mínimo de tiempo y el mínimo de empleo
de horas hombre, el resultado es mucho mejor.

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El Sr. Pérez, por ejemplo, le compra a su esposa una nueva lavadora automática.
Esto a ella le representa el utilizar sólo una parte de un día para lavar la ropa sucia
de la semana.
Después de que la Sra. Pérez pone la ropa en la lavadora, pone el jabón, baja la
tapa y la programa para los ciclos de lavado, no tiene más que esperar que la
máquina haga el resto de trabajo: lavar, enjuagar, exprimir y detenerse cuando todo
esté listo.
¿Se seguirá quejando la Sra. Pérez de que ahora tiene más tiempo libre para
emplearlo en lo que le plazca?
O, ¿le buscará el Sr. Pérez otro tipo de trabajo para compensarla por lo que ya no
hace y de la cual la liberó?
Ciertamente que no. Nadie es tan tonto.
Pero es fácil encontrar tal estupidez sucediendo en nuestra sociedad y en nuestra
vida económica actual, ya que el sistema “progresa” en la penalización del
individuo, en lugar de librarlo, al continuar atando al poder de compra, la distribución
del dinero, al empleo, al empleo en producción.
El dinero llega únicamente como recompensa por el esfuerzo en la labor de
producción.
El rol del dinero también se ha pervertido.
El dinero, básicamente, no es más que un boleto que se presenta para obtener
bienes y servicios.
Es un boleto universalmente válido que le permite al consumidor comprar lo que
quiere dejándole libertad para escoger de lo que hay en el mercado.
Tiene a su disposición la producción total del país.
Si es deseable que la economía del país cumpla con la razón de su existencia, el
satisfacer las necesidades humanas, entonces los individuos requieren tener
suficiente acceso a estos “boletos” para obtener todo lo que les haga falta, en la
medida en que la capacidad de producción del país pueda satisfacer sus
demandas.
El volumen del dinero para comprar los bienes debe ser proporcional a la suma total
de bienes y servicios.
Y no a la suma total del trabajo requerido para su producción.
Es cierto que el trabajo distribuye dinero entre los empleados de dicha producción.
Pero esto es sólo un medio y no un fin.
El fin de la producción no es el proveer dinero sino bienes y servicios.
Y si la producción es capaz de reemplazar a veinte asalariados con tan sólo una
máquina, esto no significa, de ningún modo, que tenga que distorsionar su
verdadero fin.
Y si pudiera proveer toda la producción necesaria para los humanos y no distribuir
ni un céntimo, aún así estaría cumpliendo con su objetivo: proporcionar bienes y
servicios.
Al liberar al hombre del trabajo, la industria ciertamente recibiría la misma gratitud
que recibió el Sr. Pérez cuando le obsequió la lavadora a su esposa permitiéndole
librarla de horas y horas de trabajo.

66
Cuando desaparece el poder adquisitivo
Pero, ¿cómo puede un hombre dar las gracias por haber sido liberado del trabajo al
haberlo reemplazado por una máquina, cuando, para su consternación, se da
cuenta que no tiene dinero?
Y es esto es precisamente lo que hace defectuoso a nuestro sistema económico, en
que no ha adaptado su mecanismo financiero a su mecanismo productivo.
En la medida en que la industria o producción se valen menos de la labor humana,
también debería hacerlo el poder adquisitivo, en forma de dinero, para canalizarse a
los consumidores a través de otros medios que no fueran las compensaciones por
el empleo.
En otras palabras, el sistema financiero debería armonizar con la producción, no
únicamente respecto al volumen, sino también respecto a la forma en que es
distribuido.
Si la producción es abundante, el dinero debería de serlo también.
Si la producción es liberada de la labor humana, el dinero también debería
disociarse del empleo.
El dinero es una parte integral del sistema financiero pero no lo es del sistema de
producción, estrictamente hablando.
Cuando el sistema de producción finalmente alcanza un punto en que puede
distribuir bienes sin la ayuda de los asalariados, entonces, el sistema económico
debería alcanzar el punto donde el poder de compra pueda distribuirse mediante
otros medios diferentes de los salarios.
Si ese no es el caso se debe a que, a diferencia del sistema de producción, el
sistema financiero nos ha adaptado al progreso.
Y es precisamente esta diferencia la que ha originado tantos problemas, cuando, de
hecho, el progreso debería hacer que todos estos problemas desaparecieran.
El reemplazo del hombre por las máquinas en la producción debería llevarnos al
enriquecimiento de éste, a librarlo de las preocupaciones meramente materiales
permitiéndole dedicarse a otras actividades diferentes a la meramente económica.
Si, por el contrario, tal substitución conduce a la privación, es porque nos hemos
rehusado a adaptar el sistema financiero a este progreso.
La tecnología debería servir a cada hombre
¿Es la tecnología un mal?
¿Tendríamos que ejercer nuestros derechos y destruir a las máquinas porque estas
nos están quitando nuestro trabajo?
No, si el trabajo puede ser elaborado por las máquinas eso es fabuloso; esto
permitirá que el hombre use su tiempo libre para oras actividades, actividades
libres, actividades por él escogidas.
Pero todo esto debe estar acompañado de un ingreso que reemplace el salario que
perdió, con la instalación de las máquinas, o de robot; de otra manera la máquina
que debería ser un aliado del hombre, se hará su enemiga, ya que le priva de su
ingreso y le impide vivir.
La tecnología no es un mal en sí, y con el dividendo, podrá ponerse al servicio del
hombre, no la culparían más de suprimir empleos:
“La tecnología contribuyó hasta tal punto al bienestar de la humanidad; hizo tanto
para mejorar la condición humana, servir a la humanidad y facilitar su labor.

67
A pesar de ello, en ciertos momentos, la tecnología ya no sabe verdaderamente
donde se sitúa: es para la humanidad o contra ella.
Por esta razón, mi llamado se dirige a todos los interesados a quienquiera que
pueda traer una contribución para que la tecnología que hizo tanto para edificar
Toronto y todo Canadá sirva verdaderamente a cada hombre, a cada mujer y a
cada niño de ese país.” (Juan Pablo II, Toronto, Canadá, 17 de septiembre de
1984.)
En 1850, la fabricación como nosotros la conocemos hoy, apenas empezaba, con el
hombre haciendo el 20% del trabajo, los animales el 50%, y las máquinas sólo el
30%.
En los 1900, el hombre aportaba con sólo el 15%, los animales el 30%, y las
máquinas el 55%.
Para los años de 1950, el hombre estaba haciendo sólo el 6% del trabajo, y las
máquinas el resto - 94%. (¡Los animales fueron liberados!)
Y nosotros no hemos visto nada todavía, ya que estamos apenas entrando en la
edad de la computadora, que permite a lugares como la planta de Nissan Zama en
Japón el producir 1,300 automóviles al día con la ayuda de sólo 67 humanos - eso
es más de 13 automóviles por día por trabajador.
Hay algunas fábricas que son completamente automatizadas, sin ningún empleado
humano, como la fábrica de motores Fiat en Italia que está bajo el mando de unos
veinte robots que hacen todo el trabajo.
En 1964, un informe fue presentado al Presidente de los Estados Unidos, firmado
por 32 signatarios, incluyendo al Sr. Gunnar Myrdal, economista Sueco, y al Dr.
Linus Pauling, ganador del Premio Novel, titulado “Caos Sociales en la
Automatización”.
Este informe dijo en breve que “los EE.UU., y en el futuro el resto del mundo, sería
involucrado pronto en un ‘ revolución’ que prometía rendimiento ilimitado… por
sistemas de máquinas que requerirán muy poca cooperación de los seres humanos.
Por consiguiente, una acción debe tomarse para asegurar ingresos para todos los
hombres, así sea en lo que normalmente se cuenta como trabajo.”
Un reciente estudio suizo ha dicho que “de ahora en treinta años, menos del 2% de
la fuerza de trabajo presente será suficiente para producir la totalidad de los bienes
que las personas necesitan”.
Tres de cada cuatro obreros - desde empleados de minoristas a cirujanos - serán
reemplazados en el futuro por máquinas guiadas por computadoras.
Si la regla que limita la distribución de ingreso a aquéllos que son empleados no se
cambia, la sociedad está dirigiéndose hacia el caos.
Sería simplemente absurdo imponer contribuciones del 2% a los obreros para
apoyar al 98% de personas desempleadas.
Uno necesita una fuente de ingreso que no este atada al empleo definitivamente.
El caso, definitivamente esta hecho para el dividendo del Crédito Social.
El empleo total es materialista
El dividendo del Crédito Social es la única solución lógica para el reemplazo de la
mano de obra por la máquina.
Por que si queremos persistir en mantener a todos, mujeres y hombres, empleados
en la producción, a pesar de que la producción para satisfacer las necesidades

68
básicas está elaborada ya, con menor y menor intervención humana, sobre esto,
entonces tendremos que crear nuevos empleos, que son completamente inútiles.
Y para justificar estos nuevos empleos inútiles, nuevas necesidades artificiales
necesitan ser creadas a través de avalanchas de publicidad para que de esta
manera la gente compre productos que no necesitan realmente.
Esto es conocido como “consumismo”.
Igualmente, los productos serán elaborados para que duren muy poco tiempo, con
el objetivo de generar más ventas y obtener más dinero, lo que conllevará al uso
innecesario de recursos naturales y por ende a la destrucción del medio ambiente.
También se tratará de mantener empleos que no necesitan de ningún esfuerzo
creativo, empleos que solo necesitan esfuerzos de la máquina, empleos donde el
trabajador no tendrá oportunidad de desarrollar su personalidad.
Y sin importar cuan destructivo para la mente es este empleo, es la condición para
que el trabajador pueda obtener su dinero, que es la licencia para vivir.
Dicho esto, para el empleado y para una multitud de asalariados, el significado de
su trabajo se reduce a: ellos van a trabajar para obtener dinero, para poder comprar
los alimentos que necesitan para vitalizarse para poder ir a trabajar... y el ciclo se
repite hasta que llegan a la edad de su jubilación, sino mueren antes.
Esta es una vida sin sentido, donde nada diferencia al hombre del animal.

Actividades libres creativas


Lo que diferencia al hombre del animal, es precisamente que el hombre no solo
tiene necesidades materiales sino también necesidades culturales y espirituales.
Como nuestro Señor Jesús dijo en el Evangelio: “No sólo de pan vive el hombre,
sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Yahveh”.
(Deuteronomio 8:3).
De ahí que forzar al hombre que use todo su tiempo para proveerse de cosas
materiales es una filosofía materialista, ya que niega que el hombre posea también
una dimensión espiritual y necesidades espirituales.
Pero ahora viene la pregunta:
¿Si el hombre no trabaja en un empleo que le pague por sus servicios, que hará él
con su tiempo libre?
Y la respuesta: El usará su tiempo libre en actividades libres, creativas, actividades
que el escogerá.
Es precisamente en su tiempo libre, que el hombre puede realmente desarrollar su
personalidad, desarrollar los talentos que Dios le dio y usarlos con sabiduría.
Además, es durante su tiempo libre que tanto el hombre como la mujer pueden
reflexionar sobre sus obligaciones religiosas, sociales y familiares: el cuidado de su
familia, la vivencia de su Fe (el conocer y amar a Dios), y de ayudar a sus
semejantes.
La crianza de los niños es el trabajo más importante en el mundo.
¡Pero ahora, a la mujer que está en casa criando a sus hijos, y que no recibe un
salario, muchos la catalogan como que ella no hace nada, que ella no trabaja!
El estar libre de la necesidad de trabajar para producir las necesidades de la vida
no supone el crecer desocupado.

69
Eso simplemente significa que el individuo será puesto en una posición donde el
pueda participar de el tipo de actividad que le atraiga.
Bajo un sistema de Crédito Social existiría un ramillete de actividades creativas.
Por ejemplo, grandes invenciones, los mejores trabajos de arte, que han sido
realizados durante tiempo libre.
Como C. H. Douglas manifestó:
“La mayoría de la gente prefiere estar empleada en cosas que a ellos les gusta en
vez de en cosas que no les gusta.
Las propuestas del Crédito Social en ningún sentido están intencionadas en crear
una nación de desocupados... El Crédito Social permitirá que la gente se ubique en
trabajos para los cuáles ellos son aptos.
Un trabajo que uno lo hace bien, es un trabajo que a uno le gusta, y un trabajo que
a uno le gusta es un trabajo que uno lo hace bien”.

El empleo total es pasado de moda e inútil


Esto es exactamente lo qué Papa Juan Pablo II dijo el 18 de noviembre de 1983,
cuando recibió en público a los participantes en una conferencia nacional
patrocinada por la Comisión de la Conferencia episcopal italiana para los Problemas
Sociales y el Trabajo.
Aquí está la cita de la alocución del Papa:
“La fundación primaria del trabajo es de hecho el hombre... el Trabajo es para el
hombre y no el hombre para el trabajo... Además, nosotros no podemos fallar en ser
involucrados sobre las opiniones de aquéllos que hoy sostienen que la discusión de
una más intensa participación es ahora pasada de moda e inútil, y exige que la
subjetividad humana se desarrolle en el llamado tiempo libre.
No parece justo, de hecho, el oponer el tiempo dedicado para trabajar al tiempo que
está libre del trabajo, siempre que, el tiempo de todo el hombre deba verse en
cuanto como un regalo del maravilloso Dios para la humanización global e íntegra.
Estoy convencido no obstante que el tiempo libre merece atención especial porque
es el tiempo cuando las personas pueden y deben realizar sus obligaciones
familiares, religiosas, y sociales.
Más bien, este tiempo para ser liberador y útil socialmente, se lo está pasando con
un maduro conocimiento ético en una perspectiva de solidaridad que también se
expresa en formas de servicios voluntarios generosos.”
(Tomado de L’Osservatore Romano, edición semanal en inglés, del 9 de enero de
1984, pág. 18.)
Preguntas para la unidad 6
Después de leer esta lección, el lector debe ser capaz de responder a las siguientes
preguntas:
1. En sus propias palabras explique lo que significa el teorema A+B de Douglas
2. ¿Son los aumentos de salario exigidos por trabajadores una solución?
3. ¿A pesar de la escasez crónica del poder adquisitivo, qué es lo que ha mantenido
activo al sistema presente?
4. ¿Es una bendición o una maldición la introducción de máquinas que sustituyen el
trabajo humano?
5. ¿Porqué cada ser humano tiene derecho a un dividendo?

70
6. ¿Es el empleo total algo deseable?
7. ¿Cuál es la razón de la creación de necesidades artificiales y del sobreconsumo
("o consumismo")?
8. En su película los Tiempos Modernos, Charlie Chaplin dió un ejemplo de la
deshumanización del trabajo. ¿Puede usted dar otros ejemplos?
9. ¿Qué contestaría usted a aquellos que dicen que con un dividendo, la gente
querrá ya no trabajar y se hará perezosa u ociosa?

LECCION 7

EL MEDIO AMBIENTE Y EL ASUNTO DEL DINERO


Solo el Crédito Social puede acabar con el desperdicio de recursos permitiendo así
el crecimiento de la persona humana
Para poner fin a la actual crisis financiera, los líderes mundiales llaman una especie
de "gobernanza global", que es otra forma de referirse al gobierno mundial.
Y como toda "crisis no debe desperdiciarse", añaden que también deberíamos
aprovechar esta oportunidad para abordar el problema del medio ambiente, es decir
que las personas (especialmente en Occidente) deberían consumir mucho menos, a
fin de no desperdiciar los recursos limitados del planeta. Como suele ser el caso,
toda crisis es una excusa para llamar a obtener más centralización y poder sobre el
pueblo.
Pero lo que estos líderes mundiales no dicen es que no necesitamos un gobierno
mundial para resolver la crisis financiera y salvar el medio ambiente.
Además, lo que se proponen para salir de la crisis - gastar más para crear más
puestos de trabajo - va en contra de la protección del medio ambiente.
Pero esto es sólo una de las muchas contradicciones en el sistema financiero que
es defectuosa en su núcleo.
Si uno examina el problema de cerca, ve que es la regla del sistema financiero
presente, la que causa una degradación tan inútil de los recursos del planeta –
sobre todo la regla que liga la distribución del poder adquisitivo al empleo, creando
así situaciones como ésta: a algunos grupos ecologistas les gustaría obligar a una
fábrica a dejar de contaminar el medio ambiente, pero el Gobierno contesta que
esto costaría demasiado y podría incluso obligarlo a cerrar la fábrica.
Entonces es preferible mantener los empleos incluso a expensas del medio
ambiente.
Realidad – el medio ambiente – es sacrificado por un símbolo – dinero.
¿Y que sucede con todas las necesidades artificiales creadas con el único propósito
de mantener a la gente empleada?
¿Y que con todo el trabajo administrativo y papeleo que requiere la necesidad de
mucha gente, embalada en edificios de oficina?
¿Y que con los bienes fabricados con el fin de durar tan corto tiempo como sea
posible, con el objetivo de vender más de ellos?
Todo esto conduce al desperdicio inútil y a la destrucción del medio ambiente
natural.
La contaminación de las almas

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Nosotros podríamos también decir mucho sobre otra clase de contaminación –
mucho peor que la primera clase – causado por el sistema financiero presente: la
contaminación de las almas, que pone nuestra salvación eterna en peligro. Uno sólo
tiene que pensar en los Gobiernos que promueven loterías y juegos para recoger
más dinero; en la industria de drogas y sexo; en la gente quien a fin de conseguir
dinero para vivir, es obligada a aceptar empleos que van en contra de sus
conciencias y en contra de los Mandamientos de Dios, de niños que son obligados
a robar, a hacerse prostitutas, etc.
En esta materia, el Papa Juan Pablo II escribió en su Carta Encíclica Centesimus
Annus (en el párrafo 38):
" Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la
más grave aún del ambiente humano, al que, sin embargo, se está lejos de prestar
la necesaria atención.
Mientras nos preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de
preservar los «habitat» naturales de las diversas especies animales amenazadas de
extinción, porque nos damos cuenta de que cada una de ellas aporta su propia
contribución al equilibrio general de la tierra, nos esforzamos muy poco por
salvaguardar las condiciones morales de una auténtica «ecología humana». "
En otras palabras, si el hombre persiste obstinadamente en ir en contra del orden
querido por Dios – ya sea contra las leyes de la naturaleza o las leyes morales –
sólo puede ir contra él.
Si una sociedad no tiene ningunos principios morales en absoluto, incluso todo un
ejército de policías no será suficiente para devolver el orden y el sentido común.
El Papa añadió en el numeral 39: "
La primera estructura fundamental a favor de la «ecología humana» es la familia, en
cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien;
aprende qué quiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué quiere decir en
concreto ser una persona.
Se entiende aquí la familia fundada en el matrimonio, en el que el don recíproco de
sí por parte del hombre y de la mujer crea un ambiente de vida en el cual el niño
puede nacer y desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y
prepararse a afrontar su destino único e irrepetible. "
Todos aquellos que quieren un mejor medio ambiente, material y espiritual,
deberían estudiar la cuestión del dinero, a fin de saber lo que es defectuoso en el
sistema financiero presente.
Y ellos descubrirán que sólo el Crédito Social (la filosofía, no los partidos políticos)
puede acabar con el desperdicio de los recursos, permitiendo el crecimiento de la
persona humana.

Escasez del poder adquisitivo


La causa fundamental de la contaminación en el medio ambiente y el desperdicio
de los recursos del planeta es la escasez crónica del poder adquisitivo, que es
inherente en el sistema financiero presente.
En otras palabras, los consumidores no pueden obtener suficiente dinero para
comprar los productos que existen; la gente no puede comprar lo que ella misma
produce.

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Bajo el sistema actual, lo que debería ser, en teoría, es la existencia de una
montaña de productos no vendidos.
Si los productos se venden de todos modos, es que tenemos en su lugar !una
montaña de deudas! De hecho, cuando la gente ya no tiene suficiente dinero, los
comerciantes deben fomentar las ventas a crédito para vender sus productos.
Pero esto no es suficiente para superar la falta de poder adquisitivo. Así que
recurrimos a otros medios, que lo veremos más adelante.
Implicaciones ambientales
Desde allí se puede imaginar todo el efecto que estas políticas económicas
insensatas tienen sobre el medio ambiente. Por ejemplo, se habla de crecimiento,
de la necesidad de los países de producir más, para ser más competitivos.
En realidad, un país debe ser capaz de aumentar, mantener o disminuir su
producción de acuerdo a las necesidades de su gente, y en muchos casos, una
disminución de la producción puede ser la opción más adecuada.
De hecho, si durante dos años, fuésemos capaces de proporcionar a cada lavadora
doméstica una vida útil de 20 años, sería bastante tonto como para seguir
produciendo incluso más lavadoras! El industrial estadounidense Henry Ford dijo
que el propósito de un buen fabricante de automóviles debe ser el fabricar con
calidad un coche para la familia que dure toda la vida.
Es técnicamente posible la construcción de un coche así, pero la industria del
automóvil está tomando un lugar tan importante en nuestra economía, que si se
construyeron estos vehículos, se crearía un caos económico:
¿qué haríamos con todos estos trabajadores, cómo quedarían estos empleados en
el nombre del sacrosanto principio del pleno empleo?
Los párrafos siguientes resumen estas implicaciones muy bien.
Estos son tomados del suplemento especial sobre el medio ambiente titulado Verde
– Donde el Dinero es un asunto importante, publicado en el verano de 1991 por la
publicación inglesa social Crediter (www.douglassocialcredit.com), quienes lo
adaptaron de los Nuevos Tiempos, publicado por la Liga australiana de Derechos:
"El cuadro que surge de este entendimiento del impacto del sistema financiero es
de una economía conducida en gran parte por imperativos financieros más bien que
por la demanda de consumo para productos tangibles de la economía, y en
consecuencia proliferando una producción no deseada.
Las presiones financieras que tienden a hacer a la producción un objetivo en sí
mismo constituyen un incentivo poderoso para abusar y gastar recursos.
Simplemente por la distribución de ingresos, debemos batirnos obsesivamente
sobre los recursos de la tierra.
"Los efectos de esta actividad económica obsesiva sobre el medio ambiente son
tremendos.
Las miles de intrusiones deletéreas en la naturaleza son justificadas a causa de que
estas ponen ingresos en los bolsillos de la gente.
La calidad mal hecha y la obsolescencia incorporada son mantenidas porque ellas
garantizan el reemplazo rápido de bienes y de una actividad económica “ocupada”.
Las estructuras financieras animan a las compañías a cortar esquinas y a emplear
tecnologías inferiores y contaminantes más bien que métodos productivos
actualizados, limpios.

73
La producción es coincidida favorablemente en la estadística del gobierno sin hacer
caso de si esto degrada o debilita a la gente o es funcional o alguna vez realmente
llena las necesidades del consumidor.
La mala dirección endémica del esfuerzo trastorna la moralidad ecológica; el
sentido del lugar de la humanidad en la naturaleza es debilitado.
"Para poner la posición algo diferentemente, los casos de la degradación ambiental
son en gran parte síntomas de un problema más profundo de una escasez
persistente del poder adquisitivo del consumidor.
"Los ecologistas rutinariamente denuncian el crecimiento económico exponencial
como una locura.
Lamentablemente, sin el entendimiento preciso de lo que hace tal crecimiento
imperativo, ellos no pueden sugerir nada muy práctico en el camino de alternativas.
Para corregir el problema
"Realmente, el único modo de tratar con los problemas de contaminación y despojo
es quitar el incentivo para el abuso.
El motor principal del desperdicio económico es el énfasis en la producción como un
final en sí mismo para tratar con un defecto inherente en el sistema de la
distribución de ingresos.
Resulta que la corrección de este defecto quitaría la presión de la gente para
fabricar capital que es redundante y que nadie quiere en sí mismo.
Esto permitiría una evaluación racional y equilibrada de nuestra situación ambiental
y abriría la variedad más amplia posible de opciones para competir con ello.
"El primer paso hacia la regeneración económica y ambiental es el aumentar el flujo
de ingresos a los consumidores.
Por supuesto, por 'ingresos' se supone el verdadero poder adquisitivo – no una
deuda reciclada de la cual la gente es responsable ya en sus roles como
consumidores y contribuyentes.
Los bancos crean miles de millones de dólares diariamente contra la verdadera
riqueza producida por la población, y el resultado es que el país se revuelca en la
deuda.
Estas mismas instituciones podrían ser instruidas en crear el crédito en una base
sin deuda y, a equilibrar los flujos de gastos de producción y capacidad de
liquidarlos, distribuirlo en forma de dividendos a ser pagados a todos los
ciudadanos.
"En otras palabras, en una manera responsable y científica, hagamonos
económicamente ricos. No podemos ser ricos económicamente más de lo que
somos en verdaderos términos, pero podemos ser ricos. En efecto, sería idiota ser
menos rico.
Bien, sí, esto no dice mucho de la calidad de pensamiento que hemos aplicado a la
situación hasta ahora, pero no es demasiado tarde para mejorarlo. (...)
"Contra los deseos de prácticamente toda persona consciente, nuestra hermosa
tierra es intensamente devastada y contaminada, y, en una especie de maniobra de
fuego de Reichstag, las personas hambrientas de poder usan estos problemas
ambientales para finales políticos egoístas.
Cuando remontamos las causas de la situación presente a su fuente, encontramos
un sistema financiero defectuoso.

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No tenemos que destruir el sistema de dinero – en efecto, hacerlo así sería un error
grave – pero es crucial que lo reformemos, que sea nuestro sirviente, no el maestro,
de nuestras aspiraciones. "
Todos aquellos que se preocupan por el medio ambiente, y por consiguiente por el
futuro de la humanidad en la tierra, todos aquellos que quieren "salvar el planeta",
deberían estudiar por lo tanto y difundir el Crédito Social, el único sistema que
pondría el dinero al servicio de la persona humana, y acabaría con el desperdicio de
los recursos.

LECCION 8

EL DINERO Y LOS PRECIOS


EL DIVIDENDO
La distribución del nuevo dinero mediante el dividendo nacional es por tanto un
medio para incrementar la provisión de dinero del país cuando es necesario y de
ponerlo directamente en las manos de los consumidores.
Pero, para beneficio del consumidor, esta distribución de dinero debe constituir un
incremento real en el poder adquisitivo del consumidor.
Ahora, este poder adquisitivo depende de dos factores, de la cantidad de dinero en
manos del comprador y del precio de los productos en venta.
Si el precio de los productos disminuye, el poder adquisitivo del consumidor se
incrementa, aún sin que aumente el dinero. Ahora, yo tengo $10.00 para comprar
mantequilla, si el precio de la mantequilla es de $2.50 por libra, tengo en mis manos
el poder de comprar 4 libras, si el precio de la mantequilla se reduce a $2.00, mi
poder adquisitivo crece y así podré comprar entonces 5 libras.
Si el precio sube, afecta desfavorablemente el poder de compra del consumidor y,
en este caso, incluso un incremento de dinero puede perder su efecto. De este
modo, si un trabajador que ganaba $200.00 en 1967 y después $400.00 en 1987,
estaría perdido ya que el costo de la vida se ha incrementado más del doble en
esos veinte años.
Eran necesarios, al menos $772.00 en 1987 en Canadá para comprar lo que se
adquiría por $200.00 en 1967.
El consecuente incremento en el precio de los productos es la razón por la que se
incrementan los salarios, tan reclamados por los trabajadores, lo cual además no es
una solución adecuada.
Los empleadores no fabrican el dinero y si necesitan gastar más para pagar a sus
obreros están obligados a vender sus productos a precios más altos para evitar la
bancarrota.
El dividendo nacional no está incluido en los precios, dado que está formado por
dinero nuevo, distribuido, independientemente del trabajo, por el Gobierno.
Sin embargo, con más dinero en las manos del público, los minoristas tenderían a
incrementar los precios de los productos aunque éstos no costaran más que su
producción.
Igualmente, la reforma monetaria que, al mismo tiempo, no toma las riendas para
impedir el alza injustificada de precios, sería una reforma incompleta.
Se volvería una catástrofe que provocaría una tremenda inflación.

75
El establecimiento arbitrario de los precios, un límite general ó un congelamiento de
los mismos, también puede tener efectos perjudiciales que desalentarían la
producción.
Ahora la reducción de la producción es la forma más segura para el incremento de
los precios.
El legislador, entonces, obtiene lo opuesto a lo que busca: provoca la inflación
cuando trata torpemente de combatirla; para evitar las sanciones, la inflación hace
su aparición, por medio del mercado negro.
El Crédito Social lanza una técnica que automáticamente combate la inflación: es la
técnica propuesta del “ajuste en el precio”, o del descuento compensatorio, que
serían parte de la forma en que el dinero es emitido para colocar al poder
adquisitivo total a nivel de la oferta total de producción.

EL AJUSTE EN EL PRECIO EL PRECIO JUSTO


Dado que los productos son hechos para el consumidor, es claro que, al alcanzar
su objetivo, los productos deben ofrecerse a éste a un precio que le permita
adquirirlos.
En otras palabras, en todo tiempo, debe haber un equilibrio entre los precios
colectivos y el poder colectivo de compra de todos los consumidores.
Para establecer el precio de venta al publico, los productores o los comerciantes
calculan el costo de lo que se ha manufacturado y le agregan los costos por
manejo, transportación, almacenamiento y las utilidades necesarias para los
diferentes intermediarios.
Pero nada asegura que el precio marcado corresponda al poder de compra del
consumidor.
El precio marcado debe ser atribuido por el minorista sin ocasionar bancarrotas en
la línea entre minorista y productor.
Además, el precio a pagar por el comprador debe ser tal que corresponda al poder
adquisitivo del consumidor.
De otro modo, los productos no podrán venderse a pesar de las necesidades
reales.
He aquí la necesidad del ajuste de los precios
La técnica monetaria del Crédito Social se asegura de esto.
En el vocabulario del Crédito Social, le llamamos “precio justo” al precio que
corresponde exactamente al consumo.
Cuando hablamos de “precio justo” no queremos decir lo que es honesto o justo. El
precio marcado por el vendedor puede ser completamente honesto, completamente
justo, pero con todo, puede no ser el precio exacto.
Durante la Depresión los precios marcados pudieron haber sido honestos y justos,
pero no eran exactos, no correspondían al consumo.
Cuando la producción total de artículos requeridos excede el total del consumo,
estos precios no son ciertamente exactos, dado que el consumo de un cierto
período muestra, concluyentemente, los gastos reales en los que incurrió la
producción durante este mismo período.
El precio honesto es una cuestión moral; el precio exacto o “justo” es una cuestión
matemática.

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El precio exacto, el “precio justo” del sistema de Crédito Social, se logra a través de
una regla aritmética.
Así no existe una fijación arbitraria de precios o de techos, ni las restricciones,
recompensas o castigos – sino simple aritmética.
La técnica del Crédito Social involucra dos cifras, que son hechas por el pueblo
mismo y que no se fijan arbitrariamente por algunos hombres que tienen la manía
de imponer su voluntad a otros:
1. La cifra expresada por la suma total de los precios (establecida por los mismo
productores)
2. La cifra expresada por el poder de compra de los consumidores (establecida por
los deseos de los consumidores en relación a cómo quieren gastar el dinero del que
disponen).
Para poder poner el signo de (=) entre estas dos cifras, el Crédito Social baja el
primero al nivel del segundo.
Permítasenos explicarlo, primero presentando algunas ideas poco familiares pero
que tienen consecuencias de gran alcance.

