Admojs,+7314 25523 1 CE
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RESUMEN
José Faustino Sánchez Carrión integra la primera generación de liberales peruanos, a la que
pertenecieron también Hipólito Unanue, Mariano José de Arce, José Toribio Rodríguez de
Mendoza y Francisco Javier Mariátegui, y es reconocido como el Tribuno de la República Peruana
que es el nombre que le da Raúl Porras Barrenechea, por su defensa del sistema republicano
frente al proyecto de monarquía constitucional del general José de San Martín y su ministro
Monteagudo a través de las cartas que firmó con el seudónimo de Solitario de Sayán. En sus
cartas defiende abiertamente el sistema de gobierno republicano porque este sistema estaba
basado en la igualdad y la libertad, que eran los componentes fundamentales de una sociedad
de ciudadanos, mientras que la monarquía está basada en la desigualdad, el despotismo y
correspondía a una sociedad de vasallos. La guerra contra las fuerzas realistas y la difícil crisis
económica del antiguo virreinato, conspiraron contra los ideales de esta primera generación de
republicanos que no tuvieron la fuerza para establecer un sistema democrático sólido y eficiente
y que frente a la inminencia del peligro para la República invitaron al Libertador Simón Bolívar
al Perú para combatir a los realistas.
ABSTRACT
José Faustino Sanchez Carrion integrates the Peruvian liberals first generation, which also
belonged Hipólito Unanue, Mariano José de Arce, Jose Toribio Rodriguez de Mendoza and
Francisco Javier Mariategui, and is recognized as the tribune of the Republic of Peru, which is
the name given by Raul Porras Barrenechea, for his advocacy of the republican system against
the proposed constitutional monarchy of general Jose de San Martin and his minister Monte-
agudo through the letters he signed with the pseudonym Sayan Solitaire. In his letters openly
defends the republican system of government because this system was based on equality and
freedom, which were the key components of a society of citizens, while the monarchy, however,
is based on inequality and despotism and corresponded to a society of vassals. The war against
the royalist forces and the difficult economic crisis of the old viceroyalty, conspired against the
ideals of this first generation of Republicans who did not have the strength to establish a solid
and efficient democratic system and facing the imminent danger to the Republic invited the
Simon Bolivar to Peru to fight the royalists.
Familia e infancia
J
osé Faustino Sánchez Carrión nació en el pueblo de Huamachuco el 13 de
febrero de 1787, en la casa que su padre había comprado tres años antes de
los bienes de doña Juana Sal y Rosas. La casa era la principal del pueblo y se
encontraba ubicada en la esquina de la plazuela, con frente a ésta y colindaba
con el templo de San José, antiguo adoratorio o terraza ceremonial del Inca.1 Hua-
machuco está ubicado en la sierra norte del Perú, durante la colonia formó parte
del antiguo Partido del mismo nombre, el que estuvo integrado al Corregimiento
y a la Intendencia de Trujillo, en la actualidad forma parte del departamento de
La Libertad.
Sus padres fueron don Agustín Sánchez Carrión y doña Teresa Rodríguez y
Lezama, descendía por línea paterna de acomodados españoles que se avecinda-
ron en Huamachuco. Raúl Porras Barrenechea indica que don Agustín Sánchez
Carrión era nieto de José Sánchez del Risco y el apellido Carrión probablemente
era originario de Piura o de Loja.2 Un antepasado suyo fue don Esteban Sánchez
Carrión, militar español, que alcanzó méritos militares y murió en la Guaira, Ve-
nezuela en 1732.3 Su madre, por otro lado, estaba «vinculada a notables familias
de la ciudad de Cajabamba».4 Sin embargo, firmó siempre con los apellidos de su
padre, sin utilizar el de su madre.
Su padre se dedicó a las minas y a la agricultura, «fue un hombre de acción y de
trabajo, dedicado a la explotación de minas y haciendas en la región de Huamachu-
co, en la que debido a su esfuerzo llegó a poseer algunas estancias en Chunquiquilca,
Llautobamba, Río Cancha, Guayto, San Juan de Matará, Fecce, Rafallán, Casahuete
y Huataullo»; 5 esto le permitió tener etapas de prosperidad a las se alternaron otras
de pobreza. Llegó a tener una posición social expectante en Huamachuco desem-
peñando los cargos de administrador de correos de los partidos de Cajamarquilla
y Huamachuco y alcalde de Huamachuco en 1805 y 1816. De su matrimonio con
doña Teresa Rodríguez de Lezama, le nacieron siete hijos, de los cuales sobrevivie-
ron solo dos, Fermina la mayor y José Faustino que fue el quinto.