El costo real de la producción


El costo real de un producto es la suma del total de gastos en los que se incurrió
para su producción.
Esto es cierto si contamos en dólares, euros, horas-hombre, o cualquiera otra
unidad de medida.
Digamos que un trabajo requiere de cuatro horas, diez onzas de sudor, la comida
del trabajador, el desgaste de la herramienta.
Si la enumeración es completa, el precio exacto de este trabajo es: cuatro horas,
diez onzas de sudor, la comida del trabajador y el desgaste de la herramienta – ni
más ni menos.
Como uno está acostumbrado a evaluar los costos en dólares en Canadá y como
también estamos acostumbrados a evaluar el trabajo de la misma forma, tanto el
desgaste junto con los otros elementos que forman los gastos, resulta posible
establecer una relación entre ambos, en términos de dólares.
Si, con todo, los gastos de material, el trabajo, la energía, el desgaste, suman
$100.00, el precio exacto, el costo real del producto es de $100.00. Pero también
está el precio contable, el costo financiero.
Durante la producción de un artículo en una fábrica, se lleva una cuenta sobre la
materia prima que se compró, los costos de procesamiento, los sueldos y salarios,
los costos de capital, etc.
Todo esto constituye el costo financiero de la producción del artículo.
¿Son el precio contable y el precio exacto los mismos?
Aunque, incidentalmente lo son en algunos casos, es fácil probar que, en su
totalidad, no lo son.
Tomemos como ejemplo un pequeño país que suministra en un año, los bienes
capitales y los bienes de consumo, para una producción total evaluada en 100
millones de dólares.
Si, durante ese tiempo, el total de gastos de los habitantes del lugar son evaluados
en 80 millones de dólares, uno puede admitir que la producción del país durante

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ese año ha costado exactamente 80 millones, dado que fueron 80 millones los que
consumió la población que hizo la producción.
El costo financiero de la producción ha sido evaluado en $100.00 millones, pero
sólo fueron 80 millones en gastos reales.
Este es un hecho inevitable: ambos totales están ahí.
El precio exacto de la producción de 100 millones ha sido entonces de 80 millones.
En otras palabras, mientras se han producido 100 millones de riqueza, se han
consumido 80 millones de la misma.
El consumo de 80 millones de la producción es el precio real de la producción de
100 millones.
El precio real de la producción es el consumo.
Como hemos dicho anteriormente, si la producción existe para el consumo, el
consumo debe ser capaz de pagar por la producción.
En el ejemplo anterior, el país merece su producción.
Si, gastando 80 millones, se producen 100 millones de bienes y servicios, debe ser
posible obtener estos 100 millones de la producción mientras se gasta 80 millones.
En otras palabras, pagando 80 millones, los consumidores deben obtener los 100
millones de la producción.
Si no, los 20 millones de la producción quedarían para su contemplación, hasta que
se diera su destrucción, frente a los indigentes y desesperados ciudadanos.
El incremento y reducción de la riqueza
Un país se enriquece en bienes cuando desarrolla sus medios de producción: sus
máquinas, fábricas, medios de transporte, etc. Estos son llamados bienes de
capital.
O cuando produce artículos para su consumo: trigo, carne, muebles, ropa.
Estos son llamados bienes de consumo.
También lo hace cuando obtiene bienes del exterior.
De este modo Canadá se enriquece en frutas cuando compra sus plátanos,
naranjas y piñas.
Esto es importación.
Los bienes de un país se reducen cuando hay destrucción o desgaste de los
medios de producción: cuando se queman las fábricas, se descomponen las
máquinas, etc.
Esto se llama depreciación. Los bienes de un país también se reducen cuando son
consumidos.
Los alimentos ingeridos, la ropa desgastada, etc. que no están disponibles por más
tiempo.
Esto es destrucción a través del consumo.
Esta reducción de bienes también se da cuando dejan el país: por ejemplo, habrán
menos manzanas, mantequilla y tocino en Canadá si los enviamos a Inglaterra.
Esto se llama exportación.
Calculando el precio justo
Supongamos que el balance de un año es el siguiente:
Producción de bienes de capital…………………$3 billones
Producción de bienes de consumo…………….....$7 billones
Importación……………………………...……....$2 billones

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Total de adquisiciones…………………….……...$12 billones
Además de
Depreciación de bienes de capital……..……....….$1.8 billones
Consumo…………………………….…………....$5.2 billones
Exportaciones……………………..……………...$2.0 billones
Reducción total……………………..………….....$9.0 billones
A partir de esto podemos concluir: Mientras el país se enriqueció con $12 billones
de producción, únicamente consumió o exportó $9 billones.
El costo real de producción de $12 billones es de $9 billones.
Si le cuesta al país $9 billones producir $12 billones de bienes y servicios, el país
debe ser capaz de disfrutar sus $12 billones de producción mientras gasta
únicamente $9 billones.
Con $9 billones uno debe ser capaz de pagar $12 billones.
Pagar 12 con 9. Esto requiere el ajuste del precio: bajar el precio contable, 12, al
nivel del precio real, 9, y esto hacerlo sin violentar a nadie ni perjudicar a nadie.
Frente a este balance la siguiente conclusión resulta lógica en una economía donde
la producción existe para el consumo: Dado que el consumo de $9 billones de
producción, tomando en cuenta ya el desgaste de la maquinaria, permitió $12
billones de producción, incluidas ya las mejoras, $9 billones es el precio real de la
producción.
Para que el país sea capaz de usar esta producción, siempre que sea deseable,
debe ser capaz de obtenerla a su precio real, $ 9 billones, lo que no impediría que
los comerciantes se viesen obligados a reclamar $12 billones.
Por un lado, los consumidores del país deben poder comprar 12 con 9.
Deben ser capaces de consumir la producción del país pagando por ella 9/12 del
precio marcado.
Por otra parte, los comerciantes deben recuperar la cantidad total: 12, de otro modo
no podrían cubrir sus costos y obtener sus ganancias, las que representan el pago
por sus servicios.
El descuento compensatorio
El comprador pagará únicamente 9/12 del precio marcado, si se le otorga un
descuento de 3/12, o 25%.
El valor de una mesa es de $120.00, será vendida al comprador a $90.00.
Unas medias cuestan $4.00, serán vendidas a $3.00.
Del mismo modo, esta misma tasa se aplica a todos los productos en venta en el
país, porque es un descuento nacional decretado por la Oficina Nacional de Crédito,
para así lograr el objetivo para lo que ésta fue establecida.
Si todos los bienes consumibles del país son pagados al 75% de su precio
marcado, los consumidores podrán obtener toda la producción de $12 billones con
los $9 billones que gasten para su consumo.
Si no desean algunos productos de venta en el mercado, simplemente no los
comprarán y los productores dejarán de fabricarlos dado que no son riqueza en sí
mismos pues no satisfacen las necesidades de los consumidores.
Los comerciantes obtendrán de los compradores únicamente el 75% de los precios.
No podrían subsistir a menos que obtengan de otra fuente el 25 % que les hace
falta.

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Esta otra fuente puede ser, solamente, la Oficina Nacional de Crédito encargada de
poner el dinero en relación a los requerimientos.
Mediante la presentación de las notas adecuadas (vales), comprobando la venta y
el descuento nacional permitido, los comerciantes obtendrán, de dicha oficina, el
dinero que representa ese 25% faltante.
El objetivo se alcanzará.
Todos los consumidores podrán comprar los bienes producidos por el país de
acuerdo a sus necesidades.
Los comerciantes y, a través de ellos, los productores, obtendrán las cantidades
necesarias para cubrir sus costos de producción y de distribución.
No habrá inflación dado que no habrá escasez de productos frente a la demanda.
Este dinero nuevo es creado únicamente cuando se quiere un producto y se
compra.
Además, esto no se incluye en el precio de la factura, dado que no es ni sueldo ni
salario, ni inversión: viene después de que el producto es fabricado, valuado y
vendido.
Otra forma de llegar al mismo resultado sería hacer que el comprador pagara por el
precio total.
El vendedor le daría un recibo certificando la compra. Mediante la presentación de
dicho recibo en la Oficina Nacional de Crédito, el comprador obtendría el 25% del
total de la compra.
El primer método es un descuento compensatorio, un descuento otorgado por el
vendedor y pagado a éste último por la Oficina Nacional de Crédito.
El segundo método es un reembolso hecho al comprador.
El resultado es exactamente el mismo.
En cualquier caso, el precio pagado por el consumidor debe ser la fracción del
precio marcado expresado por la proporción del consumo y del total de la
producción.
De otro modo, la producción sería únicamente accesible de forma parcial para los
consumidores, para quienes está hecha.
El precio justo = precio de venta x el consumo
producción
En resumen, para que las cifras-precios sobre los productos y las cifras-dinero en
las manos de los consumidores correspondan, hay dos maneras: bajar los precios o
agrandar los bolsillos.
El Crédito Social haría las dos cosas, sin perjudicar a nadie, acomodando a todo el
mundo.
Ambos métodos combinados juntos, la disminución de los precios por el descuento
y el dividendo, serían calculados para poner el equilibrio entre las cifras-dinero y las
cifras-precios.
Hacen falta ambos métodos.
Si hubiera sólo el dividendo, los precios podrían tender a subir, al mismo tiempo que
el coste de retorno de los productos sería el mismo.
Y si habría sólo una disminución de los precios, sin dividendo, esta disminución de
los precios no serviría para grande cosa para las personas que no tienen ningún
tipo de ingresos.

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La fórmula del dividendo, estudiada en la lección precedente, sería infinitamente
preferible al bienestar social, al seguro contra el paro y otras leyes actuales de
Seguridad Social porque, repitámoslo, este dividendo no sería tomado de los
impuestos de los que trabajan, sino sería financiado por dinero nuevo, creado por la
Oficina Nacional de Crédito.
De esta manera nadie viviría de los impuestos de los contribuyentes; sería una
herencia debida a todos los ciudadanos del país, que son por así decirlo; todos
accionistas, de la compañía Canadá limitada.
Y contrariamente al bienestar social, este dividendo sería entregado sin preguntas,
no penalizaría a los que quieren trabajar.
Lejos de ser una incitación a la pereza, este dividendo permitiría a la gente
ocuparse en actividades de su elección, allí donde tienen talentos.
Por otra parte, si la gente dejara de trabajar, el dividendo bajaría automáticamente,
ya que está basado en la producción existente.
Sin esta renta no atada al empleo, el progreso tampoco se hace un aliado del
hombre, sino una maldición, ya que eliminando la necesidad de trabajo humano,
hace perder a los trabajadores su única fuente de ingreso.
Y gracias a este mecanismo del descuento sobre los precios, toda inflación sería
imposible: en efecto, el descuento hacer bajar los precios.
Y en la inflación, son los precios los que suben.
¡La mejor manera de impedir que los precios suban, es hacerlos bajar! Además, el
descuento sobre los precios es exactamente lo contrario del impuesto de venta: en
lugar de pagar los productos más caros por los impuestos, los consumidores los
pagan mas baratos gracias a este descuento.
¿Quién podría quejarse de esto?

FINANZAS DE TRABAJO PÚBLICO


¿Cómo sería el financiamiento de servicios y trabajos públicos con este sistema de
dinero social?
Cada vez que la población necesitara un nuevo servicio público, el gobierno no se
preguntaría más:
¿Con que dinero?
Sino: ¿Qué materiales se requieren para hacer el trabajo?
Y, obviamente, la Oficina Nacional de Crédito crearía el dinero necesario para ello.
Supongamos, por ejemplo, que la población requiere un puente nuevo cuya
construcción tendría un costo de 50 millones.
La Oficina Nacional de Crédito crea entonces estos 50 millones para financiar la
construcción de dicho puente.
Y dado que todo dinero nuevo debe ser retirado de la circulación debido a su
consumo, el dinero creado para la construcción del puente tendrá que retirarse de la
circulación cuando se termine de construir el mismo.
¿De qué manera puede un puente ser consumido? Por uso o depreciación.
Supongamos que los ingenieros que lo construyen prevén que tendrá una duración
de 50 años, dicho puente perderá entonces una quincuagésima parte de su valor
cada año.

81
Ya que ha costado 50 millones para construirse sufrirá entonces una depreciación
de 1 millón por año.
Es entonces un millón de dólares los que deben retirarse de la circulación cada año,
durante 50 años.
Al final de este tiempo el puente estará completamente pagado, sin nada de interés
y nada de deuda.
¿Es que este retiro de dinero se hará en base a impuestos?
No, esto no es necesario, dice Douglas.
Dentro del concepto de Crédito Social existe otro método más bien simple para
retirar el dinero de la circulación y es el ajuste del precio (llamado descuento
compensatorio).
De hecho, bajo un sistema de Crédito Social, los impuestos disminuyen
drásticamente, y la mayor parte, simplemente desaparecen.
El justo principio a observar es que la gente no pague más que por lo que consume.
Sería injusto hacerle pagar a la población de todo el país por servicios que no le son
ofrecidos, como una calle o una municipalidad, o el servicio de agua o de limpia.
La gente se beneficia de estos servicios que habría que pagar si la municipalidad
realmente los ofrece.
¿De qué manera funcionaría el ajuste del precio?
La Oficina Nacional de Crédito se haría cargo de llevar una contabilidad exacta del
activo y del pasivo de la nación, siendo así que sólo requerirá de dos columnas: un
lado donde inscribirá todo lo que produce el país durante el período en cuestión
(activo) y otro donde anotará todo lo que se consume (pasivo).
El millón anual de depreciación del puente, del ejemplo arriba mencionado, será
entonces inscrito en la columna de pasivos o consumos y ajustado a todas las otras
formas de consumo de las riquezas durante el año.

Tres principios
Existen tres principios de base del Crédito Social:
1. el dinero emitido sin deuda por el gobierno, representando a la sociedad, según
la producción, y retirado de la circulación según el consumo;
2. el dividendo mensual a todos los ciudadanos;
3. el descuento compensado.
Tres son necesarios; es como un trípode: quite uno de estos tres principios, y el
resto no se sostiene más.
Toda esta técnica del Crédito Social, tal como fue explicada muy brevemente arriba,
tiene un sólo fin: financiar la producción de los bienes que respondan a las
necesidades; y financiar la distribución de estos bienes para que cubran las
necesidades.
Examinando la circulación del crédito sobre el esquema que continua, percibiremos
que el dinero no se acumula en ningún tiempo, que sólo sigue el movimiento de la
riqueza, entrando en circulación al ritmo de la producción, y tomando la vía de
retorno hacia su fuente (la Oficina Nacional de Crédito) al ritmo del consumo
(cuando los productos son comprados donde el vendedor).

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En todo tiempo, el dinero permanece como reflejo exacto de la realidad: el dinero
aparece cuando un nuevo producto aparece, y este dinero desaparece cuando el
producto desaparece (es consumido).
Podríamos preguntarnos
¿Dónde está la inflación en esto?
Todo esto abre un horizonte y posibilidades insospechadas.
Para que estas posibilidades se hagan realidades, hace falta que todos conozcan el
Crédito Social.
Y para esto, hace falta que todos estudien este propuesta.
Es allí dónde su responsabilidad entra en juego: usted que ha comprendido el
Crédito Social, es su deber el hacerlo conocer a otros.
La circulación del dinero en un sistema de crédito Social

Imagen va aquí
Explicación del diagrama.
El dinero va al productor (la industria) a través de la Oficina Nacional de Crédito
para la producción de nuevos bienes, lo que provoca un flujo de productos
etiquetados con un precio y salarios distribuidos a los empleados.
Ya que los salarios no son suficientes para comprar toda la producción, la Oficina
Nacional de Crédito cubre la diferencia mediante la emisión de un dividendo
periódico para todos los ciudadanos.
El encuentro entre productos y consumidores se lleva a cabo con los vendedores y
a medida que un producto es comprado (consumido) el dinero emitido para la
producción de dicho bien regresa a su fuente, la Oficina Nacional de Crédito,
habiendo así cumplido su función y terminado su curso en el circuito financiero, ya
que el producto ha llegado al consumidor.
En todo tiempo hay una igualdad entre los medios de compra por la población y el
precio a pagar por los bienes consumibles puestos a la venta en el mercado.

LECCIÓN 9

CREDITO SOCIAL: DEMOCRACIA ECONÓMICA


El Crédito Social reemplazaría la dictadura actual de dinero por una democracia
verdadera y económica, a la cual el consumidor, fin de la producción, sería el dueño
verdadero de los programas de producción — de los programas no de los métodos.
El consumidor diría qué producir, no cómo producir, y sería obedecido por la
producción que no tiene otra cosa que responder de la mejor forma a los encargos.
En su reciente encíclica "Caritas in Veritate", el Papa Benedicto XVI escribió en el
párrafo 66:
"Es de desear un papel más incisivo de los consumidores como factor de
democracia económica, siempre que ellos mismos no estén manipulados por
asociaciones escasamente representativas. "
El ingeniero escocés Clifford Hugh Douglas (1879-1952), quién concibió las
propuestas financieras del Crédito Social, escribió en "Poder de crédito y
Democracia":

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"el crédito Social es una filosofía socioeconómica en donde los consumidores,
totalmente proveídos del poder adquisitivo adecuado, establecen la política de
producción por el ejercicio de su voto monetario.
En vista de esto, el término democracia económica no significa el control del
trabajador de la industria.
Quitando la política de producción de las instituciones bancarias, del gobierno y de
la industria, el Crédito Social prevé ‘una aristocracia de productores, sirviendo y
acreditados por una democracia de consumidores.’"
Antes de ser conocido como el Crédito Social, las ofertas financieras de Douglas
fueron de hecho llamadas "Democracia Económica" (también el nombre del primer
libro de Douglas sobre el tema).
A continuación presentamos un artículo de Louis Even que explica como un sistema
de Crédito Social seria la "democracia económica verdadera", en la cual habrá "un
papel más incisivo de los consumidores", como el Papa escribió.
Por Louis Even
El mayor C.H. El Douglas, el genio que inventó la doctrina y proposiciones del
Crédito Social, publicó su primer libro sobre el tema en noviembre de 1919.
Fue titulado Democracia Económica.
Fue sólo luego en un período posterior que su filosofía fue bautizada como "Crédito
Social".
Sin embargo, los dos términos son absolutamente compatibles con la teoría
económica de Douglas.
De hecho la materia entera concierne al crédito de la sociedad (Crédito Social), la
monetización de la cual debería servir a la sociedad y a sus miembros antes que
endeudarlos y empobrecerlos.
Pero esta doctrina también habla sobre una democracia económica verdadera.
Demos, Kratein
A nivel político, la palabra democracia resume la idea de un gobierno de la gente y
para la gente; de una organización política en la cual la gente libremente elige a sus
gobiernos.
Y también un sistema en el cual ellos pueden aclarar a sus gobiernos como esperan
que sus asuntos públicos sean administrados.
Sin embargo, para un gran número de gente la palabra democracia significa casi
exclusivamente nada más que el instrumento, las elecciones periódicas por las
cuales los representantes de las personas son elegidos para un término específico.
Para esta gente, la perfecta democracia es conseguida cuando el sufragio universal
es conseguido; cuando cada uno (al menos todos los adultos) tiene el derecho de
votar.
¿Cada uno — esto no traduce suficientemente el sentido de "demos" (gente)?
¿Y cuándo la gente elige su propio gobierno, no es esto prueba de que ellos
gobiernan "kratein" ya que ellos delegan este poder de gobernar?
Ahora, si consideramos la democracia bajo uno u otro de los dos susodichos
aspectos — como obediencia a la voluntad de la gente o como un mecanismo
votador — si transportamos el término democracia a la esfera de la economía
encontramos que esto cabe perfectamente con la doctrina del Crédito Social.
La esfera económica

84
La esfera económica es una de necesidades, y de bienes para llenar estas
necesidades.
La actividad económica sobre entiende la producción y la distribución de productos
y servicios, tanto a particulares como a la comunidad.
En la esfera política el individuo es el ciudadano.
En la esfera económica él es el consumidor.
En la esfera política el ciudadano expresa su voluntad y exige resultados del
gobierno y otros cuerpos públicos.
En la esfera económica el consumidor dirige sus exigencias al sistema productivo
de su país.
De la agricultura e industrias aliadas; él pide el alimento y de la industria textil, ropa.
Él pide alojamiento de la construcción y de los doctores y hospitales él requiere
atencion por sus dolencias.
Y asi con todas las otras ramas de la industria y el comercio.
El sistema productivo es el total de todas estas actividades de las cuales fluyen los
bienes y servicios.
Esto es la capacidad para producir.
El consumidor consigue lo qué él pide cuando su petición es acompañada por el
instrumento que hace esta petición eficaz, a saber, el dinero o poder adquisitivo.
El poder adquisitivo es el poder de pagar.
La capacidad productiva hace posible el ofrecer bienes y servicios. El poder
adquisitivo hace posible el obtener estos bienes y servicios.
Capacidad para pagar y producir
Si la capacidad para producir falla, entonces la capacidad para pagar no significa
nada.
Incluso con un saco de oro usted no puede comprar el pan en el Polo Norte, porque
no hay, ni el pan, ni ninguna posibilidad de cultivar el trigo allí.
Por otra parte, si la capacidad para pagar deja de mantenerse al paso con la
capacidad para producir, entonces la producción para, mientras los bienes
permanescan sin venderse.
Esto ocurre aun si las necesidades permanecen insatisfechas.
Esto es a menudo el caso en nuestro país donde los productos son abundantes.
Las familias sin el poder adquisitivo deben quedarse sin los bienes que ellos
necesitan aun si estos bienes están en la tienda.
Los gritos del necesitado, no importa cuan fuerte sean estos, caen en oídos sordos,
si el pobre no puede pagar.
Entonces vemos que no son las necesidades humanas quienes deciden la actividad
productiva, sino la posesión o la carencia del dinero.
Este es lo que llamamos una dictadura financiera.
En la economía como en la política, la dictadura es lo contrario de la democracia.
No existe democracia económica cuando el individuo, como consumidor, ya no
puede obtener del sistema productivo los bienes que él tiene derecho de esperar.
El hombre no puede sentir que él está siendo tratado en una manera democrática
cuando debe vivir sin las necesidades cubiertas, delante de una capacidad
productiva inmensa, simplemente porque se le esta negando el poder de comprar
los bienes.

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Un país que se llama democrático y aún acepta la continuación de esta dictadura
financiera tiene una idea curiosa del sentido de democracia.
La tiranía del dinero sobrecarga en las vidas de individuos y familias; todo el año
esto es un obstáculo a la administración de nuestras instituciones y cuerpos
públicos.
El gobierno que permite que tal situacion exista en el país sobre el cual esto tiene
jurisdicción es difilmente un gobierno democrático aun si este hubiera nacido en las
urnas.
Es un gobierno en servidumbre de una dictadura.
Bajo un sistema de Crédito Social la capacidad para pagar coordinaría con la
capacidad para producir.
Uno iría con el otro.
La capacidad para producir no sería parada o restringida debido a la inhabilidad de
pagar.

Esto es porque la capacidad de pago sería ajustada a la facilidad para producir los
bienes requeridos por las necesidades existentes.
No seguiríamos teniendo la situación de necesidades humanas con todos los
bienes que están disponibles.
La producción y la distribución no serían gobernadas por el dinero, porque el dinero
sería ajustado a las necesidades de la producción y de la distribución.
Esto sería una verdadera democracia económica.
Mientras el sistema productivo pueda encontrar sus demandas, el consumidor
individual recibiría todos los bienes que él tiene que producir y los servicios a los
cuales él tiene un derecho a fin de vivir decentemente.
Sufragio económico
Además esta democracia sería completa; esto se aplicaría a todos los
consumidores (esto es a todos los ciudadanos) de toda edad y condición.
Este sería un sufragio económico universal , más universal que un sufragio político.
Esto sería un sufragio ejercido cada día.
Esta democracia económica sería ejercida a traves de votaciones económicas
verdaderas.
Por medio de estas votaciónes el consumidor seleccionaría, no el candidato de su
opción, sino los bienes de su opción.
Estas votaciónes económicas son llamadas dólares en Canadá.
Cada dólar es una votación que permite al portador votar a favor del valor de un
dólar de productos o servicios según su opción.
Mientras más de estas votaciónes económicas (dólares) él tiene en su bolsillo, más
amplia es la variedad de productos abiertos a él.
Y a fin de que este sufragio económico pueda ser universal, cada individuo como
consumidor debe poseer estas votaciónes que le permiten votar a favor de bienes
tales.
El Crédito Social consigue este fin porque da ingresos a cada individuo
independientemente de edad, sexo, ocupación, color de piel, o creencia religiosa y
política.

86
Estos ingresos básicos, este derecho primario de usar la capacidad productiva de
un país debería ser, en lo mínimo, suficiente para cubrir las necesidades de la vida.
Es inadmisible que cualquier ciudadano deba pasar necesidades en la vida en un
país de la producción superabundante.
En el vocabulario del Credito Social, estos ingresos básicos que son concedidos
con la única condición de que uno debe ser miembro de la sociedad es llamado "el
dividendo social."
Es nacional o provincial, según si el sistema se extiende a la nación o a la provincia.
Este dividendo es el verdadero instrumento del sufragio económico universal.
Los dólares ganados como salarios, honorarios, ganancias, o dividendos
industriales son también votaciones económicas, pero estos son condicionados por
las circunstancias en las cuales ellos son ganados.
Los salarios estan atados con el empleo.
No todos pueden estar empleados. Los niños, por ejemplo, no pueden trabajar en
una fábrica.
Esto incluye también a los enfermos, a los viejos, a las amas de casa, y a otros que
podrían ser empleados, pero han sido sustituidos por las máquinas.
Estas máquinas producen bienes más eficazmente y en una mayor cantidad que es
posible para los humanos.
El dividendo universal es la única votación económica que es realmente
democrática.
Por lo tanto, el Crédito Social es la teoría más avanzada de la democracia
económica.
Productores tranquilos
Lo que es más, este sistema no se lleva nada de la iniciativa privada o de la
empresa.
La votación económica exige resultados — bienes que encontrarán necesidades.
Pero esto deja al sistema productivo libre en cuanto a la manera de producir estos
bienes. La técnica moderna de producir bienes es eficiente, pero haría aún mejor su
trabajo si no fuera por los obstáculos financieros.
Si no fuera por la carencia de estas votaciónes económicas (dólares), los bienes
fluirían libremente para satisfacer las exigencias.
La distribución sería tan eficiente como la producción.
¿Y no sería este ideal eficiente y enormemente deseado, por los productores y
consumidores igualmente?
Es equivocado el culpar a la empresa privada por algo que es la falla de las
finanzas y no de la producción.
En vez de procurar cambiar el sistema productivo, las medidas deberían ser
tomadas para revisar el sistema financiero.
El sistema financiero debería ser socializado, no el sistema productivo — por la
buena razón que el dinero en naturaleza, es social.
Es sólo por un acto de perversión que el dinero se ha hecho un instrumento de
abuso.
El Crédito Social entonces, sustituiría a la dictadura financiera presente por una
democracia económica verdadera en la cual el consumidor (quién es después de

87
todo, la razón por la qué la producción existe) sería el verdadero amo de cualquier
programa de la producción — del programa, no los métodos, de la producción.
El consumidor decidiría que producir, no como producirlo.
La producción obedecería al consumidor, deseando solamente le sea permitido
satisfacer sus demandas.
La eficacia de esta democracia económica superaría todo que ha sido
experimentado alguna vez en cuanto a a la democracia política.
Comparacion de la Eficacia
Ya que hemos hecho la comparación entre la democracia política corriente y la
democracia económica que es el Crédito Social, entre la votación política y la
votación económica del Crédito Social, sería interesante comparar la eficacia de
votaciónes políticas y económicas.
Dejaremos aparte la pregunta de cantidad o frecuencia.
Obviamente, el ciudadano consigue sólo una votación política que la recibe en el
tiempo de las elecciones cuando él debe elegir a uno de varios candidatos
aspiradores para representarlo en el gobierno.
Entre las elecciones, si el ciudadano no consigue lo que él esperó del gobierno, él
no puede tener el recurso a un voto.
Él debe buscar otros medios que aún él no sabe usar.
Para esto él debe esperar, disgustado, hasta la siguiente elección cuando él pueda,
equivocarse otra vez.
Pero con la votación económica ocurre lo contrario.
Él debería tener (dolar) o tenerlos cada día, ya que él tiene necesidades que
satisfacer cada día.
Pero él no consigue los productos para llenar estas necesidades hasta que él
deposite su votación (dólar) en el contador del comerciante.
La diferencia principal, sin embargo, está en la eficacia.
Cuando usted pone su votación política en la urna, este es marcado con una cruz
que indica el candidato de su opción.
Pero puede resultar muy fácilmente que durante la noche de la elección, usted
consigue al candidato que usted no quiere.
Usted pidió a Pedro para que sea su diputado, y Pablo fue elegido.
O si usted consigue realmente a Pedro, entonces la gente que votó a favor de Pablo
no es feliz.
Pero su voto económico siempre le da lo que usted quiere, a condicion de que
usted tenga una votación económica.
Y da a su vecino lo que él quiere aun si es algo contrario de lo que usted quiere.
Hay una diversidad de productos para satisfacer a una diversidad de gustos y cada
gusto está satisfecho cuando las votaciónes económicas están disponibles para
cada uno.
Si usted toma sus votaciónes (dólares) de su cartera y dice al comerciante "este es
para la mantequilla", entonces él no le dará la mermelada.
Si su vecino saca sus votaciónes (dólares), y dice "mermelada por favor", el
comerciante no le dará la mantequilla.
Su voto es así siempre eficaz: para zapatos negros o marrones, un par de
pantalones, un viaje en el ferrocarril, un televisor o para un ataúd.

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No existe una mayoría ganadora o una minoría perdedora.
Su votación económica gana para usted lo que usted quiere, lo que usted como
individuo elige.
Y cuando usted ha elegido algo, el comerciante lo sustituye ordenandolo del
productor, industrial o agrícola.
Y la industria hace los productos que están en demanda, no los productos a favor
de los cuales nadie vota.
En esta manera, su opción determina lo que debe ser producido, pero no la manera
de su producción.
Su opción le dice al agricultor y al industrial, que producir sin ninguna mención "de
como". "El como" no es su negocio; esto es un asunto del productor.
Además, la producción moderna no deberia estar de ninguna manera avergonzada
de producir algo que se le pueda pedir.
Y entonces todo depende de si tenemos estas votaciónes, o dólares. Él que no los
tiene no posee nada.
Él no puede votar a favor de productos.
Él no ejerce ninguna influencia en la producción de su país.
Él no vive en un estado de democracia económica.
Y en estas condiciones, la democracia política tiene poco sentido para él.
Hombres y mujeres, ciudadanos que son privados de votaciónes económicas y
permanecen a merced de la caridad — tal es el caso para muchos bajo nuestra
dictadura presente del dinero.
Pero tal condición no existiría bajo un sistema de democracia económica verdadera,
bajo la organización de una democracia de Crédito Social.

Preguntas para la unidad 8


Después de leer esta lección, el lector debe ser capaz de responder a las siguientes
preguntas:
1. El poder adquisitivo depende de dos factores. ¿Cuáles?
2. ¿Qué quiere decir el Crédito Social por "precio justo" ? ¿Cómo este «precio
justo» se calcula?
3. ¿Por qué hacen falta a la vez un descuento sobre los precios y un dividendo?
4. En sus palabras, explique cómo sería financiado un puente de un valor de 50
millones de dólares que debe durar 50 años.
5. ¿Cuáles son los tres principios de base del Crédito Social?
6. En sus palabras, explique por qué el Crédito Social puede ser definido como una
« democracia económica ».

LECCIÓN 10

LA HISTORIA DEL CONTROL BANCARIO EN LOS ESTADOS UNIDOS


La dictadura bancaria y el sistema monetario de deuda no se limitan a Canadá
exclusivamente, sino que existen en cada país del mundo.
Están trabajando para mantener este control apretado dado que si un país se libera
de esta dictadura y emite su propia moneda libre de deuda, poniendo así el ejemplo

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para todos los demás de lo que sería un sistema honesto, sería suficiente para
colapsar el sistema viciado de los banqueros alrededor del mundo.
La lucha de los financieros internacionales para instalar su fraudulento sistema
monetario de deuda ha sido particularmente viciado en los Estados Unidos desde
su misma fundación y hechos históricos muestran que varios estadistas
norteamericanos estaban bien conscientes del sistema monetario deshonesto que
los financieros querían imponer en el país, así como de sus nocivos efectos.
Estos estadistas fueron auténticos patriotas que hicieron todo lo posible para
conservar en los Estados Unidos un sistema monetario honesto, libre del control de
los financieros.
Los financieros hicieron todo lo que estuvo en su poder para mantener en las
tinieblas esta faceta oscura de la historia de los Estados Unidos por temor a que el
ejemplo de estos patriotas pudiera ser imitado actualmente.
He aquí los hechos que los financieros quisieran fueran ignorados por la población:
La población más feliz
Estamos en 1750.
Los Estados Unidos de América aún no existen; sólo son las 13 Colonias del
continente americano que forman la “Nueva Inglaterra”, una posesión de la madre
tierra, Inglaterra.
Benjamín Franklin escribió sobre la población de ese tiempo: “Era imposible
encontrar una población más feliz y próspera sobre la superficie del globo.”
Dirigiéndose a Inglaterra para representar los intereses de las Colonias se le
preguntó a Franklin cómo era posible que contara sobre la prosperidad de éstas
mientras la madre tierra era azotada por la pobreza: “Muy simple, replicó Franklin,
en las Colonias emitimos nuestro propio dinero.
Lo llamamos “certificados de las Colonias”.
Lo emitimos en la proporción adecuada para lograr que los productos pasen
fácilmente de los productores a los consumidores.
De esta forma, creando nuestro propio dinero, controlamos su poder adquisitivo y
no tenemos que pagar interés a nadie.”
Los banqueros ingleses, al haber sido informados de esto, pasaron una ley al
Parlamento Británico prohibiendo a las Colonias el emitir su propio dinero y les
exigieron utilizar únicamente el dinero-deuda de oro o plata proporcionado en
cantidades insuficientes por los banqueros ingleses. De esta forma, el medio
circulante de intercambio fue reducido a la mitad.
“En un año, declaró Franklin, las condiciones se revirtieron y la era de prosperidad
terminó, instalándose así la depresión, a tal grado, que las calles de las Colonias
estaban repletas de desempleados.”
Después estalló la Revolución contra Inglaterra seguida por la Declaración de
Independencia de 1776. Los libros de historia erróneamente nos enseñan que fue el
impuesto sobre el té lo que propició la Revolución.
Pero Franklin lo establece claramente: “Las Colonias gustosamente habrían
aceptado el impuesto al té y a otras cosas, si no hubiera sido por la pobreza
causada por la mala influencia de los banqueros ingleses sobre el Parlamento, lo
que provocó el nacimiento del odio hacia Inglaterra y el estallido de la Revolución.”
Los Padres Fundadores de los Estados Unidos, teniendo todos estos hechos en

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mente y para protegerse a sí mismos contra la explotación de los banqueros
internacionales, tuvieron buen cuidado de claramente expresar en la Constitución
Americana, firmada en Filadelfia en 1787, artículo 1, sección 8, párrafo 5:
“El Congreso tendrá el poder de acuñar su moneda y regular su valor.”
El banco de los banqueros
Pero los banqueros no se rindieron.
Su agente, Alexander Hamilton, fue nombrado Secretario del Tesoro (el equivalente
a nuestro Ministro de Finanzas) en el gabinete de George Washington y abogó por
el establecimiento de un banco federal, propiedad de intereses privados, y la
creación del dinero-deuda mediante argumentos falsos como el siguiente:
“Una deuda nacional, si no es excesiva, será para nosotros una bendición
nacional… La sabiduría del gobierno se mostrará en nunca confiar a sí mismo la
peligrosa y seductora idea de expedir su propio dinero.”
Hamilton también les hizo creer que únicamente el dinero-deuda emitido por bancos
privados sería aceptado en las transacciones con el extranjero.
Tomás Jefferson, Secretario de Estado, se opuso fuertemente a tal proyecto, pero
el presidente Washington finalmente se dejo convencer por los argumentos de
Hamilton.
Así que un banco federal fue creado en 1791, el “Banco de los Estados Unidos” con
una licencia de 20 años.
Aunque se le llamó “Banco de los Estados Unidos”, realmente fue el “banco de los
banqueros”, dado que no le pertenecía a la nación, sino a los individuos que
poseían las acciones, a los banqueros privados.
Este nombre, Banco de los Estados Unidos fue elegido a propósito para engañar a
la población y hacerles creer que eran ellos los dueños del banco, lo cual no fue el
caso.
La concesión del Banco de los Estados Unidos terminó en 1811 y el Congreso votó
en contra de su renovación, gracias a la influencia de Tomás Jefferson y de Andrew
Jackson:
“Si el Congreso, dijo Jackson, tiene el derecho constitucional para emitir su propio
dinero, éste le fue dado para él mismo y no para ser delegado a individuos o
corporaciones.”
Así terminó la historia del primer Banco de los Estados Unidos. Pero los banqueros
no jugaron su última carta.

Los banqueros declaran la guerra


Nathan Rothschild, del Banco de Inglaterra, emitió un ultimátum:
“O se nos otorga la solicitud de renovación o los Estados Unidos se verán a sí
mismos envueltos en una guerra desastrosa.”
Jackson y los patriotas norteamericanos no creían que el poder de los banqueros
internacionales se extendiera a tal grado.
“Ustedes son una guarida de ladrones viperinos,” les dijo Jackson, “Yo me
encargaré de exterminarlos, y por el Eterno Dios, yo los exterminaré.”
Nathan Rothschild emitió la siguiente orden:
“Enséñenles a esos impertinentes norteamericanos una lección.
Regresémoslos al estatus de Colonia.”

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El gobierno británico declaró la guerra en 1812 contra los Estados Unidos. El plan
de Rothschild era empobrecerlos a tal grado a través de la guerra, que los
legisladores tendrían que buscar ayuda financiera… la que, claro, se les daría
únicamente a cambio de la renovación de la concesión del Banco de los Estados
Unidos.
Miles fueron muertos, pero ¿eso qué le importó a Rothschild?
El había logrado su objetivo: el Congreso de los Estados Unidos le otorgó la
renovación en 1816.

Abraham Lincoln es asesinado


Abraham Lincoln fue electo presidente en 1860 bajo la promesa de abolir la
esclavitud de los negros.
Once estados sureños a favor de la esclavitud humana de la raza negra, decidieron
separarse de la Unión, separándose así de los Estados Unidos: ese fue el inicio de
la Guerra Civil (1861-1865).
Lincoln, escaso de dinero para financiar los esfuerzos del norte, acudió a los
banqueros de Nueva York, quienes accedieron a prestarle dinero a tasas de interés
variable de 24 a 36 por ciento.
Lincoln se rehusó, sabiendo perfectamente bien que esto era usura y que llevaría a
los Estados Unidos a la ruina.
Pero su problema de dinero no se había arreglado. Su amigo en Chicago, el
coronel Dick Taylor, vino en su ayuda y le propuso una solución: “Sólo haz que el
Congreso pase un comunicado autorizando la emisión de notas legales del tesoro y
paga con ellas a los soldados y sigue adelante y gánales la guerra también a ellos.”
Esto fue lo que hizo Lincoln y ganó la guerra: entre 1862 y 1863, en plena
conformidad con las provisiones de la Constitución, Lincoln ordenó la emisión de
$450.00 millones de “Greenbacks” libres de deuda para conducir la Guerra Civil.
(Estos billetes del Tesoro fueron llamados greenbacks por la gente porque fueron
impresos con tinta verde al reverso).
Lincoln llamó a estos greenbacks, “la mayor bendición que los americanos pudieron
haber tenido.”
Una bendición para todos menos para los banqueros, dado que esto estaba
terminando con su plan, el robarle el dinero y el crédito a la nación al ser emitidos
ya con una carga de interés.
Así que hicieron todo lo posible por destruir a estos greenbacks y sabotear el
trabajo de Lincoln.
Lord Goshen, vocero de los financieros, escribió en el London Times (Cita tomada
de Quién Dirige a América por C.K. Howe y reproducida en El Dinero Martirizado de
Lincoln por el Dr. R.E.):
“Si esta perversa política financiera, que tuvo su origen en Norteamérica hubiera
prevalecido hasta lograr su establecimiento, entonces el gobierno habría emitido su
propio dinero sin costo.
Hubiera pagado todas sus deudas y estaría libre de ellas.
Tendría todo el dinero necesario para llevar adelante su comercio.
Se hubiera vuelto próspera sin precedente en la historia del mundo.
Tal gobierno debe ser destruido o destruirá a toda monarquía en el globo.”

92
(La monarquía de los prestatarios de dinero).
Primero, para desacreditar a los greenbacks, los banqueros persuadieron al
Congreso a que votara una “Cláusula de Excepción” en febrero de 1862, que decía
que los greenbacks no podían utilizarse para pagar el interés de la deuda nacional,
ni los impuestos, ni bonos de importación.
Entonces, en 1863, después de haber financiado la elección de suficientes
senadores y representativos, los banqueros lograron que el Congreso revocara la
Ley Greenback en 1863 y pusiera en su lugar el Acta Nacional Bancaria
(el dinero tenía que ser emitido con interés por bancos privados).
Esta Acta también estableció que los greenbacks tenían que retirarse de la
circulación tan pronto como regresaran al Tesoro como pago de impuestos.
Lincoln protestó acaloradamente, pero su objetivo más urgente era ganar la guerra
y salvar la Unión, lo que le obligó a relegar para después de la guerra, el veto que
estaba planeando contra el Acta y la acción que tomaría contra los banqueros.
Sin embargo, Lincoln declaró: “Tengo dos grandes enemigos, el ejército del sur
frente a mí y los banqueros en la retaguardia.
Y de los dos, los banqueros son mis mayores adversarios.”
Lincoln fue reelecto presidente en 1864 y dejó bien claro que atacaría el poder de
los banqueros una vez terminada la guerra.
La guerra terminó el 9 de abril de 1865, pero Lincoln fue asesinado cinco días
después, el 14 de abril.
A esto le siguió una tremenda restricción de crédito organizada por los bancos: el
dinero en circulación en el país que era en 1866 de $1907 millones, representando
$50.46 para cada ciudadano americano, había sido reducido a $605 millones en
1876, representando $14.60 per cápita.
El resultado: en diez años, 56,446 fracasos comerciales, representado un pérdida
de $2 billones.
Y esto no fue suficiente, los banqueros redujeron el dinero en circulación a $6.67 en
1887.
William Jennings Bryan: “Los bancos tiene que retirarse”
A pesar de todo, el ejemplo de Lincoln se grabó profundamente en las mentes de
algunos, perdurando hasta 1896.
Ese año, el candidato presidencial para los demócratas era William Jennings Bryan
y, una vez más, los textos de historia nos dicen que fue algo muy bueno que no
haya tenido éxito en llegar a la presidencia pues estaba totalmente en contra del
“dinero” de los banqueros, del dinero emitido como deuda y en contra del estándar
del oro.
Bryan declaró: “Decimos en nuestra plataforma que creemos que el derecho de
emitir dinero es función del gobierno.
Creemos eso.
Quienes se oponen a ello nos dicen que la emisión del dinero es función del banco
y que el gobierno debe salirse del negocio bancario.
Yo les digo que la emisión del dinero es función del gobierno y que son los bancos
los que deben salirse del negocio del gobierno… Cuando hayamos restaurado el
dinero en la Constitución, todas las otras reformas necesarias son posibles, pero
mientras esto no se haga, ninguna otra reforma puede llevarse a cabo.

93
La Reserva Federal: El más grande consorcio
Finalmente el 23 de diciembre de 1913, el Congreso de los Estados Unidos votó el
Acta de la Reserva Federal, que le quitó al Congreso el poder de crear el dinero,
dándoselo a la Corporación de la Reserva Federal.
Uno de los raros congresistas que habían comprendido todo este asunto puesto en
juego en el Acta, el representativo Charles A. Lindbergh Sr.
(República de Minnesota) padre del famoso aviador, dijo:
“Esta Acta establece el más grande consorcio sobre la tierra.
Cuando el presidente (Wilson) firme este documento, el gobierno invisible del poder
monetario será legalizado… El peor crimen legislativo de todos los tiempos es
perpetrado por este documento bancario:

La educación de la gente
¿Qué les permitió a los banqueros el finalmente obtener el monopolio absoluto del
control del crédito en los Estados Unidos?
La ignorancia de la población sobre el asunto económico.
John Adams le escribió a Jefferson en 1787:
“Todas las perplejidades, confusión y dolor en América, se deben, no a los defectos
de la Constitución, no al deseo de honor y virtud, sino a la ignorancia respecto a la
naturaleza de la moneda, del crédito y de su circulación.”
El Secretario del Tesoro de Lincoln, Salmon P. Chase, declaró públicamente, justo
después de pasarse el Acta Nacional Bancaria en 1863:
“Mi agencia al promover el pase del Acta Nacional Bancaria, fue el mayor error
financiero de mi vida.
Ha construido un monopolio que afecta a cada interés en el país. Debería ser
repelida, pero antes de que eso pueda lograrse, la gente debe ser puesta de un
lado y los banqueros de otro, en un concurso como nunca antes se ha visto en este
país.
Y, finalmente, el fabricante automotriz, Henry Ford, dijo:
“Si la gente de nuestro país comprendiera nuestro sistema económico y bancario,
creo que tendríamos una revolución antes de mañana.”
La educación de la gente, ¡esa es la solución! Y es precisamente el método
propuesto por el periódico San Miguel: construir una fuerza en la gente a través de
la educación, para que el gobierno soberano de cada nación tenga el valor de
levantarse frente a los banqueros y emitir su propio dinero, tal como lo hizo el
presidente Lincoln.
¡Si tan sólo aquellos a favor de un sistema monetario honesto comprendieran la
importancia de asumir su responsabilidad haciendo llegar a todos el periódico!
El Crédito Social establecería una economía donde todo estuviera organizado para
servirle a la persona humana, desarrollar la propia responsabilidad, crear gente
comprometida.
Toda mente a favor del Crédito Social es un avance.
Cada persona formada por el Crédito Social es una fuerza y cada fuerza adquirida
es un paso hacia la victoria.
¡Y cuantas nuevas fuerzas hemos adquirido en los últimos sesenta años!

94
Si todas ellas fueran activas, sería realmente antes de mañana que obtendríamos la
implementación del Crédito Social.
Tal como lo escribió Louis Even en 1960: “El obstáculo no es el financiero ni el
político, ni ningún otro enemigo de este tipo.
El obstáculo recae en la pasividad de muchos Creditistas Sociales que esperan por
el triunfo de la causa, pero que le dejan el trabajo a otros para promoverla.”
Como Louis Even escribió en 1960:
“El obstáculo no es ni el financiero, ni el político, ni cualquier enemigo confesado.
El obstáculo queda en la pasividad de demasiados Creditistas Sociales que esperan
la venida del triunfo de la Causa, pero quiénes dejan a otros el promoverla.
“Resumiendo, es nuestro rechazo a tomar nuestras responsabilidades lo que
retrasa la implantación del Crédito Social, de un sistema monetario honesto.
“Mucho se le pedirá al que mucho se le ha dado.” (Lc 12,48).
Examinen sus conciencias, queridos Católicos; la verdadera conversión personal
nos pondrá en camino, tomemos nuestras responsabilidades, la victoria nunca
había estado tan cerca.
Nuestra responsabilidad es que el Crédito Social sea conocido por otros,
invitémoslos a suscribirse a nuestro periódico, la única publicación que da a
conocer esta brillante solución.
La Propuesta del Crédito social es aceptada por el Congreso americano en 1932
Es que la educación de las personas es necesaria.
Una vez que la presión del público es suficientemente fuerte, todas los partidos
estarán de acuerdo con la propuesta.
Un buen ejemplo de esto puede encontrarse en el decreto de Goldsborough de
1932 que fue descrito por un autor como un “Decreto del Crédito Social” y “el muy
cercano casi desapercibida reforma monetaria para el establecimiento de un
sistema de dinero realmente legítimo en los Estados Unidos”:
“Una mayoría aplastante del Congreso americano (289 a 60) lo favoreció ya en
1932, y en una forma u otra ha persistido subsecuentemente.
Sólo la fútil espera de que un nuevo Presidente (Roosevelt) podría restaurar la
prosperidad sin abandonar el sistema de dinero-credito que América había
heredado del Crédito Social para que se vuelva ley sobre la tierra.
A través de 1936, cuando el Nuevo Tratado (la solución de Roosevelt) había
demostrado ser incapaz de eficazmente combatir la Depresión, los defensores del
Crédito Social regresaban de nuevo con fuerza. El último esfuerzo significante por
ganar su adopción fue en 1938”.
(W.E. Turner, Dinero Estable, pág. 167.)
Incluso se mencionaron el dividendo y el descuento compensado, dos partes
esenciales del Crédito Social, en este decreto que era
“La Propuesta Goldsborough”, después que el Representante Democrático de
Maryland, T. Allan Goldsborough, lo presentó por primera vez en la Casa de los
Comunes, el 2 de mayo de 1932.
Dos personas que apoyaron el decreto llaman nuestra atención sobre todo:
Robert L. Owen, Senador de Oklahoma de 1907 a 1925 (director del banco nacional
durante 46 años), y Charles G. Binderup, Representante de Nebraska.

95
Owen publicó un artículo, en marzo de 1936, en la publicación de J. J. Harpell, “El
Instructor” del que Louis Even era el editor auxiliar.
Él pronunció varios discursos en radio en los E.E.U.U. durante la Depresión,
explicando los efectos perjudiciales del control de crédito a través de intereses
privados.
A continuación una síntesis de la declaración de Robert Owen en la Cámara de los
diputados, el 28 de abril de 1936: “el proyecto de ley que él (Goldsborough)
entonces había presentado, con la aprobación del Comité de la Banca y Moneda de
la Cámara — y yo creo era prácticamente un informe unánime.
Fue debatido durante dos días en la Cámara, un proyecto de ley muy simple,
declarándolo ser la política de los Estados Unidos restaurar y mantener el valor del
dinero, y dirigir la Secretaria del Tesoro (Hacienda), los oficiales del Consejo de la
Reserva Federal, y los bancos de la Reserva para hacer eficaz aquella política.
Eso era todo, pero bastante, y esto pasó, no por un voto partidista. Había 117
Republicanos que votaron a favor de aquel proyecto
(que fue presentado por un Demócrata) y pasó por 289 a 60, y de los 60 que
votaron en contra, sólo 12, por la voluntad de la gente, permanecieron en el
Congreso.
“Fue derrotado por el Senado, porque realmente no fue entendido. No hubo
discusión suficiente de ello en público. No había una opinión pública organizada en
apoyo de ello.”
Otra vez, la educación es la cuestión principal: Republicanos y Demócratas
igualmente lo apoyaron, así no había ninguna necesidad de un tercer o ninguna
clase de partido “de Crédito Social”.
Además, Owen confesó que la única cosa que faltaba era la educación de la
población, una fuerza entre la gente.
Esto confirma el método usado por los "Peregrinos de San Miguel", defendido por
Clifford Hugh Douglas y Louis Even.
El proyecto de ley de Goldsborough era titulado: “una ley para restaurar al
Congreso su poder Constitucional de emitir dinero y regular el valor del mismo, para
proporcionar ingresos monetarios a la gente de los Estados Unidos en un poder
adquisitivo fijo y equitativo del dólar, amplio siempre para permitir a la gente que
pueda comprar bienes y servicios requeridos en capacidad plena de las industrias e
instalaciones comerciales de los Estados Unidos.
El sistema presente de emisión del dinero por iniciativa privada para la ganancia,
que causa inflaciones desastrosas recurrentes y deflaciones, deberá cesar. ”
El proyecto de ley también hizo la provisión para un descuento en los precios para
ser compensados al minorista, y para un dividendo nacional para ser emitido,
comenzando en 5 dólares por mes (en 1932) a cada ciudadano de la nación.
Varios grupos se declararon en apoyo del proyecto de ley, acentuando que el
proyecto de ley proporciona los medios para controlar la inflación.
Ignorancia entre la población
El opositor más ardiente en el Senado era Carter Glass, un partidario feroz de la
Reserva Federal (control privado del dinero) y antiguo Secretario del Tesoro
(Hacienda).

96
Además, Henry Morgenthau, entonces Secretario de Roosevelt del Tesoro, que
estuvo fuertemente opuesto a cualquier reforma monetaria, dijo que primero debería
probarse el Nuevo Trato de Roosevelt.
Lo que sobre todo ayudó a los opositores al proyecto de ley fue la casi ignorancia
sobre el asunto del dinero entre la población ... y hasta en el Senado.
Algunos Senadores, no sabiendo nada sobre la creación del dinero (crédito) por los
bancos, gritaban:
¡“el Gobierno no puede crear el dinero así!
¡Esto causará una inflación galopante!”
Y los otros, admitiendo la necesidad del dinero sin deuda, se interrogaron sobre la
necesidad de un dividendo, o del descuento compensado.
Pero todas estas objeciones realmente desaparecen después de un estudio serio
del Crédito Social.

Citas sobre el asunto del dinero


“Déjenme emitir y controlar el dinero de la nacion y no me importa quién escriba
sus leyes.” —
Mayer Amschel Rothschild (1744-1812), padre fundador de la finanza internacional.
“La historia registra que los cambiadores de dinero han usado toda forma de
abuso, intriga, engaño, y medios violentos posibles para mantener su control sobre
los gobiernos, controlando el dinero y su emisión.”
—Presidente estadounidense James Madison.
“El poder del dinero denuncia, como enemigos públicos, a todos quiénes preguntan
sus métodos o dan luz sobre sus delitos.”
— Guillermo Jennings Bryan.
“Quienquiera que controle el volumen del dinero en cualquier país es el maestro
absoluto de toda la industria y el comercio.”
—Presidente estadounidense James A. Garfield.
“La banca fue concebida en la iniquidad y nacida en el pecado. Los banqueros
poseen la tierra.
Quítensela, pero déjenles el poder de crear el dinero y el control del crédito, y con el
rápido movimiento de una pluma, ellos crearán bastante dinero para comprarla otra
vez.
Retírenles el gran poder de los banqueros y todas las grandes fortunas como la mía
desaparecerán, y estas deberían desaparecer, ya que así este sería un mundo
mejor y más feliz para vivir.
Pero si ustedes quieren seguir siendo esclavos de los banqueros y pagar el coste
de su propia esclavitud, déjenles seguir creando el dinero y controlando el crédito.
”—Sir Josiah Stamp, Director del Banco de Inglaterra, 1940.
“El proceso por el cual los bancos crean el dinero es tan simple que la mente es
repelida.”
— John K. Galbraith, en “Dinero: de Donde vino, a donde fue”, p. 29.
“Los bancos crean realmente el dinero.
Ellos lo han estado haciendo durante mucho tiempo, pero no se han dado cuenta
completamente, y no lo han admitido.
Muy pocos lo hicieron.

97
Usted lo encontrará en toda clase de documentos, libros de texto financieros, etc.
Pero en los años intermedios, y debemos ser todos absolutamente francos sobre
estas cosas, hubo un desarrollo de pensamiento, hasta que hoy yo dudo muchísimo
si usted conseguiría a muchos banqueros prominentes que intenten negar que los
bancos creen el crédito. ”
—H. W. White, Presidente de los Bancos Asociados de Nueva Zelanda, de la
Comisión Monetaria de Nueva Zelanda, 1955.
Thomas Edison y Henry Ford
Concluyamos esta lección con las citas de dos grandes ciudadanos americanos.
Thomas Edison: “Desde el principio de nuestra historia algunos grandes hombres
de América han procurado romper la estampa Hamiltoniana
(la política de dinero de deudas de Alexander Hamilton)
en nuestra política monetaria a fin de substituirla con una oferta de dinero estable
medida con las exigencias físicas nacionales.
La carencia del entendimiento público y oficial, combinado con el poder de intereses
bancarios quiénes han imaginado un interés concedido al sistema caótico presente,
ha frustrado hasta ahora todo esfuerzo.
“No permitan que ellos les confundan con el grito de ‘el papel moneda.’ El peligro
del papel moneda es exactamente el peligro del oro
— si usted recibe demasiado no es nada bueno.
Hay sólo una regla para el dinero y es el tener lo suficiente para continuar con todo
el comercio legítimo que espera moverse. Demasiado poco y demasiado, son
ambos malos.
Pero lo suficiente para mover al comercio, suficiente para prevenir estancamiento,
por una parte, no bastante para permitir especulación, por otra parte, es la
proporción adecuada...
“Si los Estados Unidos adoptarán esta política de aumentar su riqueza nacional sin
contribuir al coleccionista de interés
— ya que la deuda pública entera esta hecha de cargos de interés
— entonces usted verá una era de progreso y de prosperidad en este país como
nunca podía haber venido de otra forma.”
Y una llamada de Henry Ford: “la juventud que puede resolver la situación del
dinero hará más para el mundo que todos los soldados profesionales de la historia.”

Preguntas para la unidad 10


Después de leer esta lección, el lector debe ser capaz de responder a las siguientes
preguntas:
1. ¿En el tiempo de Benjamín Franklin, cómo puede explicar el hecho de que
aquella Nueva Inglaterra era próspera mientras que la pobreza dominaba a
Inglaterra?
2. ¿Cuáles fueron los argumentos de Alexander Hamilton para convencer al
presidente Washington de usar el dinero de deudas de los bancos privados?
3. ¿Cómo financió el presidente Lincoln su ejército durante la Guerra civil de los
EE.UU.?
4. ¿Qué es lo que impidió que el proyecto de ley Goldsborough se haga ley en los
Estados Unidos en 1932?

98
LECCIÓN 11

EL CRÉDITO SOCIAL
NO ES UN PARTIDO POLÍTICO

El Crédito Social es un sistema financiero seguro y efectivo


Depender de un partido es una ilusión
La implementación del Crédito Social instituiría una verdadera democracia: la
democracia económica, hacienda a cada consumidor capaz de pedir de la
producción del país lo necesario para satisfacer las necesidades básicas de la vida;
democracia política, en tanto el pueblo pueda hacer conocer a sus representantes
elegidos, a sus gobiernos, lo que esperan de ellos, y exigir resultados. (Demos,
pueblo; kratien, reinar.
— Democracia: la soberanía del pueblo.)
Cualquier creditista, aún superficialmente informado, sabe muy bien que, hoy en
día, el poder supremo no es ejercido por el pueblo, ni por sus gobiernos, sino por un
círculo cerrado de financistas.
Hombres de Estado como Gladstone, Wilson, y muchos otros, lo declararon
explícitamente.
Mackenzie King estaba prometiendo, en 1935, la más grande batalla de todos los
tiempo “entre los poderes financieros y los del pueblo”.
Una batalla en la que no se involucro, sin duda porque consideró a los poderes
financieros muy fuertes, y al pueblo muy débil.
Los pueblos son en verdad débiles; es comprensible que sean débiles cuando, en
primer lugar, no saben nada de los asuntos públicos y de lo que pasa tras
bambalinas; débiles, en segundo lugar, cuando, en vez de enseñarles estas cosas,
los que están agitándolos los dividen en facciones políticas que se pelean entre sí.
No es a través de una facción más que va a lograrse la unidad, la unidad que
despertaría su fuerza, mientras la división incrementa su debilidad.
Es un hombre genial, C. H. Douglas, quien descubrió lo que la gran verdad del
Crédito Social es; es él quien fundó la escuela del Crédito Social.
Él muy seguramente sabía mejor lo que el Crédito Social significa, en cuanto a la
democracia respecta, que esos pequeños hombres de nuestra patria (Canadá) que
quieren hacer del Crédito Social el instrumento de su carrera hacia el poder, o al
menos la plataforma para rebuscarse una curul en el Parlamento.
Ahora, Douglas declaró en un discurso que dio en Newcastle-upon-Tyne, el 19 de
marzo de 1937, que en Inglaterra existen dos obstáculos para la verdadera
democracia, y el primero de ellos es el sistema de partidos políticos.
Lo mismo aplica para Canadá, y la solución no consiste en alimentar el sistema de
partidos, sino en debilitarlo.
Es decir, hacer a los partidos existentes inofensivos, no creando otra división al
interior del pueblo, sino al contrario, uniendo a los ciudadanos, a todos los
ciudadanos, sin distinción de partido, alrededor de la expresión de su voluntad
común a los miembros del Parlamento, quien quiera que ellos sean, y cualquiera
que sea su color político.

99
Hacer énfasis en lo que pasa en el período entre cada elección, cuando el destino
de los ciudadanos está en riesgo, más que durante las elecciones cuando es el
destino de los políticos el que está en riesgo.

Unir a los ciudadanos.


Y para ello, empezar a hacerles entender que todos ellos quieren las mismas cosas
fundamentales; y entonces convencerlos que insistiendo juntos para obtener lo que
todos quieren, inevitablemente van a obtenerlo.
Es también el Mayor Douglas quien, en otra ocasión, en Liverpool, el 30 de octubre
de 1936, dijo:
“La soberanía del pueblo, es decir, su capacidad de dar órdenes, se incrementaría
con su unanimidad, y si todo el pueblo quisiera un resultado uniforme no habría
posibilidad de tener partidos, y no habría resistencia a sus exigencias.”
Esa, nos parece, es una muy buena línea de conducta, perfectamente de acuerdo
con el sentido común.
Usted nunca podrá poner de acuerdo a toda la gente cerca de una urna.
Pero usted podría fácilmente poner de acuerdo a toda la gente sobre los resultados
que piden de la política, si usted se propone establecer estos resultados en orden
de universalidad y urgencia: la seguridad económica, una cantidad suficiente de
bienes hoy y garantizada para el mañana, la libertad de cada cual para escoger su
ocupación y estilo de vida.
Toda la gente quiere estas cosas; y, como lo señala Douglas, incluso los que no las
quieren para los demás, las quieren para sí mismos.
¿Por qué entonces centrar la atención y orientar las actividades hacia las urnas,
hacia lo que divide, en vez de aplicarse efectivamente a unir a toda la gente
alrededor de peticiones sobre las que todos estarán de acuerdo?
Nunca se obtuvo una reforma importante a partir de la formación de un partido
político.
Casi siempre, el partido establecido con miras a una gran reforma muere por
fracaso electoral; y si por casualidad llega al poder, encuentra tantos obstáculos
que finalmente se detiene y no mantiene más objetivos que permanecer en el poder
sin hacer nada aparte de lo que hacen los partidos tradicionales.
Para superar estos obstáculos, le hacía falta una fuerza: la de la gente
suficientemente informada, y formada en el campo político.
Además, una reforma no puede salir de una elección.
Se obtiene de una manera natural y democrática, de la madurez de una idea clave
bien cultivada; se obtiene de su aceptación, su petición, de parte de un número
suficiente de personas, de crear una voluntad general, expresada sin estar
amarrada a los riesgos de los resultados electorales.
El Crédito Social entrará a la legislación de un país cuando se convierta en el objeto
de una petición general, tan fortalecida que los partidos políticos le darán la
bienvenida en sus programas.
Confinarla a un partido político es enlazar su destino al destino electoral de ese
partido.
Y puede significar retroceder, en vez de avanzar.