José Faustino fue bautizado, el 16 de febrero de 1787, por el párroco Joseph
Carrión, que según señala Porras Barrenechea era probablemente pariente suyo y
tuvo como padrino al Presbítero don Manuel Gonzáles. El 11 de enero de 1794,
cuando estaba por cumplir los siete años murió su madre; su padre se volvió a ca-
sar, en 1808, con doña Sebastiana Palomino con quien tuvo un hijo Mariano.6 No
se tiene muchos datos de sus primeros años de vida, se conoce que al quedar huér-
fano de madre, el pequeño José Faustino pasó al cuidado de su hermana Fermina,
bajo cuya tutela creció protegido y llevando una vida tranquila. Sus primeros es-
tudios comprendieron las primeras letras y el latín, alternándolos con excursiones
a caballo a las estancias vecinas de su padre. Su familia estaba vinculada «a gentes
de la Iglesia, de Huamachuco y de Cajabamba», por lo que estaba destinado «a la
carrera eclesiástica, de seguro porvenir entonces».7
Raúl Porras Barrenechea ha rectificado la afirmación de don Nicolás Reba-
za, pariente y comprovinciano de Sánchez Carrión, quien señala que este era de
«noble familia de España, hijo de don Agustín Sánchez Carrión y de doña Perfecta
Aranda y nieto del corregidor de Huamachuco don Martín de Aranda, alcalde de Tru-
jillo en 1765 y señor de títulos y campanillas.» Porras Barrenechea afirma que todas
las referencias documentales indican que José Faustino era de una posición social
que correspondía a una familia española de vivir hidalgo, en un pueblo andino,
mayoritariamente indígena.8
La partida original de bautismo de Sánchez Carrión se encuentra en la parro-
quia de Huamachuco, en el Libro de Partidas Bautismales que corren desde el pri-
mero de enero de 1781, y está asentado, en el folio 127, como español. Copia cer-
tificada de esta partida «fue publicada en el Boletín del Museo Bolivariano dirigido
por Jorge Guillermo Leguía, expedida en Huamachuco el 28 de junio de 1929,
por el párroco provincial de dicho lugar J. Villavicencio Vereau». 9 Dicho párroco
certifica «que en el folio ciento veintisiete del Libro de Partidas Bautismales que
corren desde el primero de Enero de 1781 y donde se han asentado, solamente en
este referido libro españoles, mestizos, zambos, mulatos, negros se encuentran una
cuyo tenor es como sigue: Jph. Faustino Sánchez Carrión «Español».10
así como «informaciones dadas por autoridades y testigos ante Notario Público, sobre
limpieza de sangre, bondad de vida y costumbres y la presentación de un fiador para
el caso de incumplimiento en el pago de pensiones de estudio, que eran a razón de 50
pesos, semestrales, amén de entregar una libra de cera de Castilla para el esplendor de
los Salves los días sábado».11 Luego de cumplir estos requisitos el aspirante debía
tener la aprobación de profesores y alumnos del claustro, quienes para tal fin se
reunían en la capilla del Seminario. El 2 de abril del año 1802, luego de cumplir
con los requisitos exigidos por el Seminario, Sánchez Carrión se matricula como
alumno pagante.
Cuando ingresa al Seminario, era Rector el limeño don Tomás Gonzáles de
Rivero. Estudia «Gramática, Latinidad, Lógica, Física, Filosofía y Francés, mediante
una pedagogía dogmática y teologal, una disciplina rígida, regulada con oraciones,
rezos, misas, letanías y discusiones aristotélicas que tenían expresión «académica» en el
recitado de oraciones latinas al comienzo de las labores escolares y exposición y defensa
de conclusiones a cargo de los estudiantes más distinguidos».12 La rígida disciplina, las
horas de rezo y meditación no fueron difíciles para Sánchez Carrión, quien armo-
nizando el estudio y la fe religiosa con las inquietudes propias de la adolescencia,
se distinguió por su inteligencia y dedicación al estudio llegando a ser un alumno
modelo. Es así como en 1803 y 1804, recita la oración latina en la Capilla de Lo-
reto del Seminario en presencia del obispo, autoridades civiles y personas notables.