100
Una nueva idea se esparce a través de la propaganda, echa raíces a través del
estudio.
Entre más nueva sea la idea más grandes serán sus repercusiones, entre más
esfuerzo requiera su propagación e implantación, usualmente requerirá más tiempo,
pero siempre más perseverancia.
La propagación de esta idea necesita muchos más apóstoles que parlamentarios.
Los instigadores de nuevos partidos sin duda consideran que la educación política
del pueblo tomaría demasiado tiempo, si en algún momento pensaron en ello.
Una votación breve les parece un método más normal y, especialmente, un método
más rápido.
El resultado: tumbas, que ni siquiera son visitadas por aquellos que apoyaron a sus
difuntos partidos. Un buen número de estos caballeros desde ese entonces se han
acomodado bajo las alas de partidos tradicionales, que ellos sin embargo habían
denunciado.
Uno debe afianzar la fuerza del pueblo, para que su peso sobre los gobiernos
exceda la fuerza de los poderes financieros.
No es en un parlamento donde se afianza la fuerza del pueblo.
Es donde está el pueblo
— fuera de los parlamentos.
Y es el lugar que ocupa un verdadero movimiento de Crédito Social.
Douglas y las elecciones
El Secretariado del Crédito Social, un organismo fundado por el mismo mayor
Douglas, ha vuelto a publicar un discurso dado por el fundador del Crédito Social, el
7 de marzo de 1936.
Ese día, Douglas no hablaba al público en general, sino a creditistas.
En ese discurso, Douglas recomienda una política de presión, y condena
fuertemente los métodos de los partidos políticos, especialmente el del llamado
“Partido del Crédito Social”.
Él condena este método, no sólo porque está condenado al fracaso antes de
comenzar, sino también porque relaciona algo hermoso como lo es el Crédito Social
con la política electoral.
Douglas llega tan lejos como para afirmar:
“Si ustedes eligen un partido de Crédito Social, suponiendo que puedan hacerlo, yo
debo decir que considero esa elección de un partido de Crédito Social en este país
como una de las más grandes catástrofes que puedan ocurrir.”
La función propia de un miembro del parlamento, explicó Douglas, es recibir y
transmitir al gobierno la expresión de la voluntad legítima del constituyente.
La función propia del gobierno es recibir esta exigencia y ordenar a los expertos
seguirla (los expertos, por tanto los financistas para los asuntos financieros).
Uno no debe decirle a estos expertos cómo llegar a este objetivo, sino señalar el
resultado a alcanzar y exigir este resultado.
Y el papel del pueblo es hacerse consciente de los objetivos que comúnmente
quiere, y expresar esta voluntad a sus representantes.
Es donde debe comenzarse, desde donde debe organizarse, con los electores.
En palabras de Douglas: “Si usted está de acuerdo en que el objeto de enviar
hombres al Parlamento es obtener lo que usted quiere,

101
¿entonces por qué elegir un grupo especial de hombres, o un partido en especial?
Los hombres que están ahí deberían conseguirle lo que usted quiere — ese es su
negocio.
No es su negocio decir cómo debe conseguirse. Cómo se hacen las cosas es
responsabilidad del experto.”
A los expertos debe decírseles lo que los ciudadanos quieren, y esta exigencia
debe provenir de los mismos ciudadanos.
El electoralismo ha pervertido el sentido de la democracia. Todo lo que los partidos
políticos pueden hacer es dividir al pueblo, debilitar su fuerza y llevarlo a
decepciones.
Añadir otro partido sólo puede añadir otra decepción con otro nombre. Una
decepción aún más desastrosa si la aventura arrastra con sí el término de una
causa excelente como el Crédito Social.
En la raíz del mal
— ¿Por qué criticar y denunciar el actual sistema financiero?
Porque no cumple su finalidad.
— ¿Cuál es la finalidad de un sistema financiero?
La finalidad de un sistema financiero es financiar.
Financiar la producción de bienes que responden a necesidades, y financiar la
producción de estos bienes para que alcancen esos fines.
Si el sistema financiero hace esto, cumple su papel.
Si no lo hace, no cumple su papel.
Si hace algo diferente, va más allá de su papel.
— ¿Por qué dice que el sistema financiero actual no cumple con su papel?
Porque hay bienes
– bienes públicos y bienes privados
– solicitados por la población, que son con certeza alcanzables físicamente, pero
que no se concretan porque el sistema financiero no financia su producción.
Adicionalmente, hay bienes ofrecidos a una población que los necesita, pero en la
cual algunos individuos y familias no pueden conseguirlos, porque el sistema
financiero no financia el consumo.
Estos son hechos innegables.
— ¿Con qué se financia la producción o el consumo?
Con medios de pago (créditos en efectivo).
Estos medios de pago (créditos en efectivo) pueden consistir de monedas, billetes,
o cheques girados contra cuentas bancarias.
Todos estos medios de pago (créditos en efectivo) pueden ser incluidos en el
término “crédito financiero”, porque todo el mundo los acepta con confianza.
La palabra crédito implica confianza.
Usted acepta con la misma confianza 4 cuartos, o un billete de 1 dólar del Banco de
Canadá, o un cheque de 1 dólar de cualquier banco en el que el endosante tenga
una cuenta bancaria.
Usted sabe, en realidad, que con cualquiera de estos tres medios de pago (créditos
en efectivo), usted puede pagar trabajo o materiales por el valor de 1 dólar si es un
productor, o bienes de consume por valor de 1 dólar si es un consumidor.

102
— ¿De dónde obtienen su valor este “Crédito Financiero, y estos medios de pago
(créditos en efectivo)?
El crédito financiero obtiene su valor del “crédito real”.
Es decir, de la capacidad de producción del país.
Un dólar, o cualquier moneda, tiene valor sólo porque la producción del país puede
producir bienes que equivalgan en valor.
Uno puede llamar a esta capacidad de producción “crédito real”, porque es un factor
real de confianza. Es el crédito real de un país, su capacidad de producción, lo que
causa que uno tenga confianza en poder vivir en ese país.
— ¿A quién pertenece éste “crédito real?
Es un bien de la sociedad.
No hay duda que las capacidades individuales y colectivas de todas las clases
contribuyen a ello.
Pero sin la existencia de recursos naturales, que son un regalo de la Providencia y
no el resultado de la capacidad individual, sin la existencia de una sociedad
organizada que permita la división del trabajo, sin servicios como escuelas,
caminos, medios de transporte, etc., la capacidad de producción global sería mucho
más débil, muy débil de hecho.
Por eso hablamos de producción nacional, economía nacional, lo cual no quiere en
ningún momento decir producción controlada por el Estado.
Es en esta capacidad de producción global que los ciudadanos, cada ciudadano,
debe poder encontrar una base de confianza para la satisfacción de sus
necesidades materiales.
Pío XII dijo en su mensaje radial de 1941:
“La economía nacional, el fruto de las actividades de los hombres que trabajan
juntos en la comunidad nacional, no tiende sino a asegurar, sin interrupción, las
condiciones materiales en las que la vida individual de los ciudadanos podrá ser
desarrollada plenamente.”
— ¿A quién pertenece este “crédito financiero”?
En su fuente, el crédito financiero pertenece a la colectividad, de igual forma que el
crédito real del cual obtiene su valor.
Es un bien de la comunidad del cual deben beneficiarse, de una forma u otra, todos
los miembros de la comunidad.
Como el “crédito real”, el crédito financiero es, por su misma naturaleza, un crédito
social (pertenece a todos los miembros de la sociedad).
El uso de éste bien de la comunidad no puede estar sujeto a condiciones que
disminuyan la capacidad de producción, o que desvíen la producción de su fin
apropiado, que es satisfacer las necesidades humanas: necesidades de naturaleza
pública y privada, en su orden de urgencia; la satisfacción de las necesidades
básicas de todos, antes que las demandas de bienes de lujo de unos pocos;
también antes que el esplendor y los planes faraónicos de los administradores
públicos, codiciosos de ganar fama.

— ¿Es posible obtener de la economía, en general, el respeto a esta jerarquía


de las necesidades, sin una dictadura que planea todo, impone programas de
producción, y administra la distribución de los bienes?

103
Es ciertamente posible, con un sistema financiero que garantice a cada individuo
una parte del crédito financiero de la comunidad.
Una cuota suficiente, de manera que el individuo pueda él mismo pedir, de la
producción del país, lo suficiente para satisfacer al menos sus necesidades básicas.
Tal sistema financiero no dictaría nada.
La los programas de producción se tomarían de los pedidos de los consumidores, al
menos en lo que respecta a los bienes privados; y los tomaría de los pedidos
provenientes de las administraciones públicas, en lo que respecta a los bienes
públicos.
El sistema financiero por ende serviría, de un lado, para expresar la voluntad de los
consumidores; de otro, estaría al servicio de los productores para movilizar la
capacidad productiva del país en la dirección de los pedidos así expresados.
Para ello, por supuesto, es necesario tener un sistema financiero que se someta a
la realidad, y no uno que ejerce la violencia sobre ella.
Un sistema financiero que refleje hechos, y no que se desvíe de ellos.
Un sistema financiero que distribuya, y no que racione. Un sistema financiero que
sirva al hombre, y no que lo degrade.

— ¿Es un sistema financiero como ese concebible?


Sí. Sus lineamientos fueron dados por Clifford Hugh Douglas, el maestro y genio
que expuso al mundo lo que se llama Crédito Social (que no debe mezclarse con la
prostitución de los partidos políticos que se embisten a sí mismos con ese nombre).
Douglas resumió en tres propuestas los principios básicos de un sistema que
cumpliría con estos fines y, adicionalmente, sería suficientemente flexible para
seguir a la economía y todos sus desarrollos, hasta cualquier grado de
mecanización, motorización o automatización.
Las tres propuestas de Douglas

— ¿Cuáles son las tres propuestas de Douglas?


Douglas públicamente estableció estas tres propuestas en sendas ocasiones: en
Swanwick, en 1924; ante el Comité MacMillan, en mayo de 1930; y en un discurso
dado en Caxton may, Londresm en octubre de 1930.
Y las reprodujo en algunos de sus escritos, entre otros, en “El Monopolio del
Crédito”.
La primera de estas propuestas se relaciona con la financiación del consume,
mediante el ajuste entre el poder de compra y los precios:
“Los créditos en efectivo de la población de cualquier país deben ser en todo
momento colectivamente iguales a los precios en efectivo colectivos para los bienes
de consume a la venta en ese país, y tales créditos en efectivo deben cancelarse o
depreciarse sólo en la compra o en la depreciación de los bienes de consumo”.
Douglas no cambió nada en los términos de su propuesta: eran los mismos en 1930
o en 1924. En esta propuesta, para mencionar los medios de pago, en especie o en
dinero en papel, en manos de los consumidores, Douglas usa el término “créditos
en efectivo”, entre tanto, cuando habla de la financiación de la producción,
simplemente dice “créditos”.

104
La diferencia entre los dos es que el dinero en manos de los consumidores es de
ellos: para ellos es el poder de compra que usan como les plazca para obtener los
productos que escojan.
Mientras que los créditos de producción son avances que el productor debe pagar
cuando sus productos hayan sido vendidos.

— ¿Cuál es el fin de esta primera propuesta hecha por Douglas?


El fin de esta propuesta es alcanzar lo que podría llamarse el perfecto poder de
compra, al establecer un equilibrio entre los precios que se pagan por los
compradores y el dinero en sus manos.
El Crédito Social hace una distinción entre el precio de costo, y el precio que debe
pagar el comprador (precio en efectivo).
El comprador no tendría que pagar todo el precio de costo, sino sólo éste precio
reducido a un nivel correspondiente a los medios de pago (créditos en efectivo) en
manos de la población.
El precio de costo debe siempre recuperarse por el productor si desea permanecer
activo en el negocio.
Pero el precio que debe pagarse debe estar al nivel del poder de compra en manos
de los consumidores, si uno quiere que la producción alcance su fin, que es el
consumo.

— ¿Cómo puede esta segunda condición llevarse a cabo?


Mediante un mecanismo de ajuste de precios.
Un ajuste y no un arreglo de precios: establecer el precio de costo es un asunto que
respecta a los mismos productores; son ellos quienes saben lo que les cuesta la
producción de acuerdo con sus gastos.
El ajuste propuesto consistiría de un coeficiente que se aplicaría a todos los precios
de venta. Este coeficiente se calcularía periódicamente (cada tres o seis meses, por
ejemplo), de acuerdo con promedio de consumo total y la producción total en un
período dado.
Si, por ejemplo, durante este período, el total de la producción fue de $40.000
millones, y el consume total fue de $30.000 millones, uno puede concluir que, sin
importar cuánto hayan sido los precios de costo contabilizados, en la realidad, la
producción de $40.000 millones le ha costado al país $30.000 millones.
Por tanto, $30.000 millones es el costo real de la producción total de $40.000
millones.
Y si los productores deben recuperar $40.000 millones, los consumidores, por su
parte, deben pagar solo $30.000 millones.
Los restantes $10.000 millones deben ser proveídos a los productores a través de
otra fuente, no a través de los compradores. Corresponde al sistema monetario
asegurarse de ello.
En este caso, un coeficiente de 3/4 será aplicado a todos los precios de venta: los
precios de venta serán multiplicados por este coeficiente, por, 3/4 o 0.75. El
comprador entonces pagará solo el 75% del precio de costo.

105
En otras palabras, un descuento general del 25% (lo opuesto a un impuesto a las
ventas) será decretado sobre todos los precios de venta por el lapso del nuevo
término.
Al final de cada término, la tasa de descuento general se calcula de acuerdo con el
estado del consumo en relación con el estado de la producción de un período dado.
Por tanto uno se acerca al poder de compra perfecto tanto como sea posible.
Esta operación es algunas veces llamada un precio compensado o descuento
compensado, porque el dinero que el vendedor no obtiene del comprador, por el
descuento, se le entrega después por la Oficina Nacional de Crédito.
Esta compensación permite al vendedor recuperar su precio de costo total. Nadie
pierde. Todos ganan por la venta de los bienes hechos más accesibles a las
necesidades.

— ¿Y cuál es la segunda propuesta de Douglas?


La segunda propuesta de Douglas se relaciona con la financiación de la producción.
Fue expresada como sigue, por su autor, en Swanwick, y ante el Comité MacMillan:
“Los créditos necesarios para financiar la producción deben ser suministrados no de
los ahorros, sino ser nuevos créditos en proporción a la nueva producción”.
Et Caxton Hall, en octubre de 1930, Douglas cambió el final de su afirmación:
“nuevos créditos en proporción a la producción.”
No dice “nueva producción”, solo “producción”. Obviamente, ambos son sinónimos.
En la medida en que la producción se hace, es nueva producción. Una nueva
producción para mantener el flujo de producción hacia el lugar donde el consumidor
hace compras.
Algunos han dado una interpretación errada de esta propuesta como aplicable solo
a un incremento en el volumen de producción, lo cual ciertamente no es el caso de
acuerdo con el contexto de las tres propuestas.

Douglas añade:
Y estos créditos deberán ser solicitados solo en relación al promedio entre
depreciación general y apreciación general, enriquecimiento general.
¿Por qué financiar producción en esta forma, con nuevos créditos, y no con
ahorros?
Porque los ahorros vienen del dinero que se ha distribuido en relación con una
producción realizada.
Ahora todo este dinero se ha ido en el precio de costo de la producción realizada.
Si este dinero no se usa para comprar producción, la brecha entre los medios de
pago y los precios se incrementará.
Uno puede argumentar que los ahorros usados para financiar un nuevo flujo de
producción, a través de las inversiones o similares, vuelve a circular como poder de
compra.
Es cierto, pero a medida que se hacen gastos por parte del productor, creando por
tanto un nuevo precio.
Ahora, la misma cantidad de dinero no puede servir para pagar, al mismo tiempo el
precio correspondiente de la anterior producción y el precio correspondiente de la
nueva producción.

106
Cada vez que el dinero ahorrado vuelve a los consumidores, es creando un nuevo
precio, sin haber pagado un precio anterior, dejado sin el correspondiente poder de
compra cuando este dinero se convierte en ahorro.

— ¿Y qué pasa con la tercera propuesta financiera de Douglas?


La tercera propuesta introduce un Nuevo elemento dentro del poder de compra: la
distribución de un dividendo a todos, empleados o no en la producción. Es por tanto
un factor componente del poder de compra, que no deja a ningún individuo sin los
medios de pago.
Es el reconocimiento del derecho de todos a una parte de la producción, como co-
capitalistas, co-herederos del más grande factor de producción moderno: el
progreso adquirido, ensanchado y transmitido de generación en generación.
Igualmente, como copropietarios de los recursos naturales, un regalo, gratis, de
Dios.
También es la forma de mantener un flujo de poder de compra en relación con el
flujo de producción, aunque la producción cada vez necesite menos empleados.
Por tanto, sería la solución al más grande dolor de cabeza actual, que hace que los
economistas se golpeen la cabeza contra las paredes, y que hace ver tontos a los
gobiernos frente a su política de pleno empleo.
La búsqueda del pleno empleo no tiene sentido, es difícil de justificar de parte de
seres inteligentes, mientras que el progreso inexorablemente se aplica a liberar al
trabajador, a hacer le necesidad de empleados más y más inútil.
He aquí como Douglas mismo se expresó:
“La distribución de efectivo a los individuos debe ser progresivamente menos
dependiente del empleo.
Esto es decir que el dividendo progresivamente irá progresivamente desplazar al
sueldo y al salario”.
Progresivamente, — como Douglas lo expresó en otra parte — a medida que la
productividad se incrementa por horas-hombre.
Esto está completamente de acuerdo con la participación respectivamente asumida
por el trabajo y el progreso en el flujo de producción.
El progreso, — un bien colectivo — se hace cada vez más importante como factor
de producción, y el trabajo humano, cada vez menos.
Esta realidad debe reflejarse en la distribución de los ingresos, a través de
dividendos a todos, de un lado, y a través de la recompensa al empleo, del otro.

— ¿Pero esto no es proponer darle la vuelta a todo en cuanto a los métodos


de financiación de la producción y en el método de distribución de lo que
puede reclamarse de la producción?
Es, sobre todo, y mucho más sencillamente, un cambio de filosofía, en el concepto
del rol de los sistemas económicos y financieros, devolviéndolos a sus propios fines,
obtenidos por medios apropiados.
Es hora de que los fines y los medios vuelvan a su lugar apropiado.
Es hora de que la perversión dé paso a la rectificación.

107
— ¡Pero todo parece implicar que el dinero, o el crédito financiero, pueden
llegar, así no más, a financiar la producción y el consumo!
Ciertamente. El sistema monetario es esencialmente un sistema de contabilidad.
¿A los contadores les hacen falta números para contra, sumar, restar, multiplicar,
dividir, hacer reglas de tres, expresar porcentajes?
Aún más, lo hechos están ahí, para mostrar que el dinero es un asunto de cifras:
cifras que los monopolizadores del sistema pueden hacer aparecer o desaparecer
de acuerdo con sus decisiones, sin ningunos otros ítems concretos que un libro, un
bolígrafo, y unas pocas gotas de tinta.
En un discurso pronunciado en Westminster, el 7 de marzo de 1936, C .H. Douglas
dijo a sus audiencia — una audiencia de Crédito Social:
“Nosotros, los Creditistas, decimos que el sistema monetario en la actualidad no
refleja los hechos.
La oposición dice que sí. Bueno, lo dejo a su buen sentido.
Cómo es posible que un mundo que estaba aparentemente casi con fiebre de
prosperidad en 1929 — o se alegaba que así era, a juicio de los estándares
ortodoxos — y con certeza capaz de producir tremendas cantidades de bienes y
servicios y distribuir una proporción considerable de ellos, pudiese estar tan
empobrecido en 1930, y tan fundamentalmente cambiado que las condiciones
fueron invertidas y el mundo estaba abyectamente pobre?
¿Es razonable suponer que entre una fecha dada en octubre de 1929, y unos pocos
meses después, el mundo cambiaría de ser rico a ser pobre? Por supuesto que no
lo es.”
Douglas hizo este comentario tres años y medio antes del inicio de la segunda
guerra mundial.
Una vez se declare, todo el mundo podía hacerse una pregunta de la misma
naturaleza que la de Douglas, pero en sentido inverso:
¿Cómo es posible que después de una escasez de dinero de 10 años,
repentinamente encontraron, de la noche a la mañana, todo el dinero que se
necesitaba para una Guerra que duró seis años y que costó miles de millones?
La misma respuesta sirve en ambos casos: el sistema monetario es solo una
cuestión de contabilidad, y necesita sólo cifras que lleven un sello legal.
Por tanto, si el dinero hace falta frente a grandes posibilidades de producir para
satisfacer las necesidades humanas normales, y si el dinero se hace abundante
cuando se pide a los productores y a los medios de producción para los campos de
batalla y la producción de motores de guerra, es porque el actual sistema monetario
impone decisiones, en vez de reflejar fielmente los hechos que resultan de los actos
libres, llevados a cabo por productores libres y consumidores libres.

Preguntas para la unidad 11


Después de leer esta lección, el lector debe ser capaz de responder a las siguientes
preguntas:
1. En sus propias palabras explique por qué la creación de un nuevo partido político
no es el mejor modo de aplicar los principios del Crédito Social.
2. ¿Cuáles son las dos razones por las que decimos que el presente sistema
financiero no cumple su papel.

108
3. ¿Qué es “crédito real”?
4. Recuente la primera proposición de Douglas y su objetivo
5. Explique la segunda proposición de Douglas
6. Escriba un resumen de la tercera proposición de Douglas

LECCIÓN 12

EL CREDITO SOCIAL
Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (1ERA. PARTE)
¿Por qué una Doctrina Social?
Si la Iglesia interviene en materias sociales y ha desarrollado una serie de principios
que han sido llamados “Doctrina Social de la Iglesia”, es esencialmente porque, tal
como el Papa Benedicto XV dijo, “…es en el campo económico en el que la
salvación de la almas está en juego…”.
Su sucesor inmediato, el papa Pío XI, también escribió: “Puede decirse, con toda
verdad, que actualmente las condiciones de la vida social y económica son tales,
que extensas multitudes de hombres no pueden prestar atención a lo que
verdaderamente es esencial y necesario, esto es, su salvación eterna.
(Carta encíclica, Quadragessimo Anno, 15 de mayo de 1931).
Pío XII empleó palabras similares en su programación de radio del 1 de junio de
1941:
“¿Como puede la Iglesia, como Madre amorosa que se preocupa por el bienestar
de sus hijos permitirse el permanecer indiferente cuando vemos sus privaciones,
permanecer en silencio o pretender no ver y no entender las condiciones sociales
que, voluntariamente o no, hacen difícil y prácticamente imposible una conducta
cristiana en conformidad con los Mandamientos del Soberano Dador de la Ley?”
Y del mismo modo se expresan todos los Papas, incluyendo actualmente a
Benedicto XVI.
Permeando a la sociedad con el Evangelio
El 25 de octubre de 2004, el Pontificio Consejo de Justicia y Paz publicó el
largamente esperado “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, que presenta,
en forma sistemática (330 páginas de texto más un índice de 200 páginas), los
principios de la Doctrina Social de la Iglesia en diversas áreas de la vida pública.
El trabajo en éste volumen había comenzado 5 años antes bajo la presidencia del
difunto Cardenal Francisco Javier Nguyen van Thuan, quién falleció en septiembre
de 2002.
El libro está dedicado al difunto Santo Padre Juan Pablo II, “maestro de Doctrina
Social y testigo evangélico de la justicia y la paz”, quien en 1999, en la Exhortación
Apostólica Post-sinodal Ecclesia in América recomendó que “…sería muy útil tener
un compendio o una síntesis aprobada de la Doctrina Social Católica, incluyendo un
catecismo que muestre la conexión entre ella y la Nueva Evangelización. En éste
Compendio puede leerse:
“La Doctrina Social de la Iglesia es una parte integral de su ministerio de
evangelización…Nada correspondiente a la comunidad de hombres y mujeres —
situaciones y problemas concernientes a la justicia, la libertad, el desarrollo, las
relaciones entre los pueblos, la paz — es extraño a la evangelización, y la

109
evangelización sería incompleta si no tuviera en cuenta las demandas mutuas
continuamente hechas por el Evangelio y por la vida concreta, personal y social del
hombre (párrafo 66).
Con su Doctrina Social, la Iglesia apunta a ‘ayudar al hombre en el camino de la
salvación.’ Este es su primordial y único propósito (69).
La Iglesia tiene derecho a ser la maestra de la humanidad, la maestra de la verdad
de la fe: la verdad no sólo de dogmas, sino de la moral cuya fuente nace de la
misma naturaleza humana y del Evangelio (70).
“De un lado, la religión no debe restringirse a la simple ‘esfera privada’; de otro lado,
el mensaje Cristiano no debe relegarse a ser una puramente salvación ultraterrena
incapaz de arrojar luz sobre nuestra existencia terrenal.
Por la relevancia pública del Evangelio y la fe, por los efectos corruptores de la
injusticia, esto es, del pecado, la Iglesia no puede permanecer indiferente a los
asuntos sociales.
‘A la Iglesia pertenece el derecho a anunciar principios morales siempre y en todas
partes, incluyendo aquellos pertinentes al orden social, y hacer juicios sobre
cualquier asunto humano al extremo de ser requeridos por los derechos
fundamentales de la persona humana o a la salvación de las almas.’
(Código de Derecho Canónico, canon 747, n. 2.) (71).
La Iglesia no puede permanecer indiferente a situaciones como el hambre y la
deuda externa en el mundo, que ponen en juego la salvación de las almas y, es por
esto, que hace un llamado a una reforma de los sistemas económicos y financieros
para ponerlos al servicio de la persona humana.
La Iglesia por tanto presenta, los principios morales por los que el sistema
económico y financiero debe ser juzgado.
Y dado que dichos principios deben ser aplicados de un modo práctico, la Iglesia
hace un llamado a la fe de los laicos -cuyo propio rol, de acuerdo al Concilio
Vaticano II, es precisamente la renovación del orden temporal para darle cabida al
orden del plan de Dios- a trabajar en la búsqueda de soluciones concretas de un
sistema económico que conforme con las enseñanzas del Evangelio y los principios
de la Doctrina Social de la Iglesia.
Hacia una Nueva Economía (Crédito Social)
Es por esta razón que Louis Even decidió dar a conocer la doctrina del Crédito
Social –una serie de principios y propuestas financieras establecidas por primera
vez en 1918 por el ingeniero escocés Clifford Hugh Douglas, para resolver el
recorte crónico del poder de compra en las manos de los consumidores.
Las palabras “Crédito Social” significan dinero social, o dinero nacional, dinero
emitido por la sociedad, en contraposición con lo que se maneja actualmente y que
es el “crédito bancario”, dinero emitido por los bancos.
Cuando Louis Even descubrió el gran potencial del Crédito Social en 1935,
inmediatamente comprendió de qué manera esta solución podría ser aplicada a los
principios cristianos de justicia social en economía, especialmente aquellos
concernientes al derecho de todos de utilizar los bienes materiales, de la
distribución del pan nuestro de cada día, a través de la correcta repartición de un
dividendo social para cada ser humano.

110
Es por esto que, en cuanto tuvo esa luz, Louis Even sintió como su deber, el de
comunicárselo a todo el mundo.
Cuatro Principios Básicos
La Doctrina Social de la Iglesia puede resumirse en cuatro principios, o cuatro
“pilares”, sobre los cuales todo sistema en la sociedad debe estar fundamentado.
Se lee en los párrafos 160 y 161 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia:
Los principios permanentes de la Doctrina Social de la Iglesia constituyen el
verdadero corazón de la enseñanza social Católica.
Estos son los principios de:
1. La dignidad de la persona humana, que es el fundamento de todos los demás
principios y del contenido de la Doctrina Social de la Iglesia;
2. El bien común;
3. La subsidariedad;
4. La Solidaridad.
Estos son principios de un carácter general y fundamental, dado que tienen relación
con la realidad de la sociedad entera…Debido a su permanencia en el tiempo y la
universalidad de su significado, la Iglesia los presenta como los parámetros
primarios y fundamentales de referencia para interpretar y evaluar los fenómenos
sociales, lo cual es fuente necesaria para desarrollar el criterio para el
discernimiento y orientación de las interacciones sociales en todas las áreas.
Primacía de la Persona Humana
La doctrina social de la Iglesia puede resumirse en este principio base: la primacía
de la persona humana.
La doctrina social cristiana tiene por luz la Verdad, por objetivo la Justicia y por
fuerza dinámica el Amor…Su principio básico es que los seres humanos son y
tienen que ser fundamento, meta y motivo de todas las instituciones en que se
manifiesta la vida social”. (Juan XXIII, encíclica Mater et Magistra, 15 de mayo de
1961, nn. 219 y 226.)
El Compendio establece: “La Iglesia ve en el hombre y la mujer, en todas las
personas, la imagen viviente del mismo Dios.
Esta imagen encuentra, y debe siempre encontrar, un más profundo y completo
desdoblamiento de si misma en el misterio de Cristo, imagen perfecta de Dios,
quien revela a Dios al hombre, y al hombre a sí mismo”. (105)
“Toda la vida social es una expresión de su protagonista indiscutible: la persona
humana.
‘La persona humana es, y debe siempre permanecer, el sujeto, fundamento y
objetivo de la vida social.” (Pío XII, mensaje radial del 24 de diciembre de 1944.)
(106)
“Una sociedad justa puede convertirse en una realidad solo cuando está basada en
el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana.
La persona representa el fin último de la sociedad, por lo que se ordena a la
persona: ‘He aquí que, el orden social y su desarrollo deben invariablemente
trabajar por el beneficio de la persona humana, ya que el orden de las cosas es
estar subordinadas a las personas, y no al revés.”
(Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 26).