Contemporáneos suyos en el Seminario fueron José Pío Burga y José María
Arriaga, ambos monarquistas y realistas. Entre los liberales y racionalistas «el tru-
jillano José Dávila Condemarín, su íntimo amigo por afinidad de ideales, que asistió
a la Batalla de Junín, integrando la Secretaría de Guerra de Bolívar, de notable parti-
cipación política como Secretario del Congreso Constituyente de 1822»13. El sacerdote
José Isidro Bonifaz quien llegó a ser diputado nacional y Rector de la Universidad
de Trujillo y don Hipólito de Bracamoros y Cacho quien fue Presidente de la
Corte Superior de Justicia de la Libertad y también Rector de la Universidad tru-
jillana. Su paso por el claustro trujillano tuvo profunda influencia en su carácter,
especialmente en su inclinación por el estudio del latín, lo que se hace evidente en
el inventario que se realizó de su biblioteca en 1827, donde entre sus libros destaca
la obra de Cicerón del que aparecen «Selecta de Cicerón, Entretenimientos de Cice-
rón, Miscelánea de Cicerón, Tusculanas de Cicerón y Marco Tulio».14
A fines de 1804, Sánchez Carrión se retira del Seminario de San Carlos y San
Marcelo para continuar sus estudios en el Convictorio de San Carlos de Lima.
11 Idem, p.21.
12 Idem, p. 22.
13 Centurión Vallejo, Op. Cit., p. 22.
14 Porras Barrenechea, Raúl. José Faustino Sánchez Carrión, El tribuno de La República Peruana. Banco Central
de la Reserva del Perú. Lima, 2001, p.36.
Con este motivo el Rector del Seminario escribe lo siguiente: «En 1 de diciembre
de 1804 D. José Faustino Sánchez Carrión, se despidió del Seminario con el objeto de
pasar a la ciudad de Lima a continuar los estudios; para lo que le concedió licencia el
Ilmo. Sr. José Carrión Marfil, mi Señor, dignísimo Obispo de esta diócesis, por superior
decreto de este día, habiéndose manifestado dicho Señor José Faustino en todo el tiempo
de su Colegiatura, con la mejor conducta, juicio y aplicación. Y para que conste lo
firmo. Tomás Gonzáles del Rivero».15
En el Colegio de San Carlos de Lima, bajo el rectorado de don Toribio Ro-
dríguez de Mendoza, se había realizado una profunda renovación pedagógica sus-
tituyendo la anacrónica educación colonial por los estudios orientados dentro de
la reforma que propiciaba la ilustración. Maestros y estudiantes al verse liberados
de tutelas dogmáticas estaban poseídos de un espíritu, que si bien no se orientaba
todavía a la crítica del sistema político, ejercía su acción renovadora en la ense-
ñanza. Fue una escuela de ideas liberales y de renovación, esto fue reconocido por
el Congreso Constituyente que, el 17 de enero de 1823, declara que San Carlos
había sido «el semillero de principios revolucionarios».16
En este período de intensa agitación intelectual estudia Sánchez Carrión. «Los
maestros adiestraron al futuro púgil de la palabra en las reñidas oposiciones de tesis y
en los torneos oratorios que eran frecuentes en las aulas carolinas».17 Pero no sólo des-
taca José Faustino por su elocuencia sino también por su rebeldía, lo que lo lleva
a enfrentarse con los virreyes Abascal y Pezuela, representantes del poder colonial
español. Al respecto «las impresiones y recuerdos de sus condiscípulos, parece haberle
auroleado desde muy joven un inusitado prestigio de audacia y liberalismo.»18
Destaca en poesía, de lo que queda como testimonio la composición que escri-
be en 1810 en honor de José Baquíjano y Carrillo al ser este nombrado Consejero
de Estado en España. La composición que aparece en el folleto que se dedica
a describir la fiesta de despedida de Baquíjano «es interesante porque comprueba
ampliamente la aptitud poética de Sánchez Carrión, demostrada en muchas com-
posiciones, hoy perdidas, pero que le dieron renombre lírico.»19 En esta resalta su
amor a la libertad y sus sentimientos patrióticos y evidencia su adhesión al grupo
constituyente que rodea a Baquíjano. En el año 1811, por disposición de Rodrí-
guez de Mendoza, suspende sus estudios de derecho para dedicarse a la enseñanza
«sacrificando así su propio estudio y retardando su conclusión por el bien público, con
la recomendable circunstancia de hacerlo gratuitamente»,20 ya que el Convictorio no
podía pagarle un sueldo.