111
“El respeto a la dignidad humana no puede en forma alguna ser separado de la
obediencia a este principio.
Es necesario ‘considerar a todo prójimo sin excepción como otro yo, teniendo en
cuenta primero que todo su vida y los medios necesarios para vivirla con dignidad’.
Cualquier programa político, económico, social, científico y cultural debe estar
inspirado por la conciencia de la primacía de cada ser humano sobre la sociedad.”
(132)
Sistemas al servicio del hombre
El Crédito social comparte la misma filosofía.
Clifford Hugh Douglas escribió en el primer capítulo de su libro “Democracia
Económica:
“Los sistemas están hechos para el hombre, y no los hombres para los sistemas, y
el interés del hombre, que es el auto-desarrollo, está por encima de todos los
sistemas.”
En su primera Carta Encíclica Redemptor Hominis (El Redentor de los Hombres, del
4 de marzo de 1979), el Papa Juan Pablo II habló de “las indispensables
transformaciones de las estructuras de la vida económica, de la pobreza en medio
de la abundancia que pone en cuestión los mecanismos financieros y monetarios …
(n. 15). El hombre no puede eliminarse a sí mismo, o el lugar que le pertenece en el
mundo visible; no puede convertirse en el esclavo de las cosas, el esclavo de los
sistemas económicos, el esclavo de la producción, el esclavo de sus propios
productos.” (n .16)
Todos los sistemas deben estar al servicio del hombre, incluyendo los sistemas
financieros y económicos:
“De Nuevo quiero abordar un asunto muy doloroso y delicado.
Me refiero al tormento de los representantes de varios países, quienes ya no saben
enfrentar el intimidador problemas de contraer deudas.
Una reforma estructural del sistema financiero mundial es, sin duda, una de las
iniciativas que parece más urgente y necesaria.”
(Mensaje del Santo Padre a la 6a Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo, Ginebra, septiembre 26, 1985.)
“Como sociedad democrática,
¡miren cuidadosamente todo lo que está pasando en este poderoso mundo del
dinero!
El mundo de las finanzas también es un mundo humano, nuestro mundo, sometido
a la conciencia de todos nosotros; para él también existen principios éticos.
¡Así que fíjense especialmente en que puedan contribuir a la paz mundial con su
economía y sus bancos y no una contribución — tal vez en forma indirecta — a la
guerra y la injusticia!”
(Juan Pablo II, homilía en Flueli, Suiza, junio 14, 1984.)
En su Carta Encíclica Centesimus Annus (publicada en 1991 para el centésimo
aniversario de la Encíclica de León XIII Rerum Novarum), el Papa Juan Pablo II hizo
una lista de los derechos humanos básicos (n. 47):
“El derecho a la vida, del cual es parte integral el derecho del niño a desarrollarse
en el vientre de la madre desde el momento de la concepción; el derecho a vivir en
una familia unida y en un ambiente moral que conduzca al crecimiento de la

112
personalidad del niño; el derecho a desarrollar la propia inteligencia y libertad
buscando y conociendo la verdad; el derecho a compartir el trabajo que hace sabio
uso de los recursos materiales de la Tierra, y a derivar de ese trabajo los medios
para sostenerse y a sus dependientes; y el derecho a establecer libremente una
familia, a tener y criar niños a través del ejercicio responsable de la sexualidad.
En cierto sentido, la fuente y síntesis de estos derechos es la libertad religiosa,
comprendida como el derecho a vivir en la verdad de la fe de uno y conforme con
su dignidad trascendente como persona.”

No al comunismo
La Doctrina Social de la Iglesia se sostiene por encima de los sistemas económicos
existentes, ya que se confina a sí misma al nivel de los principios.
Un sistema económico es bueno o no en la medida en que aplique estos principios
de justicia enseñados por la Iglesia. Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II escribió en
su Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, en 1987:
“La tensión entre el Este y Occidente es una oposición… entre dos conceptos
sobre el desarrollo de los individuos y los pueblos, siendo ambos conceptos
imperfectos y con necesidad de una corrección radical…Esta es una de las razones
por las que la Doctrina Social de la Iglesia adopta una actitud crítica tanto hacia el
capitalismo liberal y el colectivismo marxista.”
Uno puede comprender por qué la Iglesia condena al comunismo, o al colectivismo
marxista, el cual, como escribió el Papa Pío XI, es “intrínsecamente maligno”, y anti-
cristiano, dado que el fin que busca es la completa destrucción de la propiedad
privada, de la familia y la religión.
Pero ¿por qué condenaría la Iglesia al capitalismo? Podrían el capitalismo y el
comunismo ser la misma cosa?
En el segundo capítulo de su encíclica Centessimus Annus, Juan Pablo II recuerda
los diferentes eventos que han tenido lugar en el mundo, desde la encíclica Rerum
Novarum de León XIII hasta el presente, incluyendo las dos guerras mundiales y el
establecimiento del comunismo en Europa del Este, e indica cómo León XIII
acertaba en denunciar al socialismo, el cual, lejos de resolver la cuestión social, se
convertiría en un gran fracaso, causando el sufrimiento de millones de víctimas
inocentes:
“El Papa León avizoró las consecuencias negativas — políticas, sociales y
económicas — del orden social propuesto por el ‘socialismo’… uno debe enfatizar
aquí en que la claridad para reconocer lo maligno de una solución que, aparentando
invertir las posiciones de los pobres y los ricos, en realidad iba en detrimento del
mismo pueblo al que se suponía que debía ayudar.
El remedio probó ser peor que la enfermedad.
Definiendo la naturaleza del socialismo de su época como la supresión de la
propiedad privada, León XIII llegó al centro del problema.”
El error fundamental del socialismo, dijo Juan Pablo II, es el ateísmo, porque
negando la existencia de Dios, de un ser superior que creó al hombre, uno también
niega la existencia de toda ley moral, toda dignidad y derechos de la persona
humana; esto lleva a dictaduras, donde el Estado decide lo que está bien para el

113
individuo, o al desorden social y la anarquía, donde cada individuo elabora su
propio concepto del bien y el mal.
El capitalismo debe ser corregido
Aún cuando el marxismo haya colapsado, ello no significa el triunfo del capitalismo,
porque incluso después de la caída del comunismo, todavía hay miles de millones
de personas pobres, y situaciones de injusticia en el mundo:
“La solución marxista ha fallado, pero las realidades de la marginalización y la
explotación permanecen en el mundo, especialmente en el Tercer Mundo, como la
realidad de la alienación humana, especialmente en los países más avanzados.
Contra este fenómeno la Iglesia levanta su voz con fuerza. Vastas multitudes aún
viven en condiciones gran pobreza material y moral. El colapso del sistema
comunista en tantos países ciertamente elimina un obstáculo para enfrentar estos
problemas en una forma apropiada y realista, pero no es suficiente para
solucionarlos.
Ciertamente, existe el riesgo de que una ideología radical capitalista que se rehusa
a siquiera considerar estos problemas se extienda, con la creencia a priori de que
cualquier intento de resolverlos está condenado al fracaso, y que ciegamente confía
su solución al libre desarrollo de las fuerzas del mercado.”
(Centessimus Annus, 42.)
Sí a un capitalismo que haya sido curado
En Centesimus Annus, Juan Pablo II reconoce los méritos de la libertad de
empresa, la iniciativa privada y las utilidades: “Parecería que, al nivel de las
naciones individuales y de las relaciones internacionales, el Mercado libre es el
instrumento más eficiente para utilizar los recursos y responder eficientemente a las
necesidades.
Pero ésto sólo es cierto para aquellas necesidades que son ‘solventes’, en tanto
vayan acompañadas de poder adquisitivo, y para aquellos recursos que son
‘mercadeables’, en tanto son capaces de obtener un precio satisfactorio.
Pero hay muchas necesidades humanas que no tienen lugar en el mercado. Es un
estricto deber de justicia y verdad no permitir que las necesidades humana
continúen insatisfechas, y el no permitir que quienes las padecen perezcan.”
(n. 34.)
La falla que la Iglesia encuentra en el capitalismo actual no es ni la propiedad
privada ni la libertad de empresa.
Por el contrario, lejos de desear la desaparición de la propiedad privada, la Iglesia
desea su más amplia difusión a todos, de manera que todos puedan convertirse en
propietarios reales del capital, y ser verdaderos “capitalistas”:
“La dignidad de la persona humana necesariamente requiere el derecho al uso de
bienes externos para vivir de acuerdo con las normas de la naturaleza.
Y a este derecho corresponde una obligación muy seria, la cual requiere que, en la
medida de lo posible, sea dada a todos la oportunidad de poseer la propiedad
privada… Por tanto, es necesario modificar la vida económica y social para que se
haga más fácil el camino hacia una extendida posesión privada de tales cosas
como bienes perdurables, hogares, jardines, herramientas necesarias para
empresas artesanales y granjas familiares, inversiones en empresas de mediano o
gran tamaño.”

114
(Juan XXIII, Carta Encíclica Mater et Magistra, mayo 15, 1961, ns. 114-115.)
El Crédito Social, con un dividendo entregado a cada individuo, reconocería a cada
ser humano como un capitalista, co-heredero de los recursos naturales y el
progreso (invenciones humanas, tecnología).

El capitalismo ha sido viciado por el sistema financiero


La falla que la Iglesia encuentra en el sistema capitalista es que no todos y cada
uno de los seres humanos viviendo sobre el planeta tiene acceso a un mínimo de
bienes materiales, permitiéndole una vida decente, y que aún en los países más
avanzados hay miles de personas que no comen todo lo que podrían.
Es el principio de la destinación de los bienes humanos el que no se cumple: hay
abundancia de producción, la distribución es defectuosa.
Y en el sistema actual, el instrumento que permite la distribución de los bienes y
servicios, el símbolo que permite a la gente conseguir productos, es el dinero.
Es por lo tanto el sistema monetario, el sistema financiero el que falla en el
capitalismo.

Las fallas que la Iglesia encuentra en el sistema capitalista no provienen de su


naturaleza (propiedad privada, libertad de empresa), sino del sistema financiero que
utiliza, un sistema financiero que domina en vez de servir, un sistema que vicia el
capitalismo.
El Papa Pío XI escribió en Quadragesimo Anno, en 1931:
“El capitalismo en sí no debe ser condenado, Y seguramente no está viciado en su
misma naturaleza, pero ha sido viciado.”
Lo que la Iglesia Condena no es el capitalismo como sistema productivo, sino, de
acuerdo con las palabras del Papa Pablo VI,
“el calamitoso sistema que lo acompaña, el sistema financiero”:
“Este liberalismo sin revisiones llevó a una dictadura justamente denunciada por Pío
XI como productora del ‘imperialismo internacional del dinero’.
Uno no puede condenar tales abusos con suficiente fuerza, porque — permítannos
de nuevo recordar solemnemente — la economía debería estar al servicio del
hombre.
Pero si es cierto que un tipo de capitalismo ha sido la fuente de un sufrimiento
excesivo, injusticias y conflictos fratricidas cuyos efectos persisten, sería
equivocado atribuir a la misma industrialización los males que corresponden al
calamitoso sistema que la acompañó.
Por el contrario, uno debe reconocer en justicia la irreemplazable contribución
hecha por la organización y el crecimiento de la industria a la tarea del desarrollo.”
(Pablo VI, Carta Encíclica Populorum progressio, sobre el desarrollo de los pueblos,
marzo 26, 1967, n. 26.)
El defecto del sistema: el dinero es creado por los bancos como deuda
Es el sistema financiero el que no cumple su papel; ha sido desviado de su fin (que
es hacer coincidir los bienes con las necesidades).
El dinero no debería ser sino un instrumento de distribución, un símbolo que da
derecho a reclamar algo, un derecho a los productos, un simple sistema de
contabilidad.

115
El dinero debería ser un sirviente, un instrumento de servicio, pero los banqueros, al
apropiarse del control sobre su creación, lo han hecho un instrumento de
dominación: dado que la gente no puede vivir sin dinero, todos — gobiernos,
corporaciones, individuos — deben someterse a las condiciones impuestas a ellos
por lo banqueros para obtener dinero, que es el derecho a vivir en la sociedad
actual.
Ello establece una dictadura real sobre la vida económica, los banqueros se han
convertido en los amos de nuestras vidas, como el Papa Pío XI correctamente
señaló en Quadragesimo Anno (n. 106):
“Su poderío llega a hacerse despótico como ningún otro, cuando dueños absolutos
del dinero, gobiernan el crédito y lo distribuyen a su gusto; diríase que administran
la sangre de la cual vive toda la economía, y que de tal modo tienen en su mano,
por decirlo así, el alma de la vida económica, que nadie podría respirar contra su
voluntad.”
No hay manera en la que cualquier país pueda salir de su deuda en el actual
sistema, dado que — como hemos visto en lecciones anteriores — todo el dinero es
creado como deuda: todo el dinero que existe entra en circulación sólo cuando es
prestado por los bancos, a interés. Y cuando el préstamo se paga al banco
(sacando este dinero de circulación), deja de existir.
En otras palabras, el dinero nuevo se crea cada vez que los bancos dan un
préstamo, y ese mismo dinero es destruido cada vez que los préstamos son
pagados.
La ley fundamental en este sistema es que cuando los bancos crean Nuevo dinero
en forma de préstamos, le piden a los prestamistas que paguen más dinero del que
fue creado.
(Los bancos crean el principal, pero no los intereses).
Como es imposible pagar devolviendo dinero que no existe, las deudas deben
acumularse, o usted debe pedir prestado también el monto del interés para pagarlo,
lo cual no soluciona su problema sino que solo lo empeora, ya que usted termina
sumergido más profundamente en la deuda.
Esta creación del dinero como deuda por los banqueros es el medio de imponer su
voluntad sobre los individuos, y de controlar el mundo:
“Dentro de estas acciones y actitudes opuestas a la voluntad de Dios, el bien del
prójimo y las «estructuras» creadas por ellos, dos son muy típicas: de un lado, el
deseo compulsivo ganancias que todo lo consume, y de otro, la sed de poder, con
la intención de imponer la propia voluntad sobre otros.”
(Juan Pablo II, Carta Encíclica Sollicitudo rei socialis, n. 37.)
Como el dinero es un instrumento que es básicamente social, la doctrina del Crédito
Social propone que el dinero sea creado por la sociedad, y no por banqueros
privados para sus propias ganancias:
“Hay ciertas categorías de bienes por los que uno puede alegar con razón que
deben ser reservados a la colectividad cuando confieren tal poder económico que
no puede, sin peligro para el bien común, dejarse al cuidado de individuos
privados.”
Pío XI, Quadragesimo Anno.)

116
El efecto del interés compuesto
Instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial fingen
ayudar a los países con dificultades financieras con sus préstamos, pero debido a
las tasas de interés (interés compuesto) que tienen que pagar, estos países
terminan más pobres de lo que eran antes de los préstamos. Aquí hay algunos
ejemplos impactantes:
Durante el período 1980-1990, los países de América Latina pagaron U. S. $418 mil
millones en intereses por préstamos originales de U. S. $80 mil millones... y todavía
debían el capital,
¡aunque habían pagado la deuda más de 5 veces!
En Canadá las cosas están aún peor: 93% de la deuda nacional de $562 mil
millones (en 2003) consistía en intereses: el capital original prestado representa
($39 mil millones) representa sólo el 7% de la deuda.
¡Los restantes $523 mil millones cubren lo que ha costado pedir prestados esos $39
mil millones!
De acuerdo con la Coalición Jubileo 2000, por cada dólar que fluye como ayuda a
los países pobres cada año, $8 se devuelven como pagos de la deuda.
Son ejemplos como estos los que llevaron a San León a escribir: “La avaricia que
dice hacer al prójimo un bien mientras lo engaña es injusta e insolente… Aquel
quien, entre las otras reglas de la conducta piadosa no preste su dinero a usura,
disfrutará de descanso eterno… mientras quien se enriquece en detrimento de otros
merece, a cambio, condenación eterna”. San Juan Crisóstomo también escribió:
“Nada es más vergonzoso o cruel que la usura.”
(La usura es cualquier tipo de interés cobrado sobre los préstamos).

Las deudas deben ser borradas


Cualquier persona sensible se dará cuenta que es criminal pedirle a las naciones
que continúen pagando intereses sobre deudas que ya han sido pagadas varias
veces.
Uno puede ahora ver por qué la Iglesia condena la usura (el préstamo de dinero a
interés), y pide la cancelación de las deudas.
Cuando uno comprende que el dinero prestado por los bancos es creado
literalmente de la nada, con un simple plumazo (o insertando las cifras en un una
computadora), entonces es fácil entender que las deudas pueden ser canceladas,
borradas, perdonadas, sin que a nadie se le penalice.
El 27 de diciembre de 1986, el Pontificio Consejo de Justicia y Paz expidió un
documento titulado
“Un acercamiento ético a la cuestión de la deuda internacional”.
He aquí algunos extractos:
“Los países deudores, de hecho, se encuentran a sí mismos atrapados en un
círculo vicioso.
Para poder pagar sus deudas, son obligados a transferir cada vez sumas más
grandes de dinero al exterior.
Estos son recursos que deberían haber estado disponibles para fines internos e
inversión, y por lo tanto para su propio desarrollo.

117
“El servicio de la deuda no puede ser mantenido al precio de la asfixia de la
economía de un país, y ningún gobierno puede exigir de su pueblo privaciones
incompatibles con la dignidad humana… Con el Evangelio como fuente de
inspiración, otros tipos de acción podrían ser contemplados como otorgar
extensiones, o incluso remisiones totales o parciales de las deudas… En ciertos
casos, los Estados otorgantes podrían convertir los préstamos en garantías.
“La Iglesia restablece la prioridad de garantizar al pueblo sus necesidades, por
encima y más allá de las ataduras y mecanismos financieros frecuentemente
puestos por delante como los únicos imperativos.”
El Papa Juan Pablo II escribió en su Carta Encíclica Centessimus Annus (n. 35.):
“El principio según el cual las deudas deben ser pagadas es ciertamente justo.
(Nota de San Miguel: pagar el capital es justo, pero no pagar los intereses.)
No es correcto exigir o esperar pago cuando el efecto sería la imposición de
elecciones políticas que llevan al hambre y la desesperación de pueblos enteros.
No puede esperarse que las deudas que se han contraído deban ser pagadas al
precio de sacrificios insoportables.
En tales casos es necesario encontrar — como de hecho está ocurriendo
parcialmente — formas de aligerar, diferir o incluso cancelar la deuda, compatibles
con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y el progreso.”
En preparación para el Gran Jubileo del año 2000, el Papa Juan Pablo II mencionó
varias veces la necesidad de cancelar todas las deudas.
He aquí algunos extractos de su audiencia semanal del 3 de noviembre de 1999:
“En los años de jubilee del Antiguo Testamento, la gente recuperaba la propiedad
familiar perdida por el pago de la deuda, y los que habían perdido su libertad por la
deuda, eran liberados.
Esto se daba porque la tierra pertenecía a Dios, quien la dio a toda la comunidad
para usarla en su propio beneficio.
“El jubileo nos recuerda de las exigencias del bien común y del hecho que los
recursos del mundo han sido destinados para todos.
Es por tanto un tiempo apropiado para pensar en reducir sustancialmente, si no
cancelar de una vez, la deuda internacional que amenaza seriamente el futuro de
muchas naciones.”
Una vez que las deudas son borradas, la única forma de evitar que vuelvan a
crecer, y permitirle a las naciones recomenzar, es que cada nación cree su propio
dinero libre de deuda e interés, y dejar de pedir prestado a interés de los bancos
comerciales e instituciones internacionales, como el Fondo Monetario Internacional
y el Banco Mundial.
Si se le deja a los banqueros privados el poder de crear dinero, las deudas volverán
a crecer. Esto nos recuerda las palabras de Sir Josiah Stamp, antiguo director del
Banco de Inglaterra:
“La banca fue concebida en la iniquidad y nació en el pecado... Los banqueros son
dueños de la Tierra.
Quítensela, pero déjenles el poder de crear dinero y, con un plumazo van a crear
suficiente dinero para comprarla de nuevo... Quítenles este gran poder, y todas las
grandes fortunas como la mía desaparecerán, y deberían desaparecer, porque
entonces éste sería un mundo mejor y más feliz en el cual vivir… Pero si quieren

118
continuar siendo los esclavos de los banqueros y pagar el precio de su propia
esclavitud, entonces dejen que los banqueros continúen creando dinero y
controlando el crédito.”
Para aquellos que no comprenden cómo es creado el dinero por los bancos, la
única forma en que una deuda puede ser cancelada es que alguien, en alguna
parte, la pague.
Pero nosotros, en el Periódico San Miguel somos más astutos. Cuando decimos
“cancelar” la deuda, en realidad queremos decir ¡bórrenla! No pedimos a nadie
pagarla, y sobre todo, no pedimos al gobierno que “imprima dinero” para pagar la
deuda.
Lo que proponemos es que el gobierno deje de pedir prestado a interés dinero que
él mismo podría crear, sin intereses; ésta es la única solución que va a la raíz del
problema, y que lo resuelve de una vez por todas. Pondría el dinero finalmente al
servicio de la persona humana.

LECCIÓN 13

EL CREDITO SOCIAL
Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (2DA. PARTE)
En la lección anterior, hemos desarrollado el primero de los cuatro principios de
base de la Doctrina Social de la Iglesia, a saber: la primacía de la persona humana,
que significa que todos los sistemas económicos existen para servir a la persona
humana.

Por lo tanto, el objetivo de los sistemas económicos y financieros, también de


acuerdo con la Iglesia, es servir al hombre.
El objetivo del sistema económico debe ser la satisfacción de las necesidades
humanas. Esto es lo que Pio XI nos recuerda en su encíclica Quadragesimo anno
(No. 75):
“El organismo económico y social será sanamente constituido y logrará su fin
solamente cuando le garantice a todos y cada uno de sus miembros todos los
bienes y los recursos que la naturaleza y la industria, así como la organización
verdaderamente social de la vida económica están en capacidad de procurarles”.
“Estos bienes deben ser lo suficientemente abundantes como para satisfacer las
necesidades de una subsistencia honesta y para elevar a los hombres a un grado
de confort y de cultura que, ojalá sea usado sabiamente, no obstaculiza la virtud,
sino que facilita de forma singular el ejercicio de la misma.”
A continuación desarrollemos los otros tres principios mencionados en el
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: el bien común, la subsidiaridad y la
solidaridad.
El Bien Común
164. De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en primer
lugar, el principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida
social para encontrar plenitud de sentido.

119
Según una primera y vasta acepción, por bien común entendemos: “este conjunto
de condiciones sociales que permiten, tanto a los grupos como a cada uno de los
miembros, alcanzar su perfección de una manera más total y cómoda”
(Gaudium et Spes, 26)
Si nos atenemos a lo enseñado por el Magisterio de la Iglesia, el hombre nació para
conocer a Dios, amarle, servirle, y salvar su alma. Es esa la perfección, la “dignidad
trascendente” a la que apunta el bien común.
167. El bien común compromete a todos los miembros de la sociedad: nadie está
exento de colaborar, de acuerdo con sus propias capacidades, en la realización y
en el desarrollo de este bien…Todos tienen también derecho de beneficiarse de las
condiciones de vida social resultantes de la búsqueda del bien común.
La enseñanza de Pio XI permanece muy actual:
“Importa entonces atribuirle a cada uno lo que le corresponde y devolverle a las
exigencias del bien común o a las normas de la justicia social la distribución de los
recursos de este mundo, a los ojos de los hombres, cuyo flagrante contraste entre
un puñado de ricos y una multitud de indigentes certifica en nuestros días, a los ojos
del hombre de corazón, los graves desarreglos”
(Encíclica Quadragesimo anno, 197).
Los deberes de la comunidad política
168. La responsabilidad de encontrar el bien común recae no solamente en los
individuos, sino también en el Estado, puesto que el bien común es la razón de ser
de la autoridad política.
(Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1910.)
A la sociedad civil de la cual es expresión, el Estado debe en efecto garantizar la
cohesión, la unidad y la organización, de suerte que el bien común pueda ser
logrado con la contribución de todos los ciudadanos.
El individuo, la familia, los cuerpos intermediarios no están en disposición de lograr
por sí mismos su desarrollo pleno.
De donde surge la necesidad de instituciones políticas cuya finalidad es hacer
accesible a las personas los bienes necesarios –materiales, culturales, morales,
espirituales- para alcanzar una vida plenamente humana. El objetivo de la vida
social es el bien común históricamente realizable.
170. El bien común de la sociedad no es un fin en sí mismo; solo tiene valor en
referencia a la búsqueda de los fines últimos y al bien común universal de la
creación entera.
Dios es el fin último de sus criaturas y en ningún caso podemos privar el bien
común de su dimensión trascendente, que sobrepasa pero también culmina la
dimensión histórica.

La destinación universal de los bienes


171. Entre las múltiples implicaciones del bien común, el principio de la destinación
universal de los bienes reviste una importancia inmediata: “Dios ha destinado la
tierra y todo lo que ella contiene, para uso de todos los hombres y de todos los
pueblos, de suerte que los bienes de la creación deben equitativamente afluir entre
las manos de todos, según la regla de la justicia, inseparable de la caridad”
(Gaudium et Spes, 69).

120
Este principio está basado sobre el hecho de que “el origen primero de todo bien es
el acto de Dios mismo, quien creó el cielo y la tierra, y le dio la tierra al hombre para
que la dominara por su trabajo y gozara de sus frutos (cf. Gn 1, 28-29).
Dios le dio a la tierra todo el género humano para que hiciera vivir a todos sus
miembros, sin excluir ni privilegiar a nadie.
Es este el origen de la destinación universal de los bienes de la tierra.
En razón de su fecundidad misma y de sus posibilidades para satisfacer las
necesidades del hombre, la tierra es el primer don de Dios para la subsistencia
humana”
(Juan Pablo II, Centesimus Annus, 31).
En efecto, la persona no puede obviar los bienes materiales, los cuales responden a
sus necesidades primarias y constituyen las condiciones de base de su existencia;
estos bienes le son absolutamente indispensables para alimentarse y crecer, para
comunicarse para asociarse, y para poder realizar los más altos fines para los
cuales ha sido llamada.
(Cf. Pio XII, Radio mensaje de junio 1, 1941).
172. El principio de la destinación común de los bienes de la tierra es la base del
derecho universal del uso de los bienes.
Cada hombre debe tener la posibilidad de disfrutar del bienestar necesario para su
pleno desarrollo: el principio del uso común de los bienes es el “primer principio de
todo el orden ético-social” y “principio característico de la doctrina social cristiana”
(Juan Pablo II, Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, 42.)
Esta es la razón por la cual la Iglesia estimó necesario precisar la naturaleza y las
características de este.
Se trata ante todo de un derecho natural, inscrito en la naturaleza del hombre, y no
simplemente de un derecho positivo ligado a la contingencia histórica; en otras
palabras, este derecho es “originario”
(Pio XII, Radio-mensaje del 1ro de junio de 1941.)
Es inherente al individuo, a cada persona y es prioritario con respecto a toda
intervención humana sobre los bienes, a todo orden jurídico de estos, a todo
método y todo sistema económico y social: “todos los otros derechos, cualquiera
que sean, incluidos aquellos de la propiedad y de libre comercio le son
subordinados (a la destinación universal de los bienes: no deben entonces
obstaculizar sino más bien al contrario facilitar la realización y es un deber social
grave y urgente devolverlas a su finalidad primera.
(Pablo VI, Encíclica Populorum Progressio, 22).

La Propiedad privada
176. Por el trabajo, el hombre, utilizando su inteligencia, consigue dominar la tierra y
a hacer de ella su digna morada: “se apropia así de una parte de la tierra, aquella
que es adquirida por su trabajo. Es ahí el origen de la propiedad individual“
(Juan Pablo II, Centesimus Annus, 31.)
La propiedad privada y las otras formas de posesión privada de los bienes
“aseguran a cada uno una zona indispensable de autonomía personal y familiar.
Hay que verlos como una prolongación de la libertad humana.

121
En fin, estimulando el ejercicio de la responsabilidad, constituyen una de las
condiciones de las libertades civiles”
(Gaudium et Spes, 71.)
La propiedad privada es elemento esencial de una política económica
auténticamente social y democrática y la garantía de un orden social justo.
La doctrina social exige que la propiedad de los bienes sea equitativamente
accesible a todos, de suerte que todos se conviertan, al menos en alguna medida
en propietarios, sin por tanto que los puedan “poseer confusamente”.
(León XIII, Rerum Novarum, 11.)
La herencia del progreso
Poniendo a la disposición de la sociedad bienes nuevos, completamente
desconocidos hasta una época reciente, la fase histórica actual impone una
relectura del principio de la destinación universal de los bienes de la tierra, haciendo
necesaria una extensión que incluya también los frutos del reciente progreso
económico y tecnológico.
La propiedad de los nuevos bienes surgidos del conocimiento, del progreso y del
saber se vuelve siempre más decisiva, ya que “la riqueza de los países
desarrollados se funda mucho más sobre este tipo de propiedad que sobre los
recursos naturales”
(Juan Pablo II, Centesimus Annus, 32.)
Los nuevos conocimientos técnicos y científicos deben ser puestos al servicio de los
bienes primordiales del hombre, afín de que el patrimonio común de la humanidad
pueda progresivamente acrecentarse.
La plena puesta en práctica del principio de la destinación universal de los bienes
requiere por consiguiente de acciones a nivel internacional y de iniciativas
programadas por todos los países:
“hay que romper las barreras y los monopolios que mantienen a numerosos
pueblos al margen del desarrollo, asegurar a todos los individuos y a todas las
naciones las condiciones elementales que permitan participar del desarrollo”.
(Juan Pablo II, Centesimus Annus, 35.)
Que todos sean realmente “capitalistas” y tengan acceso a los bienes de la tierra,
esto podría hacerse posible por el dividendo del Crédito Social.
Tal como se mencionó en las anteriores lecciones, este dividendo está basado
sobre dos cosas: la herencia de los recursos naturales y los inventos de las
generaciones pasadas.
Es exactamente lo que el Papa Juan Pablo II escribía en 1981 en su encíclica
Laboren Exercens sobre el trabajo humano (Nº 13):
“El hombre por su trabajo hereda un doble patrimonio: hereda por un lado lo que le
es dado a todos los hombres bajo la forma de recursos naturales, y por otro parte lo
que todos los otros ya han elaborado a partir de estos recursos, realizando un
conjunto de instrumentos de trabajo siempre más perfectos. Así trabajando, el
hombre hereda el trabajo del prójimo”
La pobreza frente a la abundancia
Dios puso sobre la tierra todo lo necesario para alimentar a todo el mundo. Pero a
causa de la falta de dinero, los productos ya no pueden llegar a las gentes que

122
tienen hambre: montañas de productos se acumulan frente a millones que mueren
de hambre.
Es la paradoja de la miseria frente a la abundancia: “Qué cruel paradoja es verlos
tan numerosos aquí incluso en apuros financieros, ustedes que podrían trabajar
para alimentar a sus semejantes, mientras que en este mismo momento la
malnutrición crónica y el espectro del hambre tocan a millones de personas allá
afuera en el mundo”.
(Juan Pablo II a los pescadores, St. John’s, Terranova , 12 de septiembre de 1984.)
Nunca más hambre! Señoras y señores este objetivo puede ser alcanzado.
La amenaza del hambre y el peso de la malnutrición no son una fatalidad
ineluctable.
La naturaleza no es en esta crisis infiel al hombre. Mientras que, según la opinión
generalmente aceptada, 50% de las tierras todavía están sin aprovechar, se impone
el hecho del escándalo de enormes excedentes alimenticios que algunos países
destruyen periódicamente a falta de una sabia economía que les habría asegurado
un consumo útil.
Llegamos aquí a la paradoja de la situación presente: la humanidad dispone de un
dominio inigualada del universo; dispone de instrumentos capaces de hacer rendir
a pleno los recursos de éste.
Los detentores mismos de estos instrumentos se quedarían como afectados de
parálisis ante el absurdo de una situación en la cual la riqueza de unos cuantos
toleraría la persistencia de la miseria de un gran número?
…no sabríamos llegar hasta ahí sin haber cometido graves errores de orientación,
no siendo estos en ocasiones sino debidos a la negligencia o a la omisión.
Ya es hora de descubrir en qué están fallando los mecanismos afín de rectificar o
más bien de enderezar de punta a punta la situación”.
(Pablo VI en la Conferencia Mundial de la Alimentación, Roma, 9 de noviembre de
1974.)
“De toda evidencia, hay un defecto capital o más bien un conjunto de defectos e
incluso un mecanismo defectuoso en la base de la economía contemporánea y de
la civilización materialista que no le permiten a la familia humana diría yo, salir de
situaciones tan radicalmente injustas”
(Juan Pablo II, encíclica Dives in Misericordia, 30 de noviembre de 1980, n. 11.)
La miseria frente a la abundancia… « representa en cierto modo un gigantesco
desarrollo de la parábola bíblica del rico que festeja y del pobre Lázaro.
La amplitud del fenómeno cuestiona las estructuras y los mecanismos financieros,
monetarios, productivos y comerciales, los cuales, apoyados sobre presiones
políticas diversas, rigen la economía mundial; se revelan incapaces de reabsorber
las injusticias heredadas del pasado y de hacer frente a los desafíos urgentes y a
las exigencias éticas del presente…Estamos aquí frente a un drama cuya amplitud
no puede dejar a nadie indiferente.”
(Juan Pablo II, Redemptor hominis, n. 15.)

Reformando el sistema financiero

123
Los Papas denuncian la dictadura del dinero escaso y piden una reforma de los
sistemas financiero y económico, el establecimiento de un sistema económico al
servicio del hombre:
“Es necesario denunciar la existencia de mecanismos económicos, financieros y
sociales que, aunque conducidos por la voluntad de los hombres, funcionen
comúnmente de una manera casi automática, haciendo más rígidas las situaciones
de riqueza de unos y la pobreza de otros”.
(Juan Pablo II, encíclica Sollicitudo rei socialis, n. 16.)
“Hago un llamado a todos los encargados del poder afín que en conjunto se
esfuercen por encontrar las soluciones a los problemas actuales, lo que supone una
reestructuración de la economía de manera que las necesidades humanas superen
siempre la ganancia financiera”.
(Juan Pablo II a los pescadores, St. John’s, Terranova , 12 de septiembre de 1984.)
“Una condición esencial es dar a la economía un sentido humano y una lógica
humana.
Lo que dije con respecto del trabajo es igualmente válido aquí.
Es importante liberar los diversos campos de la existencia, de la dominación de una
economía aplastante.
Hay que poner las exigencias económicas en el lugar que les corresponde y crear
un tejido social multiforme que evite la masificación…Cristianos, donde quiera que
estén, asuman su parte de responsabilidad en este inmenso esfuerzo por la
reconstrucción humana de la ciudad. Se lo deben a la Fe”.
(Juan Pablo II, discurso a los obreros de Sao Paulo, 3 de julio de 1980.)
Recuadro de Benedicto XVI:
En su primera encíclica Deus Caritas Est
(Dios es Amor), el Papa Benedicto XVI ha escrito:
La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie
que sufra por falta de lo necesario…
el objetivo de un orden social justo es garantizar a cada uno, respetando el principio
de subsidiaridad, su parte de los bienes comunes.

El principio de subsidiaridad
Esto nos conduce a uno de los principios más interesantes de la Doctrina Social de
la Iglesia, el de la Subsidiaridad: los niveles superiores de los gobiernos no deben
hacer lo que los niveles inferiores, más cerca de los individuos pueden hacer.
Es el contrario de la centralización-y de su aplicación más extrema, un gobierno
mundial, en donde todos los gobiernos nacionales son abolidos-.
Este principio de subsidiaridad significa también que los gobiernos existen para
ayudar a los padres, y no para tomar su lugar. Se puede leer en el Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia:
185. Presente desde la primera gran encíclica social, la subsidiaridad figura entre
las directivas más constantes y más características de la doctrina social de la
Iglesia.
(Cf. León XIII, Encíclica Rerum Novarum, 11.)
Es imposible promover la dignidad de la persona si no es ocupándose de la familia,
de los grupos, de las asociaciones, de las realidades territoriales locales, en fin, de

124
todas las expresiones asociativas de tipo económico, social, cultural, deportivo,
recreativo, profesional, político, a las cuales las personas dan espontáneamente
vida y que hacen posible su crecimiento social efectivo.
Tal es el cuadro de la sociedad civil entendida como la suma de las relaciones entre
individuos y grupos sociales, los cuales son las primeras relaciones para cultivar y
que tienen lugar gracias a la “subjetividad creativa del ciudadano”.
Este canal de relaciones fortalece el tejido social y constituye la base de una
verdadera comunidad de personas, haciendo posible el reconocimiento de formas
más elevadas de actividad social.
186. La necesidad de defender y promover las expresiones originales de la vida
social enfatizadas por la Iglesia en la Encíclica Quadragesimo Anno, en la que el
principio de subsidiaridad es señalado como un importantísimo principio de “filosofía
social”.
“Así como es gravemente equivocado quitarle a los individuos lo que pueden
alcanzar por su propia iniciativa e industria y darlo a la comunidad, también es una
injusticia, y al mismo tiempo una grave y malvada perturbación del orden justo,
asignar a una asociación más grande y elevada lo que las organizaciones menores
y subordinadas pueden hacer. Porque toda actividad social debería, por su propia
naturaleza, conseguir ayudar a los miembros del cuerpo social, y nunca destruir y
absorberlos.”
Sobre la base de este principio, todas las sociedades de un orden superior deben
adoptar actitudes de ayuda (“subsidium”) — por lo tanto de apoyo, promoción,
desarrollo — con respeto a las sociedades de orden inferior.
En esta forma, las entidades sociales intermedias pueden desempeñar
apropiadamente las funciones que recaigan sobre ellas sin requerirles el pasar
injustamente a manos de otras entidades sociales de un nivel más alto, por las que
terminarían siendo absorbidas y sustituidas, finalmente viéndose a sí mismas
negadas de su dignidad y lugar esencial.
La subsidiaridad, entendida en sentido positivo como asistencia económica,
institucional o jurídica ofrecida a entidades sociales menores, envuelve una serie
correspondiente de implicaciones negativas que requieren que el Estado se
abstenga de cualquier cosa que restringiría de facto el espacio existencial de las
células esenciales menores de la sociedad.
La iniciativa de éstas, su libertad y responsabilidad no debe ser suplantada.
187. El principio de subsidiaridad protege a la gente de los abusos cometidos por
una autoridad social de nivel superior, y llama a estas mismas autoridades a ayudar
a los individuos y grupos intermedios a cumplir sus deberes. Este principio es
imperativo porque toda persona, familia y grupo intermedio tiene algo original que
ofrecer a la comunidad.
La experiencia muestra que la negación de la subsidiaridad, o su limitación en
nombre de una supuesta democratización o igualdad de todos los miembros de la
sociedad, limita y en ocasiones incluso destruye el espíritu de libertad e iniciativa.
El principio de subsidiaridad se opone a ciertas formas de centralización,
burocratización, y asistencia de bienestar social, y a la injustificada y excesiva
presencia del Estado en los mecanismos públicos.

125
El “Estado de Bienestar”
Tal como escribió Louis Even: “Porque César (el Estado) no corrige el sistema
financiero que sólo él puede corregir, César entonces va más allá de su propio
papel y acumula nuevas funciones, usándolas como un pretexto para imponer
nuevos impuestos — algunas veces ruinosos — sobre ciudadanos y familias.
César por tanto se convierte en la herramienta de una dictadura financiera que él
debería destruir, y en el opresor de los ciudadanos y las familias que debería
proteger.”
Estas nuevas funciones crean una pesada burocracia que acosa a la gente en lugar
de ayudarle. El Papa Juan Pablo II escribió en su Carta Encíclica Centesimus
Annus (n. 48):
“En años recientes, el alcance de tal intervención (del Estado) se expandido
enormemente, al punto de crear un nuevo tipo de Estado, el llamado “Estado de
Bienestar”.
Esto ha ocurrido en algunos países para responder mejor a muchas necesidades y
demandas, remediando formas de pobreza y privación indignas de la persona
humana.
Sin embargo, los excesos y abusos, especialmente en los años recientes, han
provocado muy duras críticas del Estado de Bienestar, también llamado el `Estado
de Asistencia Social’.
Daños y defectos en el Estado de Asistencia Social son el resultado de una
comprensión inadecuada de las tareas propias del Estado.
Aquí de nuevo el principio de subsidiaridad debe ser respetado: una comunidad de
orden superior no debe interferir en la vida interna de una comunidad de un orden
inferior, despojando a ésta última de sus funciones, sino apoyándola en caso de
necesidad y ayudándole a coordinar su actividad con las actividades del resto de la
sociedad, siempre con una visión hacia el bien común.
“Interviniendo directamente y despojando a la sociedad de su responsabilidad, el
Estado de Asistencia Social lleva a una pérdida de energías humanas y a un
desordenado incremento de agencias públicas, que son dominadas más por formas
burocráticas de pensamiento que por una preocupación por servir a sus clientes, y
que son acompañadas por un enorme incremento en el gasto.”
La mayoría de los impuestos hoy en día son injustos e inútiles, y podrían ser
eliminados en un sistema de Crédito Social.
Una cosa que no tiene razón de existir es el servicio de la deuda — los intereses
que la nación debe pagar cada año sobre su deuda externa, por pedir prestado a
interés de los banqueros privados el dinero que el Estado podría crear él mismo, sin
intereses.
El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia continúa (n. 187):
“A la actuación del principio de subsidiaridad corresponden: el respeto y la
promoción efectiva del primado de la persona y de la familia; la valoración de las
asociaciones y de las organizaciones intermedias en, sus opciones fundamentales y
en todas aquellas que no pueden ser delegadas o asumidas por otros; el impulso
ofrecido a la iniciativa privada, a fin que cada organismo social permanezca, con las
propias peculiaridades, al servicio del bien común; la articulación pluralista de la
sociedad y la representación de sus fuerzas vitales (…), la descentralización

126
burocrática y administrativa; el equilibrio entre la esfera pública y privada, con el
consecuente reconocimiento de la función social del sector privado; una adecuada
responsabilización del ciudadano para “ser parte” activa de la realidad política y
social del país.”
“188. Diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una función
de suplencia.
Piénsese, por ejemplo, en las situaciones donde es necesario que el Estado mismo
promueva la economía, a causa de la imposibilidad de que la sociedad civil asuma
automáticamente la iniciativa; piénsese también en las realidades de grave
desequilibrio e injusticia social, en las que sólo la intervención pública puede crear
condiciones de mayor igualdad, de justicia y de paz.
Como hemos visto en lecciones anteriores, corregir el sistema financiero es
ciertamente uno de los deberes del Estado, es decir, que el dinero sea emitido por
la sociedad, y no por los banqueros privados para su propio provecho, como el
Papa Pío XI escribió en su encíclica Quadragesimo Anno:
“Hay ciertas categorías de bienes sobre los que uno puede sostener con razón que
deben permanecer reservados a la colectividad cuando llegan a conferir tal poder
económico que no pueden, sin peligro al bien común, ser dejados al cuidado de
individuos privados.”

Primero las Familias


Este mismo principio de subsidiaridad significa que las familias, la célula primordial
de la sociedad, van primero, antes que el Estado, y que los gobiernos no deben
destruir a las familias y la autoridad de los padres.
Como la Iglesia afirma, los niños pertenecen a sus padres, y no al Estado:
“Aquí tenemos a la familia, la ‘sociedad’ del hogar de un hombre — una sociedad
muy pequeña, uno debe admitir, pero sin embargo una verdadera sociedad, y más
antigua que cualquier Estado.
Consecuentemente, tiene derechos y deberes que le son peculiares y que son
ciertamente independientes del Estado…
“La contención, entonces, de que el gobierno civil puede, a su elección, introducirse
en, y ejercer un íntimo control sobre la familia y sus miembros es un gran y
pernicioso error…La autoridad paternal no puede ser abolida ni absorbida por el
Estado…Los socialistas, por tanto, haciendo a un lado al padre e instituyendo una
supervisión estatal, actúan contra la justicia natural, y destruyen la estructura del
hogar.”
(León XIII, Rerum Novarum, nn. 12-14.)

Un salario para las amas de casa


De hecho, en su doctrina social, la Iglesia también reitera la importancia de
reconocer el trabajo de las madres en el hogar, dándoles un ingreso.
Esto se lograría perfectamente mediante el dividendo del Crédito Social:
“La experiencia confirma que debe haber una re-evaluación social del papel de la
madre, de la fatiga conectada a él, y de la necesidad de cuidado, amor y afecto que
los niños tienen, de manera que se desarrollen para convertirse en personas
responsables, moral y religiosamente maduras y sicológicamente estables.

127
Redundaría a crédito de la sociedad hacer posible que una madre — sin inhibir su
libertad, sin discriminación sicológica o práctica, y sin castigarla, en comparación
con otras mujeres — pudiera dedicarse a cuidar a sus hijos y educarlos de acuerdo
con sus necesidades, que varían según la edad.
Tener que abandonar estas tareas para tener un trabajo con salario por fuera del
hogar es un error desde el punto de vista de la buena sociedad y de la familia
cuando contradice o lesiona estos fines primordiales de la misión de una madre.”
(Juan Pablo II, Encíclica Laborem Exercens, n. 19.)
Además, el extraer a la madre del hogar para que se dedique a trabajar por un
salario tiene la gravísima consecuencia de cortar el vínculo que transmite a los hijos
la religiosidad y la cultura, por lo cual nos enfrentamos a sociedades en las que
cada vez más la ausencia de las madres en la educación de los hijos se traduce en
comportamientos que retroceden en materia cultural, de convivencia social, de
modales, pero sobre todo, de religiosidad.
“Es un abuso intolerable, que debe ser abolido a toda costa, que las madres por
culpa del bajo salario de los padres sean forzadas a dedicarse a ocupaciones
remuneradas por fuera del hogar descuidando sus propios cuidados y deberes,
especialmente el entrenamiento de los hijos.”
(Pío XI, Encíclica Quadragesimo Anno, n. 71.)
En octubre de 1983, la Santa Sede emitió el “Manifiesto de los Derechos de la
Familia”, en el que llamaba a “la remuneración del trabajo en el hogar de uno de los
padres; debería ser tal que las madres no sean obligadas a trabajar fuera del hogar
en detrimento de la vida familiar y especialmente de la educación de los hijos.
El trabajo de la madre en el hogar debe ser reconocido y respetado por su valor
para la familia y para la sociedad”.
(Artículo 10.)

El principio de solidaridad
La solidaridad es otra palabra para expresar el amor al prójimo. Como cristianos,
debemos preocuparnos por el destino de nuestros hermanos en Cristo, pues es en
este amor al prójimo en el que seremos juzgados al final de nuestras vidas sobre la
tierra:
Es por lo que hayan hecho a los pobres que Jesucristo reconocerá a Sus
elegidos…los pobres permanecen confiados a nosotros, y es sobre ésta
responsabilidad que seremos juzgados al final (cf. Mt 25:31-46):
“Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer
las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son Sus hermanos.”
(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 183)

El Compendio continúa:
192. La solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la
persona humana, (…), al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una
unidad cada vez más convencida.
Nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida del vínculo de
interdependencia entre los hombres y entre los pueblos, que se manifiesta a todos
los niveles.

128
413 La vertiginosa multiplicación de las vías y de los medios de comunicación « en
tiempo real », como las telecomunicaciones, los extraordinarios progresos de la
informática, el aumento de los intercambios comerciales y de las informaciones son
testimonio de que por primera vez desde el inicio de la historia de la humanidad
ahora es posible, al menos técnicamente, establecer relaciones aun entre personas
lejanas o desconocidas.
Junto al fenómeno de la interdependencia y de su constante dilatación, persisten,
por otra parte, en todo el mundo, fortísimas desigualdades entre países
desarrollados y países en vías de desarrollo, alimentadas también por diversas
formas de explotación, de opresión y de corrupción, que influyen negativamente en
la vida interna e internacional de muchos Estados.
El proceso de aceleración de la interdependencia entre las personas y los pueblos
debe estar acompañado por un crecimiento en el plano ético- social igualmente
intenso, para así evitar las nefastas consecuencias de una situación de injusticia de
dimensiones planetarias, con repercusiones negativas incluso en los mismos países
actualmente más favorecidos.

414 El deber de todo cristiano


El deber de todo cristiano, es decir, quien sigue a Cristo por ser El Camino, La
Verdad y La Vida, buscar el establecimiento de su reinado social en la tierra, pues
la Realeza Social de Nuestro Señor es su derecho inalienable, y requisito previo
para la instauración de Su justicia en los demás órdenes:
“Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás se os dará por
añadidura”
(Cf. Mt. 6, 33).
Es por lo tanto un deber y una obligación para todo cristiano trabajar por el
establecimiento de la justicia, y un mejor sistema económico:
“Quien quisiera renunciar a la tarea, difícil pero exaltante, de elevar la suerte de
todo el hombre y de todos los hombre, bajo el pretexto del peso de la lucha y del
esfuerzo incesante de superación, o incluso por la experiencia de la derrota y del
retorno al punto de partida, faltaría a la voluntad de Dios Creador.”
(Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, n. 30.)
“La tarea no es imposible.
El principio de solidaridad, en sentido amplio, debe inspirar la búsqueda eficaz de
instituciones y de mecanismos adecuados…No se avanzará en este camino difícil
de las indispensables transformaciones de las estructuras de la vida económica, si
no se realiza una verdadera conversión ... La tarea requiere el compromiso decidido
de hombres y de pueblos libres y solidarios.”
(Juan Pablo II, Encíclica Redemptor Hominis, n. 16.)
Hay, por supuesto, muchas formas de ayudar a nuestros hermanos necesitados:
dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, refugio a los que no tienen
hogar, visitar a los presos y a los enfermos, etc.
Algunos enviarán donaciones a organizaciones de caridad, para ayudar a los
pobres de los países ricos o del tercer mundo.
Pero si estas donaciones pueden aliviar a unos pocos pobres por unos días o
semanas, ellas sin embargo no suprimen las causas de la pobreza.

129
Lo que resulta mucho mejor para corregir el problema es atacar las causas mismas
de la pobreza, y restablecer los derechos y dignidad de todo ser humano, creado a
imagen de Dios, y con derecho a un mínimo de los bienes terrenales, mediante el
establecimiento del Reinado Social de Cristo.
“Más que nadie, el que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para
descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para
vencerla con intrepidez.
El amigo de la paz, «proseguirá su camino irradiando alegría y derramando luz y
gracia en el corazón de los hombres en toda la faz de la tierra, haciéndoles
descubrir, por encima de todas las fronteras, el rostro de los hermanos, el rostro de
los amigos»”
(Pablo VI, encíclica Populorum progressio, n. 75.)
Lo que se necesitan son apóstoles para educar a la población sobre la Doctrina
Social de la Iglesia, y soluciones prácticas para aplicarla
(como las propuestas financieras del Crédito Social).
El Papa Pablo VI escribió, también en Populorum Progressio (n. 86):
“Vosotros todos los que habéis oído la llamada de los pueblos que sufren, vosotros
los que trabajáis para darles una respuesta, vosotros sois los apóstoles del
desarrollo auténtico y verdadero que no consiste en la riqueza egoísta y deseada
por sí misma, sino en la economía al servicio del hombre, el pan de cada día
distribuido a todos, como fuente de fraternidad y signo de la Providencia.”
Y en su encíclica Sollicitudo Rei Socialis, el Papa Juan Pablo II escribió
(n. 38.):
“Tales « actitudes y estructuras de pecado » solamente se vencen —con la ayuda
de la gracia divina— mediante una actitud diametralmente opuesta: la entrega por el
bien del prójimo, que está dispuesto a « perderse », en sentido evangélico, por el
otro en lugar de explotarlo, y a « servirlo » en lugar de oprimirlo para el propio
provecho
(cf. Mt 10, 40-42; 20, 25; Mc 10, 42-45; Lc 22, 25-27).

Principios e implementación
Algunos dirán que los Papas nunca aprobaron públicamente el Crédito Social.
De hecho, los Papas nunca aprobarán oficialmente cualquier sistema económico,
ya que no es parte de su misión: ellos no dan soluciones técnicas, sólo establecen
los principios sobre los cuales cualquier sistema económico que esté
verdaderamente al servicio de la persona humana debe basarse.
Los Papas dejan a los fieles en libertad de aplicar el sistema que implementaría
estos principios de la mejor manera.
Hasta donde sabemos, ninguna otra solución sino el Crédito Social aplicaría la
Doctrina Social de la Iglesia tan perfectamente.
Es por ello que Louis Even, un gran católico, dotado de una extraordinaria lógica
mental, no dudó en mostrar los lazos entre el Crédito Social y la Doctrina Social de
la Iglesia.
Otro personaje convencido de que el Crédito Social es cristianismo aplicado, que
aplicaría maravillosamente las enseñanzas de la Iglesia sobre justicia social, fue el
Padre Peter Coffey, un doctor en Filosofía y profesor en el Maynooth College, de

130
Irlanda. Él escribió lo siguiente al jesuita canadiense, Padre Richard, en marzo de
1932:
“Las dificultades surgidas de sus preguntas pueden ser solucionadas solo mediante
la reforma del sistema financiero del capitalismo según los lineamientos sugeridos
por el Mayor Douglas y la escuela del Crédito Social para la reforma del crédito.
Es el sistema financiero aceptado el que se encuentra en la raíz del capitalismo.
La exactitud del análisis llevado a cabo por Douglas nunca ha sido refutada.
Yo creo que, con su famosa fórmula de regulación de precios, los principios de
reforma de Douglas son la única reforma que irá a la raíz del mal...”

Un estudio de 9 teólogos
Tan pronto como C. H. Douglas publicó sus primeros escritos sobre el Crédito
Social, los financistas hicieron todo lo que pudieron para silenciar o distorsionar la
doctrina de Douglas, pues ellos supieron que el Crédito Social pondría fin a su
control sobre la creación del dinero.
Cuando Louis Even comenzó a difundir el Crédito Social en el Canadá francés en
1935, una de la acusaciones lanzadas por los financistas era que el Crédito Social
es socialismo, o comunismo. Pero en 1939, Los obispos católicos de la provincia de
Québec designaron a nueve teólogos para examinar el Crédito Social a los ojos de
la Doctrina Social de la Iglesia, y dar una opinión sobre si estaba impregnado de
socialismo o comunismo.
Después de una deliberación considerable, los nueve teólogos encontraron que el
Crédito Social no lo estaba, que no hay nada en la doctrina del Crédito Social
contrario a las enseñanzas de la Iglesia, y que cualquier católico estaba en libertad
de apoyarlo sin ningún peligro.

He aquí extractos de éste estudio de los teólogos sobre el sistema monetario


del Crédito Social:
1. La Comisión primero delimitó el campo de su estudio
(a) No hay cuestión aquí sobre el aspecto económico o político, es decir, del valor
de esta teoría desde el punto de vista económico, y de la aplicación práctica del
sistema de Crédito Social en un país.
Los miembros de la Comisión reconocen que ellos no tienen competencia en estos
campos; además, la Iglesia no tiene que pronunciarse a favor o en contra de
asuntos “para los que no tiene ni el equipamento, ni la misión”, como lo escribió el
papa Pío IX.
(Cf. Encíclica Quadragesimo Anno).
(b) No hay cuestión aquí en cuanto a aprobar esta doctrina de parte de la Iglesia,
dado que la Iglesia “nunca ha, en el campo social y económico, presentado ningún
sistema técnico específico, lo cual además no es su papel”.
(Cf. Encíclica Divini Redemptoris, n. 34.)
(c) La única cuestión estudiada aquí es la siguiente:
¿está la doctrina del Crédito Social, en sus principios básicos, impregnada con el
socialismo y comunismo condenados por la Iglesia Católica?
Y de ser así, ¿debería esta doctrina ser tenida por los católicos como una doctrina
que no puede ser admitida y difundida?

131
(d) El Estado, como está mencionado en el presente reporte, es considerado in
abstracto, sin tener en cuenta las contingencias que puede implicar.
2. La Comisión define al socialismo, y nota y caracteriza su doctrina a la luz de
Quadragesimo Anno: materialismo; lucha de clases; supresión de la propiedad
privada, control de la vida económica por el Estado, en desafío de la libertad y la
iniciativa personal.
3. La Comisión entonces definió con palabras los principios básicos del Crédito
Social.
“El fin de la doctrina monetaria del Crédito Social es dar a todos y cada uno de los
miembros de la sociedad la libertad y seguridad económica que el organismo
económico y social puede asegurar.
Para ese fin, en vez de reducir la producción al nivel del poder de compra mediante
la destrucción de bienes o las restricciones al trabajo, el Crédito Social quiere
incrementar el poder adquisitivo al nivel de la capacidad de producción de bienes.”
Propone para tal fin:
I. El Estado debe retomar el control de la emisión del dinero y el crédito.
Lo ejercerá a través de una comisión independiente que posea la autoridad
requerida para alcanzar su fin.
II. Los recursos materiales de la nación, representados por producción, constituyen
la base del dinero y el crédito.
III. En cualquier momento, la emisión del dinero y el crédito debe basarse en el
movimiento de la producción, en forma tal que un buen balance se mantenga entre
el consumo y la producción.
Este balance es asegurado, al menos en parte, a través de un descuento, cuya tasa
necesariamente variaría con las fluctuaciones de la producción.
IV. El sistema económico actual, gracias a los muchos descubrimientos e
invenciones que lo favorecen, produce una inesperada abundancia de bienes,
mientras que al mismo tiempo reduce la necesidad del trabajo humano, creando por
lo tanto desempleo permanente.
Una parte importante de la población es por tanto privada de cualquier poder para
comprar bienes que han sido hechos para ella, y no sólo para unos pocos
individuos o grupos.
Para que todos tengan una parte del legado cultural heredado por sus antepasados,
el Crédito Social propone un dividendo, cuyo monto es determinado por la cantidad
de bienes que han de consumirse.
Este dividendo será dado a cada ciudadano, independientemente de que tenga o no
fuentes de ingresos.
4. Ahora, uno debe ver si hay algún rastro de socialismo en las proposiciones arriba
mencionadas.
Con respecto al Párrafo I: Esta propuesta no parece incluir ningún principio
socialista, ni en consecuencia contrario a la doctrina social de la Iglesia. Esta
afirmación se basa en los siguientes pasajes de la Carta Encíclica Quadragesimo
Anno:
“Hay ciertas categorías de bienes para los que uno puede mantener con razón que
ellos deben ser reservados a la colectividad cuando llegan a conferir tal poder

132
económico que no pueden, sin peligro al bien común, ser dejados al cuidado de
individuos privados”.
Y la encíclica continúa: “Primeramente, salta a la vista que en nuestros tiempos no
se acumulan solamente riquezas, sino que también se crean enormes poderes y
una prepotencia económica despótica en manos de muy pocos. Muchas veces no
son éstos ni dueños siquiera, sino sólo depositarios y administradores, que rigen el
capital a su voluntad y arbitrio.
“Su poderío llega a hacerse despótico como ningún otro, cuando, dueños absolutos
del dinero, gobiernan el crédito y lo distribuyen a su gusto; diríase que administran
la sangre de la cual vive toda la economía, y que de tal modo tienen en su mano,
por decirlo así, el alma de la vida económica, que nadie podría respirar contra su
voluntad.”
Querer cambiar tal situación no es por tanto contrario a la doctrina social de la
iglesia. Es verdad no obstante que confiando al Estado el control del dinero y el
crédito, se da al Estado considerable influencia sobre la vida económica de la
nación, una influencia igual a aquella presentemente ejercida por los bancos, para
su propio beneficio, pero esta forma de hacer las cosas no implica, por sí misma,
ningún socialismo.
Siendo el dinero, en el sistema de Crédito Social, sólo un medio de intercambio,
cuya emisión es estrictamente regulada por las estadísticas de la producción, la
propiedad privada permanece intacta; adicionalmente, el reparto del dinero y el
crédito podría tal vez ser menos determinado por aquellos que lo controlan.
Reservar a la comunidad (el control de) el dinero y el crédito no es por tanto
contrario a la doctrina social de la Iglesia.
Santo Tomás de Aquino lo dice implícitamente en su Summa Theologiae
(Ethica, Volumen 5, Lección 4), cuando afirma que corresponde a la justicia
distributiva — que, como es conocido, es la preocupación del Estado — distribuir los
bienes comunes, incluyendo el dinero, a todos aquellos que son parte de la
comunidad civil.
De hecho, el dinero y el crédito han estado, en el pasado, bajo el control del Estado
en varios países, incluyendo los Estados Pontificios; y aún lo son en el Vaticano.
Así que sería difícil ver en esta propuesta un principio socialista.
Con respecto al Párrafo II: El hecho de que el dinero y el crédito estén basados en
la producción, en los recursos naturales nacionales, parece no implicar un carácter
socialista.
La base del dinero es un asunto puramente convencional y técnico.
En la presente discusión, éste punto es acordado en principio por varios oponentes.
Con respecto al Párrafo III:
El principio del balance que debe mantenerse entre la producción y el consumo es
sólido. In una economía verdaderamente humana y bien ordenada, el fin de la
producción es el consumo, y éste último debe de ordinario recurrir a la primera — al
menos cuando la producción es elaborada, como debe ser, para responder a las
necesidades humanas.
En cuanto al descuento, cuyo principio es admitido e incluso actualmente practicado
en la industria y el comercio, no es sólo un medio de llegar a éste balance; permite

133
a los consumidores obtener los bienes que necesitan a un costo más bajo, sin
ninguna pérdida para los productores.
Nótese que la Comisión no expresa una opinión sobre la necesidad de un
descuento causado por una diferencia o vacío que, de acuerdo con el sistema de
Crédito Social, existe entre la producción y el consumo. Pero si tal vacío existe,
querer llenarlo por medio del descuento no puede ser considerado como una
medida impregnada de socialismo.
Con respecto al Párrafo IV: El principio del dividendo es también reconciliable con la
doctrina social de la Iglesia; además, puede ser comparado al poder del Estado de
otorgar dinero.
La Comisión no ve por qué sería necesario que el Estado fuese propietario de
bienes de capital para pagar este dividendo; actualmente — aunque en sentido
opuesto — el poder de establecer tributos, que el Estado posee con miras al bien
común, implica esta connotación aún más, y sin embargo es admitido.
La misma afirmación aplica al descuento del Crédito Social: ambos se basan en el
principio del descuento en un sistema cooperativo. Además, la cooperación es
tendida en alta estima en el Crédito Social.
El único control de producción y consumo que es necesario para la implementación
del Crédito Social son las estadísticas de control, lo cual determina la emisión del
dinero y del crédito.
Las estadísticas no pueden ser consideradas como un control real, o una restricción
a la libertad individual; son sólo un medio de recaudar información. La Comisión no
puede admitir que el control estadístico requiera la socialización de la producción, o
que esté influenciada por el socialismo o el comunismo.
La comisión por lo tanto responde negativamente a la pregunta:
“¿Está el Crédito Social impregnado de socialismo”?
La Comisión no puede ver cómo los principios básicos del sistema de Crédito
Social, como fueron explicados antes, pueden ser condenados por parte de la
Iglesia y su doctrina social.
Los financistas no estuvieron complacidos con este reporte de los teólogos, y en
1950, un grupo de hombres de negocios pidió a un obispo de Quebec (
por respeto a su memoria, no mencionaremos su nombre) que fuera a Roma y
obtuviera del Papa Pío XII una condena al Crédito Social.
De vuelta en Quebec, este obispo dijo a los hombres de negocios: “Si quieren
obtener una condena del Crédito Social, no es a Roma que deben ir. Pío XII me
dijo: El Crédito Social crearía, en el mundo, un clima que permitiría el florecimiento
de la familia y de la Cristiandad.”

Necesitamos la ayuda del Cielo


En esta pelea por un sistema financiero justo basado en principios Cristianos, la
ayuda divina es especialmente necesitada cuando uno sabe que el verdadero fin de
los financistas es el establecimiento de un gobierno mundial — lo cual incluye la
destrucción de la Cristiandad y la familia — y que los promotores de este “Nuevo
Orden Mundial” son guiados por el mismo Satanás, cuyo único fin es la perdición de
las almas.