Comparte así las labores docentes con sus maestros encontrando en la cátedra
un nuevo estímulo para su labor oratoria. Enseña las leyes y cánones y el curso de
Digesto Viejo. «El brillo y la elegancia de su palabra le conquistan un puesto entre los
oradores del colegio y de la universidad. A nombre de ellos lleva la palabra en las ac-
tuaciones solemnes y en los rígidos besamanos. Pero sus arengas a los virreyes no siguen
la inclinada curva del servilismo prescrita por el ceremonial.»21 Muy pocas de estas
piezas han llegado hasta nosotros, la más importante según Raúl Porras Barrene-
chea «es la dirigida al virrey Abascal, en nombre del convictorio, en el aniversario
del día que se promulgó la constitución española en Lima,»22 allí Sánchez Carrión
menciona «los imprescriptibles derechos de la patria»,23 exaltando «la dignidad del
hombre como ciudadano, considerándole parte esencial de la soberanía ejercida por la
suma de ciudadanos iguales ante la ley»,24 Porras Barrenechea indica que esta arenga
«descubre de cuerpo entero al futuro revolucionario» y que es «un himno valiente de la
libertad, una esperanzada invocación a la independencia», «demuestra, en el apasio-
namiento con que califica la obligada sumisión a la corona que no comulgaba ya (...)
en la fidelidad al monarca.»25
Esta referencia de Sánchez Carrión a «los imprescriptibles derechos de la patria»,
muestra que él tenía una idea definida de lo que era patria, lo que se percibe a
través de estos escritos, para él y para su generación significaba la pertenencia a
un territorio separado de España que tenía derecho a un gobierno propio. El uso
de este concepto con el de nación no fueron idénticos durante el virreinato, Luis
Monguió ha precisado que el concepto de nación estuvo referido al de casta y el
de patria al lugar de nacimiento, que podía ser la ciudad en la que se había nacido
o como en el caso del Inca Garcilaso de la Vega abarcó el territorio del virreinato
peruano.26 Esta concepción de que la patria es la América española, está presente
tempranamente en el sacerdote jesuita Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, quien es-
cribe en el exilio su famosa Carta a los españoles americanos remarcando esta dife-
rencia en relación a España y es con el nombre de patriotas como se designa a los
partidarios de la separación de ella. Carmen Mc Envoy señala, sin embargo, que
para la primera generación de republicanos, a la que perteneció Sánchez Carrión,
el uso de los «términos patria-república-nación y estado»27 era indistinto.
Con el fin de difundir en las principales ciudades del Virreinato del Perú, las
ideas separatistas, el general José de San Martín establece correspondencia desde
Buenos Aires con los principales representantes de la causa patriótica, propiciando
la constitución de «sociedades secretas de tipo logial, para conspirar a favor de la in-
dependencia entre 1810 y 1820».28 Sánchez Carrión se afilió a ellas ganado por sus
ideales llegando a fundar una en Lima.
Luego de proclamada la independencia, el general José de San Martín crea,
por decreto gubernativo del 10 de enero de 1822, la Sociedad Patriótica, la que al
decir de Francisco Javier Mariátegui estuvo integrada por «una minoría de litera-
tos, [...] y una mayoría de condes, marqueses, generales, comerciantes y algún clérigo
español,» 29 reservándole sólo a ella los debates sobre la forma de gobierno que
adoptaría el Perú. Sin embargo, la Sociedad Patriótica no era una asamblea legis-
lativa y los liberales radicales impugnaron desde el comienzo la legitimidad de las
conclusiones a las que pudiera arribar.