134
En 1946, C.H. Douglas escribió lo siguiente, en el periódico de Liverpool The Social
Crediter:
“Estamos trabados en una batalla por la Cristiandad.
Y es sorprendente ver en cuántas formas esto es verdad en la práctica.
Una de estas formas pasa casi desapercibida — excepto en sus desviaciones — el
énfasis puesto por la Iglesia Católica Romana sobre la familia, contra el esfuerzo
implacable y continuo de comunistas y socialistas — quienes, junto con los
financistas internacionales, forman el verdadero cuerpo del anticristo — para
destruir la verdadera idea de la familia y sustituirla por el Estado.”
Y Louis Even escribió sobre el mismo tema, en 1973:
“Sí, los Peregrinos de San Miguel son patriotas, y desean, tanto como cualquier otra
persona, un régimen de orden y justicia, de paz, de pan y de alegría, para cada
familia en su país.
Pero como también son católicos, ellos saben muy bien que ese orden, paz y
alegría son incompatibles con el rechazo de Dios, la violación de sus
Mandamientos, la negación de la Fe, la paganización de la vida, los escándalos
dados a los niños en las escuelas en las que los padres son, por ley, obligados a
enviarlos.
“Los Peregrinos de San Miguel, confiando en la ayuda de los poderes celestiales,
juraron usar todas las fuerzas morales y físicas, toda la propaganda y herramientas
educativas que tienen, para reemplazar el reino de Satanás, por el Reino de la
Inmaculada y Jesucristo.
“En un enfrentamiento contra la dictadura financiera, uno no debe enfrentarse sólo
con poderes terrenales.
Como la dictadura comunista, como la poderosa organización de la masonería, la
dictadura financiera está bajo el mando de Satanás.
Simples armas humanas nunca serán capaces de superar ese poder.
Lo que se necesita son las armas escogidas y recomendadas por Aquella que
destierra todas las herejías, Aquella que tendrá que aplastar definitivamente la
cabeza de Satanás, Aquella que declaró Ella misma en Fátima, que al final su
Inmaculado Corazón triunfará.
Y estas armas son: la consagración a su Inmaculado Corazón, señalada por llevar
el Escapulario, el Rosario, y la penitencia.
“ Los Peregrinos de San Miguel están seguros de que, abrazando el programa de
María, todo acto que ejecuten, cada Ave María que dirijan a la Reina del Mundo, y
todo sacrificio que ofrezcan, no sólo contribuye a su santificación personal, sino al
advenimiento de un orden social más sólido, humano y Cristiano, como el Crédito
Social.
En tal programa recibido de María, todo cuenta, y nada se pierde.”
Para resumir, la batalla de los Peregrinos de San Miguel y del Instituto Louis Even,
es la batalla por la salvación de las almas.
Los Peregrinos de San Miguel sólo repiten lo que el Papa y la Iglesia piden: una
nueva evangelización — para recordar los principios cristianos básicos a los que
infortunadamente los olvidaron o dejaron de ponerlos en práctica — y una
reestructuración de los sistemas económicos.

135
Ser un Peregrino de San Miguel es por lo tanto una de las vocaciones más urgentes
y necesarias de nuestros tiempos.
¿Quiénes, entre aquellos que oigan o lean estas palabras, tendrán la gracia de
responder a este llamado, a esta vocación?
¡Qué grandioso e importante es el trabajo de Louis Even!
¡Todos quienes tienen sed de justicia deberían comenzar a estudiar y difundir el
Crédito Social pidiendo suscripciones a la revista San Miguel!

Preguntas unidad 12 y 13
Después de leer esta lección, el lector debe ser capaz de responder a las siguientes
preguntas:
1. ¿Cuáles son los cuatro principios de la Doctrina Social?
2. De acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia, ¿Es el capitalismo mejor que el
comunismo? Proporcione una explicación breve.
3. ¿El Capitalismo ha sido desviado debido a?
4. De acuerdo a Pío XI en la carta encíclica Quadragesimo Anno, ¿Cuál es el
objetivo aspirado de un sistema económico?
5. En sus propias palabras explique que es lo que significa la palabra
“subsidiaridad”.

ANEXO A

“PARA PROMOVER EL BIEN DE CADA HOMBRE Y DE TODO EL HOMBRE”


EN ECONOMÍA, CON EL CRÉDITO SOCIAL
RIQUEZA DISTRIBUIDA A TODOS, LIBERTAD PERSONAL RESPETADA

Este artículo fue escrito por Louis Even en 1969, no mucho después de la
presentación de la carta encíclica del Papa Pablo VI, Populorum Progressio sobre el
desarrollo de los pueblos.
El Papa Benedict XVI marcó el 40 aniversario de esta carta con su última encíclica,
"Caritas en veritate" (Caridad en la verdad)
por Louis Even

El objetivo del organismo económico


"Para ser auténtico, el desarrollo debe ser completo: integral, es decir tiene que
promover el bien de cada hombre y a todo el hombre."
Estas palabras son del Papa Pablo VI
(tomado de su encíclica Populorum progressio, n. 14).
Sus precursores hablaron de un modo similar, ya que medios de producción como
nunca antes más eficientes, dejaban a individuos y familias en la necesidad.
Los Papas siempre insistían en el primer objetivo del sistema económico — el servir
a las necesidades humanas: no como una colectividad abstracta pero para cada
persona.
Nuestro "Periódico San Miguel" ha citado muchas veces este "todos y cada uno"
tema del Papa Pío XI en su carta encíclica Quadragesimo Anno (n. 75):

136
" Ya que la economía social logrará un verdadero equilibrio y alcanzará sus fines
sólo cuando a todos y a cada uno les fueren dados todos los bienes que las
riquezas y los medios naturales, la técnica y la organización pueden aportar a la
economía social;."
Y también citamos las palabras del Papa Pío XII sobre los derechos fundamentales
de cada ser humano a una parte de los bienes de la tierra, en su alocución de radio
del 1 de junio de 1941:
"Cada hombre en efecto, como un ser dotado de razón, tiene, de naturaleza, el
derecho fundamental de hacer el uso de los bienes materiales de la tierra … "la
riqueza económica de una nación consiste en el suministro de una base material
suficiente para un desarrollo personal justo de sus miembros."
"Todos y cada uno — todo hombre —cada hombre y todo hombre — todos los
hombres — derechos fundamentales de cada hombre — desarrollo personal de sus
ciudadanos miembros".
Estas expresiones declaran claramente que hablamos de la persona humana, cada
persona, y no sólo una simple satisfacción colectiva.
Es la satisfacción de las necesidades de cada individuo de lo que hablamos aquí,
una satisfacción que es socialmente sostenida y garantizada tanto como la
capacidad productiva del país lo permita.
Esto es el por qué, el Papa Pío XII en su locución de radio en 1944, después de
afirmar el derecho de cada persona al uso de bienes terrenales, añadio:
"Es reservado a la voluntad humana a y las formas jurídicas de los pueblos el
regular, con más detalle, la realización práctica de aquel derecho."
"Las formas jurídicas de los pueblos," significa por lo tanto, la legislación de sus
países respectivos.
Un derecho individual reconocido y ejercido con el apoyo del orden establecido —
Pío XI también había indicado en la frase anota arriba: "Sólo así el organismo
económico y social será profundamente establecido …"
No hay ningunas dudas entonces, sobre este derecho fundamental de cada
persona a la posibilidad de ejercer este derecho que es facilitado por la legislación
de su país.
El bien común no significa la supresión de derechos individuales legítimos.
Al contrario, el bien común debería consistir en un orden social que permita que
cada persona florezca de un mejor modo con el orden social más bien que sin el.
Y la primera responsabilidad de aquellos a cargo del bien común es el ver que cada
individuo pueda tener acceso a los bienes de primera necesidad.
¿Hasta qué punto deberían el organismo económico y social facilitar el acceso a
bienes materiales para cada persona?
Pío XI lo dijo:
"Aquellos bienes que la riqueza y los recursos de la naturaleza, el logro técnico, y la
organización social de asuntos económicos pueden dar."
No, que esto significara el mismo nivel de vida para cada persona. Pero para cada
persona: "estos bienes deben ser suficientes para proveer a todas las necesidades
y un sustento honesto."
En nuestros países industrializados, nos gusta evaluar la riqueza económica de una
nación según la abundancia de su producción global.

137
Pero el Papa Pío XII corrige esta visión.
Él dice que la riqueza económica de una nación mejor dicho "consiste en lo que tal
abundancia realmente significa y con eficacia proporciona como una base material
suficiente para un desarrollo personal justo de sus miembros."
Este es una responsabilidad que es actual sobre los legisladores.
La parte requerida de cada persona a los bienes de primera necesidad no debería
ser dejada a los riesgos de las circunstancias, a los combates de fiebre o de
depresión del mecanismo de crédito, a las enfermedades periódicas o crónicas de
las unidades monetarias, a las decisiones de los creadores de tiempos prósperos o
flacos, a los apetitos o la indigestión de la bestia de la finanza e industria grande; ni
al humor bueno o malo de los prestamistas internacionales de los cuales los
gobiernos estúpidos o subordinados toman prestado el permiso de hacer uso de las
posibilidades productivas de sus países.
Nuestros países desarrollados ya no tienen verdaderos problemas de producción
para satisfacer las necesidades normales de la población.
Pero sufren vergonzosamente de problemas de distribución — algo que debería ser
el acto más simple y agradable de llevar a cabo.
No es porque estos países carecen de los medios de transporte o embarque, sino
porque el acceso que el individuo tiene a los productos ofrecidos es condicionado
por el poder adquisitivo a su disposición.
Este poder adquisitivo no está unido a la persona, ni a sus necesidades, sino en
deuda con varios factores que dejan a la gente y a las familias sin los suficientes
medios de pagos.
A cada hombre
Por el bien de cada hombre — lo acabamos de decir. Pero también "para el hombre
entero", añadió Pablo VI.
Para el hombre entero.
Esto significa un ser humano que posee más que una vida vegetativa, más que una
vida animal.
Esto significa para un ser dotado de razón, creado libre y responsable, quién
normalmente aspira al desarrollo, a su propio crecimiento.
Hay más. Este ser, quien su vida natural es marcada ya con una alta dignidad, es
llamado a una vida incomparablemente más elevada, que infinitamente supera su
vida natural de un ser razonable que es libre y responsable.
Es llamado a una vida sobrenatural, a la participación — con la gracia — a la misma
vida Divina y esto para toda la eternidad.
Esta seguridad va más allá de la competencia de un organismo social y económico.
Hablamos aquí de medios sobrenaturales, con un objetivo sobrenatural.
Y la Iglesia lo provee de esto magníficamente con los medios que su Fundador
puso a su disposición.
Pero ya que hablamos de la vida útil y social, hay todavía el hecho que la vida útil y
social debería tratar al hombre con todo el respeto que él merece en su dignidad
natural y su vocación sobrenatural.
Entonces los sistemas, métodos y caminos establecidos para traer a todos, una
parte suficiente de los bienes terrenales no debe ni humillar, ni degradar a nadie, o

138
inoculcar en nadie la mentalidad de un mendigo que vivirá de otros, ya que cada
persona tiene los mismos derechos.
En otras palabras, el organismo económico, con su método y estilo para la
distribución de bienes que responden a las necesidades humanas, debe perseguir
la seguridad económica de toda y cada persona, sin humillar a nadie o poner
condiciones que eliminen su libertad.
Aunque la felicidad temporal sea el fin inmediato de la vida económica, todas las
instituciones que le estan unidas no deberían dar ocasión a dificultades en el
camino del hombre hacia su destino eterno, sino, al contrario, hacer este viaje a su
destino eterno más fácil, liberándolo, tanto como sea posible, de preocupaciones
materiales.
"El hombre entero" quiere decir esto: hombre del tiempo y hombre de eternidad. La
preocupación de uno no debería ir en perjuicio del otro, porque los dos conciernen
al mismo ser.
La peor catástrofe sería el organizar una vida temporal que contribuya a la pérdida
de una vida eterna infinitamente alegre por por una tan increíblemente infeliz que lo
llamamos muerte eterna.
Si el Papa Pablo VI queria un orden social y económico que tome en cuenta el bien
de cada hombre, nos parece que esta preocupación por "todo el hombre", incluso
respecto a organizaciones temporales, fue también lo que su precursor, el Papa
Juan XXIII, tenia en mente cuando escribió en su carta encíclica Mater et Magistra
(n. 219):
"El hombre es necesariamente fundamento, causa y fin de todas las instituciones
sociales; el hombre, repetimos, en cuanto es sociable por naturaleza y ha sido
elevado por la Providencia a un orden sobrenatural”
Inmensas frases vacías
Hemos citado principios mencionados por los Papas a lo largo de los siglos.
Pero los métodos de aplicación para estos principios deben ser elegidos y aplicados
por las naciones mismas.
Está muy lejano el verlo realizado, aun si estos principios no son rechazados, aun si
muy a menudo, sólo les damos una aceptación de labios hacia afuera.
Los líderes políticos han forjado fórmulas que supuestamente representaban
grandes esquemas, pero estas permanecieron como palabras vacías. F.D.
Roosevelt "El Nuevo trato", J.F. Kennedy "La Nueva Frontera", L.D. Johnson "La
Gran Sociedad", P.E.
Trudeau "La justa Sociedad" … Estos estadistas ya no están y sólo han dejado
unos impuestos más altos y deudas crecientes.
Estos políticos ofrecieron los llamados remedios.
Para hablar de remedios, aun si no hacemos nada, uno debe confesar al menos
que hay una enfermedad.
Más recientemente, sin renunciar al lema "del pleno empleo " que siguió a la
Segunda Guerra Mundial, cierta gente ha mencionado la idea de unos ingresos
para todos, hasta para los parados. Los sindicatos comenzaron a usar la expresión
"sueldo annual garantizado", que significó que aun si el trabajador estaba
desempleado durante uno o varios meses, le pagaban como si él había trabajado
los doce meses.

139
Esto era progreso: dinero "no ganado" por trabajo no era ya considerado como
inmoral.
Uno paso más se siguió.
Ya que toda la gente en el mundo no trabaja por un sueldo, un sueldo garantizado,
todavía no daría algo para vivir, a cada persona. Uno entonces escuchó la
expresión "ingresos anuales garantizados".
Los ingresos significan el dinero.
El dinero significa el acceso a los productos.
Unos ingresos anuales garantizados a cada persona significarían entonces el
acceso a la producción garantizada a todos. Esto sería una demanda sobre los
productos atados a la persona y no sólo a la condición de ser empleado en la
producción.
Los (todavía) raros defensores de esta fórmula bastante imprecisa de " ingresos
anuales garantizados" estan cincuenta años detrás de las ofertas precisas y
científicamente basadas del Crédito Social, de las cuales hablaremos un poco más
adelante.
Sería inexacto decir que nada fue hecho desde la última guerra mundial para
ablandar los efectos repugnantes de un sistema económico que sabe producir en
abundancia, pero no sabe distribuir.
Bajo la presión de una abundancia de bienes acumulados que hace subir el
desempleo y provoca rebeliones, y debido a la enseñanza luminosa del Crédito
Social que da luz sobre el misterio del dinero y se deshace de la jerga de los
economistas, los gobiernos ahora llevan ciertas medidas para permitir la distribución
de algún poder adquisitivo a la gente que no recibe ningún dinero de un trabajo en
la producción.
Este poder adquisitivo es para ellos unos ingresos desligados del empleo. Estas
medidas condujeron a las asignaciones familiares en Canadá
(que se han quedado demasiado pequeñas delante de los precios que se triplican y
frente al aumento de la producción); a pensiones para el incapacitado y para el
ciego; a ayuda social y pensiones por vejez.
Esto es mejor que la ausencia casi completa de la seguridad social que prevaleció
antes de la Segunda Guerra Mundial.
Pero esto es todavía sólo un trabajo de remiendo para reparar las carencias de
unos ingresos mal organizados en su fuente y esto previene el colapso total de un
sistema defectuoso de la distribución.

Un sistema financiero inadaptado


Todo el dinero afectado en estas llamadas medidas de seguridad social viene de
ingresos que están sobre todo atados al empleo.
Este dinero es extraído a través de los impuestos y redistribuido a los jubilados y
otros recipientes.
Pero cobrar impuestos al ingreso del Sr. A y del Sr. B a fin de darlo al Sr. C o Sr. D,
significa el tomar de un plato para poner en el otro, mientras que la fuente
permanece llena a punto de reventar con la inundación de abundancia debido a la
producción moderna.
No es muy inteligente.

140
Y debido a que los impuestos son cada vez más detestados, al grado que cortan en
los ingresos recibidos del empleo, resulta que está forma de reconocer los derechos
de todos a las necesidades básicas, irrita a los contribuyentes sin ni siquiera
satisfacer suficientemente las necesidades de los destinatarios de tal ayuda.
Además, también se humilla a muchos destinatarios con condiciones, preguntas,
sermones y reproches, — algo que no está en nada de acuerdo con lo que se
entiende por la expresión "todo el hombre."
Estos defectos en la distribución de los bienes que responden a necesidades
resultan del hecho de que la vida económica está viciada por su sumisión a un
sistema financiero que está completamente desviado de su fin.
Este sistema se ha hecho el maestro cuando debería ser el sierviente, un sistema
que falsifica la verdadera visión de la economía.
Estas realidades son, de una parte, las necesidades de los hombres — públicas o
privadas — y por otra parte, las posibilidades que existen para responder a estas
necesidades.
Si uno razona en verdaderos términos, la situación se parece a esto:
¿Existe bastante grano para proveer de pan a todos los ciudadanos del país?
De ser así, entonces todos deberían ser capaces de obtener el pan.
Y el término "pan" aquí cubre todos los productos alimenticios.
El mismo razonamiento va para la ropa, alojamiento y cualquier otra necesidad que
la gente normalmente tiene.
Pero con la prioridad dada al dinero, el razonamiento es totalmente diferente: las
familias quieren el pan y allí realmente está el pan en abundancia para cada uno;
pero el dinero falta para pagar por ello.
Estas familias por lo tanto pasarán sin pan, aun si los productores de alimentos
deben reducir su producción en consecuencia y sufrir porque sus productos no se
venden.
Otro ejemplo: una municipalidad necesita un puente, o un nuevo sistema de
alcantarilla.
Ellos pueden proporcionarlo sólo si tienen el dinero para financiarlo; pero si no hay
ningún dinero, la municipalidad tendrá que hacer sin estos proyectos, aunque haya
todos los materiales y mano de obra requerida para hacerlos.
Si el sistema financiero fuera una reflexión exacta de la realidad, como debería ser,
cualquiera de éstos razonamientos podría tender a la misma solución.
Pero no es así.
Vemos lo contrario que en los tiempos de guerra, cuando el dinero abundó, incluso
hasta más, cuando los productores fueron movilizados por el ejército o por las
industrias bélicas que no sirven para alimentarse, protegerse o refugiarse.
Pida al gobierno triplicar las asignaciones familiares, porque estas no han sido
ajustados al coste de vida y usted oirá la respuesta: "sería muy deseable, pero
nuestra situación financiera no lo permite."
Si usted se opone:
¿"piensa usted que si las familias que crian a sus hijos piden más leche, frutas, u
otros servicios públicos, la capacidad de producción de nuestro país no será capaz
de enfrentarse con tal demanda?"

141
Ellos le dirán: "este no es el punto; nuestro país puede producir bastantes bienes,
pero esto no se puede financiar o pagar por ellos, eso es todo, uno no puede hacer
otra cosa.
La finanza no se mantiene en linea con la realidad en cuanto a la producción. Es la
finanza que dicta la decisión.
Desdeña las necesidades humanas: es más sagrada que los niños, la gente, o las
familias.
Es al menos considerada como más sagrada en la práctica por los gobiernos y por
todos sus consejeros que estan subordinados al presente sistema.
Podríamos escribir páginas enteras sobre este sometimiento monstruoso a un
sistema financiero que está en desacuerdo con las verdaderas posibilidades de
satisfacer las necesidades humanas. Monstruoso — sobre todo, cuando sabemos
que el monopolio del dinero y del crédito domina la vida económica acumulando y
tratando como su propia propiedad el verdadero crédito de la sociedad, la
capacidad productiva de la sociedad, sin la cual el dinero no tiene ningún valor.
Si la gran capacidad de producción de hoy en dia fuera servida por un sistema
financiero ordenado, en vez de ser dificultada por este, fácilmente respondería a las
necesidades de un sustento honesto para cada familia del país y también
respondería a las necesidades públicas en su orden en la lista de prioridades.
Esto realmente permitiría la existencia de un organismo económico para el bien de
cada hombre y de todo el hombre.
Al mismo tiempo, los poderes públicos en todos los niveles dejarían de ser
continuamente acosados por problemas de las finanzas. Su función principal y casi
única actualmente parece ser: el encontrar dinero.

Con el Crédito Social


Los lectores regulares del "Periódico San Miguel" habrán notado que, en asuntos
económicos, este diario habla prácticamente exclusivamente sobre el sistema
financiero.
No nos dirigimos a los métodos de producción, recursos naturales, fuerza hidráulica,
minas, los medios del transporte, a las grandes industrias; y si lo hacemos así, es
sólo para criticar su gigantesca escala y la despersonalización de las masas que
ellos emplean.
Nunca hablamos de ninguno de los métodos de cultivar la tierra, del comercio o el
aprendizaje, etc.
¿Por qué? Ciertamente no ignoramos la importancia de todas estas preguntas, pero
nos hemos dado cuenta, que éstas son bien tratadas por otros autores.
También hemos notado de que el desborde de la producción es bien mantenida y
que si hay un poco de atascamiento o congestión en el sistema, este no es debido
al sistema de producción en sí mismo, sino al sistema financiero, que proviene de
una fuente totalmente diferente.
Del mismo modo, dejamos a otros las preguntas de sociología, aun si estas
pertenecen a la dirección correcta de la vida social — excepto, nuevamente, para
lamentar que los sociólogos examinen todo excepto el sistema financiero, que
afecta considerablemente la conducta de la vida social como también de la vida
económica.

142
No afirmamos que la implementación de un sistema financiero de acuerdo con las
ofertas del Crédito Sociales solucionaría todos los problemas de la producción por
sí mismo, sobre todo de la explotación de recursos naturales y las relaciones
comerciales o sociales entre la gente.
No, pero esto facilitaría singularmente una solución para aquellos que son
responsables de solucionar estos problemas.
Creemos que, como el Papa Benedicto XV dijo, la pregunta social puede ser
resumida en una justa distribución de la riqueza.
Creemos que esta justa distribución podría ser cumplida por un sistema financiero
que refleje la realidad y esto incluye, en su reglamento o reglamentación, la garantía
de unos ingresos suficientes a todos y cada miembro de la sociedad.
Esto es lo que la aplicación de los principios del Crédito Social haría, como nos fue
presentado por el ingeniero C.H. Douglas.
De ahí la razón de la importancia considerable que atamos a estos principios.
Pero para entender bien el Crédito Social y las posibilidades de su aplicación, uno
no puede juzgarlo a la luz del sistema presente.
A primera vista, el sistema presente y el Crédito Social toman puestos diferentes en
cuanto a financiar:
El presente sistema somete las posibilidades físicas de la producción a la presencia
de los medios de pago
(al dinero o al crédito financiero).
El Crédito Social, al contrario, somete el sistema financiero a las posibilidades
físicas de responder a las necesidades humanas.
¿Cómo obtendría el Crédito Social esta inversión (este través)?
— Ya que considera que el sistema financiero debería ser bastante flexible para
adaptarse siempre a las realidades económicas, que son en sí mismas el resultado
de actos de productores libres que responden ante las necesidades humanas
expresadas sin reservas por consumidores libres.
De ahí el título "Democracia Económica," el primer libro que Douglas escribió sobre
esta cuestión.
Es fácil de corregir ya que el sistema de dinero hoy en día es un sistema de
contabilidad.
Todo lo que necesita es formular la contabilidad exacta, en vez de esta contabilidad
falsa, que exprese el verdadero desarrollo, hecho por la población de la nación, por
una deuda pública a ser pagada por sus ciudadanos.
Y hay muchas otras manzanas podridas publicadas de esta contabilidad
defectuosa.
Para entender el Crédito Social, también hay que confesar que en conjunto, la
población sólo debería pagar el precio de lo que esta consume y no el precio de lo
que esta produce.
Este parece justo, pero no es lo que pasa hoy en día. Hoy se requiere que el
consumidor pague el precio de contabilidad de la producción, mientras que el total
costo de lo que fue consumido para hacer esta misma producción no es el mismo
como la suma total de los gastos, que constituye el coste de venta al público.
Esto por supuesto puede parecer obscuro a aquellos que leen sobre este materia
por primera vez.

143
Pero hemos explicado esto detalladamente varias veces en ediciones pasadas de
"San Miguel".
(Usted puede encontrar algunas explicaciones sobre este punto en nuestros libros
"En esta Era de la Abundancia" “Alerta Fraude Global” y en "el Cursillo de la
Aplicación de la DSI explicadas en 10 lecciones".)
Douglas definió el precio justo a ser pagado por el consumidor en pocas palabras:
"el precio justo de la producción es el coste de lo que fue consumido para realizar
aquella producción.
" Por ejemplo, si el precio contable de la producción para el periodo de seis meses
es de 20 mil millones de dólares y el consumo total durante este mismo período de
seis meses es 15 mil millones de dólares, el precio contable obviamente permanece
en 20 mil millones de dólares, aun si el verdadero coste es sólo 15 mill millones de
dólares. La población debería pagar sólo 15 mil millones de dólares, mientras que
los productores deberían recuperar 20 mil millones de dólares.
Los consumidores pagarán sólo el ¾ del precio y el organismo financiero
compensará el resto.
Este es el ajuste científico de los precios, desconocidos en el sistema presente.
Esto es por qué el Crédito Social no puede ser inflacionista o deflacionario.
Esto ajusta la situación de las finanzas y de los precios a la realidad de la
producción y del consumo.
El resultado es que nada puede dificultar las posibilidades productivas mientras
ellas responden a las necesidades humanas y que la gente tenga acceso a todo lo
que la producción ofreció: si necesitamos más, más es producido.
Según una expresión de Douglas, el único límite de la producción es el límite de las
posibilidades físicas o de la saturación de las necesidades.
El ajuste científico de los precios permite que nosotros regulemos socialmente los
métodos de la distribución de la riqueza producida.
Si el productor tiene derecho a recuperar el precio al por menor, una vez que este le
es garantizado, él no tiene el derecho de determinar bajo que condiciones los
consumidores conseguirán los productos.
Este cae dentro de la competencia del organismo social establecido para este fin
para servir a la sociedad: justo como el sistema judicial es establecido para servir a
la justicia de parte de la sociedad, juicios dados según leyes que los jueces no
hacen ellos mismo y según el testimonio de hechos con los cuales el juez no tiene
nada que hacer.
Otro principio del Crédito Social que debería ser admitido, porque este corresponde
a la realidad, pero no es aplicado en el sistema presente es que:
La abundancia de la producción moderna es mucho más que el fruto de la
invención, de mejoras sucesivas, de aplicación científica y descubrimientos de
fuentes poderosas de energía — en una palabra, del progreso que es debido al
trabajo de hombres empleados en la producción.
Esto es una herencia, un verdadero capital inmenso.
Este capital es mucho más importante que el capital de dinero, que es, después de
todo, solamente capital de números.

144
El organismo financiero social podría crear estos números de capital tan
eficazmente como la pluma de un banquero privado, mientras que el capital llamado
progreso tomó siglos para formarse.
Esta herencia común, que es el mayor factor en la producción, no es de propiedad
exclusiva de una criatura.
Esto es un bien común que de su uso debería traer unos ingresos sociales, un
dividendo periódico a todos los co-herederos, a todos los miembros de la sociedad.
Todo esto pasaría sin suprimir el pago a aquellos que participan en traer esta
capital para dar réditos.
Como usted puede ver, el Crédito Social tiene una concepción del sistema
financiero y un método de la distribución de la riqueza que es muy diferente del
sistema rapaz y antisocial de hoy.
Una economía de crédito social podría usar los mismos canales para poner el
crédito financiero en la circulación y en su retorno, pero en un camino inspirado por
una filosofía totalmente diferente.
Una filosofía que está perfectamente de acuerdo con el servicio "del bien de cada
hombre y de todo el hombre" como ha sido pedido por los Papas, a fin de tener un
confiable y auténtico organismo económico social.
Todo esto es obviamente dicho brevemente y usted puede encontrar un modo más
sucinto de resumir los principios del Crédito Social en las tres proposiciones
siguientes para la aplicación práctica, formulada por el maestro, Clifford Hugh
Douglas:
1. Los créditos en efectivo de la población de cualquier país serán colectivamente
iguales en cualquier momento a los precios colectivos al contado para bienes
consumibles para la venta en aquel país y tales créditos en efectivo serán anulados
en la compra de bienes para el consumo.
2. Los créditos requeridos para financiar la producción serán suministrados no de
los ahorros, pero serán nuevos créditos relacionados con nueva producción y ser
retirados sólo en proporción de la depreciación general a la apreciación general.
3. La distribución de efectivo a individuos deberá ser cada vez más menos
dependiente sobre el empleo.
O sea que el dividendo desplace cada vez más el salario y el sueldo.
Las dos primeras proposiciones supervisan la financiación automática de la
producción y la aplicación del ajuste científico de precios en el retorno del crédito
financiero.
La tercera proposición trata con la garantía de un dividendo social a todos,
sustituyendo más jornales y salarios como poder adquisitivo y el progreso elimina el
trabajo pagado como un factor de la producción.
Aquí está algo para ocupar la mente de cualquier lector.
Pero aquellos que son nuevos a este tema no deberían desalentarse.
Ninguna persona ha recibido un título de maestro en economía elemental en una o
dos horas.
De este modo, para entender el Crédito Social, hay que transportarnos en una
perspectiva de crédito social, a fin de prever esta nueva concepción de la
financiación de la producción y de la distribución de los productos.

145
Sobre todo, no olvide que hablamos aquí de un nuevo sistema financiero que se
inclina a la realidad y no las realidades que se inclinan a las finanzas.
Este estudio debería ser meditado a fin de entender mejor esta luz, así como
entender su eficacia poderosa.
El resultado merece el esfuerzo.

Louis Even
¿Puede el crédito Social ser aplicado en países en vías de desarrollo?
En este artículo, hemos expuesto el caso de la economía de países desarrollados.
Su estado económico muestra la discordia entre la realidad y la esfera financiera y
la sumisión injustificable de la realidad para financiar, de un modo muy obvio.
Pero este no significa que los principios del Crédito Social serían inaplicables en
países en vías de desarrollo.
En estos países también, un organismo económico debería hacer que la finanza
sea un reflejo de la realidad. Allí, los problemas de la producción todavía existen a
un grado apremiante.
Su capacidad de producción presente es todavía débil; sus finanza deberían ser la
reflexión exacta de esta situación: no sirve de nada el dar poder adquisitivo cuando
no hay ningunos productos para emparejarlos.
Estos países poseen riqueza material, pero no tienen los medios necesarios en
instrumentos, maquinaria o competencia para producir réditos. E
llos podrían obtener lo que necesitan a cambio de ayuda externa. Necesitarían, por
ejemplo, medios financieros del extranjero para ayudarles a obtener los
instrumentos que no tienen los medios para fabricarlos.
Pero esta ayuda, a fin de ser realmente útil, no debería venir a ser una carga de
deudas en su economía y convertir estos países en colonias económicas de los
consorcios financieros o industriales de las naciones ricas.
Los métodos presentes de aquellos que tienen el control del crédito no permita tal
ayuda libre. Tampoco lo hacen, ninguna nacion grande exportadora, que acusan a
los competidores desinteresados de dañar los mercados internacionales. Pero un
país desarrollado con un sistema de crédito social financiero podría escaparse de
estas consideraciones egotistas.
Y si el gobierno de un país de crédito social permanece indiferente al destino de
naciones más pobres, los ciudadanos de este país que son totalmente o
parcialmente liberados de sus preocupaciones materiales, mientras ellos tengan el
espíritu de fraternidad del Evangelio, sin ninguna duda harían un deber el ayudar a
liberar a sus hermanos que son menos favorecidos.
Ellos podrían hacer esto de modos que son muy diversos, ya sea obtener bienes
consumibles para sus necesidades más urgentes e inmediatas o ayudarles a
equiparse a fin de recuperar sus recursos locales.
Louis Even

ANEXO B

EL ÚLTIMO LIBRO ESCRITO POR JACQUES MARITAIN

146
Jacques Maritain, a quien Louis Even citó varias veces en sus artículo, era un
filósofo francés que murió en 1973, a la edad de 91, y quien se especializó en el
estudio de los escritos de Santo Tomás de Aquino, y su implementación en la
sociedad de hoy;, algunas de sus posturas intentaron lo imposible: reconciliar los
dogmas del magisterio de la Iglesia con el mundo moderno, que no los acepta.
Después de haber escrito muchos libros, fue tenido en alta estima en los círculos
eclesiásticos — el Papa Pablo VI incluso lo escogió para representar a los hombres
de ciencia en la ceremonia de cierre del Concilio Vaticano II en 1966.
La noche antes de su muerte, el 29 de abril de 1973, él terminó de escribir un texto
que apuntaba a resumir todos sus pensamientos sobre el tema que él consideraba
el más importante para la sociedad de hoy, constituyendo un regreso a sus propias
posturas iniciales, más acordes con la tradición y el magisterio de la Iglesia, y en
contraste con los sostenido por algunos de sus contemporáneos más influyentes.
Lo que resulta muy interesante para los miembros del Instituto Louis Even y
aquellos que simpatizan con la idea del Crédito Social, es que el tema era el dinero,
y especialmente la denuncia del préstamo de dinero a interés, que crea deudas
impagables.
En su texto, Maritain habla de una sociedad en la que el Estado crearía “símbolos”
para representar el dinero, y estos símbolos serían emitidos tanto como fueran
necesarios para ser usados por todo ciudadano:
“Cada ciudadano recibiría suficientes símbolos para permitir a todo individuo vivir
confortablemente, con la garantía de un estándar de vida que sea suficientemente
alto para disfrutar de una existencia digna de un ser humano, y cubrir las
necesidades básicas (vivienda, ropa, comida, asistencia médica, etc.) de una
familia, y su vida intelectual. No hay que decir que todos los impuestos que deben
ser pagados al Estado desaparecerían en este nuevo sistema.”
Sin tener toda su técnica y perfección, está cerca de los principios del Crédito Social
de C. H. Douglas y Louis Even.
Pero lo que queremos recalcar aquí es el capítulo 5 de este texto de Maritain, que
condena directamente el préstamo de dinero a interés, reiterando la enseñanza
centenaria de la Iglesia en cuanto a que la usura consiste en cualquier interés que
obtiene el prestamista del prestatario como un precio por el préstamo. He aquí éste
capítulo:
En nuestra sociedad todo tipo de préstamo a interés perdería su razón de ser, dado
que el Estado lo administraría por demanda, a cualquiera que quiera comenzar un
negocio o una institución, todos los símbolos que necesite.
Es desde el siglo XVI, cuando llegó a ser legal, que prestar a interés se convirtió,
para la civilización actual, en algo de importancia decisiva, así que es esta práctica
de prestar dinero a interés que en los días actuales tengo en mente con los
siguientes pensamientos, sin olvidar que la historia completa del préstamo de dinero
es muy reveladora.
De hecho, esta historia es la más humillante de las que pueden encontrarse en los
asuntos humanos.
Porque mientras que el espíritu humano condenaba ésta práctica en nombre de la
verdad y de la naturaleza de las cosas, se abrió paso en nuestra conducta práctica,
y finalmente estableció su autoridad de acuerdo con nuestras necesidades

147
materiales tomadas como un fin en sí mismas, pero separadas del bien total de la
persona humana.
Como resultado, nuestro campo de acción se dividió en dos partes, y ahora nos
imaginamos que el mundo de los negocios constituye un mundo separado, con su
propio valor absoluto, siendo independiente de valores superiores y estándares que
hacen la vida digna a un hombre.
La verdad sobre el préstamo de dinero fue dicha por Aristóteles, en forma decisiva,
cuando declara falsa y perniciosa la idea de la fecundidad del dinero, y afirma que,
de todas las actividades, la peor es aquella del prestamista, que forza al dinero —
una cosa por naturaleza estéril — a producir ganancias, mientras que la sola
propiedad del dinero debe usarse como unidad de medida de las cosas.
Usar el dinero de uno para sustentar su vida, satisfacer sus deseos, o conseguir
nuevos bienes al gastarlo, para mejorar nuestra existencia, es normal y bueno.
Pero usar el dinero para que engendre más dinero, como si el dinero fuera
fecundo, y obtener interés (en griego se llamaba “la descendencia del dinero”), es,
de todos los medios de enriquecerse, el “más contrario a la naturaleza”, y sólo
puede tener lugar explotando el trabajo de otras personas. Uno está perfectamente
acertado al odiar el préstamo a interés.
La Iglesia, en su pura enseñanza doctrinal, condenó el préstamo de dinero a interés
como lo hizo Aristóteles.
Por mucho tiempo, la legislación civil estaba de acuerdo con la enseñanza de la
Iglesia, y decía que todo préstamo debía ser libre (de interés). Todos aquellos (y
eran muchos) que infringían ésta ley eran castigados.
No fue mucho antes de la mitad del siglo XVII que la ley civil rompió con la
enseñanza doctrinal de la Iglesia, permitiendo al mundo de los negocios considerar
normal y legítima la práctica de prestar dinero a interés.
Pero la enseñanza pura y doctrinal de la Iglesia, que condenaba pura y
simplemente el préstamo de dinero a interés aún estaba allí.
Es de alabar en el Papado que, en un tiempo en que la civilización de mercado, que
había empezado en el siglo XII, estaba triunfante, el Papa Benedicto XIV publicó en
1745 la famosa carta encíclica Vix Pervenit, que prohibe el préstamo de dinero a
interés, diciendo que es un pecado admitir que en un préstamo el prestamista debe
recibir más que la suma prestada.
Y más tarde, cuando el capitalismo del siglo XIX floreció, el Papa León XIII
denunció, en su carta encíclica Rerum Novarum, la “rapaz usura” por ser una plaga
del sistema económico actual.
Pero al mundo de los negocios no podían importarle menos las prohibiciones de la
Iglesia, y en tiempos modernos, el préstamo de dinero a interés eventualmente se
impuso con fuerza irresistible, y se ha convertido en nervio esencial, el nervio motor
del sistema económico actual, que no puede existir sin él.
Pensar que el dinero puede engendrar más dinero es sólo una ilusión.
El dinero no es fértil.
Una vez que el principio de prestar dinero a interés es aceptado, aún cuando
estudios teóricos y ensayos se acumulen para remediar todos sus vicios, nunca
tendrán éxito, porque todo el sistema está basado en un principio falso, el de la
fecundidad del dinero.

148
Jacques Maritain

ANEXO C

DISCURSO DEL PRESIDENTE SANKARA

Thomas Sankara (1949-1987) fue el Presidente y líder de Burquina Faso (antes


conocido como Volta Superior) a partir de 1983 hasta 1987.
En 1984, él renombró el país a Burquina Faso, queriendo decir “tierra de la gente
honesta” en Mossi y Djula, los dos idiomas principales del país.
A fin de no ser sujetado a los dictámenes de los Financieros Internacionales,
rechazó todo tipo de ayuda del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
Su nación, medio desértica, hambrienta, profundamente endeudada, con una de las
tasas de mortalidad infantiles más altas, sólo podría confiar en Dios y en sí misma.
El Presidente Sankara rechazó la inevitabilidad “de la pobreza”, y fue uno de los
primeros defensores de la seguridad alimentaria.
Su lema, “dos comidas y 10 litros de agua diarias para cada uno,” se hizo una
realidad.
Él consiguió la hazaña espectacular de hacer su país autosuficiente para el
alimento en cuatro años, a través de una política agrícola sensible.
Sin embargo, la carga de la deuda externa acumulada por gobiernos anteriores
todavía amenazaba a su nación.
El 27 de julio de 1987, pronunció el discurso que transcribimos a continuación en la
25 Cumbre de la Organización Unida africana en Addis-Abeba, Etiopía.
Él pidió un frente unido de todas las naciones africanas contra la deuda.
¡“Si únicamente Burquina Faso se mantiene de pie rechazando el pagar, no estaré
aquí para la siguiente conferencia!”
El Presidente Sankara fue asesinado tres meses después de este discurso.
Discurso del Presidente de Burkina Faso, África
Pensamos que la deuda tiene que ser vista desde el punto de vista de sus orígenes.
Los orígenes de la deuda vienen de los orígenes del colonialismo.
Aquellos que nos prestaron dinero son aquellos que nos colonizaron.
Ellos son aquella misma gente que solía manejar nuestros estados y economías.
Fueron estos colonos quienes endeudaron a África, por medio de sus hermanos y
primos que eran prestamistas.
No teníamos ninguna conexión con esta deuda.
Por esto no podemos pagar por ello.
La deuda es todavía un neo-colonialismo, en el cual los colonizers se transformaron
en “ayudantes técnicos.” Deberíamos decir mejor “asesinos técnicos.” Son ellos que
nos presentaron la financiación.
En Francés, llaman literalmente promotor financiero o patrocinador a un “bailleur de
fonds”, alguien que “bosteza fondos.”
Un término que usamos todos los días (en francés), como si de el bostezo de
alguien se podría crear desarrollo. Nos han aconsejado ir a estos prestamistas.
Nos han propuesto unos sistemas financieros agradables.

149
Hemos sido endeudados por cincuenta, sesenta años y hasta más. Esto significa
que hemos sido conducidos a comprometer a nuestra gente durante cincuenta años
y más.
Bajo su forma corriente, que es un imperialismo impuesto y controlado, la deuda es
una reconquista hábilmente manejada de África, apuntada a la subyugación del
conocimiento de África, de su crecimiento y desarrollo por una regulación que es
totalmente extranjera.
Así, cada uno de nosotros se hace el esclavo financiero (la clase peor de esclavo),
de aquellos que tenían la oportunidad, quiénes fueron tan traidores para prestar
dinero a nuestros países con las obligaciones de reembolsarles.
Nos dicen reembolsar, pero esto no es una cuestión moral.
No es sobre un llamado honor si deberíamos reembolsar (la deuda) o no. Sr.
Presidentee, nosotros hemos estado escuchando y aplaudiendo al primer ministro
de Noruega cuando ella habló aquí.
Ella es europea, pero ella dijo que la deuda no puede ser pagada.
Aquellos que nos condujeron a la deuda jugaron como en un casino. Mientras ellos
ganaban, no había ningún problema. Pero ahora que ellos perdieron el juego,
exigen el pago.
Y hablamos de la crisis. ¡No! Sr. Presidente, ellos jugaron, ellos perdieron, esto es
la regla del juego y la vida continúa.
No podemos pagar la deuda porque no tenemos ningún medio de hacerlo. No
podemos pagar porque no somos responsables de esta deuda.
No podemos pagar la deuda porque los otros nos deben lo que la mayor riqueza
nunca podía reembolsar, es decir una deuda de sangre.
¡Fue nuestra sangre la que fue derramada! Oímos sobre el plan Marshall que
reconstruyó la economía de Europa.
Pero nunca oímos sobre el plan Africano, que permitió que Europa afrontara
multitudes Hitlerianas, cuando sus economías y estabilidad estaban en juego.
¿Quién salvó a Europa? África.
Uno raramente lo menciona, al punto que no podemos ser los cómplices de aquel
silencio ingrato.
Si los otros no pueden cantar nuestras alabanzas, al menos tenemos la obligación
de decir, que nuestros padres eran valerosos y que nuestras tropas habían salvado
Europa y habían puesto el mundo en libertad del Nazismo.
La deuda es también consecuencia de la confrontación.
Cuando nos dicen sobre la crisis económica, nadie dice que esta crisis no salió de
repente.
La crisis siempre estaba allí pero se hace peor cada vez que las masas populares
se hacen cada vez más conscientes de sus derechos contra los explotadores.
Estamos en crisis hoy debido a que las masas rechazan que la riqueza esté
concentrada en las manos de pocos individuos.
Estamos en una crisis porque algunas personas ponen sumas enormes de dinero
en cuentas de bancos extranjeros; esta riqueza podría ser usada para desarrollar
África.
Estamos en una crisis debido a esta riqueza privada que no podemos nombrarla; ya
que las masas populares rechazan vivir en ghettos y favelas.

150
Hay entonces una lucha y su amplificación preocupa a aquellos que sostienen los
poderes financieros.
Ahora nos piden ser cómplices en la búsqueda de equilibrio. Un equilibrio que está
a favor de aquellos que sostienen el poder financiero, que por su parte, es un
perjuicio hacia las masas populares.
¡No! No podemos ser cómplices. ¡No! No podemos ir con aquellos que beben la
sangre de nuestra gente y viven del sudor de nuestra gente. No podemos seguirlos
en sus caminos asesinos.
Sr. Presidente, oímos sobre clubes – el Club de Roma, el Club de París, club en
todas partes.
Oímos sobre el Grupo de los Cinco, Grupo de Siete, Grupo de Diez, y tal vez Grupo
de cien.
¿Y qué más?
Es normal que también tengamos nuestro propio club y nuestro propio grupo.
Permitamos que Addis-Abeba sea de aquí en adelante, el centro del cual vendrá un
nuevo aliento.
El club de Addis-Abeba.
Es nuestro deber el crear el frente unificado de Addis-Abeba contra la deuda. Este
es el único modo de afirmar que el rechazo a pagar (la deuda) no es un movimiento
agresivo de nuestra parte, sino un modo fraternal de hablar sobre lo que es.
Además, las masas populares de Europa no están opuestas a las masas populares
de África. Aquellos que quieren la explotación de África son aquellos que explotan a
Europa también.
Tenemos un enemigo común.
Y diciendo que la deuda no será pagada, no estamos contra la moral, la dignidad y
el respeto de la palabra.
No hay la misma moralidad implicada. Entre el rico y el pobre, no hay la misma
moralidad.
La Biblia y el Corán no pueden servir a aquellos que explotan y aquellos que son
explotados, del mismo modo.
No podemos aceptar el que se nos hable sobre la dignidad y el mérito de aquellos
que pagan, y la desconfianza hacia aquellos que no lo hacen.
Al contrario, debemos decir que es normal hoy en día; tenemos que entender que
los mayores ladrones son aquellos que son los más adinerados.
Cuando un hombre pobre roba, esto es sólo un robo, un pecadillo; es solamente
acerca de supervivencia y necesidad.
Cuando el hombre rico roba, es a través de su autoridad fiscal; son ellos que
explotan a la gente.
Sr. Presidente, mi oferta no apunta a provocación o jactancia. Sólo me gustaría
decir lo que cada uno de nosotros piensa y desea.
¿Quién, aquí, no desea que su deuda sea simplemente anulada?
¡El que no lo quiere, podría salir, correr a su avión e ir directamente al Banco
Mundial y pagar!
No quiero que la gente piense que esta opinión es sólo de Burkina Faso, y que esta
propuesta viene de una juventud sin madurez y experiencia.
Yo no querría que la gente pensara que sólo los revolucionarios hablan así.

151
Yo querría que confesaran que esto es una mera objetividad y una obligación.
Puedo citar, como ejemplos, otros que dijeron no pagar la deuda, revolucionarios
así como no revolucionarios, viejos y jóvenes igualmente.
Yo mencionaría a Francois Mitterrand quién dijo que los países africanos no pueden
pagar la deuda, los países pobres no pueden pagar.
Yo mencionaría a la señora Primer Ministro de Noruega; no sé su edad y no osaría
el preguntarle.
Pero esto es un ejemplo.
También mencionaría al Presidentee Felix Houphouet-Boigny, él no es de mi edad,
pero oficialmente, declaró en público, al menos para su propio país, Costa de Marfil,
que no puede pagar.
A pesar de que Costa de Marfil es considerada entre los países más ricos de toda la
África francófona.
Sr. Presidente, esto definitivamente no es una provocación. Me gustaría que usted
nos ofrezca algunas soluciones sabias.
Yo desearía que nuestra conferencia pueda adoptar la necesidad de decir
claramente que no podemos pagar la deuda.
No con un espíritu bélico sino para impedir el ser asesinados individualmente.
¡Si el país de Burquina Faso está de pie solo, rechazando el pagar, no estaré aquí
para la siguiente conferencia!
Pero, con el apoyo de todos, que necesito, podríamos evitar pagar la deuda.
Así, podríamos dedicar nuestros pequeños recursos a nuestro propio desarrollo.
Y me gustaría concluir diciendo que cada vez que un país africano compra un arma,
es contra un africano. No es en contra de un europeo, no es en contra de un
asiático, es contra un africano.
Por consiguiente, deberíamos aprovechar la cuestión de la deuda para solucionar el
problema de las armas.
Soy militar y llevo un arma.
Pero Sr. Presidente, yo querría que nosotros nos desarmáramos.
Por que yo llevo la único arma que tengo pero otros ocultan sus armas.
Mis queridos hermanos, con el apoyo de todos, haremos la paz en casa.
También usaremos estas potencialidades enormes para desarrollar África, porque
nuestro suelo y el subsuelo son ricos.
Tenemos bastante mano de obra y un mercado enorme del Norte a Sur y Este y
Oeste.
Tenemos bastantes capacidades intelectuales de crear o usar al menos, la
tecnología y la ciencia de dondequiera que la encontremos.
Sr. Presidente, creemos un frente unificado de Addis Abeba contra la deuda.
Hagamos que desde Addis Abeba haya el compromiso del armamento restrictivo
entre países débiles y pobres.
Los garrotes y cuchillos que compramos son inútiles.
Hagamos del mercado africano, un mercado verdadero de africanos.
Producidos en África, transformados en África y consumidos en África.
Produzcamos lo que necesitamos y consumamos lo que producimos en vez de la
importación.

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Nuestra delegación y yo somos vestimos por nuestros tejedores, nuestros
campesinos.
No hay ni un solo hilo que venga de Europa o de América. Yo no haría un desfile de
modas, pero yo diría simplemente que debemos aceptar la vida africana.
Este es el único modo de vivir libre y con dignidad.
Le agradezco, Sr. Presidente. ¡La nación o la muerte, venceremos!

Lo que sigue lo podremos colocar solo si tenemos espacio

Los Cimientos de la Doctrina Social de la Iglesia


El objetivo de la doctrina social de la Iglesia no sólo es intelectual o cognoscitivo,
pero también sumamente práctico y personal.
Debe cambiar nuestras vidas y debe ayudarnos a asumir nuestras propias
responsabilidades vis-à-vis el bien común, sobre todo en lo concerniente a aquellos
que están en más necesidad.
Pensamos desarrollar esta breve presentación sobre la doctrina social de la Iglesia
en cuatro partes: su definición; su naturaleza; sus fundamentos; y varias
sugerencias prácticas.

1. ¿Qué es?
Aunque nosotros podamos tener una idea general de qué es la doctrina social
católica, es a menudo más simple eliminar nociones falsas, empezando con lo que
no es.
La Iglesia manifiesta claramente que su enseñanza social no es un “tercer camino,”
algún camino intermedio entre capitalismo y socialismo.
No es en absoluto una agenda económica o política, y ni es un “sistema”.
Aunque por ejemplo, ofrezca una crítica del socialismo y capitalismo, no propone un
sistema alternativo.
No es una propuesta técnica para resolver problemas prácticos, sino una doctrina
moral, surgiendo del concepto Cristiano del hombre y de su vocación para amar y
para la vida eterna.
Se encuentra en una categoría propia.
La doctrina social católica no es una utopía, en el sentido de un proyecto social
imposible de lograr.
No intenta describir un paraíso terrenal en el que la humanidad puede lograr
perfección.
A pesar de todo esto, la enseñanza social católica confronta seriamente realidades
y estructuras existentes, y desafía a la humanidad para buscar soluciones a las
situaciones sociales, políticas y económicas dignas de la dignidad humana, creando
así un grado saludable de tensión entre las realidades temporales tal y como están
y el ideal del Evangelio.
La enseñanza social católica no es una doctrina estática, fija, pero si es una
aplicación dinámica de las enseñanzas de Cristo a las realidades y circunstancias
cambiantes de las sociedades y culturas humanas.
Por supuesto, los principios fundamentales no cambian, porque ellos están
profundamente arraigados en la naturaleza humana.

153
Pero sus aplicaciones y juicios contingentes se adaptan a las nuevas circunstancias
históricas según los tiempos y lugares.
La doctrina social de la Iglesia es parte integrante del armazón de la teología y
especialmente de la teología moral.
De acuerdo a la redacción del magisterio, es la formulación exacta de los
resultados de una meditación cuidadosa en las realidades complejas de la
existencia de la humanidad, en la sociedad y en un contexto internacional, bajo la
luz de la fe y de la tradición viva de la Iglesia.
Es un conjunto de principios, criterios y pautas para la acción, con el objetivo de
interpretar las realidades sociales, culturales, económicas y políticas, evaluando su
conformidad o diversidad con las enseñanzas del Evangelio en la persona humana
y su vocación terrenal y trascendente.
2. El contenido de la Enseñanza Social Católica
El contenido de la doctrina social se expresa en tres niveles:
--Principios y valores fundamentales.
La doctrina social adquiere sus principios básicos, de la teología y de la filosofía,
con la ayuda de las ciencias humanas y sociales que la complementan.
Estos principios incluyen la dignidad de la persona humana, el bien común, la
solidaridad, la participación, la propiedad privada, y el destino universal de los
bienes. Los valores fundamentales incluyen; la verdad, la libertad, la justicia, la
caridad y la paz.
--Criterio para el juicio: para los sistemas económicos, instituciones,
organizaciones, también usando datos empíricos.
Ejemplos: la evaluación de la Iglesia del comunismo, liberalismo, teología de
liberación, racismo, globalización, salarios justos, etc.
--Pautas para la acción: opiniones contingentes en eventos históricos.
Ésta no es una deducción lógica y necesaria que surge de principios, pero también
el resultado de la experiencia pastoral de la Iglesia y una percepción Cristiana de la
realidad; una opción preferencial por los pobres, el diálogo, y el respeto por la
autonomía legítima de las realidades políticas, económicas y sociales. Ejemplo:
sugerencias para el perdón de la deuda internacional, reforma agrícola, creación de
cooperativas, etc. (vea “Gaudium et Spes,” Nos. 67-70).
3. Fundaciones
El primer fundamento de enseñanza social católica es el mandato de Jesús al
amor: Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo.
Éste es el fundamento de toda la moral Cristiana, y por consiguiente de la doctrina
social de la Iglesia que es parte de la moral.
Jesús dijo, que el doble mandamiento del amor no sólo es el primero y más
importante de todos los mandamientos, pero también un resumen o compendio de
todas las leyes de Dios y el mensaje de los profetas.
Por consiguiente la doctrina social de la Iglesia proporciona una respuesta a la
pregunta: ¿Cómo debo amar yo a Dios y a mi prójimo dentro de mi contexto político,
económico y social?
Nuestro amor a Dios y al prójimo no consiste simplemente en una obligación
semanal de asistir a la Santa Misa y el lanzar unas monedas en el cesto el
momento del ofertorio.

154
Debe penetrar nuestra vida entera y debe conformar nuestras acciones y nuestro
ambiente al Evangelio.
Éste es un principio muy importante para poder superar la tendencia a ver a la
economía o a la política como algo totalmente separado de la moral, cuando de
hecho es precisamente allí que un cristiano hace que su fe influya en materias
temporales.
El mandamiento de amar por consiguiente debe representar la fundación general
de la doctrina social de la Iglesia.
Hay, sin embargo, también fundamentos específicos que pueden resumirse en
cuatro principios básicos de la totalidad de la doctrina social de la Iglesia, cuatro
columnas en las que el edificio entero se apoya.
Estos principios son: la dignidad de la persona humana, el bien común, la
subsidiaridad y la solidaridad.
--La dignidad de la persona humana.
El primer principio clásico es el de la dignidad de la persona humana que provee el
fundamento de los derechos humanos.
Para pensar correctamente sobre la sociedad, la política, la economía y la cultura
uno debe entender primero propiamente quién es el ser humano y cual es su bien
real.
Cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad
inalienable y debe tratarse por consiguiente siempre como un objetivo y no sólo
como un medio.
Cuando nuestro Señor Jesús, usando la imagen del Buen Pastor, habló sobre la
oveja perdida, él nos enseñó lo que Dios piensa sobre el valor de la persona
humana individual.
El pastor deja las 99 ovejas en el desierto para buscar a la perdida.
Dios no piensa en masa sobre los seres humanos, o en porcentajes, sino como
individuos.
Cada uno es precioso para él, irreemplazable.
En su carta encíclica Centesimus Annus, el Papa Juan Pablo II subrayo la
centralidad de este principio: “Es necesario tener presente que el hilo principal, y en
un cierto sentido el principio guía... de la doctrina social de la Iglesia, es una mirada
correcta de la persona humana y de su único valor, ya que “el hombre... es la única
criatura en la tierra que Dios legó para sí mismo”.
Dios ha impreso su propia imagen y semejanza en el hombre (vea Génesis 1:26),
confiriendo en él una dignidad incomparable
(vea “Centesimus Annus,” No. 11).
De ahí que la Iglesia no piensa primero en términos de naciones, partidos
políticos, tribus o grupos étnicos, sino de la persona individual.
La Iglesia, como Cristo, defiende la dignidad de cada individuo.
Ella entiende la importancia del estado y de la sociedad en los términos de servicio
a las personas y a las familias, en lugar de al revés.
El estado tiene el deber en particular de proteger los derechos de las personas,
derechos que no son dados por el estado sino por el Creador.
--El bien común. El segundo principio clásico de la doctrina social de la Iglesia es
el principio del bien común.

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El Segundo Concilio Vaticano lo define como “el total de la suma de condiciones
sociales que permiten a las personas, o como grupos o como individuos, el alcanzar
su perfección más totalmente y más fácilmente”.
(“vea Gaudium et Spes,” 26; vea GS, 74; y Catecismo de la Iglesia católica, 1906).
El hombre, creado a la imagen de Dios que es comunión Trinitaria de personas, no
logra su perfección en aislamiento de otros, sino dentro de las comunidades y a
través del regalo de si mismo que hace posible la comunión.
El egoísmo que nos insta a que busquemos nuestro propio beneficio para
detrimento de otros es superado por un compromiso al bien común.
El “bien común” no es exclusivamente mío o suyo, y no es él la suma de lo bueno
de los individuos, sino que crea un nuevo sujeto-nosotros-en el que cada uno
descubre su propio bien en comunión con otros.
Por consiguiente el bien común no pertenece a una entidad abstracta como el
estado, pero a las personas como individuos llamados a la comunión.
El hombre es fundamentalmente (y no sólo circunstancialmente) social, relacional
e interpersonal.
Nuestro bien común también es necesario para mi propio perfeccionamiento,
significando para mi propio bien personal.
Cada persona crece y alcanza el perfeccionamiento dentro de la sociedad y a
través de la sociedad.
De ahí que, el bien común es distinto de, pero no en oposición, al bien particular de
cada individuo. Muy a menudo, su bien y mi bien se reúnen en nuestro bien común.
El bien común en cambio, se opone al utilitarismo, la idea de la posibilidad más
grande de felicidad (placer) para el número más alto posible de las personas, lo que
inevitablemente lleva a que la minoría este subordinada a la mayoría.
Por consiguiente la excelencia y la inviolabilidad de la persona humana individual
excluyen la posibilidad de subordinar el bien de unos al de otros, convirtiendo así a
los primeros, en un medio para la felicidad de otros.
--Subsidiaridad.
El tercer principio clásico de la doctrina social, es el principio de la subsidiaridad.
Se expresó primero bajo ese nombre por el Papa Pío XI en 1931 en su carta
encíclica “Quadragesimo Anno”.
Este principio nos enseña que las decisiones de la sociedad deben quedar al nivel
más bajo posible, por consiguiente al nivel más cercano a aquéllos afectados por la
decisión.
Este principio fue formulado cuando el mundo fue amenazado por sistemas
totalitarios con sus doctrinas basadas en la subordinación del individuo a la
colectividad.
Nos invita a buscar soluciones a los problemas sociales en el sector privado antes
de pedir al estado que interfiera.
Incluso previo a la encíclica de Pío XI, el Papa Leo XIII insistió “en los límites
necesarios a la intervención del estado y en su carácter instrumental, ya que el
individuo, la familia y la sociedad son anteriores al estado, y ya que el estado existe
en orden de proteger sus derechos y no de ahogárselos”
(“Centesimus Annus,” 11).
--La solidaridad.

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El cuarto principio fundamental de la doctrina social de la Iglesia sólo fue formulado
recientemente por S.S. el Papa Juan Pablo II en su carta encíclica “Sollicitudo Rei
Socialis” (1987).
Este principio se llama el principio de la solidaridad.
Enfrentado con la globalización, la interdependencia creciente de las personas y
poblaciones, nosotros debemos tener presente que la familia humana es una. La
solidaridad nos invita a aumentar nuestra sensibilidad por otros, sobre todo por
aquéllos que sufren.
Pero el Santo Padre agrega que esa solidaridad no es simplemente un
sentimiento, sino una “virtud” real qué nos permite que asumamos nuestras
responsabilidades entre si.
El Santo Padre escribió, esa solidaridad “no es un sentimiento de compasión vaga o
de poco dolor a los infortunios de tantas personas, aquellos que están cerca y lejos.
Al contrario, es una sólida y perseverante determinación para comprometerse a sí
mismo al bien común; es decir al bien de todos y de cada individuo, porque todos
nosotros somos realmente responsables de todos” (SRS, 38).
4. Consejos prácticos
Nos gustaría por último esbozar cinco sugerencias prácticas con respecto a la
aplicación de la enseñanza social católica, sobre todo para nosotros los laicos:
--Leamos y tengamos, preciso y buen conocimiento de las enseñanzas sociales de
la Iglesia, para poder exponerlos con convicción y claridad, y asegurarnos que lo
que nosotros enseñamos en el nombre de la Iglesia es eficazmente lo que la Iglesia
enseña, y no nuestras propias opiniones personales.
--La humildad, para no tener que saltar de los principios generales a los juicios
concretos definitivos, sobre todo cuando es expresado de una manera categórica y
absoluta. Nosotros no debemos ir más allá de las limitaciones de nuestro propio
conocimiento y competencia específica.
--El realismo, evaluando la condición humana, reconociendo el pecado pero
dejando espacio para la acción de la gracia de Dios. E
n medio de nuestro compromiso al desarrollo humano, nunca perdamos de vista
que la vocación del hombre es sobretodo el de ser santo y disfrutar de Dios
eternamente.
--Evitemos la tentación de usar la doctrina social de la Iglesia para propósitos
partidistas.
Nosotros en cambio debemos concentrarnos primero en nuestras propias vidas y
nuestras responsabilidades personales, sociales, económicas y políticas.
--Sepamos cómo cooperar estrechamente con otros laicos, formándolos y
enviándolos como otros evangelizadores del mundo.
Los laicos somos los verdaderos expertos en nuestros campos de competencia y
tenemos la vocación específica de transformar las realidades temporales según el
Evangelio.
Peregrinos de San Miguel

www.revistasanmiguel.org

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