El 28 de febrero de 1822, Bernardo de Monteagudo, propone en la se-
sión inaugural de la Sociedad, tres cuestiones sobre las que esta debía deliberar:
«1)¿Cuál es la forma de gobierno más adaptable al estado peruano, según su extensión,
población, costumbres y grado que ocupa en la escala de la civilización? 2) Ensayo
sobre las causas que han retardado en Lima la revolución, comprobadas por los sucesos
posteriores. Y 3) Ensayo sobre la necesidad de mantener el orden público para terminar
las guerras y mantener la paz.»30
En la sesión siguiente, el 1 de marzo, el clérigo José Ignacio Moreno sostuvo
que la monarquía era la forma de gobierno adaptable al naciente Estado del Perú,
según el clérigo la diversidad de castas presagiaba un «inminente riesgo de discordia»
en caso de establecerse en el Perú «un gobierno puramente popular», y no porque
influyeran en sus tendencias «los diversos matices de color», sino porque el pueblo
no tenía aún las «luces necesarias para comprender todo el sentido y energía» de la
palabra patria.31
Esta Sociedad «más que patriótica y literaria era política, cuyos entretelones eran
manejados astutamente por el prepotente mentor y guía, Bernardo de Monteagudo,
exaltado republicano y liberal de 1809 en Buenos Aires y frenético monarquista en
1822, en Lima, se acababa de iniciar, al par que la preparación ideológica y psico-
lógica de las mentes para el establecimiento de la monarquía, el más crucial y enar-
decido duelo ideológico [...] entre los conservadores monarquistas [...] y los liberales
38 Idem, p. 58
39 Idem, p. 59
40 Colección Documental de la Independencia del Perú, Tomo I, Vol. 9. Lima:1974, p. 72-73.
41 Cristobal Aljovin. Caudillos y constituciones, Perú 1821-1845. Lima: PUCP y FCE, 2000, p. 100.
42 Carmen Mc Evoy. Op. Cit., p 2
El Congreso Constituyente
43 Idem, p. 11
44 Idem, p. 12
45 Idem, p.
46 Idem, p. 2
47 CDIP. Op. Cit., p. 79
48 Idem, p. 43
49 Neptalí Benvenuto. José Faustino Sánchez Carrión, prócer de la independencia nacional. Lima: Imprenta
Americana, 1930, p. 84.
50 Idem, p. 84
51 Idem, p. 85.
52 Idem, p. 87.
53 Idem, p. 87.
Conclusiones
La guerra contra las fuerzas realistas y la difícil crisis económica del antiguo virrei-
nato, conspiraron contra los ideales de la primera generación de republicanos de
la que Sánchez Carrión era uno de sus principales representantes y en la que des-
tacaron las figuras de académicos, periodistas, abogados e intelectuales tales como
Hipólito Unanue, Mariano José de Arce, José Toribio Rodríguez de Mendoza y
Francisco Javier Mariátegui, pero que no tenían la fuerza para imponer «un sistema
político sólido y eficiente»64. Por eso ante la inminencia del peligro para la República
el poder tuvo que pasar «de las manos del pueblo soberano a las de un dictador omni-
potente», estableciendo así el republicanismo a pesar de los esfuerzos desplegados
para conseguir la independencia, «su temprano vínculo con el militarismo»65.
Esta fue una contradicción en la que la realidad se impuso a los ideales repu-
blicanos democráticos y ante la inminencia del peligro que afrontaba la naciente
República, Sánchez Carrión, vio también como un mal menor aceptar la dictadu-
ra de Bolívar para salvar la causa de la naciente libertad. Raúl Porras señala que en
Sánchez Carrión resplandece «la condición del equilibrio moral, de la conciliación
de la realidad y la utopía, del repudio del exceso y de la fuerza» e indica citando al
mismo Sánchez Carrión que cumplió la tarea libertadora «sin que una sola víctima
se halla sacrificado y que la filantropía tenga nada que reclamar durante el período
dictatorial.».66
Según Cristóbal Aljovín, Sánchez Carrión «visualizaba una sociedad que, al
convertirse rápidamente en una comunidad de ciudadanos sin discontinuidades se-
veras, permitiría que apareciera un Estado republicano, un gobierno representativo y
una nación», de esa forma, según él, estuvo de espaldas a la realidad y planteó una
«utopía republicana».67
63 Idem, p. 41
64 Carmen Mc Envoy. Op. Cit., p. 196.
65 Idem, p. 203.
66 Porras Barrenechea, Op. Cit., p. 45.
67 Cristobal Aljovin. Op. Cit., pp. 101-102.
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